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RESIDENCIA DE ARTISTAS
Las ventanas son las originales del edificio. Sobre el librero, piezas de arte africano de las culturas mumuye y lega de principios del siglo XX, y en la pared una pieza de Jorge Méndez Blake, de Travesía Cuatro.
LA CASA EN LAS PALMAS, ESPAÑA, QUE EL COLECCIONISTA JESÚS CASTAÑO COMPARTE CON LOS GRANDES DEL DISEÑO Y EL ARTE MODERNO.
REALIZACIÓN MERCEDES RUIZ-MATEOS FOTOS PABLO SARABIA TEXTO TONY TORRECILLAS
on una suite en el hotel Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria, comenzó esta historia de amor del consultor de arte y coleccionista Jesús Castaño con su casa. Fue en 2015 cuando aterrizó en la isla, al ser nombrado director de la Fundación de Arte y Pensamiento Martín Chirino, y este resort, obra de Martín-Fernández de la Torre, fue una señal. “Me puse a buscar casa y encontré este edificio, entre el regionalismo y el racionalismo, que había construido el arquitecto como residencia familiar”, cuenta. En su interior descubrió un departamento de 290 metros cuadrados, con techos altísimos y suelo hidráulico, además de molduras (que restauró) y ventanales originales que recuerdan los industriales de la Gran Manzana, que había sido maltratado en su pasado como oficina. “Yo mismo le lavé la cara con ayuda de algún gremio local, eliminando puertas, salvo la de los dormitorios y baños, y recuperando su belleza”, cuenta Castaño. Los despachos volvieron a la vida, ahora el gran salón –“que es casi tan grande como mi sala en Madrid”–, sirve de distribuidor a la sala de música comunicada con el comedor, sala de televisión, sala y comedor principal,
Cademás de tres dormitorios, cocina y baño. “Viví cuatro meses con una cama, la mesa de la cocina y una caja de cartón”, recuerda entre risas. Pero este tiempo le sirvió para observar cómo entra la luz en los espacios y qué invitados quería en cada rincón. Las paredes las dejó blancas, como marca la tradición insular, a excepción de una licencia en el techo del comedor, cubierto por un tapiz de Piero Fornasetti. Además de un piano, dio la bienvenida a pocos pero escogidísimos muebles con firmas como Gio Ponti, Eero Aarnio o Saarinen junto con tesoros art déco, esculturas africanas, jarrones de Murano y otras que van del XIX a Nieto Sobejano, siempre al servicio de su impresionante colección de contemporáneo. Así comenzó a compartir casa con las obras de Hans-Peter Feldmann, Björn Dahlem, Asier Mendizabal, Wolfgang Tillmans o un neón de Jorge Méndez Blake que tiñe de rojo parte del recibidor. “Nací en un pueblo sin semáforos y cuando llegaba a Madrid, me quedaba pegado al cristal del coche mirando las luces. Cuando lo vi, me sentí atrapado”. Como al entrar a esta casa, donde cada rincón es impresionante. “Uno debe escoger el arte para que forme parte activa de su vida, como se escogen los amigos y amigas más queridos”, dice Castaño.
Bajo un techo de Fornasetti y una lámpara de Stilnovo, el comedor está listo para celebrar, rodeado de creadores. Mesa Tulip de Eero Saarinen, editada por Knoll, con jarrones de Gio Ponti; cerámica de pájaro de los años sesenta de Dominique Pouchain, y porcelana vegetal de DelAmorYlaBelleza. Sillas Superleggera de Gio Ponti, en Jon Urgoiti, y al fondo, tríptico de Asier Mendizabal, en ProjecteSD.
La recámara principal parece que alberga su propia galería privada. (Página anterior) En un rincón del comedor, la consola de Ico Parisi con cerámicas de los cincuenta, un busto de Androusov y lámpara de cerámica de la fábrica de Valdemorillo. En la pared, un díptico de Hans-Peter Feldmann de la galería ProjecteSD.
Esculturas, pinturas y fotografías de grandes del arte contemporáneo en cada rincón.