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EL CAMINO DEL PSICODIAGNOSTICO...
¿SOLO “ESTELAS EN LA MAR”?
Caminante, son tus huellas el camino y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar. (1) Los versos de Machado que, en la voz de Joan Manuel Serrat, resuenan todavía con nitidez en mi memoria desde el viejo Winco de mi época de estudiante, surgen como expresión clara de lo que siento a la hora de intentar, una vez más, poner en palabras esta dualidad que se hace presente en el cotidiano devenir de nuestra práctica. ¿A qué camino me remiten estas líneas? ¿A qué huellas? Se presentan varias ideas. No es un camino tranquilo, es un camino de búsqueda, de incertidumbres, de ambigüedades, de cuestionamientos, de dificultad. No, de dificultad no. De dificultades. No es una..., son muchas..., varias..., por lo menos dos que aparecen como casi imposibles de ser vencidas... La que con más fuerza se plantea al pensar en estas cuestiones, es la que implica el objetivo de tratar de encontrar puntos en común entre la tarea de hacer psicodiagnóstico y el bagaje teórico producto de la formación psicoanalítica. ¿Es posible ser analista y “además” hacer psicodiagnóstico? ¿No son acaso contradictorias ambas cosas? Recuerdo los comienzos lejanos de mi práctica profesional, aquellos días en los que escondía o a lo sumo “confesaba” con vergüenza que “también” me interesaba el psicodiagnóstico. ¡Cuántas sesiones hasta lograr hacerme cargo de esta doble perspectiva! ¡Cuántas, para lograr aceptar mi “doble identidad profesional”! ¡Qué difícil resulta a veces derrocar prejuicios! ¡Cuánto tiempo y cuánto
En este trabajo intentaré dar cuenta de las regresiones que plantea
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La otra dificultad, para no llamarla utopía, la que hoy me preocupa, es la de pensar si será posible transmitir en unas pocas líneas las idas y vueltas, los avances y los retrocesos, las infinitas búsquedas en la lectura, en el estudio, en las conversaciones con colegas con los que esta inquietud era compartida, en la escucha, en el encuentro con los otros, en la vida misma, hasta hallar el comienzo de un camino, un camino que abriera la posibilidad de pensar el psicodiagnóstico desde el psicoanálisis. ¿Cómo se transmiten las emociones? ¿Cómo es posible poner en palabras el impacto que implicó el encuentro con Cristina Weigle, el descubrir que había otros con los que compartir la búsqueda? ¿Cómo se transmite la alegría que sentí, después de muchos años más, al leer frases que yo había repetido tantas veces, escritas por Odile Husain?: “No es sino a través del discurso y de cómo es dicho que se podrá detectar las distinciones más finas que ninguna clasificación puede captar”.(2) Partiendo de una concepción dinámica que considera al psicodiagnóstico como un proceso que nos va a facilitar la comprensión de otro, cabe preguntarnos enton-
LOS AVATARES DE LA LEY
la intervención inadecuada de los integrantes de un equipo, en
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esfuerzo para unir estas dos vertientes hasta descubrir la posibilidad de encarar el psicodiagnóstico desde una perspectiva psicoanalítica!
UN CASO DE ACOMPAÑAMIENTO EN EL AMBITO FORENSE:
ces qué queremos decir con esto de diagnóstico. Buscando la etimología de la palabra, averiguamos que deriva del griego y encontramos: “diagnostikós – distintivo, que permite distinguir”. ¿Qué distinguimos entonces con el diagnóstico? Distinguimos la manera en que está posicionada cada persona, su individualidad. Por eso nuestra postura clínica. Distinguir no se limita a ubicarla en una nosografía, sino que implica marcar la singularidad. Insistimos en esto: diagnosticar no es para nosotros sino tratar de decir algo acerca de esta singularidad. Esto es lo que hace que un psicodiagnóstico sea único e irrepetible: el sujeto intrapsíquico es único e irrepetible, el vinculo que se da entre entrevistador y entrevistado también lo es. Distinguir es tratar de aprehender entonces la defensa estructurante, las subsidiarias, las ansiedades, los puntos de fijación. A lo largo del proceso psicodiagnóstico, frente al estímulo que constituyen los distintos instrumentos que utilizamos, entre los que la entrevista adquiere un lugar preponderante, la persona habla, emite un mensaje. Nos habla de sus conflictos, de sus angustias, de sus recursos internos, de sus afectos y emociones, de su modalidad vincular y de su particular manera de sufrir, desestimar o desmentir la realidad. Nos es posible así escuchar al inconsciente que nos habla, de un modo 8DCI>CJ6 :C E6<#'
tanto se alteran las funciones y se desvirtúa la incumbencia de cada uno de los roles en la tarea institucional. DESCRIPCIÓN DEL CASO Mi intervención en el caso respondió a la convocatoria de realizar el acompañamiento de una paciente internada en el hospital Moyano, que habría de iniciar un proceso de externación, para lo cual el objetivo del acompañamiento sería en principio la asistencia a la Casa de Medio camino, instancia intermedia para luego regresar a su domicilio. La paciente, a quien en lo sucesivo denominaré P., se halla internada desde algunos años atrás, siendo ésta una de sus varias recidivas, y el proceso que ahora se proponía ya se había realizado varios años atrás, siendo el motivo de los reingresos al hospital su imposibilidad de continuar los tratamientos, dado que vivía sola, hacía abandono de los mismos, volvía a descompensarse y por denuncia de los vecinos se repetía el ciclo. Para hacer más clara mi exposición, haré previamente una pequeña síntesis de lo que representa el trabajo de acompañamiento de pacientes con juicios de insanias o inhabilitaciones, o sea pacientes que por su estado psíquico (por lo general cuadros de psicosis), se hallan restringidos en el uso de sus derechos y obligaciones civiles. Estos pacientes, con causas judiciales (civiles y no penales, se trata de Juzgados de Familia), son asistidos no solamente clínicamente, como resulta de la intervención del equipo psiquiátrico tratante, sino también judicialmente, dado que el Juez es custodio de los tratamientos y del patrimonio del paciente. Son varios los profesionales que intervienen y lo hacen desde diferentes instancias (¡y pensar que muchas veces uno escucha a los pacientes quejarse de que nadie se ocupa de ellos!). No voy a mencionarlas a todas pero sí a algunas que permitan comprender el funcionamiento. Cuando una persona es inhibida de algunos de sus deberes y derechos civiles, tiene que haber alguien que tome el relevo de los mismos, ahí es donde el juzgado interviene y como señalara, el Juez es custodio de los destinos del paciente (no sólo él sino que hay diferentes instancias que también funcionan como control), y en el equipo también trabajan Asistentes Sociales y otros profesionales del área de salud. El lugar desde donde soy convocada responde a mi función de coordinadora de una institución que realiza la prestación de acompañamiento psicoterapéutico a pacientes dependientes de juzgados desde hace muchos años. La tarea en este contexto implica la integración de los profesionales del área de justicia, en lo que se refiere a los Juzgados y a las otras instancias (Curadurías, Defensorías, según cada caso), del área de salud en lo que hace al equipo psiquiátrico y médico en general, y de otras personas, como familiares o representantes de la familia en el caso en que no la haya. En este último punto se incluyen desde vecinos, que espontáneamente pueden oficiar de colaboradores hasta curadores, que son quienes se ocupan legalmente de las gestiones que hacen a la administración de los bienes y cuestiones personales, pasando por personas allegadas que, sin tener la curatela legalmente, se ocupan de dichas gestiones.
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