Quién fué Federico Garibay

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Por: PepePáginaRodríguez41

¿Quién fue Federico Garibay?

Por: OskarPáginaRuizesparza33

Por: Ana Rosa Sánchez Página 4

Por: Leonardo Páez Página 14

Por: Juan Antonio de Labra Página 13

¡Que celo tuvo Dios!

¿Y ese de las barbas quien es?

Por: Miguel Ángel Martínez “El Zapopan” Página 16

Por: Carmen Garibay Anaya Página 5

Por: Ignacio Garibay Página 22

En el ruedo de la amistad y de la vida

Por: Miguel Luna Parra Página 18

El último lustro

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INDICE

Por: José Francisco Coello Página 10

A mi maestro Federico Garibay

Federico Garibay desde la perspectiva de Enrique Velázquez “El Armilla” Pagina 7

Con gran admiración

Federico Garibay Anaya, Bibliófilo y coleccionista de carteles de toros

Algunos individuos no mueren del todo

Un fugaz recuerdo de Federico Garibay

Ese soy yo, a la memoria de mi hijo Federico Página 78

Donde halla un pitón ahí estaré, fotografías de Federico, actuando en festivales, chonadas, declamando y con personalidades Página 60

El sentir de su muerte, por sus colegas periodistas Página 85

Un aficionado hasta la muerte

Por: Sarah estela Garibay Anaya Página 52

Remembranzas de Federico Garibay

Sus últimas cartas Página 80 Navidad de 1977 Página 82

Por: Sergio Villa Díaz Página 54

De su puño y letra, escritos que dejara sin publicar Página 70

Federico en mis próximos libros tus consejos me harán falta

El principio y el fin

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Por: Rita Jiménez Vda. De Garibay Página 51

Por: Carmelita Madrazo Página 77

de los “Bibliófilos Taurinos” Federico Garibay, fue autor de varios libros: “Episodios, Curiosidades y Anécdotas de la Tauromaquia en Jalisco”; “La Gloria y el Infortunio”; su novela “Pío Granda Dulzuras” (autobiográfica). En su faceta de declamador Federico, lo hacia excelente, sus autores referidos para declamar era Manuel Benítez Carrasco, el Padre Ramón Cue Romano, Antonio Machado, Federico García Lorca entre otros. Quién no recuerda sus recitales llenos de sentimiento y de pasión.

También Federico fue uno de los pioneros de los programas taurinos aunque hay algunos improvisados que

Se dicen fácil tres lustros, transcurre el tiempo en un abrir y cerrar de ojos, y más en ésta época que se siente vivir más de prisa. Sólo que se olvida a las persona cuándo ya no se les recuerda. Y como no recordar a Federico Garibay, aquel año de 1987 cuando un amigo mutuo Oskar Ruizesparza invitó a Federico a colaborar en “Grafica Charra”, en la cual también la suscrita escribía, una publicación dedicada exclusivamente al deporte más mexicano la charrería, sin embargo, el objetivo cambió, poco a poco se fueron incorporando los temas “taurinos”, la entrevistas, reportajes, las crónicas de las corridas de toros de Guadalajara, de la plaza México, Aguascalientes, León, Jalostotitlán, Autlán, en fin de cualquier coso en donde hubiera festejos taurinos. El tema de toros y las bellas artes que le rodea, repercutió en el gusto de la afición y lógicamente de su creador Oskar Ruizesparza, hasta la denominación le cambió por la de “MEXICO MÍO” y Federico Garibay y la que escribe, nos dedicamos hablar de la fiesta

con Federico los

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Parra.El

E s el texto que reza la dedicatoria a la que escribe, por Federico Garibay Anaya, en el libro “Drama y Tragedia de Guadalajara en el Toro” que escribió al alimón con su amigo Guillermo Ramírez

En el ruedo de la amistad y de la vida

Presenciarbrava.

Por: Ana Rosa Sánchez

Era una persona muy sencilla, dedicada a su trabajo, de memoria privilegiada, que gustaba leer, por cierto en casa de sus señores padres tenía una valiosa biblioteca de libros taurinos, colección de carteles, de boletos de corridas, y cualquier objeto taurino. Escribía desde la revista “El Castoreño” de Don Israel Vázquez, México Mío, incluidas las ediciones especiales a “Los Silveti”, “Armillita”, “Jorge Gutierrez”, periódico Ocho Columnas en su edición dominical en el cual dedicaban una página completa a la fiesta brava y Federico escribió hasta el último día de su vida aquel 21 de septiembre de 1997 en el diario “Reforma”, que fue su último Integrantetrabajo.

pasado 22 de septiembre del año en curso, Federico Garibay, cumplió el 15 aniversario de su fallecimiento se le extraña, se le echa de menos y es un amigo menos que ya no está para compartir “El Mal de Montera”.

festejos taurinos, era siempre una lección taurina, aunque en ocasiones no coincidíamos en los puntos de vista, pero respetábamos mutuamente las opiniones, cosa que no hacían los toreros, apoderados, ganaderos o alguno que otro empresario, cuando él decía su verdad o crítica.

Con orgullo digo que Federico fue el que le bautizo a David Silveti “EL REY DAVID”, y fue cuando David en una de sus tardes toreó apoteóticamente, en la plaza México, y se lo dijo al mismo David después de esa corrida, lo demás es historia.Hablaba

Por: Carmen Garibay Anaya

L os cinco años que precedierona la muerte de Federico estuvieron plagados de satisfacciones personales, de variados trabajos, de constantes viajes por diferentes pueblos de México y de acontecimientos insospechados seguía siendo un bohemio recalcitrante, comenzaba a pintar canas y a ahondar las arruguillas, principalmente las de la frente, pues las del canto de los ojos las tenía marcadas desde muy joven, ya que cuando reía hacía un gesto que agachaba aún más sus distintivos párpados oblicuos.

de toros con pleno conocimiento, en sus juventudes corrió la legua vestido de luces, aficionado práctico, y cuando nos invitaban alguna ganadería no perdía la oportunidad de torear alguna vaquilla.Federico

Con una pequeña maleta, su cartapacio y algún libro bajo el brazo solía llegar a nuestra casa en la ciudad de México - donde entonces yo residía con mi esposo y mis tres hijos - para alojarse por algunos días de cada semana. El primero de enero de 1994, llegó a hacerse cargo de la columna crónica taurina, que heredara generosamente de su amigo Juan Antonio de Labra cuando éste partía a radicar a España. Esto lo llenó de inmensa alegría, tendría oportunidad de ver todas las corridas en la plaza México, y todas las que le

se jactan de que ser los iniciadores. Sin embargo “El Planeta de los Toros”, se escuchaba los sábados al medio día, era el cartel con Federico Garibay, Rogelio Campos y completando la completando la tercia la suscrita. Colaboró en el programa “Paseíllo” que transmitía la XEW con Edgardo Levy Gallardo y narró las corridas que en ese entonces se transmitían por dicha estación.

Garibay Anaya, realizó una faena memorable al cultivar la amistad y conservar la que tenía con sus amigos desde la escuela y que aunque físicamente no está, su memoria y su recuerdo permanecen en las personas que lo conocimos y admiramos.

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El último lustro

fue el quien se encargó de plasmar las pinturas en cada una de las cartas.

Fue uno de los fundadores de la “Peña Taurina Mal de Montera” y presidente de la misma, Federico Garibay Anaya, realizó una gestión sobresaliente y promovió la fiesta brava en todos los ámbitos. Fue el creador de una baraja taurina jalisciense en 1993, en la cual él hizo los textos incluyendo toreros, ganaderías, médicos de plaza, suertes del toreo, y al empresario más longevo en la historia del toreo Don Ignacio García Aceves, ejerció 53 años, dando corridas en las plazas “El Progreso” y “El Nuevo progreso”, además ganadero de las prestigiadas dehesas de San Mateo y San Marcos, y Rubén Espinoza,

por la tarde al oír su voz tras el cancel los niños corrían a abrirle y abrazarlo pues llegaba el tío complaciente y cariñoso que jugaba con ellos que escuchaba atento sus relatos y fantasías, que contaba cuentos y aventuras, que motivaba a ir los domingos a las corridas y que hablaba de toros y toreros en el programa “Contra Barrera” del cual era titular otro generoso amigo Heriberto Murrieta.

fuera posible en las plazas aledañas a la capital, a las que no pocas veces lo acompañamos.Losviernes

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Con Bernardo mi esposo, que es Agrónomo Zootecnista y aficionado a la fiesta brava (pues es oriundo del estado de Tlaxcala y creció cerca de las grandes ganaderías) pasaba largas horas hablando de tientas, pastizales, crianzas y cuidados del toro y mil cosas más, casi ningún otro tema era de interés para él. Y mientras ellos hablaban los niños escuchaban atentos aleccionándose en lo que es para ellos sobre todo para mi hija Icasel, afición y gratos recuerdos de su

por la mañana, tan temprano como fuera posible, Federico solía visitar el mercado de la Lagunilla para recorrer las interminables cuadras y callejones en busca de libros y carteles antiguos o cualquier otra cosa que representará valor para su vasta colección de objetos taurinos.

buen caminante y disfrutaba mucho recorrer a pie calles, campos y veredas. Cierta vez, el tren en que viajaba tuvo una seria descompostura que tardaría varias horas en repararse, quedó detenido muy lejos de la estación y de los poblados cercanos a la vía, pero era sábado y la noche comenzaba a caer, ¿podré llegar puntualmente a la corrida? - debe de haberse preguntado con gran preocupación - ¿fallaría al compromiso de presenciar la lidia y de redactar la crónica? ¡No!. Con su espíritu decidido y sus fuertes y largas piernas, mochila al hombro y en medio de la obscuridad, caminó durante varias horas siguiendo el trayecto de los rieles del ferrocarril hasta llegar a la estación de Querétaro a las primeras horas del amanecer. De ahí, un autobús, después el metro y finalmente, con toda puntualidad, llegó a la plaza de toros para estar presente en el sorteo y más tarde a la anhelada corrida. La pasión por su trabajo y su extraordinario sentido de responsabilidad - como lo certifica la crónica que escribió desde su cama de hospital unas cuantas horas antes de morir - lo hacían franquear cualquier

Una vez que encontraba uno de aquellos apreciables tesoros podía ser capaz de quedarse sin un centavo en el bolsillo, con tal de no privarse de su posesión ya que después aseguraba muy convencido - no volvería a toparse con ellos pues eran prendas de valor inapreciable. Frecuentemente regresaba a pie, despojado hasta de la última moneda,

infancia.Lossábados

pero feliz de haber conseguido aquellas joyas que para consideración de muchos, no serían más que vejestorios de muy dudosa utilidad. Nunca aceptó ayuda económica de nuestra parte cuando se quedaba sin dinero a causa de aquellas exóticas adquisiciones; ni siquiera para comprar el boleto de regreso a Guadalajara, pues confiaba plenamente en la Providencia de Dios y en los benévolos choferes del camino y tal era su fe, que siempre se topó con un tráiler o un automóvil que lo acercó a su destino.Era

tanto agrado aquellos días en que se sentaba a tomarse un

Recuerdobarrera.con

Tambiénnupcial.tengo

Carranza, mi familia se cambió a vivir a dos puertas de la de él, por la calle Juan Álvarez frente al jardín botánico.

(Fundación Jorge Álvarez del Castillo), pero sobre todas estas actividades a las que se dedicó con tarto empeño, asumió otra, sumamente importante y trascendente, y en la que jamás había incursionado: el matrimonio.

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Recuerdo con toda claridad la tarde de aquel 6 de diciembre de 1998 a Federico gallardo y viril vestido con su traje de novio y a mis padres abrazándolo y bendiciéndolo antes de dejar la casa. luego, en el atrio del templo de Nuestra Señora de los Ángeles esperando la llegada de María Rita y acompañado de su muy estimado amigo el Presbítero y novillero Pepe Herrera quien les impartió la bendición

de sus 44 años, tal vez haya sido el más intenso de su vida. Le llovieron ofertas de trabajo en varias ciudades y en diversos medios de comunicación, dejó grabada su voz en una selecta compilación de poemas taurinos en un CD (editado por otro gran amigo Oscar Ruizesparza) unas semanas antes de su partida; estuvo declamando en múltiples foros y escenarios, escribió numerosas crónicas, relatos y poemas y trabajó con tenacidad para la creación del museo taurino de Guadalajara.

cafelito en la cocina, y mientras yo preparaba los alimentos el me hablaba de tantas cosas: adelantos de sus poemas y sus novelas, remembranzas de la familia y aventuras de nuestra infancia, de sus amigos de la “peña mal de montera” y de los que iba haciendo por las plazas; de sus viajes, conferencias, recitales o de algún nuevo proyecto de trabajo. Tenía así mismo un vasto repertorio de chistes y anécdotas chuscas con los que reíamos por buen rato. Otras veces me acompañaba al mercado, a recoger a los niños al colegio, a realizar alguna compra o simplemente a los quehaceres del hogar. Sus constantes visitas fortalecieron nuestro afecto y nuestros lazos fraternos de tal manera, que después de su muerte, cada rincón de la casa, cada camino que recorrimos o cada palabra en caló que he llegado a escuchar (idioma que tanto apreciaba y bien dominaba Federico) aún me hacen revivir su recuerdo y añorar su invaluable compañía.Elúltimo

muy presente el día que me comunicó con gran entusiasmo que ya venía un bebé en camino, estaba feliz y orgulloso de aquella gran faena.... pero ignorando que la dicha de ser padre tan sólo habría de durar 3 meses.

C uando Federico vivía en la casa que está situada en las esquina de las calles Juan Álvarez y Venustiano

La última vez que convivimos en familia fue 10 días antes de su partida; mis padres organizaron una reunión en su casa como intuyendo que el fin ya se avecinaba, lo recuerdo demacrado y pálido, sentado en un sillón con María Rita a su lado. Hablaba muy poco y se fatigaba, pero sé que estaba contento. Tenía a Federiquito en sus brazos, acariciándolo con gran ternura y mirándolo fijamente como si quisiera volcar con la mirada todas las palabras que el tiempo no consintió.

Federico Garibay desde la perpectiva de Enrique Velazquez “El Armilla”

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Al pasar el tiempo Federico empezó a hacer amistad en el barrio con dos o tres amigos míos y yo. Jugábamos en el parque que estaba frente a su casa y cuando teníamos ganas de ir al baño, nos atravesábamos a nuestras casas, pero en una ocasión Federico fue a su casa y no había nadie, por lo que preguntó que quien lo podría invitar a su casa a “hacer pipí”, pero nadie quiso dejar de jugar y volvió a preguntar ¿entonces qué hago, ya me anda? a lo que uno de nosotros le dijo “súbete al árbol, allí nadie te verá orinar y luego te bajas, no pasa nada” así lo hizo Federico y después de esa ocasión se hizo costumbre que en lugar de ir a nuestras casas mejor orinábamos en los árboles. Nos subíamos a la parte más alta de ellos acordando entre nosotros que si llegaba la policía le diríamos que “vino un pájaro gigante, hizo del baño y se fue”.

En esa casa vivían en la planta baja Federico con su familia, y en el segundo piso su abuelita y su tía la Güera, hermana de su mamá comunicándose por dentro.

Unas veces Federico nos invitaba a su cuarto a platicar a escondidas de su mamá y entrábamos por la ventana que da a la calle Venustiano Carranza la cual está como a 1.50 mts sobre la banqueta y tiene unas protecciones de fierro triangulares por las cuales nos pasábamos y apenas cabíamos.

Tendría seis años y Federico tres; al pasar por su casa, en la ventana que da hacia la calle Juan Álvarez estaba sentada su hermana Sara que tiene la misma edad que yo, me hice amigo ella, en una ocasión me invitó su mamá a pasar a su casa a jugáramos con unos bolos de madera y estando jugando con ella de pronto exclamó “¡no, Federico, no! Lo cual hizo que yo volteara y cuan grande va siendo mi sorpresa que venía hacia mí un niño de aproximadamente tres años de edad con la intención de orinarme, por lo que yo como resorte brinque tratando de evitar el baño, cosa que no logré totalmente ya que me alcanzó a mojar las piernas. Este fue el primer encuentro que tuve con mi querido amigo Federico.

Con la ayuda de Federico que quitaba por dentro los seguros de las ventanas y nos pasaba un fajo jalándonos para ayudarnos a “escalar” y poder entrar a su cuarto, saliendo de la misma manera. En una de esas ocasiones entró su abuelita y no alcanzamos a salirnos por lo que Federico nos dijo que nos metiéramos debajo de la cama mientras pasaba su abuelita, la que llegaba a saludarlo y se iba de inmediato, y entonces ya nos saliéramos, pero esa vez no sucedió así; cual va siendo nuestra sorpresa que la abuelita le preguntó ¿qué estás haciendo Federico?, nada abuela. Ven Federico, siéntate que quiero platicar contigo, sentándose la abuela en la cama y el caminando por todo el cuarto “como león enjaulado”. La situación es que nuestro otro amigo tenía tos, no pudo aguantarse y empezó a toser por lo que cuando nuestro amigo lo hacía Federico también para que no nos fuera a descubrir la abuelita, desconozco si ella se dio cuenta o no de nuestras

Unavisitas.ocasión

Federico no tenía permiso de salir a jugar y para eso lo dejaron castigado en la planta alta para que no se saliera por la ventana y cuando timbramos se asomó y apesadumbrado nos dijo que no podía salir, dándonos cuenta que junto al balcón de la planta alta acababan de poner un poste de luz pasando a escasos centímetros y le sugerimos que se bajara “como los bomberos” deslizándose por el mismo

poste, lo cual ni tardo ni perezoso lo hizo abrazándose al mismo aproximadamente de una altura de 4 metros. Al bajar se dio cuenta que el chaleco azul marino del uniforme de su colegio estaba manchado de pintura fresca ya que acababan de pintar el poste y preocupado cuestionó ¿y ahora qué hago? Respondiéndole “no te preocupes Quidorio, súbete y se te quita”. Aun recuerdo los ojos de sorpresa que puso en ese momento.

Otra ocasión quisimos sentir la emoción de torear, recuerdo que todavía no existía la plaza de toros en la Colonia Independencia y le comenté que por esos rumbos había muchos establos en los que había vacas lecheras y que sería muy interesante ir con un trapo rojo para ponernos delante de una vaca para ver qué se sentía acompañándonos un amigo que no comulgaba con la idea de torear pero sería nuestro mozo de espadas. Lo hicimos las vacas nomás nos miraban pero ni siquiera se inmutaban, contrario a nosotros que todo nos temblaba del miedo que sentíamos.

Jerez Zacatecas, Dolores Hidalgo, etc., etc. Y desde ese tiempo empezamos a coleccionar carteles, boletos, programas y libros.Una

vez fuimos por la calle Obregón al cine Park a la función vespertina, se proyectaban tres películas y entre ellas “Ora Ponciano” con Chucho Solórzano y para nuestra desgracia era la tercera película. Esta función se retrasó como treinta minutos y entre la segunda y tercera película se fundió el foco del proyector y recuerdo que cuando esto sucedía el público en el anonimato de la oscuridad gritaba “cácaro ya deja a la boletera” y una serie de improperios más de la cual no nos quedamos mudos. Cuando llegamos a su casa su papá estaba hecho un Miura: Federico ¿en donde andabas que te fuiste después de comer sin avisar, y tu Enrique ya no vengas, lo voy a castigar con lo que más le duela, el domingo no hay permiso ni dinero para ir a la novillada al Progreso.

Cierta ocasión que fuimos al Viejo Progreso desde el Sorteo y con la intención de “colarnos al festejo” sin pagar la entrada, nos escondimos dentro del cajón que ocupaban para curar los toros el cual estaba en el patio de caballos y allí permanecíamos hasta que abrían las puertas de la plaza y ya que empezaba a llegar la gente salíamos del cajón. En este patio también estaba la Capilla en donde se oficiaba misa los días de festejo y cuando ya estaba casi solo llegó el empresario Don Nacho, un señor ya entrado en años a quien le dieron ganas de orinar y sintiéndose solo lo hizo junto al cajón salpicándonos a quienes nos escondíamos dentro del susodicho cajón (Federico, Javier, Jorge y yo).

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a alguna población o ciudad importante no podíamos dejar de ir a conocer su plaza de toros, o los vestigios que quedaran de ésta. Así conocimos Matamoros, Real de Catorce, San Luis Potosí, Santa María del Rio,

En el cuarto Federico tenía postales taurinas de Ruano Llopis insertadas de forma horizontal y vertical bajo la línea del cable de luz. Estampas taurinas de cerillos y calendarios que conseguía. Las pláticas que teníamos como a los doce años de edad ya eran puramente taurinas y nuestros vecinos y amigos no sentían por la fiesta brava lo mismo que nosotros que empezamos a ir juntos a cuanto festejo o evento taurino nos percatáramos.Cuandoviajábamos

Empezamos a ir los domingos por la

Farías, allí ya empezamos a sentir las pisadas y bufidos de los toros más de cerca.A

10 E n realidad conocí muy poco a Federico Garibay, aunque sí lo suficiente para entender que su caso se trataba del de un apasionado por todo aquello que se genera desde la cultura; o e incluso por un fenómeno o síntoma que padecemos buena parte de los taurinos: el fetichismo.Algún

De 1957 a 1997, llegó el domingo 21 de septiembre, fecha que para mí ha sido muy importante porque tuve el honor de estar con él y su familia desde las 9 de la mañana hasta las 11 de la noche en el Centro Médico de Occidente, en que me retiré a mi casa después de que él escucho la corrida de la Plaza México e hizo la crónica taurina que aparecería al día siguiente. Por la madrugada me habló su hermana Sara para solicitarme llevar al Padre Paco Escalante gran amigo de Federico también porque Federico se quería confesar, lo llevé al hospital llegando como a las 3 de la mañana y estuvieron con él un par de horas el padre, su esposa Rita y sus hermanas Carmen y Sara quienes le acompañaron hasta el final, y saliendo me informaron que ya había expirado.

Los taurinos, que ya llegaron a un punto del coleccionismo y que se acercan a la frontera de lo contumaz,

Por: José Francisco Coello Ugalde

Los primeros festejos con toros criollos o cebúes fueron en Pacana 1º. De mayo de 1965, de ahí siguió La Vega, Tesistán, Santa Cruz del Cortijo, Nextipax, Copala, San Esteban y Gómez

andar desde el mercado de “La Lagunilla” hasta la mismísima plaza de toros “México” porque se le había terminado el dinero en comprar este o aquel libro; ese o aquel objeto que de inmediato convertía en pieza de adoración, si no es que de culto.

día me platicaron la desmesura de que un domingo echó a

Un fugaz recuerdo de Federico Garibay

partir de que Federico entra a la preparatoria tomamos rumbos diferentes pero no por eso dejamos de frecuentarnos ocasionalmente, y mucho menos de apreciarnos.

mañana al Cortijo La Venta que se ubica en Federación no. 725. Allí daba clases de toreo gratis un novillero en retiro Don Rafael Muñoz quien era corresponsal en Guadalajara del periódico Ovaciones y también escribía artículos taurinos en el Informador.Estos domingos son de feliz recuerdo. Cuando los compañeros más grandes que nosotros nos ubicaron porque ya habíamos ido tres o cuatro domingos seguidos nos preguntaron que si queríamos ser toreros a lo que contestamos afirmativamente “Claro que queremos ser toreros”, para lo que nos invitaron a seguirlos a un jardín que en el centro tenía una fuente y allí nos dijeron “pues si quieren ingresar a esta flota tendrán que ser bautizados en esta fuente y ante las protestas del maestro Don Rafael de que no nos bañaran, nos metieron a la fuente y así fuimos bautizados Federico y yo como aprendices de novilleros en 1965.

Federico tuvo en esa patología una excesiva pasión, con igual pasión demostrada por la tauromaquia en su conjunto, pasión que debe haber confrontado muy poco con la razón pues en él se encontraba el extraño caso de un misionero, dedicado a evangelizar por medio de otra más de sus pasiones: la poesía. No la conozco del todo, sin embargo, allá por 2008 llegué a escribir lo

El arenero , autor: El Padre Ramón Cué;

son capaces de guardarlo todo, de cosificar, e incluso de tocar al extremo de lo que, para Carlos Pellicer no era otra cosa que el “urraquismo”. Sí, en efecto, las urracas cuando forman sus nidos, lo hacen con cuanta basura se encuentran a su paso. Así también los taurinos que podemos llegar a esos grados de idolatría, convirtiendo cada pieza, cada objeto que llega a nuestras manos en verdaderos iconos o reliquias.

El espontáneo , autor: Oskar Ruizesparza;

Vale recordar al amigo, a Federico, que por eso llevó también el nombre de otro grande: García Lorca. Este amigo era, ni más ni menos que Federico Garibay.

Sin la muerte , autor: Federico Garibay;

- La madre del torero , autor: El Padre Ramón Cué;

- Los maletas , autor: Antonio López Monis, y Torero viejo , autor: Agustín Rivero.

El último encierro , autor: Manuel Benítez Carrasco;

- La copla de Tragabuches , autor: Federico Garibay;

-Celeste y plata , autor: Federico Garibay; -La tumba de Manolete , autor: Federico Garibay;

y editor Oscar Ruiz Esparza publicó en 2007 uno más de sus libros: Guadalajara Taurina. Corridas Temporada 2006-2007 / Guadalajara Taurina. Novilladas. Temporada 20062007. 1 Al interior del mismo se incluye un disco compacto denominado Federico Garibay. Su pasión que presenta el siguiente contenido:

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Por fortuna quedan registros de sus diversas interpretaciones o dramatizaciones, y donde por fortuna el disco compacto que acompaña el libro que ahora se reseña contiene tal evidencia.Enesas

cuartetas hay una fuerte carga de romanticismo exacerbado, el que suelen tener buena parte de los poemas taurinos y que además, gustan mucho. El drama que imprimía Federico a la lectura era eso, un drama en sí mismo, manufactura que viene de los códigos establecidos en el ambiente de los toros, el que a veces exige una sobreactuación y hasta una sobrepuesta en escena que, si no se sabe manejar en la forma precisa, corre el riesgo de convertirse o de tener un patético desenlace.Pero en términos rigurosos, y siguiendo líneas establecidas por los cánones, la poesía de Federico quizá no esté construida sobre los cimientos clásicos. Sin embargo, posee otra serie de valores, los que se ganan por la vía del afecto, como aquel, el de los toreros, precisamente cuando se trata de triunfar a costa de lo que sea. Y remontan toda vicisitud, justo en los momentos en que los tendidos de una plaza pueden venirse abajo por efecto de las pasiones desatadas. En eso, Garibay se sabía dueño de la escena.

siguiente:Elfotógrafo

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por triste y esaborío, pero yo tengo mi casta, mi enjundia y mi señorío, y soy torero de entrega, ya sin muletas ni estoques, pero sí con palitroques y con capotes de brega.

¿Qué estoy llorando ¡Ya sé!

No es que te vuelva la espalda por chalao ni majareta.

Oscar Ruiz Esparza: Guadalajara Taurina. Corridas Temporada 2006-2007 / Guadalajara Taurina. Novilladas. Temporada 2006-2007. Guadalajara, Editorial México mío, A.C., 2007. 176 y 144 p. respectivamente. Fotos., retratos. + 1 disco com pacto.

Celeste y plata.

Es verdad: perdí mi pasta y mi cartel de tronío, pero aún me quedan bríos pa salirle a barbas,cualquier

Aquel recuerdo me mata

¡Es que quiero que te enteres que todavía peino coleta!

y colocarle en lo alto -escucha tú, que tanto hablas por los terrenos de adentro, un par soberbio en las tablas.

Y porque sólo me queda una espá que ya no mata, un pitillo, dos monedas... ¡y un terno celeste y plata!

Yo también comí del toro en mi juventud lejana, enfundado en terno grana con guarniciones de oro.

Pero un pitaco certero me partió la femoral. Después... ya na’ fue igual, ni ilusiones ni dinero.

Pero ¡hombre!, escucha muy bien lo que yo te hablando:estoy

Dios quiera que nunca chavalillosepas,presumido,loqueesunpitónhundidoentucarnehastalacepa.

Si tú supieras, chaval, lo buen torero que fui, ni me trataras tan mal ni me gritaras así.

Y lloro porque me acuerdo que pude ser y no fui un primate del toreo, sol de mi raza cañí...

Guárdate tus reprimendas y no te engrían tus pelas, que de toros no chanelas lo que chanela mi menda.

Tú me miras de soslayo con actitud altanera, más que si fueras El Gallo o Lagartijo o El Guerra.

¿Y por qué voy a negarlo?

mesurada caligrafía de “Fede” me vuelve a referí su limpieza de alma mediante aquellas letrillas tiernas y perfectamente delimitadas, como huellas de ciempiés que serpentean en un papel que ya comienza a amarillearse con el paso de los años.

Conocí a Federico Garibay el 26 de agosto de 1986, en el restaurante El Chalet Suizo de Guadalajara. Y conservo la fecha exacta porque así consta, de su puño y letra, en la dedicatoria de su libro “Drama y tragedia de Guadalajara en el toreo”, que esa noche llevaba a regalar a mi padre, que tocaba la guitarra flamenca –por afición– en el mismo espectáculo de Queti Clavijo en el que Federico declamaba también por amor al arte.La

Y así fue como nos hicimos amigos, prácticamente desde esa noche veraniega. De inmediato, Federico me invitó a acompañarlo a un festejo, pues me dijo que donde hubiera un pitón ahí estaría él.

En este sentido, Federico contribuyó decisivamente en mi formación como aficionado, y con él tuve la fortuna de dar continuidad a mi incipiente formación como periodista, luego de que ya había publicado mis primeras crónicas en “El Redondel”, antes de su desaparición como semanario, y posteriormente en “México Mío”, la revista de Óskar

pocos días comencé a frecuentarlo a su casa. Su biblioteca, su vasta colección de carteles de mano, un capote de paseo que había pertenecido a Rodolfo Gaona, un vestido de torear negro y oro –palmadísimo– y otros objetos taurinos que guardaba con celo me fascinaban. Y debo estar agradecido eternamente con él, porque desde un principio me trató con mucho cariño y particular afán de que mi aprendizaje taurino se incrementara.

Y gracias a su privilegiada memoria, su conversación siempre estaba salpicada de recuerdos, anécdotas, efemérides y distintos detalles, que hablaban claramente de su vasto conocimiento de literatura, poesía… y Nuncatoros.

es mi papá –le contesté con emoción, a sabiendas de que mi padre me dejaría el libro para leerlo.

-¡Enorme! –me dijo con esa contagiosa efusividad que mostraba cuando estaba a gusto. Y enseguida apostillo: –Háblame de tú, por favor.

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olvidaré aquellos frecuentes viajes que hicimos a distintas poblaciones –pequeñas o grandes–en su querida “Phichirila”, aquella

¡Qué celo tuvo Dios!

Por: Juan Antonio deALabralos

Ruizesparza.Notuvo

Federico un talante doctrinario en sus enseñanzas, ni mucho menos. Su erudición era algo que fluía de manera natural, porque su especial forma de ser estaba más cerca de la generosidad que de cualquier otra cosa.

-¿Es de toros ese libro, señor? –pregunté con cierta curiosidad. -Claro, chaval –me dijo con orgullo y me lo mostró–. Es de mi autoría, y se lo traigo a regalar a José Luis de Labra, el -Ah,guitarrista.pues

Desde hace más de 15 años lo imagino sentado en el cielo a la vera de don Ramón Montoya, entre los melancólicos acordes de una seguiriya… declamando con arte. ¡Qué celo tuvo Dios!

Y cuando conducía en soledad, Federico no tenía empacho alguno en ir declamando para sí mismo. -La gente ha de pensar que estoy loco –me dijo un día con cierta -¿Porqué,preocupación.mi“Fede”?

Anaya, ejemplo de amor pensante por la fiesta de los toros

La declamación fue una de las mayores pasiones de Federico Garibay. Su fascinación por García Lorca y Manuel Benítez Carrasco era casi enfermiza, porque se sabía de memoria gran parte de la obra de ambos poetas granadinos, tan distintos en el tiempo, tan distantes en la forma.Porque

FedericotaurinoGaribay

si García Lorca se sumergía en la profundidad de la tierra, y su poesía está repleta de rasgos andaluces, los versos de Benítez Carrasco tienden a elevarse, con ese diáfano y maravilloso juego de palabras a las que Federico sabía dar una gran entonación cuando declamaba.Sabía imprimir una dramaturgia única a lo que decía, con un dominio absoluto de la dicción, la sonoridad, la pausa y el ritmo. Y el efecto que causaba en el oyente era mágico, ya que Federico Garibay tenía el don de la palabra.

–pregunté

*El también declamador, coleccionista y aficionado práctico, esparció semillas de afición, conocimientos y amistad

Reflexivo, apasionado, místico, sensible y puro, quizá sean los mejores epítetos para describir la atrayente personalidad de Federico Garibay, un asceta de mirada triste al que la muerte se llevó en plenitud de su existencia.

POR: LEONARDO PÁEZ

de Federico nos queda como ejemplo de estructura y concepto. La claridad de sus ideas y lo bien rematado de sus frases, tienen un sello que raye en el academicismo que quizá aprendió a la vera de los jesuitas, cuya formación lo marcó en su adolescencia.

Por otra parte, la elegante prosa

a veces voy aquí en el coche declamando, que es la mejor manera de ensayar y aprovechar el tiempo, y percibo las miradas desde el interior de otros coches que me ven que voy hablándole a solas.

14 Con motivo de otro aniversario luctuoso del gran escritor, cronista e investigador

-Puesintrigado.porque

Y era tal la personalidad de Federico que hasta generó diversas anécdotas que se han convertido en leyendas urbanas, como aquella que en una excursión juvenil en Canadá bajó de un autobús a darle una verónica a un oso negro al que sus compañeros arrojaban comida desde las ventanillas; o esa otra de cuando se dio un baño purificador en las heladas aguas del río Yukón.

camionetita Volkswagen que manejaba a placer mientras escuchaba canciones de La Piquer, a la que era muy afecto, un concierto para piano de Mozart o una sinfonía de Beethoven.

A lgunos individuos no mueren del todo. Su rica personalidad, su testimonio apasionado, su trayectoria congruente y su obra magnífica se los impide. Trascienden a un plano de influencia post mortem para continuar ganando batallas y exhibiendo a los infieles a la esencia del toreo, entre otras cosas.“Es

-¿Mezclaba su afición con su religiosidad?-Déjame referirte algo que sólo los

la semilla que esparció Federico entre tantos y tantos aficionados, no sólo a las corridas de toros, sino también a la poesía, a la historia, al coleccionismo -libros, revistas, fotos, boletos, carteles y litografías del siglo XIX, ah, y de infinidad de hermosos poemas en su privilegiada cabeza-, a la investigación y a las lecturas taurinas”, al decir de Alfredo Cruz Ornelas, discípulo y amigo así como cronista taurino e investigador y, como Garibay Anaya, expresidente de la Peña Taurina Mal de Montera, de la señorial Guadalajara.“Sudedicación

“Cuando pasó a inaugurar la muestra pictórica, escultórica y fotográfica manoletista, Garibay, en vez de cortar el listón desató un nudo diciendo: ‘Mejor abrimos el cerrojo de la puerta de toriles del arte’. Luego casi se arma la bronca pues varios aficionados querían adquirir el extraordinario retrato a lápiz que el gran artista Ignacio Garibay, hermano de Federico, había hecho del Monstruo de Córdoba, enmonterado, sugerida apenas la casaquilla e increíble la profunda mirada con esa melancolía antigua. A veces la sensibilidad artística comparte consanguinidades.”“En44añosde

vida, Federico Garibay –continúa el también autor del estudio Rentabilidad del arte taurino y de la obra Toro de barro, sobre la plaza de Tlaquepaque-, desarrolló una actividad ejemplar como creador, investigador y comunicador, amén de espléndido amigo y agudo aficionado, que lo mismo aprendía de un monosabio

aficionados de Guadalajara saben –abunda emocionado Cruz Ornelas-: El jueves 28 de agosto de 1997 la Peña Taurina Mal de Montera organizó en el Museo de la Ciudad, en Guadalajara, un evento músicoliterario y una exposición con motivo del cincuentenario luctuoso de Manolete. Federico, de traje y corbata negros, más delgado que nunca, desplegó un repertorio de poemas relacionados todos con la muerte. “Mientras más cerca de mi tumba voy, el paso de la vida me convierte en más amigo de mi propia suerte...”, empezó diciendo con su voz de lujo y su entonación sin artificio, pero como si declamara para él más que para el público, en una especie de serena despedida simbólica, ante una sala repleta y centenares de personas escuchando en los corredores. Al día siguiente ingresó al hospital, donde fallecería 25 días después, no sin haber enviado, horas antes, su postrer texto al periódico Reforma, del que era cronista taurino desde su fundación.

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apasionada y rigurosa a la fiesta de los toros, cautivaba –prosigue Alfredo-; con generosidad compartía sus secretos como escritor y cronista único. Anhelaba que todos se comprometieran con el arte del toreo no sólo con entusiasmo sino con fervor. Poseía e irradiaba un hambre de ser del auténtico torero de la legua que llevaba dentro. Por cierto, en todos los festivales de la Peña, Federico invariablemente exigía que sus erales fueran en puntas. En la ganadería de Santacilia le vimos un faenón por naturales a una vaca vieja, cornalona y pesada. Cuando al concluir lo felicitamos por su valor, comentó: ‘No se equivoquen, no hay que fijarse en los pitones sino en sus intenciones’. Cuanto hacía, lo hacía con verdad, con pasión y con liturgia de oficiante iluminado.”

Taurinos de México, del que fue entusiasta miembro. Cronista del periódico Ocho columnas, editor de las revistas México Mío y El Castoreño, la primera con el gran fotógrafo Oskar Ruizesparza, y la segunda con el maestro varilarguero Israel Vázquez, así como colaborador del programa de radio Contrabarrera, de la revista Espontáneo y de las cuatro únicas ediciones del Anuario Taurino de México. Este Federico, al igual que el granadino, logró ser un emperador de su propia, privilegiada y fugaz existencia.”

Por supuesto que no le permitieron siquiera partir plaza, pues era un festival de corto y un chaval vestido de luces y con barbas…pues lógico que no se vería bien, finalmente solo se le permitió estar en un burladero y con dos guardias, uno de cada lado para que no fuera a salir a hacer su Fuequite.entonces que conocí a Federico, tiempo después hicimos cierta

Por: Miguel Ángel Martínez “El Zapopan” amistad aunque no nos frecuentábamos pues él estaba estudiando la secundaria en un colegio diferente al que yo estaba, compañero de colegio lo fue mi compadre Leonardo Palomo, novillero puntero en los años setentas del siglo pasado, también fue compañero del Lic. Edgardo Levy Gallardo (q.e.p.d.) que fue locutor y comentarista taurino y de nota roja en la xew.Donde

nos conocimos mejor Federico y yo fue cuando se me ocurrió la idea de formar una peña taurina que verdaderamente difundiera la fiesta brava, y cuando pensé con quien hacerla lógicamente que sería no con los aficionados de siempre, tendría que buscar a los aficionados nuevos de esos que se distinguen en el tendido por su entusiasmo y al primero que le comente mi idea fue precisamente a Federico y luego él lo comento con Oskar Ruizesparza y con la Lic. Ana Rosa Sánchez, por ese tiempo Federico escribía en una revista que editaba Oskar de tema charreril y taurino, Ana Rosa era corresponsal de el diario capitalino “la afición”; así que los cuatro iniciamos la formación de la peña taurina “Mal de Montera”, de la que

que hacía observaciones a un empresario.

“Autor de la novela Pío Granda, Dulzuras, escrita a los veintitantos años, en la que plasma su autorretrato torero y presagia su propia muerte, Garibay escribió también México se viste de luces, en coautoría con Miguel Luna Parra; Drama y Tragedia en Guadalajara, con Guillermo Parra; La gloria y el infortunio; con el pintor Rubén Espinosa, la Baraja Taurina Jalisciense, y varios folletos publicados por el grupo Bibliófilos

S e organizo un festival de aficionados en la población cercana a Guadalajara cuyo nombre es San Agustín, era el año de 1966 o 67, llegamos varios a la vez, yo acompañando a Roberto Sastre o Roberto Miguel, y al pararnos en la puerta de cuadrillas estaba un joven vestido de luces y con una larga barba y todos nos volteamos a ver y alguien pregunto, ¿y ese de las barbas quién es?, ¿quién lo invito? y resulta que nadie lo había invitado, creo que Trino Pérez Vargas se acerco a ese joven y le pregunto su nombre y quien lo había invitado, dijo… soy Federico Garibay y ciertamente nadie me ha invitado, vengo con la intención de que me permitan hacer un quite, afirmo con seguridad.

¿Y ese de las barbas quien es?

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Hasta el último momento de su vida se preocupo por hacer su crónica, desde el hospital el último día de su vida hizo su nota para el periódico para el que colaboraba.Sindudanos consterno su pronta partida, pero como todos los grandes hombres regularmente mueren jóvenes y Federico no fue la excepción. Vaya que hay mucho más de que hablar de las grandes virtudes de Federico, pero habrá quien lo haga mejor que yo, solo termino señalando que hablar de Federico siempre ha sido para mí, muy fortificante.

fui su primer presidente y Federico fue el segundo, durante los primeros años de esa gran peña fue Federico uno de los mejores expositores, después fue un puntal cultural de todos nosotros, puedo decir que gracias a Federico muchos nos prendió la vena de la cultura, del romanticismo y el gusto por las letras, y alguno de nosotros también le enseñamos el ambiente mundano, ya que Federico era un hombre que pecaba de inocente, fue hasta su muerte fiel a sus convicciones, hombre diáfano, honesto, directo y sin “mala leche”.

Estuvimos un buen rato y cuando salimos Federico me confesó que jamás había entrado a un lugar como ese, y que jamás lo volvería a hacer ya que le parecía muy deprimente el ver a esas mujeres, se que están ejerciendo el oficio más antiguo del mundo.

Recuerdo especialmente una noche que salimos de un evento en la presidencia municipal de Guadalajara y le pedí un aventón a Federico, me dijo que tenía su carro hasta la calzada independencia y nos fuimos caminando a donde tenía su auto, pero… pasamos por un antro llamado “el Zombie”, un prostíbulo muy reconocido y le dije… Federico vamos entrando te invito una copa, y me contesto si, vamos, pero yo no tomo quizás me tomare una coca.

Una vez adentro de ese lugar, por cierto muy oscuro, se nos acercaban las muchachas para pedirnos tomar una copa con nosotros, por supuesto en escasos y pequeñitos trajes muy llamativos, tal era la inocencia de Federico que me comento, ¡oye Miguel Ángel, todas estas mujeres son prostitutas? y le conteste… bueno muchas son profesionales y otras son aficionadas pero todas cobran una lana.

¡Gracias amigo Federico por todo lo que nos enseñaste! y como seguro estas en la gloria, te encargo me apartes un cachito de cielo para cuando yo parta plaza……………… ole!!!!

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Los años que pasamos juntos en la peña organizando muchísimos eventos, los viajes que hacíamos a diferentes lugares donde había corridas especialmente a Aguascalientes, el escucharlo declamar y las platicas que luego solíamos tener, hicieron de Federico un amigo muy querido y respetado.Fuide los que lo animó a que se fuera de Guadalajara a la ciudad de Mexico a buscar su destino en las letras, pues le hice ver que aquí los espacios estaban muy acotados y que difícilmente iba a encontrar donde realizarse, y que el centralismo de todo estaba en Mexico, y que era allá donde debía de estar para demostrar toda su valía… y se fue.

• Poseía una increíble colección –que posiblemente alcanzó los 10,000- carteles o programas, así como numerosos recortes periodísticos, artículos y reliquias taurinas.

Por: Arq. Miguel Luna Parra Bibliófilos Taurinos de México

• Fue el cronista titular de los diarios

• Fue fundador y presidente de la peña Mal de Montera de Guadalajara y desde 1991, miembro de Bibliófilos Taurinos de México, aunque conoció a algunos de sus socios desde algunos años antes, personalmente lo conocí el 20 de mayo de 1992, fue durante una de nuestras acostumbradas reuniones de los miércoles, se

Con gran admiración

• Su colección de libros sobre tauromaquia llegó a estar cerca de los 1,000 ejemplares.

Trataréella.de

Trabajar y vivir de la Fiesta Brava, por y para

FEDERICO GARIBAY ANAYA

N o existía en Federico otra afición además de la de los toros, pero no solamente era afición, sino un profundo amor que quería compartir con sus amigos y compañeros y convivir, si fuera posible las veinticuatro horas del día en cualquier tipo de actividad relacionada con el espectáculo taurino: corridas de toros, novilladas, festivales, tientas, capeas, exposiciones, conferencias, recitales, reuniones, presentaciones, agradecimientos o lo que fuera…

Algunas veces sus trabajos profesionales que no tenían relación alguna con actividades taurinas, los realizaba por obligación, no los soportaba y llegaba el momento en que se tenía que buscar uno diferente…, finalmente y después de muchos años de esfuerzos, privaciones y limitaciones logró alcanzar durante los dos o tres últimos años de su vida, una de sus más importantes metas:

relatar lo increíblemente polifacético que fue en todas las cosas del toro:

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presentó de repente y sin avisar, nos comentó acerca de sus actividades en la Perla Tapatía, nos leyó dos artículos suyos que recibieron cálidos aplausos y elogiosos comentarios, el primero, inédito, es una comparación entre la vida política y la vida taurina de nuestro país y el segundo que se publicó en el libro Guadalajara, voz de sus gentes , está dedicado al público taurino y es una descripción del ambiente que se vivía en la demolida y profundamente añorada por muchos aficionados, Plaza de Toros El Progreso

• Tenía un considerable número de escritos terminados que no se publicaron, de los cuales destacan sus Itinerarios Anuales mismos que contienen las crónicas de todos los eventos taurinos a los que asistía –aunque no tuviera la obligación profesional de elaborarlas- y que casi siempre alcanzaban la centena al año, a todo lo largo y ancho del país.

La gloria y el infortunio (1993) es el conjunto de crónicas de la temporada 1992-1993 celebrada en la plaza de toros Nuevo Progreso de Guadalajara. Federico siempre escribía la narración de todos los festejos a los que asistía, por lo que es una lástima que solamente existan publicadas las que se incluyen en este libro.

Drama y tragedia de Guadalajara en el toreo (1984).

Pío Granda Dulzuras –novela que según sus propias palabras, acaso es la proyección de mi propio YO (…) Mucho más patente y mucho menos irreal que si me hubiera limitado con rigurosa veracidad, a esbozar mi autobiografía - escrita en 1979 y publicada hasta 1994. Esta obra es tan sentida y tan emocionante que cuando nos visitó el mismísimo David Silveti, --después de sus grandes triunfos de 2003- mencionó que su lectura lo había conmovido hasta el llanto.

• Como prolífico escritor fue por muchos motivos notable, de los pocos que siempre dijeron su verdad y defendieron los intereses del público, - verdadero sostén de la Fiesta - con una honradez intachable. Escribió una impresionante e interminable cantidad de artículos, reportajes y participó en anuarios, revistas y todo tipo de publicaciones taurinas. Dentro de sus obras publicadas podemos mencionar las siguientes:

La Baraja taurina jalisciense (1993) fue una gran ilusión que nuestro amigo convirtió en realidad gracias al apoyo de su Peña Taurina Mal de Montera, A.C. y a las obras de arte del pintor michoacano Rubén Espinoza Aguilar.

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Episodios, curiosidades y anécdotas de la tauromaquia en Jalisco (1991). Recientemente incorporado a nuestro grupo cultural de Bibliófilos Taurinos de México, con el apoyo de su prodigiosa memoria y de su profunda investigación realizó este trabajo que es un conjunto de hechos históricos,

No menos valioso es el pequeño documento amarillo con la investigación y el texto de Federico que se incluye en la caja de la baraja y que la describe con profundo conocimiento de la tauromaquia de Jalisco, en él selecciona, distribuye y explica la presencia de personajes, ganaderías y diversos elementos del toreo.

Ocho Columnas de Guadalajara a partir de 1988 y del Reforma de la Ciudad de México a partir de 1993 y participó desinteresada y generosamente en incontables entrevistas y programas de radio.

La lectura de los libros de José Alameda – Crónica de sangre - y de Jaime Rojas Palacios e Ignacio Solares – Las cornadas - indujo a Federico a investigar y a escribir este documento histórico que hace referencia a una selección de percances acontecidos a diferentes toreros –ya sean matadores con alto reconocimiento, como personas ignoradas o humildes- en su natal Guadalajara a través de diversas épocas.

amenos e ilustrativos sobre el toreo en Jalisco. Fue publicado como el folleto número 13 de nuestra Colección de Lecturas Taurinas.

Éste fue el primer proyecto de importancia que logramos convertir en realidad. El año de 1995 por fin pudimos presenciar la tradicional corrida de toros que se celebra en esta ciudad, realizamos el viaje con la anticipación suficiente para investigar acerca de la inquietante y polémica antigüedad de esta famosa plaza de

la realización de la obra referente al libro de las plazas de toros de México y de inmediato iniciamos la gigantesca

aniversario de la inauguración de la Plaza de Toros México, nuestra asociación cultural organizó cinco conferencias acerca de la historia de cada década de existencia de nuestro Coso Máximo , al haber presenciado una buena parte de los festejos celebrados en su ruedo de 1986 a 1996, a nuestro amigo le correspondió la investigación y el desarrollo de ese período. Tuvieron tal éxito las pláticas celebradas en fechas cercanas al cumpleaños 50 de la plaza, en el Poliforum Cultural Siqueiros de la Ciudad de México, que los aficionados nos solicitaron su publicación como parte de la Colección de lecturas taurinas. Al documento de Federico le correspondió el número 43, después de su lamentable fallecimiento nos apresuramos a publicarlo con objeto de tenerlo listo para su distribución en los homenajes fúnebres que se Aorganizaron.partirde

1995, nuestro amigo empezó a revisar y organizar la magnífica colección taurina de la familia Álvarez del Castillo, carteles, programas, libros y demás reliquias taurinas estuvieron en sus manos mientras preparaba la instalación de un museo que permitiera a los aficionados conocer, apreciar, disfrutar y aprender de tan valiosos objetos. Este trabajo lo realizaba de lunes a viernes de cada semana y los sábados se trasladaba al Distrito Federal para estar presente en el festejo dominical en la Plaza México y así poder escribir la crónica Desdecorrespondiente.quenosconocimos,

Plaza México: quinta década 19861996 (1997).

planeamos

Logramostoros.

entrevistar a tres personajes que habían sido alcaldes de la localidad y los tres nos hicieron la misma narración de los acontecimientos que acompañan la historia de la construcción del coso, las fechas coincidieron también con una precisión increíble, con lo que llegamos a la conclusión de que –aunque, debido a la destrucción de documentos que tuvo lugar durante la guerra cristera, no existe prueba alguna que lo compruebeefectivamente es auténtico el año de su edificación original (1680), lo que la convierte en la plaza de toros vigente –que se construyó expresamente con la finalidad de efectuar festejos taurinos-, más antigua del mundo, mientras no se demuestre lo contrario según palabras del propio Federico.

Apuntes para la historia de la plaza de toros de Cañadas de Obregón (Jalisco) (1995).

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Tuve el gran honor de realizar esta obra en coautoría con mi querido compañero y publicarla como el folleto número 30 de la Colección de Lecturas Taurinas de BTM.

Con motivo del quincuagésimo

tarea, investigamos, redactamos, reunimos recuerdos de todo tipo y nuestro trabajo y objetivo crecieron de manera importante, la obra ya no se limitaba a describir las plazas de toros sino que pretendía presentar un recorrido histórico por el territorio taurino de nuestro país.

Después de realizar numerosas consultas, seleccionamos las ciudades más importantes, además de que en este proceso surgió su título, México se viste de luces (2001) Aunque los dos colaborábamos en todas las partes del libro, los textos iniciales de cada ciudad y sus escenarios taurinos fueron repartidos y elaborados según el conocimiento que teníamos de cada una.

Sin embargo, inesperadamente se presentó la terrible enfermedad y el desgraciado fallecimiento de mi querido compañero, por lo que la continuación del trabajo, de repente quedó indefinidamente suspendida.

Así fue como, aun después de

muerto, Federico influyó y trascendió determinantemente en nuestra vida y aunque él ya no pudo verla terminada, pudimos hacer realidad nuestra meta.

Afortunadamente, y gracias a nuestro amigo Óskar Ruizesparza, existe un CD con la inolvidable voz de Federico declamando los siguientes poemas: Celeste y plata, Tumba de Manolete, La muerte y La copla de Tragabuches, todas de su autoría. Así como Fiesta brava , del mismo Óskar, El último encierro , del maestro Benítez Carrasco, El arenero , del padre Ramón Cué S.J. y Torero viejo , de Agustín Rivero.

Pasaron algunos años, hasta que a principios del año 2000 recibí una invitación de mis queridos amigos de la peña Mal de Montera para visitarlos en Guadalajara y realizar una plática sobre diversos temas taurinos. Al día siguiente solicité una visita al periódico El Informador , donde se encontraba la colección en la que había trabajado Federico, me pareció extraordinaria y al comentárselo al señor Carlos Álvarez del Castillo, sorpresivamente me invitó a trabajar con ellos para realizar una labor semejante a la que hacía mi querido amigo y además me garantizaba la publicación de nuestra obra.

• Fue también un extraordinario declamador y poeta, en sus recitales hacía las delicias de sus oyentes y era capaz de mantenerlos atentos y emocionados durante muchas horas. En una ocasión, alternó en declamaciones con el maestro Manuel Benítez Carrasco y la reunión se prolongó hasta las cinco de la mañana del día siguiente. Dentro de su humildad y modestia comentaba que haber compartido esa noche con el maestro fue uno de los logros más grandes que alcanzó en su vida.

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• A menudo era invitado a impartir conferencias excelentemente documentadas y llenas de sencillez, colorido, sabor y amenidad. Los éxitos de Federico como conferencista fueron notables y su fama creció rápidamente por todos los rincones de nuestra patria, de donde recibió innumerables muestras de reconocimiento y amistad de muchos grupos taurinos del país.

• Aunque brevemente, también incursionó en la música, faceta casi desconocida de nuestro amigo, quien compuso un paso doble, según su propia narración y partitura, las cuales aparecen en las páginas 23 y 24 de su libro Episodios, curiosidades y anécdotas de la tauromaquia en Jalisco : (…) También yo quiero echar mi cuarto a espadas, pese a que carezco por completo de instrucción musical. Hace varios años –y casi por mera casualidad- ideé una tonadilla a ritmo de pasodoble. En previsión a un posible olvido, la tararee ante una grabadora. Guardé la cinta y esperé a conocer a alguien que me hiciera el favor de transcribirla en el pentagrama. El título original fue Pío Granda Dulzuras, como el personaje de mi novela taurina inédita (1979). Sin embargo, algún tiempo después, impresionado profundamente por la sabiduría, la bondad, la modestia, el profesionalismo y la capacidad de trabajo de este genio de la cirugía taurina que es el doctor J. Jesús Ramírez Mota Velasco, decidí cambiarle el nombre: la retitulé Médicos de plaza, en honor al referido galeno. Miguel Claudio Leatham Smith, antropólogo y pianista estadounidense –que profesa más amor por México que muchos mexicanos- tuvo a bien

que teníamos de gran importancia, fue la creación de un museo taurino en la Ciudad de México, mismo que, después de muchos años, también pudo convertirse en realidad, aunque con el nombre de Centro Cultural de la Tauromaquia , inaugurado hasta agosto de 2007, por lo que Federico tampoco pudo conocerlo.

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Pensaba, sentía y vivía principalmente para los toros, inclusive su salud pasaba a un lugar secundario, lo que tal vez fue la causa de su prematuro y desgraciado fallecimiento. ¡¡¡Voy a morir en el ruedo!!! , era su sentencia, lo que finalmente sucedió a las 4:30 horas del lunes 22 de septiembre de 1997, un poco después de que, a las 21 horas de la noche anterior, desde su lecho de enfermo en el centro Médico de Guadalajara, telefónicamente había dictado su crónica de la novillada que recientemente había terminado en la Plaza México. Cuando recibí el Reforma esa mañana, con el interés de siempre la leí, sin saber que el gran cronista ya no Otroexistía.proyecto

E n los últimos días de Septiembre del año de 1977 tuvo lugar un suceso extraordinario en la plaza de toros

Nuevo Progreso. Se celebró una misa en memoria un hombre cuyas cenizas estaban presentes. Una inusitada multitud de personas se congregó en

Fotos: Oskar Ruizesparza

escribir la transcripción que a continuación ofrezco, no sin antes mejorar con algunos arreglos mi tarareo original.

¿Quién fue Federico Garibay?

Por: Ignacio Garibay Anaya

Sin duda Federico fue un gran ejemplo para todos los aficionados a los toros y para todas las personas que tuvimos el privilegio de conocerlo

Ignacio Garibay, Estela Anaya, Rita Jim’enez, Carmen Garibay y en sus brazos Federiquito

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Cada uno de sus amigos tendrá una respuesta a esa pregunta. La totalidad de opiniones nos daría una buena idea de su Yoesencia.voy a intentar responderla, trazando un aunque sea leve bosquejo a partir de mis recuerdos, esperando que algo pueda aportar a sus amigos, a quienes lo recuerdan, y a quienes no lo conocieron pero se interesan en su persona y su Empezarévida.dando una respuesta en pocas palabras:

T erminada la misa se abrió la urna, y en manos de algunos de sus familiares se fue paseando por el ruedo a la manera en que lo hacen los toreros triunfadores. Una a una, varias personas fueron expresando en voz alta pensamientos acerca de lo que ese hombre les significó en su vida, al tiempo que las cenizas se iban esparciendo, confundiéndose con la arena.Se

Todos tenían un nudo en la garganta, y muchos lloraban abiertamente. La inmensa mayoría de los asistentes

Había sin embargo algunas personas que no lo conocieron. Entre ellos, un joven preguntó en un susurro a su amigo: - oye, ¿quién fue ese Federico Garibay?Sepreguntaba

25 ella con el fin de darle el último adiós.

respiraba un ambiente de gravedad, y un profundo respeto reinaba invadiéndolo todo. De repente se activó un equipo de sonido. Empezaron a escucharse los melancólicos acordes de una guitarra española, e inmediatamente después clara, vibrante, plena de emoción, se escuchó la voz de Federico Garibay declamando un poema conocido de casi todos y que calaba muy hondo. Pero en esta ocasión calaba más, mucho más, porque las cenizas que se iban esparciendo le pertenecían.

por qué un hombre que no fue torero famoso o personalidad proyectada por los medios, fue capaz de congregar tal multitud y recibir tan nutridas muestras de aprecio.

eran sus amigos o lo habían tratado. Y prácticamente todos estaban ahí sin que les moviera otro interés que el afecto.

Pero, ¿cómo llegó a ser lo que fue?

Federico fue un apasionado habitante del mundo de los toros, dentro del cual destacó como escritor, cronista, conferencista, declamador, pero sobre todo como amigo de sus muchos amigos.

La segunda característica es que tenía un carácter apasionado en extremo. Cuando algo le gustaba, se entregaba a ello por completo. No pensaba en

otra cosa. En un tiempo, influenciado por las películas del Viejo Oeste, pidió como regalo de Navidad un atuendo completo de vaquero . Tenía unos seis años. Cuando lo recibió se lo puso, pero no como lo haría cualquier niño, para jugar un rato. No; él se lo puso con la intención de usarlo para siempre. Duró semanas enteras con él; no había poder humano que lo convenciera de mudar de ropa. Todo el día pasaba sin quitarse sombrero ni pistola.

Federico era un niño normal, más bien tranquilo, pero tenía tres características muy marcadas:

Y la tercera era que tenía una excelente memoria. Tendría unos siete años cuando contrajo crónicamente el “Mal de Montera”. Por ese entonces en algunos establecimientos cercanos al correo Mayor del centro de la ciudad, se vendían tarjetas postales, y había algunas con pinturas taurinas, que a nosotros nos gustaba coleccionar. Viendo mi padre el gusto que tenía mi hermano por esas que nosotros llamábamos “gráficas taurinas”, le regaló la baraja taurina de Ruano Llopis.

Bueno, algo sé de eso, porque yo soy su hermano. Y lo digo así, en presente, porque su ausencia física no me impide sentirlo vivo dentro de mí.

Fue tal el entusiasmo de Federico, que pasaba horas contemplando cada una de las cartas. Mi padre le enseñaba qué torero estaba en cada carta, con qué frase se le conocía y qué lance estaba realizando. Por ejemplo: Luis Freg, “Don Valor”, haciendo un molinete de rodillas . Cuando se dio cuenta mi padre del enorme interés de mi hermano por la baraja lo quiso poner a prueba. Le puso una carta al azar dentro de la caja, de manera que se viera de ella sólo lo que se podría asomar por el rodete posterior que sirve para empujar los naipes, y le preguntó qué carta era. Mi hermano le contestó correctamente los tres datos. Mi padre le puso otra, y otra, y, una tras otra, todas las reconoció.

Mi familia, como muchas, es

La primera es que era muy dado a aislarse en su propio mundo. No lo hacía por sentirse rechazado o poco valorado, sino porque se sentía a gusto a solas consigo mismo. Conquistó para ello un espacio en el techo de un ropero de los grandes que se usaban en los años cincuenta, a donde subía sus juguetes sirviéndose de los cajones, los que iba abriendo de más a menos para utilizarlos como peldaños. Una vez arriba pasaba horas concentrado en sus cosas hasta que lo bajaba el hambre o la necesidad de convivir. Sólo que para descender ya no utilizaba los cajones, sino que lo hacía dando un salto mortal hacia una cama vecina. Ante esfuerzo de impacto tan continuo, un día, como es natural, la pobre cama no soportó más y sus tablas se vinieron abajo, provocándole un susto inenarrable.

Me tocó nacer cinco años antes que él, de manera que puedo recordarlo desde que era pequeño.

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Así las cosas Federico, un niño todavía, abrió la puerta de los Toros, y entró en el recinto de la afición para ya jamás salir. Pero además, al entrar se despojó de otros intereses que pudieran competir con su nueva afición. Para él perdieron interés el Futbol, el Viejo Oeste, las películas de aventuras, etc. Y se entregó de lleno con toda su energía y su corazón a su afición hasta el último día de su vida.

Esa forma de entregarse fue un rasgo de su personalidad que siguió repitiendo siempre a lo largo de su vida.

Mi padre, a más de ser ferviente católico –pues provenía de una familia en donde todos sus hermanos fueron religiosos (dos sacerdotes y cuatro monjas)- era también fervientemente Taurino. Él nos inculcó la afición. Era un aficionado culto, así que teníamos el Cossío en la casa; en él nos fuimos enterando de la historia de los Grandes Toreros. Pero además mi padre había visto torear a todos los grandes protagonistas de la Época de Oro en México, desde a Gaona en algún festival hasta Armillita, el soldado, Garza, Arruza, y por supuesto al gran “compadre” Silverio. Y eso no era todo; había visto torear en varias ocasiones al Monstruo de Córdoba, y eso para nosotros era una vivencia de ensueño, sólo comparable a haber podido ver a Joselito y Belmonte.

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Pero ¿cómo resolvía estas cuestiones?Noira

profundamente católica. Federico vivió su religiosidad con intensidad, con mucho misticismo, con una fe que a veces parecía tener visos de insensatez, pero siempre fue una religiosidad suave, que no le causaba conflicto con su naturaleza. Él pudiera haber suscrito la frase: “no se hizo el hombre para la ley, sino la ley para el hombre.”

Federico era capaz de renunciar en base a un interés personal a cosas prácticas de la vida que la mayoría pudiéramos suponer irrenunciables. Es decir, que para entregarse de lleno a sus intereses taurinos era capaz de desentenderse por completo de cosas tales como hacerse de dinero para pagar la entrada a una corrida, programar detalles para un viaje (taurino, claro) o de ocuparse de la más elemental atención para su auto.

una corrida era para él algo inconcebible. Era una idea absurda, algo que no podría darse. Pero cuando era estudiante no siempre tenía dinero para pagar el boleto. Por lo tanto era indispensable encontrar la manera de entrar sin boleto. ¿Difícil? ¡Pero no imposible!Eracuestión

El personal de la plaza se encargaba de pedir al público asistente que se retirara y cerraba las puertas. Un poco antes de que eso pasara, había que perderse sigilosamente, escondiéndose a la vista de los encargados de seguridad, y por los pasillos que estaban bajo el graderío, llegar a un sitio elegido de antemano. Era un lugar bastante apartado del movimiento del personal de la plaza. Había ahí un cajón viejo, de los que se utilizan para transportar a los toros. Era cuestión de escalarlo y cubrirse con lonas viejas y cosas que estaban por ahí, y listo: aguardar a que diera la hora en que se abrían las puertas de la plaza, y un poco más

de estar presente en el sorteo a las doce en punto. Terminado éste, asistir a misa en la capilla de la plaza. Finalizada la misa, se echaba a andar la astucia:

En esto de torear, yo creo que a Federico le bastaba con sentir el placer de enfrentarse a una res de casta. No creo

Esedecía.afán

a otra cosa.

de que tal estrategia funcionaba de maravilla, tomó la costumbre de llevarse lonche, refresco y un libro para amenizar las horas de espera. Y no paró ahí la cosa, sino que, compadecido de la magra economía de algunos de sus amigos, los invitó a colarse con él, llegando con el tiempo a ser todo un grupo. Formaban una especie de peña que bien podríamos llamar “Peña Colada.”

¿Qué hace entonces? Busca al compañero que sea el mejor en tales materias y le propone el pacto: “tú me pasas el examen de matemáticas y yo te paso el de gramática, y te garantizo el 10.

En esa época intenta calmar sus ansias de Novillero. Oportunidades sobraban, porque en varios lugares relativamente cercanos a Guadalajara se dan festejos con Toros Criollos, o Cebú, y a los lugareños les divierte ver las vicisitudes de los torerillos de la ciudad.Federico

de escoger algo y desentenderse de lo demás, permeaba todos los ámbitos de su vida. Como estudiante, al cursar secundaria y prepa era excelente en las materias que le eran interesantes: historia, gramática, literatura… En ellas es una verdadera autoridad, pero, en otras como

actitudes quijotescas muy típicas de él. Federico parece vivir en otra realidad, pero la vive tan intensamente que de alguna manera consigue lo que quiere.

para dar tiempo a que se empezara a meter la gente; luego bajar del dichoso cajón y tranquilamente deslizarse a las graderías.Envista

participa en cuantas puede, pero se trata de toros que se torean una y otra vez, así que no nada más saben Latín, sino probablemente hasta Sánscrito. Con ellos lo único que se puede esperar son revolcones. Pero también de vez en cuando hay ocasión de echar capa con vaquillas que compran los aficionados prácticos, y hasta alguna vez le toca matar alguna. Él siente el cante, se muere por torear, ese es su interés, pero entrenar no le entusiasma, así que prefiere creer en la inspiración del momento.Sonestas

Sus viajes taurinos los hacía verdaderamente tentando a la Providencia, pues para ver una corrida, digamos en Aguascalientes, se lanzaba a la ventura con casi o ningún dinero, buscando el ride de algún conocido; pero no pocas veces se quedaba a dormir en plazas públicas, en donde varias veces la Providencia le mandó a algún amigo que lo descubría y lo invitaba a su hotel. Para resolver el problema de la entrada a la plaza, ya sabemos que lo hacía por la “puerta del sorteo.”

Estos viajes algunas veces los hacía en compañía de amigos, a quienes invitaba a compartir su suerte. Cuando le preguntaban: “Federico, ¿qué vamos a comer?” o “¿dónde dormiremos?”, a él le encantaba responder: “¡Dios dirá!”… Y Dios

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-¡Pues¿Va?”va!Y

matemáticas o inglés, que no son de su interés, simplemente las deja de lado. No se ocupa siquiera en abrir el libro. No intenta entender; ¡nada!

pocos recursos económicos. Pero no le preocupaba mayormente hacerse de un empleo, porque, por una parte, no ambicionaba conquistar una posición, tener un estatus, o tan siquiera un auto; y por otra, tenía una enorme necesidad de devorar libros básicamente taurinos, y de algunos otros temas. Como ejemplo, se dedicó en un tiempo a leer la obra del filósofo español José Ortega y Gasset, sólo que tienen ustedes que saber que este gran pensador era un excelente aficionado a los toros. A Federico le gustaba contar que estando Ortega y Gasset en una corrida, molesto por el tráfico de vendedores que impedían la concentración que él buscaba, declaró indignado: “¡los mercaderes fuera del Templo!”Federico

muy metódico y pasaba largas horas ordenando sus libros y cosas taurinas. Coleccionaba además programas de mano, boletos, fotografías, carteles, litografías, revistas taurinas, artículos y un largo etcétera. Una vez me dijo que tenía de tal modo ordenados todos sus libros y material informativo, que cualquier dato que alguien le

En sus años de universidad y algún tiempo después de terminada la carrera, no teniendo trabajo, disponía de muy

En los últimos años de su vida llegó a acumular una importante colección de libros, y llegó a ser miembro de la asociación capitalina Bibliófilos Taurinos . La inmensa mayoría de su colección la había leído o por lo menos consultado frecuentemente. Y vaya que era arduo encontrar algún dato que él no recordara.Era

Disfrutaba también dialogar con todo tipo de personajes del ambiente. En los años en que se consolidó como escritor taurino trataba con idéntico interés a figuras del Toreo, modestos torerillos, ganaderos, empresarios, críticos, subalternos, monosabios, etc.

ser parte del mundo taurino y sumergirse en todas sus vertientes: disfrutaba hurgar en los entresijos de su historia, disfrutaba de las artes que se derivan del espectáculo taurino, y, desde luego, disfrutaba los festejos; no sólo carteles de Postín, sino cualquier corrida, novillada, becerrada, festival o charlotada incluso.

consume libro tras libro, y va ordenando mentalmente todos los datos que acumula, los va relacionando y guardando en su memoria prodigiosa, de tal modo que andando el tiempo, llega a convertirse en una verdadera enciclopedia taurina.

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Cuando terminó la prepa, y no habiendo alguna carrera universitaria como “licenciado en Tauromaquia”, decidió estudiar Ciencias de la Comunicación. Fue un excelente alumno y se graduó con honores.

Y disfrutaba narrarlas. Durante varios años se impuso la disciplina de hacer una crónica de todo festejo taurino al que asistía, fuera a publicarse o no. Estas crónicas las recopiló en gruesos tomos encuadernados, uno por cada año.

que haya tenido la intención seria de ser matador de toros. Le gustaba vestirse de luces porque sentía el “vértigo sabroso” de sentirse toreando, pero no creo que hubiera tenido la ambición de estudiar sistemáticamente el comportamiento de los toros para poder dominarlos y con ello conquistar a los públicos, que es la premisa básica de quien intenta ser figura del FedericoToreo.disfrutaba

Lo invitaban a dar recitales o dictar conferencias a lugares tan lejanos como Piedras Negras o Tijuana. Estaba siempre presente en los eventos del Centro Taurino Potosino, etc.

En el DF conquistó un gran cartel y fue muy reconocido como cronista, conferencista y declamador. Participaba

De Vidriera Guadalajara salió para dedicarse de lleno a escribir de toros, porque para entonces ya era muy conocido en los principales círculos culturales taurinos del país. A partir de entonces siempre estuvo ocupado haciendo crónicas, textos, investigación histórica, recitales y pláticas. Vio cumplido su sueño de convertirse en parte del mundo del Toro, y poder vivir de aquello que era su pasión.

que en seis días. -Perfecto-, le dijo. –

Su agenda estaba llena de eventos día tras día. Viajaba continuamente para presenciar las corridas de las diversas ferias del país.

Ya está.- Y empieza a dictarle ordenadamente un texto con lo más sobresaliente de la vida del torero, incluyendo fechas, plazas, alternantes y datos como el color del terno que vistió en su alternativa, etc. Todo de memoria.

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se puso a trabajar y lo terminó en cuatro dias. Va y se lo entrega al jefe, el cual lo revisa y le dice: -Muy bien, muchas gracias. Ahora, mira, hay que hacer…- y le explica el siguiente trabajo.Mi

hermano reflexiona y se dice: si me hubiera tardado los seis días que originalmente le dije, lo mismo habría sido. Habría quedado igualmente complacido y yo habría tenido dos días para mí . Y a partir de ese momento todos los trabajos que se le encargaron estuvieron terminados puntualmente en la fecha acordada, pero nunca, por ningún motivo, antes de tiempo.

-Sí-Dominguín.”contesta,

Su último empleo no taurino fue en Vidriera Guadalajara . Él en ese entonces ya era buscado para escribir artículos taurinos, dar recitales de poesía o pláticas sobre el tema, y todo esto, claro está, le requería tiempo. Este tiempo lo encontró con una táctica similar a la que usó para colarse a la plaza. A mí me confió que su jefe, cuando empezó a trabajar ahí, le pidió que elaborara un determinado programa de guiones para capacitación y otras actividades, y le preguntó cuánto tiempo tardaría en tenerlo elaborado. Federico le respondió

-Sí,-¿Cómo?escribe.

preguntara sobre cualquier tema taurino contenido en ellos, él tardaría en encontrarlo cuando mucho dos minutos.

-Me acabo de enterar. -Oye, necesitamos una nota de aproximadamente una cuartilla que dé una semblanza de su vida. ¿En cuánto tiempo te llamo para que me la dictes? Federico le contesta: -Escribe.

Recuerdo que un día, siendo ya cronista taurino para el diario Reforma de la capital, le llamaron de la redacción: “Federico, no sé si te has enterado: llegó la noticia de la muerte de Luis Miguel

Adelante.Federico

Como profesional de la comunicación trabajó en varias empresas como Industrias Salver y Calzado Canadá , a cargo del programa para capacitación de personal.

a tener una visión muy completa del rompecabezas de la historia del toreo y sus vertientes tales como la poesía, pintura, novela, periodismo, etc; sólo comparable, en opinión de muchas personas, a personajes como Pepe Alameda.Como

a solas varias veces su exposición para asegurar que no hubiera vacilaciones. Era su orgullo nunca llevar textos para leer en público, ni servirse de apunte alguno.

un investigador acucioso. Continuamente iba incrementando su caudal de conocimientos relacionando épocas, eventos y personajes, llegando

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Como cronista y crítico taurino siempre fue insobornable. Toreros hubo que trataron de comprarlo y se negó en toda ocasión enfática y rotundamente. De hecho llegó a tener problemas fuertes con algún apoderado, porque sentía que afectaban a su torero las opiniones que Federico expresaba con tan absoluta independencia. Sus juicios pudieron ser acertados o no, pero siempre intentó ser imparcial y no cargarse hacia el lado de quienes eran personalmente sus toreros favoritos.Era

En un tiempo trabajó para la empresa de la plaza Nuevo Progreso , y hacia el final de su vida colaboró con Don Jorge Álvarez del Castillo en El Informador , para el proyecto de formar un museo taurino, clasificando fotografías y diverso material, haciendo textos para fichas, etc. Esta labor le entusiasmaba mucho, pero la vida no le alcanzó para concluirla.Laimpresión

que yo viví de su trayectoria, habiendo crecido junto a él, y bebido de las mismas fuentes, es haberlo visto crecer y desarrollarse, y en un momento dado elevarse como un cohete hasta perderse de vista. Desde mi modesto sitio de simple aficionado observo la estela de su trayectoria contento y orgulloso de su empuje y su brillo.

En una ocasión expuso una plática sobre la vida taurina de Conchita Cintrón. Ella estuvo presente como invitada de honor. Federico empezó diciendo: “Conchita, es usted quien debería estar en mi lugar para compartirnos sus vivencias; sin embargo yo me atrevo a hacerlo por la gran admiración que le tengo, y porque a mí no me frenará la modestia para decir a este público la extraordinaria torera que fue.”

en programas de radio y televisión. Además fue miembro muy activo de la Peña Tapatía Mal de Montera , de la que fue socio fundador, y participaba con entusiasmo en varias otras peñas del país.

las estructuraba cuidadosamente. Procuraba que el tiempo no fuera excesivo, para no cansar a su auditorio. Por lo general fijaba su duración en una Representabahora.

conferencista era notable. Usaba un lenguaje muy rico, pero dicho con naturalidad, sin afectación, porque él hablaba así; su léxico cotidiano era muy rico. Cuando usaba términos no muy comunes, no lo hacía con afán de resaltar su erudición, sino porque creía que de esa forma podría expresar con más exactitud sus ideas. Le gustaba recordar a Ortega y Gasset cuando dice que la cortesía de un filósofo es usar un lenguaje llano y comprensible para la mayoría, en vez de “exhibir como Hércules de feria los bíceps de su tecnicismo.”Suspláticas

Así, fue descubriendo a Miguel Hernández, a Antonio y Manuel Machado, a Agustín Rivero, a Rafael de León, y varios más. Pero sobre todo sus poetas favoritos fueron Manuel Benítez Carrasco y el padre Ramón Cué.

Todo estaba preparado, el camino allanado; la mesa puesta. Federico había logrado el reconocimiento y el respeto de muchas de las gentes que mueven los hilos de la maquinaria taurina.

trabajó mucho para convertirse en lo que fue. Hubo de escalar muchos peldaños desde su ingenua y romántica ilusión inicial de ser torero, hasta descubrirse y forjarse pacientemente día a día, libro a libro, para poder dar frutos luego.

El dedicarse a poemas no muy conocidos y de gran calidad le dio siempre la virtud de lo que se descubre, de lo Ademásnovedoso. de eso, él sentía intensamente los poemas que seleccionaba, y los decía con una enorme naturalidad, sin ninguna afectación. Daba la impresión de que al declamarlo, el poema fuera surgiendo, formándose, sucediendo en ese momento. Yo creo que esa cualidad es la que hacía que se nos erizara la piel, y se nos hiciera un nudo en la Tambiéngarganta.élescribió poesía. No fue un poeta prolífico, y no recuerdo

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Federico no declamaba cualquier poema. Le gustaba buscar poesía que tocara el tema taurino, pero que tuviera entraña; poemas con un contenido profundo y humano. Detestaba los poemas tantas veces repetidos: los que pudieran estar contenidos en algún “Tesoro del declamador.”

Cuando terminó la plática, Conchita lo abrazó y emocionada hasta las lágrimas le dijo: “Federico, sabes más de mi historia que yo misma. Me has hecho recordar pasajes de mi vida que había ya olvidado.”

los incluía en sus recitales y siempre con gran éxito.

Fue mi hermano un excelente conversador, sumamente ameno, profundo en contenido, con un aura de misticismo que no le impedía ser hombre de mundo, y con chispas alegres de humor. Esto aunado a un carácter cordial y a su sencillez nacida del desinterés por lo material, le valieron tener verdaderas legiones de amigos de todos los lugares que élFedericovisitó.

ninguna que no fuera de tema taurino. Yo destacaría sobre todo “La Tumba de Manolete”, que es un homenaje a su ídolo; “Celeste y Oro”, que habla de su interés por los personajes oscuros de la fiesta, y “La Copla del Tragabuches”, un estrujante y largo poema acerca del carácter apasionado y duro de uno de los llamados “toreros románticos” del siglo EstosXIX.poemas

Y frutos los dio desde muy temprano. En la época en que estudiaba la prepa escribió su única novela: Pio Granda “Dulzuras”, que no vio la luz sino hasta los años noventa. Es una obra ingenua, pero encantadora en su honestidad, e intrigante por la intuición de su propio fin.

Como declamador he oído muchas opiniones de personas que lo han escuchado en grabaciones, a más de quienes pudimos hacerlo en vivo, y todas coinciden en que era extraordinario.

Hermano, donde sea que tú te encuentres, te dedico estas líneas que ha escrito la mano, pero dictado el corazón y ¡VAN POR TI¡

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Y de repente el destino corta de un tajo toda posibilidad. Se le diagnostica Leucemia, y un mes después está muerto. No tiene caso hacer preguntas. No hay respuestas.

Epílogo Federico:Dedicatoria:Quieroterminar

Le esperaba un futuro brillante. Era una pieza única. No tenía competencia.

Recuerdo que un día me dijiste que tu considerabas a tus amigos tu verdadera familia, porque a los amigos se les escoge y a los parientes no. Que a mí me considerabas tu amigo… ¡a pesar de ser tu hermano¡

veces, terminada la corrida, desciendo de las graderías y camino hasta el centro del redondel. Escucho el rumor de la gente que abandona el coso, y siento el frío de

C orría el año de 1986, por ese entonces era propietario del Estudio Fotográfico Del Bosque que anexo contaba con una Galería de arte exclusiva a esta disciplina y todos los jueves últimos de mes inaugurábamos una exposición de diferente autor y también el arte de declamar tenia cabida y mes a mes de la Asociación de Declamadores de Jalisco había un exponente, un jueves se presenta el declamador Federico Garibay cautivando al auditorio por su manera de interpretar la poesía, fue invitado una segunda ocasión y comenzamos a entablar una amistad.

Por esa época publicaba una revista semanal titulada Grafica Charra en tamaño tabloide de 20 páginas, portada a color e interiores en negro, especializada en Charrería deporte que practiqué por allá en mis años mozos, Federico se

la tarde que se ha apagado. En esos momentos inevitablemente te evoco, y me pregunto si no estoy aquí tan solo por lo que esta arena tiene de ti.

esta narración ubicándome de nuevo en la plaza de toros.Algunas

intereso en conocer un poco del deporte nacional que es “La Charrería” y me dijo que porque no incluía La Fiesta Brava en este medio, a lo cual le dije que en ese tema no tenia ni los conocimientos ni la capacidad para poder hacerla, y con esa humildad que le caracterizo toda su vida me dijo que le gustaría que viera lo que escribía sobre el tema y si lo juzgaba conveniente el podía escribir, le dije que con gusto los vería y al día siguiente me trajo las crónicas de las corridas de varias temporadas, un par de novelas y muchos poemas, al ver su forma de escribir, su profundidad, su amor por los toros, además de usar el lenguaje castellano con pulcritud, sin faltas de ortografía, le dije que me había convencido y que creía que estaba desperdiciado su trabajo tan profesional y le pedí primero que me orientara sobre los temas taurinos, lo cuál hizo sin recelo y aprendí lo inimaginable

La manera que tu tenias de darte a tus amigos fue tu mejor virtud, y la razón por la que hoy, a 15 años de tu muerte es aun tan patente tu ausencia.

A mi maestro Federico Garibay Texto y Fotos: Oskar Ruizesparza

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Al cabo de un año de estar haciendo México Mío conozco a Luis Vega’ que apoderaba a Roberto Fernández “El Quitos” y era relaciones públicas del periódico Ocho Columnas le digo a Luis que porque no nos daba la oportunidad a Federico escribiendo y a su servidor ilustrando con fotografías, de una plana taurina semanal hubiera o no toros y por más de tres años, semana a semana se publicaron temas como “La suerte está escrita en el papel de un cigarrillo” ”Sabe usted con que ropas ira vestido el día de su muerte” semblanzas de toreros y comenzamos a recorrer la geografía taurina en busca de material para cumplir el compromiso con Ocho Columnas y quiero dejar claro que todos

los reportajes que hicimos en conjunto jamás cobramos un peso, por el contrario le poníamos nuestros gastos, las andanzas nos llevaron a cultivar una amistad de hermanos.

muchas anécdotas pero la que más huella me dejó, fue cuando David Silveti se convierte en “El Rey” David fuimos sus más puros ístas, publicamos una revista de La Dinastía de los Silveti y cuándo se presenta en la México fuimos varios de los de la peña en tren, durante el sorteo, Federico me dice que sería bueno mandarle unas palabras de aliento a David y con su mozo de espadas que era Luisito le escribió

David en Guadalajara te proclamamos Rey y hoy varios aficionados venimos a tu entronización-

Un día me comentó que su mayor ilusión era la de escribir de toros en un medio, de ser incluso cronista taurino, donde tuviera más difusión su trabajo, que tenia mucho que dar, aunque ganara menos de lo que ganaba en Vidriera Guadalajara con un puesto y sueldo muy buenos pues tenía a su cargo la dependencia de capacitación de personal y luego recursos humanos, pero no le llenaba el espíritu, solo el bolsillo, pero eso no era importante.

A iniciativa del matador de toros Miguel Ángel Martínez “El Zapopan” nos invita a Federico y a un servidor a que formáramos una Peña Taurina, iniciamos con tres conferencias que impartieron el Lic. Francisco Baruqui, Conchita Cintrón y Federico Garibay y una vez despertado el entusiasmo de los asistentes a ellas se dio formalidad a lo que es hoy La Peña Mal de Montera que mucho a hecho por la fiesta, otorgando los premios más serios de la temporada, colocando placas de los acontecimientos más importantes de la plaza Nuevo Progreso y Federico fue cuatro veces Presidente y demostró siempre un entusiasmo inigualable hasta la fecha.Recuerdo

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dada su vocación y pasión por la Fiesta Taurina, me explico este mundo mágico misterioso, donde la luz y la sombra se viven intensamente, me enseñó desde los orígenes de la misma, sus tabúes, supersticiones, la espiritualidad, el drama, la gloria, tenia una mente privilegiada pues te daba fechas, detalles históricos y en marzo de 1987 dividí Grafica Charra e incluí una sección que se tituló al Hilo de las Tablas escrita por Federico y fotos de un servidor y como a los Taurinos y los Charros no les gustó mucho la idea de publicar Charros y Toros en julio de 1987 nace México Mío especializada en la Fiesta Brava.

Después de la corrida en la cuál David con su toreo profundo volvió loca a la gente hasta el borde de las lágrimas que lleno la plaza y que Conchita Cintrón escribiera David ha acortado

alguien, y que había pensado en él y que lo aceptaron, que tan grande no seria su afición y su sentido de responsabilidad, que se iba el sábado en la noche en camión, presenciaba la corrida, hacia la nota y se regresaba el domingo en la noche en camión, para estar a la 9 de la mañana en su trabajo que tenia con Don Jorge Álvarez Del Castillo, un ejemplo de profesionalismo fue su muerte, ya en cama muy malo escucho la corrida por la radio hizo la crónica la mando al periódico y mas tarde murió.

Cuantas veces fuimos a la México siempre pasaba por el puesto de Pepe Rodríguez a ver qué libros taurinos tenía y prefería comprar libros y carteles aunque comiésemos en cualquier agachado, que en un buen restaurante.

Un día me dice cómo ves Oskar voy a renunciar a Vidriera porque Nadin Ali Modad de 6toro6 me ofrece trabajo de escribir las semblanzas de los temas de sus videos y que le ordene su archivo, aunque me ofrece menos de lo que gano en Vidriera voy a aceptar, porque esto es lo que me gusta y el dinero es lo que menos me importa, aunque haga falta, después fue contratado a poner orden cronológico al museo taurino de Don Jorge Álvarez del Castillo.

amigos.Tuhumildad y generosidad hacia los demás virtudes naturales en ti, recibidas de Nuestro Señor, viviste para él y para la fiesta brava tu gran pasión, a la cual has dejado una herencia literaria y poética que con el correr del tiempo serán obras maestras.

Fede en la historia de la humanidad, que difícil ha sido encontrar seres que sean humildes, honestos, responsables y que brinden una amistad desinteresada y tú reunías estas cualidades y más.

Cómo me cuesta trabajo aceptar que te has ido, que nos has dejado físicamente, pero sé que espiritualmente sigues y perdurarás en todos aquellos tus

las distancias, para ir más lejos, por la relación tan estrecha con David fuimos invitados después de la corrida a una cena en su honor y al vernos nos abrazó y nos dijo, no saben cómo me motivó el mensaje escrito que me enviaron, lo llevé hasta el patio de cuadrillas y antes de partir plaza lo volví a leer y se me enchino la carne y me refrescaba el compromiso que tenía con toda la gente que se dio cita a la corrida, otra más que refleja mucho esa sencillez y humildad de Fede como le decía de cariño ,cuando me dijo Oskar me gustaría tomarme una foto vestido con uno de tus trajes charros, se que no soy charro, pero si soy muy mexicano y la quiero para mi en lo personal, sería incapaz de presumir algo que no soy, pero que si lo siento.

La amistad que brindaste a todos los que te rodearon siempre fue sin recelo sin esperar recibir a cambio algo, la muerte es un designio divino y lo único que tenemos seguro al nacer, que bien te quedan las palabras de Bernard Shaw - “ No importa como muere el hombre, lo importante es como vivió ”- pocos seres en la vida terrenal, tienen el privilegió de convertirse en inmortales y tú serás uno de ellos, porque tu obra ahí está y porque para serlo hay que morir primero y hoy tu estas muerto.

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Cierto día me comenta que Juan Antonio de Labra un gran amigo personal de Fede se va a estudiar a España la especialidad en periodismo taurino y que la fuente que le cubría en el periódico Reforma en la ciudad de México, la tendría que dejar y le pidieron que recomendara

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Foto: Oskar Ruizesparza

Cuando Federico conoció mi puesto, quedó realmente impactado y me dijo que nunca había visto en una librería tantos libros

de toros, y menos en un solo lugar como el mío, que ante la vista de tantos títulos diferentes, tanta variedad de libros, se sentía como un niño en una dulcería y no sabía que libro escoger. Me manifestó en ese entonces que venía de Guadalajara, que le gustaba la fiesta de los toros y que le apasionaba la literatura taurina, y que la elección de los libros que me iba a comprar estaba hecha en base a la cantidad de dinero que traía en el bolsillo y que lo que había ahorrado se lo iba a gastar en comprar libros.

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Federico Garibay declamando a su izquierda Jorge de la Peña, atras Juan Antonio de Labra, de camiseta rayada Oskar Ruizesparza Jr, y en la guitarra José Luis de Labra

Federico Garibay Anaya, Bibliófilo y Coleccionista de carteles de toro

Por: Pepe Rodríguez

F ue a principios de los años ochenta cuando conocí a Federico, fue poco después de que las autoridades de vía pública me habían quitado por la fuerza de uno de los pilares de la Plaza México, que domingo a domingo utilizaba como escaparate para mis libros taurinos, circunstancia que me obligó a irme hacia el lugar de enfrente, casi frente a las taquillas de sol, este cambio obligado hizo que mi menda se creciera al castigo y en vez de los pocos libros que ofrecía en el pilar, puse más libros sobre un tapete que colocaba sobre el suelo, y así “mi puesto” se veía más frondoso, más nutrido, de verdad eran muchos libros, procurando llevar cada tarde de toros “novedades”, que en realidad eran libros antiguos, y que al paso del tiempo se convirtieron en libros raros.

Me satisface mencionar con legítimo orgullo que siempre he buscado llevar algo diferente a la Plaza, ya sea un libro, un cartel, un documento o una fotografía, algo con que satisfacer la curiosidad e interés de mis clientes, y por eso me he mantenido en los casi treinta y siete años de pregonar los libros de

Dictó su conferencia con singular maestría, dueño del tema, y adjuntó la exhibición de una gran cantidad de diapositivas que trajo ex profeso, incluído

toros, por esta razón siempre que vino Federico a mi puesto encontró algo de su interés, era visita obligada para él ver mis libros de Compartítoros.con

Federico me comentó que tenía “algo” escrito y material para escribir sobre la historia de las cornadas de toreros jalisciences, de accidentes taurinos ocurridos en Jalisco, principalmente en Guadalajara, por este motivo, le organicé –mal organicé- una conferencia en la Casa de Cultura Campana, en la Delegación Benito Juárez.

No quiero presumir, pero es necesario decirlo, Federico quedó impresionado y realmente fascinado con las casi quinientos libros de toros que tenía en aquel entonces, después esta cantidad de libros se multiplicó con menos dificultad, porque lo difícil, siempre lo he dicho fue haber juntado los primeros treinta libros de toros; pero lo que más agradeció y que a mí se quedó grabado para siempre, máxime que muchas veces me repitió lo mismo, fue un plato de sopa caliente, de fideo que mi jefa le sirvió, y que Federico digirió con gran deleite.

me pidió entonces que lo invitara a conocer lo que entonces era mi pequeña biblioteca taurina, invitación que realicé con muchísimo gusto, y un día fue a ver mis libros en el lugar donde nací y crecí: en el taurinísimo barrio de Tacubaya, en la Tacubaya Vieja, como dicen los cronistas de hoy en día.

Federico la afición a la fiesta brava, me platicó sus andanzas toreras, y sobre todo compartimos una pasión por los libros y carteles de toros. Le confesé que el motivo principal por el que vendía libros de toros, era porque yo también leía y juntaba libros de toros, y que debido al poco parné con que contaba, la venta de libros fue un gran auxiliar y a veces el único medio que tenía para porder adquirir mis libros taurinos.Federico

Mi casa era apenas un cuarto de 4 x 4 metros, con un tapanco, y una cocina de 4 x3 metros, con que nostalgia recuerdo mi casa y ahora apenas si puedo concebir cómo era posible que en tan pequeño lugar habitáramos mis seis hermanos, mis dos padres y yo, y aparte de ello, retaqué la vivienda con cientos de libros, los de mi incipiente biblioteca y los destinados a la venta, había libros en el ropero y hasta debajo de las camas.

Mi casa estaba construída de adobe, hecho con la tierra y la majada de las corraletas del rastro de Tacubaya, en el mismo sitio donde antaño se encontraban éstas, mi casa tenía en las paredes la esencia de las faenas de Carmelo Pérez al ganado criollo y desecho de tienta que se sacrificaba en el rastro. Tal vez mi afición fue adquirida por osmosis, el olor

a tierra y la energía que brotaban de mi casa me impulsaban por instinto a ser parte de la fiesta, primero como torero, después como librero.

En aquel entonces aún no conocía la profunda vocación religiosa de Federico, y no acababa de entender el significado de un plato de sopa caliente para él, después de manera un tanto filosófica y moral me explicó que ese plato de sopa, aparte de haberle saciado su hambre, le había sabido exquisitay que donde le dan de comer a uno, es porque a uno lo aprecian. Esta explicación se convirtió luego para mí en una lección de vida: si me invitan a jamar en una casa, es porque en esa casa me quieren.

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En una ocasión le presenté a Cutberto Pérez “Tapabocas” del Diario Ovaciones, y en plena calle, atrás de mi puesto, rodeado de gente, le recitó, el que tal vez haya sido su poema favorito de toros “el Arenero” del S. J. Ramón Cué. Muy emocionado quedó Don Cutberto, nombrando en su columna varias veces a

Fue un éxto rotundo la conferencia, pese la poca asistencia. Poco tiempo después escribío al alimón salió publicado su libro “Drama Y Tragedia de Guadalajara en el Toreo”.

Federico.Y

así pasó el tiempo, esporádicamente venía Federico a México, me compraba todos los libros que podía, con el dinero que había ahorrado ya que en aquel entonces tenía un empleo fijo, ya estaba logrando formar una biblioteca importante.

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el aparato para exhibirlas.

Le presenté a Federico a muchos periodistas y personajes del medio taurino, pues siempre pensé que la modestía de Federico no estaba acorde con el gran potencial que llevaba dentro, que necesitaba una “ayudadita”, algo de ruido y publicidad por el momento.

para que yo fuera a vender libros de toros, me ofreció su casa, y por si fuera poco me invitó a un recital de poesía taurina que él iba dar. Sin pensarlo mucho, le tomé la palabra y visité así por primera vez

Guadalajara.Mehospedé

Fue en el año de 1985 cuando la amistad con Federico se hizo más sólida y llegamos a conocernos mejor. Un año antes me había titulado de Licenciado en Derecho y en mayo de 85 nació mi primer hijo, realmente mi vida estaba dando un cambio brusco, y para acabarla de amolar el terremoto en septiembre de ese año a todos nos perjudicó. Federico sabía que yo iba a bautizar a mi hijo en el templo de San Francisco y me hizo un ofrecimiento muy generoso para sufragar los gastos de dicho evento: me invitó al comienzo de las ferias de octubre en Guadalajara,

en casa de Federico, una casa muy grande y muy bella, comí riquísimo en su casa, conocí en su casa una mermelada de fresa que después fue mi perdición, una mermelada de la marca “Ejido” con unas fresotas así de grandes. Federico me llevó a todos lados, hicimos la ruta del Papa, visitamos Zapopan, la catedral, el Hospicio Cabañas, me llevó a conocer el sitio donde estuvo la Plaza de Toros El Progreso ¡ah, como le dolió la desaparición de esta plaza!, me señalaba lugares, casas, y me detallaba a mí y a mi hermano Fernando datos de interés de la Ciudad, de veras que gran anfitrión fue.

Me presentó gente, numerosísimas personas, que luego nos invitaban a cenar, me llevaba al sorteo, a la corrida y me ayudaba a vender mis libros. Hice un gran negocio, ví y disfruté las corridas de toros, en aquel año ví a Espartaco la gran figura española del momento, y algo que para mi fue algo insólito: ví el temor y la incapacidad de Armillita Chico y Jorge Gutiérrez ante torazos de San Mateo. Lo único que me disgustó de Guadalajara y su fiesta taurina fue el cachondeo que se armó cuando en banderillas Manolo Arruza movía rítmicamente las nalgas al son que le marcaban las palmas del publico, por lo demás Guadalajara es para mí hoy por hoy la verdad de la fiesta.

Fue increíble como rindió el tiempo en esos cuatro días que estuve en Guadalajara, los días de corrida a la hora del sorteo, antes y después de la corrida vendí mis libros de toros con la ayuda del propio Federico y de Fernando Barrera,

Consciente de la generosidad de Federico y para estar a la altura de este gran Señor, le vendí el libro con gran descuento, no se lo regalé porque aún conociéndolo poco, sabía que iba a negarse y tal vez se hubiera ofendido.

La Lagunilla era hasta hace poco tiempo un auténtico mercado de pulgas, de chácharas y cosas raras y antiguas, donde se podían comprar cosas buenas a muy bajo costo; ahora ya no, si acaso y con mucha suerte se llega a encontrar algo, pero a precio muy elevado, ahora es más fácil conseguir ahí fayuca y la llamada ropa de paca ¡cuánto ha cambiado México en tan corto tiempo!

Federico nos llevó a la terminal para trasladarnos a la Ciudad de México, en el trayecto por cierto lluvioso –fíjense que suerte, los días de corrida, no llovió, al contrario hubo un sol intenso-, Federico nos hizo a mi hermano y a mí muchas confidencias, como si tratara de descargar su alma, no voy a hablar de ellas, porque prometí, sólo hablar de libros de toros, nos llevó a la estación del ferrocarril por ser más económico, casi la mitad de lo que costaba el autobús, pero que hacía cuatro horas más de tiempo que éste, le dijimos que preferíamos el autobús, y él nos entonces nos expicó que él ya se había acoplado al ferrocarril, que en el trayecto leía y escribía un poco, y que se podía dormir muy bien, y lo que era más fantástico para él, que llegaba a la estación de Buenavista, y que de ahí podía irse caminando a la Lagunilla a buscar libros y carteles de toros.

Era tan extraordinaria la memoria, el tesón y vocación de Federico por

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De verdad que me fue muy bien pues llevé a Guadalajara puro libro de casta, de gran trapío, puras figuras del torero, caras y escasas. Federico veías y se angustiaba de que no le alcanzaba para comprarme el libro de la “Historia de la Plaza de Toros el Toreo” Tomo I, de Don Guillermo Ernesto Padilla, el libro de toros más hermoso que jamás se haya hecho en México, un libro de arte, de confección artesanal, hecho en grabados sobre papel cuché, y las impresiones a color fueron realizadas a cuatro tintas en prensa plana, en la imprenta Monterrey, de Don Rutilo Lozano, al talento del quehacer literario del escritor, se sumó la artesanía de este impresor y el arte inconmensurable de Pancho Flores, de quien son las obras que ilustran el libro. Ya casi para despedirnos, me pidió tímidamente Federico que si le podía apartar uno de estos libros, mientras ahorraba lo necesario para comprármelo, NO ME PIDIÓ DESCUENTO POR EL LIBRO, NUNCA JAMÁS ME PIDIÓ UN DESCUENTO porque él sabía, como después me lo dijó el esfuerzo que significa buscar y adquirir un libro taurino, máxime cuando se trata de un libro clasificado como raro.

mismo.Cuando

Perdón, se me olvidó comentar que el Recital de Poesía de Federico fue un total éxito, recitó los poemas contenidos en la Obra “Dios y Los Toros” del Sacerdote Jesuíta Ramón Cué, quien también escribió “El Cristo Roto” que declamaba Enrique Rambal.

que resultó muy bueno para la vendimia, me trajé una buena cartera de clientes.

Opté por vendérselo muy barato, y me salió la venta mejor, porque Federico fue el gran promotor de este libro, que apenas y se conocía en Guadalajara, teniendo después infinidad de pedidos de este libro, hasta que se agotó el

A veces le llegaba la desesperación a Federico cuando yo tenía algún libro bueno, se lo apartaba y a insitencia mía se lo llevaba fiado, QUIERO INSISTIR QUE NUNCA FEDERICO ME PIDIÓ DESCUENTO, pero yo le daba sin pedírmelo, un precio y trato especial, porque más que mi cliente, era mi amigo.

la poesía que se sabía de memoria, completo, el texto de ese libro, cabe comentar también que se sabía completos los poemas de toros y poesía amorosa del poeta granadino Manuel Benítez Carrasco. Me comentó ese mismo año de 85 el escultor Jorge de la Peña que Federico había impresionado al propio Benítez Carrasco declamándole los poemas de éste y que “compitieron en quites” recitando ambos esos poemas. Federico se los sabía todos.

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Y así poco a poco, Federico fue haciendose de un prestigio como cronista, pues a su objetividad y verdad, le añadía una prosa impecable y un gran conocimiento y cultura taurina, a la usanza de los antiguos cronistas taurinos, a los que tanto admiró.

Cuando se cumplió en el año 1997 el quincuagésimo aniversario de la muerte de Manolete, cronistas y revisteros se prepararon a dar cuenta del gran suceso, Miguel Angel Carranza a la sazón director de la revista Torerísimo me pidió material sobre Manolete, pero yo le recomendé que era de justicia que

Su pasión por los libros iba creciendo a la par de la sed insaciable de cultura y conocimiento de la materia taurina, pera éstas no iban parejo con su economía la cuál iba decreciendo. Decía Federico: “a mí me bastan mis piernas para desplazarme y con un par de mudas de ropa estoy limpio, no quiero más.” Era verdad que Federico no necesitó de lujos para vivir, pero a veces prescindió de lo más elemental para adquirir el alimento de su alma: los libros.Escribir para el periódico Reforma fuero un gran alivio para su economía y una plataforma para su carrera periodística, por este motivo cada domingo de toros Federico estaba en mi puesto, su rutina era titánica, viajaba como ya dije de Guadalajara a México en Ferrocarril, llegando a la estación de Buenavista se iba caminando a la Lagunilla en busca de un cartel, documento, revista o libro de toros, una vez adquirido éstos, se venía caminando de la Lagunilla a la Plaza México, sin desayunar y sin comer, para ver si podía comprame luego algo a mí.

Poco tiempo después Federico se separó del trabajo, se propuso ser un profesional del toreo, vivir del toro, vivir de escribir y comentar acerca de la fiesta de los toros. A Mí me consta los grandes sacrificios que tuvo que hacer para afrontar este reto, pues quería consagrar su obra y pensamiento al toro, quería escribir y hacer crónica de toros, música de toros, poesía taurina, era un volcán lo que se estaba gestando en él, pero la hipoteca de un departamento que había comprado, lo estaba distrayendo un poco, se rebelaba ante el abuso excesivo de los bancos, pero no podía hacer mucho, porque sus colaboraciones en diarios y revistas algunas veces eran bien remuneradas, otras no, pero lo que realmente lo mantenía en la brega literaria era la satisfacción bien merecida de ver aparecido su nombre en los artículos, en las portadas de su libros, como si se tratara de un torero que viese aparecido su nombre en un cartel de tronío.

El director de Torerísimo se sentía incómodo de que no se escribiera sobre Manolete, yo le insistía que sobre Manolete ya se había escrito todo, y quien mejor había escrito sobre Manolete era el Tío Carlos, le pedí que reprodujera un artículo de él sobre éste; aún así el director de esa revista me pidió una colaboración sobre Manolete, lo que yo sintiera y el significado actual de la figura del monstruo, de esta manera inmerecidamente alterné con José Ramón Garmabella y Federico Garbay Anaya para escribir el Martirologio de 1947. El artículo de Federico sobre la figura de José González “Carnicerito” era sólo el esbozo de la biografía que éste tenía ya casi completa para salir a la luz pública en forma de libro, me comentaba Federico que sólo le faltaban unos datos que corroborar y fotografías chipén para ilustrar el libro.

Así siguió transcurriendo el tiempo, los domingos llegaba Federico

a mi puesto cada vez más cansado, si llegaba temprano compartíamos la jama y un trago de oporto que nuestro querido amigo Mario Martínez llevaba en bota a la plaza para compartir.

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debía escribir sobre Manolete y también sobre “Joselillo” y José González “Carnicerito”, las otras víctimas del toreo, muertos por heridas de asta de toro en el mismo año de 1947, año que el Tío Carlos había bautizado como el Martirologio, y le comenté entonces que podía contar con la colaboración de dos buenos amigos para que escribieran sobre estos últimos. Seguro estaba de que iban a echar la pata pa’lante José Ramón Garmabella y Federico Garibay Anaya, para escribir sobre éstos.

Mario no entraba a la plaza a ver la corrida, sólo iba a la tertulia o cátedra mejor dicho que hace el Maestro Carlos García antes de entrar a los toros, Federico se unía a la plática y era una delicia oírlos hablar de toros, me daba risa que Federico siendo abstemio, le pegase un buen arrimón a la bota de Mario, y después de unos segundos de degustar buen vino decía casi siempre “ a la jama y un trago de buen vino, no se niega uno, lo mínimo que uno puede hacer, es hacerles un buen quite”. Fueron muchísimas las tertulias entre Federico y el maestro Carlos García, éste poseedor de una gran cultura general y erudito en alternativas de toreros mexicanos, siempre tuvo para Federico un dato interesante.

Ese año de 1997 Torerísimo vendió más revistas que nunca, la presentación de la revista se llevó de calle a todas las demás, un auténtico éxito editorial, ¿qué si ganamos parné? ¡no, qué va! Todo fue por afición, si acaso nos tocaron diez revistas a cada uno.

El cartel de la corrida, juntos con otros que Federico adquiría, los envolvía con mucho cuidado, tratando de evitar que se arrugaran en lo más mínimo:

Apunté como tema de esta remembranza que Federico también era un apasionado coleccionista de carteles de toros, tenía ejemplare rarísimos, muy antiguos, en litografías, en grabados, carteles mexicanos del Siglo XIX de corridas celebradas en honor de Presidentes de la República, un cartel que era mi envidia sobre la Plaza de Toros de Tacubaya, en fin una colección impresionante, sobre esta misma, el cronista Manuel Montes de Oca “El Filibustero” escribió sobre el esmero y gran cuidado en presentarlos y conservarlos en carpetas hechas por el propio Federico.

En una ocasión llegó a mi puesto un “chalao” preguntando por el Director Artístico de la Plaza México, le contesté que no existía dentro de la organización de la empresa tal puesto, y mi curiosidad me hizo preguntarle qué era lo que se le ofrecía para ver si yo podía auxiliarlo, me mostró entonces un par de carteles antiguos que pretendía venderlos, diciéndome que sólo eran una muestra de muchos que tenía. Esos carteles eran de la Plaza Colón y Coliseo del año 1887, desde luego que se los compré con la condición de ver los demás carteles, haciendo cita al día siguiente. La cita era cerca de la estación del Metro Tacuba, tuve que atravesar un puente, y siendo chilango puro, no dejó de impresionarme como los chavos de la calle salían de la tierra, créanme los niños de la tierra dormían enterrados cerca del metro, me parecía todo de un surrealismo terrorífico, pero ahí que te voy, necio a comprar carteles de toros, creo que después de todo el verdadero “chalao” era yo. Efectivamente ese Señor tenía una gran colección de carteles, muchos referentes a un novillero llamado Antonio Márquez, y cual sería mi sorpresa que había un cartel repetido de “Joselillo”, alternando con éste y Lupita Montes en Ciudad del Carmen, Campeche, antes de que Joselillo se presentara en la Plaza México. Éste es un cartel muy bonito, aparece el retrato de Joselillo y yiene un sabor a maletilla, que uno se imagina los

Al ver este cartel Federico se emocionó -lo confieso- mucho más que yo. Federico como torero de la legua sabía más que nadie del valor de estas reliquias, él era un gran apasionado de las pachangas y corridas de pueblo, y ver un cartel de éstos, de alguien que después llegó a figura, era de un valor inapreciable, aparte del hecho que Federico era un gran admirador de este torero, tenía carteles de cuando Joselillo toreó en el Progreso de Guadalajara.

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los envolvía en papel periódico, en servilletas y hasta en tela. Una vez le hice un simplísimo obsequio para transportar sus carteles, un tubo de P.V.C. que a manera de “portaplanos”, en este caso “portacarteles” a Federico le funcionó de maravilla, cabía perfectamente en su pequeña maleta o mochila, y los carteles no se arrugaban jamás. Este tubo formó para siempre parte de su equipaje.

también cuando ambos prestamos nuestros carteles más significativos para ser expuestos en una muestra itinerante que se inició en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, en una exposición que se llamo Pinturerías, el arte del arte taurino y que pretendidamente suponía una renovación pictórica de la iconografía publicitaria. La idea nomás no pegó, y ahora estamos peor que nunca, ya no existen boletos bellos de toros, ticket master está acabando con nuestra tradición.Por

La falta de parné hizo que Federico realizara conmigo por primera y única vez un trueque: yo le daría el cartel de Joselillo y él a su vez me daría varios carteles que él tenía repetidos de la Plaza de toros El Progreso, incluído el de Joselillo en esta Plaza. Acepté el cambalache, y generosamente Federico me dio una gran cantidad de carteles del Progreso.Recuerdo

sueños de esos torerillos para alcanzar la gloria. Un auténtico tesoro, que como tal ofrecí en venta al público.

esta razón me encabrité cuando en el libro México se viste de Luces, de la coautoría de Federico Garibay Anaya y Miguel Luna Parra, se le daba

Al obsequiármelo y hacerme la respectiva dedicatoria, me hizo un ruego, que más que nada me sonó a advertencia, me pidió que le dijera como lector, como bibliófilo, sin ninguna coba, mi opinión acerca de su novela; que

el crédito de la colección de carteles a otra persona y no a Federico Garibay Anaya. La colección de carteles la hizo –y con muchísimo sacrificio- Federico, y si supuestamente el libro lo hicieron éste y el Arquitecto Luna Parra, éste tenía la obligación moral de darle el crédito de la colección de carteles a Federico, sobre todo porque éste recientemente había fallecido. Si por circunstancias que no vale la pena comentar se vendió la biblioteca y colección de carteles a una persona muy rica, que éste la aproveche y la aprecie en todo el valor material y sentimental que significó la formación de tan magníficas colecciones, pero que quede bien claro, el libro lo hizo en vida Federico, su colección forma parte de esa vida y el mérito de ésta le pertenece a Federico, y no al del feliz comprador de su bienes, honor a quien honor merece. Sólo el oportunismo del coautor del libro se antepuso a la obligación moral de decir que la colección de carteles es de Federico.

La última vez que lo ví fue en mi puesto, en una de las esquinas del mismo, en la de atrás, a la derecha. Se quedó mirando fijamente durante largo rato un punto muy alto en el horizonte, me imaginaba que dirigía su mirada al punto más alto del Hotel de México, yo

Recuerdo perfectamente la penúltima y última vez que ví a Federico y la última vez que platiqué por teléfono con él. La penúltima vez que lo ví me dijo que se sentía cansado, que había tenido fiebre, por eso al estar dentro de la plaza viendo la novillada, empezó a chispear, por lo que apresuré a prestarle a Federico una manga azul, con capucha, aguantó estoico la lidia de dos novillos y ya para el tercero de la tarde, cuando el agua había amainado un poco, prefirió ver la novillada en un palco, esa fue la última vez que lo ví dentro de la plaza.

II

Un sábado por la tarde, en los patios de la Plaza del Toreo de Cuatro Caminos, ahora desaparecido, coso al que Federico se refería como el coso de las tinieblas, de las penumbras, porque Federico lo conoció ya techado y con pésima iluminación, ya sin el calor, color y esencia de tan magnífico escenario taurino, nos encontramos Federico y yo, platicamos un buen rato, y de repente sacó un libro y me lo regaló, era su novela “PÍO GRANDA, DULZURAS”.

él aceptaría mi opinión a manera de veredicto, de su novela taurina. Yo le contesté con mucha petulancia, que esa misma noche leería el libro, y que al día siguiente, domingo, le daría mi opinión en la Plaza México…

III…

… Pero no le pude externar mi opinión, porque simple y sencillamente no pude hacer abstracción del personaje central de su novela, porque supe de inmediato, nada más de leer las primeras páginas que la novela no era sino la “autobiografía” novelizada de Federico Garibay Anaya, y no podía leer las líneas del libro porque escuchaba dentro de mi mente a manera de relato la voz de Federico, con todos sus matices, modulación, y por eso era difícil para mí concentrarme en la lectura y preferí cerrar el libro y continuar la lectura para una tarde fría y sin ruido, sin prisas

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lo observaba a hurtadillas, lo veía muy delgado, muy pálido pero a la vez más joven, y sonreía… Así lo ví por última vez,

sonriendo.Esemismo

domingo llegó al puesto un cliente que residía en la ciudad de Toluca, me había comentado que el día anterior había comido en un restorancito de la Colonia Condesa, y que al salir se había percatado que junto al restaurant había una galería de antigüedades donde estaba exhibido un libro con recortes muy bonitos, que seguramente alguien coleccionó y los mandó a encuadernar en piel, que el libro estaba muy bonito, y me dijo que valía la pena que me diera la vuelta, y sin proporcionarme de modo alguno la dirección, y sin darme referencia alguna de calle cercana, me aventuré al día siguiente a buscar esa galería, junto a un restaurancito.

Cuadra por cuadra, restaurant por restaurant, empecé a buscar la galería, preguntaba en todos lados, principalmente a los vendedores de lotería, y me mandaban a un lado, me mandaban a otro, les juro que conocí todos los restaurancitos, fondas y comedores de la Condesa, pero no encontraba la dichosa galería, así me pasé todo un día. A la mañana siguiente, menos acelerado, decidí volver sobre mis pasos, y empezar mí búsqueda en sentido contrario, caminando hacia las orillas de la Condesa, y que les cuento, la galería la encontré casi de inmediato, a dos cuadras pequeñas de la Avenida Insurgentes, pero para mi suerte la galería estaba cerrada a esa horas de la mañana, por lo que eché los pinreles a andar, me dí unas vueltas por el Parque México, y regresé a la galería que ya estaba abierta, y para mi sorpresa el mentado libro de “recortes” no era otro sino “MI TAUROMAQUIA”

Sólo que este libro, a fuerza de haber sido expuesto abierto e inclinado en las vitrinas de la galería, se había lastimado el lomo, presentando algunas resquebrejaduras en él mismo, por lo demás, sus páginas estaban impecables, en buen estado de conservación en general, y lo mejor de todo lo negocié a muy bajo precio, de verdad que quedé muy satisfecho con su compra, y cuando salí con el libro, mi pensamiento estaba en que ese libro tenía dedicatoria para Federico. Le hablé a Federico esa misma tarde, todavía muy entusiasmado con la ganga, y le ofrecí el libro a Federico a muy buen precio, casi al costo, porque sabía que ese libro completaría la tríada de los mejores libros de toros mexicanos, Federico tenía dos y sólo le faltaba el del Maestro Ruano Llopis. Federico al igual que mi menda le dimos mucho importancia a los libros mexicanos, y sabíamos de la importancia de rescatar éstos, de ahí mi interés porque Federico me comprara este libro. Confieso que he sido mal comerciante, porque yo no le vendó mis libros al que me ofrezca más dinero, sino al que más aprecie el valor de los libros, muchas veces he guardado libros por años en espera del aficionado que alguna vez me los pidió, y que regresa y compra esos libros, tengo clientes de todo el mundo que me

del pintor español Carlos Ruano LLopis, el libro mexicano más caro de todas las épocas, no sólo aquí, sino también en España, donde hace apenas algunos años era prácticamente desconocido, y se ignoraba la evolución de la pintura de caballete de este genial pintor. Este libro debido a su rareza era altamente cotizado y apreciado por los amantes de los libros de toros, y debido a su alto precio era inaccesible para los bolsillos de Federico, y no sólo de él, sino de muchos aficionados también.

más me refirió que él en toda su vida nunca había tomado medicinas, ni aún la más insignificante como una aspirina para el dolor de cabeza, y que ahora debía sujetarse a un tratamiento muy complicado; yo le recordé entonces, para convencerlo de seguir el tratamiento, que en alguna ocasión él me dijo con hondo pesar que unas “cuantas gotitas” pudieron haber salvado el padecimiento y dolor

de su hermana que sufría los estragos de la poliomielitis, enfermedad que en la actualidad casi ha sido desterrada, le recomendé que tuviera confianza en la medicina, que siguiera las indicaciones de los médicos, que se tomara las medicinas, que si tenía que recibir inyecciones a manera de puyazos se creciera al castigo, que tuviera confianza en los Médicos y que se encomendara a Dios.

Después de un buen rato nos despedimos por teléfono, sin saberlo todavía fue la última despedida, yo no sabía qué hacer, pero creo sinceramente que en ese momento tuve la obligación moral de avisarles tan terrible acontecimiento a todos sus buenos amigos que tenía en México, hablé con todos, y estuvimos al pendiente de las noticias que transmitía por radio nuestro buen amigo Juan Antonio De Labra.

Traté de convence a Federico para que me comprara “Mi Tauromaquia” del maestro Ruano Llopis, le dije que si se lo enviaba por paquetería, que me lo pagara como fuera pudiendo, él me dejó hablar durante un buen rato, pero luego me atajó, y muy calmadamente me dijo: “Pepe, no voy a ir en las próximas semanas a México, estoy enfermo de cáncer, los médicos dicen que si me cuido tengo tres meses de vida”. Ante el estupor de esta noticia, me quedé mudo al teléfono, y percatándose Federico del impacto que me habían causado sus palabras o quizá para suavizar la situación tensa en que se convirtió nuestra conversación me empezó a relatar como empezó a sentirse mal y se estaba dando cuenta de que algo andaba mal, me decía que cuando venía a México y subía las escaleras del metro, o de la Plaza México, éstas las subía de dos en dos, pero que en los últimos viajes se tuvo que agarrar con las dos manos del barandal y jalarse con los brazos para subir las escaleras, que su esposa RITA por su condición de enfermera se percató de su situación, y que lo obligó a ir al médico, donde le ordenaron una serie de estudios y le hicieron el diagnóstico de tan terrible enfermedad.Unavez

-Pues léela me recomendó el Doctor Javier Ochoa, y a ver si notas las similitudes y semejanzas entre PÍO GRANDA, DULZURAS y el propio Federico…

Tuve bastante comunicación y apoyo del Doctor Javier Ochoa Rivera, quien le tenía bastante aprecio a Federico, y una vez me comentó muy preocupado por la salud de Federico y me preguntó si ya había leído la novela de éste “PÍO GRANDA, DULZURAS”. Le contesté que no, que no la había terminado de leer porque no podía hacer una abstracción del personaje central, no podía imaginármelo, porque supe desde el principio que esta novela no era sino la autobiografía novelizada del autor, y que cuando empecé a leerla me parecía oír el relato de la vida de Federico, por su propia voz, y que más que me leer, se me imaginaba escucharlo.

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hablan por teléfono y me apartan los libros, así nomás a la palabra.

Cuando el me invitaba y yo lo podía acompañar la pasábamos muy bien y cuando yo tenia algún compromiso social y el me podía acompañar de igual manera, después se fue trabajar al periódico Reforma y las cosas no cambiaron demasiado, hablábamos de casarnos y de tener un hijo, pero como la soltería era tan cómoda, seguíamos en un confortable noviazgo y así pasaron cinco años hasta que tomamos la decisión de unir nuestras vidas en sacramental enlace, muy breve demasiado breve, pues tan solo duro un año, tiempo suficiente para que viera nacer a su hijo y lo estrechara en sus brazos, al pequeño Federiquito.Perollego

Rita Jiménez Vda. De Garibay

y el fin.

Poco tiempo después mi amiga Domi nos invito a cenar a su casa y tuvimos la oportunidad de charlar un buen rato, además Federico declamo, fue una velada muy grata.

C orría el año de 1991 y mi compañera y amiga Dominga Álvarez me invito a un recital de guitarra flamenca en colegio de ingenieros, organizaba la peña Mal de Montera, en ese momento Federico Garibay tenia el cargo de presidente de la peña, y conducía el evento, se presento el maestro Fernando Martínez un virtuoso de la guitarra y estuvo de maravilla, al finalizar Federico se acerco a saludarnos y lo primero que le vi fueron sus manos blancas y largas como de pianista, su figura alta y esbelta con porte distinguido me pareció guapo, además de agradable conversación.

Al poco tiempo nos hicimos novios, un muy prolongado noviazgo, gozábamos ambos de libertad para desenvolvernos profesional y socialmente sin problemas teníamos buena comunicación, mi trabajo era muy demandante y me ocupaba mucho tiempo, el tenia su trabajo en la plaza de toros El Nuevo Progreso y escribía en la revista El castoreño de Israel Vázquez, además de innumerablesElprincipio

y de trabajo. los martes de peña, los miércoles de radio w, además de presentaciones de libros, recitales, etc. etc.

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página, concluí la lectura del libro, cerré el mismo, y sólo pude entonces pensar un poco, deseándole la paz eterna a mi queridoDESCANSAamigo.

estamos echados pa! lante. Educando a nuestro hijo, fruto del amor que nos tuvimos.

…Y así mientras Federico agonizaba en Guadalajara, yo terminaba de leer la autobiografía relatada por él mismo, ya no me importó escuchar su propia voz, anunciándonos su propia e inminente muerte, la muerte de DULZURAS era la propia muerte de su autor, leí la última

la leucemia silenciosa, rápida y despiadada, que en tan solo tres semanas se lo llevó. La vida es así algunas veces dulce algunas veces Ycruel.aquí

EN PAZ FEDERICO GARIBAY compromisos“DULZURAS”.sociales

En cierta ocasión, siendo muy pequeño, - tal vez de 3 ó 4 años - mi padre (quien era gran aficionado a la fiesta brava) lo llevó a presenciar una corrida a la plaza de toros “El Progreso” y podría asegurar que desde entonces nació su desmedida afición por la tauromaquia. Todos los domingos de temporada eran para Federico días de fiesta mayor; desde muy temprano, después de la misa de ocho, se iba a la plaza para observar el encierro, para estar presente en sorteo y para ocupar con anticipación un buen lugar en los tendidos. Cabe señalar que muchas veces, ante la falta de dinero, se las ingeniaba para entrar a la plaza a hurtadillas por aquellos recónditos lugares que los pillos como él conocían y se recomendaban bajo pacto de reserva

Un aficionado hasta la muerte Sarah Estela Garibay Anaya

Por aquel entonces vivíamos en una modesta casa ubicada en la calle de Juan Alvarez No. 253, frente al Jardín Botánico - en el barrio de Belén – lugar donde tuvo numerosas amistades e incontables aventuras.

Ki ko, como solíamos llamarlo de cariño, nació en Guadalajara el 2 de marzo de 1953, precisamente el día de San Federico, nombre con el que fueron bautizados: nuestro bisabuelo, abuelo, uno de nuestros tíos y su bebé nacido tres meses antes de su muerte.

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Lo recuerdo como un niño travieso y temerario, amante de trepar por los travesaños de los clósets, los árboles, los roperos, los postes y las cornisas de las azoteas desafiando los peligros y disfrutando plenamente de sus proezas las cuales con frecuencia le acarreaban merecidas reprimendas, y una gran variedad de heridas y raspones.

Nada ni nadie lo cohibían, cuando teníamos alguna reunión no faltaba quien le pidiera una declamación. Jamás se hacía del rogar; solía agradecer la solicitud, luego ponerse de pié, sonreir amablemente, dar alguna pequeña introducción acerca del autor o del hecho que desencadenó la inspiración del verso o del poema, para luego

y sigilo, el saldo por aquella proeza podía ser un tobillo torcido, un despellejamiento de codos, una camisa hecha trizas, un zapato de menos o una sermoneada de más; pero nada se comparaba con la feliz recompensa de disfrutar de la lidia.

Quien más tarde fuera reconocido bibliógrafo taurino, locutor, reportero, declamador y poeta cursó sus estudios primarios en el Colegio Allende, la secundaria y preparatoria en el Instituto de Ciencias y la licenciatura en ciencias de la comunicación en el ITESO. Siempre fue un alumno destacado con frecuentes inclusiones en el cuadro de honor y con indudable inclinación sobre las materias relacionadas con las letras y humanidades. Tenía una ortografía perfecta y gran elocuencia en su discurso, de él aprendimos la correcta conjugación de muchos verbos irregulares y una gran cantidad de palabras “domingueras” así como la buena redacción y la comprensión de incontables locuciones en latín y castellano antiguo. La cocina de nuestra casa fue el mejor de los auditorios y el sitio donde tantas veces lo oímos declamar, contar un chiste tras otro, y hablar hasta el cansancio de los toros con tal énfasis y fervor que nunca el radio ni la televisión – aparatos electrodomésticos infaltables en toda cocina - lograron distraernos de su atrayente charla.

Benítez “El Cordobes”, Antonio Ordóñez, Julián López “El Juli”, Alfredo Leal, Manolo Martínez, Curro Rivera, Eloy Cavazos, Miguel Espinoza “Armillita”, Eulalio López “El Zotoluco” .

Unos meses después viajé a Guadalajara para estar presente en su boda, se casó con María Rita Jiménez en el Templo de Nuestra Señora de los Ángeles .!Por fin este bohemio deja la soltería y se aquieta !. pensé en mi interior, imaginándolo ciertamente en lo suyo, pero también dentro de una vida hogareña y tranquila ,al lado de su esposa y rodeado de chiquillos.

trasladarnos a un teatro virtual donde Federico era protagonista y comparsa, luz y sonido, lágrimas y risas, reflexiones y suspiros; todo esto logrado a través de su portentosa voz, sus gestos y sus manos. Los aplausos y los comentarios halagadores nunca consiguieron ensoberbecerlo pues estaba convencido que aquel don era fundamentalmente eso: una dádiva divina para compartirse con sus allegados; y como si supiera que pronto emprendería el viaje sin retorno quiso legarnos su voz y su poesía en una excelente obra fonográfica que habrá de perseverar su recuerdo.

Que equivocada estuve….ni siquiera transcurrió un año cuando una tarde de agosto, Nacho, nuestro hermano mayor, me decía al teléfono “Hay muy malas noticias de Federico ….le acaban de diagnosticar leucemia”. Y al igual que Pío Granda Dulzuras (protagonista y reflejo de sí mismo en la obra de su autoría y que lleva este nombre) en menos de tres semanas emprendería el viaje a la Nuncaeternidad.hevisto

a un enfermo terminal como él, trabajaba afanosamente en su lecho a solo unas horas antes de morir. Estaba viendo con todo detenimiento la corrida del Juli en la televisión de su cuarto de hospital y tomaba notas para luego elaborar a toda prisa la redacción y enviarla vía telefónica a la Ciudad de México pues deseaba que la crónica llegara oportunamente y pudiera ser publicada al siguiente día. ¡Y lo logró!. La crónica alcanzó a imprimirse esa misma madrugada y salió a circulación a las primeras horas del día; pero también su esquela mortuoria …impresas cara a cara en el interior de las páginas de “El Reforma” como muestra inequívoca de una voluntad férrea y un aficionado hasta la muerte por la fiesta brava.

Cuando el destino nos separó, teniendo Federico 22 años y yo 24, no imaginé que él estaba prácticamente a la mitad de su vida, porque una piensa que los hermanos sobrevivirán a los padres y envejecerán a la par que nosotros. Me vine a Tijuana para ejercer mi profesión y me despedí de él con la confianza de que habríamos de vernos muchas veces más en futuros eventos familiares. Luego, absorta por el trabajo del hospital y condicionada a las breves vacaciones, nuestros encuentros se fueron distanciando, más no por ello dejé de oirlo a través del teléfono o de recibir sus muy amenas cartas. A principios de 1996 tuve el gusto de acogerlo por unos días y disfrutar de su compañía habiendolo compartido con mis amigos y colegas, entonces declamó en el Colegio de Médicas de Baja California, en dos estaciones radiofónicas y en un rincón bohemio de la localidad recibiendo el afecto y admiración de quienes lo escucharon. Visitó entonces la Plaza Monumental de Playas de Tijuana,–para 21,621 espectadores - llamándole la atención por estar erguida a solo 100 metros de distancia del mar y a 30 mts. de la línea divisoria con Estados Unidos. En este lugar se han presentado grandes figuras como Paco Camino; Manuel

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Han pasado ya los años, pero tu recuerdo sigue vivo. Sigue vivo también mi dolor por tu partida tan prematura, tan inesperada. Recuerdo la rabia que sentí contra la vida cruel e injusta que te abandonó. No podía entenderlo. Me costó mucho tiempo asimilar tu ausencia y poder continuar viviendo.

Manuel García Cuesta, “El Espartero”, gran torero de fin del siglo XIX, y famoso por su frase: “ más cornadas da el hambre ” , en sus inicios se dedicaba a vender leche, la cual transportaba en cántaras a lomos de su burra Pichirila . Andando el tiempo se hizo torero famoso, y cuando la burra estaba ya vieja, sus allegados le aconsejaban que se deshiciera de ella mandándola al rastro. “¡De ninguna manera!”, dijo; “si me sirvió tanto y me sacó adelante

Por Sergio Villa Díaz

Federico no tenía auto, pero le urgía tenerlo. No sabía nada de carros porque no le importaba otra cosa que los toros, pero como tenía muchas actividades pues a más de su trabajo debía trasladarse para acudir a múltiples eventos, le era indispensable hacerse de uno.Me

Perovida.en

Entrañable Quidorio:

Ahora, quince años después, tengo el encargo de contar algo de ti, de tu vida. Es difícil escoger. Hay tantos recuerdos, anécdotas, vivencias… pasamos juntos toda una

fin, de todas las etapas que compartí contigo, quiero recordar ahora algunas anécdotas que se refieren a tu “Pichirila”. Permíteme que las haga del conocimiento de la afición, ya que a través de ellas –entre divertidas y sorprendentes- se refleja cabalmente la persona que fuiste.

gustado el tema de los carros, empecé a darle santo y seña de varios modelos. Pero él, totalmente desinteresado de mi información, me preguntó por el coche que yo traía. Le expliqué que era una Brasilia V.W. y le hablé de sus características. “Me gusta”, dijo. “Se ve cómoda”. Y se compró una. Era modelo ’78, de medio uso.

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LAS AVENTURAS DE LA PICHIRILA

ADedicatoriaFederico

Remembranzas de Federico garibay

Federico vivía muy agradecido con su vehículo por los servicios que le prestaba, tanto que la bautizó con el nombre de “La Pichirila”, en honor y recuerdo de la burra del Espartero

Ya teniendo vehículo iba y venía para todas partes. Le sacó un jugo extraordinario. Salía fuera de la ciudad a presenciar cuanta corrida le era posible, en compañía de amigos. Y claro, con el tiempo su auto empezó a sufrir el lógico desgaste. Él nunca se ocupaba de darle servicio y solamente cuando dejaba de funcionar se percataba de que algo andaba mal. Cuando eso pasaba, me llamaba y yo me encargaba de repararla y dejarla lista de nuevo para sus andanzas.Sinembargo

mi amigo, mi hermano.

preguntó qué auto le recomendaba. Como a mí siempre me ha

observó cómo lentamente el herrero comenzó a bajar de nivel, hasta llegar su cabeza a la altura del tablero. En ese momento la plancha con asiento y herrero incluidos tocó el pavimento, y debido a la fricción empezaron a saltar chispas por todos lados. Aquello era como un esmeril puliendo acero. El herrero gritaba: “¡me hundo, oiga,me hundo!” Federico ya curtido en esas eventualidades le contesta: “Mire maestro, nomás agárrese de la jaladera, al cabo ya casi llegamos.”

que tratándose de la Pichirila , creo ser la persona más adecuada para narrar todas sus vicisitudes y aventuras. Siendo que Federico no se ocupaba nunca de su vehículo, cuando llegaba a mis manos era porque verdaderamente estaba en condiciones de desastre. Una vez llegó a mi casa porque la Pichirila tenía un problema que ya parecía ser serio.

era un hombre más bien gordo y traía su máquina de soldar, su caja de herramientas y una caja de soldadura. Todo esto fue acomodado en la Pichirila ; puedo suponer que el peso con herrero incluido sobrepasaba los doscientos kilos. Eso aparte del peso de Federico. Todo iba bastante normal en el trayecto, hasta que faltando unas cuadras para llegar al departamento, la plancha que sirve de apoyo a los asientos, y que estaba ya muy carcomida, terminó por ceder.Federico

brillante como escritor taurino, y tenía una amplísima cultura, pero no era de su interés ocuparse en cosas prácticas de la vida, así que yo terminé por ser quien le resolvía todo tipo de problemas y asuntos, desde comprar o reparar una casa hasta conseguir un regalo para la novia.Así

Federicoplácidamente.fuemuy

En otra ocasión le estaba yo ayudando a acondicionar un departamento que compró, porque en esa época tenía plan de casarse en fecha próxima. Ese día se estaban colocando unas ventanas y Federico quedó de pasar por el herrero para llevarlo a soldarlas.Elherrero

cuando yo no tenía nada, es justo que ahora que tengo dinero yo la trate con gratitud”, y mandó a hacer un establo especial para ella, donde pasó el resto de su vida

se había roto la banda, y la trajo funcionando así, sabrá Dios cuánto tiempo, hasta que el aceite del motor se calentó a tal grado que comenzó a evaporarse llenando la cabina. pero lo que es querer a su dueño; la Pichirila le perdonó la desbielada.

Cuando lo vi llegar, no se podía saber quién la conducía, porque la cabina estaba completamente llena de una neblina oscura. Se abrió la portezuela y sale Federico en medio de una nube de humo y me dice: “ahí te la dejo, Sergio. Iba yo por la Calzada y de repente algo tronó. Pero como no se detuvo yo seguí andando, hasta que empezó a echar este humaderal. ¡Quién sabe qué Resultatendrá!”que

En las Brasilia hay una especie de tolva en la parte delantera, un poco abajo del tablero, que sirve para recolectar el agua de lluvia y por medio de una manguerita la desahoga en la calle. Pero en la Pichirila era tal la cantidad de hojas secas y tierra acumuladas que la famosa manguerita estaba totalmente tapada. En época de lluvias aquello era un recipiente rebosante de agua, listo

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De modo que ahí va el cortejo: La carroza adelante, detrás el grupo de personas a pie y la Pichirila en retaguardia.

Federico, consciente de ello, pero no considerándolo un problema serio, traía para el efecto en la guantera un equipo de protección. Este equipo consistía ni más ni menos que en un par de bolsas de plástico de Maxi que se ponía sobre los zapatos cubriendo el pantalón hasta casi la rodilla, y dos ligas para sujetarlas. Y listo, ya podía chapotear el agua. ¿Cuál es el problema? La bronca era cuando alguien se lo pedía prestado, porque por un lado era muy generoso y nunca se negaba, pero por el otro, como su mente siempre estaba ocupada en asuntos taurinos, no se acordaba de poner al incauto al tanto de la situación.Trabajéen

de la situación. Se lo digo y me contesta: “fregón, Diestro. ¡Mil gracias! ¿Cuánto te debo?”, y en cuestión de dinero, nunca aceptaba que le diera detalles. “El total y punto. Para eso somos de confianza.”

El Mazatlán vivía en una casa humilde ubicada a unas diez cuadras del Panteón Guadalajara, de modo que terminadas las honras fúnebres, un grupo de personas se encaminó hacia allá siguiendo a la carroza funeraria que llevaba el Federicocuerpo.no

Traía algunos raspones, pero afortunadamente nada de cuidado. Le di dinero para que reparara su bicicleta, algún medicamento desinflamatorio, algo para el taxi y asunto concluido. Por la noche, como era habitual, Federico me llama para enterarse del resultado

para echársela a uno a los pies en el primer frenón o vuelta de volante.

el IMSS, del cual ahora soy jubilado. En esos años laboraba en la planta de lavado del Centro Médico. Un día, Federico fue a buscarme. Salí a encontrarme con él en el estacionamiento, y lo encuentro en la Pichirila , acompañado de un desconocido, y llevando una bicicleta muy deteriorada metida en la parte de atrás. Le pregunto: “¿qué hubo, Federico?¿Qué pasa?” “Mira Sergio, atropellé a este gachó”, me contesta. “Te lo traje a ver qué puedes hacer por él. Yo me tengo que ir porque tengo un programa de radio”. Bajamos la bicicleta y se fue. Tuve que mover todas mis influencias y echar mano de todas mis amistades en la institución. Logré que lo revisaran.

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iba a pie; conducía la Pichirila, pero no por comodidad, ya que él hubiera preferido unirse a la comitiva, sino porque llevaba a bordo dos personas a quienes se les dificultaba enormemente caminar: uno era Don Genaro, un monosabio en retiro que luego se dedicó a titiritero y en ratos libres vendía figuritas de barro. La otra persona era Doña Maca, una señora muy taurina, pero ya bastante mayor.

Hubo un hecho que a Federico le llenaba de orgullo, y es que la Pichirila sirvió una vez de carroza fúnebre para un torero.Sucedió cuando se enteró de que había fallecido “ El Mazatlán .”

Rigoberto Moya “El Mazatlán”, fue un torero muy valiente y esforzado que siempre anduvo en “la guerra”, toreando en plazas de pueblo, y enfrentando marrajos de media casta. Murió en un accidente en carretera, impactándose contra un árbol.

Y pasando del proyecto a la acción, abren la tapa del auto, bajan a Don Genaro y a Doña Maca, que seguían cómodamente instalados, y por la parte trasera introducen el cajón hasta apoyarlo en los asientos delanteros. Y de ese modo se conduce al Mazatlán hasta su última morada.

“Oye Sergio, me falló la Pichirila. La dejé en Plaza las Torres, en el cajón 28.”

-En lo absoluto. Las cosas en la vida las tenemos prestadas. Dios nos las da y nos las quita conforme a sus designios. Nada más tengo que preguntarte: ¿qué hay que hacer? ¿A dónde hay que reportar el robo?

Me dejó sin palabras. Yo quise sorprenderlo, y el sorprendido, con mucho, fui yo.

la más absoluta calma me contesta: “muy bien, Sergio, no hay ningún -¿Cómo?problema.”-ledigo- ¿no te preocupa?

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De repente a la carroza fúnebre le falla el motor y se detiene. Todavía faltaban tres cuadras. Llevar a hombros el cajón en medio del intenso tráfico de un día hábil era complicado. “¿Qué vamos a hacer ahora?”, se preguntaban los deudos. Federico da la respuesta: “lo llevamos en la Pichirila. No hay de otra.”

A medida que el tiempo transcurría, la Pichirila naturalmente se iba deteriorando. Sin embargo, cuando alguien le proponía a Federico venderla para comprar un auto más nuevo, se indignaba: “¡De ninguna manera! La Pichirila se reparará lo que sea necesario, pero jamás la venderé. ¡No hay otro vehículo tan torero!” y tenía toda laSinrazón.embargo, con todo su orgullo por su vehículo taurino, era desprendido en extremo.Undía su auto empezó a fallar, y temiendo que se le quedara en la calle, entró al estacionamiento de Plaza las Torres.Como era ya costumbre me llamó:

Como yo siempre tenía un duplicado de las llaves, directamente llevé a un mecánico, el cual la hizo funcionar para llevársela al taller a reparar. Pero se me ocurrió jugarle una broma y le llamé: “Oye Federico, estoy en Plaza las Torres en el lugar 28 y no está la Pichirila. Ya busqué en todo el estacionamiento; llevo más de una hora y nada. Pregunté, y nadie me informa. ¿Cómo Federico,ves?”con

Y por si no quedara claro el grado de desprendimiento que Federico tenía de las cosas materiales, aquí tienen otra aventura: Resulta que a un amigo suyo, originario de Torreón, Coahuila, estando aquí en Guadalajara, le dan la noticia de la muerte de un hermano en un accidente. Este amigo se vuelve loco de dolor y siente una enorme necesidad de partir a Torreón de inmediato. Federico, que estaba con él en ese momento, al verlo tan angustiado le ofrece la Pichirila. Él acepta de inmediato y se va, sin ser consciente, al igual que el dueño, del estado en que se encuentra el vehículo.

A partir de ese hecho, Federico con mucho orgullo por el uso dado a su vehículo declaraba: “¡La Pichirila es Sitorera!”alguien quisiera saber qué pasó con Don Genaro y Doña Maca, les diré que no tengo la menor idea.

Federico me puso al tanto de la situación y me pidió que fuera por ella. La encontré en un estado lamentable. No sólo desbielada, sino desmantelada y con las puertas abiertas. Le habían robado todo lo que se podía robar, pero lo que Federico más lamentó es que traía carteles, fotografías y otras cosas taurinas, que eran tesoros para él.

Pormateriales.loque toca al final de esta aventura, diré que la Pichirila tuvo

un regreso triunfal a Guadalajara, en mejores condiciones que en las que se fue. En cuanto al amigo, jamás le dio la cara, ni le llamó o escribió alguna nota para disculparse o darle las gracias.

Pasaron una, dos, cuatro semanas, y Federico no recibe la más mínima noticia. Todavía deja pasar una semana más, y llama a Torreón. El amigo no está en la ciudad. Le contesta su padre y le dice: “Federico, no sé decirte qué pasó. Yo no vi que llegara en tu auto, ni me dijo nada al Déjamerespecto.investigar, y háblame en tres días.” A los tres días le informa que la Pichirila estaba desbielada y que su hijo la había dejado abandonada en un pueblo cercano a Torreón. Se ofreció a pagar la reparación, pero le dijo que no tenía manera de ir por ella.

tantas anécdotas, tantas aventuras para recordar… Yo estuve casi siempre ahí para apoyarte en todas esas cosas prácticas, y tú siempre me correspondiste generosamente, pero sobre todo me diste lo que más aprecié jamás: tu amistad.

La muerte nos ha separado, pero tu recuerdo vivirá conmigo, estoy seguro, hasta el último día de mi vida.

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Cuando Federico falleció, le heredó la Pichirila a mi hijo Sergio, a quien se la había prometido reiteradamente. Cuando la recibimos estaba como casi siempre estuvo: en un estado lamentable. Nos dimos a la tarea de repararla y restaurarla al detalle, en gratitud por su amistad y en honor a su recuerdo. Tomó mucho tiempo, pero tenemos el orgullo de haberla dejado “de la aguja”, tanto que logramos un 1er y 2º lugares en concursos de autos de colección, tanto aquí como en León, Gto. Además fue portada en la Revista Vochomanía en dos Federico:ocasiones.Hay

Federico llama a la familia para dar el pésame, evitando por prudencia mencionar su generoso gesto.

Y a propósito de tesoros, el librero donde Federico guardara sus más preciadas pertenencias taurinas tiene tallada en la parte superior una frase en latín: HI SERVANTUM TRESAURI QUOS LATROS POSSUM ARRIPERE ET IGNEA ET AERUGO CORREDERE , que significa: “aquí se guardan tesoros que los ladrones pueden arrebatar y la polilla y la herrumbre corroer.” Él lo mandó poner para recordarse a sí mismo no poner demasiado el corazón en las cosas

Donde halla un pitón ahí estaré No importa si es un cebu, toro de media casta o chonada.

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Nicho, Jorge de la Peña y Federico Garibay en el viejo progreso

Alejandro Palacio, Federico Garibay Enrique Velazquez “El Armilla y El Nicho

Estela Anaya e Ignacio garibay

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Federico, Sara, Carmen e Ignacio garibay Anaya, Estela Anaya e Ignacio garibay

Sergio Villa, Alejandro Palacios Ignacio y federico Garibay

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Federico, Jorge de la Peña en la guitarra y el maestro Granadino Manuel Benítez Carrasco

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En la presentación de un libro de Carmelita Madrazo

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En la develacòn de una placa al matador Jorge Gutiérrez Savid Silveti, Raúl Espinosa y Federico

Con el Faraón de Texcoco Silverio Pérez

Bibliófilos taurinosEspinosa y Federico

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Con Ricardo Rocha

Miguel Ángel Martínez y Federico Garibay

Con los

De su puño y letra

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Por: Carmelita Madrazo

Federico en mis próximos libros tus consejos me harán falta

Sus últimas cartas

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El sentir de sus colegas periodistas

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La soberanía de los pueblos, estriba en sus costumbres y tradiciones. ¡Mantengamoslas vivas!

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