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“Para Freud, esa causa no es el recuerdo de otro mundo, sino alguna catexia particular, generadora de una obsesión, de alguna persona, palabra u objeto particulares de la etapa temprana de la vida. Al pensar que todo ser humano expresa, consciente o inconscientemente, una fantasía idiosincrásica, podemos ver la parte distintivamente humana --en tanto opuesta al animal-- de cada vida humana en el uso, con propósitos simbólicos, de toda persona, objeto, situación, acontecimiento o palabra hallada en una etapa posterior de la vida. Ese proceso equivale a redescribirlos, diciendo de este modo a todos ellos: así lo quise”. “Pero Freud nos muestra que una cosa que a la sociedad le parece fuera de lugar, ridícula o vil, puede convertirse en el elemento crucial en la percepción que un individuo tiene de quién es, del modo propio de hacer remontar a sus orígenes las ciegas marcas que todas sus acciones llevan”. Rorty, “Contingencia ironía y solidaridad”.
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icolás Abraham (1975), en un encuentro con grandes intelectuales en Francia, hacía un diálogo de la fenomenología y el psicoanálisis respecto a la constitución del yo. Refería que las fases del proceso iterativo del desarrollo están actualizadas en Freud cuando habla de la constitución del ego en las etapas que van del proto-ego, ego pre-reflexivo, ego reflexivo y el integrativo (entendiendo este último como la aptitud para intuir al otro en la medida en qué él mismo es algo para un tercero). Por su parte Julien Greimas y Fontanille (1991) nos hablará, desde la semiótica, del trayecto que va de la tensividad fórica (lo amorfo del objeto), la protensividad, en donde el yo se diferencia del objeto y la fiducia como la manera de ser del sujeto para el mundo. Los dos últimos guardan la imagen de la alteridad, mientras que la manifestación discursiva, como cuarto tipo, ancla la emoción en la intersubjetividad. Vemos acá desde el punto de vista semiótico y epistemológico una consideración respecto al proceso que sostendrá la complejización moral y epistémica del sujeto. Donde cada momento se subsume al anterior sin dejar las propiedades del nivel anterior así como lo nuevo no anula lo viejo. En donde el papel del objeto en la primera etapa es casi inexistente, en la segunda y la tercera es precisamente su quid existencial (bajo el discernimiento y la discretización) mientras que en la última es la posibilidad de un reconocimiento del otro en cuanto otro. En el segundo y el tercero momento según Greimas, el acto desborda al sujeto del discurso a modo de un
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MOMENTOS DE LA CONSTITUCIÓN MORAL DEL SUJETO
acto de lenguaje, su estado pasional se destaca precisamente por el desplazamiento en relación al querer, estar-ser. Donde el hacer emulativo está referido a la reproducción de la imagen. Mientras que en el caso de un sujeto en segundo grado, que llaman los autores “sujeto del hacer”, el
Presentaré a continuación cómo es ese desarrollo moral del sujeto en Freud bajo la tensión del principio del placer y de realidad. ;B FH?C;H CEC;DJE :; B7 9EDIJ?JK9?ãD CEH7B$ “Esta vía de descarga (acción específica) cobra así la función secundaria...del entendimiento, y el inicial desvalimiento del ser humano es la fuente primordial de todos los motivos morales”. (Freud 1895; 362). El “Proyecto de Psicología” de Freud (1895) permite pensar la primaria reacción del niño frente al otro, Freud posibilita suponer que en esa interacción hay un intercambio de “datos” entre el neonato y el auxiliador. Que el cuerpo tiene cargas y descargas de tensión mediada por los estímulos orgánicos y los provocados por el exterior. La intervención primera del otro permite que la discriminación de las descargas vaya haciendo de “acción específica” respondiendo a las necesidades específicas para la facilitación de tensión y distensión orgánica. Y es por medio de los sentidos que el neonato inicia ese contacto que mediarán los otros. El sistema perceptivo en un inicio por tanto es una respuesta orgánica en relación a las sensaciones básicas de placer y displacer. Si bien en el aparato perceptivo inicia su función hay un “algo” que entra como presencia del otro externo. Esto se da por la interac-
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aspecto de afectación está referido no a la imagen sino al hacer. Como se ve hay una coincidencia en los momentos de la complejización moral y cognoscitiva del sujeto. Lacan en su seminario de la ética borda precisamente en diálogo con Freud esos momentos. El primer momento de este discurrir con Freud lo hará respecto al texto del proyecto calibrando el papel de das ding y saché en la constitución psíquica del sujeto. Una idea fundamental de su planteamiento es que Freud posiciona el problema del bien entre el principio del placer y el principio de realidad, la segunda idea es que el campo de la “Cosa” se basa en el complejo del prójimo. La moral en tanto primer hábito ordenador marca al sujeto respecto a un orden simbólico que lo habitará y presidirá en sus ferencias futuras. Claro, el campo del sentido será gracias a la inclusión de ese mundo simbólico por la lengua.
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ción entre el auxiliador y el neonato. Este entrar del otro “queda” de algún modo en el neoteno como noticia de una exterioridad que para este primer momento es de indiscriminación, de indiferenciación, de falta de distancia, de carencia de autonomización de lo otro; pero “queda” como un signo otro básico. Es ahí donde anida la Cosa (Ding), como la primera noticia o huella de lo percibido de una exterioridad. Aquí se sitúa el primero momento de estructura bajo construcción lógica, la constitución del yo real primitivo. Hay un alguien, Freud nos dirá “individuo experimentado”, que advierte el estado del niño. El “proceso primario” en su afecto estará regido por el principio del placer y en cuanto a su psiquismo buscará identidad de percepción de ese Uno que aparece como marca de la exterioridad, de ese das Ding, que no puede aún ser 8DCI>Cå6 :C FÜ=$+
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ABUSO SEXUAL EN ADOLESCENTES ¿Qué puede hacer el psicoanálisis por los adolescentes abusados sexualmente? La pregunta implica todo un ámbito de discusión acerca de los alcances terapéuticos del psicoanálisis. Lo cual ha dado pie a numerosas polémicas. Hablar de abuso sexual, y de lo que puede hacer el psicoanálisis con un sujeto abusado, implica una pregunta más general: ¿qué alcance tiene el psicoanálisis respecto al trauma, a los traumas, a lo traumático?
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stedes saben que hace poco, en el Año 2004, se publicó un libro fuertemente injurioso en contra del psicoanálisis. El libro se llama “El libro negro del psicoanálisis”, y reúne una serie de trabajos de especialistas en las llamadas teorías cognitivo-comportamentales, o TCC, una de cuyas herencias es el llamado conductismo. En este libro, se acusa al psicoanálisis de que es impotente para el trabajo, “digamos”, serio, para el trabajo con el trauma. Es impotente, por ejemplo, en los casos de psicosis, nos dicen, retomando una expresión freudiana, y sumándola al argumento acerca de los pocos beneficios que brinda el psicoanálisis. Así que de modo muy reduccionista, “El libro negro del psicoanálisis” dice que el psicoanálisis solo logra resultados positivos en las personas privilegiadas socialmente: en los adolescentes educados y de clases medias o medias-altas, que no tienen serios problemas, que no han tenidos grandes traumas, que en definitiva están bien psíquica y socialmente, y solo tienen algún conflicto de personalidad muy leve, fácilmente tratable. Desde luego que esto es un ataque muy fuerte y muy polémico al psicoanálisis. Porque reducen al psicoanálisis a una especie de terapia alternativa, a una terapia light. Pero esto, lo light, es algo que está en las antípodas del psicoanálisis, que ha querido ser siempre una “terapia de las profundidades”. Y es algo que lo sabe toda persona que emprendió alguna vez un psicoanálisis: cuánto sufrimos, ¿dónde está lo light en psicoanálisis? “El psicoanálisis es como un hobby”, dicen estos especialistas que se llaman científicos: ellos, aseguran, hacen ciencia, en cambio nosotros charlamos con el paciente. Una charla desde luego light. Como ven, las cosas están muy torpemente polarizadas: por un lado los buenos, por el otro los malos, por un lado lo blanco, por el otro lo negro, el bien y el mal, lo verdadero y lo falso, lo profundo y lo light: La ciencia, en definitiva, contra la charlatanería psicoanalítica. Pero lo que parecen olvidar estos especialistas es la llamada teoría del trauma en Freud. Porque si la recordaran, no estarían en condiciones de decir tales cosas. No podrían asegurar que el psicoanálisis no puede tratar casos “serios” –y lo digo entre comillas. No podrían decir que el psicoanálisis solo es efectivo con casos “light” de adolescentes prósperos. Pero caractericemos brevemente la teoría del trauma de Freud: El trauma, como sabemos, es un evento que se produce en la vida de un sujeto. Ese trauma se caracteriza por su intensidad, por la incapacidad que muestra el sujeto para lidiar con eso, para responder con soltura o eficacia al acontecimiento traumático, para no quedar sujeto a él. En este sentido, el trauma termina produciendo efectos patógenos en el psiquismo del sujeto, efectos patógenos que son además durables. Para Freud, su teoría del trauma contiene dos tiempos. Y se remonta a los traumas que sufrieron los sujetos en su niñez. Primero, hay una escena de seducción: el niño sufre una tentativa sexual en la que permanece en una actitud pasiva. En este primer momento, no hay en el niño excitación sexual (es importante en este punto aclarar que estamos hablando del “primer momento” de la elaboración freudiana de la neurosis, ya que las cosas cambiarán luego). Luego de la escena pasiva displacentera, habría una escena activa placentera; ambas serían reprimidas con posterioridad. Más adelante, Freud ya ubica al púber, al adolescente inmediatamente antes de serlo, digamos que habla del pre-adolescente. Se produce entonces el recuerdo, en primer lugar, de la escena activa placentera, la cual ahora 8DCI>Cå6 :C FÜ=$)