NARRATIVA
La ciudad imperdurable Armando Saldaña Salinas
L
I
a Ciudad Imperdurable es, como toda ciudad, más vieja que cualquiera de sus habitantes. Quizá por eso mismo, su memoria no es lo que solía ser. La Ciudad Imperdurable despierta con cada amanecer, los sueños de la noche anterior disipándose al tiempo que los primeros rayos del nuevo sol iluminan su rostro. Abre los ojos a regañadientes y se quita las lagañas. Despierta y recuerda quién es. Como cada mañana, olvida la irrealidad de sus sueños y reconstruye su personalidad, paso por paso. Pero su memoria no es lo que solía ser. Algunos detalles se pierden con cada alba. Elementos de vital importancia desaparecen mientras que otros de la mayor trivialidad se mantienen incólumes. Igual que varios de sus habitantes, que recuerdan a la perfección algo que sucedió hace veinte años pero son incapaces de nombrar lo que desayunaron esa misma mañana, la Ciudad Imperdurable tiene algunas lagunas. Como monjes medievales intentando reproducir textos antiguos, ciertos detalles se pierden o son alterados sutilmente sin darse cuenta, palimpsestos cada vez más alejados del original. Ciertas casas viejas se desvanecen de la noche a la mañana. Algunos ciudadanos veteranos recuerdan con nostalgia ese cine o aquel restaurante, donde algo trascendental ocurrió en sus vidas y se preguntan con asombro cuándo lo tiraron que ni se enteraron. Se rascan la barbilla con gesto perdido y se entristecen por el progreso, el paso inexorable del tiempo.
REVISTA ESPEJO HUMEANTE #5 / CIUDADES
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