CAMBIO CLIMÁTICO ...VIENE DE LA PÁGINA 4 azotan a Centroamérica, pero sí significa un aumento de la frecuencia de las tormentas más intensas y, en particular, las que provocan el mayor número de daños y destrucción. Además, también se prevé que aumenten las marejadas ciclónicas (inundaciones costeras causadas por tormentas tropicales, también llamadas mareas de tormenta), que se encuentran entre las consecuencias más dañinas de los huracanes en las costas, debido a la combinación del aumento de la intensidad del viento junto al aumento del nivel del mar. La combinación resultante de huracanes más violentos y marejadas más altas provocará un rápido aumento de los riesgos asociados al clima para millones de personas en Centroamérica, especialmente a lo largo de las costas del Atlántico. La tendencia creciente en el daño causado por tales eventos extremos, a su vez, tiene profundas consecuencias sociales. Se considera que eventos extremos y catastróficos afectarán a las partes más vulnerables de la sociedad, particularmente este año debido a la inestabilidad económica causada por la pandemia del COVID-19. Además, como la pandemia está lejos de terminar, las actividades relacionadas con el socorro en casos de desastre y la reconstrucción (si bien son necesarias), pueden conducir a una mayor propagación del virus en las comunidades afectadas. Recientemente, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) declaró que planea incrementar las actividades de apoyo en Nicaragua, Honduras y Guatemala por las consecuencias de los huracanes. Los funcionarios de la OIM, analizando la dramática situación, consideraron que se necesitarán varios años para que la reconstrucción y recuperación se lleve a cabo de manera sostenible. Eta e Iota cambiaron la vida de millones de personas, y las consecuencias a largo plazo del desastre se sentirán fuertemente en los años
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venideros, incluso fuera de los países afectados, ya que cientos de miles de personas lo perdieron todo. En Guatemala, la OIM informa que más de 17.000 personas se encuentran alojadas en albergues de emergencia, preparados antes de que los huracanes sucedieran, y junto a las autoridades de Puerto Barrios, la OIM lideró la implementación del Sistema Integrado de Registro de Refugios (SIRA), destinado a recabar información sobre la población afectada por las tormentas, especialmente en Izabal. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de las autoridades locales, de muchas ONG’s y de personas particulares que trabajan en la región, la preparación y la respuesta a esta crisis han sido insuficientes hasta el momento, y nuevos datos de la ONU muestran que más de 400,000 personas siguen esperando ayuda humanitaria en Honduras y Guatemala. También se necesitan urgentemente intervenciones internacionales y gubernamentales en las regiones afectadas para evitar migraciones masivas de personas que perdieron todo a raíz de las tormentas. La OIM aboga por inversiones a largo plazo, que puedan tener en cuenta los desarrollos sostenibles en los departamentos afectados. Estas inversiones
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no solo ayudarán a la población afectada a recuperarse y reconstruir las infraestructuras destruidas, sino que idealmente los capacitará para enfrentar los futuros inevitables desastres naturales. Y es exactamente esta perspectiva a largo plazo y este plan sostenible con visión de futuro lo que tiene en cuenta futuras amenazas que deberían ser el foco de cualquier programa de socorro, después de la entrega de los primeros auxilios. Ahora sabemos que el cambio climático hará que los huracanes sean aún más peligrosos, y lo que necesitamos son mejores estrategias de adaptación que se implementen en todos los niveles, desde la comunidad internacional hasta los gobiernos nacionales y la sociedad civil.