El Viejo Topo | Número 396 | Enero de 2021

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MA N O L OMO N E R E O

O L I G A R Q U Í AOD E MO C R A C I A E S P A Ñ A , N U E S T R OF U T U R O A u n q u el o st e ma st r a t a d o sa q u í s o nmú l t i p l e s , l a si d e a sc l a v eq u eMa n o l oMo n e r e oma n e j ae ne s t el i b r op u e d e n e s q u e má t i c a me n t er e s u mi r s ea s í : 1 ) L al u c h ad ec l a s e ss i g u ev i v a , yl o sd ea b a j ol ae s t á np e r d i e n d o . 2 ) L ac r i s i sl l e g óp a r a q u e d a r s e , ye l f u t u r o– s o b r et o d oe l d el o smá sj ó v e n e s –e st e r r i b l e me n t es o mb r í o . 3 ) H e mo se n t r a d oe nu n ae t a p ad e g r a n d e st r a s f o r ma c i o n e sd e s d ee l p u n t od ev i s t ag e o p o l í t i c o , ye s t áa ú np o r v e r c u á l e sv a nas e r s u sc o n s e c u e n c i a s . 4 ) L a U n i ó nE u r o p e aa c t u a l e sf u n d a me n t a l me n t eu nme c a n i s mop a r al ai mp o s i c i ó nd el a sp o l í t i c a sn e o l i b e r a l e sal o sE s t a d o s mi e mb r o . 5 ) S i l aE u r o p ad eh o ye se l p r o b l e ma , E s p a ñ ae sl as o l u c i ó n . v aq u eMo n e r e oa b o r d ac u e s t i o n e sc o moe l c o n f l i c t oe nC a t a l u ñ a ; l al l e g a d ad el ai z q u i e r d aa l E sd e s d ee s t ap e r s p e c t i g o b i e r n o ; l aa u s e n c i ad eu np r o y e c t oc r e í b l ed ep a í s ; e l p a p e l d e l e u r o ; l an e c e s i d a dd eu nr e a r meo r g a n i z a t i v oei d e o l ó g i c o d el ai z q u i e r d a ; l au r g e n c i ad eu n ar e f o r mac o n s t i t u c i o n a l ; e l s o me t i mi e n t oa l d o g man e o l i b e r a l i mp u e s t od e s d el aU E ; l a p o s i b i l i d a dd ec o n s t r u i r o t r aE u r o p a , e t c . e t c .


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sumario

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Portada: Imagen de QAnon descargada de internet

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QAnon, ¿una ideología o una religión? POR ALEKSANDRO PALOMO GARRIDO

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El capitalismo verde no es posible Entrevista a Antonio Turiel POR SALVADOR LÓPEZ ARNAL

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Alianzas vaporosas en tiempos líquidos ¿Qué hacemos con EH Bildu? POR F. JAVIER MERINO

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Etiopía ¿Porqué hay una guerra en Tigray, en el norte de Etiopía? POR MARK AGUIRRE

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Por una izquierda republicana, socialista y patriótica POR MANOLO MONEREO

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Ecuador, elecciones entre violencia y confusión POR CRISTINA MUÑOZ ZEAS

26

La segunda venida de la pandemia Reflexiones chestertonianas POR YESURÚN MORENO

58

El reloj de Tolstói POR HIGINIO POLO

32

La izquierda confundida y la inmersión lingüística POR HÈCTOR XAUBET

66

La publicidad encubierta: catarsis cinematográfica POR J. CASRI

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LIBROS

EL VIEJO TOPO, revista mensual. FUNDADORES: Primera época, Claudi Montañá (†), Miguel Riera, Josep Sarret. Segunda época, Elisa Nuria Cabot, Jordi Dauder (†), Ernesto Fontecilla, Enrique Helguera, Esther Mañé, Santiago Palacios, Miguel Riera, José Sanchis Sinisterra. DIRECTOR: Miguel Riera. REDACCIÓN: Genís Plana DISEÑO: Miguel R. Cabot, Elisa Nuria C. Edita: Ediciones de Intervención Cultural, S.L. (Barcelona). Imprime: Gráficas Gómez Boj. ISSN 0210-2706, Depósito Legal B-40.616-76. Impreso en España. El Viejo Topo no retribuye las colaboraciones. La redacción no devuelve los originales no solicitados, ni mantiene correspondencia sobre los mismos. Los colaboradores aceptan que sus aportaciones aparezcan tanto en soporte impreso como en digital. La revista no comparte necesariamente las opiniones firmadas de sus colaboradores. Esta revista ha recibido una ayuda a la edición del Ministerio de Cultura y Deporte. El VIEJO TOPO, c/Juan de la Cierva, 6, 08339 Vilassar de Dalt (Barcelona). Tel. Administración, redacción, publicidad y suscripciones (93)755-08-32 e-mail: info@elviejotopo.com.

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Meme de internet elaborado por seguidores de QAnon

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QAnon, ¿una ideología o una religión? por Aleksandro Palomo Garrido

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na sociedad desorientada y expuesta a fenómenos inaprensibles corre el riesgo de buscar soluciones en conspiraciones paranoicas. QAnon es una de esas teorías que resuelve en la esfera de lo imaginario interrogantes problemáticos que transcurren en el plano real. Ahora bien, ¿se declina política o religiosamente?

Existe una conspiración mundial para imponer un nuevo orden que pretende destruir las libertades individuales. En dicha conspiración participan personalidades de todo el mundo que practican el satanismo y celebran ritos en los que se sacrifica a niños. Esta conspiración es la que denuncia QAnon, un movimiento social que el FBI ha catalogado como potencial amenaza terrorista, pero que varios congresistas republicanos apoyan. QAnon nació en 2017 en los Estados Unidos y rápidamente se expandió por las redes sociales. La letra “Q” es su bandera y su eslogan es “El gran despertar”. Su propagación se vio impulsada por la pandemia de la Covid-19 y actualmente ha alcanzado ámbito planetario. Los carteles de QAnon con el ya famoso símbolo de la letra Q han aparecido por primera vez en Europa, durante las protestas contra el confinamiento por la Covid-19, en Londres, Berlín y otras capitales europeas. Historia QAnon es un acrónimo de Q-Anonymous y se ha convertido en todo un movimiento ideológico internacional. Dicho movimiento parte de la teoría conspirativa más importante de los últimos tiempos. QAnon defiende la existencia de una supuesta trama secreta organizada por un supuesto “Estado profundo” formado por determinadas élites económicas, políticas y artísticas. La teoría comenzó a rodar en octubre de 2017 con una publicación anónima, firmada por Q, en el foro 4chan. Se

desconoce la identidad de Q, pero afirmó ser alguien con acceso a información clasificada en la administración Trump. Es necesario aclarar que el código “Q” es el empleado por el gobierno de Estados Unidos para autorizar el acceso a los datos restringidos de alto secreto y de información de seguridad nacional. En sus primeros comunicados Q desvelaba que existía una trama secreta en Estados Unidos en la que participaban estrellas del entretenimiento (Oprah Winfrey, Tom Hanks, Ellen DeGeneres, etc.), políticos del partido demócrata (Hillary Clinton, Barack Obama, etc.) y funcionarios de alto rango. Esta trama estaba organizada en torno a una red internacional de tráfico sexual de niños y sus participantes realizaban actos pedófilos. Esta teoría en realidad no era nueva, sino que era la continuación del bulo conocido como “Pizzagate” que circuló durante la campaña electoral estadounidense de 2016. Según el bulo, una red de pornografía infantil estaba operando en una pizzería de Washington D.C. y Hillary Clinton estaba involucrada. Más adelante, a esta trama local, Q añadió vínculos internacionales que culminaban en una red internacional de personalidades tales como George Soros, Bill Gates, el Papa Francisco, el Dalai Lama, etc. Según Q esta camarilla gobierna el mundo en la sombra y son adoradores de Satán. También practican la pedofilia y en algunos casos devoran a los infantes sacrificados para obtener de su sangre un químico que les aportaría longe-

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trama y evitar un supuesto golpe de Estado, que se habría iniciado con las protestas de Black Lives Matter y habría proseguido con el fraude en las elecciones de 2020. Las redes QAnon es un movimiento basado en internet que opera de un modo y a una escala como no se había visto antes. El número de twits relacionados con QAnon aumentó de 5 millones en 2017 a 12 millones en todo el mundo en 2020. Estados Unidos es el principal país donde se difunde QAnon, seguido por el Reino Unido, Canadá y Australia. Según diversos estudios, la crisis global provocada por la Covid-19 dio a QAnon un fuerte impulso. De marzo a junio del 2020 hubo más publicaciones relacionadas con QAnon en Twitter, Facebook e Instagram que nunca antes en un período comparable desde que surgió la teoría de la conspiración en 2017. Un artículo de agosto de 2020 del The Wall Street Journal afirmaba Ilustración sobre QAnon, por Iris Kuhlmann que el número de miembros de diez grandes grupos de Facebook dedicaQAnon defiende la existencia de un “Estado profundo” dos a QAnon había crecido más del 600% desde que se iniciaron los confinamientos. formado por determinadas élites económicas, políticas QAnon se incubó en foros de discusión poco convencionay artísticas. les. Los primeros comunicados se publicaron en 4chan, y posteriormente se mudó a 8chan, en donde permaneció hasta que vidad. Desde entonces, sus crípticos postulados se volvieron ese sitio fue cerrado en 2019, después de un tiroteo masivo en cada vez más populares. Las parábolas de Q comenzaron a El Paso (Texas). Ahora QAnon publica en 8kun, un sitio admipropagarse en foros, chats, posts y videos, a través de Whatsnistrado por el ex-propietario de 8chan. Sin embargo, el fenóApp, Telegram, Facebook, Twitter, Instagram y Youtube. meno de QAnon le debe mucha de su popularidad a Twitter, Trump es la figura central y heroica en la narrativa de QAnon. Facebook y YouTube. En estas plataformas se han amplificado Q lo presenta como un valiente patriota elegido para salvar a sus mensajes gracias a los algoritmos que fomentan conteniEstados Unidos de la camarilla global. Según el folclor de dos controvertidos. QAnon, el presidente Trump fue reclutado en 2016 por generaLos seguidores de QAnon han usado las redes sociales para les del alto mando para que accediera a la presidencia y disolacosar, intimidar y amenazar a quienes perciben como enemiviera esta conspiración criminal. Trump tiene la importante gos. Además, diseminan por la red todo tipo de informaciones misión de llevar a los miembros de la trama ante la justicia y que terminan por influir en el debate político. Las empresas de acabar con el control que ejercen sobre la política y los medios redes sociales han tomado medidas contra la propagación de de comunicación. Desde la presidencia, Trump habría impulQAnon. Twitter prohibió las siete mil cuentas más virulentas sado una investigación para desbaratar los planes de dicha con los mensajes más calumniosos, pero más de 93.000 siguen

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Seguidores de QAnon en una concentración de apoyo al Partido Republicano

empezaron a sintonizar con el mensaje de QAnon. Esta disparidad ideológica presente entre sus seguidores se puede explicar por la capacidad que tiene QAnon de incorporar cualquier tipo de corriente de pensamiento a su cuerpo doctrinal.

La crisis global provocada por la Covid-19 dio activas. Facebook ha eliminado casi 800 grupos de QAnon y ha restringido miles de grupos, páginas y cuentas de Instagram. Sin embargo, QAnon ha buscado otras redes para su difusión, como Telegram. La ideología Los seguidores de QAnon suelen provenir del espectro ideológico de la extrema derecha. Al menos ese era el perfil prototipo hasta la irrupción de la pandemia de la Covid-19. El impacto social y económico de la pandemia engrosó las filas de los seguidores de QAnon, por lo que se amplió su espectro ideológico. Desde entonces, anarquistas, seguidores de la “new age” y otras comunidades críticas con el sistema

a QAnon un fuerte impulso.

El cuerpo teórico de QAnon no es rígido. Es flexible y está en constante evolución. Incorpora nuevas subteorías de manera oportunista, siempre que le permitan ampliar su base social. Así es como QAnon ha conseguido atraer a un considerable contingente de seguidores procedentes del más variado espectro ideológico, que pueden seleccionar entre una variopinta gama de teorías conspiranoicas. La mayoría de estas teorías denuncian a una clase dominante que ejerce un poder en la sombra y que ha usurpado la legitimidad del sistema. Por consiguiente, la base social que puebla las manifesta-

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ciones de QAnon es enormemente heterogénea. Tratar de explicar los principios ideológicos de QAnon es una tarea compleja. Explicar sus corrientes y subteorías podría llenar un libro entero. El desvelamiento del complot internacional que hace QAnon recuerda a los escritos de los “Protocolos de los sabios de Sion” que se difundieron a principios del siglo XX. Comparte con éstos la idea de una élite mundial, con una agenda secreta, que lucha contra los valores más respetables.

QAnon puede incorporar cualquier tipo de corriente ideológica a su cuerpo doctrinal. Partiendo de ese núcleo duro, QAnon ha ido añadiendo multitud de subteorías conspiranoicas a su repertorio: la existencia de extensas redes de tráfico de menores con importantes personajes públicos implicados, la existencia de un gobierno mundial que opera en la sombra, las oscuras tramas relacionadas con las vacunas, la ocultación por las autoridades de la existencia de contactos con los extraterrestres, el terraplanismo, la existencia de seres reptilianos, etcétera. Todas estas teorías ya existían antes de QAnon y habían prosperado gracias a internet. QAnon las ha incorporado como una muestra más de que hay poderosos intereses que actúan en la

sombra y que los medios nos ocultan la Verdad. La más reciente incorporación ha sido la relativa a las teorías sobre el virus de la Covid-19. Estas teorías defienden que el virus ha sido diseñado en un laboratorio para provocar la pandemia y justificar la aplicación de los planes secretos de la élite mundial. Sin embargo, a menudo muchas de estas subteorías se con-

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Meme de internet elaborado por seguidores de QAnon

tradicen entre sí o contradicen la teoría general. Por tanto, el reto para QAnon es mantener la coherencia en su planteamiento. ¿Cómo lo logra? QAnon ha conseguido dotarse de un cuerpo teórico coherente a la manera de las religiones. Los seguidores de QAnon le dan a las entregas de Q el nombre de drops (“gotas”). Hasta el verano de 2020, Q había publicado unas 5.000 entregas. En muchos casos estas entregas son como un mensaje revelado, pero poseen la forma de parábolas que deben ser descifradas. Los seguidores de QAnon se reúnen en salas de chat y grupos de Facebook para descifrar las revelaciones más recientes de Q. En estos grupos discuten sus hipótesis y socializan con otros creyentes al igual que muchos grupos evangélicos se reúnen a comentar la Biblia. Por tanto, QAnon es profundamente participativo y son los propios seguidores los que van dando forma a un cuerpo teórico coherente que aglutina de manera ininterrumpida las numerosas revelaciones de Q. Precisamente, la posibilidad de que cada seguidor pueda contribuir a la madeja de revelaciones de QAnon es uno de los atractivos que tiene para muchas personas. Un ejemplo de cómo se articula el cuerpo teórico de QAnon sobre la marcha, lo encontramos en la manera en que ha asimilado el fiasco de varias predicciones de Q. Durante años Q predijo que en breve se producirían inminentes detenciones masivas de miembros de la camarilla y que se publicarían informes gubernamentales que revelarían sus actos criminales. Ninguna


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de esas predicciones se cumplió. Sin embargo, a la mayoría de los creyentes de QAnon no les importó. Simplemente encontraron maneras de reestructurar la narrativa, ignorar las discrepancias y seguir adelante. Lógicamente, para lograr esa coherencia interpretativa son necesarias importantes dosis de fe y escasa presencia de racionalidad. En este sentido, QAnon se asemeja más a un movimiento religioso que a uno político. QAnon no difunde hechos, fuentes o citas verificables, sino que sus comunicados son pura verdad revelada. La credibilidad de sus revelaciones reposa en la validez de las supuestas fuentes de información de donde procede la información. Sin embargo, la imposibilidad de verificar esa información que difunde QAnon permite fácilmente el engaño y lo puede convertir en una fuente constante de desinformación. Móviles psicológicos El éxito social de QAnon solo se puede entender si valoramos los componentes psicológicos que rodean al fenómeno. En un momento de crisis social, económica y política como el que viven actualmente los países occidentales con la pandemia, muchas personas viven en un estado permanente de incertidumbre y profunda inseguridad. Esa inseguridad genera una sensación de alarma permanente que alimenta interpretaciones paranoicas de la realidad. Frente a todo este cuadro clínico, QAnon proporciona a sus seguidores una estructura de apoyo social, así como una narrativa organizadora para sus vidas cotidianas. Por otra parte, muchas personas, acostumbradas a un ritmo

Trump es la figura central y heroica en la narrativa de QAnon. de vida monótono sin grandes sobresaltos, tienen dificultades para asimilar los bruscos cambios actuales. Sencillamente, muchas de estas personas se niegan a aceptar una realidad caótica y azarosa, y necesitan dotar de una causalidad a la situación actual. La dificultad de encontrar una causa racional

Meme de internet elaborado por seguidores de QAnon

para una crisis provocada por una pandemia, la cual es un accidente de la naturaleza, obliga a recurrir a teorías de la conspiración. Una conspiración secreta y revelada por alguien con “conocimiento de causa” puede ofrecer una explicación lógica de una realidad presente caótica. También hay que tener en cuenta el nada despreciable sentimiento de originalidad y la distinción que experimentan muchos seguidores de QAnon. Al difundir la trama de la conspiración y ser parte del movimiento, muchos de sus seguidores se sienten únicos y especiales. Forman parte del selecto grupo de los elegidos que conocen la verdad. El ir en contra del mainstream y considerar al resto de la sociedad como “ovejas durmientes” les dota de una sensación de orgullo personal que refuerza sus convicciones y disminuye sus inseguridades. En poco tiempo veremos si QAnon ha sido un efecto secundario de la presidencia de Trump o ha llegado para quedarse. En el segundo caso, QAnon puede jugar un papel importante en la contestación social contra el gobierno de Biden. El movimiento puede convertirse en un catalizador de la protesta social, sobre todo teniendo en cuenta que Trump se encargó de agitar la sospecha de fraude durante las elecciones, lo cual encajaría perfectamente con la hipótesis conspiranoica que defiende QAnon. Sin duda, el nuevo presidente se va a enfrentar a una importante fractura social en el país y probablemente QAnon va a ser uno de los actores más relevantes. A nivel internacional, el movimiento todavía tiene mucho territorio por donde expandirse n

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Otegi mostrando el acuerdo al que EH Bildu llegó con el PSOE.

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Alianzas vaporosas en tiempos líquidos ¿Qué hacemos con EH Bildu? por F. Javier Merino

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ué hacer con EH Bildu se ha convertido en un debate abordado con seriedad, aunque con opiniones dispares, en algunos casos, y de forma oportunista y manipuladora desde determinadas posiciones políticas. Nada nuevo bajo el sol, en un sentido u otro. Y este el gran problema de fondo: no se ha producido una deslegitimación profunda del terrorismo de ETA en Euskadi.

El 21 de noviembre de 2000, ETA asesinó en Barcelona a Ernest Lluch, quien fuera ministro socialista entre 1982 y 1986, y destacado dirigente del PSC. Veinte años después, su partido ha organizado varios actos de homenaje en distintos puntos de España. «Gracias, Ernest, por tu forma de entender la política, tu incansable apuesta por el diálogo y tu aportación el Estado del bienestar», se escuchaba en un vídeo para recordar su figura, refiriéndose a su apuesta por una solución al terrorismo de ETA que incluyera el diálogo entre todas las fuerzas políticas y con la propia organización terrorista, y a su labor como ministro de Sanidad, respectivamente. En la manifestación celebrada en la misma Barcelona dos días después del asesinato, su hija exhibió un cartel reclamando diálogo. La presentadora radiofónica Gemma Nierga, que leyó después de la manifestación el texto consensuado, añadió cuatro palabras finales de su propia cosecha dirigidas al gobierno de la nación y a las principales fuerzas políticas: «Ustedes que pueden, dialoguen». Todo es discutible, pero parece claro que si algo demostraba el asesinato de Lluch era precisamente que no había diálogo posible con quienes respondían a los partidarios del mismo con dos disparos en la cabeza. Por esas mismas fechas, como supimos después, el dirigente del PSE Jesús M.ª Eguiguren y el líder de Batasuna, Arnaldo Otegi, iniciaron unas conversaciones que desembocarían en la negociación del gobierno de Rodríguez Zapatero con ETA entre 2005 y 2006, al menos según el relato reconocido públicamente. El atentado de la T-4 de Barajas, en el que

murieron dos personas, pareció poner fin a las negociaciones, pero desde el gobierno se accedió a un nuevo intento que definitivamente acabó en mayo del año siguiente. Finalmente, ETA decidió abandonar la violencia en octubre de 2011. Hay quien achaca a la voluntad dialogante del gobierno Zapatero y a la apuesta por la paz de Otegi y de la mayoría de Batasuna –frente a una ETA más reticente, según esta versión– el mérito fundamental de la paz. Parece más razonable pensar que los sucesivos intentos de diálogo acabaron en fracasos sin paliativos, a causa siempre de la intransigencia de la organización armada, y que las razones reales del desistimiento de ETA tienen más que ver con su debilidad organizativa, su pérdida gradual de apoyos y la movilización de una minoría consciente y militante de la sociedad vasca. Recordar todo esto no es ocioso si se quiere situar correctamente la polémica abierta, veinte años después, en relación con el apoyo de EH Bildu a la tramitación parlamentaria de los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Qué hacer con EH Bildu se ha convertido, así, en un debate abordado con seriedad, aunque con opiniones dispares, en algunos casos, y de forma oportunista y manipuladora desde determinadas posiciones políticas. Nada nuevo bajo el sol, en un sentido u otro. Conviene dejar sentadas algunas premisas de partida para no jugar con las cartas marcadas: una cosa es que EH Bildu sea una fuerza política legal, a la que obviamente hay que respetar como tal, y otra es llegar a acuerdos con ella, sobre todo en un tema central como son los PGE. Y una cosa es pactar, incluso

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A Montserrat Bassa, portavoz de ERC en el Congreso, España le importa un comino.

una cuestión tan cardinal, y otra incorporar a una fuerza política al bloque de gobernabilidad, como ha proclamado alto y claro el vicepresidente segundo del gobierno. En ocasiones se solapan estas opciones, y no de forma casual. Conviene apuntar que buena parte de la confusión interesada procede de la costumbre, cada vez más frecuente, de no actuar con trasparencia y claridad a la hora de informar a la ciudadanía de los acuerdos alcanzados. En este caso, pero no solo, son muchas las sospechas de que algo se ha cocido debajo de la mesa, y la prueba de que hay algo que no encaja es que los actores principales difieren en sus versiones: mientras que unos proclaman a los cuatro vientos las bondades de la negociación, otros la saludan elevando la apuesta hasta la incorporación de EH Bildu «al bloque de gobernabilidad» (Iglesias); y unos terceros –no por orden de importancia, el PSOE– balbucean excusas negando negociaciones y desmarcándose, al tiempo que lanzan mensajes equívocos dejando caer la conveniencia de incorporar a EH Bildu, si no al famoso bloque, al menos a una vida política normalizada. * * * Vivimos tiempos líquidos, en los que se puede afirmar una cosa y hacer la contraria sin alteraciones sustanciales de los músculos faciales y sin consecuencias públicas significativas. Es la lógica subsecuente al empeño de eliminar la línea que separa la verdad de la mentira, de relativizar todo, de hacer depender la realidad de la manera en que se exprese y se presente ante la ciudadanía. De aquí se deriva que la consistencia de las opiniones y de los pronunciamientos políticos no sea muy sólida, pero hay ocasiones en que las contradicciones

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alcanzan tal envergadura que no es posible ignorarlas. La retórica, y en algunos casos la normativa oficial que establece la necesidad de recordar, de no dejar en el olvido las graves vulneraciones de derechos humanos, aplicables por principio –aunque en contextos y con consecuencias diferentes– tanto para el franquismo como para la violencia terrorista de ETA, tropiezan con prácticas que las ignoran y las contradicen de forma evidente. Porque si se reconoce que asistimos a una disputa por el relato, decisiva en tanto que de su resultado dependerá la visión que del terrorismo de ETA quedará en las generaciones actuales y las futuras, no es muy coherente insistir en esas premisas y a la vez tratar al nacionalismo radical vasco como aliados naturales en un proyecto progresista para España. No es muy razonable empeñarse, con razón, en recuperar la dignidad, la memoria y en impulsar la reparación necesaria para las víctimas del franquismo y sus herederos, incluyendo la caracterización política y moral de los responsables, y a la vez extender un tupido velo sobre el pasado de ETA y sus apoyos. Es por ello que la reiterada voluntad del vicepresidente segundo del gobierno de incorporar a EH Bildu al bloque de gobernabilidad supone un ejemplo de incoherencia y de doble rasero que invita a dudar seriamente de la consistencia de los principios que le animan.

No se puede dejar en manos de la derecha la denuncia del mundo sociopolítico que alentó, apoyó, contribuyó y cubrió política y socialmente al terrorismo durante muchos años

Porque el asunto es serio y no se trata solo de reunir las mayorías necesarias para impulsar la actividad legislativa imprescindible para el gobierno. No basta con recurrir al expediente fácil, y cierto, de la hipocresía de la derecha, que clama al cielo por lo que estima traición a las víctimas, pero afirma a continuación que no se debe remover el pasado y que debemos dejar a las víctimas –y sobre todo a los verdugos– del franquismo en paz. Se trata en este caso de la legitimidad y de la credencial democrática que se otorga a quienes no son sin duda otra cosa que los continuadores del mundo sociopolítico que alentó, apoyó, contribuyó y cubrió política y socialmente al terrorismo durante muchos años. No se puede dejar en manos de la derecha esta denuncia, la izquierda debe hacerla suya, aunque los antecedentes no alimenten el optimismo. El tratamiento otorgado a Vox por esas mismas fuerzas que acogen a EH Bildu en el limitado espacio de las fuerzas de progreso, es un buen ejemplo de lo que se puede y debe hacer con quienes


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suponen un peligro para la democracia y los derechos humanos. El contraste con el trato otorgado a EH Bildu, tanto en el parlamento vasco como en el español, es notorio, y debe ser explicado y denunciado. No se le puede tratar como una fuerza democrática porque representa la continuación del entramado que encabezó ETA y la prolongación de su acción política por otros medios. No se tapa la ignominia recurriendo a confusiones interesadas entre aceptación de la participación en la legalidad de una fuerza política y búsqueda de pactos con aliados con quienes, en tanto que tales, se comparte una parte significativa de los objetivos políticos. Ante el famoso dilema planteado por Pérez Rubalcaba, «Bombas o votos», los antecesores de EH Bildu optaron por los votos porque querían ser legales; nada que objetar. Pero su legitimación como fuerza democrática, como opción política homologable a las demás, y mucho menos como fuerza de izquierda, debería pasar por un cuestionamiento abierto, honesto, racional, desprejuiciado, de lo que fueron ETA y sus prácticas. Es muy difícil que EH Bildu lo haga; supondría renunciar a sus orígenes, a sus raíces, a su pasado inmediato, al legado que les permite estar ahí y cosechar casi una cuarta parte de los votos emitidos en el País Vasco. Porque es este el gran problema de fondo: no se ha producido una deslegitimación profunda del terrorismo de ETA en Euskadi. Esta es la gran tarea que queda por abordar. Para ello es preciso que a la retórica, a la normativa, y a las declaraciones y conmemoraciones más o menos solemnes, se incorpore el análisis de lo que fue ETA; porque este problema no solo no se resuelve, sino que se agrava con la concesión de certificados de pureza democrática a EH Bildu, como acaban de hacer los dos partidos que sustentan el Gobierno de España. Y esto no supone demonizar a una fuerza política por afán de revancha o por rencores no superados; es situarla ante sus responsabilidades y sus lastres –no ligeros en este caso–. Porque no es fácil, sobre todo si una parte importante de la sociedad vasca no cuestiona ese pasado, que se produzca el desenganche, requisito imprescindible para considerar a EH Bildu una fuerza democrática. No vale alegar que en EH Bildu hay sectores (EA y Alternatiba) que no provienen de la antigua Batasuna ni de sus diversas marcas; es verdad que la condena por parte de estos grupos de la violencia de ETA marca una diferencia indiscutible, pero también lo es que si EA y Alternatiba no tienen inconveniente en integrar una coalición con quienes formaban parte del entramado etarra significa que no hay una lectura crítica de lo que esta organización y su

Ante el enemigo común (España) las diferencias ideológicas pierden importancia.

El apoyo de Vox al Gobierno Andaluz ha sido fuertemente criticado –y con razón.

mundo representa en el panorama político vasco. * * * No es baladí ni oportunista la comparación con Vox. No se debe aislar a Vox porque sea responsable –que no lo son– de los asesinatos o las violaciones de los derechos humanos perpetrados durante el franquismo; se le aísla, con razón, porque representa un peligro para la defensa de los derechos de las mujeres, de los inmigrantes extracomunitarios, de los que más sufren las consecuencias de una sociedad injusta, desigual y que deja mucha más gente atrás de lo que la propaganda oficial reconoce. Y todo lo que sea llegar a acuerdos con Vox muestra la incoherencia y la hipocresía de quienes denuncian

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los pactos con el nacionalismo radical –porque Vox es una viva encarnación del mismo.

Incorporar a EH Bildu –y a ERC– al bloque de la gobernabilidad es también incorporar sus propuestas: la secesión de los ricos, la insolidaridad que supone abandonar la ciudadanía común, la propuesta profundamente reaccionaria implícita en la defensa de los derechos históricos, vestigios inaceptables del Antiguo Régimen Incorporar a EH Bildu –y a ERC– al bloque de la gobernabilidad es también incorporar sus propuestas: no un indefinido reconocimiento de la pluralidad de España –absolutamente aplicado en la organización territorial vigente y en las políticas desplegadas por los 17 gobiernos autonómicos y sus instituciones correspondientes–, sino la secesión de los ricos, la insolidaridad que supone abandonar la ciudadanía común, la propuesta profundamente reaccionaria implícita en la defensa de los derechos históricos, vestigios inaceptables del Antiguo Régimen. En definitiva, la voluntad insistentemente expresada por el vicepresidente segundo del gobierno, Pablo Iglesias, de incorporar a ERC y EH Bildu al «bloque de gobernabilidad» –contrapuesto al que refleja la foto de Colón–, implica la subordinación de la izquierda a unas fuerzas políticas que, además del lastre imposible de ignorar que supone la vinculación del nacionalismo vasco radical con ETA, proclaman –bien que convenientemente adobado con la autoubicación en la izquierda y la aceptación de propuestas en principio igualitarias–, planteamientos que no pueden ser aceptados por la izquierda más que al precio de renegar de sus señas de identidad más obvias: la igualdad, la erradicación de privilegios y ventajas basadas en la tradición y en supuestos derechos históricos de carácter profundamente reaccionario, la solidaridad y la fraternidad entre comunidades políticas, sobre todo, entre los ciudadanos de esas comunidades. Montserrat Bassa, portavoz de ERC en el debate de investidura de Pedro Sánchez en enero de 2020, lo proclamó con enternecedora sinceridad: «Me importa un comino la gobernabilidad de España». Conviene recordar que no se trata de un exabrupto emitido de manera informal por una persona no representativa de dicho partido; esta esclarecedora declaración se realiza en el Parlamento español, y lo hace la portavoz del partido, que no fue desautorizada en ningún momento tras semejante dislate. Es difícil decirlo con más claridad y dejar menos lugar a las dudas. La gobernabilidad de España incluye, como no se le puede escapar a nadie, los salarios y las condiciones laborales de sus trabajadores, las pensiones de sus mayores, las

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políticas contra el paro y la desigualdad, la lucha contra los desahucios, la facilitación del acceso a la vivienda, y muchas cosas más. A un grupo político al que le importa un comino todo eso no se le debería considerar un apoyo fundamental para desplegar un proyecto de país que pretende acabar con males endémicos que aquejan a España. Y menos si se pretende hacer desde un espíritu y un programa progresistas. Se podrá aducir que la aritmética parlamentaria obliga a la izquierda a apoyarse en estos nacionalistas. Semejante argumento es el que maneja el PP para gobernar ayuntamientos y comunidades autónomas con Vox. El problema es que, como bien le dijo recientemente en la tribuna del parlamento Pablo Iglesias a Casado, dar a estos grupos la llave de la gobernabilidad, a la escala que sea, supone facilitar su crecimiento y su «utilidad» a ojos de sus votantes. No sabemos cuáles serían las consecuencias, porque la izquierda desde la muerte de Franco no ha recorrido ese camino, pero cabría proponer un programa inequívocamente igualitario, progresista, que incluya también el combate contra los particularismos, las secuelas del Antiguo Régimen, las veleidades supremacistas y el combate contra la política de campanario. Es decir, combatir a ERC y a EH Bildu y demás nacionalistas con el bagaje de la honestidad, la fraternidad, y la igualdad como banderas irrenunciables de la izquierda. Puede que entonces los votos que van a los nacionalistas recalaran en mayor medida en los partidos de izquierda. No es seguro, pero probablemente constituye una obligación política y moral intentarlo.

No sabemos cuáles serían las consecuencias, porque la izquierda desde la muerte de Franco no ha recorrido ese camino, pero cabría proponer un programa inequívocamente igualitario, progresista, que incluya también el combate contra los particularismos, las secuelas del Antiguo Régimen, las veleidades supremacistas y el combate contra la política de campanario. La presencia en el gobierno por primera vez desde la guerra civil de una fuerza a la izquierda del PSOE, como Unidas Podemos, es una oportunidad histórica no ya para favorecer trasformaciones radicales, que ni las circunstancias ni los números permiten, pero sí para dejar una impronta capaz de marcar diferencias significativas con las formas tradicionales de hacer política, de romper con ciertas dinámicas viciadas que se arrastran desde la transición a la democracia, no para acabar con el sistema en su conjunto, entre otras cosas porque lo que pudiera salir es muy dudoso que mejorara lo presente. A


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Jaume Asens, un independentista presidiendo el grupo parlamentario de Unidas Podemos.

estas alturas, el balance es demasiado magro para justificar todos los pelos que se van dejando en la gatera. Empezando por la obscena apuesta por el poder personal y familiar del líder máximo de Unidas Podemos, cuya consecuencia inmediata fue una repetición de la convocatoria electoral que solo sirvió para disminuir levemente los apoyos del PSOE y de UP, como era de prever, y para disparar la representación parlamentaria de Vox. No es posible olvidar que sin la irresponsabilidad de Sánchez e Iglesias, a estas alturas Vox seguiría con 24 escaños. La correcta política social desplegada desde el gobierno no tiene más impronta de UP que la obsesión por presentar las medidas como producto de la capacidad y buen quehacer del líder máximo. (Hay que recordar, junto al apoyo a buena parte de estas medidas, que Francia, Alemania o Italia, según diversas fuentes, han introducido medidas de mayor calado social que las adoptadas desde el Gobierno de España). Pero sin duda la mayor huella de la presencia de UP en el gobierno de coalición viene dada por la, también, particular apuesta de Iglesias por incorporar a los nacionalistas al bloque de gobernabilidad. No solo a los pretendidamente izquierdistas (ERC y EH Bildu) sino también a los de derecha (PNV, por ejemplo), con los que coquetea sin ningún tipo de rubor. Toda la retórica ya muy aguada, todo hay decirlo, sobre la apuesta rupturista que implica la presencia de Iglesias y los suyos en el gobierno solo se ha traducido en el blanqueamiento de fuerzas como ERC y EH Bildu, mimadas desde la vicepresidencia, obviando lo que de reaccionario hay en los objetivos fundamentales de ambas formaciones, como se ha expresado anteriormente. Algunos creemos que es ya la hora de decir que desde la izquierda no queremos semejantes compañeros de viaje; no queremos unos presupuestos manchados por las concesiones a particularismos insolidarios; estamos hartos del nacionalismo de los ricos travestido de progresismo victimista. No traga-

mos que para oponernos a Vox, al PP y a las políticas reaccionarias de la derecha tradicional haya que tejer estas alianzas. Queremos una república, pero no la que nos proponen Rufián y Otegi. No hay nada de progresista, de solidario, de fraternal, de igualitario, en la propuesta política de estos dirigentes y de las fuerzas que representan. Que el franquismo reprimiera las lenguas y las particularidades culturales de vascos y catalanes no es suficiente para avalar, 45 años después, políticas que nada tienen que ver con aquello, y que además utilizan fraudulentamente la legítima oposición al franquismo para erigirse en la vanguardia que nunca fueron. Junto a la imprescindible recuperación de la memoria y la dignidad de las víctimas del franquismo, y a la denuncia de sus verdugos, hay que señalar que no es cierto que el régimen se ensañara más con vascos y catalanes que con el resto de ciudadanos españoles, que las cifras de la represión en estos territorios no son ni mucho menos superiores a las padecidas en otras zonas de España, que se ha producido una apropiación de la lucha antifranquista que fue protagonizada por una izquierda –la comunista, fundamentalmente– que a estas alturas ha quedado solapada por la capacidad de fagocitación del nacionalismo periférico, pro-

Queremos una república, pero no la que nos proponen Rufián y Otegi. No hay nada de progresista, de solidario, de fraternal, de igualitario, en la propuesta política de estos dirigentes y de las fuerzas que representan ceso a su vez permitido y facilitado por los herederos de esa misma izquierda, incapaz, intelectualmente pobre, cegada y oportunista. Algo de dignidad y de coherencia debe de quedar en la izquierda de este país para poner las cosas en su sitio y romper una dinámica de travestismo político, publicidad engañosa y fraude al ciudadano: nacionalismo radical hay mucho en todo el mundo, y casi siempre está con los que mandan. También aquí. El «American first» de Trump significa lo mismo que los «Españoles primero» de Abascal, la primacía francesa de Le Pen, el Brexit de Johnson, la Euskadi carlista de Otegi o la Cataluña insumisa desde 1714 de Rufián. Les importan «los nuestros» y los demás un comino. Si la izquierda asume eso como propio o simplemente cercano habrá que dudar de su razón de ser. Nunca la izquierda debió transigir con esos planteamientos, y nunca más debe caminar junto a esas personas y esos partidos n F. Javier Merino es autor de La izquierda radical ante ETA. Miembro de Izquierda Unida

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Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, por Antonio Gisbert Pérez

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Por una izquierda republicana, socialista y patriótica por Manolo Monereo

I

ncluimos aquí un texto extraído del último libro de Manolo Monereo, Oligarquía o democracia. España nuestro futuro, que de alguna manera sintetiza las preocupaciones que han llevado al autor a escribir este libro. Libro polémico y valiente, a contracorriente de tópicos, incómodo para aquellas izquierdas que han olvidado mirar hacia abajo.

1 Contra el pesimismo: una esperanza concreta y posible Me vengo haciendo algunas preguntas desde hace meses: ¿cómo afectará a nuestras sociedades convivir cotidianamente con la muerte? ¿Qué consecuencias tendrá para nuestras vidas un miedo que se convierte en una segunda piel y nos aterroriza? Lo de la covid-19 viene para quedarse, en esta forma o en otras. Aparece como un mal de esta civilización. Poder, globalización e inseguridad van de la mano en un sentido muy preciso: no controlamos nuestras vidas. No es un problema nuevo. De hecho, la reflexión sobre el poder político, en sus viejas y nuevas definiciones, acentúan como su característica fundamental el ser un instrumento para controlar el miedo, para regularlo, administrarlo e intentar gobernarlo. Danilo Zolo dedicó una parte de sus aportaciones intelectuales a estos problemas desde ópticas diversas y con unas consecuencias iluminadoras. La última de sus monografías fue dedicada precisamente al miedo. Tampoco es casual. La Escuela Italiana (Maquiavelo y los neomaquiavélicos) nos dejaron reflexiones cargadas de razones que apuntaban como características del poder político crear seguridad, dar confianza en el intento, para ellos siempre vano, de controlar nuestro destino. La paradoja es que el gobierno del miedo se hace a tra-

vés del miedo. Hobbes lo señaló con toda claridad como problema permanente de nuestras sociedades. Quizás fue Guglielmo Ferrero el que lo expresó más dramáticamente: “el poder es la manifestación suprema del miedo que el hombre se provoca a sí mismo en su vano esfuerzo de huir del terror”. Del miedo al pánico hay una distancia que se puede recorrer con mucha rapidez. El miedo a la pandemia está mutando en miedo al futuro que se vive desde el presente. Las perspectivas cambian mucho cuando el futuro se convierte en oscuridad, en una inseguridad existencial y, sobre todo, en un destino que se quiere evitar. Asoma un problema sobre el que vengo insistiendo desde hace tiempo, a saber, las demandas de seguridad, orden y derechos que vienen desde unas clases trabajadoras que viven en un retroceso social permanente marcado por la desigualdad y la precariedad. La relación entre poder, globalización capitalista y miedo es la característica más sobresaliente de esta época. Detrás, el triunfo de una lógica económicosocial que tiende a la mercantilización de las relaciones sociales, a la valorización del conjunto de los recursos naturales y humanos y al planificado desmontaje de todos los mecanismos de control político, jurídico y social que defendían a la sociedad del mercado autorregulado. En su centro, el proyecto imperial de los EEUU, el incremento sustancial del poder de las grandes corporaciones y, específicamente, el dominio de las grandes finanzas sobre la vida económica en su conjunto. En muchos sentidos, el miedo a la pandemia como causa de El Viejo Topo 396 /enero 2021/ 17


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una muerte genérica, que se concreta en nuestro entorno, está necesidades de las personas, sino contra las nuevas lógicas cambiando la vida de las personas y aporta un dato decisivo a productivas, tecnológicas y geopolíticas. Las consecuencias una transición geopolítica que no ha hecho otra cosa que económicas, sin embargo, van a ser brutales y cuestionarán a comenzar. El colapso civilizatorio que se preveía en el horizonfondo el modelo de integración europeo, al sistema euro y oblite de una crisis ecológico-social, ya pronosticada, se adelanta garán a una redefinición radical del papel de los Estados. con un dato oscuro, sinuoso, que nos La crisis generacional se agrava y no se puede eludir. Una atemoriza e incrementa la demanda generación, varias solapadamente, han vivido en un mismo de soluciones radicales efectivas y ciclo vital, dos crisis económicas. Han pasado del optimismo Del miedo al urgentes. Lo público se convierte en lo general de los 90 a un pesimismo casi permanente. Solo una primero y se espera que el Estado ac minoría ha mejorado sustancialmente sus condiciones de pánico hay una túe enérgicamente para defender a las vida. No hablo de abstracciones. El paro juvenil supera en distancia que se poblaciones prestando servicios soEspaña el 40% y tenderá a crecer. La precariedad se convierte ciales de calidad y asegurando la igualpara muchas personas en un modo de vivir y el futuro, un propuede recorrer dad material. blema sin solución. La derrota de las expectativas del 15M Dentro de esta gran crisis indiviinclinan a la población hacia el individualismo, el sálvese con mucha rapidez. dualizo cuatro, relacionadas entre sí y quien pueda y a la lógica del día a día. Vivir eludiendo lo consacumulativas: a) crisis socio-sanitaciente, el juicio sobre las cosas y los acontecimientos; huir de ria; b) crisis económico-productiva; c) crisis generacional; y d) un demasiado grande y ajeno. Un individualismo sin indivi“crisis de la política” en sentido fuerte. Un análisis pormenoridualidad que busca desesperadamente artilugios para no penzado nos llevaría demasiado lejos para las intenciones de este sar en un futuro amenazante que está llamando a la puerta. La escrito. Solo señalar que se abre, alienación como programa y la disde nuevo, un antagonismo, una ponibilidad como condición de contradicción nunca resuelta vida. del todo, que opone a la lógica El futuro como problema tamde las necesidades humanas bábién ha venido para quedarse. Lo sicas, la lógica durísima e imperque está apareciendo ahora drasonal de la valorización del capimáticamente es la “crisis de la polítal. Cada crisis la pone de manitica” en sentido estricto; es decir, fiesto y la desvela. Ya no hay oíde su capacidad para resolver los dos para políticas que hablen de problemas reales de las poblacioausteridad, de déficits financienes, de su eficacia para producir ros y de deuda. Las gentes reclaseguridad, orden y garantía de man imperiosamente una saniderechos, de su compromiso de dad pública de calidad, desmerdefensa de las mayorías sociales cantilizada y al servicio de las durísimamente golpeadas por las mayorías sociales. La exigencia diversas crisis. En esas estamos. es tan fuerte que el viejo arguSon muy parecidas a las condiciomentario neoliberal ha desapanes en que vivieron las sociedades recido y crece la desconfianza de nacionales en los finales de la II los grandes poderes económiGuerra Mundial. Unos Estados forcos. La otra cara es la crisis ecotalecidos, unas clases trabajadoras nómica. Esta vez, el estado de que se habían jugado la vida y unas necesidad no lleva a golpes de mujeres obreras que sostuvieron la Estado antisociales, al menos, producción e incrementaron los por ahora. Parecería que elemencuidados. Se ganó una guerra y no tos claves de las políticas ecose estaba dispuesto a perder la paz, nómicas dominantes empiezan una vez más. Los partidos de iza ir contracorriente, no ya de las quierda, los sindicatos exigieron Viriato, por Eugenio Oliva

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Manolo Monereo

entonces derechos laborales y sindicales, servicios públicos de calidad, incremento del gasto público, control sobre el mercado capitalista, especialmente de las finanzas, y la nacionalización de los sectores estratégicos. Esa es la actitud que deberíamos tener ahora: ampliar y asegurar derechos, fortalecer el poder contractual de las clases trabajadoras e incrementar su capacidad de movilización, poner fin a los tratados europeos que imponen las políticas de austeridad, permitir la financiación directa de los gobiernos, imponer la justicia fiscal, fortalecer la autonomía de nuestro aparato productivo, reindustrializar el país y promover la cohesión territorial. Inteligencia como lucidez; voluntad como programa; organización como fuerza; lucha como método y unidad como estrategia. No dejarse vencer por la realidad y aprender de ella. Ahora toca acompañar, impulsar y organizar a las poblaciones que exigen seguridad, orden, derechos. Luchar contra el miedo con plataformas que construyan futuros colectivos, que fomenten el trabajo político y social voluntario, que impulsen la autoorganización y compromiso. La pandemia tiene muchas lecturas; ninguna nos invita al pesimismo, más bien al contrario: a un proyecto de país claro, a la Tercera República como objetivo, al poder constituyente como fundamento.

2 ¿Una izquierda Viriato? De las muchas líneas políticas que emergieron en el 15M, apareció una sobresaliente que los dirigentes de lo que luego sería Podemos defendieron. Me refiero a una oposición que hablaba sin miedo de España, de la existencia de “la trama”, de proceso constituyente republicano, de democratización sus-

tancial de los poderes económicos desde una lógica socialista, de defensa de la soberanía popular. La palabra patriotismo apareció con fuerza y abiertamente les disputaba a las derechas el imaginario y la identidad de otra España posible; voluntad de mayoría. No duró demasiado: desde el primer momento tuvo un rechazo muy fuerte de una cierta izquierda y, sobre todo, de los partidos nacionalistas, especialmente catalanes. No es casualidad que connotados dirigentes independentistas denunciaran el 15M como españolista por situar la cuestión social en el centro del debate público. Las acusaciones de nacionalistas españoles, de “rojo-pardos” o, simplemente, de “populistas” se fueron dejando caer hasta convertirse en descalificaciones especialmente groseras. Rizando el rizo, alguien habló de “izquierda Viriato” con que venía a denunciar, ante los poderes mediáticos, la operación de una supuesta izquierda reaccionaria y fascistizante. La metáfora “Viriato” tiene enjundia y dice mucho de cómo piensan algunos intelectuales de una izquierda arrepentida o que hace mucho dejo de serla. ¿Qué se quiere decir? Que Viriato era un reaccionario que se opuso con las armas en la mano a una civilización superior. El imperio romano tenía el derecho y hasta el deber de conquistar unos territorios bárbaros y aportarles su cultura, sacarlos del atraso y ponerlos a la altura del progreso histórico. Viriato cometió el terrible error de defenderse de un invasor, de oponerse a un imperio que pretendía esclavizarlo, de sostener su identidad y de luchar por su libertad. Puestos así, ¿por qué no hablar del “reaccionario” Espartaco y de tantos otros que, en todas partes, se han sublevado contra los viejos imperios y nuevos imperialismos? La calificación de izquierda Viriato pretende definir a una izquierda “reaccionaria” porque ésta se opone a la globalización capitalista, porque rechaza el tipo de integración que define a la Unión Europea, porque defiende el Estado nacional y, digámoslo con claridad, porque habla de España como Patria. Todo está permitido, todo es tolerado siempre que no se crucen ciertas líneas que lo políticamente correcto santifica y que agentes duchos en la especialidad de detectar los malos pensamientos ajenos, convierten en un discurso disciplinario que criminaliza a personas e ideas, pretendiendo expulsarlas de la esfera pública. Dicen, son rojo-pardos y se acabó el debate. Pero hay que entenderlos, el mundo que lleva emergiendo desde hace años no se parece al que soñaron e idearon. La globalización feliz terminó cruentamente y desde 2008

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está en crisis en todas partes. La historia retorna y hoy vemos una disputa por la hegemonía entre dos grandes potencias, dos grandes Estados nacionales. Esta confrontación está cambiando el mundo que hemos conocido y nos sitúa ante una gran transición geopolítica. La globalización ha durado lo que la hegemonía unipolar norteamericana y hoy asistimos al inicio de un proceso que significará una enorme redistribución de poder a nivel mundial. La historia retorna y se venga. De por medio, una guerra económica de grandes dimensiones, una escalada armamentista especialmente significativa y una disputa tecnológica que no conoce límites. La crisis ecológicosocial del planeta se agrava y la covid-19 da señales de que el metabolismo con la naturaleza se está rompiendo por sus eslabones más débiles. Es más, como repitió tantas veces Aníbal Quijano, el “descubrimiento” de América significó, a la vez, la aparición del capitalismo, de la modernidad y del racismo. Son estos más de 500 años lo que hoy se está poniendo en cuestión en un sentido muy preciso: Occidente va a dejar de ser la geocultura dominante y las modernidades que hemos conocido están mutando delante de nuestros ojos. Culturas sometidas, subalternadas y, en muchos sentidos reprimidas, emergerán con una fuerza inusitada. Estamos en algo más que en un simple cambio de época. Desde los de abajo, desde las clases trabajadoras, desde las clases subalternas, el problema radical es otro y tiene que ver con la cuestión de la alternativa. El tema se podría plantear del siguiente Dicen, son modo: nunca como hoy ha sido tan necesaria la superación del modo de rojo-pardos, producir, consumir y vivir, del capitay se acabó lismo; y, sin embargo, nunca ha aparecido tan lejana esta posibilidad de suel debate. peración. “Socialismo o barbarie” se pensaba como una opción que el tiempo histórico plantearía como dilema. El problema es que la barbarie avanza y el socialismo como propuesta social y política, se ha difuminado. El capitalismo sin alternativa significa decadencia, pudrimiento e involución social, guerras y potentes conflictos ecológico-sociales. No es este el lugar para intentar clarificar un problema extremadamente difícil y que requiere una reflexión colectiva dirigida hacia la práctica. Esto no se resuelve solo con debates más o menos profundos, más o menos imaginativos, sino que, de una u otra forma, deben de acompañar a la práctica de la lucha social, superar obstáculos teóricos enraizados e impulsar los debates estratégicos que han ido desapareciendo de nuestro horizonte. Lo decisivo será: unas clases trabajadoras que se enraícen en su realidad nacional-popular, que ten-

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gan vocación de hegemonía para liderar un bloque históricosocial alternativo.

3 La Unión Europea como proyecto político: ¿realmente estamos ante el fin del Estado nación? La “España sin problema”, como decía Calvo Serer, era la que había resuelto todos sus problemas históricos; para él, el franquismo fue un modo de resolverlo de una vez por todas. La España que supuestamente había dejado de ser un problema después de la Transición y de la Constitución del 78 lo fue de un modo singular: el ingreso en el Mercado Común resolvería nuestros viejos y nuevos problemas, se impondría una nueva modernización que nos permitiría el atajo a la Modernidad soñada. La singularidad era notoria: dada nuestra incapacidad para solucionar nuestras dificultades, sería Europa quien las resolviese. La España sin problema era la España que no tenía solución desde sí misma y que dejaba su futuro en manos de una construcción europea que se aceleraba después de la caída del Muro de Berlín y de la implosión de la URSS. Se trataba más de una fuga que de una elección libre sobre los dilemas estratégicos de país. Entiéndase bien: una cosa es estar de acuerdo con un proyecto de integración supranacional, evaluar sus orientaciones básicas, definir con precisión los insoslayables intereses nacionales y, sobre todo, el tipo de relación de dicha integración con el nuevo ordenamiento jurídico político definido en la Constitución del 78. Es decir, la compatibilidad de esta con el Estado social y democrático de derecho que había hegemonizado el nuevo consenso social tras el complejo y duro proceso que fue la llamada Transición. Fugarse era otra cosa, era aceptar las reglas del juego existentes y subirse a un tren concebido como la última oportunidad. Se negoció mal el periodo de transición, lo que tuvo consecuencias negativas para nuestra industria, para nuestra agricultura, nuestros derechos laborales y sindicales y en el modo de reinsertarnos en una Europa, ya se ha dicho, que cambiaba aceleradamente. No se le puede negar habilidad a Felipe González, escogió el bando ganador –Alemania– y se convirtió en un aliado fiel; se recibieron cuantiosos fondos estructurales que modernizaron nuestras infraestructuras, apoyaron los programas estrella de la socialdemocracia española (la Expo del 92 y los Juegos Olímpicos de Barcelona) y ayudaron a paliar los efectos sociales de una brutal reconversión industrial y agraria. La otra cara también la conocimos: especialización productiva en torno al turismo, la construcción y un potente sector financiero; dejar


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El guerrillero, por César Álvarez Dumont

que las multinacionales definieran el tamaño y composición de nuestro débil sector industrial y convertir el territorio español en zona liberada para todo tipo de depredaciones ecológicas, sociales y territoriales. La España vaciada tomó un nuevo impulso en un momento en que se desarrollaba el Estado autonómico y la democracia local. Los nuevos poderes, supuestamente democratizadores, hicieron poco para revertir un desarrollo desigual que se profundizaba en un territorio que se fracturaba duraderamente. Las relaciones entre la izquierda y la Unión Europea cambiaron profundamente tras la disolución del llamado “imperio del mal”. Hubo dos momentos: el primero fue de optimismo, la socialdemocracia había ganado, los comunistas de casi todas partes reconocieron sus errores de origen y pidieron su ingreso inmediato en la Internacional Socialista. Después de la disolución del Pacto de Varsovia –era la música y la letra de los progresistas unidos del mundo– los grandes problemas del mundo empezarían a resolverse: reformar la ONU, dedicar medios para resolver la crisis ecológica y la pobreza, modernizar la agricultura y asegurar el agua como elemento imprescindi-

ble… Otro tema central fue el de los bloques militares ya que, si uno se había disuelto, el otro debería hacerlo de igual manera, empezando por un desarme radical, la reducción de los presupuestos militares y una nueva concepción de la seguridad internacional. Este era, en muchos sentidos, el proyecto Gorbachov. La guerra de Irak lo cambió todo y muchos tuvieron que aterrizar en una realidad que señalaba: EEUU había ganado una guerra mundial no declarada y se imponía un nuevo orden internacional bajo su hegemonía unipolar. Del optimismo se pasó entonces al realismo descarnado: había que aceptar y adaptarse a marcha forzada a ese nuevo orden que pronto se llamaría “globalización”. El fin de la URSS debilitó a la socialdemocracia –paradojas de la relación de fuerzas político militares– y la fue convirtiendo en la mano izquierda de un neoliberalismo transformado en discurso dominante. La OTAN, no solo no se disolvió, sino que se amplió acorralando a Rusia y convirtiéndose en el brazo armado de ese nuevo orden que aseguraría el “nuevo siglo americano”. Lo peor no fue el paso de una parte sustancial de la izquierda al neoliberalismo, sino que el proyecto socialista se difuminó del imaginario crítico, perdió sustento social y se convirtió en memoria histórica derrotada. La UE que surge de Maastricht está marcada por este contexto, delimitado por un proyecto de globalización capitalista que había que adaptar, imponer y desarrollar en esta Europa que reunificaba a Alemania, que se ampliaba al Este y que redefinía una alianza estratégica con la potencia vencedora, es decir, los EEUU. La apuesta de la Francia de Mitterrand por “amarrar” a Alemania se hizo del peor modo posible, configurando un euro al modo que Alemania quería y necesitaba para poder asumir la integración de la RDA: una moneda sin Estado y bajo los criterios de la potencia hegemónica. Francia “negoció” su futura subalternidad. Formalmente, la UE es un sujeto jurídico basado en tratados internacionales. El Tribunal Constitucional alemán –del que ahora es políticamente incorrecto hablar bien– sigue afirmando que los Estados son los verdaderos “señores de los tratados” y que el Tribunal de Justicia Europeo no es un tribunal constitucional tal como son los tribunales constitucionales de los diferentes Estados europeos. Ahora bien, el problema comienza cuando la soberanía que se cede por el Estado nacional es de tal magnitud que deconstruye decisivamente los ordenamientos jurídicos-constitucionales de estos Estados –el Estado social en sus fundamentos– e impone un ordenamiento supraestatal, materialmente constitucional, sobre las Constituciones nacionales que han sido democráticamente legitimadas. Volvamos a la “analogía doméstica” o analogía interna. Como es sabido, se trata de una formulación del conocido espe-

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cialista en relaciones internacionales, el australiano Hedley Bull. Lo que quiere decir con analogía doméstica en el contexto de la integración europea es lo siguiente: partir del tipo de Estado nación y trasladarlo, sin más, un futuro Estado Federal europeo. El relato que se suele hacer comienza constatando que el Estado nación que conocemos es demasiado grande para determinadas cosas y demasiado pequeño para otras; es decir, no tiene las dimensiones adecuadas para ser un actor significativo en las relaciones internacionales. La analogía comienza El problema es aquí: los datos y las características de un Estado en particular –por que la barbarie ejemplo, España– se predican de un avanza y el Estado futuro que suponga la integración de 27 Estados. La imagen, socialismo se el esquema mental, oculta tal comha difuminado. plejidad de factores y datos de la realidad que la hacen inservible como proceso real, pero la hacen funcional idealmente impulsando eso que se ha llamado enfáticamente los Estados Unidos de Europa. La analogía doméstica parte de unos supuestos que la hacen irreal. El primero es presuponer una simetría de poderes entre los Estados, aunque sabemos que esto no es verdad. El viejo dicho funciona: todos somos iguales, pero unos son más iguales que otros. Esto significa hablar de Francia, pero, sobre todo, de Alemania. El gran país germano es el gran hegemón de la construcción europea; goza de poder estructural e impone sus criterios básicos. Claro está, articula, negocia, crea coaliciones, pero es la garantía última del proceso. Dicho de otra manera, la UE para funcionar necesita de un Estado fuerte que gobierne una estructura de relaciones que, en último término, son de poder. El segundo supuesto es que el tipo de Estado, dotación de recursos, mecanismos de regulación y derechos sociales son equivalentes o tienden a serlo. Los Estados son producto de un conflicto social, organizan consensos básicos y promueven mecanismos de lo que se ha denominado, el monopolio de la fuerza legítima. El constitucionalismo social ha sido un elemento esencial en la configuración de algunos Estados después de la II Guerra Mundial. Otros Estados, no solo no lo han tenido nunca, sino que se oponen a ello. La tendencia objetiva ha sido: desmantelar los Estados sociales, privatizar servicios públicos y empresas estatales, así como desregular los mercados. Aquí se ve lo que oculta la “analogía doméstica”; lo que pierden los Estados por abajo, no se recupera por arriba. El constitucionalismo social del Estado español o italiano no se recupera en el ordenamiento jurídico de la Unión Europea, es más bien, lo contra-

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rio: se les imponen un conjunto de normas que lo minimizan, lo desarticulan y lo convierten en meras declaraciones. Otro supuesto del que se parte es subvalorar la fuerza y la legitimidad de los Estados nacionales. Por mucho que se afirme una y otra vez, no existe un “pueblo europeo” ni como realidad ni como proyecto. Aquí las paradojas son enormes y tienden a multiplicarse. La UE le tiene horror a la transparencia, a la participación popular, a la democracia como conflicto. Sus espacios públicos son pequeños y sus aparatos de propaganda, inmensos. Para que funciones tiene que eludir sistemáticamente el “momento” democrático. Se presupone que hay un pueblo europeo y, sin embargo, se le margina de la toma de decisiones fundamentales. Hay un cuarto elemento que siempre se olvida y es el papel internacional de la UE. Hay que subrayar que Donald Trump lo pone fácil: desprecia públicamente a sus aliados y amenaza periódicamente con redefinir el papel de EEUU en la OTAN; es decir, impone y no negocia. La llamada política de defensa y seguridad europea no deja de ser, hoy por hoy, un conjunto de buenos deseos y siempre, siempre de la mano de una OTAN agonizante. Resumiendo, la UE no es un sujeto internacional autónomo sino un aliado subalterno de los grandes intereses de EEUU, en general, y de la actual Administración norteamericana, en particular; la cual intenta mantener unas relaciones internacionales de poder que están en crisis en todas partes. A estos intentos contribuye dócilmente la UE siguiendo a EEUU en la mayor parte de sus acciones internacionales. No intento agotar el tema; solo subrayar que en la UE hay ganadores y perdedores, que hay centro y periferias y que, en este momento, se está definiendo una nueva división del trabajo que acentúa nuestra dependencia económica y política. El futuro de España, su nivel de derechos y libertades, de servicios públicos, el desarrollo de su sistema productivo y su inserción internacional, están en cuestión. De ahí la necesidad de un nuevo proyecto de país que construya futuro para las nuevas generaciones, que ensanche los derechos laborales y sindicales y que haga de la reindustrialización del país una tarea colectiva. Pensar que todo esto se puede lograr en esta UE es convertir los deseos en realidad y engañarse.

4 España, ¿un Estado fallido? He tardado mucho en entenderlo. Diagnóstico y estrategia se acompañaban. Pensar España como un Estado fallido iba seguido de una estrategia para hacerlo factible. No para transformarlo, cambiarlo, democratizarlo sino, pura y simplemente,


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para cuartearlo, romperlo y reducirlo. Asombra, con toda la bibliografía historiográfica y politológica existente, que se pueda llegar a una conclusión semejante. Recientemente, El Viejo Topo ha reeditado, con materiales añadidos, dos libros importantes de Solé Tura que nos ayudan a aquilatar, en tres temporalidades, hasta dónde se ha llegado en esta deriva entre nacionalismos. El primer libro Catalanismo y revolución burguesa lo leímos muy jóvenes y marcó el debate político (edición catalana, 1967; edición española, 1970; y edición de EVT, 2018). El otro libro, más otoñal, intentaba recapitular la llamada cuestión nacional, más de 20 años después; en el intermedio, la plasmación de lo que se ha llamado el “Estado autonómico”. En un tercer tiempo, señala el paso de una estrategia autonomista o federalista a otra soberanista e independentista, que es en la que estamos. No es exagerado afirmar que España como Estado vive una crisis existencial y así es percibida por los actores políticos fundamentales, por las poblaciones y por las estructuras del poder institucionalizado. La crisis del régimen constitucional del 78 tuvo un origen fuertemente social y derivó muy pronto en crisis de régimen. Creo que habrá acuerdo, insisto de nuevo, en que los dos movimientos terminaron por oponerse. Uno fue frenado en seco por el otro: la “cuestión nacional” se opuso conscientemente a la “cuestión social”, la neutralizó y la pasó a un territorio secundario como refuerzo e impulso de un imaginario independentista dirigido por la derecha nacionalista. No deberíamos engañarnos y dejarnos llevar por los viejos prejuicios: cada vez que asome como posibilidad una real agenda social, los conflictos identitarios volverán y la unidad de España será cuestionada. Concebir que era posible, sin grandes dificultades, iniciar un proceso unilateral de secesión de Cataluña sin que la correlación de fuerzas existente se modificara, sin que las estructuras del Estado se pusieran en tensión, sin que la opinión pública interna y externa se polarizara dramáticamente, sin que emergiera con todo su peso un nacionalismo español que siempre estuvo ahí –y que había convivido sin mayores dificultades con el nacionalismo vasco y catalán– mostraba un serio desconocimiento de la realidad del país. España no es un Estado fallido y no lo será; seguir por este camino nos lleva a la guerra civil o a formas más o menos duras de autoritarismos político. Quien tenga ojos, que vea. Es curiosa la simetría que hay entre los dos nacionalismos, el español y el catalán. Anteriormente hemos escrito sobre la llamada “analogía doméstica”. Vuelvo a ello. Llevamos decenios hablando de que el Estado-nación se ha convertido en algo obsoleto, que está en decadencia y que no es capaz hacer frente a los retos civilizatorios de una humanidad que se adentra en

una etapa marcada por la inseguridad y el bloqueo del futuro. La crítica contra el concepto de soberanía como algo peligroso, arcaizante y escasamente democrático, se fue convirtiendo en un sentido común. No es fácil deslindar soberanía estatal de soberanía popular, pero se prefirió sacrificar ésta en nombre de aquella. Hay un problema: para hablar de política en sentido fuerte hay que emplear determinadas palabras que expresan conceptos y proyectos; “soberanía” es una de ellas. Esa etapa que vivimos, la de globalización triunfante e irreversible, fue llamada “postsoberana” y, sin embargo, el término retorna una y otra vez, por arriba y por abajo, pero con la rara peculiaridad de que nunca es predicable para España. Macron ha empleado este término para hablar de una Europa soberana y también de una Francia, sin que se entienda muy bien cómo se pueden casar las dos, sobre todo, si también hablamos de soberanía popular. Por otro lado, el independentismo defiende la soberanía estatal como rasgo fundamental de una república catalana. Estas dos posiciones se pueden argumentar civilizadamente, ser consideradas razonables y hasta progresivas; pero lo que no se admite es la soberanía del Estado español y el derecho de la ciudadanía española a autogobernarse. Es decir, hay soberanías buenas y positivas, así como otras no tan buenas ni tan positivas; al parecer, no existe el pueblo español como demos, como unidad política histórica. Para la mitad, al menos, de las personas que viven y trabajan en Cataluña la propuesta independentista significa situarse ante un dilema también existencial, a saber, elegir entre España y Cataluña. Miles de hombres y mujeres que llegaron a esas tierras de todas partes del país, que tuvieron que ganarse la vida en condiciones de sobre explotación sin derechos laborales y sindicales, que fueron el verdadero motor del cambio político y que defendieron como nadie los derechos nacionales y políticos de Cataluña, hoy son obligados a escoger entre sus patrias y a entrar en un debate identitario en momentos donde la crisis económica acecha, las precariedad se generaliza, los servicios públicos se degradan y privatizan, a la vez que la desigualdad crece y se amplía. Todo esto de pronto ha emergido con la covid-19 y la situación, como la de todo el Estado, se ha vuelto dramática. Por añadidura, un dato a no olvidar: el desastre del Estado autonómico como mecanismo democrático para resolver los problemas de las personas. El partidismo se ha mezclado con el clientelismo, sometiéndose a los poderes económicos locales. El otro lado de la contradicción también se hace visible: un nacionalismo español duro, militante, con las arcaicas consignas del franquismo, reclamando la vieja España inmortal, centralista, monárquica, autoritaria y neoliberal. Vox es tan burdo en sus argumentaciones que se corre el peligro de minusvalo-

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rarlo y convertirlo en pura nostalgia del pasado. No nos debeTransitoriedad, capítulos 14 y 15. Para la mayoría del indepenríamos engañar. Vox responde a la crisis de Estado español y es dentismo peninsular la UE es el horizonte y destino. Reivintan actual entre nosotros, como las derechas en el poder en dicar la independencia para transitar como República catalana Polonia, Hungría o Chequia. Diferente del populismo de derea una UE donde los Estados no tienen soberanía económica, se chas, pero con vocación de mayoría y de anclaje en las clases engarzan al sistema euro y se encadenan al dispositivo OTAN, trabajadoras. Vox vive un dilema no resuelto: ser una fuerza no debería merecer un esfuerzo tan titánico y con tantas rupcon voluntad de hegemonía o una plataforma ideológica para turas. Si el centro del debate, como hacen los independentistas hacer girar más a la derecha del PP. Por lo pronto Vox sigue más radicales, son las políticas socialistas y anticapitalistas siendo la tercera fuerza política del país, tiene una militancia desde un modelo económico autocentrado que organice un especialmente motivada y lo fundamental, prosigue su imtejido productivo coherentemente asentado en el territorio, plantación territorial, buscando desesperadamente implantarhabría que plantearse su viabilidad fuera de la UE, contra el se en los barrios obreros o en los más marginados. Estado español y, cuestión no pequeña, frente a las derechas Cuando los valores y principios entran en contradicción con nacionalistas catalanas y la izquierda moderada que es ERC. la práctica real que se hace se suelen reajustar aquellos y perLos nacionalistas catalanes como los nacionalistas españoles petuar ésta. El término que nos viene saben que el verdadero “escudo” de su ahora es el de “soberanías”, en plural. La poder está en la Unión Europea. El Esubicación política se sitúa, en principio, tado español, en su configuración acmás a la izquierda, más republicano-sotual, es poca cosa, poco enemigo; el pocialista, sin romper los lazos con la dereder que manda está en otro lado, en el cha catalana y priorizando el enfrenque tiene que ver con la OTAN y la UE. tamiento con el Estado español. En cierNo se engañan los nacionalistas. to sentido, algo tan viejo como todos los Sorprende lo poco que han durado las frentes nacionales. Sin embargo, hay nopropuestas federalistas y asombra que a vedades. Se predica en plural no tanto la hora de la verdad se defienda la sobepara compartir soberanías –como el ya ranía, aunque sea en plural. El nacionasuperado federalismo asimétrico– sino lismo siempre se opuso al federalismo para apostar por un Estado confederal con razones soberanistas más o menos en sentido estricto como salida a la criconfesables, pero situando a España cosis. ¿Cómo llegar a un tipo de Estado así mo enemigo principal e impidiendo una configurado? ¿Qué tipo de régimen políalianza política y de clase para transfortico resultante en Cataluña y en el resto mar el Estado, conquistar una república de España? Las preguntas son pertinenfederal, reivindicar un modelo económiRepública Española, por Teodoro Andreu tes. Una cosa es enfrentarse al Estado esco-social igualitario y democrático compañol para negociar su estatus confederal; otra, forjar alianzas prometido con la justicia. ¿Quién gana? ¿Quién está ganando? políticas para cambiar este régimen y abrir un proceso constiLas derechas duras y autoritarias, los grandes poderes econótuyente que decida la forma-Estado, la que podría ser confedemicos, la omnipresente oligarquía financiero-corporativa y ral o no. El independentismo lo tiene más claro: el proceso unos entramados sociales y políticos que nos llevan hacia sisconstituyente ya se ha producido y solo cabe negociar la trantemas más autoritarios que degradan nuestros debilitados Essición para la República catalana. Nada se puede esperar de las tados sociales. fuerzas democráticas españolas y solo cabe la vía unilateral. He insistido en estos materiales de debate y confrontación Las soberanías en plural, el confederalismo como alternativa aquí reunidos, que estamos pasando de una crisis de régimen debería aprender del ya viejo debate sobre el federalismo plua una crisis en el régimen. La clave es la primacía del “palacio” rinacional: los nacionalistas radicales no admiten otra cosa y la autonomización de los aparatos e instituciones del Estado. que la soberanía Estatal. El enemigo es España y la peor alterLa estrategia unilateral y la secesión como objetivo sitúan a nativa posible es el federalismo, plurinacional o no. Cataluña y a España en un callejón sin salida. El conflicto exaLa otra cara del debate podría plantearse así: ¿un Estado cerbado entre los dos nacionalismos mata el debate político confederal en una Europa federal? La contradicción no puede real, bloquea cualquier posibilidad seria de cambio de régimen ser eludida, como se hizo evidente en la llamada Ley de y sitúa la cuestión social en un plano secundario. Esto es ya

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experiencia acumulada y no solo opinión. La ruptura del nacionalismo catalán más conservador, el enfrentamiento entre éste y Esquerra Republicana, son señales de que el proyecto independentista ha llegado a su límite: rectificación o pudrimiento; una situación, insisto, que solo beneficia al nacionalismo español más reaccionario.

5 Por una izquierda española republicana, federalista y socialista. Contra el pesimismo La realidad es una y múltiple. De Lenin aprendí que ésta es un complejo en la que se entrecruzan contradicciones que admiten lecturas diversas y posibilitan impulsar el cambio y la transformación. Si intentamos ver las líneas de fractura que se están configurando en la actual transición geopolítica y civilizatoria, desde el punto de vista de las clases subalternas, deberemos constatar que la situación está llena de dificultades y desafíos. ¿Cómo ser realista sin caer en el pesimismo? No será fácil. Por lo pronto, venimos de una derrota de grandes proporciones. El proyecto socialista en sentido fuerte se está convirtiendo en memoria histórica, en algo que ya fue pero que hoy ya no tiene vigencia. Sin embargo, una alternativa al modo de producir, vivir y consumir del capitalismo es más urgente que nunca. Sobre esta contradicción tendremos que cabalgar durante mucho tiempo. Es muy difícil luchar, comprometerse y sufrir sin un imaginario crítico y alternativo. Los poderes fácticos no nos lo pondrán nada fácil. Esta etapa también es la del anticomunismo sin comunistas. Los medios de comunicación, las grandes editoriales, los intelectuales orgánicos siguen con la tarea de criminalizar la experiencia histórica del socialismo y del movimiento obrero organizado. Confrontan, memoria histórica para los de abajo y memoria histórica para los de arriba, con contenidos diferenciados y con la tremenda tarea para la segunda, de enlodar al proyecto histórico de la primera, el que configuró como sujeto político a las clases trabajadoras, a los desposeídos y humillados. El miedo todavía les dura. ¿Cómo situarse en una coyuntura tan dramática como esta sin un proyecto creíble de transformación social? La palabra creíble es algo más que posible; indica que es deseable, que merece la pena luchar por eso. No creo que esta cuestión se pueda resolver en debates entre intelectuales o en seminarios de activistas. Hará falta tiempo, sujetos, lucha social, programas y organizar imaginarios que transformen nuestro sentido común. Entramos en el terreno resbaladizo de las mediaciones, de los objetivos intermedios, de las estrategias que se esca-

pan en el día a día, en donde el oportunismo acecha y nos convierte en actores secundarios de una obra que no hemos escrito. Aun así, perseverar contra el pesimismo y hacer política en grande. Voluntad de transformación y de poder. Hablar de izquierda española suena a provocación. Como se suele decir, ella está en la vida y no en la teoría. Hoy se ve con toda claridad que hay dos modelos de país en juego, como casi siempre. Pero falta un actor que ha desaparecido y que ha sido un elemento esencial en la historia de esto que llamamos España. Me refiero al republicanismo, a la democracia republicana que fue la crítica al liberalismo conservador, a la monarquía corrupta y a una oligarquía omnipresente que controlaba la vida pública del país. Ese republicanismo, que unió a Costa y Azaña, a Indalecio Prieto y a Dolores Ibarruri, a Largo Caballero y a José Díaz, a Juan Negrín y a Ramos Oliveira, con todas sus contradicciones y controversias, a veces durísimas, ha sido anulado por una transición que convirtió a una monarquía reinstaurada por Franco, en una “simple” forma de Estado. Hoy sabemos que era algo más que eso y que nunca fue una verdadera monarquía parlamentaria. Retorna la república unida, como siemTodos somos pre, a realizar la transformación social del iguales, pero país, a la regeneración de la vida democrática, a la conquista y ampliación de derechos, unos son más a la defensa intransigente de la soberanía iguales popular y a la independencia nacional. que otros. Ellos, los que mandan, y sus aliados en todos los partidos, nos están enseñando que la monarquía en nuestro país es el eje aglutinador del bloque en el poder; y es garantía de su perpetuación. Insisto, algo más que una forma de Estado, la monarquía es el Estado mismo. Izquierda española y republicana. El peligro puede ser mortal. Si la república se acaba identificando con el independentismo, la monarquía ganará y, con ella, el bipartidismo y los grandes poderes económicos. La tradición política de la que provengo siempre defendió un proyecto nacional popular republicano que construyera y organizara un bloque social alternativo hegemonizado por las clases trabajadoras. Eso se perdió entre los vericuetos de falsos consensos, amenazas de golpes de Estado y olvido planificado de una parte sustancial de nuestra historia. La provocación está en los hechos. Insisto, en los hechos. La necesidad de disputarle a las derechas la idea e imaginario de España, pero desde una alternativa republicana, federal y socialista. La condición previa es no tener miedo a las descalificaciones, y lo más difícil, defender en positivo la III República (que no es la I, que no es la II) como proyecto y programa, partiendo de ella para definir posición política sobre las grandes cuestiones que marcarán el futuro de España ■

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Pancarta en protesta del confinamiento selectivo en Villaverde, Madrid (septiembre, 2020)

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La segunda venida de la pandemia Reflexiones chestertonianas por Yesurún Moreno

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i las enfermedades contagiosas se extienden más entre las clases trabajadoras es a causa de la precariedad de sus condiciones materiales de vida. Pero, en lugar de revertir esta situación atenuando la pobreza, los gobiernos optan, a lo largo de la historia, por estigmatizar a los pobres.

“Con el pelo rojo de una golfilla del arroyo prenderé fuego a toda la civilización moderna”. G. K. Chesterton: Lo que está mal en el mundo, 1910.

¿Por qué la “segunda venida” de la pandemia?1 Parece que la Covid-19 es incapaz de escapar del número ordinal “segundo” (2º). Esta pandemia es la segunda venida en un sentido histórico, ya que se ha propagado un siglo después de la última gran epidemia: la mal llamada Gripe Española. Y, además, se manifiesta como una suerte de “segunda entrega” del SARS (SarsCoV-1) que azotó al sudeste asiático en 2003. Por ende, tenemos “repetición” y “continuidad” y no precisamente “aleatoriedad” y “novedad”. Lejos de considerar que la naturaleza quiere –al modo místico– decirnos algo, se muestran los límites de aquello que el economista austríaco Joseph Schumpeter, con mucho tino, denominó en 1913 la “destrucción creativa” (schöpferische Zerstörung). Estamos en preaviso. Es la historia y no la naturaleza quien nos está queriendo decir algo. Mediante esta interpelación, la historia nos brinda un ejemplo de rabiosa actualidad. En 1910, el escritor e intelectual británico Gilbert Keith Chesterton escribía What’s wrong with the world (Lo que está mal en el mundo), un ensayo de verbo agudo y crítica mordaz en donde reconocía que “la mente moderna se

ve forzada a ir hacia el futuro por cierta sensación de fatiga, no exenta de terror, con la que contempla el pasado”. Hoy en día nos encontramos sumidos en esa aterradora huida hacia adelante debido al cortoplacismo, la torpeza y el desdén con que nuestros intelectuales y gobernantes miran al pasado. Pero ¿qué nos interesa realmente de dicha obra? En la conclusión de su ensayo, el británico se refiere a un acontecimiento que le dejó consternado: la promulgación de una ley que –con el ánimo de acabar con la plaga de piojos– decretaba cortar el pelo a todos los niños pobres en la Inglaterra de finales del XIX. Este hecho no es escandaloso por su excepcionalidad, las Poor Laws (leyes de pobres) se venían practicando desde Isabel I de Inglaterra (1533-1603). Lo interesante de estas leyes llegará durante el primer tercio del siglo XIX cuando entraron en contacto con las teorías del clérigo y economista anglicano Thomas Malthus. Este dato no es baladí ya que –desde autores mainstream como el politólogo Giovanni Sartori a las grandes organizaciones internacionales como la OMS o la ONU, pasando por el Club de Roma o la cumbre de El Cairo de 1994– ha habido un renovado interés por el maltusianismo2 como doctrina. Pero, no perdamos el hilo... Como decíamos, aunque aquellas leyes estuvieran inscritas en una larga tradición, al fundirse con el planteamiento malthusiano se consolidaron como

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auténticos programas de control demográfico (en los estratos más depauperados de la sociedad). ¿Acaso no sucede esto en la actualidad? Es bien sabido que los planes eugenésicos primero se implantan en el tercer mundo y luego, en todo caso, llegan a nosotros en forma de boomerang. Pues bien, Chesterton se refería a esa ley del siguiente modo: “Hace un tiempo algunos médicos y otras personas (…) emitieron una orden que decía que había que cortar el pelo muy corto a las niñas pequeñas (…) niñas pequeñas cuyos padres fueran pobres”. Evidentemente las condiciones de insalubridad eran la norma en el periodo inManifestacion contraria al confinamiento selectivo de barrios del sur de Madrid (septiembre, 2020) mediatamente posterior a la Revolución luego, no parece habérseles ocurrido empeñarse en dar con la Industrial. La suciedad no era solo un signo de pobreza. Así lo cura al coronavirus. atestigua el propio Chesterton: “Muchas costumbres antihigiéSi bien el obrero, en la época de Chesterton, tenía que “dejar nicas son habituales entre las niñas ricas”. Sin embargo, ¿qué que el pelo de su hijita, primero, fuera descuidado por culpa de llevó a las autoridades a justificar una ley a todas luces injusta? la pobreza y, segundo fuera abolido en nombre de la higiene”, ¿Por qué cortar el pelo de los niños pobres y no el de los ricos hoy el obrero tiene que “dejar que la libertad de su hijita, priiba a resultar más efectivo en la lucha contra las insidiosas plamero, sea descuidada por culpa de la pobreza y, segundo sea gas de piojos? abolida en nombre de la salud”. Pese a que frente a esta situación el hartazgo haya despertado en algunas personas el espíEs más fácil cercenar las libertades de los que ritu de rebeldía, lo ha aplacado también en otras. La resignación se extiende en mayor medida que la rebeldía y el “es lo que no cuentan, los niños y los pobres. hay” se convierte en la frase de moda. Como diría un buen amigo, “es lo que hay sólo lo dicen los esclavos y los tiranos”. Ahora bien, Chesterton nos recuerda que “sería largo y laborioPor aquel entonces la ley se defendía con una retórica cargaso cortar las cabezas de los tiranos; es más fácil cortar el pelo da de cinismo: “los pobres se encuentran (…) en submundos de los esclavos”. Significa esto que es más fácil cercenar liberde miseria tan apestosos y sofocantes, que no se les debe pertades, las libertades de los que no cuentan, los niños y los mitir tener pelo, pues en su caso eso significa tener piojos” (es pobres. decir, los pobres por el hecho de ser pobres tienen más probaHoy en día, siglos después de aquello, Fernando Simón, bilidades de coger piojos). Sin embargo, hoy se defiende este máximo responsable en la gestión de la pandemia, ha permitiatropello de un modo muy similar: “a los pobres que se endo desde el inicio de la segunda ola el uso de la Ley General de cuentran hacinados en pisos de 30 metros cuadrados no se les Salud Pública de 1986 de modo extensible. Esta decisión ha debe permitir salir del barrio más que para ir a trabajar, pues sido tomada con el siguiente pretexto: esta ley dota de mayor en su caso esto significa ser portadores del virus”. Y con sememargen de maniobra a las comunidades autónomas. Pero tamjante descaro, la comunidad de Madrid con Isabel Díaz Ayuso bién ha fomentado algunos “desajustes”. Antes de ser cesado, al frente y la aquiescencia de las autoridades sanitarias “a las Quim Torra i Pla estuvo jugando el papel de enfant terrible al que –decía Chesterton– la ley moderna autorizó a dictar noraplicar las leyes más restrictivas (y no por ello más efectivas) mas”, caemos en la misma trampa que la Inglaterra del XIX. No instrumentalizando políticamente la pandemia de un modo aprendemos… Entonces, “los médicos sugirieron suprimir el burdo. Por otro lado, las comunidades de Murcia y Madrid se pelo. No pareció habérseles ocurrido suprimir los piojos”; hoy, afanaron en aplicar rápidamente la estrategia de los “confinalos políticos sugieren suprimir la libre circulación y, desde

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hardest the most deprived publicado en el Journal of Public Health de la Universidad de Oxford señala principalmente tres factores por los cuales la Covid-19 ha azotado con más violencia a las clases trabajadoras: (I) Trabajos precarios. (II) Hacinamiento. (III) Enfermedades previas como la hipertensión o la diabetes. Las rentas bajas, la precariedad laboral, el hacinamiento en bloques de pisos con pocos metros cuadrados, la necesidad de traslado en un transporte público masificado, la exigencia de presencialidad física en el puesto de trabajo y la existencia de enfermedades crónicas previas constatan que estamos frente a una pandemia de clase y que, precisamente por esto mismo, las medidas más drásticas son también medidas de clase. ¿Recuerdan las palabras de Pedro Sánchez en aquellos días aciagos de marzo cuando esta pesadilla acababa de comenzar? “No vamos a dejar a nadie atrás” decía... Hubo un intenso debate al inicio del confinamiento sobre si dejar o no salir a pasear a los niños pequeños. Por suerte aquello se dirimió con sensatez. Los niños (tanto ricos como pobres) necesitaban airearse, caminar, correr, jugar, ver la luz del sol. Pero, por desgracia, vuelve a imperar el aurea mediocritas.

Si la Covid-19 ha perjudicado más a las clases trabajadoras es a causa de los trabajos precarios, el hacinamiento y las enfermedades previas.

Protestas por el confinamiento selectivo en Vallecas, Madrid (septiembre, 2020)

mientos selectivos”, favoreciendo a los barrios más ricos y con menor densidad poblacional (quién sabe si acaso son también los barrios en donde el suelo de voto al Partido Popular es más firme). Como consecuencia, las periferias urbanas han quedado señaladas. El estudio Impact of COVID-19 outbreak by income: hitting

Así, nuestra clase política parece no “darse cuenta de que la lección de los piojos en los suburbios es que lo que está mal son los suburbios, no el pelo. El pelo es, por decirlo así, una cuestión enraizada”, afirmaba Chesterton. No aprendemos… Lo que está mal son los suburbios, no el contagio. Pero ¿de qué clase de contagio hablamos? El filósofo italiano Giorgio Agamben, a propósito de la pandemia en un lúcido artículo titulado Contagio, sostenía lo siguiente: “Es difícil no pensar que la situación que crean es exactamente la que los que nos gobiernan han tratado de realizar repetidamente: que las universidades y las escuelas se cierren de una vez por todas y que las lecciones solo se den en línea, que dejemos de reunirnos y hablar por razones políticas o culturales y solo intercambiemos mensajes digitales, que en la medida de lo posible las máquinas sustituyan todo contacto –todo contagio– entre los seres humanos”.

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“Con el pelo rojo de una golfilla del arroyo prenderé fuego a toda la civilización moderna. Porque una niña debe tener el pelo largo, debe tener el pelo limpio; porque debe tener el pelo limpio, no debe tener un hogar sucio; porque no debe tener un hogar sucio, debe tener una madre libre y disponible; porque debe tener una madre libre, no debe tener un terrateniente usurero; porque no debe haber un terrateniente usurero, debe haber una redistribución de la propiedad; porque debe haber una redistribución de la propiedad, debe haber una revolución (…) todos los reinos de la tierra deben ser destrozados y mutilados para servirla a ella. Ella es la imagen humana y sagrada; a su alrededor, la trama social debe oscilar, romperse y caer; los pilares de la sociedad vacilarán y los tejados más antiguos se desplomarán, pero no habrá de dañarse ni un pelo de su cabeza”, sostenía Chesterton con lucidez. Dejemos que prenda en nuestros corazones la llama incandescente del pelo cobrizo de esa golfilla de Usera, Villaverde o Vallecas. Dejemos que prenda fuego a este teatro, porque el problema no es el contagio, el contacto, sino el suburbio y la pobreza n Gilbert Keith Chesterton

La libertad de esos niños a ir al parque a jugar y contagiarse es, por decirlo así, una cuestión enraizada. La mera tentativa de iniciar –desde septiembre– un confinamiento selectivo a lo largo y ancho de las 37 áreas sanitarias madrileñas fue un verdadero despropósito típico del que no ha entendido nada de la historia. Como apuntábamos, aún quedan signos de esperanza, de resistencia. Horas antes de la entrada en vigor de aquella disparatada medida cientos de madrileños se reunieron en varios puntos de la capital bajo proclamas como “¡No es confinamiento, es discriminación! ¡Más sanidad y menos segregar!”. Esa rebeldía que nace de profundis como un fuego que irradia al cuerpo social es la rebeldía de “la plebe”. Y, tal y como advirtiera el escritor británico: “La plebe nunca puede rebelarse si no es conservadora, al menos lo bastante como para haber conservado alguna razón para rebelarse”. ¿Qué enseñanza extraemos de este paralelismo histórico? Chesterton ha sido y es un faro de luz en los momentos en que la bruma espesa del signo de los tiempos nos empuja a aceptar la injusticia. Él empezó “por el pelo de una niña”, nosotros tomamos su testigo. Él escribió algunos de los pasajes más bellos y certeros de la historia, nosotros no somos más que una nota a pie de página de sus reflexiones, una segunda venida. Dejemos de mirar con desdén lo que la historia nos ofrece y sigamos la estela de uno de los mayores pensadores que ésta nos dio:

Notas 1. Antes de entrar en materia me gustaría darle sentido al título del artículo. ¿Por qué me refiero a una segunda venida? Podría ser una referencia a la tradición bíblica como cualquier otra. Por descontado, ésta es una interpretación legítima, pero me refiero, más bien, a la “segunda venida” en el sentido cabalístico. La cábala (en hebreo: [Qabbaláh]) es una disciplina y escuela de pensamiento esotérico, relacionada con los esenios y el judaísmo jasídico que, en alguna de sus formas como la gematría, trata de asignar un significado a los valores numéricos en la exégesis de los textos sagrados. 2. El malthusianismo o maltusianismo es una teoría demográfica, económica y sociopolítica, desarrollada por el economista británico Thomas Robert Malthus (1766-1834) durante la revolución industrial, según la cual el ritmo de crecimiento de la población responde a una progresión geométrica, mientras que el ritmo de aumento de los recursos para su supervivencia lo hace en progresión aritmética. Por esta razón, de no intervenir obstáculos represivos (hambre, guerras, pestes, etc.), el nacimiento de nuevos seres aumentaría la pauperización gradual de la especie humana e incluso podría provocar su extinción –lo que se ha denominado catástrofe malthusiana–. De lo que se desprende que debe haber medidas de ingeniería social que controlen el crecimiento de la población. Malthus, en su libro de 1798 Ensayo sobre el principio de la población predijo que la sobrepoblación provocaría la extinción de la raza humana para el año 1880. No consideró el impacto transformador de la Revolución Industrial que, mediante la incorporación de nuevas tecnologías al desarrollo social, permitiría producir alimentos a gran escala de forma sostenida.

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La izquierda confundida y la inmersión lingüística por Hèctor Xaubet

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n el número anterior de esta revista apareció un artículo de Antonio Santamaría cuyo título, “la inmersión lingüística y la izquierda abducida”, ya auguraba controversia. Consideramos que discutir planteamientos, por medio del intercambio honesto de ideas, enriquece nuestras posiciones sobre la lengua y el nacionalismo. Reproducimos aquí la réplica.

La contribución a la cuestión lingüística, realizada por Antonio Santamaría en el número anterior de El Viejo Topo, yerra en sus supuestos: aunque escrito –seguramente– con muy buena intención, su artículo se encuentra rebosante de tópicos, y muy probablemente eso contribuye a que no se sostenga su tesis: que la inmersión lingüística es una pretensión homogeneizadora del nacionalismo y que es un ataque al castellano. En esta réplica pretendemos resaltar las fallas de fondo que consideramos más importantes, así como recontextualizar algunas de las ideas. Todo ello sin pretensión, no obstante, de ser exhaustivos, pues hay muchas cosas que quedarán fuera del escrito. Situación: la trampa procesista y la tradición de izquierdas Empieza Santamaría su artículo haciendo una breve explicación política de la situación actual, con algunas referencias al pasado. Observamos algo curioso: para tratar el tema de la lengua, el autor está tratando, en realidad, de los partidos nacionalistas/independentistas. Con rigor analítico vemos que se trata de una identificación (lengua y partidos nacionalistas y/o independentistas) equívoca, pues cae en el error, que de manera lamentable veo muy frecuentemente en muchos compañeros de izquierdas, de hacer el paralelismo –mejor dicho, aceptar la conclusión– de “lengua igual a independencia”. Evidentemente no es así, y si lo pensamos caemos en la trampa que el procesismo tenía prepa-

rada. De manera que, cuando criticamos honestamente los despropósitos de los fanáticos indepes que gobiernan Cataluña desde hace unos años, se traslada esa crítica también a la lengua catalana, lo que es una injusticia y un flaco favor para con la lengua minorizada. La dicotomía política queda así consolidada –quizás a pesar nuestro– en la lengua. Esto facilita que aquellos que no solo están en contra de la independencia, sino directamente también en contra del catalán, tengan las puertas abiertas para colarnos su discurso de segregación lingüística (y, con ello, también social conforme a su proyecto nacionalista). Santamaría seguramente cae en ese error porque se olvida de algo: quizás sus ansias antinacionalistas le impiden ver que esa identidad falaz (lengua e independencia) no concuerda con la historia de la inmersión lingüística, la cual nos muestra el activo papel que la izquierda catalana –con el PSUC en la cabeza, partido de matriz comunista y en ningún caso nacionalista– jugó en favor de la inmersión lingüística y, por extensión, de la normalización del catalán. En efecto, hay algo cierto que debemos recordar y recuperar: la izquierda catalana es –y ha sido siempre– catalanista, y eso significa construir un proyecto de país abierto e inclusivo que tiene en la lengua catalana un pilar fundamental en tanto que seña de identidad y forma de articular la vida colectiva (como un bien público, podríamos decir). Decir que la izquierda está abducida por querer promover el catalán y normalizarlo, poniendo esto al mismo nivel que un malvado nacionalismo y olvi-

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dando nuestras raíces catalanistas, no es de recibo. La izquierda confundida No debe negarse, por otro lado, que la inmersión y la situación de la lengua en general ha ganado en interés (e interés interesado, si se me permite el juego de palabras) en el contexto de eso que llamamos “el procés”. Ya hemos visto este sesgo bastante frecuente de ir tachando de nacionalista todo lo que no nos gusta, quizás sin darnos cuenta de que nosotros también pecamos de eso. Quizás abducido por este mismo contexto del procés, Santamaría amplía este sesgo a través del término “nacionalismo lingüístico”, quizás entendido de forma ideologizada. Si bien es cierto que podríamos utilizar de forma no rigurosa la expresión “nacionalismo lingüístico” para definir un nacionalismo identitario catalán xenófobo, lo cierto es que debe entenderse de forma no distorsionada. En efecto, el nacionalismo lingüístico es un fenómeno con-

Cartel del PSUC de la Diada Nacional de Catalunya, 1980.

sistente en la naturalización de una relación de superioridad –que se da por supuesta– de una lengua sobre otra o, mejor dicho, sobre otra comunidad lingüística, por medio de la ex-

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pansión de la lengua sobre el territorio de donde no es originaria. Como consecuencia de ese proceso, se minoriza la comunidad lingüística afectada por la lengua con vocación de superioridad, se minoriza en su área de expansión propia, y esto se justifica políticamente (de manera consciente o no) y se interioriza en las actitudes lingüísticas de forma que el uso normal de la lengua minorizada queda condicionado a la lengua inherentemente naturalizada como punto de referencia1. A veces criticamos, como hace Santamaría y yo mismo también, esta idea de identificar mayor pureza nacional catalana con la lengua, pero no debemos confundir las cosas ni olvidar algo obvio en la historia que nos permite entender realmente el nacionalismo lingüístico: cualquier proceso histórico de construcción burguesa de un estado-nación ha sido un proceso de imposición de un patrón centralista como modelo de la nación toda, lo que incluye notablemente la lengua. Evidentemente, esto ha pasado también en España y con el castellano respecto del catalán –y las otras lenguas peninsulares–, y no en relación inversa. Incluso esta lógica sigue operando. Nuestro autor llega a afirmar rotundamente lo mismo que la derecha reaccionaria afirma respecto del catalán en la escuela, o sea, que es un instrumento de adoctrinamiento nacionalista y que el “conjunto del entorno escolar [...] tiende a romper con los vínculos históricos y afectivos con el resto de España.” Una hipérbole totalmente fuera de lugar que no solo transmite una idea falsa de la realidad de los estudiantes y sus familias, sino que es la causante de generar la tensión recurrente en la valoración del sistema educativo. Además, también hay que observar que esta afirmación solo se puede hacer si se antepone España como la entidad histórica y afectiva que vincula a los alumnos que ya han nacido específicamente en Cataluña, tengan vínculos familiares con otras partes de España o no2. Nos topamos aquí, pues, con un concepto implícito de nación, lo cual lógicamente es legítimo, pero que no nos vendan gato por liebre diciendo que hay un proyecto –solamente– de nacionalización catalán y no reconociendo la particularidad social y cultural de Cataluña. No obstante, y siguiendo la tradición catalanista que hemos mencionado más arriba, los vínculos históricos y afectivos de Cataluña con España no son necesariamente excluyentes; más aún, se pueden reforzar con un encaje plurinacional en forma federal. Demagogia lingüística y realidad sociolingüística En ese afán se señalar una intencionalidad política, Santamaría hace un mal uso de otro término: “sustitución lingüística”. Sustitución lingüística no se refiere a un proyecto político explícito y orientado, sino a un fenómeno sociolingüístico (con


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las influencias políticas que vengan al caso, claro) que se da cuando –en un contexto de contacto lingüístico, es decir, cuando dos lenguas conviven o se encuentran (una de las cuales es la lengua fuerte, la que ejerce más influencia, y la otra la lengua débil)– la lengua fuerte ocupa los distintos espacios y usos de comunicación normal en detrimento de la débil, cuyos hablantes, con el paso del tiempo, dejan de hablarla por no ser “útil”. Me parece evidente, y es consenso sociolingüístico, que la lengua débil en Cataluña es el catalán (además de ser la lengua propia), con lo cual –al contrario de lo que nuestro autor nos quiere hacer ver ideológicamente– el proceso de sustitución lingüística signiEscuela Rosselló-Pòrcel, de Sta. Coloma de Gramenet, donde por primera vez se implantó la inmersión lingüística fica la suplantación del catalán por el como iniciativa popular de padres. castellano3. Tenemos otros ejemplos en el Reino de España –no solo con el catalán sino con las otras lenguas– de lo que puede pasar si errade España es muy sencilla: la lengua que mayoritariamente se mos al valorar la relación de las dos lenguas en el contexto habla en casa en las zonas más pobladas de Cataluña –la lenbilingüe y si nos equivocamos al indicar la dirección de la susgua de uso común entre los estudiantes e incluso, muchas titución lingüística4. veces, entre profesores y alumnos– es la lengua castellana. Y, precisamente porque esto es así, ni su conocimiento ni su uso quedan reducidos. Y, precisamente porque esto es así, es necesario el refuerzo del catalán6. Muchos compañeros de izquierdas De nuevo, nos remitimos a la lógica sociolingüística: mientras que la comunidad catalanohablante es y sería bilingüe, la caen en el error de identificar castellanohablante no, pues quedaría encerrada en su mundo el catalán con la independencia. monolingüe justificado por un discurso que, paradójicamente, pretende loar la riqueza lingüística haciendo hincapié en el bilingüismo. Se privaría a los niños del derecho a saber catalán Si el autor nos confunde es porque realiza saltos entre la y se les reducirían sus opciones de interacción social, así como inmersión lingüística, la pedagogía y los resultados académisus expectativas laborales. Es obvio que esos niños –en mayor cos. Partamos de lo que conocemos: si las pruebas que tenemedida si vienen de la periferia, de barrios obreros castellanomos para valorar el conocimiento del idioma, que es lo que hablantes y de origen inmigrado–, o aprenden catalán en la esSantamaría está resaltando, dicen que el conocimiento del cascuela, o no lo aprenden nunca. Y esto es un problema, no solo tellano en Cataluña es equivalente al del resto de España, enpara ellos particularmente, sino para la sociedad en su conjuntonces esto indica que, efectivamente, el hecho de que se enseto. En efecto, la segregación no se genera por la inmersión ñe castellano solo dos horas a la semana no tiene un efecto lingüística, sino por la conformación de dos comunidades linnegativo5. Aquí no hay nada de capcioso. Cuando las pruebas güísticas separadas. Y la realidad es que, primero, el castellano no está expulsado de las aulas, pues muchos de los estudiantes de que se disponen afirman esto, decir lo opuesto indica que se lo hablan entre sí; y, segundo, la segregación se da por la exisquiere forzar la opinión prejudicial propia antes que, por el tencia de bolsas monolingües castellanohablantes, sobre todo contrario, asumir la realidad. Y la explicación de que el conocien la zona de Barcelona. Dicho de otra forma, el desconocimiento del castellano en Cataluña sea equivalente al del resto

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social; no es un derecho de los padres, lo cual sería un argumento típicamente liberal. El enmarañamiento es tal que Santamaría cae en –quizás pequeñas, pero para nada banales– falsas afirmaciones, como repetir la mentira que los reaccionarios españolistas se sacaron de la manga diciendo que en las escuelas se vigila a los niños para castigarles si hablan castellano en el patio. Eso se parece más a un titular suculento de determinados programas de “investigación” que, por el contrario, a la realidad. Asimismo, también observamos la tendencia a tomarse como una ofensa o un ataque a los castellanohablantes algo que se refiere más al catalán que no a los castellanohablantes per se. Con el mismo ejemplo de Tortell Poltrona lo vemos: Poltrona no criticó a los que hablan castellano, sino a los que muestran una actitud negativa para con la lengua catalana y no expresan ningún tipo de interés para adaptarse en una sociedad que tiene dos lenguas de uso habitual; dicho de otra forma, a los que viven y quieren vivir en una burbuja. No es, por tanto, lo mismo decir que alguien es un “ñordo”8 por hablar castellano, que criticar, en tanto que conciudadano, a los que no quieren esforzarse ni tan siquiera para entender el catalán9. No confundamos las cosas.

La Festa de treball. Cartel del PSUC, 1977.

miento del catalán (a veces incluso su desprecio) influye negativamente en la cohesión social. Decir que eliminar la inmersión en catalán evitaría esta segregación, cuando el carácter de la segregación no es por la “presión” del catalán, sino por su desconocimiento, me parece un juicio totalmente faltado del sentido de la realidad. Más aún, en sus años de historia, la inmersión justamente ha tenido el efecto contrario, ha evitado la diferenciación de la población y consiguió la desaparición del adjetivo “charnego”7. Así, debemos tener en cuenta que, cuando se dice que la inmersión lingüística es un modelo de éxito, no nos referimos a las notas académicas, sino al modelo de integración. Y basta ver la historia: efectivamente las tasas de fracaso escolar son muy elevadas (lo son en toda España y por motivos del sistema escolar y la desigualdad social general), pero la inmersión lingüística lleva 30 años aplicándose y no ha habido ningún problema ni fractura social. El derecho a tener la misma educación –y, en tanto que pública, la mejor posible– es también interés

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Identitarismo y esencialismo La conclusión que se deriva de todo esto parece lógica a los ojos de Santamaría: advertir a la izquierda que seguir con lo que hemos identificado como la tradición catalanista progresista de defender el catalán la está alejando de su base social. En su artículo afirma que “causa profundo estupor que desde la izquierda catalana y española se repitan estos mismos argumentos” en defensa de la inmersión lingüística; y acusa a la izquierda de bailar al son de la música “nacionalista” (se entiende, nacionalista catalana), hasta el punto de sentenciar que esto, de hecho, ayuda a la derecha españolista. Pero ¿cómo va a ser posible que la izquierda haga el “inmenso favor a la derecha españolista de dejarle el campo libre” defendiendo la inmersión lingüística, cuando esto en realidad contradice su discurso nacionalista centralista? ¿Cómo va a ser esto posible si es de hecho el mismo Santamaría quién se está alineando con las tesis de la derecha españolista? Más bien es esta estrechez de miras lo que hace un inmenso favor a la derecha españolista que lleva años teniendo un proyecto político anticatalanista bajo el brazo, lo que hace que uno se alinee con sus argumentos y compre los improperios que C’s ventiló desde que entró en el Parlament de Catalunya. Entonces, no es la inmersión lo que distancia los partidos de izquierda de sus bases sociales y facilita el crecimiento de C’s (porque si fuera así también habría pasado hace 30 años), sino la utilización partidista de la lengua en el clima de tensión


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nacionalista propio del procés10, así como la apelación a identidades. En este marco hay algo que nos llama mucho la atención, y es la relación que nuestro autor establece entre clase, lengua y votantes. Nos parece de hecho más esencialista decir que uno tiene que hablar en castellano, defender el castellano y ponerlo de forma vehicular en las escuelas porque sus votantes hablan castellano como lengua materna, que no lo contrario. También se trata aquí de un cierto identitarismo, y peor que el otro, pues éste proviene de adscripción y no de adquisición. En efecto, aquí es donde radica la bondad de la defensa y Manifestación del 8 de febrero de 1976 “libertad, amnistía, estatuto de autonomía” propagación del catalán. ¿O es que no se puede hacer política para con los hablantes de lentica genera polémica y polariza, aunque no por sí misma, sino gua castellana en catalán? ¿O es que los hablantes maternos de en tanto que instrumento político mal usado (o demagógicalengua castellana no tienen el derecho a conocer la lengua de mente usado) y que, de todo ello, es especialmente la derecha su país? ¿O es que los hablantes de lengua castellana no puequien sale ganando. den apropiarse de otra lengua que les facilite la comunicación, les permita empaparse precisamente de la realidad de donde La cuestión lingüística genera polémica y viven y les abra más oportunidades? polariza, aunque no por sí misma, sino en Aun así, Santamaría tiene razón en un punto, que evidentemente conviene matizar y contextualizar. En efecto, la izquiertanto que instrumento da catalana, dentro del amplio contexto del procés, se ha visto político mal usado. perdida y desorientada, aunque esto no significa que haya bailado –al menos no siempre– la música de los independentistas. En cualquier caso, la lógica procesista se ha impuesto. En otras En lo que no estamos de acuerdo es en los postulados sobre palabras, la izquierda ha dejado vía libre no tanto a la derecha los cuales nuestro autor construye su crítica. Creo que debeespañolista como Santamaría sostiene, sino a la lógica proceríamos evitar las trampas que nos ponen en esta lógica naciosista que confunde y amasa cosas distintas dentro del juego de nalista construida sobre el procesismo (trampas que la izquierser catalán y de ser español. da catalana no supo evitar cuando se trataba del “referéndum”, por ejemplo) y dejar de seguir utilizando el catalán para afirLógica identitaria y pluralidad lingüística mar que hay una división social inexistente y culpar de su poliSi solo leyéramos el desiderátum final de Santamaría, no titzación solo a un bando, por más culpable que pueda ser. Lo tendríamos nada que objetar (aparte de que el término “coofique debemos hacer es disputar el sentido del catalán a aquecial” también induce a error11). Estamos de acuerdo en que llos sectores que quieren apropiárselo como símbolo de purehace falta gestionar la pluralidad lingüística del Estado y respeza identitaria (que genera su reverso en el castellano), y hacertar las lenguas, pero no tanto por ser un atributo de las “naciolo con el propósito de construir una comunidad política. El nalidades”, que también, sino por ser un bien público y una error está en reaccionar instintiva y negativamente ante la expresión cultural propia de ese lugar y no otro, lo cual obliga defensa del catalán, pues esto cae indefectiblemente en los a considerar España plurilingüe y, por extensión, plurinaciomismos argumentos esencialistas de clase y lengua que nuesnal. Asimismo, estamos de acuerdo en que la cuestión lingüístro enemigo político ha estipulado dentro de un determinado

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EL VIEJO TOPO Ángel López García-Molins

repensar

Españas desde sus

lenguas

España es un país multilingue, no plurilingue. Un país es multilingue cuando en él se hablan varias lenguas, lo cual sucede en casi todos los países. en cambio, un país es plurilingue cuando sus ciudadanos se esfuerzan por manejarse en varias de sus lenguas y dicha pluralidad linguística forma parte de la esencia del país, lo cual evidentemente no se corresponde con la realidad linguística española. Ni el español es la “lengua nacional”, como puedan serlo el francés o el italiano en sus respectivos países, ni el catalán, el gallego o el vasco son “lenguas regionales”, como sucede con el corso, el bretón o el veneciano más allá de los Pirineos, pero el español es la lengua común de los ciudadanos de nuestro país desde hace mucho tiempo. Lo notable del caso español es que la variedad de lenguas se considera un síntoma que enmascara un serio problema político. En España las lenguas se usan como justificación de las naciones que supuestamente sustentan y de la existencia de cuatro lenguas se infiere la de cuatro naciones que serían algo así como estados irredentos que es preciso liberar, lo que lleva a interpretar al español como una especie de intruso. Tratar al idioma español –y lo que es peor, a los hispanohablantes nativos– como si fueran invasores representa una tergiversación de la verdad histórica que se trata de legitimar a base de narraciones falsas del pasado y de mapas inventados. Se ha hecho evidente que en España es necesaria y urgente una política linguística guiada por el amor a nuestras lenguas, a todas. Una idea que parece estar ausente en la cotidiana vida política española.


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(notablemente las comarcas del País Valenciano) son ejemplo de los efectos de la sustitución lingüística, mucho más fuerte allí que en Cataluña, entre otras cosas por el consenso que ha regido aquí respecto de la lengua. Observamos, de nuevo, el importante papel que jugó la izquierda catalana –y catalanista– que, en vez de estar abducida, estaba más bien preocupada por la inclusión y la cohesión social de una sociedad diversa. 4. No llego a las conclusiones extremas de otras personas que afirman que el catalán efectivaCorrellengua, 2020. Campaña lingüística de la Coordinadora d’Associacions per la Llengua catalana mente podría acabar desapareciendo, lo cual da la impresión de ser un alarmismo que pretende marco político; entonces le estaríamos dando el monopolio de movilizar por apelación identitaria. Lo más veraz en contextos así la identidad y de la consideración de la lengua. La inmersión es, por un lado, la castellanización del catalán y, por otro, la reclusión del catalán a una comunidad lingüística cada vez más pequeña lingüística y la normalización del catalán son la forma de opoque seguiría teniéndolo como lengua materna, con lo cual ya no nerse a la diferenciación de identidades y a la segregación de sería una lengua de conocimiento compartido y, menos todavía, de comunidades ■ uso relativamente generalizado. El efecto social de eso es la aparición de dos comunidades lingüísticas separadas en la misma realidad social, con presión constante del castellano sobre el catalán. Notas 5. Son dos horas de castellano en infantil y primaria. 1. Para acompañar y ayudar a fundamentar lo que afirmo, me remito a 6. Sin embargo, Santamaría llega a afirmar que no es un problema no Juan Carlos Moreno Cabrera, que tiene un libro titulado El nacionadominar el catalán. Lo siento, pero sí: tal vez no sea un problema no lismo lingüístico. Una ideología destructiva. dominarlo, pero sí es un problema, como mínimo, no conocerlo. 2. La observación respecto de la procedencia de los estudiantes y/o 7 . Quizás valga la pena citar esta reflexión, en tanto que ejemplo persus padres no es banal, pues la realidad actual no es la misma que la sonal, del compañero: Guillén, Miguel. “La inmersión lingüística en de los años 80 o 90: hay muchos estudiantes que tienen vínculos Catalunya y los ataques de Vox, el PP y Ciudadanos”, en Público. afectivos con otras partes del mundo, con lo cual el argumento de 08/09/2019. Santamaría ya no se puede aplicar. Bien al contrario, esta nueva rea8. Por cierto, debo decir desde mi experiencia que tal designación deslidad social apoya el argumento del uso del catalán de forma vehipectiva no la he escuchado nunca. cular para, por un lado, ofrecer a todos los alumnos una base común 9. ¿O es que no hemos escuchado nunca “por qué tengo que hablar de inclusión social y, paralelamente, frenar la tendencia inherente catalán, si los catalanes ya hablan castellano”? Evidentemente esto de la lengua fuerte a restar espacios a la lengua débil y oscurecer el no pasa en sentido inverso y es indicador de imperialismo lingüístiderecho de todos los alumnos a conocer el catalán. Con un simple co, porque se está juzgando la conveniencia de saber catalán según examen de la realidad se puede entender esto: existen en las escuela conveniencia de saber castellano y, por tanto, aquél está subordilas e institutos grupos de “bienvenida” (“Català per a nouvinguts”) nado a éste. para estudiantes inmigrados que enseñan intensamente el catalán, 10. Sobre una valoración más amplia del “procés”, y del papel de los incluso se podría decir que alfabetizan. No existen en castellano partidos independentistas y de C’s, remito al siguiente artículo: Xauporque no hacen falta en esta lengua, pues todos aprenden e intebet, Hèctor. “Cinco tesis sobre el procés”, en Mientras Tanto. riorizan el castellano por la presión normal del entorno. Enseñar el 07/12/2019. catalán no es tanto para que lo aprendan bien, sino para que lo 11. El prefijo “co-” implica reciprocidad e igualdad compartida de las aprendan a secas, con el doble fin de evitar segregación (tanto de lenguas en su estatuto de oficialidad, también así en el territorio de ellos, como –en general, en términos sociales– en dos grupos) y norla comunidad lingüística donde no son lenguas propias. Esto signimalizarlo. fica que una cooficialidad real no es sino la instauración en todo el 3. En realidad, no es tanto Cataluña sino, desde el punto de vista socioterritorio español de la oficialidad de todas las lenguas españolas lingüístico, los territorios de lengua catalana propia. Por consi(adjetivo aquí entendido como procedentes o encontradas es Esguiente, no debemos confundir las fronteras administrativas con las paña). No estamos seguros de que Santamaría abogue por este tipo lingüísticas (por ejemplo, el Valle de Arán no tiene el catalán como de cooficialidad. lengua propia). Precisamente otras zonas que no son Cataluña

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El capitalismo verde no es posible Entrevista a

Antonio Turiel

por Salvador López Arnal

A

ntonio Turiel es doctor en física teórica e investigador en el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, CSIC. Experto en el ámbito de los recursos naturales, además de conocido divulgador sobre las cuestiones de sostenibilidad de nuestra sociedad. Su blog, The Oil Crash, es una de las grandes referencias en castellano sobre el problema del cénit del petróleo.

—Acaba de publicar “Petrocalipsis. Crisis energética global y cómo (no) la vamos a solucionar”. ¿A quién va dirigido su libro? ¿A especialistas, a ecologistas? ¿A personas muy puestas en estos temas? ¿Hay que saber mucha física o mucha ciencia para seguirle? —He hecho un esfuerzo para poner muy pocos números y quedarme con aquellos conceptos más fundamentales, los cuales explico de la manera más divulgativa posible. El objetivo es que sea un libro para todos los públicos, para ayudar a abrir un debate fundamental. —¿Qué ha querido señalar con el título del libro: Petrocalipsis? ¿Qué nuevo apocalipsis es esa? —El título es provocador y una llamada de atención: si no hacemos nada, si nos empeñamos en seguir como si tal cosa, inevitablemente nos vamos a estrellar. Sin hacer las adaptaciones adecuadas, ante la imposibilidad de adaptarse a una nueva situación muy complicada, la sociedad podría colapsar. Y tengamos en consideración que hacer las adaptaciones adecuadas va muchísimo más allá que poner paneles solares. —El “si no hacemos nada”, ¿a quién hace referencia? ¿A los gobiernos, a las grandes corporaciones, a los ciudadanos, a las organizaciones políticas sociales? —Aunque siempre es bueno que haya una concienciación y unas buenas costumbres a nivel de la ciudadanía, quien real-

mente puede hacer algo significativo para hacer frente a este problema son los gobiernos y las grandes corporaciones. La ciudadanía tiene que empujar, pero son ellos los que deben de actuar. —Sobre el subtítulo de su libro: “Crisis energética global y cómo (no) la vamos a solucionar”. ¿Qué debemos entender por crisis energética global? ¿Afecta a toda la Humanidad? —Si no hacemos nada, en unos pocos años la cantidad de energía que tendremos disponible será mucho menor que la actual. Esto causará una grave crisis económica y conflictos entre países y dentro de los países, lo cual acelerará el descenso energético y la degradación general. Es una amenaza para toda la Humanidad. —Pero esa Humanidad a la que hace referencia, ¿no puede estar amenazada de manera muy desigual? Tal vez haya países y sectores sociales que pueden salir mucho más perjudicados que otros. —Sí, es verdad, hay países mucho más amenazados que otros: que se lo digan a Yemen, hace 5 años un productor relevante de petróleo y ahora sumido en el caos, precisamente porque su fuente de ingresos se le secó (la producción de petróleo cayó en picado por agotamiento geológico). Habrá diferencias entre países y dentro de los países, y en el nuestro en particular lo que se ve venir es la depauperación histórica de la clase media.

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—Dos conceptos que acaso convendría definir: energía y energía primaria. —Energía, para lo que a nosotros nos interesa, es la capacidad de hacer trabajo útil. Usando energía podemos mover máquinas o encender dispositivos, mover pesos o redactar cartas. La energía nos permite prestar bienes y servicios, que eso es lo que se mide como actividad económica a través del PIB. La energía primaria es la máxima energía que contiene una fuente de energía: por ejemplo, es toda la energía que da un litro de petróleo cuando lo quemas. Pasa, sin embargo, que la energía no la podemos consumir en forma cruda, sino que continuamente hacemos transformaciones y cambios, hasta ponerla en una forma que es apta para el consumo final: ésa es la energía final.

La congresista Alexandria Ocasio-Cortez presentando la resolución Green New Deal, Washington D.C. 2019.

—La segunda parte de la conjunción del subtítulo: “cómo (no) la vamos a solucionar”. ¿Debemos inferir que no existe solución o que las soluciones que se barajan transitan por caminos equivocados? Le sugiero una: energías alternativas (con mesura) + austeridad + decrecimiento (si es necesario). ¿No es una solución satisfactoria? —Sí existe una solución (o conjunto de soluciones), pero efectivamente las que se están explicando y difundiendo en el debate público (por ejemplo, el Green New Deal) no van a solucionar absolutamente nada. La alternativa que propone usted contiene los elementos de la verdadera solución, aunque falta saber cómo articularlos para su implementación. En cualquier caso, eso que dice no es en absoluto el tono de la discusión mainstream actual.

Los gobiernos y las grandes corporaciones son quien puede hacer algo significativo.

—¿Y por qué el Green New Deal no va a solucionar nada? Salvo error por mi parte, personas muy preocupadas y conocedoras del tema apuestan por esa salida, aunque no sea una “alternativa perfecta”. —No es que no sea una alternativa perfecta, es que no va a ayudar en nada. Con el Green New Deal (GND) se pretende hacer creer que con mínimas transformaciones vamos a poder mantener un sistema socioeconómico muy similar al actual, cuando eso es imposible. Que vamos a sustituir combustibles fósiles por renovables, coches de gasolina y diésel por eléctricos, y todo va

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a seguir igual; pero nada de eso es físicamente posible. El GND es el último intento de hacer rodar la pelota del desarrollismo extractivista unos pocos años más, e impulsarlo precipitará a la pobreza y la exclusión a buena parte de la actual clase media, porque los recursos que se deberían dedicar a ayudar a construir una alternativa de verdad se perderían en esta quimera. —Pone usted mucho énfasis en la situación de la clase media. ¿Por qué? ¿Y los sectores sociales más (o mucho más) vulnerables que la clase media? —Pongo el acento en la clase media porque el gran pacto político después de la Segunda Guerra Mundial fue ese contrato social que dio lugar a la creación del Estado del Bienestar. La izquierda de los países desarrollados renunciaba a la revolución, mientras que la derecha y, sobre todo, el poder económico, hacían concesiones en lo social. Es ese contrato social lo que permitió la creación de la clase media y le dio estabilidad a las democracias liberales de Occidente, y es eso lo que va a saltar en pedazos ahora (bueno, en realidad ya estamos viendo voladuras parciales del Estado del Bienestar). —Decía usted también que no era el tono de la discusión mainstream actual. ¿Y cuál es entonces el tono hegemónico en esas discusiones? —Lo que nos venden los medios como única discusión posible es la disyuntiva entre el sistema fosilista actual y uno equivalente basado en renovables. Pero, en primer lugar, no son las dos únicas posibilidades de la discusión, y segundo, ninguna de esas dos es viable en realidad. El discurso de los medios es que va a haber una continuidad del actual capitalismo expansivo, y no se


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contempla de manera seria ninguna alternativa que niegue esa mayor. —¿Y usted cree que es posible, que no es una simple (deseable si quiere) ensoñación, una alternativa al capitalismo expansivo actual? ¿Apuesta entonces por un capitalismo verde y mesurado? ¿Por un socialismo nuevo aún no existente? —No existe nada que sea capitalismo y moderado al mismo tiempo, es una contradicción en términos, pero sería demasiado largo de explicar eso aquí ahora. El caso es que no existe un “capitalismo verde” que sea viable. En cuanto a la alternativa, aún está por construir, pero lo que está claro es que el capitalismo se enfrenta a una crisis secular, a una caída tremenda de la que no se podrá reestablecer. Lo que surja después dependerá de nosotros, y yo no sé qué será, pero sí sé qué no será. —En ámbitos ecologistas se suele hablar del “agotamiento del petróleo” pero, en cambio, algunas o casi todas las multinacionales del sector suelen afirmar que incluso actualmente, y más allá o más acá del peak oil, las reservas mundiales de petróleo son enormes. Por ejemplo, las de Venezuela. ¿Nos mienten los ejecutivos trasnacionales? ¿Qué se quiere decir exactamente cuando se habla del agotamiento del petróleo? —Las reservas son enormes, ciertamente: contando con todos los hidrocarburos líquidos o asimilables identificados, darían para un par de siglos a ritmo de consumo actual. El problema no es cuánto hay allá abajo, sino a qué ritmo se puede extraer. De qué sirve que haya allá abajo billones de barriles, si cuestan tanto esfuerzo extraerlos y procesarlos que solo vamos a poder poner a disposición de la sociedad unos pocos millones cada día, y cada año vamos a poder ir extrayendo menos. Ése es el verdadero problema del peak oil: que una vez que se pasa el punto de máxima extracción (peak oil), cada año se va extrayendo menos, inexorablemente. Por ese motivo es que esos ejecutivos dicen la verdad y mienten al mismo tiempo: sí, es cierto que hay muchas reservas, pero ése no es, ni ha sido nunca, el problema, y lo saben de sobras. Desvían la atención del problema principal para que no se hable de él. Hasta ahora.

unos 5,6 billones de litros de petróleo al año, o lo que es lo mismos, 5,6 kilómetros cúbicos anuales, es decir, lo que cabe en un cubo con una arista de aproximadamente una milla de largo (1,77 kilómetros, para ser exactos). El consumo se adapta a la extracción, qué remedio, así que lo que a la larga acaba importando es a qué ritmo se puede extraer. —Pensando en alternativos, y sin que me olvide de los inconvenientes de este sendero (por ejemplo, los residuos nucleares), ¿la energía nuclear, especialmente la de fusión, no podría ser una alternativa energética casi inagotable? —La energía nuclear de fisión (romper átomos grandes), que es la que tenemos a mano actualmente, depende del uranio, y la producción anual de uranio ya ha empezado a disminuir, al igual que la del petróleo. En cuanto a los reactores de fisión de IV El Green New Deal es el último intento de seguir con el desarrollismo extractivista unos pocos años más.

Generación, que deberían funcionar con torio y otros elementos fértiles, mucho más abundantes que el uranio, se lleva experimentando con ellos casi 80 años y no se ha conseguido tener prototipos seguros comercialmente rentables. Por último, la energía nuclear de fusión (unir átomos pequeños, típicamente isótopos de hidrógeno) es una total quimera: siempre faltan 50 años para tener el primer reactor de fusión. Lo cierto es que hay tal cantidad de dificultades técnicas que superar para conseguir

—El problema principal sería entonces el ritmo de extracción posible y el ritmo de consumo actual. ¿Es así? Para hacernos idea, ¿cuál es el ritmo de consumo actual de hidrocarburos líquidos o asimilables en todo el mundo? —En este momento se consumen una media de 96 millones de barriles diarios (Mb/d) de “petróleo”, y entendiendo como tal todos los hidrocarburos líquidos que son más o menos asimilables a petróleo. Cada barril contiene 159 litros, así que eso son

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hacer un reactor nuclear de fusión comercialmente viables que algunos premios Nobel de Física plantean que, de hecho, es imposible. —¿Qué Premios Nobel de Física plantean que de hecho es imposible? Si es así, ¿por qué se sigue con ese programa de investigación imposible? —El que más claramente se posicionó contra el ITER (International Thermonuclear Experimental Reactor) fue Georges Charpak, quien además fue físico nuclear, así que conocía muy bien de qué hablaba. En 2010 firmó una carta, publicada en Libération, junto con Jacques Treiner y Sébastien Balibar (éste último fue director del LPS d’Ecóle Normale Supérieure durante la época que yo pasé mi postdoc allá), exigiendo la paralización del proyecto ITER por demasiado costoso, poco efectivo y de dudoso éxito. Las “pegas” que tiene la fusión nuclear se conocen desde hace mucho tiempo, pero yo no creo que se deba paralizar ese proyecto porque, como todo proyecto de investigación, aporta conocimiento y nos ayuda a avanzar. Lo que no se debe hacer es crear unas expectativas desmesuradas sobre lo que realmente se puede llegar a hacer, o dar por hecho que todo va a funcionar e ir como la seda, porque no es verdad.

El máximo que se puede obtener por medios renovables oscila entre el 30 y el 40% de toda la energía que se consume hoy en día.

—Habla en el libro con detalle, pero me atrevo a pedirle un resumen: ¿por qué la energía solar, esta sí prácticamente inagotable durante millones y millones de años, no puede ser un camino transitable? —Es un camino transitable, pero quizá no exactamente al mismo sitio que se está vendiendo. Combinada con la eólica, la hidráulica y la biomasa, puede llegar a cubrir una parte de nuestro consumo energético actual, pero no todo. Todas estas fuentes tienen limitaciones: de espacios, material, capital, rendimiento y de máxima cantidad de energía que se puede producir con ellas. Yo estimo que el máximo que se puede obtener por medios renovables oscila entre el 30 y el 40% de toda la energía que se consume hoy en día, y eso asumiendo que todo se hace correctamente y que hay una gran cooperación internacional. El futuro es renovable, de eso no hay ninguna duda, y las renovables son el futuro. Pero no es ese futuro el que se nos está vendiendo.

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—¿Y qué futuro se nos vende en su opinión? —El de una transición suave, progresiva y sin dolor, en la que todo se mantiene básicamente igual a como está ahora, pero sustituyendo combustibles fósiles por renovables. No es cierto, se tendrán que hacer cambios mucho más drásticos y profundos, empezando por el consumo y siguiendo por redefinir el empleo. —¿No hay ya colectivos sociales que consumen muy poco en países del llamado Tercer Mundo? ¿Menos aún? —Obviamente, una buena parte del mundo no tiene que hacer ninguna transición porque ya están “transicionados”; más bien, deberían de avanzar a una posición de menor postración. —¿En qué tipo de redefinición del empleo está pensando? —Redefinir el empleo: no puede ser que la creación de empleo dependa del crecimiento económico, crecimiento que ya no va a ser posible por razones físicas. Así que necesitamos crear nuevos puestos de trabajo, y replantear los existentes, en el contexto de empresas no orientadas al beneficio creciente, que usen los materiales locales, que atiendan a las necesidades locales… Es una lista muy larga de cosas que merecería una discusión específica. —Afirma usted que dejemos el ahorro y la eficiencia en el cajón de las soluciones inútiles… pero, en cambio, los científicos críticos y comprometidos de estas últimas décadas insisten mucho en esas coordenadas. ¿Dónde está su error? —No, yo digo que el ahorro y la eficiencia son útiles, pero no si el objetivo de la economía sigue siendo el crecimiento: puesto que gastar energía tiene un valor económico, la energía que tú no gastes o ahorres la gastará otro para conseguir más dinero. El ahorro y la eficiencia, por sí mismos, no bastan: tienen que estar acompañados por una política de racionamiento, que impida que se gaste esa energía. Política de racionamiento que llegará por las buenas (planificación previa) o por las malas (cuando la energía empiece a escasear). —Política de racionamiento por las buenas, ¿desde cuándo? ¿Quiénes deben dictar y guiar esa política de racionamiento? ¿Los gobiernos de las naciones-Estado? ¿Algún organismo internacional? —Eso, me temo, es muy difícil de responder. Como mínimo deben ser los gobiernos quienes preparen esos planes de racionamiento. Si puede haber cierta concertación internacional seguramente sería bueno, pero siempre y cuando no se aprovechase para meter de rondón (como suele pasar) otras medidas, típicamente represivas.


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—Puede parecer extraño, tratándose de un científico como es usted, pero no parece confiar mucho en “soluciones tecnológicas”. ¿No podría ocurrir que una tecnología o unas tecnologías hasta ahora insospechadas se presenten en pocos años como una excelente solución en el futuro? En otras ocasiones históricas, la ciencia, la tecnología, nos han salvado de males que estaban a nuestro acecho. —Sí, y otras tantas veces no lo ha hecho; pero nuestra memoria es selectiva y en ésas no se fija. Mire, nunca se puede descartar que no se acabe produciendo una revolución tecnológica que todo lo cambie (aunque yo conozco bien el campo y le aseguro que nada de lo que se está investigando parece, ni de lejos, tan prometedor), pero al mismo tiempo tampoco se puede descartar –e incluso es bastante más probable– que nunca se produzca tal revolución. Ahora pongámonos desde el punto de vista de un gestor: ¿qué es lo más razonable? ¿No hacer cambios esperando que se produzca un milagro que nos salve (y que ya comenzamos a necesitar desesperadamente)? ¿O bien empezar ya a tomar medidas preventivas, y si luego se produce ese cambio –mayor o menor– pues utilizarlo para mejorar nuestra situación? Convendrá conmigo que la primera opción se puede calificar de totalmente irresponsable, en tanto que la segunda es más conservadora y lógica, teniendo en cuenta lo que hay en juego. —Tal vez me ubique en posiciones algo utópicas (o incluso distópicas) pero, inspirándome en un autor que leí hace muchos años –Adrian Berry, el cuarto vizconde de Camrose nada menos–, imagínese que sostengo: no importa, no importa nada, que la energía se agote un día u otro en nuestro planeta: ¡nos quedan los otros planetas del sistema solar, nos quedan miles de estrellas en nuestra galaxia! ¡No estamos condenados a ser siempre una especie viviente terrestre! ¡A la conquista del espacio, hacia el infinito y más allá! —Vivimos en un pozo de potencial gravitatorio. Porque es eso, un pozo de potencial gravitatorio, toda una sucesión de fenómenos y efectos protegen la vida de este planeta: la hidrosfera, la atmósfera, la capa de ozono, la magnetosfera, el cinturón de Van Hallen… Al mismo tiempo, eso hace terriblemente difícil escapar de la atracción terrestre, muy costoso energéticamente. Encima, ningún otro planeta del sistema solar es habitable, ni es viable “terraformar” ninguno de ellos por la colosal (e indisponible) cantidad de energía necesaria. Y en cuanto a los otros planetas, están a distancias siderales, inabarcables para ninguna misión tripulada… Ad astra: qué bonito suena. Pero seguramente es la barrera de Hubbert nuestra cruda realidad. Algún día comprenderemos la profundidad de la frase de Carl Sagan: “nuestra responsabilidad de tratarnos mejor los unos a los otros,

y de preservar y querer ese punto azul pálido, el único hogar que siempre hemos conocido”. Y que será el único que conoceremos, añadiría yo. —Me queda la pregunta del millón: usted sostiene en el libro, lo ha hecho también en esta entrevista, que existe una solución o un conjunto de soluciones. ¿Qué solución es esa? ¿Con qué contamos para su concreción práctica? —La solución pasa por la relocalización, el jubileo de la deuda, la reducción del sistema financiero, los cambios en los modelos productivos, de consumo y de posesión, el decrecimiento… Son muchas, muchas, muchísimas cosas. En el libro se apuntan algunas cuantas, seguramente quedan muchas más en el tintero. Es algo que tendrá que irse poniendo a punto con el rodaje, a base de ir probando. Y para llevarlas a la práctica debemos contar con una ciudadanía concienciada y una potenciación de lo local. La política de racionamiento llegará por las buenas (planificación previa) o por las malas (cuando la energía escasee).

—¿Y cómo conseguimos una ciudadanía concienciada? —Para empezar, abriendo este debate de manera honesta. Explicando la verdad. Explicando que la transición ecológica no va a ser rápida ni cómoda. Que no va a haber coches eléctricos para todos. Que muchas cosas se van a tener que reducir drásticamente. Que pasaremos momentos muy difíciles. En suma, no tratando a la ciudadanía como si fueran niños y explicando directamente la verdad. Y luego discutiendo entre todos qué hacer y cómo hacerlo. —¿Qué significa potenciación de lo local? ¿Y si lo local no da para mucho? —Para mucho o para poco, lo local es lo que habrá, como así ha sido a lo largo de la Historia de la Humanidad. Potenciar lo local es dar prioridad a las necesidades locales, abastecidas con capacidades y bienes locales. La clave es que lo que se haga se pueda seguir haciendo de la misma manera indefinidamente: eso es la sostenibilidad, en suma. —¿Quiere añadir algo más? —Parafraseando a Wittgenstein, yo diría que cuando todo está dicho ya, es mejor no decir nada más. —Tomo nota y no digo más ■

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Puesto de vigilancia en Tigray

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Etiopía ¿Porqué hay una guerra en Tigray, en el norte de Etiopía? por Mark Aguirre

E

n el conflicto etíope todo está mezclado, desde las tensiones étnicas al intento de cambio geopolítico para favorecer a las monarquías árabes, pasando por la conversión de un capitalismo centrado en lo propio para abrazar un neoliberalismo abierto a la globalización.

Lo que se suponía iba a ser una “operación quirúrgica para hacer cumplir la ley” parece que se está convirtiendo en una insurgencia popular de resistencia a una ocupación militar. Es difícil estar seguro de ello porque no hay acceso para la prensa independiente en Tigray, pero a mediados de diciembre –después de más de un mes de iniciarse la guerra– continuaban llegando entre 400 y 800 refugiados al día a los campos fronterizos de Sudán. Estos refugiados han dicho a periodistas que “huyen de la guerra” y de la “violencia étnica”. También la ausencia de seguridad en la primera semana de diciembre había obligado a Naciones Unidas a retrasar la creación de un corredor de ayuda humanitaria a pesar de que el gobierno federal de Abiy Ahmed había acabado cediendo tras semanas de presión llevada a cabo por la comunidad internacional. Lo que sí es seguro es que Tigray no volverá a la normalidad. El costo humano y humanitario está siendo enorme. Se habla de miles de muertos. De cualquier manera, la cuestión radica en cómo la crisis afectará al futuro de Tigray, Etiopía y el Cuerno de África. 1 La guerra de Tigray empezó como una guerra entre élites que se disputaban proyectos y cuotas de riqueza y poder. Fue concebida como una solución militar a un impasse político. Se trataba de una especie de punch contra la dirigencia del Frente de

Liberación Popular de Tigray (TPLF), que mantenía un pulso con el primer ministro Abiy Ahmed. Tigray había celebrado en septiembre elecciones para elegir a su gobierno sin la autorización del gobierno federal (aducía la pandemia del coronavirus); en ellas el TPLF había obtenido una aplastante victoria, y Abiy Ahmed, el primer ministro, lo vivió como una afrenta personal a su poder. La guerra había sido diseñada por los militares para que durara unos días. El objetivo era desarmar al TPLF y arrestar a sus líderes, particularmente a su presidente, Debretsion Gebremichael, y a Getachew Assefa, el anterior jefe etíope de espías huido de la justicia desde que Abiy llegó al poder. Se trataba de poner al partido, al gobierno de la provincia y su territorio bajo control del gobierno federal en Addis Abeba. Abiy Ahmed hasta nombró a Mulu Nega como nuevo gobernador de Tigray. La huida de los líderes y el fracaso en desarmar a las milicias tigriñas –lograron disparar varios misiles contra Asmara, la capital de Eritrea– hacen dudar de que los objetivos hayan sido cumplidos a pesar de que el ejército federal ha ocupado la capital, Mekelle, después de advertir a su población que no habría clemencia con ellos si se resistían. Human Rights Watch ha dicho que la amenaza constituye un crimen de guerra según la ley internacional; desde el año 2005 los estados tienen la responsabilidad de proteger a los civiles que sufren los conflictos. Tigray es una de las 9 provincias federales (10 si se incluye la

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ciudad de Harar y sus alrededores) en que se divide territorialmente la República Federal de Etiopía. Adis Abeba y Dire Dawason son dos ciudades que tienen un estatus especial. La importancia de Tigray no viene del tamaño de su población o de su economía. El 80% de su población de siete millones (la población de Etiopía es de 110 millones) son campesinos pobres que trabajan su propia tierra diseminados cultivando tef, trigo y cebada, manteniéndose con el dinero que sus hijasos les envían desde los países del Golfo o Europa, donde han emigrado. Hay unas pocas fábricas textiles en Mekelle en nuevos polígonos industriales, y comercio en Mekellle y las pequeñas ciudades fronterizas con Sudán y Eritrea. Su relevancia tiene raíces históricas –Tigray fue la cuna de Etiopía hace 2000 años– pero sobre todo políticas y estratégicas. Tigray es fronteriza con Eritrea, con quien Etiopía mantiene una relación difícil –logró independizarse de Etiopía en 1991 tras una guerra– y volvió a tener otra, esta vez ya como estado independiente, en 1998-2000. El TPLF fue el corazón del gobierno en Addis Abeba durante casi 30 años (1991-2018). Su líder, Meles Zenawi, fue también el hombre fuerte de Etiopía desde 1991 hasta su muerte en el año 2012, siendo sustituido por Hailemariam Desalegn. La legitimación del TPLF para gobernar descansaba en su liderazgo durante la lucha armada que derrocó al régimen centralista y autoritario del Derg, el régimen instaurado tras la revolución de 1975 que había destronado al mítico emperador Haile Sellasie acabando con el Imperio.

Abiy usaría después la rabia de los jóvenes oromos contra el “poder tigriño” para depurar de miembros del TPLF la administración del estado. El TPLF había sido fundado tras la revolución por estudiantes tigriños maoístas que dejaron la universidad de Addis Abeba para formar en Tigray un movimiento revolucionario popular. Querían sacar a los campesinos de su atraso, ignorancia y pobreza secular. El Derg, que acabó adoptando el marxismo soviético como su ideología, había acusado a los estudiantes marxistas de ser sus enemigos, declarándoles una guerra, literalmente, a muerte. Estos jóvenes que se refugiaron entre los campesinos a mediados de la década de 1970 abogaron primero por la independencia de Tigray como habían hecho sus camaradas eritreos –la cuestión nacional había sido uno de los grandes debates del movimiento de los estudiantes revolucionarios–, pero en medio de la lucha abandonaron la independencia decantándose por un federalismo que mantuviera unida a Etiopía.

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Debretsion Gebremichael

El TPLF consiguió articularse con otros movimientos definidos en base étnica, incluidos oromos y amharas, las etnias mayoritarias, para formar un partido etíope, el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo de Etiopía (EPRDF), que derribó el régimen centralista y autoritario del Derg para construir otro federal sin adoptar el liberalismo político. El federalismo (derecho a la autodeterminación y la separación) fue visto como un compromiso para mantener unida a Etiopía cuando diversos frentes estaban armados y el estado colapsaba. El EPRDF gobernó en una Etiopía federal con relativo éxito desde 1991, hasta que hace dos años una rebelión de jóvenes oromos que duraba ya tres años y amenzaba convertirse en insurgencia obligó al régimen a hacer cambios. Acusaban al gobierno de corrupción –los tigriños se habrían aprovechado de la bonanza económica– y de favorecer solo a los inversores. Abiy usaría después la rabia de los jóvenes oromos contra el “poder tigriño” para depurar de miembros del TPLF la administración del estado y la gerencia de las poderosas empresas estatales, algunas como METEC en manos del ejército. Las movilizaciones forzaron a las elites a llegar a un acuerdo sobre una transición política –no ha habido ni referendums ni elecciones en los que la población haya podido dar su opinión– pero el resultado obtenido dos años después muestra que o bien no había un acuerdo entre las elites hacia dónde ir o bien la transición no ha estado bien tripulada. La transición política de un régimen autoritario a uno democrático a la vez que se liberaba la economía fue presentada como la gran tarea del nuevo primer ministro Abiy Ahmed, un militar que trabajaba en la seguridad del estado, parlamentario oromo que llegó al poder en la primavera del 2018 desde dentro del régimen. Había tenido apoyo del TPLF, que votó por él en el parlamento después de una tímida resistencia dentro del partido. Tradicionalmente se requería ser presidente del EPRDF para poder ser primer ministro. Abiy incluso visitó Mekelle de la mano de Debretsion Gebremichael, el líder tigriño, pero pronto las relaciones se enfriaron cuando fue obvio


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que estaba limpiando las instituciones de militantes del TPLF dejándolos sin poder y sin grifo económico. Durante los primeros meses Abiy fue considerado una especie de “profeta político” –él mismo es un predicador pentecostalista– que iba a ‘salvar’ a Etiopía del atolladero en que se encontraba. Llegó a publicar un libro, Medemer (Caminando juntos), en el que justificaba la disolución del EPRDF para formar desde el gobierno un partido unitario, el Partido de la Prosperidad, en el que él sería su presidente. Una propuesta que tanto líderes oromos como tigriños se negaron a aceptar. Jawar Mohammed, Bekele Gerba y Lemma Mergesa, líderes oromos y antiguos aliados fueron detenidos en julio último tras los incidentes que generó el asesinato del cantante oromo Haacaaluu Hundeesa. Crisis étnicas anteriores similares –Etiopía es el país con más desplazados del mundo– fueron utilizados de igual manera. El poder de Abiy empezó a descansar cada vez más en generales y políticos amharas resentidos con los tigriños (hay una disputa por el territorio desde hace décadas) quienes quieren una Etiopía más cercana al modelo centralista del Derg que al régimen federal actual. De hecho Abiy remodeló su gabinete nada más empezar la guerra aumentando la presencia amhara en el mismo en detrimento de los oromos. La amhara es la etnia en que se apoyaron los emperadores para expandir el Imperio conquistando nuevos territorios. Los tigriños empezaron a ver a Abiy como una amenaza cuando vieron que estaba acercándose demasiado a Issayas Afeworki, el lider autoritario eritreo que odiaban desde la guerra de 1998-2000, incluso desde antes, cuando luchaban en diferentes organizaciones armadas contra el Derg. En realidad el odio es mutuo. Tienen proyectos políticos diferentes aun hablando la misma lengua, el tigriño, y siendo ambos de la misma zona, el área fronteriza del norte del altiplano. En 1940 hubo un movimiento para establecer una nación que incluyera Tigray y la zona tigriña de Eritrea (en Eritrea el 60% de la población habla tigriño) pero no prosperó, cada zona se desarrolló políticamente de forma diferente. Eritrea no es un estado que tenga sus raíces en la etnia, religión o en un nicho ecológico particular, es un estado multiétnico cuyo territorio tiene, como Etiopía, zonas bajas y altas y aglutina a diferentes etnias. Sus raíces están en la herencia colonial italiana. Los eritreos se sienten diferentes sociológicamente de los tigriños y los etíopes después de décadas de haber sido una colonia. De cualquier forma, a pesar del odio entre Issayas Afeworki y los líderes del TPLF se estima que hay medio millón de eritreos en Etiopía huyendo de la miseria. Muchos otros tienen familia en Etiopía. En Tigray hay cuatro campos de refugiados con cien mil eritreos, muchos de ellos huidos de un ser-

vicio militar que puede durar más de 20 años. Ha habido denuncias de que algunos millares habrían sido repatriados a la fuerza de forma ilegal por soldados eritreos luchando contra el TPLF en la actual guerra, un delito humanitario. La amistad entre Abiy Ahmed y Issayas Afeworki se selló con el reconocimiento de Etiopía de los acuerdos de Paz de Argelia que acabaron con la guerra de 1998-2000 entre Etiopía y Eritrea; unos acuerdos que los gobiernos anteriores a Abiy se negaron a implementar. El acuerdo daba fin a 18 años de guerra fría entre Etiopía y Eritrea y valió para Abiy el tan cuestionado premio Nobel de la Paz. La alianza beneficiaba a Abiy Ahmed y a Issayas Afeworki en detrimento del TPLF. Para Eritrea era un problema de seguridad: el ascenso al poder de Abiy eliminaba a sus enemigos políticos en su frontera sur, y Abiy conseguía ayuda para derrotar a sus enemigos políticos internos en su lucha por el poder, como ha sucedido. Hay evidencia, según medios diplomáticos, de que soldados eritreos, posiblemente 20 brigadas, han entrado en territorio etíope desde Zalambessa, Rama y Badme, participando en la guerra a favor de Abiy; testigos dicen que Humera fue bombardeada desde Eritrea facilitando el control del oeste de Tigray por milicias amharas y el ejército federal; y que tropas etíopes transportadas en aviones a Eritrea entraron en Ti gray. El mismo Abiy ha agradecido públicamente la ayuda dada a los soldados etíopes en Eritrea. En Asmara, la capital de Eritrea, dicen que soldados etíopes es tán siendo atendidos en hospitales y que han visto llegar convoys con maquinaria y mercancías procedentes del saqueo de los soldados eritreos en ciudades tigriñas. 2 Hay informes que revelan que drones de Emiratos Árabes Unidos están ayudando a Abiy en la guerra del norte. Estos drones, estacionados en el puerto de Assab en el Mar Rojo, en suelo eritreo, donde Emiratos tiene una base militar que ha usado para atacar a Yemen, hubieran obligado al TPLF a cambiar su táctica militar al hacer inservibles sus unidades mecanizadas. Pero a la vez que Abiy aceptaba la ayuda militar árabe recha-

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zaba la mediación que le ofrecía la Unión Africana. “La guerra continuaría” fue la respuesta del gobierno etíope a los expresidentes Ellen Johnson Sirleaf de Liberia, Joachim Chissano de Mozambique y Kgalema Motlanthe de Sudáfrica. Los árabes siempre han soñado con convertir al Cuerno de África en la otra orilla del mar Árabe, como llaman al mar Rojo. Para disipar cualquier duda de la voluntad africanista de Etiopía el emperador Haile Sellasie había conseguido que Addis Abeba fuera la sede de lo que es hoy la Unión Africana. Meles Zenawi, el líder del TPLF que gobernó Etiopía durante 20 años, entendía su proyecto de industrializar de la manera más endógena posible a Etiopía, también en clave africana, como una contribución a la descolonización de África. Un proceso al que Etiopía había contribuido anteriormente derrotando al ejército colonial italiano en 1898. Para ello llegó a un acuerdo con China para construir infraestructuras y transferir tecnologías industriales apropiadas a su nivel de desarrollo, y abrió estratégica y selectivamente sectores a la inversión extranjera. Meles quería un proyecto lo más endógeno posible, no era un partidario del neoliberalismo. China, que empezaba a buscar mercados, aceptó. Durante la década pasada Etiopía ha sido uno de los países más importantes de su iniciativa Belt and Road, un proyecto de miles de millones de dólares para construir infraestructuras. En el Cuerno de África China ha construido carreteras, líneas de ferrocarril, puertos, presas para generar electricidad, oleoductos y una base militar en Yibouti. Debretsion Gebremichael, el líder tigriño, trajo el 4G de Huawei a Etiopía cuando era ministro de comunicación y tecnología en Addis Abeba. En Tigray China ha ayudado a construir además de infraestructuras, polígonos industriales e ingenios azucareros. La BBC informó que uno de ellos había sido bombardeado por aviones etíopes durante el conflicto. China habría evacuado a 630 ciudadanos de Tigray desde que empezó la guerra.

En Tigray hay cuatro campos de refugiados con cien mil eritreos, muchos de ellos huidos de un servicio militar que puede durar más de 20 años. Abiy ha hecho público que quiere llevar el neoliberalismo a Etiopía. Ha dicho que quiere privatizar las empresas más importantes y rentables del país, Ethiopia Airlines, las telecomunicaciones y los ingenios azucareros. Ha aceptado el consejo del Banco Mundial para atraer inversión privada extranjera aprovechando los bajos salarios. Su proyecto ecónomico cami-

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Abiy Ahmed, un paso más en el descrédito del Premio Nobel de la Paz.

na en otra dirección al de Meles. Este apoyaba el capitalismo pero favorecía a empresas públicas. Prefería oligarcas locales a inversionistas extranjeros. Controlaba sectores básicos, el sector financiero y el mercado de divisas. Tenía un proyecto nacional de desarrollo que estaba simbolizado en la construcción de la gran presa del Nilo Azul para producir electricidad. El cambio neoliberal propuesto por Abiy no se debe a los malos resultados económicos obtenidos por la estrategia industrializadora de Meles. El PNB se ha multiplicado 8 veces desde el fin de la guerra con Eritrea (2000), millones de personas han salido de la pobreza extrema, y la educación había permitido una importante movilidad social. Se trataba sin duda de una decisión política, no económica; de un cambio geopolítico favorable a las ricas monarquías árabes que tienen suficiente dinero para moverse en economía con estados débiles a los que se pueda influir. El Cuerno de África entraría en esta categoría. Tiene agua, fertilidad del suelo, petróleo y gas, y consumidores que ellos no tienen. Etiopía, con una población de 110 millones, ofrece un mercado potencial donde invertir la riqueza acumulada durante años de bonanza petrolera ahora que este sector comienza su declive. La guerra en el norte de Tigray es un movimiento en el tablero de un gran juego político por el control del Cuerno de África. En este juego Abiy es cada vez más dependiente de los países del Golfo, como muestra la intervención de Emiratos en la guerra. Su jugada agresiva en el tablero contra el TPLF busca dar un golpe decisivo al viejo proyecto económico apartando a antiguos jugadores, China perderá su rol central en el proyecto, llegando otros nuevos del Golfo que se aprovecharán de las privatizaciones y de facilidades a sus inversiones. No es casual que el acuerdo entre Etiopía y Eritrea que acababa formalmente la guerra de 1998-2000 se firmase en Ryad y no en la sede de la Unión Africana. Tampoco lo es que Abiy sea un asiduo vistante de Emiratos Árabes Unidos, quien le dio 3.000 millones


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de dólares cuando llegó al poder. Emiratos ha empezado a invertir en desarrollos urbanísticos y hoteles en Addis Abeba. El propio Abiy está utilizando el dinero que le dieron para construir parques y museos en la capital para contentar a la clase media, mientras no mejora las infraestructuras de los barrios populares sin desagües, recogida de basuras o transporte público. Arabia Saudí le suministra petróleo en condiciones ventajosas mientras miles de etíopes pobres trabajan en el Golfo, desde donde envían remesas. Abiy sabe que necesita el apoyo de la incipiente clase media de la capital para su proyecto centralizador y neoliberal. La clase media ha sido la más receptiva a su proyecto; está más identificada con las promesas de una nueva forma de vida, de centros comerciales y automóviles que con la identidad histórica de pertenencia a una etnia. En Addis Abeba, a pesar de los controles de seguridad establecidos, la guerra queda lejos. La ciudad parece indiferente a los despidos, hostigamiento y detenciones arbitrarias que los tigriños están sufriendo ante sus ojos por el solo hecho de serlo.

3 La guerra había sido concebida como un medio de resolver lo que las elites políticas no acababan de hacer en los despachos. Pero según las noticias que se filtran se está convirtiendo en una guerra de carácter popular. Los campesinos tigriños están haciéndola suya. El TPLF tiene sus raíces sociales entre ellos. Fueron sus dirigentes, estudiantes, los que los formaron y educaron. Estos campesinos no son la clase media de Addis Abeba. Los centros comerciales no les dicen nada. Tienen suerte si tienen una buena cosecha y no dependen para comer de lo que les envían sus hijos desde el Golfo. Su alianza con el TPLF se ha mantenido todos estos años porque tienen la percepción de que su situación económica está mejorando de la mano del desarrollo. La llegada de los soldados federales y las milicias amharas enviadas por Abiy para detener a los líderes del TPLF la están viendo como la llegada de un ejército de ocupación. Estos campesinos tienen una historia de lucha y resistencia. En 1943 se insurreccionaron contra Haile Selassie. Los aviones ingleses basados en Aden los derrotaron después de bombardear Makelle. La segunda insurgencia tuvo éxito. Después de 16 años de lucha (1975-1991) derrotaron al Derg y marcharon sobre Addis Abeba organizados por el TPLF. Saben cómo pelear. Podemos estar en los inicios de una tercera insurgencia si no se negocia una salida política. Abiy proclamó la victoria cuando cayó Mekelle. Pero según dijo Debretsion Gebremichael, el líder tigriño, las fuerzas mili-

tares tigriñas se habrían retirado de Mekelle hacia las montañas vecinas para evitar la destrucción de la ciudad y el sufrimiento humano que la acompañaría. La guerra, dijo, va a continuar. Algo que parece que está ocurriendo. Testigos hablan de que los ataques guerrilleros han comenzado, aunque no se pueda confirmar porque las redes telefónicas e internet siguen cortados por el gobierno de Etiopía. Los costos humanos y humanitarios pueden ser devastado-

Hay informes que revelan que drones de Emiratos Árabes Unidos están ayudando a Abiy en la guerra del norte. res. Las cifras de muertos, de acuerdo con el Grupo de Crisis Internacional, en lo que llevamos de guerra pueden ser ya de millares. Doctores en Mekelle han reportado muertes de civiles a consecuencia de bombardeos en áreas residenciales. Ha habido robos y saqueos por las tropas ocupantes en fábricas y almacenes. Han sido reportados episodios de limpieza étnica, asesinatos brutales, golpizas y violaciones mayoritariamente perpetrados por Fano, una milicia amhara que está acompañando a los soldados federales. Más de 50 mil personas se han refugiado en Sudán. Muchas más se han desplazado dentro de Tigray para evitar los daños colaterales de la guerra. El ejército federal ha cercado la región y no hay acceso a la ayuda humanitaria después de un mes de empezado el conflicto. Los médicos hablan de una situación crítica en los hospitales. Hay necesidad de medica mentos básicos, entre ellos tanques de oxígeno. Hay que tener en cuenta que 600 mil per sonas dependían en Tigray de ayuda humanitaria antes de que empezara la guerra, entre ellos 100 mil refugiados eritreos que habían huido de Eritrea para no hacer el servicio militar. Anne Encontre, la representante de la agencia de refugiados de Naciones Unidas (ACNUR), ha dicho: “Nosotros hemos oído de muertes de refugiados, nosotros hemos oído de algunos que han sido reclutados a la fuerza, nosotros hemos oído de secuestros” ■

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Protestas en Ecuador durante la crisis de octubre de 2019.

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Ecuador

elecciones entre violencia y confusión por Cristina Muñoz Zeas

S

on distintos los procesos electorales que a Sudamérica le esperan en 2021. Entre ellos se encuentran las elecciones presidenciales de Ecuador ¿Cuál es el contexto sociopolítico en el que los ecuatorianos acudirán a las urnas?, ¿cuáles son los escenarios políticos que proyectan los comicios?

Si pudiéramos describir la situación global con una palabra, esta sería: crisis. Múltiples factores influyen para que esta situación sea mucho más visible en unas regiones que en otras. Pensemos en América del Sur: la región se encuentra atravesando dilemas estructurales en medio del descontento social generado por una desigualdad que, si bien permanecía latentemente asumida, la pandemia contribuyó a visibilizarla crudamente. La crisis socioeconómica, resultante de una desigual distribución de recursos, da lugar a una crisis de representatividad política que interpela, por una parte, a esa ciudadanía que debiera reclamar unos derechos sociales que le son negados, y, por otra parte, a unos gobiernos que debieran cumplir con sus funciones públicas, garantizando a las personas las condiciones necesarias que permitan vivir dignamente y participar democráticamente de los asuntos comunes. Además, debemos considerar otros aspectos que inciden en Suramérica, y que son prácticamente consustanciales a la suerte de sus países aun cuando procedan de su exterioridad: esta región del mundo se encuentra considerablemente expuesta a las dinámicas relativas al contexto internacional. Y la incertidumbre que genera el panorama internacional, en el

marco de las reconfiguraciones de los bloques hegemónicos, representa para los sudamericanos varios retos que no han sido aprovechados por sus gobiernos para estrechar lazos de cooperación interregional. Los gobernantes de derecha han pretendido desarticular las agendas regionales que habían impulsado, con vocación integradora, los gobiernos populares de las décadas anteriores. El ocaso del multilateralismo regional ha propiciado un clima de desconfianza mutua entre los distintos países de la región. Como consecuencia de ello, no han sido acordadas aquellas decisiones políticas que pretenden dar respuesta a males similares. Aunque cada uno de los países atraviesa crisis similares, las respuestas no son dialogadas, sino individuales y, hasta cierto punto, acordes con la autoridad que imprimen los poderes exteriores. En este panorama se encuentra la República del Ecuador, convertida en la zona cómoda de la influencia estadounidense desde que el presidente Lenín Moreno sustituyó a su predecesor, Rafael Correa. La extendida presencia de China en el país ha sido balanceada por la administración de Donald Trump, que no ha encontrado demasiadas dificultades para orientar la dinámica política del país sudamericano. En correspondencia

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con ello, el fantasma del denominado castrochavismo ha marcado vaporosa, pero persistentemente, la agenda mediática del país, sin que por ello se hayan llevado a cabo políticas concretas contra la supuesta amenaza venezolana que, según la estrategia comunicativa de las fuerzas políticas de derecha, acecha la región. ***** El 7 de febrero están convocadas las elecciones presidenciales del Ecuador en medio de una crisis política profunda: asistimos al abandono del gobierno por el propio gobierno, a la delegación tácita de funciones públicas primordiales. El Palacio de Carondelet –la sede del gobierno– se encuentra aparentemente huérfano, en transición hacia un nuevo huésped. Según todas las encuestas, el partido de Lenín Moreno no repetirá mandato: su candidata, Ximena Peña, no cuenta con opciones. Ante lo cual debemos preguntarnos qué nos deja el gobierno saliente. Observando el mandato de Moreno desde sus compases finales, diríamos que su gobierno ha sido el de una aparente transición. En efecto, el gobierno de Moreno ha pretendido transitar, desde el correísmo keynesiano del cual se pretendía inicialmente deudor, hasta una gobernanza neoliberal que nunca ha llegado a normalizarse. Y si esa gobernanza neoliberal nunca ha podido normalizarse es porque siempre ha requerido de una u otra forma de excepcionalidad. Así pues, esa transición ha sido sostenida, en un primer momento, por un diálogo abierto. En ese entonces, el ejecutivo presumía de llevar a cabo políticas públicas consensuadas con los agentes económicos a partir de un destino de beneficios comunes para todos los ecuatorianos. Posteriormente, en ausencia de un proyecto político nacional, y tras abandonar el mandato político –continuista con el correísmo– con que se había presentado a los comicios, el gobierno asumió varias decisiones, aparentemente erráticas, que contribuyeron a su desestabilización interna: la destitución del vicepresidente electo y su posterior juzgamiento, la designación de tres vicepresidentes adicionales y la conformación de un Consejo de Participación Ciudadana

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Transitorio –autodenominado como plenipotenciario– que estuvo en funciones durante más de un año. Hasta el mes de octubre de 2019, el escenario político ecuatoriano se encontraba inmerso en el caos a causa de la sucesión constante de hechos confusos. Los escándalos se solapaban unos encima de otros, los medios de comunicación no salían de una noticia para entrar en otra. En resumidas cuentas, no había tregua para una opinión pública que, por otro lado, ya se encuentra bastante expuesta a espectáculos y manipulaciones orquestadas desde el ámbito político y/o mediático. Pero… ¿qué ocurrió en octubre de 2019? Debemos recordar las jornadas de protesta que caracteriza-

Protestas en Ecuador durante la crisis de octubre de 2019.

ron ese mes. Tras un decreto presidencial que suprimía los subsidios de los combustibles, el descontento popular estalló y tuvo que enfrentarse a once días de represión del aparataje de control –policial y hasta militar– del Estado. Basta con revisar


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Mike Pompeo, Secretario de Estado de los Estados Unidos, y Lenín Moreno.

los contenidos de varios medios digitales alternativos para comprender la magnitud de la resistencia popular en las calles de las principales ciudades del Ecuador. La agenda de los poderes económicos, que por entonces ya dictaminaba la gestión del ejecutivo, encontró una gran resistencia, y el gobierno, a fin de sobrevivir, tuvo que ceder en aquellos aspectos más lesivos para la población. Después de haber perdido por completo el respaldo popular tras las históricas jornadas de protesta de octubre de 2019, el gobierno ecuatoriano únicamente se sostiene en los poderes fácticos, y lo hace por medio de prebendas que –con la venia de los principales partidos políticos de derecha, como CREO del Guillermo Lasso– han logrado generar un consenso entre las élites económicas y políticas favor de sus propios intereses. Se podría pensar que las fuertes protestas de octubre de 2019 marcarían la agenda ecuatoriana de cara al año 2020, pero, tras la pandemia causada por la Covid-19, se ampliaron los frentes de incertidumbre y la situación sanitaria no permite una nueva concertación de energías populares convocada con cometidos destituyenDesde la llegada de tes. Aunque eso no significa que pueLenín Moreno, da volver a darse una oleada de conEcuador forma parte testación popular como la del pasado año, la situación actual es de lasitud de la zona cómoda de generalizada. la influencia Actualmente se cuentan los días para que una nueva administración estadounidense asuma el poder legislativo y ejecutivo. Sin embargo, no estamos ante un proceso eleccionario ordinario del que cabría esperar, por una parte, que el partido de gobierno defendiese la gestión pública realizada durante su mandato y, por otra parte, los candidatos de la oposición concurriesen a los comicios avalados por sus

respectivos programas políticos. En esta campaña nos encontramos ante una puja por descalificar a todo aquello que resulte una amenaza para el nuevo modelo de ejercicio del poder que se ha construido durante los últimos años. A esto es necesario precisar que, si bien la sociedad se ha construido históricamente por medio de antagonismos, actualmente no existe una confrontación abierta sobre proyectos políticos opuestos. Los poderes fácticos que operan en la sombra diseminan, a través de los medios de comunicación, una serie de debates en virtud de los cuales se pretende propiciar que la ciudadanía realice una lectura paralela de la realidad. El objetivo es, indudablemente, evitar que el conflicto transite a través de sendas políticas. Y, aunque sea inequívocamente político el marco dentro del cual operan los desacuerdos, son al respecto de asuntos menores, prácticamente rayanos al chismoseo morboso, aquellos desacuerdos que se hallan presentes en el debate público. Podríamos invocar el concepto de hegemonía, y observarlo así en un estado superior de su aplicabilidad mediática, como condición por la cual el gobierno ha podido mantener el poder político. No obstante, las controvertidas medidas tomadas por el gobierno han venido acompañadas de represión, control, exclusión y violencia. Todo un proceso de sometimiento de lo social a la fuerza de un poder político al servicio de los poderes económicos. Como se indicaba previamente, la gobernanza neoliberal no ha pretendido normalizarse sino a través de excepcionalidad. De lo manifestado damos razón: la transformación de la agenda política “civil” a una “policial” ha sido necesaria para convertir la gestión pública de la vida en beneficios económicos para los sectores privados por medio de redes de corrupción multinivel. Al tiempo que los servicios públicos resultan desatendidos, la deuda pública no deja de incrementarse: se encuentra por encima del doble de su valor con respecto al inicio del mandato de Moreno (alrededor del 75% del PIB según el Ministerio de Finanzas). ***** En este escenario de legitimidad institucional reducida es que el próximo 7 de febrero tendrán lugar las elecciones de los asambleístas andinos, presidente y vicepresidente. Hasta el momento existen doce candidatos y una candidata presidencial. El proceso de inscripción de candidaturas evidenció que la censura política opera para el actual gobierno como una herramienta válida: por un lado, se validaron las candidaturas de los partidos de corte neoliberal, y, por el otro, candidaturas

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Rafael Correa y Lenín Moreno cuando eran aliados políticos en 2017.

como la que representaba al progresismo fueron truncadas de varias maneras. Con todo, son tres las opciones que, según las encuestas, cuentan con más posibilidades. La candidatura de Guillermo Lasso, banquero guayaquileño que participa por tercera ocasión como candidato a presidente, busca formalizar la agenda política que, con la avenencia de Lenín Moreno, se ha venido implementando en Ecuador durante su gobierno. Se trata del candidato asignado por los poderes económicos, cuyo discurso se fundamenta en la recuperación económica del país, la optimización del Estado y la privatización La censura política de prestaciones sociales. Por consiopera para guiente, la candidatura de Lasso sería el actual gobierno la forma por medio de la cual enconcomo una traría continuidad el servilismo de Moreno a los intereses privados. herramienta válida Por otro lado, tras las protestas de octubre de 2019, se esperaba que la candidatura del movimiento indígena cumpliera un rol transcendental en el perfilamiento de una nueva agenda política nacional. Sin embargo, Yaku Pérez, candidato por Pachakutik, brazo político de la Confederación Nacional Indígena CONAIE, ha sido cuestionado por sus bases luego de no lograr un consenso amplio sobre su postulación. Esta situación ha minado las posibilidades políticas de Pachakutik, lo que no significa que la influencia de los líderes indígenas –especialmente Nicolás Iza y Jaime Vargas– deje de ser importante en vistas a la oposición social que pudiera generar un gobierno eventualmente dirigido por Guillermo Lasso.

Por último, contamos con la opción que retoma la agenda política progresista sostenida por Rafael Correa durante los años de la Revolución Ciudadana. Esta iniciativa, que aglutina a los simpatizantes del correísmo, se encuentra personificada por Andrés Arauz. La candidatura –presentada finalmente con las siglas de UNES, la coalición Unión por la Esperanza– encontró amplias dificultades de concurrir, luego de la anterior descalificación de la tienda política con la que el correísmo pretendía inscribirse en el proceso electoral. De hecho, el Consejo Nacional Electoral rechazó que el expresidente Rafael Correa, que se encuentra residiendo en Bélgica, se postulase como candidato a vicepresidente. No olvidemos que Correa ha sido condenado por la Corte Nacional de Justicia a 8 años de prisión, y se encuentra inhabilitado para volver a ser presidente. Al expresidente se le atribuyen delitos de soborno, aunque el proceso judicial se en-cuentra motivado por fines políticos habida cuenta su firme oposición a las políticas de su sucesor Lenín Moreno. Dadas las condiciones en que actualmente se encuentra sumido el país, la opción UNES no debe ser entendida como mera nostalgia del liderazgo carismático de Correa, sino como la necesidad de reorientar la política nacional hacia el beneficio de las mayo-rías sociales. Así pues, y pese a la tentativa mediática de enmarañar el debate entre candidatos a partir de aspectos sustancialmente no políticos, el escenario de disputa electoral acaba por expresar una sustantiva diversidad de opciones. No obstante, las tres candidaturas referidas no llegan a reflejar por completo la pluralidad de necesidades y consignas que se encuentran presentes en la sociedad en un contexto de crisis, desigualdad, exclusión y violencia. La agenda política que guiará al próximo gobernante de Ecuador será trascendental al momento de delinear a largo plazo cuál será el destino de los habitantes del país, así como la forma en que éste se interrelacionará con los otros países de la región. Si los intereses de quien resulte ganador están encaminados a establecer condiciones más adecuadas de vida para las capas populares, seguramente le tocará lidiar con aquellos sectores económicos que hoy poseen el control real del poder. Sin duda un reto que generará amplias dificultades n

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Tolstรณi arando, por Ilya Repin (1887)

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El reloj de Tolstói por Higinio Polo

P

uesto que son muchas, ambivalentes y hasta contradictorias, las facetas que componen su personalidad, cualquier tentativa por sintetizar en una esquemática descripción la figura de Tolstói está condenada a un reduccionismo adulterador. Comprender el trazado de sus convicciones nos exige reseguir su trayectoria vital.

La casa de Tolstói en Moscú se encuentra en la ulitsa Lva Tolstovo, junto a Komsomolski Prospekt, en el barrio de Jamóvniki. Durante su vida, la calle se llamaba Dolgohamovnicheski y fue centro de la industria textil de la ciudad, como denota la cercana iglesia barroca de cúpulas doradas de San Nicolás de los Tejedores, y aquí o a la casa de Yásnaia Poliana llegaban admiradores y seguidores de sus ideas, desde campesinos a personajes de la corte, pasando por periodistas rusos, franceses o británicos. Pero también pasaban productoras cinematográficas como Société Pathé Frères, que rodó entre 1908 y 1910 un curioso documental sobre el escritor donde se ve a Tolstói caminar sobre la nieve o ir a buscar agua, sobre patines, a la plaza Krymskaya de Moscú. Aunque vivió casi siempre en Yásnaia Poliana, Tolstói compró esa casa moscovita de madera en 1882, y vivió en ella casi veinte años, alternándola con la finca de Tula, hasta 1901. Diez hijos suyos vivían en Moscú: Tatiana, María, Alexandra, Serguéi, Ilia, Lev, Andréi, Mijaíl, Alexéi y Vanechka. Desde aquí, Tolstói salía a pasear a caballo, y cuando colaboró en la elaboración del censo de 1882 iba al barrio de Jitrovka, lleno entonces de burdeles y delincuentes, esperando encontrar remedio a la podredumbre social del zarismo. Desde entonces, el tiempo se ha detenido en esa casa. Tras una pequeña recepción, enseguida se pasa al comedor de la planta baja, puesto para doce personas, con la vajilla azul que gustaba al escritor, un armario para loza, y un reloj de cuco presidiendo la estancia. Frente al plato de Tolstói, su vaso y su sopera: era vegetariano. En ese comedor le hizo su busto Pável

Trubetskói en 1898. Al lado, en la habitación de la esquina, está el piano de cola, un billar chino, un sofá con mesa y lámpara, y un canapé. A la izquierda, una sala con un escritorio, que muestra manuscritos originales. Tras un biombo, la cama, y, junto a ella, un balancín, un batín, una mesita con palangana y el jarro de agua: es el dormitorio de Sofía Andréievna y Tolstói. Ella, tenía una mesita para hacer punto de cruz. Más allá, la habitación de los niños: Alexéi, que murió con cuatro años; y Alexandra. Una mesa con trabajos escolares, plumas, tampón. Un caballito de madera, una muñeca, un baúl y dos camas. Al lado, otro aposento, para las criadas, y una estancia para niños, que da al patio, mirando a la calle: una mesa con un globo terráqueo, un reloj de campana, libros, armario y el aguamanil para lavarse. Después, la habitación de Tatiana: es la más bonita. Dos butacas doradas, dos mesitas, muchos cuadros en las paredes, todas pintadas de color rosa, y numerosos portarretratos, y una caja para la correspondencia, con llave. Después, el visitante se encuentra un rincón con armario-mostrador para el samovar, y para guardar vajilla, que tiene un quinqué en la pared. Junto a la escalera, el abrigo de Tolstói, forrado con piel. Arriba, la sala con un piano de cola y partituras de Haydn, Chopin y Beethoven. Es grande, espaciosa, presidida por una gran chimenea, aquí lo visitó Rimski-Korsakov. Hay una mesa para diez comensales, dispuesta; un canapé y seis sillas con almohadillados dorados ante un ajedrez, y todavía más asientos en la sala. Después, otra gran estancia con mesas y sillas, una cama turca habilitada como sofá: en ella, podían sentarse hasta

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doce personas, y una gran alfombra. En ese piso superior, están rante toda su vida. Anotó en él sus quehaceres, sus intereses; los dormitorios: el de María, Masha, tiene un biombo. Al lado, durante sesenta años escribió en sus páginas, aunque a veces la habitación para la modista, muy pequeña, con un maniquí y dejó de hacerlo, como en la década larga entre 1863 y 1877: la dos minúsculas camas. Y una tercera habitación, diminuta: escritura de Guerra y Paz entre 1863 y 1869, y de Anna Karénina solo cabe un lecho, baúl, mesa y silla, y una estufa. entre 1873 y 1877, lo absorbía. De manera que puede seguirse El estudio de Tolstói es inhóspito. Una mesa con una pequesu evolución y sus preocupaciones: apunta sus tropiezos, coña baranda en los bordes, un somo cuando con menos de veinte fá y seis butacas negras, y un araños contrajo la gonorrea por fremario al que los vigilantes de la En casa de su abuela, Tolstói escuchaba a un ciego cuentar prostitutas, o cuando se casa no dejan acercarse. En la entregó al juego en sus años de que explicaba las historias de las mesa, dos palmatorias, tinteros, milicia. También son relevantes mil y una noches, una de sus influencias secador, plumas, y un periódico para ver su evolución las páginas tempranas. y una carpeta, como si la víspera que escribió su mujer, Sofía. TolsTolstói hubiera dejado todo pretói era absorbente: Biriukov estuparado. Aquí escribió Resurrección, vo a punto de casarse con Masha, que acabó con más de setenta años, La muerte de Iván Ilich y la hija predilecta, pero el escritor no quiso renunciar a ella, que La sonata Kreutzer; y trabajando en esa mesa le hizo Nikolái Ge copiaba sus manuscritos, atendía su correspondencia, trabajasu célebre retrato de 1884, y P. V. Preobrazhenski le fijó en una ba en las tierras de la familia. También impidió que se casase fotografía de 1898 que casi parecen la misma escena. La mayor con Petia Raievski, un amigo de la familia, y con Nikolái Zanparte de sus libros se encuentran en Yásnaia Poliana, donde der, un maestro a quien Masha se resistió a renunciar. Finalguardan más de veinte mil volúmenes, muchos de ellos en mente, Masha pudo casarse con Nikolái Leonídovich Obofrancés. lenski, un príncipe arruinado. En 1906, Tolstói vio morir a su Al lado del estudio, un espacio para la ropa, con perchero; querida hija, muerta con solo treinta y cinco años. otro para los zapatos, y una bicicleta que utilizó siendo ya un Sus padres murieron cuando Tolstói era un niño. En 1837, la anciano. Escondido tras un armario, un aguamanil y dos sillas. familia Tolstói se traslada a la ulitsa Pliushchikha, en Moscú, Y unas botas que hizo el propio Tolstói. Desde esta casa, fue a donde vive su infancia, primero con su padre y después con su pie, tres veces, hasta Yásnaia Poliana. abuela, y en 1841 los llevan a Kazán, donde viven con su tía Pelagheya I. Yushkova, casada con un terrateniente de la re*** gión; y donde tres años después ingresa en la Universidad, primero en la facultad de Filosofía para estudiar literatura árabeLa edición soviética de sus obras completas, que se terminó turca y después en Derecho, que abandona en 1847, sin culmien 1958, llenó noventa volúmenes y está disponible en internar sus estudios. Tiene inquietudes religiosas, viaja con frenet, y la colección de sus diarios y de su correspondencia a lo cuencia a Moscú, frecuenta prostitutas, lee a Rousseau y a largo de casi setenta años, que tradujo la eslavista mexicana Dickens. Con veintiún años decide estudiar Derecho en San Selma Ancira al castellano, da cuenta de sus preocupaciones, Petersburgo, con la intención de “quedarse para siempre”, pero de su vida de noble: escribió sus diarios hasta unos días antes abandona al año siguiente, cargado de deudas. El 8 de diciemde morir. Consiguió una inmensa celebridad en Rusia y en toda bre de 1850 escribe en su diario, confuso pero decidido a camEuropa. Stefan Zweig creía que Tolstói había sido el escritor biar: “Dejé de hacer castillos y planes españoles”; a finales de más fotografiado, aunque las imágenes no estuvieran disponiaño se instala en Moscú, y en abril de 1851 recorre el Cáucaso bles: en el Museo Tolstói se conservan más de doce mil; mucon su hermano Nikolái, oficial del ejército zarista, y él mismo chas, con escenas de su familia, tomadas por su editor, Vladíse incorpora en enero de 1852. Vive en Tiflis, lee a Platón, a mir Chertkov, con quien mantenía una gran amistad y relación: Rousseau, a Dickens, y en marzo de 1854 va a Bucarest con el Tolstói le escribió tantas cartas que llenan cinco volúmenes de ejército, y al año siguiente a Sebastopol, donde recibe la prisus obras completas. mera carta de Turguénev aconsejándole que abandone el ejérPável Ivánovich Biriukov publicó su biografía en vida de cito y cultive la literatura. Tolstói, que pudo corregir y revisar el texto, acompañada de En casa de su abuela, Tolstói escuchaba a un ciego que explidocumentos, cartas y fragmentos del diario que escribió ducaba las historias de las mil y una noches, una de sus influen-

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Lev Nikoláievich Tolstói descalzo, por Ilya Repin (1901)

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cias tempranas: tal vez por eso escribió su trilogía Infancia, Adolescencia, y Juventud, publicados entre 1952 y 1856, aunque esas páginas son más un conjunto de relatos que recuerdos reales, que también incorpora. En 1854 su compañía va a la guerra de Crimea (donde Rusia se enfrenta a Gran Bretaña y Francia) y lucha en Sebastopol, de ello surgirán sus Relatos de Sebastopol. Cuando cayó la ciudad, el 27 de agosto de 1855, la víspera de su cumpleaños, Tolstói tenía bajo su mando cinco cañones de batería; consideró una tragedia la derrota, un hecho que recordó durante toda su vida. En noviembre de ese año fue a San Petersburgo, donde conoció a Turguénev, Nekrásov, Ostrovski, Goncharov, y un año después se licenció de la milicia. Era ya conocido en los círculos literarios, que le disgustaban. En febrero de 1857 inicia un viaje por Europa: Francia, Italia, Suiza, Alemania; llega a París, donde lo reciben Turguénev y Nekrásov y donde presencia una ejecución en la guillotina. Durante mes y medio frecuenta a Turguénev en la capital francesa, aunque tienen diferencias; en su diario, Tolstói escribe sobre él: “Es un hombre frío e inútil, aunque inteligente, y su arte es inofensivo.” Después, va a Lucerna, Berlín, Varsovia. En Baden-Baden pierde todo su dinero en la ruleta, y en julio tiene que regresar en un vapor a San Petersburgo: ha dilapidado sus recursos. En 1860 viajó al sur de Francia, por la muerte de su hermano Nikokái. Volvió más tarde a Europa: de 1861 es el conocido daguerrotipo de Tolstói en Bruselas. Ese año, una disputa con Turguénev le lleva a romper con él, con quien no se reconciliaría hasta diecisiete años después. En 1862 Tolstói recorre de nuevo Europa y conoce en Florencia a Serguéi Volkonski (un general que había pasado treinta años exiliado en Siberia tras el fracaso decembrista, y que le serviría de inspiración para el personaje de Andréi Bolkonski de Guerra y paz), y en Londres a Herzen y a Dickens. En los años siguientes, Tolstói escribe y procura la emancipación de los siervos de su hacienda, que es acogida por éstos con desconfianza. Años atrás, en San Petersburgo, Tolstói ya había empezado a escribir un plan para la liberación de los campesinos en sus tierras de Yásnaia Poliana y Gretsovka, proyecto que desarrolló en 1856 mientras negociaba las condiciones con ellos, que tenían un temor de siglos sobre las intenciones de los terratenientes. La abolición de la servidumbre por Alejandro II en 1861 dejó a muchos campesinos sin trabajo y sin saber qué hacer, y Tolstói creó entonces una escuela para los hijos de los mujiks en sus tierras de Yásnaia Poliana, donde él mismo impartía clases. En 1862, en la iglesia de la Natividad del Kremlin moscovita, desposa a Sofía Andréievna Bers, una joven de dieciocho años con quien tendrá trece hijos y una relación difícil que los llevó casi hasta el divorcio, y serias diferencias: tras el nacimiento de su hija Masha, que casi causó la muerte de Sofía Andréievna, Tolstói rechazó de plano la recomendación médica de que su mujer no tuviese ya más niños. Cuando se casó, el escritor ya había tenido un hijo, Timofei, con una

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campesina, Aksinya Bazikina, esposa de uno de sus siervos; el niño se educó en la escuela del propio Tolstói y después trabajó como cochero en su finca. En esos años, el escritor interviene en asuntos políticos, critica el despotismo zarista y los atropellos del gobierno. De hecho, hacía años que la policía zarista lo vigilaba, como después la censura le prohibió artículos y libros, y tras las protestas de otros nobles que acusaron a Tolstói de favorecer a los campesinos, los gendarmes llegaron a registrar su casa, en 1862, en busca de una imprenta secreta. En Guerra y paz, que había iniciado pensando escribir una novela sobre los decembristas y el retorno de exiliados de Siberia, acaba esculpiendo el gran friso sobre la guerra napoleónica y la Rusia de Alejandro I. Trabaja en bibliotecas moscovitas, visita el campo de batalla en Borodinó, el mayor enfrentamiento de las guerras napoleónicas, y consigue terminar la novela en 1867. Se inspira en miembros de su familia para dibujar el carácter de algunos personajes: el príncipe Bolkonski recuerda a su abuelo materno, que vivió en tiempos de Catalina II; el príncipe Andréi se basa en un primo hermano de su madre, el príncipe Nikolái Grigórievich Volkonski, que había participado en las guerras napoleónicas; Tatiana, hermana de su esposa, se refleja en la Natasha Rostov, alma de la novela; incluso se fija en sus padres, cuyas cualidades se encuentran en Nikolái Rostov y en la princesa María Volkónskaia. También alude a su familia en otras obras: rasgos de su hermano Dmitri se encuentran Tolstói, fotografiado por Prokudin-Gorski (1908) en el hermano del Levin de Anna Karénina. Tolstói apuntó que Guerra y paz no era una novela, ni un poema dejar por ello sus ocupaciones espirituales que se expresan en o una crónica histórica, aludiendo de paso a su desdén por las obras como Confesión o Mi fe. Toma como modelo para la heformas canónicas en la literatura europea, porque creía que roína de su novela a María Alexandrovna Hartung, la hija madesde Pushkin la literatura rusa se “desvía de las formas euroyor de Pushkin, a quien conoció peas” (citaba como ejemplos Alen Tula en 1868, y el destino de mas muertas, de Gógol, y La casa Tolstói procuró la emancipación Anna Karénina se inspira en el muerta de Dostoievski). Las ilusde los siervos de su hacienda, que suicidio de la amante de un vetraciones de Guerra y paz y de Recino suyo, Anna Stepanovna Pisurrección fueron realizadas por su es acogida por éstos con desconfianza. rogova, que, abandonada, se amigo Leonid Pasternak, padre del lanzó bajo un tren de carga. Esa novelista. historia de Anna y el conde Vronski se publicó en 1878, dejanSus frecuentes depresiones le hacen dudar de sí mismo, pordo paso después a una profunda depresión de Tolstói. fiar con su mujer y sus hijos, refugiarse en Schopenhauer y en Estudia griego para leer a Homero y Platón, y se enorgullece un misticismo cristiano e inquietud espiritual que le llevan a de leer en el original a Jenofonte, como estudió hebreo, para rechazar incluso la escritura: hacia 1869, repudia la literatura y leer la Biblia; también, física, astronomía, y llega a escribir artídeja de escribir; la crisis que le abruma, ante un mundo que culos sobre esas materias. Lee también a Erasmo, Agustín, considera debe cambiarse, le lleva a rechazar sus propias Emerson, Montaigne. Un pleito por la muerte de un pastor le obras, a arrepentirse de haberlas escrito, aunque cuatro años lleva a planear irse a vivir a Inglaterra; se preocupa por la podespués inicia Anna Karénina que no terminará hasta 1877, sin

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breza del pueblo ruso, que observa en los barrios moscovitas, y sia ortodoxa, el mismo año en que Ilia Repin, que lo calificó de su peculiar religión atrae a los curiosos que se acercan a su “la mejor persona del mundo, el alma más delicada”, pinta su casa. Transcurre casi una década hasta que publica, en 1886, La retrato, vestido con blusa de mujik, descalzo en el bosque: muerte de Iván Ilich. En 1887, Nikolái Leskov lo visita en Moscú, Tolstói se ha convertido en un campesino, pero es el señor, el y Tolstói conoce a Tomáš Maconde. En septiembre se va a Gassaryk. Sus convicciones le abrupra, en Crimea, a la finca de la conEl escritor pudo dedicarse a sus asuntos, man: quiso renunciar a sus prodesa Sofía Panina; allí recibe a piedades y a los ingresos que le Chéjov, que estaba en la cercana a sus novelas, a su religión laica, mientras reportaban sus libros, con la Yalta, y a Gorki, a Alexandr GolSofía bregaba con la vida, asistida oposición de su mujer; era ella denweiser, e incluso al gran duque por criados y campesinos. quien cuidaba de la hacienda, Nikolái Mijáilovich Románov. En de los gastos, de las necesidades los meses siguientes contrae neude los hijos, además de atender monía y tifus, pero consigue recula correspondencia de su mariperarse, aunque después cae bajo do, de copiar sus libros: el escritor pudo dedicarse a sus asunla gripe. En la revolución de 1905 se pone al lado de los campetos, a sus novelas, a su religión laica, mientras Sofía bregaba sinos y critica a Nicolás II por olvidar al pueblo; por eso, dos con la vida, asistida por criados y campesinos. Su obsesión por años después, escribe al presidente del gobierno, Stolipin, la lascivia le llevó a escribir: “Tengo que acostarme con mujepidiendo la abolición de la propiedad de la tierra. No podía res. De lo contrario, la lujuria no me abandona ni un instante”. extrañar que, en 1908, con ocasión del ochenta cumpleaños Tuvo siempre esa inquietud, pero en los frecuentes embarazos de Tolstói, el Santo Sínodo de la iglesia ortodoxa llamara a los de Sofía, Tolstói aprovechaba su condición de conde y terratefieles a no honrarle en su aniversario. Ese mismo año, niente para acostarse con jóvenes campesinas, atribuyendo a Prokudin-Gorski toma su célebre fotografía del escritor, con su esposa la responsabilidad por no satisfacerle. En esos años, blusa campesina y botas negras para montar a caballo: la priTolstói se refugia en una consciente austeridad y vida frugal, mera en color que se hizo en Rusia. Cada vez padece más busca la virtud, trabaja incluso los campos y medita entregar achaques, incluso prepara su muerte, y vuelve a pedir a su sus tierras a los mujiks, mientras su familia continúa la vida ociosa, indolente y despreocupada de la vieja nobleza. Ayuda a los campesinos en los meses de la hambruna que se desata en Samara en 1891, y crea comedores en Riazán, reparte leña, ayuda a sembrar. Al mismo tiempo, copia aforismos y pensamientos de escritores de todo el mundo, que recoge en su Círculo de lectura. En 1901 está viejo y enfermo y es excoLev Tolstói y Sofía Andréievna mulgado por la igle-

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Aspecto actual de la casa de Yásnaia Poliana

Estación de tren de Astápovo, actualmente Lev Tolstói

familia que renuncie a los derechos de sus obras. *** Su preocupación por la forma de vivir el cristianismo, y la propia figura del Cristo, le llevaron a definir un singular evan-

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gelio de cinco mandamientos: en él, Tolstói cree que no se debe ofender a nadie; ni perseguir aventuras con mujeres; ni jurar nunca, porque los juramentos llevan a malas obras; pide aceptar las ofensas y huir de la venganza; y no diferenciar las patrias, porque todos los seres humanos son hijos del mismo padre. De hecho, en su artículo “Cristianismo y patriotismo”, escribió que el nacionalismo era “estúpido e inmoral”. En la inquieta Europa que recibía el orientalismo, que soportaba la voracidad burguesa y las ciudades negras de la industria, aquella Rusia que llegaba con las novelas de Tolstói, y también con Dostoievski, revelaba un mundo eslavo espiritual que impregnaba la vida y dotaba de una nueva sensibilidad al ánimo fatigado del continente. En su Vida de Tolstói, Rolland escribe que los lectores europeos recibieron sus novelas con emoción porque “jamás una voz como la suya había resonado por toda Europa”. Hicieron suya su obra “por su vida ardiente, por su juventud de espíritu. Nuestra, por su desencanto irónico, su implacable lucidez, su obsesión por la muerte. Nuestra, por sus sueños de amor fraternal y de paz entre los hombres.” El ascetismo, pero también la corriente nihilista, se expresan en ese peculiar cristianismo de Tolstói que rechaza la riqueza, que siente los pecados del mundo, que se aleja de la iglesia, aunque rechaza cualquier tentación atea. Esa insatisfacción ante la vida real que padecía el pueblo ruso y su búsqueda de un nuevo horizonte donde impere la justicia, está en el nihilismo y en el naciente movimiento obrero,


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y también en la obra de Tolstói, aunque todos tomarán camisiempre en el pecado. Sus fotografías con Gorki y Chéjov, que lo nos diferentes. fue a visitar a Yásnaia Poliana en 1895, muestran a Tolstói en el Inclinado a la humildad, Tolstói no rehuía la gloria. Ese mundo, aunque se alejaba de él; en cambio, nunca conoció a Tolstói moralista, que rechazaba la sexualidad pero tuvo trece Dostoievski, de quien leía Los hermanos Karamázov en los últihijos, era un singular anarquista fuera de las organizaciones mos días de su vida: el libro quedó en su habitación de Yásnaia ácratas de su tiempo, contrario a la propiedad privada, soliPoliana cuando huyó, y todavía se encuentra sobre la mesa. dario con los trabajadores en los años de la guerra ruso-japoHuye de su casa el 28 de octubre de 1910, en un carruaje, nesa, hombre fraterno con los acompañado de su médico percampesinos, pero desdeñoso con sonal, Dushan Petrovich MakoEsa insatisfacción ante la vida real que la capacidad de las mujeres, vitski; llega a la estación de ferrohasta el punto de rechazar su padecía el pueblo ruso y su búsqueda de un nuevo carril de Kozlova Zaseka, donde igualdad con los hombres; paci- horizonte donde impere la justicia, está presente toma un tren: quiere ir al monasfista que llegó a influir en Ganterio Shamordinski, allí está su en la obra de Tolstói. dhi (con quien mantuvo correshermana la monja Maria Nikopondencia al final de su vida y laevna; después, cambia de idea y que llevó al indio a bautizar la pretende llegar a Novo-cherkassk, cooperativa sudafricana de Durban como Granja Tolstói, hospero enferma y baja del tren para morir en Astápovo, un puetil con la Iglesia ortodoxa pero no con la religión, abierto eneblecito al que la revolución bolchevique cambiaría su nombre migo del ateísmo (“la fe es la fuerza que nos mantiene vivos”), por el de Tolstói. En la casa del jefe de estación, Iván Ozolin, le que siente un profundo dolor disponen una cama, donde mueante la miserable suerte de los re el 7 de noviembre. Su tumba, oprimidos, pero noble, al fin, El ascetismo, pero también la corriente nihilista, sin cruces cristianas, un sencillo porque era un terrateniente que túmulo de tierra, está en Yásnaia se expresan en ese peculiar cristianismo podía comunicarse con la famiPoliana, entre los abedules. Zweig, de Tolstói que rechaza la riqueza. lia del zar. que fue invitado por los sóviets al La obsesiva búsqueda de la centenario del nacimiento del esespiritualidad, los castigos que critor en 1928, visitó Yásnaia Pose infligía, el constante sentiliana, y la sencillez desnuda de su miento de culpa, el lúgubre resepultura le causó una profunda mordimiento por sentir deseos sexuales, sus sermones sobre impresión: “Ni la cripta de Napoleón bajo el arco de mármol de las relaciones carnales y la necesaria castidad que exigía, la los Inválidos, ni el sepulcro de Goethe en el panteón de los lujuria que lo perseguía, revelan un hombre devoto y exaltado, príncipes, ni ninguno de los monumentos funerarios de la abaintransigente y consumido: pretende que los campesinos día de Westminster impresionan tanto con su aspecto como abandonen el alcohol y no prueben la carne, como hace él, esta tumba conmovedora en su anonimato, magnífica en su pero también le descubren sinceramente angustiado por la silencio, perdida en medio del bosque y rodeado tan sólo por el dura vida de los mujiks. Su severidad consigo mismo venía de susurro del viento; sin mensaje alguno, sin palabras.” lejos: el 7 de julio de 1854, había anotado en su diario: “Soy El sonido del hacha talando el jardín de los cerezos de tonto, torpe, sin escrúpulos y sin educación. Soy irritable, abuChéjov había anunciado el fin de una época, y tras la muerte rrido con los demás, inmodesto, intolerante y avergonzado de Turguénev y Dostoievski, la desaparición de Tolstói cierra desde niño. Soy casi ignorante. Lo que sé, lo aprendí de alguna el ciclo de la excepcional literatura rusa de la segunda mitad manera yo mismo, a trompicones, sin comunicación, en vano. del siglo XIX que se había interrogado sobre la condición Soy incontinente, indeciso, voluble, estúpidamente vanidoso y humana y su manera de permanecer en el mundo. Gorki ardiente, como todos los cobardes”, aunque Chernishevski rompió a llorar al conocer la noticia del tránsito de Lev Nidestacó la “pureza del sentimiento moral” de Tolstói. koláievich, y Víktor Shklovski recordó que, cuando murió Lev Nikoláievich fue duro con Shakespeare, como anotó RoTolstói, la vida en Rusia se detuvo y un espeso silencio cubrió lland; no soportaba a George Sand, y estimaba menos a DosSan Petersburgo. Por eso, el reloj de la estación de Astápovo, toiesvki que a Turguénev, aunque no por ello dejó de tener una hoy Lev Tolstói, marca desde entonces las 6’05, la hora de su relación difícil con él, a quien reprochaba su vida disipada, muerte n

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EstaĚ n vivos (1988), de John Carpenter

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La publicidad encubierta: catarsis cinematográfica por J. Casri

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n la medida que los espectadores devienen potenciales consumidores, la producción cinematográfica se desliza hacia la industria de la publicidad: la ficción dramática, así como la experiencia emocional asociada, poseen efectos subconscientes que son explotados por el neuromarketing. ¿Es la publicidad encubierta el reino de la libertad en su perfecta inversión?

James Bond conduce un Aston Martin, Marty McFly lleva unas Nike en Regreso al futuro y Neo utiliza un Nokia en Matrix. Detrás de estos detalles conocidos, se enconde una realidad de publicidad encubierta que mueve grandes cifras, ejerce enorme influencia en guiones y aprovecha mecanismos y efectos de la ficción para generar una respuesta emocional fuera del control del espectador, con fines puramente comerciales. Uno de los mayores negocios del mundo cinematográfico se fundamenta en la tríada formada por la ficción, la publicidad y la neurociencia, una alianza que reconfigura al espectador que se sienta en el patio de butacas en un consumidor. Los mecanismos y el fin último de la ficción, se formule esta finalidad como un mero entretenimiento o una catarsis, son explotados gracias al neuromarketing mediante una publicidad encubierta omnipresente en incontables largometrajes. Unas décadas atrás, surgió un gran temor público por la publicidad subliminal, prohibiéndose de forma explícita en España a través de la Ley General de Publicidad de 1988. En su redacción se consideró perfectamente lícita toda publicidad asociativa –aquella que, por ejemplo, vincula virilidad a una colonia– siempre y cuando una persona pueda percibir esta correlación conscientemente por sus sentidos, en contraposición a la publicidad “que mediante técnicas de producción de estímulos de intensidades fronterizas con los umbrales de los sentidos o análogas, pueda actuar sobre el público destinatario sin ser conscientemente percibida”1. Los avances en neuro-

ciencia y psicología social señalan que la concepción del ser humano contenida en ésta y legislaciones similares sufre de un exacerbado positivismo racionalista. En el mundo cinematográfico, la confluencia de marketing, neurociencia y mecanismos de la ficción hace años que se ha consolidado a través de la publicidad encubierta o de su versión contemporánea, expandida y rebautizada como ‘brand integrations’ o integración de marcas corporativas2. Su práctica habitual hace necesario preguntar qué relación hay entre el fin último de una ficción y la transformación o influencia en el individuo que promueve una producción cultural en la actualidad. En 2019, se destinaron tan solo en Estados Unidos más de 20 mil millones de dólares en publicidad encubierta en el sector audiovisual, generando un beneficio de 10 mil millones3. A pesar de la obviedad con la que en ocasiones se emplea esta forma de publicidad, su inversión ha ido en aumento a lo largo de los años al ser respaldada por sus resultados: un 49% de los estadounidenses se vieron influenciados por ella y un 60% de los espectadores valoran mejor las marcas que reconocen tras haberlas visto en películas4. En la televisión contemporánea, el cambio de hábitos introducido por las plataformas online ha transformado las expectativas en el visionado. Al emitir su programación sin anuncios, series y películas no son cortadas para mostrar los tradicionales anuncios de 30 segundos, generando una nueva cultura en el espectador que ha reducido significativamente la cantidad y

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efecto de estos spots. Una parte importante de los ingresos recaudados por cadenas de televisión y plataformas en el apartado de marketing se ha reconducido a la publicidad encubierta, siendo la caída del spot televisivo menos traumática de lo esperado al suponer una bienvenida regeneración para tanto espectadores como marcas, aunque por motivos diferentes. El visionado gana fluidez para los espectadores, libre de cortes o con una tendencia a su reducción, y es recibido sin percibir intromisiones publicitarias aunque, según Peter Naylor, responsable de la venta de anuncios para la cadena y distribuidora de contenidos Hulu, la publicidad encubierta presente en sus contenidos “ha generado un aumento del 89% en intención de compra en los espectadores y un aumento del 74% en el conocimiento de la marca en comparación con un anuncio tradicional de 30 segundos”5. En el cine, la tradición de la publicidad encubierta se inició tempranamente, probablemente con Wings (1927), pero en el último medio siglo se ha convertido en práctica habitual e importante fuente de financiación para estudios y directores. Por ejemplo, no es extraño que las películas de James Bond vendan publicidad encubierta por un valor de 100 millones de dólares por película, como ha ocurrido en El mundo no es suficiente o Casino Royale 6. El récord puede que aún esté en posesión de El hombre de acero de Zack Snyder, un filme con un presupuesto de 225 millones de dólares y que ingresó en publicidad encubierta 160 millones de dólares antes de vender una sola entrada7.

En 2019, se destinaron en Estados Unidos más de 20 mil millones de dólares en publicidad encubierta en el sector audiovisual.

Este modelo de publicidad ha demostrado resultados tangibles que beneficia a tanto película como marca. La compañía de dulces Hershey se comprometió a gastar un millón de dólares en promocionar E. T. a cambio de aparecer en la película, aumentando los beneficios de estos dulces un 65% dos semanas después del estreno de la película. Ray-Ban contrató a una firma especializada en publicidad encubierta en 1982 y, tras aparecer un par de gafas Wayfarer en películas como Risky Business (1983) o El club de los cinco (1985), sus ventas pasaron de 18.000 unidades anuales a 360.000. Tras cuatro años de ser vistas en largometrajes, Ray-Ban vendía más de 1.5 millones de pares de este modelo al año8. La publicidad encubierta ha evolucionado con el tiempo dentro de un abanico de opciones, desde suponer el suminis-

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tro de material a emplear en la película como coches o vestuario, una ayuda para el presupuesto de un largometraje, hasta consolidarse como una estrategia de marketing donde los mecanismos de publicidad de cada marca que aparece en un filme se combinan con los de la película para llegar a un público más amplio. A grandes rasgos, se distinguen tres modalidades de publicidad encubierta según un producto sea simplemente ubicado en un plano, se inserte en el guion (un personaje compra un café en un Star-bucks) o forme parte integral de la trama (la madre de Superman en El hombre de acero trabaja en Sears y es el lugar donde se desarrolla una importante escena9). La alianza entre marcas y un largometraje se inicia desde la fase de producción y la publicidad encubierta ejerce cierto control sobre la confección del filme y su guion, tal y como reconoce el pionero en publicidad encubierta Norm Marshall en el divertido documental de Morgan Spurlock La historia más grande jamás vendida10, donde bromea por no siempre conseguir los cambios en el guion que demanda. Posiblemente, la compañía que ostenta mayor control sobre el contenido narrativo de un filme es el ejército estadounidense, dado que ningún estudio ni productora posee aviones, helicópteros de combate, tanques o acorazados, y tanto la aprobación del guion por parte de las fuerzas armadas como la inclusión de los cambios que estiman oportunos son necesarios para el préstamo de material bélico. No es de extrañar entonces el patriotismo o la visión sesgada presente en muchas películas bélicas estadounidenses, ni que gracias a Top Gun el ejército viera un incremento del 500% en sus números de reclutamiento11. El éxito de la publicidad encubierta no radica en las marcas que la emplean sino en la forma en la que se practica, ya que aprovecha deliberadamente varios mecanismos de la ficción para crear una profunda influencia comercial en el individuo. El poder contenido en la ficción ha sido visto desde la Antigüedad. Si Platón fue el primer gran pensador en apuntar sus riesgos y eliminar la ficción de su ciudad ideal, su discípulo Aristóteles vio en ella su enorme potencial. Para Aristóteles, la ficción, tal y como se desarrolla en el teatro, tiene como fin último social la educación de los ciudadanos gracias a la catarsis, término que ha dado juego a una enorme ambivalencia teórica en cuanto a su significado y que se suele definir como la purificación de las pasiones del espectador. La catarsis, a su vez, se logra a través de la creación de dos emociones: la compasión y el miedo, compasión por el héroe que hay en escena y miedo a que nuestro destino pueda ser similar al suyo. De acuerdo con esta visión presentada por Aristóteles, la identificación que el espectador crea con el personaje gracias a la ficción no solo proporciona un patrón de comportamiento, sino


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nes en el interior de nuestra alma”12, al proyectar el lector sus propias necesidades psíquicas mediante una identificación con la obra. Para la Teoría de la Recepción, la identificación y la catarsis se hallan también en el centro de la ‘experiencia estética’, siendo la catarsis el “liberar al espectador de sus intereses prácticos y enredos de su realidad cotidiana y darle libertad estética de juicio permitiéndole un goce de sí a través del goce de lo que es otro”.13

Posiblemente, la compañía que ostenta mayor control sobre el contenido narrativo de un filme es el ejército estadounidense.

Aston Martin y James Bond

Nike en Regreso al futuro (1985)

Duracell en Matrix (1999)

que tiene un poder transformativo y de alto influjo. A partir del pensador griego, literatura y psicología han estado intrínsecamente asociadas, llegando hasta el día de hoy. Freud, por ejemplo, ubicó a la catarsis en un papel central y atribuyó el origen del placer estético a “la descarga de tensio-

Siguiendo este planteamiento gracias al “placer catártico que se libera en la identificación de espectador y héroe”14, destaca el carácter emocional de la experiencia estética, donde el lector se involucra a través de sus sentimientos más que de sus razonamientos, en lo que se denominaron como ‘niveles primarios de experiencia’: “Asombro, admiración, ser sacudido o conmovido, lágrimas y risas empáticas, o extrañamiento, constituyen la escala de los niveles primarios de la experiencia estética que la lectura de un texto conlleva”15. El objetivo último de la ficción, según uno de los grandes pensadores de la Teoría de la Recepción, Hans Robert Jauss, presenta un retorno al pensamiento aristotélico aunque diferente al de Freud, ya que vuelve a unir el efecto catártico a nivel personal con un beneficio a nivel social: “Se estrecharía la función social primaria de la experiencia estética si [...] no se abriera a la experiencia ajena, lo que desde siempre se ha llevado a cabo en la praxis estética en el nivel de identificaciones espontáneas como admiración, estremecimiento, emoción, compasión, risa”16. Las emociones creadas y el fin de la ficción, la catarsis y la identificación con los personajes y la historia, son todos elementos integrales del efecto estético que opera en una obra. Este trasvase entre lo que se percibe de forma consciente y la afectación subconsciente y transformativa en el individuo había quedado tradicionalmente relegado al plano filosófico y académico. Sin embargo, en los últimos años, la neurociencia ha permitido indagar en la experiencia estética y los efectos de la ficción desde una nueva perspectiva. Las conclusiones son tan fascinantes como reveladoras. Múltiples estudios han demostrado que diferentes áreas del cerebro se activan en función del texto leído o la historia vista, utilizándose más zonas del cerebro mediante la experiencia estética tanto lectora como audiovisual de una historia que en una situación normal, y provoca un disfrute mayor, una com-

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prensión mayor, un efecto inmersivo y una mayor retención de la historia17. Según un estudio de 2006 mediante resonancias magnéticas cerebrales, la lectura de frases e incluso de tan solo palabras crea una respuesta inconsciente en el cerebro. Por ejemplo, las palabras ‘café’ o ‘perfume’ hacían que se activara el córtex relacionado con el olfato, y frases como “el cantante tiene una voz aterciopelada” provocaban una respuesta en el córtex sensorial18. Una palabra genera así una reacción más allá del mero aparato lingüístico. Dentro de las equivalencias que se están estableciendo entre postulados estéticos y los descubrimientos de la neurociencia, la Teoría de la Recepción ya había formulado una correlación palabra-reacción emocional cuando Wolfang Iser afirmó que las estructuras del lenguaje “no cumplen su función en el texto, sino sólo cuando afectan al lector. [El texto] a la vez es estructura del lenguaje y estructura afectiva. El aspecto verbal guía la reacción e impide su inconcreción; el aspecto afectivo es el cumplimiento de lo que estaba preestructurado en el lenguaje del texto”19. Otros estudios han analizado las diferentes sustancias producidas en el organismo gracias a la ficción, entre las cuales destacan el cortisol, la dopamina y la oxitocina. A grandes rasgos, el cortisol ayuda en la creación de recuerdos y se produce

Apple en la serie House (2004-2012)

Se calcula que, a pesar de la imagen racional que se tiene del ser humano, el 95% de nuestras decisiones se realizan de forma inconsciente.

cuando algo nos impacta y llama nuestra atención, la dopamina juega un papel destacado en la regulación de las emociones y proporciona una sensación de placer cuando acompañamos el desarrollo emocional de una historia, y la oxitocina está intrínsecamente asociada con la empatía, la creación de una sensación de confianza y la generación de generosidad entre personas20. La producción de estas sustancias afecta no solo al estado anímico del individuo sino que le influencia de forma inconsciente y su comportamiento se ve afectado al cambiar la química que actúa en el cerebro, revelando las consecuencias intrínsecas de la ficción. Esta capacidad de la ficción se ha asociado con un potencial transformativo y social, pero su uso también abre modos de explotación económica. Por ejemplo, en un experimento donde se mostraba el video animado de una breve historia ficticia de un niño con cáncer y su padre, se proporcionaba a los participantes la oportunidad de donar dinero a una fundación para niños. El investigador Paul Zak no

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Coca-Cola en la serie Breaking Bad (2008-2013)

Honda en la serie Community (2009-2015)


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solo descubrió que los participantes generaban grandes cantidades de cortisol y oxitocina sino que la cantidad de oxitocina en la sangre permitía predecir quién iba a donar dinero e incluso cuánto dinero iba a donar cada individuo a la fundación21. El efecto de estas sustancias generadas crea un estado receptivo en el espectador que puede ser manipulado de diferentes maneras. Por ejemplo, la dopamina que se segrega con el suspense de una historia aumenta la atención y nuestra vinculación emocional con los personajes, pero además reduce el análisis crítico. La oxitocina

Múltiples marcas consolidan su presencia en nuestra psique gracias a la unión entre ficción y publicidad encubierta. Starbucks en Tienes un e-mail (1998)

Ray-Band en Risky Business (1983)

Nike en Forrest Gump (1994)

que aumenta la empatía hacia los personajes de una narración también incrementa nuestra identificación y confianza, predisponiéndonos hacia la sugestión. El miedo y la compasión aristotélicos encuentran así su equivalencia en la dopamina y la oxitocina, aunque si para Aristóteles la ficción dramática era un mecanismo para mejorar la sociedad a través de la educación de los espectadores y para Freud un mecanismo de purgación y equilibrio emocional, la segregación de estas sustancias también se explota de acuerdo con propósitos puramente publicitarios. Hoy en día, la industria cinematográfica ha capitalizado la ficción gracias al uso del neuromarketing. Esta disciplina emplea los descubrimientos de la neurociencia, la psicología social y la economía conductual para influenciar en las decisiones de los consumidores. Se calcula que, a pesar de la imagen racional que se tiene del ser humano, el 95% de nuestras decisiones se realizan de forma inconsciente22, con lo que las experiencias emocionales inconscientes resultan clave para un consumidor y, en consecuencia, las sensaciones, emociones y recuerdos asociados a una marca. Y así James Bond bebe Heineken, Micheal Keaton en Birdman bebe Stella Artois, los tripulantes de la nueva Enterprise prefieren Bud-weisser y Tom Cruise en La tapadera se decanta por Red Stripe. En muchas ocasiones, un sutil cambio que puede parecer banal genera grandes consecuencias, como el experimento que realizó Google probando cincuenta tonos diferentes de azul para sus links de anuncios. Un

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tono de azul concreto demostró ser ligeramente más atrayente y “las consecuencias de esto para nosotros [Google], dado el tamaño de nuestro negocio, fue que ganamos 200 millones de dólares adicionales al año en ingresos publicitarios”23. El neuromarketing busca influir en las emociones asociadas a una marca como mecanismo para cambiar la respuesta ante un producto. Como ejemplo, en un experimento se preguntaba a los participantes qué bebida entre Coca-Cola y Pepsi tenía mejor sabor para ellos. Cuando los participantes realizaban una cata a ciegas, éstos consistentemente preferían Pepsi, pero cuando sabían de antemano qué marca iban a consumir, las áreas del cerebro asociadas con emociones y memoria se activaban y Coca-Cola era identificada como la bebida con mejor sabor24. Un gran número de compañías ya cuentan con departamentos propios dedicados al neuromarketing y su número solo va en aumento, haciendo que más voces se alcen reclamando una neuroética y una legislación que regule la manipulación del individuo sin su consentimiento que tome en cuenta los descubrimientos respaldados por la neurociencia. Cine y neurociencia han creado el campo de neurocinematics, el cual ha analizado las técnicas cinematográficas que aumentan la sincronicidad de los espectadores. Una de las

conclusiones señala que habitualmente los espectadores en un cine presentan un movimiento ocular similar, una actividad cerebral muy parecida e incluso parpadean al mismo tiempo25. La falta de sincronicidad en el visionado es un mal síntoma en una película y, cuando se emplea en el estudio de tráileres, el grado de sincronicidad tiene la capacidad de predecir con

Si Platón fue el primer gran pensador en eliminar la ficción de su ciudad ideal, su discípulo Aristóteles vio en ella su enorme potencial.

mayor exactitud que otros métodos el futuro éxito o fracaso de un filme26. En las películas con mayor capacidad de absorción, como demostró un experimento con la escena del atraco en Tarde de perros donde esta sincronicidad fue acompañada de una actividad de alrededor del 70% del córtex cerebral, “la película toma el control sobre las respuestas cerebrales de los espectadores”27. Si para el realizador Darren Aronofsky la neurociencia aplicada al cine es una herramienta con gran peligro28, para el

Notas 1. Ley 34/1988 General de Publicidad (https://www. boe.es/ eli/es/l/1988/11/11/34/con). 2. La integración de marcas y la publicidad encubierta son términos que habitualmente se utilizan de forma intercambiable aunque presentan diferencias. La integración de marcas es una unión de elementos con mayor sinergia, donde en múltiples ocasiones un producto juega un papel más integral en la historia; o donde los mecanismos publicitarios de estudios cinematográficos y de marcas se unen en campañas promocionales. En este artículo se emplea el concepto de publicidad encubierta entendiendo que incluye también la integración de marcas. 3. PQMedia, Global Product Placement Forecast 2020, 27/05/2020 (https://www.pqmedia.com/product/global-product-placment-forecast2020/). 4 HB – Hollywood Branded, Product Placement (https://hollywoodbranded.com/). 5. Rae Paoletta (2018), For Digital-First Content Providers, Product Placement Takes Center Stage, AdExchanger (https://www.adexchanger.com/ digital-tv/for-digital-first-content-providers-product-placement-takes-center-stage/). 6. Jon Nathanson (2013), The Economics of Product Placements, Priceonomics (https://priceonomics.com/the-economics-of-pro-duct-placements/). 7. Bloomberg Quicktake (2013), ‘Man of Steel’: Most Product Placements Ever, (https://www.youtube.com/watch?v=iY56r2qj8f8). 8. Colin Leinster (1987), A Tale of Mice and Lens, Fortune Magazine (https://money.cnn.com/magazines/ fortune/fortune_archive/ 1987/09/28/69577/index.htm). 9. Dentro de la campaña de publicidad, Sears por ejemplo celebró un evento en su sede con sus empleados para romper el récord Guinness relativo al número de personas vestidas de Superman reunidas en un lugar. (https://www.businessinsider.com/people-dress-as-superman-tobreak-guinness-world-record-2013-6?international=true&r=US&IR=T). 10. Morgan Spurlock propuso a varias marcas que patrocinaran con publicidad encubierta su documental sobre publicidad encubierta en el cine. Logró lo suficientes patrocinios como para sufragar el presupuesto del filme, de un millón ochocientos mil dólares. 11. David Robb (2004) Operation Hollywood: How the Pentagon Shapes and Censors the Movies, Prometheus Books. pp. 180-182. 12. Sigmund Freud, “El poeta y los sueños diurnos”, Obras completas IX, Amorrortu editores, p. 135. 13. Hans Robert Jauss (1982) Aesthetic Experience and Literary Hermeneutics, University of Minnesota Press, p. 35.

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actor y director Jon Favreau, conocido por sus películas del universo Marvel, “el truco de la realización de películas es hackear esas partes del cerebro que entretienen a la gente”, y siguió su afirmación con la pregunta: “¿Cómo utilizar todo esto para introducir algo que sea un poco más transformativo?”29. Un uso de ese espacio transformativo ha sido copado por el

El negocio cinematográfico se fundamenta en la tríada formada por la ficción, la publicidad y la neurociencia. marketing. La práctica totalidad de grandes producciones y la gran mayoría de películas contienen publicidad encubierta. La asociación creada entre marca, memoria y emociones positivas resulta más profunda de lo que inicialmente pueda parecer y es la finalidad de la publicidad encubierta, la cual tiene el potencial de traducirse en una compra por parte del espectador incluso mucho tiempo después de haber abandonado la sala de proyecciones. Se calcula que han aparecido 1.700 marcas dentro de las 100

películas más taquilleras de 2019 en Estados Unidos. Audi tuvo presencia en 20 de ellas, Chevrolet en 54, Sony en 25, Apple en 58 y Ford en 7230. Muchas veces se recuerda aquellos momentos donde la publicidad encubierta es tan evidente que resulta embarazosa, como Will Smith promocionando las zapatillas Converse en Yo, robot. En otras, resulta en una asociación entre producto y personaje que se aprecia como casi orgánico, como los zapatos Manolo Blahnik y la protagonista Carrie en Sexo en Nueva York, o el Aston Martin de James Bond. En contadas ocasiones genera un objeto de culto, como es el Ford Mustang gracias a Steve McQueen en Bullit. Nunca se ha demostrado que la publicidad subliminal funcione, pero múltiples marcas consolidan su presencia en nuestra psique gracias a la unión entre ficción y publicidad encubierta. Aprovechando la empatía, la vinculación entre emociones y memoria, así como el estado emocional de confianza entre la credibilidad y la credulidad que genera la ficción, la fusión de una marca con una emoción positiva se afianza sin que seamos conscientes de ello. Detrás hay un negocio multimillonario, un nuevo campo de batalla en el binomio conceptual que amalgama negocio y arte en los cada vez mejor llamados productos culturales n

14. Jauss (1982), p.93. 15. Jauss (1982), p.153. 16. Hans Robert Jauss (2002) Pequeña apología de la experiencia estética, Paidós, p. 76. 17. Susan Weinschenk (2014), “Your Brain on Stories”, Psychology Today (https://www.psychologytoday.com/us/blog/brain-wise/201411/yourbrain-stories). 18. Annie Murphy Paul (2012) “Your Brain on Fiction”, The New York Times (https://www.nytimes.com/2012/03/18/opinion/sunday/the-neuroscience-of-your-brain-on-fiction.html). 19. Wolfgang Iser (1987) El acto de leer: Teoría del efecto estético, Taurus, p.45. 20. Lani Peterson (2017) “The Science Behind the Art of Storytelling”, Harvard Business Publishing (https://www.harvardbusiness.org/the-science-behind-the-art-of-storytelling/). 21. Paul Zak (2013), Future of Storytelling (ver https://www.youtube.com/watch?v=DHeqQAKHh3M#action=share). 22. Terry Wu (2019) Neuromarketing: The new science of consumer decisions, (ver https://www.youtube.com/watch?v=UEtE-el6KKs). 23. Alex Hern (2014) “Why Google has 200m reasons to put engineers over designers”, The Guardian (https://www. theguardian.com/technology/2014/feb/05/why-google-engineers-designers). 24. Eben Harrell (2019), “Neuromarketing”, Harvard Business Review (https://hbr.org/2019/01/neuromarketing-what-you-need-to-know). 25. Andrea Madariaga (2020) “Neurocinematics: Your Brain on Movies”, Arts on the Brain (https://scholarblogs.emory.edu/artsbrain/2020/04/25/neurocinematics-your-brain-on-movies/). 26. Harrell (2019). 27. Ver Uri Hasson (2004) “Intersubject Synchronization of Cortical Activity During Natural Vision”, Science, 12/03/2004 (https://science.sciencemag.org/content/303/5664/1634) y “Movies In Your Brain – The Science of Cinematic Perception, Oscars, 30/07/2014, (https:// www.oscars.org/events/movies-your-brain-science-cinematic-perception). 28. Greg Miller (2014) “How Movies Synchronize the Brains of an Audience”, Wired (https://www.wired.com/2014/08/cinemas-cien-ce-mind-meld/). 29. Miller (2014). 30. Concave Brand Tracking (2020), Top 100 Brands in 2019 Movies (https://concavebt.com/top-100-brands-in-2019-movies-pro-duct-placement/).

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Libros UNA APROXIMACIÓN (DOCUMENTADA Y CRÍTICA) A NUESTRA HISTORIA RECIENTE LA DISTANCIA DEL PRESENTE. AUGE Y CRISIS DE LA DEMOCRACIA ESPAÑOLA (2010-2020) Daniel Bernabé Ed. Akal. Madrid, 2020, 397 pp.

En su último ensayo, Cómo ser anticapitalista en el siglo XXI, Erik Olin Wright recuerda un cartel de finales de la década de los años 70: una trabajadora apoyada en una valla con un pie de foto que dice: “conciencia de clase es saber en qué lado de la valla estás; análisis de clase es descubrir quién está ahí contigo”. La distancia del presente ayuda también a saber de qué lado estamos y quienes están o dicen estar con nosotros. Bernabé lo expresa así: “Además de un ejercicio de crónica del pasado reciente, La distancia pretende ser una herramienta para averiguar por qué somos como somos, qué nos ha hecho llegar hasta aquí con los personajes, tendencias e ideas que conforman nuestro presente social y político: la arquitectura profunda de la actualidad solo se puede entender acudiendo a los planos de los años precedentes” (pp. 341-342). Mal citando a Lenin: once años de nuestra historia reciente comprimidos en unas 400 páginas. No es necesario presentar con detalle al autor. Escritor además de periodista, suele colaborar en medios como La Marea, RT, Público y Cuarto Poder. Ha publicado dos libros de relatos, De derrotas y victorias y Trayecto en noche cerrada, y es autor del más que exitoso e influyente ensayo, polémico también, La trampa de la diversidad. Cómo el neoliberalismo fragmentó la identidad de la clase trabajadora. Son doce los capítulos de La distancia del presente. Los siguientes: 0. La distancia

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(sintetiza la década anterior). 1. Descalabro (2010). 2. Indignación (2011). 3. Protesta (2012). 4. Corrupción (2013). 5. Ensoñación (2014). 6. Asalto (2015). 7. Expurgo (2016). 8. Procés (2017). 9. Destitución (2018). 10. In extremis (2019). Coda: Pandemia (2020). Un capítulo por año, con excelente elección de los títulos (también del título del libro). Aunque esté prohibido prohibir, prohibido saltarse la coda. Un crítico tan agudo como Miguel Muñiz ha apuntado lo esencial: La distancia del presente es un libro necesario y ambicioso, ha comentado el colaborador de Mientras tanto. Necesario porque “implica reflexión, voluntad de orientar al lector superando el griterío informativo (casi caos), impuesto por la coyuntura cotidiana, un griterío que ha marcado diez años claves en la historia de este país (2010-2020)”. Un griterío, nada inocente, que busca (y consigue la mayor parte de las veces) “embotar la sensibilidad del público receptor, mediante la acumulación de escándalos (de corrupción y de otros tipos), sensacionalismos, rumores, in formaciones contradictorias, tuits, vocerío de ‘opinadores”. Libro necesario, pues, porque aporta perspectiva. También ambicioso, prosigue Muñiz, “por la aplicación concreta de la teoría contenida en La trampa de la diversidad. A estas alturas, y en gran medida gracias a esa obra de Bernabé, sabemos que la trampa de la diversidad es la trampa de la identidad, que uno de los éxitos del neoliberalismo ha sido reducir/vehicular casi todos los conflictos en clave identitaria, levantando muros entre ellos.” Yo no lo diría mejor; suscribo, pues, las palabras de Muñiz. Algunas observaciones complementarias: 1. Sin saber si la consulta QR a la que se alude en la página 5 añade otros elementos, todas las notas del libro está ubicadas al final (pp. 383-395). Creo que hubiera sido mejor dividirlas y colocarlas al final de cada capítulo o incluso al pie de página. Todas son breves. Salvo dos notas clá-

sicas (referencias a libros de Vázquez Montalbán y Lucía Gómez Lobato), el resto son enlaces electrónicos. 2. Hubiera sido útil un índice nominal. 3. En el capítulo 0, Bernabé señala “que en las últimas elecciones de 2019 la práctica totalidad de los grandes partidos que concurrieron a las urnas llevaban la palabra España en sus eslóganes de campaña es el corolario exitoso de aquel proceso [del aznarista]”. Esta, añade, “no era la idea original impulsada por Zapatero, la recuperación de un país en líneas cívicas, sino la constatación de que el españolismo reaccionario ha calado hasta lo más profundo del imaginario colectivo”. Tengo alguna duda sobre este calado en profundidad (y general se presupone) del españolismo reaccionario en el imaginario colectivo. Sea como fuere, ese hacer político-electoral, cambiando España por Cataluña, es práctica habitual en .Cat desde prácticamente 1980. No es flor de un día ni de una década, es ‘natural’ en estas coordenadas geográficas. Con una diferencia: casi nadie osa hablar de catalanismo reaccionario. 4. En el capítulo I, Descalabro, se hace referencia al Estatut de 2006 (una nefasta idea de Pasqual Maragall según muchos) y


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Daniel Bernabé

a su aprobación por la ciudadanía. No hubiera estado de más señalar los porcentajes de participación y aceptación, y el interés real que despertó la reforma. El intento de agresión a Montilla al que alude Bernabé no fue una acción general. La autoría, como se recuerda, tiene apellidos: un colectivo secesionista, nada espontáneo por lo demás. 5. Afirma Bernabé en el capítulo 2, Indignación, que en “la izquierda es aún anatema decir que entre Reagan y el “prohibido prohibir” había una fina línea que los teóricos del libre mercado y sus técnicos de venta supieron aprovechar para transformar el odio a la organización moderna en el monstruo desregulador que condujo a la crisis de 2008”, acontecimiento realmente fundacional del siglo XXI tras sus inicios bélicos y terroristas en su opinión. No estoy seguro de que esa línea fina existiera. Distinto es que los teóricos del (falsamente) libre mercado la construyeran con esmero. El ‘prohibido prohibir’ del 68 tenía otras connotaciones. No fue anarcocapitalismo, era otra cosa. 6. En una confesión autocrítica altamente significativa, que honra el autor, señala éste: “Parte de la izquierda, a la cual me sumé en su momento, creyó ver en la inde-

pendencia de Cataluña el último clavo en el ataúd del llamado Régimen del 78, cuando no fue más que un electroshock que lo devolvió a la vida y que, además, trajo a un nuevo actor a esta historia: la ultraderecha” (p. 247). Los interrogantes: ¿qué hizo posible que la izquierda pensara en estos términos?, ¿ha superado esa parte de la izquierda a la que alude esa confusión o seguimos en ella? Añade Bernabé posteriormente: “Aún seguimos al borde de ese precipicio, posiblemente incluso más cerca de despeñarnos que en 2017. No solo los independentistas buscaron aquel choque” (p. 253). ¿Quién más? ¿El PP? Si fue así, no le ha resultado hasta el momento muy rentable. 7. Capítulo 9, Destitución: “A principios de mayo de 2018, Ediciones Akal lanzó un libro titulado La trampa de la diversidad, cuyo autor es quien les está contando esta historia”. Resulta como poco extraño referirse a uno mismo, prosigue, “como protagonista de los sucesos que se enmarcan en estos años, pero a su vez creo que es menester hablar de un libro que puso patas arriba a la izquierda española y que en el momento en que estas páginas se escriben ha vendido más de diez ediciones y 15.000 ejemplares, algo muy poco usual en un ensayo político” (p. 278). No estoy seguro de que el libro pusiera patas arriba a la izquierda española (¡Ojalá hubiera sido así!). Sí estoy seguro, en cambio, de que resulta extraño referirse a uno mismo en esos términos. 8. En las calles barcelonesas, escribe Bernabé, “hubo verdadera violencia sostenida durante varios días [tras la sentencia del TS]. Violencia por parte de los cuerpos policiales, con actuaciones cuestionables que se recogieron en cientos de vídeos” (p. 328). Hubo, sin duda, esas actuaciones cuestionables (muy minoritarias), pero no hay atisbo de duda de que la violencia de aquellas jornadas estuvo protagonizada por otros actores (con ayudas no confesadas para la ocasión), partidarios todos ellos del “contra peor, mejor”, convencidos de que, a

ellos, en el seu país, no les tose nadie. Son los amos y son muy suyos. 9. La mayoría de los peores acontecimientos que recoge esta historia, escribe finalmente Bernabé, “llevan nombres y apellidos, la mayoría de los mejores carecen de ellos: los conseguimos entre todos” (p. 382). No entre todos, pero sí entre muchos. Estos años han sido años de esperanza, de lucha, de resistencia. Y también de decepción en algunos momentos. Y de mucha desazón en otros, en .Cat sobre todo. Aquí mucha gente se ha sentido sola y desamparada. Y por los suyos, por la izquierda, que no se han comportado como tales. Unas breves observaciones finales: dudo si Bernabé da la importancia que tiene a lo largo de estas 400 páginas al hecho de que el gobierno de la Generalitat estuvo durante unos 30 y tantos años (incluidos los años en la sombra y los de las lecciones de ética) en manos de la famiglia Pujol-Ferrusola. En la época que narra Bernabé, en manos de políticos profesionales, que han reconocido ser discípulos suyos, dirigiendo gobiernos (de los mejores) de extrema derecha neoliberal. Mas, Mas-Colell, Puigdemont, Torra, son algunos de ellos, muy bien remunerados, por cierto. Tampoco fue baladí el intento secesionista de impedir la reunión del gobierno español en Barcelona a finales de 2018. Referencias más detalladas a las fuerzas económicas que mueven muchos hilos no hubieran estado de más. Pero, ciertamente, no se puede hablar de todo y a nadie se le puede criticar por no hacerlo. Me dejo muchas cosas en el tintero. Otra prueba más del interés del libro de Bernabé. Miguel Muñiz tituló así la reseña a la que he hecho referencia: “Es necesario leerlo y luego reflexionar”. Estoy con él. Si se lee en seminarios, intercambiando ideas, argumentos y recuerdos, mejor aún.

Salvador López Arnal

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Libros

SOBRE LOS ENCUENTROS ENTRE CIENCIA Y FILOSOFÍA INTERPRETANDO A BUNGE Alfons Barceló Editorial Laetoli. Pamplona, 2020, 162 pp.

He de reconocer que he tenido mis reservas antes de leer el libro. No por Alfons Barceló, que es un reconocido teórico de la economía crítica, sino por Mario Bunge. He tenido que aceptar que tenía un claro prejuicio contra él. Digo prejuicio porque se basaba en cosas oídas, referencias o lecturas dispersas y fragmentarias. En cualquier caso, todos tenemos prioridades y éstas se basan en afinidades. Como lo que tengo claro es que no tengo afinidad con Mario Bunge pensaba que, como mínimo, sí que valía la pena leer una introducción mínimamente rigurosa para hacerme una idea mínimamente clara de lo que sostiene Mario Bunge (1919-2020), al que hay que reconocerle ser uno de los representantes contemporáneos de una de las corrientes fundamentales de la filosofía actual. A esta corriente, y dicho de una manera muy amplia, la llamaré filosofía analítica. Es continuadora de la tradición empirista y positivista y considera la filosofía como algo totalmente subordinado a la ciencia en cuestiones metodológicas, epistemológicas y ontológicas. Por tanto, la filosofía es entendida como filosofía de la ciencia. Pero la filosofía analítica también se ocupa de otras temáticas como la ética y la política, y desde esas perspectivas defiende una racionalidad práctica que tenga como base el conocimiento científico del mundo. Dentro de esta corriente filosófica, Mario Bunge es un defensor claro, riguroso y polémico. Lo que hace Alfons Barceló, admirador y discípulo (pero sin perder por ello el sentido crítico, afortunadamen-

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Alfons Barceló

te) es recoger una serie de textos que fue escribiendo a lo largo de muchos años, todos ellos dedicados al autor. Aunque sea un conjunto de artículos dispersos en el tiempo (algunas son recensiones de libros, otros no), el autor se ha preocupado en darles una coherencia global. Leyendo el libro me he ido haciendo una idea bastante clara de lo que defiende y porqué. Me he enterado, por ejemplo, que se considera un discípulo de Aristóteles y que se arriesga a intentar una ontología materialista que se fundamente en la ciencia. Bunge es un físico teórico y sabe de lo que habla. Su aportación a la filosofía de la ciencia y sus reflexiones desde este conocimiento de la física son, sin duda, rigurosas y solo podría discutirlas quien tenga un conocimiento científico mínimo, que no es mi caso. De todas maneras, planteo algunas dudas. Como señala Javier Peteiro en su libro El autoritarismo científico, Mario Bunge tiene un criterio muy estricto de falsabilidad que le lleva a considerar pseudocientíficas las teorías unificadoras de la física. Al respecto de sus aportaciones sobre las ciencias sociales y –más estrictamente– la economía, me ha parecido interesante leer lo que plantea Alfons Barceló, quien elogia a Bunge con matices. Aquello que no acabo de entender es la defensa, por parte de Bunge, del mecanicismo aplicado a las ciencias sociales (a la sociología, sin ir más lejos), y la manera por medio de

la cual realiza susodicha defensa. Puede haber algún elemento estructural en la vida social que funcione por ciertos mecanismos, pero los movimientos sociales difícilmente pueden explicarse, pienso yo, de esta manera. Son resultado de la interacción de muchos aspectos, uno de los cuales es la mente humana (caja negra para Bunge, por supuesto). No ha blemos ya de la agresividad con que ataca el psicoanálisis, al que incluso muchos neurobiólogos (por ponernos en su plano) han defendido como una teoría muy coherente de la mente. Pero también está claro que, desde los presupuestos de Bunge, el psicoanálisis no es defendible porque no es una ciencia (afirmación que comparto). Ante lo cual, la pregunta a formular es aquella que se cuestiona si todo saber contemporáneo se reduce a lo científico. Para Bunge está claro que sí; aunque no me parece pertinente la forma en que liquida la cuestión: considerando que son un timo intelectual algunos de esos otros saberes no científicos. Tampoco comparto sus comentarios despectivos de filósofos como Michel Foucault, muy en la línea de lo denunciado en el libro de Sokal y Bricmont Imposturas intelectuales; un libro muy celebrado por Bunge y para Barceló y que, no obstante, a mí me parece muy discutible. Sus reflexiones sobre la ciencia, la sociedad y la tecnología y sus dimensiones éticopolíticas me parecen, al margen de estar de acuerdo o no, muy interesantes. Se trata, como conclusión, de una buena introducción (que incluye una precisa propuesta de lecturas) a un filósofo contemporáneo que, estemos de acuerdo o no, no podemos ignorar.

Luis Roca Jusmet


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Libros

A FAVOR DEL IGUALITARISMO PROFUNDO. ANÁLISIS Y PROPUESTAS CONTRA LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES

César Rendueles Ed. Seix Barral. Barcelona, 2020, 364 pp.

Profesor de sociología, investigador, traductor, editor (de Karl Marx, Walter Benjamin y Karl Polanyi), pero también filósofo con pensar propio: autor, entre otros ensayos, de Sociofobia (2013) y Capitalismo canalla (2015). César Rendueles [CR] es uno de nuestros pensadores y escritores más prolíficos, interesantes e influyentes. Su último libro, un verdadero regalo para cursos de formación o seminarios sobre el tema (contiene detalladas propuestas políticas), lleva por subtítulo “Un panfleto igualitarista”. Aparte de la presentación (“El trauma de la desigualdad”), está compuesto por doce capítulos, un epílogo y las notas. Su contenido, con palabras del propio autor: en los tres primeros capítulos se presentan “las características del igualitarismo profundo para, en el resto del libro, desarrollar algunos rasgos de un proyecto igualitarista factible en campos como la economía y el trabajo, las relaciones entre mujeres y hombres, la educación, la cultura, el medioambientalismo o la participación política” (p. 13). Convendrán conmigo en que toda reseña que se precie debe tener un contenido crítico. Les voy a decepcionar: me es difícil, por no decir imposible, cumplir el requisito. Creo coincidir con casi todas las ideas, sugerencias y argumentos expuestos por CR en el libro, y no creo exagerados los comentarios que se han escrito sobre su trabajo: “Rendueles pone en tela de juicio aquellos lugares comunes sobre los que ya no nos paramos a reflexionar” (Marta Sanz), “leer a Rendueles es com-

prender mejor lo que está pasando” (Belén Gopegui). Diré más: es admirable (y envidiable) el estilo expositivo de CR… la meditada estructura de los capítulos… su sentido (crítico) del humor… sus preguntas esenciales: “¿Por qué las desigualdades económicas resultan tan increíblemente persistentes?” (p. 76), “Necesitamos mercados, sí. La cuestión crucial es cuáles son sus límites y qué lugar ocupan en nuestras sociedades” (p. 88)… su realismo político atemperado: “describo la igualdad como un camino escarpado, lleno de claroscuros e incertidumbres que, no obstante, necesitamos explorar urgentemente”… sus matices, creencias y posiciones: “El capitalismo es razonablemente compatible con las dinámicas comunitarias siempre que estén desarticuladas” (p. 210), “Es muy difícil que florezca la igualdad democrática

sin perder de vista la abstracción (nunca pasada de rosca), no olvida el ejemplo que ilustra y ayuda al lector/a, ni la empiria (más la propia experiencia, incluidos recuerdos infantiles: equipo de atletismo (p. 59), por ejemplo) para fundamentar sugerencias o hipótesis. También le sigo fielmente en sus ‘confesiones’: “Hay pocas cosas que me causen tanta inquietud moral como mi participación inercial en distintos sistemas de estratificación y mi falta de valentía para desafiarlos como creo que debería” (p. 15)… en sus quejas justificadas: “La idea de que a un joven procedente de un barrio de clase trabajadora sólo le puede gustar el trap o la bachata y no puede reconocer la belleza de la poesía de Trakl o el Pierrot Lunaire es tan asquerosamente paterna lista como elitista es el desprecio del arte creado en sociedades tradicionales o por

César Rendueles

en un suelo socialmente árido, individualista y poco comprometido con las instituciones comunes” (p. 214), “El igualitarismo no es suficiente para mejorar las instituciones educativas, pero es un ingrediente importante de su reforma realista” (p. 295)… la oportunidad de los datos y comparaciones que construye (el de las ganancias de Bezos y el salario de un trabajador medio español, por ejemplo)… sus homenajes a maestros (Gerald Cohen, entre otros)… la praxis de su filosofar que,

personas procedentes de clases populares” (p. 307)… en las finalidades políticas que defiende: véase el apartado “La verdad del apoyo mutuo” (pp. 341 y ss), o léanse sus palabras de cierre: “Creo que lo que une todos estos esfuerzos es exactamente la característica opuesta a la que compartían los movimientos reaccionarios: su compromiso igualitarista, su comprensión de las potencialidades de la igualdad entendida como un proyecto finalista, como un ethos compartido que

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Libros

nos permitirá establecer las obligaciones colectivas necesarias para que cada cual pueda desarrollar sus mejores capacidades en una sociedad ilustrada, libre y fraterna” (p. 354). En fin, un lector entregado, eso he sido yo. Del buen decir y argumentar de CR, a contracorriente muchas veces, son numerosas las muestras. Por ejemplo: “La renta básica tal vez sea una buena idea, pero es una propuesta con numerosos claroscuros que ni simplifica los problemas ni diluye los enfrentamientos políticos potenciales (p. 133). También esta: “Nuestro convencimiento de que los progenitores modelan a través de sus actos y su actitud el futuro de sus hijos tiene como correlato una infravaloración sistemática de los efectos en la vida de los niños de la socialización entre iguales. Probablemente el margen de intervención de los padres sobre la personalidad de los hijos es más estrecho de lo que nos imaginamos. En primer lugar, porque, por mucho que nos escandalice a las personas progresistas, la herencia genética importa” (p. 9). O esta última: “Pero a nadie se le ocurría, como es habitual hoy, que una barricada fuera la antesala del terrorismo y el caos [CR está hablando de la huelga general asturiana de 1991]. Más bien era el punto extremo de un amplio continuo consensual en torno al derecho colectivo a defender tu puesto de trabajo” (p. 118). Como son seguras las reediciones del libro, apunto algunas observaciones secundarias: 1) Sería muy útil un índice nominal. 2) Las notas, ubicadas al final del

ensayo, todas ellas breves, estarían mejor situadas al final de cada capítulo o incluso al pie de página (Hay un error en la fecha de edición castellana del clásico de Kuhn sobre las revoluciones científicas). 3) CR usa en ocasiones el término “izquierdista” o “izquierdismo” para hablar, si no ando errado, de ciudadanos/as o de posiciones de izquierda. Puede ser un prejuicio leninista mío, pero los términos usados llevan una mochila semántica detrás que creo que no se corresponde con sus intenciones. 4) Salvo error por mi parte, el “De cada cual según sus aportaciones, a cada cual según sus necesidades” fue usado por autores anteriores a Marx como Blanc o Cabet. Una tontería mía. 5) ¿Debemos seguir usando la expresión “Estado de bienestar” para hablar del Estado asistencial? 6) La generosa descripción de la corporación Mondragón (pp. 107-108) exigiría incluir también la situación de los asalariados no cooperativistas que trabajan en la empresa y las relaciones comerciales de la corporación. 7) Cuando CR habla de “muchas pensadoras se han esforzado por distinguir valores positivos cultivados en los espacios de socialización femeninos”, está implícito un homenaje a Giulia Adinolfi, una de las feministas que, muy a contracorriente en aquellos años, puso énfasis en un nudo apenas considerado entonces por otras corrientes. 8) ¿Están actualizados y suficientemente corroborados los datos que CR facilita sobre la evolución de la esquizofrenia en los países pobres (63% de mejoría) y en los países ricos (entre 1/3 y la mitad de esa cifra)? 9)

En la referencia al Qué hacer de Lenin y sus revolucionarios profesionales, tal vez hubiera convenido una breve referencia al contexto histórico en el que el político ruso escribió su libro, un libro de intervención política en situaciones de represión y clandestinidad. 10) ¿No hay excesiva generosidad política en las referencias a Kuhn y sus fuentes de inspiración (p. 328) sobre el cambio científico? 11) Con dudas: ¿las aproximaciones a la Unión Soviética no nos dan una imagen demasiado (y siempre) negativa de aquella experiencia? El subtítulo del libro y las palabras finales de la presentación (“Así que he decidido ponerme a la altura de esas acusaciones escribiendo, abierta y literalmente un panfleto”, p. 15), no permiten equivocarnos: el género literario del libro de CR es el del panfleto. Como tal vez algún lector o lectora tenga una prevención con el género, conviene recordar que el Manifiesto Comunista también fue un panfleto, que el Tractatus puede ser leído como un panfleto lógico-epistemológico y que la obra de uno de los filósofos españoles más importantes de la segunda mitad del XX, a quien seguro le hubiera encantado el libro (y afirmaciones como esta: “La moraleja es que la igualdad material es, por encima de todo, un objetivo político a largo plazo que requiere una férrea voluntad colectiva”, p. 195), fue recogida en unos volúmenes que llevaban como título general “Panfletos y materiales.”

Salvador López Arnal

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Libros

ÉTICA EN PRIMER PLANO UNA ÉTICA PARA EL SIGLO XXI Javier Sádaba Tecnos, Madrid, 2020. 199 pp.

Cuando, justificadamente, tanto debate existe acerca del tipo de educación que pretendemos en nuestro país, sobre el papel de la filosofía y la ética en los planes de estudio, o la pertinencia de una asignatura de religión, parece apropiado dedicarle un tiempo a un asunto, creo que de no menor importancia, como es la ética que debiera guiarnos en este, de momento, calamitoso siglo XXI. Javier Sádaba, veterano en estas lides éticas, lo hace en este breve libro que publica le editorial Tecnos en su serie Ventana abierta. Una ética para el siglo XXI contiene, además de la presentación, seis epígrafes relacionados con: la cultura, la política, la economía, el feminismo, la religión y la ciencia. Se podrían precisar puntos o añadir cuestiones, pero los ámbitos tratados son fundamentales y suficientes para ofrecer un panorama amplio de los problemas a los que la humanidad se enfrenta y, por tanto, sobre los que la ética ha de pronunciarse. De ahí la pertinencia del trabajo de Javier Sádaba, pero también hemos de señalar la escasa potencia de la obra. Es cierto que se trata de un libro divulgativo, destinado a un público amplio sin conocimientos previos de la materia, pero ello no significa que la dificultad de los asuntos deba diluirse y los argumentos banalizarse hasta derivar en sermones bienintencionados. Para proponer que todos seamos mejores, más responsables, más críticos, no es necesario escribir un libro de ética, ni de matemáticas ni de ninguna otra disciplina: basta con ser una persona normal y sensata. Si la ética, como la filosofía, tienen un valor académico y humano que pretendemos desde hace mucho reivindi-

car, si consideramos que su puesto en las escuelas, en los institutos, en la propia sociedad es relevante, es porque siglos de historia, de esfuerzos, de trabajo intelectual y estudio han conformado un corpus poderoso e ineludible para afrontar los problemas que nos acechan con racionalidad, cordura y criterios sólidos. Y todo ello no puede plasmarse, con la excusa de la no especialización, en un discurso superficial y un tanto huero. Claro que es importante pertrecharse de un buen acervo ético que nos facilite transitar por un siglo plagado de incertidumbres, de novedades y de retos, pero ello exige un trabajo de síntesis, de examen de los temas y de argumentación contundente, exacto y actualizado, que acuda a los problemas con buenas intenciones, desde luego, pero también con poderosos argumentos, con razones sólidas y un respaldo teórico impecable. La ética no es una ciencia, ni exacta ni inexacta, pero no por ello, como es lógico, es irrelevante. Javier Sádaba, en Una ética para el siglo XXI, parece limitarse a señalar la importancia de esta disciplina para el presente y el futuro, y a apuntar algunas de las cuestiones, relacionadas con nuestra vida diaria, con la política, las empresas y el desarrollo tecnológico y científico, que ofrecen especial ambigüedad o son particularmente sensibles, sin profundizar en ellas ni ofrecer un catálogo exhaustivo. Da su opinión, sí, pero entreverada en un discurso teñido de coloquialismo que, me temo, realmente hurta profundidad y radicalidad a los asuntos abordados. La claridad es una obligación del divulga-

Javier Sádaba

dor, pero la claridad no puede suplir a la complejidad, al rigor y a la profundidad. Supongo que la voluntad de llegar a un público lo más amplio posible y el intento de hacer accesible a cualquier lector los temas tratados han podido más que la decisión de procurar iluminar racionalmente algunas de las opciones éticas que el propio autor defiende en estas páginas. Un filósofo al que, como él mismo apunta, le interesa más la religión que la ética, y que, en esta ocasión, parece haber desaprovechado la oportunidad de ofrecer un panorama solvente, nítido, de los tremendos problemas éticos que estamos obligados a plantearnos en estos convulsos tiempos modernos. De cualquier forma, hay que agradecer que se traiga la ética a primer plano y se la otorgue voz en una sociedad a menudo ciega y saturada de desconcertante cháchara.

Antonio García Vila

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NOSOTROS QUE VIVIMOS PELIGROSAMENTE GENERACIÓN 1974 Juan Cal Ed. Milenio. Lleida, 2020, 190 pp.

Vaya de entrada la aclaración de que, aunque se trate de una novela, no voy a analizarla desde un punto de vista literario. Solo diré, en este sentido, que es un libro bien escrito. Aquello que me interesa del libro es su interés sociológico y ético-político. Estoy, además, personalmente implicado en la cuestión. La generación 1974 no se refiere al año de nacimiento o a la quinta de la mili. Se refiere a aquellos jóvenes españoles, nacidos a mediados de los 50, que empezaron la Universidad con el llamado “Calendario juliano”. Se trataba de un experimento, impulsado por el ministro franquista de Educación, Julio Rodríguez, de hacer coincidir el curso escolar con el año natural. Intento fallido, que no duró más de un curso. El resultado fue que el curso apenas duró medio año (aunque en realidad estuvo interrumpido por movilizaciones y huelgas contra la condena a Puig Antich). Pero no fue un año cualquiera. Se iniciaba después de que diez días antes hubo el atentado mortal contra Carrero Blanco por parte de ETA. El mismo día, justamente, se iniciaba el “proceso 1001” contra dirigentes sindicales de comisiones obreras, liderados por Marcelino Camacho, que sufrieron entre 12 y 20 años de condena de cárcel. El 2 de marzo ejecutaron a Salvador Puig Antich. Y en septiembre hubo una explosión por bomba en la cafetería Rolando, junto a la sede central de la Policía. Murieron 12 personas y 80 fueron heridos. Pero, extrañamente, no había ni un policía. ETA no reivindicó el atentado y acusó a la extrema derecha. Sigue siendo un enigma. Ese es el contexto a partir del cual el

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periodista y escritor Juan Cal construye una historia, con elementos autobiográficos y de ficción, pero que es en conjunto una historia veraz. Historia no sobre los jóvenes que iniciaron sus estudios ese año, sino sobre aquellos que formaban parte del ambiente de la que podríamos llamar “extrema izquierda”. Porque, si bien es cierto que la lucha antifranquista fue básicamente organizada por el PCE, también lo es que, a partir de cierto momento, el PCE empezó a sufrir escisiones y empezaron a nacer grupos a su izquierda. Juan Cal nosmuestra este mundo con sus luces y sus sombras, pero del que podríamos decir, siguiendo a Lenin, que eran “la enfermedad infantil del comunismo”. Juan Cal se aproxima con ironía, pero también con respeto, a los personajes. De manera paralela a esta historia hay otra, no obstante, mucho más dura, sobre una exmilitante de ETA. Aquí Juan Cal es implacable. Nos muestra lo que puede dar de sí una organización cuyo fundamento es militar, por mucho que se cubra con una retórica de izquierda: autoritarismo, jerarquía, mística de la violencia, sectarismo, intransigencia, machismo. Hay que agradecerle que sea tan claro y, a la vez, tan duro, sobre todo porque muchos de los que formamos parte de esta generación fuimos demasiado condescendientes en la valoración del fenómeno ETA. Está bien que alguien sea capaz de mostrar con toda su crudeza lo que realmente significó la existencia de la banda. Como decía al principio, el libro discurre por medio de una buena narrativa. La historia engancha, está llena de referen-

Atentado en la cafetería Rolando

cias interesantes y presenta además una posición ética: hay que cambiar las actitudes, los compartimientos y las relaciones si queremos cambiar el mundo. Quizás en algunos momentos cuesta seguir bien el hilo narrativo, pero también es verdad que ello obliga al lector a leer el libro con la máxima atención. Juan Cal, por otra parte, ha elegido una estructura novelesca. Y a veces pienso, como decía Agustín García Calvo, que el problema de las novelas es que se separan de la vida real, en la que no hay desenlace. Se trata, en resumen, de una novela, casi diría que histórica, muy interesante de leer y que es testimonio de una generación que tiene mucho que ver con esto que llamamos “el régimen del 78”. Porque, como bien indica el autor, muchos de estos jóvenes izquierdistas reciclaron su capital político como asesores o cuadros de lo que fue resultado de la transición política.

Luis Roca Jusmet


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DIÁLOGOS CON LA DANZA DIÁLOGOS CON LA DANZA Alicia Alonso Ed. Cumbres. Madrid, 2020, 647 pp.

BAILAR SOBRE EL DEMONIO DEL OLVIDO. APUNTES PARA UNA ESTÉTICA DE LA DANZA

Marifé Santiago Bolaños Ed.Cumbres. Madrid, 2020, 512 pp.

En ocasión del centenario del nacimiento de Alicia Alonso y un año después de su traspaso, Ediciones Cumbres ha impreso sus memorias conocidas desde 1986 como Diálogos con la danza. Ésta es la octava publicación global y la primera en el sello madrileño: la más completa de cuantas han aparecido y la que no deja fuera ningún texto fundamental sobre el ballet y su trayectoria como bailarina y coreógrafa. El compendio ha ido perfilándose con cambios y adiciones tanto de los textos como del formato y del material gráfico que los acompaña. Un material rico y variado que presenta un amplio número de fotografías en distintas actividades en unas sesenta páginas ubicadas en blanco y negro al final del volumen que la muestran en su infancia, bailando, recibiendo distinciones de manos de ilustres mandatarios o en compañía de notables personajes que son parte de la historia del arte y del canto –muchos españoles–. La edición sigue el libro de estilo habitual de la colección dirigida por Mayda Bustamante. Es decir, con presentación rústica, con una textura granulada en la cubierta y contracubierta y letra espaciosa; además incluye un índice onomástico, siempre útil y provechoso para facilitar las consultas. No obstante, se echa de menos un listado cronológico que sintetice los momentos fundamentales de su vida y trayectoria; así como un índice de los todos los materiales ordenados por fecha, que

Alicia Alonso

deberían incluirse en una futura reimpresión. Esta monografía se divide en tres grandes bloques (Recuerdos y reflexiones; Textos mínimos y Diálogos con la prensa) que compilan 77 textos de distinta naturaleza aparecidos en diferentes publicaciones, de varios países, entre 1947 y 2015. Estos pivotan sobre un abanico de recuerdos, observaciones técnicas y conceptos específicos configurando una fuente documental nutrida a partir de entrevistas, programas de mano, artículos y algún discurso como los encomendados por la Unesco para la celebración del Día Internacional de la Danza los años 1998 y 2000. Muchos son de calidad; otros, de interés relativo como sucede en alguna entrevista “pastelona” y excesivamente adulatoria. Algo inevitable en figuras de esta relevancia, consideradas mitos ya en vida. Al margen de las vivencias biográficas y personales, domina una actitud convincente y convencida desde la que Alonso se muestra firme defendiendo el valor de la cultura como baluarte para el artista, el conocimiento de la tradición, el compromiso ético y estético con el ballet desde tres perspectivas: como expresión nacional de los pueblos en su idiosincrasia; como manifestación de carácter universal por la potencialidad física y expresiva del

cuerpo humano; y como una manifestación artística íntimamente ligada al sujeto y el destino, ligado a los signos del tiempo. Con ello, la protagonista puso en relieve la dimensión antropológica y social de la identidad del individuo y de los colectivos, con la que también denuncia actitudes discriminatorias por prejuicios raciales y culturales ante las que no se plegó. Otras cuestiones recurrentes en sus locuciones atañen a la diferencia entre escuela y estilo; a la vez que entre el elemento primitivo y originario de la danza frente a la búsqueda de la perfección en la compostura y movimiento del cuerpo humano. Entre las curiosidades destacan ideas que conciernen a la importancia del pueblo vasco en la historia de la danza durante la Modernidad; el escueto comentario sobre la coreografía de Alberto Méndez dedicada a Maria Callas; y al compositor americano Louis Moreau Gottschalk. Una figura, por cierto, ausente en la mayoría de libros sobre historia de la música y del siglo XIX en particular. Por su parte, más pintoresco resulta el relato de un almuerzo con Fidel Castro en 1959, al que, como en otros momentos, muestra su apoyo a la Revolución mostrando públicamente su gratitud –algo muy propio en regímenes dictatoriales–. En conjunto, esta matriz documental

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Libros

Marifé Santiago Bolaños

Alicia Alonso

acopia los pensamientos que la bailarina y coreógrafa, inmersa en la práctica de su arte, postula sobre él con sinceridad e intensidad, incluso cuando define su relación con los partenaires, maestros y directores tanto a nivel personal, artístico y laboral. En las más de seiscientas páginas se sintetiza lo indispensable sobre la figura que contribuyó de manera decisiva a situar la danza en Cuba como un referente en el panorama mundial, gracias a la fundación del Ballet Nacional de Cuba en 1948, inicialmente llamado Ballet Alicia Alonso. Su lenguaje es claro, penetrante y capta al lector por la seguridad con que expone sus ideas, en un tono natural y reflejo de su actitud vital basada en la fuerza del amor, el coraje y la voluntad. Una voluntad diamantina que tomaba la energía del músculo y la ponía al servició del espíritu, tal y como definió el periodis-

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ta, escritor y abogado Francisco Ichaso en una entrevista transversal y amplia de 1950. Lo que, a su vez, reafirma la concepción de Ali cia Alonso cuando afirmaba que para ella bailar era vivir y rechazaba una existencia estática, puesto que la vida es movilidad y cambio. Otras dos excelentes entrevistas son las realizadas por los periodistas Luis Baez y Rosa Elvira Peláez, en 1981 y 1982 respectivamente, que recogen hábilmente una síntesis de la vida, trayectoria y credo artístico de la que fue la última diva del ballet clásico; una de las más grandes del siglo XX y de la historia de esta disciplina. Para una estética de la danza Por otro lado, durante la última década Ediciones Cumbres ha enriquecido la bibliografía específica sobre ballet en lengua española con trabajos sustanciales dentro del género ensayístico, biográfico y académico, fruto de serias y recientes investigaciones. En esta ocasión, el sello madrileño ha comercializado un extenso volumen dedicado a conjugar el binomio filosofía y danza como un lenguaje del espíritu y del cuerpo. La edición mantiene la presentación elegante, cubiertas de textura granulada, letra de cuerpo grande, márgenes espaciosos y concisas notas a pie de página, aunque sin ilustraciones. Dividido en cuatro bloques se trata de un trabajo de la filósofa, investigadora y ensayista Marifé Santiago Bolaños que

concibe la danza como un espacio abierto a la multiplicidad, la interrelación y la diferencia, maridando razón y experiencia a partir de un planteamiento sensible a las metodologías del respeto y la inclusión del género en la historiografía. Lo testimonia en el primer tramo y otros apartados del volumen como el último, versado en referencias a la mujer durante el siglo XX. Para ello también destaca la importancia de la pedagogía como herramienta transformadora de la sociedad con pinceladas en torno María Zambrano, Aby Warburg, mitología hindú y convergencias con el cine y otras artes audiovisuales. Su encadenación transita por la intertextualidad y la hermenéutica como enfoques interpretativos en lo que puede concebirse como una digresión teórica que se justifica en la intención velada del libro de querer concentrarse en temas y materias concebidas como satélites integrados desde una perspectiva periférica de cuestiones culturales, históricas y artísticas en un discurso amarado de sociología y, por supuesto, también de estética. Estos aspectos cimientan la danza como manifestación cultural y antropológica más allá de la técnica o la localización histórica de un estilo u obra. A esto último, se dedica el tercer bloque en la aproximación conceptual desde la Modernidad. En conjunto, y dentro de una estructura que, algún lector puede calificar de algo dispersa pero que, de manera centelleante, se destila la formación humanística y filosófica de la autora en una prosa a veces abstracta, algo florida aunque accesible. Algo que no empaña la suma de unas claves variadas, referencias a tratados y ensayos históricos sobre la escena, así como a algunos de sus protagonistas (desde Nureyev y Diaghilev a Martha Graham y Jerome Robbins) para justificar una red conceptual en torno la verdad inasible de la vida a través del arte.

Albert Ferrer Flamarich



E N G E L SA N T E SD EMA R X ¿ C ó moe r aE n g e l sa n t e sd ea s o c i a r s ec o nMa r x ?¿ C o n o c e mo sa l a u t é n t i c oE n g e l s ?E s t el i b r o , e ns uma y o r p a r t ei n é d i t oe ne s p a ñ o l , r e s p o n d eae s ap r e g u n t a . N u e s t r ae n o r med e u d al i t e r a r i ac o nu n od el o sg r a n d e s c l á s i c o so c c i d e n t a l e s , q u e d af i n a l me n t es a l d a d ac o nl ap r e s e n t ee d i c i ó n , q u et i e n ec o moe x c u s ae x t e r i o r y o c a s i o n a l e l b i c e n t e n a r i od es un a c i mi e n t o( 1 8 2 0 2 0 2 0 ) . T e x t o sd eF r i e d r i c hE n g e l s . E d i c i ó nyt r a d u c c i ó nd eN i c o l á sG o n z á l e zV a r e l a .


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