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Alentar la vida de crece

Ana Mª Sánchez. Presidenta de EC

En primavera nuestro entorno se llena de “señales de vida”. La estación avanza, y hasta en el interior de los núcleos urbanos una mirada atenta puede descubrir los signos de su presencia: el verde en los árboles, las flores que van apareciendo, los pájaros e insectos que redoblan su actividad con nueva energía, el polen que flota en el aire, la lluvia que esperemos llegue… Si tenemos la suerte de poder salir a un espacio de naturaleza, encontraremos una auténtica fiesta que entra por nuestros sentidos y nos caldea el corazón.

En nuestros colegios también crece la vida. Y no solo en nuestros jardines o nuestros huertos, si los tenemos, sino también, y fundamentalmente, en las personas.

La educación nos hace testigos privilegiados del proceso de crecimiento humano. Creo que, desde el principio, y en todo lo que puedo recordar de mi experiencia como educadora, una de las cosas que más he disfrutado, valorado y agradecido ha sido la posibilidad de ver crecer a mis alumnos y alumnas, en todas sus dimensiones. Y no solo de ver, sino de poder, de alguna manera, ayudar, alentar y fortalecer ese crecimiento.

En nuestros colegios también crece la vida. Y no solo en nuestros jardines o nuestros huertos, sino también, y fundamentalmente, en las personas

Dicen que la mirada, las manos y hasta la voz del buen jardinero influyen en el crecimiento de sus plantas. Del mismo modo, nuestra manera de mirar a los alumnos, nuestro modo de trabajar e interactuar con ellos, de acompañarlos y alentarlos, pueden ser importantes en el desarrollo del proyecto de persona que, como una semilla, habita en el interior de cada uno. Siempre, eso sí, ofrecidos desde el respeto y desde la humildad de quien se sabe ante el misterio.

También en nosotros crece la vida. Para poder acompañar a otros en su proceso de crecimiento, tenemos que ser muy conscientes del nuestro, cuidarlo en todas sus facetas. Nadie que no crece puede ayudar a crecer, nadie que no aprende puede enseñar. Aceptar el reto de educar a otros implica el compromiso de desarrollar nuestras propias potencialidades, de entregarnos hasta el fondo, cada día, a la aventura maravillosa de ser humanos.

Educadores y alumnos aprendemos juntos, experimentamos que la vida crece y se multiplica cuando la compartimos, la entregamos, la ponemos al servicio. Y descubrimos que esta vida no nos aísla en el interior de nuestras aulas o de nuestros colegios, sino que nos conecta con otros muchos, con el mundo, con Dios.

La vida se nos regala, sin que hagamos nada para merecerla. Pero necesita nuestra atención, nuestro cuidado, nuestro amor, para seguir creciendo.

Una sabia mujer dijo que “la educación es una nueva Creación”. No me siento capaz de desentrañar todo lo que puede implicar esta expresión, pero siento que tenemos en las manos algo muy grande, que nos hace colaboradores en la misión del Dios creador.

La primavera es tiempo de Pascua. Tiempo de celebrar la VIDA, con mayúsculas, la que se nos regala a través de Jesús Resucitado. Que sea también para todos nosotros tiempo de alentar la vida que crece en nosotros y a nuestro alrededor.

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