Autlán 2009

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MATADOR: ALDO OROZCO




Memoria del Carnaval 2009 Autlán Por Felipe Aceves Antes de adquirir los boletos para asistir a una corrida de toros, o como en el caso del Carnaval, a todo un serial, el primer paso que damos es analizar cómo están conformados los diferentes carteles.

en otros ruedos. Importantísimo: cuál es la ganadería con la cual va a enfrentarse, y si a dichos toros los hemos visto lidiar en corridas anteriores, como para tener una expectativa razonable de que ofrecerán un buen juego, etc.

Este examen podemos efectuarlo desde un par de puntos de vista. El primero, lo realiza un simple espectador, quien sólo toma en cuenta un ingrediente para mi gusto, superficial: que esté anunciado un torero muy famoso. Decidir con base en lo anterior, por supuesto, no deja de tener su atractivo. Porque damos como un hecho que la corrida será un éxito, ya que fulano o sutano vienen a Autlán. Por desgracia, que dicho éxito se haga realidad está, en la mayoría de los casos, muy lejano. No pongo a discusión la responsabilidad que muestran en su desempeño muchos de esos espadas, aunque sí vale la pena mencionar el peso que tienen los compromisos simultáneos que han adquirido con los carnavales de otras plazas. Y eso los empuja asumir una actitud bastante conservadora en el ruedo. Además, las pretensiones económicas, sin que esto quiera decir que no las merecen, se van a las nubes ¿Resultado? Una tarde como cualquier otra. Repito. No generalizo pero… he visto ya tanto.

Como notará el lector, la segunda forma de considerar un cartel requiere, de un procedimiento más detallado, a más de un conocimiento mayor de los diferentes elementos que integran un programa. Y por lo que pude observar durante el proceso de armar los carteles del Carnaval 2009 en Autlán, privilegios del periodista, sin lugar a dudas se apegó a la segunda receta. No está de más decir que, un serial como el autlense, no puede ni debe ser confeccionado de otra manera dada la significación que desde hace varias décadas tiene para el calendario taurino de México.

La segunda forma de evaluar los carteles requiere de un concienzudo análisis. Análisis que sólo es practicado por los buenos aficionados. Comienza por traer a la memoria el resultado de otras actuaciones de el, o los toreros anunciados en esta plaza. Explorar también, si antes de llegar acá han seguido triunfando

Para la edición 2009 de nuestro carnaval, y confío me otorgarán el privilegio de sentirlo también mío –aunque sea fuereño– se combinaron varios factores positivos. El más importante fue, desde mi punto de vista, la adecuada selección de los toreros a contratar, tanto nacionales como extranjeros. Tal vez podría añadírsele algún nombre con más peso, pero vuelvo a lo mismo; no hay total garantía y sí, los costos se elevan de una manera escandalosa, sin lugar a dudas, y las utilidades que se aplican en obras de beneficio para la ciudad y sus habitantes, irremediablemente se van en los bolsillos de algún espada extranjero. No voy a dejar de lado una

polémica recurrente: la generada por la decisión de no incluir algún espada como José Tomás, Julián López “El Juli”, Enrique Ponce o Pablo Hermoso de Mendoza, por mencionar algunos. Sólo que… dicha polémica surge, bastante más allá de los intereses de la ciudad. Se argumenta que la falta de dichos toreros en el carnaval va en demérito de la calidad del programa taurino autlense. Mi apreciación a este respecto es la siguiente. Cualquier torero, sobretodo de los que habitan la parte superior del escalafón evalúa su posible contratación con base en dos elementos: los honorarios que pueden recibir y la trascendencia del evento. En cuanto a sus honorarios, nada más justo que el dinero cobrado por quien se juega la vida en los ruedos (sobre todo si tiene la capacidad de convocar al público, a lo que en el medio taurino se le llama: “Jalón de taquilla”). El otro aspecto, la trascendencia del evento es para ellos tanto o más importante que el primero. Este tiene que ver con la difusión que tenga, en este caso el carnaval, y una bien orquestada campaña de promoción (que no exactamente de publicidad) tiene un costo menor que la contratación de una figura del toreo. Por eso, cuando hay una acertada campaña, la gran difusión les despierta el interés por verse anunciados y que hagan un esfuerzo para reducir las pretensiones económicas. Hay también otra razón de peso –no me dejarán mentir–: ver un lleno en la plaza Alberto Balderas, no es novedad. ¿Moraleja? A un empresario con plaza llena, nadie lo presiona. Guadalajara, Jalisco. Marzo de 2009



CAMINO A LA PLAZA

Por Rocío Sierra H. El hotel Autlán es de tradición torera. Desde hace varios años se ha convertido en “el lugar”, donde se hospedan ganaderos, periodistas, amigos, aficionados, toreros, las figuras y los que aspiran llegar a serlo, estén o no colgados en los carteles del Carnaval Autlense. No es de extrañar que en estas fechas el hotel esté con su capacidad a tope. El ambiente taurino diambula por los pasillos el enigma a fiesta de toros, se respira en la cafetería y cada rincon del hotel, ese miedo tan especial que sienten los toreros y sus cuadrillas impregna las habitaciones, bendecidas por las imágenes que siempre los acompañan. Me encanta el ambiente que hay en el hotel previo a la corrida. Y no se diga el posterior, en que todo depende de cómo se haya dado la tarde en la plaza. Ganaderos y toreros, y todos los que estamos ahí, tenemos descargas anímicas encontradas: nervios, miedo, alegría, expectativas… e ilusio nes. Bajar a desayunar chilaquiles y jugo al restaurante es un deleite. Se distinguen los ánimos para la corrida. Probablemente será tu vecino de mesa el matador Juan José Padilla quien se alimenta fuerte por las mañanas; Arturo Macías, carismático y sonriente; Federico Pizarro, discreto y acompañado de un Curro Calesero sereno; Fermín Quiróz aconsejando a Armando Ramírez “Bamban”. Todos contando historias taurinas, anécdotas. El comedor, además de alimentar la fuerza física de los matadores hospedados y sus cuadrillas, les alimenta el ánimo: no faltan las muestras de cariño, admiración y respeto de los aficionados y curiosos que se asoman


para ver qué desayuna cada cual, tomarse una foto, o tal vez, pedir un autógrafo y desearles suerte para la tarde. Terminado el desayuno, queda tiempo para un cigarrillo, una plática corta con el apoderado y luego ir a encerrarse en el cuarto para relajarse viendo televisión, hablar por teléfono, tomar un baño largo y dormir un poco; esto, creo yo, es lo que hacen la mayoría. Son cosas que sólo ellos saben… parte de sus ritos privados y misteriosos antes de la corrida. Después del bullicio matutino, el hotel se envuelve de silencio por varias horas, en espera del regreso del apoderado, con ese papelito que trae marcado el destino de la tarde. No se ve gente por los pasillos, a penas se escucha música flamenca salir de las habitaciones; si a caso, el abrir y cerrar puertas y los mozos de espadas con sus afanosos cepillos limpiando los avíos, es lo único que rompe esa armonía tensa que provoca la falta de ruido. A las tres de la tarde se rompe el silencio. Las cuadrillas empiezan a vestirse y desfilan de un pasillo a otro.


Los picadores calzando sus botas de hierro, nos recuerdan a cada paso que la hora está cerca. Banderilleros estirando las piernas, mozos doblando capotes… las espuertas aguardan en los pasillos. Se encienden las camionetas, en las que se van montando uno a uno, esperando que el matador salga de su cuarto con el capote de paseo en el brazo, acompañado del apoderado, e inicien su camino a la plaza. Donde le espera su destino. El mío inicia a las cuatro de la tarde con mi padre y hermana. La distancia son apenas cinco cuadras, mientras vamos caminando. El ambiente en las calles es universal, de cualquier parte del mundo que tiene fechas festivas, pero a la vez es muy particular: sus calles adoquinadas repletas de personas que tenemos la misma dirección: la plaza de toros; los puestos del famoso Callejón del Vicio, con clientela “curándose” la resaca, empezando a entonarse, o calmando el intenso calor al son de la banda que algún cliente alquiló; los restaurantes ambulantes de carnes y tacos despidiendo el olor a salsa de chile, tortillas y cebollas asadas; la venta de sombreros de todo tipo, colores y texturas… observar a la gente, su interacción con el pueblo, sus fiestas y tradiciones, es para los visitantes objetivo de la lente de sus cámaras fotográficas. Comprar un vaso de guámaras con limón y sal, se ha convertido en una tradición personal, y cuidar que no se me caiga cuando paso por el “apeñuscadero” de gente bailando es toda una faena. El misterio del patio de cuadrillas se descubre cuando al tocar en la puerta, se abre una ventana en la que solo se ven los ojos del portero. Pareciera que le cuesta trabajo reconocer las caras que ve, pues tarda unos segundos en recordar que somos las mismas personas del día anterior, incluso, que la feria anterior. De reojo revisa que el pase de callejón, de colores indiscretos, esté pegado en un lugar visible, nos deja pasar y vuelve a cerrar la puerta en espera de otro llamado. El patio me es familiar, la mayoría de las caras también. Ahí están el Juez, Rubén Pérez, con su indispensable carpeta de trabajo; el

Alguacilillo vestido de charro montado en su impecable caballo; algunos novilleros locales buscando la primer oportunidad para ayudar en lo que se necesite; los fotógrafos atentos a cualquier detalle, con el dedo índice siempre listo en el disparador… Reporteros y cronistas probando la señal inalámbrica, tomando notas; porteros, monosabios, algunas mujeres que sólo quieren una foto con los matadores… Y yo. Tomando algunas fotos, y observando el comportamiento de la gente, el movimiento nervioso de los que no nos vamos a jugar la vida al sonar el clarín en punto de las cinco de la tarde, pero que tenemos responsabilidad laboral. Llegan las cuadrillas. Los picadores arman sus varas y con un toro imaginario, prueban suerte para colocar el mejor puyazo de su vida. Los subalternos entregan sus avíos a los chavales, la mayoría aspirantes a novilleros que les ayudarán durante la lidia y permanecen siempre a un lado del matador con el que torean esa tarde. El matador en su camino al túnel siempre es interrumpido por admiradores que se toman fotos y estrechan su mano para desearle suerte. La interacción entre un matador y su cuadrilla, es una mezcla de respeto, apoyo, admiración y exigencia, que se da de las dos partes (el éxito de la lidia, también depende en muchas formas de la acertada colaboración de los miembros de la cuadrilla). Se confían hacer las cosas lo mejor posible, se transmiten seguridad con pocas palabras, son un equipo de cuatro personas que se juegan el pellejo, los aplausos, la reputación, los laureles de la tarde y de la feria. Faltando unos minutos para iniciar la corrida, los peones de brega ayudan al matador a vestir el capote de paseo. ¡Qué ritual! Tan íntimo y público a la vez. Se cubren de un manto protector, elegante, lucidor. Los hace más príncipes que los de sangre Real. ¿Quién sabe qué pasara por su mente en ese momento? ¿Rezan? ¿Repasan su faena soñada? Sólo ellos saben. Algunos mueven la boca, otros gesticulan, porque ha llegado el momento de la verdad, en el ruedo, les espera la gloria el drama o


quizas la muerte . Entretanto, busco el mejor ángulo, el sitio perfecto para una buena foto que capture el momento en el que se preparan para salir al ruedo y partir plaza. Ese es mi momento para emprender el trayecto al burladero que me protegerá durante la corrida. En el camino saludar a más personas, que probablemente ni ellos ni yo recordemos nuestros nombres, es un gesto que me hace sentir en casa. El movimiento en el callejón es intenso. Apoderados deseando suerte a ganaderos y viceversa. Mozos de


espadas armando muletas, cepillando rastros de sangre de los capotes, preparando el agua, ensartando agujas previniendo ahorrar tiempo en caso de que se necesiten. Porteros y monosabios colocándose en su sitio, alistando pares de banderillas y las varas de los picadores, rastrillando la arena. Los ánimos y la presión suben; si pudiéramos omitir el ruido que se produce en los tendidos llenos, la música de la banda municipal y el sonido de los machos de los trajes de luces al caminar, seguramente escucharíamos corazones latiendo acelerados y bombeando sangre hasta el último recoveco de las venas. Estar en el callejón me hace ver una corrida distinta. Se siente con mas intensidad la corrida. Paso miedo algunas veces, es el reflejo del respeto a la profesión. Se agudizan mis sentidos para escuchar, ver, sentir, oler y aprender más. Es como cuando de niños creemos que por abrir más los ojos al tener algo de nuestro gusto enfrente, vamos a ver más y lo único que sucede es que ponemos cara de mayor fascinación. Escuchar las instrucciones de los apoderados, la respiración del toro y el torero, sentir vibrar el suelo cuando van galopando 500 kilos encelados por un cite, empolvarse hasta la garganta, estar al nivel del toro sintiendo su mirada fija y retadora, escuchar cómo se rompe la piel del burel al colocar las banderillas, compartir cigarros, y comentar lances de estampa y faenas hipnotizantes con los compañeros de callejón, sentir la respuesta del público ante un quite o una buena puya en los aplausos y ¡olés!, es algo que me pone la piel chinita como de gallina, y pensar que en otra época, no hubiera sido posible estar ahí, por el simple hecho de ser mujer. Algo que no puedo evitar es sentir un escalofrío instantáneo cuando, a la salida del toro éste se dirige involuntariamente hacia mi dirección; siento que soy su objetivo, cuando es obvio que no lo soy, simplemente tiene una salida al ruedo brusca. A veces, claro, los toros saltan las tablas y el sudor frío me sale de los poros por el

derrame de adrenalina y agradezco la pronta reacción de los porteros para bloquear el tránsito libre del animal en el callejón y obligarlo a regresar al ruedo por el juego de puertas. Todos los que estamos ahí sabemos el riesgo que corremos, pero son decisiones personales y profesionales que asumimos y no las cambiamos por nada. Son momentos indescriptibles, situaciones y sensaciones fascinantes que puedo estar segura, en ninguna otra ocasión en la que el riesgo está presente me ha provocado disfrutar el miedo. Termina la corrida. Si hay fortuna, ninguna persona sale lesionada, y todos salimos felices y con ganas de más. Los aficionados salen de la plaza con ánimo de fiesta, cenar con los amigos y beber en algún bar en lo que se llega la hora de volver a ella, para el espectáculo nocturno con artistas como Gloria Trevi, Pepe Aguilar. Los ganaderos, satisfechos de sus astados, de la raza, de su hierro. Los matadores agradeciendo haber salido con vida, aplaudidos, a hombros. Los periodistas esperando que nuestra nota sea de gusto del público y refleje lo que se vivió por la tarde. Los fotógrafos deseando llegar inmediatamente a ver sus capturas ópticas y seleccionar las que impriman los momentos plásticos y coloridos que se viven en el ruedo. Apoderados, cuadrillas y mozos, cargando a cuestas avíos y el placer de haber salido triunfantes de otra tarde. Todos, esperando llegar al


hotel para tomar un baño y cenar algo que quite el hueco en el estómago. Volver a atravesar el patio de cuadrillas al final de la corrida y ver el último astado colgado de los cuartos traseros para subirlo a la camioneta que lo llevará al rastro es impresionante. Los olores de la sangre fresca, conjugada con el zumbar de las moscas acumuladas, me recuerdan que la muerte es uno de los factores latentes en los toros, y que nadie quiere que se inviertan los papeles en el ruedo. Las personas que se acercan para tomarse fotos con el animal a sus pies, como un trofeo de caza, son el reflejo del orgullo que da el triunfo del hombre sobre la bestia. Los niños arrancando las banderillas ensangrentadas del morrillo del toro, tal vez para jugar al torero o tenerlo de recuerdo de que alguna vez, su ídolo de los ruedos tocó ese instrumento en una tarde de gloria. A la salida la calle es un caos. Los automóviles y el gentío que quiere saludar a los toreros la invaden, para los civiles que vamos de salida, nos es casi imposible cruzar seis metros que hay de acera a acera. Así inicia mi regreso al hotel. Ahora es de noche y el sol no quema. No faltan los comentarios que hacemos de la corrida, de los toros, de la gente y la feria al salir de la plaza. El regreso es más pesado; estar parada toda la corrida es cansado y no se siente sino hasta el final, al caminar de

nuevo. La música de la banda está en todos lados, y ahora atravesar el Callejón del Vicio es una labor titánica, pues se convierte en un río de gente bailando y bebiendo. Al llegar al hotel, ya se ven a las cuadrillas bañadas y empacando sus pertenencias en las furgonetas que los llevarán después de la cena a su siguiente destino. Todos ellos dándose la enhorabuena unos a otros, sonrientes, complacidos por la tarde. Me siento en el restaurante de nuevo, comparto mesa con personas del toro, que admiro y siento un profundo respeto. Volvemos a comentar la corrida, nos reímos de anécdotas pasadas y dentro de nosotros sabemos que damos gracias al Cielo que estamos nuevamente compartiendo momentos que nos hacen sentir más vivos. Cada quien toma su camino: algunos a dormir y descansar, otros a carretera, otros al Callejón del Vicio a disfrutar del Carnaval y recibir despiertos los primeros rayos del sol que nos recuerdan que la fiesta continúa por algunos días más, por la mañana el toro de once, la corrida formal y el espectáculo nocturno siguen, y que el cuerpo tiene que reponerse. En ese momento me dispongo a dormir. Necesito recuperar fuerzas para al día siguiente disfrutar del salero de Autlán, ya que tengo que esperar un año más para volver a iniciar mi camino a la plaza......Fotos: Rocio Sierra y Oskar Ruizesparza




FESTIVAL ESCUELAS TAURINAS

6 erales a muerte, de la ganadería de “La Llave”, para Eduardo Ortega, de Autlán, Oscar Rosas, también de la tierra, Lulú de La Vega, de Querétaro, Alexis Garay, de Aguascalientes, Leo Valadez, de Aguascalientes y Michelito Lagravere, de Mérida. De la mano del abuelo, el niño aprendió allí algunas cosas útiles, sobre el coraje y la cobardía, sobre la dignidad del hombre que se atreve y la del animal que lucha hasta el fin. Arturo Pérez Reverte. 2008 El epígrafe en el encabezado de este escrito tiene mucho qué ver con la afición de los Autlenses. Para quien esto escribe, uno de los aspectos más gratificantes es la enorme participación en el carnaval, de la niñez de Autlán. Son espectadores y son protagonistas. Es una gran acierto que el Patronato sepa quien realiza unas gaoneras. Tiene que responder el torero en turno y lo hace, también por gaoneras, aunque con poco lucimiento. Oscar se luce con las banderillas en tres pares con muchísima voluntad. Destaca la impresionante actitud del nieto de Pedro Rosas “El Autlán”. Lo intenta todo, no se amilana, a pesar de no cuajar los muletazos, está siempre en la cara de su enemigo, tope donde tope. Cuando hay un prospecto como este, señores todos de Autlán… hay que apoyarlo. Lo mejor fue el estoconazo: bien toreado, con mucha exposición,

deletreado, en todo lo alto, sin derrame y de efectos fulminantes. El solo estoconazo valió la oreja. Arrastre lento para el becerro. Poca suerte en el sorteo para Lulú de La Vega. Su eral en turno fue el menos potable de la tarde, sin embargo ofreció algunas posibilidades de lucimiento. Se le nota más oficio a Lulú, lo que se notó desde sus lances a la verónica y consiguió cuajar algunas buenas series de muleta por el derecho. Tiene valor y expone, a veces de más, pero es parte del aprendizaje. Su enemigo parecía tener un mejor lado izquierdo. Con la espada, tres cuartos de acero y una estocada muy defectuosa que bastó para que doblara su enemigo. Jorge Salvatierra fue sustituido por su paisano de Aguascalientes, Alexis Garay, a quien le correspondió un eral que mostró calidad en su embestida, pero por desgracia fue débil. Con todo y es, el chaval mostró sus buenas maneras, actitud, oficio y calidad en su toreo. Dejó una estocada defectuosa, aunque se debe tomar en cuenta que la suerte suprema, esto chicos no tienen muchas posibilidades de practicarla. El público exigió una oreja que le fue concedida. Pinturería, valor, inteligencia y una impresionante intuición torera son los atributos de Leo Valadez. Un ilusionante prospecto aguascalentense. Se le ve desahogado en la cara de sus enemigos, cómo avanza cada festejo y celo por su condición de torero. Recibe a su eral con chicuelinas en el centro del ruedo, para luego bregarlo y rematarlo con media verónica de cartel. El becerro es bravo y los buenos


toreros se aprecian con este tipo de ejemplares. Realiza series de calidad y temple por ambas manos, molinetes de rodillas, pases de la firma, que le salen bordados. Escuche usted: faena bien construida, bien aprovechadas las buenas condiciones del eral y, lo más admirable… faena entendida: la mejor de este y muchos festejos. Ojalá tenga mucha suerte en su largo camino y tenga gente atrás con taurinismo e inteligencia. Pincha hasta en dos ocasiones, para luego dejar una media en buen sitio. El público entendió la calidad del trasteo de Leo Valadez y a pesar de los pinchazos exigió una oreja al biombo y las autoridades no dudaron en concederla. Michelle Lagravere, de Méridcartel y torea con más frecuencia que muchísimos novilleros.; mucho carisma y gusta de estar en la cara de sus enemigos. Al de turno lo recibió con verónicas bien rematadas con la media. Bien picado por David Vázquez. Intenta un quite por chicuelinas y navarras, pero el becerro no es fijo y se escupe de la suerte. Inicia el rubito chaval su faena, con muletazos por alto, pero el de “La Llave” ha decidido no cooperar y por más esfuerzos del chaval es imposible realizar un buen trasteo. Dos pinchazos y una entera delantera hacen doblar a su enemigo. Como tres de los alternantes cortaron una oreja cada uno, Oscar Rosas, Alexis Garay y Leo Valadez, el trofeo en disputa fue puesto a consideración del público. En esta ocasión se lo llevo el torero de la tierra, Oscar Rosas. .

Por: Felipe Aceves


LA BELLEZA AUTLENSE

Por Enrique Rivas “Joselito” Fotos: Oskar Ruizesparza La figura de la Reina, en los carnavales de Autlàn, se distingue de forma singular y su presencia cobra gran importancia año con año, ya que su participación, es un indicador de la tradición y unión, de este mágico pueblo en nuestro México. Desde las épocas mas añejas, una gran parte del carnaval gira alrededor de la soberana, no solo por su gracia y belleza, lo mas importante es que gracias a su dinámica participación y en el proceso del concurso hasta llegar a la fiesta de coronación, todas sus actividades están encaminadas a mejorar y recaudar fondos económicos y proyectos de ayuda social en beneficio de la comunidad. Tradicional es la competencia leal y de simpatías entre las finalistas representando a los diferentes gremios como el de Los pollos, Camioneros y Taxistas en conjunto con la comunidad de comerciantes. Es muy estimable, como se comprometen a favor de su pueblo las bellas candidatas, al realizar su esplendida labor, además de su significativa belleza, que engalana las fiestas de manera especial. Es realmente impresionante ser testigos de la intensidad con la que se vive la competencia, los equipos de trabajo, de cada candidata trabajan con esmero y dedicación, recaudando fondos para llevar a su candidata

hasta la meta final. Luego la agraciada que luce la corona y el cetro durante el carnaval, asiste de forma oficial con las autoridades y directivos del patronato a cada uno de los eventos, dentro de estos, es invaluable su presencia, en los festejos taurinos, ocupando un lugar de privilegio en la plaza de toros, que se inunda de alegría, cuando aparece la reina y se escuchan las fanfarrias de recibimiento. Cabe resaltar que esta labor ha dejado grandes beneficios a la comunidad especialmente para los que menos tienen, destaca por ejemplo la casa y centro de salud que acoge a las personas que vienen a esta cabecera municipal en busca de la salud, permitiendo que familiares y acompañantes de los enfermos tengan un lugar seguro de alimentación y cobijo. Otros resultados benéficos de esta labor se han dedicado a la educación y al deporte para la formación integral de jóvenes y niños. El fondo del esfuerzo, es social y humano, demostrando que la belleza y simpatía de la mujer en Autlàn, no se encuentra peleado con el entusiasmo y alegría de las fiestas manteniendo una tradición cultural y de valores que fortalece su rica identidad.


Novillada 20 de febrero 6 Novillos de Cerrito de Corzo para el poblano, Alfonso Mateos, el queretano, Luis Manuel Pérez “El Canelo” y de Colombia, Fernando Alzate. Esta novillada de carnaval tuvo una característica importante. Los tres chavales están catalogados entre los diez mejores novilleros del país. Si en esta clasificación incluyo al colombiano es porque casi toda su carrera se ha desarrollado en México. No fue un festejo de triunfos, si como referente utilizamos la cantidad de orejas cortadas; pero en cuanto a la disposición de los actuantes, sobre todo la de Alfonso Mateos tuvo el nivel de una plaza como Guadalajara o México. En cuanto al encierro potosino, este tuvo presencia, era bien armado y astifino de encornadura y los seis novillos ofrecieron serias dificultades en su lidia. No fueron bravos, pero sí tuvieron genio, a más del “sentido” que desarrollaron. Esta condición acrecentó de forma notable el riesgo en el ruedo y le dio un interés adicional al festejo, por lo que el público de Autlán de La Grana mostró que tiene conocimientos y no perdió detalle de todo lo que sucedía en el ruedo. Una tarde para buenos aficionados. Este encierro de “Cerrito de Corzo”, tal vez hubiera sido bueno torearlo en el callejón, ya que “Jefe”, novillo que le correspondió a Luis Manuel Pérez “El Canelo” fue lo primero que hizo… brincarse las tablas. El canelo buscó agradar con verónicas que le salieron un poco rapidillas, pero, dadas las condiciones del novillo fue lo mejor que se podía. Un quite por chicuelinas rematada con una revolera fue el preámbulo del tercio de banderillas. Cuando coge la muleta, el del Cerrito no responde: se raja, vuelve contrario, huye y se refugia en la querencia. Dos pinchazos y un bajonazo despacharon a este infumable ejemplar. El segundo del lote de El Canelo se llamó “Socio”, pero fue lo que menos tuvo. A las malas condiciones del anterior de su lote añádale que embistió con la cara alta. Un bajonazo delantero y a otra cosas mariposa. Con socios así… Alfonso Mateos es un muchacho que se nota a leguas

que asimila con mucho talento las enseñanzas de Rodolfo Rodríguez “El Pana”, pero con una salvedad: no copia al brujo de Apizaco. Ni en sus maneras, ni en su vestuario, mucho menos en sus flaquezas. Digiere el estilo de la escuela mexicana del toreo. Ante su primero “Juanito” que saltó al callejón, dadas las condiciones de lidia del novillo, poco pudo hacer con el capote. El astado va al caballo sin recargar ni ofrecer pelea con los piqueros. Luego del complicado tercio de banderillas, el poblano se faja con el burel echando muy abajo la muleta. Como para demostrar que es un torero de verdad, se va al sitio donde pesan los toros: el centro del ruedo. Entrega, actitud de triunfar y mucho riesgo son la tónica de su actuación. Media estocada suficiente para despachar al toro y brotan los pañuelos blancos por toda la plaza para que le sea concedida una bien ganada oreja. El segundo de su lote fue más complicado aún. Al trotón e incierto e incierto novillo, Mateos le aguanta, pero es imposible la faena. Cinco pinchazos, un descabello. El puntillero lo levanta y con un descabello más, lo manada Alfonso al destazadero. El chaval colombiano, Fernando Alzate vino a la plaza Alberto Balderas con mucha ilusión y dispuesto a dar una gran tarde, pero sus buenas maneras no fueron suficientes para bien lidiar a “Toledo”, que salía suelto e intentó dos veces saltar al callejón, que se fue vivo a los corrales por la falta de acierto con el estoque. Este ejemplar fue el único que, sin que fuera bueno ofreció algunas posibilidades de triunfo. “Zapata”, que fue el segundo de su lote tuvo peores condiciones. Este novillo fue rajado, manso, volteó contrario, inequívoco síntoma de mansedumbre, Alzate sacó toda su afición para quedarse muy quieto y robarle algunos muletazos de calidad poniendo en riesgo el pellejo. El público reconoció al colombiano y pitó fuerte al novillo cuando era arrastrado al destazadero. Por: Felipe Aceves Fotos: Oskar Ruizesparza




Corrida 21 de febrero 6 toros de “San Marcos” para el “Ciclón de Jerez” Juan José Padilla, el tlaxcalteca, Uriel Moreno “El Zapata” y Fermín Spínola. Cartel bien montado. Tres espadas que banderillean, dos de ellos triunfadores de Autlán: Padilla le cortó el rabo a una astado, también de San Marcos, en su actuación del carnaval del año pasado, El Zapata se llevó un par de orejas en la edición 178 de carnestolendas, y Fermín Spínola venía precedido de un triunfo en la Monumental Plaza México. Mejor presentación no puede tener un torero, como la que tuvo el año pasado en Autlán, el hispano Juan José Padilla “El Ciclón de Jerez”, así que eso valió para que repitiera este año. El primero de su lote de esta tarde, como lo que tiene en su origen, sangre San Mateo salió abanto. “Agorero” por invitación del espada en turno fue banderilleado por los tres toreros, tal como se esperaba. En la faena de muleta el toro mostró calidad, pero también debilidad, lo que impidió una faena de más trascendencia. Sin embargo, el torero español consiguió buenas series por el lado derecho, así como pases en

redondo. Hacia el final de su trasteo bordó una dosantina. Perdió la posibilidad de algún trofeo por sus fallas con el estoque. Un pinchazo y estocada delanterilla fue la ración de acero. Con “Profeta”, segundo de su lote el jerezano aguantó de rodillas las dudas del toro y ejecutar una larga afarolada. Luego del buen puyazo de David Vázquez, realizó un quite rapidillo por navarras que le fue aplaudido. El toro gazapea y prueba. Como se esperaba cubrió el tercio de banderillas en el cual destacó el tercero, un par al violín. Juan José Padilla, no es un torero fino, pero si pone en juego una voluntad inquebrantable. Lo demostró con este burel que buscaba frenarse a mitad del viaje. A su manera, el torero buscó agradar al público. Naturales y desplantes emocionaron a los asistentes. Sepulta el acero un tanto cuanto caído, sin embargo se le agradeció solicitando una oreja que el Ing. Rubén Pérez Álvarez, juez de plaza muy experimentado concede. Uriel Moreno “El Zapata”, un torero que no se prodiga en finezas, pero si en voluntad y deseos de agradar al público. Fue programado en este carnaval por méritos propios. Inició el trasteo de hinojos, con tres largas afaroladas, luego


tiene que esperar a que vuelva el toro del callejón, a donde saltó de visita, para dibujar verónicas y rematar arrodillado con una media verónica pinturera. “Iluso” de nombre, este ejemplar ofreció algunas posibilidades, que el Zapata supo aprovechar. Un quite valiente por chicuelinas de manos bajas y a invitar a sus compañeros a banderillear en el que dibujó un par al violín. Torea caminándole al burel. Le siguen buenas series templadas por el lado derecho y una en redondo por el lado izquierdo. Adornos por la cara, se perfila y sepulta el acero para cortar una oreja. Le da la bienvenida al astado con un lance de farol invertido, aunque fue desarmado en el remate. Nada fácil era “Realista” pero Uriel Moreno, no estaba para comodidades, le tragó, pero pagó el precio cuando fue cogido de tal forma por el vientre, que nos hizo temer un grave percance. Aunque no pudo estar igual (obvio) que antes del achuchón, se perfila para dejar una, tal vez la mejor estocada del serial. El juez le concede la oreja, para agregar una más a la espuerta. Cuando se contrató a Fermín Spínola comenzaba a perfilarse como uno de los posibles triunfadores de la Plaza México. al final fue evidente que el Patronato no se equivocó, ya

que Spínola se convirtió en uno de ellos. Con su primero, un burel debilillo intenta lancearlo por verónicas. Corresponde a la invitación de sus alternantes y la tercia banderillea cerrando Fermín con un par de poder a poder. En su faena de muleta fue el capitalino quien esa tarde intentó el toreo de reposo, templado, con “Visionario” que a pesar de lo incierto de sus embestidas al inicio, Spínola supo motivarlo y que mostrara la calidad de su recorrido. Abrochó su faena con un par de Dosantinas y bien toreadas. Estocada entera al primer intento, para cortar una merecida oreja. El segundo de su lote fue el lunar del encierro. “Optimista”, que no hizo honor a su nombre mostró lidia de manso. Se rajó desde los caballos y a pesar de la voluntad del espada, no pudo ser banderilleado con lucimiento. Un pinchazo desprendido fue suficiente para despachar a su enemigo, el cual fue pitado en el arrastre. Por Felipe Aceves Fotos: Oskar Ruizesparz




Corrida 22 de febrero 6 toros de San Lucas, para el michoacano Fernando Ochoa, Arturo Macías de Aguascalientes y el torero alteño radicado en Guadalajara Aldo Orozco. Como no asistir esa tarde. Ochoa, el torero moreliano acababa de indultar un toro en la plaza México, el aguascalentense Arturo Macías armó un alboroto en la misma plaza y el jalisciense Aldo Orozco, después de un compás en su carrera, volvió con la ilusión renovada y una evidente mejoría en la expresión de su toreo. Considero que muy pronto veremos a Fernando Ochoa en un lugar preponderante del escalafón mexicano del toreo. Su toreo va afinándose cada vez más y no tardará en encontrar… ese puntito y transmitirlo al tendido. Le correspondió “Santana” un astado con bravura, aunque faltito de fuerza. Luego de despatarrarse en verónicas, lo remata con vistosa revolera. Pelea bien en toro con los piqueros y muestra que hay que poderle y centrarlo en la muleta. Con mucha torería, lo recoge con una rodilla en tierra con pases templados, mandones, con torería, ganándole terreno al toro y bien rematados con el de pecho.

Seguro de haberle podido al burel, se recrea en tandas con ayudados por derecha, igual o más templadas, con buen gusto y un doble remate con el de la firma ligado con el de pecho ¡Olé! Sigue con la izquierda en el mismo tenor, aprovechando las despaciosas embestidas de el de San Lucas, pero, oh desgracia, al entrar a matar, algo pasó y la espada cayó demasiado baja, lo que le hace perder, al menos una oreja. Al segundo de su lote, aunque tuvo calidad, la técnica y disposición de Ochoa hicieron lucir más a “Guitarrista” un astado que comenzó incierto en sus embestidas y al que fue metiendo en la canasta el torero. En banderillas luce Armando Ramírez, un chaval sanmigueleño que ya está colocado entre los mejores subalternos del país. Venía lo mejor. Inicia Fernando Ochoa con pase por alto su faena de muleta. Se echa la sarga a la mano derecha para ligar series de gran calidad, todas bien rematadas. Decía Belmonte: «lo bien toreao es lo bien arrematao» Sigue con naturales en el mismo palmo de terreno, una trincherilla de pintura y toreo clásico. Una faena bien construida. Como detalle anotaremos que su trasteo tuvo


la virtud de la brevedad, y como el toreo bueno, gran intensidad. Diez minutos de buen toreo. Estocada fulminante y pasea ante el beneplácito del público un par de orejas muy bien cortadas. El primero del lote de Arturo Macías tuvo muchas virtudes. Inexplicablemente, el aguascalentense no supo hacerle los honore a “Autlense”, uno de los mejores toros del carnaval 2009. Fijeza, recorrido, bravura, son y nobleza. No hay que perder la esperanza en este carismático chaval. Intentó de todo, mas no pudo acoplarse mas que en momentos que, eso sí, tuvieron intensidad. Para colmo se tiró a pinchar. Escuchó un aviso y tuvo que ver desde el callejón el bien merecido arrastre lento para el de San Lucas, que fue ovacionado. Como segundo de su lote le correspondió “Oye como va”, un burel deslucido con el que poco se podía conseguir. Voluntad y entrega e intentos por agradar al respetable, con toreo bullanguero pero ineficaz. Dos pinchazos y estocada baja. Vuelta al ruedo. Aldo Orozco se enfrentó en primer lugar con “Artista”. Y a fe buena que Aldo hizo honor al nombre y estuvo como tal. Recibe a su enemigo con verónicas sedeñas, parando y mandando. Luego del puyazo, nos regala un soberbio quite por ajustadas chicuelinas ligadas con Tafalleras que formaron el alboroto en la plaza Alberto Balderas. Busca recibir al toro de rodillas en el centro del ruedo, pero no acude el sanluqueño. Se dirige al tercio para ejecutar molinetes de rodillas. Borda series por el derecho, por el izquierdo y las remata con mucha torería y oportunidad. Luego vino la debacle. Pincha hasta en seis intentos. Pierde los bien ganados trofeos y se retira en silencio al callejón. Cierra su actuación enfrentándose a “Samba pa’ti”, un ejemplar que no se presta por su acusada sosería. Dos pinchazos y estocada entera. Hay que afinarse con los aceros, porque no es justo perder los trofeos tras haber realizado una faena como la que Aldo nos brindó en su primero. Por: Felipe Aceves Fotos: Oskar Ruizesparza


Corrida 23 de febrero 1 toro de Puerta Grande y 1 de Cerro Viejo, para el centauro potosino, Rodrigo Santos. 4 astados de San Mateo, para el capitalino Federico Pizarro e Ignacio Garibay, torero queretano. Si algo ilusionaba a quien esto escribe del carnaval 2009 era ver lidiar San Mateo. Toros legendarios de un criador, el Arq. García Villaseñor, que mantiene intacta la sangre Saltillo, luego de 101 años, en manos de Federico Pizarro y de Ignacio Garibay. Cabe hacer mención de un gran gesto de valentía que se dio esa tarde, porque, no cabe duda que los toreros están hechos con materiales diferentes. Rodrigo Santos se presentó en Autlán a pocos días de que un toro le fracturara el peroné. Si usted fue observador, esa tarde, el rejoneador debió de ir… en muletas a la enfermería para ser inyectado para mitigar el dolor. Vaya disposición que Autlán se merece. Vestido a la usanza portugués, Rodrigo Santos reemplazó con voluntad y deseo de agradar, las condiciones poco lucidas del toro de Cerro Viejo, primero de su lote. Un solo rejón de castigo requirió este su primer enemigo. En banderillas clavó un ajustado par al violín y dos metido en tablas con gran exposición. Se retiró del ruedo para dar paso a los Forcados de Mazatlán, uno de los mejores grupos de México en esta

arriesgada suerte del toreo. Bordan una espectacular “pega” al primer intento, para llevarse una ovación grande en verdad. Vaya que se la juegan. Continúa el rejoneador potosino con banderillas cortas y un banderilla corta en verdad, que por su forma y lo pequeño, se le nombra “La Rosa”. Clava el rejón de muerte en un sitio contrario. Mejores, mucho mejores condiciones tuvo su segundo toro, este del hierro de San Marcos. Tres rejones de castigo fueron necesarios para matizar la raza del astado, sin que perdiese la emotividad de sus embestidas. Torero y caballo se ajustan en una emocionante lidia, al grado de recibir un achuchón que estuvo a punto de derribar al hermoso tordillo y a su jinete. Saltan Los Forcados al ruedo para asegundar una emotiva pega y retirarse entre las ovaciones de los Autlenses. Sigue ajustado el jinete en banderillas cortísimas y varias rosas que lo obligan a encunarse en los pitones del toro. Se tira a matar dejando un pinchazo y una entera que le alcanzaron para el corte de una oreja a petición mayoritaria. En compañía del cabo de Forcados pasea la oreja aún montado, por su imposibilidad de caminar. En la lidia ordinaria Federico Pizarro se enfrentó primero a “Pispireto” de San Mateo. Fue este un toro con trapío, poder e intensa transmisión que galopa alegre de salida. Ataca fuerte a los montados en un puyazo de larga duración a contra querencia y uno más en la puerta de caballos. Exige


a los banderilleros quienes cubren apenas la papeleta. Llegó el burel aún con poder a la muleta obligando mucho a Pizarro quien intenta con mucha disposición recrear una faena que no consigue cuajar. Media estocada desprendidilla para ser pitado, mientras el toro es aplaudido en el arrastre. Hay que sacarse la espina y el capitalino recibe a “Conquistador” con dos largas de hinojos. El sanmateíno pelea en dos encuentros con los piqueros. Realiza el espada un quite por navarras que no consigue cuajar totalmente. Pizarro inicia de rodillas su faena de muleta con la disposición a tope. Series por derecha con mucha actitud, aunque no consigue la comunión deseada con el astado. Mejoran los procedimientos con la muleta en la izquierda. Para ratificar su voluntad de agradar, de nuevo se arrodilla. Cierra su actuación con una entera y un golpe con la espada corta. Solicitan la oreja para el voluntarioso matador y que es concedida por el juez. Ignacio Garibay está llamado a ser figura del toreo. Solo falta que dé el pequeño gran salto que lo separa del objetivo de quienes se visten de luces y pueden acceder al sitio de figura del toreo. Le correspondió otro gran toro de san Mateo “Coqueto” de nombre que galopa bien coordinado de salida, para ser recibido con verónicas y chicuelinas rematadas con una revolera. Al caballo el sanmateíno acude de largo para pelear de firme en dos viajes. Garibay se enreda en un ajustado quite por

chicuelinas para escuchar una sonora ovación. El torero viene a mostrar su sitio y para iniciar su faena de muleta recibe de rodillas al burel. Ya de pie hace honor a la bravura y calidad de su enemigo llevándolo bien toreado con series por derecha, rematados con corrección. Viene n luego series con la izquierda en los que templa y manda en naturales de calidad. Corona su trasteo con un para de Dosantinas con el público muy entregado a su toreo. Un pinchazo y una entera le hacen merecedor de una oreja, que bien hubieran sido un par si no pincha en su primer intento. Un gran toro. “Guapo” es el segundo de su lote que salta alegre al ruedo. Garibay lo recibe con verónicas ceñidas que remata con una media y una larga cordobesa. Coloca al burel en jurisdicción del piquero por tapatías por los adentros, para que el de san Mateo, como sus hermanos pelee con bravura. Otro quite por chicuelinas y un remate con revolera. Se va a torear de rodillas en el centro del ruedo en una serie emocionante que remata con mucho valor. De pie le borda al toro series con la derecha, muy bien rematadas. Faena de buen torero. Se tira a matar dejando por desgracia un espadazo tendido y traserillo. Es llamado al tercio a recibir la ovación de los Autlenses. Por: Felipe Aceves Fotos: Oskar Ruizesparza








100 años de la llegada de sangre española a San Mateo. Un toro nace para pelear con la fuerza de su casta y su bravura, dando a todos, incluso a quien lo mata, una lección de vida y de coraje. Antonio Pérez Reverte. 2008 Es posible que buena parte de quienes presenciaron la corrida formal del 23 de febrero, no apreciaran el acontecimiento del cual, Autlán y su público fueron partícipes. Para los aficionados de hueso colorado, aquellos que enamorados de este juego de vida y muerte llamado el toreo se aplican, disfrutan la búsqueda de los orígenes de lo que tanto les apasiona tuvieron la oportunidad de ver lidiar un encierro de los que, muy de vez en cuando es posible gozar: San Mateo. Los ejemplares de este hierro con antigüedad de más cien años, gracias a la visión de Don Antonio y Don José Julián Llaguno González crearon la fuente de bravura que regó el campo bravo mexicano y aportó la mezcla excepcional de bravura, temple, fijeza, duración en su pelea y emoción que tiene el toro mexicano, cuando se cuidan con esmero las aguas del manantial que les dio origen. Vaya pues una breve historia del hierro legendario, para tener aún más elementos y abonar al porqué es muy legítimo estar, más que orgullosos del carnaval autlense, evento anual que propicia grandes episodios taurinos de México. Algunos autores ubican en el siglo XVII, el establecimiento de la Hacienda de San Mateo en territorio

del actual municipio zacatecano de Valparaíso, por el conde del mismo nombre. En 1899 los hermanos Antonio y Julián Llaguno González seleccionan, de entre el ganado de la región, aquellas reses que por su bravura pudieran ser utilizadas en corridas de toros. En 1906 lidian sus toros en la plaza de San Marcos de Aguascalientes. Estuvo en ese cartel, un diestro hispano que fue clave en la historia de este hierro histórico: Ricardo Torres “Bombita”. Quien entusiasmado por el juego del ganado de los hermanos Llaguno, les propone la adquisición de ganado “puro” del Marqués de Saltillo. Transcribo un fragmento de la página web portaltaurino.com: Don Antonio viaja a España y su amigo el matador Ricardo Torres le presenta al Marqués de Saltillo, quien lo invita a quedarse en su dehesa por algunos días. Don Antonio, que era un hombre de campo y por lo tanto, muy madrugador, aprovechaba las mañanas para platicar con el mayoral y los vaqueros y tomaba sus notas de ganado existente que tenía el Marqués. Cuando trató la compra de las primeras seis vacas y dos toros, el marqués pidió un alto precio, el cual aceptó don Antonio a cambio de tener la libertad de escoger el ganado. Se cerró el trato y cuán grande fue la sorpresa del Marqués al ver que se había seleccionado de lo mejor que él tenía. Ese pequeño lote fue embarcado a México, en 1908 y tres años después llegaba un segundo lote, ahora de diez vacas. En 1932 debido a los problemas agrarios dividen la ganadería: Torrecilla para José Julián y San Mateo para don Antonio. A la muerte de don Antonio, el 15 de Enero de 1953 la ganadería pasa a manos de su único hijo varón, José Antonio Llaguno García. En 1959 traslada el ganado bravo a un rancho (El Cuatro) ubicado en el municipio


de Villa Jiménez, Michoacán. En 1965 don José Antonio le vende el 50% al inolvidable empresario taurino don Ignacio García Aceves y ambos comparten las tareas: José Antonio queda a cargo de todo lo relativo a la genética y don Nacho la comercialización. En virtud de que el señor Llaguno pasaba gran parte del año en Sevilla, España, su hijo, el Arq. Ignacio García Villaseñor se involucra –y enamora – de San Mateo. En 1970, los Sres. García compran a la viuda del señor Miguel Franco el rancho de El Cuadrado, junto con el hierro y el ganado de San Marcos, que había sido parte de la Hacienda de La Llave en el Municipio de Valle de Guadalupe, Jalisco. Es en 1979 que adquieren el otro 50% y quedan como dueños únicos de San Mateo. Hasta 1981 trasladan su ganado a esa región de los altos de Jalisco. Tal como lo hicieran los hnos. Llaguno González, el Arq. García Villaseñor mantiene la fórmula que ha permitido conservar 101 años intacta la sangre Saltillo. Sementales de sangre purísima fue lo que vimos lidiar en Autlán. Por: Felipe Aceves Fotos: Oskar Ruizesparza


Corrida 24 de febrero 6 toros de Xajay para el mano a mano esperado entre el tapatío, Alfredo Ríos “El Conde” y el valiente español de Sevilla, Antonio Barrera. Para orgullo de los Autlenses, las corridas formales ofrecieron lo que hace mucho tiempo no se presentaba en los ruedos de México: un Mano a Mano, cien por ciento natural. Sin fingimientos, sin recetas comerciales. Producto de una rivalidad auténtica entre dos espadas. Una corrida con uno de los ingredientes más valiosos del toreo: la competencia. Tan fue así que, si los toreros no hubiesen tenido la convicción para demostrar a su alternante, quién era el mejor, porque el encierro, francamente no brindó el juego deseado, Autlán no habría tenido un festejo en el que se cortaron a ley cinco orejas. Esa tarde fue decepcionante ver que, un hierro con tanto prestigio, materia prima de los últimos triunfos importantes en la monumental de México y que en el papel se antojaba como la liebre que haría un gordo caldito para la afición, convertido en una decepción del tamaño de las expectativas por gozar de un buen encierro, en el día más importante del carnaval. El tapatío Alfredo Ríos “El Conde” y el sevillano Antonio Barrera (es curioso que Guadalajara y Sevilla sean ciudades hermanas y este par no pueden verse ni en pintura) nada se guardaron en la espuerta. Para Alfredo Ríos “El Conde”, no fue nada propicio el toro “Vencedor” primero de su lote., pero el tapatío trata de agradar al público al recibir al astado con chicuelinas rematada con una revolera. Luego de resistirse el burel embiste al picador. Brinda su faena de muleta al Ing. Fernando Guerrero Moreno, Presidente Municipal

de la tierra. El de Xajay no transmite emoción pero el torero de Guadalajara insiste en series por derecha con mucho empeño, aunque breves. Continúa con la mano izquierda que remata con un molinete invertido. Busca adornarse, mientras el toro rasca y recula. Intenta adornos de todo tipo, pasa de faena al toro y lo despacha con un pinchazo hondo y caído. “Castañuelo” fue el segundo de los tres toros que le correspondieron. Para mostrar que viene a ganarle el mano a mano a Barrera, El Conde se pone de rodillas en la misma puerta de toriles y a la salida, el toro estuvo a punto de cogerlo al intentar una larga afarolada. Ya de pie lo torea por mandiles y un remate espectacular: el manguerazo de Villalta. Aunque el toro no se empleó fue bien picado. Realiza Alfredo Ríos un quite por navarras, para luego coger los palos y cubrir con más voluntad que acierto el tercio de banderillas. Da comienzo su faena de muleta doblándose con el astado, continúa con molinetes de rodillas, para ya de pie acompañado por la marcha Viva Autlán ejecutar series por derecha. Se cambia la muleta a la mano izquierda para torear en series con mucha voluntad debido a las pocas facilidades que da el de Xajay. Vuelve a intentarlo con la mano derecha y consigue buenos momentos. Una estocada tres cuartos rodó al toro para que la gente exigiera al Sr. Juez una oreja para el torero. En tercero de sus toros “Bandolero” fue un ejemplar que dio más facilidades, a pesar de ser el más pesado del encierro. Alfredo Ríos, e hinca de nuevo en la puerta de los sustos para intentar una larga afarolada y prosigue la faena de capote con chicuelinas. Acude el toro a los piqueros para


recibir un duro castigo. El Conde coge las banderillas y cubre con éxito el segundo tercio. Como los toreros de antes, el torero se dobla con señorío con el astado, para seguir con series por derecha y algunos desplantes. Ya con la muleta en la izquierda realiza varias series que gustan al público. Embalado continúa con molinetes acompañado por la música de la banda de Autlán. Para cerrar su trasteo sepulta una estocada entera. El juez otorga una oreja, pero un buen sector exige el segundo trofeo que concede el Ing. Rubén Pérez. El Conde lo recibe, ante la inconformidad de algunos aficionados. Antonio Barrera es un torero que vino a México, paradojas de la vida, gracias a la amistad que entabló en España con Alfredo Ríos “El Conde”. Solo que, en el toreo, la competencia nunca se detiene, así sean hermanos los alternantes en un festejo. Esa competencia es la que tuvo su grado más álgido en Autlán. A Barrera le correspondió el toro “Pepito” como primero de su lote, que nos hizo abrigar esperanzas debido a que fue alegre de salida. Lo recibe Antonio con una larga afarolada para demostrar que él vino también, a por todas. De pie realiza una serie por verónicas rematadas con una revolera. El de Xajay se resiste con los piqueros, por lo que embiste con la cara alta. En el segundo tercio destaca un gran para de Armando Ramírez. Con mucha exposición, Antonio Barrera inicia de rodillas su faena. Se nota a leguas la disposición del torero quien sigue su faena con series por la derecha entre los acordes de Viva Autlán. Faena de oreja que el diestro malogra con estocada trasera y dos descabellos. El burel “Ranchero” fue un astado con tendencia

a defenderse, sin clase, mirón, que embestía con la acara alta y que además regateó las embestidas. A pesar de los intentos del sevillano Barrera, no fue posible realizarle un toreo de lucimiento, aunque si hubo muestras de una gran disposición del espada. Para cuando se abrió toriles y dar suelta al sexto de la tarde, tercero del lote de Antonio Barrera, El Conde iba ya adelante con dos trofeos. A como diera lugar, saliera lo que saliera por la puerta había que cortar orejas. Por fortuna, sin que fuese un buen toro, “Venadito” permitió algo más que los anteriores enemigos de Barrera. Algunos lances de recibo y `ponen el toro al caballo, pero este se raja. Tres pares buenos y el diestro comienza la faena de muleta con doblones de mucho mando para hacerse del toro, a pesar de que Venadito vuelve contrario. Series por la derecha aguantando en serio, más series, ahora por el izquierdo, a pesar de que el toro no rompe. El sevillano insiste y consigue cuajar por el lado derecho, la mejor serie de la faena. Antes de tirarse a matar, para beneplácito del público y con toda la intención de ganarle la pelea a El Conde, anuncia que obsequiará un toro. La faena y una estocada en todo lo alto son suficientes para recibir un par de orejas. El toro de regalo, primera reserva reglamentaria es de la dehesa “Puerta Grande”, pero no se prestó para el triunfo que todos deseábamos. Faena de aliño, dos pinchazos y un descabello para salir en hombros junto con su alternante. Por: Felipe Aceves Fotos: Rocio Sierra


Brazo de Poder e Inteligencia Por Enrique Rivas “Joselito” Fotos: Oskar Ruizesparza La oportuna y sensible visión fotográfica de Oskar Ruizesparza nos sitúa en un lugar de privilegio para observar con detalle la belleza y majestuosidad de la Suerte de Varas, en la que el toro con todo su poder, nos muestra su bravura y pujanza, así como la ejecución magistral de

los picadores que en base al valor, fuerza y conocimiento, dejan al toro en condiciones optimas, para que los toreros puedan alcanzar la gloria y la expresión de su arte, en el circulo que traza su roja muleta. Ruizesparza detiene el tiempo y la emoción en cada grafica, capturando los momentos cumbres de la Suerte de Varas, sin dejar escapar los instantes en los que la violenta embestida de los toros provocan los “Tumbos” desmontando a los picadores que se quedan expuestos a la tragedia y que solo el

quite milagroso los salva con fortuna. La figura legendaria de los picadores de toros tiene una importancia vital dentro del desarrollo de la lidia en un festejo taurino. La labor del picador exige muchos matices que se requieren cubrir para ejecutar la suerte de varas como Dios Manda, lo que implica que el picador sea un verdadero torero a caballo con gran conocimiento e intuición de las condiciones de los toros y su comportamiento en la plaza. La suerte de varas bien ejecutada


es de gran belleza y quizá la más importante, ya que es donde se detecta la autentica bravura de los toros. El picador al ejecutar la suerte debe cumplir con lo siguiente: El subalterno o el propio matador deben cuadrar al toro ante su picador, quien debe ofrecer los pechos del caballo y provocar su embestida. Picar sólo con la pirámide de acero, que es puya, sin introducir el encordelado, que es tope. Echar el palo por delante y

picar en el morrillo del toro antes de que éste llegue al peto del caballo. Mientras el toro empuja, el varilarguero debe defenderse recargando su peso en la puya, echándose encima del palo y sacando su cuerpo de la montura sin rectificar ni barrenar, midiendo el castigo. En ningún caso debe taparse la salida al toro ni hacerle la “carioca”, salvo en los casos de manifiesta mansedumbre. De esta manera el picador logra para beneficio del matador y su faena que:

Ahormar la cabeza para facilitar que el toro descuelgue o baje la cabeza y que ésta tenga movimientos menos bruscos. Quebrantar gradualmente el poderío del toro, disminuyendo su ímpetu y fuerza, para dejarlo en condiciones óptimas para la faena de muleta. La suerte de varas bien ejecutada es de gran belleza y quizá la más importante, opino que es donde se detecta la autentica bravura de los toros.






Los Toreros de Plata Por Enrique Rivas “Joselito” Fotos: Oskar Ruizesparza El poeta y escritor Manuel Machado, dijo alguna vez “Me hubiera gustado ser un buen banderillero” Con esta sensible frase que se quedo para la historia, ratifica la enorme importancia de los subalternos que también son y se sienten toreros por los cuatro costados.

La fiesta de los toros, no se compone sólo de los que se visten de seda y oro, detrás de ellos, existe un grupo importante de gente romántica y valiente, que viste de otro metal precioso pero de menor valor, la plata y muchas veces de pasamanería. Ellos, los subalternos son, los picadores y los banderilleros, que aman su profesión tanto o tal vez más que los matadores, porque sabiendo que jamás podrán disfrutar de la fama y el dinero como sus maestros,

sin embargo, son capaces de vivir y sacrificarse por el bien y la grandeza de este espectáculo. Su intervención en el espectáculo y durante la lidia es primordial, tanto en la brega con el capote y cubriendo el segundo tercio, el de las banderillas, de su labor depende mucho el triunfo de los toreros, un capotazo a tiempo vale oro, un quite oportuno cuando se esta en riesgo, la posición de los pares de banderillas con prontitud


y una colocación perfecta en el ruedo, además de un valor sereno e inteligente, son las cualidades mas apreciadas de un banderillero. Lo mismo al hablar de los picadores de toros, parte substancial de la lidia, cuyo prestigio profesional depende de la forma en que ejecutan la suerte de varas y su precisión en los puyazos que castigan al toro y corrigen defectos, todo a favor de conseguir que el toro quede en las mejores condiciones para que su

matador pueda lucir. Picadores y banderilleros llevan por dentro ilusiones bordadas con torería, sienten el miedo, la responsabilidad y aplican todo su conocimiento para llevar al triunfo a su torero, son profesionales en toda la extensión de la palabra muchos se distinguen y son apreciados por los públicos. Ruizesparza nos ofrece una serie de estampas, de los toreros de plata, que reflejan su estar en la plaza,

luego se detiene en sus gestos desde el patio de cuadrillas, entre risas nerviosas y miradas traviesas que ahuyentan el miedo, en el manejo de capotes, en la ejecución de los pares de banderillas y cuando encajados en un burladero mantienen el pulso firme para auxiliar pronto al matador. Oskar nos invita, un pedacito de la intima soledad de los toreros de plata, en una tarde de festejo en la que la suerte, ronda para repartir triunfos y fracasos.


De la luz a la Sombra Por Enrique Rivas “Joselito” Chorros de luz, son los que se desbordan en una tarde de toros, que luego se quedan pegados, en luminoso contraste, en el bordado áureo de los vestidos de torear, también suelen caer con milimétrica precisión, sobre la arena del ruedo en

ocasiones partiéndolo en dos. Alcanzan su luminoso trayecto, posándose en los tendidos y barreras, en combinación caprichosa con el azul del cielo, para irse escondiendo mientras que cae la tarde. Sin luz no existe la sombra, que para vivir, tan solo un instante, se roba pedacitos del esplendor del sol y de forma caprichosa se

proyecta con diferentes formas y expresiones, como si anunciara la noche, desprendiéndose de los cuerpos estáticos o en movimiento, ofreciéndonos imágenes que parecen fuera de la realidad. El toreo centro de formas y colores, de belleza estética y crispación de emociones, proyecta sus sombras, como una veleta sin rumbo, lo mismo se detiene en una


parte de la arena, que se refugia entre las tablas, luego dibuja con fondo negro la silueta de los toreros, la embestida de los toros, y la quijotesca figura de los picadores, luego transfigura los rostros y nos ofrece un inverosímil paisaje que desaparece en un instante. Las sombras se acortan y se alargan de forma voluble, quisieran volverse materia, pero viajan en

el tren de la oscuridad, están condenadas al instante, algunas reflejan belleza, otras parecen que toman figuras incomprensibles que se asoman burlonas o se convierten en cómplices de la escenografía del ruedo. Para vivir en la posteridad y quedar colgadas en el tiempo, solo pueden ser rescatadas por la fotografía, únicamente un cazador de

instantes, con alma de artista, puede atrapar a las sombras en el efímero instante de su existencia, curioso con la mirada, preciso para disparar, sensible observador de lo que otros no pueden ver, son las agiles cualidades de Oskar Ruizesparza, que nos seduce en este juego de claro obscuros, brindándonos una sorprendente mirada de una tarde de toros.








Entre el callejón y la barrera La presencia del toro en el ruedo, como eje central de la fiesta,

exige que el buen aficionado, no le pierda de vista, ya que todo lo que sucede de interés, se encuentra alrededor de sus reacciones, ya sea

de bravura, alegría para embestir o en su caso de signos manifiestos de mansedumbre que llegan a tal extremo que los toros saltan al


callejón y hasta la barrera. Oportunísima es la imagen de Oskar, cuando el toro se salta al callejón, provocando diversas

reacciones, de asombro, de susto entre los espectadores y la gente que se encuentra en el ruedo. Son momentos de drama

pero también se convierten en ocasiones en momentos chuscos por las reacciones de la gente. Por Enrique Rivas “Joselito”


Luces y Fantasías Aquellos que entienden la luz cómo una materia prima y que son, por lo tanto, capaces de manipularla

según su interés, pueden crear y hacer fantasía gracias al dominio de la técnica y su imaginación artística. La maestría alcanzada por Oskar Ruizesparza que conoce las

técnicas fotográficas desde sus cimientos nos sorprende en el juego de luces e imágenes exprimiendo los últimos destellos de luz en una tarde toros, con ensueños que se visten de


seda y oro, brindándonos una fresca mirada de la fotografía taurina en movimiento. Adecuación de la velocidad, pulso y ritmo que acompaña la

mirada en el momento de hacer clic, oportuna sensibilidad para liberar la toma exacta con el embrujo de la acción. Lo importante es como

captura la escena, que luego por el manejo de la luz se difumina y transforma, en un arcoíris de pirotécnica alegría. Por Enrique Rivas “Joselito”


EL PATRONATO CUMPLIO Dentro de las múltiples actividades, del Patronato Organizador de Las Fiestas de Autlán de La Grana, con su famoso carnaval, encabezado por su presidente Alejandro Ramírez Corona y su profesional equipo de trabajo, llevan primordial importancia, las

actividades de los festejos taurinos y las corridas de toros. Por esta razón y brindando todo el apoyo, para esta tradición de expresión cultural que tanto gusta y disfruta la gente de Autlàn, el Patronato distingue con dedicada atención durante las fiestas, a diversos personajes, que con su entusiasmo y pasión, por la fiesta de los toros,

han consolidado esta tradición, entre su gente comunicando su orgullo generación tras generación. Galardonándolos públicamente para que reciban el cariño y admiración de sus paisanos reconociendo su atinada labor cultural y de promoción de este espectáculo, de Oro, Seda Sangre y Sol. También, apoya a los grupos


de aficionados, que se constituyen para promover la fiesta de los toros, con actividades culturales, como exposiciones, conferencias, reuniones de charlas y comentarios taurinos, proyección de videos y películas taurinas, tal como lo realiza el entusiasta Círculo Taurino de Autlàn de La Grana, que con trabajo y dedicación ha tenido invitados de gran

proyección nacional e internacional. Brindando la mágica mirada, de la cultura del arte del toreo, y las diversas manifestaciones relacionadas con tan apasionante tema, como la fotografía taurina, la pintura, la música y la participación de prestigiados conferencistas que hablan de toros con verdad y con sabor.

Lo que permite programar una semana cultural taurina de gran relevancia dentro del carnaval para deleite de los aficionados locales y los numerosos visitantes que acuden a las corridas de toros, para gozar con plenitud de su arte preferido. Por Enrique Rivas “Joselito”


Autlàn El Público Por Enrique Rivas “Joselito” Fotos: Oskar Ruizesparza La plaza de toros “Alberto Balderas” tiene un encanto especial, sus pintorescos tendidos, así como las barreras de sol y sombra, permiten que los asistentes disfruten los festejos taurinos con gran intensidad. El publico en la plaza de toros, tiene una brújula orientada a la sensibilidad, a las reacciones inmediatas, en minutos sufre una catarsis interior, que detona con ademanes, gestos, gritos, alegría, euforia u enojo, su sentencia cae sobre los protagonistas, para llevarlos a la gloria o encerrarlos en el calabozo de la indiferencia y el silencio. Los rostros se crispan, el gesto se acentúa, la garganta vibra, el alma acompaña el trazo del torero que culmina en el Ole, la mágica comunicación del hilo invisible del sentimiento, cierra el circulo de la emoción, la belleza de la mujer en el tendido, se vuelve cómplice de la pasión, los claveles viajan en el espacio, como coronas de fuego para el triunfador y cuando la tragedia se hace presente, las gargantas se abren para manifestar su asombro.









Llamas multicolores al cielo prestan sus luces efímeras! La fiesta desmenuza, su polvo de estrellas para llenar la noche y los ojos de colores y me acuerdo del niño que alguna vez fui… Por Enrique Rivas “Joselito” Fotos: Rocio Sierra El negro espacio de la noche, se ilumina en un estallido de color, los juegos pirotécnicos con sus figuras caprichosas, son la última nota festiva, que cierra el Carnaval de Autlàn de La Grana, también la

emoción se apaga, y la nostalgia se hace presente, pero el entusiasmo no decae, ya que el alma se llena de alegría al pensar en el nuevo año, que traerá otro carnaval, colmado de emociones y de queridas tradiciones de la tierra, donde todos volverán para unirse en cordial alegría y mostrarle al mundo con orgullo un jirón de nuestra patria único e irrepetible. Es el amable pretexto para que los hijos ausentes retornen a la tierra que los vio nacer y con la nostalgia que guardan en su pecho lejos de su gente. Es un adiós con hasta luego, que deja vibrando el corazón por el cariño a la tierra y la alegría desbordada, de tal manera que todos

los pasajes sucedidos se comentan en tertulias y charlas de café. Esto sirve, para alimentar de entusiasmo y positivo trabajo, a toda la comunidad en espera del próximo carnaval 2010 y descubrir las sorpresas que nos depara. Por ello, cada una de las fotografías, que podemos observar, lleva un pedacito del corazón, de la gente de Autlàn y de sus visitantes, en este registro grafico, donde aparece el momento exacto, de la desbordada alegría de un pueblo, que se lleva en el alma el orgullo de sus tradiciones, cuando vuelan las luces de colores, en la noche final del carnaval.




CREDITOS DEL LIBRO Textos: Enrique Rivas “Joselito” Felipe Aceves Textos y Fotografía: Rocio Sierra Direción, Diseño y Fotografia: Oskar Ruizesparza. Septiembre del 2012

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