AÑO XIX Nº 191 MAYO 2013
Periódico El Øtro del ámbito «Psi» (Reg. Prop. Intelectual nº 419.367) ISSN 2250-8805 Publicación editada y distribuida por EDICIONES El Øtro (Reg. Nac. Der. de Autor nº 452.270) C.U.I.T 30-69381315-4 Director: José H. Méndez
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PSICOANALISIS Investigaciones
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PUBLICACIÓN MENSUAL, ESPECIALIZADA EN EL CAMPO DE LA SALUD MENTAL, INDEPENDIENTE, PLURALISTA, PROFESIONAL Y DE OPINIÓN QUE PROMUEVE LA ACTIVIDAD «PSI»
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Por Elisabet Sánchez
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E R I Ó D I C O D E I S T R I B U C I Ó N L E C T R Ó N I C A R A T U I T A
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PSICOANALISIS Aclaraciones
Por Sara Moreo
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Las marcas de la sombra HOMBRE, MUJER. Huellas en el discurso de mujeres encarceladas
SEMBLANTES
El presente artículo se ocupa del desarrollo de las reflexiones teóricas a las que se arribó como resultado de una investigación de tipo cualitativa en la Unidad Número Cuatro, cárcel de mujeres de la ciudad de Santa Fe, República Argentina, con el objetivo de conocer las atribuciones de sentido y significado otorgadas a las marcas psíquicas producto del proceso de encarcelamiento en las mujeres presas de esta unidad penitenciaria.
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esde una perspectiva teórica Psicoanalítica y con el propósito de ocuparnos de una temática en muchas oportunidades invisibilizada. Partimos del supuesto de que un hecho particular en la vida de un sujeto, como en este caso es, la pena privativa de la libertad, en una unidad penitenciaria, es un proceso que cuenta con características propias y que presenta aspectos específicos que proporcionaran los elementos necesarios para la escritura de nuevas marcas. El transitar por esta vivencia de encierro, convierte a estas mujeres en un testigo de este proceso y solo ellas pueden testimoniar algo acerca de esas marcas en ese mundo. Este escrito se deja leer a través de las formaciones del inconsciente, o bien, se torna ilegible y reaparece, insistiendo por la vía de la repetición. Ser autoras, para estas mujeres, supondrá inventar, con las marcas que las determinan, una subjetividad que las aloja. Al construir un pensamiento y un texto propio que las resguarde, irán habitando su subjetividad y nosotros procuramos conocer algo de ella. La cárcel encierra en sí misma una contradicción. Esta se embandera como reformadora de los sujetos y llega a ser fábrica de anulación subjetiva, proceso de anonimato, olvido de quien se es, edificación de quien no se es, continuación de una destrucción que ya alguna vez se había iniciado. En la cárcel la variable tiempo juega un papel fundamental, este tiempo que muchas veces pensamos ordenado según una serie, una secuencia - antes, durante, después - sólo puede ser concebido en la conciencia y por el yo, que asume la función de organizar el tiempo de acuerdo al calendario y al reloj. Llamamos entonces tiempo simbólico a la cronología que figura el tiempo como linealidad continua y permite fijar puntos. Pero aquí se trata de cómo el movimiento deseante genera temporalidad propia. Mientras el deseo circula, el tiempo parece transcurrir sin detenciones. Cuando el movimiento deseante se lentifica, se fija, se acelera, el tiempo se percibe así. Los usos del lenguaje aluden a esa percepción subjetiva y siempre sintomática del tiempo. La vi-
Para el psicoanálisis, la diferencia de los sexos no es la diferencia anatómica. Esta vale por sus “consecuencias psíquicas”
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A qué se llama sexo si no es el anatómico? Para Freud, la diferenciación sexual es un proceso sumamente complejo, articulado al desarrollo de la pulsión sexual, y el resultado no es jamás puro. Para el ser humano no se encuentra la pura masculinidad o femineidad ni en el sentido psicológico ni biológico. Freud jamás renunció a la idea de una bisexualidad, tanto anatómica como biológica. Sí sostuvo que hay una sola libido y que ésta es masculina.
La unicidad de la libido freudiana encuentra para Lacan su resonancia directa en la universalidad del goce fálico. Dos Reales
vencia subjetiva de las horas desiguales nos permite atisbar que el tiempo puede no coincidir con el tic-tac del reloj. Se trata de tres registros posibles del tiempo: un tiempo simbólico definido por las coordenadas espacio-temporales, que se escribe como cronología, mensurable y cuantificable al introducir medidas constantes que discontinúan el tiempo continuo. Un tiempo imaginario que se percibe como duración y sufre las marcas de la enunciación, porque está en relación al deseo. Y un tiempo real, inasible, imposible de escribir. El sujeto freudiano está hecho de tiempo; todo el campo del inconsciente, la sincronía significante, se despliega errático y pulsátil por la diacronía. Es por ello que cabe preguntarnos: ¿Quién hablo en las entrevista? Un pedazo de ellas, hablo siempre una mujer silenciada, con retazos de historia que se sucedieron, con grandes omisiones y con una necesidad de representar el personaje ideal que la sociedad y su condición carcelaria le impone. Estas mujeres hablan a través de sus marcas, lo que las marca, desde allí, y su discurso hace marca y deja marcarse por el rela-
to que producen múltiples mecanismos de defensa1, contra la aceptación de la realidad que viven, van desde la escisión hasta la deformación de lo vivido, desde la falta de reconocimiento hasta la negación. Poder localizar esos mecanismos de defensa es posible parcialmente, en la medida que se permite el hablar y por lo tanto el escuchar. La pronunciación de la palabra denuncia una marca allí, es la marca la que se muestra, la que se expone y da a ver en el relato. Del relato de estas mujeres identificamos que la maternidad y la domesticidad se les imponen cotidianamente, las atrapa entre sus redes como un círculo eterno, sin perder de vista que también son esposas, compañeras, hijas y sobre todo mujeres. La maternidad es vivida como la función principal de sus vidas, como el vértice que le da sentido a su existencia. Ser madres es la forma de reconocerse como mujeres para los otros, de sentirse valiosas ante la mirada ajena. Frente a sus historias de vidas, en muchos de los CONTINúA en PáG.3
Es necesario precisar la oposición de dos reales implicados en este desarrollo: el de la ciencia biológica y el del discurso analítico. Para la biología hay dos sexos, reconocibles por su anatomía y por las células sexuales o gametas. Es en estas donde se obtiene el mayor grado de diferenciación de los sexos: en el momento del encuentro en que los óvulos se disponen para el encuentro con células macho o con células hembra. La diferencia está inscripta en la intimidad microscópica de cada una de nuestras células. El ser humano es ahí un animal entre otros. Para el discurso analítico otro real está en juego, que debe tener en cuenta el precedente pero no lo reencuentra más que por el sesgo del lenguaje. Este impone un significado único al goce, el falo. El humano, al hablar, deviene parlétre, no es más un animal como los otros. El real psicoanalítico del sexo consiste en una ecuación: “no hay relación sexual”. Lacan pone una equivalencia entre goce sexual, fálico y la inexistencia de la relación sexual, como una suerte de mito, de cuestión sobre el origen. Lo que surge como pregunta en el inconsciente se encuentra en el corazón de la neurosis infantil. ¿Cómo se hacen los niños? ¿Cuál es la diferencia entre niños y niñas? Hay un desplazamiento del acento en relación al discurso biológico. No se trata de lo real de la reproducción de la ciencia, sino que la pregunta por la reproducción está desplazada de lo real a un enigma simbólico.
Para el discurso analítico otro real está en juego, que debe tener en cuenta el precedente pero no lo reencuentra más que por el sesgo del lenguaje TRES TIEMPOS DE LA SEXUACIÓN
Lacan radicalizó la tensión entre: 1) la diferencia natural de los sexos. 2) sus consecuencias en el sujeto, que llamó “sexuación”. 3) el momento de elección para el sujeto, la sexuación propiamente dicha. La tesis de Lacan es que, fenomenológicamente, el goce fálico es una barrera a la relación sexual. No existe esa barrera en los animales, que no tienen goce fálico y que acceden a la relación sexual vía el saber del instinto. El falo está lejos de ser un mediador entre los sexos. Lacan lo articula como un obstáculo, que impide a cada sexo reunirse con el Otro. Este obstáculo se subjetiviza de manera diferente para cada sexo. En 1971, Lacan empieza a elaborar las fórmulas de la sexuación, donde la diferencia de los sexos es abordada por vía lógica y no anatómica. Se pueden definir tres momentos: CONTINúA en PáG.3