INTRODUCCIÓN, ESTUDIO Y REPRODUCCIÓN FACSIMILAR. POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE CARMEN EUGENIA REYES RUIZ
MÉXICO, 2007 - 2020 1
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FIESTAS DE TOROS, JUEGOS DE CAÑAS Y ALCANCÍAS (…) POR DOÑA MARÍA DE ESTRADA MEDINILLA. 1640. ESTUDIO CRÍTICO Y REPRODUCCIÓN FACSIMILAR.
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REPRODUCCIÓN DE LA PORTADA: Fascimil de la portada del documento analizado en la presente publicación. Cortesía: Maestro Dalmacio Rodríguez.
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José Francisco Coello Ugalde. Reservados todos los derechos. 2020.
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Centro de Estudios Taurinos de México, A.C. 2020.
FOMENTO CULTURAL TAUROMAQUIA HISPANOAMERICANA, 2020. Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra -incluido el diseño tipográfico y de portada-, sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico, sin el consentimiento por escrito, tanto del autor como del editor.
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INTRODUCCIÓN.-
A continuación, someteré a estudio la que hasta hoy era un “relación de fiestas” que se consideraba como perdida. Se trata de la obra de doña María de Estrada Medinilla y que presento, tanto en su versión original como modernizada, acompañada del aparato crítico pertinente. Agradezco la gentileza de los maestros Dalmacio Rodríguez Hernández y Dalia Hernández Reyes, quienes pertenecen al Seminario de cultura literaria novohispana que acoge el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México por haberme facilitado copia facsimil del documento (mismo que se reproduce en su integridad), para lo cual me comprometí con ellos a realizar este trabajo de investigación que ahora les dedico. A su vez, también va mi agradecimiento muy especial para Carmen Eugenia Reyes Ruiz quien apoyó en la elaboración del estudio crítico.
LA RECEPCIÓN DEL VIRREY MARQUÉS DE VILLENA EN 1640. Como muchas de las recepciones que ocurrieron en el período virreinal, acontecimiento que se ceñía a un protocolo por demás impresionante debido, en primera instancia a la notificación de que eran informadas las autoridades y luego éstas divulgando la noticia a nivel general, obligaba a que se cumpliera cabalmente con el itinerario que empezaba en el puerto de Veracruz y concluía en la ciudad de México bajo una serie de indicaciones que la costumbre había establecido. 1 Pero no era solamente asunto de saludos y formalidades. También estaban las fiestas como complemento y cúspide de aquella parafernalia que alcanzaba varios días o semanas de celebración. En este caso particular, nos ocupamos de la de don Diego López Pacheco, Cabrera y Bobadilla, Marqués de Villena, Virrey Gobernador y Capitán General de la Nueva España, cuyos hechos adquirieron tintes peculiares que se proyectan en varias direcciones. Por un lado, se trata de un suceso que ocurre en momentos del más acentuado clímax en el barroco novohispano, fenómeno cultural estimulado por una serie de elementos alentados por el arte y la literatura –el hipérbole más ponderativo (María de Estrada Medinilla, dixit)-. La recepción que ahora estudiamos 1
Para mayor información, véase: Diego García Panes: Diario particular del camino que sigue un virrey de México. Desde su llegada a Veracruz hasta su entrada pública en la capital […] [1793], transcripción de Alberto Tamayo, estudio introductorio de Lourdes Díaz-Trechuelo. Madrid, CEHOPU / CEDEX (Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente), 1994.
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a partir de la obra de nuestra autora, nos habla también de otras tantas descripciones, lo que significa que el hecho mismo se convirtió en un acontecimiento extraordinario, mismo que quedó cubierto por diversos documentos que hoy nos permiten entender la magnitud de aquel suceso. Dentro de su manufactura se cumplieron a cabalidad los puntos del protocolo más riguroso. Por otro lado, las fiestas religiosas y paganas también fueron reseñadas y entre todas ellas, las de toros no pasaron desapercibidas ni por María de Estrada ni por algunos otros “cronistas” de los que me ocuparé en forma breve. La interpretación literaria del siglo XVII adquiere un sentido manifiesto de preponderancia, que arranca con la Grandeza mexicana de Bernardo de Balbuena (1604)2 y termina con Felipe de Santoyo García Galán y Contreras (1691)3 pasando por Juan Ruiz de Alarcón, el Pbro. Br. D. Diego de Rivera, el también Pbro. Br. D. Ignacio de Santa Cruz Aldana, el Capitán Alonso Ramírez de Vargas y la jerónima Sor Juana Inés de la Cruz, quienes legaron obras de un elevado valor culterano que se empareja, en esos términos con la de María de Estrada Medinilla. Enorme alegría significó el encuentro con la relación de FIESTAS DE TOROS, JUEGO DE CAÑAS, y alcancías, que celebró la Nobilísima Ciudad de México, a veinte y siete de Noviembre de este Año de 1640 EN CELEBRACIÓN DE LA venida a este Reino, el Excelentísimo Señor Don Diego López Pacheco, Marqués de Villena, Duque de Escalona, Virrey y Capitán General de esta Nueva España, &c, mismo que es motivo para el estudio y reproducción facsimilar que ustedes encontrarán enseguida, fruto de una intensa investigación que busca poner en claro sus más profundos misterios.
Mtro. José Francisco Coello Ugalde Director del Centro de Estudios Taurinos de México, A.C. México, enero de 2007. 2
Bernardo de Balbuena: Grandeza mexicana y fragmentos del siglo de oro y El Bernardo. Introducción: Francisco Monterde. 3ª. Ed. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1963. XLIV-121 p. Ils. (Biblioteca del estudiante universitario, 23). 3 Métrica panegyrica descripción De las plaufibles fieftas, que, á dirección del Exmo. Señor Conde Galve, Virrey, y Capitán General defta Nueva-España, fe celebraron, obfequiosas, en la muy Noble, y leal Ciudad de México, al feliz Cafamiento de Nuestro Catholico Monarcha D. Carlos Segundo, con la Auguftiffima Reyna y Señora Doña Maria-Ana Palatina del Rhin, Babiera, y Neuburg. Verfifica fu narración, vn corto Ingenio Andaluz, hijo del Hafpalenfe Betis; cuyo nombre fe ommite, porque (no profeffando efta Ciencia) no fe le atribuya á oficio, lo que folo es en él (aunque tofca) habilidad. Dedicado a la Excelentiffima Señora Doña Elvira de Toledo, y Osorio, Condefa de Galve, Virreyna defta Nueva-Efpaña, á cuyos pies fe poftra el Author. Con licencia. En México: por Doña María de Benavides Viuda de Juan de Ribera en el Empedradillo. Año de 1691, obra que consta de 82 octavas. Véase: Alfonso Méndez Plancarte: Poetas novohispanos. Segundo siglo (1621-1721). Parte primera. Estudio, selección y notas de (...). Universidad Nacional Autónoma de México, 1944. LXXVII-191 p.(Biblioteca del Estudiante Universitario, 43)., p. 143-144.
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ESTUDIO.El barroco cobija y estimula todo sentido derivado de la fiesta, no sólo en España, también en la Nueva España. Surge en unos momentos en que el imperio español y sus colonias están harto necesitados en proyectar expresiones artísticas que se mantuvieron aisladas del mundo, debido al proceso introvertido que en lo personal tengo identificado como de la “tibetanización”. Así, mientras el medioevo se prolongó dejando pocas posibilidades de acción e influencia al renacimiento, el barroco permite la liberación de inquietas manifestaciones estéticas, siendo la integración y constitución del “siglo de oro de las letras españolas” el mejor ejemplo de entre los muchos alcances logrados en el ámbito cultural, lo mismo en Europa que en América. En esos años el pueblo es espectador y aunque deseoso de participar en diversas fiestas de carácter eminentemente oficial, tanto del poder político como del religioso, no puede. Quienes sí logran intervenir directamente en su ejecución son el clero y la nobleza, que por entonces detentaban importante influencia. Sin embargo, el calendario litúrgico dio motivo para que el pueblo aprovechara las diversas razones y pretextos, llevando a cabo una rica variedad de fiestas (fiestas de mayo y de la cosecha, carnavales, conmemoraciones, etc.), pasando de la observación a la ejecución, lo cual reafirmó el sentido de intensidad que con el tiempo ganó en cantidad. También en espectacularidad. Así que una y otra fiesta: oficial-religiosa y profana invaden el escenario en términos impresionantes, al mismo tiempo en que surge y se engrandece el barroco. Ya lo dice José María Díez Borque: “El poder genera en el XVII, una variada gama de fiestas, con funciones de
ostentación, propaganda, exhibición,
encaminadas a promocionar
fidelidades”. Para ello la casa real fue una de las principales promotoras al generarse a su interior diversas razones que por obvias razones [sic] no se quedaban en la simple celebración “doméstica”. Era preciso trascenderlas. Y para eso, allí estaba el pueblo, motor y vehículo masivos, quien se sumaba de manera multitudinaria al o a los festejos que van de los nacimientos y bautizos; a los matrimonios o nupcias reales; o de la proclamación de un nuevo rey y su opuesto: la muerte y los funerales. El regocijo se desbordaba en banquetes, correr toros,4 comedias, cañas,5 juego de la 4
César Oliva: “La práctica escénica en fiestas teatrales previas al Barroco” (p. 97-114). En DÍEZ BORQUE,
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alcancía,6 juego de la sortija,7 fiesta de los encamisados,8 fuegos de artificio. El respeto y “fidelidad” en catafalcos y lujos funerarios. Entre gula y templanza de la destreza; entre el misterio espectacular de la cabal muestra del carácter caballeresco como señal orgullosa de una España que poco a poco se va quedando en el recuerdo, el siglo XVII es esa maravillosa y propicia región temporal donde ocurrieron semejantes grandezas. A todo esto se agregaba un calendario celebrativo que operaba al ritmo tanto de las estaciones como del santoral sin faltar el cumplimiento del rito ancestral. En palabras de Borque nos dice por tanto lo que va a ser la fiesta durante el barroco: “simular, ocultar, aparentar, crear nuevas realidades aparenciales, dar forma a los mitos...” tan inmediatos a todo lo desarrollado en el teatro, otra importante forma de expresión desbordada. No faltaban las mojigangas, forma primigenia de mascarada festiva, en la que el uso de trajes ridículos era señal del espíritu de simulación tan propio del teatro. Esto es, que entre la plaza y el teatro hubo un permanente sincretismo del cual la plaza pública, sitio propicio para la celebración oficial o religiosa, y también la profana, se benefició con un decorado magnífico que hizo suyo a partir de las expresiones del teatro, el cual, sin lugar a dudas compartió entre una infinidad de invisibles hilos conductores. En medio de aquella “comunicación”, y con la decidida participación de protagonistas y espectadores, la respuesta que se tuvo fue un “desenfreno y un vértigo de la fiesta, que momentáneamente alteraba el orden, con lo que se recuperaba no sólo la estabilidad de José María, et. al.: Teatro y fiesta en el barroco. España e Iberoamérica. España, Ediciones del Serbal, 1986. 190 p. Ils., grabs., grafcs., p. 108-109. Correr toros. Ya se hace mención a esta fiesta en el Código de las Siete Partidas. Se trata de acosar al toro por hombres de a pie. Cuenta con gran participación popular, aunque el juego encierra su peligro, como atestiguan los cuatro fallecimientos en Tudela del Duero, en 1564. Entre sus innumerables variantes, estaba el acoso a caballo, como la principal: también diversas suertes, como el alanceo y la garrocha. La corrida no terminaba con la muerte del toro, aunque sí eran asaetados. 5 Op. Cit. Juegos de cañas. El caballero llevaba en una mano la caña, especie de fina lanza de madera, y en la otra, un escudo. Los hombres se agrupaban en cuadrillas, formadas por tres, cuatro, seis u ocho miembros. Cada grupo arrojaba sus cañas sobre el otro, volviendo grupas rápidamente, pues eran atacados por aquellos. El que los perseguidores se convirtieran en perseguidos, y éstos en aquellos, proporcionaba al juego un continuo movimiento, que duraba horas y horas. 6 Ibidem. Juego de la alcancía. Los caballeros se tiraban unos a otros, también dispuestos en grupo, gruesas bolas de barro secado al sol, del tamaño aproximadamente de una naranja. Al ir tales bolas rellenas de flores, y romperse en tales batallas, se esparcían por el lugar agradables olores, al tiempo que “la batalla” alcanzaba notable espectacularidad. 7 Ibid. Juego de la sortija. Los participantes lanzaban sus caballos sobre una serie de sortijas que penden a 2 ó 3 metros. Se trata de introducir la punta de su lanza por tales sortijas, que eran de hierro, de una pulgada de diámetro. 8 Ib. Fiesta de los encamisados. Se celebra la víspera de San Juan. “Fiesta que todas las naciones celebran”, dice Ginés Pérez de Hita en sus Guerras civiles...
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clases sociales, sino también el oscuro origen de la moral y de la religión”, como lo apunta Antonio Bonet Correa. Y es que el mundo caballeresco y medieval fue aprovechado con objeto de reafirmarle poder e influencia en unos momentos en los cuales, la fiesta de toros, en cuanto tal, pudo encontrar condiciones propicias para su mejor organización e incluso para su primitiva codificación, con lo que habrán de verse las primeras condiciones de profesionalización, lo que no la distanciaba de su composición original. La ornamentación del barroco taurino permite una constante exhibición de diversas puestas en escena, ricas todas, y cada una de ellas diferentes a las demás, de no ser porque la lidia o el juego con un toro representa en sí misma la antítesis de la monotonía, en el entendido de la existencia de aquellas riquezas teatrales y parateatrales incorporadas ya sin ningún tipo de prurito o de inconveniente. Torneo y teatro en el mismo sitio, manifestación que, con sus variantes temporales, así como la llegada de nuevos modos y modas, se extendería hasta ya muy avanzado el siglo XIX. De ahí que en toda fiesta se reflejan las pasiones, los temores y las esperanzas de un pueblo o de una colectividad. En la época barroca, en especial en España, en la que la preocupación esencial era la salvación individual del hombre, la fiesta, fenómeno colectivo, estaba plena de contrastes. Frente al libre albedrío personal se oponía el rígido orden político y social. La sumisión al dogma y a la monarquía estaba fuera de discusión, de la misma manera que cada individuo pertenecía, sin posibles cambios, a un estamento o clase social. La fiesta era un espejo que devolvía a cada participante su papel e imagen en el mundo, fuera de su propio destino escatológico. De ahí que la fiesta estuviese organizada de acuerdo con las clases sociales, que cada una tuviese su puesto en ella, que pagase la parte que le correspondía, que desfilase o participase con sus comitivas y juegos y levantase sus propias arquitecturas efímeras. Aparte la ordenación general de la fiesta a cargo del Ayuntamiento, hay que contar con los ornatos y las luminarias que corrían a cuenta de las órdenes religiosas y de particulares adinerados. Pero no se puede comprender bien la fiesta si no se precisan cuáles eran sus partes y sus tiempos, los distintos actos y desfiles públicos. En la fiesta barroca, había la fiesta de los nobles, encargados de protagonizar los juegos de cañas, de sortijas, batallas simuladas, corridas de toros, cabalgadas, parejas y otros ejercicios y destrezas ecuestres. Junto con ella había la fiesta de las corporaciones o instituciones intelectuales – Universidades y Colegios- que sacaban sus carros y hacían sus mojigangas, justas poéticas u otros actos de carácter literario. A estas fiestas hay que añadir las que organizaban los conventos y las parroquias, con sus altares callejeros, procesiones, funciones y ejercicios piadosos de carácter festivo. Por último, debe añadirse la fiesta popular y “carnavalesca” de los gremios. Cada oficio concurría con sus cuadrillas y comparsas de a pie. Su cortejo era variopinto y de divertido aspecto. Su participación era la más proteica y numerosa. Abierta la marcha del desfile con los lucidos y elegantes juegos de equitación de los nobles, acababa con el mundo más a ras de tierra y pleno de simbolismos grotescos de lo popular (...) El fondo secular y milenario que compone el magma de la fiesta barroca se hace evidente al analizar sus componentes. Las jerarquías sociales constituyen su rígida estructura. Los nobles y la equitación son sus principales participantes en tanto que actores que se muestran al
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público con sus atributos de clase privilegiada. Son como galanes de cine, héroes valerosos y sin tacha que igual caracolean un caballo que alancean un toro o saludan al rey, el cual era su primo, el primero entre los pares. Cuando el rey Felipe IV bajó de su balcón a la plaza para abatir una fiera, como sucedió en una corrida de la Plaza del Parque en Madrid, de un arcabuzazo “sin perder la mesura real”, tal como lo cuenta José Pellicer de Tovar en su Anfiteatro de Felipe el Grande (1631), hacia un acto de valor y destreza en el que su condición de rey quedaba exaltada a lo máximo. Las batallas y combates simulados, los torneos fingidos con estafermos y las otras lides y juegos a la ginetas muestran los aspectos arcaizantes de las fiestas barrocas. Acabada la Reconquista y a medida que el feudalismo decaía, tomó auge la vida urbana y cortesana. Los nobles que habían abandonado sus solares y posesiones provincianas en el campo al habitar en la ciudad, sólo pueden mostrar su condición guerrera en las paradas y ejercicios militares de las fiestas. Su campo de batalla será la palestra de la Plaza Mayor, el Coso o la Corredera de una ciudad, luciendo su virtual valentía ante el rey, las damas y el público popular, buscando su aplauso y aclamaciones. Pero en donde todavía se hace más evidente el fondo viejo y ancestral de la fiesta barroca es en las mojigangas, en las que los enmascarados con figuras de animales recordaban el substrato totémico de la fiesta. En todas las fiestas la realización de las mojigangas, que desfilaban con carros y cortejos haciendo un largo recorrido por la ciudad, correspondía a los gremios.9
Nada más parecido, como legítimo espejo de la realidad, lo vamos a encontrar en la fiesta novohispana, eso sí, con sus peculiares diferencias envueltas en el particular carácter americano. En ese pequeño universo de posibilidades, en la medida en que se acentuara la recreación, magnificencia y esplendor, tanto en los escenarios como en la forma de vestir y hasta de actuar de parte de los actores y los espectadores, en esa medida se lograba alcanzar con creces el propósito de toda la organización: una fiesta lucidísima que excitara en su totalidad los fines para la cual fue concebida, lo mismo para exaltar el motivo religioso, oficial o profano no dejando espacios por cubrir, porque Toda fiesta barroca aspiraba a dejar un recuerdo imperecedero para aquellos que tuvieran la fortuna de asistir a su celebración. También a causar la envidia universal de aquellos que, viviendo en otros lugares, no habían podido acudir al lugar mismo de la fiesta. Para dejar memoria y satisfacer la curiosidad de los lectores se creó un género –el de las Relaciones o Triunfos- que hacían el relato detallado de las solemnidades y describían minuciosamente los Cortejos, Carros, Arquitecturas y demás Ornatos efímeros. Obras literarias situadas entre el periodismo actual de reportaje informativo y la escritura laudatoria de tipo político, están en los mejores casos, ilustrados con grabados. El libro más bello de su género en el barroco español es el de Torre Farfán, Fiestas de la Santa Iglesia Metropolitana y Patriarcal de Sevilla al Nuevo Culto del Señor Rey San Fernando (Sevilla, 1671), en el que un tomo in folio se reproducen en láminas desplegables las obras efímeras de Murillo, Valdés Leal, Herrera el Mozo, Bernardo Simón Pineda, Arteaga, etc..., ejecutadas para tan fastuosas fiestas. 10
Pero en España y también sus colonias
Antonio Bonet Correa: “Arquitecturas efímeras, Ornatos y Máscaras” (p. 41-70). En: DÍEZ BORQUE, José María, et. al.: Teatro y fiesta en el barroco. España e Iberoamérica. España, Ediciones del Serbal, 1986. 190 p. Ils., grabs., grafcs., p. 43-45. 10 Antonio Bonet Correa: “Arquitecturas efímeras..., op. Cit., p. 52. 9
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Los desastres de la guerra de la Independencia y la quiebra de la monarquía absoluta acabaron con el equilibrio social y la conciliación política. A partir de entonces la fiesta pública en las calles y plazas de la ciudad declinó, desapareciendo el antiguo esplendor de las arquitecturas efímeras y la parafernalia de los cortejos, comitivas y comparsas lúdicas, a la vez que perdía todo su valor purificador y salvador de necesaria y de tiempo en tiempo obligada catarsis colectiva.11
Ese fue el tiempo en que las fiestas tuvieron que entrar en un receso obligado, para retornar vigorosas años más adelante y manifestarse –eso sí, bajo otras condicionesdurante una buena parte del siglo XIX. José Antonio Maravall nos permite entender y reafirmar que la fiesta del barroco no era espartana, sino de un ascetismo brutal, inhumano, en donde no se pretendía adormecer, sino anular primero toda autonomía en la conciencia del pueblo, para dominarlo después. Por su parte César Oliva, plantea que la fiesta que va desde mediados del siglo XIV y que luego se sofistifica durante el XVII, hay que entenderla como un todo, o como un espectáculo total, en donde las fronteras de los elementos constituyentes no son rigurosamente fijas. Es difícil, cuando no inútil, intentar separar dónde empieza, y dónde acaba el elemento festivo, y dónde acaba y dónde empieza el teatral; de la misma manera que es ocioso delimitar los elementos religiosos y profanos. Y es curioso, pero las fiestas sintetizan, casi rítmicamente, periodos de “gracia” y periodos de “pecado”, lo que nos hace volver los ojos a una de las más representativas, iniciada en la cuaresma y que culmina con el domingo de resurrección. Por otro lado, se encuentra aquella que se desata en ese mismo domingo de resurrección y explota en medio de muchas otras, hasta llegada la víspera del inicio de la cuaresma, luego de que el carnaval despidió al último pecador, cumpliéndose una vez más otro de los ciclos de que está constituido el calendario litúrgico, el que, independientemente de todos aquellos pretextos de origen político o social, seguía cumpliéndose en términos muy exactos. Durante este siglo se mantienen firmes las expresiones del toreo caballeresco, dominantes en la vieja y nueva España. Creció notablemente la afición de personajes de la nobleza, cuyas hazañas quedaron plasmadas en versos y relaciones de fiestas, que hoy son testimonio curioso. Tan es así que la poetisa María de Estrada Medinilla escribió en 1640 y, por motivo de la entrada del virrey don Diego López Pacheco (...) Marqués de Villena, la Descripción en Octavas Reales de las Fiestas de Toros, Cañas y Alcancías, 11
Ibidem., p. 66-67.
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con que obsequió México a su Virrey el Marqués de Villena. Dicha obra aunque desaparecida (ya veremos que no), es muestra del esplendor taurómaco que se vivía por entonces. La misma autora en otra obra suya escribe: "que aun en lo frívolo, como son los toros, los juegos de cañas y las mascaradas, las que se celebran aquí serán mejores que las que puedan celebrarse en España". Y es que su afirmación contenía un sentido profundo de realidades y de diferencias, marcadas seguramente, por un efecto que comenzó a aislar a España del resto del mundo, y desde luego, de sus colonias, a las que afectó un fenómeno conocido como "tibetanización".12 Tal aspecto fue una hermetización del pueblo español hacia y frente el 12
Un tema que de siempre me ha causado especial inquietud es el de la forma en que los americanos aceptaron el toreo, tras el proceso conquistador, lo hicieron suyo y después le dieron interpretación tan particular a este ejercicio convirtiéndose en una especie de segunda sombra que ya de por sí, proyectaba el quehacer español. Segunda sombra pues sin alejarse del cuerpo principal se unía a la estela de la primera, dueña de una vigencia incontenible. Sólo que al llegar a América y desarrollarse en nuevos ambientes se gestó la necesidad no tanto de cambios; sí de distintas interpretaciones. Y esto pudo darse -seguramentepor dos motivos que ahora analizo: el criollismo americano y la "tibetanización" desarrollada en la península ibérica. Entendemos al criollismo como un proceso de liberación por un lado y de manifestación de orgullo por el otro, cuando el mexicano en cuanto tal, o el criollo, -incluso el indio- se crecen frente a la presencia dominante del español en nuestro continente. Maduran ante las reacciones de subestimación que se fomentan en la España del siglo XVIII que ve en el americano a un ser inferior en todos sentidos, incapaz de ser comparado con los hombres de espíritu europeo, que son los que ocupan los cargos importantes en la administración, cargos a los cuales ya puede enfrentarse el criollo también. David A. Brading nos dice que "las raíces más profundas del esfuerzo por negar el valor de la conquista se hallan en el pensamiento criollo que se remonta hasta el siglo XVI". Desde entonces es visible la génesis del nacionalismo o patriotismo criollos que va a luchar por un espacio dominado por los españoles, tanto europeos como americanos, los cuales disfrutaban de un virtual monopolio de todas las posiciones de prestigio, poder y riqueza. Poco a poco fue despertándose un fuerte impulso de vindicación por lo que en esencia les pertenece pero que el sistema colonial les negaba. De esa manera el criollo y el mestizo también buscan la forma de manifestar un ser, una idea de identidad lo más natural y espontánea posible; logran separarse del carácter español, pero sin abandonarlo del todo, hasta que comenzó a forjarse la idea de un nacionalismo en potencia. De ahí que parte del planteamiento de la independencia y de la recuperación de la personalidad propia de una América sometida esté dada bajo los ideales del patriotismo criollo y el republicanismo clásico que luego buscaron en el liberalismo mexicano sumergido dentro del conflictivo pero apasionante siglo XIX. La asunción del criollo a escena en la vida novohispana es de suyo interesante. Quizás confundido al principio quiere dar rienda suelta a su ser reprimido, con el que se siente afín en las cosas que piensa. Y actúa en libertad, dejándose retratar por plumas como sor Juana o Sigüenza y Góngora, por ejemplo. No faltó ojo crítico a la cuestión y es así como Hipólito Villarroel en sus "Enfermedades que padece la Nueva España..." nos acerca a la realidad de una sociedad novohispana en franca descomposición a fines del siglo XVIII y cerca de la emancipación. Pero es con Rafael Landívar S.J. y su Rusticatio Mexicana donde mejor queda retratada esa forma de ser y de vivir del mexicano, del criollo que ya se identifica plenamente en el teatro de la vida cotidiana del siglo de las luces. Precisamente en su libro XV Los Juegos aparece una amplia descripción de fiestas taurinas. La obra fue escrita en bellos hexámetros, es decir: verso de la métrica clásica de seis pies, los cuatro primeros espondeo o dáctilo, el quinto dáctilo y el sexto espondeo. Es el verso épico por excelencia. El poema nace en un clima espontáneo que armoniza los divergentes elementos de tres mundos: el latino, el español y el americano, amalgamados en la psicología del poeta bajo los fuegos vehementes del trópico guatemalteco, su cuna, y transidos por el espíritu de la altiplanicie mexicana, en la cual se desarrolló al arte y a la sabiduría.
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En el libro X: "Los ganados mayores" se apunta la vida del toro bravo en el campo. Pero, desde luego es el libro XV en el que se incluyen las peleas de gallos, las corridas de toros campiranas y las carreras de caballos. Nada, sin embargo, más ardientemente ama la juventud de las tierras occidentales como la lidia de toros feroces en el circo. Se extiende una plaza espaciosa rodeada de sólida valla, la cual ofrece numerosos asientos a la copiosa multitud, guarnecidos de vivos tapices multicolores. Sale al redondel solamente el adiestrado a esta diversión, ya sea que sepa burlar al toro saltando, o sea que sepa gobernar el hocico del fogoso caballo con el duro cabestro. Preparadas las cosas conforme a la vieja costumbre nacional, sale bruscamente un novillo indómito, corpulento, erguida y amenazadora la cabeza; con el furor en los ojos inflamados, y un torbellino de ira salvaje en el corazón, hace temblar los asientos corriendo feroz por todo el redondel, hasta que el lidiador le pone delante un blanco lienzo y cuerpo a cuerpo exaspera largamente su ira acumulada. El toro, como flecha disparada por el arco tenso, se lanza contra el enemigo seguro de atravesarlo con el cuerno y aventarlo por el aire. El lidiador, entonces, presenta la capa repetidas veces a las persistentes arremetidas hurta el cuerpo, desviándose prontamente, con rápido brinco esquiva las cornadas mortales. Otra vez el toro, más enardecido de envenenado coraje, apoyándose con todo el cuerpo acomete al lidiador, espumajea de rabia, y amenaza de muerte. Mas aquél provisto de una banderilla, mientras el torete con la cabeza revuelve el lienzo, rápido le clava en el morrillo el penetrante hierro. Herido éste con el agudo dardo, repara y llena toda la plaza de mugidos. Mas cuando intenta arrancarse las banderillas del morrillo y calmar corriendo el dolor rabioso, el lidiador, enristrando una corta lanza con los robustos brazos, le pone delante el caballo que echa fuego por todos sus poros, y con sus ímpetus para la lucha. El astado, habiendo, mientras, sufrido la férrea pica, avieso acosa por largo rato al cuadrúpedo, esparce la arena rascándola con la pezuña tanteando las posibles maneras de embestir. Está el brioso Etón, tendidas las orejas, preparado a burlar el golpe en tanto que el lidiador calcula las malignas astucias del enemigo. La fiera, entonces, más veloz que una ráfaga mueve las patas, acomete al caballo, a la pica y al jinete. Pero éste, desviando la rienda urge con los talones los anchos ijares de su cabalgadura, y parando con la punta metálica el morrillo de la fiera, se sustrae mientras cuidadosamente a la feroz embestida. El padre Rafael Landívar nació en la ciudad de Guatemala el 27 de octubre de 1731. En el curso de 1759 a 1960 Landívar pudo haber enseñado retórica en México, pero sus biógrafos se inclinan a que lo hizo en Puebla y en 1755 en México. El autor habla de su obra: Intitulé este poema Rusticatio mexicana (Por los campos de México), tanto porque casi todo lo que contiene atañe a los campos mexicanos, como también porque oigo que en Europa se conoce vulgarmente toda la Nueva España con el nombre de México, sin tomar en cuenta la diversidad de territorios. Viene ahora la continuación al libro XV: Pero si la autoridad ordena que el toro ya quebrantado por las varias heridas, sea muerto en la última suerte, el vigoroso lidiador armado de una espada fulminante, o lo mismo el jinete con su aguda lanza, desafían intrépidos el peligro, provocando a gritos al astado amenazador y encaminándose a él con el hierro. El toro, súbitamente exasperado su ira por los gritos, arremete contra el lidiador que incita con las armas y la voz. Este, entonces, le hunde la espada hasta la empuñadura, o el jinete lo hiere con el rejón de acero al acomete, dándole el golpe entre los cuernos, a medio testuz, y el toro temblándole las patas, rueda al suelo. Siguen los aplausos de la gente y el clamor del triunfo y todos se esfuerzan por celebrar la victoria del matador. Algunas veces el temerario lidiador, fiándose demasiado de su penetrante estoque, es levantado por los aires y, traspasadas sus entrañas por los cuernos, acaba víctima de suerte desgraciada. El toro revuelca en la arena el cuerpo ensangrentado; se atemoriza el público ante el espectáculo y los otros lidiadores por el peligro. Sucédense luego nuevas luchas, por orden, cuando se desea alternarlas con el fin de variar. Los mozos, en efecto, suelen aprestar para montarlo, un toro sacado de la ganadería, muy vigoroso, corpulento y encendido en amenazas de muerte. Uno de aquellos le sujeta en el lomo peludo los avíos, como si fuera caballo, y le echa al pescuezo un lazo; sirviéndose luego de él, impávido, a manera de larga brida, sube a los broncos lomos del rebelde novillo, armado de ríspidas espuelas y confiando en su fuerza. El animal, temblando de coraje, se avienta en todos sentidos, luchando violentamente por lanzar al jinete de su lomo. Ya enderezándose rasga el aire con los corvos cuernos, ya dando coces en el vacío arremete furibundo a todo correr, contra los que se le atraviesan; y cuando intenta saltar el redondel, alborota las graderías de los espectadores espantados. Como el líbico león herido por penetrante proyectil, amenaza con los colmillos, los ojos feroces y las mandíbulas sanguinarias, tiembla, se mueve contra sus astutos adversarios mostrando las garras, y ya se lanza por el aire con salto fulmíneo, ya corriendo velozmente fatiga a los cazadores; lo mismo el toro, encolerizado por el extraño peso, trastornando la plaza embiste ora a unos, ora a otros. Pero el muchacho
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sin cejar se mantiene inconmovible sobre el lomo, espoleándolo constantemente. Y aun también, el muchacho jinete blandiendo larga pica desde el lomo del cornúpeta, manda a los de a pie sacar otro astado de los corrales y a puyazos lo empuja gozoso por todo el llano. Atolondrado al principio por la novedad, huye precipitadamente de su compañero enjaezado vistosamente. Pero aguijoneando su dorso por la punzante pica, se enfurece encendido de cólera, embiste a su perseguidor, y ambos se trenzan de los cuernos en bárbara lucha. Mas el robusto jinete dirime la contienda con la pica, y continúa persiguiendo a los toros por la llanura, hasta que con la fatiga dejen de amenazar y doblegados se apacigüen. Toda ella es una hermosa, soberbia y fascinante descripción de la fiesta torera mexicana, con un típico y profundo sabor que, desde entonces comienza a imprimirle el criollo, deseoso por plasmar géneros distintos al tipo de fiesta que por entonces domina el panorama. Ese aspecto se determinaba desde luego por lazos de fuerte influencia española que aún se agita en la Nueva España en vías de extinción. A la pregunta de qué, o cómo es el criollo, se agrega otra: ¿quién permite el surgimiento de un ente nuevo en paisaje poco propicio a sus ideales? Una respuesta la encontramos en el recorrido que pretendo, desde la Contrarreforma hasta el siglo XVII en España concretamente. Este movimiento católico de reacción contra la Reforma protestante en el siglo XVI tiene como objeto un reforzamiento espiritual del papado y de la Iglesia de Roma, así como la reconquista de países centroeuropeos como Alemania, Países Bajos, Dinamarca, Suecia, Inglaterra instalados en la iglesia reformada. Pero la Contrarreforma fue a alterar órdenes establecidos. Italia fue afectada en lo poco que le quedaba de energía creadora en la ciencia y la técnica. José Ortega y Gasset escribió en la Idea del principio en Leibniz su visión sobre los efectos de aquel movimiento. Dice: Donde sí causó daño definitivo la Contrarreforma fue precisamente en el pueblo que la emprendió y dirigió, es decir, en España. Pero en el fondo la Contrarreforma al aplicar una rigurosa regimentación de las mentes que no era más que la disciplina al extremo logró que el Concilio de Trento celebrado en Italia de 1545 a 1563 restableciera -entre otras cosas- el Tribunal de la Inquisición. Por coincidencia España sufría una extraña enfermedad. Esta enfermedad -dice Ortega- fue la hermetización de nuestro pueblo hacia y frente al resto del mundo, fenómeno que no se refiere especialmente a la religión ni a la teología ni a las ideas, sino a la totalidad de la vida, que tiene, por lo mismo, un origen ajeno por completo a las cuestiones eclesiásticas y que fue la verdadera causa de que perdiésemos nuestro imperio. Yo le llamo "tibetanización" de España. El proceso agudo de esta acontece entre 1600 y 1650. El efecto fue desastroso, fatal. España era el único país que no solo necesitaba Contrarreforma, sino que ésta le sobraba. En España no había habido de verdad Renacimiento ni por tanto, subversión. Renacimiento no consiste en imitar a Petrarca, a Ariosto o a Tasso, sino más bien, en serlos. El fenómeno es fatal pues mientras las naciones europeas se desarrollan normalmente, la formación de España sufre una crisis temporal. Por tanto esto retardó un poco su etapa adulta, concentrándose hacia adentro en sus progresos y avances. En España lo que va a pasar entonces es una hermetización bastante radical hacia lo exterior, inclusive -y aquí nos fijamos con mayor atención- hacia la periferia de la misma España, es decir, sus colonias y su imperio. Coincide la tibetanización española -en la primera mitad del siglo XVII- con el movimiento criollista que comienza a forjarse en Nueva España. ¿Serán estas dos tremendas coincidencias: criollismo y tibetanización, puntos que favorezcan el desarrollo de una fiesta caballeresca primero; torera o pedestre después con singulares características de definición que marcan una separación, mas no el abandono, de la influencia que ejerce el toreo venido de España? Además si a todo esto sumamos el fenómeno que Pedro Romero de Solís se encargó de llamar como el "retorno del tumulto" justo al percibirse los síntomas de cambio generados por la llegada de la casa de Borbón al reinado español desde 1700, pues ello hizo más propicias las condiciones para mostrar rebeldía primero del plebeyo contra el noble y luego de lo que este, desde el caballo ya no podía seguir siendo ante la hazaña de los de a pie, toreando, esquivando a buen saber y entender, hasta depositar el cúmulo de experiencias en la primera tauromaquia de orden mayor: la de José Delgado "Pepe-hillo". Si el criollo encontraba favorecido el terreno en el momento en que los borbones -tras la guerra de sucesión- asumen el trono español, su espíritu se verá constantemente alimentado de cambios que atestiguará entre sorprendido y emocionado. Dos casos: la expulsión de los jesuitas en 1767, compañía que la Contrarreforma estimuló y en la Nueva España se extendió por todos los rincones y provincias. La ilustración, fenómeno que, bloqueado por las autoridades novohispanas y reprobado ferozmente por el santo Oficio sirvió como pauta esencial de formación en el ideal concreto de la emancipación cuyo logro al fin es la independencia, despierta desde 1808.
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resto del mundo y que abarca la totalidad de la vida, lo que ocasionó la pérdida del imperio. Para mejor entenderlo, España no gozó el esplendor del Renacimiento. Su origen se remonta a la Contrarreforma que les impuso, a los españoles mismos, el Tribunal de la Inquisición. Nos encontramos ante un nuevo horizonte, como los habitantes de aquella Nueva España, dedicados a seguir estableciendo no sólo un sistema político, sino también un sistema de vida más o menos paralelo al dominante en España. El temor de una reyerta, el de una invasión a esas construcciones de tipo renacentista, es decir, fortalezas, se terminó y las del XVI no existen más que como asentamientos a las del XVII, tales como las iglesias de Jesús Nazareno (1601); San Pedro y San Pablo (1604); Santiago Tlatelolco (1609); San Jerónimo (1623), etc. Fue entonces cuando las influencias como el barroco mexicano, o el manierismo en cuanto tal, se inyectaron en las bellas artes de aquel tiempo. En las letras –y particularmente en la poesía-, encontramos una continuada idealización del espíritu literario habida durante el siglo XVI, y que con el gongorismo o culteranismo se elevó a estaturas nunca antes concebidas. En el sentido puramente estricto de nuestro trabajo, encontramos a una centuria como la décimo séptima, floreciendo en diversidad de festejos taurinos llevados a cabo por razones de carácter civil o profano, político y religioso motivos que dieron gran realce al desarrollo literario que describía con intensidad aquellas conmemoraciones. Ya desde el siglo XVI se toreaba en un coso improvisado en la Plaza Mayor y luego, -a partir de 1586 y hasta 1815-, en la del Volador (e incluso hasta en un “cortinal de palacio”, como veremos en seguida) y así podían asistir los virreyes desde los balcones de Palacio y aún los inquisidores y arzobispos, donde ...también se divierte el pueblo. 13
Todo esto, probablemente sea parte de los giros con que la tauromaquia en México haya comenzado a dar frutos distintos frente a la española, más propensa a fomentar el tecnicismo, ruta de la que nuestro país no fue ajeno, aunque salpicada -esta- de "invenciones", expresión riquísima que dominó más de cincuenta años el ambiente festivo nacional durante el siglo antepasado. 13 José Deleito y Piñuela: ...También se divierte el pueblo. Recuerdos de hace tres siglos. Romerías / Verbenas / Bailes / Carnaval / Torneos / Toros y cañas / Academias poéticas / Teatros por (...) Catedrático de Historia en la Universidad de Valencia Correspondiente de la Real Academia de la Historia, de Madrid. Miembro titular de la “Sección de Síntesis histórica” del Centre International de Synthèse, de París. Madrid, Espasa-Calpe, S.A., 1944. 299 p. Ils., fots.
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Cuando Mateo Alemán llegó a esta ciudad de México en compañía de fray Pedro García Guerra (duodécimo virrey, desde el 19 de junio de 1611 hasta el 22 de febrero de 1612, en que murió), ya traía en su mente y en su espíritu un profundo ánimo magisterial. En efecto, de la generación de Cervantes de Salazar y de origen judío, Mateo Alemán vino a radicar a México siendo conocido autor de la Aventura del Pícaro Guzmán de Alfarache, sin duda uno de los más importantes relatos del siglo de oro. Entre otros documentos escribió la biografía de su protector fray García Guerra, para morir más tarde en Chalco hacia 1615. Dice Nicolás Rangel que Alemán En memoria del arzobispo, da noticia de las corridas de toros que en honor de don fray García se verificaron en un cortinal de palacio.14
Por lo que respecta a Bernardo de Balbuena, este relataba a la señora doña Isabel de Tovar y Guzmán la descripción de la famosa ciudad de México y sus grandezas. En su capítulo III y V de su Grandeza mexicana, obra publicada en 1604 encontramos los argumentos que dan consistencia a nuestra contemplación. El título en sí mismo revela el propósito: lo grandioso de la ciudad, una ciudad poco a poco recuperada después de que pasaron años de permanentes construcciones que enfrentaron severas inundaciones, hundimientos y otras tragedias. Entre otras cosas que describe Balbuena, los caballos son también, por el brillo de sus jaeces y por los jinetes gallardos, ornato y decoro, que no sólo se manifiesta en fórmulas tradicionales de cortesía sino además, en el suave trato de las exquisitas maneras de la gente.15 1604 Caballos, calles, trato, cumplimiento… Del monte Osa los centauros fieros, que en confuso escuadrón rompen sus llanos, de carrera veloz y pies ligeros;
Su barroquismo no es complicación de conceptos, como en los castellanos, ni complicación de imágenes, como en los andaluces de Córdoba y Sevilla, sino profusión
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Nicolás Rangel: Historia del toreo en México. Época colonial (1529-1821). México, Imp. Manuel León Sánchez, 1924. 374 p. fots., p. 57. 15 Bernardo de Balbuena: Grandeza mexicana y fragmentos del siglo de oro y El Bernardo. Introducción: Francisco Monterde. 3ª. Ed. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1963. XLIV-121 p. Ils. (Biblioteca del estudiante universitario, 23)., p. X.
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de adorno, con estructura clara del concepto y la imagen, como en los altares barrocos de las iglesias de México: (...) podrán contrahacer la gallardía, brío, ferocidad, coraje y gala de México y su gran caballería. Que así en estas grandezas se señala: casas, calles, caballos, caballeros, que el mundo junto en ellas no le iguala. Los caballos lozanos, bravos, fieros; soberbias casas, calles suntuosas; jinetes mil en mano y pies ligeros. Ricos jaeces de libreas costosas de aljófar, perlas, oro y pedrería, son en sus plazas ordinarias cosas.
Obra trazada en epístolas poéticas y en tercetos endecasílabos como los aquí expuestos y éstos a su vez, molde procedente de la Italia renacentista que Balbuena admiraba a través de los poemas caballerescos: (...) en México al primer lugar subiera, aunque para alcanzarlo le ayudaran las espuelas del tiempo y su carrera: que los que dellos más gallardearan, al huello de su plaza en brío y arte el cuello altivo y la cerviz bajaran. (. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .)
La grandeza no tan sólo debe estimarse por lo que valga como poema, sino también como documento histórico, usándole con las precauciones debidas (Joaquín García Icazbalceta). Regalos, ocasiones de contento. (...) Recreaciones de gusto en que ocuparse, de fiestas y regalos mil maneras para engañar cuidados y engañarse; conversaciones, juegos, burlas, veras, convites, golosinas infinitas, huertas, jardines, cazas, bosques, fieras; aparatos, grandezas exquisitas, juntas, saraos, conciertos agradables, músicas, pasatiempos y visitas; regocijos, holguras saludables, carreras, rúas, bizarrías, paseos,
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amigos, en el gusto y trato afable; galas, libreas, broches, camafeos, jaeces, telas, sedas y brocados, pinte el antojo, pidan sus deseos.
Erudita alabanza de los caballos bravos y ligeros, ricamente enjaezados (como veneración también a su apoyo al contexto de las fiestas o juegos de cañas o a las suertes de la lanzada, que entonces predominaban como típicas demostraciones) y de la destreza de los jinetes.16 (...) fiestas, regalos, pasatiempos, gustos, contento, recreación, gozo, alegría, sosiego, paz, quietud de ánimos justos, hermosura, altiveces, gallardía, nobleza, discreción, primor, aseo, virtud, lealtad, riquezas, hidalguía, y cuanto la codicia y el deseo añadir pueden y alcanzar el arte, aquí se hallará, y aquí lo veo, y aquí como en su esfera tiene parte.17
Ahora bien, un primer acercamiento a la forma en cómo ocurrieron los hechos de aquella recepción, los encontramos perfectamente descritos e interpretados por la pluma de don Artemio de Valle-Arizpe, autor del que me he ocupado in extenso en una obra que tengo lista para la imprenta.18 Entre las páginas que Artemio de Valle-Arizpe escribe (en adelante, lo podremos identificar con las siglas
A de V-A), esta es una de las obras más
sólidas donde se refleja un quehacer que se va hasta el extremo del detalle y la minuciosidad a la hora de mostrarnos ese completo telón de fondo donde actores y escenarios parecen estar a nuestro alcance. Basta con abrir cualquiera de sus páginas para sentirnos inmediatamente trasladados al lugar de los hechos, en donde siempre tendremos sitio de privilegio, y hasta nos daremos el gusto de saborear alguno de los exquisitos platillos e infinidad de dulces y otras tentaciones culinarias con las que diversas lecturas al respecto despiertan nuestro apetito. Como “divulgador amenísimo de temas históricos relacionados con el pretérito de su patria” es uno de los primeros atributos que
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Op. Cit., p. XXIX. Ibidem., p. 21-46. 18 José Francisco Coello Ugalde: Artemio de Valle-Arizpe y los toros. México, 2007. 642 p. Ils., fots., grabs., facs. Pertenece a la serie: Aportaciones Histórico-Taurinas Nº 62, serie creada y reunida por este autor desde 1977 a la fecha. 17
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Federico Carlos Sainz de Robles califica la extensa obra de un hombre que además, a su paso por España fue reconocido como “divulgador amenísimo”, como Pintor vivo y poético, dechado de narraciones fáciles, lleno de espíritu y de sensibilidad, ValleArizpe, dueño de un estilo elegante y de un lenguaje castizo y riquísimo, ha logrado que muchas de sus obras hayan sido traducidas a distintos idiomas y aun llevadas a la pantalla, y que su nombre quede aureolado como el de los mejores literatos de su patria. 19
Me parece que la afirmación de Sainz de Robles en cuanto a que “sus obras hayan sido traducidas a distintos idiomas y aun llevadas a pantalla...” son un poco aventuradas y faltas de sustento (al menos, hasta que no se diga lo contrario). 20 Pero no he encontrado el dicho que lo afirme o lo sustente. En todo caso, no entraré en discusión al respecto, porque de lo que se trata es continuar con la revisión de todos aquellos pasajes en los que este, nuestro autor de lujo, nos lleva por diferentes episodios en los que trasciende el tema taurino. En Virreyes y virreinas de la Nueva España, encontramos suficiente información, tanta, que es imposible discriminar o despreciar algo de ella. Entre todo ese conjunto, el autor aborda en la primera serie del libro, por lo menos dos de los asuntos que aquí son del interés para este trabajo. TRES CARTAS (1). EL VIAJE DEL DUQUE DE ESCALONA. 21 Antes de hacer el análisis a las copiosas notas que
A de V-A dedica a la muy notable
recepción y gobierno de Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla, 22 décimo séptimo
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Artemio de Valle-Arizpe: Virreyes y virreinas de la Nueva España. Tradiciones. Leyendas y sucedidos del México virreinal. (Nota preliminar de Federico Carlos Sainz de Robles). México, Aguilar editor, S.A., 1976. 476 p. Ils., p. 9. 20 Habría que pensar en películas mexicanas de la considerada “época de oro”, donde argumentos sobre hechos coloniales son el mejor terreno donde se pudieron utilizar las recreaciones literarias de Artemio de Valle-Arizpe. Allí están, por ejemplo: “La monja Alférez” o “Martín Garatuza”, pero sobre todo “La Güera Rodríguez”. 21 Valle-Arizpe: Virreyes y virreinas..., op. cit., p. 73-82. 22 Vázquez Gómez: Diccionario de gobernantes…, op. Cit., p. 56. López Pacheco era miembro de una familia de la aristocracia española. Estudió en la Universidad de Salamanca y más tarde fue coronel de infantería de la Real Armada. Era un hombre que disfrutaba de fiestas y celebraciones. Llegó a la Nueva España junto con el obispo de Puebla, Juan de Palafox, con quien más tarde tuvo muchas dificultades. Su primera preocupación como virrey fue la de reforzar la Flota Barlovento. Ordenó la construcción de barcos de guerra, cañones, y otros armamentos. Las intrigas palaciegas en la ciudad de México se acusaban de intentar la separación de la Nueva España y la Corona española. Sin embargo, no había tal; el hecho de que un familiar suyo hubiera organizado una revuelta en Portugal para separar de España ese país, hizo creíbles las injustificadas sospechas contra López. El 9 de junio de 1642, el obispo Palafox cercó el palacio virreinal con tropas, quitó al virrey de su puesto y se autonombró virrey. Asimismo, mandó confiscar las propiedades de Pacheco en la Nueva España.
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virrey de la Nueva España, que ostentó los títulos nobiliarios de Marqués de Villena y duque de Escalona, el cual gobernó del 28 de agosto de 1640 al 10 de junio de 1642, quisiera incluir a continuación los apuntes que preparé por mi cuenta, en un libro que, sobre la poesía mexicana en los toros, siglos XVI-XXI terminé recientemente.23
RECEPCIÓN DEL VIRREY MARQUÉS DE VILLENA EN 1640 Desconocidas y no, porque ya en otro lugar y en otro momento me he ocupado de esto.24 Precisamente en mi libro Novísima Grandeza de la Tauromaquia Mexicana25 en su quinta parte denominada: “Relaciones de fiestas o la fascinación del desbordamiento”, apunto lo siguiente: Las relaciones o descripciones recrean las “grandes alegorías” como por ejemplo: proclamaciones reales, entradas, esponsales, bodas, nacimientos, bautizos, canonizaciones de santos, etc. En todo esto, el autor procuraba no sólo deleitar sino hacer revivir las jornadas festivas de manera que el lector de la Relación lograba tener la sensación de ver “las fiestas por segunda vez”. Es difícil escoger alguna porque todas poseen un encanto particular, debido al manejo detallado con que reseñan la plaza, el público y el ambiente. También, y esto llama poderosamente la atención, describen los trajes de nobles caballeros, jaeces y adornos de las cabalgaduras; pero sobre todo la forma en que se jugaron los toros. Estas relaciones de fiestas provocan a la imaginación y con ella entramos a la plaza, para convertirnos en uno más de sus asistentes, saludando al virrey en turno, a los canónigos y capitulares, sin que falten los estudiantes de la Universidad y el pueblo llano, saboreando al calor de la tarde, una deliciosa “fuente de barquillos” con nieves traídas desde las faldas del Popocatépetl. Por allí pudimos ver a María de Estrada Medinilla con su Descripción en Octavas Reales de las Fiestas de Toros, Cañas y Alcancías, con que obsequió México a su Virrey el Marqués de Villena de 1640 bajo el brazo. Doña María es autora de estos apareados u ovillejos que hubieran puesto a temblar al mismísimo Luis de Góngora en su momento:
A su regreso a España, Pacheco explicó toda la situación al rey y éste ofreció regresarlo a su vieja posición en la Nueva España. El marqués de Villena declinó la invitación pero aceptó la compensación por sus bienes confiscados. Fue gobernador de Sicilia y murió en España siendo virrey de Navarra. 23 José Francisco Coello Ugalde: La poesía mexicana en los toros. Siglos XVI–XXI. (Aportaciones Histórico Taurinas Nº 31). Prólogo: Lucía Rivadeneyra. Epílogo: Elia Domenzáin. Ilustraciones de: Rosa María Alfonseca Arredondo y Rossana Fautsch Fernández. Fotografías de: Fumiko Nobuoka Nawa y Miguel Ángel Llamas. México, 1986 – 2006. 776 p. Ils., fots. 24 José Francisco Coello Ugalde: Relaciones taurinas en la Nueva España, provincias y extramuros. Las más curiosas e inéditas 1519-1835. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1988. 293 p. facs. (Separata del boletín, segunda época, 2). Además: Antología Nº 2: “Lo que fue y Lo que es del toreo en México. Ensayo histórico sobre el pulso de una fiesta con casi cinco siglos de vida entre nosotros”. 194 p. “En búsqueda de lo que no está perdido. Relaciones taurinas novohispanas de la sorpresa a los nuevos hallazgos”, p. 59-69. 25 José Francisco Coello Ugalde: Novísima grandeza de la tauromaquia mexicana (Desde el siglo XVI hasta nuestros días). Madrid, Anex, S.A., España-México, Editorial “Campo Bravo”, 1999. 204 p. Ils, retrs., facs., p. 31-33.
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Hasta hace un tiempo, dicha obra se encontraba perdida.26 Sin embargo, y antes de ocuparme de la mencionada “Relación de fiestas”, es preciso reproducir otra de sus obras (esta sí en silva libre y ovillejos castellanos), también escrita en la misma ocasión, denominada:
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La Maestra Dalia Hernández Reyes, que pertenece al SEMINARIO DE CULTURA LITERARIA NOVOHISPANA IIB-UNAM, me comenta haber localizado dicho documento, mismo que se encuentra trabajando en su aspecto crítico. Tal información me fue proporcionada en el mes de septiembre de 2006. Más adelante incluyo una transcripción modernizada del mismo.
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José Francisco Coello Ugalde: Relaciones taurinas en la Nueva España, provincias y extramuros. Las más curiosas e inéditas 1519-1835. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1988. 293 pp. facs. (Separata del boletín, segunda época, 2), p. 31.
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1640 Relación escrita por DOÑA MARÍA DE ESTRADA MEDINILLA, A una Religiosa monja prima suya. De la feliz entrada27 en México día de San Agustín, a 28 de Agosto De mil y seiscientos y cuarenta años. Del Excelentísimo Señor Don Diego López Pacheco, Cabrera, y Bobadilla, Marqués de Villena, Virrey Gobernador y Capitán General Desta Nueva España. Quise salir, amiga28 (Mas que por dar alivio a mi fatiga) temprano ayer de casa, por darte relación de lo que pasa,29 a prevenir hice el coche, aunque mi pensamiento se hizo noche, pues tan mal lo miraron, que para daño nuestro pregonaron. que carrozas no hubiera; o mas civil, que criminal cantera; lamentélo infinito, puesto que por cumplir con lo exquisito; aunque tan poco valgo, menos que a entrada de un virrey30 no salgo: Mas el ser hizo efecto. Y así quise cumplir con lo imperfecto, mudando de semblante; no quieras mas, pues fui sin guardainfante,31 27
La recepción del Duque de Escalona y Marqués de Villena fue excepcional, por la suma aristocracia del nuevo Virrey, y por ser el primero que traía el privilegio de entrar “bajo palio”. Costó a la ciudad $40,000 y comprendió “comedias, mitotes, saraos, máscara, castillos, arco triunfal, y ocho toros”; y la propia Doña María escribió en octavas su otra “Reseña de las Corridas de Toros y Juegos de Cañas” que veremos más adelante. 28 Aquí, María de Estrada Medinilla puede contarle a “Una religiosa monja prima suya”, del mundo, del siglo y todo su carácter profano, del que no goza aquella otra, quien únicamente pudo enterarse de los acontecimientos gracias al texto con que le describió el boato maravilloso que tuvo ante sus ojos. 29 Francisco de la Maza: LA MITOLOGÍA CLÁSICA EN EL ARTE COLONIAL DE MÉXICO. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1968. 251 p. Ils., facs. (Estudios y fuentes del arte en México, XXIV)., p. 172. Nos dice el autor que en ciertas ocasiones se permitía a las monjas ver la procesión (de las fiestas), y como apunta con gracia Juan José de Zúñiga en su Cristalino, argentado mar de Gracia, que es un apartado del gran volumen: El segundo quince de enero de la Corte Mexicana que a la canonización de San Juan de la Cruz celebró la Provincia de San Alberto de México, impreso por Bernardo de Hogal en 1730. Las azoteas –de ambos conventos: Santa Catalina y la Encarnación- no sólo estaban galanamente enriquecidas de vistosas banderas, también de vivientes racionales preseas, porque, in honorem tanti festi, el P. Provincial, con los garbos de su genio, les concedió licencia a todas las señoras religiosas, niñas y criadas, para que pudiesen subir a las azoteas, y aunque los hábitos, uniformes y religiosos, no admiten otro adorno y aliño para su gala, era muy de notar los quitasoles o sombrillas con que las señoras se defendían del sol, por la elevada proceridad de sus conventos... las de la Encarnación subieron muy gustosas y regocijadas y desde allí arrojaron una primavera de flores naturales con muchos panes de plata, que subían brillando por los aires y aún otras piezas de mejor gusto, por ser de varios dulces... 30 Ocasiones como las de la entrada de un virrey se convirtieron en verdaderas ceremonias no solo oficiales. También la iglesia tenía su parte, y desde luego, la participación del pueblo se integraba perfectamente a semejantes conmemoraciones.
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con que habrás entendido, de todo queda bien encarecido: Pero si le llevara, del primer movimiento no pasara; siguiéronme unas damas, a quienes debe el mundo nobles famas; y con manto sencillo quisimos alentar el tapadillo. Y en fin, como pudimos hacia la Iglesia Catedral32 nos fuimos donde mas que admirada quedé viendo del Arco la fachada, que tocaré de paso: Porque si en el ingenio me embarazo, habiéndome engolfado, no habrá camino de salir a nado. A follajes galantes, estrago fue de Centis y Timantes,33 grandeza en quien contemplo lo raro de tres templos en un templo: Pompa de Mauseolo,34 ciencia de Salomón, Plectro35 de Apolo.36 perdone la pintura, que en lo formal se demostrará más pura: Pues a tanto se atreve, que al lienzo fía lo que al bronce debe. No quedó en todo el cielo signo, que el arte, no bajase al suelo, ni en toda la escritura tribu que no trajere a coyuntura; ni doce que la fama por sus Virreyes justamente aclama, contra largas edades, para la eternidad de eternidades: Ni la insigne ascendencia del ilustre Marqués, cuya Excelencia da con celebraciones glorias a España, al mundo admiraciones, de suerte todo unido, que diera suspensiones al sentido que mas perspicaz fuera, cuya atención aún no lo consiguiera; de su metro imagino, que pasa de lo humano a ser divino: Y es caso averiguado, que un Ángel a otro Ángel le ha dictado, 31
De guardar e infante, por ser prenda con que podían ocultar su estado las mujeres embarazadas. Especie de tontillo redondo, muy hueco, hecho de alambres con cintas, que se ponían las mujeres en la cintura debajo de la basquiña. 32 Darle la categoría de iglesia catedral significa que su construcción se encontraba todavía en proceso, y aunque fue hasta 1668 en que se solemnizó y se dedicó el Templo Metropolitano de México, dicha obra quedó rematada, tal y como la conocemos en nuestros días, tras la participación que tuvo en ella el arquitecto Manuel Tolsá, quien remató la fachada con su “Trinidad”. 33 Pintor griego. 34 Mausoleo. 35 Palillo o púa que usaban los antiguos para tocar instrumentos de cuerda. En poesía, inspiración, estilo. 36 Apolo, dios de la música, la poesía y la belleza; es también Febo y Helios, el sol.
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y porque no te asombre, corresponde sus obras a su nombre. Dimos la vuelta luego, y en un abismo de rumor me anego: Al discurrir la calle, no hay paso donde el paso no se encalle; el número de gente presumo que no hay cero que tal cuente, pues tomar fuera en vano la calle (como dicen) en la mano: Iba aunque aquí se note de lo que llama el vulgo bote en bote, era cada ventana jardín de Venus, Templo de Diana,37 y desmintiendo Floras, venciendo Mayos, y afrentando Auroras. la más pobre azotea desprecio de la copia de Amaltea,38 con variedad hermosa; aunque tuvo también de toda brosa. Pintar su bizarría, ni más Flandes habrá, ni más Turquía. En fin todo es riqueza. Todo hermosura, todo gentileza: A opulencia tan rara, que Babilonio muro no temblara? Pues conservando Abriles, se miran injuriados sus Pensiles. La tropa crece mucho: El cerca viene entre la tropa escucho? Y tropezando aprietos, entramos con orgullos más inquietos donde un balcón estaba. Que con ostentación nos esperaba; y a menos sobresalto, pienso que nada se nos fue por alto. Fundaciones tonantes, en hombros de Ipógrifos Elefantes dejaron ilustrado al primer inventor de lo bordado. Duplicados clarines de música poblaron los confines, que en acentos suaves, repetición hicieron a las aves. Con cuyas armonías ociosas quedarán las chirimías, estruendo de atabales bienes anuncia a tanto gusto iguales: La brevedad se indicia; miden la calle varas de justicia. Gloriosamente ufana 37
jardín de Venus, templo de Diana, por las damas y doncellas en los balcones; desprecio de la copia de Amaltea, (del cuerno de la Abundancia), por su apretura y lozanía; y evocación, por las flores del Babilonio muro (los jardines colgantes), y por los tapices, de Turquía y de Flandes… (Notar la rima de hermosa con broza; y en las Décimas, la de ofrece con fuese). 38 Cabra que amamantó a Júpiter.
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iba la gran nobleza Mexicana, logrando ostentaciones, entre las militares Religiones; mostrando en su grandeza, que es muy hijo el valor de la nobleza; y en sus ricos aseos, deseos con obras, obras con deseos. Brotando suficiencias la doctísima madre de las ciencias iba, aunque se interprete, cifrado en un vistoso ramillete lo raro, y lo diverso de la Universidad, y el universo compendio Mexicano, emulación famosa del Romano: En quien se ve cifrada la nobleza, y lealtad más celebrada que mármoles, y jaspes ilustra desde el Betis al Idaspes, mostraba generoso cuanto sabe ostentar de lo honoroso, haciendo competencia su generosidad con su prudencia, y en ordenes iguales del tribunal mayor, y Tribunales, ostentaban primores el Fator, Tesorero, y Contadores: Donde solo se iguala con lo rico, y perfecto tanta gala: Y a fámulas39 hileras, forman tapetes, huellan primaveras. El que la Guarda rige, dignísimo sujeto, a quien se erige por tan justo derecho la blanca insignia, que adornó su pecho, con denuedo galante, era la perfección de lo brillante; y a lucientes aceros multiplicaba números de arqueros, insignia Real divisa, la dignidad de un Joven autoriza, que a muchos les excede, tanto, que el solo competir se puede. Mostraban su eminencia Pompilios, y Licurgos40 de la Audiencia, de quien hoy fuera amago la docta rectitud del Areópago,41 que Atenas tanto aprecia, de Roma ejemplo, y atención de Grecia, llegó la gran persona del valeroso Duque de Escalona, en un alado bruto,42 39
Quizá se entienda también como domésticas hileras o sencillas filas. Por alusión a Licurgo, famoso legislador espartano. Inteligente, astuto, hábil. 41 (De lat. Aerópagus, colina de marte). Tribunal superior de la antigua Atenas. Grupo de personas graves a quienes se atribuye, las más veces irónicamente, predominio o autoridad para resolver ciertos asuntos. 40
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que fue de los de Phebo sustituto; y a ser tan hábil viene, que ya de bruto solo el nombre tiene, color bayo rodado, en quien no queda bien determinado, por guardarle el decoro, o si fue oro engripado, o Gripho de oro; a la vista primera, oro esmaltado de azabaches era: Bien que a la fantasía ya tigre de tramoyas parecía, y ya Pavón de Iuno: Aunque en lo cierto no tocó ninguno, y erizando sus plumas, furias vertiendo sí, brotando espumas, daba a toda la plebe a chirlo, cintarazo, grana, y nieve; tan racional estaba, que capaz de la altura en que se hallaba, no tubo, ni aun apenas un tocar con las manos las arenas, y estando descuidada, hice viendo venir una pedrada43 reparo diligente, con que no me rompió toda la frente: Y esto lo menos fuera, pues por poquito no me la partiera; a vueltas de la cara: Aun el susto me dura, y cual quedara: El corazón me parte, y aunque de mi discurso en esta parte ponderación colijas, tan sin bajarse levantara guijas,44 que tuve algún recelo de que se granizaran desde el cielo, y en los más retirados, infinitos habrá descalabrados, en su furia mostraba; que al Virrey en el cuerpo en fin llevaba; de suerte le imagino, que en él hasta el bozal era ladino, con nueva maravilla, promontorio de plata era la silla. pintar su dueño agora que en tanto el arte de primor ignora; aunque el objeto obligue; mas lo comienza, y tarde lo consigue, y epítetos vulgares, no son para las cosas singulares. Viste el solio divino 42
El corcel del Duque (el mejor de la Ciudad, cedido por el Conde de Santiago) recordaba los de la carroza del Sol, o los Grifos, también alados, de los carros volantes de Ariosto y Balbuena; y moteado de azabache, lo mismo parecía un Tigre (aunque fuera de “tramoya”, del teatro) que un Pavón, por el esplendor de los “ojos” en su plumaje… 43 A lo que se ve, ni estando en las alturas ni a buen recaudo, se salvaban los asistentes de riesgos como este. 44 Piedra pelada y chica que se encuentra en las orillas y cauces de los ríos y los arroyos.
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del Sol, que desde el Orbe cristalino dorando las florestas, hace con providencias manifiestas flamantes vizarrías, como desperdiciando argenterías, y aunque le gozan todos, si le quieren mirar, por varios modos tal resistencia hallan que ciegos a su amago se avasallan, y nadie aquello puede que a un Águila caudal le concede? A mí me ha sucedido: Lo mismo pues, poniendo en tanto olvido de mi ser la bajeza; llevada del fervor y la viveza, quise bebiendo rayos, sembrar alientos, y coger desmayos; y cuando cerca llega, flamígero furor mi vista ciega: Mas aunque más se impide. Con el afecto y con la fe le vide: Y aun bosquejarle puedo, si al rayo, y a la espuma pierdo el miedo. Júzguele tan airoso, y tan de lindo guiso en lo aliñoso, haciendo con desgarro desprecio general de lo bizarro: Que alguno abrá pensado, que aquel descuido todo fue cuidado;45 aunque se está sabido, que es aquella postura de entendido, con que está dicho todo. Y puesto que en los hombres es apodo entrarles por lo bello, a riesgo de empezar por el cabello, principio de lo hermoso, abiendo lo discreto, y lo brioso, con extremo infinito, aquí se cifra todo sin delito: Y en todas opiniones. Un epílogo fue de perfecciones, nube viste de plata,46 donde lo recamado se dilata tanto, que no ha llegado lince sutil a haber averiguado por brújula, o cautela, el más breve dibujo de la tela. En fin la chusma toda higas,47 y bendiciones le acomoda:
Que aquel descuido, todo fue cuidado… vaga reminiscencia, quizá, de Góngora, en su soneto “Sea bien matizada la librea”, donde “Un caballero prevenido para unas fiestas” se prepara a entrar cuidadosamente descuidado…; y claro precedente de Sor Juana, pintando a Lisarda: “Un adorno garboso y no afectado, / que parece descuido y es cuidado… 46 La “nube de plata”: los bordados que cubrían la tela del traje, sin dejar entreverla ni “por brújula” (por algún resquicio)… 45
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Y en murmullo cobarde, las mozas le dijeron, Dios te guarde, qué lindo, y qué galano: Las viejas, Dios te tenga de su mano; que bien que resplandece; a el mismo Rey de España se parece. Llegó a un grave edificio, de velo, y Jano48 ventajoso indicio, cuyos vivos pinceles, a Arístides, Protegenes y Apeles dejaron olvidados; porque aquellos con estos son pintados: Y aunque en la fama eternos, aténgome al primor de los modernos; pues se han aventajado, cuanto va de lo vivo a lo pintado: Honor maravilloso fue de Américo suelo lo ingenioso: Bien logrado desvelo, cuyos acentos llegan hasta el cielo, cuyas repeticiones eternas vivirán en los blasones del que es sin arrogancia rama de Portugal, Castilla y Francia. No bien llegó a las puertas. Cuando las vio con regocijo abiertas, en quien no se desquicia de la misericordia la justicia. Y en sumisiones graves un noble Senador le dio las llaves,49 que al mundo honrar pudiera, cuya opinión es luz desta Ribera. Allí fue ejecutada la ceremonia siempre acostumbrada, y alegre le recibe la Ciudad que de nuevo se apercibe aplauso reverente, Higas, eran más bien señas de injuria; pero también unos amuletos de azabache o coral contra “el mal de ojo”: y de ahí, pasarían a denotar las exclamaciones “Dios te guarde”, “dios te libre de mal”… y el contraste de las mozas y las viejas, recuerda “La opinión” de Campoamor, ante un féretro: 47
Un muchacho: -Qué adornada! / Un joven: - Era muy bella! Una moza: -Desgraciada! / Una vieja: -Feliz ella!...; Y una situación análoga de “A buen juez mejor testigo”, de “Zorrilla: Calzadas espuelas de oro valona de encajes blanca, bigote a la borgoñesa, melena desmelenada… los plebeyos de reojo le miran de entre las capas, los chicos al uniforme y las mozas a la cara… 48
Dios romano de la paz. Las llaves de la ciudad, como el huésped de honor, privilegio y también costumbre que llega hasta nuestros días. 49
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siendo a su dignidad tan competente; y habiéndole formado navegación de velas de brocado, que a su Sol se permite; grato la aplaude, pero no la admite. De dos rojos cendales50 trabados dos sujetos sin iguales, de tanto Cielo Talantes el venerable honor de los Cervantes, a quien también venero y el valor de la casa de Valero, don Marcos de Guevara, a quien el cielo dio nobleza clara, cortés con su asistencia. El todo gobernó de su Excelencia por uno y otro lado, los ilustres sujetos del Senado mostraban con efectos lo que en las veras pueden sus afectos, en el lugar preciso le sigue su mayor caballerizo, y alternando celajes, gentiles hombres, oficiales, pajes, iban según su grado, cada cual en el suyo aventajado. No muchos pasos dieron, cuando la autoridad reconocieron de un festivo teatro, con pompa de solemne anfiteatro; que estaba prevenido antes del Arco arriba referido, donde los principales del Cabildo Palomas racionales, rigen con gallardía a tanta Religiosa Clerecía: Y en acentos sutiles, dulce repetición de ministrales formaba en escuadrones, Tracias,51 capillas, tropas de amphiones; con que en ecos sonoros Te Deum laudamus, le entonaba a coros, y desde el simulacro, San Pedro le conduce al Templo sacro: de que se vio logrado el adorno de púrpura, y brocado, y en fragantes aromas, brazas dejaran, cuando exhalan pomas, revuélvense esos cielos, donde tres ciudadanos con desvelos hicieron de sus dones demostración alegre de oblaciones; uno estruendo le fragua, estotro fuego cuando el otro agua: Cuanto contiene espacio 50 51
Tela de seda o de lino muy delgada y transparente. Viento que corre entre el euro y el bóreas, según la división de los antiguos.
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de la mayor Iglesia hasta el Palacio: Fiero terror de Marte formaba un batallón en cada parte, de cuyas compañías,52 tantas adelantó galanterías, que se vio cada instante rayo de plumas, escuadrón volante. Vulcano en prevenciones, fue población de Griegas invenciones, con que no ya tan vanos quedó el que incendios fabricó al Troyano,53 de que tantas memorias eternidades tienen las Historias. Aun no bien penetrado fue el Capitolio, cuando el cielo armado de ímpetus transparentes el curso desató de sus corrientes; y a fuerza de raudales, las calles fueron montes de cristales.54 Y es verdad manifiesta, que ni aun aquesto pudo aguar la fiesta; porque menos ufano, cesó Neptuno, y presidió Vulcano; pues a furias de aguas: Alquitranes resisten de sus fraguas: En tan célebre día, fuera civilidad, o cobardía que quedara figura de la más vestal55 Ninfa56 la clausura:57 Y si tal entendieras, presumo que aún tu misma la rompieras, pues con esto apercibo el hipérbole58 más ponderativo y aunque el verlas te inquiete, mayores fiestas México promete: Máscaras, toros, cañas, que puedan celebrarse en las Españas;59 esto es en suma prima lo que pasó, si poco te lo intima mi pluma, o mi cuidado mal erudito pero bien guiado. Persona, que a mi Musa el temor justo del errar la exenta. LAVS DEO60 52
Grupo de caballeros montados que realizan diversas formaciones, perfectamente armonizadas. Natural de Troya. Perteneciente a esta ciudad de Asia antigua. 54 Corre agosto, y durante ese mes, es común que en la ciudad de México se desaten tremendos aguaceros. 55 Perteneciente o relativo a la diosa Vesta. Dícese de las doncellas romanas consagradas a la diosa Vesta. 56 Diosas de las aguas y los bosques. 57 Clausura: encerramiento de las mujeres consagradas a los dioses paganos y enclaustrados. 58 Figura que consiste en aumentar o disminuir excesivamente aquello de que se habla. Se ha usado también como masculino. Exageración de una circunstancia, relato o noticia. 59 Conforme a las especificaciones de catalogación de la Biblioteca “The University of Texas al Austin”: Gz / 972.02 / V65 Viage de Tierra y Mar... México: Imp. Bernard Calderón. 1640. Apud Muriel: op. Cit., p. 124125. 53
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Aquí me detengo para dedicar un estudio breve, pero a fondo de la poetisa María de Estrada Medinilla. El propósito es dar a conocer su obra depositada en relaciones que tienen que ver con los toros. No se conoce ningún dato de su vida. Se cree que es nieta de Pedro de Medinilla (¿Pedro de Medina Medinilla?) –segunda mitad del siglo XVI- que escribe las octavas a la desgraciada y lastimosa muerte de don Diego de Toledo, hermano del duque de Alba, que fue regidor y diputado en el ayuntamiento de la ciudad de 1546 a 1558. Sólo le antecede como mujer intelectual una Catalina de Eslava y precede a Sor Juana Inés de la Cruz. Su obra mejor conocida hasta hoy es la Relación escrita por doña María de Estrada Medinilla a una religiosa monja, prima suya (dedicada a doña Antonia Niño de Castro), de la feliz entrada en México, día de San Agustín, a 28 de agosto de 1640 años, del excelentísimo señor Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla, marqués de Villena, virrey gobernador y capitán general de esta Nueva España. Fue impreso en México por Juan Ruyz, en 1640 y formó parte de una obra dedicada al citado virrey, que se tituló Viaje de Tierra y más feliz por mar y tierra que hizo el excelentísimo marqués de Villena, mi señor, yendo por virrey y capitán general de la Nueva España.61 José Mariano Beristain de Souza dice que Doña María Estrada Medinilla, natural de México, matrona que supo hacer lugar en esta biblioteca por los opúsculos siguientes: -Relación en ovillejos castellanos de la feliz entrada del virrey Marqués de Villena en México, día 28 de agosto de 1640, Impresa dicho año, en 4º.-Descripción en octavas reales de las fiestas de toros, cañas y alcancías, con que obsequió México a su virrey el marqués de Villena, impresa en 1641 en 4º.62
Coello Ugalde: Relaciones taurinas…, op. Cit., p. 31-42. Además: María de Estrada Medinilla: “The University of Texas al Austin”: Gz / 972.02 / V65 Viage de Tierra y Mar... México: Imp. Bernard Calderón. 1640. Y: Cirstóbal Gutiérrez de Medina: Viaje del virrey Marqués de Villena. Introducción y notas de don Manuel Romero de Terreros, C. de las Reales Academias Española, de la Historia, y de Bellas Artes de San Fernando. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Historia, Imprenta Universitaria, 1947. XI – 88 p. Ils., fots., facs. El título completo de esta obra es: VIAGE DE / TIERRA, Y / MAR, FELIZ POR MAR, / Y TIERRA, QVE HIZO / El Excellentissimo Señor / Marqves De Villena Mi / Señor, Yendo por Virrey, y Capitan / General de la Nueua Efpaña en la flota que embió fu / Mageftad efte año de mil y feifcientos y cuarenta, fiendo / General Della Roque Centeno, y Ordoñez: Fu / Almirante Iuan de Campos. / ✝ / Dirigido a / DON IOSEPH LOPEZ / Pacheco, Conde de San / Tifteuan de Gormaz mi feñor / Con Licencia / Del Excellentissimo Señor / Virrey delta Nueua Efpaña / Impreffo en MEXICO: En la Imprenta de Iuan Ruyz / Año de 1640. 61 Josefina Muriel: Cultura femenina novohispana. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1982.545 p. Ils., retrs., cuadros. (Serie de Historia Novohispana, 30), p. 124-125. 62 Op. Cit., p. 512. Cfr. José Mariano Beristáin de Souza: Biblioteca hispano americana septentrional; o catálogo y noticias de los literatos que o nacidos o educados, o florecientes en la América Septentrional Española, han dado a luz algún escrito, o lo han dejado preparado para la prensa, 60
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Beristain de Souza dice haber visto esta obra durante mediados del siglo XIX, pero es muy probable que bibliotecas tan importantes hayan desaparecido durante la expedición de las Leyes de Reforma, por el gobierno constitucional el 12 de julio de 1859. Y no se cuenta tampoco con que ha habido una destrucción sistemática de estas joyas históricoreligiosas. Ello se puede confirmar en Planchet. 63 De ella tenemos tan pocos datos que apenas, lo único que puede suponerse es que vivió en la considerada vida del siglo, aquella en la que salvó los rigores de la iglesia o de la prostitución. Era entonces una mujer con ciertas virtudes y conocimientos que pudo admitir la sociedad de su tiempo, puesto que al escribir en términos tan profanos sus dos Relaciones… es que la podemos imaginar como la María de Estrada Medinilla común y corriente, llevando una vida sencilla que gozaba y disfrutaba los placeres mundanos sin escándalo alguno. Todo eso lo refleja ella misma con tal sencillez que admira su condición femenina en época por demás restringida, pero restricción que podríamos imaginar y restricción a la que finalmente se podían adaptar sin mayores dificultades las mujeres de su tiempo. Tal “libertad” la podemos apreciar en sus propias silvas como sigue: Y así quise cumplir con lo imperfecto, mudando de semblante; no quieras mas, pues fui sin guardainfante, con que habrás entendido, de todo queda bien encarecido: Pero si le llevara, del primer movimiento no pasara; siguiéronme unas damas, a quienes debe el mundo nobles famas; y con manto sencillo quisimos alentar el tapadillo. Y en fin, como pudimos hacia la Iglesia Catedral nos fuimos donde mas que admirada quedé viendo del Arco la fachada, que tocaré de paso (…)
De su Relación escrita a una Religiosa monja prima suya… puede observarse un muy buen equilibrio de composición, donde imperan sus amplios conocimientos en la 1521-1850, 3 vols. 2ª. Ed., publicada por el presbítero bachiller Fortino Hipólito Vera, Amecameca, Tip. Del Colegio Católico, 1833., T. I., p. 482. 63 Planchet, Regis (seud.): El robo de los bienes de la iglesia, ruina de los pueblos. 2ª edición, México, Editorial Polis, 1939. Véase: “Robo y destrucción por Juárez, Carranza, Obregón y Calles, de las bibliotecas de los conventos, sus archivos, manuscritos, pinturas, esculturas y demás tesoros artísticos. Mutilación de las joyas arquitectónicas de la nación. E.E.U.U. elogiando la obra civilizadora de los misioneros españoles”, p. 599-605.
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estructura de la hipérbole, de la mitología, pero sobre todo como una retratista perfecta del síntoma cotidiano reflejado en todas las escenas y personajes que tuvo a su paso durante la recepción del virrey Marqués de Villena, cosa que ocurrió el día 28 de agosto de 1640, ocasión en la que no faltaron ni las máscaras, toros y cañas, esos festejos que describió doña María con mi pluma, o mi cuidado / mal erudito pero bien guiado. Con las fiestas del 27 de noviembre siguiente se puede entender que pudo presentarse la aprobación del propio virrey para celebrarla, lo cual debe haber sido motivo de preparativos específicos para repetir el disfrute que la sociedad y todos los actores que protagonizaron el festejo se dispusieran a cumplir una vez más con el proceso que la costumbre tenía establecido por entonces. Ya veremos en su momento la forma en que ocurrió todo aquello. Por lo tanto, al leer la poesía barroca en la cual está inserta la obra de Estrada Medinilla, hay que tener en la mente la arquitectura de Santa Prisca de Taxco, Santa Rosa de Querétaro, el Altar de los Reyes de la Catedral de México, para impregnarse de ese espíritu y así, poder sentir y vibrar con el espíritu de la poesía. Ya lo apuntaba Estrada Medinilla: En tan célebre día fuera civilidad o cobardía que quedara figura de la más vestal ninfa la clausura y si tal entendieras presumo que aun tú misma la rompieras el hipérbole más ponderativo. y aunque el verlas te inquiete mayores fiestas México promete: Máscaras, toros, cañas que puedan celebrarse en las Españas. (. . . . . . . . . .) LAVS DEO
Nicolás Rangel apunta que la métrica de la obra aquí reseñada estaba escrita en octavas reales64 cosa que es incorrecta. Por su parte Josefina Muriel dice que se trata de apareados u ovillejos.65 Es la propia autora quien declara haberla escrito en “silva libre”.
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Nicolás Rangel: Historia del toreo en México. Época colonial (1529-1821). México, Imp. Manuel León Sánchez, 1924. 374 p. Ils., facs., fots., p. 75. 65 Muriel: Cultura femenina..., op. Cit., p. 135.
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José Mariano Beristain de Souza, aunque cita, no anota en donde ni en qué circunstancia declara haber visto la edición de 1641 de la Descripción en octavas reales de las fiestas de toros, cañas y alcancías, con que obsequió México a su Virrey el Marqués de Villena. El ayuntamiento de la ciudad publicó el trabajo, “dando de gala a la autora 500 pesos”.66 La recepción del duque de Escalona y Marqués de Villena fue excepcional. Los gastos ascendieron a $40,000, incluyendo “comedias, mitotes, saraos, máscara, castillo, arco triunfal y ocho toros...” Sigue diciendo nuestra autora ...Júzguele tan airoso y de tan lindo gusto en lo aliñoso, haciendo con desgarro desprecio general de lo bizarro que alguno habrá pensado que aquel descuido todo fue cuidado... 67
Vaga reminiscencia, quizá, de Góngora en su soneto Sea bien matizada la librea, donde un Caballero prevenido para unas fiestas / se prepara a entrar cuidadosamente descuidado. Tal parece que la dicha recepción obligó a los más notables autores de aquella época o a los de escasa calidad literaria a retratar en descripciones o arcos triunfales el desarrollo de las suntuosas fiestas de recepción de quien fue el décimo séptimo virrey de la Nueva España. Entre la gran cantidad de trabajos está la Comedia de San Francisco de Borja de Matías de Bocanegra (1612-1668), donde encontramos señales de aquella gran ostentación, gasto y lujo que se desarrollaron en las mencionadas fiestas. 1640 Comedia de San Francisco de Borja (1640)68 Entre tan justas, pues, aclamaciones, entre aplausos, que calle mi Talía, por no hacer escarmientos sus borrones, sacrifica, señor, la Compañía, 66
Ibidem., p. 141. Cfr. Beristain de Souza, Biblioteca hispano..., op. Cit., T. I., p. 428. Méndez Plancarte: Poetas..., (1621-1721) Parte primera, op. Cit., p. 44. 68 José Rojas Garcidueñas y José Juan Arrom: Tres piezas teatrales del virreinato. Tragedia del triunfo de los Santos, Coloquio de los cuatro Reyes de Tlaxcala y Comedia de San Francisco de Borja. Edición y prólogos de (...). México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1976. VIII-379 p. (Estudios de literatura, 3)., p. 242. 67
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juntando en uno muchos corazones, ofrenda sacra en aras de alegría a Vueceselencia. Allí la musa explica lo que ofrece, y a quién lo sacrifica.
Matías de Bocanegra nació en la Puebla de los Ángeles, y fue uno de los jesuitas de la provincia de México de más vivo ingenio, y de más instrucción en las letras humanas y en las ciencias sagradas, muy estimado de los virreyes y obispos de la Nueva España, según apunta Beristain de Souza. 1640 Si el toro belicoso Si el toro belicoso ensangrienta sus puntas en el coso para lograr las eras, le pone el labrador en sus manseras (. . . . . . . . . .) Si le detienen (al caballo), vuela, reacio pára, si le dan espuela, y en fin es más difícil gobernallo que al ave, al pez, al toro y al caballo. ...no hay quien pretenda ser rey de animales; y regirlos se tiene en más decoro, que no al caballo, al ave, al pez y al toro.69
El diálogo anterior se realiza imaginariamente entre el Emperador Carlos V que sale de casa con su acompañamiento. Borja (. . . . . . . . . .) Y estando solemnizando la presencia de su dueño con fiestas y regocijos, donde a máscara y torneos dieron teatro los días. (. . . . . . . . . .) Acto segundo, interviene Rocafort, bandolero Ni es esto sólo en los brazos que una vez que con orgullo quiso un soberbio alazán hacerme a mí de su curso faetón estrellado a un risco, tal le apreté entre los muslos, que le reventé la vida pareciendo en aquel punto que llegó al despeñadero, atrevido y disoluto, sólo a despeñar el alma, porque el cuerpo quedó surto 69
Op. Cit., p. 248 y 250.
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en el brocal de la peña; yo tan en mí, que no dudo decir que ni aun me turbé y me importó, pues no hubo sucedido aqueste lance cuando la ocasión me puso en otro más apretado: Salióme un toro sañudo al encuentro, alto de cuerpo, bajo de hombros, confuso el lomo de negro y pardo, el pecho de pardo y rubio, corto cuello, ancho de testa, frente rizada, ojos turbios, cerviz gruesa, hosca la barba, de la luna tan agudos los dos buidos estoques que eran sus puntas dos puntos. Paróse soberbio y bravo; paréme serio; desnudo la espada; con él me afirmo; conmigo se encara el bruto; peina con el callo el puesto; de polvo levanta nublos; da un bramido, parte ciego, tan ligero, que discurro que formó nubes de polvo por salir de sus disturbios; como el rayo cuando rompe la nube con trueno y humo, acometió, y al bajar la testa, con tiento y pulso le embebí por la cerviz el estoque hasta el puño, cosiéndole con el pecho la barba, y pasando en uno cerviz, pecho, piel, garganta, tan presto, que con el zuño iba a bramar, y el bramido yo tan veloz le interrumpo, que abriendo en la dura caña fiera cicatriz, le cupo a la herida rematar el bramido, que no pudo más que empezar con la boca, y de esta suerte concluyo de aquel ruidoso cometa las presunciones y orgullos, perdonad si os he cansado, y vamos a ver si algunos robos ha hecho mi gente.70
La comedia es del tipo hagiográfico71 que representaron los alumnos del Colegio de San Pedro y San Pablo, en ocasión de la visita del referido Virrey Marqués de Villena al plantel 70
Ibidem., p. 298-299.
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de la Compañía. Sabido, además, que San Francisco de Borja (1510-1572), tercer general de la orden ignaciana, fue, antes de abrazar el estado religioso, Duque de Gandía, grande de España y Virrey de Cataluña. En su parte última, se resume y dedica el festejo: Compañía A un duque le dedico de un duque los extraños prodigios, que en España viven tan admirados. Con un grande he querido, hoy, grande, celebraros, y que un virrey a otro ofrezca mis aplausos...72
Cumplimentar al Virrey es, pues, el propósito inmediato de la Comedia. Y evocar los nobles desengaños de Borja, ante la inexorable visita de la muerte, su tema central. Es el mismo tema, por tanto, el que ocasiona las meditaciones del religioso en la Canción a la vista de un desengaño, que veremos en tanto Bocanegra nos obsequia con el final de la Comedia…: Y viniendo a lo adquirido, con ser tanto lo heredado, no ha de estar loco este reino de regocijo, gozando un virrey tan apacible, tan tratable, tan humano, tan advertido, tan cuerdo, tan erudito, tan sabio, tan sosegado en la paz, en la milicia tan bravo, tan gentilhombre de a pie tan buen jinete a caballo (. . . . . . . . . .)73
La recepción del Virrey Duque de Escalona se convirtió, en su momento, en una de las de mayor atención por parte de diversos autores que se encargaron de escribir buen número de descripciones donde la calidad tiene varios niveles. Esto lo corrobora Manuel Romero de Terreros.74 Pero es hora de regresar a las “Tres cartas”, recreadas por
A de
V-A. 71
Hagiográfico: perteneciente a la hagiografía. Hagiografía: Historia de las vidas de los santos. Ibid., p. 376. 73 Ib. 74 Cristóbal Gutiérrez de Medina: Viaje del virrey Marqués de Villena. Introducción y notas de don Manuel Romero de Terreros, C. de las Reales Academias Española, de la Historia, y de Bellas Artes 72
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En buena medida, nuestro autor, se soporta de esta otra obra, la de Cristóbal Gutiérrez de Medina relativa al viaje y diversas recepciones que se hicieron con motivo de la llegada del XVII virrey de la Nueva España. En lo relativo al tema taurino que aquí interesa, cita que, todavía estando en territorio español Hubo torneos y hubo fiestas de toros, y en una de ellas el Duque alanceó una res con bizarra destreza y lo llenaron las damas de bandas, de cintas, de favores que se quitaban de sus trajes para ofrecerlos entre sonrisas.75
Aparece una riquísima descripción de los sitios que fue recorriendo para llegar finalmente al Puerto de Santa María, de donde embarcaron el 8 de abril de 1640. El 20 de abril En que hizo conjunción la luna, salimos al mar. El viaje duró casi tres meses. Durante la travesía tuvimos muchas diversiones para entretener a su Excelencia –nos cuenta Salvador Segura-. Casi no había día sin una hermosa fiesta. Hicimos tres graciosas mascaradas a lo ridículo, representamos ocho comedias de las que se daban en los corrales de Madrid, y a menudo teníamos danzas, toros de manta y caballeros con rejones a lo burlesco. 76
TRES CARTAS (2). ENTRADA FASTUOSA DEL DUQUE DE ESCALONA. 77 El Duque de Escalona y todo su séquito arribaron a la Nueva España, justo el 24 de junio. La modestia de tan significativo personaje fue uno de los primeros síntomas de dejaron entrever la sencillez con que estaba dispuesto a ser recibido, sin que esto fuera motivo para minimizar lo extraordinario de las fiestas, cuyo primer capítulo en el largo viaje por tierra, comenzó en la propia Villarrica de la Veracruz. Durante los días que estuvimos en Villarrica hubo continuos festejos, luminarias, cohetes, corridas de toros, montes parnasos.78
Días más tarde, cruzando diversos pueblos, ventas paradores fueron atravesando Tlaxcala, Puebla, Cholula, Huexotcingo (sic), San Cristóbal Ecatepec, hasta arribar a Chapultepec. Pero antes, en Puebla Toda la ciudad estaba en las calles; se amontonaba inquieta, rumorosa, alegre, en balcones, en ventanas, en azoteas, en tablados, para admirar el magnífico desfile, oír las pulidas loas que le decían al Virrey y ver a aquellos ángeles de pomposo plumaje blanco o rosado o azul, que bajaban cantando de las azoteas arrojándole flores o poniéndole en las manos fuentes de San Fernando. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Historia, Imprenta Universitaria, 1947. XI – 88 p. Ils., fots., facs., p. VII y VIII. 75 Valle-Arizpe: Virreyes y virreinas de la Nueva España..., op. cit., p. 75-76. 76 Ibidem., p. 78-79. 77 Ibid., p. 83-94. 78 Ib., p. 84.
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con dulces de monjas o bordadas bandas de colores. Las fiestas que nos hicieron en Puebla sobrepasaban las de un día a las de otro. Hubo mascaradas, carros alegóricos, carreras de caballos, lidias de toros, encamisadas de estudiantes, riñas de gallos, comedias, autos sacramentales, danzas, saraos en las Casas de la Ciudad, y sobre todo este regocijo, se tendía la amplia munificencia del Duque repartiendo mercedes innumerables.79
Como vemos, el protocolo, la ruta establecida y el estrecho seguimiento que la población iba dando al recorrido del alter ego del rey en turno, nos permiten entender que aquello estaba convertido en un auténtico acontecimiento capaz de causar una peculiar conmoción que no podía quedar al margen de la descripción, sobre todo si había encargados de ir haciendo un relato que luego se traducía en la ya esperada relación de fiestas, como ocurrió con un “cronista” como Cristóbal Gutiérrez Medina, que no tuvo, según Romero de Terreros una pluma privilegiada. Sí, en todo caso, el detalle como principal consejero. Ya en la capital del virreinato, y específicamente en Chapultepec, lugar previo al de la magnificente recepción por parte de las autoridades en su conjunto y del pueblo en general, se instaló el duque de Escalona y Marqués de Villena para, en medio de un descanso, disfrutar, entre los tiempos libres que se le permitían de otros tantos divertimentos. Nuevamente Salvador Segura nos invita a fascinarnos con esta descripción del emblemático bosque de Chapultepec, metido en esta gran ciudad: Llegamos a Chapultepec, hospedaje real y recreación de los señores virreyes. Gran palacio es este de Chapultepec.80 Es lo más magnífico y soberbio que hasta hoy hemos visto en Nueva España. A la entrada hay un patio grande, enorme, con servicio de caballerizas y cocheras, atendido por numerosos criados, todos con libreas pardas de buen paño veintidoseno; luego, otro patio, de tales proporciones que sirve cómodamente para correr toros, los que se ven desde el numeroso ventanaje que da sobre él (…)81
Y no fueron unos cuantos días. Durante los dieciséis días que permanecimos en Chapultepec hubo variadas fiestas en honor del Duque: mitotes bailados por cuatrocientos indios con tilmas y plumeros de gala y al son grave y monótono de ayacachtles y teponaztles y huéhuetles; luminarias generales que hacía recordar el incendio de Roma; fuegos artificiales con bombas, buscapiés, castillos y torreones de los que salían guerreros a pelear contra sierpes enormes; toros de cuero cubiertos de
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Ib., p. 86. José Francisco Coello Ugalde: El Bosque de Chapultepec: Un taurino de abolengo. Con la colaboración especial de la Lic. Rosa María Alfonseca Arredondo. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2001. 69 p. Ils. (Serie Diversa). En dicha obra, refiero que ya desde el siglo XVII existía un primitivo palacio, mismo que nada tiene que ver con el actual “Castillo”, obra iniciada hacia finales del siglo XVIII. En dicho espacio, entonces alejado de la capital del virreinato, se instalaban los virreyes antes de ser recibidos oficialmente en la ciudad de México. 81 Valle-Arizpe: Virreyes y virreinas de la Nueva España..., op. cit., p. 87. 80
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cohetes y toros de verdad, muy bravos; músicas, comedias, saraos, encamisadas, y también muchas colaciones que el Duque costeaba para que fuesen repartidas entre todos.82
Mientras todo esto ocurre,
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continua haciendo una abundante descripción de
los diversos acontecimientos que ocurrieron en torno a la majestuosa recepción ocurrida en aquel verano de 1640, sin dejar escapar hasta las minucias que quizás en pluma de otros, pasarían por alto. Recuperada la apreciación en el figurado Salvador Segura,
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recoge ahora el
siguiente relato: A pesar de que los festejos habían durado dos meses largos desde que pisamos tierra en la Villarrica, se prolongaron fastuosamente por otros dos meses más.83 Empezaron en México desde antes que entrásemos en la ciudad, se quemaron en la Plaza Mayor castillos, muchas ruedas y toros de cohetes, hubo iluminaciones generales y músicas y danzas. Después de la toma de posesión, el Ayuntamiento organizó una gran mascarada a la que invitó a todos los estudiantes costeándoles los trajes y los adornos de las mulas en que salieron. Organizó también el Ayuntamiento un precioso desfile de carros alegóricos, todos llenos de músicos y cantores; hubo comedias, alcancías, sortijas, cañas y combates simulados, luchas con fieras, bailes y saraos que hicieron los indios del propio modo que en su gentilidad, adornados de muchas galas y plumas preciosas, colocadas en sus cabezas en forma de alas o diademas, cantando en su idioma y bailando el día entero sin cansarse; hubo estafermos y torneos en los que contendieron los caballeros más nobles de la ciudad; hubo un gran festín que dieron los padres jesuitas en el patio del Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo; hubo cucañas y grandes corridas de toros a mañana, tarde y noche, estas con deslumbrantes iluminaciones, y en todas ellas el Ayuntamiento obsequió a lo principal de la concurrencia con refrescos, dulces, pasteles y nevados, y a los lidiadores les dio buenas galas; también se las dio espléndidas en fuentes de plata el virrey, que dondequiera se mostraba magnánimo y generoso.84 82
Ibidem., p. 90. Queda comprobada una vez más, la multitudinaria condición de fiesta que organizaron autoridades políticas, civiles y religiosas, a las que se sumaba la presencia popular, con lo que se cumplió una vez más con aquel proceso de dimensiones impresionantes, en cuyo espacio se daba cabida a diversas manifestaciones de producción efímera, suficientemente justificadas para cubrir no sólo con una ruta geográfica que los conducía a hacerse cargo del mando. También con todo un recorrido emblemático que culminaba con la propia toma de poder, con lo cual el boato era uno de los argumentos indispensables. Los acontecimientos de la misma naturaleza celebrados más adelante durante el gobierno del Duque de Escalona, seguían simplemente el calendario litúrgico o religioso, aunado a las celebraciones que la autoridad política o civil iban disponiendo, junto a los diversos motivos emanados desde la propia corte. 84 José Pascual Buxó (Editor): La producción simbólica en la América colonial. Interrelación de la literatura y las artes. Con la colaboración de Dalia Hernández Reyes y Dalmacio Rodríguez Hernández. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Seminario de Cultura Literaria Novohispana: CONACYT, 2001. 600 p. (Serie estudios de cultura literaria novohispana, 15). Beatriz Mariscal: “El programa de representación simbólica de los jesuitas en Nueva España” (p. 51-65), p. 51. Si bien el siglo XVII constituyó el período de mayor auge de las festividades públicas en España, ya desde la segunda mitad del siglo XVI el número de éstas era notable. El propósito explícito de las fiestas públicas era la celebración del nacimiento, boda o fallecimiento de un príncipe, o la conmemoración de alguna festividad religiosa, pero dado su potencial propagandístico, sus organizadores podían esperar beneficios políticos y sociales adicionales. Las festividades públicas adquirieron gran importancia en Nueva España, donde además de los acontecimientos políticos del reino se celebraban otros de carácter local, tales como las llegadas de los virreyes, las dedicaciones de centros de culto y el traslado o colocación de imágenes. En estas celebraciones se daba una notable confluencia de las artes: se elaboraban arcos triunfales, piezas efímeras de arquitectura que incluían los mismos lienzos y tableros con imágenes que textos literarios (algunos sacados de diversos textos religiosos y en especial de la Biblia y otros de invención 83
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A todas estas suntuosas fiestas fue invitado, como no podía ser menos, el Ilustrísimo Señor don Juan de Palafox y Mendoza, visitador de Nueva España; pero Su Señoría contestó que “la severidad con que las reglas eclesiásticas prohíben a los sacerdotes la asistencia a los espectáculos públicos, aunque sean estos tan benignos e inocentes como las cañas y corridas de toros, lo ponían en grave escrúpulo de asistir a las preparadas al Excelentísimo Señor Virrey, de quien recabó permiso para no concurrir a ellas”. 85
Después de todo esto, y pasado algún tiempo, vendría el suceso que narra
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como el de la salida lamentable del Duque de Escalona, que no se incluye aquí, por tratarse de la triste descripción en que terminaron los días de aquel efímero gobierno de Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla. Por último, vale la pena recordar que en estas cartas, jugó un papel muy importante el imaginado Salvador Segura, quien hizo sendos envíos a su primo Diego Hoces. Una vez más, queda demostrada la capacidad creativa con que resolvió el difícil entuerto nuestro
A de V-A. LAS OTRAS DESCRIPCIONES. [1] VIAGE DE / TIERRA, Y / MAR, FELIZ POR MAR, / Y TIERRA, QVE HIZO / El Excellentissimo Señor / Marqves De Villena Mi / Señor, Yendo por Virrey, y Capitan / General de la Nueua Efpaña en la flota que embió fu / Mageftad efte año de mil y feifcientos y cuarenta, fiendo / General Della Roque Centeno, y Ordoñez: Fu / Almirante Iuan de Campos. / Dirigido a / DON IOSEPH LOPEZ / Pacheco, Conde de San / Tifteuan de Gormaz mi feñor / Con Licencia / Del Excellentissimo Señor / Virrey defta Nueua Efpaña / Impreffo en MEXICO: En la Imprenta de Iuan Ruyz / Año de 1640. Esta es obra de Cristóbal Gutiérrez de Medina.
Las obras de Matías de Bocanegra: propia); se componían textos poéticos que a menudo se representaban acompañados de música y danzas; se organizaban concursos literarios y se representaban piezas dramáticas. El carácter efímero de la mayor parte de estas manifestaciones artísticas nos ha privado de su cabal conocimiento: la madera con la que se hacían los arcos triunfales y las tablas en que se pintaban imágenes o lemas y poesías diversas eran utilizadas después de las fiestas para fines más duraderos como podía ser la construcción o reparación de edificios religiosos y públicos sin dejar rastro de su primer uso, mientras la poesía que obtenía el juicio favorable de los jurados era premiada con bonetes de fieltro y saleros de plata, pero rara vez publicada; menos numerosos aún son los registros textuales de las representaciones dramáticas que se conservan. Afortunadamente no todo se ha perdido. Aunque lo que suele conservarse es la noticia más o menos breve de esas celebraciones en crónicas de carácter histórico, como las Actas de los Cabildos o los informes a la Corona, también se elaboraron y publicaron en su día diversas relaciones de estas festividades por cuenta de sus organizadores (en general los Cabildos o las diversas cofradías de las ciudades donde se llevaba a cabo la celebración). El número de relaciones que están siendo rescatadas de archivos y bibliotecas y publicadas en ediciones críticas se ha incrementado en estas últimas décadas para beneplácito de los interesados en esos dos siglos de singular fermento creativo, no siempre apreciado por poco conocido. 85 Ibid., p. 93-94. Bien hizo en no acudir el visitador, aunque durante la estancia de su mandato como décimo octavo virrey, ocurrieron las celebradas y bien organizadas fiestas que la costumbre y un sólido calendario mundano-profano, así como el de carácter eminentemente religioso seguían dictando, según consta en la obra que Genaro García dedica a este personaje, quien concretó la destitución de su antecesor en un movimiento de dudosa legitimidad. La obra a que me refiero es: Don Juan de Palafox y Mendoza, Obispo de Puebla y Osma, Visitador y Virrey de la Nueva España. México, 1918. En ella, y según apuntes de Manuel Romero de Terreros quien nos recuerda que el capítulo IV de la obra de don Genaro aparecen “numerosas descripciones que proporciona de festejos, ideas, usos y costumbres de tiempos ya lejanos”.
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[2] Addición a los festexos que... se hizieron al Marqués mi señor... México: Bernardo Calderón, 1640, la Comedia de San Francisco de Borja... México, 1640.86 [3] Zodíaco regio, templo político, al Excelentísimo Señor Don Diego López Pacheco… Consagrado por la Santa Iglesia Metropolitana de México…, dibujado en la hermosa fábrica de el Arco triunfal que levantó a su entrada y dedicó a su memoria. Compuesto por un religioso de la Compañía de Jesús. México, Francisco Robledo, 1640. Esta otra es atribuida al mismo autor. [4] Nicolás de Torres: Festín hecho por las morenas criollas de la muy noble... ciudad de México. Al recebimiento del excmo. Señor Marqués de Villena... México, 1640. [5] ADICIÓN… a los festejos que en la ciudad de México se hicieron al Marqués de Villena, mi señor, con el particular que le dedicó el Colegio de la Compañía de Jesús. México, 1640, Bernardo Calderón. Se le atribuye a Estéban de Aguilar. [6] Sabina Estrada y Orozco. Relación de las dos entradas del Excmo. Sr. Don Diego López Pacheco, Marqués de Villena, Duque de Escalona, virrey, y del Ilmo. Sr. Don Juan de Palafox y Mendoza, Obispo de Puebla y Visitador General de este Reino. México, 1640, Francisco Robredo.87 [7] Juan de los Ríos Zavala. Mexicus animata: Oratio panegyrica in Academia Mexicana prolata curam Excmo. Dom. Marchione de Villena Nova Hispaniae pro Rege. México, 1640. [8] Viaje por mar y tierra del virrey Marqués de Villena. Aplausos y fiestas en Ciudad de México. México, 1641. [9] Descripción y explicación de la fábrica y empresas del suntuoso arco que la… Ciudad de México erigió a la feliz entrada y gozoso recibimiento del Excelentísimo Señor Don Diego López Pacheco, Marqués VII de Villena… etc. México, Juan Ruiz, 1640. [ 10 ] Loa famosa que se le recitó al Excelentísimo Señor Marqués de Villena, Duque de Escalona, a la entrada del Arco triunfal de la Catedral de México. México, Francisco Robledo, 1640.
Y según José Juan Arrom, en José Toribio Medina, La imprenta en México (1539-1821), Santiago de Chile, 1907, II, pág. 197, núm. 535, allí mismo enumera Medina una docena de bibliografías donde se consigna la misma obra, que deben ser, en buena medida las que aparecen líneas arriba y se complementan párrafos abajo. Y más que la “misma
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José Rojas Garcidueñas y José Juan Arrom: Tres piezas teatrales del virreinato. Tragedia del triunfo de los Santos, Coloquio de los cuatro Reyes de Tlaxcala y Comedia de San Francisco de Borja. Edición y prólogos de (...). México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1976. VIII-379 p. (Estudios de literatura, 3). 87 A lo que se ve, esta es la obra de otra autora, desconocida hasta hoy, pero que representa el mismo peso de importancia que tenían los autores masculinos en unos momentos en que las condiciones de género privaban a la mujer de contar con algún tipo de actividad tan específica como el de escritoras. En algún momento me refería así al caso de Sor Juana Inés de la Cruz: “Pero dice mucho que la obra de una mujer estuviese por encima de la vida común, que fuera el centro de atención y de ataques inclusive -por tratarse de alguien con una vida limitada a razones silenciosas y silenciadas (me parece que nacer mujer en aquellos tiempos significaba nacer en medio o dentro de un pecado). La vida doméstica -casarse con dote-, o la religiosa -casarse con Cristo-, eran dos destinos rígidamente trazados; aunque la prostitución fue otra alternativa”.
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obra”, son doce las que se ocuparon del hecho pero con diferente concepto en su entorno creativo. Después de haber hecho referencia de estas obras, el propio Manuel Romero de Terreros apunta: Aunque también de extremada rareza, no hemos creído oportuno reproducirlas, porque consisten en indigestas descripciones, en prosa y verso, con abundancia de alusiones clásicas y citas latinas, que resultan de cansadísima lectura, carecen de valor literario y contienen datos de escaso interés histórico. Para el caso, hemos creído suficiente transcribir, como nota final, el resumen que de tales festejos hace don Genaro García en su biografía de don Juan de Palafox y Mendoza (obra publicada en 1918 N. del A.). 88
Como puede observarse, tanto la obra de María de Estrada Medinilla que veremos más adelante, junto con las ya citadas, fue despreciada lo cual ocasionó la simple y sencilla omisión que hoy, en la de nuestra autora, adquiere valor preponderante. Además, la Biblioteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia, habiendo hecho convenio con la Universidad de Austin, Texas, consiguió reproducciones de algunos de estos textos. Por lo tanto, en su sección de “Microfilm”, se encuentran: [ 11 ] Viage por tierra, y mar del Excellentissimo Señor Don Diego Lopez Pacheco i Bobadilla, Marques de Villena, u Moia, Duque de Escalona &c. Aplausos, y festejos a su venida por Virrey desta Nueva España. Al Excellentisimo Señor Don Gaspar de Guzmán Conde Duque de Olivares, Duque de Sanlucar La Mayor &C. Dedicado por el Colegio Mexicano de la Compañía d IESVS. México: Francisco Robledo impresor, 1641.
Como nota para una precisión debo decir que existen tres títulos similares: 1.-Viaje de tierra y mar, feliz por mar, y tierra (…) obra de Cristóbal Gutiérrez de Medina (1640); 2.-Viaje por tierra y mar del… Marqués de Villena (1640) (atrib.) a Matías de Bocanegra, y 3.-Viaje por tierra, y mar del… Dedicado por el Colegio Mexicano de la Compañía de Jesús (1641).
Estas dos últimas parecen corresponder al mismo autor, Matías de Bocanegra, como lo señala José Juan Arrom en el prólogo a la “Comedia de San Francisco de Borja”. 89 Finalmente, en el análisis consecutivo, las número [ 12 ] y [ 13 ] corresponderían a las de María de Estrada Medinilla. Cabe hacerse una pregunta final: Gutiérrez de Medina: Viaje del virrey…, op, cit., p. VII-VIII. Cfr. Rojas Garcidueñas y José Juan Arrom: Tres piezas…, op. Cit., p. 227-8. Luis González Obregón: Croniquillas de la Nueva España. México, Ediciones Botas, 1957. 238 p. (Véase: “Cómo viajaba un virrey en el siglo XVII”, p. 49-64). “…dos años más tarde, su viaje (el del virrey Marqués de Villena) fue triste y desairado, porque su antes Ilustrísimo amigo don Juan de Palafox y Mendoza, entonces le acusó de infidelidad al Rey, le depuso del mando, le encarceló en el convento de Churubusco, le mandó a la Península bajo partida de registro, donde le fueron secuestrados y confiscados todos sus bienes. 88
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¿Dónde y cómo fue que el impreso ahora bajo estudio, apareció de manera por demás afortunada? Según el acta de cabildo de 15 de enero de 1641, las autoridades entonces en funciones, detectaron la aparición de tal documento en 4º, que salió de la imprenta de Francisco Robledo. Muchos años más tarde, en pleno siglo XIX Mariano Beristain y Souza en su Biblioteca hispano americana septentrional; o catálogo y noticias de los literatos que o nacidos o educados, o florecientes en la América Septentrional Española, han dado a luz algún escrito, o lo han dejado preparado para la prensa, 1521-1850, dio constancia de ella. Con el tiempo, entre la dispersión de importantes colecciones, la destrucción de otras y la integración parcial de varias de ellas bajo el cuidado de personajes como el Conde de la Cortina, Vicente de P. Andrade, Mariano Beristain de Souza, José Toribio Medina, Juan Jacobo Sánchez de la Barquera, Joaquín García Icazbalceta, Felipe Teixidor, Agreda y Sánchez, Luis González Obregón pero sobre todo de Genaro Estrada, que fue quien la sumó a su biblioteca, fue posible que no se perdiera. Es cierto que en tiempos postrevolucionarios, y ante la indiferencia de algunas autoridades culturales, Estrada decidió vender su colección a la biblioteca de Austin, donde desde entonces permanece bajo su mismo nombre en aquel repositorio norteamericano. La paciencia de investigadores como mis colegas, los maestros Dalmacio Rodríguez Hernández y Dalia Hernández Reyes hizo posible su retorno en una copia de la que estamos dando constancia en el presente trabajo. Por lo tanto, y luego de estas aclaraciones, es tiempo ya de conocer la presente “curiosidad” de la bibliografía novohispana. Pero antes quisiera aclarar que la otra parte de este análisis introductorio tiene que ver con una detenida revisión literaria, así como con la valoración de vida cotidiana, el cotilleo, la sal y pimienta reflejados a plenitud en las dos relaciones. Parece oportuno aprovechar la ocasión para dedicarnos a realizar un balance sobre el lenguaje que expresan una y otra con objeto de explicarnos parte del comportamiento ocurrido en la ciudad de México, mientras ocurrieron las fiestas de recepción al virrey Duque de Escalona, entre los meses de agosto y noviembre de aquel año del señor de 1640. Debido a la naturaleza de extrema curiosidad que contienen ambas descripciones, pero centrándonos con mayor atención en la pieza estelar recientemente descubierta que es, al fin y al cabo motivo de 45
este trabajo, serán mis colegas y amigas Carmen Eugenia Reyes Ruiz y Marisela Valdés Alanis, quienes se encarguen de este propósito que elevará significativamente el valor del presente estudio.
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VERSIÓN ORIGINAL DE LA SEGUNDA RELACIÓN. FIESTAS / DE TOROS, / IVEGO DE CAÑAS, / y alcancías, que celebrò la No- / Bilifsima Ciudad de Mexico, à / veinte y fiete de Noviembre / defte Año de 1640 / / EN / CELEBRACIÓN DE LA / venida a efte Reyno, el Excelléntifsimo Señor / Don Diego Lopez Pacheco, Marques de / Villena, Duque de Efcalona, Virrey / y Capitan General defta Nueva / Efpaña, &c. / Por Doña Maria de Eftrada / Medinilla / 90 Pág. 1f FIESTAS 91 QVE CELEBRO MEXICO, A 27 DE NOviembre de 1640 Años. Yo aquella, que fin ley canté algun dia,92 90
Incluido en: Viage por tierra, y mar del Excellentissimo Señor Don Diego Lopez Pacheco i Bobadilla, Marques de Villena, u Moia, Duque de Escalona &c. Aplausos, y festejos a su venida por Virrey desta Nueva España. Al Excellentisimo Señor Don Gaspar de Guzman Conde Duque de Olivares, Duque de Sanlucar La Mayor &C. Dedicado por el Colegio Mexicano de la Compañía d IESVS. México: Francisco Robledo impresor, 1641. 91 Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots., T. I., p. 74. México taurino en 1640. Al saberse en la ciudad de México que había desembarcado en Veracruz un nuevo virrey, el Ayuntamiento dispuso las fiestas acostumbradas. Acta del 3 de julio de 1640: “…Que haya luminarias generales al noche de la entrada de Su Excelencia …Que se hagan salvas de artillería …Que la siguiente noche se pongan luminarias generales y se pregone máscara general, y desde las dos de la tarde haya toros atados en las calles… Que se hagan fiestas de toros, juego de cañas para después que Su Excelencia haya entrado (a la ciudad de México) y descansado, y se sirviese de señalarlas… Que se cerque la Plaza Mayor de tablados… Que el obligado (de las carnicerías) prevenga toros…” Acta del 1º de septiembre de 1640: “…Habiéndose tratado de la disposición de las fiestas, se señalan para los principios de noviembre, el día que Su Excelencia señalare en aquel mes…” No terminaron de armar los tablados a tiempo y las fiestas se dieron sólo hasta diciembre. Además, hay que agregar que los toros enmaromados nombrados en el acta del 3 de julio, eran de los que se amarraban de las astas con una cuerda a sólidos postes enclavados en el suelo, para que no tuvieran libertad de acción y no pudieran herir a los improvisados lidiadores. En esencia, estas lidias callejeras eran verdaderas capeas populares, las cuales, al predominar el toreo a pie, habrían de convertirse en el toreo organizado que hoy conocemos. México taurino en 1641 En el cabildo que el Ayuntamiento de la ciudad de México celebró el 15 de enero de 1641, los concejales discutieron si sería conveniente editar una relación de las fiestas que en 1640 se habían dispuesto en honor del nuevo virrey, y que días antes les había sido presentada. Votaron que sí debía ser editada y que el costo de la edición sería de cincuenta pesos. Además, acordaron darle 150 pesos a su autora, la cual, con toda seguridad, es la primera que escribió una relación de este género que se haya publicado en México. desgraciadamente ni un solo ejemplar se ha conservado hasta nuestros días. Acta del 15 de enero de 1641: “…Viose una relación en verso que doña María de Estrada y Medinilla hizo de las fiestas de toros y juego de cañas que celebró esta Ciudad a la venida del Excelentísimo señor marqués de Villena, virrey de esta Nueva España, dedicada a la Ciudad, que se admitió y agradeció, y trataron del premio que se ha de dar, conferido sobre la materia se votó…” A todo lo anterior, llama la atención el hecho de que las historias no reportan el acontecimiento del 27 de noviembre, por lo que pasa a considerarse como un nuevo dato que enriquece el bagaje de información relacionado con festejos que sucedieron durante la época del virreinato.
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En Silua libre,93 la feftiua entrada,94 Del q`à iluftrar la Indiana Monarchia,95 Vino defde Rigion tan apartada,96 inSo con voz mas dulce que folia: Con lira canto ya mas acordada, Debáxo de preceptos, las Reales Fiestas97 à caufa tal no desiguales.98 La pompa, el aparato, el luzimiento, De tres giros de Sol99 continuados, Las galas, la hermosura, lo fangriento, De libreas, de Toros, y tablados, Lo abundante, lo rico, y opulento, De grandezas, de Telas, y Brocados: Si tanto puede prometer mi pluma, Intento seducir a breue fuma.100 O vofotros de Pindo,101 y de Elicona102
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Con carácter orgulloso, María de Estrada Medinilla nos recuerda que es ella, la autora de otra relación, con los hechos ocurridos el 28 de agosto anterior, relación de la que ya me ocupé páginas atrás. 93 Nos proporciona, además, el modo en que fue concebida la dicha relación: en silva libre, forma literaria que entonces se confronta a la de “ovillejos castellanos” tal y como la califica José Mariano Beristain de Souza. 94 Como estamos comprobando al paso de los presentes apuntes, la recepción del Marqués de Villena se convierte en una de las que más registros se contabilizan en torno al desarrollo de fiestas, tanto profanas como religiosas. 95 Era condición expresa de cualquier “alter ego” del rey gobernar, sobre todo la “Indiana Monarchia”, calificativo que alcanza en esos momentos el reino de la Nueva España, símbolo o insinuación de criollismo y mestizaje. 96 Parte de Fuensalida a Toledo. Más tarde pasó por Moya, la Membrilla, Villaharta, Andujar, la Venta de Carpio, Córdoba, Écija, Fuentes, Carmona, Utrera, Lebrija y el Puerto de Santa María, donde se embarcó en la Capitana. 97 Reales fiestas. A lo largo del siglo XVII se desarrollaron celebraciones de alta magnitud que alcanzaron tal nombramiento. Entre otras: 1602 (nacimiento de la infanta Ana María Mauricio de Austria, hija de Felipe III). 1605 (nacimiento de Felipe IV). 1626: Parto de la Reina nuestra señora de la infanta María Eugenia. Nacimiento del malogrado Príncipe de Asturias, Baltasar Carlos, hijo de Felipe IV. Jura del rey Carlos II en 1649. Entrada al gobierno de Carlos II en 1677… así como las diversas entradas de otros tantos virreyes a la Nueva España y todo aquello que podemos encontrar, sobre todo en las obras de Gregorio Martín de Guijo o Antonio de Robles, en sendos Diarios de sucesos notables… (Véase bibliografía). 98 He aquí la primera octava real, forma literaria con la que fue construida la presente relación. 99 Los tres giros de sol, son a lo que se ve: galas, la hermosura, lo sangriento… tal y como lo apuntara Bernardo de Balbuena en su Grandeza mexicana: galas, libreas, broches, camafeos, jaeces, telas, sedas y brocados, pinte el antojo, pidan sus deseos. (...) fiestas, regalos, pasatiempos, gustos, contento, recreación, gozo, alegría, sosiego, paz, quietud de ánimos justos, (…) 100
Es decir, están reunidos todos los elementos con que debió celebrarse una fiesta con las magnitudes como las relatadas en esta sola relación, y ocurridas también, en una sola jornada. Libreas, toros, tablados, telas y brocados. Una pluma, como la de ella, era el elemento complementario para describir las hazañas venideras. 101 Pindos. Cordillera de Grecia septentrional que forma una barrera entre las regiones del mar Jónico y las del Egeo. 102 Ángel Ma. Garibay K.: Mitología griega. Dioses y héroes. México, 5ª edición, Editorial Porrúa, S.A., 1975. XV-260 p. (“Sepan cuantos...”, 31)., p. 117. Helicona. Montaña de Beocia, la más alta (c. 1890 msnm).
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Sagrado honor, purifsimas donzellas, Ceñidas fiempre de inmortal corona,103 Aun mas por eruditas, que por bellas: Vna que de imitaros oy, blafona, Sino en lo docto, en algo a vueftras huellas A alguna deua tan diuino aliento, Que culto haga el barbaro inftrumento104 A Si Pág. 1v Si el triplicado terno vezestantas Fue proteccion de plumas varoniles; Que fe bañaren en las aguas fantas De Aganipe;105 quedando mas fubtiles: Quantas razones mas, y caufas quantas Os obligan Deidades femeniles A que mis yerros le doreys la parte, De los primeros, que ignoré del arte. Era el año el tiempo poftrimero,106 En que la enjuta tierra dexa apenas, Del corbo107 ar[r]ado, y del agudo azero,108 Al tofco agricultor, romper fus venas, Defnudo el campo del verdor primero, Que lo diezen Claueles, y Azucenas, Temblando eftaua de flaqueza al frio, Porque en los huefos te dexò el Eftio.109 Del Otoño la efteril monarchia,110 Se halla entre el golfo de Corinto y el Copais. Tiene en su cumbre un santuario a las Musas, en una de las cañadas superiores. Abajo está Ascra, patria de Hesiodo. Está la fuente de Hipocrene, que brotó a una coz de Pegaso, y que es la fuente de inspiración para los poetas. 103 Las nueve musas eran: Caliope, que preside en el poema heroico; Clío, en la historia; Erato, en la poesía amorosa; Talía, en la comedia; Melpómene en la tragedia; Terpsícore en el baile; Eutropia, en los instrumentos; Polimnia en la oda y Urania en la astrología. A cada una de estas musas se les llegó a pintar entre ciertas obras con el jeroglífico correspondiente al arte que presiden. Por otro lado, hay una “décima musa”, la ya conocida sor Juana Inés de la Cruz y hasta una “undécima musa”, título que asimismo se adjudicó Pita Amor. 104 Sin duda, la autora debe referirse a Eutropia. 105 Garibay K.: Mitología…, op. Cit., p. 30. Aganipe. Hija del río Permeso, ninfa de las aguas. Era la que custodiaba la fuente que de ella tomó nombre en el Monte Helicón, y que era sitio de reunión muy grato a las musas. 106 De hecho, el festejo ocurre el 27 de noviembre, a pesar de que todavía en diciembre se desarrollaron algunos más en el de diciembre, con aquello que señala H. Lanfranchi sobre el México taurino en 1640: No terminaron de armar los tablados a tiempo y las fiestas se dieron sólo hasta diciembre… 107 ¿Corvo? ¿Arqueado o combado? 108 Es decir, de los instrumentos empleados en aquella época para la cosecha a que se entregaban los agricultores. 109 Lo que quiere decir que en aquellos días imperaba un clima semejante al invernal. 110 Reinaba Felipe IV, también conocido como “el rey galán” quien buen parte de su reinado (de 1621 a 1643; el reinado alcanzó el año de 1665) siempre estuvo bajo la fuerte influencia de Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde de Olivares y duque de Sanlúcar la Mayor, llamado Conde-Duque de Olivares. Se le reprocha haber tenido un carácter indolente, por lo que su gobierno estuvo bajo el control de validos como el ya mencionado Conde-Duque de Olivares, así como de don Luis de Haro y hasta por la monja de Ágreda, sor María de Jesús, con quien mantuvo correspondencia frecuente sobre asuntos de gobierno y conciencia. De ahí, probablemente la acusación de “estéril” por parte de nuestra autora al reinado del monarca español.
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Y vaya en fu carrera declinando,111 Cuyo ceptro Noviembre pofeya, Si bien en fu gouierno caducando: Llegofe del feftejo alegre dia, De su Imperio y a penas llegò, quando A el Sol, que esftaua en braços de la Aurora Durmiendo, trompo difperto canora. Sacudió del embargo soñoliento, Los farigados112 miembros que vencidos De caminar con rapto mouimiento, Pereçofos estauan adormidos, Los Pág. 2f. Los parparos113 rogò, y aplicó atento, Los ojos juntamente, y los oydos, Para inquirir la causa no entendida, De aquella voz dudosamente oyda. En medio entonces de la vaga Efphera, La Nympha114 vió, que có[n] plumados £uecos Discurre el Orbe con veloz carrera, Lleuando al ombro tá[n]tos bronces huecos, Sobrefaltofe el Ioben, demanera De los que oy a repetidos ecos, Que en extafis de mudas fufpenfiones, Le embargó aú[n] masq el fueño, las acciones. Del purpureo clabel difuelto el nudo, Dixo elegante la parlera Fama, A el, que ya de fu voz pendiendo mudo Dexado auia la rofada cama. Que aleue encanto de Morfeo pudo Ocafionar al fueño, que te infama; Pues empuñando Ceptro luminofo, Te entriegas tan pacifico al repofo. Tu de quien penden tantas luzes bellas, Padre comun de todo lo viuiente, De cuya inmenfa lumbre las eftrellas Mendigan el honor refplandeciente Como el curfo ordinario no atropellas Conduciendo tu Carro al Occidente Pues aquel defte Oriente opuesto Polo Conspira contra ti, fegundo Apolo.115 111
Como resultado de su política exterior, la cual se sustentó en el aumento a los impuestos, hacer levas continuas de soldados y pretender una administración centralizada, trajo consigo, entre otras cosas la sublevación de Portugal en 1635, que la conduce a su independencia, proclamando rey al duque de Braganza en 1640. 112 Debe decir fatigados (N. del A.). 113 Debe decir párpados (N. del A.) 114 Garibay K.: Mitología…, op. Cit., p. 176. Ninfas. Concepto al mismo tiempo vago y complejo. El nombre significa “joven casadera, o recien casada”. Por esta razón las ninfas son concebidas como jóvenes, niñas caso. Son personificación del ser misterioso que se supone habita en las montañas, los bosques, los árboles, los manantiales y los ríos.
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La Pág. 2v La Laguna, que vn tiempo tus altares Tanto manchó con victimas fangrientas, Y en cuyos fiempre religiofos lares, Recebifte oblaciones tan cruentas. Ya el distrito, que muran los dos Mares, Y tu con aureos rayos alimentas, Falta la adoración con que folia Infenfarte la Indiana idolatria. Ya facudiò el Imperio Mexicano, Tu yugo de fu cuello, y la obediencia Rinde à Deidad mortal, q en velo humano Le auxilia con diuina prouidencia: Verde de lustros, de talento cano, De rostro hermofo, y de gentil prefencia, La melena que pende por la efpalda, A fu frente es aurifera Guirnalda. Ora fea facrilegio, ora fea Iufta equivocación, por la que tiene Similitud con tu deidad Febea,116 De quien el nombre Delio117 le proviene: Quanto baña Occeano, y hermofea Su militar bafton oy le conviene, Y contra tu decoro ya le llama, Su protector el Pueblo, que le aclama. En vn corbo Zodiaco118 de pino, Por fu Real planeta le juraron, Todas las cafas del folar camino, Cuyas invictas fienes coronaron: Y en Pág. 3f Y en otro medio circulo de lino, Ahuyentador de nuves le llamaron, Como efte mote. Oy fale Apolo119 nueuo, Como de entre las nuves fale Febo.120 Ayer la Ciudad vieras Mexicana En campo hermoso, que invidiar pudiera, Lo infigne de la Corte Caftellana, Extinguir vna, y otra armada fiera: Y defpues la nobleza cortesana, 115
Garibay K.: Mitología…, op. Cit., p. 106. ¿Febe? Antigua diosa lunar. Luna llena es el sentido de su nombre. Es una de los Titanes, hija del Cielo y la Tierra. Casada con Coeo y madre de Leto. Abuela por tanto de Artemis. 117 Del latín delius. De Delos, isla del Archipiélago. 118 Del latín zodiacus; del griego zódiakós. Zona o faja celeste por el centro de la cual pasa la Eclíptica. 119 Apolo. Dios de la música, la poesía y la belleza. 120 Febo es uno de los muchos nombres con que los antiguos griegos se referían al sol. 116
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Medir el fitio con veloz carrera, Formando a trechos, ya coral, ya efpumas; De rojas bandas, y de blancas plumas. Si de tu opofitor la Regia entrada, Vuieras vifto, y fu gentil presencia, Con Mageftad honesta aderezada, Defmayaras en tanta competencia: En vn Bruto de piel azabachada, De fu dueño advertida diligencia, Por efcufar afsi muchos enojos, Del veneno nociuo de los ojos. Oy el Toro fogoso, horror del cielo, Por feftejar la Indiana Monarchia, Dexa fu azul dehefa, y baja al fuelo,121 Y al robador122 de Europa123 defafia: Todos ayudan con ygual desvelo, A la solemnidad de tan gran dia, Marte124 dá lanças. Y el Amor fabores, Cañas Siringa,125 el Iris126 da colores, Ca Pág. 3v Caballos, y jaezes matizados; Cordova dió, la Perfia los plumajes, Telas Milan, Manila diò Brocados, Las Indias Oro, el Africa los trajes, Primaveras obftentan los tablados, Diverfidad de flores fon los pajes, La plaça conduxera a fu grandeza, Las de la Inquificion por fu limpieza. Sufpende, añada la Donzella alada El curfo, que ya eftamos fobre el cofo Donde verás con proporcion quadrada,127
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Es decir, que de su condición celestial pasa a una terrenal. Se refiere, no podía ser otro que a Zeus, y Júpiter corresponde a Zeus. Uno y otro están relacionados con el cielo, la luz, la dominación universal y el reino sobre los otros dioses. 123 Garibay K.: Mitología…, op. Cit., p. 101. Europa, hija de Agenor y de Telefasa. Zeus se enamoró de esta doncella y envió a Hermes a que sacara el ganado de Agenor y lo llevara a la playa de Tiro. La muchacha tenía costumbre de ir con sus compañeras a pesar por ella. El padre de los dioses se transformó en un blanco toro, de muy bello cuerpo y de pequeños cuernos. La joven al verlo quedó prendada de él y comenzó a jugar con él dándole a comer flores y poniéndole sartales de ella en el cuello, lo mismo que en los cuernos. Al fin se trepó en él y lo condujo a la orilla del mar. De repente el toro se sumergió en las aguas y ella llena de espanto se aferró a uno de sus cuernos, en tanto que en la otra mano llevaba aun una cesta de flores. Al llegar a las costas de Creta el dios se transformó en águila. Allí poseyó a Europa. De esta unión nacieron Minos, Radamanto y Sarpedón. 124 Marte. Dios romano de la guerra. 125 Siringa. Ninfa amada y hostigada por Pan. No condescendía a sus deseos. Huyó y quedó presa en la tierra. Se convirtió en carrizo acuático. Como el dios no supo cual era la caña, cortó varias y de tres hizo la famosa flauta tritubular que le era propia. 126 Se refiere a la paleta de colores celestial que conocemos como “arco iris” (o arcoíris en su forma simple), ese reflejo de sol en las gotas de lluvia. 122
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Culto adorno, aparato generofo: Aquí yafe la Corte convocada En luzido concurfo numerofo, Tanto, que el lince de mayor desvelo, Apenas pudo regiftrar el fuelo. Atiende á efte jardin de racionales, Plantas vivientes, animadas flores, Que quantas tiene Cipre vejetales, Invidian de fu pompa los olores: Aquel, que con infignias ves Reales Ornato de Brocados brilladores, Cuyo folio fobre el pende eminente, De un competidor Trono es decente. El que inmediato à el luze, y campea, Es el de los Licurgos; que en fus manos La balança pendiendo eftà de Aftrea, Mas fiel, q en las de Griegos, y Romanos: Aquel Pág. 4f Aquel que con viftofa taracea; Se adorna de texidos Mexicanos, Es de ministros del Real theforo, Cuya pureza nunca manchò el Oro. Efte modeftamente aderezado, Del Cabildo Eclefiaftico es afiento, Donde lo obftentatiuo, y lo fagrado, Se hermanan con decente luzimiento: El que cubierto miras de Brocado, Iluftra el Ciudadano Regimiento, Argos de la Republica celantes, Cuftodios nobles fiempre vigilantes. Efte donde Mercurio predomina, Ocupa el Confulado poderoso, Arbitro juez de quanto fe tragina, Por vno, y otro piélago efpumofo: Ya telas de Milan, ya de la China, Alientan lo luzido, y lo pompofo, De fuerte, que parecen los tablados, Mas obra de telar, que fabricados. Efte choro gentil de Ninfas bellas, Efpofas de ministros eftremados, No es de mendigar de tu luz eftrellas, Pues oy tienen tus rayos afrentados, Con nueua gala Abril aprende dellas Los primores, matízes y bordados, Donde fe ve tambien que las hermofas, 127
Durante el virreinato, diversas fueron las disposiciones arquitectónicas que se fijaron para establecer un coso taurino. Las hay cuadradas, como es el caso, pero también ochavadas, ovaladas, rectangulares. El diseño circular predominaría hasta finales del siglo XVIII.
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Pueden fer entendidas, y aliñofas. B Si vuie Pág. 4v Si vuieras madrugado, fi llegaras A efte fitio mas prefto, quanto vieras Carrozas llenas de bellezas raras, De que harta invidia con razon tuvieras, De aquel balcon luciente fi reparas En Deidades de rojas cabelleras, Son hermosuras, que con dulce amago; Pueden dar a las almas Santiago. Tal vieras blanca rofa guarnecida De agudas puntas, de luziente azero, Cuya luztrosa tez defcolorida, Robò los ampos al nevado Henero, Tan a lo militar Palas veftida, Y el traje tan honesto, aunque guerrero, Que Amor enamorado de fu aliño. Siendo Gigante, fe preciò de niño. Sus defvelos jamas logró el defeo, Con tanto acierto, nunca el artificio Tuvo en las damas tan figuro empleo; Ni fe moftró el adorno mas propicio, A la hermosura fe agregó el ateo, Y hasta el cuydado fue de beneficio, Pues lo bello al defcuydo vinculado, Mas hermoso falió con el cuidado. Pero ya fi el oydo no me engaña, Tres cóncavos metales con estruendo, Sufpendan la diafana campaña, Sus ecos dulcemente repitiendo: Sin Pág. 5f Sin duda el Ioben bello honor de Efpaña Tus rayos vno à vno desmintiendo, Por afrentarte, no por competirte, Sale de fu Palacio a desluzirte. No es illufion, que de miniftros ciento De jufticia, la tropa antecedente, Me pone bien feguro el argumento, De que dora las puertas de fu Oriente; Bien lo dize el confufo mouimiento Del efquadron, que atropelladamente, Inunda el cofo por la abierta boca, Que a tan grande avenida puerta, es poca. Ya de las dos Efpañas, la nobleza, Con multitud de pajes y lacayos, De America apurando la riqueza.
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Burlan Abriles, y defprecian Mayos: Diamante mira en vna, y otra pieça, Que fupliendo la aufencia de tus rayos En la noche de luzes mas abara, Hazer pudiera fu tiniebla clara. Aquella es la Ciudad recopilada, A el número de pocos Senadores Y en ellos fu grandeza epilogada, Luze con no imitables esplendores: Ya penetrar la plaça alborotada, Miniftros de real Caxa, y Contadores, Y aquel que ves con militar ornato, Precursor de fu luz es inmediato, Ya Pág. 5v Y a los dos fuperiores Tribunales; Sala del Crimen, y Real Audiencia, En ombros de briofos animales, Provocan a refpeto, y reverencia. Eftos, que en dos hileras vesiguales, Mas por oftentacion, que conveniencia Governando effos frefnos azerados, Ociofos de fu guarda fon foldados. Aquel, que del Ofir, el mas luciente Metal, en rubias hebras dividido, Orla los lados de fu blanca frente, Y fobre el labio fe incorpora vnido, Cuias mexillas baña hermofamente, Vn Clabel en las mias es desleydo, Y que efcogió por ojos vno, a vno, Los dos mejores del Pabon de Iuno. Es tu competidor, mira fi en tanta Opoficion, ò hijo de Latona, Peligra la Guirnalda de la planta, Que con verdes defdenes te corona: En garbo, talle, y rostro fe adelanta, Y en partes a la tuya fu perfona, Porque para formar fu gentileza, Nuevo eftudio obftentò naturaleza. De vna ingeniofa aunque mejor labrada Red que la de Vulcano artificiofa, La tela es del beftido entreforrada, En blanca lana de Milan viftofa. Que Página 6f Que no pudiendo estar tan encerrada, O por lo femenil o por hermosa A fer vista de tanta bizarria, Se afoma por la negra zelofia.
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Quanto la Margarita, en nacarados Senos, blanco fudor del Alua bebe, En los brahones golpes, y coftados, Viftofa es guarnificion, precio no leue: De filigrana con buril labrados Amaltea fobre el jazmines llueve, Y las ligas gaftaron a porfia, La primer rifa del Infante dia. La banda que le cruza el noble pecho, Si no es llanto quajado de la Aurora, Que a California la apuro sospecho, El humor que fus conchas atefora: En vn bello animal de furias hecho Que a pefar del bocado le colora; Cuya cafcada plata faca en fuma, Viuas centellas de manchada espuma. Tan prefumido va de cortesano, Que por el dueño fu obediencia entienda, Executa las leyes de la mano, Antes que las reciva de la rienda, A piel nebada diò matiz ufano, El evano, que a manchas le remienda, Y le mueue tan agil, que recelo, Que huella el ayre, defpreciando al fuelo. Mira Pág. 6v Miralo bien plantado, y lo briofo Con que a la brida y a tan fin cuydado, Que el natural donayre primorofo, Parece con defvelos eftudiado. Hafta el graue mirar mageftuofo, Mezcla con rifa alegre, y dulce agrado De fuerte, que de tantas atenciones, Se lleua tras de fi los corazones. Aquel de feis caballos conduzido, Carmefi Plauftro, cuyo flueco pende, De oro mas martillado, que torcido, Portátil Pirineo, que fe enciende, Con tanto metal rubio derretido Que en anchos rios fe dilata, y tiende, Y el terciopelo, cuyo campo riega, Por bordarle parece que le aniega. Trono es folar, aunque le ves vazio, Que fu deidad incluye vez alguna, Con quien fuera grosero defvario, Que compitiefe fu dorada cuna. No parte fu luziente feñorio, Iurifdicciones con la mifma Luna: Pues aquella fe pufo en otro Polo, Porque el en efte diefe lumbre folo.
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Mira de fu familia generofa, El exercito cafi innumerable, Y no es oftentacion vanagloriosa; Adquirida en el cargo no durable. CoPág. 7f Coftumbre fi en fu cafa poderofa, Oy por titulos tantos eftimable, Siendo con tan notable maravilla, Honor de Portugal, y de Caftilla. Clicie de fu gallardo movimiento, Es tanto pueblo, cuya vifta atenta, Con audaz generofo atrevimiento, Aun los menores atamos le quenta: Admiraciones dà de ciento en ciento, A terminos del coffo que frequenta, Dexando en los balcones, y tablados, De honefto amor los pechos abrafados. Ya el Bufefalo Americo depone Y aciende al regio Solio que le aguarda Ya el vulgo en furia intrepida fe pone, Como terciada vé tanta Alabarda Ya a defpejar la plaça fe difpone, El militar Caudillo de fu guarda, Gloriofa rama de Avila, y Pacheco, Que de fu nombre alienta folo el eco. De aquella parte andaua, quando delta El Alguazil mayor de la Real Corte, Haziendo que la turba defcompuefta, En las puertas el ímpetu reporte: Su oftentacion baftara para fiefta, Pues es cada familia aun vna Corte, Cuyas galas por ricas, y luzidas, El Oro consumieran del Rey Midas. MiraPág. 7v Miraua el Sol defde su nuve denfa Quanto la fama le narro eloquente Y por fer teftigo de su offenfa, Aprefuro su curfo al Occidente, Limpia la plaça, y la atención fufpenfa De tanto pueblo, aceleradamente, Agitado de azero rigurofo, Bicorne rayo fe arrojo en el coffo, Tan feroz, que si a Duero y a Iarama, El licor no bebió, parecio al vello, Que pafsio la fiereza entre fu grama: Inhiefto de cerviz, rugado el cuello,
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Los ojos eran de color de llama, Negra la efpalda, y erizado el bello De juntos, y delgados candilones, Prefto de pies terrible de rayciones. Era cada bufido horrible trueno, Corriendo configuró quanto quería, Hafta que de azetadas garras lleno, Quanto mas fe incitaua fe impedia. Sirviole fu coraje de veneno Pues murio de fu mefma valentia, Porque a dar muertes, y a tomar venga[n]ças Se entro por un exercito de lanças. Aun no bien tanto azero ensangrentado, Le falto la vida, quando un terno, De Azemilas con armas enmantado, De la Ciudad politico gobierno. Plata Pág. 9f (numeración correcta) Plata bruñida en tafetán leonado, Poniendo vn lazo en vno, y otro cuerno Tan veloz le facô, que parecia, Que el mifmo con fu aliento fe mouia. En la paleftra fe plantô tan fiero, Otro de aduerfa parte, que ya era En su comparación manfo el primero, Cuya piel mas horror al verla diera: Toftado el lomo, y de bruñido azero Las puntas, nibeladas de manera, Que fer pudiera efcandalo luciente De la luna un amago de fu frente. No fu ferocidad era bastante A defmayar el animo obftinado, Del concurfo de á pie voziferante, Con cuya agilidad fe vio burlado: De vno y otro rejon el arrogante Ceruiguillo hafta entonces no domado, Tantas congregò bocas à vna herida, Que en rojo humor defperdició la vida. Con fieras manchas fobre piel nebada, Relámpago fin luz, mas no fin trueno, Se prefentò el tercero en la eftacada: El hozico, de espuma, y fangre lleno: Con ancho hierro en hafta dilatada Ginete le aguardaua tan fereno, C
Que Pág. 9v (numeración correcta)
Que el moftruo horre[n]do lleno de furores No baftò a perturballe los colores.
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Llegó la fiera, y viendo a fu aduerfario Cargado el ombro de robusto pino, Alfombrada del cafo temerario, Torcio la linea recta del camino: Eftuvo la victoria del contrario, No el eftrago fatal á fu deftino, Que de otra mano las arterias rotas, Cedio el aliento en las primeras gotas. Entonces al gentilito exercio Se interpufo parentifes guftofo, Dando de mayor fiefta claro indicio Quando bridones por el ancho cofo, Del venerado oráculo propicio, Confultaron el pecho generoso, A cuya petición con roftro afable, Oyó benigno, y refpondio agradable. Don Enrique Pacheco el uno era, Y don Iuan de Cervantes le acompaña Don Nicolas tambien, en quien efmera De Bonilla el honor, grandeza eftraña. Deftos tres el valor cantar quifiera, Mas fáltale a mi ingenio culta maña; Pues de todos pintar la gala en fuma, Aun fuera gran hazaña a mejor pluma. SiguePág. 10f Siguieron a eftos nobles partidores Ocho cuadrillas, alternadamente, Ciudadanos tal vez, tal Regidores, Hermofa variedad, quanto decente: Reduzianfe a folos dos colores, Marlotas de brocado de occidente, Azul la vna, y con ygual decoro, Otra rofada, entrambas fondo en oro. Los fonbreros de lama trencillados, Trinillas de tocon, vandas, y rofas; Cruzauan las adargas encarnados Tafetanes con liftas efpaciofas De plata, eftauan vnos esmaltados Con las armas de Mexico honorofas; Y otros en fe de fu memoria eterna, Co[n] nombre del Señor que nos gobierna. Entraron en hilera ciento a ciento, Hipogrifos a fuer de guerra almados, Formando belicofo mouimiento De fon de las trompetas incitados. La oftentacion de tanto luzimiento, Ociofamente los llenò fobrados: Azemilas de cañas tantas fueron, Que confufo su numero tuuieron.
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Gafto de la Ciudad, no tan pequeño, Que el caudal del tesoro Veneciano C2
No Pág. 10v
No quedara con el en grande empeño; Mas en feruicio del Monarcha Hifpano, (De fu lealtad reuerenciado dueño) Nunca con efcafez obró fu mano, Puefto que las haziendas, y las vidas, Siempre fus plantas moftraran re[n]didas. Defpues que al de tres grandes excellentes Titulos, los azeros inclinaron, Y humillando los cuellos y las frentes, Con afectos fin voz le saludaron: Aplaudidos decoros diferentes, Al quadrangulo todo circularon, Y como balas que compele el fuego, Dieron principio alas parejas luego. Tan gallardo don Marcos de Guevara, (Que la quadrilla gouernó primera) Su carrera paffo, que fi intentara El Zafiro seguirle no pudiera: Don Gafpar de Molina, no juzgara Quien a los dos tan pefpuntados viera; Sino que tan conforme mouimiento Procedia no mas de vn aliento. Con don Martin Offorio, tan afsido Fue don Carlos de Samano ajuftado; Que fi abraçado no; por lo medido Parecian vn Geminis plumado. Don Pág. 11f Don Diego Cano, atrás dexo corrido Al Boreas, ò por torpe, ò por pefado, A quien imitò en gala, y en defpejo, Con la mifma ygualdad do[n] Pedro Trejo. Don Iuan, y do[n] Go[n]çalo, aquel de Andrada, Y de Bribiefcas efte, en lo vniforme, Tuuieron fufpendida, y admirada La plaça con pareja tan conforme: Tan galante partio, tan eftremada, Que no harà poco la que le conforme; Pues entre multitudes de atenciones, Sigura fe lleuò las bendiciones. La de don Iua[n] de Orduña, en lo ajuftado, Hecha de vn bulto folo parecia, Primor que de ninguno fue imitado,
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Pues el lauro le dio la bizarria. Su buelo començò tan eftremado, (Puefto que mas bolaua que corria) Que fu mas defcuydado mouimiento, Fue con difino de burlar al viento. Se vniò á don Iuan, don Aguftin Chauela, Con tal ayre, tan rara marauilla, Que la mas auifada centinela; Iuzgara que ocupauan vna filla: Sigue en fu curfo con ygual cautela, Don Diego, y don Antonio de Manfilla, C2
ParePág. 11v
Parecie[n]do fus brutos corregidos. De vn mefmo freno, y d[e] vna efpuela heridos. Los hierros de las lanças, y los quentos, Los penachos, las vandas, los liftones, Los braços, las adargas, los alientos, El partir, el pulfar de los talones, Tan compaffados eran tan atentos En imitarfe entonces las acciones; Que en riqueza, cauallos, garuo, y modo, Se lleuaron la voz del pueblo todo. Daua don Iuan Mexia Altamirano, Con el valor que fu nobleza esmalta, Inuidia noble al jouen mas loçano, Que fi el aliento fobra nada falta: Y ua à fu lado, juftamente vfano, Bizarro don Francifco de Peralta; En fin pareja tan ygual, que creo Que fu limite alli tuuo el deffeo. Hijo, y yerno à el valor efclarecido, Los rayos como amantes girafoles, Siguieron, cuyo curfo fue aplaudido, De la jufta atención de muchos foles: Tal correr, y para nunca han tenido En fus fieftas los cofos Españoles, Que á don Gabriel de Rojas, ya la fama, Y á don Rodrigo juftamente aclama. Galan Pág. 12f Galan Iuan de Alcocer, tan nibelado Salio, con don Chriftoual de la Mora, Que nunca aueriguar pudo el cuydado Si eran dos, hafta el fin de fu derrota: Don Iua[n] de Grados bien merece el grado Defde efta parte, hafta la mas remota; Pues lleuò con Simon Tellez de Trejo, La palma del buen ayre, y del defpejo.
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Don Alonfo Ceruantes Villanueva, Con don Antonio Eftupiñan, en vano Seguir el Noto fu violencia prueua, Aunque no fe vio nunca mas vfano: Oy don Lorenzo Suarez bien renueua Su fama con el pueblo Mexicano, Que con aplausos celebrò fin taffa A don Francisco de Solis Bartaffa. Don Felipe Moran era vn cometa, Que fi encendido no, corrio luciente, Don Rafael de Trejo vna faeta, Que fu accion imitò resplandeciente: Don Iuan Tellez de Trejo, ni el Planeta Rubio falio con brio tan valiente, De Macaya don Iuan, con arte, y maña Valor, y ligereza le acompaña. Don Iñigo Carrillo Altamirano, Y don Fernando Niño, tan ayrofos Con Pág. 12v Con gala tal, y eftilo cortefano, Tan luzidos, gallardos, y briofos Corrieron que del vulgo ciudadano Recibieron los vitores gozofos, Si bien demoftracion tan alagueña, De deuda tanta aun no fe desempeña. Don Iuan el jouen, generosa rama Del Tronco illuftre de Cafaus Cerua[n]tes, Cuya carrera en bronzes de la fama, Celebraciones adquirio baftantes: Como oprimida luz, que fe derrama De la nube con ecos resonantes, Afsi paffo con don Iofeph Limeno El fitio, ya de admiraciones lleno. Acabé las quadrillas, mas no acaba Con efto el luzimiento de la fiefta; Que de fu pompa la menor baftaua A dexar fu grandeza manifiefta: Apenas vna al termino llegaua, Quando otra fe ajuftaua, ya tan prefta, Que de ocupar en ellas los defpojos, Aun no dexauan defcanfar los ojos. Defpues que el capo hermofo difcurriero[n], Por efquinas, por frentes, y por lados, A remudar quadrupedos falieron, Mas por oftentacion, que por canfados Ni: Pág. 13f
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Ni aun efte breue rato permitieron Ofioso, los atentos Diputados Pues co[n] nueuas de amor demoftraciones Començaron a dar las colaciones, Francifco del Caftillo generofo, Y el Alcalde Chriftoual de Balero, Ya de lo oftentatiuo y numerofo, Por grado lleuan el lugar primero Pomos de plata dieron, de preciofo Licor, cuyas aromas no refiero: De dulces, y paftillas diferentes, Fue innumerable el numero de fuentes. Con prefta mano al pueblo que vozea, Bierte el Marques alcorças por el ayre; Y no ay ninguna que vn harpon no fea, Aunque fue defpedida con defgayre: Era de gufto ver la taracea, Que preuino a pefar de fu defayre, Aun hafta los mas minimos pedazos, Siendo axedrez de levantados braços. Qual los cubiertos con la frente toca, Que no los pudo recoger al buelo, Y entrar los vió por otra abierta boca, Que importa mas la dicha q el defvelo; De tanta inmenfidad, ni aun parte poca Pudo llegar defperdiciada al fuelo, D
Porque Pág. 13v
Porque el anis fe via mas enano, Recogido en el viento grano a grano. Boluiò a defparramarfe aquel confufo Exercito de Ormigas racionales: Pero la guarda a fu pefar le pufo Con orden en hileras bien yguales: Luego que fin estorbos fe difpufo La plaça, y a las vozes de metales, En vna y otra puerta refonando, A batalla fe eftauan incitando. Dos vezes ocho brutos defta parte, Y otros tantos de aquella el campo y ede[n] Cuyos ginetes en furor de Marte, Los generofos animos encienden: La escaramuza traban con tal arte, Que aun los que faben la verdad enti[n]de[n] Que es aquella batalla de venganças, Y que las cañas fe han de volver lanças. Haze y deshaze bueltas enrofcadas, El tortuofo caracol ligero,
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Y diffueltas con gala las laçadas, Se buelue a dividir como primero: Y á otra vez las dos hueftes encontradas, Cada qual fu opinión figue guerrero, Y en vno, y otro puefto offadamente, Planteados fe probocan frente a frente RomPág. 14f Rompiendo entonces la marcial paleftra, Acometio don Marcos de Gueuara, Co[n] tal unio[n] de fu quadrilla diestra Que en los quatro ni el vie[n]to un bla[n]co hallara A los contrarios roftro a roftro mueftra Que fon flechas las cañas que difpara, Y que no a refiftirlas fon baftantes, De las adargas los bruñidos antes. Saliò don Diego Cano Moctezuma, A feguir los quadrugedos baxeles, Que fi no furca pielagos de efpumas, Firmes golfos nauega mas fieles: Pienfo que no ay oydo que prefuma, Que fon de cañas golpes tan crueles. Sino que rayos fon difsimulados, O quando rayos no, dardos coftados. Sale don Iuan de Orduña à la campaña, Y á los contrarios fugitiuos pica Con quatro golpes de vna y otra caña, De cuya fuerça fu furor publica. Tal rebuelue recoge, y acompaña La tropa à quien fu esfuerzo comunica, Que fus contrarios prefumir pudieron, Que en vno todos quatro fe embeftiero[n]. Parte don Juan Mexia Altamirano, Y en fu alcance incitado de la ofenfa, D2
Sae Pág. 14v
Saetas con furiofa mano: Sale Iuan de Alcocer a la defenfa, Recogefe el gallardo Ciudadano, Mostrando al reboluer prefteza inmenfa: Y figue don Alonfo de Cervantes A los que fueron feguidores antes. Incorporanfe aquellos adargados, Eftos les llaman con alabe grita, Y boluiendo a fu puefto defarmados, Don Felipe Moran fu furia incita: Ya facuden los braços levantados: Ya don Iuan de Cafaus les folicita, Cuya cuadrilla intrepida fe enoja, Y cada caña es vn harpon que arroja.
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Cruzan el campo de vna y otra parte, De no pequeña colera encendidos, Como fi del beligero eftandarte, Fueran a duro encuentro conduzidos: Sino incitados del furor de Marte, Son del laurel de Apolo perfuadidos, Pues quifo cada qual ganar la fama Que tuuo del aplaufo que le aclama. Huuo golpe de braço tan valiente, Que vn cuerpo armado penetrar pudiera Paffando de la adarga refsisftente, El ante duro como blanda cera: Aun Pág. 15 f Aun mas alla de la region ardiente, Recudida fubio caña ligera, Tanto, que defandar en años ciento No podra lo q anduuo en vn momento. El sol de quando en quando reboluia La vifta ardiente á ver la plaça bella, Y como, aunque de lexos defcubria Cada inftante mayor feftejo en ella, Sincopando los terminos del dia, Con el mármol de ocafo fu luz fella, Y en las ondas del Sur fe apagò luego, Porque quedafe el Orizonte ciego. De la noche, y los quatro partidores, A vn tiempo la batalla fue impedida, Si bien quedaron todos vencedores, Por no hallarfe ventaja conocida: Pero los campos dos competidores, Por no lleuar la palma repartida, Se emplazan de fu brio haziendo alarde, Para las alcancías de otra tarde. Permite el defafio el Marte Hifpano, Y ofrece honrarle hallandofe prefente. Y luego del afsiento soberano, Entre el quadron pueril baxo luciente: Seguido el concurfo ciudadano, Llegò al Ocaso, que ante fue fu Oriente D3
Y la Pág. 15v
Y la tropa de gente conuocada, Fue por diversas partes derramada. Aquella noche toda paffò en pefo El Sol tan defvelado, y defabrido, Apurando el difcurfo en el fuceffo
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Que fu luciente Imperio auia tenido, Que en el caos de tinieblas mas efpefo, Veftido eftaua y con el carro vnido Con no pequeño llanto dela Arora, De verle levantar tan à defora. Partiofe luego para el negro Ocafo, Y como la Provincia alborotada, Forçofamente le auia de fer pafto Para llegar al fin de fu jostada: El bordado de eftrellas azul rafo, De vna nube cobriò tan condenfada, Que al procurar aquellos Orizontes, Ni aun le pudieron ver fus altos montes. Yfsi entre pardas fombras desmentido, A efta Occidental Corte llegò, quando A fu competidor vio efclarecido, Que en el feftiuo coso venia entrando: De las afpiraciones del veftido, El Zephiro fe eftaua perfumando, Pues por hurtalle el ambar, vezes ciento Le alagaua con blando mouimiento. No Pág. 16f No pinto los primores vno a vno Del credito mayor de lo rodado, Por no hazer mi difcurfo aquí inoportuno Pues otra vez le tengo ya pintado: Yua con los affomos de zebruno, Galas haziendo de lo remendado, Acufando tal vez quando relincha, Con las manos ahogos de la cincha. En la forma del dia antecedente, A fu afsiento llegò el Marques, apenas Quando un toro enma[n]tado falio ardie[n]te, Que incendio palpitaua por las venas: Quexabafe abrafado, y a la gente No mouia a laftima fus penas, Siendo el gemido que formaua en vano, El del toro Falaris tyrano. Otro falio, que con el mefmo eftilo Murio abrafado en poborofa hoguera, Cuya efpantofa llama todo el Nilo, Inútilmente fufpender quisiera: Defvelo quiças fue de algun Perito, Sino de Deyanira astucia fiera Que Hercules de los toros le ha juzgado Y en la camifa el fuego le ha informado. El de la virginifsima lançada Segunda vez fe prefentó en el cofo, Bien
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Pág. 16v Bien que el hafta jamas facó manchada, Que es fu azero muy limpio luminofo: Intacto fe faliò de la estacada, Porque fu penfamiento valerofo, Aunque fiempre las armas tuuo preftas, Fiambre fe quedò para otras fieftas. Començaron las trompas refonantes, Requifitorias del marcial auio, De aquellos campos dos, que litiftantes Dexaron aplaçado el defafio: Depueftas las marlotas y turbantes, A la ufança Española, con tal brio Entraron en la plaça, que la tierra, Sonantes caxas pareciò de guerra. La batalla trabaron orgullosa, Del mifmo modo que el paffado dia, Si bien fue mas luzida, y mas viftofa, Por las nueuas grandezas que incluìa: Defpedida con maña impetuofa Ardiente bala fue cada alcancia, Y compelidos de galantes furias. Ninguno quifo perdonar injurias. Quanto pudo emprender el oro, y quanto A el deffeo le pudo fer pofsible, Tanto logrò el poder, la industria tanto, Allanando tal vez aun lo impofsible: ConPág. 17f Con que fobraron galas infinitas, Admirables, coftofas, y exquifitas. Si yo en particular de cada vno, Veftidos, y colores refiriera, Si fuera tinta el Reyno de Neptuno, Poca materia a tanto affumpto fuera. Ni hazer quiero el volumen inoportuno, Ni pudiera abreuiarle aunque quifiera; Y afsi en forçados numeros refiero Lo que puedo dezir, no lo que quiero. Quando el roxo Planeta disfrazado Paffo por la Ciudad, dexo fobre ella A la que toca el general cuydado De vozes acordeadas Ninfa bella, Para hazer de fus ecos informado, Si bien à fu pefar de toda aquella Solemnidad que el pueblo Mexicano Confagraua al Alcides Castellano.
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Duraua la batalla, y no fabia La Ninfa, a quien adjudicar pudieffe El lauro indiferente que deuia, Sino es que en partes dos diuidieffe: Viendo el Marques que agoniçaua el dia Ygualmente mandò que fe partieffe; Y afsi quedaron todos mas premiados, Siendo de fus aplausos celebrados. E
Efte Pág. 17v
Efte dichofo termino tuuieron Las fiestas altamente efclarecidas Que al illuftre valor de Efpaña hizieron, La Ciudad y nobleza agradecidas: Demoftraciones raras (fi bien fueron) A tan benigno Principe deuidas, Puefto que al bien comu[n] de fuerte anhela Que por folicitarle fe defuela. Gozale, o Patria mia, las edades Que puedan fer lisonja a tu deffeo, Pues tantas lograras felicidades, Quantos lustros tuuieres tal tropheo: Viue en fu amparo, fin que à variedades Del tiempo fe fujete tu recreo, Para que en triunfos de tus altas glorias, Eternate celebren las Hiftorias. F
I
N
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FIESTAS QVE CELEBRO MEXICO, A 27 DE NOviembre de 1640 Años. Yo aquella, que fin ley canté algun dia, En Silua libre, la feftiua entrada, Del q`à iluftrar la Indiana Monarchia, Vino defde Rigion tan apartada, inSo con voz mas dulce que folia: Con lira canto ya masacordada, Debaxo de preceptos, las Reales Fiestas à caufa tal no desiguales.
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La pompa, el aparato, el luzimiento, De tres giros de Sol continuados, Las galas, la hermosura, lo fangriento, De libreas, de Toros, y tablados, Lo abundante, lo rico, y opulento, De grandezas, de Telas, y Brocados: Si tanto puede prometer mi pluma, Intento seducir a breue fuma.
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O vosotros de Pindo, y de Elicona Sagrado honor, purifsimas donzellas, Ceñidas fiempre de inmortal corona, Aun mas por eruditas, que por bellas: Vna que de imitaros oy, blafona, Sino en lo docto, en algo a vueftras huellas A alguna deua tan diuino aliento, Que culto haga el barbaro inftrumento A Si
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Pág. 1v Si el triplicado terno vezestantas Fue proteccion de plumas varoniles; Que fe bañaren en las aguas fantas De Aganipe; quedando mas fubtiles: Quantas razones mas, y caufas quantas Os obligan Deidades femeniles A que mis yerros le do rey la parte, De los primeros, que ignoré del arte.
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Era el año el tiempo poftrimero, En que la enjuta tierra dexa apenas, Del corbo arrado, y del agudo azero, Al tofco agricultor, romper fus venas, Defnudo el campo del verdor primero, Que lo diezen Claueles, y Azucenas, Temblando eftaua de flaqueza al frio, Porque en los huefos te dexò el Eftio.
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Del Otoño la efteril monarchia, Y vaya en fu carrera declinando, Cuyo ceptro Noviembre pofeya, Si bien en fu gouierno caducando: Llegofe del feftejo alegre dia,
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De su Imperio y a penas llegò, quando A el Sol, que esftaua en braços de la Aurora Durmiendo, trompo difperto canora.
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Sacudió del embargo soñoliento, Los farigados128 miembros que vencidos De caminar con rapto mouimiento, Pereçofos estauan adormidos, Los
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Pág. 2f. Los parparos rogò, y aplicó atento, Los ojos juntamente, y los oydos, Para inquirir la causa no entendida, De aquella voz dudosamente oyda.
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En medio entonces de la vaga Efphera, La Nympha vió, que có[n] plumados £uecos Discurre el Orbe con veloz carrera, Lleuando al ombro tá[n]tos bronces huecos, Sobrefaltofe el Ioben, demanera De los que oya repetidos ecos, Que en extafis de mudas fufpenfiones, Le embargó aú[n] masq el fueño, las acciones.
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Del purpureo clabel difuelto el nudo, Dixo elegante la parlera Fama, A el, que ya de fu voz pendiendo mudo Dexado auia la rofada cama. Que aleue encanto de Morfeo pudo Ocafionar al fueño, que te infama; Pues empeñando Ceptro luminofo, Te entriegas tan pacifico al repofo.
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Tu de quien penden tantas luzes bellas, Padre comun de todo lo viuiente, De cuya inmenfa lumbre las eftrellas Mendigan el honor refplandeciente Como el curfo ordinario no atropellas Conduciendo tu Carro al Occidente Pues aquel defte Oriente opuesto Polo Conspira contra ti, fegundo Apolo.
(73) (74) (75) (76) (77) (78) (79) (80) La Pág. 2v
La Laguna, que vn tiempo tus altares Tanto manchó con victimas fangrientas, Y en cuyos fiempre religiofos lares, Recebifte oblaciones tan cruentas. Ya el distrito, que muran los dos Mares, Y tu con aureos rayos alimentas, Falta la adoración con que folia Infenfarte la Indiana idolatria. 128
Debe decir fatigados (N. del E.)
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Ya facudiò el Imperio Mexicano, Tu yugo de fu cuello, y la obediencia Rinde a Deidad mortal, q en velo humano Le auxilia con diuina prouidencia: Verde de lustros, de talento cano, De rostro hermofo, y de gentil prefencia, La melena que pende por la efpalda, A fu frente es aurifera Guirnalda.
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Ora fea facrilegio, ora fea Iufta equivocación, por la que tiene Similitud con tu deidad Febea, De quien el nombre Delio le proviene: Quanto baña Occeano, y hermofea Su militar bafton oy le conviene, Y contra tu decoro ya le llama, Su protector el Pueblo, que le aclama.
(97) (98) (99) (100) (101) (102) (103) (104)
En vn corbo Zodiaco de pino, Por fu Real planeta le juraron, Todas las cafas del folar camino, Cuyas invictas fienes coronaron:
(105) (106) (107) (108) Y en Pág. 3f
Y en otro medio circulo de lino, (130)Como efte mote. Oy fale Apolo nueuo, Como de entre las nuves fale Febo.
(109) (111) (112)
Ayer la Ciudad vieras Mexicana En campo hermoso, que invidiar pudiera, Lo infigne de la Corte Caftellana, Extinguir vna, y otra armada fiera: Y defpues la nobleza cortesana, Medir el fitio con veloz carrera, Formando a trechos, ya coral, ya efpumas; De rojas bandas, y de blancas plumas.
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Si de tu opofitor la Regia entrada, Vuieras vifto, y fu gentil presencia, Con Mageftad honesta aderezada, Defmayaras en tanta competencia: En vn Bruto de piel azabachada, De fu dueño advertida diligencia, Por efcufar afsi muchos enojos, Del veneno nociuo de los ojos.
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Oy el Toro fogoso, horror del cielo, Por feftejar la Indiana Monarchia, Dexa fu azul dehefa, y baja al fuelo, Y al robador de Europa defafia: Todos ayudan con ygual desvelo, A la solemnidad de tan gran dia, Marte dá laças. Y el Amor fabores, Cañas Siringa, el Iris da colores,
(129) (130) (131) (132) (133) (134) (135) (136)
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Ca Pág. 3v Caballos, y jaezes matizados; Cordova dio, la Perfia los plumajes, Telas Milan, Manila diò Brocados, Las Indias Oro, el Africa los trajes, Primaveras obftentan los tablados, Diverfidad de flores fon los pajes, La plaça conduxera a fu grandeza, Las de la Inquificion por fu limpieza.
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Sufpende, añada la Donzella alada El curfo, que ya eftamos fobre el cofo Donde verás con proporcion quadrada, Culto adorno, aparato generofo: Aquí yafe la Corte convocada En luzido concurfo numerofo, Tanto, que el lince de mayor desvelo, Apenas pudo regiftrar el fuelo.
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Atiende á efte jardin de racionales, Plantas vivientes, animadas flores, Que quantas tiene Cipre vejetales, Invidian de fu pompa los olores: Aquel, que con infignias ves Reales Ornato de Brocados brilladores, Cuyo folio fobre el pende eminente, De un competidor Trono es decente.
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El que inmediato à el luze, y campea, Es el de los Licurgos; que en fus manos La balança pendiendo eftà de Aftrea, Mas fiel, q en las de Griegos, y Romanos:
(160) (161) (162) (163) Aquel Pág. 4f
Aquel que con viftofa taracea; Se adorna de texidos Mexicanos, Es de ministros del Real theforo, Cuya pureza nunca manchò el Oro.
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Efte modeftamente aderezado, Del Cabildo Eclefiaftico es afiento, Donde lo obftentatiuo, y lo fagrado, Se hermanan con decente luzimiento: El que cubierto miras de Brocado, Iluftra el Ciudadano Regimiento, Argos de la Republica celantes, Cuftodios nobles fiempre vigilantes.
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Efte donde Mercurio predomina, Ocupa el Confulado poderoso, Arbitro juez de quanto fe tragina, Por vno, y otro piélago efpumofo:
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Ya telas de Milan, ya de la China, Alientan lo luzido, y lo pompofo, De fuerte, que parecen los tablados, Mas obra de telar, que fabricados.
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Efte choro gentil de Ninfas bellas, Efpofas de ministros eftremados, No es de mendigar de tu luz eftrellas, Pues oy tienen tus rayos afrentados, Con nueua gala Abril aprende dellas Los primores, matízes y bordados, Donde fe ve tambien que las hermofas, Pueden fer entendidas, y aliñofas. B Si vuie
(184) (185) (186) (187) (188) (189) (190) (191)
Pág. 4v Si vuieras madrugado, fi llegaras A efte fitio mas prefto, quanto vieras Carrozas llenas de bellezas raras, De que harta invidia con razon tuvieras, De aquel balcon luciente fi reparas En Deidades de rojas cabelleras, Son hermosuras, que con dulce amago; Pueden dar a las almas Santiago.
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Tal vieras blanca rofa guarnecida De agudas puntas, de luziente azero, Cuya luztrosa tez defcolorida, Robò los ampos al nevado Henero, Tan a lo militar Palas veftida, Y el traje tan honesto, aunque guerrero, Que Amor enamorado de fu aliño. Siendo Gigante, fe preciò de niño.
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Sus defvelos jamas logró el defeo, Con tanto acierto, nunca el artificio Tuvo en las damas tan figuro empleo; Ni fe moftró el adorno mas propicio, A la hermosura fe agregó el ateo, Y hasta el cuydado fue de beneficio, Pues lo bello al defcuydo vinculado, Mas hermoso falió con el cuidado.
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Pero ya fi el oydo no me engaña, Tres cóncavos metales con estruendo, Sufpendan la diafana campaña, Sus ecos dulcemente repitiendo:
(216) (217) (218) (219) Sin Pág. 5f
Sin duda el Ioben bello honor de Efpaña Tus rayos vno à vno desmintiendo, Por afrentarte, no por competirte, Sale de fu Palacio a desluzirte.
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(220) (221) (222) (223)
No es illufion, que de miniftros ciento De jufticia, la tropa antecedente, Me pone bien feguro el argumento, De que dora las puertas de fu Oriente; Bien lo dize el confufo mouimiento Del efquadron, que atropelladamente, Inunda el cofo por la abierta boca, Que a tan grande avenida puerta, es poca.
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Ya de las dos Efpañas, la nobleza, Con multitud de pajes y lacayos, De America apurando la riqueza. Burlan Abriles, y defprecian Mayos: Diamante mira en vna, y otra pieça, Que fupliendo la aufencia de tus rayos En la noche de luzes mas abara, Hazer pudiera fu tiniebla clara.
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Aquella es la Ciudad recopilada, A el número de pocos Senadores Y en ellos fu grandeza epilogada, Luze con no imitables esplendores: Ya penetrar la plaça alborotada, Miniftros de real Caxa, y Contadores, Y aquel que ves con militar ornato, Precursor de fu luz es inmediato,
(240) (241) (242) (243) (244) (245) (246) (247) Ya Pág. 5v
Y a los dos fuperiores Tribunales; Sala del Crimen, y Real Audiencia, En ombros de briofos animales, Provocan a refpeto, y reverencia. Eftos, que en dos hileras vesiguales, Mas por oftentacion, que conveniencia Governando effos frefnos azerados, Ociofos de fu guarda fon foldados.
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Aquel, que del Ofir, el mas luciente Metal, en rubias hebras dividido, Orla los lados de fu blanca frente, Y fobre el labio fe incorpora vnido, Cuias mexillas baña hermofamente, Vn Clabel en las mias es desleydo, Y que efcogió por ojos vno, a vno, Los dos mejores del Pabon de Iuno.
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Es tu competidor, mira fi en tanta Opoficion, ò hijo de Latona, Peligra la Guirnalda de la planta, Que con verdes defdenes te corona: En garbo, talle, y rostro fe adelanta, Y en partes a la tuya fu perfona, Porque para formar fu gentileza, Nuevo eftudio obftentò naturaleza.
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De vna ingeniofa aunque mejor labrada Red que la de Vulcano artificiofa, La tela es del beftido entreforrada, En blanca lana de Milan viftofa.
(272) (273) (274) (275) Que Página 6f
Que no pudiendo estar tan encerrada, O por lo femenil o por hermosa A fer vista de tanta bizarria, Se afoma por la negra zelofia.
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Quanto la Margarita, en nacarados Senos, blanco fudor del Alua bebe, En los brahones golpes, y coftados, Viftofa es guarnificion, precio no leue: De filigrana con buril labrados Amaltea fobre el jazmines llueve, Y las ligas gaftaron a porfia, La primer rifa del Infante dia.
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La banda que le cruza el noble pecho, Si no es llanto quajado de la Aurora, Que a California le apuro o pecho, El humor que fus conchas atefora: En vn bello animal de furias hecho Que a pefar del bocado le colora; Cuya cafcada plata faca en fuma, Viuas centellas de manchada espuma.
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Tan prefumido va de cortesano, Que por el dueño fu obediencia entienda, Executa las leyes de la mano, Antes que las reciva de la rienda, A piel nebada diò matiz ufano, El evano, que a manchas le remienda, Y le mueue tan agil, que recelo, Que huella el ayre, defpreciando al fuelo.
(296) (297) (298) (299) (300) (301) (302) (303) Mira Pág. 6v
Miralo bien plantado, y lo briofo Con que a la brida y a tan fin cuydado, Que el natural donayre primorofo, Parece con defvelos eftudiado. Hafta el graue mirar mageftuofo, Mezcla con rifa alegre, y dulce agrado De fuerte, que de tantas atenciones, Se lleua tras de fi los corazones.
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Aquel de feis caballos conduzido, Carmefi Plauftro, cuyo flueco pende, De oro mas martillado, que torcido, Portátil Pirineo, que fe enciende, Con tanto metal rubio derretido
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Que en anchos rios fe dilata, y tiende, Y el terciopelo, cuyo campo riega, Por bordarle parece que le aniega.
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Trono es folar, aunque le ves vazio, Que fu deidad incluye vez alguna, Con quien fuera grosero defvario, Que compitiefe fu dorada cuna. No parte fu luziente feñorio, Iurifdicciones con la mifma Luna: Pues aquella fe pufo en otro Polo, Porque el en efte diefe lumbre folo.
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Mira de fu familia generofa, El exercito cafi innumerable, Y no es oftentacion vanagloriosa; Adquirida en el cargo no durable.
(328) (329) (330) (331) CoPág. 7f
Coftumbre fi en fu cafa poderofa, Oy por titulos tantos eftimable, Siendo con tan notable maravilla, Honor de Portugal, y de Caftilla.
(332) (333) (334) (335)
Clicie de fu gallardo movimiento, Es tanto pueblo, cuya vifta atenta, Con audaz generofo atrevimiento, Aun los menores atamos le quenta: Admiraciones dà de ciento en ciento, A terminos del coffo que frequenta, Dexando en los balcones, y tablados, De honefto amor los pechos abrafados.
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Ya el Bufefalo Americo depone Y aciende al regio Solio que le aguarda Ya el vulgo en furia intrepida fe pone, Como terciada vé tanta Alabarda Ya a defpejar la plaça fe difpone, El militar Caudillo de fu guarda, Gloriofa rama de Avila, y Pacheco, Que de fu nombre alienta folo el eco.
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De aquella parte andaua, quando delta El Alguazil mayor de la Real Corte, Haziendo que la turba defcompuefta, En las puertas el ímpetu reporte: Su oftentacion baftara para fiefta, Pues es cada familia aun vna Corte, Cuyas galas por ricas, y luzidas, El Oro consumieran del Rey Midas. Mira-
(352) (353) (354) (355) (356) (357) (358) (359)
Pág. 7v Miraua el Sol defde su nuve denfa
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Quanto la fama le narro eloquente Y por fer teftigo de su offenfa, Aprefuro su curfo al Occidente, Limpia la plaça, y la atención fufpenfa De tanto pueblo, aceleradamente, Agitado de azero rigurofo, Bicorne rayo fe arrojo en el coffo,
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Tan feroz, que si a Duero y a Iarama, El licor no bebió, parecio al vello, Que pafsio la fiereza entre fu grama: Inhiefto de cerviz, rugado el cuello, Los ojos eran de color de llama, Negra la efpalda, y erizado el bello De juntos, y delgados candilones, Prefto de pies terrible de rayciones.
(368) (369) (370) (371) (372) (373) (374) (375)
Era cada bufido horrible trueno, Corriendo configuró quanto quería, Hafta que de azetadas garras lleno, Quanto mas fe incitaua fe impedia. Sirviole fu coraje de veneno Pues murio de fu mefma valentia, Porque a dar muertes, y a tomar venga[n]ças Se entro por un exercito de lanças.
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Aun no bien tanto azero ensangrentado, Le falto la vida, quando un terno, De Azemilas con armas enmantado, De la Ciudad politico gobierno. Plata
(384) (385) (386) (387)
Pág. 9f (numeración correcta) Plata bruñida en tafetán leonado, Poniendo vn lazo en vno, y otro cuerno Tan veloz le facô, que parecia, Que el mifmo con fu aliento fe mouia.
(388) (389) (390) (391)
En la paleftra fe plantô tan fiero, Otro de aduerfa parte, que ya era En su comparación manfo el primero, Cuya piel mas horror al verla diera: Toftado el lomo, y de bruñido azero Las puntas, nibeladas de manera, Que fer pudiera efcandalo luciente De la luna un amago de fu frente.
(392) (393) (394) (395) (396) (397) (398) (399)
No fu ferocidad era bastante A defmayar el animo obftinado, Del concurfo de á pie voziferante, Con cuya agilidad fe vio burlado: De vno y otro rejon el arrogante Ceruiguillo hafta entonces no domado, Tantas congregò bocas à vna herida, Que en rojo humor defperdició la vida.
(400) (401) (402) (403) (404) (405) (406) (407)
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Con fieras manchas fobre piel nebada, Relámpago fin luz, mas no fin trueno, Se prefentò el tercero en la eftacada: El hozico, de espuma, y fangre lleno: Con ancho hierro en hafta dilatada Ginete le aguardaua tan fereno, C
(408) (409) (410) (411) (412) (413) Que Pág. 9v (numeración correcta)
Que el moftruo horre[n]do lleno de furores No baftò a perturballe los colores.
(414) (415)
Llegó la fiera, y viendo a fu aduerfario Cargado el ombro de robusto pino, Alfombrada del cafo temerario, Torcio la linea recta del camino: Eftuvo la victoria del contrario, No el eftrago fatal á fu deftino, Que de otra mano las arterias rotas, Cedio el aliento en las primeras gotas.
(416) (417) (418) (419) (420) (421) (422) (423)
Entonces al gentilito exercio Se interpufo parentifes guftofo, Dando de mayor fiefta claro indicio Quando bridones por el ancho cofo, Del venerado oráculo propicio, Confultaron el pecho generoso, A cuya petición con roftro afable, Oyó benigno, y refpondio agradable.
(424) (425) (426) (427) (428) (429) (430) (431)
Don Enrique Pacheco el uno era, Y don Iuan de Cervantes le acompaña Don Nicolas tambien, en quien efmera De Bonilla el honor, grandeza eftraña. Deftos tres el valor cantar quifiera, Mas fáltale a mi ingenio culta maña; Pues de todos pintar la gala en fuma, Aun fuera gran hazaña a mejor pluma. Sigue-
(432) (433) (434) (435) (436) (437) (438) (439)
Pág. 10f Siguieron a eftos nobles partidores Ocho cuadrillas, alternadamente, Ciudadanos tal vez, tal Regidores, Hermofa variedad, quanto decente: Reduzianfe a folos dos colores, Marlotas de brocado de occidente, Azul la vna, y con ygual decoro, Otra rofada, entrambas fondo en oro.
(440) (441) (442) (443) (444) (445) (446) (447)
Los fonbreros de lama trencillados, Trinillas de tocon, vandas, y rofas; Cruzauan las adargas encarnados Tafetanes con liftas efpaciofas De plata, eftauan vnos esmaltados
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Con las armas de Mexico honorofas; Y otros en fe de fu memoria eterna, Co[n] nombre del Señor que nos gobierna.
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Entraron en hilera ciento a ciento, Hipogrifos a fuer de guerra almados, Formando belicofo mouimiento De fon de las trompetas incitados. La oftentacion de tanto luzimiento, Ociofamente los llenò fobrados: Azemilas de cañas tantas fueron, Que confufo su numero tuuieron.
(456) (457) (458) (459) (460) (461) (462) (463)
Gafto de la Ciudad, no tan pequeño, Que el caudal del tesoro Veneciano C2
(464) (465) No Pág. 10v
No quedara con el en grande empeño; Mas en feruicio del Monarcha Hifpano, (De fu lealtad reuerenciado dueño) Nunca con efcafez obró fu mano, Puefto que las haziendas, y las vidas, Siempre fus plantas moftraran re[n]didas.
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Defpues que al de tres grandes excellentes Titulos, los azeros inclinaron, Y humillando los cuellos y las frentes, Con afectos fin voz le saludaron: Aplaudidos decoros diferentes, Al quadrangulo todo circularon, Y como balas que compele el fuego, Dieron principio alas parejas luego.
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Tan gallardo don Marcos de Guevara, (Que la quadrilla gouernó primera) Su carrera paffo, que fi intentara El Zafiro seguirle no pudiera: Don Gafpar de Molina, no juzgara Quien a los dos tan pefpuntados viera; Sino que tan conforme mouimiento Procedia no mas de vn aliento.
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Con don Martin Offorio, tan afsido Fue don Carlos de Samano ajuftado; Que fi abraçado no; por lo medido Parecian vn Geminis plumado. Don
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Pág. 11f Don Diego Cano, atrás dexo corrido Al Boreas, ò por torpe, ò por pefado, A quien imitò en gala, y en defpejo, Con la mifma ygualdad do[n] Pedro Trejo.
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(491) (492) (493) (494)
Don Iuan, y do[n] Go[n]çalo, aquel de Andrada, Y de Bribiefcas efte, en lo vniforme, Tuuieron fufpendida, y admirada La plaça con pareja tan conforme: Tan galante partio, tan eftremada, Que no harà poco la que le conforme; Pues entre multitudes de atenciones, Sigura fe lleuò las bendiciones.
(495) (496) (497) (498) (499) (500) (501) (502)
La de don Iua[n] de Orduña, en lo ajuftado, Hecha de vn bulto folo parecia, Primor que de ninguno fue imitado, Pues el lauro le dio la bizarria. Su buelo començò tan eftremado, (Puefto que mas bolaua que corria) Que fu mas defcuydado mouimiento, Fue con difino de burlar al viento.
(503) (504) (505) (506) (507) (508) (509) (510)
Se vniò á don Iuan, don Aguftin Chauela, Con tal ayre, tan rara marauilla, Que la mas auifada centinela; Iuzgara que ocupauan vna filla: Sigue en fu curfo con ygual cautela, Don Diego, y don Antonio de Manfilla, C2
(511) (512) (513) (514) (515) (516) ParePág. 11v
Parecie[n]do fus brutos corregidos. (517) De vn mefmo freno, y d[e] vna efpuela heridos.(518) Los hierros de las lanças, y los quentos, Los penachos, las vandas, los liftones, Los braços, las adargas, los alientos, El partir, el pulfar de los talones, Tan compaffados eran tan atentos En imitarfe entonces las acciones; Que en riqueza, cauallos, garuo, y modo, Se lleuaron la voz del pueblo todo.
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Daua don Iuan Mexia Altamirano, Con el valor que fu nobleza esmalta, Inuidia noble al jouen mas loçano, Que fi el aliento fobra nada falta: Y ua à fu lado, juftamente vfano, Bizarro don Francifco de Peralta; En fin pareja tan ygual, que creo Que fu limite alli tuuo el deffeo.
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Hijo, y yerno à el valor efclarecido, Los rayos como amantes girafoles, Siguieron, cuyo curfo fue aplaudido, De la jufta atención de muchos foles: Tal correr, y para nunca han tenido En fus fieftas los cofos Españoles, Que á don Gabriel de Rojas, ya la fama, Y á don Rodrigo juftamente aclama.
(535) (536) (537) (538) (539) (540) (541) (542)
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Galan Pág. 12f Galan Iuan de Alcocer, tan nibelado Salio, con don Chriftoual de la Mora, Que nunca aueriguar pudo el cuydado Si eran dos, hafta el fin de fu derrota: Don Iua[n] de Grados bien merece el grado Defde efta parte, hafta la mas remota; Pues lleuò con Simon Tellez de Trejo, La palma del buen ayre, y del defpejo.
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Don Alonfo Ceruantes Villanueva, Con don Antonio Eftupiñan, en vano Seguir el Noto fu violencia prueua, Aunque no fe vio nunca mas vfano: Oy don Lorenzo Suarez bien renueua Su fama con el pueblo Mexicano, Que con aplausos celebrò fin taffa A don Francisco de Solis Bartaffa.
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Don Felipe Moran era vn cometa, Que fi encendido no, corrio luciente, Don Rafael de Trejo vna faeta, Que fu accion imitò resplandeciente: Don Iuan Tellez de Trejo, ni el Planeta Rubio falio con brio tan valiente, De Macaya don Iuan, con arte, y maña Valor, y ligereza le acompaña.
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Don Iñigo Carrillo Altamirano, Y don Fernando Niño, tan ayrofos
(567) (568) Con Pág. 12v
Con gala tal, y eftilo cortefano, Tan luzidos, gallardos, y briofos Corrieron que del vulgo ciudadano Recibieron los vitores gozofos, Si bien demoftracion tan alagueña, De deuda tanta aun no fe desempeña.
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Don Iuan el jouen, generosa rama Del Tronco illuftre de Cafaus Cerua[n]tes, Cuya carrera en bronzes de la fama, Celebraciones adquirio baftantes: Como oprimida luz, que fe derrama De la nube con ecos resonantes, Afsi paffo con don Iofeph Limeno El fitio, ya de admiraciones lleno.
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Acabé las quadrillas, mas no acaba Con efto el luzimiento de la fiefta; Que de fu pompa la menor baftaua A dexar fu grandeza manifiefta:
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Apenas vna al termino llegaua, Quando otra fe ajuftaua, ya tan prefta, Que de ocupar en ellas los defpojos, Aun no dexauan defcanfar los ojos.
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Defpues que el capo hermofo difcurriero[n], Por efquinas, por frentes, y por lados, A remudar quadrupedos falieron, Mas por oftentacion, que por canfados
(591) (592) (593) (594) Ni: Pág. 13f
Ni aun efte breue rato permitieron Ofioso, los atentos Diputados Pues co[n] nueuas de amor demoftraciones Començaron a dar las colaciones,
(595) (596) (597) (598)
Francifco del Caftillo generofo, Y el Alcalde Chriftoual de Balero, Ya de lo oftentatiuo y numerofo, Por grado lleuan el lugar primero Pomos de plata dieron, de preciofo Licor, cuyas aromas no refiero: De dulces, y paftillas diferentes, Fue innumerable el numero de fuentes.
(599) (600) (601) (602) (603) (604) (605) (606)
Con prefta mano al pueblo que vozea, Bierte el Marques alcorças por el ayre; Y no ay ninguna que vn harpon no fea, Aunque fue defpedida con defgayre: Era de gufto ver la taracea, Que preuino a pefar de fu defayre, Aun hafta los mas minimos pedazos, Siendo axedrez de levantados braços.
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Qual los cubiertos con la frente toca, Que no los pudo recoger al buelo, Y entrar los vió por otra abierta boca, Que importa mas la dicha q el defvelo; De tanta inmenfidad, ni aun parte poca Pudo llegar defperdiciada al fuelo, D
(615) (616) (617) (618) (619) (620) Porque Pág. 13v
Porque el anis fe via mas enano, Recogido en el viento grano a grano.
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Boluiò a defparramarfe aquel confufo Exercito de Ormigas racionales: Pero la guarda a fu pefar le pufo Con orden en hileras bien yguales: Luego que fin estorbos fe difpufo La plaça, y a las vozes de metales, En vna y otra puerta refonando, A batalla fe eftauan incitando.
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Dos vezes ocho brutos defta parte, Y otros tantos de aquella el campo y ede[n] Cuyos ginetes en furor de Marte, Los generofos animos encienden: La escaramuza traban con tal arte, Que aun los que faben la verdad enti[n]de[n] Que es aquella batalla de venganças, Y que las cañas fe han de volver lanças.
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Haze y deshaze bueltas enrofcadas, El tortuofo caracol ligero, Y diffueltas con gala las laçadas, Se buelue a dividir como primero: Y á otra vez las dos hueftes encontradas, Cada qual fu opinión figue guerrero, Y en vno, y otro puefto offadamente, Planteados fe probocan frente a frente
(639) (640) (641) (642) (643) (644) (645) (646) RomPág. 14f
Rompiendo entonces la marcial paleftra, Acometio don Marcos de Gueuara, Co[n] tal unio[n] de fu quadrilla diestra Que en los quatro ni el vie[n]to un bla[n]co hallara A los contrarios roftro a roftro muestra Que fon flechas las cañas que difpara, Y que no a refiftirlas fon baftantes, De las adargas los bruñidos antes.
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Saliò don Diego Cano Moctezuma, A feguir los quadrugedos baxeles, Que fi no furca pielagos de efpumas, Firmes golfos nauega mas fieles: Pienfo que no ay oydo que prefuma, Que fon de cañas golpes tan crueles. Sino que rayos fon difsimulados, O quando rayos no, dardos coftados.
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Sale don Iuan de Orduña à la campaña, Y á los contrarios fugitiuos pica Con quatro golpes de vna y otra caña, De cuya fuerça fu furor publica. Tal rebuelue recoge, y acompaña La tropa à quien fu esfuerzo comunica, Que fus contrarios prefumir pudieron, Que en vno todos quatro fe embeftiero[n].
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Parte don Juan Mexia Altamirano, Y en fu alcance incitado de la ofenfa, D2
(671) (672) Sae Pág. 14v
Saetas con furiofa mano: Sale Iuan de Alcocer a la defenfa,
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(673) (674)
Recogefe el gallardo Ciudadano, Mostrando al reboluer prefteza inmenfa: Y figue don Alonfo de Cervantes A los que fueron feguidores antes.
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Incorporanfe aquellos adargados, Eftos les llaman con alabe grita, Y boluiendo a fu puefto defarmados, Don Felipe Moran fu furia incita: Ya facuden los braços levantados: Ya don Iuan de Cafaus les folicita, Cuya cuadrilla intrepida fe enoja, Y cada caña es vn harpon que arroja.
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Cruzan el campo de vna y otra parte, De no pequeña colera encendidos, Como fi del beligero eftandarte, Fueran a duro encuentro conduzidos: Sino incitados del furor de Marte, Son del laurel de Apolo perfuadidos, Pues quifo cada qual ganar la fama Que tuuo del aplaufo que le aclama.
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Huuo golpe de braço tan valiente, Que vn cuerpo armado penetrar pudiera Paffando de la adarga refsisftente, El ante duro como blanda cera: Aun
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Pág. 15 f Aun mas alla de la region ardiente, Recudida fubio caña ligera, Tanto, que defandar en años ciento No podra lo q anduuo en vn momento.
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El sol de quando en quando reboluia La vifta ardiente á ver la plaça bella, Y como, aunque de lexos defcubria Cada inftante mayor feftejo en ella, Sincopando los terminos del dia, Con el mármol de ocafo fu luz fella, Y en las ondas del Sur fe apagò luego, Porque quedafe el Orizonte ciego.
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De la noche, y los quatro partidores, A vn tiempo la batalla fue impedida, Si bien quedaron todos vencedores, Por no hallarfe ventaja conocida: Pero los campos dos competidores, Por no lleuar la palma repartida, Se emplazan de fu brio haziendo alarde, Para las alcancías de otra tarde.
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Permite el defafio el Marte Hifpano, Y ofrece honrarle hallandofe prefente. Y luego del afsiento soberano,
(719) (720) (721)
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Entre el quadron pueril baxo luciente: Seguido el concurfo ciudadano, Llegò al Ocaso, que ante fue fu Oriente D3
(722) (723) (724) Y la Pág. 15v
Y la tropa de gente conuocada, Fue por diversas partes derramada.
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Aquella noche toda paffò en pefo El Sol tan defvelado, y defabrido, Apurando el difcurfo en el fuceffo Que fu luciente Imperio auia tenido, Que en el caos de tinieblas mas efpefo, Veftido eftaua y con el carro vnido Con no pequeño llanto dela Arora, De verle levantar tan à defora.
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Partiofe luego para el negro Ocafo, Y como la Provincia alborotada, Forçofamente le auia de fer pafto Para llegar al fin de fu jostada: El bordado de eftrellas azul rafo, De vna nube cobriò tan condenfada, Que al procurar aquellos Orizontes, Ni aun le pudieron ver fus altos montes.
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Yfsi entre pardas fombras desmentido, A efta Occidental Corte llegò, quando A fu competidor vio efclarecido, Que en el feftiuo coso venia entrando: De las afpiraciones del veftido, El Zephiro fe eftaua perfumando, Pues por hurtalle el ambar, vezes ciento Le alagaua con blando mouimiento.
(743) (744) (745) (746) (747) (748) (749) (750) No Pág. 16f
No pinto los primores vno a vno Del credito mayor de lo rodado, Por no hazer mi difcurfo aquí inoportuno Pues otra vez le tengo ya pintado: Yua con los affomos de zebruno, Galas haziendo de lo remendado, Acufando tal vez quando relincha, Con las manos ahogos de la cincha.
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En la forma del dia antecedente, A fu afsiento llegò el Marques, apenas Quando un toro enma[n]tado falio ardie[n]te, Que incendio palpitaua por las venas: Quexabafe abrafado, y a la gente No mouia a laftima fus penas, Siendo el gemido que formaua en vano, El del toro Falaris tyrano.
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Otro falio, que con el mefmo eftilo Murio abrafado en poborofa hoguera, Cuya efpantofa llama todo el Nilo, Inútilmente fufpender quisiera: Defvelo quiças fue de algun Perito, Sino de Deyanira astucia fiera Que Hercules de los toros le ha juzgado Y en la camifa el fuego le ha informado.
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El de la virginifsima lançada Segunda vez fe prefentó en el cofo,
(775) (776) Bien Pág. 16v
Bien que el hafta jamas facó manchada, Que es fu azero muy limpio luminofo: Intacto fe faliò de la estacada, Porque fu penfamiento valerofo, Aunque fiempre las armas tuuo preftas, Fiambre fe quedò para otras fieftas.
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Començaron las trompas refonantes, Requifitorias del marcial auio, De aquellos campos dos, que litiftantes Dexaron aplaçado el defafio: Depueftas las marlotas y turbantes, A la ufança Española, con tal brio Entraron en la plaça, que la tierra, Sonantes caxas pareciò de guerra.
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La batalla trabaron orgullosa, Del mifmo modo que el paffado dia, Si bien fue mas luzida, y mas viftofa, Por las nueuas grandezas que incluìa: Defpedida con maña impetuofa Ardiente bala fue cada alcancia, Y compelidos de galantes furias. Ninguno quifo perdonar injurias.
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Quanto pudo emprender el oro, y quanto A el deffeo le pudo fer pofsible, Tanto logrò el poder, la industria tanto, Allanando tal vez aun lo impofsible: Con-
(799) (800) (801) (802)
Pág. 17f Con que fobraron galas mânitas, Admirables, coftofas, y exquifitas.
(803) (804)
Si yo en particular de cada vno, Veftidos, y colores refiriera, Si fuera tinta el Reyno de Neptuno, Poca materia a tanto affumpto fuera. Ni hazer quiero el volumen inoportuno,
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Ni pudiera abreuiarle aunque quifiera; Y afsi en forçados numeros refiero Lo que puedo dezir, no lo que quiero.
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Quando el roxo Planeta disfrazado Paffo por la Ciudad, dexo fobre ella A la que toca el general cuydado De vozes acordeadas Ninfa bella, Para hazer de fus ecos informado, Si bien à fu pefar de toda aquella Solemnidad que el pueblo Mexicano Confagraua al Alcides Castellano.
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Duraua la batalla, y no fabia La Ninfa, a quien adjudicar pudieffe El lauro indiferente que deuia, Sino es que en partes dos diuidieffe: Viendo el Marques que agoniçaua el dia Ygualmente mandò que fe partieffe; Y afsi quedaron todos mas premiados, Siendo de fus aplausos celebrados. E
(821) (822) (823) (824) (825) (826) (827) (828)
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Efte Pág. 17v
Efte dichofo termino tuuieron Las fiestas altamente efclarecidas Que al illuftre valor de Efpaña hizieron, La Ciudad y nobleza agradecidas: Demoftraciones raras (fi bien fueron) A tan benigno Principe deuidas, Puefto que al bien comu[n] de fuerte anhela Que por folicitarle fe defuela.
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Gozale, o Patria mia, las edades Que puedan fer lisonja a tu deffeo, Pues tantas lograras felicidades, Quantos lustros tuuieres tal tropheo: Viue en fu amparo, fin que à variedades Del tiempo fe fujete tu recreo, Para que en triunfos de tus altas glorias, Eternate celebren las Hiftorias.
(837) (838) (839) (840) (841) (842) (843) (844)
F
I
N
En la obra de Doña María de Estrada que se transcribe en las páginas antecedentes, se narran los festejos que tuvieron ocasión por la llegada del Marqués de Villena a la ciudad de México. Los festejos aquí reseñados fueron tres en dos jornadas consecutivas: una corrida “completa” de 32 toros129 y una “nocturna” de 8 toros al anochecer del mismo día. Al día siguiente se presentó una “corrida de alcancía” que cerró el programa de festejos.
Se le llamaba “corrida completa” a aquella en la que se toreaban 32 toros por ocho cuadrillas de participantes (2 toros por cuadrilla) en dos tiempos, uno matutino y otro vespertino. Por la mañana se daba muerte a 16 toros y otros tantos en la tarde. Estas corridas eran considerablemente costosas y se reservaban para los festejos de mayor categoría (como el que nos ocupa). Más frecuente era la “media corrida” de 16 toros (sólo la porción matutina o vespertina) o la “cuartilla”, de 8 toros. Esta última era la más 129
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Así pues, en el poema podemos leer todo este fasto en la estructura siguiente: Versos 1 al 32.-Presentación de la autora; aclaración acerca de su condición de poeta ya conocida pero que ha mejorado su desempeño como tal; disculpa anticipada por sus posibles incapacidades para narrar el fasto e invocación a las musas para que le inspiren y ayuden en la tarea poética. Versos 33 al 80.-Nota acerca de la necesidad de la Nueva España de tener un nuevo virrey y acción de gracias por habérsele ocurrido al rey (de quien, sin embargo, desliza un del Otoño la estéril monarquía/ y vaya en su carrera declinando, muy poco elogioso130) el designar para ello al Marqués de Villena. Versos 81 al 108.-Breve relación de los antecedentes del reino; referencia a la época prehispánica con reprobación de la práctica de los sacrificios humanos (Tanto manchó con víctimas sangrientas... recebiste oblaciones tan cruentas); referencia a la evangelización y la ventura de ser rescatados por la majestad del rey, a quien presenta como protector del pueblo. Versos 109 al 128.-Referencia a la entrada del virrey Villena, con nota en el versos 131 a la obra de la propia autora en el que específicamente hace la relación de la procesión y ceremonias de recibimiento. En una curiosa figura, en este tramo de versos le habla al Sol y lo acusa de sentir envidia (del veneno nocivo de los ojos . . .v. 128) de la magnificencia del virrey. Versos 129 al 136.-El festejo que se narrará a continuación es una corrida de toros, para la cual cooperan todos en la ciudad e incluso las deidades (Marte, Amor, Siringa, Iris). Especial atención a la figura del toro fogoso, horror del cielo (v. 129), que recuerda la imagen del toro celeste que incendia el cosmos y que se enfrentará a Zeus 131 (el robador de Europa, v. 132) Versos 137 al 163.-Descripción del escenario de la corrida. Se menciona un tablado con adornos de telas finas, brocados y plumajes. Se menciona la presencia de la corte en pleno, así como de los jueces y magistrados (y campea, es el de los Licurgos132, v. 161), a quienes no se detiene en decir que son mejores servidores de la justicia que lo que pudieron haber sido nunca antes Versos 164 al 215 y 240 al 255.-Continúa la descripción de los asistentes a la corrida. Entre ellos: los ministros del Tesoro (v. 166); el cabildo eclesiástico (v. 169); los común en festejos de pueblos y ciudades pequeñas, fiestas de santos patronos o celebraciones de particulares. 130 Conviene recordar que en 1640 era rey de España Felipe IV, penúltimo de los Austrias y quien se caracterizó por su incapacidad de gobierno, la que lo llevó a delegar el poder en sucesivos favoritos, entre los que estuvo el muy impopular Conde-Duque de Olivares, quien era particularmente detestado por los nobles de las familias más antiguas. En este caso, igual puede estar hablando Doña María como heredera de un ilustre apellido castellano o puede deslizar el comentario como una forma de halagar a la familia del virrey, los López Pacheco, emparentados en primer grado con los reyes castellanos desde el siglo XIV y con denominación de “Grandes de España” desde el reinado de Juan II, padre de Isabel La Católica. 131 Zeus, rey de los dioses olímpicos, entre sus muchas conquistas amorosas tuvo el de Europa, princesa de Tiro, hija de Agenor y hermana de Cadmo, a quien raptó convertido en un toro blanco. La llevó sobre su lomo a nado desde la costa fenicia hasta la isla de Creta, donde recuperó su forma divina y la violó. De esta unión nacieron tres hijos: Minos, Radamantis y Sarpedón. Véase Ovidio, Las metamorfosis, ii 836 y ss. y Mosco, Idilios, ii 37-62 132 Referencia a Licurgo, mítico legislador de la polis espartana, quien compiló las leyes de organización de la misma hacia el 850 a.C.
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comandantes del Regimiento Ciudadano133 (v. 173); el Consulado de comerciantes134 (v. 177); damas de la ciudad, a cual más hermosas; los senadores de la ciudad135 (v. 241); ministros de la Real Caja y sus contadores (v. 245); los tribunales superiores: Sala del Crimen y Real Audiencia (v. 248 y 249). Vale la pena mencionar que los toda esta concurrencia arriba a la plaza a caballo (los varones) y en carruajes (las damas), de los que se describen también los jaeces. Versos 216 al 219.-Fin de la descripción del público y llamado a iniciar la corrida, por cierto al son del llamado de tres clarines. Versos 220 al 239.-Loa al virrey, a quien compara con el sol e indicación del mismo para dar entrada a las cuadrillas que se enfrentarán a los toros, las cuales están formadas por caballeros nobles tanto de la Península como del virreinato Novohispano. Es necesario resaltar el uso de la palabra “coso” (v. 230), misma que hasta la fecha se usa para denominar a la plaza de toros. Versos 256 al 271.-Nuevo grupo de versos de elogio al virrey. En éstos se describe su apariencia física, en la forma tradicional petrarquista: de arriba hacia abajo, iniciando en los cabellos del virrey y haciendo uso de las imágenes de color tradicionales de este estilo (cabellos de oro, frente blanca, mejillas color clavel, ojos negros brillantes, pecho y talle espigado, etc.) Versos 272 al 327.-Descripción de las ropas del virrey, su caballo y los jaeces y gualdrapas del animal, así como la actitud majestuosa del marqués. Versos 328 al 359.-Referencia a la noble familia de Villena con especial mención a la trayectoria militar del virrey, con una coda de referencia a que el cargo que ahora ostenta es “no durable” (v. 331). Se hace una recuperación del origen de la casa familiar que es noble tanto en Portugal como en Castilla. En los versos 341 a 343 se menciona que el virrey es asiduo practicante del correr toros, en forma muy exitosa, por cierto.
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De acuerdo a la descripción que hace Doña María en el mismo poema, se trataba de un cuerpo de “vigilantes” de la República, quienes parecen haber tenido una función de guardia civil o custodios de los cuerpos de gobierno (la figura utilizada es la de “Argos celantes de la República”, como referencia al monstruo de cien ojos creado por Hera para vigilar el Vellocino de Oro. Véase Hesiodo, Teogonía. Es de especial interés la presencia de este cuerpo de guardias, presumiblemente civiles para resguardar el orden pùblico, ya que en la Nueva España la aparición de cuerpos militares dependientes del gobierno virreinal se dio hasta 1754, en el marco de las reformas borbónicas de Carlos III. Previo a esta disposición, no existía un cuerpo de guardias profesional permanente ligado al virrey. No cabe pensar en que se refiera la autora a los guardias personales del virrey, ya que a éstos se les denominaba “Guardias del virrey” o “Guardia de corps”, a semejanza de la denominación dada en la corte española. Era función de estos guardias la protección DE LA PERSONA DEL VIRREY, así como de su familia y allegados. Sin embargo, Doña María menciona que este cuerpo protege a la REPUBLICA. Podríamos pensar en esta referencia como el hallazgo de un grupo militar hasta ahora no conocido o en una figura retórica. Sin embargo, formar parte de las procesiones, desfiles o espectáculos públicos era parte del discurso estamentario (véase Dolores Bravo y Nelly Sigaut en varias obras respecto a las fiestas y procesiones en el espacio público), por lo que es poco probable que sea ésta sólo una licencia poética o una invención literaria. 134 El Consulado de Comercio era una poderosa agrupación de comerciantes de la ciudad y el reino, quienes a semejanza de las guildas flamencas y gonfalones italianos, reunían a los distintos tratantes por géneros o productos específicos y quienes lo mismo crearon sistemas comerciales que procuraron lograr canonjías y prebendas que aseguraran para sus miembros monopolios, exenciones de alcabalas o libertad para establecer precios o proteger sus mercados. 135 Debe referirse a regidores y miembros del cabildo, que eran los órganos de gobierno de la ciudad y el reino, ya que no existía el cargo de “senador” propiamente. Sin embargo, el uso de la palabra propia de la antigua Roma puede ser una forma de darle lustre al cargo.
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Versos 360 al 387.-Inicio oficial de la corrida, que incluye la escena del recorrido del alguacil para “limpiar” la plaza (haciendo retirarse pobladores curiosos de la parte central). Esta sección incluye la descripción del primer toro de la tarde, de pelaje negro y que muere por acción de las lanzas. Versos 388 al 471.-Lidia de los tres primeros toros (el primero negro, el segundo con manchas negras sobre blanco y del tercero no se da la pinta del pelaje), a cargo de tres caballeros. Lidera la cuadrilla Enrique Pacheco (pariente del virrey, posiblemente hermano o sobrino y dos más: Juan de Cervantes y Nicolás de Bonilla. En el verso 440, se les llama a estos caballeros “partidores”, nombre con el que se denominaba en el siglo XVII a los que, desde el caballo, iniciaban la corrida para dar paso a las cuadrillas de toreros a pie. En el verso 441 se menciona que son ocho las cuadrillas que participaron en la corrida en primer lugar y ocho más a continuación de ellas, cada una diferenciada de la otra por el color de la ropa que usaban y se describen asimismo las armas y sombreros adornados de cada grupo, con la nota de que sabemos que estas galas fueron pagadas por la ciudad en honor del virrey (ref. v. 464 y 466 al 471) Versos 472 al 582.-Descripción de la lidia de “parejas”, en la que cada cuadrilla de peones (tres) ayuda a los dos líderes (caballeros principales) de cada cuadrilla en el enfrentamiento con los toros. En orden de aparición, son los caballeros principales: Marcos de Guevara y Gaspar de Molina; Martín Osorio y Carlos de Samano; Diego Cano y Pedro Trejo; Juan de Andrada y Gonzalo Bribiescas; Juan de Orduña y Agustín Chauela; Diego y Antonio de Mansilla; Juan Mexía Altamirano y Francisco de Peralta y Juan de Alcocer y Cristóbal de la Mora. Los caballeros del segundo grupo de cuadrillas fueron: Gabriel de Rojas y Rodrigo de Rojas (padre e hijo, por cierto); Juan de Grados y Simón Téllez de Trejo; Alonso Cervantes Villanueva y Antonio Estupiñán; Lorenzo Suárez y Francisco de Solís Bartassa; Felipe Morán y Rafael de Trejo; Juan Téllez de Trejo y Juan de Macaya; Iñigo Carrillo Altamirano y Fernando Niño y Juan de Casas Cervantes “el Joven” y José Limeno. A todos ellos les da el trato de “Don” 136 y entre los relacionados se aprecian apellidos de familias arraigadas en la Nueva España desde la época de la conquista (Mexía Altamirano, Téllez de Trejo, Niño, Cervantes, de Rojas, Suárez, etc.), característicos de Extremadura, a todos los cuales es posible encontrarlos en las obras de los cronistas de la conquista. Asimismo, se encuentran apellidos de origen vasco o gallego (Bribiescas, Estupiñán) que podrían corresponder a familias llegadas a América en años posteriores a la conquista y/o formar parte del séquito del virrey recién llegado. Versos 583 al 622.-Descripción del intermedio. En él, las cuadrillas y lidiadores se retiran a cambiar caballos y descansar, mientras que el público asistente recibe regalos (pomos de plata, licores, dulces, etc.) dados por Francisco del Castillo y Cristóbal de Balero, hombre de importancia en la ciudad el primero y Alcalde el segundo. En los versos 607 al 620 se describe cómo el nuevo virrey lanza comida al pueblo “a manos llenas”. Versos 623 al 710.-Inicio de la segunda parte de la corrida, en la que se presentaron dieciséis toros más, lidiados por los mencionados en la primera parte, en esta ocasión bajo la modalidad de la lidia de “cañas” desde los caballos. Todos los caballeros
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Forma honorífica de tratamiento. Reservada para los hijodalgos en España y para los criollos novohispanos descendientes de conquistadores o con familias reconocidas y con autorización expresa para usar esta denominación. Conviene recordar que la propia María de Estrada menciona en la introducción de su primera obra poética, la relación de la entrada del virrey ya mencionada, que ella es “señora muy principal, con derecho a usar carruaje y a tener tratamiento de Doña, en virtud de las altas prendas de su familia mostradas y reconocidas en este reyno de la Nueva España . . .”, op. cit. v. 75 a 84.
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destacaron en su actuación por igual. Al finalizar esta segunda parte, termina la tarde y comienza la noche. Versos 711 al 718.-Se decreta que todos los lidiadores han tenido mismo brillante desempeño y se les nombra vencedores a todos. Esto no sentó bien a dos de los caballeros, quienes se desafiaron para otra corrida posterior. Versos 719 al 750.-Descripción de la caída de la noche en la ciudad y la salida del público de la plaza, ya sin orden alguno y con prisa. Versos 751 al 776.-Breve descripción de la corrida nocturna del día siguiente. No se hace el recuento minucioso del primer día y sólo se mencionan dos anécdotas: la presencia de Don Enrique de Villena de nuevo como lidiador y el que a uno de los toros, que había sido enmantado con tela y trementina, a la que se les prendía fuego para “iluminar” al animal, se le extendió el fuego al cuerpo y murió abrasado, escena que la autora no vacila en equiparar con el sacrificio de Hércules, a fin y al cabo, deificado por esta vía. Versos 777 al 828.-Tercer día de corridas, en esta ocasión en la modalidad de “alcancías”. En ella, a pesar de reunirse los caballeros contendientes del festejo y los dos que se habían desafiado (de los que no sabemos los nombres), lucieron tanto sus habilidades que no se declaró vencedor alguno y se menciona que sólo recibieron como premio los aplausos del público asistente. Versos 829 al 844.-Fin de la relación de las fiestas con nueva dedicatoria al virrey y despedida al éter con el deseo de que la “patria” guarde el recuerdo de tan ilustre ocasión por siempre.
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OTRAS IMÁGENES
Excelentísimo señor Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla, marqués de Villena, virrey gobernador y capitán general de esta Nueva España. Esta imagen, es posible apreciarla en la obra monumental de Vicente Rivapalacio, et. al.: México a través de los siglos. México, Editorial Cumbre, S.A., 1987. XVI tomos.
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Casa con telas colgadas, detalle del cuadro Traslado de las monjas de Valladolid, 1738. En Historia de la vida cotidiana en MĂŠxico. T. II. La ciudad barroca, lĂĄm. 16
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La suerte de alancear toros fue escena común en la Nueva España, tan luego se dio paso a la colonización. En TAUROMAQUIA MEXICANA, Lám. Nº 5. “El alanceo de toros”.
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El paladín Sr. Sousa saludando a sus altezas. Imagen del festival Regio celebrado en Valladolid el 28 de septiembre de 1907. LA FIESTA NACIONAL. SEMANARIO TAURINO ILUSTRADO. Año V. Barcelona 5 de marzo de 1908, Nº 196.
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Caballero en pos de una aventura militar… o quizá de carácter lúdico, en el juego de cañas que estaba por comenzar. Ilustración de Francisco Moreno Capdevila.
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Ă ngel y Rafael Peralta en la plaza Mayor de Madrid. (Ca. 1970).
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Cabrera, y Bobadilla, Marqués de Villena, Virrey Gobernador y Capitán General Desta Nueva España. Sin pie de imprenta, sin colofón, contiene seis folios. El poema consta de 400 versos escritos en silvas de consonantes u ovillejos. Existen dos ediciones, una de ellas, salida de la imprenta de Francisco Robledo. --: Fiestas de toros, juego de cañas y alcancías que celebró la nobilísima Ciudad de México a veinte y siete de noviembre deste año de 1640. Por Doña María de Estrada Medinilla, sin pie de imprenta ni colofón. 17 folios. Texto de rareza extrema que durante siglos se dio por perdido. Miguel Zugasti, de la Universidad de Navarra, apunta: “Lo rescaté del olvido y edité en un trabajo titulado «Para el corpus de la lírica colonial: las Fiestas de toros, juego de cañas y alcancías de María de Estrada Medinilla», 2013. En otros registros, aparece el dato de que dicha obra, fue editada por la Viuda de Bernardo Calderón en 1641. “Fiestas Jesuitas en Puebla. 1623”. Puebla, Gobierno del Estado de Puebla, Secretaría de Cultura, 1989. (Lecturas Históricas de Puebla, 20). 46 p. ils. FLORES HERNÁNDEZ, Benjamín: La ciudad y la fiesta. Los primeros tres siglos y medio de tauromaquia en México, 1526-1867. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1976. 146 p. (Colección Regiones de México). GARCÍA PANES, Diego: Diario particular del camino que sigue un virrey de México. Desde su llegada a Veracruz hasta su entrada pública en la capital […] [1793], transcripción de Alberto Tamayo, estudio introductorio de Lourdes Díaz-Trechuelo, Madrid, CEHOPU / CEDEX (Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente), 1994. GARIBAY K., Ángel Ma.: Mitología griega. Dioses y héroes. México, 5ª edición, Editorial Porrúa, S.A., 1975. XV-260 p. (“Sepan cuantos...”, 31). GÓMEZ DE OROZCO, Federico: El mobiliario y la decoración en la Nueva España en el siglo XVI. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1983.111 p. Ils. (Estudios y fuentes del arte en México, XLIV). GONZÁLEZ OBREGÓN, Luis: Las calles de México. Prólogo de José Luis Martínez, Cronista de la ciudad de México. México, Promociones Editoriales Mexicanas, S.A. de C.V., 1983. 420 p. Ils., retrs., fots. --: Croniquillas de la Nueva España. México, Ediciones Botas, 1957. 238 p. GUILAUME-ALONSO, Araceli: La tauromaquia y su génesis (Siglos XVI y XVII). Lectura combinada con un texto en francés: NAISSANCE DE LA CORRIDA (XVIe-XVIIe siècles). Prólogo / Préface de Bartolomé Bennassar. Bilbao, ediciones Laga, 1994. 255 p. Ils. (Colección “Almadía” de biografía y ensayo). GUIJO, Gregorio Martín de: DIARIO. 1648-1664. Edición y prólogo de Manuel Romero de Terreros. México, Editorial Porrúa, S.A., 1953. 2 V. (Colección de escritores mexicanos, 64-65). GUTIÉRREZ DE MEDINA, Cristóbal: Viaje del virrey Marqués de Villena. Introducción y notas de don Manuel Romero de Terreros, C. de las Reales Academias Española, de la Historia, y de Bellas Artes de San Fernando. México, Universidad Nacional
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