4 minute read
Velo del lenguaje
los doce meses se sientan alrededor del fuego, calentándose los pies, compartiendo sus cuentos. Puede que te hagan un favor, si eres amable. Quizá diciembre te deje recoger fresas en su escarcha.
Confía en los lobos, pero no les digas a dónde vas. Puedes cruzar el río en la barca. El barquero te llevará. (La respuesta a su pregunta es ésta: Si le entrega el remo a su pasajero, quedará libre y podrá abandonar el barco. Pero díselo sólo desde una distancia prudente).
Advertisement
Si un águila te regala una pluma, mantenla a salvo. Recuerda: que los gigantes tienen el sueño muy pesado; que a las brujas, a menudo, las traiciona su apetito; que los dragones tienen siempre un punto débil en alguna parte; que los corazones pueden estar bien ocultos, y los traicionas con la lengua.
No sientas celos de tu hermana: Las rosas y diamantes que salen de los labios son tan molestos como las ranas y los sapos: también son más fríos, afilados y cortantes.
Recuerda tu nombre. No pierdas la esperanza: lo que buscas será encontrado. Ten fe en los fantasmas. Confía en que aquellos a los que ayudaste, te ayudarán a su vez. Ten fe en los sueños. Confía en tu corazón y también en tu historia.
Cuando vuelvas, hazlo sobre tus pasos. Los favores serán correspondidos, las deudas quedarán saldadas. No olvides tus modales. No mires atrás. Vuela a lomos del águila sabia (no caerás). Nada a lomos del pez de plata (no te ahogarás). Cabalga en el lobo gris (aférrate fuerte a su pelaje).
Hay un gusano en el corazón de la torre; y ésa es la razón por la que no permanecerá siempre en pie.
Cuando llegues a la casita, al lugar donde comenzó tu viaje, la reconocerás de inmediato, aunque ahora parecerá más pequeña que al principio. Sube por el sendero y atraviesa el portón que nunca habías visto antes, excepto aquella vez. Y luego vuelve a casa. O construye una.
Y descansa. ¬
Tim McDonagh (2015).
Mario Andrés Arcos Guerrero (Colombia)
HAY UNA VERDAD orgánica que da vida a todas las manifestaciones humanas y que se halla contenida en aquello que hablamos o escribimos, tal vez sea ése el elemento principal del que se han nutrido los grandes oradores para ejercer su poder de convencimiento y manipular a las masas. La religión que nos tocó en este lado del mundo se fundamenta en la palabra escrita y su influencia, ha levantado a la civilización que conocemos atravesando, querámoslo o no, nuestros comportamientos.
En el estudio sobre las palabras y sus funciones, han sido necesarias la asistencia de perspectivas disímiles, como aquellos aportes de la sociología, la religión o la lingüística, para redefinir el complejo concepto de lenguaje.
La cosmogonía judeocristiana ha considerado al lenguaje como un atributo característico de los seres humanos, producto de la intervención divina que se manifestó de manera repentina, teniendo como función que el hombre diera la denominación a los distintos animales que poblaban una tierra antediluviana. En cambio, para los pueblos originarios de Centroamérica, el lenguaje en los seres humanos fue el resultado de una sucesión de muchos intentos fallidos, en los cuales los dioses crearon seres con la intención de que tuvieran facultades tanto físicas como mentales propicias, que les permitieran comprender el mundo que les rodeaba; podría decirse que dentro del conjunto de esas facultades era indispensable para los dioses conseguir que los seres que creaban pudieran emplear un lenguaje articulado que les permitiera comunicar los fenómenos que sucedían en su entorno.
El alma del lenguaje y sus funciones
Antes de que existiera la palabra escrita estuvo el signo, el símbolo, la representación de pictogramas que posteriormente se transformaron en ideogramas hasta alcanzar la complejísima abstracción de la escritura cuneiforme, en cuanto al lenguaje articulado, grupos de seres humanos se sentaron a compartir su visión del mundo y de la realidad por medio de la tradición oral. El lenguaje seguía su curso más allá de sus funciones comunicativas, cumpliendo con un rol primordial al constituirse en un medio a través del cual se conformarían distintas comunidades con idiomas distintos. El lenguaje trascendió las esferas de información y comunicación, porque, simultáneamente, también desarrolló funciones lingüísticas y, al derivarse en una multiplicidad de lenguas diferentes, se convirtió en una entidad viviente que modela las sociedades y sus culturas. Es posible que el lenguaje, este organismo vivo, sea reducido a su función social mecánica y funcionalista, pero el lenguaje no puede ser desligado de su alma, es decir, del conjunto de propiedades que lo constituyen. Está fundamentado en un sistema de signos y símbolos sin los cuales no existiría la sociedad que conocemos y, en ese sentido, es un medio que construye y modifica la realidad.
Antes de que se dieran las condiciones adecuadas para que surgiera el lenguaje como lo conocemos, los primeros seres humanos vieron la necesidad de acudir a representaciones de la realidad que vivían. Sobre improvisadas superficies de piedra expresaron no sólo aquello que veían a diario, sino sus creencias, al tiempo que desarrollaron un complejo pensamiento abstracto. Al representar una escena de cacería de animales, pretendían asegurar el éxito de esa labor. La representación de estas distintas escenas en las que ellos mismos se pintaban cazando animales, se convertían tanto en la previa materialización de su deseo