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"Estoy muy orgullosa de ser profesora, de que mi motor sean los niños, su aprendizaje y su cariño"

Irene Muñoz de Yraola. Colegio Blanca de Castilla (Madrid)

Irene es una de esas personas que “ha nacido para ser maestra”. Decidió estudiar Magisterio después de vivir una experiencia de voluntariado en el colegio dando clases particulares a alumnos con dificultades, pero sus padres lo sabían desde mucho antes. Ese voluntariado fue decisivo a la hora de elegir y afianzar su vocación. Era un momento en el que su “práctica docente”, carente de formación, se compensaba ampliamente con su ilusión, enseñando aquello que le salía del corazón que, al fin y al cabo, es donde se genera la mejor pedagogía.

Sus años de universidad, donde cursó el Doble Grado de Maestro de Educación Infantil y Primaria con mención en TIC, han sido un antes y un después en su vida. En esos años pudo realizar sus primeras “prácticas oficiales” como maestra, aprendiendo de sus primeros errores y dejando ya algunas primeras huellas en sus alumnos. Aquello confirmó que se dedicaría en cuerpo y alma a la educación. La universidad no solo le brindó los conocimientos necesarios para poder ejercer su profesión, sino que le ofreció la posibilidad de conocer y rodearse de grandes profesionales que transformaron su vida y le ayudaron a comenzar lo que ella llama su “casita educativa” que va llenando poco a poco de armarios de formación, de estanterías de experiencia, de personas, de libros donde acumula conocimiento, de herramientas de aprendizaje, de cuadros con fotos de personas que son historias de superación, etc. La Irene que entró en la universidad no es la misma que la que hoy encontramos dando clase.

Actualmente desarrolla su labor, por segundo año consecutivo, en el Colegio Blanca de Castilla de Madrid como tutora de tres años. Todavía con algunas dudas y algo de sensación de incertidumbre recuerda ese primer mes de septiembre en el que pensaba si sería capaz de ayudar a sus alumnos y transmitir las tres “C” para ella fundamentales: Cariño, Confianza y Calma. Igual por eso quién la conoce la identifica con los colores de la luz, la calma y la alegría: amarillo y naranja. Ese primer mes pasó y el primer curso también. Los gestos y los “te quiero” de sus alumnos fueron el único alimento y combustible que necesitó para lograrlo.  Para Irene, un docente no es solo su titulación, un docente es un mago, un mago que además de explicar o programar actividades originales es portador de una esencia que hace a los niños sentirse únicos y cómodos y que les permita confiar. Ese “don mágico” es la clave y no se aprende en los libros.

Irene defiende las ganas de aprender, la ilusión y la implicación de los nuevos docentes, a menudo juzgados por su falta de experiencia en una sociedad en la que considera que, la profesión está muy poco valorada. Los jóvenes maestros son la mejor inversión y por ello en esta ocasión hemos elegido a Irene para nuestra “prota del mes”.

Invertir y confiar en los nuevos docentes es la única forma de asegurar un futuro mejor para la educación. No nos cabe ninguna duda. ¡Bienvenidos a nuestros colegios, jóvenes maestros!

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