Placeres extraños, placeres culpables, exóticos, placeres que nos da cierta sorna disfrutarlos y exponerlos. El placer suele tener las caras más extrañas y diversas que se puedan imaginar. En un mundo donde nos jactamos de lo correcto, de hacer fiesta de todo lo convencional y reciclado, nuestros placeres más recónditos se quedan guardados a manera de autorepresión por miedo a no ser la burla o que nos tilden de raros y desagradables aunque se diga lo contrario; temor a ser expuestos y quedar fuera del círculo social, exponiéndolos sólo en sueños, en el más oscuro ostracismo o en momentos de alteración etílica.