TOMOI I
Manual del Aficionado Taurino N° 38
HOLA MATADOR
27-11-2017
Colombito, ayer, merced a un esfuerzo de Cajabamba Taurina, que mucho se agradece, pudimos seguir la corrida de tu Alternativa en la plaza decana del continente. Todos estábamos ligando tu triunfo, pero no pudo ser; no obstante, confirmamos con orgullo que no te faltan aptitudes ni conocimientos, para sobresalir en el oficio, pues dejaste constancia en la arena bicentenaria de tus virtudes, ante unos toros que no merecían estar en el santoral de ningún puerto. Lo acontecido en tu alternativa, debe servir de estímulo adicional para tu carrera. Recuerda que Antonio Ordóñez, torero de época que inspiró obras literarias de alcance universal, tampoco pudo triunfar el día de su alternativa, 46 años antes de que tu nacieras, pues no se lo permitió ninguno de los Galache que le tocaron en suerte esa tarde madrileña; sin embargo, nadie que ahora se asome al mundo del toro, podría desconocer su importancia en la historia de la tauromaquia. Ayer demostraste tu repertorio con los trastos, tu solvencia en banderillas, tu decisión con el estoque, tu entendimiento de los toros y, pese a tu juventud y a la carga emocional del momento, espíritu sereno hasta el final, cuando te apresuraste un poco al intentar descabellar a toro tapado.
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Ahora a pensar en Cañaveralejo, donde ciertamente tendrás más suerte con los que te adjudique el sorteo, bien sea Paispamba o Fuentelapeña; el bagaje producto de tu experiencia (que da la práctica no necesariamente los años) te permite enfrenta con confianza el compromiso en tierra caleña, seguro siempre de contar con el apoyo entusiasta de la afición venezolana. Suerte Matador.
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2018
ÉXITOS A LA COMISION TAURINA DE MÉRIDA
04-02-2018
En vísperas de que se inicien las corridas de la Feria del Sol, sea oportunidad propicia para desear mucho éxito al equipo de la Comisión Taurina de Mérida y felicitar a su nuevo Presidente, cuyo conocimiento de la materia, su experiencia y su talante refractario a la pompa y al relumbrón, constituyen garantías adicionales de buen tino en el desempeño de tan delicadas funciones, máxime en la actual coyuntura en la que podrían presentarse circunstancias imprevistas de variada índole. Siempre es bueno que se tenga presente la especial responsabilidad que ha recaído en los cosos andinos y sus autoridades taurinas en la preservación y salvaguardia de la Fiesta Brava en nuestro país. Suerte para todos.
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EL ANTECEDENTE MERIDEÑO
06-03-2018
La verdad es que a pesar de estar fuera del país, seguí con atención las celebraciones del Aniversario de Oro de la Monumental de Mérida. La efeméride me interesó desde temprano y escribí unas cuantas líneas al respecto, pues fui consecuente feligrés por poco más de diez años, hasta que en 2016 tuve que cortar amarras presenciales con la Plaza, pero seguí interesado en el acontecer taurino merideño. De lo reseñado, quisiera evocar las palabras del Dr. Álvaro Sandia Briceño, distinguido jurista y aficionado, en el acto celebrado en un restaurant de indiscutible solera taurina, pues permiten conocer de manera pormenorizada y amena, el proceso de gestación, acelerado por cierto, que desembocó en el alumbramiento del hoy cincuentenario coso, que ha llegado a ser uno de los emblemas de la Ciudad de los Caballeros. Pero más allá del minucioso recuento de pasos y protagonistas que hicieron posible tal logro, el escrito refleja el espíritu de equipo, la unidad de propósito y la indeclinable voluntad de acción de personas e instituciones, tanto públicas como privadas que, al actuar de consuno, pudieron concretar un sueño colectivo y transformarlo en la palpitante realidad que ahora cumple medio siglo. Este loable esfuerzo, que abarcó todos los sectores de la comunidad merideña, es demostrativo de lo que se puede lograr juntos, cuando nos mueve 301
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una motivación común para actuar, de manera coordinada y sin cejar en el empeño, hasta ver cumplido el objetivo y trazado. Casos como este, que ciertamente no es el único, deben convencer a los venezolanos que no podemos cruzarnos de brazos a esperar un milagroso salvataje del exterior. Tenemos que organizarnos en función de denunciar de manera sistemática la opresión y no para crear disenso en nuestras filas, al entrar en conversaciones estériles ni candidaturas inútiles, sino para dar señales inequívocas, constantes y generalizadas a la comunidad internacional de nuestro profundo rechazo al despotismo. De lo contrario, la haríamos lucir más papistas que el Papa y desinflaríamos su entusiasmo, precisamente ahora cuando percibe con meridiana claridad el talante dictatorial del régimen, los peligros que entraña para todos y lo inconveniente de observar impertérrita como nuestra tragedia se agudiza y puede hacer metástasis en la región. Tenemos que demostrar que somos capaces de recuperar la tenacidad de Bolívar, cuando rodeado de adversidades extremas, no vaciló en desafiar hasta la propia naturaleza. No puede ser que el accionar patriotero y traidor del régimen, haya hecho tanta mella en nuestra idiosincrasia, para ir transformando al otrora bravo pueblo, en una masa amorfa, macilenta y holgazana, que malbarata su tiempo en colas para recibir mendrugos a cambio de doblar la cerviz. La pandilla del poder pretende continuar manipulando al titular indiscutible de la soberanía, hasta convertirlo en un conjunto de zombis, sin arraigo patriótico ni espíritu de lucha, salpicado además de Iscariote, capaces de vender hasta su mismísima progenitora por unas míseras monedas. Ha llegado el momento crucial de actuar y evitar que se continúe perpetrando tal crimen de lesa la patria. En las circunstancias actuales, la mejor forma de actuar es ratificar de manera inequívoca a la comunidad internacional, el mayoritario rechazo a la tiranía que nos agobia, para que, conforme a
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compromisos internacionales vigentes adquiridos por todos y poniendo sus barbas en remojo, cumpla con su cometido, de rescatar la vigencia de la ConstituciĂłn y las leyes en nuestra pequeĂąa Venecia.
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Inauguración de la Monumental de Mérida Foto: Archivo
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OPORTUNIDAD TAURINA
07-03-2018
Al parecer la Feria del Sol, versión 2018 (a la cual no asistí, pues me encontraba fuera del país), estuvo sobre promedio. La opinión generalizada es favorable, lo que, sin duda, es motivo de satisfacción. Incluso quienes adversaban de manera sistemática las autoridades taurinas, han amainado su virulencia y la tónica positiva nos indica que las piezas del ajedrez taurino merideño, se van ubicando en el lugar adecuado. El buen estado de ánimo en los estamentos taurinos, se ha producido con un resultado matemático inferior al de ocasiones anteriores, aunque todos sabemos que no siempre coincide el saldo pitagórico con el artístico. Este año se cercenaron solo 17 auriculares, mientras que el año pasado, la cosecha de la Feria se elevó a 27 orejas y dos rabos. Los encierros, todos de ganaderías venezolanas, merecen aplausos, pues estuvieron bien presentados y en general dieron juego. En estas circunstancias, el número de apéndices cortados, adquiere particular relevancia, pues significa que Usía ha ajustado el listón, el cual últimamente parecía un poco a la deriva. El hecho que algunos toreros se hayan quejado en la ceremonia de premiación, revela que se le está asignando mayor importancia a los trofeos (aunque quizás el ledesmino no haya tenido suerte con las autoridades de Tovar ni de Mérida), pero nadie puede ser juez de sus propias actuaciones y es 305
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conveniente para todos, que comience a cambiar la marcada tendencia a la lenidad. Así pues, pese a la celebración jubilar, existió un mayor grado de sindéresis en el Palco y en el público, que se comportaron a la altura y merecen las entusiastas felicitaciones de todos, incluyendo el infrascrito. Uno de los elementos de mayor importancia y trascendencia, que haya acontecido en esta Feria, ha sido la refrescante y esperanzadora presencia de niños y adolescentes en los tendidos de la Monumental, que junto a la actuación de las jóvenes figuras de nuestra tauromaquia en el redondel, constituye fórmula infalible para ir asegurando la generación de relevo, futuro baluarte de nuestra Fiesta Brava. Congratulaciones para quienes fueron capaces de lograr el retorno de los muchachos, en medio de tanta arbitrariedad. Esta etapa de relativa satisfacción, debería utilizarse para reflexionar sobre cómo proteger y blindar nuestra Fiesta Brava, contra nuevos embates de la adversidad. Hace meses propuse la idea de establecer a tal efecto una fundación privada, pero al parecer a nadie le importó un bledo, lo cual es irrelevante. Lo esencial es que la comunidad taurina merideña adquiera conciencia de la necesidad de hacer algo y ahora, cuando todavía hay viento en popa. Tenemos todo de nuestra parte, pero el viento (enemigo tradicional del toreo) puede cambiar o huracanarse de tal manera, por razones que van desde la pugnacidad política hasta las pujas crematísticas, que puede echar por la borda la oportunidad, hacer que se nos vaya el toro vivo para los corrales y nos mande a los aficionados a llorar a El Valle.
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CRÍTICA, REPELENCIA Y CREMATÍSTICA
22-03-2018
A veces, uno queda desconcertado al oír a conocidos taurinos, esgrimir con desparpajo argumentos tan falaces, que no queda más remedio que quebrar una lanza sobre el tema. La verdad es que alguna gente, trata siempre de desvirtuar opiniones valorativas desfavorables con razonamientos disparatados. Uno de los más socorridos, es pregonar que quien no paga su entrada no puede criticar. Este argumento de orden crematístico carece de lógica, pues de acuerdo con esa línea de pensamiento, quienes podrían criticar más acerbamente serían los de la barrera de sombra, los de sol deberían ser más circunspectos y los tenedores de pases de cortesía no podrían abrir la boca. Es evidente que el derecho a la crítica no se compra junto con la entrada, existía previamente y no se extingue tras el festejo. El argüir que este derecho pueda fundamentarse en la adquisición de un boleto, tiene implicaciones de toda índole que ustedes se pueden imaginar, pero a efectos de estas líneas, con lo anterior basta para evidenciar la falacia. El público asiste a la plaza para ver un espectáculo taurino conforme a cierta normativa establecida de antemano y es su incumplimiento el que genera derecho a reclamo. Los argumentos crematísticos nunca debieran esgrimirse para invalidar disentimientos ni eximir responsabilidades.
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El derecho a la crítica, nace del conocimiento y del deseo de contribuir a la calidad e integridad del espectáculo taurino. Querer visualizarlo como una simple mercadería, no solo es improcedente sino perjudicial. La crítica constructiva debería ser siempre bienvenida por los partidarios de la Fiesta Brava. Pero, siempre existe en el cotarro taurino gente totalmente refractaria, pero cuando se trata de comentarios laudatorios, entonces no les importa de dónde provienen o si han pagado la entrada. Hay de todo en la viña del Señor.
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RECONOCIMIENTO
11-04-2018
Al repasar lo acontecido en torno al Cincuentenario de la Monumental de Mérida, encontramos celebraciones de distinta índole, que dieron un merecido lustre a las efemérides. Se cumplieron importantes actos religiosos y los de carácter seglar tuvieron densa y variada programación: Coloquios, exposiciones, concursos, conferencias, conciertos de gala y, por supuesto, corridas de toros. Hasta al infrascrito, más bien advenedizo en la plaza merideña, se le ocurrió redactar varios escritos con tal motivo. Pero, curiosamente, en ninguno de los actos conmemorativos de las Bodas de Oro de la Román Eduardo Sandia, se encuentra el nombre, ni menos la presencia, de uno de los actores importantes de ese medio siglo de actividad taurina en el coso de La Liria. Esta circunstancia no es fácil de explicar, al tratarse de un miembro por más de treinta años de la Comisión Taurina, la presidió por una década y actualmente es su Presidente Emérito; para no mencionar que el personaje es además es un distinguido profesional del Derecho y Profesor Jubilado de la Ilustre Universidad de Los Andes. Lo conocí a mi retorno al país y a la afición taurina en 2005. Desde entonces hemos cultivado una amistad y compartido tertulias, siempre en franca camaradería, salpicada con las otrora libaciones de buen escocés. El personaje, haciendo uso de su prerrogativa presidencial, me obsequió un Pase de Callejón 309
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que se vino renovando, a pesar de haber criticado algunas veces sus indultos, pero nunca tuve dudas de la rectitud de su intención. Su ausencia de las áureas celebraciones, puede incluso haberse tratado de un lapsus o quizás haya obedecido a otras razones. No tengo la pretensión de adjudicar culpas, ni está a mi alcance reparar omisiones, pero al menos quisiera hacerle un público reconocimiento a su labor de muchos años en pro de la Fiesta Brava merideña y desearle total recuperación del percance sufrido hace un mes. Salud y un buen abrazo, amigo Zelín Peña Avendaño.
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EMOCIONES Y TAUROMAQUIA
19-04-2018
El reciente indulto de Sevilla, debiera ser motivo de satisfacción para todos los aficionados a lo largo y ancho del orbe taurino. Si bien no fuimos de los bienaventurados presentes en la Maestranza, de todas maneras pudimos deleitarnos con una faena, en la cual ambos protagonistas lucieron e hicieron florecer el legítimo orgullo de ser admiradores de la Fiesta Brava. El indulto ha sido incontestable, pero la fiesta más democrática del mundo, admite siempre la polémica y la crítica constructiva, aunque para algunos no sea fácil reconocer que el toreo está en constante evolución. Los aficionados con cierto regusto más bien anacrónico, opinan que el toro era de carril, que técnicas genéticas habían moldeado su embestida restando emoción al trasteo y añoran las corridas de épocas pretéritas. El juicio anterior será más o menos valedero, dependiendo del color del cristal con que se mire, pero lo cierto es que aparte de las emociones comunes a todos los animales, el hombre es el único ser vivo que ha desarrollado algunas que le son exclusivas, como la emoción estética, reacción propia del ser humano al apreciar la belleza. Nadie podría ignorar que el toreo es el único arte que cuenta con la dimensión adicional del riesgo, pero tampoco se podría negar que el componente artístico de la Fiesta Brava haya venido creciendo 311
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progresivamente, hasta llegar a ser uno de sus elementos esenciales y que ahora la tauromaquia genere nuevas emociones, con características más cercanas al espíritu humano. La evolución del toreo en función de la insaciable búsqueda del hombre en pos de la estética es indetenible y podremos discutir entre nosotros sobre la evolución de las emociones en tauromaquia, pero siempre tenemos que unirnos, para hacer frente común a quienes pretenden pisotear nuestro derecho a emocionarnos con la Fiesta Brava.
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COYUNTURA TAURINA NACIONAL
16-08-2018
A pesar de la atosigante atmósfera que se respira en el país, dar un vistazo al panorama taurino nacional, es como un soplo de brisa fresca, pues gracias a los esfuerzos de empresarios, ganaderos, aficionados y coletas, parece que nuestra Fiesta Brava va aguantando el chaparrón. En efecto, se avecina la celebración de las dos Ferias venezolanas más antiguas, ambas con atrayentes innovaciones y hay esperanzas de que retornen las de Valencia y Maracay, una vez enderezado el entuerto que las impedía. La decisión de revocar la prohibición de la Fiesta Brava en Aragua y Carabobo, tiene un saludable efecto que trasciende el ámbito propio de la tauromaquia, pues además previene cualquier intento de eliminar de un plumazo las corridas de toros en el país, llevándose por delante parte importante de nuestro patrimonio cultural inmaterial. Un logro de esta naturaleza, ha sido posible gracias a la sinergia entre taurinos andinos y del centro del país, como son también los venideros festejos yaracuyanos. Por otra parte, Jesús Enrique Colombo nos colma de orgullo al seguir encadenando triunfos en el exterior y Manolito Vanegas nos llena de alegría con los continuos progresos en su recuperación.
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Nuestros toreros se destacan en ruedos del Perú y la generación de relevo que se forma y empieza a actuar en España, son motivo de satisfacción, por lo que mucho agradecemos a quienes han hecho esto posible. Los coloquios y demás actividades de pedagogía taurina se continúan celebrando con regularidad e incluso se hacen más intensas, sobre todo en el Táchira, donde funciona uno de los núcleos taurinos más capaces y diligentes del país. Lamentablemente en Mérida, que cuenta con un conjunto de aficionados de mucha enjundia, unas autoridades taurinas con mucha experiencia y donde además coexisten tres vertientes importantes de asociativismo taurino, pareciera haberse aletargado tras el clímax del Cincuentenario de su Plaza Monumental. Es de esperar, que los aficionados merideños no vayan a permitir que se eclipse el Aniversario de Oro de su Feria del Sol el venidero año y, más temprano que tarde, se activen para celebrar la efemérides a la altura de los blasones taurinos, honra y prez de la Ciudad de los Caballeros.
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EL TRAJE GOYESCO
18-08-2018
Hasta el siglo XVII, cuando predominaba el toreo a caballo, se usaba la indumentaria habitual, pues la actividad no era considerada un oficio sino simple deporte de nobles. Al empezar a predominar el toreo a pie, los profesionales navarros y andaluces comenzaron a utilizar vestimenta específica para sus actuaciones, surgiendo así los primeros trajes de torear. También a caballo entre los siglos XVIII y XIX, vivió el gran pintor Don Francisco de Goya, quien llegó a ser retratista de la Corte de Carlos IV y de la aristocracia madrileña. El gran maestro, aficionado desde su juventud cuando acompañaba a las cuadrillas por los villorrios, decidió en 1816 no recibir nuevos encargos de la nobleza y dedicarse a pintar la vida del pueblo y las corridas de toros. Ese año publica La Tauromaquia, álbum de 33 aguafuertes, en los cuales Goya quiso plasmar la historia del toreo y los diestros más famosos de su tiempo, como Martincho, Pepe Hillo y Pedro Romero e incluso muchas de las suertes, triunfos y percances acontecidos durante la lidia. La serie no tuvo éxito en su tiempo, aunque una primera edición completa de estos grabados fue encontrada, hace unos años, en un castillo al norte de Francia, propiedad de los herederos del Embajador francés en España tras el yugo napoleónico en 1814, la cual fue valorada en más de medio millón de euros. Por cierto, en el Museo Taurino de Mérida, existe una copia de La 315
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Tauromaquia de Goya, donada por Chachá Quintero, conocido académico, aficionado y Primer Peticionario de Música del coso merideño. Goya se radicó en Francia desde 1824 y dio a la luz pública dos años más tarde, su serie de cuatro litografías titulada Los Toros de Burdeos, en la que prefirió enfocar el tema taurino desde una perspectiva más pintoresca, que muchos consideran como el apogeo de su genio. El gran maestro murió en 1828 a los 82 años y la forma de vestir de la comunidad madrileña que aparecía en sus obras, se conoce ahora como traje goyesco, el cual ha inspirado, en su versión masculina, el que hoy usan los toreros en las corridas que recuerdan al pintor. Este atuendo, consistía en una camisa blanca con fajín a la cintura, chaquetilla corta bordada y abotonada, con un pantalón ajustado que sobrepasaba las rodillas, hasta donde llegaban unas medias blancas; el cabello se cubría con una redecilla negra coronada por un lazo y el traje se podía complementar con una capa. Tovar apenas inicia su andadura en esta modalidad de festejos y ojalá, si la corrida goyesca es un éxito y se convierte en característica permanente de su Feria, llegue también a destacar y se convierta (como la de Ronda) en cita obligada del calendario taurino nacional, pues la tradición artística y cultural de La Sultana del Mocotíes bien lo merece.
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SENTENCIA REVOCATORIA Y AFICIÓN TAURINA
24-08-2018
Es
a contraquerencia que redacto estas líneas, para comentar el reciente artículo de El Vito, sobre la “Vana ilusión de los taurinos y su esperanza en una solución inconstitucional”, pues la verdad es que todos reconocemos su valiosa labor en pro de la Fiesta Brava, no solamente en Venezuela, sino a nivel internacional. Sin embargo, era menos conocida la versación de que ha hecho gala al comentar la sentencia revocatoria de la prohibición de los toros en Aragua y Carabobo y sobre el tribunal que emitió tal veredicto, materia sobre la que trata el artículo en cuestión. Ciertamente, sus atinados comentarios sobre el foro son compartidos por todos los que defendemos la legalidad democrática, al igual que su arremetida contra los desmanes del régimen chavistoide. Pero no es fácil estar de acuerdo, cuando embiste contra los taurinos que han expresado contento por la decisión revocatoria, sin que ello pueda implicar legitimación de la instancia judicial que la produjo. La verdad es que, tanto la prohibición como la revocatoria son írritas, pero no hay duda que la prohibición, que de todas maneras se aplicaba, era mucho más perjudicial para la Fiesta Brava.
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Cualquier cosa puede suceder en la Venezuela de hoy en día, pero luce por lo menos extraño que el órgano que emitió la sentencia, haya buscado tratar de legitimarse por la vía taurina, aunque no dejaría de ser un reconocimiento de la importancia de las corridas de toros, como parte del patrimonio cultural inmaterial del país. Pero es evidente, que se necesita algo más que una reacción de regocijo, para impartir legitimidad a una instancia considerada lo contrario por la gran mayoría de los venezolanos. Así pues, la andanada contra los aficionados luce sin fundamento y desproporcionada, tomando en cuenta además que en nuestro país, ya ni siquiera se busca aparentar legalidad, pues no existe estado de derecho, no solo en materia judicial, sino que tal situación se extiende a los demás poderes del Estado. Para muestra un botón: hace unos tres días, se hizo mofa del poder legislativo, cuando se aprobó desembozada e instantáneamente, de un solo plumazo, en un cuerpo colegiado establecido por el régimen, un paquete de varias leyes propuestas por el ejecutivo, sin discusión alguna, salvo la coletilla que, de ser el caso, podrían ser debatidas con posterioridad. Nadie pretende que la solución a nuestra problemática taurina sea la sentencia de marras, producto del esfuerzo conjunto de taurinos de Los Andes y del Centro del país, la cual motivó algunos aficionados a expresar pública satisfacción y a opinar que la coyuntura taurina no lucía tan desastrosa como la de otros sectores del país. Estimado Maestro, seguramente no haya sido su intención propiciar disentimientos en el seno de la afición taurina venezolana, que con tanto empeño usted mismo ha contribuido a fortalecer y tiene razón al mantenerse alerta, pues en circunstancias como las que está atravesando el país, hay que estar siempre atentos y nunca se puede bajar la guardia.
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LA VENIDERA FERIA TOVAREÑA
02-09-2018
Los preparativos para las corridas de la Feria en Honor de la Virgen Regla, se han venido cumpliendo y se les ha querido imprimir un buen toque local. En efecto, la Empresa, ligada a uno de los íconos tovareños y del béisbol, que además se ha sabido ganar el creciente cariño de su pueblo, confeccionó carteles que, tanto en la novillada como en las corridas, cuentan con participación de toreros del terruño y la excepción, tiene la interesante pincelada criolla, de otorgarse la alternativa al diestro carabobeño Leonardo Buenaño. El plato fuerte de la Feria, es el mano a mano en que participa otro de los ícono de Tovar, el matador Rafael Orellana, quien viene con bagaje adicional acumulado en tierras incas y seguramente demostrará un arte cada vez más depurado, con cada vez menos exceso de florituras. Esta corrida además, es la primera goyesca que se celebra en el Coliseo y, de tener aceptación, podría transformarse en característica permanente de nuestra feria. En la tarde de cierre, actuará un tovareño de corazón, el matador Tomás Martínez, a quien recordamos desde su época de novillero y que ahora, con mayor madurez, tendrá que olvidarse de arrebatos como el que lo llevó a 319
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intentar suertes tan azarosas e innecesarias como la porta gayola de espaldas, pues siempre se puede demostrar valor sin caer en la temeridad. También debutará el matador César Valencia, la mayor parte de cuya formación ha sido en España, pero que representa una de las familias toreras más importantes del país. Viene de indultar en la última Feria de San Cristóbal y tratará de lograr triunfo similar en nuestro Coliseo. A los novilleros de México y Perú, pero especialmente a los de la cantera tovareña, les hacemos llegar nuestras afectuosas palabras de estímulo, para que nos desmayen en su empeño por alcanzar sus sueños. A los matadores españoles, bienvenidos y mucho éxito, incluyendo a Daniel Luque por partida doble, pues no es nada fácil presentarse en el país, en la etapa sombría que estamos atravesando. Después de lo acontecido en Táriba, que, por mucho que se pretenda disimular, fue un verdadero desastre, se han encendido las alarmas y todo el mundo está pendiente de lo que pueda acontecer en Tovar. La Comisión Taurina, está diligente y se ha declarado en sesión permanente. Pocas veces se presenta una oportunidad para enmendar la plana como la de ahora, la cual debería saber aprovechar a cabalidad. En la novel Empresa taurina tovareña, ciertamente se deben haber apretado los machos, para manejar los daños colaterales que el petardo en la Perla del Torbes, habrá sin duda ocasionado en la Sultana del Mocotíes. En circunstancias como esta, la mejor política es la transparencia, pues no es descabellado pensar que todo el mundo entiende lo difícil de la coyuntura y esté dispuesto a aceptar arreglos inevitables de última hora, siempre y cuando no se anden con tapujos y se anuncien con celeridad.
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En una tesitura de esta naturaleza, es como parecen estar las cosas este primer domingo septembrino. Confiamos en que todo tenga arreglo satisfactorio y deseamos suerte a los involucrados, incluyendo, por supuesto, a nuestros valientes y sufridos aficionados a la Fiesta Brava.
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REMEMBRANZAS TOVAREÑAS
06-09-2018
A inicios del ferial tovareño de 2018, a pesar de tanta adversidad y salvo algún inconveniente que pueda sobrevenir a última hora, todo parece estar a punto, el Coliseo remozado, los aficionados expectantes y el pueblo animado como no acontecía desde hace muchos años. Tales circunstancias, me hicieron recordar unas ideas que escribí para un folleto inédito sobre nuestro pueblo, el cual algún día publicaré, pero que en este ambiente de contagioso entusiasmo, no hay razón para que no vayan por delante, pues Tovar siempre ha sido fuente de inspiración y atracción, para propios y extraños, aunque es difícil que alguien se sienta extraño en Tovar. El pueblo de nuestra niñez y adolescencia, era una comunidad de cinco mil almas, en donde todos nos conocíamos, éramos solidarios con las penas, alegres con las parrandas y sufríamos con resignación, no exenta de humor, las bromas, a veces pesadas, de algunos paisanos demasiado ocurrentes. Tovar contaba con excelentes institutos de educación, buen clima, medio ambiente sano, fuentes de trabajo y, por supuesto, nadie se moría de hastío. Los tovareños, hemos tenido fama, bien ganada por cierto, de ser amigos de la buena mesa, la buena copa y de las buenas tardes de toros. Su gente, ingeniosa y hospitalaria por naturaleza, ha hecho que se vaya consolidando una tradición cultural, no solo por los buenos trabajos de artistas 323
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e intelectuales, nativos o avecindados en el pueblo, sino también por las visitas de consagrados cultores de las Bellas Artes, que se sentían cada vez más atraídos, por el mágico influjo del misterioso duende tovareño. Ese encanto indefinible del terruño, imparte timbre de orgullo al gentilicio y, donde quiera que nos haya conducido el destino, hemos mantenido grabado en nuestro espíritu, aquel pueblo que añoramos y que para siempre se ha ido. Aunque todavía nos queda el consuelo de evocar sus recuerdos, que afloran con renovado vigor en especial durante sus tradicionales ferias septembrinas. Que Dios reparta para todos.
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2019
TOVAR: ¡QUÉ BUENO SI…!
04-01-2019
La verdad es que el encuentro anual de los Santana, con nuestra escuela taurina, es una práctica loable, que ahora reviste significación especial, al ser también los empresarios de la Feria. Qué bueno hubiera sido si, esta vez, la iniciativa hubiese contado con participación de la Comisión Taurina, pues se hubiera sentado un precedente, que puede ser de utilidad en el futuro. Desconozco si la asistencia es por invitación o hay puerta franca, pero sería insólito que no se hubiese invitado a la CT e inexplicable su ausencia, en un acto celebrado en el propio Coliseo, para apoyar a la Escuela Taurina de Tovar, como debiera llamarse, sin ínfulas en su nombre, ni prematuros desbordes de paisanaje. Por otra parte, se debiera dar a conocer mejor la normativa taurina vigente en nuestra plaza, pues es el eje para coordinar los distintos sectores involucrados y propiciar el resultado armónico del conjunto. Qué bueno sería además, si se pudiera publicar de antemano el peso y capa de los bureles a lidiar y una breve información sobre los matadores actuantes, para familiarizar al público con el espectáculo.
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Qué bueno sería también, si se dejara de utilizar las arenas del Coliseo, para distintos actos previos a la corrida o, al menos, que su celebración se programe de tal manera, que no retrase la hora inicial del festejo, pues entonces tiene que celebrarse, en buena parte, con luz artificial, lo que no contribuye a su lucimiento. Asimismo, que bueno sería evitar la presencia en el ruedo, salvo casos de fuerza mayor, de gente que no tiene que ver directamente con la lidia, aun cuando se le haya brindado un toro. La transgresión de esta sana práctica, sin haber finalizado la corrida, ha dado lugar a situaciones por demás bochornosas. Qué bueno sería para todos, si pudiera establecerse un plan de trabajo, que potencie las acciones individuales o al menos trate de acompasarlas, en especial, en materia de pedagogía taurina, pero estos ejercicios nunca han adquirido la deseable regularidad. He procedido a adelantar estos comentario preliminares, pues estimo que, a pesar de la difícil coyuntura, existen circunstancias que permiten avizorar tiempos mejores, en el acontecer taurino tovareño.
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DON VICTORINO MARTÍN GARCÍA
28-01-2019
La verdad es que Victorino Martin García, ha dado pasos importantes y oportunos, al frente de la Fundación del Toro de Lidia, la cual, afortunadamente, no se ha limitado a lo que sugiere el mero nombre de la institución. Su labor en favor de la Fiesta Brava, es oportuna e importante y sus planteamientos sin estridencias, pero convincentes, le han granjeado el agradecimiento de los aficionados del mundo entero, que podríamos considerarnos bien representados, pues, las más de las veces, su argumentación adquiere validez universal. Conocí al distinguido ganadero en San Cristóbal, cuando sus Victorinos debutaron en América, nunca más lo he visto personalmente, pero sigo su accionar y sus desvelos, para la protección del derecho que nos asiste a todos, a disfrutar sin sobresaltos de una expresión cultural que no solamente es lícita, sino constituye un arte en sí misma y propicia, a su vez, expresiones artísticas de variada índole. Por supuesto, no pretendo hablar a nombre de la afición taurina venezolana, pero seguro estoy que, si no estuviéramos tan inmersos en la lucha porque la democracia resplandezca de nuevo en nuestra patria, hubieran sido muy numerosas las voces de apoyo y aliento, para que persevere predicando el
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credo al que somos fieles todos los taurinos, que no es mรกs que el credo de la libertad.
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LOS MANANTIALES DE LA TORERÍA
11-04-2019
Al dar un vistazo a la historia de las escuelas taurinas, en dos mecas de la Fiesta Brava, uno se da cuenta que, por diferentes razones y en distintas épocas, han sido objeto de controversia. La primera institución oficial para la formación de jóvenes toreros, fue creada en 1830, por Fernando VII en Sevilla y arrancó con mal pie, pues se designó inicialmente como Maestro a Jerónimo José Cándido, pero al reclamar tal derecho Pedro Romero, lo nombraron Primer Maestro, a pesar de que el mítico torero tenía 76 años. La Escuela duró solamente hasta 1834 y fue eliminada, poco después de la muerte de su creador, por polémicas en torno a su financiamiento. Durante casi el siglo y medio siguiente, la formación de los aspirantes a toreros se siguió haciendo como antes, en los mataderos, apadrinados por figuras que los incorporaban a sus cuadrillas o a la luz de la luna, capeando furtivamente bureles en el campo. También, era frecuente ver a los maletillas trashumantes y hambrientos, a la caza de oportunidades, para dar unos capotazos y alimentar, al menos, su ilusión torera. No es sino hasta 1976, cuando se estable en Madrid, la Escuela de Tauromaquia “Marcial Lalanda”, la más antigua de la época moderna, que cerró sus puertas en 2018, al cortarle los subsidios el Ayuntamiento capitalino.
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En Sevilla es solamente en 1994, cuando empieza a desarrollar actividades una segunda Escuela Taurina y lo mismo aconteció recientemente en Madrid, donde ahora existe una denominada José Cubero “Yiyo”. Nuestras escuelas taurinas de los Andes, también han sido objeto de polémicas; que no se rinden cuentas, que no se debe utilizar tal epónimo, que hay que llamarla academia, cuando quizás sea un kínder; así pues, entre dimes y diretes, con los fondos siempre escasos, van sobreviviendo a duras penas y el capital más valioso con que cuentan las escuelas taurinas es, sin duda, la vocación de directivos, profesores y alumnos, que se han comprometido con su existencia. En este orden de ideas, es grato constatar que, por primera vez, la Escuela Taurina de Mérida, haya podido concretar la visita a una ganadería, donde los alumnos tuvieron la ansiada oportunidad de ponerse frente a vaquillas de casta. El que los muchachos hayan sido invitados al pie de cría de la Ganadería Los Ramírez, marca un hito importante y por demás útil, para el semillero taurino merideño; nos corresponde a los aficionados agradecer a su propietario y a todos los que hicieron posible llevar a cabo esta actividad. Ojalá que gestos de esta naturaleza se repitan e incluyan otros hierros y otras escuelas, para que, a pesar de las dificultades que atraviesa el país, puedan mantenerse activos los manantiales de nuestra torería.
Manual del Aficionado Taurino N° 38
LA DIPLOMACIA TAURINA
18-04-2019
La Tauromaquia ha venido adquiriendo matices internacionales, casi desde que las carabelas de Colón, completaron su travesía, pues en 1527, se efectuó en Cubagua, el primer festejo taurino del nuevo continente, para celebrar el nacimiento de Felipe II. Sin embargo, han transcurrido casi 500 años y no se ha desarrollado mucho, el andamiaje taurino internacional. Actualmente, cuando la lidia de toros está cada vez más cuestionada, es más necesario que nunca, la unión entre los diferentes estamentos de la Fiesta Brava, para defenderla y promoverla, desde distintas perspectivas, en todas las latitudes donde se celebra y proyectar su accionar, allende las fronteras del orbe taurino. En este orden de ideas, hay que mencionar inicialmente la Asociación Internacional de Tauromaquia, fundada en 2004, dedicada a la defensa integral de la Fiesta de los Toros y a promover su reconocimiento por la UNESCO, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. En el mismo sentido, se han celebrado dos Congresos Internacionales de Tauromaquia, el primero en Albacete en 2015, reunión pionera en su género, al participar los ocho países taurinos del mundo; el segundo tuvo lugar en
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Murcia el año pasado, pero despertó poco interés, hubo escasa asistencia y terminó de capa caída. No obstante, hay que tratar de regularizar la celebración de jornadas taurinas internacionales, como las de aficionados, ganaderos, cirujanos, catedráticos, cronistas y periodistas; estrechar relaciones con la Iglesia y propiciar el establecimiento de clubes taurinos internacionales, incluso en países sin tradición taurina, pero desde donde se originan y financian, ataques a la Fiesta Brava. Hasta ahora, la práctica nos indica que los convenios taurinos bilaterales, surgen más bien para poner fin a discordias, que para fortalecer la cooperación. Sería conveniente establecer acuerdos, que no solo se limiten a los aspectos sindicales del oficio de torear, sino que abarquen también aspectos de formación y capacitación, los cuales bien pudieran ser multilaterales. En enero de 2019, nace la Unión Internacional de Escuelas Taurinas, con el objetivo de poner de relieve la labor de las escuelas de tauromaquia y dar realce a su importancia en la expansión y desarrollo de la Fiesta Brava. Afortunadamente, en estos esfuerzos, ha participado México, pues es bueno tener presente, que la auténtica vertiente internacional de la tauromaquia, viene marcada por la inclusión de la América Taurina, con sus cinco países, incontables aficionados y diestros que han brillado y brillan, en cosos europeos. En este sentido, un esfuerzo de asociativismo taurino internacional digno de encomio, lo realiza el Círculo de Amigos de la Dinastía Bienvenida, creado en 1999, que funciona en todos los países taurinos de América. Es ineludible mencionar en este contexto, la labor de Don Juan Lamarca López, a quien mucho tenemos que agradecer los taurinos venezolanos. Hay que aludir también a la Fundación El Juli, establecida en 2004, de carácter taurino y humanitario. Esperamos que su Escuela Taurina de Arganda del Rey, pueda seguir incluyendo alumnos de nuestro continente pues, en nuestro caso, hemos tenido solo uno, lo cual, por supuesto, agradecemos.
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Asimismo, hay que citar a Carlos Aragón Cancelas, ganadero de Flor de la Jara, quien ampara y ayuda a formar, uno de nuestros muchachos, que siempre ha destacado por sus buenas maneras. Vaya para el antiguo matador de Colmenar Viejo, nuestro agradecimiento, que seguramente comparte la afición venezolana Todos los esfuerzos mencionados, son cada vez más importantes, al tomar en cuenta, el acelerado crecimiento de las organizaciones antitaurinas, con financiamiento asegurado por quienes siempre han sido ajenos a la Fiesta Brava, pero quieren acabar con ella y, por la misma moneda, provocar la extinción del toro de lidia que dicen defender. Este argumento proteccionista, especioso y lucrativo, rueda por todas partes, incluso en las redes sociales, lo cual debemos contrarrestar, antes que la falsía llegue a ser verdad, según la conocida sentencia de Goebbels. También es necesario, redoblar y coordinar los esfuerzos de países taurinos, para la protección legal de la tauromaquia y establecer grupos parlamentarios, que ayuden a preservar nuestro derecho a disfrutar de una tradición cultural, cara a nuestros espíritus. En el país vecino, vuelven a aparecer tormenta, en lo más alto del horizonte político, en el nuestro tratamos de capear el temporal lo mejor posible; la lucha es cuesta arriba y hay que cerrar filas. Tenemos a favor la perennidad del arte y no será fácil dar al traste con la tauromaquia, a menos que lo permitamos los propios taurinos.
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Manual del Aficionado Taurino N° 38
LIBERTAD TAURINA
23-04-2019
La verdad, es que el video de la candidata del PACMA, que mereció la Carta Abierta de la Fundación del Toro de Lidia, constituye una afrenta contra todos los aficionados taurinos del mundo y, en consecuencia, tenemos derecho a responder. Se nota a las claras, la deliberada intención de engaño, nos trata de cobardes, cuestiona la valentía de los toreros, que tienen de sobra lo que le falta al buey Marius y repite que los toros merecen respeto. Nosotros los taurinos, estamos convencidos que el toro de lidia, merece más que respeto, merece vivir. El Partido de esa señora, se ufana de ser el único que se atreve a pedir el fin de la tauromaquia, pero, en realidad, están propiciando la extinción del toro, cuya defensa pregonan de manera tan farisaica. Si estos sepulcros blanqueados, se atreven a tratar de meter gato por liebre, siendo solo candidatos, qué no serían capaces de hacer, en el supuesto negado que llegasen a detentar el poder. El planteamiento de esa facción política, pone en peligro no solo a las personas ingenuas, que consideren ciertas sus falacias, sino también atenta contra la libertad de seguir una tradición cultural lícita, que se ha practicado por siglos, en varios países del mundo y tiene aficionados a nivel planetario.
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La libertad cultural, es una libertad colectiva que ayuda a florecer la individual, condiciรณn indispensable, sin la cual no se puede hablar de verdadera democracia.
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MANOLITO VANEGAS Y SU PREMIO
05-06-2019
El Círculo de Amigos de la Dinastía Bienvenida, ha decido otorgar el XV Premio a los Valores Humanos, al joven diestro venezolano Manolo Vanegas. Valores Humanos, son cualidades que enaltecen una persona y la hacen estimable. Aun cuando no hay un listado exhaustivo y pueden variar de acuerdo con diferentes perspectivas, si existe un conjunto de características como la solidaridad, la gratitud, la lealtad, el coraje, la honestidad y la responsabilidad, que son aceptadas sin discusión como valores. Para quienes hemos tratado de seguir la carrera de Manolito Vanegas desde sus inicios, ya conocíamos sus múltiples cualidades frente al toro, pero el percance acontecido, nos ha venido demostrando su coraje y su espíritu indomable frente a la vida. Cuando se repasan sus entrevistas, no se puede menos que admirar su ánimo y su tenacidad por alcanzar su sueño, pero también su madurez mental que le aconsejan no descartar otras posibilidades, poco usual en un joven transitando apenas el ecuador de sus veinte años. El ejemplo que nos da Manolito Vanegas, desborda el mundo taurino y es aleccionador ante cualquier adversidad, en particular para los venezolanos,
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que enfrentamos situaciones complejas y difíciles, ante las cuales no podemos permitirnos el menor desmayo. Para el Círculo Bienvenida enhorabuena por su acertada elección. Para Manolito Vanegas el más cordial abrazo de felicitación por su Premio, el cual ciertamente constituye merecido y oportuno reconocimiento al milagro de su temple frente a los avatares del destino.
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ORTEGA EN TAUROMAQUIA
09-07-2019
Ortega es uno de los apelativos más recurrentes en la historia de la tauromaquia y los primeros que vienen a la mente, son los hermanos Gómez Ortega. Rafael, el mayor, El Divino Calvo, torero estilista que interpretaba el toreo de una manera particular, era más artista que dominador e irregular en sus presentaciones. Destacó por la genialidad de su quehacer, inventó el pase afarolado con la muleta y fue testigo en primera fila de la mejor época del toreo, uno de cuyos protagonistas fue su hermano menor. José Gómez Ortega, fue el diestro cumbre de la Época de Oro. Pertenecía a la estirpe de los poderosos que fundara Guerrita, capaz de hacer frente a todos los toros y dominar todas las suertes. Joselito fue un torero precoz, con una penetrante intuición para la lidia. Hay una conocida anécdota que así lo demuestra, aconteció que una vez estaba tentando Miuras su hermano Rafael e intentó torear una vaca por la derecha y casi se lo lleva por delante, Gallito le gritó que tratara por el otro lado, no le hizo caso y siguió porfiando sin éxito, hasta que al fin cambió de pitón y la vaca fue como una seda por el izquierdo. Le preguntaron como lo había sabido y su explicación dejó a todos boquiabiertos: la vaca se veía toreada y como los muchachos siempre torean con la derecha, supuse que el lado bueno era el contrario. Gallito fue el inventor del pase del Kikirikí, aunque el nombre se lo acuñó el crítico taurino Alejandro Pérez Lugín, Don Pío. El pase es una mezcla del ayudado y el cambiado por bajo, se ejecuta con la muleta a media altura y 339
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los codos a la altura de los hombros; se empezó a utilizar como recurso ante toros de embestida corta, la cual se aprovechaba con este adorno. Joselito era partidario de construir plazas monumentales, templos grandiosos para oficiar la tauromaquia, pero su proyecto de la Monumental de Sevilla, terminó siendo efímero y con más pena que gloria. Su madre, Doña Pastora, solía decir que la única manera de que un toro mandara su hijo al hule, sería que le tirara un cuerno; pero en Talavera de la Reina, se le atravesó el burriciego de la viuda de Ortega, que segó su vida en 1920, lo que dio lugar a expresiones de duelo nunca vistas en la historia de la tauromaquia, algunas de las cuales han llegado hasta nuestros días. Joselito fue un torero histórico que, junto con Juan Belmonte, hizo recobrar al toreo toda su grandeza. Por otra parte, uno de los toreros artistas de mayor fama, capaz de las faenas más sublimes y de los petardos más sonoros, respondía al nombre de Joaquín Rodríguez Ortega, más conocido como Cagancho. A Domingo Ortega se podría agregar a lo comentado en ocasiones anteriores, que fue quizás el primer Monarca del Trincherazo (con la venia de Agustín Lara), pues fue uno de sus mejores artífices y había tomado su Alternativa siete años antes que El Faraón de Texcoco. Separaba los pies y bajaba la mano, para prolongar el pase, haciendo describir al toro un cuarto de círculo alrededor de la pierna de salida, dando como resultado un soberbio muletazo. Rafael Ortega, por su parte, rozó la excelencia por la manera de ejecutar la suerte suprema. El gaditano de la Isla de San Fernando, destacó como uno de los grandes estoqueadores que la ejecutaba no solo con efectividad, sino con un gran dominio, pompa y belleza, cónsonas con la majestad que merece hasta el final el toro de lidia.
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Más recientemente, surgió José Ortega Cano, torero artista, de buen concepto y expresión, con altibajos en sus desempeños, ya está retirado pero cuando estaba de vena, llegaba al tendido con la verdad de su sentimiento torero. Fue un diestro castigado por los toros, pero también el que ha logrado el primero y el único indulto concedido en Las Ventas, del cual dentro de pocos días van a cumplirse treinta y siete años. El indulto, que no dejó de ser controvertido, fue otorgado a un Victorino, en Corrida de la Prensa y concurso de ganaderías, con un lleno hasta la bandera y bajo la Presidencia de la Infanta Doña María de las Mercedes de Borbón, abuela paterna del actual Monarca. La corrida fue muy larga, pues como aún no aparecía Florito con su bien domada parada de bueyes, los de entonces no hicieron su trabajo y se tardó casi dos horas para que Belador regresara a los toriles. Ortega Cano ha demostrado una gran presencia de ánimo, que le ha permitido superar las adversidades con que ha tropezado en el ruedo y en la vida. Se presentó varias veces en Caracas, alternó con Nerio Ramírez, El Tovareño y también actuó en Mérida, donde no solo fue triunfador de la Feria del Sol en 1985, sino que dejó atónitos los tendidos con un desplante en que le mordió un pitón al toro. En España existen varias ganaderías de bravo que portan el nombre Ortega, como la de las Hermanas Belén y Blanca de Aranjuez, la de Simón Caminero Ortega de Palencia; y la de Gerardo Ortega en Huelva, procedencia Domecq y antigüedad de 1979, quien la cedió a sus hijos José y Francisco en 1973. Entre las ganaderías portuguesas encontramos la de Ortigao Costa, antigüedad de 1970 y que al principio fue de origen Félix Suárez con sementales de Gamero Cívico, para terminar siendo puro Torreón. En la tauromaquia mexicana no existe mucha huella del apellido, excepto por el novillero Marcos Ortega, quien se presentó muchas veces en
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nuestro país, a principios de los años setenta y quizás completó mayor número de actuaciones aquí que en México. En Venezuela el único diestro con ese apellido ha sido Curro Ortega, El Marabino, torero de Alternativa, quien actuó en Mérida para particular jolgorio de la afición zuliana, que había insistido en su presentación. Luego hizo campaña en las corridas incruentas de California, donde terminó por radicarse y abrir un restaurant de comida rápida. Por cierto, en septiembre de 1974, con un toro de la ganadería de José Ortega Sánchez y de manos de Dámaso González, tomó su Alternativa en Barcelona Celestino Correa. El torero de Tucupido, regresó a Venezuela y en noviembre se presentó en Maracaibo, su primera corrida en nuestro país como matador de toros, en un mano a mano con Palomo Linares y toros de Garfias. Al mes siguiente actuó en Caracas, acartelado con Curro Girón y otra vez con el Palomo; se presentó un par de veces en México, donde alternó con lo más granado de su torería: Manolo Martínez, Mariano Ramos, Eloy Cavazos y David Silveti. Celestino era un torero de porte y clase, se vistió de luces por última vez en Guatire en 1997, junto a Bernardo Valencia y El Rubi, lidiando un encierro de Campolargo. Pero Correa tuvo una vida complicada y murió de infarto en Maracay, en 2008. Como dato curioso, Ortega también se llamaba el único perro en el mundo que se ha hecho merecedor de una vuelta al ruedo. Aconteció en el coso de Pamplona en 1958, cuando, tras haberse corrido un encierro de Miura en los sanfermines, no había manera de que un toro entrara a toriles, hasta que apareció el perro pastor y lo consiguió tras larga y dura brega, entonces los aficionados emocionados por su hazaña, lo pasearon a hombros por el redondel. En la época de Oro del Toreo, existía en España la famosa imprenta y litografía Ortega, para la cual trabajó durante muchos años Carlos Ruano Llopis, pintor que descollaría en temas taurinos y sus carteles se hicieron famosos, hasta el punto que Joselito exclamó admirado: El que ha pintado esto, sabe torear aunque nunca haya toreado. Carlos era un gran aficionado, vivió la
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última parte de su vida en México, donde desarrolló parte importante de su carrera artística y su fama lo llevó hasta Hollywood, donde diseñó los carteles para anunciar la película Sangre y Arena, basada en la obra de Vicente Blazco Ibáñez, protagonizada por Tyrone Power y Margarita Cansino, hija del bailarín andaluz Eduardo Cansino Reina, más conocida como Rita Hayworth. Ruano celebró una exposición en Venezuela en 1938 y se dice que recibió encargo del gobierno para pintar un retrato del Libertador y al parecer lo hizo bien. Es conocido que el Presidente López Contreras trató de levantar el adormecido culto por nuestro héroe máximo, no es de extrañar entonces que se haya encargado un retrato al pintor español, pero no se ha podido averiguar su paradero. Para ir cerrando estos comentarios evocaremos a Don José Ortega y Gasset, insigne aficionado, quien en algún tentadero se animó a torear una vaquilla al alimón con Domingo Ortega, cuyas conferencias taurinas publicaba en su prestigiosa Revista de Occidente. Pero el mayor aporte de Ortega y Gasset a la tauromaquia, es quizás el menos conocido: El filósofo concibió la idea de publicar un Tratado Técnico e Histórico de los Toros, la cual materializó el erudito vallisoletano José María de Cossío, obra que ha continuado su hijo y ha llegado a ser el mayor emprendimiento editorial en materia de Tauromaquia. Recientemente, en enero de este año, la Fundación Toro de Lidia lanzó su proyecto Wikitauro, con el objetivo de trasladar el conocimiento taurino al entorno digital. Todos los aficionados del mundo entero deberíamos no solo desear suerte sino colaborar con este oportuno e importante empeño de la diligente Fundación, presidida por Don Victorino Martín García.
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TAUROMAQUIA Y PUNDONOR
22-07-2019
En la Fiesta Brava, acontece con frecuencia que el torero no hace lo que quiere sino lo que puede frente al toro, cuyas condiciones cambian de acuerdo con el encaste, de toro a toro e incluso en el mismo burel a lo largo de la lidia. También pueden variar las condiciones anímicas del diestro, el sentir de los públicos y la suerte, voluble pero necesarias para redondear una faena. El diestro requiere valor y técnica para hacerle a cada toro, lo que vaya dictando su sentir y su saber e ir mostrando su concepto del toreo. No hay faenas preconcebidas, de allí nace la autenticidad, la variedad de estilos, la transmisión a los tendidos y, en definitiva, la valoración que merece un torero. No se les puede pedir que triunfen todas las tardes, pero a todos los toreros hay que exigirles que cumplan siempre sus compromisos con decoro, pues la desidia no tiene cabida en el ruedo. Así como el valor respalda la técnica, en el pundonor estriba la honra del torero. Tiene que ser excepcional para no perder público, cuando su accionar no ha sido cónsono con su deber profesional. Son famosas las espantadas, sobre todo de matadores gitanos, quienes a veces son atenazados por la superstición y el miedo, que los inhibe para desplegar su arte; en estos casos, es más imprescindible que nunca la autenticidad.
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El pundonor constituye condición indispensable en novilleros, sin el cual es imposible sobresalir y cuando se ha llegado, es cada vez más ineludible, a pesar de que las crecientes exigencias del soberano, incrementan la carga emocional que debe sobrellevar el torero; pero el pundonor es, esencialmente, un íntimo compromiso consigo mismo, que puede llevarlo hasta la muerte. A medida que el diestro va triunfando, el afán crematístico, que ha podido ser importante en sus inicios, va cediendo paso al afán de consagración de su nombre y trayectoria, difícil de alcanzar, por cuanto el arte del toreo se plasma sobre la arena, con pinceladas efímeras. El arte perdura, el artista pasa, solo los mejores se ganan un honroso derecho a la posteridad.
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RETAZOS TAURINOS SOBRE TOVAR
17-08-2019
El Coliseo de La Sultana del Mocotíes es una plaza muy atractiva, nuestra feria es la más antigua del país, la afición a la Fiesta Brava es consustancial al gentilicio tovareño y siempre ha existido un grupo de taurinos de fuste, cuya influencia se ha hecho sentir, incluso allende los confines del terruño. Todo esto debe ser no solo motivo de satisfacción sino fuente de estímulo, para estar pendientes de todo detalle que pueda contribuir a fortalecer la tradición y a dar mayor realce a los festejos taurinos de nuestro coso. Sin más título que ser tovareño y estar convencido de que el pueblo tiene todo para ser uno de los ejes taurinos del país, no solo en estos tiempos aciagos, me atrevo a desgranar (e incluso repetir) algunas ideas al respecto. Nunca está demás recalcar la importancia de la puntualidad, máxime al ser la plaza techada. Se debería tratar que el festejo (o su mayor parte), se realice con luz solar, pues la iluminación artificial perjudica la lidia. No obstante la tendencia es a fijar una hora más bien tardía para iniciar los festejos, la cual encima no se respeta, por los actos de todo tipo que se efectúan sobre la arena. La vuelta al ruedo de nuestra Excelsa Patrona, a hombros de sus cofrades, debiera ser el único acto que preceda al paseíllo, todo lo demás debe estar supeditado al estricto cumplimiento del horario establecido. 347
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Hace unos años, presenciaba una corrida en el pueblo, cuando actuaba un paisano que tenía mala tarde, pero el público le jaleaba entusiasta cada trapazo, una dama local que aplaudía frenéticamente, me dijo que lo hacía porque el torero era tovareño. Este es el tipo de reacción, loable en muchos aspectos, no puede ser la única razón que justifique el triunfo en nuestra plaza de toros y hay que evitar caer en el paisanaje taurino mal entendido, pero no es nada fácil. Los toreros del patio, se pueden sentir de antemano tan seguros de ser profetas en su tierra, que torean más con el fervor regionalista del tendido, que con el cornúpeta en el redondel, sin tener que mostrar lo mejor de su arte. Mucha gente, incluso hasta la propia autoridad taurina, ha tendido a percibir estos desbordes (en las gradas y en el ruedo), como simples matices folclóricos y los ha aupado al proceder con extrema largueza en la concesión de trofeos, aunque esté en juego la credibilidad y el prestigio de la plaza. Otra variante, a la cual también habría que poner coto, es el paisanaje de oropeles, ridículo, exagerado y extemporáneo, como llamar academia una escuela taurina que apenas sobrevive, bautizarla con el nombre de uno de nuestros diestros vivo y activo e incluso colocar en el recinto del Coliseo, estatuas de toreros tovareños que felizmente todavía pertenecen a este mundo, lo que tendría que haber sido privilegio exclusivo de difuntos. No hay receta mágica para corregir tales distorsiones del paisanaje, pero la solución se inicia por reconocer que existen y ocasionan problemas, máxime en estos tiempos de exacerbado populismo auspiciado por el régimen. El reglamento taurino de Tovar parece ser esotérico, pues poco se conoce y no se divulga, lo que redunda en una inexplicable opacidad normativa. La autoridad taurina ha dado la impresión a veces de no saber qué hacer o de actuar a la deriva y a la ligera, lo cual va en detrimento de la tradición tovareña,
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de la cual deberíamos ser guardianes todos los que nacimos en las riberas del otrora caudaloso Mocotíes. Los pasodobles tienen su importancia en nuestra manera de disfrutar las corridas y Tovar tiene al menos ocho, dedicados al pueblo y a sus personajes taurinos. Se debiera escoger uno (o alguno compuesto en especial a tal efecto), para designarlo como insignia de nuestra plaza de toros. Los pasodobles taurinos tovareños son poco conocidos, a pesar que nuestro pueblo puede ser uno de los que mayor número ha inspirado. En alguna ocasión, en nuestro coso se presentaba a los alternantes, quienes saludaban desde el tercio e incluso se identificaba el color taurino de sus trajes de luces. Esta práctica debería continuar por ahora, al igual que los anuncios para evitar costumbres más propias de lo deportivo que de lo taurino, como las olas en el graderío. Durante las corridas, no debiera permitirse la presencia en el ruedo de gente ajena a la lidia y mucho menos armada, como se ha visto en ciertos casos. Los brindis a personas del callejón se deben recibir tras la barrera, a menos que tengan derecho a pisar la arena, ya sea en condición de matador o de arenero. Asimismo, hay que prevenir la contaminación sónica que se origina en sitios aledaños a la plaza, a veces invadida por música ajena a las corridas de toros, que desluce y desentona con su desarrollo. Me permito saludar a la Comisión Taurina de Tovar, en vísperas de su estreno en la venidera feria. Todos sabemos que las cosas no se arreglan de inmediato, pero su composición inspira confianza y su presencia en el Palco adquiere particular relevancia, en momentos tan complicados para la Fiesta Brava en el país.
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Igualmente, hay que reconocer y agradecer la continua labor de la Peña El Encuentro, una de las que subsisten en el pueblo, cuya labor no se limita a presenciar corridas y es responsable además del Museo Taurino de Tovar. Por cierto, el máximo trofeo de nuestra Feria de la Virgen de Regla, debería denominarse El Cristo de La Galera, pues quizás no haya otro nombre tan apropiado, sonoro y tovareño. Es inadmisible que nuestra tradición taurina siga palideciendo como el caudal del río que nos vio nacer. También hay que superar la tendencia a darnos por satisfechos con la mera celebración de festejos, que ya de por sí tiene su importancia, sino tratar siempre de superar los remanentes de un taurinismo rudimentario y ramplón, que calza más con la infortunada coyuntura política, que con la idiosincrasia de un pueblo, reconocido por su afición a las artes y a los toros, las cuales debemos saber combinar para que florezcan en todo su esplendor.
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COMENTARIOS Y APODOS DEL TOVAR TAURINO
26-08-2019
Para nadie es un secreto el arraigo taurino de los tovareños, quienes desde su infancia asisten a los festejos taurinos de la feria, de la mano de sus progenitores. Nuestro pueblo es quizás el único en el país, en haber tenido tres sucesivas plazas taurinas de mampostería. En el Circo Olimpia, abrevó su afición una generación anterior a la que pertenezco (de la primera mitad de los cuarenta) que creció viendo toros en las plazas portátiles de La Plazuela, luego tuvo la placita de Vista Alegre en la vía hacia Tacarica y ahora tiene la joya de arquitectura taurina que representa nuestro Coliseo. Es interesante constatar que las dos primeras plazas fijas, fueron exclusivamente producto de la iniciativa privada y la última, fruto de un ilustrado tovareño en la Primera Magistratura del Estado. El Circo Olimpia era propiedad de Don Tomás Sardi; la plaza Vista Alegre surgió principalmente del trabajo al alimón de dos connotados aficionados del pueblo, Francisco, Pancho, Guerrero y José Rosario Salas, El Rayo, fallecido trágicamente en un accidente al regresar de una Feria de San Sebastián; y el Coliseo es obra de Jesús Rondón Nucete, tan conocido que no hay necesidad de añadirle su remoquete político.
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Entre las pinceladas folclóricas locales, quisiera recordar a Rafael Rivas, El Mudito, diminutivo de cariño y porque no podía articular palabra; era nativo de Ejido, pero aquerenciado en Tovar toda la vida, solía hacer La Suerte Blanca, vestido como la nieve, aguantaba inmóvil de pie sobre la arena, que la res lo olisqueara, también ponía banderillas sentado en una silla y otras veces con la boca. En el Tovar de antaño, solo a los novillos de excepcional bravura se les concedía el honor de la suerte suprema, así que lo equivalente al indulto era la muerte. Había que utilizar enlazadores, para retirar las reses una vez toreadas; la primera fase era individual, hasta que alguien acertaba un lazo, entonces la tarea pasaba a ser colectiva, pues entre todos tenían que jalar al animal fuera del ruedo. Los más conocidos eran Pedro Chirridos (de apellido Salas), El Chato Pablo Escalante y otro al que llamaban El Morocho, quienes no dejaban de ganarse una buena rechifla, cuando fallaban con la soga. Entre los miembros de la Comisión Taurina de Tovar que han tenido apodos, recuerdo a Oscar Labrador, Oscarino, quien la presidía cuando un torero, remolón para entrar a matar, insistía en hacerle señas preguntando si había indulto y Labrador, ni corto ni perezoso, le recetó el primer aviso. Entre otros miembros con sobrenombre, están el pintor y escultor Espiridión, Pío, García y Rogelio Méndez, El Zorro, conocido comerciante tovareño. Por cierto, Rogelio es el compañero de giras taurinas de Roger Barón, actual Presidente de la Comisión Taurina, antiguo empresario y buen aficionado, quién tendrá al lado un experimentado conocedor de la Fiesta Brava, como el amigo Eugenio Salas Mora y a otros conocidos taurinos tovareños, conformando un equipo que inspira confianza en la conducción de los festejos de nuestro Coliseo. De los diestros del Tovar taurino con mote, encontramos a Lizardo Parada Altuve, Lizardillo, novillero de empaque que actuó poco, aficionado práctico y cronista que formó parte de la Comisión Taurina de San Cristóbal; al torero subalterno José Salas, Palillo, como lo bautizó la afición pero nunca
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formalizó el apodo; a Ramón Ramírez, Risquez II, veterano novillero retirado, pero siempre ligado a la actividad taurina del pueblo; y a Miguel Molina, El Ovejo, quien tras triunfar en la novillada de feria, soltó el capote para agarrar los libros y continuar sus estudios universitarios, los cuales entiendo culminó exitosamente. Entre los novilleros tovareños activos que usan un alias, tenemos a Reimer Arellano, El Plata y a Hildebrando Méndez, El Moro, ambos han hecho campaña en tierras incas y les deseamos suerte en la feria venidera, en la cual están los dos anunciados; y a Genry Belandria, Piedrita, banderillero aclamado por el graderío, cada vez que toma los garapullos en nuestro coso. Mención aparte merecen Nerio Ramírez, El Tovareño, primer torero del pueblo en doctorarse en España y su vástago Rafael Orellana (en los carteles usa el apellido materno), sin duda, hasta ahora, el más destacado diestro de la Sultana del Mocotíes, aunque a veces no destape todo el frasco de sus esencias toreras. Ambos merecen reconocimiento, pero se los han hecho de la manera menos apropiada y más extemporánea posibles, al consagrarles escuelas y estatuas, como si estuvieran al final de la jornada. Esta costumbre de erigir monumentos a personalidades vivientes, pareciera de nunca acabar y constituye algo más bien embarazoso y difícil de explicar racionalmente. Soy consciente que algunos no comparten mi opinión y, por supuesto, cada quién tiene derecho a tener la suya propia; por mi parte no puedo menos que insistir con la crítica, dirigida a las modalidades y a la oportunidad del reconocimiento y no al mérito de los homenajeados, quizás los menos culpables de tales distorsiones populistas.
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Seguramente, estoy predicando en el desierto pero, en todo caso, la palabra escrita deja alguna huella y es mĂĄs difĂcil que se la lleve el viento.
Manual del Aficionado Taurino N° 38
APODOS EN LA COSTUMBRE VENEZOLANA (I)
29-08-2019
La
costumbre de los apodos, en particular en las clases más desposeídas, surgió de la necesidad de diferenciación, debido a lo común de los nombres y apellidos, pero se dan en todos los estratos sociales y se pueden derivar de muchas circunstancias. La costumbre de los apodos, en particular en las clases más desposeídas, surgió de la necesidad de diferenciación, debido a lo común de los nombres y apellidos, pero se dan en todos los estratos sociales y se pueden derivar de muchas circunstancias. En tauromaquia, se utilizan con frecuencia y en la España de antaño, el uso mondo y lirondo de nombre, apellido y apodo, ayudaba a sortear dificultades con algunos toreros que insistían en anunciarse con el ceremonioso vocablo de Señor, aunque algunos preferían la palabra Don, que tenía cierto regusto nobiliario. Tal es el caso de Paquiro, que le gustaba figurar en los carteles como Don Francisco Montes, quizás porque circuló el rumor que la Reina le otorgaría el título de Conde de Chiclana. En Venezuela, muchos apodos toreros están ligados al lugar de origen y, sin duda, Aragua se lleva la palma. En los años veinte, existía un novillero que hizo campaña en los ruedos de su estado natal y del Guárico, que se anunciaba como Alberto Morales, Rubito de Aragua; a principios de los 355
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cuarenta, toma la Alternativa Pedro Pineda, El Torero de Aragua; y a fines de la década aparece Rafael Figueras, Armillita de Aragua. En épocas más recientes, tenemos a Eusebio Rodríguez, El Faraón de Aragua; Luis Guin, Luis de Aragua; José Nelo, Morenito de Maracay (también conocido como El Rey del Quiebro); Ramis Hassan, El Califa de Aragua; y Edgar Díaz, El Victoriano, cuyo vástago homónimo, hace actualmente campaña en el Perú. Aparte de los apelativos vinculados con la tierra natal, también puede ser Aragua el Estado que tiene más toreros que usan apodos de todas clases, como los maracayeros Ramón Montero, Maravilla; Simón Mijares, El Duende; Carlos Rodríguez, El Mito; Carlos Osorio, Rayito; José Cariel, El Amarillo, en cuyo local frente a la Maestranza, solíamos comer algo, saciar la sed y hablar de toros, antes de atravesar la calle; y José Manuel Cha Da Camara, de Madeira, quien vivió en Cagua desde niño, allí nació para la torería y es conocido como Pepe Cámara. Entre los diestros de otros estados, que también han utilizado motes vinculados a sus terruños, tenemos por los años treinta, a Felipe Reina, El Niño de Rubio, torero andino de la Ciudad Pontálida, que sería subalterno de confianza de Eleazar Sananes. Más conocidos son Alí Gómez, El León de Camoruco; Joselito Torres, El Monstruo de Charallave; Ramón Reyes, El Ciclón de Puerto Cabello; Nerio Ramírez, El Tovareño; Pedro González, El Venezolano (de Santa Bárbara del Zulia); Curro Ortega, El Marabino (de la Costa Oriental del Lago); Ramón Alvarez, El Porteño; Luis Caldea, El Güiria, novillero, de los raros aportes de Sucre al panorama taurino nacional y mozo de espadas de Orellana en sus comienzos; Oscar Montesinos, El Yaracuy; y, por supuesto, Don César Faraco, El Cóndor de Los Andes, oriundo de Lagunillas en el Estado Mérida. También hay que mencionar a Javier Rodríguez, el primero de nuestros destacados rejoneadores, empezó como novillero y se conocía como El
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Estudiante, al comenzar a caballo se anunció como El Centauro de Mérida, pero luego no usó más ningún apodo. De La Perla del Torbes, tenemos a Jesús García, El Taribense; Antonio Gil, El Táriba, novillero descollante de los años sesenta, cuando llegó a torear igual número de festejos en la zona de Lo Andes. En la actualidad tenemos a su sobrino, Reinaldo Gil, del mismo alias, pero parece que ahora usa otro nombre y eliminó el remoquete, aunque seguro mantiene sus buenas cualidades toreras. Sin duda, hay que recordar también a Bernardo Trossel y a su sobrino César, ambos de apellido taurino Valencia. Asimismo, hemos tenido algunos toreros, cuyos apelativos obedecen a múltiples razones, algunas ignotas. En los años veinte, estaban de moda en Caracas, Adolfo González, Monforte y José Asensio, Americano; luego aparece Juan Flores, que en sus inicios se hacía llamar El Chico del Ruedo y después pasó a ser El Brillante Negro, y Pedro Serradas, Cerrajillas, prometedor torero, rival de Pedro Pineda, con quien protagonizó un mano a mano en la Maestranza en 1941, al año siguiente se acarteló en el mismo coso con Juanita Cruz, a quien su condición de dama torera, le impedía entonces actuar en su España natal; lamentablemente, Serradas no terminó de cuajar, por la indisciplina de su culto a Baco. Más tarde vendrían Fermín Figueras, El Boris; Manuel Piña, El Fúnebre; Manuel Medina, El Rubi; Gino Torres, Maravilla, el del Táchira, aunque oriundo del centro del país; y José Casanova, El Greñas. Recordamos también a Manuel García, El Manuel, que fue novillero en España, donde vive desde hace tiempo; al amigo Antonio, El Valor, Briceño, radicado también en Madrid, ya retirado, pero a veces se viste de luces como ayudante de algunos de nuestros rejoneadores; a Enrique Colmenares Finol, el primero en utilizar el apodo de El Estudiante, oriundo de San Cristóbal, se presentó en Tovar a mediados de los sesenta, fue Ministro del Ambiente en la
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época democrática y jugó un papel decisivo en la construcción del coso de Táriba; y para rematar este primer capítulo tenemos al merideño Alí Quintero, que cuando toreaba se conocía como El Nevado, colaborador con nuestra Fiesta Brava y actual Vocal de la Comisión Taurina de su ciudad natal.
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APODOS EN LA TAUROMAQUIA VENEZOLANA (II)
02-09-2019
Apelativos taurinos que evoquen la otrora Sucursal del Cielo, hay más bien pocos y uno es Alfredo Rojas, Morenito de Caracas, que fue un torero signado por la mala suerte, hasta el punto que en España, tras un triunfo, cuando daba a hombros la vuelta al ruedo, los capitalistas se tropezaron con las mulillas que se dirigían al desolladero con los despojos del burel, Alfredo cayó sobre la cabeza, un pitón hizo carne y sufrió una cornada que le impidió continuar la temporada de 1948. Morenito pasó al anecdotario taurino, como el torero que tuvo un grave percance causado por un toro en el arrastre. Cuarenta años después, encontramos a Gilmer Urbina, que tuvo el necesario valor para utilizar el mismo apodo que el poco afortunado torero del párrafo anterior. También se recuerda a Celso Díaz Peralta, Magrita de Caracas, quien había sido novillero y luego frecuentaba como subalterno las ferias de Tovar a principios de los cincuenta; y a Pedro Delgado, Pedrucho de Caracas, quien fue un buen torero de plata, activo por muchos años y muy querido por la afición, que solía hacer chistes alusivos a su veteranía en los ruedos. Entre los primeros toreros capitalinos que usaron mote, tenemos a Eleazar Sananes, Rubito y al Negro Julio Mendoza, protagonistas de una pugna cuya significación trascendió los ruedos; pero quizás el apodo más popular que 359
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jamás haya existido en nuestra Fiesta Brava, es el que portaba un verdadero ídolo de la afición, El Diamante Negro, menos conocido como Luis Sánchez Olivares. Uno de los personajes que merece recordación por su humanitarismo ejemplar fue Don Antonio Aragón, El Niño del Hospicio. Era un español, cuyo mote aludía a su condición de expósito, que laboró muchos años en nuestro país en pro de los niños huérfanos, de nuestra torería y fundó la conocida revista Venezuela Taurina. Entre los del castoreño, se recuerda a José Lobato, Jerezano, quien tenía una tasca, cerca del Nuevo Circo, que por supuesto se llamaba El Balconcillo Jerezano; Rigoberto Bolívar, Pastoreño, de los más destacados picadores criollos; Juan José Campos, llamado afectuosamente El Viejo Campos, quien junto con el novillero El Güiria, son aportes del Estado Sucre a nuestro mundillo taurino nacional; y a Vicente Aray, cuyo apelativo de Camachito es todo un misterio. Hay que mencionar también a Mosquito, el célebre Monosabio del Nuevo Circo, cuyo nombre escapa a mi memoria. De los toreros cómicos, quisiera mencionar a Rafael Contreras, El Cantinflas Merideño, cuya trayectoria taurina motivadora y pedagógica entre los niños, le valió la Medalla al Mérito Taurino, otorgada por la correspondiente Comisión de su ciudad natal; y a la dinastía Fulichán, colombiana en sus orígenes, pero ahora sus descendientes son tachirense y dedicados al toreo serio, como los matadores César y Manolito Vanegas. De los aficionados prácticos de Mérida tengo que singularizar a Leonardo Salas, Sopita, quien no solo se pone frente a los toros, sino que organiza festivales en pueblos vecinos y es padre de José Antonio Salas, novillero de muy buenas maneras, que ahora se abre camino en España, donde se anuncia como José Pirela, su apellido materno, a quien deseamos que la suerte siempre lo acompañe.
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De los críticos y cronistas taurinos conocidos por usar pseudónimos o hipocorísticos, podemos citar a Eliseo Delgado Hidalgo, Conde Federico; Enrique Chaumier, Marqués de los Morrillos; a Leoncio Martínez, Leo, quien solía escribir sobre toros para El Nacional; y a Oscar Palacios Herrera, uno de los directores del periódico, distinguido miembro del Foro, docente universitario y de amena prosa taurina, quien firmaba como Regaterín. También se recuerda a Marcelino García, Serruti II y a Rodolfo Serrada Reyes, Positivo. Continuamos con Carlos Eduardo Misle, Caremis, costumbrista y aficionado, que además se desempeñó alguna vez como Cónsul; y el abogado José, Pepe, Cabello, taurino y hombre de mundo, que finalizaba sus crónicas con un golpe de estoque en la médula espinal. De los cronistas del Zulia, están Luis, Lucho, Moreno, colombiano afincado en Maracaibo y quien continuó su labor en Panorama, Claudio Barboza, Arenero. Entre los cronistas activos con apodo, tenemos a Jesús Araujo, Castoreño, que vive ahora en el exterior; a Freddy Ramírez, Garapullo, del entorno taurino de Rafael Orellana; a Víctor Ramírez, Vitico, versado, preocupado y buena pluma; al veterano Jesús Ramírez, El Tato, radicado en Maracay, quien no se arredra cuando es necesario añadir gotas de limón a sus acertados comentarios; y a Víctor José López, El Vito, aficionado práctico, periodista galardonado dentro y fuera del país y escritor de enjundiosa y fecunda prosa taurina. Es de rigor mencionar a Monseñor Luis Enrique Rojas, el Padre Kike, aficionado, dinámico y con carisma, hasta hace poco Capellán del coso de La Liria y ahora Obispo Coadjutor de nuestra Diócesis, la cual está a cargo nada menos que de S.E. Baltazar Porras Cardozo, El Cardenal Torero y Primer Aficionado de la Monumental de Mérida.
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Ciertamente, el universo taurino del país, no se limita a quienes usan apodo, quizás he olvidado algunos de los que merecen recordarse y he podido equivocarme con algunos nombres, por lo cual presento mis excusas. No puedo rematar esta faena, sin expresar mi agradecimiento al distinguido trio de taurinos tovareños, cuya cooperación fue muy útil para hacer este recorrido por los apodos de la Fiesta Brava del país. Se trata de Miguel Rondón Nucete, Eugenio Salas Mora, Nilson Guerra Zambrano y Carlos Rosales Oballos, que como todo trio que se respete es de cuatro, así eran Los Tres Mosqueteros y son ahora los tercios de la lidia.
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EL TOVAR TAURINO Y SU FERIA
04-09-2019
Los primeros recuerdos de las novilladas de La Plazuela, se remontan a fines de los años cuarenta, cuando el distinguido taurino tovareño José Juan Uzcátegui, tomaba el micrófono para describir lo que pasaba en la arena y de repente señalaba: allí los toros pesan, frase que nos sonaba bien pero no comprendíamos su significado, menos evidente que cuando nos describía los muletazos de pitón a pitón. Quien puede olvidar la imagen de Galavís, colgado de la cerca para adornar el lomo de la res con la roseta; la de Lorenzo el polvorero, que aprestaba el cañón y disparaba morteros hacia el cielo para alegrar la salida del novillo o hacía totear las recámaras que producían varios estallidos consecutivos a ras del suelo, que lo hacían rebrincar; la del Mudito, que callaba la pólvora para poder ejecutar La Suerte Blanca; o las de Campitos, Magrita de Caracas o Jesús Cordobés (favorito de las meretrices que acudían en grupo a los palcos de sol), bregando para probar las condiciones del novillo. O quién no recuerda cuando Alonso Briceño se abría de capa, para luego ceder el paso al también paisano José Palillo Salas con las banderillas y enseguida tomar la roja sarga e intentar lucimiento suficiente que le permitiera, mediante colecta previa, ejercitar la suerte suprema; en caso contrario, daba chance para que El Mellizo demostrara sus habilidades con el lazo y luego todos a jalar la soga, para sacar la res del ruedo y meterla al camión ganadero
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estacionado junto a la plaza o, a veces, arriarla hasta el degüello, como se conocía al no tan lejano matadero municipal. La música era de rigor y antes del paseíllo jinetes locales caracoleaban sus cabalgaduras en el ruedo cuadrado, en una plaza atestada de gente, tanto en la cerca como en los palcos de tablas, con sus lonas blancas y un solo desnivel, para facilitar la visión de los que llegaban tarde. Así se fue cincelando el espíritu taurino de varias generaciones de tovareños y hoy contamos con un creciente grupo de aficionados, con diversificada taurinidad, que no se limita a presenciar corridas y también ha ido surgiendo una nueva camada de toreros, la mayoría en la diáspora, pero que regresan al toque del clarín de nuestra más que sesquicentenaria feria. Ambos grupos fortalecen el gentilicio y honran la tradición. Además, contamos con una plaza de toros que encaja perfectamente con el abolengo taurino tovareño, única en el mundo con un vitral por techo, que con la luz del sol proyecta una gran estrella sobre el redondel. Pero tal cúmulo de circunstancias favorables, ha tropezado con una perniciosa combinación de populismo y politiquería, vía crucis del país por veinte años, que ha hecho cimbrar los fundamentos de la patria y tratado de desdibujar nuestra nacionalidad. Tampoco los tovareños podemos considerarnos exentos de culpa, pues no ha faltado quienes, a la sombra del poder, se dedicaron a ejercicios de chabacanería, por decir lo menos, que han pretendido desnaturalizar los valores éticos, culturales y taurinos inherentes a la tovareñidad. Tenemos que recuperar la sindéresis y, a pesar de todo, estamos en la vía. Esta venidera feria será reveladora en muchos aspectos, de la tesitura del país nacional, pues los tendidos de una plazas de toros siempre han sido un reflejo de la sociedad.
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Contra la adversidad, crece el entusiasmo, llegan conocidos toreros de España y México, los prolegómenos feriales mal que bien se han venido cumpliendo y la atención se concentra en el Coliseo de Tovar, transformado en piedra de toque del sentir nacional. Deseamos lo mejor para el país y para los venezolanos. Ojalá que todo salga a pedir de boca. Pero ante cualquier resultado de otra clase, no podemos desalentarnos, ni bajar los brazos, pues la lucha por la libertad, no puede cesar por ningún contratiempo en el camino. Sin la libertad no puede florecer a plenitud el espíritu de un pueblo y es necesaria para que nuestra Fiesta Brava recupere de nuevo su vigor. Que Dios reparta suerte.
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TOVAR Y LAS ESTATUAS (en vida)
11-09-2019
El escrito de Nilson Guerra Zambrano, refiriéndose a Tovar como la ciudad de Venezuela con la mayor cantidad de esculturas públicas de sus hijos ilustres, es conciso, oportuno y veraz. Pero el record que menciona el distinguido coterráneo, no es el único que podría detentar Tovar en la materia, pues de las doce esculturas, las tres últimas han sido develadas en presencia de los homenajeados, lo que quizás nos coloque como líderes mundiales y no hay más, porque el otro paisano que pretendían monumentalizar en vida se negó, por razones que habría descrito un célebre cómico mexicano como falta de ignorancia. El tema es polémico y visceral para el pueblo, difícil de analizar racionalmente, pero como atañe a todos los tovareños y no me tienta la popularidad, quisiera dejar sentada de nuevo mi posición al respecto, sin cuestionar para nada los indiscutibles méritos de los representados en las estatuas más recientes. No estoy de acuerdo con erigir a nadie esculturas en vida, para eso hay condecoraciones, diplomas de honor, placas de reconocimiento, es decir, todo lo que signifique aplausos a la obra y no una prematura consagración de la persona.
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El mejor homenaje que alguien puede recibir en vida, es el aprecio, el cariño y el agradecimiento, del entorno donde desarrolla su tránsito vital, de los cuales estoy seguro disfrutan ampliamente los tres personajes. De lo que no estoy tan seguro, es que ostentar el record de estatuas en vida, nos identifique colectivamente a los tovareños de la manera más apropiada.
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TOVAR: RETAZOS POSTFERIALES DE UN AUSENTE (I)
12-09-2019
La Feria Tovareña que acaba de concluir ha demostrado que todo es cada vez más difícil para los venezolanos, avasallados por un régimen reñido con el progreso del país y el bienestar de su pueblo. Con la economía en ruinas, la gente en la penuria y la escasez de gasolina, es más bien sorprendente que haya todavía público en una corrida de toros, lo cual dice mucho de la afición nacional y de quienes se arriesgan a montarlas, guiados más por preservar nuestro patrimonio cultural inmaterial, que por afanes crematísticos. Pero, ciertamente, el horno no está para roscas y ha llegado el momento en que deberíamos abocarnos a extirpar de raíz la enfermedad, que de poner cataplasma a sus secuelas y el conformismo no es aconsejable, ni en su sentido cívico ni en el taurino. Son de rigor las felicitaciones para Jesús Enrique Colombo, quien en su debut en Tovar como matador de toros, confirmó su temple con las telas, su garbo poderoso en banderillas y su segura decisión con el acero, para ser el indiscutible triunfador de la Feria. Sin embargo, a una figura ascendente del toreo, con sólidos argumentos para el triunfo, le es innecesario llamar la atención al no salir a saludar desde el tercio, tras ser anunciado o gesticular
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pidiendo música para rechazarla cuando se la conceden. Seguramente, el joven matador, portaestandarte de nuestra torería, sabrá corregir estos detalles, con la misma inteligencia que nunca lo abandona frente al toro. Según pude colegir la actuación de nuestra Comisión Taurina estuvo bastante acertada, en especial al tomar en cuenta las complicadas circunstancias a las que tuvo que plantar cara. La CT sabe que nunca se podrá complacer a todo el mundo, ni tampoco su función es esa. Así pues, les hago llegar mi enhorabuena y mis palabras de estímulo. En las corridas a la usanza española, el premio más popular que existe es la vuelta al ruedo, porque es el que concede directamente el público con sus aplausos, sin intervención de la autoridad taurina. La vuelta al ruedo se produce cuando no hay trofeos, pero el matador recibe la ovación persistente del respetable, por lo que procede a un recorrido circular de la arena, Es impropio decir que la Presidencia concedió una vuelta al ruedo y si lo hizo usurpó el poder de los tendidos. Por cierto, México es el único país taurino, en que la vuelta se da al contrario a las agujas del reloj. La Feria de Tovar ratificó la prosapia taurina de La Sultana del Mocotíes y la tradicional hospitalidad de su gente, que se apresta a celebrar el año que viene su VIII Reencuentro. Con la ayuda de Dios y el esfuerzo de todos, se hará en libertad y con renovado espíritu festivo, pues 2019 deberá marcar el fin de la tiranía.
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TOVAR: RETAZOS POSTFERIALES DE UN AUSENTE (II)
20-09-2019
No es posible cerrar el tema del epígrafe, sin comentar el otorgamiento de la Orden Ciudad de Tovar y hacer llegar mi enhorabuena a quienes han merecido el galardón este año, en el que ha adquirido una particular connotación taurina. El grupo lo encabeza una meritoria educadora, activa luchadora social y política, además de honorable señora de una casa muy tovareña donde preside la hospitalidad, a la cual se suma la inteligencia, simpatía y belleza de sus hijas, dignas representantes de la mujer de nuestro lar nativo. No existe festejo en el Coliseo, que no cuente con la presencia de Doña Obdulia Jaimes de Medina, a quien Dios guarde por muchos años. Qué podría decir de Eugenio Salas Mora, si crecimos juntos, compartiendo aulas, avatares juveniles, parrandas y ahora canas, que a mí me han salido al paso del tiempo, pero Salitas ha sido casi siempre de pelo ensabanado. Eugenio, a quien hago llegar mi abrazo, es un taurino a carta cabal que ha sabido combinar afición, conocimientos, veteranía y responsabilidades, en los principales palcos presidenciales de su Estado natal.
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Otro de los premiados es Martín Morales, consumado artista plástico, cuya obra reconocida a nivel nacional y allende nuestras fronteras, es admirable simbiosis de arte y técnica. Martín y su esposa Marina, son habituales en el coso tovareño y siempre ha sido grato intercambiar con ellos impresiones sobre las corridas y oír los comentarios del artista sobre sus proyectos, pues la vena creativa del coterráneo, está siempre en constante ebullición. Tuve la satisfacción de haber podido presentar una muestra de su obra en Beijing, a principios de los noventa, como parte de una exposición de pintura y tallas de la Escuela Tovareña, con motivo del Cinco de Julio, el cual la Embajada celebró en un importante Museo de la ciudad. Ciertamente, constituye recuerdo imperecedero haber podido organizar, en el corazón del país más populoso del planeta, una muestra del arte del terruño y que haya recibido elogios del Ministro de Cultura de la República Popular China, del numeroso público y del Cuerpo Diplomático de la Capital. Hago propicia esta oportunidad para agradecer de nuevo al artista del sempiterno sombrero y a sus colegas del Valle del Mocotíes, el haber hecho esto posible. Ramón Nonato Ramírez, Risquez II, apelativo que le acuñó el recordado Alejandro Campos, Campitos, es el Decano de los toreros tovareños, que cuando no andaba toreando por pueblos y países vecinos, estaba atareado en actividades ligadas a la tauromaquia. Ahora ya no maneja los trastos, ni cubre el segundo tercio, pero confecciona los rehiletes para que otros lo hagan. Felicitaciones a Risquez II, que ha dedicado su vida a la Fiesta Brava y bien merece la distinción recibida. Rogelio Méndez, El Zorro, es aficionado comprometido, que fue miembro de nuestra Comisión Taurina y es infaltable en las ferias de Los Andes. Hace unos años, coincidíamos en las de San Sebastián, donde asistía
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junto con el amigo Roger Barón y solíamos conversar sobre lo que acontecía en la Monumental de Pueblo Nuevo. La condecoración honra a Rogelio y a su patria tovareña de siete décadas, pero Dios lo libre de ponerse frente a un toro y menos de ir por uvas, pues El Zorro era también el apodo de Rafael Martín Vigara, novillero español que sufrió un percance fatal en 1958, al ejecutar la suerte suprema a un burel de la ganadería de Pepe Luis Vásquez, en la Plaza de Barcelona. Es también oportuno mencionar a Jairo Gándara y su medalla como ganador del Concurso de Poesía Taurina. No lo conozco personalmente, pero he sabido que proviene de Colombia, arraigó en el pueblo hace un montón de años, su descendencia es tovareña y tanto su vena poética como su afición al Arte de Cúchares, han florecido en las riberas del Mocotíes. Me han comentado que la obra ganadora es una bien lograda fantasía en traje de luces y la frase con la que recogió las palmas de la concurrencia es asimismo digna de todo un poeta: Ustedes han aplaudido un sueño. Por cierto, en esta tesitura, me viene al espíritu el cartel venezolano presentado en la Maestranza de Maracay el 31 de enero de 1954: El Diamante Negro, Joselito Torres y César Girón, con toros de Guayabita. Se agotó el papel, la plaza estaba a reventar y el triunfador fue Girón, quien cortó la primera pata que un torero criollo haya cercenado en ruedos nacionales. Pero esta fue la única vez, que estas tres grandes figuras nacionales de la época actuaron juntas. Como la patria tiene ya veinte años sumida en tinieblas y no podemos permitir que se eternicen, con el esfuerzo de todos y la cooperación de la comunidad internacional, debemos poner fin a la oscuridad y entonces ya no sería fantasioso pensar en un cartel de características similares al de la Maestranza.
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Podría asumir el formato de una corrida mixta, con el par de matadores venezolanos más destacados del momento y los dos novilleros punteros de nuestra torería, con ocho ejemplares de cuatro hierros nacionales, que concursarían con un toro y un novillo cada uno. De esta manera, se lanzaría con buen pie una nueva etapa de nuestra Fiesta Brava y el nombre apropiado para tal festejo, pudiera ser La Corrida de la Libertad. Por el momento se trata de un mero espejismo, pero no está demás dejar sembrada la inquietud, por si cae en terreno fértil y se dan las condiciones adecuadas, de las cuales la indispensable es, sin duda, el fin de la tiranía, que está a la raíz de todos los males, aunque no sea el único quebranto que padece nuestra Fiesta Brava. En las actuales condiciones, sería muy difícil mejorar, en términos taurinos y económicos, los resultados obtenidos este año. Pero para salir de la pesadilla y tener la posibilidad de concretar los sueños, no se puede olvidar que a Dios rogando y con el mazo dando.
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APODOS EN LA TAUROMAQUIA VENEZOLANA (III)
21-09-2019
Ciertamente, con relación a los apodos en nuestra tauromaquia, se me habían quedado algunos en el tintero, por lo que permítanme remendar el capote. Al consultar la Enciclopedia de Cossío, encontré a Tomás Ortiz, que también usaba el apelativo de Morenito de Caracas y viajó a España de novillero en 1950. Le fue cuesta arriba, toreó poco y casi siempre sin caballos, pero estaba decidido a tomar su Alternativa, la cual recibió dos años más tarde en Tarragona, de manos de Antonio Bienvenida con toros de Algarra. Pero el toricantano tuvo el santo de espaldas, su segundo ejemplar se le fue vivo para los corrales y no tenemos más noticias de su carrera. El primero que usó el mote de morenito capitalino fue corneado por un toro muerto, al segundo le tocaron tres avisos la tarde de su doctorado, al tercero, que lo utilizó a fines de los ochenta, tampoco le fue nada bien y por el mal fario que lo ha acompañado, luce difícil que haya un cuarto espada que se atreva a cargar con el fardo de un sobrenombre tan mabitoso. También encontré al novillero caraqueño Domingo Cordovés, Machaquito de Venezuela, quien se estrenó de luces en 1949, luego se fue a España, donde en 1953 debutó sin picadores en el Puerto de Santa María, junto
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con Jaime Ostos y José Antonio Romero, pero al no conseguir abrirse paso, terminó por regresar al país. No se puede aludir a la conocida localidad gaditana, sin recordar una frase que es historia en tauromaquia, pero ya no tiene la vigencia de hace cien años, cuando la pronunció Joselito: Quien no ha visto toros en el Puerto, no sabe lo que es un día de toros. En el mismo año 1953, se presentó en España el compatriota novillero Manuel Rodríguez quién, seguramente por razones de homonimia, se atrevió a presentarse como El Manolete Venezolano, pero aparte de un mano a mano en Almería con El Chico de la Patrona, no encontré más rastros de su carrera. Entre los apodos toreros de Los Andes, no había mencionado al tachirense Marcos Peña, El Pino, diestro de alternativa y ahora de plata, que actuó en la pasada feria de Tovar; ni aludí al novillero merideño de fines de los setenta Ángel Rengifo, El Pirri, que cuando decidió no ponerse más frente a los toros, los transportaba en su camión ganadero; ni me referí tampoco a Enrique, Kike, Torres, antiguo novillero muy apreciado en la colectividad y actualmente artesano taurino, conocido por sus tejas decoradas como carteles de feria. En cuanto a Mosquito, el célebre monosabio del Nuevo Circo, me informa un apreciado colega que se llama Oscar Rojas y es su paisano de Caripito. Parece oportuno rematar estas líneas, comentando uno de los retos que está confrontando la Fiesta Brava: Cómo trasmitir afición taurina a la generación de relevo. En San Cristóbal se invita a las niñas de las escuelas de flamenco a bailar en los coloquios taurinos, las chiquillas vienen con sus padres y también escuchan las disertaciones; en Tovar, se han ensayado concursos de pintura infantil en que los niños dibujan sus temas taurinos instalados sobre la arena del Coliseo; en Mérida se creó en la Universidad una Cátedra de Tauromaquia y se
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estableció un precio preferencial para estudiantes en su plaza Monumental; en Francia, con una afición tan preparada, se creó una Escuela de Aficionados y en Nimes se reserva una porción del tendido a precio más asequible para la juventud. En nuestro país y particularmente en Los Andes, semillero de afición donde existen varias escuelas taurinas, se podría diseñar un programa para que sus alumnos (debidamente autorizados) visiten las aulas de primaria para conversar con otros niños sobre el tema o que les ofrezca la oportunidad de presentar su afición ante los condiscípulos en los diferentes centros de instrucción; e incluso podrían organizase visitas guiadas a los museos taurinos. Pero el método infalible es el tradicional, que en las familias taurinas los progenitores traten que la afición germine en la generación siguiente; sin embargo, ahora no es tan fácil como antaño, se tropieza con el escollo adicional de la incesante prédica en contrario y, en la coyuntura actual, el asunto se pone todavía más cuesta arriba por la escasez de festejos, las familias dispersas por la diáspora y la hiperinflación que todo lo dificulta, hasta asistir a una plaza de toros. Quizás, sería útil analizar esta temática en las tertulias institucionalizadas que ahora se estilan en Mérida, en donde los participantes de seguro tendrán ideas novedosas sobre cómo efectuar el relevo generacional. Mérida, ciudad universitaria por excelencia con estudiantes provenientes de todo el país, de cultura taurina destacada y que acaba de anunciar con saludable optimismo su Feria taurina del próximo año, ciertamente tiene un importante papel que cumplir al respecto.
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LA BIOGRAFÍA DE NERIO RAMÍREZ, EL TOVAREÑO
03-10-2019
El reciente libro de Nilson Guerra Zambrano sobre Nerio Ramírez, El Tovareño, nos relata la trayectoria torera del paisano, la cual incluye una serie de hechos curiosos que llaman la atención. En la portada, aparece una ilustración del cartel de las Ferias de San Miguel de Úbeda del año 1979, en las que Nerio tomó la Alternativa. Ahora bien, en la parte que se refiere a la corrida del doctorado, figura el toricantano en el segundo lugar de la terna, antecedido lógicamente por el Padrino Francisco Ruiz Miguel, pero seguido por José Antonio Esplá, Testigo de la ceremonia. Sin embargo, al leer el capítulo correspondiente, no hay duda que Nerio lidió el primero y el último toro, lo que se ajusta a la práctica tradicional en estos casos. Así pues, se trata de un error en el cartel, que si hubiese sido estampilla postal multiplicaría muchas veces su valor. En otra de las ilustraciones, aparece Nerio, su estatua y el autor del libro que estamos comentando. Es posible que las características de esta fotografía sean únicas en el mundo de la tauromaquia, pues aparece el torero, junto al monumento erigido a su persona (cosa poco usual y que se acostumbra más bien en política con infelices resultados) y el autor del libro sobre su vida. Muy pocos diestros pueden darse el lujo de El Tovareño: leer su biografía y ver una escultura de su figura en una plaza de toros.
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También es curioso lo que aconteció en San Roque, Provincia de Cádiz, en 1980, cuando alternaba con Diego Ramos, El Merlo, primer espada y cerraba el cartel José Lara, novillero local que tomaba la alternativa. Resulta que el cuarto toro, corneó gravemente a Ramos y no pudo rematar su faena, entonces le tocó a Nerio despacharlo, lo que hizo de certero espadazo. La Presidencia lo recompensó con una oreja, pero también concedió otra al torero herido; premiaciones de esta naturaleza son raras, aunque nada las impide cuando se dan las circunstancias. Pero las curiosidades no se quedan allí, pues ese toro que pasaportó el paisano, era de Sánchez Cobaleda, hierro que no estaba anunciado en el cartel y solo salieron a la arena seis ejemplares. En el mismo año de 1980, se relata un detalle revelador de la importancia que revestía para Nerio su tierra natal. Resulta que el seis de septiembre, estaba anunciado en una corrida mixta a celebrarse en Villamayor de Santiago, Municipio de Cuenca en España, en el cartel figuraba nada menos que junto a Joao Moura, el gran rejoneador portugués y un diestro español. Pero resulta que poco después, cristalizó la posibilidad de actuar en Tovar en la misma fecha, por lo que Nerio prefirió declinar esa actuación en la madre patria, para poder torear en su patria chica, en el contexto de la feria en honor de La Virgen de Regla, lo que causó cierto disgusto en su entorno taurino ibérico, que no podía comprender el apego de los tovareños por su terruño. Como los carteles ya estaban en la calle con varias semanas de antelación, Nerio figura en el cartel de una corrida en la que no participó, lo que tampoco es frecuente en la Fiesta Brava. Por cierto, todos estos carteles presentan al venezolano por su segundo nombre: Rafael Ramírez; y en el último lo anuncian como gran banderillero. Así pues, el coterráneo se ha relacionado con tres carteles objeto de curiosidad; si añadimos que Nerio tiene ya monumento y biografía, podemos concluir que se trata de un caso excepcional en la Fiesta Brava. Por otra parte, en la contraportada del libro, se reproduce un cartel del Coliseo de Tovar de 1999, cuyo programa oficial se inicia con la fórmula
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tradicional: Con el permiso de las Autoridades Competentes y si el tiempo no lo impide, etc. No deja de llamar la atención el encabezado, al tratarse de un coso techado como el nuestro; pero hay que recordar que uno de los peores enemigos de los toreros no es la lluvia sino el viento y nuestra plaza tiene techo pero no es cerrada, por lo que cuando sopla mucho aire (así lo llaman los toreros) se siente en el redondel e incluso puede colarse la lluvia en el recinto. Que yo sepa, a nadie se le ha ocurrido hasta ahora, hacer un coso con cortavientos. Al final del mismo cartel, figuran los precios de las localidades y la tercera fila es más cara que la segunda, lo que seguramente es una errata. La obra de Nilson, es un excelente recuento de la vida taurina de El Tovareño, muy oportuna además, puesto que coincide con sus cuarenta años de Alternativa, por lo cual reitero mis felicitaciones al torero y también al biógrafo por tan interesante publicación. Que Dios guarde por mucho tiempo a Nerio, aunque la biografía de Nilson se vaya tornando incompleta, como la escrita al alimón hace años sobre Manuel Benítez, El Cordobés.
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LA ORDENANZA TAURINA TOVAREÑA
08-10-2019
Al fin dispongo de la Ordenanza sobre Espectáculos Taurinos
de Tovar, versión noviembre 2018, sobre la cual me voy a permitir efectuar algunos comentarios La normativa ciertamente constituye un buen esfuerzo, pero omite algunas cosas, en otras abunda en demasía y como todo texto es susceptible de mejoras. En tales circunstancias, la Comisión Taurina pudiera emprender la tarea de confeccionar un Reglamento que sistematizara los detalles concernientes al espectáculo taurino, lo cual permitiría una más expedita capacidad de ajuste, corregir errores y deslastrar la Ordenanza de contenidos innecesarios. Esta idea tiene asidero en sus Artículos 74 y 76, los cuales señalan que el documento podrá ser estudiado y analizado cada año y que cualquier situación no prevista será resuelta por la Comisión Taurina, de acuerdo con los usos, costumbres y tradiciones de la Fiesta Brava. Otro comentario de índole general, se refiere a la práctica, redundante desde el punto de vista idiomático, de mencionar específicamente los dos sexos para casi todos los cargos, pero curiosamente lo omite en el caso de los Alguacilillos. Esto resulta difícil de explicar, pues contradice la tradicional hidalguía de los tovareños, en circunstancias que las plazas vecinas de Mérida 383
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y San Cristóbal, fueron las primeras en Venezuela con paseíllos presididos por féminas. Además, este mismo año y nada menos que en Las Ventas, encabezó el desfile Rocío López, quien pasó a ser la primera Alguacililla de España. Seguramente, el asunto será subsanado y en nuestras próximas ferias veremos a una garbosa paisana tovareña iniciar el despejo en nuestro Coliseo. Por cierto, la pionera de España, tiene igual nombre que la primera Alguacililla de Venezuela: Rocío Grisolía, quien presidió el desfile en la Monumental de Mérida en 2010. Un tercer asunto también importante, se refiere a la composición y procedimiento de toma de decisiones de la Comisión Taurina. Siempre he sostenido que tres debe ser el número tope de miembros de la CT, como lo es en la mayoría de las plazas del orbe taurino. Las necesidades de política local pueden ser cubiertas mediante Comisionados Municipales y las de orden más técnico por personal auxiliar de la propia Comisión Taurina. El procedimiento de toma de decisiones, mediante una votación instantánea de cinco personas en plena corrida de toros, es engorroso y poco práctico, más aún cuando puede haber diferencias de opinión entre los integrantes de la CT. Esta especie de dirección colegiada del festejo, tiende a desdibujar la responsabilidad primordial e intransferible que debe tener la máxima autoridad de la plaza: El Presidente de la Comisión Taurina, elegido para ejercer tal función por sus propios compañeros de equipo. Convendría revisar el asunto y resolverlo de conformidad con las prácticas establecidas, como en general lo contempla la misma Ordenanza en su Artículo 76 antes mencionado. Otra materia que siempre ha sido polémica, es la relativa a los indultos y ya se ha logrado en otras legislaciones desenganchar los premios del toro y del torero. El objetivo debe ser eliminar la automaticidad, es decir que el indulto
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no implique necesariamente trofeos para el lidiador, quien puede no recibir ninguno o premiarse hasta con orejas y rabo. Pero la Ordenanza tovareña prescribe que el indulto al toro se premia ipso facto con dos auriculares para el torero. No obstante, en el Parágrafo Único del Artículo 58, se señala que el perdón de la vida es un homenaje al toro, lo que reconoce implícitamente que el diestro debe, por su parte, ganarse también la recompensa a su faena. Como hay de todo en la viña del Señor, puede acontecer que un torero trate de aprovecharse del graderío con trasteos efectistas y populacheros, para luego gesticular al Presidente en demanda de un indulto que lo premie y lo exonere de ejecutar la suerte suprema, aunque, según la propia Ordenanza, las orejas del indulto no se tomarán en cuenta para el trofeo de las ferias. Pero no hay razón para invalidar los premios a una faena cuajada ante un toro de indulto, aun cuando falte la guinda del pastel. Lo que no es posible sería conceder al lidiador el trofeo a la mejor estocada, el cual se puede otorgar, aun cuando el desempeño con la flámula haya sido deficiente e incluso cuando el espadazo es evidente producto del azar, lo cual nunca es el caso con la faena de muleta, fundamental en la tauromaquia de nuestros días. El desenganche de trofeos, evitaría situaciones de este tipo, promovería más justicia en las premiaciones de toro y torero, amén de contribuir a la mayor seriedad del espectáculo y, en este caso particular, la de nuestro Coliseo. En cuanto a las atribuciones de la Comisión, quisiera resaltar la que se refiere al fomento, difusión, defensa y apoyo de la Fiesta Brava, tema importante para la preservación de nuestra tradición, su transmisión a las nuevas generaciones y hace evidente que el trabajo de la Comisión Taurina se extiende a todo el año.
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Otro asunto que está sobrentendido en las atribuciones de la CT, que debe aprobar la programación oficial, es la determinación de la hora del festejo y lo importante sería que, al menos en su mayor parte, se llevara a cabo con luz solar, pues la eléctrica no es conveniente para las corridas de toros. También tenemos el tema de los pañuelos de la Presidencia, que puede causar cierta confusión en el público y en el ruedo. Generalmente para conceder rabo se asoman tres pañuelos blancos, pero en la Ordenanza tovareña se usa el azul, que en Mérida quiere decir vuelta al ruedo al toro, la cual en Tovar se ordena con dos pañuelos fucsia y uno solo significa arrastre lento; pero en Mérida no existe el fucsia y el arrastre lento se ordena con pañuelo rosado, color que se suele aplicar solo a las medias de los toreros, pues de resto siempre se habla de rosa, rosa palo, rosa viejo y rosa mexicano. Espero no haberme confundido, pero de seguir por esa vía, habría que organizar un propedéutico, que evite erróneas interpretaciones cromáticas y añadir como requisito para los del Palco y los Alguacilillos no padecer de daltonismo. También existen otros asuntos puntuales más fáciles de corregir, como limitar la Ordenanza solamente a cuando se lidien reses de casta, pero al enumerar los espectáculos incluye los cómico taurinos; la utilización de percherones en el tercio de varas, cuando está raza de equinos no existe en el país; y el curioso tiro de mulillas que debe ser manejado por cuatro areneros. Estos son algunos comentarios que se me ocurren de una primera revisión de la Ordenanza, los cuales ofrezco con espíritu constructivo y sin pretensión de monopolizar la verdad.
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EL PREMIO DE JESÚS ENRIQUE COLOMBO
08-10-2019
El próximo jueves 10 de octubre, en el Acto Conmemorativo del XX Aniversario de la Fundación del Círculo Bienvenida, se entregarán los Trofeos y Premios de 2019, entre los que destaca un galardón de carácter extraordinario: La Fábula Taurina Americana, para el matador de toros venezolano Jesús Enrique Colombo. Este significativo honor, reviste especial importancia para el mundo taurino nacional, no solo por el prestigio de la Institución que lo concede, sino porque constituye un merecido reconocimiento a su triunfal campaña en ruedos del orbe taurino continental, acaparando trofeos en los festejos donde le ha tocado actuar. Ciertamente, ni el Círculo Bienvenida, ni Don Juan Lamarca, han sido ajenos al incesante batallar de Colombito, que ahora le permite obtener tantos laureles, pues nunca escatimaron esfuerzos para echarle un capote al joven diestro, quien se proyecta cada vez más como indiscutible figura del toreo. El premio es también oportuno, pues constituye símbolo esperanzador en un complicado panorama nacional, donde nuestra Fiesta Brava lucha por mantenerse a flote. Vaya nuestro agradecimiento y congratulaciones por su aniversario al Círculo Bienvenida, así mismo para Juan su distinguido timonel y buen amigo 387
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e igualmente nuestras calurosas felicitaciones para Jesús Enrique, quien puede estar seguro de contar con el apoyo entusiasta de la afición venezolana, que desde la patria lo estará acompañando y animando en el crucial compromiso de Las Ventas, con ocasión de la venidera Corrida de la Hispanidad. Suerte Matador.
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LAS VENTAS SIN EL ESPÍRITU SANTO
16-10-2019
Siempre se ha dicho que el público es el soberano en una Plaza de Toros, pero lo que ha venido ocurriendo en la Catedral del Toreo con Jesús Enrique Colombo, da pie para efectuar un par de reflexiones. Soberano es el que posee la autoridad suprema, pero, por lo visto, en el coso de Las Ventas, es el Presidente quien ejerce la soberanía, pues se da el lujo de ignorar olímpicamente el sentir mayoritario de los tendidos, contraviniendo así la consabida jaculatoria que señala a las corridas de toros, como el espectáculo más democrático del mundo. Es grave que tanto desparpajo para desdeñar el veredicto de las gradas, ocurra en la que se jacta de ser la primera plaza del orbe taurino o quizás debiera decirse del negocio taurino, por lo que las arbitrariedades pueden obedecer a motivaciones de distinta índole. En todo caso, las decisiones del Palco de Madrid, siguen teniendo repercusiones de mucho impacto. Lograr una oreja es ya de suma importancia, pero una Puerta Grande puede ser consagratoria en ferias y empresas, por lo cual sus cancerberos extreman el celo, propiciado quizás por recónditas razones, entre las cuales me niego a pensar que hayan podido colarse vestigios de xenofobia.
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Mucho se ha dicho sobre la tarde del sábado pasado, se ha cuestionado el público por estar cuajado de jóvenes, pero se reconoce la conveniencia de motivar las nuevas generaciones para asistir a los festejos y, cuando se logra el cometido, se les desilusiona al ignorar su sentir, marchitando el futuro de la Fiesta Brava. Cuando no se critica al público por su juventud, se le cuestiona por adolecer de analfabetismo taurino, al estar conformado, en buena medida, por turistas o espectadores atraídos por simple curiosidad, pero se obvia que son también aficionados en potencia. Así incurrimos en una evidente contradicción pues, por una parte, existe necesidad de predicar el evangelio taurino más allá de los conversos, pero cuando tenemos a los nuevos iniciados en el tendido, les hacemos sentir que su importancia consiste en haber engrosado la taquilla, pues su opinión no es tomada en cuenta. Esta práctica, perjudicial para el relevo de la afición, es opuesta a la tan ponderada democracia en las corridas, en circunstancias que se han venido haciendo cada vez más escasas, menos asequibles por sus costos, más controvertidas como manifestación cultural y se incrementan los ataques viscerales, provenientes de quienes nunca han intentado comprenderlas. Sin duda que lo acontecido en la Corrida de la Hispanidad, ha puesto de relieve que el Espíritu Santo está cada vez más ausente del coso de Las Ventas.
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AFICIÓN TAURINA VENEZOLANA: PRESENTE Y FUTURO
04-11-2019
Todos sufrimos con la crítica situación del país, de la cual no escapa nuestra Fiesta Brava. Se han hecho varios intentos para poner coto a su deterioro, todos loables, pero sin rendir los resultados apetecidos. El toro brilla por su ausencia, se degrada el espectáculo, el público (por múltiple razones) se ausenta de las plazas y nuestra afición se encuentra atrapada entre el conformismo y el triunfalismo: esto es lo que hay y tenemos que celebrarlo. Se intenta controlar el daño y remontar la complicada coyuntura; pero no podemos seguir descuidando un aspecto que se encuentra a la raíz de la problemática taurina: el apuntalamiento estructural de la afición. Para nosotros, muchos ya con el pelo ensabanado, debiera ser objeto de preocupación el transmitir nuestra afición a la generación de relevo, pues de lo contrario seremos, paulatina e inexorablemente, una especie en extinción. Hasta ahora, hemos sido indolentes para abordar una tarea trascendental, que no rinde frutos de inmediato; los métodos tradicionales al estilo de seminarios, tertulias o conversatorios, son necesarios, pero no suficientes, pues su efecto evangelizador es limitado, al predicarse casi siempre entre conversos. 391
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Antaño, la llama de la afición prendía en nuestros espíritus desde el hogar y existía predisposición genética; pero las circunstancias han variado y ahora se requiere de ideas innovadoras. En Tovar, se siembra la afición a través de concursos de pintura taurina infantil, que se efectúan sobre la misma arena de su Coliseo; actualmente, se organiza en Mérida el Primer Encuentro Taurino Infantil, con igual propósito, mediante una visita comentada a su Plaza Monumental. Habría que pensar también en programas para acercar la Fiesta Brava a las aulas, por ejemplo buscar oportunidades para que los propios alumnos de las escuelas taurinas, conversen al respecto con sus compañeros de los distintos planteles educativos; celebrar concursos literarios sobre temas taurinos y competencias entre las diferentes instituciones, que bien pudieran premiarse con entradas a corridas de toros. La cosa no es tan fácil (nada que valga la pena lo es), pero lo importante sería emprender la tarea de manera sistemática y perseverar, conscientes de que es una labor de largo aliento; pero es necesario que los taurinos aporten más ideas, se interesen más por tareas de esta naturaleza y no vacilen en arrimarles el hombro. Los jóvenes valores de nuestra torería, mucho pudieran hacer en tal sentido, al igual que todos los que derivan beneficios de la celebración de ferias taurinas o se interesan por defender y preservar el patrimonio cultural de la nación. Más que financiamiento, lo que necesitan estos temas es mayor dedicación; las diferentes toldas del asociativismo taurino que aún subsisten en nuestro país, bien pudieran prestar atención a estas materias iniciáticas de la afición y remar acompasadamente en el mismo sentido. Seguramente, periodistas y cronistas, conscientes de la problemática, prestarán debido eco a los esfuerzos que se desplieguen para diseminar la simiente taurina.
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El asunto no admite mĂĄs demora y debemos empinarnos sobre la coyuntura, pues los adversarios no cesan de estigmatizar la Fiesta Brava y tratan de secar, a toda costa, los manantiales de la aficiĂłn.
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LAS ESCUELAS TAURINAS DEL PAÍS
15-11-2019
La primera institución oficial para la formación de toreros, fue la Escuela de Tauromaquia de Sevilla, creada por Fernando VII en 1830; pero hubo problemas con su directiva y con las fuentes de financiamiento, por lo que apenas duró cuatro años. Las dificultades con que se tropezó en Sevilla, parecen haber marcado la suerte de las instituciones de este tipo, pues han llegado hasta las escuelas taurinas de nuestros días y no se han salvado ni las únicas tres que aún subsisten en Venezuela, ubicadas en su región andina. La de San Cristóbal, es la que ha surcado por aguas menos procelosas, aunque su avezado timonel ha tenido que sortear uno que otro temporal. La de Tovar es un cascarón que apenas flota, pero con un jactancioso apelativo. Por ahora, no tiene ni siquiera instructores y bien pudiera dedicarse, mientras tanto, a sembrar la simiente de la afición, para contribuir a preservar la larga tradición taurina del terruño. La de Mérida, está inmersa en una borrasca institucional que la tiene casi paralizada y se ha transformado en una escuela macrocéfala: los directivos e instructores, superan el número de alumnos; corregir esta anomalía sería ya señal de progreso.
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Las Escuelas Taurinas de nuestro Estado, no dependen del Complejo Recreacional de Mérida que, sin embargo, les arrima el hombro para evitar su naufragio definitivo, pues, a pesar de todo, conforman el grueso de las instituciones de docencia taurina del país. No obstante, sería preferible encontrar fórmulas para inmunizar nuestras Escuelas contra los avatares de la política, los altibajos de sensatez taurina que pueden afectar los entes públicos y las embestidas que puedan surgir del propio seno de la afición. En este sentido, es de recordar lo que se hizo años atrás con una importante y útil publicación taurina de Mérida, que ahora adolece (como todas) de falta de recursos, pero no se ha desdibujado su clara orientación. Hay mucho por hacer, incluso la exploración cabal y el sistemático aprovechamiento institucional de las oportunidades de cooperación disponibles en el exterior, donde existe ahora hasta una red internacional de escuelas taurinas. Este lamentable cuadro que ofrece la sedicente academia tovareña y la escuela de Mérida, se inserta en la crisis nacional. La escasez de festejos, la impulsión a prodigar premios a granel en los restantes y la tendencia automática al elogio por su mera celebración, con reses que no siempre calzan la definición de toros, se concatenan – a pesar de las buenas intenciones - para deteriorar más la situación con la creciente aparición de un malsano conformismo triunfalista. Estos tiempos de vacas flacas, pudieran aprovecharse para ampliar y apuntalar nuestra afición, a pesar de que en la actual realidad taurina del país haya pocas luces y muchas sombras; pero no podemos acostumbrarnos a estar en la penumbra, ni en las calles, ni en los ruedos. Nada escapa a la infortunada coyuntura y todos conocemos tanto la raíz del problema como su solución. Lo que necesitamos, es lo que siempre les ha sobrado a los toreros, para reafirmar nuestra histórica condición de bravo pueblo, nuestra democracia y nuestra Fiesta Brava.
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LAS TERTULIAS TAURINAS DE MÉRIDA
QUE EN PAZ DESCANSE DON JULIÁN VARONA 07-01-2020
Guardo
los mejores recuerdos de las tertulias taurinas que se celebraban en Mérida los viernes y, en época de feria, al finalizar cada tarde de toros. Los participantes eran aficionados de fuste, que además hacían gala de una chispeante ingeniosidad. Tuve la suerte de ser invitado durante varios años y, por supuesto, al estar en la ciudad, nunca me perdía estas reuniones, amenas, instructivas y salpicadas de ocurrencias, que exiliaban de inmediato el fastidio. En las tertulias se solía pasar revista al acontecer taurino y se podía avanzar cualquier comentario, pues la idea era conversar sobre nuestra común afición y proporcionaban una buena oportunidad para enriquecer los conocimientos individuales sobre la Fiesta Brava, con las opiniones de los otros participantes. Inicialmente, en estas reuniones vespertinas se lidiaban ejemplares del famoso hierro de Don Thomas Parr, pero luego comenzaron a escasear, hasta que desaparecieron por razones de fuerza mayor; sin embargo, siempre se guardó fidelidad al encaste escocés, aunque no tuviera los blasones del longevo personaje.
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Al salir el primer ejemplar por la puerta de toriles, (que no de chiqueros), se le recibía con la Bendición de Ramos - que no vengan más de los que estamos y si alguno viniere, Dios con su inmenso poder, le quite las ganas de beber- y se le entonaba un responso en latín, pues, a no dudar, estaba condenado al acabamiento; si se había saboreado con particular delectación, se premiaban sus despojos con la vuelta a la redonda mesa, en torno a la cual tenía lugar la tertulia, en la cual se aireaban ideas para el futuro, se hacían chistes, se recitaba, se cantaba a cappella algún tango y se estrechaban los lazos de amistad. Lamentablemente, esas tertulias han desaparecido o distorsionado su esencia; no obstante, inspirado en los recuerdos, procedo a evocar algunas reflexiones, que hubiese podido traer a colación cualquiera de aquellos aficionados de nivel, en esas agradables sesiones que contribuían a robustecer el espíritu taurino. Seguramente, se hablaría de Antonio Chenel, Antoñete, que vivió varios años en nuestro país, quien afirmaba que el toreo es de arriba abajo y de delante atrás; que los grandes toros deberían tener el derecho de elegir a su matador; y que el torero perfecto saldría de la combinación de la cabeza y las condiciones de Enrique Ponce, la verdad de César Rincón y la pureza de Curro Vázquez. Se evocarían las conocidas palabras de García Lorca: los toros son la fiesta más culta que hay en el mundo; y también las no tan conocidas del académico francés Henry de Montherlant, que se refirió al toreo como el único arte que juega con la muerte. A Ramón del Valle Inclán, que hablaba de la violencia estética de la fiesta de toros; a José Bergamín (el de la música callada), a quien el toreo le parecía un doble ejercicio, físico y metafísico, de integración espiritual, en que se valora el significado de lo humano en cuerpo y alma; al escritor gallego Wenceslao Fernández Flórez que solía decir: extraño mundo el del toreo, la muerte lo preside, a veces horripila y en otras tiene una aleccionadora trascendencia.
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Esta reflexión daría pie para evocar la presentación en México de Manolete el año 45, cuando luego de ser corneado de gravedad, un periodista le preguntó si no había visto al toro que se le venía encima, porque entonces se hubiese apartado. La contestación del Monstruo es ejemplo de pundonor: Claro que lo ví, pero yo no me apartaré de los toros mientras me llame Manolete. Como no recordar a Lagartijo: en el toreo, unos saben lo que hacen y otros hacen lo que saben; o a Rafael El Gallo: clásico es el toreo que no se puede hacer mejor; o Luis Francisco Esplá, quien lo definía como el equilibrio entre la fuerza y la estética; o la feliz expresión de Octavio Paz: el toreo es poesía en movimiento; o a Juan Belmonte, quien al saber que cierto grupo de aficionados criticaba su amistad con intelectuales, comentaba: ¿Qué se han creído, que para ser torero es preciso andar a cuatro patas? Alguien hubiese evocado al escritor y filósofo donostiarra, Fernando Savater, quien decía que en el toreo está presente la muerte, pero como cómplice para que la vida se afirme; y que los antitaurinos (no sabe si todos) utilizan la cabeza para embestir y no para pensar. A propósito, uno de los grandes pensadores de España, fue sin duda José Ortega y Gasset, insigne aficionado para quien los toros ocuparon siempre primera fila entre sus inquietudes intelectuales. El filósofo madrileño concibió la idea de un tratado técnico e histórico sobre los toros, encargó del proyecto a un tocayo vallisoletano y así nació la empresa editorial más ambiciosa del mundo taurino, la cual todos los aficionados hemos consultado alguna vez y que ahora conocemos popularmente como El Cossío.
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FUNDACIÓN TORO DE LIDIA Y COOPERACIÓN TAURINA
27-01-2020
La
Fundación Toro de Lidia (FTL), en su breve existencia, ha adquirido renombre por su diligencia y seriedad en la promoción, defensa y divulgación de la tauromaquia, como manifestación cultura y disciplina artística. Sus acciones se han desarrollado principalmente en España, pero se contempla su proyección al ámbito internacional, mediante acuerdos de cooperación con instituciones sin fines de lucro que persigan objetivos similares La idea es proporcionar un andamiaje que coordine la acción de los diferentes estamentos taurinos, proporcione mayor visibilidad a sus planteamientos y logre maximizar la sinergia, pues la FTL dice, con razón, que juntos somos más. La acción de la Fundación en el orbe taurino, seguramente se tornaría más valiosa, en donde la Fiesta Brava arrostre mayores peligros, como es el caso de Venezuela debido, entre otros factores, a un entorno totalitario que pretende agobiarla y que ya le ha propinado unos cuantos zarpazos. En el país tenemos varias instituciones que se preocupan por la Fiesta Brava y, en estos tiempos de vacas flacas, bien pudieran contribuir a apuntalar 401
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nuestra afición de diversas maneras, incluyendo los nexos al plano internacional. El Círculo Bienvenida es pionero en la materia; también la Fundación Cultural Girón ha adelantado algo al respecto, pero desde hace algún tiempo se encuentra en un estado de animación suspendida; la Asociación Taurina de Mérida, a pesar de que simboliza su vocación internacional el haber rociado su Acta Fundacional con un exquisito Malbec argentino, en lugar del criollo calentaito, diera la impresión que, en sus casi ocho años de vida, ha parroquializado demasiado sus actividades y le hace falta establecer, más allá de vínculos personales, lazos institucionales estables con el exterior; y la Plataforma Taurina Nacional, parece estar por ahora de capa caída. Pero sin duda, hay otras instituciones en nuestro país que también pudieran tejer relaciones de mutuo provecho con la FTL, las cuales requieren diligencia más que de otra cosa. Es de rigor felicitar a la Fundación Toro de Lidia por su buena faena y desearle que no desmaye en su fructífera labor; y los aficionados tenemos que hacer causa común para cerrarle el paso a quienes pretenden borrar de la faz de la tierra la tauromaquia y la cultura taurina, tan caras a nuestros espíritus y a las cuales tenemos pleno derecho.
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ZELÍN, DESCANSA EN PAZ
10-02-2020
Hace más de quince años, renuncié al Servicio Exterior, regresé a Venezuela, me volví a encontrar con los toros y entonces conocí a Zelín Peña Avendaño. Me lo presentó mi paisano y amigo de la infancia, Eugenio Salas Mora, durante una visita que hice a Mérida y me invitó a una tertulia taurina, que marcó mi retorno como aficionado. Allí conocí a un distinguido grupo de taurinos merideños, entre ellos a Zelín, quien era entonces el Presidente de la Comisión Taurina, congeniamos de inmediato y pude apreciar su bonhomía, su capacidad para la responsabilidad que desempeñaba y su profundo conocimiento de la Fiesta Brava merideña, pues por muchos años fue uno de sus pilares más importantes. Posteriormente, me fue dado constatar su culto a la amistad, que nunca cesó de demostrar en los años que lo conocí. Me distinguió con un pase de cortesía y por primera vez pude apreciar una corrida desde el callejón, lo cual hizo reverdecer del todo mi afición y Zelín es culpable que ahora publique, de vez en cuando, algún escrito taurino. Lo criticaban por los indultos, pero me dedicó una foto de pie en el Palco Presidencial, agitando el pañuelo anaranjado y de su puño y letra escribió: Así se indulta un toro. En verdad, algunos han podido originar polémica y varias
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veces conversamos al respecto, pero todos fueron concedidos sin trastienda alguna, pues Zelín era un taurino a carta cabal. No le fue muy grato enterarse que, tras muchos años de servicio, sería relevado de la Comisión Taurina, pero al final aceptó a regañadientes pasar a ser su Presidente Emérito. Los taurinos estamos de luto, pues Zelín Peña Avendaño fue ciudadano sin tacha, destacado profesional del Derecho y distinguido profesor universitario; además, como todo aficionado que se respete, era cultor de la buena mesa, la buena copa, ameno conversador y consumado contertulio. Nos ha debido dejar preocupado por el maltrecho estado de nuestra Fiesta Brava, pero seguramente, desde arriba, podrá seguir dando uno que otro capotazo para volver a colocarla en el sitial que merece. Paz a sus restos, solidaridad para la familia y para todos sus seres queridos.
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III Parte
RETAZOS TAURINOS
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I 01-03-2016
Dos
destacados maestros de la tauromaquia como Ordóñez y Antoñete, han opinado, por separado hace unos años, que la emoción del toreo radica más en la fiereza del toro que en su volumen. El Juli, uno de los grandes diestros de la actualidad, declaró recientemente que la desaparición de la mayoría de encastes viene motivada por el excesivo tamaño del toro que público y prensa han demandado. Los tres Maestros podrán tener mayor o menor razón en sus apreciaciones, pero lo cierto es que no todos los encastes tienen toros con una estructura ósea que les permita aguantar peso. De prevalecer un enfoque volumétrico, estaríamos ante el singular caso en que el gusto del público que paga por asistir a las corridas de toros, no necesariamente tiene como lógica consecuencia una mejora en la calidad del espectáculo. Por supuesto que el público tiene pleno derecho a tener sus gustos. Sin embargo, es oportuno recalcar que el calificativo de toro viene dado por la edad y no por el volumen. Tampoco se trata de aceptar animales escurridos y sin presencia, pues los toros deben tener el trapío necesario para presentarlos en plazas como, por ejemplo, la Monumental de Mérida. Me refiero en particular a Mérida por dos razones: Es el reglamento taurino con el que estoy más familiarizado y porque estamos en vísperas del 407
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cincuentenario de su plaza de toros, lo que induce a pensar que sus autoridades prepararán con particular esmero dicha celebración. La Comisión Taurina debe estar vigilante en cuanto a la edad, peso y trapío de los ejemplares a lidiarse. Debe tratar de prevenir contravenciones con firmeza, anticipación, transparencia y tino, para eliminar o reducir las posibilidades de que se presenten de improviso, excepto cuando sean debidas a comprobadas causas de fuerza mayor. Sin espíritu polémico, sugerimos que lo primero que debiera hacer la Comisión es, sencillamente, aplicar con mayor severidad el Reglamento a la Ordenanza Taurina de Mérida. En efecto, en lo que se refiere a la edad, el Reglamento prevé que la res debe haber cumplido cuatro años de edad y no ser mayor de seis. Se establece que a la llegada, el ganadero deberá consignar una declaración jurada donde exprese el número, mes y año de nacimiento de cada uno de los toros del encierro, el cual deberá encontrarse en los corrales de la plaza por lo menos 72 horas antes del espectáculo. Por lo que respecta al peso, al recibir el encierro, lo que deberá hacerse a la luz del día, se levantarán tres ejemplares del acta de pesaje: Uno para el ganadero, otro para la Empresa y el de la Comisión Taurina, además, aunque el Reglamento no lo contemple, cada parte debería firmar el acta. Cuando al toro le faltan para cumplir el peso mínimo requerido más de 15 Kilos, que en el caso de corridas en Mérida es de 430, la Comisión Taurina lo declarará no apto para la lidia y se ordenará su reemplazo. En el caso de encierros nacionales, el ganadero es el responsable de presentar reses que se ajusten a los requisitos exigidos. En cuanto al tercer elemento, el reglamento es bastante parco pues apenas señala que las reses deben presentar las condiciones de trapío, que serán comprobadas por la Comisión Taurina. Para hablar del trapío hay que ser aficionado y dispuesto a pisar un terreno propenso a controversias pues, al no
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ser cuantificable y depender de la combinación de un conjunto de elementos, posibilita una amplia gama de apreciaciones sobre la aceptación o rechazo de un toro por tal motivo. La Comisión puede reglamentariamente inspeccionar las ganaderías que van a participar en los festejos, lo que da pie para utilizar veedores, teniendo siempre presente que no sería su función la escogencia del ganado, pero si la constatación temprana de las condiciones y hechuras de los toros, para prevenir el riesgo de tropezar con sorpresas el estilo de lo sucedido en la última feria de San Cristóbal. Esto debería complementarse con oportunas comunicaciones por escrito, en las cuales la Comisión reitere a los ganaderos lo estipulado en el Reglamento y su intención de aplicarlo con rigurosidad. Por su parte, la Empresa bien pudiera, al contratar los encierros, incorporar una cláusula que comprometa ab initio al ganadero con la observancia del reglamento aplicable. La transparencia imparte a todo el proceso credibilidad y permitiría una justa asignación de responsabilidades en caso de incumplimiento. Por ejemplo, La Declaración Jurada del ganadero, las Actas de Pesaje y las Comunicaciones de la Comisión Taurina pudieran darse a conocer oportunamente a la opinión pública o ponerse a la disposición de los interesados, como sucede actualmente con las fotografías del análisis post mortem de la dentición del animal. La Comisión Taurina debe ejercer sus prerrogativas con tino, que no es más que el buen juicio, prudencia y sentido común, que deriva del conocimiento y la experiencia de sus miembros y de todo el equipo de asesores. Para rematar estas notas vale la pena recordar la noción de sinergia, la cual permite alcanzar, cuando varios factores trabajan de consuno, un mejor resultado del que hubiera podido lograrse al actuar cada uno por separado. ¿No habrá llegado la hora de la sinergia en la defensa de nuestra Fiesta Brava?
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II 05-03-2016
Nuestro matador activo más antiguo es Leonardo Benítez, quien ha desarrollado buena parte de su carrera en México, donde tomó la alternativa en Monterrey de manos de Eloy Cavazos, con un toro de Garfias, el 18 de octubre de 1992. El diestro de La Vega siempre se ha caracterizado por tener un carácter más bien levantisco que no vacila en evidenciar. Hace casi veinte años, en la Monumental de México, indultó un toro de Xajay, no obstante decidió entrar a matar y así sería la faena y el estoconazo cuando, a pesar del desacato, le concedieron los máximos trofeos. Días después comentó que la razón de tal proceder era que no podía dejar pasar una oportunidad como esa, pues el indulto es un premio al toro y al ganadero, pero para el torero es mejor las orejas y el rabo. Hasta en eso demostró su temprana actitud contestataria pues actualmente, en circunstancias similares, lo que se estila es tratar de evitar el riesgo que implica la suerte suprema. ¿Acaso su genio rebelde tendrá algo que ver con su fecha de alternativa? Por cierto, nuestro genial César Girón tuvo una tarde en verdad apoteósica cuando el Día de Todos los Santos del año 1954, cortó cuatro orejas, dos rabos y la única pata concedida en toda la historia de la Plaza de Acho, la más antigua de América y la tercera del mundo, máximos trofeos que le hicieron acreedor al Escapulario de Oro de la Feria del Señor de los Milagros. Fue tan desbordante el entusiasmo del público que llevaron al gran César a hombros hasta el distante Hotel Bolívar en la Plaza San Martín, cruzando el centro de Lima. Es de recordar que ocho años antes, en el último toro de la corrida que cerraba la Feria de 1946, su año inaugural, el matador mexicano Luis Procuna le cortó a un toro de La Punta, las orejas, el rabo y, por exceso de alguien en el ruedo, también le entregaron una pata. De inmediato la Autoridad Taurina emitió un Comunicado, mediante el cual señalaba haber tenido conocimiento de que el diestro también había recibido la pata del animal y
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procedió a desautorizar públicamente dicha entrega por cuanto nunca fue concedida. Por mera coincidencia Procuna, torero artista y temperamental, cuyas espantadas las compensaba con su buen hacer al acoplarse con un toro, tuvo una de esas grandes tardes en el Nuevo Circo y se transformó en el único matador que ha cortado pata en el coso caraqueño, a un toro mexicano de La Trasquila, cuyo nombre era precisamente el gentilicio capitalino, en Diciembre de 1944. Tal tarde es histórica además para el devenir de nuestra fiesta, por cuanto entre los asistentes se encontraba un jovencito, quien presenciaba por primera vez una corrida de toros y cuya grandiosidad terminó de despertar su vocación taurina, era nada menos que César Faraco, nuestro apreciado y recordado Cóndor de los Andes. El Club Cocherito de Bilbao, es una institución que durante más de cien años ha venido desarrollando actividades benéficas y culturales, cuyo accionar común está cimentado por la afición de sus miembros a la Fiesta Brava. Lleva su nombre en honor del diestro bilbaíno, de nombre no tan fácil de pronunciar para nosotros, Cástor Jauriguibeitia Ibarra, quien desplegó su arte, no solo en España, sino en Francia, Perú, México y Portugal. Tuvo una trayectoria de más de veinte años como torero y en 1919, a los cuarenta y tres años de edad, decidió despedirse de los ruedos en Madrid, en cartel de lujo junto a Joselito y Belmonte, con toros de Salas. Luego haría lo propio en su natal Bilbao, en corrida que contó con la presencia del Rey Alfonso XIII, y alternó con Chiquito de Begoña, Torquito y Fortuna, con ocho toros de Pérez Tabernero. Desde 1962, año de la inauguración del nuevo coso de Vista Alegre, pues la plaza anterior había sido arrasada por un incendio, el Club otorga un trofeo al Toro más Bravo de la Feria de Bilbao, el cual correspondió en 2015 a “Ferretero” de Jandilla. Igualmente, en Diciembre del mismo año, publicó su lista de los diez mejores hierros, la cual quedó conformada por: Alcurrucén, Victorino Martín, La Quinta, Jandilla, Miura, Adolfo Martin, Dolores Aguirre, Puerto de San Lorenzo, Pedraza de Yeltes y Cebada Gago.
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III 12-03-2016
El Tercio de banderillas consiste en una suerte airosa, ágil, plena de gracia y destreza. Se inventó para recuperar la embestida del toro que tras el desgaste de la vara tiende a aplomarse, entonces se usa el arponcillo para reavivar su instinto y que acuda de nuevo al engaño. Hoy día, existen muchas maneras de poner banderillas, las cuales hasta hace más doscientos años, se colocaban una por una. Se le atribuye a Bernardo Alcalde y Merino, el Licenciado de Falces, torero navarro de mediados del siglo XVIII, haber iniciado la costumbre de ponerlas de dos en dos. Bernardo adquirió cierto prestigio como torero poderoso, hábil con los garapullos y temerario saltando toros. Pero su fama se consagró definitivamente para la historia, debido a Don Francisco de Goya, quien le dedicó el gravado No. 14 de su serie Tauromaquia, en cuyo largo título menciona su habilidad para burlar toros con quiebros. Por cierto, tenemos en Venezuela a uno de los grande especialistas en ejecutar la suerte de banderillas Al Quiebro, la cual consiste, nada menos, que en ponerse frente al toro, citarlo y esperar la embestida sin mover los pies, al llegar el animal a jurisdicción torcer cuerpo y brazos a un lado, marcándole el sitio del bulto, y al humillar el toro recobrar la posición normal y clavar los rehiletes. Nuestro torero, José Nelo, Morenito de Maracay, destacó en el orbe taurino por ser verdadero especialista en ese estilo de cubrir el tercio de banderillas, a tal punto que llegó a ser conocido como El Rey del Quiebro, descollando sobre Nimeño II, Esplá o Víctor Méndez, connotados toreros contemporáneos expertos en el género.
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Tal era la fama de José, que en un festival homenaje a Vicente Ruiz “El Soro” hace diez años, el Maestro Ortega Cano lo invitó para que participara poniendo banderillas a su toro. Morenito ejecutó dos soberbios pares Al Quiebro, palitroques adornados con los colores patrios, que fueron largamente ovacionados de pie por el público que colmaba el coso de la calle Játiva, en Valencia de España. Pero Morenito no se limitó solo a ser destacado artífice con las banderillas. Vale la pena recordar una de sus grandes tardes en Madrid, en la que efectuó par de faenas muy redondas y rematadas con sendas estocadas, que hicieron rodar sin puntilla a los de Sánchez Cobaleda. Obtuvo una oreja en cada toro, pasando a ser el último diestro venezolano en salir a hombros por la codiciada Puerta Grande de la Monumental de Las Ventas, el 2 de agosto de 1987. José Nelo se despidió de los ruedos hace tres años en su plaza, la Maestranza de Maracay. Entre los pares de banderillas más famosos y controvertidos, existe uno llamado El Par de Pamplona, ejecutado por Rodolfo Gaona en los Sanfermines de hace cien años y que fue objeto de intensa polémica. El toro, “Cigarrito” de Concha y Sierra había tomado cinco varas cuando el mexicano colocó el par, de dentro hacia afuera, y el momento preciso del embroque fue captado por el fotógrafo taurino Aurelio Rodero. En la gráfica aparece el matador clavando entre los cuernos, el cuerpo inclinado, con la taleguilla rozando la cara del toro. Algunos decían que no era posible ejecutarlo de esa manera sin que el torero saliera empitonado, otros alababan el valor a toda prueba del diestro, en definitiva se encendió la polémica, que duro sesenta años, hasta que todo fue aclarado por el propio Gaona en 1975. El matador, uno de los toreros más elegantes que haya pisado jamás los ruedos, señaló poco antes de morir que la culpa era de Rodero, debido a la oportunidad y el ángulo en que tomó la fotografía. Colocar banderillas como en la gráfica es imposible, el par fue sobre el pitón de salida y no entre los cuernos. Con tales declaraciones se zanjó el debate creado por una fotografía 413
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y el prolongado mutismo del torero, al que debe su larga e inmerecida fama el Par de Pamplona.
IV 18-03-2016
Existen muchos ejemplos de la estrecha ligazón entre tauromaquia y cultura. Uno de los más relevantes es Ignacio Sánchez Mejías, célebre torero sevillano del primer tercio del siglo XX, cuya figura trascendió los ruedos y llegó a ser una de las más prominentes del acontecer cultural en la España de la época. De familia acomodada y de espíritu aventurero que lo llevaría a ser torero, fue además escritor de obras de teatro, actor de cine, automovilista, jugador de polo, presidente del Real Betis Balompié y miembro de la Generación del 27, junto con Rafael Alberti, García Lorca, Gerardo Diego y los latinoamericanos Pablo Neruda y Jorge Luis Borges, para mencionar unos pocos. Sánchez Mejías debe su formación como torero a su cuñado José Gómez Ortega “Joselito”, fue parte de su cuadrilla y adquirió fama como el mejor banderillero de España. Joselito le dio la alternativa en Barcelona en 1919, con Juan Belmonte de testigo y toreaba con su mentor y padrino la trágica tarde de Talavera de la Reina. El toreo de Ignacio no se caracterizó por su técnica o estilo, sino por sus frecuentes arranques de temeridad que lo impulsaban a torear de rodillas o poner banderillas por los adentros. En 1934, tras varios años retirado, se presentó en Manzanares donde, por su ímpetu temerario, sufrió grave cornada en el muslo derecho al iniciar faena sentado en el estribo. No permitió que lo operaran en la enfermería local, insistió en ir a Madrid, la ambulancia se retrasó y murió de gangrena dos días
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después. El mito narra que Ignacio buscó la muerte y García Lorca le dedicó una de las mejores elegías jamás escritas en lengua española. El final de la lidia lo marca la puntilla. Cuando el toro se echa tras la estocada, entra en juego el puntillero para atronar al animal, introduciendo de un golpe el aguzado cuchillo por la parte media del testuz, cortándole la médula espinal lo que produce la muerte instantánea del toro. El puntillero tiene que ser certero, pues no debe marrar ni hacer que se levante de nuevo el animal. Una costumbre ya en desuso, era la de contratar en cada plaza un puntillero de acierto y pericia, quien gozaba entonces del reconocimiento de toreros y aficionados. El último de los puntilleros que se recuerda fue Agapito Rodríguez, quien ejerció por 28 años en la plaza de Madrid, donde tiene una placa en memoria de su buen hacer. Me parece recordar que hasta hace pocos años, había puntillero en la Monumental de Mérida, hoy día esa función la cumple uno de los subalternos en cada cuadrilla y es frecuente el desastroso espectáculo que se produce cuando no se acierta en repetidos intentos. Visto lo visto y a pesar que los matadores puedan recelar de un puntillero que no conocen ¿No sería mejor volver a la costumbre en desuso? En el Puerto de Santa María, plaza de indiscutible solera, a mediados del Siglo XIX, saltó a la arena un ejemplar de la ganadería de José López Cordero llamado “Gordito”, que tomó 30 varas, mató 18 caballos en el ruedo y otros tres murieron luego como consecuencia de sus arremetidas. Era tal la bravura del animal, que apenas cambiado el tercio, el público comenzó a pedir el indulto de manera tan insistente que fue concedido por el Presidente de turno, sin embargo, el toro murió en los corrales de la plaza debido a la gravedad de sus heridas.
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La corrida fue mano a mano entre Antonio Carmona y Lagartijo, no se registra a cual matador correspondió el toro, aunque su nombre coincide con el mote del primer espada del festejo. En todo caso, “Gordito” pasó a la historia como el toro que mereció indulto inobjetable, pero no logró sobrevivir a las consecuencias de su propia fiereza. En cambio, con el socialismo del siglo XXI, los toros indultados hace poco en San Cristóbal no lograron sobrevivir a la fiereza de las autoridades.
V 26-03-2016
El corte de apéndices del toro se origina en el siglo XVII, con la costumbre de los Caballeros Maestrantes, propietario de las plazas de Ronda y Sevilla, de regalar al matador que se hubiese destacado la res completa, para que organizara un ágape e invitara a su cuadrilla, amistades e indigentes acogidos en centros de beneficencia. Cuando se empezó a arrendar las plazas, los adjudicatarios del contrato se quedaban con la carne de las reses lidiadas, pues era parte del negocio. En consecuencia, los Maestrantes instauraron el otorgamiento de una oreja como símbolo de la entrega de todo el toro, lo que constituía premio excepcional concedido solo a los matadores que hubiesen estado impecables en la ejecución de la suerte suprema. En aquella época la oreja era el máximo trofeo y el diestro la presentaba en el desolladero como prueba de su derecho a recoger la res. Con el paso del tiempo, se consideró que para premiar las grandes faenas una oreja no era suficiente y tampoco era factible entregar uno o más toros. Entonces se decidió establecer una equivalencia: Una oreja correspondía a un cuarto de toro, dos a la mitad y orejas y rabo se premiaban con la entrega del toro completo, cuya carne el matador podía vender y hacerse con algún dinero.
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Por cierto, en la Monumental de Las Ventas, el 18 de octubre de 1942, el conocido diestro Marcial Lalanda, se paseó con el rabo de un toro de Pérez Tabernero que, al parecer, fue cortado de manera fraudulenta por un subalterno, sin autorización del Presidente de la corrida. Marcial, hijo y nieto de mayorales de una finca de reses bravas, tomó la alternativa en 1921 de manos de Juan Belmonte en la Maestranza de Sevilla. Al estallar la Guerra Civil se trasladó a Francia con la excusa de torear unas corridas, pero regresó para alistarse y combatir en las filas de las milicias falangistas. El Maestro Martín Domingo le dedicó el conocido pasodoble “Marcial eres el más grande”, cuya interpretación dio pie para que ya no sonara más nunca música durante la ejecución de una faena en la Monumental de Las Ventas. Aconteció que en la Corrida de la Victoria, primer festejo celebrado en la plaza una vez finalizada la Guerra Civil en Mayo de 1939, durante el trasteo de Lalanda al primer toro el público pidió música, siendo complacido con el pasodoble que le había dedicado el Maestro Domingo; pero con el cuarto ejemplar, Domingo Ortega realizó una faena de antología, el público pidió música pero nunca sonó, lo que protestaron ruidosamente sus partidarios y hubo tal desorden en los tendidos, que las autoridades decidieron que ya no se tocara ningún pasodoble en la Plaza de Madrid, prohibición que se mantiene hasta nuestros días. No deja de ser anacronismo inexplicable la ausencia de música en el coso madrileño, sobre todo a casi ochenta años del incidente. Hasta ahora, la única excepción ocurrió hace medio siglo, cuando Antonio Bienvenida, quien actuaba esa tarde como único espada, tras colocar tres soberbios pares de banderillas, brindó la muerte del último toro a su hermano Pepe y la Banda de Música, con permiso del presidente, interpretó un pasodoble. Marcial era un hombre culto y de múltiples inquietudes, en 1928 financió y protagonizó la película “Viva Madrid, que es mi pueblo”, cinta hoy desaparecida y la Escuela de Tauromaquia de Madrid lleva su nombre. Murió en la capital española en 1990, a la edad de ochenta y siete años. 417
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Por su parte, Domingo Ortega fue un torero intuitivo y poderoso, que desde sus primeros pasos dio muestras de unas condiciones extraordinarias para la lidia de reses bravas. Vistió traje de luces por primera vez a los veintidós años en 1928, tomó su alternativa en Barcelona de manos de Gitanillo de Triana y el mismo año de 1931, la confirmó en Madrid en donde debutaba, pues nunca se presentó como novillero en la capital. Domingo fue un torero recio, sobrio, de estilo clásico y técnica depurada. También fue admirador de Franco y, al igual que Marcial Lalanda, combatió en sus filas. Se cortó la coleta en la Feria del Pilar de Zaragoza en 1954, aunque después participó en numerosos festivales benéficos. Domingo fue amigo de grandes figuras de la cultura española. Ignacio Zuloaga pintó su retrato al óleo, Antonio Díaz Cañabate lo inmortalizó en La Fábula de Domingo Ortega y José Ortega y Gasset lo animó para que dictara varias conferencias como El Arte del Toreo y La Bravura del Toro, las cuales fueron publicadas en la prestigiosa Revista de Occidente, fundada por el filósofo quien, como contrapartida, toreó en tientas informales algún becerro al alimón con Ortega. El diestro, nativo de Borox, también tenía su pasodoble, compuesto por Florencio Ledesma y Rafael Oropesa el mismo año de su alternativa y, a pesar de ser uno de los más interpretados en las plazas de toros, no lo fue la tarde de la gresca que enmudeció musicalmente la madrileña plaza. Manolete, en una corrida celebrada en Alicante, brindó un toro a Don Ricardo García “K-Hito” y fue tan brillante la actuación del diestro, rematada por gran estocada hasta el puño, que el conocido crítico le tiró al ruedo su libreta de notas en donde había escrito en letras gigantes la palabra MONSTRUO, con lo cual desde ese año de 1943 tal apelativo quedó registrado para la historia. El Monstruo fue uno de los grandes Califas toreros de Córdoba y el primero tras la época de los famosos Rafaeles. El primero, Rafael Molina, “Lagartijo”, bautizado Califa por el célebre cronista taurino Mariano de Cavia;
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el segundo, Rafael Guerra “Guerrita”, el tercero, Rafael González “Machaquito” y el cuarto Manuel Rodríguez “Manolete”, deben el honorífico título a la gente de Córdoba, pues eran toreros muy queridos y admirados por el pueblo. El quinto Manuel Benítez “El Cordobés”, el último Califa hasta ahora, fue designado por el Ayuntamiento de Córdoba en 2002, en respuesta a numerosas peticiones de asociaciones y colectivos de la provincia, entre ellos el Ayuntamiento de Palma del Río, donde nació el famoso torero. ¿Será que ahora corresponde el ciclo de los Manueles?
VI 01-04-2016
En Venezuela el honor de ser la primera plaza del país en utilizar Alguacililla, correspondió a la Monumental de Mérida, cuando Rocío Grisolía, distinguida profesora de flamenco, tuvo el histórico privilegio de presidir el paseíllo en 2011. No podía ser de otra manera tratándose de la Ciudad de los Caballeros que, una vez más, pasaba a ser adelantada también en esta materia. La segunda Alguacililla fue María Auxiliadora Lobo, de familia taurina y hermano aspirante a rejoneador, no pudo actuar en la última Feria, pues está finalizando sus estudios de Medicina y tenía pasantías fuera de la ciudad. La tercera es la jovencita Gynna Sánchez, perteneciente a una conocida familia ganadera, estudiante de Veterinaria en La Universidad del Zulia y, al igual que sus antecesoras, consumada caballista como lo demostró en la reciente Feria del Sol. Felicitaciones a las tres damas alguacilillas de Mérida, plaza en que ya comienzan a ser tradición, la cual se inicia ahora en San Cristóbal, pues este
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año María Lorena Ramírez fue la primera Alguacililla en la historia de la FISS. ¿Cuál será la próxima plaza? Luis Mazzantini, de padre italiano y madre vasca, pasó a la historia por haber logrado imponer el sorteo de los toros, pues hasta entonces el principal matador, con el beneplácito del ganadero, escogía las reses que quería lidiar, con el consiguiente perjuicio para los demás toreros. El sorteo no se reglamentó hasta los años veinte, pero él lo exigía en sus actuaciones. Don Luis, como se le conocía, era bachiller en Artes, pero el afán de fama y fortuna lo hicieron abrazar tardíamente la profesión de torero en 1884. Confirmó alternativa en Madrid a los 28 años de manos de Frascuelo y destacó como gran estoqueador. Se presentó en La Habana y se transformó rápidamente en un icono social, de allí siguió a Uruguay donde terminó de cuajar como torero, luego regresó a España, donde llegó a ser conocido como El Rey del Volapié y cobraba 6.000 pesetas por tarde a finales del siglo XIX, lo que constituía una buena suma para la época. Su esposa le había pedido que se retirara de los ruedos y cuando ésta falleció, en 1905, el torero se cortó la coleta que ató al cadáver para que fuera enterrada junto con ella. Mazzantini fue una figura popular en su época, vestía elegantemente, se codeaba con la alta sociedad, tenía amigos artistas, frecuentaba la ópera y las tertulias literarias. Como político distinguido fue Gobernador Civil de Guadalajara y de Ávila, miembro de la Diputación Provincial y Concejal en Madrid, donde murió en 1926, a los setenta años de edad. Yul Brinner, fue el primer actor de cine extranjero que inició simbólicamente un espectáculo taurino en España. Ocurrió en 1966 con ocasión de un festival a beneficio de los ancianos de Alicante, cuando inició el festejo como Alguacil y, al final, dio vuelta al ruedo en compañía de Curro Romero y el diestro local Francisco Antón “Pacorro”. Brinner se encontraba filmando los exteriores de El Regreso de los Siete Magníficos.
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Hay otras conocidas estrellas con afición a los toros como James Dean, que veía con frecuencia corridas en México y practicaba toreo de salón y Charlton Helston que solía asistir a Las Ventas. Entre las actrices se recuerda a Marlene Dietrich, Grace Kelly, Audrey Hepburn, Sofía Loren y, por supuesto, Ava Gardner. Mención aparte merece el genial Charles Chaplin, que incluso fue aficionado práctico, quien decía que las corridas eran el espectáculo más completo pues reúne color, alegría, tragedia, valentía, ingenio, brutalidad, energía, fuerza, gracia y emoción. Para rematar recordemos al célebre actor y director Orson Welles, quien en una visita a la propiedad que Antonio Ordóñez tenía cerca de Ronda, le manifestó su deseo que la finca fuera el destino final de sus cenizas. Welles falleció en Los Ángeles en 1985 y su hija Beatrice cumplió tal voluntad. Las cenizas fueron esparcidas en esas tierras dos años después.
VII 08-04-2016
Joaquín Rodríguez “Costillares”, nació en el sevillano barrio de San Bernardo y desarrolló su fecunda actividad taurina en la segunda mitad del siglo XVIII. Desde muchacho trabajó en el matadero y de allí viene su apodo, pues tenía que cargar costillares. Los mataderos cumplían en ese entonces las funciones que luego desempeñarían las tientas, capeas y escuelas taurinas. En ese entorno y con sus condiciones atléticas, no es de extrañar que se dedicara al toreo desde temprana edad. Su natural conocimiento de los toros y su carácter reivindicativo ayudaron a impartir nuevo rumbo a la fiesta brava. Joaquín estipuló la existencia de cuadrillas organizadas, pues hasta ese entonces no estaban 421
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constituidas como tales y era el empresario quien, a su antojo, contrataba picadores y banderilleros. Puso de moda una indumentaria que dio paso al actual traje de luces, al cambiar el coleto (vestimenta sin mangas que cubría el torso, abierta por delante y confeccionada en piel) por una vistosa chaquetilla bordada y el calzón por la taleguilla. Estableció el traje recamado en oro para matadores y en plata para subalternos. Perfeccionó la verónica, que todavía hoy, cuando han transcurrido más de doscientos años, sigue siendo la base del toreo de capa y, además, inventó el volapié, suerte que permitía entrar a matar los toros que no se arrancaban para ser recibidos. Esta modalidad, terminó por convertirse en la forma más habitual de ejecutar la suerte suprema. Costillares, innovador y pionero del toreo moderno, murió en Madrid en enero de 1800. La suerte de poner banderillas con la boca la solía ejecutar Juan Martín “Platerito de Cádiz”, quien llevaba muchos años luchando sin obtener oportunidades de torear, hasta que un veterano subalterno le sugirió hacer algo distinto que le abriera puertas y carteles. Entonces comenzó a practicar la suerte, con muchos incidentes al principio pero que llegó a dominar y le ganó cierta fama. El par, según lo relata el propio diestro, se ejecutaba al hilo de las tablas y al llegar el toro a jurisdicción le hacía un quiebro, clavaba y apoyaba las manos sobre el animal para poder hacer fuerza y salir de la suerte. Platerito se llevó muchas volteretas y no le quedó diente sano, a pesar de que usaba un artilugio de madera recubierto de goma. El diestro, que actuaba hace treinta años, llegó a poner banderillas con la boca a un miura. La suerte parece que la inventó un mexicano, aunque recuerdo que en Tovar, a principios de los cincuenta, la practicaba El Mudito (personaje del folklore taurino local) quien esperaba al novillo sentado en una silla, clavaba encunado y salía siempre derribado por el testuz del animal. Hay destacadas figuras del arte, que son conocidas también por su afición a la Fiesta Brava. Goya llegó a acompañar cuadrillas de toreros por los pueblos; Ignacio Zuloaga toreó en capeas con el mote de El Pintor; Salvador Dalí señalaba que podía morirse por sobredosis de gusto y de susto viendo una corrida y Picasso decía que más que otra cosa le hubiera gustado ser picador.
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Antonio Machado afirmaba que antes que poeta, su deseo primero, hubiera sido ser buen banderillero; Rafael Alberti desfiló como subalterno en la cuadrilla de Ignacio Sánchez Mejía en la plaza de Pontevedra; Camilo José Cela, Premio Nobel de Literatura 1989, fue aprendiz de torero; Agustín Lara opinaba que la Fiesta Brava es un homenaje a la inteligencia, valor y arte del hombre; y Mario Moreno, Cantinflas, además de genial actor de cine, fue torero y propietario de una ganadería de reses bravas. No deja de ser interesante constatar que Jacques Costeau, el oceanógrafo francés, investigador, estudioso del medio marino, su más célebre divulgador y reconocido defensor de su ecología, también era buen aficionado. Costeau, quien falleció en 1997, señaló que la Fiesta Brava desaparecerá solo cuando el hombre haya superado la muerte y no exista lo imprevisible, entonces el dios mitológico encarnado en el toro de lidia, derramará vanamente su sangre en la alcantarilla de un lúgubre matadero de reses. ¿Con expresiones de este calibre, quién se atrevería a dudar que la afición francesa sea una de las más entendidas del mundo?
VIII 16-04-2016
El primer lidiador profesional en morir por asta de toro en España, del que se tenga evidencia documental, fue el picador Marcos Sáenz, quien falleció en Sevilla el 10 de junio de 1747. El picador de vara larga, como entonces se conocían, participaba junto con otros colegas, en un festejo con toros de Don Juan Briones, y un ejemplar, que ya había dado muerte a dos caballos, a la tercera entrada derribó el jamelgo y arremetió contra Marcos, causándole la muerte en el acto.
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El Teniente Maestrante, ordenó que se le donara a la viuda 1.188 reales. No sabemos la equivalencia en moneda actual, pero es ilustrativo recordar que en esa temporada Pepe-Hillo había firmado con los Maestrantes una exclusiva de diez corridas por un total de 9.000 reales, de lo que se deduce que le dieron a la viuda del picador más de lo que cobraba un buen matador de toros por corrida. De algunos toreros se dice que los respetaron los toros, pues no pasaron nunca por el hule. El ejemplo por antonomasia es el gran Pedro Romero, torero rondeño nacido a mediados del siglo XVIII, nieto, hijo y hermano de toreros y se dice que su abuelo Francisco, fue el primero en emplear estoque y muleta para matar un toro de lidia. Pedro ya pregonaba en su época que el toreo no se hacía con las piernas sino con las manos y fue maestro de Cúchares y Paquiro. Fue nombrado a los 76 años, por propia petición no exenta de controversia, primer maestro de la Escuela de Tauromaquia de Sevilla. El mítico diestro tuvo una larga trayectoria, mató más cinco mil toros sin recibir cornada y liquidó su última res en 1831. Murió en su Ronda natal a los 85 años, en 1839. En la Plaza de Acho, en octubre de 1967, durante la tercera corrida de la Feria del Señor de los Milagros, fue arrestado El Niño Sabio de Camas, Paco Camino, por negarse a matar al segundo toro de su lote, quinto de la tarde. Aconteció que su primer toro fue un manso, que no permitió lucimiento alguno y el matador fue abucheado. Al salir su segundo, resultó también manso de solemnidad y el público obligó a cambiarlo pero, para colmo, el sustituto demostró, a su vez, extremada mansedumbre y hubo que retirarlo a los corrales. Estando así las cosas, saltó a la arena un ejemplar de La Viña, misma ganadería del anteriormente devuelto, que resultó ser un toraco grande y cornalón, a quien Camino le agarró asco, abrevió la faena, entró a matar, pinchó muy feo y entonces el espada se negó a continuar, se armó la gran bronca, la autoridad decretó su arresto por veinticuatro horas, el diestro fue detenido y trasladado de inmediato a una Comisaría.
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Ahora bien, sucede que la cosa no quedó allí, pues se encontraba en Lima, Manuel Benítez, El Cordobés, quien se apersonó en el lugar para interceder por su amigo. Sus esfuerzos resultaron vanos, por lo que entonces mandó a traer una guitarra, comida y bebida del famoso Hotel Bolívar y se armó la parranda en la Comisaría. Hay que señalar que Camino, quien se presentaba en Acho por quinta vez, era muy conocido y admirado por el Comisario y los policías, quienes no podían liberarlo pero sí hacer más llevadero su arresto, el cual transcurrió en franca y cordial camaradería. Hoy día, el ya no tan Niño pero siempre Sabio diestro de Camas, con sus setenta y seis años, vive retirado tranquilamente en su finca de Andalucía, de donde sale para asistir a tal cual Feria, pero, debido a su trasplante de hígado del que, gracias a Dios, se ha recuperado, ya no puede tomarse un par de copas, como en aquella animada velada de su arresto, en una Comisaría del centro de Lima. Como ayer se celebró el Día Mundial del Arte, quizás sea oportuno recordar a un Maestro del Arte de Cúchares, Antonio Ordóñez, diestro descollante de la más reciente y famosa dinastía rondeña, quien definía la tauromaquia artística como el balance perfecto entre el riesgo y la estética. Buena definición, breve, concisa y precisa, ¿No les parece?
IX 24-04-2016
El primer matador profesional de a pie, muerto por asta de toro, fue el gaditano José Cándido, quien en la plaza del Puerto de Santa María, fue corneado mortalmente el 23 de junio de 1771 y falleció al día siguiente. José comenzó desde niño como miembro de una cuadrilla y destacó rápidamente por su inteligencia, valor y maestría para ejecutar las suertes más difíciles. Inventó
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el salto del testuz y mataba toros con sombrero y puñal, en lugar de muleta y estoque. Algunos sostienen que la cornada mortal se produjo al efectuar un quite, aunque otros dicen que el fatídico percance sucedió al resbalar el torero en un charco de sangre. Al hablar del trapío de un toro de lidia, es bueno tener presente que viene dado por una combinación de factores como: cara, tamaño, peso, testuz ancha, cuernos bien colocados, ojos grandes y brillantes, orejas y pezuñas pequeñas, cuello grueso y flexible, morrillo grande, pecho amplio y profundo, grupa ancha y musculosa, extremidades delgadas pero fuertes, proporción armoniosa, pelo lustroso y movimientos rápidos. Cada encaste tiene su propio trapío que no hay que confundir ni con volumen, ni con las exigencias del mercado, pero el que no pueda adaptarse a tales demandas, está condenado a desaparecer e inmolar sus toros de lidia en el anonimato de cualquier matadero. Viene al caso recordar que la casta navarra era conocida por sus toros pequeños, duros y codiciosos y, a pesar de que fue templada mediante cruces con sangres menos violentas, está prácticamente extinguida, aunque algún vestigio queda en ganaderías como las de Zalduendo o Carriquiri. Pues bien, la casta navarra debe su aciago destino a su poco volumen y su mucha bravura, combinación inaceptable rechazada en el primer caso por el público, en el segundo por toreros y en todo caso por el mercado. El trapío de la casta navarra la condenaba inexorablemente a desaparecer. Desde al año pasado existe el prototipo de un nuevo estoque, ideado por un investigador de la Universidad de Córdoba en Biocinética Aplicada (ciencia que estudia los movimientos o cambios de posición en los organismos vivientes) y buen aficionado taurino. El prototipo, ya patentado, tiene apariencia normal, pero es de acero quirúrgico (el de los bisturíes), su extremo está diseñado de manera triangular
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y drena la sangre por medio de un pequeño canal que llega hasta una cápsula situada bajo la empuñadura. Su punta curva consigue una mejor penetración y, justo debajo de la cruceta, tiene también dos pernos laterales, los cuales posibilitan que la espada pueda girar y redirigirse. El estoque no es flexible, para impedir que el toro lo escupa y la empuñadura tiene amortiguación para evitar daño en los escafoides. Al parecer, existen varios toreros interesados en el estoque, se está estudiando la viabilidad legal de su utilización, su inventor, el Dr. Rafael de Lara, lo llama La Espada de la Suerte y al preguntarle por el precio respondió cien orejas. Hace poco leí en alguna parte, que la decepción del aficionado es el motor histórico de la Fiesta Brava, pues su carácter insatisfecho lo empuja tarde a tarde a seguir alimentando su afición al toreo, único espectáculo que se da el lujo de defraudar a miles de espectadores a la vez y no pasa nada. Estas consideraciones pueden ser ciertas si las aplicamos a la feligresía existente, pero entonces estaría condenada a no tener crecimiento, con lo cual iría desapareciendo paulatinamente. En la coyuntura actual, es cada vez más importante la captación de nuevos aficionados, sobre todo dentro de la juventud, cuya reacción ante la decepción pudiera ser no retornar. La afición taurina no debe permanecer estática, so pena de que un día de estos nos declaren especie en vías de extinción o acaso ¿Será que ya lo somos?
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X 29-04-2016
Los primeros que captaron la gran fuerza visual de las corridas de toros fueron los franceses. Los hermanos Lumiere, inventores del cinematógrafo, filmaron en 1896 un breve corto metraje que mostraba la llegada de los toreros a la plaza. Sin embargo, al parecer en España ya se había realizado el primer registro cinematográfico de una corrida de toros, de un minuto de duración, el día de San Isidro del mismo año. Hasta el siglo XVIII, el espectáculo taurino era protagonizado por nobles caballeros, castellanos y andaluces, que alanceaban toros y la gente del pueblo ayudaba a deshacerse de la res o del caballo muerto o herido. El Rey Felipe V, borbón de origen francés, en 1701, a su entrada en España, lo agasajaron con una corrida de toros, pero fue tal su repulsa y la de su séquito, que hizo abandonar esta actividad a los nobles caballeros. A partir de entonces, los jinetes del espectáculo taurino eran simples garrochistas o varilargueros de origen campero, pero mantuvieron la primacía sobre los toreros de a pie, considerados entonces como simples subalternos. Este estado de cosas se mantuvo hasta la época de Costillares, a finales del siglo XVIII, quien exigió a la Maestranza de Sevilla equiparar los de a pie con los montados y Paquiro logró establecer definitivamente la subordinación de los montados al jefe de la cuadrilla. En la localidad española de Bocairent, hizo estragos la fuerte crisis en el sector textil de 1843, por lo que se decidió construir una plaza de toros para dar trabajo a los desempleados. Escogieron un montículo rocoso y decidieron que era más fácil construirla excavando de arriba hacia abajo, dando forma a los tendidos, el ruedo y demás dependencias de la plaza. Todavía se celebran
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festejos en esta joya arquitectónica, que es la plaza de toros más antigua de la Comunidad Valenciana, a cuyas 3.700 localidades el público accede por la parte alta de los tendidos. En la ciudad de México se encuentra su Monumental, la plaza de toros más grande del mundo, que fue inaugurada en febrero de 1946, tiene un aforo de 41.200 espectadores y es de propiedad privada. En la Monumental de México, el ruedo está veinte metros por debajo del nivel de la calle y la distancia de la arena a la parte más alta del tendido es de casi cuarenta metros, lo que significa que el público entra a la plaza por su línea ecuatorial. Es quizás la única plaza del mundo que tiene pasamanos a ambos lados de las escalinatas pues su graderío es muy empinado aunque, por supuesto, entrecortados para permitir la entrada y salida de cada fila. La inacción y blandenguería de los estamentos taurinos, profesionales y aficionados, contribuyen a la creciente audacia de las maniobras contra las corridas de toros, acciones que no hacen sino proliferar en el caldo de cultivo que facilitamos los propios taurófilos. Algunas operaciones de este tipo son llevadas a cabo por grupúsculos de manifestantes, que son simples peones, quienes se prestan para las fotos publicitarias a favor de su causa desatinada; pero el peligro mayor reside en individuos taimados que urden artimañas y retorcidas interpretaciones de la ley, para tratar de erradicar expresiones culturales lícitas y pisotear nuestros legítimos derechos como aficionados taurinos. Para ello no vacilan en rechazar y atacar, a priori y a ultranza, toda manifestación cultural que no entiendan o se niega a comprender su intelecto limitado. Para tales despropósitos echan mano a repetidas y deplorables muestras de intransigencia, muchas veces tarifada.
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Tenemos que actuar de consuno y con presteza pues, de lo contrario, el porvenir de la Fiesta Brava estará cada vez más comprometido y nuestra desidia nos habrá hecho cada vez más cómplices de lo que pueda suceder. Hay una sentencia que viene al caso y que puede aplicarse también a materias importantes de nuestro diario acontecer: Al apuntar a alguien con el dedo, recuerda que tres señalan hacia ti. Buen proverbio ¿No les parece?
XI 06-05-2016
Hay una obra de Don Juan Pedro Domecq Solís, perteneciente a una conocida familia dedicada por generaciones a la cría de reses bravas, en que trata de distinguir entre bravura y toreabilidad. Señala que bravura es la capacidad de luchar hasta la muerte, por lo que para poder juzgarla y calificar al toro, debe observarse su comportamiento en todos los tercios de la lidia y no solamente en la suerte de varas. En cambio, la toreabilidad es que el toro persiga el capote o muleta y es más fácil de conseguir cuando es menos fiero o tiene menos casta. Pero entonces, a tal toreabilidad le faltaría el componente esencial de la emoción y es mucho más difícil lograr el equilibrio entre toreabilidad y casta, objetivo que debería perseguir el criador de toros de lidia. Estas opiniones de tan connotada figura de la Fiesta Brava, ponen de manifiesto, una vez más, la complejidad de la crianza y selección del toro bravo y las dificultades para acertar en la búsqueda del objetivo, a pesar de los refinados estudios genéticos y las avanzadas técnicas computarizadas de selección que puedan utilizarse. El distinguido Ingeniero Agrónomo, cuyo libro se llama Del toreo a la Bravura, falleció en un accidente automovilístico en 2011.
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Hace poco tropecé con un escrito, que calzaba la firma de Javier Bustamante, autor que no conocía, quien hace una serie de planteamientos interesantes y trataré de resumir, a mi modo, la esencia de alguno de ellos. Se trata de la metamorfosis de las corridas de toros de rito ancestral a mero negocio, con lo cual, no es de extrañar, que los aspectos económicos tiendan a predominar sobre la calidad del espectáculo. Se espera que el torero repita triunfos tarde tras tarde, para satisfacer la expectativa de quien paga por ver el espectáculo, pero al ser la tauromaquia un arte, el torero, por su condición de artista, no siempre es capaz de sentir inspiración, crear belleza y emoción en momentos predeterminados, es decir cuando le toca lidiar su toro. Para facilitar el problema y tratar de garantizar una cierta regularidad en su impulso creador, al torero le ponen delante un toro comercial, soso, que no molesta, con mucha nobleza y poca casta, que a veces ni siquiera permite apreciar las cualidades del diestro. En tales circunstancias, para el negocio no es muy conveniente el aficionado por su conocimiento, capacidad crítica y exigir más autenticidad en el espectáculo. Al negocio taurino le conviene un público que entienda poco de las condiciones del toro, del are y valor de los toreros y que se conforme con ver actuar a un diestro del que ha oído hablar, pues las técnicas de mercadotecnia especializada se han encargado de popularizar su nombre, aunque la faena haya podido ser un sin fin de fruslerías. Así las cosas, la plaza ha dejado de ser terreno para dirimir rivalidades taurinas y donde había que destacarse para lograr el siguiente contrato. Un buen desempeño ya no es suficiente, pues ahora los carteles se determinan en cónclaves, según la conveniencia de empresas, toreros, apoderados, ganaderos, con una que otra participación de padrinos influyentes, todos actuando como corporación en función del negocio taurino.
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Este cúmulo de circunstancias ayudaría a explicar el paulatino deterioro del espectáculo, por lo que se impone la recuperación de la emoción y de la leal competencia en la Fiesta Brava. Buena vara, don Javier. Mariano de Cavia, distinguido cronista zaragozano, quien bautizó Califa a Lagartijo, era reconocido periodista y catedrático, a tal punto que existe un prestigioso premio que lleva su nombre. En cierta ocasión, en una corrida en extremo aburrida, donde habían desfilado por la arena cinco auténticos bueyes, salió por fin un toro bravo y codicioso. Todo el mundo se deshizo en alabanzas para con este último de la tarde y pareció olvidarse de los anteriores, lo que dio pie para que Don Mariano hiciera gala de su fino sentido del humor y comentara con un dejo de ironía: El toro es el animal más noble de la tierra... si se exceptúa al aficionado. ¿No les parece?
XII 14-05-2016
Ayer trece de mayo se cumplió el sexagésimo primer aniversario de la alternativa en Madrid de nuestro recordado Cesar Faraco, de manos de Antonio Bienvenida, quien le cedió los trastos para lidiar a Bocinero de Carlos Núñez, con el sevillano Manolo Vásquez como testigo. El Cóndor de Los Andes, fue el primer toreo venezolano y suramericano, en tomar alternativa en Las Ventas, en el marco de la Feria de San Isidro. En San Felipe, hace un par de años, la arbitrariedad se llevó, por delante y por ahora, las corridas de toros. No obstante, en este mes de su Feria, nos viene a la memoria que en 2007, se anunció una corrida mixta, con un cartel compuesto en su totalidad por miembros de una misma familia de grandes taurinos venezolanos de raigambre merideña: Los Rodríguez. Cuatro Rejoneadores encabezados por Javier, sus sobrinos José Luis y Rafa y su hijo
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Francisco Javier y el quinto Otto, también sobrino y torero de a pie, conformaban el cartel. Además, por si fuera poco, el encierro era de Santa Fe, ganadería propiedad de un hermano, padre homónimo del último de los nombrados, cuyo fallecimiento lamentamos hace pocos años. Seguramente, estamos ante un hecho sin precedentes en el mundo taurino, pues hasta ahora recordábamos como hechos singulares, el cartel de los Bienvenida, cuando la alternativa en Las Ventas de Ángel Luis en 1944, de manos de su hermano Pepe, en presencia de Antonio; y el cartel de los Girón cuando César le dio la alternativa a Curro, con Rafael de testigo, en la Monumental de Barcelona en 1956. Por cierto, César le había dado la alternativa, un año antes, en la misma plaza, a Juanito Bienvenida, el menor de la dinastía, quien sufrió muchos percances y murió de leucemia en 1999. Su hermano Pepe, por el contrario, fue otro torero a quien respetaron los toros y tampoco pasó nunca por el hule, aunque su carrera fue más reciente, no tan larga ni con tanta huella, como la del maestro rondeño Pedro Romero. Destacó como formidable banderillero y sus pares de poder a poder (cada vez más raros hoy día) por ambos pitones y dando todas las ventajas al toro, hacían levantar al público de sus asientos. Pepe se retiró en 1954, tras 26 años de carrera y murió en Lima en 1968, de infarto tras participar en un festival en la plaza de Acho. Es de recordar que el brindis de Antonio a su hermano mayor Pepe, cuando actuaba en solitario en la Monumental de Las Ventas, constituye hasta ahora la única excepción al código de silencio de la plaza, pues, con la venia de la autoridad, hace ya medio siglo, la faena se efectuó al compás de un pasodoble. Otro detalle significativo fue que Pepe, quien le había dado la alternativa en 1942, fue también quien recibió el brindis del último toro de Antonio y le cortó la coleta, esa tarde de su primera despedida madrileña.
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Las Reales Maestranzas de Caballería son corporaciones nobiliarias creadas por caballeros particulares, pero propiciadas y protegidas por la Corona, con la intención de ejercitar en el manejo de la equitación y las armas a la aristocracia cada vez más palaciega y menos diestra en esos menesteres. Gracias a estas instituciones, la Corona disponía de una caballería financiada directamente por los mismos maestrantes, los cuales se organizaban bajo la advocación de un santo patrón y asumían la forma de cofradía religiosa. Este tipo de instituciones surgieron en Andalucía a finales del siglo XVI. La primera fue Ronda en 1576, luego Sevilla en 1670 y Granada en 1686. Posteriormente se creó la de Valencia en 1697 y, al final, Zaragoza en 1819. Es poco conocido que en América existió la Real Maestranza de Caballería de La Habana, creada en 1709 pero que no duró ni cincuenta años y que en 1789 un grupo de caballeros novohispanos solicitaron autorización para crear la de México, pero la iniciativa no prosperó, pues el Consejo de Indias desconfiaba de cualquier organización formada por nobleza americana, pues podría fomentar el germen de independencia. En la actualidad solamente las plazas de toros de Ronda y Sevilla son propiedad de las Reales Maestranzas de Caballería. La de Granada, es de un consorcio privado y mantiene su apelativo por tradición, mientras que las de Valencia y Zaragoza pertenecen a instituciones de beneficencia pública. Hace pocos leí que la Feria de Sevilla se podría ir al traste por el afán recaudatorio combinado de Maestrantes y Fisco, pues entrambos se llevan casi la mitad de lo que se percibe en cada corrida y que al montar un espectáculo taurino de primer orden en tales condiciones, la mayoría de las tardes resultan ruinosas. Independientemente de su veracidad, tal noticia me hizo recordar que para el aficionado común y corriente, los intríngulis del negocio taurino son uno de los arcanos más insondables de la Fiesta Brava, a pesar de que somos una de sus piezas claves.
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Pero quizás sea este uno de los raros casos en que mucho saber perjudica y, conocer los entretelones de las tratativas taurinas, pudiera ser nocivo para la afición y poco conveniente para el negocio. ¿No les parece?
XIII 21-05-2016
Ciertamente
ustedes conocen que se llama Quite cuando, tras el segundo puyazo, el diestro a quien corresponde el siguiente toro, realiza una tanda de pases, a los cuales tiene pleno derecho, el cual puede recibir réplica del matador en turno, lo que generalmente ocurre cuando el quite ha sido de calidad. Este contrapunteo con el capote, genera una rivalidad que mucho aviva la tarde, para mayor contento de la afición. Pues bien, en unos días se cumple el aniversario de la célebre Corrida de los Quites, que tuvo lugar en la Monumental de Las Ventas, el 23 de mayo de 1996, entre José Miguel Arroyo y Enrique Ponce, en presencia de Francisco Rivera Ordóñez, a quien le tocó ser el invitado de piedra. Esa tarde, a casa llena, con encierro de Samuel Flores, se escenificaron tres quites en el segundo toro, cuatro en el tercero y cinco en el cuarto. Una docena de quites, en los cuales Joselito y Ponce se alternaron, para proporcionar una lección de toreo de capa pocas veces vista. Ello se facilitó porque a los toros, que fueron bien presentados, encastados, nobles y con fuelle, se les trató con inteligencia y temple, sin obligar ni abusar del animal. Así se explicaría por qué un toro, después de los puyazos, aguante tantos quites y la correspondiente faena de muleta. En esta corrida memorable, ambos diestro se lucieron con un soberbio ramillete de lances de capa: Verónicas a pies juntos, delantales, tafalleras, 435
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navarras, chicuelinas de manos bajas, gaoneras, crinolinas y galleos, rematados con largas cordobesas y serpentinas afaroladas. Ojalá, algunos de ustedes hayan podido presenciar la singular tarde. Qué tiempos aquellos, tan cercanos y lejanos a la vez. La Asociación Internacional de Tauromaquia, es una institución sin fines de lucro, cuyo objetivo es la defensa integral de la tauromaquia como patrimonio cultural de la humanidad y promover su inclusión en la lista de bienes culturales inmateriales que elabora la UNESCO. Este proyecto, que además del apoyo popular requiere la decisiva participación institucional, ha venido sumando adhesiones y, por lo que a Venezuela respecta, le cupo el privilegio a Lizandro Morales, Alcalde de Tovar, de ser el primero en el país en declarar, en septiembre de 2010, Patrimonio Cultural Inmaterial del pueblo tovareño, a los espectáculos taurinos celebrados desde hace diecisiete décadas, con motivo de las festividades de la Virgen de Regla, Patrona de Tovar, los cuales ciertamente constituyen una de sus más arraigadas tradiciones. Por su parte, a la Comisión Taurina de Mérida le correspondió el honor de ser la primera y única, hasta ahora, en Venezuela, en declarar Patrimonio Cultural Inmaterial y Bien de Interés Cultural, a todos los festejos taurinos que se presenten, por cuanto forman parte de la cultura, idiosincrasia, tradición y gentilicio del pueblo merideño. Así quedó consagrado en el nuevo Reglamento a la Ordenanza Taurina de la Ciudad de los Caballeros, redactado por la Comisión que, con el visto bueno del Alcalde Carlos García, entró en vigor para la Feria del Sol de 2015. Por cierto, el venezolano William Cárdenas, radicado en España, pero tachirense, novillero, diplomático y abogado, es quien preside la Asociación Internacional de Tauromaquia desde su constitución en 2004 y, además, está al frente de la Plataforma Democrática de Venezolanos en España.
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No podría terminar estos retazos, sin hacer mención a la reciente iniciativa del diestro tovareño Rafael Orellana, que ha dado un paso al frente en defensa de la Fiesta Brava en Venezuela, al ofrecer su actuación ad-honorem en una corrida, a celebrarse en cualquier plaza del país, para contribuir a financiar la defensa legal de nuestra Fiesta Brava. Iniciativa que ha sido secundada por otro torero del terruño, Tomás Martínez y, además, por el también coterráneo César Alarcón, presidente de una entidad pública, quien ha puesto a la disposición las dos plazas que maneja la institución: La Monumental de Mérida y el Coliseo de Tovar. Al desear el mejor de los éxitos a esta iniciativa, no deja de ser significativo constatar que nuestro paisano Orellana, haya hecho este anuncio desde el Perú, país donde se celebran más de seiscientos festejos taurinos al año, desde los remotos villorrios de la Sierra, donde existe un verdadero sincretismo entre ancestrales ritos incaicos y costumbres traídas por los españoles, hasta la plaza de Acho en Lima, única plaza histórica de América, donde se celebra la famosa Feria del Señor de los Milagros, a la que tuve oportunidad de asistir en 2014, durante mi último viaje al Perú. Por cierto, la plaza de Acho se apresta a celebrar sus dos siglos y medio de existencia en el corriente año, importante para ese país, con la segunda vuelta de las elecciones presidenciales a principios de junio, actualmente embargado de luto taurino por la lamentable desaparición de un joven torero - a cuyos dolientes hacemos llegar nuestras expresiones de solidaridad - pero, por otro lado, complacido al observar a su diestro, doctorado hace solo ocho meses, cosechar triunfos en cosos importantes del nuevo y viejo continente. No hay que olvidar que los toreros son figuras públicas y sus actuaciones son siempre objeto de comentarios y críticas de diversa naturaleza, los cuales contribuyen a alimentar su espíritu de superación, a que se mantengan en la palestra y a estar presentes en el ánimo de los aficionados. A los desempeños de Rafael Orellana me he referido varias veces en algunos escritos,
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con matices distintos, pero todos calzados con mi nombre y apellido, muy lejos del apelativo de baja estofa que se ha pretendido endilgarles gratuitamente. Es oportuno recordar que los toreros se defienden solos, con su quehacer en el ruedo, donde tienen que demostrar su verdad y su valía, sin veredictos de paisanaje, ni negociaciones de trastienda para reasignar toros, ni recorriendo callejones incitando públicos a pedir recompensas no justificadas en la arena. También son contraproducentes para el torero los comentarios ramplones, salpicados en mala hora de afanes propagandísticos, los cuales, seguramente, hasta el propio matador desconoce, pues son ajenos a su personalidad que rezuma decencia. Nadie ignora, como bien alude Rafael Orellana en su esquela, que los toreros se juegan la vida, pues en muchos lugares donde les toca actuar hay deficiencias para la atención médica. Añadiría, que los detalles de la tragedia de Malco entristecen el alma, pero no solamente las fallas existen en la serranía peruana, sino también en la coyuntura que estamos tratando de superar en Venezuela, donde el riesgo de sufrir un percance se ha potenciado, puesto que no se consiguen antibióticos ni medicamentos y los galenos se ven entonces imposibilitados para prestar la debida asistencia. De todas maneras, es de agradecer que me hayan facilitado explicitar algunas ideas sobre el Perú, país que conozco desde hace cuarenta años y donde tengo muchos amigos, algunos ligados a la Fiesta Brava. Proverbio: Hay que recordar siempre que la tauromaquia es un arte, pero a sabiendas que hay de todo en la Viña del Señor. ¿No les parece?
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XIV 21-05-2016
Uno de los actos más trascendentales en la vida de un torero es la Alternativa. Se trata de la ceremonia, que debe efectuarse en una corrida de toros, mediante la cual el matador de mayor antigüedad que alterne, le cede el turno de su primer toro al novillero, entregándole muleta y estoque en señal de reconocimiento de su nueva categoría de matador. El Padrino, quien le cedió los trastos, pasa a ocupar el segundo lugar y el tercer espada es el Testigo de la ceremonia. El nombre se origina en que el protagonista alterna por vez primera con diestros que han hecho el grado, la fecha marca su antigüedad y, en consecuencia, su ubicación en los carteles, en el paseíllo y en el orden de lidia. Al torero que toma la alternativa se le llama toricantano, término de aroma eclesiástico, pues misacantano es el sacerdote que celebra o canta su primera misa. En España, durante parte del siglo XIX, solo se consideraban válidas las alternativas tomadas en Madrid o en las plazas de Real Maestranza, lo que originaba mucha polémica. Hoy día se puede adquirir el doctorado en todas las plazas españolas, sin embargo, la normativa vigente señala que para adquirir la categoría de matador de toros y poder inscribirse en el obligatorio Registro General de Profesionales Taurinos, el interesado deberá acreditar su intervención en 25 novilladas picadas. Para los profesionales extranjeros se estipula igual procedimiento, sin perjuicio de lo establecido en convenios internacionales o derivados de la aplicación de criterios de reciprocidad.
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La confirmación de alternativa se efectuará en la Plaza de Toros de las Ventas de Madrid, cuando el nuevo matador actúe por primera vez, como tal, en ese coso. Las plazas de toros permanentes en España, se clasifican en tres categorías, según su tradición o por el número y clase de espectáculos taurinos que celebren. Podrán ser clasificadas en la Primera Categoría las plazas de las capitales de provincia y de las ciudades en que se vengan celebrando anualmente más de quince espectáculos taurinos, de los que al menos diez, habrán de ser corridas de toros. Se consideran plazas de Segunda Categoría, las de las capitales de provincia no incluidas entre las anteriores, así como las de las ciudades que se determinen por el órgano competente. Las restantes plazas, serán de Tercera Categoría. A las plazas no permanentes y las portátiles, se les aplicarán normas específicas. La clasificación podrá ser modificada por el Ministerio de Justicia e Interior, a petición de los Ayuntamientos respectivos, en función de la tradición, número de espectáculos y categoría de los que se venga celebrando en la localidad, previa opinión, en todo caso, de la Comisión Consultiva Nacional de Asuntos Taurinos. En España existen siete plazas que han sido consideradas tradicionalmente de Primera Categoría: Las Ventas de Madrid, la Maestranza de Sevilla, la plaza de Valencia, la Vista Alegre de Bilbao, La Misericordia de Zaragoza, el Coso de los Califas de Córdoba, y la Monumental de Barcelona, por ahora inactiva. La Monumental de Pamplona también obtuvo el grado, pues sus Ferias de San Fermín, si no le añadieron lustre, por lo menos le proporcionaron amplia resonancia mundial a la Fiesta Brava. Igualmente sucedió con Málaga y su plaza de La Malagueta y con la plaza de Illumbe en San Sebastián, al reiniciar sus festejos taurinos el año pasado. Entre las plazas de Segunda Categoría tenemos la Real Maestranza de Granada, la de Jerez de la Frontera, la de El Puerto de Santa María, la de
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Valladolid, Santander, la plaza del Cerro de San Albín en Mérida, la plaza de El Bibio en Gijón, la de Alicante, la Monumental de Las Palomas en Algeciras y La Chata de Albacete, donde se celebran, algunos años, mayor cantidad de festejos taurinos que en muchas plazas de primera en España. Curiosamente, entre las de Tercera Categoría figura la de Ronda, la plaza de Real Maestranza más antigua del país y una de las cunas del toreo moderno. Además, Ronda cuenta con el ruedo considerado el más amplio del mundo (66ms.), aunque su aforo sea solamente de 6.000 localidades. La antigüedad de una ganadería en España, viene dada por la fecha en que se lidió en la Plaza Monumental de Madrid (o antecesoras), una corrida completa de toros o novillos. Se considera válida únicamente la antigüedad con la que figura en la Relación Oficial, que edita anualmente la Unión de Criadores de Toros de Lidia (UCTL). Para variar el hierro, la divisa o el nombre de una ganadería, hay que solicitar autorización de la Junta Directiva de la UCTL, so pena de perder la antigüedad. Además, la Junta es competente de oficio para determinar si una ganadería ha conseguida tomar antigüedad tras lidiar en la Plaza de Madrid. La ganadería aspirante tiene que haber enchiquerado un encierro completo en corridas de toros o en novilladas picadas, de la que todos deben saltar al ruedo. En caso de que no se lidie el encierro completo, la Junta tomará en cuenta las circunstancias por las cuales fueron devueltas algunas de las reses, como lesión, invalidez evidente o criterio subjetivo de la autoridad taurina. En caso de que, sin concurrir las circunstancias anteriores, un ganadero estime que merece conseguir la antigüedad, remitirá una solicitud a la Junta Directiva, para que se estudie el caso. Espero continuar con estos retazos sobre alternativas, confirmaciones y cosos en países taurinos que, con los errores e imprecisiones del caso, pretende
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ir proporcionando una idea, al menos para el infrascrito, sobre el marco en que se desarrolla la Fiesta Brava. ¿No les parece?
XV 03-06-2016
El Pana. Torero, descanse en paz. La Fiesta Brava de luto. Las Alternativas en Francia, eran muy pocas hasta hace unos cincuenta años, pues los taurinos españoles no las reconocían, lo que obligó a algunos toreros galos a tomarla por partida doble, una a cada lado de los Pirineos. Sin embargo, ante el creciente número de destacados diestros franceses que surgió en la década de los setenta del siglo pasado y que había tomado alternativa en su país de origen, España empezó a aceptar la validez de los doctorados adquiridos en Francia. Esta nueva generación de matadores, se acostumbró a confirmar sus alternativas en Madrid y México, pues la Francia taurina aceptaba que Madrid fuese la única plaza europea habilitada a tal efecto. Este estado de cosas se perpetuó, hasta que un torero francés ya retirado y empresario de la plaza de Nimes, decidió hace unos diez años, que Las Arenas sería la plaza para confirmar matadores que no hayan tomado alternativa en Francia. Esa decisión fue criticada por algunos taurinos franceses, pero para otros simbolizó la madurez alcanzada por su tauromaquia, que les permitía una mayor autonomía de acción. Esta decisión unilateral ocurría en una coyuntura muy particular, pues la Unión de Ciudades Taurinas Francesas (UVTF), había decidido excluir la plaza de Nimes, por no respetar la suspensión de una ganadería portuguesa que
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había presentado toros afeitados en Francia en 2004. Así pues, la decisión desafiaba la UVTF, institución que rige la organización de las plazas de toros en Francia, las reglamenta y sanciona cosos y ganaderías que cometan infracciones. Pues bien, posteriormente, se anunció que un matador de toros español, confirmaría su alternativa en Francia en la plaza de Bayona y no en Las Arenas. Fue a partir de ese momento, que la iniciativa del empresario de Nimes, empezó tornarse positiva para la UVTF, pues sin señalar plaza titular, decidió que las ciudades taurinas francesas podían confirmar alternativas en plazas de Primera Categoría, en las cuales el matador efectuaba su presentación inicial en el país. La UVTF reconoce las siguientes siete plazas como de Primera Categoría: Arles, Bèziers, Bayona, Dax, Mont-de-Marsan, Vic-Fezensac, y Nimes, el coso más importante de Francia, aunque esté fuera de la UVTF. Quisiera añadir un comentario sobre la Feria de Istres y su moderna plaza de El Palio, construida en 2001, con un aforo de 2.700 espectadores sentados, pues dispone además, al final de la última grada, localidades para presenciar el festejo de pie. Su feria, en el mes de junio, ha venido adquiriendo creciente nombradía. El año pasado se presentaron figuras como Ponce, El Juli, Manzanares, Morante de la Puebla, Talavante y Juan Bautista, con encierros de Victorino, Zalduendo, Garci Grande y Domingo Hernández. Este año repiten varias figuras y ganaderías, va a doctorarse el novillero peruano Joaquín Galdós y el Maestro Enrique Ponce actuará en solitario, con reses de Juan Pedro y Núñez del Cubillo. En 2013, tuve oportunidad de asistir a su Feria, junto con aficionados del calibre de Jorge Bustamante, Presidente de la Comisión Taurina de Mérida y Rubén Márquez, connotado torista, nativo de La Playa, taurino de Tovar. Vaya usted a saber, si las ideas sobre confirmación de alternativas pudieran tener eco en otros lares, quebrantando el privilegio de algunas plazas, que han sido tradicionalmente titulares exclusivas de ese derecho. 443
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La primera corrida al estilo español efectuada en Francia, tuvo lugar en Bayona en 1701 y, con motivo de la Exposición Universal de 1889, se celebraron en París festejos taurinos, en una plaza construida a tal efecto, pero que tuvo efímera existencia. Hoy en día, existen en Francia casi cincuenta ciudades taurinas afiliadas a la UVTF, se celebran más o menos ochenta corridas al año, existen unas cuarenta plazas de toros, hay una treintena de ganaderías y han tomado alternativa alrededor de cincuenta toreros, entre los que destacan Nimeño II, Juan Bautista y Sebastián Castella, Triunfador de San Isidro el año pasado. Permítanme una referencia particular a la Unión de Clubes Taurinos Paul Ricard, que cuenta con 360 sedes en Francia, agrupa unos 15.000 socios y lleva el nombre del industrial que fuera suegro de César Girón, figura tope de la torería nacional. Pues bien, en Mèjanes, donde se inició el Club en 1955, las Sedes del Sudeste de Francia, eligieron a nuestro joven diestro Manolo Vanegas, como el más destacado Novillero con Picadores de 2015. Francia contribuye a la fiesta de toros de muchas maneras, tienen escuelas taurinas, existen asociaciones y centros de tauromaquia y se produce buena literatura. Es de recordar la novela Carmen de Próspero Mérimée, en la cual basó George Bizet su Ópera homónima, tanto el escritor como el compositor eran parisinos, no obstante, la obra está ambientada en la Sevilla de 1820 y uno de los personajes es torero. Actualmente, hay que mencionar la Revista Tierras Taurinas, excelente publicación editada por el retirado novillero de Nimes, Andrés Viard, que ha sobrepasado los cuarenta números, publicados cada dos meses. Viard es también Presidente del Observatorio Nacional de las Culturas Taurinas. No es nada sorpresivo, que el país cuente con una de las aficiones más educadas del planeta toro. Por cierto, la UVTF y el Observatorio han aprobado,
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hace dos años, un plan institucional para la defensa y promoción de la Tauromaquia en Francia. Dicho Plan contempla la creación de una Escuela de Afición, cuya misión es la de acercar las generaciones jóvenes al mundo del toro, a través de la organización en institutos educativos de seminarios que, a lo largo del año, les ayuden a familiarizarse con la historia y cultura taurinas. También, mediante la creación de un Carnet Especial, que permita la entrada gratis a menores de 15 años en todas las plazas de Francia. Ideas Interesante, ¿No les parece?
XVI 11-06-2016
Al
intentar un vistazo panorámico a la tauromaquia en tierras americanas, es forzoso constatar, con indignación y tristeza, que actualmente en tres de las capitales de nuestros cinco países taurinos, ha sido prohibida la celebración de corridas de toros a la usanza española. Por el momento, el Nuevo Circo de Caracas, la plaza Santamaría de Bogotá y la Monumental de Quito, acumulan telaraña taurina, condenadas por la intransigencia y la arbitrariedad. Sin embargo, la afición siempre debe abrigar esperanzas y organizar su accionar, pues no se puede simplemente resignar a que se le cercene su posibilidad de disfrutar de una expresión cultural lícita, a la cual tiene pleno derecho. En México, primer país taurino de América, el Reglamento para el Distrito Federal (que ahora se llama Ciudad de México), establece que cualquier matador de toros que debute en una plaza de primera categoría, independientemente de su nacionalidad, deberá confirmar su alternativa, lo cual solo podrá hacerse en la Monumental de México.
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Según dicho Reglamento, las Plazas de Primera son aquéllas con capacidad de diez mil o más localidades. Si lo aplicamos en todo el país, aparte del coso más grande del mundo, existen unas diez plazas que pueden ser consideradas de tal categoría: La Nuevo Progreso de Guadalajara, la Monumental de Aguas Calientes, la Lorenzo Garza de Monterrey, la Santa María de Querétaro, El Domo de San Luis de Potosí, la Monumental de Morelia, la de Zacatecas, La Calafia en Mexicali, la Monumental de Playas en Tijuana, y la Monumental de Villahermosa en Tabasco. Espero no se me haya quedado ninguna en el tintero. De acuerdo a la misma normativa, las plazas de Segunda Categoría, tienen aforo de cuatro a diez mil espectadores, encontramos entre ellas a: La Silverio Pérez de Texcoco; la Fermín Rivera “Armillita” de Jalostitlán, Jalisco, con su Carnaval Taurino; la de igual nombre en Saltillo, la de San Buenaventura, el Coliseo Centenario y la plaza de Torreón, todas en Coahuila; la de Juriquilla en Querétaro; la Plaza la Luz de León, La Revolución de Irapuato y la Alberto Balderas de Moroleón, las tres en Guanajuato; la del mismo nombre en Autlán de la Grana, en Jalisco; la San Marcos de Aguas Calientes; la Quintana Roo en Cancún; la plaza Alejandra de Durango; la plaza de Mérida en Yucatán; El Relicario y la Monumental El Pinal de Teziutlán, ambas en Puebla, la última de las cuales, construida en 1951, al parecer, primera plaza techada de Latinoamérica. Vale la pena un comentario aparte sobre Tlaxcala, el estado más pequeño de México (4.000 Kms. cuadrados), pero con gran tradición taurina, donde pasta un buen número de las ganaderías bravas del país y tiene tres plazas de toros. La Taurina en Huamantla, la Monumental Plaza de Toros de Apizaco, rebautizada en 2010 con el nombre de su torero más famoso, Rodolfo Rodríguez, El Pana, fallecido hace poco, personaje único, controvertido, bohemio, que ya es leyenda; y la plaza Jorge “El Ranchero” Aguilar, en el centro histórico de Tlaxcala, pero que es de Tercera por su aforo de 2.500 personas. El estado es también tierra de toreros pues, además de los dos ya
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mencionados, recordamos a Uriel Moreno, El Zapata, espada muy solvente de gran creatividad; a Rafael Ortega, quien cambió el ruedo por la política y fue electo Alcalde de Apizaco en 2014 y José Angelino, perteneciente a una conocida familia torera del terruño. Hay muchos toreros mexicanos con alternativa en plazas de segunda, por ejemplo: El Zotoluco en la Plaza de San Buenaventura en Coahuila; El Zapata, en El Relicario de Puebla; Manolo Mejía en León, Guanajuato; y El Payo en Pachuca, Hidalgo. Otros diestros se han doctorado en el exterior como Joselito Adame y Juan Pablo Sánchez, en Nimes y Diego Silveti, en la plaza de El Bibio, en Gijón donde, por cierto, se celebra una buena feria, a la cual tuve oportunidad de asistir el año pasado. A su vez, otros diestros del exterior se han doctorado en la Plaza México, como el venezolano Alí Gómez, El León de Camoruco, en 1949, apadrinado por Lorenzo Garza; y el diestro de Galapagar, José Tomás en 1995, quien recibió las trastos de Jorge Gutiérrez, sustituto de David Silveti, diestro escogido por el toricantano como padrino, en corrida que sería la despedida del mexicano, pero que no pudo torear por orden médica. Viene al caso mencionar también algunos toreros venezolanos que han tomado alternativa en plazas del interior del país azteca, entre los cuales se incluyen Rafael Báez en 1962 en Mérida, Yucatán (eterno apoderado de Eloy Cavazos); Carlos Málaga, El Sol, en 1968 en San Miguel de Allende; Ramón Abascal, en Morelia en 1971; Gonzalo de Gregorio, en 1979 en Cancún; Leonardo Benítez, en Monterrey en 1992 y Leonardo Rivera en Nuevo Laredo, en el año 2002. Para lidiar corridas de toros o novilladas en la capital mexicana, las reses deberán estar inscritas en el Registro Obligatorio de Edades de los Astados. Dicho registro lo lleva la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia, bajo la supervisión de la oficina local del Gobierno Federal. En el libro de Registro, la Asociación llevará estricto control de los nacimientos (nacencias dicen allá y es también correcto), se especificará la fecha exacta en 447
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que haya tenido lugar, el número con que se herró a cada animal, pinta al nacer, muescas y señas particulares, informaciones que deberán proporcionarse en los treinta días posteriores a la fecha en que las reses fueron herradas, lo cual deberá realizarse, a más tardar, ocho meses después de nacer el animal. Para rematar, recuerdo una anécdota de la historia taurina del país azteca. Resulta que el 5 de febrero de 1946, inauguración oficial de la Monumental, el Arzobispo de México, al terminar la ceremonia de bendición de la Plaza, pronunció las siguientes palabras: Conste que le di la vuelta al ruedo antes que Manolete. El Califa de Córdoba actuaba ese día, junto con El Soldado y Luis Procuna, con toros de San Mateo. Buen cartel. ¿No les parece?
XVII 17-06-2016
En el Perú, el Reglamento por el cual se rige la Plaza de Acho, establece que matadores de toros son los que lidian a muerte ejemplares de pura casta, de más de cuatro años y peso no inferior a los 450 kilos. La condición previa para acceder a la alternativa, es haber pasado por el escalafón de novilleros con un mínimo de cinco festejos con picadores o justificado por una campaña de diez años continuos. Las plazas de Primera Categoría en el Perú, son las que tiene un aforo de seis mil espectadores. Las de Segunda deben tener capacidad para cuatro mil y las de Tercera dos mil quinientos. Todas las demás y las improvisadas, son de Cuarta Categoría. Entre las de Primera se encuentran la Plaza de Acho en Lima, la más antigua de América y más importante del país; la Plaza El Vizcaíno de Chota y la de Cutervo, ambas en Cajamarca; el Coliseo de Trujillo; la Monumental de Huari, en Ancash; la de Sicaya, en Huancayo; la Plaza de toros de Puquío, en
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Ayacucho; y la de Macusani en Puno, considerada la más alta del mundo, a 4.380 metros sobre el nivel del mar. La plaza de Segunda Categoría es la Monumental Santa Úrsula, en Viraco, Arequipa. Para mejor entender la tauromaquia peruana, es útil recordar que en la mayoría de los procesos de colonización española, los conquistadores tenían que hacer gala de profundas convicciones religiosas. Sus acciones solían encomendarlas a figuras de la Iglesia por ello, al fundar poblaciones, siempre estaba presente, al menos, el nombre de algún Santo, que luego se convertiría en patrón de la ciudad. En su honor, se efectuaban anualmente las Fiestas Patronales que siempre incluían espectáculos taurinos y así se originó ese lazo costumbrista que devino en tradición, entre religión y toros, el cual subsiste en nuestros días. En el Perú, esta tradición se ha mantenido con particular vigor, hasta en los lugares más remotos de su geografía, aunque es de señalar que muchas veces los festejos asumen formas sincréticas, que entremezclan costumbres locales con las traídas por los españoles, los cuales algunos denominan Corridas Mestizas. Hay suertes autóctonas, como la del cuchillo, montar toros a pelo o ensillados, amarrar un cóndor a los lomos del animal o eliminar pica y banderillas, sustituyéndolas por la llamada Suerte Nacional, que consiste en capear toros a caballo. Todo esto ayuda a explicar que se celebren seiscientos festejos taurinos al año, existan más de cien cosos taurinos, unas ochenta ganaderías y es el espectáculo al cual asiste mayor número de peruanos. Quizás este sincretismo taurino explique también porqué, a pesar de estos números, es magra la cosecha de toreros peruanos destacados a nivel mundial. Conchita Cintrón, primera referente mundial del toreo peruano y la mejor rejoneadora de la historia, había nacido en Chile y Raúl Ochoa, Rovira, tres Puertas Grandes en Las Ventas, era oriundo de Buenos Aires (el único
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matador de toros argentino), aunque en la década de los cuarenta se nacionalizó peruano. Otro diestro significativo ha sido Rafael Puga, de conocida familia ganadera, doctorado en Acho en 1972, cuando le entregó los trastos Manzanares (Padre) y actuó en una media docena de festejos en España. Ahora la torería peruana ha adquirido notoriedad gracias a la familia Roca Rey, ganaderos y toreros, primero Fernando y, en especial, Andrés, quien con 19 años, es el fenómeno actual de la Fiesta Brava. En el Perú existen unas ochenta ganaderías de casta, de las cuales 28 han adquirido antigüedad, por haber lidiado en la Plaza de Acho, bien sea en corridas y en novilladas. Otras 42, son también de casta, pero aún sin antigüedad, pues no se han presentado en el ruedo capitalino. Entre las primeras destacan los hierros de familia Puga: La Pauca, fundada por Rafael en 1949, la más importante del Perú, que fue destruida durante el mandato de Velasco Alvarado pero, una vez que salió del poder, Roberto, hijo del anterior, fundó en 1981 la ganadería de Camponuevo, importó reses y sementales de Jandilla y los Domecq, primera importación que se hacía en el Perú en casi 30 años, estableciendo las bases de la moderna ganadería peruana de toros de lidia. La otra ganadería importante es la Juan Manuel Roca Rey. Su abuelo Bernardo, era propietario del hierro de Chacrasana y su padre Don Tuco, era famoso aficionado práctico, empresario de la Plaza de Acho y primer organizador de la Feria del Señor de los Milagros. Juan Manuel, fue novillero, también empresario y gerente general de Acho, y su ganadería, procedencia Domecq vía Roberto Puga, se fundó en 1988 y adquirió antigüedad en 1993. Por lo que a Venezuela respecta, es de recordar que en 1823 llega al Perú, el Libertador Simón Bolívar, para atender una invitación del Congreso de la República, que lo nombra Suprema Autoridad y lo encarga de dirigir la lucha contra el ejército realista. Aun en medio de los avatares de ese difícil año,
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nuestro máximo héroe, sin parangón posible en nuestra patria, asistió a una corrida de toros, celebrada en su honor en la Plaza de Acho. Más recientemente, por los años cincuenta, el recordado torero peruano Alejandro Campos, Campitos, actuaba de subalterno en muchos festejos de plazas andinas y que el año pasado, el diestro peruano Juan Carlos Cubas se presentó en la feria de Tovar. Hoy en día, en plazas de la provincia peruana actúa un número creciente de diestros criollos y en Acho se colocó una placa en 2014, para conmemorar los 60 años de la apoteósica tarde de César Girón, en la cual nuestro diestro cortó cuatro orejas, dos rabos y la única pata que matador alguno haya cortado, en los dos siglos y medio de existencia del único coso histórico de América. Tardío el reconocimiento, pero bien merecido. ¿No les parece?
XVIII 02-07-2016
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Hay una plaza de toros en España que es motivo de curiosidad por su forma y uso a los que se ha destinado. Se trata de la Plaza de Almadén, pueblo minero de La Mancha, que fue construida, a mediados del siglo XVIII, en forma hexagonal. Esta construcción atípica se debió a la falta de alojamiento y la necesidad de evitar hacinamientos que originaba epidemias, por lo que se construyeron 24 viviendas, las cuales se alquilaban a los mineros y el producto de la renta se dedicaba a la construcción de un Hospital, que serviría para atender sus propias necesidades. La disposición de las viviendas conformó una plaza para la celebración de festejos taurinos y lugar de reunión para la población en general, con capacidad para unas 4.000 personas. La Plaza sirvió un tiempo de hotel y los huéspedes se alojaban en los graderíos y palcos bajos. Almadén y su singular plaza de toros, fue declarado en 2012 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El trapío es uno de los conceptos taurinos más usados pero menos comprendidos. La acepción engloba múltiples características, no se puede hablar de trapío sin observar la procedencia del toro, la ganadería a la que pertenece e incluso su genética. El trapío es particular, intentar uniformarlo sería pretender igualar toros, festejos, plazas y públicos. Existen varios trapíos según las exigencias de cada plaza y las posibilidades de cada encaste. Trapío es armonía nunca arrobas, no son pitones ni hechuras, sino la seriedad del conjunto, la cual puede variar según la forma de acometer del animal, pues un toro aumenta su seriedad con una embestida brava y encastada, lo que modificaría su trapío de manera positiva. A inicios del toreo a pie, se estilaba el cabello largo recogido sobre la nuca por medio de una redecilla, que hacía las veces de almohadilla protectora de los golpes producidos por las frecuentes caídas.
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Al ponerse de moda el pelo corto, los toreros pasaron a utilizar una especie de gran moña formada por lazos y sedas, sujeta a un mechón de pelo trenzado que descendía desde la coronilla y que en la vida diaria enrollaban y sujetaban sobre los restantes cabellos. La moña fue reemplazada por la llamada castañeta, casquete semiesférico atado a una coleta que llegaba hasta la parte posterior del cuello. Pero Belmonte, quien no solo introdujo una nueva forma de torear, sino que al resultarle incómodas castañeta y coleta, se la mandó a cortar, a pesar de que se consideraba parte consustancial del torero y solo se la cortaban en la ceremonia de retiro. La acción del trianero fue imitada por los toreros de la época, menos por Joselito, que fue enterrado con ella. En la fachada interior de la Maestranza de Sevilla, se completó en 1765 el Palco del Príncipe, realizado para el Infante de España, Don Felipe de Borbón. Este lugar de honor tiene dos cuerpos: El Palco propiamente dicho, del uso exclusivo de la familia real y la puerta de acceso a la plaza, por donde salen los toreros triunfadores que hayan cortado tres orejas en la tarde y es famosa en todo el orbe taurino como la Puerta del Príncipe. Los entendidos dicen que se han reblandecido mucho los criterios para la concesión de orejas en la Maestranza, pues los públicos ahora se componen, en buena medida, de turistas y espectadores esporádicos, muy inclinados a usar el pañuelo como símbolo de su participación plena en una tarde de toros, sin que la calidad de la faena les importe mayor cosa y una autoridad taurina que, por diversas razones, es cada vez más complaciente. En consecuencia la Puerta del Príncipe ya no significa lo mismo que antes. Actualmente, muchas veces es el propio matador quien se encarga de parar a sus toros de salida, pero no todos saben cómo hacerlo de manera correcta. Hoy día, cuando lamentablemente se presentan tantos toros escasos de casta, abantos y corretones, hace más falta que nunca subalternos que con
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experiencia y sabiduría paren los toros y templen sus acometidas iniciales, para facilitar el ulterior lucimiento de su matador. Pero parece que ya no se apreciara esta parte de la lidia y, en consecuencia, corre el peligro de irse desdibujando paulatinamente. ¿No les parece?
XIX 10-07-2016
Hace unos días recibí un mensaje de un amigo taurino tovareño, en el cual, entre otras cosas, preguntaba mi opinión tras haber leído que el indulto del toro era de origen mexicano y se otorgó por primera vez, al ejemplar Xajay (actualmente existe una ganadería mexicana con este nombre), al cual, además, se le había perdonado la vida tres veces en la desaparecida plaza de San Pablo, en la Ciudad de México en 1852. Lo razón del indulto habría sido el temor a que fueran desapareciendo las ganaderías de toros de lidia, por la escasez de sementales y la dificultad para importarlos de España. No he podido encontrar información precisa que niegue o corrobore el carácter pionero de México en cuento a indultos se refiere, aunque en efecto, al ejemplar Sajay (escritura de la época), se le indultó el día de Año Nuevo de 1852 y, quizás, es el primero concedido en ese país. Pero lo más insólito del caso, es que el animal se volvió a lidiar diez días más tarde y fue indultado de nuevo por su incomparable bravura pero, más aun, volvió a saltar a la arena con idéntico resultado el 25 de julio, en la corrida para celebrar el cumpleaños del Presidente, el potosino Don Mariano Arista. El bravísimo ejemplar de Xajay tres veces indultado, ha pasado a las anales de la tauromaquia como El Rey de los Toros. Ahora bien, investigando un poco sobre la interrogante planteada por mi amigo de Tovar y sobre los primeros indultos que han sido documentados,
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me he tropezado con un cúmulo de informaciones interesantes, que trascienden el objetivo original de la búsqueda. Por Ejemplo, Lagartijo, primer torero que se hizo merecedor del título de Califa, indultó en Córdoba un toro navarro de Pérez de la Borda en 1879, colosal ejemplar que tomó 24 varas y cuya bravura lo llevó a ser semental de Miura. El toro, un retinto bien armado, llamado Murciélago, no quedó en condiciones de ser trasladado de regreso a su lejana dehesa, por lo que entonces pasó a posesión de Don Antonio, quien le apartó un selecto grupo de 36 vacas para cruzarlas con el ejemplar de sangre navarra, lo que dio pie para que se dijera que Murciélago es el primero y único Miura indultado. Además, la trascendencia y fama de este toro, hizo que la prestigiosa firma automovilística italiana Lamborghini bautizara uno de sus modelos con ese nombre y, por si fuera poco, el Lamborghini Murciélago fue incluido por su nombre en la película de Batman, El Caballero de la Noche, pues era el carro utilizado por Bruce Wayne, en su vida normal cuando no era el Hombre Murciélago. Con anterioridad, la casa Lamborghini había sacado un modelo denominado Miura que este año está conmemorando con una edición especial los cincuenta años de su aparición y el Murciélago fue introducido en 2001. El modelo Islero es de 1968 y el Jarama en 1970. Más recientemente, en 2008, se presentó el modelo Estoque, no hay que olvidar que el lema de la fábrica boloñesa de carros deportivos, fundada en 1963 por Ferruccio Lamborghini, es la Casa del Toro de Lidia y que el Signore era gran aficionado y amigo personal de Eduardo Miura. Por otra parte, el toro Jaquetón, perteneciente a la vacada del Don Agustín, el Cura de Solís, indultado en la plaza de Madrid en 1887, tiene fama de ser el primer toro indultado en la historia de la tauromaquia, pero al parecer sin mucho fundamente. El toro correspondió a Francisco Arjona Reyes, Currito, hijo del célebre Cúchares. No se pueden precisar los números de Jaquetón en el tercio de varas, pero lo que sí se sabe es que derrochó poder, codicia y bravura en los caballos, fue siempre a más y derribó prácticamente en cada acometida,
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pero recibió una coz que lo dejo convulso, cuando hacía hilo tras uno de los pencos, luego de derribar al picador. Al quedar el burel atontado, el público pidió insistentemente que no se matara a un ejemplar que había hecho gala de tan singular bravura, pero, de todas maneras, entró el rehiletero a colocar el primer par de banderillas, lo que produjo una bronca de tales proporciones que obligó a la autoridad a conceder el indulto. Sin embargo, aconteció que toro no hizo caso alguno de la parada de bueyes, por lo cual Currito no tuvo más remedio que darle muerte en el ruedo. Así pasó a la historia Jaquetón, indultado pero que, de todas maneras, hubo de ser estoqueado en el ruedo precisamente por su extremada bravura. En España se dio un indulto muy particular con el toro de Osborne, gigantesca silueta de un toro de lidia, concebida originalmente en 1956 como una valla publicitaria de carretera para promocionar una marca de brandy, pero que con el paso del tiempo, ha trascendido sus fines publicitarios para irse trasformando en un símbolo cultural español. Aparte de las más de noventa vallas publicitarias del Toro de Osborne, sobre todo en las provincias de Cádiz y Sevilla, su imagen suele aparecer en muchos ámbitos de la vida diaria, pues con frecuencia se ve pegada en la parte trasera de automóviles, en recuerdos de viaje, sobre la bandera española y en los graderíos de espectáculos deportivos, pero al ser un logotipo comercial del Grupo Osborne, nadie puede reproducir su imagen sin autorización. No obstante, el Toro de Osborne empezó a sufrir los embates de la normativa que establecía ciertas distancias para ubicarlo a orillas de carreteras y autopista, hasta que en 1988 la Ley de Carreteras obligó a eliminar los mensajes publicitarios en las cercanías de las vías. Para 1994, un movimiento nacional en su defensa, llegó hasta el Tribunal Supremo, que consideró que la imagen trascendía lo meramente publicitario y era parte del paisaje español, por lo que fue indultado el Toro de Osborne. El único toro indultado en toda la historia de Las Ventas, ha sido Belador de Victorino Martín, en la Corrida de La Prensa del año 1982, el toro tenía varios boquetes abiertos por la vara y los garapullos, el más grave era el
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de la cruz, donde aparte del puyazo, había penetrado la banderilla con la que Ortega Cano había simulado y, casi logrado, la muerte del ejemplar. Este indulto de Belador, junto con el de este año de Cobradiezmos, logrado por Manuel Escribano en la Maestranza de Sevilla, confiere a la ganadería de Victorino Martín el privilegio de ser la única que ha indultado toros, en las dos plazas más importantes del orbe taurino, y es el décimo indulto logrado por la famosa vacada de Galapagar. En la Feria Internacional de San Sebastián, en San Cristóbal, Venezuela, hace 34 años, se celebró un festejo que se conoce como la Corrida de los Tres Indultos, pues fue ese el número de toros de Torrestrella que lograron el perdón de sus vidas. El 22 de enero de 1982, es una fecha histórica que pasó a los anales de la tauromaquia, pues Tomás Campuzano, El Niño de la Capea y Morenito de Maracay, indultaron tres ejemplares de esta ganadería en tarde memorable, única en la Fiesta Brava venezolana y, posiblemente, también sin parangón a nivel mundial. Para concluir estos largos Retazos, hay que mencionar al Maestro Enrique Ponce, Torero de Época, quien lidera la estadística de indultos en el orbe taurino, al acumular más de cuarenta, el último de los cuales fue en traje de etiqueta en Nimes al compás de los acordes inmortales de Joaquín Rodrigo y su Concierto de Aranjuez. Esta hazaña cumplida sobre las arenas de un antiguo coliseo romano, impartió a la lidia una especial categoría y un halo cultural que, seguramente, trajo al espíritu de todos que la Tauromaquia es digna de pertenecer al Reino de las Bellas Artes, término que se acuñó a fines del siglo XVIII, para referirse a las formas de arte que se desarrollaban por el uso de la estética, la idealización de la belleza y el buen empleo de la técnica. Calza todo a la perfección, ¿No les parece?
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XIX 11-07-2016 - Corrección
Por lo visto, en la última parte de mis Retazos Taurinos (XIX) relativa al reciente indulto del Maestro Enrique Ponce, me dejé llevar por la imaginación y señalé que se había cumplido en el antiguo circo romano de Nimes, cuando en realidad sucedió en Las Arenas del Palio en Istres. La Plaza de Toros de Istres, es una de las más modernas de Francia, de reciente construcción y su Feria no ha hecho sino crecer en sus quince años de existencia. Pero, seguramente, me traicionó el subconsciente, al situar la hazaña del Maestro en un coso milenario, cuya significación trasciende el marco de la tauromaquia, para traernos al espíritu retazos de historia de uno de los grandes imperios que ha conocido el universo mundo. Pido excusas por el lapsus, que no ha debido suceder, máxime cuando en 2013 asistí a la Feria de Istres y todavía no he podido estar presente en las de Nimes.
XX 16-07-2016
El Matador mexicano Enrique Fraga, es quizás el único caso en la tauromaquia mundial de un torero que haya tomado las dos alternativas, tanto la de matador de toros de a pie como la de rejoneador. Fraga recibió sus borlas en Mérida, Yucatán, la primera en 1977 y la segunda en 1991. Además, también
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se hizo ganadero de reses bravas, al debutar con su hierro en la Feria de Tulancingo, en el Estado de Hidalgo, el año pasado. Es bien conocido que dos de los grandes maestros: Juan Belmonte y Carlos Arruza, fueron también toreros de a caballo, pero ninguno se doctoró como Rejoneador. Más recientemente, recordamos al sanluqueño de Barrameda Paco Ojeda, quien hizo el grado de matador en 1979 y debutó como rejoneador en 1994. Ojeda, fue el primer galardonado con el Premio Nacional de Tauromaquia (PNT) en 2013, por su gran personalidad estética y la influencia que su concepción del toreo ha tenido en la tauromaquia. La segunda edición del PNT fue otorgada al alicantino Francisco Cano, Canito, el más que centenario y archiconocido fotógrafo taurino; y en el 2015, le correspondió a la Escuela Taurina Marcial Lalanda. Es de mencionar que, precisamente, cuando la autoridad local suspende la subvención que recibía desde hace varias décadas del Ayuntamiento madrileño, la Escuela Taurina haya sido galardonada por el Ministerio de Cultura, por ser la más antigua de las escuelas taurinas contemporáneas y haber sabido adaptar sus enseñanzas al paso de los tiempos. El Arte del Rejoneo es la evolución de una técnica de guerra a un espectáculo artístico. A lo largo de la historia militar, la caballería ha tenido un papel importantísimo y solo hasta el siglo pasado, los equinos fueron reemplazados por la caballería mecanizada de tanques y helicópteros. La fama de los jinetes ibéricos era legendaria y fueron contratados como mercenarios en las guerras del Peloponeso, cuatro siglos antes de Cristo. Su técnica de montar era tan superior que se decía que hombre y caballo eran uno solo, lo que algunos autores consideran dio origen al mito del Centauro. Cuando los Moros invadieron la Península Ibérica y hasta la culminación de la reconquista, es decir desde el siglo VIII hasta finales del siglo XV, los nobles cristianos de lo que ahora es España y Portugal, demostraron su superioridad 459
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como jinetes montando caballos ibéricos y la forma que practicaban para la guerra era alanceando toros bravos. Al finalizar las hostilidades, los nobles siguieron con esta práctica en las plazas de armas, lo que explica por qué las corridas se dan en plazas y no en estadios. Con la llegada del Renacimiento, las Academias Ecuestres empezaron a otorgar suma importancia a la belleza y la estética en el arte de alancear toros bravos, pero en 1567, el Papa Pio V prohibió estos ejercicios a los nobles españoles. Sin embargo, la Bula no afectó a Portugal y es allí donde se mantiene intacto el uso del caballo ibérico, que gracias a un proceso ininterrumpido de selección que abarca varios siglos, ha producido el magnífico caballo lusitano que, hoy en día, usan muchos de los mejores rejoneadores del mundo. Ello también ayuda a explicar que el toreo a caballo portugués haya mantenido su tradición y desarrollado un estilo propio que se caracteriza, entre otras cosas, por el vestido A La Federica, casaca bordada y sombrero tricornio rematado con plumas de avestruz, reminiscencia de los uniformes de las tropas de Federico El Grande de Prusia, en el siglo XVIII. Por cierto, las corridas sin suerte suprema en el redondel, comenzaron en 1836, cuando la reina Mercedes II de Portugal, prohibió que las corridas de toros terminaran con la muerte del animal, por considerarlo un espectáculo cruel. Lo cual no quiere decir que, de todas maneras, el animal no fuera apuntillado en las afueras de la arena. Los toros que van a lidiarse en una corrida de rejones, tiene los pitones especialmente preparados con el objeto de que no puedan hacer mucho daño a los caballos. Sin embargo, ha habido casos como el cordobés Antonio Cañero, referente mundial del rejoneo en la primera mitad del siglo XX, quien cooperó con la Fiesta Brava en nuestro país, el cual solía rejonear toros a toda punta y, al igual que los toreros de a pie, participaba en el sorteo de los astados.
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El Rejoneador madrileño Gregorio Moreno Pidal, es uno de los pocos que se han atrevido con toros en puntas en la segunda mitad del siglo XX, lo que resultó en la muerte de Barquero, uno de sus caballos corneado por un toro de Cortijoliva en Talavera de la Reina, en 1972. Más recientemente, el rejoneador vallisoletano Sergio Vegas, se anunció para enfrentar un astado a toda punta de Partido de Resina, en la Feria de Corpus de Granada en 2011. El resultado estuvo a punto de ser trágico, pues Sergio recibió una grave cornada en el pecho al entrar a matar cuando había echado pie a tierra y su caballo también sufrió un puntazo del mismo pabloromero. Arriesgado el de Valladolid, ¿No les parece?
XXI 22-07-2016
Hay una extendida creencia en el mundo taurino que el color amarillo trae consigo mal fario, es decir, infortunio, mala suerte o sencillamente muerte. No hay razones que avalen esta superstición, pues está comprobado que los trajes más usados por los toreros cuando han recibido cornadas mortales, son más bien el azul, el rosa y el grana. Aparentemente, la identificación del color amarillo con mal fario tuvo su origen en el teatro francés, en la última obra de Moliere, El Enfermo Imaginario, estrenada en 1673 en Paris. En la representación de la obra, el autor, que estaba tuberculoso, sufrió un ataque letal de hemoptisis y Moliere estaba vestido de amarillo cuando sucedió la tragedia. Esta creencia ha llevado a muchos toreros a cambiar el color del envés del percal del color gualda (amarillo que se obtenía antiguamente de la flor del mismo nombre) a un morado que, a mi manera de ver y para no ir más allá, mucho desluce el aspecto del capote de brega.
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Existen también anécdotas taurinas que hacen aparecer al color amarillo como portador de mavita. Quizás la más famosa de todas es la que se refiere a la trágica tarde en que perdió la vida el diestro mexicano Alberto Balderas, corneado por un burriciego de Piedras Negras, en la antigua plaza de El Toreo, en diciembre de 1940. El toro le reventó el hígado y le partió la vena hepática, causándole la muerte casi instantáneamente. Resulta que Balderas lucía un terno canario y plata, el novillero que esa tarde apadrinaba en su alternativa el matador mexicano, vestía también de amarillo y oro y, para complemento, varios miembros de las cuadrillas usaban trajes en distintas tonalidades de tal color. Esa tarde había un total de seis toreros que utilizaban el fatídico amarillo, lo que hizo pensar que, sin duda alguna, ese color atraía la desgracia. No obstante, es de recordar que Pepe Hillo, el día de la tragedia en la Plaza de Alcalá, vestía de azul y plata; Manuel Granero, cuando lo mató, también en Madrid el toro Pocapena de Veragua, iba trajeado de azul noche; el sevillano Ignacio Sánchez Mejías, aquella corrida en Manzanares, A Las Cinco de la Tarde, vestía de azul cobalto y oro; y azul oscuro y oro eran los trajes de Paquirri en Pozoblanco, cuando el fatal percance con Avispado de Sayalero y Bandrés; y el de El Yiyo en Colmenar Viejo, cuando Burlero de Carlos Núñez le cegó la vida. Por otra parte, Pepete vestía de rosa coral y oro, cuando en Madrid le partió el corazón el miura Jocinero; Manolete usaba un terno rosa pálido la tarde de Linares; y Pepe Cáceres en Sogamoso, vestía de rosa y plata. De grana y oro vestían el día de su muerte Joselito en Talavera de la Reina, Manuel Báez Litri en Málaga y el mexicano Eduardo Liceaga en la Plaza de San Roque en Cádiz. El traje grana y oro siempre se ha considerado el más torero, signo de valentía y el más arriesgado. Al respecto, existe una anécdota del célebre Cúchares, quien le dijo a su hijo Currito, cuando estaba lidiando un toro que ya lo había volteado varias veces le señaló: ¡Cómo no te va a coger el toro hijo, si vas vestido de muleta!
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De blanco y azabache vestía el novillero riojano Ángel Soria, cuando lo mató el novillo criollo Pollopelón de la Hacienda Márquez, en las Arenas de Valencia, a orillas del Cabriales, en 1948. Tragedia que inspiró un pasodoble del Maestro José Reyna que grabó Alfredo Sadel, el tenor favorito de Venezuela y gran aficionado a la Fiesta Brava. De verde iba el banderillero valenciano Mario Canet, Llusío, cuando lo liquidó en Madrid el miura Chocero en 1875, al igual que El Espartero cuando lo mató Perdigón, también de Zahariche, en 1894. Más recientemente El Pana, cuando sufrió la voltereta que lo dejó cuadripléjico, iba vestido de verde hoja y azabache; y Víctor Barrio, joven torero en la flor de la vida, cuya trágica desaparición acongoja no solo a la familia taurina, sino a todos los seres de bien del mundo entero, usaba un terno grana y oro, muy alejado de cualquier tonalidad amarilla. Se pudieran seguir enumerando tragedias y colores, pero basten los señalados para indicar que la suerte y el destino no dependen del abanico cromático de los trajes de torear, sino de algo mucho más complejo, que ciertamente escapa a los fines de estos simples retazos. Los colores taurinos, tiene denominaciones muy particulares. Entre los que registran un mayor número de matices son el Azul y el Morado, pues entrambos tienen casi una veintena. Encontramos algunos con connotaciones religiosas, como Nazareno, Cardenal, Obispo y Purísima, que es un azul muy tenue, que recuerda el color del manto de la Virgen de Loreto. Otros tonos de Azul son el Añil, Cobalto, Pavo, Rey, Marino, Turquesa, Eléctrico, Celeste y Azul Noche. Entre las variaciones del Morado, encontramos al Lila, Berenjena, Uva, Malva, Púrpura y el Solferino, color morado rojizo, que recuerda la batalla del mismo nombre, cuyo horror al ver miles de heridos sin recibir atención de ninguna clase, motivó al suizo Henri Dunant a fundar la Cruz Roja Internacional, en 1863. 463
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Por cierto, existen colores cuyo nombre se usa en tauromaquia, pero no para designar trajes de torear, como el negro que se denomina más bien azabache, catafalco, luto o ébano. Sin embargo, se aplica a los cornúpetas, pues encontramos que un toro puede ser negro zaino, mulato o azabache los cuales, a su vez, pueden ser negros bragados, meanos, burracos o salpicados. El color rojo pasa a ser sangre de toro, grana, carmesí o bermellón e, incluso en sus tonalidades más oscuras, Corinto y Granate. Por supuesto, que no existen toros de pelaje rojo, a lo más que se llega es a colorado, que cuando es muy acentuado se conoce como jijón o retinto. El rojo nunca se utiliza para designar trajes de luces. La gran mayoría de la población venezolana quisiera que tampoco se usara como símbolo de una tolda política que está causando mucho daño al país y quedara solamente como el de la franja del Tricolor Patrio, que nos pertenece a todos por igual. ¿No les parece?
XXII 29-07-2016
Sobrero en tauromaquia, es un toro o novillo que se tiene demás en los corrales de la plaza, para ser lidiado en caso de que otro ejemplar de la corrida se inutilice. El Reglamento Taurino de Andalucía establece que si el número de reses a lidiar fuese de hasta seis, la empresa deberá disponer, al menos, de dos sobreros en plazas de primera y segunda categoría y de uno en el resto, preferiblemente de la misma ganadería. Esta flexibilidad podría explicarse, entre otras razones, porque vacadas emblemáticas como las de Miura o Victorino, no suelen incluir sobreros en sus encierros, lo que pudiera ir en detrimento del público, en particular del torista, que aspira ver una corrida completa de esos grandes hierros de ganado bravo. El empresario paga al ganadero el importe de los toros sobreros que se lidien, en caso contrario, corre
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con el gasto del trasporte de vuelta a su finca de origen, pero siempre puede llegarse a un acuerdo distinto entre los dos. Por cierto que en Andalucía existen nada menos que 119 plazas de toros, entre ellas tres de primera categoría: La Maestranza de Sevilla, El Coso de los Califas de Córdoba y La Malagueta de Málaga; ocho plazas de segunda: Almería, Algeciras, Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera, Granada, Huelva, Jaén y Linares; las restantes plazas permanentes son de tercera. El Reglamento a la Ordenanza Taurina de Mérida prevé que, en los espectáculos de reses de casta o de media casta, es obligatorio proveer dos reses de reserva, las cuales podrán ser de ganaderías diferentes a la anunciada, pero de la misma categoría. El sobrero, como su nombre lo indica, se destina a sustituir a los animales rechazados en los reconocimientos veterinarios o a los que, al saltar al ruedo, sean devueltos a los corrales por distintos motivos. Las causas del rechazo pueden ir desde la ostensible invalidez por falta de fuerza o descoordinación, por defectos anatómicos o de visión no detectados o por haberse inutilizado para la lidia antes del segundo tercio, pero si la res se sucede posteriormente, no será sustituida y se procederá a apuntillarla. Si el matador en turno denuncia que la res ha sido toreada (toro avisado), la Presidencia podrá ordenar su sustitución, siempre que así lo soliciten unánimemente todos los espadas actuantes. Hay que tener presente que la manifiesta mansedumbre, no es causal suficiente para que la Presidencia del festejo saque el pañuelo verde, con el que se ordenan las devoluciones. Una vez el toro devuelto a los corrales, se puede ordenar la salida del reseñado como primer sobrero o bien, con la venia de la autoridad taurina, se puede permitir correr el turno, es decir que salga el otro toro del lote que ha correspondido en suerte al espada actuante.
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El carácter de sobrero recae en un determinado toro, cuando las cuadrillas y apoderados, se ponen de acuerdo para dejarlo de lado, por razones varias, como pueden ser malas hechuras, descarado de pitones, el más grande o el más viejo. Las hechuras de un toro bravo las definen sus características externas, es decir, estampa, tamaño, forma y disposición de la cabeza, pitones, extremidades, cola y color del pelaje. En algunos casos, las empresas tienen sobreros que ya han visitado más de un coso, a estos animales hasta se le alargan las pezuñas de tanto permanecer en corrales y adquieren resabios como salir andando a la arena, distraídos, queriendo saltar al callejón y huyen hasta de su sombra cuando se les cita con el capote. A veces, un buen puyazo corrige estos problemas e incluso algunos rompen a embestir en la muleta. Es de señalar una práctica que existe en la tauromaquia americana, sobre todo la de México, pues cuando un diestro no ha tenido suerte con su lote, se le permite obsequiar al público un sobrero de regalo, pagando el costo de la res. El resto de los alternantes debe dar su conformidad, pues el toro añadido supone un chance adicional de obtener más trofeos y, en caso de sufrir un percance, le correspondería a un compañero despachar el regalito. En Venezuela el Reglamento taurino de Mérida prevé esta posibilidad con todo detalle. El matador, tras obtener permiso de la Presidencia, deberá anunciar que va a regalar un toro, antes del tercer tercio de la última res del festejo. Cuando más de un matador anuncie regalo, se respetará la antigüedad de alternativa y se escogerán entre los animales de reserva, conjuntamente con el representante de la ganadería. Si no hay acuerdo, el toro de regalo será el primer sobrero y los toros de regalo deberán ser de los reseñados en el sorteo del festejo. Cuando se anuncie un regalo y, posteriormente, sea devuelto un astado de los de lidia ordinaria, el toro de reserva que corresponde en turno sustituirá al devuelto, así sea el elegido para obsequio. Si el astado de regalo es devuelto, no tendrá sustitución, a menos que el torero decida obsequiar otro burel.
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Si bien, por diversas razones, los sobreros suelen producir cierto recelo, algunas veces han propiciado grandes triunfos. Quizás el sobrero más famoso de la historia taurina sea el toro Ratón, de Pinto Barreiro, lidiado por Manolete en la Corrida de la Prensa, en Las Ventas en julio de 1944, al cual el Califa cordobés le realizó una faena histórica, le cortó orejas y rabo y tuvo que dar tres vueltas al ruedo, antes de salir a hombros por la Puerta de Alcalá. Resulta que Ratón entró en sustitución de uno de Alipio Pérez Tabernero, fue el único toro del famoso rebaño portugués que Manolete estoqueó en toda su vida y fue llevado a la plaza como novillo con el nombre de Centella, pero como los datos genealógicos no se llevaban de manera muy estricta, el Mayoral de la Plaza, lo puso el nombre del roedor, porque se comía el pienso de los otros toros. ¿Cómo les parece?
XXIII 06-08-2016
En la Feria de Málaga del año 2013, sucedió un hecho al que no se le ha prestado la atención debida, pues significa una regresión en la Fiesta Brava y un desconocimiento del reglamento, en lo que se refiere al obligatorio sorteo de los encierros que van a lidiarse, normativa que se saltaron a la torera. Ocurre que en tal ocasión, no solamente no hubo sorteo, sino que además los diestros actuantes llevaron los toros de su preferencia y cada uno lidió su lote, hecho que aconteció en la Cuarta Corrida de Feria en La Malagueta, nada menos que una de las tres plazas de Primera Categoría de la Comunidad Autónoma de Andalucía. El Profesor Luis Hurtado González, de la Universidad de Sevilla, escribió un interesante artículo en el que expresaba su preocupación por el abandono de una práctica ya secular, prescrita para garantizar el derecho de los espectadores y la pureza de la Fiesta Brava, pues el matador tiene que lidiar los
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toros que le toquen en suerte y no los de su propia elección. El Catedrático se alarmó al conocer que la Jefa de Espectáculos de Málaga, había autorizado a los diestros para traer sus toros y lidiarlos sin sorteo alguno, lo cual no solo infringe el reglamento, sino que constituye una evidente extralimitación de funciones y pone de manifiesto una grave dejación de responsabilidades, por parte de la Autoridad Taurina local. Es oportuno recordar que, a mediados del mes de agosto, se cumplen 120 años de que se efectuara el primer sorteo en la historia de la tauromaquia. Este acontecimiento tuvo lugar con motivo de un mano a mano, entre los diestros dominantes del escalafón de la época, Guerrita y Mazzantini. Don Luis logró que el orden de lidia de la tarde se estableciera por sorteo, para evitar que su contrincante tuviera ventajas, pues el cordobés, gran figura del momento, era sistemáticamente favorecido por los ganaderos. De todas maneras, hubo que esperar algunos años, hasta el comienzo del Siglo XX, para que el sorteo fuera reglamentario excepto, por supuesto, en corridas con un solo espada. Hasta ese momento, la costumbre era que el orden de salida de los toros lo determinaba el ganadero, el más conocedor del comportamiento previsible de sus toros, quien solía colocar en quinto lugar al que tenía mejor nota, lo que, al menos teóricamente, era indicio de buen juego y dio origen al proverbio de No hay Quinto Malo. Conviene tener presente que, en esos tiempos, los cosos taurinos quedaban retirados del centro de las poblaciones y muchos aficionados se retiraban de la plaza al completarse el Tercio de Varas del sexto y último toro, lo que hacía más difícil el triunfo con ese ejemplar, pues el público esta distraído y en movimiento. En tales circunstancias, a los organizadores del espectáculo les convenía que el quinto toro fuera el mejor, para que el público se retirase de la plaza con un buen sabor de boca, que presagiaba su retorno a festejos ulteriores. Hay muchas anécdotas alrededor del sorteo de los toros, quizás una de las más conocidas se refiere a lo acontecido en Linares en 1947, cuando los
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apoderados de Gitanillo de Triana y de Manolete, se pusieron de acuerdo para cambiar a Islero que le había correspondido al primero, con el trágico resultado que todos conocemos. Muchas veces el azar, juega un papel importante en la Fiesta Brava, pues a Manolete lo mató un toro que ni siquiera le había tocado en suerte. Los reglamentos taurinos suelen establecer con detalle el procedimiento para el sorteo y enchiqueramiento de las reses. Lo que me hace recordar que algunos aficionados consideran despectivo llamar chiqueros a los compartimentos donde se encierran los toros antes de las corridas, puesto que es sinónimo de pocilga, lugar cochambroso y maloliente, más propio del ganado de cerda que de reses bravas. No se ha encontrado un término apropiado para eliminar esta sinonimia denigrante para el Rey de la Fiesta. Sin embargo, mientras se encuentra algún neologismo, se podría llamar también toril a cada uno de esos habitáculos y no solo al sitio donde se ubican todos ellos. ¿No les parece?
XXIV 13-08-2016
En la época de Carlos III, Rey de España durante la segunda mitad del siglo XVIII, acaecieron cambios de significación en la historia de la Fiesta Brava. Los Caballeros cedieron primacía a los toreros de a pie, los cuales, con Costillares a la cabeza, empezaron a ser considerados profesionales y, en 1770, se estableció la figura de Presidente de la Corrida, autoridad máxima en la Plaza de Toros, quien ejerce funciones asistido por dos asesores, uno técnico y otro veterinario, cuyas opiniones no tiene carácter vinculante. La tarea del Presidente es complicada, pues recibe presiones de todo tipo las cuales, a veces, no son nada fácil de compaginar con la aplicación del 469
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Reglamento. La Autoridad está para hacer cumplir la normativa, tarea que debe hacerse de la forma más desapercibida posible, evitando al máximo convertirse en protagonista del espectáculo. Esta responsabilidad primordial de la Autoridad, no debe nunca confundirse con el afán de complacer a todo trance a un público que, por razones de diversa índole, a veces exige trofeos o indultos que no se corresponden con lo acontecido sobre la arena. Se dice que el público es el que paga y puede solicitar lo que quiera. Es cierto, nadie le niega al público su derecho a participar del espectáculo y pedir diferentes premios para torero y burel, pero el Presidente, quien además debería ser conocedor del Arte de Cúchares, tiene el deber de aplicar el Reglamento, para evitar cualquier desmadre, erosionar la categoría de la plaza bajo su mando y la pérdida de su propio prestigio como Autoridad Taurina. La Feria de San Fermín, es fuente incesante de historias y anécdotas de todo tipo. Una de las más curiosas se refiere a lo sucedido en 1958, cuando se corrió el encierro más largo de la historia, el cual duró media hora, pues cuando llegaron a la plaza, uno de los Miura se negó a entrar en los toriles. Los mozos lo acosaron inútilmente, lo arroparon los cabestros sin resultado alguno, el toro permanecía en su sitio, sin querer abandonar la arena. Despejaron el ruedo y entonces apareció un pastor con un perro canelo. Pues bien, el can se enfrentó al toro, le ladró en la cara sin temor alguno, le mordió las patas y, tras unos veinticinco minutos de brega, el Miura entró finalmente en los toriles. Entonces, un grupo que presenciaba el espectáculo, agarraron al mejor amigo del hombre y lo cargaron a hombros dándole una vuelta al ruedo, con la entusiasta ovación de los presentes. Quizás, sea esta la única vuelta triunfal protagonizada por un perro, aunque el can tenía nombre muy taurino, pues se llamaba Ortega. La incorporación de la figura del Testigo en la Alternativa de un torero, se inició en 1956, en el Puerto de Santa María. Aconteció cuando Antonio Ordoñez, decidió dejar de ser testigo pasivo e incorporarse al ritual de la
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Ceremonia, cuando Miguel Báez Espuny, Litri, le concedía la borla al Toricantano, Juan Antonio Romero, práctica ha devenido en tradición. Por cierto, Litri es el apodo de una dinastía de toreros onubenses (gentilicio de los nacidos en Huelva, antiguamente llamada Ónuba), que se inició con Miguel Báez Quintero, a principios del siglo XX, siguió con su hijo Manuel Báez Gómez, a quien un toro de Guadalest le infligió una cornada en Málaga en 1926, se le amputó una pierna, pero, de todas maneras, falleció a causa de la gangrena una semana después. Luego vino su hermano, Miguel Báez y Espuny, quien tomó la alternativa en 1949 y se retiró en 1967, a quien siguió su hijo, Miguel Báez Spínola, que actuó en los ruedos como matador de 1987 a 1999. Litri es un arcaísmo que significa persona de buena presencia, lo que parece ser el caso con estos toreros, pues eran altos y bien parecidos. En Huelva, se levanta un Monumento a la Dinastía Litri, con tres bajo relieves y la escultura en bronce de Miguel Báez Espuny, el más importante. Existe un pase de su invención que, según relata el propio diestro, fue obra de la casualidad. Resulta que una tarde en Cádiz por los años cincuenta, el viento le echó la muleta atrás, el toro se arrancó de lejos, el matador aguantó así hasta que le llegó a tres metros, entonces le adelantó la pañosa y nació el pase que se hizo muy popular, le pedían que lo ejecutara tarde a tarde y la prensa denominó Litrazo. ¿Cómo les parece?
XXV 19-08-2016
Burladero, en tauromaquia, es el lugar en que se refugian matadores y cuadrillas. Está formado por una serie de tablas ensambladas que dejan un espacio por el cual el torero puede entrar y salir del ruedo, pero es demasiado estrecho para que los toros puedan hacer lo mismo. A inicios del toreo a pie el
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burladero no existía, pues se entendía que todos los toreros tenían que estar capacitados para saltar las tablas, cuando fuera preciso refugiarse en el callejón. El uso del burladero se generalizó en los primeros años del siglo XX, pues con anterioridad, solo se utilizaban de manera ocasional. Pero el matador sevillano Antonio Fuentes, cuando reapareció en 1910, menguado de facultades, exigió que se instalaran. Antonio fue el mismo aludido en la famosa anécdota de Guerrita, cuando señaló: Después de mí nadie y después de nadie, Fuentes. Posteriormente, en la Época de Oro, Juan Belmonte demostró que un torero no tiene que ser un atleta capaz de saltar las tablas y era necesario instalar protección en el ruedo. Desde entonces, el burladero se incorporó de manera definitiva a la Fiesta Brava. Existen varias clases de burladeros, los que se colocan delante de las tablas que circundan el ruedo para prestar abrigo a los toreros y los de callejón, adosado a la pared en que comienzan las localidades y donde se coloca el personal de servicio de la plaza, ganaderos, apoderados, narradores, periodistas, e invitados especiales de la Comisión Taurina y de la Empresa, los cuales sirven de protección en caso de que el toro salte al callejón. Sin embargo, en la Plaza de Acho se solía utilizar, hasta su remodelación en 1945, una especie de burladero que llamaban Templador, tenía forma de jaula coronada por un asta y se instalaba en todo el medio del ruedo. Resultaba necesario, pues cuando se construyó la plaza, se pensó más en desfiles militares y en toreo a caballo, por lo que el ruedo resultaba enorme para los usos del toreo a pie. Entonces, se instaló este singular refugio, que permitía a los toreros ponerse a buen recaudo, sin tener que ir hasta la periferia del redondel que tenía casi 92 metros de diámetro. Cuando se remodeló la plaza, su ruedo se redujo a un diámetro normal de 60 metros, por lo que ya no hubo necesidad del famoso Templador. En una antigua foto se pueden apreciar dos de las características únicas de la Plaza de Acho, el burladero del centro del ruedo y, en las afueras del coso, el no menos célebre Mirador de Ingunza, sobre el cual se han tejido numerosas
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historias. La más conocida es que fue construido por el acaudalado y gran aficionado Don Francisco Esteban de Ingunza y Basualdo, quien no quería rendir pleitesía al Virrey Don Manuel de Amat, por lo ideó esta forma de eludirlo y no perderse su espectáculo favorito. Esta popular historia carece de fundamento por cuanto la Plaza de Acho se inauguró, con asistencia de Amat, en 1766 y el Mirador se empezó a utilizar en 1858, más de noventa años después. De todas maneras, en 1972, la UNESCO declaró a Plaza y Mirador como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Acho, es la única plaza histórica de América, pues su construcción data del siglo XVIII. La Monumental de Las Ventas, con su ruedo de 61,5 metros de diámetro, dispone de cuatro burladeros equidistantes entre sí y el que se encuentra enfrente de la puerta de toriles se llama de contraquerencia, en donde, por lo general, se coloca el matador que espera la salida de su toro y en cuyas vecindades se debe ejecutar la suerte de varas. En la Real Maestranza de Sevilla, existen seis burladeros, debido a la forma ovoide de su ruedo, de 63 por 58 metros. Existen una serie de anécdotas en torno a los burladeros, una de las más conocidas sucedió en una novillada en Baeza en 1889, cuando Bocanegra estaba presenciando el espectáculo y un descomunal novillo de la ganadería de Don Agustín Sánchez, ejemplar colorado, grande, con mucha cuerna, llamado Hormigón, derribó a los picadores y los novilleros no se atrevían a hacerles el quite, por lo que Bocanegra solicitó permiso de la Presidencia para enfrentarse al morlaco. Pudo realizar un quite, pues el bicho hizo hilo y el torero, por su obesidad, no pudo refugiarse en el burladero, recibiendo una brutal cornada, a consecuencia de la cual falleció al día siguiente, Hay que decir que, normalmente, las troneras del burladero no exceden los 35 centímetros de ancho, lo que permite a los toreros deslizarse de lado. Bocanegra, quien tomó alternativa en el Puerto de Santa María en 1862 y confirmó en Madrid, un par de años después, apadrinado, nada menos, que por Cúchares, tenía mucho valor y pundonor, pero pocos recursos taurinos. En 1869 empezó a quedarse ciego, a engordar ostensiblemente y a perder agilidad, por lo que actuaba
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esporádicamente. Manuel Fuentes, Bocanegra, era de Córdoba y murió a los 52 años, en pleno declive económico. Quizás, su apodo se debió a una especie de saturnismo, intoxicación crónica con plomo, que produce una línea oscura en el margen de las encías, al reaccionar el metal eliminado por la saliva con restos de alimentos. Otro hecho, afortunadamente, más bien curioso que trágico, sucedió en Jalisco, en el Carnaval Taurino de Autlán de la Grana de 2010, cuando un toro de Marco Garfias, saltó al callejón y quedó atorado en la tronera de uno de los burladeros, casualmente al lado de un empresario taurino francés, quien, con sus propias manos y sin consecuencias que lamentar, logró desencajar a Don Leopoldo, nombre del toro de marras. ¿Cómo les parece?
XXVI 02-09-2016
Hasta bien avanzada la segunda mitad del siglo XVIII, los toreros usaban sus capas para burlar la embestida de los cornúpetas. Es oportuno recordar que la capa fue, desde tiempo inmemorial, atuendo típico de los españoles de toda índole y su lujo o modestia pregonaba la condición económica del portador. Esta prenda gozaba de profundo arraigo en la historia y cultura españolas, por ello cuando en 1776, el Marqués de Esquilache decretó la prohibición del uso de la capa, se produjo un motín de grandes proporciones en casi toda España. De todas maneras, con el paso del tiempo, el capote de torear empezó a sustituir la prenda de vestir en los menesteres taurinos. En la primera época se confeccionaban de lana ligera llamada lamparilla; luego se hicieron de seda, cuya caída y peso era muy diferente a las actuales y su manejo era a base de muñeca y temple. Pero este tipo de capotes fue desapareciendo, no solo por el elevado costo de la seda, sino por la competencia del ejército que, en aquellos
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tiempos, la usaba para hacer paracaídas. Al parecer, los últimos capotes de seda, se hicieron para Curro Romero en 1976. En la actualidad, para confeccionar capotes y paracaídas se utilizan fibras sintéticas, en el primer caso con mucho cuerpo, para impedir que se enganche el cuerno del toro y se le añade rigidez con un baño de goma. Los capotes modernos están además tratados químicamente, para evitar que la sangre del burel penetre en la tela, la cual es siempre de un vivo color rosa para facilitar su visibilidad. El capote extendido tiene la forma de tres cuartos de circunferencia, con un radio ligeramente mayor en el centro. En los picos se suelen colocar, entre la tela y el forro, unos pequeños discos de corcho para facilitar el agarre, especialmente útiles cuando se lidia a una mano. Además, se distribuyen los forros interiores del capote, para adaptar el peso a la técnica del torero y a su estilo de lidiar sus dos principales oponentes: Toro y viento. El peso del capote es de unos cuatro kilos, lo que hace necesario dedicar tiempo al toreo de salón, para poder manejarlo con soltura y, sobre todo, con arte. Los capotes llevan superpuestas en su parte central un pedazo del mismo material llamado Esclavina. Como su origen fue la capa, las cuales solían llevar una más pequeña que cubría cuello y hombros, no es de extrañar que se use también en los capotes. Algunos matadores usan la esclavina para colocar logotipos bordados que lo identifican, como es el caso de El Fandi. En todo caso, el nombre de los diestros, siempre va impreso en letras negras en el envés del capote. En cuanto a la muleta, en los albores de la tauromaquia, su uso carecía de importancia, pues era una mera defensa para preparar la suerte suprema y, la mayoría de los diestros, se limitaban a trastear al toro por la cara sin hacerlo pasar. La calidad de un torero se evaluaba por el número de lances que ejecutaba con la mano izquierda, pues el toreo derechista se consideraba de recurso, pues
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la muleta se desplegaba en toda su extensión y muchos pases se ejecutaban con el pico. La invención de la muleta se atribuye (sin plena certeza), al gran maestro rondeño Pedro Romero a finales del siglo XVII y Pepe Hillo en su Cartilla del Arte de Torear, a principios del siglo XIX, la describe como un palillo de unos cuarenta centímetros de longitud, con un gancho romo en uno de sus extremos, en el cual se mete un capotillo cuyas puntas deben unirse al otro extremo dándole algunas vueltas para que quede sujeto. Con el tiempo, palillo y franela fueron creciendo, hasta que, a mediados del siglo, alcanzaron los ochenta centímetros de largo y la tela llegó a ser una especie de capote. Hoy día, la muleta varía de peso y tamaño a gusto del matador y son de color rojo, pues antes podían ser amarillas o azules. Antaño, muchas faenas de muleta se iniciaban con los ayudados por bajo, rodilla en tierra, los famosos doblones, que prodigaba con frecuencia el madrileño Vicente Pastor, los cuales tenían mucho mérito, pues los ejecutaba con la mano izquierda. Hogaño, se suelen iniciar con los ayudados por alto llamados estatuarios, el matador cita de perfil y cuando el animal llega a jurisdicción, levanta verticalmente el engaño para dejarlo pasar y la mayor virtud del pase es probar la embestida del toro. Actualmente, algunos diestros ejecutan estatuarios, pero al ir llegando el animal se cambia el engaño y se pasan el burel por la espalda, lo que entraña un riesgo mucho mayor. La parte medular de una faena de muleta es el toreo en redondo, es decir que el toro se desplace en semicírculo alrededor del torero, lo cual no es fácil de lograr, pues se le obliga a desplazarse fuera de la recta, que es la línea natural de la embestida del toro. La suerte fundamental del toreo de muleta es el pase natural rematado con el obligado de pecho. Se toma la pañosa con la mano izquierda y por el centro del estaquillador, de forma tal que se cuadre y la espada se lleva en la mano derecha, colocada en la parte posterior de la cadera, en demostración de que no necesita de su ayuda. El forzado de pecho viene tras una serie de naturales, se obliga el animal a seguir el engaño y se vacía por alto y hacia los adentros, los entendidos decían que debía rematarse en la hombrera contraria.
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Según el escritor vallisoletano, miembro de la Real Academia Española, gran aficionado y autor del monumental tratado sobre tauromaquia, José María de Cossío, la muleta ha llegado a ser el auxiliar esencial de la parte más importante y bella de la lidia de un toro. ¿Cómo les parece?
XXVII 06-09-2016
Escalafón es la clasificación de las personas que forman parte de un organismo o profesión, según su cargo, grado, categoría o antigüedad. En el caso de la tauromaquia, el escalafón español de matadores de toros se ordena de acuerdo con el número de actuaciones en festejos mayores (festivales no son válidos), celebrados durante una temporada en España, Francia y Portugal. Al dar un vistazo al escalafón español de matadores, desde 1901 hasta la fecha, se encuentra que únicamente cuatro diestro de otra nacionalidad han conseguido encabezarlo, que la mitad son venezolanos y que solo uno de ellos lo ha podido hacer dos veces, hazaña única en la Fiesta Brava a nivel mundial y, por supuesto, un hito en nuestra historia taurina nacional. El primer matador no español en liderar el escalafón fue Carlos Arruza en 1945. Había tomado la alternativa en 1940, en la plaza El Toreo de la capital mexicana y fue considerado uno de los grandes matadores de principios de la década. El Ciclón azteca se retiró en 1953, regresó a los ruedos como rejoneador y falleció en un accidente automovilístico en 1966. Manuel Dos Santos fue el segundo y lo alcanzó cinco años después. El portugués tomo la alternativa dos veces. La primera en México en 1947 y la segunda en Sevilla, al año siguiente. Era un torero técnico, de arte depurado y,
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sin duda alguna, uno de los grandes toreros portugueses de todos los tiempos. Murió en 1973 en un accidente de tráfico. Los otros dos son venezolanos. Nuestro gran César Girón, quien logró encabezar la estadística en 1954 y 1956, único matador extranjero en la historia de la tauromaquia en lograr liderar dos veces el escalafón español y el más joven en hacerlo, pues lo alcanzó a los 21 años. El más grande torero venezolano de todos los tiempos, había tomado la alternativa en Barcelona de manos de Carlos Arruza en 1952 y, aparte de ganar por primera vez la estadística, su año de gloria es 1954, pues en la Plaza de Acho tuvo su apoteósica tarde al cortar cuatro orejas, dos rabos y una pata, la única concedida en la larga historia de dicho coso y, además, fue el gran triunfador de la Feria de Sevilla al cortar cuatro orejas y dos rabos, en solo dos presentaciones. César se retiró definitivamente en 1971 y, poco después, pereció en un accidente automovilístico. Curro Girón, otro de nuestros grandes toreros nacionales, encabezó el escalafón en 1961, aunque algunas fuentes, que fueron cercanas al diestro, afirman que también lo logró en 1959, a pesar de que en el listado aparezca como triunfador Antonio Ordoñez. De todas maneras, el hecho de haber sido uno de los cuatro matadores de fuera de España en liderar el escalafón, acreditan suficientemente su dimensión taurina. Curro tomó la alternativa en 1956, en Barcelona, durante la famosa corrida de los tres hermanos Girón, pues la recibió de manos de César, en presencia de Rafael, quien acababa de doctorarse en el toro anterior, con Curro como testigo. Confirmó alternativa en Madrid, en la Corrida de la Beneficencia de 1958 y cortó una oreja a cada toro. Curro fue un torero poderoso y tenía una especial facilidad para llegar a los tendidos. Su última corrida fue en México en 1977 y murió en Caracas al año siguiente, de una grave afección hepática. Desde entonces, ningún diestro extranjero, ni de América, ha logrado la posición cimera en la estadística taurina española; aunque es de señalar, que,
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hasta ahora, en la de 2016, el francés Sebastián Castella va de segundo y el peruano Andrés Roca Rey ocupa el cuarto lugar. Cuando se repasa el escalafón taurino español, no deja de experimentarse una sensación de discriminación contra la América Taurina, cuya geografía abarca cinco de los ocho países que conforman el orbe de la tauromaquia y, no obstante, se toman en cuenta solamente los festejos celebrados en España, Francia y Portugal, a pesar de sus corridas sin suerte suprema. Es oportuno recodar, que en las principales plazas latinoamericanas se efectúa una cierta cantidad de festejos mayores, con muchos de los mejores diestros europeos, a veces, hasta con encierros traídos de España. Es perfectamente entendible, que para los escalafones de los países de la América Taurina, no se tomen en cuenta los festejos de diestros europeos en el Viejo Continente, pues causaría una total distorsión, dada la cantidad de corridas que se celebran anualmente y muchos matadores liderarían ipso facto cualquier escalafón americano, al presentarse en una de nuestras plazas. Verbigracia, si tomamos el escalafón taurino español de 2015, existen, al menos, cuarenta matadores que han lidiado más corridas, que el líder de la clasificación venezolana. Este argumento le sale al paso a cualquier planteamiento en torno a la reciprocidad, inaplicable en este caso, pues tornaría absurdos nuestros escalafones taurinos. Lo difícil sigue siendo para un diestro americano, encabezar la estadística española. Para toreros europeos tiene su atractivo venir a nuestro continente, pues no hay temporada en casa por el frío y el trópico tiene buen clima, playas y contratos en divisas. Muchos actúan en nuestros ruedos con evidente pundonor, mientras que otros parece que vinieran solo por motivos crematísticos.
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Sería interesante averiguar las razones por las cuales se continúan ignorando las plazas americanas a los efectos del escalafón español o, quizás se trate, simple y llanamente, de un caso de anacrónica discriminación. ¿No les parece?
XXVIII 06-10-2016
Hace unos días, el ganadero de bravo, Victorino Martín García, en una entrevista radial, se refería al concepto de Corrida Total. Al explicar su significado, señalaba que en estos momentos la Fiesta Brava necesita revitalizarse y lo que se pretende es ofrecer una corrida equilibrada, en la cual tengan importancia todos los tercios de la lidia, pues, en la actualidad, el primer tercio se ignora, el segundo se reduce y el último se alarga de manera artificial. Tal es el concepto que se intentará llevar a la práctica, el próximo sábado en Illescas, cerca de Madrid, con un encierro de la A Coronada y tres jóvenes valores de la zona, cuyas cuadrillas han sido elegidas especialmente para dar espectáculo, con vara, caballos de picar y banderillas. Es un experimento interesante sobre el cual, independientemente de lo que acontezca la venidera tarde sabatina, valdría la pena organizar varios intentos adicionales, los cuales permitirían obtener mayor certeza sobre el futuro de un enfoque de la Fiesta Brava, que, a pesar de no estar inventando nada, de todas maneras tiene cierto matiz novedoso. Aprovechando este aire innovador, sin espíritu polémico y reconociendo que no es fácil nadar contra la corriente, quisiera añadir que en una Corrida Total, los tres tercios de la lidia, deberían ser cuatro, pues hoy en día la faena de capa constituye parte importante del desempeño frente al toro. La variada y vistosa manera de utilizar el capote, impregna la lidia de un
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componente estético que no puede desestimarse y merece tener perfil propio, a pesar de que pueda ejecutarse de manera intercalada con la suerte de varas. En verdad, los tercios de la lidia son cuatro, así como los tres mosqueteros eran en realidad un cuarteto. Leyendo la excelente publicación de André Viard, Tierras Taurinas, en su Número 33, tropecé con unos párrafos relativos al origen de la muleta, que se le atribuye, sin plena certeza, al gran maestro rondeño Francisco Romero, a principios del siglo XVII. Pues bien, existe otra teoría que habla de Manuel Bellón, El Africano, sevillano nacido en 1700, quien muy joven fue condenado al presidio de Ceuta, debido a un duelo por asuntos de faldas; una vez cumplida su sentencia, se quedó en África donde solía sortear toros. Regresó a España a los 20 años y se radicó en Algeciras, donde se dedicó a vender, naranjas, dátiles y babuchas. Bellón se enteró que iban a correr toros bajo la dirección de su coetáneo Francisco Romero, quien accedió a dejarle matar uno. Pues bien, para asombro de todos, El Africano lió un capote en un palillo de una tercia de largo y le pegó dos pases al toro antes de matarlo, sorteando sus derrotes gracias al novedoso engaño. A los pocos días, repitió su hazaña en la ciudad donde estaba radicado y el invento se propagó rápidamente por toda Andalucía. Manuel hizo fortuna con sus negocios, toreaba a caballo mejor que a pie, gozaba de notable prestigio social en Sevilla, en donde toreaba a la avanzada edad de 63 años. Pero solo lo hacía por gusto, a tal punto que, cuando quisieron contratarlo en 1767, el Marques de la Motilla le escribió al Hermano Mayor de la Maestranza de Ronda para decirle que El Africano tenía haberes, no se desvivía por trabajar y no creía que estuviese dispuesto a ir hasta Ronda. Al analizar el Escalafón español de Novilleros 2016, es grato constatar que nuestro paisano Manolo Vanegas lo lidera con 28 festejos, 34 orejas y 1 rabo. Mientras que el otro venezolano, Jesús Enrique Colombo, figura en el lugar Número 11, con 13 festejos, pero tiene 30 orejas cortadas y 1 rabo. Ahora bien, si nos limitamos al número de auriculares cercenados, resulta que Colombo ocuparía el cuarto lugar y que su desempeño es más notable, por
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cuanto fueron cortadas en un número menor de presentaciones. Además, pertenece al selecto grupo de cinco novilleros que tienen un rabo en su haber. Por si fuera poco, Reinaldo Gil, El Táriba, joven alumno procedente de la Escuela César Faraco y que ingresó a la Escuela Taurina de Badajoz, de la mano del Círculo Bienvenida, recibió diploma por su buen aprovechamiento y exitosas actuaciones. Gracias a Dios, no todo son nubarrones en la maltratada patria de Bolívar. ¿No les parece?
XXIX 19-10-2016
La
primera dinastía de toreros de Ronda fue la de los Romero. Francisco Romero y Acevedo, su fundador, malagueño de nacimiento pero rondeño de adopción, era auxiliar de los Caballeros Maestrantes, empezó arriesgando su vida haciendo quites a los Señores, pero pensó que le podría ir mejor matando toros sin necesidad de caballeros, a cambio de las monedas que el público quisiera darle, así se transformó en el primer torero independiente. Francisco tuvo un hijo, Juan de Dios, que continuó con la profesión de su padre. Juan murió a la avanzada edad de 102 años, tuvo varios hijos, cuatro de los cuales fueron toreros, Pedro, José, Gaspar y Antonio. Pedro, nacido en 1754, fue el más destacado y ha sido uno de los toreros más importante de todos los tiempos, por su estilo, su maestría, sus teorías sobre la forma de torear y, además, por no haber sido herido nunca, a pesar de haber lidiado varios miles de toros, en toda una larga vida dedicada al ejercicio de la tauromaquia. En la fachada interior de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, se encuentra el Palco del Príncipe, el cual se concluyó en 1765. Este Palco consta de dos cuerpos: la puerta de acceso a la plaza por la que salen los toreros triunfadores y el palco propiamente dicho, que es del uso exclusivo de la Familia Real. El grupo escultórico que remata el Palco es obra del escultor
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portugués Cayetano de Acosta y fue realizado para el Infante de España, Felipe de Borbón. Se necesita cortar al menos tres orejas para tener el honor de salir a hombros por la Puerta del Príncipe. Si vemos los toreros que más veces han salido por la famosa Puerta, encontramos a Curro Romero quien tiene cinco más una, pues en 1972 El Faraón de Camas se encerró en solitario con seis toros, cortó tres orejas pero se negó a realizar salida triunfal. El segundo es Espartaco, con igual número de triunfos, cinco más uno, pues habría que acotar que Juan Antonio Ruiz, el Domingo de Resurrección de 2015, en la corrida que marcaba su retirada de los ruedos y como reconocimiento a su fructífera labor, se lo llevaron a hombros por la Puerta del Príncipe hasta su hotel, completando de esta manera su sexta salida por el dintel de honor. Por su parte El Juli, tiene cuatro Puertas en su haber, la inicial en 1999, pero no pudo salir a hombros, por haber resultado herido en su segundo toro, logró terminar la faena, pero no disfrutar plenamente de su triunfo, pues salió para la enfermería. También en 1999, se convirtió Julián López en el torero que más corridas ha lidiado durante un mismo año, al acumular 134 fechas, solo superado por Jesulín de Ubrique, quien se había presentado 153 y 161 veces en 1994 y 95, respectivamente. Tan elevado número de actuaciones, aun cuando hicieron millonario a Jesús Janeiro Barzán, terminaron por perjudicar su estilo de torear, que se hizo frío y despegado. Le sigue El Cid, también con cuatro Puertas del Príncipe, pero la tercera hace diez años, lo hizo con ganaderías distintas y su actuación era en solitario. Manuel Jesús Cid Salas, es uno de los diestros que mejor torea Victorinos y se recuerda su gran tarde en Bilbao en 2007, cuando se encerró con seis ejemplares de la A Coronada, cortó cuatro orejas y abrió la Puerta Grande de Bilbao, algo que tenía seis años que no sucedía.
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Nuestro gran César Girón, si bien nunca salió por la Puerta del Príncipe, fue el gran triunfador de la Feria de Sevilla en 1954, al cortar cuatro orejas y dos rabos, único torero en haberlos cortado en corridas consecutivas. La Corrida Total de Illescas, resultó todo un éxito. Tres cuartos de plaza, Gómez del Pilar indultó un Victorino, otro tomó tres varas arrancándose desde el centro del ruedo y mereció vuelta en el arrastre, las tres cuadrillas se desmonteraron en la segunda mitad del festejo, David Adalid destacó con los palos y los tres diestros Cristian Escribano, Gómez del Pilar y Raúl Rivera, salieron a hombros junto con ganadero y mayoral, en medio de la ovación de los asistentes. La Fiesta Brava brilla sin figuras pero con toros. La próxima Corrida Total debería celebrarse pronto. ¿No les parece?
XXX 26-10-2016
En Portugal, no se permite la ejecución pública de la suerte suprema en las corridas de toros. Esta prohibición existe desde 1836, pero hay una excepción, el pueblito fronterizo de Barrancos, que tiene menos de dos mil habitantes, su dialecto muestra gran influencia castellana, su jamón goza de denominación de origen y su autorización para ofrecer corridas con uso de estoque incluido, fue consagrada legalmente en el año 2002. En las corridas a la portuguesa, los pitones del toro se embolan, es decir se recortan y su extremo se recubre con una funda de cuero; no se permite el uso de la pica; el último tercio de la lidia lo ejecutan los forcados, un grupo de ocho hombres cuyo objetivo es inmovilizar al toro a cuerpo limpio y, seguidamente, entran en la arena los cabestros para retirar el animal. A los toreros se les premia con vueltas al ruedo y cuando los toros destacan, es el ganadero quien recorre el redondel.
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Las touradas se iniciaron por influencia de sus vecinos peninsulares, pues en 1580, Felipe II anexó Portugal a la monarquía hispánica, bajo la cual permaneció hasta 1668. Ello nos indica que durante más de dos siglos y medio, se celebraron en tierra de Camoes, corridas a la usanza española. También en el arte del rejoneo existen diferencias, pues cuando en 1567, el Papa Pio V se lo prohibió a los nobles españoles, la Bula no afectó a Portugal, donde entonces se desarrolló un estilo propio, cuyas diferencias con el español son evidentes hoy en día. El rejoneo venezolano ha seguido la escuela portuguesa, a pesar de la influencia que tuvo, a principios de los años treinta, el gran rejoneador cordobés Antonio Cañero, quien hizo gala de su arte en las dos plazas más importantes del país para la época, el Nuevo Circo y la Maestranza, hoy en día, lamentablemente, una inactiva y la otra casi. Hasta el siglo XVIII, la parte fundamental de los festejos taurinos eran las suertes a caballo, como alancear toros o picarlos con varas de detener. En estos menesteres destacaban los musulmanes, lo que impulsó a los caballeros cristianos a emularlos e incorporar las suertes a sus festejos. Reyes y Nobles empezaron a cultivar ese arte y los grandes acontecimientos se celebraban alanceando toros. La pugna por sobresalir condujo a los caballeros a esmerarse en sus destrezas y amoldar a tal efecto sus corceles. Eran hombres corpulentos y necesitaban caballos de alzada, que permitían aguantar mejor la embestida, pues el fin, al alancear la res, era traspasarla de lado a lado. En los albores del siglo XVI, empezó a adquirir ímpetu la práctica del rejoneo, ya no se espera al toro y el caballo debe ir a la búsqueda del cornúpeta.
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No es necesaria tanta corpulencia y la habilidad reemplaza a la fuerza. Ahora el caballo necesita agilidad, intuición y temperamento, por lo que requiere una larga doma y entrenamientos especiales. Los caballeros deben montar a la jineta, es decir estribos cortos y piernas dobladas, pero verticales de la rodilla hacia abajo, lo cual les permite mayor libertad de movimiento y formas más plásticas de rejonear. Pero llega el siglo XVIII y la animadversión de Felipe V a lanzas y toros, produjo que la nobleza se retirara gradualmente de estas prácticas y fuera sustituida por varilargueros de extracción popular, los cuales eran apoyados por gente de a pie, cuya habilidad y creatividad ofrecía nuevas y variadas formas de burlar al toro, para contento del público asistente. Así empezaron a ganar preponderancia los de a pie, si bien hoy en día, tanto unos como otros, han alcanzado depurados niveles técnicos y artísticos, que nadie podía presagiar a inicios del Arte de la Tauromaquia. Las características de los toros se tratan ahora de programar, con técnicas de ingeniería genética computarizada, para facilitar mayores posibilidades de lucimiento, causando el desconsuelo de taurinos de cepa, quienes añoran la natural fiereza del animal y el entrar a matar a topa carnero.
XXXI 11-11-2016
Es
bien sabido que a raíz de la Guerra Civil, la destrucción de ganaderías y la falta de pastos, se produjo en España una reducción progresiva del tamaño del toro de lidia. Se llegaron a presentar corridas con animales de 200 kilos, situación extrema nunca antes conocida, que además empeoró, pues también cayó la edad del toro y en las plazas reinaban los utreros. La autoridad taurina se vio forzada a aplicar con flexibilidad el reglamento, mientras se
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superaba la coyuntura, que se prolongó en demasía, para regocijo oculto de muchos lidiadores y la conveniencia de apoderados, los cuales adquirieron preponderancia y del casi anonimato pasaron a los escaparates del burladero de callejón. Para situar en perspectiva estos comentarios, baste mencionar que a principios de la década de los treinta, Domingo Ortega, lidió en la plaza francesa de Dax, un Pablo Romero de 437 kilos en canal, peso excepcional que situaría al animal en pie, en el polo opuesto de los ejemplos mencionados en el párrafo anterior. A nadie escapa que nuestro país atraviesa, por ahora, una situación que no es normal, la cual se refleja también en la tauromaquia, cuya continuidad deberían tratar de preservar, todos los estamentos que se interesan y hacen vida en torno a la Fiesta Brava. Sin embargo, habría que ver la de cosas que pasan en nuestro mundillo taurino. En el Arte de Cúchares, no es fácil ser totalmente objetivo, pues siempre habrá una cierta dosis emocional, muy propia de la Fiesta Brava; pero al hablar de toros, debe privar el respeto y la tolerancia. Es importante reconocer que puede haber otras personas, con igual derecho, que opinen lo contrario y creer que no hay opinión razonable sino la propia, es petulancia. Por supuesto, que los diferentes puntos de vista deben exponerse con cortesía, pues los buenos modales allanan discordias y abonan amistades. En la historia taurina existió un episodio llamado El Pleito de los Miuras, que constituyó el primer forcejeo entre toreros y ganaderos del siglo XX. Estalló cuando al final de la temporada de 1908, el célebre diestro Ricardo Torres, Bombita, propició el envío de una Circular a las Empresas, apoyado por algunas de las principales figuras del momento, en la cual anunciaban que cobrarían el doble por lidiar toros de Miura, cuyos encierros amenazaban con copar las plazas, amparados en su trágica leyenda.
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La reacción de Don Eduardo, no se hizo esperar y respaldado por la Unión de Criadores de Toros de Lidia, acordaron no vender toros de ninguna de las ganaderías asociadas, a las empresas que, en la próxima temporada, contratasen a algunos de los toreros firmantes de la Circular. Sin embargo, algunos ganaderos como los de Concha y Sierra, Murube, Anastasio Martín, Pérez de la Concha y Saltillo, decidieron no respaldar este acuerdo y se retiraron del gremio. La gran mayoría de la afición y los principales revisteros y críticos taurinos de la época, rechazaron la actitud de los toreros y, en particular, la de Sevilla, amenazó con no abonarse ni asistir a los festejos de la Feria de Abril, sino se lidiaban miuras a precio normal. La actitud de la afición y la falta de solidaridad entre los propios diestros, hizo fracasar el planteamiento. Se firmó un acuerdo, por medio del cual los toreros se comprometían a lidiar miuras, por honorarios iguales a los que cobraban por las demás ganaderías; los ganaderos, a su vez, retirarían de sus contratos con las empresas, la cláusula que prohibía a los matadores vetar toros de alguno de los hierros de la Unión. Por su parte, el Duque de Veragua, presidente de los ganaderos, pidió a los rebelde y a los socios de la Región de Andalucía, que nombraran representantes para que lo ayudaran a zanjar el asunto, el cual se arregló con la designación del Marqués de Saltillo, del Conde de Santa Coloma y el ingreso de los contestatarios al gremio en la región de Castilla la Nueva.
XXXII 27-11-2016
Es muy interesante el Proyecto Crisol, anunciado hace unos días por Enrique Ponce. Se trata de fusionar música clásica, canto y tauromaquia, en una corrida de toros, en la cual actuarían, orquesta, tenor, soprano y coros, además,
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por su puesto, de los protagonistas tradicionales. El Maestro confía que el venidero año, se pueda montar dos o tres espectáculos de esta naturaleza, aunque su presentación depende mucho de empresarios que quieran hacerlo. El gran torero, con veintiséis años de alternativa, nos señala una senda que enaltece la Fiesta Brava, pues la sitúa en un entorno que sublima su fundamental condición artística. Por supuesto, que habrá siempre detractores, pues la miel no se hizo para todos los paladares. Esta iniciativa, junto con la denominada Corrida Total de Victorino Martín García, que ya se estrenó con todo éxito, constituyen esfuerzos dignos de encomio, para renovar y hacer más atractiva la Fiesta Brava, sin que pierda nada de su esencia. Ambas iniciativas, se complementan y refuerzan mutuamente. Además, provienen de figuras descollantes del mundo taurino: Un torero que marca época y del timonel del buque insignia de la cabaña brava española, cuyo capitán es Don Victorino Martín Andrés, Premio Nacional de Tauromaquia 2016, a quién extendemos nuestras más cordiales felicitaciones. Ideas de este tipo, constituyen una de las mejores maneras de blindar la Fiesta Brava contra las tarascadas de la intransigencia, pues, al potenciar su sentido estético, ciertamente se le añade perennidad. Es muy difícil matar el arte, aunque a veces, el propio negocio taurino puede transformase en temible antagonista del genuino Arte de Cúchares. Por otra parte, vale la pena mencionar también, que la plaza más importante del orbe taurino y el primer coso de América, estrenan sus respectivos empresarios. En la Monumental de Las Ventas, estará al frente un personaje emprendedor y polémico, que consagró, contra viento y marea, el Coliseo de Nimes como la primera plaza de Francia y, ahora, su reto consiste, ni más ni menos, que en restaurar el desvaído lustre de la Catedral del Toreo.
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Por lo pronto, ya ha anunciado que su gestión se estrenará con un encierro del famoso ganadero de Galapagar. La Monumental de México, después de una prolongada gestión venida a menos, emprende su conducción, al alimón, un personaje de recursos y experiencias taurinas, en combinación con un destacado profesional de la arquitectura, ahora también ganadero de bravo y propietario del hierro de Xajay. Ambos personajes, rebosantes de afición, ya hacen notar su tendencia innovadora, al cambiar el formato de la Temporada Grande del Embudo de Insurgentes. Sea esta oportunidad propicia, para desear que la Corrida Total continúe consolidándose, al Proyecto Crisol que pueda materializarse prontamente y a las toricantanas empresas, todo éxito para beneficio de la afición y mayor esplendor de la Fiesta Brava. Releyendo alguna obra de José Antonio del Moral, tropecé con ciertas alusiones, más bien irreverentes (pero no desacertadas), sobre los Reglamentos Taurinos. Opina el conocido periodista que, muchas veces, contienen instrucciones demasiado rígidas y casi imposibles de llevar a la práctica, pues si se aplicaran a rajatabla, no se podrían celebrar corridas de toros. No quiere decir con esto, que el Reglamento sea innecesario, sino que hay que evitar el riesgo, sobre todo a los neófitos, de quedar atrapados en una telaraña de exigencias, en vana esperanza de lograr lo inalcanzable. Me atrevería a señalar, que el Reglamento se debe complementar, con la sapiencia, veteranía y tacto para aplicarlo, características consustanciales a toda autoridad taurina, pero, en nuestro mundillo taurino actual, cosas veredes. Podría decirse que, actualmente, la lidia gira en torno a la faena de muleta y a un diestro se le considera más capaz, cuanto más hábil sea en su manejo y pueda someter mayor número de toros, condición indispensable para llegar a ser alguien en el toreo. Pero, a veces, se ven algunos casos, que sin
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esforzarse en prodigar pases fundamentales del toreo de muleta, el diestro se dedica mayormente a ejecutar simples trasteos de adorno y desplantes sin sentido, con los cuales pretende rematar tandas desabridas, a veces, inexistentes. En estos casos, las faenas quedan huérfanas de mérito, carecen de profundidad y se transforman en rutinas sin enjundia, para deleite de públicos entusiastas, pero escasos de conocimiento, que confunden tales prácticas con el arte del toreo. Hay gente que le conviene este tipo de analfabetismo y, más grave aún, cuentan con la complicidad de autoridades taurinas, interesadas en auspiciar manifestaciones de corte populachero, muy en sintonía con la infeliz coyuntura que atraviesa el país. Confío que, en esta materia, no hayamos cruzado todavía el umbral de no retorno. Prometo no importunarles con más Retazos Taurinos hasta el mes de enero. Pero quisiera aprovechar esta ocasión, para desearles unas muy felices fiestas y que ojalá el nuevo año nos depare un horizonte amplio y despejado de nubarrones. ¿No les parece?
XXXIII 17-02-2017
La venidera Feria del Sol de Mérida, ha despertado inusitado interés. La conducta de los involucrados en la organización de los festejos taurinos, al proceder con prontitud a despejar incertidumbres, ha contrastado grandemente con el comportamiento, evasivo y opaco, de que fue objeto la afición, por quienes montaron las recientes corridas de San Cristóbal. Ojalá que, al completarse la faena del último toro, el resplandor de esta Feria del Sol, ayude a disipar las sombras que se empeñan en oscurecer, el ya incierto panorama taurino nacional.
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La Comisión Taurina de Mérida, por vez primera en la historia de la Fiesta Brava en el país, hizo llegar este año a la Asociación Venezolana de Criadores de Toros de Lidia, una planilla para la Declaración Jurada que se deberá completar con datos relativos a los encierros, lo que ciertamente constituye un buen tranco en la dirección correcta. Confiamos que la AVCTL, sabrá responder a esta iniciativa, cuya finalidad es mejorar la aplicación de la vigente normativa taurina. Aún hay mucho trecho por recorrer, pero la milenaria sabiduría china nos indica, que hasta el viaje más largo comienza con el primer paso. La tauromaquia ha venido en constante evolución. Dejó atrás caballos despanzurrados y el toreo por pies con fines de castigo, indispensable para poder estoquear las auténticas fieras que asomaban por la puerta de toriles. Surgió entonces una lidia, cuyo objetivo no era únicamente la mera preparación de la suerte suprema. Empezó a ser fundamental su componente estético. Se desplegó el abanico de posibilidades para capa y muleta, la fiereza del toro se trocó en bravura, la embestida rectilínea comenzó a curvarse, se hizo imperativo parar, templar y mandar, el toreo se transmutó en arte y la Fiesta Brava comenzó a mostrar colorido de perpetuidad. A partir de Belmonte, se asigna importancia creciente a la capacidad del toro para humillar, la humillación permite buscar ritmo en la embestida y el ritmo hace posible la prolongación del muletazo. De la sucesión armónica de este accionar, surge la cadencia, que José Bergamín bautizó magistralmente como la música callada del toreo. André Viard, distinguido taurómaco francés, en párrafos pletóricos de enjundia, nos hace un recuento de la historia de los muletazos, que no han dejado de alargarse y profundizar, desde los trapazos del siglo XIX, hasta las verdaderas obras de arte que podemos apreciar hoy día.
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Me voy a permitir ofrecerles mi resumen del interesante escrito. Antes de Belmonte los pases duraban muy poco y se remataban por alto y de puntillas. Con Manolete, el muletazo se concentraba en el emocionante embroque y el muñecazo final se daba apenas rebasar la cadera del torero. Dominguín, empezó a instrumentar pases más largos y concatenados, ligazón que le facilitó llegar a la cumbre del toreo. Antonio Ordóñez elevó la estética del toreo a un nivel de majestuosidad desconocido y luego llegó El Cordobés, cuya tauromaquia iconoclasta se basaba en la continuidad de los muletazos, cimentada en el aguante. A principios de los ochenta, Paco Ojeda combinó clasicismo y vanguardia. Realizaba el toreo de Ordóñez en el sitio de El Cordobés, pero ni el primero consiguió ligar tanto como Ojeda, ni el segundo pegar muletazos tan largos citando tan en corto. Posteriormente, apareció El Juli, cuya verdadera dimensión torera surge de la cadera hacia atrás, gracias a su talento para prolongar muletazos ligados más allá del límite natural. No en vano, Julián López fue un niño prodigio. A los 34 años, acumula 18 desde su Alternativa en el Coliseo de Nimes, cuando en La Feria de la Vendimia, el difunto Manzanares le cedió los trastos, en presencia de Ortega Cano. Esa tarde del doctorado, el toricantano salió en volandas, tras desorejar sus oponentes de Daniel Ruíz. Cómo sería de grande su segunda faena, para que el exigente público francés haya pedido insistentemente la oreja, habiendo acertado con el acero solo al tercer envite.
XXXIV 25-03-2017
El
¡Ole! taurino es una interjección de origen árabe, usada coloquialmente para aplaudir o animar. Cuenta la historia, que en Granada, a 493
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fines del siglo XIV, se practicaba la tauromaquia, combatiendo toros a caballo, en la explanada de La Alhambra. En estos festejos, siempre existía rivalidad entre caballeros cristianos y jinetes moros, por demostrar valor frente a los cornúpetas. Cada vez que uno de los suyos lograba sobresalir, los moros rendían gloria a Dios y exclamaban ¡Wa Allah! Los cristianos lo interpretaban como Ojalá, de la que pudo originarse ¡Ole!, palabra que, según la popular coplilla, no tiene explicación. Actualmente, entre nosotros, esta palabra también se usa, con cierta frecuencia, para terminar escritos y mensajes taurinos. Los primeros matatoros profesionales identificados, son el moro Gil Alcayt y el cristiano Johan de Zaragoza, contratados para actuar en Pamplona en 1385. Su repertorio era similar al de los circos romanos, pues se componía de fintas, saltos, lanzadas y espadazos, pero no existen mayores detalles del festejo taurino. Como estamos en la celebración el Cincuentenario de la Monumental de Mérida, es oportuno recordar que alrededor del siglo III de nuestra era, fue en la Emerita Augusta, donde se situaba el Gran Templo de Mitra, culto extendido por todo el imperio romano, cuyo rito iniciático era el Taurobolio. Cuenta la leyenda que el dios Mitra, recibió órdenes del sol, para degollar al Toro Primitivo, primer ser vivo creado por Ormuz, dios del Zoroastrismo, para que de su sangre nacieran plantas y animales. El Taurobolio consistía en que el aspirante, con el torso desnudo, se colocaba en una fosa cubierta con una plancha agujereada, sobre la cual el Supremo Sacerdote sacrificaba un toro, de forma tal que su sangre cayera sobre la cabeza del iniciado. Esta ceremonia, que significaba una nueva vida y la transferencia a un orden existencial superior; ratifica la importancia del toro en muchas culturas a lo largo de los tiempos y en las Méridas que en el mundo son. En particular, en
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la nuestra, enclavada en la altura, que simboliza su eterna aspiración de cielo, como escuché decir, hace cincuenta años a un intelectual centroamericano. El antecedente histórico que conozco de un Cardenal taurino y torero, se remonta hasta fines del siglo XV, cuando César Borgia, Príncipe de la Iglesia, combatió toros durante unas fiestas celebradas por su padre, el papa Alejandro VI, en el Patio del Belvedere, en el corazón del Vaticano. Con motivo del Jubileo de 1500, se organizó una corrida en la mismísima Plaza de San Pedro, en donde, más de mil años antes, se efectuaba el Taurobolio. Regaterín, el alias utilizado por el excelente aficionado y cronista taurino Oscar Palacios Herrera, había sido utilizado por el gran banderillero madrileño Victoriano Recatero, muerto en 1891, a consecuencia de una enfermedad producida por la coz de una res en el coso de Orán, hoy día Argelia; este apodo lo usaba también el matador Antonio Boto Recatero, quien murió en Barcelona en 1938, en un bombardeo durante la Guerra Civil.
XXXV 02-04-2017
Uno de los toreros mexicanos más famosos fue Fermín Espinosa, Armillita Chico y una de sus faenas más clamorosas se la hizo a Clavelito, de la ganadería de Justo Puente, en la plaza de Barcelona, en 1934. Clavelito era negro, con morrillo, cornicorto, colín y más bien soso; Fermín, según señala Antonio Santainés, era un torero poderoso, de mucha intuición, bueno con el capote, fácil en banderillas, excelente muletero y estoqueador habilidoso. La faena mereció máximos honores: orejas, rabo y pata. Aunque algunos partidarios del Maestro de Saltillo, evocan su mejor tarde, con humor
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hiperbólico, pues señalan que cortó orejas, rabo, las cuatro patas y hasta las criadillas del burel. Sucedió casi lo contrario, con la faena de antología de Antoñete, al toro blanco de Osborne, realizada en Madrid, el día de San Isidro de 1966. Todos coinciden en que Atrevido, no era en realidad blanco, sino, más bien, berrendo en negro, casi capirote en cárdeno, alunarado y botinero. Apenas cumplió en varas, pero con la muleta, según descripción del ABC, permitió a Chenel torear con la sencillez de la elegancia, de lo fino y lo sutil; pero al llegar a la suerte suprema, no la hubo, y una de las faenas con más lírica en la historia del toreo, se premió con solo una oreja. El propio Antoñete señalaba que era el primer toro que cuajaba en Madrid, pero se lamentaba que, algunas veces, se agarra hueso, a pesar de haber entrado a ejecutar la suerte por derecho. Rafael de Paula, realizó una hazaña en el coso de su Jerez natal, cuando, en 1964, se encerró con seis ejemplares de Guardiola y cortó siete orejas, una a cada toro y dos al segundo. Rafael tenía 24 años, reaparecía tras su servicio militar y, esa tarde, causó delirio entre los aficionados. Pero lo que además contribuyó a hacer muy especial aquel festejo, fue que su tercer toro lo brindó a un grupo de cincuenta invidentes, presentes en la plaza para “ver” torear a de Paula, demostrando que hasta los ciegos, disfrutaban del inmenso arte del temperamental gitano, hecho que constituye caso único en la historia del toreo. Sin embargo, Rafael Soto Moreno tuvo un cierto mal fario, que hace recordar más sus arrebatos que los triunfos, como su gran faena al toro Sedoso, de Domecq, realizada en la plaza jerezana, en 1979. El tocayo, se ganó a pulso su sitio en el toreo, pero no pudo con la artrosis de sus rodillas, que pese a una decena de operaciones, terminó por retirarlo de los ruedos. En la Catedral del Toreo, en 1972, se suscitó una controversia, cuando Palomo Linares, le cortó el rabo a Cigarrón, de Atanasio Fernández. La polémica fue de tal calibre, que obligó a dimitir al Presidente de la corrida, pues,
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es de hacer notar, que Sebastián había cortado dos auriculares a su primero, Curro Rivera acumulaba ya cuatro orejas y Andrés Vázquez tenía una. Tal nivel de premiación, dicta empate numérico entre Mérida y Madrid. Para Las Ventas, la largueza de la premiación, hace cuarenta y cinco años, es la excepción que confirma la regla, pero, en nuestro trópico, preocupa que se vaya entronizando como tendencia. Ojalá que el afán de circo, nunca prevalezca sobre el verdadero arte de la Fiesta Brava.
XXXVI 09-04-2017
El alma torera de Adrián se remontó a la Gloria. Su valiente ejemplo perdura entre nosotros. Este año se cumplen setenta, desde que Don Livinio Styuk, tuviera la brillante idea de crear la Feria de San Isidro que, hoy en día, consagra (o lo contrario) a toros y toreros. En realidad, la primera corrida en Las Ventas, se celebró en 1931, se inauguró oficialmente en 1934 y, al año siguiente, tuvo lugar la primera feria. Luego vino la Guerra Civil, cuando su ruedo se transformó en huerta y, tras la contienda, en 1939, Las Ventas se reanima y el Espíritu Santo ilumina a Don Livinio en 1947, con la idea que llegaría a ser, la Feria más cotizada del orbe taurino. El decenio de los años cincuenta, constituye el primer ciclo cumbre que alcanza la Monumental y se conoce como la Década Prodigiosa. Entre las figuras más recordados de la época, figuran Julio Aparicio, Rafael Ortega, El Litri y César Girón, el extranjero que se ganó a pulso su puesto, en tan granado 497
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ramillete de maestros. Los taurinos tenemos que felicitarnos por el Aniversario de Titanio de la Feria de San Isidro, la cual ha contribuido a la grandeza de la Fiesta Brava y a que sea difícil negarle al coso neomudéjar, su condición de Catedral Mundial del Toreo. De acuerdo al escalafón español, el diestro que ha tenido el mayor número de presentaciones en un solo año, es Jesulín de Ubrique, quien en 1995, hizo el paseíllo en 161 ocasiones; si añadimos las que tuvo el año que antecede y el que sigue, cuando toreó 153 y 131 festejos, respectivamente, tenemos que Jesús Janeiro Barzán, encabeza la estadística de todos los tiempos, para trienio alguno, con un gran total de 445 corridas. El segundo, a considerable distancia en la estadística, es El Juli, que toreó 135 corridas en 1999, al año siguiente 106 y 112 en 2002, con lo que Julián acumuló 353 festejos, en tres años. El tercero en discordia, es Manuel Benítez, El Cordobés, quien en 1965 toreó en 111 oportunidades, con 109 en 1967 y 121 presentaciones en 1970, para totalizar 341 corridas. El torero que ha encabezado el escalafón español de toreros, mayor número de veces, es El Fandi, con nueve; pero sumando los tres años en los que ha tenido más actuaciones, solamente llega a los 326 festejos. Por cierto, los líderes de la estadística española en los tres últimos años, Alberto López Simón (2016), El Fandi (2015) y Juan José Padilla (2014), lo han hecho con solo 68 festejos cada uno, 93 corridas menos que veinte años atrás. El único diestro americano en la historia del toreo, que ha podido liderar el escalafón español (que no toma en cuenta los festejos celebrados en nuestro continente) y torear más de cien corridas en un año, ha sido el mexicano Carlos Arruza, en 1945 con 108. Pero los únicos nacidos en nuestro continente, que lo han podido encabezar varias veces fueron los mayores de la Dinastía Girón,
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César en 1954 y 56, a quien siguió Curro en 1959 y 61. Esa fue una buena época para la torería nacional, la cual tenemos fundadas esperanzas que pueda reverdecer próximamente. Las cifras anteriores constituyen, sin duda, una referencia, pero, a la vez, demuestran que pretender analizar un arte como la Tauromaquia, solo a través de un prisma numérico es, ciertamente, desatinado. Ahora bien, sin lugar a dudas, una de las grandes proezas cumplidas por José Gómez Ortega, Gallito o Joselito, como prefiera llamarlo, es haber acumulado más de cien corridas anuales, en el trienio 1915,16 y 17; el primero en hacerlo en la historia del toreo y lo hizo hace cien años. Aunque en 1776, el torero de Ronda, el mítico Pedro Romero, mató 258 toros, recorrió tres mil kilómetros y ganó casi 100.000 reales, que cualquiera que sea su equivalencia actual, ha debido ser muy buen dinero, para que haya llamado tanto la atención y su mención haya llegado hasta nosotros. ¿No les parece?
XXXVII 01-11-2017
La ganadería de Aleas es una de las más antiguas de España, pues debutó en Madrid en 1788. Cinco años antes la había fundado Manuel Aleas en Colmenar Viejo con reses jijonas, a las cuales se fue agregando sangre de Vista Hermosa, vía el Barbero de Utrera, y de Santa Coloma, a través de Graciliano Pérez-Tabernero, José Escobar y Hernández Plá. Don Manuel hizo legendario su hierro, sus toros ofrecieron tardes de gloria y se popularizó en el cotarro taurino aquello de que entre Aleas ni te veas. 499
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Pues bien, una de esas tardes para el recuerdo tuvo lugar en la Plaza Vieja de Madrid en 1925, con un encierro que dio un juego contradictorio, pues los tres primeros toros resultaron de bandera, el último aceptable y los dos restantes sufrieron la humillación de banderillas de fuego. Pero entre los lidiados en la primera mitad de la corrida, el que más destacó fue el tercero, que correspondió al español Juan Anlló “Nacional II”. El toro llamado Malagueño, tuvo un comportamiento excepcional e incluso con dos medias estocadas y dos pinchazos a cuestas, todavía se arrancó con fuerza y bravura al intentar Juan descabellarlo. En aquella época, el toro mereció los honores de dos vueltas al ruedo; el torero, quien hizo esfuerzos pero equivocó la lidia y no estuvo a la altura, dio solo una vuelta al redondel, acompañando la segunda del que había sido su extraordinario oponente; y el público delirante de emoción, pidió entonces que se le concediera una oreja al ganadero, en premio por la incesante lucha librada por tan noble ejemplar. El afortunado personaje era Don Manuel García-Aleas Gómez, descendiente del homónimo fundador de la dehesa, quien tuvo el honor de recibir posiblemente la única oreja concedida a un ganadero en la historia de la tauromaquia mundial. Juan Anlló y Orrío, Nacional II, era un aragonés perteneciente a una familia torera, pues sus tres hermanos también se vistieron de luces y adoptaron el mismo apodo, cambiando solo el ordinal correspondiente. Por cierto, Juan murió el mismo año de su enfrentamiento con Malagueño, a consecuencia de un incidente que no tuvo su origen en las astas de un burel, aunque haya sucedido en un coso taurino. Resulta que el diestro, quien se inició en la Fiesta Brava motivado por los triunfos de su hermano mayor Eduardo, Nacional I, se encontraba de espectador en una corrida en la Plaza de Soria, cuando salió en defensa de uno de los matadores actuantes en el festejo, a quien parte del público zahería con frases insultantes, se armó una trifulca en la cual Juan recibió un botellazo en la cabeza, fue llevado a la cárcel por ser uno de los que la había iniciado, allí se agravó y falleció dos días después a la edad de 28 años.
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Lo que son las jugarretas del destino, pues que un torero muera en una plaza no es muy extraño, pero sí que fallezca a consecuencia de un botellazo. Lo de Soria recuerda un poco lo acontecido en la Plaza Monumental de Mérida, cuando en 1969 un espectador, pues esas no son cosas que se le ocurran a un verdadero aficionado, lanzó una botella a Pepe Cáceres, que lo alcanzó en el cráneo, afortunadamente sin consecuencias graves que lamentar y, gracias a Dios, no han vuelto a repetirse incidentes de tan infeliz naturaleza. Las Banderillas de Fuego ya no se usan en la Fiesta Brava y para castigar a los toros que ni siquiera acuden al caballo, ahora se utilizan Banderillas Negras, las cuales tienen un arponcillo que inflige mayor castigo; pero para no afrontar los ganaderos, a las autoridades taurinas generalmente les tiembla el pulso para sacar pañuelo rojo. No obstante, cuando pase la marea e intentemos rescatar nuestra Fiesta Brava, sería bueno no olvidar la actitud de las autoridades de la vieja Plaza madrileña y el ejemplo de la ganadería de Aleas, que se sigue recordando como un gran hierro, a pesar de que sus toros hayan podido ser fogueados dos veces la misma tarde. Por supuesto que no se trata de propiciar el uso desmesurado del pañuelo rojo, pero tampoco del anaranjado.
XXXVIII 17-03-2018
La Fundación Toro de Lidia, creada en 2015, es una organización sin fines de lucro, para la promoción y defensa de la tauromaquia. Acoge en su seno a toreros, ganaderos, empresarios y aficionados y, entre otras cosas, se
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ocupa de dar respuesta, coordinada al creciente número de ataques antitaurinos que viene sufriendo el sector en los últimos años. La Fundación constituye una plataforma de más de 300 federaciones y asociaciones ligadas al mundo del toro. Se apoya en profesionales, grupos de amigos y en un voluntariado de aficionados, quienes están convencidos de que ya no basta solamente con ir a los toros, no van a permitir que se les robe su afición y están dispuestos a defender la tauromaquia de manera organizada, a través de la Fundación. Entre sus interesantes labores, se encuentran las del Programa Víctor Barrio, que consiste en una serie de actividades para difundir y fomentar la Fiesta Brava entre los más pequeños, las cuales abarcaron el año pasado a más de mil niños, no solo en España sino también en Ecuador. Ojalá y estos retazos, sirvan para motivar nuestros aficionados a explorar más de cerca los trabajos de la Fundación Toro de Lidia, actualmente presidida por el conocido ganadero Don Victorino Martín García. Todos sabemos que la ganadería de Miura, cuando lidia en Madrid, cambia el color de su divisa tradicional al verde y negro. Algunos lo relacionan con la leyenda que rodea a los toros de Zahariche, pero la causa reside en la antigua coincidencia con la divisa verde y roja, que utilizaba en esa plaza el presbítero y ganadero Antero López. La divisa consiste en cintas de uno o más colores, que sujetas a un arponcillo se clavan en el morrillo del toro poco antes de salir a la plaza. Se empezó a utilizar hacia 1762, para identificar más fácilmente la procedencia del ganado, lo que antes se hacía solamente mediante la señal en la oreja y el hierro marcado a fuego en la piel del animal. Las diferentes formas de identificar el propietario de la res, tienen sus orígenes en la antigüedad y han venido en constante evolución. Hoy día existe
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hasta un método para marcar el hierro con la técnica de nitrógeno líquido, el cual por su baja temperatura, puede producir quemaduras. También este método se usa para congelar pajuelas y establecer bancos de semen, como el de los Domecq, que en Torrestrella comenzaron a guardar pajuelas hace treinta años y ahora están inseminando vacas que producen animales, cuyos padres murieron hace décadas. En nuestro Tovar de antaño se usaba la roseta (así llamada por su aspecto y color) que, al igual que la divisa, se clavaba en el lomo del novillo, pero ésta no identificaba la procedencia del ganado, sino que era simplemente para alegrar su salida a la arena. En aquel tiempo, no se lidiaba en el pueblo ganaderías de casta, sino ganado criollo que se conocía por el nombre de su dueño o era de procedencia mezclada. Normalmente, la res no se mataba en el ruedo, salvo en casos excepcionales y había que pagarla, lo cual se hacía mediante colecta en el coso o algún aficionado pudiente cargaba con la cuenta. Pero si la tarde era buena y el público pedía la muerte de un segundo novillo, el costo se duplicaba, pues era más difícil colocar tanta carne en el mercado local y además los peseros decían que a la gente no le gustaba mucho consumir carne toreada. En aquella época, ciertamente distinta a la de ahora, la bravura se premiaba con la muerte en las arenas de la plaza. Lo que acontece en el cotarro taurino local, trae al espíritu la frase de Ignacio Sánchez Mejía, polifacético torero sevillano, caracterizado por sus alardes de valor, quien pereció en 1934, a consecuencia de una cornada cuando comenzaba su faena de muleta sentado en el estribo: El mundo entero es una enorme plaza de toros, donde el que no torea, embiste.
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XXXIX 31-03-2018
El mundo taurino de luto, se nos ha ido Kike Rosales, cuando su bonhomía, sapiencia y tesonera labor, eran más necesarias que nunca en la enrarecida atmósfera de la Fiesta Brava que prevalece en nuestros días. Paz a sus restos y un abrazo solidario a sus familiares. También nos ha dejado Luc Jalabert, miembro de una conocida familia taurina de Francia y padre del diestro Juan Bautista. Luc era un personaje amable, de desbordante simpatía y profundos conocimientos de los asuntos del toro. QEPD y para sus deudos nuestro sentimiento de pesar. En la segunda mitad del siglo XIX, Cuba era el primer país taurino de América, pues tenía cinco plazas de toros: La Habana, Cienfuegos, Matanzas, Regla y Trinidad, cuando en México para la época había solo cuatro. La plaza Carlos III de La Habana, tenía una capacidad para 10.000 espectadores y era totalmente de madera, por lo cual un incendio la destruyó en veinte minutos, a fines de 1897. Nunca se reconstruyó y a principios del año siguiente, comenzó la Guerra Hispano-Estadounidense, la Casa Blanca recibió de España, el control de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam, con lo cual empezó a fenecer la Fiesta Brava en esos territorios. De La Habana Taurina se recuerda el paso de Luis Mazzantini, pues cautivó a la sociedad habanera con su valor y su porte de señorito español. En la temporada 1886-87 toreó 16 corridas y fue despedido con aclamaciones y cohetes, pues se había convertido en un verdadero ídolo. En 1905, Don Luis, toreaba en Guatemala y su esposa lo esperaba en México, pero ella enfermó y falleció, lo que precipitó su retiro. Prometió que más nunca se vestiría de luces, se cortó la coleta y la enterró atada al cadáver de su esposa. Mazzantini, a quien
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se debe la implantación del sorteo en las corridas de toros, se dedicó luego a la política, fue Concejal en Madrid y Gobernador de Guadalajara y Ávila. Otro recuerdo taurino de La Habana, fue la muerte en 1868 de Francisco Arjona “Cúchares”, a consecuencia de la fiebre amarilla. Torero de gran trascendencia en la historia de la tauromaquia, que incluso se conoce como el Arte de Cúchares, al igual que Pedro Romero, tampoco recibió nunca una cornada y fue el primer torero de la historia en hacerse ganadero de bravo, al comprarle reses al Duque de Veragua. En 1895, sus restos se trasladaron a la Parroquia de San Bernardo en Sevilla, en donde reposan actualmente. El 26 de marzo se cumplieron cincuenta y siete años del apoteósico triunfo de nuestro César Girón en la Monumental de México, cuando cortó cuatro orejas y un rabo a ejemplares de Tequisquiapan y resultó ganador de La Pluma de Oro, pues se trataba de la Corrida de la Prensa. En algunas publicaciones se dice que fueron dos los rabos cercenados por nuestro Gran César esa tarde, pero los anales del Coso de Insurgentes indican solo uno. Cualquiera que haya sido el saldo de trofeos, se trató sin duda de una de sus colosales tardes, como las tres históricas de 1954: la de Acho, orejas, rabo y pata y las dos consecutivas con orejas y rabo en la Feria de Sevilla. Curiosamente, una de sus tardes más recordadas en Venezuela, fue su debut como novillero en Caracas en 1950, cuando por percance de su alternante, al banderillear a su primero, se vio obligado a enfrentar los seis novillos, pinchó solo una vez y dio seis espadazos, salió a hombros e inició así su andadura de gloria por todo el orbe taurino. Hace unos días, leí una cita del periodista riojano Don Pablo García Mancha, que rezaba: La largura de un muletazo la marca la lentitud no la longitud, es el tiempo que se alarga. La frase da pie para reflexionar y aunque desde el punto de vista físico, por ahora, no es posible alargar el tiempo, si se podría, al referirlo a la percepción subjetiva de cada quien. Para todo en la vida, es necesario el espíritu de superación y el aficionado debe estar en constante 505
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aprendizaje, para poder apreciar cabalmente el cúmulo de sensaciones que para solaz del espíritu, ofrece ahora el arte de torear. Las descargas de adrenalina siempre son necesarias, pero ya no son suficientes, pues, en los tiempos que corren, el toreo requiere de un creciente componente estético, que pueda infundirle sello de perennidad.
XL 05-04-2018
Una de las primeras referencias a la lidia de toros como parte de una festividad pública, se encuentra en las Crónicas de Ávila del año 1080. Un par de siglos después, en Zamora existió un coso destinado a esos ejercicios de destreza para nobles caballeros y en Tudela se corría por las calles un toro ensogado, como parte de algunas celebraciones. Bajo el reinado de Alfonso X, también en el siglo XIII, se intentó unificar la legislación de Castilla, mediante el Código de las Siete Partidas, una de cuyas estipulaciones prohibía lidiar toros a los prelados e incluía en la categoría de infames, a quienes por un precio se dedicaban a tal actividad. Quizás el primer torero profesional que se conoce sea Domingo Lucero, a quien en 1377, contrató la cofradía de San Juan de Zaragoza para lidiar un toro el día del Santo, por una remuneración en efectivo y un par de zapatos nuevos, pero se estipulaba que el dinero se reduciría a la cuarta parte, en caso de que el toro no embistiera. Por su parte, en los territorios de la Península todavía ocupados por los moros, se corrían toros y cañas. Hay testimonios del siglo XIV, que en festejos del Reino Nazarí de Granada, se jugaban reses que eran inicialmente atacadas
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por perros, los cuales las debilitaban colgándose de sus orejas o mordiendo corvejones, para después ser lidiadas por hombres a caballo y con rejón. Esta práctica canina se eliminó en 1883, cuando la autoridad de Sevilla ordenó suprimir su uso y sustituirla por banderillas de fuego, en caso de toros de extrema mansedumbre. Hacia finales de los años 20 del siglo pasado, se decretó el uso obligatorio del peto en los caballos de picar y el Reglamento Taurino de 1962, abolió las banderillas de fuego y las sustituyó por banderillas negras, todo lo cual contribuyó ciertamente a limar innecesarias asperezas de la Fiesta Brava. Así pues, es evidente que se ha venido dando una progresiva adaptación (algunos dicen humanización) de la tauromaquia, que en los últimos tiempos se manifiesta por una creciente búsqueda de la estética en el toreo, factor cada vez más importante de la lidia, junto con el valor y el conocimiento del oficio. Según los entendidos, el primer torero artista de la historia fue Cayetano Sanz, quien destacó en la segunda mitad del siglo XIX y muchos consideran como la primera figura madrileña del toreo, honor que más bien corresponde a Cúchares, aunque muchos creyeran que era andaluz. Sanz fundamentó su arte en una portentosa mano izquierda, que junto con su empaque, imprimía a sus pases naturales singular belleza. Cayetano, en 1865, confirmó en Madrid la Alternativa de Rafael Molina y Sánchez, el gran Lagartijo, quien fue un esteta de la lidia, de los pocos que entonces impregnada su toreo de gran hermosura, lo cual comenzó a ser apreciado y le permitió descollar entre sus contemporáneos. Desde entonces, ha corrido mucha agua bajo los puentes. Actualmente, para muchos toreros es importante que su lidia tenga un creciente contenido
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estético. La admiración por la belleza ha sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad y en la medida que el toreo refleje mayor estética, estaremos arraigando la Fiesta Brava, pues se hará más cónsona, sin perder su esencia, con esa característica ancestral del hombre. Pero la belleza de la tauromaquia hay que aprender a reconocerla, so pena de quedar condenados a estimar mojigangas. Además, si a quienes nos gusta La Fiesta Brava, nos limitamos a ir a los toros y saber los resultados de un festejo, sin preocuparnos por predicar el credo taurino, mantendremos nuestra propia afición, seremos cada vez menos y poco habremos hecho para prevenir que las corridas de toros se sigan desvaneciendo.
XLI 16-03-2019
Estos días, de obligada abstinencia de corridas y con los altibajos de internet, es reconfortante para el espíritu, al renovar fuerzas en la lucha contra la opresión, evocar uno que otro pasaje curioso, de los tantos que han salpicado la historia de la Fiesta Brava, lo que explica el regreso, en las circunstancias actuales, de estos Retazos Taurinos. Al repasar LOS TOROS, tomo de la Enciclopedia del Espectáculo, que me obsequió hace algunos años, mi paisano, amigo y veterano taurino, Eugenio Salas; libro por demás interesante y útil, bien ilustrado, con prólogo de Antonio Díaz-Cañabate y textos amenos e instructivos de Antonio Abad Ojuel y Emilio López-Oliva, no he podido resistir la tentación de compartir con ustedes, algunos hechos y anécdotas, entresacados de sus páginas, pero referidos en el estilo tradicional de mis escritos taurinos.
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No deja de llamar la atención, que un noble sueco torease a caballo, en los festejos que se dieron en Madrid en 1680, con motivo de la boda entre María Luisa de Orleans (hermana de Luis XVI de Francia) y Carlos II, el último de los Austria, a quien llamaban El Hechizado, cuyo mal gobierno, se transformó en símbolo de la decadencia española. El caballero en cuestión, era el Conde Koenigsmark, a quien un morlaco echó por tierra, lo puso en peligro de muerte y lo salvó un peón, que le dio al toro una cuchillada en la ijada. El de a pie fue ovacionado, el Rey le lanzó una bolsa de oro, pero el noble no tuvo ningún gesto, para quien le permitió salir ileso, de tan azaroso trance. Muchos se preguntan, si no sería el origen, de la expresión popular hacerse el sueco. Livinio Styck, artífice de la Feria de San Isidro, abogado proyectado a la gerencia de Las Ventas, sin ser aún aficionado, visitó la finca de Antonio Pérez Tabernero, emblemático ganadero charro, pues quería comprar unos toros para sobreros. Así se lo manifestó, al criador de los famosos APés, a quién le extrañó que buscaran sus bureles para tales fines, pero, de todas maneras, se fueron a ver el ganado. El primer comentario del novel taurino fue que no le parecían muy grandes los toros. A lo que respondió de inmediato Don Antonio, dándole la vuelta a su cabalgadura: esas son vacas Livinio, mejor regresas a Madrid y vuelves por aquí, cuando hayas aprendido el oficio. Ambos personajes del mundo del toro, llegaron a ser grandes amigos. Antiguamente, los toros se trasladaban arreándolos con ayuda de cabestros, operación que podía tomar muchos días. Pero en 1863, Don Pascual Mirete, ideó la jaula para el transporte de ganado bravo, lo que fue incrementando el uso de trasporte por ferrocarril. El primer ejemplar enjaulado, para un viaje experimental, en junio del mismo año, pertenecía a Doña Gala Ortiz y el trayecto era de San Agustín, provincia de Teruel, hasta Barcelona. El traslado se realizó con todo éxito, el animal llegó en buenas condiciones, lo cual contribuyó a disipar el recelo de los ganaderos, por el novedoso método, el cual, desde entonces, no ha cesado de evolucionar.
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Generalmente, en las arenas de una plaza de toros, prevalece la civilidad y la cortesía, tanto es así, que cuando sucede lo contrario, adquiere de inmediato notoriedad. Tal es el caso, del incidente conocido como El Motín de Aranjuez, entre Paco Camino y El Cordobés, en la corrida que tomaba Alternativa Vicente Punzón, en 1965. Aconteció que Benítez, en el primero de su lote, hizo primores con la capa, pero el de Camas, con un quite por chicuelinas de excelente factura, eclipsó su desempeño. Al futuro califa cordobés, no le gustó ser opacado y, además, juzgó extemporáneo el quite, por lo que, al regresar Camino al burladero, lo apostrofó de tal manera, que hirvió la sangre del Niño Sabio y ambos diestros de fueron a las manos, hasta que apaciguó los ánimos el toricantano. Por cierto, ambos diestros estaban bajo la dirección de Pablo Martínez Elizondo, más conocido como Chopera. Las cornadas para muchos, constituyen la medida del valor de un diestro, para otros son producto de sus errores técnicos. Muchos toreros se enorgullecen de las cornadas recibida, pero ninguno ha llegado a los extremos trágicos de Carnicerito de México, que cuando cayó gravemente herido, en la plaza de Villaviciosa (Portugal), en septiembre de 1947, a escasos días de la tragedia de Linares, exclamó lleno de orgullo torero: ¡Muero de una cornada, igual a la de Manolete! Hasta la próxima, que la Virgen de Coromoto, Patrona de Venezuela, nos cubra con su manto en coyuntura tan crucial y sigamos sin pausa ni desmayo, a Dios rogando y con el mazo dando.
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Existe una definición del toreo, que me parece muy interesante, pues combina atinadamente técnica y arte: El dominio sobre el toro, para expresar el sentimiento espiritual del artista. Lo cual coincide, con lo que solía decir Antonio Ordóñez, que no toreaba como pensaba, sino como sentía y por eso era irregular, pues una buena faena, tiene que sentirse en el momento en que se realiza y el arte brota de dentro a fuera. Vayan por delante, las sabias palabras del recordado Maestro de Ronda, el más rutilante de su dinastía. El estoque simulado, no es estoque porque no sirve para herir, pero si para aliviar el peso que deben manejar los toreros con la mano derecha, pues, amén de la muleta, la espada de verdad pesa unos 600 gramos. Parece que tuvo su origen, en una lesión que sufrió Manolete en la muñeca y el Monstruo, para no desbaratar carteles, no esperó a su total restablecimiento y comenzó a usar estoques de madera, mimetizados como el verdadero. En nuestros días, es muy raro el diestro que hace su faena con el acero y, cuando sucede, es objeto de mención especial en las reseñas. El estoque de descabellar, lleva una cruceta a diez centímetros de la punta, para evitar que, si salta, pueda herir de gravedad, a quien encuentre en su trayectoria. La suerte del descabello, normalmente, se efectúa cerca del público, con el toro aculado en tablas y, al no acertar el golpe, la violencia de la cabezada, puede producir un desarme, la espada puede salir proyectada con fuerza y herir a alguien, con consecuencias, incluso mortales, como antes de la cruceta, aconteció alguna vez.
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El modelo actual del estoque para descabellar, no fue producto del azar; en Madrid, en 1934, se hizo un concurso a tal efecto y se presentaron 46 versiones diferentes, de las cuales se desecharon 38 y las restantes, se probaron en el Matadero Municipal, por un grupo de toreros, entre los que encontraban Diego Mazquiarán “Fortuna” y Pepe Bienvenida. El escogido resultó ser el de cruceta, que se empezó a utilizar en distintas plazas, antes de su implantación estatutaria, en 1936. El inventor del estoque ganador, era el conocido diestro madrileño Vicente Pastor, El Chico de la Blusa, amigo de Alfonso XIII, quien, al enterarse de su despedida en 1918, rompió su agenda oficial, para estar en el Palco y recibir su brindis; en retribución, El Rey le obsequió su pitillera de plata, a condición de devolvérsela, si se le ocurría regresar a los ruedos.
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A Diego Mazquiarán, “Fortuna”, uno de los diestros encargados de probar el estoque de cruceta, el apodo a veces le sonrió en la vida, pero, al final, le hizo una mueca. Había nacido en un pueblo de Vizcaya en 1895 y tomó su Alternativa, de manos de Rafael Gómez, El Gallo, en 1916. Corrió con la suerte de participar en el cartel inaugural de la Plaza Monumental de Sevilla, en 1918, junto con Curro Posada y el recordado José Gómez Ortega, principal promotor del coso, de vida efímera como la suya, pues en 1921, se cerró por problemas estructurales y fue demolido en 1930. Asimismo, Diego tuvo la fortuna, de ser integrante del primer cartel de Las Ventas, en 1931. Se había convertido en héroe en 1928, cuando al pasear por las calles de Madrid, se topó con un toro, escapado de El Rastro, antiguo matadero
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capitalino, que estaba sembrando el pánico entre los transeúntes. Mazquiarán lidió al toro con su abrigo, pues era el mes de enero, requirió un estoque y le trajeron un sable de un cuartel cercano, que consideró muy endeble, mandó a traer uno de su casa, que tampoco estaba lejos, mientras llegaba continuó la brega, finalmente, consiguió darle muerte y recibió la Cruz de la Orden Civil de la Beneficencia. Pero, en el ocaso de su existencia, la fortuna le dio la espalda, Diego perdió sus facultades mentales, fue internado en un manicomio de Lima y allí murió en 1940. Casi todas las ganaderías de bravo, tienen su plaza de tientas, generalmente redonda; pero en Zahariche, se han realizado siempre en plazas cuadradas y esta forma responde a un criterio de selección. El propietario del famoso hierro, decía que las vaquillas tienen mucha defensa en las esquinas, se aquerencian y van al caballo solo las verdaderamente bravas. Sin este procedimiento, no hubiera sido posible mantener, durante tantos años, las características fijas de nuestro toro, remató Don Eduardo, cuya ganadería de Miura, data de 1842. Hasta la segunda mitad del Siglo XVIII, la barrera no tenía protección, contra el salto de los toros al tendido, lo cual sucedía a menudo. Hoy día, existen las cuerdas, que antes eran de cáñamo y ahora de acero trenzado. La idea original, se le ocurrió a un personaje de la Fiesta Brava, que se llamó José Daza, “Manzanilla”, varilarguero onubense, más recordado por haber manuscrito, al retirarse, en 1778, la obra taurina (y quizás de toda la literatura mundial), con el nombre más largo de que se tenga noticias: “Precisos manejos y progresos condonados en dos tomos. Del más forzoso peculiar del Arte de la Agricultura, que lo es el del Toreo, privativo de los españoles”, libro que tiene su importancia para la reconstrucción de la historia del toreo, cuya
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primera edición completa, fue presentada, solamente en 1999, en los salones de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.
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Miguel Báez Espuni, Litri, miembro de la famosa dinastía onubense, ha sido quien ha lidiado más novilladas en la historia del toreo, pues en 1949 llegó a torear 114, cifra difícil de superar; pero, además, lo hizo sin sufrir percance alguno. Fue un torero tremendista de valor temerario, sin embargo, su primer encuentro con el hule, sucedió en 1952, a los dos años de haber tomado su Alternativa en Valencia, de manos de Cagancho. El famoso diestro Juan Belmonte, era apodado el Pasmo de Triana, a pesar de no haber nacido en la conocida barriada, sino en la Calle de la Feria, donde su padre tenía una quincalla. JB, que dejó definitivamente los trastos en 1937, cobraba sumas fabulosas para la época, llegó a recibir medio millón de pesetas, por siete corridas en el Perú, en 1926. Belmonte significó mucho para la Fiesta Brava, Valle Inclán llegó a decir que solo le faltaba morir en la plaza, pero el que tantas veces desafió la muerte, le agarró miedo a la vida y dio por terminada su faena en 1962, una tarde de abril, en su cortijo sevillano de Gómez Cardeña. Fue en el Perú, donde se construyó, en el Siglo XVIII, la Plaza de Acho, la única histórica de América, donde se han dado festejos taurinos desde 1766. Pero solo hasta principios de 1800, es cuando se empiezan a conocer nombres de los lidiadores de a caballo, que ejecutaban la Suerte Nacional, burlar al toro con una gran capa roja, el más célebre de los cuales, fue Casimiro Cajapaico. De los de a pie, el más conocido se llamaba Ángel Valdez, un negro alto y
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fornido, muy hábil para torear con zancos y poner banderillas con la boca; lo apodaban El Maestro, pues estuvo activo durante cincuenta años y llegó a matar doce toros en una tarde. Otro torero de color, cuyo nombre se desconoce, pasó a la historia, por ser el único caso de fusilamiento por negarse a ejecutar la suerte suprema. El hecho aconteció en Portugal, en la segunda mitad del Siglo XVI, durante el reinado de Sebastián I, quien, habiéndole dado permiso para actuar, el torero sufrió un ataque de pánico y no hubo forma de que entrara a matar, por lo que el Monarca, en un acto demencial, tiránico y por demás injusto, ordenó que lo pasarán por las armas. Atravesando de vuelta el charco, en el Ecuador, en la época de la colonia, se daban corridas que duraban toda la jornada, durante dos o tres días. Los primeros diestros que se conocen, fueron José Díaz “Chaleco” y Maximiliano Espinosa “El Mandanga”. Más hacia nuestra época, también hubo señoritas toreras, entre la que destacó La Sorianita, quien adquirió notoriedad, pues rejoneaba montada en bicicleta. Para rematar estos retazos, recordemos que el toreo de hinojos, sacrifica la estética al valor; aunque Marcial Lalanda sostenía, que toreaba de rodillas, cuando tenía mucho miedo, para no salir corriendo.
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Una de las esculturas taurinas más conocidas, es La Estocada de la Tarde, de Mariano Benlliure, maestro del realismo español, fallecido en 1947.
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Cuenta la historia, que Rafael González, Machaquito, el tercero de los Califas del Toreo (tras Lagartijo y Guerrita), toreaba en Madrid, en la vieja plaza de la carretera de Aragón, cuando coronó de una colosal estocada, su faena a Barbero, toro de Miura. Presenciando esa tarde de 1907, se encontraba José de la Loma, Don Modesto, primer cronista taurino oficial del periodismo, quien describió el espadazo hasta el puño y al toro tambaleante, sostenido por la casta, hasta que rodó sin puntilla, llevando en el pitón derecho, un trozo de la pechera del matador. El cronista exhortó a Benlliure a eternizar el momento y así surgió una de las más admirables creaciones artísticas, inspirada en las suertes de la tauromaquia; el perfil de Machaquito, aparece en un bajo relieve, en la base de la escultura. El artista era buen aficionado con vasta obra taurina, entre ellas, el monumento funerario a Joselito, en el Cementerio de San Fernando de Sevilla, en el que también se inmortaliza al cuñado, Ignacio Sánchez Mejía, cargando el féretro con la cara al cielo, antes de que lo hiciera García Lorca, con su conocida elegía. Manolo Dos Santos, ha sido el más destacado torero de Portugal y fue el segundo extranjero, en liderar el escalafón mayor de España en 1950, después de Carlos Arruza en 1945 y antes de César Girón, el único que lo ha logrado por partida doble, en 1954 y 56. Manolo que, curiosamente, falleció también como los otros dos, en un accidente de tránsito (en 1973), era decidido partidario de la suerte suprema, a tal punto que, en 1951, se atrevió a ejecutarla en la plaza lisboeta de Campo Pequeño y fue multado con 30.000 escudos, aunque algunos dicen, que fue procesado y absuelto.
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Jerónimo José Cándido, nació en Chiclana, probablemente en 1763 y se presentó por última vez en público, aunque con muy poco éxito, a la avanzada edad de setenta y cinco años. Era miembro de la cuadrilla de Pedro Romero, quien además era su hermano político y se ha considerado un torero ecléctico, pues en su estilo se fundían las escuelas rondeña y sevillana. Dicen que inventó la estocada al encuentro y fue el primer diestro que, para agradecer los aplausos del público, dio la vuelta al ruedo, costumbre que ha llegado a nuestros días y se considera la más democrática de las premiaciones, pues depende directamente del público, sin que se necesite autorización alguna del palco presidencial. Un torero de éxitos en la arena y con las damas, fue sin duda Luis Miguel Dominguín, quien tuvo conocidos romances con varias estrellas de cine, a las que gustaba brindarles sus toros y exhibirlas colgadas del brazo. Pero el famoso diestro, al que nada parecía faltarle en la vida, no estaba contento con su verdadero nombre, Luis Miguel González Lucas, así que introdujo una solicitud ante el Ministerio de Justicia, para convertir el apodo, en su primer apellido, lo cual consiguió en 1964.
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La perfección es imposible de alcanzar en cualquier actividad humana y, por supuesto, en una artística y efímera, como es el toreo. Pero la búsqueda de la perfección, ha cautivado al hombre desde los albores de la historia y ha motivado los actos más sublimes del ingenio humano, pero también ha generado crímenes horrendos, como la segregación racial y el nazismo.
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En el toreo, nunca se podrá determinar cuándo se ha alcanzado el mayor grado posible de excelencia, para poder atribuir, con propiedad, calificativos absolutos al juzgar la actuación de algún diestro. Como lo han definido personajes importantes, el toreo es la expresión de un sentimiento, es poesía en movimiento, es música callada y es danza con la muerte ¿Cómo saber cuál es el límite que no se puede superar? El Maestro Enrique Ponce es uno de los que más ha buscado la perfección en el arte de torear y su gran virtud es que, a pesar de saberla inalcanzable, lo sigue intentando, a los casi treinta años de su alternativa, actitud digna de admiración y, ciertamente, fuente de estímulo, en cualquier labor que nos depare el destino. Hacia fines de la década de los cuarenta, al empresario Antonio González Vera, se le ocurrió la idea de confeccionar un cartel con los tres matadores gitanos más conocidos de su tiempo, para recorrer triunfalmente los principales ruedos de España. La terna estaba compuesta por Joaquín Rodríguez Ortega, Cagancho, El Gitano de los Ojos Verdes, Rafael Vega de los Reyes, nombre de indiscutible sonoridad, más conocido como Gitanillo de Triana y Rafael Albaicín, el torero de cristal, que paraba el tiempo con su capote. Los tres alternantes, si el toro les gustaba, eran capaces de mostrar toda la magia del toreo, pero, al menor signo de mal fario o si le agarraban asco al toro, podían protagonizar la espantada más vergonzosa. El Cartel Gitano, debutó en mayo de 1948, con toros de Sánchez Fabrés y ofreció una tarde de gloria, en la plaza Vista Alegre de Madrid, que, sin duda, constituyó su mayor triunfo colectivo.
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Pero en La Coruña, en agosto del mismo año, pegaron un petardo de antología, pues el empresario montó el Cartel con Miuras, para colgar el cartel de no hay billetes. Llegó gente de toda Galicia, la plaza estaba a rebosar, pero los tres toreros, tuvieron una actuación por demás lamentable, cuajada de mantazos, bajonazos y carreritas a tablas; los de a caballo picaron a mansalva, diestros y cuadrillas fueron presas del pánico, se refugiaron en el callejón, desde donde intentaron poner banderillas, abusos permitidos por la autoridad taurina, cuya pésima conducción contribuyó al mayúsculo desmadre. El público gallego, reaccionó inicialmente con humor, pero, al final, se desató la furia y los tres matadores tuvieron que salir escoltado por la Fuerza Pública, en medio de la más sonora bronca, que jamás se haya escuchado en el coso de La Coruña. Uno de los grandes rejoneadores portugueses del Siglo XIX, quizás sea el torero con nombre más largo en toda la historia de la Tauromaquia, se trata del Marqués de Castello Melhor, Don Juan de Vasconcelos y Sousa Cámara Caminha Faro e Veiga, a quien seguramente anunciarían en los carteles, solo por su título nobiliario.
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Los mexicanos, han tenido afición taurina, desde mucho tiempo atrás. Así lo demuestra, el llamado Motín de Tlayacapan, en lo que hoy sería el Estado de Morelos, ocurrido en 1756. Parece ser que el alcalde, había autorizado la celebración de una corrida, pero el párroco del pueblo, lo excomulgó, porque era domingo. Al enterarse el público de la suspensión del festejo, montó en 519
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cólera, incendió la Casa Cural y la Alcaldía, Burgomaestre y Cura tuvieron que salir corriendo y el Virrey debió enviar treinta soldados, para apaciguar los ánimos soliviantados de los vecinos, al ver frustrada su cita taurina dominical. Esto demuestra que Iglesia y Tauromaquia, deben siempre ir de la mano; por fortuna, nosotros tenemos un Obispo taurino y un Cardenal torero, cuya vocación y afición, fortalecen la feligresía en el templo y en la plaza. Al parecer, el primer indulto concedido en Sevilla, lo mereció Zancajo, en 1861, ejemplar del hierro de Anastasio Martín, que había tomado 33 varas y matado 11 caballos. Esta ganadería, de mucha aceptación en su época, fue iniciada por su propietario homónimo, en Coria del Río, en 1838, era de procedencia Vista Hermosa, debutó en Sevilla en 1840 y tomó antigüedad en Madrid, cuatro años más tarde. Quizás, uno de las historias más peculiares de un toro bravo, haya sido la de Caramelo, del hierro de Miguel Suárez Jiménez. Resulta que, en Madrid, en 1848, este toro había luchado, por separado, contra un león y un tigre, los mató, pero no quería salir de la jaula, por lo que Ángel López, Regatero, tuvo que meterse y sacarlo toreándolo de capa. Tres semanas más tarde, fue lidiado, tomó doce puyas, despanzurró tres caballos y, en el segundo tercio, fue indultado por clamor popular. Dos meses después, salió nuevamente al ruedo, con una guirlanda de flores en el cuello y, tras la faena de capa, fue indultado de nuevo. Caramelo, finalmente, rindió su vida en Bilbao, a manos del mismo torero, que lo había sacado de la jaula, a punta de trapazos, el año anterior y la ganadería de Suárez Jiménez, fue adquirida en 1864, por la familia Murube, dando origen al conocido encaste. Dicen que José García Carranza, Algabeño, era un personaje admirado, rico, simpático, de acusada personalidad y de éxito arrollador con las mujeres.
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Tomó su Alternativa en Valencia, en 1923, de manos de Rafael El Gallo, con Juan Silveti de testigo, pero se retiró en el 29, para reaparecer como rejoneador en el 33, pues era excepcional jinete. A inicios de la guerra civil, el Marqués Queipo de Llano, le confió la organización de una Milicia, con lo más granado de los caballeros andaluces; Algabeño cumplió su cometido y, al frente de sus lanceros, murió en el campo de batalla, a fines de 1936. Este torero, valiente como el que más, se convirtió en personaje de leyenda y se le confirió, a título póstumo, la Medalla Militar. Uno de los anacronismos que persiste en las corridas de toros, es la manera de prescribir las banderillas negras. Antiguamente, cuando lo obligaba la mansedumbre del toro, la Presidencia ordenaba banderillas de fuego, mediante un pañuelo rojo, el color más acorde con tal método punitivo. No obstante, al ser sustituido por banderillas negras, se siguió usando el mismo pañuelo rojo, lo que envuelve, amén del anacronismo, una evidente contradicción cromática.
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Existen advocaciones de la Virgen María, conocidas por tener alguna relación con la Fiesta Brava y ser veneradas por diestros y subalternos, en sus altarcillos personales o en las capillas de las plazas de toros. Entre ellas, quizás la más conocida sea La Macarena, popular virgen sevillana, cuya imagen, por primera y única vez, fue vestida de negro en señal de luto, por la muerte de Joselito en Talavera de la Reina y dicen que sus ojos, siempre cuajados de llanto, vertieron ese día lágrimas verdaderas.
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En Tovar, tenemos a nuestra Virgen de Regla, cuya imagen, a hombros de sus cofrades, siempre es la primera en dar la vuelta al redondel de su Coliseo, antes del paseíllo de sus tardes de toros, las cuales se celebran en su honor y cuyo nombre llevan nuestras festividades septembrinas, las más antiguas del país. Las Ferias de Mérida, se iniciaron al amparo de la patrona de la ciudad, La Inmaculada Concepción o La Purísima, como también se conoce y el color de su manto azul celeste, le fue formalmente adjudicado por un Breve Pontificio del Papa Inocencio VIII en 1489; este tenue matiz del azul, ha sido incorporado a la liturgia taurina y se conoce como purísima en los trajes de luces. Sin embargo, casi nadie recuerda a San Pedro Regalado, Patrón de los Toreros, cuya leyenda del Siglo XV, nos indica que iba camino de Valladolid, cuando se encontró con un toro bravo y el monje, echando su fe por delante, le mandó detener su carrera, lo bendijo, le ordenó regresar al campo sin hacer daño a nadie y el morlaco sumiso, obedeció las instrucciones del franciscano. Pedro Regalado fue canonizado en 1794 y es tradicional que los toreros acudan a su tumba, en el monasterio de La Aguilera, cerca de Aranda del Duero, para que les bendigan sus capotes. José Gómez Ortega, solía decir que nada le gustaba más que el toreo y las mujeres. En una entrevista para el Libro de los Toreros, de José María Carreteros (a) El Caballero Audaz, Joselito señaló que, si toreara nada más para los hombres, hacía tiempo se hubiera cortado la coleta. El famoso diestro, acota que, en esas tardes fatales, cuando casi en lágrimas dejaba los trastos y se refugiaba en la barrera, al volver la cara al tendido, en medio del griterío, se tropezaba con los ojos de una mujer, que quería consolarlo con la caricia de su mirada compasiva, entonces le salía al toro con renovados bríos y animado por el calor de los ojos de la desconocida, hacía unas faenas que levantaban al público de sus asientos. Emotivo y merecido homenaje del Rey de los Toreros a la mujer taurina, que ciertamente compartimos todos los aficionados.
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Por cierto, las tierras andinas, pródigas en bellas mujeres, han sido siempre semillero, fuente de inspiración y bastión de nuestra Fiesta Brava. El Vito recuerda en su interesante obra, Fragua de Toreros, que al captar la sociedad capitalina su atención desmedida, Cipriano Castro empezó a olvidarse de sus paisanos andinos, circunstancia que capitalizó Juan Vicente Gómez, quien creó las Ferias de Maracay, para evitar que la nostalgia los impulsara a retornar a las fiestas del terruño lejano, sin regresar al centro, debilitándolo políticamente. Así surgieron en 1905, al impulso de JVG y aún bajo la presidencia de su compadre CC, unas ferias semejantes a las de San Cristóbal, las cuales empezaron a celebrarse en un coso construido a tal efecto, en los alrededores de la Plaza Girardot. Hay que reconocer al General Gómez (y a su descendencia), el impulso dado a nuestra tauromaquia; la afición taurina tachirense, no es ajena a su cercanía con Colombia, la feria tovareña contribuyó a motivar la afición emeritense, la Plaza Monumental de San Cristóbal, inspiró la construcción de la de Mérida, y, en definitiva, salimos ganando todos los taurinos del país. A quienes les cuesta aceptar, comentarios positivos sobre JVG, tendrán que reconocer que el hombre de La Mulera era un niño de pecho, comparado con lo que tenemos encima desde hace veinte años. El léxico de la tauromaquia es muy particular y nunca está demás repasar algunos términos. Por ejemplo, un toro cuajado, es el que ha desarrollado plena corpulencia y terciado, el que no tiene el tamaño que corresponde a su edad; un toro tiene clase, cuando sus embestidas son de calidad y está igualado, al tener sus cuatro extremidades perpendiculares y paralelas entre sí.
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Al repasar el libro de El Vito, Fragua de Toreros, es interesante poder entresacar anécdotas y datos, no solo de la historia taurina de Aragua, sino de la evolución de la Fiesta Brava en nuestro país. Las Ferias de Maracay, surgieron de la mano del General Gómez, en 1905, pero sus hijos, más de un cuarto de siglo después, fueron instrumentales en la construcción de la Plaza de Toros de la Ciudad Jardín de Venezuela. El diseño se debe a uno de nuestros grandes arquitectos, Carlos Raúl Villanueva, con la pincelada del Primer Mandatario, a quien le incomodaba ver toros en el Nuevo Circo, pues su Palco Presidencial estaba muy lejos del ruedo, por lo que, al aprobar el proyecto, le dijo a su vástago: Está bien Florencio, pero mi sitio me lo pones cerquita, decretando así la incorporación de La Mezquita, en la parte baja del tendido; el costo total del coso, se situó en un millón ochocientos mil bolívares. La primera feria de la Plaza de Calicanto, designación efímera, porque la afición y los revisteros taurinos le acuñaron el nombre de Maestranza, por su semejanza con la de Sevilla, se efectuó en 1933, del 20 al 22 de enero. Así se mantenía la similitud hasta en las fechas y las tres corridas, de las festividades sancristobalenses de San Sebastián. Las ferias maracayeras constituyeron todo un acontecimiento, que estremeció el mundo taurino nacional. Se jugaron reses de La Providencia, ganadería de media casta, que el General Gómez había comprado a Don Raimundo Fonseca, su fundador, con dos toros de Veragua, que le había conseguido Rafael Gómez “El Gallo” y, las dos últimas tardes, hubo encierros combinados nada menos que con Miuras. El paseíllo se hizo al compás del pasodoble Sol de Aragua, compuesto para la ocasión, por el Maestro Pedro Elías Gutiérrez.
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Pero el Patriarca de los Gómez era un aficionado muy particular, pues no era partidario de la suerte de varas, en consecuencia, muchas corridas de toros se efectuaban sin picadores y entonces las alternativas no eran reconocidas en ninguna parte del orbe taurino. El 31 de enero de 1954, se efectuó a casa llena, en la Maestranza de Maracay, una corrida especial, pues ha sido la única vez, en los anales de nuestra tauromaquia, que alternaron los tres diestros venezolanos del momento y además con un encierro de Guayabita. El Diamante Negro, Joselito Torres y César Girón, el torero más brillante que jamás hayamos tenido, quien esa tarde cortó la primera pata que un diestro venezolano logra en los ruedos nacionales. Para César Girón, 1954 fue un año de gloria: el triunfo no igualado todavía en Sevilla, al cortar cuatro orejas y dos rabos, en dos corridas consecutivas de su Feria; la única pata jamás cortada en la Plaza de Acho en Lima; encabezó por primera vez el escalafón mayor de España, único torero extranjero en haberlo logrado dos veces (la segunda en 1956); no obstante, al recordar el palmarés de César Girón ese año, casi nadie menciona el hecho histórico de Maracay. Pero la cosa no se queda allí, pues en febrero de 1955, en corrida de cuatro matadores y seis toros de Rancho Seco, para Antonio Ordóñez y Cesar Girón (dos para cada uno), con El Diamante Negro y Curro Ortega, que completaban el cartel. El de Ronda, tuvo su mejor tarde en Venezuela, cortó cuatro orejas y un rabo, pero César descolló al cortarle a un toro las orejas, el rabo y dos patas, la primera vez que se otorgan tales trofeos en la historia de la Maestranza de Maracay y algo nunca visto en la tauromaquia mundial. Sin embargo, este hecho no ha tenido la debida repercusión y no hay ninguna placa que lo recuerde, ni aquí ni en ninguna parte del orbe taurino. Santiago Martín, El Viti, se presentó en Maracay en 1966, el cartel lo completaban Curro Girón y el Diamante Negro, con toro mexicanos de Cuatralva. El torero de Vitigudino pasó a ser el mejor pagado en la historia de
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la Maestranza, pues esa tarde cobró la suma nada despreciable de treinta mil dólares de los Estados Unidos.
L 09-05-2019
Joaquín Rodríguez, Cagancho, gitano y artista, era idolatrado por la afición, que daba cualquier cosa por verlo torear; así pues, cuando se anunció en Almagro, pequeña localidad cerca de Ciudad Real, en agosto de 1927, hubo conmoción en toda la comarca y la plaza estaba llena a reventar una hora antes del festejo. Los toros eran de Pérez Tabernero y completaban la terna Antonio Márquez y Manuel del Pozo, Rayito. Pero el gentío deliraba por ver a su ídolo, los alternantes servían simplemente de relleno y la espera se prolongó hasta el tercer toro, el primero de Cagancho. El gitano intentó darle un pase, el burel lo desarmó, entonces entró a matar de inmediato y le llevó nueve pinchazos y cinco descabellos acabar con el animal. Pero esto fue lo mejor que hizo en toda la tarde, pues al salir el último toro, Cagancho entró en pánico, tampoco quiso lidiarlo, sacó una enorme muleta y a hurtadillas, aprovechó el pase para darle un espadazo en el vientre, el toro se revolvió, el torero tiró los trastos, corrió hacia el burladero, desde allí siguió dándole pinchazos, hasta que sonaron los tres avisos, los ignoró y continuó acribillando sin suerte al pobre toro, al que por fin descabelló un subalterno. A todas estas, el público había invadido la arena y acorraló a Cagancho, quien intentó huir blandiendo el estoque, hasta que lo rescató un destacamento de Caballería, que despejó el ruedo por la fuerza y el diestro se refugió en la Alcaldía, pues los disturbios continuaron en los alrededores del coso.
Manual del Aficionado Taurino N° 38
El enojo de la gente se había exacerbado, por la larga espera apretujados en la plaza, un calor canicular que trataban de combatir con vino y la profunda decepción ante el colosal petardo de Cagancho, el cual pasaría a la posteridad, como El Motín de Almagro, el más grande que haya tenido lugar en la historia del toreo. Todos recordamos a Pedro Pineda, matador de toros maracayero y factor fundamental en la cantera de Aragua que, según los entendidos, se caracterizaba por un toreo basado más en la técnica y el dominio, que en la gracia y la floritura. Pues bien, Pedro Pineda, quien había desfilado como arenero, en el paseíllo inaugural de la Maestranza de Maracay en 1933, tomó su Alternativa en el Nuevo Circo de Caracas en 1941, precisamente de manos de Joaquín Rodríguez, Cagancho, el controvertido torero gitano. Por cierto, han existido dos toreros famosos con igual nombre, pero diferentes apodos: Joaquín Rodríguez, “Costillares”, hombre preocupado por organizar la tauromaquia y creador del volapié, quien murió en 1800; le siguió más de un siglo después “Cagancho”, el Gitano de los Ojos Verdes, que enloquecía a los públicos, por razones contrapuestas, faenas o petardos. José Pedro Prados “El Fundi”, director de la nueva escuela madrileña de tauromaquia José Cubero “Yiyo”, ha sido elegido presidente de la Unión Internacional de Escuelas Taurinas, organismo creado en enero de este año, con institutos de España, Francia, Portugal y México. Seguramente, la gente ligada a las escuelas taurinas venezolanas, habrá tomado nota con interés, de la existencia de esta nueva institución internacional. El diestro regiomontano Lorenzo Garza, tomó dos veces la alternativa, tenía dos sobrenombres y armó al menos dos broncas que todavía se recuerdan. La primera alternativa la tomó en Santander, en 1933, concedida por Pepe
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Bienvenida, a la cual renunció, pues no le fue bien; la otra en Aranjuez, al año siguiente, cuando le entregó los trastos nada menos que Belmonte. Lo llamaban Lorenzo El Magnífico, como el Médici del Renacimiento florentino, por el arte que desplegaba en sus faenas; y El Ave de las Tempestades, por el petrel, que solo abandona su nido cuando hay signos de tormenta en el horizonte. Aparte de sus tardes memorables, hubo dos actuaciones que evidenciaron, de manera especial, su borrascoso temperamento. En una ocasión, se encaramó al tendido espada en mano, para encararse con un aficionado, que algo ofensivo le habría dicho; en la otra, alternando nada menos que con Manolete, pegó tal petardo, que el público destrozó carteles, quemó almohadillas, arrancó el reloj de la plaza y el Ave tuvo que anidar esa noche en la cárcel, vestido de luces. En mayo de 1949, Lorenzo Garza se presentó en Maracay, en un mano a mano con su paisano Luis Castro “El Soldado”, con toros de Mondoñedo y esa tarde el Ave cortó la primera pata concedida en los dieciséis años de existencia de la Maestranza. Por cierto, tres meses antes, le había dado la Alternativa al carabobeño Alí Gómez, El León de Camoruco, en la Monumental de México.
LI 16-05-2019
La
familia del General Gómez, antes de la construcción de la Maestranza de Maracay, había sido también instrumental en la del Nuevo Circo de Caracas. Juan Crisóstomo Gómez en 1916, firma un contrato con el General Eduardo Mancera, para construir una plaza de toros, en los terrenos del antiguo matadero municipal. A tal efecto, el General Mancera formó la C.A. Nuevo Circo de Caracas y encargó de su diseño y edificación a los arquitectos Luis Chataing y Luis Muñoz Tébar.
Manual del Aficionado Taurino N° 38
En el contrato se estipulaba el usufructo de la Plaza por treinta años, la cual luego pasaría a ser de la Municipalidad de Caracas. En 1927, la Compañía vende el Nuevo Circo al coronel Gonzalo Gómez, otro hijo del General Juan Vicente, quien dos años más tarde compra también el terreno a la Municipalidad, pasando a ser el propietario único del coso y el último de los Gómez, pues lo vende en 1940, cuando sale del país. Se le llamó Nuevo Circo (hoy ya centenario), en contraposición al viejo coso Metropolitano, que se había quedado pequeño para la afición taurina caraqueña, pues su aforo era solo de 4.000 personas. Este antiguo circo fue inaugurado en 1896, estaba situado entre las esquinas de Puente Miranda a Puerto Escondido y fue demolido en 1945. En su redondel de 36 metros de diámetro, se presentó Juan Belmonte en 1918, alternando con Rufino San Vicente “Chiquito de Begoña”, quienes lidiaron reses criollas de Mariara, pertenecientes al General Gómez. En enero de 1914, se lidió el primer toro español a muerte, un ejemplar del Duque de Veragua y el encargado de pasaportarlo fue el matador Manuel Rodríguez, Manolete padre. El ciclo taurino del viejo Circo Metropolitano se cerró con una novillada, en la que se presentaba ante el público de la capital El Diamante Negro, el 19 de abril de 1945. Pero en la Caracas del siglo XIX, hubo espectáculos taurinos en varios Plazas, como La Glorieta y La Candelaria; en esta última se efectuó en 1864, por primera vez en Venezuela, un paseíllo en traje de luces, al hacerlo el matador español José Romero Andaluz. Uno de los novilleros favoritos de la afición tovareña a mediados de los años cincuenta, era Moisés Ugas, oriundo de Lagunillas del Zulia y el único torero maracucho de la época. Moisés no solo triunfó en Tovar, sino también 529
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en Ejido y Mérida, se presentó en Colombia y actuó también en España. En 1957, cerró la Semana Taurina de Algemesí, en la Comunidad de Valencia, junto con Antonio Grau y José Rodríguez. Actuó varias veces en Las Ventas, en 1958 junto a Parrita y Francisco Rodrigo, con reses de El Pizarral; repitió al año siguiente, toreando con Rafael Mariscal y Manuel Giménez “Viruta”; y en 1961, actuó con Andrés Vázquez y Curro Ortuño. Su huella taurina es dispersa, nunca tomó la alternativa, vivió muchos años en Madrid, luego regresó a Venezuela y falleció a fines del siglo pasado. Los tovareños de mi generación lo recordamos con cariño y le gradecemos haber contribuido a cimentar nuestra afición. El Zulia ha tenido un par de toreros de alternativa. El más conocido ha sido Pedro González “El Venezolano”, nativo de Santa Bárbara del Zulia, a quien le entregó los trastos Paco Camino, en Maracaibo en 1976, con un toro de Reyes Huerta y llegó a alternar en Caracas, con Palomo Linares y José Mari Manzanares y en la Monumental de México con Manolo Martínez y Eloy Cavazos. El otro es Curro Ortega “El Marabino”, a quien Javier Vásquez le dio la alternativa en su ciudad natal en 1997, en presencia de Cristina Sánchez, con un ejemplar de El Prado, hierro de Hugo Domingo Molina, quien siempre le tendió la mano en su carrera. Por cierto, hago propicia la oportunidad para agradecer a la familia Molina, en particular al Patriarca, por estar siempre pendiente de nuestra Fiesta Brava y haber organizado un tentadero para los alumnos de las Escuelas Taurinas de Tovar y Mérida. Gestos como este, adquieren particular significación en estos tiempos de vacas flacas. El reglamento taurino de Caracas de 1946, hizo una contribución importante para organizar y darle mayor seriedad al espectáculo. Entre otras cosas, hacía obligatoria la suerte de varas en las corridas de casta, cuyos toros debían tener un peso mínimo de 420 hilos.
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LII 30-05-2019
Cuando se presentó en Valencia el matador español Vicente Méndez “El Pescadero”, en agosto de 1885, fue la primera vez que se ejecutó la suerte de varas en Venezuela. Con posterioridad, en la época del General Gómez, desapareció de los ruedos, pues al Mandatario no le gustaba y tampoco era necesaria para lidiar reses criollas. Cuando se comenzó a traer toros de casta y a usar ganado nacional de media casta, su lidia si requería pica y para hacerlo, sin incurrir en la ojeriza del Primer Mandatario, se empezó a proteger con cuero curtido los caballos, antes de que, en 1928, con motivo de la corrida de Pascua de Resurrección en Madrid, se decretara en España el uso obligatorio del peto. Juan Vicente Gómez y su familia se involucraron en todos los aspectos del desarrollo la Fiesta Brava en nuestro país, se comenzó por motivaciones políticas al crear la Feria de Maracay y llegó a abarcar la construcción de los dos cosos más importantes, la presentación de figuras como Belmonte y Antonio Cañero, las modalidades de efectuar la lidia (como acabamos de ver), la producción de ganado de media casta e incluso con el primer indulto concedido en el Nuevo Circo para toros de este tipo, que fue para Formalito de La Providencia, hierro propiedad del General, en febrero de 1927. La verdad es que Pepe Cabello, puede considerarse uno de los arquetipos del taurino venezolano. Abogado, conocedor de la Fiesta Brava, desenvuelto en lo social, excelente cronista y uno de nuestros diplomáticos taurinos, pues le tocó firmar el Convenio entre Venezuela y España de 1957. También se encargó de negociar el levantamiento del veto que pesaba sobre el Nuevo Circo de Caracas en 1959, cuando una empresa no pudo hacer frente al contrato con Gregorio Sánchez, por dos tardes a diez mil dólares cada una, que el diestro se negó a rebajar y la empresa alegaba no poder pagar, en la situación
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del país en esos momentos. Por cierto, Pepe Cabello sustituyó como cronista taurino de El Nacional a Oswaldo Pérez Esteves, quien ingresó al Servicio Exterior pues fue nombrado Cónsul en Vigo. De todas maneras, Venezuela era donde mejores honorarios recibían los toreros en América, algunos como Luis Miguel Dominguín y Cesar Girón, llegaron a cobrar hasta 32.000 dólares por tarde. En Tovar también pudimos ver al novillero Eduardo Antich, torero de La Victoria, a quien, en 1950, le cedió los trastos Curro Caro en Colmenar Viejo. Se presentó en Venezuela, en las tres plazas más importantes de la época: Caracas, Maracay y Las Arenas de Valencia; en México actuó en Veracruz y Cuernavaca; se retiró en 1961 y murió en la capital aragüeña hace treinta años. Eduardo Antich fue nuestro quinto matador de toros por antigüedad de Alternativa, después de Rubito, Julio Mendoza, El Diamante Negro y Alí Gómez. Hay tres Miuras, de capas muy distintas, que han pasado a la historia por haber causado la muerte de tres diestros famosos: Jocinero, berrendo en cárdeno, botinero y capirote, que acabó con la vida de José Dámaso Rodríguez y Rodríguez, Pepete, en Madrid en 1862; Perdigón, colorado, ojos de perdiz, que también en Madrid dio muerte a Manuel García Cuesta, El Espartero, en 1894; e Islero, negro entrepelado, que el 28 de agosto 1947, corneó a Manolete en Linares, causándole la muerte al día siguiente. Las banderillas se ponen de sobaquillo, al colocarlas pasado el momento de la reunión, estoconazo es una estocada completa más contundente que artística y un golletazo es el lamentable caso cuando el acero cae en el cuello del toro.
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LIII 04-06-2019
La
puntualidad, en una actitud humana que en muchas partes se considera virtud, pero que en nuestro país poco se practica y no son excepción las corridas de toros. La puntualidad taurina tiene su origen en la trayectoria solar y, como en todo espectáculo al aire libre, hay zonas de sol y de sombra, las cuales, para la hora en que se anuncia la corrida, permiten deslindar espacios, ubicar localidades y diferenciar los precios de la boletería. Esta práctica de puntualidad ha terminado por imponerse, cualquiera que sea la hora del espectáculo. Los toreros generalmente prefieren hacer sus faenas a la sombra (cuando lo permiten las condiciones del toro o del viento) y las posibilidades de ver más de cerca una faena en sombra que en sol, se mantienen de acuerdo con la divisoria establecida para corridas vespertinas, que siguen siendo las más frecuentes. La aparición de plazas techadas, tiende a opacar la puntualidad de origen solar. Quizás esto ayude a explicar por qué las corridas en el Coliseo de Tovar casi nunca se inician con la debida puntualidad y no sea solo culpa de la Comisión Taurina. En todo caso, siempre es mejor llevar a cabo la lidia con la luz del sol que con la luz eléctrica, lo cual actualmente, además, haría muy azarosa la continuidad del festejo. La plaza de Estepona, en la Costa del Sol de Málaga, se construyó exprofeso con más localidades de sombra que de sol, tiene un diseño elíptico asimétrico, se inauguró en 1972 y su primer empresario fue Antonio Ordoñez.
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El ruedo de una plaza de toros, debe tener normalmente cuatro puertas, cada una con fines específicos: La de Toriles, por donde sale el Rey de la Fiesta, término preferible al de chiqueros, pues aunque no es exactamente lo mismo, evita una homonimia desdorosa; la del Patio de Caballos, donde están las cuadras y el guadarnés de los equinos, también allí suele estar la Capilla y da acceso al ruedo a los matadores y sus respectivas cuadrillas; la Puerta de Arrastre, por la que salen las mulillas que arrastran al toro, tras haberse consumado su destino; la otra es la Puerta Grande, a la cual aspiran todos los toreros, pero solo pueden utilizarla para salir a hombros en tardes de rotundo triunfo. Andrés Roca Rey, encabezó el escalafón mayor español en 2018, primer diestro peruano en lograrlo y se convirtió en sucesor de Curro Girón, último torero americano en efectuar tal hazaña en 1961. Andrés lo hizo a los 22 años y pasó a ser el segundo más joven tras César Girón que lo logró por primera vez a los 21 y, hasta ahora, es el único diestro americano en haberlo conseguido dos veces. Como el diestro limeño va liderando el escalafón de 2019 (junto con Morante de la Puebla), le deseamos suerte para que se convierta en el segundo torero americano en hacerlo por partida doble e iguale lo que hizo nuestro gran César en 1954 y 56. Por cierto, los Girón han sido los únicos hermanos en liderar el escalafón taurino (1954 y 1961) desde la época de los Gallo, cuando Rafael Gómez Ortega lo hizo en 1912 y Joselito en el 13, quien además lo lideró en los cinco años siguientes. Los Ordoñez, han sido los únicos padre e hijo, que han hecho lo propio dos veces: Cayetano, El Niño de La Palma, fue líder en 1926 y 27 y su vástago Antonio en 1952 y 59.
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También Manuel Benítez, El Cordobés, lo encabezó en 1967, 70 y 71, pero su hijo Manuel Díaz, lo hizo solo una vez en 1998. Por cierto, el liderato del escalafón mayor español, que se lleva desde 1901, ha sido compartido solo dos veces: en 1938, entre Jaime Noain y Luis Gómez Calleja, El Estudiante y en 1962, entre Jaime Ostos y Diego Puerta.
LIV 08-06-2019
En una corrida a la usanza española, a cualquier matador se le puede ir el toro vivo para los corrales, al completarse los tres avisos. El aviso es una advertencia del Presidente al torero, sobre la duración de su faena y el tiempo permitido por el Reglamento. Por ejemplo, el de la Ordenanza Taurina de Mérida de 2015, establece que el primer aviso se dará a los diez minutos, contados desde que el diestro despliega la muleta, aunque puede alargarse cuando, a criterio de Presidente, se esté ejecutando una faena de mérito. Antiguamente, la muleta era un simple artilugio para hacer humillar al toro y ejecutar la suerte suprema; en el toreo actual, la faena de muleta ha llegado a ser, según Cossío, la parte más importante y bella de la lidia. Al ir adquiriendo importancia la muleta, va surgiendo también la necesidad de reglamentar su faena y asignarle un marco de tiempo, por cuanto el toro se avisa, sus fuerzas van mermando, se aploma y entonces se dificulta más entrar a matar. Adicionalmente, hoy día, existen razones ajenas al arte, pero no al negocio taurino, como puede ser el caso de las transmisiones en directo por TV. Los dos primeros avisos son meras advertencias de la Presidencia sobre la precariedad del tiempo, no entrañan ninguna valoración de la actuación del
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torero ni de las condiciones del burel; pero el tercero, es una penalización que a ningún matador le gusta recibir. Existe una anécdota sobre César Girón, que nos demuestra el alfa y omega de la actuación de un torero en una misma tarde. Resulta que, en Pamplona, con un encierro de Pablo Romero, le cortó orejas y rabo a su primero, pero en su segundo escucho los tres avisos; no obstante, fue llevado a hombros hasta su hotel y tuvo que salir al balcón varias veces a saludar a la afición que lo aclamaba. Este fue el único toro que se le fue vivo para los corrales, en toda su carrera. Sin embargo, El Vito nos refiere otra anécdota de nuestro gran diestro con Ava Gardner, que algo tiene que ver con la anterior. Resulta que, en Madrid, la actriz apostó a que Girón no cortaría orejas esa tarde y éste respondió que apostaba todo menos dinero. César le brindó su primer toro y Ava le tiró su pañuelo pintado con un beso, hizo una gran faena, al entrar a matar, colocó el pañuelo en la testuz del toro, la estocada hizo rodar al toro sin puntilla y Girón cortó las dos orejas. Al regresar al hotel, la actriz lo llamó dispuesta a pagar su apuesta, pero se impuso la responsabilidad torera y César se disculpó, aduciendo que en tres días tenía una corrida muy importante, la actriz se enfureció y le tiró el teléfono, no sin antes endilgarle el apelativo que ustedes se imaginan. Los detalles de la anécdota sugieren, que el Pablo Romero de Pamplona, no fue el único ejemplar que se le fue vivo para los corrales a nuestro gran César Girón. Al contrario de lo que acontece actualmente en la Fiesta Brava, en las novilladas del Tovar de antaño, el animal que se prestaba para el mayor lucimiento del torero, se ganaba la muerte y no la vida. En esos festejos, se lidiaban novillos criollos que normalmente no se mataban, sino se enlazan para retirarlos de la arena al final de cada lidia. Sin embargo, en caso de una faena excepcional, se hacía una colecta en los palcos para pagar al propietario
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(generalmente ganadero o peseros) la muerte del animal, a no ser que algún aficionado pudiente o achispado se encargara de solventar el asunto. A veces, el ganado era prestado sin costo por un distinguido ganadero tovareño que lo traía del llano, pero habitualmente los novillos eran alquilados por el Concejo Municipal, la junta de Ferias o algún aficionado que fungía ocasionalmente de empresario y, una vez toreados, regresaban al campo para continuar su ceba o se iban beneficiando de manera paulatina en El Degüello, como se llamaba popularmente en Tovar al matadero, pues el mercado local no podía absorber tanta carne de una sola vez. Esta circunstancia encarecía el costo de premiar con la muerte un segundo novillo en el mismo festejo. Así pues, en nuestra plaza cuadrada de La Plazuela tovareña, nunca hubo dudas de que las tardes más triunfales, resultaban siempre las más costosas. Una mala lidia o una muy prolongada, puede descomponer un toro y acentuar sus malos hábitos. Puede causar que se avise y atienda más al bulto que al engaño o se aplome y se pare en el último tercio de la lidia, ganando en sentido lo que ha perdido en facultades.
LV 01-07-2019
Domingo Ortega fue un torero recio, dominador y certero con el estoque. Nunca actuó en Madrid de novillero, tomó su Alternativa en Barcelona en 1931, de manos de Gitanillo de Triana y debutó en la capital para confirmarla el mismo año. No tuvo mucha oportunidad de cultivarse, pues trabajó desde pequeño, pero supo hacerse amigo de figuras destacadas de la cultura española, entre ellas José Ortega y Gasset, quien lo animó para que dictara conferencias sobre
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tauromaquia, entre las cuales paso a comentar la del Ateneo de Madrid en 1950, en la cual se refiere a las diferencias entre torear y destorear. Ortega decía que a veces hay faenas de muchos pases sin que el toro se someta, porque dar pases no es lo mismo que torear y que en la trilogía de parar, templar y mandar, había que incluir cargar, pues no era posible mandar sin cargar la suerte. Según el Maestro de Borox, torear no es que el toro venga y usted se queda en la recta, pero si se echa el cuerpo hacia delante, con la pierna contraria al lado de la embestida, entonces está obligado a torear, porque si no el toro se lo lleva por delante. Cuando no se carga la suerte, el toro entra y sale por donde quiere y ha de ser por donde quiera el torero, todo lo demás es destorear, porque o mandas tú o manda el toro. Planteamientos tajantes e Interesantes ¿No les parece? Por cierto, Ortega formó parte del cartel de la Corrida de la Victoria, primer festejo celebrado en Las Ventas una vez finalizada la Guerra Civil en mayo de 1939. En tal ocasión, durante el trasteo de Marcial Lalanda al primer toro, el público pidió música y sonó el pasodoble; pero Domingo realizó una gran faena al cuarto ejemplar, el público también pidió música y no fue complacido, lo que protestaron ruidosamente sus partidarios y hubo tal desorden en los tendidos, que las autoridades decidieron prohibirla, situación que se mantiene hasta nuestros días. Así que Ortega proporcionó, sin querer, el motivo para que nunca más, hasta ahora, se escucharan pasodobles durante las faenas en la Catedral del Toreo. La excepción ocurrió hace más de cincuenta años, cuando Antonio Bienvenida, quien actuaba como único espada, brindó el último toro a su hermano Pepe y, con la venia de Usía, un pasodoble lo acompañó en Las Ventas. Es interesante acotar que la ausencia de música en Madrid es por costumbre, pues no existe prohibición estatutaria, la cual si está contemplada en el Reglamento de la Monumental de México.
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En Venezuela es difícil concebir una corrida sin música, la cual se toca cuando lo ordena la Presidencia, no como en Sevilla que es potestativa del Director de la Banda. En nuestro país se interpreta además el Himno Nacional a inicios de cada corrida, en señal de respeto a la patria, al público, al recinto y al arte de torear; por el contrario, la música se acalla en todo el orbe taurino, cuando el diestro va a ejecutar la suerte suprema (en Portugal no aplica excepto en Barrancos), en mudo homenaje al toro, que va a consumar su destino como Rey de la Fiesta Brava. Hacia finales del siglo XIX, surgió un cronista taurino al que seguían millares de lectores y era muy dado a utilizar símiles religiosos en la Fiesta Brava: José Antonio de la Loma, Don Modesto. Bautizó a Paquiro como Jefe Supremo de la Iglesia de Montes, a Bombita II: Papa del Toreo, a Machaquito: Secretario Cardenal y solía llamar a Las Ventas, La Capilla Sixtina del Toreo. Pero de todos los apodos el que subsiste en nuestros días, es el que dio a Manuel Mejía Rapela, Bienvenida, en 1910, cuando lo llamó El Papa Negro, apelativo por el que también se conocía en la Iglesia Católica, al importante e influyente Superior General de la Compañía de Jesús. Manuel Mejía inició la Dinastía Bienvenida, cuyo miembro más distinguido nació en Caracas y, como ya se dijo, el único torero que en más de medio siglo, haya oído música durante una faena en la Catedral del Toreo. Así pues, nacieron en Venezuela el torero más importante de la dinastía del Papa Negro de la Tauromaquia y el actual Papa Negro de los Jesuitas. Sea propicia esta ocasión, para felicitar al Círculo de Amigos de la Dinastía Bienvenida, por los primeros veinte años de fructífera existencia y por su labor útil e importante, de la cual se beneficia también la Fiesta Brava venezolana. Auguramos al CADB muchos años más en su noble tarea de fortalecer los vínculos de camaradería y cooperación en el orbe taurino, en particular, entre ambos lados del Atlántico. 539
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LVI 05-07-2019
Uno de los toreros más famoso del siglo XVIII, fue sin duda Joaquín Rodríguez, Costillares, no solo por sus distintos aportes a la Fiesta Brava, sino porque existen numerosos grabados de su figura, incluso uno atribuido a Goya, que lo muestran alto y fuerte como ha debido ser, pues se ganó el apodo cargando costillares de reses, en el matadero de su Sevilla natal. Se dice que fue de los primeros en utilizar la muleta como parte importante de la lidia e inventó el volapié, para despachar aquellos toros que llegaban con poco fuelle tras el trasteo con la flámula y no se podían matar recibiendo, como era lo acostumbrado en ese entonces. Fue también de los primeros en cobrar grandes sumas por su actuación y exigía además que se le contratara de una vez por varias corridas, lo que nadie se atrevía a solicitar, mucho menos cuando sus honorarios eran casi el doble de lo que les pagaban a otros toreros. Se retiró porque sufría de un carbunclo en la mano derecha que, a la larga, le impidió matar toros. Costillares murió en Madrid en 1800, pero no se sabe con certeza su fecha de nacimiento, aunque algunos la sitúan en 1748. Hace doscientos años nació José Rodríguez Redondo, El Chiclanero, uno de los primeros toreros completos en la historia de la profesión, pero también tuvo fama de fanfarrón y malagradecido. Hizo carrera gracias a su paisano Paquiro, quien lo descubrió, lo incorporó a su cuadrilla, fue su maestro y su padrino de alternativa; no obstante, El Chiclanero no tardó en desafiarlo y decirle que era mejor torero, pues era redondo como su apellido. La competencia puso las cosas en su justo lugar.
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José manejaba el capote con elegancia, solía lucirse en banderillas y llegó a ejecutar muy bien el volapié, pero tenía la curiosa costumbre de prorrumpir en carcajadas cada vez que lo lograba. Su vida no fue muy monástica, contrajo tuberculosis y murió en Madrid en 1853, cuando apenas había cumplido los treinta y cinco años. Por cierto, visité Chiclana hace algún tiempo y fue una agradable experiencia, su gente amable y su Museo Taurino muy interesante. Es importante para los aficionados saber calibrar la actuación de los subalternos, encargados normalmente de dar los primeros capotazos de la lidia, con el doble propósito de enseñar a embestir al toro y descubrir sus cualidades y defectos. Primero hay que correrlo siempre en rectitud y luego se provoca su arrancada, con el capote por delante a media altura, citando de frente y desplazándose hacia atrás, sin que el toro enganche o pase y sin obligarlo a rectificar su viaje, para poder observar mejor las condiciones naturales del toro. Reconocer una buena brega es de justicia para los toreros de plata, a quienes muchas veces solo se les aplaude, cuando su matador los autoriza a desmonterarse y saludar desde el tercio, tras un buen par de banderillas. Por otra parte, es importante para un diestro, en especial si ha hecho un buen trasteo y tiene opciones de triunfo, elegir adecuadamente el momento de entrar a matar. Si se pasa de faena, puede causar que el toro se descuelgue, es decir que por cansancio y por efectos de la lidia, lleve la cabeza demasiado baja, dificultándose más conseguir una buena estocada. El toro descolgado derrota hacia arriba en el momento del embroque, propiciando el pinchazo o la colocación defectuosa del acero; además, tapa el hoyo de las agujas, que se encuentra inmediatamente detrás del morrillo. El torero debe evitar también entrar a matar a toro crudo, pues una embestida todavía muy violenta, tampoco facilita la ejecución de la suerte suprema que, como lo sugiere su nombre, es la más difícil y peligrosa de todas.
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Abanto es el toro que a la salida corretea mucho por el ruedo y tarda en parar; el blando el que se cae y sale suelto de los caballos en cuanto siente la pica; el bronco tiene una embestida áspera, dura y descompuesta; y el toro boyante es bravo, noble, pronto y da buena lidia.
LVII 13-07-2019
Todos los aficionados conocemos la frase que le espetó Manuel García Cuesta, El Espartero, a un banderillero temeroso de un percance: Más cornadas da el hambre; pero quizás conozcamos menos la trayectoria de un torero que llegó a ser prototipo del valor en el ruedo. Se presentó muy joven como novillero en su Sevilla natal y al poco tiempo llegó a ser el diestro de moda, la gente lo idolatraba y el matador la recompensaba añadiendo cada vez más peligro a sus trasteos. En 1885 confirmó Alternativa en Madrid y destacó por su temeridad no por su arte; el crítico Peña y Goñi escribió en La Lidia que su valor obedecía a un absurdo desconocimiento del peligro. Se prendió una polémica entre periodistas madrileños y andaluces, que sirvió para encender más el fuego de su audacia sin límites. Sus percances eran casi siempre graves, pero volvía cada vez con mayor ímpetu. En una oportunidad, a mediados de 1891, una lluvia torrencial transformó la plaza en un gran charco y la Presidencia quería suspender el festejo, pero Manuel no aceptó y descalzo, con el barro a los tobillos, hizo una de las mejores faenas de su vida. El Espartero fue el primer diestro que intentó quedarse quieto con los toros; pero su coraje a toda prueba se cruzó con Perdigón en la Plaza de Madrid
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en 1894. El Miura segó la vida del joven torero, que, con su intrepidez, había logrado ganarle la partida a la miseria. La lluvia nos trae el recuerdo del indulto que, bajo un diluvio, logró Rafael Orellana en la Monumental de Mérida, el Día de San Valentín de 2015. El paisano tovareño le hizo primores al de Rancho Grande, cuajó la mejor faena que le hayamos visto (sin necesidad de proliferar desplantes), trasteo que le valió el Sol de Oro, máximo trofeo de la Feria. El Desplante no es ni suerte, ni pase, sino una expresión de desdén por el peligro, que se utiliza como remate de una buena lidia y demuestra el valor desafiante del torero, antes de ejecutar la suerte suprema. No se debe usar para tapar fallas de un trasteo mediocre, ni mucho menos prodigarlos a montones, como para sustituir la faena. La variedad de desplantes es muy amplia, pueden ser de pie, cuando el diestro se desentiende del toro con gesto displicente mirando al tendido; o puede ser que le toque o incluso le muerda un pitón, o que le apoye el codo en el testuz; o arrodillado de espaldas al toro, arroje lejos los trastos de lidiar. El desplante desprecia el peligro, pero nunca debe irrespetar al toro, ni trastocarse en expediente para entusiasmar a un público, cuyo favor no se ha ganado el diestro con su desempeño. Como todo en el toreo, el desplante requiere garbo y empaque; hogaño tienden a utilizarse con mayor frecuencia que antaño, porque ahora las condiciones del toro se adaptan más para florituras. Existe una anécdota de Don Eduardo Miura, en la Época de Oro del toreo, quien al recibir el informe de una corrida, increpaba incrédulo a su
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Mayoral: Que Belmonte le agarró un pitón por la cepa al berrendo, es mentira y muy grande, eso no se le puede hacer a un toro de la casa. Por cierto, sea propicia la ocasión para felicitar y agradecer a los ganaderos de Los Aranguez, por haber invitado a los alumnos de las escuela taurinas de Tovar y Mérida a torear unas vaquillas, a la cual, por razones de última hora, no pudieron atender los merideños, pero entendemos que la invitación, tan útil e importante, sigue todavía en pie. El toro reservón es cauteloso y trata de asegurar las embestidas; el seco es de acometida rápida y contundente, suele herir gravemente pero sin espectacularidad; y el toro voluntarioso acude al engaño aún antes de citarlo.
LVIII 22-07-2019
La solidaridad es un sentimiento innato entre los que arriesgan la vida en una plaza de toros y prevalece entre los que nos interesamos por la tauromaquia. El hacer causa común por quien necesita ayuda, indica una calidad humana cuyos ejemplos abundan en la Fiesta Brava. Es lo que acontece con el Maestro Mauro Pereira, uno de los más queridos toreros de plata, quien ya retirado sufrió un percance, del cual necesita recuperarse y debe contar con la expresión solidaria de la afición. Ante una situación de esta naturaleza, no fácil entender a quienes pretenden ser puristas a ultranza, refractarios al humanitarismo, que han tenido el despropósito de criticar acerbamente la celebración de la novillada con cebuinos, el trece de julio en la Román Eduardo Sandia, la cual sirvió además de estímulo para muchos niños y jóvenes que daban sus primeros pasos como aficionados.
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Todos tenemos derecho a opinar, pero es de rigor saber diferenciar un festejo con fines benéficos (el cual debe merecer comprensión, cooperación y acaso alguna crítica constructiva), de los espectáculos que se montan con objetivos exclusivamente crematísticos. La Monumental de Mérida no se degrada por servir de escenario para una causa altruista, más bien se enaltece al albergar tan noble ejercicio de solidaridad. A todos los involucrados enhorabuena por tan edificante actitud. De los cinco Califas del Toreo, los tres primeros fueron Rafaeles y los que siguieron Manueles. Rafael Guerra Bejarano, Guerrita, fue el segundo de los primeros, tenía carácter belicoso como su apellido, se metía con los públicos, pero era buen torero y descolló como gran rehiletero, uno de los mejores que en el mundo han sido. Su padre era responsable de las llaves del matadero de Córdoba y también de su primer mote torero: Llaverito. Desde que era subalterno, en los contratos se establecía su obligación de poner banderillas y se anunciaba su nombre en los Carteles con letra más grande que las del matador a quien servía. Empezó a actuar en los ruedos a principios del decenio, pero no fue sino hasta 1887, cuando Lagartijo (su tocayo y primer Califa), le dio la Alternativa en Madrid. Rafael, a pesar de su temperamento borrascoso, llegó a ser uno de los toreros predominante de su tiempo. En Santander en 1883, su enfrentamiento con los tendidos llegó a tales extremos, que el Presidente del festejo dispuso que fuera conducido a la cárcel vestido de torero. Sin embargo, cautivaba con su desempeño en el ruedo; en Madrid, el 2 de mayo de 1890, el público exigió música para acompañar una faena de Guerrita, siendo quizás la primera vez que tal honor se confería a un diestro en la historia de la Fiesta Brava. 545
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Rafael es de los pocos matadores que han toreado tres corridas el mismo día; ocurrió en 1895, empezó a las siete de la mañana con un mano a mano en la isla de San Fernando, siguió a las once y media en Jerez de la Frontera y completó su hazaña por la tarde en Sevilla; se organizaron trenes especiales para que la afición pudiera asistir a los festejos, que resultaron todos exitosos. No obstante, la animosidad entre el público y Guerrita no amainaba y tras presentarse en Zaragoza en 1899, anunció que se cortaba la coleta y se retiró a su Córdoba natal, donde murió a los 79 años, en 1941. El año que Rafael Guerra completaba su proeza de las tres corridas, Ricardo Torres, Bombita, estrenaba traje de luces en Jerez; se había aficionado al toreo por su hermano Emilio, quien ya era diestro famoso; tomó su alternativa en Madrid en 1899, pero su hermano no pudo apadrinarlo, pues había sido corneado gravemente por un Miura en Barcelona. Pocos diestros han sido tan zarandeado por los toros como Bombita; en su época de novillero, sufrió cuarenta y nueve percances, su calvario continuó de matador y su cartel en Madrid se debe a que en 1901, durante el último tercio de la lidia, un toro se lo pasó de un pitón a otro, para terminar arrojándolo a la arena; pero Ricardo, herido, se metió al callejón, cambió su taleguilla deshecha por el pantalón de un arenero, regresó al ruedo, continuó la lidia y remató de gran estocada. Es el único torero ñoco de que se tenga noticias, pues, también en la Ciudad Condal, hubo que amputarle un meñique tras percance sufrido al entrar a matar. No es de extrañar que Bombita, con una carrera tan salpicada de percances, haya sido el artífice en 1910, del Montepío de Toreros, asociación benéfica de auxilio mutuo y hasta su muerte en 1936, estuvo pendiente de ir perfeccionando esta creación de su generoso espíritu.
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Bombita, tuvo el buen juicio de retirarse oportunamente de los ruedos, cuando irrumpieron con fuerza irresistible Joselito y Belmonte, para descorrer el telón de la época áurea de la torería. Hubo un diestro gitano, alegre y elegante, con los altibajos propios de los toreros de su raza, que llevaba uno de los nombres más sonoros que haya portado nunca un artista de los ruedos: Francisco Vega de los Reyes, Gitanillo de Triana. El sevillano fue uno de los mejores toreros con la capa y prodigaba unas verónicas legendarias; los revisteros de la época las llamaban El Minuto de Silencio, por lo suaves, lo lentas y porque parecían de nunca acabar. Desgraciadamente, interminable también fue su agonía de dos meses y medio, tras el percance de Madrid en 1931, cuando al dar un pase de muleta y a pesar del quite de Marcial Lalanda, el toro le infirió tres cornadas, una en la cadera que le destrozó el nervio ciático, a consecuencia de las cuales falleció el 14 de agosto.
LIX 25-07-2019
Las novilladas no siempre fueron como las conocemos hoy día; Cossío nos indica que antaño se hacían en plazas públicas y a las reses se les practicaba toda clase de suertes, por lidiadores no profesionales, que actuaban en completo desorden. Es a partir de la inauguración de la plaza de la Puerta de Alcalá en Madrid, en 1743, cuando se empiezan a documentar las novilladas y se establecen condiciones para tratar de organizar la lidia. La definición de novillos no se hacía en función de la edad, sino simplemente se aplicaba a las reses que se lidiaban en los cosos, pocas veces a muerte y emboladas la mayoría. En 1801, se anuncia por primera vez la lidia
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de animales en puntas, cambio significativo en el carácter de las novilladas; pero en 1805, se suprime en España la Fiesta Brava, que dura hasta la invasión napoleónica. José Bonaparte en 1811, organiza novilladas, a toda punta y gratuitas, en un afán de halagar al pueblo y ganar su simpatía; sin embargo, no se logra retrasar el movimiento de liberación contra el yugo francés, de tanta importancia no solo para para España, sino que tendría repercusiones trascendentales e históricas para las colonias hispanoamericanas. Este episodio trasluce la relación que puede existir entre la política y los toros, la cual puede producir resultados impredecibles. El sentido de la vista, es uno de los menos desarrollados en el toro y no le causan el mismo efecto los distintos colores; pero entre los que más impactan su sensibilidad está el rojo, que les recuerda la sangre de las luchas libradas al impulso de su instinto de conservación, el cual los solivianta y explica el porqué del color de la muleta. Así pues, hasta el toro arremete contra el rojo, por un instinto de supervivencia, lo cual parece alegórico de la coyuntura política que atraviesa nuestro país. Manipular pitones ha sido (y es) objeto de polémica. los defectos siempre se arreglaban con la lima, pero al mediar los años cuarenta, se llegó interesadamente a pensar que el mayor defecto era su integridad y se generalizó el afeitado. Al despuntarse el toro, se modifican de manera artificial sus instrumentos de defensa y ataque, el burel se desorienta, no es certero y merma su peligrosidad. El asunto adquirió tales proporciones que Antonio Bienvenida lideró una protesta, con gran repercusión en la opinión pública, la cual resultó en que el afeitado se prohibiera expresamente en España, mediante una Orden del Ministerio de la Gobernación en 1953, la cual establecía multa de 10.000 pesetas y la suspensión por un año a la ganadería reincidente. La prohibición se
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incorporó en la normativa taurina, la práctica disminuyó, pero no es nada fácil acabar con ella y subsiste hoy día. Se ha repetido hasta la saciedad, que uno de los mayores enemigos de los toreros es el viento (o el aire como suelen decir algunos iniciados) pues, cuando corre por el ruedo, impide manejar la muleta con la debida precisión. Es entonces importante saber dónde molesta menos, para lo cual se auxilian con papelillos plateados que los subalternos esparcen sobre la arena. El viento imposibilita el temple, malogra los pases y distorsiona las faenas. Al haber viento, el diestro tiende a irse a tablas donde sopla menos, pero, al ser también la preferencia natural del toro, es el terreno más difícil y arriesgado para la lidia, pues el mejor suele ser el más alejado de las querencias del burel. En nuestros días, la faena de muleta es muy importante y la buena ejecución de un pase, incluso la ligazón, requiere movimientos sutiles de la muñeca y la mano que maneja la flámula, todo lo cual puede desbaratar Eolo de un solo golpe; de allí que los toreros prefieren la garúa al viento, aunque para todos es preferible que brille el sol. Carlos Ruiz Camino, nació en México en 1920, de padres españoles y en los carteles se anunciaba con el segundo apellido de su progenitor: Arruza. De novillero viajó a España, pero no pudo presentarse por la Guerra Civil, regresó a su país, donde tomó la Alternativa de manos de Armillita Chico a fines de 1940, en la Plaza El Toreo. Fue el primer mexicano en presentarse en España tras resolverse el pleito taurino entre los dos países en 1944; se encontraba entonces actuando en Portugal y se trasladó a Madrid donde en julio, Antonio Bienvenida le confirmó el Doctorado; una semana después, en Barcelona, tuvo un triunfo apoteósico al cortar una tarde cuatro orejas, un rabo y una pata, alternando con Chicuelo y Mario Cabré.
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Carlos inventó la Arrucina, pase con la muleta armada en la mano derecha pero por la espalda y El Teléfono, desplante en el que apoya un codo en la testuz del toro. En 1951 (como Guerrita en 1895), toreó tres corridas en tres plazas diferentes el mismo día; al año siguiente llegó a cobrar la respetable suma de medio millón de pesetas por tarde; y en 1953 se retira como torero de a pie y se inicia como rejoneador. Arruza fue digno rival de Manolete, su entusiasmo torero llegaba de inmediato a los tendidos, mientras que el gran califa cordobés, tenía una personalidad diferente. Un buen día de 1946 en Maracay, el contagioso entusiasmo del ciclón mexicano llegó hasta el techo de la Maestranza, donde agazapado contemplaba su faena un muchacho de doce años, que no tenía para comprar la entrada; el mismo a quien cedería los trastos en la Monumental de Barcelona en 1952, con Parrita como Testigo y Farolillo de Urquijo, el toricantano se llamaba César Girón, quien llegaría a ser as de la torería mundial. Curiosamente, Carlos Arruza, Manolo Dos Santos (quizás el mejor diestro que ha dado Portugal) y César Girón, los tres primeros toreros extranjeros en liderar el escalafón mayor de España (César el único que lo había hecho por partida doble), perecieron en accidentes automovilísticos en 1966, 1973 y 1971, respectivamente.
LX 02-08-2019
El tercero de los cinco Califas del Toreo y el último de los Rafaeles, fue Machaquito, Rafael González Madrid, bajo de estatura e insigne estoqueador, fue un diestro valiente y dominador de todos los tercios de la lidia.
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Nació en 1880 y su primer triunfo lo obtuvo a los quince años en Palma del Río (donde casi medio siglo después nacería el último Califa), a los veinte tomó su Alternativa en la Capital de manos de Bombita, frente a un Veragua, llamado por cierto Costillares. También en Madrid, en 1907, le hizo buena faena al Miura Barbero y la coronó con el espadazo, que Benlliure inmortalizó en su escultura La Estocada de la Tarde. Machaquito estuvo envuelto en dos de los grandes pleitos de la torería. El de las Sustituciones, que permitía a las figuras ocupar el puesto que quisiera en corridas extraordinarias (fuera de abono) o enviar un sustituto, pero cobrando completo los honorarios. El segundo lío fue el de los Miuras, en el cual participó junto con su padrino, pues así como el ganadero cobraba más por sus encierros, los toreros querían cobrar más por lidiarlos, al tener presente el nutrido historial de percances mortales de los de Zahariche. Pero esta actitud no puede interpretarse como falta de coraje, pues todavía hoy se recuerda su presencia de ánimo cuando en Murcia, en un mano a mano en 1910, su compañero de cartel, José Gallego y Mateo, Pepete, sufrió grave cornada en su primero y murió en la Enfermería de la Plaza, el público se conmocionó, hubo pánico en los toreros, pero Machaquito sereno, despachó los seis toros de sendas estocadas y un pinchazo. Su última presentación fue en Madrid, cuando le dio la Alternativa a Juan Belmonte en 1913. La corrida fue un desastre, con bronca en los tendidos que protestaban por el tamaño de los toros, de los cuales desfilaron por el ruedo hasta once ejemplares. Machaquito, el regresar a su hotel, anunció que se cortaba la coleta, se retiró en su ciudad natal, donde falleció el Día de Todos los Santos de 1955.
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A mucha gente, la suerte de banderillas les luce difícil y riesgosa; ciertamente lo es, como todo lo que se hace frente a un toro bravo, pero hay que tomar en cuenta que se realiza en movimiento y contrasta con la deseable quietud en las suertes de capa y muleta. Normalmente la efectúan toreros de plata, pero algunas veces el propio matador toma los rehiletes; cuando lo hace, debe estar solo en la arena, en nuestras plazas lo acompaña la música y puede suspender la ejecución del tercio cuando lo juzgue conveniente; pero al cubrirlo subalternos, solo puede ser cambiado por el Presidente, muchas veces a petición del matador en turno, que piensa en su faena de muleta, la cual puede verse afectada, según vaya reaccionando el toro, a medida que los de plata desarrollan el pareo. En líneas generales, el tercio de banderillas debe ser breve, evitar salir en falso y pasar sin clavar, debe practicarse entre las raya de picar y los medios, de dentro a fuera envuelve más peligro y mayor mérito por la querencia natural del toro a tablas, en el centro del ruedo el torero quedaría más expuesto si el toro hace hilo, deben alternarse los pitones y su dificultad es creciente, pues los bureles constantemente aprenden. Los buenos banderilleros encuentran siempre toro, por cualquier pitón y en cualquier terreno. Venezuela tuvo y tiene grandes rehileteros, por ejemplo, José Nelo, Morenito de Maracay, El Rey del Quiebro, ya retirado de los ruedos; y Jesús Enrique Colombo, nuestro joven torero en pleno ascenso, quien ejecuta la suerte con particular garbo y virtuosismo artístico. Todos damos por sentado la inclusión de sobreros en los festejo, pero este requerimiento se introdujo por primera vez en el Reglamento sevillano de 1917 y se estrenó en la Corrida de la Cruz Roja, en la que se jugaron toros del Marqués de Saltillo, para Rafael El Gallo, su hermano menor Joselito y Juan Belmonte. Difícilmente se ha podido escoger mejor oportunidad, para la consagración estatutaria del burel de reserva.
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En todas partes los avisos a los toreros tienen el mismo fin, alertarlos sobre el tiempo disponible. Pero en México se tocan cada cinco minutos, a partir del momento en que el matador utiliza la espada por primera vez. Lo cual tiene su lógica, por la importancia creciente de las faenas de muleta, las cuales en la actualidad tienden a ser largas. Entre los pases de finales de faena está la Giraldilla, pero quizás es más conocida la variante que inmortalizara El Monstruo, que llamamos Manoletina; este pase es el mismo, pero se agarra con la izquierda la punta de la muleta más próxima al cuerpo; cuando lo que se agarra es la espada (pañosa de por medio) el pase se llama entonces Bernardina, por el Maestro Joaquín Bernardó, quien no la inventó, pero la prodigaba con frecuencia. El toro es probón, cuando mueve la cabeza y se adelanta como si fuera a embestir y no lo hace; el revoltoso se devuelve en corto con facilidad y rapidez; y un toro se crece cuando su casta y bravura lo impulsan a embestir con mayor celo cuanto más castigo recibe.
LXI 09-08-2019
Generalmente, los toreros de a pie han sido de extracción humilde, se formaban en mataderos, notorios por su ambiente violento y despiadado, no tenían instrucción, no eran nada refinados y se hicieron famosos por sus excentricidades, producto del entorno en que les había tocado desarrollarse. Estas circunstancias provocaron una corriente de rechazo, la cual llegó a tales extremos, que a fines del siglo XVIII, se llegó a tildar de malvivientes a quienes se dedicaban a la profesión de torero.
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La controversia llegó hasta México, en cuyo Senado se planteó una moción en 1833, para abolir la Fiesta Brava. Quienes favorecían su prohibición argüían que el oficio era degradante y quienes lo ejercían terminaban como criminales sin moralidad. Un senador señaló que la administración mexicana estaba plagada de delincuentes y corruptos, sin que a nadie se le hubiera ocurrido abolirla, con lo cual se dio por zanjado el asunto. Desde esa época, la tauromaquia ha evolucionado, los toreros se han venido refinando, la vertiente artística de la Fiesta Brava adquiere cada vez mayor relevancia y existe un movimiento para que sea reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Hoy día contamos incluso con toreros como el Maestro Enrique Ponce, académico de fuste, quién hace poco acuñó una frase tan significativa como bien lograda, que vale la pena recordar: Quiero tanto a los toros, que tengo que matarlos para que sobrevivan. Nos señala el cronista Mariano de Cavia, Sobaquillo, quien bautizó Califa a Rafael Molina, Lagartijo, que en una tertulia taurina, se encontraba el propio diestro y el Ministro de Gobernación, connotado lagartijista. Los asistentes, por halagarlos, se deshacían en elogios sobre Rafael y lo contrario para Frascuelo, con quien mantenía legendaria rivalidad, hasta que uno de los contertulios manifestó que no había tampoco porque restarle méritos a Salvador; de inmediato Lagartijo se puso de pie, le tendió la mano y comentó en voz alta: Al parecer aquí no hay más que dos frascuelistas, usted y yo; con lo cual la tertulia cambió de rumbo y de tono. Salvador Sánchez, Frascuelo, el valiente y popular diestro granadino, discutía en vez con un cantante acerca de cuál de las dos profesiones era más difícil y había que vencer mayores obstáculos para triunfar; la discusión tuvo su desenlace cuando el torero le dijo al tonadillero: Tú puedes ensayar cada presentación, pero yo no.
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Hay una anécdota sobre un toro de Juan López Cordero, que al parecer sucedió en Cádiz, alrededor de 1887, pues no hay certeza sobre la fecha, ni sobre la veracidad de los hechos. Se cuenta que Tronera tomó trece varas y liquidó doce caballos, por lo que el público pidió y logró su indulto. El bravo animal, una vez curado, era devuelto a la dehesa, cuando se escapó y penetró en una humilde vivienda a la vera del camino, donde se encontraba un niño y su madre, quien se armó con un barrote de hierro y cuando el animal humilló para embestir, le asestó tremendo golpe en la nuca, que lo hizo rodar sin puntilla. La anécdota puede que no sea cierta, pero lo que está fuera de toda duda, es el indomable valor de una madre al defender un hijo. Cucharero de Anastasio Martín, ciertamente ha sido uno de los ejemplares más grandes jamás presentados en una plaza de toros. Sobresalía más de una cuarta sobre el lomo de sus compañeros de encierro y se rascaba la barba con el filo de las tablas sin levantar la cabeza. Los piqueros no lograron hacerle sangre, los banderilleros no pudieron parear y el toro llegó crudo a la muleta de Lagartijo, quien había imprecado a la vaca que lo parió, desde que lo vio salir por la puerta de los sustos. El famoso diestro cordobés, sobreponiéndose al canguelo y luego de media hora de esfuerzos y carreras, logró que doblara el torazo. Los treinta minutos permitidos, fue una concesión no solo al prestigio del torero, sino a la colosal envergadura del morlaco. Lagartijo mandó a disecar la cabeza de Cucharero (que pesó más de cien kilos) y la tenía en su casa como recuerdo de aquella tarde de 1877, cuando sudó la gota gorda en el coso de Málaga. Remato estas líneas, con el recuerdo de Pamado, de Ildefonso Sánchez Tabernero, toro negro, grande y corniveleto, jugado en Madrid en 1882. El burel hizo gala de gran ligereza y agilidad, saltó la barrera 14 veces y en el 555
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ruedo corría sin parar, con las dificultades de imaginar para su lidia. El matador en turno, también el mismísimo Lagartijo, no pudo dominarlo, escuchó los tres avisos, pero, de todas maneras, antes de que salieran los cabestros, le propinó un sablazo para evitar que se le fuera vivo para los corrales, el toro más acrobático que haya conocido la Fiesta Brava.
LXII 15-08-2019
Los toreros siempre han hecho gala de chispa e ingeniosidad, a pesar de que muchos, por los rigores de su niñez, no pudieron ni asomarse a las aulas. Muestra de esa chispa, nos la proporciona una vez que contrataron en Madrid a Rafael Gómez, El Gallo (y otros dos alternantes), para lidiar un encierro de Miura, con cara impresionante. Muchos aficionados dijeron que Rafael no se presentaría por la arboladura de los de Zahariche, pero el día anterior ya había llegado desde Sevilla y se acercó a la habitual tertulia taurina. Algunos se extrañaron de verlo, por lo que el Divino Calvo puso las cosas en su sitio al comentar: A mí no me asustan las divisas, al toro que viene derecho lo toreo a gusto, pero al que viene torcido no ando preguntando a qué ganadería pertenece para salir corriendo. Por cierto, el primero de los Gallo fue un banderillero de Lagartijo, llamado José Gómez, hermano de Fernando, casado con la gitana Gabriela Ortega, quienes tuvieron tres hijos, de los cuales Rafael y Joselito, destacaron como toreros. Cuenta la leyenda, que la Señora Gabriela había regalado a su hijo menor una medalla de la Virgen de la Esperanza, la cual siempre llevaba colgada del cuello, a pesar de estar abollada, pues Joselito la consideraba milagrosa, porque en ella había tropezado el pitón de un Saltillo, que le destrozó la pechera al entrar a matar, en una corrida de San Sebastián en 1913, año
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siguiente al de su Alternativa en Sevilla, a los diecisiete años, apadrinado por su hermano mayor. Uno de los clásicos ejemplos (y raros para la época) de toreros ilustrados, fue Don Luis Mazzantini, uno de los primeros en destacar no solamente en el ruedo sino en la vida y llegó a ser icono taurino, social y político. En una oportunidad en Bilbao, ya en el ocaso de su carrera en los ruedos, Don Luis extremó precauciones en su lidia y un espectador se lo reclamaba reiteradamente. La mortificación fue tal, que el matador lo encaró desde la arena y le preguntó: Qué es lo que usted quiere. La réplica no se hizo esperar: Que se arrime o que se vaya. Entonces, el torero haciendo gala de su buena educación le respondió: Pues ni me arrimo ni me voy ¿Puedo servirle en alguna otra cosa? Hay una anécdota que demuestra la importancia que tenían antaño los picadores. En cierta ocasión, Francisco Sevilla famoso varilarguero, verdadero ídolo en Barcelona, se había anunciado con mucha anticipación para actuar en una corrida benéfica pero, al llegar, la ciudad estaba en cuarentena por epidemia. No obstante, las autoridades sanitarias querían dejar pasar al piquero, pero no así a los otros viajeros de la diligencia. Francisco rechazó el ofrecimiento e indicó además que si no pasaban todos no se presentaría en el festejo. Tras urgente deliberación, la Junta de Sanidad aceptó el planteamiento, pues si Sevilla se caía del cartel, anunciado con bombos y platillos, los aficionados eran capaces de quemar las instalaciones. Por supuesto, en una emergencia epidémica es más importante no dejar salir que permitir la entrada y no es momento propicio para celebrar espectáculos de masas.
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Desde hace años, ha existido rivalidad taurina entre Madrid y Barcelona; muchas veces se dieron mayor número de corridas en la plaza catalana, entonces los madrileños esgrimían el argumento de la calidad de los festejos y la polémica se mantenía encendida. La Ciudad Condal ha tenido tres plazas de toros, la de la Barceloneta, inaugurada en 1834; Las Arenas de 1900, trasformada hace años en centro comercial; y la Monumental, inaugurada en 1914 para 8.000 personas, lo que resultó manifiestamente insuficiente en vista de la creciente afición, se remodeló para albergar 19.000 espectadores y se estrenó en 1916, con toros de Benjumea, para Joselito y dos alternantes. De esa época data la controvertida afirmación del famoso diestro sevillano, quien avivó la polémica al señalar: Malo es no cortar orejas, pero es peor cortarlas en Barcelona. La Monumental de la Capital de Cataluña, una de las grandes plazas de primera categoría de España, ha estado ligada a la torería venezolana, en particular a la Dinastía Girón. Allí César tomó su Alternativa en 1952 y en 1956 se escenificó la célebre Corrida de los Hermanos Girón, en donde el mayor cedió los trastos a sus hermanos Rafael y Curro, quienes actuaron mutuamente como testigos; el festejo adquirió notoriedad mundial y quedó para la posteridad en la portada de la famosa revista LIFE. Hoy día, la Monumental de Barcelona, está en receso (por decir lo menos), LIFE ha desaparecido, pero el recuerdo de los Girón sigue siendo imperecedero en el espíritu de los aficionados.
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LXIII 22-09-2019
Francisco Arjona Guillén, nació en Madrid, pero desde niño vivió en Sevilla, donde su padre, el banderillero Manuel Arjona, Costuras, regentaba el matadero, allí empezaron a llamarlo por el mote que lo haría famoso. Cúchares derrochaba gracia en sus faenas, triunfó como torero, se metió a ganadero y en cierta ocasión le dijo al Duque de Veragua: Ahora va usted a saber lo que es criar toros buenos. El noble, escéptico, le dijo: Desengáñate Curro, que las guitarras nunca las hacen los músicos. El tiempo dio la razón al Duque, pues la ganadería de Cúchares fue efímera, se la compró al Marqués de la Conquista en 1861, para tener que venderla dos años más tarde. Francisco fue contratado para torear en Cuba en 1868, a la sazón quizás el principal país taurino de América (hoy no tiene ningún coso), pero pereció en la isla víctima del vómito negro, como se conocía entonces la fiebre amarilla, cuando apenas rozaba el medio siglo. Por cierto, el Duque de Veragua es el que más toros célebres tiene en la lista del Primer Tomo de Cossío, conformada por 1427 bureles de 237 ganaderías. Estas estadísticas no dejan de ser interesantes, a pesar de tener más de siete décadas de antigüedad. Las ganaderías españolas con más de treinta toros célebres, empiezan con Aleas y Vicente Martínez, que tienen 31 cada una, luego sigue el Marqués de Saltillo con 43, Pérez de la Concha con 44, Miura con 66 y culminan con la de Veragua que tiene 83 toros célebres, como su propietario el famoso Duque descendiente de Colón.
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De América figuran en el listado solo seis ganaderías mexicanas: Atenco y Santín con un toro cada una; con dos ejemplares, San Diego de los Padres, Piedras Negras y La Laguna; y curiosamente con tres toros aparece Rafael Barbabosa, posiblemente la menos conocida. De las portuguesas, la primera es Palha con cuatro toros célebres, Pineiro y Netto Revello con dos y la ganadería de Gama con uno. Con mi apellido y siendo tovareño, a nadie puede extrañar que incluya en estos comentarios sobre ganaderías, al hierro cordobés de Don Florentino Sotomayor, que incorporó cinco toros a la lista de ejemplares célebres y al del Duque de Tovar de igual contribución, entre ellos Almejito, presentado en una corrida concurso de ganaderías en San Sebastián en 1928, siendo galardonado por su bravura con el Toro de Oro. Curiosamente, Víctor López, El Vito, dedica su interesante libro Fragua de Toreros, a los descendientes de Almejito, pero no he podido conocer la razón de tal dedicatoria. Los nombres más utilizados son Gitano, Baratero, Escribano y Jocinero. De los últimos, sin duda el más famoso, es el Miura que en 1862, mató a José Rodríguez, Pepete, de una cornada en el corazón, al hacerle un quite al picador Antonio Calderón, que había sufrido una caída de latiguillo. El toro había tomado 16 varas, propinado puntazo a un banderillero y achuchado a Cayetano Sanz, quien lo despachó de dos pinchazos y un par de volapiés. Pero uno de los ejemplares más representativo de la bravura de un toro de lidia, ha sido Jaquetón del Cura de Solís, jugado en Madrid en 1887. No tenía lámina espectacular, era cárdeno, chorreado, cornicorto y más bien escurrido de carnes, pero arremetió desde el principio contra las cabalgaduras
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y tomó nueve varas, siempre con brío y apretando, hasta que un caballo moribundo le di una coz en el testuz, lo conmocionó y empezó a convulsionar. El público, que había seguido con entusiasmo su pelea en el primer tercio, se opuso a que continuara la lidia, pidió su indulto, fue concedido, pero Jaquetón no pudo seguir a los cabestros y tuvo que ser apuntillado en el ruedo. Al toro lo habían masacrado en la pica, pero su bravura le impedía dejar de acometer, admirable pues el examen post mortem reveló que tenía un pulmón destrozado. Se dice que una caída es de latiguillo, cuando la violenta embestida del toro contra el caballo, da con el Picador en la arena y queda desprotegido alejado del equino; y un picador barrena cuando introduce la puya en el cuerpo del toro y revuelve la vara para hacerla penetrar todavía más, sin que inicie de nuevo la suerte.
LXIV 27-09-2019
El treinta de septiembre, se cumplen cuarenta años de la Alternativa de Nerio Ramírez, El Tovareño, recibida en Úbeda de manos de Francisco Ruiz Miguel, con toros del hierro salmantino de Sánchez Rico. Nerio es el primer torero en la historia de La Sultana del Mocotíes, en doctorarse en tauromaquia y lo hizo una ciudad joya del Renacimiento, desde 2003 Patrimonio de la Humanidad. El coleta del lar nativo, es también el primer tovareño en adquirir la borla en España y, para conmemorar las efemérides, el paisano Nilsón Guerrra Zambrano, periodista, historiógrafo y taurómaco, acaba de publicar un libro en
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cuyas amenas e interesantes páginas, nos relata la vida y avatares de nuestro coterráneo, por abrirse camino en el Arte de Cúchares. Sea propicia la oportunidad, para felicitar a Nerio por su Aniversario de Rubí en el escalafón mayor de la Fiesta Brava y enhorabuena también a Nilson, por el apropiado homenaje a una figura del terruño, que marcó rumbo e inició una dinastía torera cuya significación desborda las fronteras de la patria. A principios de 1816 nació en Gelves, cerca de Sevilla, Manuel Domínguez, de quien el maestro rondeño Pedro Romero exclamó al verlo torear: este muchacho no tiene desperdicio, consagrando así el apodo por el cual se conocería en la Fiesta Brava. Desperdicios, de espíritu aventurero, se vio envuelto en un oscuro caso de asesinato, pensó que lo mejor era huir de España y recaló en Montevideo, donde se dedicó a organizar festejos taurinos donde actuaba. Se presentó también en Brasil, en las corridas de 1840, con motivo de la coronación de Pedro II, allí conoció al dictador Rosas, quien prometió ayudarlo para montarlas en Argentina, lo que nunca se materializó, pero el torero terminó involucrándose en las revueltas intestinas del país, donde permaneció hasta que cayó el tirano en 1852 y entonces regresó a España, tras diecisiete años de ausencia, que lo habían convertido en un extraño en su propia tierra. Pero el temple de su ánimo nunca lo abandonó, como lo demuestra el percance del Puerto de Santa María en 1857. La cornada fue en la boca y de tal gravedad que le administraron los Santos Óleos, pero el mismo torero se taponó las heridas y las fosas nasales con papel de estraza, lo cual hizo exclamar al galeno, quien lo visitó al día siguiente, que estaba frente a un milagro. La tauromaquia de Desperdicios estuvo signada por la eficacia, a tal punto que una vez cuando se dirigía al toro con la muleta en la mano, se dio cuenta de que estaba cuadrado y sin darle ni siquiera un pase, le propinó tremendo espadazo recibiendo, lo que era demasiado abreviar incluso en
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aquellos tiempos. En otra ocasión, cuando toreaba con la muleta, el toro se aquerenció en la puerta de toriles y no hubo forma de sacarlo con la flámula, por lo que el torero buscó un capote de brega y logró arrancar el burel de las tablas. Desperdicios, de acusada personalidad y cuyo desempeño en el ruedo no era precisamente de corte artístico, fue capaz sin embargo de revivir el pase afarolado, el toreo de rodillas y ser de los primeros en citar no de frente sino de perfil, lo que junto a lo airoso y gallardo de su figura, impregnaba los pases de una particular vistosidad, todo lo cual le permitió trascender su propio tiempo en el mundo taurino. Uno de los percances espeluznantes que todavía se recuerda, a pesar que aconteció hace más de dos siglos, es el de Madrid en 1805, cuando Barbudo de la ganadería de José Gabriel Rodríguez, mató a José Delgado, Pepe Hillo, cuando ejecutaba la suerte suprema. El diestro le había suministrado media ración de acero, superficial y contraria, pero recibió una cornada con campaneo, que le ocasionó la muerte quince minutos después. El siniestro del torero más popular del momento, quedó registrado en un aguafuerte de Goya; pero Hillo, que a duras penas garabateaba su nombre, ya nos había legado una de las grandes obras de la tauromaquia mundial, al publicar en 1796, valiéndose de la pluma de su buen amigo y gran aficionado Don José de la Tixera, La Tauromaquia o el Arte de Torear. En Madrid de los años de los años cuarenta, se corrió un toro del Conde de Santa Coloma de legendaria bravura; no tenía mucho tamaño, tanto así que los veterinarios se opusieron a su lidia, pero por casualidad y contra su costumbre, en el reconocimiento se encontraba el ganadero, quien se opuso a que lo desecharan, amenazó con retirar todo el encierro y solo así pudo ser aprobado.
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Bravío, que así se llamaba el toro, tomó siete varas, con alegría, empujando el caballo hasta tablas y descabalgando al piquero, solo entonces, al no sentir la puya en los lomos, dejaba de apretar y aceptaba un capote. Su acometividad continuó a lo largo de la lidia, sus despojos dieron la vuelta al redondel a paso de mulillas, entre las aclamaciones del público y pasó a la historia como uno de los toros más bravos jamás lidiados en el coso madrileño.
LXV 13-10-2019
La
verdad es que el contundente aldabonazo de Jesús Enrique Colombo en la Catedral del Toreo, no puede pasar desapercibido, incluso por la evidente arbitrariedad cometida, que no es la primera vez que le acontece, pues fui testigo presencial cuando algo similar le sucedió durante su época de novillero. JEC confirmó en la cúspide del orbe taurino, sus facultades, entrega y carisma, que lo hacen temible rival en el ruedo y no se puede descartar que siga tropezando con injusticias en los Palcos, que contrariando el mayoritario sentir de tendidos y entendidos, pueden exudar una curiosa iniquidad. Los atropellos no son ajenos ni a la vida ni en los toros, pero deben servir de estímulo, pues la sabiduría popular nos recuerda que no hay mal que por bien no venga. Hace años que no circulaba con tanta intensidad la adrenalina por las venas de la afición venezolana. Gracias Colombito, nos sentimos orgullosos de tu valor, gallardía y pundonor, como insignia de nuestra torería. Existe la costumbre que cuando un subalterno coloca con brillantez las banderillas, su matador lo autoriza a saludar desde el tercio. Sin embargo, en
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nuestro país no suele practicarse mucho esa costumbre, justo reconocimiento a la destreza de un torero de plata. Habría que subsanar el asunto, tratando de herir lo menos posible la susceptibilidad del matador, que al ejecutarse un buen par, debiera ser el primero en invitar al subalterno a desmonterarse y agradecer los aplausos. A veces la falta de motivación, sobre todo con matadores que vienen de fuera, podría explicarse pues actúan con una cuadrilla local que apenas conoce o porque los acompaña un subalterno de confianza, que puede haber sido opacado por el del patio. Cabe preguntarse si ante la ovación del soberano, la indiferencia del matador y la ausencia de reglas sobre la materia, no podría el Presidente, máxima autoridad del festejo, corregir la injusticia y ordenar el saludo del banderillero o quizás, una vez finalizada la lidia del toro, se le pudiera hacer un reconocimiento por la megafonía interna de la plaza. Pero siempre es mejor prevenir y se pudiera hablar sobre el asunto con quien vaya a ser el Director de Lidia, para tratar de evitar que situaciones tan incómodas para todos lleguen a presentarse. La Tauromaquia es un arte y sus manifestaciones destacadas merecen premio, de allí la importancia que la autoridad del festejo tenga suficiente afición, conocimiento y sindéresis, pues a veces el librillo no basta y le toca suplir sus lagunas y enderezar entuertos. Tal es el caso que aconteció hace algún tiempo en la Monumental de Mérida; resulta que un rejoneador trataba de culminar su faena, pero falló con la hoja de peral, entonces echó pie a tierra, hizo rodar al toro de gran estocada y el Presidente decidió otorgarle una oreja. Algunos puristas dirán que no le correspondía, que es más fácil entrar a matar a un toro arreglado para rejones, pero cómo sería el espadazo para que
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el público reaccionara de manera tan contundente, que la Presidencia tuvo que otorgar un auricular a quien utilizó el estoque con tanto acierto y eficacia. Un buen amigo y taurino, me comentó que había visto hace poco por TV un película sobre la vida de El Fandi, que el propio diestro protagonizaba y se refirió en particular a un pasaje que demuestra la solidaridad que debiera prevalecer en el ánimo de los toreros. Al parecer, en un mano a mano entre Enrique Ponce y El Fandi, el primero había cortado dos orejas, pero Usía le negó al segundo el par de apéndices que merecía su faena y que la mayoría del público había solicitado con insistencia. Enrique, a quien le correspondía salir a hombros por la puerta grande se negó de plano, a menos que se rectificara y David cosechara también los honores que en justicia le correspondían. No sé cuál haya sido el desenlace, pero lo importante es el ejemplo que ofrece la actitud del gran torero y académico de Bellas Artes, pues gestos de esta naturaleza no están al alcance de todos los espíritus.
LXVI 28-10-2019
Todos
los aficionados conocen la figura de Juan Belmonte, pero menos se sabe que tuvo dos hermanos toreros a quienes les dio la Alternativa, a pesar de que inicialmente no fue muy partidario de que hubiesen más toreros en la familia. A Manuel le cedió los trastos en Alicante, el Día de La Candelaria de 1919; y a José lo doctoró en el Puerto de Santa María en 1925. Tanto Manolo como Pepe, tuvieron corto recorrido por los ruedos, pero destacaron en los negocios y, además, el primero, representaba los intereses de Juan en la empresa
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que manejaba la plaza de Sevilla, en sociedad con Eduardo Pagés y los Hermanos Gómez de Velasco. Juan siempre se preocupó por su familia y cuando, en 1912, le pagaron 80 pesetas por actuar en una novillada en Valencia, las envió íntegras para atender a sus hermanos. Estos honorarios contrastan con los de 1924, cuando fue contratado para torear siete corridas en el Perú, con motivo del Centenario de su Independencia, por la fabulosa suma de 500.000 pesetas. Hay una anécdota que algunos achacan a otro diestro, pero se cuenta que una vez preguntaron a Juan que era lo más difícil de hacer frente a un toro, a lo que el famoso Pasmo, que al parecer no había nacido en Triana, sino en la sevillana Calle de La Feria, contestó sin vacilar: Escupir, porque tienes la boca seca. Por cierto, también se conoce poco que existió un novillero venezolano llamado Luis Olivo, Belmonte de Caracas, que actuó en España un par de veces en 1917, pero no tuvo suerte ni en Las Arenas de Barcelona, ni en la plaza de Girona. Hacia 1933, en tierras aztecas, hubo otro novillero, Francisco Vásquez, que también usaba el pretencioso apodo de Belmonte Mexicano, pero tampoco tuvo mucha suerte, ni llegó nunca a atravesar el charco. Por lo que a España respecta, el primero en apodarse con el apellido de creciente fama, fue Juan Espinosa, Belmonte de Granada, en 1915, pero la suerte siempre le fue esquiva. El mismo año, apareció el novillero Luis Flores, Belmonte de Málaga, a quien se le conoce una sola presentación. A comienzos de los treinta, actuaba por los ruedos de Andalucía otro infortunado novillero llamado Rafael Fernández, Belmonte de Málaga, quien vino a torear en América y se topó con la muerte en el coso de Quito en 1942.
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Si tomamos en cuenta lo acontecido a estos toreros que, al inicio de sus carreras, se atrevieron a usar Belmonte como apodo y agregamos la forma que eligió Juan de encontrarse con su destino en 1962, pareciera que un mal fario rondara el apellido, el cual, en nuestros días, solo es recuerdo agradecido de la gloria imperecedera del padre del toreo moderno. Don Rafael Pérez de Guzmán El Bueno y Fernández de Córdoba, hijo de los Condes de Villamanrique del Tajo, de la más rancia nobleza española, fue el primer aristócrata que se hizo profesional del toreo a pie, oficio que para la época era considerado exclusivo de plebeyos. Debutó en Aranjuez en 1831 y actuó solo en seis temporadas, pues encontró la muerte en 1838, cuando viajaba de Sevilla a Madrid, la diligencia fue asaltada por bandoleros y Don Rafael, fiel a su temperamento, los enfrentó y pereció en la refriega. Viene al caso recordar, que a fines del siglo XVIII, nació en Ronda un diestro gitano que llegó a ser más famoso como bandido que como torero y se llamaba José Ulloa (a) Tragabuches. De adolescente fue alumno favorito en la escuela taurina de Pedro Romero, pero luego surgieron problemas entre el pupilo y su maestro, por lo cual migró a la que regentaba José Romero, quien quedó encantando de recibirlo, pues estaba en pugna con la de su hermano. Ulloa empezó a adquirir notoriedad y en 1814, fue contratado para tres corridas en Málaga, en el camino sufrió un percance que lo obligó a regresar y encontró en la casa a su pareja (La Nena, agraciada y popular bailaora) con su amante, un acólito de la parroquia, a quien Tragabuches degolló de un navajazo, a la mujer le destrozó el cráneo al lanzarla por una ventana y fue condenado a la horca. Pero Pepe había huido y buscado refugio en las serranías de la región, infestada de bandidos, se hizo miembro de una cuadrilla (de bandoleros) que asolaban la zona y adquirió fama por sus fechorías y barbaridades de toda
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índole. La pandilla se conocía como Los Siete de Écija, las autoridades le declararon la guerra y para 1817, habían capturado a casi todos, pero Tragabuches desapareció y nunca más se supo de su paradero. En Ronda, existe el único museo del mundo dedicado a los bandoleros, en el que ocupa lugar destacado José Ulloa; aunque, por supuesto, la atracción principal es su célebre Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería.
LXVII 11-11-2019
Dando un vistazo a algunas publicaciones españolas sobre toros de hace veinticinco años, me encontré con una ponencia para un Congreso Mundial, que trataba sobre La Cría del Toro de Lidia en el Trópico Cálido, de uno de nuestros más connotados aficionados y expertos en la materia: El Doctor Alberto Ramírez Avendaño. Con su venia, procedo a entresacar algunas informaciones de interés particular para los aficionados de nuestro país. En 1894, llegó a Caracas el primer toro español selecto: Generoso, de Don Eduardo Miura y quien lo trajo fue Diego Prieto, Cuatrodedos. Pero solo a partir de 1920, se empezó a cruzar vacas criollas con toros de ganaderías españolas como Veragua, Olea y Antonio Guerra; posteriormente, en la Hacienda La Providencia se empezó a hacerlo de manera más organizada, con ejemplares de Gamero Cívico y Campos Fuentes. Pero la cría especializada de toros de lidia en Venezuela, se inicia en 1933, al importar los Gómez Nuñez, 104 vacas y 10 sementales de la ganadería de los Hermanos Pallarés, de Cabra, municipio cordobés ubicado en el centro geográfico de Andalucía.
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En 1934, la presentación de Chicuelo en Maracay, frente al toro Carpintero de Antonio Pérez de San Fernando, creó nuevas expectativas e impuso la necesidad de importar encierros, inicialmente de España, luego de México y Colombia, lo que significó el advenimiento del toreo moderno en nuestro país. Por cierto, Cuatrodedos fue un torero sevillano de Coria del Rio, cuyo apodo se debió a la particular conformación de su mano derecha. No triunfó en España, pues lo tocó una época de grandes figuras, pero le fue mejor en América y toreó desde Montevideo hasta México, donde se residenció. A principios de los noventa, se retiró de los ruedos y se dedicó a negocios ligados con la Fiesta Brava. Diego Prieto, se había iniciado con mal pie en Madrid, al confirmar su alternativa en 1883, cuando Francisco Arjona Reyes, Currito, rompiendo la práctica establecida, se negó a cederle el primer toro. Pero lo más curioso, es que había sido el mismísimo matador, quien le había cedido los trastos en Sevilla el año anterior. Además, Currito era de la capital e hijo de un celebérrimo madrileño: Francisco Arjona Herrera, Cúchares. Cuando se indulta un toro, se presume que el ganadero lo va a dedicar semental. Sin embargo, existe una anécdota de Atanasio Fernández que indica lo contrario. A mediados de los cincuenta, participó en una corrida concurso en Salamanca y su toro fue indultado, pero el ganadero no se lo echó a sus vacas, sino que al poco tiempo lo vendió. Al preguntársele por qué lo hacía respondió: A mis sementales los escojo yo en mi casa y no el público en la plaza. A Don Ata, se le conocía como El Zorro de Campocerrado, nombre de su finca salmantina, que transformó en un auténtico laboratorio de alquimia taurina, hasta lograr un tipo de toro que destacaba por su nobleza y clase, con el cual triunfó en los principales ruedos de España.
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Su ganadería debutó con éxito en Las Ventas, cuando Diego Mazquiarán, Fortuna, le cortó las orejas a Gamito en 1934; y Palomo Linares le cercenó a Cigarrón en 1972, el ultimo rabo otorgado en la plaza, el cual no estuvo exento de polémica. Pues, no obstante la buena faena, de la gran estocada, a un burel que mereció la vuelta al ruedo, los puristas a ultranza consideraron que no lo merecía, porque había sido entrampillado, es decir que el toro lo había prendido e interceptado su salida de la suerte suprema. Hay una anécdota de Manolete, que resalta el pundonor de la gran figura del toreo. Resulta que habiendo triunfado en las principales plazas de España, se presentó en una no de mucho peso; la gente de su entorno le aconsejó prudencia y alguién le dijo: Recuerda Manuel que estamos en un pueblo.; El Monstruo replicó de inmediato: aquí también han pagado por verme torear. Manolete fue fiel a este principio hasta su final, el cual encontró en un coso de segunda categoría, al entrar a matar con tal despaciosidad que se produjo el percance mortal y el coso de Linares adquirió notoriedad mundial.
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Esta publicación del libro A Los Toros. N° 38. Año 2020 Edición Especial, se editó en formato digital, en agosto de 2020. comisiontaurinademerida@gmail.com Mérida - Venezuela
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