El Otro psi . nº134

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EL PARADIGMA DEL DESENCADENAMIENTO

“LA MUÑECA” (‘LA POUPÉE’)

SIMULACRO Y ANATOMÍA DEL DESEO EN HANS BELLMER

En los años ´30, tiempos “revolucionarios” tanto artística como políticamente, se anudan las mallas de la red que va a atrapar a las mujeres INTRODUCCIÓN Con la desaparición de Lacan, en el campo de la psicosis, quedan extendidos los lazos para anudar con mayor teoría la clínica. La segunda clínica de Lacan deja preparada cuestiones que serán abordadas por sus discípulos en este campo. Es posible, que estemos en los principios de esta consolidación de una primera etapa en estas cuestiones, los encuentros de Anger, Arcachon y Antibes, en los fines del 90´, podrían ser considerados incipientes movimientos que intentan plasmar, una relectura de la herencia lacaniana en materia de psicosis. Esta evolución de conceptos, por el momento, parece algo dispersa y debe consolidarse con la clínica. El concepto de la forclusión del nombre del padre, no modificó el planteamiento de la cura analítica en la psicosis, no obstante, luego de la muerte de Lacan algunos de sus discípulos comienzan con “el otro centramiento” del que habló el “maitre”; si bien lo no reprimido no se interpretará, será posible alguna elaboración. Se modifica, entonces la clínica de la psicosis apuntando a una moderación del goce para permitir una elaboración de suplencias. Esto cuestiona la pertinencia del concepto de forclusión del nombre del padre. La pluralización del nombre del padre, su declinación y aplicación en los nudos borromeos y la fijación final al síntoma permitieron el encuentro con otras soluciones subjetivas en materia de suplencia a la función del Padre.

en marcha hacia la emancipación y asignarlas a una dependencia de un

nuevo tipo: la dependencia erótica, fuera de la ley, consentida o constre-

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ñida, en nombre de la libertad sexual. La operación se condujo con mayor o menor violencia pero partiendo siempre del mismo principio: el de la “revolución sexual” que trabaja el objeto. La “crisis del objeto” (estético) de la que habla Breton es en primer lugar la crisis de “Ese oscuro objeto de deseo” que da título a la película de Buñuel. De las herencias de la construcción cortés, la de la inaccesibilidad, revisitada por los simbolistas (G. Moreau, F. Rops y Mallarmé con su Hérodiade), se pasa al programa de la accesibilidad absoluta.

Precisamente, la pluralización del Nombre del Padre, permite la apertura hacia una ley subjetiva que se sostiene en el sinthome ya que este anuda el goce-sentido, por lo cual el Nombre del Padre ya no puede ser considerado un universal, sino una invención subjetiva posible. La forclusión no será, entonces, entendida como un universal a reparar, existirá la posibilidad de suplencias en la psicosis, relacionadas con la clínica borronea. De esto se testimonia en Angers, Arcachon y Antibes. Entonces, tenemos: 1) Primera clínica, discontinuista con el mantenimiento de categorías netas como neurosis-psicosis-perversión. Es segregativa, con un rasgo diferencial permanente –el Nombre del Padre- cuya represión o forclusión define una estructura neurótica o psicótica. 2) Segunda clínica, continuista, dedicada al estudio de las deformaciones o rupturas de los anudamientos de la estructura del sujeto. En la que no se puede distinguir un elemento diferencial, que no es segregativa y a partir de la cual

se amplía la concepción del Nombre del Padre, se toma su pluralización. Entonces, la metáfora paterna es un aparato del síntoma entre otros cuyo fin será el de garantizar la articulación entre la operación significante y sus consecuencias sobre el goce del sujeto. Ubicadas estas dos concepciones clínicas, podríamos formularlas a modo de enunciados para globalizar las ideas de este escrito: > Formulación básica Para toda psicosis hay forclusión del Nombre del Padre PS ==> -NP > Formulación “canónica” Para toda psicosis, ante Un-Padre equivale un desencadenamiento PS < Un-Padre

Dsc

> Formulación extendida Para toda psicosis, ante Un-Padre, no siempre equivale a un desencadenamiento PS < Un-Padre & Dsc

Así es como en Hans Bellmer -en su Pequeña anatomía del inconsciente físico- aparece la construcción del objeto del deseo, del objeto provocador como instrumento de experimentación, como solución de identidad testimoniada por las obras: dibujos, grabados, fotografías y texto: La “Pequeña anatomía” y la “Muñeca”. Hans Bellmer nace en 1902 en una familia burguesa de Katowice (Polonia). Su padre, un ingeniero electricista muy puritano - adherido al partido nazi desde 1933, aspiraba a que sus hijos accediesen a la misma carrera que él. A manera de reacción, Bellmer abandona a partir de 1920 sus estudios de ingeniero y decide consagrarse en 1924 a la pintura, bajo la influencia de Otto Dix, Paul Klee y los dadaístas de Berlín. Fue, además, escultor, dibujante publicitario y un apasionado lector de Freud y Baudelaire. En 1933 Bellmer construye una “Muñeca”, simulacro de mujer (en un tamaño casi real de 1m. 40), hecha de papel y pegamento, la esculpe, la pinta, le fabrica articulaciones. Con la asistencia de su hermano, la pone en escena en bosques y en jardines, y realiza una serie de fotografías. La Muñeca adopta poses, en situaciones eróticas, dramáticas, sadomasoquistas. Bellmer le impone toda clase de metamorfosis, y la “Poupée” fascina a los surrealistas; los dibujos del artista acompañan las exposiciones del grupo. En 1935 se publican las fotos en la revista Minotaure, bajo el título: “Variaciones sobre el montaje de una menor articulada” y, al año siguiente, el propio Bellmer edita el libro Die Puppe. Al igual que la muñeca, que no es una representación femenina, y en tanto juguete remite a la infancia, donde la vida y la muerte no son contradictorias, los dibujos de Bellmer hacen referencia a la no diferenciación sexual del niño. En 1927, Bellmer recibe una caja expedida por su madre que contiene sus juguetes de niño. Dirá más tarde: “probé entonces el sentimiento atroz de perder mi vida desde la edad del juicio.”

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