7 minute read

Misión IA: el cambio del paradigma educativo

Rafa Molina (@Rafa_JMR). Departamento de Innovación Pedagógica de EC

La reciente popularización y apertura al público de los proyectos de la fundación OpenAI ha hecho que estemos un paso más cerca de esos futuros utópicos, o distópicos para muchos, que en las películas de ciencia-ficción se nos han mostrado durante años. Sin embargo, la Inteligencia Artificial ha venido para quedarse y debemos plantearnos cómo asumir, desarrollar y aprovechar los cambios que está provocando o provocará en el ámbito educativo.

Advertisement

La inteligencia artificial (IA) lleva años revolucionando la forma en que vivimos y trabajamos, ya sea a través de chatbots de asistencia, correctores automáticos, asistentes de voz (como Siri de Apple, o Alexa de Amazon), motores de búsqueda o reconocimiento de imágenes, o a través de aplicaciones mucho más específicas como las de los ámbitos médico, económico o industrial.

Sin embargo, ha sido durante los últimos meses de 2022 cuando se han difundido y popularizado los grandes avances producidos en el ámbito de la IA gracias a la promoción de los proyectos de la fundación OpenAI con modelos como el prototipo del chatbot de inteligencia artificial (ChatGPT) o el programa creador de imágenes con Inteligencia Artificial (Dall-E).

La incursión de este tipo de aplicaciones o herramientas basadas en IA ha hecho que también en el ámbito educativo surjan ciertas dudas e incertidumbres sobre la adecuación de su utilización, los beneficios y desventajas que pueden suponer en el ámbito educativo y las posibles aplicaciones para el trabajo en el aula. No obstante, ya desde el año 2019 se plantearon las posibilidades de implantación de la inteligencia artificial en las políticas educativas como en el caso de la UNESCO en el Consenso de Beijing. En este, se plantearon las pautas y recomendaciones para poder implantar de forma adecuada la IA en el ámbito educativo que podrían ser resumidas en:

• Planificación de las políticas educativas teniendo en cuenta las aportaciones de la IA para su puesta en marcha y para la creación de nuevos planes de estudios o currículos en los que se integre la IA como un aspecto más en el que el alumnado debe ser formado. Además de adecuar el perfil de salida para la vida y el trabajo que vivirán en la era de la IA.

• Utilización de la IA en los procesos de enseñanza-aprendizaje tanto para la docencia como para el acompañamiento o evaluación de los alumnos.

• Protección del uso equitativo e inclusivo en educación, tanto en los aspectos socioeconómicos como en cualquier otro en el que pueda surgir una brecha digital.

• Uso ético transparente y verificable de los datos y algoritmos educativos. Entre todas estas recomendaciones hay varios agentes que cobran importancia, que van desde las administraciones educativas que generan los currículos y los planes de formación, hasta los docentes y alumnos. Estos dos últimos son los verdaderos protagonistas, como agentes y receptores, de todo lo que la inteligencia artificial supone para el paradigma educativo que se aproxima.

Un docente más “inteligente”

El primer escollo que debe salvar un docente para poder hacer frente a este cambio de paradigma es la formación. En este caso los primeros pasos están desarrollados a lo largo del marco de referencia sobre la competencia digital docente, ya que es a lo largo de todas las áreas que propone donde se puede familiarizar con la IA, y estudiar en profundidad las oportunidades y riesgos que este tipo de tecnología digital puede ofrecer, para poder enseñar a su vez al alumnado un uso correcto, ético y que desarrolle al máximo las potencialidades de la IA para su proceso de aprendizaje. En otras palabras, para que a través de un desarrollo de la competencia digital pueda desarrollar también su competencia de aprender a aprender.

El papel del docente durante las últimas décadas ha ido cambiando. Mientras que partíamos de una imagen del profesor omnipotente y fuente de todo el conocimiento válido y aceptable, fuimos derivando en la figura del profesor como acompañante o coach, como una especie de asesor que más allá de hacer una mera transmisión del conocimiento en el que este iba siendo descubierto por nosotros mismos, hasta que también llegamos a ese momento, en el que nos encontramos ahora mismo, en el que el profesor se convierte en un agente de apoyo y guía para el desarrollo de competencias (en la LOMLOE, ya no se produce, o no se debería producir, ningún trasvase de conocimiento puramente teórico). Cabe preguntarse entonces cuál será el próximo rol que como docentes tendremos que desempeñar.

La respuesta, aunque parece obvia, se centra en aspectos clave que todavía (al ritmo que avanza no podríamos decir “nunca”) una máquina no puede asumir: la humanidad. Cuando hablamos de humanidad no solo hablamos de ética, de reflexión, de pensamiento crítico. Hay aspectos mecánicos, rutinarios, repetitivos del rol de docente que estaremos muy satisfechos de quitarnos de encima: la burocracia, la programación, la corrección de determinadas actividades, la organización de diversas rutas, el análisis de datos. Sin embargo, la capacidad de empatizar, la capacidad de estar, de acompañar, de darle sentido al ser, de proteger, no puede ser eliminada del rol del docente del futuro. No podemos olvidar que la IA y las tecnologías están al servicio de la humanidad y no a la inversa.

“La incursión de este tipo de aplicaciones o herramientas basadas en IA ha hecho que también en el ámbito educativo surjan ciertas dudas e incertidumbres sobre la adecuación de su utilización”

¿Nunca uses a un humano para hacer el trabajo de una máquina?

A raíz de la popularización de las aplicaciones de IA muchos docentes empiezan a sentir un cierto miedo a lo que esto puede suponer y a cómo se puede ver afectado su trabajo. No cabe duda de que cuando las calculadoras empezaron a entrar en el aula, también hubo ciertas resistencias por el temor de que los niños ya no aprendieran realmente matemáticas.

Algo parecido está ocurriendo en la actualidad por parte de algunos sectores docentes, rechazan taxativamente el uso y la llegada de estos avances tecnológicos al aula.

Aunque no llegan al nivel de los famosos replicantes de la película Blade Runner, la presencia de la IA en el ámbito educativo y en nuestro día a día no es algo totalmente nuevo. Durante los últimos años ya se han ido dando algunos pasos en la implementación de tecnologías basadas en inteligencia artificial. Algunos ejemplos:

• Adaptive learning: los sistemas de aprendizaje adaptativo utilizan algoritmos de IA para adaptar el contenido y el ritmo del aprendizaje a las necesidades individuales de cada estudiante. Esto permite a los estudiantes aprender a su propio ritmo y recibir ayuda personalizada cuando la necesitan.

• Revisión automatizada: los sistemas de tutoría automatizada utilizan algoritmos de IA para proporcionar retroalimentación y ayuda a los estudiantes mientras trabajan en problemas o realizan tareas. Esto permite a los estudiantes obtener ayuda inmediata cuando la necesitan, lo que puede mejorar su rendimiento y motivación.

• Análisis de datos y diagnóstico del aprendizaje: estos sistemas utilizan algoritmos de IA para evaluar el rendimiento y el progreso del estudiante a partir del análisis de una gran cantidad de datos, y para proporcionar informes detallados sobre las fortalezas y debilidades del estudiante. Esto permite a los maestros y a los administradores escolares tomar decisiones informadas sobre cómo mejorar el aprendizaje de los estudiantes. No sabemos hasta dónde llegará esta revolución, pero sí sabemos que llegará lejos. Por eso no se trata de ir a la caza, de temer o de luchar contra la llegada de la inteligencia artificial. Necesitamos saber cómo encajarla y hacerla útil para mejorar la vida humana en todos los ámbitos, sin olvidarnos de que es justamente eso, lo humano, lo que debe estar en el centro de toda nuestra acción educativa. Quizá uno de los problemas sea que hayamos visto demasiadas películas…

This article is from: