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ESCONDITE
THE ALEST
POR CARLOS FERNÁNDEZ FOTOS FABIÁN MARTÍNEZ
En la tranquila calle de Eugenio Sue en Polanco, donde parecía casi imposible que surgiera un proyecto nuevo y refrescante, abrió hace unos meses este escondite con un toque ecléctico. El hotel The Alest es el lugar perfecto para hospedarse un fin de semana, tener una reunión de trabajo, desayunar con la familia o tomar un coctel.
Con una fachada londinense que recuerda a las calles de esa ciudad, perfectamente bien acabada en acero laqueado, la parte frontal del edificio en una inmejorable ubicación te recibe con los brazos abiertos y promete llevarte a un viaje único y diferente. Desde el momento en que atraviesas el umbral de la puerta principal, el espacio te abraza y revela que los arquitectos y diseñadores de The Alest cuidaron todos y cada uno de los detalles. La interiorista Sofía Aspe y al arquitecto José Ingacio Jiménez lograron una atmósfera íntima pero ecléctica, en la que el diseño es el eje principal y está presente en todos los elementos: las molduras, los tapices, las luces indirectas, muchos espejos y otros detalles en puntos estratégicos. La relación entre la arquitectura y el interiorismo no podría ser mejor, y esto se refleja en cada una de las áreas y las diecinueve habitaciones.
Caminar por el largo pasillo de molduras exquisitas y elegantes mármoles me va contando una historia que me parece familiar. Un impecable front desk hecho en un mármol poderoso de vetas rojas y la sonrisa cálida del concierge me dan la bienvenida. Esta relación de finos materiales de todas partes del mundo, con la audacia de grandes artesanos y diseñadores mexicanos, me termina por contar la visión de los diseñadores para crear este proyecto hotelero.
Subo por una escalera perfectamente ensamblada en mármol y al abrir la puerta de la suite, la iluminación y el gran acierto en la selección de la paleta de materiales y colores me transmiten calma. Lo primero que se me ocurre es tirarme en la cama y no salir de ahí nunca, justo lo que se espera en un proyecto de este tipo.
Como parte de los elementos que dan personalidad a cada habitación, hay una cuidada selección de accesorios de Caralarga, luminarias de David Pompa, diferentes piezas de arte de Arantxa Solís y otras joyas artesanales que resaltan la cultura mexicana. El momento cumbre es el baño: un espacio en el que, una vez más, el mármol es el personaje principal que ejecuta un monólogo de uniones, vetas y texturas, además de un juego de espejos, para componer lo que considero el rincón perfecto para un momento de self-love y relajación con un baño de tina y productos de LeLabo.
Los baños en las áreas comunes también tienen especial atención: son íntimos y desbordan diseño gracias a una combinación de pisos con espectaculares piedras
Las diecinueve habitaciones varían de tamaño, y aunque todas comparten la fórmula de interiorismo –una combinación inesperada de mobiliario clásico, con accesorios más arriesgados y elementos mexicanos artesanales–, cada una tiene su propia personalidad.
europeas, papeles tapiz en las paredes, techos que duplican la altura y lavabos de cobre.
El diseño local continúa en el restaurante, enmarcado por un gran ventanal que deja pasar la luz natural. Una sobria vitrina blanca presume la obra del artista mexicano Rocca Luis César, que junto con la selección de mobiliario de madera, crean un ambiente perfecto para tomar un café o una copa de vino; invitan a sumergirme en este refugio.
A un lado y frente a la recepción, se encuentra la barra del bar, otra joya del espacio que confirma la meticulosidad del concepto que define este lugar. Tapizada por manos mexicanas en barro horneado, coronada con una lámpara en latón que arroja una luz indirecta, perfecta para poner el mood para un coctel, la pieza convive con pisos austriacos y mármoles italianos; es una perfecta simbiosis entre lo elegante del viejo continente y la frescura y la desfachatez de la creatividad mexicana.
Por todo el hotel puedo ver una mezcla inesperada de elementos de estética europea con la gran riqueza cultural mexicana. Este escondite es un lugar obligado para tomar una mimosa una mañana, tener una cena en la terraza de alguna de sus suites o pasar un fin de semana dentro de este oasis, que sin duda, cumple las expectativas de los más exigentes. @thealestmexico
El RESTAURANTE 45, POR EL NÚMERO DE LA DIRECCIÓN DEL HOTEL, TE RECIBE DURANTE TODO EL DÍA CON COCINA MEXICANA CONTEMPORÁNEA.