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Alfonso L贸pez Pumarejo y la "Escuela del Tolima"

FACETAS cultura al d铆a


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Ibagué, noviembre 22 de 2009

Sobre el spanglish hablado por inmigrantes en EE.UU. Por Baquiana.com* ilvia Betti, profesora en la Universidad de Módena y Reggio Emilia (Bologna, Italia), presentó su libro El spanglish ¿un medio eficaz de comunicación? , irrumpiendo así en el debate sobre este tema tan mencionado en la internet. La autora ha dedicado gran parte de su carrera profesional al estudio de la historia de la lengua española y ha publicado varios artículos sobre el fenómeno del spanglish, y otros dedicados a la didáctica de la lengua con enfoque contrastivo español e italiano, y a las nuevas tecnologías aplicadas a la enseñanza del español como lengua extranjera. Al comienzo del libro, la autora nos prepara para lo que viene a continuación con una cita de Carlos Fuentes: “No creo en la pureza, ni de las lenguas, ni de las costumbres, ni de nada. Vivimos en un mundo impuro, y eso es digno de celebrarse.” (El País, 26 de noviembre de 2000). En este tono, Betti nos lleva de la mano para explicarnos sus in-

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vestigaciones y su tesis acerca de este tema tan apasionante como difícil de abordar. Muchos lectores estarán de acuerdo con sus planteamientos, otros discreparán, pero lo que no pueden dejar de hacer los interesados en el tema es dejarlo de leer. El libro ofrece un caudal de informaciones y da cuerpo a una serie de argumentos que hay que tomar en cuenta. Por otra parte, la Dra. Dolores Soler-Espiauba, formadora de profesores, colaboradora de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y del Instituto Cervantes en Madrid (España), así como de varias universidades, y a cargo de la presentación de este libro, nos dice lo siguiente: «El spanglish, que algunos consideran una pseudolengua, nace en los bordes de una frontera, que

> POESÍA La vela del cuervo Nadie sabe por qué la ciudad esconde el lenguaje oscuro de las aves y los muertos.

es también para Carlos Fuentes una frágil frontera de cristal, una cicatriz. Se remonta su presencia a la mitad del siglo XIX, cuando México se vio obligado a ceder a los Estados Unidos gran parte de

su territorio, después de perder una guerra. Los habitantes hispanohablantes de estas comarcas se esforzaron en mantener su español vivo, como valiosa seña de identidad, aunque el idioma comenzó a modificarse en el contacto cotidiano con el inglés de los vencedores. La inmigración masiva de los inmigrantes hispanohablantes hacia el norte, procedentes en su mayoría de México, aunque también de otros países del sur del continente, y la presencia cada vez mayor de puertorriqueños en ciertos estados, dieron, a lo largo del siglo XX, el impulso definitivo, aportando sin cesar nueva sangre latina, que ha seguido alimentado este orgullo, esta necesidad. Ambas lenguas se entrelazan, se mezclan, se aman, se odian, se vuelven imprescindibles en la expresión cotidiana de

*El castellano.org.

Miguel Ángel Zapata Poeta peruano El vino le habla al fuego, tu perro te mira escribir y presiente las nubes que lo distraen en el jardín. El sonido de una nube es como una campanada de agua.

El cuervo permanece callado, no quiere abrir la bisagra y dejar salir su luz por la rendija de una bocacalle.

Nadie sabe por qué la puerta sigue cerrada, y los pájaros no han vuelto a suceder.

Más allá del sueño de los cipreses está la sombra de una manzana verde, la puerta que nos lleva a la felicidad.

Sólo hay una ventana, y desde ahí se ve a una mujer con su deslumbrante cabellera trotando sobre un caballo blanco.

Dicen que la soledad nos llega con la lluvia, y que la arena de las playas sube como un viejo reloj hacia las torres derrumbadas.

Uno se cansa de estar solo

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40 millones de hispanos. Nace el Spanglish, como algo dinámico, abierto, imaginativo, absolutamente vital, manteniéndose en continua evolución, producto de la emigración/inmigración, vehículo de sentimientos y nostalgias, y sobre todo, de otra visión del mundo, de otra concepción de la vida y de la sociedad. Como diría Emilio Lorenzo, una lengua “en ebullición”. Y nace a su vida pública en 1973, con la fundación del Nuyorican Poets Café por parte de los Nuyoricans Writers, conviertiéndose en una confluencia de escritores, artistas y poetas, que leían sus obras ante un público tan motivado como variopinto...».

Uno se cansa de estar solo delirando

con su ventana en medio de la calle, entre la nieve que arrastra su blancor por los callejones olvidados. Uno se cansa de salir a buscar la misma mujer con el cabello largo hasta los pies. Tal vez en eso consista el arte de la soledad: escribir repetidas veces la isla con su cielo lila y la esbeltez del faro que derrama su luz sobre nuestro cabello alborotado. Tal vez sea sólo eso: una brújula sin memoria para el tiempo que vendrá.


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El cuento

>La palabra del día

El hombre de la caja de fósforos

Terapéutica

Por: Herta Müller *

El fuego consume la aldea cada noche. Primero arden las nubes. Cada verano se lleva un granero. Los graneros se incendian siempre en domingo, cuando la gente baila y juega a las cartas. El crepúsculo rueda por las calles como un intestino grueso. Luego arde lentamente allá en el fondo, entre la paja y el entramado de tallos. Y sólo uno lo sabe, el hombre de la caja de fósforos, que ventila su odio por las plantaciones de patatas, detrás de los maizales. En ese huerto arrastraba sacos y escarbaba remolachas cuando era un niño enclenque. Dormía en el establo de esa casa, y en ella fue llamado peón por una niña de su misma edad que tenía trenzas rubias y lizas y en invierno comía naranjas y le salpicaba la cara con el fragante zumo de las mondas vacías. Ahora se interna por el maizal, y el susurro que oye a sus espaldas le hace creer que él mismo es el viento. En la calle, el hombre gordo aún lo sigue con sus ojillos duros, y en la taberna se sienta a otra mesa y sólo de vez en cuando le mira la cara a través del ángulo que forma su brazo. Y ya empieza a propagarse el fuego, ya se revuelca con sus ardientes faldas rojas y sube hasta los tejados. Y en el cielo de la aldea tiembla ya el incendio. Fuego, grita alguien, luego chillan dos y al final braman todos la misma palabra, y la aldea entera se agita sobre la colina. Los hombres acuden con cubos. Llegan los bomberos de su fiesta gremial con una bomba de incendios pintada de rojo que tiende hacia los árboles un brazo chillón y oscilante. Todo crepita y

relumbra en torno al gran henil en llamas. Luego se oye un crujido, y las vigas se quiebran y caen a tierra. Y la caldera hierve, y las caras se ponen rojas y negras y se hinchan de miedo. Me quedo de pie en el patio, y las piernas me brotan del cuello. No tengo sino este nudo en la garganta. Mi gaznate brinca por encima de las vallas. El fuego me tortura con sus tenazas. El fuego se va acercando, y mis piernas con ya de madera negra carbonizada. Yo he prendido el fuego. Sólo los perros lo saben. Cada noche trasguean por mi sueño. No contarán nada, dicen, pero me ladrarán hasta que muera. A nuestro patio fueron llegando hombres que vaciaban la leche en el huerto y se llevaban los cubos, y tiraban de la manga de mi padre diciéndole ven, tú también eres bombero y tienes un gorro precioso y un uniforme rojo oscuro. Papá se hizo eco de su clamor y salió detrás de ellos. Papá advirtió su terror en los ojos. Y su uniforme rojo oscuro echó a andar delante de él por el empedrado. Y a cada paso su gorro precioso le comía un trozo de su espesa cabellera. Un sudor cálido me bañaba la frente, las ondas rojas me quemaban el nervio óptico bajo los párpados. Corro por la pradera. Ahí está la multitud boquiabierta. Y yo. Siento sus penetrantes ojos en mi nuca. Y a mi lado está siempre el hombre de la caja de fósforos. Su codo, al lado mismo de mi brazo está su codo,. Es duro y puntiagudo. De sus zapatos caen trocitos de tierra del huerto. Nadie me mira. Todos no son más que espaldas y talones y lazos de delantal y puntas de pañuelos. Todos callan. Y aún hoy siguen callando, pero me excluyen. Y él gana el juego de cartas el domingo. Y baila fabulosamente, el hombre de la caja de fósforos.

Palabra hallada en castellano a partir de 1555, cuando apareció en Dioscórides, de Andrés de Laguna, una obra que trataba de las prescripciones del botánico y farmacólogo griego del siglo I d. de C. Dioscórides. La palabra terapéutica fue tomada por Laguna del bajo latín therapeutica, -orum (tratados de medicina) y éste del griego therapeutikós (el trabajo del sirviente encargado de cuidar a alguien, derivado de

therapein (cuidar). En español, la palabra tuvo siempre un connotación de cuidados médicos y, más recientemente, psicológicos. Si terapéutica es la parte de la medicina que se ocupa del tratamiento de las enfermedades, terapia -del griego therapeia- es cada una de las técnicas específicas de tratamiento enseñadas por la terapéutica. Terapeuta (del griego therapeutes [siervo]), es el especialista que aplica cada una de esas técnicas.

*Escritora rumana. Premio Nobel 2009. Tomado del libro En tierras bajas

OBRAS DEL PINTOR COLOMBIANO RICARDO BORRERO ÁLVAREZ

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La “Escuela del Tolima”

láez Trujillo, los Melendro Serna, los Torres Barreto, hallaron en la convocatoria de López el pretexto que necesitaban para incorporarse a la empresa de modernizar el país. Todos los mencionados hicieron posible que, durante los años treinta, el Tolima viviera el más dinámico proceso de debate intelectual, agitación política y eclosión periodística. La “Escuela del Tolima” encontró ambiente propicio en las gentes de su departamento. Todavía sobre los años setenta, el triunvirato compuesto por Alfonso Palacio Rudas, Rafael Caicedo Espinosa y Alfonso Jaramillo Salazar seguía dando testimonio de aquel mensaje doctrinario, que también suscribieron otros dirigentes y pensadores liberales como Felipe Salazar Santos, Eduardo Santa, Saúl Pineda, Guillermo González Charry y, más acá en el tiempo, Alfonso Reyes Echandía, Jaime Vidal Perdomo, Fabio Lozano Simonelli…en fin, un listado de hijos del Tolima que, incluso en la actualidad, se sienten discípulos y continuadores de la “Escuela del Tolima”.

Por AUGUSTO TRUJILLO MUÑOZ (*) ESPECIAL PARA EL NUEVO DÍA

Su origen

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l 19 de noviembre de 1929 se reunió en Bogotá una convención nacional del liberalismo colombiano, en la cual el joven delegado Alfonso López, nacido en Honda, cuarenta y tres años atrás, propuso a su partido prepararse para la reconquista del poder. No sólo lo había perdido hacia casi cuatro décadas. También parecía haber perdido el deseo de recuperarlo. Sus viejos dirigentes solían acomodarse a las contingencias de la hegemonía conservadora. López reclamaba acción y oposición contra un gobierno al cual acusaba de estar gestionando una “prosperidad a debe”, que colapsaría más temprano que tarde. Siete años antes, el 29 de marzo de 1922, se había reunido en Ibagué otra gran convención liberal que, bajo la orientación del general Benjamín Herrera, modernizó el programa doctrinario del liberalismo. Tesis como la de la igualdad civil de los colombianos y, por lo tanto, la de la eliminación de los fueros militares y eclesiásticos; la de una ley electoral que consagrara la representación proporcional de los partidos; la de la reforma del concordato en un sentido favorable a la independencia del poder civil; y la de la elección popular de alcaldes, se adoptaron en la reunión de Ibagué como necesarias para democratizar el país. En 1922 la capital del Tolima sirvió de marco para que un grupo de jóvenes ingresara al escenario de la gestión política. La figura más destacada de este equipo fue Darío Echandía, nacido en Chaparral veinticinco años antes, una especie de filósofo antiguo cuyo ejercicio creador lo convirtió en “maestro”, como terminaron llamándolo sus compatriotas, en reconocimiento a su austeridad y a su talento. La reunión de 1929 proyectó a López hacia el liderazgo nacional, al designarlo –en unión de los generales Antonio Samper Uribe y Leandro Cuberos Niño- como miembro de la Dirección Na-

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Su proyección histórica

cional Liberal. López fue el gran inspirador de un nuevo pensamiento para el liberalismo colombiano y para el país. Echandía su gran gestor intelectual y político. Aquel fue el líder para el cambio, éste el filósofo para sustentar teóricamente las nuevas expresiones institucionales. Ambos los constructores de un sistema doctrinario tan coherente como sólo es posible en medio de una escuela de pensamiento. Por eso ésta sólo concebible con ambos. Dado su lugar de origen, tal escuela ha sido denominada por los actuales estudiosos de su legado espiritual como “Escuela del Tolima”. Por lo menos dos generaciones de tolimenses que se iniciaron bajo el alero intelectual de López y de Echandía mantuvieron la identidad doctrinaria durante su tránsito por la actividad pública. Incluso quienes, en un momento dado, decidieron moverse en otros ámbitos públicos, miraron siempre con admiración y respeto a estas dos grandes figuras de la historia colombiana. Jóvenes liberales como Miguel López Pumarejo, José Joaquín Caicedo Castilla, Rafael Parga Cortés, José María Barrios Trujillo, Eduardo Guzmán Esponda, Gonzalo París Lozano, Alejandro Bernate Castro, se incorporaron paulatinamente al llamado de López, que se cumplió entre 1929 y 1934. Hubo también respuesta de conocidas familias tolimenses: Los Lozano y Lozano, los Rocha Alvira, los Camacho Angarita, Los Bonilla Gutiérrez, los Pe-

El eje fundamental de la Escuela, desde el punto de vista de la edad de sus miembros, se corresponde con la llamada generación de Los Nuevos. Aparte de López que pertenecía a la generación del Centenario, los demás, incluyendo a Echandía, nacieron entre 1895 y 1905. Son ellos Carlos Lozano y Lozano, José Joaquín Caicedo Castilla, Antonio Rocha Alvira, Rafael Parga Cortés, Alberto Camacho Angarita y Carlos Peláez Trujillo. Estos ocho tolimenses –protagonistas centrales de la República Liberal y, en particular, del gobierno de “la revolución en marcha”- conforman el núcleo de la “Escuela del Tolima”. Pero ninguno de los nombres hasta ahora mencionados apareció por generación espontánea. Frente al llamado de López, frente a la transparencia de Echandía, frente al ejemplo de Parga y, apelando a los materiales de su propio contexto, se sintonizaron con las nuevas corrientes del pensamiento universal y diseñaron una nueva concepción del Estado y del derecho en Colombia: las libertades civiles, las garantías sociales, la función social de la propiedad, el

Según los diccionarios, “Escuela” es la denominación convencional con la que se conoce a un grupo de estudiosos vinculados entre sí por principios y propósitos comunes. En la antigüedad existió, por ejemplo, la “Escuela de Alejandría” cuyos miembros eran judíos de la diáspora, influidos por la cultura griega, que se esforzaron en sintetizar los pensamientos judaico y helénico. En los albores de la modernidad se conoció la “Escuela Española de Jurisprudencia” que, partiendo del pensamiento cristiano y del derecho natural, se interesó en desvirtuar la teoría del derecho divino de los reyes. El siglo xx vio nacer la “Escuela de Frankfurt”, comprometida en el desarrollo de una reflexión global sobre el proceso de consolidación de la sociedad capitalista burguesa, cuyos análisis indujeron a sus discípulos a formular revisiones al marxismo. www.elnuevodia.com.co>Léalo.


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pública en 1934. En el mismo año el maestro Echandía es designado presidente de la Dirección Nacional Liberal, desde la cual promueve un debate, en todo el país, sobre la necesidad de modificar la constitución y la conveniencia de hacerlo a través del congreso o de una asamblea constituyente. López prefiere la primera opción pero da carácter constituyente al congreso y nombra a Echandía ministro de Gobierno para que

En una recepción en el Palacio Presidencial dialoga con Pedro Juan Navarro, Germán Ortega Gómez y los esposos Obregón.

derecho de huelga, la separación de la iglesia y el Estado, la libertad de enseñanza, fueron los principios que informaron el nuevo diseño institucional del Estado. De seguro, no fue su propósito conformar ninguna escuela de pensamiento. De hecho no convocaban reuniones, ni levantaban actas, ni siquiera se sentían miembros de escuela alguna. Pero su militancia común en un liberalismo deseoso de abrevar en nuevas fuentes y la apertura hacia la sintonía con los nuevos sonidos mundiales, les despertó la preocupación doctrinaria y el propósito común por modificar el rostro del país. Eso es una escuela de pensamiento en el más riguroso sentido del concepto. El momento cenital de la “Escuela del Tolima” coincide con la elección de Alfonso López como presidente de la Re-

se encargue de orientar las reformas. Como es apenas natural, hubo otras figuras cimeras en la República Liberal –y en el gobierno de la revolución en marcha- que formaron parte del grupo más próximo al presidente López. Fueron ellos Alberto Lleras, Jorge Soto del Corral, Jorge Zalamea y Alejandro Galvis Galvis. Pueden ellos ser considerados miembros de la “Escuela del Tolima” independientemente del lugar de su nacimiento. Precisamente fue Lleras quien definió al equipo más cercano a López como “un concilio de jurisconsultos, caracterizado por su falta de codicia, pero también por su devoción por la controversia y, sobre todo, por una sed inextinguible de creación”(2). En ese equipo se formó la “Escuela del Tolima”. No todos sus miembros eran hombres de leyes, pero todos eran hombres de Estado. López era, por supuesto, el visionario de las reformas políticas; Echandía, el constructor de las nuevas instituciones; Lozano el ideólogo de la tendencia social; Parga el economista del agro; Caicedo el precursor del derecho a la sindicalización; Rocha el pedagogo de la jurisprudencia; Camacho el devoto del derecho legislado; Peláez el cultor del derecho jurisprudencial; y todos a una, responsables de la articulación entre las decisiones nacionales y las bases del liberalismo tolimense. Los hombres de leyes recibieron la herencia del positivismo jurídico, al cual respondieron de manera crítica. A la postura exegética enfrentaron el normativismo de Kelsen e incluso exploraron el ámbito de los principios. El maestro Echandía abrevó en el solidarismo de Duguit y Eduardo Zuleta Ángel en la libre interpretación científica de Geny, para

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abrir espacios nuevos frente a una tradición embalsamada por el formalismo jurídico. En 1935 Antonio Rocha accede a la presidencia de la Corte Suprema de Justicia e inaugura un período de hondas transformaciones en la concepción del derecho jurisprudencial. Las sentencias de la “Corte de oro”, como fue llamada después, revisan la visión del formalismo jurídico en términos que aún hoy resultarían novedosos. “La nueva sensibilidad antiformalista no se limita al trasplante de nuevos métodos de análisis de la jurisprudencia o al trasplante de la retórica modernista extraída del derecho de los juristes imquietes. Más allá de estas grandes expresiones teóricas hubo ciertamente fallos judiciales concretos que construyeron el estilo adjudicativo del antiformalismo local. Las sentencias de la Corte de Oro, en su conjunto, muestran características profundamente antiformalistas”(3). Los hombres de Estado ingresaron a la vida pública cuando declinaba la influencia de los caudillos militares en el liberalismo, y el país transitaba hacia un escenario de civilidad. Aquellos presionaron dicho tránsito con prudencia, pero con firmeza. La hegemonía conservadora mantuvo una especie de democracia monástica que no supo resistir la irrupción desbordada de los socialismos. Allí apareció la inteligencia de Alfonso López para manejar con tino y con éxito una propuesta política transformadora, cuyo desarrollo fue capaz de romper el paradigma revolucionario de la época: La transformación se hizo a través de procedimientos jurídicos. López inauguró el 7 de agosto de 1942 un segundo período presidencial que no tuvo el buen suceso del primero.

Alfonso López y Carlos Lleras salen para el exilio en 1952. Los acompaña el embajador de Venezuela, doctor Pietri, en cuya residencia se habían exiliado los dos ilustres colombianos.

2 Debo mencionar otras tres figuras de la República Liberal, con más identidades que diferencias con relación a las tesis del presidente López. Fueron ellos Gabriel Turbay, Jorge Eliecer Gaitán y Carlos Lleras Restrepo. Representantes, ministros, senadores, fungieron incluso como presidenciables durante aquel período histórico. Sin embargo, no formaron parte del equipo más próximo al gobierno de la “revolución en marcha”. Turbay fue ministro de Olaya y de Santos, Lleras de Santos y de López, Gaitán de Santos y de Echandía, pero, en todo, caso su mayor o menor grado de autonomía frente a las políticas de López impide mencionarlos dentro del “concilio” que conformó el núcleo de la “Escuela del Tolima”. Los dos primeros desaparecieron tempranamente de la escena y el último sólo alcanzó la jefatura del Estado en 1966, dentro de la vigencia del sistema bipartidario del Frente Nacional.

3 López Medina, Diego Eduardo. “Teoría impura del derecho”, Universidad de los Andes, Legis, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá 2004, p. 319. www.elnuevodia.com.co>Léalo.


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eso, otro gran legado de la “Escuela del Tolima” es el legado ético. En 1987 un grupo de tolimenses, en carta abierta al país, formuló la idea de convocar una Asamblea Nacional Constituyente, como mecanismo excepcional para buscar remedios excepcionales a las agudas dolencias de un país que, agobiado por múltiples violencias, se consumía en la cultura de los antivalores. Aquella propuesta está enmarcada también en las enseñanzas de la “Escuela del Tolima”. Su texto original reposa en los archivos de la Cámara de Su legado Comercio de Ibagué y da testimonio de una La obra de la Escuela fue fundamentalconstante histórica en la vida del Tolima: su la en basó Se al. mente jurídico-constitucion contribución al desarrollo de las institucioconstrucción de instituciones políticas que, nes jurídico-constitucionales. debidamente ancladas en la circunstancia La “Escuela del Tolima” convirtió a sus concreta de su espacio, situaron al país en miembros en protagonistas del pensamienconcordancia con el universo de su tiempo. to socialdemócrata en Colombia. El maestro López inspiró el liberalismo social y Echan- Echandía fue también el primer colombiano día una nueva concepción del derecho. La que –desde la Comisión paritaria de reajuste reforma de 1936 se hizo a imagen y seme- institucional en 1957, y luego desde la llajanza de un país que necesitaba y quería mada Comisión Echandía en 1975- propumodernizarse. so la creación de una Corte Constitucional, Desde el punto de vista doctrinario, dos encargada de ejercer el control constitucioson los grandes legados doctrinarios de nal de las leyes. Eso lo convierte, sin duda, la la “Escuela del Tolima”: en primer lugar en un hombre del siglo XXI. Pero además concepción social del derecho y del Estado la concepción que integra estado social de deredel defensa la y en segundo término derecho con economía social de mercado, cho como instrumento de cambio. Aquella en cuya base descansa la nueva concepsupuso –como lo quiso López- remover las ción de la democracia, está consignada en monstruosas injusticias que venían pesando la constitución de 1936, como otro de sus sobre el conjunto social colombiano, a base logros. de construir instituciones. Esta –como lo Cuando hoy hablan los juristas de que formuló Echandía- conciliar el orden jurídico el derecho es argumentación, es preciso con la vida social, de manera que el derecho recordar la “Escuela del Tolima”. El talensea el mejor vehículo para hacer transfor- to jurídico de sus miembros y la fortaleza maciones sociales sin el fundamentalismo doctrinaria de sus convicciones, hizo poside las revoluciones, pero con la tolerancia ble la construcción de un nuevo país y de que exige el reconocimiento democrático una nueva cultura. De alguna manera los del otro. colombianos viven todavía de la grandeza Ciertamente la presencia de la “Escuede aquella obra institucional que permitió de corta, fue nacional vida la la del Tolima” en consolidar, en el país, un espíritu republicasi se tiene en cuenta que sus conquistas no. La “Escuela del Tolima” demostró que fueron asordinadas e inclusive estuvieron es posible crear nuevas reglas colectivas de a punto de colapsar en la década de dicta- juego, utilizando exclusivamente los proceduras que el país sufrió sobre la mitad del dimientos elaborados en medio del derecho. siglo XX. Sólo Echandía mantiene el debate Y la democracia contemporánea es muchas desde el escenario académico y Parga en cosas, pero también es procedimiento. el terreno político regional del Tolima. Aquel se dedica a ejercer como conciencia moral (*) Profesor de derecho constitucional, de ardel país y éste se convierte en un símbolo gumentación jurídica y de derecho territorial vivo del liberalismo de su departamento, en en distintas universidades colombianas, es el cual han aparecido nuevos protagonistas autor de varios libros de derecho público y de políticos. historia política. Ha sido concejal de Ibagué, En la medida en que el país va siendo dirigente gremial en el Tolima, conjuez del víctima del avance de una cultura de los Consejo de Estado y Senador de la República. antivalores, Echandía proclama que “en poEn 1987 escribió el documento por medio lítica se pueden meter los pies, pero no se del cual el sector privado del Tolima promuere maestro El pueden meter las manos”. puso al país la convocatoria de una Asamen Ibagué el 8 de mayo de 1989, después blea Nacional Constituyente, antes de que de una larga dolencia, pero mientras gozó cualquier otro colombiano ventilara el tema. cuando silencio de salud fue nunca guardó La propuesta fue publicada por la prensa fue necesario emitir un juicio para reprochar nacional el 6 de febrero del mismo año. la degradación de los hábitos públicos. Por

“Los acontecimientos políticos que rodearon el segundo gobierno de López y precipitaron su renuncia, pero especialmente, la derrota del liberalismo en las elecciones de 1946, desdibujaron, en cierta forma, la vigencia de la “Escuela del Tolima” como tal. Sus miembros se dispersaron, algunos fallecieron, otros se refugiaron en actividades particulares o en el exterior y la violencia del medio siglo fracturó el proceso histórico que se venía desarrollando”(4).

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Alfonso López el día de su matrimonio con doña Olga Dávila.

En 1936, esta caricatura representaba la opinión de los contrarios a la política de Alfonso López... “que a todos los ministros les quedaba la ropa muy grande...”

El Presidente López Pumarejo acompañado de todos sus Ministros.

Alfonso López, Carlos Lleras y Eduardo Santos. 4 Trujillo Muñoz, Augusto. “De la Escuela Republicana a la Escuela del Tolima”, Academia Colombiana de Jurisprudencia, Bogotá 2007, p. 192.


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Estamos de pie Por: Benhur Sánchez Suárez *

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ompañeros de Contracartel, apreciados amigos: Tal vez si yo dijera que este es un honor inmerecido, pecaría por usar una de las más socorridas frases de cajón que he escuchado a lo largo de mi vida. Si, por el contrario, les expresara que lo considero como una merecida distinción, quizá mi pecado fuera la arrogancia, conducta que no se acomoda a mi talante ni a mi manera de conectarme con el mundo. Pero, como ustedes saben que prefiero lo justo, lo preciso, debo decirles que este homenaje es un estímulo que brota de la solidaridad de quienes me aceptaron un día para empujar, con esfuerzo mutuo, el tren de nuestra literatura, y porque sé que brota del sentido más profundo de la amistad. De esa que no perdona los errores y estimula sin condiciones la verdad. Por eso les doy las gracias y quiero que sepan que a mi espíritu lo embarga una inefable sensación de libertad. Y es que a estas alturas ya no podemos decirnos mentiras, si es que alguna vez nos las dijimos, porque el tiempo

ha acumulado tantas palabras como libros y cuartillas, está lleno de tanto acopio de verdades y ha despertado tantas veces los sueños para que sigan vivos, que lo hecho ya no tiene reversa, como lo sentenciara el bobo de mi pueblo. Ya no hay necesidad de arrepentimientos ni de falsos orgullos para reconocer que sí, sí señores, hemos recorrido un camino y los mojones saltan a la vista. Ya no tenemos melena qué sacudir al aire para atraer ojos que no ven, labios que no dicen nada, oídos que no escuchan; nos demoramos más de la cuenta escribiendo una cuartilla, porque el ímpetu de contar y de escribir ha dado paso a la virtud de gozar y de elegir; ya somos tan sabios en palabras que cuando las desconocemos las inventamos o las copiamos de nuestras charlas interminables con la cotidianidad; ya no aspiramos a que el universo nos comprenda o nos aplauda porque intuimos que hay muchos ojos, no importa cuántos, persiguiendo a nuestros personajes en la soledad de un café debajo de un atardecer; ya no nos preocupa que a varios metros no distingamos las imágenes, porque las respetamos y las amamos como si fueran conocidas; ya sólo leemos los libros justos, los precisos, como niños superdotados que hacemos sin permiso ni temor lo que nos indique nuestra insobornable voluntad; ya sólo amamos a una mujer, como en el principio de los tiempos, sin ninguna condición; y, ya ven, no nos preocupan las glorias pasajeras ni las alabanzas, tampoco las diatribas. Tal vez de esta manera hemos resistido la mediocridad, la hemos mantenido a raya como a una peste bíblica, y ahora estamos tan limpios como un amanecer. Y es que, compañeros, no hemos llegado aún a la estación desde donde se devuelve la mirada para intentar un inventario y con él bajo el brazo llenarnos de gozo o, tal vez, de rencor y de resentimientos. No hemos llegado aún porque sentimos que nos falta mucho por hacer, porque sabemos que nos queda otro trayecto para aprender y entregar alguna parte aún no conocida de nuestra interioridad, y porque ya el tiempo no da La solterona, Edición 40 años, Caza de Libros

Benhur Sánchez Suárez tiempo para las disculpas, los remordimientos por errores cometidos o para estancarnos en saborear éxitos pasados o glorias esporádicas que alguna vez iluminaron nuestro camino y envalentonaron nuestra vanidad. O a lo mejor estas posibilidades sean otro de tantos inventos ensayados para mantener el alma erguida y no desfallecer frente a este país que se desmorona poco a poco, carcomido por la envidia, el egoísmo y la futilidad. Si estamos aún de pie, como un ocobo florecido, es porque nos lo merecemos. Gracias compañeros de Contracartel por tanta fuerza y tantas experiencias. Yo sé que ustedes lo hacen porque reconocen que no en vano han pasado por mi vida cuarenta años de trabajo cultural y literario, muchos de ellos bajo el cobijo de su amistad. Por eso les doy las gracias, nacidas de lo más recóndito de mi corazón. Quiero que sepan, además, que este reconocimiento compromete mi gratitud, la de mis hijos tan amados, la de Gloria, poeta y astróloga que acompaña mis vigilias, y la de sus hijas, porque sabemos que el pacto literario que hicimos en tantas tardes sabatinas en medio de originales, fotocopias, discusiones y licor, sólo será roto con la muerte. Y ojalá ese día esté tan lejano como el primer libro que una noche comenzamos a escribir.

*Escritor colombiano. Palabras de respuesta al homenaje que recibiera por sus 40 años de trabajo literario.

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“La teatro, memoria, prisión”: y metáfora social Por Jorge Ladino Gaitán Bayona* ichel Foucault destaca que “el tejido carcelario de la sociedad asegura a la vez las captaciones reales del cuerpo y su perpetua observación; es, por sus propiedades intrínsecas, el aparato de castigo más conforme con la nueva economía del poder, y el instrumento para la formación del saber de que esta economía misma necesita” (Vigilar y castigar. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2002, 186). Hay un “continuo carcelario” que va más allá de la prisión y garantiza a un estado la vigilancia de sus miembros en aras de que permanezcan dóciles y útiles para que no se afecten las estructuras económicas y políticas que mantienen el status quo. Una sociedad está basada en una relación entre reglas del derecho, mecanismos de poder y efectos de verdad. Pero la verdad es “un plus de fuerza y se despliega, por lo tanto, a partir de una relación de fuerza” (Foucault, Defender la sociedad. México: Fondo de Cultura Económica, 2002, 58). Dicha relación cuenta con técnicas y tácticas de dominación para instaurar una “sociedad de normalización” en la que son múltiples las formas del carcelero en la casa, la fábrica, la escuela, la iglesia e, inclusive, las relaciones de pareja. Habría que tener en cuenta lo anterior al aproximarse a “La prisión” del tolimense Nanky Castro Prado, estrenada por la Corporación Cultural Teatro “Juete” (Juegos y Espec-

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táculos Teatrales) en 1997, una bella obra, tanto por la fuerza y contundencia de su texto dramático como por la puesta en escena en aquel entonces. En este año, en el que se celebra el vigésimo aniversario de trayectoria del “Juete”, el Grupo de Teatro de la Universidad de Ibagué decidió rendirle un homenaje a la corporación y a Nanky Castro (director de la misma, actor y autor) llevando a las tablas la obra en mención. El estreno se realizó el 10 de noviembre de 2009 en el auditorio de la sede principal de la Universidad y permanecerá en repertorio hasta el 2010. Su director es Wilson Hernández Téllez (uno de los actores del “Juete”) y en el reparto intervienen Adriana Avendaño (Capitana), Danilo Zambrano (Guardián Severo Cadena), Felipe Useche (Ángel Clavelito 825-2), Sebastián Burbano (Matanza), José Luis Peralta (825-1) y Esney Macias Montero (Angelina Pureza). En el manejo de luces, Alejandro Orjuela. El vestuario a cargo de Luz Dary Serrano. Harold Arteaga Sánchez y Wilson Hernández diseñaron la escenografía. Ésta última es una estructura metálica en la que ataúdes a modo de jaulas, sogas y otros dispositivos de vigilancia acentúan el suplicio y pérdida de libertad de los retenidos (825-1, Matanza y Ángel Clavelito, quien es un jardinero con vocación de artista), mientras otorga a una pareja de carceleros (la Capitana y Severo Cadena) el poder de castigar y sentirse importantes en un espacio del que no salen pues saben que afuera pasarían a ser prisioneros de otras cárceles más peligrosas, tal como plantea la Capitana: “¡Severo Cadena! Esos mundos que se encuentran allá afuera también están llenos de prisiones, lo que pasa es que no se ven porque son de cristal, construidas por ideas, sentimientos, religiones, colores, nacionalismos... ¡Cadena! Nosotros no necesitamos de nada ni de nadie, aquí estamos bien. ¡Este es nuestro hogar! Aquí lo tenemos todo, somos una familia que ha decidido apartarse del mundo

para disfrutar su propia vida”. La obra se torna atractiva desde el ingreso de los espectadores a la sala (marcados con sello como en la prisión y en fila mientras Severo ordena), la música, el humor, la ironía, las interpelaciones de los personajes al auditorio en torno a que ellos también han entrado al presidio, y la nitidez de escenas que quedan en la memoria porque dan cuentan de las múltiples mutilaciones de la libertad en la sociedad moderna. Más allá de los diálogos, las acciones representadas, gestos y lenguajes no verbales, al final de la presentación, “La prisión” queda habitando la mente del espectador. Ella no se reduce a la hora y diez minutos que dura la puesta en escena sino que, por su complejidad, sus resonancias filosóficas y su incisiva mirada, se convierte en una puerta de entrada a reflexiones sobre los abusos del poder en las cárceles, la existencia de un país anómalo donde así no se haya infringido la ley cualquiera es susceptible de ser retenido (el caso de Ángel Clavelito), la degradación del cuerpo, la intimidad destruida por ojos que no paran de vigilar. En este último aspecto, es una metáfora de una sociedad donde, como expresa Foucault, abundan los “controles policíacos. Vigilancia general de la población, vigilancia muda, misteriosa, inadvertida... Son los ojos del gobierno abiertos incesantemente y velando de manera indistinta sobre todos los ciudadanos” (Vigilar y castigar, 170) para impedir el pensamiento distinto, el ocio (así sea creativo) y las expresiones libres del erotismo, la sexualidad y el arte. Cabe resaltar que el reparto -estudiantes de diversas carreras de la Universidad de Ibagué entre 18 y 20 años- muestra un enorme potencial y una conciencia de la importancia de los ensayos (desde febrero se venía pre-

parando la obra), aspectos que detecta el espectador porque, tratándose de un texto dramático complejo y de una obra canónica del “Juete”, logra una destacada actuación y puesta en escena. Hay un trabajo de dirección de Wilson Hernández que vale la pena relevar porque conjuga recursos humanos y técnicos para lograr una atmósfera afín a lo planteado en el nivel discursivo y gestual. Obviamente hay detalles que irán mejorando con cada presentación. Es necesario dar mayor limpieza a los movimientos de los personajes, generar tránsitos de luz menos violentos y tornar más creíbles las escenas sexuales (desde acciones e insinuaciones que, sin caer en la explicitación, requieren de una mayor poetización del cuerpo y apropiación de los personajes). Lo fundamental es que, en su estreno, el Grupo de Teatro de la Universidad de Ibagué se arriesgó a montar una obra compleja, cautivó, dejó pensando a sus espectadores y le apostó al arte como durabilidad, esfuerzo y tributo a la memoria, en aras también de que su creación pueda mantenerse un buen tiempo en repertorio y presentarse con acierto a públicos diversos. *Grupo de Investigación de literatura del Tolima, UT, jlgaitan@ut.edu.co

DIRECTOR: Antonio Melo Salazar JEFE DE REDACCIÓN: Martha Myriam Páez Morales COORDINADOR: Benhur Sánchez Suárez, Redacción cultural EL NUEVO DÍA, DISEÑO: Aura María Sanabria M. FOTOGRAFÍA: Fotos suministradas e ilustraciones tomadas de internet. Obras del pintor colombiano Ricardo Borrero Álvarez. Carrera 6 No. 12-09 Tels. 2770050 - 2610966 Ibagué - Tolima - Colombia Apartado Aéreo 5476908-K www.elnuevodia.com.co Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8. www.elnuevodia.com.co>Léalo.


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