El Otro Psi . nº180

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AÑO XVII Nº 180 NOVIEMBRE 2011

P E R I Ó D I C O D E D I S T R I B U C I Ó N G R A T U I T A

Periódico El Øtro del ámbito «Psi» (Reg. Prop. Intelectual nº 419.367) editada por EDICIONES El Øtro (Reg. Nac. Der. de Autor nº 452.270) C.U.I.T 3069381315-4 Director: José H. Méndez

PUBLICACIÓN MENSUAL, ESPECIALIZADA EN EL CAMPO DE LA SALUD MENTAL, INDEPENDIENTE, PLURALISTA, PROFESIONAL Y DE OPINIÓN QUE PROMUEVE LA ACTIVIDAD «PSI»

notas y publicidad del mes

PSICOANALISIS OPINIONES

www.psi-elot r o.com.ar

Por Laura L. Serravalle

ARTE Y PSICOANÁLISIS OPINIONES

Fragmentos: reversión – giro

De una práctica lacaniana, sus operaciones. Partiendo del hecho de que somos afectados por la palabra. Palabra abierta: “abierta ante todo como una puerta, abierta al extranjero, al otro, al huésped o a cualquiera”. A cualquiera, acaso, en la figura del que vendría… que de un instante a otro puede convertir en acontecimiento su venida.1 Partiendo del hecho: la palabra que es evento. Al pasar, “la puerta se transforma en la palabra. No se abre la puerta, diré acaso, sino la palabra”… en un vuelco, de azar, de sí.2 Partiendo: esta palabra de apertura, pasa la puerta. Pero así, al pasar, esta palabra dada, “en cualquier caso, abierta, esta palabra también pide”.3 “

E

stoy encerrada, no puedo salir. Si salgo, se derrumba la casa, me desintegro. Tengo miedo a quedarme afuera sin volver a entrar. Es que cada vez que salí me quedé encerrada afuera” En esta frase circunscribo aquello que en un trayecto de trabajo una analizante fue pasando, ya que hacia allí confluían sus dichos. Y la pregunta: ¿de qué se trata tal encierro, qué tratamiento posible? Un pedido, trabajar en su casa. Bajo el ala de otra frase, “la vida sin inquietud”, una inquietud: me preguntaba si llegaría a entrar. Y una decisión. Con el tiempo pasaron algunos no. Ante esto, el golpe de la injuria, la amenaza tras la puerta, de aquellos que no aceptando un no, un límite: encerrados afuera. Considerando que “el derecho a la hospitalidad compromete a una casa, diré, no existen casa o interioridad sin puerta ni ventanas. Cuando está amenazada la interioridad del propio hogar, uno ya no está en su propio hogar”.4 Ha dicho no- un no que constituye una afirmación-y decir no conlleva consecuencias. Detenerse a considerar esto, y no impugnar ese no con reproducciones de escenas de violencia fue la orientación. No lo que un no encierra, sino lo que a partir de un no, se abre. No quedar encerrada o detenida allí, sino detenerse a pensar este movimiento. Movimiento que genera una detención. Ocurre luego, la adquisición de una pieza de metal extranjero y la posibilidad de una invitación. Disponer de la posibilidad, tanto como posibilidad en sí, a la que dice sí, y posibilidad de movimiento. Podemos considerar aquí el corte y la reversión. Si hay reversión hubo corte. Reversión: otra versión de si, no la universión. Reverso que constituye un reverse. Y con esta incorporación el

inicio de la posibilidad de otra historia, no familiar, extranjera a la que ella vivió, la que va a hacer. Su analista ha dado una indicación, a lo que responde: libre. Ahí, dueña de un hacer. Otro le dice: no hay salida. “No salís más, no podés salir, todo el mundo sabe que no salís” Salió de donde estaba, pensó, volvió hacia allí y dijo que con el análisis comprendió que salir… salir es otra cosa. Fue a dar una vuelta. “¿Vés? Salgo si quiero y si quiero no.”

Volver hacia, no es ningún retorno. Es un vuelco y como tal, constituye lateralidad. Es ahí que puede considerarse la espacialidad. Si al comienzo estaba escrito, no se abre la puerta, sino la palabra, al final concluyo: la palabra puede transformarse en una puerta, una puerta abierta al extranjero, al otro, al huésped o a cualquiera, porque la palabra no tiene dueño ni nadie es dueño del lugar de la palabra. Quizás ocurra hoy una puerta abierta.5 

Reversión: otra versión de si, no la universión. Reverso que constituye un reverse. Y con esta incorporación el inicio de la posibilidad de otra historia, no familiar, extranjera a la que ella vivió, la que va a hacer. Podemos pensar que la dificultad de ella es quedar en el dominio del Otro, en el terreno del Otro. Encerrada en ese dominio, encerrada afuera, ahí desaparece la casa donde habita su interior. Cuando el otro se queda fijo, ella se mueve. Él en el lugar de ella y ella habla a través de su análisis. Ahí ella sale, sale de lo que sería él, el dominio representado por él. Para concluir: Si el encierro es quedar en el dominio del Otro “es como si el dueño de casa fuera, como dueño de casa, prisionero de su lugar y poder”.5 Pero hay otro dueño de casa, mucho más inquietante…aquel que espera con ansiedad en el umbral de su hogar al extranjero que verá asomar en el horizonte como a un liberador. Mucho más inquietante porque pasó por la experiencia de la privación de la casa.

archivo de ediciones anteriores

NOTAS 1. Derrida, Jacques. Shibboleth. Arena Libros. Madrid, 2002. 2. Derrida, Jacques. Shibboleth. Arena Libros. Madrid, 2002. 3. Derrida, Jacques. Shibboleth. Arena Libros. Madrid, 2002. 4. Derrida, Jacques. Anne Dufourmantelle. La Hospitalidad. Ediciones de La Flor. Buenos Aires, 2008. 5. Trabajo presentado en el Hospital Borda el 23 agosto de 2011 en el marco del curso “Tratamiento psicoanalítico con las psicosis. Presentación de Enfermos”.

* Lic. en psicología

serravallelaura@yahoo.com.ar Sub-Directora del curso “Tratamiento psicoanalítico con las psicosis. Presentación de Enfermos”, Hospital José T. Borda.

POR Guillermo Ferreiro

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De la lujuria de los demonios del pintor al infierno pulsional del espectador Frente al enigma que suscita la obra de arte al espectador, me ha resultado sumamente interesante volver a un texto notable del padre del psicoanálisis Sigmund Freud. Me refiero a su trabajo de 1914, sobre la estatua de Moisés, realizada por Miguel Ángel, donde Freud definiéndose como un profano, en relación al arte, se interroga por aquello “que en la obra de arte nos cautiva con tanto imperio”.

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e pregunta: “¿Por qué frente a la obra de arte soy sometido a una impresión tan violenta?. Sé -se responde- que no puede ser otra cosa que el propósito del artista, en la medida misma en que él ha conseguido expresarlo en la obra y hacer que nosotros lo aprehendamos. Sé que no puede tratarse de una captación meramente intelectual...”. Y añade: “es preciso que en nosotros se reproduzca la situación afectiva, la constelación psíquica que prestó al artista la fuerza pulsional para su creación. Pero -se interroga- ¿por qué el propósito del artista no se podría indicar y asir en palabras como cualquier otro hecho de la vida anímica? Indudablemente -afirma- la obra de arte misma habrá de posibilitar ese análisis si en verdad ella es la expresión sobre nosotros eficaz, de los propósitos y mociones pulsionales del artista. Y para colegir ese propósito tendré que hallar primero el sentido y el contenido de lo figurado en la obra de arte, es decir, poder interpretarlo. Sólo cuando puedo llevar las observaciones a conceptos obtengo ahí un goce. Confío -aventura Freud- en que esa ilusión no sufra menoscabo alguno cuando logremos llevar a buen término ese análisis”. Y aquí Sigmund Freud avanza al proponernos “colegir lo secreto y escondido... a partir desde unos rasgos menospreciados o no advertidos, desde la escoria -refuse- de la observación”, en esa obra de arte maravillosa que es el Moisés de San Pietro in Vincoli.

…como espectadores vamos a ser eficazmente afectados por la obra de arte, como reproducción de la constelación psíquica, que presta al artista la fuerza pulsional para su creación.” Es decir, que ya tenemos planteados por Freud los interrogantes más fundamentales en la observación de lo creado por el artista, en su invención: como espectadores vamos a ser eficazmente afectados por la obra de arte, como reproducción de la constelación psíquica, que presta al artista la fuerza pulsional para su creación. Pero también el pintor frente a sus pinturas, recibe el impacto, los efectos de su producción subjetiva, surgida de esa fragua pulsional que imprime la huella, la marca, el rasgo singular de un estilo. Ahora bien ¿no será la producción del creador pictórico, “la primera interpretación” que el real del deseo inconsciente le ofrece, la cual será luego mediatizada, re-elaborada, por los juicios conceptuales de una crítica, que pasará a establecerla como una teoría estética?. Existe una relación que Freud deja entrever claramente, entre su doctrina de Las Pulsiones, su Más allá del principio del placer y la Estética, que no nos es fácil de captar a los psicoanalistas.

Colaboradora docente del curso “Según las enseñanzas de Jacques Lacan: Presentación de enfermos, uno de los dispositivos en un tratamiento posible con las psicosis”, Hospital Braulio Moyano.

CONTINúA en PáG.3


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