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Sembrando el huerto educativo. Principios pedagógicos que transforman vidas

Irene Arrimadas. Gómez Directora del Departamento de Innovación Pedagógica de EC
En el amplio terreno pedagógico plantamos las semillas del huerto educativo con la esperanza de hacer crecer mentes, corazones y manos que tengan la firme convicción de transformar el mundo. En nuestro huerto, cada alumno es una planta única, floreciendo a su propio ritmo y estilo, pero todos arraigados en los mismos principios que nutren la tierra y la convierten en terreno fértil. A medida que acompañamos su crecimiento, cultivamos no solo los conocimientos académicos, sino también las raíces de la empatía, los tallos del pensamiento crítico y los frutos de la creatividad, buscando formar agentes de cambio que contribuyan a crear un mundo más equitativo y solidario para todos.

El cultivo de nuestro huerto educativo es un proceso dinámico que impulsa el desarrollo integral de las personas desde sus primeros días, donde cada etapa tiene sus propias características y necesidades específicas. Entender los principios pedagógicos y las bases neuroeducativas que subyacen en este proceso es esencial para diseñar ambientes educativos idóneos para fomentar el aprendizaje. En todo el proceso, la programación y la evaluación se convierten en herramientas esenciales. Con planificación cuidadosa, teniendo como base nuestra identidad que inspira estos principios pedagógicos sólidos y rigurosos, aseguramos que cada área y materia contribuya al desarrollo integral de los alumnos.

El profesorado, que siembra y cuida este huerto tan particular, se erige como un pilar fundamental. Desde la identificación y compromiso de cada educador con el proyecto educativo del centro e institución, es el que integra estos principios en su práctica educativa. La capacitación constante y el acompañamiento profesional y espiritual a los educadores aseguran que las semillas plantadas en el huerto educativo germinen y florezcan con todo su potencial. Así, el verdadero cambio en la educación comienza con el cultivo consciente de los educadores, quienes, desde su propia tierra fertilizada con competencias y valores, impregnan de vitalidad y significado cada experiencia de aprendizaje.

El cultivo de nuestro huerto educativo es un proceso dinámico que impulsa el desarrollo integral de las personas

Los 10 principios pedagógicos que proponemos pueden respaldar el aprendizaje para todas las edades y se centran en la personalización, inclusión, participación, experiencia, responsabilidad, autonomía, conexión emocional y trascendencia. Al abrazar estos fundamentos, los educadores pueden crear un entorno educativo que nutre el crecimiento integral de cada estudiante, preparándolos para enfrentar los desafíos y oportunidades de la vida.

1. Fertilidad neuroplástica: la clave de la adaptación

La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse y es un principio fundamental que sustenta la educación a lo largo de toda la vida. Durante la primera infancia, el cerebro es especialmente flexible, formando conexiones neuronales fundamentales para el aprendizaje futuro. La exposición a estímulos variados y enriquecedores contribuye a desarrollar una base sólida para las habilidades cognitivas, sociales y emocionales.

2. Riego de experiencias activas: construyendo conocimiento desde la acción

El aprendizaje significativo se facilita a través de experiencias prácticas y participativas. Desde la experimentación en los primeros años hasta proyectos más complejos basados en retos o problemas, los alumnos deben ser desafiados a aplicar conocimientos y resolver problemas de manera activa. La conexión directa entre contenidos y su aplicación práctica refuerza un aprendizaje más profundo.

3. Luz de la diversidad para aprender: respetando la individualidad

Cada alumno es único, con competencias, ritmos y preferencias distintas. Adaptar las estrategias pedagógicas para acomodar esta diversidad es esencial. Integrar los principios del Diseño Universal para el Aprendizaje permite a los educadores llegar a todos los alumnos de la manera en la que cada cual lo necesita, maximizando su potencial de aprendizaje.

4. Cultivo de relaciones socioemocionales: construyendo relaciones y autoconocimiento

La educación no solo trata de transmitir conocimientos, sino también desarrollar habilidades cognitivas, socioemocionales y el pensamiento crítico y creativo que fortalezcan las raíces. Fomentar la empatía, la resiliencia y la autorregulación desde los primeros años contribuye a la formación integral de los alumnos. Establecer relaciones positivas con sus compañeros y educadores es clave para disfrutar de un ambiente de aprendizaje saludable.

5. Polinización cruzada: fomentamos la colaboración entre alumnos

La interacción entre alumnos, y especialmente la que se realiza a través de enfoques metodológicos rigurosos como el aprendizaje cooperativo, lleva consigo la esencia de nuevas formas de pensar y actuar para el bien común.

6. Abono de evaluación formativa: retroalimentación constructiva para el crecimiento integral y continuo

La evaluación no debe ser vista solo como un medio para calificar el rendimiento, sino como una herramienta para guiar y mejorar el aprendizaje. La retroalimentación formativa, proporcionada de manera regular y constructiva, empodera a los estudiantes para reflexionar sobre su progreso y establecer metas de mejora.

7. Riego controlado de herramientas tecnológicas: integrando lo digital con lo analógico

Está demostrado que la tecnología puede facilitar el aprendizaje al proporcionar recursos interactivos, colaborativos y adaptativos. No obstante, su uso debe ser equilibrado y con sentido pedagógico, asegurando que la tecnología desarrolle competencias digitales específicas y sea utilizada con responsabilidad y ética.

8. Cosecha de autonomía

A medida que nuestros alumnos maduran, fomentamos su autonomía al permitirles participar y tomar decisiones sobre su proceso de aprendizaje, preparándolos para adquirir las competencias que necesitan para vivir una vida plena.

9. Cuidado reflexivo que favorece el pensamiento crítico

La poda cuidadosa de malos hábitos y conceptos obsoletos es esencial para el crecimiento saludable. La reflexión continua sobre su propio aprendizaje, que brindan las estrategias de metacognición, permite a nuestros alumnos que corrijan y eliminen lo inadecuado y enfoquen su energía en lo esencial.

10. Usar la curiosidad como fertilizante

Nutrimos la curiosidad como un abono esencial para que nuestros alumnos sigan buscando nuevos conocimientos y retos a lo largo de todo su crecimiento.

El verdadero cambio en la educación comienza con el cultivo consciente de los educadores

Como vemos, la personalización e inclusión, el aprendizaje activo y participativo, la interacción social, la mentalidad de crecimiento… crean un entorno educativo enriquecedor para el desarrollo integral de los alumnos. Tenemos recogidas muchas evidencias que demuestran que estos principios pedagógicos se están poniendo en práctica en nuestras aulas como invariables pedagógicas que persisten (a pesar de los continuos cambios legislativos) gracias al esfuerzo de las comunidades educativas que siembran las semillas con la certeza de que, con el cuidado adecuado, se convertirán en fruto abundante. Ya nos lo decía Piaget, “el conocimiento no es un regalo que se nos da, sino una conquista que se logra, y debemos hacerlo crecer y multiplicarse como los frutos de la naturaleza”. Es nuestra responsabilidad cultivar el huerto con sabiduría y pasión.

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