SALUD Y TECNOLOGÍA, UNA MIRADA A FUTURO

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SALUD Y TECNOLOGÍA, UNA MIRADA AL FUTURO



SALUD Y TECNOLOGÍA, UNA MIRADA AL FUTURO


Este libro cuenta con el reconocimiento de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires.

Edición general: Nora Bär Investigación periodística y textos: Martín De Ambrosio Dirección editorial: Juan Manuel Duhalde Asesoramiento editorial: Gigliola Zecchin (Canela) Arte y diseño gráfico: Daniela Coduto y Ariana Jenik Investigación y edición fotográfica: Silvia Gabarrot Traducción al inglés: Camila Rufino Producción gráfica: Daniela Coduto y Ariana Jenik Corrección: Irene Domínguez Producción general: Canela Producciones SA Supervisión editorial: Relaciones Institucionales. Laboratorios Bagó

De Ambrosio, Martín, Salud y tecnología : una mirada al futuro / De Ambrosio, Martín ; Contribuciones de Gigliola Zecchin ; Silvia Gabarrot ; Coordinación general de Juan Manuel Duhalde ; Editado por Nora Lía Bär. - 1a edición especial - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Laboratorios Bagó, 2023. 160 p. ; 31 x 22 cm. Traducción de: Camila Inés Rufino. Edición para Laboratorios Bagó ISBN 978-631-90209-0-8 1. Biociencias. I. Zecchin, Gigliola, colab. II. Gabarrot, Silvia, colab. III. Duhalde, Juan Manuel , coord. IV. Bär, Nora Lía, ed. V. Rufino, Camila Inés, trad. VI. Título. CDD 610

ISBN 978-631-90209-0-8 Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio, sin permiso escrito de los titulares del copyright. Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723. ©2023, Laboratorios Bagó SA


Índice

Carta presentación

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Prólogo

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¿Y cómo eligió estudiar Medicina?

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Breve historia de la innovación médica

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Revolucionarios de la salud

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El futuro de la prevención

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Tecnología para la salud

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Inteligencia artificial, la nueva frontera

90

Los medicamentos del mañana

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El porvenir de los profesionales de la salud

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Bienestar integral

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Traducción al inglés

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Bibliografía

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Agradecimientos y Créditos fotográficos

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n Laboratorios Bagó trabajamos desde hace generaciones en el ámbito de la salud con el compromiso de bregar en favor del mayor bienestar posible de las personas.

A través de nuestros productos buscamos ofrecer siempre alternativas innovadoras no solo para tratamientos de salud y su prevención, sino con la mirada puesta en la promoción integral de una mejor calidad de vida. Estamos cercanos a cumplir noventa años sosteniendo este compromiso como una misión. Hemos investigado, desarrollado, innovado y explorado los mayores adelantos científicos en cada etapa de un ya largo camino. En nuestro trabajo cotidiano, la ciencia y la tecnología siempre han sido claves, pero en estos tiempos asombrosos en los que el conocimiento crece exponencialmente, el vínculo con las investigaciones y los profesionales nos demanda más entendimiento, más rigor y una estrecha alianza con los nuevos desarrollos y avances. Salud y tecnología, una mirada al futuro es una obra que busca visibilizar la relación entre ambas, rindiendo homenaje al pasado y explorando sus logros con vistas a los tiempos por venir. Para abordar este tema, convocamos a la reconocida y multipremiada periodista científica Nora Bär, a quien acompañan la Dra. Mirta Roses, miembro correspondiente de la Academia Nacional de Medicina, miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires y exdirectora de la Organización Panamericana de la Salud, y Gigliola Zecchin (Canela) como asesora editorial. Es nuestro deseo que este libro, que indaga y revela el creciente impacto de la tecnología en el área de la salud humana, abra un espacio de reflexión y diálogo para entender estos avances positivamente hacia un concepto de salud más amplio, más abarcador, que no la conciba solo como “ausencia de enfermedad” sino más integralmente como una propuesta posible hacia el bienestar físico, mental y social. Este desafío ya está hoy entre nosotros. Esperamos que disfruten de estas páginas reveladoras de un futuro con increíbles posibilidades y que, entre todos, potenciemos un mañana cada vez más saludable.

Acd. Lic. Sebastián Bagó

Acd. Dr. Juan Carlos Bagó

A

t Laboratorios Bagó we have been working for generations in the health field with the commitment to advocate for people’s best possible well-being. Through our products we always seek to offer innovative alternatives, not only for health treatments and prevention, but also aiming at integrally fostering a better quality of life. For almost ninety years, this commitment has been our mission. We have conducted research, made developments, innovated and explored the most important scientific advances at each step of an already long road. Science and technology have always been of the utmost importance in our daily work, but in these amazing days when advances and knowledge grow exponentially, the relationship with research and professionals require from us more understanding and more precision and to create a close bond with new developments and advances. Health and Technology. A Look at the Future is a work that seeks to show the relationship that exists between them, paying tribute to the past and exploring their achievements with the future in mind. To address this issue, we called the celebrated and many times awarded scientific journalist Nora Bär, along with Dr. Mirta Roses, a corresponding member of the National Academy of Medicine, a member of the Buenos Aires National Academy of Sciences, and former director of the Pan-American Health Organization, and Gigliola Zecchin (Canela) as editorial advisor. We hope this book, which explores and reveals the increasing impact of technology on human health, opens up a space for reflection and dialogue so as to have a positive understanding of these advances in order to get a broader and more overarching notion of health, not considered as “the absence of disease”, but rather more comprehensively as a possible approach towards physical, mental and social well-being. This challenge is on us right now. We hope that you enjoy these pages that are so revealing of a future with endless possibilities, and that we all forge an increasingly healthier future.



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asta con recorrer los anales de la historia para advertir que pocos esfuerzos dieron resultados tan profundos y transformadores como el matrimonio entre la tecnología y la medicina. Esta unión fértil en realizaciones nació del ingenio humano y del anhelo ancestral que nos impulsa a mantenernos sanos y vitales para seguir participando en el banquete de la vida. Pero si hay huellas de nuestra capacidad inventiva hasta en los remotos días en que los humanos vivíamos en cavernas o nos agrupábamos en pequeñas comunidades de cazadores recolectores, hoy la creación y adopción de soluciones tecnológicas que previenen, curan o alivian nuestras dolencias ocurre a un ritmo de vértigo. Asumimos la tarea propuesta por Bagó −liderada por su gerente general, Edgardo Vázquez− como un verdadero desafío. El resultado es un tapiz de texto e imágenes en el que convergen muchos de los logros notables que ya están redefiniendo el cuidado de la salud y que lo harán aún más en los próximos años y décadas. Si tuvimos éxito en lograr una pintura fiel de lo que está ocurriendo, el mérito debe atribuirse a las superlativas contribuciones de Mirta Roses, una personalidad descollante que vive en primera persona los enormes cambios que introducen las nuevas tecnologías en el cuidado de la salud, tanto en el plano nacional como internacional, primera mujer y primera argentina electa como directora de la Organización Panamericana de la Salud, y de Martín De Ambrosio, periodista científico de amplia trayectoria en medios locales y extranjeros, que relata día tras día los nuevos avances desde hace años. Iniciaremos esta travesía por territorios extraordinarios haciendo un repaso de las tecnologías rudimentarias, y sin embargo deslumbrantes, que se fueron gestando a lo largo de siglos para aliviar las dolencias de nuestros antepasados. Recordaremos a algunos de los revolucionarios que, incluso trabajando desde nuestro país, concibieron avances fundamentales que tuvieron trascendencia global, un grupo de talentosos profesionales de la salud que forjaron el pasado y siguen trabajando para un futuro mejor. Y enseguida nos internaremos por la vasta y multifacética geografía de la tecnología de vanguardia, donde lo inimaginable con frecuencia se convierte en realidad. Biólogos, médicos e ingenieros desarrollan desde nanotecnología para combatir el cáncer hasta robots para asistir en el quirófano; matemáticos y científicos de datos arrancan gemas de conocimiento escondido entre montañas de información que sería inabarcable para una mente humana. Todos ellos no solo representan el testimonio de nuestra avidez por el descubrimiento, sino además destellos de nuestra búsqueda insaciable de una vida más plena y feliz. Este volumen es además una fiesta para los sentidos, una invitación a volar hacia horizontes de posibilidades extraordinarias. Albert Einstein solía decir que nunca pensaba en el futuro porque “llega demasiado pronto”. Recorriendo estas historias tenemos la sensación de que el futuro ya está aquí.

Nora Bär


¿Y CÓMO ELIGIÓ ESTUDIAR MEDICINA? Mirta Roses Médica cirujana, graduada en 1969 en la Universidad Nacional de Córdoba, diplomada en Salud Pública con orientación en Epidemiología y Enfermedades Infecciosas (UBA). Docente en las cátedras de Medicina Preventiva y Social, y de Enfermedades Infecciosas (UNC). Participó en el Programa de Investigación sobre Fiebre Hemorrágica Argentina en Pergamino. En 1974, ingresó al Ministerio de Salud Pública de la Nación donde desempeñó diversos cargos en las áreas de Epidemiología, Investigación y Emergencias Sanitarias. Se incorporó a la Organización Panamericana de la Salud / Organización Mundial de la Salud en 1984 como coordinadora de la Unidad de Epidemiología del Centro de Epidemiología del Caribe; en 1986, fue asignada epidemióloga en la República Dominicana; más tarde, como subdirectora de la OPS/OMS, presidió la gerencia de programas globales por dos períodos; y desde septiembre de 2002 fue directora por los países de las Américas hasta que se retiró en 2013. Propuso la Agenda de Salud de las Américas 2008-2017. Recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba (2003) y de otras seis universidades latinoamericanas. Ciudadana Ilustre de cinco ciudades. Recibió el Premio Konex de Brillante 2003. Miembro correspondiente de la Academia Nacional de Medicina (2013) y de la Academia de Ciencias Médicas de Córdoba (2020), miembro titular de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires (2018).

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sa pregunta me la hicieron muchas veces a lo largo de la vida periodistas y jóvenes que estaban ante la difícil decisión de su futuro profesional. Confieso que no tengo una respuesta directa y clara, porque yo misma no lo sé. Recuerdo que durante el último año de mi educación secundaria en la Escuela Normal de Profesores (ciudad de Córdoba) este era un tema frecuente de conversación entre mis compañeras y con nuestros profesores. Algunas tenían muy claro lo que querían hacer: tres de ellas se iban a casar pronto, otras cuatro iban a ir a la Escuela Superior de Lenguas, una a Derecho, una a Ingeniería, otra a Psicología. La profesora de Literatura opinaba que yo tenía porvenir con las letras. Mi padre opinaba que Farmacia o Bioquímica eran lo más conveniente para una mujer. Aclaro que mi generación fue la primera de la familia en llegar a la universidad ya que, hasta entonces, todos eran inmigrantes italianos, campesinos o comerciantes. De pronto surgió Medicina, pero, aun hoy, no logro identificar cuál fue el disparador. En la fila para la inscripción, no me encontré con ninguna mujer; los muchachos eran de todas partes, de otras provincias argentinas y de los países limítrofes, incluso uno de Estados Unidos, de California: llegó a Córdoba desde Canadá, ya que había cruzado la frontera para escapar del reclutamiento para la Guerra de Vietnam. Por primera vez, también había postulantes de Haití, quienes, debido a la ruptura de relaciones diplomáticas con Francia, ya no eran bienvenidos en ese país. Me pareció muy enriquecedora esa mezcla de culturas, de idiomas y tonadas, de costumbres e intereses.


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Al concluir el primer año, los diez mejores promedios (9 varones y yo) fuimos invitados a ingresar en la cátedra de Fisiología como ayudantes de Laboratorio. ¡Y eso significaba un nombramiento y un salario! Ya para entonces había descubierto que éramos alrededor de 10 mujeres entre los 400 varones de la misma generación. Esa experiencia en la cátedra despertó mi interés por la investigación. El titular era un profesor que había inmigrado desde Francia, así como el titular de Química era un inmigrante alemán. Por sus relaciones científicas, participaban en proyectos internacionales y la cátedra tenía el primer polígrafo de seis canales para medir funciones de los animales de laboratorio. La mayoría de los trabajos médicos se publicaban en revistas científicas alemanas, cuyos escasos ejemplares tardaban meses en llegar a las bibliotecas universitarias. Esa puede haber sido una de las razones por las cuales el trabajo pionero del doctor Ángel Roffo que comprobó la relación de la nicotina con el cáncer mediante un estudio experimental en animales fue prácticamente ignorado hasta casi 30 años después, cuando el epidemiólogo inglés Sir Richard Doyle publicó sus hallazgos y dio origen a la lucha antitabáquica mundial. Ya avanzada en la carrera, inspirada por la personalidad y los abordajes de los profesores, que desplegaban una mirada amplia e integral hacia la persona que llegaba a la consulta del hospital público, me incliné por la clínica médica y luego por el estudio de las enfermedades infecciosas. Y ya en el último año, el paso por la cátedra de Medicina Preventiva y Social me cautivó. Los alumnos del último año fuimos invitados a participar de una gran campaña de vacunación antipolio en la ciudad, casa por casa, los fines de semana. Esa experiencia fue determinante y me inclinó, definitivamente, por la infectología y por la salud pública. Ese año, 1968, fue muy convulsionado. Los estudiantes en Corrientes, luego en Rosario, y, finalmente en Córdoba, sostuvieron protestas masivas que determinaron el cierre de las universidades y recién a mediados de 1969 pudimos graduarnos. Mi padre me cuestionó: “¿Cómo vas a dedicarte a las enfermedades infecciosas si ya no existen? Pronto van a desaparecer y no tendrás a quién atender”, me dijo. Pero fue en vano, la decisión ya había sido tomada. Por cierto, en 1988, veinte años después, me llamó para que le explicara qué era esa nueva enfermedad llamada sida, y me dijo, pensativo, que, quizás, las enfermedades infecciosas no iban a terminarse, sino que nos acompañarían para siempre. Hasta que finalicé mis estudios universitarios, la práctica de la medicina no había variado de manera sustancial. Yo no nací en un hospital, sino en la casa de mi tía, hermana de mi madre, que fue asistida por una partera de gran experiencia. Mi hermano había nacido casi tres años antes de la misma manera. La oferta de servicios asistenciales estaba compuesta por el médico de barrio, de familia, algunas pocas y pequeñas clínicas privadas, y los hospitales religiosos que comenzaron siendo para hombres, más tarde se abrieron para huérfanos y, finalmente, para mujeres. En paralelo, acompañando las fuertes corrientes migratorias, se construyeron los de colectividades de inmigrantes, y luego algunos de ocupaciones

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específicas, para militares, policías, bancarios, ferroviarios, que se sumaron a los pocos públicos que existían fuera de la ciudad de Buenos Aires. En estos establecimientos se disponían las internaciones para los casos clínicos más graves, enfermedades infectocontagiosas, accidentes y cirugías, y contaban con laboratorio, anatomía patológica, morgue y sala de radiografías. Hacia la segunda mitad del siglo XX, con la creación del Ministerio de Salud de la Nación, se produce la expansión de los hospitales públicos, tratando de asegurar su presencia en todas las provincias, y separando los de adultos, maternidad y niños, y la atención de urgencias. Se incorporaron nuevas áreas de especialización de la práctica profesional, tanto médica como auxiliar, y se expandieron las de laboratorio, banco de sangre, anatomía patológica, radiología y radioterapia. Posteriormente, la creación de las obras sociales sindicales y las organizaciones de medicina prepaga o seguros privados estimularon la incorporación de nuevas tecnologías, la diversificación de las especialidades médicas y quirúrgicas, la expansión de los niveles profesionales y técnicos necesarios, y la apertura de servicios de diagnóstico y de tratamiento ambulatorio por fuera de los hospitales. En este escenario de servicios fragmentados por niveles de atención y segmentados por grupos de población se fue diluyendo la relación médico-paciente, y se perdió el conocimiento de la integralidad de la persona en su entorno familiar, ocupacional, sus antecedentes y desarrollo vital. Ni el individuo ni el profesional actuante, siempre diferente, podían reconstruir su propia historia. El conocimiento científico iba ampliando fronteras a lo micro y a lo macro del proceso salud/enfermedad y se generaron nuevas tecnologías que permitían realizar intervenciones para diagnóstico, reparación y recuperación de manera más rápida y con mayor exactitud. Por consiguiente, aparecieron especialidades profesionales y técnicas ya no por definición anatómica sino por la capacidad de manejar la tecnología. El financiamiento pasó a privilegiar el uso de estas tecnologías por sobre la capacidad (casi perdida) de armar el rompecabezas del padecimiento del individuo que buscaba atención y esperaba tener un acompañamiento en el proceso de sanación y recuperación de su funcionalidad física y emocional. Las sucesivas olas de migración interna, el auge desordenado de las concentraciones urbanas y la aparición de polos industriales crearon barreras de acceso no solo por distancia y tiempo, sino también por la desvinculación cultural y social del individuo, y de su historia personal y familiar. En paralelo, las acciones de salud pública también fueron evolucionando. Como es bien conocido, las primeras fueron generadas por las grandes epidemias de enfermedades infecciosas y, en segundo lugar, por las necesidades de atender masivamente las lesiones de los campos de batalla. El mayor crecimiento histórico en la expectativa de vida –de 40 a casi 70 años– se dio entre el final del siglo XIX y el final del XX, debido a los avances en el control de las enfermedades infecciosas, agua segura, alimentos más abundantes e higiénicos, y otras mejoras socioeconómicas no médicas, como educación y vivienda.


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El impacto de la vacunación sobre la salud global no puede exagerarse. Con excepción del agua segura, ninguna otra intervención ha tenido mayor impacto sobre la reducción de la mortalidad y el crecimiento poblacional. Stanley Plotkin y Edward Mortimer, Vaccines.

Nuestro país tiene importantes antecedentes, tanto en vacunación como en agua segura. A pesar del conocimiento acumulado por los imperios originarios sobre el manejo del agua para consumo y regadío, y de los refinados acueductos dejados por los árabes, muy poco o nada fue asimilado por los españoles en la construcción y desarrollo de sus asentamientos urbanos en América. Fue Justo José de Urquiza el pionero en este tema. Construyó su palacio San José en el departamento Uruguay (provincia de Entre Ríos) alrededor de 1850, importando desde Francia los accesorios y cañerías que aseguraron un sistema de circulación del agua en la residencia. El agua pura era extraída por bombeo mecánico de pozos y almacenada en un gran tanque de reserva, circulaba desde allí por tuberías debido a diferencia de nivel y alcanzaba los distintos cuartos que la necesitaban. Además, el agua de lluvia era recolectada por rejillas que se conectaban en red con varios pozos de acumulación y se utilizaban para riego y limpieza del edificio. En 1869, la ciudad de Buenos Aires sufrió la epidemia de cólera y, en 1871, la de fiebre amarilla que causó la muerte de aproximadamente 20% de su población. Por iniciativa directa del presidente Domingo F. Sarmiento, comenzaron las obras para la provisión de agua corriente, instalando una cañería de hierro que se adentraba unos 600 metros en el río y bombeando el agua hacia depósitos ubicados en la cercanía del actual Museo Nacional de Bellas Artes. Ha pasado a la historia la discusión entre Sarmiento y el doctor Guillermo Rawson, médico, que cuestionó el gasto, pidiendo que se orientara mejor a la construcción de hospitales. Sarmiento le contestó: “Si se invierte en agua potable, no habrá necesidad de hospitales”. Respecto de las vacunas, recién con Louis Pasteur se lograron nuevos éxitos con inmunizaciones para cólera, ántrax y rabia a partir de 1880; Glenny y Hopkins hicieron lo propio con difteria y tétanos (1923), Albert Calmette con tuberculosis (1927) y Max Theiler y Hugh Smith con la fiebre amarilla (1937). Los avances de la biología molecular, los cultivos celulares, la recombinación de las proteínas y los adyuvantes aceleraron el desarrollo de las vacunas y sueros antitoxinas a partir de la segunda mitad del siglo XX, y así se logró prevenir las enfermedades transmisibles más frecuentes y de mayor letalidad (polio, sarampión, rubeola, coqueluche, paperas, neumonías, meningitis, influenza, papiloma humano y otras). Nuevos avances en virología e inmunología trajeron más vacunas en lo que llevamos del siglo XXI, como las inmunizaciones contra rotavirus y hepatitis B, malaria, o mejoras en las ya existentes, hasta la obtención de la vacuna contra el SARS-CoV-2 en tiempo récord.

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En cuanto al reconocimiento de la salud pública como un área de prioridad específica del Estado, recién en 1943 se dio el primer paso en nuestro país con la creación de la Dirección Nacional de Salud Pública. Hasta entonces, los asuntos eran responsabilidad del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto (ya que los hospitales habían tenido origen en las órdenes religiosas). En la Argentina, la Constitución de 1853 no incluyó a la salud pública dentro de las funciones delegadas por las provincias al Estado nacional. Esto se debió al hecho de que no era considerada una función estatal. Lamentablemente, en la Constitución Nacional de 1994, se mantuvo sin modificación este aspecto. Durante siglos, la trilogía ética de la práctica médica se resumía humildemente así: “Primero no dañar, segundo tratar de resolver, tercero ayudar a bien morir”. A finales del siglo XIX, los médicos franceses Auguste Bérard y Adolphe Marie Gubler lo sintetizaron así: “Curar pocas veces, aliviar a menudo, consolar siempre”. Hoy nos encontramos a mitad del plazo propuesto entre su formulación y la meta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2016-2030) aprobados por todos los países en el seno de la Asamblea de Naciones Unidas y cada día que pasa el camino se hace más difícil, y el progreso se ha empantanado. La Agenda 2030 incluye 17 objetivos y presenta una visión ambiciosa de reducción de la pobreza y las inequidades, con el eje central en la igualdad y dignidad de las personas (“que nadie se quede atrás”), y en el desarrollo económico protector del ambiente (“sostenibilidad”). El Objetivo 3 postula “Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades” incorporando así la definición de salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “el estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones y enfermedades”. En este escenario y con este compromiso, nuestra mente regresa a la medicina como la concebían sus practicantes desde tiempos remotos. No solo para encontrar la solución inmediata, calmar, reparar y recuperar la vitalidad y la funcionalidad sino, también, a partir de la búsqueda incesante del conocimiento científico. La salud como derecho humano sigue siendo altamente vulnerable, como lo puso en evidencia la reciente pandemia, a las amenazas que trae el cambio climático, las crecientes desigualdades, la inestabilidad política y las luchas fratricidas. El estudio cada día más amplio y exhaustivo de las causas de las dolencias, enfermedades, discapacidad y muerte se ve reflejado en los informes de los expertos convocados a analizar los determinantes sociales, ambientales, económicos y comerciales de la multimorbilidad que acompaña hoy a la mayor expectativa de vida. Al mismo tiempo, miramos maravillados los avances sin precedentes y veloces en los campos de la inteligencia artificial, las tecnologías digitales, la genómica, los algoritmos, las intervenciones no invasivas. El Proyecto Genoma Humano (PGH) se lanzó en 1990 como un esfuerzo colaborativo internacional de universidades y centros


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de investigación, con un importante financiamiento y un plazo fijado de 15 años. Gracias a los avances de la biotecnología y a la labor cooperativa, sus resultados finales fueron anunciados en 2000 y presentados en 2003. El Nobel 2020 fue por el descubrimiento del CRISPR, una tijera molecular que permite “cortar y pegar” secuencias de ADN y realizar “edición genética”. El acceso masivo de la población a internet, a la tecnología digital y a las redes sociales abre enormes posibilidades, pero también genera confusiones, porque no siempre es posible distinguir información de opinión, y resulta difícil diferenciar lo verdadero o beneficioso de lo falso o perjudicial. Por eso, la relación entre los profesionales de la salud y los usuarios debe brindar el valor agregado de la identificación con el otro, la empatía, la contención y el seguimiento. La medicina será, cada día más, un área de trabajo e investigación multiprofesional, que exigirá una revisión profunda desde la educación y formación del recurso humano hasta las formas de organizar y financiar esas actividades y prácticas, para acompañar la vida cada vez más larga de los seres humanos. El individuo, con ayuda de la tecnología, podrá tener más conciencia y responsabilidad sobre sus propias elecciones y decisiones relacionadas con su nutrición, su capacidad física, mental y emocional, sus riesgos y sus potencialidades. Y el equipo de salud deberá aprovechar, guiar y acompañar ese proceso. La aplicación de los nuevos sistemas informáticos que permiten el manejo de millones de datos en muy corto lapso reducirá el tiempo de las revisiones sistemáticas de publicaciones y del resultado de investigaciones, acelerando procesos críticos como la detección de efectos indeseados o adversos, y facilitando la colaboración entre equipos distantes. El desarrollo de tecnologías como el 3D y los implantes digitales permitirán recuperar funciones dañadas generadoras de discapacidad. Las personas progresivamente dejarán de “morir de” y pasarán a “vivir con”, lo que exigirá nuevas formas de cuidado y de organización a la sociedad. Hoy creemos indispensable reorientar y renovar los servicios de salud, no solo para atender lo dañado, sino para promover la salud, que no comienza ni termina en el hospital y en la clínica, sino en el hogar, en la calle, en la escuela, en el lugar de trabajo y recreación, en el reposo y el ocio. Alguna vez me preguntaron cuál creía yo que era el objetivo de la Medicina. Me quedé pensando un rato y luego expliqué que para mí era como el del fabricante de un producto, por ejemplo, de un automóvil. Lo fundamental era sacar el mejor producto posible de la fábrica, uno que requiriera poco mantenimiento, casi nada de reparación y durase mucho funcionando bien. Aunque los recursos de las ciencias médicas aún están muy concentrados en el taller de reparación, algo en el de mantenimiento y muy poco en la calidad del producto original, la ciencia, la innovación, la creatividad, la responsabilidad social, nuestra ética y sentido de comunidad pueden reencauzar ese camino.

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BREVE HISTORIA DE LA INNOVACIÓN MÉDICA

La idea de que no había que contaminar al paciente, o asepsia, fue una de las grandes innovaciones médicas de la historia, en la que brilló el húngaro Ignaz Semmelweis. Ese cuidado se ve en este óleo de Reginald Brill, Una operación quirúrgica, 1935.


BREVE HISTORIA DE LA INNOVACIÓN MÉDICA

Si he llegado a ver más lejos que otros es porque me subí a hombros de gigantes.

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sta frase, que aparece en una carta enviada por Sir Isaac Newton a su colega Robert Hooke (aunque pertenecería al filósofo medieval Bernardo de Chartres), expresa una idea que rige todas las actividades humanas: no somos nada sin los demás, contemporáneos o no; no existen genios ni genialidades sin un antecedente, sin sustento previo. El conocimiento, en todos sus ámbitos es siempre una novela colectiva, e inclinarse por un personaje u otro es apenas una comodidad para los narradores. En ese sentido, también hablar de medicina es referirse a la acumulación de conocimiento; un proceso primero lento, luego acelerado y, en estos días, vertiginoso. Pero esa acumulación no consiste solo en sumar puntos en una recta, sino también en sortear rupturas epistemológicas, transformaciones radicales en la manera de ver y de operar (valga el verbo) en el mundo. Uno de esos cambios −todavía un proyecto incompleto− fue retirar a los dioses o el destino como causantes de las enfermedades. No fue sencillo: aún hoy, ante males complejos, como el cáncer o las enfermedades hereditarias, se recurre a explicaciones esotéricas. La “flecha del progreso” está plagada de contradicciones, retrocesos, avances fallidos e ideas que prometían... pero nunca cumplieron. En esta historia singular, la especialización del conocedor de la salud, las hierbas y las curaciones, apareció con las primeras civilizaciones humanas. Así se inició un camino que no se detuvo, que hizo de la especie una de las más exitosas del planeta, la que en apariencia rige los destinos de la propia Tierra, no siempre auspiciosamente. Para salir de esa engañosa idea de progreso continuo cabría preguntarse si los avances tendrán un límite como los recursos biológicos y ecológicos; o si, acaso, la expectativa de vida, por poner un número tangible, puede seguir extendiéndose para incluso llegar a siglos, como plantean quienes confían en que la medicina regenerativa, las prótesis y la tecnología digital nos proveerán partes de reemplazo cuando nuestros cuerpos comiencen a fallar. También surgen otras preguntas, sobre todo respecto de la automatización de ciertos procedimientos médicos, y la ayuda de robots y otros mecanismos: ¿se tornarán aún más ubicuos? ¿Completarán o reemplazarán lo ya conocido? ¿Se viene la famosa “singularidad” en la que la inteligencia artificial superará en la creación de sistemas inimaginables al cerebro humano actual? Como fuere, lo cierto es que ese tipo de interrogantes, y muchos otros que aparecerán a lo largo de estas páginas, no cuenta con una respuesta única; exige considerar aspectos sociales y políticos, además de la intromisión del azar. Por eso, anticipar el futuro es tan complejo. Y tan fascinante. Recorramos ese camino que se inició hace miles de años para luego remontar vuelo y divisar qué nos aguarda más allá del horizonte…

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DESDE LA PREHISTORIA Las primeras curas

Cráneo Homo neanderthalensis. Aproximadamente 95.000 años de antigüedad. Der.: “Hombre de Neandertal”, ilustración de J.F. Horrabin, del libro The Outline of History, 1923.

Un hombre que no es un hombre camina por unas laderas en lo que luego sería bautizado como Shanidar Cave, en el norte de lo que hoy es Irak. Sus compañeros, cazadores y recolectores, están por inaugurar una tradición que duraría miles de años. Por supuesto, no lo sospechan ni remotamente. En una recorrida en busca de un venado, uno de ellos (¿cómo se llamaría? ¿lo llamarían?) pisó mal un pedrusco, cayó sobre una roca filosa, y se lastimó un brazo y la cabeza. Se había roto huesos y hasta tenía dificultades para ver, oír y respirar, pero algo hizo que el grupo decidiera no abandonarlo. Los demás se quedaron con él, lo llevaron a un arroyo, le lavaron la herida y le dieron agua. El herido debe haberlos contemplado con expresión de sorpresa y agradecimiento. La escena sucedió hace unos 50.000 años y es la evidencia más sólida que se haya obtenido de cuidados médico-sanitarios por parte de nuestros ancestros, los neandertales. Y no es una excepción, hay más evidencias que incluyen a miembros del grupo que soportaron daños en las piernas y cabeza, además de costillas rotas y problemas en la dentadura, pero que, con ayuda, sobrevivieron durante meses o incluso años. Según los investigadores, los métodos que emplearon son comparables a los de los ancestros directos del Homo sapiens actual. Incluyen conocimientos de asistencia en los partos y uso de hierbas que resultaron medicinales. Una de las científicas de la Universidad de York que encontró entre aquellos huesos iraquíes fracturas que, a juzgar por la forma en que se soldaron, deben haber sido entablilladas, Penny Spikins, dio a conocer sus hallazgos en un trabajo publicado por la revista Quaternary Science Reviews. La autora hasta especula sobre el uso de vendas y otros recursos para tratar lastimaduras, quizás hechas con partes de animales. Otros arqueólogos hallaron trazas de ácido salicílico (el de la aspirina) y moho del hongo del que se obtuvo la penicilina, el primer antibiótico conocido. Semejante cuidado por los vivos parece, a través de la evidencia recolectada por paleontólogos, haberse extendido a ciertos rituales funerarios. En efecto, hace decenas de miles de años, los “primos” de los primeros humanos enterraban a sus compañeros en ceremonias que incluían adornos con flores.


BREVE HISTORIA DE LA INNOVACIÓN MÉDICA

La huella neandertal Los neandertales, los otros humanos con los que el Homo sapiens convivió (durante al menos 10.000 años y hasta hace unos 40.000, cuando se extinguieron), ejercen una innegable fascinación sobre nosotros. ¿Cómo es que hubo un momento del planeta en que convivieron dos especies humanas? ¿El Homo sapiens lo fue acorralando y empujando a la extinción, como hizo con otros mamíferos a lo largo de la historia? Algunos datos sugieren que sí, pero otros apoyan la idea de una hibridación, un cruce sexual que dio individuos fértiles. Así lo atestigua la investigación genética que halló ADN neandertal en el genoma de una parte importante de los humanos actuales. El trabajo de secuenciación genómica del neandertal mereció el Premio Nobel de Medicina 2022 al investigador sueco Svante Pääbo. Es más, durante la epidemia de covid se supo −gracias a un trabajo de Pääbo, con Hugo Zeberg− que tener ciertos genes neandertales constituía un factor de riesgo para sufrir infección grave por el coronavirus originado en China.

Egipto Siguieron miles de años de los que carecemos de registros que orienten sobre las prácticas médicas y llegamos a una gran civilización: la egipcia. Parece una verdad evidente que semejante desarrollo requirió de un gran cuidado de los cuerpos, sobre todo de los reyes y dignatarios, de los guerreros y de los productores de alimentos. Y, por ende, de avances en medicina. La civilización de las enormes tumbas para los faraones en forma de pirámides que prosperó −gracias a un inteligentísimo manejo del Nilo, sus crecientes y retiradas− desde el 5000 hasta alrededor del 300 antes de nuestra era. No hay resumen que le haga justicia a su complejidad, desde los cuidados ofrecidos a las parturientas hasta a la dentadura. No obstante, hay que anotar entre sus virtudes y adelantos más relevantes al uso intensivo de hierbas (aun como anticonceptivos) y pequeños, pero significativos, procedimientos que combinaban lo religioso con lo sanitario, como la circuncisión, de la que nos llegaron grabados explícitos. Los médicos incluso podían identificar la diabetes y el cáncer, entre otras patologías. “Los antiguos egipcios adquirieron un conocimiento sorprendente sobre la anatomía, se describieron en detalle muchas enfermedades de los sistemas óseo, digestivo, respiratorio, circulatorio, genital, muscular, nervioso, ocular, auditivo y olfativo, identificaron la función del corazón y su relación con los dos tipos de vasos sanguíneos, además también conocían el líquido cefalorraquídeo”, escribió un grupo de investigadores encabezado por Ahmed Metwaly (de la Universidad Al-Azhar, de El Cairo) en un trabajo de relevamiento de las pruebas disponibles, aunque erosionadas por el paso del tiempo. También hay evidencias de que practicaban operaciones de cerebro: toda una proeza. Lo que hacían era una intervención transnasal (ingresaban los instrumentos a través de las narinas) en casos de epilepsia. Al abrir

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Escena de caza de ciervos. Cueva de los Caballos, Barranco de Valltorta (provincia de Castellón, España).


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Ilustración acerca de cómo se puede producir la anestesia por medio de la presión. Representación de talla del 2.500 a. C., Antiguo Egipto.

cabezas, en sentido literal, los médicos egipcios notaron cuán importante era la médula espinal para transmitir información desde el cerebro. Estas trepanaciones se hacían sin anestesia (aunque algunos autores sospechan razonablemente que los cirujanos-trepanadores empleaban algún tipo de sedante de origen vegetal). Los conocimientos de anatomía fueron tan precisos que llegaron al tratamiento de los cadáveres a través de la momificación. Para mantener el cuerpo en su viaje al más allá debían extraer los órganos internos, que eran los que primero se descomponían; por eso, el procedimiento habitual (si bien, fue cambiando con el paso de los siglos) consistía en extraer corazón, pulmones, hígado y bazo. La influencia de los médicos egipcios llegó a las dos siguientes civilizaciones fuertes de Occidente: Grecia y Roma. Estoy orgulloso de mi amigo Ptahor, trepanador real, que es el hombre más eminente en su ramo. ¿Cómo no recordar sus maravillosas trepanaciones que salvaron la vida de tantos nobles y villanos y suscitaron un asombro general? Expulsa los malos espíritus que enloquecen a las gentes y extrae de los cerebros los huevos redondos de las enfermedades. Sus clientes reconocidos lo han colmado de oro y plata, de collares y de copas. Mika Waltari, Sinuhé, el egipcio.

EN LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA El juramento hipocrático Y alrededor de un milenio antes de nuestra era: los griegos. En el movimiento −lento, dificultoso− de separar las enfermedades de supuestas causas divinas y atribuirlas a otras más materiales y tangibles, Hipócrates, nacido en la


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isla de Kos en el 460 a. C., marcó un hito. Abandonó la creencia en la voluntad divina y sostuvo la teoría de los cuatro humores (líquidos), cuyo desbalance generaba las enfermedades. Sangre, bilis negra, bilis amarilla y flema eran de algún modo el equivalente de lo que sus contemporáneos filósofos planteaban como el origen del universo: los cuatro elementos −tierra, aire, agua y fuego− como base de todas las cosas. La praxis médica, entonces, debía centrarse en restaurar esa armonía perdida. Hoy, desde luego, su teoría parece simple y esquemática, pero significó un avance tanto como el otro eje de la medicina hipocrática: la progresiva profesionalización de sus cultores. De hecho, a él pertenece el principal juramento que hacen los profesionales de todo el mundo a la hora de incorporarse a la práctica. El original, después de una invocación a los dioses, recomendaba a los médicos vivir en santidad y ser puros, no perjudicar al enfermo ni suministrarle drogas que lo dañen; y no tener intercambio sexual con nadie de su familia (así el paciente fuera un hombre libre o un esclavo, aclara el texto). Como buena parte de la ciencia y la filosofía griegas, anota José Babini en su Historia de la medicina, la corriente hipocrática carecía de la práctica y se excedía en la teoría. “Sin la práctica de la disección, limitada ocasionalmente a los animales, el conocimiento de los órganos internos resultó vago y propenso a fantasías”. Se consideraba que el corazón era el centro del calor y la sede de la inteligencia; y el cerebro, distribuidor de la humedad superflua por todo el cuerpo.

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Hipócrates. Grabado de 1665.

Sobre todo, no hacer daño Juro por Apolo médico, por Asclepio, Higiea y Panacea, por todos los dioses y todas las diosas, tomándolos como testigos, cumplir fielmente, según mi leal saber y entender, este juramento y compromiso: venerar como a mi padre a quien me enseñó este arte, compartir con él mis bienes y asistirles en sus necesidades; considerar a sus hijos como hermanos míos, enseñarles este arte gratuitamente si quieren aprenderlo; comunicar los preceptos vulgares y las enseñanzas secretas y todo lo demás de la doctrina a mis hijos y a los hijos de mis maestros, y a todos los alumnos comprometidos y que han prestado juramento, según costumbre, pero a nadie más... Comienzo del juramento hipocrático original griego.

Galeno y Celso, aquellos doctos romanos Muy cerca de Grecia, sobre el mar Tirreno, surgiría la antigua Roma, que se convertiría en un gran imperio con poder e influencia en gran parte del mundo conocido. Lo que en los griegos era un exceso de teoría, en los romanos (que de alguna manera los sucedieron en el ordenamiento occidental) fue un énfasis en la práctica. Algo razonable para mantener un imperio de magnitud tal que transformó al mar Mediterráneo en un lago interno dentro de sus fronteras, el Mare Nostrum (“nuestro mar”). Así, transformaron en importantes conceptos de salud pública la provisión de agua (todavía se pueden ver restos de

Sócrates. Grabado de líneas de D. Cunego, 1783.


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Galeno. Grabado de líneas.

Eneas herido, de pie, es atendido por el cirujano Japix, quien le quita una punta de flecha de la pierna, mientras Venus llega trayendo hierbas medicinales; su hijo Ascanio, entre lágrimas, está al lado. Fresco de Pompeya. Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.

los acueductos construidos hace más de dos mil años) y las cloacas, pero también termas y baños para la relajación después de la batalla. Entre los médicos célebres de la época romana, se destacan Celso (ca. 25 a. C.-50 d. C.) y Galeno (ca. 129-201). El primero pasó a la historia como el que describió un tipo de práctica quirúrgica que era rutinaria en esos tiempos: la extracción de cálculos. Como sucedió con los escritos aristotélicos, esa manera de operar pervivió siglos y siglos, y era relativamente común hasta entrada la Edad Media e incluso el Renacimiento. En tanto que Galeno −nótese que en la actualidad todavía sigue utilizándose su nombre como sinónimo de médico− fue una especie de sintetizador de todo el conocimiento reunido hasta entonces en la materia. Nada de la medicina le fue ajeno, de la anatomía a la fisiología y la farmacología; pudo diferenciar por primera vez venas de arterias en un estudio inicial del sistema circulatorio. Lo interesante es que Galeno no solo fue un teórico o un escritor: las crónicas reflejan su capacidad como cirujano, por ejemplo, a la hora de operar de cataratas, cuando con una aguja bien afilada se corregían los problemas oculares.


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Hasta aquí, un periodo con avances importantes, pero lentos y acotados por el exceso de teoría (aristotelismo) y una carencia de experimentos. Pero todo cambiaría con el fin de la Edad Media y el Renacimiento. De allí en más, con la libertad de acción sobre los cuerpos y los cadáveres que sobrevino después de que se abandonaran prohibiciones que establecía el culto católico (como la práctica de la autopsia), se retoma la experimentación y con ella tendrá lugar una veloz sucesión de descubrimientos que suma varios notables en pocas décadas.

Otras formas de curar El mundo, desde luego, no termina en la tradición occidental a la hora de cuidar a los enfermos. Quizá la práctica no-occidental con más adeptos sea la medicina tradicional china. En su milenaria historia fue sumando “capas geológicas”, lo que hace difícil condensarlas en pocas líneas. Sin embargo, puede anotarse la importancia que los pobladores de esa parte del planeta les dieron a las hierbas, una dieta equilibrada y baja en calorías, y otras fórmulas que incluso perduran en nuestros días, como la acupuntura o la terapia con ventosas, célebre entre deportistas. Si China es grande y −relativamente− homogénea, mucho más grande y diverso es el continente americano. Después de atravesar el estrecho de Bering y el océano desde la Polinesia, los seres humanos lo poblaron desde Alaska a Tierra del Fuego. Las culturas nativas americanas también tenían en su variedad un amplio desarrollo médico que incluía herbarios y bebidas utilizadas como calmantes y anestésicos, entre las cuales sobresalían la chicha, la coca y el tabaco, que no solo se inhalaba. También les daban usos médicos y rituales a alucinógenos, cuyos efectos hoy se estudian con gran interés en la terapia contra la depresión y el estrés postraumático. Como ocurrió con otras modalidades que se encontraban fuera de su propio canon, la medicina occidental primero las desestimó como faltas de rigor científico, aunque, luego, se fue acercando de forma progresiva para aprovechar sus aportes.

HACIA Y DESDE LA MODERNIDAD La dosis de Paracelso, un hombre entre dos eras Alguien a caballo entre la Edad Media y el Renacimiento fue Paracelso (1493-1541), a la vez pionero de mucho de lo que vendría en términos de farmacopea, pero también un hombre profundamente creyente y aferrado a mitos. Una verdadera bisagra entre lo que no terminaba de morir y lo que aún no había crecido lo suficiente. Paracelso, en realidad, se hacía llamar “Paracelso” (“más que Celso”, aquel médico romano), y lo bien que hacía, porque su nombre completo era Philippus Aureolus Theophrastus Bombastus von Hohenheim. Fue pionero de la toxicología y al mismo tiempo un reputado astrólogo, pero nos centraremos en lo primero. Usaba elementos químicos y diversos minerales para tratar las enfermedades y hay testimonios de que

Medicina china: un quiropráctico masajea el hombro de un paciente. Acuarela de Zhou Pei Qun, 1890.


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curaba la gota y casos de lepra. Su mayor éxito fue el tratamiento de la sífilis (muy extendida y muy dañina en la era previa a los antibióticos) con un preparado de mercurio. Polemista, rechazó por falso otro procedimiento popular en esos días. “La dosis hace al veneno” es una frase que pasó a la historia y que resume su idea de que lo importante no es el carácter en sí de lo que se ingiere, sino la cantidad (pequeñas porciones de sustancias venenosas pueden curar). Allí está su mayor legado. Vendrá ya la lenta, pero inexorable, consagración de la modernidad. En su taller que abarcaba las dos habitaciones del sótano, Paracelso pidió a su Dios, a su indeterminado Dios, a cualquier Dios, que le enviara un discípulo. Paracelso. Grabado de Augustin Hirschvogel, 1538.

Atardecía. El escaso fuego de la chimenea arrojaba sombras irregulares. Levantarse para encender la lámpara de hierro era demasiado trabajo. Jorge Luis Borges, “La rosa de Paracelso”.

En busca de los orígenes

Julio César. Estatua de bronce, Foro Romano.

“Al César lo que es del César”, frase bíblica. Sin embargo, parece que la cesárea no es del César sino que esta denominación nace de un aparente error histórico de adjudicación que quedó así cristalizado en la hoy muy extendida intervención destinada a proteger a la madre y a su bebé en partos con posibles complicaciones. En la Roma en la que nació César era una práctica común y obligatoria extraer al niño del útero materno en caso de que ella muriera. Pero no fue así como nació el emperador porque hay evidencia de que su madre, Aurelia, estaba viva incluso cuando César se había convertido ya en un gran conquistador. Como quedó documentado, esta operación recién se practicaría en una mujer viva en 1610 (aunque sobrevivió a su bebé apenas 25 días). Hay otra referencia previa, del siglo XVI y de un criador de cerdos llamado Jakob Nufer que habría ayudado así a su esposa, pero los historiadores descreen de la veracidad del relato. Lo cierto es que la cirugía todavía exhibía déficits un par de siglos después, porque no se cumplían las condiciones de higiene ni se detenían apropiadamente las hemorragias que causaban los cortes abdominales. Para que eso sucediera tuvieron que aparecer Pasteur, con su idea de que las infecciones son causadas por microorganismos y no por misteriosos “miasmas”, y el médico húngaro Ignaz Semmelweis (1818-1865), que pidió a sus colegas que se lavaran las manos antes de atender parturientas. Hoy parece insólito, pero no lo hacían ni siquiera luego de manipular cadáveres y las tasas de mortalidad escalaban.

Y sin embargo, circula Todo es dinámico, se mueve, fluye, como los ríos. Como la sangre. O, más bien, como la sangre después de Harvey, ya que hasta entonces no se había establecido que la sangre circulaba por nuestro cuerpo. William Harvey (1578-1657) publicó en 1628 su Estudio anatómico del movimiento del corazón y de la sangre de los animales y desató una revolución. Si bien otros investigadores


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habían hablado respecto de la pequeña circulación (como Miguel Servet), lo de Harvey fue más completo. Así lo glosa Babini: “Su gran descubrimiento [fue] que la sangre se mueve como en un círculo, o más detalladamente, que la sangre del pulmón pasa a través de la arteria venosa (la actual vena pulmonar) a la aurícula y ventrículo izquierdos, de ahí por la aorta y las arterias llega a las partes (nuestros capilares), para regresar por las venas hasta la vena cava y penetrar en la aurícula y ventrículos derechos, y volver al pulmón por la vena arteriosa (nuestra arteria pulmonar)”. Esto tuvo consecuencias notables a la hora de saber cómo funciona el cuerpo y, por ende, cómo se pueden resolver problemas derivados. Pero no solo eso. También es clave cómo Harvey realizó su descubrimiento: lo hizo con animales vivos, lo que muestra una de las principales diferencias entre la Antigüedad, un poco reacia al empirismo, y la Modernidad, exageradamente creyente en que los hechos por sí mismos, carentes de análisis teórico, darían respuesta a todo. Lo que arrancó a partir de ahí en términos de medicina fue un verdadero auge de experimentos con todo tipo de animales. Y, enseguida, más temerariamente, se pasó a humanos.

William Harvey demuestra su teoría de la circulación de la sangre ante Carlos I. Óleo de Ernest Board.

El arte de la transfusión Si la sangre circula como ríos dentro de los cuerpos, al menos en teoría se podría sacar de uno y llevarla a otro. En los comienzos, se creyó que esto sumaría atributos (bastante fabulados al principio, como vitalidad o temperamento) a un ser que carecía de ellos. Para hacer sus experimentos, Richard Lower (1631-1691) −también médico inglés− se valió de perros. Primero fracasó porque intentó mezclar su sangre con las dos venas yugulares. Siguió así algún tiempo hasta que en febrero de 1665 acertó al conectar la arteria del donante involuntario con la vena del receptor (la diferencia de

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Obtención de sangre de un donante mediante el método indirecto. Franz Gesellius, La transfusión de sangre. Un estudio histórico, crítico y fisiológico, 1873.

presión lo ayudó). Las conexiones, bastante precarias, las hacía con cañas, lo que ocasionó la muerte de muchos de los canes. Para la primera transfusión humana exitosa hubo que cruzar el Canal de la Mancha. Fue Jean-Baptiste Denis (1635-1704) que no vaciló en tomar a un hombre aquejado de una enfermedad mental en un pueblo cercano a París, llamado Antoine Mauroy, conocido por ciertas conductas escandalosas, como exhibirse desnudo o provocar incendios. La crónica es precisa y marca que a las seis de la tarde del 19 de diciembre de 1667 abrieron una vena del brazo de Mauroy, le insertaron un tubo de plata, le extrajeron un cuarto litro de sangre y le agregaron más o menos lo mismo de sangre directamente llegada de la pata de un ternero. Sobrevivió durante dos días con terribles síntomas. Cuando se repuso, su esposa lo encontró más tranquilo, algo que le dio nuevos bríos a la investigación de Denis: la mansedumbre del animal había pasado al humano, conjeturaron precipitadamente. De allí en más, los experimentos se multiplicaron: transfundieron a un noble sueco, que murió, y a una mujer paralizada, que sobrevivió. Pronto, el rey francés se alarmó y prohibió que se siguiera investigando de manera tan riesgosa. Así se cerró una etapa cruenta que, sin embargo, permitió un avance notable. Al respecto, anota Douglas Starr en su Historia de la sangre: “Sería un error desestimar a Denis y a sus contemporáneos, por ingenuo y aleatorio que su trabajo pueda parecer. En una época en que la gente consideraba la sangre como algo mágico, ellos la concibieron como un elemento nutritivo, una sustancia puramente biológica que, por así decirlo, podía dar la vida de una persona a otra. Abrieron una brecha en el muro de la medicina de los humores”. Después de su sangre, lo más personal que puede dar el hombre es una lágrima. Alphonse de Lamartine

DESAFÍOS CONTEMPORÁNEOS Anestesia: un mundo sin dolor Imaginemos un dolor de muelas insoportable; ahora, imaginemos ese mismo dolor de muelas y un dentista (no existía la profesión, eran carniceros los encargados de esa tarea, y no es una metáfora) que debe extraerla sin otro instrumento más que una pinza. Peor aún, imaginemos un parto complicado sin posibilidad de reducir el padecimiento, o una mastectomía o una cirugía cardíaca. Hay operaciones directamente inimaginables sin anestesia, o sin poner al paciente en coma inducido. Pero ese era el mundo en el que había que vivir −más allá de algún anestésico precario: una esponja soporífera, algo de opio− hasta que llegaron dos hombres, uno británico y otro estadounidense, que iniciaron la era de la anestesia moderna. Uno fue Humphry Davy (1778-1829), que en 1799 anunció que el óxido nitroso se podía inhalar sin más consecuencias que una risa contagiosa.


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Se lo conoció como gas hilarante y se usó para reducir los dolores durante las intervenciones, pero no sin experimentos previos: de hecho, lo había probado en sí mismo unos años antes y había comprobado cómo le disminuía el dolor de muelas que lo aquejaba. A partir de ahí todo se aceleró y fue William Morton (1819-1868), también dedicado al oficio de cuidar dientes, quien en 1846 usó éter sulfúrico durante una intervención a un paciente que tenía un tumor en el cuello. ¿Cómo supo Morton que sería útil y qué dosis tenía que usar? Pues experimentando. Primero en sí mismo y luego, como ya era habitual, en animales domésticos. Lo cierto es que durante todo el siglo XIX, cirujanos y dentistas se interesaron por el bienestar de los pacientes y se esmeraron en encontrar un preparado que resultara efectivo ayudados por enormes avances de la química. En suma, podría decirse que la historia de la humanidad es un poco la de sus búsquedas para evitar el dolor y deshacerse de los pesares. En ese sendero, tal vez una de las ideas más geniales que se concibieron fue no curar enfermedades, sino evitar contraerlas.

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La primera operación con éter. El doctor John Warren extrae un tumor del cuello a un paciente previamente anestesiado por William Morton el 16 de octubre de 1846. Óleo de Robert C. Hinckley, 1882.


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Curar en salud

Luis Pasteur. Fotografía de Alphonse Liebert.

Grabado color Los maravillosos efectos de la nueva inoculación. Publicado el 12 de junio de 1802, James Gillray caricaturizó una escena en el hospital inspirado en la controversia sobre la vacunación contra la viruela. Quienes se oponían aseguraban la existencia de casos de vacunados que desarrollaron rasgos bovinos.

Textos históricos refieren que una práctica común en China y la India era la “variolización”. Consistía en exponer a los niños a costras de viruela a través de la piel o de la nariz. No se sabe bien cuándo empezaron este tipo de hábitos, pero ya hacía siglos que se realizaba cuando lo advirtieron viajeros occidentales. Sin embargo, en Occidente el pionero que abrió un camino que continúa casi 250 años después fue Edward Jenner (1749-1823), prócer de la medicina y padre de la inmunología. La historia de Jenner ocuparía un libro completo, pero también puede resumirse en un párrafo. La variolización ya se había difundido en el resto del mundo y hasta George Washington había ordenado aplicarla a sus tropas para evitar a una enemiga terrible, la viruela. Pero faltaba la experimentación y la prueba. A eso se abocó Jenner y lo hizo con un niño, James Phipps. El 14 de mayo de 1796, Phipps tenía ocho años cuando lo expusieron a una llaga de viruela de la vaca (de allí el nombre de “vacuna”). Como todavía sucede con las inoculaciones, Phipps tuvo una reacción local y estuvo decaído unos días, pero se recuperó. Dos meses más tarde, Jenner volvió a exponer al niño a la viruela humana para ver si se contagiaba y no lo hizo. ¡Su experimento había dado resultado! El éxito fue tan grande que los gobiernos de Rusia y Francia decidieron inocular a sus tropas. Tuvo que transcurrir otro siglo para que el siguiente paso en esta cronología tuviera un nuevo héroe, Louis Pasteur (1822-1895), y otro niño, en este caso de nueve años, Joseph Meister. El genio francés estaba en busca de una vacuna


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contra la rabia cuando apareció Joseph que moriría si no recibía tratamiento tras haber sido mordido por un perro rabioso. Urgido por la situación, aunque no exento de dudas, Pasteur accedió a darle su preparado: 13 inyecciones en diez días. El éxito logrado con Meister y otros pacientes convirtió a Pasteur en un sabio aclamado en todo el mundo. A tal punto que le llovieron donaciones que le permitieron fundar el hoy célebre instituto que lleva su nombre. Con las vacunas también nació un concepto diferente, que haría carrera: la prevención. Si tiene éxito con los experimentos que Louis ha emprendido este año, tendremos a un nuevo Newton o un nuevo Galileo. Carta a su suegro de una joven Marie Pasteur, esposa del científico; citado por René Dubos.

De la polio al covid Que la poliomielitis sea hoy casi una enfermedad olvidada, de la que se registran anualmente pocos casos en lugares que rechazan la vacunación por razones religiosas, se debe, justamente, al éxito de la vacunación. Durante mucho tiempo las sucesivas oleadas de brotes dejaban personas inválidas o imposibilitadas de respirar (como mostraban las imágenes de salas colmadas de pulmotores), hasta que durante la década de 1950 los esfuerzos de dos grupos independientes de investigadores encabezados por Jonas Salk y Albert Sabin, con distintos métodos, dieron frutos y se logró la inmunización masiva. La última víctima argentina de la polio, que vivió durante décadas durmiendo en un pulmotor en el Hospital María Ferrer de Barracas, se llamaba Susana Gómez. Murió de covid en 2022, a los 65 años.

Rayos X: atravesar la materia En matemática la X es una incógnita, algo que no se sabe, lo que se debe despejar. No es casualidad que los rayos X se llamen así. Eran rayos cuya naturaleza se desconocía, por eso la X, una especie de broma que perduró en el tiempo. El héroe, un poco por azar en el contexto de época con avances notables en física −como la radiactividad−, fue el alemán Wilhelm Röntgen (1845-1923). El año era 1895 y Röntgen manipulaba cargas en tubos catódicos para analizar qué sucedía, cuando vio una luz que supuestamente no debía estar ahí y advirtió al instante que era algo distinto de lo conocido. El resto es historia: primero irradió la mano de su esposa Anna Bertha Ludwig y enseguida notó el potencial que tenían sus rayos para ver lo que no podía verse. Fue tan sensacional el hallazgo que su manipulación llegó al arte, a los espectáculos circenses y a las por entonces sumamente populares ferias internacionales. “Había algo mágico en esos rayos de Röntgen. Cuando en mayo de 1896 Edison hizo la primera exhibición pública de los rayos X en

La mano del general Julio A. Roca vista a través de los rayos Röntgen. Laboratorio del doctor Miguel Ferreyra, 1899.


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El doctor William J. Morton, en colaboración con el ingeniero eléctrico Edwin W. Hammer, produjo un aparato de rayos X y un fluoroscopio. En el entusiasmo irradiaron enorme cantidad de objetos como zapatos, llaves e, incluso, un bebé completo. Filadelfia, 1896.


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Nueva York, miles de personas hicieron cola para interponer sus manos o sus piernas en el haz de rayos y ver cómo la sombra de sus huesos se dibujaba en la pantalla fluorescente”, escribieron los divulgadores argentinos Leonardo Moledo y Máximo Rudelli en Dioses y demonios en el átomo: de los rayos X a la bomba atómica. Como en el caso de la radiactividad, pasaría un tiempo de fascinación, luego el peligro, la alarma y la decisión de dejar estos rayos misteriosos circunscriptos al lugar donde mejor funcionaban y menos daño hacían. Las palabras, como los rayos X, atraviesan cualquier cosa, si uno las emplea bien. Aldous Huxley, Un mundo feliz.

Antibióticos: hongos contra bacterias

Alexander Fleming. Primer plano de moho y esporas de Penicillium (der.).

Suele estudiarse el papel de la casualidad o el azar en la ciencia. Pero tal vez sea más apropiado hablar de personas atentas a hechos azarosos que les permitirán hacer grandes descubrimientos. Probablemente, el caso más emblemático sea el de Alexander Fleming (1881-1955). Es el héroe de los antibióticos porque tuvo suerte, pero también porque estaba buscando de algún modo lo que encontró por azar. Es posible que otro investigador al ver una placa de Petri (el disco de vidrio con tapa que se utiliza en el laboratorio, por ejemplo, para el cultivo de bacterias) cubierta de moho la hubiera desechado y empezado de nuevo, descartando en el cesto de la basura lo que le abriría las puertas a la posteridad. Fleming hacía cultivos de bacterias y por descuido una de sus placas no quedó bien cerrada. Al retomar su trabajo al día siguiente, advirtió que la cápsula estaba cubierta de bacterias… salvo en el sitio ocupado por un moho, un involuntario cultivo de hongos. Fue allí cuando se produjo su momento Eureka: se preguntó si había “algo” en ese moho que resultaba mortal para


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los estafilococos. El propio Fleming admitió que “posiblemente esto les haya pasado a otros bacteriólogos y simplemente descartaron la muestra, pero a mí me interesó y seguí con las investigaciones”. Esas investigaciones condujeron a la identificación del género Penicillium, que dio nombre a una serie de medicamentos que salvaron y continúan salvando millones de vidas: la penicilina.

Trasplante de órganos: recibir al intruso Las quimeras, los centauros, los minotauros y otros animales de la mitología griega estaban conformados por partes de la especie propia y agregados de otras, caballos, serpientes, perros. Aquello que parecía magia, de alguna forma se haría realidad con los trasplantes. Pese a que los injertos de piel se practicaron en diversas civilizaciones (india, china, egipcia), el primer órgano trasplantado con éxito fue el riñón, en 1954; hígado y páncreas, así como corazón, hacia el final de la década de 1960; pulmones e intestinos se trasplantan desde los años ochenta. El primer trasplante de rostro se hizo durante la primera década del siglo XXI y causó conmoción. La paciente, llamada Isabelle Dinoire, aparecería en las tapas de diarios de todo el mundo. Retirar un órgano del cuerpo y colocar otro en su lugar es un procedimiento complejísimo. Entre los múltiples desafíos está evitar el rechazo del sistema inmunológico del receptor, que toma al nuevo órgano como un invasor y gatilla una respuesta inmediata. La palabra clave es “inmunosupresión”. Y si eso sucede entre órganos humanos, el desafío se multiplica cuando, como ocurre en la actualidad para aliviar las largas listas de espera, se intenta lograr el xenotrasplante, es decir, obtener órganos de animales “humanizados”, como en las experiencias realizadas con cerdos.

AQUÍ, EL FUTURO Estructura del ADN: una hélice, millones de helicópteros Otro hito histórico entre las innovaciones que comentan el camino hacia el futuro de la medicina y del cuidado de la salud es la decodificación de la estructura del ADN. El paper, publicado en abril de 1953 en la revista Nature, es tan breve que cuesta creer que haya tenido tanta repercusión y que haya sido el resultado de innumerables investigaciones, conjuras y conspiraciones. La trama del descubrimiento del Santo Grial de la genética surgió del trabajo de decenas de investigadores que fallaron a la hora dilucidar “el lenguaje” de la vida. Dos de ellos se llevaron la mayor parte del crédito, James Watson y Francis Crick. Pero también fue clave la cristalógrafa Rosalind Franklin, cuyas imágenes extraordinariamente precisas fueron vitales para llegar a la meta. Un par de páginas de un paper, ese par de páginas, fueron las que develaron lo que Gregor Mendel (el fraile agustino que desentrañó las leyes de la herencia) no sabía y Charles Darwin ni siquiera había imaginado: el alfabeto de la vida se deletreaba en forma helicoidal. Esa molécula −mínima− portaba

Christiaan Barnard, el médico sudafricano que realizó por primera vez en el mundo un trasplante de corazón. Foto obtenida durante su visita a Buenos Aires, 1968.


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la información con las instrucciones para crear organismos, repararlos, reproducirlos. Nada menos. Un código que quizás podía modificarse. La revolución que supuso el trabajo de Watson-Crick y Maurice Wilkins (que recibieron el Nobel en 1962) y Franklin tiene consecuencias en áreas como la medicina de precisión, las nuevas vacunas y hasta la terapia génica.

Otros investigadores estaban detrás de la estructura del ADN. Entre ellos el ya Premio Nobel Linus Pauling. Estuvo cerca, pero se equivocó al sugerir una triple hélice. Siddhartha Mukherjee cuenta qué fue lo siguiente que pasó (en El gen. Una historia personal): “Watson supo enseguida que la estructura (de Pauling) no funcionaría; era energéticamente inestable. Un colega de Pauling escribiría más tarde: ‘Si esa fuera la estructura del ADN, explotaría’. ‘El adefesio −como lo llamó Watson− era demasiado poco creíble para mantenerlo en secreto más de cinco minutos’. Corrió a enseñarle la estructura de Pauling a un amigo químico del laboratorio vecino y acordó que ‘el gigante (Pauling) había olvidado la química elemental aprendida en la universidad’. Watson se lo contó a Crick, y ambos se fueron al Eagle, su pub favorito, a celebrar el fracaso de Pauling con unos tragos de whisky”.

CRISPR, una revolución en la edición genética

La secuenciación del ADN y el análisis de huellas dactilares permiten detectar diferencias individuales entre las personas. Esto es importante a los fines de investigación y forenses.

Hay descubrimientos cuya trascendencia tarda décadas en advertirse. Es lo que ocurrió con las Leyes de Mendel, que fueron descubiertas a 40 años de su publicación. Son pocos los que encienden una revolución casi de inmediato. Pero esto es precisamente lo que sucedió con la técnica para “cortar y pegar genes”, conocida por sus siglas CRISPR-Cas9, un mecanismo de la naturaleza por el cual se corrigen y modifican secuencias de ADN. A principios de los años noventa, el español Francisco Mojica la estudió, pero casi como una curiosidad de la naturaleza. Fueron la estadounidense Jennifer Doudna y la francesa Emmanuelle Charpentier quienes la transformaron en algo simple y eficaz, que virtualmente se puede usar en cualquier laboratorio del mundo. Las “tijeras genéticas” permiten modificar genes de forma muy precisa y rápida. Se pueden utilizar en cualquier tipo de organismo, ya permitió obtener minicerdos que pesan seis veces menos que los normales, otros supermusculosos; monos, cabras, mariposas, ratones de laboratorio y perros con caracteres introducidos en el laboratorio. Es justamente en esta posibilidad de aplicación casi universal donde radican sus mayores virtudes y riesgos. Fue considerada el avance científico de 2016 por la revista Science, e inquietan los aspectos éticos de su aplicación en humanos. Sin embargo, esta historia que recorrimos a vuelo de pájaro no podría haberse escrito sin la tarea de los gigantes sobre cuyos hombros se pararán quienes, más alto, verán más lejos.


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Queremos sugerir una estructura para el ácido desoxirribonucleico (ADN). Esta estructura tiene una característica novedosa que resulta de considerable interés biológico. Así comienza el paper de Watson y Crick publicado en Nature (1953) bajo el aséptico título de “Estructura molecular de los ácidos nucleicos”.

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James Watson (izq.) y Francis Crick con su modelo de parte de una molécula de ADN. Laboratorio Cavendish, Universidad de Cambridge, mayo de 1953.


REVOLUCIONARIOS DE LA SALUD

Ricardo Finochietto (1882-1962), considerado el “maestro de la cirugía argentina” fue un gran revolucionario de la salud. Hijo de inmigrantes genoveses, escribió unos trescientos ensayos. Con técnicas y modificaciones sustanciales de procedimientos hizo aportes incomparables al progreso quirúrgico en el país.


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a medicina argentina puede jactarse con toda justicia de una importante lista de logros: escuelas y universidades de prestigio, premios Nobel, una tradición fuerte en prevención, en tratamientos de avanzada y en investigación. Es decir, aportes de primera línea reconocidos en el plano internacional. Pero ese listado hubiera sido impensable sin el esfuerzo de hombres y mujeres que trabajaron sin desmayo y, en muchos casos, en forma absolutamente altruista. Incluye los nombres: Saturnino Segurola (1776-1854), que creó el primer vacunatorio público; Francisco Javier Muñiz (1795-1871), pionero de la epidemiología y voluntario durante la epidemia de fiebre amarilla que asoló Buenos Aires en 1871, y se llevó su propia vida; Alberto Peralta Ramos (1880-1954), que a principios del siglo XX impulsó el Instituto de Maternidad en terrenos del actual Hospital Rivadavia; Ángel Roffo (1881-1947), uno de los primeros científicos que demostró el vínculo entre el tabaquismo y el cáncer; y Emilio Coni (1886-1943), a quien se considera el creador de la demografía argentina y se le debe la existencia del Hospital Tornú, destinado en su origen a la internación de pacientes con tuberculosis. La que sigue, como toda selección, no carecerá de ausentes. No obstante, sirve para ilustrar la complejidad y amplitud del trabajo de los profesionales argentinos. En ella, se encuentran desde pioneros del sanitarismo, mujeres de avanzada en un ámbito académico que a lo largo de gran parte de la historia les fue vedado, investigadores que se abocaron a trabajar en enfermedades olvidadas, en vacunación y salud cardíaca, y en la actualidad, figuras de referencia mundial en inmunología y sus terapias derivadas, un camino que empezó a alumbrar César Milstein. Esta tradición de excelencia explica el protagonismo de decenas de médicos y científicos argentinos en los ámbitos más diversos de la investigación de frontera, desde la terapia génica (por ejemplo, con la técnica CRISPR-CAS9) a la inteligencia artificial, pasando por la clonación y la investigación en xenotrasplantes.

LA PIONERA QUE ABRIÓ CAMINOS En el relato bíblico, la primera mujer fue Eva. En la medicina argentina, se llamó Cecilia. Más precisamente, Cecilia Grierson. Se graduó en la Facultad de Medicina y tenía 29 años cuando se transformó en la primera médica en egresar de la Universidad de Buenos Aires, el 2 de julio de 1889. Dos años antes lo había hecho Eloísa Díaz, de la Universidad de Chile, probablemente la primera médica en América Latina; en Estados Unidos fue la británica Elizabeth Blackwell, en 1857. Cecilia Grierson (1859-1934) ingresó a la universidad a los 23 años; antes había ejercido una profesión por entonces más habitual para las señoritas:

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Cecilia Grierson, primera médica en graduarse en la Facultad de Medicina de Buenos Aires y figura destacada del feminismo argentino.

era maestra. Se cuenta que fue la muerte de una amiga lo que la impulsó a iniciar la carrera, pero es posible que su deseo precediera esa pena. Lo cierto es que, mientras cursaba sus estudios, en 1886, tuvo que actuar ante un duro brote de cólera en Buenos Aires. Según ella misma explicó, se dio cuenta de algo que mucho tiempo después corroborarían papers y artículos científicos: la importancia que tiene el trato cercano con los pacientes. Así fue como luego fundaría la Escuela de Enfermeras del Círculo Médico Argentino. A esta le seguiría la creación de la Asociación Médica Argentina y, más tarde, la Sociedad Argentina de Primeros Auxilios y la Asociación Obstétrica Nacional de Parteras. Se graduó como cirujana, pero no pudo practicar operación alguna: las mujeres, por más doctas que fueran, tenían prohibido intervenir quirúrgicamente a otros humanos; sí pudo sumarse a la práctica de la ginecología y la obstetricia. Pero no dejó de luchar por más derechos, junto con otras heroínas como Elvira Rawson (la segunda mujer en obtener el título), Julieta Lanteri y Alicia Moreau de Justo (también médicas). Dos homenajes singulares a casi nueve décadas de su muerte la volvieron a colocar en las páginas de noticias. Junto con Ramón Carrillo comparte un lugar en el billete de $2000, y el grupo de desarrollo de vacunas de la Universidad Nacional de San Martín y el Laboratorio Pablo Cassará la eligió para identificar su fórmula preventiva contra el covid, a la que bautizó “Arvac-Cecilia Grierson”. Y fue justamente, otra mujer, líder de un grupo de investigadoras, Juliana Cassataro, quien decidió este homenaje. Cassataro también persigue un hito para la ciencia y la medicina nacionales: una vacuna enteramente desarrollada en el país.

EL EXPLORADOR DE LAS VACUNAS Nuevos enfermeros. Doctora Cecilia Grierson junto a sus alumnos, 1910.

Durante la pandemia de covid-19, en la búsqueda desesperada de algún tratamiento, se intentó recurrir a una antigua idea que ya había resultado exitosa: la del suero o plasma de convalecientes. A partir de un principio


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teórico emparentado con el de la inmunización, se buscaba generar inmunidad pasiva transfundiendo al paciente directamente los anticuerpos generados por otra persona que ya había atravesado la infección. Más allá de los resultados controvertidos acerca de la efectividad de este tipo de suero contra el SARS-CoV-2, es interesante notar que quien desarrolló científicamente esta terapia fue el argentino Julio Maiztegui (1931-1993). Maiztegui estudió la fiebre hemorrágica argentina durante la década de 1970. También conocida como “mal de los rastrojos”, se trata de una virosis transmitida por un roedor en la zona central del país que daña a los trabajadores de campo expuestos a su contacto directo o a través de sus heces. Como aparentemente era un problema local, tuvieron que ser investigadores argentinos quienes se hicieran cargo. Ya en 1958, un equipo de la Universidad de Buenos Aires encabezado por Armando Parodi había encontrado cuál era el virus, al que bautizaron “virus Junín”. Pero, pese a haberlo intentado, no lograron una vacuna. Nacido en Bahía Blanca, Maiztegui había profundizado sus estudios sobre enfermedades infecciosas y salud pública en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, y regresó al país en 1965. Muy pronto se interesó por este problema y se unió como jefe de equipo al Centro de Estudios de la Fiebre Hemorrágica de Pergamino, dependiente del Ministerio de Salud de la Nación. Allí pudo seguir de cerca el brote, hablar con pacientes y con los médicos que los trataban. Cuando Maiztegui llegó, ya se empleaba el plasma de convalecientes, pero de forma empírica, un tanto imprecisa. Creyó que la idea podía funcionar y realizó una investigación retrospectiva. Una vez que reunió todos los datos, con ensayos doble ciego, los publicó en The Lancet, la célebre revista británica, el 8 de diciembre de 1979, bajo el título “Eficacia del plasma inmune en el tratamiento de la fiebre hemorrágica argentina, y la asociación entre el tratamiento y el síndrome neurológico tardío”. Así estableció un protocolo que mostró números asombrosos: la mortalidad pasó del 30% al 3%; además, creó bancos de plasma en la zona afectada por el virus. Como Malbrán, Maiztegui tiene un instituto con su nombre. El lugar donde llegó a estos resultados en Pergamino y del que fue director hasta su muerte, en 1993, el Instituto Nacional de Estudios sobre Virosis Hemorrágicas se transformó, en 1994, en el Instituto Maiztegui. Se había enfocado en la atención primaria de la salud. Como también lo hizo alguien antes que él, con otra enfermedad típicamente argentina.

EL NORTE DEL BACTERIÓLOGO Salvador, nombre particularmente indicado para un médico. ¿Apellido? Mazza. Hoy, está asociado al del brasileño Carlos Chagas, con quien tuvo un fructífero intercambio científico, y al síndrome que estudiaron. Se lo conoce como Enfermedad de Chagas-Mazza. Salvador Mazza (1886-1946) se formó como bacteriólogo, y siempre se había enfocado en la higiene (como se decía entonces) y la prevención. Había

Julio Maiztegui.

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Caricatura de Salvador Mazza, titular de la Cátedra de Bacteriología de la Facultad de Medicina de Buenos Aires, 1920.

conocido al médico brasileño en 1918, quien le había advertido que la enfermedad, provocada por un parásito (Trypanosoma cruzi) y transmitida por la vinchuca, desnudaba también los problemas sociales, la carencia de buena alimentación y las viviendas paupérrimas, con techos de paja. Mazza asumió el desafío y decidió enfrentarlo. Completó las investigaciones de su colega y agregó las propias in situ. Viajó por el norte argentino, donde la vinchuca es endémica, y fue famosa su Misión de Estudios de Patología Regional Argentina (MEPRA, dependiente de la UBA y creada en 1928), que incluía un vagón de tren en el que funcionaba su laboratorio y a bordo del cual también llegó a países vecinos que compartían la enfermedad. Un poco como Pasteur, a quien no le creían que las enfermedades fuesen causadas por microorganismos, a Mazza le costó convencer a sus colegas de que era un parásito el que generaba las enfermedades cardíacas cuyos síntomas sí eran evidentes. Es más: también se le deben a Mazza y a MEPRA los primeros lotes de antibióticos producidos en el país, luego de su contacto con el mismísimo Alexander Fleming, que lo asesoró y le dio su visto bueno. Falleció a los 60 años por una afección cardíaca (no hay evidencia de que fuera por el parásito), en México, donde viajó con el objetivo de asistir a un congreso. Una de las ciudades más norteñas de la Argentina, a 400 km de Salta, lleva su nombre.

LUIS AGOTE Y LA TRANSFUSIÓN SANGUÍNEA La “Gran Guerra” (llamada luego Primera Guerra Mundial) llevaba tres meses y medio de iniciada, el 1° de agosto de 1914, luego de que el 28 de junio fuera asesinado el archiduque Francisco Fernando de Austria-Hungría. Como ocurrió a lo largo de la historia, los enfrentamientos también son motor de avances tecnológicos y médicos. En este caso, por ejemplo, uno de los problemas que se suscitaban en los campos de batalla era la necesidad de transfundir sangre sin la asistencia personal de un donante: hasta entonces las transfusiones se hacían entre donante y receptor presentes porque, como se fue aprendiendo desde las primeras temerarias transfusiones de Richard Lower, era la forma de evitar la coagulación. Ese fue el impedimento que ayudó a superar Luis Agote (1868-1954), médico porteño, ese noviembre de 1914 cuando convocó a expertos y a la prensa para exponer su idea. Usó como anticoagulante citrato de sodio, una sal derivada del ácido cítrico, luego de probar otros métodos más físicos que químicos (temperaturas diferentes o recipientes especiales, por ejemplo). Buscaba un compuesto que no alterara la sangre ni fuera tóxico para la persona que la recibiera; por eso Agote hizo numerosos ensayos en animales antes de ponerlo a prueba en humanos. Como Milstein medio siglo más tarde, el médico argentino no obtendría ningún beneficio monetario por su desarrollo. Es más, hasta temió que lo privaran del honor que implicó su avance.


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La controversia por la primacía Saber quién fue primero en llegar a una meta en ciencia suele involucrar algo más que un interés histórico; con frecuencia hay en juego patentes, prioridades de uso y otros asuntos que poco tienen que ver con la búsqueda de conocimiento. En el caso del empleo de compuestos para que la sangre se mantenga apta para transfusiones, podemos mencionar tres competidores: además de Agote, el belga Albert Hustin, que habría utilizado un compuesto de citrato de sodio en abril de 1914, y el germanoestadounidense Richard Lewisohn, en 1915, cuya relativa demora aparentemente lo llevó a obtener la concentración de citrato óptima. Aunque ni Agote ni sus colegas europeos reclamaron patentes, y existe incertidumbre acerca de la cronología, hoy en el mundo se lo considera una de las figuras claves para el desarrollo de la técnica.

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Luis Agote (1954).

Primera transfusión efectuada en el mundo empleando citrato de sodio, por el método de Luis Agote, Hospital Rawson, Buenos Aires, 9 de noviembre de 1914. Fotografía donada por Luis Agote al Archivo Gráfico de la Biblioteca de la Facultad de Ciencias Médicas.

LOS SANITARISTAS QUE HICIERON ESCUELA La mención de los grandes médicos argentinos preocupados por la salud pública no estaría completa si no se incluyera a otros dos próceres: Carlos Gregorio Malbrán y Ramón Carrillo, que apenas se solaparon en el tiempo y de algún modo se complementaron. Malbrán (1862-1940), nacido en Catamarca (fue senador por la provincia desde 1910 a 1919), trabajó incesantemente en la ciudad de Buenos Aires, donde había estudiado, para difundir la salud pública y la prevención, en la redacción de leyes sobre vacunación, malaria y reglamentos para la venta de drogas en las farmacias. Uno de sus primeros trabajos lo realizó en Mendoza y fue sobre el cólera.


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Carlos Malbrán. Caricatura de Aurelio Giménez, Caras y Caretas, septiembre 1900. Con la siguiente leyenda: “Como es de las bacterias destructoras el más fiero adversario, se le encuentra soñando a todas horas con las fumigadoras y el cordón sanitario”.

Como había tenido la oportunidad de viajar a Europa y ponerse en contacto con la medicina del Viejo Continente, al regresar se transformó en defensor de las “ideas extravagantes” de Pasteur, sobre organismos microscópicos (virus y bacterias) causantes de enfermedades. También creó un depósito de vacunas en 1916, en el entonces Instituto de Bacteriología, todo un logro para la época. Hoy, modificado y ampliado en su concepción y fundamentos, es la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS-Malbrán), un centro de referencia para toda América Latina. Ramón Carrillo (1906-1956), por su parte, tuvo como objetivo llevar la salud pública a la mayor cantidad de gente posible en una época en que vastos sectores de la población se encontraban en situación de vulnerabilidad. Como Mazza, Carrillo nació en una provincia, en este caso, Santiago del Estero, y murió en el exterior, Belem do Pará (Brasil). Fue el primer ministro de Salud del país (en 1946), y eso solo le valdría un lugar en la historia, pero su aporte no termina allí. Graduado como neurocirujano, cuentan las crónicas que su perspectiva −nos referimos a su conversión de investigador a sanitarista− cambió al ejercer en el Servicio de Neurología del Hospital Militar Central: al ver las historias clínicas de los enrolados para el servicio militar, entendió la dura realidad de las enfermedades relacionadas con la pobreza. Fue por eso que desde el ministerio se dedicó a aumentar la cantidad de camas y hospitales de todo el país (unos quinientos centros solo hasta 1952), promovió la medicina preventiva, organizó campañas masivas de vacunación e implementó su obligatoriedad para los escolares y creó la primera fábrica nacional de medicamentos, entre muchas otras medidas. En dos años, se logró erradicar la malaria, reducir los casos de sífilis y tuberculosis, y disminuir a la mitad la mortalidad infantil. Su gestión como funcionario es difícil de igualar. Dejó el gobierno y se exilió en 1954. Moriría dos años después, en Brasil, pero su legado fue reivindicado luego por distintos gobiernos. El 2006, cincuentenario de su fallecimiento, se declaró “Año de homenaje a Ramón Carrillo”. Mientras los médicos sigamos viendo enfermedades y olvidemos al enfermo

Conferencia de Ramón Carrillo. Cátedra del doctor Igarzabal, 1 de febrero de 1947.

como una unidad biológica, psicológica y social, seremos simples zapateros remendones de la personalidad humana. Ramón Carrillo


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DE BUENOS AIRES A ESTOCOLMO Si Grierson fue la primera mujer, Bernardo Houssay (1887-1971) fue el primer hombre. No por haberse convertido en el primer médico, sino por haber sido un visionario que no solo investigó hasta merecer el primer premio Nobel en ciencia otorgado a un argentino, sino porque contribuiría a crear la columna vertebral de la investigación argentina: el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (el Conicet) donde hoy trabajan y se forman sus más de 20.000 integrantes. Houssay fue galardonado por sus estudios acerca de cómo el organismo regula la cantidad de azúcar disponible en la sangre; así, en 1947, se transformó también en el primer latinoamericano en recibir el Nobel en ciencias. Pero además formó a decenas de discípulos, fundó sociedades científicas y revistas especializadas, y promovió la creación en el país de los aparatos con los que se investigaría. Uno de sus discípulos fue nada menos que Luis Federico Leloir (19061987), que trabajó en la transformación del azúcar en hidratos de carbono, más fáciles de disponer para la maquinaria celular. Además de Houssay, Leloir ya se había codeado con otros científicos de élite en Estados Unidos, como Carl y Gerty Cori, también integrantes del “club” Nobel. Su talento le permitió trabajar a pesar de las modestas condiciones que le brindaba el país. Tuvo el apoyo del recientemente creado Conicet, y de fundaciones estadounidenses y argentinas. De hecho, el Instituto Campomar, hoy Fundación Instituto Leloir, se creó con aportes de compañías privadas. “A Leloir que era médico le dieron el Nobel de Química y a mí, que soy químico, me dieron el de Medicina”, solía bromear el también bahiense César Milstein (1927-2002). Pero lo cierto es que −más allá de la humorada− su caso es un poco más agridulce. Si bien se formó en el país y claramente se sentía argentino, en el Reino Unido lo cuentan como un Nobel inglés,

Medalla de oro del Premio Nobel con el retrato de Alfred Nobel (anverso). El diseño estuvo a cargo de Erik Lindberg y la acuñación fue realizada por la Casa Real de la Moneda de Suecia.

Bernardo Houssay, profesor de Fisiología, Facultad de Ciencias Médicas, 1928; Federico Leloir trabajando en su laboratorio de la Fundación Campomar de Vuelta de Obligado, 1960; y César Milstein, en el Instituto Malbrán, marzo de 1986.


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porque allí hizo casi todo su trabajo. Había pasado por Cambridge gracias a una beca, pero tenía toda la intención de completar su labor en la Argentina. De hecho, había formado su equipo y laboratorio, hasta que la violencia política de la década de 1960 hizo que volviera allí y ya nunca regresara. La ciencia no tiene patria, pero el hombre de ciencia la tiene. Los países ricos lo son porque dedican dinero al desarrollo científicotecnológico y los países pobres lo siguen siendo porque no lo hacen. La ciencia no es cara, cara es la ignorancia. Bernardo Houssay

TODO UN SIGLO DE CIENCIA MÉDICA

Eugenia Sacerdote de Lustig leyendo en su hogar, 1998.

La biografía de Eugenia Sacerdote de Lustig (1910-2011) bien podría servir como un resumen del siglo XX. Tuvo que hacerse fuerte para que la dejaran estudiar por su condición de mujer, sufrió la persecución en Europa por ser judía, llegó a Sudamérica y se abrió paso entre muchas dificultades. Fue un prodigio de vitalidad: bien entrados los 90 años seguía yendo a su laboratorio y supervisando trabajos, hasta que quedó ciega. Había nacido en Turín, el norte de una Italia que iba a ser castigada por las guerras del siglo, de donde debió emigrar por las leyes racistas que de un día para el otro le quitaron la nacionalidad. Entre los logros que narraba con modestia, se incluye haber introducido en el país los cultivos con células, un avance notable para los laboratoristas. Trabajó en el brote de poliomielitis de 1950, e inició la investigación oncológica en el país, en lo que luego sería el Instituto de Oncología del Hospital Ángel H. Roffo. Nunca sobraron los recursos. Solía contar que como no le proveían suero, decidió extraerlo ella misma de gallinas que compraba en el Once con ayuda de un empleado de limpieza (a quien luego le regalaba el animal para su consumo). Luego de ver la efectividad de la vacuna antipoliomielítica de Salk en un viaje por Estados Unidos y Canadá, fue clave para que se aplicara en la Argentina. Según un libro publicado poco antes de morir tuvo que convencer al ministro de ese momento para que la dejara aplicársela en sí misma. “Así demostraba que seguía viva a pesar de haber estado en contacto durante más de seis meses de manera constante con el virus”, explicó. Vacunó en el Malbrán a los primeros argentinos y argentinas y, para dar más confianza, anunció públicamente que sus hijos habían recibido dosis. En todo esbozo biográfico de Sacerdote de Lustig no puede faltar una referencia a su prima, con la que compartió estudios en Turín antes de que los avatares de la guerra las separaran: mientras ella con su marido vinieron a la Argentina, a Rita Levi-Montalcini le tocó emigrar a Estados Unidos, donde también hizo una carrera formidable. En 1986, recibió el Nobel de Medicina por haber descubierto el primer factor de crecimiento neuronal.


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El Correo Argentino lanzó los sellos postales “Dr. René G. Favaloro - Pionero Mundial del Bypass Coronario”, en homenaje al 40 aniversario de la fundación que lleva su nombre.

EL DIFERENTE Le gustaba que creyeran que era pampeano. Había trabajado entre 1950 y 1962 como médico rural en Jacinto Arauz, un pueblo de menos de 3.000 habitantes, y de allí había quedado establecida la asociación pese a haber nacido en el barrio El Mondongo, en La Plata. René Favaloro (1923-2000) se haría mundialmente famoso por el desarrollo de la técnica del bypass cardíaco (o cirugía de revascularización miocárdica), la cual pudo generar porque, tras el paso por La Pampa, completó su formación en la Clínica Cleveland (Estados Unidos). Pero antes había sido también un sanitarista, un médico dedicado por entero a la atención primaria que debía enfrentarse con las necesidades de un pueblo rural. Un lustro después de dejar Jacinto Arauz, el 9 de mayo de 1967, se consagró al operar con éxito a una mujer de 51 años con su novedoso bypass. Tenía 43 años cuando revolucionó el tratamiento de la enfermedad cardíaca. Según la Fundación que lleva su nombre, en la actualidad “se realizan anualmente entre 600.000 y 700.000 cirugías de este tipo solamente en Estados Unidos”. En 1971, Favaloro volvió al país con la intención de generar un centro como la Cleveland, que combinara atención, con investigación y educación. A ese esfuerzo le dedicaría “el último tercio” de su vida, según escribió en uno de sus libros (De La Pampa a los Estados Unidos). Sabía que no sería fácil, pero creó la Fundación en 1975 y la Universidad en 1998, con carreras de medicina e ingenierías. Su final trágico es conocido: decidió poner fin a su vida el 29 de julio de 2000, según confesó, agobiado por la crisis económica y la falta de ayuda, desidia o corrupción de las autoridades sanitarias de entonces. No obstante, su obra perdura en los corazones de cientos de miles de personas. En cada acto médico debe estar presente el respeto por el paciente y los conceptos éticos y morales; entonces la ciencia y la conciencia estarán siempre del mismo lado, del lado de la humanidad. René Favaloro


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A 100 años del nacimiento de René Favaloro, sobre una de las paredes laterales de la Fundación, un inmenso mural hiperrealista que le rinde homenaje. Realizado con aerosoles por el artista Maximiliano Bagnasco, 12 m x 22 m, 2023.


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EN LA FRONTERA Entre muchos terrenos en los que se abre la medicina del futuro, hay uno en particular que es promisorio y en el que la Argentina tiene exponentes brillantes, como lo fue Milstein: la inmunología. Y hoy, por lo menos dos argentinos se destacan en la investigación y podrían revolucionar su campo. Una es Eliane Piaggio que egresó como bioquímica de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario y desde 2001 trabaja en París, donde actualmente dirige un laboratorio de inmunoterapia traslacional en el Instituto Curie. Su especialidad, por la que recibió numerosos premios, es la búsqueda de biomarcadores y el desarrollo de terapias contra el cáncer. En particular, una de sus líneas de investigación se enfoca en ciertos cánceres pediátricos agresivos. Busca lograr, mediante la estimulación de ciertos mecanismos, que el sistema inmunológico perciba los tumores como entes extraños y los ataque, partiendo del trabajo de Milstein y sus anticuerpos monoclonales. Otra figura de relieve internacional que intenta trasladar a los pacientes las investigaciones básicas que realizó a lo largo de las tres últimas décadas es el bioquímico cordobés Gabriel Rabinovich, que trabaja en el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME) del Conicet, e identificó y caracterizó una proteína −la Galectina I− central para la evasión del sistema inmune por parte de los tumores y que también cumple una función crítica en las enfermedades autoinmunes. Una suerte de Dr. Jekyll y Mr. Hyde que podría ser la llave para tratamientos exitosos de estas enfermedades. Rabinovich en 2023 fundó, junto a colegas, la empresa Galtec con la intención de trasladar las investigaciones de ciencia básica a terapéuticas concretas; esto es, que pacientes puedan beneficiarse del resultado de los trabajos iniciados en la década de 1990. Si todo sale como planean, en un par de años podrán comenzar los ensayos clínicos. Galtec funciona en el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME), perteneciente al Conicet, y está ubicado en el barrio de Belgrano. Así, el legado de Cecilia y Bernardo sigue a buen resguardo, y se renueva con vitalidad, en los mencionados y otros hombres y mujeres argentinos comprometidos que trabajan y dirigen equipos de profesionales en centros de alta investigación científica, tanto en nuestro país y como en el mundo; es posible que de sus manos provengan las futuras revoluciones en salud. Eliane Piaggio en el laboratorio del Instituto Curie, París. Espacio del Conicet en Tecnópolis, provincia de Buenos Aires.

Es verdad que en la ciencia no hay caminos reales; que la investigación se abre camino en la selva de los hechos, y que los científicos sobresalientes elaboran su propio estilo de pesquisas. Mario Bunge


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Gabriel Rabinovich, líder y asesor científico de Galtec e investigador del Conicet en el IBYME.

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EL FUTURO DE LA PREVENCIÓN

La mejor intervención médica es la que no se hace, o se hace de manera tan sutil que modifica, por ejemplo, estilos de vida que pueden derivar en enfermedades (Gabriel Sainz, El ángelus de La Payunia, acrílico sobre tela, 40 cm x 70 cm, detalle).


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os avances en el conocimiento llevaron, entre otras cosas, a un aumento notable en la expectativa de vida humana. A principios del siglo XIX, ninguna población del mundo vivía, en promedio, más de cuatro décadas. Casi la mitad de los chicos fallecía antes de llegar a la adultez. En los siguientes 150 años, ese lapso se duplicó: en los países desarrollados la esperanza de vida al nacer es hoy de alrededor de 80 años. Pero si bien se agregaron años a la vida, no se sumó en la misma medida vida a los años. El desafío por delante es no solo vivir más, sino también, vivir mejor. Por eso, médicos y sanitaristas coinciden en que la estrategia más efectiva es que la enfermedad no suceda. Porque cuando se presenta, se pone en marcha una maquinaria de gastos (económicos, personales, sociales, familiares) que quebrantan la calidad de vida de los individuos y la comunidad. No hace falta ser un experto en economía de la salud para comprender que las cuentas dan en rojo: las enfermedades, sobre todo las enfermedades crónicas, son onerosas para las personas y para los sistemas de salud. Esto explica por qué gran parte de la epidemiología se centra en el estudio de acciones, a veces, pequeñas, cotidianas, y otras que requieren cambios estructurales en estilos de vida. La lista de buenas prácticas es larga. Lavado frecuente de manos, ventilación de ambientes, barbijos y camisolines de uso único en hospitales, cuidado de la higiene urbana, protector solar para evitar el cáncer de piel y, por supuesto, preservativos para evitar enfermedades de transmisión sexual, no solo el VIH-sida. Y luego, las que tienen que ver con decisiones de los gobiernos; algunas con mucha historia, como los sistemas de agua potable y las redes cloacales. Otras más novedosas, inspiradas por el cambio climático: por ejemplo, plantar árboles en las ciudades para reducir los daños crecientes de las olas de calor y los efectos de la isla de cemento. Las proyecciones futuristas conciben incluso que llegará un día en el que se manipulará el ADN, una decisión controversial, pero que ya está al alcance de las capacidades científico-tecnológicas humanas. A trazos gruesos, se podría decir que hay dos tipos de prevención: la que depende de desarrollos tecnológicos y la que tiene que ver con cambios de conducta. Son, a menudo, esos “empujoncitos” (nudges, en inglés) los que tanto ayudan a mejorar la vida cotidiana, según el investigador estadounidense Richard Thaler, galardonado con el Premio Nobel de Economía 2017, justamente por esta teoría. Seamos bienvenidos al reino de la prevención…

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MEJOR QUE CURAR La epidemia de obesidad es un desafío crucial para la salud pública. Algunos datos: desde 1975, el exceso de peso se triplicó en todo el mundo y hoy lo padecen más de 1.900 millones de adultos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), que agrega que esta situación genera más muertes que el déficit nutricional. Junto con la obesidad, se disparan los casos de diabetes: también según estimaciones de la OMS, en 2050 la padecerán 1.300 millones de personas. Por eso, en la actualidad incentivar la actividad física parece una prioridad a la vez que un intento de control sobre los daños que ocasionan los cambios en la forma de alimentarnos. En esta dirección va la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable que impulsó el Ministerio de Salud de la Nación y exige informar al consumidor si un comestible contiene exceso de azúcares, de sal, de grasas totales y de grasas saturadas en octógonos negros con letras blancas colocados en el frente de los paquetes. La medida se vio reflejada en las góndolas desde 2023. Si bien se discute si es el sedentarismo el principal factor que incide en la epidemia de obesidad o es apenas corresponsable, no hay dudas sobre los beneficios que genera el llevar una vida activa. Por eso, incluso desde la esfera de la economía se viene planteando la posibilidad de ofrecer incentivos monetarios para promover la actividad física. Fueron los economistas Gary Charness y Uri Gneezy, de la Universidad de California, los que postularon que los beneficios de esta estrategia superarían los costos. Lo que hicieron –y publicaron sus conclusiones en la revista Econometrica–, fue estudiar qué efectos tendría incentivar (con dinero) a estudiantes universitarios para que fueran al gimnasio durante un mes. “Relevaron mejoras en indicadores como peso, medida de la cintura y pulso, que sugieren que la intervención llevó a un incremento neto en la actividad física total, en lugar de generar una sustitución de otras actividades físicas que no eran El comer, asunto cultural por excelencia, se transformó en unas de las claves para tener una buena salud.


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premiadas. Tras estos hallazgos, los economistas recomendaron el uso de intervenciones financieras para la formación de hábitos saludables”, cuenta la periodista de economía Carmen López Imizcoz, en su libro Marathonomics. Es decir, podrían fomentarse buenos hábitos si se ofrecen compensaciones monetarias para estimular la práctica de actividades saludables. Los beneficios de mantener una vida activa no son solo físicos, sino también psicológicos. Un dato que adquiere aún mayor relevancia si se tiene en cuenta que el covid promovió un crecimiento alarmante de casos de los trastornos mentales más prevalentes. Según informó la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la depresión y la ansiedad son la tercera y cuarta causa de discapacidad en la región; el suicidio provoca 100.000 muertes anuales (el 5,5% de la mortalidad total) en América. Este continente figura además en el segundo lugar en el ranking mundial por su consumo de alcohol. A todo esto, hacer ejercicio de manera sostenida es un buen antídoto contra la depresión, mejora la autoestima, baja el estrés y la ansiedad, y favorece el sueño, del que se sabe que ayuda a conservar la integridad de los circuitos neuronales implicados en la memoria y el aprendizaje, fortalece nuestro sistema inmune, colabora en la regulación de los sistemas del hambre y la saciedad, y es antiinflamatorio, con lo que reduce el riesgo de enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer y el Parkinson. La idea de los universitarios incentivados se implementó en algunos sitios. El alcalde de Nueva York entre 2002 y 2013, Michael Bloomberg, propuso una batería de acciones para promover la actividad física. Por ejemplo, puso en práctica medidas para favorecer el uso de escaleras y sumó bicicletas para desplazarse en la ciudad. Ciudadanos sanos son el mayor regalo que cualquier país puede tener. Winston Churchill

Los beneficios del buen dormir Los científicos han descubierto un nuevo tratamiento revolucionario que alarga la vida y mejora la memoria y la creatividad. Incluso hará que te sientas más atractivo. Te mantiene delgado y reduce los antojos; te protege del cáncer y la demencia; te defiende de resfríos y gripes; disminuye el riesgo de ataques cardíacos e infartos, por no mencionar la diabetes. En fin, hará que te sientas más feliz, menos deprimido y menos ansioso. Matthew Walker, Por qué dormimos.

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La ley 27.642, de etiquetado frontal, promueve la alimentación saludable mediante avisos en los envases de los productos.


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EL ARTE DE LA PERSUASIÓN Varios gobiernos tomaron nota de la idea de Richard Thaler de promover buenas decisiones en salud. En 2010, Gran Bretaña creó el Equipo de Conocimiento del Comportamiento (Behavioural Insights Team) no solo para influir en temas de salud, sino también en otras decisiones de los individuos, sin generar leyes u obligaciones. Entre sus éxitos puede anotarse que se sumaron 100.000 donantes de órganos por año. Estos “empujoncitos” pueden ser detalles pequeños, o pequeñísimos, como poner un obstáculo a la hora de pedir un postre (por ejemplo, solicitar una confirmación: “¿Está seguro de que desea agregarlo?”). La tendencia a crear este tipo de entidades también llegó a la Argentina. En 2021, el gobierno nacional creó la Unidad de Ciencias del Comportamiento y Políticas Públicas para regir (ciertas) decisiones, como por ejemplo a la hora de promover el amamantamiento, en línea con las propuestas de la OMS.

Nuestros comportamientos y el covid: más de 30.000 participantes de todo el mundo recopilaron algunas conductas y hábitos que los gobiernos tomaron para comunicar las precauciones de forma más eficaz durante la crisis.

SOMOS LO QUE COMEMOS La idea no es nueva. De hecho, es una de las primeras nociones de salud que aparecen a lo largo del desarrollo de las civilizaciones: dado que la obesidad está asociada con centenares de enfermedades, e incluso con algunos cánceres, huelga decir que comer saludablemente evita gran parte de nuestros trastornos. La pregunta que surge de inmediato es: ¿en qué consiste comer “saludablemente”? Lo cierto es que la respuesta no está del todo clara, pero existen indicios que pueden orientarnos.


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Quizá el programa de alimentación que más sólidas evidencias arroja sobre sus beneficios, especialmente en la salud cardiovascular, es la llamada “dieta mediterránea”. Muchos estudios científicos −entre ellos, uno con más de 35.000 participantes publicado en The British Medical Journal en 2023− certifican que una dosis adecuada de tomate, aceite de oliva, pescados, frutas secas y vegetales varios es efectiva. Otra dieta cuyos resultados son conocidos es la basada en carnes y embutidos, pero en este caso por sus efectos negativos: hay indicios −aunque, para algunos investigadores, no son concluyentes− de que su consumo incrementa algunos tipos de cáncer. Así lo informó en 2015 el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer tras analizar unos 800 casos. Lo mismo sucede con otro de los estudios más difundidos respecto de consumo de alimentos y expectativa de vida. Realizado solo en animales, comprobó que la restricción calórica extiende la vida. Roy Walford fue el investigador de la Universidad de California Los Ángeles que más trabajó en esta idea y estaba convencido de sus resultados. Los ratones que él manipuló y a los que les dio la mitad de las calorías de lo que comían habitualmente vivieron el doble. Llevó tan lejos esa iniciativa que hasta la probó en sí mismo con una dieta de 1600 calorías diarias, un poco menos de la mitad de lo requerido para un hombre de su talla. No obstante, murió a los 79 años de esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Esa restringida evidencia de los beneficios de la dieta reducida no pudo transferirse tampoco a los monos Rhesus. En un estudio publicado en Nature, los que ingirieron un 30% menos de calorías durante 25 años no vivieron más que aquellos que seguían una dieta normal. Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago. Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha.

EL VUELO DE LOS VIRUS La pandemia de covid dejó muchas lecciones. Una de ellas, y no de las menos importantes, fue que la buena ventilación es clave para reducir la transmisión de virus que pueden mantenerse suspendidos en el aire, a veces, durante horas. Lo cual ya había sido estudiado tras el primer brote de SARS en el sudeste asiático, epidemia controlada en 2003. En ese momento se observó la transmisión por gotitas minúsculas de corto y largo alcance, de modo que aumentar la ventilación reduce el riesgo de expansión de virus, sobre todo, de los que por su menor tamaño no “caen” a poca distancia. Esto constituye un factor importante a tener en cuenta en sitios públicos, lugares de trabajo, y en general en todo ambiente cerrado. Este conocimiento no solo debiera promover la práctica de abrir ventanas o puertas, y generar ventilación cruzada, sino también debiera considerarse a la hora del diseño arquitectónico de edificios y normativas urbanas.

La nuez y otros frutos secos son componentes fundamentales de la dieta mediterránea.

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En ese contexto, una de las medidas preventivas que mostró efectividad durante la pandemia fue medir el dióxido de carbono en los ambientes cerrados como indicador indirecto de la calidad del aire y la ventilación. Se observó que cuanto más se habla, se canta o se grita, crece la posibilidad de eyecciones virales. Se fabricaron medidores y comenzaron a comercializarse no solo para su uso en escuelas y universidades, sino también en instituciones geriátricas, oficinas y residencias. Hasta el propio Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos actualizó sus guías de ventilación para prevenir la transmisión de virus en ambientes cerrados: estipuló que deben asegurarse cinco renovaciones de aire por hora y aconsejó emplear ventiladores para facilitarlo. Aunque parezca algo relativamente sencillo, requirió un cambio de mentalidad en médicos y funcionarios que no le adjudicaban tanta importancia a la transmisión aérea. Incluso la OMS se resistió, y solo lo aceptó después de meses de dilación y de una carta detallando las pruebas reunidas firmada por decenas de científicos especialistas en aerosoles (conjuntos de partículas microscópicas que se encuentran en suspensión en un gas, como el aire).

DIAGNÓSTICOS Y TAMIZAJES PRENATALES

Museo de Arte del Coronavirus es un espacio virtual creado en una red social, donde los artistas comparten su visión creativa de la pandemia desde los rincones más remotos del planeta. Se incluyen fotografías, collages, arte digital, dibujos y videos, entre otros formatos.

No cabe duda de que saber si un ser humano tiene un riesgo aumentado de padecer una enfermedad es crucial para tomar medidas precoces y tratar de evitarla o controlarla. Pero si eso ocurre antes del nacimiento, esa chance no tiene precio. Tal es el beneficio inconmensurable de los tamizajes y diagnósticos prenatales. Ya durante el primer trimestre de la gestación, es posible advertir eventuales problemas cardíacos y detectar anomalías cromosómicas, como el Síndrome de Down. Durante el segundo trimestre de embarazo y con ayuda de la ecografía, se buscan malformaciones. Si bien se trata de procedimientos rutinarios, estos chequeos se aplican en especial a mujeres cuyos embarazos son considerados de riesgo, por su edad (que superen los 35 años), o porque sufren padecimientos o enfermedades crónicas, como diabetes o lupus. La prueba de amniocentesis consiste en tomar una muestra de líquido amniótico cercano al bebé para medir proteínas cuyos niveles, si están fuera de ciertos parámetros, indican fibrosis quística, espina bífida o enfermedad de Tay-Sachs (un defecto en el cromosoma 15 que puede ser mortal). Otros problemas de nacimiento que no se pueden detectar durante el embarazo con frecuencia se detectan durante el tamizaje que se realiza en las primeras horas de vida del bebé, como el hipotiroidismo congénito o la fenilcetonuria (incapacidad para descomponer un aminoácido llamado “fenilalanina”).


EL FUTURO DE LA PREVENCIÓN

IN UTERO El osado paso que sigue a los tamizajes prenatales son las intervenciones “in utero”. Y es algo que ya sucede para casos de daño potencial a la vida del bebé; en ocasiones, esta decisión se toma tan temprano como en la semana subor 16 del embarazo, ya que algunos defectos de la concepción, como malformaciones de los pulmones, susceptibles de afectar y comprimir el corazón del feto, solo pueden resolverse mediante una cirugía. Básicamente, son tres las operaciones de este tipo posibles. Cirugía abierta, con anestesia general, en la que se hace una incisión para llegar al útero y luego una incisión en el propio útero para llegar al bebé. Cirugía fetoscópica, en la cual, a la manera de las laparoscópicas, se producen incisiones mínimas que permiten ingresar al útero con una minicámara al final de un tubo de fibra óptica. Y también hay combinaciones de ambas como la técnica que se usa para el diagnóstico de espina bífida, abre la pared abdominal y luego se ingresa con métodos mínimamente invasivos al útero. Por último, una variante conocida como “cirugía en el parto”, que consiste en extraer parcialmente al bebé para desobstruir pulmones o extirpar un tumor. Las primeras intervenciones de este tipo se realizaron en Estados Unidos, durante la década de 1980. El 26 de abril de 1981, en la Universidad de California, San Francisco, Michael Harrison dirigió una operación para corregir “hidronefrosis congénita”, un problema renal que fue subsanado con un catéter removido luego el nacimiento. En la Argentina, el Hospital Universitario Austral −uno de los que más intensamente trabaja en el tema con su programa de cirugía fetal− ya lleva más de 80 operaciones intrauterinas para corregir espina bífida. Con el embarazo mi vientre es tan noble como mi corazón. Gabriela Mistral No bien nacen, los pequeños humanos son objeto de las primeras prácticas preventivas, entre ellas la vacunación.

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PREVENCIÓN TECNO

Relojes inteligentes monitorean varias métricas de salud, incluidos los pasos, la frecuencia cardíaca y la calidad del sueño.

Páncreas. Ilustración de Henry Vandyke Carter, en el libro de Henry Gray, Anatomía del cuerpo humano, 1918.

¿Qué se avizora en el futuro? Sensores subcutáneos, relojes, chips… La interacción del cuerpo humano con dispositivos de silicio ya está generando una revolución también en la prevención de enfermedades y todo lleva a pensar que su uso se hará cada vez más masivo. Biosensores de muchas clases permiten un control instantáneo de las variables corporales. Y ofrecen una notable diferencia con los controles médicos que solo “toman una instantánea” en la consulta: las nuevas tecnologías permiten un relevamiento prolongado en el tiempo, ver la película y no la foto. Es la denominada tecnología “usable” o “portable” (wearable, en inglés), que ofrece un conjunto cada vez más nutrido de alternativas. Se pueden monitorear el sueño, la cantidad de ejercicio, las pulsaciones y la presión sanguínea. En los dispositivos más complejos, incluso se puede establecer una conexión directa entre el artefacto y el médico, como ocurre con los prototipos en desarrollo de páncreas artificial.

El páncreas argentino Poder construir órganos “electrónicos” que reemplacen, aunque sea parcialmente, a los biológicos es una idea con historia y podría cambiarle la vida a millones de personas que padecen diabetes. Ese es precisamente el objetivo de un trabajo de varias instituciones argentinas −ITBA (Instituto Tecnológico de Buenos Aires), Conicet, Hospital Italiano y las universidades nacionales de La Plata y Quilmes: que en 2017 presentaron el ARG (siglas de Automatic Regulation of Glucose, o regulación automática de glucosa), que funciona como una suerte de páncreas artificial. Consiste en un algoritmo que da órdenes de manera automática a un mecanismo que monitorea los niveles de glucosa en la sangre e inyecta automáticamente la cantidad de insulina que la persona necesita en cada momento. Está compuesto por un sensor continuo de glucosa, una bomba de infusión subcutánea de insulina y un teléfono inteligente en el cual se programa el algoritmo diseñado por los investigadores argentinos. Según los científicos, este desarrollo permite que los pacientes no tengan que calcular cuánta comida ingerir, como sí sucede con las bombas de infusión de insulina subcutánea. También existen biosensores que registran niveles sanguíneos de glucosa, de colesterol e incluso de ciertas drogas. En el primer caso, se coloca en el brazo, conectado a un dispositivo en la muñeca y dura aproximadamente una semana. Un reloj disponible en el mercado puede detectar ritmos cardíacos anormales e incluso realizar electrocardiogramas, pero aún no es confiable ante ataques cardíacos, coágulos, anginas de pecho o accidentes cerebrovasculares. Para el mercado exclusivamente femenino existe un brazalete nocturno para el seguimiento de los ciclos menstruales, que agrega datos sobre fertilidad y chances de embarazo, en función de horas de sueño, niveles de estrés y frecuencia cardíaca. Para los alérgicos, existe un sensor portátil que brinda datos sobre exposición a rayos ultravioletas, humedad, polen y otros tipos de indicadores.


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Sensores de glucosa Tapa plástica

Se aplica sobre la piel en la parte posterior del brazo

35 mm Sensor

GLUCOSA

Antena Filamento

Batería Cinta adhesiva

Contacto

La flecha de tendencia muestra si la glucosa está subiendo, bajando o cambiando lentamente Escaneando el sensor se obtiene la lectura de glucosa puntual

Glucosa Historial de glucosa (últimas 8 horas)

Filamento

Fuentes: sefap.org / diabeteseducator.org

La variedad de esta clase de dispositivos es tan amplia que incluso existe uno que a través de pequeñas vibraciones puede advertirle al usuario si sus posturas en la práctica de yoga son las correctas. Lo cierto es que la tecnología es cada vez más precisa y pequeña, como las baterías, de modo que las novedades de los próximos tiempos se sucederán a ritmo de vértigo. Este tipo de tecnologías de seguimiento también pueden servir para hacer megaestudios que antes de la era de la Big Data eran virtualmente imposibles. Un ejemplo es el que se planteó en 2017. La Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, se asoció con un fabricante de relojes inteligentes para generar datos de salud en una escala sin precedente en los estudios convencionales. Reclutaron a más de 400.000 participantes para ver cómo latían sus corazones con la intención detectar fibrilación auricular, una condición que solo en el país del norte provoca 130.000 fallecimientos anuales. La investigación aún está en marcha.

NUEVA GENERACIÓN DE VACUNAS Junto con el agua potable y el sistema de recolección de aguas servidas, es posible que el desarrollo de vacunas sea una de las estrategias de prevención más exitosas de la historia. Y la idea promete ofrecer frutos aún más notables en el porvenir. Sobre todo, después del suceso inimaginable que fue la creación, en tiempo récord, de inmunizaciones contra el covid: investigadores chinos, de la Escuela de Salud Pública y el Centro Clínico de Salud Pública de la Universidad de Fudan, en Shanghái, secuenciaron el ADN del SARS-CoV2 en enero de 2020 y hacia diciembre ya estaba la vacunación en marcha. Estas inmunizaciones fueron desarrolladas en países como Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia, China, la India y Cuba. Se calcula que salvaron unas 14 millones de vidas en todo el mundo, solo durante 2021, según un informe de The Lancet. Una de las novedades de esa carrera por conseguir la vacuna contra el covid −en la que hubo anotados más de 300 proyectos− fue el surgimiento de las llamadas “nuevas plataformas”. La más notoria fue la basada en el ARN mensajero (ARNm), la molécula que lleva al citoplasma celular las instrucciones del ADN para la síntesis de proteínas, que se hizo célebre desde 2020 pero en rigor llevaba unos treinta años de investigaciones preclínicas (en animales).


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Portada de la revista Science, diciembre de 2020.

Consiste en introducir un fragmento de ARNm que corresponde a la proteína viral que gatilla la respuesta inmunológica (que en general se encuentra en la membrana externa del virus) para que la sinteticen nuestras propias células y comiencen a producir anticuerpos para detenerlo. Una de sus virtudes es que su producción se puede escalar rápidamente, como en efecto sucedió, además de exhibir una efectividad por sobre el 90% en los ensayos clínicos y la posibilidad de modificar rápidamente su diseño para incorporar nuevos antígenos en comparación con las ya conocidas vacunas. Esta performance suscitó entusiasmos ante la posibilidad de extender la técnica para contrarrestar otras enfermedades infecciosas, “pero también a otras patologías, como el cáncer o enfermedades hereditarias”, según puntualizó un artículo de la revista Cell. “La tecnología de vacunas de ARNm facilita el diseño y la producción rápidos porque no involucra patógenos ni hace crecer la vacuna mediante procesos específicos de cultivo celular o fermentación”, destacó el mismo trabajo que, sin embargo, sugiere no excederse en el optimismo ya que la versatilidad que parecen poseer estas ARNm todavía está por comprobarse. Asimismo, se esperan otras novedades igualmente asombrosas en materia de vacunación. Investigadores de Harvard, por ejemplo, están detrás de una plataforma que utiliza vesículas extracelulares, que se ocupan del transporte de moléculas entre las células, para llevar a cabo su cometido. Esta es la línea que estudia el grupo del científico chino Quan Lu. Él afirma que esta plataforma podrá usarse contra la gripe, el covid e incluso el tan elusivo VIH. Hasta ahora las pruebas en ratones fueron exitosas, pero queda un largo camino por delante para su implementación. Pese al optimismo del científico, el VIH-sida, epidemia viral que ya lleva más de 40 años, se resiste a las vacunas. Algo semejante sucede con la mayoría de los tumores, aunque ya hay vacunas desarrolladas para los generados por patógenos infecciosos (HPV y hepatitis B). De todos modos, investigadores, como la inmunóloga Lindy Durrant, de la Universidad de Nottingham, Inglaterra, que intenta fortalecer los linfocitos T (células de nuestro sistema inmune) para revertir la dispersión de los tumores −una estrategia conocida como inmunoterapia−, no faltan.

ARNm contra covid-19 ARNm sintético

Vacunación con nanopartículas lipídicas que contienen ARNm viral con instrucciones para que nuestras propias células fabriquen proteínas S. Proteínas S (virus)

ARNm viral

En el laboratorio se crea una secuencia de ARNm con el código genético viral para la producción de proteína S.

Nuestro sistema inmune capta y captura esas copias

Célula humana

Capa lipídica

Se producen anticuerpos y células T para combatir el virus en caso de infección. Fuentes: Nature /Moderna


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CÁLCULO DE RIESGOS Los más avezados en escudriñar los horizontes de la ciencia anticipan que se abre un gran campo de estudio en la evaluación de riesgos, tanto con respecto a eventos climático-meteorológicos, como de la vida cotidiana, tales como accidentes (para generar coberturas de seguro). Y la salud no podía quedar afuera de esta línea de investigación. Saber con anticipación qué enfermedades puede sufrir una persona tomando en cuenta sus genes, sus hábitos de vida o de alimentación, puede ser clave para su prevención. Estar en un ambiente poco ventilado cuando alguien estornuda puede aumentar el riesgo de gripe o resfrío; los obesos tienen más probabilidades de desarrollar enfermedades como diabetes o cardiopatías; es conocido que fumar aumenta los riesgos de cáncer y enfisema, y empeora el pronóstico de otras enfermedades. Vivir en zonas tropicales o subtropicales en las que son endémicos los mosquitos que transmiten enfermedades como el dengue aumenta el riesgo de contraerlas. No manipular correctamente los alimentos aumenta el riesgo de intoxicaciones. Lo sintetiza así el sitio electrónico de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos: “Sus factores de riesgo personales incluyen su edad, sexo, antecedentes médicos familiares, estilo de vida y más. Algunos no se pueden modificar, como sus genes o el grupo étnico al que pertenece. Otros están bajo su control, como su dieta, la actividad física o el hecho de usar o no el cinturón de seguridad”. La idea de qué se puede controlar o modificar es clave. Además, se proponen análisis de riesgo cada vez más complejos en función de la situación particular de la persona. Por ejemplo, un análisis de sangre indica si puede sufrir un ataque cardíaco o cerebrovascular en los siguientes cuatro años: lo que hace es medir proteínas en la sangre y permite saber si la medicación que ya recibe el paciente funciona o si se imponen modificaciones del protocolo terapéutico. La empresa privada estadounidense que desarrolla este instrumento aprovechó el enorme volumen de información que ahora se puede analizar con las técnicas de Big Data para identificar unas 27 proteínas que servirían para esa predicción, según publicaron en la revista Science Translational Medicine. Todo esto conduce a un gran desafío, que es la aplicación de tecnologías no solo para prevenir enfermedades sino también para curarlas.

Mosquito de la fiebre amarilla o del dengue Aedes aegypti. A la izquierda, el macho, en el medio y a la derecha, la hembra. Estampa en el libro Os mosquitos no Pará de Emilio Augusto Goeldi, 1905.

Andrea Gamarnik y Mora González López Ledesma, investigadoras del Conicet, y un hallazgo que abre la posibilidad del diseño de vacunas más efectivas contra las cuatro variedades del virus del dengue.


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TECNOLOGÍA PARA LA SALUD

Miguel Nicolelis es uno de los pioneros en la idea de posibilitar a los parapléjicos, mediante diversos mecanismos, mover y disponer enteramente de su cuerpo: que las órdenes que da el cerebro se cumplan, como en este caso.


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n la ceremonia inaugural del Mundial de Fútbol de Brasil, en 2014, la ciencia aplicada tuvo una participación estelar. Juliano Pinto, una persona de 29 años con paraplejia, logró pararse y patear una pelota con ayuda de un mecanismo externo. Con ese gesto se robó unos segundos de la presentación del evento que veían miles de millones en todo el planeta. Si bien dejó a algunos con gusto a poco, porque se esperaba algo más, fue realmente extraordinario ver a ese joven imposibilitado de todo movimiento erguirse y mover su pierna gracias a un dispositivo electrónico. Detrás de Pinto y ese simbólico puntapié inicial del Mundial estuvo Miguel Nicolelis, célebre científico brasileño que trabaja en el ámbito de la neuroprostética, un área de investigación que intenta devolverles su autonomía a personas paralizadas mediante exoesqueletos comandados por sus propias señales cerebrales. Y ese es solo uno de los avances que promete la investigación médica para los próximos años. Nicolelis no es un caso aislado. En Japón, el profesor Yoshiyuki Sankai, de la Universidad de Tsukuba, diseñó un exoesqueleto y lo bautizó “traje HAL”. Tiene sensores que detectan y responden a señales cerebrales: basta con que el individuo piense en ponerse de pie o caminar para que reciba de inmediato asistencia mecánica. Una empresa japonesa, Cyberdyne, hizo algo similar, pero para los empleados de limpieza de la planta de Fukushima, después del desastre nuclear de 2011, que incluyó terremoto y tsunami. “En el corto plazo, la robótica de cuidados y de enfermería estará enfocada principalmente a la ayuda que proporcionarán las máquinas para el monitoreo de pacientes, o para realizar distintos tipos de cálculos”, dice el experto Martin Ford. Lo cierto es que, más allá de este tipo de progresos que nos dejan con la boca abierta, la humanidad utiliza herramientas por lo menos desde que un pastor, ya entrado en años para caminar, se apoyó en un palo que encontró mientras arreaba a sus ovejas. De hecho, es posible que la tecnología no sea una exclusividad del Homo sapiens debido a que, en sentido amplio, hay otros animales que la desarrollan: las abejas y sus panales, las hormigas y sus increíblemente complejos hormigueros, los castores y sus típicas represas son apenas los casos más conocidos. Solo que el Homo sapiens llevó y lleva esos principios a límites inimaginables. Con el desarrollo de las máquinas a partir de la modernidad, primero, y luego con la Revolución Industrial, la idea de reemplazar por aparatos lo que la biología no termina de dar, o que se daña, con el paso de los años, fue creciendo y la curva de reemplazo es ahora vertiginosa: “No es posible imaginar lo que vamos a ver en los próximos 30 años, el avance médico está en una

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Juliano Pinto en un exoesqueleto es ayudado a ingresar al campo durante la ceremonia de apertura de la Copa Mundial de la FIFA antes del partido del Grupo A entre Brasil y Croacia. Arena de San Pablo, 12 de junio de 2014.


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fase exponencial cuyo ritmo sorprende”, dijo al New York Times, en junio de 2023, el inmunólogo Barney Graham, exdirector del Centro de Investigación de Vacunas de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos. Lo que se anticipa abarca desde el reemplazo de sentidos hasta de miembros. Se trabaja en robots y computadoras que se conecten con extremidades directamente a través de estímulos neuronales; drones que llevan vacunas y medicamentos, pero que, a la vez, puedan ser ayudantes en el diagnóstico… Las tecnologías se multiplican de manera acelerada y es muy difícil adaptarse a algo antes de que vuelva a ser modificado. Todo esto es apenas la punta de lanza de una enorme diversidad de propuestas que ayudarán a los médicos y mejorarán la calidad de vida de los pacientes. No es la especie más fuerte ni la más inteligente la que sobrevive, sino la que mejor se adapta a los cambios. Exoesqueleto que mejora el proceso de recuperación y tratamiento.

Charles Darwin

DEL CEREBRO A LA COMPUTADORA (Y VICEVERSA) Los experimentos se suceden. Dar órdenes a una máquina con solo pensarlo es algo posible, aunque nada sencillo. En busca de soluciones para los tetrapléjicos, ya se registran ensayos exitosos con implantes neuronales. Pero, para llegar a ello, previamente hubo que localizar el área del cerebro en la que se originan esas órdenes. Quien lo hizo fue Richard Andersen, investigador del Instituto de Tecnología de California (Caltech), Estados Unidos, al identificar las zonas de la corteza parietal involucradas en la intención de hacer distintos movimientos para luego colocar la prótesis neuronal que lee la actividad de esas células a través de electrodos implantados y algoritmos de decodificación.

Gert-Jan Oskam quedó paralizado de las extremidades inferiores tras un accidente de bicicleta: vuelve a caminar gracias a un puente digital entre el cerebro y la médula espinal, en la Universidad de Lausana.


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Esta teoría pasó a la práctica en 2008 en el laboratorio de Andrew Schwartz, de la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos: a partir de detectar el encendido de algunas neuronas pudieron hacer que un mono controlara el movimiento de un brazo mecánico. “Tal era la precisión con la que el mono controlaba el brazo mecánico, que podía tomar y llevarse a la boca pequeños trozos de comida colocados en distintos lugares frente a él”, comenta el neurocientífico argentino Rodrigo Quian Quiroga en Neuro-Ciencia-Ficción. Cuatro años más tarde se logró algo similar en seres humanos; sin embargo, aún no se ha extendido su uso; en principio, por una dificultad técnica que se intenta salvar en los próximos tiempos: la interfaz neuronal requiere −de momento− cirugía mayor en el cerebro para implantar al menos decenas de electrodos y no hay garantía de que semejante operación genere resultados que funcionen de por vida. Pero muchos laboratorios están persiguiendo esa meta. Otra opción que se estudia para las personas tetrapléjicas es estimular de manera continua la espina dorsal para que puedan habilitarse ciertos movimientos. Ya se obtuvieron algunos resultados sorprendentes. En mayo de 2023, un grupo de investigadores de la Universidad de Lausana (Suiza) logró que un paciente con la comunicación entre el cerebro y la médula espinal interrumpida volviera a poder erguirse a través de un “puente digital”. El trabajo, publicado en la revista Nature, muestra cómo con dos implantes inalámbricos, uno en el cerebro y otro en la médula espinal, se generó la estimulación eléctrica que permitió el movimiento de Gert-Jan Oskam, un hombre de 40 años que en 2011 había sufrido un accidente mientras andaba en bicicleta. No fue, no obstante, algo inmediato, sino que además de los implantes, requirió decenas de sesiones de rehabilitación. Los científicos ahora quieren ver si el mismo principio puede funcionar en individuos con los brazos paralizados. Una de las empresas que está detrás de la posibilidad de borrar las distancias entre pensamiento y acción es Neuralink, de Elon Musk, que afirmó estar cerca de conseguir que personas puedan controlar dispositivos solo con el pensamiento a través de implantes, que son cada vez más pequeños y sensibles a la interpretación de las ondas cerebrales. En este caso, se saldría del estricto ámbito de la salud y se multiplicarían las aplicaciones. Sería mediante métodos no invasivos que debiliten las señales de las neuronas, y, por supuesto, menos riesgosos que una intervención cerebral.

LA LECTURA DEL CEREBRO Que se pueda conocer qué piensa un cerebro y que esos contenidos vayan a una máquina que ejecute, o no, acciones en función de ellos ya excede la ficción. De hecho, la sola perspectiva de lograrlo ha reunido enorme cantidad de inversiones y, por ende, muchos laboratorios van detrás del éxito científico. “Las tecnologías a menudo usan técnicas eléctricas o de imágenes, y abarcan desde dispositivos médicamente aprobados, como implantes cerebrales para tratar la enfermedad de Parkinson, hasta productos comerciales

Richard Andersen comparte un momento feliz con el paciente Erik Sorto: “Para mí, el momento más emocionante de la prueba fue cuando Erik movió por primera vez el miembro robótico con sus pensamientos. Había estado paralizado durante más de 10 años”.

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Jaimie Henderson y Krishna Shenoy, investigadores de Stanford, son parte de un consorcio que trabaja en una interfaz de investigación cerebro-máquina.

Imágenes agregadas del alfabeto derivadas de la actividad neuronal del participante del estudio mientras pensaba en escribir. Portada de la revista Nature, 13 de mayo de 2021.

como dispositivos portátiles utilizados en realidad virtual (VR) para recopilar datos cerebrales o permitir que los usuarios controlen un software”, describe una nota de la revista Nature de julio de 2023 sugestivamente titulada “Llegan las máquinas que leen las mentes, ¿cómo podemos mantenerlas bajo control?”, en la que se menciona una reunión con la Unesco de expertos que buscan precisamente una regulación de estos fenomenales avances. “No es una discusión tecnológica, es una discusión legal y de la sociedad”, dijo una de las participantes, Gabriela Ramos, asesora del director general de la organización cultural de las Naciones Unidas. El avance es tan vertiginoso que las entidades regulatorias temen no estar a la altura del desafío. El hecho de que, en 2021, también en Nature, se diera a conocer la alta performance de un dispositivo que genera palabras conectado solo al cerebro fue un hito. De lo que se trata es de restaurar la posibilidad de comunicación en personas que carecen de ella por distintos tipos de enfermedades o accidentes. El trabajo, encabezado por Francis Willett, de la Universidad de Stanford (California, Estados Unidos), se centra en una interfaz cerebro-teclado intracortical que “decodifica los intentos de movimientos de escritura a mano de la actividad neuronal en la corteza motora y los traduce a texto en tiempo real, utilizando un enfoque de decodificación de red neuronal recurrente”, según el mismo artículo científico. Si bien se trató de un caso único, el paciente, que tenía la mano paralizada por una lesión en la médula espinal, logró escribir 90 caracteres por minuto con precisiones superiores al 90%, comparables al tiempo que nos lleva en promedio escribir en teléfonos inteligentes. Un dato económico: el número de patentes de estas nuevas “neurotecnologías” se duplicó cada año entre 2015 y 2020, y ya es, en 2023, una industria de más de US$ 33.000.000.000. Hay numerosos desarrollos en etapa de


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ensayo clínico para que personas que están paralizadas puedan conectarse directamente a través del pensamiento con aparatos. El derecho a la privacidad es un tema a considerar a partir de estos desarrollos y algunos investigadores hablan de “neuroderechos” ante la posibilidad de que máquinas lean los pensamientos. Pero también surge otro tema controvertido: el del mejoramiento mental que estas tecnologías posibilitarían.

—Soy un cerebro, Watson. El resto de mí es solo un apéndice. Arthur Conan Doyle, La piedra de Mazarino.

DRONES MÉDICOS Tal vez dentro de no mucho tiempo, la ayuda médica llegará literalmente… del cielo. Esa es la intención y el uso, quizá insospechado, de una tecnología en principio relacionada con la aviación. En abril de 2022, la revista Nature detalló los seis lugares o poblaciones con accesibilidad limitada a los que drones ya llevan productos médicos: Malawi (para ayuda humanitaria), comunidades isleñas de Escocia, República Democrática del Congo (para colaborar con el tratamiento de enfermedades emergentes), pueblos indígenas de Canadá, Pacífico Sur (para reducir la basura) y Estados Unidos (para ensayos clínicos). De todos modos, la enumeración que hace la revista científica no es exhaustiva. Hay más aplicaciones y se prevé que crecerán en los próximos años. En Ghana, la empresa Zipline llevó vacunas contra el covid a zonas inaccesibles a través del mecanismo Covax de la OMS, y tiene todo un programa de envío de drogas mediante 120 drones que provean insumos a unos 2000 hospitales y centros asistenciales. La misma compañía se encarga del delivery de sangre en Ruanda, donde un trámite que podría demorar cinco o más horas se resuelve en media hora con un pedido por WhatsApp al centro nacional de

Drones como este pueden volar a cualquier hora y entregar suministros vitales en áreas remotas.


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transfusiones, según detalló una nota del diario madrileño El País: “El zip vuela hasta el hospital, donde suelta la caja roja cargada con la sangre requerida en el punto convenido; esta aterriza con su paracaídas de papel, con una precisión de centímetros en el mismo sitio cada vez. Un minuto antes de que llegue, el médico recibe un WhatsApp”. Un estudio publicado en agosto de 2021 en European Heart Journal exploró la posibilidad de usar drones, que serían más rápidos que los servicios de emergencia tradicionales, para llevar desfibriladores para atender ataques cardíacos súbitos. En el continente americano, en tanto, la República Dominicana realizó 167 vuelos de prueba para ver cómo se podía llevar medicinas y sangre a zonas de difícil acceso por tierra. El proyecto lo impulsó el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y concluyó que era factible y podría ahorrarse hasta 68% del costo en flete y 38% en tiempo. Según el Volpe Center, que depende del Departamento de Transporte de Estados Unidos, hacia 2035 habrá más de estos vehículos no tripulados que aquellos comandados en su interior por pilotos humanos, lo que transformará radicalmente la aviación.

TELE-DRON-MEDICINA Otro adelanto que existía antes de la pandemia −pero que quedó en primer plano y se potenció debido a las restricciones a las que obligó el covid-19− es la atención de pacientes a distancia, para complementar la visita presencial o hacer seguimiento de patologías crónicas. Entre otros desarrollos, hay uno en particular que busca integrar a los drones con la telemedicina. Es lo que se propusieron investigadores de la Universidad de Cincinnati, Estados Unidos, al inventar un tipo de dron que puede viajar e ingresar a las casas de los pacientes con cámaras, visores y micrófonos, llevar medicinas y, además, Probando “Tempus Pro” en la base Belgrano II, Antártida Argentina.


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tomar muestras, en caso de que sea necesario, o brindar primeros auxilios. Según la información provista por la universidad, es un sistema autónomo que combina inteligencia artificial (IA) con un conjunto de sensores que permite a los drones navegar en un ambiente de tres dimensiones complejo y desordenado, como puede ser un hogar. Por supuesto, para que esto se extienda hay que probar y probar, investigar e investigar. Y qué mejor que experimentar lo que sucedería si se utilizaran estos dispositivos en viajes interplanetarios (a la Luna o Marte, objetivos relativamente cercanos) ensayándolos en sitios más apartados de nuestro propio planeta, como la Antártida. De hecho, el Continente Blanco resulta ideal para probar la telemedicina. El argentino Víctor Demaría Pesce impulsa “Tempus Pro”, un sistema para monitorear a distancia y hacer telediagnóstico de personas en aislamiento, como las que viajan a la Antártida… o a la Luna. Se probará gracias a un acuerdo entre la Agencia Espacial Europea y su contraparte argentina, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales. La telemedicina para astronautas es una prueba de concepto también: si ocurriera algún problema extremo en la Luna, incluso un viaje de auxilio rapidísimo demoraría cinco días; a Marte, alrededor de seis meses con la tecnología de propulsión actual. “Tempus Pro” registra variables fisiológicas y estima tipos de atención según requerimiento, incluyendo ecografías con un aparato reducido en peso y dimensión, que puede ser usado por personal mínimamente entrenado (no se necesita ser médico).

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“Tempus Pro” ayudando a los médicos en los aterrizajes de astronautas de la ESA (Agencia Espacial Europea). Thomas Pesquet fue el primero en beneficiarse tras su misión “Proxima”.


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IMPRESORAS 3D Si llegara a cumplir aunque fuera una parte de sus promesas, esta tecnología de impresoras en tres dimensiones cambiaría de manera radical la manera en que se producen bienes. En lo estrictamente médico, podría modificar notablemente la elaboración de implementos para el cuidado de la salud. Ya se usa desde hace algunos años en odontología para la construcción de coronas dentales, implantes e, incluso, prótesis. En Argentina, es conocido el caso del emprendedor Gino Tubaro, que mediante esta tecnología generó manos prostéticas para ser usadas por niños amputados. Es difícil exagerar el impacto de estos dispositivos: recuperar independencia para poder tomar objetos sin ayuda les cambia notablemente la vida. Lo que hacen (a diferencia de las 2D) es imprimir capa por capa en diferentes compuestos (como plásticos, resinas, metales, cerámicas y biomateriales), a partir de un diseño preestablecido, que muchas veces está disponible en internet, o fabricarse unidad por unidad, e incluso a medida del destinatario. Así, solo se produce lo necesario, se ahorra en almacenamiento y se evita el vencimiento de los excedentes. No exclusivamente es algo del futuro: en 2015 la agencia que controla medicamentos en Estados Unidos, conocida por las siglas de FDA, aprobó un antiepiléptico (la droga llamada levetiracetam) que se produce de esta manera. Impresión 3D de materia viva para implantes. Un proyecto de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) que contribuye al área de la ingeniería biomédica y la medicina regenerativa.

Pero la intención es extender todavía más su uso. “Quizá la aplicación más insólita sea la impresión de órganos humanos. La empresa Organovo, establecida en San Diego, se especializa en bioimpresión, y ya ha fabricado hígados humanos experimentales y tejido óseo utilizando material que contiene células humanas”, explica Martin Ford en su libro El auge de los robots. La promesa es que hacia la década de 2030 se puedan obtener órganos para trasplantes a partir de las propias células madre del paciente con el fin de evitar el riesgo de rechazo.


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Aún no se sabe hasta dónde llegará la impresión en 3D, ni a qué ritmo progresará. Las pequeñas trampas y engorros de la tecnología son impredecibles, y pueden añadir décadas de incertidumbre al calendario de los cambios tecnológicos. Pero sí parece probable que a lo largo de este siglo la impresión en 3D avance considerablemente y se convierta en una tecnología muy completa. Jaron Lanier, ¿Quién controla el futuro?

Gracias al desarrollo de nuevas tecnologías y diseño 3D en una organización llamada SUYAY, niños y jóvenes colombianos reciben prótesis para sus brazos. Bogotá, 27 de agosto de 2022.

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BISTURÍ ROBÓTICO

El robot cirujano STAR (Smart Tissue Autonomous Robot) opera sin ayuda humana.

Uno de los campos en los que la tecnología de vanguardia encuentra aplicación es la cirugía. Entre otros casos, ya se plasmó en la idea de que un robot ejecute los movimientos del cirujano humano. Y no se hace meramente porque es posible, sino que en ciertas ocasiones el movimiento automatizado mejora los desempeños en cuanto a precisión, control y visión del escenario de operaciones. Según un informe de la Mayo Clinic, de Estados Unidos, hay evidencia de que el trabajo robotizado en quirófanos genera menos complicaciones como infecciones en la zona quirúrgica, menos dolor y pérdida de sangre, e incluso menos hospitalizaciones, y cicatrices más pequeñas y menos evidentes. Desde luego, no es que se prescinda del cirujano mientras el robot opera: en realidad, este es un asistente de primer orden para las intervenciones que requieren extrema precisión. Poseen brazos con cámaras de alta definición (que amplifican la zona), optimizan el rango de acción de la mano humana y reducen el temblor, mientras el profesional lo maneja desde una consola situada a unos dos metros de distancia con comandos similares a un joystick.


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Los robots son un asistente ideal en las intervenciones que requieren extrema precisión.

Tampoco es una técnica que se puede usar en el ciento por ciento de los casos; por ahora, se emplea especialmente en intervenciones mínimamente invasivas. Es siempre el cirujano humano −por el momento− quien está a cargo, como destaca en su página web la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA): “El sistema robótico no piensa por sí mismo. No puede operar sin el control del cirujano. Solo responde a sus movimientos precisos de manos y dedos… El robot nunca jamás toma decisiones o hace las incisiones. Más bien es el cirujano quien le dice al robot qué hacer y permite más precisión que la que tiene la mano humana”. Esta tecnología se aplica en casos que van desde endometriosis hasta afecciones cardíacas. Y todo lleva a pensar que este tipo de procedimientos se va a multiplicar. En el libro 2030, Mauro Guillén, el español que dirige la Cambridge Judge Business School, hace un recorrido por las principales tendencias que se verán en el mundo en la próxima década y afirma que las cirugías pasarán a estar a cargo de las máquinas. Cita el caso reportado en 2006 por el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos, una entidad estadounidense que reúne a profesionales del área, en el que un robot realizó una cirugía en un cerdo sin participación de humanos y con resultados similares. Citado por Guillén, Peter Kim, un cirujano involucrado en el ensayo, dice que “aunque habitualmente estamos orgullosos de nuestro trabajo, tener una máquina que trabaje con nosotros, y mejore los resultados y la seguridad será un gran beneficio”. Y agrega que, al principio, los robots-cirujanos serán como los coches autónomos que advierten cuando uno se cambia de carril en la ruta o autopista, o ayudan a estacionar. Pero pronto se harán cargo de todos los aspectos involucrados en la sala de operaciones. Ya nos hemos adentrado mucho en el progreso de la tecnología de la información. Estamos llegando a la parte empinada de la curva exponencial. Las cosas se moverán con más rapidez y el futuro puede llegar mucho antes de que estemos preparados. Martin Ford, El auge de los robots.

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ROBOTS “CRIOLLOS”

Doctor Mariano Giménez, en plena intervención quirúrgica.

En la Argentina, hay hospitales y sanatorios que ofrecen cirugías robóticas desde hace más de una década y los expertos alaban la precisión milimétrica −en ocasiones, también “sub-milimétrica”− que permite este dispositivo. Para manejarlo, se exigen un número de horas de entrenamiento: el sistema “funciona de manera similar al de los pilotos aeronáuticos: supone completar horas de uso de la tecnología en simuladores, para luego dar un examen y lograr una certificación”. Se estima que en el mundo ya se superaron las 12.000.000 de cirugías con robots y las 500 en el país. En Estados Unidos hay, en la actualidad, cerca de 5000 robots que operan. En ese terreno, el argentino Mariano Giménez se convirtió en el primer no europeo con una Cátedra de Excelencia en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Estrasburgo (Francia) entre otras razones por el desarrollo de ARPA (semi Autonomous Robot for Percutaneous tumor Ablation), un robot en estado de prueba que localiza tumores en el hígado y logra destruirlos con agujas percutáneas. Giménez cree que la tecnología mejora y mejorará los sentidos de los cirujanos, quienes podrán ser asistidos mediante imágenes e inteligencia artificial para perfeccionar sus prácticas de quirófano. “La ablación tumoral consiste en colocar una aguja en un tumor y conectarla a un aparato que, en general, por aumento local de la temperatura, lo destruye. Cuando esto se realiza con precisión, los resultados oncológicos a largo plazo son comparables a la resección quirúrgica. Para mejorar la precisión se crearon sistemas de navegación y luego diversos robots. Con ello, se redujo el error inicial de 20 a 10 mm. Con nuestro sistema robótico, disminuirá el error a menos de 3 mm”, dijo Giménez en una nota publicada por el diario La Nación; agregó también que puede ser usado por médicos sin experiencia, o no necesariamente expertos. La ventaja para el paciente, además, es la disminución del número de tomografías y material de contraste indispensables para realizar el procedimiento con el método convencional.


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En el Hospital Escuela Ramón Madariaga de Posadas (provincia de Misiones) se utiliza un robot Da Vinci con éxito desde 2012. Consta de un carro-camilla en el cual los cirujanos colocan las pinzas y así, mediante palancas de control, a través de la pantalla con un visor 3D y con posibilidades de manejar la cámara, ven los objetivos quirúrgicos. El robot ya permite realizar operaciones complejas, con plazos posoperatorios abreviados, sobre todo en las oncológicas. En algunos casos, se ha operado incluso con los cirujanos humanos localizados en otros países. El Da Vinci de Misiones funciona en un hospital público. Si trabajas como radiólogo, eres como Wile E. Coyote en el dibujo animado; ya estás al borde del precipicio, pero no has mirado hacia abajo. Geoffrey Hinton, pionero del aprendizaje automático de la Universidad de Toronto, Canadá, que trabajó diez años en Google, respecto de cómo el desarrollo tecnológico transformará ciertas especialidades.

Protonterapia Respecto de otros tipos de terapias contra el cáncer, la de haces de protones tiene mayor especificidad porque, al liberar la carga positiva de los átomos (protones) en el objetivo, casi el total de la radiación se focaliza en el tumor que se busca destruir. “Un haz de protones se puede controlar con mucha más precisión, por lo que los especialistas pueden enviar dosis más altas de radiación de manera segura a los tumores cuando es necesario”, dice la web de la Clínica Mayo. Nacida como una alternativa más eficaz que los rayos X de altas energías, este tipo de terapia incluso puede mejorarse, según información dada a conocer en julio de 2023 en la revista Physics, ya que se afina la técnica

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Protonterapia: Acelerador lineal de uso médico para tratamientos oncológicos.


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Protonterapia: tratamiento de alta precisión contra el cáncer, disponible en solo 20 países. Unidad de Diagnóstico y Tratamiento, CEMIC.

para reducir dosis, afectar aún menos tejidos sanos y reducir el tiempo de tratamiento a través de un dispositivo de polietileno en cuña para minimizar la dispersión de energía y la pérdida de partículas, según el trabajo de Vivek Maradia y colegas del Paul Scherrer Institute, Suiza. En la Argentina, esta terapia avanza con la construcción del Centro Argentino de Protonterapia (CeArP), que se transformará en el primero de América Latina. Se trata de una estructura de unos 8000 m2 instalados frente al Instituto de Oncología Ángel H. Roffo, en el barrio de Agronomía en la Ciudad de Buenos Aires, que albergará al ciclotrón de 230 toneladas que genera la energía para enviar los protones a través de haces direccionados con precisión de uno o dos milímetros. “La estrategia consiste en apuntar desde distintas direcciones al blanco tumoral para concentrar ahí toda la energía, pero hay que pasar a través de tejido sano –explicó a El Destape el físico Gustavo Santa Cruz, gerente del área Medicina Nuclear y Radioterapia de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y coordinador del CeArP–. A diferencia de los haces de fotones (que ingresan, alcanzan un máximo en determinado lugar y después decaen exponencialmente sin frenarse nunca), los protones tienen una curva invertida de dosis en profundidad: al principio aportan menos radiación, tienen un máximo en los últimos centímetros, pero luego se frenan completamente, y se acabó la historia. Se trata de maximizar la puntería con un proyectil de mayor calibre, porque el protón tiene casi 2000 veces más masa que el electrón. Entonces, rompe el ADN de las células tumorales, de una manera más compleja y a la célula le cuesta más reparar ese daño”. Para Santa Cruz se trata de una clase de tecnología compleja, como un satélite o un reactor, y por eso son pocos los países, la mayoría de los llamados “desarrollados”, los que la poseen. Se prevé que pueda usarse en Argentina en 2025.


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REEMPLAZO DE MITOCONDRIAS “Nacer de tres padres”: ese es el título que eligieron muchos medios del mundo a la hora de dar cuenta de este avance que tuvo lugar en mayo de 2023 en el Reino Unido. La técnica registra un puñado de antecedentes en otros países. Se trata de utilizar el ADN de tres personas para generar un embrión con la intención de que el bebé no tenga enfermedades de origen mitocondrial (parte del ADN que se hereda vía materna). Esta terapia de reemplazo combina ADN de madre y padre dentro de un óvulo de otra mujer, cuyas mitocondrias son las que reemplazan a las de la “madre biológica”, si es que esta tiene un déficit que puede causar enfermedades. El hecho de que el embrión tenga ADN de una tercera persona, la donante, aunque sea menor al 1%, abre la incógnita respecto de su identidad y habilita el título mencionado. Algunos países lo aprobaron como procedimiento, pero a la fecha en que se escriben estas líneas, Estados Unidos y Canadá lo tienen expresamente prohibido. Las enfermedades que se pueden prevenir con esta técnica están mayormente relacionadas con la regulación del metabolismo.

“INTERNET DE LAS COSAS” (MÉDICAS) Desde hace por lo menos dos décadas se habla en los medios de comunicación del poder de la llamada “internet de las cosas”, es decir, la interconexión a través de la red de todos los aparatos que hay, por ejemplo, en los hogares. Radio, televisor, computadora, alarmas, sistema eléctrico, de calefacción y refrigeración, lavarropas, cocina, microondas, heladera… con la posibilidad, por ejemplo, de avisarle entre al dueño de que, casamediante que le faltan huevos para el menú Es la interconexión objetos sensores y software,

“Internet de las cosas médicas”

intercambian datos con otros dispositivos a través de internet. Recubrimiento exterior de silicona

Internet de los cuerpos Uso de chips, cámaras o incluso píldoras que pueden desplazarse por los sistemas circulatorio y digestivo, para recopilar en vivo distintos parámetros de la salud de las personas.

Carcasa interior de epoxi Circuitos impresos Batería

Píldora que monitorea la temperatura corporal en tiempo real

Posibles funciones Controlar el ácido láctico o la hidratación general del organismo de deportistas

Monitoreo cardíaco continuo y registra su actividad en una gran cantidad de datos

Mejorar parámetros de sueño y alimentación

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planeado para la cena o que debería pasar por el supermercado para reponer el jabón de lavar la ropa. Dotado con “machine learning” [aprendizaje automático] este sistema podría generar y hacer el seguimiento de la dieta semanal de una persona o un grupo familiar. De estas ideas aplicadas a “hogares inteligentes” a su adopción para el cuidado de la salud hay un solo paso. Y ya se ha dado, bautizando la integración de estos sistemas y el agregado de otros (sensores personales o incorporados a las ropas, aparatos 5G y todo tipo de monitoreo remoto de los pacientes) “internet de las cosas médicas”. Y más aún, ya se imagina una “internet de los cuerpos”, en la que se podrían recopilar en vivo los distintos parámetros de salud de las personas, con chips, cámaras o incluso píldoras que se desplacen por los sistemas circulatorio y digestivo. Si bien por ahora es poco más que una especulación, una de estas píldoras ya fue aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos en 2017. Las iniciativas se multiplican y hay para todos los gustos. ¿Quiere saber su temperatura corporal sin esperar el tedioso minuto que le toma a un termómetro? Pues, entonces puede ingerir el sensor “CorTemp Data Recorder”, de la empresa HQ, situada en Florida, Estados Unidos, que la monitorea en tiempo real y se ofrece para “atletas, bomberos y otras personas que operen en condiciones extremas”. Otro ejemplo de internet de los cuerpos es el desarrollo llamado “Zio”, de la empresa iRhythm, con sede en San Francisco (California), que hace el monitoreo cardíaco continuo y lo registra y desagrega en una gran cantidad de datos para detectar eventuales irregularidades con mayor anticipación que cualquier otro método, según promete. Y también podría funcionar para dar detalles de la salud y mejorar, por ejemplo, el desempeño deportivo informando respecto del ácido láctico presente en los músculos o la hidratación general del organismo. O detectar a través de neurotransmisores si una persona puede llegar a padecer problemas de salud mental, como la depresión. O mejorar parámetros de sueño y alimentación en aras de otro concepto que hará carrera, adopción tecnológica mediante: aumento de capacidades humanas.

VER PARA CREER La promesa de que quienes estén privados de la visión vuelvan a contar con ese sentido es otra de las que ataca la tecnología actual con toda su artillería. Con prótesis, como el laboratorio de Pieter Roelfsema del Instituto holandés de Neurociencias de Ámsterdam, que intenta colocar electrodos en el cerebro y estimular así las áreas de la visión con la ayuda de la inteligencia artificial. Si bien todavía es un trabajo en desarrollo, se espera tenerlo listo hacia 2025, según el propio investigador. “Algoritmos inteligentes, una cámara en la nariz y una conexión inalámbrica a una prótesis implantada en el cerebro a su debido tiempo darán a las personas ciegas una vista rudimentaria. La técnica se está desarrollando para personas cuyo nervio óptico ha muerto y para quienes un chip de retina no es una opción”, señala la página web del


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Voluntaria del estudio de implante de microelectrodos en la corteza visual.

instituto. La idea es llegar a comprender los mecanismos corticales de percepción visual, memoria y plasticidad, y crear una prótesis para restaurar la visión en personas ciegas; por ahora, la mayor parte de los trabajos se han hecho en monos con cientos de electrodos insertados en el cerebro. Otra opción es la colocación de una matriz de electrodos para percibir el entorno, que iría directamente a la corteza visual sin pasar por el nervio óptico. Eso es lo que logró el grupo de investigadores españoles, holandeses y estadounidenses encabezado por Eduardo Fernández, que le permitió a un paciente identificar letras y formas. El trabajo fue publicado en The Journal of Clinical Investigation en octubre de 2021 y detalló cómo se colocaron 96 microelectrodos en la corteza visual de la voluntaria, una mujer de 57 años que había perdido la vista a los 41. Con algunas semanas de entrenamiento y sesiones diarias de hasta cuatro horas, estuvo en condiciones de reconocer algunas formas y letras. “Estos resultados son muy emocionantes porque demuestran seguridad y eficacia”, dijo Fernández en declaraciones tomadas por la página web de la Universidad de Utah, que también participó del trabajo. “Hemos dado un importante paso adelante, mostrando el potencial de este tipo de dispositivos para restaurar la visión funcional de las personas que la han perdido”. Esos experimentos fueron los primeros en implantar microelectrodos en la corteza visual. Los detalles técnicos del caso son los siguientes: “La matriz de electrodos mide 4 mm por 4 mm, y tiene 100 microelectrodos, cada uno de 1,5 mm de largo, que pueden registrar y reproducir las actividades eléctricas de las neuronas que se comunican en el cerebro. Implantada en la corteza visual de una mujer completamente ciega, la matriz estimuló las neuronas para producir fosfenos (esas manchas que genera la retina por ejemplo ante la presión o en la oscuridad) que ella percibía como puntos blancos de luz en formas”.


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Hay coincidencia entre los expertos respecto de que se trata de un avance, sobre todo porque brindaría un mayor grado de autonomía para desempeñarse en su entorno por más que la visión resultante no fuera completa. Pero aún falta mucho trabajo de investigación para conseguir que este tipo de implantes permita una interacción compleja con el mundo real y se pueda decir que la persona ve. Dos cosas tiene el pintor: vista y cerebro, ambas deben ayudarse entre sí: hay que procurar que se desarrollen mutuamente; la vista a través de la visión al natural, el cerebro a través de la lógica de las sensaciones organizadas, que da los medios de expresión. Paul Cézanne

OJO AL AZÚCAR

Prototipo de lentillas para diabéticos: servirán para medir al segundo los niveles de glucosa en las lágrimas.

Póster serigrafiado en color para la presentación del Proyecto Federal de Teatro RUR (Rossum›s Universal Robots). Director: Remo Bufano, Nueva York, 1939.

Entre las ideas futuristas que prometían y se postergaron, pero pueden volver en el contexto adecuado, está la de un lente de contacto con un ínfimo detector de glucosa: un chip entre sus dos capas para medir niveles de glucosa en las lágrimas y, en caso de ser necesario, dar una alerta inalámbrica. La empresa Alphabet, la nave “madre” de Google, encaró el desarrollo con fuerza en 2014 y lo abandonó en 2018 por dificultades técnicas, debido a que las lágrimas no serían un buen parámetro de la glucosa existente en el torrente sanguíneo. Otro gigante como Microsoft lo había intentado en 2011, también sin éxito. Sin embargo, un paper publicado en la revista Frontiers in Medicine en abril de 2022 revisó los datos existentes y deja abierta la posibilidad de que eventualmente se logre éxito en esta iniciativa al señalar que “las lágrimas son una fuente de información fisiológica que refleja el estado de salud de un individuo al expresar diferentes concentraciones de metabolitos, enzimas, vitaminas, sales y proteínas”. Y, por lo tanto, “los ojos pueden explotarse como un sitio de detección con un potencial de diagnóstico sustancial”. Concluye: “la concentración de glucosa en las lágrimas se puede utilizar como sustituto para estimar los niveles de glucosa en sangre”. Entre otros prototipos preventivos que se pueden usar se incluye un aparato llamado “Sensible baby” en el que trabajó el Laboratorio de Innovación de Harvard. La propia vestimenta de bebé registra temperatura del cuerpo y los movimientos mientras duerme, y está conectada a una alarma para el caso de que haya problemas o dificultades. También hubo algunos desarrollos con “pelucas inteligentes”, pero no superaron el filtro de calidad.

De la ficción a la ciencia La historia no está demasiado popularizada, pero la palabra “robot” fue un invento de dos autores de ciencia ficción checos: Karel y Josef Capek. El primero, creador de la obra de teatro que los incluyó en 1920, R.U.R. (Robots Universales Rossum). En varios idiomas eslavos significa “trabajo duro”. Otro escritor inventó el término “robótica”: Isaac Asimov.


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1. Un robot no puede lastimar a un ser humano o, por inacción, permitir que un humano se lastime. 2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los humanos, a no ser que estas órdenes contradigan la primera ley. 3. Un robot debe proteger su propia existencia, siempre y cuando esto no esté en conflicto con la primera o segunda ley. Isaac Asimov, Yo, robot.

ROBOT PARA CUIDADOS ESPECIALES Hay una serie de países que tienen dificultades para encontrar enfermeros y cuidadores debido, entre otras cosas, a factores demográficos. Es por eso que el interés en tener robots humanoides que puedan hacerse cargo de al menos una parte de las tareas en geriátricos y hogares de ancianos es cada vez más apremiante. Uno de estos desarrollos, ampliamente difundido, bautizado Nadine, surgió en la Universidad de Ginebra (Suiza) y se apoya en la inteligencia artificial del ChatGPT-3 para obtener datos en lo que hace a sus comportamientos. Nadine habla algo robóticamente, pero de manera fluida y tiene gestos y expresiones humanas. Lo curioso es que en su presentación a los medios estuvo al lado de su modelo humana, con quien tiene un notable parecido. Se trata de Nadia Thalmann, una experta en robótica de la misma universidad. Entre sus ventajas, la científica recalca que el robot nunca se cansa a la hora de asistir a las personas y está dispuesto las 24 horas del día los 7 días de la semana. En el mismo video de difusión se puede advertir otra de las capacidades de Nadine, que vive desde 2020 en una residencia geriátrica de Singapur: toma los números de una tómbola y puede así jugar a la lotería, además de cantar. También hizo declaraciones, como consignó la agencia de noticias inglesa Reuters: “Interactuar con los mayores y ayudarlos en lo que necesitan ha sido una gran experiencia que disfruté. Creo que los robots pueden ser un gran apoyo para dar asistencia y cuidar de la gente vulnerable. Estoy muy agradecida con mi creadora, que me dio vida”, declaró respecto de Thalmann.

Nadine es un robot social humanoide ginoide que sigue el modelo de la profesora Nadia Thalmann. Aquí, leyendo una revista juntas.

Portada del libro Yo, robot (título original I, Robot), publicado en 1950, que reúne cinco cuentos y cuatro novelas cortas basados en estas tres leyes de la robótica, compendio imprescindible de moral aplicable a supuestos robots inteligentes.


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El reloj del Parkinson Aunque ya se mencionaron los wearables, esos dispositivos que se usan como si fueran ropa y ayudan en la prevención y control de enfermedades, vale la pena sumar otro. Uno de los beneficios del uso de algoritmos es que a través de los relojes inteligentes se podría diagnosticar el mal de Parkinson hasta 7 años antes de que aparezcan los primeros síntomas. Un trabajo del Instituto de Investigación de la Demencia del Reino Unido, en la Universidad de Cardiff (Gales), analizó datos de 103.712 usuarios entre 2013 y 2016. Con el registro de la velocidad de movimientos de una persona durante una semana, plantean los autores, se puede predecir quiénes tendrán la enfermedad. La investigación fue publicada en la revista Nature el 17 de abril de 2023, en un artículo de un grupo de científicos encabezados por Jamie L. Adams. Los relojes dotados de sensores, como acelerómetros y magnetómetros, registran sutilezas de los movimientos que, procesados con inteligencia artificial, pueden detectar con mucha anticipación los primeros atisbos de la enfermedad. Lo explica el suplemento “Materia” del diario El País, de Madrid: “Los resultados de este trabajo muestran un descenso de la movilidad entre las 7 de la mañana y las 12 de la noche en las personas que tenían el diagnóstico del Párkinson cuando les pusieron los relojes. La inteligencia artificial fue capaz de diferenciar este patrón del de las más de 40.000 personas que usaron como grupo de control. Con ese entrenamiento, los investigadores fueron más allá, identificando también a los casi 200 que recibieron el diagnóstico una media de 4,33 años después de que les registraran los movimientos. En algunos casos, la detección se produjo hasta 7 años antes”.

LOS GRANDES SIMULADORES Uno de los grandes aportes de estas tecnologías es la posibilidad de testear y practicar en simulaciones virtuales (como la llamada “realidad aumentada”) antes de tratar a un paciente de carne y hueso, por ejemplo, en situaciones estresantes y donde se deben tomar decisiones rápidamente, pero también en contextos educativos. En los últimos tiempos, la realidad virtual se usa crecientemente en pacientes con algún tipo de diagnóstico que afecta la salud mental, como ansiedad, fobias o estrés postraumático. Entre sus beneficios, se encuentra la posibilidad de abordar problemas intrincados. “La realidad virtual ofrece una representación de señales multisensoriales en un entorno virtual altamente interactivo, ecológicamente válido y emocionalmente atractivo. Tiene las ventajas de un mayor control sobre los estímulos, la posibilidad de repetir la exposición infinitas veces y la opción única de simular entornos que desafían los límites de lo cotidiano”, según el artículo “Virtual reality exposure therapy for posttraumatic stress disorder: a meta-analysis”, publicado por la European Journal of Psychotraumatology en agosto de 2019.


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Una de las terapias para veteranos de guerra en Estados Unidos –por ejemplo, en el Departamento de Asuntos de Veteranos de un hospital de Long Beach, California– copia la situación de guerra que fue el origen del trauma para que el protagonista reviva el momento en que se produjo su daño psíquico y así pueda hallar la manera de sobreponerse. Ese ambiente inmersivo ayuda a recuperar fragmentos de la memoria que la mente había eliminado como respuesta defensiva al trauma, siempre bajo supervisión de un experto y con la idea de usarla como una herramienta más, no como bala de plata que hará desaparecer el problema de la noche a la mañana. Según cuenta en el diario New York Times Dani Blum, también se usó en personas que sobrevivieron a los atentados a las Torres Gemelas y se busca extenderlo a niños con traumas o que sufren acoso escolar (bullying). Y hay más: según cuenta Guillén, ya se usa realidad virtual para visualizar cirugías complejas, como terapia para pacientes con miedo a las alturas, vértigo y ansiedad. Y dos investigadores de Oxford la emplean para tratar la paranoia. En Corea del Sur, también se la aplicó para estimular las funciones motoras de personas con lesiones cerebrales y en niños con autismo o problemas de lenguaje, según cuenta el sitio Fitness insider VR. La expectativa es que en los próximos años el uso de simuladores de realidad virtual aumente hasta 25% y el mercado en todo el mundo alcance los US$ 8.500.000.000 hacia 2031, de acuerdo con un informe de julio de 2023 de Transparency Market Research; entre otros, los odontológicos y quirúrgicos, así como otros para rehabilitación, terapia y diagnóstico clínico. Eso también está ocurriendo en el país. Por ejemplo, en el Hospital El Cruce, de Florencio Varela, cuyo Centro de Simulación (desarrollado por argentinos) fue inaugurado en noviembre de 2013 y por el que en su primera década de vida pasaron casi 20.000 profesionales. Así, los especialistas suman “horas de vuelo” sin que su falta de práctica impacte en los pacientes.

OSSO VR es una herramienta de realidad virtual que potencia la evaluación y capacitación quirúrgicas.

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Entrenamiento quirúrgico con casco VR: todos los pasos de la implantación de una endoprótesis de cadera se pueden entrenar en el simulador de “Dynamic HIPS”, proyecto de las universidades de Bremen y Chemnitz.


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También en la anestesiología es importante tener la posibilidad de entrenarse en un simulador que reproduce fielmente los eventos a que se puede estar expuesto antes, durante y después de una cirugía y sus imprevistos. En ese sentido, el Centro de Simulación de la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires (AAARBA) fue pionero. Inaugurado en 1989, contaba con un maniquí que reproducía eventos habituales, o no tan habituales, en los quirófanos. En la actualidad, se simulan partos en los que se practica la anestesia en embarazadas, ventilación mecánica y ecocardiografías transtorácicas. Según destaca la propia AAARBA, se trata de simuladores portátiles, lo que permite llevar el entrenamiento a lugares alejados del centro de la Ciudad de Buenos Aires.

HUELLAS AROMÁTICAS Parece absurdo en primera instancia, una idea surgida de las novelas de Isaac Asimov, Ray Bradbury o Philip K. Dick. Pero muy pronto quedará en claro que no lo es para nada: identificar ciertos olores como avisos o síntomas de una enfermedad antes de que tenga manifestaciones clínicas. Las moléculas que se desprenden de un cuerpo con ciertas enfermedades puede ser un biomarcador y ya hay equipos científicos detrás de la decodificación de lo que se llama el “volatiloma” (o huella química de elementos volátiles que desprenden olor).

Florin, un perro detector de enfermedades, visita a Andreas Mershin en su oficina del MIT.


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Florin acierta más del 70% de las veces.

Lo que se intenta es generar “narices electrónicas” convenientemente programadas para la detección de distintas enfermedades, desde la esquizofrenia al cáncer, como señala una nota de junio de 2023 firmada por Antonio Martínez Ron en el medio digital elDiario.es. Andreas Mershin, del MIT, busca miniaturizar estos dispositivos para que se transformen en una aplicación de celular, con la idea de que, si perros entrenados unas pocas semanas pueden identificar cánceres, la misma habilidad podría reproducirse en una máquina. En tanto, en la Universidad de Washington en Saint Louis (Estados Unidos) desarrollaron en 2023 un sensor que detecta, en apenas cinco minutos, la presencia de variantes del SARS-CoV-2 en el aire. Para los investigadores, esta prueba de concepto podría extenderse a otros virus respiratorios, como la gripe o el sincicial, y ser de uso común en hospitales y otros lugares públicos, según publicaron el 10 de julio de 2023 en la revista Nature Communications. Lo que todas estas aplicaciones tienen en común son algoritmos de IA, que prometen revolucionar la ciencia y la sociedad en los años que se avecinan.

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INTELIGENCIA ARTIFICIAL, LA NUEVA FRONTERA

La inteligencia artificial es mucho más que un bot que responde preguntas por internet como si fuera el oráculo de Delfos. Y puede tener aplicaciones tales como el uso intensivo en la producción de nuevas drogas y la búsqueda de diagnósticos más precisos.


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n Los superjuguetes duran todo el verano, el escritor inglés Brian Aldiss narra la historia de un niño que no podía complacer a su madre, hiciera lo que hiciera, lo cual, por supuesto, lo frustraba. Tenía un problema: no advertía que no era un hijo biológico sino producto de la inteligencia artificial, tal como su peluche. El cuento, publicado en 1969, llamó la atención primero de Stanley Kubrick y luego de Steven Spielberg, que sucesivamente terminaron delineando y filmando la película que se llamaría A.I. Inteligencia artificial. El relato destaca que hasta en los contextos menos “naturales” se mantiene al menos algo de la esencia, lo típico de la especie, la búsqueda del reconocimiento de los demás, el cariño, el amor. Y que tal vez incluso eso podrá programarse. El filme, estrenado en 2001, marcó el comienzo de la “celebridad” de estas dos palabras hasta entonces propiedad de apenas un grupo de expertos en computación y de fanáticos de la ciencia ficción. Inteligencia y artificial: dos términos que, juntos, generan expectativas, temores y apuestas por igual. De ser parte del esotérico mundo explorado por unos pocos pasó a estar en todos lados y convertirse, al menos en teoría, en una combinación todopoderosa. Particularmente en medicina, parece prometerlo todo: desde revolucionar las consultas más triviales, hasta resolver los diagnósticos más complejos o permitir diálogos con personas fallecidas. Y no solo en lo que concierne estrictamente al cuidado de la salud. También, en la búsqueda de nuevos fármacos, haciendo rápidos descartes de ciertas moléculas y selección de las que sí tienen potencial. Además, promete transformar por completo un tema delicado y que demanda mucho tiempo −en ocasiones, en desmedro del dedicado a pacientes− como es la logística de las instituciones médicas y la optimización del uso de los quirófanos. Un artículo publicado en la revista especializada The New England Journal of Medicine de agosto de 2023 −en el que se hace un pormenorizado análisis de los usos de la IA en medicina− detalla que puede utilizarse para mejorar las propias salas de cirugía, en la predicción del uso que pueden llegar a tener mediante el análisis de sus resultados en tiempo real. También en la consulta podría liberar a los médicos de tomar notas al, por ejemplo, escuchar las conversaciones y trasladarlas al lenguaje natural en un archivo que asimismo organice historias clínicas, recetas y próximos encuentros. Algunos de los trabajos son todavía conjeturales, otros están más avanzados y otros, ya son realidad. Lo cierto es que se trata de avances que van tan, pero tan rápido que en un abrir y cerrar de ojos pueden transformar la práctica médica y el mundo en que vivimos. Aunque persista la ancestral búsqueda de amor, como en aquel cuento de Aldiss.

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El Hada Azul convirtió a Pinocho en un niño de verdad. ¿Me podrá convertir a mí en un niño de verdad? Necesito encontrarla. Necesito volverme de verdad. Debe de haber alguien en todo el mundo que sepa dónde vive. Frase de la película A.I. Inteligencia artificial, dirigida por Steven Spielberg (2001).

IA EN EL CONSULTORIO CLÍNICO

Segmentación de imágenes de un extremo a otro en radioterapia utilizando las predicciones del algoritmo de Microsoft InnerEye.

La detección de tumores en etapas de desarrollo muy tempranas es algo que ya forma parte de lo que se imagina para los consultorios del futuro y su aplicación podría verificarse en cuestión de meses. En agosto de 2023 se dio a conocer un estudio publicado en Suecia sobre más de 80.000 mujeres que mostró una mejor lectura de las mamografías por parte de las inteligencias artificiales en comparación con la realizada por radiólogos humanos. Hasta un 20% mejor, según el trabajo publicado en The Lancet Oncology, que dividió los diagnósticos en dos grupos: los realizados por humanos y por no-humanos (eso sí, con la ayuda de un experto). Los casos de “falsos positivos”, que ocasionan angustia en la paciente y costos médicos para su confirmación fueron similares en ambos grupos. La lectura que hizo Kristina Lång, de la Universidad de Lund, autora principal del estudio y, ella misma, radióloga, es que reduciría el volumen de trabajo y, por lo tanto, el estrés de los profesionales. Este es apenas un ejemplo entre muchos ensayos que se están realizando en universidades y laboratorios del mundo. En el Reino Unido se hizo un estudio llamado Colo-Detect para evaluar cómo se puede utilizar IA para detectar cáncer de intestino, informando al experto que realiza la colonoscopía las zonas que podrían ser de interés y que incluso el ojo experto podría pasar por alto. También en las islas británicas está en marcha una prueba en miles de pacientes de la plataforma de IA Brainomix e-Stroke para accidentes cerebrovasculares. “El análisis de la etapa inicial de la tecnología… muestra que


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La IA permite una mejor lectura de la mamografía digital, el examen por excelencia para la prevención mamaria.

puede reducir el tiempo entre la presentación de un derrame cerebral y el tratamiento en más de 60 minutos, y está asociada con una triplicación en el número de pacientes con accidentes cerebrovasculares que se recuperan sin o con una discapacidad leve (definida como ‘lograr la independencia funcional’) del 16% al 48%”, según una nota de la BBC de junio de 2023. En lo que ahora parece un desarrollo “temprano”, ya en 2020 se anunciaron en la revista JAMA resultados provisionales del proyecto InnerEye (Ojo interior), de un equipo de la empresa Microsoft instalado en Cambridge (Reino Unido), que podía aumentar 13 veces respecto del médico humano la capacidad para planear la radioterapia. Se trata de una herramienta de “aprendizaje profundo” (Deep Learning, técnica cercana a la IA) que puede ejecutar mejor la segmentación de imágenes previas al comienzo del tratamiento y con similar precisión, según el estudio. Tal como ocurre en otros trabajos de este tipo, el énfasis está puesto en la posibilidad de ahorrar tiempo y dinero. Es importante aclarar, además, que son métodos que requerirán más datos y la correspondiente validación. Lo mismo se repite en imágenes cardiopulmonares. En la Universidad de Illinois, un grupo de investigadores entrenó redes neuronales para detectar diabetes a partir de las radiografías de tórax. Ayis Pyrros y equipo publicaron en julio de 2023 un trabajo en Nature Communications en el que utilizaron más de 270.000 imágenes de 160.000 pacientes para entrenar el sistema. ¿Cómo pudo sacar las conclusiones? Aparentemente, la IA vio características como cierta adiposidad y la forma de las costillas que el ojo humano pasa por alto. Otro equipo, en este caso de la Universidad de Osaka, Japón, está usando las mismas radiografías para verificar el estado de la salud cardiovascular de los pacientes.

Kristina Lång, docente en radiología diagnóstica de la Universidad de Lund.


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Diagnóstico por imágenes al instante Se espera que en el futuro haya más sistemas como el que ya en 2009 desarrollaron investigadores de la Clínica Mayo de Rochester, Minnesota (Estados Unidos). Crearon una red neuronal artificial para diagnosticar endocarditis, una inflamación del corazón. Martin Ford lo cuenta en su libro El auge de los robots: “La endocarditis normalmente requiere que se inserte una sonda en el esófago con el fin de determinar si la inflamación está causada por una infección potencialmente mortal; es un procedimiento incómodo, costoso y que conlleva riesgos para el paciente. Los médicos de la Clínica Mayo prepararon una red neuronal para realizar el diagnóstico basándose en pruebas de rutina y síntomas observables, sin la necesidad de utilizar la técnica invasiva”. El sistema fue preciso en más del 99% de los casos, por lo que se evitó el procedimiento invasivo. Desde 2011, BD, empresa de dispositivos médicos de Nueva Jersey, tiene un sistema de tratamiento de imágenes llamado BD FocalPoint Gs, cuyo software escanea rápidamente imágenes en busca de más de 100 signos visuales de células anormales. El sistema clasifica las imágenes e identifica áreas para que luego un ser humano haga una exploración profunda, pero duplica la velocidad con la que se procesa la información. De la inteligencia artificial a la inteligencia emocional En algún momento, los médicos adoptarán la IA y los algoritmos como sus compañeros de trabajo. Esta nivelación del conocimiento conducirá en última instancia a una nueva búsqueda de calidad: encontrar y capacitar a médicos que tengan el nivel más alto de inteligencia emocional. Eric Topol, Deep Medicine: How Artificial Intelligence Can Make Healthcare Human Again.

La IA impulsa un sistema de salud proactivo, basado en la prevención, diagnósticos más rápidos y la medicina de precisión.


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IA EN TERAPIA INTENSIVA La IA también encontrará un excelente terreno de aplicación en las terapias intensivas. Al menos, eso es lo que sugiere un estudio realizado en 2018, y publicado en la revista Nature, por investigadores del Instituto de Interacción Humano-Computadora de la Universidad Carnegie Mellon (Estados Unidos). Ellos cargaron datos de pacientes internados para predecir la posibilidad de sepsis o inflamación generalizada en respuesta a una infección, una de las complicaciones más comunes y potencialmente letales de la estadía en cuidados intensivos. Según escribieron, el sistema, llamado AI Clinician, “seleccionó tratamientos que son en promedio más confiables que el que hubiera seleccionado un médico humano”. En una validación de los datos, hallaron que “la mortalidad fue menor cuando las dosis recomendadas por profesionales coincidieron con las decisiones de la IA”. Y agregaron: “Nuestro modelo proporciona decisiones de tratamiento individualizadas y clínicamente interpretables para la sepsis que podrían mejorar los resultados”. El sistema usó datos de más de 18.000 pacientes, lo que equivale a la experiencia de toda una vida de cientos de médicos. Por otra parte, permite comparar en tiempo real las predicciones del modelo con los tratamientos realizados y sus resultados. Otra universidad estadounidense, en este caso de Florida, comenzó en febrero de 2023 un proyecto de prueba de IA para asistir a pacientes con riesgo de vida que se recuperan en terapia intensiva denominado Chorus y sumará datos de unos 100.000 pacientes, además de entrenamiento, tutoriales, guías y bases para el uso ético de la IA. Ese número hace que Chorus se presente como el más amplio hasta el momento.

Equipo de la red CHoRUS compuesta por médicos, ingenieros biomédicos, científicos en fisiología y aprendizaje automático, abogados, expertos en regulación, especialistas en ética, ciencia y comunicación.


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Y en enero de 2023, investigadores de la Universidad Johns Hopkins (también de Estados Unidos) anunciaron el desarrollo de un conjunto de algoritmos que puede detectar de manera temprana delirios durante la estadía en terapia intensiva, algo relativamente frecuente tras una cirugía con anestesia general. También señala cuáles de estos pacientes tienen más riesgo de desarrollar delirio en algún momento de su permanencia en terapia. Estos datos −tomados de más de 200.000 casos de 208 hospitales estadounidenses− pueden ayudar a prevenir estos episodios con ciertos cambios en la medicación, por ejemplo. “Diferenciar entre pacientes con bajo y alto riesgo de delirio es increíblemente importante en la terapia, porque nos permite dedicar más recursos a las intervenciones en la población de alto riesgo”, dijo en el comunicado de prensa difundido por la universidad Robert Stevens, profesor asociado de Anestesiología y Cuidados Críticos en Johns Hopkins y autor principal del estudio. Los investigadores delinearon dos modelos distintos: en un caso, con información acerca de la edad, la enfermedad, variables psicológicas y medicación para hacer la prevención; en otro, agregan datos generados dentro del hospital, como presión sanguínea, pulso, temperatura, que permiten elaborar una predicción del riesgo de delirio dentro de las siguientes doce horas. El programa CHoRUS generará datos biomédicos que pueden usarse para monitorear, diagnosticar y tratar a pacientes críticos.

Una computadora puede ser llamada “inteligente” si logra engañar a una persona haciéndole creer que es un humano. Alan Mathison Turing


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ChatGPT es un modelo de lenguaje de IA diseñado para simular conversaciones humanas y proporcionar información útil a través de diálogos automatizados.

Empatía natural y artificial Ante la consulta de un ciudadano sobre el riesgo de morir después de tragar un palillo de dientes, hay dos respuestas posibles. La primera subraya que a las dos a seis horas después de la ingesta, es probable que haya pasado ya a los intestinos y, aunque mucha gente traga palillos sin que pase nada, advierte que, si siente dolor de estómago, vaya a urgencias. La segunda respuesta va en la misma línea e insiste en que, aunque es normal la preocupación, es poco probable que ocurra un daño grave tras tragar un palillo, porque está hecho de madera, que no es un material tóxico ni envenena, y es un utensilio pequeño; sin embargo, agrega, si tiene “dolor abdominal, dificultad para tragar o vómitos”, debe acudir al médico: “Es comprensible que te sientas paranoico, pero trata de no preocuparte demasiado”, lo consuela. En el fondo, las dos respuestas dicen lo mismo, pero cambian en las formas. Una es más aséptica y escueta; otra, más empática y detallada. La primera ha sido generada por un médico, de su puño y letra, y la segunda, por el ChatGPT, la herramienta generativa de IA que ha revolucionado el planeta en los últimos meses. El estudio en el que se enmarca este experimento, publicado en la revista JAMA Internal Medicine, quiso profundizar en el papel que podrían tener los asistentes de IA en medicina y comparó las respuestas que daban médicos reales y el chatbot a cuestiones de salud planteadas por ciudadanos en un foro de internet. Las conclusiones, tras el análisis de las respuestas por parte de un panel externo de profesionales de la salud que desconocía quién había respondido qué cosa, es que, en el 79% de las veces, las explicaciones de ChatGPT eran más empáticas y de mayor calidad. Paradójicamente, la voz más empática en el estudio de JAMA Internal Medicine es la máquina y no el humano. El País, 4 de junio de 2023, nota de Jessica Mouzo.

ChatGPT, una novedosa herramienta que responde preguntas sobre casi cualquier cosa.


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Las máquinas en pugna con la biología del ser humano es un tema con una larga tradición. Ahora, que se vive en el futuro imaginado por la ciencia ficción, muchas de sus prevenciones y temores pueden hacerse realidad, por eso se busca controlarlas.


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IA EN EL LABORATORIO

Estructura tridimensional de una proteína de la planta de berro thale, con propiedades para conferir resistencia a enfermedades.

La científica Denise Catacutan trabaja en el antibiótico experimental descubierto con la ayuda de IA.

El drama de la resistencia a los antibióticos y la eventual falta de inversión para conseguir nuevas moléculas también podría ser atacado por la inteligencia artificial. Eso es lo que se consiguió en mayo de 2023 cuando el algoritmo programado hizo lo que se espera que hagan cada vez más sus colegas virtuales: reducir la lista de posibles compuestos químicos a utilizar de miles a pocos, y luego identificar uno o dos para así avanzar. El resultado, en este caso, fue bautizado abaucina y empezó a probarse hacia mediados del mismo año para combatir a una superbacteria denominada Acinetobacter baumannii, que entre otras cosas puede provocar neumonía y es especialmente peligrosa para quienes tienen los sistemas inmunitarios comprometidos; por ejemplo, en hospitales y sanatorios, donde se encuentra una mayor resistencia a antibióticos. Cuenta el periodista científico James Gallagher de la BBC que “para encontrar el nuevo antibiótico, los investigadores primero entrenaron a la IA. Tomaron miles de medicamentos de los que se conocía la estructura química precisa y los probaron manualmente en la Acinetobacter baumannii, para identificar cuál podía hacer más lenta la replicación o eliminar la bacteria”. Así, la IA aprendió qué características químicas podían dañarla. Según se publicó en la revista Nature Chemical Biology, en apenas 90 minutos se obtuvo la lista corta de candidatos químicos, que luego probaron los científicos del Instituto de Tecnología de Massachusetts en sus laboratorios. La misma herramienta se usará para atacar otras bacterias. La IA también podría servir para predecir la estructura tridimensional de las proteínas, algo muy útil, entre otras cosas, para diseñar nuevos medicamentos.


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Colonia de bacterias patógenas Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (SARM), en una placa de cultivo de sangre.

Hay varios sistemas que lo intentan, como AlphaFold (de la empresa DeepMind, comprada por Google en 2016), que lo hace a partir de las secuencias de aminoácidos que las constituyen. Ya generaron centenas de millones de ellas y trabajan para que se puedan encontrar fácilmente en la web, como cualquier búsqueda de Google. En los ensayos clínicos, la IA además puede colaborar, sobre todo en el terreno de las simulaciones, para adelantar resultados, realizar búsquedas e incluso plantear hipótesis. Y podría, también en este caso, acelerar el desarrollo de nuevos fármacos, uno de los factores cruciales en los costos de la investigación. También ayudaría a resolver aspectos logísticos, como elegir lugares ideales para la realización de estudios multicéntricos, por ejemplo, o elegir los pacientes adecuados y representativos. Además, gracias a la técnica CRISPR ingresamos en la era de la modificación genética: la IA podría predecir en detalle cuáles serían las consecuencias de determinados cambios en el ADN. Eso es lo que buscan investigadores del Gladstone Institute, el Broad Institute y el Dana-Farber Cancer Institute: conocer cómo cadenas de genes interconectados hacen funcionar las células y cómo una disrupción puede ocasionar enfermedades. En Nature, la investigadora Christina Theodoris, de la Universidad de California en San Francisco (Estados Unidos) describe cómo diseñó su algoritmo Geneformer para que aprendiera la manera en que interactúan los genes y que de ese modo pudiera hacer predicciones acerca de qué pasa cuando esos procesos se alteran. Hasta mayo de 2023 lo habían logrado con un pequeño número y tipo de células, pero la idea es expandirlo hacia más redes, con un modelo open source para que más investigadores puedan colaborar en su desarrollo.


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IA EN EL EMBARAZO Respecto del seguimiento de la gestación, la IA podría mejorar los análisis con ultrasonido, en particular en países de ingresos medianos a bajos, que suelen tener déficits que afectan tanto a la madre como al bebé. Un trabajo publicado por Communications Medicine en octubre de 2022 presenta un “sistema de inteligencia artificial optimizado para dispositivos móviles [que permite] evaluar la edad gestacional y la mala presentación fetal”, según su autora principal, Shravya Shetty, investigadora de Google Health, en Palo Alto (California). Obtuvieron resultados similares a los de un ecografista, pero mucho más rápido: “Los tiempos de ejecución del software en teléfonos móviles para ambos modelos de diagnóstico son inferiores a 3 segundos después de completar un barrido”, señala el trabajo científico, que agrega que pueden funcionar directamente en un celular sin conectividad, lo que los hace aptos para sitios alejados de grandes centros urbanos o aislados. En la Argentina, desde el centro de medicina reproductiva CEGyR, proponen la aplicación de la inteligencia artificial a las técnicas ya conocidas de reproducción asistida. Según un comunicado que se entregó a los medios firmado por su director, Sergio Papier, el centro cuenta con un algoritmo de IA llamado iDAScore, que aporta una suerte de EmbryoRank; es decir, que permite la elección de los embriones a transferir. También tienen otros sistemas para predecir la calidad de los ovocitos y la probabilidad de llegada de ese óvulo, después de la fecundación, al siguiente estadio de blastocisto. Según Papier, esto es algo que hasta ahora no se podía evaluar. El especialista también enfatiza en el concepto de “inteligencia aumentada”, que se refiere a que estos sistemas están para ayudar al profesional y no para reemplazarlo.

Fertilización in vitro. La IA permite acelerar la elección de los embriones óptimos a transferir.


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La demencia es uno de los problemas en crecimiento en el mundo y la IA, bien utilizada, puede colaborar en su abordaje integral.

IA CONTRA LA DEMENCIA La salud mental no solo es un problema importante en la actualidad, sino que se prevé que no hará más que agudizarse en los próximos años. En tal sentido, la IA puede ser de gran ayuda para la detección temprana de demencias, como Alzheimer y Parkinson, entre otras dolencias. La propia OMS dio a conocer un estudio en febrero de 2023 en el que hace una revisión sistemática del uso de la IA en salud mental en el período que va desde 2016 a 2021, con la conclusión de que se usaba más para la depresión, la esquizofrenia y otros desórdenes psicóticos, en desmedro del resto de las patologías, y halló también sesgos en su aplicación en procesos estadísticos y de validación de datos, además de alertar por una falta de transparencia de los algoritmos. Agustín Ibáñez, investigador argentino que dirige el Instituto Latinoamericano de Salud Cerebral (BrainLat) de la Universidad Adolfo Ibáñez (Chile), desarrolló un sistema para detectar demencias con resonancias magnéticas, algo que requiere una visión muy aguda… o bien una IA adecuadamente entrenada. Si bien aún está en modo de prueba, la idea es que se pueda usar en la región latinoamericana donde los equipos de imágenes no son muy fidedignos y, al mismo tiempo, aumentar el diagnóstico de estas patologías. “Lo que hicimos fue utilizar inteligencia artificial a partir de sistemas de visión computacional. Las computadoras van leyendo píxel por píxel las imágenes cerebrales sin ningún tipo de procesamiento. Se las damos a una red neuronal artificial, que es este sistema de inteligencia artificial, que ‘aprende’ patrones”, explicó Ibáñez en diálogo con el portal Infobae. La precisión, dijo, es de alrededor del 98%.

Agustín Ibáñez.


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La combinación entre ser humano y máquina también puede generar sinergias impensadas.

El primer psico-chat En la prehistoria de la IA, hubo un psicólogo apócrifo. El sistema, bautizado Eliza, fue un legendario programa de computación de la década del sesenta desarrollado en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) por Joseph Weizenbaum. Eliza simulaba ser un terapeuta de la escuela “rogeriana”, en la que la conversación es dominada por el paciente. Muchas veces, el programa respondía a la manera de un mero eco para continuar el diálogo. Lo alarmante, para Weizenbaum, es que lo había hecho más que nada como una burla y para demostrar que no funcionaría, pero los usuarios lo encontraban útil y valioso. Y se cuenta que hasta la misma secretaria del tecnólogo le pidió “estar a solas” con el programa para poder dialogar. Como en este ejemplo: Paciente: Mi novio me sugirió que viniera. Eliza: Su novio le sugirió que viniera. Paciente: Sí, él dice que me ve deprimida la mayor parte del tiempo. Eliza: Lamento oír que estás deprimida. Paciente: Pero es cierto, soy bastante infeliz. Eliza: ¿Cres que venir aquí conmigo te ayudará a ser más feliz? Tomado de una nota del New Yorker, febrero de 2023.

IA PARA LEER LA MENTE El síndrome de enclaustramiento, o locked-in, aparece cuando un paciente es incapaz de todo movimiento o gesto −por lo general, con la excepción de los ojos− y no puede hablar ni tiene forma de comunicarse. Es una parálisis total de un cuerpo con un cerebro en funciones causada, entre otros


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cuadros, por derrames cerebrales. Para estos casos, la IA puede ayudar a descifrar palabras y oraciones con microchips insertados e interpretados por un scanner cerebral. Así describió un equipo de neurocientíficos del MIT dirigido por Martin Schrimpf un sistema todavía en fase de prototipo que puede “decodificar pensamientos”. De forma menos invasiva, otra investigación de la Universidad de Texas en Austin (Estados Unidos) intenta rastrear flujos sanguíneos dentro del cerebro para medir actividad neuronal y, esperan, poder predecir pensamientos. El objetivo es entrenar a la IA para que pueda correlacionar patrones de actividad cerebral con ideas. Según un artículo de Claudia López Lloreda, de mayo de 2023, en la revista Science, para recopilar los datos necesarios los investigadores escanearon los cerebros de tres participantes mientras cada uno escuchaba aproximadamente 16 horas de podcasts narrativos. “Con esos datos, los investigadores produjeron un conjunto de mapas para cada sujeto que especificaba cómo reacciona el cerebro de la persona cuando escucha una determinada palabra, frase o significado”, explicó López Lloreda. Como los escaneos demoran unos segundos en registrar la actividad cerebral, no capturan cada palabra específica, sino la idea general asociada con cada frase u oración.

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La tecnología detrás de ChatGPT está haciendo realidad la lectura de la mente.


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IA CONTRA LA MUERTE

Project December.

HereAfter AI, pionera en una forma interactiva de guardar y compartir recuerdos, promete la inmortalidad digital.

Así lo definía hace ya algún tiempo el pionero informático Jaron Lanier: “Dentro de unos años, una simulación de una persona fallecida podría ser lo suficientemente buena como para pasar el test de Turing, es decir, que su familia trataría la simulación como si fuese real. En los ambientes tecnológicos, en los que es patente la obsesión con las tecnologías de la inmortalidad, la tendencia filosófica dominante consiste en aceptar que la inteligencia artificial es un sólido proyecto en tal sentido”. Lanier hablaba de soldados, pero bien se podría aplicar a cualquier ser querido fallecido del que se tenga la suficiente cantidad de información (voz, video, texto) como para que un sistema adecuadamente entrenado reúna esos datos y le dé nueva vida (digital). Mientras tanto, otras tecnologías similares ya están disponibles. Una de ellas se llama Thana-bots (Tánatos era el dios de la muerte en la antigua Grecia). Son versiones del célebre ChatGPT diseñadas para producir nuevos textos a partir de la información que pueden obtener de fuentes de internet, pero con respuestas de una persona en particular. Lo hizo el programador Jason Rohrer con el “Project December”, que es “el primer sistema del mundo en su tipo”, según consta en la página web. Allí se lee que con “una IA profunda, que se ejecuta en una de las supercomputadoras más sofisticadas del mundo, ahora podemos simular una conversación basada en texto con cualquier persona, incluyendo a alguien que ya no vive”. El servicio se ofrece a un costo de diez dólares. Las implicancias emocionales de estos “servicios” aún están por verse. Otra opción, para personas menos públicas y sin tantas entradas en los sitios de internet de los que abrevan estas IA, es agregar grabaciones y fotos caseras. Como hizo otro programador, James Vlahos, con su padre, del que recopiló el equivalente a unas doscientas páginas con su historia de vida,


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canciones y bromas preferidas cuando este recibió un diagnóstico de cáncer. Así creó el Dadbot, con el que puede interactuar con audio, imágenes y video. Con la idea de repetir su experiencia y compartirla con otros, Vlahos lanzó la empresa HereAfter AI, que se ofrece como una suerte de inmortalidad digital. Otra posibilidad es revivir a estrellas del cine, por ejemplo, para verlas actuar como si nunca se hubieran ido. Como para sistemas de IA debidamente entrenados hay una gran cantidad de material de algunas de ellas, podría resultar relativamente sencillo hacerlo. Si se extendiera, se entraría en la era de los clones digitales de Hollywood.

IA ANTE EL DESAFÍO ÉTICO Lo cierto es que, aunque sus usos se multipliquen vertiginosamente, la IA aún debe ganarse la confianza de los usuarios: tanto médicos como pacientes. Es lo que se desprende del estudio Reimagining Better Health, de GE HealthCare, publicado en 2023 sobre la base de opiniones de 5.500 pacientes y unos 2.000 médicos de tres continentes (América, Europa y Asia). A pesar de que una mayoría dice que podría apoyarse en esa tecnología para la toma de decisiones clínicas y mejorar la eficiencia de procesos médicos y no médicos, en Estados Unidos dos tercios de los médicos aún no confía en la calidad de los datos que provee. The British Medical Journal publicó en junio de 2023 una nota de opinión titulada “Una IA desordenada constituye una amenaza creciente para la salud pública”, bajo la firma de Leah Pierson y Bruce Tsai. Junto con el potencial de transformar la medicina con nuevas curas, mejores diagnósticos y reducción de costos y trabajo para los médicos, las nuevas tecnologías poseen el

GE HealthCare presentó “Reimagining Better Health”, un estudio cualitativo y cuantitativo que aborda las perspectivas y necesidades de las personas que se encuentran en el centro de la atención sanitaria: pacientes y médicos.


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riesgo de “no captar nuestras normas y valores, no comprender lo que intentamos hacer y, sobre todo, lo que queremos”. En particular, destacan Pierson y Tsai, porque ya se emplea un algoritmo que “usó los costos como indicador de la necesidad de atención médica, y dio como resultado que priorizara a los pacientes de piel blanca por sobre los de piel oscura que estaban más enfermos, muchos de los cuales enfrentaron mayores barreras para acceder a la atención”. También advierten que un modelo de IA diseñado para ayudar en el descubrimiento de fármacos pudo hallar 40.000 potenciales agentes

Esta pintura, ganadora del concurso anual de bellas artes en la Feria Estatal de Colorado, 2022, titulada Théâtre d›Opéra Spatial, no es humana en casi ningún sentido. Fue realizada por el software de IA Midjourney, a partir de descripciones textuales. ¿Puede considerarse arte? ¿Quién ostenta los derechos de autor? Preguntas sin respuestas dentro del debate ético sobre la IA.


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de guerra química en apenas seis horas. Por esas razones, estos autores y muchas entidades piden fuertes regulaciones para un área en la que todavía existen grandes vacíos legales. Lo que todos tenemos que hacer es asegurarnos de que estamos usando la IA de una manera que sea en beneficio de la humanidad, no en detrimento de la humanidad. Tim Cook, CEO y alma de Apple, tras la muerte de Steve Jobs (2011).

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LOS MEDICAMENTOS DEL MAÑANA

Aquí se ve una imagen mejorada en color de cristales de la aspirina: el primer medicamento y, por mucho tiempo, el mejor; pero el tiempo pasa… Con la complejidad y la incorporación de nuevas prácticas, los medicamentos se personalizan y se han complejizado en nombre y aspecto.


LOS MEDICAMENTOS DEL MAÑANA

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eorge Orwell, autor de las célebres distopías Rebelión en la granja y 1984, dos fábulas mordaces sobre sociedades totalitarias que se incluyen entre los libros más influyentes del siglo XX, ironizó acerca de que “todos somos iguales, pero algunos son más iguales que otros”. A la luz de descubrimientos de las últimas décadas, la frase podría resultar apropiada para describir cómo nuestro organismo reacciona frente a las enfermedades, a los medicamentos disponibles y, en especial, a los que llegarán en un futuro no muy lejano. Los estudios empíricos se basan en la premisa de que el cuerpo humano es único y todos los individuos reaccionan de la misma forma ante estímulos similares. Si la aspirina le cura el dolor de cabeza o la fiebre a una persona, también lo hará a otra, independientemente de su edad, género, peso, entorno familiar o del contexto socioeconómico en el que se encuentre. Ese es, en la práctica, el principio que sustenta a los experimentos y ensayos clínicos en gran escala: si a algunas personas una dosis de cierta sustancia las alivia, ese resultado se reproducirá en el resto de la población. Sin embargo, la biología no es tan sencilla. En sus dominios, más que la similitud, priman las diferencias individuales. Los médicos saben bien, por ejemplo, que fármacos que funcionan de maravilla en algunos de sus pacientes pueden ser ineficaces e incluso nocivos para otros. Aunque todos pertenecemos a la misma especie, tenemos nuestras singularidades. Parte de esas diferencias se encuentran en nuestro “plano maestro”, que contiene toda la información necesaria para que un individuo pueda desarrollarse desde la célula primordial que conforman el espermatozoide y el óvulo: el conjunto de genes que dirigen la síntesis de cada una de las proteínas que nos conforman y las actividades de todo el organismo. Decodificado a lo largo de décadas y con una inversión de miles de millones de dólares, desde que se logró, en 2003, el costo de secuenciar el genoma completo de un individuo (es decir, de determinar el orden exacto de los pares de bases de su ADN) se redujo tanto como para que haya dejado de ser una utopía pensar que pronto será incluido en las historias clínicas de cada paciente. Y no solo está cada vez más al alcance de los presupuestos individuales y de los sistemas de salud, sino que también puede hacerse cada vez más rápido. El récord lo ostenta, hasta el momento de escribir estas líneas, un equipo de la Universidad de Stanford: 7 horas y 22 minutos. Esta proeza ayudó a diagnosticar una rara anomalía genética y salvar la vida de un chico de 13 años que, gracias a ese avance, pudo acceder a un trasplante cardíaco.

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Esta información tan detallada permitirá a los médicos un nivel de precisión inimaginable. Y no solo para administrar medicamentos, también para conocer los riesgos que prevalecen en ciertas poblaciones o para indicar programas alimentarios específicos. Los niveles de glucemia (azúcar en la sangre) no aumentan del mismo modo para todos los pacientes diabéticos, tampoco tienen el mismo efecto las inmunoterapias en todas las personas… aunque padezcan el mismo tipo de tumores. Hoy, la medicina personalizada ya es más que una promesa. En esta nueva era, los tratamientos no serán iguales para todos, prêt-à-porter (listos para llevar), sino hechos “a medida” de cada paciente.

MEDICINA PERSONALIZADA

Salvador Dalí, La estructura del ADN. Obra estereoscópica, óleo sobre tela, 60 x 60 cm, cada elemento, 1973.

La definición de este nuevo enfoque para preservar la salud, la medicina personalizada, alude a nuestra individualidad química y genética partiendo de la base de que hay personas o grupos que pueden beneficiarse de terapias y estrategias de recuperación diferentes de las “generales”. Según dictaminó el Consejo de la Unión Europea, reunido en diciembre de 2015, se trata de “un modelo médico que utiliza la caracterización de los genotipos (conjunto de genes y variantes presentes en el genoma) y fenotipos (conjunto de caracteres visibles que resultan de la interacción entre el genotipo y el medio) de los individuos, estudiados a través de perfiles moleculares, imágenes médicas o datos del estilo de vida, para adoptar la estrategia terapéutica adecuada para la persona adecuada en el momento adecuado y/o para determinar la predisposición a la enfermedad y/o a brindar una prevención oportuna y específica”. Uno de los ejemplos más notorios (y exitosos) de esta nueva modalidad se da en el tratamiento del cáncer. No solo se están desarrollando terapias a partir de las propias células del paciente, como en el caso de la novísima estrategia con células CAR-T, que consiste en extraer sus linfocitos, modificarlos


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en el laboratorio y devolvérselos “potenciados” para que destruyan el tumor, sino que se diseñan tratamientos dirigidos hacia tipos particulares de células tumorales orientados por marcadores para ayudar en el diagnóstico. “La prueba de biomarcadores es una forma de buscar genes, proteínas y otras sustancias que pueden proporcionar información sobre el cáncer [ya que] cada persona tiene un patrón único”, afirma el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) de Estados Unidos. “Al comparar el ADN tumoral con el de las células normales del paciente, los investigadores pueden dilucidar cómo apareció el cáncer y cómo puede ser vulnerable al tratamiento. Al rastrear los perfiles genéticos del tumor, el médico puede identificar qué terapia funciona mejor en cada persona”, agrega. Esto ya se aplica en la rutina diaria, por caso, en cáncer de mama y de colon, cuando se administran ciertos anticuerpos monoclonales de acuerdo con qué mutaciones están presentes en los tumores. El campo de aplicación de este concepto no hace más que crecer y está impulsando el desarrollo de testeos genéticos que permitan considerar variaciones individuales a la hora de prescribir fármacos antidepresivos, antipsicóticos y otras medicaciones psiquiátricas. Aunque todavía se necesitan más ensayos controlados para verificar su eficacia, es un camino que varias compañías están explorando, tanto pequeñas start-ups como grandes multinacionales. Cada uno de nosotros es una preciosidad, en una perspectiva cósmica. Si alguien discrepa de tus opiniones, déjalo vivir. En un trillón de galaxias, no hallarás otro igual. Carl Sagan

CRONOMEDICINA “Si nadie me pregunta qué es el tiempo, lo sé, pero si me lo preguntan y quiero explicarlo, ya no lo sé”, decía el filósofo Agustín de Hipona en el siglo V de nuestra era. Y aunque la naturaleza del tiempo sigue siendo elusiva, tanto a los físicos y astrofísicos como a los legos, hay formas de hacer jugar al Cronos de los griegos a nuestro favor. Desde hace décadas, la cronobiología estudia el reloj biológico interno que se ajusta con la luz del sol y rige el compás de todos los seres vivos. Son los llamados ritmos circadianos (circa: alrededor de; dies: día, en latín) que resultan esenciales para el bienestar humano y la salud. Variables fisiológicas como la temperatura, la alimentación, el ciclo sueño-vigilia y la secreción de hormonas los obedecen con puntualidad. Del mismo modo en que se suceden las estaciones, el día y la noche, la cronomedicina analiza cómo se alternan procesos metabólicos y endocrinos que generan horarios ideales para la síntesis de proteínas o para dejar actuar un medicamento. La “cronomedicina” adecúa conocimientos básicos a la cura y prevención de enfermedades. Cuando se desacompasan los relojes –por falta de sueño, luces artificiales o jet-lag–, aumentan las enfermedades metabólicas, el cáncer y los trastornos psiquiátricos. Y al de trazar estrategias con el objetivo de controlarlos, se trata de establecer

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Representación 3D de células “potenciadas” CAR-T que atacan a las cancerosas y liberan citocinas.


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el horario ideal para tomar un medicamento o someterse a un tratamiento de quimioterapia, por ejemplo. Así, se hace necesario perfeccionar métodos para “leer” los tiempos de cada persona a través de muestras de sangre. “La hora del día en que se realiza una cirugía a corazón abierto está claramente asociada con la supervivencia, la cicatrización de heridas, la respuesta de anticuerpos a la vacunación, la eficacia y tolerabilidad de la quimioterapia, el tratamiento del asma y la artritis reumatoidea, o el uso de ácido acetilsalicílico en enfermedades cardiovasculares”, destaca un artículo publicado por Mirjam Münch y Achim Kramer en la página web de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos. Agregan: “la eficacia y tolerabilidad de un fármaco o cualquier otra terapia a menudo dependen sustancialmente de que sean administrados en el momento óptimo del día”, y se sorprenden de que aún los enfoques “cronomédicos” no sean más exitosos y generalizados. El futuro de estas intervenciones terapéuticas –para las que hacen faltan los correspondientes ensayos clínicos– reside tanto en advertir los momentos precisos para ejecutarlas de acuerdo con el reloj interno de cada individuo, tanto como en conocer su “cronosistema” y “hacerle trampa, si hace falta, para que resulten exitosas”.

Franjas horarias en que se producen con mayor frecuencia – ataques cardíacos: entre las 7 y las 12 – ataques de asma: entre las 0 y las 6 – picos de presión arterial: entre las 12 y las 18 – síntomas de alergia nasal: entre las 6 y las 12 – dolor en el pecho (angina): entre las 6 y las 12 – aumento agudo en la presión arterial: entre las 6 y las 12 – jaquecas y migrañas: entre las 6 y las 12 – artritis reumatoidea: entre las 6 y las 12 – comienzo del trabajo de parto: entre las 0 y las 6 – comienzo de la menstruación: entre las 6 y las 12 Extraído de Cronobiología humana. Ritmos y relojes biológicos en la salud y en la enfermedad, Diego Golombek (comp.).

Salix, género de unas cuatrocientas especies de árboles y arbustos caducifolios que se denominan comúnmente “sauces” (arriba). Salix alba, ilustración de un libro sobre flora, 1885 (centro). La corteza de sauce (abajo) se menciona en antiguos textos de Asiria, Sumeria y Egipto como remedio contra dolores y fiebre; Hipócrates escribió acerca de sus propiedades medicinales en el siglo V a. C.

MEDICAMENTOS BIOTECNOLÓGICOS Y FARMACOGENÉTICA Los medicamentos clásicos están hechos a partir de moléculas que se encuentran en la naturaleza, de fuentes animales, vegetales, minerales o incluso de hongos. Muchas de ellas en su momento fueron halladas a “simple vista”, gracias a la observación, o legadas de generación en generación, y luego fueron sintetizadas químicamente para su producción en serie. El ejemplo más conocido es el de la aspirina, o ácido acetilsalicílico, obtenido de la corteza del sauce. Cuando se desentrañó su estructura molecular, pudo fabricarse en escala masiva. Pero con el desarrollo de la biotecnología, la posibilidad de utilizar genes modificados en el laboratorio también llegó al ámbito de la medicina.


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Es la evolución que siguió la producción de insulina, la hormona que permite el ingreso de la glucosa a las células, para paliar su deficiencia en pacientes diabéticos. Obtenida en un primer momento de páncreas de cerdos, en los años 80 se logró sintetizarla por medio de bacterias Escherichia coli transgénicas a las que se les introduce el gen humano encargado de dirigir su producción. En la Argentina, se obtiene por ingeniería genética desde 1997 gracias al trabajo conjunto de investigadores del Conicet y de compañías farmacéuticas, lo que permite sustituir importaciones e incluso exportar una parte de la producción. Otro ejemplo es el de la hormona de crecimiento humano, obtenida inicialmente de hipófisis humanas mediante una técnica extraordinariamente trabajosa. La Argentina fue uno de los países pioneros en su administración cuando el 27 de julio de 1966 se trató a un niño que sufría enanismo: lo hizo un equipo de investigadores encabezados por Alejandro Paladini, Juan Dellacha y José Santomé, del Centro de Estudio de Hormonas Hipofisarias de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA. Hoy, se produce en grandes tanques de cultivo utilizando Escherichia coli o (experimentalmente) a partir de animales transgénicos.

Messi recombinante La historia es conocida: un niño con una pasión y una habilidad extraordinarias para jugar al fútbol, pero no para crecer. Su cuerpo no generaba la hormona de crecimiento y no aumentaba de tamaño en la medida de lo esperable para su edad. Por suerte para la historia del deporte, dos años antes del nacimiento de Lionel Andrés Messi, en 1985, se produjo por primera vez la hormona de crecimiento por el método recombinante (en el laboratorio y no extraída de cadáveres). En 1996, cuando tenía 9 años, los médicos descubrieron que el niño tenía déficit de esa hormona y decidieron que debía comenzar un tratamiento. La familia viajó a Buenos Aires, pero River Plate decidió que no podía costearlo, por lo que luego se trasladó a Barcelona, España; allí el club catalán del mismo nombre se hizo cargo de la terapia. De no haberla recibido, en lugar de 1,70 posiblemente no hubiera superado el metro y medio, y no es inverosímil pensar que Messi es el mejor del mundo, en parte, gracias también a su aliada, la ingeniería genética. Lionel Messi, el mejor del mundo, en parte, gracias a su aliada, la ingeniería genética.

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Y hay más: factores anticoagulantes para cardíacos, enzimas para deficiencias genéticas de baja incidencia y eritropoyetinas que promueven la formación de glóbulos rojos. Para el futuro, estas proteínas recombinantes producidas a partir de sistemas biológicos vivos, desde bacterias a hongos y levaduras, pasando por células de mamíferos, tejidos de origen vegetal o animal, y en animales de laboratorio, podrían servir para tratar una miríada de enfermedades y síndromes; sobre todo, los que tienen que ver con carencias o déficits hormonales. Mira dentro de la Naturaleza, y entonces comprenderás todo mejor. Albert Einstein

ANTICUERPOS MONOCLONALES Y MÁS

Proteína de fusión genética. Complejo de calicreína IV humana con níquel y p-aminobenzamide.

No solo se elaboran medicamentos biotecnológicos de primera generación, como la insulina, la hormona de crecimiento y los primeros anticuerpos monoclonales: aquel hallazgo pionero de César Milstein tuvo una vasta descendencia. En ese nutrido “árbol genealógico” se pueden sumar también proteínas de fusión y otros biofármacos como parte de una gran familia. Los anticuerpos monoclonales pueden ser de distinto origen: “completamente murinos”, “quiméricos”, o “humanizados”. Los murinos son cultivados en células de ratas o ratones. Fueron los primeros obtenidos para uso clínico y son “activadores débiles” del sistema inmune. En la actualidad, se emplean para contrarrestar el crecimiento de algunos tumores. Los anticuerpos quiméricos, como su nombre de origen mitológico sugiere, contienen (para el reconocimiento de los antígenos, que generan la respuesta inmune) una secuencia de aminoácidos del ratón y otra humana. En ciertos casos, se obtienen agregando toxinas vegetales o bacterianas. Los anticuerpos monoclonales humanizados conservan una secuencia del ratón y el resto de la molécula contiene secuencias de aminoácidos humanos. Y los completamente “humanizados” se elaboran en el ratón pero no son de su especie, sino de la nuestra. En todas sus versiones, los anticuerpos monoclonales se usan cada vez para más enfermedades, desde el cáncer a los trastornos inflamatorios e inmunológicos. La última adquisición en esta línea de investigación es la de los “anticuerpos bioespecíficos”, que se elaboran combinando dos monoclonales diferentes en una sola molécula y con los que se están notando respuestas notables. Otro avance rutilante son las proteínas de fusión, generadas por la acción de al menos dos genes unidos de manera artificial y que expresan las propiedades de ambos. Se pueden crear tanto in vivo como in vitro, y se usan en combinación con anticuerpos monoclonales para distintas terapias. Estos llamados “biofármacos de segunda y tercera generación” tienen mayor peso molecular y comenzaron a estar disponibles a partir de 2013.


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BIOTECNOLOGÍA “TODOTERRENO” La biotecnología ha tenido un impacto profundo en la salud, tanto en la investigación como en el diagnóstico y desarrollo de nuevos fármacos. Revolucionó la forma de entender, detectar, tratar e incluso prevenir enfermedades. Por ejemplo, gracias a las tecnologías de secuenciación del ADN se pudo mejorar la detección y el diagnóstico de enfermedades, vincularlas con ciertas variantes genéticas, identificar objetivos farmacológicos y avanzar con una medicina personalizada. La información genómica ayuda a guiar las decisiones de tratamiento y predice la susceptibilidad a las enfermedades, además de mejorar su seguimiento. La biotecnología tuvo también una importancia difícil de exagerar en el desarrollo de fármacos. Incluso, desempeña un papel en la evaluación de la seguridad de los medicamentos, prediciendo posibles efectos secundarios y garantizando la de nuevos medicamentos antes de que lleguen al mercado. La tecnología del ADN recombinante (es decir, que utiliza enzimas para cortar y unir secuencias genéticas de interés) permitió la producción de proteínas terapéuticas. Las terapias dirigidas, génicas y celulares ofrecen tratamientos innovadores para una multiplicidad de enfermedades, incluidos cánceres hasta ahora intratables. La biotecnología también transformó el desarrollo de vacunas, las hizo más seguras y eficaces; e impulsó avances en medicina regenerativa, permitiendo el diseño y producción de tejidos y órganos para reparar o reemplazar los dañados. Gracias a esta rama de la ciencia en constante y acelerado avance, los científicos creen que será posible poner a punto terapias con células madre que ofrecerán soluciones hasta ahora difíciles de imaginar.

Las científicas Emmanuelle Charpentier (izq.) y Jennifer A. Doudna, ganadoras del Premio Nobel de Química 2020 por el desarrollo de un método para la edición del genoma.

La tecnología CRISPR se usa para cambiar o “editar” piezas del ADN de una célula con el fin de eliminar la funcionalidad de algunos genes o incluso la introducción de mutaciones.


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IA EN EL DESCUBRIMIENTO Y DESARROLLO DE MEDICAMENTOS

Una unidad informática cuántica futurista y brillante, renderizada en 3D.

¿Con jubilación pronta? El esquema clásico de ensayo y error para la búsqueda de nuevas drogas podría pasar a mejor vida con la IA.

La inteligencia artificial (IA) permite vislumbrar un vasto campo de posibles avances en la medicina y también, su empleo, suscita gran interés para potenciar la producción de medicamentos. En principio, puede aplicarse para acelerar los procesos de hallazgo y desarrollo de nuevas drogas, que típicamente se estima en 10 años y miles de millones de dólares en inversión por molécula. Es tal su impacto que ya se habla de “revolución”. En un artículo de Nature Medicine, Carrie Arnold menciona una docena de drogas diseñadas con la ayuda de IA que hacia mediados de 2023 habían ingresado en los ensayos clínicos necesarios para su aprobación y están destinadas a patologías que van desde problemas dermatológicos hasta cáncer de ovario. ¿Cómo interviene la IA en la creación de medicamentos? Por un lado, identificando genes y biomarcadores genéticos de los participantes en ensayos clínicos para ver quiénes responderían mejor a la medicación. En el momento de pedir la aprobación, esto permite contar con “datos de una droga que funciona consistentemente en una muy bien definida población de pacientes”, explica Arnold. Otro campo de acción que se abrió recientemente para la IA es el diseño de proteínas; no solo imitando las que existen en la naturaleza, sino proponiendo nuevas fórmulas. “[Basta] una red neuronal sofisticada que utiliza algoritmos de reconocimiento de patrones para transformar la secuencia de aminoácidos en información espacial de la proteína; un módulo de salida que convierte la información espacial en una estructura tridimensional preliminar; y un proceso de refinamiento que permite un ajuste fino”, así, según la nota de Nature titulada “Dentro de la naciente industria del diseño de drogas a través de IA”, se pueden predecir estructuras de proteínas individuales. Y concluye: “Este progreso no eliminó la necesidad de experimentos y retoques (ningún algoritmo informático es tan bueno todavía), pero redujo la cantidad de posibilidades para ayudar a los científicos a priorizar moléculas con muchas más probabilidades de tener el efecto deseado sin causar una toxicidad indebida”. Otra promesa relacionada con la IA tiene que ver con la computación cuántica. De conseguirse este tipo de máquinas, que se basa en las singulares propiedades de la materia en escala atómica, la producción de medicamentos podría multiplicarse y acelerarse de manera insospechada mediante la simulación y análisis de las estructuras moleculares, así como la creación de modelos para saber con anticipación qué tipo de moléculas pueden funcionar y cuáles no.


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NANOTECNOLOGÍA APLICADA La nanotecnología es la manipulación de la materia en escala invisible para el ojo humano, del orden de 1 a 100 nanómetros o, lo que es lo mismo, una mil millonésima parte de un metro (0,0000000001 m). Con crecientes usos en la industria química, por ejemplo, entre múltiples aplicaciones también se plantea su utilización en medicina, dadas las características únicas que tiene la materia en semejantes escalas, que permiten la generación de artefactos de transporte de drogas, y sistemas de diagnóstico y tratamiento de enfermedades.

Nanotecnología

Nanomedicina

Es la manipulación de la materia en escala invisible para el ojo humano.

Desarrolla nanomateriales capaces de interactuar a escala molecular con el cuerpo humano para potenciar la salud.

Un cabello humano mide aproximadamente

80.000 nanómetros de diámetro

DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DE ENFERMEDADES

REPARACIÓN DE TEJIDOS Y ÓRGANOS

Nanobots Sondas para microscopía recubriendo su superficie con polímeros biocompatibles y anticuerpos.

USOS EN MEDICINA

Interacciones como tráfico intracelular, síntesis, degradación, activación o desactivación de vías oncogénicas, liberación de neurotransmisores, etc.

Nanoterapia

¿Cómo funciona?

TRANSPORTE DE DROGAS

Los investigadores buscan diseñar nanomateriales para interrumpir, corregir o cambiar las interacciones en nanoescala y así alterar el curso de las enfermedades.

1 Se inyectan nanopartículas en el cuerpo

Nanobots Ejecutan acciones específicas en las células afectadas

Microcirugía comandada por campos magnéticos externos.

Tamaño aproximado al de un átomo

Fuentes: universidadeuropea.com clinam.org

TRANSPORTE DE DROGAS

Las nanopartículas viajan por el torrente sanguíneo hasta un órgano específico

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La Argentina cuenta con los recursos necesarios para impulsar una estrategia basada en I+D a niveles comparables a los de los países desarrollados (Nanotecnología INTI).

Un artículo de European Journal of Internal Medicine da cuenta de las posibilidades que se avizoran: “Por ejemplo, los puntos cuánticos son nanopartículas semiconductoras fluorescentes con emisiones que se pueden ajustar al cambiar el tamaño, la forma y la composición química, y así usarlos como sondas para microscopía recubriendo su superficie con polímeros [grandes moléculas], biocompatibles y anticuerpos”, explica. En general, la escala nano permite “interacciones tales como tráfico intracelular, síntesis, degradación, activación o desactivación de vías oncogénicas, liberación de neurotransmisores”. Se exploran nanomateriales en forma de barra de oro para la ablación de tumores y el transporte de estructuras biológicas para interrumpir ciertas interacciones moleculares. “Los investigadores buscan diseñar nanomateriales para interrumpir, corregir o cambiar estas interacciones en nanoescala para alterar el curso de la enfermedad”, agrega el estudio, que sin embargo da cuenta de los “cuellos de botella” a la hora de trasladar algunas de estas iniciativas de laboratorio a la cama del paciente. Hay dos tipos de nanomateriales, los orgánicos y los inorgánicos, cada uno con sus especificidades fisicoquímicas. Estos últimos se basan en metales como el oro, el cobre y el zinc, entre otros compuestos, y se usan sobre todo en diagnóstico por imágenes. Los primeros son sintetizados a partir de polímeros, proteínas, carbohidratos o lípidos, con mejor perfil de toxicidad debido a que en ellos hay un predominio del carbono y el nitrógeno. Ya hay una nanopartícula de liposoma (vesícula esférica) aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos en 1995 contra el cáncer (se conoce como Doxil). También aprobó el ingreso en el mercado de una droga contra la anemia que es una nanopartícula, el Ferumoxytol.


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La promesa es que se generen más vacunas, inmunoterapias, kits de diagnóstico y combinaciones de terapias con materiales orgánicos nano, que podrían ser usados para llevar drogas específicas a determinados órganos y así evitar reacciones inmunes inmediatas; particularmente en el caso de cáncer, donde ya hay unas 15 nanomedicinas en uso, “la mayor parte de ellas, quimioterapias encapsuladas en nanopartículas liposomales”. También se prueban en la actualidad para enfermedades hepáticas, aterosclerosis, Alzheimer, y enfermedades de la piel, entre muchas otras. Hay quienes imaginan también que proliferarán las “píldoras inteligentes” o incluso “nanorrobots” para monitorear el estado de salud de los pacientes desde el interior del cuerpo. El mejor ejemplo, de hace ya un par de décadas, es la PillCam, aprobada en 2001, que contiene una cámara en miniatura que al llegar a los intestinos puede avisar de manera inalámbrica si la persona sufre enfermedad de Crohn, hemorragias o pólipos. Todavía en etapa de prueba, en la Universidad del Estado de Arizona desarrollan un “nanorrobot origami” que se inyecta en la sangre y se programa para que busque células tumorales, tras lo cual se adhiere a ellas, les introduce una enzima de coagulación y las priva de “alimento” para su reproducción. De resultar exitoso, este dispositivo minúsculo evitaría uno de los principales problemas de las terapias contra el cáncer, que es el daño a los tejidos sanos próximos a los tumores.

Biotecnolólogo (Nanotecnología INTI).

NUEVOS ANTIBIÓTICOS La resistencia a los antibióticos es uno de los problemas del siglo y mantiene en vilo a los sistemas sanitarios. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), este fenómeno provocó, solo en 2019, 1.200.000 muertes en todo el mundo y ya es una de las amenazas a la salud pública global; en especial, en los países en vías de desarrollo. Se calcula que hacia 2050 esta cifra podría trepar a 10.000.000 muertes anuales. Para complicar aún más la situación, entre 2017 y 2022 solo se aprobaron doce antibióticos, debido a que el proceso es largo, costoso y con bajas tasas de éxito: se calcula que son necesarios de 10 a 15 años para pasar de la fase preclínica a la clínica, algo que logran entre 1 de cada 15 y 1 de cada 30 candidatos. En este contexto, se suceden los pedidos para que haya un uso inteligente de estos fármacos, tanto en medicina como en la cría de animales para consumo, y que se generen nuevos antimicrobianos (fármacos que combaten virus bacterias y hongos) para hacer frente a la emergencia. Como opción a los antibióticos tradicionales, se estudian ciertos anticuerpos monoclonales, y algunos virus que atacan bacterias, llamados “bacteriófagos” o simplemente “fagos”. Estos últimos existen en la naturaleza y tienen una clara función ecosistémica, ya que reducen la cantidad de bacterias ambientales. Entre sus características, presentan una alta especificidad; es decir, que un tipo de bacteriófago ataca solo a un tipo particular de

Antibiograma para Staphylococcus aureus.

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Biopelícula de bacterias resistentes a antibióticos. Bacterias esféricas y con forma de bastón, Escherichia coli, Pseudomonas, Mycobacterium tuberculosis, Klebsiella, Staphylococcus aureus, SARM. Ilustración 3D.

bacterias. Pueden ayudar en los tratamientos, pero pese a que se los está estudiando y hay, literalmente, miles de ensayos en marcha, todavía no se consideran “la” solución para el drama de la resistencia microbiana porque se necesita estandarizar los procedimientos y protocolos de uso. Sin embargo, hay investigadores como Jean-Paul Pirnay, del Hospital Queen Astrid, de Bélgica, que creen que será posible imaginar un futuro cercano, circa 2035, en el que se podrá inventar una impresora de fagos (Phage printer) en la que podría colocarse una muestra del paciente, extraer y secuenciar el ADN, y con IA crear el fago capaz de infectar a la bacteria específica que lo afecta. Así, se fabricarían fagos sintéticos listos para usar en poco tiempo. La argentina Leda Guzzi, médica infectóloga de la Clínica Olivos y el Hospital Santa Rosa de Vicente López, cree que es una estrategia que vale la pena investigar. Al menos, para aplicarla en infecciones en las que hay riesgo de vida, según afirmó en una jornada de la Sociedad Argentina de Infectología. La Red Argentina de Bacteriófagos reúne a varios grupos de investigadores del Conicet y de universidades que siguen el tema de cerca. Hay reglas sencillas para el uso de la penicilina: usarla solo para los microbios que sean vulnerables a ella, aplicar la dosis indicada y que el tratamiento dure lo suficiente para eliminar la infección. Alexander Fleming


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2050 Y MÁS ALLÁ En un encuentro de especialistas realizado en Cracovia, Polonia, en 2022, se les pidió a los expertos que respondieran cómo serían las nuevas drogas y los ensayos clínicos hacia 2050. Los más de 200 delegados de la Conferencia Anual del Grupo de Manejo de Contratos Farmacéuticos dieron un panorama de las tendencias del rubro que prevalecerán en el desarrollo de fármacos en las próximas dos décadas y brindaron algunas pistas acerca de hacia dónde se encamina el sector. Por ejemplo, están convencidos de que serán comunes los “biosensores implantados” y todo lo que tenga que ver con tecnología portátil. “Un ejemplo que se planteó fue el de la diabetes”, escriben Timothy C. Hardman, Rob Aitchison, Richard Scaife, Jean Edwards y Gill Slater en la revista Drugs in Context del 8 de junio de 2023, en un resumen de los diferentes puntos de vista que se expresaron en esa reunión. “En lugar de controlar manualmente el nivel de azúcar en la sangre y administrar insulina según sea necesario, se propone que el paciente confíe en un dispositivo electromédico, no solo para el control, sino también para la administración de dosis correctas (y variables) según sus necesidades específicas”, detallan. También destacan que la inteligencia artificial diseñará y controlará los ensayos clínicos. “El consenso fue que, para 2050, la persona que trabaje en ensayos clínicos deberá ser un científico de datos”. Los cambios se suceden “en cascada”, cada vez más vertiginosos, y para enfrentarlos harán falta profesionales de la salud adecuadamente formados.

Fontanarrosa y los médicos compila historietas de Roberto Fontanarrosa publicadas originalmente en diferentes periódicos y revistas.

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Cirugías como esta, realizadas también en la provincia de Misiones y transmitidas en vivo para médicos de todo el mundo, son hechas con el robot Da Vinci, que permite una manipulación a distancia y una precisión mayor a la de la mano humana.


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ntre la tradición y la tecnología. Ese es el vaivén en el que se moverán las nuevas generaciones de médicos en un escenario de demografías y enfermedades desafiantes, con la competencia/ayuda de las inteligencias artificiales que pueden colaborar en las tomas de decisiones, pero que, al mismo tiempo, amenazan con desplazar del mercado laboral a especialistas “de carne y hueso”. Todo eso es parte del menú de desafíos que deberán enfrentar los expertos en salud; “expertos” en sentido amplio, porque también se incorporarán al campo cada vez más científicos de datos, ingenieros en software y tecnólogos provenientes de las más variadas áreas del conocimiento, en medio de una aceleración de cambios sociales e instrumentales sin precedentes. Ese es precisamente el primer cambio que se presentará: el médico o médica pasará a liderar un grupo multidisciplinario integrado por profesionales de distintas disciplinas, dispositivos y sistemas automatizados. La perspectiva es que las inteligencias artificiales, los robots y los algoritmos transformen completamente la medicina. Pero como todos los temores, este se nutre de hechos reales y, también, de mitos y exageraciones. Tal vez por eso, en la actualidad conviven una creciente abundancia de tecnologías con la necesidad de recuperar estilos de atención que fueron quedando relegados, como el de médico de familia, que constituyó el centro de la reunión mundial de la OMS en Astaná, Kazajistán en 2018, para conmemorar los 40 años de la Declaración de Alma-Ata. Allí, países de todo el mundo firmaron una declaración en la que prometieron fortalecer sus sistemas de atención primaria de la salud como paso esencial para lograr la cobertura universal en el siglo XXI. También, se promueve tratar a los pacientes de manera integral, psicosocial, en contraposición con la visión que reduce el malestar al problema de un órgano o a factores genéticos. En esta línea, surgieron variantes de la práctica médica, como la llamada medicina narrativa, que busca comprender la historia completa de la persona, algo que −sin esa rúbrica− practicaban los antiguos médicos de familia que sabían qué ocurría en cada hogar y podían interpretar síntomas y señales en su contexto social, económico y hasta generacional. Curiosamente, la pandemia de covid volvió a actualizar esa necesidad. Según un informe de los Servicios Nacionales de Salud del Reino Unido publicado en 2022 y titulado Future Doctor, “la pandemia iluminó la importancia de manejar la multimorbilidad. Los médicos necesitan ver a la ‘persona’, no las ‘enfermedades’ para tomar decisiones difíciles, y considerar cómo influyen los riesgos sociales, personales y de la salud”. ¿Qué significa revalorizar la medicina narrativa? Equilibrar el exceso de tecnologización con el uso de herramientas que permiten conocer la historia

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personal del paciente y recrear la complejidad del malestar o la patología, algo que en general excede la dimensión meramente biológica. Este tipo de práctica con foco en la escucha puede además promover una de las cualidades más preciadas del médico: la empatía, que le permite ponerse en el lugar del paciente. Esta nueva y al mismo tiempo antigua medicina, “pone el acento no tanto en la visión del médico, sino en la del paciente”, escribe Francisco Maglio en ¿Por qué ser médico hoy?: “La narrativa consiste básicamente en la subjetividad, esto es, lo que el enfermo siente que es su enfermedad. Para un adolescente con granos en la cara, el diagnóstico es acné, pero él siente vergüenza. Un paciente cuyo diagnóstico es sida, siente discriminación. Esta narrativa consiste en la representación de su enfermedad, que es la experiencia social de lo vivido en tanto enfermo”. Ese es el desafío del médico del futuro: poder ubicarse en forma equilibrada en esa delgada línea que se sitúa entre adelantos tecnológicos impensables hace solo una década y el contacto personal tan humano que muchos consideran que es el primer y más importante efecto placebo y el inicio de la curación. La atención centrada en la familia tiene muchos beneficios. Ensayo clínico reciente dirigido por Elizabeth Cox en la Universidad de Wisconsin. La lista de verificación se desarrolló con aportes del personal del hospital y las familias de niños hospitalizados.

Antes incluso de estudiar medicina, mis padres, ambos médicos, me enseñaron una verdad esencial a la hora de ejercer: que ser médico es mucho más que emitir diagnósticos y recetar tratamientos; te hace partícipe de algunas de las decisiones más íntimas de la vida de un paciente, y eso exige una delicadeza y una sensatez considerables, por no hablar de buen juicio y conocimientos médicos. Oliver Sacks, Todo en su sitio. Primeros amores y últimos escritos.


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UN ESCENARIO CAMBIANTE Como otros trabajadores y trabajadoras, el personal de la salud deberá estar atento en los próximos años a un entorno cambiante y desafiante desde varios puntos de vista. Según la ONU, hacia 2050 la población en todo el planeta alcanzará los 9.700 millones de personas (en comparación con los 8.000 millones de noviembre de 2022). La expectativa de vida al nacer pasaría de los 72,8 años en 2019, a los 77,2. De acuerdo con el informe titulado “Perspectivas de la población mundial 2019”, hacia mediados de siglo “una de cada seis personas en el mundo tendrá más de 65 años (el 16% de la población), en comparación con una de cada once en 2019 (9%). Para 2050, en Europa y América del Norte, una de cada cuatro personas podría tener 65 años o más. En 2018, por primera vez en la historia, las personas de 65 años o más superaron en número a los niños menores de cinco años en todo el mundo. Se estima que el número de personas de 80 años o más se triplicará, de 143 millones en 2019, a 426 millones en 2050”. En la Argentina, algunas proyecciones estiman que esa proporción será incluso sobrepasada. Los mayores de 65 años serán el 19% de la población, según un informe del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral publicado en julio de 2023. Estos cambios en curso, por aumento de la longevidad, disminución de la fecundidad y familias más reducidas, muchas de ellas monoparentales, sin o con un solo hijo, tendrán profundos efectos en las necesidades de atención de la salud, y las respuestas de los profesionales y sistemas

La población aumenta y al mismo tiempo envejece, por lo cual las especialidades de gerontología y problemas por envejecimiento cerebral son más necesarias que nunca.


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Una anciana mira a un robot llamado “Pepper” en el centro de atención para personas mayores en Frankfurt, Alemania. Los robots japoneses son capaces de reconocer personas y están programados para interactuar con ellas.

sanitarios, cuya sustentabilidad ya se está viendo desafiada. Se impondrá un cambio de prioridades, con profesionales más capacitados y mayor disponibilidad de personal de cuidado para los últimos años de la vida. “Además de demandar servicios especializados e individuales, la cobertura universal de la salud requerirá del desarrollo de la atención primaria basada en la comunidad y en la prevención. Todos estos desafíos encuadran el cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que además del objetivo específico relacionado con la salud, incluye otros numerosos compromisos relacionados con ella”, reza el informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) bajo el título “Cambio demográfico y sus implicancias para la salud pública en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”. A la transformación demográfica se suman los movimientos migratorios, que hacen que la transmisión de enfermedades y vectores sea extremadamente veloz; más el impacto del cambio climático y los daños ambientales que requieren respuestas específicas. Esto llevará a que la gerontología y la epidemiología se conviertan en especialidades con alta demanda. Un factor que ya no puede soslayarse es el de los cambios que introducirá en todas las áreas del trabajo, y también en la medicina, el uso de la inteligencia artificial, que intervendrá en múltiples aspectos, desde el diagnóstico a la cirugía, y cumpliendo hasta el papel de asistentes más o menos


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automatizados, más o menos humanoides, que en algunos casos incluso reemplazarán al médico en la ronda matutina de los hospitales… a miles de kilómetros de distancia, eventualmente. La telemedicina será ubicua, sin desplazar la consulta presencial, sino complementándola; por ejemplo, para el seguimiento de pacientes con enfermedades crónicas, o para recibir una segunda opinión instantánea ante decisiones terapéuticas. Todo eso requerirá habilidades de los médicos para detectar por vía remota señales en los pacientes que en toda consulta personal son más evidentes. Además, se prevé la proliferación de robots para cuidados y acompañamiento terapéutico, como la ya existente “Paro”, una foca bebé robot cuyo costo es de 5000 dólares, u otros que levantan a personas inválidas, sobre todo en geriátricos. O como un desarrollo de la universidad estadounidense Georgia Tech, que diseñó un robot para higienizar a personas que no pueden salir de la cama. Aunque ceder a las máquinas tareas que hoy realizan personas tiene un costado amenazante, también proporciona el beneficio de que podrá reducirse el error humano (la llamada “iatrogenia”), que solo en Estados Unidos conduce a decenas de miles de muertes por año y origina gastos por miles de millones de dólares. Pero no solo cambiará la profesión médica. También se transformarán (ya lo están haciendo) los pacientes, que hoy tienen un acceso sin precedentes a la información y fundan asociaciones comprometidas en hallar curas a enfermedades raras o huérfanas, e incluso pueden participar como protagonistas importantes en la financiación de investigaciones de punta. “Lo googleé” o “lo vi en YouTube” es una respuesta que reciben cada vez con mayor frecuencia los especialistas, que ven cuestionada la autoridad que les confiere su saber por esta suerte de “popularización” de los conocimientos, con los riesgos que ello implica. Para mantenerse a flote en ese océano de datos y noticias que se suceden a la velocidad de la luz, el paciente deberá pasar por una nueva alfabetización que le permita distinguir la información valiosa de la que carece de evidencia y de las fake news que pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte.

El médico híbrido Otra vertiente de la vocación médica que se requiere reforzar: un médico híbrido, con un pie en la clínica y en la aplicación del conocimiento, y el otro en la generación del mismo. Es imprescindible que estos nuevos médicos lleguen a ser los líderes de los grupos de investigación: aquellos que puedan llevar a la práctica el conocimiento generado y que generen las nuevas preguntas. Enrique Graue Wiechers, ¿Por qué ser médico hoy? Puentes entre la formación y la práctica de la medicina.

“Paro” es un robot terapéutico interactivo. En manos de los pacientes, puede levantar la cabeza y mover las aletas.

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EN CASA O EN EL HOSPITAL Según el informe de la Universidad de Harvard firmado por Ted A. James y titulado How Physicians Can Prepare for the Future of Health Care (“Cómo pueden los médicos prepararse para la salud del futuro”), “empleando tecnologías como las de sensores remotos, habrá niveles de atención en los hogares de los pacientes similares a los de los hospitales a un costo más bajo y con mejores resultados”. James también anota que “aunque es improbable que la tecnología digital reemplace completamente a los médicos en el corto plazo, los que usan tecnología podrían sí reemplazar pronto a aquellos que no lo hacen”. Y destaca la importancia de emplear el “diseño del pensamiento” (Design thinking) en el que el paciente y su experiencia son consideradas a la hora de desarrollar estrategias de salud. El contexto puede ser incierto, sí, pero cuál no lo fue: el siglo XX tuvo dos guerras mundiales y cruentas revoluciones, el previo se caracterizó por movimientos sociales, las condiciones no fueron nada mejores en la Edad Media, cuando la expectativa de vida no superaba en mucho los 40 años y la gran mayoría de la población sufría pobreza extrema...

En el futuro, los niveles de atención en los hogares de los pacientes serán similares a los de los hospitales.

Prepararse para el porvenir El primer e indispensable paso es darse cuenta de que el mundo tal como lo conocimos se desvanecerá de manera irreparable en el transcurso de nuestras vidas, y muy probablemente dentro de los diez próximos años. Esta certeza debe llevar a desafiar el conocimiento recibido en lugar de continuar honrando la herencia y sus maneras de pensar. Hay que diversificar ideas, dar pasos incrementales, mantener las opciones abiertas, concentrarse en las oportunidades, considerar lo escaso como un incentivo y surfear la ola. Mauro Guillén, 2030. Viajando hacia el fin del mundo tal y como lo conocemos.


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UNA SALUD Aunque durante mucho tiempo el cuidado del ambiente se orientó hacia otras especies, en realidad se trata de un problema eminentemente humano, con consecuencias de todo tipo en las sociedades y en particular en la salud. En la actualidad, los expertos hablan de una triple crisis debido a los impactos de la contaminación del aire, sobre todo en las ciudades, la destrucción de la biodiversidad (un millón de especies en riesgo de extinguirse más un amplísimo porcentaje de la biomasa destinada al consumo humano) y los estragos del cambio climático. Cada uno de estos factores produce un daño, o más bien una serie de daños que pueden ser gravísimos para la salud. Por eso, las agencias de la ONU que tratan estos temas intentan preparar a los sistemas sanitarios bajo el concepto de “Una salud”. Implica la búsqueda de una perspectiva integral para abordar la salud humana en sus interrelaciones profundas con el cambio climático y el ambiente en general sin olvidar que el bienestar de los seres humanos depende en gran medida de la armonía que mantengamos con la naturaleza y que sus desequilibrios pueden ser la causa de enfermedades. Así, los profesionales y los sistemas deberán adaptarse a nuevos escenarios, que pueden depararnos el retorno o recrudecimiento de antiguas conocidas y el surgimiento de nuevas patologías. La lista es extensa. Durante las olas de calor, cada vez más frecuentes incluso en latitudes inesperadas, la temperatura puede hacerse insoportable para el ser humano y llevar a un aumento de la mortalidad; en especial, entre los más vulnerables, como las personas añosas. Pero el calor además provoca un estrés intolerable para los animales domésticos, y también para las plantas y

La contaminación del aire es uno de los problemas que encara la humanidad dentro de la crisis ambiental por el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

Olas de calor cada vez más frecuentes, incluso en invierno. Torre Eiffel, París.


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Los insectos y aves polinizadoras, como el colibrí o picaflor, son claves en el delicado equilibrio de reproducción de los diversos ecosistemas. Su alteración pone en riesgo, también, la producción de los alimentos.


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“Desierto verde”, los monocultivos representan otro desafío para la salud de los ecosistemas.

los cultivos agrícolas. Al mismo tiempo, este aumento de la temperatura promueve la proliferación de numerosos vectores de enfermedades. Uno de ellos es el mosquito Aedes aegypti, cuyos criaderos se encuentran cada vez más hacia el sur y hacia el norte, y transmite el dengue, el zika y el chikungunya, la malaria y la fiebre amarilla y ya provoca unas 700.000 muertes anuales. Según una investigación de junio de 2019 publicada en Frontiers in Public Health, el Aedes aegypti amplió un 10% su área de influencia durante el siglo XX, y se estima que seguirá aumentando, entre 20% y 30%, durante este siglo. Estos insectos no solo proliferan porque hay más calor, sino además porque se adaptan a condiciones frías, como lo mostraron científicos argentinos encabezados por Nicolás Schweigmann y Sylvia Fischer (UBA y Conicet) en investigaciones realizadas en la provincia de Buenos Aires. Pero los mosquitos no son los únicos vectores. Virus y bacterias pueden llegar también a través de moscas y artrópodos, además de mamíferos (como ciertos roedores). Otros efectos del cambio climático y la degradación de la biodiversidad en la salud son el aumento de riesgos cardiovasculares y la incidencia de cánceres producto de una excesiva exposición al sol, problemas en seguridad alimentaria, no solo por el quiebre de la cadena de frío, sino también debido a la escasez y encarecimiento de alimentos básicos que pueden darse por disminución de cosechas. Un ejemplo reciente es la sequía de la temporada 2022 y 2023, que le hizo perder a la Argentina unos 20.000 millones de dólares. Vastos incendios en áreas cercanas a grandes ciudades contaminan peligrosamente la zona y conducen a un aumento de las enfermedades respiratorias. Las inundaciones, por cambios en el régimen hídrico y rápido avance de la agricultura sumado a la deforestación, no solo implican enormes pérdidas materiales y a menudo desplazamientos forzados, sino que promueven la multiplicación de alimañas y pueden causar muertes por ahogamiento y traumatismos. Pero, así como en otros momentos de la historia se enfrentaron grandes males con pocas herramientas, o ninguna, sin duda los médicos del mañana estarán mucho más preparados ante los nuevos desafíos. Lo único constante es el cambio. Heráclito de Éfeso

CUIDAR A LOS CUIDADORES Si bien es un fenómeno extendido entre los profesionales de las más diversas disciplinas en el mundo actual, cada vez más vertiginoso, exigencias cotidianas y laborales someten a aquellos que se dedican a la salud a una gran presión. Teniendo entre manos nada menos que el bienestar de sus pacientes, los expertos en el cuidado de la salud están entre los más afectados. Hasta se acuñó una palabra para describir el agotamiento que a veces los sobrepasa: burnout. Reconocido un problema global importante, involucra, también, despersonalización y baja realización personal. Un estudio previo a la pandemia, realizado por Tait Shanafelt y colegas, y publicado en Archives of Internal Medicine, mostró una incidencia de estos


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síntomas en el 37,9% de los médicos analizados (versus un 27,8% en la población general); con mayor riesgo para las especialidades de medicina de familia, medicina general y la emergentología. Hay consenso respecto de que las características del burnout están emparentadas con el estrés crónico y tienen que ver con el cansancio emocional profundo, una sensación de despersonalización y falta de objetivos que llevan a la pérdida de eficacia y seguridad, según definió el psicoanalista alemán Herbert Freudenberger en 1974. Pero hay soluciones. Según el artículo anteriormente citado de Ted James, “mitigar el agotamiento requerirá promover una cultura del bienestar, con énfasis en ciertas prácticas, compromiso significativo y el apoyo de pares”. En la Argentina, el impacto en el personal que trabaja en terapia intensiva, no solo médicos, fue tan importante que una encuesta realizada en todo el país y presentada en un congreso de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva mostró que, después de la pandemia, hasta 97% de los intensivistas padecían síntomas de burnout. El trabajo liderado por Carina Balasini halló un 36% de agotamiento emocional, 41% de despersonalización y 90% de falta de realización personal, lo que lleva a renuncias y búsqueda de satisfacción por fuera de la profesión. Lo interesante es saber que estos cuadros no son irreversibles, y que psicólogos y otros profesionales cuentan con las herramientas para controlar estas situaciones de estrés y mitigarlas, con la adopción de rutinas saludables, pequeños cambios en el entorno personal y laboral y la práctica de actividad física. Además, los avances tecnológicos que hoy están en desarrollo, asistirán al profesional y contribuirán a quitarle de encima el peso de tareas monótonas y repetitivas, muchas de las cuales forman parte de la burocracia administrativa indispensable en las instituciones, pero que cada vez más quedarán en manos de sistemas automáticos para que pueda concentrarse en lo que importa: el arte de curar. Donde quiera que se ama el arte de la medicina se ama también a la humanidad. Platón

El costo de la pandemia de covid no solo se refleja en pérdida de vidas, sino también en el efecto psicológico en los profesionales de la salud.


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Joaquín Salvador Lavado (Quino), página de Humor Gráfico 1787.


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UN DÍA EN LA VIDA DE UN GASTROENTERÓLOGO EN 2040 8 a. m. El equipo nocturno hace el pase El sistema de registro electrónico de pacientes marca automáticamente a todos los que requieren una revisión gastroenterológica urgente. Se le da de alta a Philip, un hombre ingresado ayer por una hemorragia digestiva. Se genera automáticamente la medicación y la autorización del alta mediante el procesamiento en lenguaje natural de las historias clínicas, que se revisan y editan en tiempo real por parte del humano. El resumen del alta será recibido por él y su médico de cabecera por correo electrónico al instante, y el medicamento se entregará en su casa esa misma tarde.

9 a. m. Ronda para ver a los pacientes internados Un mapa de ronda marca la ruta más eficiente hacia los pacientes, teniendo en cuenta el trastorno fisiológico y las posibles altas. El sistema de análisis integrado detecta las tendencias en los análisis de sangre, señala factores preocupantes y sugiere pruebas e intervenciones adicionales basadas en las evidencias.

Mediodía. Revisión en sala virtual Como muchas personas están en sus hogares, se manejan a través de la configuración del hospital en el hogar y son revisados por el médico asociado y la enfermera de la comunidad a través de una teleconferencia, con parámetros fisiológicos en vivo desde sensores en el punto de atención conectados a través de Internet. Un paciente requiere información renal especializada: se organiza una videoconsulta entre el paciente y el especialista.

1 p. m. Almuerzo 1.45 p. m. Trámites En realidad, no hay mucho que hacer. Lo necesario es procesado por el sistema de inteligencia artificial, que luego sugiere seguimientos clínicos e investigaciones apropiadas para que sean aprobados por los pacientes. Los resultados de laboratorio y endoscopia también son procesados por la inteligencia artificial; se editan solo si es necesario.

2 p. m. Endoscopias Se revisa la interpretación de la IA de las colonoscopias realizadas ayer y se aprueban los informes para su envío. El análisis de imágenes en tiempo real mejora la detección de pólipos y permite la interpretación automática del patrón y la morfología de las fosas para decidir si es necesaria la resección, con la ayuda de robótica endoscópica para pólipos más grandes y de alto riesgo. Los informes de endoscopia se generan automáticamente en función de los hallazgos.

5 p. m. Revisión de pacientes graves En grupo de médicos con enfermeros y otros especialistas se siguen evaluando los pacientes. El sistema de comunicación electrónica del hospital permite el asesoramiento y la entrada de especialistas en línea, lo que facilita el flujo de pacientes a través de la unidad.

8 p. m. Pase al equipo nocturno Tras doce horas de trabajo, se entrega la información al equipo que cubre la noche.

Tomado y adaptado de “The role of the future physician: building on shifting sands”, publicado por Linford Fernandes, Michael FitzPatrick y Matthew Roycroft, Clinical Medicine, mayo de 2020.

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Un desafío para la medicina actual es reunir el conocimiento ultraespecializado sobre órganos y sistemas y volver a poner al ser humano como individuo único y en equilibrio con el mundo que lo rodea en el centro de sus preocupaciones (Leonardo da Vinci, Hombre de Vitruvio, 34,4 cm x 25,5 cm, 1492).


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T

odo, los desarrollos tecnológicos, los estudios médicos y el conocimiento detallado, las nuevas medicinas y medicamentos, para un objetivo: estar bien. El bienestar parece un concepto intuitivo muy fácil de captar, pero no siempre está claro qué significa. Sobre todo, en sus relaciones con la salud. Porque… ¿qué es “estar bien”? ¿solo ausencia de enfermedades o se puede esperar algo más que eso? Hace casi 80 años, la OMS postuló que la salud no es meramente la ausencia de enfermedades, sino “un estado completo de bienestar físico, mental y social”, así lo señaló en el Preámbulo de su Constitución, adoptada en Nueva York, en julio de 1946, apenas terminada la Segunda Guerra Mundial. Con el correr de las décadas, la definición no fue modificada, sino más bien ampliada. De hecho “salud y bienestar” se mencionan juntos en uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU para 2030. El punto 3.4 dice que la búsqueda debe orientarse a “reducir en un tercio la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles mediante la prevención y el tratamiento, y promover la salud mental y el bienestar”. En los últimos tiempos se ha hecho un culto del bienestar y de las acciones que pueden llevar a cabo personas y organizaciones en ese sentido. Como en el caso de la inteligencia −que a partir de los trabajos de Howard Gardner, entre otros, adquirió múltiples dimensiones−, el bienestar en realidad son “muchos bienestares”; es decir, incluye el físico, el emocional, el social, el ambiental y el profesional. Y es ahí donde empieza a esfumarse su diferencia con la felicidad, que puede ser asociada a un éxtasis, pero también a una forma de vida. No es algo simple de definir. De hecho, hay materias en universidades de prestigio mundial que le dedican horas y horas a tratar el tema en detalle. Es sabido que la cátedra de la Universidad de Yale, Estados Unidos, que resultó más popular en tres siglos es la “clase de felicidad” también conocida como “psicología de la buena vida” o “la ciencia del bienestar”, con más de tres millones de anotados online, según informó el diario The New York Times. ¿Qué les pide a los estudiantes el equipo que encabeza Laurie Santos? Que “hagan un seguimiento de sus patrones de sueño, mantengan un diario de gratitud, realicen actos de bondad al azar y tomen nota de si, con el tiempo, estos comportamientos se correlacionan con un cambio positivo en su estado de ánimo general”. En este capítulo de cierre, nos enfocaremos en el ser humano y la salud de sus relaciones con los demás, y en los datos de los que dispone la ciencia para reducir el estrés, mejorar la resiliencia y las relaciones interpersonales, en la combinación de trabajo y tiempo libre, los beneficios de la sensación de comunidad y de un vínculo personal con la naturaleza.

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VITAMINA N

El equilibrio entre el ser humano y la naturaleza aporta bienestar físico y psicológico.

Un aspecto crucial para gozar a pleno, pero a menudo subvalorado en la afanosa vida de las grandes urbes, es la relación con la naturaleza. Estar en contacto con ella en la medida de lo posible es provechoso no solo por sus beneficios intrínsecos, sino además porque más tiempo al aire libre implica menos dedicado a las pantallas, identificadas como una importante fuente de estrés que además provoca alteraciones del sueño. Somos parte de la naturaleza y un contacto estrecho con ella aporta al bienestar humano de mil maneras diferentes. Paradójicamente, a medida que incidimos en su degradación, cada vez más estudios de distinto tipo muestran los beneficios que aporta a la salud. Quizá el más obvio tenga que ver con que la exposición al sol permite la generación de vitamina D (que sirve para la fijación del calcio, entre otras virtudes) y la cronorregulación, es decir, la sincronización de nuestros relojes biológicos, que ordenan desde el ciclo sueño-vigilia hasta la secreción de hormonas a lo largo de la jornada. Sin esas dosis de luz solar, podría decirse que el cuerpo funciona “con muletas”. La otra cualidad comprobada que tiene el contacto con la naturaleza está relacionada con el bienestar mental y el desempeño cognitivo. Dice Florence Williams en La dosis natural que “todos necesitamos naturaleza cerca; nos beneficiamos de tener árboles, agua y espacios verdes solo para mirar; deberíamos ser más inteligentes al diseñar nuestras escuelas, hospitales, lugares de trabajo y vecindarios. Necesitamos incursiones rápidas a áreas naturales que den actividad a nuestros sentidos. Exponernos, aunque sea brevemente,


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a la naturaleza puede hacernos menos agresivos, más creativos y mejores ciudadanos”. En su libro respalda cada una de estas afirmaciones con investigaciones científicas y agrega una recomendación extendida en Finlandia: como mínimo, cinco horas al mes de naturaleza. En particular, hay datos que muestran que el contacto directo con el paisaje tiene incidencia sobre el sistema inmunológico humano. Un estudio de revisión de la bibliografía sobre el tema, publicado en 2021 en International Journal of Environmental Research and Public Health, destacó el impacto positivo “de la exposición a la naturaleza en los parámetros de salud inmunológica”, con una lista que incluye efectos antiinflamatorios, antialérgicos, antiasmáticos y aumento de la actividad de las células NK (asesinas naturales de células tumorales o infectadas por virus) así como “la disminución de la expresión de moléculas proinflamatorias, la infiltración de leucocitos y la liberación de mediadores citotóxicos… resultados que pueden servir como base para futuros estudios”. También el aire de los bosques, donde se pueden inhalar sustancias que nos hace bien. Lo estudiaron científicos japoneses, liderados por Yoshifumi Miyazaki (del Center for Environment, Health and Field Sciences, Chiba University). Ellos identificaron bacterias beneficiosas, aceites esenciales e iones cargados negativamente. Todo eso estimula el sistema inmunológico humano y lo hace más fuerte ante ataques de organismos invasores. De hecho −subraya el trabajo de Miyazaki−, lo que busca la ciencia ahora es ratificar algo que la milenaria cultura de su país ya practicaba bajo el concepto de “baños de bosque” (Shinrin-yoku, en japonés). Han realizado experimentos de diversos tipos, como la exposición al olor de la madera, el sonido del agua que corre, y el paisaje del bosque. Todo un campo en desarrollo. A lo que se suma la sensación mentalmente liberadora que produce salir de las junglas urbanas, algo que también fue documentado. Todos los humanos somos un poco “biofílicos”. Aun cuando nos encontremos cada vez más rodeados de silicio, nos sienta mejor el aroma de la clorofila y de la madera o de la tierra mojada por la lluvia. En mis cuarenta años de práctica médica, solo he encontrado dos tipos de terapia no farmacéutica realmente importantes para los pacientes que padecen enfermedades neurológicas crónicas: la música y los jardines. Oliver Sacks, Todo en su sitio.

ENVEJECIMIENTO SALUDABLE Las recomendaciones para una buena vida, con la menor cantidad de problemas de salud, y un buen envejecimiento son conocidas: comer de manera equilibrada, dormir adecuadamente, hacer ejercicio, tener vida social y llevar una existencia alejada del estrés. Y no por casualidad esas son las que se sugieren para mantener el bienestar. Uno de los miedos del envejecimiento es perder las facultades mentales, con el mal de Alzheimer a la cabeza. El Servicio Nacional de Salud británico

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Como esta cortadera o hierba de las pampas atravesada por el sol, la piel humana necesita de sus rayos para obtener vitamina D.


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Algunas culturas, como la japonesa, por sus hábitos y costumbres logran longevidad sin perder calidad de vida. Cerezos en flor durante la primavera en Tokio.


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Envejecer de manera saludable y sin que los últimos años sean sinónimo de sufrimiento, otra de las necesidades crecientes que debe cumplir la medicina.

(NHS, por sus siglas en inglés) señala que para envejecer saludablemente hay que evitar el tabaquismo, mantener el consumo de alcohol al mínimo, incluir en una dieta balanceada al menos cinco porciones diarias de vegetales y frutas, practicar ejercicios aeróbicos de moderada intensidad (bicicleta o caminatas veloces) al menos 150 minutos por semana, controlar la presión sanguínea y la diabetes, si surgiera. Y, por la positiva, agrega que conviene ejercitar la lectura, tratar de aprender otros idiomas, tocar instrumentos musicales y participar en la vida de la comunidad a través, por ejemplo, del voluntariado. Hay un dato estadístico que puede parecer curioso o anecdótico, pero en su singularidad marca la importancia de ser parte de algo mayor, tener una misión o una meta. Distintos estudios, por ejemplo de Harvard y de la Universidad de Ohio (ambas en Estados Unidos), hallaron que quienes creen en Dios viven más que las personas que se declaran ateas. Y que las personas que están casadas viven más que las solteras. Sentirnos acompañados y buscar una trascendencia son también dos rasgos que pueden contribuir a hacer nuestra vida más satisfactoria y prolongada. Ernst von Leyden solía decir, a comienzos de siglo, que el primer acto del tratamiento es el acto de dar la mano al enfermo; y, como lo señala M[ichael] Balint, el médico es el primero de los medicamentos que él prescribe. Y [Georges] Duhamel indica que la relación médico-paciente es el encuentro de una conciencia, la del médico, con una confianza, la del paciente. Florencio Escardó, citado en A la escucha del cuerpo, de Ivonne Bordelois.


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“CRONOATENCIÓN” Se mencionó al pasar: respetar las horas y la calidad del sueño contribuye casi como ningún otro factor al bienestar y a la salud humanos. La cantidad de servicios que brinda un buen sueño son difíciles de sintetizar, pero van desde el buen humor hasta la reducción de células neoplásicas, pasando por el descenso de la presión arterial y un mejor desempeño cognitivo. Como en otros órdenes de la salud, también se valora frente a su déficit: cuando el sueño es malo, se resiente la calidad del desempeño laboral, aumentan los riesgos de ataque cardíaco y otros trastornos −como la tendencia a comer de más y, por ende, al síndrome metabólico− que se potencian en cascada. Ya en octubre de 2007, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer concluyó que el trabajo nocturno trastorna esa organización de ritmos circadianos y que, si se produce una disrupción, altera el correcto funcionamiento endocrino. Esta alteración puede ser acumulativa a lo largo de los años o incluso fatal en el corto plazo si se mantiene la vigilia durante demasiado tiempo. Esto es así porque llevamos apenas poco más de un siglo con luces nocturnas y todavía menos con luces de dispositivos electrónicos, como tabletas y celulares que confunden este delicado reloj biológico que fluye sin cesar como una marea y es producto de la adaptación del Homo sapiens a la naturaleza durante varios centenares de miles de años.

SIESTAS Duerma una siesta, cambie su vida (Take a nap, change your life) es el título apenas exagerado que Sara Mednick, investigadora del Salk Institute for Biological Studies en La Jolla (California, Estados Unidos), eligió para su libro

Vincent van Gogh, La siesta, óleo sobre lienzo, 73 cm x 91 cm, 1890.


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El buen dormir es uno de los secretos para la vitalidad de todos los órganos.

sobre los beneficios de este hábito. Entre ellos enumera a lo largo de casi 140 páginas: la pérdida de peso, la reducción del riesgo de ataques cerebrovasculares, de sufrir diabetes, la preservación del aspecto juvenil y una mejor vida sexual, entre muchos otros que cuentan con algún estudio científico que los avale. Mednick agrega que la somnolencia después del mediodía (posprandial), se da de manera independiente de si se comió o no, ya que depende más de la “cronorregulación” que estrictamente de lo que se ingiere. La misma investigadora puso a prueba los efectos positivos en la cognición que ofrece dormir una siesta. “En un mundo perfecto, todos los humanos deberían dormir la siesta”, subrayó. Sin embargo, pese a esta glorificación de Mednick y otros investigadores igualmente entusiastas, también es cierto que todavía no se llegó a un consenso absoluto acerca de las cualidades de la siesta. La idea es que sean cortas para que no compitan con el sueño de la noche, que es por supuesto más importante. Según la Clínica Mayo de Estados Unidos, la siesta genera beneficios que van desde la relajación a recobrar el buen humor y la mejor performance, pero a la vez, si se extiende mucho, puede producir somnolencia durante el resto del día. Asimismo, es posible que haya nuevas revelaciones en el futuro próximo gracias a la combinación de análisis genéticos e inteligencia artificial: tal vez, para algunas personas en efecto la siesta sea algo positivo, en tanto que para otras, no. De hecho, ya hay algunos avances en ese sentido, como el trabajo de Marta Garaulet, de la Universidad de Murcia (España), que logró identificar genes asociados con la duración del sueño, el insomnio y la tendencia a ser alondra o búho, según se denomina a los que tienen inclinación a despertarse temprano o tarde, respectivamente. O el de la Universidad de Harvard, que avanza en la identificación de “genes de la siesta”, según publicaron en 2021 en Nature Communications. Por cierto, y no es un tema menor, existen prejuicios en algunos sitios respecto de qué tan útil es dormir después del almuerzo. En la Argentina, para no ir más lejos, está visto como una debilidad de ciertas provincias, en oposición a la supuesta virtud de la Capital que hace horario de trabajo corrido. Para mejorar el bienestar, también habrá que derribar prejuicios que van contra la evidencia científica. La idea de que la medicina es o debe ser algo más que el mero restablecimiento físico del enfermo, ya que incluye o debería incluir su bienestar general y su reinserción total entre sus allegados, nunca ha desaparecido del todo, y vuelve a reaparecer modernamente en la figura del médico clínico o médico de cabecera, y en ciertos desarrollos de la medicina psicosomática y la psicología grupal: en ese sentido, presenciamos un cierto retorno de la modalidad griega entre nosotros. Ivonne Bordelois, A la escucha del cuerpo.


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EJERCICIO FÍSICO Otra recomendación usual sobre cuya necesidad ya no caben dudas: evitar el sedentarismo, hacer actividad física, ejercitarse. Para el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), por citar solo una de la enorme cantidad de fuentes que lo confirman, es lo mejor que se puede hacer para preservar el bienestar. “Estar activo mejora el estado de huesos y músculos, y la salud del cerebro, ayuda a mantener un buen peso y reduce el riesgo de enfermedades”, dice y agrega que los “los adultos que están menos tiempo sentados y realizan cualquier tipo de ejercicio moderado a vigoroso obtienen beneficios”. Incluso una actividad escasa o limitada podría tener efectos positivos. Así lo mostró un trabajo publicado en julio de 2023, en Journal of the American Medical Association (JAMA) que detectó que con una actividad de duración tan mínima como tres minutos y medio diarios se reduce 28% el riesgo de trece tipos de cáncer, de los que ya se conocía su relación con el ejercicio, como el de mama o riñón. Y que sube hasta 33% con un minuto más. La actividad debe ser “vigorosa”, según la definición de los autores de la investigación, que se hizo en 22.398 adultos, a los que se siguió a través de dispositivos como acelerómetros en las muñecas. El trabajo estuvo liderado por Emmanuel Stamatakis, de la Universidad de Sidney (Australia).

6 de abril

DÍA MUNDIAL DE LA ACTIVIDAD FÍSICA

Para obtener los beneficios saludables de hacer ejercicio, se recomienda:

Niños y jóvenes entre 5 y 17 años

Adultos entre 18 y 64 años

Mayores

Ejercicio físico: beneficios para la salud

de 65 años

60

minutos x día

Juegos recreativos o deporte

150

minutos x semana

Actividad aeróbica de moderada intensidad (caminata vigorosa, bicicleta, baile, etc.)

3

días x semana

Actividad aeróbica (caminata, baile, etc.)

Sistema nervioso Reduce la depresión y ansiedad Aumenta la autoestima Previene el deterioro cognitivo

Músculos Aumenta la masa muscular

Sistema circulatorio

Mantiene y mejora la flexibilidad

Reduce el riesgo cardíaco Disminuye la presión arterial Regula el colesterol en sangre

Sistema respiratorio

Sistema digestivo

Previene problemas respiratorios

Mejora la digestión

Mejora el asma bronquial

Promueve la inmunidad Produce hormonas del bienestar

Huesos

Disminuye la incidencia de diabetes y ACV

Mejora la calcificación Previene osteoporosis y osteopenia

Reduce el sobrepeso

Mejora la postura corporal

Rango de edad

18 años

64 años

La OMS recomienda dedicar 150 minutos semanales a la actividad física aeróbica moderada o 75 minutos si es vigorosa. Fuente: OMS


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ALIMENTACIÓN SALUDABLE

La comida no debe ser un sufrimiento, pero sí tener unas reglas de balance preciso.

Un buen sueño y un correcto nivel de actividad física necesitan del complemento de una alimentación acorde. Es el tercer eje de la pirámide del bienestar. ¿Qué significa alimentación saludable? En principio, debe ser equilibrada, que es la palabra que usan los expertos para referirse a la presencia en la dieta de todos los nutrientes que necesita un cuerpo activo. Además de la placentera sensación física de que se disfruta, la persona que esté bien alimentada también evita enfermedades no transmisibles, como la diabetes, las cardiopatías, accidentes cerebrovasculares y el cáncer, según informa la Organización Mundial de la Salud. La misma OMS agrega que debe haber un equilibrio entre gasto calórico e ingesta, en el que las grasas no deberían superar el 30% de la ingesta calórica total, se debe limitar el consumo de azúcar libre a menos del 10% y de sal por debajo de los 5 gramos diarios. En la actualidad, la organización sanitaria internacional atribuye los perjuicios de la mala nutrición al exceso de alimentos procesados y ultraprocesados, que, justamente, contienen (muchas veces sin informarlo) exceso de grasas, azúcar y sal, y que con frecuencia carecen de los nutrientes que figuran en las fotos de los envases. Asimismo, aconseja aumentar el consumo de frutas, verduras y legumbres, así como de cereales integrales (sin azúcar).

LA IMPORTANCIA DEL OCIO CREATIVO

Albert Einstein tocando el violín (1927); Richard Feynman tocando el bongó (1956); Pierre y Marie Curie (1895), con las bicicletas en las que recorrieron las carreteras de Francia.

Albert Einstein tocaba el violín muy bien y lo hacía en dúo con su colega cuántico Max Planck. Otro genial físico, el estadounidense Richard Feynman, fatigaba el bongó. Por otra parte, se sabe que al matrimonio Marie Sklodowska y Pierre Curie le encantaba realizar extensos paseos en bicicleta (con el beneficio extra que genera en el cerebro la actividad física). El inventor serbio Nikola Tesla fue un impensado héroe de las palomas, a las que alimentaba y curaba; Enrico Fermi era un apasionado del tenis. Estos ejemplos de grandes talentos que dedican su tiempo también a lo que aparenta “no hacer nada productivo” muestran algo que la neurociencia ya descubrió, casi como una receta. Para destacarse y dejar brillar nuestro talento en el campo que hayamos elegido, hay que obsesionarse con un tema, trabajarlo en detalle e invertir en él una enorme cantidad de horas; pero también en algún momento dejar fluir libremente la mente, divertirse −en su sentido etimológico−. Caminar es otro


BIENESTAR INTEGRAL

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ejemplo de cómo el cerebro se despeja y ese ocio “refresca nuestras neuronas”. También está establecido que, para los niños, hoy en muchos casos repletos de actividades impuestas, resulta imprescindible tener un momento de aburrimiento para explorar alternativas e incluso reflexionar sobre sí mismos.

LA IMPORTANCIA DE LA FAMILIA Tiempo de calidad, proyectos, actividades en conjunto. El bienestar personal no es completo si no puede compartirse. Y pese a ciertos cambios observados en los últimos tiempos, la familia nuclear, la gente con la que uno o una vive, sigue siendo clave, y no solo para la formación y el desarrollo de los chicos. Muchos estudios concluyen que la calidad de las relaciones familiares, así como el apoyo de otras personas que no necesariamente conviven con nosotros (como amigos y hasta compañeros que dan consejo, atención y cariño) influyen en nuestra salud a través de vías psicosociales, conductuales y fisiológicas. No solo por la negativa, al ayudar a lidiar con el estrés y los problemas de la vida, sino también por la positiva, a través del refuerzo de la autoestima y, por ende, de la salud mental. Pero también, como anotan Patricia Thomas (del Departamento de Sociología de la Universidad Purdue, Indiana, Estados Unidos) y equipo en un artículo de la revista Innovation in Aging titulado “Relaciones familiares y bienestar”: “El estrés de una relación tensa puede dar lugar a procesos fisiológicos que perjudican la función inmune, afectan el sistema cardiovascular y aumentan el riesgo de depresión, mientras que las relaciones positivas son asociadas con una carga alostática más baja (es decir, ‘desgaste’ que se va acumulando en nuestro organismo); es evidente que la calidad de las relaciones familiares puede tener consecuencias considerables para el bienestar”. Todo eso va cambiando con el curso de los años y las relaciones no son para nada estáticas, pero lo central es que haya un núcleo en el cual el individuo pueda de alguna manera descansar. Educar con el ejemplo no es una manera de educar, es la única. Albert Einstein

MINISTERIO DE LA SOLEDAD Formamos parte de un todo. No se trata de una fórmula simplista. A los seres humanos nos es tan importante sentirnos acompañados que hasta se identificó esa carencia como un desafío urgente de la salud pública. El problema es acuciante en los países con población envejecida; en particular, en las grandes urbes y en el llamado Primer Mundo. Y algunos gobiernos se lo toman tan en serio que para intentar enfrentar el problema hasta crearon “ministerios de la soledad”. Japón, donde muchas personas que murieron por covid fueron halladas meses después en sus hogares, lo hizo en 2021. Allí, se estima que hay al menos 1.500.000 de personas que decidieron alejarse voluntariamente de la sociedad y vivir encerrados dentro de sus departamentos. Hasta tienen un nombre, son los hikikomori (algo así como “los que renuncian a la sociedad”) y se encuentran en todos los grupos etarios, no son solo ancianos.

Agradable paseo. Retrato de una familia victoriana de vacaciones, alrededor de 1890.


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SALUD Y TECNOLOGÍA

También Gran Bretaña creó un ministerio con el mismo nombre en 2018, ya que se había detectado que el 75% de los ancianos viven solos y hay 9.000.000 de “solitarios”. Pero un par de años después las funciones de la cartera fueron absorbidas por otras dependencias. Como en varios órdenes, la pandemia también acentuó este drama y creció la tendencia a reducir los contactos sociales, lo que derivó en aumento de las tasas de demencias y ataques cardiovasculares, entre otros cuadros. Para evitarlo, en dos ciudades de Suecia se acondicionaron colectivos de pasajeros en los que las personas tienen la oportunidad de conversar con otras. Aunque sorprenda, a veces incluso gestos mínimos ofrecen la oportunidad de acercarse al otro, reconfortan y hacen que nos sintamos mejor. Edward Hopper, Noctámbulos, óleo sobre tela, 76 cm x 152 cm, 1942 (detalle). Trasunta soledad y melancolía.

No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad. Gabriel García Márquez, Del amor y otros demonios.


BIENESTAR INTEGRAL

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FELICIDAD NO TIENES DUEÑO Pese al énfasis que ciertas filosofías ponen en el individualismo, somos animales pensantes que necesitamos estar acompañados. Por lo menos, esto es lo que indican las conclusiones del ensayo más imponente que se haya realizado acerca de la felicidad. Con casi noventa años de seguimiento a alrededor de 2000 personas durante tres generaciones, el Harvard Study of Adult Development, iniciado en 1938, puso énfasis en que construir conexiones con el resto de la comunidad es el secreto para el bienestar, y una buena y larga vida. En definitiva, aunque hay muchos desafíos por delante, todo permite pensar que la tecnología y los nuevos conocimientos llegarán cada vez a mayor número de personas, se ampliará aún más la expectativa de vida y que esa mayor cantidad de años vividos vendrá con una creciente calidad de vida. Como describe Steven Pinker, el investigador en psicología de Harvard cuyas obras plantean visiones optimistas del futuro de la humanidad (por ejemplo, en lo que tiene que ver con la reducción de la violencia en las sociedades) gracias a la ciencia y el conocimiento: “El progreso es un hecho demostrable, que se ilustra con datos. No es solo cuestión de ver el vaso medio lleno. No se trata de ser optimista [porque sí]. Es un hecho que pocas personas parecen conocer”, dijo en una entrevista concedida al diario The New York Times en noviembre de 2018 donde defendía la tesis de uno de sus libros respecto de que la Ilustración −con la ciencia como su núcleo y motor fundamental− había funcionado realmente muy bien. Preservarla de quienes intentan volver al oscurantismo y hacerla crecer es hoy responsabilidad de todos.

La felicidad es aún más brillante cuando se comparte con amigos. Niños juegan en El Impenetrable chaqueño.


152

SALUD Y TECNOLOGÍA

INTRODUCTION

participated in the Argentine Hemorrhagic Fever Research Program in

One needs only to look back through the annals of history to see that few efforts have yielded such profound and transformative results as the marriage of technology and medicine. This union so fertile in achievements emerged from human creativity and from our ancestral desire to remain healthy and vital to keep on participating in the banquet of life. But even though traces of our inventive capacity may be found even in the remote days when humans lived in caves or in small groups of hunter-gatherers, nowadays technological solutions that prevent, cure or alleviate our ailments are created and adopted at a dizzying pace. We take on as a true challenge the task entrusted to us by Bagó, led by Edgardo Vázquez, its CEO. The result is a tapestry of text and images in which many of the remarkable achievements that are already redefining healthcare and that will increasingly do so in the next years and decades converge. If we could get a true picture of the current reality, it was due to the extraordinary contributions made by Mirta Roses and Martín de Ambrosio. Ms. Roses is a leading light

Pergamino. In 1974, she joined the Argentine Public Health Ministry, where she held a number of positions in the areas of Epidemiology, Research, and Sanitary Emergencies. She joined the Pan-American Health Organization/World Health Organization in 1984 as coordinator of the Epidemiology Unit of the Caribbean Epidemiology Center; in 1986 she was appointed as epidemiologist in the Dominican Republic; then she was appointed as Assistant Director of the PAHO/ WHO as manager of global programs for two-periods; and she was director for the countries of the Americas from September 2002 to 2013, when she vacated that office. She proposed the Health Agenda for the Americas 2008-2017. She was awarded the title of Doctor Honoris Causa by Universidad Nacional de Córdoba (2003) and other six Latin American universities. A Distinguished Citizen of five cities. She received the 2003 Diamond Konex Award. A corresponding member of the National Academy of Medicine (2013) and the Córdoba Medical Sciences Academy (2020), and a regular member of the Buenos Aires National Academy of Sciences (2018).

who has experienced herself the huge changes introduced by the new technologies in healthcare, both domestically and internationally, and who was not only the first woman, but the first Argentine woman, selected as director of the Pan American Health Organization. Mr. de Ambrosio is a scientific journalist with a long career in local and foreign media, who has been reporting the new advances day after day for years. We will begin this journey through extraordinary fields by making a review of basic, though stunning, technologies that were developed throughout the centuries to alleviate the ailments of our ancestors. We will remember some of the revolutionaries who, even working from our country, conceived internationally transcendent fundamental advances, a group of talented health professionals who built the past and keep on working for a better future. And immediately thereafter we will plunge into the vast and multifaceted geography of cutting-edge technology, where the unimaginable often turns into a reality. Biologists, doctors and engineers develop from nanotechnology to fight against cancer to robots to assist in surgeries; mathematicians and data scientists pull out gems of knowledge concealed in mountains of information that would be unmanageable for the human mind. All of them not only are the evidence of our avidity for discovery, but also are flashes of our insatiable quest for a more fulfilling and happier life. This book is also a feast for the senses, an invitation to fly towards horizons with extraordinary possibilities. Einstein used to say that he never thought of the future, as “it comes soon enough.” When we navigate through these stories, we feel that the future is already here. Nora Bär

FOREWORD

WHY DID YOU DECIDE TO STUDY MEDICINE? Mirta Roses A surgeon graduated in 1969 from Universidad Nacio-

T

hat was the question raised many times throughout my life by journalists and young people who were facing the tough task of

deciding on their professional future. I must admit that I have no direct and clear answer, as I myself do not know the answer. I remember that during my last year at high school at the Teacher Training High School (Escuela Normal de Profesores) (city of Córdoba), this was a frequent topic of conversation among my classmates and with our teachers. Some were very sure about what they wanted to do: three of them were getting married soon; other four would attend the Higher Education School of Languages (Escuela Superior de Lenguas); one was going to study Law; another, Engineering; and another, Psychology. According to my Literature teacher, I had a future in literature. My father thought Pharmacy or Biochemistry were the best courses for a woman. Please note that I was a first-generation college student in my family, because up to then, everyone in my family was an Italian immigrant, either a farmer or a merchant. All of a sudden I thought about Medicine, but to date I cannot say what triggered that idea. In the queue to enroll at school there were no women; boys were from all places, from other Argentine provinces and from neighboring countries. There was even one from the United States, from California: he arrived at Córdoba from Canada, as he had crossed the U.S. border escaping from the Vietnam War draft. For the first time, there were also Haitian applicants who, due to the break-off of diplomatic relations with France, were no longer welcome in that country. I felt that such a mixture of cultures, languages and accents, customs and interests was very rich. At the end of the first year, the best ten students (9 men and me) were invited to work as Lab assistants at the Physiology course. That meant we would receive an appointment and a salary! By then,

nal de Córdoba (UNC), with a degree in public health and a specialization

I had discovered that we were about 10 women among the 400

in epidemiology and infectious diseases (UBA). Professor of the courses

men of the same generation. After that experience in the Physiolo-

“Preventive and Social Medicine” and “Infectious Diseases” (UNC). She

gy course, my interest for research grew. The head was a professor


TRADUCCIÓN AL INGLÉS

who had emigrated from France, and the head of the Chemistry course was a German immigrant. Due to their scientific connections, they participated in international projects and the course had the first six-channel polygraph to measure functions in lab animals. Most of the medical works were published in German scientific journals, and the few copies available took months to arrive at university libraries. That was probably one of the reasons why the pioneering work of Doctor Ángel Roffo, who showed the relationship between nicotine and cancer through an experimental study in animals was practically ignored up to almost 30 years later, when English epidemiologist Sir Richard Doyle published his findings which resulted in the worldwide antismoking fight. Well into the medicine course, and inspired by the personality and approaches of professors, who used a broad and comprehensive approach to treat the individuals that arrived at the public hospital consulting room, I decided to specialize in medical clinics and then to study infectious diseases. And in the last year, I found the Preventive and Social Medicine course fascinating. Senior students were invited to participate in a large house-tohouse polio vaccination campaign in the city during the weekends. That experience was decisive and I finally decided to work on infectious diseases and public health. That year, 1968, was very convulsive. Students in Corrientes, then Rosario, and, finally Córdoba, held massive demonstrations that caused the closing of universities and it was not until mid-1969 that we could graduate. My father questioned my decision: “How are you going to work with infectious diseases if they no longer exist? They will soon disappear and you will have no one to take care of,” he told me. But it was in vain: the decision had already been taken. By the way, in 1988, twenty years later, he called me because he wanted to know what that new disease called AIDS was, and he told me, thoughtfully, that may be infectious diseases were not going to end, but that they would be with us forever. Until I finished my university studies, the practice of medicine had not experienced any significant changes. I was not born in a hospital, but at the house of my aunt, my mother’s sister, who was assisted by a very seasoned midwife. My brother was born almost three years earlier in the same fashion. The offer of care services included the neighborhood doctor, the family physician, some small and few private clinics, and religious hospitals intended originally for men but which later on were open for orphans and, finally, for women. At the same time, with the heavy flow of migrants, immigrant communities built their hospitals, and later some hospitals were built for specific occupations collectives, for the military, the policemen, bank workers, railroad workers, which were in addition to the few public hospitals that existed outside the city of Buenos Aires. The most serious clinical cases, infectious disease-related cases, accidents and surgeries were hospitalized or treated in these facilities, which had labs, pathology sector, morgue and RX room. By the second half of the twentieth century, when the Argentine Ministry of Health was created, there was an expansion of public hospitals, with the aim of ensuring the presence of the State in all provinces, and which provided separate care for adults, mothers and children, as well as urgent care. New specialization areas were incorporated in the professional, both medical and auxiliary, practice, and labs, blood banks, and the pathology, radiology and radiotherapy areas were expanded. Thereafter, the creation of trade union health insurance (obras sociales sindicales) and prepaid healthcare organizations or private healthcare insurance fostered the incorporation of new technologies, the diversification of medical and surgical specializations, the expansion of the necessary professional and technical levels, and the opening of diagnostics and outpatient treatment services outside hospitals. In this context of services divided by levels of care and segmented by population groups, the doctor-patient relationship diluted, and

153

the idea of knowing the person as a whole within his/her family and occupational context, and his/her background and vital development, was lost. Neither the individual nor the acting professional, who was always a different one, could reconstruct his/her own history. The scientific knowledge expanded the limits to reach the micro and macro aspects of the health/disease process, and new technologies were developed which allowed diagnostics, repair and recovery procedures to be performed faster and more accurately. Thus, professional and technical specializations emerged, not by anatomic definition but by the capacity to handle the technology. Financing, then, privileged the use of those technologies over the (almost lost) capacity to assemble the pieces of that puzzle that was the suffering of an individual seeking care and who expected to have someone by his side during the healing and recovery process related to his/her physical and emotional functionality. The successive waves of internal migration, the disordered surge of urban concentrations and the emergence of industrial zones generated access barriers not only due to time and distance, but also due to the cultural and social disconnection of the individual, as well as due to the disconnection from his/her personal and family history. At the same time, public health measures also evolved. As is well known, the first measures were the result of the large pandemics of infectious diseases and, then, of the need to take massive care of injuries at battle fields. The largest historical growth in life expectancy (from 40 to almost 70 years) occurred between the end of the nineteenth century and the end of the twentieth century due to the advances in the control of infectious diseases, safe water, more than adequate and more hygienic foods, and other non-medical related socio-economic improvements, such as education and housing. The impact of vaccination on the health of the world’s peoples is hard to exaggerate. With the exception of safe water, no other modality has had such a major effect on mortality reduction and population growth. Stanley Plotkin and Edward Mortimer, Vaccines. Our country has a significant history regarding both vaccination and safe water. Despite the knowledge accumulated by the earlier empires on the use of water for human consumption and irrigation, and despite the refined aqueducts left by the Arabs, the Spanish integrated very little or nothing of that in the building and development of their urban settlements in America. Justo José de Urquiza was a pioneer to this regard. He built his San José Palace in the Uruguay department (Province of Entre Ríos) by 1850 and imported from France the fixtures and pipes that provided a water circulation system in the residence. Clear water was extracted by mechanic well pumping and stored in a large reserve tank; from there it circulated through pipes by height difference and reached the different rooms where it was needed. In addition, rainwater was collected through grids that were connected to a network of several accumulation wells and that were used for irrigation and for cleaning the building. In 1869, the city of Buenos Aires was struck by the cholera epidemic and in 1871 by the yellow fever, which caused the death of about 20% of its population. By a direct initiative of President Domingo F. Sarmiento, works began to supply faucet water by installing an iron pipe that penetrated about 600 meters in the river and pumped the water to deposits located near the current National Museum of Fine Arts (Museo Nacional de Bellas Artes). The discussion between Sarmiento and doctor Guillermo Rawson, who objected to the expenses incurred for that work and requested that the money be used, instead, to build hospitals, has gone down in history. Sarmiento replied to Rawson’s objection as follows: “If investments are made in drinking water, there will be no need for hospitals.”


154

SALUD Y TECNOLOGÍA

As regards vaccines, it was not until Louis Pasteur that there were

the collaborative work, its final results were announced in 2000 and

new breakthroughs with cholera, anthrax and rabies vaccines after 1880;

presented in 2003. The 2020 Nobel Prize was awarded for the discov-

Glenny and Hopkins were also successful with diphtheria and tetanus

ery of the CRISPR, the genetic scissors which allow to “cut and paste”

vaccines (1923), Albert Calmette with tuberculosis vaccines (1927),

DNA sequences and perform “gene editing.”

and Max Theiler and Hugh Smith with yellow fever vaccines (1937).

Massive access to Internet, to digital technology and to social me-

The advances in molecular biology, tissue cultures, recombination

dia opens up huge possibilities, but also leads to confusions, as it is

of proteins, and adjuvants accelerated the development of vaccines

not always possible to distinguish between information and opinion,

and venom antiserums as from the second half of the twentieth cen-

and it is difficult to differentiate that which is true or helpful from that

tury, thus, preventing the most frequent and most lethal transmissible

which is fake or harmful. Thus, the relationship between health profes-

diseases (polio, measles, rubella, whooping cough, mumps, pneumo-

sionals and users must provide the added value of identifying with the

nia, meningitis, influenza, human papillomavirus, and others). So far,

other, of providing empathy, support and follow-up.

during the twenty-first century, there have been new advances in vi-

Medicine will increasingly be an area of multiprofessional work and

rology and immunology, which have resulted in more vaccines, from

research that will require a deep review of areas from the education and

immunizations against rotavirus, hepatitis B, and malaria, or improve-

training of the human resource to the ways of organizing and financ-

ments in the existing vaccines, to the vaccine against SARS-CoV-2

ing those activities and practices to accompany the increasingly longer

obtained in a record time.

life of humans. The individual, with the aid of technology, may be more

As regards the acknowledgment of public health as a specific priori-

aware and more responsible for his/her own choices and decisions re-

ty area for the State, it was not until 1943 that the first step was given in

lated to his/her nutrition, his/her physical, mental and emotional capac-

our country with the creation of the Argentine Public Health Board. Until

ity, his/her risks, and his/her potentialities. And the health team shall

that moment, public health matters were within the sphere of the Minis-

leverage this process, and offer guidance and accompany through it.

try of Foreign Affairs and Worship (as hospitals were originally created by religious orders). The 1853 Argentine Constitution did not include public health within the powers delegated by the provinces to the federal Government, as it was not considered that the State should take care of that matter. Unluckily, no changes were introduced by the 1994 Argentine Constitution as to this issue. For centuries, the three ethical principles of medical practice were simply stated as follows: “First, do no harm; second, try to find a solution; third, help patients have a good death.” By the end of the nineteenth century, French doctors Auguste Bérard and Adolphe Marie Gubler summarized that as follows: “To cure sometimes, to alleviate often, to comfort always.” Today we are in the middle of the timeline set out to implement the Sustainable Development Goals (2016-2030), which were approved by all countries in the Assembly of the United Nations, and each day that goes by the road is harder and progress has stalled. The 2030 Agenda includes 17 goals and sets out an ambitious vision for reducing poverty and inequality, with the central focus on the equality and dignity of people (“leave no one behind”) and on economic development with protection of the environment (“sustainability”). Goal 3 seeks “to ensure healthy lives and promote well-being for all at all ages”, thus incorporating the notion of “health” as defined by the World Health Organization (WHO): “a state of complete physical, mental and social well-being and not merely the absence of disease or infirmity.” In this context and with this commitment, we start to think again

The application of new computing systems that allow handling millions of data in a very short term will reduce the time of the systematic review of publications and the result of research, and accelerate critical processes, such as the detection of unwanted or adverse effects, and facilitate collaboration between remote teams. The development of technologies, such as 3D and digital implants, will allow recovering damaged functions that cause a disability. People eventually will no longer “die from” and, instead, they will “live with;” to this end, the society shall find new ways of providing care and organizing. Today we believe it is essential to reorient and renovate health services, not only to take care of the damage, but to promote health, which does not begin or end at the hospital and the clinic, but at home, on the streets, at school, at work and recreation places, when relaxing or enjoying leisure time. I was once asked which I believed the purpose of Medicine was. I pondered for a while and then explained that, in my opinion, it was like the goal of manufacturer of a product, for instance, a car. The main goal was to take the best product possible out of the plant, a low-maintenance product that required almost no repairs and that would last for a long time working properly. Even though medical science resources are still very focused on the repair workshop, focused to a certain degree on maintenance and not much focused on the quality of the original product, science, innovation, creativity, social responsibility, our ethics and our sense of community may redirect that path.

about medicine as it was understood by medical practitioners from remote times. Not only to find the immediate solution, alleviate and recover vitality and functionality, but also based on the ceaseless quest for scientific knowledge. As the recent pandemic has shown, health as a human right is still extremely vulnerable to threats posed by climate change, the increasing inequalities, political instability and fratricidal struggles. The study increasingly broader and more thorough of the causes

INTROS CHAPTER 1 - A BRIEF HISTORY OF MEDICAL INNOVATION

of ailments, diseases, incapacity and death is reflected in the reports issued by the experts called to analyze the social, environmental, eco-

“If I have seen further,

nomic and trade determinants of the multimorbidity associated today

it is by standing on the shoulders of giants.”

with the longer life expectancy. At the same time, we look on in wonder the unprecedented and fast progresses in the fields of artificial intelligence, digital technologies, genomics, algorithms, non-invasive procedures. The Human

T

his quote, from a letter sent by Sir Isaac Newton to his colleague Robert Hooke (though it would belong to medieval philosopher

Bernard de Chartres), conveys an idea that governs all human activ-

Genome Project (HGP) was launched in 1990 as a collaborative effort

ities: We are nothing without the others, whether they are contem-

of universities and research centers, with a significant financing and

poraries or not; neither geniuses nor genius deeds exist without a

a set term of 15 years. Due to the advances on biotechnology and

precedent, without a background. Knowledge in any field is always a


TRADUCCIÓN AL INGLÉS

155

collective novel, and having a preference for one character or another

gotten diseases, vaccination and cardiac health, and currently, world-

is merely something convenient for storytellers.

wide authorities in immunology and derived therapies, a path com-

To that regard, talking about medicine is also talking about the

menced by César Milstein.

accumulation of knowledge, a process that, at first, developed slowly,

This tradition of excellence explains the importance of dozens of

then, accelerated and now is running at a vertiginous speed. Howev-

Argentine doctors and scientists in the most varied areas of frontier

er, that accumulation does not merely consist in adding points on a

research, from gene therapy (for instance, with the Crispr-CAS9 tech-

straight line, but also in overcoming epistemological ruptures, dras-

nique) to artificial intelligence, including clonation and research on

tic changes in the way of seeing and operating (pun intended) in the

xenografts.

world. One of those changes —still an unfinished project— was to re-

The following pages show that which Argentine doctors and sci-

move the idea that diseases were caused by gods or fate. It was not

entists may contribute to the country and illustrate the notion stated

easy: even today, in the face of difficult conditions such as cancer or

by Bernardo Houssay:

hereditary diseases, esoteric explanations are sought. The “arrow of progress” is full of contradictions, setbacks, failed progresses and ideas that were promising... but never put into prac-

“All major practical advances come from fundamental disinterested scientific research. Pure science is, undoubtedly, the incessant source of applied techniques.”

tice. In this history in particular, health, herbs and healing experts appeared in the earliest human civilizations. That was the beginning of an unceasing path that made of our species one of the most successful in the planet, the one that apparently masters the destinies of Earth itself, though not always auspiciously. To abandon that misleading notion of continuous progress, the question that should be made is if progress will have limits, such as the biological or ecological resources; or if life expectancy, to talk

CHAPTER 3 - THE FUTURE OF PREVENTION

A

dvances in knowledge lead, among other things, to a significant increase in human life expectancy. At the beginning of the nine-

teenth century, no population in the world lived more than four decades on average.

about something with a tangible number, may continue to extend,

Almost half of children died before adulthood. In the next 150

perhaps, to centuries, as raised by those who believe that regener-

years, that period duplicated: now, life expectancy at birth in devel-

ative medicine, prostheses and digital technology will provide us re-

oped countries is of about 80 years. Although years have been added

placement parts when our bodies start to fail. Also, other questions

to life, life was not added to the same extent to the years. The chal-

arise, mainly regarding the automation of certain medical procedures

lenge ahead is not only to live longer, but also to live better.

and the help of robots and other mechanisms: Will they become even

Thus, doctors and public health specialists agree that the most

more ubiquitous? Will they complete or replace that which is already

effective strategy is to prevent the disease from occurring, because

known? Is the famous “singularity” arriving, where artificial intelligence

once it appears, it triggers a cascade of expenses (economic, person-

will surpass the current human brain in the creation of systems be-

al, social, family expenses) that undermine the quality of life both of

yond our imagination?

individuals and of the community.

In any case, the truth is that this kind of questions and many others

There is no need to be a health economy expert to understand that

that will arise throughout these pages do not have a unique answer;

accounts are in the red: diseases, in particular, chronic diseases, are

social and political aspects, as well as mere chance, should be taken

burdensome both for the people and for the health systems.

into account. That is why predicting the future is so difficult. And so

That is why most of the epidemiology focuses on the study of ac-

fascinating. Let’s go through that path that began thousands of years

tions, sometimes, small daily actions, and other times, actions which

ago to then soar in flight and see what awaits us beyond the horizon…

require structural changes in lifestyles. The good practice list is long. Frequent handwashing, room ventilation, use of one-use masks and patient gowns at hospitals, care of

CHAPTER 2 - THE HEALTH REVOLUTIONARIES

A

urban hygiene, solar protection to prevent skin cancer and, of course, use of preservatives to prevent sexually transmitted diseases, not only

rgentine medicine may rightfully boast about a significant list of achievements: prominent schools and universities, Nobel prizes,

HIV-AIDS. And then, actions related to government decisions, some of

a strong tradition of prevention, state-of-the-art treatments and re-

works. There are also more recent actions inspired by climate change,

search, i.e., top and renowned international contributions. However, this list would have been unthinkable without the effort of men and women who worked tirelessly and, in many cases, in a completely altruistic manner, for instance: Saturnino Segurola (1776-1854), who created the first public vaccination center; Francisco Javier Muñiz (1795-1871), a pioneer in epidemiology and a volunteer during the yellow fever epidemic that took place in Buenos Aires in 1871 and which also took his life; Alberto Peralta Ramos (1880-1954), who, by the beginning of the twentieth century, fostered the creation of the Maternal Institute (Instituto de Maternidad) on the lands where the current Hospital Rivadavia is located; Ángel Roffo (1881-1947), one of the first scientists that showed the link between smoking and cancer; and Emilio Coni (1886-1943), who is considered the creator of Argentine demog-

them with a lot of history, as drinking water systems and sewage netsuch as planting trees in the cities to reduce the increasing damage caused by heat waves and the effects of the concrete island. Futurist projections even imagine that the day will arrive when DNA will be manipulated, a controversial decision, but which is already within the reach of scientific-technological human capacities. Generally speaking, it may be said that there are two types of prevention: that which depends on technology developments and that which is related to behavioral changes. These are often the nudges that are so helpful to improve daily life, according to the American researcher Richard Thaler, the winner of the 2017 Nobel Prize in Economics, precisely for this theory. Welcome to the kingdom of prevention…

raphy and who also created the Hospital Tornú, which was originally intended for the hospitalization of patients with tuberculosis. As in any selection, some names will be missing. However, this selection is useful to show the complexity and broadness of the works performed by Argentine professionals. It includes from public health pioneers, vanguard women in an academic world forbidden for them throughout a large part of history, researchers who worked with for-

CHAPTER 4 - A HEALTHY TECHNOLOGY

A

t the opening ceremony of the 2014 FIFA World Cup in Brazil, applied sciences played a very special role. Juliano Pinto, a 29-year

old paraplegic person, was able to rise to a standing position and kick a ball with the aid of an external mechanism. That action stole some


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SALUD Y TECNOLOGÍA

seconds of the presentation of the event that was being watched by millions of persons throughout the planet. Although some people were a bit disappointed, as they expected something else, watching this young man, who was unable to do any movement, stand up and move his leg aided by an electronic device was truly extraordinary. Behind Pinto and that symbolic kick-off of the World Cup was Miguel Nicolelis, a famous Brazilian scientific who works in the field of neuroprosthetics, a field of research which aims at bringing back their autonomy to paralyzed people through exoskeletons controlled by their own brain signals. And this is only one of the advances promised by medical research for the next years. Nicolelis is not an isolated case. In Japan, Professor Yoshiyuki Sankai, of Tsukuba University, designed an exoskeleton and called it “HAL suit.” It has sensors that detect and respond to brain signals: the individual merely thinks about standing or walking and he or she immediately receives mechanical assistance. A Japanese company, Cyberdyne, did something similar, but for the cleaning employees of the Fukushima plant after the 2011 nuclear disaster, which included an earthquake and a tsunami. “In the short-term, the history of nursing care robotics will be mainly about machines that help, monitor or allow the use of computers,” states expert Martin Ford. The truth is that, beyond this jaw-dropping kind of progresses, humanity uses tools at least since a shepherd getting on in years to walk leaned on a stick that he found while spurring on his sheep. In fact, probably technology is not exclusive to Homo sapiens as, in a broad sense, there are other animals that develop it: bees and their beehives; ants and their amazingly complex anthills; beavers and their typical dams; these are just the most known cases. But the Homo sapiens took and takes those beginnings to unimaginable limits.

the quest for acknowledgment by others, for affection, for love. And even that could be programmed in the future. The film, released in 2001, marked the beginning of the “fame” of these two words which, until that time, were within the realm of a small group of IT experts and science fiction fans. “Intelligence” and “artificial”: two terms which, together, create expectations and generate fears and bets to the same extent. From being part of an esoteric world explored by a few, now it is everywhere and has become, at least in theory, an omnipotent combination. It seems to promise everything, in particular, in the medical field: from shaking up the most common questions to resolving the most complex diagnoses or enabling talking to dead people. And this happens not only strictly with respect to health care. It also applies to the search of new drugs, where AI is used to rapidly discard certain molecules and select those which, indeed, have potential. It further promises to fully transform sensitive time-demanding issues (sometimes, to the prejudice of time devoted to patients) as are the logistics of medical institutions and the optimization of the use of surgery rooms. An article published in the specialized journal The New England Journal of Medicine of August 2023 —which contains a thorough analysis of the uses of AI in medicine— specifies that AI may be used to improve the surgery rooms by predicting the use they may have through the analysis of its results in real time. Also, doctors may be freed in their practice from taking notes, for instance, during conversations and AI would transfer them to the natural language in a file that also organizes medical records, prescriptions and next visits. Some works are still theoretical; others are more advanced and others have turned into a reality. The truth is that these advances move at such a fast pace that they may transform the medical practice and the world we live in the blink of an eye. Even if the ancestral quest for love continues, as in that story by Aldiss.

With the development of machines since modernity, first, and then with the Industrial Revolution, the idea of using devices to replace that which biology does not give or which becomes damaged with the lapse of time increased and now the replacement curve is vertiginous: “It’s stunning. You cannot imagine what you’re going to see over the next 30 years. The pace of advancement is in an exponential phase right now,” said to The New York Times immunologist Barney Graham, the former director of the Vaccine Research Center of the National Health Institutes of the United States in June 2023. The foreseeable future includes from the replacement of senses to the replacement of members. Work is underway in robots and computers that connect to extremities directly through neuronal stimuli, drones that carry vaccines and medicines, but which also may help to make diagnoses... Technology spreads at such a fast pace that it is very difficult to adapt to something before it changes again. All this is barely the spearhead of a huge variety of options that will help doctors and improve the quality of life of patients.

CHAPTER 5 - ARTIFICIAL INTELLIGENCE: THE NEW FRONTIER

I

n Supertoys Last All Summer Long, British writer Brian Aldiss tells the story of a boy that, whatever he did, was unable to please his

mother, something that, of course, was frustrating for him. He had a problem: he did not realize that he was not a biological child but a product of artificial intelligence, just like his teddy. The short-story, published in 1969, drew the attention, first, of Stanley Kubrick and then of Steven Spielberg, who successively ended outlining and filming the movie that would be called A.I. Artificial Intelligence. The story highlights that even in the less “natural” contexts at least some of the essence remains, that which is typical of the species,

CHAPTER 6 - THE DRUGS OF TOMORROW

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eorge Orwell, the author of the famous dystopias Animal Farm and 1984, two incisive fables about totalitarian societies that are considered two of the most influential twentieth century books, said ironically that “we are all equal, but some are more equal than others.” In light of the discoveries made in the last decades, that quote could be appropriate to describe how our body reacts to diseases, the drugs available and, in particular, the drugs that will be available in the not too distant future. Empirical studies are based on the premises that all human bodies are the same and that all individuals react in the same way to similar stimuli. If aspirin cures headaches or fever in a person, it will also cure them in another person, regardless of their age, gender, weight, family environment or socio-economic context. This is, in practice, the principle underlying large-scale experiments and clinical trials: if a dose of a certain substance provides relief to some persons, this will also be the result for the rest of the population. But biology is not that simple. In its realms, individual differences prevail over similarities. Doctors are well aware, for instance, that drugs that work perfectly in some of their patients may be ineffective or even harmful for others. Even though we all belong to the same species, we have our singularities. Part of those differences is in our “master plan,” which contains all the necessary information for an individual to develop from the core cell formed by the sperm and the egg: the set of genes that direct the synthesis of each of the proteins that form us and the activities of the whole body. Since DNA was decoded in 2003 after decades of work and with an investment of thousands of million dollars, the whole-genome sequencing cost (i. e., the cost of determining the exact order of an individual’s DNA base pairs) has reduced to such an extent that


TRADUCCIÓN AL INGLÉS

it is no longer a utopia to think that soon DNA will be included in the medical records of each patient. And it is not only that a DNA screen is increasingly within the reach of both individual and health system budgets, but also that it may be run increasingly faster. At the time of this writing, a team of Stanford University holds the record: 7 hours and 22 minutes. This achievement helped diagnose a rare genetic abnormality and save the life of a 13-year old boy who, due to this advance, could have a heart transplant. This so detailed information will provide doctors an unimaginable level of accuracy. Not only to administer drugs, but also to know the prevailing risks in certain populations or to indicate specific food regimes. Glycemia (sugar in blood) levels do not increase in the same way for all diabetic patients, and immunotherapies do not have the same effect on all individuals... even if they have the same kind of tumors. Nowadays, personalized medicine is more than a promise. In this new era, treatments will not be the same for everyone, prêt-à-porter (ready to wear), but “tailor-made” for each patient.

CHAPTER 7 - THE FUTURE OF HEALTH CARE

tools that allow to know the personal background of the patient and to recreate the complexity of the malaise or pathology, something which, in general, exceeds the merely biological dimension. This kind of practice, which is focused on listening, may also foster one of the qualities that is most appreciated in a doctor: empathy, i.e., the capacity to place themselves in the patients’ position. This new and, at the same time, old medicine, “emphasizes not so much the doctor’s view, but the patient’s,” writes Francisco Maglio in ¿Por qué ser médico hoy? (Why Become a Doctor Today?): “The narrative consists mainly in subjectivity, i.e., that which the patient feels that is his/her disease. For a teenager with pimples or his/her face, the diagnosis will be acne, but he/she feels embarrassed. A patient diagnosed with AIDS feels discriminated. This narrative consists in the representation of his/her disease, which is the social experience as a sick person.” This is the medical challenge of the future: To be able to find balance on that thin line between technological advances that were unthinkable just a decade ago and personal contact, an aspect that is so human that many people consider it the first and most significant placebo effect and the beginning of healing.

PROFESSIONALS

CHAPTER 8 - COMPREHENSIVE WELL-BEING

T

E

radition and technology. The new generations of doctors will sway between them, in a scenario of challenging demographics and diseases, competing with/aided by artificial intelligence, which may help them take decisions but which also threaten with displacing “flesh and blood” specialists from the labor market. All that is part of the menu of challenges to be faced by health experts; “experts” in a broad sense, given that more data scientists, software engineers and technologists from the most varied fields of knowledge will increasingly incorporate into the health field in the middle of an acceleration of social and instrument changes without precedent. That is exactly the first challenge that will appear: the doctor will lead a multidisciplinary group formed by professionals from different disciplines and automated devices and systems. The outlook is that artificial intelligence, robots and algorithms will completely transform medicine. However, as all fears, this is based on facts and also myths and exaggerations. May be that is why now an increasing number of technologies coexist with the need to recover styles of care that were relegated to the background, such as the family doctor, who was at the core of the world meeting held by the WHO in Astana (Kazakhstan) in 2018, to commemorate the 40 years of the Alma-Ata Declaration. There, countries from all over the world subscribed a declaration wherein they promised to strengthen their primary healthcare systems as an essential step to achieve universal coverage in the twenty-first century. In addition, a comprehensive, psycho-social treatment for patients is fostered, as compared to a vision that considers a malaise merely as a problem of an organ or the result of genetic factors. In this line, there appeared medical practice variations, as the so called “narrative medicine”, which seeks to understand the full background of an individual, something the old family doctors were used to do (although not under that name), as they knew what happened in each home and could interpret symptoms and signs in their social, economic and even generational context. Oddly enough, the Covid pandemic caused that need to reappear. According to a report by the United Kingdom National Health Services published in 2022 and entitled Future Doctor, “the pandemic highlighted the importance of managing multimorbidity. Doctors needed to see the ‘person’ not the ‘diseases’ to take tough interventional decisions, considering how comorbidity influences personal, social and health risks.” What does it mean to give new value to narrative medicine? It means to balance the excessive technologization with the use of

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verything, technology developments, medical studies and thorough knowledge, new medicines and drugs, have one goal: being well. Well-being seems to be an intuitive notion very easy to understand, but its meaning is not always clear. In particular, as regards its relationship with health. Because… what does it mean “being well”? Is it merely the lack of diseases or we may expect something more than that? Almost 80 years ago, the WHO stated that health was not merely the absence of disease but “a state of complete physical, mental and social well-being,” as stated in the Preamble to its Constitution, adopted in New York in July 1946, just after the end of the Second World War. After some decades, the definition was not amended, but rather expanded. In fact, “health and well-being” are mentioned together in the UN Sustainable Development Goals for 2030. Item 3.4 states that the search must aim at “reducing one third of the premature mortality caused by non transmissible diseases through prevention and treatment, and at promoting mental health and well-being.” As of late, there has been a cult for well-being and for actions to that regard that people and organizations may conduct. As in the case of the intelligence —which, after Howard Gardner’s and other’s works, acquired multiple dimensions—, well-being includes, in fact, many aspects, for instance, physical, emotional, environmental and professional well-being. At that point its difference with happiness starts to blur, as happiness may be associated to an ecstasy, but also to a way of living. That is not something easy to define. In fact, there are subjects at worldclass universities that devote hours and hours to discuss this issue in detail. It is well-known that the most popular class at Yale University (United States) in three centuries is the “happiness class,” also known as “psychology and the good life” or “the science of well-being”, with more than three million people enrolled online, as reported by The New York Times. What does the team led by Laurie Santos ask students? That they “track their sleep patterns, keep a gratitude journal, make acts of kindness at random and note if, over time, these behaviors are related to a positive change in their general mood.” In this final chapter, we will focus on the human being and the health of his/her relationships with other people, as well as on the data available for science to reduce stress, improve resilience and interpersonal relationships, on the combination of work and leisure, and on the benefits of a community feeling and of having a personal relationship with nature.


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Créditos fotográficos y de imágenes Daniel Roldán (ps. 8, 45 abajo derecha, 80, 84); Leonardo da Vinci, dibujos anatómicos del cuerpo humano, 1507-1513 (ps. 11, 12, 15); Wellcome Collection/CC BY-NC 4.0 (p. 16); Alexander Fleming/CC BY 4.0 (p. 32 abajo izquierda); David Gregory y Debbie Marshall/CC BY 4.0 (p. 32 abajo derecha); Archivo General de la Nación −Argentina− (ps. 33 arriba, 38, 41 arriba derecha, 42 abajo, 43 abajo izquierda y derecha); Paul Griggs/CC BY 4.0 (p. 34); Barrington Brown, © Gonville & Caius College/Coloured By Science Photo Library (p. 35); Universidad de Buenos Aires, Facultad de Medicina, Biblioteca Central, Colección Dr. H. César Gotta (ps. 36 y 37); gentileza Ignacio Maiztegui (p. 39); Universidad de Buenos Aires, Facultad de Medicina, Biblioteca Central (ps. 40, 41 centro), Conicet (p. 43 abajo centro, 61 abajo); Aballay, Marcelo/Notables de la Ciencia Conicet/CC BY-NC-SA 2.5 AR (p. 44); gentileza Eliane Piaggio/Instituto Curie (p. 48 arriba izquierda); Gabriela Valle/Tecnópolis (p. 48 abajo izquierda); Verónica Tello/Conicet (p. 49); Gabriel Sainz, El ángelus de La Payunia, acrílico sobre tela, 40 x 70 cm, Colección particular, Seattle, EE.UU. (ps. 50/51); Fernando Sebastián Valeiras (p. 52); © 2024 sucesores de Joaquín Salvador Lavado (Quino) (Mafalda, tira 157 [p. 53 abajo], página 1787 de Humor Gráfico [p. 136]); Racool studio (p. 55); Covid Art Museum (p. 56); freestockcenter (p. 57); Rainbow Stock (p. 58 arriba); Cristina Melo (ps. 59, 60 abajo, 79, abajo, 119, 147 abajo); Miguel Nicolelis/Facebook (p. 62); dpa bigBonsai & LenteVivaFilms (p. 63); Kevin C. Cox/Getty Images (ps. 64/65), Cyberdine (p. 66 arriba); Universidad de Lausana (p. 66 abajo); Lance Hayashida/ Caltech (p. 67); Pablo Sakuma (p. 68 arriba); Zipline (p. 69); ESA/Servicios (ps. 70 y 71); gentileza Prensa UNSAM/ Conicet (p. 72); Vanessa Jimenez/Anadolu Agency via Getty Images (p. 73); Peter Kim/Science Translational Medicine (p. 74); Pavel Danilyuk/Pexels (p. 75); revista Forbes Argentina (p. 76); Fernando Calzada (ps. 77, 78, 120, 121); SVstudioart (p. 79 arriba derecha); Universidad de Utah (p. 81); Nadia Thalmann/CC BY-SA 4.0 (p. 83); Osso VR, link para descargar material de prensa (p. 85); Viktoria Stoiser (ps. 86/87); Perros de Diagnóstico Médico (ps. 88, 89); Gofurxp2 (p. 90); Universidad de Lund (p. 93 abajo); CHoRUS (p. 95); Universidad de Florida/foto de cortesía (p. 96); DeepMind/EMBL-EBI CC-BY-4.0 (p. 100 arriba izquierda); Universidad McMaster (p. 100 abajo); Rodolfo Parulan Jr./Getty (p. 101); nevodka/iStock (p. 102); Cemile Bingol/iStock (p. 103 arriba); StormTest2020 / CC BY-SA 4.0 (p. 103 abajo); Nolan Zunk/Universidad de Texas en Austin (p. 105 abajo izquierda); CNN (p. 105 abajo derecha); Project December (p. 106 arriba izquierda); HereAfter AI (p. 106 abajo); GE HealthCare (p. 107); Jason Allen (ps. 108/109); Annie Cavanagh CC BY-NC 4.0 (ps. 110/111); Fundació Gala - Salvador Dalí (p. 112); Meletios Verras/iStock (p. 113 arriba); Karolina Grabowska (p. 114 abajo); Juan Roleri/Télam (p. 115); Nobel Media/Ilustrador: Niklas Elmehed (p. 117 arriba); Johan Jarnestad/The Royal Swedish Academy of Sciences (p. 117 abajo); bpawesome/iStock (p. 118 arriba); Testalize.me (p. 118 abajo); Dr. Microbe/iStok (p. 122); Roberto Fontanarrosa (p. 123); Universidad de Wisconsin (p. 126); fpphotobank/iStock (p. 127); Thomas Lohnes/Getty Images (p. 128); Nick Kozak/PARO Robots US (p. 129); Facundo López Fraga/Diseño Conicet (p. 130); Chesnot/ Getty Images (p. 131 abajo); wirestock (p. 134); Xavier Arnau/iStock (p. 135); Marcelo Gurruchaga (ps. 140, 142/143, 151); FortisDesign/freepik (p. 144); garten-gg (p. 146); Calisphere California Digital Library (p. 148 abajo centro).

La mayor parte de las imágenes publicadas pertenecen a los archivos consignados. Algunas fotografías han sido extraídas de documentos, libros, revistas y bibliotecas digitales que también están reseñados. Se han hecho todas las gestiones posibles para identificar a los propietarios de los derechos de autor; por cualquier error u omisión accidental estamos a disposición de los poseedores de los eventuales derechos de fuentes iconográficas no identificadas.


Este libro se terminó de imprimir en noviembre de 2023 en Talleres Trama Pje. Garro 3160, Ciudad Autónoma de Buenos Aires Impreso en Argentina - Printed in Argentina




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