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Ibagué, 1° de julio de 2009

¿A quién le importa la cultura? Por: José Ángel Leyva*

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en verdad ¿a quién le importa la cultura? Es una pregunta cargada de veneno en un país como México, donde la herencia cultural es su mayor patrimonio y la educación un grave problema; donde también el saqueo y el desprecio por tales valores es proporcional a la dimensión de su significado. La cultura como tal ha tenido un uso cotidiano en términos decorativos o pintorescos, no nos da un sentido de nación sino de patrioterismo, nos identifica, pero no nos da sentido de pertenencia, nos enseña el uso de los caminos más cortos sin importar su legalidad o su ética, al tiempo que nos aleja de nuestros derechos y responsabilidades; nos muestra la trascendencia del pasado, pero nos impide valorar el presente y mucho menos imaginar el futuro; nos exalta, pero nos hace callar; nos enseña a aprovechar la coyuntura, pero nos ciega en la perspectiva colectiva; nos borra el tiempo de los otros. La cultura, para hablar en términos de la política que defienden los gobiernos locales, es un coche estacionado por los representantes públicos entre dos cajones. Y eso ¿a quién le importa? Mientras que el gasto militar en este país –donde la muerte violenta es una estadística insensible que leemos en los diarios– se eleva radicalmente, las campañas electorales se desatan en medio del desaliento y la frustración acumulada. No sólo la incredulidad, el hartazgo por tanto personaje corrupto e ineficiente, hacen de la cruzada por el voto en blanco una opción más confiable, aunque no más eficaz. El mensaje o la conclusión es: todos los partidos y todos los políticos son la misma porquería. Aunque haya excepciones, que las hay, pero eso son, excepciones. El poder se continúa ejerciendo al margen de las necesidades y la opinión de la ciudadanía. Es más, bajo la conciencia de que el ciudadano no existe, no cuenta a la hora de tomar las decisiones. El ciudadano con poder se atrinchera en sus mansiones, en calles cerradas al resto de la población y protegidas por vigilancia particular, circula en automóviles cada vez más aparatosos y semejantes a los que transportan valores, en una ciudad que mucho abona al calentamiento global, en una ciudad donde caminar es una odisea porque las aceras, expresión básica del ciudadano de a pie fueron cedidas hace tiempo a la impunidad. La cultura, pues, no entra en el imaginario de

los partidos políticos y de sus candidatos a ocupar cargos públicos. No hay propuestas que nos hagan sospechar que alguien ha entendido la relevancia de la cultura en México. Nadie se preguntará ni cuestionará ¿quién es la persona que han nombrado para dirigir la cultura durante seis años a tal o cual nivel? Nadie elevará la voz si dicha persona manda al cesto de basura las políticas culturales ya puestas en práctica o las iniciativas sobre determinados asuntos. Vendrán más espontáneos y más ocurrencias, vendrán más esposas, amigas, amigos, aliados, de fulano o zutano que se hagan cargo de lo que parece no importar a nadie. La cultura servirá, cuando se necesite, para amenizar reuniones, motivar concentraciones, armar la fiesta, decorar espacios, apoyar campañas electorales, homenajear y hasta para tener golpes mediáticos. Pero si acaso a alguien en verdad le interesa la cultura, entonces comencemos a preguntar, hagamos un inventario de interrogantes sobre lo que está sucediendo en nuestra realidad, abandonemos el silencio, la complacencia. ¿Por qué se eleva el presupuesto militar y se reduce el de la educación y la cultura?, ¿por qué la corrupción goza de cabal salud?, ¿por qué el peatón debe cederle su espacio a los coches y a la rejas?, ¿desde cuándo la creatividad la hacen los animadores de televisión?, ¿y las pequeñas editoriales mueren para que las grandes trasnacionales se alimenten de los “programas de lectura” del Estado?, ¿Fomento sin desarrollo es el lema de la inmediatez?, ¿un país de lectores sin bibliotecas de barrio ni programas claros de lectura?, ¿el calentamiento global es un dolor de cabeza?, ¿los acuerdos de San Andrés –no me refiero a los del Peje–, bien, gracias?, ¿es la cultura un gasto o una inversión?, ¿la mejor política exterior es la interior?, ¿en dónde quedó la tradición y la imagen cultural de México en el mundo, sobre todo en América Latina?, ¿hay una industria cinematográfica en México?, los artistas e intelectuales, como opinaba una secretaria de Cultura de la Ciudad de México ¿somos los parásitos de la sociedad?. En fin, ahora que a la UNAM la han dado un reconocimiento internacional tan importante, como es el Príncipe de Asturias, ¿no es hora de reconocernos en esa fuerza que es nuestra

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cultura y exigir que se legisle por un derecho al futuro, por el tiempo para leer, por el tiempo para pensar, por el tiempo para disentir y crear, para convocar, como los jóvenes del 68, que la imaginación llegue al poder. Pero eso, hoy, ¿a quién le importa?

*Escritor mexicano. Librosyletras.com

LA PALABRA DEL DÍA Fantoche

Se usa para denominar a una persona grotesca, desdeñable, neciamente presumida o estrafalaria y también un muñeco grotesco, a veces movido por hilos, según la definición académica. Esta última acepción es probablemente la más usada hoy en día para referirse en sentido metafórico a autoridades de quienes se afirma que no www.elnuevodia.com.co>Léalo.

actúan de acuerdo con sus propias decisiones, sino como si fueran 'movidas por hilos' manejados por personajes poderosos que permanecen en la sombra. La palabra proviene del francés fantoche, lengua a la cual llegó en 1863 del italiano fantoccio, con el significado de 'títere o marioneta', para trasmitir

la idea de que un fantoche es un sujeto manejable como un niño. Fantoccio proviene de fante (niño pequeño, infante), derivado del latín infans -ntis (mudo, infantil), compuesto por la partícula privativa in- y fans, participio del verbo latino fari (hablar). La Real Academia Española recogió este término por primera vez en su Diccionario de 1925.


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"Malevo" votada como la palabra más bonita del español Por Daniel Roldán*

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erpentinas en Japón, globos en Alemania, proyección de palabras en Polonia o un globo aerostático sobre los cielos de Hungría que lanzó palabras. Son algunas de las iniciativas que los institutos Cervantes repartidos por el mundo han tomado para celebrar el Día del Español, del que ha salido su palabra más bonita «malevo». Esta fiesta de la lengua castellena quiso mostrar la presencia en todo el mundo de un idioma que es oficial en 21 países y hablan 450 millones de personas. «Queremos celebrar la energía del español, su carácter participativo y abierto, su capacidad de crear sociedad y su creciente implantación en todos los continentes. Celebramos la fiesta de una lengua fácil de aprender y de comprender», apuntó Carmen Caffarel, directora del Instituto Cervantes. Esta primera fiesta del español nace con la vocación de celebrarse anualmente el sábado más próximo al solsticio. «Es un acto de agradecimiento y un regalo para la comunidad hispanohablante y para todos aquellos que están usando el español como una lengua de comunicación», señaló la directora. Los más de 60 centros que se unieron a la celebración decoraron sus fachadas con bocadillos gigantes que contienen palabras votadas a través de la web (www. eldiae.es). Los voluntarios repartieron imanes y camisetas con palabras en castellano en todas las ciudades. Además, los internautas también tuvieron oportunidad de elegir la palabra más bonita de la lengua. La afortunada fue

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Tras los versos de Job, de Gabriel Arturo Castro Por J.J. Guzmán Abella*

«malevo», que según el diccionario de Real Academia Española es «de hábitos vulgares, propio de los arrabales» o un «hombre matón y pendenciero que vivía en los arrabales de Buenos Aires». Una campaña de internautas uruguayos y argentinos alzaron a esta palabra. En Madrid, la fiesta comenzó con una lluvia de palabras desde la fachada de la sede central del Instituto en la calle de Alcalá. Carmen Caffarel abrió las puertas del Instituto junto a representantes de todos los países latinoamericanos. La celebración continuó con la inauguración de un poema colectivo de 150 metros que se desplegó entre la sede y la plaza de Cibeles. *Diario Vasco.

Tras los versos de Job es el título de la obra que resultó ganadora en el Concurso Nacional de Poesía Porfirio Barba Jacob, entregado por la Casa de Poesía del mismo nombre, con sede en Envigado. Su autor, el bien conocido poeta Gabriel Arturo Castro, nos conduce por un laberinto de palabras que trasiegan los inciertos caminos de la lucidez, en un mundo hecho a la medida de la estulticia. Quienes han conocido la obra de este poeta bogotano nacido en 1962, dan cuenta del rigor de su palabra, del peso que adquieren sus versos en metáforas cuyo fin último es poner de relieve el poder creador del verbo. En éste, su tercer libro, la voz del poeta se alza para ennoblecer el trasegar de los desesperados; se sumerge en las preguntas: “¿Dios, la tierra dejará de ser fangosa? / ¿Hasta cuándo el temor se alojará / sobre la pierna del marginado, / en su llanto que prefiere morir anónimo, / muy lejano, sin resplandor?” Pero sabe que no habrá respuestas del creador a sus interrogantes; confía su voz al viento porque conoce el conjuro del olvido, por eso sentencia: “Trama y urdimbre del tiempo, / sobre las rocas el mudo valor de las palabras”. El libro, dividido en cuatro partes, traza un periplo por las coordenadas del desamparo y la miseria, de la mascarada de los idólatras, aunque el poeta, como el viejo Job, no pierde su norte; se reconoce entero en la escena; exorciza el miedo con serenas sentencias: “Vivimos sentados sobre la sangre y sin embargo otros / hablan de la pequeña habilidad o la breve tolerancia.” Una vez más Job indaga al Creador, pero sus dudas son a la vez la certeza del justo; en este sentido, la obra de Gabriel Arturo Castro, desde Libro de alquimia y soledad (1992) ha evidenciado una búsqueda personalísima de la integridad y con tal propósito ha labrado versos que ponen de manifiesto la

relación entre el actuar y el decir. La suya es una obra sólida que se abre un lugar destacado en la reciente historia de la poesía colombiana sin hacer concesiones a nadie ni a nada. Al decir de Víctor López Rache, Tras los versos de Job, es “lamento rabioso y despojado de preciosismos estériles y precisiones forzadas. Es el lamento poético de un tiempo. Es el lamento que deja una historia escrita, libre de palabras plenas que, obvio, no pueden usar los seres destrozados que han elegido expresar los vaivenes de su alma con palabras rotas.” Gabriel Arturo Castro es antropólogo egresado de la Universidad Nacional y actualmente cursa estudios de maestría en literatura en la Universidad Tecnológica de Pereira. Antes de éste había resultado ganador de los concursos nacionales de poesía Aurelio Arturo en 1990 y Ciro Mendía 2006. En 1996 Verdehalago-UNAM, México, publicó su segundo libro: Alquimia de la media luna. Es colaborador habitual en distintos medios culturales del país y de Latinoamérica a través de los cuales se ha hecho conocer como agudo ensayista de arte y literatura. *Poeta y crítico colombiano

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Ibagué, 1° de julio de 2009

Más de 40 artistas develan sus creaciones

El MAT rinde tributo al arte tolimense

Por Sandra Patricia Lombana

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l templo cultural de Ibagué, el Museo de Arte del Tolima tendrá exhibidas hasta el 26 de julio, las obras de más de 40 artistas, tanto nacidos en esta prolija región, como otros que sin ser de aquí han dejado un inmenso legado. La muestra, que ha sido denominada Homenaje a los artistas tolimenses, permanece colgada en las salas tres, cuatro, cinco, seis y siete, desde el pasado 18 de junio, De Fernando Molina se presenta Brujo, una obra plasmada en como un tributo más que merecido 1989. a aquellos hombres y mujeres que encontraron en la pintura, la fotografía, la escultura y la instalación otra forma de hacer patria. Es por lo anterior, que el espectador al ingresar al MAT se introduce en un amplio y variado recorrido visual por más de 30 años de historia artística del Tolima, gracias a las obras que hacen parte de las colecciones MAT, Gobernación del Tolima, Ortiz – Salazar, familia Bonilla – Varón, que junto a las presentadas por los artistas se convierte en una evidencia de que el arte local y regional es diverso y cargado de matices. Según escribió Benhur Sánchez, uno de los artistas que presenta su talento e ingenio en esta exposición “hay una historia llena de contradicciones, de tragedias y fracasos, pero también de éxitos cotidianos que refuerzan en el imaginario popular la idea de una raza que empuja y sale adelante por encima de toda circunstancias”. En el texto que acompaña la exhibición, este Las bañistas, de Julio Fajardo. pintor y escritor huilense radicado en la Ciudad Musical señala que: “tanto la herencia de Julio ción del montaje el curador del recinto culFajardo y Darío Jiménez, de Jorge Elías Triana y tura, Andrés Perea Cadavid, está constituida Fernando Devis, como la florescencia de Carlos también por una de las obras más represenGranada y Mariana Varela, de Germán Botero y tativas de artistas como Olmer Rojas, MarDarío Ortiz, de Claudia Ortiz y Rodrigo Facundo, co Alejandro Rico, Graciela Romero, Sarita de Yesid Gutiérrez y Olga Martínez, nos confir- Abello, Ancizar Castaño, Jairo A. Barrios, man el vigor y la permanencia del arte en el Toli- Diego Pava, Didier Lopera, Armando Marma”. tínez Berrio, Jamir Eduardo Guiza, Manuel José Álvarez, Hernando Osorio, Luz Miriam Díaz, Edilberto Calderón, Jaime López CoLos expositores La muestra que más que un homenaje rrea, Mario Lafont, Manuel Hernández, Cares un relato visual sobre el desarrollo de las los Enio Naranjo, Antonio Camacho Rugeles, artes plásticas, como señala en la presenta- Fernando Molina, Jesús Niño Botía, Oskar www.elnuevodia.com.co>Léalo.

Ángela fruta que besa la piel, de Rocío García.

Onicofagia, instalación fotográfica de Pilar Garzón y Daniel Ramírez.

Sin título, óleo sobre lienzo de Manuel José Álvarez, está colgado en la sala cuatro.

Ramírez Margosk, Carlos Penagos Valencia, Pedro Cabrera, Carlos Eduardo Ruiz Echeverry, Rocío García, Julio César Cuítiva Riveros, Manuel León Cuartas, Ricardo Angulo Díaz Granados, Alejandro Viana, Hugo Viana, Javier Morales, Pilar Garzón y Daniel Ramírez. Desde diferentes perspectivas cada unos de estos maestros abordan en sus creaciones la sociedad en la que están inmersos, así como la idiosincrasia y tradiciones de este pueblo.

Desnudos, personajes mitológicos y de nuestro folclor, así como retratos en colores tenues conjugados con fuertes destellos de luz, transportan al espectador a otra dimensión, donde las obras cobran vida, hablan por si solas y no dan espacio a la duda. Una sensación de dicha, asombro y admiración es la que produce ingresar en cada una de las salas, donde por medio de las obras el espectador puede entablar un diálogo directo con los creadores que han dejado una huella imborrable en nuestra memoria.


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Mis matachines, del maestro Ricardo Angulo Díaz Granados.

Oskar Ramírez Margosk realizó Alí en 1982.

Agua que da vida es un óleo creado por Jairo Barrios en el 2001.

En la sala cinco luce imponente Toro, una escultura de Jaime López Correa. La imagen muestra de fondo Color de la vida color de la muerte, de Carlos Granada.

Empleando la técnica acrílico sobre lienzo, en 1990 Fernando Devis pintó Variaciones sobre el bosco.

Graciela Romero nos trae Carnaval. De la serie Diálogos espirituales de Olmer Rojas.

Natura, de Julio César Cuítiva Riveros.

Una luz en el túnel, de Pedro Cabrera.

Los abuelos aun tienen algo, es un cuadro pintado por Antonio Camacho Rugeles en 1983. www.elnuevodia.com.co>Léalo.


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El rincón de los libros Por Fernando Ramírez Díaz

Autor. Ray Bradbury, 1953 Traducción de Alfredo Crespo Editorial Debolsillo, 2007 176 páginas

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n esta oportunidad, la profesora del Colegio San Bonifacio de las Lanzas Amparo Barrero Amaya, nos ha hecho llegar la presente reseña: Ray Bradbury, autor de la novela de ciencia-ficción Fahrenheit 451, inicia su relato con un epígrafe inquietante: Fahrenheit 451: temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde. Este acercamiento al texto, permitiría anticipar una narración de historias de bomberos que apagan incendios, pero paradójicamente, Montag, personaje oscuro y bombero de profesión, no apaga incendios, los

Fahrenheit 451

provoca, en procura de consumir libros, casas y hasta personas. Bradbury nos va llevando, como Teseo con el Hilo de Ariadna, a un laberinto que apresa a la sociedad en una cárcel de obligada felicidad. Felicidad concebida por el Estado como el ocultamiento de la realidad que permita el disenso, la crítica o la construcción individual. La felicidad está establecida por decreto, desde el escritorio del gobernante de turno, y es el televisor, esa caja de cuatro paredes, el encargado de establecer una comunicación unidireccional y dosificar la entrega de la felicidad a los televidentes. Bradbury, con ese don profético de los escritores de ciencia-ficción, vaticina la construcción de esta disutopía, en la que la desaparición de los libros, consumidos por los lanzallamas, contribu-

ye a la construcción del espíritu dócil y ortodoxo que cuida y protege la instauración de felicidad promovida por el Estado. De esta manera, personajes como Mildred, esposa de Montag, ven en la delación de las prácticas lectoras, una amenaza a la “felicidad” de la dependencia. Desfilan por el texto nombres de muchos libros, considerados como patrimonio de la humanidad y que han sido condenados por el Estado al poder destructor de las llamas. Pinta Bradbury de manera magistral el laberinto consumista que sólo tiene credibilidad en el invento más reciente y que crea, día a día, nuevas necesidades. Preludia, además, el poder del televisor que rompe la comunicación con sentido, prioriza el embeleco consumista y asalta la intimidad de la alcoba. Hay un reconocimiento en el texto a

la labor del juglar, del aedo, del rapsoda, pues al desaparecer el libro consumido por las llamas se acude a la transmisión oral, en donde cada hombre se convierte en un libro y preserva la memoria de la humanidad a través de su memoria individual. La vecina de Montag, una joven mujer que disfruta de la lluvia, de las flores, de la naturaleza y de la lectura, es la encargada de generar una crisis de credibilidad en Montag. Clarisse simboliza la esperanza, la posibilidad de darle un vuelco al espíritu subyugado y muerto de los que deciden que otros piensen por ellos. Se abre de esta manera, una ventana que considera posible la construcción de un mundo, en donde se pueda, desde la dificultad, construir la felicidad. Este libro debiera ser leído y con-

textualizado en las nuevas tendencias consumistas a partir de un espíritu crítico y propositivo que genere nuevos amaneceres. Esta obra y algunos otros títulos de ciencia-ficción (1984, Un mundo feliz, Crónicas marcianas, entre otras), pueden adquirirse en Ibagué. Basta con llamar al 311-441-5671 o escribirnos a framirezdiaz@gmail.com y las hacemos llegar.

Fernando Ramírez Díaz

"Autogol": novela inspirada en la muerte de Andrés Escobar Por Sergio Villamizar D. BOGOTÁ, COLPRENSA

Hace quince años el país se estremeció con la noticia del asesinato del futbolista Andrés Escobar, tras el fracaso de la Selección Colombia en el Mundial de Estados Unidos, donde el defensa había marcado un autogol que apagó las aspiraciones del combinado nacional. Ricardo Silva, que era un joven estudiante hincha de Millonarios y que seguía los pasos de la Selección Colombia, también sintió el impacto de la noticia, y años después empezó a reflexionar sobre este crimen, tan terrible como él saber que el hecho no generó un cambio en una sociedad colombiana, donde el fútbol, por su nivel y sus grados de violencia, es el fiel retrato de un país. Por ello, desde hace cinco años empezó a pensar en Andrés Escobar como un personaje llevado a la ficción para intentar reflexionar sobre la realidad colombiana. Así nació “Autogol”, una novela que gira en torno al fútbol, pero que más allá del apasionamiento por este deporte, es una obra que habla de las enfermedades que aquejan a una sociedad como la nuestra. Por eso, decidió que el 2 de julio, día que se conmemora los 15 años del asesinato de Andrés Escobar, era el momento justo para presentar “Autogol”, para intentar reflexionar sobre aquellos personajes que se exaltan por sus antivalores. En la novela se encuentran dos personajes, por un lado Andrés Escobar, el hombre más correcto, disciplina-

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do del equipo, a quien el destino lo marca siendo el protagonista del error más visible del desastre de la Selección Colombia en Estados Unidos. “Todos los futbolistas cometieron errores en el Mundial, pero el autogol fue el más visible de todos, y por ello, la sociedad condenó al sacrificio a Andrés Escobar. Uno jaló el gatillo, pero muchos empujaron para que eso sucediera”, comenta Ricardo Silva. Pero el verdadero protagonista de la obra es un comentarista deportivo llamado Pepe Calderón Tovar, quien en el momento justo que se marca el autogol, queda sin voz. “Según los médicos, la pérdida de la voz puede ser un problema mental que se genera por una serie de acontecimientos en la vida del afectado. En el caso del comentarista, el autogol, es la gota que derramó el vaso, y la novela es la mirada hacia atrás para ver por qué perdió la voz”. Y agrega: “Así como el fútbol, esta es una sociedad que vive enferma y que tiene su mayor shock con la muerte de un futbolista por un autogol. Lo más triste aún es que el hecho fue brutal pero no forzó a la sociedad a reflexionar sobre ello para que esto no volviera a pasar”. Para crear un comentarista deportivo, Silva realizó una encuesta a través de comentaristas reales, periodistas, técnicos y futbolistas, para darle forma a un ser que con un estudio básico y con poco hábito a la lectura, se hace llamar en la radio “El Poeta”. “Es increíble que aquí en Colombia puedan vivir y ser exaltados personajes como Pepe Calderón, quien puede engañar a todo un país, ser un ídolo y decir por la radio todo lo que quiera, pasando impunemente por la vida. Como muchos comentaristas de fútbol que viven de decir bobadas eternamente y así tener fanáticos”. A través de las voces de la radio se gestan lo ídolos del deporte, pero también allí pueden ser sacrificados e incluso resucitados, en un país siempre sediento de héroes. “Sólo hay héroes cuando la sociedad se está formando, y aquí volvemos a muchos héroes por poco. De ahí los poemas épicos como El Cid, que aparece cuando España se está formando. Necesitaban un héroe para decir a través de él lo que se quiere como nación. Aquí el caos es tal que se necesitan muchos héroes. En

una sociedad bien formada hay muchos personajes importantes y no en uno sólo cae el peso de todas las cosas”. Pepe Calderón, en la novela, es el encargado de crear a los ídolos, sobredimensionar al jugador que se está destacando, pero también es el verdugo que tiene lista la guillotina para sacrificarlo cuando se equivoca. “Si vez el problema del país es el mismo problema que el fútbol, siguen los dineros oscuros, las acusaciones de arreglo de partidos o compra de árbitros, los dirigentes son los mismos y los directores técnicos son los mismos que van fracasando de equipo en equipo”. Silva plantea un mundo del comentarista deportivo, desde la ficción, lleno de una ética oscura, con su incapacidad de reconocer qué está bien o qué está mal. Donde lo corrupto lo hacen parecer no corrupto bajo la frase, “todo me lo estoy ganando con mi trabajo”. “Comentaristas que promueven jugadores, que le hacen barra a un equipo o que reciben algo por exaltar o acabar a otros a través del micrófono, siendo amigos de los técnicos o futbolistas, lo cual debería ser impensable, porque no hay distancia para la crítica, lo cual pasa en todas las instancias de la vida colombiana”. Una forma interesante de diagnosticar el estado actual de una sociedad a través del deporte más popular. “El pobre fútbol se lleva toda la carga porque es el más visible. Es la punta del iceberg de todo lo que pasa en un país que parece una finca de una gente que la explota y que viven en otro lado, pero no ven hacia el futuro”. Con este panorama, el personaje Andrés Escobar encajaba perfectamente en contraposición al llamado “El Poeta”, con una educación media pero que posa de gran sabiduría absurda y vacía, con frases de cajón que todos hemos escuchado en alguna transmisión de fútbol, como “De los equipos de diez libranos Señor”, “El marcador más peligroso es el 2 – 0”, “La tarjeta amarilla es el acrílico hepático” o “La saltabilidad de un equipo”. “Es genial ese tipo de frases porque son personas con una educación que a veces no llega al bachillerato, pero que se convierten en voceros de toda una sociedad, porque el poder es gigante, o sólo recordemos a Édgar Perea llegando al Estadio Metropolitano en helicóptero y besando la cancha en medio de una ovación única”.


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EL CUENTO

> POESÍA

Juego contigo a las cremas

Nicanor Parra Poeta Chileno

Por María Luisa Lázzaro*

Me miras con esos ojos tiernos, te tomo en mis brazos y juego contigo a las cremas y los yogures, como te gusta. Me unto leche condensada en las mejillas y en los brazos, donde disfrutas. Dejo hacer a tu lengua todo el recorrido mientras me limpias el dulce. Cuando terminas te muerdo una oreja. Te lanzas a boca y mi barbilla, pero no te dejo... Te magnetizan los obstáculos. Me seduce verte desesperado tratando de alcanzarme los labios. No sé por qué te gusta mordisquearlos. Me gusta la manera como me recibes cuando llego de la calle, me lames por todos lados... y yo te abrazo intenso. Te unto también, intentas lamerte a ti mis-

mo. Lleno la bañera de agua tibia, le pongo esencias de rosa. Después de perseguirte un rato por todo el cuarto, y tirarnos en el piso muertos de risa, te meto de cabeza en el agua, te echo champú de almendras, te restriego suavecito, me miras temblando. Te enjuago con agua clara, y... lo siento, ya sé que no te gusta, pero es necesario. Tengo que echarte la loción antipulgas. Es que con esa pelambre eres un nido seguro para cualquier bicho. Espero que te sacudas, te seco con tu paño y te acomodo en tu camita. Hoy caerás rendido, cual largo. *Escritora venezolana

Me retracto de todo lo dicho Antes de despedirme tengo derecho a un último deseo: Generoso lector quema este libro No representa lo que quise decir a pesar de que fue escrito con sangre No representa lo que quise decir. Mi situación no puede ser más triste Fui derrotado por mi propia sombra: Las palabras se vengaron de mí. Perdóname lector amistoso lector que no me pueda despedir de ti con un abrazo fiel: Me despido de ti con una triste sonrisa forzada. Puede que yo no sea más que eso pero oye mi última palabra: Me retracto de todo lo dicho. Con la mayor amargura del mundo me retracto de todo lo que he dicho.

Obras de la pintora colombiana Oliva Miranda www.elnuevodia.com.co>Léalo.


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Angosta:

novela que nos contiene Por Naudín Gracián Petro* “Si en Colombia saliera ahora por primera vez un libro tan importante como la Ilíada, nadie diría nada”. Manuel Mejía Vallejo “¡Y lo peor es que todos vivimos en Angosta!”, puede ser el suspiro desesperanzado de quien termina de leer esta novela de Héctor Abad Faciolince. Angosta es Medellín, Bogotá, Barranquilla, Estados Unidos, Israel, el Medio Oriente, África...; porque Angosta es una novela totalizadora, de esas que intentan contener el mundo en sus páginas, a la manera de Cien años de soledad, Hijos de nuestro barrio, El callejón de los milagros y La peste. Y, como el mundo, Angosta tiene personajes heroicos, depravados, humanistas, egoístas, inolvidables, anodinos; están los que dan ganas de abrazar, felicitar o proteger, y a los que provoca de hacer picadillo; como sucede en la vida, a veces un mismo personaje incita reacciones contrarias en diferentes instancias de esta novela. Porque, aunque tenga muchos personajes, el protagonista de esta novela es el ser humano con sus vicios, egoísmos, generosidades, luchas, fracasos, miedos, posibilidades, limitaciones y, sobre todo, con

su increíble capacidad de violencia irracional. A medida que leemos Angosta vamos identificando sitios, episodios, personas: la mimetización de la realidad dentro de la ficción; o lo contrario: es mucha más la realidad que la ficción. Se divierte uno pensando: “¡Qué verraquera! Esto fue lo que sucedió en Medellín a finales de los ochenta y principios de los noventa, esto otro es el enfrentamiento de israelíes y palestinos; esto de acá es lo que sucede en la frontera de México; lo que se cuenta aquí es lo de Sudáfrica; acá está lo de Cuba, más adelante, Kosovo; allá aparece lo de las torres gemelas, las torturas en Guantánamo, los rumores sobre lo que hace la CIA, las reuniones del G7; aquí la lucha por el petróleo y el uranio...”. Y no solamente eso, sino que uno va pensando: “Este tipo es como fulano, aquel otro se parece a mi padre, este soy yo; esto le pasó a mi tío, esto podría haberme pasado a mí”. En esta novela nada es gratis ni impune, o sea que ningún episodio o circunstancia está sólo para ambientar o simplemente para entretener, sino que cada suceso y personaje es una metáfora de un aspecto de la sociedad: Candela, Carlota, Potrero, Lince, Dan, Andrés, Gastón, Burgos, el Check Point, el Bedrunco; F, T y C; Versalles, la Comedia, el Bei Dao: cada personaje, sitio y episodio refleja un género de persona, un espacio del planeta, un momento histórico, una clase social; muchas veces con ironía, otras con la alegría de las cosas buenas de la vida, luego con desesperanza, allá con rebeldía ante la injusticia, acá con el miedo. Lince tiene una esposa de Tierra Fría para poder retratar en la novela la relación de la clase alta con la media; tiene una amante de Tierra Caliente, para poder mostrar la vida de la gente pobre; una hija en Tierra Fría, para hacer un estudio de cómo se forja la mente de los ricos frente a la institucionalización de las injusticias sociales; tiene una librería, para mostrar la relación de cada clase social con la cultura, tiene una amante hija de un poderoso, para poder mostrar la corrupción y los atropellos de los gobernantes; se van de paseo a una hacienda, para mostrar los enormes desequilibrios entre las clases sociales; se pierde en Tierra Caliente, para retratar la vida infrahumana de los

Héctor Abad Faciolince que no tienen oportunidad; aparece un mafioso, para mostrar sus aberraciones y relaciones con el gobierno. Todo descrito y narrado como si se tratara de un texto futurista, sacado de la imaginación, pero enganchado a cada centímetro con episodios, lugares y circunstancias reconocibles para cualquier lector avisado y que le va diciendo al oído: “Recuerda que todo esto tan cruel no tiene el paliativo de ser producto de la fantasía: este es el mundo en que vives”. Angosta es una novela de luchas, desesperanzas, amores, lealtades, traiciones, erotismo y más que todo de política, pues las denuncias de las violaciones a los derechos humanos y la corrupción en el poder que ha forjado este desequilibrio tan inhumano que nos contiene, es el clima y el aire que se respira en toda ella. Uno se pregunta qué pensarán y sentirán los gobernantes y poderosos de nuestro país y del mundo leyendo esta obra. Uno piensa que a Héctor Abad le podría pasar como a sus personajes el doctor Burgos y Andrés, que trataron de denunciar los desafueros de los gobernantes de Angosta y fueron asesinados impunemente. Pero qué va, en este país y en casi todo el planeta se ha llegado a una alta expresión de la democracia que la ha caricaturizado: somos tan democráticos que todo el mundo puede decir lo que quiera pues al fin y al cabo nadie escucha. Hace poco un amigo me llamó alarmado pues acababa de ver en la televisión una denuncia que lo llevaba a hacer esta conclusión: “Si en este país las leyes se respetan, el presidente tiene que renunciar o, si ese tipo está mintiendo, lo tienen que meter a

la cárcel”. Yo le contesté que no iba a pasar ni lo uno ni lo otro pues eso ya todo el mundo lo sabía y no había pasado nada. Y no pasó nada. Como dijo un político disidente: “A mí el gobierno me necesita para demostrar que en este país sí hay democracia, que sí se puede hablar en contra de los gobernantes”. Entonces, si vemos con lupa, nuestra realidad es peor que la de Angosta porque en esta novela la lucha y la denuncia todavía tienen razón de ser, mientras que en nuestra realidad la injusticia está tan inmersa en nuestra conciencia que a veces hasta nos parece absurdo que alguien luche contra ella. En Angosta la gente lee las acusaciones del doctor Burgos y el gobierno les teme y hace lo posible por acallarlas; en nuestra realidad incluso libros tan dicientes como esta novela de Faciolince pasan desapercibidos. En fin, Angosta, la novela, cumple a cabalidad con el precepto que debe observar toda excelente obra artística: es el espejo que refleja nuestra realidad, a la que casi siempre preferimos no ver. Porque Angosta, la ciudad, es el mundo. Por eso, al final de la novela, cuando Lince y Candela escapan, uno se pregunta: ¿a dónde van?, pues como sostiene Isaac Bashevis Singer en el cuento “Cuando Shlemiel fue a Varsovia”: “Aquellos que abandonan a Chelm / Terminan en Chelm / Aquellos que permanecen en Chelm / Ciertamente están en Chelm / Todos los caminos conducen a Chelm / El mundo entero es un gran Chelm”.

*Letralia, tierra de letras.

DIRECTOR: Antonio Melo Salazar JEFE DE REDACCIÓN: Martha Myriam Páez Morales PERIODISTA: Sandra Patricia Lombana COORDINADOR: Benhur Sánchez Suárez, Redacción cultural EL NUEVO DÍA, DIRECTOR GRÁFICO: Ernesto Lombana, ASISTENTE: Ingrith Johanna Buitrago Castañeda, FOTOGRAFÍA: Obras de la pintora colombiana Oliva Miranda, Fotos Jorge cuéllar / EL NUEVO DÍA Carrera 6 No. 12-09 Tels. 2770050 - 2610966 Ibagué - Tolima - Colombia Apartado Aéreo 5476908-K www.elnuevodia.com.co Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8. www.elnuevodia.com.co>Léalo.


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