JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE
APORTACIONES HISTÓRICO TAURINAS MEXICANAS. ANUARIO TAURINO MEXICANO. 1853.
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APORTACIONES HISTÓRICO TAURINAS MEXICANAS Nº 109 ANUARIO DE AVISOS, CARTELES y NOTICIAS TAURINOS MEXICANOS. (AÑO DE 1853)
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JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE
APORTACIONES HISTÓRICO - TAURINAS MEXICANAS N° 109. ANUARIO DE AVISOS, CARTELES y NOTICIAS TAURINOS MEXICANOS. (AÑO DE 1853)
MÉXICO, 2014 4
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José Francisco Coello Ugalde. Reservados todos los derechos. 2014. Centro de Estudios Taurinos de México, A.C. 2014.
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra -incluido el diseño tipográfico y de portada-, sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico, sin el consentimiento por escrito, tanto del autor como del editor. La imagen de la portada proviene de: Carlos Cuesta Baquero (Seud. Roque Solares Tacubac): Historia de la Tauromaquia en el Distrito Federal desde 1885 hasta 1905. México, Tipografía José del Rivero, sucesor y Andrés Botas editor, respectivamente. Tomos I y II. (La imagen aparece en el T. I).
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INTRODUCCIÓN Siguiendo el modelo del primer “Anuario”, correspondiente al año 1852, el presente reúne las principales noticias taurinas ocurridas en 1853, no sólo en la capital del país. También en diversas provincias del mismo, con objeto de no limitar la visión centralista y a su vez correr el riesgo de no conocer el comportamiento habido en términos de actividad taurina a nivel nacional. Por lo que se verá más adelante, el registro anual aquí concentrado, fue caudaloso e importante, con lo cual se entiende que el espectáculo alcanzaba unas cotas pocas veces registradas, sobre todo desde el punto de vista de la prensa, que es ahora nuestra principal aliada, puesto que en términos de carteles impresos, prácticamente no se cuenta con un solo ejemplo, lo que significa una grave pérdida en los archivos, o la omisión habida entre las autoridades y los responsables de tales repositorios, por lo que no solo fue la tauromaquia. Al parecer también el teatro y otros espectáculos públicos reportan la misma anomalía. Sin embargo, y en aras de construir un trabajo confiable, fue necesario una consulta exhaustiva a las publicaciones periódicas de la época con lo que el balance resultó bastante afortunado Como comentaba en el Anuario de 1852: “Elegí comenzar este tipo de trabajos con el presente año debido a la notable cantidad de datos, que originalmente en otra publicación ya reflejaba ese grado de notoriedad…”, refiriéndome en ese párrafo a un levantamiento que, sobre Atenco elaboré abarcando el periodo 1815-1915, mismo que forma parte de los “Anexos” de la que fue mi propuesta de tesis doctoral, ante el Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la U.N.A.M. en 2006. Espero seguir cumpliendo con los propósitos de una larga tarea, interminable tarea la cual, pasado el tiempo pretendo verla enriquecida con un buen número de trabajos que, como el presente, reúnen información puntual de un año en particular. Una vez más, celebro que con la prodigiosa ayuda por parte de la Hemeroteca Nacional Digital de México, componente importantísimo de la ya muy conocida página de internet “TodaUNAMenlínea”, haya sido posible encontrar todas las imágenes que se han reunido en el presente esfuerzo. En ese sentido, mi agradecimiento muy especial lo hago patente para mí Universidad por tan generosa aportación. El resto de las imágenes tiene indicada su particular procedencia, lo que facilitará al interesado la búsqueda e interiorización de los casos específicos plasmados aquí. Al concluir el presente “Anuario”, aparece un desglose de todos los registros, los que quedan sintetizados en el “RESUMEN”, como datos duros y concretos que cumplen, a satisfacción el propósito original. José Francisco Coello Ugalde Maestro en Historia. Ciudad de México, noviembre de 2014.
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En La Muleta, semanario que dirigió Eduardo Noriega “Tres Picos” entre 1887 y 1889, se publicó en uno de sus números esta hermosa cromolitografía (obra a su vez de “P. P. García”), misma que recrea el percance sufrido por el picador Juan Corona en mayo de 1853, el cual se reseña con detalle páginas más adelante. Sirva la presente imagen como testimonio iconográfico con el que se documenta en forma más amplia el presente “Anuario”. Col. Particular.
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1853 PLAZA DE TOROS DE MORELIA, MICH. Al comenzar el año, actuaciones varias. (Quizá convenga fijar un mínimo de tres festejos). PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 2 de enero. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 6 toros de Atenco. Palo guarnecido con piezas de ropa.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 9 de enero. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 6 toros de Atenco. Toro embolado. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 16 de enero. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 6 toros de Atenco, de la tabla del Tomate, “iguales a los que se jugaron en las dos tardes de la Pascua de Navidad”. Cuatro árboles parnasos.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 23 de enero. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 6 toros de Atenco. “Se presentará por primera vez en esta capital una notabilidad en el ARTE para BANDERILLEAR A CABALLO, el famoso IGNACIO GADEA, quien desempeñará esa suerte con el caballo ensillado, poniendo también algunas flores en la frente, y después en pelo, arrojando atrevidamente la silla, sin apearse, colocará otros pares de banderillas. Teniendo además la habilidad de COLEAR de una manera enteramente nueva y desconocida en esta capital, dará también una prueba de ella”.1 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 30 de enero. Corrida extraordinaria. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Ocho toros de Atenco.
PLAZA DE TOROS DE TACUBAYA, Ciudad de México. También en El Siglo Diez y Nueve del 3 de febrero de 1853, p. 4 agregó a su edición la siguiente inserción:
No hay, hasta el momento ninguna referencia que confirme la celebración de estos tres festejos. Sin embargo, conviene incluir el anuncio como referencia del significado que adquirió la villa de Tacubaya donde ya se había celebrado toros durante el curso del mes de mayo y junio de 1850
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Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots., T. I., p. 150-1.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 6 de febrero. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 7 toros de Atenco. Función de Carnaval. Uno de los toros fue banderilleado por Gaviño.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Martes 8 de febrero. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 7 toros de Atenco. Función de Carnaval. Mojiganga de enmascarados.2
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EL UNIVERSAL, 19 de febrero de 1853, p. 3 apuntaba lo siguiente: EL BENEFICIO DE BERNARDO GAVIÑO. Recordamos a nuestros lectores que esta tarde deberá tener lugar una brillante corrida de toros a beneficio del primer espada Gaviño, quien pasó a escoger los mejores bichos a la hacienda de Atenco. Asegúrase que asistirán a dicha función SS. AA. SS. el general presidente y su esposa.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Sábado 19 de febrero. Nos dice EL UNIVERSAL, 19 de febrero de 1853, p. 3: EL BENEFICIO DE BERNARDO GAVIÑO. Recordamos a nuestros lectores que esta tarde deberá tener lugar una brillante corrida de toros a beneficio del primer espada Gaviño, quien pasó a escoger los mejores bichos a la hacienda de Atenco. Asegúrase que asistirán a dicha función SS. AA. SS. el general presidente y su esposa. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 27 de marzo. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 6 toros de Atenco.
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Lazando a campo abierto. Óleo de G. Morales (45 x 65 cm.) MNH. CNCA. INAH. MÉX. Fuente: “México en el tiempo”. Revista de historia y conservación, año 4 N° 28, enero-febrero, 1999, p. 10.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 3 de abril. Cuadrilla de Bernardo GaviĂąo. 6 toros de Atenco, de las estancias de Santa Rita del Fuerte y la estancia de la Florida.
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Desde el 18 de enero de 1853 apareció publicado en El Siglo Diez y Nueve el siguiente
…con lo que tal anticipo permitía convocar a los interesados para integrar la que sería, más tarde la “Gran Feria en la ciudad de Zacatlán”.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 10 de abril. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 6 toros de Atenco. Dos árboles parnasos y toro embolado.
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CIUDAD DE MÉXICO. El Siglo Diez y Nueve en su edición del 11 de abril de 1853, p. 4 refiere la siguiente nota:
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 17 de abril. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 6 toros de Atenco. La cuadrilla lidió en zancos un toro. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 24 de abril. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 9 toros de Atenco. Función en celebridad del feliz arribo del Exmo. Sr. Presidente de la República, general D. Antonio López de Santa Anna. Según reporta El Siglo Diez y Nueve, del 25 de abril de 1853, p. 4: TOROS.-La corrida de ayer en la plaza del Paseo, fue dedicada al señor presidente de la república. Los toros fueron puntales; hubo 15 caballos muertos y 2 toreros lastimados. Concurrió a la función el presidente con sus ministros y sus ayudantes, y estuvo también en el paseo, seguido de una numerosa escolta.
De igual forma, también registró su propia visión El Universal, del mismo día, en su pág. 3: FUNCIÓN DE TOROS. Asistió ayer el Exmo. Sr. Presidente a la corrida que le había sido dedicada: acompañaron a S.E. los secretarios del despacho y su Estado mayor, y fue recibido por todo el público con gritos de verdadero entusiasmo, que se repitieron cuando se despidió de la concurrencia. La función estuvo digna de la persona a quien se dedicaba.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Lunes 25 de abril. Segunda magnífica y extraordinaria función en honor del general D. Antonio López de Santa Anna. Nueve toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Actuación de Ignacio Gadea.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 1º de mayo. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 10 toros de Atenco. Toro embolado y fuegos de artificio.
PLAZA DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 1° de mayo. El Siglo Diez y Nueve, en su edición del 2 de mayo de 1853, p. 4 dice: “TOROS.-Ayer tarde concurrió el Escmo. Sr. Presidente de la República a la plaza de San Pablo”. (Refiriéndose al que para entonces ya se encuentra reconocido como Su Alteza Serenísima, Antonio López de Santa Anna).
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 8 de mayo. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 7 toros de Atenco. Además, un torete, dos toros para cola y un embolado para los aficionados.
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CIUDAD DE MÉXICO. En la edición del Siglo Diez y Nueve, correspondiente al 18 de mayo de 1853, p. 4 se puede leer lo siguiente:
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 22 de mayo. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Esa tarde, Juan Corona sufrió una terrible cogida, herida de la cual la convalecencia casi duró un año. Toros de Queréndaro. Por tal motivo, traigo hasta aquí una serie de notas al respecto de aquel suceso.
DEL ANECDOTARIO TAURINO MEXICANO. SOBRE JUAN CORONA… Don Luis Ruiz Quiroz, en su imprescindible obra: EFEMÉRIDES TAURINAS MEXICANAS, refiere, en la pág. 91 el siguiente dato: 29 de marzo. 1858.-El picador Juan Corona sufre grave cornada en la ingle por un toro de Queréndaro. Pues bien, intentando buscar todos cuantos datos permitieran corroborar tal efeméride, me encuentro con unos apuntes manuscritos del Dr. Carlos Cuesta Baquero, de los que traigo hasta aquí lo que sigue: Después trabajó (Juan) Corona desde 1850 a 1853 en la plaza de San Pablo, estrenada por segunda vez y de allí, la cuadrilla de Bernardo (Gaviño) pasó a trabajar a la plaza de Bucareli (la del Paseo Nuevo. N. del A.), en la que la tarde del 23 de mayo de 1853, sufrió Corona una terrible cogida, por un toro de Queréndaro, cuya asta entró al joven picador por la pierna derecha y atravesando el asta y saliendo la punta de la llave por el hígado. (sic). Como consecuencia de tan espantosa herida, Corona, duró enfermo casi un año, siendo durante este tiempo asistido con esmero por el Dr. Mallet. Repuesto Corona un tanto y habiendo gastado durante su enfermedad casi todos sus ahorros, tuvo necesidad de trabajar, logrando reunir una suma que, aunque insignificante, fue bastante para que Corona pudiera establecer una zapatería y comprar algunas vacas. Corona abandonó por completo el toreo y trabajando sin descanso y después de grandes privaciones con el honrado fruto de sus bastantes desvelos, compró la casa que hoy habita en Jamaica y donde tanto los viajeros notables, como la mayor parte de los mexicanos, hemos podido admirar un curioso museo al que tiene acceso el que lo solicite.
Hasta aquí las notas de Roque Solares Tacubac.
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Por lo tanto, el dato de Ruiz Quiroz no se corresponde con las apreciaciones de Cuesta Baquero, de ahí que sea importante, e imprescindible también el ajuste de aquellos datos que el pasado nos sigue aportando para seguirlo develando en el presente. Así que, ateniéndonos al principio de la precisión, hay que darle certeza y credibilidad al dato aportado por el Dr. Carlos Cuesta Baquero, sirviendo esto, además, para una posible enmienda en las siempre perfectibles efemérides que, como ha sido posible apreciar, siempre tienden a un mejor reacomodo y adecuación.
DE FIGURAS, FIGURITAS y FIGURONES. JUAN CORONA PICADOR DE TOROS, LA QUINTA CORONA Y UN HISTORIADOR EN CIERNE.
Un retrato similar a este se reprodujo en la obra de Domingo Ibarra: Historia del toreo en México que contiene: El primitivo origen de las lides de toros, reminiscencias desde que en México se levantó el primer redondel, fiasco que hizo el torero español Luis Mazzantini, recuerdos de Bernardo Gaviño y reseña de las corridas habidas en las nuevas plazas de San Rafael, del Paseo y de Colón, en el mes de abril de 1887. México, 1888. Imprenta de J. Reyes Velasco. 128 p. Retrs.
Juan Corona3, el de la famosa “vara de otate” fue un personaje sui géneris del siglo XIX. 3
Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots. T. II., p. 660. JUAN CORONA. El picador de toros mexicano más famoso a mediados del siglo XIX. Murió hacia 1890, cuando ya llevaba algunos años que no picaba. Además: Armando de Maria y Campos: Los toros en México en el siglo XIX, 1810-1863. Reportazgo retrospectivo de
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Picador de toros, dueño de la famosa QUINTA CORONA a donde iban los habitantes de la ciudad de México a gozar de una deliciosa merienda, y a divertirse con las atracciones que allí mismo montó para esparcimiento de niños y grandes. Metido a asuntos empresariales, tuvo a su cargo durante algún tiempo la Plaza de Gallos en San Felipe Neri, allá por 1858, en donde llegó a exponer -bajo juramento- sus intereses para asegurar varias funciones, donde enfrentó “tres careados de diez pesos y las peleas que se convengan”, cobrando la entrada general a un real. Por otro lado, Corona se convierte -durante varias temporadas-, en el varilarguero de confianza del torero español Bernardo Gaviño, para quien tuvo muestras de apoyo y cariño. Aunque la tarde del 23 de mayo de 1853, sufrió una terrible cogida, por un toro de Queréndaro, cuya asta entró por la pierna derecha, y atravesando el asta, salió hasta la planta de la llave, por el hígado (según el parte facultativo). Como consecuencia de tan espantosa herida, Corona duró enfermo casi un año, siendo durante este tiempo asistido con extremo por el Dr. Mallet. Repuesto Corona un tanto y habiendo gastado durante su enfermedad casi todos sus ahorros, tuvo necesidad de trabajar, logrando reunir una suma que, aunque insignificante, fue bastante para que Juan pudiera establecer una zapatería y comprar algunas vacas. Corona abandonó por completo el toreo y trabajando sin descanso, después de grandes privaciones, con el honrado fruto de sus bastantes desvelos, compró la casa que habitó en el barrio de Jamaica y donde tanto los viajeros notables, como la mayor parte de los mexicanos, pudieron admirar en ella el curioso museo del que hace detallada reseña más adelante, José Juan Tablada.
La época brillante que cubre el ahora mencionado comprende casi hasta el primer lustro de la segunda mitad del siglo XIX. Era una costumbre ejecutar la suerte montado en caballos que sufrían tremendas cornadas, auténticos costalazos de los que también muchos picadores padecían las consecuencias de los percances que era cosa común en aquella fiesta donde la suerte de varas todavía no contaba con el apoyo de los “petos”, los cuales se vieron y usaron en México, en forma primitiva durante el auge de Ponciano Díaz y, muchos años más tarde las leyes, pero también el sentido común de humanidad, impusieron que la cabalgadura estuviese protegida por un “peto”. Esto, a partir del año 1928 en España; dos años más tarde en nuestro país. Justo el 21 de diciembre de 1851 está haciendo su presentación en la plaza de toros el Paseo Nuevo la cuadrilla de toreros y toreadores “que acaba de llegar de España”, comandada por Antonio Duarte “Cúchares” y Francisco Torregrosa quienes resultaron todo un fiasco. En el programa se anuncia que “La montura de los picadores es igual a las que usan en España”. Seguramente esto significó un punto de atención muy especial entre los seguidores del “nacionalismo taurino”. Juan Corona, como ya sabemos, miembro de la cuadrilla de Bernardo Gaviño practicaba la suerte como era costumbre en aquellos tiempos, la cual era del gusto general. Fue por eso que “a partir de la sexta corrida efectuada en la Plaza del Paseo Nuevo, volvió a ser la cuadrilla de Bernardo Gaviño la que se encargó de la lidia de los toros, eliminados sagazmente los toreros españoles”4. La lira popular dedicó al varilarguero estos versos que acompañados de una guitarra, y bajo el compás del corrido trascendieron por todo el México taurino de entonces: El valiente Juan Corona el de la vara de otate, aunque la fiera lo mate exploración y aventura. México, Acción moderna mercantil, S.A., 1938. 112 pp. ils., p. 49. Dice que falleció en 1888 a los 66 años. 4 Lanfranchi: Op. Cit., T. I., p. 141.
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ha de picarlo sin mona. De San Pablo en este día la plaza se encuentra en ascuas, porque se acercan las Pascuas y el pueblo goce a porfía. La Chole, por vida mía no esquiva pisar la arena de sangre toruna llena; pues por complacer a todos, ha de jugar de mil modos con esas fieras, sin pena. Porque su fama lo abona (la de Juan Corona) en el suelo mexicano, dó se muestra muy ufano de triunfar siempre de veras. Y dominar a las fieras con su brazo soberano. Ha de haber monte Parnaso, de muchas cosas provisto, las que jamás habrás visto aunque las tienes de paso. Cien pantalones de raso y otras muchas zarandajas, entre cortantes navajas, ha de tener en su mano, para que saque ventajas. El que busque distracción, en San Pablo la hallará, y no se arrepentirá de ocurrir a esta función. Allí no habrá tumultón ni desorden, ni mal rato el público hallará grato cuanto en su obsequio ofrecemos, pues todo precaveremos porque haya gusto y no flato. No es busca de novedades corras pueblo a otras regiones, porque las más ocasiones encontrarás bojedades. (. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .) Qué diversión más barata puede buscar un galán, para que con poco afán quiera obsequiar a su chata. La paga no es patarata, esta vez se ha disminuido, porque la empresa ha querido
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dar muestras de su adhesión, probando así a la sazón que os vive reconocido. 5
México, diciembre de 1851 .
¿Será Juan Corona? Parte de la ilustración con que fue adornado un cartel taurino a mediados del siglo XIX para los festejos que con notable frecuencia se celebraban, tanto en la Real Plaza de toros de San Pablo como en la nueva plaza del Paseo Nuevo. Col. del autor.
A decir de Carlos Cuesta Baquero (Roque Solares Tacubac), el último picador de “vara corta” que actuó en las plazas de toros de la ciudad de México y también en las de los estados, fue un español, sevillano, nombrado Juan Vargas alias “Varguitas”. Anteriormente hubo muchos y entre ellos el famoso mexicano JUAN CORONA, que hacía sus proezas usando una garrocha corta, de madera de otate. Por el detalle de la madera, le dieron el mote de “el picador de la garrocha de otate”. Tal picador fue hijo adoptivo de los abuelos del novillero Enrique Laison que actuó con cierta frecuencia en la tercera década del siglo pasado. Además, el señor Corona supo aprovechar el medio y hacer fortuna. Como ya dije, tuvo funcionando la QUINTA CORONA, lugar que seguramente también sirvió de resguardo a una de las colecciones de objetos y fetiches taurinos, que todo buen y loco aficionado llega a tener y a poseer. En el mismo terreno levantó una plaza de toros que llamó “Bernardo Gaviño”, en memoria del matador de toros a quien sirvió durante tardes memorables. La 5
Armando de María y Campos: Los toros en México en el siglo XIX, 1810-1863. Reportazgo retrospectivo de exploración y aventura. México, Acción moderna mercantil, S.A., 1938. 112 p. ils., p. 55-56.
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plaza fue refugio de ilusiones que sirvió aproximadamente cuatro años 6. En algunas reseñas publicadas por aquí y por allá sabemos que contaba dicha colección con varias cabezas de toros que estoqueó Bernardo Gaviño. Algo de lo que se sabe muy poco es de las memorias que fue escribiendo y reuniendo en algunos cuadernos de los que se conservan visiones aisladas del toreo de su época, mismos que veremos más adelante. Sobre el “museo” de su propiedad, José Juan Tablada nos obsequia con un cuadro de recuerdos maravilloso e indispensable para conocer aquel recinto lleno de sorpresas y misterios. Veamos. Los “Indios Verdes” nos han llevado a orillas del Canal de la Viga y una vez allí mis propios recuerdos me hacen buscar en vano, entre las casas de la margen, una enjalbegada y modesta con jardincillo de arriates al frente, cuyo portón traspasado, brindaba hospitalaria, en su interior pintoresco, vasto entretenimiento a la ingenua curiosidad popular. Era la tal casa de encalados muros y bermejo piso de limpios ladrillos, la “Quinta Corona”, cuyo propietario, un viejito gordo, rosado y de cabeza blanca había formado con los recuerdos materiales de sus años mozos, un “Museo”, al principio de tauromaquia y con el transcurso del tiempo de curiosidades en general, con tan amplio criterio que por igual acogía a la obra de arte que al trofeo ensangrentado o al becerro de dos cabezas. No en vano la institución fué esencial y primitivamente emporio del arte de Cúchares, que su dueño tenía a orgullo el haber consumado todo un ciclo de hazañas con su fuerte brazo, cuando lanza en ristre como Esplandian o Amadis, fué picador de toros bravos en las edades casi homéricas de la tauromaquia nacional, bajo la capitanía del ilustre Bernardo Gaviño, al brillo de cuya leyenda sólo hace falta un rapsoda, émulo del docto Nicolás Rangel, que sobre el campo escarlata de esa vida esforzada haga resaltar las proezas con pluma de oro mojada en tintas de iris. En el corazón de esa epopeya cornuda y astifina, se colocaba el señor Corona, dueño del Museo de su nombre, sin vanidoso alarde ni presuntuosas jactancias, no quizás por mera modestia, sino porque todo énfasis le parecía vano y redundante. Enunciar el hecho era a su juicio bastante, como se le antojaba a un granadero de la Guardia Vieja napoleónica, al decir simplemente que había servido bajo el “Petit Caporal”. -Fui picador de la cuadrilla de Bernardo, decía el señor Corona ya manso y con aspecto monástico, casi venerable y al decirlo chispeaba en su silencio y en sus ojillos una elocuente línea de puntos suspensivos, que interpretados debidamente significaba esto: -Fui picador de toros bravos cuando la mínima púa de las garrochas exasperaba a la fiera en vez de lastimarla y quebrantarla; cuando se picaba lo mismo en los medios o en los tercios de la plaza que junto a las tablas; cuando los picadores no estábamos protegidos por armaduras férreas, ni teníamos en torno un estado mayor de peones y monosabios... Fui picador de toros bravos cuando éstos no se distinguían sutilmente en nobles y resabiosos y cuando a pesar de todo el caballo lucía, más por donaire que por defensa, una crinolina de 6
Manuel Gutiérrez Nájera: ESPECTACULOS. Teatro, conciertos, ópera, opereta y zarzuela. Tandas y títeres. Circo y acrobacia. Deportes y toros. Gente de teatro. El público. La prensa. Organización y locales. Selección, introducción y notas de Elvira López Aparicio. Edición e índices analíticos Elena Díaz Alejo y Elvira López Aparicio. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filológicas, 1985. 287 pp. Ils., retrs., pp. 165. El 17 de diciembre de 1886, el Congreso de la Unión abrogó la prohibición de las corridas de toros en México; en consecuencia, y dado el aumento de la afición, en 1887 se construyeron nuevas plazas, entre ellas la “Bernardo Gaviño”. El 19 de mayo de 1887 se organizó una novillada para inaugurar dicha plaza en el barrio de Jamaica, con una cuadrilla de niños toreros, de la que era capitán Jesús Adame; picador, José Alfaro, y banderillero, “El Gallo”, de escasos diez años, así como Manuel Mejías Luján “Bienvenida”, banderillero español.
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cuero y era costumbre sacarlo ileso de las arremetidas del toro! Todo eso decía con su artificioso silencio el señor Corona y en seguida, acompañando al visitante, le hacía los honores de sus pintorescas colecciones. Ya he dicho que éstas eran heterogéneas y quizás por ello más curiosas. Cabezas disecadas de toros célebres; la espada con que Bernardo estoqueó su último toro; una garrocha con que el “Negrito Conde” y el mismo señor Corona habían picado centenares de reses, en todo el territorio, desde Alburquerque y Arizona hasta Quetzaltenango; Cartelones de corridas de toros y de peleas de gallos, pintados al temple o al óleo por pintores nuestros o por el “Aduanero Rousseau” o Larionov o la Gontcharova; una “sirena de los mares” injerto de mono y de pescado; buques con velamen y arboladura construidos dentro de botellas; la camisa ensangrentada de Lino Zamora y un bucle del cabello de: “Rosa, rosita, flor de alegría.-Ya murió Lino Zamora-Ya murió Lino Zamora-Pues así le convendría!” Y junto con todo aquello, miniaturas en marfil, viejas pinturas exornadas como iconos rusos en lámina de cobre; un pectoral de monja pintado por Cabrera, junto a una cuadrilla de toreros figurada por pulgas vestidas; un “gallito” del Real de Zacatecas junto a un San Francisco tallado en madera por algún discípulo de Alonso Cano... Museo memorable en donde lo monstruoso se equiparaba con lo bello en grado excelso, donde la extravagancia se hermana con un real descernimiento de lo bello artístico, MuseoCafarnaum donde ví la obra maestra de la cerrajería colonial, una filigrana de hierro y plata junto a un frasco de alcohol conteniendo una solitaria de cuarenta varas y el sombrero galoneado de un heroico insurgente suriano, junto a una reata que tenía injertados como cuernos, dos espolones de gallo. ¿Qué fin correría aquel museo sui géneris cuya visita en mis mocedades era un rito obligado de los paseos a Santanita, tan clásico como libar el pulque de apio y saborear las enchiladas de pato en los frescos jacales, enmedio del florido pensil de las chinampas?7. En cuanto a las “memorias” que fueron citadas algunos párrafos atrás, y gracias al mismo Juan Corona tenemos una idea más precisa del acontecer taurino ocurrido en la segunda mitad del siglo pasado (que ya es antepasado). Algunos datos de la ganadería de Atenco, sacados por F. Llaguno de la Biblioteca que conservaba el Sr. D. Juan Corona propietario que fué de la Plaza de Toros “Bernardo Gaviño” situada á un lado de la Calzada de la Viga, en la Ciudad de México. De algunos manuscritos por el mismo Corona notable picador en aquella época y otros de algunos periódicos que se publicaban entonces. El año 1853 en la Gran Plaza de San Pablo cuando gobernaba Su Alteza Serenísima, se corrieron en muchas corridas ganado de Atenco cimentando más la fama de que ya gozaban entre los aficionados; pero el más notable de los hechos en ese año en una de tantas corridas, fué la lucha de uno de esos toros con un tigre de gran tamaño y habiendo vencido el toro al tigre, el público entusiasmado con la bravura del toro pidió el indulto y que se sujetara y una vez amarrado fué paseado por las calles de la capital en triunfo acompañándolo la misma música que tocó en la corrida. Muchos hechos notables se registran en esa misma plaza de los toros de Atenco, entre ellos el de haberse suspendido en una de las corridas del mes de Abril del año 55 la suerte 7
José Juan Tablada: La feria de la vida (Memorias). México, Ediciones Botas, 1937. 456 pp., cap, XIX, pp. 165-8.
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de vara por la razón de que el 1º y 2º toro inutilizaron á los cinco picadores después de haber matado 14 caballos. Trabajaba en esa corrida como espada Gaviño (este hecho me lo relató el mismo Corona, porque fué uno de los que ingresaron a la enfermería). En la Plaza del Paseo Nuevo el año de 56 se jugaron toros de Atenco en competencia con los de la afamada Hacienda del Cazadero en varias corridas y casi en todas fueron vencedores los de Atenco sobre todo en la suerte de varas. Esta competencia dió lugar á que se corrieran en el 58 en plaza partida las mismas ganaderías y en la segunda corrida el 2º toro de Atenco, castaño obscuro después de haber matado los cuatro caballos de los picadores que salieron rotó (sic) la barrera de la división se pasó adonde estaba jugando el toro del Cazadero y después de haber matado otro caballo de los picadores nada menos que el que montaba D. Juan Corona arremetió contra el toro del Cazadero dándole fuertes cornadas y poniéndolo en fuga. En estas corridas trabajaban como espadas Gaviño que era el que lidiaba los de Atenco y de Mariano González (á) La Monja, los del Cazadero. En la época del Ymperio también dejaron muchos recuerdos á los aficionados por sus hazañas esas dos ganaderías pero siempre sobresaliendo Atenco. Datos recogidos en Tenango. En los años del 60 al 72 en las corridas de feria de Tenango también son innumerables las hazañas de los toros, de esa vacada aún todavía existen algunos empresarios como son D. Leandro Perdones (sic) vecino de México el Sr. D. Cosme Sánchez actual Presidente Municipal de Tenango D. Guadalupe Gómez vecino en la actualidad de México, y otro muchos que aun viven. En enero del año 62 costó nada menos al empresario L.P. los tres días de feria la friolera de cuarenta y cinco caballos. Trabajó como espada D. Mariano González (á) La Monja. El año 64 tocó trabajar á B. Gaviño los tres días de Feria y el último día o sea la última corrida quedó sin picadores por motivo de haber ingresado á la enfermería los cuatro que traía entre ellos el famoso Cenobio Morado. 32 jamelgos. El 66 y 67 fueron tan notables las corridas de esos años que algunos de los que fueron testigos oculares las recuerdan con entusiasmo. En esa trabajaron Gaviño y Pablo Mendoza. El 2º toro de la última corrida cogió gravemente al picador Morado. Del 68 al 73 en la misma plaza fueron indultados algunos toros á petición del público por admirar la ley y bravura hubo toro que recibió 22 picas y dejó en la arena 12 caballos de arrastre. Pero el que más llamó la atención en la 2ª corrida del año 72 fue el 3er toro castaño encendido, bragao, coliblanco y cornigacho ese toro dejó muertos en el redondel 16 caballos, cuatro tantas de picadores de a cuatro salieron al redondel y cuatro veces quedaron a pie los cuatro picadores. Era espada d. José Ma. Hernández. Estos apuntes lo he recogido de muchas personas que presenciaron esas corridas y que aún viven en Tenango. Las corridas que he visto tanto en Tenango como en algunos otros redondeles del país también recuerdo algunos hechos notables de esos toros. No se me olvidará lo de la Plaza de Tlalnepantla el 31 de octubre de 1886 el 4º toro al clavar la divisa el torilero Miguel Ramos fué enganchado del pecho por el toro saliendo y llevándolo en el pitón derecho hasta el otro extremo del redondel. Trabajaba como espada en esa corrida Ponciano Díaz. En México, enero 4 de 1888, 4ª corrida de abono en la Plaza de Colón el 4º toro al ponerle un par Tomás Mazzantini hizo por el él bicho cogiéndolo en la barrera y aventándolo al tendido de sol. En la Plaza del Paseo (México), fué cogido el 4 de diciembre de 1887 el espada Francisco Díaz (Paco de Oro), por el 1er toro, habiéndole quitado en pedazos la chaquetilla: ostentaba
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un traje azul y oro, y alternaba con Hermosilla. El mismo Hermosilla fué cogido y volteado y enganchado de la pierna derecha en otra corrida en la misma plaza por el cuarto toro. Esta ganadería á sido conocida en todo el país, y sus cornúpetos han visitado desde hace muchos años, casi todos los redondeles mexicanos. Es sin duda la que ha dado más toros de lidia desde su fundación no solo para los cosos (...) Estas interesantes notas fueron proporcionadas por el Arq. Luis Barbabosa y Olascoaga, quien las conserva en su archivo particular, mismo que encierra un gran capítulo de historias por escribir sobre la ancestral hacienda de Atenco, sitio en que pasa buena parte de su vida, como lo hizo en su momento Bernardo Gaviño. Quiero aclarar que el arquitecto Barbabosa tiene terminado un libro el cual he tenido en mis manos, y puedo confesar que se trata de un trabajo muy importante. Su título es: ATENCO Y DON MANUEL. Agradezco el apoyo proporcionado para esta causa. Independientemente de todo lo que dedicó a recordar el viejo picador, estamos viendo en él a un hombre preocupado por una época que vivió intensamente, al grado de convertirse en un historiador en cierne, recogiendo los testimonios orales que estuvieron a su alcance y que hoy nos sirven para conocer otros detalles del apogeo impuesto por el gaditano, quien se convierte en una figura indiscutible, imponiendo su hegemonía a partir de aquel compartir las hazañas con los toros del conde de Santiago de Calimaya, que de seguro, eran toros propicios para el espectáculo en el que Gaviño fué protagonista principal. Volvemos con el imprescindible ROQUE SOLARES TACUBAC quien escribe sobre los picadores en tiempos de Juan Corona lo siguiente: Intencionalmente no por olvido, he dejado para los últimos párrafos ocuparme de los antiguos picadores de toros aborígenes. En ellos radicaba buena porción de “nuestro nacionalismo taurino” porque los considerábamos insuperables. Confundíamos sus cualidades de “charros caballistas” solamente igualadas por los gauchos argentinos y por los “cowboys” americanos del Sur de los Estados Unidos de Norteamérica, con las cualidades que ha de tener un picador de toros. Por tal confusión los antiguos picadores de toros eran en muchas ocasiones improvisados lidiadores, porque estaban personificados en los vaqueros que habían conducido a los toros desde el campo -desde la dehesa, según ahora dicen- hasta la plaza de toros. Esos vaqueros eran los actuantes de picadores durante la corrida. Y demostraban lo único que podían ostentar: saber de caballistas y valentía de hombres avezados al peligro. Pero, no podían ostentar saber de picadores de toros. Ciertamente que no siempre eran los picadores los mencionados vaqueros, sino que existían quienes al oficio de picar toros se dedicara, ciertamente que había exclusivos picadores de toros, pero en cuanto a saber taurino no estaban a gran altura encima de los mencionados ocasionales picadores. También tenían la indispensable cualidad de ser “caballistas” consumados y la no menos indispensable de ser valientes. A la vez eran hombres de corpulencia, de musculatura recia, a veces hercúlea, que mejor les servía para dominar al jamelgo, a la cabalgadura que para “castigar” a los toros, pues el modo que tenían de practicar la “suerte de varas” no era el adecuado para hacer tal castigo, aunque el picador fuese hercúleo. Su valentía quizá superada por su ignorancia, hizo que menospreciaran el adecuado traje para practicar los lances de “picar a los toros”. Traje que disminuye el peligro de las fracturas de los huesos en las caídas y que aleja al de las cornadas hiriendo en las piernas,
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especialmente en la derecha. La valentía superada por la ignorancia hacía presentarse vistiendo el traje de “charro”. Vistoso, bonito, adecuado para los jaripeos y la equitación en paseo de cabalgata, pero no apropiado para la tarea de picador de toros. Salían al redondel con su chaqueta de cuero, bordada con alamares de pita. Chaleco igualmente y de iguales adornos. Pantalón de casimir, de hechura ajustando al muslo y pierna, especialmente en la pantorrilla y tobillo. Cayendo hasta el empeine del pie, sobre el zapato de vaqueta delgada de color amarillo. La suela del zapato igualmente delgada, cual es la usual para pisar. En el calcañal de ambas piernas, la espuela vaquera, forjada en Amozoc o falsificada en León. En la camisa, roja corbata anudada en ancho lazo, con las puntas cayendo sobre el pecho. En la cabeza, el sombrero “charro”, de ancha ala, pero no consistente en exceso, no endurecida fuertemente, sino de modo débil por lo mismo teniendo blandura, doblándose. La copa de forma en consonancia con la moda “charra”, baja en una época, alta en otra y de forma cónica. Sujeta a la cintura y colgante un látigo, que llamaban “cuarta” y servíales para arriar al jamelgo, porque en aquellas épocas no estaban en uso lo que actualmente nombran “monosabios”. Lo único extraño que ofrecían al traje de “charro” era una bota de la forma llamada “Federica”, colocada sobre la pierna derecha. Esa bota -endeble defensa para las cornadassubía por la parte anterior hasta arriba de la rodilla y en la posterior no llegaba a la corva. Así no impedía la flexión de la pierna y en las caídas era posible levantarse rápidamente, sin solicitar el auxilio para incorporarse, lo que entonces era completamente necesario puesto qué no había monosabios que dieran tal auxilio. La bota era de vaqueta y por adentro la reforzaban con papel grueso hecho dobleces. Tal era el atavío del jinete. La cabalgadura enjaezada con la silla de montar mexicana, aquella que tuvo por primer patrón la silla española usada en España en la provincia de Salamanca. Silla española modificada por uno de los virreyes -don Luis de Velasco, el primero de los que tuvieron estos nombres y apellido- gran caballista. No era admitida la silla de montar netamente española, usada en Andalucía en las faenas ganaderas de “tienta”, igualmente a “campo abierto” o en local cerrado, el “acoso” y el “derribamiento”. Se la ridiculizó diciendo era igual a la usada por los matarifes cuando montados en mulas llevaban las carnes de las reses sacrificadas en la casa matadero, a los expendios en las carnicerías. “El arnés nacional” era la silla mexicana de montar, según en una vez lo dijeron los periodistas. El caballo era regido por el freno con bocado mexicano, modificación del bocado que tiene el freno español. Las cabezadas y bridas igualmente “a la mexicana” formadas con angostas tiras de cuero unidas por hebillaje y las bridas también cuero redondel o de cordel, estando unidas en el extremo que corresponde a la mano del jinete. No quedaban desunidas, según las acostumbran manejar los picadores españoles. Lo único extraordinario que había en el arnés del caballo destinado al antiguo mexicano picador de toros, era una cubierta de vaqueta que cubría los encuentros del caballo, llegando abajo hasta cerca de la pezuña. Se entendía hacia los lados, tapando también los dos codillos de la caballería. Esa cubierta estaba sujeta con correas o cordones a lo que en la silla mexicana de montar, nombran “cabeza”. El caballo también llevaba lo que los “charros” nombran “anquera”. Es otra cubierta de cuero, que cubre las ancas y el nacimiento y parte de la cola, que resulta aprisionada sin tener movimiento. Así era evitado que el caballo molestara al jinete, dándole con la extremidad de la cola, cuando la movía. Forrado el caballo con las cubiertas, ofrecía un aspecto raro y curioso. A la cubierta anterior la llamaban en aquella época “coraza”. Años después fue muy criticada por los revisteros taurinos, hasta que lograron desaparecerla. Pero, actualmente ha resucitado, viniendo la resurrección y el nuevo nombre de allá de España. Le nombran
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PETO. Ha sido actualmente admitido, sin recordar que había sido desechado, cuando tauromáquicamente nos “agachupinamos”, cuando encontrábamos censurable todo lo característico de “nuestro nacionalismo taurino”. Actualmente nadie recuerda que el actual “peto” es solamente una modificación de aquel irónicamente nombrado BABERO, que originó una turbulencia. En antigua época hubo un picador mexicano que prefería para la construcción de sus “garrochas” la madera nombrada OTATE. De escaso peso -sumamente ligera- aunque resistente y teniendo extraño aspecto a causa de los nudos que tiene lo que hace la forma de cañutos. Ese picador se llamaba JUAN CORONA. Actuaba en la cuadrilla de Gaviño por el que tenía verdaderamente adoración. Corona dió motivo en sus lances taurinos a que la MUSA POPULAR cantara sus proezas, siendo uno de esas poesías (?) tiene la forma popular que nombran “corrido”. La letra es de métrica apropiada para hacer el relato cantado con acompañamiento de una musiquilla monótona. En ese “corrido” hay alusión a la famosa “garrocha” de otate, con la que el viejo picador había realizado muchas de sus proezas. Conocí a Corona ya anciano, retirado de los redondeles pero todavía en férvida afición por la Tauromaquia y todavía venerando a la memoria de Gaviño. Tuvo conmigo amenas conversaciones relativas a sucesos tauromáquicos de cuando era joven. En alguna de tales conversaciones llevóme ante un trofeo tauromáquico hecho con la cabeza de un toro de pinta negra -toro nombrado EL CASQUETE- dos garrochas, una de ellas la famosa de otate, recuerdo de época de mocedad y nombradía. La otra “garrocha” también era conmemorativa de algo digno de remembranza. Vivía el anciano ex-picador de toros en una “quinta” o sea granja, de su propiedad, teniendo el nombre de “Quinta Corona”. Ubicada en el lado oriente del “Canal de la Viga”, a pocos metros del “Puente de Jamaica”, en el pueblecillo de tal nombre. Corona era estimado por todos los moradores del mencionado pueblecillo porque el ex-picador era un benefactor, sosteniendo una escuela para dar instrucción de primera enseñanza a niños y niñas, igualmente que daba limosnas y trabajo en la granja a quienes lo solicitaban. En el piso alto del destartalado caserón que servía de domicilio, al que se llegaba por derruida escalera en el descanso de la que había un cuadro retrato de “tamaño natural”, representando a Gaviño en pintura al óleo, tenía el ex-picador un bonito museo de antigüedades tauromáquicas y de otra índole. Había algunas antigüedades verdaderamente valiosas y curiosas. Estas otras apreciaciones de un gran periodista como Carlos Cuesta Baquero, pendiente del devenir taurino a fines del siglo XIX y comienzos del XX son también de inapreciable interés, porque nadie mejor que ROQUE SOLARES TACUBAC quien se convierte en una autoridad en la materia y cuyos escritos, muchos de ellos inéditos (actualmente localizados y catalogados por un servidor) deberán revalorarse profundamente, en razón de que su contenido es de suyo muy importante. Cuesta Baquero llena una época que muchos autores valoraron, aunque desafortunadamente publicaciones como EL MONO SABIO, LA VERDAD DEL TOREO, EL CORREO DE LOS TOROS, LA MULETA, EL ZURRIAGO TAURINO entre otras más, hoy en día casi no existen sino en su mínima expresión, por lo que es difícil conocer aquel ambiente del que nos ofrece con toda su carga de valores este autor potosino que referimos con respeto y admiración. No olvidó un capítulo como el de la época maravillosa de Gaviño, estando Juan Corona como protagonista de la misma en medio de los quehaceres del antiguo “picador de toros”, vaqueros y caballistas que conocían el oficio como el mejor en su momento. Pero antes de terminar con toda esta visión acerca del personaje que nos convoca, permítanme invitarles, con programa en mano, a una más de sus celebraciones, efectuada el
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domingo 3 de marzo de 1895. En dicho documento, independientemente de todo un panorama que se inscribe como la “amena invitación” a los “juegos, música y sabrosas meriendas”, aparece en la sección dedicada a las NOTAS la siguiente y curiosa acotación: (...) No se admiten mujeres públicas, y con este objeto la autoridad pondrá un agente de la Inspección de Sanidad que vigile la entrada”. Es pues, el caso de Juan Corona la reunión de un hombre visionario, que no se conformó con acumular un papel protagónico en los ruedos. También lo hizo fuera de ellos cuando acometió la empresa de organizar diversas funciones de peleas de gallos, costumbre también bastante arraigada en la vida cotidiana de aquel México de mediados del siglo XIX. Y desde luego también tuvo un marcado interés por la memoria que iba grabándose en el curso del espectáculo taurino, al grado no solo de reunir fetiches que luego mostró a sus amigos en la QUINTA CORONA, sino que se preocupó por ir reuniendo auténticas curiosidades taurinas que puso por escrito y hoy es posible conocerlas en los manuscritos que luego recogió “F. Llaguno”, uno de esos aficionados que encontraron en las inquietudes de Corona, a un personaje dispuesto a legarnos la memoria viva de una época de suyo, maravillosa y fascinante. Para terminar, es preciso indicar que dicha información pude encontrarla gracias a los buenos oficios del Arq. Luis Barbabosa Olascoaga, quien me proporcionó copias de este valioso testimonio que ahora pongo a tu alcance, amable lector.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Jueves 26 de mayo. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 8 Toros de Queréndaro, San José del Carmen y San Cristóbal.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 29 de mayo. Se lidiarán ocho toros bien escogidos de las haciendas de QUERÉNDARO, SAN JOSÉ DEL CARMEN y SAN CRISTÓBAL. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.
Un día después, el 30 de mayo de 1853, se leía en El Universal, p. 3: DESGRACIA. En la corrida de toros que se dio ayer en la plaza del Paseo Nuevo, fue gravemente herido uno de los picadores; acaso habrá muerto. ¿Cuándo llegará el día en que esta clase de diversiones sean condenadas como merecen?
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 5 de junio. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 8 toros de Queréndaro, San José del Carmen y San Cristóbal. Vistoso monte parnaso.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 12 de junio. Magnífica y extraordinaria función en celebridad de los días del Exmo. Sr. Presidente de la República, general don Antonio López de Santa Anna. “Se lidiarán nueve toros muy escogidos de las conocidas y acreditadas razas de Queréndaro y San José del Carmen. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Se presenta Antonio Cerrilla, banderillero. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Lunes 13 de junio. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 9 o más toros si la tarde lo permite. Un toro para jinetear y el embolado. La función fue en celebridad de los días del Excmo. Sr. Presidente de la República.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 19 de junio. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 8 toros de mejor calidad que los anteriores. Rifa del famoso toro AMERICANO. Dos toros para cola y el embolado. LA HABANA, CUBA. Bernardo Gaviño, en compañía de Juan Pastor “El Barbero”, inauguran la plaza de toros ubicada en la Calz. De Belascoaín. CAMAGÜEY, CUBA. Actuación de Bernardo Gaviño en aquella plaza (estimando un mínimo de tres festejos).
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PLAZA DE TOROS EN VERACRUZ. En El Siglo Diez y Nueve, del 3 de julio de 1853, p. 3 apareció publicado lo siguiente: PROGRESOS.-Se ha concluido la plaza de toros en Veracruz y se ha abierto un abono para doce corridas. La cuadrilla contratada está dirigida por Pablo Mendoza. El siguiente es un informe que Vicente Pozo, por entonces asentista de la plaza de toros del “Paseo Nuevo” en la ciudad de México, envía a José Juan Cervantes Ayestarán (fechado el 15 de septiembre de 1853), con motivo de algún balance relacionado con uno de los frecuentes “beneficios” a que se hacían acreedores ya fuera el propio Pozo, Cervantes, e incluso los toreros actuantes; de lo cual se conocen varios casos donde Bernardo Gaviño resultaba ser el “tercero en disputa”.
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San Bartolomé Naucalpan, México. 11 de septiembre de 1853. En tal ocasión se celebraron en dicha población, las festividades –en la cabecera de este territorio- por el aniversario de los gloriosos triunfos obtenidos por las armas de la nación a las órdenes del Escmo. Sr. Presidente de la nación D. Antonio López de Santa-Anna. Entre las varias comisiones, una en especial, fue la destinada para la plaza de toros, quedando como responsables, D. Juan de D. Díaz, D. Leonardo Ramírez, D., Antonio Gutiérrez y D. Porfirio Téllez. En el portal de la casa del juez de la población, ubicada en el centro de la calle real, se colocó un tablado revestido de alfombras y cortinas, y en el centro un “rico dosel de terciopelo carmesí, con galón de oro, bajo del que se colocó el magnífico retrato, propio del señor juez, del Excmo Sr. Presidente benemérito de la patria D. Antonio López de SantaAnna”, así como espejos, bandillas de diversos clores, un magnífico candil de cristal y farolas de lo mismo, iluminadas con gas. Bajo el retrato de S.E. se colocó la silla presidencial, y a derecha e izquierda multitud de sillas para los concurrentes. Hubo música, izamiento del pabellón mexicano, cosa que ocurrió el sábado 10, saludado con centenares de cohetes y multitud de vivas al Escmo. Sr. Presidente. Luego de que bajaron ochenta y seis mulas cargadas con leña, de los ranchos de la propiedad del juez, “para que en luminarias se quemara, como se verificó en dicha noche”. A esto se agregaron multitud de cohetes de luz, otra de corredizos, bombas, toros de fuego y centenares de cohetes de mano. El domingo 11, se celebró un paseo, se cantó un Te Deum, vino en seguida una procesión, y el discurso del señor juez, que en esa ocasión fue D. Agustín D. de la Peña. Después de un rato de música y de multitud de vivas al Escmo. Sr. Presidente D. Antonio López de Santa-Anna, se desarrolló el ágape o comida, que fue espléndida y decente, y en seguida, pasaron los invitados a la plaza de toros que se mandó formar, en la que al son de la música, se lidiaron varios toros bravos, procedentes de la hacienda del Sr. Juez y de las de sus amigos del contorno, cuya diversión se amenizó con algunos que se montaron y otros colearon. El informe, que se publicó en El Siglo Diez y Nueve, del 25 de octubre de 1853, p. 2, fue firmado, desde la Hacienda del León por el Sr. Prefecto del Oeste de México, Lic. D. Luis Diez de Bonilla, por ocupación del propietario, José María Estañol. LOS ANIVERSARIOS DE SEPTIEMBRE EN ALVARADO, VERACRUZ. El Siglo Diez y Nueve, 19 de septiembre de 1853, p. 3 y 4: -LOS ANIVERSARIOS DE SEPTIEMBRE EN ALVARADO.-He aquí el programa acordado por la junta patriótica de dicha villa. PROGRAMA de las festividades que para celebrar los aniversarios de nuestra independencia, ha dispuesto la junta patriótica de esta villa en los días 11, 16 y 27 del corriente. DÍA 11. Art. 1° A las seis de la mañana de dicho día se echará un repique a vuelo y se hará un saludo de 21 cañonazos. 2° A las nueve de la mañana después de la misa de costumbre se cantará un solemne TeDeum. 3° A las doce del día se hará otra salva de 21 cañonazos y un repique a vuelo.
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4° En la tarde habrá un palo ensebado en la plaza principal, adornado con dinero y algunas otras prendas destinado para el que logre subir. 5° A las seis de la tarde al tiempo de bajar la bandera se hará otra salva de 21 cañonazos y un repique a vuelo. 6° En la noche habrá un baile público en la plaza del mercado y música de viento en el portal de la casa consistorial hasta las nueve. DÍA 16. 7° El día 15 después de las doce de la noche se anunciará el aniversario de la independencia mexicana con repiques a vuelo y reunida la música en el portal dela casa consistorial tocará algunas piezas y en seguida recorrerá las calles hasta el alba. 8° A las seis de la mañana al enarbolar el pabellón nacional se tirará 21 cañonazos y se repicará nuevamente. 9° A las nueve de la mañana se cantará una misa solemne. 10 A las doce del día habrá saludo y repiques. 11 A las cuatro de la tarde se reunirá la Junta patriótica en la sala consistorial, con asistencia de todas las autoridade,s empleados y demás personas respetables de la población con la música de viento, para dar un paseo cívico por las calles principales. Al regresar la comitiva se pronunciará un discurso por el ciudadano Juan R. de la Rosa, en la plaza principal. 12 A las seis de la tarde se bajará la bandera con repiques y las salvas de ordenanza. 13 En la noche habrá un baile público en la plaza del mercado, y tocará la música de viento algunas piezas escogidas en la plaza principal hasta las diez. DIA 27 14 En este día habrá las mismas solemnidades que el día 11, excepto lo que expresa el art. 4°, y habrá además toros en la plaza principal por la tarde para los aficionados. 15 La Junta patriótica invitará a todas las autoridades y demás personas distinguidas de la población, para que concurran al Te-Deum del día 11, misa solemne y paseo cívico del día 16, y Te-Deum del día 27. 16 La autoridad política invitará al vecindario, a fin de que se pongan cortinas, se limpien las calles y se iluminen las casas las noches de los tres días. La casa consistorial se iluminará igualmente. La autoridad militar dispondrá lo conveniente, a fin de que se hagan las salvas, y en las funciones de Iglesia las descargas de ordenanza. Lo que por orden de la misma Junta patriótica se publica para conocimiento del público. Alvarado, Septiembre 1° de 1853.-Francisco G. Bureau, presidente.-Antonio Looedo, secretario. COATEPEC, Veracruz. En la edición de El Siglo Diez y Nueve del 28 de agosto de 1853, p. 3 se anunciaban así los festejos: COATEPEC.-En dicha población se ha hacordado celebrar los aniversarios de Septiembre del modo siguiente. El 10 en la noche habrá iluminación, el 11 misa de gracias, corrida de toros, y baile; el 15 iluminación y fuegos artificiales a media noche; el 16 misa de gracias, paseo, oración cívica, iluminación y baile; el 17 honras fúnebres por las víctimas de la patria; el 26 iluminación, serenata y toros; el 27 misa de gracias, toros, iluminación y baile. Entre los vecinos se habían reunido 175 pesos hasta el día 18 del corriente.
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MINATITLÁN, VERACRUZ. El efecto de aquellas fistas continuó registrándose en otras tantas poblaciones del país, como fue el caso de Minatitlán, entonces villa, capital y territorio de Tehuantepec, donde se instaló la junta patriótica el día 17 de agosto, para celebrar los aniversarios de Septiembre, por lo que se dispusieron varias funciones, en las que habrá pantomimas, salvas, carros triunfales, discursos cívicos, bailes, corridas de botes, globos aerostáticos, toros, representaciones dramáticas, tapadas de gallos y fuegos artificiales. El Siglo Diez y Nueve del 29 de agosto de 1853, p. 3. TULA, HIDALGO. En El Universal, del 28 de septiembre de 1853, p. 4, se indican los ANIVERSARIOS NACIONALES EN TULA.-El señor prefecto D. Luis Ruiz tomó el mayor empeño en dar lucimiento a las festividades cívicas de Septiembre. El día 11 se cantó en la parroquia un solemne Te-Deum, y el retrato del general Santa-Anna estuvo colocado en la plaza en un templete. El 16 hubo bailes para las principales familias del pueblo y para las clases pobres, fuegos artificiales, cucañas, &c., y el Sr. Cura D. Adrián Ruiz pronunció una oración cívica. Ayer hubo fuegos, toros y baile y el discurso fue pronunciado por el Sr. Lic. D. Antonio Mendivil. Para hoy se han dispuesto solemnes sufragios por las víctimas de la independencia, y la oración fúnebre se ha encomendado al señor cura de Atitalaquia D. Justo Nuñez Villaseñor.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 25 de septiembre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Invitada la empresa días ha por muchas personas, para que cuanto antes dieran de nuevo principio las corridas de toros, gustosa habría accedido muy antes de ahora a los deseos de sus favorecedores si la tenacidad con que ha llovido en esta estación no hubiera sido un obstáculo invencible a su afan por complacerlos. Mas hoy que parece haber cesado ya tan fuerte inconveniente, se apresura a satisfacer la ansiedad de los aficionados a este género de diversiones; y al efecto ha dispuesto que en la tarde de este duna se lidien siete toros de la muy conocida y acreditada raza de Atenco, concluyendo la función con el toro embolado de costumbre
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Martes 27 de septiembre. ¡Viva la Independencia nacional! México viva!! La cuadrilla de Bernardo Gaviño lidiará nueve toros de lo mejor y más famoso que ha podido escogerse entre todo el ganado de ATENCO. Concluida la lidia seguirá el toro embolado de costumbre.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 2 de octubre. Función en honor del General Santa-Anna. Actuación de Bernardo Gaviño en compañía de “Mariano la Monja”, lidiando 9 toros de Atenco. Para confirmar dicha corrida, nos remitiremos a la reseña que a manera de “agradables impresiones” dejó Antonio García Cubas en El libro de mis recuerdos.8
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Antonio García Cubas: El libro de mis recuerdos. Narraciones históricas, anecdóticas y de costumbres mexicanas anteriores al actual estado social. Ilustradas con más de trescientos fotograbados. 7a. edición. México, Patria, S.A., 1978. (Colección "México en el siglo XIX")., pp. 356-361. De la función que en honor del General Santa-Anna se dio por el mes de Octubre de 1853 sólo te hablaré, caro, lector, de lo que produjo en mí agradables impresiones. La plaza del Paseo era hermosa y de gran extensión; todo lo más granado de la sociedad ocupaba las lumbreras y el tendido de la sombra, como henchidas por el pueblo estaban las lumbreras (sic) y el tendido del sol. Todo era allí alegría y animación, avivadas por las bulliciosas sonatas que ejecutaba una excelente música militar. El aspecto de aquella plaza era, como siempre en tales momentos, grandioso e imponente, y a la vez la imagen más neta y fiel de la seducción. La fiesta era de gala, y como a ella concurría S.A.S. el General SantaAnna y su esposa la Sra. Doña Dolores Tosta, hacía la partición o despejo de la plaza el famoso Cuerpo de Granaderos de la Guardia, con sus casacas encarnadas y altas gorras de pelo y chilillo rojo. La desaparición en nuestras costumbres, de este acto ejecutado por los cuerpos militares, es un adelanto, por cuanto a que el ejército, por su alta y noble misión, debe apartarse de servir de diversión al público, por más que aquel acto fuese muy vistoso y agradable. Consistía dicha partición en dichas evoluciones ejecutadas al son de la música por los soldados, que iban y venían en columnas, apartándose unas veces y juntándose otras, o girando sobre sus flancos en diversas direcciones para representar diferentes figuras, como en las cuadrillas lanceras, con sólo la diferencia de ser el paso tardo y mesurado. Concluidas dichas evoluciones y al agudo toque de una corneta, ordenado por la autoridad que, en tales momentos desciende de su alto solio para constituirse en directora de un espectáculo durante el cual no se le guardan por el público los miramientos debidos, salió la numerosa cuadrilla capitaneada por el famoso torero Bernardo Gaviño, quien traía a su lado al segundo espada, Mariano González, conocido comúnmente con el nombre de “Mariano la Monja”, al mismo tiempo que varios caporales salieron por otras puertas de la valla para ofrecer a Bernardo y a su segundo, hermosas capas de raso rojo, en cuyos bordados brillaban monedas de oro. La cuadrilla, por el orden que guardaba y por los ricos y vistosos trajes que ostentaban los toreros, echadas al hombro sus capas de diferentes y vivísimos colores, causóme una sensación indescriptible. Por delante venían los dos locos, que por sus Sandeces y simplezas, han sido con justicia suprimidos, y por detrás los picadores con sus sombreros de ancha ala y copas semiesféricas y sus abigarrados trajes de charro, recargados de bordados y alamares de plata, y a lo último, el vistoso tiro de mulitas. Después del saludo acostumbrado a las autoridades y al público, dividiéronse en diversos grupos los toreros, tomando por distintos rumbos; las mulitas a todo correr, desaparecieron detrás de la valla por las puertas que a su paso se cerraron, y los picadores se lanzaron hacia el toril, al galope de sus caballos, para colocarse a uno y otro lado de la puerta. Entre tanto, los locos, vestidos como los payasos de los circos, empezaron a ejecutar sus gracejadas, ya tirando por lo alto una naranja para recibirla en su enharinada frente, en la que aquélla se estrellaba, ya poniéndose a bailar, gesticulando y haciendo grotescas contorsiones. Otras de sus gracias consistían en acostarse al lado del toro, muerto ya, o en montarse en el vientre de éste para ser juntamente con él arrastrado por las mulas. Sonó la trompeta y casi al mismo tiempo se abrieron las puertas del toril. Un arrogante toro de Atenco, de esos de frente china, salió disparado como fecha, y no bien hubo visto a un picador, preparado ya con la pica en ristre, cuando se arrojó sobre él con ímpetu violento y tomó la primera vara, dando un airoso y oblicuo salto por el flanco del caballo; mas a la segunda, destripó a éste e hizo dar al jinete un soberano tumbo. Ya ves, querido lector, cómo también me permito el lujo de soltar algunas frases propias de la jerigonza taurina. Al hablar de toros, según costumbre establecida, no me preocupo con la gramática, ni me intimida la impropiedad de las figuras, y tal vez a estas circunstancias se debe la falta de sindéreses en este párrafo. Muy natural es que la suerte de la pica sea casi siempre desgraciada, pues ¿qué otra cosa puede resultar, caro lector, de un tallarín montado en un fideo, como generalmente son, entre nosotros, el jinete y su cabalgadura, que se ponen frente a frente de una fiera de tanta pujanza como el toro? La muerte segura del caballo y los frecuentes tumbos del picador, cuando bien librado sale. Lo mismo te digo respecto del mal éxito
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de las demás suertes, a causa de la misma ineptitud y desconocimiento del arte, que constantemente oigo echar en la cara a los toreros. No daré cuenta de todo lo que aconteció en aquella corrida, porque mi ánimo apocado, al decir, de los amantes de ese espectáculo, obligóme a salir de la lumbrera después de la desgracia referida, y a permanecer retirado en el corredor exterior, recargado en la barandilla y entregado a la contemplación de los hermosos panoramas que me ofrecía el nunca bien ponderado Valle de México y a la observación de aquel ir y venir de rodar de los carruajes en el paseo de Bucareli, monótona costumbre en que consistía el desahogo de aquellos mis contemporáneos, en el escuálido lugar tan escaso de árboles como de paseantes pedestres, y tan abundante de agua sucia en sus acequias limítrofes, como falto de la limpia en sus dos mezquinas fuentes. ¡Cuán diferente es el aspecto que hoy ofrece el hermoso Paseo de la Reforma tan extenso, tan provisto de árboles, de hermosas quintas y de elegantes monumentos, que da principio en la grandiosa plaza de Carlos IV y termina en el sitio mágico de Chapultepec!. Tiempo de sobra tengo para dar rienda suelta a las reflexiones que me sugieren las corridas de toros, e interrumpido ya el relato, poco importa que la digresión sea más o menos larga. No era poca la diversión que me proporcionaba el lento movimiento de los carruajes por aquella calzada llena de hoyancos que hacían saltar sobre sus muelles las cajas de los carruajes, tanto que una vez vi desprenderse de uno de ellos el asiento posterior de su lujoso lacayo quien, todo empolvado y maltrecho, hubo de seguir al coche, abarcando trabajosamente con sus brazos el estorboso mueble. ¡Una de tantas diversiones que nos proporcionan gratis, en todos tiempos, nuestros Ayuntamientos! Volvamos al relato de los toros. Sólo presencié de aquella función que se daba a beneficio del primer espada Bernardo Gaviño, el principio de que ya hable, el medio y el fin. Como a las cinco de la tarde, entró en la arena una elegante carretela abierta, tirada por frisones, y en cuyos asientos posteriores iban dos preciosas niñas vestidas de azul y blanco. La carretela, a todo correr de los caballos dio una vuelta por el circo y se detuvo cerca del lugar en que se hallaba el primer espada. Las niñas descendieron del carruaje y se acercaron a éste para ofrecerle una hermosa corona cuajada de monedas de oro, en los momentos en que los atronadores aplausos y los vivas de la multitud espectadora se mezclaban con los alegres acordes de la música. Bernardo subió al carruaje con las niñas e hizo su paseo triunfal en aquella plaza, durante el cual no cesó el palmoteo y el entusiasmo del público. Día de un triunfo espléndido para aquel que millares de veces expuso su vida luchando con el toro, y la cual, ya anciano, predio al fin a causa de una tremenda cogida en la plaza de Texcoco, hace pocos años. Al terminar la función, el Presidente Santa-Anna, acompañado de su esposa, montó en otra elegantísima carretela, que lo condujo al paseo de Bucareli. Como de costumbre, iba por delante del carruaje un piquete de lujosos granaderos de la guardia, montados en soberbios alazanes; por detrás, un regimiento del mismo cuerpo sirviéndole de escolta, y a los lados, a caballo, los edecanes llenos de relumbrones. Toda aquella aparatosa comitiva dio velozmente una vuelta en el paseo, fuera de la línea de los coches particulares y se alejó después con igual velocidad y en dirección al Palacio. Al reanudar mi relación, empiezo por advertirte, caro lector, que yo pertenezco a esa minoría que, con ofensa de la gramática y del buen sentido, han dado en llamar “sensiblera”, y por tanto, me permito decirte, en uso de la facultad que me concede nuestra gran Carta, que el espectáculo de la corrida de toros es para mí horripilante, y lo considero como indigno de la cultura de un pueblo, tanto como la bárbara costumbre de los boxeadores de la ilustrada Inglaterra, y de la no menos culta nación norteamericana. Tal es mi opinión y si con ella te conformas, querido lector, mucho me holgaré de ello, mas si fuera mi parecer contrario al tuyo, que los dioses inmortales de la Roma de Nerón te concedan el galardón merecido por tu ánimo esforzado, y déjame, ¡triste de mí!, sumido en la condición del ciego que no puede apreciar las excelencias de los fuegos fatuos. Nunca, por agradar, he de decir lo que no siento, pues amo la verdad y odio el fingimiento, aunque persuadido estoy de que mi conducta ha de acarrearme el desagrado de muchos, de mil dicterios, mas he anticipádome en la aplicación de todos cuantos pudieran darme los taurómacos, como el de pusilánime, apocado, etc. Justas son las lamentaciones del toro y del caballo, y, además, hay que decir de éste que, olvidando el hombre sus nobles servicios, no se contente con sujetarlo al cruento sacrificio, sino que aún después de herido, lo martirice, introduciéndole de nuevo en el vientre los intestinos, cosiéndole la herida y levantándolo a puntapiés para que, débilmente movido por los últimos alientos vitales, vuelva a la arena. ¡Cuanta sensibilidad la tuya, me dirán, y cuánta crueldad la vuestra, contestaré! ¿Y el torero? Ese me causa doble pena, porque a la vez tiene que atender a la fiera toro y a la fiera público. Este nunca se halla contento, por más que aquél demuestre valentía y arrojo y se esfuerce en complacerle
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procurando ejecutar las suertes con la mayor limpieza. Una cogida que le dé el toro puede acabar con su vida; pero una cogida del público lo lastima y lo ultraja con sobrada injusticia. Dícese en descargo de esa, para mí, fiera costumbre, que ella aparta al público del vicio de la embriaguez, impidiéndole que gaste todo su jornal en la bebida, y para probar tal aserción, se echa mano de la estadística criminal, y, por otra parte, se nos quiere demostrar que los espectáculos sangrientos infunden un valor esforzado y una poderosa energía en el hombre, cualidades indispensables de todo ciudadano que ha de aprestarse a la defensa de la patria. ¡Qué bellas teorías si fuesen ciertas! Dígaseme simplemente que el espectáculo es del gusto de muchos, y punto en boca, pues hay gustos para todo, ¡y vaya si los hay! Para mí lo mismo da que el famoso licor de la reina Xochitl, se tome en la calle de las Damas, que en las barracas situadas en las inmediaciones de las plazas de toros, y que se lleve en jarros, para beberlo en el tendido durante la corrida, y que se apuren copas de cognac en las cantinas de la misma plaza; mas no queriendo ofender a la estadística desconfiando de sus cifras, ni a la policía negándole la exactitud de sus cómputos, acepto los benéficos resultados obtenidos en pro del pueblo durante las dos o tres horas que dura una corrida. ¿Para reprimir, qué digo, para dar tregua por corto tiempo, a uno de los vicios populares más degradantes, se cree alcanzar mucho en la mejora social de ese pueblo con las corridas de toros? La observación demuestra lo contrario. ¿Acaso otras diversiones más nobles y honestas, como el teatro, por ejemplo, no alcanzarían resultados más provechosos? Honda pena causaría en mi ánimo una respuesta negativa, pues ella vendría demostrarme la falta absoluta de cultura del pueblo. Dénsele, con ofensa de la civilización, para que vocifere y se enloquezca, las corridas de toros, pero no como escuela de sobriedad y patriotismo. Estas cualidades sólo se adquieren en planteles especiales y con el buen ejemplo. Edúquesele convenientemente e instrúyasele en todo aquello que deba saber, pero tanto en la parte educativa como en la instructiva, han de estar infiltrados los grandes principios de la moral, freno de oro de las pasiones humanas, sin los cuales sólo se conseguiría que el hombre, en el caso de que se trata, en lugar de tomar el blanco “neutli” en escudilla de barro, lo apure en copa de cristal y que veamos en las calles, en vez de un borracho de frazada, a un ebrio de levita. Lo que comúnmente se observa. ¿Ni cómo puede ser escuela de buenas costumbres, una diversión en la que hasta la gente decente pierde el decoro que exige su educación, y se cree autorizada para vociferar profiriendo palabras inconvenientes y nivelándose con la hez del pueblo? Ya que tal espectáculo está a la orden del día, procure aquélla ser tan correcta como en sus otras reuniones, o por lo menos no rebaje su dignidad al dar rienda suelta a su expresión. Si el argumento referente a la tregua que se da al vicio de la embriaguez es falso, igualmente trivial y engañoso es el relativo al esforzado valor que se dice adquiere el espectador en presencia de las Sangrientas escenas de la lidia. El luchador, sí posee un valor temerario al ponerse frente a frente de la fiera embravecida, a pesar de las ventajas que sobre ella tiene; pero el espectador no aumenta su ardimiento, lo que adquiere es la fiereza de ánimo. Por eso grita desaforadamente el pueblo y se enloquece a cada tremendo episodio de la lucha, para ahogar, en su nacimiento, los nobles impulsos del corazón que tienen que iniciarse en todo ser humano, y para acallar los justos clamores de la conciencia. ¡Voces desentonadas y estrepitosas que contestan a los salvajes y terribles bramidos del toro, que piden venganza! Los espectadores en las plazas de toros me producen el mismo efecto que los padrinos en los duelos. La patria tiene necesidad del valor de sus hijos, pero no de ese valor brutal, sino el que infunde la dignidad, bellísimo don que sólo se adquiere por medio de las virtudes cívicas. Los romanos eran en extremo valientes y estaban habituados a la guerra; mas al perder las virtudes que en un tiempo fueron el sello de su carácter, esterilizaron aquellas grandes facultades. Por cientos de miles acudían a los grandes circos para presenciar los tremendos combates de las fieras y las inhumanas luchas de los gladiadores, sangrientas escenas todas a que el pueblo romano habíase connaturalizado desde que dio principio su nacionalidad. Habituado estaba su oído a los espantosos rugidos de las fieras, su vista a las repugnantes luchas en que se despedazaban los hombres con aquéllas, y sus corazones insensibles, a sus tradiciones guerreras y de su enérgico talante, bastó que Odoacro, jefe de los hérulos, sonase desde Rávena las manos, para que viniese a tierra el poderoso Imperio de Occidente. ¿Y sabéis por qué? Porque el valor digno y el patriotismo estaban refrenados por la corrupción, el perjurio, el latrocinio y tantos vicios como tenían enervada a la sociedad. Cuidemos de que la nuestra no llegue, por el desprecio de los principios morales, a esa extrema degeneración. Hase dicho en favor de las corridas de toros, parodiando la primera proposición de la famosa ley de la gravitación, que “la virilidad de un pueblo está en razón directa de sus espectáculos”, falsa proposición, porque en el presente caso, la segunda, que se ha omitido, destruye por completo a la primera enunciada. Esa
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segunda proposición es: “y en razón inversa del cuadrado de la inmoralidad”, la que tiene su comprobación en los mismos hechos declarados, que fueron la causa de la destrucción del poderoso imperio, minado en sus cimientos por la moral cristiana y herido de muerte por los pueblos germanos, viriles y vigorosos, sin estar habituados a los sangrientos espectáculos de los Calígulas, Nerones y Domicianos.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 9 de octubre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 6 toros de Atenco. Función extraordinaria a la Escma. Sra. Dª Dolores Tosta de Santa Anna. Un hermoso globo y música militar que tiene contratada la empresa, alternará en los intermedios con la que lleva la tropa designada para partir plaza. En estas fechas, debe haber actuado en la cuadrilla de Gaviño el banderillero Joaquín López “El Calderetero”, quien vino en compañía de Juan Pastor “El Babero”, actuando, como ya se sabe ese diestro en la plaza de la Habana, Cuba.
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Tres días después, El Universal, del 12 de octubre, publicaba en su página 3 la siguiente apreciación: TOROS. Bajo este rubro dice (a su vez) el Diario Oficial de anteayer: “Con el mejor éxito tuvo lugar ayer la corrida de toros que con mucha anticipación se había anunciado, y que la junta patriótica dedicó a la Exma. Sra. Doña Dolores Tosta de Santa Anna. Los bichos fueron muy buenos, la cuadrilla toda se lució extraordinariamente, pero se hizo notar sobre todo, el poderado Gaviño en la muerte del tercer toro, que cayó redondo a sus pies al primer piquete, con la violencia del rayo. A las cinco en punto de la tarde se lanzo un hermoso globo adornado con las tres garantías. Llevaba en el centro las armas nacionales con la correspondiente dedicatoria de la junta patriótica, a la señora esposa del Exmo. Sr. Presidente. Verificóse el lance con la mayor presteza y felicidad hasta lograr ascender lucidamente; pero por desgracia, a una elevación de cosa de trescientas varas, se incendió a la vista de todos los espectadores. El primer ligero activo de México lució muchísimo en las diestras evoluciones que hizo en el despejo del terreno. Pocas veces ha lugar de admirar una cncurrencia tan lucida como la de ayer tarde, a lo que contribuyó muchísimo el tiempo sereno que se mantuvo hasta el fin, a pesar de haber estado amenazándonos al concluir. Infructuosamente aguardamos al Exmo. Sr. Presidente, que no concurrió, y sí la Exma. Sra. su esposa, que dio varias gratificaciones a los lidiadores.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 16 de octubre. Cuadrilla de Bernardo GaviĂąo. 6 toros de Atenco. Dos toros para los coleadores Pedro y Cornelio.
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Francisco Montes “Paquiro”, contemporáneo de Bernardo Gaviño y Rueda. Fuente: colección del autor.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 23 de octubre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 6 toros de Atenco. Rara comparsa de a pie y montados en burros, los que picarán, banderillarán y darán muerte a un valiente TORO EMBOLADO. El banderillero Lorenzo Delgado, restablecido de su salud, reaparece esta tarde.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 30 de octubre. Cuadrilla de Bernardo GaviĂąo. 6 toros de Atenco. Coleadero y toro embolado.
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SAN FRANCISCO DE TETECALA, MORELOS. En El Siglo Diez y Nueve del 5 de noviembre de 1853, p. 2 y 3 se reseña el siguiente acontecimiento: REMITIDOS. Como presidente de la junta patriótica, tengo el honor de insertar al público el programa siguiente, de las funciones celebradas en San Francisco de Tetecala, en los días 11, 16 y 27 de septiembre próximo pasado. El día 10 en la noche, salió un Víctor muy lucido anunciando las próximas funciones, y para repartir los convites a todo el vecindario para la iluminación y aseo de calles; a las nueve de la noche hubo un repique a vuelo, muchos cohetes, tiros de cámara y retreta con música. El día 11 a la diez de la mañana se reunieron las autoridades y particulares en la sub-prefectura y se dirigieron en masa para la iglesia, donde se celebró misa con exposición del Santísimo Sacramento y un solemne Te-Deum; en la noche retreta.
PARROQUE DE SAN FRANCISCO DE ASÍS (TETECALA) Estado de Morelos. México. 26 de agosto de 2011. Iglesias de México. [en línea], 2014, https://www.flickr.com/photos/eltb/6084497790/ [consulta: 25 de octubre de 2014]
El día 15 en la tarde, un gran paseo de carro triunfal con la América, Hidago e Iturbide, y muchas inditas, y tirado por una compañía de mecos; en la noche iluminación, repiques, cohetes tiros de cámara y serenata. El 16 a la madrugada salvas a la hora en que se
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enarboló la bandera tricolor; a la diez de la mañana, se reunieron las autoridades y particulares del mismo modo que el día 11; después de la misa y Te-Deum salió el paseo con la América, Hidalgo e Iturbide, acompañado de todas las autoridades y particulares y las escuelas y regresó la comitiva al portal de la sub-prefectura, que fue donde se tenía preparado y muy bien adornado el salón para dicha comitiva, y la tribuna para el discurso que pronunció el Sr. Lic. D. Alejandro Villaseñor, lo que causó mucho entusiasmo a toda la población, y concluyó con muchos vivas a los héroes de la patria y al Sr. Presidente de la república mexicana D. Antonio López de Santa-Anna, y grandes aplausos al orden. En la noche serenata, y un baile patriótico compuesto de una muy lucida y numerosa concurrencia y a consecuencia un buen refresco; concluyendo dicho baile hasta las seis de la mañana. Hubo también tres corridas de toros. El 27, se repitieron los mismo actos con la misma solemnidad, cuyo discurso fue pronunciado por D. Mariano Olivera, profesor en medicina, quien mereció aplausos por la concurrencia. El día 28, honras fúnebres a los héroes de la patria. Firmado.-José María Torres.
El Siglo Diez y Nueve, edición del 5 de noviembre de 1853, p. 4.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 6 de noviembre. Seis toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. La comparsa de la muerte con su acompañamiento de lechuzas, lidiarán un toro embolado.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 13 de noviembre. Cuadrilla de Bernardo GaviĂąo. 6 toros de Atenco. Comparsa de la muerte.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 20 de noviembre. Cuadrilla de Bernardo GaviĂąo. 6 toros de Atenco. Monte Parnaso muy bien surtido de numerosas piezas de ropa, sombreros, paĂąuelos, etc.
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Mientras tanto, con la debida anticipación, los organizadores de la “Gran Feria en la ciudad de Iguala de Iturbide” y Coalcoman (Michoacán), ya daban aviso de la celebración de dichas fiestas, por lo que era conveniente que muchos se enteraran para favorecer con su asistencia en uno u otro sitio, sumándose por tanto a dichas funciones, como puede leerse en la edición de El Siglo Diez y Nueve, del 20 de noviembre de 1853, p. 4:
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 27 de noviembre. Cuadrilla de Bernardo GaviĂąo. 6 toros de Atenco. Mulas cerreras jineteadas en pelo por algunos aficionados.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 4 de diciembre. Cuadrilla de Bernardo GaviĂąo. 6 toros de Atenco. La comparsa Gigantes, Fantasmas y Hombres Gordos. Toro embolado.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 11 de diciembre. Corrida extraordinaria a beneficio de la Hacienda de Atenco y dedicada al Exmo. Sr. Presidente de la Nación, Benemérito de la Patria, don Antonio López de Santa Anna, y a su digna esposa Exma. Sra. doña Dolores Tosta de Santa Anna. Siete toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.
Retrato de Antonio López de Santa Anna, personaje que, fuera de su polémica figura, era asiduo asistente lo mismo a las corridas de toros, que a las peleas de gallos. Fuente: MEXICAN ART & LIFE. Abril, 1939. De igual forma, y quizá la única imagen de doña Dolores Tosta, obra del famoso pintor decimonónico Juan Cordero.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 18 de diciembre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Seis toros de Atenco. Espectáculo de indios seminoles y florideños.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 25 de diciembre. Cuadrilla de Bernardo GaviĂąo. Seis toros de Atenco. Comparsa de Pastoras y Pastores. Toro embolado y toro de cola.
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MUSEO-GALERÍA TAURINO MEXICANO. PIEZA Nº 20.9 Sin olvidar que este año se festejan los 200 del nacimiento del torero Bernardo Gaviño y Rueda, hecho que ocurrió en Puerto Real, España el 20 de agosto de 1812, me permito traer a esta galería un curioso retrato, que por su importancia me parece oportuno incluirlo en la sala especial dedicada a quien, en su momento llegó a ser considerado como “Papá Gaviño”.
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Este material fue publicado en el blog: APORTACIONES HISTÓRICO TAURINAS MEXICANAS el 3 de mayo de 2012. Véase: http://ahtm.wordpress.com/2012/05/03/museo-galeria-taurino-mexicano-pieza-no-20-de-nuevocon-bernardo-gavino/
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Dicho retrato se encuentra reproducido en la también curiosa edición del Dr. Carlos Cuesta Baquero: Historia de la Tauromaquia en el Distrito Federal,10 publicada en 1905. Lo interesante es que posee algunas carácterísticas técnicas, que sólo, a los ojos de especialistas, y en este caso agradezco el apoyo brindado por Gina Rodríguez y Carlos Córdoba, quienes me ayudaron a desentrañar un poco el misterio de esta imagen, que según Roque Solares Tacubac, anagrama de Cuesta Baquero, corresponde al año 1853. Me dice Gina: Lo que yo atino a ver no es un retrato fotográfico, es una imagan reproducida evidentemente en fotograbado; pero más aún se trata de un retrato litográfico, reproducido en fotograbado. Pienso esto por los nítidos detalles que se observan de los bordados del traje de luces; de haber sido un retrato fotográfico éstos no hubiera sido capturados con tanta fidelidad. Hacia 1853 la técnica de impresión fotográfica eran en ambrotipo o en "papel salado". En el primer caso, los retratos solían iluminarse pues nunca fueron tan nítidos y en una impresión sobre papel, las fibras del papel hubieran impedido que se vieran los detalles tan nítidamente. Si el retrato original no hubiera sido una litografía, me inclinaría a pensar que entonces podría haber sido un daguerrotipo; sólo un daguerrotipo muy bien hecho (y para esos años esto hubiera sido posible), guardaría tal calidad de nitidez. Por otro lado, Carlos Córdoba emitió su dictamen: Si desmontas el lado oscuro de un ambrotipo tienes una "placa negativa", la que puedes imprimir por contacto o usarla de base para la pantalla de medio tono. Creo que ese fue el caso. Descartaría el daguerrotipo ya que usualmente se convertían en grabado mediante punzón. Me interrogaría sobre la aseveración de "1853", ya se sabe que los editores son tan propensos a mentir... de todos modos para 1906 (sic) es una traducción muy mala al medio tono, ya existía por acá tecnología para lograr mejor calidad (véase la que lograba la Revista Moderna de México desde 1890). Supongo que el “detallazo”11 debajo del brazo, el extraño corte de copete12 y la falsa sombra eran productos de un taller low-tech, de esos que imprimían los carteles taurinos en papel pobre. Habría que mirar el original para terminar de especular. Como se sabe, la fotografía en cuanto técnica e infraestructura, llegó a México desde la temprana fecha de 1839. También es un hecho de que en la misión diplomática que cumplió el ministro plenipotenciario de España en México, el señor Ángel Calderón de la Barca, su esposa, Frances Erskine Inglis, Madame Calderón de la Barca, trajo a nuestro país una cámara con la que hizo varios retratos entre 1839 y 1841, aunque las mejores imágenes quedaron plasmadas en su libro de memorias: La vida en México…13 Luego entonces, las primeras imágenes ya conocidas, vendrían a ser las correspondientes al registro que se conoce de la invasión norteamericana de 1846 a 1848.
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Carlos Cuesta Baquero (Seud. Roque Solares Tacubac): Historia de la Tauromaquia en el Distrito Federal desde 1885 hasta 1905. México, Tipografía José del Rivero, sucesor y Andrés Botas editor, respectivamente. Tomos I y II. (La imagen aparece en el T. I). 11 A “detallazo” se refiere concretamente a que Gaviño lleva el capote en actitud que les es muy particular a los toreros, pues siempre ese lado, el izquierdo es representativo de cierta afirmación de la gracia repajuelera. 12 A “corte de copete”, no es otra cosa que la montera, mismo aderezo que según la moda de la época tenía esas características. 13 MADAME Calderón de la Barca (Frances Eskirne Inglis): La vida en México, durante una residencia de dos años en ese país. 6a. edición. Traducción y prólogo de Felipe Teixidor. México, Editorial Porrúa, S.A., 1981. LXVII-426 p. ("Sepan Cuántos...", 74).
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En cuanto a la historia de la fotografía con enfoque taurino, asunto que estoy tratando en una investigación con importantes avances,14 destacaba hasta hace un tiempo el hecho de que la imagen de Magdaleno Vera, picador de toros habría sido realizada en 1859, como puede comprobarse en el Revelado Nº 11: Magdaleno Vera, picador de toros publicado en este blog.15 Pues bien, y para terminar, puede afirmarse por ahora, que con el retrato hecho bajo la técnica del ambrotipo, y cuya fecha correspondería al año 1853, nos encontramos con la más remota imagen taurina concebida en nuestro país, durante el siglo XIX. Por cierto, 1853 se convirtió en el año de mayor acumulación de actuaciones del “patriarca”, que no sólo toreó en la ciudad de México. También lo vieron en Morelia, la Habana y Camagüey (en la isla de Cuba), hasta alcanzar el importante número de 45 tardes que son las que he podido registrar en la biografía de este notable personaje por mí trabajada.16
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José Francisco Coello Ugalde: Aportaciones Histórico-Taurinas Mexicanas Nº 60. “Fotografía taurina en México: 1857-2012. Un recorrido lleno de vistas” (trabajo inédito). 15 Disponible mayo 3, 2012 en: http://ahtm.wordpress.com/2011/02/28/imagenes-taurinas-mexicanas-reveladon%c2%ba-12/ 16 José Francisco Coello Ugalde: Bernardo Gaviño y Rueda: Español que en México hizo del toreo una expresión mestiza durante el siglo XIX. Prólogo: Jorge Gaviño Ambríz. Nuevo León, Universidad Autónoma de Nuevo León, Peña Taurina “El Toreo” y el Centro de Estudios Taurinos de México, A.C. 2012. 453 p. Ils., fots., grabs., grafs., cuadros.
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RESUMEN. A continuación se presentan los datos básicos sobre las diferentes noticias de “Diversiones Públicas” organizadas tanto en la ciudad de México como en sitios de la provincia mexicana. Como último dato, se podrá observar la cantidad de festejos, tanto en las plazas capitalinas (identificando aquellos que no fueron propiamente taurinos) y los celebrados en el resto de la república. En orden cronológico: PLAZA DE TOROS DE MORELIA, MICH. Al comenzar el año, actuaciones varias. (Quizá convenga fijar un mínimo de tres festejos). PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 2 de enero. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 9 de enero. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 16 de enero. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 23 de enero. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 30 de enero. PLAZA DE TOROS DE TACUBAYA, Ciudad de México. Tres festejos en febrero. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 6 de febrero. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Martes 8 de febrero. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 20 de febrero. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 27 de marzo. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 3 de abril. GRAN FERIA EN LA CIUDAD DE ZACATLÁN, PUEBLA. Del primer domingo de abril al sábado siguiente. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 10 de abril. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 17 de abril. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 24 de abril. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Lunes 25 de abril. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 1º de mayo.
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PLAZA DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 1° de mayo. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 8 de mayo. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 22 de mayo. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Jueves 26 de mayo. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 29 de mayo. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 5 de junio. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 12 de junio. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Lunes 13 de junio. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 19 de junio. PLAZA DE TOROS EN VERACRUZ. Julio, 2 festejos. SAN BARTOLOMÉ NAUCALPAN, MÉXICO. 11 de septiembre de 1853. LOS ANIVERSARIOS DE SEPTIEMBRE EN ALVARADO, VERACRUZ. 11, 16 y 27 de septiembre. COATEPEC, Veracruz. 26 de septiembre, corrida de toros. TULA, HIDALGO. 27 de septiembre. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 25 de septiembre. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Martes 27 de septiembre. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 2 de octubre. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 9 de octubre. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 16 de octubre. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 23 de octubre. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 30 de octubre. SAN FRANCISCO DE TETECALA, MORELOS. Tres corridas en septiembre. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 6 de noviembre. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 13 de noviembre.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 20 de noviembre. GRAN FERIA EN LA CIUDAD DE IGUALA DE ITURBIDE, para la segunda quincena del mes de diciembre. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 27 de noviembre. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 4 de diciembre. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 11 de diciembre. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 18 de diciembre. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 25 de diciembre.
BALANCE FINAL FESTEJOS CELEBRADOS EN EL PASEO NUEVO: 38. FESTEJOS CELEBRADOS EN LA PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO: 1, y TACUBAYA: 3 (NOTA: festejos que quedan en duda por falta de información). EN OTROS SITIOS DEL PAÍS NOTICIAS CORRESPONDIENTES A: MICHOACÁN, ZACATLÁN (PUEBLA), VERACRUZ (ALVARADO, COATEPEC Y EL PROPIO PUERTO), SAN BARTOLOMÉ NAUCALPAN (MÉXICO), TULA (HIDALGO), SAN FRANCISCO DE TETECALA (MORELOS), e IGUALA DE ITURBIDE (GUERRERO).
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EN MÉXICO, CIUDAD EN EL DÍA 5 DE NOVIEMBRE DEL AÑO DE GRACIA DOS MILÉSIMO y DÉCIMO CUARTO.
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