JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA MEXICANA EN LOS TOROS. SIGLOS XVI – XXI. 1
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA MEXICANA E N L O S TO R O S . SIGLOS XVI – XXI
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JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA MEXICANA EN LOS TOROS. SIGLOS XVI – XXI PRÓLOGO DE LUCÍA RIVADENEYRA EPÍLOGO DE ELIA DOMENZÁIN
MÉXICO, 1986 - 2013 5
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José Francisco Coello Ugalde. Reservados todos los derechos. 2013.
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Centro de Estudios Taurinos de México, A.C. 2013. Reservados todos los derechos. 2013.
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Fomento Cultural Tauromaquia Hispanoamericana, 2020 Reservados todos los derechos. 2020.
Reservados todos los derechos. Ilustración de la portada: “Nace para morir y al morir nace. IV” Autora: Rosa María Alfonseca Arredondo. Técnica: grabado / lámina (51 x 44 cm.) Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra -incluido el diseño tipográfico y de portada-, sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico, sin el consentimiento por escrito, tanto del autor como del editor.
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Porque creyeron y apostaron por este trabajo:
Rosa María Alfonseca Arredondo Elia Domenzáin Lucía Rivadeneyra
Muchas gracias ¡Va por ustedes!
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P R Ó L O G OO
Sobre la poesía mexicana en los toros siglos XVI al XXI. Existen personas que tienen la suerte de nacer en una familia que respeta y ama la tauromaquia. Yo soy una de ellas. Quizá por eso aprendí, a temprana edad, acerca de la coquetería entre la sombra y el sol; supe de la adrenalina que invade el cuerpo como lava; descubrí que la vida -sí, la vida- se refleja en el ruedo y viceversa. Y un día ya muy lejano, de manera inconsciente, tuve una certeza: en los toros y en todo aquello que los rodea, hay una poética. Los creadores lo han sabido siempre, y lo han demostrado en sus diversas manifestaciones artísticas porque han descubierto el instante que existe entre un capote y un asta, entre una mano firme y 400 o más kilos; es decir, entre dos cuerpos vivos y la muerte, lo cual es una metáfora de eros y tánatos. Por fortuna, gracias a esos creadores, la Fiesta Brava ha quedado detenida en un lienzo, en una película, en obras musicales, esculturas, foros diversos, plazas monumentales y en la literatura. Sin embargo, a veces, las obras están dispersas y es necesaria una mano y un corazón que las recolecte, para que los seguidores del tema tengan en qué detenerse cuando la duda acecha. José Francisco Coello Ugalde es un taurófilo que posee la facultad de descubrir o convencer a cualquiera de que ver los toros desde la barrera no sólo implica el rito de entregarse al tiempo de una lidia y al placer que da ser espectador apasionado, sino que hay espectadores –como él- que viven la fiesta con pasión, sí, pero también más allá del impacto de la emoción inmediata que se gesta en el ruedo; lo cual significa tener, también, una postura más reposada, más analítica y no por ello menos intensa. Es, entonces, cuando aparece la mezcla, el engranaje que permite gozar en diversas dimensiones. Quizá una de las características de la pasión es el alto nivel de obsesión que se genera en quien ama a alguien o a algo. En este caso, ese algo es una demostración de que los sentidos se pueden volcar sobre la arena... Y si la obsesión puede tener buenos momentos ésos se le dan a Coello Ugalde, porque la pasión tiene que ser obsesiva, y sólo alguien con un perfil tan definido como el suyo es capaz de hacer una revisión minuciosa de seis siglos de poesía mexicana para recibir al toro con referencias, con un amplio contexto, con juicios, con certezas, con entrega y provocar la lidia. Investigar sobre seis siglos de poesía es hacerle faena a seis astados peligrosos. No hay día ni hora en que el autor se aleje de lo que le atormenta, de lo que le seduce, de lo que le brinda placer: el toro y la investigación sobre él y todo lo que lo rodea. Tiene olfato diseñado para encontrar bibliotecas, hemerotecas, puestos de periódicos y revistas, librerías, amigos, faenas, acetatos... Aprehende el instante en Internet, radio, televisión, prensa, entrevistas... y no desfallece, no se cansa, no abandona, no se queja. Es el amante ideal. El lector descubrirá en La poesía mexicana en los toros, siglos XVI al XXI una investigación que da placer, porque en ella se combina el rigor del especialista apasionado con la pasión del aficionado auténtico. Sin pudor, el autor revela su interés y fidelidad por el tema, lo cual se le agradece en estos tiempos no sólo de cólera sino de necesidades por tener momentos gratificantes. Este material es un bálsamo ante la avalancha de agresiones y circunstancias por las que pasa la tauromaquia. La poesía da
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fe del arte que existe en algunos toreros, y los poetas dejaron la prueba por escrito. Buscarla, recolectarla, organizarla fueron actividades a las que se entregó Coello Ugalde. Desde el siglo XVI hombres y mujeres supieron que en el mundo de los toros había algo más que sangre. Por eso, los poetas voltearon sus ojos a la Fiesta Brava; desde Gonzalo de Berceo y Sor Juana Inés de la Cruz, a muchos anónimos y a otros conocidos o muy conocidos y reconocidos como Guillermo Prieto, Renato Leduc, José Gorostiza, Octavio Paz y Griselda Álvarez. La tarea de un historiador, amante de la poesía, como Coello Ugalde fue advertir la fusión de dos oficios en pos de la estética. El resultado es un trabajo que, con poemas localizados en antologías, tratados, ensayos, poemarios, revistas, entre otros múltiples materiales, llena una necesidad informativa de los amantes de ambas artes: la de Cúchares y la de la literatura. Además, con la metodología del investigador riguroso que es, ofrece una serie de ensayos en cada uno de los capítulos,1 respecto a diferentes toreros y sus circunstancias, por lo que da un contexto histórico en general de México y un contexto individual de los diestros, de cuándo surgieron, triunfaron y se alejaron del ruedo con resultados diversos; casos famosos e irrepetibles como el de Ponciano Díaz; asimismo, brinda los poemas que sobre el tema, y bajo variadas formas -corridos, sonetos, décimas, romances, etc.encontró. En consecuencia, al concluir cada apartado, el lector tendrá un panorama de algunas figuras del toreo, su tiempo y su paso por las plazas lo que hizo que una gran cantidad de nombres quedarán plasmados en poemas. Por otro lado, aunque pueden ser discutibles, son muy valiosos sus juicios sobre determinados matadores. Esto hace que se aprecie más su discurso argumentativo. De igual forma, en estos ensayos, es de admirar la meticulosidad para que no se le vaya ningún dato de ningún detalle, de ningún instante de ningún día, de ninguna tarde que tenga que ver con la Fiesta y la poesía. Agradezco al autor su generosidad al compartir el material que obtuvo en una búsqueda de muchos años y que compiló poco a poco, a su aire, con la certeza de que al brindarla al público lector el gozo sería grande y mutuo. También agradezco que, cotidianamente, comparta sus placeres poéticotaurinos en abundantes espacios; así, ante un caudal de información y de argumentación, las personas ajenas a este espectáculo pueden caer en la tentación y las que ya están involucradas enriquecerán sus conocimientos taurómacos. A mi sentimiento de gratitud, le sumo la distinción de invitarme a prologar un trabajo de estas dimensiones. Luego de leerlo y releerlo, descubrí que la mano y el corazón de José Francisco Coello Ugalde han conseguido que este libro rompa la cotidianidad de cualquiera que se acerque a sus páginas porque le hará recordar la necesidad de volver los ojos a la caricia que da el arte, cuando la vida parece disolverse; cuando se cree que el alimento de los sueños se acabó; cuando una plegaria brota de los labios ante la desesperación o cuando un ser humano y un toro provocan el silencio y luego el escándalo de miles, debido a que el rito, el misticismo y la pasión tienen momentos límite, de éxtasis. Eso lo han sabido siempre los poetas. Pedro Garfias tenía la certeza, y así lo escribió Torear como quien reza, que el toreo es oración.
Lucía Rivadeneyra Copilco, noviembre de 2004.
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Lucía Rivadeneyra se refiere a la edición integral de la obra. (Véase bibliografía).
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P R E S E N T A C I Ó NN
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Un tema como el de la poesía mexicana en los toros no había sido abordado desde su visión integral o antológica. De ahí que este motivo se sume a una información de intachable reminiscencia, colmada a su vez del mero y subjetivo emblema de elementos materiales tan insubstanciales como complejos dentro de una tradición, íntimamente relacionada con la historia de México, en esa otra historia paralela que es la de las corridas de toros, que llega a este 2007 con 481 años de recorrido. José María de Cossío, el gran erudito español, autor de la obra monumental de LOS TOROS,3 escribió y compiló un trabajo denominado LOS TOROS Y LA POESÍA.4 En él, no se contempla ninguna creación novohispana, del México independiente o del México moderno, lo que sí ocurre en otro de sus libros: LOS TOROS EN LA POESÍA CASTELLANA,5 donde sólo aparecen dos composiciones novohispanas.6 Por lo tanto, esta omisión general obliga a desarrollar un trabajo con características similares, con la única diferencia de que el contexto sea totalmente de origen mexicano, debido a que se cuenta con elementos de verdad fascinantes, surgidos de esa maravillosa creación literaria. Acontece siempre, que en un trabajo de estas magnitudes, quedan ignorados datos considerables, los cuales existen en documentos sumamente curiosos que, por su condición han desaparecido en diversas y misteriosas circunstancias, o se hallan en el peor de los olvidos. Mi intención ha sido rescatar el mayor número de evidencias que, en un acomodo cronológico y una selección rigurosa, den como resultado un trabajo rico en valores. La consecuencia es esta APORTACIÓN HISTÓRICO TAURINA, cuyo propósito fundamental, cuando fue creada dicha serie en 1985, era y sigue siendo la de exhumar y rescatar documentos publicados en diversas épocas (en su caso, y si así conviene, con su respectiva reproducción facsimilar) en medio de una acuciosa anotación, que termine siendo el sustento crítico que la enriquece.
Hace poco más de 15 años –del domingo 9 de marzo de 1986, al domingo 22 de marzo de 1987-, inicié un trabajo que pudo publicarse en 55 entregas en el desaparecido semanario El Redondel, el periódico de los domingos, mismo que pretendía abarcar el género de la "poesía mexicana en los toros", del siglo XVI al XX. Sólo fue posible llegar hasta 1887, año en que la fiesta de los toros en nuestro país tomó nuevos derroteros. Suspendida la edición de El Redondel, y hasta nuestros días, esta obra se mantuvo sujeta al reposo, por un lado. Pero por otro, también hubo necesidad de continuar con la acumulación de datos que la enriquecieran y le dieran una dimensión cualitativa y cuantitativa también, con objeto de ponerla al día y en condiciones para una posible edición. De ahí que desde agosto de 2002, me haya propuesto reelaborar de aquel viejo trabajo ese avance significativo, agregándole nuevos y curiosos datos para llegar hasta las evidencias más recientes de este siglo XXI que se ha puesto en marcha. 3 José María de Cossío: Los toros. Tratado técnico e histórico. Madrid, Espasa-Calpe, S.A. 1974-1997. 12 v. 4 Op. Cit., vol. 2, p. 243-406. 5 José María de Cossío: Los toros en la poesía castellana. Argentina, Espasa-Calpe, 1947. 2v. 6 Op. Cit., t. II., p. 83-87. Juan Ruiz de Alarcón, último cuarto del siglo XVI. Biblioteca de AA.EE. Comedias de J. R. de Alarcón: Todo es ventura, acto III, y p. 181: Sor Juana Inés de la Cruz. Segundo tomo de las obras..., Barcelona, 1693. 2
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Parece lógico iniciar estos apuntes con las primeras composiciones poéticas elaboradas a propósito de las representaciones -más caballerescas que taurinas- habidas en el México novohispano, que luego, con el paso de los años, y con la llegada de nuevas ideas y conceptos, se dieron los cambios al toreo de a pie, mismo que evolucionó durante todo el siglo XIX, y se enriqueció a partir de 1887, con la llegada de un importante grupo de toreros hispanos, quienes provocaron un vuelco representativo que originó la presencia de por vida del toreo de a pie, a la usanza española, en versión moderna. De entonces a este tiempo, la tauromaquia en nuestro país se ha consolidado. Ante nuestros ojos se presentan una serie notable de trabajos de la misma índole, ya como antologías,7 donde ha quedado reconocida entre otras la presencia de Octavio Paz. De la misma manera, existen otros trabajos que, a lo largo de este, irán siendo citados, escogiendo lo que a mi juicio no sólo es la poesía mayor. También es preciso incluir la reproducción de algunos versos menores, o de extracción eminentemente popular. Tal es el caso de corridos y canciones, logrados por diversos creadores que no siempre se encuentran a la altura de aquellos célebres autores de la literatura que aquí queda considerada como "universal". Por lo tanto, siguiendo el modelo establecido por Cossío, se recogerán todos aquellos ejemplos que han dejado diversos autores a lo largo de más de cuatro siglos y medio, sin más anotación que la conveniente, indicando en su caso, el o los años de producción de la o las obras para no entorpecer el propósito original, y llegar así a buen término. Pocos poetas merecieron el reposo del análisis, y creo que la dimensión de la obra así lo exige. Sin embargo, aparecen algunos casos, como los de Sor Juana, Octavio Paz o José Alameda. Pero esta antología, debo confesarlo, no logra los alcances que, por ejemplo Luis Mario Schneider consigue en otra antología poética: la de Los Contemporáneos.8 O el inalcanzable texto, por meritorio y genial de José Gorostiza con el que, en buena medida explica su Muerte sin fin. Espero que esta grave como tan grande omisión sea salvada por la comprensión de lectores y críticos, puesto que el propósito de la presente obra fue reunir todo aquel material con la sustancia poética como referente fundamental. Por último, quiero agradecer a Lucía Rivadeneyra y Elia Domenzáin sus comentarios, recomendaciones, pero sobre todo sus valiosos textos que enmarcan esta obra. A Rosa María Alfonseca Arredondo y Rossana Fautsch Fernández que aceptaron ilustrar con trazo sensible, inspiradas por los múltiples versos aquí reunidos. A Fumiko Nobuoka Nawa y Miguel Ángel Llamas, por su trabajo fotográfico con aires de renovación aportado a esta aventura editorial.9 Cada uno, desde su muy particular expresión, comenta, apunta o ilustra de tal forma, que, al ver el libro convertido en el fruto de los deseos de cualquier autor, puede advertirse el equilibrio que se consigue al combinar todas esas expresiones que, al ponerlas en manos del lector, pretende una placentera lectura, un gozoso paseo por los caminos del arte...
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Mariano Roldán: Poesía universal del toro (2500 a. C.-1990). Madrid, Espasa-Calpe, 1990, 2 V. (La Tauromaquia, 30 - 31). 8 Homenaje nacional. Los Contemporáneos. Antología poética. Introducción, selección de notas de Luis Mario Schneider. México, Instituto Nacional de Bellas Artes, CULTURASEP, 1982. 167 p. Ils., fots. 9 Tal agradecimiento se corresponde a la primera edición que el autor realizó en 2006, y cuyo tiraje fue de 20 ejemplares.
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Merece lugar especial en esta relación de agradecimientos, la valiosa intervención de Jorge F. Hernández, cuyas gestiones para convencer a tirios y troyanos ha sido incalculable. Esta empresa no podría quedar enteramente rematada si antes no se acude a una serie de explicaciones –o mejor dicho, exploraciones- alrededor del significado que en sí misma tiene la poesía en cuanto tal. Considero que dos buenos argumentos son los que pueden encontrarse en las obras de Octavio Paz10 y José Gorostiza.11 Avanzada la lectura de El arco y la lira, Paz afirma que “El poeta no quiere decir: dice. Oraciones y frases son medios. La imagen no es medio, sustentada en sí misma, ella es su sentido. En ella acaba y en ella empieza. El sentido del poema es el poema mismo”.12 Y luego Gorostiza complementa la siempre pretendida explicación que todo creador en este sentido propone, aunque no siempre bajo el espíritu romántico de Bequer cuando a pregunta expresa de una su admiradora “¿Qué es la poesía?”, la vaga respuesta que escuchó fue “la poesía, eres tú”, vaga respuesta que también va a contrapelo de reconocida obra de Rosario Castellanos y su “Poesía no eres tú”. Pero no. Aquí de lo que se trata es ingresar al complejo terreno donde pueden tejerse sólidas redes infinitas en prueba de este difícil, pero a la vez sencillo y misterioso quehacer. Por eso, José Gorostiza apunta que: “Para el poeta, la poesía existe por su sola virtud y está ahí, en todas partes, al alcance de todas las miradas que la quieran ver”. Es más: “La substancia poética, según esta mi fantasía, que derivo tal vez de nociones teológicas aprendidas en la temprana juventud, sería omnipresente, y podría encontrarse en cualquier rincón del tiempo y del espacio, porque se halla más bien oculto que manifiesta en el objeto que habita. La reconocemos por la emoción singular que su descubrimiento produce y que señala, como en el encuentro de Orestes y Electra, la conjunción de poeta y poesía”. Precisamente, al buscarle explicaciones al complejo, y asimismo sencillo espacio de la poesía, es necesario acudir a metáforas, a esa construcción de castillos en el aire que todo y nada dicen al mismo tiempo. En ese sentido, quienes profesamos la afición a los toros, solemos acudir con frecuencia al viejo verso de Lope de Vega revestido por el diestro sevillano Pepe Luis Vázquez en estos términos: “El toreo, es algo que se aposenta en el aire, y luego desaparece”. De ahí que sea el propio creador de Muerte sin fin quien nos diga que “la poesía, al penetrar en la palabra, la descompone, la abre como un capullo a todos los matices de la significación. Bajo el conjuro poético la palabra se transparenta y deja entrever, más allá de sus paredes así adelgazadas, ya no lo que dice, sino lo que calla”. Y es por medio del propio Gorostiza quien llega al centro de toda esta atención, rebasando el límite finito, cuando afirma: “La poesía, para mí, es una investigación de ciertas esencias –el amor, la vida, la muerte, Dios- que se produce en un esfuerzo por quebrantar el lenguaje de tal manera que, haciéndolo más transparente, se pueda ver a 10
Octavio Paz: El arco y la lira. El poema, la revelación poética, poesía e historia. México, décimo tercera reimpresión. México, Fondo de Cultura Económica, 2003. 305 p. (Sección de lengua y estudios literarios). 11 José Gorostiza: Muerte sin fin y otros poemas. México, Fondo de Cultura Económica-Cultura SEP, 1983. 149 p. (Lecturas mexicanas, 13). 12 Paz: El arco..., op. Cit., p. 110.
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través de él dentro de esas esencias...” Pero eso no es todo. “La poesía es una especulación, un juego de espejos, en el que las palabras, puestas unas frente a otras, se reflejan unas en otras hasta lo infinito y se recomponen en un mundo de puras imágenes donde el poeta se adueña de los poderes escondidos del hombre y establece contacto con aquel o aquello que está más allá”.13 Y mientras Gorostiza apunta que “si la poesía no fuese un arte sui generis y hubiese necesidad de establecer su parentesco respecto de otras disciplinas, yo me atrevería a decir aún (en estos tiempos) que la poesía es música y, de un modo más preciso, canto”, Octavio Paz apuntala este dicho bajo la siguiente afirmación acudiendo a una explicación más, la que proporciona Rubén Darío cuando dice: “Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo, y no hallo sino la palabra que huye... y el cuello del gran cisne blanco que me interroga”. Paz, extendiéndose en esa búsqueda por el más allá de la poesía insiste que “La “celeste unidad” del universo está en el ritmo. En el caracol marino el poeta oye un profundo oleaje y un misterioso viento: el caracol la forma tiene de un corazón. El método de asociación poética de los “modernistas”, a veces verdadera manía, es la sinestesia. Correspondencias entre música y colores, ritmo e ideas, mundo de sensaciones que riman con realidades invisibles. En el centro, la mujer: la rosa sexual (que) al entreabrirse conmueve todo lo que existe. Oír el ritmo de la creación –pero asimismo verlo, y palparlo- para construir un puente entre el mundo, los sentidos y el alma: misión del poeta”.14 Gorostiza, al quite: “El poeta no ha de proceder como el operario que, junto con otros mil, explota una misma cantera. Ha de sentirse el único, en un mundo desierto, a quien se concedió por vez primera la dicha de dar nombres a todas las cosas. Debe estar seguro de poseer un mensaje que sólo él sabrá traducir, en el momento preciso, a la palabra justa e imperecedera... Nadie sino el Ser Único más allá de nosotros, a quien no conocemos, podría sostener en el aire, por pocos segundos, el perfume de una violeta. El poeta puede –a semejanza suya- sostener por un instante mínimo el milagro de la poesía. Entre todos los hombres, él es uno de los pocos elegidos a quien se puede llamar con justicia un hombre de Dios”.15 Todos esos “hombres de Dios” convocados aquí, en tanto creadores, como congregación colectiva por un lado, y secular por el otro; que pretende aproximaciones sobre el mensaje en torno al toreo mexicano, se unen para decirnos a coro, resumido por Octavio Paz como sigue: “Agudos, graves, esdrújulos, sobresdrújulos –golpes sobre el cuerno del tambor, palmas, ayes, clarines”- la poesía de lengua española es jarana y danza fúnebre, baile erótico y vuelo místico. Casi todos nuestros poemas, sin excluir a los místicos, se pueden cantar y bailar, como dicen que bailaban los suyos los filósofos presocráticos”. 16 El necesario ajuste, la precisa selección entre más de 850 muestras, son el resultado ahora de este nuevo volumen, convertido en la “antología de la antología”, luego de elegir como aquellas otras obras del mismo carácter, los 110 mejores poemas que, a mi juicio deben aparecer en tan preciada edición que hoy, amable lector tienes como consecuencia, una vez más, del generoso y hospitalario gesto que me ofrece la (…),
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Gorostiza: Muerte..., op. Cit., p. 8-11. Paz: El arco..., ibidem., p. 93. 15 Gorostiza, Muerte..., ibidem., p. 24-25. 16 Paz, El arco..., ibid., p. 89. 14
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quienes han tenido para con mi trabajo la distinción de considerarlo entre su múltiple gama de publicaciones. Esta es pues, la esencia y también la empresa de amplias dimensiones con la que pretendo poner al alcance de los lectores y aficionados –en su edición preparada para esta antología- el rico material de un tema que seguramente resultará curioso e interesante, y que por sus características se reúne por primera vez en nuestro país. Esta obra es resultado de los compromisos establecidos por el
M. en H. José Francisco Coello Ugalde. Director del Centro de Estudios Taurinos de México, A.C. México, Ciudad, octubre de 2012.
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SSIGLO XVI I
1566 LUIS DE SANDOVAL Y ZAPATA ¡Ay, Ávilas desdichados! ¡Ay, Ávilas desdichados! ¿Quién os vio en la pompa excelsa de tanta luz de diamantes, de tanto esplendor de perlas, ya gobernando el bridón, ya con ley de la rienda, con el impulso del freno dando ley en la palestra al más generoso bruto, y ya en las públicas fiestas a los soplos del clarín, que sonora vida alienta, blandiendo el fresno o la caña y en escaramuzas diestras corriendo en vivientes rayos, volando en aladas flechas. Y ya en un lóbrego brete tristes os miráis, depuesta la grandeza generosa. 1585 LUIS DE GÓNGORA y ARGOTE ROMANCE XX Escuchadme un rato atentos, cudiciosos noveleros, pagadme de estas verdades los portes en el silencio. Del Nuevo Mundo os diré las cosas que me escribieron en las zabras, que allegaron cuatro amigos chichumecos. Dicen que es allá la tierra lo que por acá es el suelo, muy abundante de minas
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porque lo es de conejos. Que andaban los naturales desnudos por los desiertos, pero que ya andan vestidos, si no es el que se anda en cueros. Que comían carne cruda, pero que ya en este tiempo la cuecen y asan todos, si no es el mujeriego. Que no hay zorras en ayunas y que hay monas en bebiendo y que hay micos que preguntan: “¿Véseme el rabo de lejos?” Que hay unos gamos abades y unos bien casados ciervos según picos de bonetes y garcetas de sombreros. Que hay unos fieros leones, digo fieros, por sus fieros; que son leones de piedra desatados en sus hechos. Que hay unas hermosas grullas, que darán por vos el sueño si les ocupáis las manos con un diamante de precio. Que hay también unas cigüeñas que anidan en monasterios, largas por eso de pico y de honrar torres de viento. Que hay unas bellas picazas vestidas de blanco y negro cuya música es palabra y cuyo manjar es necios. Que hay unas gatas que logran lo mejor de sus eneros con gatos de refitorios y con gatos de dinero. Que hay unas tigres que dan con manos de vara, y menos, tal bofetón a una bolsa, que escupe las muelas luego.
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Que andan unos avestruces que saben digerir hierros de hijas y de mujeres: ¡Oh, qué estómagos tan buenos! Que hay unas vides que abrazan unos ricos olmos viejos porque sustentan sus ramas sus cudiciosos sarmientos. Que hay en aquellas dehesas un toro... Mas luego vuelvo, y quédese mi palabra empeñada en el silencio.
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SSIGLO XVII I
1604 BERNARDO DE BALBUENA GRANDEZA MEXICANA. Caballos, calles, trato, cumplimiento… Del monte Osa los centauros fieros, que en confuso escuadrón rompen sus llanos, de carrera veloz y pies ligeros; (...) podrán contrahacer la gallardía, brío, ferocidad, coraje y gala de México y su gran caballería. Que así en estas grandezas se señala: casas, calles, caballos, caballeros, que el mundo junto en ellas no le iguala. Los caballos lozanos, bravos, fieros; soberbias casas, calles suntuosas; jinetes mil en mano y pies ligeros. Ricos jaeces de libreas costosas de aljófar, perlas, oro y pedrería, son en sus plazas ordinarias cosas. (...) en México al primer lugar subiera, aunque para alcanzarlo le ayudaran las espuelas del tiempo y su carrera: que los que dellos más gallardearan, al huello de su plaza en brío y arte el cuello altivo y la cerviz bajaran. (. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .) Regalos, ocasiones de contento. (...) Recreaciones de gusto en que ocuparse, de fiestas y regalos mil maneras para engañar cuidados y engañarse; conversaciones, juegos, burlas, veras, convites, golosinas infinitas, huertas, jardines, cazas, bosques, fieras;
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aparatos, grandezas exquisitas, juntas, saraos, conciertos agradables, músicas, pasatiempos y visitas; regocijos, holguras saludables, carreras, rúas, bizarrías, paseos, amigos, en el gusto y trato afable; galas, libreas, broches, camafeos, jaeces, telas, sedas y brocados, pinte el antojo, pidan sus deseos. (...) fiestas, regalos, pasatiempos, gustos, contento, recreación, gozo, alegría, sosiego, paz, quietud de ánimos justos, hermosura, altiveces, gallardía, nobleza, discreción, primor, aseo, virtud, lealtad, riquezas, hidalguía, y cuanto la codicia y el deseo añadir pueden y alcanzar el arte, aquí se hallará, y aquí lo veo, y aquí como en su esfera tiene parte. 1630 JUAN RUIZ DE ALARCÓN Los toros en Alcalá. El sol hermoso en movimiento leve la tercera parte comenzaba al día, y presurosa la alterada plebe Confusamente alegre concurría según que toda se baraja y mueve, juzgarás que la plaza se movía, Compitiendo el bullicio y el ruido en divertir la vista y el oído, cuando ligero toro, que no olvida en Henares los pastos de Jarama carbón del cuerno al pie, porque despida humo al aliento si la vista llama; Alta cerviz, cerdosa y recogida, sale furioso y vengativo brama y a un mancebo que ve, ciego arremete de la cola erizado hasta el copete.
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Hurtóse al golpe el joven con destreza y aunque volver quisiera el toro airado obedece a su misma ligereza. Y contra si se mueve arrebatado, hasta que –de encontrar con la cabeza en un mármol- cayó desatinado, donde probó el tumulto embravecido, cuánto corta la espalda en un rendido. El segundo salió, cuya belleza al robador de Europa dio recelo, que lo excede en blancura; en ligereza al toro vence que da signo al cielo: Tres manchas en el anca, hombro y cabeza, negros lunares son del blanco velo, y de color bermejo rodeadas espesas nubes de Titán bordadas. En breve rato, en una y otra vuelta el término cercano discurría, dando a la mal segura turba, envuelta en temor y alboroto, la alegría; cuando un impulso de intención resuelta la fiera en curso arrebatado guía s la fuente que está dando a la plebe contra el toro y la sed, andamio y nieve. Arrojóse veloz y saltó dentro tras uno que seguro lo llamaba; a tres o cuatro arrebató de encuentro el ímpetu violento que llevaba; todos visitan con el golpe el centro, y el toro entre ellos sólo procuraba salir, y el agua –de su humor teñidasepulcro de coral hizo a su vida. En esto comenzó súbitamente una cuestión de fieras cuchilladas, y –amontonado el pueblo diligentebrillan al sol desnudas mil espadas: Crece el marcial ardor, y de la gente dos escuadras se forman encontradas: Ésta apellida al natural Henares, aquélla al forastero Manzanares. Sueltan un toro –medio ya postrero, contra la lucha y cólera encendida-; era barroso y grande, aunque ligero, corto de cuello y cuernos, escondida en un cerdoso remolino fiero
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la frente, abierta la nariz hendida, negro de extremos, y de hocico romo, de negra cinta dividido el lomo. Tello, airoso, galán, gentil mancebo, al mismo tiempo entró por la otra parte -confianza al Amor, envidia a Febo, amor a Venus y temor a Marte-; pardo el vestido, mas con modo nuevo de diamantes tal copia le reparte, que un diamante juzgaras el vestido y que estaba de pardo guarnecido. Va en un rucio andaluz, pisador, bello, de grande cuerpo en proporción formado, al ancho pecho igual el corto cuello, de alta corva cerviz hermoseado; riza la crin, la cola y el cabello, el breve rostro alegre y sosegado, anchas las ancas, de barriga lleno, presto a la espuela y obediente al freno. Y parece que el toro, de ofendido de que el pueblo por él lo desampara, para envidioso y entra embravecido al experto caballo cara a cara; mas Tello, reportado y prevenido así el rejón a la cerviz prepara, que se encontraron en la misma herida a entrar el hierro y a salir la vida. 1640 MARÍA DE ESTRADA MEDINILLA Relación... a una religiosa monja prima suya. (. . . . . . . . . .) En tan célebre día, fuera civilidad, o cobardía que quedara figura de la más vestal Ninfa la clausura: Y si tal entendieras, presumo que aún tu misma la rompieras, pues con esto apercibo el hipérbole más ponderativo y aunque el verlas te inquiete, mayores fiestas México promete: Máscaras, toros, cañas, que puedan celebrarse en las Españas; esto es en suma prima
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lo que pasó, si poco te lo intima mi pluma, o mi cuidado mal erudito pero bien guiado. Persona, que a mi Musa el temor justo del errar la exenta. LAVS DEO 1666-1667 DIEGO DE RIVERA Funerales Pompas de D. Felipe IV y plausible aclamación de D. Carlos II LA JURA DE CARLOS II ...Los Caballeros galantes pudieron de su tesoro, a la Arabia prestar oro y dar al Ceilán diamantes; y aun por eso los brillantes rayos el Sol ocultaba, y si en nubes se embozaba es porque llegó a advertir que era imposible lucir donde tanto Sol estaba... ...Galante el Corregidor con su generoso pecho, llevaba al lado derecho al noble Correo Mayor. ¡Oh, quién tuviera primor para decir lo costoso, lo amante, lo generoso con que echó el reto a lucir! Mas algo habré de decir, aunque se muestre quejoso. El vestido –amusco y platabordó el arte con primor, por ser el mejor color que de aclamaciones trata; el sombrero era pirata que, en plumas volando al Cielo, no sólo al Sol sin recelo le usurpó las luces bellas, pero a todas las Estrellas en diamantes trujo al suelo. El penacho parecía nieve escarchada, que en tropa
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se recogía en la copa que el sombrero le ofrecía: Cándida nube escondía a Don Francisco, y dudaba México lo que miraba, apostando, sin que asombre, que era imposible ser hombre quien por las nubes andaba. Al bruto, sólo un pincel pudiera bien retratalle, y Naturaleza dalle de terciopelo la piel; y según lo negro de él, lo airoso, lo bien trazado, lo dócil y lo alindado, puedo decir sin recelo que era –siendo terciopeloun terciopelo labrado. Tocado de blancas plumas sustenta sobre la crín, que iba a tener su fin al suelo en nevadas sumas; las cristalinas espumas esparcía el Bruto ufano, porque quiso, cortesano, repartir la plata al viento, y para el repartimiento se valía de pie y mano. Y aunque el curioso me tache, he de asegurar por cierto que de ojo le hubiera muerto si él no fuera un azabache; y así, es razón se despache sentencia para emplumallo, y el rigor de sentenciallo le disculpará cualquiera, porque a todas luces era un hechicero el Caballo... Apeóse el Correo Mayor, y al ir la grada a subir le fue amante a recibir de México aquella flor que, de la sangre mejor de Velasco y de Castilla con tantos créditos billa en el Conde de Santiago, que no podrá el tiempo estrago hacer a su maravilla.
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La real Insignia arboló Mancera, con pecho ufano, y por todo el aire vano airoso la tremoló, y en razones promulgó que a la augusta y Regia Silla todo México se humilla, y alza con amor profundo pendón por Carlos Segundo, Rey de León y Castilla... ...y si a domellar un Bruto se ponía en la carrera, ninguno como Filipo le supo tener la rienda; (. . . . . . . . . .) 1677 IGNACIO SANTA CRUZ ALDANA Reales fiestas en la exaltación de D. Carlos II. Va de romance de chanza, que en asunto tan festivo es burla escribir de veras (fuera de burla lo digo). Aquí con nuestro Anastasio los que al Helicón subimos a caza de gangas siempre, valerosos Gongorinos! Con quien me entiende, me entiendo, que esta vez Pantaleonizo, poeta de buen humor, no colérico, sanguíneo...; ...Y tú, cristal de Hipocrene, espejo en quien yo me miro, haz que en mi abono el Pegaso dé el poético relincho. al Parnaso, pues, me acojo, y a la escuela de Apolillo, o a la amiga con las Nueve ponerme quiero a pupilo. Erase, pues, que se era de Noviembre a veinticinco una noche y estos versos, ella helada y ellos fríos, cuando solamente un tlaco de Luna (que es cuarto Indio) el hemisferio alumbrada, que estaba de luz mendigo.
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Tan escura noche era, que –temiendo dar de hocicosaun los Planetas errantes andaban con gomecillos; si no es ya que a sueño suelto, en sus casas recogidos, en su Apogeo roncaba cada cuál en su Epiciclo. La boca de lobo, calle con esta noche su pico, y de obscuridad el culto no diga: este verso es mío. De aquéllas que ni las manos se ven (como alguno dijo), en que no paros somontes eran los gatos, más tintos. Claro está que con mil hachas se ha esta noche esclarecido: ¿No está claro, cuando por contarlas me despabilo? Empiezo, pues, mi máscara (perdóneme el libro quinto) y mi más amada empiezo, (que soy poeta muy fino); en que la gran providencia del que es más sabio que Ovidio de más cara en más barata el metamorfosis hizo. Aquí de las Aganipe vuelvo a implorar el auxilio que me azoga asunto tanto a ley de engrasado indigno. El que a la Real imagen virrey retrata tan vivo, que es su segunda persona, así como te lo pinto; de cuyo feliz gobierno -segundo Atlante que admirode este nuevo mundo los dos Polos están asidos; Fénix raro en cuya pluma renace la de Augustino, ribera en quien yo me hallo del gran Teseo el asilo; juez tan justo, y tan atento a este proceso infinito, que en costas ha condenado tan solamente al velillo, que toda viviente salga con su negro vestidico ordena, excusando gastos; bien haya, amén, tal arbitrio.
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.......... No hay hombre cuerdo a caballo, dice aquel adagio antiguo; y todos aquesta noche son locos de buen juicio. Los Cristianos caballeros, ya los borrenes proscritos, los fustes bridones truecan por los jinetes Moriscos. Precisándose van de airosos, y –poco desvanecidosno los aplausos les hacen el que pierdan los estribos. Los caballos generosos, ni andaluces ni castizos, son del Betis hijos-de-algo: Porque del aire son hijos. alazanes y zebrunos, rucios, rodados, morcillos, grullos, cabezas de moro, canelas, bayos, mohínos, aceiteros, naranjados, castaños, zainos, tordillos, sahonados, azulejos, overos y remolinos. Nombres son de albeitería (vea, quien quisiere, los libros, que Calvo y Reyna no erraron aunque herrar era su oficio). Los jinetes, pues, bizarros, a los caballos ariscos no son lerdos en picarlos, que matándolos van vivos. Pasaron de dos en dos estos Géminis crecidos, Cástor y Pólux adultos (que éste no es juego de niños). Como atendidos se ven de su Apolo Ciparisos, camparon alegres hoy hechos de oro pinitos. Tiernos escuchan el eco, y hoy –que se oyen aplaudidos de más de una Ninfa- son enamorados Narcisos. A fuer de su sangre ilustres parecen a los jacintos, y a los Adonis hermosos a fuer del duro colmillo. (¡A culto me meto! Fuera del obscuro Laberinto me salgo: quédese sólo
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el fiero Tauro de Minos.) Digo, pues, de los Montados lo bizarro y lo jarifo, lo donairoso y galán, por cierto muy buen aliño! Piernas hacen de jinetes, a sus botas atenidos, de ámbar precioso adobadas, (yo me atengo a las de vino). Cada cual a su rocín las espuelas prende altivo cual si fueran alfileres, (tan bien tocados los miro). Cuatro colores les da hoy el Príncipe propicio con providencia, por que no vayan descoloridos: Del mismo Cielo el azul, y lo blanco del armiño, lo anteado, y lo encarnado, porque les venga nacido. De las libreras costosas que en la Máscara han salido, como mal Sastri-Poeta no acierto a coger el hilo; que es antigua vanidad de nuestro Español capricho, que quien es su dueño diga de los pajes el vestido. No el oro rico de Arabia, ni la púrpura de Tyro, ni de Ceilán el rubí, ni la esmeralda de Quito, echó menos el deseo; que lo más preciso y rico entre los demás crïados aquesta noche ha servido... 1677 ALONSO RAMÍREZ DE VARGAS Romance de los Rejoneadores. Llegó el esperado día de aquel planeta ligero, que con la lira y las plumas azota y halaga el cierzo, Cuando (al despeñarse el Sol -faetón menos indiscreto, Eridano más glorioso-
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hacia el húmedo reïno) Salió (como siempre) el Conde, y con novedad, supuesto que salir como ninguno era lucir como él mesmo, en una viviente nube, que preñada de su aliento relámpagos fulminaba en pies, en menos y en cuello; Obediente al grave impulso, templaba los ardimientos y en sus mismas inquietudes iba buscando el sosiego Con el natural instinto; sintiendo el garboso imperio, (aun bulliciosa) aprendía la gravedad de su dueño. La copia de los lacayos mendigo al número hicieron y a cuantas fecundas minas metales conciben tersos. Entró a despejar la plaza; pero fue un ocioso intento, pues cuanto iba despejando embarazaban sus siervos. Y llevándose de todos los ojos y los afectos en sus atenciones propias, quedaban con vista y ciegos. Salióse, quedando el circo tan regado y tan compuesto, que juró obediente el polvo, desde allí, de ser aseo. La Palestra quedó sola, donde entraron al momento dos Garzones tan bizarros en la gana y el denuedo, que los envidiara Jove para el dulce ministerio mejor que al arrebatado del Frigio monte soberbio. Por hacer su mesa noble escogió para copero.
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Gallardamente mandaban dos vitales Mongibelos que en mal mordidas espumas tascan nieve y viven fuego. Ocho lacayos delante, costosos a todo resto en gala, les servían de admiración y respeto. Aire y experiencia unían, que caben a un mismo tiempo como en el arte lo airoso, en lo natural lo diestro. Para contienda tan ardua dieron el primer paseo, asegurándose el triunfo a vista de tanto objeto. Sí, que bastaba el influjo dimanado del primero asumpto, pues si era Carlos todo había de ser trofeos. Diose la seña, y al punto el coso a la lid abierto; como quien en opresiones cólera estaba haciendo, ...Salió un feroz Bruto, josco dos veces, en ira y pelo, el lomo encerado, y de Icaro el atrevimiento; La testa, tan retorcida en el greñudo embeleco, que de Cometa crinito juró amenazando el cerco; Sí, que en la frente erigía (mortal pronóstico siendo) de los dos lunados rayos el semicírculo negro; La cola, encima del anca, formaba desde su centro una víbora enroscada de más eficaz veneno. A suerte los Contenedores
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su valentía tuvieron, que alcanza mayor victoria donde obra más el esfuerzo, Y haciendo juguete airoso de su furia y de su ceño, con esperalle el cuidado le castigaba el desprecio, Hasta que precipitado, en ondas de sangre envuelto, deshecha la cera a rayos, llamáronle el Mar Bermejo. Con lo demás fue lo propio: domellados los descuellos, que sólo la audacia noble libró en el yerro el acierto. ...No tan rápido Jarama se precipita soberbio sobre el escollo más firme, sobre el roble más entero, Y con undosos bramidos puebla el páramo de estruendo, esgrimiendo en los cristales sus dos retorcidos cuernos, Y hechos pedazos sus vidrios a heridas que le da el cerro, ligero pasa, y pretende sólo el escapar huyendo, Donde encontrando la grama parece que va paciendo su esmeralda, recelando los choques y los encuentros, A cuyo valiente impulso que allí le resiste opuesto, sangre cándida derrama por su enmarañado cuello: Como cada fiero Bruto que por lo bruto y lo fiero se arrojaba a sólo ser en tantas partes deshecho, Cuantos eran los rejones que fulminaban sangrientos Peralta, escollo en la silla,
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y Madrazo, bien puesto Roble, en cuya ardiente lucha coral la cerviz vertiendo, en Aquelóos undosos a los Brutos convirtieron... Nunca estuvieron gravados a la sujeción del duelo, que no padece fortuna el arte cuando es perfecto. Aras le erijan los que hicieron peligro el riesgo, que sólo pueden los dos hacer primor el empeño. Purpúreo lo publicaba el fresno herrado en fragmentos, que siendo la astilla azote, era consistencia el yerro. ...Curioso lector, aquí con más atención te quiero: verás aquesta vez sola hacer gala lo sangriento. Salió el robador de Europa mentido en un tosco gesto, mostrando en valor y orgullo lo fulminante y lo excelso. Llamóle Madrazo, a cuyo impulso, el rejón deshecho, con quedar medio en la nuca, voló al aire el otro medio. Admiróse; mas Peralta, viendo embarazado el centro de la testa, en ambos lados le dejó otros dos suspensos, Tan igualmente quebrados, con tal fortaleza impresos, que un penacho de carmín todos los tres parecieron, Hasta que el Bruto, mirando era, más que adorno, juego, de plumaje tan pesado quiso desasirse presto,
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Y de la frente sañuda los dos troncos sacudiendo, despidió a encender los otros allá en la región del Fuego. Quebró veinte y seis rejones, y según iba, de fresnos dejara la selva libre, quedara el bosque desierto, y -a ser la piel de Cartagoen cada animal horrendo reino la hiciera de puntos con Repúblicas de abeto... No fueron menos los que logró en su valor don Diego, que el número es ceremonia si lo supone el aliento. No se le atrevieron todos, que al amago sólo atentos, recelando su rüina, hicieron sagrado el miedo; Viéndolo tan cortesano, hipócritamente huyendo, para obligarlo cobardes se valieron del respecto. La tarde, toda a porfía hábito el tesón hicieron, con tantos actos heroicos, que les hizo agravio el tiempo, Porque envidiosas las sombras tendieron su manto denso, pero no pudo la noche estorbar sus licimientos. Los hipérboles cesaron aquí, lugar no tuvieron; sirvan allá discurridos sólo al encarecimiento. Ca. 1685 SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ Encarece de animosidad la elección de estado durable hasta la muerte. Si los riesgos del mar considerara,
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ninguno se embarcara; si antes viera bien su peligro, nadie se atreviera ni al bravo toro osado provocara. Si del fogoso bruto ponderara la furia desbocada en la carrera el jinete prudente, nunca hubiera quien con discreta mano la enfrentara. Pero si hubiera alguno tan osado que, no obstante el peligro, al mismo Apolo quisiere gobernar con atrevida mano el rápido carro en luz bañado, todo lo hiciera y no tomara sólo estado que ha de ser toda la vida. Ca. 1685 SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ Habiendo muerto un toro, el caballo a un caballero toreador El que Hipogrifo de mejor Rugero ave de Ganímedes más hermoso, pegaso de Perseo más airoso, de más dulce arion delfín ligero fue, ya sin vida yace al golpe fiero de transformado Jove que celoso los rayos disimula belicoso, solo en un semicírculo de acero. Rindió el fogoso postrimero aliento el veloz bruto a impulso soberano: pero de su dolor, que tuvo, siento más de activo y menos de inhumano, pues fue de vergonzoso sentimiento de ser bruto, rigiéndole tal mano. 1691 FELIPE DE SANTOYO GARCÍA GALÁN Y CONTRERAS Métrica Panegírica Descripción de las fiestas por las bodas de D. Carlos II Vestidura bordada, Adonis fuerte, el invicto Virrey lució con arte, donde escarchados arroyuelos vierte
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de su Excelencia el mar, y en que reparte benignidad, temores, vida y muerte, guerrero Adonis y gallardo Marte; florido Mar, con tantas maravillas, que salpican diamantes sus orillas. (. . . . . . . . . .) Del virregio Palacio las Deidades que a la Palas Virreina acompaĂąaban, -adornado Pensil de amenidadeslas diamantinas flechas disparaban; y como vi en escuadra sus beldades, en lid mis pensamientos recelaban si eran del firmamento las estellas que bajaban a dar justas querellas...
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SSIGLO XVIII I
1713 DIEGO LÓPEZ DE ORCOLAGA (La Fiesta de los Toros) En continuado triduo le jugaron de los que Diana aquel favor menguante medio círculo enfrente señalaron, (dilema de la parca terminante!) cuyo denuedo intrépido juzgaron ser de otra esfera monstruo dominante, y es que quizá se desprendió en un vuelo en tauro transformado, el león del cielo.
De Europa, y de Pasiphe los amados, de Perilo tormentos encendidos, de Jafan los ardientes apagados, y de Jarama linces conocidos, de toda esta tarde toreados se vieron acosados, y curtidos, que en el valor, y el alma de tal día cobarde se escogió la valentía. Por que puesto en la lid, el bruto fuerte, horrible gladiador de arena tanta, si su fiereza hermosa los divierte, su despego, y orgullo los espanta; mas si su vista es teatro de la muerte, y del asombro su membruda planta, desvanece esta máquina arrogante el filo ensangrentado, de un infante. El jueves, ya que al cesar se le daba lo que era suyo, a DIOS de todo dueño de sus mismas finezas se tomaba, para gratificarle en tanto empeño: Luz de la zambra del que celebraba Melchifedec, y Aarón le dio en diseño, y en el Pan de los Ángeles, de Nieve, a DIOS le paga con lo que a Dios debe! Con el que en la vía láctea fue amasado pan en flor de azucena, siempre bello (...) 1732 ATRIBUIDO A JOSEPH BERNARDO DE HOGAL
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México, segundo Globo… (. . . . . . . . . .) En la plaza de los toros, del sol fue el desquite, dando con tantas hermosuras, en cada deidad su efigie. Para que si allá en los rayos vencerle, no fue difícil, lo sea aquí, cuando los Soles en su espera multiplique. (. . . . . . . . . .) Era el gyro de la plaza un ochavo, que al pulirle, parece que hizo el cuidado, que el arte se demasíe. Pues en su círculo, el jaspe pintó con tales perfiles que no fue mucho que de él la naturaleza fíe. Ricos doseles y bellos tafetanes carmesíes, era el cóncavo hermoso vistosísimos melindres. De suerte, q`al ver, que en campo encarnado, se convinen también diamantes y estrellas, azucenas y jazmines. Sin duda corrido el campo oy está en la plaza, dixe. De veer que en su tierra, el cielo viene a plantar sus Abriles. (. . . . . . . . . .) A tal influjo, en Passeo la Regia Guardia consigue, que del vulgo impertinente el circo todo se limpie. Diestros algunos zagales quedan, solo a que examinen la heroica verdad, que al hombre la más cruel fiera se rinde. (. . . . . . . . . .) Unos con rejón en mano, otros con la lanza en ristre, aquellos que les enojen y aquestos que les piquen. Así quedó en siete tardes para que mejor se lidien cien Toros, que a ser vinieron víctimas que sacrifiquen.
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Tan célebre, que parece, que el dictamen los elige solo para que entretengan, no para que perjudiquen. Y con razón, pues no la hay para que el tal bruto quite vida, al que es en arriesgarla con lo que a tal dueño sirve. (. . . . . . . . . .) Esta la demostración fue, con que al Quinto PHELIPE en su amor siempre constante en su lealtad siempre firme, México noble, a sus aras vota, ofrece, postra y rinde para que así en holocausto su obediencia sacrifique. 1738 FRANCISCO ANTONIO NAVARRETE Relación peregrina… en la muy noble y leal ciudad de Santiago de Querétaro ROMANCE Jocoserio Nobilísima Ciudad, con más fuentes en tus calles, que cuantos brazos y piernas gozan de estos manantiales (...) ¿No hiciste por quince días (por ver el agua en tus calles) fiestas tan llenas de costo, que por eso fueron reales? ¿No sabes que tales fiestas (gran ciudad) las ideaste con el fin, que sepa el orbe, que pagas fiel los alcances? Pues, si es así, lo que falta es: que fiestas tan cabales se impriman para que corra (como el agua) en las ciudades. Y ya, que pones en planta la impresión de fiestas tales, vive más años que tiene una vieja de romances. Porque si mira el curioso
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lo que ese barco bosqueja, verá más claro que el agua cuanto esta Ciudad celebra (...) Y así, ilustres queretanos, de alta, y abatida esfera, gozaos pues es ya famosa con tal agua vuestra tierra. LOA DEL GREMIO DE LOS INDIOS Para estas celebridades ostentaba en los vestidos la grandeza y opulencia de que gozó tantos siglos. Recibieron con el agua este primer beneficio, para el alma en aquel tiempo y después en estos siglos. COPLA La majestad de Felipe (Felipe V) en carro triunfal camina, por hallarse en estas fiestas de su Real presencia dignas. Con un caballo a Aganipe la pintan, indicio claro de que ya al mal temporal vino el Marqués a caballo. LOA Personas que hablan: Una ninfa, Neptuno, La Luna; Acuario, Eolo y Música: Ninfa
La Competencia termina, cese pues la competencia, que no ha de ser anfiteatro, en donde lidian las fieras, el que es un teatro festivo cual pública aqueste Pegma gloriosos triunfos pregona la gratitud, que hoy se muestra (...) No delincuente huyendo de rigores de justicia, si para gracias lograr en cúmulo de infinitas, y sin quebrantar clausuras, teniendo entrada y salida;
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corriendo tan abundante, que aunque con peso y medida por calles, casas y plazas, sin peso van y corridas. Nobilísima Ciudad de Crétaro (sic), cuyo sitio dibuja en Ciprés sus cuadras, y pinta en campos Elíseos. 1749 JOSÉ COSÍO Galán vizarro Toro… Galan vizarro Toro, divisando de lejos el estrado, se fulminó bifulco rayo alado, temiendo en la tardanza su desdoro; mas de las ideas del fiel decoro se halló tan sorprendido del abanico al aire, que equivocó el favor con el desaire volante entre aprehensiones de corrido. No obstante cortesano, y generoso hace espaldas a Europa victorioso; con que haciendo paréntesis de bruto, de discreto merece el atributo. 1757 ANTONIO JOAQUÍN DE RIVADENEYRA Y BARRIENTOS Viaje de la Marquesa de las Amarillas. El día diez de noviembre descansamos hasta el día veinte y quatro, y comenzamos otros nuevos festejos, semejantes a los ya dichos antes, empezando a lidiarse toros fieros en que muy diestros son los caballeros. Dos semanas duraron con lo que por entonces terminaron por dar tiempo a la pública alegría que la entrada solemne prevenía. 1758 DE UNA RELACIÓN DE FIESTAS CELEBRADAS EN ZACATECAS:
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Descripción de las fieftas. Deséeme el Mundo baylar, que yá a pefar de los hados, con el par de Diputados tendremos Fiesftas fin par. Viendo yo, que agradecidos, ser, a fu Patrona intentan, dixe: Yá la gratitud tiene lugar en la tierra pues bajome allá, mas tente (me dixe á mi mifmo) espera hafta vér defde acá arriba, en qué paran eftas Fieftas. Defde el balcon de una Nube ví pues, Carros, y Comedias y los Toros; porque es bueno vérlos defde las Barreras. Ví, cuanto el Noble Cabildo activamente decreta dictando con gran unión arbitrios, que son sentencias. Este lo causa en los Indias… Este lo causa en los Indias de aver hecho tantos fiesta, y de tantas regozijo, que hás tenido, Zacatecas. Digo ya: Señor Cabildo, que a todo el Ciodad presentas, que lo Virgen te lo pague lo alboroto, Señor Vicario. A los Indios Matachines que en las Danzas se metieran para bailar a so Virgen en procesión, y en so iglesia. Al montes de Toreros; y a los Moros, que corrieras, y que dispuso el gran Turca con locimiento tan buena. Gracias de todo lo fiesta, que ahora lo venir a dar al que sois corona de ella.
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1782 POR LOS CAMPOS DE MÉXICO. RUSTICATIO MEXICANA. Uno de los mejores relatos sobre el papel de los “toreros” anónimos en la Nueva España, lo escribió fielmente Rafael Landívar S.J. (1731-1793) en su obra Por los campos de México. Allí quedaron plasmadas las formas de ser y de vivir del criollo, quien se identifica plenamente en el teatro de la vida cotidiana pasados los años centrales del siglo XVIII. Por los campos de México, publicada en Bolonia en 1782 está compuesta en bellos hexámetros, que es el verso épico por excelencia. Además, el padre Landivar se prodigó especialmente en esta obra ya que fue uno de los poetas mayores de la latinidad moderna, puesto a la altura de Poliziano, Frascatorio o Pontano, en opinión de Menéndez y Pelayo. De entrada nos dice: "Nada, sin embargo, más ardientemente ama la juventud de las tierras occidentales como la lidia de toros feroces en el circo". Son las primeras visiones de Landivar -hechas probablemente antes de la expulsión de los jesuitas en 1767-, donde "sale al redondel solamente el adiestrado a esta diversión, ya sea que sepa burlar al toro saltando, o sea que sepa gobernar el hocico del fogoso caballo con el duro cabestro". La formación de Landivar como jesuita permite contemplar un amplio espectro de la sociedad novohispana en general, y del espectáculo en particular, por lo que en otra parte de sus apuntes anota: "Preparadas las cosas conforme a la vieja costumbre nacional..." encontrarnos que el toreo en México, en aquel entonces, cuenta ya con las bases que le dieron carácter al espectáculo, mismo que presenció en alguna provincia, puesto que no vemos en su descripción ninguna referencia a plaza "formal". El autor describió la salida al ruedo de un novillo "indómito, corpulento, erguida y amenazadora la cabeza" y ante él, el lidiador "presenta la capa repetidas veces a las persistentes arremetidas [donde] hurta el cuerpo, desviándose prontamente, con rápido brinco [que] esquiva las cornadas mortales". Estamos ante el origen mismo del toreo de a pie en su forma definitiva. La fiesta que presenció Rafael Landivar tiene sorpresas reveladoras. Luego de admirarse de la bravura de aquel toro "más enardecido de envenenado coraje", salió el lidiador "provisto de una banderilla, mientras el torete con la cabeza revuelve el lienzo, [y] rápido le clava en el morrillo el penetrante hierro...", y ya que el astado tiene clavada una banderilla, "el lidiador, enristrando una corta lanza con los robustos brazos, le pone delante el caballo que echa fuego por todos sus poros, y con sus ímpetus para la lucha. El astado, habiendo, mientras, sufrido la férrea pica, avieso acosa por largo rato al cuadrúpedo, esparce la arena rascándola con la pezuña tanteando las posibles maneras de embestir". Toda esta escena es representativa del modo inverso en que se efectuaba la lidia: es decir, banderillaban primero y después lo picaban, e incluso, deben haberse mezclado las suertes aprovechando una ciega bravura del toro, dato que sorprende pues revela un tipo de embestida hasta entonces desconocida, en virtud de que la crianza y selección como se conocen hoy en día, no eran métodos comunes entre los señores hacendados. O lo que es lo mismo, no había evidencia clara en la búsqueda de bravura en el toro, desde un punto de vista profesional. "La fiera, entonces, más veloz que una ráfaga mueve las patas, acomete al caballo, a la pica y al jinete. Pero éste, desviando la rienda urge con los talones los anchos ijares de su cabalgadura, y parando con la punta metálica el morrillo de la fiera, se sustrae mientras cuidadosamente a la feroz embestida". Fascinante descripción de la suerte de varas, misma que se efectuaba seguramente de forma parecida a la actual, con el pequeño detalle de que los caballos no llevaban peto.
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Se intentó darle orden al espectáculo, pues es posible que se encontrara una autoridad, la cual mandaba "que el toro ya quebrantado por las varias heridas, sea muerto en la última suerte" seña de la formalidad que se pretendió imprimirle a la fiesta, que a pasos agigantados se alejaba de una improvisación muy marcada. "...el vigoroso lidiador armado de una espada fulminante, o lo mismo el jinete con su aguda lanza, desafían intrépidos el peligro, provocando a gritos al astado amenazador y encaminándose a él con el hierro". Momento de encontradas situaciones donde el matador y el jinete decidían por un mismo fin: la muerte del toro. Parece como si todavía permanecieran grabadas las sentencias que impuso la nobleza al atravesar con la lanza al toro y así, dar fin a un pasaje más de la diversión. Landivar marca un lindero entre el torero de a pie y el de a caballo: "El toro, (...) arremete contra el lidiador que incita con las armas y la voz. Este entonces, le hunde la espada hasta la empuñadura, o el jinete lo hiere con el rejón de acero al acometer, dándole el golpe entre los cuernos, a medio testuz, y el toro temblándole las patas, rueda al suelo. Siguen los aplausos de la gente y el clamor del triunfo y todos se esfuerzan por celebrar la victoria del matador". Finalmente, el protagonista de todo este relato fue el torero que echó pie a tierra, quien expuso su vida en esos difíciles momentos de cambio: la transición del siglo XVIII al XIX. Este último recibió un toreo cuyo valor alcanzó momentos de verdadera grandeza. 1786 MANUEL QUIROS Y CAMPO SAGRADO Pasaje de la diversión… Mostrose Augusto rubio y amoroso y de Virgo miraba el rostro ameno gozando sus placeres deleitosa entre las Glorias de su Indiano ceno y entonces las Florestas a su Vi-rey disponen unas fiestas. A Tauro por los suelos quieren veer demellándole la hasta venenosa haziendo de sus ruinas el placer en la del Bolador Plazuela ermosa y sin ser nada escasa en ella miden y reparten Plaza. A fabricar comienzan su grandeza los Artífices diestros con esmero formándola en tal arte y gentileza que excedieron al Arte y el Madero pues como cantería esta dórica Plaza persuadía. En el recinto ponen vellas gradas guarnecidas de Bayas primorosas las que estaban al ayre resguardadas de todas intemperies rigurosas pues ni tauro ni fevo
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dañar pudieron a ningún Mancebo. Siguieron las Lumbreras guarnecidas de preciosos matizes explayadas donde muchas Personas distinguidas procuraron tenerlas adornadas dando envidia el primor de sus colores al más vello Jardín de ermosas Flores. Elevaron alo alto sus tendidos con grande simetría agigantados de uniformes columnas sostenidos y de rectas cornizas adornados formando sus Balaustres sin dar quexas de verdes esmeraldas muchas Rexas. Adornados de Alfombras y Tapizes se vieron sus alturas mui cavales siendo una Primavera sus Matizes para ocupar los regios Tribunales los que bien distribuidos aqual mas se obstentan de lucidos. En las sombras el Arte con primor puntualm.se te vido exejutado que opacándole a Febo su rigor dejaron el lugar acomodado donde muy librem.te sin incomodidad vido la jente. Quatro Puertas se vieron en la Plaza formando los ochavos excelentes estas con sus columnas y su vaza con proporciones amplias y eminentes quedando desahogadas para entrar y salir por sus fachadas. Una columna con estraña idea pusieron de figuras adornada la q.e de noche convertida en tea dejó toda la Plaza iluminada formando el artificio con esmeros en su iluminación diestros coheteros. En esta se vio Flora de presente sosteniendo los cables mui galante a Vulcano también que fuertem.te sus Brazos declaraban lo pujante carg.do el luminar sin que nadie le viera descanzar. Apolo y Marte puestos en palestra
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a Neptuno y a Júpiter miraron que opuestos p.r querer todos la diestra a competensia un sirculo formaron asiendo en sus ibleos al publico presentes sus trofeos. Unas tarjas de octavas Peregrinas sirvieron a estos Dioses p.a Penas cuyos metros en letras cristalinas viva Gálvez dijeron mui ufanas cubriendo sus lugares de emblemas de las mas particulares. Desde el Palacio R.l hasta el tablado se vido un pasadiso distinguido por ambos lados de tablas aforrado y de fuertes umbrales sostenido para que su Exa. a la Plaza pasase con su Audiencia. Comenzó el tribun.l del Virreynato con Majestuosas sillas de Brocados las que formaron rejio el aparato dejando dos lugares separados que a las Personas Reales les formaron Fellizes y citiales. Siguió el de la ciudad al otro lado de ricas colgaduras guarnecido de bien bestidas Bancas adornado que formaron un teatro mui lucido con vista tan galana que sus Armas mostró la Corte Indiana. La Minería con su fachada ermosa formó su Tribunal q.e fue el tercero haziendola ala vista deleitosa la variedad de adornos de su esmero que con ainco insaciable un Alcázar formaba respetable. Siguió el del Consulado mui galante en el quarto lugar tan reluciente en Nacares tapizes rozagante que imbidia dio a Letona lo decente y el Dios Momo corrido quedó sin duda al verlo tan lucido. El Cavildo Eclesiástico dio prueba de su quinto lugar p.r su grandeza esto con sus adornos lo subleva para enseñar al público una pieza
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tan regia y respectuosa que se miró entre seria Sor ermosa. La Yttre.l Colegiata acompetensia preparó su cavildo en sexto grado francam.te explayando la decencia para no ser en nada señalado pues con roja prevista al comun todo deleitó su vista. El Claustro Doctoral aq.n le toca el séptimo lugar con gentileza su estancia la compuso apide voca tendiendo colgadura con franqueza donde galan se vido de Capelos y Borlas asistido. El Protom.to generoso al Público mostró sus Maravillas cuio octavo lugar se vio lustroso guarnecido de sedas amarillas que con lucido teatro al Público le dieron anfiteatro. Dos lumbreras con Berdes Celosías formaron Tribun.l al S.to Oficio que destellando graves alegrías de suma autoridad dieron indicio que en el estar cerradas dieron muestras de ser las señaladas. En este dieron fin los Tribun.s que ilustraron la Plaza y sus recintos declarando los gozos mui marciales encadenando vellos laberintos pues todas las Lumbreras festivas alegraron las Esferas. Construida enteram.te en sus adornos fue la Plaza modelo de alegrías y entapizados todos sus contornos dieron ala tristeza bateria pues hizo p.r que save hazer caver amas de lo q.e cave. En catorce los Toros comenzaron de Nov.e del año ochenta y cinco en este día los gozos se explayaron y todos pretendieron con grande ainco el dar aproporcion con sus avilidades diversión.
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En este mismo día en la Mañana en un Virloche con presteza suma se vido la Persona mui Galana del Conde Gálvez q.e como una pluma volava de la Plaza el pavimento como las Aves cruzan p.r el viento. Dos lijeros Bucéfalos tiraban la Maquina eminente rodadora en la que dos Personas se miraban que formando venían nueva Aurora porq.e sus exellensias quisieron dilatar sus preeminencias. Qual Rayo desatado de la esfera cruzó Nuestro Virrey gallardam.te dando ala Pleve gozo su Carrera como así mismo al pobre y al decente que al veerlo tan humano consuelo fue feliz del País Indiano. El Mormollon de gentes ocupaba la estancia de la Plaza en espesura ni un pequeño resquicio se encontraba para poder salir de su apretura y en tanto lavirinto se extraviaba la mente y el distinto. Entró la Tropa con medidos pasos dando a los parches vozes retumbantes y al punto despojó los embarazos por presentarse solo los Infantes los que mui arreglados en el partir mostraron ser Soldados. Quedó por fin la plaza despejada o por otro bulgar quedó partida y estado el bullicio sosegada sus embarazos se miró expedida y con pasos violentos fueron tomando todos sus asientos. Entregada la llave y echa señal salió una fiera con horrible saña q.e siega por la ravia se despeña y entre las corbas puntas se enmaraña queriendo su desvelo hazer profundos hoyos en el suelo. Era de faz sañuda y enojada etiope por color ancho el pescuezo en la frente la crin mui enroscada
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fornida la anca en serviguillo grueso con dos puntas triunfantes que a su testa sirvieron por Turbantes. Salió del Cozo sentellando fuego arrebatando del suelo las Arenas no vio la gente p.r q.e salió ciego y rompiendo de babas las cadenas corrió con valor pleno que pareció de Júpiter y el Trueno. Tocó al Arma este Bruto vengativo en medio de la Plaza con fiereza con ímpetu tan fuerte y tan altivo q.e asombro dio de veer su fortaleza dejando obscurecidos los vientos al bapor de sus bufidos. Salieron al instante valerosos unos Mancebos bien aderezados pretendiendo el herirlo tan ansiosos que de si mismos quedaron olvidados pegando Banderillas por entremedio de sus dos cuchillas. Reboleando las Capas lo torean y con agudas Baras se defienden con diligentes bueltas lo mofean y con silvos y vozes mas lo encienden el que qual Can rabioso a todos les embiste muy furioso. En fin echa la seña lo mataron pasándole el pescuezo con la espada el Pecho y corazón le atravesaron dejando su fiereza domellada por que el echo Sangriento a los demas sirviese de escarmiento. Cerrose la mañana con seis Toros jugando p.r la tarde los restantes y quando aucento Fevo los Tesoros destelló Flora rayos tan flamantes que con su Economía se vio la Noche convertida en día. Refulgente la Fragua de Vulcano yluminó la Plaza con presteza formó de ermosas luzes un verano p.r q.e México Viera la grandeza que gozos obstentando por la Plaza de Toros fue paseando.
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(. . . . . . . . . .) El quinze (de diciembre) se siguió la diversión en los términos mismos de aquel día hubo de fuegos la iluminación y todo lo demas con vizarria sin que nada faltase que tal vez la bugata lo anotase. (. . . . . . . . . .) Prepararon los Toros al contento en el día con muchas diversiones no faltó nada del divertim.to festivas y amplias sus composiciones y con nuevos trofeos por la noche siguieron los paceos. El veinte y dos siguieron las corridas de Toros dando al Publico contento se vieron dos Mujeres aplaudidas al mirarlas torear con tanto aliento pues fuertes Amazonas le entregaban al toro Sus Personas. (. . . . . . . . . .) En el siguiente dia veinte y tres las fiestas y los toros prosiguieron el Loco pegó parches al travez p.r lo que muchas galas le valieron q.e con chiste bailando a todos los Sres. fue alegrando. (. . . . . . . . . .) Siguiéronse los toros este dia que cerró la semana placentera con tanto aplauso gusto y alegría que de nuevo formó otra Primavera pues rompiendo Capuces viva Gálvez dijeron vellas luzes. Suspendiose tres dias esta corrida por ser costumbre yá determinada ley q.e siempre se ha visto establecida y rara vez o nunca derogada y así por este medio se vio la Plaza en confusión y tedio. Amaneció el Farol p.r el Oriente
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de el luminoso Febo rutilante en el día 28 del presente repartiendo fulgores mui galante pues con luz nada escaza se vellos Rayos se vistió la Plaza. Enserraron los toros mui temprano para dar diversión con entereza toreo gallardam.te el Samorano y D.n Tomas tambien con sutileza pues se vieron hazer dos mil primores a todos los que fueron toreadores. (. . . . . . . . . .) Sesaron las corridas p.r entonces hasta el Jueves primero de Diz.e esculpirse se pudo en duros bronces el Juvilo tan grande del nov.e que todo festejoso se vido de el Invierno Victorioso. Concluyó la Semana y las corrida p.r acavarse el plazo señalado y sin embargo de estar ya cumplidas quedó todo el comun esperanzado pidiendo a S. Exa. dé p.a otra Semana Su licencia. Ambigua les quedó Su preten.on hasta que en el acuerdo fuese visto hizieron todos representa.on con ancioso deceo siempre listo declarando oprimidos estar p.r el presente mui perdidos. Con corazon benigno y placentero el Conde Galvez a piedad movido (atributos q.e son de Caballero) p.a amparo de el Pobre y desvalido que como padre amante ministra los consuelos al instante. Lograron a medida del deceo la licencia impetrada francam.te aconocer se dio p.r el Perceo que reparte sus gracias igualm.te con ard.te Tan ard.te Zelo que socorrer sus ancias es suanelo. Otra Semana pidieron los perdidos p.r veer si se miraban restaurados
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sus Memoriales fueron admitidos y a su contento todos despachados alcanzando la gracia que anciosos pretendian con eficacia. Adornaron la Plaza nuevam.te aun q.e faltaron varios Tribun.es no por eso dejó de estar decentte ni quedaron los huecos desiguales pues formando tendidos gallardam.te quedaron mui lucidos. Conttó el Diz.e diez y nuevo dias en los q.e las corridas comenzaron volvieron a nacer las alegrías que felism.te todos observaron con gozo tan prolijo que todo fue placer y regosijo. Torearon este dia quatro Señores sin que de nadie fueran conocidos los Muchachos torearon con primores q.e en Granadas estaban escondidos pues improvisamente en la Plaza los vio toda la gente. Cerrose el dia con toda diversión satisfaciendo al Publico puntual huvo ala noche la iluminación siguiéndose el paceo mui marcial con eminente traza que se vio echa Pénsil toda la Plaza. En el veinte lo mismo aconteció toreando los Muchachos y Sres. su Exa. las galas lestiró en Bandas y Mascadas superiores quedando victoriados los que a torear salieron de tapados. (. . . . . . . . . .) La tarde del veinti uno fue un regalo al veer la diversión tambien trazada pues pusieron en medio un alto palo que se quedó la vista embelesada y aunq.e se opuso Febo no le pudo quitar nada del zevo. De monedas de Plata guarnecido y de Sombrero y Capa fue adornado liveral para todos y aplaudido
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el capote que estava galoneado pues pretendió el anelo el Suvir asta lo alto con el buelo. Con presurosas ancias fugitivo suvió con mil trabajos temeroso un pobre con deceo tan activo que a los pies les puso alas presuroso y estando ya en su altura mostró con el Sombrero su ventura. En fin con infinitas diversion.s la tarde concluyó mui apacible el luminar dio fuego a sus Achones para quitar la obscuridad temible aclarando el Trofeo en el marcial concurso del paseo. En veinte y dos dio pasmo la grandeza de un Monte carnaval que fue formado de Alajas q.e encerraron la riqueza y de Animales vivos adornados que al veerlo nada escaso el Bulgo le nombró Monte Parnaso. Se compuso de enaguas y Mascadas capas de ricos Paños de colores de Plata y Oro todas galoneadas con Camisas y Fuentes superiores terneras y Jamones pabos Pollos Gallinas y Lechones. Un Almacen al Publico le dieron amplio p.r las Alajas q.e colgaron cabritos y Animales le pusieron que alos Ojos de todos deleitaron para q.e librem.te lo pudiera Coger toda la gente. Entró nuestro virrey en su virloche mas q.e Alexandro magno en lo triunfante aventajando de Plutón el coche al que asombró su curso rutilante que en rapida Carrera luminar Convirtió toda la esfera. Llegose al Monte con gallardo buelo y con lucida intupida arrogancia tomó de los que estaban un pañuelo midiendo vellam.te la distancia y con franquesa honrrosa en las manos lo puso de su Esposa.
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Jugaronse tres toros y echa seña con imbension de fuego en el mom.to innumerable gente se despeña apretando el Concurso el pavim.to y muchos apresados de los Toros salieron rebolcados. Velosm.te en el Monte se suvieron haciendo de sus Bienes el saqueo la Capa p.r en medio la partieron y los mas se quedaron sin empleo pues lo que uno tomaba otro venía y se lo arrebataba. Finalizó el bullicio con mil penas p.a algunos q.e inútiles se hallaron dieron fin con el Monte a manos llenas todos los que coxer algo lograron por que hasta la madera cargaron como cosa mui lijera. Los toros prosiguieron afugarse con q.e la tarde dio al placer el lleno regocijos y gustos fevo esparce al retirarse para su ancho seno y cerrando la noche luzes desbrocha de Letona el Coche. Toda la Plaza se vido iluminada de Damas y Galanes asistido p.r todas partes mui engalanada que no se vio otra noche mas lucida por q.e quatro grandas con donaire viva Galvez dixeron p.r el Aire. Aquí mi Musa se acaba pues las fiestas fenecieron siendo todo lo plausible lo mas eroico del echo los Ojos q.e dispertaron de las Sombras de Leteo forzosam.te el despojo haze la noche a su imperio estableciendo en la Plaza el mas famoso festejo dedicado a S. Exa. con Glorias y pasatiempos como a tan digno Señor de este Mexicano Ceno p.r lo q.e mi corto numen y mi balbuciente ingenio
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viĂŠndose inepto interpreta el perdon de tantos yerros. Suplicando mui rendido a todo el noble congreso le concedan la dispensa a tan rudos pensam.tos adquiriendo solo un Victor p.a el enunciado objetto diciendo q.e el Conde viva de Galvez S.r Supremo p.a amparo de los pobres del septentrional terreno p.r lo que a las Musas pido sigan canoras diciendo Viva: Viva: Viva: Vivas. en los mĂĄs Altos empleos.
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SS I G L O
XIXI
1810 Un júbilo especial es el que comparto a continuación. En intensas búsquedas que no terminan, y gracias al hallazgo de esta ocasión, puedo mencionar que he localizado una pequeña publicación denominada: 2 Romances mexicanos del comienzo de la guerra de Independencia. Obra del Lic. Don Terencio Higareda e Íjar del que prácticamente no se tiene y por ahora, noticia alguna sobre su vida así como por su trabajo creativo. Sin embargo, en ese documento que salió de la imprenta de Mariano Ontiveros en 1810, se incluyen “Carrera militar del Cura Hidalgo” donde a ratos aparecen citas taurinas, donde el famoso torero “Marroquín”, además de sus virtudes de matar con la espada a toros bravos, era la de matar a ciudadanos muchas veces indefensos en auténticas carnicerías, como fueron aquellos capítulos oscuros durante el curso del movimiento de emancipación. Me parece oportuno incluir tanto el romance denominado “Carrera Militar del Cura Hidalgo”, como el “Corrido (Romance) del Torero Marroquín”, refiriéndose el autor a Agustín Marroquín, quien para 1811 fue uno más de los reos de insurrección en Chihuahua, mismos que fueron aprehendidos en dicho distrito, tal y como se muestra en la “Causa militar contra Miguel Hidalgo y Costilla” de 1811: “El presente escribano actuario. Certifique a continuación lo que consta de las declaraciones de los reos de insurrección Ignacio Allende, Juan Aldama, José María Jiménez, José María Chico, Agustín Marroquín, y Mariano Hidalgo, en comprobación de la identidad en la persona del cura que fue de Dolores Miguel Hidalgo y Costilla, y de haber éste sido uno de los principales cabezas de la insurrección y mandante de los asesinatos cometidos en la ciudad de Valladolid y Guadalajara, por copia a la letra de las cláusulas que lo acrediten, y conste de las respectivas declaraciones de los enunciados reos, el señor juez comisionado así lo mandó y firmó, por ante mí el presente escribano de que doy fe.⎯ Avella.⎯ Ante mí.⎯ Salcido”. Por cierto en el sumario que se formó contra todos estos reos, Marroquín declaró a pregunta expresa que le planteó Francisco Salcido el 5 de julio de ese año: “Que en Guadalajara fue mucha la gente europea que pereció según oyó decir; pero el declarante solo concurrió a una de cómo cuarenta y ocho sujetos poco más o menos en la misma noche en que salió de avanzada con sus ciento y cincuenta hombres para el ejército del señor Calleja, lo cual aconteció de este modo. El cura Don Miguel Hidalgo Generalísimo, y caudillo de la insurrección que se hacía dar el tratamiento de Alteza Serenísima mandó al Coronel Alatorre, que todos los individuos constantes en la lista que le entregó, y se hallaban presos en el Colegio de San Juan, los mandase sacar al silencio de la noche, y los llevase a paraje donde todos pereciesen: que en efecto los sacó y trasladó a un paraje llamado San Martín, distante como dos leguas de Guadalajara custodiándolos el declarante con su gente y la del regimiento que mandaba el mismo Alatorre, quien iba a su cabeza, y allí los degollaron a todos, y en un hoyo que hicieron dejaron los cadáveres, después de cuya operación siguieron su camino para invadir el ejército del señor General Calleja”. A la pregunta siguiente, que refiere a cuántos había degollado el declarante Marroquín por su propia mano expresa a la letra lo que sigue “Y aquí añade, que habiendo salido el cura Hidalgo de Matehuala en compañía de sus mozos, del exponente, y de los que traía en su compañía, tomando el camino del tanque de las vacas al rancho de Guachichil para el Saltillo, y encontrando en un carro dos europeos con sus familias que traían a su lado, los mandó degollar, cuya operación
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ejecutó uno de sus mozos”.17 Finalmente, es de llamar la atención el hecho de que en el mismo juicio, Marroquín fue definido, junto con Vicente Loya, y un nombrado coronel Alatorre y otro Muñiz como “ministros de estas bárbaras ejecuciones” con lo que se entiende la extrema violencia con que actuó en el que en otros momentos era un valiente “torero”.
TERENCIO HIGAREDA E ÍJAR CARRERA MILITAR DEL CURA HIDALGO. ARIETES. Desde este Mirador esta noche agradable, seré un observador que cante lo notable de Hidalgo, el Campeador del nuevo cuño, y diga del modo que esta fiera marchó, marchó, marchó, y empezó la carrera De la desolación. De los Dolores sale, 17
Archivo General de la Nación, ramo “Historia”, Vol. 595, f. 51 y 51v.
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Señores, atención: a San Miguel el Grande lleva la seducción; y logra que un torero, rapaz y carnicero lleno de presunción: traición, traición, traición, gritara, y al graznido la tropa se juntó. Ya camina, Señores, el nuevo Campeador, rodeado de canalla la mas vil y feroz: llegaron a Zelaya, Señores, atención; pues grita su Excelencia, “ladrón, ladrón, ladrón, “que viva la rapiña “y muera el Español. Aquí se alarman todos, porque es la Capital de la Excelencia nueva que nos viene a ilustrar: aquí también descuella la doctrina infernal, que con sagacidad quitó, quitó, quitó, a los Indios la paz que España les plantó. Ya todo es confusión: la doncella: ¡qué horror! la viuda: ¡compasión! todo el pueblo lloró: ¡terrible! ¡amargo día se erigió la anarquía! solo se oyó esta voz: furor, furor, furor, a Guanaxuato todos, y muera el Español. Se mete allí, Señores, toda la rebelión de la chusma rebelde, ¡estragos! ¡división! Matan al Intendente, ¡furor! ¡gritos! ¡terror! se destroza la gente, ¡dolor! ¡dolor! ¡dolor! Aquí fue Guanaxuato, Aquí fue: ¡se acabó! Ensangrentado el tigre tirano, Cura Hidalgo, de aquella suerte sigue
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corriendo como galgo: la seducción le rinde los pueblos que ha pisado, y así glorioso dice: “valor, valor, valor “un torero me sigue, “y me alaba un traidor. Por esto muy ufano en un caballo altivo, fogoso y placentero se ríe del mundo entero, señoreándose esquivo: con la bandera en mano los Indios al estribo, llegó, llegó, llegó, hasta el pueblo cobarde que solo se entregó. Señores, atención: ya está en Valladolid, ya el Obispo se huyó temeroso del tigre que á nadie perdonó; pero ya no hay temor, no hay que tener cuidado, valor, valor, valor, Valladolid ha sido triunfo de la traición.18 ¡Albricias! se triunfó gritaba el Cura Hidalgo, luego que lo saqueó: y que hizo: ¡pero callo! ¡no se ofenda el pudor! sigamos, atención, que llega lo bonito; giró, giró, giró, contra México ingrato que no lo proclamó.19 Señores, ya llegó al Monte de las Cruces por Toluca, y halló un banquete de balas que allí le preparó México y su Virey: ¡albricias! ya tragó; tragó, tragó, tragó, ¡fuego! Lo que era suyo el Diablo se llevó. Una tropa aguerrida, un Truxillo veloz, 18
Entre las mentiras que sembró en Valladolid, se dice que aseguró que había rendido a México su Capitán Allende, y que por esto no lo acompañaba. 19 Alude a que estando Hidalgo en Zelaya dixo: me la han de pagar los Mexicanos.
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un Mendivil activo,20 lanzeros: ¡qué sé yo! lo que el Señor Venegas allí le remitió: solo sé que encontró valor, valor, valor, su castigo el malvado, fuego la seducción. ¡Abur Seor (sic) general! ¡Abur Seor seductor! ¿Dó está la semillita que á los tontos venció? ¿Dó está la seducción? ¿Dónde está aquel torero? ¿Dónde el orgullo? ¡horror! ¡cayó! ¡cayó! ¡cayó! de la cima soberbia el maldito Dragón. Vivan los Mexicanos, Truxillo, las tres Villas, los Milicianos vivan, los lanzeros de Yermo, todos los otros digan: viva México entero, el gran Venegas viva; viva, viva, viva, para eterna memoria de la lealtad patricia. 21 ¿Pero qué veo? Señores, Hidalgo se reanima, y sigue su carrera la Excelencia pasiva. la tropa de Calleja dizque ya se le arrima: ¡Abur! La Comadreja llegó, llegó, llegó, a donde no hará letra su rabo seductor. El Señor Brigadier, ¡Españoles, valor! el inmortal Calleja dicen que llegó ayer a los campos de Aculco con una tropa vieja,22 y ya empezó la guerra; 20
Dice el autor: Véase la Gazeta extraordinaria de la guerra del Monte de las Cruces, en que el Señor Truxillo alude al inmortal Mendivil y demás tropa. 21 La posteridad alabará según corresponde la fidelidad y lealtad de todo el pueblo de México, que aquellos días en que temió la entrada de los enemigos, solo pensaba en acabar co ellos en compañía de su Virey, nuestro amartelado Venegas. Yo ví un trozo de más de quarenta en mi barrio, y a una voz gritaban: vamos al campamento a hacer la guerra a esos demonios. 22 Alude a que Hidalgo llama especies viejas las que se han escrito contra él, y así corresponde que nosotros llamemos viejos a los soldados que lo han vencido. = L.F.E.
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valor, valor, valor, Españoles, al arma, muera la seducción. Así fue, ya tronó; ¡Abur, el equipage (sic)! ¡once coches perdió! ciento veinte caxones (sic) de pólvora infernal! ¡la gente! ¡los cañones! ¡todo se le quitó! ¿qué tal? ¿qué tal? ¿qué tal? esta fue la carrera de Hidalgo el General. Terencio Higareda e Íjar.23
Corrido (Romance) del Torero Marroquín. 23
2 Romances Mexicanos del comienzo de la guerra de Independencia. Impresos en México por Mariano Ontiveros en 1810. (…) Con superior permiso. En la Oficina de D. Mariano Ontiveros, año de 1810. 8 p. La portada del impreso es un trabajo ex profeso, realizado a mano, quizá por el propio autor, del que no aparece su crédito en la obra, ¿o es que Terencio Higareda e Íjar quiso pasar o atribuirse como el autor encontrando en dichos versos la versión anónima? Además, me parece que los bocetos a tinta que fueron hechos en forma deliberada, no tienen ni por asomo, nada que ver con el estilo de la época, tanto en rasgos, como en el uso de la tinta. El exagerado adorno con que están hechas una y otra portada pareciera que fueron hechos en otro momento, totalmente distinto al de la publicación, por lo que es probable que en principio pudiera tratarse de obras anónimas, y que con alguna astucia el propio Higareda e Íjar supo aprovechar con sumo beneficio de su persona y autoría.
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LA INHUMANIDAD DEL TORERO MARROQUÍN. Quando el hombre a las pasiones les concede franca rienda, labra su propio destino para una fortuna adversa. La historia de Marroquín ha sido bien manifiesta: Tubo padres muy honrados… ¡Oxalá (sic) no sucediera asi, puesto que a los mismos que el ser le dieron, de afrenta, de vituperio cubrió con su conducta perversa! Dotóle el cielo de aliento ¿Quién pensará revolviera este favor contra el propio que le concedió tal prenda? Sirvió algún tiempo en las tropas logrando ascensos en ellas, Hasta que sus travesuras, según comúnmente cuentan, lo apartaron del servicio consiguiendo la licencia. Entonces tomó el oficio de Torero, donde encuentra, con peligro de la vida, deshago a su soberbia exercitando (sic) en las plazas aquella índole sangrienta. Ni persuasiones, ni ruegos de los suyos, aprovechan para desviarle del rumbo de tan riesgosa carrera. Los aplausos de la plebe, admirando su destreza, dieron a la vanidad de este osado más vehemencia. Montaba bien a caballo en medio de la carrera desensillaba, y volvía a ensillar, sin que pudiera haber quien le compitiese con galopa a media rienda sobre dos brutos parado andaba; finalmente era muy afamado en la lucha de las irritadas fieras. No contenta sus anvicion (sic) con la franca subsistencia
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que su habilidad le daba, a los crímenes se alienta, por caminar de los vicios desenfrenado la senda. Cometer solo el primero delito, trabajo cuesta; después de uno en otro forman enlazados la cadena de robos, asesinatos, atrevimientos, violencias, y quanto malo al precio el hábito le acarrea. Así sucedió a este iniquo: Aunque la justicia recta lo aprisionó, lo contuvo, no hubo lugar a la enmienda. por lástima, por piedad, por indulto, o por clemencia dos veces se libertó de la sentencia postrera. De Señores protegido con inaudita franqueza se miró, esperando que otra vez no delinquiera; pero quien hizo costumbre la maldad, no le aprovechan avisos ni beneficios, y por todos atropellas. Cayó preso últimamente en Guadalaxara, excelsa corte de la Tierra-adentro en una prisión estrecha guardó la víbora insana que emponzoñara cruenta la paz de sus moradores. Apareció la tremenda insurrección; los autores buscaron para cabezas de tan traydores designios las personas más perversas de Nueva España. Después malogradas sus empresas en las Cruzes, en Aculco, Guanajuato, y otras tierras de Michoacán, encontraron ser vana la resistencia contra las tropas del Rey. Truxillo, Cruz, y Calleja invencibles, defendiendo la justa causa, los hechan confundidos, a pesar de su muchedumbre inmensa.
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la inerme Nueva Galicia, para vengarse proyectan invadir… Entran furiosos arrollando quanto encuentran, del número desigual validos en la sorpresa; su Capital toman, donde fue primera diligencia del rebelde Hidalgo, dar libertad, a quien pudiera ayudarle en los proyectos sanguinarios: encomienda el mando de quatro mil foragidos, al que hiciera con el humo de venganza la más horrible tragedia. ¡Oh Dios! Aquí al acordarse el corazón duda y tiembla… ¡Horroriza esta memoria, anudándose la lengua! El instrumento feroz de oprimir tanta inocencia, destruir todo Gobierno, y aún saquear a las Iglesias, fue el infame Marroquín. quando tiranos decretan los tristes asesinatos en personas tan exentas de delito, como honrados padres de la patria misma, a la barranca lo envían, Teatro de esta funesta execución: allí hicieron extremecerse las piedras. Sacaban los infelices en las lóbregas tinieblas, resonando penetrantes lamentos, llantos, y quexas: Al impío tribunal de un monstruo los encomiendan cuya sed, sin respetar la dulce naturaleza, en efusiones de sangre solamente se deleita. ni lugar les concedía a clamar en la tremenda hora ante aquel Criador benigno que los espera: Martirios y soledad su desventura acrecientan. ¡Noches de horror, de amargura! ¡Niños huérfanos, doncellas
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Viudas honradas, sentían con las voces lastimeras despedirse sus maridos y padres, hasta la eterna vida, dexando las casas asombradas y desiertas! Córtase un eterno velo a la posteridad nuestra para que tales acciones se olviden o se obscurezcan. ¿Pero quedó sin castigo tanto número de ofensas? Nó: pues milagrosamente en la batalla se observa de Calderón asistir la divina Omnipotencia desbaratando al tirano Nembrot, sin que le valiera el desmedido poder de una muchedumbre inmensa. En la prisión, el valiente Elizondo hizo temieran Inexorable justicia de la sacra Providencia, con cuyo auxilio logró hacer tan heroica empresa, que será inmortal su gloria para la edad venidera. El plomo lo respetó burlando con ligereza los tiros de Allende, quien perdió al hijo en la refriega. ¡Cómo acobarda el delito! Custodiando la defensa del principal Jefe, aquel Torero, cuya braveza ponderaban, se rindió a la intimación primera: La voz del Rey convirtió al cruel tigre, mansa oveja, entregándose abatido a arbitrio de la sentencia. El impío en esto para, sirva a todos de experiencia: Quien mal anda mal acaba: quien daño hace bien (ilegible) espera: El temerario, que al cielo arroja atrevido flechas, en castigo de su culpa es preciso que les hieran. Ya se ha cumplido la suerte que se buscó y le condena:
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Mas pues con la vida paga atrocidades diversas; pidamos como Cristianos en el instante que muera, de satisfacción al mundo, y Dios de su alma se duela.24 Ca. 1815 JOSÉ JOAQUÍN FERNÁNDEZ DE LIZARDI EL NOVILLO Y EL TORO VIEJO (FÁBULA) Las corrida de toros, en las fiestas, son lo más anhelado y preferido pues si el hombre no lidia con brutos, no es cabal de turba el regocijo. Después de una corrida se juntaron en el corral de Antón, un gran novillo y un toro de seis años, que mil veces había en las labores agrícolas servido. Los dos, alguna vez, lidiaron juntos y por esta razón eran amigos. Pronto se reconocen; y admirado, el novillo, al buey viejo así le dijo: Escucha compañero, ¿por qué causa si a los dos nos lidiaron en el circo, saqué más agujeros que una criba y tú saliste con pellejo limpio? Entonces, el buey, grave, le responde: Porque yo ya soy viejo, caro amigo, conozco la garrocha, me ha picado, y al que miro con ella, nunca embisto. Lo contrario haces tú, sin experiencia como toro novel y presumido sin conocer el daño que te amaga, te arrojas a cualquier precipicio; y por esta razón, con agujeros ha salido tu piel y yo estoy limpio. Agradezco deveras, camarada -dijo el torete- tu oportuno aviso; desde hoy seré más cauto, y te prometo no echar tus advertencias en olvido, que es gran ventaja conocer los riesgos y esquivar con prudencia los peligros. 1840 JOSÉ JOAQUÍN PESADO 24
Op. Cit.
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La lid de toros. Aquel acto fenecido anuncia el clarín sonante al concurso divertido que se halla un toro arrogante, a la lid apercibido. la multitud al momento el coso rodea; se enoja el bruto; con ardimiento esparce la arena al viento; llamas por la vista arroja los ojos en torno gira alta la cabeza y cuello, torvo los objetos mira parece que en su resuello humo la nariz aspira. Clava una mano ligera a su cerviz una jara: Brama irritada la fiera, un jinete se le encara y con firmeza la espera. Llamada se silbo agudo baja la enastada frente, parte como rayo ardiente, mas luego de golpe rudo herida la espalda siente. Al encuentro poderoso salta la lanza en astillas, el Picador animoso postra al bruto de rodillas, y él sale libre y airoso. Al dar el golpe certero hurta el caballo, gallardo, vuelve a su puesto primero, y otra vez con paso tardo al toro provoca fiero. Este de nuevo se engalla, y en los lances que repite despeje el cerco y la valla: Ya nadie con él compite, el vulgo le mira y calla. Hasta que desciende el coso nuevo toreador, que pasa vibrando lienzo engañoso, y con acero alevoso el corazón le traspasa. El pecho lleno de fuego, corriente de sangre roja lanza por la boca luego; el suelo con ella moja trémulo y de rabia ciego.
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Desangrado, no vencido, sin acción, sin movimiento queda en la arena tendido, y con doliente bramido lanza su postrer aliento. Ca. 1851 ANÓNIMO El valiente Juan Corona… El valiente Juan Corona el de la vara de otate, aunque la fiera lo mate ha de picarlo sin mona. De San Pablo en este día la plaza se encuentra en ascuas, porque se acercan las Pascuas y el pueblo goce a porfía. La Chole, por vida mía no esquiva pisar la arena de sangre toruna llena; pues por complacer a todos, ha de jugar de mil modos con esas fieras, sin pena. Porque su fama lo abona25 en el suelo mexicano, dó se muestra muy ufano de triunfar siempre de veras. Y dominar a las fieras con su brazo soberano. Ha de haber monte Parnaso, de muchas cosas provisto, las que jamás habrás visto aunque las tienes de paso. Cien pantalones de raso y otras muchas zarandajas, entre cortantes navajas, ha de tener en su mano, para que saque ventajas. El que busque distracción, en San Pablo la hallará, y no se arrepentirá de ocurrir a esta función. 25
La de Juan Corona.
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Allí no habrá tumultón ni desorden, ni mal rato el público hallará grato cuanto en su obsequio ofrecemos, pues todo precaveremos porque haya gusto y no flato. No es busca de novedades corras pueblo a otras regiones, porque las más ocasiones encontrarás bojedades. (. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .) Qué diversión más barata puede buscar un galán, para que con poco afán quiera obsequiar a su chata. La paga no es patarata, esta vez se ha disminuido, porque la empresa ha querido dar muestras de su adhesión, probando así a la sazón que os vive reconocido. 1852 GUILLERMO PRIETO, FIDEL. UN GENIO BILIOSO No te quejes, Caralampio,26 de tu genio de alquitrán, ni de que estallas cual bomba por un simple ¿cómo va? Dichoso tú, de quien dicen: “Ese hombre es un Satanás, tiene rostro de vinagre, palabras de rejalgar, antes quiero frente a frente uno de Atenco puntal, que ese aborto del infierno, resucitado Caifás. Esos dichos fementidos, ese envidioso charlar, para mí anuncian ventura, suprema felicidad. Hombre, humíllate hasta el polvo, llora de gozo, abusan, 26
Se refiere al picador de toros Caralampio Acosta, quien formó parte de la cuadrilla de Bernardo Gaviño, diestro de origen español que se avecindó en nuestro país, desde 1835 y hasta 1886. La celebridad de Caralampio queda evidenciada en estos veros escritos por Guillermo Prieto.
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un genio así atrabiliario es casi un don celestial: es el escudo y la lanza para la vil sociedad: Es el vellocino de oro, el misterioso maná. Vara mágica y potente y piedra filosofal. Si una turba de chicuelos, facciosos de corta edad, arma en tu torno bullanga sale al punto la mamá: “¡Chito!, que don Caralampio los puede descuartizar...” ni se plantan tu sombrero, ni piden con terquedad, ni con sus labios melosos al bigote besos dan, y en tiesos pábilos tornan tus mostachos por maldad. ¿Confidencia? ¿A ese demonio?, te embiste: ¡por Dios, nota! ¿Quién desafía esa cara si es el mismo Barrabás? Y te excusas del lamento, de la danza y su galán, y la aprendiza de cuñada y la suegra en ciernes, ¡ay!, paloma cuando el noviazgo, después víbora infernal. Siempre para el confidente hiel, espina y algo más... ¡Y marido! ¡Con buen genio! ¡Un marido de panal! ¿El esposo atortolado...? ¿El marido iris de paz? Es la víctima doméstica, es el mártir de esta edad. (. . . . . . . . . .) es un tesoro un mal genio; la bilis es un caudal, te lo dice, Caralampio, un pobre moro de paz, envidioso de tu fama, de genio de Satanás.
El 15 de febrero de 1852 actúa en "El Paseo Nuevo" y, la musa popular le canta los siguientes versos: 1852
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CORRIDO POPULAR A BERNARDO GAVIÑO en su función de Beneficio. Bernardo insigne, la parlera fama, tu nombre lleva por el ancho mundo, y en tu arte fuerte, sin rival te llama; y México en su afán noble y profundo rey en la lid y sin igual te aclama. Del toro altivo la feroz bravura sereno burlas con ligera planta, y ruge viendo tu destreza tanta, y vengar no pudiendo su tortura la arena al viento con furor levanta. Y crece más y su furor se enciende cuando tú más sobre la plaza brillas y cuando herirte sin cesar pretende, tu clavas audaz dos banderillas y el público a aplaudirte solo atiende. Y ese valor que en tí, Bernardo se halla, y que te ha dado plácido renombre, no tan solo se ve junto a la valla, sino al frente también de fieros hombres, y en medio de horrísima batalla. De Durango lo diga el rico Estado, donde unido tan sólo a tus toreros, contra ciento y aun más comanches fieros, siete horas combatiste denodado, muertos quedando allí tus compañeros. Y aunque te hallabas, tú del brazo herido combatiendo seguiste siempre fuerte, y el estar a la muerte decidido te libertó, Gaviño de la muerte y de que fueras por tu bien vencido. Gloria a tí, pues con empeño tomas cuanto te puede dar lustre en el suelo, gloria claman también bajo del cielo, estas que echamos cándidas palomas, que el aire cortan con su raudo vuelo. Bernardo, acoge, como siempre humano, de nuestras almas el afecto ardiente, y del pueblo español y el mexicano, que forman uno solo el mundo vano los vivas oye con serena frente.
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1857 DE INSPIRACIÓN POPULAR SOBRE BERNARDO GAVIÑO Y RUEDA (1812-1886) LA CUADRILLA DE BERNARDO GAVIÑO Para concluir temporada va pues la última corrida que será en verdad cumplida y no habrá que desear nada; con tiempo está preparada, toros de Atenco muy fieros, Picadores y toreros, todo es escogido, todo: será la función de modo, que agrade al público entero. Bernardo, de gozo lleno, está resuelto este día a mostrar su bizarría como en el día del estreno Caralampio [Acosta] y compañeros, dicen que a cada piquete se doblegará al torete por más que tenga bravura; y todo, en fin, todo augura una función de chupete. Nadie en asistir se duerma, vengan los de Tacubaya, también los de Santa Anita, los barrios todos asistan, no haya en el dinero merma; apronten todos dos reales, que así serán más cabales, el contento y la boruca, y que vengan con peluca todas y todos puntuales. Ca. 1855-60 GUILLERMO PRIETO TRÉPALE QUE ES MANSITO Como después de la lluvia que destierra la sequía, parece más lindo el cielo con cara lavada y limpia, lloran de placer las ramas,
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los sembrados resucitan, las flores alzan el rostro saludando al Sol que brilla, y las corrientes del suelo se juntan, se arremolinan y parece que retozan pereciéndose de risa, así en Zapotlán pasaba tras la negra tiranía, con la lluvia de chinacos que hizo su poder cenizas... ahorita ¡Van a los toros! Y la plaza se improvisa con carretas y tablones y está dialtiro maciza. Forman inmenso cuadrado, de las carretas las filas, y dejan al medio un campo de primor para la lidia. Engalanan las carretas arcos de ramas, cortinas, y un celemín de rancheros y de muchachas bonitas. Ellos bota de campana y botonadura rica, con la camisa bordada y toquilla de chaquira; Y ellas de enagua encarnada y lentejuelas que brillan, rebozo de seda y seda, redibada la camisa, y como frescas manzanas las abultadas mejillas. Pero hay debajo los toldos mil catrines y catrinas, con tápalos de burato, con sus mascadas de la India, con sus peinetas de gajos y sogas de perlas finas; Y más arriba del coso hecho de robustas vigas, están señores y jefes que son de primera fila. Allí estaba el Don Santitos asomando la carita; pero a la verdad pelada,
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que ninguno en él se fija. Que unos le conocen muchos, y otros no le conocían. Y que comienzan los toros, y empieza la gritería, que es la salsa de la fiesta, de peligro y fechorías: Hay sus saltos de garrocha, capeo de muletillas, y sus flores delicadas, y vistosas banderillas; y hay también sus revolcados entre palmadas y trisca, que se alzan atarantados y corren sin salida... En esto, que sale un toro que al redondel ilumina... Cornicorto, grueso el cuello, soberbio, ligero, altivo, eran llamas sus dos ojos, y era su conjunto lindo, y era marrajo de genio, y era muy matrero el bicho; para la capa, mañoso, para la garrocha, esquivo, para el lazo, inconsecuente, para la cola, tardío... -¡Que lo monten!- grita el pueblo; y entre zambras y silbidos que con el toro en la tierra y le trepan los más listos... Pero uno y otro sucumben y pierden el equilibrio, quedando el toro triunfante, y los toreros corridos... -¡Apriétele ese braguero!gritó en lo alto Don Santitos. Todos el catrín burlaron, de su audacia sorprendidos... -¡Túmbenlo por aquí enfrente!con tono imperioso dijo... y comenzó la maniobra del pretal, como previno... -¡Triple vuelta!-... -¡Más forzado!-
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-¡Así le hiere el codillo!... -¡Menos abierto ese nudo!... -¡Ora bueno!... -¡Está bien fijo!dijo entonces satisfecho el catrín desde su sitio. -¿Quién lo monta? –dijo entonces, y estallaron encendidos un “¡Móntalo tú!” en mil voces y entre golpes inauditos... entonces, con gran calma, don Santos desciende al circo, sin ambages, sin espuelas. Muy modesto y espedido... se afianza bien, salta al toro, repite terribles brincos, y el jinete sube y baja, pegado cual con tornillos... se alza, se sienta la bestia. Culebrea el cuero liso. y él, en el lomo clavado, fuerte como un martillo... -¿Quién es ese hombre? –Preguntan los rancheros más peritos, y responden orgullosos los de Morelia aguerridos; -¡Ese es Santos Degollado, ese es nuestro Jefe invicto!... -¡Viva el héroe de Zamora!-¡Viva, viva Don Santitos!... Las damas le arrojan flores los jefes le hacen cumplidos, y suenan dianas alegres en el aire conmovido, el ejército y el pueblo ensalzan a su caudillo, mientras Comonfort le abraza con sincero regocijo. Don Santos a Colima con mando reconocido; y Comonfort, justiciero, le dio el mando de Jalisco, para bien de nuestra causa y en premio de sus servicios. Romancero Nacional. 1863
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LUIS G. INCLÁN -¿Fuiste, Juan a la corrida…? -¿Fuiste, Juan a la corrida este domingo pasado? -Si Miguel, quedé prendado, estuvo muy concurrida y magnífico el ganado. Toros de hermoso trapío, limpios, francos y bollantes, revoltosos, arrogantes, valientes, de mucho brío, muy celosos y constantes. En continuo movimiento estuvo la concurrencia celebrando a competencia con gran placer y contento, de Pablo la inteligencia. Lucieron los picadores, los diestros banderilleros, los locos, los capoteros, también los estoqueadores, figuras y muleros... De los fuegos, ¿qué diré? Bien combinados, lucidos, generalmente aplaudidos; muy complacido quedé de mis paisanos queridos. -Con eso querrás decirme que aún irás a otra función? -Con todo mi corazón, si me gusta divertirme y no he de perder función. -Pues eso está reprobado por gente más ilustrada. -Yo no les pido la entrada, mi dinero me ha costado, mi voluntad es sagrada. Que ellos la pasen leyendo, papando moscas, rezando yo ya solito me mando, y no me ando entrometiendo ni costumbres criticando. -Al querer la abolición, (deja la barbaridad,) solo es por humanidad... -Dime, Miguel, sin pasión ¿Es envidia o caridad? Yo estoy por toros y toros aunque empeñe mi chaqueta,
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con placer doy mi peseta, mientras otros al as de oros pierden hasta la chaveta. Yo estoy por toros y toros aunque empeñe mi chaqueta, con placer doy mi peseta, mientras otros al as de oros pierden hasta la chaveta. 1860-1867 LUIS G. INCLÁN RECUERDOS DE EL CHAMBERÍN (1860-1867) (Fragmentos) Dos meses tenía de edad, cuando una tarde lazando y toros bravos probando, estábamos en verdad; quiso la fatalidad que el que Miranda lazó, por desgracia lo encuartó cogiéndolo atravesado, le partió sobre parado y la yegua le mató. (. . . . . . . . . .) se entró al comedor un día, la toalla y mantel mascó, y entre ellas se decretó pegarle cuando salía. Se arman con algarabía de palos, lazos y escobas, se vienen sobre él las bobas y él se defendió a patadas, las siguió a las manotadas mordiéndolas casi a todas. Esta chistosa ocurrencia hizo luego respetarlo; mas se ponían a torearlo los chicos a competencia y por una advertencia de un muchacho que alcanzó, mi padre el toreo prohibió porque el potrillo enojado, lo puso muy aporreado y hasta lo descalabró. (. . . . . . . . . .) Del día del santo patrón
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que es el apóstol Santiago, algunos recuerdo hago de tan clásica función. Son tres días de diversión que hace el pueblo y hacendados y aunque con toros prestados, juegan distintas corridas son todas muy concurridas y torean aficionados. En el primer día metieron ocho toros muy grandotes, que de allí, de los Mogotes, algunos rancheros dieron; al momento en que me vieron se empeñaron a que entrara en la plaza, y que toreara, y aunque yo iba de catrín me metí en mi Chamberín para que no se me instara. Les causaba admiración al verme estar en la plaza, y conocí que mi traza les llamaba la atención; mas con segunda intención me puse a estar sólo huyendo, y mucho miedo fingiendo hasta ver qué tal lo hacían los que allí más presumían y de mí se estaban riendo. A un tal Ramírez, don Diego, aplaudían con mucho ardor, y era el primer picador; sin más regla ni sosiego al encontrar corría luego, a picahuye pasando la garrocha al aire alzando, haciendo tres mil piruetas que tenían por galanetas y lo estaban festejando. En una de estas pasadas el caballo sofrenó, el toro me lo alcanzó y le dio buenas cornadas. Al ver tantas chambonadas me resolví a divertir, y más cuando vi salir un toro pinto manzano muy partidor, muy liviano
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y que a todos hizo huir. Entonces entusiasmado, con mucho aplomo y sereno le piqué a puente de freno según me habían enseñado; jugó limpio y no cargado hasta que al fin se salió; muchas varas recibió y tan acosado estaba que ni a la capa le entraba sino que se embarreró. En los toros que siguieron tres de ellos banderillé, a los otros dos colié y muchas galas me dieron. También jinetear me vieron y en estas justas por fin, fui el único paladín que en aquel circo luchó y el primer lugar logró gracias a mi Chamberín. Se estaba firme al picar, para capotear se abría bien, se cerraba y partía cuando iba a banderillear; pasaba fuerte al colear, para lazar se tanteaba, la música lo alegraba y estaba listo y contento, pues al menor movimiento solito se disparaba. El segundo día trajeron de Cabémbaro el ganado, muy brioso, grande y alzado y lo mejor escogieron; entre todos me eligieron para ordenar la corrida, formé cuadrilla en seguida y esa tarde entré de payo montado en mi buen caballo de fama tan merecida. El primer toro piqué y en una de sus entradas, las riendas vi reventadas y al instante las tiré. Muy grande sorpresa fue el verme seguir toreando sin ellas y manejando
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a mi noble Chamberín solamente de la crín dos mil aplausos ganando. Por fin la tercera corrida de Ocurio la remitieron, hermosos toros trajeron y estuvo más concurrida; la gente muy comprimida en los tablados trepó, uno de ellos cayó cuando menos se esperaba y el toro, que cerca estaba, abrió claro y se escapó. En un callejón, armado, furioso se defendía; cinco o seis reatas tenía que a varios había quitado, a dos caballos matado y a otra porción herido, porque se habían atrevido en callejón tan estrecho, a acercársele derecho y quebrar no habían podido. Por último yo llegué y en lance tan arriesgado, en mi caballo confiado reculando me acerqué; al partirme lo lacé sin que alcanzarme pudiera, solito lo saqué fuera y gritaban con empeño: "¡Viva, viva el arribeño; su caballo es de primera!" Desde esa vez cuando había las corridas o herraderos, rodeos o bien capaderos, yo el primero concurría; siempre el Chamberín lucía siendo pues muy codiciado, en todo Quencio alabado por ligero y por liviano; bueno en el cerro y el llano, constante y bien educado. En Cóporo, llamado El Fuerte, fuimos a echar recogida y ese día debí la vida a mi caballo, de suerte
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que sentí el frío de la muerte, pues tras de un toro corriendo a un precipicio iba yendo y aunque mil voces me daban, entendía que me animaban y afanoso iba siguiendo. Ya el toro tenía lazado cuando una maroma dio y a mi vista se volteó por allí desbarrancado; solté la reata asustado queriéndome detener y helado me quedé al ver que la tierra me faltaba y que ya el caballo estaba inmediato a descender. (. . . . . . . . . .) En esta ciudad estaba un español muy mentado, comerciante y hacendado y que en todo especulaba; muy vanidoso montaba un lindo caballo grullo; que no había otro como el suyo para el campo, sostenía; lo escuchaban y no había quien le quitara su orgullo. Empeñado en encontrar quien sirviera de contrario, puso un anuncio en El Diario retando para colear al que quisiera apostar por todos estos terrenos, quinientos pesos lo menos, pues su caballo era diestro y de Tierradentro el maestro de muchos caballos buenos. (. . . . . . . . . .) Mi propuesta consultó con varios de los presentes, puso casos diferentes que él mismo los desató. la condición aceptó de que el grullo igualaría al Chamberín en maestría y en esto, ya convenidos, empezó a poner partidos pues libre el campo tenía. Primer partido, que yo
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seiscientos pesos pusiera y que ocho a seis le admitiera luego luego me obligó. Por segundo destajó que el ganado eligiría, el sitio, la hora y el día en que fuera el coleadero, y pasamos al tercero que meditado tenía. Que yo me comprometía a fuerza, en tres toros dar cinco caídas al tentar, pues si soltaba perdía; que ninguno ayudaría a correr ni a hacerme lado, sino que al toro soltado yo sólo debía alcanzar, tentarlo y luego estirar hasta dejarlo tirado. Partido cuarto: él tendría cinco toros que colear y en ellos tres caídas dar el charro que le servía, que con ellas cumpliría y que si otra caída daba desde luego me ganaba sin tener apelación, pues en caso de cuestión mis derechos renunciaba. También dejamos pactado que pagaría el que perdiera un almuerzo que a Barrera le fue luego encomendado, porque todo convidado allí pudiera almorzar, y esto debía de importar setenta pesos completos, sin contar los gastos sueltos que se tenían que agregar. Que por caída se contaba que el toro al suelo cayera, y aunque media caída fuera por redonda se pasaba, que el público sentenciaba. Se depositó el dinero y el domingo venidero en Balbuena colearía, que allí el ganado daría
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don Juan Francisco Rivero. (. . . . . . . . . .) Las doce en México dieron que era la hora designada; la gente fue colocada y una valla nos hicieron; a echarme un toro se fueron y yo, entre tanto, por fin le quité a mi Chamberín tapojo, bozal y freno, y quedó quieto y sereno obedeciendo a la crín. Antes que el toro saliera de la valla, lo estiré y allí mismo lo rodé metiéndole una bolera. Mil aplausos por doquiera muy entusiastas hicieron, y mucho más cuando vieron que al toro al campo seguí; otras dos caídas le dí y las tres muy buenas fueron. Para el corral me volvía con mi caballo paseando, que tras de mi venía andando y cual perro me seguía; todo el mundo lo aplaudía y admirados se quedaron; el segundo toro echaron y aunque era un poco rejego, llevó su porrazo luego y cuatro caídas contaron. (. . . . . . . . . .) Como en dos toros constante cinco caídas había dado, claro es que me había quedado de los tres, uno sobrante; les pregunté en ese instante si de él podía disponer, dijeron que sí, y al ver que echárselos fue mi intento, todos en aquel momento tras él fueron a correr. (. . . . . . . . . .) Fueron luego y me soltaron tres toros que había sobrantes, de los cinco que desde antes para el grullo destinaron. Muy complacidos quedaron Mirándome travesear;
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fue un continuo celebrar cada caída que daba, pues ningún toro dejaba de echarlo al suelo rodar. (. . . . . . . . . .) Siguió a todos admirando con sus gracias diariamente, pero fue más sorprendente lo que hizo en Tlalpan coleando; siempre lo están recordando como un caso extraordinario, que en la fiesta del Rosario en la plaza aconteció y mil aplausos recibió de todo aquel vecindario. Entre varios arreglamos hacer toros ese día y el importe que tenía entre todos lo pagamos. La plaza pronto formamos muy buen ganado metiendo; yo estuve allí dirigiendo mientras mi hermano Agustín, montando en el Chamberín, mil proezas estaba haciendo. Llegó la hora de colear, y un buen muy grande solté y Agustín tan sólo fue el que lo pudo alcanzar. Al instante de pasar se cargó el buey a la fuente y era pues muy consiguiente que para este se escapara y que el claro le tapara, si no andaba diligente. Nada de esto sucedió, pues con gran agilidad brincó con velocidad y tan fuerte arremetió que el buey de espinazo dio sobre el pretil prontamente, y con pasmo de la gente dentro del agua cayó; el concurso celebró este hecho profusamente.27 1879 27
Luis G. Inclán: Recuerdos de El Chamberín. México, PLANETA-CONACULTA, Joaquín Mortíz, 2002. 84 p. (Ronda de Clásicos Mexicanos).
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ANÓNIMO EL TORITO CANCIÓN Para ese torito josco que se llama Reelección, yo tengo una banderilla que se llama Oposición. Y upa! Y apa! ¡Tin, tolon! ¡Y vente torito de once! Salta y rompe la barrera, que espada y capote en mano, el Chismosito te espera ¡Aprieta, caballo moro! Salga el toro! Salga el toro! Toma! Toma! ¡vente, güero! ¡Upa, torito de a medio! ¡Te planté mi banderilla, de las dos astas en medio! ¡Quieto, mi caballo moro! Vente toro! Toro! Toro! ¡Óigame, amo D. Combate! El toro está endemoniado; pero si usté pica a pie, yo banderillo sentado y enristra, caballo moro! ¿Upa, toro! Toro! Toro” Quieta, quieta, tía Casera, nada de brincos ni trancos; déjeme al animalito que voy a matarlo en zancos. ¡Y aprieta, caballo moro! Vente toro! Toro!, toro!!! Toro! Torito! Torote! Toro de la Reelección, toro sonso de la plebe te volvió la Oposición Y upa! Y Apa! ¡Tin, tolon!28 1883 JUAN A. MATEOS
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El Chismoso. Periódico de Noticias y Avisos. Escrito expresamente para el pueblo. T. I, México, Domingo 7 de septiembre de 1879, Num. 20.
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En el redondel. Gallardo el mozo, deslumbrante el traje Que del sol a los rayos reverbera, Rey del estado, con soberbia impera Y aguarda osado en el fatal paraje. De rabia lleno y de mortal coraje, Se lanza el toro y el mancebo espera, Y envuelve al hombre y la rabiosa fiera El turbio polvo de la lid salvaje! De la barbarie en el siniestro foro, Ruje la multitud, viendo anhelante, Rotos y en sangre los bordados de oro Del vencido que rueda por el suelo! El populacho aplaude, brama el toro;… La civilización está de duelo.29 1884 APARECIDO EN EL ARTE DE LA LIDIA. FIRMA: GADEA. La cuadrilla lidiadora… La cuadrilla lidiadora, un gran diestro la mandaba; era Bernardo Gaviño el incomparable espada. Que en tiempos de los virreyes, dicen también lidiaba como el torero más diestro célebre en la tauromaquia. (. . . . . . . . . . . . . . . . . . .) Dada la señal de muerte, Bernardo Gaviño avanza, pide coqueto la vénia y empuña la diestra espada. Llama al toro; le acomete, se lo quita con la capa, y en un pase de muleta con arrogancia lo mata (. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .) 1886 CORRIDO POPULAR CORRIDO DE BERNARDO GAVIÑO 29
El Monitor Republicano, del 12 de agosto de 1883, p. 1.
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Bernardo Gaviño, el diestro que tanto furor causó en la plaza de Texcoco lidiando un toro murió. Su valor no lo libró de suerte tan desgraciada, y aunque tenía bien sentada su fama como torero, un toro prieto matrero lo mató de una estocada. Fue del pueblo mexicano el torero consentido, y él fue el que le dio a Ponciano la fama que ha merecido, siempre se miró aplaudido, pues con su gracia y valor supo granjearse el favor del pueblo más exigente, que vio en Bernardo al valiente y sereno toreador. ¡Quién se lo había de decir! después de tanto lidiar, que un toro de escasa ley al fin lo había de matar! ¡Y quién no ha de recordar con el placer más sincero al simpático torero que, sin mostrarse cobarde, hacía de valor alarde como matador certero! Pero un torito de Ayala la carrera le cortó, y en la plaza de Texcoco don Bernardo falleció; todo México sintió la muerte de este torero, que en el país fue el primero por su arrojo y su valor, conquistándose el favor de todo el público entero.30 1886 CORRIDO POPULAR VERDADEROS Y ÚLTIMOS VERSOS 30
Vicente T. Mendoza: El romance español y el corrido mexicano. Estudio comparativo. 2ª edición. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Coordinación de Humanidades, 1997. XVIII + 833 p., p. 538-540.
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DE BERNARDO GAVIÑO Bernardo Gaviño el diestro que tanto furor causó, en la plaza de Texcoco lidiando un toro murió. Su valor no lo libró de suerte tan desgraciada, y aunque tenía bien sentada su fama como torero, un toro prieto matero lo mató de una cornada. Fue del pueblo mexicano el torero consentido, y él fue el que le dio a Ponciano la fama que ha merecido. Siempre se miró aplaudido pues con su gracia y valor, supo grangearse el favor del pueblo más exigente, que vió en Bernardo al valiente y sereno toreador. ¿Quién se lo había de decir después de tanto lidiar, que un toro de escasa ley al fin lo había de matar; ¿Y quién no ha de recordar con el placer más sincero, al simpático torero que sin mostrarse cobarde hacía de valor alarde como matador certero? Pero un torito de Ayala la carrera le cortó, y en la plaza de Texcoco don Bernardo falleció. Todo México sintió la muerte de este torero, que en el país fue el primero por su arrojo y su valor, conquistándose el favor de todo el público entero. El treinta y uno de enero don Bernardo suspiró, y al ver un toro de Ayala su corazón lo avisó. Rosa, rosita, rosa morada,
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murió, señores, Gaviño que era muy certera espada. Al ver al toro tan bravo se puso color de cera, y dijo: este toro prieto nos viene a dar mucha guerra. Rosa, rosita, es cosa seria, que á Gaviño le hirió el toro el último día de feria. A la vista penetrante del toro, nada escapó, que a todos los picadores los caballos destripó. Rosa, rosita, flor de alelía, murió el capitán Gaviño, esta su suerte sería. Se presentaba arrogante en cualesquiera corrida, y toreaba al mejor toro sin miedo a perder la vida. Rosa, rosita, más de castilla, don Bernardo está enterrado en el panteón de la Villa. Se presentaba en la arena el primero ante el toril, y aunque el toro fuera bravo nunca lo encontraba hostil. Rosa, rosita, ya se acabó, don Bernardo, el gran torero en Texcoco concluyó. Ese domingo en la tarde estaba bravo el ganado, pues por un torito de ellos está Gaviño enterrado. Rosa, rosita, flor de limón, murió el once de Febrero muy cerca de la oración. Todo el pueblo texcocano está lleno de aflicción, de ver que murió Bernardo de la feria en la función.
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Rosa, rosita, rosa amarilla, con garbo siempre pegaba al toro una banderilla. El recuerdo de Gaviño vivirá en los mexicanos, porque a muchos enseño y los miró como hermanos. Rosa, rosita, flor de coco, hirió el toro a Don Bernardo en la ciudad de Texcoco. En la plaza de San Pablo, con garbo y gracia lidió, que al toro de una estocada siempre muerto lo dejó. Rosa, rosita, ¡oh infeliz suerte! en la plaza de Texcoco halló Gaviño su muerte. Los toreadores lo sienten porque era su capitán, y los defendió animoso con orgullo y con afán. Rosa, rosita, rosa de amor, murió nuestro capitán recordamos con dolor. Quien se lo había de decir a Gaviño tan famoso que de Ayala, al pobrecito un toro diera reposo. Rosa, rosita, del mes de Abril, ya a Don Bernardo jamás lo verán ante un toril. Murió el valiente torero sin quejas y sin lamentos, mas con acerbos dolores en horribles sufrimientos. Rosa, rosita, flor encarada, murió Bernardo en Texcoco a impulsos de una cornada. En fin, concluimos aquí los versos del gran Gaviño,
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y conservamos gustosos su memoria con cariño. Rosa, rosita, rosa magnolia, murió Bernardo Gaviño, que Dios lo tenga en su gloria. Propiedad particular. Imprenta de Antonio Vanegas Arroyo, Santa Teresa número 1. Avenida Oriente accesoria 715.-México. 1887 JUAN A. MATEOS Rendido a Baco el matutino culto… Rendido a Baco el matutino culto con seis cocteles, métese a Iturbide; come, y bebiendo siempre, se decide a seguir de los toros el tumulto. Llega a la plaza, y con semblante estulto El redondel con la mirada mide. ¡Toroo! con voz aguardentosa pide y a cada picador grita un insulto. Si ¡bruto! a aquel que se salvó de un salto Y ronco de gritar como un carnero, ya de resuello y de vergüenza falto, al ver un volapié del Habanero, arroja al redondel su sombrero alto ¡con una interjección de carretero! 1888 JUAN DE DIOS PEZA CANTARES TAURINOS. EL PRIMER GALLEO. Por el arte entusiasmado Con sus capas y sus hierros Fueron a lidiar becerros Seis o siete aficionados. Una vez el bicho suelto, Becerro de condición, Y según la filiación lomipardo y cornivuelto. Salió Andrés, el buen Andrés, que se distinguió en Gencibras
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por ser de muy pocas libras y de muchísimos pies. Y con natural deseo, ocultando lo cobarde, quiso comenzar la tarde con un lucido galleo. Sin que el peligro le importe, en irse al bicho se apresta pero con la capa puesta como para dar recorte. Abre con mucho donaire los brazos firme y resuelto y entonces el cornivuelto le da una vuelta en el aire. Como esquila el pobre Andrés dio vuelta en la inmensidad pero por casualidad cayó en el sitio de pie. “Así me da gusto verte” gritó en la barrera alguno, y a igual tiempo agregó un tuno: “¡que nos repita la suerte!” Sintiéndose Andrés morir del susto en aquella fiesta, murmuró: suertes cual esta no se puede repetir. Y tomó tal aprensión que le acobardó un capricho: tuvo miedo, más no al bicho sino a la repetición. 31 1890 JOSÉ JUAN TABLADA ANTOÑICA ¡Antoñica, si hubieras sido como yo te imaginaba! Yo había puesto en tu alma todo lo bello de mi alma de colegial intacto donde aún perduraban Estos versos, aparecieron reproducidos en el “Programa de lujo”, correspondiente a la tarde del 26 de octubre de 1947. Col. Julio Téllez. 31
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bajo las arideces aritméticas fulgores de Cuentos de Hadas. Antoñica, rubia ramera desde el parque frente a tu casa te veía en el crepúsculo palidecer y luego iluminarte para el vivir nocturno... En tus cabellos brillaban las onzas de oro de la “partida” de Tacubaya y en tus ojos violeta un alcohol de veloces y azules flámulas. Hoy, ya muerta te identifico con las princesas de las miniaturas persas, por sensual y por fina y rubia con la Madona del Gran Duca. De tus amantes nadie te amó como ese niño. ¡Ni el general, ni el banquero, ni el banderillero de Bernardo Gaviño! Como aquel niño ya poeta que divinizó tus pupilas como estrellas lejanas, suaves como violetas, y en su deliquio, cuando tú pasabas, extraño al sortileño de tu sexo cruel temblaba sin saber por qué. Y te veía alejarte, poniente en tus espaldas las alas de su Ángel de la Guarda... 1884 ANÓNIMO Ahora de veras Ponciano… Ahora de veras Ponciano, con los toros del Bajío, vamos a verte torear son toros de mucho brío. Vámonos a Tlalnepantla en los trenes de recreo a ver torear a Ponciano a los toros de Angangueo. Qué bonitos son los toros cuando los torea Ponciano, con su capa sobre el hombro con ellos anda jugando.
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¡Ay, torito rechulón!, ¡Ay, torito de mi vida! ¡Viva el valiente Ponciano con su arrojada cuadrilla! 1887 ANÓNIMO EL TORERO (A PONCIANO DÍAZ) Qué torero tan valiente tenemos hoy en el día, este torero mentado se llama Ponciano Díaz. Ay! torito de mi vida Ay! torerito rechulón, Ay! este Ponciano Díaz ya vino del interior. Qué bonito capotea y pone las banderillas, le hace la memela al toro, y lo mata de rodillas. Ay! torito de mi vida, Ay! torito de mi amor, ya llegó Ponciano Díaz, ya vino del interior. La plaza del Huisachal siempre será fiel testigo, de que Ponciano torea al estilo de Gaviño. Ay! torito de mi vida, Ay! torito rechulón, dicen que viva Ponciano que es el torero mejor. También la de Cuautitlán el público lo ha aplaudido, porque no le tiene miedo al toro más atrevido. Ay! torito de mi vida Ay! torito rechulón, dicen que viva Ponciano que es el torero mejor.
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1887 JOSÉ T. DE CUELLAR. Los Toros. Allá cuando el grosero gentilismo Adoraba a los dioses terrenales, Al hundirse entre inmundas bacanales El Imperio Romano en el abismo, De insensato deleite el paroxismo, Del Circo en las matanzas infernales, Arrancábale al cielo las señales De la aurora de paz del cristianismo. ¡Ya pesar de Jesús, con amargura Vemos que damas de hoy, por negra suerte, Olvidan la piedad y la cultura Por el brutal placer y les divierte, Como en Roma a la impúdica hermosura La estocada y las ansias de la muerte.32 1888 ANSELMO G. ARUSTI MARCHA “PONCIANO DÍAZ” Con música del maestro P. Inclán. Se presenta al redondel el simpático Ponciano, el valiente mexicano, que al toro sabe vencer. Miradlo como se entrega a repartir su cuadrilla y miradlo como brilla durante toda la brega. Ya con la capa se avanza a desafiar a la fiera, que orgullosa y altanera al verlo, sobre él se lanza. Pero él con calma y destreza se encara con la atrevida hasta que la ve rendida y humillada la cabeza. Con un estilo sencillo toma un par de banderillas las pega, no en las costillas, sino en el mero morrillo. Y si las pone a caballo, en esto no tiene igual, pues le he buscado rival, 32
El Monitor Republicano, D.F., del 10 de abril de 1887, p. 1.
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y en México no lo hallo. Tocan por fin a matar; la suerte más arriesgada, pero él tomando la espada, a la bestia va a retar. Y allí con su faz serena con una buena trasteada, le da al bicho una estocada que lo hace morder la arena. Y con la cabeza erguida a sus pies mira postrado al toro que ya ha matado, al toro que está sin vida. Entonces el soberano aplaude con fe sincera, porque es la espada primera en México, el gran Ponciano! 1888 FRANCISCO SOSA ¡¡QUANTUM MUTATUS AB ILLO!! Coronas de laurel para el guerrero emblema hermoso de eternal memoria coronas esculpidas por la Historia en el bronce ó el mármol duradero. Si un tiempo fuisteis el afán primero del inspirado trovador, su gloria, os habéis convertido en irrisoria ofrenda concedida hasta el torero del histrión infeliz ornáis la frente entre el aplauso de la turba necia quel circo aserda, cual turbién rugiecen quien de sensato con razón se precia ¡¡Oh coronas!! os mira indiferente y vuestro brillo el pensador desprecia. 1889 LUISA GODOY A mi distinguido amigo el popular diestro mexicano Ponciano Díaz (Con motivo de su viaje a España) Antes de que te ausentes caro amigo, antes que partas de tus patrios lares; escúchame por Dios, lo que te digo, en estos de amistad tiernos cantares.
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¿Por qué vas a partir? ¿Cuál es tu anhelo? Laureles mil, ya ciñen tu cabeza; piensas quizá encontrar bajo otro cielo de los que aquí te amamos la terneza? ¿Por qué vas a partir? Yo sé que dejas un santo hogar donde tu madre mora; donde eleva por ti sus tiernas quejas y por tu ausencia inconsolable llora. Aquí tienes afectos, tienes gloria que tu arrojo y valor han conquistado; páginas indelebles en la Historia, las flores y los triunfos que has soñado. Tu tierna Patria quedará llorando al escuchar tu postrimer adiós; y por tu vuelta quedarán regando tu madre y los arcángeles a Dios. Ca. 1888 JUAN DE DIOS PEZA MATAR Y MORIR ¡Terrible fatal instante! El bicho ya va a morir quiere con furia embestir y está el matador delante. Un pase... dos... otro más y otro porque así conviene y listo el diestro va y viene adelante y atrás. Sigue la brega: atención; en redondo tres iguales y luego dos de telón. La gente se desespera y en los tendidos se agita y algún chulo que grita ¡Está de Dios que no muera! En frente del matador muy serio y muy enfadado y en la barrera sentado mira el coso y gran actor. Con gesto de rabia y susto cansado de ver la brega su estentórea voz desplega en un grito de disgusto... ¡Cobarde, cíñete allí ¡no saltes como gazapo!
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¡Mandilón extiende el trapo! ¡Vamos... no corras así...! ¡Se nos acaba la tarde! ¿Y para esto hicimos los gastos? ¡Quítate, deja los trastos, métete a cura, cobarde! Volvió el rostro el matador que de rojo figuraba y así dijo al que gritaba, al mismo y renombrado actor: “En el teatro yo sé morir de mentirijillas, aquí muere de chipé... Cambiaremos las costillas compare ¿qué dice uste? Esto en caló de la corte casi equivalió a decir: “Non es lo mesmo morir que parale de la morte” 1887 A propósito de la inauguración de la plaza de toros de San Rafael, la tarde del 20 de febrero de 1887, se incluyeron estos versos en la crónica aparecida en El Arte de la Lidia, periódico de la época: Cielo azul, sol abrazante… Regadas las anchas vías, mil simones, mil tranvías, llenos de gente anhelante; gendarmes de curvo sable, que como estatuas ecuestres, de jinetes y pedestres ven el curso inagotable; soldados, charros, catrines, hombres, niños y mujeres, proletarios, mercaderes, figurones, figurines; mucho jarano y rebozo, mucho tápalo y sombrilla, mucho abanico y mantilla, mucho fuego, mucho gozo. Mucho francés y español, mucha fruta por el suelo, mucha carita de cielo, muchos ojitos de sol. Gente en puertas y ventanas, y en balcones y azoteas, viendo amoríos y peleas, y empellones y jaranas.
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Mil carreras, mil rumores, del festejoso gentío. Que semeja hirviente río entre márgenes de flores. Polvo, sudores, afanes, dichos, hechos, apreturas, chillidos de las criaturas, diabluras de los galanes. Y en el fondo, coronada de ondeantes banderolas, la plaza, en que se hace olas la gente frente a la entrada. Pero lo bueno, lector, está dentro de la plaza, do la vista se solaza, con el taurófilo ardor. Mas cuida el orden ufana la guardia, con la guapeza de los tiempos de su Alteza serenísima Santa-Anna. Llega el Juez, y el par resuena la charanga y el clarín, y en medio el clamor sin fin. La cuadrilla entra en la arena. Marcha a la cabeza airoso el diestro Ponciano Díaz. Que con vivas y simpatías, saluda el pueblo gozoso. El diestro saluda, escucha mil vivas, y la cuadrilla peones y gente de silla corren listos a la lucha. Suena al fin el cuervo ufano y dan comienzo al jaleo las fieras de Parangueo y el grito de ¡Ahora, Ponciano! 1887 MIGUEL A. O´GORMAN AL CÉLEBRE TORERO LUIS MAZZANTINI SONETO Brillante lidiador, hijo de España, nieto feliz de los heroicos moros que en la cerrada arena, con los toros ejecutas hazaña tras hazaña!
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Rústico bardo yo de la montaña, al mirarte en la lidia, con sonoros aplausos, me uno a los cien mil canoros que celebran tu arribo a tierra extraña. Discípulo de Montes y Delgado, de Cúchares digno émulo y Frascuelo, das a tu arte inusitado brillo; Y al saludarte como hombre honrado, le pido a Dios, no tengas en mi suelo el trágico final de Pepe Hillo... 1887 JUAN DE DIOS PEZA Canta y canta El ranchero Sacramento doscientas óperas vio y en las doscientas halló parecido el argumento. Sin críticos ni rivales sin temer modos ni modas anoche me dijo “todas las óperas son iguales”. El mismo asunto de amor y en todo caso enamora en público a la señora primera tiple el tenor. Salvo que por suerte ingrata acabe en cosa de duelo y pase como en Otelo que al fin y el cabo la mata. A su lado conmovida siempre otra dama veréis ¡La comprimaria! ¿entendéis? Es decir: la comprimida. Completando aquella trama el barítono al final resulta como rival queriendo birlar la dama. El bajo tiene el trabajo de hacerse el desentendido, oficio bien escogido
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en todo papel de bajo. ¿Qué papel hacen los toros? Gente que teme o se asombra representa en plena sombra al pleno sol de los toros. Y así, hasta en las más remotas regiones que el sol calienta... tan solo se tiene en cuenta en las óperas, las notas. Juro decir la verdad, un ejemplo: la Africana; la música soberana y el libro barbaridad. Y nadie tiene derecho a exigir soberbia trama pues lo más malo del drama se salva en un do de pecho. ¿Puede armarse algún belen, con un pésimo argumento? Jamás! Si el chiste del cuento está en que lo canten bien. Dijo bien aquel patán cuya candidez fue tanta que concluyó Canta y Canta, y nada de ópera Juan. 1888 RAFAEL LÓPEZ DE MENDOZA LAS CORRIDAS DE TOROS Estamos ya colocados según Zúñiga y Miranda, bajo el dominio de Tauro; la elíptica está cambiada en nuestras rancias costumbres y en México se desata un furor... diz que taurino, que parece arte de magia ver cómo ha cambiado todo en unas cuantas semanas. Sólo se piensa en piquetes, en las buenas estocadas, en los buenos capotazos, verónicas y Navarras, en el quiebro y el requiebro, en la metida de vara
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y en un buen par delantero hasta la merita chapa del alma del animal; se entiende, la cosa es clara: En saltar bien la barrera con mucha soltura y gracia, en el breve descabello a puro pulso, no es nada; en el pase de telón que al cornúpeto desarma; naturales y de pecho con mucha destreza y calma, en los lujosos recortes limpiando al bicho la baba y en otros mil perendengues que hoy tenemos en usanza. En los bichos corni abiertos asti-finos y de lámina, en el poder del cornúpeto y su colosal pujanza, en su codicia al buscar al chulillo de la capa, encajándole algún cuerno en el Portín Calatrava dejándole tan mal trecho, que cual bandera, en un asta se lleva los intestinos paseándolos por la plaza. Hoy; los buenos estudiantes no concurren a las aulas, porque dejan los estudios en unión de camaradas que se van a contemplar a Diego Prieto y comparsa. Hoy; los empeños negocian como nunca negociaran, que la gente jornalera por ir al toro, empeñara hasta la única camisa que tienen puesta, de manta. El comercio, nada vende, los negocios ya no marchan, no se escucha más que ¡toros! ¡Toros! ¡Toros! Y no es nada, lo que es peor todavía mil pleitos y puñaladas, borracheras a granel y pendencias en las plazas,
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en presencia de señoras que tienen de hielo el alma. Los teatros no tienen gente, la concurrencia es escasa: Y es tal la costumbre ya que tiene, de batir palmas creyendo estar en los toros entre bulla y algazara, que hasta el pobre alumbrador de un teatro de cuarta escala fue victima ya hace días de insolencias y amenazas. Son tantos los personajes de coleta que aquí vagan, que a México han declarado completo corral de vacas, hagamos pues el retrato de esta gente tan bizarra. Una trenza delgadita perfectamente trenzada debajo del occipucio como un galeno llamara; unas mechas a los lados en las sienes, aplastadas, y un mechón sobre la frente a lo Bell; lampiña cara; y un fieltro cual quesadilla de muy regulares alas. Una chaquetilla corta cayendo sobre una faja de trescientos mil colores perfectamente ajustada, camisa de fina tela con la pechera ahuevada, chaleco a todo descote con leontina aquilatada semejante a un calabrote con dijes y faramallas; anillos en cada dedo do se fijan las miradas de todos los lagartijos y de espumosas lagartas. Pantalones ajustados donde señalan las nalgas y... las piernas, por supuesto nada más eso faltara que no enseñaran sus formas, figuras tan... ¡lengua calla! Que hay verdades como un dulce
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y que sin embargo amargan porque no saben comerlas los que tienen que tragarlas. Pues bien: van á la Concordia, invaden toda la casa, forman diversos corrillos y en ellos lanzan palabras tan soeces y groseras que causa grima escucharlas, y aquel centro de reunión de gente bien educada en otros tiempos, hoy es una perfecta cloaca. Los días de toros ¡Jesús! de fantasía se acicalan y acuden á la corrida. A ser héroes en la plaza, y por verlos torear escuchan lo que allí pasa: Hombres, mujeres y niños se agrupan allá en la entrada, se machucan y apabullan, se esprimen si no se aplastan, se roban unos a otros, se lanzan fieras palabras, salen a luz los puñales, los tranchetes y navajas, pistolas y cortaplumas y tiradas de naranjas; la tropa da culatazos a la terrible oleada de gente, que se desquicia por penetrar a la plaza; una vez en los lugares que han tomado con mil ansias, sale al ruedo la cuadrilla precedida de una marcha y cambiados los capotes como es allí de ordenanza, sale a la arena el primero, de muchas libras y estampa. Recorre el toro el anillo rugiendo feroz de rabia y desde el opuesto extremo en vez de caballo, un arpa, vé que monta un picador que allí le espera con calma; llega, la puya se siente
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sobre el morrillo, y el asta introduce con encono del animal en la panza, vaciando completamente la cavidad que formara: El picador cae al suelo, con trabajos se levanta mientras que al quite se pone según el arte, el espada a cubrir al desdichado con una suerte de capa. Esta cosa se repite muchas veces, la algazara, los gritos y los denuestos se ponen allí e privanza, y grita el pueblo sediento ¡Más caballos a la plaza! Tocan a cambiar la suerte y el banderillero marcha en pos del fiero enemigo; poco a poco se le encara con un palo en cada mano; el bicho le vé, le arranca y aquel hombre se le escurre clavándole el par; las palmas retumban por el espacio, suenan después las dianas, unos tiran sus sombreros, otros puros, otros plata, y una completa ovación termina la suerte. Calma su furor la plebe luego porque la corneta marca que es la hora de la muerte, y a la lid, sale el espada. Con ella y con la muleta a la presidencia avanza y una breve alocución como Juvenal llamara, autoriza al matador a dar al bicho de baja. Llega, le da varios pases y cuando el toro se iguala, le tiende presto en la arena de una soberbia estocada. Salen después las mulillas compuestas o enjaezadas,
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y cargan con el cornúpeto hacia un corral de matanza. Así se lidian seis toros y la sangre se derrama sin compasión en el circo y el pueblo grita y aclama en confusa vocería y frenéticas palabras a todos y a cada uno de los toreros; la calma tan solo se restablece al prevenir cada tanda. No siempre sucede esto porque esta es corrida magna y está mejor y es más buena si un toro a un torero mata, como pasó con Saleri en la semana pasada, pero cuando más se agitan las humanas oleadas encima de los andamios, cuando se escuchan bravatas y hay muertos, golpes y heridos y prisiones y amenazas, es cuando los toros malos no destripan a las arpas. entonces, ¡poder de Dios!... Vienen sillas a la plaza, arrancan tablas, tablones, las barreras y las vallas y volcán en erupción es aquel lugar; la zambra no termina sin sus muertos y algunos por las pedradas, hasta que la policía interviene en la cruzada. Estos, estos son los toros, en nuestra querida patria; estas son las diversiones que tenemos en usanza y el resultado se ve de una manera muy clara. ¡Quién! ¡quien nos hubiera dicho que el destino reservaba a la gran Tenoxtitlán tanta y tanta y tanta plaga! El juego, las espumosas, los toreros, frailes, nanas
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fe aquellas de caridad, misioneros y comparsa que acaban con el dinero que se acuña en mil semanas. ¿Y después?... toman el flete volteándonos las espaldas y sacudiendo la ropa, (no los costales de plata) y exclaman ya en el vapor ¡Este país, sí que es Jauja! ¡Estúpidos mexicanos! ¡Qué necios son! Por la pascua tornaremos otra vez que son buenas las ganancias! No ha mucho que alguien decía que el pueblo que dá pedradas a los toreros, no es pueblo sino salvajes... ¡Que infancia! Cuando ese pueblo a mi ver, ese pueblo, hablando en plata da prueba de su cultura obrando así; no maltrata ni ha maltratado jamás a la Patti o la Peralta, recompensa a los artistas que de aquí van a su patria llevando gratos recuerdos y halagüeñas esperanzas. Hoy ya tenemos los pleitos por mayor; ha unas mañanas que un Cuatro dedos y otros en unión de ciertas damas del callejoncito aquel, ya saben, aquel de marras; se arañaron y pegaron en Capellanes; navajas según nos cuentan salieron a relucir, sevillanas, y hubiera sido un motín si no ocurre la montada. Ya ven pues nuestros lectores que nada, nada nos falta y que si Dios no lo enmienda viviremos entre astas por conceptuar feliz a nuestra querida patria.
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En vez de teatros y escuelas hoy tenemos nueve plazas; que han costado capitales de regular importancia: una: “Plaza de Colón” frente a Pane situada; dos en el Paseo Reforma; “El Huisachal”, “Tlalnepantla”, “San Rafael y Belem”, “en la Viga y Tacubaya” y tres más que hay en proyecto según la prensa diaria. Hay además, cuatro escuelas llamadas de tauromaquia, otra en Toluca, otra en Puebla, otra en la culta Orizaba y otra, entre nosotros mismos cuatro veces por semana. Los cuernos por todas partes con profusión se propalan y con frecuencia hay quien sufre continuamente cornadas. Bueno será que el Congreso, con una buena plumada, suspenda de entre nosotros esa diversión tan bárbara; que viene siendo terrible, más que terrible una plaga, que arruina a la sociedad y a la patria mexicana. FIN 1887-1889 EDUARDO NORIEGA PAGAR ES CORRESPONDER (De “La Muleta”) Es muy linda la doncella... en el barrio en que ha nacido; es fama que no ha existido jamás, ninguna cual ella. Mil galanes, con afán, cortejábanla á porfía, y entre todos, uno había más amante y más galán.
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Pedro llamaban al chico, era gallardo y apuesto, y además de todo esto era en virtudes muy rico. Cierta tarde en que logró que su pasión fuese oída, con el alma enternecida estas frases escuchó: -Como á un hermano te quiero; mas, chico, no eres persona, porque mi afán ambiciona ser mujer de algún torero. Triste se alejó el doncel con mil sombras en la frente; mas, al domingo siguiente estaba en el redondel. Una silba general saludó todos sus lances, y evitando más percances se fue de la capital. Y después de un lustro entero en que mil reses lidió al fin el chico volvió convertido en un torero. La niña oyó con afán los nuevos hechos del mozo, y esperó con alborozo ver al torero galán. Llegó el domingo siguiente y la chica vio al doncel marchando en el redondel y seguido de su gente. Entre gritos del gentío la lidia empezó por fin con un bicho de Santín valiente y de buen trapío. Pedro hizo tales reclamos que cautivó muchas almas, y logró tener más palmas que ni un Domingo de Ramos. El héroe fue de aquel día,
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a todos entusiasmaba, y el público lo aclamaba por su arrojo y valentía. Cuando la fiesta acabó en pos fue de la doncella, y estando solo con ella de esta manera le habló: -Obedecí a tu reclamo, soy torero y tengo fama; y contestóle la dama: -con toda el alma te amo. El dijo meditabundo: -Te probé que te quería, mas, entre tu alma y la mía hay un abismo profundo Cuando mi alma te adoraba al comenzar nuestra historia, tú soñabas en la gloria y yo en el amor soñaba. Porque tu sueñas en algo, que despreciaste por necio, hoy a mi vez te desprecio probándote lo que valgo. Cuando así, con fuego habló, se alejó el mozo callando, y la doncella llorando el seno se desgarró. Nadie sabe del doncel donde para o donde existe, la doncella sola y triste llora y suspira por él. 1889 RAFAEL DELGADO. A Joaquín Artau, en la corrida a beneficio de los huérfanos del asilo. Por tu destreza y tu arrojo En la arena, escuchas palmas; Y la admiración coronas De triunfo arroja a tus plantas. Cuando en la suerte suprema
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Tu seguro estoque mata, Y va rodando la res Mientras la turba te aclama, ¡Cómo tu espíritu goza! Si te saludan los doctos ¡y se emocionan las damas! Bien cumples en la faena; Ora al quite con la capa, Ora el elegante en el quiebro, Cual se acostumbra en tu patria. ¡Salud al diestro español, Al que adquiere limpia fama, Y es honra de matadores, Y de cumplir hace gala! ........... Hoy su guirnalda mejor Para tus sienes prepara Pueblo que los brazos tiende A cuanto noble: ¡Orizaba! Porque si el diestro español, Desde el coso lo entusiasma, Más lo enajena y obliga Consolando las desgracias. Y te aplaude, y te bendice, aunque tu rasgo no extraña; Que en corazones sin miedo Jamás la nobleza falta; .......... Para el torero español Y diestros que lo acompañan; Y para quienes acudan Acciones acudan Acciones dignas y santas; Tiene aplauso el laúd Que rasgos nobles ensalza, Y el huérfano agradecido, Todo su amor… y sus lágrimas. Orizaba, Ver. Enero 20 de 1889. 1896 AMADO NERVO
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EN EL COSO (De Lápidas) Pasean coruscantes las chaquetillas, la luz sobre las ropas tiembla y resbala y fingen grandes flores las banderillas y llamas las bermejas capas de gala. El sol arde en los gajos de las sombrillas, el clarín su alarido de muerte exhala y el diestro ante los charros y las mantillas. En tanto, yo contemplo –toda nerviosa cubierta con las manos la faz hermosa-, a una blanca damita de rizos de oro, abrir como abanico los leves dedos para ver, tras aquella reja, sin miedos como brota la noble sangre del toro.
Ca. 1900 AMADO NERVO Guadalupe la Chinaca. Con su escolta de rancheros, diez fornidos guerrilleros y en su cuaco retozón que la rienda mal aplaca, Guadalupe la chinaca va a buscar a Pantaleón. Pantaleón es su marido, el gañán más atrevido con las bestias y en la lid. faz trigueña, ojos de moro y unos músculos de toro y unos ímpetus de Cid. Cuando mozo fue vaquero, y en el monte y el potrero la fatiga le templó. para todos los reveses, y es terror de los franceses y cien veces lo probó. Con su silla plateada, su chaqueta alamarada, su vistoso cachirul y su lanza de cañotos, cabalgando pencos brutos ¡qué gentil se ve el gandul! Guadalupe está orgullosa de su prieto; ser su esposa le parece una ilusión, y al mirar que en la pelea Pantaleón no se pandea, grita: ¡viva Pantaleón!
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Ella cura los heridos con remedios aprendidos en el rancho en que nació, y los venda en los combates con los rojos paliacates que la pólvora impregnó. En aquella madrugada todo halaga su mirada finge pórfido el nopal y los órganos parecen candelabros que se mecen con la brisa matinal. En los planos y en las peñas, el ganado entre las breñas, rumia y trisca mugidor azotándose los flancos, y en los húmedos barrancos busca tunas el pastor. A lo lejos, en lo alto, bajo un cielo de cobalto que desgarra su capuz, van tiñéndose las brumas, como un piélago de plumas irisadas en la luz. Y en las fértiles llanadas, entre milpas retostadas de color, pringan el plan, amapolas, maravillas, zempoalxóchitls amarillas y azucenas de san Juan. Guadalupe va de prisa de retorno de la misa, que en las fiestas de guardar, nunca faltan las rancheras, como sus flores y sus ceras, a la iglesia del lugar; Con su gorra galoneaba, su camisa pespunteada, su gran paño para el sol, su rebozo de bolita, y una saya suavecita y unos bajos de charol; con su faz encantadora, más hermosa que la aurora que colora la extensión, con sus labios de carmines, que parecen colorines, y su cutis de piñón, se dirige al campamento, donde reina el movimiento y hay mitote y hay licor, porque ayer fue bueno el día, pues cayó en la serranía un convoy del invasor. ¡Que mañana tan hermosa! ¡cuánto verde, cuanta rosa y que linda la extensión! rosa y verde se destaca, con su escolta, la chinaca, que va a ver a Pantaleón. Amado Nervo.
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SSIGLO XXX
1902 ANÓNIMO FOLKLORE TAURINO LO QUE MAS GUSTA A LA GENTE O ALELUYAS DE REVERTE. Aquí tenéis, bravo y fuerte, al diestro Antonio Reverte. Vino en Alcalá del Río al mundo con gran tronío. De chico no iba a jugar sino al campo a torear. Siguiendo sus aficiones torea en las poblaciones. Viniendo luego a Madrid, para lucirse en la lid. Lo que logra con gran brillo en unión de Bonarillo. Hay por alcanzar billetes, disgusto, fila y cachetes. Capote al brazo entusiasma a los públicos y pasma. Quebrando con banderillas lo hace a las mil maravillas. Herido y todo no quita, le dio el título Guerrita. De Santa María un toro le cornea sin decoro. En Salamanca es cogido resultando mal herido. Y queda para otra vez la corrida de Aranjuez. Si no es en la de la Cruz Roja herido, ¡la mueve floja! Va con Guerrita a Bilbao y allí le deja aplastao. En Valladolid mató él solo, y con entusiasmo. Sigue vencido en Sevilla el astro de Monterilla. Sobre la testuz se acuesta y es el héroe de la fiesta. A Rafael en Jerez se lo merienda otra vez.
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En Madrid, sin desperdicio, viene y nos saca de quicio. Descabellando certero halla éxito lisonjero. Córdoba le aplaude a Antonio aunque alguien se da al demonio. En Madrid pone su vida en peligro otra cogida. Siendo el torero del día de mayor talla y valía. 1907 ANÓNIMO TRISTÍSIMOS RECUERDOS DE ANTONIO MONTES MATADOR DE TOROS, MUERTO EN MÉXICO EN 1907 Desgraciado Antonio Montes! la malhora le ha llegado, que aquí en nuestra plaza “México” un toro lo ha despachado. Cuando salió de Sevilla grandes lágrimas lloró, y ya en la escala del buque de España se despidió. El trece del mes de Enero que era domingo en la tarde, le cogió a Antonio Montes el toro para matarle. Médicos no le faltaron a Montes junto a su lecho, pero no pudo vivir pues el mal ya estaba hecho. En su breve testamento Antonio les encargó que se llevaran su cuerpo para Sevilla veloz. Al saber su pobre madre el accidente tan cruel, lloró lágrimas amargas tan amargas como hiel. Le hicieron sus funerales en el Panteón Español, y hasta coronas tenía y de ceras un montón. parece que sobre Montes había alguna maldición, pues que su cuerpo ha quedado toditito hecho carbón. Cuatro cirios alumbraban
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el féretro a medio arder, encontrándose distantes del catafalco muy bien. A las seis de la mañana del veintitrés de este Enero, el señor Pedro Gutiérrez avisó por teléfono. también al Presidente de Beneficencia Hispana, comunicó la noticia del fuego con grande alarma. La autoridad acudió para el hecho esclarecer, y horrorizados quedaron de lo que pudieron ver. Las llamas consumido habían la mesa y el buen cajón, y sobre el suelo mirábase informe y denso montón. El mismo señor Gutiérrez provisto de regadera trata de apagar violento aquel rescoldo que humea. (. . . . . . . . . .) Ca. 1910 MIGUEL M. BRACHO Al señor Vicente Segura España, tierra del Cid, dióle a usted palmas y flores, triunfos, alegría y amores, su rico sumo, su vid; lo ensalzó siempre en la lid, de ovación en ovación; mas México, la Nación que es de usted madre querida, dióle más, dióle su vida, su sangre, su corazón.
1910 ANÓNIMO REAPARICIÓN DEL DIESTRO MATADOR DE TOROS RODOLFO GAONA EN LA PLAZA DE TOROS “EL TOREO” EN 1910
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Domingo nueve de Enero Gaona fue ya a torear, y la plebe se previno para ese acto vitorear. En la Plaza de “El Toreo” de esta culta Capital, su reaparición famosa tuvo en la tarde lugar. Y seis toros españoles traídos de Peñalver, entraron en buena lidia y fueron dignos de ser. Castor Ibarra, el espada fue a Rodolfo acompañar con “Cochero de Bilbao” que es de fama singular. La corrida estuvo magna como pocas en verdad, y Gaona entusiasmado, como nunca se verá. Ya se acababa, de fijo, por salir al redondel que es de vocación torero, no solo por interés. Qué ovaciones se le hicieron! ¡Qué rumbosa recepción! La plaza veníase abajo de palmas por mayor. Manifestación ruidosa en “El Toreo” se miró, y Rodolfo contentísimo como ninguno, gozó, grande concurrencia tuvo esa corrida ¡caray! Porque fue de las mejores, que se han visto por acá saludemos pues, contentos, al torero sin rival, ¡Viva Rodolfo Gaona! ¡Viva México! Y no hay más. 1921 CARLOS EZETA A RODOLFO GAONA Nunca el verso cantar ha sabido lo que al verte torear he sentido, ¡Oh, Petronio, de augusta memoria!; faltan vida y calor a mi estro... ¡Salve artista, glorioso maestro,
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las campanas de León, tañen gloria... Yo te he visto triunfante en el ruedo despreciando la vida y sin miedo, a las fieras retar con bravura... si realizas tu clásico lance, siempre sales airoso del trance y se impone tu inmensa figura... Tu figura de artista, invencible; tu figura gallarda y plausible, que levanta alborozo profundo, cuando esquivas, airado, a las fieras y ejecutas tus bellas “Gaoneras” que no tienen igual en el mundo... Y moviendo el percal con soltura, aparece tu egregia figura como un cuadro de plásticas luces, y ejecutas, sereno la suerte, sin pensar que tan cerca la muerte desafiándote está en los testuces... Y preludian clarines guerreros al compás de timbales severos, anunciando que el tercio fenece, y te vas con el arma en la diestra, y ejecutas faena maestra y tu nombre de artista se acrece... Los clamores del pueblo que grita proclamaron tu gloria infinita, que en el Arte Taurino es inmensa; sin que puedan menguar esa gloria, ni la envidia que nace en la escoria, ni el despecho... que es odio y ofensa... Tu renombre que vuelve de España, -tierra Madre que a México entraña, y que es cuna y es Reina del Arte-, proclamó que tu fuiste el ungido... Podrá haber quien pudiera igualarte; pero nunca quien te haya vencido... Y tampoco podrán en la vida arrancar de tu historia querida, que cual flor de laureles deshaces porque en ella la fama pregona, esta frase que es himno: “GAONA” primer “AS” entre todos los “ASES”... Nunca el verso cantar ha sabido,
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lo que al verte torear he sentido, ¡oh, Petronio, de augusta memoria!; faltan vida y calor a mi estro... ¡Salve artista... glorioso maestro, las campanas de León tañen gloria!... 1921 CORRIDO POPULAR CORRIDO DE SÁNCHEZ MEJÍAS De España ha llegado un gran matador que entre los toreros es de lo mejor. Con las banderillas es fenomenal y matando un toro vale un dineral. Sevilla, jardín de flores el alma de Andalucía, la perla de los amores tú eres nido de alegría. Bendita tierra gitana donde ha nacido el torero que la afición mexicana lo prueba como el primero. Sánchez Mejías es un torero que trae loquillo al mundo entero; sus banderillas son especiales que no hay torero que las ponga iguales. Cuando valiente se va a matar, todos aplauden hasta rabiar. ¡Que viva España y la afición! ¡Viva el torero de corazón! 1923 J. P. Jr. (Paco) EL ESTRIDENTISMO EN LOS TOROS OTRA CORRIDA LÍRICA. La Avenida Oaxaca, sistemática y grave, presenta ostentaciones de glaucas armonías, los coches endémicos se debrayan unánimes
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pletóricos de anémicos. Ya el circo está esclerótico, no caben más anémicos, sin embargo en las puertas se agolpan cinemáticos los retardados clínicos que pugnan cual clemátidas por divisar de lejos los lances anatómicos. Ya los paraguas cónicos a las damas protegen del rubicundo Febo. Ya los tristes periódicos tramitan emociones y los gritos cromáticos de los bárbaros celtas, parecen remembrarse entre las multitudes que se alzan matemáticas. Los acordes prosódicos de una murga estridente ululan cual funestos sonidos pentagrámicos. ¡Oh, la música glauca! ¡Oh, los tristes periódicos! ¡Todo esto es muy hermoso! El mecanismo eléctrico de un reloj metafísico marca la hora unánime y un obeso académico ordena la apertura de la fiesta volcánica. Un grupo abigarrado de gladiadores químicos avanza vertical entre la arena cálida. Las caras de estos hombres parecen melancólicas y amarillean grisáceas cual tímidas crisálidas. Ya las miradas fijas de mil espectadores esperan hidrofóbicas la fiera astada y brava. por fin se abre una puerta; salta a la arena el toro y nótase voltaico mover de seda y oro. Le presenta una capa a manera de pauta y la burla sangrienta toma sus tintes trágicos. Mas luego estridentista se siente el indio grave y arrodíllase impúdico ante la fiera ingrávida. Luego, estiliza un diptongo de garapullos clásicos que coloca estruendoso entre aplausos polícromos.
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La fiera embravecida suena como un relámpago y clava sus pitones en las carnes fosfóricas del torero amarillo. Y se escucha un programa. Un ambiente de drama se oye entre las gradas y un enjambre de lágrimas florece entre las damas. Mas pronto un nuevo artista derrápase sonámbulo y a la fiera derriba en forma telegráfica. Soy máquina sangrante, dice el toro traumático y así exhala un apéndice de carne arenizada. Una caja de aplausos se prodiga al atleta que ha matado vengando la sangre intoxicada. 33 1925 CORRIDO POPULAR CORRIDO DE JUAN SILVETI Juan Silveti es Juan Sin Miedo, es un As, as del valor, y es ídolo del pueblo que le tiene grande amor. Es su toreo tan valiente que recibe cada ovación que hacen trepidar las plazas de toros de la nación. Como Gaona es admirado por su valor sin igual, que al torear da la impresión de un duelo excepcional. Es la fiera su enemigo a quien tiene que vencer cuando se cree verlo muerto la fiera cae a sus pies. 1925 RAFAEL LÓPEZ. 33
El Universal Taurino. T. III., México, D.F., martes 5 de junio de 1923, Nº 86, p. 15.
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ODA FUNAMBULESCA Musa errante y libre, musa de mis cinco sentidos princesa y esclava, armoniosamente risueños, tus coros entona y levanta; que tu acento vibre en los rojos triunfos de la fiesta brava, la fiesta de toros. I Resuene el clarín, redoble el tambor, y entre un gran clamor, inmenso, sin fin, avanza en cortejo, con rítmico paso triunfal, la cuadrilla. Tras las alguaciles marchan los infantes por el redondel. el oro fulgura, resplandece y brilla, en los alamares de la chaquetilla, sobre los bordados de la taleguilla, en el traje todo de sedas lucientes que viste el tropel. Y cual dardo de oro que los aires cruza, aun suene el agudo clangor (¿?) del clarín. La tarde, como una andaluza, lleva en los cabellos rosas de carmín. II Cubre el sol de púrpuras quemantes la arena, las gradas, las claras lumbreras; enciende en las roncas gargantas resecas las risas, los gritos, las bromas, de las muchedumbres compactas y fieras, el loco entusiasmo latino de las viejas Romas. Revienta en las almas deseos, cual rosas de pétalos rojos que riega la linfa sensual y feroz de la raza. Mil fiebres están en los ojos buscando la traza de antiguos empeños, de hazañas, de gesta... y un trueno retumba en la plaza, señal de la olímpica fiesta. III Rebota en la arena, ligero, un fiero astifino, listón, capuchino, y a más botinero, luciente por fino. Muestra altivamente su testuz esbelto. mientras su arrogancia suspende a la tropa de los lidiadores,
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magnífico el toro ruge y se contrae, y allá una morena con hondos ardores sueña en Pasifae, y una rubia sigue por mares fenicios el rapto de Europa... IV Recogen las crónicas, glorias maravillas, navarras, recortes, verónicas y los peregrinos cambios de rodillas del flamante Califa leonés; al hijo de este propio suelo, que a las elegancias del gran “Lagartijo” aduna los modos sobrios de “Frascuelo” el de quietos pies. (Esto no pensaron de Aquiles los sabios Homeros cuando en las ilíadas elogian al héroe de los pies ligeros...) V Contra el caballero del bravo torneo arremete el toro trágico y puntal, y se yergue luego llevando el trofeo de un Cartago mísero en la cornamenta mortal y sangrienta, sangrienta y mortal. El niño despliega la capa, afronta a la fiera, la engaña, la corre, la empapa en vuelos que fingen vistoso abanico: Y con regio porte la gracia del chico remata la suerte marcando un recorte, castigo y quebranto de toros. Y el cálido aplauso derrite sus oros sonoros que incesan la gloria del quite. (Los ojos de “Ojitos” son de alcances largos y maravillosos cual los ojos de Argos.) VI La tarde risueña, dorada, lujosa cual reina andaluza que baja de un bello albaicín, insensatos goces y sueños carnales despierta y aguza con la risa loca que entreabre sus labios llenos de carmín, y mira el torneo. Con las banderillas, cual tallos de rosas, avanza el artista bordando figuras airosas. Resaltan los golpes de luz de su traje, diseña, gentil, un paseo, y cambiando el viaje,
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en la misma cara del toro consuma el cuarteo. Vinos dionisíacos alegran las almas y ruedan con palmas, tabacos, tabacos y palmas. Los címbalos cantan la gloria del Diestro que un Olimpo surge por él redivivo. (Emerson completa su libro maestro registrando el último Representativo.). VII Viene el más supremo de los ejercicios donde el arte justo del leonés se ensancha; el arte supremo de los “Desperdicios”, de los “Chiclaneros”, de los “Cara-Ancha”, y de aquél gran Montes que sobre ideales Giraldas triunfante se empina, y, sol de la fiesta taurina, descubre horizontes que aún hoy ilumina. El sin par Califa lleva en la substancia de su sangre criolla finuras de esteta que hubieran tentado la fuerte paleta de Goya. El sin par Califa va por la alcatifa que un himno sonoro extiende a sus plantas de príncipe moro vestido de oro. Suspiran, suspiran las bellas, y suerte que brinda, merece fijar las estrellas que tuvo en sus ojos la llama de Cava Florida. La loca fortuna le sirve de esclava sumisa, la gloria le da su embriaguez, y la fama exclama con una sonrisa: “Fuera un majo digno de alegrar los ocios de la reina Luisa en las cortesanas, en las áureas fiestas reales de Aranjuez”. VIII Después de la fiesta, cansada como una odalisca, la tarde, en sus palcos aún resta con enervamiento de esclava morisca. Mas luego recoge sus briales de reina andaluza: sus labios sensuales, sus mejillas pálidas de seda rosada perdieron su antiguo arrebol, quién sabe a qué Alambras divinas se va enamorada de un príncipe bello, y audaz, y valiente, tras la lumbrada
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del sol. 1929 ALFONSO CAMÍN. Epístola a Juan sin miedo. Compadre Juan: conservo tu pistola por si se vuelve a preparar la bola, y cada uno, como buen jabato, entramos una noche en Guanajuato, echando, desde nuestros retintos bailadores, bala a los hombres y a las hembras flores. Será ya hora de que miren cómo saben poner en su lugar el plomo el antiguo oficial de Pancho Villa y el que mandó en Santiago de Cuba una guerrilla, entre los cafetales de la caliente zona, seguido de una negra cimarrona, cuya boca, al besar, despedía un vaho sabroso de mazorca de cacao. Bajo nuestros sombreros, piramidal cimera y anchas alas, con una calavera, uniformes cuerudos, resonantes de planta, sobre la silla nacional, la reata para lanzar en Michoacán cristeros, irá nuestra nocturna cabalgata haciendo blanco en los luceros hasta dejar la noche tan sombría, como entonces serán tu conciencia y la mía. Contaremos en Pátzcuaro y Chapala al bergantín del sol su velamen de gala, y mientras va al garete la chalupa, marcharán a la grupa de nuestros cuacos de violentas crines las hembras, el mejor oro de los botines: cuerpos morenos, frescos igual que en el Bajío las flores que amanecen abiertas junto al río; las trenzas del cabello, como un dogal obscuro; los ojos, dos esclavos en un feliz conjuro, el pecho tembloroso como un zagal perdido, una gran buganbilia todo el traje florido, los pies, menudos para formarles zapatillas con los estuches de nuestras finas boquillas; los ópalos, adorno del cuello de banano, y el zarape, una puesta de sol en cada mano. Cambiando nuestros besos como primeras arras irá nuestro cariño aventurero, entremezclado de pasiones charras, diciendo en el camino, bajo el azul, te quiero. Tal como caminamos, florecerá la tierra,
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nos brindará su tálamo la sierra y anchos, macizos, se oirán los besos en el recodo del primer barranco, como monedas de cincuenta pesos al descender de la saquita al banco… Nuestras almas irán locas y ufanas, sin ver en los mezquites los ahorcados, lo mismo que una fiesta de campanas que van llamando a misa los poblados bajo el añil de los amaneceres. y perderán el miedo las mujeres al saludar al alba las pistolas, y la sangre del enemigo aumente las violentas amapolas en la dorada quemazón del trigo. Después, los generosos sentimientos, el paredón de los fusilamientos; el pueblo, que deshoja bendiciones porque le echamos a rodar tostones; los episodios revolucionarios, el oro joven de los centenarios y la ciudad, que nos dará sus bienes. * * * * * * * ¡Compadre Juan: el que jamás se raja es admirable este país que tienes en tus manos, igual que una baraja! 1931 ANÓNIMO GLORIA Y PASIÓN DE CARMELO PÉREZ Confunda Dios a “Michín”, el marrajo de San Diego que una tarde de noviembre acribillara a Carmelo. El sol se viste de gala y derrama su oro nuevo sobre la gente apiñada en las gradas de “El Toreo”. De las lumbreras abajo, de las barreras al cielo, ruedan las aclamaciones y estallan los clamoreos. Dianas suceden a dianas y un pasodoble torero canta a la fiesta gallarda con voces de plata y hierro.
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Y después del frenesí un espantado silencio se enseñorea de la plaza al ver torear a Carmelo. ¡Torero de non, coloso! ¡Loco perfilado en genio! En el silencio espantado sólo se oye el martilleo de la sangre en las arterias y el corazón en el pecho. Cuando un pase natural, -alegre como un requiebro, solemne como la misa-, esculpe en un solo cuerpo al toro y al matador, huye acosado el silencio por los vítores y aplausos que festejan a Carmelo. ¡Pasmo de los redondeles! ¡Pauta, arquetipo y portento! Dispensador de belleza, emperador de los ruedos, eras hecho de emoción. ¡Poeta del rostro negro y el corazón encarnado, de la tragedia unigénito, la Muerte te dio la Vida, la Gloria te crió a sus pechos! Mas ¡ay que su vida estaba a merced de algún berrendo! ¡Ay, que la Muerte envidiaba prendida con alfileres y oscilando entre los cuernos, las hazañas de Carmelo, señor de las multitudes, su afirmación y su ejemplo! Y una tarde de noviembre un torillo de San Diego despedazó la leyenda, bordó de coral el ruedo y al héroe nubló los ojos con un velo rojinegro. Las águilas de los montes ya remontaron el vuelo; crespones prenden al sol y gimen su amargo duelo. Los árboles de los bosques
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sus penachos abatieron. En las tierras de Texcoco querellas cortan el viento, como si Netzahualcóyotl pulsara el laúd de nuevo. El día se trueca en noche, la noche llora luceros y a la Gloria se le ponen, de llorar, los ojos negros porque un torillo retinto quitó la vida a Carmelo. Desde entonces los domingos hay en el cielo jaleo porque los ángeles corren a ver torear a Carmelo. ¡Torero de non, coloso! ¡Pauta, arquetipo y portento! 1933
Dibujo de Federico García Lorca, aparecido en la correspondencia que este gran poeta sostuvo con Salvador Novo en 1933. El entonces joven y ya reconocido Salvador Novo (1904-1974), impulsado por el grupo de “Los Contemporáneos”, no dejaba de escribir. Como veremos a continuación, guardaba relativa correspondencia con otro célebre poeta, que ya gozaba del tributo popular. Me refiero a Federico García Lorca. Por razones particulares, apareció el tema de los toros, con el que Novo no simpatizaba. Sin embargo, sus conversaciones epistolares “tocaron” el tema de los toros, por lo que en 1933, Salvador decide dedicarle un “Romance” a Federico que dio pie a otras circunstancias, como se verá al final del mismo. También, y como consecuencia de la tragedia que sufrió Ignacio Sánchez Mejías en 1935, el asunto que ahora planteo en esta colaboración, aparece Rafael Alberti. ROMANCE DE ANGELILLO Y ADELA.
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A Federico García Lorca. Ella venía de México -quietos lagos, altas sierras-, cruzara mares sonoros bajo de nubes inciertas: por las noches encendía su mirada en las estrellas. Iba de nostalgia pálida, iba de nostalgia enferma, que en su tierra se dejaba amores para quererla y en su corazón latía amarga y sorda la ausencia. Él se llamaba Angelillo -ella se llamaba Adela-, él andaluz y torero -ella de carne morena-, él escapó de su casa por seguir vida torera; mancebo que huye de España, mozo que a sus padres deja, sufre penas y trabajos y se halla solo en América. Tenía veintidós años contados en primaveras. Porque la Virgen lo quiso, Adela y Ángel se encuentran en una ciudad de plata para sus almas desiertas. porque la Virgen dispuso que se juntaran sus penas para que de nuevo el mundo entre sus bocas naciera, palabra de malagueño -canción de mujer morena-, torso grácil, muslos blancos -boca de sangre sedienta. Porque la Virgen dispuso que sus soledades fueran como dos trémulos ríos perdidos entre la selva sobre las rutas del mundo para juntarse en la arena, cielo de México oscuro, tierra de Málaga en fiesta. ¡Ya nunca podrá Angelillo salir del alma de Adela! Salvador Novo (24 de diciembre de 1933). Localizado felizmente este poema, su contenido tiene una fuerte carga erótica destinada
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a estimular el amor homosexual habido entre dos importantes creadores cuyas personalidades están marcados por el que para la época en que se conocieron estaba convertido en todo un prejuicio, lo que trajo por consecuencia entre uno y otro el escándalo. Sin embargo, el mensaje subliminal que encierran todos y cada uno de los versos plantea un discurso que, al decodificarlo, es posible encontrar diversos elementos que ponen en claro la razón del Romance. Jaime Valender en Invenciones y Ensayos, publicado en Cuadernos hispanoamericanos Nº 548 de febrero de 1996 (p. 7-20), incorpora un texto denominado: “Cartas de Salvador Novo a Federico García Lorca”, y con ello intentaré el siguiente análisis. Es curioso, pero como apunta Valender, “a Novo no le gustaban en absoluto los toros, pero, a pesar de ello, no pudo oponer resistencia ante una lógica tan impecable”. En el curso de 1933 Lorca y Novo se conocen en Río de la Plata y en esos precisos momentos Salvador escribe el presente “Romance”, mismo que publicó ya en nuestro país y en una limitadísima tirada de 15 ejemplares el 31 de enero de 1934. En el encuentro rioplatense culminó el anhelo que uno y otro desplegaron en cartas, en largos tiempos de espera hasta que llegó un momento en que recordando Novo la manera en cómo enseñó a Lorca los versos de la antigua canción La Adelita, y cómo este los recordaba en tanto tuvo ocasión de encontrarse con aquel, finalmente Salvador no pudo resistirse al hecho de retomar al personaje femenino, hacerlo suyo, convertirse en ella-el y trasvasarlos al que fue su doble “Romance”. El amor homosexual demostrado por estos dos personajes no pudo expresarse de otra manera que a partir de algún aislado encuentro, pero sobre todo a partir de una limitada correspondencia en la que uno y otro ansían otra ocasión que ya no fue posible por las diversas circunstancias que enfrentaron. Novo intentó como última alternativa, -ya para el inicio de 1935- proponerle a Lorca ir a vivir una temporada a España debido al hecho que no encontraba razones para hacerlo en México, dadas las circunstancias en las que el funcionario público Salvador Novo fue cesado de su puesto en la secretaría de Educación Pública, justo en el año del inicio del sexenio del Gral. Lázaro Cárdenas, en el cual habían sido anunciadas no “sólo reformas sociales muy radicales, sino también una política cultural de orientación netamente nacionalista”. Por tal razón, Novo, muchos años después confesó: “Personalmente no conocí a Cárdenas durante su administración. Sin embargo conocí los efectos de su estancia en el Palacio Nacional: me zafó de la burocracia”. Tiempo atrás a este hecho, y en carta que Salvador envía a Federico el 11 de diciembre de 1933, le solicita nuestro autor al ponderado creador de “Poeta en Nueva York” que le obsequie un dibujo en unos términos muy peculiares: Querido Federico: He vuelto a estar enfermo, claro, porque me han faltado tus conjuros: hazlos, por favor, a distancia. Desde la cama –sólo [sic]- y con fiebre y con calentura, no he podido escribirte, pero tú sabes bien que en el fondo hay una pasión loca furiosa de atar. ¿Cuándo vendrás a Montevideo, en donde ya se encuentra tu embajadora? Hoy recibí pruebas de mi poema que imprimirá Colombo en B[uenos] A[ires] y para el que Molinari te forzó a prometerme un dibujo. ¿Lo harás? Algo así como un marinero, o una verga marina, o el mar o lo que se te dé la chingada gana, pero ya, en este momento, porque ahí son lentos para trabajar, y entrégaselo a Molinari, a quien le escribo ahora para rogarle que se encargue de vigilar la edición. Ah, y mándame un romancero gitano-argentino para mi colección de incunables. Mi hotel es Gran Hotel. Ahí han estado, según confesión de mi mucama, Novelli, Anatole France… y Tina de Lorenzo.
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Te abrazo. Salvador. Tal apunte, hasta donde puedo comprender, acompañaría la edición que finalmente salió a la luz pública, en cantidad de 15 ejemplares, bajo el sello de la Imprenta Mundial, de la ciudad de México en 1934. Pues bien, como resultado de dicha misiva, Federico contestó como ya pudimos apreciarlo al comienzo de estas notas. El asunto que viene analizándose, con la incorporación del valioso poema de Salvador Novo, tiene un amplio despliegue informativo en el texto de James Valender que ya he citado en su parte respectiva. Dicho ensayo muestra con muchísimo detalle la manera en cómo se conocieron y se trataron Salvador Novo y Federico García Lorca. También se da a conocer toda la correspondencia sostenida entre ambos, pero en el fondo, destaca el trato entrañable habido entre ambos. Tres años más tarde, y bajo los días más intensos de la guerra civil en España, Federico fue asesinado. Antes ya había escrito el “Llanto por la muerte de Sánchez Mejías” que alcanzó a convertirse desde ese momento en un poema universal. Ignacio Sánchez Mejías, que había regresado a los toros, actuó la tarde del 13 de agosto de 1934 en la plaza de Manzanares. Ignacio había sido mecenas de la “Generación del 27” a la que pertenecieron, entre otros, el propio García Lorca y también otro célebre autor: Rafael Alberti. El gaditano, por razones muy especiales, se encontraba en México en agosto de 1935, y justo al año de ocurrida la tragedia que enfrentó Sánchez Mejías, terminaba ese otro gran poema cuyo título es “Verte y no verte”, cuya rúbrica causa profunda curiosidad: Plaza de toros EL TOREO / México, 13 de agosto 1935. ¿Se tratará entonces de un poema mexicano?
Disponible en internet: http://www.bibliotoro.com/index.php
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VERTE Y NO VERTE A IGNACIO SÁNCHEZ MEJÍAS ELEGÍA EL TORO DE LA MUERTE Antes de ser o estar en el bramido que la entraña vacuna conmociona, por el aire que el cuerno desmorona y el coletazo deja sin sentido; En el oscuro germen desceñido que dentro de la vaca proporciona los pulsos a la sangre que sazona la fiereza del toro no nacido; Antes de tu existir, antes de nada, se enhebraron un duro pensamiento las no floridas puntas de tu frente; Ser sombra armada contra luz armada escarmiento mortal contra escarmiento, toro sin llanto contra el más valiente. (Por el mar Negro un barco va a Rumanía. por caminos sin agua va tu agonía. Verte y no verte. yo, lejos navegando, tú, por la muerte). Las alas y las velas, se han caído las alas, se han cerrado las alas, sólo alas y velas resbalando por la inmovilidad crecida de los ríos, alas por la tristeza doblada de los bosques, en las huellas de un toro solitario bramando en las marismas, alas revoladoras por el frío con punta de estocada en las llanuras, sólo velas y alas muriéndose esta tarde. Mariposas de rojo y amarillo sentenciadas a muerte, parándose de luto, golondrinas heladas fijas en los alambres, gaviotas cayéndose en las jarcias, jarcias sonando y arrastrando velas, alas y velas fallecidas precisamente hoy. Fue entonces cuando un toro intentó herir a una paloma, fue cuando corrió un toro que rozó el ala de un canario, fue cuando se fue el toro y un cuerno entonces dio la vuelta
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por tres veces al ruedo, fue cuando volvió el toro, llevándolo invisible y sin grito en la frente. ¡A mí, toro! (Verónicas, faroles, velas y alas. yo en el mar, cuando el viento los apagaba. Yo, de viaje. Tú, dándole a la muerte tu último traje). EL TORO DE LA MUERTE Negro toro, nostálgico de heridas, corneándole al agua sus paisajes, revisándole cartas y equipajes a los trenes que van a las corridas. ¿Qué sueñas en tus cuernos, qué escondidas ansias les arrebolan los viajes, qué sistema de riegos y drenajes ensayan en la mar tus embestidas? Nostálgico de un hombre con espada, de sangre femoral y de gangrena, si el mayoral ya puede detenerte. Corre, toro, a la mar, embiste, nada, y a un torero de espuma sal y arena, ya que intentas herir, dale la muerte. (Mueve el aire en los barcos que hay en Sevilla, en lugar de banderas, dos banderillas. Llegando a Roma, ví de banderillas a las palomas). ¿Para qué os quiero, pies, para qué os quiero? Los pies pisan la muerte, poco a poco los pies andan pisando ese camino por donde viene acompañada o sola, visible o invisible, lenta o veloz, la muerte. ¿Para qué os quiero, pies, para qué os quiero?
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Me va a coger la muerte en zapatillas, no en zapatillas para el pie de baile, no con tacón para esas tablas donde también suele temblar la muerte con voz sorda de pozo, voz de cueva o cisterna con un hombre no se sabe si ahogado, voz con tierra de ortigas y guitarra. ¿Para qué os quiero, pies, para qué os quiero? Unos mueren de pie, ya con zapatos o alpargatas, bien bajo el marco de una puerta o de una ventana, también en medio de una calle con sol y hoyos abiertos, otros... Me va a coger la muerte en zapatillas, así, con medias rosas y zapatillas negras me va a matar la muerte. ¡Aire! ¿Para qué os quiero, pies, para qué os quiero? (Por pies con viento y alas, por pies salía de las tablas Ignacio Sánchez Mejías. ¡Quién lo pensara que por pies un torillo lo entablara!) EL TORO DE LA MUERTE Si ya contra las sombras movedizas de los calcáreos troncos impasibles, cautos proyectos turbios indecibles perfilas, pulimentas y agudizas; Si entre el agua y la yerba escurridizas, la pezuña y el cuerno indivisibles cambian los imposibles en posibles, haciendo el aire polvo y la luz trizas; Si tanto oscuro crimen le desvela su sangre fija a tu pupila sola, insomne sobre el sueño del ganado; Huye, toro tizón, humo y candela, que ardiendo de los cuernos a la cola, de la noche saldrás carbonizado. (En la Habana la sombra de las palmeras me abrieron abanicos
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y reboleras. Una mulata, dos pitones en punta bajo la bata. La rumba mueve cuernos, pases mortales, ojos de vaca y ronda de sementales. Las habaneras, sin saberlo, se mueven por gaoneras. Con Rodolfo Gaona, Sánchez Mejías se adornaba la muerte de alegorías: México, España, su sangre por los ruedos y una guadaña. Los indios mexicanos en El Toreo, de los ¡olés! Se tiran al tiroteo. ¡Vivan las balas, los toros por las buenas y por las malas! Ya sus manos, Gaona, paradas, frías, te da desde la muerte Sánchez Mejías. Dale, Gaona, tus manos, y en sus manos, una corona). ¿Qué sucede, qué pasa, qué va a pasar, qué está pasando, sucediendo, qué pasa, qué pasó? La muerte había sorbido agua turbia en los charcos que ya no son del mar, pero que ellos se sienten junto al mar, se había rozado y arañado contra los quicios negros de los túneles, perforado los troncos de los árboles, espantado el silencio de las larvas, los ojos de las orugas, intentando pasar exactamente por el centro a una hoja, herir, herir el aire del espacio de dos piernas corriendo.
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la muerte mucho antes de nacer había pensado todo esto. Me buscas como al río que te dejaba sorber sus pasajes, como a la ola tonta que se acercaba a ti sin comprender quien eras para que tú la cornearas. Me buscas como a un montón de arena donde escarbar un hoy, sabiendo que en el fondo no va a encontrar agua, no vas a encontrar agua, nunca jamás tú vas a encontrar agua, sino sangre, no agua, jamás, nunca. No hay reloj no hay ya tiempo, no existe ya reloj que quiera darme tiempo a salir de la muerte. (Una barca perdida con un torero, y un reloj que detiene su minutero. Vivas y mueras, rotos bajo el estribo de las barreras). EL TORO DE LA MUERTE Al fin diste a tu duro pensamiento forma mortal de lumbre derribada, cancelando con sangre iluminada la gloria de una luz en movimiento. ¡Qué ceguedad, qué desvanecimiento de toro, despeñándose en la nada, si no hubiera tu frente desarmada visto antes de nacer su previo intento! Mas clavaste por fin bajo el estribo, con puntas de rencor tintas en ira, tu oscuridad, hasta empalidecerte. Pero luego te vi, sombra en derribo, llevarte como un toro de mentira, tarde abajo, las mulas de la muerte. (Noche de agosto arriba va un ganadero, sin riendas, sin estribo y sin sombrero. decapitados,
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toros negros, canelas y colorados). Se va a salir el río y ya no veré nunca el temblor de los juncos, va a rebosar el río paralizando el choque de las cañas, desplazando como una irresistible geografía de sangre que volverá los montes nuevas islas, los bosques nuevas islas, inalcanzables islas cercadas de flotantes tumbas de toros muertos, de empinados cadáveres de toros, rápidas colas rígidas que abrirán remolinos, lentos y coagulados remolinos que no permitirán este descenso, este definitivo descenso necesario que le exigen a uno cuando ya el cuerpo no es capaz de oponerse a la atracción del fondo y pesa menos que el agua. Desvíeme esos toros, mire que voy bajando favorecido irremediablemente por el viento, tuérzale el cuello al rumbo de esa roja avalancha de toros que le empujan, déjeme toda el agua, le pido que me deje para mí solo toda el agua, agua libre, río libre, porque usted ya está viendo, amigo, cómo voy, porque usted viejo amigo, está ya comprendiendo adónde voy, ya estás, amigo, estás olvidándote casi adónde voy, amigo, estás, amigo... Había olvidado ahora que le hablaba de usted, no de tú, desde siempre. (¿De dónde viene, diga, de dónde viene, que ni el agua del río ya le sostiene? -Voy navegando, también muerto, a la isla de San Fernando). DOS ARENAS Dos arenas con sangre, separadas, con sangre tuya al son de dos arenas me quemarán, me clavarán espadas. Desunidas, las dos vendrán a unirse, corriendo en una sola por mis venas,
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dentro de mí para sobrevivirse. La sangre de tu muerte y la otra, viva, la que fuera de ti bebió este ruedo, gloriosamente en unidad activa. Moverán lunas, vientos, tierras, mares, como estoques unidos contra el miedo: La sangre de tu muerte en Manzanares, la sangre de tu vida por la arena de México absorbida. (Verte y no verte, yo, lejos navegando, tú, por la muerte). Plaza de toros EL TOREO México, 13 de agosto 1935 Rafael Alberti. Febrero 2 de 1936 ALFONSO JUNCO CORRIDO DE LORENZO GARZA ¡Abran paso al vendaval! Aquí está Lorenzo Garza. El coso le viene chico pero con él se agiganta. ¡Todo el Cerro de la Silla está plantado en la plaza! Inmóvil y trepidante se unta a la muerte en la faja, y en trueno y escalosfrío los tendidos se levantan. ¡Aquí está el de Monterrey: sismo y estatua! Fundido en fierro y acero (para algo tenemos fábrica) mírenlo entre los pitones que le bordan filigranas: ¡La muerte en los alamares y la sonrisa en la cara! Levántase fray Servando Gonzalitos se prevenga por si médico nos falta; derroche Ramos Martínez el color a cataratas;
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y en prosa de Alfonso Reyes, dure, nítida, la hazaña. Ebrio de líquidos oros brinde el sol su Carta Blanca, y estallen cristalerías de la Vidriería, en las dianas. ¡Aquí está el de Monterrey: sismo y estatua! Y esfumada, allá muy lejos, como en neblina de lágrimas, pone una madre en angustia perspectiva de plegaria. ¡Madre! Te oyeron arriba: seca y alegra esa casa. ¡Ya, dando tumbos de gloria, se despeñan las campanas! Ya el hijo de Monterrey se untó la muerte en la faja, y con ella de trofeo sale en hombros de la plaza. ¡Abran paso al vendaval: Aquí está Lorenzo Garza! ¡Este es el de Monterrey: sismo y estatua! 1940 JACOBO DALEVUELTA CORRIDO DE LA COGIDA Y MUERTE DE ALBERTO BALDERAS EN LA PLAZA DE “EL TOREO” En diciembre veintinueve año cuarenta de veras en la Plaza del Toreo fue muerto Alberto Balderas. Con terno canario y plata iba vestido el torero guapo y erguido, valiente de figura, un pinturero. Ni siquiera imaginaba que la muerte traicionera oculta muy bien estaba en palco contrabarrera. “Estoy muy triste” le dijo,
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a uno que le preguntó cómo le iba en esa tarde en que la vida dejó. Salió del corral “Rayao” buen toro que hará memoria Balderitas en la brega cubierto quedó de gloria. Pobre de Alberto Balderas mala suerte le tocó en la última del año que aquí en México toreó. Quién había de decir, tan valiente como estaba; era domingo en la tarde. ya la muerte lo acechaba. Con “Rayao” se había lucido y hasta una oreja cortó, cuando salió “Cobijero” ése que lo asesinó. Negro, meano, grande y hondo era tal bandido fiero, que antes de morir luchando lo empitonó traicionero. Le paró pies Carnicero, los de a caballo picaron y los de las banderillas al asesino adornaron. Carnicero brinda el toro cerca de la Presidencia. más “Cobijero” lo vió con mucha mala tendencia. Se le arranca por detrás y Balderas, buen amigo: “No lo agarres a la mala. métete mejor conmigo”. Y se le fue derecho al toro con la capa a medio abrir, mas “Cobijero” no quiso al nuevo engaño acudir. ¡Ay, Virgen de Guadalupe! ¡Madre nuestra del Consuelo! En menos que se los cuento
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Alberto estaba en el suelo. Fue tan adentro el pitón que el hígado le rompió así como las arterias por cerca del esternón. Señores, de que me acuerdo me dan ganas de llorar Balderitas quedó herido y se pudo levantar. ¡Que venga mi hermano Pancho! ¡Que estoy muerto de verdad! ¿Qué será de mis hermanas? Se quedan en la orfandad. Un monosabio lo agarra; Balderas no podía andar, lo llevaron para adentro echando sangre, la mar... Cuando Rojo de la Vega vio que Balderas... caía se fue junto con Ibarra corriendo a la enfermería. Primero fue un tropezón pero ese toro maleado le tiró una puñalada en el merito costado. Ibarra corrió a su lado la herida quiso tapar; pero la sangre brotaba como un pozo al reventar. Rojo de la Vega, Ibarra con Herrera y otros más, lo acostaron en la mesa donde lo iban a operar. Dijo Vega a la enfermera: -Una aguja de inyección ¡Pronto, pronto señorita! Esto me huele a panteón. Pidió Ibarra adrenalina en bastante cantidad, para inyectarla en el pecho era grande la gravedad.
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Ya Balderitas no hablaba, era tanta la emoción que hasta le inyectaron sangre buena pa´la transfusión. Luego me salí, señores, por montañas y praderas pa´decir cómo murió el diestro Alberto Balderas. A poco entró un sacerdote y le echó la “absolución”. ya estaba pa l´otra vida... se le paró el corazón... Dijo Francisco Balderas: Alberto ya falleció... Ahora nos quedamos solos mis hermanitos y yo. Alcázar y sus muerteros a poco se lo llevaron dentro de caja de mimbre en donde lo colocaron. Por la noche en el velorio llegaron muchos toreros, los de la “porra” y amigos así como revisteros. De la raya nadie pasa, tampoco Alberto pasó; murió por buen compañero, a “Carnicero” salvó. Adiós Alberto Balderas, ya te llevan a enterrar, te acompañan tus amigos. todos te van a llorar. Mandó Francisco Balderas: “Lo entierran junto a mi padre. allí en el Panteón Moderno, a las cinco de la tarde”. Ya murió Alberto Balderas, el Torero Mexicano. aquí se acaba el corrido que le escribí muy temprano. Ya murió Alberto Balderas, el torero mexicano,
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aquí se acaba el corrido pues lo escribió un mexicano. Y no se olviden, amigos, lo que acabo de cantar, murió el torero Balderas por un amigo salvar. 1941 XAVIER SORONDO Estocada. Es un cárdeno bragado que en la percha cornivuelta alzó en vilo en el derrote a caballo y picador; sangre baña sus pitones; y en su cólera revuelto en la arena riega sangre como timbre de valor. Con arraigo de valiente y con postura resuelta la muleta hasta los felfos aproxima el matador; se queda inmóvil el toro; y por el coso da vuelta la ansiedad de la cornada como un sádico temor. Mas de pronto, el hombre, con gallarda bienandanza el torero –que es una ascua rutilante- se avalanza sobre el bruto poderoso al amparo de una cruz; y el acero toledano que en su mano un punto brilla se hunde rápido hasta el pomo; rueda el toro sin puntilla, ¡y el diestro siente en la entraña el rebote del testuz! 1944 LUIS DE LA TORRE, El-hombre-que-no-cree-en-nada CINCO SILUETAS TORERAS ARMILLITA ¡Torerazo genial, sabio y artista! Tu figura en el ruedo se levanta sobre ciencia que a todos adelanta; y el pueblo clama: ¡es cosa nunca vista! Tu toreo es como el sol, nunca se planta de su carrera en la espaciosa pista. “Chocolate” y “Payaso” con “Flautista” son ejemplo inmortal que te agiganta. ¡Salve, coloso de norteñas tierras! Aunque vayas pensando en tus quereres,
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desafiando a la fiera no te aterras. Eres asombro de hombres y mujeres y cuando plasmas tus hazañas bellas parece que fulguran las estrellas. EL SOLDADO A la vera de Garza en suelo hispano conquistó a la afición de tal manera que dentro de las plazas y aun afuera, aclamábase al pueblo mexicano. Marcó para los nuestros nueva era, regresando a la patria muy ufano. no recibirlo bien fuera inhumano; mas no dio a la afición lo que pidiera. Transcurrió el tiempo sin poder lograrlo hasta que al fin arranca un solo grito, casi imposible de poder callarlo, al cuajar la faena de “Rayito”. De entonces para acá fue consagrado, alcanzando sitial bien envidiado. SILVERIO Revolución audaz ha provocado al ambiente taurino del momento, haciendo germinar el pensamiento de que está por Carmelo iluminado. En escuela científica formado tuvo empeño de cambiar procedimiento, yendo en pos de alcanzar el firmamento como estrella, habiéndolo logrado. Recordando el ejemplo de Belmonte que Carmelo siguiera en su carrera, abrió para el toreo nuevo horizonte. Al triunfo consagró su vida entera sin dejar al fracaso ni una parte: ofrece a la afición valor y arte. ARRUZA La afición mexicana está pendiente, si la prensa española no la engaña, de que refrende aquí lo que en España se aplaudiera a Carlitos fuertemente.
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Fue de Arruza, sin duda, noble hazaña llevar hasta aquel viejo continente un saludo cordial de nuestra gente con su toreo sin trampa ni patraña. Resuelto de toreros el embrollo, nacido allá al calor de las envidias, es portavoz nuestro torero criollo De que al fin terminaron las perfidias. Con ello el pueblo ibero y mexicano, taurinamente se darán la mano. PROCUNA Con rapidez de rayo (empresa rara) de varios diestros colocóse al frente; un año nada más fue suficiente para alcanzar la gloria que soñara. Gitano quiso ser tan sólo para atraerse del vulgo entre la gente admiración que no lo es realmente, sin advertir que el hecho lo dañara. Con “Cagancho”, 34 “Gallito”35 y el de Triana,36 quienes vendrán en esta temporada, tendremos por demás gitanerías. Los tres harán lo que les venga en gana; Procuna, en actitud seria y honrada, toreará con verdad y gallardías. 1950 PEDRO GARFIAS Yo ví un tipo contrahecho... Yo ví un tipo contrahecho y enfiebrado de valor, torear con todo el pecho y no ví a un tipo mejor. Y ví una lenta tristeza, Manuel de mi corazón, torear como quien reza, que el toreo es oración. Ambos por igual destino, Joaquín Rodríguez “Cagancho”. Rafael Ortega “Gallito”. 36 Rafael Vega de los Reyes, “Gitanillo de Triana”. 34 35
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de humilde cuna los dos. Uno sigue su camino, otro el camino de Dios. Y aunque a ti mismo te asombren aquel Juan y aquel Manuel, tú eres torero, eres hombre, y no te falta ni el nombre, que te llamas Rafael. 1951 OCTAVIO PAZ En 1951 apareció por primera vez ¿Águila o sol?37 de Octavio Paz. De hecho, más adelante, cuando el lector tenga oportunidad de llegar al año 1975, verá la forma en como José María de Cossío se ocupa de esta misma obra, ateniéndome al año en que el tratadista español publicó su célebre enciclopedia de LOS TOROS. Sin embargo, en una lectura detenida a esta obra, encuentro otra serie de citas que escaparon a la vista del citado autor, por lo que me parece oportuno recogerlas aquí, tratando, en lo posible, de no mostrar un trabajo fraccionado. En aquella parte se ignoran los siguientes pasajes: (...) se presentan Tedevoro y Tevomito, Tli, Mundoinmundo, Carnaza, Carroña y Escarnio. Ninguno y los otros, que son mil y nadie, un minuto y jamás. Finjo no verlos y sigo mi trabajo, la conversación un instante suspendida, las sumas y las restas, la vida cotidiana. Secreta y activamente me ocupo de ellos. La nube preñada de palabras viene, dócil y sombría, a suspenderse sobre mi cabeza, balanceándose, mugiendo como un animal herido. Hundo la mano en ese saco caliginoso y extraigo lo que encuentro: un cuerno astillado, un rayo enmohecido, un hueso modo. Con esos trastos me defiendo, apaleo a los visitantes, corto orejas, combato a brazo partido largas horas de silencio al raso (...)38
Ya en ¿Águila o sol?, se registra otro desbordamiento del poeta aludiendo el tema taurino. Precisamente lo encontramos en la parte conocida como “La Higuera”: ¡Leer mi destino en las líneas de la palma de una hoja de higuera! Te prometo luchas y un gran combate solitario contra un ser sin cuerpo. Te prometo una tarde de toros y una cornada y una ovación. (...)39
1951 MANUEL ALTOLAGUIRRE ROMANCE DE “JOSELILLO” Su sangre quiso la gloria de florecer en la arena y ya no se resignaba a seguir oscura, presa entre las mallas sutiles de la red de sus arterias. Y llamó a su corazón que abrió a la muerte sus puertas 37
Octavio Paz: ¿Águila o sol? Portada e ilustraciones de Rufino Tamayo. México, 3º reimpr. Fondo de cultura económica, 2003. 102 p. Ils. (Colección popular, 123). 38 Op. Cit., p. 15-16. Este primer material, corresponde a “Trabajos del poeta”, obra de 1949. 39 Ibidem., p. 82. ¿Águila o sol?, es una obra escrita entre 1949 y 1950.
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cuando el sol de la fortuna le colmaba de promesas. “Joselillo”: la balanza de las dos plazas toreras esperaba los quilates tuyos. Donde tú estuvieras con tu valor y tu arte cedería la bandeja, redondel con todo el peso de tu graciosa presencia. No pudo ser. Dos pupilas serán para siempre ciegas la “México” y “El Toreo” te llorarán con tristeza un largo llanto de públicos negros cual lágrimas negras que rodarán por las tristes mejillas de nuestra tierra. El niño que perdió España fue ganado por América, hasta que en trágica tarde, hecho un hombre lo perdiera. ¡Qué honda la plaza de México! ¡Qué profundas sus arenas! Nunca vi abismo más negro ni embudo que así sirviera para trasegar con sangre tanta hiel de amarga pena, Murió en pleno mediodía el astro que en su carrera sólo con luces de aurora iluminara la fiesta. “Joselillo”: los volcanes no dejan ver que te elevas. Blanco es tu vuelo, tan blanco como sus nieves perpetuas. 1957 RAFAEL LÓPEZ LOA HUMORÍSTICA. ¿Me pedía versos nacionales? Íd a Silveti, el matador de toros bravos y puntales; es él, por méritos cabales el amo de nuestro folklore. Con más arrojo que ninguno, de cualquier juego retozón
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lleva en la bolsa el número uno. es su greñal de Atila el huno, pero de aquí su corazón. Nadando en plata como un chek, le habla de tú al prócer cognac que visita en Chapultepec; y luego, al tranco, sigue recto y oblicuo hasta Mixcoac. Él es el propio tesorero de su capricho y su boato, que al fin este crudo torero vio cómo saltaba el dinero de las peñas de Guanajuato. Alegre va por montes y plan sin ser mayormente un tahúr, después que bulle su alazán, con un compadre echa un conquián y con tecolote, un albur. Corvo el acero que chispea en pata de búlique y giro y que él amarra en la pelea; corvo el mechón que culebrea bajo la tarde de zafiro. Mechón de sauce babilónico, lacio, cincunflejo y plural, de cuyo espesor absalónico puede sacarse algún lacónico corderillo, aunque no pascual. Él mismo la guitarra suena, si está de parranda y de chunga, mientras una suave morena pone un antifaz a su pena con la canción de la Sandunga. Seguro que en su cantimplora, llena de broncas alegrías con alguna que otra dolora, se emborrachó Lino Zamora y dio un trago Ponciano Díaz. Mas no porque un triple trapazo para atizar ollas emplee, Juan sin Miedo, el del fiero brazo antípoda del bajonazo, busca la altura en el volapié.
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Sino por las guardarropías, rico muestrario nacional, cuyas bizarras platerías tiemblan en las ondas bravías de la crinolina y el pial. De rodillas un cambio atrapa que hace perdonar su desgarbo, y evoca, postrado y con capa, un monje austero de la Trapa meditando el Oficio Parvo. Y en tanto que por la muleta corre la muerte y se resbala, la mecha, indómita e inquieta, se abre y se cierra como un ala bajo la tarde de violeta. Y en tanto que por la muleta corre la muerte y se resbala, la mecha, indómita e inquieta, se abre y se cierra como un ala bajo la tarde de violeta. En la suprema suerte, abona la flor bermeja del delirio: don Juan parece que estocona con la formidable matona que hizo célebre a don Porfirio. Mata a los toros en caliente también él; estupefaciente el valor racial ratifica; les clava en el testuz un diente, los muerte y luego los mastica. No van proezas de esa talla en nuestros históricos cuentos. Juan se ríe de la medalla que conmemora la batalla de Treinta contra Cuatrocientos. No sólo orejas de bureles, cortara la otra oreja a Malco, si no fueran tan buenos fieles quienes presiden en el palco de almogábares y gomeles. Y airón de la taurina fiesta y de gloria velludo alarde, la greña, apenas descompuesta, ilustra con bárbara gesta
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los escarlatas de la tarde. Juan merece para recuerdo de su memoria en el futuro (ven, consonante, que me pierdo) que lo musique Miguel Lerdo y que lo cincele Panduro. Charro fiel de todo herradero y en ferias franco brillador, Juan Silveti, heroico torero, rayando su penco lucero lo sienta en el patrio folklore. 1960 OCTAVIO PAZ VIRGEN I Ella cierra los ojos y en su adentro está desnuda y niña, al pie del árbol. Reposan a su sombra el tigre, el toro. Tres corderos de bruma le da al tigre, tres palomas al toro, sangre y plumas. Ni plegarias de humo quiere el tigre ni palomas el toro: a ti te quieren. Y vuelan las palomas, vuela el toro, y ella también, desnuda vía láctea, vuela en un cielo visceral, oscuro. Un maligno puñal ojos de gato y amarillentas alas de petate la sigue entre los aires. Y ella lucha y vence a la serpiente, vence al águila, y sobre el cuerpo de la luna asciende... II Por los espacios gira la doncella. nubes errantes, torbellinos, aire. El cielo es una boca que bosteza, boca de tiburón en donde ríen, afilados relámpagos, los astros. vestida de azucena ella se acerca y le arranca los diente al dormido y al aire sin edades los arroja: Islas que parpadean cayeron las estrellas, cayó al mantel la sal desparramada, lluvia de plumas fue la garza herida, se quebró la guitarra y el espejo
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también, como la luna, cayó en trizas. Y la estatua cayó. Viriles miembros se retorcieron en el polvo, vivos. III Rocas y mar. El sol envejecido queman las piedras que la mar amarga. Cielo de piedra. Mar de piedra. Nadie. Arrodillada cava las arenas, cava la piedra con las unas rotas. ¿A qué desenterrar del polvo estatuas? La boca de los muertos está muerta. Sobre la alfombra junta las figuras de su rompecabezas infinito. Y siempre falta una, sólo una, y nadie sabe dónde está, secreta. En la sala platican las visitas. El viento gime en el jardín en sombras. Está enterrada al pie del árbol. ¿Quién? La llave, la palabra, la sortija... Pero es muy tarde ya, todos se han ido, su madre sola al pie de la escalera es una llama que se desvanece y crece la marea de lo oscuro y borra los peldaños uno a uno y se aleja al jardín y ella se aleja en la noche embarcada... IV Al pie del árbol otra vez. No hay nada: latas, botellas rotas, un cuchillo, los restos de un domingo ya oxidado. Muge el toro sansón, herido y solo por los sinfines de la noche en ruinas y por los prados amarillos rondan el león calvo, el tigre despintado. Ella se aleja del jardín desierto y por calles lluviosas llega a casa. Llama, mas nadie le contesta; avanza y no hay nadie detrás de cada puerta y va de nadie a puerta hasta que llega a la última puerta, la tapiada, la que el padre cerraba cada noche. Busca la llave pero se ha perdido, la golpea, la araña, la golpea, durante siglos la golpea y la puerta es más alta a cada golpe. Ella ya no la alcanza y sólo aguarda sentada en su sillita que alguien abra: Señor, abre las puertas de tu nube,
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abre tus cicatrices mal cerradas, llueve sobre mis senos arrugados, llueve sobre los huesos y las piedras, que tu semilla rompa la corteza, la costra de mi sangre endurecida. Devuélveme a la noche del Principio, de tu costado desprendida sea planeta opaco que tu luz enciende. (Berkeley, 1944) 1961 JAIME TORRES BODET EL VIENTO Aúlla, viento, aúlla. Miedo mayor el de la pena muda. Que tus manos sacudan los troncos de los árboles, y crujan lo mismo el tallo esbelto de que se hacen las flautas para mecer la cuna y el pino que señala el sitio de las tumbas. Incendiarás los campos. Del fuego que devore las mieses de los graneros, sembrarás la llanura. Como salvaje toro vendrá la noche al río y verá, en el espejo de las corrientes turbias, quemados por el fuego los cuernos de la luna. Aúlla, viento, aúlla. Mayor dolor el de la pena muda. Se romperán los diques. El agua en que se azula el tallo de los lirios hará estallar las grutas. Pastor de cataratas, llevarás al abismo rebaños de la espuma. Y más alto que el ala que más subiera un día subirán los niveles delgados de la lluvia. Aúlla, viento, aúlla. Pena mayor la de la pena muda. 1961 CARLOS FERNÁNDEZ VALDEMORO, JOSÉ ALAMEDA
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DOS BRINDIS (Al poeta que más ha cantado a los toros) Por usted, Gerardo Diego, torero de la escritura, que con alas tan segura sabe hacer –divino juegodel ángel, arquitectura. II (Al poeta que más ha toreado, Rafael Solana) Para ti, gran Rafael del quite en verso florido, ángel al tercio caído por la escala de Luzbel. Deja un pie en el redondel y el otro, griego y sucinto, repósalo sobre el plinto. Y que Dios salve al poeta que sin hilo y con muleta es huésped del Laberinto. 1961 ÁNGEL MARTÍNEZ, S.J. UNA ESTATUA DE SOMBRA Lucharon a luz entera Calderón Por más que todo pase... Se elevaba él su estatua ante su muerte. En cada gesto, en cada paso, un aire de eternidad mecía: La seriedad del que llegó a lo justo y: de aquí no se pasa. Por más que en todo pase... Como esto es indecible, iba a ti mudo lo natural que lleva a lo litúrgico, lo litúrgico que es su sacramento: Siempre el misterio que en lo más radiante de todo extrema claridad se ahonda.
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Como tu perfil recto, justo en gesto -en pase de aireque a eternidad de eternidad subía con millones de vida en tu estatua. Como es de sangre, así quedó lo escrito: -un torero de sombra. Y así quedó en lo escrito: -con lucha a luz entera, la estatua que tu muerte sucesiva, por tu suerte en el aire –el que no quiebra-, le alzaba día a día –tarde a tarde- a tu vida permanente. Si nos vieras, ardor sereno y quieto -de aguante, temple y mando, domando la embestida-, reflejar a tu imagen tu estatura de llama que llegó al punto de brasa, roja de vida y blanca del eterno pararse de la muerte a ti lanzada, si nos vieras..., donde ardes te verías. Pero te ves –tú mismo a ti- como aspiraste a ser, cuando la sombra en ti encendías que a un huracán quedado, en movimientos de gracia enfurecida, eternizaba. -Ya hizo su muerte en ti el blanco de gracia que la sombra fijó en su luz de vida y en tu mortal quietud se mueven todos-. No había sino aislarte totalmente en ti –tú con la fiera-, para que a una todos estuvieran contigo. Por eso los mirabas en el éxtasis de hallarlos en la luz de tu dominio que con el sol bajaba a ti en la absorta certeza de mirarse en ti, venciendo todos, dominando todos con la gracia a la fuerza y con la eternidad de un pase lento, lento al tiempo instante... También en esto es vida el universo: vida de soledad que todos nos reúne –unificafrente a la vida en gracia de la muerte. Torre que muda el cielo y no se muda y al caer forma todo a su misterio, ya hizo la muerte en ti el blanco de vida que tu sombra fijó en su luz de gracia:
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De un agua vertical que mueve el mundo y hasta su origen llega en tu reposo con dos golpes de luz, atravesados los dos sólo de luz -no de astas ni de espadas-, de vencedor vencido en la victoria. Sobre el redondel quieto de la arena en círculos de luz giraba el cielo. Y era asombro del cielo en todos juntos silencio de un espanto y de una gloria, que hace y va a llorar, en la mirada. Y todo iba a lo mismo: -¡Un torero de sombra!En el silencio de aquel instante ciego, abría el ansia de perfección su rueda, y en el centro de sombra a sol -de vida a muerteel mundo se cumplía. 1963 GERARDO DIEGO TORERO MEXICANO Esbelto, de goma elástica, con otra luz y otra plástica, vino el torero de México con su sabor de onomástica y su novedad de léxico. Y aunque se ve que es el mismo cañamazo y alfabeto, borda un dechado, un guarismo de cismático bautismo y defendido secreto. Solo una Meca, un Califa entre el Roncal y Tarifa quiso el padre del toreo, un solo premio en la rifa el hijo del Zebedeo. Y una india matria concibe más allá del mar caribe un chamaco -¿un héroe, un golfo?y le cristiana y le inscribe con el nombre de Rodolfo.
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El nuevo Martín Lutero ya se estira y se apersona, y se estiliza altanero. Qué elegancia de torero la de Rodolfo Gaona. Pues su quiebro de rodillas y su larga y su verónica, su tercio de banderillas, merecen, no estas quintillas, otro Bernal y otra Crónica. Lámina pura de oro, flexible, sonora, huera, riza y desriza ante el toro el azteca meteoro de la sagrada gaonera. De pecho con la derecha va a ser el pase que estrecha Menfis, Aldamas y Bali, hieratismo con sospecha de pirámide o teocali. Después y ya en pleno cisma, las dinastías honrosas: Los Freg –sangres generosasy los Armillas en prisma de facetas espinosas. Y Garza, que es ave rara. ¿Y Arruza? –Si se alquitara su sangre, si no se cruza, ¿No es toda nuestra esa cara, “veni-vidi-vici” Arruza? Ca. 1970 RUBÉN BONIFAZ NUÑO. Fuego de pobres. Nadie sale. Parece que cuando llueve en México, lo único posible es encerrarse desajustadamente en guerra mínima, a pensar los ochenta minutos de la hora en que es hora de lágrimas. En que es el tiempo de ponerse, encenizado de colillas fúnebres, a velar con cerillos algún recuerdo ya cadáver;
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tiempo de aclimatarse al ejercicio de perder las mañanas por no saber qué hacerse por las tardes. Y tampoco es el caso de olvidarse de que la vida está, de que los perros como gente se anublan en las calles, y cornudos cabestros llevan a su merced tan buenos toros. No es cosa de olvidarse de la muela incendiada, o del diamante engarzado al talón por el camino, o del aburrimiento. A la verdad, parece. Pero sin olvidar, pero acordándose, pero con lluvia y todo, tan humanas son las cosas de afuera, tan de filo, que quisiera que alguna me llamara sólo por darme el regocijo de contestar que estoy aquí, o gritar el quién vive nada más que por ver si me responden. Pienso: si tú me contestaras: Si pudiera hablar en calma con mi viuda. Si algo valiera lo que estoy pensando. Llueve en México; llueve como para salir a enchubascarse y a descubrir, como un borracho auténtico, el secreto más íntimo y humilde de la fraternidad; poder decirte hermano mío si te encuentro. Porque tú eres mi hermano. Yo te quiero. Acaso sea punto de lenguaje; de ponerse de acuerdo con el tipo de cambio de las voces, y en la señal para soltar la marcha. Y repetir ardiendo hasta el descanso que no es para llorar, que no es decente. Y porque, a la verdad, no es para tanto. 1974 CONCHITA CINTRÓN RECUERDAME Cuando sonaban clarines. y pasodobles. Y había toros. Y muerte en la primavera ...no quiso Dios
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que me fuera... ¡Ay, Amapola! Cuando se oigan clarines y pasodobles. ¡Recuérdame cuando me muera! 1974 RAMÓN CUÉ ROMANO, S.J. Cristo en cruz... Cristo en cruz, con sólo verte sé que la suprema suerte ya no es sólo matar bien. Es saber morir también. Perfilar la propia muerte ¡qué faena cien por cien! Maestro. Qué alta lección. Fiera cornada. Derecho te fue al costado el pitón. Te ha matado un cornalón. ¿Dabas un pase de pecho? ¿O un pase de corazón? Aunque esa herida –es más cierto y más te duele y te humillafue un remate de puntilla que te clavaron ya muerto. Te alzó en el aire. Y en vuelo -¿quién rasgó en el templo el velo?quedaste ensartado, Cristo. también yo, entre tierra y cielo, en un calvario imprevisto -¿Gané el cielo? ¿Perdí el suelo?Rota seda y piel me he visto. Te fuiste en sangre. No había transfusión ni enfermería. Juntaste muerte y faena. Tu sangre la plaza henchía y el cielo se enrojecía viendo tan roja la arena. Qué bien puesto. Y qué valiente. Descubierto. Sin engaño. No de perfil. Frente a frente. Sin aliviarte, indulgente, con falso quiebro o amaño.
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Tan ceñido y apretado que sales de la faena todo de sangre manchado. Pero no de sangre ajena, de tu espalda y tu costado. Sin ceder. Torero bueno. Sin enmendarte. Así es como en tu propio terreno te atornillaste en tus pies. A pies y manos, dos pares, -¿banderillas?- haz y en vés, te lo quiebran de través... Porque no nos desampares. Porque temples, mandes, pares, porque no escapes por pies. Sobre tu desnuda piel bordó tu sangre en decoro, rosa tras rosa, un vergel... Traje de luces fue aquel. Vestido de grana y oro salvaste al mundo, Manuel. Eres del pie a la cerviz una inmensa cicatriz vestida de oro y de grana. Tu piel, calado tamiz, a cicatrices me gana. ¿Quién ya de heridas se ufana, si ante ti soy aprendiz? ¿Qué toro te empitonó? ¿Cuántos años? ¿Cuánto peso? ¿Zurdo? ¿Burriciego? ¿Avieso? -Y, ¿a qué me preguntas eso, si eres tú quien me mató? Humillas, última suerte, sobre el pecho la cabeza. ¿Quién la ahormó con tal destreza? Justa. Baja. Quieta. Inerte. ¡Ya puede venir la muerte, Dios rindió su fortaleza! 1975 OCTAVIO PAZ Octavio Paz, poeta, ensayista y crítico de excepcional categoría. En su obra aparece el tema taurino, en versos cristalinos y misteriosos a la vez. Aquí, la muestra:
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Ella cierra los ojos y en su adentro Ella cierra los ojos y en su adentro está desnuda y niña, al pie del árbol. Reposan a su sombra el tigre, el toro. Tres corderos de bruma le da al tigre, tres palomas al toro, sangre y pluma ni plegarias de humo quiere el tigre ni palomas el toro: a ti te quieren. En un fragmento de prosa poética, "Trabajos del poeta", éste se ha acostado pero no consigue dormir y explora, con la lucidez de la vigilia involuntaria, su personal laberinto de la soledad. La metáfora taurina surge con naturalidad en su mente, en su pluma: ... Me siento en la cama, pero no puedo dormir. Mis ojos giran en el centro de un cuarto negro, donde todo duerme con ese dormir final y desamparado con que duermen los objetos cuyos dueños han muerto o se han ido de pronto y para siempre, sueño obtuso de objeto entregado a su propia pesadez inanimada, sin calor de mano que lo acaricie o lo pula, sin presión de pulso que interrumpa su bruto dormir a pierna suelta o, más exactamente, a pierna muerta, arrancada de un tronco todavía vivo que se retuerce mientras ella ronca, ahíta de silencio y de reposo, materia satisfecha y anestesiada por su propia satisfacción, mineralizada por la ausencia del cuerpo que la obligaba a vivir y condolerse. Mis ojos palpan inútilmente el ropero, la silla, la mesa, objetos que me deben la vida pero que se niegan a reconocerme y a compartir conmigo estas horas. Me quedo quieto en medio de la gran explanada egipcia. Pirámides y conos de sombra que finge una inmortalidad de momia. Nunca podré levantarme. Nunca será otro día. Estoy muerto. Estoy vivo. No estoy aquí. Nunca me he movido de este lecho. Jamás podré levantarme. Soy una capa donde embisto, capaz ilusorias que tienden toreros enlutados. Don Tancredo se yergue en el centro, relámpago de yeso. La ataco, mas cuando estoy a punto de derribarlo siempre hay alguien que llega al quite. Embisto de nuevo, bajo la rechifla de mis labios inmensos, que ocupan todos los tendidos. Ah, nunca acabo de matar al toro, nunca acabo de ser arrastrado por esas mulas tristes que dan vueltas y vueltas al ruedo, bajo el ala fría de ese silbido que decapita la tarde como una navaja inexorable. Me incorporo: apenas es la una. Me estiro, mis pies salen de mi cuarto, mi cabeza horada las paredes. Me extiendo por lo inmenso como las raíces de un árbol sagrado, como la música, como el mar. La noche se llena de patas, dientes, garras, ventosas. ¿Cómo defender este cuerpo demasiado grande? ¿Qué harán, a kilómetros de distancia, los dedos de mis pies, los de mis manos, mis orejas? Me encojo lentamente. Cruje la cama, cruje mi esqueleto, rechinan los goznes del mundo...
Esta es una respuesta -una más- a los que identifican la fiesta de los toros con el casticismo localista, cerril, la ideología derechista o la incultura.40 1976 SALVADOR DE LA CRUZ EN LA MITAD DEL RUEDO EL SOL ENTRADA Suena el clarín, repican los timbales, la multitud se agita vibrando de alegría y del oscuro túnel, cual desbordado río, brotan oros y sedas a raudales. 40
José María de Cossío: LOS TOROS. TRATADO TÉCNICO E HISTÓRICO. Madrid, Espasa Calpe, T. VII, 1088 p., retrs., fots., p. 295-296. Además: Roldán: Poesía universal..., op. cit., V. II., p. 89-90.
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En el albero el sol planta su lozanía y en tanto en los remotos campos, los caporales siguen a paso lento a los bravos sementales que son el condimento de la fiesta brava. El pasodoble borda arabescos triunfales y de pronto se apaga su rotunda armonía, porque el rey de la fiesta asoma su osadía venteando la muerte con su par de puñales. Llenan la Plaza México hombres y mujeres cabales, de mano en mano pasa la bota bien curtida y mientras unos ojos lánguidos me convidan al amor... los recuerdos en mi alma agitan sus señales. 1978 JUAN REJANO, POETA TRASTERRADO ESCRITO EN LA ARENA, 8 de febrero Dime, orilla de paz, tierra erizada de hostiles centinelas que amenazan mis pobres huesos sin descanso, ¿dónde podré encontrarla, dónde su ternura alienta? Deja, déjame que bese sus manos de jazmín sedente, y luego abrásame en tus lenguas polvorientas. No me importa la muerte, no me importa la muerte lenta que me das. No quiero sino verla otra vez, saber que soy un rumor en su vida. ¡Ay, tierra, tierra, vive mi corazón dos magnitudes: soy un rosal, un toro rojo soy! Aspira su bramido, oye su aroma. Amaré su fulgor hasta ser polvo. EN EL FUEGO (Fragmento) esta esperanza, sí... Graves olivos De la campiña bética, labriegos atezados de sol, hazas doradas donde el granará húmedos huertos, claras islillas en el río que aún lleva
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mi niñez asomada a sus espejos, alamedas sonoras de noviembre, caminos vecinales, arrieros de vara al cinto y cordobés terciado, jazmines de la noche, toros negros, soberbia la testuz brillando al aire, a mis pupilas volveréis de nuevo. Promesa es esta sangre que ahora fluye del costado de un pueblo erguido ante la muerte, la esperanza brotándole a la luz como un venero. CULPABLE ANHELO (A don Agustín Millares) Minotauro del sueño, monstruo ardiente, de compactas tinieblas construido, tu laberinto guardas como un nido de funerales ramas, febriscente. Se te ensombrece con la luz la frente y en el sollozo escondes el bramido. ¿Eres ausencia, eres memoria, olvido? ¿Eres memoria del olvido ausente? Hollar te siento mi ansiedad, mi duda: Quisiera huir y en tu razón se escuda esta pasión que a desvelarte avanza. Minotauro del sueño, acorta el vuelo y muéstrame la orilla de tu cielo o de una vez destruye mi esperanza. 1979 MANUEL BENÍTEZ CARRASCO. Este maíz humano que se llama Silverio. A Silverio Pérez. Este maíz humano que se llama Silverio tiene, como el maíz, la altura justa, el fruto generoso, los acordados hechos. De la raíz le sube una savia sencilla; que la humildad le viene tan al dedo como el maíz al hambre de los pobres, como el limón al limonero; y el trato bondadoso le queda y le acompaña tan retecompañero como la hierba blanda al pie desnudo,
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como a la vela el viento. Un día por el valle de Texcoco le vino un aire con rumor de alberos. el maíz se empinó -hoja de raso y oro de torero, sueños de inimitables trincherazos por sus taurinos sueños-, y derramó sus granos y derramó su savia por los ruedos, granos de savia altiva, de sangre señorial de emperador de México. No por eso olvidó que era noble raíz del más noble maíz, que es ser maíz de pueblo. y ofrece, por lo tanto, en un gesto compadre, en un sencillo gesto la “milpa” generosa de su mano y un “tamal” de amistad entre sus dedos. Dejo aquí mi saludo y ofrezco el “nixtamal” humilde de mi verso a este maíz humano, a este maíz torero, a este maíz amigo, a este maíz compadre que se llama Silverio. Texcoco, marzo 24, 1979. 1980 CARLOS FERNÁNDEZ VALDEMORO, JOSÉ ALAMEDA La España que lidiaba en esta plaza… La España que lidiaba en esta plaza remedo fue de la que fue guerrera, encerrada en su mundo se dijera Que de sus piedras hizo su coraza. Este Madrid, España que se abraza a sí misma, ensimismado espera que sea de su prez lo que Dios quiera y a Dios deja el destino de su raza. El Madrid cortesano y prisionero se olvida de Toledo y de su gesta y de la del soldado marinero que América sello, cresta por cresta. Sólo hay un mundo ya y es el postrero, fácil Madrid de cuernos y de fiesta.
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1981 VICENTE QUIRARTE Y AHORA QUÉ, ME DIGO Y SANGRO A MARES... Y ahora qué, me digo y sangro a mares, Toro ignorado al fin de la corrida, Dueño del fiel estoque que al clavarse Me hace de la derrota el instrumento. ¿Triunfa el amor o sólo es que sentimos Que perdemos la fecha, nunca el arco; Guerrero fui y hoy guardo ya la espada, Pues el valor se mide acero en vaina. Amar un solo cuerpo es la batalla Donde la sed saciada sólo es tregua Para alzarse otra vez en la derrota. Y surcar ese cielo enajenado Bien vale la pena otro combate, Aunque sólo de guerra sea mi vida. 1982 RENATO LEDUC CON MOTIVO DE USTED Y DE LA LUNA Con motivo de usted y de la luna, del cielo azul y de los dulces ojos, haré apotegmas contra mi fortuna con buena letra, pero en versos cojos. En vez de pencil usaré el pensil donde florece la galana rosa y aromático y verde el perejil nefasto al loro y a la mariposa. Usaré del ayer y del antaño precedidos de un "ay", ay, cuando añoro cosas que acontecieron este año. Y aunque nacida en provinciano rancho será usted mi princesa azul y oro como el terno de luces de Cagancho. 1985
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PEDRO GARFIAS MANOLETE. Al Lic. Óscar Realme. Andar es muy fácil. Lo difícil es andar sin premura. Pasear por el miedo del ruedo grave y con figura. Cuando un cordobés es torero su capa es la túnica. Esencia y decencia: las dos cosas juntas. ¿Quién ha visto, si no es entre sueños, la estatua segura, arriscada de gracia, de arte y de celo, crispada de angustia, caminar paso a paso, despacio, buscándole sitio a su tumba?41 1987 ANDRÉS HENESTROSA EL POETA Y LOS TOROS. Si Manuel Rodríguez Lozano, en vez de darme aquel libro hubiera puesto en mis manos un boleto para ir a ver los toros, yo hubiera intentando ser torero o novillero, iguales cuando lo son grandes: sólo un gran novillero llega a gran torero: el gran torero es un gran novillero que creció. El gran novillo es el gran toro: el toro es un novillo grande. El autor de Azul, Rubén Darío, correspondía en mi sentir a Rodolfo Gaona, el autor del “par de Pamplona”. Y a cada una de las faenas que vi, o de las que tuve noticias, le busqué correspondencia con grandes páginas literarias. Cada torero tenía su equivalente en las letras, y al revés: cada escritor el suyo en la tauromaquia. Poetas rondeños y poetas sevillanos. La espada del torero es la pluma del poeta, y al revés: la pluma es par de la espada. ¿No se dijo que eran hermanas la pluma y la espada? Algunos las manejaron con igual pericia, sin estorbar la una a la otra. La pluma no embota la espada. La de escribir un soneto es tan peligrosa y mortal como el soneto de una faena: en las dos está de por medio la muerte, se juega la vida. Sortean la muerte, se juega la vida. Sortear la muerte, burlarla, jugar con ella al escondite son cosas propias de la literatura y de la tauromaquia. Como hay el gran torero menor hay el gran poeta menor. Lope, Góngora, Quevedo, grandes plumas, grandes espadas, autores de grandes páginas, de grandes faenas 41
Pedro Garfias. Antología poética. Selección y prólogo de Juan Rejano. Prólogo a la segunda edición de Arturo Souto. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Dirección General de Difusión Cultural. Dirección Editorial, 1985. (Textos de Humanidades). 244 p., p. 211. Sobre el autor: Pedro Garfias (1901-1967), poeta español que llegó a México en 1939 (en el emblemático SINAIA). El poema elegido para el presente Compendio…, se publicó en Viejos y nuevos poemas (México, 1951).
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quería decir. ¿Por qué habría llamado Baltazar Gracián torero de la virtud a Séneca? ¿Y los grandes poetas y los grandes toreros menores cuál el ejemplo, o cuáles los ejemplos? Como no hay poetas ni toreros menores, y esa clasificación no pasa de ser una equivocada ocurrencia, no hay ejemplo ni ejemplos que poner. Lo que un poeta mayor no logró decir, viene un poeta considerado menor y lo dice, con lo que se equiparan. Un quite, una suerte bien logrados, bien dibujados, bien escritos, el torero considerado menor se equipara con el máximo: diestros, sabios, maestros: igualmente diestros, sabios y maestros los dos. Hay en la tauromaquia como los hay en la literatura poetas y prosistas: el poeta sería el sevillano y el prosista rondeño. Pero, ¿cuál es mayor? Iguales los dos. Cada uno en lo suyo, con tal de que salga victorioso del apurado y mortal tránsito. Todos los géneros literarios se dan en el toreo. Todos los recuerdos y las licencias también. La improvisación, la ocurrencia, inesperada, repentina como se da en las letras se da en los toros. De ahí la suerte que llevan el nombre de quien las inventó, de quien se le ocurrió: gaonera, chicuelina, sanjuanera, cordobesa. Hay metáforas, símiles; asonancias, consonancias; cuenta silábica; rima, ritmo, cadencia; reticencias, pausas, puntos suspensivos en los dos ejercicios: en el ejercicio de la pluma y en el ejercicio de la espada, las dos de acero. Con sangre y con tinta, dos cosas que son una sola y única cosa, se firman por esa rúbrica, las grandes páginas del poeta y del torero. ¿Qué quiso decir Federico Nietzsche cuando dijo: “Escribe con sangre y aprenderás que sangre es espíritu”. Pensaba en las letras, claro, pero, ¿no también en todo otro oficio, en el toreo, por ejemplo, que tanto tiene del mester literario por lo peligroso y de provocar a la muerte? ¿No fue el mismo poeta y filósofo alemán quien aconsejó vivir peligrosamente? Si Manuel Rodríguez Lozano en vez de convidarme a leer un libro me hubiera invitado a los toros, habría intentado ser novillero, que es como se llama al torero en ciernes. Tarde vi a Gaona, a Sánchez Mejías, a Belmonte; los vi cuando ya iniciado yo en las letras, lo que tanto monta, monta tanto. No fui el novillero que pude ser y me quedé novillero de las letras. Y como si Rodríguez Lozano lo adivinara me pintó novillero, no sé de cual de los corrales: si el de los toreros o el de los escritores, tan parecidos.42 1990 ALÍ CHUMACERO A MANOLO MARTÍNEZ Sobre la arena irrumpe la furiosa verdad del toro, arcilla que destella olas de asombro y alas de centella que iluminan la tarde esplendorosa. En suave conjunción, la mano airosa del matador se acopla a la querella del bruto: en su percal brilla la estrella que guía aquel incendio hacia la rosa. Contra viento y marea, fluye el brío que habrá de sucumbir en la certera quietud, como la yedra fatigada, 42
El Búho, suplemento de cultura de EXCELSIOR. Domingo 3 de mayo de 1987.
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porque el diestro, al brindar su poderío y detener el tiempo en su carrera, levanta una columna sosegada. 1990 ENRIQUETA OCHOA Sin ti, no. Despliego las alas, quiero cantar, pero la soledad tiene algo de fantasma y se me atasca el grito en las cunetas fangosas de la noche. Abrumada de tedio, a duras penas entiendo mi destino de perro castigado: sumisa, fiel, con el gruñido roto. Al punto, mi conciencia confusa se arrodilla, amenaza con romper el aire. Los ojos sembrados de estrellas se deslíen, abren las esclusas, el caudal poderoso se desborda y aquí estoy: curvada, dolorida, con el garfio del frío hincado en las honduras; pensando en los signos de Dios, en los talentos no multiplicados, en Lot y la estatua de sal, y el desierto reverberando dentro… De improviso, se oye el bramido de mis toros en celo que embisten contra las trancas. Los maderos crujen, se astillan, ceden bajo el impacto, y ya está, corro a tu lado, abrevo en ti, y en mis llanos sedientos la linfa mágica de tu ser se me vierte y anega mi corazón de una dulzura misteriosa y fértil. (. . . . . . . . . . . . . . . ) Sin ti, no. (. . . . . . . . . . . . . . .) 1992 GRISELDA ÁLVAREZ EN TU CUMPLEAÑOS A mi amigo Rafael Solana
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Equis aniversario, ¡qué bien cuenta un año más para quien tanto ha dado en novela, en teatro apasionado, o en los toros, estética sangrienta! Tu sostenido periodismo orienta, tu ejemplo de trabajo es obligado, y aunque esté como el mío remendado en nuestro corazón vives sin renta. Apoyador tenaz, al que se inicia sabes brindar tu gran nobleza humana, tu estímulo como primicia; siembras alumnos, cepa mexicana que seguirá tu huella vitalicia: Maestro en todo, Rafael Solana. 1992 ROBERTO CABRAL DEL HOYO. La lidia. Alto el testuz y de furor bragado, rayo te arrojas; hurto a la embestida siniestra el corazón, y de salida sangre y no luces mírome al costado. Por obra de la gracia dominado has de quedar a ley, mientras la vida me juego en cada lance, desvalida frente a la media luna de pecado. Tiendo muleta en contrición mojada; no un derrote imprevisto me desarme ni el aire me descubra en una suerte. Y en el Sol un relámpago la espada, que pueda hacer la cruz, al entregarme a ciegas en el trance de la muerte. 1995 ÁLVARO QUIJANO. Sólo quedan los nombres de las cosas… Sólo quedan los nombres de las cosas y sus rastros en el derrumbe, como una fuente callada y la humedad de los sueños en la hierba del jardín. El instinto digital de la mirada
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busca un asidero entre las hojas de los árboles que se derraman. (Esperábamos que los días se cumplieran como la noche de nuestra primera felicidad.) Todo pasa como un segundo, igual que la fusión de la idea y el golpe; de tal modo que anclamos nuestros corazones y el amuleto de los nombres queridos. En ello nos va la suerte del suspiro y la hondonada del deseo. En el arduo régimen de tu silencio aprendí este estilo de náufrago en cada frase que escribo. Y que el amor está hecho de pausas, que surgen de pronto flores y fauces. Y mi hechiza melancolía como un farol de pacotilla. * (Sobre las sábanas, entre los pliegues nacen los laberintos.) El amor es un frágil sueño que atraviesa las puertas del día. Por eso volvemos al texto, para editar la fractura del tiempo. Y aun así, tantas veces fallé en la recuperación de tu imagen. ¿Cómo salvarnos de la separación si no es a través de estirar el recuerdo? Por eso mi quieta decadencia de náufrago que escribe y mi afición a los toros, para ver cómo los toreros se acercan de nuevo después de la cornada. Todo jardín es una ruina o un naufragio, pero hay que ver la insistencia de las flores y el esfuerzo de las luciérnagas, cómo las plantas buscan en lo alto y aún persiste la madrugada como una luz que restaura las ruinas de la noche 1997 RAFAEL RODRÍGUEZ, TORERO
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Por los caminos de Dios. La fría luna de invierno sobre el cuerpo entumecido reflejaba la silueta sobre el polvo del camino. Una gorrilla de lado, el cuerpo juncal erguido. Un bulto bajo el brazo, y el alma, de torerillo. Sola y desnuda la noche llena de luna y de frío de luceros y de sombras cual fantasmas del camino. Los luceros en lo alto coqueteaban con sus guiños mientras la luz de la luna llena el alma de suspiros, suspiros que el alma llenan de ilusión, anhelo, olvido. Olvido. Para las penas, que van del brazo conmigo. Muchacho, ¿de dónde vienes que vas temblando de frío? Madre, vengo de la lucha que por aquellos caminos le voy librando a la vida que se ha ensañado conmigo. Soñando que era uno de esos luceros que están prendidos allá en lo alto del cielo me he cegado con su brillo y pensé si el alcanzarlos era para mi prohibido. El brillo de los luceros se posaba en los vestidos bordados en seda y oro ¡ay, quién pudiera lucirlos! En el ruedo de la noche hacían el paseíllo todos los toreros que en mi vida he conocido. Allí bordaron faenas como nunca hubiera visto
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toreando, solo para ellos, con suavidad y con ritmo. Suave, despacio sin prisa como ángeles sensitivos iban engarzando pases como cuentas de zafiros. El corazón anhelante como un potro enloquecido quería salirse del pecho que se me ahogaba en suspiros. Salté al ruedo sin pensarlo y me puse frente al bicho. Una. Cien. Quién sabe cuántas cuántas veces vi venirlo. Sentí que se me enroscaba como el fajín al vestido. Y me fui quién sabe dónde y no sabré definirlo. Cuando estaba en el momento más sublime concebido, el alba del nuevo día, me dejó solo y marchito. Se iba la luz de la luna. Los luceros encendidos apagaban sus fulgores y en el polvoso camino, el corazón sollozante, como gotas de rocío, dejaba lágrimas negras, lágrimas de torerillo. Muchacho ¿de dónde vienes que vas temblando de frío? Vengo… de un viaje lejano con el corazón… herido. 1997 RAFAEL RODRÍGUEZ, TORERO Rojo. Color de la fiesta... Rojo. Color de la fiesta roja pasión. El tendido. Rojo y oro la bandera que remata el graderío.
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El rojo asoma de lo alto del tendido al color de la barrera, en el suave capotillo. El color de la muleta y también en el vestido que lleva al cuerpo el torero por todas partes ceñido. Rojo y ceñido aquel lance tan ajustado y ceñido que cuando roce la seda rojo dejará el vestido. 1997 RAFAEL RODRÍGUEZ, TORERO Cuánto te añoro aún Una cruz en lo alto de una iglesia. Una cruz de oración y de incienso. Una cruz enlazada entre mis manos. Una cruz de listones y de acero. Una cruz en lo alto del morrillo. Morrillo de colores pleno. Rizos de papel en banderillas. Roja sangre y puño acero. Aletear de pañuelos que se agitan. Alas de triunfo que remontan vuelo. Los ojos centellantes pierden brillo. El hocico balbuceante apunta al cielo, inflamando mi pecho de alborozo al rodar sin vida el toro fiel. Fiel y brava fue su lucha. Sin temor mis pasos frente al reto. Una vida que sigue, otra se apaga, mientras la tarde se viste de luceros. Hoy mi vida transcurre lenta y suave, cual agua que corre el arroyuelo, y de su cristalino recorrer emanan viven, vibran y afloran los recuerdos. Recuerdo de existencia placentera, de gloria y de sonetos, a sus aguas se asoman las estrellas, quiebran su luz hasta llegar al lecho de aquel arroyuelo que retrata la digna majestad del toro negro.
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Diamantino fulgor sobre sus astas, amplio, severo y arrogante el pecho. Suave sus pasos sobre la campiña, hondo bramar junto a su paso lento ¡Cuán lejos te has ido de mi vida! ¡Cuánto te añoro aún! ¡cuánto te quiero! No importan mis carnes desgarradas ni mi sangre regada sobre el ruedo, ni tampoco las tardes de desdicha ni tristeza que hiera mi recuerdo. No podría olvidarte, aunque quisiera. Vivirás siempre en mí. ¡Cuánto te quiero! Fiesta de luz, de triunfo, de alegría de arrogancia y bravos toros negros. ¡Cuán lejos te apartas día tras día! Mas no sé vivir sin ti, sé que no puedo... 2000 PEDRO GARFIAS Caballero en la plaza... Caballero en la plaza a caballo y a pie dio tremendas batallas. La muerte que no pudo matarle cara a cara en aviesa hurtallida le tendió la emboscada. Hay lágrimas juntas México con España una palabra sola que describa su casta, su porfía su empeño. Su poder, su arrogancia torero fue de época pero hombre es la palabra. Como pisaba fuerte aún suenan sus pisadas. 2000 MARCO ANTONIO CAMPOS
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Matar al minotauro… Para la lucha con el Minotauro el hombre se preparó como nunca. Sabía que si no vencía su ciudad no llegaría a tener grandeza y gloria. Afuera del laberinto la hija del rey esperaba. Dándose valor, calculando su fuerza, ahora que veía venir al Minotauro con toda su furia y poderío, se figuró un instante con la amada de su región de colmenas, de olivos y cipreses bajo el verano tórrido. Eso le dio más fuerza. La batalla fue terrible y muchas veces dudó de la victoria, pero al fin, golpeó de tal forma al Minotauro, que lo hizo padecer y pagar por cada crimen cometido. Con la alegría de la victoria buscó el hilo que la mujer le dio para salir. El hilo no estaba. No le importó hallar de inmediato la salida. Conocía de laberintos y salir de éste sólo costaría más tiempo. Comprendió que la mujer se creería engañada. Pero cómo explicarle que no.
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SSIGLO XXI I
2001 BACHILLER JUAN DE CÓRDOBA A LA MEMORIA DE EDUARDO LICEAGA En el amplio jardín de los Liceaga, polícromo vergel de arte taurino, brotó Eduardo, cuyo perfume embriaga con aromas de un arte peregrino. Espíritu, ilusión y vista halaga; arrolla cuanto encuentra en su camino, y en su elíptica astral su brillo apaga el fulgor del lucero matutino. En alas de la gloria vuela a España, donde el triunfo se ofrenda a su majeza, y el consumar al filo de una tarde, ante la multitud épica hazaña, el destino, que en rayo de sol arde, hecho cuerno mortal, entra en su entraña, y trueca en polvo lo que fue grandeza y hace llanura lo que fue montaña. 2002 ETHEL KRAUZE 2 de Octubre Los he visto en las noches, en las fiestas, fantasmas en el vino y la risa de los amigos: Buscando el amanecer, y el amanecer no era. Se quedaron muriendo: Buscando su hermoso cuerpo y encontraron sangre abierta.
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Se quedaron muriendo. No volvieron. Se quedaron helados en la esquina de las balas: muchedumbre de abejas en picada, abejorros de plomo plumas negras negras alas cayendo en la tarde del viernes, en la plaza, en el ruedo sin toros, sin olés, sin golondrinas. Se quedaron muriendo en Tlatelolco. Festín de banderillas: sólo ellas vinieron ese día a picarles el lomo, la cabeza, a cortarles la oreja, a montarlos en hombros. Banderillas, banderolas: bayonetas. Ya vienen cayendo esas punzantes mariposas: diamantina de acero, alfileres dormidos voladores, cuchillitos roedores, ladradoras avispas. ¡Qué deslumbrante espectáculo! ¡Qué tremendo con los últimos humos de la pólvora! Los veo, ahora, cuando alguien ha cumplido diecisiete años. Y ellos siguen abrazándose al aire con el grito en las manos, buscando, todavía, amanecer el 3. Llegar siquiera al final de ese octubre: era mes de canciones y lunas antes de Tlatelolco. También los veo morir en los que no murieron. En los que se rindieron a la yerba, o al trago,
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a la democracia, al burócrata, al dólar, al bastardo, a la niebla. Los veo en los señores de traje y corbata, en los traidores: los que cumplen cuarenta, los que pagan la cuenta con tarjeta, con su firma: los del miedo. Los del deme la carta, caballero. Licenciado ¿al ajillo? ¿a la mostaza? ¿al curry suculento, o el chateaubriand desea? ¡El poeta con papas, para dos y bien asado, con su salsa bernesa! Los he visto rondar en los pasillos, en las salas de espera, a la hora de las tortas y en el tedio. En los que piden permiso y compermiso y cómo no. En los que cuidan la entrada y las espaldas; en las bocas cerradas. Sí señor, señor, lo que el señor ordene. ¿Quién mató a mis hermanos? ¿Quién les puso esa trampa, esa trompa de fuego en la sien y en le cuello? ¡Los que diga el señor! ¿Qué no está en el memorándum? No, su sangre si viene cantando: es un chorro de espinas en el sueño, un espasmo de soles sofocados. ¡Siete copias, y un recado, y un testigo, y el cuerpo del delito!
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No se cerraron los ojos ante los cuernos de hierro. Cerraremos el archivo. Levantaron la cabeza. No hay pruebas por el momento. La miel de su inteligencia, hasta que diga el señor hasta que amanezca. Pero el señor aún no ha dicho. Nadie dice. No. Nadie dice los traigo atragantados en la copa en la ropa en los zapatos. Nadie dice. Pero se metieron por la fuerza en los renglones, se acodaron en la mesa, me preguntaron cómo estuvo todo. 2002 ELIA DOMENZÁIN MINOTAURO Con tu canto cristalízales todas sus esperanzas en una gran torre de marfil; que todo se torne enorme, altísimo pilar, afiladísima columna hecha de redes de hilos cristalizados brillando como diamantes encadenados hacia el tapiz de las constelaciones estelares en el cielo, cósmicas torres, góticas elongaciones apuntando hasta la tinta azul añil del infinito dentro del tiempo en el espacio del existir. Minotauro, con tu canto cristalízate los sueños, tus anhelos, mis deseos, maravillas por vivir. 2002
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ELIA DOMENZÁIN AL TOQUE Al toque del clarín de un cielo andaluz, me transporto elevada sobre cuarenta mil voces del olé mántrico gritándole a Dios. Al vuelo en el ruedo, las tus luces del terno, me brindan ilusiones y promesas de viajar en tu faena. Me tientas, me burlas, me seduces, me dominas y con los ojos clavados en el fondo del mirar, me citas a torearme en la danza de jadeos, me ventilas capotazos airados de estupor. Muda y mansa en la sombra, brava y tora en el sol, me someto a tus ojos sin intuir el puyazo, ni sospechar la traición. 2003 ERNESTO ORTIZ PANIAGUA SILVERIO Para Paco Prieto Fue la más fina de tus cosas finas: al arroparte en tu capote lento cambiaste chicuelina en sentimiento, metal éste muy puro de tus minas. Y por tal emoción, las golondrinas que al crepúsculo son filas del viento, trazaban el adiós del firmamento arriba de tus torres chicuelinas. Eso sí, tu muleta era vehemente temple de tu derecha, presentía, asentía, consentía el torrente, ¿Y qué tu trincherazo y tu agonía? Águila que devora una serpiente, miedo de tu gigante torería.
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2003 ERNESTO GARCIANAVA Ser o no ser. (Parafraseando a Lope) Observar, acercarse, detenerse, erguirse, desplegar y colocarse, citar y recibir, templar, doblarse, mandar, acompasar y disponerse. Educar, domeñar, bregar, crecerse, recargar, enmendar, cuidar, situarse, dominar, afanarse y arriesgarse, ceder, lucir, mostrarse e imponerse. Esperar, ponderar, porfiar, medirse, sublimar, redondear, sentir que cabe crear y recrear, vencer, ceñirse, Disponer el finar, prever que acabe, rematar y matar, triunfar e irse: esto es torear, quien lo probó lo sabe. 2004 LUCÍA RIVADENEYRA SOL Y SOMBRA El cuarto Banderillas de lujo son los celos. Piquetes agobiantes de colores. Madera con acero filosísimo, a cada movimiento lacerante. Herida no mortal, insoportable. Epitafio sin tumba, enmascarado. Quemadura que sangra a media fiesta. Los celos se contienen, se derraman. Son coágulo agresivo, festón que escurre sangre helada. Los celos se atoran con la vida, pero rumbo a la muerte
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esperan el estoque o la cruceta. Quizá el golpe de gracia del olvido. El sexto Este domingo buscas tablas, y te consiento. Quieres ir al engaño por la izquierda y no me niego. Quieres reposar y no protesto. Duermes. Tu voz celeste y oro se apagó con el sueño. No me aflijo. Y de esta tarde quedan sólo un arrastre lento detalles memorables y claveles. 2004 ERNESTO HERNÁNDEZ DOBLAS Amanecer Oscuro I Oscuro amaneció el corazón del mundo. Alba de un destino que sobre la arena escribió su nombre. Oscuro amaneció el corazón del mundo. Durmieron las estrellas en brazos del silencio. Y el sol era mentira, el sol era un amor en voz baja. Porque oscuro amaneció el corazón del mundo. II Te ví caminar con paso de cenzontle. Desde tu corazón: una música de agua.
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Desde tus ojos: un puente sin final. Desde tus manos: un cantar de los cantares. Te ví andar la vida como un reloj que cumple los horarios del azar. III La eternidad es un misterio. Nada se sabe aún de los senderos que conducen al Sendero. A ciegas vamos entre los árboles, palpando apenas la sombra que somos. Hasta que un día lo nocturno se hacen piel en nuestra piel humana. Hasta que un día el misterio de la eternidad nos revela su secreto de noción definitiva. 2004 ERNESTO HERNÁNDEZ DOBLAS Sísifo de luces La roca que tus manos aprendieron a soñar se fue apagando lentamente cuando tus ojos se hicieron a la mar. De cumbre en cumbre tu corazón de fuego se hizo luz y brújula como los ojos de un sol que dirige el movimiento de las nubes y las olas.
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Eras polvo vertical y cumpliste tu designio, entraste al laberinto para gritar tu espíritu con suaves obsidianas. Hueso a hueso navegaste la biografía del Ser; no había carne sino luz en tu mirar de abismo, en cada herida no había dolor sino proverbios. David de uva y aire David de la embriaguez que sólo conocen los que solos andan en la fe de sus oleajes. David de canto, de arpas que arden en los labios de Dios David de los espejos donde Ariadna se refleja vestida con los hilos que tejen tus nombres: David Teseo David Job David Ulises David Belmonte David David La roca que tus manos aprendieron a soñar se fue apagando lentamente cuando tus ojos se hicieron ala y mar. El omega que guió tus pies de sal estalló en el mundo con amorosa rabia de poeta. No hay reclamo para el Héroe no puede haber reclamo para el Héroe tan sólo un llanto así: en soledad sin sol. Amor fue la consigna y tu corazón se hizo bandera, amor de alta geografía
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amor que hoy entregas a los brazos amorosos de la tierra. 2004 JOSÉ EMILIO PACHECO ÚLTIMO AMOR DE DON JUAN. Después de amar como el rey David a la Venus de Botticelli, vivir entre cuchillos con la Maja Desnuda, cegar al Minotauro para llevarle a Ariadna, su último amor es la mujer de Lot. Y entre ruinas llameantes de las ciudades, concentra su pasión en una inocente perversidad de niño o toro de lidia: lamer la sal que encona sus heridas. 2004 JOSÉ EMILIO PACHECO EXCAVACIONES. Como señal de furia el toro escarba la tierra. Prepara una embestida, tal vez la última. Hace lo mismo en busca de lombrices la gallina espectral color de cieno. El gato pulcro oculta su excremento. El perro entierra huesos. No hay en su acto necrofilia ni necromancia. Tan sólo desconfianza en lo que vendrá. El niño quiere hallar el pasadizo que lo conduzca a China del otro lado del mundo. Y ese viejo que excava, excava, excava con sus últimas fuerzas lo hace en procura de algo que ignoramos. Le pregunto qué se propone y me mira a los ojos y en silencio vuelve a la excavación, me da respuesta. 2006 EUDORO FONSECA YERENA El acero Qué acero tan bien templado,
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no lo tuviera Toledo ni más fino en las alcobas, ni más diestro en la estocada... 2006 JOSÉ CUELI Los sueños, sueños son… El toro penetra en la cueva palidez de muerte le acompaña. Gira, vuelve, resopla, galopa en redondel carcelero. Cuaja caprichosas estrcturas de acento negro grave. Lanza cornadas al aire entre tablas incrustado. Al rejuego de los giros capoteros reta, seduce, acomete. Espumoso el belfo. La cerviz erguida altiva la mirada los testículos colgantes agita frenético el rabo. La rítmica embestida al compás de la cadencia contenida ondula el viento soleado. Y la peineta de la vaquilla se empina lo más que puede entre los rizos negros al despeñar espumas. La torre de terciopelo se escapa en la sombra. 2007 ELÍAS RUVALCABA MÁRQUEZ RELOJ DE LA PLAZA El único torero que sin lidiar un toro da vuelta al ruedo. CERROJOS Hasta el cerrojo se esconde tras las tablas si viene el toro…
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TORO BRAVO Toro negro que ensartaste la luna entre tus cuernos. CARRETILLA Espectro de varilla que frente a los toreros cobras vida. CALESERINA Cuando te a/rimas la cadencia en tu capa se volvió poesía… CABEZA DISECADA Tan derrotada, tan sin vida y sin muerte, tan sin alma. SOL Y SOMBRA Sol la pasión, sombra es la duda y un tendido el amor… 2007 ELIANNE VALDÉS SANTIAGO Ariadna enamorada. I Te pertenezo de ojos vendados. Llego a ti, doncella sostenida por el hilo de mi sangre, para mitigar tu sed de imposibles y del terror liberar tu memoria, pero del laberinto soy el ciego deseo que te conduce a la muerte. II Me interno en tu noche bifurcada por crípticos sonidos, ecos fantasmales que los muros recuerdan entre cientos de galerías que celan tus pasos; te busco para morir, atravesada por el doliente resplandor de tus ojos, para renacer en la embestida de tu sangre contra la mía, provocación de infatigable galope que encabrite el aliento.
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III Devórame, amor, devórame, que el tiempo consume ávido el bocado de nuestra historia. Piérdeme en el dédalo indescifrable de tu cuerpo, y burlemos a las voces que de sal nos reclaman al abrir los ojos de ayer. Bébeme, amor, recíbeme, que para ti mana incesante esta herida y de amaneceres teñirá la piel de pájaros Donde poderosa se debate tu respiración. Luego, un nombre me habrá de resucitar entre tus labios. 2007 MANUEL CAMACHO HIGAREDA La noche del 22 de febrero de 2007, se dio a conocer el libro Al alimón, de Manuel Camacho Higareda y Juan Carlos Elijas. Fue una jornada memorable, pues para presentarlo en sociedad, intervinieron “Leonardo Paez”, el poeta Juan Bañuelos así como Camacho Higareda. Los tres participantes apuntaron datos generales sobre una obra novedosa en el género de la literatura, de la poesía y esta matizada con el tema taurino, que la hace todavía más interesante. En páginas precedentes incluí algunos avances que el propio Leonardo Paez realizó entre 2005 y 2007. Los poemas que se dieron a conocer entonces llevan los siguientes títulos: Furia de cinco pastos, Al toro o nada y Ciudad y toro. Para celebrar la aparición del texto, van aquí otras dos selecciones, de uno y de otro, en consagrado y exacto equilibrio de escribir al alimón. Engaño. I Izamos la bandera del engaño (La vida como único recurso). Lánguida onda en el dolor de barro. Guiamos al gran náufrago de la sangre. Que beba. Se beba. De sí se sacie. Izamos rojo el engaño, decía. Pasa la verdad de pitón a rabo. II Mi corazón, Vertido a cambio De una verdad Que nunca es suya, Ama el engaño. Y a una señal, Noble, le sigue.
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III Mi sueño se amasa en la púrpura De tardes muchas que agonizan. Se duerme en oro y sueña en plata Después de ver la luz herida Doblar en las tablas del cielo. IV Se da de tarde El dado nuestro De cada día. Yo, lidiador Incierto y fiel Del mismo yo, Besar no logro La fina tela. El dado rueda En cada tarde Y cae la suerte Al cite vano Del suave engaño Que nunca miente. V A la señal del envite La tarde incendia el paisaje. Hunde su brazo de gloria En la cruz del horizonte. El mundo, antes de doblar, Camino del viaje íntimo, Muge el triunfo de las formas: “Aunque doble, siempre vuelvo”. 2007 JUAN CARLOS ELIJAS La montera goyesca y medias blancas. La montera goyesca y medias blancas. Tú fuiste novillero en Nimes (Francia), el torpe subalterno en la derrota, el histrión, el que nunca fue domado, quien saltó al ruedo en México, en Perú, en Argelia, en Marruecos y en Macao.
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Tu fuiste un espontáneo en este arte de marear con temple gaonero, esta Biblia de Cúchares y genio, el arpón que nos hiere labio a labio. Las golondrinas dejan caer siempre su corazón tan blanco sobre el mar, sobre la arena sangre de su pecho. Pablo Celis, bombero de museo, en un libro resides hoy de Hemingway, las fotos ambarinas de un incendio. 2007 DAVID BALTAZAR Domingo es una gaviota muerta. (. . . . . . . . . . ) Domingo es una gaviota muerta. El azar En el fondo del vaso reinventa escrituras. (. . . . . . . . . . ) En inquebrantable asombro explora, obelisco Su cadencia dentro de la cadencia –oleaje-, Reflejo de otro mundo atravesando celosías. Luego en la estocada y sin saberlo –su pesarAsiente, el golpe dado es para sí y cae. 2007 LUIS ALEJANDRO MORA BARBA. Los poemas del toro y del torero XV Viejo y cansado… Viejo y cansado el Minotauro está en su laberinto. Sombras… sombras, a veces, la penumbra, sol y sombra, en instantes. Destino… destino
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destino… El Ananké fatal es mi destino. Así el hombre-toro imagen minotáurica tarde o temprano descubre que nació para la muerte en un mundo de soles y de sombras. XXVI Prisionero en el recuerdo… Prisonero en el recuerdo ¿o vivo en la leyenda? Knossos me envuelve con sus mitos. Soy parte de una historia que nunca fue descrita. Ni Teseo ni el dios toro tienen textos históricos pero existen y viven en fastamal ensueño. El héroe y el dios, el amor encontrado y el desamor perdido. islas, mares, palacios, recintos laberínticos. Donde encontré mi alma dividida en dos seres en un cuerpo de toro y en un cuerpo de hombre y una sola mujer para los dos: Ariadna la diosa de los negros cabellos laberínticos que no es ni para mi, dios toro e inmortal, ni es para mi, yo, hombre mitad de triunfos y derrotas. 2007 BECKY RUBISTEIN.
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Toro aciago. Me regalas tu música en avalancha. La espera me embiste toro aciago. Tu ausencia es hija de la calle donde deambulo enloquecida. El estoque del dolor entre las piernas. Traje de luces. La muerte estrena su traje de luces y te coge. Toro aciago te reproduces en las telas de Gironella en los lienzos de Picasso en el capote de Dominguín en el sudario de Manolete en las bragas de tu maja al desnudo. El traje de luces cárdeno refleja los besos perdidos en la arena. Recuerdos terribles. No hay como una corrida dominguera los toros se creen toreros. los toreros sufren de amnesia y las majas recorren el camino de Ariadna en busco del Minotauro perdido. 2008 JESÚS FLORES OLAGUE En la dorada alfombra de la arena… En la dorada alfombra de la arena la tarde marca la precisa sombra al toro cuya suerte no se nombra y al hombre y su percal de rosa vena. En silencio comienza la faena, lenta cadencia que a la vista asombra, la emoción contenida se descombra y el olé interminable ya resuena.
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Son tan sólo en los medios cinco lances de bruñido metal, de augusta veta que detienen al tiempo en su trayecto. Son manos y quietud el claro aspecto en que un rito vetusto sus alcances de arte nos muestra la visión completa.43 2008 ALEJANDRO AURA. INMERSIÓN, CANTO 4º, 3 Ya no habrá de tocarme por edad revuelo ni sacudimiento, Sino que he de morirme reposado, en transición perfecta, Acostadito y sedado, cogido de la mano caliente que me entregue A la materia inerte. Porque el cáncer, lo que tiene, es que no es aldabón del entusiasmo Sino cierre sin gracia de la serie de aventuras de colores de la vida. Ya ni modo. Un campo de batalla. Un campo curioso de batalla Porque los contendientes sienten más Que es un asueto. Sólo que los términos asustan a los que están afuera. ¿Qué sarao es tal en donde el resultado es la aniquilación de ambos festejantes? ¿No resulta, para empezar, desapacible? El palenque donde los dos pájaros enloquecidos -gallo, gallito, galloSe destrozan con todo lo que pueden en vivas fuentes de sangre Adornadas de colores con hermosas plumas No necesariamente es acto doloroso, Aunque a uno la sangre vertida le lastime los ojos Que suponen tormento, laceración con daño irreversible Y por lo tanto conciencia del perjuicio que la carne siente Y lo que va a pasar con ella, Ellos estarán contentos, divertidos, Movidos del entusiasmo profundo que sacude a los héroes En el momento preciso de aportar la vida como paga franca del precio de la entrada. Ponte a discutirle a Homero la belleza del instante En que la espada hiende en dos por medio la cabeza Feliz del contendiente cuyos dientes se riegan a la cancha Y se vuelven semilla de valiente siembra. Quiero decir con esto –y no aludo a la lidia de toros Para no ser obvio- que basta de poner cursilería En asuntos de la sangre y de tratarla con mimos de costurera. Hay un paso que se da ya lejos del suplicio –esa Invención sacramental de los cristianos, tan satisfactoriaQue no es sino parte de la fiesta a la que todos 43
Jesús Flores Olague: Guitarra de arena. México, El trapecio oscilante, 2008. 119 p. (Colección Punta de esmeralda), p. 46.
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Tuviéramos derecho si no nos lo escondieran. O llegáramos tarde, como pasa. Así que, ¡A morirse, que no hay otra consigna! ¡A morirse, pues, adornos de la vida! ¡A morirnos! ¡Y junto con la muerte, que también se muere! 2009 CARLOS HERNÁNDEZ PAVÓN. A continuación, reproduzco los siguientes versos en prosa que son, por su naturaleza un interesante testimonio de la aguda y crítica realidad que vive la fiesta de toros en el México de este 2009 que sigue corriendo. A una plaza vacía. Desolación, tristeza en la inmensa plaza, eco de valle de la muerte, pueblo fantasma, eso es mi plaza. ¿Cuarenta y tres mil almas? En pena. ¿Cuáles, cuándo? Un grito… el eco tarda, sola como un valle del desierto, el del western del Gran Cañón. Arena, albero, caliza, polvo, viento que canta y aúlla. ¿Música? ¿Cielo andaluz? ¿La Macarena? ¿Cañitas? No. El bueno, el malo y el feo con toros de Shane el desconocido”. Llanero solitario, muy solitario… sin su manola. Órganos, cactáceas flanquean las escaleras, una calaca de toro por ahí tirada, dunas de concreto, gradas vacías, esa es mi plaza, una culebra que riega el ruedo, una ratilla de campo, tres saurios pequeños, cuatro zopilotes… Un cabalgante de la década de los treinta cansado de buscar oro, cantimplora vacía, el sol rojo, muy rojo, ya se pone en el horizonte. Pernoctar en la arena del desierto. Dios que nos libre del piquete de un escorpión o de la mordida de una coralillo. Duérmete, mi querido jamelgo, mañana será otro día. Sólo el día de tu cumpleaños te visitan, como el Día de los Muertos. Sólo en tu aniversario te traen flores; sólo un día del año, tu aniversario, se emborrachan. Te recuerdan, pero se alegran sólo esa tarde. Ofrenda de muertos: Flor de cempasúchil, jarra vieja de vidrio verdoso y floreado, conteniendo pulque, sal, sahumerio con olor a incienso, arroz, ¿incienso? Bah, debiera ser mirra… Pero al fin ofrenda. Yo buscaba oro, no hay. Sólo una ofrenda al año, querida plaza, el resto, vacío desolador. Velorio… café, alcohol, túnel hondo, largo e irremediable túnel. 2009 GUILLERMO PRIETO44 Sandra Molina Arceo: Charlas de café con… Ignacio Allende. México, Grijalbo, Random House Mondadori, S.A. de C.V., 2009. 175 p., p. 9. 44
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Era don Ignacio Allende‌ Era don Ignacio Allende alto, rubio bien plantado, cuello erguido, ancha la espalda, suelto y poderoso el brazo, crespa, alborotada furia. Andar resuelto y con garbo, ver audaz, azules ojos, ardientes, limpios y claros, jinete entre los jinetes, cual soldado, temerario, complaciente en los festines, cometido en los estrados, lidiando toros, prodigio, de caballeros dechado. De la Reina el Regimiento le vio capitån bizarro, y a la par le festejaban las ciudades y los campos.
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E P Í L O G OO Por Elia Domenzain
El haber saltado al ruedo poético, espontáneo impulso de entrarle al toro por los cuernos en este redondel enfaenado de poesía, túnel del tiempo de un pasado mexicano y taurino; rejonear partiendo de la conquista sobre un lustro de siglos desde el XVI hasta nuestro criminal inicio de este albeado siglo XXI, entre guerras y atrocidades imperialistas en la corrida de oro negro (vaya comienzo de un tercer milenio); recorrer el tiempo centenario a través de la poesía, es una Fiesta Brava en un mundo parco de lectores, en la historia de la sociedad táurica mexicana a partir de su origen en la Nueva España hasta la fecha 2006, cuando al siguiente año la polémica se agranda, otra vez, en torno a la corrida de toros. Corridas, ¿si o no? A discusión el suspender las corridas de toros, pues en ese caso los toros de lidia pasarían a la extinción casi inmediata. Cinco siglos y apenas unos años del XXI de poesía mexicana en los toros nos hace recorrer Francisco Coello en esta historia. De la mano y bien guiados podemos imaginar las maneras de festejar en las plazas y calles de México, las fiestas, de toros, de cañas y de sortijas. Imaginar que detrás de Catedral se improvisaban –lo que llamamos plazaredondel, barrera y gradas, imaginar al virrey en turno procurando dichas fiestas, a la iglesia, a la autoridad toda azuzando la algarabía, imaginar correr siete toros, siete, sólo dos a muerte y para donación de un hospital…, saber del sincretismo de antiguos ritos de sol y sangre, taurino-azteca, Huitzilopochtli alimentado de sangre humana para poder verlo otra vez terminada la noche. Sangre sol. “¡Te invoco! ¡Niño precioso! Estruja mi corazón con tus garras. Toma, mi niño, mi sangre. Ten mi corazón. Alimenta con la vida tu energía solar. Toma, mi niño, mi pecho. Clava el pedernal y apedernaléame tú para al fin nacer.”
Un verdadero viaje en el tiempo arrancando en el 1526. Bien pudiera Coello incluir un mapa (o una docena) donde se ubiquen los sitios exactos o aproximados, y hacer un recorrido físico por donde se celebraban las primeras manifestaciones taurinas de a caballo. Caminar por Tacuba, reconocer la otrora calle de San Francisco, percibir el ambiente citadino cuando Juan Ruiz de Alarcón escribía en de Todo es ventura “Los toros de Alcalá” y escuchar ¿la primera crónica taurina? diciendo “así el rejón a la cerviz prepara, que se encontraron en la misma herida a entrar el hierro y a salir la vida.”
Luego confirmar la evidencia de rejoneadores frente al sólo título de “Habiendo muerto un toro el caballo a un caballero toreador.”
de la mismísma décima musa. Entonces, si con los españoles llegan a Me-xich-co toros y caballos, ¿por qué aún hoy nos referimos a los excelsos guerreros aztecas como caballeros águila y caballeros tigre?
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¿Cuándo distinguiremos las inmensas diferencias extremas desde la cosmovisión ulterior entre mesoamericanos y españoles para entender sin complejos la intrincada fusión sincrética de las dos culturas raíces de nuestro mestizaje? Y en estos albores del III milenio ya la sangre está tan mezclada y recontramezclada, cientos de nacionalidades y credos nos corren por la sangre y, al parecer, tanta revoltura no la hace sino más densa, más pazguata, más atolondrada; sin fuerza ni para derramarla ni en sacrificio al sol, ni a la inquisición, ni a la patria (¿cuál? ¿todavía tenemos patria?), ni a la globalización. ¿Será sine qua non del hombre la muerte? Evidente. Y ¿la crueldad? A juzgar por la historia cruzada de batallas y furia santa, la respuesta es si, sangriento afirmativo si. En un mundo donde se colapsa la individualidad y el inconsciente colectivo se alinea en la embrutecida masificación de la superficialidad y el consumismo global, de la invasión y la pérdida de identidad, es curioso notar cómo la animalidad humana, el instinto animal, no racional (¿humano?) aflora a diario, se mata a diario, se asesina a diario, se humilla a diario y, a diario, se come carne de res, de gallina, de cerdo, de pescado, de ternera, de pollo, de lechón, de crustáceos… a diario se calza un par de zapatos de piel, se viste una chaqueta de cuero, se porta un bolso y otra prenda accesoria y protectora en inclemencias de temporal. Resulta más cómodo no ver nada, no atestiguar ninguna tragedia, dejar de pensar, dejar de sentir, ¿dejar de sufrir la embestida a la claridad y descabellar la crítica en la automatización global? Ya nadie come hamburguesas y todos comemos tacos con su salsa de chile y su jitomatl y aguacatl picaditos de cilantro de olor, cual receta milsesentera de la Sor Juana en amor… Pero, al toro. Despedida La envidia que se revela doquier que el genio brilla, ha dicho en son de rencilla: “Ponciano no tiene escuela”. (…) Eres valiente, Ponciano, por más que ruja la envidia, genio audaz para la lidia y modesto mexicano.
Y como en esos siglos pasados, y como “desdenantes” de la imperial monopolización, el fenómeno colectivo sacude la energía de cuarenta mil emociones en un grito ritual, cavernícola, primitivo y actual. Vociferar al unísono un óle mántrico, es reverberar en las vibraciones ondulantes del sonido, el clamor ¿a qué? ¿a Dios? Olé, Alá, sincretismos guturales, rito fósil, encadenada e inconsciente imploración, mantram, rugido escalofriante y pasional, catarsis colectiva, comunión social. Sangre. Vida. Muerte. Cinco siglos de poesía varia y en el XX encontrar un abanico de poetas magistrales, inolvidables, inmortales para confirmar la teoría de Edgar Morin en su ensayo de “La necesaria e imposible sabiduría”: “En síntesis, la poesía es la estética, es el amor, es el gozo, es el placer, es la participación, y , en el fondo, ¡es la vida! ¿Qué es una vida razonable? ¿Es llevar una vida prosaica? ¡Qué locura! Pero nos vemos parcialmente obligados a ellos, porque si sólo tuviéramos una vida permanentemente poética, ya no la percibiríamos. Necesitamos la prosa para darnos cuenta de la poesía.”
No puede quedar ignorada la elegía “Verte y no verte” del eximio Rafael Alberti, misma que culminó al interior del “Toreo” de la Condesa en fecha más que emblemática para la historia de México: 13 de agosto… de 1935. Y entrado el siglo XXI, un doble homenaje: la elegía dedicada a Manolo Martínez, personaje de indiscutible influencia en el ruedo mortal, y la masacre atroz en la plaza de
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las tres culturas en Tlatelolco. La trenza de la muerte y la sangre, entretejido literario, muere un torero, mueren miles de víctimas, llanto al unísono en plazas totalmente diversas, en circunstancias diametralmente opuestas, en tiempo alejadísimo una de otras. Y usted, quien recién leyó en seis tardes seis (o las que el lector desee dedicar) de toros-poesía, de historia-prosa y de furia-dulce-pasión, en sus manos cierra la compilación de escritos taurinos, el esmero de encontrar el cantar tribal, la danza y enfrentamiento eterno entre la vida, el amor y la muerte. No queda sino agradecer a Francisco Coello por este viaje a la antigüedad, que ayer ya es antaño y mañana al pasado también se irá.
Ciudad de México, julio de 2004.
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EL QUE CIERRA PLAZAO
Al poner punto final a este trabajo, uno de los más largos, pero también uno de los más intensos y ambiciosos que me han tocado realizar, se logra el propósito de haber alcanzado la cifra de mil poemas, o “muestras” como también he denominado a cada uno de los materiales reunidos luego de exhaustiva como desgastante búsqueda por este y por aquel lugar; por el libro más apropiado y hasta por el que no lo parecía. En fin, las fuentes aquí utilizada fueron múltiples, las hubo de todo tipo para dar forma al que en un principio sólo llevó el discreto título de Antología pero que terminó convirtiéndose en un auténtico Tratado de la poesía taurina en México. Siglos XVI-XXI. Como ustedes ya lo saben, pacientes lectores, el que apenas fue un simple empeño iniciado allá por 1987, luego fue propósito con tintes heróicos, pues tener en un solo elemento bibliográfico un millar45 de poemas taurinos –cualquiera que fuera su manufactura, ornamento y calidad-, era ya, desde su inicio mismo gesta inalcanzable. Tras casi 25 años de trabajo se logra llegar al puerto deseado, con un cargamento eso sí, variable, y más que homogéneo, heterogéneo. No podía excluir nada, aunque se tratara de versos mal construidos. Pero tampoco fue propósito llegar al punto del “urraquismo”, así llamada esa tendencia de las urracas por Carlos Pellicer, cuando al formar sus nidos lo hacen con todo tipo de basura. Es más. Coincido con la declaración que hizo Antonio Caballero a El País, en su edición del 17 de mayo de 2003. Javier Rodríguez Marcos, pregunta: ¿Cree que la cultura española ha entendido los toros?
La respuesta de Caballero es contundente: No. La poesía taurina es malísima. Gerardo Diego, que fue el poeta que más sabía de toros, me parece mediocre. Lorca tiene algunas cosas, pero siempre de los alrededores del toreo, de lo pintoresco. ¿Pintores? Goya y un poco Picasso. Y Altamira. Los que mejor los han entendido son los fotógrafos.
Lo importante aquí es que el lector valore, seleccione y conjunte lo que sea de su mejor agrado, que para eso discurren poemas mil –ahora sí que no podía ser más exacta la expresión-, entre los cuales pueden encontrarse las plumas más selectas de poesía mayor, pero también los trabajos de poesía menor, los corridos, los anónimos; o lo concebido por poetastros y otras inspiraciones de ínfima calidad. Sin embargo, el Tratado… tuvo como objeto no descalificar nada (nunca en aras de lo cuantitativo. También entra en la liza lo cualitativo). Incorporar toda clase de producciones me puso finalmente, en el dilema de hacer de esta aportación histórico-taurina uno de los trabajos más completos hechos en materia tan específica como la taurina hasta hoy día. No es petulancia, tampoco arrogancia. Es la simple forma de sincerarme ante los lectores y decirles que tienen –no se cual sea el destino final del libro- en forma impresa o digital, uno de esos casos de producción bibliográfica cuyo objetivo se ha alcanzado felizmente. Es probable que todavía aparezcan algunos otros trabajos que no ignoraré, pero que quedarán incluidos en uno o varios apéndices que se agregarán a su debido tiempo al presente trabajo. Quiero expresar que también ha habido acercamiento con casas editoriales, para publicar una antología del Tratado…, seleccionado lo mejor de lo mejor. Ya hay un 45
El número exacto de los materiales reunidos aquí es de 1001.
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balance que arroja poco más de cien poemas, donde sobresalen los escritores más reconocidos, pero también los poemas que no siendo producidos por esa pléyade especial, tienen el grado de calidad que, por sí solos los hace merecedores de ocupar un lugar de privilegio en esa Antología. Ojalá alcance a ver la luz un buen día… Pues bien, en forma simbólica, tomo mi capote de paseo, me ciño la montera y, acompañado de un compacto grupo de peones y banderilleros a mi vera, ya que ha terminado la corrida, emprendo el camino y a pie hacia la puerta de cuadrillas…, y espero con la frente en alto, como en la plaza de toros, el juicio proveniente de los tendidos.
José Francisco Coello Ugalde. Ciudad de México, febrero 5 de 2009.
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augusta memoria, a la real proclamación, del prudentísimo, serenísimo, y potentísimo señor D. Fernando VI Rey de las Españas, y legítimo emperador de las Indias, le consagró en magníficas fiestas y gloriosos aparatos, la muy ilustre, y leal ciudad de Durango, cabeza del nuevo Reyno de Vizcaya, quien lo saca a luz... por mano del Sr... México, Colegio Real y más antiguo de San Ildefonso, 1749 / (22). 96 p. COSSÍO, José María de: Los toros. Tratado técnico e histórico. Madrid, Espasa-Calpe, S.A. 1974-1997. 12 v. --: Los toros en la poesía castellana. Argentina, Espasa-Calpe, 1947. 2 vols. Cuaderno de brindis taurinos y coplas humorísticas. México, Impr. Antonio Vanegas Arroyo, 1909. 16 p. Ils. CUÉ ROMANO, Ramón: España vista por un mexicano. 2ª edición. México, Impresora Azteca, S. de R. L., 1974. 1114 p. CRUZ, Salvador de la: En la mitad del ruedo el sol. México, Ediciones Ascaola, 1976. 38 p. Ils., fots. CRUZ, Sor Juana Inés de la: OBRAS COMPLETAS. 4 Vols. Fondo de Cultura Económica-Instituto Mexiquense de Cultura, 1997-2001. (Biblioteca americana, serie de Literatura colonial). Del mito al rito. Sirenas y otros animales. Antología poética. Alejandro García (compilador). México, Alforja, arte y literatura, A.C., Expertos en Impresión, S.A. de C.V., 2006. 78 p. (Poesía en el andén). DIEGO, Gerardo (de la Real Academia Española): La suerte o la muerte. Poema del toreo. Viñetas de Molina Sánchez. Madrid, Gráficas Valera, S.A., 1963. 234 p. Ils. DOMENZAIN, Elia: Y ahora, soy yo la torera. Dibujos de Gilberto Aceves Navarro. México, Grupo Resistencia, S.A. de C.V., 2002. 71 p. Ils. ESTRADA MEDINILLA, María de: “The University of Texas al Austin”: Gz / 972.02 / V65 Viage de Tierra y Mar... México: Imp. Bernard Calderón. 1640. FERNÁNDEZ DE LIZARDI, José Joaquín: La Quijotita y su Prima, México, librería de Ontiveros, t. I; t. II, Alejandro Valdés, 1818-1819. Introducción de María del Carmen Ruiz Castañeda. México, Editorial Porrúa, 1967. (“Sepan cuantos...”, 71). FLORES HERNÁNDEZ, Benjamín: La ciudad y la fiesta. Los primeros tres siglos y medio de tauromaquia en México, 1526-1867. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1976. 146 p. (Colección Regiones de México). GARCÍA BOLIO, Salvador y Julio Téllez García: Pasajes de la Diversión de la Corrida de toros por menor dedicada al Exmo. Sr. Dn. Bernardo de Gálvez, Virrey de toda la Nueva España, Capitán General. 1786. Por: Manuel Quiros y Campo Sagrado. México, s.p.i., 1988. 50 h. Edición facsimilar. GARCIANAVA, Ernesto: Si el tiempo no lo impide (Sonetos taurinos). México, Ediciones de la Cofradía. 57 p. (Colección de los Taciturnos).
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D. / DIEGO AMBROSIO DE ORCOLAGA, Abogado DE / la Real Audiencia de la misma Corte; / QUIEN DEBIDAMENTE LE DEDICA. Y OFRECE / AL SEÑOR D. DOMINGO / ZABALBURU, / Del Consejo de su Majestad, Caballero / del Orden de Santiago, Gobernador, y / Capitán General, que fue de las Islas Fili- / pinas, y Presidente de la Real Audiencia, / que en ellas reside. / Con Licencia en México: Por los herederos de Juan Joseph Guillena Carrascoso.156 fs. PACHECO, José Emilio: Tarde o temprano. [1958-2000]. LOS ELEMENTOS DE LA NOCHE / EL REPOSO DEL FUEGO / NO ME PREGUNTES CÓMO PASA EL TIEMPO / IRÁS Y NO VOLVERÁS / ISLAS A LA DERIVA / DESDE ENTONCES / LOS TRABAJOS DEL MAR / MIRO LA TIERRA / CIUDAD DE LA MEMORIA / EL SILENCIO DE LA LUNA / LA ARENA ERRANTE / SIGLO PASADO. Edición de ANA CLAVEL. México, Fondo de Cultura Económica, 2ª reimpr. 2004. 655 p. (letras mexicanas). PAZ, Octavio: Sor Juana Inés de la Cruz, o Las Trampas de la Fe. 3ª. Ed. México, Fondo de Cultura Económica, 1992. 673 p. Ils., retrs., fots. (Sección de obras de lengua y estudios literarios). --: El arco y la lira. El poema, la revelación poética, poesía e historia. México, décimo tercera reimpresión. México, Fondo de Cultura Económica, 2003. 305 p. (Sección de lengua y estudios literarios). --: ¿Águila o sol? Portada e ilustraciones de Rufino Tamayo. México, 3º reimpr. Fondo de cultura económica, 2003. 102 p. Ils. (Colección popular, 123). PRIETO, Guillermo: Obras Completas. (Actualidades de la Semana, 2) Presentación, compilación y notas: BORIS ROSEN JÉLOMER. México, CONACULTA, 1996. 610 p. Vol. XX. QUIRARTE, Vicente: Fra Filippo Lippi: Cancionero de Lucrecia Buti. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán, Ediciones Fin de Siglo. 1981. 109 p. Ils. (Colección “La palabra y el canto”). RIVADENEYRA, Lucía: Robo Calificado. Puebla, Gobierno del Estado de Puebla, Secretaría de Cultura, Editorial Colibrí, S.A., 2004. 101 p. (Colección: As de Oros de poesía). ROLDÁN, Mariano: Poesía universal del toro (2500 a. C.-1990) Antología. Madrid, Espasa-Calpe, 1990, 2 V. (La Tauromaquia, 30 - 31). RUVALCABA MÁRQUEZ, Elías: Jaikús Taurinos. México, “Por Todos, A.C.”, 2007. 20 p. ils. SORONDO, Xavier: ESTAMPAS DE TORERÍA. Dibujos de Carlos Ruano Llópis. Apunte de Ernesto García Cabral. México, Editorial “Polis”, 1942. 47 p. Ils., retrs. TABLADA, José Juan: La feria de la vida (Memorias). México, Ediciones Botas, 1937. 456 p. TORRE RANGEL, Jesús Antonio de la: Aguascalientes 1900: toros y sociedad y otros escritos taurinos. Aguascalientes, Instituto Cultural de Aguascalientes, 2008. 156 p.
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ÍNDICEE Pág.
PRÓLOGO, POR LUCÍA RIVADENEYRA PRESENTACIÓN, POR JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE SIGLO XVI ¡Ay, Ávilas desdichados! Luis de Sandoval y Zapata Romance. Luis de Góngora y Argote SIGLO XVII Caballos, calles, trato, cumplimiento... Bernardo de Balbuena Los toros en Alcalá. Juan Ruiz de Alarcón Relación... a una religiosa monja prima suya. María de Estrada Medinilla La Jura de Carlos II. Diego de Rivera Reales fiestas en la exaltación de D. Carlos II. Ignacio Santa Cruz Aldana Romance de los Rejoneadores. Alonso Ramírez de Vargas Encarece de animosidad la elección de estado durable hasta la muerte. Habiendo muerto un toro, el caballo a un caballero rejoneador. Sor Juana Inés de la Cruz Métrica panegírica. Descripción de las fiestas por las bodas de D. Carlos II Felipe de Santoyo García Galán y Contreras SIGLO XVIII La fiesta de los Toros Diego López de Orcolaga México, segundo globo... Joseph Bernardo de Hogal Relación peregrina… en la muy noble y leal ciudad de Santiago de Querétaro Francisco Antonio Navarrete Galán vizarro toro... José Cosío Viaje de la Marquesa de las Amarillas. Antonio Joaquín de Rivadeneyra y Barrientos Descripción de las fiestas... (Zacatecas). Por un apasionado de dicha ciudad de Zacatecas Por los campos de México. Rusticatio Mexicana. Rafael Landívar Pasajes de la diversión... (Ciudad de México). Manuel Quiros y Campo Sagrado
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SIGLO XIX Carrera militar del cura Hidalgo. Arietes. Corrido (Romance) del Torero Marroquín. La inhumanidad del torero Marroquiín. Terencio Higareda e Íjar El novillo y el toro viejo. José Joaquín Fernández de Lizardi La lid de toros. José Joaquín Pesado El valiente Juan Corona Anónimo Un genio bilioso... Guillermo Prieto, “Fidel” A Bernardo Gaviño, en su función e beneficio. Corrido popular La cuadrilla de Bernardo Gaviño. De inspiración popular Trépale que es mansito. Guillermo Prieto ¿Fuíste, Juan a la corrida…? Recuerdo de “El Chamberín”. Luis G. Inclán El torito. Anónimo En el redondel. Juan A. Mateos La cuadrilla lidiadora. Gadea Corrido de Bernardo Gaviño. Corrido popular Verdaderos y últimos versos de Bernardo Gaviño. Corrido popular Rendido a Baco el matutino culto… Juan A. Mateos Cantares taurinos. El primer galleo. Juan de Dios Peza Antoñica... José Juan Tablada Ahora de veras Ponciano... Anónimo El torero. A Ponciano Díaz. Anónimo Los toros. José T. de Cuellar Marcha “Ponciano Díaz”. Anselmo G. Arusti ¡¡Quantum mutatus ab illo! Francisco Sosa A mi distinguido amigo Ponciano Díaz... Luisa Godoy
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Matar y morir. Juan de Dios Peza Cielo azul, sol abrazante... Anónimo Al célebre torero, Luis Mazzantini. Miguel A. O´Gorman Canta y canta. Juan de Dios Peza Las corridas de toros. Rafael López de Mendoza Pagar es corresponder... Eduardo Noriega A Joaquín Artau, en la corrida a beneficio de los huérfanos del asilo. Rafael Delgado En el coso. Guadalupe la Chinaca. Amado Nervo SIGLO XX Folklore taurino. Anónimo Tristísimos recuerdos de Antonio Montes... Anónimo Al señor Vicente Segura. Miguel M. Bracho Reaparición del diestro Rodolfo Gaona. Anónimo A Rodolfo Gaona. Carlos Ezeta Corrido de Sánchez Mejías. Corrido popular Otra corrida lírica. J. P. Jr. (Paco) Corrido de Juan Silveti. Corrido popular Oda funambulesca. Rafael López Epístola a Juan sin miedo. Alfonso Camín Gloria y pasión de Carmelo Pérez. Anónimo Romance de Angelillo y Adela. Salvador Novo Verte y no verte. Rafael Alberti Corrido de Lorenzo Garza. Alfonso Junco Corrido de la cogida y muerte de Alberto Balderas Jacobo Dalevuelta Estocada. Xavier Sorondo
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Cinco siluetas toreras. Luis de la Torre, “El-hombre-que-no-cree-en-nada” Yo ví un tipo contrahecho... Pedro Garfias ¿Águila o sol? Octavio Paz Romance de “Joselillo”. Manuel Altolaguirre Loa humorística. Rafael López Virgen. Octavio Paz El viento. Jaime Torres Bodet Dos brindis. Carlos Fernández Valdemoro, “José Alameda” Una estatua de sombra. Ángel Martínez, S.J. Torero mexicano. Gerardo Diego Fuego de pobres. Rubén Bonifaz Nuño Recuérdame. Conchita Cintrón Cristo en cruz... Ramón Cué Romano, S.J. Ella cierra los ojos y en su adentro... Octavio Paz En la mitad del ruedo el sol. Salvador de la Cruz Escrito en la arena. Juan Rejano Este maíz humano que se llama Silverio. A Silverio Pérez. Manuel Benítez Carrasco La España que lidiaba en esta plaza. Carlos Fernández Valdemoro, “José Alameda” Y ahora qué, me digo y sangro a mares. Vicente Quirarte Con motivo de usted y la luna... Renato Leduc Manolete. Pedro Garfias El poeta y los toros. Andrés Henestrosa. A “Manolo” Martínez. Alí Chumacero Sin ti, no. Enriqueta Ochoa En tu cumpleaños. Griselda Álvarez La lidia. Roberto Cabral del Hoyo Sólo quedan los nombres de las cosas…
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Álvaro Quijano Por los caminos de Dios. Rojo. Color de la fiesta... Cuánto te añoro aún... Rafael Rodríguez Caballero en plaza... Pedro Garfias Matar al minotauro… Marco Antonio Campos SIGLO XXI A la memoria de Eduardo Liceaga. Bachiller Juan de Córdoba 2 de octubre. Ethel Krauze Minotauro. Al toque. Elia Domenzáin Silverio. Ernesto Ortiz Paniagua Ser o no ser (parafraseando a Lope). Ernesto Garcíanava Sol y sombra (El cuarto y el sexto). Lucía Rivadeneyra Amanecer oscuro. Sísifo de luces. Ernesto Hernández Doblas Último amor de don Juan. Excavaciones. José Emilio Pacheco El acero. Eudoro Fonseca Yerena Los sueños, sueños son… José Cueli Jaikús Taurinos: Reloj de la plaza Cerrojos Toro bravo Carretilla Caleserina Cabeza disecada Sol y sombra. Elías Ruvalcaba Márquez Ariadna enamorada. Elianne Valdés Santiago El engaño. Manuel Camacho Higareda La montera goyesca y medias blancas. Juan Carlos Elijas
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Domingo es una gaviota muerta. David Baltazar Los poemas del toro y el torero. Viejo y cansado. Prisionero en el recuerdo. Luis Alejandro Mora Barba Toro aciago. Traje de luces. Recuerdos terribles. Becky Rubistein En la dorada alfombra de la arena… Jesús Flores Olague INMERSIÓN, CANTO 4º, 3 Alejandro Aura A una plaza vacía. Carlos Hernández Pavón Era don Ignacio Allende… Guillermo Prieto EPÍLOGO, POR ELIA DOMENZÁIN EL QUE CIERRA PLAZA BIBLIOGRAFÍA ÍNDICE GENERAL DE LAS OBRAS ESCOGIDAS
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