90_102_Mendez 90_102. La Historieta Asturiana I. Páginas 90 a 102. Texto de Faustino Rodríguez Arbesú. Capítulo dedicado a Méndez.
La historieta asturiana
Una vida dedicada a la historieta
Un dibujante singular: José Rafael Mendez No es un hecho singular el que un dibujante español de cómic haya trabajado para una agencia. Fue práctica común durante muchos años. Lo que representa una singularidad es que un dibujante lo haya hecho durante toda su vida profesional, más de ventiseis años, con una agencia con relaciones comerciales con países extranjeros (Francia, Alemania, Inglaterra, Suecia, etcétera), lo que provocó que su obra, salvo excepciones, apenas haya sido publicada en su país de origen (España). Este es el caso del creador asturiano José Rafael Méndez Méndez. Singularidad que ha dado lugar a otra, no menos importante y más sangrante: su alejamiento de las reivindicaciones artísticas que durante los últimos años, se han producido a través de críticos y estudiosos. Méndez ha sido excluido sistemáticamente de todo comentario, de toda relación de dibujantes de historietas. Ventiseis años dentro de esta profesión, con una obra de enormes dimensiones cuantitativas y cualitativas, con un trabajo que rebosa dignidad profesional, a pesar de su destino masivo, lo cual se deja entrever en cada una de las más de cincuenta mil viñetas que ha creado y, sin embargo, poca o ninguna ha sido la tinta que se ha empleado para hablar de su trabajo, de su vida. Sirvan estas líneas para paliar, en parte, su olvido.
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Va por ellos... La Mar, como la Mina, sólo es para aquel que no es capaz de escapar de ella. Al menos eso es lo que piensa la mayoría de las madres, de las esposas, que ven a sus seres queridos sumergirse en las profundidades de la tierra, o navegar más allá del horizonte. Pero hay otras entrañas, otras aguas, en donde el trabajo del hombre es engullido con más facilidad, sin lucha, al encontrarse sólo contra la poderosa máquina de la subsistencia. En la mina, en el mar, al menos hay unión entre los hombres, hay solidaridad. En otros trabajos ni tan siquiera eso. Como el mundo de la Historieta en España, con contratos
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Alrededor, diferentes viñetas de Kuma
leoninos, sin ningún tipo de seguro, sin derechos sobre sus dibujos, sobre las obras, sobre las reediciones, ventas al extranjero... Lo fue y aún lo sigue siendo en ocasiones. Pero alguien dijo que ésta podría ser otra historia que bien podría contar otro día, o en otro momento.
Un poco de historia Nace accidentalmente en un pueblo marinero del occidente asturiano, Ortiguera (su madre era oriunda de este pueblo), el 15 de Agosto de 1938. A los pocos meses de su nacimiento sus padres trasladan su residencia a Gijón, donde tiene la familia paterna. Se enclavan en el barrio obrero del Natahoyo. Su padre es un buen tallista de madera que trabaja por su cuenta en un pequeño taller próximo al colegio Corazón de María. Son tiempos muy duros y la artesanía sólo da para malvivir. Hoy sigue dando para poco más, para vivir mal.
Rafael no será tallista de la madera como su padre, tampoco vivirá del mar, ni en la mar. Falo escogerá, o mejor el destino elegirá por él, la dura profesión de contador de cuentos, de creador de fantasías, de obras de ficción. Los creadores de quimeras serán siempre ignorados, salvo la excepción del genio, por aquellos que no tienen imaginación. La fantasía, la ficción, no se admite tradicionalmente como culta, si para crearla se recurre al apoyo de la imagen; entonces llegará a esos creadores el insulto más grave: el desprecio. Quienes así actúan olvidan que cualquier profesión es digna siempre que se haga con honradez
y que ninguna obra tiene mayor dignidad que la del propio hacedor. Es el hombre quien dignifica la profesión y no viceversa. Aquí entra el trabajo de Rafael. Este asturiano que hace cómics, los ha hecho en las condiciones más adversas en que pueden ser realizados ... y sin embargo, hasta el trabajo menos reconocido por él mismo (Búfalo Bill) tiene dignidad. En la serie mencionada, olvidada por el propio autor y
de la que le cuesta hablar, se puede detectar una gran profesionalidad y calidad. Nada en ella deja entrever que fue un producto puramente crematístico. Hasta la viñeta más insignificante ha sido hecha con esmero y eso que llegó a dibujar dos páginas diarias a lápiz, una cuando hacía lápiz y tinta. Cantidad tan elevada de producción hace surgir un interrogante que nunca se verá contestado ¿qué calidad
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Viñetas de Kuma
hubiera tenido su trabajo si en vez de dos páginas diarias hubiera hecho una semanal? Resulta difícil llegar a destacar cuando no se trabaja para vivir, cuando se procede de una familia acomodada o rica, pero hacerlo cuando hay que vivir a brazo partido, es prácticamente imposible. Sólo los muy superdotados y fuertes lo consiguen. “Me sugieres que te cuente anecdotas de mi vida, ¡ahí es nada!... más de sesenta años de vivencias personales. Verás, chico, dejando aparte lo tocante al dibujo mi vida no es precisamente algo parecida a la de Miguel de la Cuadra Salcedo. En lo personal soy demasiado vulgar para que mis cosas sean de interés para nadie, y tocante a lo profesional casi diría lo mismo; dibujé con mejor o peor fortuna durante 25 años de una forma irrelevante, todo lo que hice fue por encargo, y
hablando en plata, con el único fin de ganarme les fabes de cada día. Otro gallo me cantara si hubiera podido dibujar con el riñón cubierto lo que realmente me hubiera gustado. Pero la vida nos viene dada y la mayor parte de las veces no puedes o no sabes como cambiarla. Durante estos 25 años dibujé cosas malísimas, regulares y creo que alguna buena; no aporté nada nuevo al cómic, pero si dibujé con honestidad y si mi trabajo hizo feliz a alguien, doy por bien empleadas tantas horas pegado al tablero en mi estudio. En estos momentos mi objetivo es vivir la vida y sólo pretendo llenarla con la mayor cantidad de felicidad posible”. Palabras que en parte no comparto, y no soy el único. Tengo que decir que para el que estas líneas escribe, Méndez fue el mejor animalista que ha visto nunca el
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cómic nacional e internacional y uno de los mejores dibujantes de todos los tiempos. Recientemente, puesto al habla con Jorge Macabich con el objeto de recabar su ayuda para obtener material con el que adornar gráficamente estas letras, le comenté mi opinión sobre su calidad como animalista, a lo que me matizó que, en su opinión, no sólo fue el mejor que ha conocido, sino que ha sido el mejor dibujante que ha tenido nunca en su agencia Bardon Art. Agencia por la que han pasada la práctica totalidad de los más grandes dibujantes de cómics que ha dado nuestra nación en toda la existencia del cómic, desde los años cincuenta.
Encima, fragmento de una historieta publicada en Hazañas Bélicas (Ediciones Toray) en 1962, con guión de E. M. Fariñas
Un maestro industrial que nunca lo fue La Guerra Civil Española había finalizado en Asturias cuando él nació. Pertenece a esa generación que no conoció la lucha armada pero sí sus nefastas consecuencias: represión, adoctrinamiento, frustración y sobre todo Hambre. De todo, de conocimiento, de ropa, de calzado, de justicia, de igualdad, de no llegar a pesar de ser, de vivir, de alimentos. Vive su infancia y pubertad pegado a la desaparecida Fábrica de Loza de Gijon. Su destino, como el de tantos otros hijos de este barrio del Natahoyo, está marcado por los profundos surcos que deja en el acero la herramienta de un torno o el soplete de oxiacetileno. Cuando sea mayor deberá ser uno de los que mantenga viva esa multitud de fábricas que crecen por los alrededores de su entorno cotidiano, hoy denostado por una reconversión salvaje que enmascara con artilugios lingüísticos la triste realidad del paro. Méndez, junto con amigos del barrio, inicia aquellos estudios hacia los que se encauzaba a la juventud de los barrios obreros: los estudios técnicos inferiores. En la Escuela de Maestría, en el entonces recién inaugurado edificio de la antigua E scuela de P eritos I ndustriales , hoy E scuela U niversitaria de I ngenieria Tecnica, comienza a estudiar para Maestro Industrial con su amigo Juan Rubiera. Es el año 1951. Falo tiene 13 años.
Paralelamente a esta actividad ayuda a su padre en la ebanistería durante cinco años. Animado por su entorno familiar hace tiempo que dibuja, que copia una y otra vez las láminas de dibujo de Emilio Freixas. Su padre se encarga de comprárselas. Éste ve con agrado la natural predisposición que su hijo tiene hacia el dibujo artístico.
Cuando cursa estudios de Maestría es la época dorada de la Escuela de Peritos, también, de forma un tanto casual, la más cosmopolita, la más social, la menos clasista ... al menos en lo que se refiere a la convivencia entre los futuros Maestros y Peritos industriales. Ambos colectivos convivieron en aquellos años bajo un mismo techo, compartiendo las mismas
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Kuma
Un encuentro que marcará su futuro
aulas, idénticos profesores e instalaciones. Unos eran la prolongación de lo que serían los otros. Muchos Maestros de aquellas promociones finalizaron los estudios de Perito. Les entraba el gusanillo de “continuar” estudios por el contacto diario, por la labor que en ese sentido ejercieron un plantel de profesores que ya son historia de
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Gijón: Don Paco “Urraca”, su hermano Alfonso, Tinín (Agustín Sánchez), Sáez, Pascualín, Pérez del Río, Rasilla, Bonet, Manuel Rendueles, el inconmensurable don Teófilo Martín Escobar, gran valedor de Maestros y Peritos. Viñeta de Billy Press
La tendencia pictórica que inclina a Méndez hacia este medio de expresión, fomentada por el ambiente familiar muy vinculado a la vida artesanal, y el aburrimiento que padece estudiando Maestría, hizo que abandonase sus estudios para dedicarse más intensamente a este otro tipo de creación. “Empecé como casi todos los niños haciendo los primeros dibujos cuando apenas contaba cinco años: como estudiante fui un verdadero desastre y seguí adelante con lo que verdaderamente me gustaba y para lo que estaba en principio dotado de habilidad. Con el paso de la adolescencia mi meta estaba enfocada hacia la pintura y tuve la osadía de hacer un par de exposiciones en Gijon, con óleos y dibujos y, sobre todo, con un entusiasmo rayano en la insensatez. A esa edad te comes el mundo convencido de que eres un genio capaz de todo...”. A los 15/16 años, hizo su primera exposición en Oviedo. Marola, que es íntimo de la familia, lo alienta y aconseja en las frecuentes charlas que tienen tanto en casa del pintor como en el taller de su padre. Arropado por Carmina Menéndez Manjón, teniente alcaldesa del Ayuntamiento de Gijón, junto con Bartolomé y bajo el patrocinio del citado Ayuntamiento, montó una exposición en el antiguo Instituto Jovellanos, logrando vender algunos de los cuadros expuestos. Corría 1955. Con respecto al gran pintor Marola me escribió Rafael, recientemente, unas letras que anoto.
Viñetas de su serie Hombre
“Leí con morriña tus líneas sobre Marola; era íntimo de mi viejo y lo conocí y traté de chaval. Entonces se ganaba la vida tristemente coloreando retratos fotográficos para palurdos que colgaban viejas fotos al lado de la famosa Santa Cena y cosas así. Es una verdadera pena y tambien una injusticia que tuvieran que pasar tantos años para “descubrir” que detrás de aquella vocecita tímida y modesta sin límites, se ocultaba un verdadero maestro. El sí era un genio que mereció mucha más suerte y méritos de los que se llevó quién sabe, donde quiera que esté. Me gustó tu recuerdo y me sumo a él con mucho cariño”. La economía familiar no marchaba todo lo bien que era de desear y Falo tuvo que abandonar el trabajo de tallista en madera que hacía junto a su padre y entrar como delineante en el estudio del arquitecto Antonio Álvarez Hevia. Hacia 1956 se efectúan en Gijón, a imitación de las famosas exposiciones al aire libre parisinas, algunas manifestaciones de este tipo, ubicándose en la calleja Carlos Bertrand y G. Tuñón, situada perpendicularmente a la calle Corrida y 18 de Julio (hoy calle de la Libertad). En una de ellas cuelgan sus trabajos dos jóvenes asturianos que, en el futuro, integrarán una de las sagas de creadores de cómics más peculiar de toda la Historia de la Historieta Mundial: Ramón y Chiqui de la Fuente.
Izquierda, viñeta de Kuma
El contacto entre ellos se produjo, y de él surgirá en un futuro próximo una profesión nueva para él, que inicialmente no había buscado: la de historietista. En 1957 monta, en solitario, una exposición de dibujos y óleos patrocinada por el Ayuntamiento de Gijón y apoyada de nuevo por Carmina Manjón.
Gijón-Madrid sin retorno Después de hacer la mili como “voluntario” y muerta su madre, Rafael decide intentar fortuna en el campo de la ilustración. Madrid se presenta ante sus ojos como la Meca de su futura profesión. Con un montón de cartas de recomendación que le ha proporcionado Carmina Manjón y todo el ansia de comerse el mundo que proporciona la extremada juventud, emigra a la capital del futuro reino. En Madrid las cosas son bastante más duras que en Asturias. Las cartas de presentación son sólo eso: cartas, papel blanco manchado con tinta. Falo, en el inmenso Madrid, comienza a pasarlas canutas, especialmente porque cada vez ve más claro la imposibilidad de llegar a ser un profesional de la ilustración. Recuerda que los hermanos De la Fuente viven en esa ciudad y establece contacto con Chiqui y Ramón. La familia De la Fuente ayuda a Rafael en todo lo que está en su mano, le introducen en el mundo de la historieta, le dan consejos sobre su trabajo, incluso le quitan
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Ilustración para sus cangançeiros
alguna vez que otra la “fame”. Ellos son quienes le relacionan con la empresa que le proporciona el primer trabajo remunerado en este medio: una editorial eclesiástica que edita un revista de historietas con el nombre de Trampolín. En ella publica sus primeras historias dibujadas; una de ellas basada en El libro de la selva de Kipling. Estos primeros contactos con la historieta lo serán también con el mundo de los animales, algo que marcará su trabajo de forma indeleble. Era 1959. Un dato curioso, a anotar, con respecto a esta revista es una singularidad que más tarde se repetirá en otras. En un momento determinado de su publicación, en sus páginas podemos encontrar trabajos de Robert, Rafael, Chiqui y Ramón de la Fuente, todos ellos asturianos.
Un animalista de excepción
Viñetas de la serie Bimba
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Una característica común a toda su obra historietil es su extremado cuidado en el tratamiento del reino animal. En sus trabajos siempre aparecen animales vivos, dinámicos. Animales que parecen retozar entre sus viñetas. Esta constante y casi obsesiva relación ha hecho de este autor el mejor animalista que ha tenido la historieta española. Alguien podría pensar que esta es una afirmación un tanto “chauvinista”, es posible, pero si no ha sido el mejor, es su hermano siamés. De esta faceta supo mucho el malogrado Félix Rodríguez de la Fuente, el televisivo “amigo de los animales” que lo era menos del animal conocido como homo sapiens. Félix, en repetidas ocasiones, tuvo tratos con Rafael para su contratación, pensaba que era el idóneo para realizar los dibujos de animales de su “show”. Nunca llegaron a un acuerdo por la gran divergencia de caracteres y lo leonino de las condiciones económicas que Félix pretendía imponer, por debajo incluso de las establecidas en el paupérrimo mercado del tebeo español. El dibujante y dueño de la agencia de cómics Bardon Art Jorge Macabich diría de él: “Este artista es sorprendente, en plena carrera brillante dejó de dibujar y no ha vuelto a hacer mas. Para mi, Méndez ha sido uno de los mejores en realizar animales, etnias y aventuras varias. Tan bueno era, que los dibujantes de Bardon Art esperaban sus páginas para disfrutarlas”.
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Hombre
El pesado yugo de las agencias Hubo un tiempo en que si los dibujantes españoles de historietas querían comer, tenían que someterse al yugo de las agencias, empresas dedicadas a contactar con editores extranjeros y ofrecerles los trabajos de los autores de su catálogo. Si bien es cierto que trabajar para editores españoles era aún peor que para las agencias, no por eso las condiciones que éstas ofrecían dejaban de ser socialmente censurables. Con las agencias se percibían mucho mejores remuneraciones que editando en España. Los sueldos en los países donde estas vendían no eran tan tercermundistas como en el nuestro y además pagaban en dólares, libras o marcos, pero el precio social era tan alto como el que se cotizaba en nuestra piel de toro: cesión de todos los derechos sobre las obras; incluyendo los originales, que no devolvían salvo excepción. Eran los años 60 y comienzos de los 70. Con el paso del tiempo y las consiguientes conquistas sociales hubo agencias que tuvieron visión de futuro y finalmente respetaron lo que ayer pisoteaban. Otras por el contrario siguen con contratos medievales masacrando los derechos del autor de cómics sin que ninguna ley corte sus desmesuradas apetencias. El paro, o el miedo que éste produce, ha jugado y sigue jugando un papel decisivo en su favor.
El inevitable trabajo para agencias En 1960, con Chiqui como introductor, Falo viajó a Barcelona y establece relación con la agencia Bardon-Art (Jorge Macabich). A la vista de los trabajos que lleva en su carpeta, le proporcionan trabajo. Inició así lo que sería una colaboración que abarcaría toda su vida profesional: más de 26 años de producir miles de páginas con destino a la mayor parte de los países europeos: Reino Unido, Francia, Alemania, Bélgica, Países Nórdicos, etc. que en España permanecerán inéditas. El trabajo inicial para Bardon-Art es de lo más frustrante: géneros varios para el Reino Unido. Un producto poco valorable, salvo por el hecho de que daba de comer, del que no se libró prácticamente ningún dibujante de cómics español de la época. Comparado con lo que habitualmente se
percibía en España, éste era un trabajo muy bien pagado, pero realizado con normas extremadamente rígidas: guiones difíciles, herméticos, inalterables, con imposiciones estilísticas tan acusadas que obligaban a enviar los bocetos a lápiz a Inglaterra, donde eran modificados y devueltos al dibujante para su posterior acabado y pasado a tinta. Durante casi una década, Falo vivió haciendo mosqueteros, héroes espaciales, policiacos, gauchos, etc., teniendo como destino final el Reino Unido.
En esta época trabaja también para Selecciones Ilustradas, la agencia de Josep Toutain. La colaboración es corta. Al parecer, su estilo no fue del agrado de este intermediario. No obstante, es con Toutain con quien Rafael cree haber publicado en España algún cuaderno de guerra. En su opinión, fue lo único que editaron aquí de su trabajo para agencias. Posteriores investigaciones han llevado al dibujante asturiano José Mª Álvarez, gran conocedor del trabajo de sus compañeros, a descubrir la serie Búfalo Bill
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publicada en España quincenal- Encima, viñetas de Bimba mente por la Editorial Vértice Este personaje aparecía en la revista Pip, donde publicaban otros autores españoles, en 1981, que Rafael había dibu- como García Lorente, Blasco, Bernet o Carlos Giménez Debajo, Bernet y Giménez, en Pip jado para los países nórdicos y de la que el autor desconocía su edición española. También aparecerán cuadernos con las aventuras de Hombre (ed. Bruguera, 1984) y Billy Press (Ediciones Vértice, 1981). Durante más de una década trabajó para Bardon-Art sin contratos, ni firma, con temas aislados, sin conexión, generalmente historietas cortas que imposibilitan su localización y facilitan el anonimato. Debajo, viñetas de presentación de En 1972 entró como socio en Bardon- la serie Bimba, donde aparecen Art Peter Wiechmann, director de redac- Mendez y Macabich ción de la editorial alemana Kauka, que cambió la forma de producción y, aunque socialmente persistirán las antiguas relaciones laborales (no devolución de originales, pérdida casi total de derechos, etc.), Rafael comenzó a sentirse identificado con su propia obra. Su producción continúa siendo masiva, pero ahora la realiza con cariño. Es entonces cuando crea su obra más bella, en especial los trabajos que realizó para la serie del Oeste, Hombre, y la saga germano-nórdica Dietrich Von Bern, adquiriendo gran popularidad en Europa Central. Sus personajes se mantuvieron durante largos periodos de tiempo en el mercado. Aunque no recuerda exactamente todo lo que ha hecho, cree haber llegado a dibujar entre 30 y 40 álbumes de algunos de sus personajes, lo que da idea de la popularidad alcanzada por sus trabajos. Hace años que Rafael esta imposibilitado para dibujar, pero sus obras siguen
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siendo solicitadas, y él figura como cabeza de cartel de la actual agencia Cómicon con trabajos exclusivos, llegando a dibujar ilustraciones de tipo publicitario y unas historietas sobre Cangançeiros que tuvo que interrumpir debido a la enfermedad que hoy padece. “Por citar mis trabajos preferidos, Hombre, una serie de temas western, y Kuma, un adolescente a lo Mowgli de Rudyard Kipling en su obra El Libro de la Selva, con animales, junglas y movido en un ambiente africano muy querido por mi. Aparte de estos, realicé con cariño el personaje de Bimba, una jovencita sexy que abierta la epoca represiva me resultó muy divertido dibujar. También recuerdo con cariño un personaje para publicar en pequeño formato llamado Dietrich von Bern, una especie de saga germánica, mítica y fantástica, muy del gusto alemán”. En opinión de Jorge Macabich, Hombre es la mejor serie que Mendez ha dibujado, en la que más agusto se encontró, al estar enmarcada en ambientes con los que era feliz: la naturaleza y los animales. Opinión que comparto en su totalidad, a pesar de que no ha sido mucho el material que he podido localizar de la misma.
Hacia el año 1968, colabora de forma intermitente con el agente catalán Francisco Gallardo Pons durante unos tres años, haciendo historietas con destino a Francia. Dibuja varios cuadernos de la serie Kalar, un defensor de la fauna africana creado por el propio Pons, y un superhéroe llamado Super-Boy. Es esta una etapa que a Rafael no le gusta recordar, pues según sus propias palabras: “Sólo hice este trabajo por estar con el agua al cuello”. No obstante, esta época forma parte de su obra y la reseñamos.
Búfalo Bill Serie que el autor considera como un trabajo alimentario y de la que no le gusta hablar, apenas la recuerda, la ha olvidado.
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Recientemente he podido tener entre mis manos unas 30 páginas originales de la misma, amablemente cedidos por Macabich y he quedado impresionado ante la calidad de este trabajo de supervivencia. Muy pocos dibujantes han podido llegar a tan alto nivel de calidad, su visión hace recordar la época dorada del dibujo del comic realista; la de los Raymond, Foster, Salinas, etc., cuando el trabajo de iluminación era una faceta más del dibujante de cómics, además de conocimientos anatómicos, perspectivas, encuadres, angulaciones, profundidad de campo, estudio detallados de tipos, y un sinfin de conocimientos sobre la imagen para hacerla comunicativa, que hoy en parte se han perdido. Comentando esta impresión con Macabich, me respondió: “Él siempre era excepcional, no sabía hacerlo de otra manera, incluso cuando una historia no era de su agrado sus dibujos eran sensacionales. Siempre fueron dibujos que requerían una buena edición, la riqueza de
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los mismos se perdía en muchos casos al no ser bien editados, por culpa de un color mal aplicado o una impresión descuidada.”
El estilo Su dibujo es minucioso, rico, detallista, de línea y concepción clásica, enclavado dentro de la escuela realista. Estilo que incluso emplea cuando aborda temas de humor, como en la serie Bimba. Su soltura en la utilización del pincel le sitúa entre los mejores autores de aquellos que han conseguido dominar esta técnica. Siempre ha utilizado pincel en sus dibujos, con excepción de la serie Bimba en la que empleó una técnica mixta de pluma y pincel. Aún con el enorme handicap que representa el hacer un trabajo rápido, de consumo, y de efectuarlo para un mercado bastante estandarizado -como es el centroeuropeo- en el que abundan los arquetipos estilísticos, en su obra se encuentran singularidades que lo hacen reconocible y estimado: utilización de encuadres y angulaciones que, por su dificultad, son omitidos por la mayoría de los dibujantes (no sólo en este tipo de mercado, sino en cualquier otro), empleo contínuo de gran profundidad de campo visual, riguroso estudio de las perspectivas, abundancia de grandes planos generales, riqueza de fondos, minucioso estudio de los personajes,... en fin, un trabajo concienzudo, generoso en el dibujo, que no escatima medios con tal de conseguir dignidad en el producto final..
Una lanza En los años setenta hubo una corriente reivindicadora del cómic que benefició notablemente la calidad de la mayor parte de los dibujantes españoles, de la que Méndez estuvo ausente. Gracias a ella hoy contamos con el trabajo reconocido internacionalmente de Jordi Bernet, Carlos Giménez, Manfred Sommer, Chiqui de la Fuente, Esteban Maroto, etc., impensable de haber continuado con el tipo de obras que hacían en los sesenta. Es seguro que de haber entrado él en esa corriente, su consideración habría llegado tan arriba como la de todos estos compañeros, incluso más lejos que alguno de ellos. Cualidad y calidad no le faltaban. No me es posible acallar el sentido crítico, y he de expresar mi disconformidad hacia el silencio que se mantuvo en los años setenta hacia el trabajo de este autor.
A la vista de datos que hoy se poseen no se puede alegar ignorancia. Era conocido, sobradamente conocido en aquellos años. Incluso hay quien ha afirmado que era temido en el mundillo del cómic por su facilidad y la capacidad de trabajo que poseía. Lo que sí está claro es que fue totalmente ignorado en aquella corriente reivindicadora, cuando estaba compartiendo espacio en las revistas que publicaba con Blasco, Maroto, Giménez, Víctor y Chiqui, Bielsa, Arranz, Hernández Palacios ... en fin, que una vez más se cumple lo de no están todos los que son, ni son todos los que están. “...lo bueno fue maravilloso y lo mucho malo permíteme el favor de no contarlo, quiero pensar que soy un buen nacido. Mi cuna fue muy humilde pero la vida (ya larga) me dio la experiencia para pasar por
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alto los agravios estúpidos que por lo demás no conducen a nada. Hay personas que te quieren y otras que, con motivos o no, te desprecian hasta la náusea, con todos quiero ser respetuoso, allá cada cual con su conciencia... ...sinceramente nunca tuve demasiado tiempo para ocuparme de otra cosa que no fuese estar atado al tablero de dibujo, la mayor parte de las veces agotado para poder terminar la página de cada día”. Así es Méndez. En 1997 la dirección del Salón Internacional del Cómic del Principado de Asturias le invita a participar como artista en la XXI edición. Incluso se le ofrece montar una exposición con sus originales. Rafael agradece el interés mostrado hacia su persona y trabajo, pero declina la invitación. Su estado físico no le permite realizar el viaje Madrid-Gijon-Madrid. Es uno de esos autores de cómics a los que el exceso de trabajo realizado para poder vivir exclusivamente de la historieta, le ha producido una enfermedad de tipo sicológico que le obligó a apartarse de este medio de expresión, de este arte. En el seno del Salon Internacional del Comic del Principado de Asturias, hemos conocido otro caso similar aunque con diferente enfoque. John Buscema confesó publicamente no tener muy buenas relaciones con la historieta, precisamente debido al destajismo a que había sido sometido por parte
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de las editoriales. Sabíamos también del caso del gran dibujante de El Capitán Trueno, Ambrós, el cual en los últimos años de su vida se ponía enfermo con sólo ponerse ante un papel en blanco y tener que tratar de dibujar en él. En 1996 Bardon-Art, a traves de su gestor el dibujante Macabich, buen amigo de Méndez, hizo una mesa redonda con todos sus colaboradores, actuales y pretéritos, y los animó a hacer una autocaricatura con la pregunta ¿Qué harías si te tocara la lotería?. Como el mismo Méndez dice “me costo un huevo hacerla”. El resultado es el último dibujo que ha salido de su pincel que aquí se adjunta.
páginas. •Búfalo Bill. Publicado por Mundi Comic (ed. Vértice, 1981), quincenal, 12 cuadernos a color de 32 páginas (suponemos que existen más). Recientemente he podido localizar algunas historietas de este personaje que me confirman el que, cuando menos, dibujó más de 30 episodios de 20 páginas. •Billy Press. En 1973 Garbo Editorial S.A. inicia la publicación de Spirit. A partir del número 19 (diciembre de 1976) se introducen historias que nada tienen que ver con el personaje de Will Eisner. Las más asiduas son Billy Press de Rafael Méndez Méndez y Géminis de Alfonso Font. •Gran rifle. Historia western aparecida en la revista Trampolín, 1958. •Abecedario ilustre: Quevedo. Revista Trampolín, 1958. •La ley de la selva. Revista Trampolín nº 157, 1958. Portada incluida. •Héroe 1809. Revista Trampolín, 1958. Del resto de su trabajo nada podemos escribir excepto lo ya citado, dado que no se posee ningun tipo de informacion, salvo el hecho de que fueron publicadas por determinadas editoriales y en determinado momento.
Comicgrafía Debido a la gran dificultad que supone conocer la producción de autores que, como él, han trabajado casi exclusivamente para sindicación con venta sólo en el extranjero, en este caso acrecentada por la negativa de la agencia que en el momento presente posee los derechos sobre la casi totalidad de sus trabajos (comicon), a facilitar información desinteresada, no es posible detallar su extensa obra. No obstante, como curiosidad se exponen algunos datos. •Hombre. Serie de muy buen nivel gráfico integrada por 25 episodios de 8 a 10 páginas cada uno. Bruguera publicó algunas en Rompetechos. •Dietrich Von Bern. Episodios épicos de gran belleza gráfica, cuya saga abarca 360 Autorretrato de Méndez