ANUARIO DE AVISOS, CARTELES y NOTICIAS TAURINOS MEXICANOS. (AÑO DE 1887)
JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE
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APORTACIONES HISTÓRICO TAURINAS MEXICANAS. ANUARIO TAURINO MEXICANO. 1887.
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APORTACIONES HISTÓRICO TAURINAS MEXICANAS Nº 109 ANUARIO DE AVISOS, CARTELES y NOTICIAS TAURINOS MEXICANOS. (AÑO DE 1887)
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JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE
APORTACIONES HISTÓRICO - TAURINAS MEXICANAS N° 109. ANUARIO DE AVISOS, CARTELES y NOTICIAS TAURINOS MEXICANOS. (AÑO DE 1887)
MÉXICO, 2015 4
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José Francisco Coello Ugalde. Reservados todos los derechos. 2015. Centro de Estudios Taurinos de México, A.C. 2015.
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra -incluido el diseño tipográfico y de portada-, sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico, sin el consentimiento por escrito, tanto del autor como del editor. Imagen de la portada: Se trata de un grabado con todo el sello creador de Manuel Manilla. Se publicó en El Nacional, en su edición del 3 de julio de 1887, p. 2. 5
INTRODUCCIÓN El toreo, debemos entenderlo como un sentido compatible con las razones que van camino de definir nuestro ser. Los toros como manifestación técnica y estética, también expresan carácter de identidad. México como nación es una historia con un impacto dramático muy especial, por cuanto existe en la múltiple ambición reducida a una de las partes de "Fuente Ovejuna" de Lope; al respecto de aquello que dice: "Todos a una". Fueron muchos años de intensa exploración muy costosa, pero algo satisfactorio había de llegar. Como sentido pasajero arribó en 1867, año de la Restauración de la República. La fiesta, se comportaba justamente como respuesta mimética -si es válido etiquetar así tal síntoma- del orden de cosas existentes plaza afuera. Es el siglo XIX una veta riquísima donde ocurren a poco de sus comienzos las jornadas bélicas de independencia. Tras ese hecho histórico se generan los normales deseos de cambio en todas las estructuras de la sociedad. Y no podía faltar la taurina. Sin ser notorio un lineamiento para dar continuidad a la tauromaquia peninsular -como resultado de esa liberación-, se ponen de moda géneros de diversión sui géneris, como las "jamaicas", "montes parnasos", "toros embolados", y un "toreo campirano", conceptos todos ellos practicados en los escenarios dispuestos para su puesta en escena: la plaza de toros. Allí mismo se dieron a la tarea de recuperar la noción del toreo algunos de los espadas mexicanos como Luis, Sóstenes y José María Ávila, Pablo Mendoza, y otra pléyade, los cuales compartían las palmas con Bernardo Gaviño y Rueda quien trajo de España el contexto más vigente del arte de torear para entonces. Esta mezcolanza fue de la mano hasta el arribo del año 1867, momento en que bajo el régimen de Benito Juárez -de gesto proliberal y administrativo para con el asunto en tratamiento-, ponen en entredicho la "anarquía" entonces prevaleciente en las corridas de toros; por lo que no se concede licencia para la lidia de toros en el Distrito Federal. Tal 6
prohibición se prolongó largos 19 años y meses. En tanto, plazas provincianas permitieron la extensión de aquellos festivos deleites y Cuautitlán, Tlalnepantla, El Huisachal, Toluca, Pachuca, Puebla y otras eran escenario perfecto para tan significativos goces populares. Fue a finales de 1886 en que se derogó el decreto antedicho, lo cual permitió que se produjera un auge sin precedentes en la historia taurina de México. Se construyeron plazas de toros, se inició un reencuentro del periodismo con el aficionado, haciéndose notorio el lado didáctico de ese empeño. La llegada de los toreros españoles marca un punto de partida para lograr, además de una competencia con nuestros toreros, el enraizamiento de por vida del toreo de a pie, a la usanza española y en versión moderna. De ese modo vinieron a erradicarse viejos vicios y comenzó una nueva etapa donde se hizo notoria una asimilación y un deseo por encauzar la fiesta brava en el derrotero definitivo. Para ello, sirvió la labor constante, activa y combatiente de los periodistas, verdaderos conocedores del arte de "Cúchares" y que para mayor beneficio de la afición, abrevaron de obras fundamentales venidas de la península ibérica. La creación de grupos como el "Centro Taurino espada Pedro Romero" marcó otro triunfo más poniendo de manifiesto el ideal de una tauromaquia largamente esperada en México. En oposición a ello, hay tribunas y existen públicos que son afectos a los valores mexicanos, cuya situación perderá terreno conforme vaya dominando la nueva arquitectura en el panorama nacional. No solo eso. También se debe hacer notar un sentido de independencia radical manifestado por Filomeno Mata, Eduardo Noriega Trespicos, Wenceslao Negrete o por Manuel Gutiérrez Nájera,1 principales representantes del entorno de una actividad periodístico-político-taurina, donde se encuentran dos vertientes opuestas cuya labor se cimenta en ideologías de un nacionalismo exacerbado con ejemplos como El Monosabio, El Arte de la lidia, El arte de Ponciano, La verdad del toreo, contra la visión del prohispanismo donde La Muleta, y El Toreo Ilustrado fueron los exponentes más claros y en donde se encuentra un empeño en consolidar sus propósitos. Tales corrientes del pensamiento
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Manuel Gutiérrez Nájera. Espectáculos, p. 147-51: Una corrida de Ponciano Díaz (M. Can-Can, "Memorias de Madame Paola Marié", en El Cronista de México, año IV, T. IV, núm. 13 (3 de septiembre de 1882), p. 237.
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periodístico constituyen a la larga, un baluarte para definir estructuras pedagógicas inapreciables. Y si en un principio no fueron estables, al final ganaron en calidad con una prensa reforzada total e ideológicamente, pero que luego fué perdiendo valores por la incapacidad moral de muchos llamados "periodistas", cuyo descaro provoca deformación en las ideas colectivas pues no utilizan su fuerza sino para todo, menos para sancionar con justicia las cosas habidas en el toreo. José Machío y Luis Mazzantini, españoles ambos, son la motivación adecuada para definir eternamente una expresión de torear tal y como hoy la conocemos. Desde luego, hace un siglo vinieron a sembrarse esas raíces que, junto a las de Ponciano Díaz, máximo representante de la torería mexicana, fueron adquiriendo forma, expresión y belleza, al paso de los años. El arte y la técnica concurren a poner el toque distintivo y permanente de la razón con que se inicia y desemboca todo este gran movimiento del toreo moderno en México. Y sin saberlo, Benito Juárez o las autoridades administrativas responsables del momento, en vez de perjudicar a la fiesta propició en gran medida -o al menos, influyó- en los cambios radicales de la fiesta de los toros al final del siglo XIX. Aunque de hecho, la derogación fue motivada por la urgencia de costear las obras del desagüe del Valle de México. Esto seguía siendo una cuestión normal, luego de que en el siglo XVIII, las fiestas taurinas fueron utilizadas como apoyo económico, y servir de esa manera a mejorar muchas obras públicas, razón que una vez más, vuelve a presentarse en los momentos de la recuperación del espectáculo en la capital del país. Con la reanudación casi 20 años después al decreto autorizado por Juárez, sucede lo que puede considerarse como un "acto de conciencia histórica", intuido por aquellos que lejos de la política intervinieron en la nueva circulación taurina en la capital del país. Se preocuparon por rehabilitar lo más pronto posible aquel cuadro lleno de desorden, un desorden si se quiere, legítimo, válido bajo épocas donde las modificaciones fueron mínimas. Uno de esos participantes fue el entonces popularísimo diestro Ponciano Díaz que si bien, pronto se alejó de esos principios y los traicionó, dejó sentadas las bases que luego gentes como Eduardo 8
Noriega -dentro del periodismo-; los miembros del centro Espada Pedro Romero y el Dr. Carlos Cuesta Baquero, serán los representantes natos de aquella reforma que superó felizmente el crepúsculo del siglo XIX. Y Ramón López se suma a este movimiento. Por otro lado, el aprendizaje de las tareas charras adquirido por Ponciano es el producto de una herencia y una vivencia profundamente ligadas a la actividad cotidiana ejercida en el campo bravo de Atenco. Allí se formó con profundo apego a las normas y cuando "rompe" al mundo exterior no se divorcia de todo un aparato formativo; al contrario, sigue practicándolo pero combina las formas de torear entonces en boga, con su auténtica expresión de charrería. Logra gustar en buena parte de su trayectoria, aunque más tarde cae en vicios que no puede dominar, siendo víctima de su propia ceguera, trampa de la que ya no podrá salir. Estos "vicios" fueron en Ponciano formas de aceptar lo impuesto por España y después negarlas; o en su defecto, insinuar que ya era posible verle torear como los hispanos, cuando no se trataba más que de un consumado charro metido a torero. Un charro de fuerte arraigo social al que le toca enfrentar el más radical de los cambios para el toreo en México durante el siglo XIX. Frente a aquel estado de cosas, vale la pena una revisión crítica que parte de la razón con que Ponciano Díaz se desenvuelve de 1876 a 1887 -en provincia, desde luego- con el afecto popular de su lado, hasta que empieza a desarrollarse ese periodismo que no se sustenta en florituras ni en aguerridas estampas de la charrería o el jaripeo. Ese nuevo periodismo incorpora los valores de una noción moderna que en España daba grandes frutos y en México se perfilaba a inicios bien sólidos. Pero también se da el periodismo que favorece el quehacer de Ponciano, figura principalísima de ese momento. Dejemos un momento la situación netamente torera y vayamos al aspecto que se sumerge en los aspectos de carácter social, propios del porfiriato. Para ello, cuento con una fuente importante, la de William Beezley, investigador de la North Carolina State University, y su artículo: "El estilo porfiriano: Deportes y diversiones de fin de siglo".2
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William Beezley: El estilo porfiriano: "El estilo porfiriano: Deportes y diversiones de fin de siglo", en Historia Mexicana, vol. XXXIII oct-dic. 1983 No. 2 p. 265-284. (Historia Mexicana, 130).
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En ese trabajo no sólo se encuentra la envolvente de las diversiones, sino que también no deja de repasar las condiciones políticas y sociales del momento. Veremos más adelante el espacio dedicado a los toros y las imprecisiones en las que incurre. Acierta Beezley al decir del régimen y sus engranes, que Los porfiristas unían todo con una laxa ideología a base de positivismo compteano con toques de catolicismo o anticlericalismo, de indianismo o anti-indianismo y con dosis más o menos grandes, más o 3 menos pequeñas de la fe liberal en la eficacia de la propiedad.
Justo es precisar que si bien, el autor se dejar llevar por el lado de los juegos, es de persuadirnos con anticipación del análisis que hace sobre el régimen para así evitarnos caer en situación semejante. Dice que en 1895 se resuelve un gran problema habido entre iglesia y estado (que no es más que el de la política de conciliación). Por tanto la feliz solución a todo esto fue la coronación de la Virgen de Guadalupe -el 12 de octubre de 1895- que no hubiera tenido lugar sin el permiso del Papa y sin la aquiescencia de don Porfirio. Por esa y otras razones se piensa que se dio paso a un optimismo no solo reflejado en política o economía sino que como persuasión cultivase con los entretenimientos, "porque los mexicanos escogían claramente y sin ambigüedades su diversión" dice Beezley. El citado optimismo parte también de una llamada "tranquilidad política" y del "éxito económico", no por la ideología política o la filosofía económica en cuanto tales. Ello daba o apuntaba en el sentimiento popular de que el mexicano común pensara en el porvenir lo cual significa la ya citada "persuasión". En cierta forma, esa reacción popular era apenas algo más que una manía, que se extendió por la nación hacia 1888. Se desvaneció con la depresión de 1905, y desapareció con el estallido de la revolución en 4 1910.
Llama la atención la cita de 1888. Justo es recordar que ubicado el asunto temporal en el toreo, ha corrido un año aproximadamente después de la recuperación de la fiesta en la capital del país. Nuestro autor presenta según su perspectiva asimilada al concepto taurómaco. El mismo
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Op. cit., p. 265. Ibidem., p. 266.
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confiesa que "los anglosajones veían todo con horror". Cita con alto grado de superficialidad e incluso hasta de cierta desinformación el proceso de las formas que constituían al toreo en el siglo XIX en un tono próximo al de guía de turistas. Es importante -antes de abordar el punto central- su opinión sobre los valores que resaltan del espectáculo decimonónico. Durante el siglo XIX, la corrida fue metáfora de la sociedad mexicana. El "presidente" representaba al caudillo, cacique o patrón que regía las actividades de todos y señalaba el ritmo del quehacer diario. Solo en una sociedad paternalista podía tener sentido un ritual semejante. Los "actores" señalaban jerarquías sociales en las que cada hombre desempeñaba su papel y dejaba que la sociedad como un todo llevara a cabo la tarea. Aunque había cooperación entre banderilleros, picadores y toreros, no formaban un verdadero equipo. El matador dependía de los demás, pero sin duda pertenecía a una jerarquía más alta y recibía todos los honores. El matador era epítome de la fiesta; debía mostrar aquellos atributos que, dentro de ese orden masculino, se consideraban más valiosos. Tenía que enfrentar a la naturaleza despiadada en su expresión más feroz: el toro enfurecido. El torero debía ser más valiente, inconsciente en su desconsideración, firme ante la caída del toro; debía olvidar riesgos, ignorar heridas y temores y arriesgar por el honor aun su vida. Pero sobre todo debía actuar con gran cortesía y refinado decoro. Campesinos, peones, léperos, trabajadores -la sociedad entera (los comentaristas señalaban a menudo que el público era una muestra de la sociedad)admiraban la cortesía mexicana, la impavidez ante el peligro y la necesidad de hacer frente a cualquier 5 riesgo. La corrida reunía crueldad, sangre y muerte, pero también la vida.
Lo anterior resume el concepto de estabilización que obtuvo el toreo luego de superar además de la prohibición de 1867, las condiciones mismas de búsqueda y ubicación debido ello al natural curso de una fiesta sin tutoría específica; más que la del libre albedrío. Llegamos a lo que puede ser un serio problema de apreciación y ubicación temporal por falta de conocimientos sobre el tema. No es negado que bajo el porfirismo y por razones que se han de explicar en su momento, se prohibieron las corridas de toros de 1890 a 1894 y no como lo dice Beezley, que En el primer gobierno de Porfirio Díaz se prohibieron las corridas en el Distrito Federal y otros estados importantes, incluso Zacatecas y Veracruz. Esta restricción duró hasta 1888, año en que se permitieron 6 otra vez en la capital, los estados mencionados y el resto del país.
Donde de plano las cosas desquician -y es de lamentar el esfuerzo del estudioso norteamericano- es al justificar las causas de aquel bloqueo, causas que bien podían encajar 5
Ibid., p. 275. Ib., p. 276. Muy importante es señalar que el primer gobierno de Porfirio Díaz no se da hasta el levantamiento de la Noria, en 1876, nueve años después de que Juárez ha autorizado prohibir la diversión popular. Por otro lado, la restricción no "duró hasta 1888" sino hacia fines de 1886, fecha en la cual se derogó el decreto de prohibición, dando pie a la recuperación a partir del 20 de febrero de 1887. (Nota: si Ponciano Díaz inicia su trayectoria en 1876, lo mismo hará Porfirio Díaz en otro terreno: el militar y político. Por ello, ambos Díaz, van de la mano). 6
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dentro de las condiciones propias de 1867 y dentro de la personalidad no del dictador sino del presidente liberal que lo fue Benito Juárez. O por el otro lado, pensar en Díaz, pero en el Díaz de 1890-1894, periodo de la ya citada futura prohibición. Así, la primer causa es que se haya debido a la ambición política y nacionalista de Díaz (¿progresista y de avanzada por parte de Juárez?). Quería este el reconocimiento diplomático y político de Estados Unidos y Gran Bretaña, países que criticaban duramente el atraso de la sociedad mexicana, y describían al país como una tierra de bandidos que tenía un gobierno inestable, no pagaba sus deudas y que además se complacía en la crueldad con los animales. Se referían a las corridas como simple hostigamiento del toro, en las que se atormentaba al animal para distracción del público, y se le mataba solo cuando la multitud caía en el aburrimiento. Al prohibir las corridas en la capital, en un puerto tan grande como Veracruz y en Zacatecas, la principal zona minera, pocos extranjeros verían el espectáculo, con lo que el dictador afianzaría su imagen de reformador que 7 sacaba a México de la barbarie para colocarlo en la comunidad de las naciones occidentales.
Posiblemente se hayan generado los ataques por parte de Gran Bretaña y Estados Unidos pero no por la mera intención de orientarlos a la "barbarie" arrojada por el espectáculo taurino. Es posible sí, que los viajeros norteamericanos o europeos se hayan expresado en oposición o con repudio hacia la fiesta torera (v.gr. W. H. Hardy, Latrobe y otros). Vemos en la literatura consultada para la confirmación de aquel progreso o retraso de las economías que sí, efectivamente hubo avance aunque se soslaya el problema social -entonces muy intenso entre las capas inferiores- para darle a las altas esferas todo favorecimiento en diversas ramas de la economía. También ocurre dentro de este cuadro de economías un impacto de las inversiones extranjeras que permitió desarrollos que no pudieron frenar aun así la explotación. Pensamos finalmente que siendo los Estados Unidos de Norteamérica y la Gran Bretaña dos potencias de donde se apoyaba México con los grandes préstamos, ese reclamo se haya hecho notar en plena época del dominio juarista. Nuestro país, fue en un momento "tierra de bandidos". La resaca de guerras internas, motivo este de definición por muchos años de nuestro destino y nuestra razón de ser, arrojó un constante "desempleo" de la parte castrense porque La república restaurada va a ser de tipo civil, lo castrense está supeditado al civilismo. Se busca la 8 pacificación y se licencia la tropa, aumentando por eso el bandolerismo. 7 8
Ib. Historia de México. Un acercamiento, p. 39.
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Que conste la "tierra de bandidos" sigue dando cosecha. La prohibición tuvo reflejo en los siguientes puntos del país: Puebla, Chihuahua, Jalisco, Oaxaca, San Luis Potosí, Hidalgo y Coahuila (y nunca Veracruz y Zacatecas. Incluso en Zacatecas toreó mucho Lino Zamora allá por los años ochenta). Otra contradicción. El Gral. Porfirio Díaz era afecto a las corridas de toros. Incluso se dice que en sus años mozos "echaba capa". Asistió en distintas ocasiones a corridas y eso de que "afianzaría su imagen de reformador que sacaba a México de la barbarie para colocarlo en la comunidad de las naciones occidentales" no es directamente un reflejo brotado de aquellos grupos asistentes a las fiestas toreras. Sí del panorama social (del que) fueron desapareciendo los agresivos y ásperos perfiles de mochos y chinacos al ser sustituidos por el comedimiento enchisterado de esos hombres y mujeres que ahora, al 9 modo de una especie zoológica desaparecida, se clasifican como de "tiempos de don Porfirio".
Es ahí entonces, cuando se da el auténtico acercamiento a la comunidad de las naciones occidentales. Aquí otra cita de Beezley. Después de 1888, los bonos de Díaz y especialmente del país se habían elevado considerablemente a los ojos del mundo. Díaz no necesitaba ya preocuparse por la reputación de crueldad que tenía México, de modo que ignoró la petición de la Sociedad para prevenir la crueldad con los Animales (cuyo presidente honorario era su mujer), y del Club contra las Corridas de Toros. En vez, el gobierno se dedicó a exigir sombreros de fieltro y pantalones a los indios que llegaban a la ciudad, para que en la apariencia por lo menos, tuvieran un aire europeo. Hacia 1890 el éxito de Díaz hizo crecer el sentimiento de orgullo en México, y el nacionalismo en ciernes revivió las que se consideraban tradiciones genuinas. Ese nacionalismo se alimentaba de un sentimiento romántico hacia los aztecas y hacia la cultura colonial. La sociedad capitalina celebró una "guerra florida", farsa que recreaba el ritual azteca, con un desfile de carros alegóricos, desde los que los pasajeros se arrojaban flores. Díaz descubrió el monumento a Cuauhtémoc en una de las glorietas más importantes de la ciudad y permitió que se reanudaran las corridas en la 10 capital.
Posible es que en 1888 haya existido una "Sociedad para prevenir la crueldad con los Animales" pero un Club contra las corridas de toros, solo pudo estar formado de aquella parte de la prensa opositora, liberal y radical amen de contar con los inconfundibles aliados del progreso. Y junto a la exhumación de "guerras floridas" y el descubrimiento de la figura de Cuauhtémoc, como una revalorización de nuestras culturas ancestras, Díaz -o su régimen- permiten la circulación de nueva cuenta a las corridas de toros que, como ya 9
Edmundo O'Gorman. México. El trauma de su historia, p. 87. Beezley, ib., p. 276-7.
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sabemos se da en el Congreso a partir de diciembre de 1886. En la práctica, justo el 20 de febrero de 1887. Quizás se refiera Beezley a la prohibición de 1890 a 1894 (de la que hablaremos en el capítulo VI de esta tesis), cuando el gobernador del Distrito Federal el general Pedro Rincón Gallardo concedió el permiso correspondiente para que el 20 de mayo de 1894 y en la plaza de Mixcoac actuaran: Juan Moreno El Americano, José Centeno y Leopoldo Camaleño (quien recibió la alternativa) con toros de Atenco. Otra explicación para que se prohibieran las corridas se encuentra en las hipótesis antropológicas de juego profundo (deep play) de Clifford Gertz, y de exhibición ritual (ritual display) de Susan Burrell. Con estos elementos Beezley dice que La corrida significaba sumisión al caudillo en una sociedad piramidal, que pedía al individuo ignorar todos los riesgos, para que llenara la función tradicional que se le había asignado. La corrida era antítesis de la plataforma política a la que Díaz aspiraba, que pedía cambios en el gobierno, elecciones genuinas y el final del caudillismo. Desde 1876 hasta 1888 Díaz y Manuel González consolidaron el poder arrasando con caudillos locales y regionales, rompiendo las alianzas en el ejército y destruyendo los lazos personales en los negocios. Díaz alentó el centralismo en el gobierno y la economía capitalista como ideales impersonales e institucionales. La consolidación del poder no admitía individualismo exagerado o resistencia desordenada. Hacia 1888, el sistema se hallaba donde Díaz quería tenerlo. Había reordenado el poder político, casi no necesitaba hacer uso de la fuerza, había conseguido reconocimiento nacional e internacional, y estaba listo para que se le reconociera como padre de la patria, y, como tal, podría mediar, orquestar, recompensar y castigar. El nuevo patriarca estaba listo para volver a los despliegues rituales del paternalismo. Asolearse en una corrida ante la presencia del patriarca, aunque solo fuera en sentido 11 metafísico era una cualidad del estilo porfiriano de persuadir.
Justo en recientes notas tomadas de una obra preparada por el Dr. Juan A. Ortega y Medina, califica en tonos distintos al espectáculo de toros, ya como "vestigio vivo de la crueldad española" o aquel otro en donde dice "que las corridas son un rezago prehistórico y mítico; un críptico culto heliolátrico que por vías misteriosas se cultiva todavía en España y que aquí en México, como en otros lugares del mundo hispanoamericano, encontró acogida entusiasta, acaso por la oculta razón de la superposición del culto ibérico al Sol con los cultos prehispánicos solares".12 Las visiones de W. Beezley son interesantes, aunque no encajan cuando se habla de Díaz, mismo que inicia su quehacer político en 1876 (quehacer con el que llega al poder) luego de realizar las acciones que condujeron al Plan de Tuxtepec. Sí, todo cae en el eje de Porfirio
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Ib., p. 277. Juan Antonio Ortega y Medina. Zaguán abierto al México republicano (1820-1830), p. 43-4.
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Díaz, menos las cuestiones que ahora nos atañen, la conclusión es que encontramos aquí un desfasamiento de dos décadas, a partir de la prohibición impuesta en 1867. Lo posible aquí es que Díaz -en cuya dictadura se mantiene diez años ese decreto-, Beezley hace suyo para el general mismo ese decreto. Es cierto, aunque las corridas continuaron su curso normal en distintos puntos del país y tan cercanos a la capital -crasa provocación- como Tlalnepantla, Texcoco, Toluca y otros. Que si el sistema y la sociedad marcan alguna dialéctica de beneficio, pienso que sí. En primera instancia lo dialéctico comprende ese carácter de correspondencia (o, en su defecto cuando tiene que entenderse la síntesis de los opuestos, por medio de la determinación recíproca). Pues bien, es existente en dos fuerzas que van nutriendo sus razones mismas de ser. El toreo seguía siendo una expresión que de modo más rotundo, hicieron suya los mexicanos, por lo cual no era difícil que se congregaran las multitudes, donde lo abigarrado de los tendidos permitía mezclas informes de gentes de la alta sociedad y del bajo pueblo como en símbolo propio de la proyección que el espectáculo garantizaba. PLAZAS - GANADERIAS - TOREROS. Hemos visto al inicio de este capítulo lo relacionado a plazas de toros, de las cuales se levantaron un buen número y en poco tiempo por diversos puntos de la ciudad. Por ejemplo San Rafael fue inaugurada el 20 de enero de 1887. Colón y Paseo el 10 de abril del mismo año; Coliseo el 18 de diciembre, también de 1887. Bucareli, 15 de enero de 1888. Ese mismo año, Ponciano Díaz quien era dueño en sociedad con José Cevallos de la de Bucareli, estrena otra plaza más en la Villa de Guadalupe. Y, aunque de menor trascendencia, en el barrio de Jamaica se instaló la plaza Bernardo Gaviño. Se sabe que hubo una más por el rumbo de Belem. Como es de notarse la efervescencia del toreo creció notablemente y las plazas surgían casi como hongos en la tierra. Claro que de las plazas aquí reseñadas (a excepción de Bucareli 1888-1899) no resistieron más que las broncas despiadadas por males tardes o la inclemencia del tiempo, puesto que solo eran levantadas con madera. Años más tarde, y tras la prohibición de 1890-1894, las plazas de Tacubaya, Mixcoac, y una improvisada en Tlalpan, junto con la de Ponciano Díaz -ya en propiedad de 15
la empresa J. Ibáñez y Cía.- siguieron proporcionando espectáculos. Iniciada la segunda mitad del siglo que nos congrega, puede decirse que las primeras ganaderías sujetas ya a un esquema utilitario en el que su ganado servía para lidiar y matar, y en el que seguramente influyó poderosamente Gaviño, fueron San Diego de los Padres y Santín, propiedad ambas de don Rafael Barbabosa Arzate, enclavadas en el valle de Toluca. En 1835 fue creada Santín y en 1853 San Diego que surtían de ganado criollo a las distintas fiestas que requerían de sus toros. Durante el periodo de 1867 a 1886 -tiempo en que las corridas fueron prohibidas en el Distrito Federal- y aún con la ventaja de que la fiesta continuó en el resto del país, el ganado sufrió un descuido de la selección natural hecha por los mismos criadores, por lo que para 1887 da inicio la etapa de profesionalismo entre los ganaderos de bravo, llegando procedentes de España vacas y toros gracias a la intensa labor que desarrollaron diestros como Luis Mazzantini y Ponciano Díaz. Fueron de Anastasio Martín, Miura, Zalduendo, Concha y Sierra, Pablo Romero, Murube y Eduardo Ibarra los primeros que llegaron por entonces. La familia Barbabosa, poseedora para entonces de Atenco, inicia esa etapa de mezcla entre su ganado criollo y uno traído ex profeso para la reproducción y selección, obligadas tareas de un ganadero de toros bravos. Por una curiosidad, puede decirse que retorna a Atenco el honor de ser -de nuevo- la ganadería de toros con el privilegio -ahora sídel concepto profesional para la crianza y todos sus géneros del toro bravo. Junto a esta ganadería y en 1874, don José María González Fernández adquiere todo el ganado -criollo- de San Cristóbal la Trampa y lo ubica en terrenos de Tepeyahualco. Catorce años más tarde este ganadero compra a Luis Mazzantini un semental de Benjumea y es con ese toro con el que de hecho toma punto de partida la más tarde famosa ganadería de Piedras Negras la que, a su vez, conformó otras tantas de igual fama. Por ejemplo: Zotoluca, La Laguna, Coaxamaluca y Ajuluapan. La reanudación de las corridas de toros en el Distrito Federal significó uno de los acontecimientos sociales más interesantes de aquel momento. De pronto surgió una efervescencia sin precedentes al construirse varias plazas de toros. También circularon 16
distintas publicaciones taurinas favorables al toreo mexicano o al español, según la formación y filiación de sus redactores, mostrando incluso, una calidad de edición similar a las que se editaban en España. En fin, el ambiente recuperó rápidamente su ritmo y la ciudad volvió a estar de fiesta. Día a día se mostraba un síntoma ascendente y asimismo constante. Quedaron atrás aquellas manifestaciones propias de aquel toreo que se mantuvo sin tutela, muestra por valorarse así mismos y a los demás por su capacidad creativa como forma continua de la mexicanidad en su mejor expresión. Por otro lado es algo así como la búsqueda del eslabón perdido donde se daba cabida a la sucesión de invenciones. Tras la prohibición ya mencionada como objeto de este estudio puede decirse que veinte años no significaron ninguna pérdida, puesto que la provincia fue el recipiente o el crisol que fue forjando ese toreo, el cual habría de enfrentarse en 1887 con la nueva época impuesta por los españoles, quienes llegaron dispuestos al plan de reconquista (no desde un punto de vista violento, más bien propuesto por la razón). De ahí que el toreo como autenticidad nacional haya sido desplazado definitivamente concediendo el terreno al concepto español que ganó adeptos en la prensa, por el público que dejó de ser público en la plaza para convertirse en aficionado, adoctrinado y con las ideas que bien podían congeniar con opiniones formales de españoles habituados al toreo de avanzada. Al mencionar ahora a los toreros, debe este apunte basarse en dos líneas que luego se fusionaron para el logro definitivo de la sola expresión impuesta como la más razonable, en virtud de sus mejoras, avances, manifestaciones y demás esplendores, como es el toreo de a pie a la usanza española y en versión moderna. Por el lado de los mexicanos, Ponciano Díaz (1856-1899), torero con bigotes como los demás de esa época, formado bajo la tutela de expresiones nacionales y en el campo, fundamentalmente. Los públicos de entonces dejan llevarse y forman parte a su vez, de una idolatría que muy pocos diestros han conseguido a lo largo de las distintas épocas del espectáculo. Rompió con los feudos establecidos de lustros atrás y supo incorporarse a la 17
actividad provinciana con éxitos inenarrables (si no, que lo digan versos populares, prensa a su favor, retratos, fotografías, anécdotas, entre otras cosas). De él se puede hablar y hasta dedicarle espacio más significativos.13 Sin embargo, larga es la lista, por lo cual prosigo. En importancia le siguen: (T) Torero; (B) Banderillero; (P) Picador; (O) Otros. -Pedro Nolasco Acosta (T) -Arcadio Reyes "El zarco" (B. y desde el caballo) -Gerardo Santa Cruz Polanco (T) -María Aguirre "La Charrita mexicana" (desde el caballo) -Braulio Díaz (B).14 Estos son los toreros más representativos de aquel momento. Ella, La Charrita mexicana logró figurar en medio de un ambiente dominado únicamente por hombres (aunque a mediados del siglo XIX fue notoria la actuación de otras tantas mujeres que, por el solo hecho de arriesgar sus vidas, forman parte de aquel ambiente con un mérito bien ganado). María Aguirre en compañía de Ponciano Díaz demostraban el quehacer torero representado como una muestra de lo nacional. Pedro Nolasco Acosta, de cuyo perfil general escribí algunas notas en el capítulo anterior, es uno de tantos toreros que mantienen la hegemonía de la tauromaquia en tiempos de prohibición del espectáculo en la capital del país. Por él se concibe la presencia taurina en San Luis Potosí. Arcadio Reyes El Zarco enriquece el bagaje torero vistiendo las más de las veces con el traje de charro y poniendo banderillas desde el caballo, lo mismo aquí que en Perú, a donde fue en compañía de Diego Prieto Cuatrodedos. Fue en un momento miembro de la cuadrilla de Ponciano Díaz. Gerardo Santa Cruz Polanco, también surgido de las filas poncianistas, decidió formar la "Cuadrilla Ponciano Díaz", en la cual latían aquellos principios evolucionistas que no pudo 13
José Francisco Coello Ugalde. Ponciano Díaz, torero del XIX. A 100 años de su alternativa en Madrid. (Biografía). Prólogo de D. Roque Armando Sosa Ferreyro. Con tres apéndices documentales de: Daniel Medina de la Serna, Isaac Velázquez Morales y Jorge Barbabosa Torres. México, 1989 (inédito) 282 h. 14 Véase nota N° 108 del presente trabajo. Allí aparece la información complementaria de la presente nómina.
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mantener el propio atenqueño. Por conducto de esta cuadrilla es como se revalora el toreo moderno, luego de que dicha expresión "a la mexicana" fue diluyéndose en medio de nuevas razones técnicas y estéticas. En cuanto a Braulio Díaz, podemos hablar de un personaje siniestro, envuelto en leyendas, dado que fue quien dic muerte a Lino Zamora allá por 1884 en Zacatecas. PRENSA Como resultado de la trascendencia que tuvo aquella nueva época surgió un amplio movimiento periodístico que reflejó lo importante de ese despertar para la fiesta torera. -El Arte de la Lidia (1884-1905) fue la primera publicación que incluso se adelantó a todo el movimiento. Julio Bonilla fue su director. -La Banderilla (1887) -La Muleta (1887) -El Monosabio (1887) -El Toreo Ilustrado (1894).15 Estas publicaciones guardan tendencias bien definidas, pues así como La Banderilla y El Monosabio eran pro-nacionalistas en cuanto modo de exaltar las hazañas de nuestros
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Biblioteca Nacional. La fiesta Nacional (ensayo de bibliografía taurina). Madrid, 1973. 233 p. ils., facs. (Panoramas bibliográficos de España, 1), p. 153-93. -El Cencerro (1888) -El Correo de los toros (1887) -El Correo Taurino (1894) -La Divisa (1887) -La Divisa, Puebla (1887) -El Estoque, Puebla (1887) -La Lidia (1894) -El Loro (1894) -El Puntillero (1894) -La Sombra de Gaviño (?) -La Sombra de Pepe-Hillo (?) -El Toreo (1895) -El Toro (1887) -Toros en Puebla (1887) -El Valedor Taurino (1888) -La Verdad del Toreo (1887) -El Volapié, Puebla (1887) -La voz del toreo, (1887) -El Zurriago Taurino (1887) -El Arte de Ponciano (1888) -El toro de once (1887) -El Picador (1890)
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toreros, La Muleta y El Toreo Ilustrado son bandera del nuevo toreo y apoyo a la expresión que fue imponiéndose a partir de los diestros españoles. Como puede observarse, 1887 significa el nuevo amanecer, la nueva época de toros en México cuyo significado es crucial en la medida en que su influencia dejó atrás testimonios que bien pronto se dispersaron y diluyeron para dar paso a la nueva instancia emergente, cuyo peso y trascendencia estarán presentes en toda actividad desarrollada en torno al espectáculo de toros que ha encontrado ya forma de asentar raíces más firmes.
José Francisco Coello Ugalde Maestro en Historia. Ciudad de México, enero de 2015.
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18 87
E N E RO PLAZA DE TOROS DE TLALNEPANTLA, MÉX. Gran corrida, con división de plaza, para el Sábado 1° de Enero.-Ocho toros a muerte. Dos matadores. Primera división. Se lidiaron cuatro toros de la ganadería de GUATIMAPÉ, del Estado de Durango. Divisa: VERDE Y AMARILLA. Espada: Francisco Gómez “El Chiclanero”. Presidencia del Sr. Manuel Salas. Segunda división: Se lidiaron cuatro toros de la ganadería de PARANGUEO del estado de Guanajuato. Divisa: COLORADA Y BLANCA. Espada: Juan Moreno “El Americano”. Presidencia del Sr. Pedro Rocha.
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PLAZA DE TOROS DEL “PASEO NUEVO”, PUEBLA. Domingo 2 de enero de 1887. Hoy debe comenzar a torear en Puebla el espada José Machío, contratado por el Sr. Empresario Joaquín Camacho, para dos corridas. En la función de hoy, dará muerte a toros de la ganadería de Piedras Negras, y en la del 9, a los de San Diego de los Padres.
Plaza de toros del “Paseo Nuevo” en Puebla. Ca. 1900. Imagen disponible en internet, abril 27, 2015 en: https://tiempobullet.wordpress.com/2015/02/11/te-presentamos-los-30-indultosen-la-monumental-plaza-de-toros-mexico/
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PLAZA DE TOROS EN TOLUCA, MÉX. Domingo 2 de enero de 1887. Gran corrida.-División de Plaza. Diez toros a muerte. Dos toros embolados. Cuatro matadores.-Gran rebaja de precios. Corrida organizada por la Empresa Javier Sánchez y compañía. Se lidiaron en plaza partida diez toros de la ganadería del Jaral, estando encargados de darles muerte los espadas Juan León “El Mestizo”, Fernando Gutiérrez “El Niño”, Antonio González “Frasquito” y Valentín Zavala, con sus correspondientes cuadrillas de banderilleros y picadores.
Valentín Zavala, torero nacido en Texcoco y que en una época fue lugarteniente de Ponciano Díaz. Actuó mucho en poblaciones próximas a la metrópoli, especialmente en Pachuca. Fuente: ”Revista de Revistas. El semanario nacional”, año XXVII, Nº 1439, 19 de diciembre de 1937.
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PLAZA DE TOROS DE MORELIA, MICHOACÁN. Corrida celebrada el domingo 9 de enero de 1887. Cuatro toros: dos de Ayala y dos de Xuchil, ganadería del Estado de México. Espadas: Juan León “El Mestizo” y Valentín Zavala. PLAZA DE TOROS EN TLALNEPANTLA, MEX. Domingo 9 de enero de 1887. Se lidiaron tres toros de la ganadería de Parangueo, del Estado de Guanajuato y tres de Guatimapé, del Estado de Durango. Espadas: Francisco Gómez “El Chiclanero” y Juan Moreno “El Americano”.
Juan Moreno “El Americano”. Fuente: “LA LIDIA. REVISTA GRÁFICA TAURINA”.
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PLAZA DE TOROS DEL “PASEO NUEVO”, PUEBLA. Domingo 9 de enero de 1887. Segunda corrida de las dos para que fue contratado el espada de alternativa José Machio. Se lidiaron cinco toros de la acreditada ganadería de San Diego de los Padres, propiedad de D. Rafael Barbabosa. En esta coprrida hizo su primera presentación en las plazas de la República el espada Manuel Machío, hermano de José, quien acaba de llegar de España.
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PLAZA DE TOROS EN IRAPUATO, GUANAJUATO. Domingo 9 de enero de 1887. Primera corrida de toros de las tres que debe trabajar en dicha población la cuadrilla mexicana a cuyo frente figura el simpático espada Ponciano Díaz. En dicha corrida se lidiaron cuatro toros de la afamada ganadería de Parangueo, propiedad de Don Nicolás del Moral.
Ponciano Díaz, el más popular de los toreros en su tiempo. Fuente: “Revista de Revistas” Nº 1394, del 7 de febrero de 1937.
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PLAZA DE TOROS EN TOLUCA, MÉX.- Domingo 9 de enero de 1887. Se verificó en esta población la corrida de toros que a beneficio de las Obras públicas tenían proyectado el Municipio con el Empresario matador de toros Juan León “El Mestizo”. 7 toros Nopalapeños. Espadas: Fernando Gutiérrez “El Niño” y Antonio González “Frasqito” con sus cuadrillas correspondientes.
Fernando Gutiérrez “El Niño” PLAZA DE TOROS EN PACHUCA, HIDALGO. Domingo 9 de enero de 1887. Hoy se verificará en Pachuca una corrida de toros que lidiará la cuadrilla de Pedro Cadena.
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PLAZA DE TOROS EN MATEHUALA, SAN LUIS POTOSÍ. Domingo 9 de enero de 1887. Quinta corrida celebrada el (…) Espada: Francisco Jiménez “Rebujina”, quien estoqueó cuatro ejemplares de la Hacienda del “Perdido”.
Francisco Jiménez “Rebujina”. Fuente: “LA LIDIA. REVISTA GRÁFICA TAURINA”. LA PRENSA OPINA… Magnífica corrida. El Diario del Hogar, 11 de enero de 1887, p. 3. Sobre el festejo celebrado en la plaza de toros de Tlalnepantla el domingo 9 de enero de 1887, se apuntó lo siguiente: Extraordinarios fueron los aplausos que recibió en la corrida de antier dada en la plaza de Tlalnepantla, el simpático diestro jalisciense Carlos López (“El Manchado”), que fue el alma del espectáculo, y el público de sombra y sol lo aplaudieron como lo mereció por su extraordinario valor y destreza en el arte de Lino Zamora. Perfectamente banderilló tres toros y fue el único en las muchas y difíciles suertes de capa que ejecutó; en el tercero dio a conocer sus conocimientos taurinos al colocar admirablemente en suerte a la fiera para que el Chiclanero le diera muerte, siendo objeto de una espontánea y frenética ovación, por lo que el público de sombra le arrojó al ruedo sombreros y mucho dinero. Cornelio Ortiz, torero tapatío, dio muestras de valor en sus dos “saltos al trascuerno”, estando el último desgraciado, debido a su temeridad, pues el animal no estaba en suerte, por lo que el toro lo enganchó, lastimándole un brazo. Genovevo Pardo fue otro de los diestros que se distinguieron mucho en banderillas y capeo. Respecto a los matadores, el Americano quedó muy bien en los toros que estoqueó; el Chiclanero con miedo que no ocultaba, y muy mal. La única buena estocada que dio no tuvo mérito, porque no pasó de muleta ni una sola vez, y quien le (…) el toro hasta ponerlo después de una corta faena, al alcance del estoque, fue López; vimos que el Chiclanero 28
como muleta vale muy poco. Ninguna suerte de capa hicieron los matadores digna de atención. Los picadores estuvieron mal durante toda la tarde saliendo uno de estos heridos de una fuerte caída. El resto de la cuadrilla muy bien y se puede asegurar que es una de las mejores que se han dado en esta plaza. Los ganados de “Parangueo” y “Guatimapé” en lo general buenos. Desde la última temporada de Ponciano Díaz no había visto en esa plaza una manifestación tan general como la que le hicieron al valiente diestro tapatío Carlos López antier en la tarde, pues electrizó al público de ambos departamento por su constante y lucido trabajo, su destreza y gran arrojo, llevándose las palmas de toda la corrida. PLAZA DE TOROS EN PACHUCA, HIDALGO. Domingo 16 de enero de 1887. Hoy tiene verificativo en la Plaza de toros de Pachuca otra corrida de Pedro Cadena. Se lidiarán cuatro toros de la Hacienda de San José Bojay. PLAZA DE TOROS EN TOLUCA, MÉX.- Domingo 16 de enero de 1887. Corrida de toros a beneficio del conocido banderillero José López “Cuquito”. Toros de la hacienda de “Canaleja”. Fueron estoqueados por “Frasquito”, “Cuquito”, Pilar Agüeros y otro diestro no conocido. PLAZA DE TOROS EN MORELIA, MICHOACÁN. Gran corrida extraordinaria celebrada el domingo 16 de enero de 1887. Se lidiaron seis toros de la ganadería de “La Goleta”. Beneficio del primer espada Juan León “El Mestizo”. PLAZA DE TOROS DEL “PASEO NUEVO”, PUEBLA. Domingo 16 de enero de 1887. Presentación por primera vez del espada Fernando Gutiérrez “El Niño” acompañado de el “Chato Gavidia”. El ganado cumplió debidamente. PLAZA DE TOROS EN TLALNEPANTLA, MÉXICO. Domingo 16 de enero de 1887. La corrida en general mala y los toros de Guatimapé fueron inferiores a los lidiados en la misma plaza, en las otras corridas. Los matadores (El Americano y El Chiclanero), muy desgraciados a la hora suprema y el público descontento. Lo mejor de la corrida fue: las banderillas al quiebro del Americano, un superior par de muchísimo riesgo de Genovevo Pardo y las banderillas pequeñas que puso Carlos López. Lo demás, pésimo y el público silvó con justicia. PLAZA DE TOROS EN TENANGO, MÉX.- 17 de enero. Toros de Atenco para para Antonio González “Frasquito”. PLAZA DE TOROS EN TENANGO, MÉX.- 18 de enero. Toros de Atenco para para Antonio González “Frasquito”. PLAZA DE TOROS EN TENANGO, MÉX.- 19 de enero. Toros de Atenco para Antonio González “Frasquito”. PLAZA DE TOROS EN LEÓN DE LOS ALDAMAS, GUANAJUATO. 20 de enero de 1887. Grandes fiestas en León de los Aldamas.
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TOROS EN LEÓN.-Tres corridas de toros han tenido lugar desde el domingo pasado hasta hoy. De la primera –la del domingo- no podemos decir nada buenos toros solo comparables por su flacura a bacalao; entre ellos tuvo la Empresa la desfachatez de hacer salir al redondel un buey bravo; servicio de plaza, pésisimo; la presidencia, más que desacertada, en el limbo, pasó por todo y creemos que ni siquiera se dio cuenta de lo que sucedía; la cuadrilla, con excepción del primer banderillero que es un maestro consumado en el arte del toreo, parece que se esmeró en hacerlo lo más mal posible; el espada Felícitos Mejía, que de todo entiende menos de despachar en regla a los bichos, hizo cada barbaridad que con una sola bastaba para haberlo hecho salir a naranjazos fuera del redondel; pero el público pasó por todo y la Empresa se quedó muy satisfecha y riéndose de la cachaza de los espectadores. El martes tuvo lugar una corrida de aficionados a beneficio de los establecimientos de beneficencia; componían la cuadrilla jóvenes de la mejor sociedad; pero todos ellos, con excepción de Pepe Basauri y de Simón Elías, eran verdaderamente aficionados, porque jamás se habían parado delante de un curnúpeto; sin embargo demostraron arrojo y para ser la primera vez que toreaban lo hicieron bastante bien; Pepe Basauri mató dos bichos con mucha más expedición y más maestría que Felícitos Mejía. El viernes dio una corrida de toretes la cuadrilla infantil, estuvo pasable; veremos hoy si la cuadrilla de Felícitos y la Empresa que la contrató no se burlan del público como el domingo anterior. (Del Mefistófeles de León, Enero 27 de 1887).
Curiosa fotografía de una cuadrilla de aficionados, tomada el año de 1885, en la que figura como matador el joven Pepe Basauri. Fuente: “León taurino y deportivo”. 1ª época, León, Gto. Julio de 1938, Nº 1. Colección: Julio Téllez García. 30
PLAZA DE TOROS DE GUANAJUATO, GUANAJUATO. El domingo 23 de enero de 1887 comenzará a torear en Guanajuato el espada Ponciano Díaz. Concluido su compromiso en dicha ciudad, marchará a otros puntos del interior, donde tiene contratadas varias plazas.
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PLAZA DE TOROS EN CELAYA, GUANAJUATO. El domingo 23 de enero de 1887, tendrá verificativo en Celaya la primera corrida de toros de la Empresa de que es representante el Sr. Javier Sánchez. Se lidiarán cuatro toros de la ganadería del Copal, del Estado de Guanajuato, estando encargados de estoquear los espadas Juan León El Mestizo y Antonio González Frasquito. (Fuente: El Arte de la Lidia. Año III, Nº 12, 16 de enero de 1887, p. 4.)
Imagen de un festejo celebrado en la plaza de toros “Aldama”, en Celaya, Gto. Ca. 1940. PLAZA DE TOROS DEL “PASEO NUEVO”, PUEBLA. Domingo 23 de enero de 1887. Segunda corrida del espada Fernando Gutiérrez “El Niño” y José de la Luz Gavidia “El Chato”, con cuatro toros de la ganadería de San Diego de los Padres. PLAZA DE TOROS EN TLALNEPANTLA, MÉXICO. 23 de enero de 1887. Gran corrida para esta tarde. Se lidiaron seis toros de la ganadería de “Trujillo”, del estado de Zacatecas, con divisa blanca y amarilla. Espadas: Francisco Gómez “El Chiclanero” y Juan Moreno “El Americano”. En La Patria, del 28 de enero de 1887, p. 3: Ello es algo.-Tres corridas de toros dadas en Saltillo a beneficio del Hospital Civil, produjeron la suma de ochocientos setenta y cinco pesos ochenta y siete centavos. Y en la misma edición: Taurómacos.-Ha llegado a Tepic (Nayarit) una cuadrilla de toreros, con el fin de dar algunas corridas en aquella ciudad.
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PLAZA DE TOROS EN TOLUCA, MÉX.-30 de enero. El Partido Liberal, D.F., del 28 de enero de 1887, p. 3 publicaba lo siguiente: CONTRATO.-Se informa en un colega de Toluca, que una persona pudiente de aquella capital, que es empresario de una de las plazas de toros que se van a construir allí, ha contratado con el propietario de la hacienda de Atenco todos los toros de lidia que existen en la expresada hacienda, y los paga a un precio que pocas veces han tenido, pues se dice que los compra a ciento cincuenta pesos cada uno. PLAZA DE TOROS EN CELAYA, GUANAJUATO. Domingo 30 de enero de 1887. La cuadrilla que capitanea el espada Francisco Gómez “El Chiclanero”, trabajó con muy buen éxito el domingo pasado en Celaya. “El Chiclanero” mató tres toros de tres estocadas y un pinchazo. Valentín Zavala estuvo mal en sus toros, y el Tapatío y Carlos López, cumplieron en banderillas. (Fuente: El Arte de la Lidia. Año III, Nº 15, 6 de febrero de 1887, p. 3.) PLAZA DE TOROS EL HUISACHAL, MÉXICO. Domingo 30 de enero de 1887. Gran corrida para esta tarde. Ganado de Parangueo. Picadores: El Negro Conde, Arcadio Reyes y Francisco Anguiano. Espadas: Manuel Díaz Laví “El Habanero” y Juan Moreno “El Americano”. Banderilleros: Antonio Antuñez “Tovalo”, Rafael Muñoz “Mochilón”, Antonio González “El Orizabeño”, Patricio “El Orizabeño”. Arrastradores, Lazadores, Muleros y Puntilleros.
267.-Manuel Díaz Lavi “El Habanero” quien actuó en México desde 1886 como novillero. Fuente: Heriberto Lanfranchi. La fiesta brava en México y en España 1519-1969, T. I., p. 191. 33
PLAZA DE TOROS EN VERACRUZ, VERACRUZ. Corrida verificada el domingo 30 de enero de 1887. La cuadrilla se componía de José Machío y de su hermano Manuel, ambos con figura y traje de toreros; de dos chicos, turco de cabotaje, sin figura ni aparejo de toreros; de dos picadores en sus respectivas aleluyas, de los cuales uno es bueno y el otro es así como dijésemos entre paños azules y buenas noches. Buen ganado, buenas suertes y público muy animado. PLAZA DE TOROS DEL “PASEO NUEVO”, PUEBLA. Domingo 30 de enero de 1887. Espada: “Rebujina” y cuadrilla con cuatro toros, de los que no se indica procedencia. PLAZA DE TOROS EN GUANAJUATO, GUANAJUATO. Domingo 30 de enero de 1887. Se verificó en tal día la corrida anunciada por la cuadrilla Ponciano Díaz, lidiándose toros de la ganadería de “Parangueo”. La corrida estuvo buena; de los toros, dos fueron muy superiores. Ponciano estuvo sumamente feliz, pues de cuatro estocadas despachó cuatro toros, siendo frenéticamente aplaudido. LA PRENSA OPINA… EL AMIGO DE LA VERDAD. Periódico Religioso y Social dedicado a la instrucción del pueblo, ejemplar publicado en Puebla el 22 de enero de 1887. EDITORIAL. El Catolicismo y las corridas de toros. En estos días han repartido los protestantes con gran profusión un cuadernillo que lleva el título con que encabezamos estas líneas, y en que suponiéndose un diálogo entre un sacerdote católica y un curioso universal, a la par que se exageran el horror y la reprobación contra las corridas de toros, se quiere hacer de ellas un cargo al catolicismo, por cuanto dichas corridas solo se usan en la católica España, y en las que fueron sus colonias, también católicas. No vamos a defender las corridas de toros, a las que no tememos costumbre de asistir, y respecto de las que profesamos una opinión que no es del caso consignar aquí. Queremos tan solo demostrar lo injusto e ilógico del cargo contra el catolicismo y retorcer el argumento devolviéndolo con creces a la canalla protestante importada a nuestro suelo para insultar a los mexicanos en nuestros usos, en nuestro culto, en nuestras creencias y para explotarnos y dividirnos. Yankees son o son ingleses los protestantes que nos han invadido, y tanto en Inglaterra como en Norte-américa, se estila el pugilato como costumbre nacional, como bárbaro espectáculo, como horrible derecho para apostar sobre la vida o muerte de los contendientes. Lo más común es que en esas repugnantes luchas, que en esos crímenes de lesa humanidad y de lesa civilización, muera o quede para siempre inútil alguno de los contendientes. Y nosotros preguntamos, ¿cuál espectáculo será más reprobado por la religión, por el derecho natural y por la civilización? ¿el de las corridas de toros, o el de los bárbaros pugilistas? Y si a los católicos se les increpa por la barbarie de las corridas de toros, ¿no podríamos con mayor razón, con más justicia y mejor derecho, increpar a los protestantes por su tierna, elegante y civilizadora costumbre del pugilato? “Las corridas de toros son de la católica España”, anuncia con pérfida intención el hereje. “El pugilato es de la protestante Inglaterra, es de la protestante Norte América”, contestamos nosotros. Y si vosotros, protestantes, escribisteis un opúsculo intitulado el catolicismo y las corridas de toros, nosotros con mejores materiales podríamos escribir mil con estos o parecidos nombres: El protestantismo y las presbíteras; el protestantismo y el revolver; El 34
protestantismo y el pugilato; El protestantismo y el tequila; El protestantismo y la monja Catalina; El protestantismo y la prostituta reina Isabel, y sería cuento de nunca acabar. Por otra parte, si como decía, protestantes, en el cuadernillo de que nos ocupamos, la Iglesia ha reprobado las corridas de toros, ¿qué tenéis que echar en cara al catolicismo, o mejor dicho, a la Iglesia Católica? Cierto que asisten a esas corridas católicos, pero en primer lugar, no asisten según la ley de la Iglesia, sino infringiéndola, de lo cual ésta no tiene culpa; y por otra parte, no solo católicos asisten, también los protestantes y los rénegos ayankados van allí a echar sus goddems y sus hurrahs a cada porrazo del picador y a cada par de banderillas bien puestos. Y sobre todo, decidnos, ¿acaso el protestantismo como Iglesia (si Iglesia puede llamarse) ha condenado jamás el bárbaro espectáculo del pugilato? ¿ha prohibido las horribles y repugnantes apuestas que se hacen sobre la vida de dos hombres? ¿dejan acaso los reverendos y las reverendas de asistir a contemplar el pugilato y apostar su correspondiente puñado de dollars o de libras esterlinas? ¿se ha ocupado alguna vez en sus prédicas de anatematizar, de proscribir esta bárbara costumbre nacional entre los ingleses y los yankees? ¡Ah! no, jamás! Los protestantes en sus prédicas se ocupan exclusivamente de zaherir a María Santísima, de calumniar e insultar al Papa, de mutilar la Santa Biblia, de tergiversarla, de acomodar su sentido divino al chabacano criterio particular, y lo que es peor todavía, de amoldarla a los vicios y pasiones de cada cual. Los protestantes hacen propaganda no de la virtud, no de la santidad, sino del pecca fortiter en su más amplia extensión. ¡Pueblo mexicano! Mira lo que quiere de ti el yankee protestante. Dizque viene a reformar tus costumbres, y al clamar contra las corridas de toros no tendría inconveniente en introducir aquí, la salvaje y brutal costumbre del pugilato. ¡Ah! barbarie por barbarie, preferimos la nuestra, aunque ninguna aprobemos. Pero al menos a los toros no se va con el exclusivo objeto de ver perecer a los hombres, cuando esto sucede rara vez. Van, los que de las corridas gusten, por ver la destreza del jinete, la habilidad del capa, la agilidad del banderillero; mientras que el aficionado al pugilato va exclusivamente a ver cómo a su hermano, al hombre criado a imagen y semejanza de Dios, le rompen las quijadas y las costillas, le saltan los ojos, lo convierten en una masa sangrienta e informe y le arrancan la vida entre brutales aplausos, entre bárbaros gritos y no menos bárbaras apuestas. En las corridas de toros hay algo de barbarie, algo de cruel, pero no hay un crimen de lesa humanidad. Repetimos que no es nuestro ánimo santificar las corridas de toros; pero en vista del pugilato yankee, sí tenemos el derecho de decir muy alto que en materias de humanidad y civilización, no pretendan los yankees darnos lecciones, y sobre todo, no son ellos los que pueden tirarnos la primera piedra. Francisco Flores Alatorre.
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PLAZA DE TOROS EN TOLUCA, MÉX.- 30 de enero. Toros de Atenco para Juan León “El Mestizo” y Antonio González “Frasquito”. Presentación por primera vez de la Cuadrilla Infantil. Toro embolado.
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FEBRERO PLAZA DE TOROS EN TOLUCA, MÉX.-6 de febrero. Cuatro toros de Atenco para “El Chiclanero”, “Mestizo” y “Frasquito”. Concluida la lidia a muerte se jugará una furiosa VACA de ATENCO en la divertida mojiganga que se titula “El Censerro” (sic). Toro embolado.
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PLAZA DE TOROS EN TLALNEPANTLA, MÉXICO. Domingo 6 de febrero de 1887. La empresa de Tlalnepantla ha contratado, para que trabaje esta tarde en aquella plaza, el espada Fernando Gutiérrez “El Niño” junto con Manuel Díaz Laví “El Habanero”. 5 ejemplares de la acreditada ganadería de “Parangueo” que fueron en todo sentido superiores.
Restos de Parangueo en nuestros días. Disponible en internet, abril 28, 2015 en: http://vamonosalbable.blogspot.mx/2010/05/hacienda-de-parangueo-en-valle-de.html PLAZA DE TOROS EN VERACRUZ, VERACRUZ. Domingo 6 de febrero de 1887. Hoy deben torear otra corrida en Veracruz, los espadas José y Manuel Machío, que parece han gustado al público veracruzano. PLAZA DE TOROS EN GUANAJUATO, GUANAJUATO. Domingo 6 de febrero de 1887. Última corrida por la cuadrilla del espada mexicano Ponciano Díaz. Se lidiaron, como en las anteriores corridas, cuatro toros a muerte de la acreditada ganadería de “Parangueo”, propiedad de D. Nicolás del Moral, los que, según se informa nada dejaron que desear, pues fueron de más edad y superiores en todo a los lidiados en la corrida de Tlalnepantla, causando en el público de Guanajuato un verdadero alboroto por su magnífico juego, siendo todos de bonita estampa y muchas libras. Cumplieron en todos los tercios de lidia y mataron siete caballos. La cuadrilla cumplió satisfactoriamente y Ponciano estuvo muy feliz al matar dos toros, siendo muy aplaudido en una estocada. De los demás diestros sobresalieron los picadores Ireneo García, José María Mota y Agustín Ortiz, y de los banderilleros, Guadalupe y Carlos Sánchez, la corrida en general fue buena y la plaza con un lleno completo.
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PLAZA DE TOROS EN LEÓN, GUANAJUATO. Domingo 6 de febrero de 1887. La corrida del domingo por poco tiene el fin del rosario de la aurora, y en honor de la verdad a nadie debe culparse más que a la presidencia, pues entre otros muchos desaciertos, cometió el de mandar devolver un toro de bastante brío sólo porque era un poco receloso para la pica, cuyo defecto, a nuestro modo de entender, consistió en primer lugar, en que no llegó a hacer plaza, y en segundo, en que los lidiadores de a pie no supieron o no quisieron pararlo para que recibiera las varas; ese mismo toro se sustituyó con otro huído hasta para la capa y que sin embargo el Juez se negó a volver y lo hizo pasar contra viento y marea; esto disgustó profundamente al público y por poco hay en la plaza un San Quintín. En nuestro concepto deben de ir a presidir las corridas personas que tengan algunos conocimientos tauromáquicos, o cuando menos hacerse acompañar de quien los posee, para que les advierta las faltas en que incurren y prevenir de esta manera desórdenes como los del domingo anterior. PLAZA DE TOROS EN ATLIXCO, PUEBLA. Por carta que hemos recibido de Atlixco, población del estado de Puebla, donde últimamente se dieron tres corridas de toros, se nos dice que el simpático espada Francisco Jiménez “Rebujina”, que allí toreo, gustó sobremanera, y recibió de aquel público verdaderas ovaciones, tanto por haber estado certero y valiente al matar, como por su toreo alegre por el que siempre ha sido tan aplaudido. Rebujina, en Atlixco ha dejado muy bien puesto el pabellón. PLAZA DE TOROS EN MORELIA, MICHOACÁN. Ha sido contratado para torear tres corridas en Morelia los días 20, 21 y 22 del mes actual (de enero) el espada Juan León “El Mestizo”, quien trabajará con su cuadrilla. PLAZA DE TOROS EN ATLIXCO, PUEBLA. Últimamente (en el curso del mes de enero de 1887) ha trabajado en Atlixco, Estado de Puebla, en una nueva plaza, el espada Juan Moreno “El Americano” con la cuadrilla de la Empresa Camacho, de Puebla. La Patria, del 10 de febrero de 1887, p. 2 nos dice: Toros bravos.-Ya todos los habitantes de la ciudad saben que ayer se metieron a las calles nueve toros salvajes de los que están trayendo los empresarios de corridas para que se lidien en sus plazas respectivas; pero lo que no saben muchos es que dichos toros hicieron pedazos el jardín de San Fernando y destruyeron una buena parte de la Alameda, principalmente por el lado de San Diego en donde derribaron bancas, columnas, rompieron el alambre y acabaron con las plantas, de tal modo que en algún tiempo no será fácil reparar todos los perjuicios que causaron. Al salir de la Alameda la partida de toros bravos mataron un hombre y una mujer y nos aseguran que por otros rumbos de la ciudad hicieron otras cinco o seis muertes. Un toro fue matado a balazos cerca de Palacio. Mucho sentimos que bajo tan malos auspicios comience una diversión que aunque bárbara parece agradar mucho a nuestro pueblo y aún a las más distinguidas clases sociales. Escrito ya este párrafo nos aseguran que los toros se echaron sobre la guardia de Palacio y que aunque introdujeron al principio en ella algún desconcierto fueron rechazados a balazos. A las cuatro horas todavía andaban diseminados los bravos animales por las calles más céntricas haciendo un sanquintin con los transeúntes.
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PLAZA DE TOROS EN TLALNEPANTLA, MÉXICO. Domingo 13 de febrero de 1887. Empresa fundadora. Corrida para esta tarde. Seis toros de Parangueo. Espadas: Manuel Díaz Laví “El Habanero”, Fernando Gutiérrez “El Niño” y Francisco Jiménez “Rebujina”. PLAZA DE TOROS “EL PROGRESO”, GUALAJARA, JALISCO. Domingo 13 de febrero de 1887. En tal día toreo por primera vez en Guadalajara el espada Juan Moreno El Americano, contratado para trabajar cinco corridas en aquella plaza. En esta corrida, se lidiaron toros de la hacienda de la Sauceda. A propósito de este diestro, se nos ha comunicado que de Guadalajara pasará a Mazatlán donde se embarcará para Centro América, pues parece ha sido contratado ventajosamente para Guatemala.
Plaza de toros “El Progreso”, Guadalajara, Jalisco. (Ca. 1898). PLAZA DE TOROS DEL “PASEO NUEVO”, PUEBLA. La Patria, en su edición del 13 de febrero de 1887, y en las páginas 2 y 3 apuntaba: Página 2: LA CORRIDA DE MAZZANTINI. No somos partidarios de las corridas de toros. Se nos dirá que pertenecemos al número de los sentimentalistas. No, señores, no es eso; vamos a los toros porque tenemos obligación de dar cuenta a nuestros lectores de lo que pasa en las fiestas que se organizan en honor de la gente despreocupada. El domingo inauguró Mazzantini su temporada taurina. Los precios no podían ser más moderados, cinco y seis pesos en sombra y dos en sol. Qué ganga! Nuestro buen público, que es celoso en extremo de las novedades acudió solícito al galante y bien premeditado llamamiento de la empresa. Un lleno completo, sí, señores, un lleno asombroso. Así son las cosas. Hambre y miseria por una parte y derroche y lujo por la otra. Lo malo en estas cosas es que Lázaro es el que pierde. Las familias se quedan con el Jesús en los labios y la empresa de Mazzantini con el dinero. Váyase lo uno por lo otro, tal es la ley de las compensaciones. 40
Si entendiéramos algo en achaques taurinos, diríamos algo que diera idea de los pases y estocadas del célebre diestro; pero no somos para el caso y sírvanos esta sincera declaración de disculpa. A lo que principalmente vamos a referirnos es a la manera bruca e inconveniente que emplea para con el público un señor Murias. Y las pruebas al canto. No sabemos si Dios o el diablo, aunque lo último es lo más probable, falsificaran los billetes de entrada. El hecho es que algunos incautos cayeron en el garlito, entre otros uno de nuestros empleados, que cuenta largos años de servir en las oficinas de esta Imprenta y que es un hombre honrada. Por consiguiente, no tiene necesidad de procurarse recursos indebidos. Es decir, no tiene que apelar a medios ilícitos para ganar el pan de cada día, puesto que en su trabajo se lo proporciona. Pues bien; nuestro empleado encontró a su paso para el santuario de Colón a un caballero que le dijo: -Ya no hay boletos. -Deveras? -Deveras. Pero aquí tengo dos que vendo a usted porque necesito el dinero. Nuestro empleado iba con su señora y entregó cuatro pesos al caballero de industria. Este debe haber visto, probablemente, abierto el cielo de puerta en puerta, tal como nuestro empleado vio las del infierno.
Fotografía estereoscópica donde puede apreciarse la plaza de toros “El Paseo Nuevo” de Puebla. Ca. 1895-1900. Llegó Pruneda (que tal es el nombre del héroe de esta verídica historia) a la portería de la plaza, entregó sus billetes y ¡carpo di Baco! he aquí que resultan falsos. Asombro general! Gritos, confusión, desorden, gendarmes, aprovechamientos del género “rotuno”, lo que ustedes quieran, de todo hubo allí. Apercibido uno de nuestros redactores de la detención de Prunedita, como acá decimos, se apresuró a manifestar al Sr. Murias que era hombre honrado, incapaz de cometer el nefando crimen de falsificar ni a sus toros ni a sus boletos y que aunque pobre, como luego dicen, era persona decente. Indicó además a dicho estimable caballero que el detenido era empleado de “La Patria” y que en esta casa le encontraría siempre a su disposición. -Sí, decente, contestó el amable empresario; aquí en México todos son decentes… Había mucho público, mucha policía y sobre todo mucho desorden. El Sr. Murias pasó tal vez de ligero, y nuestro compañero de prudente; pero sea lo que sea, el hecho cierto es que
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se detuvo a Pruneda, que se le llevó a la Comisaría y que se le ha impuesto la obligación de presentar al que le vendió los boletos. Vaya usted a dar con Judas. No queremos extendernos sobre este asunto que está sujeto a la autoridad competente. Nosotros sostenemos y afirmamos que Prunedita sobre ser inocente perdió sus cuatro pesos y que ahora está entre las llamas de un señor nuestro y amigo que así se apellida. Esperamos, confiados, no en la amistad sino en la justicia el desenlace de este drama taurófilo que será, no lo dudamos, satisfactorio para nuestro empleado. Volviendo ahora a la corrida de Mazzantini diremos que fue bastante aplaudido, que el público se manifestó galante como siempre y que en la plaza no hubo desorden ninguno que lamentar. Al terminar la corrida varios léperos, esta es la palabra, arrojaron algunas piedras al célebre diestro. Nosotros reprobamos enérgicamente esas demostraciones salvajes. No se entiende el patriotismo por medio de Ponciano o Mazzantini. El arte tiene sus apóstoles y sus mártires. Y puesto que dice que es arte el que enseña a matar a las bestias feroces démosle a cada cual lo suyo. La cuadrilla de Mazzantini es buena podemos decir, hablando con estricta justicia, que el público mexicano no ha dado una nueva prueba de su sensatez y cordura respetando y aplaudiendo lo que juzga bueno. Nada importan las nacionalidades en estos asuntos. Bien dijo Mazzantini al brindar uno de sus toros. por la unión de México y España. Por ella, lectores. Página 3: Al público.-Venciendo obstáculos que parecían insuperable y no deteniéndose en el gasto de una suma de dinero que habría espantado a no pocos empresarios, los de la plaza del Paseo Nuevo de Puebla han tenido la inmensa satisfacción de asegurar la venida del Rey de los diestros españoles, de la primera figura de la época moderna en el arte del toreo, del incomparable y universalmente aclamado Luis Mazzantini y no solo han obtenido traer al famoso espada, sino que, pagando a precio de oro la exclusividad han conseguido que ni él ni su soberbia cuadrilla acepten contrata alguna para ninguna otra plaza de la República. En Puebla, pues, y solo en Puebla, los aficionados al grande y viril espectáculo nacional, es en donde tienen la primera y única oportunidad de presenciarlo en toda su pureza, en toda su extensión y ejecutado con todas las reglas que enseña el arte y ha sancionado la experiencia en las plazas más afamadas de la Península española. A la par que a Mazzantini, los aficionados van a ver, no a una cuadrilla de adocenados toreros o de medianías, no un cuadro como no lo han visto mejor ni en Madrid ni en Sevilla en sus afamados redondeles. En esa cuadrilla figuran el intrépido sobresaliente de espada Luis Mazzantini, alternándose con su hermano D. Tomás, Barbi, Galea, Bienvenida, el Primito, Fernández, Badila, Ramón López, Francisco Fernández, Agujetas, Enrique Sánchez, el Ronco y Manuel Rodríguez que todos son reputados maestros y de los cuales se puede decir que, el que menos, tiene un envidiable lugar entre los más aplaudidos. Para hacer lucir todo el mérito de una cuadrilla como la contratada comprenderá muy bien el público que todo gasto ha parecido aceptable con tal de obtener toros bravos y de fama que garanticen el éxito de las corridas. A este efecto, y pagándolos sin regatear, se han comprado 20 fieras de la ganadería sin rival de San Diego de los Padres. Con esos toros, que los públicos más exigentes del país han reconocido como los mejores, y con las afamadas notabilidades que van a lidiarlos, la empresa tiene la seguridad de que el público de todas las ciudades de la República que la honre con su asistencia, proclamará
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eternamente que las lides presenciadas en Puebla, han sido el gran suceso taurino de la época. PROGRAMA Primero. A la diez y media de la mañana de los días de corrida se verificará en la estación del Ferrocarril Mexicano la solemne recepción de los trenes de recreo que vengan de la capital y los pasajeros serán conducidos en medio de músicas y cohetes al centro de la ciudad. Segundo. A las doce en punto recorrerá las calles de la histórica Puebla, en medio del alboroto universal, la grande y afamada cuadrilla de Luis Mazzantini en el convite de costumbre, al cual se procurará dar el mayor lucimiento. Tercero. A las dos de la tarde se abrirán las puertas de la plaza para facilitar el acomodo del público en todas las localidades. Cuarto. A las tres en punto será conducido solemnemente el cartel de la plaza de la Constitución a la de Toros del Paseo Nuevo. Quinto. A las tres y media en punto la numerosa cuadrilla Mazzantini, previa la presencia de la autoridad, se presentará a saludar a esta y a la concurrencia. Sexto. Inmediatamente comenzará la lidia a muerte de 5 soberbios toros de la inmejorable ganadería de San Diego de los Padres, los cuales serán jugados, picados, rejonados (sic) y matados al estilo clásico de España. PLAZA DE TOROS EN TOLUCA, MÉX.- 13 de febrero. Toros de Atenco para Francisco Gómez “El Chiclanero”, Juan León “El Mestizo” y Antonio González “Frasquito”.
Interior de la plaza de toros en Toluca, México. (Ca. 1890). 43
Con la derogación del decreto que prohibió las corridas de toros desde 1867 y hasta 1886, hubo suficientes motivos para impulsar la reanudación de este espectáculo en la ciudad de México. Heriberto Lanfranchi nos da una síntesis sobre el desenlace de aquella medida prohibitiva. La “Segunda Comisión de Gobernación del Congreso Decimotercero”, que legisló del 15 de septiembre de 1886 al 15 de septiembre de 1888, en su sesión del 29 de noviembre de 1886 presentó el siguiente dictamen: “…que a su juicio es de aprobarse la solicitud que pide la derogación del artículo número 87, de la Ley para Dotación de Fondos Municipales, expedida el 28 de noviembre de 1867…” (Que prohibía las corridas de toros en el Distrito Federal. N. del A.) El dictamen fue impreso y se le dio segunda lectura en la sesión del 4 de diciembre de 1886. Fue puesto a discusión los días 7 y 9 de diciembre, votado, aprobado con algunas modificaciones y transformado en el siguiente decreto: 1°.-Deróguese el artículo 87 de la Ley para Dotación de Fondos Municipales, expedido en 28 de noviembre de 1867. (85 votos a favor; 36 en contra). 2°.-Los empresarios pagarán por la licencia para cada corrida, el quince por ciento de la entrada total que haya. (75 votos a favor; 30 en contra). 3°.-Dedíquese el producto de estas licencias exclusivamente a cubrir parte de los gastos que originan las obras para hacer el desagüe del Valle de México. (118 votos a favor; 15 en contra). Ya aprobado, pasó a la Cámara de Senadores, donde fue examinado, revisado y ratificado, pera que el 17 de diciembre de 1886, al ser publicado, fueran permitidas de nueva cuenta las corridas de toros en el Distrito Federal. No las hubo de inmediato, por carecer la ciudad de México de plazas de toros; pero algunos días después empezó a ser construida la primera de ellas, la de “San Rafael”, que se estrenó el 16 domingo 20 de febrero de 1887, y se reanudó una costumbre que se había interrumpido durante 19 años.
Faltando un día para la inauguración de la plaza de “San Rafael”, El Municipio Libre del 18 de febrero de 1887, páginas 2 y 3 publicó un prospecto de reglamento taurino:
Juan León, “El Mestizo” 16
Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots., T. I., p. 188.
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PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 20 de febrero de 1887. Inauguración de la plaza. Ponciano Díaz y su cuadrilla. Toros de Parangueo. Toro embolado para los aficionados.
El domingo 20 de febrero de 1887, El Arte de la Lidia, año III, N° 17, p. 3 anotaba que: Ha sido contratado para torear cuatro corridas en Hidalgo del Parral (estado de Chihuahua), el conocido espada Francisco Gómez “El Chiclanero”. Hoy domingo trabajará la primera corrida. Figura en su cuadrilla el espada Manuel Machío. PLAZA DE TOROS EN ORIZABA, VERACRUZ. Hoy domingo 20 de febrero de 1887, debe torear en Orizaba el simpático espada Francisco Jiménez, Rebujina, que tantos aplausos recibió en la corrida del domingo en Tlalnepantla. Rebujina trabajará en Orizaba dirigiendo la 46
cuadrilla de diestros de la Empresa Camacho, de Puebla. Una vez que este diestro concluya su compromiso en la citada, pasará a Veracruz, donde toreará varias corridas, pasando después a Jalapa.
La presente portada, que corresponde a La Patria Ilustrada, del 21 de febrero de 1887, muestra el retrato de don Guillermo Valleto, quien además de ser integrante de una de las familias más representativas de la sociedad mexicana de aquella época decimonónica, fue un reconocido fotógrafo. Y entre otras cosas, llego a presidir, como Juez de Plaza diversos festejos taurinos en los cosos que se levantaron aquel año. Material consultado en la Hemeroteca Nacional Digital de México. http://www.hndm.unam.mx/ PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Martes 22 de febrero de 1887. El Tiempo, del 24 de febrero de 1887, p. 2 nos recuerda: LOS TOROS. Antes de ayer se verificó la segunda corrida de toros en la plaza de San Rafael. La concurrencia no fue tan numerosa como el domingo, sea porque había pasado el entusiasmo despertado por el estreno, sea porque los elevados precios de las localidades privaron a muchos amateurs de asistir a ella; sea, en fin, por la circunstancia de haberse verificado esta corrida en el martes de Carnaval, día en que el paseo de la Reforma está concurridísimo, lo cual quitó una gran parte de la concurrencia que debía haber asistido a los toros. 47
La corrida, en general estuvo más que mediana. El ganado de Parangueo de cuya bravura y buenas condiciones para la lidia tanto se había hablado, desmerece mucho en las plazas de la Capital, debido tal vez al mal trato que recibe en el camino, a las largas jornadas que tiene que hacer. De cualquiera manera que sea, los toros lidiados hasta hoy no han satisfecho absolutamente a la concurrencia. Según los inteligentes, el famoso Ponciano Díaz ha estado desgraciadísimo en ambas corridas. En la primera solo una estocada dio conforme a las reglas del arte; y en la de anteayer, degolló, según frase de los peritos, a los seis toros que se lidiaron. Tenemos que apuntar algunas desgracias. Un banderillero fue herido en un muslo, aunque muy ligeramente, puesto que siguió toreando. Cinco o seis caballos quedaron muertos en la arena, los cuales presentaron el repugnante espectáculo de atravesar la plaza con las entrañas de fuera y arrastrándolas. El torero herido recibió del público una salva de aplausos, después de poner otro par de banderillas al toro que lo había lastimado; siendo también obsequiado con una gran cantidad de monedas que los espectadores le arrojaron. Se dijo entre el público que un toro se había salido del encierro, hecho que pareció confirmarse, por haberse oído un balazo disparado por la policía. Por lo demás, no hubo desórdenes que lamentar. PLAZA DE TOROS “PASEO NUEVO” PUEBLA. Domingo 27 de febrero de 1887. Primera corrida de toros de la “Cuadrilla Mazzantini”. Como apunta el “Reporter” en El Diario del Hogar en su edición del 1° de marzo de 1887, p. 2: “A la una y media de la tarde me fui a la plaza de toros a ver el ganado; siete fieras estaban cada una en su celdilla esperando la hora de su final destino. En verdad que pocas veces he visto animales más bonitos: tres o cuatro años de edad, muy buenas carnes y regular estampa; inocentes a juicio de los lidiadores, tanto como una cándida doncella antes de las primeras calabazas”.
Diego Prieto “Cuatro-dedos”. Una más de las piezas en el nuevo amanecer taurómaco de México en 1887. Fuente: TOROS Y DEPORTES, Nº 328, del 6 de febrero de 1928. 48
Alternaron Luis Mazzantini de verde y Diego Prieto “Cuatro Dedos, de grana, ambos con adornos en oro. Al finalizar su “crónica” el “Reporter” advierte lo que sigue:
La Fiesta Nacional. Barcelona. Año I, N° 6, del 7 de mayo de 1904. “Por las veces que he hojeado tratados de tauromaquia vengo en conocimiento de que de los tres géneros de estocada: volapié, recibiendo y aguantando, la primera es la más fácil por tener desde luego objetivo a donde dirigirse la punta del estoque, y esta estocada fue la empleada por los espadas españoles en la corrida a que me refiero; puesto que Mazzantini torea con las reglas del arte según lo dijo en el redondel (“Yo toreo para mi y no para el pueblo; me ajusto a las reglas del arte y si esto no gusta me iré… a otra parte”), voy a tener oportunidad en la próxima corrida del día 6 (de marzo), de convencerme si sus estocadas siguen siendo de volapié o si da alguna recibiendo, que a juicio de los inteligentes son de más mérito. En cuanto a Cuatro Dedos y a juzgar por los pinchazos al primer toro que estoqueó, me parece que aún no se penetra bien de las condiciones que hacen de un buen capeador un regular espada. La suerte de banderillas es fácil en mi concepto según el sistema español, tanto porque los palos son bastante largos y desprovistos de adornos, siendo demasiado ligeros, como porque los banderilleros citan al cuarteo en general y pocas veces de frente. Los picadores estuvieron demasiado recelosos en esta corrida y Mazzantini tenía que alentarlos con frecuencia para decidirles a poner alguna pica”. 49
PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 27 de febrero de 1887. Cuadrilla Hispano-Mexicana. Primer espada: José Machío, segundo espada, Manuel Díaz Laví, tercer espada, Fernando Gutiérrez “El Niño”. Se lidiarán 6 toros de la Estancia de Guadalupe. Terminará la corrida con un Toro Embolado para los aficionados. El Arte de la Lidia, Año III, 3ª época, del domingo 27 de febrero de 1887, N° 18 señala entre sus NOTICIAS, las siguientes: Como teníamos anunciado, el domingo 20 toreó en Orizaba el simpático y aplaudido espada Francisco Jiménez Rebujina. Un testigo presencial, nos ha comunicado que Rebujina trabajó con muy buen éxito, estando superior al matar los cuatro toros de la corrida, de cuatro estocadas, por lo que fue muy aplaudido. Con el capote, estuvo admirable, causando gran alboroto toda la tarde. La cuadrilla toda, cumplió, especialmente los banderilleros. Asistió a la corrida numeroso público, y el ganado fue bastante regular. Rebujina ha sido muy bien recibido por el público orizabeño, que por cierto, es inteligente en cuestión de toros. Dice “El Mensajero del Pueblo”, de Guadalajara: Gerardo Santa Cruz Polanco.-Este diestro se encuentra trabajando actualmente en Mazatlán. Que no llegue a obtener allá la ovación que tuvo no hace mucho en Tepic. Parece que Polanco y su cuadrilla, no gustó en Tepic, pues que en una corrida lo obsequiaron con naranjazos, y demás pruebas de simpatía.
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MARZO El Arte de la Lidia, Año III, 3ª época, del domingo 6 de marzo de 1887, N° 19, p. 3 y 4: “El Mestizo” en Guanajuato.
Juan León “El Mestizo” uno más del conjunto de toreros hispanos que actuaron en plazas mexicanas al reanudarse las corridas de toros en el Distrito Federal. Fuente: “Revista de Revistas. El semanario nacional”, año XXVII, Nº 1439, 19 de diciembre de 1937. Guanajuato, como es sabido, es una de las ciudades de la República más entusiasta por las corridas de toros, y uno de los públicos más inteligentes. En dicha ciudad, había muchos deseos por ver torear al diestro que encabeza este párrafo, que pese a quien pese, cada día se hace de mayores simpatías por su toreo, especialmente por esos cambios y quiebros que ejecuta con tanta valentía, siendo, como ya otras veces hemos dicho, el primero y único que los ha traído y ejecuta en el país. Por una casualidad, se puede decir, se ha conocido al “Mestizo” en Guanajuato, pues el diestro, por obsequiar los deseos de varias personas de las más notables de aquella ciudad, aceptó gustoso el trabajar varias corridas, dejando para más tarde los muchísimos compromisos que tiene que cumplir en otras plazas. El domingo 27 de Febrero próximo pasado, trabajó por primera vez la cuadrilla del “Mestizo”, en la Plaza de Gavira, lidiándose toros de la ganadería de “La Cañada de la Virgen”. El espectáculo dejó satisfecho al público, pues la cuadrilla justó. Juan León “El Mestizo”, ejecutó en la corrida cinco soberbios cambios que se le aplaudieron frenéticamente. En el 51
primer toro, cambió de rodillas; en el tercero, dio el quiebro con banderillas, y en el último toro, cambió con el banderillero “Candelas” entre sus pies. Por todo, como se comprenderá, obtuvo Juan León merecidas ovaciones. La cuadrilla del “Mestizo”, que en la actualidad está compuesta de los mejores diestros españoles y mexicanos que existen en el país, cumplió en esta corrida. “Frasquito”, estuvo bastante bien lo mismo que “Candelas”, “Cuquito” y “Mochilón”, así como los valientes picadores de Atenco. Todos, en general, fueron muy aplaudidos. El domingo 6 debe celebrarse en Guanajuato otra corrida por la cuadrilla del popular espada Juan León “el Mestizo”. Un aficionado de Silao. Guanajuato, Marzo 1° de 1887. Aprovechando la lectura del mismo número del semanario que sirve como fuente de consulta, tomo las notas que se publicaron en la columna NOTICIAS. Por haberse recibido en esta Redacción con bastante retardo, no se han publicado las revistas de las corridas que toreó en Morelia la cuadrilla que dirige el popular diestro Juan León “el Mestizo”, los días 20, 21 y 22 de Febrero próximo pasado. El ganado que presentó la Empresa, y que por cierto no dejó satisfechos los deseos del público, fue de San Antonio Vichahuato, resultando los toros flojos y de malas condiciones. La cuadrilla salvó la situación, pues hizo uso de todos sus recursos y dejó contento al público moreliano. LA PRENSA OPINA… EL AMIGO DE LA VERDAD. Periódico Religioso y Social dedicado a la instrucción del pueblo, ejemplar publicado en Puebla el 5 de marzo de 1887. Páginas 1 y 2: EDITORIAL. El Patriotismo y la patriotería. El patriotismo es una virtud; la patriotería es un alarde. Con el primero se llena un corazón, con la segunda se tapa un hueco. El primero es una moneda de buena ley, la segunda una peseta falsa. El patriotismo anida en nobles y virtuosos corazones; la patriotería está en blasfemas e inmundas bocas, así como en sucias y rapaces manos. El patriotismo jamás hubiera apedreado a Mazzantini por solo el hecho de su indisputable mérito; la patriotería olvidando las leyes de la hospitalidad injurió a Mazzantini y apedreó a su cuadrilla… El patriotismo por ende nos honra; la patriotería nos hizo aparecer en la mañana del 27 de Febrero como una horda de salvajes. ¡Dios santo! Con que vosotros los que mas alardeais de patriotas habéis tolerado que miserables y perdidos extranjeros se alzasen en el cuatrienio anterior con todos los bienes de la Nación, hasta dejar a la pobre Patria en camisa. Con que no solo habéis consentido los negocios del níquel y del timbre y de la deuda inglesa y de tanto gonzaleo con que un hato de vagabundos, desecho de otras naciones, está nadando en oro, sino que habéis reclamado vuestra parte en el infame botín y fundáis periódicos rastreros, miserables, infames para defender la legalidad de esos latrocinios. Pero eso sí; vuestra menguada patriotería grita: “¡Muera Iturbide que nos dio autonomía y patria! ¡viva el tratado Mac Lane que nos despoja de una y otra!” ¡Patriotería! ¡Tú llamas robo a la propiedad honrada y llamas derecho a las modestas fortunas que aquí improvisan los aventureros! ¡Tú arrojas de este país al extranjero honrado, 52
probo, sabio, virtuoso, y recibes con los brazos abiertos al yankee, al presidiario, al cosmopolita, al que por no tener cabida en otra parte, viene a este pobre país, que por falta de inmigración, admite a cualquiera! El que, siendo pagador, huyó de su país, llevándose la caja de su cuerpo; el que en otro suelo era cantonal, petrolero, comunista; el cómitre que debió estar colgado del palo mayor de una galera; el jugador arrojado de los garitos europeos por tahúr, toda esta basura, en fin, pulula en México importada por la ruin patriotería… En tanto el verdadero patriotismo que por ser virtud, quiere inmigración honrada y útil, y trabajadores buenos, y capitales sancados, y literatura limpia, y artes puras y el engrandecimiento de los virtuosos, y la depresión de los bribones y la bonanza de su comercio y la prosperidad de su industria, gime desolado porque nada de eso tiene, porque está arrinconado y se mira sustituido por la jactanciosa y necia patriotería. Cuando se atentó a los bienes del clero, defendiólos el patriotismo, porque además del derecho de la Iglesia, veía el patriotismo en esos bienes, el pan del pobre asegurado, las artes protegidas, la industria alimentada, el comercio subvenido. La patriotería en cambio, vociferando sus huecas y engañosas frases, entró a saco aquellos bienes para darlos a sus favoritos de siempre; al extranjero pernicioso, al renegado infame, al tahúr, al héroe de encrucijada… Hoy se han cambiado los papeles; hoy con legítimo derecho, el patriotismo clama porque los bienes robados en el cuatrienio anterior vuelvan al erario nacional, en tanto que la patriotería dice por la voz de sus indecentes periódicos, que esos bienes, robados, y todo, están en buenas manos! ¡Ah! Llevados por el más puro patriotismo empiezan los mexicanos a acudir a la Guadalupana salvadora de México. Pídenle que la patriotería caiga y se eleve esa virtud sublime con que de veras se ama a la Patria. Pídenle inmigración honrada, no invasión de bárbaros y pillos… ¡Nuestra dulce Madre, nuestra excelsa Patrona nos salvará! Francisco Flores Alatorre. Y luego, en la pág. 4 del mismo ejemplar se apunta: Mazzantini. El Amigo de la verdad jamás hace crónica de las corridas de toros, ni del circo, ni de espectáculos teatrales; pero hoy por excepción y debiendo protestar contra el salvaje atentado de que fue víctima la Cuadrilla de Mazzantini, (véase el editorial) tiene que decir algunas palabras. El único redactor de este periódico, agradeció en el alma el boleto que se le envió; y aunque no pudo asistir a la corrida, sabe por personas veraces, que en Mazzantini el toreo es un arte, que su destreza y serenidad son incomparables, y que tanto él como toda su Cuadrilla merecen justamente su reputación y fama. Sirvan estas sinceras frases para atenuar en algo la cruel impresión que en Mazzantini y su Cuadrilla haya producido el bárbaro atentado de los patrioteros. Me ocupo a continuación del triste episodio en el que se vio involucrado Luis Mazzantini, a partir de su actuación, la infausta tarde del 16 de marzo en el recién inaugurado coso de “San Rafael” apenas un mes atrás. Los toros de Santa Ana la Presa salieron tan malos, por lo cual se produjo tremenda bronca que devino intento de linchamiento al diestro español, quien tuvo que abandonar la plaza "arropado" por la fuerza pública. No conforme con eso y durante el trayecto, buena parte de los del pueblo, ofendidos por aquel "fraude", arrojaban 53
piedras y denuestos a su paso, y ese "bombardeo" duró largos minutos mientras el carruaje descubierto en el que iba el "Rey del volapié" se aproximaba a la entonces cercana estación ferrocarrilera, sitio donde recuperó el habla, el color y hasta el ánimo de expresar una famosa frase, de la que me ocuparé en su momento. Pero antes, quisiera compartir también una serie de apreciaciones que divulgó la prensa en apego a principios liberales que chocaban con los conservadores. Llama la atención que lo recogido en El Abogado cristiano ilustrado es, ni más ni menos que la postura planteada por el sector católico y muy conservador de la ciudad, lo que significa que tampoco estaban de acuerdo no sólo con la reciente reanudación de las corridas de toros en la capital del país, sino que incluso cuestionaban su permanencia, luego de que en épocas pasadas, estas dos herencias, junto con el burocratismo surgido con fuerza en el reinado de Felipe II fueron las más notables presencias en buena parte de la vida cotidiana de nuestros antepasados. Los tiempos iban cambiando, las ideas también, pero nuevos acontecimientos habrían de provocar cambios ideológicos que ya no iban en consonancia con lo que aquel pasado representó no sólo para la sociedad. También para el sistema impuesto desde la corona española. LA PRENSA OPINA… EL ABOGADO CRISTIANO ILUSTRADO, del 5 de marzo de 1887, p. 5: Más sobre las plazas de toros.
Cabecera de este periódico “Religioso y Social”. Ejemplar del 5 de marzo de 1887.
El Director del “Amigo de la Verdad”, periodiquito que ve la luz en Puebla, nos ha atacado furiosamente por motivo de algunas apreciaciones que hicimos en uno de nuestros números anteriores respecto de las plazas de toros que se están estableciendo en México, a pesar de las protestas y aún de las súplicas de todos los hombres buenos y de todos los hombres buenos y de todos aquellos que desean la felicidad y prosperidad de México. Poco caso hacemos de lo que dice el “Amigo de la Verdad”. Un periódico que aboga por el restablecimiento del Imperio, que habla de la difunta Constitución, de México, y maldice a todos los liberales en general y a la memoria de los héroes que dieron su sangre por conquistar las libertades y derechos del hombre para los mexicanos, tendrá poca influencia con personas sensatas. No nos referimos al periodiquillo mencionado porque sea digno de la atención de hombres serios; sino porque nos proporciona la oportunidad de decir algo más respecto de un asunto que atañe a la moral como al buen nombre de México. Vemos con placer que varios de nuestros colegas critican severamente al gobierno por el hecho de haber permitido los toros, y deploran las desastrosas consecuencias que de semejantes diversiones resultan. “El Nacional” citado por “El Monitor Republicano” del 25 del próximo pasado mes expresa exactamente nuestras opiniones de dichas diversiones. He aquí lo que dice: 54
“MÁS PLAZAS DE TOROS. Se dice que próximamente comenzarán los trabajos de una gran plaza de toros que, de madera, va a construirse en esta ciudad por el rumbo de San Lázaro. ¡La civilización está de duelo! ¡Toroooo!.... –Dice El Nacional: “El Congreso y el Gobierno deben estar satisfechos. Ya hay toros; ya tuvo lugar la primera corrida con acompañamiento de gritos, insolencias, desvergüenzas, pleitos, riñas, puñaladas y hasta balazos de la tropa encargada de mantener el orden en un lugar de desorden. El pueblo bajo que salía de la plaza, ebrio de pulque y de la sangre que vio correr en el redondel, siguió por las calles vociferando blasfemias y riñendo a puñaladas. Nosotros hemos visto, en el Puente de Alvarado caer un hombre gravemente herido por otro, a las siete y media de la noche. Ambos salían de los toros. Igual resultado tuvo otra riña que ocurrió en la Avenida Juárez entre los concurrentes a los toros. Si se quiere ver al pueblo bajo en toda su brutalidad, ocúrrase a los toros. Allí se despiertan en él todos los instintos de la bestia feroz, allí se olvida del poco respeto que el hombre sin educación y sin principios morales puede tenerse a sí mismo y guardar a los demás, y renace el hombre primitivo brutal y feroz; allí deja rienda suelta a todas sus pasiones comprimidas, a todos sus rencores guardados, a toda su ferocidad inconsciente; allí se embriaga, allí vocifera, allí riñe, allí mata, allí deja de ser hombre para convertirse en energúmeno. De allí vuelve a su casa a dormir la mona y maltratar a su infeliz mujer y a sus pequeños hijos. Al día siguiente se levanta crudo y hace San Lunes, porque el espectáculo y la orgía de la víspera lo han predispuesto contra el trabajo, y sale de su casa a correrla en lugar de ir al taller a trabajar. El resto de la semana lo pasa en Belem, a donde lo llevó la policía que lo encontró borracho o riñendo en la calle, en la pulquería o en el lupanar; de la cárcel, en donde se contaminó entre verdaderos criminales, sale para ser más tarde ladrón o asesino. Entre tanto su mujer se prostituye y sus hijos se convierte en pilluelos. He aquí la civilización que traen los toros al pueblo mexicano. El cuadro que hemos descrito presenta sólo una de las fases de ella. Las otras son más horribles todavía. ¡Loor eterno a los que trajeron de nuevo los toros al país! La historia los juzgará. Entre tanto, déles las gracias el pueblo por haberle proporcionado un espectáculo salvaje y por ende caro… ¡a un peso en el sol!.-LA REDACCIÓN”. “Ese precio exagerado de que habla El Nacional, fue causa de que algunos individuos del pueblo careciendo del peso para comprar su boleto, decidieron entrar de balde a la plaza, para lo cual arrollaron a los soldados y obligaron al oficial de la guardia, según se asegura, a defenderse, metiéndole la espada a un individuo. Tenemos, pues, que con las corridas de toros acaba el poco respeto que el pueblo bajo tiene a la autoridad, y que la criminalidad aumenta. La desmoralización va a cundir rápidamente y la gente pacífica y de costumbres morigeradas no contará en lo sucesivo ni con el único paseo que tenía en la calzada de la Reforma, porque en su entrada se ha levantado una plaza de toros, que ofrecerá sin duda alguna un espectáculo horripilante no destituido de peligro. Este beneficio se lo debemos a nuestras autoridades. Dios se lo perdone, porque nosotros no se lo perdonaremos nunca”.
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La tarde del 16 de marzo de 1887 Luis Mazzantini tuvo la desgracia de apechugar con ganado muy manso. El público, airado, agredió al torero en su huida de la plaza “SAN RAFAEL” a la estación del ferrocarril. Allí, molesto declaró: ¡¡¡DE MÉXICO, NI EL POLVO...!!! (“El Monosabio” Nº. 1 del 26 de noviembre de 1887). Fuente: Archivo General de la Nación [A.G.N.] Hemeroteca.
Lo interesante de estas notas es que fueron publicadas la víspera del escándalo que se produjo en la plaza de toros “San Rafael”, y del que fue protagonista principal Luis Mazzantini, quien al verse envuelto en tamaño escándalo, tuvo que abandonar la plaza protegido por guardias a pie y a caballo, directamente hacia la estación del ferrocarril. Todavía vestido de luces, junto con los de su cuadrilla, en su natural y profundo malestar expresó: “¡De México, ni el polvo”! o “¡De esta tierra de salvajes, ni el polvo…!” Evidentemente, los sectores de la prensa se dividieron, y no faltó por ahí alguna observación que se hizo respecto al hecho que produjo la sentencia del guipuzcoano, la cual fue completada con el sarcasmo propio de algún reportero quien apuntaba: ¡”Pero que tal de las talegas de oro!” PLAZA DE TOROS “PASEO NUEVO”, PUEBLA. Domingo 6 de marzo de 1887. Segunda corrida por la Cuadrilla Mazzantini lidiando ejemplares de San Diego de los Padres. En tal ocasión “Rebujina” recibió la alternativa de manos del propio Luis Mazzantini. PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 6 de marzo de 1887. Se lidiaron seis toros de la estancia de la Barranca, con divisa rosa y blanca. Matadores:
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José Machío y Manuel Díaz Laví “El Habanero”. Estaba previsto que también toreara Fernando Gutiérrez “El Niño” quien por enfermedad quedó fuera del cartel. CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 6 de marzo de 1887. LA PRENSA OPINA. En su tradicional y muy conocida “Charla de los Domingos”, Juvenal, que no es sino el seudónimo de Enrique Chávarri, recordando aquellas otras grandes columnas como las que en su época también legaron Guillermo Prieto, Amado Nervo, “Bocaccio” y otros, no pudo menos que sentarse a escribir sus incómodas reflexiones, las que no necesariamente lo dejan apreciar como un antitaurino declarado (así lo creía el Dr. Carlos Cuesta Baquero). Sin embargo, con la sal y la pimienta que imprime en todas sus apreciaciones, nos deja más que clara su visión, la de un escritor enterado del acontecer cotidiano en aquella ciudad de México, la de 1887 y que hoy, a muchos años vista, parece crearnos un ambiente cargado de nostalgias, de antojadizos intentos por viajar en el tiempo y apostarse ahí, en el sitio o los sitios que refiere en sus sabrosísimas “Charlas…”, como esta que se publicó en El Monitor Republicano del 6 de marzo de 1887, p. 1: ¡Pues, señores, estamos lucidos!... No se habla más que de toros en México, la taurolatría ha adquirido tal número de adeptos, que ya es cuando menos de mal gusto no pertenecer a la nueva secta. Casi estamos a punto de resucitar el culto del toro Apis, y de posternarnos ante el dios cornudo, como hacían los egipcios. La antigua Roma a la que ansiamos por imitar en sus sangrientos espectáculos, llamaba bestiarios a los que combatían contra las fieras, ebrios por la sangre y la matanza, nosotros, como los hijos de la Señora del Mundo, tenemos no nuestros bestiarios, pero sí unos hombres que matan toros y que llamamos sencillamente diestros, pero a lo que tributamos los honores augustos, como sucedió hace ocho días con Ponciano, que fue llevado en triunfo por la multitud que hubiera querido deificarle. Hombres serios, formales, circunspectos, encontrareis por ahí que deponen toda su honorabilidad en la plaza de toros, que no os hablan más que de la estocada a volapié, de la verónica o de las banderillas al cuarteo. Y esos hombres, que pasan a vuestros lados los días comunes hechos una estatua por lo estirados, los veis volverse locos frente al redondel, alentar apenas cuando el primer espada cita al toro y le hunde su estoque, allí, en el punto mismo en que el sublime arte lo ha preceptuado, allí donde el clasicismo lo ha prescrito. Y sostienen reñidas, luminosas discusiones sobre si la estocada a volapié, es más clásica que la estocada recibiendo, y sobre si la banderilla debe ser prendida a tal o cual altura del morrillo. No se habla más que de toros en esta buena ciudad, la fiebre taurina se ha apoderado de nosotros, los héroes del día son Mazzantini en primer lugar, después Ponciano, el Habanero, Machío, el Americano, todos los demás, los que no visten chaqueta de majo y calzón corto y birrete con borlas, son hombrecillos, vulgo, populacho. Las gentes se quedan lelas en la calle cuando pasa un torero. ¡Ahí va! dicen, pudiendo apenas convencerse de que aquel hombre sea como los demás un simple y mísero mortal. Somos muy impresionables los excelentes mexicanos. Después de tantos años en que casi olvidadas estaban las peripecias de la lidia, viene la reacción, pero reacción terrible, espantosa. Jamás puede asegurarse que desde que México conoció el sangriento espectáculo jamás ha habido tal fiebre, tal delirio por los toros. Los domingos la gente se precipita ávida, loca, a las plazas de toros, y veces hay, casi siempre, que el pueblo se arroja sobre las puertas para abrirse ancho paso, tal es la ansia por llegar a la corrida. Es necesario un batallón para guardar el orden, y aun así, tienen 57
siempre lugar escenas de sangre y de puñal, y aun así, no es raro oír la detonación del revolver entre el toque del clarín del redondel. No es caro cualquier precio que pongan los empresarios, no se repara en estas nimiedades, se saca el dinero del empeño, hasta debajo de la tierra, y cuando no le hay se arroja uno sobre la guardia, ciego, loco, atraído al espectáculo como un hipnotizado bajo el peso de repetidas sugestiones. Tenemos en México una plaza de toros que se llena de bote en bote; pero esto es muy poco, esto es nada, se construyen cuatro más y a toda prisa, se forman nuevas cuadrillas; por todas partes vemos los grandes rojos anuncios llamando al pueblo a su pasatiempo favorito. Ahora, al sentir esta reacción que se opera en nuestra sociedad, comprendemos mejor al pueblo romano, olvidándolo todo, su poderío., su futuro, hasta sus libertades delante del anfiteatro. Los domingos se desprende de la plaza de toros un inmenso aullido, un grito que se represente en toda la ciudad como el imponente rebramar del huracán; es el pueblo que se divierte, es el eco del rugido taurino, es que allá a lo lejos, el toro herido de muerte, los caballos arrastrando por el suelo sus intestinos palpitantes, la arena manchada de sangre, acaso un torero herido dolorosamente, todo esto ha llevado al delirio a nuestros apreciables conciudadanos, que parodiando a los héroes de la antigua Roma solo piden: ¡Pan y toros!...
Parte de una cromolitografía publicada en LA MULETA. (Ca. 1887). Col. del autor. Es una catarata que se ha desbordado sobre nosotros arrollando el arte y a la cultura. Los toros han triunfado, la garrocha, el estoque y la muleta se ostentan enlazados por doquier, como el laurel de la victoria. Como es natural, dada la locura taurina que nos ha invadido, las corridas en que ha tomado parte la cuadrilla del famoso diestro Mazzantini, en Puebla, son el asunto del día, el objeto de todas las conversaciones y de todos los comentarios.
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Los infelices pasajeros que fueron de México a la Ciudad Angélica el último domingo para ver al astro del arte taurino, tuvieron que sufrir todo lo que se sufre en los viajes de recreo, todo lo que se sufre siempre que hay rebaja de precios; “lo barato cuesta caro”, dice un refrán sapientísimo, ahí está una prueba entre muchas; esos viajes al purgatorio, en que los desdichados pasajeros hacinados como fardos, y salen y llegan a la hora que lo dispone el capricho de una alta y poderosa empresa. Dicen que en Puebla, al regresar los excelentes mexicanos a su ciudad natal, hubo empellones, pescozones y machetazos, que en Apam, el depósito de petróleo de los wagones se reventó y casi todos los pasajeros quedaron impregnados del oloroso líquido… en fin, las delicias de los viajes de recreo… Pero todo vale la pena, aseguran los taurófilos, Mazzantini es un astro en ese arte que inmortalizó a Cúchares y a Pepe Hillo, ha hecho fanatismo en Puebla; mata, dicen, los toros con una delicadeza, que el mismo berrendo debe sentirse feliz al ser despachado al otro barrio con tanto comedimiento, con tan buena educación; sobre todo tiene lo que los grandes artistas, lo que sólo da el genio, esa difícil facilidad para hacer las cosas; da una estocada con tal tino, con tal desembarazo, pone unas banderillas con tal limpieza, que, al verlo, parece que aquello no cuesta trabajo alguno y que el toro es una mansa oveja que permite que le hagan añicos con toda amabilidad. El Diario del Hogar nos ha contado que en la última corrida de toros en que tomó parte Mazzantini pasó lo que ustedes van a oir. Habla el colega aludido: “El quinto y último toro negro listón, llamado El Rayo, dio gran juego, y Mazzantini hizo gala de su serenidad y maestria manejando la capa. Antes de proceder a la suerte de estocada, Mazzantini, que parece tener facultades oratorias, arengó al público de sombra brindándole la suerte que iba a ejecutar, agradecido al recibimiento que se le había hecho; puso manos a la obra; dio algunos pases en redondo muy buenos, luego otros de costado y al contrario, apuntando una estocada de volapié con media espada, que decidió a varios de los concurrentes a decirle: “no dejes la espada, aquí no se acostumbra eso”. Entonces Mazzantini, accionando con marcada vehemencia, dijo: -“Yo toreo para mí y no para el pueblo; me ajusto a las reglas del arte, y si esto no gusta, me iré… a otra parte. Esta manifestación del diestro español fue escuchada sólo por los espectadores del lado derecho de la sombra, en donde tuvo lugar esta escena”. La verdad sea dicha; yo quiero creer que mi colega no oyó bien lo que dijo el famoso diestro, porque no es verdad que él toreo para sí mismo, lo hace para el público que es quien le aplaude y le retribuye. Seguramente entre la gran batahola no se oyeron bien las palabras del Mazzantini y casi estoy seguro que las rectificará, pues se avendrían muy mal con sus manera elegantes y cultas, que según es fama, le dan ese tinte simpático que le distingue en su terrible arte. Cuentan también que el galante torero brindó un toro, es decir, la muerte de un toro, por las lindas muchachas, y por la unión de México y España. Suponemos que las lindas muchachas fueron las señoritas que asistieron al redondel. Hoy se presenta de nuevo Mazzantini en el redondel, es el héroe del día, no cabe duda; irá mucha gente a Puebla, hará ese viaje lleno de penalidades; gastarán nuestros compatriotas quince duros, que es lo que por término medio cuesta por persona ir y venir y presenciar el espectáculo, y volverán encantados, proclamando que los toros son la diversión del siglo. Y gente, y de sobra irá a la plaza que tenemos aquí en la calzada de San Rafael, en donde es fama que las corridas no pueden ser más ratoneras, y Texcoco, Toluca y Tlalnepantla serán visitados por los taurómanos. 59
La fiebre taurina cunde, es contagiosa, el pobre arte está de duelo, los espectáculos en México están de capa caída, ¿quién gasta en el teatro?... Cuánto mejor no es reservar sus fondos para ir a los toros!... Figúrense vdes. que ya gentes emprendedoras, gentes que de negocios entienden, andan por ahí pensando en la manera de hacer una plaza con techo de cristal, y dar allí corridas en la noche, a la luz de innumerables focos eléctricos y esto por abono, como la ópera o la zarzuela. Decididamente estamos perdiendo la chaveta, como dicen en mi tierra. Y poco más adelante remata: ¡A propósito de toros!... Es tanto el furor por las lides taurinas, que en medio del fragor de las máscaras, se recuerda al redondel de una manera ruidosa. Está ahora de moda una danza algo subversiva que se llama ¡Maten al toro! la música es una habanera, interrumpida a tiempo, por el clarín, que en los toros parece decir ¡maten al toro, maten al toro!... Pues bien, cuando ese clarín se deja oír, toda la concurrencia interrumpe el baile, y hombres y mujeres gritan entusiasmados, ¡maten al toro! A las dos de la mañana ya nadie tenía careta, ni se necesitaba por cierto en medio de la batahola, andaba por ahí alguno que otro máscara circunspecto, llevando misteriosas compañeras, estos desaparecieron en el momento en que la locura pareció galvanizar a sus soñolientos sectarios. Y el baile continuó (esto ocurría en el teatro Nacional) ordenado; allá, entre el ruido de las patadas sobre el piso de tablas, se oía alguna vez la ronca carcajada de la bacante, o alguna de sus exclamaciones poco puleras. Los hombres, aún los pertenecientes a lo que llaman la jeunesse dorée se disputaban el alto honor de bailar con alguna hija de la noche, y arrostraban y sufrían pacientemente sus groserías, con tal de dar una vuelta por el salón, del brazo de esas señoras, las que en cambio los trataban como a sus cocheros. La concurrencia era bastante abundante, más, mucho más de lo que era natural esperar, casi todo el inmenso salón estaba lleno. A las dos de la mañana que llegaron a México los viajeros que fueron a Puebla a aplaudir a Mazzantini, la concurrencia aumentó de una manera notable, la gente alegre, del tren, se trasladaba al teatro Nacional. La hora era propicia, era la hora del delirio, como decía Offenbach, y además la transición no era brusca; del redondel al baile de máscaras. El baile de Piñata es el último que se dio en el teatro Nacional, pero sigue ahora el mundo del trueno haciendo locuras en Arbeu (…) Pues vaya ambiente el que se vivía, en aquellos tiempos prácticamente a todas horas del día. El jaleo de los toros, lo delirante de acudir al baile y entremezclarse en aquel conjunto de personas que tenían oportunidad de gastar su dinero, y disfrutar la vida, se registró una buena parte en ese ambiente que también es motivo para verlo y estudiarlo, desde la composición de la vida cotidiana, hasta entender todos sus entresijos, sus más oscuros rincones y lo que significaba relajamiento en unos; distensión en otros. TOROS EN MAZATLÁN. El Nacional, 12 de marzo de 1887, p. 3: Consecuencias de la tauromaquia.-El domingo de Carnaval (6 de marzo) en Mazatlán, hubo una corrida de toros, y fueron de bravura tan inesperada los bichos, que lanzaron los
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puntales de la plaza, mataron a un caballo de los picadores y uno de estos fue tan gravemente herido que le fracturaron un hueso. El Partido Liberal del 8 de marzo anterior, nos ayuda a completar la visión de aquel festejo celebrado en el puerto sinaloense: Ayer dio su primera función taurina la compañía del Sr. Gerardo Santa Cruz Polanco, estando la Plaza del Carnaval llena de bote en bote. Con excepción de uno, los demás toros estuvieron bastante bravos, habiendo tenido la prueba de ello el picador llamado El Ibarreño, a quien uno de ellos lo tiró, le hirió una pierna y en su caída se quebró la otra matándole a la vez el caballo; hubo otro caballo herido y uno de los banderilleros escapó milagrosamente, rodando por el suelo, cuando ya el bicho se disponía a embestirle. El acto de traer el capitán de la cuadrilla montado en hombros al Juanejón para banderillar, fue de mucho arrojo y en un tris estuvo que el toro hubiera dado buena cuenta de ambos, si no acuden en su auxilio los demás de la compañía. Uno de los bichos no quería presentar postura, y dio algún trabajo al capitán para matarlo, pero el otro se presentó arrogante y el diestro Polanco lució su habilidad dándole una muerte instantánea. El público manifestó su complacencia con frecuentes aplausos y al salir de la plaza no se oía otra cosa que la corrida fue muy buena; no dirá lo mismo el picador. Los toros en Puebla.-La tercera corrida de Puebla, tendrá lugar en aquella ciudad, lidiándose toros de Piedras Negras. Según hemos oído decir, la autoridad impuso una multa al Sr. Barbabosa por el malísimo ganado que envió a la segunda corrida; pero la levantó después. En cambio el Sr. Barbabosa convino en que no se le pagara el valor de sus toros, reconociendo su mala calidad. Dos Fanatismos.-Esta noche se estrenará en el teatro Arbeu la última producción de Echegaray intitulada: “Dos Fanatismos”. LA PRENSA OPINA… CHARLA DE LOS DOMINGOS por Juvenal. El Monitor Republicano, del 13 de marzo de 1887, p. 1: Siguen, siguen los toros haciendo perder el poco seso que tienen a nuestras apreciables compatriotas. Hasta en el vestir, hasta en la moda. Vuelven a ponerse en boga las bandas de seda bordadas para los hombros, y si las señoras insisten en acudir a una diversión inconveniente para ellas, es seguro que, como dice un periódico, adoptarán la mantilla sevillana, la alta peineta, los compromisos retorcidos sobre la sien y los zapatos bajos azules bordados con lentejuela. Porque las señoras comienzan a ir, aunque es verdad que en pequeño número, a las corridas de toros, y yo insisto en opinar con todo respeto que no es aquel un espectáculo propio para las señoras. En efecto, sin que nadie pueda impedirlo, a la hora del delirio, a la hora de la sangre y la matanza, el público, el pueblo, se vuelve loco, aulla que no grita, y exclamaciones poco puleras salen de aquel inmenso grupo al que la sangre emborracha. Por todas partes ¡oh cielos! se oye hablar de toros; la última corrida dirigida por Mazzantini en Puebla dejó altamente descontento al público taurino. Parece ser que aquella buena empresa hacia veinte días que tenía a las reses encerradas y que éstas, como siempre sucede, tuvieron tiempo de pensar en aquella prisión y fueron volviéndose mansas y de buenas intenciones; de ahí que al salir a la lidia no se les daba su taurina gana de matar
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caballos y de ensartar diestros, y que el público, que ansiaba sangre, mucha sangre, vio burladas sus más caras ilusiones. El mismo Mazzantini está enojado, por poco un toro le da un susto, porque es fama que los bichos, cuando los encierran varios días, se vuelven matreros, dicen técnicamente, mañosos, y es más difícil habérselas con ellos. Pero, ¡cuán enojado, cuán olímpicamente irritado estaba el respetable público el último domingo: haber gastado mil cuatrocientos centavos por ir a los toros, dos viajes mortales, polvo, calor y frío, y salir los berrendos con que no estaban de humor de hacer barbaridades! Era esto para clamar al cielo. Ha sido ésta la cuestión de Estado durante la semana; nadie ha hablado más que del fiasco del ganado en Puebla, porque los mansos toros tuvieron la culpa, no la cuadrilla, que hizo todo lo que estuvo de su parte por acabar con la paciencia de los cornudos cuadrúpedos. En el sol era tal la indignación, dicen testigos presenciales, que si aquello tarda más linchan a los toros después de bien muertos. Bramando volvían a México los taurófilos ¡qué decepción aquella!... y bramando se han quedado toda la semana, y estos bramidos es claro que perjudicarán y mucho, al éxito de la última corrida. Y la verdad que es un compromiso para los empresarios responder ante el público, de que los toros hayan de estar siempre hechos un demonio. Los empresarios de teatros pasan la pena negra, Rossini ya ha llamado la divina canalla a las gentes de entre bastidores, pues los empresarios de toros pasan más amarguras. Ya me los figuro encaramados en una lumbreras, con el alma en un hilo, pensando ¡Santo Dios! si ese toro negro listón habrá amanecido hoy de buen humor, si no habrá amanecido con las orejas gachas… ¡ah! ya…, gracias cielo santo, ya destripó a aquel caballo!... ¡bravo, bravo! una vela te ofrezco, Señor del Buen Despacho, si ese toro despacha aunque sea a un torero… ¡diana, diana! Lo atrapó, ya medio mató a Nueve Dedos, ya, ya contramató a Tres caras, ya revolcó a Cuatro pies, ¡bravo, bravísimo! ¡Gracias, Señor del Buen Despacho! ahora, haz que despache aunque no sea más que al banderillero…! Entre paréntesis, por eso dicen que el Señor del Buen Despacho es el patrón de los empresarios taurinos. En México el empresario de la plaza de San Rafael sigue haciendo su agosto, llenos completos todos los domingos, y continúan con ardor los trabajos para concluir las otras plazas de toros que muy pronto habrán de inaugurarse. Parece que la primera será la que ya se levanta frente a la Alberca Pane. Este circo taurino va a ser suntuoso, dicen los que han visto, y está destinado a absorber a todos los demás, tanto por sus buenas condiciones, como porque su empresario dispone de cuantiosos recursos para llevar allí las mejores cuadrillas y los más bravos toros. A propósito ¿me permite vd., señor empresario que meta mi cuchara en lo que no me importa?... Sí, ¿verdad?... Pues bien, hombre, ¿por qué no pone vd. a esa plaza en vez del nombre de un santo como aquella de San Rafael, ¿por qué no la bautiza vd. con el nombre de Bernardo Gaviño? ¡Pobre viejo!... Casi era mexicano; dígase lo que se quiera, es el más arrojado, el más inteligente lidiador que hemos visto, el maestro de los toreros del país. ¡Era tan bravo Bernardo! Murió como los buenos artilleros, al pie del cañón; murió en las astas del toro. Nada más natural que la primera plaza de la República lleve el nombre de Gaviño. -¿Acepta vd., señor empresario?... 62
-R.S.V.P. PLAZA DE TOROS EN TLALNEPANTLA, ESTADO DE MÉXICO. Domingo 13 de marzo de 1887. 6 bravos toros a Muerte. Cuadrilla de Ponciano Díaz. De esta corrida, hay una interesante reseña que nos obsequia El Diario del Hogar, del 15 de marzo de 1887, p. 2: PRIMERA CORRIDA EN LA PLAZA DE TLALNEPANTLA POR LA CUADRILLA PONCIANO DÍAZ. A la hora anunciada, presente la autoridad y ante una numerosísima concurrencia, salió la cuadrilla capitaneada por el simpático primer espada Ponciano Díaz a hacer el acostumbrado paseo, siendo saludado con estrepitosos aplausos, y acto continuo, un individuo que bajó de los tendidos de sombra le colocó una corona y una banda tricolor y en seguida lo hicieron subir a las lumbreras, en donde una bella dama le obsequió con otra corona y una banda con monedas de oro, cuyos actos fueron saludados por los hurras de la multitud y las dianas de las bandas militares; concluido esto, dio las gracias con una brevísima expresión de agradecimiento. Una vez cambiados los capotes de lujo por los de trabajo, y cada cual en su puesto, dada la señal por el juez, salió Escorpión que fue regularmente picado por Mota y Oropeza, estando muy oportuno Ponciano en los quites; cambiada la suerte, tomó los palos Carlos Sánchez, no luciendo, como otras veces, en este segundo tercio, debido a las malas condiciones del bicho. Suena la hora suprema, y Ponciano, de guinda y oro, toma los avíos, se va al encuentro de su enemigo y después de una lucida faena señaló en buen sitio un pinchazo y en seguida largó una magnífica estocada por todo lo alto, dejándole el estoque, que sacó en seguida con su acostumbrada serenidad, rematando con un buen descabello. Ovación extraordinaria, dianas y palmas. Amarillo, de pies, era el segundo y por nombre Alacrán; algo huido en el primer tercio, dio un tumbo a un picador que estuvo en inminente peligro; pero Ponciano, oportuno al quite, coleó al bicho mereciendo muchas palmas. Sonó por segunda vez el clarín y fue pareado regularmente por Atenógenes. Ya tenemos a Ponciano con los trastos yendo en busca de la fiera a la que despachó de un soberbio metisaca como sólo él los da, después de haber brindado la suerte al tendido de sol. Nueva ovación al arrojado matador. No me tientes, de color amarillo, fue el tercero de la tarde. Atenógenes pide permiso a la presidencia para ejecutar una suerte de mucho arrojo llamada “El salto por la vida” que consiste en citar al toro apoyándose entre dos garrochas y al acercársele la fiera alzarse a pulso, formando una escuadra su cuerpo y salvar así la embestida de la res al pasar ésta entre las dos garrochas. Esta lucidísima suerte, verdaderamente nacional, causó asombro a todos los espectadores y le valió muchos aplausos al diestro, dinero y la felicitación del inteligente capitán. Este toro en las varas, fue blando, Ponciano y Sánchez ejecutaron en este tercio lucidas suertes de capa y fue bien pareado por Pedro García. Una vez cambiada la suerte, Ponciano se dirige a la fiera, que se encontraba en las tablas, costando algún trabajo sacarla y la despacha de un buen metisaca que no necesitó puntilla. Muchas palmas y dianas. El cuarto entendía al nombre de Garboso, era de pies y bonita estampa; en varas fue como el anterior, blando, recibiendo pocos puyazos, a fuerza de buscarlo. Sonó el clarín y Carlos López le adornó el morrillo con tres buenos pares. Cambiada la suerte, se va en busca de la res y después de una buena faena le da una estocada por todo lo alto; nuevos pases para
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dar otra de la misma manera; más pases y larga otra igual con la que se echó el toro. El puntillero a la primera. Muchos aplausos al matador. El Indio fue el quinto, que era josco, y como salió tan huido volvió al calabozo. En su lugar salió Hiena, prieto y de muchos pies, asustándose de los de a caballo, recibió como 4 o 5 piquetes y saltó al callejón; cambiada la decoración, Guadalupe Gómez con algún trabajo y riesgo le dejó tres pares; la fiera volvió a saltar haciendo un paseo por el tendido de sombra causando muchos sustos. Vuelto al redondel, Carlos Sánchez de rojo y plata, toma los avíos de matar, busca a Hiena y después de algunos pases le larga una soberbia por todo lo alto, nuevos pases otras dos, siendo una de metisaca y otra por lo alto; como la fiera no se echaba a pesar de lo bueno de las estocadas, tocaron a lazo sin hacerse aprecio de la oposición del público a este mandato algo apresurado. Coyote fue el último de la corrida, y como sus hermanos, demasiado blando, saltando varias veces al callejón. Sonó el clarín y Carlos López de cuelga al bicho tres buenos pares. Cambiada la suerte, Ponciano con los trastos respectivos, busca a Coyote, dándole después algunos pases una buena estocada de metisaca. Fue un triunfo el que Ponciano obtuvo antier, sobre todo en el último tercio, parándose con arte y serenidad; a dos bichos les dio estocadas altas. Desde los felices tiempos de Lino Zamora no se había visto dar una estocada como la que dio Ponciano al primer toro; en los quites oportuno y arrojado como siempre; en la capa mucho lucimiento y muy aplaudido. Carlos Sánchez muy trabajador; su primer estocada fue dada en buen sitio por lo alto, en la brega perfectamente. Creemos que con menos precipitación lucirá mucho ese diestro en el último tercio. Atenógenes de la Torre, con un valor que asombró al público, ejecutó una suerte de mucho riesgo; pena causa decirlo, pero los aplausos que oyó, no fueron tan entusiastas como debieron serlo. El resto de la cuadrilla muy bien. El ganado dejó mucho que desear. La entrada como de cinco mil personas. Esta corrida, en su conjunto y a pesar de las poquísimas condiciones del ganado, ha sido la mejor de la temporada y ha puesto de manifiesto el mérito primer espada como matador, quien tuvo también ocasión de revelar sus muchos adelantos en la capa y la muleta. En resumen: su triunfo en la corrida del domingo ha sido por extremo satisfactorio. Dos palabras respecto al Ferrocarril Central, que llevó a los concurrentes: el segundo viaje que trajo a los pasajeros de Tlalnepantla, lo esperaron más de hora y media. El público indignado por esa espera, quemó durmientes y una carretilla, y al llegar a Buenavista quebró algunos vidrios de los vagones. PERICO. Otra nota relativa a este festejo la encontramos en El Partido Liberal, 16 de marzo de 1887, p. 3: ECOS TAURÓFILOS.-Un asistente a la Plaza de Tlalnepantla nos ha referido que la corrida del domingo estuvo muy concurrida, el ganado salió bueno y la cuadrilla lo hizo bien, habiendo recibido gran ovación Ponciano. Uno de los toros brincó la valla y subió hasta las gradas de sombra, llenando de terror a los concurrentes; por fortuna uno de los diestros lazadores la prendió la reata y lo hizo volver al redondel. La Empresa del ferrocarril Central arregló dos viajes para traer a la concurrencia, pero habiéndose dilatado demasiado el último, la concurrencia se disgustó y empezó a tirar cerillos ardiendo sobre los trenes que estaban parados sin máquina; alguno puso fuego a un 64
montón de yerbas secas, e incendiado, comenzaron a arrojar sobre las llamas durmientes viejos lo cual hizo aumentar el fuego; fue un gran desorden, y hasta el techo de madera del cuarto del guarda camino estuvo a punto de ser incendiado. Los concurrentes a los toros en Tlalnepantla fueron de barbaridad en barbaridad. PLAZA DE TOROS EN LA CALZADA DE SAN RAFAEL, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 13 de marzo de 1887. 6 toros a muerte de la estancia del Contadero (Estado de Guerrero). Toro embolado para los aficionados. Espada: José Machío, Manuel Díaz Laví “El Habanero” y Fernando Gutiérrez “El Niño”. PLAZA DE TOROS “PASEO NUEVO”, PUEBLA. Domingo 13 de marzo de 1887. Tercera corrida de toros de la Cuadrilla Mazzantini en la ciudad de Puebla donde se lidio un nuevo ganado.
Calendario elaborado por la casa de subastas Louis C. Morton para el año 2002, en el que ilustran con una muy interesante imagen (Anónimo, Escuela Mexicana, ca. 1900. Paseíllo. Óleo sobre tela, 90x150 cm). Evidentemente la fecha referida no es, ni por casualidad certera en función de que debe tratarse de una cuadrilla ¿la de Rafael Calderón de la Barca en León, Guanajuato; o la de Gerardo Santa Cruz Polanco, formada hacia finales de la octava década del siglo XIX? Este es un buen asunto a resolver. Actualmente la pieza incluida aquí, pertenece a la colección del “Centro Cultural y de Convenciones Tres Marías” en Morelia, Michoacán.
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PLAZA DE TOROS EN MATAMOROS, TAMAULIPAS. Domingo 13 de marzo de 1887. El Nacional, del 15 de marzo de 1887, p. 2 informa lo siguiente: EL EJÉRCITO TORERO. De nuestro colega El Progreso que ve la luz en el Puerto de Matamoros, tomamos lo siguiente; lo cual viene a poner de manifiesto el furor de la tauromanía que se ha desatado en todo el país, al extremo, de convertirse en toreros oficiales del ejército. Dice: Toros. “El domingo último tuvo su verificativo la función que estaba anunciada; los oficiales que lidiaron estuvieron empeñosos y galantes, en el curso de la función fueron todos sucesivamente premiados por las reinas de la fiesta. Los cuatro toros lidiados estuvieron regulares, no obstante lo maltratados que estaban por la seca y la rápida caminata que probablemente les dieron al traerlos. El local de la plaza estaba literalmente lleno de gente. Nos atrevemos a calcular que la entrada pudo haber producido más de $500; deducidos los gastos que deben haber montado a más de $250 quedará un líquido de 300 o más pesos. Es de rigurosa justicia la pública gratitud, a las madrinas de la función, a la joven oficialidad que actuó en la plaza, a los munícipes que con actividad y recomendable abnegación, asociados de particulares y militares, organizaron la corrida de toros del citado domingo, por estar sus productos dedicados a la erección de un Kiosko en el centro de la Plaza de Armas. Al líquido que arrojen los productos de esta función, según sabemos, debe agregarse el producto de otras dos corridas de toros que se están organizando con el mismo objeto y con distintos lidiadores militares y paisanos que se han ofrecido”. Y como si esto no fuera bastante, véase lo que sigue diciendo el mismo Progreso: EVOLUCIONES MILITARES. “Como se anunció previamente, una fracción del 5° Cuadro de Batallón las ejecutó dentro del redondel de la plaza de toros el último domingo, entre las evoluciones ejecutadas frente al Palco de las Madrinas y cuando estaban llenas de gente las localidades de la Plaza, se contempló una evolución en que dejaron designadas los soldados, con flores que consigo llevaban, unas letras que decían: “Viva Vela”. Nuestro público no es muy dado a la seriedad en las funciones, y por más que el programa y la prensa de la localidad, le recomendaron, orden y compostura, observamos en él ciertas demostraciones, que si bien estaban en la vía de la admiración y del entusiasmo, no lo estaban, en nuestro humilde concepto, en la del respeto y consideración que se debe a nuestro ejército nacional. Pero ya que el Sr. General Vela opina de distinto modo y permite que nuestro soldados, con el uniforme y las armas de la nación, ocurran a donde el público no está obligado a tanto respeto y consideraciones, excitamos a la autoridad local, para el caso de que vuelvan los soldados a ejecutar evoluciones militares en el redondel de la plaza de toros, dicte medidas enérgicas para que con eficacia se evite, en cuanto sea posible, lo que con pena se lamenta en este suelto”.
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Consideramos fundadas las observaciones de nuestro colega, y sólo nos permitimos hacerle observar que si esos oficiales del ejército se convirtieron en toreros y esos soldados en mojiganga, sería para hacer olvidar al pueblo de Matamoros el que algunos ciudadanos, por cuestión de elecciones, fueron reducidos a prisión y sujetos a un procedimiento militar. ¡Qué más queremos! El ejército convertido en torero para divertir al pueblo, pero a la vez convertido en autoridad civil para oprimirlo y vejarlo. No hay duda que marchamos por un camino de adelanto y progreso, el cual nos lleva a todo vapor sepa Dios hasta dónde. El pueblo se divierte a más y mejor, y la paz armada es un hecho, pero sacrificando a ese mismo pueblo para mantener a un ejército innecesario. Y puesto que gozamos de una paz perfecta, de que tanto se blasona, nada más natural y debido que reducir ese ejército a su mínima expresión, llevándolo a las fronteras y no acantonado en las ciudades, con lo cual se lograría nivelar el presupuesto de egresos con el de ingresos, obteniéndose así de una manera positiva el restablecimiento del crédito nacional, consolidando un sistema financiero favorable y verdadero, y no ficticio como el que se sigue. Convénzase el Sr. Dublán; por más que digan lo contrario en todos los tonos posibles las cien trompetas que paga el mismo erario nacional, la situación financiera no es ni puede ser bonancible mientras haya un ejército numeroso que todo lo absorbe y aniquila, sacrificando y agobiando al pueblo con contribuciones para obtener por resultado un erario empobrecido y lleno de deudas, pagando a unos y quedando a deber a los más, pero eso sí, presentando a la Nación con mucho énfasis un corte de caja que da una existencia de $98,000 y eso probablemente virtual. Valiente resultado de una sabia administración financiera. Algunos estados existen hoy, como los de Oaxaca y Veracruz, que tienen un residuo en caja, en efectivo se entiende, mayor que el de las arcas federales. Y lo que es más todavía, si ese saldo fuera el resultado de que todos los ramos de la pública Administración quedaban cubiertos, pobre sería en verdad, pero al menos consolador, puesto que vendría a entrañar siquiera un modus vivendi que a la larga nos conduciría a la consolidación del Erario; pero por duro que sea, preciso es convenir en que la marcha que se sigue no nos llevará a puerto de salvamento en la importante cuestión de consolidar en bases sólidas y permanentes al Erario Nacional, poniendo a cubierto al Gobierno de esa penuria que constantemente le agobia, y no le deja tiempo suficiente para ocuparse con la atención debida en los demás ramos de adelanto y mejoramiento de que tanto necesita el país. Lo dicho, y no nos cansaremos de repetirlo, mientras que no se reduzca a términos razonables la lista militar, el país no saldrá de la triste situación financiera que guarda, esto será más o menos tarde, pero tendrá que ser, porque esa es la verdad indiscutible de la necesidad ingente en que se encuentra el país. Vengamos ahora al punto de partida de este artículo. Nosotros nos permitimos invitar cordialmente al Sr. Ministro de la Guerra se sirva prevenir a los señores generales, jefes de las zonas militares, no permitan que los oficiales y tropas del ejército, se exhiban en las plazas de toros, ni como toreros ni haciendo evoluciones en el redondel. Esto no es propio de la institución militar, y mucho menos se explica en una República democrática, cuyo dictado llenamos al menos en la forma, aunque en la esencia distamos mucho de que sea una verdadera práctica. Es conveniente bajo todos aspectos, el que no exista razón de ser el epítero de: “El Ejército torero”. El Arte de la Lidia, Año III, 3ª época, del domingo 13 de marzo de 1887, N° 20, p. 3 y 4: NOTICIAS.
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El domingo 6 tuvo verificativo en la plaza de toros de Guanajuato, la segunda y última corrida por la cuadrilla que capitanea el popular diestro Juan León “El Mestizo”. Se lidiaron toros del Copal, acreditada ganadería del Estado de Guanajuato. “El Mestizo”, estuvo bien a la hora de matar y superior en sus cambios. “Frasquito”, que por cierto va adelantando mucho, mató con éxito, cumpliendo el resto de la cuadrilla, quedando la concurrencia contenta y satisfecha. Al despedirse la cuadrilla fue saludada con atronadores aplausos, repitiéndose por pedido general del público, nuestro entusiasta Himno Nacional. Y siguen las Noticias: El domingo 6 ha vuelto a torear en Orizaba el aplaudido espada Francisco Jiménez “Rebujina”, después de haber asistido a la primera corrida que dio en Puebla la cuadrilla Mazzantini. El domingo se lidiaron en la plaza de Orizaba, cinco valientes toros de Nopalapam, siendo cuatro estoqueados por “Rebujina” que estuvo muy feliz a la hora de matar. En las demás suerte fue muy aplaudido. El domingo 6 tuvo verificativo en la gran plaza de toros de Guadalajara, una corrida a beneficio del espada Juan Moreno “El Americano”, lidiándose seis toros de una ganadería del Estado de Jalisco. Juan Moreno, ha toreado en Guadalajara varias corridas con aceptación y se ha hecho de simpatías en aquel público. LA PRENSA OPINA… REFRACCIONES POLÍTICA. SOMBRA Y LUZ. El Faro, del 15 de marzo de 1887, p. 6 y 7. Han sido últimamente puestos en práctica en el Distrito Federal, dos acuerdos notables, y de índole muy diversa, emanados del Cuerpo Legislativo. Nos referimos al restablecimiento de las corridas de toros, y a la creación de la Escuela Normal. Por lo primeros, llenos de desconsuelo, damos el pésame a todos los partidarios de la civilización cristiana, que tan en pugna se halla con todos los espectáculos en que se rinde culto a la barbarie; por lo segundo, felicitamos cordialmente a los mismos, y en general a todos los amantes del progreso y el adelanto del país. Ya hemos manifestado varias veces con toda sinceridad, que en cuanto a política, distamos tanto de ser gobiernistas, como oposicionistas. Nuestro lema ha sido, es y será siempre, en primer lugar, secundar en la órbita de nuestras facultades, por muy limitadas que éstas puedan ser, todas aquellas disposiciones gubernativas que tiendan a moralizar a las masas populares; a difundir en ellas la luz de la verdadera ilustración que tan indispensable les es; a labrarles en suma, de cualquier modo que sea, un porvenir de grandeza y de ventura, que es el bello ideal perseguido siempre por los hombres, ya colectivamente, ya en lo individual; y en segundo, sin olvidar nunca el respeto que debemos a la ley, oponernos por cuantos medios lícitos se hallen a nuestro alcance, a la consumación de todo aquello que notoriamente conspire a un contrario fin. Consecuentes con este invariable principio que es el móvil poderoso que nos impulsa a escribir, no podemos menos que impugnar la disposición primera a que aludimos, como muy impropia de vese planteada en un pueblo como el de México, que ni niega ser cristiano, ni querrá prescindir del título de culto a que por muchos conceptos se ha hecho ya tan acreedor. Aun cuando nadie pensara como nosotros en el asunto que ahora nos ocupa, no sería eso un inconveniente para que con la independencia que nos caracteriza, protestáramos en contra de una diversión a todas luces nociva y brutal; pero disminuye el embarazo que podríamos tener para manifestar nuestra opinión, al ver que por fortuna participan de ella multitud de personas respetables, que con el colorido más vivo 69
pintan las deplorables consecuencias que de esa diversión pueden surgir. Véase, en efecto, lo que sobre el particular ha dicho un periódico de la capital: “El Congreso y el Gobierno deben estar satisfechos. Ya hay toros; ya tuvo lugar la primera corrida con acompañamiento de gritos, insolencias, desvergüenzas, pleitos, riñas, puñaladas, y hasta balazos de la tropa encargada de mantener el orden en un lugar de desorden. El pueblo bajo que salía de la plaza, ebrio de pulque y de la sangre que vio correr en el redondel, siguió por las calles vociferando blasfemias y riñendo a puñaladas. Nosotros hemos visto en el Puente de Alvarado caer un hombre gravemente herido por otro, a las siete y media de la noche. Ambos salían de los toros. Igual resultado tuvo otra riña que ocurrió en la Avenida Juárez entre los concurrentes a los toros. Si se quiere ver al pueblo bajo en toda su brutalidad, ocúrrase a los toros. allí se despiertan en él todos los instintos de la bestia feroz; allí se olvida del poco respeto que el hombre sin educación y sin principios morales puede tenerse a si mismo y guardar a los demás, y renace el hombre primitivo, brutal y feroz; allí deja rienda a todas sus pasiones comprimidas, a todos sus rencores guardados, a toda su ferocidad inconsciente; allí se embriaga, allí vocifera, allí riñe y mata, allí deja de ser hombre para convertirse en energúmeno. De allí vuelve a su casa a dormir la mona, y maltrata a su infeliz mujer y a sus pequeños hijos. Al día siguiente se levanta crudo, hace San Lunes, porque el espectáculo y la orgía de la víspera lo han predispuesto contra el trabajo, y sale de su casa a correrla en lugar de ir al taller a trabajar. El resto de la semana lo pasa en Belem, a donde lo llevó la policía que lo encontró borracho o riñendo en la calle, en la pulquería o en el lupanar; de la cárcel, en donde se contaminó entre verdaderos criminales, sale para ser más tarde ladrón o asesino. Entre tanto su mujer se prostituye y sus hijos se convierten en pilluelos. He ahí la civilización que traen los toros al pueblo mexicano. El cuadro que hemos descrito presenta sólo una de las fases de ella. Las otras son más horribles todavía. ¡Loor eterno a los que trajeron de nuevo los toros al país! La historia los juzgará. Entre tanto, déles las gracias el pueblo por haberle proporcionado un espectáculo salvaje, y por ende caro… ¡a un peso en el sol!” Contra estas razones que podrían tenerse como axiomas, pues que ni de prueba necesitan, son muy débiles las que han aducido y pudieran aducir los partidarios de las malhadadas corridas. Dicen éstos por ejemplo, que se ha visto prácticamente que cuando hay toros disminuye la criminalidad; quizá haya sido esto así en otros tiempos; lo que es ahora los hechos demuestran muy elocuentemente lo contrario. Alegan también que sería inútil prohibir esa diversión en el Distrito Federal, puesto que estando permitida en los Estados, la gente ocurre a ellos con perjuicio del comercio de la Capital y del erario nacional que dejan de recibir las utilidades que ese pasatiempo deja a otros lugares: a eso contestaremos que así como el Gobierno general interpone su influencia siempre incontrarrestable y decisiva, para que los gobiernos de los Estados obren en tal o cual sentido, bien podría haber influido, si tal hubiese sido su intención, en que en los Estados se aboliera una práctica que, por más que se diga, es perjudicial a la sociedad. Por otra parte, el hecho de que otros cometan un yerro, nunca puede autorizarnos a que nosotros también lo cometamos; el que exista un foco de corrupción, no es razón que haga lícito, ni siquiera tolerable, la formación de otros. Lo que se alega, por último, de las utilidades pecuniarias que al no permitir las corridas, se perderían, es un argumento ridículo o pueril, pues por ser estos intereses tan mezquinos, comparados con los males que de las corridas se originan, no vale la pena por cierto, de que formalmente se tomen en consideración. En la conciencia de todos está, que eso no es más que un pretexto. Lo que sí puede haber de positivo, es que a costa de los verdaderos intereses del pueblo, que incuestionablemente se funda en su cultural y su
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moral, que de hecho se pervierten, se haya querido favorecer el lucro de algunos individuos, a quien es poco importa que el oro que acumulan vaya empapado de lágrimas y sangre. Ojalá que el Gobierno vuelva en esto sobre sus pasos. Nosotros abrigamos la esperanza de que en breve sea así, y entonces tendremos ocasión de tributarle un elogio muy cumplido, como el que ahora queremos hacerle con motivo de la Escuela Normal. Por el establecimiento de ella, en efecto, merece nuestros plácemes y felicitaciones. Un plantel de este género, era ya reclamado imperiosamente por la imprescindible necesidad que el pueblo tiene de que se abra un horizonte más vasto a su ilustración, y de que se uniforme la manera de instruirlo en los ramos que más le es preciso conocer. El reglamento que a ese respecto se ha formado, nos parece bueno. Mucho celebraremos que no pase de teoría. Cuidaremos de observar la marcha de ese establecimiento, que tanto interés nos inspira, y en breve con conocimiento de causa, podremos decir lo que de él sea racional esperar. PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Miércoles 16 de marzo de 1887. Luis Mazzantini y Diego Prieto “Cuatro Dedos”. Seis toros de muerte de la Hacienda de Santa Ana la Presa, propiedad del Sr. Manuel González, con divisas de colores naturales.
Casualmente, y después del escándalo que se produjo el día 16 de marzo, El Municipio Libre, en su edición del 17 de marzo, pág. 2, publicaba en su sesión de “Actas de Cabildo” lo ocurrido en la sesión del martes 15 de febrero de 1887, donde se presentó un proyecto de reglamento de toros, el cual incluyo a continuación:
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Hemeroteca Nacional Digital de MĂŠxico. 72
LA PRENSA OPINA… EL ESCÁNDALO DEL DÍA. El Diario del Hogar, 18 de marzo de 1887, pág. 3: El público que no resistió desembolsar ocho pesos para ver a Mazzantini en la plaza de toros de San Rafael, no soportó el haber sido víctima de un engaño por parte de la empresa con sus promesas y por parte de la cuadrilla española, que estuvo completamente inconocible. Ni toreros ni toros merecen el calificativo de medianos; todos a una voz, los ocho mil espectadores, calificaron de pésima la rumbosa corrida. No conformes con reprobarla de palabra, ardiendo en ira, acudieron a hechos en la lidia del último toro. El escándalo empezó con silbidos, seseos, gritos, mueras, vivas a Ponciano y pasó, en seguida, a vías de hechos por los concurrentes en sombra, quienes, cuando Mazzantini y sus compañeros estaban en el redondel, empezaron a arrojar sillas, a lo que secundaron los de sol tirando botellas, rompiendo gradas, despedazando los respaldos de palcos. La ira se hizo general: lluvia de sillas, lluvia de pedazos de madera, arrancados a taconazos de la plaza, lluvia de banderas izadas en las azoteas, mueras enérgicos a la cuadrilla e insultos a gritos a los empresarios, riñas entre algunos mexicanos y españoles, pelotones de gente a las puertas de la plaza y en las calles adyacentes, haciendo un escándalo insoportable y difícil de calmar. Hubo un momento en que fue tal la lluvia de toda clase de objetos al redondel, que un español quiso apaciguar al público y saltó la valla, tomó una de las banderas blancas arrojadas de la azotea, abrazó a Mazzantini, dirigióse a la sombra en son de paz y fraternidad, medida que fue muy celebrada y que contuvo algo las manifestaciones enérgicas. La policía intentó restablecer el orden haciendo uso de sus garrotes, pero no le fue posible porque casi todos los concurrentes eran los autores. Tanto los de sombrero alto y traje negro, como los charros y gente del pueblo, hacían unánimes e indignados la tal manifestación. Varios gendarmes, al ver que algunos muchachos se unieron a la cuadrilla para lidiar el sexto toro, bajaron al redondel y echaron a garrotazos a los intrusos. Cuatro oficiales intentaron aprehender a una persona de sombra, perteneciente a la alta sociedad, pero el pueblo se agolpó pidiendo que se le diera inmediatamente su libertad, y los oficiales atendieron la petición. Muchos policías y fuerza federal con bayoneta calada se repartieron por toda la plaza, las puertas y en la calle para apaciguar a los amotinados. Mazzantini y su cuadrilla tuvieron que salir escoltados por un piquete de caballería; y aun así, al subir a las dos carretelas que estaban paradas a la puerta de salida de sol y que resguardaban soldados bien armados, fueron silbados y seseados, lanzándoles el pueblo algunas imprecaciones, hasta que abandonaron la plaza partiendo a escape los tiros de las carretelas, en que temerosos y acompañados de jefes de la fuerza tomaron asiento. En las calles próximas a San Rafael era casi imposible dar un paso; la multitud era inmensa, aumentada por la fuerza federal y la policía; oleadas de curiosos venían de los cuatro vientos a tomar parte en el motín, y caballazos, culatazos, garrotazos y cintarazos se repartían a diestra y siniestra a la concurrencia sin distinción de categorías sociales; aquello parecía el día del juicio. Al partir los vagones, grupos de entusiastas por Ponciano Díaz lo vitoreaban y en los mismos vagones la concurrencia por todo el tránsito fue gritando vivas y mueras y cometiendo mil desórdenes. Luego que la plaza de toros fue despejada por la cuadrilla que la abandonó en medio de una silba espantosa, jamás vista en México, no se veía en todo el redondel más que multitud de sillas rotas, pedazos grandes y pequeños de madera, botellas hechas trizas, banderas de 73
colores desgarradas; parecía que allí acababa de celebrarse una gran orgía que tuvo por final un triste desenlace de imperecedera memoria. Mazzantini se fue.-El diestro español y varios de sus compañeros se marcharon rumbo a Nueva York pro el tren del Ferrocarril Central salido de la Estación de Buenavista el miércoles 17 del corriente. Se dice que una linda morena de muy buenos bigotes, prendada de las gracias personales del famoso espada, abandonó el hogar y echó a correr tras él; ¿lo alcanzará? ¿él será indiferente a sus hechizos? ¡quién sabe! Lo que hay de cierto, por lo que respecta a Mazzantini es, que altamente contrariado por el fracaso de la corrida de toros, dijo al salir de la plaza de San Rafael: “Yo estoy acostumbrado a ganar el sustento sin engañar a nadie; así es que hoy no cobro mi sueldo porque no creo haber trabajado como debo, aunque no por mi culpa”. Esta honrosa manifestación del simpático diestro, le otorga la estimación de la sociedad mexicana. Daños y perjuicios.-Los dueños de la Plaza de toros van a presentar reclamación contra la Empresa Mazzantini, no sólo por los destrozos que sufrió el edificio, sino porque el fracaso del miércoles les enajena las simpatías disminuyendo la clientela, especialmente la femenina que iba aumentando de día en día. Sillas rotas.-Cerca de setecientas sillas rompió el público en la plaza de toros, siendo de estas cuatrocientas de los dueños de la Plaza y trecientas alquiladas. UN CONCURRENTE. Apenas nada, se incluyó un REMITIDO que va como sigue: Plaza de toros de San Rafael. México, Marzo 17 de 1887.-Señores Redactores del “Diario del Hogar”. Muy Señores míos: Suplico a ustedes se sirvan publicar en su ilustrado periódico la presente aclaración, cuyo favor les agradecerá su atento seguro servidor. -Eduardo N. K. Ferrer. Aclaración. Esta empresa cedió a la de Puebla la plaza para la corrida Mazzantini, que se verificó el miércoles último, sin tener la menor intervención en los precios que se fijaron, elección de ganado y demás, ni la menor parte en sus utilidades, cualesquiera que hayan sido. Como se ve, esta empresa no ha tenido participio alguno en dicha corrida y deplora los acontecimientos del miércoles, pues siempre ha procurado llenar sus deberes para con el público que la ha favorecido, obsequiando cuantas indicaciones se le han hecho para que éste quede complacido, y siéndole satisfactorio el completo orden y decencia que han reinado en sus corridas, como ha sido público y notorio. Quedo responsable.-Eduardo N. K. Ferrer. y como remate informativo de la fuente hemerográfica ahora consultada, se encuentra esta otra inserción: ¡Más toros, más toros! En los momentos del fracaso Mazzantini en la plaza de San Rafael, algunos chuscos echaban a volar unos papelitos impresos con tinta colorada convidando a otra corrida de toros para el domingo 20 del corriente, ofreciendo que las reses serían de la ganadería del 74
Contadero, que vendrían por tierra y no por ferrocarril y que las estoquearán Machío, el Habanero y el Niño. El 13° Congreso, a quien se debe la notable mejora de las plazas de toros en el Distrito Federal, se los premie! SOBRE EL REGLAMENTO TAURINO. En El Nacional del 19 de marzo de 1887, p. 3 aparecen estas notas: El Reglamento de las corridas de toros.-Con motivo de los desórdenes muy justificados de parte del público, que fue, como dijo El Siglo Diez y nueve, robado por la Empresa de la corrida de Mazzantini, muchas personas encuentran insuficiente el reglamento improvisado y reciente de las corridas de toros, que no es más que una recopilación de disposiciones imperfectas del año de 1849. Hemos oído decir que persuadido de esa insuficiencia el regidor Núñez, que es dedicado y laborioso en el cumplimiento de sus obligaciones municipales, trajo de España los reglamentos que allí rigen, y tomando de ellos lo que creyó adaptable a México, hizo un proyecto que sometió al cuerpo municipal; pero que no ha podido discutirse porque varios munícipes enemigos de la bárbara diversión de los toros, han evitado que se discuta. Nosotros simpatizantes con estos regidores, porque como ellos consideramos que es un paso atrás y hacia la barbarie el que ha dado el Congreso que permitió los toros; pero toda vez que éstos se lidian en el Distrito, es necesario que exista un buen reglamento que entre otras prevenciones tenga el que cuando una empresa abuse y se burle del público tan descaradamente como la empresa poblana, se le obligue a devolver el dinero que le sacó al público engañándolo y dándole en vez de una corrida de toros algo que nos abstenemos de calificar, porque merece el dictado más duro que se encuentre en el diccionario de la lengua castellana. Por lo mismo, excitamos a los señores regidores a dar pronto un buen reglamento para las corridas de toros. UNA FALSA NOTICIA CIRCULÓ DESDE EL 19 DE MARZO DE 1887. En la prensa de aquel día, se decía que Ponciano Díaz y José María Mota, uno de los varilargueros de su cuadrilla, habían sido reducidos a la cárcel, por ser los “instigadores” del escándalo del día 16 anterior, en la plaza de “San Rafael”. Un impreso comenzó a circular el día 20, y decía, a la letra:
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El Nacional, 20 de marzo de 1887, p. 1. DOMINGO 20 DE MARZO DE 1887: Festejos en la plaza de “San Rafael” y Tlalnepantla.
En la de “San Rafael” se lidiaron toros de la Hacienda del Contadero, Querétaro. Espadas: José Machío, “El Habanero” y “El Niño”. En la de Tlalnepantla, los cinco toros que se lidiaron, pertenecieron a una “afamada ganadería de Durango”. Además, y como fin de fiesta, no faltó el embolado. En Tlalnepantla, la magnífica banda militar que esta tarde (20 de marzo) amenizará la fiesta taurina en aquel lugar, deberá tocar por primera vez, como dedicatoria al espada mexicano Ponciano Díaz, dos alegres y entusiastas danzas tituladas Ahora, Ponciano y A los toros, composición del inteligente maestro y reputado filarmónico Sr. Miguel Ríos Toledano, director de la primera banda militar del ejército mexicano.
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LA PRENSA OPINA… CHARLA DE LOS DOMINGOS por Juvenal. El Monitor Republicano, del 23 de marzo de 1887, p. 1: RESUMEN.-LAS CORRIDAS DE TOROS.-LOS ESCÁNDALOS DE ESTOS DÍAS.-EL CARÁCTER DEL MEXICANO.-POR QUÉ NO PODRÁ ARRAIGARSE ESA DIVERSIÓN.-EL AUMENTO DE LA CRIMINALIDAD.-ASPECTO DE LA PLAZA EN DÍA DE CORRIDA.RENCORES ENTRE ESPAÑOLES Y MEXICANOS.-LA PLAZA EN ESTADO DE SITIO.-EL RESPETO A LA AUTORIDAD.
Enrique Chávarri, Juvenal. SINAFO, N° de catálogo: 31305 Carlos Cuesta Baquero siempre tuvo la opinión de que Enrique Chávarri era un declarado antitaurino. Conforme voy leyendo y encontrando nuevos textos suyos, que además fueron una constante, por lo menos durante el año que ahora es motivo de análisis, puedo concluir que en efecto lo fue, pero mantuvo una actitud congruente, en la que se nota, además del conocimiento general sobre la vida cotidiana, y los problemas que todo país podría tener, un desparpajo para escribir las extensas columnas que aparecían en la plana principal de El Monitor Republicano, que no era poca cosa, sabiendo que habría en ese entonces una auténtica legión de ávidos lectores por conocer lo que pensaba y decía ni más ni menos que Juvenal. Por tanto, creo que Chávarri sabía manejar muy bien sus posturas, y en buena medida usar un lenguaje coloquial, sabroso y placentero a la hora de que uno viene enterándose no solo de aquello que apenas ha sucedido en los toros, sino también en otros asuntos de los espectáculos públicos, o simplemente de la vida en una ciudad, como la de México, que para ese entonces mantenía una especie de encanto provinciano, donde todo mundo se enteraba de las cosas en forma mucho más próxima e inmediata, dadas las dimensiones de la ciudad misma. Pues bien, aquí están otra serie de apreciaciones de nuestro autor, las que nos remiten a la que fue una constante tan luego se reanudaron las corridas de toros: los escándalos en las 77
plazas de toros. El furor que ocasionó aquel nuevo capítulo en la historia de las diversiones públicas, significaba no otra cosa que todo aquel comportamiento puesto en práctica en plazas como el Huisachal, Tlalnepantla, Cuautitlán, Texcoco y otras a donde la afición acudía permanentemente, y desde años atrás, mientras estuvieron prohibidos los festejos taurinos en el Distrito Federal. Por tanto, no es casual que aquellos patrones de comportamiento se viesen en forma por demás extraña. Lo que sucedía, probablemente es que si ese fenómeno se estaba desbocando en la mismísima ciudad de México, tal circunstancia de seguro no iba acorde a los principios que alcanzaba cualquier ciudad que se preciara, y en ese sentido la de México contaba ya con una serie de imágenes que la ponían tan cerca de un cosmopolitismo, síntoma y patología de las grandes capitales del mundo. Ahora bien, es de explicarse también que el registro de la inconformidad o el reclamo subiese de tono o este fuese exponencial en la medida en que hubo más de una plaza en la capital. Llegó a haber momento en que funcionaran al mismo tiempo hasta tres de ellas… llegó a haber momento en que la ciudad misma contaba hasta con seis plazas, y todas reunidas en apenas un espacio reducido en términos de lo que significaba la más adelantada urbanización de aquel entonces. Es momento de que Juvenal nos platique sus impresiones. Y ahora que ya se ha sabido todo lo que ha pasado en las corridas de toros, ahora que prácticamente se ha visto cuál es el resultado, el desenlace preciso, inevitable de esa culta diversión, podemos decir a los diputados que tal plaga desataron sobre esta infeliz sociedad: -¡Buena la hicísteis, señores!... Ahora podemos felicitarlos y repetirles y probarles que los argumentos de sus adversarios no eran sensiblerías ni escrúpulos de monja, sino resultado del conocimiento perfecto que tenían del carácter de nuestro pueblo. En efecto, que las corridas de toros estén aclimatadas en España, que ya comience la culta Francia, comience tan solo a contagiarse con el apego a las sangrientas lides, esto no quiere decir nada, cada pueblo tiene sus caracteres especiales, típicos y los del nuestro, la verdad, no son nada a propósito para una diversión tan propicia a las riñas, a los escándalos, al jaleo. Ahora no discutimos de memoria, ahora argüimos con hechos, con hechos palpitantes, y no se dirá que no salimos del terreno de las vanas declamaciones. En España, en la Habana, en donde quiera que las corridas de toros son el espectáculo favorito, no hay desórdenes, no hay el belen que estamos presenciando día a día en nuestras plazas. Es cierto, esto proviene de una razón que por mucha pena que nos cause debemos exponer; casi nos quema los labios lo que vamos a decir, pero ello es preciso para fundar nuestra franca y leal oposición al espectáculo que está trastornando el seso de esta sociedad. Nuestro pueblo es menos culto, está menos civilizado que el de aquellos países, que saben detenerse aun en sus raptos de entusiasmo, allí donde está el límite de lo justo y de lo conveniente. Por eso ruge delante del circo ensangrentado, y ebrio por el pulque y la sangre se abandona a demasías, tan lamentables como las que acabamos de ver en Tlalnepantla y en México. Grave y trascendental imprudencia ha cometido el Congreso al autorizar las lides de toros, ha obligado a nuestra sociedad a dar un paso hacia atrás, ha matado al arte en su senda de gloria, ha revivido rencores que deben no existir ya, que es ridículo que surjan entre dos naciones, entre México y España, hoy hermanas en el seno de la cultura social; no es esto todo, ese Congreso que no pensó en la trascendencia de su idea, ha aumentado la criminalidad dando, sin quererlo él por supuesto, incentivo a la vagancia. 78
Se nos dirá que la representación nacional ni previó ni pudo prever que el delirio taurino fuese tan contagioso, tan temible, y que tan rápido cundiese en medio de un pueblo casi aletargado por el infortunio y la miseria. Está bien, aceptemos la disculpa, pero ahora que los resultados están ahí, ¿no debe la Cámara de Diputados derogar su inconveniente ley?... ¿no debe declarar que como homenaje a la cultura y a la civilización se prohíben las lides taurinas, al menos en el Distrito Federal, que es como el cerebro de la República?... Ya nos parece que los muchos partidarios que tiene esa diversión nos gritan que atacamos la libertad, que cada cual está en su derecho de divertirse como se le dé la gana, así sea destrozando toros o descuartizando caballos, y haciendo picadillo las plazas. Nosotros contestaremos que la libertad de un individuo, concluye allí donde comienza la de otro. Además no vamos a llorar sobre el toro agonizante, no vamos a derramar lágrimas al ver al caballo que arrastra sus intestinos palpitantes, no se trata de eso en el actual momento, nosotros, en nombre del orden público, pedimos la abolición de las corridas. Discutimos apoyados en los hechos: entre nosotros no hay remedio, si se trata de una buena, de una gran corrida de toros en que las fieras y los lidiadores han cumplido como buenos, el público ebrio de entusiasmo sale a reñir, a demoler casas, a atacar a los wagones del ferrocarril como acaba de suceder en Tlalnepantla; si los toros están malos, entonces ya hemos visto el casi motín que produjo el fiasco de Mazzantini. El domingo antepasado, el aumento de la criminalidad a causa de las corridas ascendió a ciento cuarenta y cuatro casos, y poco más o menos a la misma cifra asciende el aumento de la criminalidad cada día que las plazas abren sus puertas. No cabe duda, pues, el orden público se trastorna de una manera más o menos sensible, más o menos grave a causa del bárbaro espectáculo. Tiene pues, que suceder con los toros, lo que con los bailes de la gente de trueno. Esos bailes existen en todas las naciones aún en las más cultas, en México no ha podido establecerse, ha sido necesario prohibirlos porque nuestros apreciables compatriotas iban allí a romperse el bautismo, a pelear verdaderamente y armados de punta en blanco. Entre nosotros, lo estamos mirando, a la entrada de los toros es necesario poner batallones y escuadrones en alta fuerza para cuidar el orden, el pueblo sin embargo, se arroja sobre la guardia, o sobre la caballería y casi siempre hay machetazos, fusilazos, golpeados, en fin. ¿Qué clase de diversión es ésta, preguntamos nosotros, en que para entrar es necesario librar un verdadero asalto? Todo el mundo concurre armado al redondel, cualquiera diría que aquel recinto es una fortaleza o que se encuentra declarado en estado de sitio, en la sombra es de moda llevar el revólver, asomando bajo la chaqueta, en el sol nadie concurre sin su cuchillo bien afilado, más allá los centinelas con sus armas cargadas, los gendarmes con sus pistolas bien listas, más allá brillando las bayonetas y las espadas. Y todo esto es necesario, ¡guay de los taurófilos si no se les presentara frente a frente ese aparato de fuerza armada! Mientras en un teatro media docena de gendarmes bastan para cuidar el orden en las funciones más concurridas, en una plaza de toros se necesita hasta artillería; ¿qué quiere decir esto? ¿depende de la calidad de la concurrencia o de la calidad del espectáculo?... De cualquier modo, una sociedad cuta, preguntamos nosotros desapasionadamente, ¿puede tolerar eso que se llama pasatiempo, pero que en el fondo no es más que el peligro constante para la perturbación del orden?... Otro lado incivil acabamos de ver en esa llamada diversión, la facilidad con que ha revivido necios rencores entre españoles y mexicanos, esos mueras a España, esas injurias a sus hijos, que son, que deben ser nuestros hermanos, esas exclamaciones estúpidas de parte
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del populacho, cuando ya mexicanos y españoles se daban el abrazo de fraternidad, todo esto, es otro beneficio que debemos a los toros. ¡Cuánto nos trastornará a los hombres ese pasatiempo inocente, cuando se vuelven locos al grado de olvidar que la culta y grande España nada tiene que ver con los cuernos de los toros y la capa de un torero! Los españoles son aficionados a esa diversión y concurren a ella con ahinco, el día menos esperado hay un conflicto en cualquiera plaza de toros, entre españoles y mexicanos, porque, lo repetimos con pena, nosotros los excelentes hijos de este país, hacemos gala de dejar la cultura en la puerta de la plaza de toros. De cualquier modo que se considere a las corridas es difícil que puedan arraigarse en el seno de nuestra sociedad. Ellas vienen a combatir al arte, al arte pacífico que morigera y endulza las costumbres, estamos mirando que la fiesta taurina hace aborrecer los teatros, que las empresas se arruinan y que a continuar así las cosas, no tendremos más diversión que los toros. Hoy solo tenemos una plaza de toros; dentro de un mes tendremos cuatro; para entrar en competencia disminuirán los precios, pudiendo ir entonces a la corrida la ciudad entera. ¿Qué va a suceder, pues?... Que el jaleo aumentará de una manera espantosa, y la policía y aún la guarnición serán impotentes para contener el desorden. Y no es exageración, la actitud del pueblo el otro día delante del fiasco de la corrida de Mazzantini, hacía temer que incendiaran la plaza. ¿Quién nos responde de que esto no suceda el día menos pensado, y entonces; ¡cuántas desgracias, cuánta sangre derramada inútilmente! ¡Qué clase de espectáculo es este en donde los hombres, no viste como en la culta sociedad, sino con la exageración del charro, en donde las señoras no pueden asistir, en donde todos gritan y nadie está seguro de no ser insultado? La misma autoridad es tratada por los concurrentes con una confianza que raya en desprecio, en injuria. El otro día decía un regidor con mucho acierto, los toros es la única diversión en que se permite insultar a la autoridad… No nos cansaremos de repetir que ahora no argüimos con teorías, sino con hechos, con hechos que acaban de pasar, que están pasando, a la vista de todos. Los taurófilos van a rugir en contra nuestra, no importa, tratándose de cumplir el deber que nos hemos impuesto, somos toros toreados, hablado en el lenguaje ad hoc. Abandonamos nuestra personalidad a los sectarios de la taurolatría, pero les aconsejamos que piensen, que reflexionen en lo que hemos dicho. JUVENAL. No cabe la menor duda de que lo dicho hasta aquí por Enrique Chávarri es, ni más ni menos que el vivo retrato de una sociedad que, como la mexicana, se comportaba bajo la clara y permisiva condición de ese “dejar hacer”, y donde la ya presente ausencia de la autoridad de la autoridad, a pesar de que se acusa al “porfiriato” de aplicar auténticas medidas de represión en condiciones de riesgo, parecen no verse en forma contundente. Debe reconocerse el serio atraso que habría entonces en términos de los altos índices de analfabetismo, lo cual era señal más que clara de un reflejo descarnado en buena parte de los sectores sociales. A su vez, quedaban fuertes rezagos de una antigua rencilla ocasionada, a decir de muchos, en lo que significó la “nefasta influencia” española, lo que significaba la construcción de un odio mental sobre los hispanos, a quienes había que combatir… y como en los toros encontraron el pretexto, se desató una auténtica campaña campal donde incitados por las hazañas de nuestras figuras, y las españolas, eso originó una 80
apasionada confrontación que originó duras batallas, al grado de que se crearon frentes pro nacionalistas en ambos sentidos. Cuando la razón quedó rebasada, se llegó al extremo del patrioterismo o el chauvinismo como reacciones ya sólo impulsadas por resortes del absurdo. Y en buena medida, quienes impulsaron este fenómeno fueron precisamente personajes atrincherados en el sector de la prensa. Desde ese año de 1887 y en adelante, surgieron diversas publicaciones taurinas que abordaron el asunto con tal vehemencia que terminaron siendo estandarte de este o aquel toreo. Sin embargo, cumplieron una misión al predicar la enseñanza de la tauromaquia en cuanto tal, pues ello significó el cultivo de un conocimiento que representaba conocer a plenitud las suertes, las reglas que dicha representación había ganado al paso del tiempo como un espectáculo que llegó a alcanzar en esos años finales del siglo XIX un estado de evolución y madurez que lo puso al borde del profesionalismo. El aporte que deja Juvenal en sus apreciaciones, tiene que ver también con el comportamiento de la “pax porfiriana”, pero también de toda esa escala de valores bajo la cual se movían los estratos sociales. Por supuesto que se ve a las claras el grado de pasión que adquirió la fiesta de los toros nada más se reanudaron en la capital del país. Ante lo que significaba un ambiente de tranquilidad en los teatros, en las plazas vox populi era el monstruo de mil cabezas, vertedero de opiniones no siempre gratas, fuesen estas verbales o físicas. Sin embargo, durante aquellos años duros (que van de 1887 y al menos hasta 1910), incómodos, que acumularon infinidad de acontecimientos bastante desagradables, hubo de darse en una siguiente etapa, ya comenzado el siglo XX donde se superó, en forma razonada tal nivel de primitivismo para ser sustituido por otro en el que nuevas generaciones de aficionados llegaron a las plazas con una conciencia distinta, quizá mejor preparada en términos del conocimiento que significaba, precisamente para aquellos entusiastas, saber de toros, sin más. MÁS SOBRE EL ESCÁNDALO EN TLALNEPANTLA. Y también en El Monitor Republicano del 23 de marzo de 1887, p. 3: ESCÁNDALOS EN LOS TOROS.-Sobre la corrida famosa del domingo en Tlalnepantla dice El Nacional: “Desórdenes.-En la corrida de toros que se verificó el domingo en Tlalnepantla hubo algunos desórdenes que rayaron en salvajismo. Después de haberse vendido boletos a mayor cantidad de personas de las que cómodamente pueden caber en la plaza, se impidió arbitrariamente la entrada a muchas que tenían derecho, por llevar el boleto respectivo y a otras se les permitió la entrada pagando su importe en la puerta. La multitud que llegó en el primer viaje de los ferrocarriles Central y Nacional, fue más que suficiente para llenar completamente la plaza; y la que llegó en el segundo viaje no pudo ya tener acceso a pesar de que llevaban sus respectivos boletos. La multitud se agolpó a las puertas de entrada, y de una manera brutal y salvaje fue rechazada por dos piquetes de rurales que acometieron contra ella a culatazos, cañonazos y machetazos, mezclándose entre la multitud que al retroceder fue recibida por otro piquete que ejecutó iguales ultrajes. El desorden naturalmente fue espantoso; muchas personas recibieron heridas de gravedad y todas fueron miserablemente atropelladas, no habiendo sido pocas las señoras que sufrieron indignos ultrajes. En la puerta de sol indignada la multitud, hizo frente a los rurales a pedradas, descalabrando a muchos de ellos, entre otros al comandante. Por fortuna, el pueblo supo contenerse a tiempo, porque los rurales se preparaban ya a hacer fuego sobre él. Estos escándalos son sencillamente salvajes, salvajes los que agredieron tan injusta y arbitrariamente a la multitud y salvajes los que ordenaron la agresión”. La Voz de España dice: 81
“Siguen los escándalos.-Los concurrentes a la plaza de toros de Tlalnepantla nos cuentan que la puerta de entrada a sol fue teatro de reñidísimo combate entre los taurómanos y los rurales encargados de la guardia de aquel lugar. Ya habiendo comenzado la corrida y la plaza estaba llena completamente cuando llegó un tren de esta capital con gran número de personas que habían comprado boletos para ese espectáculo; boletos inútiles puesto que a nadie se le permitía la entrada. Aquella multitud engañada comenzó a protestar contra quienes así se burlaban del público, y de las palabras pasó a los hechos.
An old time bullfight at Tlanepantla (sic), México.-From a sketch by H. A. Ogden. The sham bullfight in the new amphitheatre, New York city, on julio 31 st. Editor: Frank Leslie´s Illustrated newspaper, august, 21, 1880. Datos consultados en: http://www.bibliotoro.com/index.php Momentos después una lluvia de piedras caía sobre las puertas, y los rurales, que eran incapaces de contener a quienes enfurecidos trataron de desarmarlos, se vieron obligados a repartir golpes a diestra y siniestra. Pero todo era inútil. Solo cuando el oficial de la guardia amenazó a los alborotadores con hacer fuego, se calmó algún tanto aquel espectáculo. Hasta hoy no sabemos con certeza cuál sea el número de heridos y contusos. Por fin llegó la hora del regreso y en los wagones del ferrocarril de Toluca continuaron los desórdenes. Ya instalados en los trenes los burlados se armaron de leños con que a gritos de ¡Torooo! Y de ¡Ahora, Ponciano! destruyeron los cristales y asientos. 82
La frecuente repetición de abusos cometidos por las empresas taurinas nos obliga a llamar la atención de las autoridades para que tomen las providencias necesarias para evitar esos hechos que, sin tener en cuenta la mala idea que dan de la cultura de un pueblo, pueden ser causa de serios trastornos”. Nada de esto nos sorprende; esto es lo lógico, lo natural y de costumbre. ¿Qué se entiende por toros? UNA MÁS. LA PRENSA OPINA. “TOROS y CAÑAS”. El Nacional, del 23 de marzo de 1887, p. 2: Ahora sí podemos decir que hemos llegado a la cumbre de nuestra ambicionada prosperidad: tenemos toros, como el pueblo romano tenía circos, y tenemos un pueblo como aquel, que aunque carcomido por la prostitución y desconociendo que marcaba a la decadencia y de la decadencia a la ruina, vivía feliz y contento, olvidando su antigua grandeza, con tal de que los emperadores, sus augustos amos, le repartiesen trigo y le diesen combates de fieras y de gladiadores y espléndidas naumaquias. ¡Panem et circenses! Pan y circo, o lo que es lo mismo: Toros y cañas, como pedían antes los españoles, o Pulque y Toros, que es lo que pedimos nosotros, menos exigentes y ateniéndonos a lo que produce la tierra; con esto nos basta, que bien humildes y moderados somos. Pero como a pesar de nuestra humildad y nuestra moderación, somos empujados hacia adelante por ese paganismo envilecedor que arrastró por el fango a los romanos, tenemos también como ellos muchas tabernas, muchas cortesanas desvergonzadas, bastantes Lúculos que comen en casa de Lúculo y numerosos adolescentes que, si no concurren al Forum ni a las Termas, sí pasen su fastuosa holgazanería por los teatros y las alamedas, los billares y las cantinas. ¡Pulque y Toros! Esta es la frase del día y que expresa la más grande aspiración del pueblo, y por eso vemos que no solo en la capital, sino en otros muchos puntos de la República afánanse las gentes por construir espaciosas y elegantes plazas, que den testimonio de nuestra prosperidad y de nuestra grandeza. Nos divertimos y esto nos basta. ¿Quién piensa en el día de mañana, ni para qué apernarnos? Bebamos vino, es decir, pulque, y coronémonos de rosas para concurrir sonrientes y llenos de regocijo al grandioso espectáculo de las corridas de toros, que viviendo así en constante barullo, en continua disipación y excitados por la sangre que enrojece la arena del circo, nada más necesitamos para ser poderosos e invencibles. ¿Cuándo el ebrio se espanta con la inminencia del peligro, ni cuándo deja tampoco de arrojarse rugiente de cólera y ciego de ira sobre su víctima para desgarrarle las entrañas? Hacemos bien, debemos divertirnos y mucho, que para eso somos libres, muy libres, lo demás… ¿qué nos importa? ¿Acaso debe preocuparnos la miseria espantosa que tan lastimoso contraste forma con esa prosperidad y esa riqueza de que pretendemos hacer ostentación? Toros para la aristocracia y para la clase media, y toros y pulque para los peladitos, que todos son hijos de este privilegiado suelo y con derecho a los mismos goces; para unos, Mazzantini el espada cortesano; para otros, Ponciano, el hijo del pueblo, ambos matan reses y nuestra atención debe fijarse exclusivamente en ver si el torero mata bien o mal, o si la res más diestra y más ligera da al traste con su adversario, que cuando se llega a este desenlace, tócase a lo supremo de tan civilizador espectáculo. ¡Buenos estuvieron los toros! Que una víctima más ¿qué importa al mundo? Así eran también los romanos, quienes no quedaban conformes ni contentos si no veían la arena de los circos cubierta de cadáveres de hombres y de animales. 83
Francamente diremos, que cuando se dictó la disposición, prohibiendo en México la diversión de los toros por considerarla bárbara e indigna de un pueblo que a sí mismo sabe respetarse, creímos de veras, que habíamos entrado en juicio y dado un gran paso por el sendero de la verdadera civilización; pero nos engañamos, y ahora estamos plenamente convencidos de que somos como siempre, inconstantes, tornadizos, que las cosas más grandes y más graves nunca las tomamos a lo serio, y que jugamos con nuestras leyes e infringimos nuestros más rectos y sanos propósitos, no sabremos decir, si con la veleidad de un niño o con el atolondramiento y la tontería de un mozalbete, a quien nada le preocupan sus futuros destinos. Así somos y no podemos ser de otra manera, porque el juicio, la constancia y el buen sentido práctico para marchar en pos de una prosperidad positiva y de una grandeza verdadera, sin dotes que realmente no poseemos. Tenemos por ahora toros, y con esto nos basta y nos sobra para vivir contentos y satisfechos; pero que se nos gobierne bien o mal, que la miseria se extienda, que la prostitución se difunda, que el indiferentismo religioso se propague, que la juventud se envilezca y se marchite al soplo de innobles y degradantes placeres, poco o nada nos importa. ¡Y a todo esto se llama en lenguaje patriotero progreso y civilización! Y bien tenemos toros; ¿pero quién ha venido ganando y ganará con la resurrección de semejante espectáculo? ¿El pueblo acaso? No, ciertamente, porque allá van ahora el obrero y el artesano, no solo a sacrificar el producto de una semana de trabajo, sino a embriagarse y a excitar sus pasiones a la vista de sangrientas escenas. El hombre del pueblo no puede salir mejor y corregido después de presenciar una corrida, y con la cabeza extraviada por la embriaguez, hambriento y haraposo, dará en público y en su pobre hogar muestras bien patentes de su repugnante degradación. ¿La sociedad culta y refinada sacará algunas ventajas de una diversión que por más que se diga es bárbara y que por mismo no puede nutrir en el corazón delicados y nobles sentimientos? Tampoco, ciertamente; pero se obedece hoy a la corriente y se va a los toros, como antes iban al circo los próceres, los senadores y las damas romanas para gozarse con las últimas convulsiones del moribundo gladiador. ¿Quién gana, pues? Los especuladores y los empresarios a quienes se les ha ofrecido tan riquísimo filón para que lo exploten, y de lo cual hemos tenido pruebas, bien escandalosas por cierto, en las últimas corridas. Pero aún hay otros que a consecuencia de ellas están haciendo su agosto, los pulqueros, que venden semanariamente y por toneladas el sabroso neutle, poderosísimo excitante de insanas y malas pasiones. La moneda de oro no deja de serlo aunque se la saque del fango, y el oro es lo que importa. No tenemos, pues, remedio. ¡Pulque y toros y toros y pulque¡ La embriaguez por la sangre y por el licor; y subyugados así por el delirium tremens, tambaleándonos y lanzando gritos destemplados,17 marcharemos impávidos, pero dando como los ebrios un paso hacia 17
Lo mismo se escuchaban gritos destemplados e inconducentes de viva Ponciano y mueran los gachupines, que en lo absoluto eran reprimidos por los encargados de mantener el orden, que aquel otro en que un pelado gritaba, para justificar sus bárbaras declamaciones, decía: “yo tengo mucho amor patrio”. ¡Pobre de la Patria si éstos fueran sus defensores el día del peligro! Notas que se publicaron en El Nacional del 20 de marzo de 1887, p. 1. Tres días después, y en la misma publicación, pág. 3 apareció esto: Resultados de los toros.-Refiere el Monitor Republicano lo siguiente: Nos cuentan que hace pocos días un grupo de toreros españoles iba pacíficamente por una de las calles principales, a la sazón que otro grupo de ciudadanos mexicanos venía pro el mismo rumbo. Nuestros compatriotas reconocieron a los hijos de Cúchares y les dijeron: -¡Viva Ponciano Díaz! -¡Viva! –contestaron los toreros españoles. -¡Muera Mazzantini!... -¡Muera! -contestaron ellos
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adelante y tres atrás, hasta caer rendidos, no sobre el lecho de rosas de Heliogábalo, sino en el cieno de la más grosera prostitución. LA REDACCIÓN. LA PRENSA OPINA. El Nacional del 25 de marzo de 1887, p. 3: Cómo juzgaba D. Benito Juárez de la diversión de los toros.-Decía D. Benito, y con razón: “Cuando no haya toros, el artesano, el industrial, gastará su sueldo en zapatos, rebozos o enaguas para sus esposas e hijas, y en cartillas para que sus hijos aprendan a leer en la escuela; cuando los haya lo gastarán en pulque y toros”. Pero Tuxtepec ha dicho: “Habiendo toros habrá muchos empresarios de corridas y muchos especuladores que explotarán al industrial y al artesano, hasta dejarlos sin camisa, y el industrial y el artesano gastarán en pulque el dinero que debieran emplear en pan para su familia y en la educación de sus hijos”. Y esto es lo que ha sucedido y seguirá sucediendo, para que con el tiempo tengamos como una prueba de progreso, un pueblo hambriento, desnudo y degradado, muy fácil de tratar con la punta del pie; un soberano cubierto de harapos y beodo. ¿Se quiere cosa mejor? ¡Oh, si D. Benito resucitara!” Desde luego, este aserto tuvo su réplica, la cual fue publicada en El Arte de la Lidia, Año III, 3ª época. México, domingo 10 de abril de 1887, N° 23, p. 3: ¡Toros!.-Cuenta un periódico que el inolvidable Juárez dijo una vez, que el día en que no hubiera corridas de toros, el pueblo no gastaría su dinero en pulque ni se destrozaría a cuchilladas, sino que emplearía en ropa para sí y para sus familias lo que su trabajo le produjera. Pues creemos que se equivocó el inolvidable Juárez. Cuando no hay corridas de toros, el soberano, que no está para teatros, se fastidia soberanísimamente; no tiene aliciente para vestirse de cinco alfileres, ni siquiera para lavarse la cara, y sucio, hastiado, busca en la taberna un refugio contra su flato soberano. Cuando hay corridas, tiene alborozo, se asea, procura ir limpio a la plaza, desempeña el zarape y las enaguas de la mujer, le compra sombrerito y calzones al niño, rebozo a la hijita, y gastando en todo esto, y en toros, bebe mucho menos, y sobre todo, se destripa mucho menos. Nosotros decimos, que el domingo que hay más jamelgos destripados en la plaza, hay menos navajas en activo servicio, y menos borrachera. (El Mefistófeles, periódico que circulaba en la ciudad de León, Guanajuato) Escribe CERO a la izquierda en su columna Charla de los Sábados, publicada en El Siglo Diez y Nueve del 26 de marzo de 1887, p. 1: -¡Muera España!... -Eso sí no –dijeron ellos, sacando los revólvers y las navajas. En la parte contraria se hicieron los mismos aprestos bélicos, y si la policía ¡cosa rara! no acude a tiempo, hay una de todos los diablos. Esto pasó el sábado en la noche. Todo esto no viene al caso; el nombre de la culta España está muy elevado para que se le mezcle en estas cuestiones triviales.
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(…) Y ahora que va a llegar el obligado y forzoso paréntesis de la Semana Santa, los días de reposo taurino que ella impondrá a toreros y a taurómanos, servirán solo para aumentar el apetito de los aficionados a la lidia, y para hacerlos después acudir en mayor número al estreno de las dos nuevas plazas que se abrirán el domingo de Pascua. Estamos, pues, en pleno adelanto, en un periodo álgido de derroche de civilización. De Pulque y toros llama algún colega a la época actual, y a fe que tiene razón de sobra. La pulquería y el redondel son los dos templos de hoy, en los que se rinde culto al embrutecimiento y a la barbarie. Baco ebrio y coronado de pámpanos, y el primer espada envuelto en su lujoso capote de paseo, son las dos figuras que están erguidas sobre el pavés de la admiración públicas. Un verde maguey cubierto por una roja muleta de torear y atravesado por una blanca espada de matador, son los colores nacionales y el signo heráldico conveniente a un pueblo que abandona el taller por la taberna, y que cambia el instrumento del trabajo por el jarro que repleto de neutle va a consumir en la plaza de toros, al eco estruendoso del civilizador aullido que dice ¡¡¡tooooro!!! Y para complemento de bienes, estamos amenazados por otras dos celebridades taurinas. Una torera ¡qué horror! y un torerito de trece años, que en la actualidad están trabajando en la vecina Isla de Cuba. Llámase aquella Gloria y se apellida lo mismo, es decir, que se titula ¡Gloria-Gloria! Pues, ¡ay qué gloria! Y cuenta la fama que esa gloria torera, no es una arpía, ni un serpentón, ni siquiera un sargento de coraceros, disfrazado de hembra, como sería de suponer dada la profesión a que se ha dedicado, sino una joven guapa y dulce, de blanca tez y labios de granada, de finas maneras y corazón sensible, aunque yo creo que no lo tendrá muy tiernecito, cuando torea y despacha berrendos como si chupara caramelos. Y en cuanto al niño, a quien llaman Mazzantinito, es un jovenzuelo que empieza a vivir, aprendiendo a matar, y que sale al redondel en vez de entrar a la Escuela de Corrección, que lo reclama a gritos. ¿Qué no tendrá padres esa criatura, ni marido o hermanos esa mujer mari-macho, espíritu fuerte, deshonra de su sexo, si bien admiración del contrario, que se muere por lo antinatural y extraordinario, como es ver a una hija de Eva, frente a frente de un cuadrúpedo cornudo de Atenco o del Jaral? Qué bien podrían aplicarse a esa notabilidad femenina, que sueña con toros y los mata de veras, en lugar de soñar con flores y con castos cariños, las siguientes primorosas redondillas de nuestro popular poeta Juan de Dios Peza y escritas a una taurófila madrileña: EN LA PLAZA Hija del pueblo, morena, Vestido de medio raso Azul celeste, de razo Que al andar cruge y resuena. Negros caireles, mantilla Blanca, y dos flores sembradas En el cabello, arrancadas De los huertos de Sevilla. Peineta de teja, brío, Terso cutis, labios rojos
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Y sobre todo unos ojos De ¡perdónalos, Dios mío! Así, juro por el Cid, La ví en un palco escogido, Estando yo en un tendido De la Plaza de Madrid. Ha de ser tierna, pensé, Dulce, candorosa, pura, Su pecho toda dulzura, su corazón toda fe. Si es tan dulce su mirar Será su voz como arrullo... Mas, ¿qué pasa?... ¡Gran murmullo! ¡Lagartijo va a matar! Calla la gente más tosca Y el más pulido doncel; Se puede en el redondel Oir volar una mosca. Pues todos saben de fijo Los transportes que arrebatan Al pueblo, siempre que matan O Frascuelo o Lagartijo. El bicho, rasca el terruño, Embiste y queda sin vida Por una buena metida Por todo lo alto hasta el puño. ¡Qué entusiasmo! ¡Qué ovación! La plaza entera temblaba Y la dómina gritaba Reventándose el pulmón. “¡Y qué bien lo has matao! Sin confesión, pobrecito! ¡Recibo un beso, mardito! ¡Qué bien matas, condenao!” ¡Y ésta –dije- es la paloma De hermoso y níveo plumaje; ¡Vaya que alienta coraje Y tiene dulce el idioma! Y decepcionado ya de mi tremenda vecina, volvíme en una berlina a la calle de Alcalá.
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Retrato de Juan de Dios Peza. Col. del autor. Y lo peor es que la Gloria por partida doble, y el Mazzantinito, recién nacido es casi seguro nos visitarán pronto, pues se dice que les han sido hechas ya proposiciones de ajuste por empresarios de esta ciudad. ¡Prepárese nuestro público a pagar diez pesos por una grada de sombra y doscientos por una lumbrera! ¡Claro! Pues qué, ¿vale menos ver matar toros a una mujer que se llama Gloria, y a un imberbe primer espada que se llama Mazzantinito? ¿No es la sublimidad del arte una cosa y otra? ¿No se eclipsan las glorias de la Patti y las de Sarah Bernhardt ante las de la muleta y el estoque? ¿Qué son las reinas del canto y de la tragedia, comparadas con la gloriosa Gloria, la reina y hasta la Emperatriz de todos los toros nacidos y por nacer? Y además, ¿no ha descubierto ya el falso Mayer, y tras él Mr. Abbey Mr. Grau, y luego la empresa de Puebla que trajo a Mazzantini; no han descubierto, todos ellos, digo, la veta en bonanza, el gran filón, la riquísima mina, el positivo El dorado, el camino seguro de la explotación pública, por el cual se llega a la opulencia en pocos días, aprovechándose de la imbecilidad de cuantos pagan gustosos y voluntarios altísimos precios, solo por la vanidad de que no pueda decirse que dejaron de ver, a peso de oro, lo que pudieron ver mucho más barato, con un remedio sencillísimo y consistente en no apresurarse a ir a llenar las cajas de las Empresas? Los mexicanos somos así, muy echaos pa elante, muy rumbosos, muy pródigos, y muy desprendidos, cuando se trata de quemar incienso a la novedad, rindiendo culto a nuestros vanidosos sentimientos, y dejándonos esquilmar por los que han sabido descubrir nuestro lado flaco, nuesta debilidad, nuestra cuerda sensible, la negra honrilla, que creemos consiste en pagar lo que ningún otro país del mundo ha pagado nunca por divertirse, pues como ya más de una vez lo he demostrado en Charlas anteriores, ninguna opulentísima capital europea ni americana se ha permitido jamás el lujo inaudito que nosotros, rellenando los ávidos sacos de avarientas empresas, que hacen muy bien en sentarnos la mano, toda vez 88
que se los permitimos. El falso Mayer y los empresarios posteriores, los Carteristas y los Carterotas han de haberse dicho para su coleto y para nuestro desplume: “El que quiera azul celeste, que le cueste”, y como Infinitus stullorum in numerum, o traducido al romance libremente, son muchos los llamados y pocos los escogidos, de ahí resulta que México se ha convertido de poco tiempo a esta parte en la Jauja moderna, y que los empresarios que han hallado la verdadera piedra filosofal, en forma de una celebridad, están en su derecho para poner su maíz a veinte pesos, siempre que encuentren compradores, de esos que tal vez niegan una limosna a un hospital o a una escuela, y llevan tesoros a un teatro o a un circo taurino. Buen provecho les haga a quienes no quieren aplicar el único correctivo posible a esas desconsideradas especulaciones, correctivo que no está al alcance de autoridad alguna, sino del mismo público, que con su sola abstención, con no concurrir, mataría en el nido la gallina de los huevos de oro, recientemente descubierta por el falso Mayer, y que con su cacareo de triunfo se burla de los que, aun a costa de grandes sacrificios, han comprado bien caro el vanidoso derecho de que se les llame el público más generoso del orbe. Y dicho esto, que me parece bastante claro, siga haciendo cada cual de su capa un sayo, echando la casa por la ventana, y venga la Gloria-Gloria y el Mazzantinito a llevarse lo muy poco que resta de dinero en esta bendita tierra de las minas de oro, y de los diez millones de ciudadanos descalzos, como llamó Paco Bulnes a nuestros dadivosos compatriotas. De todos ellos el que menos vale, será por lo mismo el que menos gaste, que por algo se llama CERO a la izquierda. La presencia de tres cuartetas más son importantes, pues estas son un agregado, o un cambio a lo que el propio autor logró publicar en Madrid, un año después, justo en la versión que, a su vez, reprodujo El Eco Taurino en 1937. Podría tratarse de pequeñas diferencias. Sin embargo, ante lo notorio en 12 versos, ya no lo es tanto, si lo comparamos con el texto de 1888, como sigue, distinguiéndolas por estar en negritas: EN LA PLAZA Hija del pueblo, morena, vestido de medio raso azul celeste, de razo que al andar cruge y resuena, negros cárieles, mantilla blanca, y dos flores sembradas en el cabello, arrancadas de los huertos de Sevilla. Peinete de teja, brío, terso cutis, labios rojos y sobre todo unos ojos de ¡perdónalos, Dios mío! Así –juro por el Cidla ví en un palco escogido, estando yo en un tendido de la Plaza de Madrid. ha de ser tierna, pensé, casta, encantadora, pura; su boca, toda dulzura, su corazón toda fe...
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Airosa, gentil y bella, mi admiración la acompaña, ¡No ha de haber en toda España! Mujer tan linda cual ella! si es tan dulce su mirar será su voz como arrullo... Mas, ¿qué pasa?... ¡Gran murmullo! ¡Lagartijo va a matar! Calla la gente más tosca y ve al más pulido doncel. Se puede en el redondel oír volar una mosca. Que todos saben, de fijo, los asombros que arrebatan al pueblo siempre que matan o Frascuelo o Lagartijo. ¿Quién tal acto no respeta? A otro enumerar la toque todos los pases de estoque y los pases de muleta. El bicho, rasca el terruño embiste y queda sin vida por una buena metida por todo lo alto hasta el puño. ¡Qué entusiasmo! ¡Qué ovación! La plaza entera temblaba y la dómina gritaba reventándose el pulmón. -¡Qué bien lo has matao sin confesión, pobrecito! ¡Qué bien matas, condenao! ¡Y ésta –dije- es la paloma de hermoso y níveo plumaje; ¡Vamos, que aliente coraje y tiene dulce el idioma! Y decepcionado ya de mi tremenda vecina, volvíme en una berlina 18 a la calle de Alcalá. Madrid, 1888. Juan de Dios Peza.
El Arte de la Lidia, año III, 3ª época, Mexico, Domingo 27 de marzo de 1887, N° 22, en su página 3 incluye la ya imprescindible sección de NOTICIAS de la cual se toman las siguientes: Procedente del Estado de Jalisco ha llegado a esta capital el espada José Sánchez Laborda, conocido del público de la capital. Este diestro ha toreado últimamente en plazas de los Estados de Coahuila y Jalisco.
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El Eco Taurino. Nº 429, del 14 de enero de 1937.
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El aplaudido diestro Juan León “El Mestizo”, que como es sabido, con su buena cuadrilla estrenará el domingo 10 de abril la Gran Plaza de Toros de Colón, propiedad del Sr. Teresa, hace saber a todos los empresarios de la República que pretendan contratarlo, que mientras no de cumplimiento al contrato del Sr. Teresa, no puede comprometerse a nada. Se ha pretendido contratarlo para la próxima temporada de Pascua, por varias empresas, entre otras, por las de San Luis Potosí, Guanajuato, Jalisco, Monterrey, Mazatlán y Chihuahua. PLAZA DE TOROS DE SAN RAFAEL, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 27 de marzo de 1887. Gran corrida. Seis toros de muerte del “Contadero”. Espadas: José Machío, Manuel Díaz Laví “El Habanero” y Francisco Jiménez “Rebujina”. PLAZA DE TOROS DE TLALNEPANTLA, MÉXICO. Domingo 27 de marzo de 1887. Tercera corrida. Espada: Ponciano Díaz.
Detalle de un tumbo ocurrido en la plaza de toros de Tlalnepantla en 1880.
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A BR I L PLAZA “COLÓN”, DISTRITO FEDERAL. Domingo 10 de abril. Inauguración de la plaza. Cinco toros de Atenco para Juan León “El Mestizo”. Sobresaliente: Antonio González “Frasquito”. En tanto, El Monitor del Pueblo, en su edición de aquel día, pág. 3 apuntaba que “por primera vez y en su redondel se lidiarán por la cuadrilla de “Cuatro dedos” seis toros a muerte de la acreditada raza de Atenco. Parece ser que la prensa no se ponía de acuerdo.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 10 de abril de 1887. Estreno de la plaza. Capitán primer espada, el muy acreditado torero y matador Diego Prieto “Cuatro-Dedos”. 6 toros y uno embolado de la muy acreditada hacienda de Cieneguilla, cercado del “Salitre” (Estado de Aguascalientes). PLAZA DE TOROS EN SAN LUIS POTOSÍ. Domingo 10 de abril de 1887. El espada José Sánchez Laborda ha sido contratado para torear varias corridas en San Luis Potosí. Hoy debe darse la primera en aquella plaza. Esto ocurrió en la plaza del Montecillo. El mismo día, sólo que en la plaza de Santiago, toreó la cuadrilla del diestro potosino Pedro Nolasco Acosta, dando muerte a toros de la Hacienda de Cruces. PLAZA DE TOROS EN ORIZABA, VERACRUZ. Domingo 10 de abril de 1887. En la corrida celebrada en el circo de Orizaba se presentó un nuevo espada llamado Cástulo Lizaldi. Se lidiaron cinco toros nopalapeños.
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Inserciones publicitarias en la prensa de la época anunciando los festejos del 10 de abril de 1887.
Además, en la plaza de toros de “San Rafael”, domingo 10 de abril de 1887: A las cuatro en punto (si el tiempo lo permite). Se lidiarán a muerte seis toros de la ganadería de Tejalpa. Toro embolado para los aficionados. Espadas: José Machío, Manuel Díaz Laví “El Habanero” y Francisco Jiménez “Rebujina”.
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FUNCIÓN TAURINA EN MATAMOROS, TAMAULIPAS. De la “Revista del Norte”, periódico de aquel puerto, tomamos lo siguiente: Con gusto insertamos el anuncio de la corrida de toros que han de dar el domingo 10 del actual varios entusiastas jóvenes particulares: Deseando por nuestra parte contribuir con nuestros esfuerzos a la idea iniciada por la valiente y entusiasta oficialidad de la guarnición de este puerto, no hemos vacilado en ofrecer al público este espectáculo cuyos productos destinamos a la conclusión del kiosko de la plaza de Hidalgo. Sin pretensiones de ningún género, guiados solamente por nuestro amor al pueblo que nos vio nacer, nos presentamos hoy por vez primera, ante el público, confiados en su indulgencia, y en la nobleza de la causa que motiva nuestros afanes, y bajo la protección de las siguientes señoras y señoritas que se han dignado presidir la corrida de toros que hoy tiene lugar. REINAS.-Sras. Dolores P. de la Peña y Francisca T. de Cavazos; Sritas. María García Devine, Felipa de la Peña, Eva Aragón, Soledad Chapa, Rosa C. Treviño, Adela Guerra, Josefina Gómez, Guadalupe Cuellar, Leocadia Longoria, Dolores de la Garza Treviño y Enriqueta Becerron. Las personas que forman la cuadrilla son las siguientes: Capitán.-Alberto Campa. Banderilleros.-1° Ramón H. Hinojosa; 2° Manuel Ruiz; 3° Álvaro Chapa; 4° Bartolomé C. Grima. Capas.-1° Andrés G. Fernández; 2° Eugenio C. Bress; 3° Indalecio Canales; 4° Guadalupe G. Balli. Picadores.-Pedro Chapa e Isidoro Labansat. Lazadores.-Victoriano Treviño y Valentín Ramírez. Gracioso.-Pedro Centeno. Durante la corrida serán premiados por el grupo de señoras y señoritas, todos los lidiadores que por su destreza y valor merezcan esa distinción, consistiendo los obsequios en piochas, bandas y bouquete, mandados hacer con este objeto. He aquí una muestra más de la popularidad de Ponciano Díaz. Va de anécdota. En La Patria Ilustrada del 11 de abril de 1887, p. 3 aparece lo que sigue: Diálogo entre dos beatas, a propósito de los toros. -Si no es posible con tanto entusiasmo por esta bárbara diversión, exclama Doña Petra. -Con decirle a usted que en casa, responde Pioquintita, cuando rezamos la letanía, mis nietas responden en vez de Ora Pronobis: ¡Ahora Ponciano! PLAZA “COLÓN”, DISTRITO FEDERAL. Domingo 17 de abril. Toros de Atenco para Juan León “El Mestizo” y Antonio González “Frasquito”.
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En La Voz de México, del 17 de abril de 1887, p. 1, y en la columna POLIANTEA SEMANAL, Novel, su titular, escribió una larga descripción de los acontecimientos que, en materia taurina habían sucedido apenas días atrás. (…) Y ahora, hablemos, o escribamos, que para un periódico viene a ser lo mismo, de… del pan de cada ocho días, de las corridas de toros, de esa fiebre hiperpirética que se ha apoderado de México desde que los padres de la patria se dignaron conceder su real permiso para las lides de cornúpetos en el Distrito. ¿Se puede contener un torrente que se desborda, que todo lo arrastra, que se precipita por donde quiera invadiéndolo todo? Imposible. Las lides taurinas constituyen la diversión favorita de los mexicanos y ya que la sangre corre empapando la arena de los circos, hablemos de sangre y de cacheteros, de diestros y de banderilladores, pues si este es el único paño de donde cortar, venga un pedazo de tela y súrzalo la pluma para vestir los angulosos miembros de esta crónica, semejante a los arlequines por su traje de múltiples y abigarrados colores. Como dijimos a los lectores, el domingo pasado tuvo lugar el estreno de la espaciosa y elegante plaza de Colón, llenando las localidades y buen número de personas de todas las clases sociales que acudieron al sangriento espectáculo, atraídas por la novedad de ver una plaza, cómoda si las hay, y modelada por las principales de la madre patria. El ganado fue bueno, la tarde nublada, pero no lluviosa, y la cuadrilla hábil en muchas de las suertes. Para hoy se anuncia la corrida con gran rebaja de precios, lidiándose bichos de la famosa ganadería de Atenco que también jugaron en la fiesta pasada. La empresa Teresa y Cerdán hace cuanto puede por dejar complacidos a los aficionados al arte de Cúchares, razón por la que recoge tan pingües ganancias. 95
No menos trabaja en igual sentido la empresa de los señores Ferrer: también en San Rafael habrá rebaja de precios; jugarán ocho reses de la ganadería veracruzana de Jonatal (el Fortín), de tanta ley que son llevados muchas veces a la Habana, tanto o más exigente que el pueblo mexicano por lo que hace a la bravura del ganado de lidia. además, el toro embolado llevará en la frente monedas de oro y plata, que pertenecerán al atrevido cuyo valor y habilidad consigan arrancarlas de la cabeza del bicho. Si la tarde es buena, si hay en el bolsillo cuatro pesetas y buen humor en el ánimo, a tomar los carros urbanos que conducen a las plazas de toros, a cantar luego la instalación del individuos en los tendidos y… ¡¡ahora Ponciano…!! cuando el primer cornúpeto haya salido al redondel en medio de una nube de polvo. (…) Ayer debe haberse puesto en escena el juguete cómico ¡Ahora, Ponciano! producción del poeta Peza y música de D. Luis Arcaraz. No decimos nada acerca del nuevo juguete, por sernos imposible; pero hoy se repite tarde y noche, y podrán conocerlo por sí mismos nuestros lectores de México, a reserva de que más tarde lo reseñemos a nuestros abonados del interior. (…) Buena prueba de lo que decimos son las funciones que para hoy anuncia, representando por la tarde la leyenda dramática intitulada El Nuevo D. Juan Tenorio, que tanto ha sido aplaudida en los teatros de España, y por la noche Los dos fanatismos, de Echegaray, con el estreno del juguete cómico en verso, original de la poetisa poblana Da. Rosa Carreto, quien le puso por título ¡Por Mazzantini! Deseamos casa llena a la simpática compañía Rosado, que la tiene muy bien merecida. El furor taurófilo ha despertado la vena de nuestros poetas, quienes han escrito juguetes cómicos en un acto con el tema de los toros. La fiebre de la sangrienta diversión todo lo invade, hasta el recinto de los teatros, convertidos por un momento en arenas de lidia. En el Nacional se estrena, como ya dijimos, el ¡Ahora, Ponciano! de Peza; en Arbeu el juguete de la Srita. Carrero ¡Por Mazzantini! y en el remozado viejo coliseo, en el Principal, que pintó sus canas durante la Cuaresma, otra pieza de igual género, de autor desconocido. Toros al natural y toros fingidos, ¡pero siempre toros…! Muletas y banderillas, capas y picas, espadas y puñales; no hay otra cosa en México, hasta en los sombreros de los ciudadanos. ¡Timbre y toros! ¿Quién se atreverá a decir que no somos felices? EL NACIONAL, D.F., del 19 de abril de 1887, p. 3: Toros. Es buena la siguiente descripción que hace El Monitor de la concurrencia que asiste ahora a las corridas de toros. Héla aquí: “Los apreciables taurómanos van armados hasta los dientes, pistolas, espadas, verduguillos, gruesas cuartas de caballos, descomunales bastones con puño de hacha o de martillo. Cualquiera diría que cada uno de ellos se declara en estado de sitio para ir a los toros. Los charros y los charritos que van a caballo, llevan una gran reata en los tientos, la espada colgada de la silla, la pistola asomando bajo la chaqueta, la cuarta con mango de plomo en la mano, y en la corbata por alfiler un puñal o una espada o un pequeño revólver de nácar; como dije de reloj, la moda ha adoptado un cañoncito Bauge, y por chapetas en el jarano, dos ametralladoras. En el sol, las navajas, las chavetas, las puntas, las dagas y los puñales bien afilados. El público está sobre las armas. ¿Qué se entiende por toros?...
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TEATRO PRINCIPAL. CIUDAD DE MÉXICO. Compañía dramática dirigida por D. Manuel Estrada y Cordero. 2ª función de abono para la noche del domingo 17 de abril de 1887. El drama en 3 actos: Un soldado de Napoleón y la Aldea de S. Lorenzo. El juguete en 1 acto: Una corrida de toros en el teatro Principal. Por la tarde, 2ª función de abono. La pieza en un acto: Champagne Frappé. El juguete cómico en 1 acto: En el cuarto de mi mujer. PLAZA DE TOROS EN LEÓN, GUAJUATO. Domingo 17 de abril de 1887. Se lidiaron a muerte por la cuadrilla Ponciano Díaz, cinco toros de la Concepción y Mezquite Gordo, ganaderías de bastante reputación en dicha ciudad. PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 17 de abril de 1887. Matadores: José Machío, “El Habanero” y Francisco Jiménez “Rebujina”. Ocho toros de El Fortín, estado de Veracruz. LA PRENSA OPINA.-Las siguientes notas fueron vertidas en El Monitor del Pueblo, del 20 de abril de 1887 p. 1 y 2: LOS TOROS.-En la plaza de Colón.-La corrida que se dio en esta plaza, no correspondió a las esperanzas de los taurófilos. El ganado, sin embargo de ser de Atenco, estuvo flojo, probablemente es por la poca edad de los toros que se lidiaron. De la cuadrilla solo lució el Mestizo en sus quiebros a cuerpo limpio y en la muerte del primer toro. Hubo dos incidentes dignos de mencionarse; un picador arrastrado por el caballo y el percance de un charro, que al tener lazado al toro embolado, los aficionados le cortaron la reata, por lo cual, el lazador y el caballo rodaron por el suelo. La concurrencia de sombra fue poca; la de sol, regular. En la Plaza del Paseo.-En esta plaza también el ganado estuvo de poca ley; no se parecían los toros a sus hermanos del domingo pasado; por consiguiente, no pudo lucirse la cuadrilla. El tercer toro fue el único que jugo y con el que pudieron los diestros hacer algunas suertes. Cuatro Dedos no trabajó, habiéndoselo prohibido los facultativos. En la Plaza de San Rafael.-Como se anunciaron ocho toros y los precios muy bajos, el público se aglomeró en aquel redondel, que estuvo pleno. Pero ¡qué chasco! De los ocho toros, seis fueron muy buenos chicos, pues no se metían con nadie; por el contrario, los bichos se refugiaban en los tableros, huyendo de la cuadrilla. Esta lo hizo regular; pero el héroe de la tarde fue Rebujina, que hizo prodigios con los dos toros que dieron algún juego. Como hemos dicho otra vez este diestro adelanta cada día más; no sabemos por qué está de tercer espada. El público fue muy paciente, pues se tocaba a banderillas sin que los animalitos se dignaran echar una mirada a los picadores, y hasta rehusando capas. No sabemos por qué Machío y el Habanero se salieron de la plaza antes de concluir la corrida; suponemos que la autoridad habrá tomado cartas en este asunto, pues ningún torero puede abandonar el redondel antes de muerto el último toro, salvó el caso de una cogida. Para concluir, haremos una observación a las empresas de toros: la competencia no solo se hace bajando los precios lidiando buen ganado. Y siguen estas otras notas: 97
JOSÉ MACHÍO. El Nacional que es enemigo jurado de las corridas de toros y por consiguiente enemigo también de los toreros, publica por darle gusto a sus lectores la biografía de Pepe Machío, que es como sigue: Nació Machío en Sevilla el día 8 de Febrero de 1842, dedicándose en sus primeros años al oficio de labrador en propiedades suyas. A la edad de veinte años quiso torear en compañía de su hermano Jacinto, matador de toros, discípulo de Domínguez, y tuvo la fortuna de aprender bastante con los aplaudidos diestros Domínguez, Manuel Carmona (a) El Gordito y el Nini. En el año de 1868 pasó a la Habana con Cúchares en clase de segundo espada, y después trabajó con aceptación en la mayor parte de las plazas de Andalucía y en las del resto de España. Trabajó después en la plaza de Madrid, en donde recibió la espada de alternativa de manos de Cayetano Sanz el 10 de Julio de 1870. Los madrileños recuerdan todavía las gravísimas cogidas que recibió Machío el 23 de Junio de 1872 y el 17 de Mayo de 1874, las cuales no amenguaron su bravo arrojo, acreditado en varias ocasiones. En la Habana trabajó algún tiempo, antes de venir a la República, en la que lleva algunos años de residir, trabajando en muchos de sus redondeles, especialmente en los de Tlalnepantla y San Rafael, plazas que ha tenido el gusto de estrenar. DIEGO PRIETO. Este diestro nació en Coria del Río, provincia de Sevilla, el año de 1858, fueron sus padres D. Manuel Prieto y Doña Dolores Barrera, quienes quisieron dedicar a Diego al oficio de tahonero, que bien pronto abandonó para dedicarse al toreo. A la edad de 17 años se presentó como banderillero en la cuadrilla del Gallito, manifestando desde luego afición, y deseo de aprender. Bravo y atrevido, cuadraba bien, habiendo tenido la suerte de figurar en la cuadrilla del Gordito bajo cuya dirección adelantó rápidamente, llegando a ser desde entonces un buen torero y haciéndose aplaudir como espada. En su infancia sufrió la amputación del dedo anular de una mano, de donde le viene el apodo con que se le conoce. En compañía de Mazzantini ha trabajado algún tiempo en la Habana, después en Puebla y en esta Capital en la famosa corrida del 16 de Marzo. Según El Nacional, en su edición del 24 de abril de 1887, pág. 1, publica la siguiente reseña: Ocho toros asesinados, cuatro caballos muertos y tres mal heridos, fueron el resultado de la corrida verificada el domingo 17 en la plaza de toros de San Rafael. Los toros de Jonatal (El Fortín) salieron, con excepción del último, blandos al castigo, a pesar de su buena cornamenta. Como los precios habían bajado, hubo un lleno asombroso. Fueron espadas Machío, el Habanero, Rebujina, Cuquito y el Orizabeño. Presidió el Regidor Limantour. Rebujina hirió bien, pasó mejor, banderilló admirablemente, capeó como nadie, y en brega y en quites estuvo a la altura de su fama; al Cuquito le soplaron malos vientos; el Orizabeño dio dos buenas estocadas, y el Güero y Arcadio Reyes picaron con fe. La nota también incluye lo ocurrido en “El Paseo”.
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En la plaza de toros del Paseo aparecieron cinco toros del Venadero. La presidencia fue desempeñada por Guillermo Valleto. El espada Juan Moreno “El Americano” mató con acierto dos animales y uno con torpeza; en quites y en brega sobresalió; Ramón López sólo en banderillas anduvo con fortuna; Tomás Vieyra y Bienvenida banderillaron como unos maestros, sobre todo, el último. Entre los picadores, el Albañil no quedó mal. También en la de “Colón” hizo aire… En la plaza “Colón”, los cinco toros de Atenco que se presentaron llevaban divisa celeste, blanca y negra, en señal de luto por la muerte del propietario. Al frente de la cuadrilla hispano-mexicana figuraban los espadas Juan León “El Mestizo” y Antonio González “Frasquito”. Los toros de Atenco salieron malos. El arrojado Mestizo estuvo como siempre, infatigable en la brega y tirándose a matar; Frasquito desgraciado; los banderilleros “Candelas” y “Mochilón” cumplieron concienzudamente su cometido. El cuarto toro lo brindó “El Mestizo”: “Por el pueblo mexicano, sus mujeres y su sol”. Si yo fuese gobernante, en acción de gracias al que brindó por nuestro sol y a todos los de su oficio, los ponía a la sombra. Supongo que ustedes sabrán ya la gran noticia, la estupenda noticia de que han convenido las Empresas de las plazas Colón y del Paseo, en alternarse las funciones, de modo que no llegue a trabajar ningún domingo las dos a la vez. Con tan plausible motivo, esta tarde se hallará atestada de gente la plaza del Paseo. Cuatro Dedos, en nunca bien ponderado Cuatro Dedos, restablecido del varetazo (en la cara), saldrá a probar en el redondel que, a diferencia del gran Machío, no se huye con las cogidas. Bien señor mataor, así me gustan los valientes. Nada más que tenga usted un poquito de más cuidado. ¡Sentiría tanto la humanidad que aconteciese una desgracia! A juzgar por lo que anuncian los diarios, pronto veremos a la afamada torera Gloria. Ahora sí podemos decir que aquí Cuatro Dedos y después… Gloria. Y ya para concluir con la nutrida información que nos permite el ejemplar de El Nacional de aquel 24 de abril, venga otra nota interesantísima. El juguete cómico “Ahora Ponciano” ha venido a marchitar los laureles de mi querido amigo Juan de Dios Peza. ¿Qué le pasa a Juan? Teniendo un envidiable talento de poeta, está dando a luz tonterías. El sublime autor del canto “A mi padre”, el trovador del hogar, que es en su género el primero de América; se ha dedicado a escribir “Una fiesta en Santa Anita” y “Ahora Ponciano”. Yo espero que “El Capitán Miguel” zarzuela próxima a estrenarse, y de cuya letra se ha encargado, sea digna de su reputación. Juan no debería dar importancia al aplauso de las galerías y los palcos del Nacional: comprender que genios de su talla no deben escribir para obtener la ovación efímera de una noche de locura. Recuerdo que estando con él tras de bastidores, cuando acababa de ser objeto del entusiasmo más vivo en el estreno de “Una fiesta en Santa Anita”, ví acercarse a nosotros un conocido escritor que le preguntó: -¡Cuál es la trascendencia de la pieza de usted? -El mole, contestó mi amigo sin inmutarse. Pues bien; para gracia basta una vez: que no repita el ensayo; que trabaje, no persiguiendo los aplausos de Juan Mateos; que no imite a este loco, Zúñiga Miranda de la tribuna parlamentaria, haciendo cosas de efecto momentáneo. Entre los versos de Peza leo los siguientes: 99
Acabó Miguel Ángel su perfecta Estatua de Moisés, Y viendo que tan solo le faltaba La luz, la vida, el ser; Si no has de tener luz en esos ojos Que siento que no ven, No existas, exclamó desesperado, Y el rostro le rompió con su cincel. Al concluir Miguel Ángel su estatua de Moisés, que existe en la Basílica de San Pedro en Roma, lo que hizo al ver la belleza de su obra, fue darle un martillazo en la rodilla, diciéndole a la estatua: ¡Habla! Ni lo dijo que no existiera, ni tampoco le rompió el rostro con su cincel. Conste. PLAZA DE TOROS EN ORIZABA, VERACRUZ. Domingo 17 de abril de 1887. Tercera corrida de la temporada, cinco toros de “Uluapan”, propiedad del Sr. Franyuty (sic); Espadas, Fernando Gutiérrez “El Niño” y Fernando Huerta. PLAZA DE TOROS EN SANTIAGO DEL RÍO, SAN LUIS POTOSÍ. Domingo 24 de abril de 1887. Brillante corrida en la que actuó la cuadrilla potosina del acreditado y valiente matador Pedro Nolasco Acosta, destinándose sus productos a los gastos de la festividad del 5 de mayo. Se lidiaron cinco bravos toros de la hacienda de Cruces. Fueron reinas de esa lucida lidia las niñas Constancia y María Leija, Virginia y María Ramírez, Juanita Aguilar, Camila y María Ramírez, y Petrita y Aurelia González, que vistieron respectivamente de blanco con adornos de rosas y azahares; de raso rojo, punto y guías de azahar; de raso aplomado y azul bordado, con guías de flores, y de floristas las dos últimas, llevando en la mano preciosos bouquets y una pequeña bandera con esta inscripción: “5 de Mayo, igualdad, fraternidad, progreso. 1862. Libertad, independencia, unión”. En grupo encantador precedieron a la cuadrilla, regalando sus ramilletes a los dos espadas, y tomaron posesión de su palco las infantiles reinas en medio de una entusiasta y galante ovación del público. Acosta mató el primero y tercer toro de dos estocadas altas magníficas y el cuarto de una sola por todo lo alto. Felícitos (Mejía) banderilló muy bien a caballo, en pelo, con gran lucimiento, obteniendo en regalo la res, y Nolasco alcanzó una ovación por la muerte del cuarto toro. La corrida toda estuvo espléndida. (El Diario del Hogar, 1° de mayo de 1887, p. 2). PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 24 de abril de 1887. Dice El Diario del Hogar con la misma fecha, y en la pág. 1: “Hoy se da en San Rafael una corrida monstruo, siéndolo ya el espectáculo y la cuadrilla. Habrá partición de plaza, lidia a rejón a usanza de los tiempos del Cid tan buen caballero como buen torero; lidia a la usanza moderna, dos cuadrillas, tres ganaderías, ocho mártires, es decir, ocho toros, embolado con monedas de oro y plata, etc., etc. La cuadrilla que capitanean Machío, El Habanero y Rebujina lidiará tres toros de la ganadería del Varejonal, con divisa azul. En seguida se presentarán los caballeros en plaza Juan Vargas y Rafael Tejada, quienes acompañados de sus padrinos de campo, rejonearán dos toros del Desierto, divisa roja. La misma cuadrilla después de lidiar otro toro de esta ganadería, se retirará del redondel y será sustituida por la cuadrilla de Juan León “El
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Mestizo”, la cual lidiará dos toros de Chamuco, divisa encarnada y blanca. “El Mestizo” pondrá banderillas al quiebro a uno de estos toros. Para los aficionados habrá un toro embolado con monedas de oro y plata en la frente. PLAZA DE TOROS EN TOLUCA, MÉXICO. Domingo 24 de abril de 1887. Corrida con llamativos, principalmente con el viaje, la cuadrilla mexicana de Valentín Zavala y los precios. Se lidiarán a muerte 4 arrogantes toros de Ayala y el Jaral. PLAZA DE TOROS EN LEÓN, GUANAJUATO. Domingo 24 de abril de 1887. La corrida estuvo lucidísima, inmejorable, puede decirse que ha sido la mejor que se ha visto en León. El ganado muy corpulento, la cuadrilla irreprochable en su trabajo. Ponciano, a la altura de su reputación, despachando a los bichos con estocadas soberbias, sobre todo la del tercer toro que fue por todo lo alto. El cuarto toro no se mató por ser un animal de sobresalientes condiciones para cría; colorando, boyante, de muchas libras, ojo de fuego, de remos cortos, fuertes y finos, de oreja velluda; en fin, con todas las cualidades que señala el arte para el toro de lidia; tenía un solo defecto, pero no hereditario, sino accidental, estaba descornado del lado derecho y esto hacía su juego precisamente más difícil para los lidiadores, circunstancia en que quizá no se fijó la mayor parte del público, debido a la pericia de la cuadrilla que supo vencer con el arte las dificultades que presentaba el cornúpeto. Para terminar el espectáculo, Ponciano obsequió al público con un Jaripeo de yeguas cerriles, y el simpático diestro mexicano, que en su corta permanencia en esta ciudad cuenta ya con un numeroso círculo de admiradores y amigos, lució su rara habilidad como lazador, dándole a la reata efectos maravillosos que nunca habíamos visto aquí. El numeroso público que asistió a la corrida, salió complacidísimo. (De El Mefistófeles de León). Más sobre este festejo en La Patria, del 3 de mayo de 1887 pág. 3, reporta la actuación que Ponciano Díaz dio por aquella plaza el 24 de abril. Sr. Lic. Ireneo Paz. Director de la “Patria”.-México-León 30 de abril de 1887. Muy señor mío y amigo: Ningún acontecimiento notable hemos tenido en la semana en esta buena ciudad, y salvo la corrida de toros que dio el domingo Ponciano Díaz, de nada tendría yo que hablar en esta desaliñada revista. Más de tres mil personas de esta ciudad, de Guanajuato y Silao concurrieron a la plaza de toros el domingo último a presenciar el espectáculo. Esto estuvo magnífico al decir de los inteligentes; por mí solo sé decir que el entusiasmo del público rayó en el delirio y que sus manifestaciones fueron de tal manera ruidosas, que su descripción parecería inverosímil. Se lidiaron 4 toros a muerte, todos bravos, corpulentos, verdaderas fieras que dieron mucho que hacer a los “chicos”, revolcando muchas “sardinas”. Ponciano al matar estuvo admirable: tres o cuatro “pases de muleta” y una “estocada alta” le bastaron para despachar al bicho haciéndole “rodar” y durando en la “faena” sólo algunos segundos. El más bravo de los toros, el más arrogante, presentó la particularidad de tener un solo cuerno pero el animal manejó esa arma con tan terrible habilidad y empuje, que causó mayores perjuicios y sustos que los otros tres toros reunidos. Tan valiente y hermoso era este animal, que el público impidió fuera matado como sus compañeros, demostrando esto una vez más incontestable prestigio y ascendiente que ejerce el valor en las masas populares.
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En el “jaripeo” anunciado para final de esta corrida, Ponciano Díaz estuvo admirable; nunca se había visto en el interior manejar el lazo con tanto lujo y habilidad siendo imposible de describir las curvas, parábolas y elipses que describe la reata en el aire antes de caer con una precisión matemática en un punto determinado en el espacio, punto por el cual, en el momento de caer el lazo, cruza el animal introduciendo ahí las manos con tal exactitud, que parece que de acuerdo con el lazador ejecutan la “suerte” que aun así sería verdaderamente notable. Escusado es decir que estas manganas fueron extraordinariamente aplaudidas. Ya que están de moda los toros y que se han publicado las biografías de los principales diestros, justo es que hagamos lo mismo con nuestro primer torero de la República, dondo algunos datos acerca de Ponciano Díaz. Nació el valeroso capitán en la Hacienda de Atenco, del Estado de México. sabido es que en Atenco se crían los toros más bravos de la República, de manera que parece nació predestinado a ser capitán de cuadrilla cuando la naturaleza lo puso desde su más tierna edad que jineteaban y toreaban becerros, quería el hacer lo mismo y recuerdo sonriendo que su primera “capa” fue un pañuelo, y el teatro de sus proezas infantiles un corral. Con la edad crecieron sus aficiones, y joven apenas de quince o diez y seis años toreaba ya en la plaza de Toluca, en corridas dadas por aficionados, con general aplauso del público, que desde entonces sentía grandes simpatías por él. Esto sucedió frecuentemente hasta la edad de diez y nueve años, época en que se presentó ya “oficialmente”, por decirlo así, como capitán de cuadrilla, habiendo matado ya entonces, como simple aficionados, unos doscientos cincuenta toros. Ponciano Díaz en la actualidad tiene veintinueve años, es de baja estatura, perfectamente musculado, robusto, sobrio en movimientos y en palabras, usa bigote solamente; viste con elegancia, y siempre con propiedad, según lo exigen las circunstancias o las ocupaciones y negocios a que se dedica. Tiene una mirada fija y profunda en que se descubre desde luego el valor y la audacia; pero su continente es modesto y humilde en todas circunstancias y con toda clase de personas. Sin embargo, hay momentos en que casi se trasfigura y revela su energía de carácter y sus fuertes pasiones; pero esto es muy raro y solo lo he observado en dos ocasiones durante un mes en que he tenido oportunidad de tratarlo. En ambas ocasiones su indignación fue contra ciertos periodistas, uno que afirmó quería competir con Mazzantini y el otro que echó a volar la noticia de que el simpático diestro tenía cien mil pesos de capital. -Pero esas gentes, (dijo con indignación refiriéndose a los reporters) llevarán cuenta de lo que gano y de lo que pierdo, para saber tan exactamente mi capital… la verdad es agregó más calmado, que he ganado mas… Durante los diez años que ha trabajado como capitán de cuadrilla ha matado la enorme cantidad de dos mil quinientos doce toros y con excepción de una vez en que lo hirió ligeramente uno al querer banderillarlo en un caballo indócil, nunca ha sido siquiera maltratado por ellos. Estos datos son exactos, pues me los ha referido el mismo Ponciano Díaz en la casa del Sr. General Orellana Nogueras, persona que lo distingue con su estimación y quien me hizo el honor de presentármelo. Como en León son tan escasas las distracciones, gran número de personan han salido para Aguascalientes con motivo de las fiestas que actualmente se verifican en esa ciudad. La famosa feria de San Marcos conserva aun su fama histórica y las facilidades que ofrecen en la actualidad los ferrocarriles, hacen que el número de concurrentes a ella sea mayor, si cabe, que en años anteriores.
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PLAZA DE TOROS DE “SANTIAGO”, SAN LUIS POTOSÍ. Domingo 24 de abril de 1887. Seis toros de “Cruces”. Espadas: Pedro Nolasco Acosta y Felícitos Mejía. En tal festejo, resultó gravemente herido el banderillero José María Ramírez. PLAZA DE TOROS “EL PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 24 de abril de 1887. En “El Paseo”, reaparición de Cuatrodedos alternando con Juan Moreno “El Americano”. Se lidiaron cinco toros de Cieneguilla.
Un último párrafo de Bocaccio en la edición periodística que se viene consultando nos dice: Los toros parece que se han propuesto inferir a sus adversarios el más grave insulto, puesto que han dado en la flor de herirlos en la cara. En Montecillos, San Luis (Potosí), un toro hirió en la mejilla derecha al banderillero José M. Ramírez. Si los toreros son tan caballeros como el Cid, que maten al toro; si son buenos cristianos, que pongan la otra mejilla. Esto enseñan los catecismos de Ripalda y del toreo. La Patria Ilustrada del 25 de abril de 1887 presentó estas caricaturas…
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…mismas que parecen no tener coherencia. Hay un faltante al centro de la misma, y si se acomoda mejor, quizá se pueda “leer” como sigue:
Dejo tales ilustraciones “alterando” su composición e idea en esta forma. Quizá ese haya sido el propósito original del ilustrador. Una estampa más corresponde al momento en que se desarrollaba el interesante cuadro del “toro embolado”. Así lo retrató el caricaturista:
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Material consultado en la Hemeroteca Nacional Digital de México. http://www.hndm.unam.mx/ EL TIEMPO, D.F., del 27 de abril de 1887, p. 3: Reminiscencias del torero y recuerdos de Bernardo Gaviño.-Bajo este título ha circulado una hoja suelta que contiene curiosas noticias históricas acerca del toreo en México y de la que tomamos las siguientes líneas: Ni en los años de la dominación española en el suelo mexicano, se vio como hoy la afición a las lides de toros y el desprecio a la vida del hombre. En aquel tiempo, se lidiaban dichos animales despuntándoseles las astas tres centímetros menos, y sin embargo, no dejaban de destripar caballos y hacer gravísimos daños a los lidiadores; al presente y desde que se puso la plaza de toros a la entrada del Paseo Nuevo, hoy de la Reforma, se torean a los pobres animales mencionados con sus llaves agudísimas, para que se ponga en más peligro la vida del hombre y reciban muerte horrorosa los caballos que monta, los cuales tal vez en muchas ocasiones le salvaron la vida y lo condujeron en sus peregrinaciones o paseos; el público incivil y desnaturalizado queda disgustado si tales desgracias no acontecen; tal es por desgracia el estado de desmoralización en que se encuentra una parte crecida de nuestra sociedad, que erróneamente se jacta de que camina por el sendero de la civilización! Mucho, muchísimo se podría decir acerca de lo perjudicial que son al corazón humano las corridas de toros, y muy particularmente a la juventud y a los niños, porque se acostumbran a ver con indiferencia las desgracias de su prójimo, la manera más horrible como recibe la muerte el caballo, que como el perro, es también amigo del hombre; y el tormento que se da al toro en lugar de apacentarlo y cuidarlo, porque es el que nos alimenta desde que nos hallamos en la lactancia; se le enfurece, se le dan golpes y muerte cruel, para que los espectadores de esa barbarie queden complacidos y satisfechos, pero ya bastante se ha dicho sobre lo inmoral, bárbara, e incivil que es la diversión que desgraciadamente está hoy de moda, y solo vamos a narrar las veces que en México, desde el siglo pasado, se han levantado plazas de toros, y los lidiadores que se hicieron notables por su arrojo y destreza. 105
Como verán nuestros lectores por el párrafo que antecede, el autor del suelto declama con muy buenas razones contra la inhumana diversión de los toros, hoy en boga entre nosotros. PLAZA “COLÓN”, DISTRITO FEDERAL. Jueves 28 de abril. Primera corrida nocturna en la ciudad de México. Cuatro toros de Atenco para Diego Prieto “Cuatro Dedos” y Juan León “El Mestizo”.19 Los puntos sobre las íes. Primera corrida nocturna en esta ciudad capital Cuanta historia. Cuanta cultura. Aunque se empeñen en lo contrario algunos desorientados, desconocedores o renegados de sus raíces y/o de sus ancestros, una de las antiguas y preciadas tradiciones de México, es la fiesta brava, la que ha perdurado a través de los siglos y, tan así las cosas, que en estas líneas habremos de referirnos a lo que, se decía y contaba, fue la primera corrida de toros nocturna, en esta hoy ex ciudad de los Palacios. ¿En qué año? Abril 28 de 1887. ¿Dónde? En la plaza Colón, ubicada a un costado del Paseo de la Reforma y que lindaba con un terreno baldío que, años después, daría paso a las calles de Versalles y General Prim. La ubicación de aquel coso, puede considerarse como extramuros, toda vez que rebasaba lo citadino, por lo que era necesario trasladarse en tranvías de mulitas o en carruajes particulares, pero lo que ahí aconteció sucedió rebasó todo lo previsto. Fue una locura. Todo el México de entonces se emocionó por el festejo y desde las 5 de la tarde una muchedumbre se fue caminando detrás de la tropa que tenía encomienda de cuidar el orden, a lo que seguía una banda de música en tanto que otros muchos iban en los tranvías en los cuales no había ya espacio para un alfiler. En las inmediaciones del coso se encendieron cientos de fogatas para atender a los muchos aficionados a los que ofrecían dulces, tacos, antojitos y otras varias delicias de la cocina mexicana, en tanto que en el interior de la plaza se encendían teas, así como varios focos eléctricos. En aquellos años, destacaba el periodista don Enrique Chávarri, que acostumbraba firmar sus escritos con el seudónimo Juvenal, que se publicaban en El Monitor Republicano y a quien cedemos el uso de la palabra de lo que consignó en su crónica del festejo. “En fin, después de no pocos trabajos, llegamos a la plaza; faltaba un cuarto de hora para que la corrida comenzara. Ya aquello estaba completamente lleno, sobre todo la parte de sol en donde parecía hervir la gente, ya el público que, desde una hora antes, se ocupaba en gritar y silbar y aplaudir sin saber por qué. “La gente aquella era feliz; los focos eléctricos estaban apagados y sólo la perspectiva del redondel a media luz los hacía gozar. Allá, entre las lumbreras, entre los tendidos, en medio de la oscuridad que reinaba, veíanse de improviso aparecer mil luces; eran cerillos que ardían los concurrentes, tres o cuatro mil cerillos que prendían a un tiempo y que apenas se veían como puntos luminosos a la distancia. “A las 8 en punto un golpe de música, seguido de inmensos aplausos y una especie de bramido del público, anunció que la gran fiesta iba empezar; dieron luz los focos eléctricos y la plaza quedó débilmente iluminada: “Los focos repartidos en la azotea en número de quince y uno en el centro a guisa de candil apenas bastaban para disipar las sombras de la noche con su vacilante claridad. “Pero esto daba al espectáculo quien sabe qué de fantástico, de original. “La luz, arrastrándose, por expresarme así, sobre la arena del redondel, formaba como una nube gris en medio de la que se distinguía la plaza con sus enormes tendidos cubiertos por inmensas manchas negras que se movían, como esos cúmulos que en la atmósfera forman la tempestad.
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Lanfranchi, La fiesta brava en…, Op. Cit., T. I., p. 200.
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“Lleno estaba el coso, calcúlese que había diez mil personas, puede ser que más; ocupadas las lumbreras por familias que apenas se distinguían en la penumbra, pero algo como las plumas de los sombreros, algo como el brillo del abalorio, algo como el fósforo de los hermosos ojos, se veía brillar a lo lejos. “La corneta anunciando la salida de la cuadrilla, produjo otro inmenso bramido de parte del público; abrióse la puerta del toril y vióse desfilar el aparato taurino siempre en la penumbra; los toreros con sus brillantes trajes de lentejuelas y oro, los picadores con sus sardinas cubiertas de cueros, las mulas con sus banderas tricolores; la procesión atravesó la plaza al son de los aplausos y de hurras, no se le veía distintamente, más bien se le adivinaba entre aquella casi oscuridad en medio de aquella noche gris y, sin embargo, el brillo de los bordados, la silueta de los picadores, el ruido de los cascabeles y los acordes de las bandas militares tocando la marcha de Carmen, acabó de embriagar a aquel público. “Todos esperaban con ansia la salida del primer toro, que como alma impulsada por el diablo salió del corral bufando, terrible, sacudiendo su cabeza como buscando en el espacio, a quien embestir. Los capeadores le salieron al encuentro y entonces pudo verse que, no obstante la penumbra, trabajaban como en pleno día y el bicho cumplía con su deber. “Uno de los incidentes más curiosos del espectáculo, fue la actitud del público al rechazar el último toro que no saliera tan bravo como sus compañeros. Los gritos y los silbidos llegaron a un punto imposible de describir, sí, mil legiones no hubieran armado tan espantosa batahola y como la autoridad no accedía al deseo de la multitud, los espectadores sacaron sus pañuelos y los agitaban a la vez, entonces entre la penumbra, heridos por los rayos eléctricos se veían como aletear, aquellos diez mil pañuelos que parecían una nube de plumas revoloteando en medio de la oscuridad. Era tal la cantidad de pañuelos que de repente hubiera podido creerse que llegaban a los tendidos inmensas parvadas de palomas en la oscuridad aquella; blanca nube tomaba caprichosas formas, según que se movían con mayor o menor violencia, y al mismo tiempo los bramidos arreciaban, el público rugía como los hijos de las llanuras de Atenco; la autoridad mandó retirar al toro y la inmensa nube de pañuelos se evaporó en medio de las sombras. Increíble. En medio de aquella penumbra, el consiguiente desorden en la lidia y las sombras sobre la arena, de un solo percance se tiene conocimiento: el del banderillero Ramón López, mismo que, andando el tiempo, llegaría a ser empresario de la antigua plaza de Toros México y de El Toreo. Y nos preguntamos: ¿Sería este el primer indulto de un toro en una plaza mexicana? Para ser tomado en cuenta: Don Domingo Ibarra en su Historia del Toreo en México, señala que en el año1841, tuvo lugar una corrida nocturna en la ciudad de Durango, habiéndose iluminado la plaza con hachones y faroles y entre las escasas referencias que hemos podido encontrar, se da cuenta de la cornada que sufrió el espada Luis Ávila que resultara herido en un costado. (AAB)
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Algo más al respecto de esta anécdota. CRÓNICAS. LA DE MANUEL GUTIÉRREZ NÁJERA. 21 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. …o mejor dicho, por Manuel Gutiérrez Nájera, que es hoy el invitado a esta sección, y quien nos ha traído un maravilloso texto que alude los acontecimientos ocurridos como bien lo anunció la prensa de la época como sigue:
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Disponible en internet mayo 13, 2012 en: http://www.jornada.unam.mx/2012/05/13/opinion/a07o1cul “Primera corrida nocturna en esta ciudad capital”. 21 Disponible en internet abril 25, 2015 en: https://ahtm.wordpress.com/2012/06/26/cronicas/
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En esa ocasión, acudió el también conocido como Duque Job resolviéndose dar rienda suelta a su reconocida pluma y prestigio, para escribir sus impresiones. Nunca mejor testigo para tan singular ocasión en la que, desde luego otras fuentes hemerográficas de la época dieron su particular punto de vista. Sin embargo, por parecer de notable importancia lo que, a los ojos de Gutiérrez Nájera significaba su reflexión sobre estas diversiones públicas, me parece oportuno compartir con ustedes su crónica de la que inmediatamente haré algunos comentarios al respecto.
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Pues bien, el hecho ocurrió en la plaza de toros “Colón”. Era jueves, y tal corrida pasa como la primera con ese peculiar detalle en la ciudad de México. 4 toros de Atenco para Diego Prieto “Cuatro Dedos” y Juan León “El Mestizo”. El texto de Gutiérrez Nájera es modelo de la crónica, tal y como la practicaban en su época Enrique Juvenal, Juan de Dios Peza, Guillermo Prieto, Manuel Payno, o Luis G. Urbina, por mencionar a los autores más connotados del momento. Es un exquisito pasaje en el que el estilo de este cronista nacido en el Distrito Federal en 1859 y quien murió en la misma ciudad en 1895 es impecable, colmado de pasajes en donde la crónica, como ese ejercicio literario se ve matizada de diversos conocimientos que no sólo se ocupan del hecho mismo, sino que viste con otros pasajes entre literarios e históricos que son muestra del rico bagaje cultural de que era dueño nuestro autor. En algún momento llega a expresar “Puede decirse que no se oyen voces sino un remolino de gritos” justo cuando comienza a dar sus impresiones sobre aquel espectáculo, donde la plaza se encontraba iluminada por “millares de cerillos”, elogiando, no podía ser de otra manera, el reciente invento de Tomás Alva Edison, donde los focos eléctricos eran una muestra de la modernidad. A ese conjunto de lucecillas, se unían los viejos efectos de hachones de bengala y faroles con qué crear de aquel escenario nocturno una alucinante experiencia. Aficionados y aficionadas a quienes sus ojos y apuntes se fijan con especial atención, sin que faltara la femelle del torero: la “chula” de Triana, mientras en otro momento describe hasta la presencia de los mozos con bandeja ofreciendo cervezas circulando por la gradería. Pero Gutiérrez Nájera reconoce que, al margen del hecho novedoso, faltaba el sol para que los trajes de luces de los toreros resultasen mucho más vivos. Lamentablemente en los hechos, la corrida resultó un desastre, porque ante las pocas garantías que representaba
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aquella cantidad de luz, cuyos lúmenes habrían sido alimento de tenues evanescencias que podrían haberse descubierto en diversos puntos del redondel, fue en absoluto insuficiente. Dando un símil entre lo que serían aquellas imágenes nocturnas y la linterna mágica, cuyas proyecciones seguían de moda por esos años, en ambas no habría muchas diferencias en cuanto a lo que los varios miles de asistentes verían en tan histórica ocasión. Nada parece que haya alcanzado unidad en esos momentos, salvo los detalles, y entre estos hay uno que nos ha descrito Gutiérrez Nájera al final de sus notas, al respecto de ese toro “de buen alma y mejor prudencia”, y del que no se sabe si fue por mansedumbre o fue devuelto por la inoportuna decisión del juez de plaza en turno, pero el hecho es que como en Fuenteovejuna, ¡Todos a una! se armaron de pañuelos blancos que ondearon “pidiendo perdón y gracia para el toro”. Y hasta aquí, con la entrañable crónica de Manuel Gutiérrez Nájera. Gracias, don Manuel.
Juan León “El Mestizo” uno más del conjunto de toreros hispanos que actuaron en plazas mexicanas al reanudarse las corridas de toros en el Distrito Federal. Revista de Revistas. El semanario nacional, año XXVII, Nº 1439, 19 de diciembre de 1937.
Este retrato fue hecho, con toda seguridad, a partir de las tarjetas de visita que salieron y en buen número, del gabinete de los hermanos Valleto. El gesto adusto del sevillano quedó plasmado en la portada de El Toreo. Semanario Ilustrado, Año I, Nº 5, del 16 de diciembre de 1895. Col. del autor.
La Voz de México del 29 de abril de 1887, p. 3 nos dice: El domingo último se efectuó una corrida de toros en la plaza de Gavira, Guanajuato. Los toros resultaron de ley y uno de ellos hirió mortalmente a un picador, que se cree haya sucumbido a esta fecha.
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MAYO PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 1° de mayo de 1887. 6 toros de Atenco, propiedad de los herederos de Barbabosa. Espadas: Diego Prieto “Cuatro Dedos”, Juan Moreno “El Americano” y Juan León “El Mestizo”.
PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”. Domingo 1° de mayo de 1887. Ganado en lo general regular y de poco empuje (fueron de las ganaderías del Varejonal y Desierto). José Machío, “Rebujina” y “El Orizabeño”. Terminando el festejo con el embolado.
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PLAZA DE TOROS EN TLALNEPANTLA, MÉXICO. Domingo 1° de mayo de 1887. Abraham Parra “El Borrego” estuvo muy desgraciado al matar, recibiendo dos heridas, una de ellas de importancia y debido a su mucha energía dominó el dolor y siguió lidiando. El ganado muy bueno (fue de una acreditada ganadería de Durango, dice un periódico; de Parangueo, dice otro…) Vayan ustedes a saber. PLAZA DE TOROS EN ORIZABA, VERACRUZ. Domingo 1° de mayo de 1887. Cinco toros de Nopalapam. Espadas. Fernando Gutiérrez “El Niño” y Fernando Huerta. Según La Patria Ilustrada, del 2 de mayo de 1887, p. 3, apunta que por esos días y “En Querétaro también está trabajando una compañía infantil de toreros y no se sabe de ellos cosa notable, a pesar de que pueden procurar no se hable mucho de sus funciones por la prensa, para evitar la intervención de la policía que en estos casos viene como de molde”. En la misma columna se habla de la “Gloria” y de “Lola”, como sigue: La “Gloria” que se anunciaba procedente de la Habana y cuya honorabilidad artística estaba a discusión, no aparece; quizá con motivo de su fracaso en la Habana desistió de visitarnos. En cambio comienza a decirse mucho de Lola, una paisana, una brava mexicana que torea como cualquier diestro, banderilla como Ponciano y mata con la sangre fría y la buena fortuna de Rebujina. Todos estos cuentos sobre Lola están confirmados por lo que hizo en la plaza de Mazatlán donde adquirió mucha celebridad y es citada como notabilidad taurina. Como punto final de aquellos párrafos, el redactor advierte: Ya es mucho hablar de toros y esto no divierte a muchos por más que se quiera llamar al toreo el “arte general que domina en todos los hábitos y costumbres”, según lo escribió alguien que se ha aficionado a la estampa de los bichos. Imposible desperdiciar la oportunidad de incluir algo más de lo aportado por La Patria Ilustrada del mismo día 2 de mayo, puesto que en sus interiores, aparecieron dos caricaturas, donde el artista aprovechó tema de la cosa política del momento y gracias a dos gritos que eran denominador común en las plazas: “¡¡¡Ora Ponciano!!!” y “¡¡¡Otro toro!!!” puso a los personajes del día en aquel entonces en incómoda situación mientras sus desproporcionados cuerpos, en consonancia con sus abundantes bigotes y barbas refuerzan el estereotipo de quien en esos tiempos se dedicaba a la incómoda labor de político. Ni tardo ni perezoso incluyo ambas imágenes para su deleite:
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La Patria Ilustrada. Ciudad de México, 2 de mayo de 1887, p. 6 y 7. Material consultado en la Hemeroteca Nacional Digital de México. http://www.hndm.unam.mx/ PLAZA DE TOROS EN TOLUCA, MÉXICO. 1° de mayo de 1887. Espléndida corrida de toros para la tarde del domingo 1° de mayo de 1887, capitaneada por el inteligente espada mexicano Valentín Zavala. Se lidiarán a muerte 4 arrogantes toros de Ayala y el Jaral. PLAZA DE TOROS EN TOLUCA. 2 de mayo. Juan León “El Mestizo” y José María Hernández con 2 Toros de Atenco y otros 2 de La Vaquería. En la edición de El Siglo Diez y Nueve del 3 de mayo de 1887, p. 3 fue publicado un curioso cartel, cuyo sentido del humor se deja notar de inmediato.
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PLAZA DE TOROS “DEL PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Jueves 5 de mayo de 1887. Toros de Cieneguilla. Espadas: Diego Prieto “Cuatrodedos” y Juan Moreno “El Americano” PLAZA DE TOROS EN TOLUCA, MÉX. Jueves 5 de mayo. Cuadrilla Hispano-Mexicana, a cuyo frente figuran los primeros espadas José María Hernández y Juan León (a) El Mestizo. Cinco toros a muerte, dos de Atenco y tres de la Vaquería. Cambio de rodillas, cambio a cuerpo limpio. Banderillas a caballo.
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PLAZA DE TOROS EN TOLUCA, MÉX. Domingo 8 de mayo. Espléndida corrida de aficionados, a beneficio del Hospital de esta ciudad. Cuatro arrogantes toretes de las haciendas de ATENCO, La Canaleja y El Salitre. Concluida la lidia de estos cuatro toretes, habrá un toro embolado para los aficionados.
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PLAZA DE TOROS EN PACHUCA, HIDALGO. Domingo 8 de mayo de 1887. Espadas: Manuel Díaz Lavi “El Habanero” y Juan León “El Mestizo”, dando muerte a cuatro toros de la ganadería de Ayala. PLAZA DE TOROS DE SAN RAFAEL. CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 8 de mayo de 1887. Gran corrida. Se lidiarán a muerte 7 toros de la ganadería del Desierto, y dando fin con el embolado. 117
NOTICIAS SOBRE “EL ARTILLERO”. Dice El Arte de la Lidia, año III, 3ª época, México, domingo 15 de mayo de 1887, N° 28, p. 3: Procedente del Estado de Jalisco, ha llegado a esta capital el diestro Honorio Romero “El Artillero”, después de haber toreado diez corridas en Atotonilco el Alto, lidiando toros de las ganaderías de Milpilla, Sauceda, Rincón y otras. Comenzó a torear el 24 de abril y concluyó su compromiso el 3 del actual. Cada tarde, el Artillero dio muerte a un toro, quedando el público contento de su trabajo como espada y como banderillero. De igual forma, sobre actuaciones de Francisco Gómez “El Chiclanero”, el mismo semanario informa: El día 1° de mayo debe haber toreado la última corrida en Saltillo, Coahuila, el espada Francisco Gómez “El Chiclanero”, que parece vendrá a esta capital. PLAZA DE TOROS EN ORIZABA, VERACRUZ. Domingo 8 de mayo de 1887. 5 toros del “Fresnal”, ganadería de mucha aceptación en el Estado de Veracruz; de los que tres fueron estoqueados por Fernando Gutiérrez “El Niño” y dos por Fernando Huerta. …A PROPÓSITO DE FERNANDO HUERTA: Este atrevido diestro mexicano, ha toreado últimamente con bastante aceptación tres corridas de toros en Amatlán, Estado de Veracruz. Primera corrida.-Se jugaron toros viejos, cargados y matreros. Cuadrilla bien y contento el público. Segunda corrida el día 3 (de mayo).-Toros regulares, flacos y de alguna ley.-Luciéronse banderilleros distinguiéndose Julián Puga que clavó banderillas de cuatro pulgadas con la boca. Tercera corrida.-Toros valientes pero delgados.-Cuadrilla muy bien; Fernando mató una vez por todo lo alto y dio una limpia estocada sin sangre, que le valió gran ovación. Luis Cerrilla como picador se distinguió y fue motivo de que hubiese sido victoreado Orizaba en la plaza, siéndolo también él. En la segunda corrida aconteció la siguiente desgracia: Toro asesino.-En Amatlán de los Reyes se jugó un toro sardo el día 3 del presente; que anteriormente causó la muerte a un vaquero llamado Colina. Pasada la brega de banderillas el público pidió que fuera montado, y acto continuo, cogido y después de haberle puesto el pretal correspondiente fue jineteado; mas el toro reparó demasiado y ¡¡¡Oh desgracia!!! el jinete cayó a tierra y el bicho sintiéndose libre, se fue al bulto y encontrándolo en el suelo le acometió no haciendo casi ni de capotes, ni de las hercúleas manos que le sujetaban la cola y las patas. A causa de las contusiones que recibió el jinete, murió en la noche del mismo día. Severa lección a los aficionados. PONCIANO DÍAZ EN LEÓN, GUANAJUATO. Durante los días 10, 17, 24 y 30 de abril; y luego el 8 de mayo de 1887, Ponciano Díaz actuó en dichas ocasiones en León, Guanajuato (véase tabla de actuaciones al final de este trabajo). Como resultado de su comparecencia, incluyo a continuación un par de textos recogidos directamente de la prensa. 1.-LA CORRIDA DE TOROS QUE DIO PONCIANO DÍAZ EN LA CIUDAD DE LAS LECHUGAS, CON PERDÓN SEA DICHO DE LOS BUENOS VECINOS DE LEÓN. 118
El Nacional, 30 de abril de 1887, p. 2: Sr. D. Gonzalo A. Esteva, Director de El Nacional.-México. Muy estimado señor: (…) En Silao tomaron el tren gran número de personas, y al llegar a León, era numerosa la reunión de forasteros que íbamos a presenciar la corrida del famoso diestro mexicano, la cual estaba anunciada como dedicada al bello sexo de León, que entre paréntesis, diré a vd. brilló por su ausencia. Tal dedicatoria, que de buena gana transcribiría a vd., como un modelo de literatura taurina, tuvo por objeto elogiar a la hermosura de la mujer y el valor del hombre, remontándose a los tiempos de la antigüedad, en que los caballeros (no los andantes) hacían proezas “por agradar a sus damas y merecer sus sonrisas”. Concluye Ponciano Díaz haciendo una apología de las corridas de toros, diciendo que son en resumen, “una manifestación del poder del hombre, cuando se encuentra animado por la inteligencia y el valor”. La plaza de toros de León, situada al Poniente, es una plaza extensa, sólida y elegante, que de buena gana trasladara yo a Guanajuato. Tiene como diez gradas, palcos primeros y segundos, y aún la azotea se convierte en una especie de galería, cazuela o gloria, atestada de energúmenos, de verdaderos monomaníacos por los toros, que gritan, gesticulan y patean como unos condenados. Podrá contener como unas cuatro mil personas, y el domingo estaba materialmente llena de espectadores de todas condiciones, que esperaban con ansiedad el principio de la bárbara fiesta. Antes de la cuatro y media se presentó la cuadrilla y el público la recibió con una frialdad, que me atrevería a llamar digna; pero cuando Ponciano, después de saludar como de costumbre al juez, se dirigió a saludar de una manera respetuosa y elegante al público de sombra y después al de sol; los aplausos, los gritos, las dianas, el entusiasmo, que estaba sólo contenido, se desbordó como un torrente que esparció en todos los ánimos, aún en los menos afectos a tal espectáculo (como yo) la alegría y el placer… Cinco toreros de a pie y cuatro de a caballo, es decir, picadores, formaron la cuadrilla. Ponciano Díaz llevaba un vestido verde y oro muy rico, y su segundo uno negro, también muy elegante, pero más propio, en mi concepto, para un abad o un notario del siglo XVII, que para un torero de esta época. Profano en el arte del toreo –lo cual celebro infinito- sería imposible para mí hacer una descripción técnica de la corrida; pues los metei-sacas, volapiés,22 pases de muleta, y demás voces usadas por los toreros y los aficionados, son para mí tan ininteligibles como las voces del ruso o del volapück. A mi objeto basta decir que la corrida dejó complacidos a todos; que el entusiasmo del público alcanzó instantes de locura indescriptible, especialmente cuando el capitán puso banderillas a caballo; que todos los toros –cinco- fueron matados con rapidez, facilidad y buena suerte por Ponciano, a la primera estocada; y que todos salimos contentos y satisfechos. 2.-REFLEXIONES SOBRE PONCIANO DÍAZ EN GUANAJUATO. El Nacional, del 11 de mayo de 1887, p. 2:
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“La lucha de Ponciano con los toros duró unos quince segundos con cada uno; que les dio una sola herida y que la muerte fue instantánea, casi eléctrica”, dice otra crónica en El Partido Liberal del 4 de mayo de 1887, p. 2, aludiendo a aquellos festejos en León.
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CARTAS DE LOS ESTADOS. GUANAJUATO. Sr. D. Gonzalo A. Esteva, director de El Nacional.-México. Distinguido señor y amigo: Los toros continúan siendo el gran acontecimiento de estos días, y a falta de asuntos de mayor interés, fuerza es ocuparme de esa diversión. Algún malicioso, al leer con tanta frecuencia noticias taurinas en estas correspondencias, dirá que o soy un gran aficionados a tales espectáculos o que recibo alguna subvencioncilla de Ponciano Díaz para ocuparme en hacerle atmósfera; pero se equivoca el tan grandemente. Me ocupo de toros como me ocuparía de circos o teatros, como el único acontecimiento notable de la semana, pues entiendo tanto de verónicas, pases de muleta y volapiés, como de decir misa… El domingo (8 de mayo) tuvo lugar la última corrida de toros en León, dada por Ponciano – como con tanta llaneza le llama el público-; positivamente última función, rezaban los programas, de manera que todo el mundo se apresuró a concurrir y los trenes de recreo traían más viajeros que pretendientes tienen los empleos públicos. La función estaban dedicada a Guanajuato, Silao y León, y Guanajuato, Silao y León no se hicieron sordos a tal invitación. El provincialismo de pueblo, que se acentúa a la medida de la ignorancia de los pueblos, había hecho que en las corridas anteriores los guanajuatenses y los buenos vecinos de León se lanzaran no sólo indirectas y epigramas, sino hasta proyectiles como cortezas de frutas, naranjas y aún piedras, llegándose a temer en esta función un verdadero conflicto, pues ambos bandos estaban animados por los más belicosos sentimientos, especialmente los indios que residen en un barrio cercano a la Estación del Ferrocarril. Con este motivo la autoridad política hizo circular avisos en que se recordaban ciertos artículos del Código Penal, aplicables a los alborotadores, y situó numerosas fuerzas de policía que acompañaran a los forasteros tanto a la llegada como a la salida, pidiendo al Cuartel General de la zona que fuerza federales en gran número de situaran en la plaza para conservar el orden. Estas medidas preventivas, las ideas contenidas en los programas de Ponciano Díaz en que con motivo de la dedicatoria de la corrida exhortaba a la paz y a la unión en términos elegantes y expresivos, y especialmente el entusiasmo del público, con lo excelente de la fiesta, hacían que en esa tarde no hubiera que lamentar el menor desorden siquiera. La cuadrilla –según lo anunciaron los programas- echó el resto. El entusiasmo llegó hasta el delirio, especialmente cuando Ponciano mató un toro que dedicó al general Manuel Orellana que estaba presente, cuando puso tres pares de banderillas a caballo y cuando un picador desprendiéndose del caballo en el momento de estar picando al toro, se arrojó a la cabeza del bicho y le echó en tierra ayudado por sus compañeros. Sin embargo, todo ha de tener un pero, un lunar, una mancha; el banderillero primero, Carlos Sánchez, estuvo desgraciadísimo y enorme cantidad de silbidos se le prodigaron cuando quiso matar un toro inútilmente por cinco veces, habiéndole sido inútil hasta el recurso de darle una estocada a traición al pobre animal, nada menos que en la barriga!! Según los inteligentes, ni en esa capital se ven corridas tan buenas como las dos últimas que ha dado en León Ponciano Díaz, quien debe estar satisfecho del éxito pecuniario de la pequeña temporada, pues se calcula en cinco mil pesos los beneficios netos que ha obtenido como empresario. Manuel Gutiérrez Nájera, El Duque Job nos deleita en una de sus “Humoradas dominicales” que publicó El Partido Liberal el 8 de mayo de 1887, p. 2: 120
En la plaza de San Rafael hubo el lunes y habrá mañana [2 y 9 de mayo, respectivamente] toros de aficionados. Lo celebro: este es el medio más eficaz para que los aficionados vayan perdiendo la afición. Por ahora tenemos tres clases de aficionados: aficionados a torear; aficionados a ver corridas de toros, y aficionados a ver corridas de toros de aficionados. Estos tienen la fortuna de no pagar. Si el entusiasmo sigue en aumento, pronto habrá becerros aficionados que hagan de toros por gusto. Ya desde luego tenemos la inmigración de toros. Ha venido -tal vez en buque de guerra- una embajada de toros españoles. La ciudad está casi de fiesta. ¡Cuánto honor para México! A estos bichos les pagaron siquiera un viaje por mar. Pero pueden exclamar como Camoens: ¡Ingrata patria, no poseerás mis huesos! También, en el barrio de la Jamaica, hay una pequeña plaza de toros en la que capean, banderillan y matan chiquillo de diez a doce años. Los toros están también en la edad de la inocencia. ¡Qué hermosa es la niñez! Más adelante, y recuperando el hilo del tema taurino, uno entre muchos de que se ocupa nuestro célebre autor, concluye sus deliciosas notas aludiendo a Juan de Dios Peza y celebra [con la intención de] que cantara Rosa Palacios y recitara el mismo Juan sus versos. Pero la dicha nunca es completa… Una maravilla de la exquisitez literaria, que sin mostrarse caprichosa, evita con ello dar muestras de algún malestar. Lo que resuelve Gutiérrez Nájera es dejarse llevar por un arrobo de abundancias en el uso del lenguaje, en cuya pluma se nota suficiente solvencia, resuelta además, con un toque de desparpajo; que por eso, y solo por eso su columna acabó llamándose “Humoradas dominicales”. PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 8 de mayo de 1887. Cuadrilla Hispano-Mexicana del primer espada Diego Prieto “Cuatro dedos” y 5 arrogantes toros de Santín. Embolado para los aficionados.
Cabecera de un cartel anunciador para la plaza de toros “Colón”. Incluye un grabado de Manuel Manilla. Col. del autor.
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PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 8 de mayo de 1887. Gran corrida. 7 toros de la acreditada ganadería del “Desierto”. Espadas: José Machío y Francisco Jiménez “Rebujina”. FIESTAS EN SALTABARRANCA y SANTIAGO IXMATLAHUACAN, VERACRUZ. En El Nacional, del 13 de mayo de 1887, p. 3: Sabe un colega que se nota grande entusiasmo para las fiestas que deben celebrarse el 15 del presente en Saltabarranca, y el 19 del mismo en Santiago Ixmatlahuacan, poblaciones pertenecientes al Estado de Veracruz; se preparan funciones religiosas, carreras de caballos, peleas de gallos, funciones dramáticas, toros, globos, bailes, fandangos, etc. PLAZA “COLÓN”, DISTRITO FEDERAL. 15 de mayo. Dice El Nacional, D.F., del 13 de mayo de 1887, p. 3 lo siguiente:
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El beneficio de Cuatro Dedos.-Hay verdadero furor para asistir al beneficio del famoso Diego Prieto; alias “Cuatro Dedos”, el próximo domingo. Se han vendido ya todas las lumbreras. Se lidiarán tres toros españoles y tres mexicanos de Atenco. De los cuatro toros españoles que vinieron, uno llegó algo maltratado. Los otros tres en muy buen estado. Esos toros proceden de una de las mejores ganaderías de lidia del Sur de España. Los toros de Atenco, que provienen de la raza de Navarra, muy acreditados en la Península, son muy bravos, como se sabe, y más ágiles que los españoles. En cambio, estos son más corpulentos que aquellos. La corrida promete ser de sensación. PLAZA DE TOROS “BERNARDO GAVIÑO”, D.F. Domingo 15 de mayo. “En la pequeña plaza “Bernardo Gaviño”, tuvo lugar la corrida de inauguración, en la que se lidiaron cuatro novillos de la famosa ganadería de Atenco, por la cuadrilla infantil que con tanto acierto ha organizado el antiguo diestro Juan Corona. “La corrida fue del agrado del numeroso público que asistió, pues los toretes eran bravos y cumplieron en todos los tercios”.23 A propósito, en El Nacional, D.F., del 24 de mayo de 1887, p. 3 se amplía la información al respecto de tal acontecimiento: Coleadero.-Hace pocos días concurrimos al que tuvo lugar en un sitio a propósito, inmediato a la plaza de toros conocida con el nombre “Bernardo Gaviño”, por el rumbo de la Viga. Varios jóvenes de buenas familias colearon y manganearon con toda perfección. Montaban hermosos y magníficos caballos, y, ciertamente, quedamos complacidos de su destreza y habilidad. Tuvimos ocasión de visitar la plaza recientemente construida, y en donde se nos dijo, que una cuadrilla de niños lidian becerros de la ganadería de Atenco. Verdaderamente hay furor por esta clase de diversiones, las cuales, aunque del agrado de la generalidad de nuestro pueblo, no dejan de ser peligrosas y bárbaras. De igual forma el Nacional, D.F., del 21 de mayo de 1887, p. 3 apuntaba lo siguiente: El cáncer cunde.-Para ayer tarde estaba anunciado el estreno de la nueva plaza de toros en Jamaica, por el rumbo de la Viga. Iban a lidiarse cuatro toretes de Atenco, siendo dos de ellos a muerte y los otros dos de indulto. Lo notable de esta corrida es que el mayor de los lidiadores no tiene doce años de edad y los hay hasta de ocho años. El constructor y director de esta plaza es un Sr. Corona, que ha fundado por aquel rumbo escuelas, en que lo mismo se enseña a conjugar un verbo que a poner un par de banderillas al quiebro. Es la Politécnica al estilo del país. Los chicos que allí se educan, lo mismo servirán para un barrido que para un fregado. PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO.-Domingo 15 de mayo de 1887. Dice El Partido Liberal, 17 de marzo de 1887, p. 3: La encerrona del domingo último, ha dejado complacidos a los concurrentes, pues que si el ganado salió de muchos pies, no prestándose a la suerte de vara, para las demás faenas no fue esquivo, y por esto es, que los diestros, principalmente el de cartel y el de alternativa, se lucieron respectivamente. El primer bicho de los cuatro que estaban anunciados desde que salió, díjose para su coleta, esta no es conmigo; y por más que la gente de pica y trapo le salía al envite, siempre los señores de la mangana tuvieron que enseñarle el corral. Los toros fueron de “El Desierto”. Salió el segundo: a las varas, ni por un credo; a los pares, tuvo que recibirlos de fuego como pena de no entrar a la anterior suerte. En la muerte recibió una por lo fino de manos de Machío, que por poco lleva una cogida, entregando su alma al Dios de los cornúpetos. 23
El arte de la Lidia, Año III, 3ª época. México, domingo 22 de mayo de 1887, Nº 29, p.4.
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El tercer toro de salida y segundo de muerte, como sus demás compañeros, no querían averiguación con la gente de a caballo. Recibió buenos pares por Cuquito y magníficas capas. La faena de muerte tocó ejecutarla a Rebujina que, después de elegantes y limpios pases, despachó al bicho a la segunda estocada. En los otros dos toros, lució bien la cuadrilla, sobre todo en banderillas los muchachos Cuquito y Orizabeño segundo. Machío feliz en la suerte de estoque, así como Rebujina; al tercer toro se le premió en flojedad a la vara, con un par de fuego. Al concluir la corrida Rebujina recibió una ovación por el pópulo del embolado. En resumen: cuadrilla bien; ganado regular; pica no hubo; concurrencia, lleno completo, y un jamelgo fuera de combate. OTRO REPORTER. PLAZA DE TOROS EN ORIZABA, VERACRUZ. Domingo 15 de mayo de 1887. Última corrida de la temporada, lidiándose cuatro toros de la ganadería de Uluapam, siendo estoqueados los tres primeros por Fernando Gutiérrez “El Niño” y el último por Antonio González “El Orizabeño”, como sobresaliente de espada. HUMORADAS DOMINICALES de El Duque Job. El Partido Liberal, 15 de mayo de 1887, p. 2: Ante todo, y en obvio de mayores conflictos, quiero hacer una explicación: se habla de la probabilidad de algún tumulto, provocado por la competencia entre toros españoles y toros mexicanos; el diestro Cuatro Dedos publicó ayer un manifiesto, declarando que no es su ánimo poner en tela de juicio la bondad de nuestros toros; más, a pesar de todo, continúa el patriotismo exaltado y se teme que iberos y mexicanos lleguen esta tarde a las manos por sostener la primacía de sus respectivos cornúpetos. Si los toros aztecas vencen, habrá en México un entusiasmo semejante al que describe [Juan de Dios] Peza en el “Capitán Miguel” cuando habla de la derrota de Barradas; si triunfan los españoles, tendremos un segundo degüello de Granaditas. ¡Aún hay patria, Beremundo! Yo, apartándome de la corriente general, no quiero ponerle cuernos al patriotismo. Puede enorgullecerme ser compatriota de Juárez; pero por más esfuerzos que hago, no levanta mi espíritu la consideración de que he nacido en la misma tierra que dio vida a los toros más destripadores de caballos. No soy paisano de ningún toro. La cuestión es ridícula. Los toros españoles no son conquistadores: vienen como colonos. Y a la fin y postre se verá que mueren de la misma sencillísima manera que los toros mexicanos. Todos son iguales ante la muerte! CIUDAD DE MÉXICO. Jueves 19 de mayo de 1887. LA PRENSA OPINA… EN LOS TOROS. La siguiente nota procede de El Diario del Hogar, publicado el 21 de mayo de 1887, p. 3: Temerosos los empresarios de la próxima estación de las lluvias, se apresuran a dar corridas cada día que se les presenta la oportunidad. Así, por ejemplo, el jueves último (19 de mayo) tres plazas de toros hicieron estrepitoso llamamiento a los taurófilos: “San Rafael”, “Colón” y una nueva establecida en Jamaica y bautizada con el nombre de “Bernardo Gaviño”. Nuestra humilde persona se decidió concurrir a la Plaza de San Rafael. Y a fe que no nos pesa la elección. La corrida que allí se verificó dejó contento al numeroso público que asistió a ella. 124
El ganado, de mucha ley, se prestó con noble raza a todas las suertes, principalmente el primero y tercer toro. Los picadores con deseos de agradar, sobresaliendo Conde y Oropeza. Los banderilleros perfectamente; Carlos Sánchez fue objeto de una justa ovación; Cuco, Mochilón, Carlos Sánchez, Lobato y el Orizabeño 1°, bien. En cuanto a los matadores, el Niño no pudo estar más desgraciado. En cuanto a “Rebujina”, adelanta más y más y cada día gana terreno en el cariño del público. En la corrida de que nos ocupamos, Rebujina y Carlos Sánchez fueron los héroes. Por último el Orizabeño, debe hacer sus ensayos de matador en novilladas, pues que mucho le falta para que el público lo acepte como tal. La Empresa Ferrer, que no desmaya en sus propósitos por agradar al público, obsequió a este con un toro más. El servicio de plaza, encomendado al caballeroso Luis Godoy, estuvo irreprochable. Un paréntesis: entre barraras, andaban dos apuntadores, o directores de escena, ordenando a los diestros y dirigiendo la corrida. ¿Pues qué, Rebujina y el Niño no sabrán sus obligaciones? en este remoto caso, bien pueden esos tres apuntadores salir al redondel a demostrar su habilidad. Deseosos de dar algunos apuntes sobre las corridas verificadas en Colón y en Jamaica (el domingo 22 de mayo), hemos interrogado a varios amigos sobre el éxito de ellas y sabemos que: En Colón, todo estuvo a la altura a que se colocaron todos los que tienen que ver en esa plaza el último domingo. Se ofrecieron cinco toros y se lidiaron cuatro, y estos inadmisibles hasta para unos aficionados. El héroe, nos dicen, fue Bienvenida, pues que Cuatrodedos la pitó. La concurrencia en la sombra, numerosa, y contada en el sol. Si continúa la empresa de Colón ofreciendo ganado semejante al de las dos últimas corridas; si la cuadrilla sigue con una suerte tan adversa y el servicio tan malo, se quedará esa plaza sin espectadores. En Jamaica, los niños toreros muy bien adiestrados, los becerros de ley, y la concurrencia, no obstante lo elevado de los precios de entrada, numerosa. Mañana (22 de mayo) en San Rafael, beneficio de Rebujina. No hay que faltar. PLAZA DE TOROS “BERNARDO GAVIÑO”, D.F. Domingo 15 de mayo. El Tiempo, D.F., del 29 de mayo de 1887, p. 4: Corrida infantil. Domingo 29 de mayo. Si el tiempo lo permite se lidiarán cuatro toretes de Atenco, a muerte, y habrá un embolado para los aficionados.
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PLAZA DE TOROS EN COLIMA, COLIMA. Domingo 15 de mayo de 1887. Se verificó en la antigua Plaza de toros de Colima, una espléndida corrida a favor de los huérfanos del Hospicio de aquella ciudad, cediendo el Sr. D. Miguel Álvarez el importe de los toros que se lidiaron. Las simpáticas señoritas Amalia Almanza y Enriqueta Dicker, fueron comisionadas para el reparto de localidades y debido a sus nobles afanes, el resultado fue bueno, pues asistió numerosa y escogida concurrencia. PLAZA DE TOROS “ZARAGOZA” EN TOLUCA, ESTADO DE MÉXICO. Domingo 15 de mayo de 1887. Juan León “El Mestizo” enfrentando él sol cinco ejemplares, de cuya procedencia no queda indicio en la colaboración que sirve para documentar el presente registro. Por su contenido, me permito traer tan interesantes notas, publicadas en El Diario del Hogar del 19 de mayo de 1887, p. 3: CORRESPONDENCIA DE TOLUCA. Toluca, Mayo 17 de 1887.-Sr. D. Filomeno Mata, director del “Diario del Hogar”.-México. Muy señor mío y respetable amigo: A reserva de hablarle a vd. del Toluca político y social y de la brillantez con que fueron celebradas en la Capital del Estado de México y en todos sus distritos, principalmente en Tenango, las fiestas del aniversario del 5 de mayo, en las cuales fiestas se realizaron importantes mejoras materiales, voy ahora a hablarle de un asunto en el cual todo México tiene la palabra, al menos el México taurófilo, pues nada menos que de corridas de toros se trata, por ser esta la diversión más popular en México y por creer este humilde corresponsal suyo que pueden los lectores de su ameno Diario leer con algún interés los detalles de la última función habida en esta tierra que puede considerarse como la más antigua y famosa ciudad taurófila de la República, pues en las haciendas y ganaderías del Estado en donde se cría y de donde ha salido y sale el mejor ganado de lidia, y donde se han celebrado las más famosas corridas de toros, en cuyo sentido puede considerase esta tierra como la Andalucía de México en cuanto al toreo. La fama de las corridas de Toluca, tan antigua como justificada, tanto por su bravo ganado como por sus picadores y toreros que en esta Plaza han lidiado, no ha sido desmentida en las últimas temporadas, creciendo cada vez más, como lo prueba el hecho de haberse contratado por las primeras plazas de México ganado de estas haciendas y el favor de que 126
gozan las corridas de esta ciudad en el público de la Capital dela República, el cual llena los trenes de ferrocarril siempre que se anuncian corridas en esta plaza. El último domingo, mucho antes de comenzar la corrida en que iba a torear el tan arrojado como popular matador Juan León el Mestizo, que es el niño mimado de los toluqueños, la plaza estaba ya completamente llena de público de aquí y de esa Capital. A las cuatro en punto y con buen tiempo y mucha animación se abrió al son del metal la puerta de los encapillados y salió el primero de ellos, que así como los demás, dieron oportunidad a Juan León de lucir su atrevido y limpio capeo. Pero donde el Mestizo lució su valor y sangre fría con las fieras, así como su arte, fue en el cuarto toro, al cual cambió de rodillas como sólo él lo hace, mereciendo una completa y espontánea ovación, justo premio a su valor y destreza. El público, entusiasmado, pidió que Juan cambiara con banderillas al mismo toro; accedió el diestro con la galantería que acostumbra con el soberano público, y tomando los palos ejecutó la suerte pedida, con gran limpieza, plantando los palos en el morrillo como lo manda el arte. Los aplausos se prolongaron con mucho entusiasmo. Al salir el quinto toro, el público pidió al Mestizo que hiciera el cambio, y accediendo nuevamente el valiente diestro, ejecutó otro magnífico cambio de rodillas, dejando completamente satisfecho y contento al público. Pero aún hizo más el Mestizo, pues de los muchos sombreros que le arrojaron al redondel tomó dos charros, y empuñándolos como para parear al toro, citó al bicho cambiándolo y marcando con los charros sombreros la posa de banderillas hasta llegar al morrillo. Hablar de la nueva ovación sería de sobra. En los dos toros que mató Juan León, dio al primero dos pinchazos y una estocada en su sitio, y al segundo lo despachó de un superior metisaca, cayendo muerto el toro a sus pies. Entonces fue la gran ovación, y el Himno patriótico mexicano resonó en honor del bravo torero, que debe haber quedado satisfecho con el éxito que alcanzó en toda la corrida, una de las mejores que aquí se han dado por su cuadrilla. Sabemos que el Mestizo va a torear próximamente en Puebla con el Habanero, por lo cual felicitamos a los zaragozanos. El Corresponsal. PLAZA DE TOROS DE COLÓN. CIUDAD DE MÉXICO. Gran corrida de toros para la tarde del jueves 19 de mayo de 1887. Se lidiarán a muerte 5 toros de la hacienda de GIGANTES. Terminando la corrida con un toro EMBOLADO!!! para los aficionados. PLAZA DE TOROS DE SAN RAFAEL. CIUDAD DE MÉXICO. Para el jueves 19 de mayo de 1887. Se lidiarán a muerte 3 arrogantes toros del Volcancillo y 3 del Salitrón. HUMORADAS DOMINICALES, por El Duque Job. El Partido Liberal, domingo 22 de mayo de 1887, p. 1. Me permito llamar la atención de mis colegas al asunto que es hoy objeto de mi artículo. Acaba de verificarse en México un espectáculo repugnante contra el que debe elevar la prensa una protesta enérgica. Me refiero a la corrida de toros infantil. Como no tuve la vergüenza de asistir a ella, no sé si los toros fueron verdaderos toros y los niños verdaderos niños. Parto de los datos que suministran los reporters de los periódicos, y estos han dicho ayer al público, que se lidiaron “cuatro valientes toretes de la ganadería de Atenco, luciéndose los picadores que no son mayores de doce años; “ o que “un banderillero, un chiquitín llamado el Gallo no tiene igual en arrojo y bravura. Ni Bienvenida lo hubiera hecho con más destreza”, (Partido Liberal número 665). Es un hecho, pues, que, para oprobio nuestro, se ha abierto al público una escuela primaria de toreros. En ella se les conferirá el 127
primer grado universitario, y pasarán después a la Salamanca de San Rafael o al Oxford de Colón. Esto ni en España, que es la nación acusada de mayor entusiasmo tauromáquico, ha ocurrido nunca. No creo que la autoridad pueda ni debe permitir esta salvaje institución. La ley que permite las corridas de toros, no ha habilitado de edad a todos los menores de la población; la ley que permite las corridas de toros no autoriza a los padres para arrancar la aritmética de las manos del niño y sustituirla con la banderilla o con la pica; la ley que permite las corridas de toros no exime al Estado del deber sacratísimo que tiene de impartir protección a la niñez. Se puede y debe impedir que un niño sea torero a los ocho años, como se impide que una niña de la misma edad se prostituya. El compra-chicos no ejerce una profesión legal; el bohemio descuartizador de rapaces y rapazas cae bajo la acción del Código y bajo la mano del gendarme; hemos ofrecido carne a los toros, pero no nos comprometimos a darles carne tierna. Hace poco el Sr. Gobernador del Distrito, cuyo celo por el bien público es reconocido aun por los propios enemigos de la administración, dieron medidas muy prudentes para impedir esa vagancia que se arrastra desarrapada, rumbo al vicio, con un periódico o con una caja de cerillos en la mano. Se defiende al niño, contra el padre borracho que le condena a la ignorancia, que lo promete al crimen; contra la madre que ha mis bas a esas criaturas para traficar con sus llagas y para venderlas a la prostitución por una copa de tequila; se defiende a las que no tuvieron la culpa de nacer contra los que cometieron el delito de engendrarlos. Se lleva al niño por fuerza a la escuela porque la enseñanza no es un derecho sino un deber del hombre. El Estado no permite el suicidio físico ni el suicidio moral. Nada más triste que el espectáculo de esas criaturas explotadas vilmente por el macho o la hembra que les impusieron el castigo de vivir. He protestado muchas veces en nombre de esos niños infelices a quienes se da por columpio el trapecio, por camarada de juego al clown y por esperanza la de morir estrellados bajo las pezuñas de un caballo de circo. El niño es sagrado. Por eso los griegos dieron forma de niño al alma eterna de la vida, al amor. Pero el niño en el circo tiene el carácter de víctima. Parece decir a la vida: yo no te quise y a la muerte: -A ti me manda.- El niño con la chaquetilla y la espada del torero es el ser prematuramente depravado. No es el que muera sonriendo tristemente, sino el que mata. Uno de los primeros sentimientos que se despiertan en el niño, es el amor a los animales, a los seres débiles. Llora por la muerte de un pájaro; acaricia al perro; se siente amado por el caballo que lo lleva a través de los bosques. Es el protector de los esclavos. Suele preferir el gato al hombre. Teme instintivamente a la fuerza y se apoya en las debilidades; por eso busca a la mujer. El animal es, a su vez, amante de los niños. Se considera como su único amigo. De las más feroces bestias se narran rasgos de sumisión y mansedumbre con la infancia. Parece, pues, un contrasentido, una inversión del orden natural, que un niño mire alegre las entrañas del caballo herido por el toro. Indigna verlo esgrimiendo la espada. Las lides de toros requieren el cigarro y la blasfemia en los labios, el desprecio a la vida en el redondel y la maja de mantilla blanca en los tendidos. En ellas las malas pasiones hablan, gritan, y se revuelcan en la arena rebuznando de alegría, como asnos libres de la carga. Podrán ser desahogo de los hombres que han ido acumulando muchos odios; pero no de los niños que todavía están en paz con la vida y en comunión íntima con la naturaleza. El niño puede gustar del circo que hiere su fantasía y en el que ve hombres parecidos a pájaros moviéndose en el aire; pero, sin herencia de malos instintos y perversión del sentimiento, no puede gustar de las lides de toros, en que el hombre se manifiesta en su aspecto más brutal, en el de verdugo.
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Y si esto digo del niño como espectador ¡qué diré del niño como actor en la tragedia! Yo no concibo al torero sin navaja al cinto, sin caña de manzanilla en la mano, sin manola al brazo. No creo en el frac de Mazzantini. Y un torero de diez años me parece deforme, monstruoso, contrario a la Naturaleza. Debemos, sin duda alguna, protestar contra esta prostitución de la infancia. No fundemos escuelas preparatorias de la escuela correccional. A esos niños los reclama la instrucción, son desertores inocentes del progreso. No pertenecen, como los pilluelos callejeros de que hablaba antes, a la escoria de la sociedad. Sus padres tal vez por el gusto de verles arrojados y valientes, han consentido en dedicarlos a la tauromaquia. Pero este ejemplar es de todas maneras pernicioso. Si lo que quieren educar es su valor, que los alisten en el Colegio Militar. EL DUQUE JOB. PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 22 de mayo de 1887. Corrida a beneficio de “Rebujina”, acompañado de “El Niño” y “Frasquito”. 6 toros de “Jalapilla” o también conocidos como “jalapillenses”, propiedad de los Sres. Bringas, vecinos de Orizaba. POMPEYO. En esta misma edición, la de El Diario del Hogar se reportó una interesante actividad teatral. Tauromaquia. El pueblo tiene tanto amor a los toros, que a la menor oportunidad manifiesta con furia su pasión. El domingo último en el Teatro Hidalgo, en un entreacto, ejecutó la orquesta la pieza “¡Ahora Ponciano!”, y los concurrentes a galerías se soltaron en una gritería espantosa, haciendo que los músicos la repitieran cuatro veces.
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¿Se tratará de esta partitura?
PLAZA DE TOROS “EL PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 22 de mayo de 1887. El ganado de Cieneguilla en lo general, salió de ley. Cuatrodedos y su cuadrilla, a pesar de que el jueves estuvieron algo desafortunados, se manifestaron muy bien, lo mismo en las banderillas que en las suertes de matar. Terminando la corrida con un toro EMBOLADO!!! para los aficionados. PLAZA DE TOROS “BERNARDO GAVIÑO”, CIUDAD DE MÉXICO.-Domingo 22 de mayo de 1887. Cuadrilla infantil. PLAZA DE TOROS EN ORIZABA, VERACRUZ. Domingo 22 de mayo de 1887. Actuación de Ponciano Díaz. PLAZA DE TOROS “EL PASEO NUEVO” EN PUEBLA. Domingo 22 de mayo de 1887. Manuel Díaz Lavi “El Habanero” y Juan León “El Mestizo” al frente de sus respectivas cuadrillas. El festejo fue suspendido por causa de la lluvia, debiendo celebrarse el domingo 29. LA PRENSA OPINA. La Patria, del 22 de mayo de 1887, p. 2, presenta sus HISTORIAS Y CUENTOS. A los toros… A los toros… A los toros… La calentura, la fiebre, el delirio habían llegado a su más completo desarrollo, y los más sabios y experimentados alienistas se hubieran estrellado ante tan rara locura. Correr era bien poco; jadear era lo indispensable; magullarse parecía lo debido. Una avalancha de cuerpos humanos se asinaban en los vehículos ferrocarrileros a ciencia y paciencia del núm. 80: allí si habían capacidad por 18 individuos, se contaban hasta 00; se asfixiaban, se comprimían, pero todo pasaba en gracia del acontecimiento. Los simones de primera, segunda y tercera clase pasaban como un rayo para multiplicar sus viajes, conduciendo siempre apiñados grupos. Las avenidas las cubrían los fiestistas en numerosas caravanas, y también el lujoso carruaje con vertiginosa carrera hacia coro en aquel inusitado movimiento. Era en verdad aquello extraordinario que por extraordinario llegaba a lo “flamenco”. Rarezas de la humanidad; rarezas del sentimiento, y rareza de la multitud. Remarcado era el acontecimiento y remarcados eran sus efectos. Habíase pregonado una novedad y justo era persuadirse de ello. El anuncio resaba: Beneficio de Diego Prieto (a) Cuatro dedos; lidia de tres toros españoles en competencia con cuatro del país; con lo que bastaba para poner en tortura a la imaginación más reposada y al ánimo más impacible. Cómo serían los toros españoles, era el problema. Los más afortunados y entendidos habían estudiado en quieta observación y a larga distancia a los berrendos, y descubrían en sus formas, en sus colores, en sus estampas, en sus mugidos, en sus cornamentas, en sus pezuñas, en el modo de pararse, en la manera de ver, y hasta en el modo de comer, que aquellos eran unos bichos venidos de España enjaulados convenientemente, conducidos por los vehículos del progreso y así lo declaraban “urbis et orbis”. A los menos afortunados o menos desocupados llegaban tales aseveraciones y en sus calenturientas fantasías veían monstruos por toros, y en sus delirios mentales, se figuraban 130
en el redondel a un bicho más grande que la estatua de Carlos IV, más rabioso que el cancerbero de la fábula, y más terrible que el cólera morbus; liliputienses parecían los miembros de la cuadrilla quienes rodarían al solo contacto respiratorio de la fiera lo cual significaba un campo de Agramante, o lo que es lo mismo lo más sublime, lo más grandioso del espectáculo: hacer una verónica, un volapié, una capa navarra, un telón, un pase de muleta, un adorno con pares o mojar una pica tenía muchos bemoles, tratándose de tan corpulentos y feroces bichos. La avidez había llegado a su colmo, máxime cuando la Empresa de San Rafael había hecho circular el aviso de que en esa plaza no habría corrida, es decir, se le cerraban al público tan romano todas las avenidas, quedando solo en fin el beneficiado aludido, con todas sus alusiones y fantasías. Todos se esperaban una gran conmoción taurófila que por fuerza debería estallar dentro del redondel llegados los momentos, los concurrentes se dirigían a la plaza como con terror, esperando que el público hiciera una de las suyas, si por desgracia los proclamados bichos se permitían el lujo de salir borregos. Pero la decoración cambió en unos cuantos momentos. La Empresa de San Rafael tuvo un pase de telón a Cuatro-Dedos, puso toros a cuatro y dos reales, atrayéndose así a más de seis mil taurófilos, que hicieron falta en Colón, en donde desde luego se advirtió el percance. Llegó por fin el juego tan esperado, que iniciaron los bichos de nuestras ganaderías, que dicho sea en honor de la verdad, salieron malos y bien malos, con intención o sin ella. Al fin se hizo la tan deseada exhibición y aquí comenzaron los comentarios, opiniones y realidades que viven y vivirán en el ánimo de los taurómanos que concurrieron a esa jornada. No me creo competente para lanzar opiniones, aunque algunos ganaderos aseguran, con ventajosas apuestas, que entre sus ganados existen toros tan bien acondicionados o mejor que los que se presentaron en Colón en el beneficio de Diego Prieto. Nada me atrevo a asegurar aunque sí me consta que tal ofreció un rico hacendado del interior. Volviendo a nuestro primitivo tema, los toros de Colón llegaron y pasaron como todo lo de nuestra vida, sucediéndose el último jueves el más negro desengaño con la corrida que estuvo pésima y en condiciones de producir alarmante aptitud en el público, quien se sintió con el ánimo de repetir una Mazzantinada que reprimió la fuerza armada y la policía. La plaza de San Rafael si el último domingo presentó una barata borregada, en cambio el último jueves dicen que se lució ofreciendo una escogida corrida, más aceptada cuando el público fue sorprendido agradablemente con el obsequio que se le hizo de jugarse otro toro a más de los anunciados en el programa. Para hoy Francisco Jiménez (a) Rebujina, ofrece sin pompa ni ostentación su función de beneficio en la que parece echará la casa por el balcón haciendo tantas y tan arriesgadas suertes que no habrá más que pedir. El encargado de atender a todos los pedidos y al público es el caballeroso Sr. Francisco Baez, quien con especialidad se ha encargado en esta función de llenar su cometido con todo el tacto y finura que le caracterizan. Hasta ayer se habían solicitado tal número de localidades que es seguro se agotarán todas y habrá un lleno completo hasta reventar. Los taurómanos están de plácemes, con mengua de la civilización. PLAZA DE TOROS DE “COLÓN”. CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 29 de mayo de 1887. Gran corrida. Se lidiarán a muerte 5 toros de la hacienda de Santín. Terminando la corrida con un toro EMBOLADO!!! Para los aficionados.
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PLAZA DE TOROS DE SAN RAFAEL. CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 29 de mayo de 1887. A las cuatro (si el tiempo lo permite). Beneficio del primer espada José Machó. En obsequio al beneficiado tomará parte en la corrida el diestro Diego Prieto (a) Cuatro-dedos. Se lidiarán a muerte 6 arrogantes toros del Estado de Michoacán. Terminando la corrida con un toro EMBOLADO. PLAZA DE GUADALAJARA, JALISCO. En El Arte de la Lidia, año III, 3ª época. México, domingo 5 de junio de 1887, N° 31, p. 3: Sr. Director de El Arte de la Lidia.-México. Muy señor mío:-Con bastante pena, como Empresario que he sido de corridas de toros desde hace años en la Plaza del Progreso de esta Ciudad, le hago presente, para que se sirva publicar en su acreditado periódico lo relativo a las corridas últimas de la nueva Empresa. La primera corrida fue mala, tanto por lo pésimo del ganado que se lidió, como por el trabajo de la cuadrilla de Francisco Díaz y J. Flores, quienes ya no sirven para torear, ni puede cumplir con su cometido. La segunda fue un engaño al público, pues la Empresa anunció ganado Brumino, lidiándose otro de malísimas condiciones que disgustó por completo al público. La Empresa, por esta causa, fue multada por haber dado gato por liebre. Últimamente hemos sabido que la licencia que se daba a la Empresa por valor de $150, no es más que una combinación o enredo, pues que dicha suma nunca se llega a pagar. Esto depende y no es más que la guerra que se hace a ciertas personas que pretendían organizar debidamente las corridas de toros, presentando un buen ganado y contratando a espadas como los aplaudidos diestros Juan León “El Mestizo” y Francisco Jiménez “Rebujina” a otros de los más notables que existen en el país, para que vinieran a lucir su toreo en esta plaza, donde siempre asiste numerosa concurrencia y hay gran entusiasmo por la diversión del día. No soy más extenso y por esto ruego a Vd. se sirva aceptar los respetos de su Affmo. S.S. FRANCISCO VALENCIA. PLAZA DE TOROS DE “SANTIAGO” EN SAN LUIS POTOSÍ. 27 de mayo de 1887. Espadas: Pedro Nolasco Acosta, José Sánchez Laborda y Felícitos Mejía. La nota no menciona la procedencia del ganado que se lidió. PLAZA DE TOROS DE “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 29 de mayo de 1887. Beneficio de José Machío, matador de cartel de las plazas de España. 6 toros a muerte. Alternó aquella tarde con Diego Prieto “Cuatro Dedos”.
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LA PRENSA OPINA… La revolución estallará al final de una corrida de toros. Las siguientes apreciaciones, de cuya autoría es Bocaccio, están incluidas en su columna Cuentos Fugaces, publicada el 5 de junio de 1887 en El Diario del Hogar, p. 1: Don Carlos está a las puertas de México. ¡Boca abajo todo el mundo! Este Don Carlos es aquel Carlos de Borbón y de Este, que nos visitó de incógnito en 1875,24 y a quien se festejó con una corrida de toros en una plazuela de ídem.25 24
En realidad fue en 1876. De las páginas gloriosas en el libro de los recuerdos para san Diego de los Padres, aparecen los toros GENDARME y FLECHA, lidiados en Tlalnepantla, al parecer el domingo 11 de junio de 1876, cuando visitaba nuestro país don Carlos VII de Borbón. Clementina Díaz y de Ovando, en su libro Carlos VII EL PRIMER BORBÓN EN MÉXICO, relata el acontecimiento. 25
El domingo 11 (de junio de 1876) don Carlos asistió en Tlalnepantla a una corrida de toros. Muy príncipe, pero llegó a su palco como cualquier plebeyo, entre pisotones y empujones. La gente de sol lo ovacionó a su manera gritándole indistintamente; ¡don Carlos! O ¡don Borbón! Los bichos resultaron bravos, un picador y un banderillero se lucieron, y “un chulillo hábil y valiente manejó la capa como el barón Gostkowski el claque”. Don Carlos estuvo muy cordial con los que le ofrecieron la fiesta, llamó a su palco al banderillero y al picador (y como veremos después, al propio Gaviño), y los premió con esplendidez. El picador bien lo merecía ya que
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Es el mismo a quien un ejército de curas y paletos españoles promete hace medio siglo el trono de Carlos II,26 el cual le fue arrebatado por el calaverón de Alfonso XII. El mismísimo en suma, que con el carácter de pretendiente ha sido calabaceado por esa maja santurrona que se llama España. ¿Y saben ustedes lo que dizque pretende ahora el tal Carlitos? ¡Pues ahí es nada! Hacerse rey de México, así como suena. Es decir, ese gandulón modorro que se llama el clero, y varios millonarios del arroz y la garbanza, quieren entular de nuevo el desvencijado trono de Moctezuma, Iturbide y Maximiliano, para sentar en él a ese Prince exité que parece ser el Mesías de los ultramontanos de la Península y del país. De modo que la presente generación presenciara tal vez dos coronaciones: la de la santa madona guadalupana y de ese santo varón hispano. Por supuesto que en ambas fiestas habrá toros y cañas. Para entonces estarán en México todos los matadores de alias y coleta, desde Frascuelo y Lagartijo hasta Frasco y Lagartija quienes serán los primeros títulos de la nobleza de esa nueva monarquía. Tal vez el malogrado Bernardo esté ya canonizado. Cuéntase que han ofrecido su espada al futuro monarca Cuatrodedos y Rebujina, y sus lanzas el Albañil, Cantares y el Güerito Conde. Por lo pronto, hay ya un conde en el ejército carlista. Los redactores del Tiempo esos sabios tan monos, formarán en el cuerpo de monos sabios. De esta cuadrilla real dicen que serán excluidos Ramón López y Ramón Márquez por antipatía a los apellidos, pues no se quiere que estos Ramones sean otros López y otros Márquez. La revolución estallará al final de una corrida de toros. No habrá fuego más que en las banderillas. La primera carga se dará por el centenar de toros de Miura traídos exprofeso de España, y a los cuales se dará suelta dispersándolos por la ciudad. El ataque será más sangriento que el ordenado por Napoleón el Pequeño en París el 2 de diciembre. No escaparán más que algunos iniciados en el divino arte de Cúchares, como los Sres. Córcoles y Plowes y los niños prohibidos de la plaza de Jamaica. El pueblo soberano correrá gritando con apremio: ¡Ahora Ponciano! Este popular diestro, imitando a Hércules que mató al feroz toro mandado a destruir los estados de Minos, dará muerte a los toros borbones, auxiliado por el Batallón de Inválidos, que dará los pases de muleta. La reina de los guadalupano será la reina de la corrida. realizó toda una proeza, según reseñó La Revista Universal el 13 de junio: La hazaña del picador merece contarse: embistió el toro y resistió el de a caballo bravamente; ni él se cansaba de arremeter; ni el hombre de resistir; al fin, desmontándose hábilmente sin separar la pica de la testuz, el picador se deslizó del caballo, se precipitó entre las astas del toro, soltó la púa, se aferró con los brazos y las piernas de la cabeza del animal, y mantuvo todavía algunos minutos completamente dominado y sujeto contra el suelo por un asta. El de la hazaña fue objeto de grandes ovaciones: ¡si al menos el mérito de la lucha hubiera salvado al mísero animal! Pero faltaba que Enrique María de Borbón llamara a su palco a Bernardo Gaviño a quien regaló una petaquilla y le dijo: “Con estos toros no se echan de menos los de España”. Véase: DÍAZ DE OVANDO, Clementina: Carlos VII. EL PRIMER BORBÓN EN MÉXICO. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1978. 138 p. Ils. (Coordinación de Humanidades). 26 No se trata precisamente de Carlos II, sino de Carlos María de Borbón y Austria-Este (1848-1909), Carlos VII que visitó nuestro país, a lo que parece, tanto en 1876 como en 1887.
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Si ésta tiene éxito, Carlitos, no Sánchez, sino el de Borbón, ocupará entre los estallidos de los toritos y el estruendo de cañones y campanas el trono redorado del Archiduque. PLAZA DE TOROS DEL PASEO, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 29 de mayo de 1887. Cuadrilla juvenil de León. Espada, Rafael Calderón de la Barca, con su correspondiente cuadrilla de banderilleros y picadores. Cinco toretes de Nopalapam, aunque de hecho sólo se lidiaron tres, uno de los cuales le fueron colocadas banderillas desde el caballo, por el joven Calderón de la Barca, quien es un entendido jinete, y que en esta suerte demostró lo que vale un mexicano a caballo, pues montado en pelo, sin peal en al pie, de estribo, colocó en su lugar dos y medio pares, que le produjeros palmas abundantes y ruidosas, es decir, completa ovación. En seguida salieron, uno por uno, cuatro toros de cola, en los que se lució un Sr. Anaya, de Guadalupe Hidalgo, en tres buenas redondas. En el embolado, el público pidió al señor juez fuera jineteado el cornúpeto por un pelado, a lo que accedió la autoridad, no obstante que el programa no lo anunciaba. Con esto concluyó la novillada, minutos antes de las siete. PLAZA DE TOROS EN ORIZABA, VERACRUZ. Domingo 29 de mayo de 1887. Actuación de Ponciano Díaz. Cinco toros de la acreditada ganadería de Uluapam. El festejo se celebró a las 11 de la mañana, con un lleno completo. Terminada la brega, reunió el Capitán a toda su cuadrilla, y ordenada, despidióse de la presidencia y de los tendidos de ambos departamentos, retirándose de la plaza entre los aplausos de los concurrentes, ordenando, por último, que se quedasen tres peones de su cuadrilla y uno de a caballo para cuidar a los lidiadores del toro de la plebe. PLAZA DE TOROS DEL PASEO, CIUDAD DE MÉXICO. Lunes 30 de mayo de 1887. Debut de la cuadrilla leonés en la Plaza del Paseo. Dos músicas, la de la Escuela Correcional y otra militar, pero con uniforme de paisano tocaban aires propios de esta diversión. los toretes eran de dos a dos y medio años de edad, de la ganadería de Nopalápam (del Estado de Veracruz), y de una bravura que nadie esperaba en tan corta edad; cargados a la pica, recibieron bastantes varas, aunque no todas en su lugar. Sólo tres toros pudo matar el joven capitán de la cuadrilla, Rafael Calderón de la Barca, quien mereció palmas de Diego Prieto y su cuadrilla, que desde su lumbrera observaban con avidez los menores incidentes de la suerte. En seguida salieron, uno por uno, cuatro toros de cola, en los que recordamos se lució un eñor Anaya, de Guadalupe Hidalgo en tres buenas redondas. En el embolado, el público pidió al señor juez fuera jineteado el cornúpeto por un pelado, a lo que accedió la autoridad, no obstante que el programa no lo anunciaba. En la edición de La Patria Ilustrada, del 30 de mayo de 1887, p. 2 se publicaron los muy conocidos ECOS DE LA SEMANA… dedicados, ya se imaginarán ustedes… Si Vd. lector, es de aquellos que buscan en las crónicas domingueras el relato de acontecimientos extraños, o la relación de sucesos que tengan algún atractivo, puede hacer a un lado mi desaliñada revista, pues ha tocádole en suerte a este humilde cronista la semana más falta de novedades. ¿De qué os puedo hablar que no haya sido ya tratado en todos los tonos y hasta la saciedad por los revisteros de la prensa?
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Habré de conformarme quiera que no quiera con hablaros de toros, de ese espectáculo hoy de moda entre nosotros, que saca de quicio a los hombres más graves y aun a las doncellas más tímidas y pudorosas; tendré necesidad de referirme a las disidencias de nuestros conocidos; me veré precisado a hablaros de duendes y desafíos, de los buenos y de los malos cómicos, de los buenos y de los malos cantantes, que de todo hay por fortuna en la viña del Señor y me conformaré, en fin, con repetir lo que muchos han dicho y con decir lo que muchos han repetido. Manos, pues, a la obra, y Dios saque con bien a este cronista. A medida que los tiempos avanzan la civilización va ganando terreno, la dicha no recuerdo que autor, porque en esto de recuerdos mi memoria es de las más frágiles, pero cuyo autor se quedaría boquiabierto si pudiera contemplar hasta qué grado ha podido llegar entre nosotros la afición a los espectáculos taurinos. “El día que no haya toros, nuestro pueblo será el beneficiado” escribió en cierta ocasión Don Benito Juárez, mas el pueblo soberano que si venera la memoria del benemérito, en cuestión de toros no ha querido fijarse en sus palabras, desecha sus consejos y corre henchido de placer, frenético de entusiasmo a contemplar las tripas ensangrentadas de los caballos arrastradas por la arena del redondel y el valeroso arrojo de los hombres que, víctimas de las exigencias de su misma profesión, descienden al circo a luchar cuerpo a cuerpo con las fieras. Y a tal grado ha llegado la pasión por las corridas de toros y es tal el entusiasmo de que nuestras masas se sienten poseídas por las lides taurinas, que ya no se conforman los taurófilos con que hayan lidias cada ocho días, sino que piden a grandes voces que les den también espectáculos nocturnos y aun los hay que exigen que los espectáculos se verifiquen cada dos días. Tres plazas tenemos hasta hoy, la de Colón, la del Paseo y la de San Rafael y no hay una sola vez que se den corridas en esas plazas, que no estén las tres completamente llenas, con gran beneficio de los empresarios que de esta fecha se van a ver convertidos en millonarios. Mientras tanto el pueblo pobre, aquel que tiene multitud de necesidades y apenas gana un mísero jornal para su sustento, empeña cuanto tiene para comprar un boleto de toros, recurre a cuantos medios puede con tal de no privarse del placer de ver clavar un par de banderillas al quiebro o dar una estocada por todo lo alto. “Nos divertimos” dirán los taurófilos. “Retrogradamos” decimos nosotros. PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Martes 31 de mayo de 1887. Corrida de cuatro toros del Estado de Michoacán. Espadas: Fernando Córcoles y Javier Sánchez. Sobresaliente: Pedro Noriega. Picadores: Alegría, Lima, Campuzano y Morales. Reservas: Plowes y Carlos K. Ruiz. Banderilleros: Cardona, Viesca, Alvear y Velázquez. Capa: Ramírez Arellano. Presidentas: Sritas. Isabel Sevilla, Dolores Altamirano y Luz Manero.
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J U NI O PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Jueves 2 de junio de 1887. Espadas: José Machío y Diego Prieto “Cuatro Dedos” con sus excelentes cuadrillas de banderilleros y picadores. Seis toros del Estado de Michoacán. En La Voz de México, del 4 de junio de 1887, p. 3 dice que: En las corridas de toros que se han dado últimamente en Guadalajara está saliendo malo el ganado, por lo cual ha sido multado el empresario. PLAZA DE TOROS EN TOLUCA. MÉXICO. Gran corrida para el domingo 4 de junio de 1887. PLAZA DE TOROS EN MORELIA, MICHOACÁN. Domingo 5 de junio de 1887. Cuadrilla “Sin Rival” Braulio Díaz. 4 Toros garantizados de la Hacienda de Lagunillas y toro embolado al final de la función.
Imagen tomada del libro: El toreo en Morelia. Hechos y circunstancias. Sus autores: Luis Uriel Soto Pérez, Marco Antonio Ramírez Villalón y Salvador García Bolio. Morelia, Mich., Centro Cultural y de Convenciones Tres Marías, 2014. 223 p. Ils., fots., facs., cuadros., p. 46.
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PLAZA DE TOROS DE VERACRUZ, VERACRUZ. 5 de junio de 1887. Así recogió la crónica El Diario del Hogar, en su edición del 14 de junio de 1887, p. 3: Una carta de Veracruz. De carta dirigida de Veracruz, el 8 del presente a un amigo nuestro, de esta Capital, tomamos los siguientes párrafos: “Mi estimado amigo: Con inexplicable placer cumplo tu encargo de referirte el efecto que causó en la plaza de esta ciudad la tarde del domingo 5 del actual nuestro elegante charro Ponciano Díaz. Gran alboroto había en todas las masas para asistir a la corrida, no para admirar a un consumado diestro en el arte de Montes, puesto que hasta los programas repartidos se abstenían de hacer elogios pomposos, sino que al contrario, presentaban a Ponciano con gran modestia; sí se esperaba mucho de él como sobresaliente en los ejercicios nacionales del gerapeo (sic) y el lazo. La crema de los jóvenes veracruzanos estaba entusiasmada, pues por primera vez verían en su plaza al prototipo de los charros mexicanos ejecutar las dificilísimas y elegantes suertes con la reata, que tanto renombre le ha dado en toda la República. A muchos de nuestros elegantes jóvenes, los más afectos a las diversiones nacionales, los vimos dejar sus trajes de dandis, por los de charro e irse con los vaqueros a traer los bichos, 138
y hacer todo lo que tuviese de su parte por el feliz éxito de la corrida. Nuestros simpáticos jarochos, a pesar de estar escasos de metálico, por el mal tiempo, estaban dispuestos a cualquier sacrificio por ver al paisano echar manganas de lujo y prender banderillas a caballo. En esta inteligencia se esperaba que la plaza estuviera llena de bote en bote. Parece natural que así sucediera, y que los taurófilos que tanto abundan en ésta acudieran en tropel como siempre lo han hecho, sin olvidar que lo que más distingue a la población de Veracruz es su reconocido cosmopolitismo. Desgraciadamente no fue así y una gran parte de los taurófilos españoles dejaron de asistir a la corrida, lo que causó gran sorpresa, y al mismo tiempo sentimiento, pues viendo los lazos tan estrechos que nos unen con los nobles iberos y la buena armonía que entre nosotros reina jamás nos hubiéramos esperado un desprecio tan marcado a un artista mexicano que por primera vez pisaba esta tierra. Sensible nos es en verdad lo que ha pasado, y no comprendemos qué móvil habrá habido para ello, pues en general los mexicanos siempre hemos atendido a los artistas extranjeros y les hemos tributado las alabanzas de que han sido dignos. Se ha circulado que fue una venganza por lo ocurrido con Mazzantini, mas nadie ha dado oído a semejante versión, pues un sentimiento tan ruin y despreciable no puede caber en los nobles corazones de los valientes iberos. Como era de esperarse, nada desagradable ocurrió que hubiera podido lastimar el sentimiento nacional de nadie, pues jamás en Veracruz se han dado casos que tengan semejanza con los sucesos de la plaza de San Rafael en marzo último. En su perfecto derecho estaba toda persona de asistir o no a la corrida, pero ha causado una impresión profunda de disgusto la manifiesta hostilidad de aquellos que olvidando las consideraciones de que han sido siempre objeto, en vez de estrechar con una conducta cuerda y prudente los círculos de afecto entre mexicanos y españoles, se empeñan en crear divisiones en el seno de una sociedad que tanto hace por conservar la mejor armonía. Esperamos que no se volverá a dar caso semejante, pues entre hermanos, como españoles y mexicanos son muy tristes estas rencillas. Me repito tu afectísimo amigo y seguro servidor.-Timoteo. Los apuntes anteriores permiten ver el estado de cosas que se dejaba notar en forma evidente, sobre todo entre la comunidad hispana que habitaba en particular, el puerto de Veracruz. No hay que olvidar que precisamente por ese sitio, se generaba todo un movimiento de entradas y salidas de diversos visitantes o pasajeros que iban o venían, lo mismo a la isla de Cuba que a España. Entre aquellos contingentes, era notoria la presencia de las cuadrillas de toreros hispanos que encontraban precisamente entre las plazas de toros del puerto mismo, o las de Orizaba y hasta la de Puebla, su primer punto de contacto con el espectáculo taurino en toda su dimensión en este país. Por lo mencionado en la “carta”, el caso del escándalo que se produjo la tarde del 16 de marzo de 1887 en la ciudad de México, y donde Luis Mazzantini fue blanco de ataques, pedradas y denuestos que lo obligaron a poner “pies en polvorosa”, dejó una estela que bien pudo haber producido aquella respuesta de los “taurófilos españoles” en no asistir al coso porteño, habida cuenta de que circulaban, entre los muchos rumores, aquel en el que mucho tuvo que ver Ponciano al instigar a los inconformes para desahogar su coraje en el diestro de Elgoibar. Si esa fue la razón de la “afrenta”, el efecto del que nos habla Timoteo fue contundente respecto no solo al rechazo, sino a la profunda ofensa de que estaban siendo objeto los españoles en la persona de Mazzantini. Ponciano regresó a Veracruz en junio siguiente, bajo el aviso de que “…Ayer (2 de junio de 1887) ha circulado en la ciudad un impreso en forma de cartel, en que se anuncia que el célebre torero mexicano, Ponciano Díaz, ha llegado a Veracruz con una numerosa cuadrilla 139
de arrojados banderilleros y escogidos picadores y que el próximo domingo dará una corrida en nuestra plaza, que se dice será la única”. Tiempo más tarde, volvió a presentarse, esto el 5 y el 11 de marzo de 1888, y luego el 22 y 29 de diciembre de 1889; el 5 de enero de 1890, el 2 y 9 de noviembre de ese mismo año; el 23 y 29 de marzo de 1891, lo mismo que en el siguiente mes de octubre. En febrero de 1892, sus actuaciones estuvieron rematadas por una nota como la que sigue: Cuadrilla de Ponciano Díaz. El torero Calderón. Dice El Cosmopolita de Orizaba, que Rafael Calderón, que según dijeron varios periódicos había muerto en Guadalajara a consecuencia de una cornada, ha pasado por Orizaba a saludar a su familia, y se ha dirigido a Veracruz a incorporarse con la cuadrilla de Ponciano Díaz, de la cual sigue formando parte. 27 Luego vino, en 1893 una pequeña temporada entre el 8 de enero y el 5 de marzo, por lo que sólo puede percibirse que aquel episodio fue un caso aislado de enojo e inconformidad, insuflado por los recientes hechos ocurridos, como ya sabemos, en la plaza de toros de “San Rafael”. PLAZA DE TOROS EN TOLUCA, MÉXICO. 5 de junio de 1887. Corrida de toros. Los encargados de estoquear los buroós serán Fernando Gutiérrez el Niño y Juan León el Mestizo. El ganado perteneció a la Hacienda del SALITRE, propiedad del Sr. Don Antonio Mañón. PLAZA DE TOROS EN VERACRUZ. Domingo 5 de junio de 1887. Se lidiaron cuatro toros puntales uluapeños. Cuadrilla mexicana de Ponciano Díaz. PLAZA DE TOROS DEL “PASEO NUEVO” EN PUEBLA. Domingo 5 de junio de 1887. Espada Manuel Díaz Lávi “El Habanero” y Antonio González “Frasquito”.-Toros de la hacienda de la Sauceda de Durango. Este festejo se celebró después de haberse suspendido el mismo cartel durante dos domingos anteriores, a causa de las lluvias y aunque en este día se anunció a las once de la mañana y a las dos y media de la tarde respectivamente, tuvo por fin lugar a las cuatro de la tarde, con el debido permiso de la autoridad para dar comienza a la fiesta. PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO domingo 5 de junio de 1887. Se ha organizado una espléndida corrida, que por lo variado y ameno del programa, y por tratarse de ser el beneficio de la cuadrilla de Cuatro Dedos, tendrá gran atractivo y será de buenos resultados financieros para los chicos. Tres toros serán estoqueados por Bienvenida y Ramón López. Dos toretes recibirán muerte de manos de los picadores Enrique el Albañil y Cantares. Picarán en la corrida los matadores José Machío, Diego Prieto y Juan Moreno el Americano, como particular obsequio a los beneficiados. Esta corrida será la última en que tomará parte el aplaudido Diego Prieto. Dadas las simpatías de que gozan en el público los beneficiados y los matadores, así como lo variadísimo y bien organizado programa, auguramos a los muchachos, pingües resultados y un brillante éxito, en su corrida de gracia que tendrá verificativo en la Plaza de la Colonia de los Arquitectos. La Verdad del Toreo, T. I., México, Domingo 5 de junio de 1887, N° 14, p. 4.
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El Diario del Hogar, del 10 de febrero de 1892, p. 2.
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PLAZA DE TOROS “BERNARDO GAVIÑO”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 5 de junio de 1887. Cuadrilla infantil. PLAZA DE TOROS DEL “PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Se anunció un festejo para el lunes 6 de junio. No hay más datos. Sin embargo fue un festejo organizado por la cuadrilla de varios estudiantes de la Escuela de Medicina, destinándose los productos a dos establecimientos de Beneficencia de la capital del país. Personal de la cuadrilla: Espadas: José María Larrañaga y Jesús Ochoa. Banderilleros: José María Larrañaga, Jesús Ochoa, Nicolás Espinosa, Félix Garza. Picadores: Manuel Leal, Francisco Arellano y Leopoldo Vilchis, y Lazadores, Rafael Domínguez y Apolonio Villarreal. Los cinco toros lidiados a muerte, en lo general fueron bravos y voluntariosos, cumpliendo en todos los tercios. PLAZA DE TOROS DE “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 9 de junio de 1887. Cuadrilla de Ponciano Díaz. Entre algunos detalles, sobresale este del que dio cuenta El Diario del Hogar del 11 de junio de 1887, p. 3: El simpático Ponciano, de guinda y oro, fue saludado con estrepitosos aplausos por toda la concurrencia y él modesto y humilde, manifestaba su emoción y contestaba cariñoso al público que tanto le quiere. En ese momento le arrojaron por todas partes innumerables tiras de las cuales pudimos recoger las dos siguientes: “Varios amigos y admiradores del primer espada Ponciano Díaz le dedican lo siguiente: Lleva entusiasta la fama Tu valor a su infinito, Por todas partes te aclama, E ilumina con su llama Tu nombre en su cielo escrito. --Viene un pueblo a coronarte Con la encina y el laurel Pues que eres genio en el arte; Y si él goza con honrarte Goza tú también con él.
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PLAZA DE TOROS DEL “PASEO NUEVO” EN PUEBLA. El jueves de corpus -9 de junio de 1887-, debe haberse celebrado una gran corrida en la que estaban encargados de dar muerte a las reses los espadas Manuel Díaz Lavi “El Habanero”, Juan León “El Mestizo” y Antonio González “Frasquito”. PLAZA DE TOROS “PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Jueves 9 de junio de 1887. Cuadrilla de la ciudad de León, liderada por Rafael Calderón de la Barca. 4 valientes toros de Cieneguilla. Toro embolado, adornado con monedas en la frente para los aficionados.
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PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 12 de junio de 1887:
Dichos toros pertenecieron a la ganadería de el Tulipán. Terminando la corrida con un valiente toro embolado!!! para los aficionados. Dos bandas de música amenizarán la función. Las puertas de la Plaza se abrirán a la una de la tarde. LA PRENSA OPINA… “TOROS y TOREROS”. No necesita presentación.
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PLAZA DE TOROS EN ORIZABA, VERACRUZ. Domingo 12 de junio de 1887. Respecto al ganado que se lidio, fue superior, de libras y mucha ley. El público no correspondió pues, la entrada fue mala. La cuadrilla cumplió con excepción de los espadas, que con poco lucimiento, desempeñaron su faena, dejando mucho que desear. Estos fueron: Abraham Parra y Felipe Hernández. PLAZA DE TOROS EN MONTERREY, NUEVO LEÓN. Últimamente han toreado en Monterrey varias corridas, la cuadrilla Hispano Mexicana, a cuyo frente figuran los diestros Francisco Gómez “El Chiclanero” y Manuel Machío. PLAZA DEL TOROS DEL “PASEO NUEVO”, PUEBLA. Domingo 12 de junio de 1887. Se lidiaron toros de la “Sauceda”, de Durango, que fueron estoqueados por Manuel Díaz Laví “El Habanero” y Juan León “El Mestizo”. PLAZA DE TOROS EN VERACRUZ. Domingo 12 de junio de 1887. Esta tarde debe torear en la plaza de Veracruz, el aplaudido espada Francisco Jiménez “Rebujina”, quien deberá dar muerte a toros de una acreditada ganadería. Conocido como es Rebujina, del inteligente público veracruzano, estamos seguros que gustará, dadas sus muchas simpatías. En esta forma lo anuncia El Arte de la Lidia, año III, 3ª época. México, domingo 12 de junio de 1887, N° 32, p. 4. En el mismo semanario y página se puede leer este párrafo: Desde el mes de Septiembre del año pasado a la fecha, el espada de alternativa Francisco Jiménez “Rebujina”, ha toreado en las plazas siguientes: En el Huisachal, una corrida; en Tlalnepantla, dos; en Toluca, una; en Puebla, cuatro; en San Luis Ptosí, ocho; en Matehuala, siete; en Catorce (Real de Catorce, S.L.P.), una; en Atlixco, dos; en Orizaba, dos; en México, nueve; y en Veracruz una; o sea un total de 40 corridas. Además en los meses de Julio, Agosto y Septiembre, en diferentes puntos de la República, toreará doce o catorce corridas más. PLAZA DE TOROS “BERNARDO GAVIÑO”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 12 de junio de 1887. Cuadrilla infantil. PLAZA DE TOROS DEL “PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Lunes 13 de junio de 1887. Cinco toros de “Cieneguilla” que debían ser estoqueados por el espada mexicano Carlos Sánchez. El Arte de la Lidia, año III, 3ª época. México, domingo 3 de julio de 1887, N° 35, p. 2: El espada mexicano Pedro Nolasco Acosta. El martes 14 del actual (junio de 1887), como saben nuestros lectores, ocurrió en San Luis Potosí una terrible catástrofe, en la que, por causa de la inundación, quedaron destruidas trescientas veinte casas, y mil personas sin hogar y sin abrigo. El popular diestro potosino, Pedro Nolasco Acosta, dando una prueba de sus humanitarios sentimientos, no podía permanecer impasible ante estas desgracias y desde luego dirigió al Gobernador de aquel Estado, la carta siguiente: “Sr. Gral. Carlos Díez Gutiérrez, Gobernador del Estado. 145
Muy señor mío de mis respetos: Cuando hay una multitud de familias sin albergue y sin pan, cuando la sociedad consternada contempla el tristísimo cuadro que presentan, ninguno de los que nacimos en el Estado de San Luis, por tradición noble y buena, podemos permanecer indiferentes; y cada uno tiene el deber de contribuir con su óbolo, cuando él sirve para enjugar una lágrima de nuestros hermanos. Comprendiéndolo así, yo, a quien ese pueblo llena de aplausos, debidos únicamente a su bondad, me considero más obligado que los demás y ocurrí a mis compañeros suplicándoles que, gratis, diéramos una corrida de toros, cuyo producto líquido sirva para socorrer a los que sufren. Su respuesta fue tan noble como yo esperaba, y esto me pone en aptitud de suplicar a vd., a quien tanto deben esos infelices, se sirva, si lo tiene a bien, admitir nuestra humilde ofrenda. Si es así, me permito rogarle que nos importa su protección, para que la función dé el rendimiento posible, en la inteligencia de que se verificará el viernes 24 del corriente (también de junio) y de que tendrá vd. la bondad de nombrar la comisión que se entienda con el cobro, liquidación de gastos y recepción del producto. Rogándole se sirva disculpar si lo he distraído de sus muchas e importantes atenciones, me repito de vd. afmo. y S. S. Pedro Nolasco Acosta. Es digna de elogio la conducta del espada potosino, y la lectura de este documento es su mayor encomio. PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 19 de junio de 1887, a las 11 de la mañana. Cuadrilla de Ponciano Díaz. 5 toros de El Tulipán. En ese mismo día, El Arte de la Lidia, año III, 3ª época. México, domingo 19 de junio de 1887 N° 33, p. 4 dice lo que sigue sobre José Machío: Durante la temporada de septiembre de 1886 a mayo de 1887, el espada de alternativa José Machío, ha toreado 24 corridas de toros en las plazas siguientes: en Tlalnepantla, dos corridas; en Morelia, dos; en Irapuato, una; en Guanajuato, una; en Puebla, dos, en Veracruz, dos y en México, catorce. También sobre Fernando Gutiérrez “El Niño”, quien ha toreado 28 corridas de toros trabajando en las plazas del Huisachal, Tlalnepantla, Toluca, Morelia, Pachuca, Puebla, Orizaba y México. Está contratado para torear próximamente diez corridas en Mérida, Yucatán. TOROS EN VERACRUZ. Noticia recogida en El Partido Liberal, del 26 de junio de 1887, p. 2: La siguiente es una nota que reporta la actuación que Francisco Jiménez “Rebujina” tuvo en la plaza de Veracruz el 19 de junio de 1887. ECOS DE VERACRUZ. Veracruz, Junio 20 de 1887.-Señor coronel D. Vicente Villada.-México. 146
Estimado amigo mío: Creo con El Nacional que los toros son una “diversión bárbara, salvaje y ordinaria”, y no comprendo cómo las damas de la capital concurran a semejantes fiestas. Es cierto que las romanas concurrían al Circo donde se mostraban desnudos los gladiadores y donde también los pobres cristianos, hombres y mujeres, eran arrojados a las fieras casi siempre sin nada que cubriera sus carnes. ¿Qué, las damas mexicanas querrían imitar algún día la impúdica demencia de las Romanas? Lo digo porque aplauden a los toreros lo mismo que aquellas que yo llamo las sin nombre, porque todos los inventados hasta hoy para señalarlas no me parecen buenos. La mayor parte de los veracruzanos, aún los de la clase baja, no concurren a los toros. En fin, aunque no me gustan fui a ellos ayer, y voy a hacer breve reseña de la corrida: Después del paseo y cambio de capotes se dio suelta al primer toro. Josco, buen mozo, de libras y de pujanza. Le dieron puyazos el picador veracruzano Conde (a) El Negrito y Rafael Palacios, a quien el público llama Don Quijote. El Negrito dio excelentes piquetes pero Rafael solo tres y eso gracias a los quites de los matadores. Banderillaron el Cuco y Tovalo como siempre, paseados a media vuelta. “El Niño” tomó los trastos y brindó al presidente, de quien por lo demás se dice que es lego en tauromaquia, la estocada que iba a dar. Entonces se lució Rebujina con sus verónicas y arrastradas. El Niño asesinó al bicho, porque lo que hizo no fue matar. El segundo toro retinto oscuro, fue el más flojo de la corrida. Rebujina fue aplaudido por sus capotes que casi acariciaban el testuz del toro. El Negrito siempre bien y Rafael siempre mal. Rebujina tomó los trastos y después de algunos excelentes pases de muleta dio una buena estocada a volapié algo delantera, y se vio obligado a rematar al bicho con un descabello que fue muy aplaudido. El espada arrancó tan bien en la primera estocada, que fue aplaudido estrepitosamente. El tercer toro era magnífico. Fino, de muchas libras y bravío. Intentó brincar dos veces a los tendidos. El Niño hizo algo bueno con sus verónicas muy ceñidas. El toro merecía ser matado por otro que por El Niño. Le dio dos pinchazos altos y una media estocada saltándosele la espada de las manos. Se dice que la persona que presidió la corrida impuso por ella una multa, lo que no creo, porque sería una injusticia. El Niño acabó con el bicho con un bajonazo que indignó al público. El cuarto toro, negro y de buena estampa, fue matado por Rebujina tras de una elegante faena con una soberbia estocada a volapié. El toro de los aficionados no estaba embolado ni aserrados sus cuernos. La autoridad debía fijarse en eso, porque los aficionados no tienen capas sino pañuelos con los cuales les es difícil engañar al bicho. Y remató Roberto Esteva como sigue: Pero hablemos de otra cosa, que ya me canso de usar de esa jerga taurófila que apenas entiendo; y tan es así que si no fuera por un taurómaco que me expliquen las suertes, no podría yo hablar a vd. de ellas. El Diario del Hogar del 21 de junio de 1887, p. 2 nos informa: EN LOS TOROS.
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Aceptamos la casualidad o la fortuna por una sola vez; pero cuando éstas se repiten, entonces nos rendimos ante la evidencia. El mérito del simpático y popular Ponciano, no cabe duda, ha sido motivo de discusión. En Veracruz, sabemos que todos los españoles se rehusaron a honrar con su presencia una corrida en la cual Ponciano trabajaba. Esto, como nuestros lectores comprenderán, tuvo al diestro sin cuidado. Antes de ayer la plaza de Colón, era pequeña para contener al numeroso público que acudió, no a aplaudir sino a admirar al torero, que sin escuela les da escuela a muchos toreros. Sonaron las once de la mañana y los Sres. Valleto, Núñez, Ordoñez y Limantour (no había cabildo) mandaron al clarín que diese el toque de alarma. Entre una salva de aplausos, salió la cuadrilla, y colocado cada muchacho en su puesto, recibieron al primer toro. ¡Qué toro! ¡y qué toros! La verdad es que Ponciano lo entiende. Toros de libras, de juego y de ley. Si alguno fue vuelto al chiquero y otro murió a mano de los lazadores y del puntillero, esa fue cuestión de que después de ocho días que esos animales vieron gente, era de esperarse que fuera innoble su juego; pero los demás, volvemos a repetirlo ¡qué toros! y lo pregonamos muy alto ¡qué matador! Los picadores, supremos, no dejaban la rienda porque eso sería dejar al caballo: caían como buenos y como buenos se levantaban. Cantares y el Albañil mucho hubieran tenido que aprender en la corrida que relatamos. Los banderilleros, si no colocaron sus pares en el lugar indicado y si hubo medios, más que exigente debe ser el que se atreva a criticarlos. El matador….. ¡á que grande altura se supo colocar! Para cada toro tuvo una estocada, y si para el cuarto tuvo dos y los lazadores se lo entregaron al puntillero, esto no dependió de Ponciano. Podrá ser que tengamos magnífica letra, pero si escribimos en papel de estraza ¿podrá esa letra aparecer buena? Ponciano ignorará o no las reglas del arte, pero hasta hoy es el único que no da para matar a un toro más que una estocada. Los toros que ha lidiado, en ley como los de Atenco y en estampa como los españoles. Su deseo de agradar al público lo ha visto recompensado. La plaza, sobre todo el departamento de Sol, llena completamente. Si la modestia que caracteriza a Ponciano, le hubiera permitido ir como a Cuatrodedos de tabla en tabla pidiendo ovaciones, pequeño hubiera sido el día para que las recibiera. La Presidencia, prudente y acertada. El público contento y satisfecho. La cuadrilla valiente y hábilmente dirigida. Un picador y un banderillero apreciaron lo que pueden las astas de un toro; pero su buena fortuna les hizo comprender lo que vale el destino de un hombre. A la una y media de la tarde, el público, volvemos a repetirlo, contento y satisfecho, salía de la plaza de Colón para trasladarse a la de San Rafael (…) PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 19 de junio de 1887, por la tarde. Gran jaripeo de yeguas brutas. Toros de cola y monta por PONCIANO DÍAZ. Retomo la nota periodística:
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(…) Decididamente Ponciano es el hombre de la situación. Es tan bueno a pie como a caballo ¡Qué estocadas! ¡¡Qué manganas!! La plaza de San Rafael era pequeña para contener el numeroso público que acudió a ver el jaripeo, diversión exclusivamente mexicana. El espectáculo dejó completamente satisfecha a la multitud que lo presenció. Bien por Ponciano. Bien por su cuadrilla. Carlos Sánchez el Manchado, Atenógenes, Guadalupe, Oropeza, Mota y todos los de la cuadrilla no tienen necesidad de desafíos convenidos para hacerse aplaudir y dar a conocer su mérito, que sin escuela, es mejor que los que de ella pregonan. POMPEYO. El Arte de la Lidia, año III, 3ª época. México, domingo 26 de junio de 1887, N° 34, p. 4: En la plaza de San Rafael, se verificó con notable éxito la fiesta nacional organizada por el popular y valiente diestro Ponciano Díaz tan querido de nuestro público. Personas que concurrieron nos dicen que el programa del espectáculo se cumplió y que todos los numerosos espectadores quedaron sumamente complacidos del trabajo de Ponciano, que si como torero siempre obtiene ovaciones, como charro ha probado su inteligencia y maestría. El jaripeo, mangana y monta, nada dejó que desear y tanto el espada favorito como su cuadrilla, obtuvieron toda la tarde ovaciones, pudiéndose decir, sin equivocarse, que en la actualidad Ponciano es uno de los jinetes mejores de México. En vista del buen éxito de la fiesta, próximamente se verificará otra la que por su variado programa y novedades llamará la atención del inteligente público de la capital. PLAZA DE TOROS DEL “PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 19 de junio de 1887. José de la Luz Gavidia. Toros de Tepeyahualco. Aunque parece ser que la procedencia, al final de todo no fue la correcta. Lamentablemente las notas posteriores no aclaran de dónde procedían los toros lidiados esa ocasión. PLAZA DE TOROS EN COLÓN. CIUDAD DE MÉXICO. Gran corrida para el domingo 19 de junio de 1887, a las once de la mañana en punto. Cuadrilla Ponciano Díaz. PLAZA DE TOROS EN TULANCINGO, HIDALGO. Corrida verificada el domingo 19 de junio de 1887. Espadas: José Sánchez Laborda y Honorio Romero “El Artillero”. Se lidiaron cinco toros de los que uno fue a muerte. El domingo 26 tiene lugar la segunda corrida, en la que se matarán dos toros por los espadas citados. PLAZA DE TOROS DEL “PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Viernes 24 de junio de 1887. El elenco de la cuadrilla que trabaja hoy en la plaza del Paseo, es el siguiente: Vicente García Alonso “Villaverde” y Juan Moreno “El Americano”; Banderilleros: Ramón López, Tomás Vieyra, Francisco Lobato y Antonio González; Arrastradores: Norberto Vieyra y Filomeno Castelán; 149
Picadores: José Meza, Gerardo López, Filomeno González y Pedro Rodríguez, y Puntillero: José Reyes. PLAZA “COLÓN”, DISTRITO FEDERAL. 26 de junio. El Tiempo, D.F., del 26 de junio de 1887, p. 4: Gran corrida para el domingo 26 de Junio de 1887 a las 4 en punto si el tiempo lo permite. Se lidiarán 6 toros a muerte de la Estancia de San Rafael y habrá un embolado para los aficionados. Dicha estancia era una más del territorio atenqueño. Cuadrilla capitaneada por los diestros españoles el Mestizo y Rebujina, en competencia. En otra inserción publicitaria, se anunciaron toros de “San Nicolás, hacienda de La Torre”, refiriéndose a los toros que por entonces comenzaba a criar el Sr. Ignacio de la Torre y Mier en la hacienda de su propiedad: San Nicolás Peralta. PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 26 de junio de 1887. Cuadrilla de Ponciano Díaz. Cinco toros de El Tulipán. Terminando la corrida con un valiente toro EMBOLADO!!! para los aficionados. PLAZA DE TOROS EN TULANCINGO, HIDALGO. Domingo 26 de junio de 1887. Cuadrilla Hispano Mexicana, capitaneada por el diestro Honorio Romero “El Artillero”. Se lidiaron cuatro toros del PAREDÓN. PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Grandiosa y notable corrida. Miércoles 29 de junio de 1887. Competencia de Rebujina y el Mestizo, los cuales lidiarán a muerte 6 arrogantes y valientes toros de la ganadería de San Nicolás, hacienda de La Torre. El Arte de la Lidia, año III, 3ª época. México, domingo 26 de junio de 1887, N° 34, p. 4: NOTICIAS Durante la presente temporada, el espada Juan Moreno “El Americano”, ha toreado las corridas siguientes: en Tlalnepantla, diez corridas; en puebla, ocho; en Toluca dos; en Orizaba, una; en Atlixco, cinco; en Guadalajara, seis y en México, ocho. Total: 40 corridas. El espada “Rebujina”.-El Diario Comercial, de Veracruz, hablando del popular diestro, dice: “Rebujina” es decididamente un diestro muy alegre y muy guapo que está llamado a ser el primero de la República, si no lo es ya. Habilísimo en las verónicas y en las arrastradas, domina completamente al animal, y de tal manera se ciñe a él que puede acariciarle la cerviz a cada capotazo. A la hora de herir, y después de una faena siempre lucida, se tira a matar como los grandes maestros. Al segundo cornúpeto administró dos estocadas que resultaron delanteras y contrarias; pero se arrancó tan corto y tan derecho, que por eso solo mereció la ovación de que fue objeto. Despachó el cuarto toro con un puntazo bien dirigido y con el más soberbio volapié que hemos visto intentar y lograr en el circo taurino de Veracruz. Mazzantini mismo no hubiera mostrado más arte ni alcanzado mejor fortuna.
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J U LI O El Arte de la Lidia, año III, 3ª época. México, domingo 3 de julio de 1887, N° 34, p. 3: NOTICIAS. Durante la temporada que está para terminar, el aplaudido diestro Juan León “El Mestizo”, ha trabajado en las corridas siguientes: En la plaza de Toluca, toreó 23 corridas; en Morelia, 10; en Pachuca, 6; en Puebla, 2; en México, 4; en Celaya, 2; en Guanajuato, 2; en Tlalnepantla, 2 y en Veracruz, 1. Total, 51 corridas. Dice El Diario del Hogar, del domingo pasado: CORRIDAS DE TOROS.-Siempre que éstas se verifican en cualquiera de las plazas, aparecen en el callejón, ciertos tipos, que, o ya dirigen a los diestros, o ya les sirven de estorbo cuando perseguidos por el toro, salvan la barrera. En la pésima corrida del viernes, en la plaza del Paseo, un torero estuvo a punto de ser cogido porque el tipo aquel no le permitió saltar con premura. Esperamos que los tres regidores darán sus órdenes respectivas a los empresarios, para que habiliten de una contraseña a todos los que, en virtud de las funciones que desempeñan, pueden y deben estar en el referido callejón. La cuadrilla que capitanea el espada Francisco Gómez “El Chiclanero” y que se halla trabajando en el puerto de Matamoros, se compone de los diestros siguientes: Espada, Francisco Gómez “El Chiclanero”. Banderilleros, Manuel Machío, Paulino Zárate, Serapio Alonso y Jesús Orozco. Picadores, Esteban Abasta y Pedro Tagle. La primera corrida de haberse celebrado el domingo 19 próximo pasado (junio). El domingo 19 (de junio) se verificó en la plaza de Tehuacán una corrida de toros, lidiándose ganado de Nopalapam, por la cuadrilla orizabeña capitaneada por Julián Puga. En San Luis Potosí siguen celebrándose corridas de toros con magnífico ganado. El popular diestro potosino Pedro Nolasco Acosta, es muy aplaudido todas las tardes. PLAZA DE TOROS DE COLÓN, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 3 de julio de 1887. Sobresaliente corrida. Competencia de los espadas Juan León “El Mestizo” y Francisco Jiménez “Rebujina”. Toros de una nueva ganadería. Muchas suertes taurinas. Apuesta de $2000. La corrida dará comienzo a las once. PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 3 de julio de 1887, a las 11 de la mañana. Ponciano Díaz y su escogida cuadrilla. 5 toros de El Tulipán. Ponciano toreó a pie y a caballo. Otro diestro que también estuvo en el ruedo fue Carlos Sánchez. El Nacional, en su edición del 3 de julio de 1887, p. 2 y 3, publicó la muy interesante entrevista que concertó con Ponciano Díaz. Un testimonio periodístico de la época. 151
EL REY DE LOS REDONDELES MEXICANOS. PONCIANO. ENTREVISTADO POR EL NACIONAL. LA VIDA Y EL HOGAR DEL CÉLEBRE TORERO. SUS OPINIONES. ASUNTOS DE LA PROFESIÓN. (Está acompañado por un grabado, probablemente elaborado por José Guadalupe Posada, en el que se observa a Ponciano Díaz de Frente, en el acto del brindis, con la montera en la mano diestra, y muleta y espada en la siniestra. Su rostro es alto. En dicha imagen se destaca su figura más bien corta). Un repórter de El Nacional llamaba ayer a la puerta de una modesta habitación que lleva el número 2 en la casa número 6 de la calle de Nuevo México, con objeto de tener una entrevista con esa personalidad simpática que es hoy el ídolo del pueblo en los redondeles de toda la república: PONCIANO DÍAZ. Un joven moreno, de tez limpia, bajo de cuerpo, cabello negro rizado, bigote castaño, mirada apacible, facciones regulares y llevando un traje cheviot, de cuadritos cafés y blancos, con un correcto jacket abotonado hacia arriba y dejando ver sobre el chaleco una modesta leontina de oro, salió a abrir. Se hubiera dicho que era un artista del pincel o del teclado, un amateur de la pintura o de la música, tal era su aspecto de dulce y reposado, tal era su traje de sencillo y elegante. Y sin embargo, aquel joven era PONCIANO. Grande fue la sorpresa del repórter ante aquella personalidad que no hería por cierto la imaginación con la figura de cromo del chulo o del matador. Aguardábase el visitante ser recibido por un majo de rapado rostro, cabellera de coleta enroscada sobre el cráneo, pantalón ceñido a la cintura por ancha banda roja que se destacase sobre un abierto chaleco que deja ver una escandalosa pechera de camisa llena de olancitos y de alforjas; y por último, una chaquetilla corta de paño negro orlada de cordones y alamares y dentro de ella una gran navaja de Albacete, de esas que dicen sirvo a mi dueño. Nada de eso. Nuestro PONCIANO es torero, pero no majo; es valiente, pero no fanfarrón; es correcto, perno presumido. Para cualquiera que encuentre en la calle a ese joven de baja estatura vestido como todo el mundo y sin ir contoneándose con ese aire especial del chulo que va diciendo aquí voy yo, será cosa imposible el poder decir: ese es un torero. Su hogar es tan modesto como su persona. En los momentos en que nuestro reporter penetró a la pieza que da inmediatamente a la puerta de entrada, había en ella cuatro o cinco personas visiblemente ocupadas en preparar la corrida de toros de esta tarde, sellando boletos, firmando, empaquetando, recontando, etc., etc. PONCIANO con un ademán cortés indicó al reporter que se sentara, y éste, sin perder tiempo y al estilo americano, le indicó que deseaba vivamente entrevistarlo. -Estoy a sus órdenes, respondió PONCIANO. -Desearía que me diese vd. algunos datos acerca de su vida.
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-Con mucho gusto, dijo él, y se paró para tomar un librito de apuntes personales y recortes de periódicos. Mientras PONCIANO registraba en el bufete, la mirada indiscreta del repórter fue inventariando todo cuanto lo rodeaba en aquella habitación para decir a ese eterno curioso-impertinente que se llama el público, en dónde y cómo vive el rey de los redondeles mexicanos. La pieza en que PONCIANO recibe es una habitación como de 7x7 varas, de alto techo, empapelada con un tapiz claro, con una ventana de reja que da a la calle mirando al Sur, una puerta vidriera que da acceso a la pieza misma, otra puerta frente a la de entrada que comunica con las recámaras y piezas interiores, y por último, otra más que hace frente a la ventana. Al entrar, inmediatamente a la derecha se ve un escritorio cargado de papeles y coronado por unas tres decenas libros, entre los cuales descuellan los más célebres tratados de tauromaquia. Fijo en la chambrana de la puerta se ve muy buen termómetro de puro cristal, y en el muro, haciendo frente al que escribe, está un reloj suizo, de madera, coronado por un gallo negro. En la pared que hace ángulo con ésta se ve otro buen reloj de pared, de gran tamaño, encerrado en su caja de madera y cristal. Al lado opuesto, sobre el mismo muro, hay un recuerdo de la Exposición de Nueva Orleans, que PONCIANO visitó, y es un grabado que representa los edificios de la gran feria. Respaldado a la pared oriental hay un mueble que es casi desconocido en México a pesar de su utilidad notoria: es un folding-bed americano, o sea un lecho de doblar, que cerrado presenta el aspecto de un ropero. Los que no hayan estado en los Estados Unidos no conocerán jamás lo que es aquel ropero de apariencia. Haciendo pendant al folding-bed hay un ropero efectivo con grande luna francesa. En el costado restante se ven: una Magdalena al óleo, sobre el marco de la puerta, una Carta Orohidrográfica de la República Mexicana (1879-García Cubas), y un precioso crayón que representa la Plaza de Toros de Marfil en Guanajuato, en la cual se ve a PONCIANO de frente, capa en mano, asistiendo a un peligroso incidente de un picador. Este estudio al lápiz es una joyita artística y primorosa que está firmada Bibriesca. El mobiliario de la pieza, además de lo mencionado, consiste en un sofá y dos sillones forrados de verde; cuatro o seis sillas amarillas de bejuco, un veladorcito de mármol blanco con pies de metal, de forma ovalada; una mesita redonda de lámina de fierro, con su tripié de doblar, y una columna en un ángulo de la pieza, sobre la cual descansa un jarrón sustentando cuatro o seis banderillas viejas y maltratadas que probablemente tendrán recuerdos gratos para PONCIANO. la alfombra de tripe, fondo blanco, con flores encarnadas ya descolorida por el uso y por el tiempo. No hay cortinas ni objetos de ostentación de ninguna clase. Todo allí revela una modesta aisance y nada más. Cuando PONCIANO volvió con sus apuntes, el indiscreto reporter había concluido su atrevido y minucioso inventario. Compendiemos aquí, en unas cuantas líneas, lo que dicen esos apuntes, completados por las noticias que nos suministra el Sr. Juan C. Ramírez, grande y sincero amigo de PONCIANO: PONCIANO DÍAZ GONZÁLEZ, nació en la hacienda de Atenco el 19 de noviembre de 1858 (sic), siendo sus padres D. Guadalupe Díaz González y Doña María de Jesús Salinas. La señora su madre es la única que le vive, y PONCIANO tiene hoy ella una reverencia, un amor, una idolatría que rayan en fanatismo. Por ella vive, por ella trabaja, por ella quiere nombre y fortuna, por ella no ha pensado jamás en contraer matrimonio pensando que al casarse tendría que separarse de ella. PONCIANO, en una palabra, es un hijo modelo, y esa circunstancia le ha traído quizás las bendiciones de la Providencia y el respeto y el cariño de cuantos lo conocen. PONCIANO no recuerda cuándo se vio por vez primera enfrente de un toro. Como una memoria vaga refiere que apenas comenzaba a andar cuando su padre, que era un charro completo, lo llevaba a las corridas semanarias que se hacían en la Hacienda de Atenco, en que estaba empleado, y se servía de él, tomándolo por las arcas, para sacarle vueltas al toro como pudo servirse del trapo de brega. Este prematuro aprendizaje, quizás demasiado prematuro y un tanto rudo, familiarizó a PONCIANO de tal manera con los toros, que sus primeras carreras las dio ya en el redondel, mezclándose a los muchachos de la hacienda que continuaban sus diversiones semanales. Apenas en la pubertad fue ya un torero hecho y derecho, y bajo la dirección y en compañía de los Hernández vistió en el mismo Atenco por primera vez la roja chaquetilla y el calzón corto del torero.
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En 1878 apareció, al fin, en una plaza pública, en Tlalnepantla, en la cuadrilla de los Hernández, siendo aplaudido por su valor y su destreza que parecían extraños en aquel joven que era casi un niño. De Tlalnepantla pasó a Puebla, contratado por el inolvidable Bernardo Gaviño que fue siempre para él un amigo cariñoso y un maestro asiduo, y después de seis meses de trabajar en su compañía, teniendo la espada de alternativa con el viejo campeón español, se vio obligado a aceptar la dirección de la cuadrilla que trabajaba en Puebla, inaugurando su carrera de Capitán en dicha ciudad el 13 de Abril de 1879, que fue domingo de Pascua, habiendo sido sus padrinos los Sres. Quintero y Aspíroz, y alcanzando en aquella fecha, célebre para él, un triunfo que le será difícil olvidad mientras viva. No es nuestro ánimo hacer la biografía de PONCIANO en este artículo: por lo mismo nos limitaremos a recordar que entre los golpes que ha recibido no cuenta más que una herida, bastante profunda y bastante grave, que recibió en Mayo de 1883 en la plaza de Durango, mientras ejecutaba su suerte favorita de banderillar a caballo, en la que no tiene rival en la República. Sin embargo de la gravedad de esa herida, a los quince días ya estuvo en aptitud de presentarse de nuevo al público. ¿Cómo se ha formado la inmensa popularidad que hoy le rodea como una aureola? ¿Qué progresión ha seguido su gloria para llegar hasta el delirio que hoy siente el público taurófilo por PONCIANO? No estamos bastante imbuidos en ella para detallarlo, y además nos faltan tiempo y espacio. Pero bástenos asentar el hecho: PONCIANO es el semi dios de las masas, es el prototipo de todo lo grande para el pueblo. Si un día faltara el Arzobispo de México y se llamase al público que va a los toros para elegir Arzobispo, el Arzobispo sería PONCIANO. Si en las elecciones presidenciales se dejase el voto en manos de los que deliran con los redondeles, PONCIANO sería presidente. Si un día se tratase de derribar el sistema republicano y erigir la monarquía en México, ya veríamos a miles de admiradores del joven diestro proponer al pueblo el nombre de PONCIANO I para el trono. ¿Lo dudan vdes?... Pues se conoce que no han visto a una muchedumbre delirante quitar las mulas que tiraban del coche que conducía a nuestro héroe el día que iba a ver la primera corrida de Mazzantini en Puebla, y pegarse por centenares a aquella carroza para arrastrarla triunfalmente por las calles hasta ponerle en un cuarto del Hotel de Diligencias, mientras lo aclamaban con un entusiasmo febril. Se conoce que no han visto las ovaciones que se le hacen donde quiera que alguno que lo conoce dicen a los transeúntes: ¡Allí va Ponciano! Si un hombre puede llegar al colmo de la popularidad, PONCIANO es ese hombre. Interrogado por el reporter de El Nacional acerca de ciertos puntos, dio contestaciones que condensamos aquí por falta de espacio. PONCIANO cree que los toreros españoles que hemos visto en México no son la última expresión del arte de Pepe Hillo. El dice que ha leído en las tauromaquias preceptos y reglas a que no se ajustan siempre los lidiadores que él ha visto, que por cierto son muchos. Agrega que su juicio es inseguro en este punto porque generalmente le ha tocado presenciar corridas con toros malos en que los toreros españoles no han podido lucir. Respecto de ganado, opina que en México hay toros tan grandes, tan buenos y tan boyantes como en España misma; pero cree que la avaricia y el interés mal comprendido de los ganadero, hacen que presenten como buenos 80 toros de cada cien, cuando en realidad no hay sino veinte. En España, dice, los criadores de toros no sacan a la lidia sino veinte de cada cien, y por nada en el mundo entregarían un toro en malas condiciones para la lidia. Esto cimenta el crédito de los de la Península al par que mata el de los nuestros. Cuando los hacendados vean el perjuicio que se causan con pretender salir a precios altos de sus toros malos, los ganados mexicanos cobrarán la fama a que son acreedores. PONCIANO tiene vivos deseos de ir a España, pero cree que los absurdos rumores circulados cuando el desagradable incidente de Mazzantini, lo pondrían en una posición muy difícil en la península, lo que siente sobremanera.
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Algunas otras apreciaciones menos importantes oímos de labios del primer diestro mexicano, pero por ahora y sin hacer el panegírico de la profesión que ha abrazado, por estar ella contra nuestros principios, cumplimos con el deber de fotografiar en El Nacional a toda persona que se distingue, y nos avanzaremos hasta cerrar este artículo saludando en PONCIANO al buen hijo, al hombre trabajador, y al diestro a quien la popularidad aclama y el cariño general eleva un pedestal de gloria… tauromáquica.
LA PRENSA OPINA… En El Diario del Hogar del 5 de julio de 1887, p. 1 se publicó la siguiente inserción:
Evidentemente la intención de incluir el grabado de un borrego y no la figura arrogante de un toro se convierte en el mensaje subliminal en tan breve como sugestiva nota. Lo demás, creo que se entiende de antemano. PLAZA DE TOROS DEL PASEO, CIUDAD DE MÉXICO. Julio 4 de 1887. 5 toros a muerte. En realidad, por un error tipográfico apareció la fecha del 4, cuando debió ser la del 10 de julio. En tal ocasión, alternó la cuadrilla hispano-mexicana que dirigió el primer espada Ángel Villaverde, junto con “El Americano”. Sólo se lidiaron tres toros pues el festejo fue suspendido tras un tremendo aguacero.
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PLAZA DE TOROS DE COLÓN, CIUDAD DE MÉXICO. Martes 5 de julio de 1887. La corrida verificada en esta Capital en la plaza de Colón, por lo pésimo de ella y por lo malísimo de los toretes que se lidiaron, no merece los honores de una revista. Los toros del Estado de Michoacán fueron bueyes y ¡qué bueyes! Lo único que agradó fue el espada Calderón (Pedro Calderón de la Barca), que estuvo certero en sus descabellos y la valentía de los jóvenes picadores. Lo demás ni hablar, carreras por aquí, carreras por todos lados, ninguna dirección y desorden completo. La corrida anunciada para las tres de la tarde comenzó a las cuatro. La presidencia, desacertada. PLAZA DE TOROS EN TENANCINGO, MÉX. Noviembre. En El Nacional, D.F., del 8 de julio de 1887, Ponciano Díaz, respondiendo a una carta que envió el Sr. Jesús María Barbabosa, (dueño de Santín pero con fuerte presencia en Atenco y San Diego de los Padres, por ser hermano de Rafael Barbabosa Arzate, quien apenas unos años atrás había adquirido la hacienda atenqueña al comprársela a Juan Cervantes Ayestarán), como resultado de una mala interpretación en ciertas declaraciones que se suscitaron por aquellos días, es el mismo “charro-torero” quien responde, entre otras cosas, lo que sigue: [Tomando en cuenta que en la referencia anterior, el propio espada mencionaba que hubo toros indultados, “dejándoselos a los ganaderos para que sirviesen de toros-padres]. Hasta aquí no hay nada de particular –refiere Ponciano-, y muy justo era el precio que se pagaba por un bicho que había dado satisfacción cumplida en el redondel. Pero lo que sí es de notarse como extraño es, que el Sr. Barbabosa me hubiese vuelto a mandar esos toros indultados para que los lidiase en Tenancingo, comprometiendo de este modo muy gravemente las vidas de todos los de la cuadrilla y habiéndose pagado de nuevo el precio de toros que antes se le había ya comprado y pagado para otras plazas. Lo anterior quiere decir que, muy probablemente en el curso de las fiestas que año tras año se celebraban en Tenancingo, durante el mes de noviembre, Ponciano Díaz se presentó a torear algunas tardes, lidiando toros tanto de San Diego de los Padres como de Atenco. Por lo tanto, al menos deben mencionarse dos tardes en que pudo haber actuado Ponciano Díaz. PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Julio 10 de 1887. 5 toros a muerte, cuadrilla de Ponciano Díaz. Toros de El Tulipán. El festejo se celebró a las 11 a.m. según lo anunció El Arte de la Lidia. Sin embargo, todo parece indicar que el mismo fue por la tarde. De este festejo, recogemos las notas que Pompeyo dejó plasmadas en El Diario del Hogar del 12 de julio de 1887, p. 2: EN LOS TOROS. PLAZA DE SAN RAFAEL. JULIO 10 DE 1887. Cuadrilla mexicana dirigida por el diestro primer espada Ponciano Díaz. Se lidiarán a muerte 5 arrogantes toros del Tulipán. Terminando la corrida con un valiente toro embolado!!! Las tres y media de la tarde. Presidente: C. Pedro Ordóñez. Limpio el cielo, serena la tarde, el público numeroso en los departamentos de sombra y sol, se prometía presenciar la corrida.
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A la hora dicha salió el primero, prieto, bragado, de libras y poder.28 Arcadio y García, bien en la suerte de varas. El Manchado dejó dos pares y medio, sufriendo una enganchada, sin consecuencias por fortuna. Ponciano, con un rico traje de terciopelo rojo y adornos de oro, previo el respectivo permiso, se fue al toro y después de doce pases elegantes, le dio una magnífica estocada alta, bastante para dejar sin quehacer al puntillero. Gran ovación, sobre todo en el departamento de sombra. Las dianas y los aplausos duraron más de diez minutos. El segundo y el tercero, enchilados, y también de libras y pies, se portaron como buenos. Los muchachos de Ponciano, disputándose los aplausos. El Tanganito y Atenógenes, bien en banderillas. Ponciano estoqueó a ambos toros bien, no necesitando, como de costumbre, más que una estocada para cada animal. Hasta hoy es el único matador que ejecuta la suerte suprema RECIBIENDO y no da más que UNA SOLA ESTOCADA. El cuarto, no obstante su buen porte y haber recibido varias varas y un par de banderillas, el público pidió con insistencia que volviera al chiquero, y el Juez accedió. ¿Estuvo bien hecho?... El sustituto… oh! qué toro! Su entrada al redondel arrancó un grito unánime de admiración. Josco, bragado, de hermosísima estampa, de gran alzada, con un peso como de cuarenta arrobas, y a nuestro humilde juicio, de siete años. Recordando los toros que pueden igualarse al que nos está ocupando, y que fueron: uno de Parangueo que lidió la cuadrilla de Ponciano, otro de Santín que temió matarlo el famoso Cuatrodedos y uno de los españoles, diremos con franqueza que los tres eran becerros junto al hermoso Elefante de que hablamos. Ponciano, conocedor de la bravura del toro, dispuso que entraran al redondel los cuatro picadores. Y el toro sobró para todos ellos, cada entrada era un caballo muerto. Mota se luxó una mano. Oropeza, entusiasmado hasta el delirio, fue el héroe de los picadores. El animal soportó sobre CUARENTA piquetes. Tocóle a Emeterio poner banderillas… así, así. Cuando el público gozaba, admirando a aquel toro, Neptuno, imprudente, grosero, y quien sabe cuántos adjetivos más, condensó sobre la Plaza todas sus iras… y ¡agua va!... ¡Qué lástima!... ¡qué maldición! El toro de la tarde volvió al chiquero; que vuelva a la estancia y que dentro de cuatro años, si Dios la vida nos presta (estilo del Tiempo) veamos algunos descendientes del Elefante. En resumen: los cuatro toros, buenos; pero el cuarto, sin rival, en estampa, en bravura, en todo. Ponciano: cuidadoso, entendido, trabajador y siendo objeto de justas ovaciones. Su capeo, elegante; sus pases de muleta, ceñidos; sus estocadas, sobre todas la primera, suprema. 28
Al parecer, los toros pertenecieron a la ganadería de “El Tulipán”, aunque por tratarse de un hecho en el que se lidió el famoso ejemplar de nombre “ELEFANTE”, tal toro volvió a salir al ruedo pero de la plaza de Bucareli, en esta ocasión la tarde del 10 de marzo de 1889. En aquella ocasión, junto con Ponciano Díaz, alternaron Francisco Moncayo, “Bienvenida” y “El Americano”. Los toros pertenecieron a Cieneguilla y Arandas. Por tanto, surge la sospecha de cuál era la procedencia correcta del mencionado ELEFANTE que fue a convertirse en un famoso toro indultado.
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Todos los peones, pero en primera fila Atenógenes y el Manchado infatigables. Los picadores luciéndose a porfía. Público numeroso. Presidencia acertada. Otra corrida, Ponciano.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 10 de julio de 1887. A las cuatro. Gran corrida. Competencia de tres famosas ganaderías. Banderillas por los espadas Vicente García Alonso “Villaverde” y Juan Moreno “El Americano”. Rifa del toro embolado entre los concurrentes. Se lidiaron toros de ganadería desconocida. PLAZA DE TOROS DE CUERNAVACA, MOR. Además, en “El Nacional”, D.F., del 8 de julio de 1887, p. 6, es el propio Ponciano Díaz quien confirma este dato, en los siguientes términos: Como por el año de 80 a 81 (no estoy seguro del año) jugué en las plazas de Amecameca y Cuernavaca varios toros de Atenco. Algunos de ellos salieron de tan buena ley, que a petición del público fueron indultados, dejándoselos a los ganaderos para que sirviesen de toros-padres. El Arte de la Lidia, año III, 3ª época. México, domingo 10 de julio de 1887, N° 36, p. 3 y 4:
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NOTICIAS. El valiente y popular espada Francisco Jiménez “Rebujina”, ha sido contratado para torear las tres corridas de feria que anualmente se celebran con tanto entusiasmo en Huamantla, Estado de Tlaxcala. En dichas corridas se lidiarán toros de la acreditada ganadería de Nopalapam, del Estado de Veracruz. Desde hace días se encuentra en esta Capital el espada mexicano Gerardo S. Polanco que acaba de torear con éxito en algunas plazas de los Estados de Sinaloa y Jalisco. Los periódicos que hemos recibido, hablando del trabajo de este diestro, dicen lo que sigue: El Pacífico, de Mazatlán, dice: El capitán Polanco, que de paso sea dicho, es un completo caballero, fue estrepitosamente aplaudido en la suerte de picar a caballo en pelo; cosa que ninguno otro de los que han venido a este puerto han podido hacer con tal destreza y habilidad. El Hijo de Campadone, de Mazatlán, hablando de una corrida que toreó Polanco se expresa así: El capitán Gerardo Polanco se esmeró durante toda la corrida, Carlos López no se quedó atrás. El último toro fue el que vino a coronar la fiesta. El capitán picó en pelo, mereciendo nutridos aplausos y el bicho enfurecido tomó una infinidad de varas, tumbando al picador con todo y caballo, quien caía de pie. El Juan Panadero, de Guadalajara, ha dicho con relación a otra corrida: La función del domingo pasado estuvo buena, bravos salieron los toros y se lució la compañía. La suerte de la silla ejecutada por Laborda no dejó que desear. Polanco banderilleó muy bien y mató los toros que le correspondían con bastante destreza y sin degollar ninguno. El día 7 del actual (julio) salió de esta Capital con dirección a Mérida de Yucatán, la cuadrilla que debe torear en aquella ciudad; el personal es el siguiente: Espadas: Francisco Jiménez “Rebujina” y Fernando Gutiérrez “El Niño”; Banderilleros: José López “Cuquito” y Antonio Antunez “Tovalo”; dos picadores y resto de cuadrilla. Corridas de toros. Tenemos los más satisfactorios informes respecto al éxito obtenido en Tehuacán por la cuadrilla orizabeña que capitaneó Julián Puga. El ganado dio muy buen juego; el capitán cumplió y mató en las dos corridas a la primera estocada, que es cuanto puede pedirse a un principiante; los demás muchachos cumplieron y el público los aplaudió en general y salió complacido. Sabemos que en vista de este resultado la Empresa volverá a la ciudad de las granadas a dar otras corridas y volverá después a Chalchicomula, cuya plaza ha contratado también.
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La Patria Ilustrada. Ciudad de México, 11 de julio de 1887, p. 12. Material consultado en la Hemeroteca Nacional Digital de México. http://www.hndm.unam.mx/ JOAQUÍN DE LA CANTOLLA y RICO LE DEDICA SENDOS ELOGIOS A PONCIANO DÍAZ. El Diario del Hogar, 15 de julio de 1887, p. 3:
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D. Joaquín de la Cantolla y Rico, era de Ponciano muy su amigo y admirador. Fuente: Fernando Benítez. LA CIUDAD DE MÉXICO, T. 6, p. 96. EN FAVOR DE PONCIANO DÍAZ. Casa de vdes., Julio 14 de 1887.-Sres. Redactores del “Diario del Hogar”. Muy señores míos: Suplico a vdes. tengan la bondad de insertar en las columnas de su ilustrado Diario el siguiente remitido: “En el periódico “El Monitor del Pueblo”, con fecha de ayer, aparece suscrita por un imparcial (¿?) una carta en la que vierte apreciaciones injustas en contra del diestro mexicano Ponciano Díaz. Paso a contestar dicha carta y apelo al buen criterio de las personas inteligentes en la materia, quienes sabrán hacer la debida justicia al verdadero mérito. Me haría favor el remitente de decirme, en qué cree que consista el arte del toreo? Las notabilidades ibéricas que han pretendido hacerse admirar en México y que precedidos de gran fama hemos visto en nuestros redondeles, han estado muy lejos de corresponder a ella, lo cual indica que es debida, no tanto a sus conocimientos en el arte, cuanto a un apasionado provincianismo. Mazzantini, esa gran figura de la tauromaquia, nos lo ha demostrado.
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Los toreros españoles que en la temporada que termina hemos visto trabajar, necesitan varias estocadas para dar fin a un toro. Ponciano no necesita generalmente más de una sola estocada para cada toro, como se ha visto en las últimas corridas. Carece el diestro mexicano tal vez de esa mímica con la que los toreros españoles conquistan a uno que otro pollo cursi de la sombra, de esos movimientos de brazos, cabeza, caderas y tiernas miradas, muy a propósito para conquistar manolas; mas en cambio demuestra con el arte, el valor y la serenidad, el dominio que ejerce sobre la fiera. Califica a Ponciano el autor de la citada carta, de tonto y orgulloso; precisamente el diestro mexicano es modesto de sobra y esta opinión no puede interpretarse más que como el desahogo de una ruin pasión o envidia. Las numerosas simpatías con que cuenta, el entusiasmo que inspira con su sola presencia, es debido a su modestia, a su falta absoluta de pretensiones y a su deseo de complacer a un público inteligente formado en su mayor parte de la clase media de la sociedad, y de artesanos a quienes audazmente llama plebe el suscritor de la mencionada carta. Ponciano recibe las merecidas ovaciones de todo el público que concurre a los redondeles donde trabaja. Reconocido el mérito de Ponciano Díaz como jinete y a las banderillas a caballo, diré el articulista que el charro a que se refiere podría haberlo cuando más igual; superarlo, nunca. En cuanto al estilo de matar a la cuatrodedos, el público sensato hará comparación; por ejemplo entre la faena empleada por este señor para despachar al famosísimo toro que importó de las renombradas ganaderías de España, y la que el diestro mexicano dedicó a Diego Prieto en la corrida que presenció y en la que sorprendido le hizo obsequio de una espada. El primero después de tres pésimos pinchazos, haciéndole pedazos el hocico al animal para obligarlo a rendirse, hizo catorce intentos infructuosos de descabello, teniendo que rematarlo en puntillero. El segundo, después de unos pases de indiscutible mérito, dio al bicho una estocada por todo lo alto, con la que bastó sin necesidad de ayuda. ¿Será de imitarse aquel estilo? Para concluir, le recomiendo al autor de la tantas veces citada carta lea la reseña de la corrida del día 5 del pasado, que publica “La Lidia de Madrid” en la que tomaron parte los famosos matadores Currito, El Gallo y Ángel Pastor. Este periódico nos cuenta que para seis buenos toros hubo: 9 pinchazos, dos estocadas idas y caídas, 3 atravesadas, 4 medias estocadas, 3 intentos de descabello, un descabello, una estocada baja y una buena. ¿Qué opina de esto el caballero imparcial? Suplico a vdes., señores Redactores, dispensen lo difuso de la presente, y aprovecho esta ocasión para ofrecerme a sus órdenes como afmo. S.S.Q.B.SS.MM.-Joaquín de la Cantolla y Rico. Lamentablemente la cita que refiere Cantolla y Rico, a partir de lo publicado en El Monitor del Pueblo en su edición del 13 de julio de 1887 no pudo ser posible localizarla en la magnífica herramienta de la “Hemeroteca Nacional Digital de México” (http://www.hndm.unam.mx/). Sin embargo, aparece otra, publicada el día 15 que parece seguir recogiendo ecos de estas posturas de “poncianistas” acérrimos.
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De todo lo anterior se deduce la apasionada actitud mantenida por aficionados “pronacionalistas” que, como don Joaquín de la Cantolla y Rico demostraron durante 164
aquellas épocas en que Ponciano Díaz destacaba notablemente y que, con su sola tauromaquia era capaz de enfrentar a todo aquel contingente de toreros españoles que lograron posicionarse del territorio pretendido, hasta el punto de controlarlo y dominarlo en poco tiempo. Debo agregar que incluso, el propio Ponciano terminó haciendo suyas algunas de las manifestaciones impuestas por ese “ejército” de notables espadas hispanos, actitud que no gustó en muchos de sus seguidores, llegando hasta el punto del desaliento tan luego como Ponciano regresaba de su viaje a España, donde fue a confirmar su alternativa, en la mismísima plaza de la Carretera de Aragón, el 17 de octubre de 1889. Con lo anterior, queda claro que, para el de Atenco ese capítulo comenzó a ser el principio del fin, pues significó el derrumbe de su popularidad hasta extremos en que ya marginado, no tuvo más remedio que seguir demostrando su tauromaquia, cargada de deficiencias y anacronismos en las plazas de provincia, hasta que, llegado el año de 1899, en que muere, ya no era ni sombra de aquella majestuosa estela de popularidad, la que precisamente durante 1887 estaba en el cenit de su vida. Una entrevista que ya quedó incluida páginas atrás, deja ver su enorme popularidad.29 Como se habrá podido apreciar, la sola “Figura” de Ponciano Díaz por aquellas épocas, es suficiente motivo para extenderle un reconocimiento, el que proviene de recordar y recuperar de entre la memoria histórica, todos aquellos valores que merecen su rescate. PLAZA DE TOROS DE COLÓN, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 17 de julio de 1887. Gran corrida. Cuadrilla de Juan León “El Mestizo”. Seis toros de muerte. Festejo celebrado por la mañana. Terminando la corrida con un valiente toro EMBOLADO!!! PLAZA DE TOROS DE SAN RAFAEL, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 17 de julio de 1887. Gran corrida. Seis toros de muerte. Matadores: “Villaverde” y “El Americano”. El lunes 18 de julio de 1887, se celebraron dos corridas en las plazas del Paseo y San Rafael. En la primero toreó una cuadrilla en que figuraba como espada el banderillero Atenógenes de la Torre. Por aquello de lo baratísimo de los precios de entrada la Plaza del Paseo se vio con bastante concurrencia, sobre todo en el departamento de sol. La corrida en lo general fue mala, pues ni toros ni toreros cumplieron con su cometido. Los espadas ni mencionarlos, la plaza un herradero y la Presidencia completamente desacertada. A la corrida de la Plaza de San Rafael, torearon los espadas Manuel Díaz Lavy “El Habanero”, José Sánchez Laborda y Antonio González “Frasquito”. PLAZA DE TOROS EN TOLUCA, MÉX. Para las fiestas del Carmen los días 18 y 19 de julio. Gran corrida de Toros. Lunes 18: Juan León (a) El Mestizo. Se lidiarán a muerte 4 bravos toros de la propiedad de D. Rafael Barbabosa, Sucesores: 2 del Cercado de Atenco y 2 de la Vaquería. De estos festejos dice El Arte de la Lidia: Toros en Toluca.-Las corridas celebradas en esa ciudad con motivo de las fiestas del Carmen, los días 18 y 19 del actual, han estado concurridas y animadas. Los toros de Atenco que se lidiaron, fueron buenos, no dejando nada que desear en ley y bravura. Los de la Vaquería, cumplieron. El espada Juan León “El Mestizo” y su cuadrilla dejaron satisfechos los deseos del público, estando muy certero aquel en sus estocadas. Los picadores de Atenco fueron aplaudidos y de los banderilleros se les aplaudió un buen par al “Mochilón”. 29
EL NACIONAL, D.F., del 3 de julio de 1887, p. 2-3.
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El Arte de la Lidia, año III 3ª época. México, domingo 24 de julio de 1887, N° 38, p. 3: NOTICIAS. Toros.-Varios aficionados al arte de Montes, darán el próximo domingo (24 de julio), una corrida de berrendos. Los productos de ella serán aplicados a las necesidades del Colegio 166
“Esperanza”, el cual, como es sabido, está sostenido y vigilado por las logias masónicas de aquel puerto.-El fin justifica los medios. El Sr. Santiago Pubillones nos ha comunicado que el miércoles 29 deben haber embarcado en la Habana con rumbo a Veracruz, los toros españoles y el hermoso elefante “Romeo” que deberá luchar próximamente con un valiente bicho del país. Los toros de España se lidiarán en la Plaza de San Rafael, en cuyo circo tendrá verificativo la deseada lucha. Toros en Mérida (Yucatán).-Sin novedad llegó a la capital del Estado de Yucatán, la cuadrilla de diestros que dirige el popular y valiente espada Francisco Jiménez “Rebujina”. La primera corrida debe haberse celebrado el jueves 14 del actual, lidiándose dos toros procedentes del Estado de Tabasco, dos de Hobonzá y uno del Estado de Veracruz. Los espadas Francisco Jiménez “Rebujina” y Fernando Gutiérrez “El Niño”, a su regreso de Mérida, parece torearán algunas corridas en Jalapa y Orizaba. PLAZA DE TOROS “DEL PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 24 de julio de 1887. Corrida extraordinaria a las once. Cinco toros de la Estancia de San Nicolás, Estado de Guanajuato. Espadas: Gerardo Santa Cruz Polanco y Abraham Parra. PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 24 de julio de 1887. Gran corrida. Cinco toros de muerte. Matadores: “El Habanero” y Sánchez Laborda. Ganado de Uluapan. Terminando la corrida con un valiente toro EMBOLADO!!! PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”. CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 31 de julio de 1887. A las tres en punto (si el tiempo lo permite). Cuadrilla hispano-mexicana dirigida por el diestro primer espada VILLAVERDE. Se lidiarán a muerte 6 arrogantes toros. Terminando la corrida con un valiente toro EMBOLADO!!!
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AGOSTO LA PRENSA OPINA… CHARLA DE LOS DOMINGOS. En El Monitor Republicano, del domingo 7 de agosto de 1887, Enrique Chávarri Juvenal volvió a escribir de toros. Los toros siguen volviendo locos a nuestros apreciables conciudadanos. El último domingo (31 de julio) en la Plaza de Colón los empresarios echaron la casa por la ventana, dando catorce toros de muerte (de TORRECILLAS) en una corrida, y todo por cuatro reales entrada a sombra. Por supuesto que todo México, es decir, todo el México taurófilo fue allá y que no había ni dónde poner un alfiler en el vasto circo. No alcanzó el tiempo para lidiar los catorce bichos, la empresa quedó a deber uno, y los concurrentes al sol pedían que se los dieran en barbacoa. Hemos leído entre las taurinas noticias publicadas acerca de esa corrida monstruo el siguiente relance, muy digno de figurar allá en la plaza de toros: “En la tarde del último domingo hubo todo un combate, otro San Quintín en una de las puertas de salida de la plaza de toros de Colón. Dos tenebrosas de las muchas que allí había, trabaron una disputa verbal por motivos que no son del caso referir; de las vías de palabras pasaron a las de hecho, y aquello fue bueno, un silencio sepulcral rodeaba a las combatientes, una y otra se arrebataban del flequillo, y en medio de la lucha vuelan postizos, moños, cintas, adornos, etc; la compaña terminó porque ambas gladiadoras vinieron a tierra, de donde las levantaron unos compasivos gendarmes”. ¡Esto es! ¡esto es! me he dicho para mi caleto al leer ese poético relance. Hé allí los toros, hé allí la sal y la pimienta de esa verbena en que se bebe sangre en vez de pulque colorado. Las tenebrosas y las espumosas arañándose en plena corrida. ¡Ah! si tuvieran la bondad de bajar a lidiar al redondel! ¡Qué obsequio más hermoso para el público; después de los valientes bichos de Atenco: un combate de bichas! ¡Qué espectáculo más imponente!... También el domingo 8 de agosto, y según puede entenderse, hubo festejos en la plaza de toros “San Rafael”. Mi fuente, El Tiempo, del 9 de agosto de 1887, p. 3 menciona los siguientes datos: En la plaza de San Rafael se anunció para la tarde del domingo próximo pasado, la novedad nunca vista en esta Capital, de lanzar al redondel un elefante y un toro para que se hicieran pedazos. ¡Cuánta sangre va a correr! decían todos los que se dirigían a la plaza, que era un número muy considerable; y entusiasmadísimos por ver la dichosa lucha, y sin tener en cuenta que la iba a correr no llegaría al río. Sonó la hora deseada, y presentóse el elefante con aire tranquilo y reposado y aguardó con calma el ataque de su feroz adversario, que fue recibido con un trompazo de padre y señor mío que lo dejó cojo y desquebrajado, dejándolo así imposibilitado para un nuevo ataque. El desconsuelo del público fue general. En el acto se palpó la desigualdad en la lucha, pues el elefante tiene y le sobra fuerza para dejar fuera de combate a dos toros y hubiera hecho lo propio con veinte más de la calidad de los que echaron. La corrida estuvo regular, lo mismo que el ganado, y el público salió lamentando su candidez, pero algo satisfecho. 168
La plaza estaba completamente llena. PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 8 de agosto de 1887. Con gran rebaja de precios se anunció la lidia de 6 toros en la Plaza de Colón. El tiempo estaba hermoso. A las tres en punto comenzó la lidia, y no obstante el precio tan corto de la entrada, el ganado, aunque un poco escuálido, era bravo y de algún empuje. “El Mestizo” hizo algunas suertes que agradaron mucho, así como “Frasquito”, estando bien los de la cuadrilla en sus respectivas suertes. La plaza, no obstante ser inmensa, estaba completamente llena de aficionados a la tauromaquia. El público salió satisfecho. PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 14 de agosto de 1887. Beneficio del apreciable diestro Juan León “El Mestizo”. Se lidiarán ocho valientes toros de una acreditada ganadería y habrá una mojiganga y dos valientes toros embolados. PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 14 de agosto: Terrible lucha del toro y el elefante Romeo. Lidia de 4 bravos toros. precios bajísimos. PLAZA DE TOROS EN SAN ÁNGEL, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 14 de agosto de 1887. Hoy a las once de la mañana en punto, si el tiempo lo permite, se lidiarán a muerte 4 toros de la Hacienda del Astillero, concluyendo la corrida con un valiente toro embolado. PLAZA DE TOROS DEL “PASEO NUEVO”, PUEBLA. Hoy debe torear en la Plaza de Puebla por primera vez, el conocido espada Francisco Gómez “El Chiclanero”, después de haber trabajado algunas corridas en el puerto de Matamoros. El Arte de la Lidia, año III, 3ª época. México, domingo 31 de julio de 1887,30 N° 39, p. 4: NOTICIAS. Romeo.-Otra vez El Elefante en la Plaza de San Rafael. Este hermoso animalito se despide de México y por última vez y a petición del público que no pudo asistir el Domingo 7 por haberse agotado las localidades, volverá a luchar con un valiente toro bajo distintas condiciones que el domingo anterior. Además, el ganado de la corrida es de Durango, cuyos toros han dado tan buen resultado. La Empresa ha rebajado los precios de entrada y según sabemos, se han hecho grandes reformas en las puertas y despachos de la plaza, para que el concurrente no sufra ningún atropello y tenga toda la comodidad necesaria para entrar a la plaza. También se nos dice se suplique al público, que durante la lucha del Elefante no se arrojen al redondel frutas u objetos, por ser inconveniente para la pelea.
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Nota del autor: Por algún error, no hay correspondencia entre las noticias y los datos que, sobre espectáculos se insertan en este ejemplar, ya que de estos últimos, las funciones anunciadas son para el domingo 14 de agosto de 1887.
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La plaza del Paseo, la mejor situada y a la que siempre ha concurrido lo más selecto de México, abre esta tarde sus puertas para la corrida de toros en que matará el diestro Manuel Díaz Lavi “El Habanero”, quien alternará con Mercadillo (torero nuevo), lidiándose cinco hermosos y valientes bichos de la muy acreditada ganadería del “Cazadero”, de tan buenos recuerdos en México, por su mucha ley, bravura y pujanza. El ganado es el mejor cartel para esta plaza. Un asiduo concurrente a los toros, desde los tiempos de Mariano la Monja y Benito Mendoza, nos recomienda dediquemos un elogio a los banderilleros mexicanos Tomás Vieyra, Francisco Lobato, Carlos Sánchez y Antonio González, por los progresos que han hecho en el viril arte de la tauromaquia. Por creerlo de estricta justicia, hacemos constar que en efecto, los citados diestros se hacen acreedores a los aplausos del público, por su arrojo y por la limpieza con que ejecutan algunas de las suertes. Otro tanto podemos decir de Carlos López “El Manchao” y de Genovevo Pardo, quien en las últimas corridas dadas en la plaza de Colón se ha hecho aplaudir con entusiasmo. Al César lo que es del César. PLAZA DE TOROS DE SAN RAFAEL. CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 7 de agosto de 1887. Cuadrilla hispano-mexicana dirigida por el diestro primer espada VILLAVERDE. Se lidiarán 4 arrogantes toros. PLAZA DE TOROS DE COLÓN. CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 7 de agosto de 1887. Se lidiarán a muerte 6 toros. terminando la corrida con un valiente toro EMBOLADO!!! PLAZA DE TOROS DE SAN RAFAEL. CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 14 de agosto de 1887. Gran corrida. Por segunda vez lucha con el elefante un bravo toro, hermano del que se lidió el domingo 7. Se lidiarán a muerte 4 Toros.-Gran Cuadrilla. Matadores: Vicente G. Alonso “Villaverde”, José Machío y el sobresaliente Antonio González “El Orizabeño”. PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 14 de agosto de 1887. Gran corrida a beneficio del popular espada Juan León “El Mestizo”, acompañado de su cuadrilla.. Ocho toros a muerte. 3 espadas. PLAZA DE TOROS DEL “PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 14 de agosto de 1887. Corrida extraordinaria. Cinco toros del “Cazadero”. Espadas: “El Habanero” y Mercadillo. PLAZA DE TOROS DEL “PASEO NUEVO”, PUEBLA. Domingo 14 de agosto de 1887. Cuatro toros de la Hacienda de San Cristóbal la Trampa. Espada: Francisco Gómez “El Chiclanero” PLAZA DE TOROS DE “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Lunes 15 de agosto de 1887. Se celebró una corrida siendo los espadas Carlos Sánchez y Antonio González “El Orizabeño”. Se lidiaron cuatro toros que en lo general fueron malos y huidos. PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 21 de agosto de 1887. Cuadrilla Ponciano Díaz. 6 toros de tres estancias: Agua Negra, Estancita y San Ignacio (las dos últimas, pertenecientes a la Hacienda de Jalpan, raza del Tulipán).
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Otra nota del mismo festejo: PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 21 de agosto de 1887. Cuadrilla de Ponciano Díaz, acompañado de Ramón López y Antonio Gómez “El Chiquitón”, españoles. En el último Ponciano se presentó “elegante jinete en hermosa yegua; al poner el primer par, recibió una cogida, saliendo la yegua herida en el brazuelo, no obstante esto, Ponciano puso otro par, y a instancia del público cedió el 3° a Atenógenes de la Torre”. Haciendo extensiva la publicidad que se desplegó para tal festejo, fue el propio Ponciano quien se anunció así, en El Siglo Diez y Nueve del 19 de agosto de 1887, p. 2:
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Llaman la atención varios factores en la presente inserción. Uno de ellos es el uso del registro fotográfico que permitió tener una mejor idea del ganado, imágenes que además se exhibieron en la tabaquería La América, efecto publicitario que se convierte en auténtica novedad respecto al manejo publicitario que entonces simplemente era un común denominador, el que con la fotografía da un paso muy importante. Por otro lado, el discurso empleado para atraer a sus seguidores tiene toda una carga de frases melosas que muy bien sirvieron para atraer al público que hizo una muy buena entrada en dicho coso.
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CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 21 de agosto de 1887. En tal día, El Diario del Hogar publicaba en su edición, p. 2 datos biográficos de Ponciano Díaz, torero cuya fama se encontraba en la cúspide.
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Desde entonces se incurrió en una equivocación, la de su fecha de nacimiento, pues se indica, de buenas a primeras que “El 19 de noviembre de 1858 nació en la hacienda de Atenco el célebre diestro que hoy tiene fascinado al numeroso aficionado al difícil arte del toreo”. Tal fecha pudo corroborarse en la misma cripta que mandó hacer su hermano José años más tarde, y donde aparece como fecha de nacimiento el 19 de noviembre, pero de 1856, en tanto que la de su deceso se dio el 15 de abril de 1899. ORIZABA, VERACRUZ. Respecto a las más recientes actuaciones de Ponciano Díaz por aquella plaza, fue en esta misma edición de El Diario del Hogar en que, a detalle se realizaron diversos apuntes que dan un mejor panorama de sus inenarrables hazañas toreras que por ser tantas, no deseo pasarlas por alto. Veamos. Sobre los últimos triunfos de Ponciano Díaz en Orizaba, sus actuaciones pueden revisarse en la tabla estadística incluida al final de este trabajo y donde se registran los cinco festejos indicados en nuestra fuente. Dice F.J.R., iniciales del autor de estas notas: Recuerdo que en una rapidísima revista que publiqué en el “Monitor del Pueblo” del día 8 del pasado Julio, aludiendo a la corrida dada por Ponciano en la Plaza de San Rafael el domingo anterior a su fecha [refiriéndose a la del domingo 3 de julio de 1887] decía yo, entre otras cosas, que en la serie de cinco fiestas, el popular diestro mexicano había lucido de un modo espléndido sus singulares aptitudes para el arte del toreo, tan peligroso como discutido siempre; y continuaba yo así:
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Baste decir por ahora, que en la función del domingo pasado, con reses de una calidad superior (esto lo certifican todos los concurrentes), Ponciano demostró a cuantos pretendían extrañar en él ciertas reglas del arte propiamente español, que no le son desconocidos, que sabe colocarse a la altura de ellas y que, dentro de las mismas, no ha habido, con excepción acaso del inolvidable Gaviño, torero alguno español. (. . . . . . . . . .) En sus estocadas del domingo, satisfizo a los partidarios de eso que llaman alta escuela, o escuela clásica, por el sitio en que las daba (las estocadas); con la circunstancia de que, como siempre y a excepción de un solo toro, para los demás no empleó sino una sola, mortal, con trasteces elegantes y lucidos y dos supremos descabellos al primer intento, que arrancaron tempestades de aplausos. Eso que yo dije el 8 de julio último, y que es una verdad incontestable, presenciada por millares de espectadores a quienes no carcome la envidia ni ciega o embrutece el espíritu de paisanaje o de ridículo y vergonzoso extranjerismo, sublevó, sin embargo las aptitudes taurófilas y los sentimientos patrióticos de mi palurdo vilamelón ¡qué digo villamelón! villazoquete, el cual pretendió desmentirme en el mismo “Monitor del Pueblo”, con una carta publicada el 13 del mismo Julio. El director de ese periódico dio a luz la refutación de mi antagonista de Monte Romo, o del bosque de los alcornoques, pero con estas palabras preventivas: UNA CARTA.-En prueba de imparcialidad publicamos la siguiente que se nos ha dirigido, refutando el artículo titulado: “Corrida de toros” escrito por uno de nuestros compañeros de redacción, quien contestará pronto de una manera conveniente”. Me disponía yo, en efecto, a contestar de una manera conveniente la respuesta necia y grosera de mi palurdo adversario, cuando una circunstancia imprevista, inesperada, me hizo salir de México, privándome del goce, no de entrar en una discusión razonada con quien ninguna razón daba, fundada en las reglas de una crítica inteligente e ilustrada, sino de fustigar convenientemente al que empujado por sentimientos mezquinos e intereses acaso innobles, y con el lenguaje propio de quien aún no suelta el pelo de la dehesa, vomitaba injurias, únicamente injurias, contra Ponciano Díaz, contra el pueblo mexicano, y contra el que esto escribe y escribió lo otro. Cuando regresé a esta ciudad, ya no era tiempo; ya el Sr. Joaquín de la Cantolla y Rico y otra persona habían derrotado con poderosos argumentos a mi contradictor Villazoquete, dándole una lección dura, pero merecida, por los torpes desahogos que se había permitido, y haciendo constar una vez por todas el hecho de que esos pseudo críticos del arte de torear, que nos han caído no sé de donde, creyéndose formalmente a la altura de un Federico Minguez o un Víctor Balaguer, se fundan para levantar a las medianías españolas que han venido a México, sobre los toreros mexicanos, en las zalamerías que para los últimos guardan las manolas del callejón de López, los tontos de la aristocracia, que tienen horror por cuanto pertenece a su patria, y una parte de la clase media que en caricatura imita a los magnates. Nunca han sido tales elementos el mejor testimonio del mérito ante la sana razón. Pero dejemos eso a un lado y vamos a otra cosa. Muy próximo está ya el beneficio de Ponciano Díaz, y el valiente y celebrado artista dará una nueva prueba de sus altas cualidades para el arte del inolvidable Pedro Romero, cuya escuela superior es, sin duda, la que sigue el diestro mexicano, a juzgar por el reposo y la serenidad de todos sus movimientos, que no diferencían un mucho de esa otra escuela sevillana, tan aturdida y muchas veces apayasada. Si para las anteriores corridas, Ponciano eligió personalmente el ganado supremo que todos hemos admirado, ya podrán los lectores imaginarse la calidad del que tiene preparado 176
para su función de gracia. La elección del ganado de lidia es otra de las eminentes cualidades que distinguen a Ponciano, de los demás toreros, y que acreditan sus grandes y especiales conocimientos. Todo será bueno, de brillo y de lujo, y parece que algunos diestros españoles tomarán parte en la corrida, como una ofrenda de cariño y de sincera admiración por el modesto torero mexicano. Viene Ponciano justamente satisfecho de las grandes ovaciones que recibió últimamente en Orizaba. ¿Cómo trabajó allí? Nos lo dice “La Revista Taurina” en estos extractos que de ella tomamos: Primer toro.-Ponciano, de rojo y oro, pidió venia y brindando su suerte por Orizaba, buscó al bicho y lo pasó de muleta de varias maneras para propinarle un metisaca hasta los pomos. El toro conservó sus facultades, y a petición de una persona del tendido de sombra, le dio un magistral descabello, cayendo a sus pies el animal. Muchas dianas y aplausos. Segundo toro.-Volvió con sus trastos Ponciano y brindando al tendido de sol buscó a su enemigo bregándolo de la manera siguiente: dos naturales, uno de pecho, dos de telón, tapando la salida al diestro, quien le dio después de prepararse, una magnífica estocada delantera, de la que cayó la res; el cachetero a la primera. Muchos aplausos y vivas a Ponciano. Tercer toro.-Ponciano, entusiasmado con el éxito de sus anteriores suertes, quiso lucirse más en ésta, y al efecto, pidió una silla para matar sentado, y tomándola en la derecha, y en la izquierda espada y muleta, citó a la res para ponerla en suerte, y una vez que estuvo, después de 25 pases y 3 medios, sentóse, y citó al estar el bicho en jurisdicción, largándole una media estocada delantera, aplomándose la res y sin acudir ya más, trapeóla varias veces, hasta que descabelló al segundo intento. Cuarto toro.-Por última vez armóse Ponciano para pasaportar a este bicho y pasándolo con 1 natural, 2 de pecho y 2 telonazos, lanzó la gorra atrás y le pintó en los rubios la más soberbia y magistral estocada, de la que murió sin necesidad de puntilla. ¡Ovación completa! (. . . . . . . . . .) He allí cómo mata toros Ponciano. ¿Es por esto por lo que los Villazoquetes de aquende y allende el Océano le motejan y le quieren mal? Sea enhorabuena. No teniendo otra cosa que decir de él sus zoilos, suelen acusarle de que no da estocadas de recursos como la del volapié y otras, sino que se ha adherido a las de aguantar. No es cierto esto, pues ya se ha visto a Ponciano apelar a tales medios cuando el caso lo pide de un modo absoluto; pero huye de tales recursos, y hace bien, porque no son esas las suertes supremas ni las que más reputación dan a un matador. En esto está precisamente su mérito. Quédese ello para los que no tienen ni el valor, ni la firmeza de pies y puño, ni la serenidad, ni los conocimientos de Ponciano, y que asesinan toros a la mala. Pero no es cierto tampoco que Ponciano mate siempre aguantando. Aguantar es suerte lucida y de peligro; pero por regla general estoquea recibiendo, lo que no hace aquí ninguno, y no quieren confesar nunca sus apasionados críticos, porque en ello está precisamente la superioridad de Ponciano sobre cuantos matadores españoles han venido a México en esta última época. Vamos a ver lo que sobre recibir dice Neira, autor de la mejor obra sobre el toreo. “La suerte de matar los toros recibiendo es la suprema del toreo, y la que han considerado más difícil los inteligentes. Vamos a describirla como lo hace Pepe Hillo, Montes y Domínguez, y después diremos cómo la entienden los más acreditados y antiguos toreros que hoy viven, como la hemos visto practicar a Montes, a Domínguez y al célebre José Redondo el Chiclanero, y en qué se diferencia de la que ahora se llama aguantando, y que 177
muchos confunden con aquélla. Pepe Hillo, en su Tauromaquia, edición de 1804, que es la corregida y aumentada, dice en la página 79: “En la suerte de muerte debe el diestro situarse a la derecha del toro, casi en frente, con la muleta baja y recogida a medida que fuese necesario, y el estoque en la mano derecha, pero la tendrá como reservado hasta el preciso momento en que, embistiendo este último a la muleta, le dé la estocada en el acto de querer verificar la cabezada, haciendo un quiebro de muleta para su mayor seguridad y dirección”. Montes, que en su Tauromaquia amplió mucho las reglas de torear, explica del siguiente modo la manera de matar los toros recibiendo: “SE situará el diestro en la rectitud del toro, a la distancia que le indiquen las piernas de él, con el brazo de la espada hacia el terreno de afuera, el cuerpo perfilado igualmente a dicho terreno, y la mano de la espada delante del medio del pecho, formando el brazo y la espada una misma línea, para dar más fuerza a la estocada, por lo cual el codo estará alto y la punta de la espada mirando rectamente al sitio en que se quiera clavar. El brazo de la muleta, después de haberla cogido un poco sobre el palo en el extremo por donde está asida, lo que se hace con el doble objeto de reducir al toro al extremo de afuera, que es el desliado, y de que no se pise, se pondrá del mismo modo que para el pase de pecho; en la cual situación airosísima por sí, cita al toro para el lance fatal, lo deja llegar por su terreno a jurisdicción, y sin mover los pies, luego que esté bien humillado, meterá el brazo de la espada, que hasta este tiempo estuvo reservado, por lo cual marca la estocada dentro, y a favor del quiebro de muleta se halla fuera cuando el toro tira la cabezada”. En suma, Domínguez, citado también por Neira, describe y considera la suerte de recibir lo mismo que Hillo y Montes. Neira dice que algunos han sostenido que un toro es aguantado y no recibido, por ciertos detalles insignificantes a ciertas circunstancias ineludibles que ocurran en el acto de la suerte y que no son, sin embargo, de las que pueda quitarle su grado. Por los unos y por los otros los mismos Pepe Hillo, Montes, el Chiclanero y Domínguez, se apartaron más de una vez del modo de recibir, ejecutándolo cada cual a su manera, aunque con sujeción a las principales reglas del arte, consentidas por ellos. Mas no se debió decir nunca que por eso podía confundirse el recibir con el aguantar, que varía mucho de forma y de calidad. Neira, en fin, termina así: “No porque un torero dé las estocadas más altas o más bajas, ni porque se embraguete más o menos con el toro, ni porque se coloque algunas pulgadas más al frente o a la derecha, deja por eso de recibir, si observando las reglas escritas por Montes, cita, espera sin mover los pies (que es lo que hace Ponciano), y al humillar el toro, da la estocada, aunque inmediatamente después de esto los mueva, ya porque haya pinchado en hueso (cosa que rara vez le sucede a Ponciano), y no pueda resistir el encontronazo, ya porque se haya revuelto el animal, como casi siempre sucede. Recibir, pues, es la suerte de matar toros frente a frente y a pie quieto hasta después de meter el brazo, en que el torero saldrá a colocarse en posición de dar frente al toro con la muleta desliada”. Fijándose bien el espectador y siendo verdaderamente imparcial, convendrá en que no es ordinariamente la actitud de Ponciano, otra en el lance de la muerte, estando ya tan habituado a ella, que en muy pocas ocasiones tropieza con los contratiempos de que habla Neira, los cuales no quitan a la suerte sin embargo, su carácter de recibir. Y si la suerte de matar los toros recibiendo es la suprema del toreo, y así mata por regla general Ponciano, nadie podrá disputarle con razón el título de rey de los redondeles. ¿Sólo se quiere conceder que mata aguantando; pues aún así, está muy por encima de otros muchos que solo asesinan toros arrancando o a volapié que no son volapiés que no son volapiés, acribillando a puntazos el hocico de la res y teniendo, a pesar de todo, frecuente necesidad de lazo o del cabestro. 178
Las iniciales con que se remata esta interesante disección-discusión son de F.J.R. que no alcanzo a identificar en la que apenas era la alborada de un periodo que, como el desarrollado en 1887, iba a convertirse también en la génesis de la evangelización taurina en nuestro país. Como se habrá podido notar, este autor cita a José Sánchez de Neira, “autor de la mejor obra sobre el toreo”, y de la que seguramente tuvo alcance y lectura a partir de los primeros ejemplares que comenzaron a llegar por entonces, para consolidar también los que fueron primeros indicios de bibliotecas formales con una línea temática tan particular como la tauromaquia que hoy día, quien las posea como tales, cuenta en su haber con un sustento intelectual específico inapreciable. PLAZA DE TOROS DEL “PASEO NUEVO”, PUEBLA. Domingo 21 de agosto de 1887. Cuatro toros del Estado de Veracruz. Espada: José de la Luz Gavidia. PLAZA DE TOROS DEL “PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Lunes 22 de agosto de 1887. Corrida extraordinaria a beneficio del espada mexicano Gerardo Santa Cruz Polanco, en la que toreará gratuitamente “El Mestizo”. La Voz de México del 27 de agosto de 1887, p. 3 apuntaba: Como por un rayo.-En una corrida de toros que se verificó últimamente en la plaza de Monterrey, acaeció una desgracia verdaderamente lamentable. Un banderillero se dirigía a plantar un par al bicho que se hallaba en el redondel, cuando el berrendo le pegó una tremenda cornada en el corazón, dejándolo exánime y muerto en el momento. También esta otra nota: Ha comenzado a publicarse en esta ciudad El Embolado, semanario de toros, cuya visita no hemos recibido. PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 28 de agosto de 1887. Segunda corrida en la que fueron lidiados por el hábil y aplaudido diestro Ponciano Díaz y su cuadrilla los famosos toros de Jalpa, raza del Tulipán. PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 28 de agosto de 1887. Sobresaliente corrida con rebaja de precios. Ganado de Nopalapam. Espadas: Villaverde y Mestizo. Sobresaliente, Frasquito. El Arte de la Lidia, año III, 3ª época. México, domingo 28 de agosto de 1887, N° 43, p. 4: NOTICIAS. Habiendo llegado a esta capital el simpático y valiente primer espada Francisco Jiménez “Rebujina”, que con bastante éxito acaba de torear en Mérida de Yucatán y Huamantla, próximamente se verificará en una de nuestras plazas la corrida de competencia pendiente entre dicho diestro y su compañero Juan León “El Mestizo”, lidiándose toros de una acreditada ganadería. Con objeto de dar cuenta a nuestros lectores de todos los acontecimientos taurinos que tienen lugar en nuestros redondeles, concurrimos el lunes próximo pasado (22 de agosto) a la pequeña plaza “Bernardo Gaviño”, situada en el puente de Jamaica. Se lidiaron cinco toros de la Encarnación, del Estado de Zacatecas, por la cuadrilla que capitanea el conocido diestro Jesús Blanco. Los bichos cumplieron como buenos en todos los tercios, con 179
excepción del primero, que se entableró a la hora de la muerte. Pedro Cadena, mató el primero y segundo y estuvo bastante desgraciado, pues a pesar de varios feísimos pinchazos y medias estocadas, hubo que lazarlos para que rematara el puntillero, Jesús Blanco, despachó al tercero de un pinchazo malo, una media estocada regular y un superior descabello. Jesús Adame, le arregló las cuentas al cuarto con un pinchazo en hueso y una estocada contraria; después de intentar descabellar con la puntilla Cadena, Garnica, Miranda y toda la cuadrilla, fue lazado y el puntillero remató. Un diestro, que no conocemos, dio al quinto y último un monumental golletazo. Francisco Hernández y Pedro Miranda, pusieron buenos pares; el primero, se lució con los que puso al quiebro y sentado en una silla, y el segundo, con los de lujo. Este mismo dio el salto con dos garrochas, siendo acreedor a una ruidosa ovación. Garnica prendió banderillas a un toro en los hombros de Cadena, con buen éxito. De los picadores, sobresalió uno que pertenecía a la cuadrilla de León, siendo muy aplaudido y obteniendo la oreja de uno de los cornúpetos. La corrida en general, hubiera lucido mucho, si el capitán dirigiera como debe; no tolerando que los peones hicieran su voluntad, pues hubo momentos en que no supimos qué era aquello. Por lo demás, los toros fueron de ley y la cuadrilla era regular. El espada Juan Moreno el “Americano” y su cuadrilla, ha sido contratado para torear las corridas de feria en San Bartolo Allende, Estado de Chihuahua.
Diego Prieto, “Cuatro Dedos”. Imagen obtenida en el gabinete de los Hnos. Valleto. Ca. 1887.
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SEPTIEMBRE LA PRENSA OPINA. LA PICA Y LOS TOROS EMBOLADOS. Texto firmado por las iniciales J.G.L. y que apareció en La Patria del 3 de septiembre de 1887, p. 2: Estamos persuadidos hasta le evidencia, de que por ahora, no es posible suprimir en México la salvaje diversión de los toros, así como en Roma no hubiera sido posible suprimir la del Circo en la época del paganismo. El pueblo de nuestra patria está tan acostumbrado a presenciar aquellas corridas, como el pueblo romano lo estaba a deleitarse con las luchas de las fieras y el martirio de los cristianos. Sin embargo, abrigamos la esperanza, de que secundados por las autoridades, llegará a lograrse con el tiempo, que tan bárbaro entretenimiento desaparezca para siempre de entre nosotros. Ya el gobierno prohibió en el Distrito Federal que los niños y los jóvenes de menor edad, se dedicaran públicamente al “arte” de la lidia y que especulasen por medio de ese “arte”. El primer paso se ha dado ya y es de presumirse que se dará el último. Entre tanto, lanzamos ante el público, recomendándola especialmente a los gobiernos de la República una idea que nos parece digna de ser aceptada, porque tiende a corregir un mal, un mal que cada día va en aumento y el cual es preciso cortar de raíz. Nos referimos a la “píca” y a los toros embolados. Cualquiera que haya concurrido a los toros, habrá visto la inhumanidad con que los topadores tratan a los indefensos animales que montan. Por principio de cuenta, sacan a la lid caballos que por su flacura, apenas tienen fuerza bastante para moverse y soportar la pesada carga del jinete. Les vendan los ojos para que no sepan cuando van a ser atacados y para que no puedan emplear la natural defensa que su instinto les sugiera. Cubiertos por la parte del pecho, por atrás y por los lados con toscos cueros que al menor embiste del toro se desprenden y son arrastrados al andar el caballo, impidiéndole el paso y entorpeciéndolo en sus movimientos, aquel noble animal queda herido o muerto al primer ataque del toro. Y ¡ojalá que siempre muriera, porque se les evitarían los más crueles, los más espantosos sufrimientos! Pero la mayor parte de las veces existe las embestidas, y lleno de heridas, desangrándose y casi perdidos por completo sus movimientos, es llevado de nueva cuenta a fuerza de azotes frente a frente del toro para sufrir una vez más su cólera. El público grita, prorrumpe en exclamaciones de indignación, pide con toda la fuerza de sus pulmones que aquel caballo sea sustituido por otro; y como las empresas de toros de todo hacen caso, menos del público que paga su dinero y que tiene derecho a exigir que no se cometan tan grandes inhumanidades, resulta al fin, que el caballo herido, continua desempeñando su papel, hasta que al fin muere, víctima inocente e indefensa, en el campo de la lucha. Los hombres de más endurecido corazón, aquellos cuyos sentimientos se han corrompido hasta el exceso, los que ven con indiferencia desde la prolongada muerte del toro, hasta la muerte de un capeador, de un banderillero o de un “espada” cogido por la fiera, esos hombres se conmueven ante el horrendo espectáculo que se presenta a su vista cuando un caballo, el más noble y útil de los animales, ya casi muerto y arrastrando por el suelo las entrañas, vuelve a soportar el peso del jinete y a caer en las astas del toro. ¿Cómo, pues, no pedir la supresión de la pica, si además de ser cruel e inhumana, repugna aún a los hombres de más depravados sentimientos, lejos de proporcionarles motivo de diversión y de placer? 181
Y no es esto lo único lo que por de pronto debería suprimirse en las corridas de toros. hay algo de más perjudicial y de más inhumano todavía que la pica, en esos espectáculos: los toros embolados. Cuando ha terminado la lidia de los toros a muerte, cuando el público satisfecho por la bravura de éstos y por la destreza y el valor con que los artistas se han conducido, se prepara a abandonar la plaza, un nuevo atractivo los detiene: los aficionados van a lidiar un toro. ¿Cómo no presenciar esta lidia? Por regla general, los toros embolados, son mansos bueyes que nunca llegan a embestir a la multitud que lo provoca; pero allá de cuando en cuando, las empresas echan al redondel toros que cuando menos tratan de librarse de los ataques sin fin de que son víctimas. Y entonces, el público mira, aquí a un niño que cae a consecuencia de un golpe que recibió con las astas, más allá a un joven o a un viejo a quien el toro hirió gravemente, y por último, no es raro ver a un individuo que muere en medio del redondel habiendo sufrido bárbara embestida del irritado animal. ¿Es esto digo de tolerarse y de permitirse en un país culto como el nuestro? Por otra parte, la mayoría de los aficionados que bajan al redondel, son niños de diez, doce y catorce años, o jóvenes de menor edad. Sin comprender el peligro que corren, en exponer locamente su vida y dan lugar a que los malos sentimientos se desarrollen en su corazón. Armados de verduguillos, de navajas o de palos, hieren sin compasión al toro para irritarlo o vengarse de alguna embestida que recibieron. Nosotros hemos visto en esos espectáculos, que un niño clave al toro embolado una banderilla en la parte más sensible de cuerpo, hemos visto al toro retorcerse en medio de los más agudos dolores, y hemos visto a la multitud celebrar con risas y exclamaciones alegres aquel acto salvaje que merecía el más duro y enérgico castigo. ¿Qué vendrían a ser con el tiempo, esos niños y esos jóvenes a quienes desde edad tan temprana comienza a endurecérseles el corazón? Por fortuna el remedio a estos graves males es fácil ponerlo. Todo depende de que la pica y los toros embolados sean suprimidos en las corridas, entre tanto estos se prohíben definitivamente de México. LA PRENSA OPINA. CHARLA DE LOS DOMINGOS, por Enrique Chávarri, Juvenal. La del domingo 11 de septiembre de 1887, pág. 1: Los toros siguen dando quehacer a la crónica amena, cada domingo hay un nuevo escándalo en las plazas, o cuando menos un nuevo conato de escándalo, unas veces por los toros, otras por los diestros, otras por el público; otras por nada… porque allí se va a los toros, es decir, a la bola. El último domingo la emprendieron entre sí los apreciables taurófilos, porque unos decían que Ponciano es un gran torero y otros afirmaban lo contrario, y ya esto; ¡olé! iba degenerando en cuestión de honor nacional, y con tan plausible motivo ya iban los buenos de los espectadores a romperse la crisma, o los huesos, o el bautismo, algo querían romperse esos señores para probar unos, que Ponciano es superior a “Cuatro Dedos”, otros que el “Habanero” es más hábil que el “Mestizo”. Dividíanse ya en dos bandos Poncianistas y Cuatrodedistas, de diversa nacionalidad cada grupo, y ya nuestros compatriotas y los hijos de Pelayo se preparaban a descomunal pelea, cuando la policía hizo volver los aceros a la vaina. Pero la verdad es que no puede darse pasatiempo más hermoso, toros allí en el redondel, toros en las lumbreras, toros en los tendidos, toros fuera del edificio, por doquier la bola, los bramidos. 182
¡Esto es divino! Y ya que de los berrendos hablamos, voy a contar a vdes., mis lectoras, ¡asombraos! algo tierno respecto a las costumbres de los toreros. Han de saber vdes., que en las plazas de esta buena y taurófila ciudad, torea un diestro muy aplaudido, que se llama Machío; pues bien, no hace muchos días el redactor del Pabellón Español fue a visitarlo en su hogar, al propio tiempo que él (el diestro) llegaba allí. Introdújole a una pieza en donde la esposa de Machío adornaba una imagen de la Virgen. Dejemos hablar a nuestro colega: -“Qéta haciendo hija? preguntó el torero. -Pue ya lo vé, hijo. Aquí dale que ale. -Vamo, que aquí ejta é señó; saluda mugé. -Bien venío. Y después del saludo entramos en conversación franca y salpicada por la gracia andaluza de los amos de la casa. -Es vd. devota, por lo visto, dije a la señora. -Calle usté cristiano. Todos los sábado é lo mismo. Preparar las velas y arreglá la Nuestra Señora e la Soleá. -Muy buena presonita, repone Machío. -¡Que si e buena? tú lo sabes. De que le tengo su altá na te ha sucedió. Y mia tú que ante buenos atracones de susto me he tomao. Miuté señó, dice dirigiéndose a mí, ete gachó me toma er pelo e pues que toitos los días de corrida me doy un solo de rodillas rezando toa la tarde paque lo bicho no le arrimen un timo. Es un guasón. ¿A que e cristiano uté también? -Si señora, soy cristiano. -Pues es claro, cualquiera persona decente cómo no lo va a ser. Miuté, esa Virgen de Soleá que yo tengo e muy milagrosa. Le he puesto un artarsito y cuando ete gachó va a trabajá, ¡Válgame Dios! la pena y la fatiga se me quita mirándole a la Virgen el divino rostro. No ma figúrese lo atrevio que es él, que por quear bien, ni se acuerda e que tiene delante el toro. Yo siempre he tenido mucha fe a la Virgen desde que mi difunta mare me enseñó a rezar”. ¿No les parece a vdes., mis lectoras que en medio de esos graciosos giros que usa la andaluza, se percibe algo como el perfume del corazón de la mujer. ¡Siempre ella, el ángel tutelar del hombre!... Mientras el diestro arriesga la vida en el redondel, su compañera cae de rodillas ante la imagen de la Santa Madona, para pedirle con toda la efusión de su cariño que le salve, que le ampare. Allí en el redondel está un público poseído de la borrachera de la sangre, un hombre jugando su vida al más ligero contratiempo; allá, más allá, en el fondo de humilde hogar hay una mujer que de hinojos ante la Santa Virgen, con los brazos tendidos hacia ella, le pide salve a aquel que en el momento mismo reta a la fiera. Y él, el torero, sabiendo que la Virgen de la Soleá le ampara, sabiendo que hay quien interceda por él, sabiendo que un noble corazón late en aquellos instantes, al unísono del suyo, está tranquilo… Delante de la Santa Virgen está ella, siempre ella, que al volver de la corrida le saldrá al encuentro ciñéndole el cuello con sus brazos, o besando sus heridas y regándolas con su llanto si la suerte le ha sido adversa. PLAZA DE TOROS DE “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. La corrida de esta tarde (domingo 4 de septiembre de 1887), a beneficio del espada Manuel Díaz Lavi “El Habanero”, promete ser regia, tanto porque debe tomar parte el espada Ponciano Díaz y Ramón López, como por el magnífico ganado de Jalpa y el Cazadero que se lidiar´. Persona que ha visto los toros del 183
Cazadero, nos asegura que reúnen muy buenas condiciones y que llamarán la atención por su magnífica estampa y libras. PLAZA DE TOROS DEL “PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 4 de septiembre de 1887. Corrida de competencia entre los espadas Francisco Jiménez “Rebujina” y Juan León “El Mestizo”. Se lidiarán toros del Desierto y San Nicolás, trabajando en competencia los banderilleros. PLAZA DE TOROS EN PACHUCA, HIDALGO. Hoy domingo 4 de septiembre y el jueves 8 deben torear en Pachuca los espadas Vicente G. Alonso “Villaverde” y Antonio González “Frasquito”, figurando en la cuadrilla el aplaudido Honorio Romero “El Artillero”. El ganado fue de San Javier. De igual forma, se registró una nueva fecha, la del 11 de septiembre de 1887, donde se presentó “Villaverde”PLAZA DE TOROS DEL “PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Lunes 5 de septiembre de 1887. Corrida de toros a beneficio del Representante que fue de la Plaza de San Rafael, señor Luis S. Godoy. Se lidiarán seis toros del Volcancillo que serán estoqueados por el valiente espada Francisco Jiménez “Rebujina”, quien dirigirá una buena cuadrilla de diestros. CIUDAD DE MÉXICO. 8 y 9 DE SEPTIEMBRE DE 1887: PLAZA DE TOROS DE “COLÓN”, jueves 8 de septiembre, corrida a beneficio del espada José Machío, a quien se ha prestado a acompañar con su cuadrilla el popular diestro y primer espada mexicano PONCIANO DÍAZ. PLAZA DE TOROS “DEL PASEO”, jueves 8 de septiembre, festejo en que tomaron parte los espadas Francisco Gómez “El Chiclanero”, Juan León “El Mestizo” y el diestro Manuel Machío que toreará por primera vez en México, lidiándose seis toros de la Sauceda, Estado de Durango. PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, viernes 9 de septiembre de 1887, respectivamente. Los datos proceden de El Tiempo, del 8 de septiembre de 1887, p. 3.
Detalle de la portada del ejemplar consultado. Fuente: Hemeroteca Nacional Digital de México. U.N.A.M. 184
El diestro Antonio González “El Orizabeño” toreará las tres corridas de feria en Cuautla (Morelos), donde lidiará un sobresaliente ganado de una de las haciendas de dicho Estado. Para estas corridas habrá trenes especiales desde esta capital. (El Arte de la Lidia, año III, 3ª época. México, domingo 11 de septiembre de 1887, N° 45, p. 4). El mismo semanario anunció que el lunes 12 de septiembre, se verificó en la PLAZA DE TOROS DEL “PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO, una corrida extraordinaria en la que dio muerte a cinco toros de San Simón, Estado de Michoacán, el aplaudido espada Francisco Jiménez “Rebujina”. Los precios de entrada “son muy baratos”. PLAZA DE TOROS DE “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 11 de septiembre de 1887. Espléndida corrida a beneficio del banderillero Ramón López. Seis toros de muerte. Espadas: Manuel Díaz Lavi “El Habanaero”, Francisco Jiménez “Rebujina” y Juan León “El Mestizo”. PLAZA DE TOROS DE “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 11 de septiembre de 1887. Suntuosa corrida a beneficio del espada José Machío. Seis toros de muerte. Toma parte el popular Ponciano Díaz y su cuadrilla. Ganado de Jalpa y el Cazadero. 185
PLAZA DE TOROS EN TOLUCA, MÉX. 16 de septiembre. Extraordinaria y espléndida corrida. Cuadrilla Mexicano-Hispana. 3 matadores. José M. Hernández, el español Antonio Mercadilla, recién llegado a la República y Valentín Zavala. Banderillas a caballo por el intrépido Felipe Hernández. Cuatro toros a muerte de la raza de ATENCO. Toro embolado.
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PLAZA DE TOROS “DEL PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. 16 de septiembre de 1887. 77 aniversario de la Independencia Nacional. 5 bravos toros de Jalpa. Espada, Ponciano Díaz, 186
acompañado de los banderilleros españoles Ramón López y Antonio Gómez. Dos toros embolados.
En La Voz de México del 18 de septiembre de 1887, p. 3 dice lo siguiente: La corrida de toros dada el domingo en la tarde en la plaza del Paseo estuvo sobresaliente. No habiendo más que lamentar la desgracia de un muchacho que fue cogido por el último toro (es decir, el EMBOLADO) y que lo dejó sin vida de un golpe en el estómago. PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 18 de septiembre de 1887. Toros de Jalpa y otras cuya procedencia se indica que eran del Águila, “mejores no se pueden conseguir en el rastro; por consiguiente, sólo tres toros dieron regular juego. Ponciano Díaz y Cuadrilla, entre los que estuvieron Ramón Márquez, Gómez y el Manchado. PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 18 de septiembre de 1887. Espléndida corrida a beneficio del banderillero Antonio González “El Orizabeño”. Cinco toros de muerte de Santa Lucía. Espadas: José Machío y Manuel Machío. PLAZA DE TOROS DEL “PASEO NUEVO” EN PUEBLA. Domingo 18 de septiembre de 1887. Corrida celebrada con motivo del aniversario de la Independencia. Corrida de convite. Dada la señal, aparecieron los que componían la cuadrilla, a los acordes de la marcha de pepe-Hillo y que pertenecen en su mayor parte al gremio de matarifes de la casa Matadero, y cuyos nombres son los siguientes: Espada único, Ramón Montes. Banderilleros: Teófilo Villegas, Bonifacio Díaz, Francisco Rosete y Jerónimo Chacón. Arrastradores: Faustino 187
García y Carlos Salgado. Picadores: Luis Cuesta, Adolfo Amaro, Francisco Pastén, Rafael Díaz y Ángeles Medina. Lazadores: Agustín Sánchez y Jesús Sosa. En La Voz de México del 18 de septiembre de 1887, p. 3: Fiestas.-En San José de Iturbide, Guanajuato, hay en estos días grandes fiestas de conmemoración de nuestra independencia. Durante ocho días, los toros, los gallos, los bailes y los juegos harán la delicia de los Iturbidenses. En el mismo ejemplar, dice lo siguiente: Escándalo.-Así se podría titular realmente la fiesta celebrada por los estudiantes el día 15 en el teatro de Hidalgo. Gritos, carcajadas, silbidos, amonestaciones a los oradores, muy impropias en verdad, cuando no nos encontrábamos en una plaza de toros. Por supuesto que hubo sus correspondientes. “Ahora Ponciano” y frases de cajón. Para concluir, el adorno del teatro fue destruido, las banderas quitadas de sus sitios. Cuánto nos hicieron recordar estos escándalos, las reposadas y entusiastas fiestas pasadas con Santiago Martínez, Antonio Ramos, Batalla, Manuel de la Fuente, y tantos otros. Nada, hay que convencerse que todo degenera… (La Patria). PLAZA DE TOROS DE “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 25 de septiembre de 1887. Espléndida corrida a beneficio del banderillero Antonio González “El Orizabeño”. Cinco toros a muerte de Santa Lucía. Espadas: José Machío y Manuel Machío. PLAZA DE TOROS DEL “PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 25 de septiembre de 1887. Sobresaliente corrida. Cinco toros de Cieneguilla. Espadas: Manuel Díaz Lavy “El Habanero” y Francisco Jiménez “Rebujina” y los mejores banderilleros españoles. PLAZA DE TOROS DE “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 25 de septiembre de 1887. Ponciano Díaz y su cuadrilla. 5 bravos y arrogante del Copal. Esta corrida se ha organizado con el objeto de obsequiar, en cuanto sea posible, a la inspirada poetisa y primera Doctora de la República Mexicana, Señorita Matilde Montoya.
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Cuando la oportunidad lo permita, conoceremos el que fue al parecer, un desagradable desenlace habido con el “reparto” de aquellos dineros que nunca llegaron en la forma prometida a la célebre Srita. Montoya.
Además, y como lo reporta en lacónica reseña El Diario del Hogar, del 27 de septiembre de 1887, p. 2:
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Como el último domingo (25 de septiembre) se verificaron tres corridas a la vez, vamos a hacer una comparación entre los seis matadores, para así hacer resaltar más el mérito del aplaudido Ponciano. José Machío: primer toro, dos pinchazos, dos medias, una delantera, una contraria y un descabello. Habanero primer toro; dos metisaca, un pinchazo, media volapié y una alta. Ponciano, primer toro una media baja mortal. Manuel Machío: segundo toro, media tendida a volapié, una atravesada, media baja, tres malos pinchazos. (lazo). Rebujina segundo toro, un golletazo vil. Ponciano segundo toro, una estocada por todo lo alto recibiendo. José Machío tercer toro, una atravesada, cuatro intentos y una baja (silva en la sombra). Habanaero tercer toro, cinco pinchazos. (lazo). Ponciano, tercer toro, un pinchazo, un gollete. Manuel Machío, cuarto toro, una muy delantera y atravesada, dos pinchazos (lazo). Rebujina, cuarto toro, una corta caída. Ponciano, cuarto toro, una estocada suprema, en su sitio, aprovechando. El Orizabeño, quinto toro, una baja regular. Habanero, quinto toro, cuatro pinchazos, una tendida (lazo). 190
Ponciano, quinto toro, una media estocada en su sitio. Juzgue el público. LA PRENSA OPINA… El Partido Liberal, 27 de septiembre de 1887, p. 3: LOS TOROS.-En tres plazas se corrían toros el último Domingo y todas ellas con un lleno completo; esto solo en México se habrá visto; a tal grado ha llegado el furor taurino; no obstante que se han dado corridas tan continuadas, que el público aficionados ya debía estar hastiado, tanto más cuanto que en esta no interrumpida serie de fiestas taurinas, no hemos podido admirar una cuadrilla digna de aplauso. El que este párrafo escribe, fluctuó entre asistir a Colón o el Paseo. ¡Qué atractivos tenían ambas corridas? Veremos: en Colón se corrían cinco toros del Copal, lidiados por Ponciano, pero nada más por Ponciano, porque su cuadrilla no vale un comino; y en el Paseo, aunque los capitanes no eran de patente, quiere decir, de cartel, en cambio los banderilleros tienen ya su reputación; en consecuencia me dirijí al Paseo. Los toros que se lidiaron en esta plaza fueron de Cieneguilla; y no renegaron de su raza, pues además de ser de romana y tener muy buen trapío, tuvieron ley, y si no dieron el juego que debían, fue a consecuencia de los detestables puyazos que recibieron y por tanto capotazo que les dieron; esos toros bien lidiados hubieran dado un excelente juego; pero no hubo directores de plaza, y por consiguiente, cada peón hizo lo que se le antojó. Los capitanes estuvieron bien en trasteo, pero mal en estocadas. El Habanero, solo en su primer toro lo hizo regular; pues nada más le dio a su contrincante cuatro estocadas; todas muy mal engendradas, pues cuando lía este diestro está a un kilómetro de distancia de la res, y al arrancarse cuartea detestablemente; si a esto se agrega que a cada momento sale perseguido, ya se verá que jamás consiente a sus toros. Rebujina trasteó con cierta frescura a sus dos toros, pero al herir estuvo desgraciado; en cambio oyó muchas palmas al ejecutar una serie de verónicas y en su capeo a la navarra. Los banderilleros, sin embargo de tener como digo antes, su reputación asegurada, lo hicieron bastante mal, pues uno o dos pares cuando más se vieron en su lugar. Los picadores fueron de los más malos que hay en la República, yo creo que deben haber sido multados todos ellos… y nada más. CAPITA. PLAZA DE TOROS DE “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Lunes 26 de septiembre de 1887. Lidia de 5 arrogantes toros de la acreditada ganadería de San Diego de los Padres. Cuadrilla de Juan León “El Mestizo”, José Sánchez Laborda y Antonio Mercadilla. El martes 27, salió para el Valle de San Bartolo, Estado de Chihuahua, la cuadrilla de diestros del espada Juan Moreno “El Americano”, en cuya población debe torear algunas corridas. Concluido su compromiso, pasará a Puebla el citado diestro para torear la primera corrida de la temporada. (El Arte de la Lidia, año III, 3ª época. México, domingo 2 de octubre de 1887, Núm. Extraordinario, p. 4).
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OCTUBRE PLAZA DE TOROS EN PACHUCA, HIDALGO. Domingo 2 de octubre. Actuación de Vicente G. Alonso “Villaverde”. GRAN PLAZA DE TOROS DE COLÓN, D.F. Domingo 2 de octubre de 1887: Se verificará en la Plaza de Colón, una gran corrida, en la que se lidiarán seis toros; cuatro del Copal, uno de Tlalpam, y volverá a pisar la arena, el famoso toro indultado en la última corrida que dio Ponciano en la Plaza de San Rafael y cuyo toro se le llamó por su corpulencia el Elefante. Sabemos que dicho toro, sólo jugará en la pica y será banderillado por Ponciano a caballo. PLAZA DE TOROS DE “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 2 de octubre de 1887. Espléndida corrida a beneficio del banderillero José López “Cuquito”. Cinco toros de La Sauceda. Espadas: Vicente García “Villaverde”, José Sánchez Laborda y Antonio Mercadilla “Zenzontle”.
El festejo que aquí se anuncia, fue suspendido por motivo de que la lluvia dejó en muy malas condiciones el ruedo, por lo que se transfirió, sin modificaciones, a la tarde del 9 de octubre siguiente. …y en la noche, también se anunciaba en el “Teatro Principal”, además de los actos de prestidigitación por María de D´Escazos, el aplaudido baile UNA CORRIDA DE TOROS, por Trinidad Cuenca… por si faltara algo.
Dos interesantes notas salieron publicadas en la edición de El Siglo Diez y Nueve con fecha 3 de octubre de 1887, p. 3:
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El pabellón nacional.-Contestando el párrafo del Siglo XIX, en que pide al señor gobernador del distrito cesen los abusos que se cometen al enarbolar el pabellón mexicano en las plazas de toros y otros lugares, diremos: que dicho funcionario ha ordenado a las inspecciones de policía prohíban terminantemente el uso del pabellón de México, en lugares que no sean edificios nacionales. “La Muleta”.-En la calle, no en nuestra redacción, que no nos visita, hemos visto el último número de ese semanario taurino. En su primera página trae la biografía del popular espada Ponciano Díaz, acompañada de un retrato que el dibujante dice ser el de ese diestro, pero que ninguno de los que lo conocen podrá apoyar tal aserto, sin incurrir en un falso testimonio. Por lo demás, el texto del periódico es interesante, y el trabajo litográfico, en su parte material, es bueno. Con toda seguridad deben referirse al que incluyo a continuación:
PLAZA DE TOROS DEL “PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 2 de octubre de 1887. Sobresaliente corrida. Cinco toros de Cieneguilla. Espadas: Manuel Díaz Lavi “El Habanero” y Francisco Jiménez “Rebujina”. 193
PLAZA DE TOROS EN TOLUCA, MÉXICO. Gran corrida para la tarde del domingo 2 de octubre de 1887. Primera corrida de la temporada. Cuadrilla mexicana capitaneada por el valiente diestro Valentín Zavala. PLAZA DE TOROS DEL “PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Lunes 3 de octubre de 1887. Toros de San Simón, Estado de Michoacán, que fueron estoqueados por Francisco Gómez “El Chiclanero”. Como sobresaliente, Antonio Antunez “Tovalo”. PLAZA DE TOROS DE TOLUCA, MÉXICO. Domingo 9 (el cartel dice 6) de octubre de 1887. Cuadrilla Ponciano Díaz. 5 soberbios toros de El Salitre. Toro embolado para los aficionados.
PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 9 de octubre de 1887. Actuación de José Machío. Cuatro toros de Santa Lucía. PLAZA DE TOROS DEL PASEO, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 9 de octubre de 1887. Cinco toros buenos, se lidiaron por una mala cuadrilla. Los picadores, con excepción de Conde y Eulogio Figueroa, que tal vez haya muerto a consecuencia de la cogida que sufrió mal. Los banderilleros: Lobato muy bien, Ramón (no se sabe si Márquez o López), que lo paseó un toro en las astas, regular. 194
Los espadas, como siempre, cuarteando. “Rebujina” en su segundo toro muy bien. La cogida que sufrió Eulogio, no hubiera sido tan peligrosa si alguno de los de la cuadrilla hubiera estado oportuno al quite. Pero nadie, no obstante la fama de buenos capeadores. Entrada buena y presidencia lo mismo. Entre los médicos que estando presentes en la corrida acudieron a la enfermería a prestar sus auxilios a Figueroa, vimos a los Sres. Dres. Bandera, Lavista y Ortigosa. La herida más grave de Figueroa, la recibió en la parte interior del muslo derecho. El ganado de Cieneguilla fue muy bravo y se impuso a los lidiadores. El Diario del Hogar, 11 de octubre de 1887, p. 2. El Arte de la Lidia, año III, 3ª época. México, domingo 9 de octubre de 1887, Núm. Extraordinario, p. 3 y 4: NOTICIAS. Nos escriben de Jalapa (Veracruz) que con buen éxito se ha inaugurado en la ciudad de las flores la temporada taurina por la cuadrilla que capitanea el espada orizabeño Fernando Huerta. En la primera corrida, los diestros fueron bien recibidos y el ganado que se lidió fue regular. El público quedó contento. En el mes de Diciembre próximo se estrenará en la ciudad de Oaxaca una plaza de toros. el diestro contratado por la Empresa para dar varias corridas, lo es el espada Juan León “el Mestizo”, quien llevará una buena cuadrilla. El Chiclanero.-Dice “El Diario de Jalisco”, de Guadalajara: “Hemos tenido ocasión de ver una carta del Chiclanero, que se acaba de recibir de México, en la cual dice que ha resuelto estar con su cuadrilla en esta ciudad, para mediados del próximo octubre. El Chiclanero tiene mucha predilección por Guadalajara y la simpatía con que ve al público tapatío lo hace venir, aun desechando algunos contratos ventajosos de otras partes, a trabajar en nuestra plaza. Por su parte el público de esta ciudad, siempre ha hecho manifiesto su aprecio al hábil y simpático torero. La cuadrilla que trabajará en Guadalajara en la próxima temporada, según sabemos, la componen los diestros siguientes: Espadas: Francisco Gómez “El Chiclanero” y Manuel Machío; banderilleros: Antonio Gómez “Chiquitón”, Cornelio Ortiz, Honorio Romero “El Artillero”, Jesús Orozco “El Chihuahueño” y cuatro picadores. Nos escriben de Pachuca manifestando que la corrida fue mala en cuanto a los toros que se lidiaron, habiendo que citar graves consecuencias, pues “El Artillero” salió lastimado de una pierna y el picador Pérez herido de gravedad. La entrada mala. PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 9 de octubre de 1887. Gran corrida. 4 toros del Copal y 1 de Jalpa. Espada Ponciano Díaz y su cuadrilla. PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Lunes 10 de octubre de 1887.
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En este redondel trabajaron Ponciano Díaz y el banderillero Ramón Márquez, lo que atrajo a aquella plaza un gentío numeroso. Los toros estuvieron buenos y los toreros y picadores recibieron palmas con exceso. El público salió contentísimo y quedó complacido de la lidia. Conviene incluir aquí esa oportuna sección de LA PRENSA OPINA…, pues lo que se apuntó en El Diario del Hogar del 12 de octubre de 1887, p. 2 contiene un interesante trasfondo. EN LOS TOROS. Corrida del lunes 10 de octubre de 1887. Insensiblemente se va haciendo una costumbre dar corrida de toros los días lunes. Será perjudicial para los operarios y empleados, para los talleres y las oficinas? Nuestra opinión es absolutamente afirmativa. Pero sea de ello lo que fuere y ya que nos hemos impuesto la tarea de hablar algo sobre toros, dejemos escrúpulos de monja y filosofías de fraile y vamos al grano. Nueva empresa contrató a Ponciano y éste y su cuadrilla aceptaron. Se fijó para el espectáculo taurino el lunes, y los aficionados al arte de Pepe Hillo y los devotos de San Lunes se dieron cita en la Plaza de Colón. A las tres de la tarde el Sr. Lic. I. Paz, mandó que el clarín sonara llamando a la cuadrilla. Esta no se hizo esperar y entre el bombo, los aplausos, los saludos y demás, verificó su paseo, sustituyó la seda con la manta y a trabajar, muchachos. Los toros, con excepción de tres que volvieron a la engorda los cinco lidiados se manejaron como buenos. Cuatro fueron oriundos de San Simón y uno, el cuarto, de Jalpa. Tres prietos, de regular lámina de pies y bravura, provocaron de Arcadio, Mota, Agustín, Celso e Ireneo, diez y nueve piquetes, ocasionando en recompensa, dos caídas y dejando en la arena tres caballos. (¿?) La suerte de banderillas encomendada a Ramón Márquez, Laborda, El Manchado, el Tanganito, Atenógenes y Felícitos, fue desempeñada por el Manchado y el Tanganito con primor. De los seis banderilleros, los repetidos obtuvieron la victoria. Los aplausos con que el público pagó sus habilidades fueron pocos para la demostración tangible de sus méritos. Ponciano, ascendiendo siempre en el difícil y peligroso arte, a quien ha consagrado toda su vocación, desempeñó su cometido a satisfacción del más exigente. En los pases ceñidos y elegantes y en el herir, certero. Para el primer toro una estocada alta, para el segundo una contraria y para el tercero un pinchazo, una estocada y un descabello supremo. Los otros dos toros, uno de Jalpa y el otro de San Simón, este de preciosa estampa, bien armado, de ley y de romana, por sus condiciones hicieron lucir más a la cuadrilla. El de Jalpa, tosco y ligero, recibió de Mota y Arcadio siete piquetes. Atenógenes dio su peligroso salto del testuz a la anca con limpieza. Guadalupe le dejó dos pares de frente, con lucimiento, peligro y en su sitio. Ramón un medio, mediano… Ponciano, poca capa y poca espada, pues que con la mitad de esta, despachó al bicho hasta saludar a San Pedro. El último toro, morado y guapote, fue lidiado bien y pasaportado mejor.
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La estocada que le dio Ponciano, fue la de la tarde; en la herradura, honda y en una palabra de eternidad y sin puntilla. Ponciano, que no anda cautivando voluntades, tiene a su lado como banderillero, al matador Laborda. Le acompañan gustosos y de buena fe Ramón Márquez y Escacena… ¿Por qué será? El ganado que se lidió, bueno; la presidencia, acertada; concurrencia, numerosa; y la nueva empresa cumpliendo. Nuestros plácemes al Tanganito, al Manchado, a Guadalupe y a Ponciano. POMPEYO. LA PRENSA OPINA… En El Tiempo del 15 de octubre de 1887, p. 2 apareció la siguiente columna: Toros y cañas. No hay duda que dentro de poco entraremos en una temporada de escándalos y riñas diarias en la cual reinará la desmoralización más completa entre las masas de nuestro pueblo durante las fiestas de Noviembre. No le vamos a ir en zaga a ninguna nación por corrompida que esté, y nos vamos a ver tal como si nos halláramos en una verdadera Babilonia. Las costumbres de nuestra sociedad, que no son muy envidiables por cierto, van a regenerarse con tantas y tantas diversiones como tendrá a su elección desde hoy en adelante. El hermoso parque de la Alameda va a ser transformado de una manera muy ridícula y bien censurable, en una especie de Jamaica de pueblo; uno de nuestros más favorecidos paseos, uno de los sitios de recreo más concurridos, con el pretexto de las fiestas de Muertos y Todos Santos, convertida en una verdadera bacanal, en un mercado con sus respectivas y defectuosas barracas, que serán a no dudarlo como en años anteriores, antros del vicio e inmoralidad; allí sentarán sus reales compañías de cómicos de la legua, y representarán tragedias a lo vivo en las que tomarán parte, para que no se tenga nada que desear, las mujeres perdidas y los lagartijos de Plateros. Tendremos también en la plaza de toros del Paseo al intrépido “Cuatro-dedos”. Como lidiará toros españoles de muchas libras, su intención es sacar muchos doblones, que muy buena falta le harán a nuestro pueblo. En el redondel de Colón se presentará Mazzantini, pero no el confiado que vino hace diez meses, sino Mazzantini el torero, el renombrado y popular diestro español, que trae también sus muy hermosos y valientes toros sevillanos. Desea demostrar al público mexicano, que tan impolíticamente lo recibió en otra ocasión, que esa fama de que viene precedido no es ilusoria, y al efecto piensa lucirse en sus capas navarras y en sus estocadas por todo lo alto, y así granjearse más aplausos que sillas y vigas le aventaron cuando por primera vez pisó el suelo del país clásico del lodo y de las inmundicias. Ya se aprestan los simpáticos toreros de tercero, cuarto y quinto patio, como designará Juvenal a los que no se llamen “Frascuelo”, “Lagartijo”, “Mazzantini”, etc., etc., a irse a lidiar bichos del país en las plazas de Jamaica, Texcoco, Orizaba, etc. Y otros, tales como el “Mestizo” y “Rebujina”, piensan dar corridas a beneficio del público en la plaza de Toluca, con toros muy indios y a precios colosalmente bajos.
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Las empresas de los ferrocarriles ya preparan sus periqueras y sus furgones para transportar gentes que ávidas de sangre y escándalo, concurrirán en tropel a los toros, aunque vayan en la punta de una espada o tal como si fuera guacamayas y ratones transportados en jaulas. También Ponciano Díaz no se dormirá sobre sus laureles y al efecto se dice que va a construir en el Paseo una plaza de su exclusiva propiedad; por los pasos que hasta ahora lleva, se terminará el día del juicio por la tarde. Allí se lidiarán toros del Tulipán y del Copal, pur sang; la cuadrilla mejorará su personalmente notablemente y sus precios serán humildes y al alcance de todos los infelices que irán a dejar lo que ganan en la semana en unas cuantas horas de gritos y sombrerazos. Se murmura que el matador de toros José Machío, dará corridas en la plaza de San Rafael a precios nunca vistos. Los dueños de ganaderías ya se preparan a salir de sus toros viejos y mansos y han elegido las plazas mejor que el Rastro de Ciudad. Los empeñeros ya desembolsarán fuertes cantidades para facilitarlas mediante algunas prendas que valgan diez veces más de lo prestado por ellas, a los que derrochen su dinero en las corridas de toros. Los agiotistas piensan cobrar réditos exorbitantes, que a no dudarlo se les pagarán. La gendarmería será dotada con mil plazas más para cuidar el orden que será a cada momento interrumpido. Los cocheros se frotan las manos, pues ya que gozaron de la época de las aguas, piensan acabar de hacer su agosto en esta corta temporada de toros. La empresa de los ferrocarriles del Distrito no sabrá qué hacer para dar cumplimiento al numeroso público taurófilo, y piensa subir los precios como hace cuando se trata de alguna festividad en que acude a determinado punto inmensa muchedumbre. Habrá corridas los lunes y los martes por la mañana y por la tarde. Los jueves por la noche habrá también en las plazas de Colón y el Paseo corridas a media luz, alumbradas eléctricamente, y al efecto ya se descuidará el alumbrado de la ciudad convenientemente. En resumen: tendremos jacalones, donde se exhibirán obscenidades y habrá jaleo diariamente. En cada vapor vendrán más y más diestros. Con el pretexto de los toros muchos se quedarán sin tener ni camisa que mudarse; algunos artesanos serán arrojados de los talleres por faltistas, y por tanto muchas familias carecerán de recursos para atender a sus necesidades. Las comisarías se verán atestadas de ebrios escandalosos; diariamente anunciarán los periódicos noticias de robos y abusos de confianza; Belem se verá completamente lleno de gente muy civilizada; las mujeres perdidas lucirán sus galas y su desvergüenza con desdoro de las personas honradas, y en fin, todo será una Babilonia, una torre de Babel, el infierno mismo. ¡Oh! no hay duda que la época de civilización ha llegado; se nos espera una era deliciosa y envidiable. En cuanto a las autoridades, con decir que permiten todo esto…! PLAZA DE TOROS EN TOLUCA, MÉX. Domingo 16 de octubre. Segunda corrida de la temporada. Cuadrilla mexicana, capitaneada por el valiente diestro Valentín Zavala y J. María Hernández. 4 arrogantes toros de la afamada hacienda de Atenco. Después de la corrida un toro embolado para los aficionados.
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PLAZA DE TOROS “EL PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 16 de octubre de 1887. Se lidiaron toros de Cieneguilla. Espada: El Habanero y Rebujina. Banderilleros: Ramón López y el Chiquitín, Lobato, Tovalo, Mochilón y Candelas. Picadores: De estos charros, sólo el “Güero” estuvo regular; los demás con jindama. PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 16 de octubre de 1887: Ponciano Díaz y cuadrilla, enfrentando cinco toros, tres de Mezquite Gordo y dos de Santa Lucía. Con tres nuevas caricaturas vuelve a recrearse La Patria Ilustrada, esta vez en su edición del 17 de octubre de 1887. La primera de ellas muestra el momento en que un toro de astifina cornamenta se lleva en vilo y por delante a un varilarguero, mientras un poco más allá se observa al caballo ya derribado, con una seria cornada de la que asoman las carnes. Podría decir que si bien no es un apunte dantesco, posee algo de ese valor en cuanto a la forma dramática en la que el artista reproduce el momento del percance. La siguiente ilustración, quizá tenga que ver con el exceso de comercialización a la que llegó la fiesta, puesto que el ejemplar que aparece en la escena, aunque cornalón, no tiene trapío, por lo que su pequeñez ha sido suficiente para que se prestara a la burla no solo de los de la 199
cuadrilla, quienes parecen juguetear con un torillo incapaz de imponer respeto. Si ese fue el denominador común en la sobresaturación de corridas celebradas en la ciudad de México en el curso de 1887, esto habla de los excesos y del abuso de confianza habido entre las empresas, los toreros y los hacendados o ganaderos que contaban con el consentimiento y la complicidad de las autoridades. La prensa no tenía otro remedio que deslizar sus quejas y reproches pero sin que se resolviera el problema de fondo. Parece ser que esa tónica privó en buena parte de los festejos, hasta que se aplicaron las primeras medidas reglamentarias. Finalmente, aparece esa escena peculiar, la del toro embolado”, último cuadro en todo festejo taurino, donde el pueblo saltaba al ruedo en pos de capotear, muletear y burlar las embestidas de aquel ejemplar que llevaba sendas bolas en la cornamenta, evitando con ello que los percances alcanzaran niveles de peligro o de riesgo que los hubo con frecuencia. Pero ahí no para todo. El gran problema es que ese pueblo, totalmente desatado bajaba al ruedo con los efectos del pulque a cuestas, ya que esta sagrada bebida era la de mayor consumo por entonces en las plazas. No solo estaban de fijo las pulquerías, sino que las plazas se convertían en extensiones de aquellos recintos. La forma de su distribución era desmedida, y debe entenderse el posible juego de intereses que pudo darse entre diversos hacendados dedicados a la distribución del neutle, puesto que en reuniones masivas como las que ocurrían en los escenarios taurinos, nada podía dejarse al azar, y menos si se trataba de un negocio redondo. A lo que se vé, no existían medidas de control en su venta y distribución, de ahí que el “embolado” no solo fuera un cuadro más en el festejo taurino, cuadro que se mantuvo durante casi todo el siglo XIX, sino la forma exquisita en la que los señores hacendados, junto con la empresa y la permisividad de las autoridades dejaran que aquella muestra de relajamiento popular alcanzara el borde de una auténtica batalla campal, donde estaba de por medio el riesgo y hasta el de los incómodos percances que en más de una ocasión terminaban con la vida de este o de aquel entusiasta aficionado, tal cual lo podemos comprobar en diversas crónicas aparecidas en la prensa de la época. Así describe El Diario del Hogar del 18 de octubre de 1887, p. 3 los sucedidos: La despedida de Ponciano.-Inmensa fue la cifra de taurófilos que acudieron antier a despedir al más popular y afortunado de los matadores de toros quien, como siempre, supo merecer las repetidas ovaciones que se le hacen en la lidia taurina. De los cinco toros que se lidiaron, sólo uno fue repuesto. Los de Santa Lucía resultaron mejores que los de Mezquite Gordo. El trabajo de la cuadrilla en conjunto fue regular. Reapareció el saltador aragonés, que solo banderilló, mal por cierto, distinguiéndose al parear Felícitos Mejía y Carlos López; Felícitos en sus navarras, Márquez en los quites, y éstos dos en toda la brega. Los picadores medianamente. Ponciano estrenó un bonito traje azul y plata, y estuvo feliz como nunca en sus banderillas a caballo. Para sus cinco toros dio 6 pinchazos en buen sitio, 3 estocadas altas hondas, y metisaca alto, 1 corta en la cruz y 2 buenos descabellos, uno a la primera. Los toros llegaron a la muerte recelosos y defendiéndose, por lo cual no lució mucho la faena del matador, que intentó matar al último recibiendo, no prestándose el toro. Ponciano, al ausentarse de la capital, lleva definitivamente justificada y asegurada su fama de buen matador y de torero modesto, valiente y caballeroso, y la satisfacción de contar con las simpatías generales de la sociedad. Pronto hará su brillante reaparición en la plaza de su propiedad, en la que no hay duda conquistará nuevos triunfos y mayores simpatías. MÁS SOBRE EL CASO DE LA DRA. MATILDE MONTOYA. 200
Para estos días de octubre, el caso sobre un pago incompleto que no dejaría satisfecho a nadie, y más cuando el propósito original era que tal propósito estaba destinado al beneficio de esta eminente doctora mexicana, seguía su curso. Fue ella, precisamente quien tuvo que tomar algunas medidas, y entre otras, la de publicar un mensaje en El Diario del Hogar del 16 de octubre de 1887. En esta edición, y en su página 3 aparecían las siguientes notas de la propia profesional:
Y es que las cuentan no quedaban… El Diario del Hogar, 20 de octubre de 1887, p. 2 reportó que “Como este negocio sigue llamando la atención pública, suficientemente informados, diremos que Ponciano Díaz, sólo espera la presentación de la cuenta de setecientos noventa y tres pesos que paran en poder de los comisionados, para publicar la liquidación correspondiente”. PLAZA DE TOROS EN VERACRUZ. La cuadrilla de diestros del espada Diego Prieto “Cuatrodedos”, debe haber llegado a Veracruz, en cuyo circo taurino trabajará una corrida de toros que se verificará esta tarde (Domingo 16 de octubre de 1887). LA PRENSA OPINA… ¡TAUROMAQUIA!.-Siguen los taurófilos chihuahuenses con sus toritos religiosos, a favor de los curatos o de los curitas. ¡Taurófilos! ¿Quereis dar corridas dignas de aplauso y que os hagan merecer bien del Estado? ¡Ahí están los apaches en San Carlos! Si no les parais los piés, ellos os descabellan. 201
El Diario del Hogar, 20 de octubre de 1887, p. 2.
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Material consultado en la Hemeroteca Nacional Digital de México. http://www.hndm.unam.mx/ PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 23 de octubre de 1887. Diego Prieto “Cuatro Dedos” y sus “guapos subordinados”. Alternó con “Zocato” y “Saleri”. Se lidiaron toros españoles y mexicanos. Es decir que “El ganado que se lidió fue de la hacienda de San José Pala, Estado de Morelos, de la ganadería de D. Vicente Alonso, toros de cinco años, divisa gris y rojo”. PLAZA “COLÓN”, DISTRITO FEDERAL. 23 de octubre. Dice El Tiempo, D.F., del 23 de octubre de 1887, p. 4: PLAZA DE COLÓN.-Espléndida corrida para la tarde del domingo 23 de octubre de 1887, a las cuatro en punto si el tiempo lo permite. Se lidiarán a muerte ¡5 VALIENTES TOROS! De Atenco, y un embolado para los aficionados. PLAZA DE TOROS “DEL PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 23 de octubre de 1887. Matadores: Rebujina y el Habanero. Ganado de Guanamé. Detalle curioso: Un perrito salió al redondel el que al ser visto por el toro, este lo acometió con fiereza y al no ser por la agilidad de aquel y por un hábil cuarteo que verificó, le hubiera ido muy mal. El perrito fue el torero de la tarde. PLAZA DE TOROS DEL “PASEO NUEVO” EN PUEBLA. Domingo 23 de octubre de 1887. Único espada, el aplaudido diestro Juan Moreno “El Americano”, sobresaliente de espada Carlos Sánchez; como banderilleros, Tomás Vieyra, los hermanos Nava, y los picadores, Agustín Oropeza, Gerardo López “El Gorrío”, Pedro Rodríguez y Manuel Nava. Los toros que 203
se lidiaron en esa y otras tardes posteriores, procedieron de las mejores ganaderías del país “y han sido escogido con mucho esmero, pues como es sabido, el Sr. Empresario D. Joaquín Camacho, procura ante todo presentar buen ganado de lidia”. PLAZA “COLÓN”, DISTRITO FEDERAL. 30 de octubre. Dice Le Trait dÚnion, D.F., del 30 de octubre de 1887, p. 3: Espléndida corrida para el domingo (…), a las tres y media en punto, si el tiempo lo permite. Lidia de cinco valientes toros del cercado de Atenco y un embolado para los aficionados. A petición de algunas personas, después de lidiados dos toros, se presentará la chistosa escena “El Matrimonio de los Indios o una Boda en Ixtacalco”. En El Diario del Hogar, D.F., del 1º de noviembre de 1887, p. 2 dice lo siguiente: “La cuadrilla hispano-mexicana que capitanea el Mestizo dio antier en dicha plaza la segunda corrida con ganado de Atenco, la cual fue tan mala que no creemos merezca decirse de ella más que lo siguiente: “El ganado salió tan malo, con excepción del último toro, que se dudó por los concurrentes que fuese de Atenco. En el intermedio del segundo al tercero toro se lidió un embolado por la mojiganga del Casamiento de los Indios. Los matadores hicieron albóndigas a los toros, sólo el cuarto fue bien matado por Mercadilla. Con decir que lo más pasadero fue la mojiganga… “Un detalle: el cachetero dejó vivo un toro después de puñaleado, y un monosabio tomó entonces un estoque y se puso a darle estocadas al pobre bicho, que sin embargo fue arrastrado todavía vivo”. PLAZA DE TOROS EN TOLUCA. Domingo 30 de octubre. Cuadrilla Mexicana de Valentín Zavala. Ganado de Atenco, que fueron cuatro los lidiados, según se apunta en El Diario del Hogar, D.F., del 1º de noviembre de 1887, p. 2. En el mismo ejemplar, y misma página se indica más adelante que Valentín Zavala “va a abrir una corta temporada a Morelia, con ganado de Atenco, toreando los días 6, 13, 20 y 27 del corriente. Lleva en su cuadrilla a Jesús Mercado, Fidencio Reyes, Emeterio Garnica y Rafael Albarrán”, por lo tanto aquí debo contabilizar cuatro encierros más de la hacienda de Atenco.
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NOVIEMBRE LA PRENSA OPINA… LAS CORRIDAS DE TOROS. EL ESCÁNDALO EN RELACIÓN CON ESTA DIVERSIÓN. El Faro, del 1° de noviembre de 1887, p. 3 y 4: Hasta aquí, creemos haber puesto en evidencia tanto la barbarie y crueldad de las corridas de toros, cuanto la falta de buen juicio, por parte de algunas autoridades, al permitir no sólo ese espectáculo que tiñe de vergüenza las mejillas de nuestra madre patria, sino la presencia en el redondel de las plazas a una que otra mujer, y aún a una compañía infantil de toreros. Ahora, haciendo esto a un lado, nos ocuparemos de algunas funestas consecuencias que nos deberá traer este espectáculo. Esta diversión más que ninguna otra, acostumbrará al pueblo al escándalo. La barbarie pública y el escándalo, son cosas que están unidas indisolublemente. La barbarie en acción causa el escándalo. Los Romanos gritaban y reían a la muerte de sus esclavos; nuestro pueblo no puede menos que reir y vociferar, a la salida, banderilleo o muerte de los toros, y a la revolcada o heridas que sufre algún torero. En comprobación de nuestro anterior dicho, obsérvese la manera con que se va a los toros y se regresa de allí. ¿Queréis saber si un wagón viene trayendo a los que fueron a los toros? No tenéis que preguntarlo. Oid si se grita, si se insulta, en una palabra, si hay escándalo, y entonces decidid sin temor de equivocarnos. Algunas veces es posible os equivoquéis, porque tales personas no vendrán de los toros, sino de alguna fiesta religiosa. No se puede gozar en los toros sin el escándalo. Este contingente casual en otras diversiones, es esencial y necesario en la que nos ocupa. Nuestro Juvenal ha dicho que es su sal. Quitad a una vaina la espada, a un coche las ruedas, a un sol la luz, y esto equivaldrá a suprimir en los toros el escándalo. No hay toros sin escándalo, tan ciertamente como no hay hombre sin cabeza. Algunos hechos comprobarán lo que digo. Las ideas encuentran su fuerza en la experiencia. Un hecho. De la casa en que vivo a la plaza de toros, habrá en línea recta 350 metros. Pues bien; casi no hay vez en que haya corrida, que deje de oír de voluntad o por fuerza, la gritería armada por el ilustrado público, que a tan civilizadora diversión concurre. Por esto he visto con gran desagrado dos plazas de toros, levantadas al lado de lo que podemos llamar nuestro boulevard, en México. Esos templos levantados al divino arte de la tauromaquia, sientan muy mal al lado de nuestro paseo de la Reforma, en la capital. Me parece ver en esto tanta ridiculez, como la habría en quien para estrenar un sombrero alto, quisiera vestir sólo ropa interior. Nuestro paseo representa la civilización; y la plaza la barbarie. Otro hecho. En la última corrida dada en esta ciudad, para finalizar acto de tanta civilización, se dio una pantomima cuyo sólo nombre descubre toda la inmoralidad que en sí contiene. Su nombre es “Secretos de un médico”. Comprendemos que la Empresa creyó apropiada la pantomima a la diversión, según aquel refrán que dice: de “tal palo, tal astilla”. Pero lo que no podemos comprender por más que queramos, es al pueblo que va a tales diversiones y a las autoridades que así permiten se burle y degrade a la sociedad. Otro hecho más. Nos referimos al gran escándalo habido en la plaza de San Rafael el mes de marzo del año que cursa. Hallábase en la gran Tenoxtitlán (sic), o sea la ciudad de los palacios, el famoso diestro español Luis Mazzantini, aquel de quien es bien sabido abandonó la honrosa profesión de 205
telegrafista, para entregarse a la degradante del toreo. Los periódicos con mucha anticipación, habían anunciado que Mazzantini en ejercicio de su arte, pisaría la tierra bendita del filántropo Juárez. La excitación que causó esta noticia en la República, fue general. Ni la famosa diva la Patti, ni la celebérrima Sarah Bernardht, han causado semejante conmoción en toda la sociedad. Este es el prólogo de la obra. Su epílogo, fue digno de ella. Un miércoles en que la Plaza de San Rafael se hallaba “llena de una concurrencia verdaderamente aristocrática, y en que todos los palcos estaban ocupados por la flor y nata de la Sociedad Mexicana, viéndose en ella, al Sr. Presidente de la República, y a los Ministros de la Nación y extranjeros;” un día en que la riqueza y el poder estaban allí en sus mejores representaciones, se vio en esa plaza, como final de la corrida, una de insultos, groserías, quebrada de sillas y rotura de palcos, sin igual en los anales de nuestras diversiones públicas. He aquí en toda su desnudez este gran escándalo. Fue tal, que esto le valió a la plaza de San Rafael el glorioso sobrenombre de “plaza de los escándalos”. Este hecho no puede ser más ignominioso para la sociedad Mexicana. La patria llora en retiro su vergüenza. ¡Cuánta desgracia no es que en la llamada plaza de los escándalos, el mismo día en que el pueblo quebrara las sillas y rompiera los palcos, se haya encontrado allí la flor y nata de la Sociedad Mexicana!... ¿Y todo para qué? No para oír arrancar dulcísimas notas, del piano, a la mano ligera del inspirado Voyer; ni para ver a esa Sarah Bernardht, representando el papel de Desdémona en el drama del inmortal Shakespeare; ni para oír a la Patti, los gorjeos que exhala su garganta, con que recuerda el canto del ruiseñor en las noches de primavera, a la tibia luz de la luna, gorgoeos con que arrebata, con que extasía e inspira; sino para oír gritos, presenciar escándalos, y ver correr la sangre de los toros y caballo. Esto desdice la cultura de mis conciudadanos; esto mengua a la Sociedad Mexicana. Enhorabuena que esa flor y nata de nuestra Sociedad, luzca, donde brille el arte en sus sublimes y levantadas manifestaciones; enhorabuena que se le halle, en las Academias, Ateneos, Liceos, Bibliotecas; mas no en una plaza de toros. No están bien la azucena entre abrojos, ni el solitario en las orejas de un cerdo. ABRAHAM FRANCO San Juan Bautista, Tabasco. PLAZA DE TOROS “DEL PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. El Diario del Hogar del 3 de noviembre de 1887, p. 3 apunta: “En la corrida verificada antes de ayer -30 de octubre- en la plaza del Paseo, vimos tanto tan malo, que describirlo nos causa rubor. Toros de Guanamé. “El Habanero” y “Rebujina”. En El Tiempo, del 3 de noviembre de 1887, p. 2, se publicó una extensa narración que rubricó Manuel Arol. No tengo más datos sobre dicho autor, pero lo que sí puedo adelantar es que, algunas conversaciones que por entonces seguía publicando Guillermo Prieto, parecen ser la referencia para que Arol se animara a escribir tan largo como parecido diálogo, mismo que ahora pretendo recoger en su totalidad, para que lo disfruten los lectores. Y no solo eso. También para que se entienda la discusión que habría entre dos personajes que ponen en entredicho a la tauromaquia que, por entonces estaba tomando unos niveles de apasionamiento como nunca antes se habían registrado en nuestro país, particularmente en la capital del midmo, espacio geográfico que estaba saturado, a esas alturas del año, con registros que no se habían alcanzado hasta entonces. Al final de este trabajo, lo 206
comprenderemos mejor, si nos acercamos al balance en que habrán de aparecer esos datos fríos en que se pueda contabilizar la cantidad de festejos que se celebraron en el curso de una larga temporada, que arrancó el 20 de febrero y fue a terminar en el mismísimo mes de diciembre, por lo menos hasta el día 25 en el que todavía se registra actividad. No debe olvidarse que este trabajo recoge todas aquellas noticias habidas en el país, lo cual dimensiona aún más esa dinámica que fue a convertirse en una especie de caja de resonancia, aunada a la cotidiana circunstancia de otros tantos festejos celebrados en diversas provincias, como resultado de ferias o fiestas en honor del santo o santa patronos de este o aquel sitio, lo cual entregará como balance una cantidad que ni por casualidad se acerque al año inmediatamente anterior. Si nos atenemos al resultado de aquel registro, conviene, como referencia el siguiente recordatorio: BALANCE FINAL (AÑO 1886): Como en los anuarios que preceden al que ahora concluye (1852 y 1853), también presento a continuación un cuadro sintetizado de la situación, con objeto de tener idea aproximada en cómo se comportó el año taurino mexicano de 1886. ACAPULCO, GRO. AGUASCALIENTES ALVARADO, VER. AMECAMECA CELAYA, GTO. COAHUILA CUAUTITLÁN CUAUTLA, MORELOS CHIHUAHUA CHILAPA, GRO. CHOLULA, PUE. DURANGO EL HUISACHAL GAVIRA, GUANAJUATO GUADALAJARA GUANAJUATO HALACHÓ, YUC. IRAPUATO, GTO. JALAPA. VER. JIQUILPAN, MICH. LAGOS, JAL. LEÓN, GTO. LINARES, MONTERREY MAZATLÁN, SIN. MONTERREY MORELIA NOPALUCAN DE LA GRANJA, PUE. ORIZABA, VER. PACHUCA, HGO. PASEO NUEVO, PUEBLA PÁTZCUARO, MICH. QUERÉTARO, QRO. ROMITA, GUANAJUATO SALTILLO SAN JUAN TARAMEO, MICH. SAN LUIS POTOSÍ
1 1 2 6 1 1 3 2 2 3 8 6 9 2 8 5 1 3 2 2 2 2 1 2 2 7 2 6 6 24 2 2 2 4 1 11
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SILAO TACUBA, D.F. TARETÁN, MICH. TEJUPILCO, MÉX. TEQUISQUIAPAN TEXCOCO TLALNEPANTLA TOLUCA TULANCINGO, HGO. VERACRUZ VILLA LERDO, DGO. ZACATECAS, ZAC. ZACATLÁN, PUE.
TOTAL
1 1 1 1 2 3 26 17 2 7 10 1 1
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Probablemente exista un porcentaje de error en esta contabilidad. Sin embargo, es lo más cercano a la realidad. Escuchemos o leamos a continuación diálogo tan anunciado. Los toros. -Ya es hora, me dijo mi amigo Fileno entrando como torbellino y espantando a las Musas, si es que estaban allí; pero espantado, no cabe duda, a un consonante que ya iba a pescar y que desde entonces no he podido volver a encontrarlo. Pero hora de qué? dije soltando la pluma y mirando el reloj de pared, para ver qué hora esa tan extraordinaria. -Ya la gente corre, ya se agita, como dice Homero. -Hombre! ya comprendo por qué desde que llegaste me estás hablando en griego. -Pero toma el sombrero, empuña el bastón y de dos en fondo por la derecha ¡marchen! es decir, marchémonos. -Bien, vámonos; pero antes, ¿quiéres decirme por qué se agita la gente y por qué corre, si no estamos en el sitio de Troya? -Nuevos héroes aparecen que sobrepujan a los antiguos… -Hola! ¿sigues con los poetas épicos? -Épico es el espectáculo, heroicos los lidiadores, y siento mucho que Virgilio no hubiese vivido lo bastante para que hubiera cantado una corrida de toros: Arma virunque cano… -Hombre, sí! esa arma es la muleta y el hombre será Cuatrodedos o Mateito. -Yo no sé, exclamó con entusiasmo, cómo Núñez de Arce en vez de la última lamentación de Lord Byron, no cantó “El último capeo de Cúchares”. -Oh! le interrumpí, los poetas no saben lo que se pescan, y el gran hombre del siglo XIX sería el que dignamente cantara una estocada por todo lo alto, el vuelo de los trastos, el relampagueo de la espada y la sangre saltando para regocijar los sensibles corazones… -Oh, oh, ya Leconte de Lisle lo ha dicho: “On eût pu voir alors famboyer et courir Avec un sifflement lépée á large lame, Et du col convulsif le sang tiede jaillir. -Pero hombre, dije escandalizado: Leconte de Liste, no cantó los toros; ese terceto es de su poema “Le jugement de Komor”, y el degüello no es de un verraco, sino de una mujer. 208
-No importa! Ya que los poetas no lo cantan, yo aplico sus versos al sublime espectáculo. -Te aplaudo, Fileno, en eso: de modo que al alternativo que esté al quite le aplicarás aquello de la Eneida: “Me, me adsum, in me convertite ferrum” O más bien: “In me convertiré cornua”. -Oh gracias! no se me había ocurrido. Ya veo que eres taurófilo, y lo veo con gusto, pues “Antes es un alto aprecio De pensar que deben todos Adorar lo que yo quiero”. -Ahora salimos con Sor Juana Inés. -Ella sí debe haber gusto de los toros. -Opino, amigo Fileno, lo contrario, pues a ti y a todos los primeros espadas del mundo pudiera decir: “Que es mengua Decir que te ayudaste de puñales”. -No insultes a los toros, porque eso es insultar al progreso. -También la fiebre de la pobre de tu tía ha progresado de ayer acá; ya ves que hay progresos malos. -Al fin retrógrado! dijo con un gesto de atroz desprecio. ¡Ya sé que eres refractario de la civilización! -De lo que tú y los tuyos llaman así ¡trueno de rayo! no puedo negarlo; tan retrógrado como Iriarte, que decía: “Cosa es de zopencos Cosa es de zoquetes Gozar con los toros, Gustar de cohetes”. Y vaya que el cantor de la música no tuvo la dicha de conocer los cohetes de dinamita, que no es mala música. -Ese Iriarte debe haber sido un rapa velas, un sacristán, una rata de sacristía. ¡Despreciar la dulce música de los cohetes y tratar mal a las sublimes corridas de toros…! Si yo supera todos los necios epigramas de Sedano, se los repetía. Los toros, las corridas de toros, prosiguió entusiasmándose, hacen conocer a la humanidad su propio valer; hacen patente la fuerza de la inteligencia sobre el bruto y… -¿Quién te ha contado eso? Dije echando un vaso de agua fría sobre aquel entusiasmo. -Estás ciego o eres tonto. ¿Qué representa el toro? la fuerza bruta. El hombre junto a él parece débil y despreciable. Y sin embargo, ¿quién es el vencedor? ¡El hombre! la inteligencia! -En primer lugar, amigo Fileno, muchas veces el vencedor es el toro. -¡Es una excepción! -Que hace tu argumento malo, porque malum ex quoqumque defectu. -¡Deja la lógica, que se trata de toros” -No la dejaré, puesto que tratas tú de inteligencia. 209
-¡Concluye! ¿Qué tienes que decir en segundo lugar? -Mira, Fileno amigo: Si tu vieras que salían al redondel ocho o nueve toros, contra un solo hombre, y que éste pretendía luchar con ellos, y que al fin, como era necesario, salía vencido, ¿qué dirías en alabanza de los toros? -¿Qué había de decir? tantos toros contra un hombre no probaban nada. -Pues aquí te quiero ver. No es un hombre que lucha contra un toro, son ocho, son nueve, son mis hombres que van a luchar contra un solo animal.31 Los unos capean ayudándose mutuamente: otros; auxiliados de la fuerza de otro bruto, lo esperan con la garrocha, pero entre tanto algunos están al quite, los cuales Ni quitan ni ponen rey Pero ayudan al señor. -Pues dime, hombre de Dios ¿qué hará contra tantos? El animal que a Europa fue tan caro? ¿Qué triunfo de la inteligencia n qué calabazas? Si a dos astas no hay toro valiente ¿cómo lo habrá contra dos astas, seis capas, dos banderilleadores, un espada y el alternativo, añadiendo a ellos el cachetero? Aquello no es una lucha, es una traición. Es un abuso de la fuerza de muchos. Es una complicidad del hombre con el caballo contra el toro. Es en fin que Vinieron muchos toreros Y salieron victoriosos, Que el diablo ayuda a los hombres Cuando son más que los toros. ¡Vaya un modo de emplear la inteligencia! ¿Sabes, buen Fileno, como emplea tan sublime don el hombre, quiero decir, el hombre torero? Pues atiende, chico, atiende, que el tal sabe bien que el toro embiste con los ojos cerrados, y viendo eso la razón, la sublime razón humana: ¿esas tenemos? se dijo, pues yo abusaré de esa tontera irracional del toro y le sacaré la vuelta, y hasta pondré banderillas al quiebro. -¿Ya te va pareciendo que el toreo redunda mucho en honra y gloria de la inteligencia y de la razón? -¡Pero tu argumento no advierte que el hombre muchas veces es cogido por el toro! -Ahí tienes ese triunfo de la inteligencia que tanto cacareabas. -Es decir que cuando el hombre es cogido por la fiera… -Entonces, querido Fileno, el hombre ha sido más irracional, menos inteligente que el bruto, pues no ha sabido aprovecharse de la circunstancia de que éste cierre los ojos. -¿Y cuando el hombre vence? -Eso prueba que el toro es bruto y nada más. -¿Y no aplaudirás siquiera a los picadores? -No enteramente, porque las dos terceras partes de los aplausos les reservó para los caballos. 31
En toda plaza de primer orden, la cuadrilla deberá componerse de dos espadas y un sobresaliente, cuatro picadores de número, seis banderilleros y un puntillero. Tratado didáctico de la lidia.
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-No me convences, no, ¡voto al voto! pero voy a demostrarte que no tienes razón, con un argumento más concluyente que todos los de la Summa. -Venga, que aunque no venga con los ojos cerrados, aquí lo espero a pie firme. -Pues bien, la estadística prueba que las corridas de toros son moralizadoras ¡habla la ciencia! -Que hable hasta por los codos, que yo me encuentro armado de paciencia. -Pues aquí mismo, en México, se ha notado que las tardes en que hay corrida, disminuyen los crímenes, la policía tiene menos que hacer, las puertas de las cárceles casi no se abren, y al día siguiente el señor gobernador del Distrito tiene muy poco quehacer en la consigna. ¡Hasta la consigna viene en favor de la civilizadora diversión de los toros! -Al diablo la consigna, diré con Fritz el de la Gran Duquesa, y ya veo que no tu argumento, sino tú es quien tiene los ojos cerrados. -Tengo curiosidad de saber lo que respondes. -Dos cosas; y a dos astas no hay argumento valiente. -Ya escucho. -Pues en primer lugar, Fileno amigo, quiero que me digas ¿los días en que hay corridas de toros, se aumenta el número de gendarmes? -No ciertamente. -¿Y se ocupan éstos en las plazas? -Sí, por cierto. -Luego todos los gendarmes que están en los toros, no andan en las calles. -Que responda Pero Grullo. -Luego las calles y las plazas que no son de toros, y los callejones y demás andurriales, no están igualmente cuidadas el día de corrida que el día en que no la hay. -¿Y qué infieres de eso? -Que lo que ha disminuido no son las faltas a la policía, sino que ha disminuido la policía para las faltas. -¡Hombre! -Que hay delitos como siempre, que como siempre hay delincuentes, pero como no hay quien los vea, ni quien los aprenda, las puertas de las cárceles casi no se abren, y al día siguiente el señor gobernador no tiene consignados para poder hacer la consigna. -Es de pensarse tu primera respuesta. -Pues la segunda no necesita una tan grande meditación, porque es tan clara como la del huevo y tan sin salida como la calle de Lerdo. -Protesto contra las alusiones políticas. -Pues ven acá, alma de cántaro: doy por supuesto que durante la tarde en que hay toros, disminuye la criminalidad… -Bien ¡trueno de rayo! así te quiero ver, razonable, y con talento; ¡luego las corridas de toros moralizan! -Niego la consecuencia. -Convienes en que mientras hay corridas de toros, hay menos desmoralización en la calle. -Pase, convenido. -Luego la causa de que disminuya la desmoralización, son los toros; luego es una causa que moralice, luego de esa diversión nace la moralidad, luego… -Luego siguen con los ojos cerrados. -¿Por qué? -Porque no ves. -¿No veo qué?
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-No ves que las corridas de toros despiertan y avivan las malas pasiones y los pésimos sentimientos; que son una escuela de sentimientos bajos y degradados, y en consecuencia que son una preparatoria de crímenes y desmoralización. -¿Pues entonces cómo admites que disminuya la criminalidad… -Ven acá, bobo… -Protesto contra las personalidades. -Protesta, pero ven acá. ¿Sabes que en Londres hay verdaderas escuelas de rateros…? -¿Quién no lo sabe? ¿Pero qué tiene que ver…? -¿Y no crees que mientras los discípulos están reunidos y los maestros dando la lección, tienen que disminuir las raterías en Londres? -¡Hombre! -Dime, si todos los ebrios se reunieran a una hora determinada, en las cantinas, ¿a esa hora no disminuirían los ebrios en todas las calles? -¿Es decir que…? -Es decir que a la plaza de toros se va a aprender, y mientras se aprende ¡claro! no se ejecuta. Los que se van a desmoralizar, o a acabar de desmoralizarse en las plazas de toros, mientras estén allí no pueden estar haciendo fechorías en otra parte; pero ya llegará día en que lo que allí aprendieren se ponga en ejercicio para mal de la sociedad. Y vamos a ver, Fileno, admito plenamente tu estadística; creo a puño cerrado que cuando hay toros no andan los criminales por las plazas y calles y callejones de México ¿quieres más? -¿Y qué deduces de allí? -¿Qué? ¡friolera! que si no andan, es porque están sentados y precisamente en los tendidos. Mientras menos criminales me encuentres fuera, me conviene más, porque todos están dentro -¿Y qué? -¿Y qué? ¿y qué? ¿cómo que? que tan amañada es la diversión por los criminales, que hasta olvidan sus queridísimos vicios… por algunas horas. -¡Figúrate qué diversión será diversión favorita de criminales! Si tú me dijeras: los ebrios, los peleoneros, los asesinos, no van a los toros, recomendarías esa tu diversión; pero qué probará si vienen a decirme lo contrario? Y si después de los toros el ebrio ya no se acordara del vino, ni el valiente de la navaja, ni el mal marido del garrote, ni… ¡vaya! pase, ¿pero podrás probarlo? ¿Callas? Pues yo sí podría probarte que todos ellos ceban y engordan sus malos instintos, por decirlo así, en la bárbara diversión. Al oír esto, Fileno se levantó, extendió una mano en actitud trágica y en tono inspirado exclamó de esta manera: -Pese al fanatismo y a la superstición, el progreso avanza. Los Papas han manifestado constantemente su aversión a las corridas de toros ¡esto basta para juzgar la cuestión! ¡Guerra a Roma y viva el toreo! Roma locuta, causa finita. ¡Basta que Roma lo diga para que sostengamos lo contrario! El empeño de a pie y las estocadas fuera de cacho comenzaron la civilización, y el parear con las dos manos es el gran elemento de bien para los pueblos. No se debe sacar el toro de la suerte de varas con verónicas, sino con largas, y los peones deben correr al toro por derecho, y ningún espada debe ejecutar galleos aun cuando el toro carezca de pies, y aunque sean blandos o abantos. ¿Qué cosa hace la felicidad de los pueblos?
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No otra cosa sino un trasteo ceñido y guapo, tres pases por alto, dos con la derecha y un natural, hasta consentir al toro… Y así prosiguió entusiasmándose cada vez más, y yo, pues lo que es yo, me quedé mirando a Fileno! MANUEL AROL. El Tiempo, en su edición del 5 de noviembre de 1887, p. 2, publicaba sin autoría, la columna denominada METEMSÍCOSIS, que dicho sea de paso tiene un significado en el que siguiendo antiguas doctrinas griegas, se sustenta en la triple integración del ser humano, partiendo del espíritu, alma y cuerpo, componentes que pueden transitar de un cuerpo que ha dejado de existir a otro con vida, transmisión que representa una especie de continuidad del alma o Reminiscencia tal cual lo llegó a plantear el propio Platón. Pues bien, en dicha columna, el autor sin nombre da título a su colaboración “Los toros hombres.-Los banderilleros padrinos”. Veamos de qué se trata. ¡Gloria a las ilustraciones del actual Congreso! Dijeron que con los toros los mexicanos iban a ser más hombres. Pues… ¡se realizó! Juzgábamos que con el Rastro de Ciudad bastaba para los valientes de los barrios de San Pablo y la Palma, y era verdad; mas de las clases ínfimas debía partir la valentía hasta… ¡los gomosos! ¡All right! Tres plazas de toros hechas, y 2 o 2,000 por hacer, son otras tantas escuelas de valor, que no deben ser despreciadas, y los descabellos, los naturales, los volapiés, etc., etc., deben decidir sus desarrollos, y la lidia actual, la muleta y el puntillero, necesitan colegas ilustrados. Tres periodistas españoles vienen a dirigir algunas de esas interesantes y progresistas publicaciones, para las cuales, no nosotros, parias, sino los ciudadanos Combate y Monitor tienen el más estricto deben de solicitarles subvención, pues en materia de toros tienen profundos aunque ya rancios conocimientos. En la plazuela de las Vizcaínas, en las calles, en los patios de vecindad, en las escuelas nacionales y aún en algunas privadas; en los redondeles, en suma, en todas partes, hay corridas de toros, simuladas en unas, y en otras reales pero en fin en todas partes se oye ¡¡¡EL TOROOOO!!! Mas, a decir, sólo en una parte no se presenta tan popular lidia, yes en el antiguo Teatro de Iturbide; y por cierto que no por culpa de gentil troupe, que cuenta al menos con dos magníficas espadas, o creo que más, pero… ¡por falta de toro! Mas en fin, la lección de San Rafael, (no el arcángel, ¡Dios nos libre! sino la metempsícosis del chocolate de Tabasco) Colón (no el descubridor de América, sino… los empresarios X y Z) y el Paseo (que se anemizó con todo y el pasto de Atenco, han dado verdaderas lecciones de valor viril y racional que para nada han resultado infecundas. Algo más creemos: sinceramente lo decimos. Esos cornúpetos y cornulongos; esos joscos y esos… ¡qué sé yo qué! al morir en la arena, coronados de papel, de cohetes; escuchando en su agonía los hurras del pueblo; exhalaron no lo dudamos, en un momento, su espíritu guerrero, el cual, por premio de acciones que no los espíritus graves sino todo el pueblo mexicano en comicio, le decretó que debía morar en… otros más sublimados seres. Mas no sólo debemos en tributo de admiración a los que proclamaron la libertad de espectáculos, tan fecundos en valor sin que ellos hasta ahora hayan dado uno solo, (por lo cual, no los culpamos, pues comprendemos la razón), sino que también felicitamos a los que en banderillas las clavan tan bien, que el cronista dice: “palmas y pesos” y aún a los que, sin grave peligro, las ponen mal; esos espíritus también emigran y ya se sabe dónde. 213
Allí los toriles espíritus premiados que emigran por galardón a seres superiores, encontrarían un redondel digno de ellos. Han hallados ya médicos, (íbamos a decir albéitares) que restañen su sangre; allí podrían encontrar quien admirara y aplaudiera su agonía. Tienen periódicos que celebren el continente imperturbable que conservan ante… el crimen; allí tendrían la Lidia y Ca. en fin, de moda los toros, se han puesto a la derniére los desafíos, que son nada más que la metamorfosis de los primeros, y como de actualidad los reputamos, los tratamos como de actualidad. Fiebre y muy ardiente existe hoy en México por el duelo. Terminado unas veces en sainete, otras en drama, demanda risas o lágrimas, pero su invariable consecuencia es la que dedujo, merced a sus tradiciones, el Sr. D. José Simeón Arteaga, recordando el origen del vulgar refrán: “tras de cornudo apaleado”, y que publicó nada menos… ¡Masones! ¡De rodillas! ¡Tontos! ¡A la mano el sombrero! Nosotros lo vamos a pronunciar con todo respeto y balbucientes: E-l – Mo-ni-tor – Re-pu-bli-ca-no… ¡Al fin no nos morimos! ¡Loado sea Dios! Lo que la sociedad estima es lo que sale para el cementerio o para el hospital de sangre. Pocos desafíos hay, en los cuales se dice, por supuesto por lo que nada creen: “si los dos se matan gana la sociedad”, y en esos… ¡ay de mí! ¡Ambos ilesos quedan! Sainete o drama, cualquiera cosa que sea, de todos modos es crimen, con la circunstancia atenuante de la farsa, o con la agravante de la premeditación.
Aquellos famosos desafíos deben haber terminado con representaciones como la que sirve para ilustrar el presente texto. Disponible en internet, marzo 19, 2015 en: http://blogs.diariovasco.com/correo-historia/2015/02/02/espana-y-sus-problemas-con-lahistoria-otra-vez-de-victor-ros-a-los-supervivientes-de-auschwitz-de-la-desesperacion-a-unpequeno-rayo-de-esperanza/ 214
Mas lo que nos irrita, no diremos que nos asombra, es que cierta prensa, bien desacreditada por cierto, elogie el modo con que se portan los… no sabemos si dementes o malvados. Que lo que se llama “la palanca del siglo”, se constituya en concurso de los naranjeros de las plazas de toros y en los espectadores de las peleas de gallos, francamente nos incomoda como el mosco que antes de picarnos zumba. En una época, llamada de tinieblas, se apeló a “los juicios de Dios” condenados por los verdaderos tribunales de Dios; más que en una época, en un siglo que a si mismo modestamente se ha llamado de las luces se pregone la barbarie, no nos lo explicamos sino en teoría, con Darwin y Rousseau, es decir, con los padres de los animales y de los salvajes, y en la práctica, con la Constitución y las leyes de Reforma. Cada día, con iniciales o sin ellas, se anuncian uno o más duelos. Con todas sus letras, “corridas de toros”, creemos que se nos debe permitir una apostasía, que hasta se premia con $500 en las leyes nada menos… ¡Liberales, postrados” ¡DE REFORMA! ¡Cremos en la metempsícosis! Los toros que no son cobardes; que matan sardinas, una docena; picadores que mojan, dos o tres. ¡Salve! Pero más, si, mil veces más, los floretistas que pican por misericordia el hígado. Los tiradores que bondadosamente hieren las piernas en vez del corazón; también… (¡pues cómo no!)… los misericordiosos padrinos que procuran cargar las pistolas con migajón, o que al contrario con dinamita las preparan, y azuzan cual lebreles a los contendientes, para que no la primera sangre sino la muerte los satisfaga, y luego sus aullidos sean el canto de los funerales, ¡salve también! Al delirio actual de desafíos queremos oponer un poderoso dique. ¿Lo encontraremos en la Religión? Los que se desafían, o la olvidaron, o no la aprendieron o son incapaces de abrazarla. ¿En el gobierno? Mas vale omitirlo. ¿En las leyes? Marchemos al Museo. Pues entonces, ¿dónde? En tiempo de Federico el llamado grande, hubo una secta que asesinaba a los recién bautizados ya. A esos locos no los mandó al patíbulo, sino al manicomium. Del enemigo el consejo. ¡A matarse, lagartijos! O a tomar reconciliatorias copas. Periódicos liberales, grandes poetas, trovadores populares jóvenes o viejos, oíd: Lo que en el pobre es borrachera En el rico es alegría. canta nuestro filosófico pueblo, y nosotros decimos: “lo que en los léperos es riña simple en los señores es conato o asesinato con circunstancias agravantes siempre”, y luego… Que se pondere su actitud, su valor, su arrogancia y hasta su belleza. Nosotros, a esos periódicos recomendamos que busquen algún viejo poeta callejero que componga las coplas, y no a Offenbach, sino… a un desconocido, para que escriba las notas de esa sublime danza, y mientras tanto que adopte la conocida música que ya habrá aprendido y la sabida frase que en seguida le recordamos por si la hubiere olvidado, para que la repita en perspectiva de cualquier desafío futuro: Ahora, Ponciano, Capas al toro, No seas desdoro Del Tulipán.
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Y para rematar esta nota, debo adelantar una inserción que apareció casi mes y medio después en El Siglo Diez y Nueve, edición del 20 de diciembre de 1887, p. 3, informado sobre las plazas de toros existentes en la ciudad de México al concluir aquel año, con objeto de que estos nuevos datos, sirvan como complemento de la nota que aquí ha sido recogida, y en la cual abunda un ejemplo de práctica cotidiana: el duelo, reproducida –a lo que se ve-, en las plazas de toros, puesto que cada festejo, cada corrida, significaba un “duelo”, el que un torero armado de muleta y espada, también se enfrentara “en duelo” con el toro, a sabiendas que su buen acierto con el alfanje permitiría convertirse en el afortunado de aquella circunstancia. Además, se aprecia otro trasfondo, la actitud de cierto sector del grupo liberal que tuvo a bien ser el señalado como el liberador de aquella disposición que había impedido los festejos taurinos, bajo el incumplimiento posterior de que los beneficios reflejados en tantas ocasiones de celebraran estos, servirían para acumular un sólido fondo de apoyo para las obras del desagüe del Valle de México. Como acabo de decir, este propósito no se materializó, y los dineros que se movieron, deben haber en su mayoría bajo el control de empresas, toreros y ganaderos, siendo el Ayuntamiento quizá, el menos beneficiado, aunque la administración pública había tomado “por los cuernos” a la propia fiesta, para que realizara sus pagos respectivos por conducto de un buen número de empresarios encargados del nuevo negocio. PLAZA DE TOROS “DEL PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 6 de noviembre de 1887. Diego Prieto “Cuatro Dedos” y su cuadrilla. Toros españoles y el resto de Guanamé. Su alternante fue “Zocato”. PLAZA DE TOROS EN TOLUCA, MÉXICO. Domingo 6 de noviembre de 1887. Ponciano Díaz. Extraordinaria corrida que dará en su tierra natal, dedicada a la culta Sociedad Toluqueña. (Se adjunta el avance). En dicha ocasión se lidiaron toros de “El Salitre”
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PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 6 de noviembre de 1887. La información de este ¿festejo? la recogemos en El Diario del Hogar del 11 de noviembre de 1887, p. 2. -Corrida sui géneris.-Plaza de San Rafael o de los escándalos, o de Irimbo. Arrebatados por los vientos revolucionarios taurófilos que corrían, y en las alas de nuestro fatal destino, fuimos llevados el último Lúnes, a un poblacho llamado Irimbo, perteneciente al Distrito de… …del Estado de… Cerca ya de semejante villorrio, nos hirió nuestro oído el ruido de un bombo más ruidoso que el teponaxtle azteca que convidaba a nuestros antepasados a singular combate. Los vecinos de los contornos, poco acostumbrados a tanto ruido, acudieron a ver si eran muchas nueces que tanta bullanga hacían. Llegamos por fin a un redondel, cuyas lumbreras parecen sepulcros, y cuyas gradas más altas que anchas, no prestan mayor comodidad y cuya pintura achocolatada, desde luego le da siniestro aspecto. Instalados en aquellas bocas de lobo, vimos aparecer a un señor que nos daba la bienvenida32 a otro con cara de borrego33 algo zoquete34 a otro saleroso35 como un andaluz y a otros dos: uno Blanquito36 y el otro Morenito37.
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Manuel Mejía “Bienvenida”. Carlos Borrego “Zocato” 34 Se desconoce a quien se refiere en particular el autor de estas notas. 35 Juan Romero “Saleri” 36 Manuel Blanco “Blanquito” 37 Juan Moreno “El Americano”. 33
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Tras estos venían hasta cuatro de a caballo tres de aspecto regular, y otro un verdadero tipo el que según pública voz y fama es pintor de ollita y muy fuerte,38 un Hércules en ortografía, pues que pinta letreros de este calibre “Al Pericuito Zaramiento”. En una parte del redondel los concurrentes negreaban, como si una infinidad de moscas devoraran un panal, y en la otra era una porción abigarrada, churrigueresca y cosmopolita. Pero antes se presentaron en un nicho, adornado con lustrina tricolor, un señor y otro señor, un niño y un trompetero. Salen los Grimbeños a quienes nos hemos referido. Y la muchedumbre gritaba músicaaa. Pero esta se había ido a otra parte. Y el paseo parecía cortejo fúnebre. Y salió el 1° que para toro le faltaba mucho, para novillo algo y así es que se quedaba en la categoría de becerro. Y como éste fueron todos, inclusos tres que volvieron al chiquero. Pero eso sí, qué de monadas, con los animalitos: uno les canta la Paloma, otro les daba un beso aquel les ofrecía un tabaco, y a todo esto los espectadores, remendando un cencerro, entonaban dianas. Ponían unas banderillas tan iguales, como las líneas paralelas pintadas por aquel señor de a caballo, que ya hemos mencionado. Daban unos capotazos mejores que los que de antaño, se daban en los colegios. Para matar a esos infelices becerros, Jesús qué barbaridad, novecientos tres trapazos, diez cuchilladas, por delante, por detrás, por los lados, en la nariz y en la cola… Hubo momento en que un becerro no quería volver al corral, y lo lazan, y se rompen seis reatas y salen seis bueyes, y muchos señores, con otates y cordeles, y nada, el becerro no quería y salen más bueyes y empieza la tinga y… hasta que Dios quiso. Entra al redondel otro becerro y se repite la escena, y cuando el Sr. Saleroso, empezaba sus monadas, salen los bueyes, y “pies para que os quiero, el Saleroso creyéndose delante del toro, toma olivo. Y así empezó y concluyó el espectáculo, pero sí a peso uno unos y a tres reales otros. Y regresamos de Irimbo y todavía oímos los campanazos que nos anuncian que ha empezado la hora del Arte en México. POMPEYO. PLAZA “COLÓN”, DISTRITO FEDERAL. 13 de noviembre. Dice El Monosabio: “Suena el clarín, sale la cuadrilla, y a trabajar muchachos. Los toros: tres de Atenco colorados, chinitos, cuernos cortos, pies muy largos, ojo vivo, y mucha ley; los otros dos, sus madres fueron acusadas de adulterio, y ello salieron cruzados”.39 Espada: Ponciano Díaz. De igual forma, El Diario del Hogar, del 15 de noviembre de 1887, p. 3 nos cuenta: PLAZA DE COLÓN. Por fin la tan anunciada corrida a beneficio de las cigarreras se verificó antes de ayer. 38 39
El Monosabio. Periódico de toros. Ilustrado con caricaturas, jocoso e imparcial, pero bravo, claridoso y… la mar! T. I, ciudad de México, sábado 20 de noviembre de 1887, Nº 1, p. 2 y 3.
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Esquivo el público que acude al departamento de sombra, sin embargo concurrió un buen número, no así el del sol que era numeroso. Bajo la presidencia del C. Regidor Ordoñez, a las 3 ½ de la tarde, empezó el espectáculo, amenizado con tres músicas. Los toros, prietos listoncillos los cinco, de libras y buena lámina, dos de ellos amantes del callejón. De los de a caballo que fueron Pedro, Celso, Ireneo y Atenógenes, sufrieron los toros, cuarenta y cinco piquetes en su mayor parte buenos, resultando cinco sardinas fuera de combate y recibieron los piqueros seis tumbos. Los banderilleros regular, sólo Márquez y Calderón escucharon justas palmas. Ponciano, después que despachó a la eternidad al primer toro, fue obsequiado por el Sr. Lic. Rojas, con una preciosa espada que tiene su fe de bautismo en Chihuahua. Las faenas del diestro estuvieron lucidas, y si el juez ordenó lazo para el cuarto toro, fue en atención a las malas condiciones con que el animal llegó a la suerte. Las estocadas que dio al segundo y quinto toro, fueron supremas, de las que pocas se han dado en los redondeles, y quizá como muy pocas se darán. Las ovaciones de que fue objeto el primer espada mexicano, fueron merecidas y dignas por demás. Ojalá y la cantidad líquida que resulte sea provechosa para las beneficiadas. En la brega Ramón Márquez trabajando con tezón e inteligencia. POMPEYO
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PLAZA DE TOROS “DEL PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 13 de noviembre de 1887. Manuel Hermosilla y Diego Prieto “Cuatro Dedos”. Dos toros de D. Antonio Miura y tres de Guanamé. Toro embolado para los aficionados.
LA PRENSA OPINA… CUESTIÓN DE CUERNOS.El Diario del Hogar del 16 de noviembre de 1887, p. 2, publicó esta interesante como curiosa nota: Por cuestión tan ingrata como esa, originada por los taurófilos del 13° Congreso de la Unión, se embistieron con furor digno de un desenlace grato a Gayosso y Cía. dos filotauros, mazzantinista el uno y poncianista el otro. -Ponciano y Mazzantini van a trabajar juntos. -¡Injuria! ¡Calumnia! -Ponciano y Mazzantini van a comer juntos. -¡Mentira! -Yo no miento. -¡Pues toma! -¡Toma pues! Y la lidia fue sangrienta.
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Cartel taurino. Medidas: 20 x 58 cms. Características principales: PLAZA DE TOROS DE “COLÓN”, D.F. Domingo 20 de noviembre de 1887. 5 toros de Atenco. Matadores: José Sánchez Laborda quien ejecutó cambio en la silla y quiebro de rodillas; Atenógenes de la Torre quien realizó la suerte del salto de la garrocha y Ponciano Díaz quien banderilleará a caballo. Un toro embolado para los aficionados. Estado de conservación: Bueno. Cartel muy raro. Ejemplar único a mi juicio. Imprenta: Imp. Escuela correcional. *****
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PLAZA DE TOROS “DEL PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 20 de noviembre de 1887. Cuadrilla de Diego Prieto “Cuatro dedos”. Festejo a beneficio de “Cuatro dedos”. Se lidiarán toros de Miura y Guanamé. También actuó “Rebujina” quien resultó herido sin consecuencias.
PLAZA DE TOROS DEL “PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Jueves 24 de noviembre de 1887. Cuadrilla de Diego Prieto “Cuatro-dedos”, alternando como sobresaliente “Zocato”. Se desconoce la procedencia del ganado. En La Patria, del 24 de noviembre de 1887, p. 3 se leen estas notas: Compañía de Toreros.-Sabemos que se ha formado una, que próximamente trabajará en Oaxaca. Según parece esta se compone de “honorables” personas que se dedican pacíficamente a matar toros como Dios les da a entender. Damos el pésame a los oaxaqueños. Toros y más toros.-En Oaxaca se está construyendo una plaza de toros que estrenará “El Mestizo”. El mal cunde. El diestro Machío.-Dará próximamente una corrida de toros destinando los productos a la Beneficencia Española. 222
PLAZA DE TOROS DE TOLUCA, MÉXICO. Domingo 27 de noviembre de 1887. Cuadrilla PONCIANO DÍAZ. Famosos toros de la Hacienda de Mestepec, cinco a muerte. Toro embolado.
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PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 27 de noviembre de 1887. José Machío y Manuel Díaz Lavi “El Habanero”. 5 toros de la Hacienda de San Mateo (Estado de Zacatecas).
PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 27 de noviembre de 1887. Cuadrilla de Manuel Hermosilla y Francisco Jiménez “Rebujina”. Toros de San Diego de los Padres.
A continuación, un interesante “Cuadro realista”, publicado en La Juventud Literaria del 27 de noviembre de 1887, p. 7: 224
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DICIEMBRE PLAZA DE TOROS DEL “PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 4 de diciembre de 1887. Espada: Manuel Hermosilla. PLAZA DE TOROS DE “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 4 de diciembre de 1887. Espada: José Machío. PLAZA DE TOROS EN TOLUCA, MÉXICO. Domingo 4 de diciembre de 1887. Espada, Ponciano Díaz. Las hijas del Anáhuac, del 4 de diciembre de 1887, p. 8 y 9 aparece el siguiente texto que firma Mateana Murguía de Aveleyra: PERFILES Y COLORES. SÁTIRA DE COSTUMBRES, por DON FERNANDO ALGO SOBRE TOROS. No queremos privar a nuestras amables lectoras de las importantes noticias que nos proponemos comunicarles acerca del espectáculo más civilizador, y por lo mismo más en boga y mejor concurrido; pues nuestra culta sociedad no omite sacrificio de ninguna clase, por asistir con generoso entusiasmo a las magníficas corridas de toros, en donde cada día puede presenciar escenas tan edificantes como las que allí pasan. Pero ya se ve; ¿cómo no hacerlo si los filántropos diestros ofrecen dedicar el producto a beneficio de los desgraciados? ¿Qué mejor ocasión de ejercer la caridad que acudiendo al llamamiento de esos apóstoles del bien, que no vacilan en exponer cien veces su preciosa existencia por socorrer al desvalido? Y como los sentimientos humanitarios son el distintivo moral de nuestros compatriotas, resulta que al oir el tierno reclamo que en favor del menesteroso hacen los Diestros, desde el pobre jornalero hasta el boquirrubio lagartijo, todos se levantan como un solo hombre, y ávidos de sangre, de libertinaje y de obscenidades, entran delirante al Toril –digo, al circo taurino-, en donde para complemento de las sublimes emociones que se prometen disfrutar, tiene (¡oh vergüenza!) la satisfacción de ver las lumbreras concurridas por algunas lindísimas pollas que con toda la irreflexión de la poca edad, y aguijoneadas por la curiosidad el deseo de lucir sus magníficos trajes, han insistido con sus débiles padres para que las lleven al espectáculo más soez que pudieran presenciar. Las incautas, en el pecado llevan la penitencia; porque al oír la infernal gritería de los concurrentes, que en un lenguaje espantosamente inmoral expresan su salvaje entusiasmo al aplaudir, no la habilidad de los lidiadores, sino la bravura del bicho que ha tirado a un picador, o matado un caballo, o puesto en peligro la vida de algún torero, se convencen de que ellas mismas, al tener la imprudencia de presentarse en un lugar que no les corresponde, autorizan la falta de respeto con que el público las ve, lastimando sin escrúpulo su dignidad y su pudor. Avergonzadas de sí mismas, nerviosas y calenturientas, vuelven a casa con la resolución de no exponerse otra vez a que los mismos que las han incensado en los salones deslizando en sus oídos frases de amor y de admiración, las insulten en los toros permitiéndose esa libertad de lenguaje, sin recordar que allí están ellas… sus ángeles, sus diosas, sus reinas a 226
quienes olvidan por completo; pues en los toros los hombres no son sino desenfrenados taurófilos. El conocido y reputado escritor Facundo (se refiere la autora a José T. de Cuellar), ha pintado en el siguiente soneto a “Un pollo en los toros”: Un pollo en los toros. Rendido a Baco el matutino culto con seis cocteles40 métese a Iturbide; come, y bebiendo siempre, se decide a seguir de los Toros el tumulto. Llega a la plaza, y con semblante estulto el redondel con la mirada mide, ¡Toroo! con vos aguardentosa pide y a cada picador grita un insulto y ¡bruto! a aquel que se salvó de un salto. Y ronco de gritar como un carnero, ya de resuello y de vergüenza falto, al ver un volapié del Habanero, arroja al redondel su sombrero alto con una interjección de carretero.41 Facundo Como se ve, el retrato es tomado del natural y hecho por mano maestra, porque al entrar el pollo en los toros deja a guardar su dignidad, de miedo, probablemente, de que naufrague en aquel océano de desvergüenzas y libertinaje; presentándose por lo mismo completamente en carácter para representar dignamente su papel en semejante lugar. No queremos pasar por moralistas; ni creemos que nuestra desautorizada voz pueda llegar hasta los que en el último periodo de la fiebre taurina, no son capaces de retroceder ni un paso cuando han tomado el rumbo de la Plaza de Toros. no nos dirigimos por lo mismo a los taurófilos en su periodo de delirium tremens, porque sabemos que no nos escucharán: escribimos para la maguer; para esa importante entidad de la familia humana a quien deseáramos ver siempre en el lugar que le corresponde, y siempre sensible, digna y respetada. Si tuviéramos la esperanza de que la mujer del pueblo, dotada en lo general, de exquisita sensibilidad y grandes virtudes, pudiera escucharnos, a ella nos dirigiríamos, como el medio más directo para apartar a la clase trabajadora del peligro de los “Toros”. Desgraciadamente, pocas podrán enterarse de lo que decimos; pero esas pocas, estamos seguras que nos atenderán, pues bien saben ellas cuántas privaciones, cuántos disgustos y a veces cuán lamentables consecuencias tiene para su familia el desenfrenado gusto de su marido por la fatal diversión: bien saben que en muchas ocasiones su esposo derrocha el gasto de toda la semana, porque para hacer más ameno su paseo, obsequia a dos o tres amigos que gustosos le acompañan, sin ver el sacrificio que imponen a la familia del que los invita; pues ésta, para cubrir las más apremiantes necesidades de la vida, recurre después a los empeños, enajenando por una miserable cantidad, las prendas adquiridas a fuerza de 40 41
Cok-Taill.-Mezcla de jarabe, amargos, cognac y hielo. Las hijas del Anáhuac. Ciudad de México, 4 de diciembre de 1887, p. 8.
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economía, e indispensables para vestirse y aun para abrigarse: prendas que casi nunca recobra, pues en vez de que el esposo pueda reparar la falta cometida, al siguiente domingo vuelve a caer en la tentación, obligando después a su consorte a que saque nuevos objetos que vayan a hacer compañía a los anteriores. A más de esta precisa consecuencia, la pobre mujer casi siempre tiene la pena de ver llegar a su marido, ebrio, impertinente y disgustado, porque bien sabe que acaba de tirar con culpable indiferencia el pan de sus pequeños hijos. Hemos dicho que la mujer del pueblo posee en lo general, grandes virtudes, y no nos detendremos en probar nuestro aserto: basta verla siempre diligente, limpia y trabajadora, para comprender que en su modesto hogar es ella la que derrama la alegría, el bienestar y la calma, porque su amante previsión lo atiende todo, y el acendrado amor que profesa a su marido y a sus hijos, le da valor para aparecer, aun cuando esté rodeada de privaciones, serena, satisfecha y feliz; pero no siempre tiene la dicha de encontrar un compañero tan honrado y trabajador como ella, y menos aún, dispuesto a sacrificar en bien de los suyos, hasta sus gustos más dominantes: entonces es cuando con su eficaz influencia debe apartar a su marido de todo lo que pueda perjudicar a sus intereses domésticos. ¡Es ella tan salamera! ¡sabe pedir con tanta gracia! tiene tal confianza en el cariño de su marido, que si toma por su cuenta la empresa de disuadirle, presentándole con toda la viveza con que ella sabe hacerlo, las consecuencias que hemos expuesto, no dudamos que lo inclinará a que poco a poco se desprenda de su perjudicial afición, y se avergüence de haber mal gastado su pequeña hacienda, cuando vea que su compañero le da con su ejemplo las más saludables lecciones de moralidad y economía. Pero no hemos apartado de nuestro propósito y todavía no cumplimos con dar a nuestras suscritoras las noticas ofrecidas. Dejando a un lado lo de todos los días, fracturas, golpes, heridas, etc., etc., el acontecimiento magno, el suceso que hará época en la presente temporada taurina ha sido la bajada al redondel, de algunas hijas del vicio, que consecuentes con su triste papel de escandalizar en todas partes, y encontrándose en un lugar tan adecuado y con tan escogido público para cumplir con su cometido, no perdieron tan brillante oportunidad y se dieron a lucir toda su habilidad y desparpajo, lidiando el toro embolado; alentadas en su primera idea por los aplausos y hurras de los circunstante que locos de admiración y de entusiasmo, presenciaban esta deliciosa escena. Algunos periódicos han hablado ya del suceso y hecho sus comentarios; nosotras nos limitamos a referirlo, dejando al criterio de nuestras indulgentes lectoras las consecuencias que de este hecho se desprende. Como no asistimos a ninguna corrida no podemos tener detalles de cada una de ellas, pero al leer los periódicos taurinos nos convencemos de que se están formando partidos entre mexicanos y españoles; creando de nuevo odios y rencores, pues no se pierde por unos y otros ninguna oportunidad para desprestigiarse e insultarse. Todavía tenemos que hacer notar el inconcebible afán de nuestros lagartijos por imitar en todo a los toreros; pues ya llevan el chaleco como ellos; los pantalones, apenas si les permiten sentarse de puro ajustados; la banda de color se les ha hecho indispensable; el peinado, excepto la graciosísima coleta, que algunos portarían de mil amores, es idéntico al de sus adorados ideales; y con todo el desparpajo de sus preciosos modelos lanzan cada interjección, capaz de avergonzar a un carretero, comiéndose por supuesto las últimas sílabas de las palabras. ¡Condenaos! tan monos y tan aplicaditos!... Tienen en la punta de la lengua todo el infernal caló de los toreros, y aun en sus epístolas eróticas emplean tan escogidos términos. El quiebro, los pares al cuarteo, las estocadas por lo alto, los descabellos, el pase de Muleta, etc., etc., son sus figuras de retórica más 228
favoritas. Ven con tal respeto y admiración a los diestros, que gustosos sacrificarían el porvenir más brillante por ser ellos el objeto de las ovaciones que a sus ídolos tributa nuestro pobre pueblo. Ya veis, lectoras mías, cuántas ventajas nos trae la culta diversión; ya veis como a nuestros pollos se les refina el gusto y se les embota el sentimiento en las lides taurinas: no contribuyáis con vuestra presencia a fomentar más su loca afición; dejadlos en buena hora que se degraden cuanto quieran; pero vosotras, comparadas siempre con las rosas, con la tórtola, con los ángeles…. No vayáis nunca al manchar vuestras blancas alas con la sangre del circo! PRIMEROS DÍAS DEL MES DE DICIEMBRE DE 1887. El Nacional, 7 de diciembre de 1887, p. 2: EL CHICLANERO.-En una corrida de toros que dio en la plaza del Hospicio, en Guadalajara, fue apedreado junto con su cuadrilla, que al decir de un colega tapatío, sólo sirvió para ordeñar vacas.
Enrique Chávarri Juvenal, nos aporta un dato de suyo interesante y curioso. El Monitor Republicano, del 4 de diciembre de 1887, al referirse a un hecho que habría de ocurrir el lunes 28 de noviembre anterior: Y los toros van perfeccionándose entre nosotros; figúrense ustedes que para el lunes pasado estaba anunciada una corrida cual no otra, una corrida en la Plaza del Paseo, en donde debía hacer su solemne presentación una cuadrilla femenil dirigida por un capitán de cuadrilla. Las primeras espadas son Margarita Flores y Julia Martínez; las banderilleras Petra González, Carlota Rodríguez y Amparo Rodríguez; las demás toreras Rosa Ramos, Sra Gama y Concepción Hurtado, unas españolas y otras mexicanas. Había grande alboroto en el mundo bramador de los taurófilos por asistir a esa corrida, ya se les figuraba que el toro revolcaba a las marimachos, ya creían percibir la bola, el jaleo que 229
producirían la lucha entre esas mujeres y las fieras de Atenco, menos temibles éstas, según es fama, que las bravas lidiadoras. Los precios, además, para las costumbres, eran moderados; dos pesos asiento en sombra, precio equitativo con respecto a las tarifas de Cuatro Dedos o Mazzantini. Pero contaron sin la huéspeda, la autoridad prohibió el espectáculo, cuando todo estaba preparado, cuando las mujeres tenían ya listos sus trajes de lentejuela y bricho, cuando la plaza estaba tomada, cuando los amigos de cada curra ya preparaban una ovación de gritos y bramidos. ¡Qué lástima! decían… Y aun ahora se oye el rum rum de que altas influencias hablan ya al oído de la autoridad para que permita la corrida y de que la autoridad cejará y las toreras saldrán al redondel y habrá la bola que es de rigor. Y tan decididas están las manolas, que si no les permiten una corrida pública, harán una corrida privada, para lucir su habilidad en el arte de Cúchares. Como se vé los toros van perfeccionándose, hasta las mujeres quieren tomar parte en la hermosa diversión; dentro de poco, según los vientos que corren, ya no tendrán parte en el redondel, las coletas, y las chaquetillas bordadas; lo heroico, lo sublime, será ver la enagüilla corta, el tápalo de burato y la cara acanallada de la torera que poniendo los brazos en jarras saludará al público, brindándole la muerte de un berrendo. Viene también a México una compañía de toreros niños, que se llaman el Lobito, el Tigrillo, el Búfalo, etc., todos alias de lo más apropiado. Y una corrida en que la cuadrilla infantil y la cuadrilla femenil trabajen unidas, será divina, será la glorificación a la cultura del siglo, será la última palabra en materia de civilización. Y eso que un toro despanzurre a un muchacho o que embista a una mujer y la haga pedazos. ¡Por vida de Mazzantini que eso será el summun de las delicias tauromáquicas. Nuestros legisladores deben estar contentísimos ¡verdad? del giro que va tomando este negocio. Por ahora, parece ser que la moda va entrando de que las mujeres, es decir, cierta clase de mujeres ejerzan el noble oficio de toreras. En Tixla acaba de presentarse en el redondel una hembra barbiana, que se ha hecho aplaudir por su audacia y su serenidad para pinchar al toro en las diversas suerte de la lidia. ¡Las mujeres toreando al toro! Ellas que hasta aquí no habían lidiado más bicho que el hombre. Hé aquí los progresos del siglo en nuestra patria. PLAZA “PASEO”, DISTRITO FEDERAL. Domingo 4 de diciembre. Cinco toros de Atenco para Manuel Hermosilla y Francisco Jiménez “Rebujina”.42 A continuación, agrego unos detalles interesantes ocurridos en aquel festejo, y que son recuerdos que dejó plasmados en “Apuntes anecdóticos…” el picador Juan Corona. En la Plaza del Paseo (México), fue cogido el 4 de diciembre de 1887 el espada Francisco Díaz (Paco de Oro), por el 1er toro, habiéndole quitado en pedazos la chaquetilla: ostentaba un traje azul y oro, y alternaba con Hermosilla. El mismo Hermosilla fue cogido y volteado y enganchado de la pierna derecha en otra corrida en la misma plaza por el cuarto toro.
PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 4 de diciembre de 1887. Cuadrilla de Manuel Hermosilla y Francisco Jiménez “Rebujina”. Cinco toros de Atenco. 42
Lanfranchi, La fiesta brava en…, Op. Cit., T. I., p. 204.
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PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 4 de diciembre de 1887. José Machío y Manuel Díaz Lavi “El Habanero”. 5 toros de la Hacienda de San Mateo (Estado de Zacatecas).
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PLAZA DE TOROS DE TOLUCA, MÉX. Domingo 4 de diciembre de 1887. Cuadrilla de Ponciano Díaz. 5 Famosos toros de la hacienda de Boximó.
Archivo Histórico Municipal del estado de México. Fondo: Diversiones Públicas.
Como resultado de aquel festejo, La Voz de México del 6 de diciembre de 1887, p. 3 apuntaba: Toros.-La corrida verificada en la plaza de toros de Zaragoza no pudo estar peor; 232
el ganado que se lidió fue de pésima calidad, deslució completamente a la cuadrilla, sobre todo a Ponciano Díaz, al que no le fue posible, a pesar de sus esfuerzos, haber hecho una faena lucida ni haber dado una estocada siquiera regular. El público, justamente indignado, pedía a gritos que multaran a la empresa, pues a la verdad fue burlado por ella. De dicha aplicación, un párrafo más adelante se lee: Multa.-En cien pesos fue multada la empresa de la corrida de toros que se dio en la plaza de Zaragoza. PLAZA DE TOROS DE “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Empresa Mazzantini. Gran corrida de inauguración para la tarde del jueves 8 de diciembre de 1887. Primera de abono. A las 3 si el tiempo lo permite. Presidirá la plaza la autoridad competente. Se lidiarán 6 toros españoles de la acreditada ganadería de D. Vicente Martínez. Cuadrilla de Luis Mazzantini. El Gobierno del Distrito, cumpliendo con la disposición, acertada, de que no pueden darse corridas en días de trabajo, negó el permiso para que el jueves se verificara la corrida de inauguración de Mazzantini y su cuadrilla; por consiguiente la misma se celebró el domingo 11 de diciembre siguiente. LA PRENSA OPINA… SÓLO EN MÉXICO. El Diario del Hogar del 10 de diciembre de 1887, p. 3: Sólo aquí se ve alzarse en tan reducido espacio de terreno cuatro plazas de toros, como las que se alzan en el espacio que media de la garita de Belen a las albercas. ¡Cuatro plazas casi juntas, sin contar con las dos de San Rafael y Jamaica. Los mismos toreros españoles se admiran y critican el caso. ¡Y los miles de pesos que se emplean para erigirlas violentamente! ¡Y la clase de personas que emplean su capitán en esa empresa! Y los miles de pesos que producen las entradas! ¡Y la clase de personas que frecuentan esas plazas con sus familias! Ni la explotación de una mina tiene mejor éxito, ni la Nilsson y Gayarre juntos tendrían mejor público, ni la más productiva y explotada industria llegaría a levantar cuatro fábricas tan juntas y tan costosas, como la tauromaquia ha levantado esas plazas. En España hay temporadas de corridas; hay, como en Valencia, plaza y ganado propiedad de la beneficencia, a favor la cual solamente se dan 8 o 10 al año, aquí no hay más que fiebre, vicio, corrupción, explotación solo comparable a la de los primeros placeres de oro en California, vicio solo comparable al de la embriaguez, corrupción solo comparable a la del juego de azar. Basta que un extranjero de buen sentido vea ese pequeño triángulo de terreno ocupado por los cuatro grandes cabos de las plazas taurinas, para que se forme triste idea de la cultra de la patria de Ignacio Ramírez y de Juárez. Otras dos notas se incluyen en dicha página: Cúchares y Talía.-Los artistas del Nacional y el Principal no hacen negocio en el culto de Talia; los artistas de Colón, el Paseo, San Rafael y Bernardo Gaviño medran más que los
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contratistas y casi tanto como los colonizadores griegos, que es cuanto hay que decir, y tienen público hasta en la calle. Pues señores actores, no hay más que arrojar la máscara de Talía y cultivar el arte de Cúchares. Y es probado. Toros.-La corrida verificada el domingo último en la “Plaza de Zaragoza” de Toiluca estuvo muy lucida, no sólo porque el ganado que lidió la cuadrilla de Ponciano Díaz fue bravo y de ley, sino por la numerosa concurrencia que de esa ciudad y México asistió a dicha corrida. PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Empresa “Mazzantini”. Gran corrida de inauguración para el domingo 11 de diciembre de 1887. 6 toros españoles de D. Vicente Martínez. Cuadrillas: Luis Mazzantini, Valentín Martín y Gabriel López “Mateíto”.
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PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 11 de diciembre de 1887. José Machío y Manuel Díaz Lavi “El Habanero”. 5 toros de la Hacienda de San Mateo (Estado de Zacatecas).
El 17 de diciembre de 1887, El Diario del Hogar publicaba en dicha edición, pág. 2 una interesante propuesta: Ponciano Díaz en Madrid.-Un reputado crítico taurino –Sanchez de Neira- dice en carta dirigida desde Madrid a un periódico de la capital: “¿Por qué no viene a España el celebrado torero Ponciano Díaz, que tantos y tan justos aplausos recoge en las plazas de su país? Aquella región del mando es para su mérito estrecha. España lo recibirá con los brazos abiertos, que aplaude sin escatimar los vítores a los rejoneadores “portugueses”, a los “ecarteurs franceses” y a cuantos artistas extranjeros vienen a honrarla, y lo haría con mayor gusto y mejor motivo al gran lazador Ponciano, que en la suerte de banderillas a caballo no tiene rival. Los aficionados taurinos de esta Península, que no hemos visto nunca ejecutar tan difícil suerte, asegúranle, y yo en su nombre, una cordial acogida, y a la prensa mexicana toca esforzarse para la realización de esta idea”. Tal petición no es casual, pues la trascendencia del atenqueño ya superaba fronteras y lo notable de su popularidad se estaba dando a conocer en forma por demás notoria en la propia península, desde donde vino aquella petición, la de un personaje que, por otro lado estaba sirviendo como referente a partir de las obras que llegó a publicar por entonces. Me refiero en particular a las varias versiones del “Diccionario Taurómaco” de cuyas ediciones comenzaron a llegar a nuestro país algunos ejemplares, quedando en poder de personajes como Pedro Nolasco Acosta, el Dr. Carlos Cuesta Baquero o Eduardo Noriega “Trespicos”. Así que de alguna manera fue construyéndose el camino que permitió al propio Ponciano 235
presentarse en la “madre patria” y confirmar su alternativa que, como se sabe, ocurrió el 17 de octubre de 1889. En la misma edición de El Diario del Hogar, se dio a conocer una Fraternidad taurina.-A las diez de la mañana del miércoles (14 de diciembre) el Sr. Feliciano Rodríguez dio un lunch a Ponciano y a Mazzantini, al que asistieron varios diputados y personas recomendables. Los dos diestros brindaron y fraternizaron. PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 18 de diciembre de 1887. 6 toros. Empresa “Mazzantini”. Los toros fueron de Cieneguilla, así como uno de procedencia española, que sin indicarse de qué ganadería, sólo sabemos que se llamó “Tostonero” y que lo lidió y mató Luis Mazzantini, a cuya vera actuaron Valentín Martín y “Mateíto” que también se le vio en el ruedo lidiando otro ejemplar de las dehesas hispanas. El quinto, también procedente de aquellas tierras, y bautizado con el nombre de “Cariñoso” lo estoqueó Valentín Martín. En general el ganado español de ley; pero poca pujanza, tal vez por la larga travesía; mexicano regular.
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PLAZA DE TOROS “DEL PASEO”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 18 de diciembre de 1887. José Machío y Manuel Díaz Lavi “El Habanero”. 5 toros y un embolado para los aficionados.
NUEVA PLAZA, CALZADA DEL EJIDO, CIUDAD DE MÉXICO. Gran corrida de inauguración. 18 de diciembre de 1887. Diego Prieto “Cuatro dedos” y su cuadrilla. Se trata de la plaza “Hipódromo del Coliseo”. Además de Diego Prieto, también alternaron “Zocato”, “Saleri”, “Bienvenida”. Los toros fueron dos de Guanamé, dos del Cazadero y dos del Venadero. Como resultado de aquella inauguración, la que ocurrió con la plaza del “Coliseo”, Juvenal dejó escrito en El Monitor Republicano del 25 de diciembre de 1887 p. 1, que: Todo lo que significa toros causa sensación. Y tan es así que los hombres de negocio comprendiendo que esto es bueno, tratan de explotarlo hasta donde no es posible ya; tenemos en México no siete sino once plazas de toros, porque las del Huisachal, Tlalnepantla, Cuautitlán y Texcoco están a tan corta distancia, que las podemos considerar como dentro del Distrito Federal. ¡Once plazas de toros!... ¿Cuál es la ciudad en el mundo que tiene siquiera la mitad? Y como si todavía esto no fuera suficiente, ya una compañía anónima ha pensado construir otra plaza de hierro y techo de cistal con el objeto de no suspender las corridas ni aún en el tiempo de las fuertes lluvias. Me cuentan que ya el dinero está listo, los planos aprobados y que dentro de pocos meses, tendremos un verdadero circo moderno, una gran plaza, que
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como luego dicen, echará el pie atrás a las numerosas jaulas de madera en que se lidian ahora toros en nuestra taurófila ciudad. ¡Doce plazas de toros!...43 No era el servidor de vdes. mal profeta cuando hace dos meses anunció que en punto a circos taurinos pronto llegaríamos a la docena.
PARA QUE NO SE DUDE DE LA EDUCACIÓN DE PONCIANO… El Siglo Diez y Nueve, del 20 de diciembre de 1887, p. 3 publicó la siguiente nota: Ponciano Díaz.-Dice La Paz Pública:
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Enrique Chávarri, al citar esa docena de sitios para la celebración de corridas de toros, se refiere, como ya lo decía a las del Huisachal, Tlalnepantla, Cuautitlán y Texcoco. Además, y en orden de inauguración durante 1887, están las que siguen: “San Rafael”, 20 de enero de 1887; “Colón” y “Paseo”, 10 de abril de 1887; “Bernardo Gaviño”, 15 de mayo de 1887; “Coliseo”, 18 de diciembre de 1887. Seguramente, para completar las once que menciona, debió incluir dos más que pudieron funcionar efímeramente, pero de las cuales no hay mayor información. En El Monitor Republicano del 30 de enero de 1887, p. 1, dice el mismo personaje: “La otra plaza [además de la de “San Rafael”] está entre los paseos de la Reforma y Bucareli, en consecuencia puede llamarse la mejor situada. También allí se trabaja a toda prisa; ejércitos de carpinteros clavan tablas y pies derechos, más allá la reserva de pintores, brocha en mano, aguarda la señal para empezar la faena. La otra plaza, que será la más espaciosa, la de mayor fausto, se levantará en los potreros que dan frente a la Alberca Pane, el trazo está ya hecho, los cimientos a punto de terminar, solo se espera el gran armazón de hierro para armar aquel inmenso circo que dizque será de hierro y cristal. Estas son las plazas que antes de mes y medio estarán en explotación todas, pero hay más proyectos muy próximos a realizarse para construir otra en Peralvillo al lado del Hipódromo y otra en San Lázaro en terrenos de la colonia Morelos. Cinco plazas de toros vamos a tener.
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“Este conocido torero cada día adquiere mayores simpatías por su conducta y por sus nobles miras. Ponciano no es ciudadano vulgar; estudioso, honrado y trabajador; sus aspiraciones se cifran solo en la felicidad de la mujer que le dio el ser, mujer en quien Ponciano se venera. Este diestro, por sus aspiraciones, su conducta y las dotes que le adornan, es digno de toda consideración y respeto. “Así, no extrañamos que el pueblo de México le distinga y quiera. “Nosotros sabemos que Ponciano Díaz gasta actualmente más de $100 al mes en adquirir una ilustración sólida y variada; tiene maestros de inglés, francés, italiano y otros idiomas. Lee. Estudia”.
Plazas de toros. El Siglo XIX del 20 de diciembre de 1887, p. 3 El Tiempo, en su edición del 24 de diciembre de 1887, p. 3 nos dice: Periódicos taurinos.-Circulan en México nueve periódicos de toros que son: El Arte de la Lidia, El Mono Sabio, La Muleta, La Banderilla, El Arte del Toreo, El Toreo, El Correo de los Toros, El Torero y La Gaceta de los Toros. PLAZA “PASEO”, DISTRITO FEDERAL. Domingo 25 de diciembre. Dos toros españoles, de la ganadería del Conde de la Patilla, y cuatro toros mexicanos de la Hacienda de Atenco. José Machío, el Habanero y Joaquín Artau. PLAZA DE TOROS “COLÓN”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 25 de diciembre de 1887. Cuadrilla de Luis Mazzantini. 6 toros, 2 españoles y 4 de Atenco. “Los cinco toros de Atenco, casi novillos, ligeros y de regular ley y estampa, cumplieron. La lidia de ellos peor que la de los españoles”. PLAZA DE TOROS “HIPÓDROMO DEL COLISEO”. Domingo 25 de diciembre de 1887. Cuadrilla de Cuatrodedos; 6 toros, 3 del Cazadero y 3 del Venadero. Picadores mexicanos. Los del Cazadero tomaron 25 varas, algunas buenas.
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LA PRENSA OPINA… En El Tiempo, del 25 de diciembre de 1887, p. 1y 4, apareció la columna denominada “Guerrillas del Redondel”, amplia descripción de la taurina epidemia que se vivía en la ciudad de México por entonces. Veamos. I Decíamos ayer, que una locura indefinible se ha apoderado de esta sociedad mexicana. Esa locura tiene perpleja a la ciencia. Su diagnóstico no se halla ni siquiera iniciado en los libros; ha sido una sorpresa que causa pasmo a los que estudian y saben la historia de los quebrantos, torceduras y chifladuras del cerebro humano. El lector supondrá que hablo de la tauro-demencia. ¡Qué diablo! Esto no es ya para vivir. No hay un oscuro rincón en esta Capital donde esconderse, donde hundir la cabeza, para descansar de estas palabras, de estos temas, de este yunque infernal: toros, Ponciano, Mazzantini, Cuatro-dedos, volapié, cuarteo… el infierno!... Nadie, a ninguna hora, ni en parte alguna, habla más que de toros. Es una vorágine, una rabia expansiva como la dinamita. En los círculos de platicones, se arrancan las barbas, disputando un pase de muleta. 240
Desde el pelado más pelado y más bruto, hasta los hombres de más seso y mayor circunspección, todos están arrebatados de esta mil veces maldita locura. Me parece estar soñando, mejor dicho, llego a pensar que soy yo quien se ha vuelto loco, y que en mi delirio estoy viendo a la sociedad en semejante fiebre, y oyendo esas acaloradas y feroces disputas, así como el río de oro que corre entre los bolsillos de los artesanos y poderosos, hasta los de los toreros y empresarios!... Quien sabe si estoy en San Hipólito, y estas cuartillas que creo entregar al cajista, sirvan para que el médico diagnostique mejor el género de alienación que padezco! La cosa es para temerlo, porque indudablemente es más verosímil que un loco crea estar cuerdo y tome por realidades las fantasmas de un delirio, que el que toda una sociedad, de cabo a rabo, sin excepción de sexo ni edades, ni ilustración, ni fortunas, se vuelva loca; y esto, no por un insomnio como el de María Antonieta; no en la solución de un problema nacional; no en los furores de una guerra, no excitada por uno de esos cuadros, glorias o desgracias de la patria que son la grandeza de la historia, sino… por los toros, por las banderillas y los pinchazos… No ha de creernos la posteridad. Tomará estas crónicas por cuentos de periódico; pero no atestiguo con muertos; y si por fortuna no es verdad que estoy loco; si es papel esto en que escribo y si las realidades que veo corresponden a las realidades en las cosas; voy a echar un párrafo con nuestros bisnietos, porque a ustedes, mis contemporáneos, nada tengo que decirles. II San Jerónimo dijo “tembló el mundo de verse arriano”. Yo puedo decir: “tembló México de verse torero”. La llamada Cámara de Diputados dio un decreto reestableciendo las corridas de toros. Esto fue una copa de Agua Toffana. La sociedad bebió, y a otro día amanecimos todos locos. En unos cuantos meses se construyeron seis plazas de toros, tres de ellas de varios pisos. Capacidad media, para quince mil individuos. Conversación, toros. Periódicos, toros. Dinero, toros. Juegos, toros. Patriotismo, toros. Paz, toros. Música, toros. Todo, toros. En todas las plazuelas, calles, patios, los muchachos jugando a los toros. Vamos, para no hablar más, para que los bebés de aquí a cincuenta años se formen idea de esto: en unos lavaderos en que se le dio el día a las lavanderas con motivo de la fiesta de la Virgen de Guadalupe, las mujeres, desdeñando cualquiera otro recreo, se pusieron a jugar al toro. Cada cual tomó su nombre. Una se llamó Ponciana, otra Mazzantina (sic), otra Machía, &c., &c., y acabaron por desgreñarse las partidarias de Ponciana, y las partidarias de Mazzantina; porque para colmo de nuestras desgracias, el toreo se ha hecho punto de patriotismo, y el pueblo apedreó a Mazzantini, por ser este español, y Ponciano criollito de aquí. Mientras que estos hacen las hijas del pueblo, las señoras de la buena sociedad, a quienes hace un año habría sido un insulto invitar para una corrida, se presentan anhelantes, entusiastas, llenas de ardor en las lumbreras de las plazas de toros. Se acabaron 241
distinciones, se acabaron fueros del sexo. Los furiosos del 93 igualaron a los hombres con esta palabra: democracia; los demócratas de 87 en México, igualaron los sexos, arrasaron las prerrogativas de cada uno con estas cinco letras: toros. En vano es pretender otra conversación que no verse sobre ese tema. En un abrir y cerrar de ojos, los trescientos mil habitantes de México, más aún, los once millones de habitantes del país se han convertido en otros tantos artistas. De un momento a otro espero que se haga de moda la coletita que usan los toreros. Nos sabemos ya al dedillo todo el tecnicismo de la tauromaquia. No hay quien sinceramente no se crea con todos los conocimientos necesarios para juzgar a Frascuelo. Cada cual emite su opinión con una suficiencia que pasma. Le revientan los oídos. De seis meses a esta parte no se habla el castellano en ninguna parte. El idioma de Santa Teresa y Cervantes ha muerto en México. como todo, absolutamente todo lo que se habla, es de toros, y como todos, absolutamente todos son artistas, el tecnicismo anda a las vueltas. Me desespero ya de estar metido en esta enorme jaula de loros. El gitano ha sustituido a Fray Luis de Granada. Esto es todo lo que se oye de garita a garita, mejor dicho, de California a Yucatán. Rompió un prieto listón, y de pies. Cara ancha, recargando, le propinó tres varas. Luis, al quite. Tomás y Regaterín, dos pares y medio al cuarteo. Luis dio tres engaños de pecho. Mateito citó corto y cuadró en la cabeza. El bicho buscaba querencia. Valentín dio bajonazos. Y por aquí se precipita la atronadora cascada de esa jerga que solo el demonio puede entender. Los que tenemos el alto, el eminentemente orgullo de ser profanos, los cuatro o cinco inmaculados, nos quedamos como quien oye hablar sanscrito. Y es de ver las disputas, las riñas, las tempestades de los taurófilos. “Mazzantini dio gollete”. Al oírlo el otro, estuvo a punto de sacarle la lengua. Disputa de tres horas por lo del gollete. Gritos, manotadas, espuma sanguinolenta en los labios; cigarros que se fuman por la lumbre, conjuros, jadeo final. Me salgo de aquí, porque esto es para reventar. Entro a la otra puerta. -“Mazzantini se cuartea en el volapié”. -No sea vd. animal. -Que no sea vd. bruto, el indio se retecuartea más. (El indio es Ponciano). Se arma la danza. Más gritos, muchos más sombrerazos. Ya se llegan a las barbas. Entra alguien. Es electo juez. Este en el acto asume la severa actitud, la serenidad y circunspección de la autoridad. Oye a las partes con mil trabajos, porque todos gritan a la vez. Sus ojos no saben en quien detenerse. Unos increpan, otros conjuran, todos echan lumbre por los ojos, todos le tiran de la solapa de la levita, y le meten los bigotes hasta las narices para llamar su atención. Por fin, falla. Otra gresca peor; su fallo es una bomba de aplaca, y a los cinco segundos, el ex – juez grita como todos, y como todos manotea, y como todos vitupera, y a su vez elije a otro juez, que viene ya de la centésima sesión tauromáquica tenidas en una hora. Esta es mi vida hace seis meses. El presupuesto de los ricos, comienza con esta partida, la primera en lugar y de importancia: Para abono a los toros $100.00 242
En el libro de apuntes de los medianos, están suprimidos gastos de necesidad, y en su lugar figuran estas palabras: “Rédito prestado e R… 10 pesos para los toros”. En la carrera de los estudiantes y demás gente de beca, se lee: “Noviembre 1°. Empeñado el reloj en cinco pesos –Noviembre 7. Empeñado el paletó en tres pesos. –Noviembre 14. Empeñada la levita en dos pesos. Noviembre 21. Empeñados los pantalones en un peso. –Noviembre 28. Empeñados los libros en cuatro reales. –Diciembre 7. Vendida mi quincena, sueldo, etc., etc., a Fulano de tal con cincuenta por ciento de descuento”. Los artesanos, y demás gente de jornal, han suprimido todos los renglones de su presupuesto, a excepción de estos dos: pulque y toros. Los infelices hijos, en cueros; la mil veces desgraciada mujer, hecha una arpa, vestida con ramas de apio. Todo empeñado, todo sucio. No hay lumbre. La raya del sábado se ha convertido en un cubo de Tlamapa y boletos de toros. lo demás, sale sobrando. En el tiempo que lleva la ley, han ingresado a las arcas del Ayuntamiento valores que al quince por ciento de derechos por licencia que pagan los empresarios de toros, arrojan una cantidad de cuatrocientos a quinientos mil pesos de entrada bruta.44 Esto es enteramente exacto, como que el dato está tomado del mismo Municipio Libre. Todo esto a los ojos del observador es desastroso. El gobierno ha sido profundamente astuto, al restablecer los toros. El pueblo está embrutecido, envilecido. Nadie se ocupa en política ni en asuntos públicos. Las elecciones de Ayuntamiento pasaron tan inadvertidas, tan ignoradas, como pasa un telegrama por el hilo magnético. Y en el momento en que se presentan cuestiones tan importantes, tan nacionales, como las de estos días por ejemplo, se hace tanto aprecio de ellas, como del catarro del Gran Turco. Que la Baja California se pierde para México. -Tanto da, lo que importa es dilucidar si Mazzantini se cuarteó o no se cuarteó. Que con dispensa de trámites, sin discusión, así como quien da un papirote, se ha votado un empréstito de cincuenta millones… -¿Qué me importa eso? ¿Vio usted la vara que puso Agujetas? Que se va a decretar la enseñanza obligatoria, última forma del atentando contra la libertad doméstica y pública. -¡Calle usted, que Zocato mató aguantando… ¡Infeliz sociedad! Ya lo he dicho, es inútil pretender hablar de otra cosa. Con esto, la política, la administración, están a sus anchas. El pueblo se ha olvidado de todo, se quiere olvidar de todo; comenzando por olvidarse de si mismo! Dicen que la Virgen de Guadalupe hace ya milagros. Pues vamos a las pruebas. Ha hecho uno a la faz del mundo. 44
En El Tiempo, del 30 de diciembre de 1887, p. 3, el Municipio Libre corrigió lo siguiente: “Productos de los toros.-Desde el 21 del presente año (refiriéndose al mes de febrero), en que se dio la primera corrida en la plaza de San Rafael hasta el 30 de Noviembre último, el producto bruto de las corridas de toros en la Capital ha sido de… $266,347.77. El Ayuntamiento ha percibido por la contribución del 15% $39,952.35 centavos.
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Ese milagro consiste en que el pueblo no se hubiera olvidado de ella el día 12. Es lo único de que la sociedad se ha acordado en un año; es lo único que ha despertado su entusiasmo, los faroles y cohetes para ese día, son las únicas palabras que vienen a interrumpir la lista de su presupuesto en que, como he dicho, solo figura la palabra toro. Pero si exceptuamos ese recuerdo, la sociedad no tiene cabeza más que para el cuerno. ¿Puede suponerse estado más lamentable? ¿Puede pesar sobre una administración acusación más trascendental que ésta? El comercio, en ruina. Lo que había de ser para vestidos, alimentos, etc., etc., es para toros. El espíritu público por los suelos. El progreso… ¡Qué ironía! El número de alumnos reprobados este año en las escuelas oficiales, es incalculable. Los profesores están desesperados. Los muchachos no tienen más ideal ni más texto que el toro. Este envilecimiento, este trasteo, este cuadro magnífico, era el sueño de oro de los liberales. Disponer de una masa ciega y estúpida, el pueblo negativo, el barro en las manos del alfarero, tal ha sido el ideal. Pueden gloriarse de haberlo realizado. III Pero en fin, hablemos de toros. Mazzantini, el centro de una antítesis que pone los pelos de punta. De un lado, entusiasmo hasta la fiebre. Del otro, adversión hasta el odio. No hay término medio; o ensalzarlo hasta do están brihando las estrellas, o hundirlo hasta la fragua de Vulcano. Para unos es el rey de los toreros; otros dicen que sabe menos que un cachetero. Unos lo adoran, otro lo detestan. Por fin, ¿Mazzantini vale o no vale? No he podido averiguarlo. Luis Pliego, que es el único filósofo de esta universidad inmensa de Tauromaquia, me dijo: in nihil es in intelectu quod prius no fuerit in sensu, lo cual traducido en el idioma que hablábamos antes, y aplicado al caso, quiere decir, que para juzgar en pro o en contra de Mazzantini, lo único procedente era ir a verlo lidiar. Y fui. Estoy en la misma… ¿Qué vi? Un hombre hermoso ricamente vestido, increíblemente sereno delante del toro, artístico en su trabajo, y muy oportuno en defender a los que estaban en peligro. Vi que mató dos toros. ¿Estuvo esto bien hecho? ¿Picó en su lugar? ¿Fue según el arte? Ni lo sé ni quiero saberlo. Ni me importa, ni creo que haya un solo ser en el mundo a quien le importe. Ni gané ni perdí con que estuviera bien o mal hecho, ni creo que haya vencido que se echara en la bolsa un centavo por ello. Supongo que la espada entró esos demonios huesos, que ya me tienen hasta el copete. Sí, porque en lo que hemos progresado mucho es en anatomía taurina, y aun comparada, porque todo el mundo le dice a usted que el toro tiene tales y tales huesos; que entre dos de ellos, colocados arriba de los omóplatos (y le señalan a usted en su propia espalda cuáles son) y que entre esos dos huesos debe entrar la espada, para que el acto sea artístico. Supongo, decía, que la espada entró por ahí, ¿qué bienes nos vienen con esa gracia? ¿Es esto, para que las gentes se 244
hagan pedazos? ¿Valen la pena los tales huesos, de que dos personas decentes se pongan como nuevas? ¿Merece esto ascender, como ha ascendido a la categoría de asunto de Estado, de asunto nacional? Eso es simplemente estar locos. Mientras los admiradores de Mazzantini juzgan como una nueva maravilla un paso que dé éste en el redondel, sus adversarios dicen que cuanto hace es supinamente vulgar. En vano es mencionar la corrección en los movimientos, la limpieza en los trabajos, etc., etc., a todo eso contesta sencillamente: “eso lo hace cualquiera; eso lo hemos visto a todos”, y de ahí no los saca ni la palanca de Arquímedes. No he visto dos taurófilos que coincida en una opinión sobre pormenores. Resultado: que el consejo de Luis Pliego, con todo y su filosofía, salió inútil; más aún, contraproducente, pues si antes me desesperaba de oír, hoy he tenido que entrar al ciego torrente de la disputa. Por último, debo repetirlo: tengo el altísimo honor de no poder juzgar del mérito de Mazzantini. Los más dicen que vale, los menos que no vale; y digo los más, porque la plaza de Colón es la más frecuentada. IV Pero si me es imposible dar opinión sobre Luis Mazzantini, en cambio me creo competente para emitirla sobre Don Luis Mazzantini. Si no puedo hablar con entusiasmo del primer espada, sí hablaré con estimación del caballero. Había oído hablar de éste, y presentado por una honorable persona, tuve el gusto de visitarlo. El buen sentido nos inspiró el no hablar de toros. La conversación tuvo casi exclusivamente el tema doméstico. El Sr. Mazzantini es correcto en su lenguaje, decente en sus maneras, amable y simpático. Su conversación me llenó de complacencia, e hizo que experimenta una gran estimación por él. Habló con efusión de amor por su esposa, y sus ojos llegaron a enrojecerse por una lágrima próxima a brotar cuando recordó la abnegación y sacrificios de aquel ángel como él le llama, en días de prueba y tribulación. Habló también de otro ser a cuyo recuerdo consagra el fuego de sus más hondos afectos: su padre. -¡Diablo de hombre! decía para mí, cuando le oía expresarse en términos hasta elocuentes, cuando veía resplandecer su frente española con los rayos de una inspiración tan noble, y por decirlo así, tan latina; diablo de hombre, ¿quién te metió en la cabeza ser torero? Porque en vez de traernos este sisma poncianista, que será en la historia el segundo sisma de Occidente, no nos trajiste la enseñanza de la verdad envuelta en las galas y riquísimas flores del talento manifestado en el arte; ¿Por qué no fuiste a lo menos cómico? ¿Por qué tan generosos sentimientos, por qué corazón que así palpita por las noblezas del hogar, por qué una alma tan bien plantada, han de tener por objeto en la vida divertir a una multitud que se hace salvaje durante tres horas, y meter el estoque a un toro? Por el dinero, me dijo una voz que tiene el acento de la convicción. Mazzantini no ama la gloria, es decir, no trabaja por los aplausos. Los hombres que aman la gloria, no son hombres de hogar. El afán de proporcionar una fortuna a su familia, tal es en mi concepto el móvil de Mazzantini.
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V Basta de charla. El gobierno ha dado un golpe terrible al comercio y al progreso político e intelectual de las clases, con el restablecimiento de los toros. Fue un recurso que no ocurría a González en los días de la deuda inglesa. Con Mazzantini podrán estar o no estar las parvadas de artistas; pero tendrán que estar de seguro los hombres de corazón. Que siga la fiebre y la locura; por mi parte protesto que esta será la última vez que pronuncio esta palabra funesta para mi patria: toros. También del 25 de diciembre de 1887, apareció en La Juventud Literaria, p. 2: CRÓNICA. Imposible es resistir a la influencia del medio ambiente ¡imposible! todos tenemos ciertas tendencias naturales, unos al romanticismo, otros a la política, otros a la ciencia, todos al dinero; pero esas tendencias, desaparecen ahogadas en la atmósfera que nos rodea, si esa atmósfera no es respirable para ellas, eso ha pasado a las mías; yo tenía tendencias de soñador, de lírico, como en son de desprecio se llama a los soñadores, pero esas tendencias no pueden vivir en México, en el país clásico de los toros, de los toreros, de Mazzantini, de Ponciano, de Cuatro dedos, mis aspiraciones se ahogan, mis ensueños naufragan y mi espíritu se contagia de la fiebre epidémica reinante, de la Tauromanía. Y no es posible evitarlo; 9 periódicos, 6 plazas de toros, un verdadero diluvio de Diestros y Atenco, y Guanamé y Cieneguillas y Miura, y que sé yo… y los toreros en el Paseo, y en las calles, y en la Concordia y en el teatro y en su Foro y en todas partes, sí, señores, en todas partes hasta en los lugares más humildes y escusados se topa con un diestro de nombre, séalo o no en el arte de la lidia. Por eso digo que estoy sofocado, arrebatado, arrastrado y todos sus correlativos y que no puedo resistir el impulso; resueltamente voy a los toros, y hablo de toros, y escribo de toros, y reflexiono en los toros, y apuesto sobre los toros y discuto con los toreros y me mareo en los toros y me aturdo en las corridas y me vuelvo loco hablando de toros y vuelvo locos a todos ¿no es verdad? Pues no le hace que lo sea, porque soy el cronista y mi obligación es dar cuenta de lo que sucede y como no sucede más que eso o por decir mejor, como todo eso es lo único que sucede, de eso doy cuenta y si eso nos vuelve locos no, no me importa, porque al fin y al cabo siguiendo como van las cosas taurinas tendríamos que llegar a tan poco racional estado. Por eso llenó el Nacional, el día del beneficio de mi simpático amigo Francisco Solórzano, porque tenía un papel en el sainete el famoso diestro D. Luis Mazzantini, y en honor de la verdad y sin fiebre taurina, este Sr. Mazzantini realmente tiene talento, por supuesto que hubo tantos aplausos como en los toros; cada vez que se presentaba en la escena atronaban la sala. Resueltamente, Sr. D. Luis Mazzantini, es vd. el héroe del día, y pues que Dios se la dio, San Pedro de la Bendiga.
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Literatura Canto y pintura, Sé de memoria Toda la historia
Hablo Italiano, Hablo el Francés, Hablo el Inglés. Miau!
El Monosabio. Periódico de toros. ilustrado con caricaturas, jocoso e imparcial, pero bravo, claridoso y… la mar!. T. I., Ciudad de México, sábado 28 de enero de 1888, N° 10, p. 8. Pero a cada capilla se le llega su fiesta, ya pronto será vd. desbancado por la prima donna de la troupe de Grau, como diría mi compañero José R. del Castillo, ya lo verá vd. Sr. Mazzantini, ya verá vd., Sic transit gloria mundi [cuidado con un disparate más señor cajista] y así pasará su gloria de vd. Entretanto y si le quitaran a este aquello de ser gloria conquista en las astas del toro, en verdad le digo que ya la quisiera para los días de fiesta, es decir para los días de crónica, su afmo. amigo y S.S. EL CRONISTA.
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DEL ANECDOTARIO TAURINO MEXICANO. DESCRIPCIÓN DE LA PLAZA DE TOROS “BUCARELI”. Las notas que vienen a continuación, han sido recogidas del diario El Tiempo, en su edición del 30 de diciembre de 1887, p. 3, vísperas de la inauguración de la célebre plaza de toros “Bucareli”, en la cual tuvo mucho que ver la participación de Ponciano Díaz, quien junto con el entonces Gobernador del Distrito Federal, José Ceballos, se convirtieron en los capitalistas del mencionado coso. Veamos.
Cartel aparecido en El Toreo. Semanario Ilustrado. Año II. México, miércoles 9 de diciembre de 1896, N° 10 (páginas centrales). Dicha ilustración, sirvió para rememorar el festejo que se celebró en la plaza de toros “Bucareli” la tarde del 8 de diciembre de 1896, en la que alternaron Carlos Borrego “Zocato”, Juan Jiménez “Ecijano” y Antonio Escobar “Boto”, enfrentando un encierro de Santín. dicha corrida fue a favor de los inundados de Sinaloa, que había sufrido recientemente el embate de la naturaleza. La plaza de Ponciano Díaz.-He aquí como describe El Siglo XIX la nueva plaza de toros “México”, que se estrenará próximamente: Al Sureste de la Capital y a un lado de la garita de Belem, se levanta erguido y elegante el circo taurino de Ponciano. Lo abarca un terreno de 100 varas de frente por 125 de fondo, y está resguardado por una tapia de mampostería con pedacería de vidrio en su borde. Tres puertas de entrada, amplias y bien dispuestas, tienen cada uno de los departamentos de sol y sombra; y además al Poniente hay otras dos que, sirve la una para introducir al ganado y la otra para sacarlo al arrastradero. 248
En el interior del cercado se ve levantado el maderaje que descansa todo, no introducido en la tierra, como en las demás construcciones de este género; sino sobre soclos mamposteados que tienen de relleno un metro de profundidad por otro que los separa del pavimento, demostrando a primera vista la solidez y el estudio arquitectónico que la ha precedido. Tiene ocho toriles, construidos con todas las reglas que pide la tauromaquia, y dos puertas de escape para el ganado que sale malo en la lidia.
C. B. Waite tomó esta fotografía hacia 1897. Imagen facilitada por el Lic. Francisco Montellano Ballesteros. El detalle de la misma deja ver el momento en que un toro salta al callejón, mientras un personaje hace lo mismo, pero del mismo espacio hacia el ruedo. Todo el exterior presenta un aspecto airoso, pero severo, por la combinación de la madera que a propósito se ha puesto en bruto y sin labrarla más que en las piezas que necesitan ese pulimento. Los corredores de la parte de afuera están al aire y sostenidos sólo por tornapuntas. Dos amplias entradas se comunican con el redondel: la del arrastradero y por donde sale la cuadrilla. Arriba de cada una de estas puertas se levantan plataformas que deben ocupar las músicas. Para la entrada a la plaza hay cinco boquillas, dos a la sombra y tres al sol. Este departamento es extraordinario en su amplitud: cuenta 19 gradas; el de sombra tiene 15, y además 35 lumbreras perfectamente cómodas. Para ascender a estas localidades sirven dos escaleras con barandillas, y otra en el extremo opuesto con ramales a derecha e izquierda que conduce a la azotea. Este departamento está resguardado por cables de metal interior y exteriormente. Otra de las mejoras introducidas en el circo taurino, es la de poder moverse a voluntad y por medio de carretillas, el tabique que separa el sol de la sombra, para que en invierno no esté lo mismo que en verano. El coso de la plaza mide 45 varas de diámetro, espacio aprobado por los inteligentes para no fatigar el ganado. Tiene cuatro burladeros y la valla la circunda un estribo de mampostería en su parte interior. El callejón es de vara y media de ancho para que los toros que lo salten, no puedan voltear; y a la contravalla la corona otro cable también de metal. La pintura de las lumbreras es de color rojo y café en su interior, y en el exterior de azul y blanco; y la de la presidencia está artísticamente empapelada y con lujosas cortinas y cordones con borlas de oro. Las gradas están jaspeadas de amarillo, morado y azul pálido, formando todo el conjunto el hermoso estilo pompeyano. El maestro director de la pintura ha sido el reputado artista escenógrafo D. José Herrera y Gutiérrez. 249
La obra de carpintería fue ejecutada por los alumnos de la Escuela Correccional, dirigidos por maestros inteligentes a la cabeza del afamado artesano D. Felipe Mendoza; y la madera que en ella se empleó fue escrupulosamente escogida de la hacienda de Ríofrío, propiedad de los Sres. Guerrero, Arechavale y Comp., y sacó un costo de 30,000 pesos. En el exterior hay ocho expendios de boletos, cuatro de sombra y cuatro de sol; y hacia el Oriente se destacan cuatro ventanas rasgadas, pertenecientes a la casa que debe habitar la familia de Ponciano, y que también servirá para guardarropa de la cuadrilla. El arte, el buen gusto y la solidez se reúnen en esa obra; sobre todo lo último. Y para patentizarlo vimos que se han colocado incidentalmente en un lugar de las gradas y en un espacio donde quepan seis personas, piedras de gran tamaño que pesan 85 arrobas, y ni los tablones ni los pies derechos o trasversales han sufrido nada. En cuanto a su amplitud, está calculado pueden caber 10,000 almas. Entre empleados, sobrestantes, albañiles, veladores, carpinteros y pintores, se han ocupado 250 hombres. El señor ingeniero Ángel Yermo fue el director de la obra y el que proyectó el terreno; y el Sr. Alberto Malo, de la misma profesión le ha ayudado en sus labores. Según se nos informa, el día 15 del entrante Enero se estrenará esa plaza, que tiene un valor de sesenta y tantos mil pesos.
Vista al interior de la plaza de toros “Bucareli”. Ca. 1888. Col. del autor.
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POESÍA TAURINA MEXICANA La poesía no puede quedar fuera de su contenido, de ahí que en esta ocasión, me permita compartir con ustedes algunas muestras de ese quehacer, el que produjeron varios poetas de reconocida fama y de otros que estaban afirmando su presencia, sin que falten algunos otros ejemplos provenientes del anonimato, generalmente convertidos en corridos, expresión forjada desde el ámbito popular.45 Y eso, sin incluir por ahora los muchos ramilletes de versos que se le dedicaron a Ponciano Díaz, que ya me ocuparé de ellos más adelante. 1887 PRIMERA CORRIDA DE TOROS En la plaza de San Rafael, el domingo 20 de Febrero de 1887. Les juro a ustedes, lectores, que ni en la hecatombe habida en la famosa corrida de los toros del Fortín, Mostraron esos cornúpetos tan furioso desenfreno cual la gente en el estreno de antier. Fue aquello un motín. Para bosquejar siquiera en tauromáquica charla la fiesta, hay que compararla con una tromba, un ciclón, Con una riña de gatos, de suegras y matrimonios, con un festín de demonios, con volcánica erupción. Ni en los tiempos de Su Alteza Serenísima Santa-Anna se había visto tal jarana, tan horroroso belén. Todo el México taurófilo concurrió a la magna fiesta y ejecutó a toda orquesta el taurino somatén. Desde antes de medio día, y como en son de paseo, 45
José Francisco Coello Ugalde: Tratado de la poesía mexicana en los toros. Siglos XVI-XXI. (Inédito). México, 2° ed. 1485 p. Además, la presente selección se ve enriquecida por los Nuevos compendios para el (Tratado…), Vol. I-XII.
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se dio comienzo al jaleo de la plaza en derredor. La gente llegaba en grupos y después en pelotones y más tarde en batallones llenos de taurino ardor. Los simones y tranvías corrían henchidos de gente festejosa, sonriente, dispuesta a la diversión. Las tabernas y figones ambulantes se animaban, y aspecto a la fiesta daban de católica función. Se almorzaba al aire libre, ye gritaba en tonos varios y se hacían mil comentarios sobre la próxima lid. Se hablaba de Mazzantini, del héroe del día, Ponciano, y del toreo mexicano, de Cúchares, y aún del Cid; Parecía aquella la fiesta de un centenario taurino; y se hacía taurino el vino y se hacía taurino el sol. Y menudeaban los brindis ricos de taurófilo estro por un mexicano diestro y por un diestro español. En el centro del fandango, ya con anuncios de fiesta, veíase la plaza enhiesta, izado su pabellón; Y en las cajas del expendio se oía la música grata de los torrentes de plata caer sin intermisión. A la una era ya aquello un tumulto, una Babel, la gente acudía en tropel queriendo en tropel entrar. Comenzaron las carreras, los gritos y las disputas, y los bastones-batutas de gendarme a solfear. ¡Cómo ama esa gente el palo, la patada y el insulto! 252
¡cómo goza en el tumulto ¡cómo estropeada es feliz! ¡Qué ariete es el populacho! No era de nieve la bola: La taurina batahola tenía un infernal caríz. Lo más extraño y más chusco, es mirar en tales cuitas las chisteras y levitas mezcladas en el belén, Y como flores tronchadas y arrastradas por un río, algunas bellas ¡Dios mío! gritar y reír también. Muy pronto se armó la gorda; muy pronto prendió la mecha, y el pópulo abrió la brecha y las puertas asaltó. El grito, el sable, el garrote. fueron vanos, impotentes, y el populacho a torrentes y ¡toro! Gritando entró. Muy pronto llegó la guardia y con su fiera actitud rechazó a la multitud y se apaciguó el motín; Pero muy pronto también volvió el pueblo soberano gritando: ¡ahora, Ponciano!... y aquello no tenía fin. Mas entremos a la plaza por entre las bayonetas que inspiran todo el respeto de la cólera y la fuerza. Confieso que no sentí al entrar y verla plena, ni asombro por el gentío ni por verme allí, vergüenza; lo que sí sentí fue miedo de ver convertirse en fieras aquel pópulo taurófilo que rabiaba de impaciencia. Era una oleada de caras, agitada, gigantesca, todas con aspecto fiero, todas con la boca abierta. Era aquel inmenso circo henchido hasta la azotea 253
como el cráter de un volcán haciendo erupción de fieras. Dos músicas militares sin interrupción alternan y sus bélicas sonatas a las gentes ponen bélicas. No hay un claro, sólo el claro despejado de la arena que espera a los lidiadores y las taurinas tragedias. Y es tan grande el entusiasmo, y es tan grande la impaciencia, que todo el mundo está espiando las aún cerradas puertas del palco presidencial, y cuando se abren, y entra el regidor con su corte y dando órdenes se sienta, es la grita tan feroche, Y tan feroche la gresca, que los toros han de creer que a echarlos van a las fieras. Pero esto es nada: se da la señal con la trompeta, que parece la del Juicio según el efecto de ella, y sale al fin la cuadrilla con el rey a la cabeza, es decir, Ponciano Díaz, luciendo todos la seda, y el raso y el terciopelo en los que al sol centellean los bordados de oro y plata sobre las flamantes telas. Y saludan, y sonríen, y en el ruedo se dispersan y resuenan las charangas y cien mil gritos resuenan, y como si del infierno el mismo Judas saliera sale el toro y acomete, y corre, y salta, y babea, y los charritos de raso bordado con lentejuelas que lucen en el sombrero nacional escarapela, corren garrochas en alto al encuentro de la fiera, y al encuentro del caballo 254
salta el toro si lo encuentra, y todo se desbarata y se confunde y revuelca, caballo, jinete y pica, silla, cueros y correas, y el vientre de los Troya sus frutos al sol enseña, y se rasgan los capotes y la sangre al fin chorrea, y el pópulo grita como si quisiera ir a beberla. No se yo como se llaman ni los diestros ni las fieras, ni los lances ni las suertes; sólo sé que aquella guerra fue reñida, que a los toros se hizo fieros a la fuerza, y que Mota dio soberbios costalazos en la tierra, y que Carlos Sánchez puso sus tres pares de manera que se vino abajo el circo aplaudiendo su guapeza; y que cuando al fin Ponciano brindó la muerte primera, y se fue risueño al toro con la espada y la muleta, todo el mundo quedó mudo, todo el mundo fue de piedra, y cuando al segundo embroque rodó sin vida la fiera, todo el mundo quedó sordo y se estremeció la tierra. Y así fue el segundo toro y el tercero; en la faena de parear, los otros diestros no lucieron; mas las fieras a la segunda también recibieron muerte cierta de Ponciano. Al cuarto toro aplicóle la sentencia Carlos Sánchez, a la quinta, de rayo, en las agujetas. El quinto tuvo reemplazo por cobardón y maleta, y el reemplazo recibió muerte de mano maestra, y fue Guadalupe Sánchez quien lo mató, de una buena 255
en la cruz hasta la mano y un descabello; a la sexta víctima o toro, Ponciano lo banderilló en su yegua, con ese traje de charro que luce el rey de la arena, y quedando como nunca en esa suerte. Pie a tierra, tomó los trágicos trastos y de una estocada espléndida de las suyas, murió el toro sin puntilla en la cabeza, y el público hizo a Ponciano una ovación gigantesca. Con un furioso embolado dio fin la famosa fiesta, que sólo fue regular por no ser las reses buenas; la cuadrilla es de lo fino, y si hoy son mejor las fieras, se lucirá mucho más que en la corrida primera. Entrada no habrá mejor: ¡fue antier de veinte talegas! Pintamonas.46 1887 El día 16 de noviembre… El día 16 de noviembre llamó mucho la atención la cuadrilla y Mazzantini para Méjico embarcó. Dicen que va por tres meses, qué lástima y qué dolor; dentro del barquito llevan las alas de mi corazón...47 Precedido de una gran fama llega a México el torero güipuzcoano quien corre con la suerte al reestablecerse las corridas de toros en la capital y no limitarse, como sus compañeros a torear en algunas provincias. Por tanto, terminada la temporada en Puebla, que fue de tres corridas, salieron para la capital de la República, dispuestos a cumplir un contrato con un 46 47
El Diario del Hogar, D.F., del 22 de febrero de 1887, p. 2. Maria y Campos, Ponciano, el torero con..., op. Cit., p. 121.
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empresario que a la sazón regenteaba la plaza de San Rafael. El aparato informativo sobre su persona hizo verlo como a un ser especial, tras la notable actuación en Puebla. Pero la mala suerte quiso que el claro azul del horizonte se nublara de pronto, y lo que debió ser un gran triunfo, sólo resultó un fiasco, por culpa de los toros. 1887 Como consecuencia de la inauguración de la plaza de toros “San Rafael”, la prensa no descansó en dar detalle del gran acontecimiento. Por ello, los versos que vienen a continuación aparecieron en un alcance extraordinario de El Arte de la Lidia. Ayer palpó esta verdad… Ayer palpó esta verdad el público mexicano; ¡Qué espléndida novedad, el estreno en la ciudad de una plaza por Ponciano! Y a caballo, y en simón, cuánto catrín, cuánto charro! ¡Cómo el ansia sostenida con la plaza prometida desde que empezó el mes loco, fue creciendo poco, a poco hasta el día de la corrida! ¡Qué emoción y qué algaraza cuando la primera plaza de México se abrió al fin, y de Parangueo la raza saliá al toque del clarín! ¡Y qué estruendo, qué alharaca que hasta la música opaca cuando estoque y trapo en mano, se dispone al metisaca el arrojado Ponciano! Cielo azul, sol abrazante, regadas las anchas vías, mil simones, mil tranvías, llenos de gente anhelante; gendarmes de curvo sable, que como estatuas escuestre, de jinetes y pedestres ven el curso inagotable; soldados, charros, catrines, 257
hombres, niños y mujeres, proletarios, mercaderes, figurones, figurines; mucho jarano y rebozo, mucho tápalo y sombrilla, mucho abanico y mantilla, mucho fuego, mucho gozo. Mucho francés y español, mucha frugra por el suelo, mucha carita de cielo, muchos ojitos de sol. Gente en puertas y ventanas, y en balcones y azoteas, viendo amoríos y peleas, y empellones y jaranas. Mil carreras, mil rumores, del festejoso gentío, que semeja hirviente río entre márgenes de flores. Polvo, sudores, afanes dichos, hechos, apreturas, chillidos de las criaturas, diabluras de los galanes; y en el fondo, coronada de ondeantes banderolas, la plaza, en que se hace olas la gente frente a la entrada. Pero lo bueno, lector, está dentro de la plaza, do la vista se solaza con el taurófilo ardor. Mas cuida el orden ufana la guardia, con la guapeza de los tiempos de Su Alteza serenísima Santa-Anna. Llega el Juez, y al par resuena la charanga y el clarín, y en medio al clamor sin fin la cuadrilla entra en la arena. Marcha a la cabeza airoso el diestro Ponciano Díaz, que con vivas simpatías saluda el pueblo gozoso. El diestro saluda, escucha mil vivas, y la cuadrilla, peones y gente de silla corren listos a la lucha. 258
Suena al fin el cuervo ufano y dan comienzo al jaleo las fieras de Parangueo y el grito de ¡Ahora, Ponciano! Anónimo.48 1887 Un toro al chiquero entraba… Un toro al chiquero entraba, otro al redondel salía, y luego se le lazaba; la gente se amostazaba y la paciencia perdía. Y salió la concurrencia diciendo: ¿Suerte fatal!... ¿A qué fue la competencia, a torear bien o a torear mal?49 1887 Amor Taurómaco A una ella Te ví una vez ya no recuerdo donde, te confesé lo que por ti sentía, hiciste una verónica María... que tu fingido llanto me encantó. Te volví a ver, y sin llorar entonces hablaste del amor con tanto fuego que te puede creer, quedando ciego por la vara alta que tu amor me dio. Nos volvimos a ver y hablamos mucho, tú con palabras a mi ver sencillas con sesgo me pusiste banderillas que prudente el bolsillo resistió. Siguieron los floretes emanando de tu pequeña boca nacarada, 48
El Arte de la Lidia. Revista taurina y de espectáculos. Órgano del toreo en México. Año 3º. México, martes 22 de febrero de 1887, 3ª época. Estreno de la “Gran Plaza de Toros de México. Calzada de San Rafael, Colonia de los Arquitectos. Primera corrida de inauguración. Domingo 20 de febrero de 1887. 49 LECTURAS TAURINAS DEL SIGLO XIX..., op. cit., p. 147.
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mas no pudiste darme otra estocada pues con mis muchos pies, las evadí. Cierta vez que me hablaste de los lazos que pudieran unirnos dulcemente yo te dije que ese era francamente el mayor descabello que te ví. De pocas libras yo, bien receloso por golpes de fortuna huido acaso nunca he pensado en ese pase o paso que pensaste que diéramos los dos. Hoy que por tus desdenes he advertido la burla que sufrió mi amor sincero tengo que abandonar el burladero a aquel que de burletas vaya en pos. Dejo la plaza ya de tierno amante a quien quiera probar de tus desprecios, y lo hallarás, que hay Lagartijos necios que quizá poco diestros te creerán. Tendrás alternativas infinitas, partidos a cual más sobresalientes, unos fogosos y otros incipientes que mucho en que ocuparte te darán. Yo que en íntimas luchas he lidiado al concebir una ilusión mentida, no quiero en mi carrera o mi corrida encontrar de esas luchas ya, jamás. Ya ves; doy media vuelta y olvidando mi penar, tus amores y mi dola tomo por un axioma que el buey solo... y a tu criterio dejo lo demás.50 Manuel Pérez Aguado. 1887 MI MANOLA La niña de mi amor, mi prenda amada, nunca quiso asistir a una corrida; porque siendo de nervios delicada 50
La Banderilla. Semanario taurino ilustrado. Año I. México, 13 de noviembre de 1887. N° 1.
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evitaba una fuerte sacudida. La convencí por fin: haciendo alarde de valor y colmando mi deseo, se animó a acompañarme la otra tarde a la elegante Plaza del Paseo. ¡Cómo ví retratada la ventura de su semblante en la expresión sencilla, cuando llena de garbo y donosura, apareció en el ruedo la Cuadrilla! Al principio, por causas que me explico, pues trató de evitar duelos y enojos, oculto tras la red de su abanico la apacible mirada de sus ojos. Pero después huyó súbitamente de su semblante la expresión severa, admirando algún diestro, que valiente burlaba los amagos de la fiera. De su faz retiró la mano hermosa que a la más bella dama diera envidia, y siguió, conmovida y afanosa, las varias peripecias de la lidia. El rubor de un placer extraordinario coloreó levemente sus mejillas, ante el valor de un chico temerario que colocó un buen par de banderillas. Y ví el fulgor de su mirada inquieta llena de fuego y entusiasta anhelo, cuando, después de un pase de muleta cayó herido el cornúpeto en el suelo. Ya no pudo ocultar el alborozo ni la emoción que en su interior sentía y llegué a descubrir, lleno de gozo, que ella misma a los diestros aplaudía. La corrida acabó; tomé su brazo, que fuera, en lo torneado, maravilla, y la dije sin pena ni embarazo mientras ella arreglaba su mantilla. Yo quiero que me digas sin ambaje lo que en la tarde de hoy hayas sentido. 261
-seré-me contestó-cruel y salvaje, pero a decir verdad, me he divertido. ¡He pasado por tantas emociones! Tuve el alma de un hilo suspendida mas no llegué a sufrir, como supones; ¿me traerás a la próxima corrida?51 México, abril de 1887. Antonio Calvo. 1887 UN QUITE Hay un maestro afamado, aunque alguno no lo crea, que es, según me han enterado, sumamente aficionado a los gallos de pelea, y tiene un gran gallinero provisto de los mejores, y los cuida con esmero, pues le dan mucho dinero siendo siempre vencedores. Siga el cuento; pues señor, según también he sabido creo que hubo un picador que era dueño del mejor gallo que se ha conocido; y el espada que me callo le hizo en varias ocasiones muy buenas proposiciones para comprarle aquel gallo de tan raras condiciones. El picador despreciaba las ofertas que le hacía, y tan obstinado estaba, que cuanto más le ofrecía, el hombre más se negaba. Apurados los extremos, dijo aquel en desafío: -¡Ya que no nos entendemos el gallo al fin será mío! -¡Lo veremos! -¡Lo veremos! 51
La Banderilla. Semanario taurino ilustrado. Año I. México, 20 de noviembre de 1887. N° 2.
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Y el picador y el espada, haciendo en la cuestión punto, la dieron por terminada, sin hablar los dos ya nada, referente a tal asunto. Llegó un día de función en que estaban de faena los diestros de la cuestión, y pisó un toro la arena, gacho, negro y bravucón. El picador castigando quiso poner una puya, y al embestir recargando la fiera, fueron rodando el ginete y la aleluya. Situación tan apurada vio la gente horrorizada, creyendo al ginete muerto, cuando allí llegó el espada llevando el capote abierto. El de tanda respiró y se dijo: -¡de esta escapo! Pero el otro preguntó: -¿me das el gallo? -¡No! ¿No? Pues entonces, te destapo. -¡No, por Dios! -El gallo quiero. -No lo doy. -Te echo la res. -¡No! -¡Allá vá! -Bueno, tolero; saca el toro, y tuyo es el gallo y el gallinero. .......... Y apenas hubo escuchado esta promesa formal aquel maestro afamado, largó a la res el percal, y la llevó al otro lado.52 Fiacro Yráyzoz. 1887
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La Banderilla. Semanario taurino ilustrado. Año I. México, 27 de noviembre de 1887. N° 3.
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EL RESERVA Vicente Ruiz, el Gitano, es un pobre picador que nació para pastor en un pueblo sevillano, pero que el cruel destino de la suerte veleidosa, quiso hacer de él otra cosa, y le llevó a ese camino. Ni tiene al arte afición, ni por aprender se inquieta, y, en fin, que es hoy un maleta, mal ginete, y muy tumbón. A nadie le tiene envidia, y, por no tener, Vicente, ni ropa tiene decente con que salir a la lidia. Tuvo un día, por su mal, que salir al redondel, para hacer allí el papel de reserva, o entra y sal. Y cuando se fue a vestir, estallando de alegría, vio el hombre que no tenía chaquetilla que lucir. ¡La ocasión era apurada! ¿Qué hacer en tal situación? No había más solución que agenciársela prestada, y aquel infeliz piquero, como el caso era preciso, por salir del compromiso se la pidió a un compañero. Accediendo éste al instante a esa petición sencilla, le prestó una chaquetilla muy hermosa y muy brillante que estaba sin estrenar; pero con la condición de que, al primer revolcón, se la había de pagar. -¡Acepto! ¡Pues esa es buena! (dijo para sí Vicente). Yo sé positivamente que no he de tocar la arena. Y vistiéndose en seguida, que el tiempo apremiaba mucho, montó un caballo flacucho 264
y fue a escape a la corrida. ¡Ya está un berrendo valiente! Derriba a los picadores, y entre gritos y clamores sale a la Plaza Vicente. -¡Más corta esa vara, más! -¡Otro paso, otro, adelante! -¡Borracho!-¡Pillo!-¡Tunante! -¡Que no vuelva aquí jamás! -¡La culpa tiene el que manda! -¡Aún no ha picado el tumbón! (Y estando en esta cuestión, llegaron los dos de tanda). Será de más advertir que aquella escena soez, se repitió cada vez que el hombre volvió a salir; y aunque por todos los lados gritaba airada la gente, lo aguantó pacientemente por no estropear los bordados. -¡La cosa era bien sencilla! Como salió sin picar, no le tuvo que pagar al otro la chaquetilla. Lector; será una bobada, pero si algún día observas, pensarás que los reservas... ¡la tienen todos prestada!53 F.I. 1887 AL CÉLEBRE TORERO LUIS MAZZANTINI SONETO Brillante lidiador, hijo de España, nieto feliz de los heroicos moros que en la cerrada arena, con los toros ejecutas hazaña tras hazaña! Rústico bardo yo de la montaña, al mirarte en la lidia, con sonoros aplausos, me uno a los cien mil canoros 53
La Banderilla. Semanario taurino ilustrado. Año I. México, 4 de diciembre de 1887. N° 4.
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que celebran tu arribo a tierra extraña. Discípulo de Montes y Delgado, de Cúchares digno émulo y Frascuelo, das a tu arte inusitado brillo; Y al saludarte como hombre honrado, le pido a Dios, no tengas en mi suelo el trágico final de Pepe Hillo...54 México, Diciembre 1° de 1887. Miguel A.O´Gorman. 1887 INSTRUCCIÓN TAURINA Madre no me gusta el Circo porque me asustan los monos y me dan miedo sus gritos y me hacen cerrar los ojos. -Niña, si nada te gusta y piensas de varios modos, ¿Dónde quieres que te lleve? -Madre llévame a los toros. -Qué sabes tú de cuarteos, de pies, de varas y adornos, ni de pases de muleta ni de trajes crema y oro! Ni que sabes ¿de pinchazos, ni si son los bichos joscos? -Sí madre, sé los conceptos que se versan en los toros, Pues tengo “La Banderilla” y allí los aprendo todos; y en eso de mete y saca me enseña mi primo Adolfo. También, que le doy lecciones por las noches a mi novio, cuando viene de visita con su tío Don Homobono. -Pues hija, ya que lo sabes y le haz agarrado el modo, ponte el puf y la mantilla ponte los guantes y el gorro. Y al salir para la Plaza gritaban las dos en coro 54
La Banderilla. Semanario taurino ilustrado. Año I. México, 11 de diciembre de 1887. N° 5.
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¡Que viva Luis Mazzantini! viva el jerez y los toros!55 F.G.G. 1887 A LUIS MAZZANTINI. (Corrida de inauguración) SONETO Lleno el semblante de marcial decoro atraviesa la plaza majestuoso, y al hacer su saludo respetuoso la gente un ¡hurra! le prodiga en coro. Azul el traje, con bordados de oro; el cuerpo esbelto y el andar airoso, con el trapo en la mano, saleroso elegantes recortes dale al toro. Coje los trastos, párase delante, la diestra empuña reluciente espada, y risueño, valiente y arrogante Le dá a “Rondeño” clásica estocada, y el público entusiasta y delirante le saludó con general palmada56. México, Diciembre 15 de 1887. Francisco García González. 1887 Canta y canta El ranchero Sacramento doscientas óperas vio y en las doscientas halló parecido el argumento. Sin críticos ni rivales sin temer modos ni modas anoche me dijo “todas 55 56
La Banderilla. Semanario taurino ilustrado. Año I. México, 18 de diciembre de 1887. N° 6. La Banderilla. Semanario taurino ilustrado. Año I. México, 25 de diciembre de 1887. N° 7.
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las óperas son iguales”. El mismo asunto de amor y en todo caso enamora en público a la señora primera tiple el tenor. Salvo que por suerte ingrata acabe en cosa de duelo y pase como en Otelo que al fin y el cabo la mata. A su lado conmovida siempre otra dama veréis ¡La comprimaria! ¿entendéis? Es decir: la comprimida. Completando aquella trama el barítono al final resulta como rival queriendo birlar la dama. El bajo tiene el trabajo de hacerse el desentendido, oficio bien escogido en todo papel de bajo. ¿Qué papel hacen los toros? Gente que teme o se asombra representa en plena sombra al pleno sol de los toros. Y así, hasta en las más remotas regiones que el sol calienta... tan solo se tiene en cuenta en las óperas, las notas. Juro decir la verdad, un ejemplo: la Africana; la música soberana y el libro barbaridad. Y nadie tiene derecho a exigir soberbia trama pues lo más malo del drama se salva en un do de pecho. ¿Puede armarse algún belen, con un pésimo argumento? Jamás! Si el chiste del cuento está en que lo canten bien. 268
Dijo bien aquel patán cuya candidez fue tanta que concluyó Canta y Canta, y nada de ópera Juan.57 Juan de Dios Peza. 1887 Los primeros toros en la capital. ¡¡Saquen al tooro!! ¡¡Saquen al tooro!! (Una ilustración) En la primera corrida Se ha lucido Tuxtepec, Pues siendo treinta los bichos Los ha lidiado a la vez. La plaza mayor del mundo No pudo más grande ser Porque ha sido todo México La arena del redondel. Los bravos salieron todos, Bajaron juntos del tren Y por las calles y plazas Dieron a todo correr, Aquí embistiendo a una vieja, Allí cogiendo a otras tres Y en todas partes alzando El más terrible belén. El día de la gran corrida Fue el miércoles a las seis Y era de ver por la calle Un cuasi noventa y tres, Regado el suelo de heridos y… varios muertos también; corriendo allá los gendarmes, dando un hombre aquí un traspiés y más allá un lagartijo que va de tomar café buscando como una valla a una indefensa mujer. Aquello fue el día del juicio Y nadie lo ha de creer; 57
La Muleta. Revista de toros. Año I, México, Noviembre 27 de 1887. N° 13.
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Pero esta página de oro Se le debe a Tuxtepec; A Tuxtepec que ha querido Al pueblo valiente hacer, A Tuxtepec que confirma Lo que ha sido Tuxtepec. Aquella jornada alegre Tiene tristezas también Y en la calle del Reloj Donde apareció una res Tan negra y tan bien armada Como ligera de pies; Fue aquello una tremolina En un solo santiamén Que imposible es describirla Tan pronto como ella fue; Algunos pobres muchachos De esos mozos de cordel, Que se paran a la esquina De un alto poste a los pies, Acometidos de pronto No pudieron ya correr Y uno de ellos fue arrastrado Muriendo poco después. Una pobre viejecita Sentada sobre un dintel Donde siempre se sentaba Para pedir de comer, Fue suspendida en el aire Y la infeliz al caer Solo era una masa informe De la miseria que fue… En otras calles la escena Todavía más triste es, Pero aunque la relatara No hay medio de convencer A tantas ilustraciones Y a tanto hombre de saber Que aseguran que la ciencia, El valor y la altivez De un pueblo, consisten solo En enseñarlo a comer, En matar por las espaldas Y ver caída una res. Sin embargo es de opinarse Que sí, como en esta vez, Un toro se entra a Palacio 270
Y no tienen que temer Ni el Presidente ni aquellos Que lejos los toros ven; Se tenga en cuenta que el pueblo Si ha de entrar al redondel Y esa es la única manera De que valiente ha de ser, Se le de una leccioncita Del arte que ha de aprender Y que se pongan anuncios Para que pueda saber Cuándo ha de esperar al toro Desde que baje del tren. Anónimo.58 1887 La flor de la calabaza. Que salga, que salga el toro Dice la gente gritando, Adentro el machete pando Y fuera todo el decoro, Lo bueno es hacer mucho oro, Tener aguante y cachaza, Desbarrar como Barraza, O matar como Ponciano, Para coger con la mano La flor de la calabaza. ¿Quién se acuerda de las leyes, De la moral y todo eso? Ahora se tiene el progreso Jugando a sotas y a reyes, Matando pencos y bueyes En el circo de la plaza, Haciendo al pueblo trapaza Dándole gato por liebre Y pegándole su fiebre La flor de la calabaza. Cuentan que en una corrida El popular Tranca-Diaria Iba a echar la solitaria Que le enjendró la bebida; 58
El Hijo del Ahuizote (Segunda época). Tomo II, Ciudad de México, domingo 13 de febrero de 1887, Nº 24, p. 2 y 3.
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Jugó una mala partida Y el soberano por guasa Puso su cabeza a tasa, Escondiéndose de susto En la taberna con gusto, La flor de la calabaza. Hoy que la dicha consiste En soltar una mangana Y en untarla la pavana Al que de ajeno se viste. Tranca-Diaria está muy triste Y aunque la ebriedad le caza, Dice que suelta la hilaza, Y no aguanta el papelote Teniendo por Ahuizote La flor de la calabaza. En cambio si él desespera, Morfín Chavez está atento Y como pluma en el viento Vendrá luego a la carrera, Que çel no teme, porque es fiera, Y que si alguno lo atrasa Lo despachará… a su casa Don Atenógenes Llamas Que no se anda por las ramas De una flor de calabaza. Anónimo.59 1887 Un pollo en los toros. Rendido a Baco el matutino culto con seis cocteles60 métese a Iturbide; come, y bebiendo siempre, se decide a seguir de los Toros el tumulto. Llega a la plaza, y con semblante estulto el redondel con la mirada mide, ¡Toroo! con vos aguardentosa pide y a cada picador grita un insulto y ¡bruto! a aquel que se salvó de un salto. Y ronco de gritar como un carnero, ya de resuello y de vergüenza falto, 59 60
El Hijo del Ahuizote (2° época). Tomo II, Ciudad de México, domingo 27 de marzo de 1887, Nº 30, p. 2 y 3. Cok-Taill.-Mezcla de jarabe, amargos, cognac y hielo.
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al ver un volapié del Habanero, arroja al redondel su sombrero alto con una interjección de carretero.61 Guillermo Prieto (Facundo) 1887 ¡Cangrejos frescos! ¡Platillo nacional! Música de los primeros “Cangrejos”. Canción muy popular en la primera época de las reformas. CORO Cangrejos, ya no más progreso, ilustración, marchemos para atrás al circo de Colón. ¡Oh tiempo incomparable de la horca y Torquemada!... De gente esclavizada y de tonteras mil… Pues que ¡con longaniza se ataban a los perros!... ¡Son tantos nuestros yerros que volvemos a ti” Cangrejos, ya no más, etc. ¡Quien piensa en la que estudia y premia sus afanes, cuando hay toros, caxcanes, y albures y embriaguez!... ¡Cuando es nuestro delirio la sangre, la matanza… Cuando es nuestra esperanza de gloria… el redondel! Cangrejos, ya no más, etc. No a la mujer que estudia y vence ardua tarea, sino a la que torea debemos aplaudir. 61
Las hijas del Anáhuac. Ciudad de México, 4 de diciembre de 1887, p. 8.
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¡Porque esta da a la patria honor y buenos hijos… Frascuelo… Lagartijo… Taurófilos así. Cangrejos, ya no más, etc. ¡Ay de la que se ilustre y emanciparse quiera por medio a una carrera o noble profesión; pues nunca fue el talento del retroceso hermano… Por hoy… sólo Ponciano a México da honor! Cangrejos, ya no más, etc. Si fuimos adelante y buenas relaciones con todas las naciones llegamos a tener, ¡atrás… aunque se pierdan… Pues bien vale la pena la ensangrentada arena de un sicio redondel! Cangrejos, ya no más, etc. ¡Doquier con palizada tropiece el extranjero, en un grande chiquero conviértase el país!... A miles las tendremos; en ellas viviremos… Y… no hay más qué pedir! Cangrejos, ya no más, etc. ¡Con sangre, con martirios, y el gesto de la muerte, el pueblo se divierte, se embriaga de placer!... ¡Y tanto censuramos al indio Apache horrible, y al tribunal terrible de Inquisición cruel”… Cangrejos, ya no más, etc. 274
De tigres y panteras será la nueva raza, pues hoy llenan la plaza los niños, las mamás!... ¡Son útiles a entrambos aquesas impresiones, porque sus corazones en mármol trocarán! Cangrejos, ya no más, etc. Id, padres de familia, siguiendo la corriente… con vuestro contingente la lidia protejed; ¡Y cuando por aquellos que allí han sido educados estéis descuartizados… no preguntéis por qué! Cangrejos, ya no más, etc. Prosigan las corridas y corra allí a torrentes, la sangre de las gentes y del torero feroz… prosigan los cornúpedos quitándonos el juicio… Y luego… el Santo Oficio y el rey nuestro señor!!! Cangrejos, ya no más, etc.62 Anémona. 1887 LOS PRIMEROS TOROS EN LA CAPITAL. ¡¡Saquen al toro!! ¡¡Saquen al toro!! (Con ilustración). En la primera corrida Se ha lucido Tuxtepec, Pues siendo treinta los bichos Los ha lidiado a la vez. 62
Las hijas del Anáhuac. Ciudad de México, 4 de diciembre de 1887, p. 11-12.
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La plaza mayor del mundo No pudo más grande ser Porque ha sido todo México La arena del redondel. Los bravos salieron todos, Bajaron juntos del tren Y por las calles y plazas Dieron a todo correr, Aquí embistiendo a una vieja, Allí cogiendo a otras tres Y en todas partes alzando El más terrible belén. El día de la gran corrida Fue el miércoles a las seis Y era de ver por la calle Un cuasi noventa y tres, Regado el suelo de heridos Y… varios muertos también; Corriendo allí los gendarmes, Dando un hombre aquí un traspiés Y más allá un lagartijo Que va de tomar café Buscando como una valla A una indefensa mujer. Aquello fue el día del juicio Y nadie lo ha de creer; Pero esta página de oro Se le debe a Tuxtepec; A Tuxtepec que ha querido Al pueblo valiente hacer, A Tuxtepec que confirma Lo que ha sido Tuxtepec. Aquella jornada alegre Tiene tristezas también Y en la calle del Reloj Donde apareció una res Tan negra y tan bien armada Como ligera de piés; Fue aquello una tremolina En un solo santiamén Que imposible es describirla Tan pronto como ella fue: Algunos pobres muchachos De esos mozos de cordel, Que se paran a la esquina 276
De un alto poste a los piés, Acometidos de pronto No pudieron ya correr Y uno de ellos fue arrastrado Muriendo poco después. Una pobre viejecita Sentada sobre un dintel Donde siempre se sentaba Para pedir de comer, Fue suspendida en el aire Y la infeliz al caer Solo era una masa informe De la miseria que fue… En otras calles la escena Todavía más triste es, Pero aunque la relatara No hay medio de convencer A tantas ilustraciones Y a tanto hombre de saber Que aseguran que la ciencia, El valor y la altivez De un pueblo, consisten solo En enseñarlo a comer, En matar por las espaldas Y ver caída una res. Sin embargo es de opinarse Que sí, como en esta vez, Un toro se entra a Palacio Y no tienen que temer Ni el Presidente ni aquellos Que lejos los toros ven; Se tenga en cuenta que el pueblo Sí ha de entrar al redondel Y esa es la única manera De que valiente ha de ser, Se le dé una leccioncita Del arte que ha de aprender Y que se pongan anuncios Para que pueda saber Cuándo ha de esperar al toro Desde que baje del tren.63 1887
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En EL HIJO DEL AHUIZOTE. SEMANARIO FEROZ, AUNQUE DE NOBLES INSTINTOS, POLÍTICO Y SIN SUBVENCIÓN COMO SU PADRE, Y COMO SU PADRE, MATERO Y CALAVERÓN (NO TIENE MADRE). T. II., Ciudad de México, Domingo 13 de febrero de 1887, Nº 24, p. 2 y 3.
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Rendido a Baco el matutino culto… Rendido a Baco el matutino culto con seis cocteles, métese a Iturbide; come, y bebiendo siempre, se decide a seguir de los toros el tumulto. Llega a la plaza, y con semblante estulto El redondel con la mirada mide. ¡Toroo! con voz aguardentosa pide y a cada picador grita un insulto. Si ¡bruto! a aquel que se salvó de un salto Y ronco de gritar como un carnero, ya de resuello y de vergüenza falto, al ver un volapié del Habanero, arroja al redondel su sombrero alto ¡con una interjección de carretero! Juan A. Mateos. 1887 Los Toros. Allá cuando el grosero gentilismo Adoraba a los dioses terrenales, Al hundirse entre inmundas bacanales El Imperio Romano en el abismo, De insensato deleite el paroxismo, Del Circo en las matanzas infernales, Arrancábale al cielo las señales De la aurora de paz del cristianismo. ¡Ya pesar de Jesús, con amargura Vemos que damas de hoy, por negra suerte, Olvidan la piedad y la cultura Por el brutal placer y les divierte, Como en Roma a la impúdica hermosura La estocada y las ansias de la muerte. José T. de Cuellar.64 1887 A LA LIDIA DE LOS TOROS. Espectáculo soez y repugnante, 64
El Monitor Republicano, D.F., del 10 de abril de 1887, p. 1.
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De sangre y de blasfemias amalgama, Donde el vulgo frenético proclama Por arte la matanza horripilante. El torpe retroceso ya triunfante Con ignorancia estúpida te aclama Y en mengua del progreso que hoy infama Se jacta en tu barbarie espeluznante. La cultura y las ciencias se han proscrito, Yacen las artes en desdén profundo, Impera el salvajismo a lo infinito. Ser más feroz que fieras e iracundo, Gozarse en ser verdugo forma un mito: “Que haya un cadáver más halaga al mundo!” Manuel Estrada y Cordero. México, agosto 25 de 1887.65 1887 DESPEDIDA DEL FAMOSO DIESTRO MAZZANTINI y su CUADRILLA. Mazzantini, el gran torero, De San Rafael en la plaza Hizo el fiasco más entero Por toros de mala raza. “Más valientes son los perros De la casa de Escandon,66 Que aquellos pobres becerros Más cobardes que un capón”. "Mazzantini ya se fue Lamentando amargamente, El no haber hallado aquí Siquiera un toro valiente. La corrida concluyó A gritos y silletazos Y a poco más, también hay Una frasca de balazos. “Es muy bueno Mazzantini, Pero el pueblo mexicano A nadie le pide nada 65 66
El Monitor Republicano, D.F., del 4 de septiembre de 1887, p. 1. Son de bronce puestos en la barandilla alta de la casa que adorna la fachada.
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Mientras tenga á su Ponciano". “Que donde Ponciano pinta, Por su valor y su maña No deja que pinte nadie Ni los toreros de España. “Donde hubo un Lino Zamora Y un Felicitas Mejía Solo puede poner raya El actual Ponciano Diaz". “Mazzantini conoció El valor de un mexicano, Y por eso llamó amigo Al valiente de Ponciano”. “A México ha de volver Ese famoso español, y entonces podrá juzgarse De su destreza y valor.67 1887 Recuerdos a Lino Zamora, por sus compañeros de arte (también llamados Últimos recuerdos que dan sus compañeros de arte, los toreros). Pobre de Lino Zamora ¡Ah qué suerte le ha tocado!, que en el Real de Zacatecas un torero lo ha matado. Es muy triste recordar dice Ponciano Díaz, que Lino Zamora ya acabó sus tristes días. Juan León (a) “El Mestizo” le da su postrer adiós y recuerda que hartas veces juntos torearon los dos. Lo mismo que “El Chiclanero”, aunque no le conoció, pero sí su grande fama hasta sus oídos llegó. 67
IBARRA, Domingo: Historia del toreo en México que contiene: El primitivo origen de las lides de toros, reminiscencias desde que en México se levantó el primer redondel, fiasco que hizo el torero español Luis Mazzantini, recuerdos de Bernardo Gaviño y reseña de las corridas habidas en las nuevas plazas de San Rafael, del Paseo y de Colón, en el mes de abril de 1887. México, 1888. Imprenta de J. Reyes Velasco. 128 p. Retrs., p. 20-21.
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En el mentado “Frasquito” es tan grande su sentir que con el alma y la vida le quisieran revivir. Gómez (a) “Rebujina” su triste suerte deplora y con pesar y dolor luctuosa lágrima llora. “Coquito” el banderillero que a quererle nadie gana, siente que haya sido muerto por causa de Prisciliana.68 1887 DIALOGO ENTRE EL Valedor y su compadre Ahuizote sobre quien lo hace mejor' CON LA ESPADA Y EL CAPOTE. Valedor.-Óyeme, Ahuizote hermano, Desde que al mundo he venido No he jayado un atrevido Tan güeno como Ponciano, Si de que él le mete mano Al torito más valiente, Me lo pone derrepente Mansito como un cordero; y de puro gusto quiero Ser torero aunque reviente. Ahuizote.-Pos yo, mani, la verda, Aunque vi al fiero Gaviño, Al Chiclanero y al Niño, Y a otros güenos, claro está, Ninguno de esos será Comparable con Ponciano, Porque francamente, hermano, Cuando él se pone a torear, Ganas me dan de abrasar Al valiente mexicano. Valedor.-¡Caracho! si de que yeo 68
Op. Cit., p. 26-7. Además: Eduardo E. Heftye Etienne: Corridos taurinos mexicanos. Recopilación y textos de (…). México (…): El citado documento lo encontré reproducido en las siguientes obras, de la primera de las cuales tomé su texto: Historia del toreo en México, Domingo Ibarra, Imprenta de J. Reyes Velasco, México, 1887, páginas 26 a 27. “Ponciano, el torero con bigotes”, Armando De Maria y Campos, Vidas Mexicanas, volumen 7, Ediciones Xóchitl, México, D.F., 1943, páginas 79 a 80.
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Como le corta la vuelta, y que lo agarra y lo suelta A su antojo y su deseo, Hay momentos en que creo Que es de 1os toros compadre; Eso el no tener ni madre En el arte de torear, y nunca aquí ha de lIegar Quien de Ponciano sea padre. Ahuizote.-El Mazzantini mentado Aquí siempre la pit6, Pues dicen que no sirvió De 1os toros el ganado; Pero aunque sea muy planchado, Yo a Ponciano creo mejor, Pues no le pide favor A nadie como torero, y menos a un extranjero Aunque sea un Emperador.69 1887 Tres son de apellido López… Tres son de apellido López, Dos Ramones y un Gerardo, Y tan buenos lidiadores Como Genovevo Pardo. Cada uno pone su dardo Al toro de más fiereza, Por lo que con entereza El público los aplaude, Aunque a otros no les cuadre Esa lujosa destreza. El picador José Mesa Como Olmo y el Tapatío, Se burlan con gran valor Del toro de más bravío. Reyes, Frasquito y Darío, El Cholula y Mochilón, Gozan también ese don, De tener tanta destreza, Para burlar la fiereza Del que es émulo de León. Manuel Diaz el Habanero 69
Op. Cit., p. 44-5.
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Y el americano Juan, Disputan quien de los dos Mejor estocada dan. Los taurófilos dirán, Que ambos lo hacen con salero, Con limpieza y todo esmero, Pues con exquisita treta Dan los pases de muleta Y meten bien el acero. En la plaza del Paseo: Toda la tropa torera, Además de ser muy buena En sus trabajos se esmera; La muchedumbre parlera Aplaude con gran contento, Cada vez que ve un intento Para burlar a la fiera, Que embestir ella quisiera Con mayor conocimiento.70 1887 Recuerdos del buen lidiador Felícitos Mejía. Si Felícitos Mejía Se presentara a torear, Muchos habían de admirar Su destreza y bizarría; Pero ha de llegar el día Que en la plaza de Colón; Sin hacer ostentación Mostrará su habilidad, Que es toda una realidad Que es toda una realidad Su perfecta ejecución. Por lo que todos han visto En Felícitos Mejía, Es sin duda su maestría Pues en todo se halla listo; El anda siempre previsto De la espada y la muleta, Para si el toro le asesta Una furiosa cornada, Le de certera estocada Con la más ligera treta. 70
Op. Cit., p. 52-54.
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Cuando la fiera provoca Distante de las orillas, Le prende dos banderillas Felícitos con la boca; El dice esa suerte es poca Aun cuando a mí me repese, Porque el público merece Suertes de grande valía Que admite con alegría Si se hace lo que se ofrece. Es diestro mexicano Gozando de su arrebol, Recibió de un español Leccioncitas de su mano; Igualmente Díaz Ponciano Las obtuvo con cariño, Del renombrado Gaviño, Que en el oficio murió, Y que tantas muestras dio De su valor con aliño.71 1887 Se mandó con la corneta… Se mandó con la corneta Se abriera, pues, el toril, Y salió un toro tan bravo Que lo picó el Albañil Recorre todoel redil Y con Cantares se encuentra, A quien furioso le entra, Pero le dio un garrochazo, En cambio de un batacazo Que por poco lo revienta. Es muy hábil Bienvenida Y no menos Rebujina, Que para burlar al bicho No necesitan madrina. Son en la lidia taurina Unos grandes gladiadores, Pues hacen tantos primores Con sus capotes de brega, Que por eso nadie niega 71
Ibid., p. 56-57.
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Son sus suertes las mejores. El Tobalo con Boccaccio Y también el Artillero, Le preguntan al Mestizo Quien es buen banderillero: El dice con todo esmero Que entre los tres no hay rival, Pues ponen al animal Sus palitos frente a frente, Por lo que toda la gente Los aplaude por igual; Si Machío con la muleta Le para al toro de frente, Dando pases naturales Lo admira toda la gente. Y si pues, incontinente Lo estoca por todo lo alto, Placenteros dan un salto Los afectos a la lidia, Causándoles gran envidia Como se ejecuta ese acto.72 1887 El que ha visto a Diego Prieto… El que ha visto a Diego Prieto, Ya no tiene mas que ver, Pues el juega con los toros Mas de lo que debe ser; Casi no se puede creer, Que haya un diestro tan valiente, Que desafíe frente a frente A la mas terrible fiera, Como si tan solo fuera Un borreguito inocente. Más de una vez se le ha visto Arrojarse con valor, Casi a una muerte segura Por salvar a un toreador; Siempre en la ocasión mejor y donde el peligro es cierto, Luego está allí Diego Prieto Para salvar a cualquiera, 72
Ibid., p. 65-7.
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Arrojándose a la fiera: y exponiéndose a ser muerto. Entre los diestros de España Se dice que es el primero, y por lo visto, hasta aquí No hay duda que es buen torero; Es audaz y tan ligero Que ningún toro le atrapa, y da los quiebres sin capa Con tal destreza y maestría Que nadie al verlo creerla Cómo del toro se escapa. Hoy el pueblo mexicano Que apreciar sabe el valor. Lo mira con todo gusto y lo aplaude con furor; Cuatro-dedos es honor Del punto en que tuvo el ser. Pues ha sabido hacer ver Que el valiente pueblo hispano, Es del México hermano Por su hidalguía y su valer.73 1887 Al intrépido y valiente ex – picador JUAN CORONA ¿No habeis visto peñascos levantados, En medio de los mares turbulentos, A quienes ni las olas ni los vientos Movieron en sus choques encontrados! Así siempre Juan dejó burlados Del toro los golpes rudos y violentos Por lo que le deben palmas y contentos Los que le venían picar, entusiasmados. Ya Corona no quiere ser torero, Sino que al trabajo y la labranza Se dedica hoy con todo esmero Mereciendo de todos la alabanza; Y porque no siendo nada altivo, Socorre al pobre con amor activo.74
73 74
Ibid., p. 76-8. Ibid., p. 78.
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1887 Al inteligente diestro primer espada Fernando Hernández. Caminabas tranquilo y muy gozoso Acompañado de Bernardo y buena gente, Cuando fuiste acometido de repente Por el indio feroz y tenebroso; Pero tú, Fernando, firme y valeroso Aunque a tus compañeros muertos visteis, Al Comanche rapaz lo combatisteis Con afán profundo y asombroso. Honor y gloria, gladiador amable Se ve en tu frente como blanco armiño Porque con amor puro y admirable Velaste por la vida de Gaviño; Eterna sea para siempre tu memoria, Consignando tu nombre nuestra historia.75 1887 Se mandó con la corneta… Se mandó con la corneta Se abriera, pues, el toril, Y salió un toro tan bravo Que lo picó el Albañil Recorre todo el redil Y con Cantares se encuentra, A quien furioso le entra, Pero le dio un garrochazo, En cambio de un batacazo Que por poco lo revienta. Es muy hábil Bienvenida Y no menos Rebujina, Que para burlar al bicho No necesitan madrina. Son en la lidia taurina Unos grandes gladiadores, Pues hacen tantos primores Con sus capotes de brega, Que por eso nadie niega Son sus suertes las mejores. El Tobalo con Boccaccio 75
Ib., p. 87-88.
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Y también el Artillero, Le preguntan al Mestizo Quien es buen banderillero: Él dice con todo esmero Que entre los tres no hay rival, Pues ponen al animal Sus palitos frente a frente, Por lo que toda la gente Los aplaude por igual; Si Machío con la muleta Le para al toro de frente, Dando pases naturales Lo admira toda la gente. Y si pues, incontinente Lo estoca por todo lo alto, Placenteros dan un salto Los afectos a la lidia, Causándoles gran envidia Como se ejecuta ese acto.76 Por su hidalguía y su valer.77 1887
¡Quién se había de imaginar... ¡Quién se había de imaginar que en México había de haber tanto furor por los toros que no era posible creer! No hace más que embrutecer al que la lidia presencia, pues ve con indiferencia de su prójimo la pena, y al olvido la condena con la mayor indolencia. Los cornúpetos taurinos son los señores del día. Y por eso un gran artista no tiene mejor valía, si tan crasa anomalía debiera permanecer, ya se debe comprender que adelante la barbarie, 76 77
Ib., p. 65-67. Domingo Ibarra: Historia del…, Op. Cit., p. 76-78.
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no pudiendo verla nadie sin dejarse de ofender. Hoy el pueblo soberano disfruta, del gran contento, pues con su pulque y sus toros se le tiene en su elemento. Y para mayor aumento de tan perniciosos males a las lides infernales se le cita muy de prisa y aunque se halle sin camisa por verlas deja dos reales. Por ver torear a Ponciano también las viejas se alientan, y cual si fueran muchachas, hasta el corpiño se aprietan, a toda la casa inquietan a que asista a la función y aunque tengan aflicción por carecer de dinero, por ir a ver al torero empeñan hasta el colchón.78 1887 “Los toreadores Juan León (a) “El Mestizo” y Francisco Jiménez (a) “Rebujina” hicieron la apuesta de $2000 sobre quién es mejor lidiador” (1887) Dos toreros afamados se retan con una apuesta de quién practica mejor sus suertes en una fiesta. Igualmente quién asesta, a la fiera la estocada, sin dejádsele la espada ni que se le dé degüello, porque esa suerte, y todo ello, para mucho vale nada. “El Mestizo” y “Rebujina” con entendido valor, ante el público se retan quién es torero mejor, 78
Ibidem., p. 96-8.
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y tan belicoso ardor con las miras de lucrar, no se le debe admirar porque es acto de barbarie que jamás podrá haber nadie que lo pretenda negar. Imposible ha sido ver el reto de los toreros, por lo mucho que ha llovido con continuos aguaceros, los taurófilos parleros que sus boletos compraron, con la mitad se quedaron para asistir a otro día pero la lluvia á porfía les dio el chasco que llevaron. Ya veremos si por fin se verifica el torneo, que será una gran simpleza según lo que yo preveo, nada más habrá paseo para una buena mojada, porque lo que es la toreada por los diestros contendientes, ya estos tienen con sus dientes la paga bien agarrada. Por último no hubo nada del desafío tan mentado ni a muchos les devolvieron lo que antes habían pagado; quedó el público chasqueado aunque sin mala intención, pues la presente estación la lidia no permitió, sino solo concedió lloviera sin dilación.79
A continuación, podremos ver cuál fue el desenlace de aquel suceso, que puso en ebullición a los aficionados capitalinos que gozaron de las corridas de toros, en ese año de la reanudación. 1887 79
Ibid., p. 126-8.
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SE VA A VER QUE NO ES GALLINA, JIMÉNEZ (a) REBUJINA Los amantes al toreo Prevengan ya su tostón, que un desafío va a ver en la plaza de Colón. El diestro Pancho Jiménez en un cartel muy curioso, retó a que ante bravos toros compareciera el Mestizo. Este del rogar no se hizo y el desafío admitió, pero si aseguro yo que dejan Julia y Romeo por ver destripar caballos, los amantes del toreo. Por ser el día de San Juan a las guerras dedicado, a guerrear con buenos bichos a dos diestros les ha dado. Uno al otro ha desafiado con dos mil pesos de apuesta, y ahora sólo resta ver quien lleva un coscorrón. Los amigos de uno y otro prevengan ya su tostón. Y los sujetos también que forman ambas cuadrillas, harán por ver quien mejor pega un par de banderillas. No picar panza o costilla si no en el mejor morrillo, porque hasta los locos pillos gracejadas han de hacer; conque ya les avisé que un gran desafío va a ver. Decidirán el que gana cinco jurados bien diestros, que en el arte tauromáquico sean hábiles maestros. Los capitanes bien puestos el premio disputarán, y al que gane nombrarán rey de toros con razón, por haberse distinguido en la plaza de Colón. El viernes día de San Juan 291
nadie se haga remolón. Que gran novedad se espera en la plaza de Colón. Con su pesito o tostón entrarán a sombra o sol, que divierten más los toros que el oír un sí bemol. La plaza se llenará sin quedar rincón ni esquina, por ver quién queda mejor, si el Mestizo o Rebujina. Ya el pueblo se despepita por ir en gran pelotón a ver el gran desafío en la plaza de Colón.80 Por principio de cuentas, la “mentada” fecha del día de San Juan, o sea 24 de junio, no fue posible llevarla a cabo sino que el festejo se pospuso hasta el 4 de septiembre y en la plaza “El Paseo”. Fue un día lluvioso pero a pesar de ello los tendidos registraron un lleno. Los toros fueron de origen desconocido y protestados. Se abrió la puerta de toriles la friolera de once veces, para permitir el desfile de toros (¿?) apáticos y de contraestilo, a decir de la crónica del momento. Sobre Juan de Dios Peza. De este autor memorable (1852-1910), sólo se sabe en forma general de su gran producción poética, típicamente romántica y nacionalista. Esta se divide en cuatro grandes grupos, a saber: Hogar y patria: Cantos del hogar; Romances; Leyendas, tradiciones y Monólogos. El arpa del amor: Horas de pasión; El arpa del amor; Musa de viaje. Recuerdos y esperanzas: Poesías; Romances nacionales y Monólogos. Flores del alma y versos festivos.
A su vez, una buena parte de la obra de Peza está en prosa. De ella son de particular interés los Panoramas literarios, sus Memorias, reliquias y retratos (1900), y los Recuerdos de mi vida (1907) que conservan datos muy importantes para la historia literaria de México. Pues bien, este gran autor mexicano, gloria de las letras nacionales, también tuvo algún tiempo para dedicarlo a unos versos taurinos, muy arraigados a la expresión popular, pero con las normas vigentes dentro de lo establecido por la academia. Y en cuanto al sólo personaje Ponciano Díaz, los ejemplos abundan. Para eso, me remitiré a un trabajo de mi autoría, actualmente inédito y que lleva el título: “Ponciano Díaz íntimo”. 81 1887
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María y Campos, Imagen del mexicano..., op. Cit., p. 144-147. José Francisco Coello Ugalde: Aportaciones Histórico Taurinas Mexicanas N°31: “Tratado de la poesía mexicana en los toros. Siglos XVI-XXI. Ponciano Díaz íntimo”. (73 poemas y corridos dedicados a Ponciano Díaz). 144 p. Ils., fots., grabs., caricaturas. (Nuevos compendios, XII). 81
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El 20 de febrero de 1887 se inaugura la plaza "San Rafael", siendo Ponciano Díaz EL único espada con 6 PARANGUEO 6. Un periodista con el remoquete de "Pintamonas" da testimonio de los sucesos en el Diario del Hogar, N° 135, año VI, del 22 de febrero de 1887: PRIMERA CORRIDA DE TOROS En la plaza de San Rafael, el domingo 20 de Febrero de 1887. Les juro a ustedes, lectores, que ni en la hecatombe habida en la famosa corrida de los toros del Fortín, Mostraron esos cornúpetos tan furioso desenfreno cual la gente en el estreno de antier. Fue aquello un motín. Para bosquejar siquiera en tauromáquica charla la fiesta, hay que compararla con una tromba, un ciclón, Con una riña de gatos, de suegras y matrimonios, con un festín de demonios, con volcánica erupción. Ni en los tiempos de Su Alteza Serenísima Santa-Anna se había visto tal jarana, tan horroroso belén. Todo el México taurófilo concurrió a la magna fiesta y ejecutó a toda orquesta el taurino somatén. Desde antes de medio día, y como en son de paseo, se dio comienzo al jaleo de la plaza en derredor. La gente llegaba en grupos y después en pelotones y más tarde en batallones llenos de taurino ardor. Los simones y tranvías corrían henchidos de gente festejosa, sonriente, dispuesta a la diversión. Las tabernas y figones ambulantes se animaban, y aspecto a la fiesta daban de católica función. Se almorzaba al aire libre, ye gritaba en tonos varios 293
y se hacían mil comentarios sobre la próxima lid. Se hablaba de Mazzantini, del héroe del día, Ponciano, y del toreo mexicano, de Cúchares, y aún del Cid; Parecía aquella la fiesta de un centenario taurino; y se hacía taurino el vino y se hacía taurino el sol. Y menudeaban los brindis ricos de taurófilo estro por un mexicano diestro y por un diestro español. En el centro del fandango, ya con anuncios de fiesta, veíase la plaza enhiesta, izado su pabellón; Y en las cajas del expendio ae oía la música grata se los torrentes de plata caer sin intermisión. A la una era ya aquello un tumulto, una Babel, la gente acudía en tropel queriendo en tropel entrar. Comenzaron las carreras, los gritos y las disputas, y los bastones-batutas de gendarme a solfear. ¡Cómo ama esa gente el palo, la patada y el insulto! ¡cómo goza en el tumulto ¡cómo estropeada es feliz! ¡Qué ariete es el populacho! No era de nieve la bola: La taurina batahola tenía un infernal caríz. Lo más extraño y más chusco, es mirar en tales cuitas las chisteras y levitas mezcladas en el belén, Y como flores tronchadas y arrastradas por un río, algunas bellas ¡Dios mío! gritar y reír también. Muy pronto se armó la gorda; muy pronto prendió la mecha, 294
y el pópulo abrió la brecha y las puertas asaltó. El grito, el sable, el garrote. fueron vanos, impotentes, y el populacho a torrentes y ¡toro! Gritando entró. Muy pronto llegó la guardia y con su fiera actitud rechazó a la multitud y se apaciguó el motín; Pero muy pronto también volvió el pueblo soberano gritando: ¡ahora, Ponciano!... y aquello no tenía fin. Mas entremos a la plaza por entre las bayonetas que inspiran todo el respeto de la cólera y la fuerza. Confieso que no sentí al entrar y verla plena, ni asombro por el gentío ni por verme allí, vergüenza; lo que sí sentí fue miedo de ver convertirse en fieras aquel pópulo taurófilo que rabiaba de impaciencia. Era una oleada de caras, agitada, gigantesca, todas con aspecto fiero, todas con la boca abierta. Era aquel inmenso circo henchido hasta la azotea como el cráter de un volcán haciendo erupción de fieras. Dos músicas militares sin interrupción alternan y sus bélicas sonatas a las gentes ponen bélicas. No hay un claro, sólo el claro despejado de la arena que espera a los lidiadores y las taurinas tragedias. Y es tan grande el entusiasmo, y es tan grande la impaciencia, que todo el mundo está espiando las aún cerradas puertas del palco presidencial, y cuando se abren, y entra 295
el regidor con su corte y dando órdenes se sienta, es la grita tan feroche, Y tan feroche la gresca, yue los toros han de creer que a echarlos van a las fieras. Pero esto es nada: se da la señal con la trompeta, que parece la del Juicio según el efecto de ella, y sale al fin la cuadrilla con el rey a la cabeza, es decir, Ponciano Díaz, luciendo todos la seda, y el raso y el terciopelo en los que al sol centellean los bordados de oro y plata sobre las flamantes telas. Y saludan, y sonríen, y en el ruedo se dispersan y resuenan las charangas y cien mil gritos resuenan, y como si del infierno el mismo Judas saliera sale el toro y acomete, y corre, y salta, y babea, y los charritos de raso bordado con lentejuelas que lucen en el sombrero nacional escarapela, corren garrochas en alto al encuentro de la fiera, y al encuentro del caballo salta el toro si lo encuentra, y todo se desbarata y se confunde y revuelca, caballo, jinete y pica, silla, cueros y correas, y el vientre de los Troya sus frutos al sol enseña, y se rasgan los capotes y la sangre al fin chorrea, y el pópulo grita como si quisiera ir a beberla. No se yo como se llaman ni los diestros ni las fieras, ni los lances ni las suertes; sólo sé que aquella guerra fue reñida, que a los toros 296
se hizo fieros a la fuerza, y que Mota dio soberbios costalazos en la tierra, y que Carlos Sánchez puso sus tres pares de manera que se vino abajo el circo aplaudiendo su guapeza; y que cuando al fin Ponciano brindó la muerte primera, y se fue risueño al toro con la espada y la muleta, todo el mundo quedó mudo, todo el mundo fue de piedra, y cuando al segundo embroque rodó sin vida la fiera, todo el mundo quedó sordo y se estremeció la tierra. Y así fue el segundo toro y el tercero; en la faena de parear, los otros diestros no lucieron; mas las fieras a la segunda también recibieron muerte cierta de Ponciano. Al cuarto toro aplicóle la sentencia Carlos Sánchez, a la quinta, de rayo, en las agujetas. El quinto tuvo reemplazo por cobardón y maleta, y el reemplazo recibió muerte de mano maestra, y fue Guadalupe Sánchez quien lo mató, de una buena en la cruz hasta la mano y un descabello; a la sexta víctima o toro, Ponciano lo banderilló en su yegua, con ese traje de charro que luce el rey de la arena, y quedando como nunca en esa suerte. Pie a tierra, tomó los trágicos trastos y de una estocada espléndida de las suyas, murió el toro sin puntilla en la cabeza, y el público hizo a Ponciano una ovación gigantesca. Con un furioso embolado 297
dio fin la famosa fiesta, que sólo fue regular por no ser las reses buenas; la cuadrilla es de lo fino, y si hoy son mejor las fieras, se lucirá mucho más que en la corrida primera. Entrada no habrá mejor: ¡fue antier de veinte talegas! Pintamonas.82
1887 EL TORERO (A PONCIANO DÍAZ) Qué torero tan valiente tenemos hoy en el día, 82
El Diario del Hogar, D.F., del 22 de febrero de 1887, p. 2.
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este torero mentado se llama Ponciano Díaz. Ay! torito de mi vida Ay! torerito rechulón, Ay! este Ponciano Díaz ya vino del interior.
Qué bonito capotea y pone las banderillas, le hace la memela al toro, y lo mata de rodillas. Ay! torito de mi vida, Ay! torito de mi amor, ya llegó Ponciano Díaz, ya vino del interior. La plaza del Huisachal siempre será fiel testigo, de que Ponciano torea 299
al estilo de Gaviño. Ay! torito de mi vida, Ay! torito rechulón, dicen que viva Ponciano que es el torero mejor. También la de Cuautitlán el público lo ha aplaudido, porque no le tiene miedo al toro más atrevido. Ay! torito de mi vida Ay! torito rechulón, dicen que viva Ponciano que es el torero mejor.83
83
Lecturas taurinas del siglo XIX. Antología. México, Socicultur-Instituto Nacional de Bellas Artes, Plaza & Valdés, Bibliófilos Taurinos de México, 1987. facs., ils., p. 113-114.
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1887 Banderilleaba a caballo… Banderilleaba a caballo a cualquier bicho rejego, y esto lo subía de fama y aquilataba su precio. No hubo plaza en que no fuera de todo mundo apreciado. Luego que se presentaba gritaban, ¡Ahora, Ponciano! ¡Ahora, Ponciano!, le dicen le dicen con entusiasmo, mata bien a ese torito, en descanso ponle el alma. ¡Que viva Ponciano Díaz! ¡Viva Bernardo Gaviño! ¡Vivan todos sus toreros! ¡Ahora Ponciano!, le gritan: Entre todos sus amigos, hoy te vendremos a ver en el siguiente domingo (sic.)84
84
Ib., p. 95.
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1887 Al primer espada mexicano Y popular diestro Ponciano Díaz. Vuelves Ponciano a los caros lares Donde en la lidia, amante y con cariño, Después de rudos sin igual pesares, Te dio la espada el inmortal Gaviño. Desde entonces tu nombre ha resonado Por todo el orbe con ardiente gloria, Y ese nombre lo tienes ya guardado En el libro grandioso de la Historia. Valiente sin igual, hijo querido Eres tú de mi patria idolatrada; Por eso ves que el pueblo agradecido, Te proclama en la lid primer espada. Siete años há por la vez primera Canté tu gloria en tu función de gracia, Y desde entonces mi alma placentera Admiró tu destreza y arrogancia. Por eso ahora, y con igual anhelo Celebro tus arrojos como hermano, Ahora que pisas de mi Puebla el suelo, Porque Puebla te quiere, gran Ponciano. Diciembre 12 de 1887. Un amigo.85
85
El Monosabio. Periódico de Toros. Ilustrado con caricaturas, jocoso e imparcial, pero bravo, claridoso y… la mar!. T. I., Nº 4. Ciudad de México, 17 de diciembre de 1887, p. 6.
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1887 Ya viene Ponciano Díaz… Ya viene Ponciano Díaz para torear en la plaza... Las mocitas se emocionan: lo buscan con la mirada.86
86
María y Campos: Ponciano el torero con..., op. cit., p. 89.
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1887 Y entre alegre gritería… Y entre alegre gritería llega el torero valiente, ¡Es muy hombre con los toros y también con las mujeres!87
87
Ibidem., p. 90.
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1887 Yo no quiero a Mazzantini… Yo no quiero a Mazzantini ni tampoco a “Cuatro Dedos”, al que quiero es a Ponciano que es padre de los toreros. Mazzantini, el gran torero, de San Rafael en la plaza hizo el fiasco más entero por toros de mala raza.
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Más valientes son los perros de la casa de Escandón, que aquellos pobres becerros más cobardes que un capón... Mazzantini ya se fue lamentando amargamente, el no haber hallado aquí siquiera un toro valiente. La corrida concluyó a gritos y silletazos, y a poco más también hay una frasca de balazos. Es muy bueno Mazzantini, pero el pueblo mexicano a nadie le pide nada mientras tenga a su Ponciano. Que donde Ponciano pinta, por su valor y su maña, no deja que pinte nadie ni los toreros de España. Donde hubo un Lino Zamora y un Felícitas Mejía sólo puede poner raya el actual Ponciano Díaz. Mazzantini conoció el valor de un mexicano, y por eso llamó amigo al valiente de Ponciano... A México ha de volver, ese famoso español y entonces podrá juzgarse de su destreza y valor.88
88
Ib., p. 127-128.
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1887 LA TARASCA DEL PUEBLO MEXICANO VIENDO TOREAR DE NUEVO AL GRAN PONCIANO Ahora si que está de buenas este suelo mexicano, pues de nuevo va a torear nuestro querido Ponciano. El jueves nueve de junio, día de Corpus memorable. Veremos torear de nuevo al torero inimitable. 307
Ahora sí que es indudable que México va a gozar, pues que volveré a admirar arrojos y valentías que sólo Ponciano Díaz a cabo puede llevar. Los toros, que ya han sabido que Ponciano va a torear. Unos de miedo están malos y otros se han puesto a rezar. Ya todos van a elevar un ocurso al Presidente suplicando humildemente se les conceda la paz, y ya no se mate más en la época presente. Triste y desconsoladas las pobres vacas están: Ya no quieren tener hijos y hasta a divorciarse van. Sus hijos esconderán en el centro de la tierra. Hasta que pase la guerra que todos han declarado, al desgraciado ganado se la Frontera y de la Sierra. Algunos toros matreros que son grandes pensadores quieren en último caso vengarse en los picadores. Y aunque sufran los dolores de alguno que otro pinchazo les darán más de un pinchazo. Destrozándoles los jacos, que ni por viejos ni flacos les dejaron un pedazo. De esta fecha es bien seguro que ni un toro va a quedar, pues el valiente Ponciano ni uno solo va a dejar. ninguno se ha (de) escapar de la certera estocada, que nuestro primer espada le pone a los más rejegos pues que con él no hay juegos ni mucho menos lazada. 308
Saludamos entusiastas al valiente mexicano, al renombrado Ponciano. Mas no ha trabajado en vano por conquistarse su fama, que todo el pueblo lo aclama como el rey de los toreros. Primero entre los primeros y al que más el pueblo ama. ¡Hurra el valiente torero! ¡Hurra el valiente Ponciano! Que será siempre el primero en el suelo mexicano. A ver torear a Ponciano todos irán en tropel, porque nadie es tan querido ni mimado como él. 309
De MĂŠxico y los Estados ansiosa acude la gente para admirar los capeos de un mexicano valiente. No hay otro que en banderillas pudiera ser su rival, porque siempre las ha puesto en su merito lugar. Para matar no hay como ĂŠl quien tan bien use la espada porque nunca necesita dar la segunda estocada.89
89
Ib., p. 142-144.
310
1887 Mazzantini será muy bueno… Mazzantini será muy bueno pero el pueblo mexicano a naiden le pide nada mientras tenga a su Ponciano ¡Maten al toro! ¡Maten al toro! Yo no quiero a Mazzantini ni tampoco a “Cuatro Dedos”, al que quiero es a Ponciano que es padre de los toreros. ¡Maten al toro! ¡Maten al toro!90
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Ib., p. 162.
311
1887 A PONCIANO DÍAZ SONETO Anhelante de gloria y de riqueza te lanzaste del arte en el sendero. Nadie pudo abatir tu orgullo fiero, ni quebrantar tu sin igual firmeza. En tu mirada muestras entereza, y á la fiera contemplas altanero, empuñas firme, reluciente acero, y sobre ella te vas con ligereza. Queda el bruto temblando, y en la arena se desploma á tus pies agonizante, prorrumpe un ¡viva! el pueblo generoso que con sus ecos el espacio atruena, y admirando tu arrojo de gigante ciñe á tu frente lauro victorioso. L.O.91
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LA BANDERILLA. Semanario taurino Ilustrado, Año I Nº 7, del domingo 25 de diciembre de 1887. Reproducción facsimilar.
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1887 A PROPÓSITO DE LA INAUGURACIÓN DE LA PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL” LA TARDE DEL 20 DE FEBRERO DE 1887 Ayer palpó esta verdad el público mexicano; ¡qué espléndida novedad el estreno en la ciudad de una plaza por Ponciano! ¡Qué fiesta, qué animación por ver al diestro bizarro! ¡Cuánta gente a pie, en wagon y a caballo y en simón. Cuanto catrín, cuánto charro! ¡Cómo el ansia sostenida con la plaza prometida desde que empezó el mes loco, fue creciendo poco a poco hasta el día de la corrida! ¡Qué emoción y que algazara cuando la primera plaza de México, se abrió al fin y de Parangueo la raza salió al toque del clarín! ¡Y qué estruendo, qué alharaca que hasta la música opaca cuando estoque y trapo en mano, se dispone al metisaca el arrojado Ponciano! (. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .) Pero lo bueno, lector está dentro de la plaza do la vista se solaza con el taurófilo ardor. Mas cuida el orden ufana la guardia, con la guapeza de los tiempos de su Alteza serenísima Santa-Anna llega el juez y al par resuena la charanga y el clarín. 313
Y en medio al clamor sin fin la cuadrilla entra en la arena. Marcha a la cabeza airoso el diestro Ponciano Díaz, que con vivas simpatías saluda el pueblo gozoso. El diestro saluda, escucha mil vivas, y la cuadrilla, peones y gente de silla corren listos a la lucha. Suena al fin el cuervo ufano y dan comienzo al jaleo las fieras de Parangueo y el grito de ¡Ahora Ponciano!92
1887 AL PRIMER ESPADA Y POPULAR DIESTRO PONCIANO DÍAZ. Vuelves Ponciano a los caros lares donde en la lidia, amante y con cariño, después de rudos sin igual pesares, te dio la espalda el inmortal Gaviño. 92
EL ARTE DE LA LIDIA, año III del 22 de febrero de 1887. Véase la versión completa páginas más adelante.
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Desde entonces tu nombre ha resonado por todo el orbe con ardiente gloria, y ese nombre lo tienes ya guardado en el libro grandioso de la historia. Valiente sin igual, hijo querido eres tú de mi patria idolatrada; por eso vez que el pueblo agradecido, te proclama en la lid primer espada siete años ha por la vez primera canté tu gloria en tu función de gracia, y desde entonces mi alma placentera admiró tu destreza y arrogancia. Por eso ahora, y con igual anhelo celebro tus arrojos como hermano, ahora que pisas de mi Puebla el suelo, porque Puebla te quiere, gran Ponciano. Dic. 12 de 1887. Un amigo.93
93
El Monosabio, T. I, Nº 4, del 17 de diciembre de 1887.
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1887 AHORA PONCIANO!!! ¡Salga ya el toro! Que al morir la fiera henchido el pueblo de placer se siente, gritando un viva y proclamando un muera nomás por ser espléndido y valiente. Los que van á morir ya no saludan como el vencido en la guerrera Roma, pero en el Sol los concurrentes sudan con el fuego infernal de la Sodoma. Allí está el Juez, allí la concurrencia ávida de un placer que nunca alcanza, teniendo con la vista la conciencia plegada á la razón de la matanza. Adelante muchachos! No hay que andarse con cosas de moral y remolinos; el hombre de valor debe pararse como en frente del mar viejos marinos. ¡Venga aquí el toro! Y al soltar la capa enciéndase el valor del ciudadano, y si el hecho á la ley coge y atrapa no hay más que proclamar: ¡¡Ahora Ponciano!!94
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El Hijo del Ahuizote T. II. Ciudad de México, domingo 27 de marzo de 1887. Nº 30.
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1887 FELICITACIÓN AL AMERICANO (En ocasión de la llegada de Ponciano a México) El valiente americano que en peligro es sereno, se encuentra ya casi bueno, platicando de Ponciano. El percance no fue vano, la herida fue muy profunda; fue cogida tremebunda como pocas habrá habido, mas no se da por vencido en la lidia furibunda. El pueblo le felicita, alegrándose de veras, y con palabras sinceras a otra corrida le invita. El corazón le palpita de contento sin igual, pues otra vez sin rival lidiará feroces toros estos acordes sonoros de la música marcial. ¡Qué viva el americano! por fin la suerte propicia le ha salvado, y su pericia verá el pueblo mexicano. Saldrá triunfante y ufano a los toques del clarín, y clavará el espadín al toro con gran presteza, y su victoria completa proclamaremos por fin. Muy pronto tendremos ya al diestro Ponciano Díaz, pues periódicos bastantes lo dicen con alegría. El día primero de junio estará en la capital, y tendremos el placer de contemplarlo torear. Alístense todos, pues, y prepárense a gastar, 317
porque esto no es de perderse, pues es digno de admirar. Qué júbilo sentiremos al saludar a Ponciano; ¡gloria al invicto torero! al valiente mexicano.95
1887 AL DIESTRO Y POPULAR CAPITÁN PONCIANO DÍAZ EN SU BENEFICIO. Si el egoísmo y la envidia Te han hecho constante guerra, Eres hijo de una tierra Dó se conoce la lidia. Y jamás con torpe pluma Tu mérito será hollado, Pues eres hijo mimado Del país de Moctezuma. De ese país que prodiga Beneficios con largueza, Porque le sobra nobleza Aun para quien lo maldiga. De ese país donde unidos 95
María y Campos (reed.): Ponciano, el torero..., op. cit., p. XV-XVI.
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Van hispano-mexicanos, Estrechándose las manos Por afectos muy queridos. La página más lucida Y más bella de tu historia La escribió tu ángel de gloria: ¡Tu modestia conocida! Que mexicano y torero Sabes dominar el arte, Y con dignidad captarte El cariño del ibero. Pues formas del redondel La figura prominente; Por eso ostenta tu frente Un merecido laurel. Mucho tu fama ha volado Aun más allá de los mares, Pues Mazzantini y Cantares Por diestro te han proclamado. ¡Nunca morirá tu nombre! Porque si el pueblo te quiere, Y si siempre te prefiere Y si te ha dado renombre, Es que ha visto tu valor, Tu pericia, tu destreza; Que te ama con entereza, Te defiende con ardor. Porque eres el arrebol Que ostenta el cielo del arte, Pues sabes de parte a parte El del torero español. Si hubo un tiempo en que la saña Emponzoñó el corazón, Hoy grita la ilustración: ¡Vivan México y España! Pero que vivan ligados Con indisoluble lazo, Como se dan tierno abrazo Dos seres que son amados. Si con justas alegrías España diestros proclama, De México orgullo y fama Eres tú Ponciano Díaz. Adalberto Jorge Martínez.96
96
El Diario del Hogar, D.F., del 23 de agosto de 1887, p. 2. En efecto, el verso se refiere al beneficio que tuvo ocho días atrás, es decir el 14 de agosto y en la plaza de Colón.
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1887 A PONCIANO DÍAZ. EN SU BENEFICIO. El pueblo entero sin cesar te aclama Y con sus bravos el espacio atruena; ¡Ahora Ponciano! en su delirio exclama Y un Hurra estalla que la plaza llena… Tu modestia y valor su fuego inflama Cuando te mira con la faz serena. Hoy con más entusiasmo el mexicano Viene a gritar también ¡Viva Ponciano! México, Agosto 21 de 1887. Varios amigos del beneficiado.97
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Op. Cit.
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1887 ¡VIVAN ESPAÑA Y MÉXICO! ¡VIVA PONCIANO DÍAZ! No sólo bajo el cielo de Sevilla Se levantan valientes caballeros, Taurófilos osados y guerreros Cuyo mérito llega a maravilla. América también como Castilla De corazones animosos, fieros, A la vez que indomables y sinceros Hombres que nunca doblan la rodilla. Así como al calor vivificante, De León hispano se formó Gaviño, Así de junto al Águila arrogante Se alzó Ponciano, gigantesco niño… ¡Españoles! juzgadlo sin malicia, No os pido compasión, sólo justicia. México, 21 de Agosto de 1887. M. M. y Ávila.98 98
Ibidem.
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1887 EN EL BENEFICIO del primer espada mexicano PONCIANO DÍAZ. Gloria al torero galano, Al que en el taurino ruedo Mata certero y sin miedo; Al ya sin rival ¡Poonciano! ¡Gloria al charro mexicano Que con su garbo enagena, Al que es el rey de la arena Al gran espada ¡Ponciano! Gloria al que en los redondeles Arranca bravos y palmas, Que amor tiene en nuestras almas Y conquista mil laureles! Hoy todo el pueblo tu hermano Por tu modestia y valor Te apalude, y en tu loor Grita: ¡Que viva Ponciano! México, Agosto 21 de 1887. Un Taurófilo.99
99
Ibid.
322
1887 AL PIMER DIESTRO MEXICANO PONCIANO DÍAZ (En su beneficio). ¿A quién se debe saludar? ¿Al arte; O á ti que representas sus labores? Si en tu camino has encontrado flores Tremolando muy alto el estandarte. Y si contigo México departe Su sin igual grandeza y sus loores, Muy justo es que sus hados bienhechores Vengan hoy tu valor a coronarte. Y aquí miras al pueblo que te abona Como el tipo inmortal de su grandeza; Tu fama inmarcesible que pregona Alto renombre y sin igual nobleza, Muy bien haya quien lleva en su cabeza De una madre bendita la corona. Agosto 21 de 1887.
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Varios admiradores.100
1887 AL INTRÉPIDO LIDIADOR PONCIANO DÍAZ. SUS ADMIRADORES. Vedle, allí está, simpático, arrogante, Haciendo palpitar mil corazones, Despertando valientes emociones Como en los griegos Júpiter Tonante. Nació para calmar del ignorante Vulgo infelíz que vive entre aflicciones Las penas que le causa y decepciones La cruel aristocracia denigrante. De ese pueblo sufrido cuanto bueno Eres la joya tú, noble Ponciano, Tú aduermes los dolores de su seno Y él te declara su ídolo, su hermano… Hoy ese pueblo canta tu grandeza Y corona de encina tu cabeza. México, Agosto 21 de 1887. M. M. y Ávila.101
100 101
Ib. Ib.
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1887 DÍSTICOS. Eres humilde artista mexicano Cual fue valiente Cuauhtemoc, tu hermano. México bate palmas glorificando a su hijo, Que eclipsa los laureles del bravo Lagartijo. Ni Cara-ancha, ni el Gallo, ni Espartero Te superan a ti como torero. Héroe en la plaza, simpático al lidiar Eres perfecto amigo, un ángel en tu hogar. Brilla en tu frente la audacia y el valor Nadie te iguala, sereno matador. No hay más allá, ni más certera mano Al matar, que la diestra de Ponciano. Viva siempre el diestro mexicano Emulo digno del torero hispano. 325
Te aplaudimos contentos, placenteros, Orgullo de tu patria, rey de los toreros. Es tu gloria escuchar al mexicano Entusiasta gritar: ¡¡Ahora Ponciano!! En el valiente suelo mexicano Nació para la lid el gran Ponciano. Anónimo.102
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El Diario del Hogar, D.F., del 23 de agosto de 1887, p. 3.
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OTRAS PUBLICACIONES APARECIDAS EN 1887. ESPECULACIONES HISTÓRICAS. DE LA CREDIBILIDAD A LA SOSPECHA. UNA REVISIÓN MINUCIOSA A “LAS CORRIDAS DE TOROS” DE RAFAEL LÓPEZ DE MENDOZA. Las presentes notas, corresponden a las “Fotografías instantáneas. Cuadros Críticos. Escritos en verso por el Gral. Rafael López de Mendoza. Las Corridas de Toros”. México, Librería LA ILUSTRACIÓN, 1888. 16 pp. Debo el obsequio de este ejemplar fotocopiado al Lic. José Rodríguez. Apenas un año atrás, y en febrero de 1887, las corridas de toros retornaron a la ciudad de México; precisamente el 20 de febrero103 luego de ser derogado el decreto de prohibición, emanado de la Ley de dotación de fondos municipales del 28 de noviembre de 1867. Diversos empresarios, en sociedad con algunos toreros, pronto se dieron cuenta de las enormes posibilidades económicas generadas por la opción que representaba la recuperación de un espectáculo que, al margen de la prohibición en la capital del país, podían disfrutarla los espectadores en plazas como la del Huisachal, Cuautitlán, Puebla, Texcoco, Tlalnepantla, Toluca que eran las más inmediatas a la ciudad capital. Fue tal aquella condición que pronto inició la construcción de diversas plazas, a las que se sumó un verdadero movimiento de la prensa, desde la cual se establecieron diversas tribunas que alentaron el entusiasmo. Plumas y voces como las de Enrique Chavarri
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PIEZA -Cartel taurino. -Medidas: 17.4 x 57.8 cm. -Características principales: PLAZA DE TOROS / CALZADA DE San RAFAEL / ¡¡Primera Corrida de Estreno!! / PARA LA TARDE DEL / DOMINGO 20 / DE FEBRERO DE 1887. / Selecta Cuadrilla escogida / por el Célebre y popular / Diestro Mexicano / Ponciano Díaz, / Compuesta de 3 Espadas, 6 Picadores, / 6 Banderilleros, etc., etc. / Se lidiarán / ¡6 TOROS! / A MUERTE / De la ya muy Acreditada Hacienda / De Parangueo / Escogidos también por el mencionado Primer Espada MEXICANO / Terminando la Corrida con un 7 TORO EMBOLADO / Para los aficionados. / La corrida empezará a las 4 en punto / AL DAR LA SEÑAL LA AUTORIDAD / Las puertas de la plaza se abrirán a la una. -Estado de conservación: Bueno. Es copia del original. Fuente: Colección del autor. -Imprenta: Tip. Callejón del Ratón núm. 2.
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“Juvenal”, Francisco Sosa o de Rafael López de Mendoza mostraron su rechazo de diversas formas entre la oleada sin precedentes de aquella movilización extraordinaria. Entendiendo la visión crítica de estas ideologías, puede percibirse el conjunto de excesos que representaba vivir bajo el síndrome taurino que se registró en lo particular durante el año de 1888. Mientras la prensa taurina pro-nacionalista o pro-hispanista contó con elementos de más para publicar y difundir sus ideas en diversas publicaciones, en las que también no dejaba de hablarse de los abusos, corruptelas y otras guasas de empresarios, toreros, ganaderos y hasta subalternos con lo que los aficionados tenían motivo suficiente para soliviantarse, estallando en broncas de pronóstico que terminaron en más de una ocasión con la destrucción parcial o total de la plaza. Todos estos factores dieron motivo para que las autoridades dispusieran la prohibición como medida no represiva, sino correctiva para hacer ver que disturbios como aquellos, nada bueno traían. Si esta reflexión provenía de la prensa taurina, qué se podría esperar de la prensa diaria o de los semanarios que veían desde fuera todos los síntomas registrados por un espectáculo que se relajaba más y más, sin que pudieran verse cambios significativos, sobre todo en lo referente a corregir lo incorregible en unos momentos en los que la fiesta de toros, a pesar de aquellos inconvenientes, encontraba misteriosos estímulos, los cuales empujaban por caminos indeseados a toda la estructura participante que, en medio de la fascinación no se daban cuenta cabal del enrarecido ambiente, causante de aquel estado de cosas. Mientras unos advertían, otros festinaban. Algunos más, lanzaban opiniones críticas y centradas sobre aquellos excesos, traducidos en las nueve plazas, cuatro escuelas de tauromaquia y la irrupción de toreros españoles que se sumaron a una inestable presencia de los nacionales, encabezada fundamentalmente por Ponciano Díaz. Dicha inestabilidad fue el resultado de la dispersión de toreros inmediatamente después de haberse puesto en práctica el decreto prohibitivo de 1867, creándose pequeños feudos o monopolios en los estados más representativos, donde la afición a los toros era sólida e intensa. El retorno que estimuló la reactivación (a partir del 20 de febrero de 1887), no presentó cosas favorables para los diestros mexicanos, quienes se encontraron con un panorama cubierto ampliamente 328
–pero no en su totalidad-, por toreros hispanos los que, desde 1882 comenzaron a ubicarse en puntos estratégicos, dejando o quedando sitios de privilegio para Ponciano Díaz, Ignacio Gadea, Pedro Calderón de la Barca, Gerardo Santa Cruz Polanco, Timoteo Rodríguez y algunos más. Por eso, los versos de López de Mendoza se refieren a esa circunstancia y no a otra. Más bien, encontramos en su discurso poético –tan parecido desde luego al de Francisco Sosa en su Epístola a un amigo ausente del mismo año-, la crítica acerca de las actitudes populares fuera de control, donde solos o en masa eran capaces de cometer excesos ya por lo ridículo en uno o lo espantoso en muchos. Los hay que quieren hacer réplica del personaje más “chic” del momento y se convierten en una mala y hasta ridícula copia. Esta crónica citadina en verso, retrata y reprocha a los buenos estudiantes, a los jornaleros que se dejan llevar por el encanto de Tauro. Habla del lenguaje florido, lo mismo en La Concordia que en cualquier plaza de toros. Sin embargo, lo que más apunta es de las corridas de toros, ese estereotipo que si no renació de las cenizas, casi..., se constituyó en un símbolo emblemático sin parecidos con el comportamiento –por ejemplo-, de este mismo espectáculo durante el año de 1852, cuando entre las plazas de San Pablo y Paseo Nuevo se dieron alrededor de 53 festejos (los que se localizaron en diversas fuentes hemerográficas y bibliográficas plenamente sustentadas) que apenas registran un pequeño incidente ocurrido no en ese año, sino en noviembre de 1851, justo el 30 de aquel mes. Era la segunda corrida luego de la inauguración del coso. Actuaba Bernardo Gaviño y su cuadrilla con siete toros, incluso el embolado de la hacienda del Cazadero104. Y aunque desde 1887 y 1888 se 104
Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots., T. I., p. 140. “ESCÁNDALO.-Ayer, en la nueva plaza de toros, la fuerza armada que la autoridad envía para cuidar del orden mostró el mayor empeño en alterarlo y en insultar y atacar a los concurrentes. “En esa diversión ha sido siempre costumbre que el público grite aplaudiendo o censurando los lances que ocurren en la corrida y jamás ha resultado de esto daño alguno. “Pero ayer los soldados quisieron imponer silencio a algunas personas y para ello aun usaron de sus fusiles, dando culatazos, calando bayoneta y queriendo hacer fuego y si no ocurrió una desgracia lamentable, esto se debe sólo a que entre los concurrentes hubo quienes no permitieron a los soldados consumar sus atentados. La autoridad permaneció impasible. “El público, justamente indignado, comenzó a gritar: ¡Fuera, los soldados!, y estos se retiraron... “Triste es que quienes así se conducen sean hombres que sirven en lo que se llama guardia nacional, y muy sensible que las autoridades no repriman sus excesos. Es muy de notar que todo esto pasó en presencia del Sr.
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pretende reglamentar el espectáculo taurino –disponiendo para el caso de la vieja norma de Luis Quintanar de 1822, y algunos bocetos de un reglamento, modelo de la anterior disposición, elaborados en 1852-, fue hasta 1895 en que estuvo vigente un reglamento en toda forma. Tantos años como estuvo acéfalo el espectáculo, con apenas algún intento de control, permitió que ocurrieran aquellos excesos, provocando algunas suspensiones temporales entre el periodo 1890-1894105. Las autoridades no contaban con elementos legales emanados del espectáculo que en sí mismo debía regirse con criterios establecidos por los usos y costumbres. La crónica en verso de López de Mendoza es un vivo retrato de la realidad. Este personaje extraído de las milicias porfirianas, pero que parece traer una trayectoria donde parece haber
Presidente de la República, que honraba con su asistencia la corrida de toros”. (El Siglo XIX, Nº 2836, del martes 2 de diciembre de 1851). Por su parte, MIGUEL MARÍA DE AZCÁRATE, coronel retirado y gobernador del Distrito Federal, hizo del conocimiento “Que entretanto se publica el reglamento que he creído conveniente para la diversión de Toros, con el deseo de evitar los peligros a que se exponen los toreros, cuando se arrojan a la plaza frutas o cáscaras de éstas y cualquiera otro objeto, que pueda ocasionarles resbalones o caidas, he dispuesto lo siguiente: ART. ÚNICO. Se prohíbe en las diversiones de Toros tirar a la plaza frutas, cáscaras, ó cualquiera otro objeto que pueda causar algún mal a los toreros, bajo la pena de 5 a 50 pesos de multa, o de tres días a tres meses de grillete, sin perjuicio de la que imponga la autoridad competente por el daño que se ocasione. Y para que llegue a noticia de todos mando se publique por bando en esta capital, y en los demás lugares de la comprensión del Distrito fijándose en los parajes de costumbre. México, Diciembre 28 de 1851. Miguel M. De Azcárate Mariano Guerra, secretario. 105 José Francisco Coello Ugalde: “CUANDO EL CURSO DE LA FIESTA DE TOROS EN MEXICO, FUE ALTERADO EN 1867 POR UNA PROHIBICION. (Sentido del espectáculo entre lo histórico, estético y social durante el siglo XIX)”. México, 1996 (tesis de maestría, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México). 238 pp., pp. 205-206. OTRA PROHIBICION, DESAHOGO Y REFUGIO. El día 2 de noviembre de 1890 se arma tremenda bronca en la plaza de toros "Colón" donde se jugaron astados de Guanamé por Carlos Borrego "Zocato" y Vicente Ferrer. Fue tan malo el ganado y causó tal malestar que obligó a las autoridades a suspender las corridas de toros por cuatro años. Y como ya hemos visto, los incidentes de aquella tarde se desarrollaron en medio de actos violentos. Ponciano Díaz, por su cuenta, emprende una campaña taurina por todos los puntos de la república, encabezando su cuadrilla hispanomexicana y aprovechando públicos marginados en información. La pléyade de toreros españoles en México nunca tuvo respuesta de intercambio, ni siquiera mínima en la península. ¿Qué toreros nuestros con mérito hubieran podido cruzar el charco si los alcances artísticos y técnicos eran despreciables? Por eso en nuestra nación abundaron diestros mexicanos y españoles que con verdades y mentiras sostuvieron una fiesta prácticamente desordenada de nuevo. Y aquella empresa de sólida estructura, la que mostraba el edificio del toreo moderno en adecuadas condiciones de operación, llegó a tambalearse peligrosamente en una oscilación cuya intensidad fue 1890-1894. Se antoja proponer a aquellos años como de "ensayos y pruebas" donde a partir de 1887 y hasta el año de 1907 -momento de la aparición del gran Rodolfo Gaona- se suceden situaciones que convergen y divergen en una marea sin descanso.
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participado en diversas batallas importantes, resultaba un desconocido hasta que tuve oportunidad de conocer otra obra suya, publicada y representada en 1887 106, junto a otros “juguetes cómicos” y obras de teatro menor. López de Mendoza parece ser el autor de otros trabajos bajo la idea de esos “Cuadros críticos”, donde temas como: Los Empeñeros, Los jugadores y los dueños de garitos, Los Lagartijos y las pollas del día; o Los mendigos de levita, Las Garbanceras y los Catrines fueron recogidos en aquellas “fotografías instantáneas”, de las que no escapó el mismísimo Ponciano Díaz en la obra denominada “Ahora Ponciano”, del propio General Rafael López de Mendoza. Al margen de su posición, el autor nos obsequia una puntual crónica de toros, aderezada de retratos a veces no muy agradables, porque los registra en algunos casos con malestar. En otras con repugnancia, porque “En nuestras rancias costumbres / ... en México se desata / un furor... diz que taurino...”, causante de una alteración extraordinaria registrada por los habitantes de la capital del país. 1888107 resultó ser un año muy intenso en actividad taurina que no daba respiro suficiente para asimilar uno, cuando llegaba otro, en ocasiones hasta cuatro veces por semana. El 106
Rafael López de Mendoza: TOREROS EN MÉXICO. A PROPÓSITO. EN DOS CUADROS Y EN VERSO. ORIGINAL DEL GENERAL (...). Estrenado la noche del Domingo 9 de Octubre de 1887, en el Teatro Abreu, por la Compañía Dramática del primer actor español D. Segismundo Cervi. México, Antigua Imprenta de Murguía, 1887. 40 pp. 107 Coello Ugalde, op. Cit., pp. 198-203. Apud., Heriberto Lanfranchi. La fiesta brava.., op. Cit., T. II., p. 655-8. Además: Torero (T), Picador (P), Banderillero (B), Otros (O). -José de la Luz Gavidia "El Chato" (T) -Atenógenes de la Torre (P) -Rafael Calderón de la Barca (T) -Felícitos Mejías "El Veracruzano" (T) -Genovevo Pardo "El Poblano" (T) -Carlos Sánchez (B) -José Ma. Mota (P) -Agustín Oropeza (P) -Celso González (P) -Carlos López "El Manchao" (B) -Abrahám Parra "El Borrego" (T) -Pedro García (B) -Natividad Contreras "El Charrito del siglo) (T. y desde el caballo) -Ramón Márquez (B) -Pompeyo Ramos (B) -Casto Díaz (B)
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-Antonio Vanegas "Chanate" (B) -José Basauri ()T) -Timoteo Rodríguez (T) -Jesús Adame (T) -Ignacio Gadea (desde el caballo) -Antonio González "El Orizabeño" (T) -Refugio Sánchez "Lengua de Bola" (B) -Valentín Zavala (T) -Francisco Aguirre "Gallito" (B) -Adalberto Reyes "Saleri mexicano" (B) -Miguel Acevedo (P) -Francisco Anguiano (P) -Jesús Carmona (P) -Vicente Conde "El Güerito" (T) -Juan Corona (P) -Ireneo García (P) -Piedad García (P) -Antonio Mercado "Santín" (P) -Cándido Reyes (P) DIESTROS ESPAÑOLES -Carlos Borrego "Zocato" -Juan Antonio Cervera "El Cordobés" -Antonio Escobar "El Boto" -Francisco González "Faico" -Antonio Guerrero "Guerrerito" -Manuel Hermosilla -Joaquín Hernández "Parrao" -Juan Jiménez "El Ecijano" -Gabriel López "Mateito" -José Machío -Valentín Martín -Luis Mazzantini -Tomás Parrondo "El Manchao" -Diego Prieto "Cuatro Dedos" -Enrique Santos "Tortero" NOVILLEROS -Joaquín Artau -Leopoldo Camaleño -Manuel Cervera Pacheco -Antonio Díaz Lavi -Manuel Díaz Lavi "El Habanero" -Juan José Durán "Pipa" -Pedro Fernández "Valdemoro" -Andrés Fontela -Fernando Gutiérrez "El Niño" -Juan León "El Mestizo" -Manuel Machío -José Machío Trigo -José Martínez Galindo -Juan Mateo "Juaniqui" -Juan Moreno "El Americano"
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-Vicente Navarro "El Tito" -Arturo Paramio -Diego Rodríguez "Silverio Chico" -José Romero "Frascuelillo". Por otro lado y en la permanente revisión de fuentes para lograr un panorama más amplio sobre el ambiente del espectáculo, luego de su recuperación en la ciudad de México, encontré en la obra majestuosa del COSSIO (T. 9, p. 315-7) una importantísima reseña publicada en España, y en El Toreo Sevillano (enero de 1889) que presenta un resumen de la temporada del año anterior en nuestro país y en la que se puede observar la relevancia que habían adquirido en el país las corridas de toros; el gran número de ganaderías y toreros de la tierra, así como el número de corridas celebradas: AÑO DE 1888 Temporada Taurina EN MEXICO Desde el primero domingo de Enero hasta el domingo 30 de Diciembre del año 1888, se han celebrado en las cinco plazas de la capital de la República 127 corridas lidiándose 723 toros de ganaderías mexicanas y españolas como se verá por los siguientes datos: Plaza de Bucareli Idem del Paseo Idem del Coliseo Idem de Colón Idem de San Rafael Total
35 corridas 31 " 31 " 27 " 3 " 127 corridas.
Se jugaron en dichas corridas 723 toros de 53 ganaderías mexicanas y 9 españolas, bajo esta forma: Ganaderías mexicanas.-Venadero 61, Cazadero 44, Atenco 42, San Simón 41, Canario 41, Soledad 30, Jalpa 23, Cieneguilla 22, Guanamé 21, Mezquite Gordo 21, Jalapilla 19, Salitre 18, Desconocidas 18, Ramos 17, Santín 15, Buenavista 14, Guatimapé 13, San Diego de los Padres 12, Parangueo 12, Canaleja 12, Montenegro 12, Maravillas 12, Meztepec 11, Bramino de Arandas 11, Estancia Grande 10, Santa Cruz 10, Fortín 10, Cercado de Bayas 9, San Pedro Piedra Gorda 7, Ortega 7, Cuatro 7, Nopalapan 6, Jaral 6, San Francisco 6, Guaracha 6, Sauceda 6, Rosario 6, Cubo 6, Santa Lucía 5, San Antonio 5, Calera 5, San Diego Xuchil 5, Ayala 5, Plan de la Barca 4, Tulipan 4, Bringas 4, Noria de Charcas 3, Hacienda de la H 3, San Isidro 3, San Gerónimo 3, San Cristóbal 3, Santa Rosa 1, San Clemente 1.-Total 697 toros. Ganaderías españolas.-De Heredia 6, Hernán 3, Saltillo 3, Benjumea 3, Conde de la Patilla 3, Concha y Sierra 3, Miura 2, de procedencia desconocida 2, Anastasio Martín 1.-Total 26 toros. De éstos, dos no se mataron, siendo uno de Concha y Sierra y otro de Anastasio Martín. En las 127 corridas verificadas en México en el año 1888, han tomado parte en la lidia 170 diestros y 35 aficionados. Espadas.-Artau Joaquín, Borrego Carlos "Zocato", Díaz Ponciano, Díaz Lavi Manuel el "Habanero", Fontela Andrés, Flores Antonio, Gadea Ignacio, Gutiérrez Fernando el "Niño", González Antonio "Frasquito", Hermosilla Manuel, Jiménez Juan el "Ecijano", López Gabriel "Mateíto", Lobo Fernando "Lobito", Leal Cayetano "PepeHillo", León Juan el "Mestizo", Mazzantini Luis, Martín Valentín, Machio José, Moreno Juan el "Americano", Navarro Vicente el "Tito", Prieto Diego "Cuatro dedos", Parrondo Tomás el "Manchao", Polanco Gerardo, Zavala y otro espada. Picadores.-Blázquez Laureano, Carmona Jesús, Carmona Pedro, Conde Vicente el "Güerito", Conde Vicente (h), Conde Emilio, Camacho Antonio, Cueto Félix, Figueroa Eulogio, Gómez Cornelio, García Piedad, García Ramón, García Pedro, García Federico, García Ireneo, García Juan, Bayard José "Badila", González Celso, Gochicoa Federico, González Filomeno "Cholula", González Nieves, Hernández J.M., Mota J.M., Mota Domingo, Mercado Ramón "Cantaritos", Mercado Pablo, Morales Guadalupe, Mosqueda Francisco, Morales Amado, Oropeza Agustín, Oropeza I.M., Pérez Antonio el "Charol", Pérez Manuel el "Sastre", Reyes Arcadio, Rodríguez Manuel "Cantares", Reyes Adolfo, Recillas Juan de la Luz, Romero Antonio, Reyes Ramón, Rosas Manuel "Pelayo", Rodríguez Antonio el "Nene", Ramón Jesús, Nava Manuel, Sánchez Enrique el "Albañil", Saez Rafael el "Pintor", Sierra Benigno, Talavera Demetrio, Tovar Pascual, Vargas Juan "Varguitas" y un desconocido. Banderilleros.-Anaya Anastasio, Adame Angel, Blanco Manuel "Blanquito", Bonar Francisco "Bonarillo",
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Distrito Federal se ahogaba en toros, y ese agobio era respuesta de la puesta en escena de un buen número de festejos que alcanzaron incluso, a varios teatros a donde iban a dilucidarse si Mazzantini era mejor que Ponciano o viceversa. En el fondo, se estimulaba el
Barreras Elías el "Aragonés", Antúnez Antonio "Tovalo", Calderón de la Barca, Blanco Jesús, Cañiveral Ramón el "Campanero", Cermeño Juan, Carbajal Francisco el "Pollo", Cortés José León, Cao Faustino el "Rochano", Diego Francisco "Corito", Delgado Luis S., Domínguez Manuel, Escacena José, Fragoso Jesús el "Mutilado", García Antonio el "Morenito", Gómez Antonio el "Chiquitín", González Antonio el "Orizabeño", Galea José, Gallegos Vicente, Gadea Amado, Gadea I.M., Gadea Ignacio (h), González Patricio, Garnica Emeterio, García Emeterio, García Florencio el "Tanganito", García Carlos, Gutiérrez Benito el "Asturiano", Gudiño Juan, Girón Aurelio, García Antonio "Alegría", Hernández José el "Americano", Hernández Mauricio, Hernández Francisco, Lobato Francisco, López Ramón, López José "Cuquito", Lobo Antonio "Lobito Chico", Lara Eugenio el "Maestro", Muñóz Joaquín el "Belloto", Muñóz Rafael el "Mochilón", Mejía Francisco, Manero Manuel "Minuto", Mercado Jesús, Miranda Antonio el "Pipo", Morales Manuel "Mazzantinito", Mendoza Diego el "Curro", Marquina Francisco "Templao", López Carlos el "Manchado", Mejía Manuel "Bienvenida", Machio Manuel, Mazzantini Tomás, Monje José "Candelas", Márquez Ramón, Mercadilla Antonio "Zenzontle", Navarro Miguel el "Cartagenero", Nava Julián, Pujol Alberto el "Cubano", Pardo Francisco el "Trallero", Osed Agustín, Pérez Ramón, Pardo Genovevo, Pompeyo José, Paredes Salvador "Redondillo", Romero Juan "Saleri", Recatero Victoriano "Regaterín", Recatero Luis "Regaterillo", Orozco José "Laborda", Sánchez Carlos, Sánchez Francisco, Sosa Darío, Sánchez Hipólito, Torre Atenógenes de la, Vaquero Francisco "Vaquerito", Vieyra Tomás, Villegas Francisco "Naranjito", Vázquez Enrique "Montelirio", Velázquez José "Torerito", Zayas Antonio, (tres peones cuyos nombres no dieron los carteles y otro banderillero desconocido). Puntilleros.-Audelo Inés, Reyes I.M., (h), Puerta Romualdo "Montañés". En las corridas formales del año de 1888, el número de toros que cada espada ha matado, es el siguiente: Ponciano Díaz Carlos Borrego "Zocato" Vicente Navarro "El Tito" Diego Prieto "Cuatrodedos" Gabriel López "Mateíto" Fernando Lobo "Lobito" Manuel Hermosilla Juan Jiménez "El Ecijano" Luis Mazzantini Valentín Martín Otro matador Joaquín Artau Valentín Zavala Gerardo Santa Cruz Polanco Cayetano Leal "Pepe-Hillo" Antonio González "Frasquito" Juan León "El Mestizo" Antonio Flores Tomás Parrondo "Manchado" Díaz Lavi "El Habanero" Ignacio Gadea José Machío Juan Moreno "El Americano" Andrés Frontela Fernando Gutiérrez "El Niño" Total
145 87 60 58 43 34 22 22 21 21 21 18 15 14 9 8 6 6 5 5 3 2 2 2 2 631
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patrioterismo, causante de pleitos y disputas por un patriotismo mal entendido. La música, las hojas de papel volando se sumaron a aquella exaltación que no se había dado en tales términos de exageración. Creo que por estas razones, creció el malestar de quienes no siendo afectos al toreo, tenían que soportar aquella invasión, la cual alentaba su rechazo absoluto. No todo es “corrida magna”, pues de ahí se podía pasar a la agitación de “las humanas oleadas / encima de los andamios, / cuando se escuchan bravatas / y hay muertos, golpes y heridos...” Y efectivamente, la prensa de la época, tanto los periódicos taurinos como los de noticias generales nos hablan de aquellos pasajes en donde la bandera de la patriotería ondeaba en medio del desconcierto más absoluto. Parece que el ardiente fervor estaba herido en el fondo por la presencia española, aquella “reconquista vestida de luces” 108 que con sus métodos positivos y negativos también impuso sus reales para extirpar de una vez por todas las formas del quehacer nacionalista, encabezado por Ponciano Díaz y sus huestes, que defendieron a ultranza una posición amenazada. Sin embargo una serie de síntomas extraños comenzó a operar con tal velocidad, siendo el propio Ponciano el primero en resentirlos violentamente. Sucede que siendo un auténtico ídolo antes de su viaje a España, donde asumió el doctorado en tauromaquia (acontecimiento que ocurrió el 17 de octubre de 1889 en la plaza de toros de Madrid, alternando con Salvador Sánchez “Frascuelo” y Rafael Guerra “Guerrita”, en la lidia de toros del Duque de Veragua y Orozco), esto representaba una bofetada a las pasiones encendidas, lo que en otras palabras se entendía como una “traición al toreo nacional”. A su regreso –finales de 1889-, las cosas ya 108
La reconquista vestida de luces, debe quedar entendida como ese factor que significó reconquistar espiritualmente al toreo, luego de que esta expresión vivió entre la fascinación y el relajamiento, faltándole una dirección, una ruta más definida que creó un importante factor de pasión patriotera –chauvinista si se quiere-, que defendía a ultranza lo hecho por espadas nacionales –quehacer lleno de curiosidades- aunque muy alejado de principios técnicos y estéticos que ya eran de práctica y uso común en España. Por lo tanto, la reconquista vestida de luces no fue violenta sino espiritual. Su doctrina estuvo fundada en la puesta en práctica de conceptos teóricos y prácticos absolutamente renovados, que confrontaban con la expresión mexicana, la cual resultaba distante de la española, a pesar del vínculo existente con Bernardo Gaviño. Y no solo era distante de la española, sino anacrónica, por lo que necesitaba una urgente renovación y puesta al día, de ahí que la aplicación de diversos métodos, tuvieron que desarrollarse en medio de ciertos conflictos o reacomodos generados básicamente entre los últimos quince años del siglo XIX –tiempo del predominio y decadencia de Ponciano Díaz-, y los primeros diez del XX, donde hasta se tuvo en su balance general, el alumbramiento del primer y gran torero no solo mexicano; también universal que se llamó Rodolfo Gaona.
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no fueron como antes. Empezó su rápido declive, y también la pérdida de popularidad que, para recuperarla tuvo que meterse a empresario. Los resultados no fueron nada agradables, pues presentando ganado de procedencia desconocida, ofreciendo un mal juego en lo general, le generaba severas reprimendas de la prensa, o ridiculizándole en caricaturas y editoriales feroces, donde lo que no se le dijo en su momento por devoción, se le dijo en otro por convicción, instándole a retractarse, cosa que no se consiguió. Algunos otros toreros mexicanos entendieron que ya no podía hacerse más, por lo que desaparecieron del panorama, o tuvieron que aliarse a la nueva situación. Pero también los españoles tenían lo suyo. Así como los hubo entregados a su oficio, los hubo deshonestos y abusivos. Del incidente del 16 de marzo de 1887, donde Luis Mazzantini protagonizó un escándalo mayor, debido en buena medida a los “pésimos toros” de Santa Ana la Presa. Terminada la corrida tuvo que salir de la plaza bajo el resguardo de la policía, evitando así más agresiones. Al llegar a la estación del ferrocarril, apresurando su salida del país, todavía vestido de luces, se quitó una zapatilla y sacudiéndola con desaire expresó: “¡De este país de salvajes, ni el polvo quiero...!” Sin embargo la prensa –quisquillosa que era-, respondió: “¡pero qué tal las bolsas de dinero!” Allí está el caso de Diego Prieto quien timó a más de un ganadero deseoso de mejorar su raza bovina..., con toros de desecho ofrecidos por el “Cuatro dedos”. Este es, en parte, el estado que guarda la fiesta taurina en 1888, dejando de poner la debida atención a aspectos de la técnica y la estética que empiezan a tomar auge. También no puede dejar de mencionarse el papel que jugaron los hacendados que se volvieron ganaderos y en fin, otro conjunto de cauces registrados en un año que reporta una de las actividades taurinas más intensas que se recuerden. El toreo habría de salvar muchas irregularidades entre las cuales, una desmedida pasión, como reflejo fanático de patrioterismo fue de los primeros aspectos atendidos para evitar su proliferación, con lo cual se atenuaría la desbocada atención de quienes siendo feroces espectadores, se convirtieron en más o menos sensatos aficionados.
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El verso que aquí se anota y se incluye, no necesita de un análisis literario profundo, no porque no lo requiera, tratándose de una construcción más bien sencilla, sino porque nos muestra verídicamente qué pasaba en los toros, a los ojos de una mente que maduró su crítica, teniendo como parámetro su obra teatral TOREROS EN MÉXICO, de 1887 en la que quedaron exaltados los ámbitos de un espectáculo el cual en ese año tan especial, fue adquiriendo la figura proporcional primero; luego desproporcionada que se desbocó en 1888, cuando en la ciudad de México operan hasta seis plazas al unísono. Y lo que comienza siendo un negocio seguro, pronto se alteró, enfrentándose a la inminente catástrofe, porque de las plazas llenas en un principio, se pasó a plazas a medio llenar o semivacías, debido a la desgastante competencia, a la sobreexplotación de ganado, lidiándose lo mismo de haciendas reconocidas que de las de origen incierto (del agarradero se dice en el medio taurino). Finalmente, el papel de la prensa funcionó, porque su labor de convencimiento encauzó la diversidad de opiniones al menos por el camino deseable: la razón. Quedó atrás una inestabilidad encontrada, en la que el toreo nacional terminó asimilándose y adhiriéndose al capítulo del toreo de a pie, a la usanza española en versión moderna. Quedó atrás todo ese conjunto de desórdenes que alcanzó niveles de relativa calma o tranquilidad hasta el último lustro del siglo XIX, tiempo en que para bien o para mal, dominaban los españoles, con ganado hispano, mientras se esperaba la presencia de toros mexicanos cuya cruza entre castas y razas diversas, diera como resultado el tipo de toro que necesitaba la fiesta, porque en medio de cualquier caos, el toro es eje fundamental y es quien define, como se definió a finales del siglo XIX; o como se establece en este amanecer del XXI el ritmo de un espectáculo peculiar que superó aquellos capítulos de desorden en unos momentos en que se establecía el origen de una nueva edad o época que cambió en buena medida el destino de la fiesta que rebasa el siglo de evolución bajo ese concepto, pero dentro de los casi 475 años de recorrido total en estas tierras. A continuación, incluyo la obra completa de estos versos de Rafael López de Mendoza.
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RAFAEL LÓPEZ DE MENDOZA: “Fotografías instantáneas. Cuadros Críticos. Escritos en verso por el Gral. (...). Las Corridas de Toros”. México, Librería LA ILUSTRACIÓN, 1888. 16 pp. LAS CORRIDAS DE TOROS Estamos ya colocados Según Zúñiga y Miranda, Bajo el dominio de Tauro; La elíptica está cambiada En nuestras rancias costumbres Y en México se desata Un furor... diz que taurino, Que parece arte de magia Ver cómo ha cambiado todo En unas cuantas semanas. Solo se piensa en piquetes, En las buenas estocadas, En los buenos capotazos, Verónicas y Navarras, En el quiebro y el requiebro, En la metida de vara Y en un buen par delantero Hasta la merita chapa Del alma del animal; Se entiende, la cosa es clara: En saltar bien la barrera Con mucha soltura y gracia, En el breve descabello A puro pulso, no es nada; En el pase de telón Que al cornúpeto desarma; Naturales y de pecho Con mucha destreza y calma, En los lujosos recortes Limpiando al bicho la baba Y en otros mil perendengues Que hoy tenemos en usanza. En los bichos corni abiertos Asti-finos y de lámina, En el poder del cornúpeto Y su colosal pujanza, En su codicia al buscar Al chulillo de la capa, Encajándole algún cuerno En el Portín Calatrava Dejándole tan mal trecho, Que cual bandera, en un asta Se lleva los intestinos Paseándolos por la plaza. Hoy; los buenos estudiantes No concurren a las aulas, Porque dejan los estudios
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En unión de camaradas Que se van a contemplar A Diego Prieto y comparsa. Hoy; los empeños negocian Como nunca negociaran, Que la gente jornalera Por ir al toro, empeñara Hasta la única camisa Que tienen puesta, de manta. El comercio, nada vende, Los negocios ya no marchan, No se escucha más que ¡toros! ¡Toros ¡ ¡Toros! Y no es nada, Lo que es peor todavía Mil pleitos y puñaladas, Borracheras a granel Y pendencias en las plazas, En presencia de señoras Que tienen de hielo el alma. Los teatros no tienen gente, La concurrencia es escasa: Y es tal la costumbre ya Que tiene, de batir palmas Creyendo estar en los toros Entre bulla y algazara, Que hasta el pobre alumbrador De un teatro de cuarta escala Fue victima ya hace días De insolencias y amenazas. Son tantos los personajes De coleta que aquí vagan, Que a México han declarado Completo corral de vacas, Hagamos pues el retrato De esta gente tan bizarra. Una trenza delgadita Perfectamente trenzada Debajo del occipucio Como un galeno llamara; Unas mechas a los lados En las sienes, aplastadas, Y un mechón sobre la frente A lo Bell; lampiña cara; Y un fieltro cual quesadilla De muy regulares alas. Una chaquetilla corta Cayendo sobre una faja De trescientos mil colores Perfectamente ajustada, Camisa de fina tela Con la pechera ahuevada,
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Chaleco a todo descote Con leontina aquilatada Semejante a un calabrote Con dijes y faramallas; Anillos en cada dedo Do se fijan las miradas De todos los lagartijos Y de espumosas lagartas. Pantalones ajustados Donde señalan las nalgas Y... las piernas, por supuesto Nada más eso faltara Que no enseñaran sus formas, Figuras tan... ¡lengua calla! Que hay verdades como un dulce Y que sin embargo amargan Porque no saben comerlas Los que tienen que tragarlas. Pues bien: van á la Concordia, Invaden toda la casa, Forman diversos corrillos Y en ellos lanzan palabras Tan soeces y groseras Que causa grima escucharlas, Y aquel centro de reunión De gente bien educada En otros tiempos, hoy es Una perfecta cloaca. Los días de toros ¡Jesús! De fantasía se acicalan Y acuden á la corrida. A ser héroes en la plaza, Y por verlos torear Escuchan lo que allí pasa: Hombres, mujeres y niños Se agrupan allá en la entrada, Se machucan y apabullan, Se esprimen si no se aplastan, Se roban unos a otros, Se lanzan fieras palabras, Salen a luz los puñales, Los tranchetes y navajas, Pistolas y cortaplumas Y tiradas de naranjas; La tropa da culatazos A la terrible oleada De gente, que se desquicia Por penetrar a la plaza; Una vez en los lugares Que han tomado con mil ansias, Sale al ruedo la cuadrilla Precedida de una marcha Y cambiados los capotes
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Como es allí de ordenanza, Sale a la arena el primero, De muchas libras y estampa. Recorre el toro el anillo Rugiendo feroz de rabia Y desde el opuesto extremo En vez de caballo, un arpa, Vé que monta un picador Que allí le espera con calma; Llega, la puya se siente Sobre el morrillo, y el asta Introduce con encono Del animal en la panza, Vaciando completamente La cavidad que formara: El picador cae al suelo, Con trabajos se levanta Mientras que al quite se pone Según el arte, el espada A cubrir al desdichado Con una suerte de capa. Esta cosa se repite Muchas veces, la algazara, Los gritos y los denuestos Se ponen allí e privanza, Y grita el pueblo sediento ¡Más caballos a la plaza! .......... ........... Tocan a cambiar la suerte Y el banderillero marcha En pos del fiero enemigo; Poco a poco se le encara Con un palo en cada mano; El bicho le vé, le arranca Y aquel hombre se le escurre Clavándole el par; las palmas Retumban por el espacio, Suenan después las dianas, Unos tiran sus sombreros, Otros puros, otros plata, Y una completa ovación Termina la suerte. Calma Su furor la plebe luego Porque la corneta marca Que es la hora de la muerte, Y a la lid, sale el espada. Con ella y con la muleta A la presidencia avanza Y una breve alocución Como Juvenal llamara, Autoriza al matador
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A dar al bicho de baja. Llega, le da varios pases Y cuando el toro se iguala, Le tiende presto en la arena De una soberbia estocada. Salen después las mulillas Compuestas o enjaezadas, Y cargan con el cornúpeto Hacia un corral de matanza. Así se lidian seis toros Y la sangre se derrama Sin compasión en el circo Y el pueblo grita y aclama En confusa vocería Y frenéticas palabras A todos y a cada uno De los toreros; la calma Tan solo se restablece Al prevenir cada tanda. No siempre sucede esto Porque esta es corrida magna Y está mejor y es más buena Si un toro a un torero mata, Como pasó con Saleri En la semana pasada, Pero cuando más se agitan Las humanas oleadas Encima de los andamios, Cuando se escuchan bravatas Y hay muertos, golpes y heridos Y prisiones y amenazas, Es cuando los toros malos No destripan a las arpas. Entonces, ¡poder de Dios!... Vienen sillas a la plaza, Arrancan tablas, tablones, Las barreras y las vallas Y volcán en erupción Es aquel lugar; la zambra No termina sin sus muertos Y algunos por las pedradas, Hasta que la policía Interviene en la cruzada. Estos, estos son los toros, En nuestra querida patria; Estas son las diversiones Que tenemos en usanza Y el resultado se ve De una manera muy clara. ¡Quién! ¡quien nos hubiera dicho
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Que el destino reservaba A la gran Tenoxtitlán Tanta y tanta y tanta plaga! El juego, las espumosas, Los toreros, frailes, nanas De aquellas de caridad, Misioneros y comparsa Que acaban con el dinero Que se acuña en mil semanas. ¿Y después?... toman el flete Volteándonos las espaldas Y sacudiendo la ropa, (no los costales de plata) y exclaman ya en el vapor ¡Este país, sí que es Jauja! ¡Estúpidos mexicanos! ¡Qué necios son! Por la pascua Tornaremos otra vez Que son buenas las ganancias! No ha mucho que alguien decía Que el pueblo que dá pedradas A los toreros, no es pueblo Sino salvajes... ¡Que infancia! Cuando ese pueblo a mi ver, Ese pueblo, hablando en plata Da prueba de su cultura Obrando así; no maltrata Ni ha maltratado jamás A la Patti o la Peralta, Recompensa a los artistas Que de aquí van a su patria Llevando gratos recuerdos Y halagüeñas esperanzas. Hoy ya tenemos los pleitos Por mayor; ha unas mañanas Que un Cuatro dedos y otros En unión de ciertas damas Del callejoncito aquel, Ya saben, aquel de marras; Se arañaron y pegaron En Capellanes; navajas Según nos cuentan salieron A relucir, sevillanas, Y hubiera sido un motín Si no ocurre la montada. Ya ven pues nuestros lectores Que nada, nada nos falta Y que si Dios no lo enmienda Viviremos entre astas Por conceptuar feliz A nuestra querida patria.
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En vez de teatros y escuelas Hoy tenemos nueve plazas; Que han costado capitales De regular importancia: Una: “Plaza de Colón” Frente a Pane situada; Dos en el Paseo Reforma; “El Huisachal”, “Tlalnepantla”, “San Rafael y Belem, “En la Viga y Tacubaya” Y tres más que hay en proyecto Según la prensa diaria. Hay además, cuatro escuelas Llamadas de tauromaquia, Otra en Toluca, otra en Puebla, Otra en la culta Orizaba Y otra, entre nosotros mismos Cuatro veces por semana. Los cuernos por todas partes Con profusión se propalan Y con frecuencia hay quien sufre Continuamente cornadas. Bueno será que el Congreso, Con una buena plumada, Suspenda de entre nosotros Esa diversión tan bárbara; Que viene siendo terrible, Más que terrible una plaga, Que arruina a la sociedad Y a la patria mexicana. FIN
344
Cuadrillas de Diego Prieto “Cuatrodedos” y de Eduardo Leal “Llaverito”. Además: Enrique Merino “El Zocato”, “Naranjito”, “El Pipo”. “Torerín” y el “Madrileño”. (ca. 1895). C.B. WAITE, fotógrafo. Fuente: Colección Julio Téllez García.
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RELACIÓN DE CORRIDAS DE TOROS EN QUE PARTICIPÓ EL DIESTRO MEXICANO PONCIANO DÍAZ SALINAS DURANTE EL AÑO DE 1887 Nº
PLAZA Y/O CIUDAD
FECHA
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Irapuato, Gto. Irapuato, Gto. Irapuato, Gto. Guanajuato, Gto. Guanajuato, Gto. Guanajuato, Gto. San Rafael, D.F. San Rafael, D.F. Tlalnepantla, Méx.
09.01.1887 12.01.1887 16.01.1887 23.01.1887 30.01.1887 06.02.1887 20.02.1887 22.02.1887 13.03.1887
10
Tlalnepantla, Méx.
20.03.1887
11 12
Tlalnepantla, Méx. León, Gto.
27.03.1887 10.04.1887
13
León, Gto.
17.04.1887
14
León, Gto.
24.04.1887
15
León, Gto.
30.04.1887
16 17 18 19 20
León, Gto. Orizaba, Ver. Orizaba, Ver. Orizaba, Ver. Orizaba, Ver.
21
Orizaba, Ver.
22 23
Veracruz, Ver. Veracruz, Ver.
08.05.1887 22.05.1887 24.05.1887 30.05.1887 Mayo-junio 1887 Mayo-junio 1887 05.06.1887 Junio, 1887
ALTERNANTES
TOROS
Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla
Parangueo (4) Parangueo (4) Parangueo (4) Parangueo Parangueo (4) Parangueo (4) Parangueo (6) Parangueo (6) Posiblemente Santín. Ponciano Díaz y cuadrilla 5 toros a muerte y embolado. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Picadores: Carlos Sánchez, José Ma. Mota, Arcadio Reyes, Se desconoce Agustín Oropeza, Irineo García, Celso González. Banderilleros: Carlos Sánchez, Carlos López “El Manchao”, Atenógenes de la Torre y Pedro García. Ponciano Díaz y cuadrilla La Concepción Mezquite Gordo Ponciano Díaz y cuadrilla La Concepción Mezquite Gordo Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce
OBSERVACIONES
Estreno de plaza. de un El Monitor Republicano, 20.03.1887, p. 4. Se suspendió
D.F.,
y y
“Durante los diez años que ha trabajado como capitán de cuadrilla (a partir de 1877, fecha de su presentación) ha matado la enorme cantidad de dos mil quinientos doce toros y con excepción de una vez en que lo hirió ligeramente uno al querer banderillarlo en un caballo indócil, nunca ha sido siquiera maltratado por ellos”. Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y Cuadrilla
Se desconoce Se desconoce Se desconoce Uluapam (5) Se desconoce
El Nacional, 11.05.1887, p. 2 Plaza de toros “La Joya”. El Partido Liberal, D.F., 24.04.1887, p. 3. La corrida se efectuó en la mañana. El Diario del Hogar, 21.08.1887, p. 2.
Ponciano Díaz y Cuadrilla
Se desconoce
El Diario del Hogar, 21.08.1887, p. 2.
La Patria, D.F., 03.05.1887, p. 3.
Ponciano Díaz y cuadrilla Uluapam (4) Ponciano Díaz en Veracruz. Ayer ha circulado en la ciudad un Se desconoce impreso en forma de cartel, en que se anuncia que el célebre torero mexicano, Ponciano Díaz, ha llegado a Veracruz con una numerosa cuadrilla de arrojados banderilleros y escogidos picadores y que el próximo domingo dará una corrida en nuestra plaza, que se dice será la única
El Nacional, 03.06.1887, p. 3.
24
San Rafael, D.F.
09.06.1887
25 26
Colón, D.F. Del Paseo, D.F.
12.06.1887 16.06.1887
27
Colón, D.F.
19.06.1887
28 29
San Rafael, D.F. San Rafael, D.F.
19.06.1887 26.06.1887
30 31
San Rafael, D.F. San Rafael, D.F.
03.07.1887 10.07.1887
32 33 34
Huamantla, Tlax. Colón, D.F. Orizaba, Ver.
1887, julio 21.07.1887 07.08.1887
35
Orizaba, Ver.
14.08.1887
36
Huamantla, Tlax.
Agosto, 1887
37 38
Huamantla, Tlax. Colón, D.F.
Agosto, 1887 21.08.1887
39
Colón, D.F.
28.08.1887
40 41 42 43 44 45 46
Colón, D.F. Colón, D.F. Colón, D.F. El Paseo, D.F. Colón, D.F. Colón, D.F. Colón, D.F.
04.09.1887 08.09.1887 11.09.1887 16.09.1887 18.09.1887 25.09.1887 02.10.1887
47 48
Toluca, Méx. Colón, D.F.
06.10.1887 09.10.1887
49 50
Colón, D.F. Colón, D.F.
10.10.1887 16.10.1887
Ponciano Díaz y cuadrilla
El Tulipán (5) toros a muerte y un embolado. Ponciano Díaz y cuadrilla El Tulipán (5) Se suspendió Ponciano Díaz y cuadrilla, lidiarán 5 toros a muerte y un Se desconoce El Tiempo, D.F., del 16.06.1887, p. 3. embolado, por la cuadrilla formada de Estudiantes de Medicina a quienes acompaña el célebre diestro mexicano Ponciano Díaz. Ponciano Díaz y cuadrilla 5 toros a muerte y un Por la mañana embolado. El Tulipán. Jaripeo, manganeo y monta Por la tarde Ponciano Díaz y cuadrilla El Tulipán. Se suspendió después de lidiado el tercer toro. Ponciano Díaz y cuadrilla El Tulipán (5) Por la mañana. Entre otros Carlos López “El Manchado”, Atenógenes de la El Tulipán (5). Por la mañana. Torre, integrantes de su cuadrilla. 2 actuaciones en la feria alternando con “Rebujina” Se desconoce Diego Prieto “Cuatro dedos” Se desconoce Ponciano Díaz y cuadrilla. Se desconoce El Arte de la Lidia, año III, 3ª época, 31.07.1887, Nº 39, p. 3-4. Ponciano Díaz y cuadrilla Nopalapam El Arte de la Lidia, año III, 3ª época, 21.08.1887, Nº 42, p. 4. Ponciano Díaz y cuadrilla. “Por trastornos que impidieron la Se desconoce El Arte de la Lidia, año III, 3ª época, llegada a tiempo a Huamantla del espada Francisco Jiménez 21.08.1887, Nº 42, p. 4. “Rebujina” ha tenido que torear las corridas de feria en dicha población, el espada Ponciano Díaz”. Ponciano Díaz y cuadrilla. Se desconoce Ramón López y “El Chiquitín” (banderilleros) 6 bravos toros y un Beneficio de P. Díaz. embolado de El Tulipán. Ponciano Díaz y cuadrilla 5 toros a muerte Tulipán y Cazadero. Embolado. También se anunciaron como de Jalpa. Manuel Díaz “Lavi” “El Habanero” Cazadero-Jalpa José Machío Se desconoce Se suspendió José Machío Cazadero-Jalpa Beneficio de J. Machío. Ramón López y Antonio Gómez Jalpa (5) 77 aniv. Independencia Ponciano Díaz y cuadrilla Jalpa y el Aguila(5) Ponciano Díaz y cuadrilla El Copal (5) (12) Cuadrilla de Ponciano Díaz Tulipán, Copal y Jalpa. La prensa también manejó el nombre de Santín. Cuadrilla de Ponciano Díaz El Salitre (5) Ponciano Díaz y cuadrilla Copal, Jalpa y Tulipán y un embolado Ponciano Díaz y cuadrilla San Simón (5) Ponciano Díaz y cuadrilla Mezquite Gordo (3) y
2
51 52
Toluca, Méx. Toluca, Méx.
03.11.1887 06.11.1887
53 54 55
Puebla, Pue. Villa Lerdo, Dgo. Colón, D.F.
1887, nov. 1887, nov. 13.11.1887
Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz dará una serie de corridas de toros en Toluca mientras se concluye la Plaza que están construyendo en esta ciudad. “El domingo próximo dará la primera función” Cuadrilla de Ponciano Díaz, dedicada a la culta sociedad toluqueña… Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla
56 57 58
Colón, D.F. Colón, D.F. Toluca, Méx.
20.11.1887 21.11.1887 27.11.1887
José Sánchez Laborda Ponciano Díaz y cuadrilla Felícitos Mejía
59
Guadalajara, Jal.
30.11.1887
Ponciano Díaz y Francisco Gómez “El Chiclanero”
60 61
Toluca, Méx. Puebla, Pue.
04.12.1887 12.12.1887
Atenógenes de la Torre Ponciano Díaz y cuadrilla
Santa Lucía (2). Se desconoce El Salitre
El Diario del Hogar, D.F., 01.11.1887, p. 2. La Patria, D.F., 05.11.1887, p. 3.
Se desconoce Se desconoce Atenco (5); la prensa Beneficio de las cigarreras (13) dijo que se trataba de toros de Santín. Atenco (5) Se desconoce Asunción Mestepec AHMT (5) Se desconoce La bandera de Jalisco, del 30.11.1887, p. 2. Boximo (5) AHMT Se desconoce El Monosabio, D.F., 17.12.1887, p. 6.
RELACIÓN DE ENCIERROS DE LA HACIENDA DE SANTÍN, LOCALIZADOS EN LAS DIVERSAS FUENTES DE CONSULTA A QUE TUVO ACCESO EL AUTOR. Nº
PLAZA Y/O CIUDAD
FECHA
ALTERNANTES Ponciano Díaz y cuadrilla. Juan Moreno “El Americano”, Diego Prieto “Cuatro dedos”. “El Niño” y “Rebujina” Ponciano Díaz y cuadrilla.
1 2
Tlalnepantla, Méx. Colón, D.F.
13.03.1887 08.05.1887
3 4
Colón, D.F. Colón, D.F.
29.05.1887 13.11.1887
3
Nº de TOROS
OBSERVACIONES
6 6
El Diario del Hogar, D.F., 15.03.1887, p. 2. El Diario del Hogar, D.F., 10.05.1887, p. 3.
6 5
Beneficio de las cigarreras.
BALANCE DEL AÑO 1887. “BERNARDO GAVIÑO”, DISTRITO FEDERAL “COLISEO”, DISTRITO FEDERAL “COLÓN”, DISTRITO FEDERAL “EL PROGRESO”, JALISCO “PASEO”, DISTRITO FEDERAL “SAN RAFAEL”, DISTRITO FEDERAL ATLIXCO, PUEBLA CELAYA, GUANAJUATO COLIMA, COLIMA CUERNAVACA, MORELOS EL HUISACHAL, MÉXICO GAVIRA, GUANAJUATO GUANAJUATO, GUANAJUATO HUAMANTLA, TLAXCALA IRAPUATO, GUANAJUATO LEÓN DE LOS ALDAMAS, GUANAJUATO MATAMOROS, TAMAULIPAS MATEHUALA, SAN LUIS POTOSÍ MAZATLÁN, SINALOA MONTERREY, NUEVO LEÓN MORELIA, MICHOACÁN ORIZABA, VERACRUZ PACHUCA, HIDALGO PASEO NUEVO, PUEBLA SAN ÁNGEL, DISTRITO FEDERAL SAN LUIS POTOSÍ, SAN LUIS POTOSÍ SANTIAGO DEL RÍO, SANLUIS POTOSÍ TENANCINGO, HIDALGO TENANGO DEL VALLE, MÉXICO TLALNEPANTLA, MÉX. TOLUCA, MÉXICO TULANCINGO, HIDALGO VERACRUZ, VERACRUZ
TOTAL
5 2 44 3 35 46 2 2 1 1 1 1 4 3 1 8 2 1 1 1 4 15 6 18 1 1 3 1 3 10 26 2 7
261
NOTA IMPORTANTE: Por otro lado, existen toda una serie de referencias periodísticas que afirman la celebración de festejos taurinos en sitios tan alejados como los de algunas plazas en la península de Yucatán –por ejemplo-, o de otros tantos que mencionan los toreros a su regreso a México, como aquellos registros que comparten en El Arte de la Lidia, dando con ello informe de sus últimas actuaciones, que no pongo en duda. Lamentablemente, cuando no hay fechas que así lo confirmen, ese solo argumento me llevó a no incluir tales datos en el “Balance”. Espero que el lector comparta esta misma conclusión. También sugiero no olvidar aquellos datos que reúnen las actuaciones de Ponciano Díaz o los de la presencia de la ganadería de Santín también agregados aquí. (El autor).
EN MÉXICO, CIUDAD EN EL DÍA 12 DE JUNIO DEL AÑO DE GRACIA DOS MILÉSIMO y DÉCIMO QUINTO.
LAVS
DEO