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El prota del mes. Abraham Gutiérrez

Abraham Gutiérrez (Colegio Claret, Segovia): “Cuando lleguemos a ese río ya hablaremos de ese puente”

Como buen castellano, Abraham es hombre de refranes y dichos. De esos que saben utilizar las palabras con maestría y gracia mezclando la tradición con la más pura vanguardia. Literatura es su segundo apellido, basta escucharle en una clase, o en una conversación informal para darte cuenta de ello. Es, además, un hecho indiscutible si ves cualquiera de sus webinar con Don Quijote siempre a su lado, o si lees alguno de los artículos de esta revista que Abraham nos regaló durante los años que estuvo trabajando como Asesor Pedagógico de Escuelas Católicas. Con el Ingenioso Hidalgo comparte su pasión por la lectura y su sana locura, en este caso, por la educación.

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Lo tenía claro. Quería ser maestro, y “de letras”. Y llegó a serlo después de estudiar Filología Hispánica. Lo que no se esperaba era enamorarse tanto de la educación, del proyecto y de la gente del Colegio Claret de Segovia, el primer colegio en el que empezó a trabajar y en el que sigue, a día de hoy, trabajando.

Le encanta pasear por el campo, y por eso llegó a ese río de la educación, vio el puente y empezó a cruzarlo de la manera que le habían enseñado. Pronto vio que había muchas maneras de cruzar ese puente. Conoció el aprendizaje cooperativo o las rutinas de pensamiento y ese fue el momento “eureka” en su carrera que despertó su interés por hacer las cosas de una manera diferente, e implementar en su aula nuevos modelos de enseñanza que estuvieran más alineados con lo que sabemos sobre el aprendizaje.

Cuatro son los pilares que sustentan el puente que cruza Abraham: la neurociencia, el aprendizaje basado en proyectos, el uso pedagógico de la tecnología y la evaluación centrada en lo bueno y valioso de cada aprendiz. No es casualidad que este profe de letras, mago de las palabras, utilice el término “aprendiz” cuando habla de sus alumnos, ya que para él, su aula ha de ser “un lugar mágico en el que lo ideal es que nadie salga igual que entró”. La tecnología es una de sus varitas mágicas favoritas ya que gracias a ella consigue tiempo para poder hablar más y mejor a sus alumnos. Palabras y tiempo son, para él, las claves de la educación.

Se define como un hombre afortunado y agradecido por todas las personas que ha encontrado en el camino: maestros que le han enseñado, compañeros físicos y virtuales, alumnos y profesores a los que también ha podido acompañar.

Abraham es un hombre de buen conformar, capaz de hacer el mejor ramo con las flores que le da la vida. Es maestro, enamorado de su profesión y orgulloso de formar parte de ese claustro de docentes españoles que superan la burocracia, las dificultades y la escasez de recursos y “hacen su magia” para conseguir un aula de brillantes "aprendices" y futuros grandes magos.

@abrahamprofesor

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