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La carta. El placer de encontrarnos

Pedro J. Huerta Nuño. Secretario General de EC

Una vez tomada la decisión de salir de nuestras seguridades, el encuentro toma el mando de las emocionantes aventuras de la vida compartida. No somos seres solitarios, nos necesitamos, y en cada una de nuestras búsquedas nos sabemos también llamados a la comunidad, a construir con otros, en la tarea de embellecer el mundo y las relaciones.

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El papa Francisco nos llama a sumarnos a la cultura del encuentro, nos advierte que es un empeño colectivo en el que toda la Iglesia, y toda la sociedad, se compromete a una visión compartida. Sumamos muchas derrotas en esta determinación, pero esa no puede ser la brújula que guíe nuestros proyectos, es nuestra responsabilidad, especialmente como educadores que se apoyan en el Evangelio, ir más allá de los intentos y trazar puentes que unan orillas tradicionalmente opuestas, aproximarse en las ideas, acercar experiencias, creer en las posibilidades de un presente redentor.

"Este Pacto Educativo es un compromiso de transparencia y de vitalidad, es encuentro, es cuidado, es nuestro ADN"

El pensador francés Michel de Montaigne dijo, Yo no me encuentro a mí mismo cuando más me busco, me encuentro por sorpresa cuando menos lo espero. Esta filosofía de la proximidad tiene mucho de sorpresa, las circunstancias nos lo han demostrado en los últimos años, hemos soltado la mano de los posicionamientos excluyentes y nos hemos lanzado a vivir con intensidad el tiempo presente. Nos andábamos buscando, enredados en cientos de proyectos personales e institucionales que garantizasen nuestra identidad como educadores de una escuela católica, poniendo nuestra esperanza en cambios estructurales y metodológicos, decorando obsesivamente cada espacio de nuestro lienzo. Hasta que la realidad nos ha sorprendido, cuando menos lo esperábamos, para ayudarnos a comprender que no es solo nuestro esfuerzo por el cambio lo que realmente transforma el ser, sino el espacio compartido con otros, sobre todo cuando aceptamos que ese espacio dejará zonas sin colorear en el cuadro que pintamos juntos.

El placer de encontrarnos nos ha regalado un maravilloso Congreso en Escuelas Católicas. Ya no es solo el deseo de volver a un encuentro presencial, cansados de una virtualidad que en ocasiones nos ha encerrado en una excesiva individualidad, cada uno en su casa y Dios, esperemos, en la de todos; es la necesidad de ver y comprobar que hay una realidad enriquecedora en cada encuentro, en los diálogos que genera, en la expansiva virtud de pensar juntos y caminar unidos. El encuentro nos reúne en el propósito, dejamos de mirarnos mutuamente, a veces incluso de soslayo y con cierta sospecha, para mirar juntos en la misma dirección, como propone Saint-Exupéry. A esa mirada conjunta la llamamos misión, no podemos difuminarla ni darla por sabida, es urgente que la hagamos compartida, que nos dejemos de patios particulares y nos reconozcamos parte de esta Iglesia en salida a la que nos invita el papa Francisco.

Este Pacto Educativo es un compromiso de transparencia y de vitalidad, es encuentro, es cuidado, es nuestro ADN. Ahora, más que nunca, estamos llamados a hacerlo nuestra esencia. No ya solo por el placer de encontrarnos, sobre todo porque creemos en la vida nueva que el encuentro nos regala.

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