Galería de toreros Mexicanos de a pie y de a caballo de la n a la q

Page 1


N N., Aranzaez: Banderillero español que vino a México en 1890, actuando en la plaza de toros “Colón” en 1890, bajo las órdenes de Juan Ruiz “Lagartija”.

N. N., Aserito: Picador de toros, no se sabe si mexicano o español. Actuó bajo las órdenes de José Romero “Frascuelillo”, y este dato proviene de los festejos celebrados en julio de 1904 en Tlapacoya, México. Al parecer, y sobre el alias de este picador debió tratarse de Adolfo Aguirre, el que con los años se conocería como “Conejo grande”.

N. N., el Boticario: Matador de novillos –no se sabe si mexicano o español-, salió como “sobresaliente” en el festejo que se celebró en Toluca el domingo 5 de enero de 1896. “Como sobresaliente con obligación de matar los dos últimos toros (que fueron de Comalco), pero no mató ninguno porque al sacar el primer capotazo, en el tercer toro, fue cogido, resultando con un puntazo en el muslo. El incidente lo relata así nuestro corresponsal:


Llamó al esqueleto (léase toro), se le clavaron al Boticario los pies en la tierra, y probablemente se le paralizaron las manos, pues ni siquiera movió el percal para dar salida; completamente se dejó coger, queriendo sin duda ir a hacer píldoras y sinapismos al otro barrio”. (El Toreo. Semanario Ilustrado. año I. México, 13 de enero de 1896, N° 8, p. 3). N. N., el Cantarito: Uno más de los diestros de a pie que llegaron a actuar en nuestro país en el primer tercio del siglo XIX, pero del que desafortunadamente pocos datos se tienen al respecto. Parece ser que sobresalía con notabilidad en el “salto al trascuerno”

N. N., Caparratas: “-Ése es Caparratas, audaz y chistoso por lo mismo, con gran partido entre la gente baja”, quizá capitán o “medio espada”, que figuraba en carteles taurinos en los años 20 y 30 del siglo XIX mexicano. N. N., el Centavo: Picador de toros que actuó en la plaza de Durango la tarde del 15 de noviembre de 1885, bajo las órdenes de Juan León “El Mestizo”. (El Arte de la Lidia. Año II, 2ª época. México, domingo 19 de noviembre de 1885, N° 6, p. 2). N. N., el Cid: Banderillero, no se sabe si mexicano o español, que actuaba en festejos celebrados en Toluca a finales de 1896, el cual estuvo bajo las órdenes de Joaquín Navarro “Quinito”.


N. N., Clavellino: Banderillero, al parecer español, que encontró forma de colocarse en cuadrillas como la de “Silverio Chico”, lo que le llevó a presentarse en cosos como el de San Luis Potosí en 1895.

N., Clemente: Diestro mexicano de a pie, y que entre sus virtudes era “inimitable para el capeo”. Actuaba en las primeras dos décadas del siglo XIX.

N., Cornelio: Coleador que alternó con esa labor, al lado de Bernardo Gaviño, y cuyo nombre quedó registrado en el siguiente cartel: Bernardo Gaviño. Siete toros y un becerro para el embolado de Atenco. Corrida a beneficio de Gaviño, celebrada el 2 de noviembre de 1856: El primer toro será del rincón de San Gaspar (divisa encarnada); segundo de Punta del Río (divisa blanca); tercero de la Isleta (divisa azul); cuarto del Tomate (divisa blanca); quinto de las Puentecillas (divisa amarilla); sexto del Tejocote (divisa blanca) y séptimo de la Loma (divisa verde). 3 toros de cola para Primer pareja: Antonio Leyva y Cornelio Segunda “ Pedro Bastida y Pedro Trejo. Toro embolado.


N. N., Chiquilín: Banderillero de toros español, que, colocado en cuadrillas como la del “Zocato”, pudo desempeñar sus funciones, sobre todo durante el tiempo en que estuvieron prohibidas las corridas de toros en la ciudad de México, esto a partir de 1896. Por lo que apunta la prensa de la época, se trataba de un auténtico “mamarracho”. N., Dionisio: Picador de toros que realizaba esta suerte en diversos festejos que se dieron a lo largo de la segunda y tercera década del siglo XIX mexicano.

N. N., el Cuítete: Banderillero mexicano que participó en diversos festejos, sobre todo en la plaza de Orizaba, de acuerdo a la nota que El Arte de la Lidia, año III, 3ª época. México, domingo 8 de mayo de 1887, N° 27, p. 2 en que se anota: “El Cuítete” fue el segundo banderillero y presentose con donaire y valor, citando a media plaza, de frente, poniendo dos pares superiores por el lado derecho y uno a media vuelta por la izquierda; palmas, dianas y vivas a Orizaba. N. N., el Compadrito: torero del segundo tercio del siglo XIX. (D. I., 9). Al parecer, este personaje se apellidaba Corchado, según nos lo cuenta Artemio de Valle-Arizpe mientras sucede el partimiento de plaza: “...el Compadrito, va como rebozado en la capa para ocultar dos dedos de la mano que le faltan, y le arrancó una mula de una mordida” (Véase la descripción completa acudiendo a los datos biográficos de Vicente Ávila en esta misma galería).


N. N., Fatigas: Banderillero, al parecer español, que vino a México a finales del siglo XIX, acompañando al “Zocato”, actuando en plazas como la de Irapuato.

N., Fortunato: Picador de toros, al parecer español, que vino a México a finales del siglo XIX y estuvo bajo las órdenes de Joaquín Navarro “Quinito”, actuando en “Bucareli”. N., Federico, el Francés: Picador de toros, al parecer mexicano, que al adoptar tal seudónimo, fue para lucirse en plazas como las de San Luis Potosí en el último tercio del siglo XIX.

N. N., José de la Luz: Torero de a pie que llegó a actuar en festejos organizados por el Ayuntamiento local durante el año 1834 en la ciudad de Aguascalientes. (V. A. E. J. Boletín 2, 44). N. N., Juesepe de Santotis: Se le considera como el primer torero mexicano –mulato de nacimiento-, que existió en la Nueva España allá por el año de 1604. El tal mulato de quien deseo hacer unba memoria en estas líneas, debió haber nacido en México, allá por el año de 1582, y tener veintidós años, o algo así, cuando en 1604 se le denunció a la Santa Inquisición, basándose esa denuncia entre otras cosas en que “era hombre el dicho mulato que, maneados fuertemente los pies, aguardaba a un toro muy bravo y le metía en los cuernos dos naranjas”. Se infiere que el mulatillo de marras, de quien a ciencia cierta no se sabe el nombre, ejecutaba un quiebro a cuerpo limpio, haciéndolo únicamente con la cintura, para lo que debió haber tenido un valor temerario y una habilidad asombrosa, tanto más cuanto que ponía las dos naranjas en los cuernos de la bestia; suerte que seguramente no ha podido imitar nadie, pues por más pesquisas que hemos hecho, no sabemos de algún otro que se haya atrevido a hacer lo que hacía el mulato a que nos referimos. La denuncia a la Santa Inquisición la hizo un hombre del pueblo, llamado Juan de Velasco, quien, entre otras cosas dijo lo que sigue: “Hará veinte días –dijo-, que Juesepe de Santotis y don Antonio su hermano, hijos ambos de doña Mariana, que en la Estancia de dicha señora, llamada Buenavista, que cae al llano de Nexpa, términos de Coyta y Ayta (sic), se decía entre los vaqueros, a quienes no nombró, que un “mulato libre” del licenciado Franco, que ignora su nombre pero cuyas señas particulares son las de ser muy


alto y mal agestado, tenía tatuado al demonio en las espaldas; y que a una india, que es su amasia, la maltrató mucho por haberlo contado a los demás, pues que los vaqueros lo importunaban algunas veces, diciéndole se fuese a nadar con ellos, con intención manifiesta de cerciorarse de la pintura de dicho demonio, excusándose el mulato de ir con ellos aguardando la noche para ir solo a bañarse; y que era hombre el dicho mulato, que, “maneados fuertemente los pies, aguardaba a un toro muy bravo y le metía en los cuernos dos naranjas”; y a una potrarnca cerril, por más corcovos que daba, yendo a caballo en ella le iba quitando las cinchas y la silla y se quedaba en pelo en ella, sin apearse ni caer; y que esto es lo que sabe y no otra cosa”. El mulato torero tomó mucha afición por la fiesta brava y se infiere que toreó durante algunos años, pero su suerte favorita era la de poner dos naranjas en los cuernos del toro, teniendo, como lo dice la denuncia a la Inquisición, los dos pies amarrados fuertemente. Esta suerte es algo inverosímil y se comprende esa inverosimilitud, porque, para haber puesto dos naranjas en los pitones de la fiera, el mulato debió quedarse con los pies amarrados, precisamente en el centro de la suerte del quiebro con su cintura, y alargar las dos manos, exponiéndose al derrote inminente del toro y en consecuencia, a la cornada inmediata. Nosotros creemos que eso de poner las dos naranjas en los pitones de la fiera, es sólo una fantasía del denunciante a la Inquisición, o bien, que el mulato, con un valor rayano en locura, se haya atrevido a poner ciertamente las dos naranjas, sólo que una primera y otra después, ejecutando para eso, dos quiebros a cuerpo limpio al mismo toro, lo que ya dice bastante sobre la valentía de ese lidiador, que, por lo visto, toreó durante algún tiempo, pero sólo por afición, por divertirse, por sentir la emoción del toreo, tomando esas cosas como un deporte, tal y como jineteaba también a las potrancas cerriles haciendo verdaderas locuras, que hoy no significarían nada para nuestros charros, muchos de los cuales hacen hasta la fecha algo más de lo que antaño hacía el mulato torero; pero que en aquella época de fanatismo, una hazaña de tal naturaleza, implicaba perder el pellejo en los Potros de la Santa Inquisición, y más cuando se le ponían dos naranjas a un toro bravo en los cuernos, esperándolo a cuerpo límpio. Para nosotros, esto último, repetimos, puede ser sólo una fantasía de un hombre ignorante; pero lo que sí es una verdad, es que el dicho mulato “fue el primer torero mexicano” de quien se tienen noticias. No se sabe a ciencia cierta si la Inquisición echó mano al mulato de nuestra memoria o si en alguna ocasión algún toro le dio la cornada haciendo su famosa suerte de las naranjas, por lo que tenemos que contentarnos, muy a nuestro pesar, con lo que hemos dicho anteriormente.

La imagen de la derecha corresponde a la magnífica hechura de Antonio Navarrete. N. N., Jilguero: Banderillero, no sé si mexicano o español, que, colocado en cuadrillas como la del “Zocato”, pudo desempeñar sus funciones, sobre todo durante el tiempo en que estuvieron prohibidas las corridas de toros en la ciudad de México, esto a partir de 1896. N. N., el Morado: Hábil picador de toros que con su sendo sombrero tendido, sus cueras y calzoneras, sus botas de campana y sus grandes espuelas salía a lucirse en las plazas de toros entre la segunda y tercera década del siglo XIX. Probablemente se trate de Felipe Ramírez “El Morado”,


que con el tiempo, se dedicó a realizar a algunas actividades complementarias que ayudaron o perjudicaron a las mismas. Léase la siguiente advertencia que incluyó “El Puntillero” en uno de sus números en los inicios del año 1895:

“A Don FELIPE RAMIREZ “EL MORADO”. Como nos ofreció vd. Que pasaría a esta Administración a liquidar las cuentas que tiene pendientes por haberle hecho aquí su periódico y por el valor de unas cajas que se le vendieron; y en vez de cumplir su ofrecimiento nos pone un parrafillo lleno de bravatas y saliditas de tono, le advertimos a vd. Que los “mal intencionados” sueltos de El Puntillero seguirán publicándose hasta que nos pague vd. O hasta que nos dé la gana suspenderlos”. F. COSÍO y COMP. (El Puntillero. T. I, N° 38. Marzo 3 de 1895, p. 3). N. N., el Mosco: Picador de toros mexicano del que nos da cuenta la siguiente referencia: “Cuentos rápidos y comentos breves”. Fiesta de toros. llegué a Lima a mediodía y a las tres de la tarde ya estaba instalado en el incómodo tendido de aquella plaza colonial. Toreaban Belmonte y Torquito y la animación era seguramente tan intensa como aquí. Desde el paseo de la cuadrilla oí claramente un grito: ¡Viva México! que me llamó la atención. Poco después, en el primer tercio de la lidia, no fue ya uno, sino muchos. Se gritaba triunfalmente: ¡Viva México! ¡Viva Zacatecas! La razón era muy sencilla. Belmonte llevó consigo dos picadores nuestros, “El Mosco” y “Zacatecas”, que gustaron enormemente a la afición peruana. Por mi parte, esta ha sido una de las corridas de toros que me han emocionado más. Nuestros oscuros varilargueros conseguían, recargando la suerte en los morrillos de las reses de Así, un triunfo panamericanista”. (Revista de Revistas. El semanario nacional. Año XIII, N° 651, México 29 de octubre de 1922). N. N., el Naranjero: Picador de toros, al parecer nacido en España. Vino a nuestro país, actuando en festejos allá por 1890, en la plaza de toros de “Colón”, bajo las órdenes de Juan Ruiz “Lagartija”. N. N., el Palechito: Picador de toros que llegó a actuar en el primer tercio del siglo XIX. Era célebre por la frase que pronunciaba cuando se encontraba en el ruedo, de ahí su alias. Este apodo p rovenía de que aquel picador, provocaba al toro gritando: “¡Entra Palechito!” (Padrecito, quería decir).


N. N., la Mónica: Banderillera. La protagonista aparece citada en un interesante texto escrito por Rubén M. Campos en diciembre de 1923, y que lleva el título “Las corridas de Toros de Antaño”.1 Allí encontramos una interesante descripción del espectáculo taurino decimonónico que el lector podrá conocer a detalle en mi “Galería de suerte taurinas en desuso”. 2 Creo, por lo que menciona el también autor –entre otras obras-, de “La canción mexicana de hoy”, “Las peleas de gallos, fuente de folklore” y otras que los hechos por el presenciados, sucedieron en el último tercio del siglo XIX. En su vivencia, tiene la oportunidad de apreciar en una sola jornada, a figuras de la talla de Lino Zamora, Bernardo Gaviño, al personaje aquí citado, a Braulio Díaz, y a la susodicha “Mónica”. De ella apunta: “…la Mónica, una amazona que banderillaba a caballo o subida en un barril, vestida de china poblana, con las trenzas sueltas a la espalda y fumando un veguero, el rebozo de bolita terciado en los hombros provocativos. Su aparición fue saludada con un estruendoso aplauso como el que saludó a Lino Zamora, y ella sonreía echando atrás el rico sombrero galoneado y dejando ver, al quitarse el puro de la boca, un diente chimuelo en su faz caricortada”.

N. Manjares: Picador de toros que actuaba con frecuencia en festejos durante el primer tercio del siglo XIX en México. N. N., Ora Ponciano: Torero cómico, aunque aparentemente toreara en serio, que gozó en Mallorca de alguna popularidad a partir de 1942. Duró bastantes años en tal ocupación a pesar de contar bastantes de edad. (J. M de C., VI, 168). N. Aceves, Poncianito: Actuaba este personaje en algunos festejos taurinos al comenzar el siglo XX, y que no alcanzó mayor trascendencia que llevar –en diminutivo-, el nombre de pila de uno de los 1 2

Revista de Revistas. El semanario nacional. Año XIV, México, D.F., diciembre 16 de 1923, N° 710, p. 37-8. Obra en preparación.


más célebres toreros que tuvo nuestro país en el último tercio del siglo XIX. Me refiero a Ponciano Díaz. N. N., Pancho el Moreliano: Aunque este personaje es citado por Juana Martínez Villa en su tesis de licenciatura, no hay por ahora, mayor información sobre si este personaje desempeñaba alguna labor específica en los ruedos, durante el curso del siglo XIX.3

N., Palomo: Señor de vara larga durante el primer tercio del siglo XIX mexicano “que despuntaba como pocos para la vara y el volapié”, suertes que entonces combinaban en forma muy clara los integrantes de aquella cuadrilla en gestación. N. Parente: Picador de toros español que vino a México en 1890, actuando en la plaza de toros “Colón”, bajo las órdenes de Juan Ruiz “Lagartija”. N. N., Santillo: Banderillero de toros español, que, colocado en cuadrillas como la del “Zocato”, pudo desempeñar sus funciones, sobre todo durante el tiempo en que estuvieron prohibidas las corridas de toros en la ciudad de México, esto a partir de 1896. N. Juan, El Simpático: Torero de a pie, al parecer oriundo de Morelia, Michoacán, que actuaba con frecuencia en aquellas plazas en los últimos años del siglo XIX.4

Juana Martínez Villa: “Entre la moral social y la fiesta taurina. Breves notas sobre las corridas de toros en Morelia. 1888-1911”. Información que proviene del disco compacto editado por la Facultad de Filosofía “Samuel Ramos” de la Universidad Michoacana de San Miguel de Hidalgo, que contiene la edición de las Primeras jornadas de Estudios sobre tauromaquias y juegos a caballo. ISBN: 970-9836-00-5. 4 Sixto Murillo Ortiz, Morelia y su tradición taurina. Morelia, s.e.; s.l.e., 1977. 215 p. Retrato del autor, p. 17. 3


N. N., Tenreyro: Banderillero español que vino a México el año de 1890, actuando en plazas como la del “Paseo”, precisamente en la tarde en que se efectuó la dedicada a la Sociedad Española de Beneficencia, en la que actuaron “Lagartija”, “Cuatro Dedos” y Antonio Flores, lidiando seis toros de Cieneguilla. N. Tereso, Mano de Cabra: Matador de toros neoleonés, hijo de otro famoso diestro de aquellos rumbos (Luis García) que actuaba quizá en el último tercio del siglo XIX, sobre todo en el actual territorio del estado de Monterrey.5 N. N., Tinajerito: Picador de toros, que participó, entre otros festejos, en la inauguración de la plaza “Juan Silveti” en Villa de Santiago, N. L., el 5 de septiembre de 1922. Salió bajo las órdenes de Pedro Domínguez “Dominguín Mexicano”. (Universal Taurino, N° 50, 22 de septiembre de 1922).

N. N., Trallerito: Como en el caso de “Tinajerito”, también participó en aquel recordado festejo, el que ocurrió en Villa de Santiago, Nuevo León. Es deseable que la imagen aquí incluida, sirva como referencia para ubicar a uno y otro. N., Valladolid: Banderillero español que vino a México en 1890, actuando en la plaza de toros “Colón”, bajo las órdenes de Juan Ruiz “Lagartija”.

N. N., el Veracruzano: Matador de novillos natural de Veracruz, que viene figurando desde 1894. En ninguno de los carteles en que se hace mención de este diestro como matador de reses bravas figura el nombre, sino el apodo. Tiene bastante nombradía. (L. V., 104). Meynardo Vázquez Esquivel, “La fiesta brava en Monterrey” en Atisbo. Una mirada a la historia. Monterrey, N.L., año 3, N° 17. Noviembre / Diciembre de 2008 (p. 12-7). 5


Toreros nacionales que fueron retratados en alguna plaza, y quedaron sin identificación. (Ca. 1914). NAJAR, Hilario, Puyero: Formaba parte, como picador de toros, en la nueva cuadrilla juvenil mexicana que formó, a comienzo del siglo XX el empresario señor Ángel Jaimez “Vaquerito”, compuesta, entre otros por: Matadores: Manuel Valdés “Valerito” y Melardo González “Paraíto”, ambos de Monterrey. Picadores: Hilario Nájar “Puyero”, Mauro Salas “Salitas”, Julián García “El Chato” y Antonio Gutiérrez “Pitones”, todos de Monterrey. Banderilleros: Crispín Benavides “Salerito”, Luis García “Perlita”, Francisco Ramírez “Negrito”, Encarnación Zepeda “Reinerito”, Antonio Sánchez “Quincallero”, y Concepción “Curro”, todos de Monterrey. Puntillero: “El Quincallero”. Dicha cuadrilla la dirigen los conocidos Ángel Jaimez “Vaquerito” y Julián García; esta cuadrilla torea ganado puntal. NARANJO, José, Naranjito: Banderillero mexicano originario de Guadalajara, Jalisco. Por el año 1899 y siguientes toreaba en plazas de México con espadas indígenas y españoles, sobresaliendo más clavando que en la brega. (J. M de C, III, 666). NAVA, N. N.: Picador de toros, que actuó bajo las órdenes de Ponciano Díaz. Este vago registro aparece en la crónica publicada en El Jueves, del 25 de octubre de 1883. El festejo se celebró en la plaza de toros de el Huisachal.


NAVA CASTAÑEDA, Ana María de Guadalupe y: Torera del siglo XVIII. 6 El siguiente texto no se refiere precisamente a Ana María de Guadalupe Nava Castañeda, sino a otras tres mujeres, estas identificadas como de “vida ligera” por los autores que allí se indican, mismos que elaboraron en el conjunto de sus trabajos, la reflexión acerca de aquellos comportamientos que el lector conocerá en detalle a continuación. EL CASO DE ANA MARÍA DE GUADALUPE Y NAVA CASTAÑEDA, TORERA HACIA 1725. Un reconocido privilegio se gana esta misteriosa mujer, que pasa por ser la primera torera, que los registros documentales dan de ella, al menos en el periodo virreinal. Por tal motivo, trayendo hasta aquí esta novedad, la comparto con ustedes, diciéndoles que este y otros muchos datos están contenidos en mi libro (inédito)7 cuya portada es como sigue: El nombre de Ana María aparece en términos de una escasa información, cuyo solo registro procede de algunos documentos localizados en el Archivo General de la Nación. “Torera” es el oficio con el que se le registra en el folio citado pero no hay más datos al respecto. De confirmarse su protagonismo en algún tipo de celebración o interviniendo directamente en fiestas de toros, ello permitiría entender que la presencia femenina, aunque de alguna manera estaba limitada por razones de género, cabría aquí como la confirmación de que la Nava y Castañeda se convierta en la primera torera en la Nueva España, por lo menos a partir de estos registros. Para la época a que me refiero, la práctica del toreo estaba detentada por los hombres quienes, más a caballo que a pie desempeñaban las diferentes suertes que se realizaban por entonces. Casada con un albañil debe haber sido en todo caso el tipo de personaje que intentaba colocarse en términos marginales lo cual no le permitía demasiada libertad de movimiento en medio de condiciones rigurosamente fijadas por los estamentos taurinos de entonces. Habría que presupuestar la posibilidad de que Ana María haya intentado poner en práctica algún tipo de suerte que llamara la atención, en función de su sexo, y no tanto a caballo sino bajo otro tipo de expresión. Para esas épocas ya se practicaban algún tipo de mojigangas, y así lo hago saber en un texto que a continuación presento: Como una constante, el conjunto de manifestaciones festivas, producto de la imaginaria popular, o de la incorporación del teatro a la plaza, comúnmente llamadas “mojigangas” (que en un principio fueron una forma de protesta social), despertaron intensas con el movimiento de 6

José Francisco Coello Ugalde. El registro proviene de la siguiente liga: https://ahtm.wordpress.com/2011/09/14/de-figuras-figuritas-y-figurones/ 7 José Francisco Coello Ugalde, Curiosidades taurinas de antaño, exhumadas hogaño y otras notas de nuestros días N° 29. Las Nuestras. Tauromaquia mexicana con toque femenino. (Desde los siglos virreinales y hasta nuestros días). 352 p. Fots., retrs., facs.


emancipación de 1810. Si bien, desde los últimos años del siglo XVIII y los primeros del XIX ya constituían en sí mismas un reflejo de la sociedad y búsqueda por algo que no fuera necesariamente lo cotidiano, se consolidan en el desarrollo del nuevo país, aumentando paulatinamente hasta llegar a formar un abigarrado conjunto de invenciones o recreaciones, que no alcanzaba una tarde para conocerlos. Eran necesarias muchas, como fue el caso durante el siglo pasado, y cada ocasión representaba la oportunidad de ver un programa diferente, variado, enriquecido por “sorprendentes novedades” que de tan extraordinarias, se acercaban a la expresión del circo lo cual desequilibraba en cierta forma el desarrollo de la corrida de toros misma; pues los carteles nos indican, a veces, una balanceada presencia taurina junto al entretenimiento que la empresa, o la compañía en cuestión se comprometían ofrecer. Aunque la plaza de toros se destinara para el espectáculo taurino, este de pronto, pasaba a un segundo término por la razón de que era tan basto el catálogo de mojigangas y de manifestaciones complementarias al toreo, -lo cual ocurría durante muchas tardes-, lo que para la propia tauromaquia no significaba peligro alguno de verse en cierta media relegada. O para mejor entenderlo, los toros lidiados bajo circunstancias normales se reducían a veces a dos como mínimo, en tanto que el resto de la función corría a cargo de quienes se proponían divertir al respetable. Desde el siglo XVIII este síntoma se deja ver, producto del relajamiento social, pero producto también de un estado de cosas que avizora el destino de libertad que comenzaron pretendiendo los novohispanos y consolidaron los nuevos mexicanos con la cuota de un cúmulo de muertes que terminaron, de alguna manera, al consumarse aquel propósito. 8 Si bien, las mojigangas fueron ya toda una realidad entre los años que aquí se apuntan, ya hay desde el primer tercio del siglo XVIII insinuaciones claras de ese patrón de comportamiento, aunque no tan evidentes como ocurriría más adelante. En diversas consultas sobre documentos de la época, apenas si sabemos nombre de personajes secundarios, por lo que siendo Ana María de Guadalupe y Nava Castañeda una protagonista en ese tenor, parece que pretender seguir adelante con escasos testimonios, como los que –y cambiando de tercio y hasta de siglo-, he encontrado varias notas periodísticas que refieren a varias precursoras en estos menesteres. Por ejemplo JUEVES DE EXCELSIOR, del 17 de marzo de 1949, p. 34: PRECURSORAS DE CONCHITA CINTRÓN. (…) La historia es larga y copiosa. En 1820, cuando aquel mozo de Puerto Real que en vida se llamó Bernardo Gaviño, toreaba en la plaza de Carlos III de La Habana, tuvo ocasión de alternar varias veces con una torera criolla, María Ávila “Morenita”, que en la suerte de frente por detrás – hoy la repetida “gaonera”-, y con las banderillas, era algo de asombro. En México, en 1810, proclamación de la Independencia, hubo fiestas taurinas, en las que Pilar de la Cruz, mexicana cien por cien, floreó y banderilleó a caballo dos toros de Atenco –iniciación de aquella ganadería- y con un éxito apoteótico. Y esta mujer era tan brava, que de ella se dice que encontrándose discutiendo, cierto día, condiciones de contrato con un empresario de Puebla llamado Allende, llegó con él a las manos y con tales arrestos que le golpeó e hirió con un palo, dejando maltrechos y en el suelo a dos servidores del indicado Allende que se encontraba en la estancia. O esta otra publicada en EL UNIVERSAL, D.F., del 30 de mayo de 1852, p. 4: Fondo: José Francisco Coello Ugalde. Sección: Aportaciones Histórico Taurinas Nº 29, Serie: “Las mojigangas: Aderezos imprescindibles y otros divertimentos de gran atractivo en las corridas de toros en el mexicano siglo XIX”, marzo de 1998. 210 p. ils., fots., facs. (Inédito), p. 6 y 7. 8


TOROS. En la plaza principal de San Pablo, para el domingo 30 de mayo de 1852. Si la numerosa concurrencia que tuvo a bien asistir a esta plaza el pasado domingo, quedó enteramente complacida al ver la arrogancia y valentía de los toros que se jugaron, no quedará menos gustosa con los Siete toros bravos que están escogidos para que sirvan en la presente corrida. Intermedio extraordinario. Lo raro de este intermedio consiste en que una mujer nombrada Refugio Macías, se presentará en el circo montada en un hermoso corcel con garrocha en ristre, para picar a un toro de los valientes de la lid, cuyo lance tiene acreditado esta Lidiadora mexicana por Tierradentro, en las plazas de Querétaro, San Luis Potosí, etc., según los informes que ha tomado la empresa; y si la fortuna favorece su valor, como ya le ha sucedido otras veces, ofrece, sin apearse, clavar algunas banderillas al mismo toro. Con el objeto de aumentar la distracción de esta tarde, se presentará Antonio Pérez de Prian, Hércules Mexicano, a ejecutar varias suertes de equilibrios y fuerzas hercúleas, que desde luego increcerán la aprobación de sus compatriotas. Los otros intermedios se cubrirán con dos toros para el Coleadero, finalizando la función con el toro embolado de costumbre. (…) NOTAS.-La entrada a la media sombra se hará por la puerta que mira al paseo de la Viga. Dará principio a las cuatro y media, si el tiempo lo permite.

IMÁGENES. ESTAS SON TAMBIÉN IMÁGENES DE OTRA REALIDAD. Con diferencia de algunas semanas, he tenido oportunidad de dar lectura a un par de libros que, para entender cierto aspecto allí referido, ha sido necesario realizar una re-lectura con objeto de encontrar solución a un dilema que hoy pretendo revelar. Se trata de Amores prohibidos. La palabra condenada en el México de los virreyes9 y Una mirada al siglo XIX a través de la prensa mexicana. 10 9

Georges Baudot y María Águeda Méndez: Amores prohibidos. La palabra condenada en el México de los virreyes. Antología de coplas y versos censurados por la Inquisición de México. prólogo de Elías Trabulse. México, 1ª edición, Siglo veintiuno editores, 1997. 282 p. (Lingûistica y teoría literaria).


Así que por ahora, el recurso no será la imagen. He aquí otro tipo de “imágenes”, tan interesantes como aquellas otras y que quiero compartir con ustedes, en espera de no incomodar a nadie.

Durante el virreinato, la mujer, y esto hay que decirlo con todas sus letras, en tanto género no tuvo los mismos privilegios que el hombre. En ese sentido, Yadira Ibette Cruz Meléndez dice al respecto: “Por estar en un mundo patriarcal, la situación de las mujeres durante la Colonia no fue uniforme. Las mujeres indígenas, castizas o negras eran consideradas inferiores a las blancas pertenecientes a las elites; por su parte, las criollas, aunque se reconocían como españolas americanas, también eran consideradas inferiores a las peninsulares”.11 Pues bien, ante esa limitante, muchas de ellas tuvieron que forzar el intento de sus quehaceres o protagonismos, incluso por encima de las normas establecidas que para ellas significaba la marginación en las actividades domésticas, y en algunos casos las intelectuales, en una de cuyas resultantes concretas, su “literatura [resultaba] amordazada”. Por eso, algunos casos emblemáticos como el de sor Juana Inés de la Cruz representa una especie de liberación, de válvula de escape que no necesariamente se obtenían en forma deseable o deseada por parte de aquellas mujeres que querían trascender. Otro caso es el de quienes no encontrando forma lícita de expresarse, lo hacían en forma clandestina, encubiertas en algún seudónimo y escribiendo en forma por demás arriesgada las más de las veces en pasquines anónimos con alias que, en el mayor de los casos, ya impresos iban a parar a manos de la Inquisición. Pero un sector todavía más atrevido o liberal, como es el de las mujeres non santas materializaban lo poco que habrían tenido de libertad o forma de expresión en el ilícito pero permitido quehacer de la prostitución, lejos ya de la subordinación respecto al hombre y a la iglesia, ese otro segmento que también imponía sus reglas y condiciones en cuanto a lo que era permitido y no. Por eso: “Los hombres limitaron a las mujeres no sólo en la vida familiar y social, sino también en la vida espiritual, ya que a través de la religión acentuaron la subordinación de la mujer respecto al varón”. 12 En el territorio de lo totalmente relajado, lo anterior viene al caso pues tanto Baudot como Águeda Méndez refieren en su trabajo las “Décimas a las prostitutas de México”. Dicen los autores: 10

Ana Carolina Ibarra (Coord).: Una mirada al siglo XIX a través de la prensa mexicana. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, 2010. 119 p. (FFyL-UNAM-Primer aliento). 11 Op. Cit., p. 15. Yadira Ibette Cruz Meléndez: “Producción literaria femenina incautada por la Inquisición” (pp. 11-26). 12 Ibidem., p. 16.


Especial atención debe merecer el cuaderno de poemas intitulado Décimas a las prostitutas de México que la Inquisición recogió en 1782. Amén de una carta de autoría, de una dedicatoria al lector, y de un proemio, el cuaderno consta también después del centenar de décimas dedicado a tan apasionante tema, de un soneto y de un romance envueltos los dos en esta evocación de las damas alegres de México a finales del siglo XVIII y en el que parece que existía una amable jerarquía desdibujada en la intimidad de la vida galante de la capital. Son una muestra bien clara de texto burlesco dedicado a un tema amoroso que es a menudo motivo de escarnio y de chanza”. 13 Entre ese centenar de décimas se encuentran varias de ellas dedicadas a algunas mujeres en cuyo escarnio y chanza a que estaban señalados sus destinos, el tema de los toros marca una constante. Quizá por las razones burlescas en que fueron describiendo sus diversas formas de ser, los toros sirvieron como motivo perfecto para externar aquellas razones relacionadas con los “cuernos” o con las “cogidas”, términos ambos que refieren, en un sentido estrictamente erótico, la razón –la de “los cuernos”-14 de traicionar, irse con otro(a) amante. En cuanto al término “cogida”, en nuestro país mencionarlo sin más, tiene una connotación o significa en términos bastante burdos pero entendibles, hacer el amor, consumar el acto sexual. Para el mundo occidental, “cogida” significa en muchos de los casos, tomar, asir o agarrar. Pues bien, entre estos dos términos: “cuernos” y “cogida”, el lenguaje cuya lectura nos deja ver el cuaderno de poemas va por ese sendero, de ahí que al “recoger” tres de esas muestras, no se sorprenda el lector de su intrínseca picardía y hasta doble lenguaje. Décima 29ª: Bárbara la compañera de “La Toreadora Rita” hacerse quiere exquisita, siendo una bárbara fiera. Es su vicio de manera que toca la inmensidad, pero es mayor su fealdad. Y así el pesar, a fe mía, con tal Bárbara sería la mayor barbaridad.15 Décima 48ª: “La Torito” nunca llena su apetito ¡cosa rara! A todos le hace cara, pero le dan en la buena. Nunca su furor refrena, aunque la sangre le brote, anda tras todos al trote, pues como todos le den Baudot: Amores…, op. Cit., p. 166. Disponible febrero 5, 2012 en: http://entremujeres.blog.com.es/2007/08/27/poner_los_cuernos_procedencia_de_este_di~2878106/ En los países nórdicos de la antigüedad, los gobernadores de las comarcas podían, por su condición de tal, seleccionar a las mujeres con las que deseaban intimar. Cuando esto ocurría, la puerta de la casa donde se encontraba el gobernador con la mujer elegida, era adornada con los cuernos del alce, en señal de su presencia. Si la mujer estaba casada, su marido mostraba felizmente a sus vecinos el adorno, orgulloso por la visita del gobernador a su humilde morada. Y así surgió la popular expresión: “Te pusieron los cuernos” o “Eres un cornudo”. Solo que hoy en día genera de todo, menos deseo de jactarse. 15 Baudot: Amores…, op. Cit., p. 172. 13 14


consiente que la toréen aunque sea a medio capote.16 Décima 53ª: “La Toreadora” agraciada en el precio y el andar, a todos quiere torear, mas siempre sale picada. Con arte y con zanganada se manifiesta sencilla, siendo una grande putilla, y aunque con chismes eternos, a todos les pone cuernos, le pegan la banderilla.17 Pero aquí no termina el entramado. Vuelvo a una cita de Yadira Ibette: “Si bien las mujeres estuvieron limitadas y en cierta forma dominadas por la estructura patriarcal novohispana, no fueron sujetos pasivos o sumisos; me parece que muchas buscaron diferentes formas de evadir estos límites y desarrollarse como agentes independientes. El hecho de contar con literatura femenina en los archivos inquisitoriales corrobora lo anterior”. 18 Por la marginación doméstica o literaria a que se vieron sujetas muchas mujeres novohispanas, esa limitante hoy se refleja en muchos textos que el ramo “Inquisición” permite desvelar no sólo en su sentido en tanto soporte documental. También tiene que ver con las ideas y aquellas ideas reprimidas que quedaron impresas para dar voz e incluso hasta grito a sus angustias, desesperaciones, soledades, perversiones o formas de desahogo. A ello, como ya sabemos, hay que agregar el otro “muro”, es decir la iglesia, cuya acción las más de las veces fulminante, dejaba en nada aquel discurso y acción femenino, haciéndolas volver para recuperar el camino del bien. Por eso creo que en el terreno de la prostitución encontraban formas concretas de liberación, no sólo corporal, sino también como elemento posible para disipar un reclamo, maneras desesperadas de decir “soy mujer”, “quiero que sepan que soy mujer y no un objeto”. Así entre aquella terrible confesión de sor Juana: “¡Yo, la peor de todas!” a la realidad que, por ejemplo sufría Tulitas por aquello de que (. . . . . . . . . .) mira Tulitas cual andas. Como tanto de desmandas con el noble y el plebeyo, de puta te echan el celo, y de ellos la culpa no es; tú les das motivo, pues tú les da también aquello.19 Junto a la confesión de sor Juana y en la parte seleccionada de esa 4ª décima, aparecen dos tremendos extremos de la realidad que habitaba en las mujeres novohispanas. Para ello ha sido posible encontrar ese conflicto a partir de las tres décimas “recogidas”, donde la sugerencia o insinuación del tema taurino ha sido motivo para analizarlo desde nuestra perspectiva.

16

Ibidem., p. 177, Ibid., p. 179. 18 Cruz Meléndez: “Producción…”, op. Cit., p. 17. 19 Baudot: Amores…, op. Cit., p. 168. 17


Avanzado que va el siglo XXI apenas el género femenino ha ido encontrando mejores condiciones, que le son muy favorables, legítimas, pero ha sido en verdad muy duro el costo para que el equilibrio sea la mejor de las razones. En mis conclusiones debo decir que habiéndose explorado tres territorios: el doméstico, el literario y el muy propio del relajamiento de las costumbres, puede verse, en esa escala de valores el diverso espacio donde la mujer novohispana, incluso la mujer decimonónica tuvo que encontrar salidas, formas de expresión que irrumpieran ante aquella subordinación no deseada a que se veían sujetas, subordinación de la que supieron escapar con habilidades de distinto nivel, con tal de que aquella “libertad” permitiera liberarlas también de esas cárceles impuestas. Además, si la clandestinidad etiquetada de la prostitución, y digo etiquetada puesto que cada una de aquellas “mujeres de la vida galante” poseía un apodo o un sobrenombre, esto a la sazón, les daba cierto enmascaramiento de su auténtica realidad en el que quizá no era propiamente su destino, sino una condición forzosa o forzada que tuvieron que aceptar como situación última de sus vidas. Ya lo decía al principio de esta colaboración: por fortuna, dos lecturas que ahora son motivo de sugerencia, me han permitido llegar a un solo destino: entender con mayor claridad a las mujeres. NAVA, José: Banderillero que actuó bajo las órdenes de Francisco Gómez “El Chiclanero” en la plaza de toros de Durango, la tarde del domingo 25 de abril de 1886, y que con seguridad por esos años, se encontraba en activo.

NAVA, Julián, el Poblano o Tantito: Banderillero mexicano que ha formado en la cuadrilla del matador de toros español Juan Jiménez El Ecijano en no pocas corridas de las toreadas por este espada en las diferentes plazas de los estados de México en 1896. (L. V., 104). NAVA, Manuel: Picador de toros. Su nombre aparece en un cartel, que anuncia el festejo a celebrarse en la plaza de toros de Celaya, el domingo 5 de mayo de 1907. NAVARRO, Daniel, Alegrías: Banderillero. Pertenece a la época de Rodolfo Gaona. Se le atribuye el seudónimo, a su buen carácter y lo animado que era en fiestas, como igualmente, por la alegría que ponía, corriendo a los toros a una mano, como citando para colocar las banderillas. (A. L., 197). NAVARRO, Joaquín, Quinito: Matador de toros español, que vino a México al finalizar el siglo XIX. Nació en Sevilla el 22 de agosto de 1871. El 8 de marzo de 1891 se presenta como novillero en Madrid. Recibe la alternativa el 21 de septiembre de 1892 en Ecija. Su padrino: José Sánchez del Campo “Cara Ancha” con un toro del marqués de los Castellones. Toreó en Madrid por primera vez como matador el 4 de marzo de 1894, pero no hubo ceremonia de confirmación de alternativa. Su despedida ocurrió el 20 de septiembre de 1914 en Barcelona. Muere en Sevilla, el 15 de febrero de 1936. (H. L., II, 665).


Sin ser un Guerrita, ni mucho menos, es sin duda alguna, el mejor de cuantos toreros trabajan en la actualidad en nuestras plazas. Con el capote, aunque algo movido, torea bastante bien, pues no le sirve de adorno, sino que con él, compone y fija a los toros cuando éstos lo necesitan; en los quites es bastante activo, habiendo hecho algunos muy buenos a capote cernido; también le hemos visto ejecutar algunas buenas largas. Con la muleta torea bien y es el único de los espadas que tenemos que conoce su uso, pasando, por regla general, a los toros según las condiciones que tienen y no toreando a todos lo mismo. Al herir entra derecho y con fe, pero casi siempre dando el malvado paso atrás, defecto notable y del que no necesita Quinito, porque tiene bastantes facultades para agarrar buenas estocadas sin tener que recurrir a ese tranquillo. En cambio otras veces, que ha empleado el paso atrás, no se le puede criticar, como en la última corrida que toreó en Toluca, donde tuvo que matar toros (¿?) de muy poca corpulencia, que contrastaban notablemente con la estatura del espada, el que tuvo que emplear ese medio para no verse en el caso de que todas sus estocadas hubieran resultado traseras. En resumen, un torero que sin ser una notabilidad, llena su puesto en la plaza y que si sigue por el camino que va, podrá ocupar un envidiable lugar entre los matadores de cartel. (Fierabrás).20 NAVARRO, Manuel: (De Brenes). Toreó en el circo de la Condesa en 1923, siendo matador de toros, pues tomó la alternativa en Fregenal de la Sierra el 22 de septiembre de 1921. No tuvo mayor lucimiento. (Semblanza de Alfonso de Icaza “Ojo”). NAVARRO, Pascual: Banderillero mexicano. A las órdenes de los buenos espadas indígenas y de otros españoles, toreó con buen éxito varios años. El 23 de noviembre de 1913 fue cogido por un toro perteneciente a la vacada de San Juan, recibiendo una cornada en la cara posterior del muslo izquierdo. (J. M de C, III, 669). NAVARRO, Rosario de: Rejoneadora, al parecer española, esposa –a lo que se puede concluir-, del diestro Vicente Navarro, y quien actuó a su lado en más de una ocasión, como la que se desarrolló en la plaza de toros del “Progreso”, en Guadalajara, Jalisco el 23 de diciembre de 1894, ocasión en la que tanto ella como su marido y la respectiva cuadrilla, se las entendieron con ejemplares de la Sauceda chica. NAVARRO, Vicente, el Tito: Matador de novillos. En plazas mexicanas actuaba por los años de 1890 al 1896, obteniendo allí su labor buena aceptación. (J. M de C, III, 669). NAVARIJO, Tomás: Torero profesional de a caballo, el más antiguo de Nueva España de cuyo nombre he encontrado noticia. En 1734 con ocasión de la organización de unas corridas para 20

El Toreo. Semanario Ilustrado. año I. México, 6 de enero de 1896, N° 7, p. 2 y3.


conmemorar la toma de posesión del virreinato por parte del arzobispo don Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta, se le ordenó ir a la hacienda de la Goleta a inspeccionar los toros que se iban a matar en ellas. Es muy probable que haya actuado en las mencionadas fiestas. (BFH, 2012, 383). NAVAS, José, Navitas: Banderillero. Fue integrante en la cuadrilla de José Romero “Frascuelillo”, quien toreaba a finales del siglo antepasado por diversas plazas del país. NAVEDA, Teófilo: Era anunciado como “arrastrador”, labor que realizó muchas tardes al lado de las cuadrillas que encabezaba Ponciano Díaz a finales del siglo XIX.

NIETO, Manuel, Gorete: Matador de toros español que vino a México a finales del siglo XIX. Nació en Guillena, Sevilla, el 5 de mayo de 1869. Su presentación como novillero en Madrid, sucede el 1° de septiembre de 1889. Recibe la alternativa el 16 de agosto de 1897 en Badajoz, siendo su padrino Antoniio Reverte, y como testigo, Joaquín Navarro “Quinito”, los toros pertenecieron a la ganadería de Pablo Romero. Confirma su alternativa en Madrid, el 11 de septiembre de 1898, siendo su padrino Antonio Escobar “El Boto”, con el toro “Guantero”, del duquye de Veragua. Se retira de los tyoros en 1903. Muere en Guillena, Sevilla el 29 de septiembre de 1942. (H. L., II, 665).

NIEVES GONZÁLEZ, N.: Picador de toros que actuó en la plaza de Durango la tarde del 15 de noviembre de 1885, bajo las órdenes de Juan León “El Mestizo”. (El Arte de la Lidia. Año II, 2ª época. México, domingo 19 de noviembre de 1885, N° 6, p. 2).


NIÑO, Fernando: Caballero en plaza. Es mencionado en la “Relación de fiestas” que escribió María de Estrada Medinilla en 1640, con motivo de la recepción del virrey Marqués de Villena. 21

NOGUEROL (o NOGUERÓN), Manuel, Curita: Banderillero nacido en Cádiz, España. Así se le anunció para desempeñar su labor, en la tarde del domingo 11 de mayo de 1902, en la novillada que se celebró aquella ocasión en la plaza de toros de la Villa de Guadalupe, donde se lidió un encierro de Hueyapam. Años atrás, ya había comenzado a torear en ruedos mexicanos, como es el caso del cartel celebrado en el “Progreso” de Guadalajara el 11 de noviembre de 1894. NORIEGA PORTALES, José, Cubano: Picador de toros. Es natural de Río Grande, Zacatecas, habiendo nacido el año de 1891. Se hizo picador en la ciudad de Aguascalientes, donde residió muchos años. Duró mucho tiempo en la cuadrilla del matador de toros Paco Gorraez. Se retiró de la profesión en el año de 1955, falleciendo en marzo de 1958. (A. L., 197).

NÚÑEZ, Anselmo: “Toreador de a caballo”, que participó en unas fiestas celebradas en la ciudad de Guadalajara, durante el año de 1793. (R. M. M., 2007, 139).

21

María de Estrada Medinilla: FIESTAS / DE TOROS, / IVEGO DE CAÑAS, / y alcancías, que celebrò la No- / Bilifsima Ciudad de Mexico, à / veinte y fiete de Noviembre / defte Año de 1640 (Véase el resto de la cita en Bibliohemerografía).


NÚÑEZ, Cosme: Torero de a pie y hermano de Ignacio, del que no se tiene mayor información. Actuaban juntos pasado el medio siglo XIX en plazas de San Luis Potosí. NÚÑEZ DE PRADO, Pero: Regidor en el Ayuntamiento de la ciudad de México en 1601. Fue un conocido “Cuadrillero”, que participaba en juegos de cañas o corriendo toros, sobre todo cuando se celebraban fiestas, entre otras las de San Hipólito. R.T., 2017, 163). Para 1612 solicita ser excusado de formar parte en los festejos, porque prefiere ocupar el cargo de “regidor y partidor de la plaza del juego de cañas” en lugar de formar cuadrilla. El oficio de regidor hacía que el ser excusado de participar en los juegos ecuestres fuese una tarea ardua pues se consideraba una obligación inherente al cargo. (R. A. M., 2017, 254).

Este personaje lo he recreado con la presencia del actor Fernando Soler, quien hacia los años 30 del siglo pasado, representó la célebre obra de José Zorrilla. Me refiero al “Juan Tenorio”, protagonista cuya presencia imaginaria data del primer tercio del siglo XVII. NÚÑEZ, Ignacio: Banderillero mexicano de segundo orden. (L. V., 105). Núñez tenía una ligereza extraordinaria, una vista superior y era no sólo valiente sino temerario. Estaba en su auge y no encontraba difícil a ningún bicho. Si se aculaban a las tablas sin terciarse con ellas sino quedando perpendiculares, allí entraba aquel lambrija y sin saber el nombre de la suerte que iba a practicar, clavaba un buen par al sesgo; al estilo antiguo tal y como lo describe Paquiro; no al moderno, como los ejecutan los banderilleros de hoy. Núñez hacía eso; entraba a aquel terreno, porque poseía intuición taurómaca, y si hubiera tenido un maestro aunque hubiera sido muy mediano, que le hubiera, enseñado las suertes hoy conocidas, habría sido una notabilidad, un Armilla o un Herraiz. Tal cual era, creo que le correspondía el primer lugar entre todos los banderilleros mexicanos y era superior a muchos de los españoles que vienen en cuadrillas de notoriedad. (C. C. B. T. I., 519520).

Suerte de banderillear al cuarteo con “cortas non plus ultra”, ejecutada por Ignacio Núñez en la plaza de toros de San Luis Potosí en 1885. En Revista de Revistas. El semanario nacional, año XXVII, Nº 1439, 19 de diciembre de 1937.


DE IGNACIO NÚÑEZ A LA AFICIÓN, A LA QUE DEDICO MI MEJOR FAENA... Ignacio Núñez se llamó en vida este torero mexicano que, a la mexicana, pero con el vestuario a la española, hizo las delicias de una afición que entre San Luis Potosí y la ciudad de México, se convirtieron en los dos principales puntos donde la tauromaquia en cuanto tal encontró afinaciones pero también afirmaciones, sobre todo durante la octava década del siglo XIX. Deliciosa imagen en la que, sin perder su porte viril, todavía es uno de los diestros bigotones que, como Ponciano Díaz en Madrid, se negaron quitárselo ante el mandato de los patilludos hispanos. Rasgos indígenas que se realzan aún más en ese aire soberbio, muestra de que aún y con la reconquista vestida de luces estos toreros nuestros plantaron cara a los españoles. Por eso, esta estudiada pero no por ello improvisada pose de Ignacio, supone el brindis altivo para todos los aficionados a los que dedico mi mejor faena, no importando que fuera con un telón de fondo poco apropiado, a no ser por los sombreros que entusiastas seguidores de Ignacio, antiguo compañero de Pedro Nolasco Acosta le han lanzado agradecidos por tan significativo brindis detenido por el tiempo.

Ignacio Núñez, matador de toros potosino, actuó en la cuadrilla de Pedro Nolasco Acosta. Fue hijo de Juan Núñez “Ojitos”. Fuente: Revista de Revistas. El semanario nacional, año XXVII, Nº 1439, 19 de diciembre de 1937. Banderillero potosino que estuvo en la cuadrilla de su paisano Pedro Nolasco Acosta de 1874 a 1887, cuando se retiró a vivir a Saltillo, Coah., donde murió en 1908. (H. L. II., 660). NÚÑEZ, Juan, Ojitos: Padre de Ignacio y Juan quien, junto a su hermano Cosme, actuaron en la inauguración de la plaza de toros “El Montecillo”, en noviembre de 1864. Este personaje se apropió como antiguo señor feudal, del territorio taurino en su estado durante buena cantidad de años, hasta que pudo entrar en rivalidad con toreros como Lino Zamora, Bernardo Gaviño y otros.


NÚÑEZ, Juan: Banderillero mexicano cuyo nombre como tal comenzó a figurar en la plaza de Montecillo en la temporada de 1888. Después de esta época ha toreado a las órdenes de diferentes matadores tanto mexicanos como españoles. (L. V., 105). Popular “capitán” potosino a mediados del siglo XIX. Se retiró, viejo y achacoso, en 1870. (H. L. II., 658). NÚÑEZ DE PRADO, Pedro: Regidor en el Ayuntamiento de la Ciudad de México en 1606. Fue en ocasiones “Cuadrillero” que participaba en diversas representaciones del juego de cañas, alcancías y alanceamiento de toros. NUÑO, Manuel: Hacia 1856 fue hallado en un convento situado entre Zauhintan y Etla (Oaxaca), el sepulcro de uno de los compañeros de Hernán Cortés. En una piedra media borrada se lee la siguiente inscripción en español: “Aquí descansa el cuerpo de D. Manuel Nuño, capitán de guardias del muy alto y poderoso señor marqués del Valle, gobernador de México y comandante de los ejércitos del Rey en esta parte del mundo. Murió a 18 de juli de 1544”. En teoría, este y otros personajes, jugaron un papel muy importante en el desarrollo del que sería con el tiempo la presencia de los espectáculos ecuestres. La mayoría de integrantes del ejército que encabezó Cortés durante el proceso de conquista, poseían conocimiento suficiente sobre las prácticas establecidas por aquellas épocas, además de que era importante para ellos el código de honor que estaba presente por entonces.22 NUÑO, Pablo: Era anunciado como “topador”, labor que realizó muchas tardes al lado de las cuadrillas que encabezaba Ponciano Díaz a finales del siglo XIX.

22

Boletín de Loterías y de Toros. N° 732, Madrid, 7 de marzo de 1865, año XV, p. 3.


O O, José de la: “Toreador de a caballo”, que participó en unas fiestas celebradas en la ciudad de Guadalajara, durante el año de 1793. (R. M. M., 2007, 139). OCAMPO, J. Carmen, el Tapatío.: Era anunciado como “arrastrador”. También como picador, labores que realizó muchas tardes al lado de las cuadrillas que encabezaba Ponciano Díaz a finales del siglo XIX. En el blog “Torerosmexicanos.blogspot.com” se apunta lo siguiente: Banderillero de toros oriundo de Jalisco y activo durante el último tercio del siglo XIX. El autor Ramón Macías Mora, en su estupendo libro “La Corrida de Ayer…” –de donde tomamos la imagen- nos dice que actuó en alguna ocasión en la cuadrilla del espada español Diego Prieto “Cuatro Dedos”.23

Revista de Revistas. El semanario nacional. Año XXVII, Núm. 1394 del 7 de febrero de 1937. Número monográfico dedicado al tema taurino. OCHANDIANO, Diego de: Contador en el Ayuntamiento de la Ciudad de México en 1601. Fue en ocasiones “Cuadrillero” que participaba en diversas representaciones del juego de cañas, alcancías y alanceamiento de toros.

23

Disponible en internet agosto 19, 2019 en: https://torerosmexicanos.blogspot.com/search?q=SIGLO+XIX


OCAÑA, Diego de: Se trata de uno más entre las decenas de conquistadores, que deciden quedarse en tierras recién descubiertas en la parte del todavía territorio mesoamericano. Este personaje escribe una carta a los oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla el 17 de septiembre de 1526, relatando el siguiente hecho: “El 10 de septiembre salieron nuevas de la casa de Cortés, que S.M. le enviaba a su mujer y la Gobernación perpetua y suspensión a Luis de Ponce, y jugaron sus servidores a las cañas de alegría”.24

OJEDA, Francisco, Ojedita: Matador de novillos, que hacia 1888 comenzó a actuar en plazas de tercer orden. Logró hacerlo en la de Madrid el 8 de septiembre de 1889, sin que su actuación fuera relevante. Marchó a México, domiciliándose allí y desarrollando en tal país su actividad taurina. Toreando en Monterrey, en enero de 1910, un toro de Tepeyahualco le dio una cornada al entrarle a matar, de resulta de la cual falleció a los pocos días. (J. M de C., III, 680). OLMEDO, Antonio, Valentín: Novillero, al parecer de origen mexicano, quien tuvo una actuación sobresaliente, durante varios festejos menores, celebrados en la plaza de toros “México” en el año 1901, y que, al parecer –según lo anota La Temporada. Semanario Taurino, N° 9, que correspondía a la temporada 1911-12, dice en su pág. 11: “Dícese que el matador de novillos Antonio Olmedo Valentín (…), fue gravemente herido toreando en la plaza de toros de Caracas. Ojalá que tal noticia sea un canard, igual que lo fue aquella de que en la misma plaza había sido muerto, por tremenda cornada en el cuello, el espada Ángel Padilla. OLMOS, Pablo: banderillero. Personaje cuya actividad se encuentra ubicada en los últimos años del siglo XIX. (D. I., 25). OLVERA, Alberto: Picador de toros. suele torear por el estado de Chihuahua y sus contornos, como también en la plaza de Ciudad Juárez. (A. L., 1958, 205). OLVERA, Diego: picador de toros. Su nombre aparece en el cartel que se celebró la tarde del 21 de diciembre de 1851, en un festejo celebrado en la Plaza Nueva de Toros en el Paseo Nuevo.

24

José Álvarez del Villar, Historia de la charrería. México, Imprenta “Londres”, 1941. 387 p. Ils., fots, p. 96.


OLVERA LARA, Francisco, Berrinches: Picador de toros. Este popular varilarguero nació en la ciudad de Monterrey, el 13 de julio de 1883. Siendo un niño, se escapaba de la escuela para ir a los corrales de la plaza de su tierra natal y ver los encierros que en aquella época, estoqueaba Ponciano Díaz y otros toreros. Comenzó a montar a caballo desde muy pequeño y a los diez años, picó por primera vez en el pueblo de Cadereyta Jiménez, Nuevo Laredo, un novillo que mató José González “Fajerito” padre, que fue matador, y más tarde banderillero. Picó algunas tardes a las órdenes de Ponciano Díaz, en sus últimos años como torero, actuando en compañía de don José María Mota, padre del fallecido picador de toros don Felipe. También salió a los ruedos con Antonio Fuentes, Antonio Montes, Luis Mazzantini, “Cocherito de Bilbao”, Rodolfo Gaona y estuvo colocado con el matador cubano José Marrero “Cheché”. En el año de 1903, fue a España en la cuadrilla de Manuel Jiménez “Chicuelo”, y no llegó a actuar, porque a los pocos días de su llegada, recibió noticias de México, de que su señora madre estaba muy grave, regresando inmediatamente a su país. El año de 1949, se despidió en el nuevo “Toreo”, en una novillada, que salió con Rubén Rojas el “Jarocho”. Estuvo en activo durante cincuenta y siete años, habiendo tenido muchos percances, entre ellos tres cornadas gravísimas, e infinidad de costillas rotas. Desde hace diez años sus familiares y la Unión de Picadores y Banderilleros, le aconsejaban se retirase de la profesión, pero el temperamento y la casta del viejo, siempre estaban en contra de esta decisión, la que por ley de la vida, tuvo que llegar un día. (A. L., 205-6).


FRANCISCO OLVERA “BERRINCHES”, PICADOR DE TOROS.

Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots., T. I., p. 389. Fotografía: Daniel García Orduña. Hace muchos años, hubo entre las filas de subalternos, un picador de toros destacado, tanto por su eficacia como por sus detalles, que le caracterizaron desde el seudónimo mismo. Me refiero a Francisco Olvera “Berrinches” (Reynosa, Tamps., 13 de julio de 1874-18 de diciembre de 1963). Recordaba el casi nonagenario personaje que a sus 21 años se inició en la profesión en Cadereyta, yendo a las órdenes de José González “Fajerito” en la lidia de toros de “La Laguna”, esto en 1895. El origen de alias tan peculiar se debe a que “siendo pequeño era muy BERRINCHUDITO y entonces me pusieron de mote El Corajitos y a la larga degeneró por El Berrinches que me adjudicó el viejo aficionado Lázaro Lozano quien fue padre del célebre impresor taurino Rutilo Lozano”. También recordaba que el mejor momento que tuvo en su vida fue una tarde que se lo llevaron en hombros desde “El Toreo” de la Condesa hasta la casa que entonces habitaba Francisco Madrazo, propietario de “La Punta”. Y decía: “Mi mayor satisfacción ha sido el de ¡SER UN PICADOR DE TOROS! Los aplausos fueron el mejor premio a mis anhelos en el camino de la gloria taurina. Me retiré en el año de 1951 en la plaza de Cuatro Caminos donde un toro me derribó con todo y caballo, sufriendo la fractura de varias costillas… Viejo y castigado lo mejor es esperar la muerte y… ¡aquí estoy!” Precisamente sus últimos días los vivió al cobijo de la Cruz Roja de Nuevo Laredo, sitio en el que seguramente existía alguna zona destinada al asilo de personas hoy consideradas como de la tercera edad.


Francisco Olvera “Berrinches” acompañado por Alfonso Ramírez “Calesero” en el patio de cuadrillas de la plaza de toros de Nuevo Laredo, Tamaulipas. Fotografía: Vicente García. Durante los años que estuvo en activo, vio pasar la época en la que los caballos salían sin ninguna protección, salvo la buena habilidad de los piqueros. Hubo tiempos en los que incluso se les cubría con un ridículo cuero que llamaron despectivamente “baberos”, para luego, de 1930 en adelante, se enmendara la situación por la cual hubo orden de colocar un peto protector que luego, con los años se convertiría en auténtica muralla. Es bueno recordar, sobre todo en nuestros tiempos en los que el picador de toros ya es casi una pieza decorativa no solo en el paseíllo sino en sus apariciones en la escena, donde suelen realizar la suerte en forma por demás simbólica, que picadores como “Berrinches”, se caracterizaron por su especial forma de resaltar diversos estilos tanto en la forma de llevar la cabalgadura como de lanzar la garrocha y luego “amarrarse” a ella para culminar en una estampa como la que hoy adorna estas notas, y que corresponde a la tarde en que se enfrentó al toro (anunciado como novillo) de Zacatepec, con peso de 600 kg. Esto ocurrió la tarde del 17 de marzo de 1935, en la plaza de toros de Vista Alegre, por los rumbos de San Antonio Abad (ciudad de México) en que aguantó la embestida de “Bandolero”, toro que luego hirió de muerte al infortunado novillero Miguel Gutiérrez. Más en broma que en serio le dedicaron estos versos en AL VIEJO “BERRINCHES” Aluego “Berrinches” llega con un caballejo, al trote, y toma parte en la brega. Haz de cuenta Don Quijote que hubiera resucitado con bacinica y garrote y re más encaprichado se güelve toro el molino y las aspas hoy son astas y es aquello un torbellino, un relajo ¡qué canastas! A la verdá, no hay derecho. Destripado el caballejo y “Berrinches” muy maltrecho, por poco pierde´l pellejo


si no le espantan al toro. Y la gente, cómo grita. le dice llena de azoro una gringa a una currita: -¡Qué bárbaros los latinos” ¿No hay saciedá protectora de animales? ¡Asesinos!...25 Anónimo.

Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots., T. I., p. 389. Fotografía: Daniel García Orduña. Y también estos otros, que corresponden a la autoría de José Fernández Mendizabal del mismo año: A FRANCISCO OLVERA, “BERRINCHES” Eres parte esencial de la gran fiesta, jinete en fiel rocín enflaquecido a quien hiere la mofa del “tendido” asaz cruel en su fuerza manifiesta. Diríase que ignoras lo que cuesta el tumbo doloroso cuando, erguido, te ves por el burel acometido en suerte que te puede ser funesta. Valiente a no dudarlo tú lo eres 25

La Lidia. Revista gráfica taurina. Año I, Nº 10. 29 de enero de 1943.


empuñando la lanza cuando alegra al toro en el terreno que prefieres, Y también si te engaña su perfidia... erguida o en tumbo, tu figura íntegra el cómico sentido de la lidia.

Cartel de la infortunada tarde… En Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots., T. I., p. 389. Fotografía: Daniel García Orduña. II Sin luz tus ojos ni vigor tu brazo, hierro en la pierna y sobre el hierro, cuero; firme en la silla se te mira entero lucir al sol que rubricó tu ocaso. ¿Y qué será de ti cuando el abrazo de la temida sombra ciña artero su anilla cruel? Noble Lancero de la fiesta, en el nervioso trazo. De estas líneas mi emoción te ofrenda


-tal mano grácil que la luz alegra-, el clavel reventón de la leyenda A salvo del rencor y de la insidia ¡Qué en él tumbo final tu gesto integra el trágico sentido de la lidia!26 José Fernández Mendizábal. Finalmente, hay que apuntar el hecho de que Francisco Olvera “Berrinches”, formó parte de aquella generación de picadores que ostentaban la coleta, tal cual la mostraban los matadores, y de que entre los suyos, era común la concesión de alternativa, con lo que seguramente, pero sin decirlo, este personaje la mereció sin duda alguna. Este trabajo fue divulgado en el portal de internet: AlToroMéxico.com a través de la siguiente liga: http://altoromexico.com/index.php?acc=noticiad&id=30628 ONTIVEROS, Gregorio: Banderillero. Actua por plazas del norte de la República, especialmente por el estado de Chihuahua, donde tene su residencia. (A. L., 1958, 206). ONTIVEROS, Vicente: Banderillero de toros en México, de escasa nombradía. Retirado ya, murió en Chihuahua, de aquella República, el 11 de febrero de 1947. (J. M de C, IV, 609). OÑATE, Fernando de: Corregidor en el Ayuntamiento de la Ciudad de México en 1605. Fue en ocasiones “Cuadrillero” que participaba en diversas representaciones del juego de cañas, alcancías y alanceamiento de toros. OÑATE, Juan de: Juan de Oñate celebró en Nuevo México el día de su santo de 1600 con un juego de sortijas. (L. W., 1984; T. I., 165). ORIBE, Gabino: Novillero. El testimonio que da fe de su presencia en los ruedos, es como sigue: PLAZA DE TOROS EN CALIMAYA, MÉX. 21 y 28 de septiembre. En El País, D.F., del 1º de octubre de 1913, p. 7 aparece la siguiente nota: TOROS EN CALIMAYA. En la cercana población de Calimaya se ha levantado una plaza de toros, provisional, con el objeto de dar unas cuantas corridas para hacerse de fondos e invertirlos en obras públicas. La empresa contrató para dos corridas al matador de novillos Gabino Oribe “Orizabeño”; estas tuvieron lugar el 21 y 28 del actual con ganado de Atenco y San Diego de los Padres, que dieron muy buen juego. “Orizabeño” que es muy conocido del público toluquense, trabajó con buen éxito; pues se ven en él detalles de un buen torerito con el capote. Los tendidos se vieron llenos de aficionados, por lo que se supone que la empresa ha tenido buenas utilidades. OROPEZA, Agustín: picador de toros mexicano, y uno de los más hábiles jinetes entre los que se dedican a lidiar reses bravas.

26

Op. Cit.


Agustín, acompaña a Ponciano en su viaje de 1889. Fue ascendido, a “Picador de toros”, luego de la ceremonia en que se le otorga tal jerarquía, de acuerdo a cierto ritual que mantenían los varilargueros españoles por aquel entonces. En nuestro país, esa práctica no era de uso común. Varilarguero en la cuadrilla de Ponciano Díaz. Fuente: Lauro E. Rosell. Plazas de toros de México. Historia de cada una de las que han existido en la capital desde 1521 hasta 1936. Por (...) de la Sociedad Mexicana y Estadística, y del Instituto Nacional de Antropología e Historia. México, Talleres Gráficos de EXCELSIOR, 1935. 192 p., fots., retrs. ils. Una de las primeras cuadrillas en que formó fue la de Ponciano Díaz, al que acompañó en su excursión a Europa en el verano y otoño de 1889. En la plaza de Madrid, después de efectuar en una corrida varias suertes del toreo mexicano, tomó la alternativa de picador en la 14ª de abono, celebrada el 17 de octubre de 1889, en la que estoquearon reses de Veragua y Orozco. Salvador Sánchez Frascuelo, Rafael Guerra Guerrita y Ponciano Díaz (este tomó también la alternativa de espada). El primer toro, que picó Oropeza en dicha tarde, llamábase Lumbrero y pertenecía a la primera de las dos indicadas ganaderías. Los picadores españoles que alternaron con Oropeza y Celso González, ambos mexicanos, fueron Cirilo Martín, Juan Pérez y Eduardo Blanco Riñones. Después de regresar Oropeza a su país, ha toreado a las órdenes de otros espadas de cartel en aquella república. (L. V., 106-7). OROPEZA, Vicente: Picador de toros mexicano, hermano del anterior, que ha figurado como tal en cuadrillas acreditadas y viene toreando desde 1885. (L. V., 107).


Vicente Oropeza, en su momento fue considerado como “el mejor charro del mundo”. Perteneció a la “troupe” que encabezaba Búfalo Bill a finales del siglo XIX. Vicente, hermano del anterior, aunque también empezó a picar hacia 1885, nunca estuvo con Ponciano Díaz y casi siempre lo hizo en Puebla, de donde él también era natural. En 1896, ya retirado de los toros, encabezó un conjunto de charros mexicanos que dio exhibiciones en Nueva York y que en el mes de abril se unió en Filadelfia al espectáculo “Buffalo Bill Wild W est”. (h. L. II., 661). Sobre Vicente Oropeza: El mejor charro del mundo.

De la correspondencia personal de Vicente P. Oropeza en 1914. Nació y murió en la ciudad de Puebla (1858-1923). Gracias a la generosa aportación del Sr. Carlos Rafael Campos Martínez, descendiente del personaje del que se intenta dar un perfil, es como se ha logrado encontrar una nueva visión sobre el mismo.


Ya desde los 23 años de su edad figura como personaje destacado, pues en 1881 un grupo de amigos suyos, lo reconoce con el obsequio de una pistola en la que, en la “cacha”, y en su parte inferior quedó grabado el siguiente testimonio:

Disponible en internet, febrero 14, 2016 en: http://collections.theautry.org/mwebcgi/mweb.exe?request=record;id=ocn832279134;type=106 Por otro lado, los primeros datos como varilarguero se remontan a noviembre de 1885. Por las imágenes que se incluirán en el desarrollo de este intento biográfico, se percibe a un individuo de mediana estatura, de buena salud, robusto e incluso corpulento, lo que deja ver que tales atributos físicos los explotaba perfectamente en labores cotidianas relacionadas con la práctica del toreo, el jaripeo, el coleo y un constante desempeño en actividades rurales, factor predominante que distinguió a muchos picadores de aquellas épocas, los cuales se vincularon como vaqueros, caballerangos y hasta como administradores de ciertos encargos directamente ordenados por el propietario de aquellas tierras, por extensión, el hacendado. Tuvo un hermano, de nombre Agustín Oropeza, a quien dedicaré un espacio más adelante. Vicente Oropeza, según los datos que permiten ubicarlo por primera vez, actuó bajo las órdenes de Bernardo Gaviño en Puebla, el 1° de noviembre de 1885. Una larga pero interesante reseña en verso, nos permite conocer a detalle lo ocurrido en aquella ocasión:

Además: Clementina Díaz y de Ovando, en su libro Carlos VII EL PRIMER BORBÓN EN MÉXICO, relata el acontecimiento. El domingo 11 (de junio de 1876) don Carlos asistió en Tlalnepantla a una corrida de toros. Muy príncipe, pero llegó a su palco como cualquier plebeyo, entre pisotones y empujones. La gente de


sol lo ovacionó a su manera gritándole indistintamente; ¡don Carlos! O ¡don Borbón! Los bichos resultaron bravos, un picador y un banderillero se lucieron, y “un chulillo hábil y valiente manejó la capa como el barón Gostkowski el claque”. Don Carlos estuvo muy cordial con los que le ofrecieron la fiesta, llamó a su palco al banderillero y al picador (y como veremos después, al propio Gaviño), y los premió con esplendidez. El picador bien lo merecía ya que realizó toda una proeza, según reseñó La Revista Universal el 13 de junio: La hazaña del picador merece contarse: embistió el toro y resistió el de a caballo bravamente; ni él se cansaba de arremeter; ni el hombre de resistir; al fin, desmontándose hábilmente sin separar la pica de la testuz, el picador se deslizó del caballo, se precipitó entre las astas del toro, soltó la púa, se aferró con los brazos y las piernas de la cabeza del animal, y mantuvo todavía algunos minutos completamente dominado y sujeto contra el suelo por un asta. El de la hazaña fue objeto de grandes ovaciones: ¡si al menos el mérito de la lucha hubiera salvado al mísero animal!27

También José Guadalupe Posada en este grabado suyo, nos presenta la suerte de varas donde un picador con el atuendo a la mexicana ejecuta la suerte de varas. Obsérvese que el caballo no ostenta ningún peto. Posiblemente se trate de una representación muy personal sobre Vicente Oropeza, dadas las características del piquero, pues ostenta el traje de charro, un sombrero de ala ancha y los característicos bigotes. Fuente: colección del autor. PLAZA DE TOROS “EL PASEO NUEVO”, PUEBLA, PUE. Domingo 1º de noviembre de 1885. Bernardo Gaviño y cuadrilla. Lidia de toros de San Diego de los Padres. Reseña de la tercera corrida de Puebla, Celebrada el domingo 1º de noviembre. ¡A los toros, a los toros! Gritan en nuestro Paseo, los muchachos, las mujeres, los charros, los venduteros los soldados y las viejas; y ya se escucha el jaleo 27

Clementina Díaz y de Ovando: Carlos VII. EL PRIMER BORBÓN EN MÉXICO. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1978. 138 pp. Ils., p. 64.


de aquel que vende naranjas, nieve de limón, de huevo, de leche, en fin, y otras cosas peculiares del toreo. La plaza de bote en bote, es decir, el circo lleno, que impaciente grita y grita, por ver al bicho con cuernos que ponga pies en la plaza para dejar satisfechos a todos los concurrentes que están de entusiasmo llenos. A las cuatro y media en punto; se presenta el juez a tiempo, y un estrepitoso aplauso se deja oír al momento; se abre la puerta al instante y se presenta al paseo la cuadrilla de Bernardo, nuestro simpático viejo, que con mesurado paso, con paso firme y sereno, al pie de la Presidencia con todos sus compañeros saluda muy cortésmente;

Tarjeta de visita que nos permite apreciar a un Vicente Oropeza bastante joven, seguramente realizada entre 1885 y 1886 en que comenzó a cobrar fama como valiente varilarguero. Lleva espuelas, calzona de cuero, faja, chaquetilla a la española y un sombrero de piloncillo, lo que deja ver que esa combinación resulta ser una curiosa estampa en la que los picadores mexicanos no fácilmente adoptaron en principio los dictados de la tauromaquia española. Además, en la pierna derecha lleva colocada la “gregoriana”, es decir una protección formada de material metálico y cuero, con lo que se protegían dicha extremidad, colocada del lado en que salían a picar al toro. Como se maneja en los manuales del toreo, la “Gregoriana” deriva del nombre que tomó de un caballero nombrado Gregorio Gallo. El picador Vicente Oropeza, típico lidiador de a caballo al estilo antiguo mexicano, con la indumentaria de su época. Hermano del otro picador, Agustín.


Fuente: La Lidia. Revista gráfica taurina. México, D.F., 4 de diciembre de 1942, Año I., Nº 2. PRIMERO. ¡Dá la corrida comienzo! Después de cambiar de capas, de los clarines al eco, abriéndose del toril la puerta, un toro negro se nos presentó a la arena, de veinte arrobas lo menos, desconociendo la plaza malicioso y tan matrero, que no buscaba caballos según algunos, por miedo; Carlos Sánchez, que es un chico en el arte ya maestro se lució con este toro en la suerte del capeo, arrancando muchas palmas muy justas, esto es lo cierto; no se quedó atrás Gaviño, el decano de los diestros, porque también se animó dando al toro su quiebro; por fin el bicho que estaba ya conociendo el terreno, tomó una puya de Mesa lo que se llama con riesgo, porque el toro pegajoso arremetía con el cuerno de que cornaba más, que era a mi ver, el izquierdo, con el que al fin destripó al desgraciado jamelgo; tomó otra puya del mismo casi, casi, allá en los medios y se encontró con Merodio28 que no supo entrar a tiempo y el toro se le metió cuanto le tocó al pellejo, ensartando por el cincho al caballo, que de viejo no aguantaba ni al jinete que vino a dar por el suelo; Mesa volvió sobre el bicho le dio un puyazo muy bueno y el toro se huyó al castigo; refrescándose de nuevo, (tomó algunas otras varas que no tuvieron gran mérito). 28

José María Merodio, de Orizaba.


Tocaron a banderillas y salió el banderillero más simpático que hoy en nuestra plaza tenemos: Carlos Sánchez, con soltura, le puso un par al cuarteo, otro, a toro parado; y cuadrando, puso medio, con arte y con maestría como Sánchez sabe hacerlo. Los clarines anunciaron la muerte, y desde luego, salió Bernardo Gaviño con los trastos por supuesto; quien se enfrentó con el bicho dándole un pase de pecho, seguido de un gran pinchazo en que el toro en su recelo, salió muy desconfiado, porque guardaba el pellejo. Lo buscó el viejo Bernardo, le dio dos pases de nuevo, naturales, y uno sólo sobre las tablas volviendo, soltándole otro pinchazo de padre y muy señor nuestro; el bicho buscó las tablas, pues sin duda conociendo que a cada paso Gaviño le iba desgarrando el cuero, se volvió más receloso demostrando mucho miedo; entonces el buen Bernardo queriendo despachar luego, haciendo traición al toro con un pinchazo soberbio sobre el toro que parado estaba fuera de juego, le fue con tanta bravura con destreza y con denuedo dándole por cuarta vez otra estocada en los huesos; tocaron para lazar porque el soberano pueblo, pidió metieran al bicho por ser tan malo a su encierro, para que acabara allí por mano del puntillero. López tomó la reata dirigiéndose a los medios y por el aire veloz surcó el espacio violento el lazo que se fijó


con mucho garbo en los cuernos del toro, que desmintió ser de San Diego o Atenco. González quedó muy mal en el peal, por lo menos no llenó su cometido y fue chiflado en extremo por el pueblo soberano que sabe con gusto hacerlo. por fin lo echaron a tierra; lo remató el puntillero, y al toro con las mulillas a su lugar condujeron, dejando otra vez la plaza dispuesta para el toreo.

Un picador “hispanomexicano” con detalles representativos de lo que para 1887 significaba la nueva interpretación de la tauromaquia. Ese “hispanomexicano” no es otro que Vicente Oropeza, cuya fama, ya se ve, crecía al igual que la de ciertos matadores, pues además se caracterizaba por realizar suertes que resultaban admirables para los aficionados. Dice el Dr. Carlos Cuesta Baquero –cuyo anagrama fue Roque Solares Tacubac- que La falta de verdadera “mona” porque los picadores mexicanos solamente usaban una imitación de la “espinillera” o “gregoriana” (los dos nombres son correctos) manufacturada con vaqueta (por eso digo era imitación, pues la verdadera es de hierro) hacía que la pierna derecha estuviera en peligro de ser corneada, aún no derribando el toro al caballo. Esa carencia de “mona” fue la causante de la muerte del picador Pedro Durán, a quien un toro dio terrible cornada fracturándole los dos huesos de la pierna (la tibia y el peroné), lo que fue causa para la infección de la grave herida y el fallecimiento por “grangrena gaseosa”. La carencia de un estribo todo en hierro y cubriendo completamente al pie derecho, cual lo tienen las monturas españolas apropiadas para la “suerte de varas”, hacía que los picadores


mexicanos tuvieran el pie derecho, siempre herido por puntazos. Aunque usaban estribo cubriendo todo el pie, las tapas eran de vaqueta y por consiguiente insuficientes para resistir. Fuente: la Muleta. Revista de Toros. Año I. México, septiembre 4 de 1887, N° 1, cromolitografía obra del “inteligente artista” Sr. D. Pedro P. García. SEGUNDO TORO. A la lidia se presenta hasta de su sombra huyendo, chico, de buena presencia, josco, y de pies muy ligeros, con arrobas diez y seis según cálculo, que creo no poder equivocar pues tal fue mi buen deseo. Mercado, detrás del bicho siempre buscando su encuentro, hasta que tranquilo el toro le arremete, y por supuesto cuanto que sintió la puya, comprendió que su elemento no era aquel, y con deseo de salirse de la plaza para volver al chiquero, se olvidó de que Mercado lo venía persiguiendo, y siempre se lo encontraba delante de sus dos cuernos. Obligado el animal tomó tres varas, que fueron tomadas casi de paso; tres de Oropeza, lo mismo, y salió el josco bramando, de rocinantes huyendo. Pero convencido al fin de que no tenía remedio, tomó determinación de dejar a un lado el miedo y arremeter donde quiera que se encontraba un jamelgo; Oropeza confiado que buscó al bicho en los medios, llevó un porrazo mayúsculo quedándose descubierto con el toro encima siempre, que en ira y furor ardiendo embistió con tantas ganas que ya tirado en el suelo el picador, al caballo lo destripó en el momento; lo mismo pasó a Mercado quien dio tres piquetes buenos


siendo el toro pegajoso cuanto sentía el acero. Oropeza le dio cuatro como el arte del toreo lo exige, y siempre buscando Mercado, le dio otro bueno, quitando el toro Gaviño con mucha gracia y salero. Tocan pues a banderillas, y un par tomó Genovevo, poniendo medio, de frente, otro par casi al trascuerno y medio, a toro parado, viniendo desde los medios. Los clarines a la muerte tocaron, y el toro entero buscaba capas, seguido, y entraba mucho al capeo. Carlos Sánchez, que vestía azul y plata, sereno tomó los trastos, brindó; al bicho se encuentra luego en la sombra y de refresco, le suelta dos naturales y un mete y saca soberbio que el toro rodó en la arena clavando en ella los cuernos. Diana y aplausos obtuvo de todo el público el diestro, y el toro le regalaron entre el popular estrépito y los vivas y la zambra; para dar paso al tercero.


Fuente: La Muleta. Revista de Toros. Año II, México, noviembre 18 de 1888, N° 7. TERCERO. Listón, diez y nueve arrobas arrogante y muy bien puesto, de muchos pies, receloso, buscando barrera y negro, no le gustaba la plaza, era a mi ver, burri-ciego; tomó de Mesa un piquete flojo, se largó a los medios y de allí buscó barrera con tal ímpetu corriendo que al saltar se llevó un poste que echó abajo con sus cuernos. Allí se le arrima Mesa a quien tiró por el suelo llevando buena caída y muriendo su podenco; se le presenta Gregorio quien como su compañero, fue a dar cuenta de su arrojo con las costillas midiendo la tierra, no se paraban con todo y con su jamelgo, el que murió en el instante como noble y como bueno. Tres veces más la barrera el toro saltó, en su intento de salirse de la plaza, pero no logró su objeto: la presidencia que estuvo con sus deberes cumpliendo, mandó tocar banderillas, y salió Lobato presto, con dos anchas en las manos negras, por ser día de muertos:


después de dos intentonas le puso tan solo medio par, y seis salidas falsas, que le hizo luego poniendo a la media vuelta solo un par, y no queriendo el toro ya banderillas se fue a la barrera huyendo donde otro medio le puso casi cerca de los cuernos. Tomó Gaviño el estoque, la muleta, y comprendiendo que ese toro no humillaba porque salió burri-ciego, le dio un pase natural con otro corto de pecho saliéndose de la suerte el animal de San Diego. En un palco a Juan León (a) el Mestizo vieron y a una voz todos gritaban para que matara al negro, pero el juez con su deber y con su cargo cumpliendo viendo que el toro era malo y al matador en un riesgo, ordenó que lo lazaran para darle al puntillero; Gaviño a pesar de todo buscó al toro y en un credo le arrimó un buen volapié que por desgracia dio en hueso, vino en consecuencia el lazo que le echaron al pescuezo un señor H. González que en la materia no es bueno; pues por poco más, ahorca al torete en un momento, López, mal en el peal con su chifla; el puntillero cumplió con su obligación y se llevaron al muerto. CUARTO. Salió recelando siempre muy parecido al primero, de carnes, de muchos pies, valiente, corniveleto; tomó seis varas seguidas de Oropeza en un momento porque el toro recargaba muy voluntario en el juego;


Oropeza obtuvo entonces como taurino trofeo mil aplausos y dianas y alguno que otro sombrero. Santín le dio tres piquetes y le costó su jamelgo, a quien colgaban las tripas casi, casi por el suelo; Lobato le hizo un buen quite luciéndose en el galleo, Oropeza en otra puya también perdió su podenco, y de Oropeza y Santín tomó seis varas, sin mérito. Por la señal consabida García (el Banderillero) salió a ponerle los palos, se fue derecho a los medios y con garbo y valentía seguido le fue poniendo el primer par, al relance; el segundo fue, al trascuerdo; tercero, a la media vuelta y el público muy contento lo aplaudió con mucho gusto porque llegó a merecerlo. Sánchez le espada tomó con la muleta de nuevo, tres naturales también y el bicho ya con recelo se dejó dar un pinchazo que apenas le rompió el cuero, el toro más se enfullina más se enfullina el torero y le arrimó a volapié la estocada del remedio rodando el toro en seguida a manos del cachetero. En resumen la corrida si no fue de lo más bueno no dejó que desear. Juan Pichiclú Sopla-Fuego.29 De igual modo, también participa ocho días después en la misma ciudad de Puebla:

29

El Arte de la Lidia. Año II, Nº 3, 3 de noviembre de 1885, p. 2-3.


Manuel Manilla buriló este maravilloso grabado donde podemos apreciar la embestida perfilada del toro que ya trae en el morrillo un par de banderillas. El orden en la lidia está alcanzando su definición más concreta. La suerte de varas fue, por aquella época un momento que los artistas recrearon en diversas expresiones. Fuente: Colección del autor. PLAZA DE TOROS “EL PASEO NUEVO”, PUEBLA, PUE. Domingo 8 de noviembre de 1885. 4 toros de San Diego de los Padres, para la cuadrilla de Bernardo Gaviño, quien por cierto, vistió de rojo y plata. Apreciación de la corrida celebrada en la Plaza del Paseo Nuevo el domingo 8 del corriente mes. Ganadería de San Diego de los Padres, propiedad de D. Rafael Barbabosa. Bajo una tarde nublada y cruda como de invierno, se comenzó la corrida en la plaza del Paseo, a pesar de que azotaba del Norte muy crudo el viento; a las cuatro y veinte y cinco el juez, al palco saliendo, da la señal de ordenanza y la cuadrilla al terreno de la lidia se presenta, para dar luego comienzo; después del cambio de estilo de capotes y de puestos, se abre el toril: se presenta un toro bonito, nuevo, amarillo, por lo grifo, y bonito hasta el extremo, de muchos pies, entrador y con bastantes deseos buscando capa y caballos, de pujanza y de respeto,


como de cara y valiente, se le presenta al momento Merodio, y por el aire con todo y sardina, al suelo. Lo mismo le pasó a Mesa y a Santín, cuyos jamelgos todos fueron destripados por el toro y después muertos, quedándose de la plaza dueño y señor en un credo; volvió otra vez a la carga el amarillo y, de nuevo, la plaza quedó tan limpia que no dejó ni un podenco, luciéndose el animal como feroz carnicero. Merodio, Mesa y Santín siempre andaban por el suelo y era el toro tan chiquito que entraba en los burladeros como Pedro por su casa, según dice un refrán viejo; al grito de picadores, voz del soberano pueblo, salió Oropeza montado en un tordillo de genio y cuando lo vio el torete le arremetió tan ligero, que caballo y picador, igual que sus compañeros ruedan en un santiamén al empuje de sus cuernos; la suerte de banderillas se anunció, y el toro entero entre la sombra y el sol espera al banderillero; era este, Carlos Sánchez, con azul y plata el terno que vestía; y de frente al toro le puso medio par, a toro para uno y a media vuelta el tercero; suena el clarín de la muerte y Gaviño (nuestro viejo) que rojo y plata vestía, le suelta un pase de pecho despachándole a la tumba con un pinchazo ligero porque ya el toro las tablas buscaba con mucho empeño. El juez que en esta corrida no estuvo de lo más bueno, cuando lazaron al bicho


sin más razón al argumento que se le pegó la gana por su gusto y su derecho: salió López; tira el lazo, y ni siquiera en un cuerno le cayó, sino en el rabo… lo que causó gran estrépito de risotadas y chiflas en muy merecido premio. Gaviño, por más que digan que es un excelente diestro, aprovechó con gran maestría este nuevo contratiempo, y dio una buena estocada al torete recibiendo que a poco rato se echó; pero vino un puntillero tan malo, a dar el cachete que tan sólo el toro al verlo se volvió pronto a parar, porque el hombre metía miedo, pero como la estocada fue dada por un maestro, el toro volvió a rodar muriéndose desde luego; aparecen las mulillas al corral lo condujeron y quedó lista la plaza para el otro y su toreo. SEGUNDO. El mismo color también, muy bonito, cari-negro, salió sin castigo alguno pues al salir, no pusieron los locos divisa alguna; diez y ocho arrobas lo menos, salió corriendo la plaza valiente, corniveleto, tres verónicas le dio Carlos Sánchez al momento; Oropeza buscó al bicho, le dio un piquete ligero y en el quite Carlos Sánchez con verónicas de nuevo volvió a lucirse el muchacho, pues todas fueron de mérito; el torete parecía que cogió a la puya miedo; de Santín tomó una blanda, otra de Oropeza, luego, en que salió su sardina


desbocada en el momento como chispa que en los aires se apaga en otro elemento; tomó tres o cuatro puyas que de gusto carecieron y en el quite de la última casi a punto estuvo el viejo de Gaviño de caer del torete en los dos cuernos, si no es la serenidad con que tomó el burladero; los clarines anunciaron banderillas; Genovevo, que azul y plata vestía, tomó los palos y luego el toro le puso una con la suerte del trascuerdo, el toro desconfió ya, receló, y con grande miedo ya no buscaba la suerte; pero siempre Genovevo se decidió a colocarle dos pares más por lo menos, y colocándose en suerte le puso un par al cuarteo tan bien puesto, que son pocos los buenos banderilleros, que puedan ganarle a este en ese par por lo menos; con otro a la media vuelta toditos a cual más buenos. Tocan a muerte y salió Carlos Sánchez al momento con su muleta y espada a buscar al cari-negro: le soltó tres naturales muy cerquita de los medios otros tres en la barrera y un mete y saca soberbio, hasta la cruz de la espada como Carlos sabe hacerlo; el público pidió a voces le dieron el toro luego al matador, porque había dejado su honor bien puesto; pero el juez, que en esta tarde estuvo tocando el cuerno, después que el toro se echó, el maldito puntillero en vez de dar el cachete levantó al toro, con esto el Soberano y buen juez mandó lazar al torero,


al toro, y a todo el mundo ¡como él no tenía riesgo! En fin, de la tauromaquia la ley pisando en el suelo lazaron al toro y muerte le dio siempre el puntillero, quedando lista la plaza para lidiar el TERCERO. Salió del toril buscando igual que sus compañeros con ganas de entrar a vara, cornialto del izquierdo, amarillo, buenos pies, y como los otros, crespo; venía el toro la plaza con muchos pies recorriendo cuando se encontró con Meza y Gregorio al mismo tiempo, quienes tropiezan los dos con sus dos malos podencos y el toro les arremete con tal bravura y tal genio, que armó la de San Quintín, puesto que los dos al suelo cayeron en dos por tres, armándose tal jaleo que Merodio se paró montado ya en el pescuezo del caballo, que corriendo perdió hasta la montura los estribos y hasta el freno. Por otro lado iba Mesa como el demonio corriendo; esto fue de sensación porque no siempre el toreo presenta estos espectáculos de choques entre jamelgos; Mesa se repone un poco se acomoda en su podenco y busca al toro que viene de coraje siempre lleno y por el aire veloz va Mesa en un burladero a dar un golpe mortal quedando el caballo muerto, lastimándole una pierna y dislocándole un brazo. (Aquí por honra del arte una observación haremos) Mesa salió lastimado


de una pierna y ni un torero, ni nadie se le arrimó a prodigarle un consuelo; solo, atravesó la plaza, solo, buscó un burladero y solo llegó a la puerta que se la abrieran pidiendo; esto demuestra una cosa y es, que malos compañeros sus deberes no llenaron, sus deberes no cumplieron ninguno de la cuadrilla; quiera para ejemplo el cielo no llegue a necesitar de auxilios, en caso idéntico, y que cumplan como amigos en los casos como estos. Y al veterano Gaviño con interés recomiendo, enseñe la caridad a toditos sus toreros. Volvamos pues con permiso señores a nuestro cuento: tomó el toro varias puyas y destripó en un momento cinco sardinas, que pobres en el acto sucumbieron; Oropeza, que es muchacho muy templado, vino al suelo, y parándose en seguida su caballo defendiendo valiente al pie del cañón como muere un artillero al torete desafió picándolo en descubierto pie a tierra, como el Cid campeador, no pudo hacerlo; allí, cinco o seis piquetes cara a cara y sonriendo le puso al toro amarillo, que le bramaba embistiendo, queriendo alcanzar a un hombre de arrojo tanto y sin miedo. La plaza se vino abajo su heroicidad aplaudiendo y el público a una voz: Que regalaran pidieron el toro a aquel picador que bien llegó a merecerlo; pero el juez, que como he dicho no conoce del toreo ni de la misa la media; se hizo el guaje, como es, creo,


y olvidando sus deberes olvidó también el premio: Santín puso buenas puyas, y la plaza sin jumentos quedó dos veces seguidas y el toro amo del terreno; el público grita y grita mas picadores pidiendo y el juez dando gusto al toro caballos le fue trayendo, lo que dio por resultado que el amarillo en extremo, se descompuso a las suertes, de muerte y banderilleo; volviéndose receloso como sucedió en efecto. Lobato, que es un muchacho de experiencia, solo medio pudo ponerle de frente, otro medio en un cuarteo y medio a la media vuelta a toro parado o menos. Estaba este toro ya; pero mucho, descompuesto, y Bernardo, que en el arte ha sido siempre el primero, recurrió con gran maestría a los últimos extremos, y se decidió a matar al animal recibiendo. Ni un solo pase le dio, sino que se fue a su encuentro y por todito lo alto, como no saben hacerlo muchos toreros de fama dio tal estocada el viejo que rodó como pelota el toro por el terreno; lo que le valió las palmas al simpático torero.

Colección del Dr. Ignacio Rodríguez Cervantes


CUARTO. Como sus antecesores del mismo color y pelo, salió un poco receloso y bando para el acero y toro fino y de ley la plaza iba conociendo, cuando el juez de sus pistolas mandó lo metieran dentro. -¿Qué le pesaba a ese juez? que nos digan, por San Telmo, porque nunca aquí se vio nadie como este fullero. Cinco piquetes tomó (no el juez) el toro, que entero lo lazó luego González que es en el lazo maestro, y a un señor López que es como el juez de majadero le chiflaron en el peal cada vez que intentó hacerlo, en fin, a la media hora lo metieron al chiquero a pesar de que era toro como los otros de bueno, en tanto vino la noche ¡y el cuarto? pues ni remedio! ¡no hubo toro en el toril! y ya oscuro, salió un negro, no por la puerta de siempre por la de los carniceros; cuyo animal no veía ya, ni caballos ni toreros ¡y vuelta con este juez! tocó a banderillas. ¡Cielos! ¡pues qué, no vez, angelito, que ya no se ve y que negro es el toro, y matará al pobre banderillero! ¡Que le pongan una multa a este juez por ser tan diestro! o que coloque los palos, gritó en el instante el pueblo; otros decían, que lo echen en vez del torito negro y la gente de la plaza se fue muy triste saliendo cuando una buena corrida la empresa nos fue cumpliendo. ya no hubo pantomima ni nada, que al puro infierno debe ese juez presidir


si es que hay toros como creo, donde será espectador. Juan Pichichá Sopla-Fuego. NOTA. No fue culpa de la empresa que haya habido tanto enredo, sino del juez, que es un juez como ninguno, estupendo; esta es la verdad del caso y lo afirma Sopla-Fuego.30 Una tercera actuación nuevamente tuvo lugar en la PLAZA DE TOROS “EL PASEO NUEVO”, PUEBLA, PUE. Domingo 15 de noviembre de 1885. Bernardo Gaviño y cuadrilla. Lidia de toros de San Diego de los Padres. Reseña de la corrida de Toros verificada en Puebla en la Plaza del Paseo Nuevo el Domingo 15 de Noviembre de 1885. El domingo amaneció de nubes el cielo lleno, augurando mala tarde pues amaneció lloviendo; sin embargo a medio día las nubes se desprendieron con dirección hacia el Sur y el cielo limpio y sereno presentó otra perspectiva y abrió la tarde en un credo; la gente entusiasta siempre a la plaza del paseo se dirige, y a las cuatro minutos, que no cuento si mi reloj no anda mal dio la corrida comienzo. PRIMER TORO. De nombre (el curita) salió, josco, buscador, de pies, cinco años lo menos, recorrió toda la plaza sin detenerse un momento; Carlos Sánchez se lució 30

El Arte de la Lidia. Año II, Nº 4, 15 de noviembre de 1885, p. 2-4.


con navarras y capeo y al salirse de la capa de Carlos y como huyendo, tomó una vara de Mesa muy blanda; flojo al acero, tomó tres o cuatro más bufando, como un Bucéfalo; Merodio le puso una que vino a dar en el suelo, otras tres de Mesa, flojas de Merodio dos, muy buenos, y dos de Mesa también después tomó muy ligeros. A las banderillas tocaron: Carlos con vestido negro le puso con mucha gracia el primer par al cuarteo, el segundo a topa toro y a media vuelta el tercero, dejando al público todo complacido y satisfecho; el señor juez que si sabe sus deberes, tocó luego a muerte, y Gaviño azul y plata vistiendo, después de tres naturales de un mete y saca tremendo lo mató, para entregarle en manos del puntillero, a quien dicho era de peso deben nombrar cachetero para todas las corridas pues desempeña su empleo, aquí, ni mulillas hubo pues cayó el toro en el centro de la puerta donde están los señores carniceros, los que luego lo jalaron para quitarle el pellejo: la plaza volvió a su estado y el segundo da comienzo. SEGUNDO. De nombre (sumidero) muy garboso, bien formado chico, de color muy negro salió siempre receloso y como teniendo miedo, no hacía caso de caballos; notamos que al lado izquierdo había una contractura que le quitaba gran mérito


al torete, que era fino de la raza de San Diego. El público pidió el lazo y el señor López (de cuerno) que ya nos tiene cansados por su mal comportamiento, recibió sus buenas chiflas, hasta que González, diestro como lo es sin disputa templado y hombre completo, lo lazó divinamente y lo metieron adentro quedando lista la plaza en espera del:

Vicente Oropeza actuando en la famosa “Black María”, -especie de caja oscura- donde Tomás Alba Edison y sus colaboradores comenzaron a realizar las primeras filmaciones en el kinetoscopio, hacia finales de 1894. Se aprovechó el paso que tuvo la compañía de un famoso circo –el Búffalo Bill &, coordinado por el general William Cody-. Oropeza se convirtió luego de diversas actuaciones en el mejor de sus integrantes. Fuente: Juan Felipe Leal, Eduardo Barraza y Carlos Flores Villela: Anales del cine en México, 18951911. Vol. I. México, Voyer y Ediciones y Gráficos Eón, S.A. de C.V., 2002. 142 pp. Ils., retrs. Fots., facs., p. 75.


TERCERO. Josco, listón, pelo grifo de pies y blando al acero; tomó diez y nueve varas, voluntarioso en extremo; diez del valiente Oropeza, nueve de Santín; con esto el juez tocó a banderillas, que este bicho fue violento. Con traje encarnado y oro el amigo Genovevo le colocó sus dos pares, muy bien puestos al cuarteo, con otros a la media vuelta no sin trabajos, que el diestro apuradillo se vio para completar su terno. De espada y muleta sale armado Carlos y luego, le mete tres naturales con otros cuatro de pecho, dando por todo lo alto un floretazo muy bueno; como el toro no se echaba lo lazaron al momento y acabó el pobre su vida en manos del cachetero. CUARTO De nombre (Barba azul). Salió valiente a la plaza josco también, chino el pelo como tirando a morado, de buena estampa y aliento, de muy buena cornamenta y veinte arrobas lo menos; tomó una puya algo floja de Merodio, que violento se salvó, porque es jinete, si no, seguro va al suelo; se encara luego con Mesa y solo con el aliento al picador y al caballo medir les hizo el terreno, lo que causó mucha risa en el soberano pueblo; el morado comprendió su misión, y en un momento se decidió a no dejar en la plaza un traste quieto;


Merodio que es un muchacho que tiene su genio también le puso dos buenas varas del redondel en los medios, Mesa luego se entusiasma, busca la suerte y adentro se le mete el toro bravo cual demonio del infierno, destripándole el caballo en menos que yo lo cuento; se vació el animalito, su mondongo repartiendo por la plaza, cual si fuera un salón del matadero, quedando exánime al punto tan desgraciado jamelgo. sale Oropeza al instante del animal al encuentro y a su muy flaca sardina el mismo acontecimiento le sucedió espirando también a pocos momentos; tomó doce puyas más con ganas, y tocan luego la suerte de banderillas y salió el banderillero; este fue el joven Lobato de origen Orizabeño, que es muchacho que promete en el arte del toreo, su traje era rojo y plata, tres pares puso al encuentro como los ponen los hombres, es decir, palos bien puestos y se lució con el toro como se luce un torero; esto le valió a Lobato muchas palmas y sombreros y vivas, con su diana, y de la sombra dinero y a más el toro pidió al público, y se lo dieron. Los clarines de la muerte anunciaron otro juego, y Carlos Sánchez salió para quitarlo de en medio; le dio diez pases seguidos naturales, seis de pecho, y un volapie de recursos; lo remató el cachetero y las mulas por el toro en el momento vinieron; pero quiere la desgracia


que al jalar Uno las mulas los triperos sin el toro las mulillas jalaron y fue un estrépito de chiflas tal, y algazara hasta no enganchar de nuevo; ya por la segunda vez su torpeza corrigieron y se llevaron al toro como a nosotros adentro. QUINTO De nombre Licenciado. Salió como un licenciado sale con pena o contento del palacio de Justicia meditando el complemento con que ganar un litigio que le de fama y provecho; reposado, observador (como que sabía derecho) no corría, paso a paso fue la cosa conociendo y que no tenía salida de ese círculo en el centro comprendió seguramente; bonito y de color negro, la divisa que era larga y casi llegaba al suelo no le gustó y pateaba de coraje por lo menos; tomó de Oropeza seis varas con gusto y genio, y otras siete de Santín, algunas tomó en los medios total, a las trece varas Oropeza a su podenco desensilla y monta en pelo en los momentos terribles en que el toro de ira ciego destripa el galgo a Santín que rueda con su jamelgo: Vuelve el toro sobre él, (mejor dicho sobre ellos) a tiempo de que Santín logra deshacerse luego de los estribos y galgo, a quien tirado en el suelo despanzurró el toro aquel cebándose e introduciendo por cinco veces seguidas en su panza los dos cuernos que buscaba al picador


con ganas de deshacerlo; el toro se fue en seguida a donde el caballo muerto había estirado las patas y allí comenzó de nuevo a meterle de cornadas y querencia tomó luego. El estaba en la faena de abrirle nuevo agujero cuando Oropeza se arrima y le pica en el pescuezo, levanta el toro la cara y descubre en el momento a tan audaz picador a quien embiste violento siquiera para vengarse por el puyazo grosero; pero Oropeza se ríe la aguanta firme de nuevo y el toro lleno de espanto sale en su enojo corriendo por tres veces la barrera a saltar como los perros, saltó en la sombra, en el sol, saltó por los burladeros; pero no tuvo salida se conformó de nuevo; sonó de las banderillas del clarín el fino eco y el público pidió a voces otro puyazo, en los medios Oropeza le plantó no uno, sino un par muy bueno lo que le valió pidieran darle el toro como premio, pero el juez, que por la empresa tiene interés algún pienso como el juez aquel de marras se hizo el guaje y no lo dieron, van dos toros que a Oropeza le da el soberano pueblo por su arrojo y bizarría y patos se están haciendo cuando Oropeza merece, porque es picador muy bueno. De banderillas al toque salió Florentino y luego lo coronó con dos pares que le colocó al cuarteo y otro par muy regular que después le puso al sesgo. La muerte dispone el juez y Carlos Sánchez saliendo


con la muleta y la espada oye al público pidiendo que lo matara Machío, matador de mucho mérito. La plaza en un solo grito pide y pide salga el diestro y este que en la barrera se encontraba, comprendiendo que era una necesidad que el público satisfecho quedara, bajó a la plaza entre palmas y su estrépito tomó la espada y muleta este excelente torero y se fue a buscar al bicho a la cabeza derecho, era de ver la maestría la serenidad del diestro quien jugaba con el toro como yo pudiera hacerlo con un perro de Chihuahua. ¡Qué elegancia! ¡Cuánto esmero! No movió el hombre los pies para nada, esto es muy cierto. Trató al toro, con finura tal, que ni un caballero a una dama trataría en un estado (el ejemplo que me parece hasta impropio y con mucho de grosero) me dispensarán las bellas que haga uno de esos términos, que no es mi ánimo herir a ese delicioso sexo. Y con mano soberana tres naturales completos [allí no olimos a ambar los amantes del toreo) cuando Oropeza se acerca con su garrocha y en pelo me le planta seis puyazos al animal, conteniendo con mano firme y segura como si fuera de hierro la pujanza y la bravura del toro terrible y fiero le dio, y tres pases más con elegancia y de pecho y la mano de muleta se compuso tan violento que parecía una cabra según lo estaba poniendo el simpático Machío


torero entre los toreros. Después de otros pases más todos a cual más maestros se paró a media vara de la cabeza y los cuernos y llamó al toro con garbo para darle recibiendo por todo lo alto una estocada, de gran mérito; era de ver la postura el arte y todo aquello que a un público inteligente entusiasma en un momento. El simpático Machío demostró que su toreo es tan solo con los bravos que es como causa recreo. Le dio otra estocada más de la misma clase y género que le metió hasta la mano en dos segundos o menos. la sombra vitoreaba con animación al diestro y su nombre una vez más quedó cual siempre bien puesto. Arrastraron al torete y la mojiganga luego se preparó y se presenta en el redondel el SEXTO. (De nombre enterrador) Quien se encontró a su salida con un castillo de fuego representando la tumba de doña Inés según creo de Don Luis Mexía también del Comendador Don diego a quienes huía el toro teniendo a la mente miedo. Lobato que a Don Juan Tenorio representaba completo le puso algunos puyazos a la verdad todos buenos. No lució esta mojiganga por ser ya noche y el pueblo se bajaba al redondel en confusión, siendo esto lo que el gusto le quitara al último toro, el sexto. Había una de pinacates que parecía el infierno,


y es preciso corregir los abusos de este género; ya de noche sólo vimos a Oropeza que al cuarteo puso un par de banderillas lo que se llama bien puesto, otro puso uno vestido de demonio, que no encuentro quien pueda ser por ahora pero los pasó al cuarteo, y Lobato ya sin luz mató al bicho, y no miente supongo que no fue el sino el soberano pueblo; lo que debe disgustar a este muchacho, es bien cierto cuando lo hubiera matado con mucha gracia y salero. En resumen, la corrida fue de lo muy poco y bueno la empresa cumplió muy bien y cumplieron los toreros, cumplieron los picadores los toros no fueron menos y todo el mundo salió complacido y satisfecho. con que hasta el Domingo entrante. Juan Pichiclú Sopla-Fuego.31 En estas tres crónicas en verso, descubrimos a un Vicente Oropeza como extraordinario varilarguero, e incluso banderillando –no se precisa si desde el caballo o a pie-. Pero el hecho es que sus actuaciones estaban colmadas de valentía y decisión, con lo que la afición poblana lo colmó de ovaciones, considerándole héroe de momentos clave durante la lidia. Es curioso que por aquellos días, El Arte de la Lidia, único periódico taurino que circulaba en la ciudad de México, intentara hacer un “Directorio” donde aparecían los nombres de los toreros, banderilleros, picadores y ganaderías que por entonces estaban vigentes, y con quienes se podían realizar contrataciones. En dicha relación, no aparece su nombre, aunque sí el de varios de sus compañeros en dichas lides. Me refiero a Vicente Conde, “El Güerito Conde”, el “Negrito Conde”, Antonio Mercado “Santín”, José María Mota “El hombre que ríe”, Rea, José María Merodio y Anastasio Hernández. Además de estos personajes, también figuraban: Ireneo García, Francisco Anguiano, José María Mesa, Cándido Reyes, anterior a Arcadio Reyes “El Zarco”, moreliano que aprendió a la perfección el “estilo español” y acompañó a Diego Prieto “Cuatrodedos” en una gira a la ciudad de Lima y demás poblaciones peruanas. Ramón Mercado “Cantaritos”, Gerardo Meza “El Gorrión”, José María Ramírez “La Monita”, Eutimio Martín, Eulogio Figueroa, Jesús y José Acosta, Salomé Reyes, natural de la hacienda de Atenco. José Coyro “Coyrito” y José o Francisco “El Flamenco”, Juan Vargas “Varguitas”, Anastasio Guerrero, Anastasio Hernández, y Celso González, quien actuó en la plaza de toros de el Huisachal, la tarde del 29 de noviembre de 1885 para picar

31

El Arte de la Lidia. Año II, Nº 5, 22 de noviembre de 1885, p. 3-4. Según los redactores de este periódico, a la reseña aquí recogida, se le llamaba en su época “revista en verso”.


toros de Santín.32 Todos los picadores mexicanos tenían la excelente cualidad de ser consumados caballistas. Provenían del campo, de las fincas rurales nombradas “Haciendas”. Allí tenían la ocupación de las faenas campiranas, consistentes en domar potros y arrendarlos, conducir ganado de un sitio a otro, llevándolo a “postreros” adecuados. En estas ocupaciones se hicieron caballistas y perdieron el temor a los toros bravos. Traían las “corridas” a las plazas de toros y por ello les nació el deseo de ser picadores. teniendo las dotes requeridas de valor habilidad de caballistas prontamente lograban su propósito, hallando sitio en la cuadrilla de algún espada. Entonces aprendían lo restante del oficio de picador o sea la parte tauromáquica. Los consejos y ejemplo de los compañeros ya veteranos, servían al neófito en mucho. Pero las “haciendas” eran el almácigo de “picadores”. Todo lo anterior, quedó apuntado por Carlos Cuesta Baquero.

Grabado de Manuel Manilla. OROSTIA, Narciso: Banderillero de a pie, que acompañó a Bernardo Gaviño por una campaña de festejos taurinos en el puerto del Callao, Perú, entre diciembre de 1870 y los primeros meses de 1871.

32

Por otro lado y en la permanente revisión de fuentes para lograr un panorama más amplio sobre el ambiente del espectáculo, luego de su recuperación en la ciudad de México, encontré en la obra majestuosa del COSSIO (T. 9, p. 315-7) una importantísima reseña publicada en España, y en El Toreo Sevillano (enero de 1889) que presenta un resumen de la temporada del año anterior en nuestro país y en la que se puede observar la relevancia que habían adquirido en el país las corridas de toros; el gran número de ganaderías y toreros de la tierra, así como el número de corridas celebradas: Respecto a los picadores, entre mexicanos y españoles apunta el tratadista: Picadores.-Blázquez Laureano, Carmona Jesús, Carmona Pedro, Conde Vicente el "Güerito", Conde Vicente (h), Conde Emilio, Camacho Antonio, Cueto Félix, Figueroa Eulogio, Gómez Cornelio, García Piedad, García Ramón, García Pedro, García Federico, García Ireneo, García Juan, Bayard José "Badila", González Celso, Gochicoa Federico, González Filomeno "Cholula", González Nieves, Hernández J.M., Mota J.M., Mota Domingo, Mercado Ramón "Cantaritos", Mercado Pablo, Morales Guadalupe, Mosqueda Francisco, Morales Amado, Oropeza Agustín, Oropeza I.M., Pérez Antonio el "Charol", Pérez Manuel el "Sastre", Reyes Arcadio, Rodríguez Manuel "Cantares", Reyes Adolfo, Recillas Juan de la Luz, Romero Antonio, Reyes Ramón, Rosas Manuel "Pelayo", Rodríguez Antonio el "Nene", Ramón Jesús, Nava Manuel, Sánchez Enrique el "Albañil", Saez Rafael el "Pintor", Sierra Benigno, Talavera Demetrio, Tovar Pascual, Vargas Juan "Varguitas" y un desconocido.


OROZCO, Rafael, Tato: Picador de toros. Actuaba por plazas del centro del país. Su nombre aparece en un cartel, que anuncia un festejo en la plaza de toros de León, Gto., la tarde del domingo 22 de enero de 1905. ORTEGA, Antonio, Marinero: Matador de toros español que vino a México en el último tercio del siglo XIX. Nació en Cádiz, el 11 de octubre de 1857. (Fue marinero algún tiempo, de donde le vino el apodo). El 29 de junio de 1871, se presenta en Madrid con la “Cuadrilla infantil de Cádiz”, encabezada por Manuel Díaz Lavi “El Habanero”. El 8 de septiembre de 1881 se presenta en la misma plaza como novillero. Recibe la alternativa en Sevilla el 14 de mayo de 1885, siendo su padrino Fernando Gómez “El Gallo”. La confirma en Madrid, el 4 de junio siguiente, con “Bocanegra” como padrino y Fernando Gómez “El Gallo” de testigo. Los toros, pertenecieron a D. Manuel García Aleas. El 12 de agosto de 1900 se retira de los ruedos en Cádiz. Fallece en Cádiz, el 15 de febrero de 1910. (H. L., II, 665).

ORTEGA, Antonio, El Marinero: Torero de a pie. Fue discípulo de Saturnino Frutos “Ojitos” al comenzar el siglo XX. “Ojitos” decía del “Marinero”, cuando éste, en sus arrebatos ante las palmas que le prodigaban los públicos a Gaona, se arrimaba al toro, que no había conocido un muchacho más valiente ni más digno. Y tenía razón. Todas las tardes el “Marinero” salía con el vestido destrozado, pero siquiera con la satisfacción de que también a él le habían aplaudido. Nació en la capital de la república, aunque el resto de su familia era originaria de Tlaxcala. Pariente en algún grado con los dueños de Piedras Negras, sitio en que hubo de encontrarse por primera vez con aquel misterio llamado toreo. Pero sin tener ni pizca de lo que esto significaba, tuvo los arrestos para solicitarle una corrida al empresario de la plaza de Orizaba, quien efectivamente, lo contrató para alternar al lado de el “Moreno de San Bernardo”. En 1905 ya se acomodaba en cuadrillas como banderillero, pero seguía intentando una oportunidad para empuñar estoque y muleta. Así que empeñoso, el “Marinero” debutó en Guadalajara con Gaona, el 1° de septiembre de 1907. Recibió la alternativa de manos de Joaquín Hernández “Parrao”, en la plaza de toros de “El Toreo”, el 22 de octubre de 1909, con toros de San Nicolás Peralta. Esa tarde, obtuvo un ruidoso triunfo, que si no trascendió y fue creciendo, ello se debe a no sé qué cábalas misteriosas del destino. En México ha toreado muy poco, pues sólo trabajó en tres o cuatro corridas en la temporada


pasada, marchándose a la Habana, donde recibió una grave cogida, de la que por nada muere; ya restablecido volvió a esta capital y fue contratado por la empresa de Bucareli para torear en la corrida del día 20 de Octubre, siendo cogido por el primer toro de los jugados, al intentar abrirse de capa; curado de esta cogida toreó una corrida en Pachuca, otra en San Luis Potosí y otra en Guadalajara, el domingo pasado, donde también le infirió una herida un toro. Es un torero sin facultades, siendo una nulidad completa con el capote y muleta, y vale mucho con el estoque; es uno de los pocos espadas que entra a matar por derecho, haciendo bien la reunión y saliendo perfectamente por saber vaciar. La anterior opinión se refiere al trabajo del Marinero, antes de que sufriera la cogida de la Habana; pero no sabemos si con ésta y las posteriores se haya huido y perdido lo único bueno que le vimos, entrar a matar con toda la verdad de la línea recta. (El Toreo. Año I. México, 20 de enero de 1896, N° 9, p. 2 y 3).

La imagen de la derecha, proviene del libro de Juan Antonio Hernández Bretón: La Taurina. Cien años. (Véase bibliohemerografía). ORTEGA, Antonio: Matador de novillos mexicano. En 1908 figuraba al frente de una cuadrilla de jóvenes de su país, y la afición mexicana cifraba en él grandes esperanzas, que no llegaron a realizarse. (J. M de C., III, 690). ORTEGA, Francisco: Banderillero mexicano de larga permanencia en activo, la que se produjo durante los años veinte, treinta y cuarenta de la presente centuria. (J. M de C., VI, 210). ORTEGA, José, Daoiz: Picador de toros que nació en Sevilla. Vino a México al finalizar el siglo XIX, actuando en la cuadrilla de José Centeno. Colocado también en la cuadrilla del “Zocato”, pudo desempeñar sus funciones, sobre todo durante el tiempo en que estuvieron prohibidas las corridas de toros en la ciudad de México, esto a partir de 1896. ORTEGA, Manuel, Orteguita: Banderillero mexicano, que por los últimos años veinte tomaba parte en corridas celebradas en aquellos ruedos. (J. M de C., VI, 213). ORTEGA Molero, José: Picador de toros, hermano de Pedro Ortega (el Ronco), nacido en Toledo en 1858. En 1876 era ya conocido en muchas plazas de toros, en las que trabajaba en novilladas. En ese año marcha a La Habana, donde permanece hasta 1881, en que regresa a España, reanudando el ejercicio de su profesión. En 1884 fue sometido a un proceso, en el que le condenaron a catorce años de reclusión. Extinguida la condena en 1898, vuelve al ejercicio picandero, trabajando a las


órdenes de varios matadores. De resultas de una caída que sufrió en México quedó inútil para el toreo, y con el fin de aliviar su triste situación económica se organizó en Barcelona una corrida en su beneficio, que pudo celebrarse en la plaza de la Barceloneta, pero que no fue bastante para sacarle de apuros. (J. M de C., III, 694). ORTEGA, Rafael, Orteguita: Banderillero. Su nombre aparece en el “Directorio” con el que se daban a conocer matadores, banderilleros y picadores, en La Lidia. Semanario Taurino. Año I, N° 9. México, 22 de noviembre de 1908, p. 3. ORTIZ, Alberto, Cuatrodedos mexicano: Banderillero, que torea a las órdenes de matadores de su país desde 1912. No pareció muy sobresaliente. (J. M de C., III, 696).

Otra referencia: ORTIZ, Alberto, Cuatrodedos mexicano: banderillero. No sobresalió en la profesión, y si bien figuró por el año de 1912 con algunos matadores, fueron pocas sus proezas en los ruedos. (A. L., 208).

ORTIZ, Antonio, Morito: Nacido en Sevilla, llegó a México por primera vez a fines de 1900. Muy valiente, sufrió varias cornadas graves y regresó definitivamente a España en 1912. (H. L., II, 668). ORTIZ, Aurelio: Matador de novillos mexicano que toreaba en las plazas de su país por los años


1912 y siguientes. (J. M de C, IV, 622). ORTIZ, Agustín, Toranzo: Torero de a pie. Comenzó sus andanzas en un festejo en que alternó junto a Merced Gómez, esto en la plaza de toros de Mixcoac, el domingo 6 de octubre de 1907. Luego de este dato del que da fe un cartel de la época, no hay mayor información sobre este personaje. ORTIZ, Cornelio: Banderillero. De su nombre queda registro en el cartel celebrado en el “Progreso” de Guadalajara el 23 de diciembre de 1894, y estando bajo las órdenes de Vicente Navarro “Tito”. ORTIZ, Isidro: Matador de novillos mexicano, que participaba en festejos celebrados en aquellos ruedos por los años veinte de nuestro siglo. (J. M de C., VI, 217). ORTIZ, José, Largo: Picador mexicano, residente en Mérida, que por los años veinte y treinta de nuestro siglo actuaba por aquellos ruedos. (J. M de C., VI, 217).

ORTIZ, Refugio, Calderón: Picador mexicano, residente en Morelia, que tomaba parte en corridas celebradas en su país durante los años veinte y treinta del corriente siglo. (J. M de C., VI, 220). ORTIZ, Ricardo, la Rata: Novillero. Actuaba al comenzar el siglo XX. Aquí la confirmación: PLAZA DE TOROS “EL TOREO”, D.F. Domingo 8 de agosto. En The Mexican Herald, D.F., del 8 de agosto de 1915, p. 2, aparece la siguiente nota: LA CORRIDA DE HOY TARDE EN “EL TOREO”. Ricardo Ortiz y Juan Silveti se enfrentarán con 6 Atencos. Esta tarde en la plaza de El Toreo se lidiarán seis toros de la ganadería de Atenco, por las cuadrillas encabezadas por Ricardo Ortiz y Juan Silveti, dos toreros mexicanos que han conquistado buen cartel. Los toros para esta corrida han sido escrupulosamente escogidos y, dada la reputación que tienen los animales de Atenco de bravura y buenas condiciones para la lidia, se espera que la corrida resulte del agrado de los aficionados. Para dar más atractivo a la fiesta, Natividad Contreras banderilleará a caballo el toro que más se preste para ello. Cossío apunta: Novillero mexicano, que torea hacia 1913 en diversas plazas de su país. (J. M de C., III, 698). OSED, Agustín: Banderillero. De este personaje, por ahora, no se cuenta con mayor información. OSORIO RODRÍGUEZ DE LA MADRID, Juan: Cuadrillero y padrino que intervino en juegos de cañas, alcancías y alanceamiento de toros, durante las fiestas en la jura de Fernando VI, en México.


OSORIO, Martín: Caballero en plaza. Es mencionado en la “Relación de fiestas” que escribió María de Estrada Medinilla en 1640, con motivo de la recepción del virrey Marqués de Villena. 33 OSORNO, José Francisco: torero y aficionado. Durante el movimiento de independencia, era líder nato del movimiento de independencia en la zona de los llanos de Apan. Agricultor, nacido hacia 1785 en alguna de las haciendas de los llanos de Apan, quien a partir del 30 de agosto de 1811, al entrar y tomar con una partida de 700 hombres la población de Zacatlán, y recordando a Hidalgo, al grito de ¡Viva la Virgen de Guadalupe y mueran los gachupines!, se convertirá en la figura crucial y más importante de la lucha insurgentes en los llanos de Apan y la región de la sierra del estado de Puebla, donde estableció su centro de operaciones. Osorno quien en su juventud vivió en Apan, y gracias su actividad como contrabandista antes del movimiento insurgente, le permitió utilizar sus conocimientos en acciones, que le redituaron no sólo triunfos en los campos de batalla, sino importantes recursos económicos para, sostener a su tropa con vestimenta y alimentos con los que pudo mantener viva la llama de la insurgencia en el altiplano. En mayo y junio de 1814, Osorno recibe correspondencia de Rayón donde le comunica su próximo arribo a Zacatlán, por lo que el líder insurgente de los llanos, manda sus partidas a proteger a López Rayón y a fines de junio, éste es recibido en Zacatlán con fiesta y corridas de toros. Años más tarde, y esto en 1824 La participación de José francisco Osorno en el movimiento de Iturbide fue muy insignificante y al triunfo de la Independencia, se fue a vivir tranquilamente a la región de los llanos y murió en la hacienda de Tecoyuca, el 20 de marzo de 1824, habiendo sido enterrado en la Parroquia de Chignahuapan en el estado de Puebla.34 ORDUÑA, Juan de: Caballero en plaza. Es mencionado en la “Relación de fiestas” que escribió María de Estrada Medinilla en 1640, con motivo de la recepción del virrey Marqués de Villena. 35

OROSTIA, Francisco: Banderillero. Hay un cartel que le anuncia para colocar banderillas, esto en la plaza de toros en Tlalnepantla, la tarde del domingo 11 de abril de 1875. 33

María de Estrada Medinilla: FIESTAS / DE TOROS, / IVEGO DE CAÑAS, / y alcancías, que celebrò la No- / Bilifsima Ciudad de Mexico, à / veinte y fiete de Noviembre / defte Año de 1640 (Véase el resto de la cita en Bibliohemerografía). 34 Datos recogidos del texto de Georges Maurice Devaux Burlin: “La guerra de Independencia y la Revolución mexicana en los llanos de Apan”. 32 p. 35 María de Estrada Medinilla: FIESTAS / DE TOROS, / IVEGO DE CAÑAS, / y alcancías, que celebrò la No- / Bilifsima Ciudad de Mexico, à / veinte y fiete de Noviembre / defte Año de 1640 (Véase el resto de la cita en Bibliohemerografía).


OROZCO, Jesús, Chihuahueño: como indica su apodo, este banderillero es natural de Chihuahua (México). Con aceptación ha venido toreando bien en las plazas de la república algunos años, siendo su mejor época, por los años de 1886 a 1894. (L. V., 107). OROZCO, Rafael, Jato o Tato: Picador de toros. participó en un festejo la tarde del 25 de junio de 1905, en la plaza de toros “El Paseo”, de San Luis Potosí. ORTA, Epitacio: Banderillero. Actuó en Guadalajara, Jalisco la tarde del 13 de eero de 1884. (R. M. M., 2007, 342). ORTEGA, N. N., Chuparrosa: Apodo o seudónimo de un banderillero que actuaba por 1886 en la plaza de Pachuca, Hgo. En El Arte de la Lidia, Año III, Tercera época. México, 05.12.1886, N° 8. Quizá se trate del mismo: ORTEGA, Marcos, Chuparosa: Banderillero. Con esa obligación actuó el domingo 7 de diciembre de 1879, (Toluca, edo. de Méx.) documento en el que se le cita. ORTIZ, Cornelio, el Tapatío: Banderillero mexicano, nacido en Jalisco que no dejaba de cumplir, y figuraba en cuadrillas de matadores del país por los años de 1884 a 1890. (L. V., 108). Matador mexicano de segundo orden que con bastante aceptación trabaja desde 1888 en diferentes plazas de la república. (L. V., 86). ORTIZ, R., Aldameño: Picador de toros. Actuó en un festejo celebrado en la plaza de toros de Celaya, Gto., el domingo 22 de septiembre de 1907. ORTIZ, Trinidad: Torero de a pie, al parecer, oriundo de Aguascalientes, y que toreó en la plaza del “Buen Gusto”, el 17 de abril de 1887. (V. A. E. J., 2007, 162). OSORIO RODRÍGUEZ DE LA MADRID, Julián: Cuadrillero que intervino en juegos de cañas, alcancías y alanceamiento de toros, durante las fiestas en la jura de Fernando VI, en México en 1747. (M. R. T., 1918, 50).


P PACHECO, Enrique: Caballero en plaza (pariente del virrey, posiblemente hermano o sobrino). Es mencionado en la “Relación de fiestas” que escribió María de Estrada Medinilla en 1640, con motivo de la recepción del virrey Marqués de Villena.36 PACHECO, Merced: Matador de novillos mexicano de escasa reputación. Cuando llevaba retirado muchos años de las lides taurinas, murió en Guadalajara (México) el 11 de enero del año 1947. (J. M de C, IV, 629). PACHECO y OSORIO, Rodrigo (III Marqués de Cerralbo): No era mexicano, aunque sí fue virrey en la Nueva España. Se trata del que fue XV virrey, en el periodo que fue del 3 de noviembre de 1624 al 16 de septiembre de 1635. De él, nos cuenta Daniel Medina de la Serna: [Antes se refería al marqués de Gélves] “…el arribo de su sucesor que fue el marqués de Cerralvo [al parecer, lo correcto es Cerralbo], con lo que se desquitaron, pues éste sí era muy dado a las fiestas y bullicios y hasta le gustaba, como señalan los historiadores, quebrar lanzas, tirar bohordos y aun alancear y capear toros bravos con mucha gentileza”.37

36

María de Estrada Medinilla: FIESTAS / DE TOROS, / IVEGO DE CAÑAS, / y alcancías, que celebrò la No- / Bilifsima Ciudad de Mexico, à / veinte y fiete de Noviembre / defte Año de 1640 (Véase el resto de la cita en Bibliohemerografía). 37 Daniel Medina de la Serna: Las prohibiciones de la fiesta de toros en el Distrito Federal. México, Bibliófilos Taurinos de México, A.C., 1990. 11 p. ils. (Colección Lecturas Taurinas, 1)., p. 2.


PACHO MEJÍA, Luis: Hijo de un rico comerciante. Regidor en el Ayuntamiento de la Ciudad de México hacia 1609. Célebre Cuadrillero en el primer tercio del siglo XVII, y que participó activamente en diversos festejos, por ejemplo, aquellos organizados con motivo de la fiesta de San Hipólito, esto en la ciudad de México. (RT, 2017, 161). PADILLA, Carlos: Picador mexicano. Figuró en 1898 en una cuadrilla de jóvenes mexicanos que toreó algunas corridas en su país. (J. M de C, III, 702). PADILLA, María Guadalupe: “…valiente lidiadora se presentará en el circo a banderillear a un toro con la destreza que tiene acreditada, al cual le dará muerte”. Así fue anunciada en el cartel del festejo que se celebró en la plaza de toros de San Pablo, el domingo 26 de julio de 1857. DIARIO DE AVISOS, D.F., 25 de julio de 1857, p. 4: TOROS EN LA PLAZA DE SAN PABLO. Domingo 26 de julio de 1857. Beneficio de Sóstenes y Luis Ávila. ORDEN DE LA FUNCIÓN. 1º Se lidiarán CINCO O MÁS TOROS 2º Indios apaches. 3º Banderillas por la valiente MARÍA GUADALUPE PADILLA 4º Gineteo en el toro, y demás que se le pida, por el HOMBRE FENÓMENO. 5º Tres toros para el coleadero. Sostenes y Luis Ávila. PADILLA, Mariano: Matador de toros. actuó a finales del siglo XIX. Un registro suyo se encuentra en El Toreo Ilustrado, Año I, N° 20, México, 27.04.1896 que lo ubica en Guanajuato, donde se presentó entre octubre de 1895 y abril de 1896. PALAFOX PALAFOX, José: Picador de toros. es natural de Querétaro y nació en el año de 1884. Ejerció la profesión durante muchos años. En 1944, la Unión de Picadores y Banderilleros le concedió el retiro. (A. L., 216). Sin embargo, fue el 20 de abril de 1952 cuando se retira en forma definitiva. Para ello, se cuenta con la evidencia de aquel acontecimiento significativo en su vida.

El Ruedo de México. Año IX, N° 75. México, D.F., 24 de abril de 1952, p. 11.


PAGÉS, Ángela, Angelita: Matadora de novillos española que integró junto con otras mujeres, la célebre “Cuadrilla de toreras españolas”, misma que tuvo una actividad constante entre fines del siglo XIX y comienzos del XX.

PALAZUELA, José, Joseíto: Matador de novillos, que actúa el 4 de febrero de 1912 en Mérida de Yucatán, México. Su labor fue tan desastrosa que el presidente de la corrida hubo de ordenar la retirada del diestro del ruedo. Entonces, y acaso es suceso único en la historia taurina, el empresario, indignado, se arrojó al ruedo provisto de unas tijeras y ante todo el público cortó la coleta al desafortunado torero. (J. M de C., III, 702). PALOMAR CARO, Francisco, Caro Chico: Novillero sevillano que estuvo en México de 1894 a 1898 y de 1901 a 1907. (H. L., II, 668).

Si todo el que es valiente, fuese buen torero, no cabe duda que “Caro chico” figuraría entre ese número, pero como por desgracia no es así, resulta que no es más que uno de tantos atrabancados expuesto a cada momento a ser cogidos, debido a su excesiva ignorancia. Palomar, como la mayoría de los que, sin conocimientos necesarios y la bastante práctica, se hacen matadores de la noche a la mañana, adolece de grandes defectos. La muleta y el capote en sus manos son poco menos que un estorbo, torea encorvándose en exceso y dando muy poca salida,


por lo que cuando le toca un toro que se revuelve o se ciñe, tiene que salir por pies para no ser cogido. Con el estoque entra como los buenos, sobre corto y derecho pero sin vaciar por lo que casi siempre sale trompicado y por no dar la debida inclinación al estoque en el momento de herir, casi todas sus estocadas resultan tendidas. Juzgamos muy prematura la alternativa que de manos de “Quinito” recibió el 4 del presente en la Plaza de Tacubaya, pues si como matador de novillos es aceptable aún le falta mucho para ser matador de toros. Procure corregirse de tantos defectos que ha adquirido por haberse lanzado a matador sin haber tenido antes una buena práctica y tal vez llegue a ser algo, pues como luego dicen, hay paño de donde cortar. (El Toreo. Semanario Ilustrado. Año II. México, 26 de octubre de 1896, N° 4, p. 3). PALOMAR CARO, José: Novillero español que estuvo en nuestro país a finales del siglo XIX. Sólo ha trabajado en la temporada pasada y una el Domingo 16 del corriente, en la corrida a favor de la Beneficencia Española. Con el capote y muleta vale muy poco, pues lo único que tiene es ser valiente. Al herir, casi siempre agarra buenas estocadas, debido a que entra con decisión y a sus buenas facultades. Recibió la alternativa de manos de Mazzantini en la plaza de toros de Salamanca, el 10 de septiembre de 1893; siendo no obstante eso, considerado en España como novillero, (lo mismo que “El Boto” y otros matadores) porque para que un espada sea de alternativa, necesita tenerla de Madrid o cuando menos de Sevilla; pues de lo contrario, aunque alternen en plazas de segundo orden con matadores de cartle, tienen únicamente la categoría de novilleros. (El Toreo. Semanario Ilustrado. año I. México, lunes 24 de febrero de 1896, N° 14, p. 2).

PALOMINO, Francisco: Banderillero de a caballo, nacido en Puebla, y que acompañó a Bernardo Gaviño por una campaña de festejos taurinos en el puerto del Callao, Perú, entre diciembre de 1870 y los primeros meses de 1871. PALOMO, Manuel: Actúa en Puebla el 12 de enero de 1896, en la lidia de tres toros de Atenco y tres de San José Atlanga, al lado de “Potoco” y “Zayitas”. Sobre Palomo se anotaba: “…estuvo afortunado, despachando sus dos toros de un pinchazo y una honda contraria al segundo de la tarde, y al cuarto de media a paso de banderillas con tendencias, una al encuentro algo atravesada y un descabello a pulso. Con los palos mal”. (El Toreo. Semanario Ilustrado. año 6. México, 20 de enero de 1896, N° 9, p. 6). PANTOJA, Carlos: Banderillero. Estuvo incluido en las cuadrillas que se presentaron a torear en la plaza de toros “Ojitos”, en Guadalupe Hidalgo, Puebla, el domingo 30 de noviembre de 1913, en la lidia de 4 ejemplares de La Encarnación.


PARADA y MENDOZA, Juan Agustín de: cuadrillero, o integrante de cuadrilla durante la representación de juegos de cañas en el virreinato. Este personaje, intervino en las fiestas que se celebraron en 1637, justo cuando Don Juan Canseco tomó posesión de la Presidencia de la Real Audiencia de Guadalajara, donde hubo “suntuosos juegos, pues sólo uno de los cuadrilleros (…), gastó para salir lucido, más de mil pesos”, fuerte suma para aquella época. 38 PARAMIO, Arturo: Matador de toros español, natural de Cádiz. Se inició en la profesión hacia el 1890 toreando por las plazas andaluzas. No llegó a presentarse en la de Madrid. El 10 de marzo de 1895 toreó en Santiago de Cuba, y un periódico taurino que se publicaba en Sevilla, titulado La Muleta, dio en su número correspondiente al 14 de abril de dicho año la siguiente noticia: “Cogida y muerte de Arturo Paramio. Por noticias recibidas de Santiago de Cuba, hemos sabido que en la corrida celebrada en la plaza de Colón, de dicha capital, el 10 del mes próximo pasado fue cogido por el segundo bicho el matador de novillos gaditano Arturo Paramio, recibiendo tan terrible cornada en el corazón que quedó cadáver en el acto. El bicho, que pertenecía a la ganadería de Castellano, del país, era de gran romana, bastante desarrollado de herramientas, llamado Cocodrilo, y con muy malas intenciones. El valiente diestro, después de empuñar las armas toricidas, se dirigió al asesino, que se encontraba en la querencia de un caballo; cuantos esfuerzos hizo para sacarlo fueron inútiles, y entonces, y sin fijarse si el bicho estaba o no en condiciones de entrar a matar, y ciego de coraje, se dejó caer entre las enormes astas del bueyancón; la estocada fue en todo lo alto, el bicho cayó herido de muerte y el pundonoroso espada cogido y volteado. Cayó de costado; se incorporó, llevándose la mano al pecho; pero como también estaba herido de muerte, cayó de nuevo, no sin antes pronunciar estas palabras: ¡Madre mía, ese asesino me ha matado! Recogido por sus compañeros, fue conducido a la enfermería, donde los facultativos le observaron una profundísima herida en el pecho por el lado izquierdo y que al mismo tiempo tenía taladrado el crazón. La emoción que sufrió el público fue grandísima y el terror indescriptile, por lo que el presidente, con muy buen acuerdo, mandó suspender la corrida. Millares de criaturas se agruparon a la puerta de la enfermería, ansiosos de ver el cadáver del valiente joven. El nicho donde reposarán sus restos mortales ha sido costeado por la cuadrilla, y la cabeza del traidor bicho, adquirida por el empresario… La redacción de La Muleta se asocia a la profunda pena que embarga a su desconsolada familia, a quien le envía desde sus columnas el más sentido pésame por tan horrible desgracia”. Después de este tristísimo y recreado relato de la presunta desgracia, apareció en el número siguiente de La Muleta -20 de abril de 1895- la siguiente carta del padre de nuestro diestro: “Cádiz, 18 de abril de 1895. –Señor Director de La Muleta. Apreciable amigo: Habiendo leído en el periódico de sudigna dirección la muerte y desgracia de mi querido hijo Arturo Paramio, y al mismo tiempo el pésame que dirige V. a mi querida familia y a mi humilde persona, me apresuro a poner en su conocimiento de V. que he tenido carta de mi querido hijo, fecha del 26 de marzo, y se encuentra bueno y no le ha pasado nada, habiendo trabajado el día 24 de dicho mes en la plaza de Santiago de Cuba. Habiéndole regalado aquella tarde el segundo toro y él se lo cedió a su vez al batallón peninsular número 2, que hacía pocos días que había llegado. Cumplo con este deber de cortesía, etc… Enrique Paramio”. La Muleta protestó entonces contra cierto periódico de Santiago de Cuba, del que confesaba haber tomado la noticia, terminando el asunto así de graciosamente. El 17 de junio de 1893 se presentó en Sevilla, y estoqueó reses de Adalid, en unión de Palomar, Caro y Conejito. Después de torear en Cádiz y en otras plazas de importancia, partió para América, toreó en México con mucha aceptación y pasó contratado a la isla de Cuba. Al siguiente año vuelve a torear en Sevilla. (J. M de C., III, 705). De él, escribí las siguientes notas: ARTURO PARAMIO.

38

Manuel Romero de Terreros: Torneos, Mascaradas y Fiestas Reales en la Nueva España. Selección y prólogo de don (...) Marqués de San Francisco. México, Cultura, Tip. Murguía, 1918. Tomo IX, Nº 4. 82 p., p. 5.


Todo parece indicar que, el personaje que está sentado a la derecha, y que en la vida real se llamó Arturo Paramio, para Daniel Medina de la Serna fue un “pícaro más en esa verdadera corte de los milagros que era nuestra fiesta de toros al finalizar el siglo antepasado” Y sigue diciendo Medina de la Serna: La importancia taurina de Arturo Paramio fue bastante menos que nula; pero su anecdotario bribiático, adornado de tornasoles rufianescos, nos parece interesante como interesantes son los de todos esos buscones, guzmanes de alfarache y canillitas que en el mundo han sido; personajes que en páginas literarias hacen de las suyas y bellaquean a más y mejor, exhibiendo y hasta alardando de sus torpes inclinaciones de buenos maulas y mejores bergantes. En el ambiente taurino, antes como ahora, y siempre, han pululado sollastres de igual calaña, formando un turbio estrato tan vergonzante como, al parecer, inherente a él. Y Arturo Paramio era uno de estos fanforros; un personaje rasgado y de toda broza, más para un estudio sociológico de la fiesta que algún día deberá hacerse, que para una crónica taurina. Hasta aquí, el autor, en este caso de una serie denominada “Mi cuarto a espadas”, en cuyo Nº 2, de mayo de 1986 encuentro esta sabrosa referencia que no tiene desperdicio. Paramio vino a México en el último lustro del siglo XIX, pero como si no hubiera venido, pues la prensa lo trató en términos bastante reducidos, al grado que esto aparecía publicado en El Popular, luego de una desastrosa actuación suya el 4 de junio de 1899 en la plaza de toros de Bucareli: “Camelo-novillada. El ganado archimalo. Paramio, que de por sí es poco lo que puede, con tan malos elementos, pudo menos…” Esta y otras andanzas de contar son las que formaron el perfil –y concluyo citando a Medina de la Serna- (a) este tunante “Gaditano”; un pillo para nota roja, con mucha trastienda y con más gramática parda que Lepe, Lepijo y su hijo para eso de bribar y picardear; muy lince para dejar con un palmo de narices a alguaciles, sayones y gendarme y aun a la misma parca, si se terciaba… Para terminar, y como vengo advirtiendo desde la aparición del “Revelado” donde se aprecia el tumbo de “latiguillo” de la entrega pasada, mencionaba el uso de la vara de detener con la presencia del “limoncillo” (mismo asunto que también trato en el daguerrotipo de Magdaleno Vera). Pues aquí lo pueden apreciar ustedes, en esas varas que sostienen los tres picadores, integrantes de la cuadrilla de don Arturo. El detalle de la imagen es más que evidente.


Además, los tres “señores de a caballo” tienen una fuerte apariencia de personajes arrancados de las faenas rurales y que con frecuencia es posible encontrarlos en otras tantas imágenes. Llevando quizá una chaqueta de paño, bastante sencilla, habitual para ellos, tocados del sombrero de piloncillo, pero sobre todo del peculiar bigote, sello de la supervivencia de un influjo que Ponciano Díaz sostuvo hasta su muerte misma, ocurrida el 15 de abril de 1899. Todavía al despuntar el siglo XX, Arcadio Reyes otro de esos picadores imprescindibles, siempre hábil y cumplidor extendió el último suspiro de un toreo a la mexicana, no solamente poniendo banderillas a caballo, sino picando toros a ley. PARDO, Manuel, Pincho: Banderillero. Fue incluido en la cuadrilla que actuó en la plaza de toros de la Estación, en Irapuato, Gto., la tarde del 3 de noviembre de 1907. PAREDES, Felipe, el Tejón: torero de a caballo. Citado la cuenta de gastos que detalla “(…) dos series de corridas de toros concedidas por el autoritario virrey de México, Carlos Francisco de Croix, para la pagada diversión de los habitantes de la capital novohispana, al mismo tiempo de que aquéllas servirían para recolectar dinero e invertir en obras de “beneficio común”. Corridas por lo demás desarrolladas según las novedosas formas del toreo a pie, protagonizado por cuadrillas de toreros estoqueadores, mismo que sólo hacía unos cuantos años se estaba consolidando por todo el ámbito de la monarquía, en sustitución de la anterior tauromaquia caballeresca. Resulta consabido que un cuarto de centuria después, Pedro Romero, de Ronda y Joaquín Rodríguez “Costillares”, de Sevilla, fueron los andaluces cumbres para la popularización de las novedades que quedarían dogmáticamente impresas en las páginas de la Tauromaquia de José Delgado, “Hillo”, de 1796. (BFH, 2007, 13-4 y 65). PAREDES, José: Torero profesional de a caballo. Toreó en las corridas que se celebraron durante los meses de diciembre de 1796 y de enero y febrero de 1797 en un coso levantado en el Paseo Nuevo. (BFH, 2012, 383). PAREDES, Salvador, Redondillo: Banderillero. De este personaje, por ahora, no se cuenta con mayor información. PARDO, Eugenio: Banderillero. Su nombre aparece en el festejo que se celebró el domingo 28 de mayo de 1880 en la plaza de toros de Orizaba, Veracruz.


PARDO, Francisco, Frayere: Banderillero. Actuaba en plazas de San Luis Potosí. Vemos su nombre en el cartel celebrado la tarde del 26 de abril de 1891, en la plaza de toros del “Paseo”. PARDO, Genovevo: Excelente banderillero mexicano que toreó a las órdenes de Gaviño, los Hernández y otros diestros, hasta el año 1884, en que se erigió en matador jefe de cuadrilla, recorriendo en tal concepto las principales plazas de la república, sin que decayera el buen nombre que logró alcanzar en la época en que tomó la afición importantísimo desarrollo en México. (L. V., 109). Natural de Puebla, estuvo de banderillero con Bernardo Gaviño y Ponciano Díaz. El 26 de octubre de 1884, se anunció en la plaza “El Huisachal”, Edo. de México, que Bernardo Gaviño iba a darle la alternativa, teniendo una tarde muy desafortunada y como se le fueron vivos sus dos adversarios, fue abroncado de fea manera por el público. Sólo una vez toreó en la ciudad de México, el 31 de julio de 1887, en la plaza “Colón”, con poco éxito. Por los estados si siguió toreando varios años más y emocionaba mucho a los más sencillos espectadores con una suerte de nulo mérito taurino: matar arrodillado a los toros. (H. L. II., 658). PARDO, Manuel, Pincho: banderillero sevillano. De él comenta lo siguiente el Ing. Leopoldo Peña del Bosque: Banderillero sevillano, que trabajó como tal la tarde del 29 de julio de 1894, en la Plaza de pareja con Cándido Carmona (el Cortijano), rehileteando el toro, de nombre “Piamonte”, de pelaje berrendo, de D. Faustino Udaeta, que causó la muerte a este banderillero al infringirle una cornada grave en el hipocondrio izquierdo posterior, de la cual falleció en el mes de agosto siguiente. Perteneció a la cuadrilla de Manuel Nieto (Gorete). Al año siguiente marchó a torear a México, donde actuó en muchas plazas, tanto con matadores del país como con los españoles que allí actuaban, figurando en las cuadrillas de algunos que trabajaron en la Plaza de Toros San Pedro (Zacatecas, México). Estando residiendo algún tiempo en la ciudad de Zacatecas, fue en 1904 a cumplir un compromiso en una plaza portátil hecha de madera, en Concepción del Oro (Estado mexicano de Zacatecas), en cuya corrida fue cogido y herido de consideración por un toro de alguna ganadería próxima sin nombre, curándose en un hospital de Zacatecas. La fatalidad le llevó de nuevo a la citada plaza, que no debió contar, lógicamente, con una enfermería, donde fue nuevamente cogido por otro toro de la región norte del Estado, que le infirió un puntazo en una pierna y la fracturó la clavícula derecha, a consecuencia de cuyas lesiones quedó inútil para la profesión. Debió caminar con muleta por la avenida Hidalgo y se subiría en el tranvía de la ciudad cuando continuó yendo a ver corridas en la Plaza San Pedro. (Crónica de don Juan José Zaldívar Ortega).39 PAREDES, Gabino: Matador de novillos que tuvo una breve temporada en el “Progreso” de Guadalajara, Jal., al lado de Pablo Canales. Ello ocurrió en el curso de la temporada 1920-1921. (R. M. M., 405). PARRA, Abraham: Espada mexicano de segundo orden, que no dejaba de trabajar con aceptación, por los años de 1887 en adelante. (L. V., 109).

39

Disponible en internet marzo 29, 2019 en: https://www.lostorosdanyquitan.com/tragedias.php?y=1894


El Borrego era el alias con que se conocía a Abraham Parra en sus correrías como otro tanto de los “gladiadores” que actuaban en las plazas de toros mexicanas, ya muy avanzado el siglo XIX. No es ninguna figura apolínea. En sus mejores tiempos hasta fue banderillero de Lino Zamora. En LA LIDIA. REVISTA GRÁFICA TAURINA Nº. 3, del 11 de diciembre de 1942. ...PARA EL QUE QUIERA ALGO DE EL BORREGO, AQUÍ LO TIENEN. Abraham Parra El Borrego, con esa figura ¡vaya que se ganó el seudónimo de marras! Tan evocadora imagen nos transporta de inmediato a una época en que el toreo con toda su expresión a la mexicana estaba causando conmoción, sobre todo en la provincia, porque debieron ser los años en que la fiesta estaba prohibida en la capital de la república; esto entre 1867 y 1886. Todo es auténtico, desde su original continente, pasando por el ajustadísimo traje que apenas puede sujetar tanto volumen corporal, hasta la desproporción de un diseño ausente. Faja de dos palmos, capa de amplios vuelos, con una esclavina casi imperceptible, hombreras descomunales y una montera ridícula a cual más, semejando un molcajete, eso sí, perfectamente asida a la barba por un hilillo aún más grotesco. ¡Claro!, no podía faltar el impresionante mostacho rematando el serio semblante del guanajuatense. Los golpes de una taleguilla tampoco guardan ningún equilibrio y son meras adherencias a un traje que toreros como Abraham Parra no sólo idearon, sino que mandaron hacer recreando en ellos la imagen que, como modelo, seguía dejando en el panorama Bernardo Gaviño, quien todavía se daba el lujo de cosechar alguna hazaña o causar lástima, debido a su avanzada edad (es bueno recordar que muere a los 73 años, víctima de una cornada, pero aún más de una mala atención. Esto ocurre entre el 31 de enero y el 11 de febrero de 1886). Pues bien, para el que quiera algo de El Borrego, aquí lo tienen. Procuren no tardarse en contratarle. Si esto ocurre no les extrañe que se tome un descanso en la mullida y descansada silla de al lado. PARRA, José, Parrita: Picador mexicano, que en 1896 formaba en la cuadrilla del espada Salitas. (L. V., 109). PARRA, Telésforo: Banderillero mexicano bastante aceptable que ya tenía crédito como tal en 1887. (L. V., 109). PARRONDO, Tomás, el Manchao: Matador de toros español que vino a nuestro país en los últimos años del siglo XIX.


Nació en Madrid el 21 de septiembre de 1857. Durante algún tiempo, a partir de 1877, fue banderillero. El 25 de julio de 1880 se presenta como novillero en Madrid. Recibe la alternativa en Barcelona, el 24 de septiembre de 1889 de manos de Fernando Gómez “El Gallo”, con el toro “Golondrino”, de D. Baltazaar Palomar. Nunca la confirmó en Madrid. En 1895 se retira de los toros. Muere el 15 de abril de 1900 en Madrid. (H. L., II, 666).

PASCUAL OLMOS, José, el Valenciano: Matador de toros, nacido en Valencia el 28 de diciembre de 1873. Hasta los diecisiete años se dedicó al oficio de carpintero. Con el apodo de Sapín, después del consabido aprendizaje por las capeas, apareció en Valencia como banderillero durante l mes de octubre de 1885. Agregado a las cuadrillas de Lagartijo, Frascuelo, y otros matadores, pareó bastante por las plazas de su región, donde también estoqueó algunas novilladas. El 11 de marzo de 1894 hizo su presentación en Madrid y estoqueó un novillo de don Vicente Martínez, que rejoneó y estoqueó un novillo de don Vicente Martínez, que rejoneó Matilde Vargas. Poco solicitado como novillero en Madrid y en su tierra, marchó a las americanas (también pasó por México), y allá toreó muchas temporadas. El 13 de noviembre de 1898 sufrió en Lima (Perú) una gravísima cornada en la ingle derecha de 12 centímetros de profundidad y ocho de extensión. Inducido por sus paisanos, el 18 de octubre de 1903 tomó en Valencia la alternativa de manos de Emilio Torres “Bombita”, con un toro de la viuda de Concha y Sierra, confirmándosela en Madrid Manuel Lara “Jerezano” el 10 de septiembre de 1905. Mató el toro de la cesión Surraya, negro, de la ganadería portuguesa de don Luis Patricio, de una gran estocada, y sonó una salva de aplausos en su honor. Después toreó muy de claro en claro en Valencia, Alicante y Castellón… José Pascual ha sido un torero de los que abundan: valiente, pero basto; excelente estoqueador, pero deplorable figura y capote soso. (J M de C., III, 70910).


PASTOR, Clemente, Morenito: Salió como sobresaliente de espada, “con obligación de banderillar”, en el festejo que se celebró en la plaza de toros “México” de la Piedad, la tarde del domingo 18 de abril de 1909. Se celebró aquella ocasión, una novillada en la que alternaron Antonio Ortiz “Morito” y Pascual González “Almanseño” que lidiaron 6 novillos-toros de la ganadería de Pabellón, estado de Aguascalientes. PASTOR, Ernesto: Nació en San Juan de Puerto Rico el 6 de abril de 1893. Falleció en Madrid de septicemia gaseosa el 12 de junio de 1921, a causa de la cornada en el muslo derecho que le infirió el 5 del mismo mes el toro “Bellotero”, de Villagodio. La siguiente evocación pertenece a Alfonso de Icaza “Ojo”. en Diestros mexicanos en “El Toreo”. Datos biográficos y críticos. Aunque este matador de toros no fue mexicano de nacimiento, pues vio la luz primera en San Juan de Puerto Rico el año de 1897, lo incluimos entre los diestros compatriotas porque aquí se crió, aquí se hizo torero; como mexicano pensaba y como mexicano obraba. Cierta vez, comentando estos puntos, Ernesto dijo: -Sí Puerto Rico fuera independiente, quizás me sintiera mitad mexicano y mitad portorriqueño; pero siendo yanqui, soy mexicano de pies a cabeza. Habiendo venido al país muy niño, hizo aquí sus estudios, teniendo por condiscípulos a todos los niños que habitaban por aquellos días en el rumbo de la colonia Guerrero. Terminado el sexto año, dióle por la fotografía y llegó a tener un taller propio que le daba para vivir. Pero ya sabemos que de que un joven dice a ser torero, no hay modo de deternerlo. Ernesto toreó en algunas encerronas; fue luego por los pueblos comarcanos formando parte de diversas cuadrillas, y por fin se presentó en “El Toreo” en aquellos días en que actuaban de novilleros Alfonso Zambrano, Cayetano González y otros diestros que, aunque hicieron concebir esperanzas, malográronse al fin y al cabo. Ernesto, por aquel entonces, era valiente, pero no sabía tyorear, siendo una lástima que no aprovechara su buena figura. Lo comprendió así, e hizo las gestiones necesarias para recibir clases de “Ojitos”, el maestro de Gaona, clases que le fueron bastante provechosas, pues cuando lo vimos de nuevo en la placita de Tlalnepantla, a fines de 1919, era ya un torero. En España hizo lucidas campañas novilleriles, y tomó la alternativa en Oviedo de manos de Joselito “El Gallo” el 17 de septiembre de 1919, meses antes de su reaparición en México, que acabamos de citar. Fue Ernesto, en Tlalnepantla, el primero que, después del Belmonte de 1914, nos hizo saborear el pase natural templado y tirando del toro. 16 corridas toreó el diestro de que hablamos en la Península Ibérica el año de 1920, en cuyo invierno volvió a México, haciendo lucida temporada en “El Toreo”, al lado de Gaona y Sánchez Mejías. Y cuando estaba viendo ya el fruto de sus esfuerzos, pues hasta el 5 de junio de 1921 en que tuvo lugar la cogida en la plaza de Madrid, llevaba toreadas 13 corridas, lo que le auguraba un año muy provechoso, vino la fatalidad a arrancarle la vida a este muchacho bueno entre los buenos, simpático entre los simpáticos y pundonoroso como el que más. La herida en sí no fue grave, pero, según unos por torpeza de los médicos, según otros por imprudencia de él, lo cierto es que siete días después, el 12, se produjo el fatal desenlace. Pastor estaba casado con su prima, la señora Natalia Lavergne, hermana del conocido empresario Carlos del propio apellido. Hagamos, para terminar estas líneas, una ligera semblanza del desaparecido. Toreaba bien a la verónica; daba el farol como nadie lo ha dado, pudiéndose afirmar que había hecho una especialidad de esta suerte que si en otros es desgarbada, en él era bellísima; banderilleaba con finura; era un buen muletero, especialmente con la mano izquierda, y mataba, si no con clasicismo, sí con brevedad y valor. Su muerte produjo honda impresión en México, pues los aficionados teníamos puestas en él todas nuestras esperanzas.


PASTOR y DURÁN, Vicente: Matador de toros español. La siguiente evocación pertenece a Alfonso de Icaza “Ojo”. en Diestros españoles en el “Toreo”. Datos biográficos y críticos. en Diestros españoles en el “Toreo”. Datos biográficos y críticos. Vicente Pastor y Durán, famoso espada madrileño, nació en la ex coronada Villa, en una modestísima casita de la calle de Santiago el Verde, el día 30 de enero de 1879. Cuando a los 10 años abandonó la escuela, comenzó a trabajar en un taller de carrocería, y un poco después aficionóse tanto a la fiesta brava que no perdía una de cuantas novilladas celebrábanse en Madrid. Por fin una tarde se arrojó como espontáneo, vestido con una larga blusa y de ahí le vino su apodo de “Chico de la Blusa”, con el que vino a México por vez primera, a la plaza de la Calzada de la Piedad, en 1905. No fueron afortunados los comienzos de Vicente pero ya en 1901 y 1902 era de los novilleros más populares, habiendo tomado la alternativa en la plaza de la Carretera de Aragón el 21 de septiembre del último de los años citados, de manos de Mazzantini y con toros de Veragua. Como “Chico de la Blusa” Pastor fue uno de tantos, pero es el suyo un ejemplo digno de ser imitado. Después de que en 1902 toreó 4 corridas; en 1903, 15; en 1904, 8; en 1905, 7; y en 1908, 6, números que indicaban que estaba en el montón, hizo un esfuerzo y, precsindiendo de su alias, como Vicente Pastor arrimóse a los toros, logrando que las empresas lo buscaran, pagándole tanto como el que más. Torero tosco, recio, carente hasta del más mínimo adorno, nunca supo torear de capa, pero, en cambio, era poseedor de una muleta formidable, la famosa “muleta garra” de que tanto se habló. Pocos diestros ha habido que dominen a los toros como éste, que por lo demás, sólo ejecutaba bien dos pases: el natural por alto y el auténtico de pecho. Como matador fue valiente y certero, aunque no clásico, pues empleaba siempre un “saltillo” para enterrar las espadas. Lo conocimos de “Chico de la Blusa”, o lo que es lo mismo, siendo un cualquiera. Y lo conocimos ya en “El Toreo” en los años de 1912, 1913 y 1914, como primerísima figura. Dato curioso: es el “as” taurino que ningún año llegó a las sesenta corridas. Hombre intachable en su vida privada, fue Pastor un excelente compañero y cuéntase de él que era cobarde, como lo demostraba su inquietud antes de las corridas pero que, sin embargo, se arrimaba con el que más en su deseo de corresponder los favores que el público le otorgaba. Aquí en México tuvo Vicente mucho cartel, habiendo competido con Gaona y con Belmonte, y habiendo logrado mantener su prestigio al lado de esos dos enormes toreros. “El Soldado Romano”, como lo llamaban sus paisanos, toreó su última corrida en la plaza madrileña el 23 de mayo de 1918, y vive hoy en su casa de Embajadores número 9, querido y respetado por


todos, por más que no sea rico, pues sólo tiene lo necesario para irla pasando tranquilamente. (R. de R., 1394, febrero 1937).

PATIÑO, ALBERTO, Ojitos: Matador de novillos. Este infortunado torero, que nació en la capital de México, el año de 1899, encontró la muerte en la plaza de Tacuba, el 9 de diciembre de 1928, al ser herido por un toro de “Cieneguillas”, durante su faena de muleta. Fue un torero modesto, que no logró abrirse camino. (A. L., 216). PATLÁN. Juan: Matador de novillos, nacido en Guanajuato (México). Comienza en su país a torear hacia 1912, haciendo concebir esperanzas de que fuera figura en el toreo. No se cumplió el pronóstico, y nada he vuelto a oír de su habilidad taurina. (J. M de C, III, 717). El 14 de agosto de 1910, alternó con Rodolfo Rodarte en la plaza de toros de “San Marcos” (estado de Aguascalientes), lidiando toros de “las principales ganaderías de cartel”. PAVÓN, Juan, Alegría: Banderillero. Actuó en plazas del centro del país a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Su nombre aparece en un cartel para el festejo celebrado en Silao bajo las órdenes de Félix Velasco. PEDRO EL GRANDE: No sabemos nada más del torero profesional de a pie que respondía a tan curioso apodo, sino que trabajó en las fiestas organizadas a fines de 1785 para recibir al virrey conde de Gálvez. Probablemente, se agregó el calificativo de “el Grande” a su nombre de Pedro para diferenciarlo de algún otro Pedro lidiador, menor que éste en edad o en estatura. (BFH, 2012, 384). PEDRO, Tamales: Banderillero, oriundo de Orizaba, Veracruz, fue el primero en poner banderillas con la boca. La Muleta. Revista de Toros. Año I, N° 12. México, 20.11.1887. PEÑA, Mariano: Torero de a pie. En el documento citado a continuación se indica que este personaje presentó un recibo de cobro por los festejos en que llegó a participar, durante el curso de 1789. AGN, Indiferente Virreinal, caja-exp.: 6125-063. Ayuntamientos. Años: 1789, fs. 2. Productor: Mariano Peña y Julio Figueroa. Recibos de Mariano Peña y Julio Figueroa, en que consta haber recibido de don Antonio Rodríguez de Velasco diversas cantidades por haber toreado y por la venta de 30 cañas de Otate para las corridas de toros. Ciudad de México.


PEÑA, Rafael, Llavero: Banderillero sevillano. En España no debi´torear, o toreó muy poco, pues no recuerdo haberle visto anunciado. En cambio, lo hizo con frecuencia y con aceptación en México, por los años de 1890 a 1896. (J. M de C., III, 719). PEÑA, Ramón, Peñón: Picador de toros. Actuó como tal en la plaza de Celaya, Gto., el 27 de septiembre de 1903, bajo las órdenes de “Fuentes Mexicano”. PEÑOLERO, El: Torero profesional, posiblemente de a caballo en virtud de la colocación de su nombre en los carteles, que actuó en la plaza de San Lucas por 1790 y 1791. (BFH, 2012, 384). PERAL, Isidro, El Estudiante: Inteligente banderillero mexicano que ejecutaba la suerte con mucha valentía y arte especial, tanto que cuantos le veían y habían visto trabajar en España al célebre banderillero Esteban Argüelles Armilla le comparaban a él y le llamaban el Armilla mexicano. (L. V., 109-10). PERALTA GARCÍA, Fernando: Banderillero sevillano, nacido el 26 de marzo de 1884. Empezó a actuar en novilladas muy joven, y fue más conocido y más estimado su trabajo en México que en España. Figuró en la cuadrilla de Antonio Pazos. Aun actuaba en 1911. (J. M de C., III, 719). PERALTA, Francisco, Barrilito: Matador de toros neoleonés, hijo de otro famoso diestro de aquellos rumbos (Luis García) que actuaba quizá en el último tercio del siglo XIX, sobre todo en el actual territorio del estado de Monterrey.40 PERALTA, Francisco: Banderillero mexicano moderno. Su nombre empezó a figurar en carteles en 1894. (L. V., 110). Complementa este registro José María de Cossío: “Su campo de acción estuvo en México, e ignoro si era americano o español. Toreaba mucho hacia los últimos años del siglo XIX”. (J. M de C., III, 719). PERALTA, Francisco, Facultades: Matador de toros español. La siguiente evocación pertenece a Alfonso de Icaza “Ojo”. en Diestros españoles en el “Toreo”. Datos biográficos y críticos. en Diestros españoles en el “Toreo”. Datos biográficos y críticos. El torero de porcelana llamaron a este infortunado diestro, y tal nombre resulta mucho más adecuado que su alias propio de “Facultades”, de las que siempre careció. De poorcelana era por la finura de su arte, y de porcelana por la fragilidad de sus actuaciones. Tan pronto en la cumbre, como en el sótano. Y ya una vez que la enfermedad que al fin y al cabo lo llevó a la tumba, la tuberculosis, se hallaba en periodo avanzado, las tardes malas fueron muchas más que las buenas. ¡Lástima de torero! Con lo bien que toreaba con el capote; con el sabor que imprimía a todas las suertes, pudo y debió ser figura. Aquí hizo cosas grandes que aun se recuerdan. Un par al cambio maravilloso y unas gaoneras cumbres. Y que conste que de todo ello hace doce años. Francisco Peralta “Facultades” nació en Antequera, provincia de Málaga, el 14 de abril de 1900 y fue en Portugal donde por primera vez vistió el traje de luces, ingresando a poco en la cuadrilla de “Curro” Posada, en calidad de banderillero. Su primera novillada la toreó en Sevilla, con “Pepete” y “Zapaterito”, en 1917, y la alternativa la obtuvo en Barcelona, el 2 de junio de 1922, habiendo actuado de padrino “Chicuelo”. Su enfermedad fue un obstáculo insuperable en su carrera.

Meynardo Vázquez Esquivel, “La fiesta brava en Monterrey” en Atisbo. Una mirada a la historia. Monterrey, N.L., año 3, N° 17. Noviembre / Diciembre de 2008 (p. 12-7). 40


Aquí, la segunda vez que vino, en 1927, sufrió una crisis de salud tremenda, habiéndolo salvado de la muerte la oportuna y eficaz intervención del doctor Ibarra. De regreso en España todavía tuvo ánimos para casarse con una bailarina, un año antes de su muerte, ocurrida en Sevilla, en el mes de diciembre de 1930. ¡Pobre “Facultades”! Murió antes de cumplir treinta años, devorado por los bacilos de Koch. Fue gran amigo de Rodolfo Gaona, que tuvo de él altísimo concepto, y sin sus males físicos de seguro que habría llegado a la cúspide de la fama. Al revés de otros que son culpables de todo, Francisco Peralta no fue sino una víctima del destino. ¡Con lo buen torero que era…!

PERALTA, Francisco de: Caballero en plaza. Es mencionado en la “Relación de fiestas” que escribió María de Estrada Medinilla en 1640, con motivo de la recepción del virrey Marqués de Villena.41 PERALTA, Toribio, La Galuza: torero de a pie en el último tercio del siglo XIX. (Citado por RST, N. R. 7). Natural de Zacatecas. Muy popular a mediados del siglo XIX, sobre todo en Zacatecas, de donde era natural, y San Luis Potosí. En 1857 se presentó en la plaza “San Pablo” de la ciudad de México; pero no tuvo mucho éxito y se regresó a su estado natal. (H. L. II., 658). PEREA, Carolina: Aeronauta, pero que también intervino en más de algún festejo taurino, organizado en la plaza de toros del “Paseo Nuevo”, sobre todo durante el año de 1858, de acuerdo a los carteles anunciadores de la época. PEREA, José: actuaba como “loco” en diversos festejos celebrados a mitad del siglo XIX. Su nombre aparece en un cartel en el festejo que se celebró el 31 de diciembre (¿de 1850?), siendo anunciado como el “loco”. (Col. del autor).

41

María de Estrada Medinilla: FIESTAS / DE TOROS, / IVEGO DE CAÑAS, / y alcancías, que celebrò la No- / Bilifsima Ciudad de Mexico, à / veinte y fiete de Noviembre / defte Año de 1640 (Véase el resto de la cita en Bibliohemerografía).


PEREA, José: Banderillero de a caballo, nacido en Puebla, y que acompañó a Bernardo Gaviño por una campaña de festejos taurinos en el puerto del Callao, Perú, entre diciembre de 1870 y los primeros meses de 1871. PEREIRA, Marcelo: Se anunció como peón de lidia en un festejo celebrado el 10 de agosto de 1890 en la plaza de toros de Parras de la Fuente (Coahuila). PERERA, Felipe, Motuleño: Matador de novillos mexicano. Su nombre quedó registrado en un cartel para el festejo celebrado en la plaza de toros en Guadalupe Hidalgo (Puebla), la tarde del domingo 12 de marzo de 1911, lidiando ganado de Nopalapam, al lado de Juan Ramírez.

PÉREZ, Los: “De la mano prieta” (indios, tal vez), acudieron a torear en los festejos con lo que durante 1747 se conmemoró en Guadalajara la subida al trono de Fernando VI, habiendo sido nombrados para hacer tal cosa por la jurisdicción de Teocaltiche. A pesar de su habilidad, uno de ellos se vio en serio peligro de perder la vida ante la res “por un acaso de los que a cada paso experimentan los más diestros”. No hay indicios para determinar si entraron al ruedo a pie o a caballo. Tampoco sabemos su número, ni cuál era el lazo de parentesco que, seguramente, los unía. (BFH, 2012, 384). PÉREZ, Ángel, Angelillo de Triana: Nació en Fregenal el 9 de octubre de 1898 y tomó la alternativa en Jaén en 1925. Tenía buenas maneras pero era miedoso. (Semblanza de Alfonso de Icaza “Ojo”).


PÉREZ, Antonio, Palomo: Banderillero mexicano que hace pocos años figura entre los de la clase. En 1896 aparece anunciado para actuar en la plaza de San Luis de Potosí. El 24 de mayo del mismo año toreando en la plaza de Tacubaya sufrió una grave cogida de la que curó volviendo al ejercicio de la profesión después de pasados dos meses. (L. V., 110). PÉREZ, Antonio, El Charol: Picador de toros. De este personaje, por ahora, no se cuenta con mayor información. PÉREZ, Antonio, Niño de la Virgen: Puntillero, que en 1913 figuraa en la cuadrilla de Rodolfo Gaona. (J. M de C, III, 722). PÉREZ, Carlos: Banderillero que figura en los carteles de los primeros años de este siglo. (A. V., 1963, 211). PÉREZ, Francisco, Lagartijillo: Matador de novillos residente en México, que permaneció en activo por aquellos ruedos durante las décadas de los veinte y treinta del siglo actual. (J. M de C., VI, 266). PÉREZ, Froilán, Chatillo: Matador de toros español quien, entre otros detalles, fue contratado para torear todas las corridas de la feria de Jerez, Zacatecas, que se celebrarán en aquella plaza en los días 3, 4, 5 6 7 y 8 de abril de 1904. El dato, he podido recogerlo de una de las carpetas que organizaba Julio M. Bonilla, precisamente para consolidar la “Agencia Taurina de México”, y que correspondía precisamente con aquel año. PÉREZ, Fructuoso: Banderillero. Actuó, de acuerdo a un cartel que se celebró en la plaza de toros de Orizaba, Ver., la tarde del 1° de enero de 1882, enfrentando cinco toros de Nopalapam. PÉREZ, Gaspar: Cuadrillero y caballero en plaza que participó en las fiestas de recepción del virrey conde de Monterrey, entre finales de 1599 y comienzos de 1600. PÉREZ CASQUERO, Manuel: Matador de novillos. Su nombre aparece en el “Directorio” con el que se daban a conocer matadores, banderilleros y picadores, en La Lidia. Semanario Taurino. Año I, N° 7. México, 8 de noviembre de 1908, p. 3. PÉREZ MONTERREY, Gaspar: Cuadrillero y participante en un juego de cañas en 1595, con motivo de la fiesta de San Hipólito, esto en la ciudad de México. Ocupó el cargo de regidor. (JQM, 2017, 59). PÉREZ DE RIBAS, N. N.: Jerónimo López, quien se quejó ante Carlos V de que los indios no sólo poseían caballos y espadas –lo que estaba más o menos prohíbo por las ordenanzas reales- sino que “se juntan a juegan cañas e corren sortija e (hacen) otras cosas muy malas”. A pesar de ello o quizá en razón de lo mismo, el dominico fray Pedro de Barrientos enseñó a los naturales de Chiapa de Corzo a criar caballos, a correrlos, y a jugar cañas y alcancías, que los indios aprendieron y lograron hacer “con tanta destreza y gallardía como en la ciudad más lucída de España”. El jesuita Pérez de Ribas hizo lo mismo en Sinaloa (también en la segunda mitad del siglo XVI) con la nación tehueca, la cual se empeñaba en juegos de cañas “a caballo, como si le hubieran criado en eso” para la celebración de la Pascua de Navidad de 1596 en la villa de Sinaloa, hubo unos juegos de cañas, en que participó gente de veintitrés pueblos”. (L. W., 1984; T. I., 162). PÉREZ, Ireneo: Banderillero que actuaba bajo las órdenes de Bernardo Gaviño, a mediados del siglo XIX. Su nombre aparece consignado en el cartel del 19 de octubre de 1856. PÉREZ, Joaquín: Banderillero. Su nombre se encuentra incluido para un festejo celebrado en la plaza de toros del Paseo Nuevo, la tarde del domingo 19 de octubre de 1856.


PÉREZ, Joaquín, Crispín: Banderillero. Su nombre aparece en el “Directorio” con el que se daban a conocer matadores, banderilleros y picadores, en La Lidia. Semanario Taurino. Año I, N° 7. México, 8 de noviembre de 1908, p. 3. PÉREZ, José, Califa: Banderillero español que estuvo en México desde 1885, cuando se presentó la cuadrilla de Gabriel López “Mateíto”, en la plaza de toros del Huisachal, el 1° de febrero de 1885. PÉREZ, José Froylán, Chatillo: Estuvo en México de mediados de 1895 a fines de 1905. (H. L., II, 668). PÉREZ, Juan: “Cuadrillero”, que participó en diversas representaciones caballerescas, con motivo de las fiestas por la asunción a la corona del rey Felipe V en 1701. José Francisco de Isla, en su relación de sucesos denominada como “Buelos de la Imperial Aguila Tetzcucana…” del mismo año, nos permite ubicar a este personaje gracias a la descripción de festejos como el “Cortejo, el Tocotín y los juegos de cañas”. Juan Pérez, de diamantes una Rosa por joya de su pecho va luciendo, con el cintillo igual; tela costosa cabos de encaje blanco guarneciendo; de plata sobre azul, silla vistosa, brida, luz Milanesa repartiendo; y da de movimiento a un Moro bello morisca trenza, que le adorna el cuello...42 PÉREZ, J. Dolores: Banderillero mexicano, residente en la Guadalajara azteca, que durante los años veinte y treinta de nuestro siglo actuaba en ruedos de su nación. (J. M de C., VI, 267). PÉREZ, Juan: Picó de 1885 a 1905, sobre todo en la ciudad de México. (H. L. II., 661). PÉREZ, Pedro: banderillero. Citado la cuenta de gastos que detalla “(…) dos series de corridas de toros concedidas por el autoritario virrey de México, Carlos Francisco de Croix, para la pagada diversión de los habitantes de la capital novohispana, al mismo tiempo de que aquéllas servirían para recolectar dinero e invertir en obras de “beneficio común”. Corridas por lo demás desarrolladas según las novedosas formas del toreo a pie, protagonizado por cuadrillas de toreros estoqueadores, mismo que sólo hacía unos cuantos años se estaba consolidando por todo el ámbito de la monarquía, en sustitución de la anterior tauromaquia caballeresca. Resulta consabido que un cuarto de centuria después, Pedro Romero, de Ronda y Joaquín Rodríguez “Costillares”, de Sevilla, fueron los andaluces cumbres para la popularización de las novedades que quedarían dogmáticamente impresas en las páginas de la Tauromaquia de José Delgado, “Hillo”, de 1796. (BFH, 2007, 13-4 y 65). PÉREZ, Pedro, Facultades: Torero de a pie de color y cuya nacionalidad era la peruana. Vino a nuestro país en los primeros años del siglo XX y actuó con mayor frecuencia en la plaza de toros de Guadalajara, Jalisco.43 PÉREZ, Ramón: Banderillero. Aparece incluido en el elenco de la compañía que dirigió Ponciano Díaz, en una actuación que tuvo lugar en la plaza de toros en Toluca, el domingo 1° de junio de 1879. 42

Alfonso Méndez Plancarte: Poetas novohispanos. Segundo siglo (1621-1721). Parte segunda. Estudio, selección y notas de (...). Universidad Nacional Autónoma de México, 1945. LXXIII-229 p. (Biblioteca del Estudiante Universitario, 54)., p. 151-152. 43 Ramón Macías Mora, La Catedral y los Toros (Véase bibliohemerografía), p. 330.


PÉREZ, Ramón, España: Matador de novillos, probablemente español a juzgar por el apodo con que se anunciaba. En México toreó en 1914, alternando en ocasiones con Ernesto Pastor. Como valía poco como torero, debió abandonar pronto los instrumentos de la profesión. (J. M de C., III, 733). PÉREZ, Refugio: Banderillero y peón de brega. Fue uno de los integrantes de la cuadrilla juvenil dirigida por Saturnino Frutos “Ojitos”. Se deslinda de la misma, y se une a la que dirigían Eduardo Margeli y Martínez Feria. Se integró a la que encabezaban Pedro López y Carlos Lombardini.

Sol y Sombra. Semanario Taurino Ilustrado. Madrid, 27.01.1910. Año XIV, N° 721. PÉREZ, Rigoberto: Banderillero. Suele torear en Guadalajara y sus contornos, en los distintos festejos que se celebran. Reside en la capital tapatía. (A. L., 1958, 217). PÉREZ, Trinidad, Machaquito de Sevilla: Diestro hispano que vino a nuestro país al comenzar el siglo XX y que encontró muy buen espacio para su desarrollo tauromáquico en la península de Yucatán.


PERSONA, Marcelo: Torero de a pie, al parecer, oriundo de Aguascalientes, y que toreó en la plaza del “Buen Gusto”, el 15 de enero de 1893. (V. A. E. J., 2007, 163). PICADO, Avelino: Matador de novillos mexicano. Después de haber actuado por algún tiempo en su tierra, trabajó en Santorcaz (Madrid) el 15 y 16 de septiembre de 1913, estoqueando aceptablemente novillos de Llorente. A pesar de ello, no consiguió que le presentasen en plazas de alguna importancia. (J. M de C, III, 737). PICHARDO, José: torero de a pie en la primera mitad del siglo XIX. Citado en: https://ahtm.wordpress.com/2014/04/27/conviviendo-con-hidalgo-allende-y-morelos-en-los-toros/ intervino como supernumerario, sin sueldo en la nómina y parece ser que al lado de los toreadores de a pie, en la serie de festejos taurómacos que se hicieron en el Volador durante 1815 con motivo de la restitución de Fernando VII en su reino. (BFH, 2012, 384). PIOQUINTO, N.: actuaba como picador y lazador. Con esas tareas “trabajó” en un festejo celebrado en la plaza de toros de Tlalnepantla, el 10 de mayo de 1874, bajo las órdenes de José María Hernández.

PLATAS, Matías: Banderillero –no sé si español o mexicano-, actuó sin estar anunciado en el cartel, la tarde del 20 de mayo de 1894 en la plaza de toros de Mixcoac. Este caso, y el de Santiago Gil “Pimienta”, picador con las mismas circunstancias que Matías, y como se aprecia, o era algo permitido o simplemente había condiciones de relajamiento que orillaran a semejante situación. POLA, Enrique, Madrileño: Banderillero mexicano que estaba en su apogeo por los años de 1880 a 87, en cuyo intervalo de tiempo trabajó a las órdenes de los acreditados espadas que por entonces figuraban en primera línea. (L. V., 111). POLANCO, Gerardo (en realidad su nombre era Gerardo Santa Cruz Polanco): Matador de toros mexicano que figuraba ya como tal en 1887. (L. V., 111). (El nombre correcto de este personaje era Gerardo Santa Cruz Polanco. N. del A.). Nació en Puebla, dice más de alguna fuente.

ALGUNAS NOTAS HISTORICAS SOBRE SINALOA Y SUS TOREROS. En realidad, una historia taurina sobre el estado de Sinaloa, no ha sido escrita. Es casi seguro que ciertas diversiones de carácter caballeresco (siglos XVI al XVIII) se hayan efectuado en algún sitio del hoy próspero estado de la república mexicana. También deben haberse dado los primeros testimonios del toreo de a pie (segundo tercio del siglo XVIII y hasta nuestros días), pero no existe evidencia al respecto. Lo que sí es un hecho es que a esas tierras han ido los mejores toreros del orbe taurino desde tiempos que es difícil precisar, pero el pretexto del carnaval ha permitido que se hagan imprescindibles sus fiestas, y sin que en ellas falte la taurina. Sin más datos que puedan escribirse al respecto, me ocuparé -a continuación- de mencionar


referencias de dos toreros cuya cuna es algún lugar de Sinaloa. Me refiero a Gerardo Santa Cruz Polanco y a Guillermo Danglada, sin olvidar a Timoteo Rodríguez, también otro diestro decimonónico.

Retrato de Gerardo Santa Cruz Polanco. Del primero dice el antiguo periodista mexicano ROQUE SOLARES TACUBAC, anagrama de Carlos Cuesta Baquero, lo siguiente: Gerardo Santa Cruz Polanco, espada originario de Sinaloa, según afirmación de algunos aficionados, o de Puebla, según dicen otros. Actuaba principalmente en los estados de la costa occidental, sobre todo en las plazas de Culiacán y Mazatlán. Toreó también en san Luis Potosí y en la plaza metropolitana de “El Paseo”, en compañía de los hijos del antiguo torero Ignacio Gadea. Santa Cruz Polanco, como apunta Cuesta Baquero, fue un diestro que tuvo una influencia taurina durante los últimos 20 años del siglo XIX. Como muchos, es considerado “señor feudal”, es decir, un personaje que supo controlar unos terrenos muy concretos, a tal grado que era el amo y señor de la situación, no permitiendo que nada ni nadie alterara dicho dominio. De esa forma los hubo muy identificados en diversas partes de la provincia. Bajo dichas características Santa Cruz Polanco se hizo importante y tuvo una hegemonía destacada. Por aquel entonces, Ponciano Díaz Salinas (18561899) era el torero mexicano más importante, cuya trascendencia está marcada en haber proyectado dos maneras de torear: a caballo y a pie; ambas con un espíritu totalmente nacionalista, que luego tuvo que enfrentar a la llegada de los españoles, esto a partir de 1885. Bajo la influencia del atenqueño Ponciano, diestro que se ganó el afecto popular como muy pocos lo han conseguido, su peso era determinante en otros que se encontraron con que había que cambiar de concepto impuesto por los hispanos. Con este contraste se encontró Santa Cruz Polanco quien creó la cuadrilla “Ponciano Díaz” en señal de protesta al de Atenco, que a sus ojos traicionaba el toreo mexicano. Era el principio del fin de un gran esplendor. Y cómo no iban a reclamarle al torero con bigotes, si su expresión genuinamente mexicana y campirana a la vez, caía en un conflicto, ya que luego de la llegada de diestros españoles a México parece que se deja influir por esa nueva corriente. Donde tras regresar con la alternativa obtenida en España -el 17 de octubre de 1889-, ya no era el mismo, a pesar de la idolatría y el fervor popular. Todo parece indicar que los efectos hispánicos en su perfil profesional lo alteraron severamente y devino así su papel protagónico.


Bien, tras esta explicación sobre lo que era el toreo hace poco más de un siglo, veamos algunos otros detalles de Gerardo Santa Cruz Polanco. Uno de ellos es que ganó muy buen dinero y lo invirtió comprando terrenos en una alejada zona de la entonces ciudad de México, allá por el rumbo de la hacienda de los Morales o del Huisachal. Poco a poco se fue haciendo costumbre de que la gente preguntara ¿de quién son esos terrenos? Y no faltaba quien contestara: -De Gerardo Santa Cruz Polanco. Con toda seguridad, muchos deben haber abreviado el nombre para ajustarlo en Polanco, “son de Polanco”. Y el paso del tiempo permitió que la costumbre bautizara con dicho nombre a lo que en la actualidad conoce todo mundo a esos terrenos que dan vida a la colonia POLANCO, en la ciudad de México. Un hecho curioso más que cita ROQUE SOLARES TACUBAC es el de que cuando Santa Cruz Polanco preparaba la suerte de matar, gritaba la ridícula fachendosa frase: “¡Torito, prepárate a morir!”. PONCE, José María: Matador de toros español que actuó en ruedos mexicanos en el último tercio del siglo XIX. Nació en Cádiz el 31 de marzo de 1830. El 16 de junio de 1856, se presenta de media espada en la antigua plaza de Madrid. El 2 de octubre de 1859 recibe la alternativa en Sevilla de manos de Manuel Domínguez. El toro de la ceremonia se llamó “Chamuso” y pertenecía a D. Anastasio Martín. El 2 de junio de 1872 torea en Lima, Perú, recibiendo una cornada en la región glútea derecha al muletear a un toro de Bujama. Se agravó su estado, declarándose la gangrena, falleciendo el 14 de julio siguiente. (H. L., II, 666).

POMARES, Manuel, Troni: Matador de novillos, nacido en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). En plazas de esta provincia empezó a torear en 1894, levantando alguna expectación al principio. Marchó después a América, interviniendo en corridas verificadas en México y Lima, especialmente, gustando algún tiempo su labor, por lo que optó por no volver a España. (J. M de C., III, 743). POPOCHÓN CUERÓN (N. N.): Picador de toros, al parecer nacido en Guadalajara, Jalisco. Actuó con mucha frecuencia, y su nombre aparece registrado en el cartel que se celebró el domingo 1° de febrero de 1883, calificándole al punto de considerarlo como “el primer lugar entre todos para eso de picar”. (R. M. M., 336). PORRERO, Joaquín: Matador de toros. su nombre es citado en el libro Crónicas de mi ciudad, obra del cronista poblano Enrique Cordero y Torres, luego de rememorar ciertos pasajes relacionados con la antigua plaza de toros del “Paseo Nuevo”, ubicada en la capital angelopolitana. En 1905 fue la


reinauguración del coso, luego de que este se incendiara en un festejo en el que alternaron Luis Mazzantini y Arcadio Ramírez “Reverte Mexicano” allá por 1902, y donde la afición “recurrió al incendio de la plaza de toros (…) ocurriendo lo mismo con el teatro “Principal”. La reinauguración fue rumbosa, con un cartel de prestigio, pero solamente de espadas españolas. Manuel Lara “Jerezano” y Joaquín Porrero, pues se tuvo la precaución de que en cada ocasión alternaran mexicano con mexicano y español con español”.44 PORTUGAL, Fernando (Hernando) de: Cuadrillero. Gracias a dos actas del Cabildo sabemos que hubo fiestas en la ciudad de México para recibir al nuevo virrey. Jueves 24 de octubre de 1566: “…En este día los señores justicia y regidores (de la ciudad de México) dijeron que era cosa justa recibir con fiesta y regocijo al nueo virrey marqués de Falces, ordenando que se haga en la Plaza Mayor de esta ciudad regocijos y fiestas, sacándose libreas de tafetanes de colores para ochenta caballeros, y han de ser diez cuadrillas de ocho caballeros cada una, y el cuadrillero a su costa dé a su cuadrilla mangas y caperuzas, y banderillas para las lanzas y bandas para las adargas, debiendo dar esta Ciudad las libreas acostumbradas. Los cuadrilleros han de ser los señores (Tesorero Fernando de Portugal…)”. (H. L., 1971, 53). POZO, Francisco: banderillero. El 14 de abril de 1882, y en la plaza del Callao en Perú, fue cogido el rehiletero al banderillear a un toro alazán de la Rinconada de Mala, el que le infiere gravísima herida en la ingle izquierda que le ocasiona la muerte dos días después, a pesar de los solícitos cuidados que se le prodigan.45 Años atrás ya había estado en aquella misma plaza, como integrante en la cuadrilla que formó Bernardo Gaviño.

POZO, José: Picador de toros. Reside en la ciudad de Querétaro, siendo en ese lugar y en las plazas de Irapuato y León, donde actua con más frecuencia. (A. L., 1958, 225).

44

Enrique Cordero y Torres, Crónicas de mi Ciudad. Prólogo de Artemio de Valle-Arizpe. Puebla, s.p.i., 1955. 202 p., p. 190. 45 Disponible en internet abril 14, 2019 en: http://www.lostorosdanyquitan.com/bioIndividual.php?b=116


POZOS, SEVERINO, Güero Mochilón: Picador de toros. nació el año de 1880 en el Distrito Federal. Fue un buen caballista y certero con la pica. En su vida privada era considerado un buen hombre, distinguiéndose por su trato y ser humanitario con sus semejantes. Falleció en 1940 en la capital, a causa de viejas lesiones que recibió en los ruedos en su vida profesional. (A. L., 225). Esto apunta Cossío: POZOS, Severiano, Formalito: Picador de toros, creo que mexicano. En Puebla, México actúa en 1912. (J. M de C, III, 750). Es mucha la coincidencia en nombre y oficio. La fecha que corresponde a la nota del tratadista no es tan alejada de los tiempos en que pudo estar en activo, pues como puede verse en el párrafo anterior, falleció en 1940. Generalmente, los picadores de toros, son personajes que se retiran en edad muy avanzada. POZOS, Severiano, El Güero: Picador de toros. Nació el 11 de febrero de 1891, ciudad de México. Antes de dedicarse a dicha labor, colaboraba con el antiguo torero gaditano Rafael Muñoz “Mochilón”, quien alquilaba ropa de torear. Comenzó a picar toros desde 1905 y años más tarde, avezado en tal oficio, se integró a la cuadrilla de diversos toreros, nacionales y extranjeros. Estuvo buen tiempo de planta en la cuadrilla de Juan Silveti, y era un picador voluntarioso y valiente y en su trato personal afable y humilde.

PRAXEDIS, N.: integrante de una cuadrilla de a caballo. Citado en “Cuenta de gastos” del 7 de enero de 1819, para actuar en la Real Plaza de Toros de San Pablo. También conocido como PRAXEDES. Sólo sabemos el nombre de pila de este picador perteneciente a la cuadrilla de a caballo de Xavier Tenorio, formando parte de la cual prestaba sus servicios en la Plaza de San Pablo hacia los primeros meses de 1819. (BFH, 2012, 384-5). PRECIADO, Juan, Chavito: Picador de toros. Así se le anunció para desempeñar su labor, en la tarde del domingo 11 de mayo de 1902, en la novillada que se celebró aquella ocasión en la plaza de toros de la Villa de Guadalupe, donde se lidió un encierro de Hueyapam.


La Fiesta Nacional, del 8 de octubre de 1904. PRECIADO, Luis: Torero de a pie. Nació –muy probablemente- en la ciudad de Guadalajara, Jal., esto en el curso del siglo XIX. El único registro con que se cuenta para la presente Galería, es un bello retrato –tarjeta de visita-, que se elaboró en el taller del reconocido fotógrafo Octaviano de la Mora en 1878.

”A mi apreciable y fino amigo D. Miguel Manigrande en prueba de amistad y cariño, le dejo este Recuerdo. Guadalajara, junio 19 de 1878. Luis Preciado”. Gabinete de Octaviano de la Mora. Cortesía, María Elena Salas Cuesta. PRETEL, Dolores, Lolita: Matadora de novillos española, que encabezaba, junto a Ángela Pagés la “Cuadrilla de Señoritas Toreras”, la cual tuvo una intensa presencia en ruedos mexicanos, entre fines del siglo XIX y comienzos del XX.


PRIETO, Diego, Cuatro Dedos: Matador de toros español. Un breve perfil lo encuentro en La Muleta, Año II, del 9 de diciembre de 1888, N° 9: Muchos admiradores cuenta en México Diego Prieto, quien en la primera temporada que estuvo aquí Mazzantini (1887), se captó muchas simpatías del público por su agilidad en los quiebros y por su habilidad para los palos, suerte en que puede competir con los mejores y más renombrados toreros. Cuatro Dedos tuvo su cuna en Sevilla, y desde sus primeros años mostró su vocación por el arte de Hillo. Al principio tomó parte en muchas novilladas, distinguiéndose en todas ellas por su arrojo. Tiene en la actualidad 29 años de edad y durante su vida de redondel ha sufrido cinco cogidas de consecuencias todas. Hace pocos años, Mazzantini, reconociendo en él buenas aptitudes para lucir en una cuadrilla, lo llevó a la Habana en donde conquistó muchas palmas. Más tarde vino a México con el mismo cantar, y aquí ha tenido sus alternativas de éxito en los redondeles. Cuatro Dedos ha sido el único diestro que a todo costo ha dado a conocer en México los toros españoles que nadie se había aventurado a introducir en el país.

En plena juventud; en plena madurez.


Hasta aquí La Muleta. Debo agregar que Diego Prieto continuó toreando en nuestro país, durante los últimos años del siglo XIX, e incluso se despidió de los ruedos –ya vestido de paisano-, en un festejo celebrado en “El Toreo” de la Condesa el 20 de abril de 1913. Dedicó el resto de sus años a ser empresario y lo hizo con decoro. PRIETO, León, Señorito: Espada mexicano moderno, que tiene su residencia habitual en Orizaba. (L. V., 111). (Sabemos que llevaba el nombre de Guillermo Jiménez León Prieto). En realidad se llamaba Guillermo León Jiménez Prieto y era el hijo de una familia acaudalada de Orizaba, Ver., lugar donde nació en 1877. A pesar de oponerse sus padres a su afición taurina, tomó clases con José Romero “Frascuelillo”, toreó varias novilladas, de luces, en los alrededores de Orizaba y se presentó en la ciudad de México, el 20 de junio de 1897 en la plaza “Bucareli”. Muy valiente, fue casualidad que no resultara herido, pues lo prendían los astados de continuo. Un año después, el 16 de octubre de 1898, sin casi haber toreado como novillero, recibió una alternativa en Guadalajara, Jal., de manos de Juan Jiménez “El Ecijano”, toros de la hacienda del Castillo. Herido gravemente el padrino, tuvo que despachar la corrida, lo que no hizo muy brillantemente. El 2 de abril de 1899 fue a torear a San Andrés Chalchicomula y tuvo un altercado con el ganadero. Sacaron sus pistolas, con tan mala suerte que la suya se disparó antes de tiempo y se destrozó el muslo derecho. Hubo posteriores complicaciones, teniendo que serle amputado el miembro herido. Ya inútil para el toreo, se fue a vivir a Málaga, España donde falleció, sin haber regresado a México, hacia 1930. (H. L. II, 658-9).

PROCUNA, Eulalio, la Gringa: Banderillero mexicano nacido a finales del siglo XIX en nuestro país. Fue solicitado en diversas cuadrillas que se presentaron, sobre todo, durante la tercera década del XX. Fue padre de Luis Procuna.


PUEBLA RUBÍN DE CELIS, Gerónimo Antonio de la: Cuadrillero, caballero en plaza y diestro en alancear toros. Actuó al comenzar el siglo XVIII en diversos festejos celebrados en la región de San Luis Potosí. (V. A. E. J., 12). PUGA, Julián: Banderillero que actuó bajo las órdenes de Fernando Huerta, torero nacido en Orizaba, esto la tarde del 24 de octubre de 1885, según se lee en El Arte de la Lidia. Año III, 3ª época. México, Domingo 7 de noviembre de 1886, N° 4, p. 2. PUERTA, Joaquín: Torero profesional de a pie que participó en la temporada hecha en un coso de madera en el Paseo Nuevo de Bucareli por los últimos meses de 1796 y los primeros de 1797. (BFH, 2012, 385). PUERTA, Romualdo Montañés: Puntillero. De este personaje, por ahora, no se cuenta con mayor información. PUERTO, Joaquín: Torero profesional de a pie. De diciembre de 1796 a febrero de 1797 lidió en la plaza de toros provisional que se había erigido por entonces en el Paseo Nuevo. 46 PUGA, Julián, el Cuitete: Banderillero. Lo poco que de él se sabe es que actuaba como tal, en festejos organizados en el estado de Veracruz. Se le menciona en los celebrados en plazas como Orizaba o la de Amatlán, esto en el año de 1888. PUJOL, Alberto, el cubano: Banderillero. Personaje que quizá haya sido de dicha nacionalidad, intervino en un festejo celebrado en la plaza de “San Rafael” el domingo 11 de marzo de 1888. PULLA, Agustín, Pullita: Banderillero mexicano de poca nombradía que trabaja en cuadrillas de tercer orden, tapando su hueco. (L. V., 111). PULLA, Félix: Banderillero hermano del anterior, y como él bastante moderno, aunque hasta la fecha haya conseguido traspasar los límites de cumplir sin excederse. (L. V., 111).

46

A.H.D.F.: Ramo: Cuentas de gastos de entradas de Virreyes, Vol. 4300, exp. 15: Cuenta de la primera corrida de toros celebrada con el plausible motivo de la colocación de la estatua equestre de Nuestro augusto soberano el Sr. D. Carlos Cuarto (Q.D.G.) (...), 79 f., ff. 39 y 39 v.



Q QUESADA, Manuel, Filomeno: Uno de los buenos banderilleros que hace años vienen trabajando en las plazas de la república mexicana. Según vemos en algunos periódicos de México, Manuel Quesadas es sevillano. Aunque tal sea, como hace muchos años tiene en México su campo de operaciones, y allí es donde verdaderamente se ha creado un nombre por esta causa figura en esta obra. (L. V., 112).

Banderillero valiente que no se distingue ni por lo bueno ni por lo malo; entre lo primero hay que citar un archimonumental par de poder a poder, que puso a un toro de Atenco en la plaza de San Bartolo Nacucalpan; entre lo malo hay, por desgracia mucho, como sobaquillos, palos disparados, etc. Váyase al lado de quien pueda enseñarle algo, como por ejemplo Cuatro Dedos, y podrá llegar a ser un buen banderillero, pues tiene dos cosas muy esenciales en un torero, valentía y voluntad. (El Toreo. Semanario Ilustrado. año I. México, 17 de febrero de 1896, N° 13, p. 2). QUIJANO, Ezequiel: Matador de toros. Encabezó las cuadrillas en la plaza de toros del Paseo (S.L.P.), la tarde del 24 de junio de 1900. QUIJANO y RAMOS, Fernando: Su nombre aparece en un cartel que se celebró en la plaza de toros del Paseo (S.L.P.), el 24 de junio de 1900. En la tira de mano dice: “Como una muestra de galantería al espada FÉLIX ANDRÉS, le acompañará en la lidia el antiguo matador Fernando Quijano y Ramos”. QUIJÓN, Basilio: torero de a pie. Su nombre aparece en un aviso fechado en el mes de enero de 1815, el cual señala: LA MUY NOBLE, MUY LEAL, INSIGNE E IMPERIAL CIUDAD DE MÉXICO. “Con el plausible motivo del feliz advenimiento de nuestro Soberano el Sr. D. FERNANDO SÉPTIMO,


que Dios prospere, a su Trono, expresa su regocijo en fiestas públicas de corridas de Toros, para que todo el Pueblo Mexicano celebre con aplauso tan fausto acontecimiento, que ha sido el anuncio de sus felicidades. “Las ocho corridas de estilo serán en los días 25, 26, 27, 28, 30 y 31 del presente mes de Enero, 1 y 3 del próximo Febrero, conforme a lo dispuesto por el Exmo. Sr. Virrey”. También citado por Domingo Ibarra (p. 9). Otro dato de este interesante personaje, se ubica en LA MULETA. REVISTA DE TOROS. año I, N° 9. México, 30.10.1887. “El 4 de octubre de 1801, y con motivo del día de San Francisco, se corrieron ocho novillos en la plazuela de Villamil, donde se improvisó un circo al efecto. “Allí por primera vez apareció Basilio Quijón que hizo prodigios de arrojo. “Este mismo Quijón, logró que D. Pedro Ruiz Varela, rico comerciante español, en unión de algunos otros comerciantes, levantaran una plaza en el Volador, la cual se estrenó el día de la Virgen del Pilar, del año de 1802. “Quijón formó una cuadrilla en la que figuraban el Caparratas y el Compadrito, y no se picaba ni banderillaba a los toros, únicamente se les lanceaba de capa se daba el salto del testuz y el de las dos garrochas, inventado este último por Quijón, y del cual salió siempre ileso, debido a los malísimos novillos que se lidiaban (…)”. QUILÉZ, Constantino, Enguilero: Matador de novillos, que se presentó en Madrid el 20 de marzo de 1892, alternando con Cayetano Leal (Pepe-Hillo) y José Lara (Jerezano). Enguilero no se lució nada, y toreó muy pco por España. Marchó a América con esperanza de tener allí más suerte, y en la plaza de Durango (México) traajaba el 5 de febrero de 1899, cuando en la misma ocurrió la muerte, casi instantánea, de Juan Jiménez (Ecijano). Constantino Quiléz fue un novillero de modesta categoría. (J. M de C., III, 757). QUINTANAR y SOTO RUIZ, José Luis de: este interesante personaje en el movimiento de independencia (1772-1837), debemos distinguirlo como capitán general y jefe superior político de México, pues con ese cargo y en 1822, aprobó un reglamento taurino, quizá de los primeros que con aspectos más formales se publicó y entró en funciones desde entonces. Como puede observarse, de acuerdo a la nota adjunta, fue el 1° de noviembre de 1821 cuando en la plaza de toros de “San Pablo”, llegaron a actuar –entre otros-, los “llamados generales en la plaza”, de los que uno de sus integrantes, era el propio Quintanar, mismo que se distinguió como “garrochero”.


Colección de documentos para la Historia de México que se publicaron en el Diario Oficial del gobierno de la República Mexicana durante el año de 1853. Luis de Quintanar Bocanegra Soto y Ruiz, era también un nombre con el que decidió darse a conocer, siendo ya presidente del Supremo Tribunal de Guerra, lo cual hizo hasta antes de su muerte.

En Lanfranchi, T. I., 1971, 124.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.