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jUST TO SAy

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Dejando a un lado las diferentes consideraciones con respecto a la naturaleza del tiempo, no escapa a nuestro entendimiento que es necesario coincidir en una forma de medir su duración. En este sentido, el segundo es la unidad aceptada internacionalmente como medida de tiempo. Pero ahora surge una nueva pregunta: ¿cuánto dura un segundo y cómo se determina?

En un principio, se utilizó un segundo solar, basado en el movimiento de la Tierra alrededor del Sol. Así, el segundo solar medio fue definido como la fracción 1/86,400 de un día solar medio, que a su vez era un promedio de la duración de los días en un año llamado tropical —el tiempo entre dos equinoccios primaverales sucesivos—.

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Pero este segundo solar, debido a las características cambiantes del movimiento terrestre, dejó su lugar para dar paso a un segundo basado en la radiación electromagnética; concretamente, la emitida por el cesio 133. El tren de ondas proporciona una serie natural de sucesos —crestas, valles, etcétera— regulares. Así, el segundo se definió como la duración de 9,192,631,770 periodos de radiación del cesio.

En lo que se refiere a medidas de tiempo más largas, el patrón de tiempo varía enormemente. Como ejemplo baste mencionar que para los hindúes, la unidad de medida del ciclo más pequeño es el yuga o edad. Un yuga está dividido en una aurora y un crepúsculo que enlazan las edades entre sí. Un ciclo completo, o mahayuga, se compone de cuatro edades de duración desigual, de las cuales la más larga se encuentra al principio del ciclo y las más corta al final. Así, la primera edad o Kritayuga dura 4,800 años; la tretayuga, 3,600 años; la dvaparayuga, 2,400 años y la Kaliyuga sólo 1,200 años. Por consiguiente, un mahayuga dura 12,000 años. Si cada uno de estos mahayugas se considera como un año divino, tenemos que para un ciclo cósmico completo —con 360 años divinos— son necesarios 4,320,000 años. Un millar de mahayugas constituyen un kalpa; 14 kalpas hacen un manvantara, que vendría a ser algo así como una semana en la vida de Brahma, para el que cada kalpa es un día o una noche.

La cuenta que llevamos, y que ha sobrepasado los 2000 años, se inició en el siglo VI, cuando, hacia el año 525, el papa Juan I le encargó a Dionisio el Exiguo la tarea de calcular el día en que se debía festejar la Pascua de Resurrección el año siguiente. En ese entonces, los años no se contaban como ahora, sino a partir de la coronación del emperador Diocleciano. El primer anni Diocletiani corresponde al 284 de la era cristiana. Dionisio no estaba de acuerdo con contar los años así, porque reconocía en la figura de Diocleciano a un emperador anticatólico. Confeccionó entonces las tablas pascuales, contando los años desde el momento en que él creía había nacido Cristo. Fue el primer antecedente de lo que con el tiempo se difundiría en gran parte del globo: la era cristiana.

Por aquellas épocas, en Europa se utilizaban los números romanos, que no incluyen el cero ni el sistema posicional que hoy manejamos. Así, la cuenta comenzó con el año 1, y Cristo debió cumplir su primer año hasta el año 2, aunque los estudios más recientes dicen que debió nacer entre el año 4 y 6 antes de Cristo. Solo hasta el año 825, tres siglos después, un matemático árabe de nombre Mohamed ibn Al Khwuarizmi, en un libro titulado Algoritmi de numero indorum introdujo el concepto —tomado de la cultura hindú— del sunya, el vacío o cero.

En lo que respecta al calendario, ya en el año 2780 antes de Jesucristo, los sacerdotes egipcios crearon un calendario solar de 365 días, dividido en doce meses, con cinco días sobrantes que consideraban festivos.

Posteriormente, los griegos hicieron uso de los conocimientos astronómicos vigentes en la Edad de Bronce para regirse con un calendario también de 365 días.

Este mismo calendario fue adoptado en Roma, pero los sumos sacerdotes lo manipulaban de acuerdo a intereses particulares y al final fue distorsionado en su relación con el tiempo real. Cuando en el año 46 antes de Jesucristo, Julio César se dio a la tarea de reformar el calendario, tuvo necesidad de añadir tres meses para que las estaciones volvieran a coincidir con las fechas.

La reforma juliana se basaba únicamente en el Sol y no guardaba relación alguna con las fases de la Luna. Tenía 365 días, con un día adicional que se añadía cada cuatro años. No obstante, al paso de los años el calendario juliano demostró cierta inexactitud. En el siglo XVI llevaba un retraso de diez días respecto a las estaciones y eso llevó al papa Gregorio XIII a ordenar nueva revisión. Para realizar la corrección requerida, era necesario descontar diez días al año y reducir su duración media. La reforma se dio a conocer el 24 de febrero de 1582, aunque se llevó a efecto a partir del cuatro de octubre de ese mismo año, día al cual siguió el viernes 15, debido a la eliminación de los diez días sobrantes.

Antes de la reforma, todos los años que marcaban un siglo se consideraban bisiestos. Después de la corrección hecha por el papa Gregorio XIII, sólo eran bisiestos cuando eran divisibles entre cuatro. El resultado es un calendario más aproximado al año solar, por la eliminación de tres años bisiestos cada cuatro siglos. el margen de error del calendario gregoriano es pues, de un día cada 3333 años.

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