AÑO XV | Nº 163 | DICIEMBRE 2009
PERIÓDICO DE DISTRIBUCIÓN GRATUITA
PUBLICACIÓN MENSUAL, ESPECIALIZADA EN EL CAMPO DE LA SALUD MENTAL, INDEPENDIENTE, PLURALISTA, PROFESIONAL Y DE OPINIÓN QUE PROMUEVE LA ACTIVIDAD «PSI»
Periódico El Øtro del ámbito «Psi» (Reg. Prop. Intelectual nº 419.367) editada por EDICIONES El Øtro (Reg. Nac. Der. de Autor nº 452.270) C.U.I.T 30-69381315-4 Director: José H. Méndez
notas y publicidad del mes ENSAYOS PSICOANALíTICOS
Por José Méndez
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PsicoANÁLISIS Caso Clínico/Opiniones
LO real DEL AMOR O EL AMOR COMO UN real
obtener un placer intelectual y estético, así como determinados efectos de sentimiento, y por eso no pueden figurar tal cual el material de la realidad, sino que deben aislar fragmentos de ella, disolver nexos perturbadores, atemperar el conjunto y sustituir lo que falta. (…) El subrayado es nuestro con el objeto de comenzar el tema desde el mismo Sigmund Freud, aunque nuestro recorrido será desde la perspectiva lacaniana, es un pasaje obligado y tributario a sus primeras y agudas observaciones. lo inherente El amor es un tema recurrente en todos los seres parlantes, toma las formas más sutiles hasta las más grotescas, desde un delicado poema hasta una burda telenovela. A través del tiempo demuestra, -y seguirá haciéndolo- que es un tema que no cesa de no inscribirse, siempre se transforma, pero reaparece -a pesar de la ciencia-, tiene memoria de lo que no acontecerá. Abundantes bibliografías, profesiones, revistas, películas, canciones, etc. siempre lo rodean buscando una explicación acerca de una verdad sobre el amor, pero es “algo” que insiste sin resolución, siempre nos interrogará y nuestras respuestas serán recursos fallidos pues es un real; de allí tanta insistencia, cada cual tiene un trámite propio, el suyo, con su síntoma y
argumento filosófico que sostiene el goce-sentido en el fantasma del paciente será nuestro trabajo como analistas y también el testimonio del padecimiento de sus síntomas. En definitiva, todos portamos nuestra propia “filosofía de vida” para lo cotidiano, un argumento fantasmático para intentar abordar lo real. Es decir, lo incontestable de la vida.
se trata de un término que no existe respecto a lo simbólico, “eso” que no está inscripto en lo real no existe, siempre está suspenso de ex-sistencia
Esos cuerpos bellos anidan otra verdad: sostiene el goce del partenaire que los comparte, un secreto que lo real mantiene para cada uno.
hasta donde pueda con cada quien, también como síntoma.
de felicidad o los señuelos de esos testimonios los procura el cuerpo, un único lugar de resonancia de nuestro goce, pues el pensamiento está al servicio del cuerpo, y no a la inversa. Porque hablamos y hacemos uso de la palabra ya fundamos lo imposible de gozar plenamente en la felicidad, todas ideas fantasmáticas que sostienen a los seres parlantes, siempre en falta. Gozamos hablando y haciendo. Volvemos una y otra vez como el Ave Fénix que renace e insiste, como la pulsión cuyo objeto es ella misma dibujando el contorno -siempre evanescente- de lo real. La clínica psicoanalítica cotidiana avala estas afirmaciones de repeti-
Lo real no tiene existencia como tal, por lo cual
Recordemos, desde la perspectiva lacaniana, que el psicoanálisis es una clínica de lo real, de lo imposible, y esa es nuestra orientación. Las ideas del amor son semblantes llenos de sentidos que se desparraman gnómicamente hacia una red que nos devuelven al vacío de lo real. (Es por eso que no debemos
del amor en la clínica
crecer en esa dirección, y justifica el silencio en sesión, la interpretación, el corte en el momento justo, y la sesión breve).
Los relatos, discursos del paciente, siempre arrastran consigo sus ideales, imposibles siempre, que transcriben el argumento del síntoma. El amor es uno de ellos, no como síntoma sino como argumentos de un ideal. Lograr que esos relatos de victimización se plasmen en ideas de vida como el
Estar vivo traduce el sentido imposible de alcanzar un objeto sin importar su materialidad, plasmado en la palabra felicidad. Cuando el hablanteser se enamora aspira siempre a un objeto inalcanzable, y en esto cada quien tiene su estrategia, su yugo y su condena. Los flashes
Por MARCELA BARILLARI
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Acerca de una entradA**
Ir sin amor por la vida es como ir sin estrella por el mar, como ir al combate sin música, como emprender un viaje sin un libro Stendhal
Comencemos con Freud: (…) Los poetas están atados a la condición de
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ción, en discurso, acto, inhibiciones, síntomas y angustias. lo real Es nuestro orientador inexcusable en la clínica psicoanalítica. Jacques Lacan lo ha recortado de distintas maneras a lo largo de su obra, pero más allá de definiciones –aún imposible sobre este mismo concepto- lo podemos decir simplemente: se de lo que se trata, pero no podría explicarlo, algo me tira para atrás. Hay algo a lo que no puedo, ni podré acceder. Lacan define lo real de muchas formas y es un concepto que evoluciona en su enseñanza, pero que tiene su mayor punto de elaboración en su segunda clínica, en especial en los Seminario El sinthome y L´insu…; el trabajo de la clínica analítica siempre estuvo orientado por este concepto de real pero lo articula, al final de su obra con una marcada preponderancia. El punto de mi partida es de la frase del Seminario 24: “el amor es vacío”, conjugado con otras elaboraciones en su obra sobre el tema del amor. (CONTINúA EN PáG.2)
Relato Zen “Un samurai, guerrero de la época medieval japonesa, se presentó delante del maestro Zen Iacuín y le preguntó: ¿Existen realmente el infierno y el paraíso? Respuesta del Maestro: – ¿Quién eres tú? – Soy el samurai. – Tú un guerrero! –exclamó Iacuín- pero mírate bien, ¿qué señor va a querer tenerte a su servicio?, pareces un mendigo. La cólera se apoderó del samurai, aferró su sable y lo desenvainó. Iacuín continuó: – Ah!, incluso tienes un sable, pero seguramente eres demasiado torpe para cortarme la cabeza. Fuera de sí, el samurai levantó su sable dispuesto a golpear al Maestro. En ese momento, éste le dijo: – Aquí se abren las puertas del infierno. Sorprendido por la seguridad tranquila del monje, el samurai envainó el sable y se inclinó respetuosamente. – Aquí, se abren las puertas del paraíso”. (Extraído de “Las intervenciones del analista” de Isidoro Vegh, AcmeAgalma Editorial, 1997, pág. 69). 1- ¿Por qué traerles este relato? Me parece que ilustra y además transmite no una respuesta sino que pone en acto en lo real de la escena, el límite mismo que constituye la pregunta del sujeto. Y en esto, la clínica psicoanalítica iguala la apuesta del ejemplo Zen. El analista, tal como el Maestro, no va a responder desde su saber académico un interrogante que le sea dirigido, sino que podrá –y en ello reside su arte- guiar al partenaire al borde mismo en que su saber fracasa, denunciando que un más allá de la frontera del saber, está pronto a irrumpir. No es sin la presencia del analista y la puesta en forma de su función, que puedan empezar a delimitarse algunas primeras cuestiones que hagan pregunta al sujeto. En ese momento crucial del diálogo analítico: el saber-hacer del analista con lo “mórbido” y la capacidad de respuesta del sujeto a la transferencia, deciden la continuidad de la experiencia. Allí, se abre una puerta. Por ello, como dice Lacan en el S. XI, el psicoanálisis no es una terapéutica como las demás; si hay algo que la diferencia es el modo de tratar lo real –lo traumático y sus destinos- por lo simbólico. Alguien puede querer no traspasar el umbral, alguien puede decidir no pagar el precio de ese jalón que lo conduce hacia lo ignoto y muchas veces temido.
el psicoanálisis no es una terapéutica como las demás; si hay algo que la diferencia es el modo de tratar lo real –lo traumático y sus destinos- por lo simbólico.”
2- ¿Qué decide a alguien a una consulta? Múltiples inicios pero un nódulo común: “Algo” cambió en su metabolismo de goce, que hace que el modo de satisfacción de un humano en un momento de su vida, ya no sea el mismo. “Algo” que traza una diferencia, algo que denota una corte temporal, marcador de la vida y que –si las cosas andan bien- el análisis propiciará su historización. Por supuesto no sin que se traspasen las puertas del infierno: al decir freudiano “recorrer el doloroso camino de la transferencia”. La clínica freudiana nos advierte que si bien la inhibición, la angustia o la posibilidad de construcción de un síntoma pueden servir de entrada, ésta tríada puede faltar. Del discurrir por los senderos de la indiferencia, del sufrimiento, de las actuaciones, del pánico, del amor y del odio –entre otros- dependerá o no la constitución de la transferencia y el inicio de la cura; que para el maestro vienés, tiene dos (CONTINúA EN PáG.3)