Freim! # 08 - Casi Maligno (Novela Colectiva)

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Año 1. Número 08, Junio 2010. Revista Cultural Mensual

*“CASI MALIGNO” (Novela colectiva) *Una noche con Brian Eno *Mark Fredrickson

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contenido: 06. Editorial

Directorio Director General: Fabián Zugaide Editor: Ricardo Pineda

08. Ensayo a las cuatro

10. Casi Maligno. Novela colectiva

30. Repisa

32. Una noche con Brian Eno

36. Pixel

Consejo editorial: Alejandro Altamirano, Alan Abarca Saint Martin Diseño: Freim! Diseño y Publicidad Fotografía: Nohemi Valerio Colaboran en este número: Karina Almaráz, Francisco Muciño, Rubén Vázquez

38. MARK FREDRICKSON

76. Ligas?

Revista Freim! Es una publicación mensual. Número de reserva al título en derecho de autor en trámite. Domicilio de la publicación: David Alfaro Siqueiros No. 6-A, Col. Campiña de Aragón. C.P. 55130 Ecatepec Edo. de Mex. La información de los artículos es responsabilidad de los autores. Se permite la reproducción de los materiales siempre y cuando se cite la fuente. El material utilizado, así como las marcas y logotipos son propiedad de sus respectivos fabricantes. Envía tus comentarios a: administracion@revistafreim.com Freim! - 5


Placeres extraños, placeres culpables, exóticos, placeres que nos da cierta sorna disfrutarlos y exponerlos. El placer suele tener las caras más extrañas y diversas que se puedan imaginar. En un mundo donde nos jactamos de lo correcto, de hacer fiesta de todo lo convencional y reciclado, nuestros placeres más recónditos se quedan guardados a manera de autorepresión por miedo a no ser la burla o que nos tilden de raros y desagradables aunque se diga lo contrario; temor a ser expuestos y quedar fuera del círculo social, exponiéndolos sólo en sueños, en el más oscuro ostracismo o en momentos de alteración etílica. No obstante, desde que el ser humano existe, se ha regodeado con prácticas que no son aceptadas por la mayoría, vamos, en un punto extremo y exponiendo el grado de descomposición social en el que vivimos, donde existe gente que disfruta con el sufrimiento animal, con el ajeno e incluso 6 - Freim!

el propio, la inclinación por los malos olores y por las cosas de “mal gusto” resulta una nimiedad, cosa de niños. El placer es una manera positiva de saciar algo en el ser humano, y varía de acuerdo a cada cultura, a cada sociedad, cómo fuimos educados, y un sinfín de factores más. El placer tiene connotaciones que muchas veces nos reitera nuestra condición misma: imperfectos, con debilidades, con vicios y virtudes que nos dan piso respecto a quiénes somos, de dónde venimos y muchas veces hacia dónde vamos. En ese sentido, el gusto por lo desagradable adquiere otra tónica. En Freim! desarrollamos textos y discurrimos sobre temas que nos intrigan, lo hacemos de una manera que nos otorga una gran y trascendente satisfacción grupal y personal: ser leídos. Escribimos, leemos, escuchamos música, vemos películas, criticamos, filosofamos,


nos quejamos y exponemos nuestros traumas a manera de reflejo ante uno mismo y los demás. La mininovela aquí presentada es prueba fehaciente de ello. En este número quisimos hacer un experimento que ya teníamos ganas de llevar a cabo, por placer claro está. Las novelas a dos o más voces por lo general no tienen repercusión o trascendencia mayor, ya que el acto de escribir literatura suele ser un ejercicio por demás íntimo, con matices bien específicos. Sin embargo es interesante el resultado, como la vieja práctica del cadáver exquisito, es un asunto de unidad, de trabajo colectivo bien divertido y aleccionador. La novela que presenta Freim! en su octava edición versa sobre los pedos, las flatulencias, aquel ruido orgánico oloroso del que todos renegamos y reprobamos en pos de las buenas maneras, pero que de algún modo a todos y cada uno de nosotros se nos ha escapado uno,

sintiendo que el alma se nos regresa al cuerpo cuando se expulsa como Dios manda. Una novela colectiva para Freim! es un placer, un caprichito que nos queríamos dar; el que verse sobre el desamor, los desencuentros y las flatulencias es placentero, pero también es meramente accesorio, ya que algunas de nuestras mejores plumas hicieron un ejercicio de adecuación, de cooperación literaria invaluable para experimentar, unos con humor, otros con asco y desagrado, alguien más poniéndose en la piel de otro e incluso la propia. No es el primer ni último intento de novela colectiva que se hace, pero seguro no encontrarán ningúna otra con estas cualidades, que buenas o malas, amenas o disfuncionales, ustedes decidirán. Ustedes juzgan como lectores, pero nos dimos la libertad de escoger como escritores. Que la disfruten. Freim! - 7


Ensayo a las 4 8 - Freim!


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Casi Maligno Novela Colectiva

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Fabián Zugaide Cada vez que me tiro un pedo siento un alivio placentero, casi maligno; es algo natural lo sé, pero para mí se ha convertido en una obsesión, y es que la sensación de aguantarte un pedo cuando estás en público es indeseable. No sé porqué las personas son tan recatadas al respecto, si todo el mundo se tira pedos, pero aún así sigue siendo discriminado y mal visto. Tal vez sea el momento de abandonar la hipocresía y admitir la resonancia de una palabra de cuatro letras y miles de implicaciones. Cuando era niño recuerdo que a la hora del recreo organizábamos guerras flatulentas verdaderamente heroi10 - Freim!

cas. Consistían en reunirnos en el baño de la escuela en el último retrete, ya que ahí la acústica era formidable para nuestro gran evento, y cada quien tiraba su mejor pedo. Jamás pudimos vencer al Ponce, el “Pedoroso”. O en la secundaria, cuando se hizo costumbre atrapar un pedo entre la palma de la mano para después soltárselo a tu compañero más cercano en plenas narices. También con mis hermanos pasaba ratos divertidos, cuando veíamos la tele juntos tirados en la cama y alguien se pedorreaba; fue entonces cuando inventamos el juego de las tortugas, que consistía en meternos debajo de las sábanas y soltar un airecillo, entonces todos teníamos que


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aspirar profundamente hasta que no pudieras más y el que asomara primero la cabeza para aspirar aire fresco perdía y automáticamente se convertía en la burla de los demás. Para algunos de ustedes esta acción puede parecer cochina pero la verdad es algo placentero y delicioso. Sabanear un pedo es algo que se tiene que disfrutar... Primero metes la nariz dentro de la sabana, después ventilas. Mientras más hediondo, mejor. Ahora de grande puedo decir que he corrido con suerte, ya que conocí a Sylvia, una mujer regordeta y sensual que comparte mi afición. Mi mujer sabe tan bien como yo que, estando en la cama, antes de soltar un pedo debe advertírmelo para que yo lo huela, y también a la inversa. ¿Por qué? Se los voy a explicar, como se debe hacer cuando se comenta sobre la hermosura o la fealdad. El olor a mierda tiene connotaciones importantísimas, capaces, por estar situadas en el límite de las sensaciones —buenas o malas—, de doblegar toda conducta adquirida y, por ende, alcanzar el éxtasis en función de la novedad. Cuando se rompe un estereotipo y puedes saborear de un momento así con la persona ama12 - Freim!

da, ¡qué placer! aunque cueste creerlo, nos puede llevar directamente al clímax sexual. Recuerdo una vez que, llegando de una fiesta, Sylvia y yo nos metimos en la cama y comenzamos con nuestros juegos sexuales, esa noche, me dio por tomar un hielo de la cuba que aún me estaba tomando, lo sujeté fuertemente entre mis labios y me acerqué a las nalgas de Sylvia. El contraste entre el ano caliente de mi mujer y el hielo, me producía sensaciones placenteras indescriptibles. Ella se contorsionaba, gritaba blasfemias, echaba pedo tras pedo, y yo esperaba el momento culminante. Esa noche dormimos como unos ángeles. El placer que compartimos Sylvia y yo puede parecerles extraño y a la vez enfermo, pero como ya lo dije, es algo tan natural y placentero, el no hacerlo podría provocar que en vez de expulsarlos por el culo lo hicieran por la boca y eso de eructar un pedo no debe de ser muy agradable, es algo tangible, están ahí, a diario entre nosotros, en casa, en el trabajo, nuestros sentidos lo captan así que porqué esconder este acto tan maravilloso.


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2 Karina Almaráz “La confianza llega con el primer pedo”, me dijo ese hombre. Juro que, aunque le gusta Sex and the City, no era gay. Eso del pedo salió porque en un capítulo del que estábamos platicando, Carrie se tira uno en la cama. Ella, tan glamorosa. -¿A ti te daría vergüenza tirarte un pedo? -¡Yo no me tiro pedos!-¿Qué más decirle? Aún no ocurría nuestra primera cita y hablábamos por teléfono. Yo, una mujer regordeta, no puedo darme ciertos lujos tan de entrada. No sé qué le atrajo de mí. A lo mejor, lo pienso ahora a la luz, o más bien el olor, de nuestras afinidades, estábamos predestinados. Ahora sé que es una “parafilia”. Ésta es del orden de las coprolagnias; fetidolagnias para más datos. Todos se tiran pedos, o al menos tienen por dónde, pero un organismo como el mío vive con ellos, se acostumbra. Hasta se lle14 - Freim!

ga a quererlos. En la prepa, todas mis compañeras se tiraban a sus noviecitos y a mí no había quien me echara un lazo. Mientras ellas se los cogían después de las clases, yo me iba a mi casa a comer, y en la soledad de mi cuarto, desquitaba las ganas con mi mano. Los gases en mi estómago hacían una perfecta simbiosis con las contracciones cuando me venía. Supongo que así ligué el placer con los pedos. De tanto venir juntos. En la universidad no me fue mejor. En una de esas fiestas de fin de semestre, que duraban días y el alcohol corría a


Twitter ni Facebook… De todos modos, dos meses y medio de vacaciones mediante, la escuela entera lo supo. El resto de la carrera fui, literalmente, una apestada. Por eso cuando muchos años después, él me habló en ese bar, recién bajado del escenario, pensé que era una broma. -¿Me hablas a mí?- Le dije sin vergüenza, un poco enojada. Ese día nomás le di mi teléfono. Me habló varias veces durante esa semana y el viernes me invitó a un “toquín” suyo. mares, dejé de ser virgen. El chico tenía un gusto especial por las gorditas. Serlo tiene sus ventajas: yo no estaba peda cuando me “desquintaron”. Aguantamos más que las lindas flacas que vomitan después de varios tequilas. El tipo pensó que no le guacarearía encima, pero no contaba con que al venirme, tendría que soportar otro tipo de descarga, aunque también de mis intestinos. Al instante el tipo salió corriendo, gritando: “pinche Sylvia, es una gorda pedorra”. Por fortuna entonces no había

Llegué desde la prueba de sonido, en medio de jalacables, músicos de cuarta cheleando, y empresarios de bar condesero. A lo mejor porque me vieron gorda les faltaron modales y aventaban sus ventosas sin recato y muertos de risa. Así descubrí que el olor me pone, no sólo el mío. Discretamente los inhalé, con las mejillas rojas por la excitación. Fui al baño y él me alcanzó. -Eres bien mentirosa, gordita. Pero orita vas a oler los míos— me dijo. Salimos 25 minutos después. Freim! - 15


3 Francisco Muciño Maravillosa fue mi infancia haciendo del pedo algo lúdico. Y además descubrí de esa manera el placer sexual, y Sylvia colmaba la felicidad en ese edén tan fétido que construimos a nuestro alrededor. Pero, ¡maldita monotonía! Que uno no puede escaparse de ella ni siquiera con las prácticas menos ortodoxas. Después de un par de años, ya no nos excitaba tanto tirarnos pedos entre Sylvia y yo, podría decirse que tras algún tiempo, ya conocíamos bien nuestros humores. Hacíamos el amor y quedaba cierta sensación de vacío; sacar una ventosidad se volvió tan rutinario como decir un “¿y qué tal tu día?”. En otras parejas se aceptan los pedos, mejor dicho, se toleran, como un acto de amor. Hay quienes incluso piden perdón antes de tirárselo. A esos les llamamos “pedos piadosos”. Mis amigos me llamaron para que fuera a tocar con la banda. Salió una chamba en un bar del centro y parte de la paga eran unas caguamas, perfecta razón para ponernos al tanto, 16 - Freim!


pues ya tenía como cuatro meses que no tocábamos juntos. Llamé a Sylvia para invitarla, pero dijo que no podría porque saldría muy tarde de su trabajo. Ella, tan amorosa como siempre, me dio un beso y me deseó suerte. Tomé mi bajo, mi ampli y me despedí. No estuvo tan mal, tardamos un poco en afinarnos y encontrarnos, pero nos recibió bien el público y hasta aplaudieron nuestros covers de Joy Division, a pesar de que el vocalista fracasara en imitar los tonos de barítono de Ian Curtis. Después de tocar nos pusimos a tomar. El dueño del bar se nos unió con otras amigas, entre ellas una chica cubana, negra, no tan exuberante como las llegué a ver en algunas películas, pero sí que la blusa le quedaba muy entallada, un cabello lacio tan lustroso, negro como una pantera, y esos jeans tan apretados que me hicieron pensar: ¿a qué olerán sus pedos, al ébano? Me sorprendí de repente con esa pregunta, como si estuviera siendo infiel de pensamiento, pero, ¿por qué? Otras veces que tocábamos se me insinuaban chicas muy buenas pero yo no Freim! - 17


accedía, si ellas nunca podrían ofrecerme lo que me daba Sylvia. Si hasta cuando mastico el hielo de mi cuba pienso en ella, o tal vez ya no. No le di mayor importancia y seguimos la charla entre todos. Entre las risas, tragos y música de fondo, hubo un intervalo de silencio que aprovechó un pedo para hacerse escuchar, tan sonoro fue que a nadie causó indiferencia y bendita casualidad (para mí) que todos oímos que vino de la cubana. Sintió pena, no sabía qué hacer o decir, los demás tampoco, ni siquiera tuvieron la cortesía de reírse. Entonces mi esfínter y yo rompimos la incomodidad de la situación con otro sonoro cuesco. Las miradas se dirigieron a mí, puse una sonrisa y los demás se echaron a carcajadas. Y también rompí el hielo con ella, Rosario es su nombre. Platicamos, reímos y seguimos tomando. En el bar se concentraba un calor sofocante; notaba cómo rodaban las gotas de sudor por su cuello hasta desaparecer en su escote. Me dejaban de piedra sus labios carnosos y dientes de marfil. No sé si me tuvo confianza desde el principio, pero hablaba de un modo muy abierto de lo que le gustaba, y se acer18 - Freim!

có a mi oído y me dijo que al momento de echarme ese pedo, se excitó, se fijó más en mí, y a partir de entonces no apartó su mirada. No recuerdo bien cómo, pero terminamos en un hotel en la calle República de Cuba, en el Centro. Ahí estaba Rosario, bajo una luz tenue, completamente desnuda, de piernas infinitas. Tomó asiento en una silla y abrió ligeramente sus piernas, me invitó a acercarme, tomó mi cabeza y tiernamente la depositó entre sus dos muslos aromáticos, como un par de habanos, y subió sus pies a mis hombros. Entonces dejó escapar un pedo que llenó mi nariz, hizo explotar mi libido y me llenó de deseo. Ahí estaba yo, sujetando sus muslos de la excitación, queriendo hundir más mi cabeza y todos mis pensamientos en ese hedor, cálido e inconmensurable. Ella apretó más las piernas, dispuesta a hacerme perderme en su sexo selvático, negruzco y agreste. Yo simplemente me dejé ir...


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4 Ricardo Pineda Una puerta se abre sola, y tengo miedo. No estoy acostumbrada a vivir sola, sencillamente me resulta complicado; toda mi vida había estado rodeada de gente. Por eso ahora los recuerdos me atormentan, y de un momento a otro todo cambió de tono, los demás dicen que de eso se trata un poco el crecer: volverse aburrida, ya no disfrutar igual las cosas de antes y cambiarlas por otras, ser disciplinada y sistemática. Y así pasó radicalmente, el saberlo en las verijas de una cubana pedorrísima, sumado a todo lo que vino después me devastó un poco. De ahí los placeres “extraños” ya no fueron los mismos: las flatulencias me dan asco, ya no me excita quitarme las costras y llevármelas a la boca, probar mis mocos, olerme los pies hasta el punto de sentir la náusea. He crecido. De alguna manera el estar con un hombre en esas situaciones, disfrutar 20 - Freim!

lo más doloroso, pestilente y políticamente incorrecto de alguien tiene algo de encantador, supera por mucho el límite de convivencia y educación sentimental que el grueso de la gente considera. Rebasas ese concepto anquilosado y pendejo que la gente entiende como amor, lo hace más real, deforme, humano, imperfecto, como en realidad debe es, sin más, sin ver tele en exceso, sin equipararlo con otras relaciones, con otros placeres, ya sean propios o extraños. La suma es algo nuevo.


lloré cuando se fue a vivir a Cancún y me dejó su vinil de Tino. El rock y su mundo dejaron de seducirme, los weyes con guitarras y las pasarelas musicales se fueron haciendo detestables para mí. La radio musical, que tanto amaba, me pareció al final de mis veintes sólo un cúmulo de locutores imbéciles y advenedizos con programación “apantallapendejos” de lo más ruin y dogmática. En fin, parecía ser que con cada día que pasaba en el DF, que antes tanto amaba y al que siempre regresaba, me ofrecía menos, sólo estimulaba mi amargura y mi madurez, que también detestaba. Pero aún así, comenzaba a amar lo que siempre odié. Por eso cuando Gabriela y me invitó a pasar una semana con ella en Cancún, no lo pensé dos veces. En cierto modo la idea de desintoxicación sentimental me resultó seductora, además tenía dos años sin verla, Gaby, con quien disfrutaba mucho de ir a lugares puercos para comer, y que entre más horrible fuera la comida en éstos mayor era el goce. Con ella también solía intercambiar y coleccionar música de “mal gusto” para deleite de nosotras y rabieta de los demás. Recuerdo que

Aprender a viajar ligero. Por ahí leí que la imbecilidad de una persona era equiparable el volumen de su equipaje; no lo creo del todo, pero también tenía pereza de cargar cosas que no necesitaba. Empaqué un poco de ropa y accesorios inmediatos. Recuerdo que el día que partí hacía buen tiempo; soleado y mugroso el cielo, como siempre. Me despedí de mis pocos amigos y de mi casita, aunque sólo fuera por una semana; he de confesar que desFreim! - 21


de ahí albergué la posibilidad de darle un giro de 180 grados a mi vida y no regresar a la ciudad nunca más. Antes de entrar al avión me acordé de él por un instante, ¿qué andaría haciendo en esos momentos en los que no había con quién disfrutar de los pedos y demás asquerosidades?, ¿estaría bien?, ¿me extrañaría? El viaje fue todo menos incómodo, llegué muy rápido, es increíble el dinero que te sacan por un vuelo nacional, pero también, para las personas que no viajamos mucho, es muy cómodo el hecho de no viajar mil horas calentándote el rabo. Y así, en un santiamén, cambié de humor y me desconecté de 29 años de vida citadina. Ahí, frente a mí, acercándose cada vez más a la pequeña ventanilla del avión se dibujó ante mí el mar de Cancún, dándome de lleno en la cara, iluminándola por entero, obligándome a sonreír contra mi voluntad, pese a todo. También me dio mucho gusto ver a Gaby, estaba muy cambiada, y más negra la cabrona. Me moría de ganas por conocer Cancún, que hiciéramos un itinerario divertido y seductor. Pero primero teníamos que 22 - Freim!

recoger unos papeles en el despacho donde ella trabajaba, luego iríamos a comer algo diferente y suculento según ella, y al último, iríamos a descansar un poco a su casa para ya en la noche enrollarnos en una vorágine de tragos, hombres y baile rabioso. Parece que a Gaby no le ha afectado la playa ni tantito. Salvo el color en su piel y su atuendo de ropas ligeras, sigue siendo la misma ñera dependiente de la tecnología y chilanga irredenta de siempre, y su acento al hablar no cambia un ápice, me gusta. La provincia no la ha sensibilizado ante nada ni nadie, es una chava férrea; creo que aguanta tanto aquí porque no odia Cancún más que el DF. Después de ir a su trabajo por los documentos, que resultaron ser unas copias de ensayos sobre el análisis en la pintura abstracta (nada relacionado a su trabajo y carrera), nos dirigimos rumbo al mercado. Ya dentro del bocho de Gaby, con la cara pegada a la ventana del lado del copiloto, volví a pensar en él: ¿qué andaría haciendo?, ¿en dónde estaría metido?


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5 Alan Abarca La muy cabrona sólo me dejó un pinche recado: “Me voy a Cancún con Gaby, ya no soporto la rutina contigo. Discúlpame. Sylvia”. Le doy un trago al whisky, me quema la garganta; necesito conseguir algo de mejor calidad. Sí, como esa morenita de ayer. No, no es la cubana por la que Silvia cree que la sustituí. Ingenua, creía que sólo podía estar con una vieja a la vez. No le pregunté su nombre. Terminamos de tocar en ese bar que muy poca gente conoce, desmantelamos el equipo y bajamos del escenario. Mientras guardaba los cables en la maleta, obviamente yo un poco empinado, sentí que algo rozaba mis nalgas. Al enderezarme observé cómo ella se alejaba moviendo la cadera y volteaba por encima del hombro. Algo me decía que con ella podría jugar con mis gustos… “desviados”, por qué no. Me acerqué a ella, le invité un trago y ella aceptó. Después de platicar sobre banalidades de la vida; entre que si el tipo de música no le gustaba 24 - Freim!

pero el ambiente sí, que si el lugar con el paso de las horas perdía “categoría”, la llevé a casa, ya que Sylvia dijo que estaría fuera toda la noche. No necesito explicar todas aquellas cosas que hicimos en la sala, en la cocina, en el baño, en el cuarto. Sin embargo, pasó algo que me dejó un poco helado porque no sé si lo disfrute o me disgustó.


ponga dura mi verga. Estaba yo encima de ella, desnudos, oliendo nuestros pedos, cuando me ordenó que trabajara y jugara con mi lengua en su conchita. Nos acomodamos en el ya tan famoso 69 para que me la pudiera chupar al mismo tiempo y oliera sin dificultad aquellos gases que desprendía por la comida. Cuando pasó…eso. Nuevamente me da escalofrío, pero hace que se me

Estaba yo bastante concentrado por chupársela y se retorciera de placer, cuando de reojo observé cómo se llevaba el dedo índice de su mano izquierda a su boca, lo lamía y remojaba, mientras que con la otra me masturbaba. Creí, ingenuamente, que llevaría el dedo húmedo a su clítoris, para aumentar el calor, cuando sentí

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cómo algo quería entrar por mi ano. Me enderecé para observar mejor y mi ano dejó de ser virgen. Al principio me incomodó mucho la sensación hasta que detuvo su dedo quién sabe dónde, pero sentía cómo mi verga aumentaba de tamaño. Aunque no era lo mismo, recordaba el contacto frío del hielo con el ano caliente de Sylvia. Un escalofrío me recorrió de cabeza a pies y de nuevo la morena me la chupaba. No sé qué estaba haciendo con su dedo que yo me retorcía, jadeaba y mordía la cobija. ¿No es el culo por donde se cogen a los putitos? ¿me estaré volviendo marica?, las preguntas rondaban en mi cabeza. No lo creía, porque ella sabía lo que hacía, además ya me la había cogido unas tantas veces. Saqué su dedo lentamente para no lastimarme, de nuevo lo lamió, me puse entre sus piernas y se la dejé ir. Era la primera vez que sentía que mi verga explotaba y de hecho así fue. Tenia ya varios años que al terminar no me zumbaban los oídos ni se me nublaba la vista. Lamí sus tetas y me pidió que le volviera a chupar su concha. Bajé, la observe, acerqué mi lengua a sabiendas que mis mecos estaban dentro de ella y comencé mi labor. No pasó mucho tiempo cuando escuché 26 - Freim!

cuando sale un pedo. -Ya sabes que me tienes que avisar, ¿por qué no me dijiste para voltearte y olerlo todo? -Es que no salió por atrasito, sino por adelantito. -¿Te tronaste un pedo por la concha? -Así es, papi, pero no sé si se llamarlo así. ¿No sabías que por nuestra puchita también salen gases? -No. Truénate otro, para saborearlo bien. -Está bien, acércate bien y disfrútalo. Acerqué mi nariz, lamí otro poco, observé cómo ella hacía un poco de mueca y volvió a sonar. Inhalé lo que supuse era la mezcla caliente de sangre, sudor y mis mecos. Acaba de descubrir algo mucho mejor que los pedos mismos, mi verga se endurecía mojándose y exigiendo volver a meterla. Otra vez grité como enfermo al cogérmela. Minutos después, me quedé dormido con mi nariz dentro de su puchita, como ella la llama, por si se tronaba otro.


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6 Rubén Vázquez Nunca he sido una buena lectora, mucho menos escritora. Por eso mis sentimientos son tan confusos: nunca tienen sintaxis. Debo confesar que estoy haciendo una labor titánica al construir este catálogo de emociones. Es un cuaderno, vil y sin chiste, con un perrito de ojos tristes que suplica amor a un desconocido. Decidí hacerlo porque mi memoria es mala; además, siempre he considerado que la literatura hace importante a la gente; en primer lugar a quien lee, pero sobre todo a quien escribe. Sin embargo, no he podido escribir tanto como quisiera, es el miedo a la hoja en blanco, dicen. Dicen. Trato de llenarlo con lo que se me ocurre, cuando las ideas vienen. Pero a veces no vienen y entonces tengo que traerlas a huevo, a fuerza de chingadazos en la memoria y entonces me confundo más, porque ya no sé qué es verdad y qué es producto de mi 28 - Freim!

imaginación. Lo mismo me pasa cuando pienso en él: ya no sé distinguir la realidad de mis sentimientos; ya no sé si lo extraño a él o me extraño a mí misma cuando era feliz. Hace una semana que salí de Cancún, sin avisar, sin decir ni una palabra a nadie; no sé dónde estoy y tampoco me importa. El dinero se me agota y no tengo la menor idea qué voy a hacer cuando se acabe por completo. Me atrae la idea de tirarme al vacío, lo que no me gusta es saber que puedo no regresar. Me caga pensar que soy un cliché, que soy como todas; que me he convertido en una de esas señoras que se comportan como niñas y que reclaman espacio, cuando le temen tanto a la soledad. Sé que soy diferente, pero no sé en qué consiste la diferencia. No apagué el celular. De vez en vez llegan mensajes de él, preguntando cosas, diciendo que regrese. Nunca contesto, pero leo todo. Casi siempre me enternezco por lo que escribe, por la forma burda y ridícula de expresar sus sentimientos, me parece tan real, tan sincera.


Me enorgullezco y trato de abrir mis nalgas para ver mi ano. Nunca lo he visto por mí misma, siempre a través de los ojos de él. Me tomaba fotos mientras me penetraba, me decía vulgaridades que me excitaban y después de un rato, llegaba el olor a mierda. Lo disfrutábamos tanto, era una especie de bandera que avisaba que el placer absoluto estaba a la vuelta de la esquina. Si empujaba un poco más, saldrían de mí todos esos gases y orgasmos y cielos y estrellas que se anidaban en mi estómago. Estoy en un cuarto de hotel de cuarta; huele mal, a humedad. De hecho, casi puedo decir que el colchón huele a orines y a mierda. Me gusta, me gusta saberme sucia y devastada; sentirme despojada de todo y sin nada que perder. De nuevo el vacío me reclama. Voy a caer, sin duda voy a dejar que me lleve. Me voy a emputecer. Me paro frente al espejo y me veo, así como soy; sin piedad. Tengo unos senos grandes, pero sin forma; mi panza está llena de grasa y está floja; me detengo a observar mi cara: es bonita, de ojos grandes y nariz afilada, mi pelo negro y lacio, parezco una niña pecosa. Me pongo de espaldas y me veo, mi culo es enorme, pero firme.

El problema vino cuando ya no salía nada de mi cuerpo, salvo pedos. Me acuesto desnuda sobre la cama. Desde hace días ya no me pregunto qué hace ni con quién, la que busca encuentra y yo no quiero encontrar. A lo lejos escucho un auto que pasa veloz. Miro al techo y veo que hay luces que se mueven, esas cortinas deben estar realmente viejas. Imagino que esas luces tienen un mensaje; si es así, entonces debo descubrir el código. Entonces pienso en mí y en mi futuro. Tengo ganas de tocarme. Quizá lo haga. Quizá. Freim! - 29


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Una noche con Brian Eno Karina Almaráz

Originalmente planeada para el 23 de abril, pospuesta por la erupción del volcán Eyjafjallajökull en Islandia, por fin Brian Eno pudo dictar su conferencia magistral en México, el pasado 15 de junio. La conferencia explica los momentos en la vida de Eno que lo llevaron a crear 77 millones, la obra que actualmente, y hasta el 4 de julio, se exhibe en el museo Anahuacalli, en la que 300 imágenes creadas por Eno a lo largo de los últimos 20 años, se combinan aleatoriamente para crear nuevas imágenes. El número de imágenes nuevas estaba calculado en 77 millones, pero arreglos en el software, creado por Eno, han elevado el número de estas a cien millones de imágenes al cubo, lo que en palabras del autor, tomaría el tiempo de tres universos para ser vistas. “Yo estudié pintura” Con esas palabras el reconocido productor de grupos como Talking Heads, David Bowie, Roxy Music, Cold Play, entre otros, comienza un recorrido que explicará la creación de su actual obra. Su paso por la música y la pintura se intercalan, se mezclan, el proceso de uno es 32 - Freim!

usado en el otro… Para él, la tecnología ha jugado a favor de esa idea. Explica que cuando los instrumentos se volvieron eléctricos, alrededor de los años 30, aumentó el sonido de las notas. “Teníamos notas cada vez más altas, pero eso no significa sólo sonido más alto, sino, sonido nuevo”. Al respecto, recordó el trabajo de Phil Spector, cuya pared de sonido fue posible gracias al nuevo volumen de las notas, que dejaron de ser sonidos aislados por su volumen y se mezclaron. “Fue como tener colores nuevos”. “Yo quería crear música que fuera como un pintura. Que la música fuera un paisaje al que la gente pudiera entrar y quedarse ahí y cuando tuviera suficiente, se fuera”. Con dibujos explicó cómo creó esos paisajes, conocidos como música ambient, inventada por él. Para los que trabajan en estudios de grabación, el concepto de sincronía es conocido: se graban sonidos dentro de un tiempo determinado, lo que permite que se graben sonidos separados sincronizados, para unirlos después.


“En ese proceso podemos ver a una persona imaginando el sonido en su mente y llevándolo al mundo”, explica Eno. “A mí se me ocurrió que si ponía la música en tiempos distintos, no sabría cómo sonaría cada vez, esa música evolucionaría por sí misma. Casi hacer música que no terminara”. “Es como plantar semillas y ver de qué modo crecen”. Por eso, no se considera un constructor arquitectónico de paisajes sonoros, sino un jardinero.

Yo quería crear música que fuera como una pintura. Que la música fuera un paisaje al que la gente pudiera entrar y quedarse ahí y cuando tuviera suficiente, se fuera.

Acerca de Music for Airports, su disco ambiet más famoso, explica que surgió cuando esperaba un avión en Colonia, Alemania, una hermosa mañana de domingo en la que discordaba la música que escuchaba por el sistema de sonido del aeropuerto. “Pasaban una canción de Boney M. y era horribe, no sólo la canción, sino que habían gastado millones de dólares en construir ese hermoso aeropuerto y seis en el sonido. Además, la canción era interrumpida por avisos más importantes que la canción, así que pensé en hacer música hermosa que pudiera ser interrumpida en un lugar como un aeropuerto”. Estas ideas se mezclan con su trabajo con la luz. Su primer intento fue cuando, aún adolescente, creó una lámpara cuadrada que a su vez tenía cuadros cada uno con luz de diferente color. “Era difícil trabajar con luz, era complicado hacer que cambiara de color”. Su siguiente intento, fue hasta 1976 cuando grababa con los Talking Heads en los mismos estudios que grababa Foregneir. Narra que el roadie de Foregneir le vendió una cámara industrial de video. A color.

Ese “casi” en la duración de sus discos estaba determinado por el espacio. Su primer disco con este concepto, Discreet Music (EG, 1975), explica, sólo duró 31 minutos: lo que permitía el acetato. Este disco salió a la venta la misma semana que Metal Machine Music (RCA, 1975), de Lou Reed, a quien aún no conocía, pero hace hincapié en que tenían la misma estructura. “Ese concepto de música como un espacio, estaba en el ambiente, la gente lo tenía en la mente”.

“Pensé que la había robado, pero se la compré. La puse en la ventana de mi departamento en Nueva York y al regresar me ponía a ver lo que había grabado. No eran películas muy interesantes, era sólo lo que pasaba frente a la ventana, gente que caminaba, un avión que pasaba. Cuando venían mis amigos, en lugar de ver la ventana, veían la grabación. “Por algún motivo, la imagen estaba de lado en la televisión, así que tuve que voltearla para poder ver. Cuando le haces Freim! - 33


eso a la tu televisión, deja de ser una tele y se convierte en un cuadro”. Entonces, decidió poner la televisión en el piso y sobre la televisión unas estructuras que se iluminaban al cambiar la luz. “Esas imágenes eran hermosamente orgásmicas”. Pero fue hasta los años ochenta que se gestó el trabajo que hoy está en el museo Anahuacalli. “En Milán, en 1988, hice un perfomance, en el cual, tenía imágenes en unas cinco o seis cámaras y estas imágenes se proyectaban en una sola pantalla. Las cámaras no estaban sincronizadas, así que las imágenes se sucedían sin orden y mezclándose cada vez con algo nuevo.” Cuando pudo llevar eso a las computadoras, surgió 77 millones.

Brian Eno y el concepto de Arte Aunque le preguntaron cuál es su concepto de arte, y no contestó por considerarlo demasiado amplio para abordarlo, yo sí tengo una idea acerca de cómo su obra revoluciona este concepto. Tomemos una frase común, que no define al arte, pero ayuda a su compresión y ubicación: “El arte es el reflejo de la sociedad” y entendamos al reflejo como una reproducción, al revés, de lo reflejado. Ahora, abordemos a la sociedad en que se crea 77 millones. En palabras de Eno, vivimos en una sociedad sin concentración. Una obra en un museo, explicaba 34 - Freim!

la directora del Museo Anahuacalli, a la gente le toma un minuto con 60 segundos verla. Eno pone de ejemplo a los editores de televisión, obligados a hacer segmentos cada vez más cortos, dinámicos y llenos de contenido. (Yo pongo de ejemplo a la gente que abandonó los blogs para tuitear y ya ni hablar acerca de si leen libros) Eno va más allá. No sólo los segmentos son más rápidos, sino que son repetidos. “Vivimos en un mundo de repeticiones y eso se convierte en parte de nuestra programación neurolingüística”. No sólo los contenidos en los medios se repiten: vivimos en medio de la producción masiva. El mismo arte es, sino masivo, estático. Un disco, trabajo que le dio fama a Eno, siempre sonaría igual hasta antes del ambient (y aun ese concepto encierra repetición sin un arranque que ponga las notas al azar); una obra siempre se verá igual La obra de Eno corresponde perfecto al arte como reflejo de la sociedad: si el mundo tiende a la uniformidad, 77 millones propone lo único, no como una pieza irrepetible, sino como una experiencia irrepetible. Ir a un museo (o ver sus obras por la red) me mostrará siempre lo mismo que le ha mostrado a otros antes de mí. Pero esta obra, si la visito diario, me mostrará siempre algo distinto. Ni su autor sabe qué va a crear su obra. Esta idea es casi biológica. Cosa que un estudiante de biología le mencionó en la conferencia. El público lo abucheó… Pinches hipsters. Y luego se enojan ante la palabra “poser”.


Foto cortesĂ­a: Diana Carolina GonzĂĄlez

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Por sus letras que no mienten Para quien no para de leer Para algunos de los colaboradores de Freim! Fedro Carlos Guillén (ciudad de México, 1959) es una inspiración, detonante para agarrarle gusto a la escritura y lectura. Guillén es narrador, ensayista y divulgador de la ciencia, antiguo colaborador de la revista hoy virtual La Mosca, cuenta con más de 20 libros y ha publicado en prácticamente todos los diarios de circulación. Es autor de Crónicas de la imbecilidad (1998), La sala oscura (2002), Crónica alfabética del nuevo milenio (2003), Digresiones con resortera (2004), etc. En junio de 2009 publicó su primera novela Soñé con Rocío Dúrcal en el sello Debolsillo. Su blog es especial, por si alguien no para de leer y quiere más.

http://fedrocarlosguillenblog.blogspot.com/

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Nuevas viejas voces Rodrigo Márquez Tizano es querido y odiado por un buen sector de la juventud lectora mexicana. Es locutor de radio de la no menos controversial Ibero 90.9, pero esta joven pluma también hace narrativa y poesía de forma decorosa, por decir lo menos. Lo mismo se le ve en una presentación de libros con todas las de la ley, que bebiendo en los bares más cutres del DF, su blog es atendido con cierta regularidad y los poemas ahí vertidos son pequeños, concisos y evocadores. Muy recomendable.

http://eltizano.blogspot.com/

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Ahora en fichas Replicante es una revista que ahí está, sin hacer ruido, con algunas de las mejores plumas de todo México, el hecho de que se emita desde Guadalajara contribuye a erradicar ese egocentrismo que rige en la ciudad. Si bien es relativamente fácil encontrar la versión impresa, magnífica en su contenido, precio y diseño, no se encuentra en todos los puestos y locales. El sitio web de Replicante es interesante y se deja leer a veces mejor que la misma versión impresa, sus contenidos se actualizan constantemente y no escatiman en darle vía redes sociales, buenas cosas a quien los sigue. Todo un agasajo letrístico.

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Las miradas en donde deben estar!

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