Tratado de la poesía mexicana en los toros Virreinato

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JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

TRATADO DE LA POESÍA MEXICANA EN LOS TOROS SIGLOS XVI – XXI.

VIRREINATO. 1985-2020



TOMO I



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José Francisco Coello Ugalde. 1ª edición publicada bajo el título de Antología de la poesía mexicana en los toros. Siglos XVI-XXI. México, 2006. ©

José Francisco Coello Ugalde. Tratado de la poesía mexicana en los toros. Siglos XVIXXI. 2ª edición. México, 2019. Reservados todos los derechos. ©

Centro de Estudios Taurinos de México, A.C., 2019.

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JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

TRATADO SOBRE LA POESÍA MEXICANA EN LOS TOROS. SIGLOS XVI – XXI TOMO I: VIRREINATO CON LA COLABORACIÓN DE: LUCÍA RIVADENEYRA ELIA DOMENZÁIN

MÉXICO, 1986 - 2020



PRÓLOGO

Tratado sobre la poesía mexicana en los toros siglos XVI al XXI. Existen personas que tienen la suerte de nacer en una familia que respeta y ama la tauromaquia. Yo soy una de ellas. Quizá por eso aprendí, a temprana edad, acerca de la coquetería entre la sombra y el sol; supe de la adrenalina que invade el cuerpo como lava; descubrí que la vida -sí, la vida- se refleja en el ruedo y viceversa. Y un día ya muy lejano, de manera inconsciente, tuve una certeza: en los toros y en todo aquello que los rodea, hay una poética. Los creadores lo han sabido siempre, y lo han demostrado en sus diversas manifestaciones artísticas porque han descubierto el instante que existe entre un capote y un asta, entre una mano firme y 400 o más kilos; es decir, entre dos cuerpos vivos y la muerte, lo cual es una metáfora de eros y tánatos. Por fortuna, gracias a esos creadores, la Fiesta Brava ha quedado detenida en un lienzo, en una película, en obras musicales, esculturas, foros diversos, plazas monumentales y en la literatura. Sin embargo, a veces, las obras están dispersas y es necesaria una mano y un corazón que las recolecte, para que los seguidores del tema tengan en qué detenerse cuando la duda acecha. José Francisco Coello Ugalde es un taurófilo que posee la facultad de descubrir o convencer a cualquiera de que ver los toros desde la barrera no sólo implica el rito de entregarse al tiempo de una lidia y al placer que da ser espectador apasionado, sino que hay espectadores –como él- que viven la fiesta con pasión, sí, pero también más allá del impacto de la emoción inmediata que se gesta en el ruedo; lo cual significa tener, también, una postura más reposada, más analítica y no por ello menos intensa. Es, entonces, cuando aparece la mezcla, el engranaje que permite gozar en diversas dimensiones. Quizá una de las características de la pasión es el alto nivel de obsesión que se genera en quien ama a alguien o a algo. En este caso, ese algo es una demostración de que los sentidos se pueden volcar sobre la arena... Y si la obsesión puede tener buenos momentos ésos se le dan a Coello Ugalde, porque la pasión tiene que ser obsesiva, y sólo alguien con un perfil tan definido como el suyo es capaz de hacer una revisión minuciosa de seis siglos de poesía mexicana para recibir al toro con referencias, con un amplio contexto, con juicios, con certezas, con entrega y provocar la lidia. Investigar sobre seis siglos de poesía es hacerle faena a seis astados peligrosos. No hay día ni hora en que el autor se aleje de lo que le atormenta, de lo que le seduce, de lo que le brinda placer: el toro y la investigación sobre él y todo lo que lo rodea. Tiene olfato diseñado para encontrar bibliotecas, hemerotecas, puestos de periódicos y revistas, librerías, amigos, faenas, acetatos... Aprehende el instante en Internet, radio, televisión, prensa, entrevistas... y no desfallece, no se cansa, no abandona, no se queja. Es el amante ideal. El lector descubrirá en La poesía mexicana en los toros, siglos XVI al XXI una investigación que da placer, porque en ella se combina el rigor del especialista apasionado con la pasión del aficionado auténtico. Sin pudor, el autor revela su interés y fidelidad por el tema, lo cual se le agradece en estos tiempos no sólo de cólera sino de necesidades por tener momentos gratificantes. Este material es un bálsamo ante la avalancha de agresiones y circunstancias por las que pasa la tauromaquia. La poesía da fe del arte que existe en algunos toreros, y los poetas dejaron la prueba por escrito. Buscarla, recolectarla, organizarla fueron actividades a las que se entregó Coello Ugalde.


Desde el siglo XVI hombres y mujeres supieron que en el mundo de los toros había algo más que sangre. Por eso, los poetas voltearon sus ojos a la Fiesta Brava; desde Gonzalo de Berceo y Sor Juana Inés de la Cruz, a muchos anónimos y a otros conocidos o muy conocidos y reconocidos como Guillermo Prieto, Renato Leduc, José Gorostiza, Octavio Paz y Griselda Álvarez. La tarea de un historiador, amante de la poesía, como Coello Ugalde fue advertir la fusión de dos oficios en pos de la estética. El resultado es un trabajo que, con poemas localizados en antologías, tratados, ensayos, poemarios, revistas, entre otros múltiples materiales, llena una necesidad informativa de los amantes de ambas artes: la de Cúchares y la de la literatura. Además, con la metodología del investigador riguroso que es, ofrece una serie de ensayos en cada uno de los capítulos, respecto a diferentes toreros y sus circunstancias, por lo que da un contexto histórico en general de México y un contexto individual de los diestros, de cuándo surgieron, triunfaron y se alejaron del ruedo con resultados diversos; casos famosos e irrepetibles como el de Ponciano Díaz; asimismo, brinda los poemas que sobre el tema, y bajo variadas formas -corridos, sonetos, décimas, romances, etc.- encontró. En consecuencia, al concluir cada apartado, el lector tendrá un panorama de algunas figuras del toreo, su tiempo y su paso por las plazas lo que hizo que una gran cantidad de nombres quedaran plasmados en poemas. Por otro lado, aunque pueden ser discutibles, son muy valiosos sus juicios sobre determinados matadores. Esto hace que se aprecie más su discurso argumentativo. De igual forma, en estos ensayos, es de admirar la meticulosidad para que no se le vaya ningún dato de ningún detalle, de ningún instante de ningún día, de ninguna tarde que tenga que ver con la Fiesta y la poesía. Agradezco al autor su generosidad al compartir el material que obtuvo en una búsqueda de muchos años y que compiló poco a poco, a su aire, con la certeza de que al brindarla al público lector el gozo sería grande y mutuo. También agradezco que, cotidianamente, comparta sus placeres poéticotaurinos en abundantes espacios; así, ante un caudal de información y de argumentación, las personas ajenas a este espectáculo pueden caer en la tentación y las que ya están involucradas enriquecerán sus conocimientos taurómacos. A mi sentimiento de gratitud, le sumo la distinción de invitarme a prologar un trabajo de estas dimensiones. Luego de leerlo y releerlo, descubrí que la mano y el corazón de José Francisco Coello Ugalde han conseguido que este libro rompa la cotidianidad de cualquiera que se acerque a sus páginas porque le hará recordar la necesidad de volver los ojos a la caricia que da el arte, cuando la vida parece disolverse; cuando se cree que el alimento de los sueños se acabó; cuando una plegaria brota de los labios ante la desesperación o cuando un ser humano y un toro provocan el silencio y luego el escándalo de miles, debido a que el rito, el misticismo y la pasión tienen momentos límite, de éxtasis. Eso lo han sabido siempre los poetas. Pedro Garfias tenía la certeza, y así lo escribió Torear como quien reza, / que el toreo es oración.

Lucía Rivadeneyra Copilco, noviembre de 2004.


PRESENTACIÓN1

Un tema como el de la poesía mexicana en los toros no había sido abordado desde su visión integral o antológica. De ahí que este motivo se sume a una información de intachable reminiscencia, colmada a su vez del mero y subjetivo emblema de elementos materiales tan insubstanciales como complejos dentro de una tradición, íntimamente relacionada con la historia de México, en esa otra historia paralela que es la de las corridas de toros, que llega a este 2008 con 482 años de recorrido. José María de Cossío, el gran erudito español, autor de la obra monumental de LOS TOROS,2 escribió y compiló un trabajo denominado LOS TOROS Y LA POESÍA.3 En él, no se contempla ninguna creación novohispana, del México independiente o del México moderno, lo que sí ocurre en otro de sus libros: LOS TOROS EN LA POESÍA CASTELLANA,4 donde sólo aparecen dos composiciones novohispanas.5 Por lo tanto, esta omisión general obliga a desarrollar un trabajo con características similares, con la única diferencia de que el contexto sea totalmente de origen mexicano, debido a que se cuenta con elementos de verdad fascinantes, surgidos de esa maravillosa creación literaria. Acontece siempre que, en un trabajo de estas magnitudes, quedan ignorados datos considerables, los cuales existen en documentos sumamente curiosos que, por su condición han desaparecido en diversas y misteriosas circunstancias, o se hallan en el peor de los olvidos. Mi intención ha sido rescatar el mayor número de evidencias que, en un acomodo cronológico y una selección rigurosa, den como resultado un trabajo rico en valores. La consecuencia es esta APORTACIÓN HISTÓRICO TAURINA, cuyo propósito fundamental, cuando fue creada dicha serie en 1985, era y sigue siendo la de exhumar y rescatar documentos publicados en diversas épocas (en su caso, y si así conviene, con su respectiva reproducción facsimilar) en medio de una acuciosa anotación, que termine siendo el sustento crítico que la enriquece. Parece lógico iniciar estos apuntes con las primeras composiciones poéticas elaboradas a propósito de las representaciones -más caballerescas que taurinas- habidas en el México novohispano, que luego, con el paso de los años, y con la llegada de nuevas ideas y conceptos, se dieron los cambios al toreo de a pie, mismo que evolucionó durante todo el siglo XIX, y se enriqueció a partir de 1887, con la llegada de un importante grupo de toreros hispanos, quienes provocaron un vuelco Hace poco más de 20 años –del domingo 9 de marzo de 1986, al domingo 22 de marzo de 1987-, inicié un trabajo que pudo publicarse en 55 entregas en el desaparecido semanario El Redondel, el periódico de los domingos, mismo que pretendía abarcar el género de la "poesía mexicana en los toros", del siglo XVI al XX. Sólo fue posible llegar hasta 1887, año en que la fiesta de los toros en nuestro país tomó nuevos derroteros. Suspendida la edición de El Redondel, y hasta nuestros días, esta obra se mantuvo sujeta al reposo, por un lado. Pero por otro, también hubo necesidad de continuar con la acumulación de datos que la enriquecieran y le dieran una dimensión cualitativa y cuantitativa también, con objeto de ponerla al día y en condiciones para una posible edición. De ahí que desde agosto de 2002, me haya propuesto reelaborar de aquel viejo trabajo ese avance significativo, agregándole nuevos y curiosos datos para llegar hasta las evidencias más recientes de este siglo XXI que se ha puesto en marcha. 2 José María de Cossío: Los toros. Tratado técnico e histórico. Madrid, Espasa-Calpe, S.A. 1974-1997. 12 v. 3 Op. Cit., vol. 2, p. 243-406. 4 José María de Cossío: Los toros en la poesía castellana. Argentina, Espasa-Calpe, 1947. 2v. 5 Op. Cit., t. II., p. 83-87. Juan Ruiz de Alarcón, último cuarto del siglo XVI. Biblioteca de AA.EE. Comedias de J. R. de Alarcón: Todo es ventura, acto III, y p. 181: Sor Juana Inés de la Cruz. Segundo tomo de las obras..., Barcelona, 1693. 1


representativo que originó la presencia de por vida del toreo de a pie, a la usanza española, en versión moderna. De entonces a este tiempo, la tauromaquia en nuestro país se ha consolidado. Ante nuestros ojos se presentan una serie notable de trabajos de la misma índole, ya como antologías,6 donde ha quedado reconocida entre otras la presencia de Octavio Paz. De la misma manera, existen otros trabajos que, a lo largo de este, irán siendo citados, escogiendo lo que a mi juicio no sólo es la poesía mayor. También es preciso incluir la reproducción de algunos versos menores, o de extracción eminentemente popular. Tal es el caso de corridos y canciones, logrados por diversos creadores que no siempre se encuentran a la altura de aquellos célebres autores de la literatura que aquí queda considerada como "universal". Siguiendo el modelo establecido por Cossío, se recogerán todos aquellos ejemplos que han dejado diversos autores a lo largo de más de cuatro siglos y medio, sin más anotación que la conveniente, indicando en su caso, el o los años de producción de la o las obras para no entorpecer el propósito original, y llegar así a buen término. De igual forma, cada siglo incluirá un “marco histórico” indispensable para entender su distinto comportamiento, logrando con ello una revisión, si no absoluta, sí la más completa que sea posible del recorrido secular de este espectáculo en nuestro país. Pocos poetas merecieron el reposo del análisis, y creo que la dimensión de la obra así lo exige. Sin embargo, aparecen algunos casos, como los de Sor Juana, Octavio Paz o José Alameda. Pero esta antología, debo confesarlo, no logra los alcances que, por ejemplo Luis Mario Schneider consigue en otra antología poética: la de Los Contemporáneos.7 O el inalcanzable texto, por meritorio y genial de José Gorostiza con el que, en buena medida explica su Muerte sin fin. Espero que esta grave como tan grande omisión sea salvada por la comprensión de lectores y críticos, puesto que el propósito de la presente obra fue y sigue siendo reunir todo aquel material con la sustancia poética como referente fundamental. Por último, quiero agradecer a Lucía Rivadeneyra y Elia Domenzáin sus comentarios, recomendaciones, pero sobre todo sus valiosos textos que enmarcan esta obra. A Rosa María Alfonseca Arredondo y Rossana Fautsch Fernández que aceptaron ilustrar con trazo sensible, inspiradas por los múltiples versos aquí reunidos. A Fumiko Nobuoka Nawa y Miguel Ángel Llamas, por su trabajo fotográfico con aires de renovación aportado a esta aventura editorial. Cada uno, desde su muy particular expresión, comenta, apunta o ilustra de tal forma, que, al ver el libro convertido en el fruto de los deseos de cualquier autor, puede advertirse el equilibrio que se consigue al combinar todas esas expresiones que, al ponerlas en manos del lector, pretende una placentera lectura, un gozoso paseo por los caminos del arte... Merece lugar especial en esta relación de agradecimientos, la valiosa intervención de Jorge F. Hernández, cuyas gestiones para convencer a tirios y troyanos ha sido incalculable.

 Esta empresa no podría quedar enteramente rematada si antes no se acude a una serie de explicaciones –o mejor dicho, exploraciones- alrededor del significado que en sí misma tiene la

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Mariano Roldán: Poesía universal del toro (2500 a. C.-1990). Madrid, Espasa-Calpe, 1990, 2 V. (La Tauromaquia, 30 - 31). 7 Homenaje nacional. Los Contemporáneos. Antología poética. Introducción, selección de notas de Luis Mario Schneider. México, Instituto Nacional de Bellas Artes, CULTURASEP, 1982. 167 p. Ils., fots.


poesía en cuanto tal. Considero que dos buenos argumentos son los que pueden encontrarse en las obras de Octavio Paz8 y José Gorostiza.9 Avanzada la lectura de El arco y la lira, Paz afirma que “El poeta no quiere decir: dice. Oraciones y frases son medios. La imagen no es medio, sustentada en sí misma, ella es su sentido. En ella acaba y en ella empieza. El sentido del poema es el poema mismo”.10 Y luego Gorostiza complementa la siempre pretendida explicación que todo creador en este sentido propone, aunque no siempre bajo el espíritu romántico de Bequer cuando a pregunta expresa de una su admiradora “¿Qué es la poesía?”, la vaga respuesta que escuchó fue “la poesía, eres tú”, vaga respuesta que también va a contrapelo de reconocida obra de Rosario Castellanos y su “Poesía no eres tú”. Pero no. Aquí de lo que se trata es ingresar al complejo terreno donde pueden tejerse sólidas redes infinitas en prueba de este difícil, pero a la vez sencillo y misterioso quehacer. Por eso, José Gorostiza apunta que: “Para el poeta, la poesía existe por su sola virtud y está ahí, en todas partes, al alcance de todas las miradas que la quieran ver”. Es más: “La substancia poética, según esta mi fantasía, que derivo tal vez de nociones teológicas aprendidas en la temprana juventud, sería omnipresente, y podría encontrarse en cualquier rincón del tiempo y del espacio, porque se halla más bien oculto que manifiesta en el objeto que habita. La reconocemos por la emoción singular que su descubrimiento produce y que señala, como en el encuentro de Orestes y Electra, la conjunción de poeta y poesía”. Precisamente, al buscarle explicaciones al complejo, y asimismo sencillo espacio de la poesía, es necesario acudir a metáforas, a esa construcción de castillos en el aire que todo y nada dicen al mismo tiempo. En ese sentido, quienes profesamos la afición a los toros, solemos acudir con frecuencia al viejo verso de Lope de Vega revestido por el diestro sevillano Pepe Luis Vázquez en estos términos: “El toreo, es algo que se aposenta en el aire, y luego desaparece”. De ahí que sea el propio creador de Muerte sin fin quien nos diga que “la poesía, al penetrar en la palabra, la descompone, la abre como un capullo a todos los matices de la significación. Bajo el conjuro poético la palabra se transparenta y deja entrever, más allá de sus paredes así adelgazadas, ya no lo que dice, sino lo que calla”. Y es por medio del propio Gorostiza quien llega al centro de toda esta atención, rebasando el límite finito, cuando afirma: “La poesía, para mí, es una investigación de ciertas esencias –el amor, la vida, la muerte, Dios- que se produce en un esfuerzo por quebrantar el lenguaje de tal manera que, haciéndolo más transparente, se pueda ver a través de él dentro de esas esencias...” Pero eso no es todo. “La poesía es una especulación, un juego de espejos, en el que las palabras, puestas unas frente a otras, se reflejan unas en otras hasta lo infinito y se recomponen en un mundo de puras imágenes donde el poeta se adueña de los poderes escondidos del hombre y establece contacto con aquel o aquello que está más allá”.11 Y mientras Gorostiza apunta que “si la poesía no fuese un arte sui generis y hubiese necesidad de establecer su parentesco respecto de otras disciplinas, yo me atrevería a decir aún (en estos tiempos) que la poesía es música y, de un modo más preciso, canto”, Octavio Paz apuntala este dicho bajo la siguiente afirmación acudiendo a una explicación más, la que proporciona Rubén Darío cuando dice: “Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo, y no hallo sino la palabra que huye... y el cuello del 8

Octavio Paz: El arco y la lira. El poema, la revelación poética, poesía e historia. México, décimo tercera reimpresión. México, Fondo de Cultura Económica, 2003. 305 p. (Sección de lengua y estudios literarios). 9 José Gorostiza: Muerte sin fin y otros poemas. México, Fondo de Cultura Económica-Cultura SEP, 1983. 149 p. (Lecturas mexicanas, 13). 10 Paz: El arco..., op. Cit., p. 110. 11 Gorostiza: Muerte..., op. Cit., p. 8-11.


gran cisne blanco que me interroga”. Paz, extendiéndose en esa búsqueda por el más allá de la poesía insiste que la “celeste unidad” del universo está en el ritmo. En el caracol marino el poeta oye un profundo oleaje y un misterioso viento: el caracol la forma tiene de un corazón. El método de asociación poética de los “modernistas”, a veces verdadera manía, es la sinestesia. Correspondencias entre música y colores, ritmo e ideas, mundo de sensaciones que riman con realidades invisibles. En el centro, la mujer: la rosa sexual (que) al entreabrirse conmueve todo lo que existe. Oír el ritmo de la creación –pero asimismo verlo, y palparlo- para construir un puente entre el mundo, los sentidos y el alma: misión del poeta”.12 Gorostiza, al quite: “El poeta no ha de proceder como el operario que, junto con otros mil, explota una misma cantera. Ha de sentirse el único, en un mundo desierto, a quien se concedió por vez primera la dicha de dar nombres a todas las cosas. Debe estar seguro de poseer un mensaje que sólo él sabrá traducir, en el momento preciso, a la palabra justa e imperecedera... Nadie sino el Ser Único más allá de nosotros, a quien no conocemos, podría sostener en el aire, por pocos segundos, el perfume de una violeta. El poeta puede –a semejanza suya- sostener por un instante mínimo el milagro de la poesía. Entre todos los hombres, él es uno de los pocos elegidos a quien se puede llamar con justicia un hombre de Dios”.13 Todos esos “hombres de Dios” convocados aquí, en tanto creadores, como congregación colectiva por un lado, y secular por el otro; que pretende aproximaciones sobre el mensaje en torno al toreo mexicano, se unen para decirnos a coro, resumido por Octavio Paz como sigue: “Agudos, graves, esdrújulos, sobresdrújulos –golpes sobre el cuerno del tambor, palmas, ayes, clarines”- la poesía de lengua española es jarana y danza fúnebre, baile erótico y vuelo místico. Casi todos nuestros poemas, sin excluir a los místicos, se pueden cantar y bailar, como dicen que bailaban los suyos los filósofos presocráticos”.14 Esta es pues, la esencia y también la empresa de amplias dimensiones con la que pretendo poner al alcance de los lectores y aficionados –como Tratado en su versión corregida y aumentada, ahora en su tercera edición- el rico material de un tema que seguramente resultará curioso e interesante, y que por sus características se reúne por primera vez en nuestro país. M. en H. José Francisco Coello Ugalde. Director del Centro de Estudios Taurinos de México, A.C. México ciudad, septiembre de 2008.

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Paz: El arco..., ibidem., p. 93. Gorostiza, Muerte..., ibidem., p. 24-25. 14 Paz, El arco..., ibid., p. 89. 13


SIGLO XVI

¿Desde cuándo el toreo de a pie se presentó como parte de una inquietud entre los hombres por dominar a una fiera y lograr con ella momentos de lucimiento técnico y estético? Las evidencias están plasmadas desde el contacto de estas dos fuerzas, que podemos admirar gracias al “lienzo” de cuevas que dieron cabida a la expresión del hombre primitivo. Ahora, trasladémonos al periodo que comprende los años 711 a 1492, en plena confrontación de moros y cristianos. Tal situación se da, entre otras cosas, gracias al apoyo del caballo. Con y sobre el caballo inició la demostración de alancear toros, desde un punto de vista de entrenamiento que sirviera para atravesar, más tarde y durante las batallas, lo mismo godos que árabes. Hasta aquí una visión de conjunto. Ahora ubiquémonos en México. La conquista como anejo extemporáneo de la guerra de ocho siglos también se apoya, en gran medida, en el caballo. El torneo y fiesta caballeresca fueron privativos de conquistadores primero; de señores de rancio abolengo después. Personajes de otra escala social, españoles-americanos, mestizos, criollos o indios. De lo anterior puede decirse entonces que estaban restringidos a participar en los orígenes de la fiesta española en América. Pero supongo que ellos también deseaban intervenir. Esas primeras manifestaciones deben haber estado secundadas por la rebeldía. El papel protagónico de estos personajes, como instancia de búsqueda y de participación que diera con la integración del mismo al espectáculo en su dimensión profesional, va a ocurrir durante el siglo XVIII. El siglo XVI significó para México un conjunto de historias diversas, originadas por la conquista española, empresa que representó uno más de los espacios de expansión logrados por el proyecto de España que para esos momentos resultaba ser la potencia más importante del orbe. Tan luego como el almirante Cristóbal Colón revela los resultados de su “descubrimiento” comienzan a darse infinidad de circunstancias que ponen a funcionar otros tantos proyectos que ya no sólo son de carácter semejante al impuesto por el genovés, sino que buscan darle el sentido de dominio. Las connotaciones del término “dominio” son tan amplias que abarcan las de la apropiación por parte de grupos de soldados quienes se marcan el propósito de conquista, una conquista que van a ofrendar a la corona, misma que se ve beneficiada por la ampliación de nuevas tierras que serán suyas, las “dominará” y por ende, las controlará. México no fue la excepción. Entre aquel grupo reducido de conquistadores viene el capitán general, Hernán Cortés quien se convierte en héroe para unos, en villano para otros. Pero el hecho histórico consumado permitió que los nuevos pobladores consiguieran establecer una forma de vida semejante a la que tuvieron hasta antes de su salida.15 Al ir destruyendo una cultura tan importante como la de Mesoamérica, empezaron a transformar lentamente aquel panorama, y para ello necesitaban el soporte de factores como los de vida cotidiana vigentes en el viejo mundo hasta entonces. Por eso tuvieron necesidad de trasladar mucho de lo que para ellos significaba ese sentido a estas tierras. Fue así como lograron tener en poco tiempo los elementos mencionados que permitieron la continuidad de un proyecto que 15

Ángel López Cantos: Juegos, fiestas y diversiones en la América Española. Madrid, Editorial MAPFRE, 1992. 332 p. (Colección Relaciones entre España y América, 10)., p. 16. Todos los que cruzan el Atlántico, hombres de su tiempo, transportarán una cultura en la que lo lúdico, por momentos, alcanza gran importancia, nacida ésta de una política cada día más mediatizadora del individuo. Las fiestas y el juego ayudarán a romper tensiones, produciendo cierto relajamiento en sus existencias. Era aconsejable destensar la cuerda ya que la tirantez continuada podía desgarrar el orden establecido. Por ello no extraña que desde el principio organicen diversiones, reflejo de las peninsulares en aquel mundo. El complejo mundo de la diversión llega a las Indias a la vez que el caballo y las armas de fuego. Y es posible que antes. Cuando los descubridores, conquistadores y colonizadores preparaban la impedimenta para lanzarse a la aventura, lo hacían no por correr un peligro, cosa garantizada, sino como una diligencia inevitable para mejorar su vida. Sin manifestar sus propósitos, estaban firmemente convencidos que el riesgo traería la riqueza. La fortuna ofrece, entre otras posibilidades, tiempo libre, y la mejor manera de consumirlo es con los pasatiempos.


pasaba de la conquista a la colonización, lejos ya de su terruño. En medio de las primeras construcciones primitivas que tuvieron que levantar, no podía faltar una de las circunstancias abandonadas por el espíritu de aventura a que se sometieron para obtener el objetivo de conquista. Ahora tenían que colonizar, tenían que establecer en medio de un ambiente tenso sus formas de vida, insisto, y una de ellas vinculada con muchas otras más será la de la diversión. Digo que vinculada, porque sin el toro no podía haber alimento, ni reproducción de cabezas de ganado, ni todo un sistema de producción que permitiera la continuidad en un sistema de labores practicadas en su España lejana. La fiesta o torneo caballeresco, donde ya está incorporado el toro, sin más, se va a dar desde el 24 de junio de 1526, fecha que, para los registros históricos es la primera en que el toreo como manifestación se lleva a cabo en nuestras tierras. El toro en cuanto tal es traído de España, y algunas islas americanas cuentan desde años antes de la conquista española en México con un sistema establecido y controlado, el cual permite la distribución según las necesidades y demandas que cada grupo requería para subsistir, pero también para establecer los métodos de asentamiento y reproducción inmediata en los sitios y lugares que así lo permitieran. Así en México, el valle de Toluca se convierte en el sitio pionero donde se llevó a cabo la revolución agrícola inicial en Mesoamérica.16 Tierras aptas para la siembra y mejor espacio para pastoreo de ganado mayor y menor. ¿Qué vio el extremeño Hernán Cortés en las prodigiosas y amplias tierras del Valle de Toluca? Seguramente el sitio de mayor privilegio para el establecimiento de todo un sistema de reproducción ganadera en todos sus géneros, que luego iría a extenderse pródigamente hasta lugares tan lejanos como Zacatecas (como lo afirma Juan de Torquemada y lo ratifica el padre Mendieta), pues no habiendo cercas, o siendo estas tan débiles que los mismos ganados terminaban derribándolas, las cantidades de hatos y de piaras llegaron en cierto momento a significar sobrepoblación como nunca antes se había registrado en la Nueva España. Este fenómeno ocasionó un giro muy importante para las condiciones de vida en nuestro continente, dada la agresividad con que se presentó, tomando a muchos naturales totalmente desprevenidos ante las enfermedades y/o epidemias, y peor aún, bajo el sistema de explotación con el que llegaron imponiéndose los hispanos. Como una muestra de las restricciones a las que quedó sometido el indígena es que le fue prohibido montar a caballo, gracias a ciertas disposiciones dictadas durante la primera audiencia, aunque ello no debe haber sido impedimento para saciar su curiosidad, intentando lances con los cuales aprendió a esquivar embestidas de todo tipo, obteniendo con tal experiencia, la posibilidad de una preparación que fue depurando al cabo de los años. Esto debe haberlo hecho gracias a que comenzó a darse un inusual crecimiento del ganado vacuno en gran parte del territorio novohispano, el cual necesitaba del control no sólo del propietario, sino de sus empleados, entre los cuales había gente de a pie y de a caballo. Salvo los relieves de la fuente de Acámbaro que nos presenta dos o tres pasajes de los llamados empeños de a pie, comunes en aquella época, es como conocemos algo de su participación. Dicha fuente pudo haber sido levantada por algún alarife español en 1527 a raíz de la introducción del agua potable al poblado guanajuatense, debido a las gestiones hechas por fray Antonio Bermul, lo cual mueve a pensar que por esos años se construyó la fuente taurina, misma que representa escenas de la lidia de reses “bravas”. Una de ellas da idea del uso de la "desjarretadera", instrumento de corte dirigido a los tendones de los toros. En el desjarrete se lucían principalmente los toreros cimarrones, que habían aprendido tal ejercicio de los conquistadores españoles. Otra escena nos representa el momento en

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El conquistador nos revela un quehacer que lo coloca como el primer ganadero de México, actividad que desarrolla en el valle de Toluca mismo. En carta de 16 de septiembre de 1526, Hernán se dirige a su padre Martín Cortés indicándole de sus posesiones en Nueva España y muy en especial "Matlazingo, donde tengo mis ganados de vacas, ovejas y cerdos..." Pero es hasta el 6 de julio de 1529 en que el Rey Carlos I mercedó a Hernán Cortés veintidós pueblos (como Matlazingo, Toluca, Calimaya y otros) y veintitrés mil vasallos. Estos mismos pueblos "...con sus aldeas e términos...", fueron vinculados en el mayorazgo que fundó don Hernando, en escritura asignada en la Villa de Colima el 9 de enero de 1535, ante los escribanos y Juan Martínez de Espinoza, previa licencia real.


que un infortunado diestro está siendo auxiliado por otro quien lleva una capa, dispuesto a hacer el "quite". Fue así como el Rey instruyó a la Primera Audiencia, el 24 de diciembre de 1528, para que no vendieran o entregaran a los indios, caballos ni yeguas, por el inconveniente que de ello podría suceder en “hazerse los indios diestros de andar a caballo, so pena de muerte y perdimiento de bienes... así mesmo provereis, que no haya mulas, porque todos tengan caballos...”. Esta misma orden fue reiterada por la Reina doña Juana a la Segunda Audiencia, en Cédula del 12 de julio de 1530. De hecho, las disposiciones tuvieron excepción con los indígenas principales. Por ejemplo, Hernando de Tapia, indígena fundador de Santiago de Querétaro en 1531 y su compañero Nicolás de San Luis Montañéz, tuvieron privilegio de montar a caballo. Don Hernando, gobernador del pueblo de Tlapanaloya (hoy municipio de Tequixquiac) fue favorecido por Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón, segundo virrey novohispano (1550-1564), quien a menos de un mes de gobierno, le dio licencia para tener y andar en jaca. Le siguieron tres principales de Cholula (diciembre de 1550). En una visita al valle matlazinca y desde Jalatlaco, el 10 de junio de 1551, el virrey concedió sendas licencias a Don Pedro, gobernador de Tenango y a Don Luis, Don Francisco y Don Pedro, principales del mismo pueblo, para montar en jaca. Estas licencias proliferarían con el tiempo: en 1555, son agraciados para tener jaca, en Matlazinco: Pedro Tuchtle y Pedro de San Pablo, naturales de Atlacomulco; Francisco Ruiz, Don Diego y Don Miguel, principales de Jiquipilco, Juan Vázquez, gobernador de Zinacantepec; Don Gabriel, gobernador de Jocotitlán y Don Francisco de León, principal de Tlalchichilpa. En 1590, se autorizó montar a caballo a Don Agustín Clemente, cacique de Jiquipilco y en 1593 a Don Gabriel de la Cruz, principal de Jocotitlán; y ese mismo año, varios indígenas de Atlacomulco pudieron cabalgar libremente. En Zinacantepec, los caciques Don Francisco de Sandoval y Don Rafael Nicolás obtuvieron tal privilegio en 1591. Al finalizar el siglo XVI, el virrey don Gaspar Núñez y Acevedo, Conde de Monterrey, ante el alud de peticiones de indígenas para montar a caballo, usar espada, vestir a la usanza hispana, entre otras costumbres reservadas a castas y españoles, acordó otorgar el 15 de enero de 1597, mayor liberalidad a las ordenanzas; permitió a los naturales montar en mula, con silla, espuelas y riendas y comerciar hasta con seis acémilas.17 Como puede verse, el proceso de peticiones18 fue de menos a más, pero siempre con señores principales, lo cual marca en principio, un privilegio destinado a una escala social indígena cuyos compromisos con la corona, primero; y con quienes la detentaban como representantes en la Nueva España, después no podían excluirse por el vasallaje (en el sistema feudal, relación entre un hombre libre con otro al que le ofrece fidelidad y servicio a cambio de protección y, en muchos casos, la concesión de un feudo). Entre 1540 y 1630 aproximadamente, una situación novedosa y vulnerable a la vez, ocasionó sobre todo entre indígenas una fuerte baja poblacional, ocasionada por epidemias, que se reflejaron en el “siglo de la depresión”, asimismo calificado por Woodrow Borah, uno de sus estudiosos más dedicados.19 Por consiguiente se incrementó el grupo de blancos y los ganados vacuno y ovino se Isaac Velázquez Morales: “La ganadería del Valle de Toluca en el siglo XVI”. Ponencia presentada a la Academia Nacional de Historia y Geografía el 28 de agosto de 1997. 18 Peticiones que también deben verse como distinciones, se otorgaron a los caciques mediante la formación, en 1537 de la Orden de los Caballeros Tecles quienes fueron autorizados a montar a caballo, siempre y cuando contaran con los medios económicos para comprarlo y sostenerlo. Dicha solicitud de reconocimiento del señorío de Xilotepeque se extendió a favor de Don Gonzalo de los Santos Alfaro, en el que, entre otras cosas, solicita se le reconozca el derecho de usar capa, espada o espadín y montar a caballo, así como de ser acompañado por un séquito acorde a su rango en sus salidas a misa y otros asuntos (Archivo General de la Nación, Ramo: Indios, Vol. 10, f. 158. 19 Woodrow, W. Borah: El siglo de la depresión en la Nueva España. México, ERA, 1982. 100 p. (Problemas de México). 17


sobregiraron. Para algunos historiadores, este ciclo temporal se convierte en un espacio oscuro que proporciona pocas informaciones para el desarrollo de los diversos grupos que conviven en el territorio novohispano. En lo taurino ocurren una buena cantidad de acontecimientos que dejan ver el florecimiento con que se manifestaron las fiestas.20 Pero en el XVIII se dieron las condiciones para que el toreo de a pie apareciera con todo su vigor y fuerza. Un rey como Felipe V de origen y formación francesa, comenzó a gobernar apenas despierto el también llamado "siglo de las luces". El borbón fue contrario al espectáculo que detentaba la nobleza española y se extendía en la novohispana. En la transición, el pueblo se benefició directamente, incorporándose al espectáculo desde un punto de vista primitivo, el cual, con todo y su arcaísmo, ya contaba con un basamento que se formó desde el siglo XVI y logró madurez en los dos siguientes. Un hecho evidente es el biombo que, como auténtica relación ilustrada de las fiestas barrocas y coloniales, da fe de la recepción del duque de Alburquerque (don Francisco Fernández de la Cueva Enríquez) en 1702. Para ese año el toreo en boga, es una mezcla del dominio desde el caballo con el respaldo de pajes o lacayos que, atentos a cualquier señal de peligro, se aprestaban a cuidar la vida de sus señores, ostentosa y ricamente vestidos. He allí un indicio de lo que pudo haber sido el origen del toreo de a pie en México, primitivo sí, pero El autor apoya su tesis en las actividades de la economía durante la colonia para conocer los comportamientos demográficos que se dieron en forma agresiva a causa de nuevas enfermedades, la desintegración de la economía nativa y las malas condiciones de vida que siguieron a la conquista. Este fenómeno tuvo su momento más crítico desde 1540 y hasta mediados del siglo XVII, mostrando bajos índices de población, entre los indígenas y los españoles (hacia 1650 se estiman 125,000 blancos en Nueva España y unos 12,000 indígenas). La población indígena alcanzó una etapa de estabilidad, luego de los efectos señalados, a mediados del siglo XVIII “aunque siempre a un ritmo menor que el aumento de las mezclas de sangre y de los no indígenas”. Es interesante observar que los valores de cabezas de ganado mayor y menor son muy disparados contra un decremento sustancial de los indígenas y blancos, lo cual originó, por otro lado, un estado de cosas donde dichos ganados mostraron no sólo sobrepoblación sino que el hábitat se vulneró y se desquició lo cual no permite un aumento de la producción, pues los costos se abatieron tremendamente. Esta tesis ha perdido fuerza frente a otros argumentos, como por ejemplo los que plantea la sola trashumancia habida en buena parte del territorio novohispano, o aquel otro que propone Pedro Romero de Solís en su trabajo denominado “Cultura bovina y consumo de carne en los orígenes de la América Latina”. En CULTURA ALIMENTARIA ANDALUCÍA-AMERICA México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1996. 255 p. Programa universitario de alimentos. (Historia General, 17), p. 231-55. El estudio de Borah publicado por primera vez en México en 1975, ha perdido vigencia, entre otras cosas, por la necesidad de dar una mejor visión de aquella “integración”. Hacia 1576 se inició la gran epidemia, que se propagó con fuerza hasta 1579, y quizá hasta 1581. Se dice que produjo una mortandad de más de dos millones de indios. La fuerza de trabajo para minas y empresas de españoles escaseó entonces, y las autoridades se vieron obligadas a tomar medidas para racionar la mano de obra y evitar el abuso brutal de los indígenas sobrevivientes. Por otra parte, la población mestiza había aumentado a tal grado que iba imponiendo un trato político y social que no se había previsto. Mestizos, mulatos, negros libres y esclavos huidos, al lado de criollos y españoles sin lugar fijo en la sociedad concebida como una organización de pueblos de indios y ciudades y lugares de españoles, alteraron el orden ideado por las autoridades españolas, en cuyo pensamiento sólo cabía una sociedad compuesta por “dos repúblicas, la de indios y la de españoles”. Véase: Andrés Lira y Luis Muro: “El siglo de la integración” (p. 307-362). En HISTORIA general de MÉXICO. Versión 2000. México, El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, 2000. 1104 p. Ils., maps., p. 311. Además, véanse las páginas 316 y 317 del mismo texto que abordan el tema de “La población”. Dicho lo anterior, no queda sino ser más que congruentes, cuidadosos con la tesis de W. Borah que tampoco puede descartarse tajantemente, pero que puede admirarse mejor con las oportunas apreciaciones que han quedado incorporadas. 20 José Francisco Coello Ugalde: Relaciones taurinas en la Nueva España, provincias y extramuros. Las más curiosas e inéditas 1519-1835. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1988. 293 p. facs. (Separata del boletín, segunda época, 2).


evidente a la hora de demostrar la capacidad de búsqueda por parte de los que lo ejecutaban, en medio de sus naturales imperfecciones.21 Otra más de las “señales” es la que se detecta en las ACTAS CAPITULARES DE MÉXICO mismas que obligaban a cabalgar en las fiestas principales como la de San Juan, de Santiago o San Hipólito a todos los propietarios como señal de su poder que permitía entender lo importantes que podían ser estos personajes contando, entre sus propiedades, con un símbolo de grandeza. Por eso Sin duda alguna, la propiedad de los caballos era la condición necesaria para, adquiriendo nobleza y valía, poder tener acceso a las mercedes que otorgaban el rey o las autoridades locales; es más, mientras más “valía” se tuviera, más hechos de guerra, más caballos, más soldados, más indios se poseyeran, en mejor situación se estaba para alcanzar nuevas y mejores mercedes. Esto significaba un impedimento, un negarle al indio la posibilidad de emparejarse con la capacidad de poder por parte del español quien así lograba ser dueño de más propiedades. También, a todo esto se agregaba un dominio mostrado participando en los torneos, juegos de cañas y más aún, el ejecutar con gallardía la suerte de alancear toros lo que daba mayor jerarquía al caballero que deseaba colocarse en sitio encumbrado. Estos aspectos alcanzaron en nuestras tierras unas condiciones distintas, dado el carácter aún reciente de la conquista y ahora de la colonización que otorgaba posibilidades crecidas a todos aquellos que con o sin linaje estaban en derecho de engrandecerlo o adquirirlo. Sin embargo, aquellos inconvenientes quedaban superados con la exteriorización de la alegría. A mayor estruendo, mayor júbilo. La ceremonia taurina se convertía en fervorosa explosión que poco a poco se fue internando en la entraña del pueblo. Dichas demostraciones comenzaron a tener un 21

José Francisco Coello Ugalde: Novísima grandeza de la tauromaquia mexicana (Desde el siglo XVI hasta nuestros días). Madrid, Anex, S.A., España-México, Editorial “Campo Bravo”, 1999. 204 p. Ils, retrs., facs., p. 19-20. Entre el 20 de abril de 1519 y el 13 de agosto de 1521 se desarrollaron los momentos más intensos de la conquista española sobre el poderoso Imperio Mexica, fundado en la ciudad de Tenochtitlan. Los mexicas aplicaron un control férreo sobre pueblos que terminaron siendo sometidos por la vía del tributo; no cumplirlo significaba la guerra. Los cempoaltecas, chalcas, totonacas y los tlaxcaltecas, entre otros, contribuyeron a su decadencia cuando hicieron alianza con los españoles. La capitulación de la gran ciudad de México-Tenochtitlan ocurrió el día de san Hipólito del año del señor de 1521, y a partir de ese momento comenzó el periodo colonial que abarcaría tres siglos de esplendor. Las fiestas y torneos caballerescos nos muestran uno de los múltiples aspectos que conforman la vida cotidiana de una sociedad, en este caso, la novohispana. “Correr toros” se decía comúnmente y es ahí donde las historias nos hablan de un primer festejo celebrado en lo que hoy día son los terrenos del convento de San Francisco, justo el 24 de junio de 1526, noticia que entre otros, registró el propio conquistador Hernán Cortés, en estos términos: “Otro día, que fue de San Juan, como despaché este mensajero, [para dar la bienvenida al visitador Luis Ponce de León] estando corriendo ciertos toros y en regocijo de cañas y otras fiestas...”; todo ello en su quinta CartaRelación, que conoció al detalle el Rey Carlos V en España. Aunque nos asalta la duda sobre los “ciertos toros” que menciona el propio Cortés. ¿Acaso no serían los “extraños toros mexicanos con pelaje de león y joroba parecida a la de los camellos” que asimismo los describe Cortés y cuya similitud es igual al bisonte que tenía Moctezuma en su maravilloso zoológico? Poco a poco fueron llegando diferentes variedades de ganado no sólo de España, también de islas como La Española, las Antillas o de Cuba, al grado de que el mismo Cortés envió al valle de Toluca un buen número de ellas. Por cierto, era común en aquellos tiempos el juego de cañas. “Correr cañas” eran una antigua forma de destreza hípica en la que los contendientes se arrojaban mutuamente lanzas, el fin de este simulacro de guerra era derribar a los adversarios o desarmarlos. Torneos y justas son las primeras demostraciones deportivas de los españoles en tierras nuevas. Para ello fue necesario el elemento material que era suprema condición: el caballo. La moda caballeresca de los siglos XV y XVI estaba aquí. El español buscó defender la tradición medieval. Toros y cañas iban juntos, como espectáculos suntuosos y brillantes en la conmemoración de toda solemnidad.


símbolo de arraigo mismo que debía festejarse durante varios días los cuales siempre estaban ligados a la celebración religiosa, a la de un acontecimiento monárquico (nacimiento de infantes, proclamación al trono de los reyes de España, bodas reales, onomástica de los reyes) o, simplemente a la conmemoración -por largos años- de la que marca el parteaguas para la vida de nuestro pueblo: la fecha del 13 de agosto (día de San Hipólito) es, en suma, un símbolo de derrotas, con la capitulación de los aztecas, y de victorias para los españoles que se apoderan de un espacio territorial más en sus propósitos colonizadores. San Hipólito se convierte en patrón, junto a Santiago Apóstol para conmemorar con fiestas de toda índole el emblema de la grandeza española. El torneo caballeresco tuvo esplendor y pudo apreciarse en escenarios que poco a poco iban convirtiéndose en sitio preferido de muchos que encontraron en aquel ambiente semejanzas de culto. Así como el indígena cumplió con ritos en los cuales la presencia del sol o de la sangre eran significativas, así también, al celebrarse el espectáculo taurino, el culto heliolátrico al sol y la presencia de sangre vinculada a la muerte misma del toro, deben haber causado algún ambiente de afinidades y aceptaciones que por eso permitieron que dichas manifestaciones continuaran. En 1529, justo el 11 de agosto y en la sesión de Cabildo se establece que “...de aquí en adelante, todos los años por honra de la fiesta de Señor San Hipólito, en cuyo día se ganó esta ciudad, se corran siete toros, e que de aquellos se maten dos y se den por amor a Dios a los monasterios e hospitales...” Entre los principales participantes a la justa se encuentran Nuño de Guzmán, Pedro de Alvarado, un tal Delgadillo, y el licenciado Matienzo, ambos amigos de correrías del muy magnífico señor presidente de la Nueva España, como diestrísimos en el manejo de la jineta y todos sus menesteres. La “fiesta” se celebró con la pompa y circunstancias requeridas en la antiquísima Plazuela del Marqués, que ve hoy en día las calles de Guatemala y 1ª del Monte de Piedad, así como Seminario y gran parte del terreno que comprende en nuestros tiempos la Catedral. Es decir, “La celebración de la primera misa y de la primera corrida de toros en la capital de la Nueva España no fueron sincrónicas pero poco les faltó”, apunta Renato Leduc, porque estando tan cerca las fechas de un evento con respecto al otro, ambos de profunda raigambre española, estos quedaron marcados con letras de fuego en el espíritu y la forma de ser del mexicano, quien se ha identificado con religión y toros. Y ya vemos, el sitio destinado a la catedral, sitio sagrado que contenía las ruinas del recientemente desaparecido imperio azteca, con sus templos que ya son solamente masas informes, ahora verá como se eleva ese otro templo, símbolo del cristianismo, del que los españoles son sus más fervientes admiradores y seguidores. La Catedral, es, y va a ser el centro de un mundo donde van a girar todos aquellos que, también muy cerca de ella, celebran fiestas, como la que desde ese 1529 queda instituida.22 Algunos años más tarde, Bernal Díaz del Castillo queda admirado de un gran festejo que, con motivo de las paces de Aguas Muertas en el año 1538, se celebró en la ya establecida Plaza Mayor. “...fueron tales (dichas fiestas y regocijos), que otras como ellas, a lo que a mí me parece, no las he visto hacer en Castilla, así de justas y juegos de cañas, y correr toros, y encontrarse unos caballeros con otros, y otros grandes disfraces que había en todo”. También el poder de la representación monárquica, estuvo presente en el curso de aquellas fiestas. Tal es el caso del virrey don Luis de Velasco, quien en 1551 es un “lindo hombre de a caballo” a decir de Juan Suárez de Peralta, “muy diestro y afamado en las artes de la brida y de la jineta... corría la sortija, tiraba bohordos y estafermos y quebraba cañas con donaire”. Incluso fue tal su afición que 22

López Cantos, op. cit., p. 164. La fiesta de los toros consiguió en América una aceptación general. En ella participaron todas las clases sociales. Y aunque nació como una diversión de nobles y caballeros, con el andar del tiempo se transformó en un espectáculo propio del común. En un principio su intervención era de simples auxiliares. Pronto se imbricó en ella, llegando a cambiar su propio esquema. Se pasó de la lidia a caballo a la de a pie, convirtiéndose también en una profesión. De un juego, donde la nobleza detentaba el protagonismo, lo transformaron en una diversión cuyos héroes surgían de la plebe.


puso todo el empeño que estuvo de su parte para diseñar una silla vaquera con un freno netamente mexicanos. A esa silla y a ese freno se les dio su nombre ilustre: se les decía “de los llamados Luis de Velasco”. Poco a poco diversos festejos de mayor o menor envergadura fueron representándose en medio del boato y esplendor que cada uno de ellos significaba. Así, en 1562, don Martín Cortés tenía empeño en celebrar el nacimiento de sus hijos con esta clase de festejos. Suárez de Peralta expresaba de tal festejo: “gastóse dinero, que sin cuento, en galas y juegos y fiestas”. El mismo Suárez, admiró que La ciudad de México le hizo (gran fiesta), de gente de a caballo, en el campo, de libreas de seda rica y telas de oro y plata que le fue costosísima. Más de trescientos de a caballo, en muy ricos caballos y jaeces, hicieron una muy concertada escaramuza de muchas invenciones, que duró muchas horas, y luego aquella caballería, vestidos como estaban, le vinieron acompañando hasta la ciudad, con más de otros dos mil de a caballo, de capas negras; era cosa muy de ver. De nuevo el Paseo del Pendón, como celebración recordatoria y confirmación de la Conquista, junto a la fiesta religiosa y sus procesiones, compartieron ese espíritu con las fiestas que rememoraban la entrada de un nuevo virrey, los autos de fe, las cabalgatas y mojigangas, todo, en medio de un despliegue y ostentación de la riqueza. El juego de la sortija, la escaramuza, los juegos de cañas y el correr toros se efectuaban en canonizaciones como la de San Jacinto, en 1597. Y para simbolizar toda aquella gama de las diversiones y torneos caballerescos, la iglesia prestaba sus territorios, tales como plazuelas para conmemorar el acto. El estigma de lo que significaba ese toreo primitivo, queda plasmado, como ya se ha dicho, en la “fuente taurina” asentada en la plazuela del convento de San Francisco de Acámbaro, Guanajuato. Además, la fiesta era un conjunto de otras tantas, realizadas en varios días y tal modelo quedó instituido para continuarlo durante los siglos posteriores, lo cual, lentamente tuvo transformaciones a verdaderas ferias para celebrar al santo o patrón del pueblo, o simplemente para divertirse, porque nunca ha faltado pretexto para celebrarlas. Así que con aquel primitivo hacer y entender el toreo, la fiesta poco a poco ha logrado sus mejores momentos. Para ello, era importante la presencia de un toro. El ganado destinado en las ocasiones de regocijo no contaba con una selección previa. En todo caso podría insinuarse que en los momentos de ser enviados a la plaza se tomaban en cuenta aspectos tales como: presencia, algo de bravuconería que naturalmente tienen las reses en el campo. Por todo lo anterior, no podremos ignorar la situación que prevaleció en la hacienda, sobre todo, en un momento en el que el ganado comenzaba a desarrollarse de manera desmesurada, pero que también se utilizaba para provisión y entretenimiento lo más o lo mejor que tenían.23 23

Joaquín García Icazbalceta, respetable bibliófilo congregó una de las bibliotecas más importantes hacia fines del siglo XIX, y en la cual se encontraban documentos valiosísimos. En su trabajo OBRAS, Tomo 1, opúsculos varios 1. México, Imp. de V. Agüeros, Editor, 1896. 460 p., nos presenta en el pasaje "El ganado vacuno en México" datos como el que sigue: La asombrosa multiplicación del ganado vacuno en América sería increíble, si no estuviera perfectamente comprobada con el testimonio de muchos autores y documentos irrecusables. Desde los primeros tiempos siguientes a la conquista, los indios poco acostumbrados a la vista y vecindad del ganado, padecían a causa de él, mucho daño en sus personas y sementeras, lo cual dio lugar a repetidas disposiciones de la corte, que vacilaba entre la conveniencia de que los ganados se aumentasen, y el deseo, que en ella era constante, de procurar el bien de los indios. Entre esas disposiciones es notable la relativa a la gran cerca que se labró en el valle de Toluca para encerrar el ganado de los españoles. Consta en la cédula real de 3 de Junio de 1555, que por su interés histórico y por hallarse únicamente un libro rarísimo (la Monarquía Indiana, Libro I, cap. 4), me resuelvo a copiar, a pesar de su mucha extensión. Dice así: El Rey-Nuestro Presidente é oidores de la Audiencia Real de la Nueva España. A Nos se ha hecho relación que D. Luis de Velasco, nuestro visorrey de esa tierra, salió a visitar el valle de Matalcingo, que está doce leguas desa ciudad de México, cerca de un lugar que se llama Toluca, que es en la cabecera del valle, é que tiene el dicho valle quince leguas de largo, é tres y cuatro y cinco de ancho en partes, y por medio una ribera, y que hay en él mas de sesenta estancias de ganados, en que dizque hay mas de ciento cincuenta mil cabezas


Es decir, en la cita que recoge García Icazbalceta se hace una reflexión acerca del exceso con el que el ganado se desarrollaba en la hacienda de Atenco, concretamente, pero que también este mismo asunto da idea de la asombrosa multiplicación que el ganado vacuno promovió entre los habitantes del lugar, pero sobre todo el cabildo de la Iglesia mayor desa ciudad, pidió que no se sacase el ganado de la Iglesia, puesto que perdía lo más sustancial de sus diezmos, y a los oidores y a la ciudad que se les quitaba de su provisión y entretenimiento lo más o lo mejor que tenían ya que el dicho ganado propiciaba entre los habitantes formas de “entretenimiento lo más o lo mejor que tenían”. Es pues, en Atenco, donde se da una forma primitiva de fomento a la diversión taurina, en la que seguramente hubo evidencias de ese otro toreo no registrado en las fuentes pero que con el pequeño dato proporcionado por Torquemada es suficiente para considerarlo como tal. La necesidad que tiene el indio por equipararse a las capacidades del español, en los ejercicios ecuestres y campiranos produce reacciones que seguramente van a manifestarse de manera velada o soterrada, a espaldas de quien lo conquistó y ahora le niega una posibilidad por realizar labores comunes en la plaza. El campo, evidentemente fue más bondadoso en ese sentido y concede al indio encontrarse con un ambiente al que imprimirá su propio carácter, su propio sentir. Su “ser” en consecuencia. Bajo esas condiciones es muy probable que el indio haya efectuado los primeros intentos por acercarse al toreo de a caballo, y por ende, al de a pie, con el que gana terreno sobre el español. Y aunque la mayor manifestación de libertad en cuanto a ejecución del mismo se va a dar durante el siglo XVIII, va permeando con ese “ser” su propio espíritu a través de dos siglos muy importantes, tiempo que no desperdició en enriquecer la expresión torera. Hasta aquí un recorrido general sobre lo que fue el toreo del siglo XVI, mezcla del de a caballo y de a pie, y lo que es, a los ojos de esta doble génesis de siglo y de milenio respectivamente, a casi 500 años de distancia, el principio del que ya es un largo trayecto de la tauromaquia mexicana. Ambas representaciones se efectuaron, en gran medida, en un importante escenario conocido como la plaza de toros de “El Volador”; luego de que también se utilizara la plaza mayor o algún otro sitio a propósito, mientras la capital de la Nueva España, al cabo de los años iba presentando una imagen distinta, pero también grandiosa. Antes de hacer el recuento poético creado en la Nueva España, debo incorporar un análisis que de vacas é yeguas, y que los indios le pidieron que hiciese sacar el dicho ganado del valle, porque recibían grandes daños en sus tierras y sementeras, y haciendas, y que no las osaban labrar, ni salir de sus casas, porque los toros los corrían y mataban, y que los españoles dueños de las estancias, y el cabildo de la Iglesia mayor desa ciudad, por otra, le pidieron que no se sacase el ganado de la Iglesia, que perdía lo más sustancial de sus diezmos, y a los oidores y a la ciudad que se les quitaba de su provisión y entretenimiento lo más o lo mejor que tenían. E que visto lo que los unos y los otros decían, y mirada y tanteada toda la dicha tierra, y comunicado con ciertos religiosos y con los dichos indios principales naturales del dicho valle y todas sus comarcas, irató que se hiciese una cerca que dividiese las tierras de los indios de las de esas estancias, cada una conforme a la cantidad de ganado que tuviese; que la cerca se tasase por buenos hombres, y que la dicha cerca se hizo, la cual tiene más de diez leguas, medidas por cordel, y que los indios tienen por bien que del precio della se compre censo para tenerla reparada siempre, por estar seguros de los daños de los ganados, y que se trasó la cerca en diez y siete mil y tantos pesos de oro común, y que al tiempo del pedir la paga a los dueños de las estancias, apelaron para esa Audiencia de mandarles el dicho visorrey pagar, y que han hecho el negocio pleito, con fin de dilatarlo todo lo más que pudieren, por que los indios no sean pagados, ni la cerca no se conserve, que es lo que pretenden, y que convenía mandásemos que los que tienen ganado en el valle pagasen la cerca ó sacasen los ganados, por que con ello se contentarían los indios, aunque lo más conveniente para el sustento y conservación de la una república y de la otra era que la cerca se pague, porque el ganado se conservase sin daño de los naturales. E visto todo lo susodicho y entendido que es conveniente que la dicha cerca se conserve, envío a mandar al dicho visorrey, que en lo del pagar la dicha cerca los españoles, ejecute luego lo que en ello tiene ordenado. Por ende, yo vos mando que vosotros ayudéis é favorezcáis a la ejecución dello, sin que pongáis estorbo alguno: é si los dichos españoles ó alguno de ellos se agraviare, mandamos que se ejecute el dicho repartimiento sin embargo dello, é vosotros veréis los agravios, y haréis sobre ello, llamadas é oídas las partes a quien tocare, brevemente justicia, y avisarnos heis de lo que en ello se hiciere. Fecha en la Villa de Valladolid, a tres del mes de Junio de mil é quinientos é cincuenta é cinco años.-La Princesa.-Por mandado de su Majestad, su Alteza en su nombre, Francisco de Ledesma.


elaboró José Alameda sobre un verso de Gonzalo de Berceo, y que lo hizo frente a la omisión de José María de Cossío. Berceo no fue un poeta novohispano, pero Alameda, aunque español, hizo lo mejor de su vida y de su obra en México. Que yo sepa –dice José Alameda-, nadie ha revelado quién es el poeta y cuál el poema en que aparece por primera vez el tema del toro en nuestra lengua. Y eso que el poeta es el primero de las letras castellanas con nombre conocido y que en el poema pertenece a una de sus obras más repasadas y estudiadas. El poeta es nada menos que Gonzalo de Berceo y el poema, incluido en “Los milagros de Nuestra Señora”, es el de “El Clérigo embriagado”. Antes que nada, voy a transcribir el texto del poema a que me estoy refiriendo, aunque para la mejor comprensión de los lectores, haga una cierta adaptación del castellano antiguo al actual. Frente a Berceo, y en casos similares, se utilizan dos sistemas: uno, el de dar sus versos tal como los escribiera, lo que resulta en ocasiones confuso para el lector de hoy; otro, el de ofrecer junto al original, una versión libre, que resulta explicativa, pero que no rinde en modo alguno los valores literarios de la obra, antes al contrario, los desdibuja, cuando no los anula. Cabe un tercer modo, el de cambiarle al texto lo imprescindible; ello supone, claro está, una licencia en quien transcribe el texto, pero evita complicaciones. Aquí está lo que el sencillo y candoroso, pero gran poeta, escribe de la Virgen y del toro: EL CLÉRIGO EMBRIAGADO (Fragmento) Entró en una bodega un día por ventura, bebió mucho del vino, lo hizo sin mesura, se embriagó como un loco y fuera de cordura se durmió hasta las vísperas sobre la tierra dura. A la hora de vísperas, el sol ya enflaquecido, recordó malamente, pues estaba aturdido, y al volver a clausura, hablaba sin sentido, todos se percataron que estaba bien bebido. Aunque casi en los pies no se podía tener, dirigióse a la iglesia cual lo solía hacer. Quiso el diablo entonces zancadilla poner a quien le parecía muy fácil de vencer. En figura de toro que se encuentra excitado, rascando con los pies, el cielo demudado, con fiera encornadura y con saña airado, parósele delante el traidor bien probado. Le hacía gestos malos la cosa endiablada como si al corazón lanzase la cornada, estaba ya el buen hombre dispuesto a la espantada, más llegó la Gloriosa, la Virgen coronada. Vino Santa María con su ser ocultado tras el hábito y nadie la hubiera sospechado, pero se metió en medio del hombre y el pecado, y el toro, tan soberbio, luego quedó amansado. Le amenazó la dueña con la falda del manto,


haciéndole con ello sentir tan gran quebranto, que se alejó entre gritos horrísonos de llanto. Y quedó en paz el monje, gracias al Padre santo. Sorprendente es que incluso José María de Cossío, el erudito de mayor dedicación a la literatura taurina, haya pasado por alto este poema y no lo incluya en su libro antológico, Los toros en la poesía castellana. Más tarde, en su diccionario Los Toros, se refiere a él, pero brevemente y sin señalar nunca que Berceo es el primer poeta de lengua castellana en que aparece el tema del toro. En cambio, insiste en valorizar otro poema de Alfonso X el Sabio, una cantiga en galaico portugués, que por lo tanto no pertenece a la literatura de nuestra lengua, ni está probado que sea anterior a Berceo, pues la vida de éste transcurre de 1195 a 1264 y la de Alfonso el Sabio, de 1221 a 1284, (Entre paréntesis, diré que por lo que a calidad respecta, mal se podría comparar aquel importante rey aficionado a las letras con el gran poeta que por su obra toda es el sencillo y genial fraile riojano). Quizá el motivo de que Cossío no ponga de relieve la verdadera importancia histórica del poema de Berceo, sea la omisión cometida en aquel primer libro, que lo lleva después a minimizar el asunto, para no hacer más obvia la falla al subsanarla. Creo que es aquí, en este breve volumen que tienes entre tus manos, lector, donde por primera vez se le reconoce explícitamente al poema de Berceo su jerarquía inaugural. Berceo es el primer poeta de la lengua castellana con nombre conocido y es también el primero que introduce al toro en su obra. Este ingenuo relato del siglo XIII, ha de ser por lo tanto, el primero en cualquier antología sobre el tema taurino en la poesía castellana, pues el antólogo puede espigar y desechar, pero eso será respecto a las piezas posteriores, no respecto a la primera, que es literalmente fundamental – fundacional- puesto que abre el tema. Aquí, en rigor no cabe elección. Es una pieza “necesaria”. Pudiera alguien pensar que el episodio de “El Clérigo embriagado”, no cae dentro del marco que a su tema da Cossío, pues no trata del espectáculo que se desarrolla ante el público, sino que viene a ser una interferencia del tema del toro, en otro asunto. Pero la objeción queda sin base, cuando el propio Cossío afirma: “Existe una poesía de toros cuyo fin e intención son específicamente taurinos. No es esta la poesía que capitalmente me interesa, sino la hecha con desinteresada intención artística, en que, ya el tema, ya accidentes suyos, tienen relación con la fiesta de los toros”. “La presencia del recuerdo de la fiesta de toros en las actividades españolas aparentemente más distante de ella, es suceso comprobado y sobre el que parece superfluo insistir”. Y, en otro párrafo asevera José Alameda: “El tema eterno del toro, lejos del ámbito taurino, empieza a interferirse en los más venerables textos”. ¿Pues qué texto más “venerable” que “Los milagros de Nuestra Señora” como ejemplo de esa interferencia?24

 Los poemas autóctonos deben haberse revelado a partir del 20 de abril de 1521 (y antes, el 21 de abril de 1519, junto con un romance de Calaínos), de pronto eclipsados por la poesía castellana que llegó y se aposentó lentamente en estas tierras, y esa mañana triste: 1521 Mira Neto de Tarpeya… Mira Neto de Tarpeya, a Roma cómo se ardía 24

Carlos Fernández Valdemoro (Seud. José Alameda): Seguro azar del toreo. México, Salamanca ediciones, 1983. 92 p. Ils., retrs., facs., p. 65-68.


en Tacuba está Cortés con su escuadrón esforzado; triste estaba y muy penoso una mano en la mejilla y la otra en el costado (...)25 que cita Bernal Díaz del Castillo en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España.26 Las solemnidades de gozo, fiestas o regocijos taurinos de casi cinco siglos, nos convocan a iniciar esta relación poética, para lo cual sólo advierto que se me consideren probables omisiones con tantos y tantos autores de diversas épocas que, muy seguro, habrán de escaparse, porque ni está agotado el tema y nombres han de faltar para magnificar el presente trabajo. De los manuscritos e impresos del siglo XVI, "poquísimos han resistido a las calamidades de que han sido víctimas, por la polilla, las inundaciones, los robos, las incurias de sus poseedores y más que todo la frecuente escasez de papel provocaban a destruir viejos libros, no menos que su emigración -creciente y dolorosa- a tierras extrañas".27 Demos pues, comienzo a la relación de los entremeses poéticos. Desde luego, las primeras composiciones poéticas tuvieron gran arraigo entre las festividades caballerescas, y en ellas están los motes o divisas elegidos por las cuadrillas que intervinieron en los primeros juegos de cañas o sortijas en México, esto es, en agosto 16 y 17 de 1521 (sortijas); así como de octubre de 1522 (juegos de cañas). El caballero lo usaba particularmente en obsequio a su dama o en afrenta gallarda que luego se demostraba en traveses y evoluciones vistosísimas en tales demostraciones lúdico-hípicas. Se dice también que en una de las veces en que Hernán Cortés salió a correr sortija, sacó por empresa en el escudo la rueda de la fortuna una figura de plata representando un hombre que tenía en la diestra un martillo y en la mano izquierda un clavo, con la leyenda que decía: 1521 Clavaré cuando me vea… Clavaré cuando me vea do no haya más que posea. La leyenda nos indica las intenciones con que venía Cortés a México. Juan de la Cueva y Francisco Cervantes de Salazar son los autores que, por contar en sus obras diversos pasajes de aire caballeresco, no escapan a esta revisión. De la Relación Fúnebre a la infeliz trágica muerte de dos Caballeros...”,28 aunque escrita a mediados del siglo XVII por Luis de Sandoval y Zapata tenemos la siguiente muestra: 1566

25

Alfonso Méndez Plancarte: Poetas novohispanos. Primer siglo (1521-1621). Estudio, selección y notas de (...). 2ª ed., Universidad Nacional Autónoma de México, 1964. LXV-204 p.(Biblioteca del Estudiante Universitario, 33), p. XVI. 26 Bernal Díaz del Castillo: Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. Introducción, catálogos, noticias bibliográficas e índices, elaborados por Federico Gómez de Orozco, de la Academia Mexicana de la Historia y catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México; Guadalupe Pérez San Vicente, profesora de Historia de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la Universidad Iberoamericana de México y Carlos Sabav Bergamín, Secretario Fundador del Instituto Cultural Hispano mexicano, ciudad de México. Con estampas de José Bardasano. México, Fernández Editores, S.A., 1961. XXIV-719 p. Ils., maps., p. 372. 27 Méndez Plancarte: Poetas..., op. Cit., p. LIX. 28 Niceto de Zamacois: Historia de México, t. 6, p. 745-59.


¡Ay, Ávilas desdichados! ¡Ay, Ávilas desdichados! ¿Quién os vio en la pompa excelsa de tanta luz de diamantes, de tanto esplendor de perlas, ya gobernando el bridón, ya con ley de la rienda, con el impulso del freno dando ley en la palestra al más generoso bruto, y ya en las públicas fiestas a los soplos del clarín, que sonora vida alienta, blandiendo el fresno o la caña y en escaramuzas diestras corriendo en vivientes rayos, volando en aladas flechas. Y ya en un lóbrego brete tristes os miráis, depuesta la grandeza generosa.29 Tal manuscrito se ocupa de la degollación de los hermanos Ávila, ocurrida en 1566, suceso un tanto cuanto extraño que no registra la historia con claridad,30 y sólo se anota que los criollos subestimados por los peninsulares o gachupines, fueron considerados por éstos como enemigos virtuales. Ya a mediados del siglo XVI la rivalidad surgida entre ellos no sólo era bien clara y definida, sino que encontró su válvula de escape en la fallida conjuración del marqués del Valle, descendiente de Cortés, y los hermanos Ávila, reprimida con extremo rigor, en el año 1566. 31 Ya que ha salido “entreverado” el marqués del Valle, se anota que “en sus grandes convites..., eran quizás las fiestas de una semana por el bautizo de los hijos gemelos del marqués, en que hubo torneos, salvas, tocotines y un fantástico banquete público en la Plaza Mayor...” A propósito, de los juegos más señalados (encontramos los realizados durante el bautizo de) don Jerónimo Cortés en 1562.32 Y es que don Martín manifestó el empeño en celebrar el nacimiento de sus hijos con grandes torneos, como el famoso de 1566, cuando, por una tormenta llegó con su mujer al puerto de Campeche y nació allí su hijo Jerónimo, fueron a “la fiesta del cristianísimo el obispo de Yucatán, don Francisco Toral, y muchos caballeros de Mérida” y “...hubo muchas fiestas y jugaron cañas”. Posteriormente, cuando llegó el marqués del Valle a México, Juan Suárez de Peralta afirmó: “gastóse dinero, que fue sin cuento, en galas y juegos y fiestas”.33

29

Alfonso Méndez Plancarte: Poetas novohispanos. Segundo siglo (1621-1721). Parte primera. Estudio, selección y notas de (...). Universidad Nacional Autónoma de México, 1944. LXXVII-191 p.(Biblioteca del Estudiante Universitario, 43)., p. 105. 30 Véase: Manuel Romero de Terreros: Torneos, Mascaradas y Fiestas Reales en la Nueva España. Selección y prólogo de don (...) Marqués de San Francisco. México, Cultura, Tip. Murguía, 1918. Tomo IX, Nº 4. 82 p., p. 22-26. 31 Artemio de Valle-Arizpe: La casa de los Ávila. Por (...) Cronista de la Ciudad de México. México, José Porrúa e Hijos, Sucesores 1940. 64 p. Ils. 32 Federico Gómez de Orozco: El mobiliario y la decoración en la Nueva España en el siglo XVI. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1983.111 p. Ils. (Estudios y fuentes del arte en México, XLIV)., p. 82-83. 33 Juan Suárez de Peralta: Tratado del descubrimiento de las Indias. (Noticias históricas de Nueva España). Compuesto en 1580 por don (...) vecino y natural de México. Nota preliminar de Federico


Epístola al licenciado Sánchez de Obregón, primer corregidor de México (hasta 1574). Es obra de “Alto Señor”; 116 tercetos; Gallardo, I, cols. 647-8 de Juan de la Cueva: 1574 Las comidas que no entiendo acusan… Las comidas que no entiendo acusan los cachopines34 y aún los vaquianos35 y de comerlas huyen y se escusan. Con todo eso, sin tener recato voy a ver sus mitotes36 y sus danzas, sus juntas de más costa que aparato. En ellas no veréis petos ni lanzas, sino vasos de vino de Castilla con que entonan del baile las mudanzas.37 He aquí una muestra de la obra de Eugenio de Salazar (1530-1605?), sobre sus Octavas en descripción de la laguna de México: 1585 – 1590 Al derredor de la laguna clara… Al derredor de la laguna clara, por todas partes sale y hermosea el verde campo, donde se repara y repasta el ganado y se recrea. (. . . . . . . . . .) El mayoral de aquesta pradería tiene un escueto cerro por majada, de donde otea, en asomando el día, los prados con su fresca rociada: Ve los ganados, ve la pastoría. Albar el Mayoral, con su excelencia Blanca, pastora de beldad divina.38 El mayoral y su pastora son los virreyes marqueses de Villamanrique: doña Blanca Enríquez y don Álvaro (aquí “Albar”) Manrique de Zúñiga, quien fue el séptimo virrey, gobernando de 1585 a 1590. Y desde luego -aunque autor español-, no podían faltar aquí unos versos escritos por el mismísimo Luis de Góngora y Argote, al que llegaron noticias de los misterios y excelsitudes del nuevo mundo, traduciéndolas a su leal saber y entender en el siguiente 1585

Gómez de Orozco. México, Secretaría de Educación Pública, 1949. 246 p., facs. (Testimonios mexicanos. Historiadores, 3)., cap. XXIX, p. 111-112. 34 Sobrenombre que se aplica al español que pasa a México (gachupín). Originalmente el que monta a caballo. 35 Hombre de campo. 36 Fiestas indígenas en las que se cantaba, recitaba, danzaba, se bebía y duraban todo el día. 37 Méndez Plancarte: Poetas..., Primer siglo (1521-1621), ibidem., p. 21-22. 38 Méndez Plancarte: Poetas..., Primer siglo (1521-1621), Ibid., p. 69-75.


ROMANCE XX Escuchadme un rato atentos, cudiciosos noveleros, pagadme de estas verdades los portes en el silencio. Del Nuevo Mundo os diré las cosas que me escribieron en las zabras, que allegaron cuatro amigos chichumecos. Dicen que es allá la tierra lo que por acá es el suelo, muy abundante de minas porque lo es de conejos. Que andaban los naturales desnudos por los desiertos, pero que ya andan vestidos, si no es el que se anda en cueros. Que comían carne cruda, pero que ya en este tiempo la cuecen y asan todos, si no es el mujeriego. Que no hay zorras en ayunas y que hay monas en bebiendo y que hay micos que preguntan: “¿Véseme el rabo de lejos?” Que hay unos gamos abades y unos bien casados ciervos según picos de bonetes y garcetas de sombreros. Que hay unos fieros leones, digo fieros, por sus fieros; que son leones de piedra desatados en sus hechos. Que hay unas hermosas grullas, que darán por vos el sueño si les ocupáis las manos con un diamante de precio. Que hay también unas cigüeñas que anidan en monasterios, largas por eso de pico


y de honrar torres de viento. Que hay unas bellas picazas vestidas de blanco y negro cuya música es palabra y cuyo manjar es necios. Que hay unas gatas que logran lo mejor de sus eneros con gatos de refitorios y con gatos de dinero. Que hay unas tigres (sic) que dan con manos de vara, y menos, tal bofetón a una bolsa, que escupe las muelas luego. Que andan unos avestruces que saben digerir hierros de hijas y de mujeres: ¡Oh, qué estómagos tan buenos! Que hay unas vides que abrazan unos ricos olmos viejos porque sustentan sus ramas sus cudiciosos sarmientos. Que hay en aquellas dehesas un toro... Mas luego vuelvo, y quédese mi palabra empeñada en el silencio.39 Luis de Góngora y Argote.

39

Luis de Góngora y Argote: Poesías. Romances, letrillas, redondillas, décimas, sonetos, sonetos atribuidos. Soledades, Polifemo y Galatea, Panegírico y poesías sueltas. Prólogo de Anita Arroyo. 5ª ed. México, Editorial Porrúa, 1993. XIX-351 p., p. 19-20.


SIGLO XVII

El barroco cobija y estimula todo sentido derivado de la fiesta, no sólo en España, también en la Nueva España. Surge en unos momentos en que el imperio español y sus colonias están harto necesitados en proyectar expresiones artísticas que se mantuvieron aisladas del mundo, debido al proceso introvertido que en lo personal tengo identificado como de la “tibetanización”. Así, mientras el medioevo se prolongó dejando pocas posibilidades de acción e influencia al renacimiento, el barroco permite la liberación de inquietas manifestaciones estéticas, siendo la integración y constitución del “siglo de oro de las letras españolas” el mejor ejemplo de entre los muchos alcances logrados en el ámbito cultural, lo mismo en Europa que en América. En esos años el pueblo es espectador y aunque deseoso de participar en diversas fiestas de carácter eminentemente oficial, tanto del poder político como del religioso, no puede. Quienes sí logran intervenir directamente en su ejecución son el clero y la nobleza, que por entonces detentaban importante influencia. Sin embargo, el calendario litúrgico dio motivo para que el pueblo aprovechara las diversas razones y pretextos, llevando a cabo una rica variedad de fiestas (fiestas de mayo y de la cosecha, carnavales, conmemoraciones, etc.), pasando de la observación a la ejecución, lo cual reafirmó el sentido de intensidad que con el tiempo ganó en cantidad. También en espectacularidad. Así que una y otra fiesta: oficial-religiosa y profana invaden el escenario en términos impresionantes, al mismo tiempo en que surge y se engrandece el barroco. Ya lo dice José María Díez Borque: “El poder genera en el XVII, una variada gama de fiestas, con funciones de ostentación, propaganda, exhibición, encaminadas a promocionar fidelidades”. Para ello la casa real fue una de las principales promotoras al generarse a su interior diversas razones que por obvias razones [sic] no se quedaban en la simple celebración “doméstica”. Era preciso trascenderlas. Y para eso, allí estaba el pueblo, motor y vehículo masivos, quien se sumaba de manera multitudinaria al o a los festejos que van de los nacimientos y bautizos; a los matrimonios o nupcias reales; o de la proclamación de un nuevo rey y su opuesto: la muerte y los funerales. El regocijo se desbordaba en banquetes, correr toros,40 comedias, cañas,41 juego de la alcancía,42 juego de la sortija,43 fiesta de los encamisados,44 fuegos de artificio. El respeto y “fidelidad” en César Oliva: “La práctica escénica en fiestas teatrales previas al Barroco” (p. 97-114). En DÍEZ BORQUE, José María, et. al.: Teatro y fiesta en el barroco. España e Iberoamérica. España, Ediciones del Serbal, 1986. 190 p. Ils., grabs., grafcs., p. 108-109. Correr toros. Ya se hace mención a esta fiesta en el Código de las Siete Partidas. Se trata de acosar al toro por hombres de a pie. Cuenta con gran participación popular, aunque el juego encierra su peligro, como atestiguan los cuatro fallecimientos en Tudela del Duero, en 1564. Entre sus innumerables variantes, estaba el acoso a caballo, como la principal: también diversas suertes, como el alanceo y la garrocha. La corrida no terminaba con la muerte del toro, aunque sí eran asaetados. 41 Op. Cit. Juegos de cañas. El caballero llevaba en una mano la caña, especie de fina lanza de madera, y en la otra, un escudo. Los hombres se agrupaban en cuadrillas, formadas por tres, cuatro, seis u ocho miembros. Cada grupo arrojaba sus cañas sobre el otro, volviendo grupas rápidamente, pues eran atacados por aquellos. El que los perseguidores se convirtieran en perseguidos, y éstos en aquellos, proporcionaba al juego un continuo movimiento, que duraba horas y horas. 42 Ibidem. Juego de la alcancía. Los caballeros se tiraban unos a otros, también dispuestos en grupo, gruesas bolas de barro secado al sol, del tamaño aproximadamente de una naranja. Al ir tales bolas rellenas de flores, y romperse en tales batallas, se esparcían por el lugar agradables olores, al tiempo que “la batalla” alcanzaba notable espectacularidad. 43 Ibid. Juego de la sortija. Los participantes lanzaban sus caballos sobre una serie de sortijas que penden a 2 ó 3 metros. Se trata de introducir la punta de su lanza por tales sortijas, que eran de hierro, de una pulgada de diámetro. 44 Ib. Fiesta de los encamisados. Se celebra la víspera de San Juan. “Fiesta que todas las naciones celebran”, dice Ginés Pérez de Hita en sus Guerras civiles... 40


catafalcos y lujos funerarios. Entre gula y templanza de la destreza; entre el misterio espectacular de la cabal muestra del carácter caballeresco como señal orgullosa de una España que poco a poco se va quedando en el recuerdo, el siglo XVII es esa maravillosa y propicia región temporal donde ocurrieron semejantes grandezas. A todo esto se agregaba un calendario celebrativo que operaba al ritmo tanto de las estaciones como del santoral sin faltar el cumplimiento del rito ancestral. En palabras de Borque nos dice por tanto lo que va a ser la fiesta durante el barroco: “simular, ocultar, aparentar, crear nuevas realidades aparenciales, dar forma a los mitos...” tan inmediatos a todo lo desarrollado en el teatro, otra importante forma de expresión desbordada. No faltaban las mojigangas, forma primigenia de mascarada festiva, en la que el uso de trajes ridículos era señal del espíritu de simulación tan propio del teatro. Esto es, que entre la plaza y el teatro hubo un permanente sincretismo del cual la plaza pública, sitio propicio para la celebración oficial o religiosa, y también la profana, se benefició con un decorado magnífico que hizo suyo a partir de las expresiones del teatro, el cual, sin lugar a dudas compartió entre una infinidad de invisibles hilos conductores. En medio de aquella “comunicación”, y con la decidida participación de protagonistas y espectadores, la respuesta que se tuvo fue un “desenfreno y un vértigo de la fiesta, que momentáneamente alteraba el orden, con lo que se recuperaba no sólo la estabilidad de clases sociales, sino también el oscuro origen de la moral y de la religión”, como lo apunta Antonio Bonet Correa. Y es que el mundo caballeresco y medieval fue aprovechado con objeto de reafirmarle poder e influencia en unos momentos en los cuales, la fiesta de toros, en cuanto tal, pudo encontrar condiciones propicias para su mejor organización e incluso para su primitiva codificación, con lo que habrán de verse las primeras condiciones de profesionalización, lo que no la distanciaba de su composición original. La ornamentación del barroco taurino permite una constante exhibición de diversas puestas en escena, ricas todas, y cada una de ellas diferentes a las demás, de no ser porque la lidia o el juego con un toro representa en sí misma la antítesis de la monotonía, en el entendido de la existencia de aquellas riquezas teatrales y parateatrales incorporadas ya sin ningún tipo de prurito o de inconveniente. Torneo y teatro en el mismo sitio, manifestación que, con sus variantes temporales, así como la llegada de nuevos modos y modas, se extendería hasta ya muy avanzado el siglo XIX. De ahí que en toda fiesta se reflejan las pasiones, los temores y las esperanzas de un pueblo o de una colectividad. En la época barroca, en especial en España, en la que la preocupación esencial era la salvación individual del hombre, la fiesta, fenómeno colectivo, estaba plena de contrastes. Frente al libre albedrío personal se oponía el rígido orden político y social. La sumisión al dogma y a la monarquía estaba fuera de discusión, de la misma manera que cada individuo pertenecía, sin posibles cambios, a un estamento o clase social. La fiesta era un espejo que devolvía a cada participante su papel e imagen en el mundo, fuera de su propio destino escatológico. De ahí que la fiesta estuviese organizada de acuerdo con las clases sociales, que cada una tuviese su puesto en ella, que pagase la parte que le correspondía, que desfilase o participase con sus comitivas y juegos y levantase sus propias arquitecturas efímeras. Aparte la ordenación general de la fiesta a cargo del Ayuntamiento, hay que contar con los ornatos y las luminarias que corrían a cuenta de las órdenes religiosas y de particulares adinerados. Pero no se puede comprender bien la fiesta si no se precisan cuáles eran sus partes y sus tiempos, los distintos actos y desfiles públicos. En la fiesta barroca, había la fiesta de los nobles, encargados de protagonizar los juegos de cañas, de sortijas, batallas simuladas, corridas de toros, cabalgadas, parejas y otros ejercicios y destrezas ecuestres. Junto con ella había la fiesta de las corporaciones o instituciones intelectuales –Universidades y Colegios- que sacaban sus carros y hacían sus mojigangas, justas poéticas u otros actos de carácter literario. A estas fiestas hay que añadir las que organizaban los conventos y las parroquias, con sus altares callejeros, procesiones, funciones y ejercicios piadosos de carácter festivo. Por último, debe añadirse la fiesta popular y


“carnavalesca” de los gremios. Cada oficio concurría con sus cuadrillas y comparsas de a pie. Su cortejo era variopinto y de divertido aspecto. Su participación era la más proteica y numerosa. Abierta la marcha del desfile con los lucidos y elegantes juegos de equitación de los nobles, acababa con el mundo más a ras de tierra y pleno de simbolismos grotescos de lo popular (...) El fondo secular y milenario que compone el magma de la fiesta barroca se hace evidente al analizar sus componentes. Las jerarquías sociales constituyen su rígida estructura. Los nobles y la equitación son sus principales participantes en tanto que actores que se muestran al público con sus atributos de clase privilegiada. Son como galanes de cine, héroes valerosos y sin tacha que igual caracolean un caballo que alancean un toro o saludan al rey, el cual era su primo, el primero entre los pares. Cuando el rey Felipe IV bajó de su balcón a la plaza para abatir una fiera, como sucedió en una corrida de la Plaza del Parque en Madrid, de un arcabuzazo “sin perder la mesura real”, tal como lo cuenta José Pellicer de Tovar en su Anfiteatro de Felipe el Grande (1631), hacia un acto de valor y destreza en el que su condición de rey quedaba exaltada a lo máximo. Las batallas y combates simulados, los torneos fingidos con estafermos y las otras lides y juegos a la ginetas muestran los aspectos arcaizantes de las fiestas barrocas. Acabada la Reconquista y a medida que el feudalismo decaía, tomó auge la vida urbana y cortesana. Los nobles que habían abandonado sus solares y posesiones provincianas en el campo al habitar en la ciudad, sólo pueden mostrar su condición guerrera en las paradas y ejercicios militares de las fiestas. Su campo de batalla será la palestra de la Plaza Mayor, el Coso o la Corredera de una ciudad, luciendo su virtual valentía ante el rey, las damas y el público popular, buscando su aplauso y aclamaciones. Pero en donde todavía se hace más evidente el fondo viejo y ancestral de la fiesta barroca es en las mojigangas, en las que los enmascarados con figuras de animales recordaban el substrato totémico de la fiesta. En todas las fiestas la realización de las mojigangas, que desfilaban con carros y cortejos haciendo un largo recorrido por la ciudad, correspondía a los gremios.45 Nada más parecido, como legítimo espejo de la realidad, lo vamos a encontrar en la fiesta novohispana, eso sí, con sus peculiares diferencias envueltas en el particular carácter americano. En ese pequeño universo de posibilidades, en la medida en que se acentuara la recreación, magnificencia y esplendor, tanto en los escenarios como en la forma de vestir y hasta de actuar de parte de los actores y los espectadores, en esa medida se lograba alcanzar con creces el propósito de toda la organización: una fiesta lucidísima que excitara en su totalidad los fines para la cual fue concebida, lo mismo para exaltar el motivo religioso, oficial o profano no dejando espacios por cubrir, porque Toda fiesta barroca aspiraba a dejar un recuerdo imperecedero para aquellos que tuvieran la fortuna de asistir a su celebración. También a causar la envidia universal de aquellos que, viviendo en otros lugares, no habían podido acudir al lugar mismo de la fiesta. Para dejar memoria y satisfacer la curiosidad de los lectores se creó un género –el de las Relaciones o Triunfos- que hacían el relato detallado de las solemnidades y describían minuciosamente los Cortejos, Carros, Arquitecturas y demás Ornatos efímeros. Obras literarias situadas entre el periodismo actual de reportaje informativo y la escritura laudatoria de tipo político, están en los mejores casos, ilustrados con grabados. El libro más bello de su género en el barroco español es el de Torre Farfán, Fiestas de la Santa Iglesia Metropolitana y Patriarcal de Sevilla al Nuevo Culto del Señor Rey San Fernando (Sevilla, 1671), en el que un tomo in folio se reproducen en láminas desplegables las obras efímeras de Murillo, Valdés Leal, Herrera el Mozo, Bernardo Simón Pineda, Arteaga, etc..., ejecutadas para tan fastuosas fiestas.46

Antonio Bonet Correa: “Arquitecturas efímeras, Ornatos y Máscaras” (p. 41-70). En: DÍEZ BORQUE, José María, et. al.: Teatro y fiesta en el barroco. España e Iberoamérica. España, Ediciones del Serbal, 1986. 190 p. Ils., grabs., grafcs., p. 43-45. 46 Antonio Bonet Correa: “Arquitecturas efímeras..., op. Cit., p. 52. 45


Pero en España y también sus colonias Los desastres de la guerra de la Independencia y la quiebra de la monarquía absoluta acabaron con el equilibrio social y la conciliación política. A partir de entonces la fiesta pública en las calles y plazas de la ciudad declinó, desapareciendo el antiguo esplendor de las arquitecturas efímeras y la parafernalia de los cortejos, comitivas y comparsas lúdicas, a la vez que perdía todo su valor purificador y salvador de necesaria y de tiempo en tiempo obligada catarsis colectiva.47 Ese fue el tiempo en que las fiestas tuvieron que entrar en un receso obligado, para retornar vigorosas, años más adelante y manifestarse –eso sí, bajo otras condiciones- durante una buena parte del siglo XIX. José Antonio Maravall nos permite entender y reafirmar que la fiesta del barroco no era espartana, sino de un ascetismo brutal, inhumano, en donde no se pretendía adormecer, sino anular primero toda autonomía en la conciencia del pueblo, para dominarlo después. Por su parte César Oliva, plantea que la fiesta que va desde mediados del siglo XIV y que luego se sofistifica durante el XVII, hay que entenderla como un todo, o como un espectáculo total, en donde las fronteras de los elementos constituyentes no son rigurosamente fijas. Es difícil, cuando no inútil, intentar separar dónde empieza, y dónde acaba el elemento festivo, y dónde acaba y dónde empieza el teatral; de la misma manera que es ocioso delimitar los elementos religiosos y profanos. Y es curioso, pero las fiestas sintetizan, casi rítmicamente, periodos de “gracia” y periodos de “pecado”, lo que nos hace volver los ojos a una de las más representativas, iniciada en la cuaresma y que culmina con el domingo de resurrección. Por otro lado, se encuentra aquella que se desata en ese mismo domingo de resurrección y explota en medio de muchas otras, hasta llegada la víspera del inicio de la cuaresma, luego de que el carnaval despidió al último pecador, cumpliéndose una vez más otro de los ciclos de que está constituido el calendario litúrgico, el que, independientemente de todos aquellos pretextos de origen político o social, seguía cumpliéndose en términos muy exactos. Durante este siglo se mantienen firmes las expresiones del toreo caballeresco, dominantes en la vieja y nueva España. Creció notablemente la afición de personajes de la nobleza, cuyas hazañas quedaron plasmadas en versos y relaciones de fiestas, que hoy son testimonio curioso. Tan es así que la poetisa María de Estrada Medinilla escribió en 1640 y, por motivo de la entrada del virrey don Diego López Pacheco (...) Marqués de Villena, la Descripción en Octavas Reales de las Fiestas de Toros, Cañas y Alcancías, con que obsequió México a su Virrey el Marqués de Villena. Dicha obra, aunque desaparecida (ya veremos que no), es muestra del esplendor taurómaco que se vivía por entonces. La misma autora en otra obra suya escribe: "que aun en lo frívolo, como son los toros, los juegos de cañas y las mascaradas, las que se celebran aquí serán mejores que las que puedan celebrarse en España". Y es que su afirmación contenía un sentido profundo de realidades y de diferencias, marcadas seguramente, por un efecto que comenzó a aislar a España del resto del mundo, y desde luego, de sus colonias, a las que afectó un fenómeno conocido como "tibetanización". 48 Tal aspecto fue una 47

Ibidem., p. 66-67. Un tema que de siempre me ha causado especial inquietud es el de la forma en que los americanos aceptaron el toreo, tras el proceso conquistador, lo hicieron suyo y después le dieron interpretación tan particular a este ejercicio convirtiéndose en una especie de segunda sombra que ya de por sí, proyectaba el quehacer español. Segunda sombra pues sin alejarse del cuerpo principal se unía a la estela de la primera, dueña de una vigencia incontenible. Sólo que al llegar a América y desarrollarse en nuevos ambientes se gestó la necesidad no tanto de cambios; sí de distintas interpretaciones. Y esto pudo darse -seguramente- por dos motivos que ahora analizo: el criollismo americano y la "tibetanización" desarrollada en la península ibérica. Entendemos al criollismo como un proceso de liberación por un lado y de manifestación de orgullo por el otro, cuando el mexicano en cuanto tal, o el criollo, -incluso el indio- se crecen frente a la presencia dominante del español en nuestro continente. Maduran ante las reacciones de subestimación que se fomentan en la España del siglo XVIII que ve en el americano a un ser inferior en todos sentidos, incapaz de ser comparado con los hombres de espíritu europeo, que son los que ocupan los cargos importantes en la administración, cargos a los cuales ya puede enfrentarse el criollo también. 48


David A. Brading nos dice que "las raíces más profundas del esfuerzo por negar el valor de la conquista se hallan en el pensamiento criollo que se remonta hasta el siglo XVI". Desde entonces es visible la génesis del nacionalismo o patriotismo criollos que va a luchar por un espacio dominado por los españoles, tanto europeos como americanos, los cuales disfrutaban de un virtual monopolio de todas las posiciones de prestigio, poder y riqueza. Poco a poco fue despertándose un fuerte impulso de vindicación por lo que en esencia les pertenece pero que el sistema colonial les negaba. De esa manera el criollo y el mestizo también buscan la forma de manifestar un ser, una idea de identidad lo más natural y espontánea posible; logran separarse del carácter español, pero sin abandonarlo del todo, hasta que comenzó a forjarse la idea de un nacionalismo en potencia. De ahí que parte del planteamiento de la independencia y de la recuperación de la personalidad propia de una América sometida esté dada bajo los ideales del patriotismo criollo y el republicanismo clásico que luego buscaron en el liberalismo mexicano sumergido dentro del conflictivo pero apasionante siglo XIX. La asunción del criollo a escena en la vida novohispana es de suyo interesante. Quizás confundido al principio quiere dar rienda suelta a su ser reprimido, con el que se siente afín en las cosas que piensa. Y actúa en libertad, dejándose retratar por plumas como sor Juana o Sigüenza y Góngora, por ejemplo. No faltó ojo crítico a la cuestión y es así como Hipólito Villarroel en sus "Enfermedades que padece la Nueva España..." nos acerca a la realidad de una sociedad novohispana en franca descomposición a fines del siglo XVIII y cerca de la emancipación. Pero es con Rafael Landívar S.J. y su Rusticatio Mexicana donde mejor queda retratada esa forma de ser y de vivir del mexicano, del criollo que ya se identifica plenamente en el teatro de la vida cotidiana del siglo de las luces. Precisamente en su libro XV Los Juegos aparece una amplia descripción de fiestas taurinas. La obra fue escrita en bellos hexámetros, es decir: verso de la métrica clásica de seis pies, los cuatro primeros espondeo o dáctilo, el quinto dáctilo y el sexto espondeo. Es el verso épico por excelencia. El poema nace en un clima espontáneo que armoniza los divergentes elementos de tres mundos: el latino, el español y el americano, amalgamados en la psicología del poeta bajo los fuegos vehementes del trópico guatemalteco, su cuna, y transidos por el espíritu de la altiplanicie mexicana, en la cual se desarrolló al arte y a la sabiduría. En el libro X: "Los ganados mayores" se apunta la vida del toro bravo en el campo. Pero, desde luego es el libro XV en el que se incluyen las peleas de gallos, las corridas de toros campiranas y las carreras de caballos. Nada, sin embargo, más ardientemente ama la juventud de las tierras occidentales como la lidia de toros feroces en el circo. Se extiende una plaza espaciosa rodeada de sólida valla, la cual ofrece numerosos asientos a la copiosa multitud, guarnecidos de vivos tapices multicolores. Sale al redondel solamente el adiestrado a esta diversión, ya sea que sepa burlar al toro saltando, o sea que sepa gobernar el hocico del fogoso caballo con el duro cabestro. Preparadas las cosas conforme a la vieja costumbre nacional, sale bruscamente un novillo indómito, corpulento, erguida y amenazadora la cabeza; con el furor en los ojos inflamados, y un torbellino de ira salvaje en el corazón, hace temblar los asientos corriendo feroz por todo el redondel, hasta que el lidiador le pone delante un blanco lienzo y cuerpo a cuerpo exaspera largamente su ira acumulada. El toro, como flecha disparada por el arco tenso, se lanza contra el enemigo seguro de atravesarlo con el cuerno y aventarlo por el aire. El lidiador, entonces, presenta la capa repetidas veces a las persistentes arremetidas hurta el cuerpo, desviándose prontamente, con rápido brinco esquiva las cornadas mortales. Otra vez el toro, más enardecido de envenenado coraje, apoyándose con todo el cuerpo acomete al lidiador, espumajea de rabia, y amenaza de muerte. Mas aquél provisto de una banderilla, mientras el torete con la cabeza revuelve el lienzo, rápido le clava en el morrillo el penetrante hierro. Herido éste con el agudo dardo, repara y llena toda la plaza de mugidos. Mas cuando intenta arrancarse las banderillas del morrillo y calmar corriendo el dolor rabioso, el lidiador, enristrando una corta lanza con los robustos brazos, le pone delante el caballo que echa fuego por todos sus poros, y con sus ímpetus para la lucha. El astado, habiendo, mientras, sufrido la férrea pica, avieso acosa por largo rato al cuadrúpedo, esparce la arena rascándola con la pezuña tanteando las posibles maneras de embestir. Está el brioso Etón, tendidas las orejas, preparado a burlar el golpe en tanto que el lidiador calcula las malignas astucias del enemigo. La fiera, entonces, más veloz que una ráfaga mueve las patas, acomete al caballo, a la pica y al jinete. Pero éste, desviando la rienda urge con los talones los anchos ijares de su cabalgadura, y parando con la punta metálica el morrillo de la fiera, se sustrae mientras cuidadosamente a la feroz embestida. El padre Rafael Landívar nació en la ciudad de Guatemala el 27 de octubre de 1731. En el curso de 1759 a


1960 Landívar pudo haber enseñado retórica en México, pero sus biógrafos se inclinan a que lo hizo en Puebla y en 1755 en México. El autor habla de su obra: Intitulé este poema Rusticatio mexicana (Por los campos de México), tanto porque casi todo lo que contiene atañe a los campos mexicanos, como también porque oigo que en Europa se conoce vulgarmente toda la Nueva España con el nombre de México, sin tomar en cuenta la diversidad de territorios. Viene ahora la continuación al libro XV: Pero si la autoridad ordena que el toro ya quebrantado por las varias heridas, sea muerto en la última suerte, el vigoroso lidiador armado de una espada fulminante, o lo mismo el jinete con su aguda lanza, desafían intrépidos el peligro, provocando a gritos al astado amenazador y encaminándose a él con el hierro. El toro, súbitamente exasperado su ira por los gritos, arremete contra el lidiador que incita con las armas y la voz. Este, entonces, le hunde la espada hasta la empuñadura, o el jinete lo hiere con el rejón de acero al acomete, dándole el golpe entre los cuernos, a medio testuz, y el toro temblándole las patas, rueda al suelo. Siguen los aplausos de la gente y el clamor del triunfo y todos se esfuerzan por celebrar la victoria del matador. Algunas veces el temerario lidiador, fiándose demasiado de su penetrante estoque, es levantado por los aires y, traspasadas sus entrañas por los cuernos, acaba víctima de suerte desgraciada. El toro revuelca en la arena el cuerpo ensangrentado; se atemoriza el público ante el espectáculo y los otros lidiadores por el peligro. Sucédense luego nuevas luchas, por orden, cuando se desea alternarlas con el fin de variar. Los mozos, en efecto, suelen aprestar para montarlo, un toro sacado de la ganadería, muy vigoroso, corpulento y encendido en amenazas de muerte. Uno de aquellos le sujeta en el lomo peludo los avíos, como si fuera caballo, y le echa al pescuezo un lazo; sirviéndose luego de él, impávido, a manera de larga brida, sube a los broncos lomos del rebelde novillo, armado de ríspidas espuelas y confiando en su fuerza. El animal, temblando de coraje, se avienta en todos sentidos, luchando violentamente por lanzar al jinete de su lomo. Ya enderezándose rasga el aire con los corvos cuernos, ya dando coces en el vacío arremete furibundo a todo correr, contra los que se le atraviesan; y cuando intenta saltar el redondel, alborota las graderías de los espectadores espantados. Como el líbico león herido por penetrante proyectil, amenaza con los colmillos, los ojos feroces y las mandíbulas sanguinarias, tiembla, se mueve contra sus astutos adversarios mostrando las garras, y ya se lanza por el aire con salto fulmíneo, ya corriendo velozmente fatiga a los cazadores; lo mismo el toro, encolerizado por el extraño peso, trastornando la plaza embiste ora a unos, ora a otros. Pero el muchacho sin cejar se mantiene inconmovible sobre el lomo, espoleándolo constantemente. Y aun también, el muchacho jinete blandiendo larga pica desde el lomo del cornúpeta, manda a los de a pie sacar otro astado de los corrales y a puyazos lo empuja gozoso por todo el llano. Atolondrado al principio por la novedad, huye precipitadamente de su compañero enjaezado vistosamente. Pero aguijoneando su dorso por la punzante pica, se enfurece encendido de cólera, embiste a su perseguidor, y ambos se trenzan de los cuernos en bárbara lucha. Mas el robusto jinete dirime la contienda con la pica, y continúa persiguiendo a los toros por la llanura, hasta que con la fatiga dejen de amenazar y doblegados se apacigüen. Toda ella es una hermosa, soberbia y fascinante descripción de la fiesta torera mexicana, con un típico y profundo sabor que, desde entonces comienza a imprimirle el criollo, deseoso por plasmar géneros distintos al tipo de fiesta que por entonces domina el panorama. Ese aspecto se determinaba desde luego por lazos de fuerte influencia española que aún se agita en la Nueva España en vías de extinción. A la pregunta de qué, o cómo es el criollo, se agrega otra: ¿quién permite el surgimiento de un ente nuevo en paisaje poco propicio a sus ideales? Una respuesta la encontramos en el recorrido que pretendo, desde la Contrarreforma hasta el siglo XVII en España concretamente. Este movimiento católico de reacción contra la Reforma protestante en el siglo XVI tiene como objeto un reforzamiento espiritual del papado y de la Iglesia de Roma, así como la reconquista de países centroeuropeos como Alemania, Países Bajos, Dinamarca, Suecia, Inglaterra instalados en la iglesia reformada. Pero la Contrarreforma fue a alterar órdenes establecidos. Italia fue afectada en lo poco que le quedaba de energía creadora en la ciencia y la técnica. José Ortega y Gasset escribió en la Idea del principio en Leibniz su visión sobre los efectos de aquel movimiento. Dice: Donde sí causó daño definitivo la Contrarreforma fue precisamente en el pueblo que la emprendió y dirigió, es decir, en España. Pero en el fondo la Contrarreforma al aplicar una rigurosa regimentación de las mentes que no era más que la


hermetización del pueblo español hacia y frente el resto del mundo y que abarca la totalidad de la vida, lo que ocasionó la pérdida del imperio. Para mejor entenderlo, España no gozó el esplendor del Renacimiento. Su origen se remonta a la Contrarreforma que les impuso, a los españoles mismos, el Tribunal de la Inquisición. Nos encontramos ante un nuevo horizonte, como los habitantes de aquella Nueva España, dedicados a seguir estableciendo no sólo un sistema político, sino también un sistema de vida más o menos paralelo al dominante en España. El temor de una reyerta, el de una invasión a esas construcciones de tipo renacentista, es decir, fortalezas, se terminó y las del XVI no existen más que como asentamientos a las del XVII, tales como las iglesias de Jesús Nazareno (1601); San Pedro y San Pablo (1604); Santiago Tlatelolco (1609); San Jerónimo (1623), etc. Fue entonces cuando las influencias como el barroco mexicano, o el manierismo en cuanto tal, se inyectaron en las bellas artes de aquel tiempo. En las letras –y particularmente en la poesía-, encontramos una continuada idealización del espíritu literario habida durante el siglo XVI, y que con el gongorismo o culteranismo se elevó a estaturas nunca antes concebidas. En el sentido puramente estricto de nuestro trabajo, encontramos a una centuria como la décimo séptima, floreciendo en diversidad de festejos taurinos llevados a cabo por razones de carácter civil o profano, político y religioso motivos que dieron gran realce al desarrollo literario que describía con disciplina al extremo logró que el Concilio de Trento celebrado en Italia de 1545 a 1563 restableciera -entre otras cosas- el Tribunal de la Inquisición. Por coincidencia España sufría una extraña enfermedad. Esta enfermedad -dice Ortega- fue la hermetización de nuestro pueblo hacia y frente al resto del mundo, fenómeno que no se refiere especialmente a la religión ni a la teología ni a las ideas, sino a la totalidad de la vida, que tiene, por lo mismo, un origen ajeno por completo a las cuestiones eclesiásticas y que fue la verdadera causa de que perdiésemos nuestro imperio. Yo le llamo "tibetanización" de España. El proceso agudo de esta acontece entre 1600 y 1650. El efecto fue desastroso, fatal. España era el único país que no solo necesitaba Contrarreforma, sino que ésta le sobraba. En España no había habido de verdad Renacimiento ni por tanto, subversión. Renacimiento no consiste en imitar a Petrarca, a Ariosto o a Tasso, sino más bien, en serlos. El fenómeno es fatal pues mientras las naciones europeas se desarrollan normalmente, la formación de España sufre una crisis temporal. Por tanto, esto retardó un poco su etapa adulta, concentrándose hacia adentro en sus progresos y avances. En España lo que va a pasar entonces es una hermetización bastante radical hacia lo exterior, inclusive -y aquí nos fijamos con mayor atención- hacia la periferia de la misma España, es decir, sus colonias y su imperio. Coincide la tibetanización española -en la primera mitad del siglo XVII- con el movimiento criollista que comienza a forjarse en Nueva España. ¿Serán estas dos tremendas coincidencias: criollismo y tibetanización, puntos que favorezcan el desarrollo de una fiesta caballeresca primero; torera o pedestre después con singulares características de definición que marcan una separación, mas no el abandono, de la influencia que ejerce el toreo venido de España? Además si a todo esto sumamos el fenómeno que Pedro Romero de Solís se encargó de llamar como el "retorno del tumulto" justo al percibirse los síntomas de cambio generados por la llegada de la casa de Borbón al reinado español desde 1700, pues ello hizo más propicias las condiciones para mostrar rebeldía primero del plebeyo contra el noble y luego de lo que este, desde el caballo ya no podía seguir siendo ante la hazaña de los de a pie, toreando, esquivando a buen saber y entender, hasta depositar el cúmulo de experiencias en la primera tauromaquia de orden mayor: la de José Delgado "Pepe-hillo". Si el criollo encontraba favorecido el terreno en el momento en que los borbones -tras la guerra de sucesiónasumen el trono español, su espíritu se verá constantemente alimentado de cambios que atestiguará entre sorprendido y emocionado. Dos casos: la expulsión de los jesuitas en 1767, compañía que la Contrarreforma estimuló y en la Nueva España se extendió por todos los rincones y provincias. La ilustración, fenómeno que, bloqueado por las autoridades novohispanas y reprobado ferozmente por el santo Oficio sirvió como pauta esencial de formación en el ideal concreto de la emancipación cuyo logro al fin es la independencia, despierta desde 1808. Todo esto, probablemente sea parte de los giros con que la tauromaquia en México haya comenzado a dar frutos distintos frente a la española, más propensa a fomentar el tecnicismo, ruta de la que nuestro país no fue ajeno, aunque salpicada -esta- de "invenciones", expresión riquísima que dominó más de cincuenta años el ambiente festivo nacional durante el siglo antepasado.


intensidad aquellas conmemoraciones. Ya desde el siglo XVI se toreaba en un coso improvisado en la Plaza Mayor y luego, -a partir de 1586 y hasta 1815-, en la del Volador (e incluso hasta en un “cortinal de palacio”, como veremos en seguida) y así podían asistir los virreyes desde los balcones de Palacio y aún los inquisidores y arzobispos, donde ...también se divierte el pueblo.49 Cuando Mateo Alemán llegó a esta ciudad de México en compañía de fray Pedro García Guerra (duodécimo virrey, desde el 19 de junio de 1611 hasta el 22 de febrero de 1612, en que murió), ya traía en su mente y en su espíritu un profundo ánimo magisterial. En efecto, de la generación de Cervantes de Salazar y de origen judío, Mateo Alemán vino a radicar a México siendo conocido autor de la Aventura del Pícaro Guzmán de Alfarache, sin duda uno de los más importantes relatos del siglo de oro. Entre otros documentos escribió la biografía de su protector fray García Guerra, para morir más tarde en Chalco hacia 1615. Dice Nicolás Rangel que Alemán En memoria del arzobispo, da noticia de las corridas de toros que en honor de don fray García se verificaron en un cortinal de palacio.50 Por lo que respecta a Bernardo de Balbuena, este relataba a la señora doña Isabel de Tovar y Guzmán la descripción de la famosa ciudad de México y sus grandezas. En su capítulo III y V de su Grandeza mexicana, obra publicada en 1604 encontramos los argumentos que dan consistencia a nuestra contemplación. El título en sí mismo revela el propósito: lo grandioso de la ciudad, una ciudad poco a poco recuperada después de que pasaron años de permanentes construcciones que enfrentaron severas inundaciones, hundimientos y otras tragedias. Entre otras cosas que describe Balbuena, los caballos son también, por el brillo de sus jaeces y por los jinetes gallardos, ornato y decoro, que no sólo se manifiesta en fórmulas tradicionales de cortesía sino además, en el suave trato de las exquisitas maneras de la gente.51 1604 Caballos, calles, trato, cumplimiento… Del monte Osa los centauros fieros, que en confuso escuadrón rompen sus llanos, de carrera veloz y pies ligeros; ni de la Altar Acarnania los livianos mancebos, que primeros en el mundo al freno dieron industriosas manos; ni Mesapo en la brida mar profundo, ni Cástor, medio dios, que en ser jinete fue ya el primero sin temer segundo; (. . . . . . . . . .) Su barroquismo no es complicación de conceptos, como en los castellanos, ni complicación de 49

José Deleito y Piñuela: ...También se divierte el pueblo. Recuerdos de hace tres siglos. Romerías / Verbenas / Bailes / Carnaval / Torneos / Toros y cañas / Academias poéticas / Teatros por (...) Catedrático de Historia en la Universidad de Valencia Correspondiente de la Real Academia de la Historia, de Madrid. Miembro titular de la “Sección de Síntesis histórica” del Centre International de Synthèse, de París. Madrid, Espasa-Calpe, S.A., 1944. 299 p. Ils., fots. 50 Nicolás Rangel: Historia del toreo en México. Época colonial (1529-1821). México, Imp. Manuel León Sánchez, 1924. 374 p. fots., p. 57. 51 Bernardo de Balbuena: Grandeza mexicana y fragmentos del siglo de oro y El Bernardo. Introducción: Francisco Monterde. 3ª. Ed. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1963. XLIV-121 p. Ils. (Biblioteca del estudiante universitario, 23)., p. X.


imágenes, como en los andaluces de Córdoba y Sevilla, sino profusión de adorno, con estructura clara del concepto y la imagen, como en los altares barrocos de las iglesias de México: (...) podrán contrahacer la gallardía, brío, ferocidad, coraje y gala de México y su gran caballería. Que así en estas grandezas se señala: casas, calles, caballos, caballeros, que el mundo junto en ellas no le iguala. Los caballos lozanos, bravos, fieros; soberbias casas, calles suntuosas; jinetes mil en mano y pies ligeros. Ricos jaeces de libreas costosas de aljófar, perlas, oro y pedrería, son en sus plazas ordinarias cosas. Pues la destreza, gala y bizarría, del medio jinete y su acicate, en seda envuelto y varia plumería, ¿qué lengua habrá o pincel que le retrate en aquel aire y gallardía ligera, que a Marte imita en un feroz combate? Si el gran Faetón estos caballos viera nunca los de su padre codiciara, que por menos gallardos los tuviera. (. . . . . . . . . .) Ni Feomino y su rienda corregida, ni el feroz Brilladoro y Rabiano del duque Astolfo, fénix de la brida; ni al que labró Alejandro de su mano sepulcro insigne, ni del gran Babieca el invencible brío castellano; ni el diverso hipogrifo, que en la seca región del aire el caracol hacía, en ala y pluma azul pomposa y jueca; ni los que a Eneas le dio su suegro un día nietos de los del sol, ni el que el liceo monstruo venció, que el fuego y humo ardía, ni otro de mayor nombre o más arreo, si le tiene la fama, o le tuviera, y el pincel le pintara del deseo (…), Obra trazada en epístolas poéticas y en tercetos endecasílabos como los aquí expuestos y éstos a su vez, molde procedente de la Italia renacentista que Balbuena admiraba a través de los poemas


caballerescos: (...) en México al primer lugar subiera, aunque para alcanzarlo le ayudaran las espuelas del tiempo y su carrera: que los que dellos más gallardearan, al huello de su plaza en brío y arte el cuello altivo y la cerviz bajaran. Es su grandeza al fin en esta parte tal, que podemos bien decir que sea la gran caballeriza del dios Marte; donde en rico jaez de oro campea el castaño colérico, que al aire vence si el acicate le espolea; y el tostado alazán, que sin desgaire hecho de fuego en la color y el brío el freno le compasa y da donaire; el remendado overo, húmedo y frío, el valiente y galán rucio rodado, el rosillo cubierto de rocío; el blanco en negras moscas salpicado, el zaino ferocísimo y adusto, el galán ceniciento gateado; el negro endrino, de ánimo robusto, el cebruno fantástico, el picazo engañoso, y el bayo al freno justo (. . . . . . . . . .) La grandeza no tan sólo debe estimarse por lo que valga como poema, sino también como documento histórico, usándole con las precauciones debidas (Joaquín García Icazbalceta). Regalos, ocasiones de contento. (...) Recreaciones de gusto en que ocuparse, de fiestas y regalos mil maneras para engañar cuidados y engañarse; conversaciones, juegos, burlas, veras, convites, golosinas infinitas, huertas, jardines, cazas, bosques, fieras; aparatos, grandezas exquisitas, juntas, saraos, conciertos agradables, músicas, pasatiempos y visitas; regocijos, holguras saludables,


carreras, rúas, bizarrías, paseos, amigos, en el gusto y trato afable; galas, libreas, broches, camafeos, jaeces, telas, sedas y brocados, pinte el antojo, pidan sus deseos. Escarches, bordaduras, entorchados, joyas, joyeros, perlas, pedrería, aljófar, oro, plata, recamados; fiesta y comedias nuevas cada día, de varios entremeses y primores gusto, entretenimiento y alegría; (. . . . . . . . . . .) Erudita alabanza de los caballos bravos y ligeros, ricamente enjaezados (como veneración también a su apoyo al contexto de las fiestas o juegos de cañas o a las suertes de la lanzada, que entonces predominaban como típicas demostraciones) y de la destreza de los jinetes. 52 (...) fiestas, regalos, pasatiempos, gustos, contento, recreación, gozo, alegría, sosiego, paz, quietud de ánimos justos, hermosura, altiveces, gallardía, nobleza, discreción, primor, aseo, virtud, lealtad, riquezas, hidalguía, y cuanto la codicia y el deseo añadir pueden y alcanzar el arte, aquí se hallará, y aquí lo veo, y aquí como en su esfera tiene parte.53 Y ya, en el “Epílogo y capítulo último” donde Todo en este discurso está cifrado, parece concentrarse la razón de lo que Balbuena intenta explicarnos en estas magníficas estrofas, que no tienen desperdicio. (. . . . . . . . . .) Sólo aquí el envidioso gime y calla, porque es fuerza ver fiestas y alegría por más que huya y tema el encontralla. (. . . . . . . . . .) Bellos caballos, briosos, de perfetas castas, color, señales y hechuras, pechos fogosos, manos inquietas; con jaeces, penachos, bordaduras, y gallardos jinetes de ambas sillas, diestros y de hermosísimas posturas. (. . . . . . . . . .) 52 53

Op. Cit., p. XXIX. Ibidem., p. 21-46.


que en todo esta gran corte es eminente: en juego, en veras, en virtu, en vicio, en vida regalada o penitente. (. . . . . . . . . .) baños, cuevas, boscajes, espesuras, saraos, visitas, máscaras, paseos, cazas, músicas, bailes y holguras (. . . . . . . . . .) Mateo Rosas de Oquendo (1559-¿?) en Nueva España 1598-1612: 1598-1612 Romance del mestizo. No temo alguaciles, ni a sus porquerones, que –por Dios del cieloque los mate a coces; que estoy hecho a andar por aquestos montes capando los toros54 como unos leones; (...)55 1618 Indicio es de nobleza conocida... Indicio es de nobleza conocida de religión muy firme fundamento con fuera y rigor de juramento cumplir el hombre a Dios lo prometido. Quien trata verdad siempre ha pretendido de lo que es el hacer ornato con que cumple su fiel prometimiento que al fin lo que ha jurado lo ha entendido. Muestras muy bien que es sobra de verdades lo que devoto México en ti mora con tan pías y santas novedades. Pues juras celebrar santos que adora con hacerles después festividades como se han visto y verá Nuestra Señora.56 54

Quizá deba leerse: capeando los toros (N. del A.) Alfonso Méndez Plancarte: Poetas novohispanos. Primer siglo (1521-1621). Estudio, selección y notas de (...). 2ª ed., Universidad Nacional Autónoma de México, 1964. LXV-204 p. (Biblioteca del Estudiante Universitario, 33), p. 139 (Cartapacio, f. 199). 56 Archivo General de la Nación. Ramo de Inquisición, Vol. 485, exp. 1, “Tomo 485. Inquisición. Siglo XVII”. México, 1618. Fol. 13 vuelta. En: Carlos Rubén Ruiz Medrano: Fiestas y procesiones en el mundo colonial novohispano. Los conflictos de preeminencia y una sátira carnavalesca del siglo XVIII. San Luis Potosí, El Colegio de San Luis, 2001. 54 p., p. 21. Estos versos, si bien no hacen mención directa al tema taurino, de alguna forma establecen el marco de referencia concebido sobre la fiesta en cuanto tal, lo que orilla a pensar que, en buena medida, nunca faltaba 55


1598-1612 Del Romance a México. La plata, ganado y trigo, ilustres puentes y plazas, templos hermosos, famosos, fuentes, caballos y casas.57 Los tres elementos fundamentales de aquel entonces para constituir una fiesta caballeresca, se concentran subjetivamente aquí: ganado, plazas y caballos. La cuestión estriba en crearnos cierta imaginación y ubicar nuestro pensamiento en uno de aquellos cuadros que, dicho a la manera de los cronistas de la época, fueron cosa muy de ver... La pléyade de poetas ya espera y desea que nuevamente vuélvanse a dar a luz sus escritos relacionados con las suntuosas fiestas entonces desarrolladas. Y en este orden que estrictamente se ha ido estableciendo, aparece el presbítero Arias de Villalobos, con su obra Del Mercurio (Moctezuma y Cortés), hacia 1621: 1621 Canción a San Hipólito, patrón de la ciudad de México. (. . . . . . . . . .) Asómbrase de ver las espingardas58 que los hijos del Sol disparan luego, y las corvetas59 fuertes y gallardas que el jinete andaluz brinca entre el fuego; en bridones de armar, sillas bastardas, mirando al español, que de tan ciego que piensa que es –temblando de mirallocentauro el caballero y el caballo.60 Respecto a la Gloria de San Hipólito y de Cortés, obra del mismo Villalobos, la narración de la conquista, coronada el 13 de agosto de 1521, la clausuran triunfales aclamaciones a este patrón de la ciudad a su maestro San Lorenzo y al extremeño extremo, el discutidísimo Hernán Cortés. 1621 Gloria de San Hipólito y de Cortés. Entra Hipólito Santo, en Nueva España y planta aquí la fe que recibiste; que si a ti te la dio el hijo de España, a los hijos de España la volviste. pretexto para divertirse durante el periodo virreinal, lo que, por otro lado puede comprobarse con el Anexo de obras dedicado a las obras mejor conocidas como “Relaciones de sucesos”. 57 Op. Cit., p. 141. 58 Espingardas: Antiguo cañón de artillería algo mayor que el falconete y menor que la pieza de batir. 59 Corvetas: Movimiento que se enseña al caballo, haciéndolo andar con los brazos en el aire. 60 Alfonso Méndez Plancarte: Poetas novohispanos. Segundo siglo (1621-1721). Parte primera. Estudio, selección y notas de (...). Universidad Nacional Autónoma de México, 1944. LXXVII-191 p. (Biblioteca del Estudiante Universitario, 43)., p. 6.


Aquí tu capitán en nombre tuyo abriéndole a la iglesia un paraíso. Esposa le dio a Cristo y miembro suyo hizo un miembro infernal, del cielo abciso; aquí la que por dueño y propio cuyo tuvo a Baal, por firma y compromiso, ahora se sujeta al fuero y leyes de un Dios de dioses y de un Rey de reyes.61 Ganada que fue la ciudad de México por los españoles ese día 13 de agosto de 1521, celebración de San Hipólito, sirvió para conmemorarla durante muchos años más, desde 1528 y hasta 1812 en que fue abolida. En dicha fiesta eran incluidos fastos insustituibles como las corridas de toros, espectáculo arraigado ya a la de aquella idiosincrasia. De las octavas del presbítero Arias de Villalobos, encontramos posibles reminiscencias como de espuma argenta o (aunque pudiera venir de Quevedo), el Toro de Europa, estrellas escarbando en vez de barro. Y luego: Poetas, latinos y vulgares, eminentes (y callan cuando escuchan sus cantares –musas del Tormes, músicos de Henares-); sus damas con sus galas y gracias de tañer y cantar, venciendo la beldad y gentileza de Isolda (Baje cabeza aquí la reina Iseo) y sus mozos gallardos en ejercicios de armas y de amores, y tan jinetes que ellos nacer parecen en la silla y el placiente vagar de los que comen, juegan, visten y damean.62 Ante la magnitud de aquellas célebres fiestas –las de San Hipólito-, vale la pena detenernos un poco para entender cual fue su significado y su resonancia.

 FUNCIONES DEL PENDÓN O MEMORIA DE LA CONQUISTA. CELEBRACIÓN EN LA NUEVA ESPAÑA DEL DÍA DE SAN HIPÓLITO. La fiesta de San Hipólito (13 de agosto) se convierte en uno de los hitos virreinales de gran trascendencia cívica y política, junto a la gran celebración del día de la virgen de Guadalupe (12 de diciembre), la de Nuestra Señora de los Remedios (1º de septiembre), o el de la fiesta que celebra la beatificación de San Felipe de Jesús (5 de febrero). Tal conmemoración fue instaurada desde temprana edad –como veremos más adelante-, incluso antes del virreinato mismo, como una forma de rememorar la capitulación del último reducto indígena que combatió valiente y férreamente, durante la guerra sostenida entre soldados españoles respaldados por aquellos pueblos cempoaltecas, chalcas, totonacas y tlaxcaltecas, entre otros, que hicieron alianza con los hispanos. A partir de esos momentos comenzó el periodo colonial que abarcaría tres siglos de esplendor. Desde 1528 y hasta 1812 en que fue abolida, año con año la fiesta del santo patrono de la ciudad, misma que bajo la organización correspondiente de parte de los diputados de fiestas, y con la colaboración de la iglesia, los diferentes gremios, a saber: Arquitectos, Escueleros, cereros y confiteros, curtidores, tiradores de oro y plata, cobreros, tosineros, coleteros, gamuseros, loseros, entalladores, pasteleros, cerrajeros, sastres, toneleros, herreros, sombrereros, armeros, sayaleros, zapateros, pasamaneros, bordadores, sederos y gorreros; silleros, tenderos de pulpa, carpinteros, organistas, beleros, guanteros, algodoneros, figoneros, carroceros, herradores, tintoreros, fundidores, obrajeros, mesilleros, cajoncillos, surradores y un largo etcétera más, así como por el pueblo; al sumarse todos la convirtieron en una de las fiestas de mayor ámpula durante aquel período de tiempo.

61 62

Op. Cit., p. 11-12. Ibidem., p. 14-17.


En un documento localizado en el Archivo Histórico del Distrito Federal, 63 se relacionan diversas razones que dan peso a este argumento, por lo que me parece importante citar ahora las notas que preparó Joaquín García Icazbalceta, planteándonos un interesante panorama sobre “El paseo del Pendón”, en el cual nos dice lo siguiente: EL PASEO DEL PENDÓN La primera disposición para solemnizar la fiesta data del 31 de julio de 1528. En cabildo de ese día se acordó “que en las fiestas de S. Juan e Santiago e Santo Hipólito, e Ntra. Sra. De Agosto se solemnice mucho, e que corra toros, e que jueguen cañas, e que todos cabalguen, los que tovieren bestias, so pena de diez pesos de oro”. A 14 de agosto del mismo año se mandaron librar y pagar cuarenta pesos y cinco tomines de oro, que se gastaron en el pendón y en la colocación del día de San Hipólito en esta manera: “cinco pesos y cuatro tomines a Juan Franco de cierto tafetán blanco: a Pedro Jiménez, de la hechura del pendón y franjas, y hechura, y cordones y sirgo (seda), siete pesos y cinco tomines: de dos arrobas de vino a Diego de Aguilar, seis pesos: a Alonso Sánchez de una arroba de confites, doce pesos y medio: a Martínez Sánchez, tres pesos de melones”. Por este acuerdo se viene en conocimiento de que el Pendón que se sacaba en el paseo, no era el que había traído Cortés, como generalmente se cree, sino otro nuevamente hecho, cuyos colores eran rojo y blanco. Aquí no se habla todavía del paseo, aunque es de suponerse que para él se hizo el Pendón; pero el año siguiente de 1629 se fijó ya el orden que con corta diferencia se siguió observando en lo sucesivo. He aquí lo que se dispuso en el cabildo de 11 de agosto: “Los dichos señores ordenaron y mandaron que de aquí adelante todos los años, por honra de la fiesta del señor Santo Hipólito, en cuyo día se ganó esta ciudad, se corran siete toros, e que dellos se maten dos, y se den por amor de Dios a los monasterios e hospitales, y que la víspera de la dicha fiesta se saque el Pendón de esta ciudad de la Casa del Cabildo, y que se lleve con toda la gente que pudiere ir a caballo acompañándole hasta la iglesia de San Hipólito, y allí se digan sus vísperas solemnes, y se torne a traer dicho Pendón a la dicha Casa del Cabildo, e otro día se torne a llevar el dicho Pendón en procesión a pie hasta la dicha Iglesia de San Hipólito, e llegada allí toda la gente y dicha su misa mayor, se torne a traer el dicho Pendón a la Casa del Cabildo, a caballo, en la cual dicha Casa del Cabildo, esté guardado el dicho Pendón, e no salga de él; e en cada un año elija e nombre de dicho cabildo una persona, cual le pareciere, para que saque el dicho Pendón, así para el dicho día de San Hipólito, como para otra cosa que se ofreciere”. Y el día 27 del mismo mes se mandaron “librar e pagar a los trompetas doce pesos de oro, por lo que tañeron e trabajaron el día de Santo Hipólito”. Este año, tal vez por estreno, fueron largamente recompensados los trompetas; pero lo desquitaron al siguiente, porque en cabildo de 28 de agosto de 1530 se acordó “que no se les diese cosa ninguna” Esta ceremonia del Paseo del Pendón se verificaba también en otras ciudades de las Indias, y señaladamente en Lima el día de la Epifanía. El orden que debía guardarse en el paseo fue materia de varias disposiciones de la corte, con las cuales se formó una de las leyes de Indias. Veamos cómo se practicaba en México, según refiere un antiguo libro: “Tiene ya esta fiesta tan gran descaecimiento (1651) como otras muchas cosas insignes que había en México, y aunque 63

José Francisco Coello Ugalde: Aportaciones Histórico-Taurinas Nº 75: Guía y registro documental del Archivo Histórico del Distrito Federal. Archivo Histórico del Distrito Federal (en adelante: A.H.D.F.): (Documentos históricos sobre fiestas y corridas de toros en la ciudad de México, siglos XVI-XX). Revisión, catalogación, interpretación y reproducción. 16.-Acervo: Inventario general de los libros, autos y papeles de cabildo de esta N. C. de México, su mesa de propios, junta de pósito, cofradía de N. S. de los remedios, existentes en el archivo y escribanía mayor. ejecutado y extendido por el Lic. Dn. Juan del Barrio Lorenzot, abogado de la Real Sudiencia del ilustre real Colegio contador substituto de propios, quien lo ofrece a la misma N. C. Período: 1798. Volumen: 1 vol: 430ª. 11 p. f. 16: Cédula para que se observe la costumbre en la Fiesta de N. S. San Hipólito, su fecha 8 de agosto de 1703, en 1 f.


uno u otro daño, por la diligencia e industria del regidor que saca el estandarte real, se adelante mucho, en ninguna manera puede llegar a lo que fue antiguamente, aunque se pudieran nombrar algunos regidores que en esta era han gastado más de veintidós mil pesos en adelantar y celebrar por su parte esta festividad”. Mas para que se crea lo que fue cuando se vea lo que es al presente, será bien traer a la memoria algo de la descripción que a lo retórico hizo el padre fray Diego de Valadés en la parte IV, capítulo 23, de su Retórica Cristiana, que vio en México lo que algunos años después escribió en Roma, en latín, año de 1578. Dice lo siguiente: “En el año de nuestra Redención humana de 1521, el mismo día de San Hipólito, 13 de agosto, fue rendida la ciudad de México, y en memoria de esta hazaña feliz y grande victoria, los ciudadanos celebran fiesta y rogativa aniversaria en la cual llevan el pendón con que se ganó la ciudad. Sale esta procesión de la Casa del Cabildo hasta un lucido templo que está fuera de los muros de la ciudad de México, cerca de las huertas, edificado en honra del dicho santo, adonde se está agora edificando un hospital. En aquel día son tantos los espectáculos festivos y los juegos que no hay cosa que allí llegue (ut nihil supra): juéganse toros, cañas, alcancías, en que hacen entradas y escaramuzas todos los nobles mexicanos: sacan sus libreas y vestidos, que en riqueza y gala son de todo el mundo preciosísimos, así en cuanto son adornos de hombre y mujeres, como en cuanto doseles y toda diferencia de colgaduras y alfombras con que se adornan las casas y calles. Cuanto a lo primero, le cabe a uno de los regidores cada año sacar el pendón en nombre del regimiento y ciudad, a cuyo cargo está el disponer las cosas. Este alférez real va en medio del virrey, que lleva la diestra, y del presidente, que va a la mano siniestra. Van por su orden los oidores, regidores y alguaciles, y de punta en blanco, y su caballo a guisa de guerra, con armas resplandecientes. Todo este acompañamiento de caballería, ostentando lo primoroso de sus riquezas y galas costosísimas, llega a San Hipólito, donde el arzobispo y su cabildo con preciosos ornamentos empiezan las vísperas y las prosiguen los cantores en canto de órgano, con trompetas, chirimías, sacabuches y todo género de instrumentos de música. Acabadas, se vuelve, en la forma que vino, el acompañamiento a la ciudad, y dejado el virrey en su palacio, se deja el Pendón en la Casa de Cabildo. Van a dejar el alférez a su casa, en la cual los del acompañamiento son abundante y exquisitamente servidos en conservas, colaciones, y de los exquisitos regalos de la tierra, abundantísima de comidas y bebidas, cada uno a su voluntad. El día siguiente, con el orden de la víspera, vuelve el acompañamiento y caballería a la dicha iglesia, donde el arzobispo mexicano celebra de pontifical la misa. Allí se predica el sermón y oración laudatoria con que se exhorta al pueblo cristiano a dar gracias a Dios, pues en aquel lugar donde murieron mil españoles, ubi mil ia virorum desubuere, donde fue tanta sangre derramada, allí quiso dar la victoria. Vuelve el Pendón y caballería, como la víspera antecedente. Y en casa del alférez se quedan a comer los caballeros que quieren, y todo el día se festeja con banquetes, toros y otros entretenimientos”. Hasta aquí Valadés. “En la víspera y día de San Hipólito se adornaban las plazas y calles desde el palacio hasta San Hipólito, por la calle de Tacuba por la ida, y por las calles de San Francisco para la vuelta, de arcos triunfales de ramos y flores, muchos sencillos y muchos con tablados y capiteles con altares e imágenes, capillas de cantores y ministriles. Sacábanse a las ventanas las más vistosas, ricas y majestuosas colgaduras asomándose a ellas las nobles matronas, rica y exquisitamente aderezadas. Para el paseo, la nobleza y caballería sacaba hermosísimos caballos, bien impuestos y costosísimamente enjaezados; entre los más lozanos (que entonces no por centenares, si por millares de pesos se apreciaban) salían otros no menos vistos, aunque por lo acecinado pudieran ser osamenta y desecho de las aves, aunque se sustentaban a fuerza de industria contra la naturaleza, que comían de la real caja sueldos reales por conquistadores, cuyos dueños, por salir aquel día aventajados (por retener el uso del Pendón antiguo), sacaban también sus armas, tanto más reverendas por viejas y abolladas, que pudieran ser por nuevas, bien forjadas y resplandecientes. Ostentaban multitud de lacayos, galas y libreas. Clarines, chirimías y trompetas endulzaban el aire. El repique de todas las campanas de las iglesias, que seguían las de la Catedral, hacían regocijo y concertada armonía”. Como esa solemnidad se verificaba en lo más fuerte de la estación de las lluvias, sucedía a veces que la comitiva, sorprendida por el agua, se refugiaba en los primeros zaguanes que


encontraba abiertos, hasta que pasada la tormenta, continuaba su camino. Sabido por el rey, despachó una cédula en términos muy apremiantes, prohibiendo que tal cosa se hiciera, sino que a pesar de la lluvia continuase adelante la procesión, y así se cumplió. Por ser muy grandes los gastos que la fiesta ocasionaba al regimiento encargado de llevar el pendón, la ciudad le ayudaba con tres mil pesos de sus propios. Andando el tiempo decayó tanto el brillo de esa conmemoración anual de la conquista, que en 1745 el virrey, por orden de la corte, hubo de imponer una multa de quinientos pesos a todo caballero que siendo convidado dejase de concurrir sin causa justa. La ceremonia, que en sus principios fue muy lucida, vino después a ser ridícula, cuando el paseo se hacía ya en coches, y no a caballo, y el pendón iba asomado por una de las portezuelas del coche del virrey. Las cortes de España la abolieron por decreto de 7 de enero de 1812, y la fiesta de San Hipólito se redujo a que el virrey, audiencia y autoridades asistieran a la iglesia, como en cualquiera otra función ordinaria. Inútil es decir que hasta esto cesó con la Independencia. JOAQUÍN GARCÍA ICAZBALCETA.64 Este es pues, lo que se puede anotar y recoger sobre un majestuoso acontecimiento representado en la significativa fiesta del “paseo del Pendón” o “memoria de la conquista”.

 1623 Elogio descriptivo… "Elogio descriptivo"65escrito con motivo del famoso juego de toros y de cañas66

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Francisco Cervantes de Salazar: México en 1554. Tres diálogos latinos traducidos: (Joaquín García Icazbalceta). Notas preliminares: Julio Jiménez Rueda. México, 3ª edición, Universidad Nacional Autónoma de México, Coordinación de Humanidades, 1964. VIII-130 p. (Biblioteca del estudiante universitario, 3)., p. 124129. 65 “Elogio descriptivo”: El texto que aparece a continuación es producto, principalmente, de la combinación de dos versiones distintas. La fuente principal, sin embargo, ha sido la que aparece en un apéndice del tomo número 52 de la Biblioteca de autores españoles y que lleva el título general de Comedias escogidas de Frey Lope de Vega y Carpio (Alarcón, 583-88). El anteriormente mencionado libro es el producto del exhaustivo trabajo de compilación y edición de don Juan Eugenio Hartzenbusch y fue realizado a finales del siglo XIX. A la versión de Hartzenbusch, por otro lado, le he añadido aquí, en forma de notas a pie de página, las palabras o frases diferentes que he encontrado en otra versión del poema que se encuentra en una antología manuscrita de la Biblioteca Nacional de Madrid (MSS 20468). El volumen en concreto del que forma parte esta segunda versión del poema lleva el título de Historia de Felipe Cuarto y, por lo que parece, fue compilado en su momento por un tal Diego de Soto de Aguilar. Por otro lado, también he encontrado un pequeño fragmento del poema en cuestión en la página 228 del libro de don Jenaro de Alenda y Mira, pero, sin embargo, no he usado en mi trabajo ninguna de las pequeñas diferencias que aparecen en ese texto. Asimismo, también es posible demostrar la existencia de, al menos, una versión más gracias a las pequeñas diferencias que se que se pueden apreciar en las citas que de este poema hace Quevedo en su “Comento contra setenta y tres estancias que don Juan Ruiz de Alarcón ha escrito [...]” (588-92).(N. del E.). 66 Cañas: Considero importante incluir aquí la descripción que hace Fernández Guerra de los juegos de cañas: Era este ejercicio un simulacro de pelea donde, colocadas las dos fuerzas frente a frente, y saliendo los jinetes uno a uno por opuestos lados, corrían a encontrarse de rodeo, arrojándose cañas en vez de lanzas, y retirándose con gran ligereza. Teníase por más diestro adalid el que conseguía parar los golpes con la adarga, o los burlaba hurtando el cuerpo, y el que señalaba la herida a su contrario en mejor parte, con más seguridad y mayor potencia. Muchas veces solían embestirse dos a dos, y hasta por cuadrillas, y concluir también como a la folla, peleando todos juntos sin orden ni concierto. (386)


celebrado en Madrid en agosto de 1623 por Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza. Edición crítica de Rafael Iglesias.67 Elogio descriptivo a las fiestas que la Majestad del Rey Felipe IV hizo por su persona en Madrid a 21 de agosto de 1623 años, a la celebración de los conciertos entre el Serenísimo Carlos Estuardo, Príncipe de Inglaterra, y la Serenísima María de Austria, Infanta de Castilla. 68 Al Duque adelantado, etc. Quien yerra obedeciendo, no desmerece errando. En esta confianza se atreve este papel a las manos de Vuestra Excelencia, y en ésa no teme a las demás. Guarde nuestro Señor a Vuestra Excelencia. El licenciado don Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza. -IMientras la admiración avara atiende69 a tanta majestad, a tanta pompa, el vuelo, ¡oh, fama!, con la voz suspende, porque, informada bien, silencios rompa. No encarecida70 la verdad aprende, que no mendiga aumentos de tu trompa;71 ministrará mi numerosa Clío72

Por lo que se refiere a los toros, se trataba de una actividad reservada casi exclusivamente a los nobles y que poco tiene que ver con lo que existe hoy. Baste decir que el toreo se realizaba a lomos de caballo y que a los toros se les abatía de forma brutal clavándoles todo tipo de objetos de metal.(N. del E.). 67 El "Elogio descriptivo" escrito con motivo del famoso juego de toros y de cañas celebrado en Madrid en agosto de 1623 Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza; edición crítica de Rafael Iglesias Alicante: Datos tomados de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?0Ref4060. Poesía española. Poesía española- Siglo 17. 68 Como dice el propio Alarcón en el encabezamiento de su obra, este poema fue escrito en 1623 con motivo de la más importante de las fiestas de toros y cañas que se celebraron durante la estancia en la ciudad de Madrid del Príncipe de Gales, futuro Carlos I de Inglaterra. Esta fiesta en concreto tuvo lugar el 21 de agosto de ese año y en ella se celebró oficialmente el hecho de que, después de años de arduas negociaciones, se hubiera llegado a un principio de acuerdo para que la Infanta María, hermana de Felipe IV, se convirtiese en la esposa del heredero de la Corona inglesa. A pesar de toda esta parafernalia, sin embargo, las negociaciones acabarían en un tremendo fiasco que condicionaría las relaciones entre España e Inglaterra durante muchos años (véase Puyuelo). Por otro lado, el poema que sigue también es interesante por el hecho de que en su creación participaran doce escritores además del propio Alarcón. El escritor mexicano era el que originalmente había recibido el encargo del Duque de Cea y fue el que, en definitiva, se encargó de dar la forma final a la obra. Sin embargo, cuando el poema estuvo terminado, Alarcón se negó a reconocer la participación de los otros escritores y, por lo que parece, tampoco repartió el dinero que el Duque de Cea había entregado. Esta extraña actitud le acarreó la crítica casi unánime de los miembros del ambiente literario madrileño al igual que una larga serie de poemas y textos satíricos dirigidos contra él que, en gran parte, es posible encontrar en los tomos 20 y 52 de la Biblioteca de autores españoles (páginas XXII-XXIV y 587-592 respectivamente). (N. del E.). 69 Avara: Todo el mundo parece pendiente, casi con ansiedad. Nadie quiere perder detalle de la celebración. A esto es a lo que parece referirse Alarcón con lo de “admiración avara”. (N. del E.). 70 Exagerar y ponderar con exceso las cosas, alabándolas y engrandeciéndolas (Diccionario de autoridades). Por lo tanto, los hechos, según lo que parece decir Alarcón, reciben el punto justo de alabanza y no hay ninguna exageración. (N. del E.). 71 Según el Diccionario de autoridades, una trompa es un instrumento marcial comúnmente hecho de bronce. Aquí el poema parece referirse, de forma alegórica, a la música de trompas que, supuestamente, la fama utilizaría para airear los acontecimientos. Según el poeta, sin embargo, los hechos históricos que aparecen narrados en este poema son de tal magnitud que, de hecho, no es necesario “mendigar aumentos” a la trompa de la fama. (N. del E.).


lengua a tu aliento y ley a tu albedrío. 73 - II Era del año la estación ardiente;74 daba a Febo75 el León último hospicio,76 del alto cielo al húmedo Occidente su carro amenazaba al precipicio;77 la turba inferior,78 y la eminente nobleza, o por su sangre, o su ejercicio,79 de la Corte de España concurría, y, de su circo, anfiteatro80 hacía.81 72

Clío es una de las nueve musas. Concretamente, es la musa de la historia. En consecuencia, en estos versos el poeta nos comunica su deseo de que este poema sirva para inmortalizar la memoria del suceso. Por otro lado, el hecho de que se refiera a su “numerosa Clío” podría ser una referencia tangencial a la participación de muchas otras personas en la composición de este poema. Como es bien conocido, Alarcón convenció a unos poetas para que le ayudasen a terminar el encargo del Duque de Cea a tiempo. En realidad, ésta es quizás la única instancia en que el poema nos deja ver, y de manera muy indirecta, que podría haber otros autores además del propio Ruiz de Alarcón. (N. del E.). 73 Como resumen de la estrofa podemos decir que el poeta desea que sus palabras sirvan para que no se pierda la memoria de unos acontecimientos tan notables. Por otro lado, se muestra muy interesado en que estos sucesos sean recordados en el futuro, supuestamente, según realmente ocurrieron. Alarcón sugiere, en ese sentido, que su voz está “informada bien” y también asegura que pretende imponerle “ley” al “albedrío” de la fama. Sin embargo, como veremos a lo largo del poema, Alarcón, en realidad, contará algunos detalles de forma muy distinta a como ocurrieron en la realidad. (N. del E.). 74 Las cañas se hicieron el lunes 21 de agosto de 1623 del calendario español. (N. del E.). 75 Febo es uno de los muchos nombres con que los antiguos griegos se referían al sol (Smaller Classical Dictionary). (N. del E.). 76 Por la época del año en que se estaban realizando estos juegos de cañas el sol estaba saliendo, desde un punto de vista astrológico, de la zona de influencia de Leo (la constelación del león). (N. del E.). 77 Los antiguos griegos creían que el sol (Helios) viajaba todos los días desde el Oriente al Occidente en un carro arrastrado por cuatro caballos blancos. Al final de su viaje diario, el carro del dios Helios, también identificado a veces con Apolo, descendía hacia el océano. Una vez fuera de la vista de la gente, podía descansar mientras le llevaban de vuelta hacia el Oriente para que pudiera volver a dar comienzo a un nuevo día (Smaller Classical Dictionary). En cierto sentido, cada atardecer el carro de este dios parecía caer a las aguas del mar y eso es, precisamente, lo que parece sugerir el poeta en estos dos versos. Por otro lado, hay que tener en cuenta que los juegos de cañas de los que tratamos empezaron a media tarde y que, por lo tanto, Alarcón no se puede estar refiriendo con estas palabras a la hora del día en que tuvieron lugar. En opinión de Rafael Iglesias Alicante, estas referencias al carro de Apolo son, más bien, una simple muestra de erudición muy a tono con el estilo culteranista de la obra. (N. del E.). 78 El pueblo llano. (N. del E.). 79 Tradicionalmente, la nobleza se adquiría por herencia (nobleza de sangre) o por haber desempeñado algún cargo de alta responsabilidad en la administración del Reino (nobleza de oficio). (N. del E.). 80 Es evidente que lo que pretende Alarcón con estas palabras es darle mayor categoría al lugar. Desde un punto de vista estrictamente arquitectónico, sin embargo, la comparación es algo pobre. De hecho, los anfiteatros, donde se realizaban, entre otras cosas, los juegos y luchas de gladiadores, eran considerablemente más pequeños que los circos, en los cuales se celebraban principalmente las carreras de cuádrigas. En cualquier caso, tanto los circos como los anfiteatros de la antigüedad eran tenidos en alta estima y sólo se diferenciaban en la forma y en el tipo de espectáculos que albergaban. Quevedo, por lo que parece, tenía la misma opinión que yo en lo que se refiere a esta estrofa en concreto del poema de Alarcón (“Comento” 589). (N. del E.). 81 A modo de resumen, esta estrofa nos informa de que las cañas se celebraron en agosto (de 1623) y que la Plaza Mayor de Madrid, donde tuvieron lugar, estaba llena de gente de toda clase y condición que quería presenciar este magnífico espectáculo. (N. del E.).


- III Los tafetanes, rasos, terciopelos, telas, tabís,82 damascos y brocados edificios mentían, si eran velos en consonancia hermosa variados.83 Daban ventaja a su esplendor los cielos, Cuanta soberbia a su color los prados,84 y la inquietud del pueblo y el ruido sobraban a la vista y al oído;85 - IV cuando el aplauso roba cortesano de diosas dos la adoración humana: esta Juno86 del Jove87 castellano, del anglo Endimión88 esta Diana.89 Coro de ninfas las emula en vano,90 si su hermosura puede soberana, ausentes estas dos deidades bellas, acreditar de soles91 sus estrellas.92 Soto: “tabíes”. (N. del E.). Estos versos se refieren a las ricas telas de todas clases que, según la costumbre de la época, decoraban las calles de Madrid y, especialmente, la Plaza Mayor los días en que se celebraba algo especial. (N. del E.). 84 El azul del despejado cielo de verano de Madrid podía competir, según Alarcón, con el esplendor del verdor de los prados en la primavera. (N. del E.). 85 La expectación entre el público asistente era grande y, por lo que parece, la multitud hacía un gran ruido. (N. del E.). 86 Esposa de Júpiter y, por lo tanto, Reina del cielo (Smaller Classical Dictionary). Aquí Alarcón se refiere, evidentemente, a la Reina de España, Isabel de Borbón. Según sabemos por algunas relaciones de sucesos (Simón Díaz 238-47), Isabel y la Infanta María se encontraban en la Casa de la Panadería de la Plaza Mayor desde las once de ese día. Allí habían comido en las habitaciones que la Familia Real usaba en ocasiones como ésta. (N. del E.). 87 Se refiere a Júpiter, principal dios romano (equiparable al Zeus griego). Esta es en el fondo una referencia a Felipe IV, esposo de Isabel. (N. del E.). 88 Según el Smaller Classical Dictionary, Endimión era un bello joven del que Selene (la luna) se había enamorado. En concreto, aquí el poeta se refiere al Príncipe Carlos. (N. del E.). 89 Según el Smaller Classical Dictionary, Diana puede, en ocasiones, ser identificada con la luna. La luna, en este caso, sería la Infanta María. Quevedo escribió una crítica literaria sobre este poema y, en concreto, dedicó unas duras líneas a estos versos de Alarcón. Dice: “El nombre de Diana le pertenece en los bosques, donde guardó perpetua virginidad, no al cielo, que se llamó Luna, y donde agradecida del amor del pastor, bajaba cada día a hocicarse con él. No sé qué paridad tiene esta fábula con lo que quiso decir” (“Comento” 589). (N. del E.). 90 Es probable que se refiera a las damas de compañía (meninas) que atendían constantemente a estas dos señoras. (N. del E.). 91 Soto: “doseles”. (N. del E.). 92 Las dos deidades “ausentes” de que habla el poeta son Carlos y Felipe. De hecho, numerosas relaciones de sucesos dan fe de que Felipe llegó a la plaza alrededor de las dos (o tres) de esa tarde (Simón Díaz 238-47). También observamos en estos versos que el poeta usa la palabra “soles” para referirse a Felipe y Carlos. Todo eso, por otro lado, tiene sentido si consideramos algunos aspectos de las creencias de la gente en esa época. En concreto, por aquel entonces, los Monarcas eran considerados casi como semidioses, porque, según se creía, habían obtenido su poder por gracia de Dios. Era casi natural, por lo tanto, que los poetas, puesto que las 82 83


-VGrave se mueve el uno y otro plaustro93 de cielo, con razón presuntuoso, hasta la línea en que su breve claustro,94 lo que negó envidiado, da envidioso; rosada y blanca95 ostenta, opuesto96 al austro,97 dos bellas albas98 un Oriente99 hermoso, porque a Filipo y Carlos precursoras, pues son dos soles, nazcan dos auroras.100 comparaciones con el dios cristiano eran imposibles, se esforzasen por recalcar la supuesta divinidad de sus señores encontrando correspondencias entre ellos y los dioses de la antigüedad clásica. En concreto, con cierta frecuencia a los Monarcas se les identificaba con Apolo (dios sol de los griegos). Por otro lado, al igual que ocurre con el sol, que da vida al planeta Tierra, los Monarcas eran reflejados en los poemas como la fuente última de poder en sus respectivos dominios. También de forma similar a lo que ocurre en nuestro sistema solar, la luz de los Reyes Sol es reflejada por las Reinas Luna. De hecho, como hemos visto en esta misma estrofa, a María se la relaciona explícitamente con este astro. En definitiva, por su condición de mujeres, a pesar de su altísima posición social, la principal virtud de las mujeres de sangre real es la de poder participar de la grandeza (brillantez) de sus esposos. En ese sentido, la Reina Isabel participa de la de Felipe IV y la Infanta María de la del que se suponía iba a ser su futuro marido, el Príncipe de Gales. El poeta, por otro lado, nos recuerda en esta estrofa que ni Carlos ni Felipe están todavía en la plaza, aunque, por otro lado, eso no parece ser una dificultad para que estas dos señoras nos muestren una especie de atisbos de la luz de sus compañeros. (N. del E.). 93 “Grave”: Importante y de mucha entidad y gravedad (Diccionario de autoridades). (N. del E.); “se mueve”, Soto: “se muestra”. (N. del E.); “el uno y otro claustro”: Un plaustro es un carro (Diccionario de autoridades). Evidentemente, el poeta sigue haciendo referencia al carro de Apolo y, por extensión, a las personas de sangre real presentes en ese momento en la Plaza Mayor de Madrid. (N. del E.). 94 Aquí el “breve claustro” son los pequeños balcones de la Casa de la Panadería de Madrid desde donde estaba previsto que el Rey y el Príncipe de Gales presidieran las celebraciones. Por otro lado, sabemos que la Reina Isabel y la Infanta María ya llevaban ahí varias horas. (N. del E.). 95 Sabemos por las relaciones de sucesos (Simón Díaz 241), que la Infanta María iba vestida de blanco, que, precisamente, era el color del Príncipe de Gales. Por otro lado, es muy probable, como parece sugerir el poema, que Isabel fuese vestida, a su vez, de rosado. (N. del E.). 96 Soto: “opuesta”. (N. del E.). 97 Según el Diccionario de autoridades, el austro es uno de los cuatro vientos cardinales. Concretamente, es el que viene de la parte del mediodía (sur). Cualquiera que conozca Madrid sabe que los balcones de la Casa de la Panadería, donde estaban la Reina y la Princesa, están orientados hacia el sur. En este sentido, las dos mujeres que se mencionan en el poema estarían de cara a un hipotético viento de componente sur. El verso es, en definitiva, una forma rebuscada de indicar hacia dónde encaraban los balcones desde los que la Familia Real iba a presenciar el espectáculo. (N. del E.). 98 Primera luz que al amanecer despide de sí el sol (Diccionario de autoridades). El alba es una consecuencia directa de la aparición del sol y, por lo tanto, es un buen símil para hablar de las consortes de los Reyes, particularmente si su presencia anticipa la de sus maridos. (N. del E.). 99 El Oriente es el lugar donde aparece el sol (el Rey). En realidad, el edificio de la Casa de la Panadería se encuentra en el Norte de la Plaza y, en consecuencia, sólo se justifica el uso en estos versos de la palabra «Oriente» por la presencia en la Panadería de personas de sangre real. (N. del E.). 100 A modo de resumen de esta compleja estrofa, podemos decir que en ella se explica que Carlos de Gales y Felipe IV todavía no han llegado a la Plaza Mayor de Madrid, pero que la Infanta María y la Reina Isabel les han precedido. En definitiva, según el poema, al igual que el alba (o aurora) precede al sol, estas dos mujeres han llegado antes que Carlos y Felipe. Por otro lado, como vemos, para todos los efectos, a María se la considera ya como esposa de Carlos. (N. del E.).


- VI Jerarquía gentil de semidiosas, obsequio ilustre de sus Majestades, cuando de propios rayos luminosas, reflejos gozan de sus dos deidades;101 vivos claveles, animadas rosas, componen de vistosas variedades bellezas que las alas solicitan dar al amor, que a la esperanza quitan102 - VII Candores brilla, si entre auroras puede,103 del cielo de Austria el esplendor tercero,104 que, si no las compite, no las cede;105 si ellas auroras son, él es lucero;106 pimpollo tierno, a quien la edad concede maduro fruto en su verdor primero;107 Antistes en Toledo vigilante, Príncipe en Roma, y, en Castilla, Infante.108 - VIII Rosas Gales vertiendo y azucenas, 101

Por su sangre real, la Reina Isabel y la Infanta María tienen luz propia, pero es sólo en presencia de sus maridos que llegan a alcanzar todo su esplendor. (N. del E.). 102 De manera general, esta estrofa sencillamente alaba la belleza sin par de la Reina Isabel y la Infanta María. (N. del E.). 103 “Candores”: La blancura, no entendida simplemente como color, sino la que está unida y tiene en sí resplandor y arroja de sí como una luz (Diccionario de autoridades). (N. del E.). 104 Felipe IV es miembro de la Casa Real de Austria. (N. del E.). 105 Isabel, María y Felipe despiden de sí la luz propia de su sangre. Felipe, sin embargo, es al menos tan brillante como estas dos mujeres. (N. del E.). 106 El verso de la edición de Hartzenbusch es muy distinto del que aparece en la antología manuscrita de Diego de Soto (Historia de Felipe IV). La versión de Soto es así: «si ellas auroras, son ellos “lucero”. Por lo tanto, al hablar de “ellos”, en la versión de Soto parece incluirse a Carlos. Esto, por otro lado, aunque tiene sentido en el contexto general de los acontecimientos, no parece, sin embargo, encajar con los versos que preceden y siguen inmediatamente a este verso. En consecuencia, es, muy posiblemente, un simple error de trascripción de Soto. En mi opinión, por lo tanto, considero que seguramente es más correcta la versión que aparece en la antología de Hartzenbusch. (N. del E.). 107 Felipe IV en esa época era poco más que un adolescente, pero el pueblo parecía muy esperanzado con él. Al menos en sus primeros años a la cabeza del país, Felipe parecía tener muchas de las cualidades que la gente creía necesarias en un buen Rey. En ese sentido, como parece sugerir este verso, Felipe estaba dando ya algunos de los frutos que se podrían esperar de un hombre mucho mayor que él. (N. del E.). 108 En estos dos últimos versos se refiere a los distintos cargos y títulos de Felipe IV mencionando, además, las ciudades y territorios con las que están relacionados de una forma u otra. En ese sentido, Toledo era y es la cabeza de la Iglesia Católica de España y, por lo tanto, aquí nos podría estar recordando el poeta que una de las principales misiones del Rey de España era, precisamente, la de mantener la pureza de la Iglesia. Además, Felipe, como Rey de España, también era uno de los principales brazos armados de la Iglesia de Roma, de ahí la referencia a esta ciudad italiana. Por último, la referencia a Castilla puede deberse al hecho de que Felipe era el Rey de Castilla. (N. del E.).


si la sed de su amor en la tardanza del merecido premio sufre pena, glorias bebe en la vista su esperanza; duro en medio metal finge cadenas,109 por quien Tántalo110 preso el bien no alcanza; y, cuando en fiestas uno y otro polo111 se alegra de su gloria, pena él solo.112 - IX Al espléndido trono fija atento, ávida vista, el pueblo circunstante,113 cuando se ve ilustrar el firmamento de nueva luz, de sol más radiante.114 ¡El Rey!, turbada mano, flaco aliento, antes que rudo escriba, antes que cante poco canoro115 Majestad tan suma, ¡Oh!, pídele perdón, ¡Oh, voz y pluma!116 -XNo tanto entre topacios y jacintos se oculta el hijo hermoso de Latona,117 cuando los rayos de su luz distintos esparcen oro a la elevada zona;118 alba que de confusos laberintos, de estrellas fugitivas, se corona; cuántas postró Filipo119 majestades, 109

Aunque Carlos Estuardo todavía no ha llegado, el poeta nos indica que la Infanta va a presenciar el espectáculo desde un balcón distinto al del Príncipe. En ese sentido, los hierros de los balcones que los separan han de ser como barrotes de una prisión que impidan que Carlos se acerque a su amada. (N. del E.). 110 Personaje mítico castigado por los dioses a sufrir sed y hambre eternos mientras tenía, casi al alcance de la mano, abundante comida y agua (Smaller Classical Dictionary). Esto, claramente, está relacionado con los hechos históricos de los que trato aquí. Carlos Estuardo estaba enamorado de María y hacía todo lo posible por conseguirla, aunque, evidentemente, sin demasiado éxito. El poeta, por lo tanto, recalca lo penoso que debía ser para él el observar constantemente a la persona amada, pero sin tener una verdadera oportunidad de intimar con ella. (N. del E.). 111 Lo de “polo” se refiere a todo el mundo. La versión de Soto, sin embargo, aquí usa “Apolo”. Esta última versión se refiere, en mi opinión, al Rey Sol, aunque, sin embargo, parece tener menos sentido que la de Hartzenbusch. En consecuencia, seguramente se trata de un simple error de transcripción. (N. del E.). 112 La estrofa habla del contraste que se podía apreciar entre las espectaculares celebraciones en honor del Príncipe y el dolor personal que éste sufría por no estar con la persona amada. Mientras todos se alegraban por él, él sufría en el interior. (N. del E.). 113 Debe leerse como: El pueblo circundante, atento, fija la ávida vista al espléndido trono. (N. del E.). 114 Soto: “irradiante”. (N. del E.). 115 Sonoro, entonado y que tiene melodía en la voz y dulzura en el modo de articular y cantar (Diccionario de autoridades). (N. del E.). 116 En esta estrofa el poeta describe la expectación de la gente ante la inminente llegada del Rey y pide perdón por las insuficiencias de su poesía para describir un espectáculo tan magnífico que, incluso, llega a quitarle el aliento. (N. del E.). 117 Latona es la madre de Apolo (Smaller Classical Dictionary). Con lo de hijo de Latona el poeta se refiere al sol y, en consecuencia, está hablando de Felipe, Rey Sol de España. (N. del E.). 118 Los rayos del sol (Apolo) se esparcen por el cielo. Sigue, por lo tanto, hablando de Felipe IV. (N. del E.).


eclipsó luces, humanó deidades. 120 - XI Ocupa el real trono, eminente solio,121 del de Arctus122 a la mano diestra.123 Si su genio, si el signo su ascendente predice efectos y verdades muestra, del quinto Carlos Fénix renascente, cuanto en el nombre en la marcial palestra,124 que al sol hesperio125 en luces emulara, a no vencerle a rayos su tiara.126 - XII Águila, a su esplendor no se deslumbra; salamandra, a su fuego no se abrasa,127 aquel que digno a su favor encumbra mérito, propio ya, ya de su Casa;128 polo constante a la región que alumbra, al orbe que gobierna, firme basa;129 por cuyo sabio y religioso celo es Anglia España, y es España cielo.130

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Felipe IV. (N. del E.). Al compararse con Felipe IV, otras majestades, luces o dioses parecen empequeñecerse. (N. del E.). 121 Un solio es un tipo de trono. La Casa de la Panadería tenía un balcón desde el que el Rey normalmente presenciaba las fiestas de toros y cañas. Normalmente este balcón era decorado para que destacase sobre los demás y, de hecho, parecía, en cierto sentido, un trono. (N. del E.). 122 Arcturo. Estrella de primera magnitud en el extremo de la vestidura de Bóotes (Diccionario de autoridades). En el poema se está hablando claramente de una estrella relacionada con el norte y, en consecuencia, podemos entender una referencia a Carlos. Soto, por su lado, dice aquí “del arnés”. (N. del E.). 123 Durante estas cañas, Carlos Estuardo presenció el espectáculo justo al lado de Felipe. (N. del E.). 124 Con “marcial palestra” se refiere al campo de batalla. El poeta, en definitiva, parece querer decir que es ahí donde Felipe ha de brillar en el futuro. (N. del E.). 125 Se refiere al sol de España. Según la mitología clásica, las Hespérides (Dicctionnaire de la mythologie) vivían en una tierra localizada en el límite occidental del mundo. Es por eso, precisamente, que esta tierra es convencionalmente identificada a veces con España. (N. del E.). 126 Una tiara es una especie de corona. Esta estrofa, por otro lado, nos informa de la llegada de Felipe IV y de Carlos Estuardo a la Casa de la Panadería de la Plaza Mayor de Madrid y sugiere que, de hacerse verdad las predicciones, Felipe llegará a brillar en el futuro al nivel de Carlos V, su bisabuelo. (N. del E.). 127 El Conde Duque de Olivares, valido del Rey, no se deslumbra ni se quema en la cercanía de Felipe (Rey Sol de España). En ese sentido, tiene las mismas propiedades que le supone el poeta a las águilas y las salamandras respectivamente. (N. del E.). 128 Olivares tiene cualidades propias y, además, pertenece a una de las familias más importantes del país. Por otro lado, también merece ser encomiado por el hecho de haber conseguido la confianza de Felipe. (N. del E.). 129 Una basa es el fundamento y principio de una cosa (Diccionario de autoridades). Olivares, por lo tanto, es, según Alarcón, una base que sustenta a la nación y al Imperio y es, además, el que ha conseguido que se realicen estas bodas. Desde el punto de vista histórico, sin embargo, lo que dice Alarcón es totalmente falso. En realidad, Olivares hizo lo que pudo para impedir la boda, aunque, eso sí, intentando evitar que la deseada ruptura de las negociaciones provocase una guerra con Inglaterra. (N. del E.). 130 En el “Comento” Quevedo se burla de este verso del poema de Ruiz de Alarcón. Dice así: 120


- XIII Del alto trono el trono mismo alcanza el árctico131 Almirante,132 que merece quien del huésped inglés133 ha134 la privanza;135 con propias partes136 y adquiridas crece;137 su verde ornato138 explica la esperanza del bien futuro que a su139 patria ofrece, siendo al principio de esta unión tercero,140 siendo, al deseo de este fin, primero.141 - XIV Tudesca hueste herrado fresno esgrime 142 en la plebeya turba resistente,143 que al escarmiento de sus golpes gime, sin que al gemido de ellos escarmiente; mas, tanto su furor al fin la oprime, que, atropellada en fuga diligente, imita por las puertas el gentío rápido curso de inundante río.144

Es equívoco; que se puede entender que es España Anglia, como que Anglia es España; y lo uno no es verdad, lo otro a nadie está bien, a la fe peor. Y deseo saber por qué es España cielo. Mas no me acordaba: por estar en España aquellas santas reliquias de ingleses que acompañaron a su Príncipe en esta jornada. (589). (N. del E.). 131 Soto: “ártico”. (N. del E.). 132 Se refiere a Buckingham, que, entre sus cargos honoríficos, contaba con el de Almirante de Inglaterra. Los versos también nos recuerdan que Buckingham estaba muy cerca del Rey inglés. (N. del E.). 133 “huésped inglés” es Carlos, futuro Rey de Inglaterra. (N. del E.). 134 Debe entenderse como: tiene. (N. del E.). 135 En esa época, se usaba la palabra “privado” con más frecuencia que la palabra “valido”. (N. del E.). 136 Soto: “paces”. (N. del E.). 137 Soto dice aquí “creces”. El verso, de manera general, viene a decir que, al igual que Olivares, Buckingham tiene muchas virtudes y merece, por lo tanto, la confianza de su Rey y su encumbramiento social. (N. del E.) 138 Durante su estancia en Madrid, Buckingham obtuvo el honor de ser nombrado Duque. Hasta entonces sólo había sido Marqués. (N. del E.). 139 Soto: “que hoy su patria [...]”. (N. del E.). 140 Buckingham sólo está por detrás del Rey y del Príncipe en lo que se refiere al poder en Inglaterra. (N. del E.). 141 El poeta habla de Buckingham como si fuera uno de los principales impulsores de la unión entre España e Inglaterra. En realidad, sin embargo, en un principio a Buckingham sólo le preocupaban estas negociaciones en tanto en cuanto se trataba de un asunto por el que el Rey inglés, su protector, estaba casi obsesionado. De hecho, su actitud negativa y su hostilidad con respecto a los españoles fueron un elemento de primera magnitud para provocar la ruptura definitiva de las negociaciones. (N. del E.). 142 “Tudesca hueste”: Se refiere a la guardia alemana, que estaba al mando del Marqués de Rentín. (N. del E.). “herrado fresno”: Armas. (N. del E.). 143 Se refiere al pueblo llano, que, por lo que parece, se resiste a dejar la plaza. (N. del E.). 144 A manera de resumen, la estrofa que sigue dice que la guardia alemana con sus armas golpea al populacho para despejar la plaza. En un principio se resiste la gente a salir pero, finalmente, se empieza a mover la masa hacia las puertas, casi como si se tratase de la corriente de agua de un río. Precisamente a este momento del


- XV Movibles selvas, fuentes racionales,145 en orden bañan el espacio enjuto, formando con sus húmedos raudales caracteres que borre el marcial bruto.146 Mas ya en festivos cóncavos metales147 (porque unión tan feliz con su tributo ayude a celebrar cada elemento), antes que cese el agua, suena el viento.148 - XVI Pueblo de famas es el ordenado escuadrón de rubíes numeroso,149 de cuya mano o pecho es inspirado uno y otro instrumento sonoroso; diez veces quince son los que en ornado bruto150 el término atruenan espacioso;151 y aún no tanto clarín y tanta trompa152 espectáculo se refiere una de las relaciones de sucesos recogidas por Simón Díaz cuando dice: “[&] entraron los capitanes de las guardias española y tudesca a despojar la plaza” (238). Quevedo se burla del descuido de Ruiz al olvidar a la guardia española. Dice así: “Olvidóse la guardia española el cuitadico. Algún palo le han dado con su 'quita diablo' teniéndole por sabandijón” (“Comento” 589). (N. del E.). 145 “Movibles selvas”: Se refiere a los carros de la Villa que se usaban para regar la arena de la plaza para que no se levantase polvo. En aquella época, la Plaza Mayor de Madrid no estaba adoquinada según lo está en la actualidad. (N. del E.). ( ) “fuentes racionales”: Quevedo tiene un comentario muy gracioso con respecto a este verso. Dice: A los carros que regaban la plaza llama fuentes racionales. Esto pertenecía a Aretusa, Blisis o Egenia, que fueron racionales y se convirtieron en fuentes; pero no a los que hacían este ministerio, que es dar a entender que los pícaros iban meando. Y, si así regaron, está bien llamarlos fuentes racionales; si regaron con los cueros, no está bien. O dígalo Richi, que en otro no es de creer en tal auditorio. (“Comento” 589). (N. del E.). 146 Simón Díaz recoge en su libro una relación de un tal Juan Antonio de la Peña que dice: “Comenzaron a regar 24 carros (alamedas, portátiles y fuentes de la plaza) con el orden que suelen”. (241). Alarcón, por su lado, parece querer trascender un hecho tan prosaico y lo poetiza hasta el extremo. Nos dice que los carros que recorrían la plaza parecían fuentes racionales que iban haciendo marcas en el suelo de la plaza. Más tarde, continúa el poema, borraría con sus pezuñas el toro los dibujos que el agua había hecho en el suelo. (N. del E.). 147 Instrumentos musicales. (N. del E.). 148 Claramente han participado todos los elementos que forman la naturaleza en esta celebración. El Rey ha aportado el fuego del sol. La tierra es la de la plaza, y el agua es el que los carros van esparciendo por la arena. Sólo faltaba el viento, y ese viene dado por los instrumentos de viento que empiezan a sonar antes incluso de que se haya terminado de regar la plaza. (N. del E.). 149 Soto: “numerosos”. Alarcón se refiere aquí a los músicos. Por otro lado, los llama “pueblo” por lo numeroso y “de famas” por el hecho de que contribuían al mayor boato de la celebración en honor de Carlos Estuardo y de la Infanta María. De otra parte, son “rubíes” por el color rojo de sus trajes. (N. del E.). 150 Los caballos llevaban bellos jaeces. (N. del E.). 151 Aquí “el término [...] espacioso” es la Plaza Mayor. (N. del E.). 152 Soto: “y hacen no tanto clarín y tanta trompa”. Esta versión, por otro lado, parece tener menos sentido que la que aparece en la edición de Hartzenbusch. Seguramente se trate de un error de transcripción por parte de Soto. (N. del E.).


es voz bastante a la futura pompa. 153 – XVII – Clara familia infante el grave paso circundante repite,154 honora atenta, del que, si presto volara Pegaso,155 ahora156 tardo157 Majestad ostenta.158 El rubio159 que el Oriente,160 el que el ocaso cándido pecho rinde, le acrecienta; rayos sí, mas no fuego al ardimiento; sosiego, no opresión al movimiento.161 - XVIII Terliz purpúreo, que, de Arabia el oro,162 dosel163 del solio164 imperial guarnece;165 Simón Díaz transcribe una relación anónima que dice: “[&] siguieron luego ciento y cincuenta personas a caballo, todos vestidos de encarnado y plata. Eran ministriles que entraron dos a dos haciendo una armonía admirable y, aunque tanta, no confusa. Los cuarenta primeros eran atabaleros y los demás trompetas y chirimías”. (238). Vemos, por lo tanto, que todas estas personas contribuían a hacer el espectáculo más brillante, pero el autor del poema, sin embargo, nos deja entrever con sus palabras que lo que se había visto hasta ese momento, a pesar de ser impresionante, sólo era el principio. (N. del E.). 154 Los músicos dan la vuelta a la plaza lentamente. (N. del E.). 155 Mítico caballo alado. Aquí es claramente una metáfora que se refiere al caballo del Rey, al cual están mostrando unos lacayos en la plaza. (N. del E.). 156 Tanto Soto como Hartzenbusch dicen “agora” pero he considerado necesario cambiarlo. (N. del E.). 157 En astronomía, se dice de un planeta cuando su movimiento diurno verdadero es menor que el medio (Diccionario de autoridades). Soto, de otra parte, aquí dice “tarda”. (N. del E.). 158 El caballo merece el apelativo de Pegaso, pero, puesto que de momento no va montado por el Rey, todavía no aparece ante nuestros ojos en su forma más espectacular. En la relación de Peña que Simón Díaz transcribe se dice lo siguiente: “Seguíase la caballeriza, dando principio todos los caballerizos, pajes del Rey, y oficiales de ella, descubiertos ante un rico caballo, en que había de correr su Majestad. Todos muy galanes y bizarros. Iban cuatro palafreneros, cuatro herradores con sus bolsas de terciopelo carmesí, y en ella lo necesario para herrar a los caballos [&]” (241). (N. del E.). 159 Los caballos que llevaban el carro de Apolo eran blancos y, quizás, se refiera a eso aquí el poeta con la palabra “rubio”. Soto, por su lado, aquí dice “El rubio”. Como es bien sabido, Nubia era un territorio cercano a Egipto. Podemos entender, por lo tanto, que, puesto que en el poema se menciona al caballo del Rey Sol Felipe, este animal podría, al menos alegóricamente, ser originario de la zona de donde surge cada día el Astro Rey. Sin embargo, esta última versión, en cualquier caso, parece tener menos sentido que la de Hartzenbusch. (N. del E.). 160 Lugar de donde proviene el sol. (N. del E.). 161 En esta estrofa se nos dice que unos pajes entran el caballo del Rey y lo pasean por la plaza. El caballo es magnífico, aunque, según Alarcón, no tanto como cuando lleva al Rey a su lomo. Quevedo, por su lado, se burla en el “Comento” del estilo culteranista de esta última parte de la estrofa (589). Dice: “Este infante gandido va entre esta familia circundante. Repito que no habrá dueña española ni diablo que le entienda, aunque diga que lo dijo por los caballerizos que llevaban a pie el caballo de su Majestad”. (N. del E.). 162 “Terliz”: Tela fuerte (Diccionario de autoridades). (N. del E.). 163 “Terliz”: Tela que se pone encima de las camas (Diccionario de autoridades). Aquí no es apropiado el sentido literal. Hay que entenderlo más como una cobertura que lleva encima el caballo. Soto, por su lado, aquí dice “doses”. (N. del E.) 153


si del rico jaez niega el tesoro, satisface la injuria en el que ofrece; en medio el nombre regio, a quien el moro adusto, el escita helado,166 se estremece;167 el oro cifra, y cándidos168 retrata los rayos de sus sienes rica plata.169 - XIX Siguen sus huellas, en ornato iguales, cincuenta y nueve agravios del primero,170 cuyos retratos son las celestiales alas del carro del mayor lucero;171 en plata y nácar luce de reales ministros pueblo, cuyo lisonjero culto el alarde irracional venera por sacro altar de la deidad que espera.172 - XX Portátil basa que, a sus pies rendida,173 164

Trono. El Rey irá más adelante montado a caballo y, en cierto sentido, se puede considerar que el animal en cuestión será su trono durante ese tiempo. En este sentido, al igual que el trono suele tener por encima unas lonas, también el caballo las tiene. (N. del E.). 165 Es difícil saber a qué se refiere aquí el poeta. Es posible que esté hablando de las telas que decoraban el balcón principal de la Casa de la Panadería y que ayudaban a hacerle parecer más regio. Lo más probable, sin embargo, es que esté hablando de la tela que llevaba encima el caballo del Rey y que tenía escrito el nombre de Felipe con ricos bordados. Una de las relaciones anónimas que incluye Simón Díaz en su libro dice: “Venía la caballeriza de su Majestad, que eran sus lacayos y pajes, y todos los caballerizos, acompañando sesenta caballos, a cuyo lado caminaban los picadores. La riqueza de los jaeces pudiera ser hacienda de otro Rey. Mostráronse con sus terlices de terciopelo de grana y bordados de oro, y, en medio, un Felipe, formado de ingeniosos lazos y labores”. (238). Un poco más adelante, Simón Díaz transcribe otra relación, la de Peña, que da datos muy similares. Dice: “[&] sesenta caballos alazanes [&] cubiertos con tellices nuevos de terciopelo carmesí, bordados en ellos de tela de oro el nombre de Felipe IV y sus Reales Armas [&]”. (242). Quevedo (“Comento” 589), como veremos en una nota un poco más adelante, también parece creer que Ruiz se está refiriendo aquí al caballo del Rey. (N. del E.). 166 Los escitas eran un pueblo de la antigüedad originario de la zona de Crimea, aunque en su momento de mayor apogeo lograron extenderse por amplias zonas en torno al Mar Negro. En la época en que se escribió esto, sin embargo, esos territorios estaban bajo control turco principalmente y creo que es, en realidad, a los turcos a los que se refiere el poeta. (N. del E.). 167 Según esto, el nombre de Felipe da miedo a los enemigos de la fe católica. (N. del E.). 168 Soto: “cándido”. (N. del E.). 169 La estrofa parece ser una alabanza del caballo del Rey y de los ricos jaeces que lo adornaban. (N. del E.). 170 Con estos cincuenta y nueve se completa el número de sesenta caballos que entraron en la plaza en ese momento (Simón Díaz, 238). (N. del E.). 171 Las alas de los caballos del carro que usaba Apolo para viajar de Oriente a Occidente. (N. del E.). 172 En una de las relaciones de sucesos vemos que todos los servidores de Felipe estaban descubiertos ante el caballo que había de usar el Rey esa tarde. En cierto sentido, por lo tanto, adoraban a este animal como a un trono donde habría de sentarse un Rey Dios. Esta teoría se refuerza por medio de las palabras de Quevedo en su “Comento”. Dice ahí: “A la silla del caballo, o al caballo mismo, llama sacro altar. Parece herejía o encarecimiento temerario. Pero nota, cristiano, y considera la gran devoción de estos caballeros, que por dar ejemplo a los ingleses, veneran el altar”. (589). (N. del E.). 173 “basa”: Poyo. (N. del E.).


escala sirve al Rey para el estribo, en los hombros se mueve sostenida de cuatro copias de granate vivo. Velo sutil de púrpura tejida, cielo avariento, oculta el leño altivo,174 porque nadie presuma, en los despojos, donde su Alteza el pie, poner los ojos.175 - XXI Doce enfrenados montes, que de Ociro176 son y el tardo animal177 (mestizo parto)178 hijos, conducen de Ladón179 al tiro, que ha de atreverlas al planeta cuarto.180 Metal de Ofín en múrice de Tiro181 presta aljaba182 a las flechas, que del parto183 honrosas han de ser al arco afrentas, de la mano partiendo más violentas.184

Simón Díaz transcribe: “Iba luego un poyo de madera cubierto de un tafetán, que le llevaban dos criados de la caballeriza para que el Rey se pusiese a caballo". (238). Por otro lado, en la relación de Peña recogida también en el libro de Simón Díaz se dice: "Salieron cuarenta mozos de caballos a lo turco, calzón abierto, jaquetillas y bonetes de tafetán encarnado, y tras todos los caballos, con notable majestad y grandeza, traían a hombros un vistoso cabalgador con sus gradillas de madera de caoba, cubierto de tafetán encarnado, con flecos de oro y plata”. (242). (N. del E.). 175 Según el poeta, el motivo de cubrir el cabalgadero de madera es el de evitar que pueda ser visto por cualquiera el sitio donde después ha de poner el pie el Rey. (N. del E.). 176 “Ociro”: Hija de un centauro (Smaller Classical Dictionary). Los centauros tenían una parte humana y una parte de equino. En estos versos en concreto Alarcón se refiere al caballo como especie. Quevedo (“Comento”, 590), por otro lado, censura que Alarcón haya cambiado el nombre de “Ociroe” por el de “Ociro” para así, según él, poder rimar más fácilmente. (N. del E.) 177 El burro. (N. del E.). 178 Las mulas son una mezcla entre yegua y burro. En ese sentido son una mezcla (un mestizo parto) entre Ociro (un equino) y el tardo animal (un burro). (N. del E.). 179 Dragón que guardaba las manzanas de las Hespérides (Smaller Classical Dictionary). (N del E). 180 Simón Díaz incluye en su libro una relación que ayuda a explicar una estrofa de otra forma inexplicable. Dice: “A esta tan vistosa ostentación se siguió otra no menor, de doce acémilas cargadas con haces de cañas, cubiertas con reposteros de terciopelo carmesí, y, en ellos, de rica bordadura las Armas Reales, [&] iba con cada acémila un mozo de acémila, [...]” (242). Por otro lado, sabemos que, aparte de para llevar las cañas, las mulas serían usadas más tarde para arrastrar a los toros muertos fuera de la plaza. Además, el “planeta cuarto” del que habla el poeta es Felipe IV, que es para quien estaban destinadas las cañas que llevaban las mulas. En definitiva, la estrofa viene a decir que doce mulas, que son hijas mestizas de yegua y burro, llevan sobre sí las armas que el brazo del Rey lanzará durante los juegos con una fuerza equiparable a la que tienen las flechas al ser lanzadas por el arco. (N. del E.). 181 “Ofir” y “múrice” parecen palabras inventadas para sugerir un material exótico. Dudo que ese tipo de material existiera en realidad, aunque no excluyo la posibilidad de que así sea. “Tiro”, por otro lado, era una ciudad del Medio Oriente conocida desde tiempos de los fenicios por su tradición mercantil. (N. del E.). 182 Caja donde se llevan las flechas (Diccionario de autoridades). Se refiere a las bolsas que contenían las cañas. (N. del E.). 183 Aquí se refiere a un pueblo de la antigüedad y no al acto de dar a luz. (N. del E.). 174


- XXII En torno lustra la cuadrada arena185 el concertado alarde en lento paso,186 y en orden de sus rayos la enajena la puerta, que al Oriente les da ocaso;187 suspensa está en la admiración la pena de la ocultada pompa, que al Parnaso188 en vano musas a alabarla ofrece; alábela el callar, que no enmudece.189 - XXIII Madrid entonces a Madrid presenta;190 184

Las cañas serán afrentas del arco porque Felipe las va a lanzar con más fuerza con sus manos que si lo hiciese con un arco. Estas cañas están guardadas dentro de aljabas hechas con ricos materiales y van a lomos de mulas. (N. del E.). 185 La Plaza Mayor es rectangular. (N. del E.). 186 Soto: “en concertado alarde en tanto paso, /”. Por otro lado, este verso de Alarcón se refiere al desfile, que avanza con paso lento a lo largo y ancho de la plaza. (N. del E.). 187 Aparente contradicción puesto que el Oriente es por donde sale el sol y el ocaso es la puesta de sol. Por lo tanto, para explicar el uso de estas palabras en el verso, hay que evitar las acepciones corrientes. En este caso, cuando Alarcón habla del “ocaso” del desfile, en realidad, se está refiriendo a la salida de la plaza de los participantes, que, por lo que dice la estrofa, parece que tuvo lugar por el lado este (oriental) de la plaza. (N. del E.). 188 Lugar donde habitaban las musas (Smaller Classical Dictionary). La referencia al Parnaso creo que es una forma de decir que todo era tan espectacular que resultaba difícil hacer una descripción que estuviera a la altura de lo ocurrido. (N. del E.). 189 Esta estrofa describe la salida de la plaza de un gran grupo de músicos y lacayos que están al servicio del Rey. Este, en realidad, se puede considerar como el principio de la presentación de las distintas cuadrillas que van a participar más adelante en el juego de cañas. Todas las cuadrillas que salgan a continuación, por otro lado, van a hacer algo similar a lo que acaba de hacer la cuadrilla del Rey. El orden de la entrada ceremonial de todas ellas va a ser así: primero entra un grupo de músicos, luego los caballos y los lacayos que los acompañan, y finalizan todas las cuadrillas con un caballerizo. Aunque, por otro lado, no queda claro del todo en las distintas relaciones y poemas que hay sobre este suceso si los jugadores salieron a la plaza en estos momentos al lado de sus sirvientes o no, este desfile previo de los ayudantes y lacayos permitía al público, de todas formas, tener una idea de qué grupos iba a haber y de cuáles iban a ser sus colores. Además, lo que es más importante, al salir todos los lacayos vestidos de gala, se ponía de manifiesto frente a todo Madrid lo ricos y poderosos que eran estos caballeros. En cualquier caso, lo que sí sabemos de seguro es que, una vez terminado este desfile previo, los jugadores fueron saliendo a la plaza por parejas para recibir el aplauso del público. Por otro lado, también sabemos, por medio de diversas relaciones de sucesos (Simón Díaz 238-47) y ciertos poemas, que ese día el Rey estaba al mando de cinco cuadrillas y que el Duque de Cea dirigía otras cinco. Cada cuadrilla estaba compuesta por ocho jinetes y tenía, a su vez, un jefe. Felipe era el jefe de una de esas cuadrillas. El Almirante de Castilla, don Pedro de Toledo, don Duarte y uno de los corregidores de la Villa de Madrid dirigían las otras cuatro cuadrillas del equipo que capitaneaba el Rey. Cea, por otro lado, era el jefe del equipo opuesto y también de una de las cuadrillas. El Duque de Sesa, el Conde de Monterrey, el Marqués de Castelrodrigo y el Duque del Infantado dirigían las otras cuatro cuadrillas del equipo de Cea. (N. del E.). 190 “Madrid entonces a Madrid”: Ahora entran los lacayos y caballos que va a usar la cuadrilla de la Villa de Madrid. La relación de Peña que transcribe Simón Díaz dice: “Sacó la noble Villa de Madrid cuatro trompetas en caballos, con gireles de tafetán naranjado, largueados con pasamanos de plata, [&] y veinticuatro caballos con


cuatro sonantes bronces,191 y del fruto del azahar192 sobre el color193 ostenta cándidas venas de oriental tributo;194 ricos jaeces veintidós195 sustenta, número igual de beticano bruto, por quien su timbre más presuntuoso cambiar pudiera ya en caballo el oso.196 - XXIV Sus huellas borra y borra su memoria,197 de cuatro voces de metal guiado, el escuadrón, que la segunda gloria da de Berganza al término cercado;198 la plata199 ofrece letras200 a su historia en piel bermeja que el león le ha dado,201 siendo rubís,202 zafiros y esmeraldas treinta envidias al sol en treinta espaldas.203 - XXV Emula de la pompa lusitana,204 ricos jaeces, que llevaban veinticuatro lacayos con librea de tafetán naranjado, calzón y ropilla, y guarnición de plata en harpón, medias y ligas naranjadas [&]”. (242). (N. del E.). 191 Trompetas. (N. del E.). 192 Naranja. (N. del E.). 193 Soto: “olor”. (N. del E.). 194 Plata. (N. del E.). 195 Hay muchos poemas y relaciones de sucesos que narran estas cañas y casi todos estos textos suelen dar los mismos detalles. Hay algunas excepciones, sin embargo. Nadie parece haberse parado a contar con exactitud el número de caballos y lacayos que presentaba cada cuadrilla. Por ejemplo, Peña dice que durante el desfile de los lacayos de la cuadrilla representante de Madrid hubo 24 caballos en vez de los 22 que se mencionan en este poema (Simón Díaz 242). (N. del E.). 196 Como casi todo el mundo sabe, en la actualidad el escudo de Madrid muestra a un oso en actitud de subir a un árbol de madroño. En este poema en concreto, el poeta sugiere que los caballos que representaban a la Villa y Corte durante este acontecimiento eran tan majestuosos que hubiera sido posible poner a un caballo, en vez de a un oso, en el escudo de Madrid. (N. del E.). 197 “Sus”, Soto: “Las”. (N. del E.). 198 El “término cerrado” es claramente la plaza. (N. del E.). 199 Soto: “plaza”. (N. del E.). 200 Las letras son los símbolos heráldicos que caballos y lacayos llevaban bordados. (N. del E.). 201 El antiguo Reino de Castilla y León tenía como símbolo dos torres y dos leones rampantes rojos. El escudo de Portugal, de donde era originario Duarte, tenía el fondo rojo. Lo que el poema viene a decir es que el león de Castilla, que también es rojo, cedió su piel para formar el emblema de Portugal. En ese sentido, Castilla y Portugal se unían simbólicamente en la persona de Duarte. (N. del E.). 202 Soto: “rubio”. (N. del E.). 203 De manera general, esta estrofa describe la entrada en la plaza de los lacayos y caballos de don Duarte, importante noble de sangre portuguesa. Al respecto de esta entrada dice Peña: “A la Villa siguieron cuatro trompetas del señor don Duarte, con librea de raso leonado, sayos vaqueros largueados de pasamanos de plata, [&]. Llevaban en los pendientes de las trompetas las armas de Portugal y Castilla, y los trompeteros llevaban en los faldoncillos de los hombros y en los pechos las mismas armas, [&]. Sacó treinta y seis caballos con ricos jaeces [&]”. (Simón Díaz 242). (N. del E.). 204 Después del grupo del portugués don Duarte, entran los hombres de Mendoza. (N. del E.).


después que al bronce el viento se estremece, 205 provincia206 de vasallos castellana del más claro Mendoza207 resplandece; blanco tesoro de espelunca208 indiana209 la oscura tela esconde, no guarnece,210 con cuarenta caballos en que admiro la razón de ventaja a los de Epiro.211 - XXVI Ya tiembla el turco, ya se turba el medo,212 que el clarín hiere el elemento raro,213 y del color de que se viste el miedo,214 y el blanco amor del insaciable avaro,215 el ejército marcha de Toledo;216 claro en la paz, cuanto en la guerra claro; su valor muestra en sólo veinte frenos,217 porque para vencer le bastan menos. - XXVII Tuba sonante la atención incita218 205

Se refiere a la acción de soplar en los instrumentos propia de los trompeteros. (N. del E.). Es “provincia” por lo numeroso. (N. del E.). 207 Los Mendoza eran una de las familias más importantes de España. El cabeza de la familia era el Duque del Infantado, jefe de la cuadrilla que ahora estaba siendo presentada en la plaza. (N. del E.). 208 Concavidad de tierra (Diccionario de autoridades). Se refiere aquí a las minas de plata en América. (N. del E.). 209 Soto: “blanco tesoro de la espelunca indiana /”. (N. del E.) 210 Los lacayos del Duque del Infantado iban de negro con adornos de plata. El poeta sugiere con estos versos que la plata era tan abundante que, más que adornar, lo que hacía era cubrir casi por completo el negro del tejido. (N. del E.). 211 En la antigua Grecia se conocía así a la Grecia continental (Smaller Classical Dictionary). Aquí se refiere a Castilla, de donde eran originarios los Mendoza. El poeta viene a decir que, al ver la riqueza y boato de los trajes de los lacayos del Duque, se podía entender por qué Castilla era el Reino que tenía más poder dentro del Imperio Español. La relación de Peña confirma casi todos estos datos. Dice: “Bien necesario fue, para que no bajase de punto el aparato precedente, que le siguiese el Duque del Infantado, lustre y honor de los Mendozas. Sacó cuatro trompeteros [&] con las armas de los Mendozas en los hombros, pechos y pendientes de las trompetas [&]. Sacó cuarenta caballos morcillos [&]”. (Simón Díaz 242). Un poco más adelante, sin embargo, al contrario de lo que parece decir Alarcón, nos informa el mismo Peña que el Duque no correría estas cañas por causa de su ancianidad y de unos achaques (Simón Díaz 246). (N. del E.). 212 Tanto los turcos como los medas de la antigüedad ocupaban territorios que en siglo XVII profesaban mayoritariamente la fe islámica. En consecuencia, aquí se menciona, al menos alegóricamente, a los enemigos musulmanes de España y del Catolicismo. (N. del E.). 213 El “elemento raro” es el aire. Soto, por su parte, dice “meda”. (N. del E.). 214 Amarillo. Una relación anónima transcrita por Simón Díaz nos confirma que los colores principales de esta cuadrilla eran el amarillo y la plata (239). (N. del E.). 215 Plata. (N. del E.). 216 Están entrando en la plaza los lacayos y caballos de los Toledo. En concreto, como sabemos por ciertas relaciones, don Pedro de Toledo era el jefe de esta cuadrilla. (N. del E.). 217 Peña asegura que este noble sacó treinta caballos rucios (Simón Díaz 243). (N. del E.). 218 “Tuba sonante”: Trompetas. (N. del E.). 206


al escuadrón, ya racional, ya bruto, 219 del nombre lusitano,220 que acredita de enamorado humor el tinto fruto;221 fecunda de jazmín222 la planta imita sobre el color de abril223 indio tributo;224 y en sus caballos treinta y dos podía matar la sed la avara hidropesía.225 - XXVIII Festivo, si marcial, suena inflamado metal de cuatro alientos,226 que repite el nombre de Tifeo respetado, temido del esposo de Anfitrite;227 el Almirante,228 término cifrado, que cuantas glorias a la voz permite la lisonja mayor, cuantas la pluma mendaz amplía, verdadero suma.229 219

Los hombres y caballos avanzan por la plaza al son de la música de las trompetas. (N del E). La cuadrilla que sale ahora, o al menos sus sirvientes y caballos, estaba al mando del Marqués de Castelrodrigo. Este noble era de origen portugués. Como es bien sabido, Portugal había entrado a formar parte de la Corona Hispánica durante el reinado de Felipe II y, por lo tanto, en Madrid vivían muchos nobles portugueses. (N. del E.). 221 Quevedo se ríe de la aparente dificultad innecesaria de estos versos. Dice: “A este tinto fruto lo juzgara yo por vino tinto, y no iba fuera de camino, pues dice en la misma estancia que podía matar la sed; más si se ha de entender por qué el Marqués de Castelrodrigo tiene por apellido Mora, y la mora es de fruto tinto, tiene dificultad y es cosa ridícula. Aténgome a lo primero. Vase aquí de este concepto el autor de la mosca a la mora”. (“Comento”, 590). En mi opinión, sin embargo, la interpretación de Quevedo no es correcta. Creo que “de enamorado humor el tinto fruto” hace referencia a la noble sangre de Castelrodrigo y no tiene nada que ver con las moras. En pocas palabras, el verso es una alabanza de Castelrodrigo y de la familia a la que pertenece. Puede, en definitiva, que Alarcón sea a veces un poco rebuscado e, incluso, ridículo, pero, la interpretación que yo propongo aquí me parece más simple y, por lo tanto, más verosímil que la de Quevedo. (N. del E.). 222 Planta con flores blancas. Metafóricamente, dícese de cualquier cosa muy blanca y pulida (Diccionario de autoridades). A lo largo del poema vemos como, casi sistemáticamente, el autor habla de la plata como si fuera de color blanco. En este verso, por lo tanto, creo que se está refiriendo a los adornos de plata que cubrían el traje verde de esta cuadrilla. (N. del E.). 223 “El color de abril” es, evidentemente, el verde. (N. del E.). 224 Plata. (N. del E.). 225 Una de las muchas relaciones que incluye Simón Díaz en su libro dice: “Siguióle la cuadrilla de los caballos del Marqués de Castelrodrigo. Portugués a quien guiaba un sotocaballerizo y cuatro trompetas en caballos con gireles de raso verde y pasamanos de plata [&]. Sacó cuarenta y dos caballos diferentes [&]”. (243). (N. del E.). 226 Las trompetas que usan los cuatro músicos que ahora entran en la plaza son relacionadas con las que, según la visión del poeta, se usan en la guerra. De todas formas, como no podía ser menos dada la ocasión, el sonido parece “festivo” en vez de “marcial”. (N. del E.). 227 Esposa de Poseidón (Classical Mythology). Evidentemente relaciona al Almirante de Castilla con Poseidón, dios griego de los mares. (N. del E.). 228 Los lacayos que entran son los de la cuadrilla del Almirante de Castilla. (N. del E.). 229 El poeta nos dice en esta estrofa que todo lo bueno que se diga o se escriba sobre el Almirante es poco. La relación de Peña, por supuesto, sugiere algo parecido. Esta dice: “Entró luego la cuadrilla del Almirante de Castilla, con la majestad y grandeza que en todas ocasiones su Excelencia acostumbra. Iban delante de sus caballos cuatro trompeteros con sus sayos vaqueros de raso negro largueados de pasamanos de oro con sus armas en los pechos, [&] y los caballos con gireles de lo mismo, [&] y su herrador a pie, con bolsa de raso, y lo 220


- XXIX De éste, pues, héroe, visitó la arena230 copioso pueblo,231 que en la tela oscura rayos borda del sol,232 furias enfrena, ornadas233 treinta y dos de plata pura; y diez el oro en dilatada vena cubre desde la espalda a la herradura, tanto, que es de ellos cada cual juzgado, no dorado animal, oro animado.234 - XXX Largo escuadrón, al resonar del viento, de Italia235 muestra el español Atlante;236 el oro en blanca tela es elemento que puebla oscura fiera sibilante;237 hijos del Betis238 la mitad del ciento oprime triplicada turba infante,239 poca opresión a su soberbia furia, a su humilde obediencia mucha injuria.240

necesario para herrar los caballos, que fueron treinta y dos, castaños todos con jaeces de blanco y oro [&]”. (Simón Díaz 243). (N. del E.). 230 “De éste, pues, héroe”: Sigue hablando del Almirante de Castilla. (N. del E.). “visitó”, Soto: “visita”. (N. del E.). 231 Se refiere a lo numeroso de sus lacayos. (N. del E.). 232 En relación con esto, una relación anónima del libro de Simón Díaz dice: “El Almirante de Castilla acudió luego a suspender tantos ojos como allí asistían. La color de la librea fue oro y negro, los jaeces ricos, el número de los caballos cuarenta. El punto de este periodo fue el caballerizo, que lucía por las grandes y bizarras joyas que vestía” (239). Podemos concluir, por lo tanto, que la estrofa habla sobre la entrada en la Plaza Mayor de Madrid de los hombres del Almirante. Entre otras cosas, nos describe los trajes con bordados de oro sobre fondo negro de los sirvientes y elogia, además, la abundancia de oro en los jaeces de los caballos. (N. del E.). 233 Soto: “ornados”. (N. del E.). 234 Tanto oro llevaban los caballos, según el poeta, que se podía llegar a creer que estos animales estaban compuestos de este metal. (N. del E.). 235 Peña dice: “[&] y seguíanle cuatro trompetas del Conde de Monterrey, con sayos vaqueros de raso blanco, pasamanos y flores de oro, sombreros de lo mismo, plumas negras, y aderezos dorados, con sus armas en las trompetas, y los caballos que iban con gireles de la misma librea. Sacó cincuenta caballos castaños, jaeces de blanco y oro, adargas con banda blanca, entre perfiles de oro, colores del Serenísimo Príncipe de Gales, de quien el Conde es muy favorecido. Sacó por todos cien lacayos [&] y doce mozos de caballos a lo turco, [&] y su caballerizo”. (Simón Díaz 243). En otro término de cosas, la referencia a Italia tiene que ver con el hecho de que Monterrey fuera originario de uno de los territorios italianos pertenecientes a la Corona Española. (N del E). 236 Titán condenado a llevar sobre sí el cielo (Smaller Classical Dictionary). Evidentemente aquí se refiere a la fuerza de este noble, donde se juntaban las sangres de las noblezas española e italiana. (N. del E.). 237 El color de esta cuadrilla era blanco y oro. Por lo que dice el poema, podemos suponer que los adornos de oro tenían forma serpenteante. (N. del E.). 238 Fórmula tópica para referirse a los caballos. (N. del E.). 239 Si hemos de creer a Peña sólo había algo más de cien personas (Simón Díaz 243). La “Turba infante” de la que habla Alarcón, por lo tanto, sólo estaría duplicada. (N. del E.).


- XXXI De Córdoba al clarín tiembla la tierra,241 que el son conoce de su heroico abuelo;242 blanco tesoro de las Indias hierra243 sobre el color que el mar presta a su velo;244 dos veces doce245 a la fingida guerra246 marchan caballos tales, que, si el suelo saben con hierro penetrar sus huellas, sus espaldas con oro las estrellas. - XXXII Silencio imprime cuando acorde suena último coro de metal dorado,247 que la gloria de Sando248 da a la arena pródigo249 alarde en orden dilatado;250 de lirio azul y cándida azucena,251 mayo es agosto,252 y la palestra253 es prado, grande aparato al mundo, si pequeño a publicar grandezas de su dueño.254 240

De manera general, en la estrofa se alaba la fuerza y nobleza de los caballos que entran en la plaza. (N. del E.). 241 “Córdoba”: Peña dice: “A quien con emulación iba siguiendo la castellana de los Córdobas en la cuadrilla del famoso Duque de Sesa, que mostró la ostentación y bizarría que suelen los de su Casa. Sacó trompeteros a caballo con sayos vaqueros de raso verdemar, vateados de pasamanos de oro, [&] Seguíanle treinta y cuatro caballos rucios [&]”. (Simón Díaz 243-4). (N. del E.). 242 Los Córdoba eran una de las familias con mayores éxitos militares en la España de los siglos XV, XVI y XVII. (N. del E.). 243 Se refiere a la plata. En la versión del poema recogida por Soto se dice “tierra”. (N. del E.). 244 Color “verdemar” (Simón Díaz 243) o “verdegay” (Simón Díaz 239), según las crónicas y relaciones de sucesos de la época. (N. del E.). 245 Veinticuatro. (N. del E.). 246 Las cañas. (N. del E.). 247 Llega la última de las bandas de músicos, la de la cuadrilla del Duque de Cea. (N. del E.). 248 Peña dice: “Últimamente, cerrando estas tan grandiosas ostentaciones, entraron los caballos del Duque de Cea, don Francisco de Sandoval y Rojas, con la grandeza heredada de su abuelo y padre. Sacó cuatro trompetas en cuatro frisones, vestidos de sayos de vaquero de raso azul, largueados de pasamanos de plata, [&] Entró veinticuatro caballos con ricos jaeces de perlas, aljófar, oro, plata y granates [&]”. (Simón Díaz 244). La palabra «Sando», por lo tanto, parece referirse aquí a la familia de los Sandoval. Soto, por su lado, dice: “que la gloria dejando da a la arena”. (N. del E.). 249 Soto: “prodigio”. (N. del E.). 250 Con estos versos sencillamente se alaba el desfile. (N. del E.). 251 Una azucena es una flor blanca (Diccionario de autoridades). Aquí creo que se refiere a la plata. Hay que recordar que los hombres que desfilaban en esos momentos en la plaza vestían de raso azul decorado con pasamanos de plata. (N. del E.). 252 La variedad de colores que se han visto hace que la plaza parezca un campo en primavera. Los colores, evidentemente, son los de las ropas que llevan los participantes de los festejos al igual que las de los espectadores. (N. del E.). 253 La plaza. (N. del E.). 254 Todas las cosas que ha sacado Cea a la plaza muestran su grandeza, aunque no llegan a representar ésta en su totalidad. Este Duque era descendiente directo del infame Duque de Lerma, pero todavía tenía su familia


- XXXIII Cuanto su vista el ánimo suspende,255 su aplauso más la suspensión dilata;256 cuanto la admiración los labios prende, tanto en más libres voces la desata; Telus257 se oprime, cuando el sol se ofende al peso y luz de perlas, oro y plata, que a veinticuatro sillas prestan velos que vientos cubren, que descubren cielos.258 - XXXIV En él dio fin la ostentación faustosa;259 y, aunque el postrero a la estacada llega, estancia ocupa a todos ventajosa, pues del alfa del Rey es él omega.260 Columnas a la fiesta261 suntuosa de Alcides262 son sus pompas,263 con que niega el paso a la esperanza, hasta que el mundo al cuarto César deba el plus segundo.264

mucho que decir en la forma en que se gobernaba la España de Felipe IV. Para el poeta, sin embargo, tanto el Duque de Cea como su familia, independientemente de lo ocurrido durante el reinado de Felipe III, eran merecedores de grandes alabanzas. Por supuesto, también ayudaba en esa favorable opinión el hecho de que Cea fuera la persona que le iba a pagar a Alarcón por la composición del poema. En cualquier caso, a pesar de su familia, Cea llegaría a ser en el futuro un militar prestigioso y, en cierto sentido, lograría limpiar algo la losa que sobre su nombre pusieron sus predecesores. (N del E). 255 “su”, Soto: “la”. (N. del E.). 256 Sigue hablando de Cea. (N. del E.). 257 Deidad romana relacionada con la tierra (Smaller Classical Dictionary). Aquí se refiere al suelo de la plaza, que es aplastado por las patas de unos animales cargados de ricos jaeces. (N. del E.). 258 En resumen, la estrofa dice que los caballos de Cea llevaban toda clase de adornos de riquísimos materiales (Simón Díaz, 244). De hecho, tantas eran las riquezas que llevaban estos animales que oprimían el suelo (Telus) con su peso y ofendían al sol por competir en brillo con él. (N. del E.). 259 Soto: “faustoso”. (N. del E.) 260 La cuadrilla de Cea es la última en salir, pero eso, sin embargo, no le desmerece en nada porque se trata, en opinión de Alarcón, de uno de los hombres de más confianza del Rey. En realidad, el hecho de que salga el último tiene que ver con el hecho de que es el líder del equipo que ha de enfrentarse al del Rey. (N. del E.). 261 Soto: “Columnas a la justa suntuosa /”. (N. del E.). 262 Uno de los nombres por los que se conocía a Hércules (Smaller Classical Dictionary). Evidentemente, en este verso el autor sigue jugando con la metáfora de las columnas que ha presentado un poco antes. Como todo el mundo sabe, los antiguos griegos creían que Hércules había sido el autor de la erección de dos columnas a ambos lados del estrecho de Gibraltar que, para todos los efectos, marcaban el final del mundo conocido por los griegos. (N. del E.). 263 La entrada de Cea en la plaza es casi como el colofón de esta parte del espectáculo y, en ese sentido, se puede decir que fue como «columnas a la fiesta». Al fin y al cabo, las columnas de Hércules, en cierto sentido, marcaban el fin del mundo conocido por los antiguos griegos. Más allá se encontraba el ancho y prácticamente desconocido océano Atlántico. (N. del E.). 264 Se refiere a Felipe IV. No está del todo claro, por otro lado, lo que quiere decir con «cuarto César», pero creo que tiene que ver con el hecho de que Felipe era el cuarto Rey español de la dinastía de los Austrias. (N. del E.).


- XXXV Aún no la planta se ocultó postrera, aún no el encomio sucedió a la gloria, cuando bicorne mugiente fiera265 hurta el pasado fausto a la memoria.266 De fugitiva discurrió ligera, previniendo su instinto que a la historia de tan dichosa unión no dé la mano sóla una letra de licor humano.267 - XXXVI Aquí la águila regia, aquí el segundo268 de Austria león,269 de España aquí el Atlante,270 para mostrarse en nuevo Oriente al mundo, de su esplendor lo privan fulminante;271 bien que la noche al centro más profundo, y más alta región tan radiante,

265

Toro. (N. del E.). En la estrofa anterior se describía el fin del desfile preliminar, en que se mostraban los caballos y servidores de los caballeros que iban a participar en las cañas. Peña dice al respecto del fin de este desfile: “Fueron por todos los caballos quinientos veintitrés, con los de los trompetas, atabales y caballerizos; y los lacayos quinientos ochenta y seis; acemilleros doce; herradores, palafreneros y mozos de caballos ciento cuarenta y uno. Duró la entrada más de una hora. Y habiendo hecho su facción, corrieron pocos toros, por dar lugar a las cañas, que sin lisonja fueron malos (permisión de la naturaleza para que toda la alabanza se llevasen las cañas, como tan digno sujeto de ella)”. (Simón Díaz, 244). Por lo que se ve, si tenemos en cuenta la cita de la relación de Peña, casi al mismo tiempo que salen los últimos lacayos, sueltan en la plaza el primer toro. Por otro lado, es evidente que, al contrastar esta última cita con el poema de Alarcón, sacamos la conclusión de que este último ponía por delante el sentido de la estética antes que el de la veracidad. Incluso el cronista Peña, de por sí un autor muy dado a la alabanza gratuita, no había podido evitar decir en su conocida relación que los toros que salieron en esos momentos fueron malos. Alarcón, sin embargo, los describe en su poema en términos tremendamente positivos. (N. del E.). 267 El poeta sugiere que incluso los toros actuaron de buena gana en el espectáculo para, así, contribuir a hacer más suntuosas las celebraciones por la futura unión entre España e Inglaterra. (N. del E.). 268 “águila regia”: Felipe IV. (N. del E.). 269 El Infante Carlos. (N. del E.). 270 El Conde Duque de Olivares. (N. del E.). 271 Peña dice al respecto de lo que está ocurriendo: “Quitáronse de los balcones su Majestad Católica y el señor Infante y salieron por la puerta que va a la calle de Atocha en un coche, donde esperaba entrada infinito concurso. La calle entoldada por el sol, el suelo regado y con arena, las bocacalles atajadas, remedio contra el desmesurado embarazo de los coches, [&] Habíase dado aviso pocos días antes a la Condesa de Miranda de que su Majestad quería honrar su casa yendo a vestirse en ella”. (Simón Díaz 244). Teniendo esta última cita en cuenta, podemos concluir que, con los versos que tenemos aquí, Alarcón pretende describir el momento en el que, los que iban a participar en las cañas algo más adelante, salían de la plaza para vestirse y prepararse. Puesto que uno de ellos era el Rey (el sol), la plaza, alegóricamente, pierde temporalmente su esplendor, mientras que otro lugar, en este caso la casa de la Condesa de Miranda, recibe de repente un nuevo sol. Hay, por otro lado, numerosas relaciones que tratan en detalle los preparativos de la Condesa y el regalo inesperado que el Rey le hizo. Sabemos, por ejemplo, que mientras el Rey la visitaba en persona en su habitación, debido a la enfermedad de esta buena señora, el Duque de Escalona le fue presentado como futuro esposo de una de sus nietas (véase Simón Díaz, 244). El que el Rey hiciera algo así era un grandísimo honor. (N. del E.). 266


lució de estrellas,272 que la idolatría le dio holocausto273 en el altar del día. - XXXVII Pagó el postrero universal tributo al toro al filo del metal templado,274 cuando en nácar y plata, en vez del luto que debe a sus exequias,275 adornado tríyugo impulso de valiente bruto276 del circo277 ausenta el bulto inanimado, por quien no vino a ser menos festivo su rapto muerto278 que su curso vivo.279 - XXXVIII Solicitó el segundo con ligera hendida280 planta en círculos el coso;281 segundo a Europa engaño ser pudiera, no menos que por manso, por hermoso.282 En fieras ocho no se vio una fiera, auspicio claro, indicio venturoso, de que fue providencia soberana tanta conforme contingencia humana.283

272

La plaza, con la salida del Rey, queda privada de su brillantez, pero eso da oportunidad a las otras estrellas de menor magnitud a brillar (Isabel, Carlos, María, el Cardenal Infante, etc.). (N. del E.). 273 Sacrificio especial en que se consumía enteramente toda la víctima por medio del fuego (Diccionario de autoridades). Evidentemente está relacionado con el fuego con que, de forma alegórica, se relaciona al Rey. (N. del E.). 274 Habla del filo de la espada, o cualquier otro de los instrumentos de metal, con los que se mataba a los toros en esa época. (N. del E.). 275 A pesar de ir a arrastrar un toro muerto, las mulas que sirven para este propósito van engalanadas. (N. del E.). 276 Se refiere al grupo de mulas. (N. del E.). 277 Plaza. (N. del E.). 278 Acción de sacar al toro muerto de la plaza. (N. del E.). 279 Con estas palabras, el poeta parece querer decir que el arrastre del toro fuera de la plaza fue tan vistoso como la propia corrida. (N. del E.). 280 Soto: “hundida”. (N. del E.). 281 El público asistente pide que saquen el segundo toro, posiblemente, dando talonazos en el suelo. (N. del E.). 282 Evidentemente se refiere al mito del rapto de la joven Europa por Zeus. Según el mito, Europa, hija del Rey de Fenicia, había llamado la atención de Zeus por su extremada belleza. Un día en que ella se divertía en la costa con sus damas de honor, Zeus se le acercó en forma de toro. Engañada por la aparente mansedumbre del toro, la joven se montó encima y Zeus aprovechó para entrar en el agua con ella encima y secuestrarla (Smaller Classical Dictionary). El poema de Alarcón toma el mito que acabo de contar, pero lo modifica para la ocasión. Todo lo que quiere decir Alarcón aquí es que el toro que salió a la plaza tenía tan bello porte que podría haber engañado a Europa una segunda vez. Según el poema, esta vez, sin embargo, no sería la mansedumbre, sino la belleza del animal, la que hubiera hecho el trabajo. (N. del E.). 283 El poeta dice que los ocho toros actuaron bien y decide tomar esto como una prueba más de que la unión entre España e Inglaterra, por la que se celebraba este acontecimiento, era bien vista por el cielo. Peña (Simón Díaz, 244), por su lado, decía en su relación que estos toros en concreto habían sido bastante malos y apenas


- XXXIX Segunda vez de mílite extranjero huye ofendida la confusa plebe;284 segunda vez de bosque lisonjero nube inundante en las arenas llueve;285 porque segunda vez al hemisferio de trompas286 el ejército287 se atreve, altivas tanto más cuanto a su asiento,288 por precursor del Rey, se humilla el viento.289 - XL Los que a la pluma truecan ya la espada (injuria de la edad), uno Mejía, otro Girón,290 ilustran la estacada291 en gallardo animal de Andalucía.292 Por correr Felipe en la embajada por la licencia de Isabel envía,293 que al sol para salir no ha sido ahora la vez primera que la dio la aurora.294 dedica tiempo a hablar de ellos. Por otro lado, Peña decide mirar el lado positivo y afirma que, de todas formas, lo verdaderamente importante de ese día eran las cañas en que iba a participar su Majestad. (N. del E.). 284 La guardia alemana, según el poema, despeja otra vez la plaza en preparación de la entrada del Rey. (N. del E.). 285 Vuelven a regar la plaza los carros de la Villa. (N. del E.). 286 Soto: “trompa”. (N. del E.). 287 Gran grupo de músicos. (N. del E.). 288 Soto: “aliento”. (N. del E.). 289 Entran los músicos anunciando la entrada del Rey. Por otro lado, en la relación de Peña se describe, al contrario que en el poema de Alarcón, el trayecto del Rey desde la casa de la Condesa de Miranda hasta la Plaza Mayor. Dice este cronista: “Comenzaron a salir las cañas, yendo delante los atabales, trompetas y ministriles de su Majestad por la calle de los Relatores y de Atocha hasta la plaza, y, antes de entrar en ella, don Agustín Mejía y don Fernando de Girón, del Consejo de Estado y Guerra de su Majestad, tan valerosos soldados como se sabe, entraron como padrinos en las cañas a presentarlas a su Majestad y Altezas, y luego entró toda la música, ocupando sus puestos, cuando su Majestad, que Dios guarde muchos años, entró corriendo la pareja con el Conde de Olivares [&]”. (Simón Díaz, 245). (N. del E.). 290 Como veíamos al analizar la estrofa anterior, estos dos caballeros son don Agustín de Mejía y don Fernando de Girón, miembros del Consejo de Estado y participantes asiduos en este tipo de celebraciones. Se trataba de dos hombres de glorioso pasado militar, aunque ya retirados de ese oficio. Quevedo, por su lado, critica la forma en que se habla de estos dos hombres en el poema de Alarcón. Dice al respecto: “Como si hoy fueran estos señores secretarios, dice que mudan hoy por la espada la pluma. No sabe éste que, aconsejando quien peleó, pelea mejor y con más propiedad; y trocar 'a la pluma ya la espada' parece que es vomitar sobre la pluma y la espada”. (“Comento”, 590). (N. del E.). 291 Con “ilustran la estacada” quiere decir que adornan la plaza. (N. del E.). 292 Mejía y Girón van montados en caballos de raza española. (N. del E.). 293 Isabel ha quedado a cargo de la plaza y Felipe debe pedir el permiso de la Reina para poder volver a entrar en ella. Son precisamente Mejía y Girón los encargados de hacerlo en nombre del Rey. (N. del E.). 294 La “aurora” (Isabel) es la que da el permiso al “sol” (Felipe) para que salga. En otras palabras, la Reina da el protocolario permiso para que entre el Rey en la plaza. El poema destaca la cortesía del Rey hacia la Reina. Este cede por unos momentos su posición natural, al menos formalmente, y es Isabel la que da las órdenes. (N. del E.).


- XLI Cuando la puerta que antes el Oriente295 saluda de la luz que borda el día,296 del español Titán297 se vio luciente, que a pesar de la tarde amanecía;298 en uno y otro aplauso de la gente,299 vencida la atención de la alegría, bien que en confusa voz, el regocijo "¡Filipo!", repitió; "¡Filipo!", dijo.300 - XLII De un bizarro alazán la espalda oprime, que fogoso los vientos amenaza, sin desmentir, si fatigado gime, del céfiro andaluz la noble raza. Apenas toca el pie, menos imprime, su breve huella en la espaciosa plaza, Dándole, si lo ajusta o si le bate, el freno ley, impulso el acicate.301 “que antes”, Soto: “que ante”. (N. del E.). Como hemos visto con anterioridad, el Rey entra por la puerta que da a lo que hoy es la calle de Atocha, situada en la parte oriental de la Plaza Mayor de Madrid. Siguiendo un poco lo que se dice en el poema, es por ese sitio por donde el sol sale todas las mañanas a adornar el cielo con sus rayos y ahora también recibe esta puerta los alegóricos rayos del Rey. A Quevedo, por otro lado, no parecen gustarle mucho estos versos y dice al respecto: “No quieren decir nada estos versos, ni entiendo qué es 'saludar de la luz, que borda el día,' que así se lee como está apuntado”. (“Comento”, 590). (N. del E.). 297 Felipe. (N. del E.). 298 La puerta de la plaza que ve los primeros rayos del sol todas las mañanas ahora ve los rayos del Rey Sol, Felipe. El poeta destaca la aparente contradicción de que esté amaneciendo en plena tarde. (N. del E.). 299 Soto: “diligente”. (N. del E.). 300 El público asistente aplaude entusiastamente la entrada del Rey, que va acompañado por el Conde Duque. Peña dice al respecto: “[&] su Majestad [&] entró corriendo la pareja con el Conde de Olivares (honra tan merecida de tan leal Príncipe) en dos alazanes, con tanta destreza y gallardía, y tan punto en todo, que, envidiosa la tierra de tan igual medida, quiso quedarse con el vestigio de la carrera, estampando en la arena, para dechado y forma de las que en la plaza se acostumbran y se habían de seguir. Al correr el Rey hicieron cortesía su Majestad y Altezas, Consejos y la plaza”. (Simón Díaz, 245). Por otro lado con esta primera pareja, cuya salida a la plaza es descrita por estos versos, daría comienzo la entrada protocolaria de los participantes en las cañas. Consistía la entrada en una carrera a lo largo de la plaza para, así, dar lugar a que la gente admirase la destreza de los diferentes jugadores a lomos de un caballo. A la pareja formada por el Rey y por Olivares seguirían otras parejas formadas por miembros del equipo real. Esta parte de las celebraciones, de hecho, continuaría hasta que saliesen, de dos en dos, absolutamente todos los jugadores de ambos equipos. Para este juego en concreto, como sabemos por diversas relaciones, cada equipo se dividía en cinco cuadrillas de ocho jugadores cada una (40 personas). Cada cuadrilla tuvo un líder y cada equipo un jefe. Felipe sería el líder de la cuadrilla real y, además, el jefe de su equipo. El Duque de Cea lideraría su propia cuadrilla y también el equipo que se había de enfrentar al Rey. Por otro lado, en las dos últimas palabras de la estrofa Soto tiene una versión ligeramente distinta a la que se recoge aquí. Concretamente dice: “Filipo repitió, Filipo dejó”. (N. del E.). 301 Toda la estrofa no es sino una alabanza del caballo que llevaba el Rey. Se nos da la impresión de que iba tan rápido que casi volaba. (N. del E.). 295 296


- XLIII Carlos le sigue; de su bruto alado302 la planta iguala mal el pensamiento, pues, aunque de su imperio moderado, deja sin plumas y sin alma el viento; menos eran veloces los que al Pado joven precipitó del alto asiento;303 que ellos bajaron, por volar, al suelo, y éste penetra, por correr, el cielo.304 - XLIV Rayo es del sol, si puede serlo alguno, la oliva,305 a cuya ley la militante señal obedeciendo de Neptuno,306 a Palas307 otra vez hace triunfante. Sigue Carpio,308 gentil cuanto ninguno, la luz del sol hermana,309 y arrogante blasona que a la luna de su espejo puede ser sombras, cuando no reflejo.310 - XLV Ébano y oro dividiendo hermosa311 línea de plata en animados vientos312 “Carlos le sigue”: Justo después de la pareja de Felipe y de Olivares salió la pareja del Infante Carlos. Peña dice al respecto: “Corrió luego el señor Infante don Carlos, resucitando en el valor de sus tiernos años la memoria de su insigne bisabuelo, y fue de su pareja el Marqués del Carpio, como lo ha sido siempre” (Simón Díaz, 245). (N. del E.). 303 Quevedo se muestra muy duro con el poeta al respecto de estos versos. Dice: “Miente; que estos caballos no fueron precipitados al Pado, ni cayeron al suelo, ni eso otro penetró corriendo el cielo, sino la plaza. Del despeño de Faetón véase a Ovidio, libro segundo, donde dice que los caballos sacaron el carro del camino usado y se desenfrenaron; mas no que cayeron”. (“Comento”, 590). (N. del E.). 304 La mayor parte de la estrofa es una alabanza del caballo del Infante Carlos. Este animal parece un Pegaso porque casi parece volar al correr. También el poeta contrasta la actuación de este caballo con la de los que llevaban el carro del dios del sol el día que su hijo, Faetón, tuvo a su cargo este carro y lo hizo caer al mar. Según Quevedo, sin embargo, parece que el mito griego, al contrario de lo que dice Alarcón, sólo decía que el carro se había desviado de su curso normal y no que había caído al agua (“Comento”, 590). (N. del E.). 305 Se refiere al Conde Duque de Olivares, pareja de Felipe. (N. del E.). 306 Es muy probable que, con la intención de honrar a los invitados ingleses, se dejase en algún momento el mando de la plaza a Carlos o al Duque de Buckingham. En una relación de Andrés de Almansa y Mendoza relativa a unos toros y cañas anteriores a los de este día se decía: “Aunque el gobierno de la plaza tocaba al Conde de Olivares, como Caballerizo Mayor, como su Majestad dio la precedencia al Príncipe, la gobernó el Almirante de Inglaterra [&]” (Simón Díaz, 237). (N. del E.). 307 Uno de los gigantes de la mitología griega (Smaller Classical Dictionary). Según el Dr. David Darst, por otro lado, Alarcón se refiere probablemente aquí a Palas Atenea. En cualquier caso, es evidentemente que se refiere en último término a Felipe. (N. del E.). 308 Marqués del Carpio, pareja del Infante Carlos. (N. del E.). 309 El Infante Carlos. (N. del E.). 310 La estrofa elogia a los dos acompañantes de Felipe y de su hermano. (N. del E.). 311 “Ébano”: Tipo de madera negra. (N. del E.). 302


galas prestó313 a Madrid, que en la gloriosa mentida oposición a los violentos314 estrépitos de Marte, victoriosa, de su motor siguió los movimientos; siendo, pues, luz vecina al sol, mostraba nube, que su esplendor reverberaba.315 - XLVI Con relámpagos siete, ardiente rayo, aumentó a la palestra316 luz suave Eduardo el regio;317 y del festivo ensayo se argumentaba en él lo horrendo y grave, multiplicado en ocho abriles mayo; y en alazanes ocho se vio un ave, y, si en lo rubio el dios que nació en Delo,318 en lo blanco y azul319 volaba el cielo. - XLVII Mendozas dos un cuarto son planeta,320 Con “animados vientos” se refiere a los veloces caballos. (N. del E.). Soto: “presta”. (N. del E.). 314 Soto: “mentida oposición que a los vientos /”. (N. del E.). 315 El ébano, oro y plata que se mencionan en la estrofa podrían ser referencias a los colores de la cuadrilla real. Dice Peña al respecto: “El vestido de su Majestad y señor Infante era rico y costoso: capellar y marmota de raso encarnado bordados de oro y negro, manga blanca rizada, y penachos de plumas encarnadas y negras; y en proporción del Rey los demás de su cuadrilla”. (Simón Díaz, 245-6). Por otro lado, también existe la posibilidad de que se esté refiriendo a la cuadrilla de la Villa de Madrid, que salió justo después que la del Rey. De ser esto cierto, tendríamos que entender los dos últimos versos de la estrofa como una referencia indirecta al color naranja que vestía esta cuadrilla. Al fin y al cabo, no es extraño que las nubes adquieran el color naranja cuando al atardecer reciben los rayos del sol. Esta última interpretación, sin embargo, me parece menos verosímil. (N. del E.). 316 Soto: “palabra”. (N. del E.). 317 Los caballos o caballeros que acompañaban al líder de esta cuadrilla eran tan rápidos que parecían relámpagos. (N. del E.). 318 Apolo. (N. del E.). 319 La estrofa parece referirse a la salida a la plaza de Duarte. En efecto, el leonado, azul y plata eran los colores de don Duarte (Simón Díaz, 239). El poeta menciona directamente el color azul y sabemos que en numerosas ocasiones a lo largo del poema se relaciona el color blanco con la plata. Por otro lado, la cuadrilla de don Duarte salió a la plaza justo después de que lo hubiera hecho la de la Villa de Madrid, según sabemos por numerosas relaciones de sucesos que describen este acontecimiento. Con estas pistas, por lo tanto, podemos asegurar que, efectivamente, estos versos tratan de don Duarte. (N. del E.). 320 “Mendozas”: El cuarto planeta de nuestro sistema es Marte, relacionado desde antiguo con el dios de la guerra. Quevedo se burla en uno de sus ensayos burlescos de la falta de precisión del poema. Dice así: “Quiso decir: son el cuarto planeta; y, por decirlo, dijo: son un cuarto de planeta, que es cuatro maravedís” (“Comento”, 591). (N. del E.) Se refiere a una de las parejas de la cuadrilla del Duque del Infantado, cabeza de la familia Mendoza. Al respecto de estos versos podemos citar unas líneas de la relación de sucesos de Peña. Dice así: “Corrieron luego el Conde de Tendilla y el Marqués de Mondéjar, su padre, dando principio a la cuadrilla del Duque del Infantado, con el brío y gallardía que suelen, acreditándose el uno al otro, como la fruta al árbol, honrando el padre al hijo y dándole su mano derecha”. (Simón Díaz, 246). 312 313


pues siendo Faetón321 uno, y otro Apolo, con arrogancia agora322 más discreta, el hijo unido al padre alumbra el polo; cabello blanco en negra piel perfecta dan consonancia en dos partos de Eolo,323 que ligeros, conformes y lucidos muestran que al carro van del sol uncidos.324 - XLVIII Toledo el quinto, quinto ya Mavorte,325 aunque hoy su edad es freno de su ira, Dando a un rucio la rienda, si a la Corte un instante se muestra, un siglo admira; Según le iguala su veloz consorte,326 la blanca pluma o la emplumada vira327 de dos es una y uno el movimiento, y ambas328 espumas que arrebata el viento. - XLIX El lusitano Mora, que dilata329 Indias de Portugal hasta Castilla,330 entre esmeralda,331 entre topacio y plata, claro lucero de su hueste332 brilla;333 tanto le imitan todos, que retrata cualquiera334 de ellos a todos, en la silla tan diestros todos, que común el lauro335 El manuscrito de Soto, por su lado, usa “Mendoza” en vez de “Mendozas”. (N. del E.). Hijo de Apolo, dios del sol (Smaller Classical Dictionary). Evidentemente la referencia a estos dos dioses viene a pelo para poner de manifiesto la relación familiar entre los dos jinetes que hay en esos momentos en la plaza. Son, de hecho, padre e hijo. (N. del E.). 322 Tanto Soto como Hartzenbusch dicen “agora” pero considero mejor cambiarlo. (N. del E.). 323 Eolo es el dios del viento. Por lo tanto, los caballos, según el poema, son tan veloces y bellos que parecen ser hijos de este dios. (N. del E.). 324 Parece que los caballos que llevaban estos dos señores eran negros con crines blancas y, por su velocidad y belleza, merecerían, según Alarcón, ir uncidos al carro de Apolo. (N. del E.). 325 Palabra relacionada con el dios romano de la guerra, Marte. (N. del E.). 326 Alarcón se refería en estos versos al caballo. Al usar el autor mexicano la palabra “consorte”, sin embargo, le dio una buena ocasión a Quevedo para que se burlarse. Francisco de Quevedo dice lo siguiente en relación a esos versos: “Consorte es correr con su mujer, que así se usurpa en lengua española” (“Comento”, 591). (N. del E.). 327 Se llama así a una tira o corregüela que se cose entre el cordobán y suela para fuerza (Diccionario de autoridades). (N. del E.). 328 El manuscrito de Soto dice “ambos”. (N. del E.). 329 “El lusitano Mora”: Se refiere a Castelrodrigo. (N. del E.). 330 Desde tiempos de Felipe II, Portugal y sus colonias eran parte de la Corona Española. (N. del E.). 331 Soto: “esmeraldas”. (N. del E.). 332 Soto: “suerte”. (N. del E.). 333 Sobre el traje de la cuadrilla de Castelrodrigo, la relación de Peña dice lo siguiente: “Fue la librea de raso verde bordado de plata, el forro de velillo, y bonetes gallardos de plumas de leonado oscuro” (Simón Díaz, 246). (N. del E.). 334 Soto: “cualquier”. (N. del E.). 321


hizo creíble un alazán centauro. 336 -LLos aplausos prorrumpen alegría,337 porque el Neptuno de Castilla338 viene, que en los pies de un morcillo339 desafía las alas del que dio nombre a Hipocrene.340 El oro que llovió en su luz el día lo oscuro esparce de la noche,341 y tiene tal gala,342 uniendo extremos y colores, que de sombras se viste343 y resplandores.344 - LI Blasones aclamó del Almirante345 el mundo en una voz, no lisonjera; llegó su nombre346 a la opresión de Atlante, transcendiendo una esfera y otra esfera. No tuvo más de vida que un instante el bello tramontar347 de su carrera, y en él, arrebatando corazones,348 335

Lo mismo que laurel (Diccionario de autoridades). Se refiere al hecho de que todos los de esta cuadrilla merecían la misma alabanza. (N. del E.). 336 En resumen, la estrofa elogia la apariencia de Mora y su habilidad con el caballo. Como es bien sabido, según la mitología clásica, un centauro era un personaje que tenía mitad de hombre y mitad de caballo. Podemos entender, por lo tanto, que, según el poema, el jinete controlaba tan bien el caballo que se podía decir que los dos formaban un sólo cuerpo. (N. del E.). 337 “Los aplausos prorrumpen”, Soto: “Los aplausos prorrumpen en alegría /”. (N. del E.). 338 El Almirante de Castilla. (N. del E.). 339 Caballo de color totalmente negro (Diccionario de autoridades). (N. del E.). 340 La fuente de Hipocrene fue creada al golpear Pegaso la tierra con sus pezuñas (Smaller Classical Dictionary). El poeta, en definitiva, compara a uno de los caballos de la plaza con el mítico Pegaso. (N. del E.). 341 El poeta contrasta, por un lado, el color negro de la piel del caballo y de la tela que lo cubre con, por el otro lado, la brillantez de los adornos de oro que lleva el animal. (N. del E.). 342 Soto: “gama”. (N. del E.). 343 Vuelve a mencionar que el caballo va recubierto de tela negra. (N. del E.). 344 Los cuatro últimos versos de la estrofa tienen que ver con los colores que llevaba esta cuadrilla: oro y negro. Más en concreto, el poeta destaca el fuerte contraste entre el negro de la tela y la brillantez de los adornos de oro. En ese sentido, Peña dice en su conocida relación de sucesos que estos caballeros “[&] sacaron manga vistosa, penachos negros salpicados de oro, marlotas y capellares de raso negro bordados de oro, y el forro de belillo de plata”, (Simón Díaz, 246). Por otro lado, en la última palabra de la estrofa el manuscrito de Soto dice “resplandece” en vez de “resplandores”. (N. del E.). 345 Esta estrofa sigue hablando del Almirante de Castilla. (N. del E.). 346 El nombre de su Casa y el suyo propio. (N. del E.). 347 Dícese particularmente del sol, cuando en su ocaso se oculta de nuestro horizonte detrás de montes (Diccionario de autoridades). Seguramente se refiere a la forma en que este jinete llevaba su caballo. Incluso es posible interpretar que, por un momento, el jinete puso al caballo sobre sus cuartos traseros. La antología manuscrita de Soto, por su lado, dice “trasmontar”. (N. del E.). 348 Se refiere seguramente al corazón de las mujeres que le observaban. También, por otro lado, es posible que se refiera al corazón de todos los espectadores, que seguramente se sobresaltaron al ver la audacia demostrada en la forma de cabalgar de este jinete. (N. del E.).


áncoras dio por timbre349 a sus leones.350 - LII Del carro de la noche se desata351 veloz caballo, vegetado monte, roca en su oscura cumbre de oro y plata; penetra Monterrey nuevo horizonte. Plumosa selva en la inquietud retrata, si, en la352 color, las ondas de Aqueronte,353 y en la velocidad, puesto que negra, ira de Jove354 fulminada en Flegra. - LIII Cordobés rucio entiende el pensamiento355 del que a su patria nombre dio lozano,356 y, hurtando el pie su ligereza al viento,357 borra envidioso estampas de la mano; o ya el fértil358 de plumas elemento,359 negro blasón del bárbaro africano, talares360 se calzó, porque en su vuelo presuma él de Mercurio y él de cielo.361 - LIV Mi pluma llega de volar cansada,362 tanta, siguiendo, tan veloz carrera, para que, en propio espíritu fiada, 349

Hay que considerarlo como si fuera un símbolo heráldico (es castellano y Almirante al mismo tiempo). (N. del E.). 350 Se refiere a los leones del escudo del antiguo Reino de Castilla y León. (N. del E.). 351 “Del carro de la noche”: Apolo, una vez llegado al fin de su trayecto diario, volvía a su posición original navegando, fuera de la vista del mundo, junto con su carro y sus caballos. Es muy probable, por lo tanto, que sea a eso a lo que se refiere Alarcón cuando en el poema se habla del “carro de la noche”. (N. del E.). 352 Soto: “siendo color [...]”. (N. del E.). 353 Se refiere a Aquerón, río que en la antigüedad se creía estaba conectado con el mundo inferior (Smaller Classical Dictionary). (N. del E.). 354 Se refiere a Júpiter y, más en concreto, a los rayos que este dios arrojaba cuando estaba furioso. Por supuesto, Alarcón está usando estas palabras para elogiar la velocidad del caballo de Monterrey. Por otro lado, ya en unos versos anteriores en esta misma estrofa había comparado Alarcón al caballo de Monterrey con uno de los caballos de Apolo. (N. del E.). 355 “Cordobés rucio”: Habla del caballo. (N. del E.). 356 El caballo sigue las instrucciones de su amo tan bien que, según parece sugerir el poema, da la impresión de que le lee su pensamiento. (N. del E.). 357 Aquí se elogia la velocidad del caballo. (N. del E.). 358 Soto: “textil”. (N. del E.). 359 El viento. (N. del E.). 360 Sustantivo usado siempre en plural. Significa las alas que fingieron los poetas que tenía el dios Mercurio en los talones para denotar la ligereza y velocidad en las diligencias de su ministerio de embajador de Júpiter (Diccionario de autoridades). (N. del E.). 361 Alarcón alaba a caballo y jinete en esta estrofa. (N. del E.). 362 “Mi pluma”: La pluma con la que está escribiendo esto. (N. del E.).


volar intente igual con la postrera; postrera, que ha de ser parangonada, siendo al círculo fin, con la primera. Dadme, pues, un aliento, ¡Oh, musas363 nueve!, si a tanta empresa vuestra voz364 se atreve. - LV Rápido rucio es rayo arrebatado que expira llamas cuando vientos365 bebe;366 alas le presta el peso, y, obligado, pagan los pies lo que la espalda debe; a laurear367 el pueblo aficionado al Duque Sandoval368 las voces mueve; pero, ¿qué la afición,369 si el hondo abismo dejó la envidia para hacer lo mismo?370 - LVI Segunda vez Bucéfalo espumoso371 del cristiano Alejandro372 a la carrera fatiga el pie, por no dejar quejoso un ángulo del circo en otra esfera;373 segunda vez le sigue el numeroso campo ecuestre,374 y le sigue la tercera, que dio por más vecina al francés norte,375 solsticio376 al sol de la española Corte. - LVII De las escuadras diez que ya leales377 siguieron a su Rey, los cinco en esto obedientes también campos iguales van a formar al sitio contrapuesto;378 363

Se refiere a las musas del arte. (N. del E.). Soto: “luz”. (N. del E.). 365 Soto: “bienes”. (N. del E.). 366 Los caballos del carro de Apolo respiraban fuego. (N. del E.). 367 Alabar. (N. del E.). 368 El Duque de Cea, jefe del equipo que se va a enfrentar a Felipe, entra en la plaza. (N. del E.). 369 Soto: “pero, ¿qué le ofrecen, si el hondo abismo /”. (N. del E.). 370 En esta estrofa es el propio poeta el que comenta la dificultad de representar tantas y tan extraordinarias cosas como están ocurriendo. (N. del E.). 371 “Bucéfalo”: Famoso caballo de la antigüedad. (N. del E.). 372 Felipe IV. (N. del E.). 373 Corre por toda la plaza. (N. del E.). 374 Los demás jinetes siguen a Felipe. (N. del E.). 375 Evidentemente hace referencia a Isabel, Reina de España. (N. del E.). 376 Con “solsticio” aquí quiere decir esplendor. Al fin y al cabo, durante el solsticio es cuando se ve el sol durante más tiempo y, por lo tanto, en su mejor momento. (N. del E.). 377 “De las escuadras diez”: Como ya hemos mencionado antes, hubo un total de diez cuadrillas en la plaza. (N. del E.). 364


mas, cuando el sol de claros Sandovales 379 ocho rayos conduce al otro puesto, tan juntos van, que, hiriendo las regiones, rompe un aplauso en mil admiraciones.380 - LVIII La caña empuña el Rey, la adarga381 embraza, la espuela aplica a otro león bermejo,382 y el occidente de la hermosa plaza 383 de nuevo ilustra su oriental reflejo.384 Juntando la piedad a la amenaza, de Marte385 es vivo y Júpiter 386 espejo, uno que fresno belicoso esgrime, otro que rayo fulminante oprime. - LIX No opuesto el Duque, no; (correspondiente imitador; émulo no) se muestra con la adarga y la caña en rucio ardiente a la oriental región de la palestra;387 ya se ven los dos campos frente a frente, y la blanca señal, que mano diestra de dos Mercurios388 ha de dar al viento, uno y otro caudillo aguarda atento.389 - LX Tremola apenas el delgado lino, cuando los dos hermosos escuadrones la caña blanden, émula del pino, 378

Cinco de las cuadrillas pertenecen al equipo del Rey y las otras cinco al de Cea. Sin embargo, como parece sugerir el poema, todas son leales a su Rey. Además de indicar eso, con estos versos también nos indica el poeta que las dos cuadrillas van tomando posiciones en lados opuestos de la plaza para empezar el juego. (N. del E.). 379 El Duque de Cea es descendiente directo del Duque de Lerma. Ambos pertenecen a la poderosa familia de los Sandovales. (N. del E.). 380 Cada cuadrilla está formada por ocho hombres. Según se puede ver en un famoso cuadro que hoy está en el Museo Municipal de Madrid, todos los jinetes en cada una de estas cuadrillas cabalgaban en una fila los unos al lado de los otros. La cuadrilla de Cea en concreto parece que cabalgó muy bien en formación y mereció, por lo tanto, la admiración del público. (N. del E.). 381 “adarga”: Es un escudo con el que se protegen los jinetes. (N. del E.). 382 Los caballos que montaba el Rey iban cubiertos por una tela roja. (N. del E.). 383 Se refiere a la parte oeste de la plaza, la que está en dirección al actual Palacio Real. (N. del E.). 384 El reflejo es el que da el Rey Sol, Felipe IV. Aquí, por otro lado, la palabra “oriental” no tiene el sentido habitual y sí el de lugar por donde aparece el sol. (N. del E.). 385 Dios de la guerra. (N. del E.). 386 Júpiter: Robador de Europa. 387 Lugar o sitio de la lucha. Para entonces, la disposición arquitectónica seguía el abierto espacio de las plazas públicas, y la de Madrid, no es la excepción. 388 Como dos mensajeros de los dioses. 389 Los caballeros frente a frente, consumando el juego de cañas, evitando que fuesen trocadas por las lanzas.


por diversas del círculo regiones, 390 hasta que en tortuosos cursos vino a verse junta de los dos Fitones una y otra cabeza, cuya furia del primero en el sol vengó la injuria. - LXI Aquí de Ampudia el advertido Conde (si bien no mendigó de la advertencia tan natural acción) la caña esconde, y al Rey da, en vez de adarga, la obediencia;391 con no corresponder le corresponde, funda en no competir la competencia, teniendo en ella su lealtad por gloria, que el vencimiento venza a la victoria. - LXII Cuatro veces en giros diferentes las ecuestres legiones se avecinan, y los del Duque tantas obedientes la inerme lanza con la frente inclinan; cesa la escaramuza, y los valientes ya divisos ejércitos caminan al puesto en que la paz que goza España ha de mentir el dardo con la caña. - LXIII Su campo ostenta el de Austria, y el de Cea su escuadra muestra; el mundo se suspende, cuando tejida nieve lisonjea el viento mismo que agitada hiende. El hipogrifo392 regio, que desea glorias al dueño, con volar pretende que no impriman sus pies al leño vano menos violencia que del Rey la mano. - LXIV En medio de su curso impele al viento el joven brazo la minante vira, mayor de los cíclopas393 escarmiento que las que a Febo394 ministró la ira. 390

Debe referirse al tipo de evoluciones concertadas que las cuadrillas efectuaban en muestra de alarde, control, dominio y posesión de sus caballos, así como de la mutua capacidad que quedaba de manifiesto ante los públicos impacientes de disfrutar un espectáculo como el “juego de cañas”. 391 Como gesto de humildad, pero también de atención hacia el monarca. 392 Hipogrifo (o hipogrifo): híbrido fabuloso, de caballo y de gripo o águila. 393 Cíclopes: Seres fabulosos que tenían enorme estatura y un solo ojo en medio de la frente. 394 Apolo, dios de la música, la poesía y la belleza; es también Febo y Helios, el sol.


El provocado campo, en movimiento lustrando circular, tan diestro gira, que en su alazán -errada la sentenciase juzgó instinto lo que fue obediencia.395 - LXV Vuelve el caballo el Rey, y, acompañando de los ojos la espalda, al mundo muestra que es sol, que es luz esférica, y, cambiando los oficios las manos, en la diestra pone el gobierno de las riendas, cuando, abreviado en la adarga la siniestra, lo esconde tanto que a la perla imita que aún la nativa inculta concha habita. - LXVI Mas, ¿para qué, Señor, tan cuidado, si para ostentación menor sobrara? que a vuestra adarga rinde el dios armado,396 por más diestro, el escudo y la tiara; tanto que en vos el mérito agraviado del poder, a poder lo renunciara, porque se viera que es vuestra persona única adulación a su Corona. - LXVII Ya el Duque, pues, que en los pasados giros se ufanó de rendirse al encontraros, por serviros os sigue, por seguiros vuela, os quiere alcanzar por alcanzaros. Si caña lleva, os juzga Amor, y tiros contra sí mismo intenta ministraros (si no puede ser más de lo que es vuestro), porque ocioso no esté brazo tan diestro. - LXVIII La lealtad puede tanto, tanto puede el respeto en su sangre generosa, que ni la ley de la ficción concede al brazo una amenaza mentirosa. Ya de vuestro alazán al curso cede, y la que no os sirvió, poco dichosa caña, hacia atrás del brazo humilde vuela; tanto distó de que hacia vos la impela. - LXIX 395 396

Elegante manera de describir el mando que, el caballero tenía sobre las riendas del equino. ¿Se refiere a Jano, dios romano de la paz?


¡Oh, Carlos!, perdonad, que, deslumbrado al sol que aún os deslumbra a vos, no os veía, cuando en otro alazán tan semejado al luminar mayor de tanto día, dais luz, que ni la vista ni el cuidado a sutil diferencia os distinguía, y juzga cuando os ve que en el reflejo mira al mismo Filipo de un espejo. - LXX El gallardo Guzmán, el fiel Acates del que es al Tibre más piadoso Eneas,397 en lanza, adarga, riendas y acicates vence del pensamiento las ideas; cuatro veces por turno los combates el Rey repite, y tantas semideas, que, huyendo, al dios del campo enmudecieron, huyendo al Rey de España, hablar supieron. - LXXI No callan, a los cielos atrevidas, las que la mano disparó violenta del Infante español; que en ser oídas, y vistas no, su furia se argumenta. Más pública temió el rústico Midas398 de su justo suplicio aquí la afrenta, cuanto inmóviles las otras murmuraban. Y éstas, volando esferas, voces daban. - LXXII Hasta que ya interpuestos los ancianos, terceros de la paz, los escuadrones cesan de competir, y a ser ufanos obsequios van al Rey; que las regiones dos veces discurriendo con humanos ojos de la palestra, aclamaciones Concitó tan gloriosas su alabanza, que alcanzará cuanto la edad alcanza. - LXXIII Mientras, seguido de su hueste hermosa, glorias esparce a la arenosa esfera,399 397

Eneas: héroe troyano. Rey de Macedonia, hijo de un sátiro y de la diosa del Monte Ida. Cuando era niño un enjambre de hormigas acarreaba granos de trigo a su cuna y se los ponía en los labios mientras estaba durmiendo. Se dio este hecho como un presagio de su futura riqueza. 399 La Esfera: el cielo. 398


en pie le guarda su adorada esposa, 400 que igualmente lo adora y lo venera; con la acción misma la majestuosa real copia honorándole le espera. Púsose al fin el sol, y, en sombras frías, Término fue una noche a muchos días.401 FIN Es autor de esta obra: Juan Ruiz de Alarcón.402 Juan Gutiérrez de Padilla (c. 1590-1664). Clérigo presbítero, maestro de capilla de la santa iglesia catedral desta Ciudad de los Ángeles donde soy vecino, hijo legítimo de Juan Gutiérrez de Padilla y de doña Catalina de los Ríos, vecinos de la ciudad de Málaga en los reinos de Castilla, de donde soy natural, escribió “Las estreyas se Ríen”. Juego de cañas a 3, y a 6, pieza a capella, que fue cantada por primera vez, hacia 1629 en la catedral de Puebla. 1629 LAS ESTRELLAS SE RÍEN Juego de cañas (a 3 y a 6). Las estrellas se ríen los luceros se alegran la luna más hermosa su resplandor ostenta. Arrásimos florecen los prados y las selvas los corderillos saltan los pájaros gorjean. Sobre Belen se escuchan dulcísimas cadencias de voces que sonoras dicen de esta manera: Estribillo Afuera, afuera que biene caballeros a celebrar la fiesta. Aparta, aparta que el cielo se ha venido 400

La señora infanta de Castilla. Fiestas de esta naturaleza duraban, a lo que se ve, varios días, por lo que no debe extrañarnos el hecho de que en relaciones como la hasta aquí anotada, registre en calidad de síntesis, la suma de hechos ocurridos en varias jornadas. 402 Este “Elogio descriptivo”, aparece también en Juan Ruiz de Alarcón: OBRAS COMPLETAS. México, 2ª reimpr. del tomo Nº 3. Fondo de Cultura Económica, 1996. XXI - 719 p. (Biblioteca Americana, serie de Literatura Colonial). (pp. 393-418). Sugiero al lector remitirse a los ANEXOS para que encuentre allí el desenlace escandaloso que se produjo tras la publicación de este Elogio… 401


al aire a jugar cañas. Coplas Que galas tan lucidas, que vistosas libreas, que plumas tan bolantes, que garsotas403 tan bellas. Que graves se aperciben, que atentos se carean, que diestros se provocan, que corteses se encuentran. Que bien, que bien se alargan que bien, las cañas fechan; que bien, en fin se juntan que bien corren parejas. Que bien se juegan, que bien se tiran, que bien se emplean. Vivas exhalaciones, aladas primaveras. Esta sí, esta sí, que es toda la nochebuena. Coplas Al mejor mayorazgo404 del cielo y de la tierra, en su primera cuna, adoran y festejan. Al príncipe nacido405 y su madre la Reina les dan preciosas joyas de aljófares406 y perlas. Los de Belen los miran, 403

En el texto original dice garsota. Debe decir: garzota. Plumaje o penacho que se usa para adorno de los sombreros, morriones o turbantes, y en los jaeces de los caballos. 404 Bienes que se separaban del patrimonio familiar. Formaban una unidad que no se podía vender y lo heredaba el hijo mayor. Su origen está en la Edad Media castellana, se cree que para evitar la descomposición del patrimonio familiar, por el reparto de tierras entre varios hijos. La institución fue reglamentada en las Leyes de Toro, aprobadas en 1505. El mayorazgo se podía constituir por licencia real, por contrato y por testamento. A partir de Carlos III se dieron leyes que limitaban la libertad de fundar mayorazgos y permitían vender sus bienes y se les gravaba con impuestos. 405 El 13 de octubre de 1629 nació en España el malogrado Príncipe de Asturias, Baltasar Carlos, hijo de Felipe IV y de su primera esposa, Isabel de Borbón. El acontecimiento fue muy celebrado durante todo el mes de diciembre, tanto en España como en la Nueva España, a donde debe haber llegado noticia, que de inmediato dio motivo a las celebraciones de costumbre. 406 Aljófar: perla de figura irregular y, comúnmente, pequeña. Conjunto de perlas de esta clase.


y con alegres señas, airosos los aplauden bizarros los celebran.407 Juan Ruiz de Alarcón (1580-1639) según Alfonso Méndez Plancarte, al ocuparse de Los toros en Alcalá, dice que José María de Cossío da estas gallardas octavas, las de los toros en Alcalá como “ejemplo de decoro y perfección formal, aparte de su equilibrada belleza y aliento sostenido, (que) advierte su directa expresión realista”, vigorizada con mezclas típicamente culteranas y subraya esos ecos de Garcilaso –Cuánto corta la espada en un rendido-, soneto II y Alejandro la vista y el oído, égloga III. El robador de Europa: el toro, bajo cuya forma raptó Júpiter a aquella princesa, es una expresión de Góngora (Soledades, verso 2) y antes de Camoens.408 1630 IV. Los toros en Alcalá. El sol hermoso en movimiento leve la tercera parte comenzaba al día, y presurosa la alterada plebe Confusamente alegre concurría según que toda se baraja y mueve, juzgarás que la plaza se movía, Compitiendo el bullicio y el ruido en divertir la vista y el oído, cuando ligero toro, que no olvida en Henares los pastos de Jarama carbón del cuerno al pie, porque despida humo al aliento si la vista llama; Alta cerviz, cerdosa y recogida, sale furioso y vengativo brama y a un mancebo que ve, ciego arremete de la cola erizado hasta el copete. Hurtóse al golpe el joven con destreza y aunque volver quisiera el toro airado obedece a su misma ligereza. Y contra si se mueve arrebatado, hasta que –de encontrar con la cabeza en un mármol- cayó desatinado, donde probó el tumulto embravecido, cuánto corta la espalda en un rendido. El segundo salió, cuya belleza al robador de Europa dio recelo, 407

Robert Stevenson: Christmas Music from Baroque México. Berkeley, Los Angeles London, University of California Press, 1974. 194 p. Ils., facs., p. 80-81. 408 Ibidem., p. 196.


que lo excede en blancura; en ligereza al toro vence que da signo al cielo: Tres manchas en el anca, hombro y cabeza, negros lunares son del blanco velo, y de color bermejo rodeadas espesas nubes de Titán bordadas.409 En breve rato, en una y otra vuelta el término cercano discurría, dando a la mal segura turba, envuelta en temor y alboroto, la alegría; cuando un impulso de intención resuelta la fiera en curso arrebatado guía s la fuente que está dando a la plebe contra el toro y la sed, andamio y nieve. Arrojóse veloz y saltó dentro tras uno que seguro lo llamaba; a tres o cuatro arrebató de encuentro el ímpetu violento que llevaba; todos visitan con el golpe el centro, y el toro entre ellos sólo procuraba salir, y el agua –de su humor teñidasepulcro de coral hizo a su vida. En esto comenzó súbitamente una cuestión de fieras cuchilladas, y –amontonado el pueblo diligentebrillan al sol desnudas mil espadas: Crece el marcial ardor, y de la gente dos escuadras se forman encontradas: Ésta apellida al natural Henares, aquélla al forastero Manzanares. Sueltan un toro –medio ya postrero, contra la lucha y cólera encendida-; era barroso y grande, aunque ligero, corto de cuello y cuernos, escondida en un cerdoso remolino fiero la frente, abierta la nariz hendida, negro de extremos, y de hocico romo, de negra cinta dividido el lomo. Tello, airoso, galán, gentil mancebo, al mismo tiempo entró por la otra parte -confianza al Amor, envidia a Febo, amor a Venus y temor a Marte-; pardo el vestido, mas con modo nuevo de diamantes tal copia le reparte, que un diamante juzgaras el vestido y que estaba de pardo guarnecido. 409

Sin pretenderlo, Juan Ruiz de Alarcón, describe a un toro que, en la actualidad sería berrendo en negro.


Va en un rucio andaluz, pisador, bello, de grande cuerpo en proporción formado, al ancho pecho igual el corto cuello, de alta corva cerviz hermoseado; riza la crin, la cola y el cabello, el breve rostro alegre y sosegado, anchas las ancas, de barriga lleno, presto a la espuela y obediente al freno. Y parece que el toro, de ofendido de que el pueblo por él lo desampara, para envidioso y entra embravecido al experto caballo cara a cara; mas Tello, reportado y prevenido así el rejón a la cerviz prepara, que se encontraron en la misma herida a entrar el hierro y a salir la vida.410 En el Desafío de Vargas y Aliatar del mismo Juan Ruiz de Alarcón, hemos encontrado una imagen que bien pudiera vincularse con los evocadores juegos de cañas que tanto se realizaron durante el siglo XVI y hasta con un intento, fallido a principios del siglo XIX (exactamente en 1815).411 En el dicho Desafío..., las pinturas clásicas del caballo (la virgiliana de Céspedes), tenían –aunque bellísimas- un fatal declive prosaizante. Veo en sus octavas un claro concepto de aquel ardimiento y la pasión que habían puesto en la lucha, donde los contendientes se enemistaban de veras, llegando algunas veces a entablar formales peleas, donde sustituían las cañas por venablos o espadas. Las cañas se vuelven lanzas había dicho el famoso poema morisco medieval, refiriéndose a fiestas de Granada y que aquí, en los fragmentos de El Tejedor de Segovia, parecen insinuarse perfectamente. 1630 VII. (DESAFÍO DE VARGAS Y ALIATAR). Llegué con Garcerán, que está presente, adonde España dividir procura con un Tajo de plata transparente, del claro Portugal, la Extremadura. Era púrpura entonces el oriente, y al sol en rosicler y nieve pura iba formando ejércitos la aurora, que osada imita la cuadrilla mora. Que como de las sombras redimían aljubas y almalafas412 sus colores, 410

Ibid., p. 186-189. Todo es ventura, acto III. José Francisco Coello Ugalde: “Relación de juegos de cañas que fueron cosa muy de ver. Aquí se consignan los más curiosos e importantes habidos desde 1517 y hasta 1815 en la Nueva España”. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1987. (p. 251-307) (Separata del Boletín, segunda época, 1). 412 Aljubas y Almalafas: vestiduras moriscas. 411


hermosas primaveras parecían o abriles anegados entre flores; y en los turbantes –que en el viento hacían, mendigando del sol los resplandores, golfos de plata y piélagos de espumasel cielo era un pavón de ricas plumas. Al bárbaro escuadrón medio despierto descubrimos, en fin, que a un monte daba azucenas y rosas, como el huerto que la ciudad de Nino413 coronaba. Cesan nuestros clarines, que el concierto de sus dulces jabebes414 remedaba, porque –a los dos la empresa reducidael Moro a la batalla me convida. Admito el desafío, y salgo luego a la palestra, en que aguardando estuve, en un rayo andaluz, monstruo de fuego, que una vez es astilla y otra nube: Hipogrifo415 le juzga el campo ciego, y el sol cometa que a eclipsarse sube, que –unas veces ligero y otras gravegoza en los vientos privilegios de ave. Era tigre en la piel, como retrata entre flores abril curioso toro, en quien siembra, con círculos de plata, pórfido a líneas salpicadas de oro; la cola, que culebra se desata, pompa del sol, y de su luz decoro, golfo de tornasoles parecía; y la crín, lisonjera argentería. Era un monte su pecho, y su cabeza tan reducida y breve, que a un diamante la quiso reducir naturaleza, siendo en todo a una perla semejante. Tropezando en su misma ligereza, burla el viento, soberbio y arrogante, tanto que el viento allí, por imitallo, quisiera no ser viento y ser caballo. A esta ocasión el Moro al puesto llega danzando, al son del militar ruido, con los compases de una alfana416 griega, alabastro con alma y con sentido; La ciudad de Nino; Nínive, cuyo recuerdo funde el poeta con el de Babilonia, la de los “pensiles” o jardines colgantes. 414 Jabebes: flautas, o clarines, de los moros. 415 Hipogrifo (o hipogrifo): híbrido fabuloso, de caballo y de gripo o águila. 416 Alfana: nombre que da Ariosto a la yegua del rey Gradaso; luego, cabalgadura grande y briosa... 413


cisne parece que en el sol navega, por nubes que ha burlado y desmentido, que entre ellas quiere el bruto que presuma Que hay estrellas también que visten pluma. Era un jazmín la yegua, poderosa de cola y crin, de cuello angosto y breve, ancha de pechos, de ancas portentosa, dando en ellas al sol montes de nieve; llamas sus ojos son; su testa hermosa, que entre ondas de marfil estrellas bebe, lágrimas de Ceilán, pues –al moverlale dio la vista admiración de perla. Tocan a acometer, y como fieras los dos monstruos se miran, engrifando sobre las manos sueltas y ligeras; los pechos en su espuma están nadando. Entre tanto las lanzas lisonjeras, como juncos al sol las dos vibrando, quebradas sin piedad y sin mancilla, átomos dan al aire, astilla a astilla. Pasaron los dos botes las adargas;417 y empuñando diamantes por aceros (excusando, señor, arengas largas) fuimos allí los dos, Cíclopes418 fieros: -“Yo soy (dijo) Aliatar. –Y yo soy Vargas”, le respondí soberbio; y tan ligeros, tan a sabor los dos nos embestimos, que en los caballos dos Faetones419 fuimos. Busco al Moro en el suelo, y con tal ira le atropello y le mato, que pensaba la muerte que su muerte era mentira, aunque muerto y sangriento le miraba; corre la voz, la escuadra ya se admira, y –como oyó que el General faltababañada en confusión y en llanto triste, sin aguardar concierto, al nuestro embiste. Recibióle con gusto y alegría, añadiendo a su llanto más tristeza, que pudo entonces la victoria mía infundir en su pecho fortaleza; Garcerán, que a mi lado la regía, ilustró de sus barras la grandeza; y al fin –rendido el Moro- a vuestros ojos vengo con los trofeos y los despojos.420 417

Adarga: escudo de cuero, ovalado o de figura de corazón. Cíclopes: seres fabulosos que tenían enorme estatura y un solo ojo en medio de la frente. 419 Faetones: semejantes al hijo de Apolo (Faetón, o Faetone), cuando se despeñó en el carro del Sol. 418


Juan Ortiz, célebre autor de comedias, escribió una para las fiestas a causa de la beatificación del padre Francisco Javier, de la Compañía de Jesús.421 Obra que desde luego habrá contenido referencias taurinas, mismas que posee la Comedia de San Francisco de Borja (1640) y que luego tendremos oportunidad de conocer junto con otros interesantísimos documentos de este preciso momento. En un manuscrito de 1634, intitulado Partida de Guadalupe encontramos la siguiente alusión: 1634 Partida de Guadalupe. (. . . . . . . . . .) Buen viaje, mi señora alégrense vuestros montes, los campos, flores y yerbas, vuestra fuente milagrosa ganados, montañas, peñas. (. . . . . . . . . .) Los labradores, contentos , con regocijos y bailes, corran toros, hagan fiestas.422 Pedro de Marmolejo y su Loa Sacramental: 1635 Y el mexicano bullicio… Y el mexicano bullicio, virtiendo gozos del alma, sale en su busca animoso por las calles y las plazas.423 Esto es que la corrida de toros nunca ha perdido su aparato festivo y aún hoy sigue mostrándose tan normal en los escenarios donde se desarrolla. Entre la enorme cantidad de fiestas celebradas en este siglo, afortunadamente existen testimonios documentales que nos hablan de las magnas ocasiones. Me remito a continuación a un ejemplo que preparé bajo el título de: RECEPCIÓN DEL VIRREY MARQUÉS DE VILLENA EN 1640 Desconocidas y no, porque ya en otro lugar y en otro momento me he ocupado de esto. 424 Precisamente en mi libro Novísima Grandeza de la Tauromaquia Mexicana425 en su quinta parte denominada: “Relaciones de fiestas o la fascinación del desbordamiento”, apunto lo siguiente:

420

Méndez Plancarte: Poetas..., Primer siglo (1521-1621), op. Cit., p. 192-195. Rangel: Historia del..., op. Cit., p. 66. 422 Méndez Plancarte: Poetas..., (1621-1721) Parte primera, op. Cit., p. 36. Partida de Nuestra Señora de Guadalupe desde la metropolitana a su ermita del Tepeyac, México, 1634, según Medina. Coplas a la Partida, México, Francisco Rodríguez Lupercio, 1643. 423 Ibidem., p. 38. 421


Las relaciones o descripciones recrean las “grandes alegorías” como por ejemplo: proclamaciones reales, entradas, esponsales, bodas, nacimientos, bautizos, canonizaciones de santos, etc. En todo esto, el autor procuraba no sólo deleitar sino hacer revivir las jornadas festivas de manera que el lector de la Relación lograba tener la sensación de ver “las fiestas por segunda vez”. Es difícil escoger alguna porque todas poseen un encanto particular, debido al manejo detallado con que reseñan la plaza, el público y el ambiente. También, y esto llama poderosamente la atención, describen los trajes de nobles caballeros, jaeces y adornos de las cabalgaduras; pero sobre todo la forma en que se jugaron los toros. Estas relaciones de fiestas provocan a la imaginación y con ella entramos a la plaza, para convertirnos en uno más de sus asistentes, saludando al virrey en turno, a los canónigos y capitulares, sin que falten los estudiantes de la Universidad y el pueblo llano, saboreando al calor de la tarde, una deliciosa “fuente de barquillos” con nieves traídas desde las faldas del Popocatépetl. Por allí pudimos ver a María de Estrada Medinilla con su Descripción en Octavas Reales de las Fiestas de Toros, Cañas y Alcancías, con que obsequió México a su Virrey el Marqués de Villena de 1640 bajo el brazo. Doña María es autora de estos apareados u ovillejos que hubieran puesto a temblar al mismísimo Luis de Góngora en su momento. Lamentablemente, dicha obra se encuentra perdida hasta el momento, 426 por lo que, para no dejar en el vacío la colaboración de esta importante autora, es preciso reproducir otra de sus obras (en silva libre y ovillejos castellanos), también escrita en la misma ocasión, denominada 1640 Relación escrita por DOÑA MARÍA DE ESTRADA MEDINILLA, A una Religiosa monja prima suya. De la feliz entrada427 en México día de San Agustín, a 28 de Agosto De mil y seiscientos y cuarenta años. Del Excelentísimo Señor Don Diego López Pacheco, Cabrera, y Bobadilla, Marqués de Villena, Virrey Gobernador y Capitán General Desta Nueva España. Quise salir, amiga428

424

José Francisco Coello Ugalde: Antología Nº 2: Lo que fue y lo que es del toreo en México. Ensayo histórico sobre el pulso de una fiesta con casi cinco siglos de vida entre nosotros. 194 p. “En búsqueda de lo que no está perdido. Relaciones taurinas novohispanas de la sorpresa a los nuevos hallazgos”, p. 59-69. Trabajo inédito elaborado en el año 2002. 425 José Francisco Coello Ugalde: Novísima grandeza de la tauromaquia mexicana (Desde el siglo XVI hasta nuestros días). Madrid, Anex, S.A., España-México, Editorial “Campo Bravo”, 1999. 204 p. Ils, retrs., facs., p. 31-33. 426 La Maestra Dalia Hernández Reyes, que pertenece al SEMINARIO DE CULTURA LITERARIA NOVOHISPANA IIB-UNAM, me comenta haber localizado dicho documento, mismo que se encuentra trabajando en su aspecto crítico. Tal información me fue proporcionada en el mes de septiembre de 2006. Más adelante incluyo una transcripción modernizada del mismo. 427 La recepción del Duque de Escalona y Marqués de Villena fue excepcional, por la suma aristocracia del nuevo Virrey, y por ser el primero que traía el privilegio de entrar “bajo palio”. Costó a la ciudad $40,000 y comprendió “comedias, mitotes, saraos, máscara, castillos, arco triunfal, y ocho toros”; y la propia Doña María escribió en octavas su otra “Reseña de las Corridas de Toros y Juegos de Cañas” que veremos más adelante.


(Mas que por dar alivio a mi fatiga) temprano ayer de casa, por darte relación de lo que pasa,429 a prevenir hice el coche, aunque mi pensamiento se hizo noche, pues tan mal lo miraron, que para daño nuestro pregonaron. que carrozas no hubiera; o mas civil, que criminal cantera; lamentélo infinito, puesto que por cumplir con lo exquisito; aunque tan poco valgo, menos que a entrada de un virrey430 no salgo: Mas el ser hizo efecto. Y así quise cumplir con lo imperfecto, mudando de semblante; no quieras mas, pues fui sin guardainfante,431 con que habrás entendido, de todo queda bien encarecido: Pero si le llevara, del primer movimiento no pasara; siguiéronme unas damas, a quienes debe el mundo nobles famas; y con manto sencillo quisimos alentar el tapadillo. Y en fin, como pudimos hacia la Iglesia Catedral432 nos fuimos Aquí, María de Estrada Medinilla puede contarle a “Una religiosa monja prima suya”, del mundo, del siglo y todo su carácter profano, del que no goza aquella otra, quien únicamente pudo enterarse de los acontecimientos gracias al texto con que le describió el boato maravilloso que tuvo ante sus ojos. 429 Francisco de la Maza: LA MITOLOGÍA CLÁSICA EN EL ARTE COLONIAL DE MÉXICO. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1968. 251 p. Ils., facs. (Estudios y fuentes del arte en México, XXIV)., p. 172. Nos dice el autor que en ciertas ocasiones se permitía a las monjas ver la procesión (de las fiestas), y como apunta con gracia Juan José de Zúñiga en su Cristalino, argentado mar de Gracia, que es un apartado del gran volumen: El segundo quince de enero de la Corte Mexicana que a la canonización de San Juan de la Cruz celebró la Provincia de San Alberto de México, impreso por Bernardo de Hogal en 1730. Las azoteas –de ambos conventos: Santa Catalina y la Encarnación- no sólo estaban galanamente enriquecidas de vistosas banderas, también de vivientes racionales preseas, porque, in honorem tanti festi, el P. Provincial, con los garbos de su genio, les concedió licencia a todas las señoras religiosas, niñas y criadas, para que pudiesen subir a las azoteas, y aunque los hábitos, uniformes y religiosos, no admiten otro adorno y aliño para su gala, era muy de notar los quitasoles o sombrillas con que las señoras se defendían del sol, por la elevada proceridad de sus conventos... las de la Encarnación subieron muy gustosas y regocijadas y desde allí arrojaron una primavera de flores naturales con muchos panes de plata, que subían brillando por los aires y aún otras piezas de mejor gusto, por ser de varios dulces... 430 Ocasiones como las de la entrada de un virrey se convirtieron en verdaderas ceremonias no solo oficiales. También la iglesia tenía su parte, y desde luego, la participación del pueblo se integraba perfectamente a semejantes conmemoraciones. 431 De guardar e infante, por ser prenda con que podían ocultar su estado las mujeres embarazadas. Especie de tontillo redondo, muy hueco, hecho de alambres con cintas, que se ponían las mujeres en la cintura debajo de la basquiña. 432 Darle la categoría de iglesia catedral significa que su construcción se encontraba todavía en proceso, y aunque fue hasta 1668 en que se solemnizó y se dedicó el Templo Metropolitano de México, dicha obra quedó 428


donde mas que admirada quedé viendo del Arco la fachada, que tocare de paso: Porque si en el ingenio me embarazo, habiéndome engolfado, no habrá camino de salir a nado. A follajes galantes, estrago fue de Centis y Timantes,433 grandeza en quien contemplo lo raro de tres templos en un templo: Pompa de Mauseolo,434 ciencia de Salomón, Plectro435 de Apolo.436 perdone la pintura, que en lo formal se demostrará más pura: Pues a tanto se atreve, que al lienzo fía lo que al bronce debe. No quedó en todo el cielo signo, que el arte, no bajase al suelo, ni en toda la escritura tribu que no trajere a coyuntura; ni doce que la fama por sus Virreyes justamente aclama, contra largas edades, para la eternidad de eternidades: Ni la insigne ascendencia del ilustre Marqués, cuya Excelencia da con celebraciones glorias a España, al mundo admiraciones, de suerte todo unido, que diera suspensiones al sentido que mas perspicaz fuera, cuya atención aún no lo consiguiera; de su metro imagino, que pasa de lo humano a ser divino: Y es caso averiguado, que un Ángel a otro Ángel le ha dictado, y porque no te asombre, corresponde sus obras a su nombre. Dimos la vuelta luego, y en un abismo de rumor me anego: Al discurrir la calle, no hay paso donde el paso no se encalle; el número de gente presumo que no hay cero que tal cuente, pues tomar fuera en vano la calle (como dicen) en la mano: rematada, tal y como la conocemos en nuestros días, tras la participación que tuvo en ella el arquitecto Manuel Tolsá, quien remató la fachada con su “Trinidad”. 433 Pintor griego. 434 Mausoleo. 435 Palillo o púa que usaban los antiguos para tocar instrumentos de cuerda. En poesía, inspiración, estilo. 436 Apolo, dios de la música, la poesía y la belleza; es también Febo y Helios, el sol.


Iba aunque aquí se note de lo que llama el vulgo bote en bote, era cada ventana jardín de Venus, Templo de Diana,437 y desmintiendo Floras, venciendo Mayos, y afrentando Auroras. la más pobre azotea desprecio de la copia de Amaltea,438 con variedad hermosa; aunque tuvo también de toda brosa. Pintar su bizarría, ni más Flandes habrá, ni más Turquía. En fin todo es riqueza. Todo hermosura, todo gentileza: A opulencia tan rara, que Babilonio muro no temblara? Pues conservando Abriles, se miran injuriados sus Pensiles. La tropa crece mucho: El cerca viene entre la tropa escucho? Y tropezando aprietos, entramos con orgullos más inquietos donde un balcón estaba. Que con ostentación nos esperaba; y a menos sobresalto, pienso que nada se nos fue por alto. Fundaciones tonantes, en hombros de Ipógrifos Elefantes dejaron ilustrado al primer inventor de lo bordado. Duplicados clarines de música poblaron los confines, que en acentos suaves, repetición hicieron a las aves. Con cuyas armonías ociosas quedarán las chirimías, estruendo de atabales bienes anuncia a tanto gusto iguales: La brevedad se indicia; miden la calle varas de justicia. Gloriosamente ufana iba la gran nobleza Mexicana, logrando ostentaciones, entre las militares Religiones; mostrando en su grandeza, que es muy hijo el valor de la nobleza; y en sus ricos aseos, 437

jardín de Venus, templo de Diana, por las damas y doncellas en los balcones; desprecio de la copia de Amaltea, (del cuerno de la Abundancia), por su apretura y lozanía; y evocación, por las flores del Babilonio muro (los jardines colgantes), y por los tapices, de Turquía y de Flandes… (Notar la rima de hermosa con broza; y en las Décimas, la de ofrece con fuese). 438 Cabra que amamantó a Júpiter.


deseos con obras, obras con deseos. Brotando suficiencias la doctísima madre de las ciencias iba, aunque se interprete, cifrado en un vistoso ramillete lo raro, y lo diverso de la Universidad, y el universo compendio Mexicano, emulación famosa del Romano: En quien se ve cifrada la nobleza, y lealtad más celebrada que mármoles, y jaspes ilustra desde el Betis al Idaspes, mostraba generoso cuanto sabe ostentar de lo honoroso, haciendo competencia su generosidad con su prudencia, y en ordenes iguales del tribunal mayor, y Tribunales, ostentaban primores el Fator, Tesorero, y Contadores: Donde solo se iguala con lo rico, y perfecto tanta gala: Y a fámulas439 hileras, forman tapetes, huellan primaveras. El que la Guarda rige, dignísimo sujeto, a quien se erige por tan justo derecho la blanca insignia, que adornó su pecho, con denuedo galante, era la perfección de lo brillante; y a lucientes aceros multiplicaba números de arqueros, insignia Real divisa, la dignidad de un Joven autoriza, que a muchos les excede, tanto, que el solo competir se puede. Mostraban su eminencia Pompilios, y Licurgos440 de la Audiencia, de quien hoy fuera amago la docta rectitud del Areópago,441 que Atenas tanto aprecia, de Roma ejemplo, y atención de Grecia, llegó la gran persona del valeroso Duque de Escalona, en un alado bruto,442 439

Quizá se entienda también como domésticas hileras o sencillas filas. Por alusión a Licurgo, famoso legislador espartano. Inteligente, astuto, hábil. 441 (De lat. Aerópagus, colina de marte). Tribunal superior de la antigua Atenas. Grupo de personas graves a quienes se atribuye, las más veces irónicamente, predominio o autoridad para resolver ciertos asuntos. 442 El corcel del Duque (el mejor de la Ciudad, cedido por el Conde de Santiago) recordaba los de la carroza del Sol, o los Grifos, también alados, de los carros volantes de Ariosto y Balbuena; y moteado de azabache, lo 440


que fue de los de Phebo sustituto; y a ser tan hábil viene, que ya de bruto solo el nombre tiene, color bayo rodado, en quien no queda bien determinado, por guardarle el decoro, o si fue oro engripado, o Gripho de oro; a la vista primera, oro esmaltado de azabaches era: Bien que a la fantasía ya tigre de tramoyas parecía, y ya Pavón de Iuno: Aunque en lo cierto no tocó ninguno, y erizando sus plumas, furias vertiendo sí, brotando espumas, daba a toda la plebe a chirlo, cintarazo, grana, y nieve; tan racional estaba, que capaz de la altura en que se hallaba, no tubo, ni aun apenas un tocar con las manos las arenas, y estando descuidada, hice viendo venir una pedrada443 reparo diligente, con que no me rompió toda la frente: Y esto lo menos fuera, pues por poquito no me la partiera; a vueltas de la cara: Aun el susto me dura, y cual quedara: El corazón me parte, y aunque de mi discurso en esta parte ponderación colijas, tan sin bajarse levantara guijas,444 que tuve algún recelo de que se granizaran desde el cielo, y en los más retirados, infinitos habrá descalabrados, en su furia mostraba; que al Virrey en el cuerpo en fin llevaba; de suerte le imagino, que en él hasta el bozal era ladino, con nueva maravilla, promontorio de plata era la silla. pintar su dueño agora que en tanto el arte de primor ignora; aunque el objeto obligue; mas lo comienza, y tarde lo consigue, y epítetos vulgares, mismo parecía un Tigre (aunque fuera de “tramoya”, del teatro) que un Pavón, por el esplendor de los “ojos” en su plumaje… 443 A lo que se ve, ni estando en las alturas ni a buen recaudo, se salvaban los asistentes de riesgos como este. 444 Piedra pelada y chica que se encuentra en las orillas y cauces de los ríos y los arroyos.


no son para las cosas singulares. Viste el solio divino del Sol, que desde el Orbe cristalino dorando las florestas, hace con providencias manifiestas flamantes vizarrías, como desperdiciando argenterías, y aunque le gozan todos, si le quieren mirar, por varios modos tal resistencia hallan que ciegos a su amago se avasallan, y nadie aquello puede que a un Águila caudal le concede? A mí me ha sucedido: Lo mismo pues, poniendo en tanto olvido de mi ser la bajeza; llevada del fervor y la viveza, quise bebiendo rayos, sembrar alientos, y coger desmayos; y cuando cerca llega, flamígero furor mi vista ciega: Mas aunque más se impide. Con el afecto y con la fe le vide: Y aun bosquejarle puedo, si al rayo, y a la espuma pierdo el miedo. Júzguele tan airoso, y tan de lindo guiso en lo aliñoso, haciendo con desgarro desprecio general de lo bizarro: Que alguno abrá pensado, que aquel descuido todo fue cuidado;445 aunque se está sabido, que es aquella postura de entendido, con que está dicho todo. Y puesto que en los hombres es apodo entrarles por lo bello, a riesgo de empezar por el cabello, principio de lo hermoso, abiendo lo discreto, y lo brioso, con extremo infinito, aquí se cifra todo sin delito: Y en todas opiniones. Un epílogo fue de perfecciones, nube viste de plata,446 donde lo recamado se dilata tanto, que no ha llegado Que aquel descuido, todo fue cuidado… vaga reminiscencia, quizá, de Góngora, en su soneto “Sea bien matizada la librea”, donde “Un caballero prevenido para unas fiestas” se prepara a entrar cuidadosamente descuidado…; y claro precedente de Sor Juana, pintando a Lisarda: “Un adorno garboso y no afectado, / que parece descuido y es cuidado… 446 La “nube de plata”: los bordados que cubrían la tela del traje, sin dejar entreverla ni “por brújula” (por algún resquicio)… 445


lince sutil a haber averiguado por brújula, o cautela, el más breve dibujo de la tela. En fin la chusma toda higas,447 y bendiciones le acomoda: Y en murmullo cobarde, las mozas le dijeron, Dios te guarde, qué lindo, y qué galano: Las viejas, Dios te tenga de su mano; que bien que resplandece; a el mismo Rey de España se parece. Llegó a un grave edificio, de velo, y Jano448 ventajoso indicio, cuyos vivos pinceles, a Arístides, Protegenes y Apeles dejaron olvidados; porque aquellos con estos son pintados: Y aunque en la fama eternos, aténgome al primor de los modernos; pues se han aventajado, cuanto va de lo vivo a lo pintado: Honor maravilloso fue de Américo suelo lo ingenioso: Bien logrado desvelo, cuyos acentos llegan hasta el cielo, cuyas repeticiones eternas vivirán en los blasones del que es sin arrogancia rama de Portugal, Castilla y Francia. No bien llegó a las puertas. Cuando las vio con regocijo abiertas, en quien no se desquicia de la misericordia la justicia. Y en sumisiones graves Higas, eran más bien señas de injuria; pero también unos amuletos de azabache o coral contra “el mal de ojo”: y de ahí, pasarían a denotar las exclamaciones “Dios te guarde”, “dios te libre de mal”… y el contraste de las mozas y las viejas, recuerda “La opinión” de Campoamor, ante un féretro: 447

Un muchacho: -Qué adornada! / Un joven: - Era muy bella! Una moza: -Desgraciada! / Una vieja: -Feliz ella!...; Y una situación análoga de “A buen juez mejor testigo”, de “Zorrilla: Calzadas espuelas de oro valona de encajes blanca, bigote a la borgoñesa, melena desmelenada… los plebeyos de reojo le miran de entre las capas, los chicos al uniforme y las mozas a la cara… 448

Dios romano de la paz.


un noble Senador le dio las llaves, 449 que al mundo honrar pudiera, cuya opinión es luz desta Ribera. Allí fue ejecutada la ceremonia siempre acostumbrada, y alegre le recibe la Ciudad que de nuevo se apercibe aplauso reverente, siendo a su dignidad tan competente; y habiéndole formado navegación de velas de brocado, que a su Sol se permite; grato la aplaude, pero no la admite. De dos rojos cendales450 trabados dos sujetos sin iguales, de tanto Cielo Talantes el venerable honor de los Cervantes, a quien también venero y el valor de la casa de Valero, don Marcos de Guevara, a quien el cielo dio nobleza clara, cortés con su asistencia. El todo gobernó de su Excelencia por uno y otro lado, los ilustres sujetos del Senado mostraban con efectos lo que en las veras pueden sus afectos, en el lugar preciso le sigue su mayor caballerizo, y alternando celajes, gentiles hombres, oficiales, pajes, iban según su grado, cada cual en el suyo aventajado. No muchos pasos dieron, cuando la autoridad reconocieron de un festivo teatro, con pompa de solemne anfiteatro; que estaba prevenido antes del Arco arriba referido, donde los principales del Cabildo Palomas racionales, rigen con gallardía a tanta Religiosa Clerecía: Y en acentos sutiles, dulce repetición de ministrales formaba en escuadrones, Tracias,451 capillas, tropas de amphiones; con que en ecos sonoros 449

Las llaves de la ciudad, como el huésped de honor, privilegio y también costumbre que llega hasta nuestros días. 450 Tela de seda o de lino muy delgada y transparente. 451 Viento que corre entre el euro y el bóreas, según la división de los antiguos.


Te Deum laudamus, le entonaba a coros, y desde el simulacro, San Pedro le conduce al Templo sacro: de que se vio logrado el adorno de púrpura, y brocado, y en fragantes aromas, brazas dejaran, cuando exhalan pomas, revuélvense esos cielos, donde tres ciudadanos con desvelos hicieron de sus dones demostración alegre de oblaciones; uno estruendo le fragua, estotro fuego cuando el otro agua: Cuanto contiene espacio de la mayor Iglesia hasta el Palacio: Fiero terror de Marte formaba un batallón en cada parte, de cuyas compañías,452 tantas adelantó galanterías, que se vio cada instante rayo de plumas, escuadrón volante. Vulcano en prevenciones, fue población de Griegas invenciones, con que no ya tan vanos quedó el que incendios fabricó al Troyano,453 de que tantas memorias eternidades tienen las Historias. Aun no bien penetrado fue el Capitolio, cuando el cielo armado de ímpetus transparentes el curso desató de sus corrientes; y a fuerza de raudales, las calles fueron montes de cristales.454 Y es verdad manifiesta, que ni aun aquesto pudo aguar la fiesta; porque menos ufano, cesó Neptuno, y presidió Vulcano; pues a furias de aguas: Alquitranes resisten de sus fraguas: En tan célebre día, fuera civilidad, o cobardía que quedara figura de la más vestal455 Ninfa456 la clausura:457 Y si tal entendieras, presumo que aún tu misma la rompieras, pues con esto apercibo 452

Grupo de caballeros montados que realizan diversas formaciones, perfectamente armonizadas. Natural de Troya. Perteneciente a esta ciudad de Asia antigua. 454 Corre agosto, y durante ese mes, es común que en la ciudad de México se desaten tremendos aguaceros. 455 Perteneciente o relativo a la diosa Vesta. Dícese de las doncellas romanas consagradas a la diosa Vesta. 456 Diosas de las aguas y los bosques. 457 Clausura: encerramiento de las mujeres consagradas a los dioses paganos y enclaustrados. 453


el hipérbole458 más ponderativo y aunque el verlas te inquiete, mayores fiestas México promete: Máscaras, toros, cañas, que puedan celebrarse en las Españas;459 esto es en suma prima lo que pasó, si poco te lo intima mi pluma, o mi cuidado mal erudito pero bien guiado. Persona, que a mi Musa el temor justo del errar la exenta. LAVS DEO460 Nos detendremos un buen trecho para dedicar un estudio breve, pero a fondo de la poetisa María de Estrada Medinilla. El propósito es dar a conocer su obra depositada en relaciones que tienen que ver con los toros. No se conoce ningún dato de su vida. Se cree que es nieta de Pedro de Medinilla (¿Pedro de Medina Medinilla?) –segunda mitad del siglo XVI- que escribe las octavas a la desgraciada y lastimosa muerte de don Diego de Toledo, hermano del duque de Alba, que fue regidor y diputado en el ayuntamiento de la ciudad de 1546 a 1558. Sólo le antecede como mujer intelectual una Catalina de Eslava y precede a Sor Juana Inés de la Cruz. Su obra mejor conocida hasta hoy es la Relación escrita por doña María de Estrada Medinilla a una religiosa monja, prima suya (dedicada a doña Antonia Niño de Castro), de la feliz entrada en México, día de San Agustín, a 28 de agosto de 1640 años, del excelentísimo señor Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla, marqués de Villena, virrey gobernador y capitán general de esta Nueva España. Fue impreso en México por Juan Ruyz, en 1640 y formó parte de una obra dedicada al citado virrey, que se tituló Viaje de Tierra y más feliz por mar y tierra que hizo el excelentísimo marqués de Villena, mi señor, yendo por virrey y capitán general de la Nueva España. 461 José Mariano Beristain de Souza dice que

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Figura que consiste en aumentar o disminuir excesivamente aquello de que se habla. Se ha usado también como masculino. Exageración de una circunstancia, relato o noticia. 459 Conforme a las especificaciones de catalogación de la Biblioteca “The University of Texas al Austin”: Gz / 972.02 / V65 Viage de Tierra y Mar... México: Imp. Bernard Calderón. 1640. Apud Muriel: op. Cit., p. 124-125. 460 José Francisco Coello Ugalde: Relaciones taurinas en la Nueva España, provincias y extramuros. Las más curiosas e inéditas 1519-1835. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1988. 293 p. facs. (Separata del boletín, segunda época, 2)., p. 31-42. Además: María de Estrada;Medinilla: “The University of Texas al Austin”: Gz / 972.02 / V65 Viage de Tierra y Mar... México: Imp. Bernard Calderón. 1640. Y: Cirstóbal Gutiérrez de Medina: Viaje del virrey Marqués de Villena. Introducción y notas de don Manuel Romero de Terreros, C. de las Reales Academias Española, de la Historia, y de Bellas Artes de San Fernando. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Historia, Imprenta Universitaria, 1947. XI – 88 p. Ils., fots., facs. El título completo de esta obra es: VIAGE DE / TIERRA, Y / MAR, FELIZ POR MAR, / Y TIERRA, QVE HIZO / El Excellentissimo Señor / Marqves De Villena Mi / Señor, Yendo por Virrey, y Capitan / General de la Nueua Efpaña en la flota que embió fu / Mageftad efte año de mil y feifcientos y cuarenta, fiendo / General Della Roque Centeno, y Ordoñez: Fu / Almirante Iuan de Campos. / Dirigido a / DON IOSEPH LOPEZ / Pacheco, Conde de San / Tifteuan de Gormaz mi feñor / Con Licencia / Del Excellentissimo Señor / Virrey defta Nueua Efpaña / Impreffo en MEXICO: En la Imprenta de Iuan Ruyz / Año de 1640. 461 Josefina Muriel: Cultura femenina novohispana. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1982.545 p. Ils., retrs., cuadros. (Serie de Historia Novohispana, 30), p. 124-125.


Doña María Estrada Medinilla, natural de México, matrona que supo hacer lugar en esta biblioteca por los opúsculos siguientes: -Relación en ovillejos castellanos de la feliz entrada del virrey Marqués de Villena en México, día 28 de agosto de 1640, Impresa dicho año, en 4º.-Descripción en octavas reales de las fiestas de toros, cañas y alcancías, con que obsequió México a su virrey el marqués de Villena, impresa en 1641 en 4º.462 Beristain de Souza dice haber visto esta obra durante mediados del siglo XIX, pero es muy probable que bibliotecas tan importantes hayan desaparecido durante la expedición de las Leyes de Reforma, por el gobierno constitucional el 12 de julio de 1859. Y no se cuenta tampoco con que ha habido una destrucción sistemática de estas joyas histórico-religiosas. Ello se puede confirmar en Planchet.463 Al leer la poesía barroca hay que tener en la mente la arquitectura de Santa Prisca de Taxco, Santa Rosa de Querétaro, el Altar de los Reyes de la Catedral de México, para impregnarse de ese espíritu y así, poder sentir y vibrar con el espíritu de la poesía. Ya lo apuntaba Estrada Medinilla: En tan célebre día fuera civilidad o cobardía que quedara figura de la más vestal ninfa la clausura y si tal entendieras presumo que aun tú misma la rompieras el hipérbole más ponderativo. y aunque el verlas te inquiete mayores fiestas México promete: Máscaras, toros, cañas que puedan celebrarse en las Españas. Nicolás Rangel dice que la métrica de la obra aquí reseñada estaba escrita en octavas reales 464 cosa que es incorrecta. Por su parte Josefina Muriel dice que se trata de apareados u ovillejos. 465 José Mariano Beristain de Souza, aunque cita, no anota en donde ni en qué circunstancia declara haber visto la edición de 1641 de la Descripción en octavas reales de las fiestas de toros, cañas y alcancías, con que obsequió México a su Virrey el Marqués de Villena. El ayuntamiento de la ciudad publicó el trabajo, “dando de gala a la autora 500 pesos”.466 La recepción del duque de Escalona y Marqués de Villena fue excepcional. Los gastos ascendieron a $40,000, incluyendo “comedias, mitotes, saraos, máscara, castillo, arco triunfal y ocho [días de] toros...” Sigue diciendo nuestra autora ...Júzguele tan airoso 462

Op. Cit., p. 512. Cfr. José Mariano Beristáin de Souza: Biblioteca hispano americana septentrional; o catálogo y noticias de los literatos que o nacidos o educados, o florecientes en la América Septentrional Española, han dado a luz algún escrito, o lo han dejado preparado para la prensa, 1521-1850, 3 vols. 2ª. Ed., publicada por el presbítero bachiller Fortino Hipólito Vera, Amecameca, Tip. Del Colegio Católico, 1833., T. I., p. 482. 463 Planchet, Regis (seud.): El robo de los bienes de la iglesia, ruina de los pueblos. 2ª edición, México, Editorial Polis, 1939. Véase: “Robo y destrucción por Juárez, Carranza, Obregón y Calles, de las bibliotecas de los conventos, sus archivos, manuscritos, pinturas, esculturas y demás tesoros artísticos. Mutilación de las joyas arquitectónicas de la nación. E.E.U.U. elogiando la obra civilizadora de los misioneros españoles”, p. 599605. 464 Rangel: Historia del..., op. Cit., p. 75. 465 Muriel: Cultura femenina..., op. Cit., p. 135. 466 Ibidem., p. 141. Cfr. Beristain de Souza, Biblioteca hispano..., op. Cit., T. I., p. 428.


y de tan lindo gusto en lo aliñoso, haciendo con desgarro desprecio general de lo bizarro que alguno habrá pensado que aquel descuido todo fue cuidado...467 Vaga reminiscencia, quizá, de Góngora en su soneto Sea bien matizada la librea, donde un Caballero prevenido para unas fiestas / se prepara a entrar cuidadosamente descuidado. Tal parece que la dicha recepción obligó a los más notables autores de aquella época o a los de escasa calidad literaria a retratar en descripciones o arcos triunfales el desarrollo de las suntuosas fiestas de recepción de quien fue el décimo séptimo virrey de la Nueva España. Entre la gran cantidad de trabajos está la Comedia de San Francisco de Borja de Matías de Bocanegra (16121668), donde encontramos señales de aquella gran ostentación, gasto y lujo que se desarrollaron en las mencionadas fiestas. 1640 A continuación, incorporo la que hasta hoy era un “relación de fiestas” que consideraba como perdida. Se trata de la obra de doña María de Estrada Medinilla y que presento en su versión modernizada, sin aparato crítico, mismo que será motivo para otro trabajo más detallado. Agradezco la gentileza de los maestros Dalmacio Rodríguez Hernández y Dalia Hernández Reyes el haberme facilitado copia facsimil del documento. Del mismo modo, también agradezco a Carmen Eugenia Reyes Ruiz la que, en su tesis de maestría468 plantea lo siguiente luego de transcribir en forma completa los versos: Portada: FIESTAS / DE TOROS, / JUEGO DE CAÑAS, / y alcancías, que celebró la No- / Bilísima Ciudad de Mexico, a / veinte y siete de Noviembre / de este Año de 1640 / / EN / CELEBRACIÓN DE LA / venida a este Reyno, el Excelentísimo Señor / Don Diego Lopez Pacheco, Marques de / Villena, Duque de Escalona, Virrey / y Capitán General de esta Nueva / España, &c. / Por Doña Maria de Estrada / Medinilla / 469

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Méndez Plancarte: Poetas..., (1621-1721) Parte primera, op. Cit., p. 44. Carmen Eugenia Reyes Ruiz: La fiesta de toros en la Nueva España. Espejo y reflejo de la sociedad novohispana. Universidad del Claustro de sor Juana (…) 469 Incluido en: Viage por tierra, y mar del Excellentissimo Señor Don Diego Lopez Pacheco i Bobadilla, Marques de Villena, u Moia, Duque de Escalona &c. Aplausos, y festejos a su venida por Virrey desta Nueva España. Al Excellentisimo Señor Don Gaspar de Guzman Conde Duque de Olivares, Duque de Sanlucar La Mayor &C. Dedicado por el Colegio Mexicano de la Compañía d IESVS. México: Francisco Robledo impresor, 1641. 468


FIESTAS QVE CELEBRO MEXICO, A 27 DE NOviembre de 1640 Años. Yo aquella, que fin ley canté algun dia, En Silua libre, la feftiua entrada, Del q`à iluftrar la Indiana Monarchia, Vino defde Rigion tan apartada, inSo con voz mas dulce que folia: Con lira canto ya masacordada, Debaxo de preceptos, las Reales Fiestas à caufa tal no desiguales.

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La pompa, el aparato, el luzimiento, De tres giros de Sol continuados, Las galas, la hermosura, lo fangriento, De libreas, de Toros, y tablados,

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Lo abundante, lo rico, y opulento, De grandezas, de Telas, y Brocados: Si tanto puede prometer mi pluma, Intento seducir a breue fuma.

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O vosotros de Pindo, y de Elicona Sagrado honor, purifsimas donzellas, Ceñidas fiempre de inmortal corona, Aun mas por eruditas, que por bellas: Vna que de imitaros oy, blafona, Sino en lo docto, en algo a vueftras huellas A alguna deua tan diuino aliento, Que culto haga el barbaro inftrumento A Si

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Pág. 1v Si el triplicado terno vezestantas Fue proteccion de plumas varoniles; Que fe bañaren en las aguas fantas De Aganipe; quedando mas fubtiles: Quantas razones mas, y caufas quantas Os obligan Deidades femeniles A que mis yerros le do rey la parte, De los primeros, que ignoré del arte.

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Era el año el tiempo poftrimero, En que la enjuta tierra dexa apenas, Del corbo arrado, y del agudo azero, Al tofco agricultor, romper fus venas, Defnudo el campo del verdor primero, Que lo diezen Claueles, y Azucenas, Temblando eftaua de flaqueza al frio, Porque en los huefos te dexò el Eftio.

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Del Otoño la efteril monarchia, Y vaya en fu carrera declinando, Cuyo ceptro Noviembre pofeya, Si bien en fu gouierno caducando: Llegofe del feftejo alegre dia, De su Imperio y a penas llegò, quando A el Sol, que esftaua en braços de la Aurora Durmiendo, trompo difperto canora.

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Sacudió del embargo soñoliento, Los farigados470 miembros que vencidos De caminar con rapto mouimiento, Pereçofos estauan adormidos, Los

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Debe decir fatigados (N. del E.)


Los parparos rogò, y aplicó atento, Los ojos juntamente, y los oydos, Para inquirir la causa no entendida, De aquella voz dudosamente oyda.

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En medio entonces de la vaga Efphera, La Nympha vió, que có[n] plumados £uecos Discurre el Orbe con veloz carrera, Lleuando al ombro tá[n]tos bronces huecos, Sobrefaltofe el Ioben, demanera De los que oya repetidos ecos, Que en extafis de mudas fufpenfiones, Le embargó aú[n] masq el fueño, las acciones.

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Del purpureo clabel difuelto el nudo, Dixo elegante la parlera Fama, A el, que ya de fu voz pendiendo mudo Dexado auia la rofada cama. Que aleue encanto de Morfeo pudo Ocafionar al fueño, que te infama; Pues empeñando Ceptro luminofo, Te entriegas tan pacifico al repofo.

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Tu de quien penden tantas luzes bellas, Padre comun de todo lo viuiente, De cuya inmenfa lumbre las eftrellas Mendigan el honor refplandeciente Como el curfo ordinario no atropellas Conduciendo tu Carro al Occidente Pues aquel defte Oriente opuesto Polo Conspira contra ti, fegundo Apolo.

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La Laguna, que vn tiempo tus altares Tanto manchó con victimas fangrientas, Y en cuyos fiempre religiofos lares, Recebifte oblaciones tan cruentas. Ya el distrito, que muran los dos Mares, Y tu con aureos rayos alimentas, Falta la adoración con que folia Infenfarte la Indiana idolatria.

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Ya facudiò el Imperio Mexicano, Tu yugo de fu cuello, y la obediencia Rinde a Deidad mortal, q en velo humano Le auxilia con diuina prouidencia: Verde de lustros, de talento cano, De rostro hermofo, y de gentil prefencia, La melena que pende por la efpalda, A fu frente es aurifera Guirnalda.

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Ora fea facrilegio, ora fea Iufta equivocación, por la que tiene Similitud con tu deidad Febea, De quien el nombre Delio le proviene: Quanto baña Occeano, y hermofea Su militar bafton oy le conviene, Y contra tu decoro ya le llama, Su protector el Pueblo, que le aclama.

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En vn corbo Zodiaco de pino, Por fu Real planeta le juraron, Todas las cafas del folar camino, Cuyas invictas fienes coronaron:

(105) (106) (107) (108) Y en Pág. 3f

Y en otro medio circulo de lino, (130)Como efte mote. Oy fale Apolo nueuo, Como de entre las nuves fale Febo.

(109) (111) (112)

Ayer la Ciudad vieras Mexicana En campo hermoso, que invidiar pudiera, Lo infigne de la Corte Caftellana, Extinguir vna, y otra armada fiera: Y defpues la nobleza cortesana, Medir el fitio con veloz carrera, Formando a trechos, ya coral, ya efpumas; De rojas bandas, y de blancas plumas.

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Si de tu opofitor la Regia entrada, Vuieras vifto, y fu gentil presencia, Con Mageftad honesta aderezada, Defmayaras en tanta competencia: En vn Bruto de piel azabachada, De fu dueño advertida diligencia, Por efcufar afsi muchos enojos, Del veneno nociuo de los ojos.

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Oy el Toro fogoso, horror del cielo, Por feftejar la Indiana Monarchia, Dexa fu azul dehefa, y baja al fuelo, Y al robador de Europa defafia: Todos ayudan con ygual desvelo, A la solemnidad de tan gran dia, Marte dá laças. Y el Amor fabores, Cañas Siringa, el Iris da colores,

(129) (130) (131) (132) (133) (134) (135) (136) Ca Pág. 3v

Caballos, y jaezes matizados;

(136)


Cordova dio, la Perfia los plumajes, Telas Milan, Manila diò Brocados, Las Indias Oro, el Africa los trajes, Primaveras obftentan los tablados, Diverfidad de flores fon los pajes, La plaça conduxera a fu grandeza, Las de la Inquificion por fu limpieza.

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Sufpende, añada la Donzella alada El curfo, que ya eftamos fobre el cofo Donde verás con proporcion quadrada, Culto adorno, aparato generofo: Aquí yafe la Corte convocada En luzido concurfo numerofo, Tanto, que el lince de mayor desvelo, Apenas pudo regiftrar el fuelo.

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Atiende á efte jardin de racionales, Plantas vivientes, animadas flores, Que quantas tiene Cipre vejetales, Invidian de fu pompa los olores: Aquel, que con infignias ves Reales Ornato de Brocados brilladores, Cuyo folio fobre el pende eminente, De un competidor Trono es decente.

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El que inmediato à el luze, y campea, Es el de los Licurgos; que en fus manos La balança pendiendo eftà de Aftrea, Mas fiel, q en las de Griegos, y Romanos:

(160) (161) (162) (163) Aquel Pág. 4f

Aquel que con viftofa taracea; Se adorna de texidos Mexicanos, Es de ministros del Real theforo, Cuya pureza nunca manchò el Oro.

(164) (165) (166) (167)

Efte modeftamente aderezado, Del Cabildo Eclefiaftico es afiento, Donde lo obftentatiuo, y lo fagrado, Se hermanan con decente luzimiento: El que cubierto miras de Brocado, Iluftra el Ciudadano Regimiento, Argos de la Republica celantes, Cuftodios nobles fiempre vigilantes.

(168) (169) (170) (171) (172) (173) (174) (175)

Efte donde Mercurio predomina, Ocupa el Confulado poderoso, Arbitro juez de quanto fe tragina, Por vno, y otro piélago efpumofo: Ya telas de Milan, ya de la China,

(176) (177) (178) (179) (180)


Alientan lo luzido, y lo pompofo, De fuerte, que parecen los tablados, Mas obra de telar, que fabricados.

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Efte choro gentil de Ninfas bellas, Efpofas de ministros eftremados, No es de mendigar de tu luz eftrellas, Pues oy tienen tus rayos afrentados, Con nueua gala Abril aprende dellas Los primores, matízes y bordados, Donde fe ve tambien que las hermofas, Pueden fer entendidas, y aliñofas. B Si vuie

(184) (185) (186) (187) (188) (189) (190) (191)

Pág. 4v Si vuieras madrugado, fi llegaras A efte fitio mas prefto, quanto vieras Carrozas llenas de bellezas raras, De que harta invidia con razon tuvieras, De aquel balcon luciente fi reparas En Deidades de rojas cabelleras, Son hermosuras, que con dulce amago; Pueden dar a las almas Santiago.

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Tal vieras blanca rofa guarnecida De agudas puntas, de luziente azero, Cuya luztrosa tez defcolorida, Robò los ampos al nevado Henero, Tan a lo militar Palas veftida, Y el traje tan honesto, aunque guerrero, Que Amor enamorado de fu aliño. Siendo Gigante, fe preciò de niño.

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Sus defvelos jamas logró el defeo, Con tanto acierto, nunca el artificio Tuvo en las damas tan figuro empleo; Ni fe moftró el adorno mas propicio, A la hermosura fe agregó el ateo, Y hasta el cuydado fue de beneficio, Pues lo bello al defcuydo vinculado, Mas hermoso falió con el cuidado.

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Pero ya fi el oydo no me engaña, Tres cóncavos metales con estruendo, Sufpendan la diafana campaña, Sus ecos dulcemente repitiendo:

(216) (217) (218) (219) Sin Pág. 5f

Sin duda el Ioben bello honor de Efpaña Tus rayos vno à vno desmintiendo,

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Por afrentarte, no por competirte, Sale de fu Palacio a desluzirte.

(222) (223)

No es illufion, que de miniftros ciento De jufticia, la tropa antecedente, Me pone bien feguro el argumento, De que dora las puertas de fu Oriente; Bien lo dize el confufo mouimiento Del efquadron, que atropelladamente, Inunda el cofo por la abierta boca, Que a tan grande avenida puerta, es poca.

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Ya de las dos Efpañas, la nobleza, Con multitud de pajes y lacayos, De America apurando la riqueza. Burlan Abriles, y defprecian Mayos: Diamante mira en vna, y otra pieça, Que fupliendo la aufencia de tus rayos En la noche de luzes mas abara, Hazer pudiera fu tiniebla clara.

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Aquella es la Ciudad recopilada, A el número de pocos Senadores Y en ellos fu grandeza epilogada, Luze con no imitables esplendores: Ya penetrar la plaça alborotada, Miniftros de real Caxa, y Contadores, Y aquel que ves con militar ornato, Precursor de fu luz es inmediato,

(240) (241) (242) (243) (244) (245) (246) (247) Ya Pág. 5v

Y a los dos fuperiores Tribunales; Sala del Crimen, y Real Audiencia, En ombros de briofos animales, Provocan a refpeto, y reverencia. Eftos, que en dos hileras vesiguales, Mas por oftentacion, que conveniencia Governando effos frefnos azerados, Ociofos de fu guarda fon foldados.

(248) (249) (250) (251) (252) (253) (254) (255)

Aquel, que del Ofir, el mas luciente Metal, en rubias hebras dividido, Orla los lados de fu blanca frente, Y fobre el labio fe incorpora vnido, Cuias mexillas baña hermofamente, Vn Clabel en las mias es desleydo, Y que efcogió por ojos vno, a vno, Los dos mejores del Pabon de Iuno.

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Es tu competidor, mira fi en tanta Opoficion, ò hijo de Latona,

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Peligra la Guirnalda de la planta, Que con verdes defdenes te corona: En garbo, talle, y rostro fe adelanta, Y en partes a la tuya fu perfona, Porque para formar fu gentileza, Nuevo eftudio obftentò naturaleza.

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De vna ingeniofa aunque mejor labrada Red que la de Vulcano artificiofa, La tela es del beftido entreforrada, En blanca lana de Milan viftofa.

(272) (273) (274) (275) Que Página 6f

Que no pudiendo estar tan encerrada, O por lo femenil o por hermosa A fer vista de tanta bizarria, Se afoma por la negra zelofia.

(276) (277) (278) (279)

Quanto la Margarita, en nacarados Senos, blanco fudor del Alua bebe, En los brahones golpes, y coftados, Viftofa es guarnificion, precio no leue: De filigrana con buril labrados Amaltea fobre el jazmines llueve, Y las ligas gaftaron a porfia, La primer rifa del Infante dia.

(280) (281) (282) (283) (284) (285) (286) (287)

La banda que le cruza el noble pecho, Si no es llanto quajado de la Aurora, Que a California le apuro o pecho, El humor que fus conchas atefora: En vn bello animal de furias hecho Que a pefar del bocado le colora; Cuya cafcada plata faca en fuma, Viuas centellas de manchada espuma.

(288) (289) (290) (291) (292) (293) (294) (295)

Tan prefumido va de cortesano, Que por el dueño fu obediencia entienda, Executa las leyes de la mano, Antes que las reciva de la rienda, A piel nebada diò matiz ufano, El evano, que a manchas le remienda, Y le mueue tan agil, que recelo, Que huella el ayre, defpreciando al fuelo.

(296) (297) (298) (299) (300) (301) (302) (303) Mira Pág. 6v

Miralo bien plantado, y lo briofo Con que a la brida y a tan fin cuydado, Que el natural donayre primorofo,

(304) (305) (306)


Parece con defvelos eftudiado. Hafta el graue mirar mageftuofo, Mezcla con rifa alegre, y dulce agrado De fuerte, que de tantas atenciones, Se lleua tras de fi los corazones.

(307) (308) (309) (310) (311)

Aquel de feis caballos conduzido, Carmefi Plauftro, cuyo flueco pende, De oro mas martillado, que torcido, Portátil Pirineo, que fe enciende, Con tanto metal rubio derretido Que en anchos rios fe dilata, y tiende, Y el terciopelo, cuyo campo riega, Por bordarle parece que le aniega.

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Trono es folar, aunque le ves vazio, Que fu deidad incluye vez alguna, Con quien fuera grosero defvario, Que compitiefe fu dorada cuna. No parte fu luziente feñorio, Iurifdicciones con la mifma Luna: Pues aquella fe pufo en otro Polo, Porque el en efte diefe lumbre folo.

(320) (321) (322) (323) (324) (325) (326) (327)

Mira de fu familia generofa, El exercito cafi innumerable, Y no es oftentacion vanagloriosa; Adquirida en el cargo no durable.

(328) (329) (330) (331) CoPág. 7f

Coftumbre fi en fu cafa poderofa, Oy por titulos tantos eftimable, Siendo con tan notable maravilla, Honor de Portugal, y de Caftilla.

(332) (333) (334) (335)

Clicie de fu gallardo movimiento, Es tanto pueblo, cuya vifta atenta, Con audaz generofo atrevimiento, Aun los menores atamos le quenta: Admiraciones dà de ciento en ciento, A terminos del coffo que frequenta, Dexando en los balcones, y tablados, De honefto amor los pechos abrafados.

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Ya el Bufefalo Americo depone Y aciende al regio Solio que le aguarda Ya el vulgo en furia intrepida fe pone, Como terciada vé tanta Alabarda Ya a defpejar la plaça fe difpone, El militar Caudillo de fu guarda, Gloriofa rama de Avila, y Pacheco,

(344) (345) (346) (347) (348) (349) (350)


Que de fu nombre alienta folo el eco.

(351)

De aquella parte andaua, quando delta El Alguazil mayor de la Real Corte, Haziendo que la turba defcompuefta, En las puertas el ímpetu reporte: Su oftentacion baftara para fiefta, Pues es cada familia aun vna Corte, Cuyas galas por ricas, y luzidas, El Oro consumieran del Rey Midas. Mira-

(352) (353) (354) (355) (356) (357) (358) (359)

Pág. 7v Miraua el Sol defde su nuve denfa Quanto la fama le narro eloquente Y por fer teftigo de su offenfa, Aprefuro su curfo al Occidente, Limpia la plaça, y la atención fufpenfa De tanto pueblo, aceleradamente, Agitado de azero rigurofo, Bicorne rayo fe arrojo en el coffo,

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Tan feroz, que si a Duero y a Iarama, El licor no bebió, parecio al vello, Que pafsio la fiereza entre fu grama: Inhiefto de cerviz, rugado el cuello, Los ojos eran de color de llama, Negra la efpalda, y erizado el bello De juntos, y delgados candilones, Prefto de pies terrible de rayciones.

(368) (369) (370) (371) (372) (373) (374) (375)

Era cada bufido horrible trueno, Corriendo configuró quanto quería, Hafta que de azetadas garras lleno, Quanto mas fe incitaua fe impedia. Sirviole fu coraje de veneno Pues murio de fu mefma valentia, Porque a dar muertes, y a tomar venga[n]ças Se entro por un exercito de lanças.

(376) (377) (378) (379) (380) (381) (382) (383)

Aun no bien tanto azero ensangrentado, Le falto la vida, quando un terno, De Azemilas con armas enmantado, De la Ciudad politico gobierno. Plata

(384) (385) (386) (387)

Pág. 9f (numeración correcta) Plata bruñida en tafetán leonado, Poniendo vn lazo en vno, y otro cuerno Tan veloz le facô, que parecia, Que el mifmo con fu aliento fe mouia.

(388) (389) (390) (391)


En la paleftra fe plantô tan fiero, Otro de aduerfa parte, que ya era En su comparación manfo el primero, Cuya piel mas horror al verla diera: Toftado el lomo, y de bruñido azero Las puntas, nibeladas de manera, Que fer pudiera efcandalo luciente De la luna un amago de fu frente.

(392) (393) (394) (395) (396) (397) (398) (399)

No fu ferocidad era bastante A defmayar el animo obftinado, Del concurfo de á pie voziferante, Con cuya agilidad fe vio burlado: De vno y otro rejon el arrogante Ceruiguillo hafta entonces no domado, Tantas congregò bocas à vna herida, Que en rojo humor defperdició la vida.

(400) (401) (402) (403) (404) (405) (406) (407)

Con fieras manchas fobre piel nebada, Relámpago fin luz, mas no fin trueno, Se prefentò el tercero en la eftacada: El hozico, de espuma, y fangre lleno: Con ancho hierro en hafta dilatada Ginete le aguardaua tan fereno, C

(408) (409) (410) (411) (412) (413) Que Pág. 9v (numeración correcta)

Que el moftruo horre[n]do lleno de furores No baftò a perturballe los colores.

(414) (415)

Llegó la fiera, y viendo a fu aduerfario Cargado el ombro de robusto pino, Alfombrada del cafo temerario, Torcio la linea recta del camino: Eftuvo la victoria del contrario, No el eftrago fatal á fu deftino, Que de otra mano las arterias rotas, Cedio el aliento en las primeras gotas.

(416) (417) (418) (419) (420) (421) (422) (423)

Entonces al gentilito exercio Se interpufo parentifes guftofo, Dando de mayor fiefta claro indicio Quando bridones por el ancho cofo, Del venerado oráculo propicio, Confultaron el pecho generoso, A cuya petición con roftro afable, Oyó benigno, y refpondio agradable.

(424) (425) (426) (427) (428) (429) (430) (431)

Don Enrique Pacheco el uno era, Y don Iuan de Cervantes le acompaña Don Nicolas tambien, en quien efmera

(432) (433) (434)


De Bonilla el honor, grandeza eftraña. Deftos tres el valor cantar quifiera, Mas fáltale a mi ingenio culta maña; Pues de todos pintar la gala en fuma, Aun fuera gran hazaña a mejor pluma. Sigue-

(435) (436) (437) (438) (439)

Pág. 10f Siguieron a eftos nobles partidores Ocho cuadrillas, alternadamente, Ciudadanos tal vez, tal Regidores, Hermofa variedad, quanto decente: Reduzianfe a folos dos colores, Marlotas de brocado de occidente, Azul la vna, y con ygual decoro, Otra rofada, entrambas fondo en oro.

(440) (441) (442) (443) (444) (445) (446) (447)

Los fonbreros de lama trencillados, Trinillas de tocon, vandas, y rofas; Cruzauan las adargas encarnados Tafetanes con liftas efpaciofas De plata, eftauan vnos esmaltados Con las armas de Mexico honorofas; Y otros en fe de fu memoria eterna, Co[n] nombre del Señor que nos gobierna.

(448) (449) (450) (451) (452) (453) (454) (455)

Entraron en hilera ciento a ciento, Hipogrifos a fuer de guerra almados, Formando belicofo mouimiento De fon de las trompetas incitados. La oftentacion de tanto luzimiento, Ociofamente los llenò fobrados: Azemilas de cañas tantas fueron, Que confufo su numero tuuieron.

(456) (457) (458) (459) (460) (461) (462) (463)

Gafto de la Ciudad, no tan pequeño, Que el caudal del tesoro Veneciano C2

(464) (465) No Pág. 10v

No quedara con el en grande empeño; Mas en feruicio del Monarcha Hifpano, (De fu lealtad reuerenciado dueño) Nunca con efcafez obró fu mano, Puefto que las haziendas, y las vidas, Siempre fus plantas moftraran re[n]didas.

(466) (467) (468) (469) (470) (471)

Defpues que al de tres grandes excelentes Titulos, los azeros inclinaron, Y humillando los cuellos y las frentes, Con afectos fin voz le saludaron:

(472) (473) (474) (475)


Aplaudidos decoros diferentes, Al quadrangulo todo circularon, Y como balas que compele el fuego, Dieron principio alas parejas luego.

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Tan gallardo don Marcos de Guevara, (Que la quadrilla gouernó primera) Su carrera paffo, que fi intentara El Zafiro seguirle no pudiera: Don Gafpar de Molina, no juzgara Quien a los dos tan pefpuntados viera; Sino que tan conforme mouimiento Procedia no mas de vn aliento.

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Con don Martin Offorio, tan afsido Fue don Carlos de Samano ajuftado; Que fi abraçado no; por lo medido Parecian vn Geminis plumado. Don

(488) (489) (490) (491)

Pág. 11f Don Diego Cano, atrás dexo corrido Al Boreas, ò por torpe, ò por pefado, A quien imitò en gala, y en defpejo, Con la mifma ygualdad do[n] Pedro Trejo.

(491) (492) (493) (494)

Don Iuan, y do[n] Go[n]çalo, aquel de Andrada, Y de Bribiefcas efte, en lo vniforme, Tuuieron fufpendida, y admirada La plaça con pareja tan conforme: Tan galante partio, tan eftremada, Que no harà poco la que le conforme; Pues entre multitudes de atenciones, Sigura fe lleuò las bendiciones.

(495) (496) (497) (498) (499) (500) (501) (502)

La de don Iua[n] de Orduña, en lo ajuftado, Hecha de vn bulto folo parecia, Primor que de ninguno fue imitado, Pues el lauro le dio la bizarria. Su buelo començò tan eftremado, (Puefto que mas bolaua que corria) Que fu mas defcuydado mouimiento, Fue con difino de burlar al viento.

(503) (504) (505) (506) (507) (508) (509) (510)

Se vniò á don Iuan, don Aguftin Chauela, Con tal ayre, tan rara marauilla, Que la mas auifada centinela; Iuzgara que ocupauan vna filla: Sigue en fu curfo con ygual cautela, Don Diego, y don Antonio de Manfilla, C2

(511) (512) (513) (514) (515) (516) Pare-


Pág. 11v Parecie[n]do fus brutos corregidos. De vn mefmo freno, y d[e] vna efpuela heridos.

(517) (518)

Los hierros de las lanças, y los quentos, Los penachos, las vandas, los liftones, Los braços, las adargas, los alientos, El partir, el pulfar de los talones, Tan compaffados eran tan atentos En imitarfe entonces las acciones; Que en riqueza, cauallos, garuo, y modo, Se lleuaron la voz del pueblo todo.

(519) (520) (521) (522) (523) (524) (525) (526)

Daua don Iuan Mexia Altamirano, Con el valor que fu nobleza esmalta, Inuidia noble al jouen mas loçano, Que fi el aliento fobra nada falta: Y ua à fu lado, juftamente vfano, Bizarro don Francifco de Peralta; En fin pareja tan ygual, que creo Que fu limite alli tuuo el deffeo.

(527) (528) (529) (530) (531) (532) (533) (534)

Hijo, y yerno à el valor efclarecido, Los rayos como amantes girafoles, Siguieron, cuyo curfo fue aplaudido, De la jufta atención de muchos foles: Tal correr, y para nunca han tenido En fus fieftas los cofos Españoles, Que á don Gabriel de Rojas, ya la fama, Y á don Rodrigo juftamente aclama.

(535) (536) (537) (538) (539) (540) (541) (542) Galan Pág. 12f

Galan Iuan de Alcocer, tan nibelado Salio, con don Chriftoual de la Mora, Que nunca aueriguar pudo el cuydado Si eran dos, hafta el fin de fu derrota: Don Iua[n] de Grados bien merece el grado Defde efta parte, hafta la mas remota; Pues lleuò con Simon Tellez de Trejo, La palma del buen ayre, y del defpejo.

(543) (544) (545) (546) (547) (548) (549) (550)

Don Alonfo Ceruantes Villanueva, Con don Antonio Eftupiñan, en vano Seguir el Noto fu violencia prueua, Aunque no fe vio nunca mas vfano: Oy don Lorenzo Suarez bien renueua Su fama con el pueblo Mexicano, Que con aplausos celebrò fin taffa A don Francisco de Solis Bartaffa.

(551) (552) (553) (554) (555) (556) (557) (558)


Don Felipe Moran era vn cometa, Que fi encendido no, corrio luciente, Don Rafael de Trejo vna faeta, Que fu accion imitò resplandeciente: Don Iuan Tellez de Trejo, ni el Planeta Rubio falio con brio tan valiente, De Macaya don Iuan, con arte, y maña Valor, y ligereza le acompaña.

(559) (560) (561) (562) (563) (564) (565) (566)

Don Iñigo Carrillo Altamirano, Y don Fernando Niño, tan ayrofos

(567) (568) Con Pág. 12v

Con gala tal, y eftilo cortefano, Tan luzidos, gallardos, y briofos Corrieron que del vulgo ciudadano Recibieron los vitores gozofos, Si bien demoftracion tan alagueña, De deuda tanta aun no fe desempeña.

(569) (570) (571) (572) (573) (574)

Don Iuan el jouen, generosa rama Del Tronco illuftre de Cafaus Cerua[n]tes, Cuya carrera en bronzes de la fama, Celebraciones adquirio baftantes: Como oprimida luz, que fe derrama De la nube con ecos resonantes, Afsi paffo con don Iofeph Limeno El fitio, ya de admiraciones lleno.

(575) (576) (577) (578) (579) (580) (581) (582)

Acabé las quadrillas, mas no acaba Con efto el luzimiento de la fiefta; Que de fu pompa la menor baftaua A dexar fu grandeza manifiefta: Apenas vna al termino llegaua, Quando otra fe ajuftaua, ya tan prefta, Que de ocupar en ellas los defpojos, Aun no dexauan defcanfar los ojos.

(583) (584) (585) (586) (587) (588) (589) (590)

Defpues que el capo hermofo difcurriero[n], (591) Por efquinas, por frentes, y por lados, (592) A remudar quadrupedos falieron, (593) Mas por oftentacion, que por canfados (594) Ni: Pág. 13f Ni aun efte breue rato permitieron Ofioso, los atentos Diputados Pues co[n] nueuas de amor demoftraciones Començaron a dar las colaciones,

(595) (596) (597) (598)


Francifco del Caftillo generofo, Y el Alcalde Chriftoual de Balero, Ya de lo oftentatiuo y numerofo, Por grado lleuan el lugar primero Pomos de plata dieron, de preciofo Licor, cuyas aromas no refiero: De dulces, y paftillas diferentes, Fue innumerable el numero de fuentes.

(599) (600) (601) (602) (603) (604) (605) (606)

Con prefta mano al pueblo que vozea, Bierte el Marques alcorças por el ayre; Y no ay ninguna que vn harpon no fea, Aunque fue defpedida con defgayre: Era de gufto ver la taracea, Que preuino a pefar de fu defayre, Aun hafta los mas minimos pedazos, Siendo axedrez de levantados braços.

(607) (608) (609) (610) (611) (612) (613) (614)

Qual los cubiertos con la frente toca, Que no los pudo recoger al buelo, Y entrar los vió por otra abierta boca, Que importa mas la dicha q el defvelo; De tanta inmenfidad, ni aun parte poca Pudo llegar defperdiciada al fuelo, D

(615) (616) (617) (618) (619) (620) Porque Pág. 13v

Porque el anis fe via mas enano, Recogido en el viento grano a grano.

(621) (622)

Boluiò a defparramarfe aquel confufo Exercito de Ormigas racionales: Pero la guarda a fu pefar le pufo Con orden en hileras bien yguales: Luego que fin estorbos fe difpufo La plaça, y a las vozes de metales, En vna y otra puerta refonando, A batalla fe eftauan incitando.

(623) (624) (625) (626) (627) (628) (629) (630)

Dos vezes ocho brutos defta parte, Y otros tantos de aquella el campo y ede[n] Cuyos ginetes en furor de Marte, Los generofos animos encienden: La escaramuza traban con tal arte, Que aun los que faben la verdad enti[n]de[n] Que es aquella batalla de venganças, Y que las cañas fe han de volver lanças.

(631) (632) (633) (634) (635) (636) (637) (638)

Haze y deshaze bueltas enrofcadas, El tortuofo caracol ligero, Y diffueltas con gala las laçadas, Se buelue a dividir como primero:

(639) (640) (641) (642)


Y á otra vez las dos hueftes encontradas, Cada qual fu opinión figue guerrero, Y en vno, y otro puefto offadamente, Planteados fe probocan frente a frente

(643) (644) (645) (646) RomPág. 14f

Rompiendo entonces la marcial paleftra, Acometio don Marcos de Gueuara, Co[n] tal unio[n] de fu quadrilla diestra Que en los quatro ni el vie[n]to un bla[n]co hallara A los contrarios roftro a roftro muestra Que fon flechas las cañas que difpara, Y que no a refiftirlas fon baftantes, De las adargas los bruñidos antes.

(647) (648) (649) (650) (651) (652) (653) (654)

Saliò don Diego Cano Moctezuma, A feguir los quadrugedos baxeles, Que fi no furca pielagos de efpumas, Firmes golfos nauega mas fieles: Pienfo que no ay oydo que prefuma, Que fon de cañas golpes tan crueles. Sino que rayos fon difsimulados, O quando rayos no, dardos coftados.

(655) (656) (657) (658) (659) (660) (661) (662)

Sale don Iuan de Orduña à la campaña, Y á los contrarios fugitiuos pica Con quatro golpes de vna y otra caña, De cuya fuerça fu furor publica. Tal rebuelue recoge, y acompaña La tropa à quien fu esfuerzo comunica, Que fus contrarios prefumir pudieron, Que en vno todos quatro fe embeftiero[n].

(663) (664) (665) (666) (667) (668) (669) (670)

Parte don Juan Mexia Altamirano, Y en fu alcance incitado de la ofenfa, D2

(671) (672) Sae Pág. 14v

Saetas con furiofa mano: Sale Iuan de Alcocer a la defenfa, Recogefe el gallardo Ciudadano, Mostrando al reboluer prefteza inmenfa: Y figue don Alonfo de Cervantes A los que fueron feguidores antes.

(673) (674) (675) (676) (677) (678)

Incorporanfe aquellos adargados, Eftos les llaman con alabe grita, Y boluiendo a fu puefto defarmados, Don Felipe Moran fu furia incita: Ya facuden los braços levantados:

(679) (680) (681) (682) (683)


Ya don Iuan de Cafaus les folicita, Cuya cuadrilla intrepida fe enoja, Y cada caña es vn harpon que arroja.

(684) (685) (686)

Cruzan el campo de vna y otra parte, De no pequeña colera encendidos, Como fi del beligero eftandarte, Fueran a duro encuentro conduzidos: Sino incitados del furor de Marte, Son del laurel de Apolo perfuadidos, Pues quifo cada qual ganar la fama Que tuuo del aplaufo que le aclama.

(687) (688) (689) (690) (691) (692) (693) (694)

Huuo golpe de braço tan valiente, Que vn cuerpo armado penetrar pudiera Paffando de la adarga refsisftente, El ante duro como blanda cera: Aun

(695) (696) (697) (698)

Pág. 15 f Aun mas alla de la region ardiente, Recudida fubio caña ligera, Tanto, que defandar en años ciento No podra lo q anduuo en vn momento.

(699) (700) (701) (702)

El sol de quando en quando reboluia La vifta ardiente á ver la plaça bella, Y como, aunque de lexos defcubria Cada inftante mayor feftejo en ella, Sincopando los terminos del dia, Con el mármol de ocafo fu luz fella, Y en las ondas del Sur fe apagò luego, Porque quedafe el Orizonte ciego.

(703) (704) (705) (706) (707) (708) (709) (710)

De la noche, y los quatro partidores, A vn tiempo la batalla fue impedida, Si bien quedaron todos vencedores, Por no hallarfe ventaja conocida: Pero los campos dos competidores, Por no lleuar la palma repartida, Se emplazan de fu brio haziendo alarde, Para las alcancías de otra tarde.

(711) (712) (713) (714) (715) (716) (717) (718)

Permite el defafio el Marte Hifpano, Y ofrece honrarle hallandofe prefente. Y luego del afsiento soberano, Entre el quadron pueril baxo luciente: Seguido el concurfo ciudadano, Llegò al Ocaso, que ante fue fu Oriente D3

(719) (720) (721) (722) (723) (724) Y la Pág. 15v


Y la tropa de gente conuocada, Fue por diversas partes derramada.

(725) (726)

Aquella noche toda paffò en pefo El Sol tan defvelado, y defabrido, Apurando el difcurfo en el fuceffo Que fu luciente Imperio auia tenido, Que en el caos de tinieblas mas efpefo, Veftido eftaua y con el carro vnido Con no pequeño llanto dela Arora, De verle levantar tan à defora.

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Partiofe luego para el negro Ocafo, Y como la Provincia alborotada, Forçofamente le auia de fer pafto Para llegar al fin de fu jostada: El bordado de eftrellas azul rafo, De vna nube cobriò tan condenfada, Que al procurar aquellos Orizontes, Ni aun le pudieron ver fus altos montes.

(735) (736) (737) (738) (739) (740) (741) (742)

Yfsi entre pardas fombras desmentido, A efta Occidental Corte llegò, quando A fu competidor vio efclarecido, Que en el feftiuo coso venia entrando: De las afpiraciones del veftido, El Zephiro fe eftaua perfumando, Pues por hurtalle el ambar, vezes ciento Le alagaua con blando mouimiento.

(743) (744) (745) (746) (747) (748) (749) (750) No Pág. 16f

No pinto los primores vno a vno Del credito mayor de lo rodado, Por no hazer mi difcurfo aquí inoportuno Pues otra vez le tengo ya pintado: Yua con los affomos de zebruno, Galas haziendo de lo remendado, Acufando tal vez quando relincha, Con las manos ahogos de la cincha.

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En la forma del dia antecedente, A fu afsiento llegò el Marques, apenas Quando un toro enma[n]tado falio ardie[n]te, Que incendio palpitaua por las venas: Quexabafe abrafado, y a la gente No mouia a laftima fus penas, Siendo el gemido que formaua en vano, El del toro Falaris tyrano.

(759) (760) (761) (762) (763) (764) (765) (766)

Otro falio, que con el mefmo eftilo

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Murio abrafado en poborofa hoguera, Cuya efpantofa llama todo el Nilo, Inútilmente fufpender quisiera: Defvelo quiças fue de algun Perito, Sino de Deyanira astucia fiera Que Hercules de los toros le ha juzgado Y en la camifa el fuego le ha informado.

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El de la virginifsima lançada Segunda vez fe prefentó en el cofo,

(775) (776) Bien Pág. 16v

Bien que el hafta jamas facó manchada, Que es fu azero muy limpio luminofo: Intacto fe faliò de la estacada, Porque fu penfamiento valerofo, Aunque fiempre las armas tuuo preftas, Fiambre fe quedò para otras fieftas.

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Començaron las trompas refonantes, Requifitorias del marcial auio, De aquellos campos dos, que litiftantes Dexaron aplaçado el defafio: Depueftas las marlotas y turbantes, A la ufança Española, con tal brio Entraron en la plaça, que la tierra, Sonantes caxas pareciò de guerra.

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La batalla trabaron orgullosa, Del mifmo modo que el paffado dia, Si bien fue mas luzida, y mas viftofa, Por las nueuas grandezas que incluìa: Defpedida con maña impetuofa Ardiente bala fue cada alcancia, Y compelidos de galantes furias. Ninguno quifo perdonar injurias.

(791) (792) (793) (794) (795) (796) (797) (798)

Quanto pudo emprender el oro, y quanto A el deffeo le pudo fer pofsible, Tanto logrò el poder, la industria tanto, Allanando tal vez aun lo impofsible: Con-

(799) (800) (801) (802)

Pág. 17f Con que fobraron galas mânitas, Admirables, coftofas, y exquifitas.

(803) (804)

Si yo en particular de cada vno, Veftidos, y colores refiriera, Si fuera tinta el Reyno de Neptuno,

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Poca materia a tanto affumpto fuera. Ni hazer quiero el volumen inoportuno, Ni pudiera abreuiarle aunque quifiera; Y afsi en forçados numeros refiero Lo que puedo dezir, no lo que quiero.

(808) (809) (810) (811) (812)

Quando el roxo Planeta disfrazado Paffo por la Ciudad, dexo fobre ella A la que toca el general cuydado De vozes acordeadas Ninfa bella, Para hazer de fus ecos informado, Si bien à fu pefar de toda aquella Solemnidad que el pueblo Mexicano Confagraua al Alcides Castellano.

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Duraua la batalla, y no fabia La Ninfa, a quien adjudicar pudieffe El lauro indiferente que deuia, Sino es que en partes dos diuidieffe: Viendo el Marques que agoniçaua el dia Ygualmente mandò que fe partieffe; Y afsi quedaron todos mas premiados, Siendo de fus aplausos celebrados. E

(821) (822) (823) (824) (825) (826) (827) (828) Efte Pág. 17v

Efte dichofo termino tuuieron Las fiestas altamente efclarecidas Que al illuftre valor de Efpaña hizieron, La Ciudad y nobleza agradecidas: Demoftraciones raras (fi bien fueron) A tan benigno Principe deuidas, Puefto que al bien comu[n] de fuerte anhela Que por folicitarle fe defuela.

(829) (830) (831) (832) (833) (834) (835) (836)

Gozale, o Patria mia, las edades Que puedan fer lisonja a tu deffeo, Pues tantas lograras felicidades, Quantos lustros tuuieres tal tropheo: Viue en fu amparo, fin que à variedades Del tiempo fe fujete tu recreo, Para que en triunfos de tus altas glorias, Eternate celebren las Hiftorias.

(837) (838) (839) (840) (841) (842) (843) (844)

F

I

N


En la obra de Doña María de Estrada que se transcribe en las páginas antecedentes, se narran los festejos que tuvieron ocasión por la llegada del Marqués de Villena a la ciudad de México. Los festejos aquí reseñados fueron tres en dos jornadas consecutivas: una corrida “completa” de 32 toros471 y una “nocturna” de 8 toros al anochecer del mismo día. Al día siguiente se presentó una “corrida de alcancía” que cerró el programa de festejos. Así pues, en el poema podemos leer todo este fasto en la estructura siguiente: Versos 1 al 32.-Presentación de la autora; aclaración acerca de su condición de poeta ya conocida pero que ha mejorado su desempeño como tal; disculpa anticipada por sus posibles incapacidades para narrar el fasto e invocación a las musas para que le inspiren y ayuden en la tarea poética. Versos 33 al 80.-Nota acerca de la necesidad de la Nueva España de tener un nuevo virrey y acción de gracias por habérsele ocurrido al rey (de quien, sin embargo, desliza un del Otoño la estéril monarquía/ y vaya en su carrera declinando, muy poco elogioso472) el designar para ello al Marqués de Villena. Versos 81 al 108.-Breve relación de los antecedentes del reino; referencia a la época prehispánica con reprobación de la práctica de los sacrificios humanos (Tanto manchó con víctimas sangrientas... recebiste oblaciones tan cruentas); referencia a la evangelización y la ventura de ser rescatados por la majestad del rey, a quien presenta como protector del pueblo. Versos 109 al 128.-Referencia a la entrada del virrey Villena, con nota en el verso 131 a la obra de la propia autora en el que específicamente hace la relación de la procesión y ceremonias de recibimiento. En una curiosa figura, en este tramo de versos le habla al Sol y lo acusa de sentir envidia (del veneno nocivo de los ojos . . .v. 128) de la magnificencia del virrey. Versos 129 al 136.-El festejo que se narrará a continuación es una corrida de toros, para la cual cooperan todos en la ciudad e incluso las deidades (Marte, Amor, Siringa, Iris). Especial atención a la figura del toro fogoso, horror del cielo (v. 129), que recuerda la imagen del toro celeste que incendia el cosmos y que se enfrentará a Zeus473 (el robador de Europa, v. 132) Versos 137 al 163.-Descripción del escenario de la corrida. Se menciona un tablado con adornos de telas finas, brocados y plumajes. Se menciona la presencia de la corte en pleno, así como de los

Se le llamaba “corrida completa” a aquella en la que se toreaban 32 toros por ocho cuadrillas de participantes (2 toros por cuadrilla) en dos tiempos, uno matutino y otro vespertino. Por la mañana se daba muerte a 16 toros y otros tantos en la tarde. Estas corridas eran considerablemente costosas y se reservaban para los festejos de mayor categoría (como el que nos ocupa). Más frecuente era la “media corrida” de 16 toros (sólo la porción matutina o vespertina) o la “cuartilla”, de 8 toros. Esta última era la más común en festejos de pueblos y ciudades pequeñas, fiestas de santos patronos o celebraciones de particulares. 472 Conviene recordar que en 1640 era rey de España Felipe IV, penúltimo de los Austrias y quien se caracterizó por su incapacidad de gobierno, la que lo llevó a delegar el poder en sucesivos favoritos, entre los que estuvo el muy impopular Conde-Duque de Olivares, quien era particularmente detestado por los nobles de las familias más antiguas. En este caso, igual puede estar hablando Doña María como heredera de un ilustre apellido castellano o puede deslizar el comentario como una forma de halagar a la familia del virrey, los López Pacheco, emparentados en primer grado con los reyes castellanos desde el siglo XIV y con denominación de “Grandes de España” desde el reinado de Juan II, padre de Isabel La Católica. 473 Zeus, rey de los dioses olímpicos, entre sus muchas conquistas amorosas tuvo el de Europa, princesa de Tiro, hija de Agenor y hermana de Cadmo, a quien raptó convertido en un toro blanco. La llevó sobre su lomo a nado desde la costa fenicia hasta la isla de Creta, donde recuperó su forma divina y la violó. De esta unión nacieron tres hijos: Minos, Radamantis y Sarpedón. Véase Ovidio, Las metamorfosis, ii 836 y ss. y Mosco, Idilios, ii 37-62 471


jueces y magistrados (y campea, es el de los Licurgos474, v. 161), a quienes no se detiene en decir que son mejores servidores de la justicia que lo que pudieron haber sido nunca antes. Versos 164 al 215 y 240 al 255.-Continúa la descripción de los asistentes a la corrida. Entre ellos: los ministros del Tesoro (v. 166); el cabildo eclesiástico (v. 169); los comandantes del Regimiento Ciudadano475 (v. 173); el Consulado de comerciantes476 (v. 177); damas de la ciudad, a cual más hermosas; los senadores de la ciudad477 (v. 241); ministros de la Real Caja y sus contadores (v. 245); los tribunales superiores: Sala del Crimen y Real Audiencia (v. 248 y 249). Vale la pena mencionar que los toda esta concurrencia arriba a la plaza a caballo (los varones) y en carruajes (las damas), de los que se describen también los jaeces. Versos 216 al 219.-Fin de la descripción del público y llamado a iniciar la corrida, por cierto al son del llamado de tres clarines. Versos 220 al 239.-Loa al virrey, a quien compara con el sol e indicación del mismo para dar entrada a las cuadrillas que se enfrentarán a los toros, las cuales están formadas por caballeros nobles tanto de la Península como del virreinato Novohispano. Es necesario resaltar el uso de la palabra “coso” (v. 230), misma que hasta la fecha se usa para denominar a la plaza de toros. Versos 256 al 271.-Nuevo grupo de versos de elogio al virrey. En éstos se describe su apariencia física, en la forma tradicional petrarquista: de arriba hacia abajo, iniciando en los cabellos del virrey y haciendo uso de las imágenes de color tradicionales de este estilo (cabellos de oro, frente blanca, mejillas color clavel, ojos negros brillantes, pecho y talle espigado, etc.) Versos 272 al 327.-Descripción de las ropas del virrey, su caballo y los jaeces y gualdrapas del animal, así como la actitud majestuosa del marqués.

474

Referencia a Licurgo, mítico legislador de la polis espartana, quien compiló las leyes de organización de la misma hacia el 850 a.C. 475 De acuerdo a la descripción que hace Doña María en el mismo poema, se trataba de un cuerpo de “vigilantes” de la República, quienes parecen haber tenido una función de guardia civil o custodios de los cuerpos de gobierno (la figura utilizada es la de “Argos celantes de la República”, como referencia al monstruo de cien ojos creado por Hera para vigilar el Vellocino de Oro. Véase Hesiodo, Teogonía. Es de especial interés la presencia de este cuerpo de guardias, presumiblemente civiles para resguardar el orden pùblico, ya que en la Nueva España la aparición de cuerpos militares dependientes del gobierno virreinal se dio hasta 1754, en el marco de las reformas borbónicas de Carlos III. Previo a esta disposición, no existía un cuerpo de guardias profesional permanente ligado al virrey. No cabe pensar en que se refiera la autora a los guardias personales del virrey, ya que a éstos se les denominaba “Guardias del virrey” o “Guardia de corps”, a semejanza de la denominación dada en la corte española. Era función de estos guardias la protección DE LA PERSONA DEL VIRREY, así como de su familia y allegados. Sin embargo, Doña María menciona que este cuerpo protege a la REPUBLICA. Podríamos pensar en esta referencia como el hallazgo de un grupo militar hasta ahora no conocido o en una figura retórica. Sin embargo, formar parte de las procesiones, desfiles o espectáculos públicos era parte del discurso estamentario (véase Dolores Bravo y Nelly Sigaut en varias obras respecto a las fiestas y procesiones en el espacio público), por lo que es poco probable que sea ésta sólo una licencia poética o una invención literaria. 476 El Consulado de Comercio era una poderosa agrupación de comerciantes de la ciudad y el reino, quienes a semejanza de las guildas flamencas y gonfalones italianos, reunían a los distintos tratantes por géneros o productos específicos y quienes lo mismo crearon sistemas comerciales que procuraron lograr canonjías y prebendas que aseguraran para sus miembros monopolios, exenciones de alcabalas o libertad para establecer precios o proteger sus mercados. 477 Debe referirse a regidores y miembros del cabildo, que eran los órganos de gobierno de la ciudad y el reino, ya que no existía el cargo de “senador” propiamente. Sin embargo, el uso de la palabra propia de la antigua Roma puede ser una forma de darle lustre al cargo.


Versos 328 al 359.-Referencia a la noble familia de Villena con especial mención a la trayectoria militar del virrey, con una coda de referencia a que el cargo que ahora ostenta es “no durable” (v. 331). Se hace una recuperación del origen de la casa familiar que es noble tanto en Portugal como en Castilla. En los versos 341 a 343 se menciona que el virrey es asiduo practicante del correr toros, en forma muy exitosa, por cierto. Versos 360 al 387.-Inicio oficial de la corrida, que incluye la escena del recorrido del alguacil para “limpiar” la plaza (haciendo retirarse pobladores curiosos de la parte central). Esta sección incluye la descripción del primer toro de la tarde, de pelaje negro y que muere por acción de las lanzas. Versos 388 al 471.-Lidia de los tres primeros toros (el primero negro, el segundo con manchas negras sobre blanco y del tercero no se da la pinta del pelaje), a cargo de tres caballeros. Lidera la cuadrilla Enrique Pacheco (pariente del virrey, posiblemente hermano o sobrino y dos más: Juan de Cervantes y Nicolás de Bonilla. En el verso 440, se les llama a estos caballeros “partidores”, nombre con el que se denominaba en el siglo XVII a los que, desde el caballo, iniciaban la corrida para dar paso a las cuadrillas de toreros a pie. En el verso 441 se menciona que son ocho las cuadrillas que participaron en la corrida en primer lugar y ocho más a continuación de ellas, cada una diferenciada de la otra por el color de la ropa que usaban y se describen asimismo las armas y sombreros adornados de cada grupo, con la nota de que sabemos que estas galas fueron pagadas por la ciudad en honor del virrey (ref. v. 464 y 466 al 471) Versos 472 al 582.-Descripción de la lidia de “parejas”, en la que cada cuadrilla de peones (tres) ayuda a los dos líderes (caballeros principales) de cada cuadrilla en el enfrentamiento con los toros. En orden de aparición, son los caballeros principales: Marcos de Guevara y Gaspar de Molina; Martín Osorio y Carlos de Samano; Diego Cano y Pedro Trejo; Juan de Andrada y Gonzalo Bribiescas; Juan de Orduña y Agustín Chauela; Diego y Antonio de Mansilla; Juan Mexía Altamirano y Francisco de Peralta y Juan de Alcocer y Cristóbal de la Mora. Los caballeros del segundo grupo de cuadrillas fueron: Gabriel de Rojas y Rodrigo de Rojas (padre e hijo, por cierto); Juan de Grados y Simón Téllez de Trejo; Alonso Cervantes Villanueva y Antonio Estupiñán; Lorenzo Suárez y Francisco de Solís Bartassa; Felipe Morán y Rafael de Trejo; Juan Téllez de Trejo y Juan de Macaya; Iñigo Carrillo Altamirano y Fernando Niño y Juan de Casas Cervantes “el Joven” y José Limeno. A todos ellos les da el trato de “Don”478 y entre los relacionados se aprecian apellidos de familias arraigadas en la Nueva España desde la época de la conquista (Mexía Altamirano, Téllez de Trejo, Niño, Cervantes, de Rojas, Suárez, etc.), característicos de Extremadura, a todos los cuales es posible encontrarlos en las obras de los cronistas de la conquista. Asimismo, se encuentran apellidos de origen vasco o gallego (Bribiescas, Estupiñán) que podrían corresponder a familias llegadas a América en años posteriores a la conquista y/o formar parte del séquito del virrey recién llegado. Versos 583 al 622.-Descripción del intermedio. En él, las cuadrillas y lidiadores se retiran a cambiar caballos y descansar, mientras que el público asistente recibe regalos (pomos de plata, licores, dulces, etc.) dados por Francisco del Castillo y Cristóbal de Balero, hombre de importancia en la ciudad el primero y Alcalde el segundo. En los versos 607 al 620 se describe cómo el nuevo virrey lanza comida al pueblo “a manos llenas”. Versos 623 al 710.-Inicio de la segunda parte de la corrida, en la que se presentaron dieciséis toros más, lidiados por los mencionados en la primera parte, en esta ocasión bajo la modalidad de la lidia 478

Forma honorífica de tratamiento. Reservada para los hijodalgos en España y para los criollos novohispanos descendientes de conquistadores o con familias reconocidas y con autorización expresa para usar esta denominación. Conviene recordar que la propia María de Estrada menciona en la introducción de su primera obra poética, la relación de la entrada del virrey ya mencionada, que ella es “señora muy principal, con derecho a usar carruaje y a tener tratamiento de Doña, en virtud de las altas prendas de su familia mostradas y reconocidas en este reyno de la Nueva España . . .”, op. cit. v. 75 a 84.


de “cañas” desde los caballos. Todos los caballeros destacaron en su actuación por igual. Al finalizar esta segunda parte, termina la tarde y comienza la noche. Versos 711 al 718.-Se decreta que todos los lidiadores han tenido mismo brillante desempeño y se les nombra vencedores a todos. Esto no sentó bien a dos de los caballeros, quienes se desafiaron para otra corrida posterior. Versos 719 al 750.-Descripción de la caída de la noche en la ciudad y la salida del público de la plaza, ya sin orden alguno y con prisa. Versos 751 al 776.-Breve descripción de la corrida nocturna del día siguiente. No se hace el recuento minucioso del primer día y sólo se virrey y mencionan dos anécdotas: la presencia de Don Enrique de Villena de nuevo como lidiador y el que a uno de los toros, que había sido enmantado con tela y trementina, a la que se les prendía fuego para “iluminar” al animal, se le extendió el fuego al cuerpo y murió abrasado, escena que la autora no vacila en equiparar con el sacrificio de Hércules, a fin y al cabo, deificado por esta vía. Versos 777 al 828.-Tercer día de corridas, en esta ocasión en la modalidad de “alcancías”. En ella, a pesar de reunirse los caballeros contendientes del festejo y los dos que se habían desafiado (de los que no sabemos los nombres), lucieron tanto sus habilidades que no se declaró vencedor alguno y se menciona que sólo recibieron como premio los aplausos del público asistente. Versos 829 al 844.-Fin de la relación de las fiestas con nueva dedicatoria al virrey y despedida al éter con el deseo de que la “patria” guarde el recuerdo de tan ilustre ocasión por siempre. 1640 Comedia de San Francisco de Borja (1640)479 Entre tan justas, pues, aclamaciones, entre aplausos, que calle mi Talía, por no hacer escarmientos sus borrones, sacrifica, señor, la Compañía, juntando en uno muchos corazones, ofrenda sacra en aras de alegría a Vueceselencia. Allí la musa explica lo que ofrece, y a quién lo sacrifica. Matías de Bocanegra nació en la Puebla de los Ángeles, y fue uno de los jesuitas de la provincia de México de más vivo ingenio, y de más instrucción en las letras humanas y en las ciencias sagradas, muy estimado de los virreyes y obispos de la Nueva España, según apunta Beristain de Souza. 1640 Si el toro belicoso Si el toro belicoso ensangrienta sus puntas en el coso 479

José Rojas Garcidueñas y José Juan Arrom: Tres piezas teatrales del virreinato. Tragedia del triunfo de los Santos, Coloquio de los cuatro Reyes de Tlaxcala y Comedia de San Francisco de Borja. Edición y prólogos de (...). México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1976. VIII-379 p. (Estudios de literatura, 3)., p. 242.


para lograr las eras, le pone el labrador en sus manseras (. . . . . . . . . .) Si le detienen (al caballo), vuela, reacio pára, si le dan espuela, y en fin es más difícil gobernallo que al ave, al pez, al toro y al caballo. ...no hay quien pretenda ser rey de animales; y regirlos se tiene en más decoro, que no al caballo, al ave, al pez y al toro.480 El diálogo anterior se realiza imaginariamente entre el Emperador Carlos V que sale de casa con su acompañamiento. Borja (. . . . . . . . . .) Y estando solemnizando la presencia de su dueño con fiestas y regocijos, donde a máscara y torneos dieron teatro los días. (. . . . . . . . . .) Acto segundo, interviene Rocafort, bandolero Ni es esto sólo en los brazos que una vez que con orgullo quiso un soberbio alazán hacerme a mí de su curso faetón estrellado a un risco, tal le apreté entre los muslos, que le reventé la vida pareciendo en aquel punto que llegó al despeñadero, atrevido y disoluto, sólo a despeñar el alma, porque el cuerpo quedó surto en el brocal de la peña; yo tan en mí, que no dudo decir que ni aun me turbé y me importó, pues no hubo sucedido aqueste lance cuando la ocasión me puso en otro más apretado: Salióme un toro sañudo al encuentro, alto de cuerpo, bajo de hombros, confuso el lomo de negro y pardo, el pecho de pardo y rubio, corto cuello, ancho de testa, frente rizada, ojos turbios, cerviz gruesa, hosca la barba, 480

Op. Cit., p. 248 y 250.


de la luna tan agudos los dos buidos estoques que eran sus puntas dos puntos. Paróse soberbio y bravo; paréme serio; desnudo la espada; con él me afirmo; conmigo se encara el bruto; peina con el callo el puesto; de polvo levanta nublos; da un bramido, parte ciego, tan ligero, que discurro que formó nubes de polvo por salir de sus disturbios; como el rayo cuando rompe la nube con trueno y humo, acometió, y al bajar la testa, con tiento y pulso le embebí por la cerviz el estoque hasta el puño, cosiéndole con el pecho la barba, y pasando en uno cerviz, pecho, piel, garganta, tan presto, que con el zuño iba a bramar, y el bramido yo tan veloz le interrumpo, que abriendo en la dura caña fiera cicatriz, le cupo a la herida rematar el bramido, que no pudo más que empezar con la boca, y de esta suerte concluyo de aquel ruidoso cometa las presunciones y orgullos, perdonad si os he cansado, y vamos a ver si algunos robos ha hecho mi gente.481 La comedia es del tipo hagiográfico482 que representaron los alumnos del Colegio de San Pedro y San Pablo, en ocasión de la visita del referido Virrey Marqués de Villena al plantel de la Compañía. Sabido, además, que San Francisco de Borja (1510-1572), tercer general de la orden ignaciana, fue, antes de abrazar el estado religioso, Duque de Gandía, grande de España y Virrey de Cataluña. En su parte última, se resume y dedica el festejo: Compañía A un duque le dedico de un duque los extraños prodigios, que en España viven tan admirados. Con un grande he querido, 481 482

Ibidem., p. 298-299. Hagiográfico: perteneciente a la hagiografía. Hagiografía: Historia de las vidas de los santos.


hoy, grande, celebraros, y que un virrey a otro ofrezca mis aplausos...483 Cumplimentar al Virrey es, pues, el propósito inmediato de la Comedia. Y evocar los nobles desengaños de Borja, ante la inexorable visita de la muerte, su tema central. Es el mismo tema, por tanto, el que ocasiona las meditaciones del religioso en la Canción a la vista de un desengaño, que veremos en tanto Bocanegra nos obsequia con el final de la Comedia…: Y viniendo a lo adquirido, con ser tanto lo heredado, no ha de estar loco este reino de regocijo, gozando un virrey tan apacible, tan tratable, tan humano, tan advertido, tan cuerdo, tan erudito, tan sabio, tan sosegado en la paz, en la milicia tan bravo, tan gentilhombre de a pie tan buen jinete a caballo (. . . . . . . . . .)484 La Canción a la vista de un desengaño: Ca. 1645 Canción a la vista de un desengaño Una tarde en que el Mayo de competencias quiso hacer ensayo, retratando en el suelo las bizarrías de que se viste el cielo, sin recelar cobarde que en semejante alarde pudiera ser vencido, rico, soberbio, ufano y presumido (. . . . . . . . . .)485 La Colonia o el virreinato está reducida a muy pocos libros por su letal aislamiento, y el sórdido fanatismo, impone un uniformizado matiz claustral... por lo que el Triunfo Parténico se convierte en la cúspide del gongorismo mexicano, constituyendo una sentina de extravagancia, puesto que eso era lo que buscaba tal forma de expresión, válvula de escape a la estandarización de géneros literarios por aquel tiempo puestos en boga. La visión del seiscientos debe fijarse desde un punto de vista que nos lleve a la revisión sistemática de su poesía que aquí ensayamos mostrar, a partir de la investigación y desde la perspectiva crítica del barroco y del gongorismo. Y en cuanto a la temática, baste un sumario de insistentes motivos. En lo directamente referente al tema taurino o muy ligado a él son sus reales fiestas, de fuegos, máscaras, cabalgatas y toros 483

Ibid., p. 376. Ib. 485 Méndez Plancarte: Poetas..., (1621-1721) Parte primera, op. Cit., p. 93. 484


(escritas por autores como Santa Cruz Aldana, Ribera, Ramírez de Vargas, el Ingenio Andaluz de 1691, Orcolaga, Mendieta), las entradas y loores de Virreyes (Doña María de Estrada, Arco de 1640, el P. Castilla, el centón de Ayerra...), etc. La siguiente canción es de Fray Marcos Chacón, lego O.F.M. 1658 Canción del V.P. Fray Francisco Solano (1658) Un secular devoto camina con Solano sale un Toro: aquí a un llano a caballo el seglar huye ligero; vuelve el bruto al bendito, hecho un cordero: Aquí se le arrodilla cortesano, el hábito le lame, él lo bendice, Solano pasa, y el seglar lo dice...486 El texto se antoja una evocación del toro de San Marcos o nos dice similares cosas con lo sucedido entre el beato San Sebastián de Aparicio y el ganado bravo que amansó con sólo su voz. 487 Del Pbro. Br. D. Diego de Rivera (de 1663 a 1685 se reportan buena parte de sus obras). De las Funerales Pompas de D. Felipe IV y plausible aclamación de D. Carlos II: 1666-1667 Funerales Pompas de D. Felipe IV y plausible aclamación de D. Carlos II LA JURA DE CARLOS II Los Caballeros galantes pudieron de su tesoro, a la Arabia prestar oro y dar al Ceilán diamantes; y aun por eso los brillantes rayos el Sol ocultaba, y si en nubes se embozaba es porque llegó a advertir que era imposible lucir donde tanto Sol estaba... ...Galante el Corregidor con su generoso pecho, llevaba al lado derecho 486

Ibidem., p. 118. Suma, en Canción Real, de la Vida, Muerte y Milagros del V. P. Fr. Francisco Solano, Apóstol del Perú, 82 estancias, Puebla, Impr. Vda. De Juan de Borja y Gandía, 1658. 487 Existe, al menos, un libro que describe este interesante pasaje del beato Sebastián de Aparicio: Mateo Ximénez: Colección de estampas que representan los principales pasos hechos, y prodigios del Bto. Fray Sebastián de Aparicio, Religioso Franciscano de la Provincia del Santo Evangelio de México. Dispuesta por el R. P. Fr. (...) del mismo Orden y Provincia, y Postulador de la Beatificación del expresado siervo de Dios. En Roma, año de 1789. 2ª ed. Puebla, Pue., con prólogo de Fr. Juan Escobar, ofm. Talleres FOCET Hernández G., 1958. 110 p. Ils., grabs. (Edición facsimilar).


al noble Correo Mayor. ¡Oh, quién tuviera primor para decir lo costoso, lo amante, lo generoso con que echó el reto a lucir! Mas algo habré de decir, aunque se muestre quejoso. El vestido –amusco y platabordó el arte con primor, por ser el mejor color que de aclamaciones trata; el sombrero era pirata que, en plumas volando al Cielo, no sólo al Sol sin recelo le usurpó las luces bellas, pero a todas las Estrellas en diamantes trujo al suelo. El penacho parecía nieve escarchada, que en tropa se recogía en la copa que el sombrero le ofrecía: Cándida nube escondía a Don Francisco, y dudaba México lo que miraba, apostando, sin que asombre, que era imposible ser hombre quien por las nubes andaba. Al bruto, sólo un pincel pudiera bien retratalle, y Naturaleza dalle de terciopelo la piel; y según lo negro de él, lo airoso, lo bien trazado, lo dócil y lo alindado, puedo decir sin recelo que era –siendo terciopeloun terciopelo labrado. Tocado de blancas plumas sustenta sobre la crín, que iba a tener su fin al suelo en nevadas sumas; las cristalinas espumas esparcía el Bruto ufano, porque quiso, cortesano, repartir la plata al viento, y para el repartimiento se valía de pie y mano. Y aunque el curioso me tache,


he de asegurar por cierto que de ojo le hubiera muerto si él no fuera un azabache; y así, es razón se despache sentencia para emplumallo, y el rigor de sentenciallo le disculpará cualquiera, porque a todas luces era un hechicero el Caballo... Apeóse el Correo Mayor, y al ir la grada a subir le fue amante a recibir de México aquella flor que, de la sangre mejor de Velasco y de Castilla con tantos créditos billa en el Conde de Santiago, que no podrá el tiempo estrago hacer a su maravilla. La real Insignia arboló Mancera, con pecho ufano, y por todo el aire vano airoso la tremoló, y en razones promulgó que a la augusta y Regia Silla todo México se humilla, y alza con amor profundo pendón por Carlos Segundo, Rey de León y Castilla...488 Además: ...y si a domellar un Bruto se ponía en la carrera, ninguno como Filipo le supo tener la rienda; (. . . . . . . . . .)489 En otra curiosa cita poética que alude graciosa y esquivamente los toros de aquella época, encontramos en la Oda al virrey Marqués de Mancera (exordio del Certamen de Capuchinas y San Felipe de Jesús; obra a su vez perteneciente a la Breve Relación de la Plausible Pompa..., México, 1673, f. 14) y del mismo Ribera esta singular composición: 1673

488

Coello Ugalde: Relaciones taurinas en la Nueva España..., op. cit., p. 54-56. Méndez Plancarte: Poetas..., (1621-1721) Parte primera, op. Cit., p. 143. Proviene de la Descripción Poética de las Funerales Pompas... y de la Plausible Aclamación..., México, Rodríguez Lupercio, 1666. 489


Oda al virrey Marqués de Mancera. Si de aliento inspiradas gloriosamente osado, bien que rudo, cañas siete animadas al honor del Parnaso490 dejan mudo, ¿qué osarán hoy unidas cuerdas tan dulces, de tu mano heridas?491 Las Décimas de la Jura.-Rayos de sol ocultaba: el día nublado... Al Caballo del Correo Mayor, tanto lo miraban todos, que lo habrían muerto de ojo, a no ser todo él un azabache (amuleto contra el mal de ojo); mas por tal recurso supersticioso, y ser tan hechicero (equívoco de brujería y de hermosura), debiera castigarlo el Santo Oficio... Brillante y desmandada pintura, también típicamente calderoniana.492

 LOS FESTEJOS QUE LA CIUDAD DE MÉXICO RINDIÓ A CARLOS II CON MOTIVO DE SU ENTRADA EN EL GOBIERNO EN 1676. El Pbro. Br. D. Ignacio de Santa Cruz Aldana, fue uno de los varios autores que dejaron testimonio de las fiestas celebradas en 1676, por motivo de la asunción al trono del borbón Carlos II, fundamentalmente en la capital de la Nueva España. De las Reales fiestas en la exaltación de D. Carlos II, tenemos el siguiente ejemplo publicado en 1677 Reales fiestas en la exaltación de D. Carlos II. Va de romance de chanza, que en asunto tan festivo es burla escribir de veras (fuera de burla lo digo). Aquí con nuestro Anastasio los que al Helicón493 subimos a caza de gangas siempre, valerosos Gongorinos! Con quien me entiende, me entiendo, que esta vez Pantaleonizo, poeta de buen humor, no colérico, sanguíneo...; ...Y tú, cristal de Hipocrene, espejo en quien yo me miro, 490

Parnaso: conjunto de todos los poetas, o de los de un pueblo o tiempo determinado. Ib., p. 148. 492 Ibid., p. 149. 493 Ángel Ma. Garibay K: Mitología griega. Dioses y héroes. México, 5ª edición, Editorial Porrúa, S.A., 1975. XV-260 p. (“Sepan cuantos...”, 31)., p. 117. Helicón: montaña de Beocia, la más alta de c. 1890 ms. Se halla entre el golfo de Corinto y el Copais. Tiene en su cumbre un santuario a las Musas, en una de las cañadas superiores. Abajo está Ascra, patria de Hesiodo. Está la fuente de Hipocrene, que brotó a una coz de Pegaso, y que es la fuente de inspiración para los poetas. 491


haz que en mi abono el Pegaso 494 dé el poético relincho. al Parnaso, pues, me acojo, y a la escuela de Apolillo, o a la amiga con las Nueve ponerme quiero a pupilo. Erase, pues, que se era de Noviembre a veinticinco una noche y estos versos, ella helada y ellos fríos, cuando solamente un tlaco de Luna (que es cuarto Indio) el hemisferio alumbrada, que estaba de luz mendigo. Tan escura noche era, que –temiendo dar de hocicosaun los Planetas errantes andaban con gomecillos; si no es ya que a sueño suelto, en sus casas recogidos, en su Apogeo roncaba cada cuál en su Epiciclo. La boca de lobo, calle con esta noche su pico, y de obscuridad el culto no diga: este verso es mío. De aquéllas que ni las manos se ven (como alguno dijo), en que no paros somontes eran los gatos, más tintos. Claro está que con mil hachas se ha esta noche esclarecido: ¿No está claro, cuando por contarlas me despabilo? Empiezo, pues, mi máscara (perdóneme el libro quinto) y mi más amada empiezo, (que soy poeta muy fino); en que la gran providencia del que es más sabio que Ovidio495 de más cara en más barata el metamorfosis hizo. Aquí de las Aganipe496 vuelvo a implorar el auxilio que me azoga asunto tanto 494

Pegaso: caballo alado, nacido de la sangre de Medusa. Un estudio profundo al respecto de este solo tema, lo aborda Guillermo Tovar de Teresa en: Pegaso o el mundo barroco novohispano en el siglo XVII. México, Editorial Vuelta-Ediciones Heliópolis, 1993. 99 p. Ils. 495 Ovidio: poeta romano. 496 Garibay K.: Mitología griega..., op. cit., p. 30. Aganipe: hija del río Permeso, ninfa de las aguas. Era la que custodiaba la fuente que de ella tomó nombre en el monte Helicón, y que era el sitio de reunión muy grato a las musas.


a ley de engrasado indigno. El que a la Real imagen virrey retrata tan vivo, que es su segunda persona, así como te lo pinto; de cuyo feliz gobierno -segundo Atlante497 que admirode este nuevo mundo los dos Polos están asidos; Fénix498 raro en cuya pluma renace la de Augustino, ribera en quien yo me hallo del gran Teseo499 el asilo; juez tan justo, y tan atento a este proceso infinito, que en costas ha condenado tan solamente al velillo, que toda viviente salga con su negro vestidico ordena, excusando gastos; bien haya, amén, tal arbitrio. .......... No hay hombre cuerdo a caballo, dice aquel adagio antiguo; y todos aquesta noche son locos de buen juicio. Los Cristianos caballeros, ya los borrenes proscritos, los fustes bridones truecan por los jinetes Moriscos. Precisándose van de airosos, y –poco desvanecidosno los aplausos les hacen el que pierdan los estribos. Los caballos generosos, ni andaluces ni castizos, son del Betis hijos-de-algo: Porque del aire son hijos. alazanes y zebrunos, rucios, rodados, morcillos, grullos, cabezas de moro, canelas, bayos, mohínos, aceiteros, naranjados, castaños, zainos, tordillos, sahonados, azulejos, overos y remolinos. Nombres son de albeitería (vea, quien quisiere, los libros, 497

Atlante o Atlas: gigante hijo de Júpiter que por haber ayudado a sus compañeros contra su padre fue condenado a soportar al mundo en sus espaldas. 498 Fénix: la famosa ave que se incendiaba y renacía. 499 Teseo: príncipe griego que venció al Minotauro.


que Calvo y Reyna no erraron aunque herrar era su oficio). Los jinetes, pues, bizarros, a los caballos ariscos no son lerdos en picarlos, que matándolos van vivos. Pasaron de dos en dos estos Géminis crecidos, Cástor y Pólux500 adultos (que éste no es juego de niños). Como atendidos se ven de su Apolo Ciparisos, camparon alegres hoy hechos de oro pinitos. Tiernos escuchan el eco, y hoy –que se oyen aplaudidos de más de una Ninfa501- son enamorados Narcisos.502 A fuer de su sangre ilustres parecen a los jacintos, y a los Adonis503 hermosos a fuer del duro colmillo. (¡A culto me meto! Fuera del obscuro Laberinto me salgo: quédese sólo el fiero Tauro de Minos.) Digo, pues, de los Montados lo bizarro y lo jarifo, lo donairoso y galán, por cierto muy buen aliño! Piernas hacen de jinetes, a sus botas atenidos, de ámbar precioso adobadas, (yo me atengo a las de vino). Cada cual a su rocín las espuelas prende altivo cual si fueran alfileres, (tan bien tocados los miro). Cuatro colores les da hoy el Príncipe propicio con providencia, por que no vayan descoloridos: Del mismo Cielo el azul, y lo blanco del armiño, lo anteado, y lo encarnado, porque les venga nacido. De las libreras costosas que en la Máscara han salido, 500

Cástor y Pólux: Los dióscuros, hijos de Zeus y de Leda. Ninfas: diosas de las aguas y los bosques. 502 Narcisos: hijo del río Cefiso, de tan notable belleza, que se enamoró de su imagen. 503 Adonis: griego amado por Venus, modelo de la belleza juvenil. 501


como mal Sastri-Poeta no acierto a coger el hilo; que es antigua vanidad de nuestro Español capricho, que quien es su dueño diga de los pajes el vestido. No el oro rico de Arabia, ni la púrpura de Tyro, ni de Ceilán el rubí, ni la esmeralda de Quito, echó menos el deseo; que lo más preciso y rico entre los demás crïados aquesta noche ha servido...504 A la mitad de este romance apareció la alusión de ya los borrenes proscritos; y viene al caso porque, aligeradas las sillas de montar, sin las almohadillas de tal nombre, y dispuestas a la jineta modo o escuela tan acostumbrado en México, en aquella Nueva España del XVII, y que tanto sirvió para efectuar los famosos juegos de cañas y hasta con tal método –a la brida-, se corrieron toros. De nuestro autor dijo alguna vez Beristain de Souza que fue literato y virtuoso, natural de México, beneficiado de las Minas de Tezicapan, y en 1667 Capellán de San Lorenzo de México. En cuanto al Romance recogido, el tema es lo de menos, y lo de más el chispeante floreo de ingeniosidades, circunloquios y juguetones paréntesis... Cástor y Pólux..., son los Astros benévolos... de la Monarquía Española. En alguna otra parte del trabajo hemos acudido a la marcadísima influencia que Luis de Góngora y Argote provocó creando un influjo determinante en la cultura literaria del México novohispano. Gongorismo era el pan nuestro de cada día para los diferentes autores que se veían influidos por el cromatismo de su poesía. En 1640 –por ejemplo-, la huella de la poesía aparece definitiva, ya no tímida o aislada, sino patente y constante. María Estrada Medinilla, en su Relación de la feliz entrada en México... del Marqués de Villena, hacía por entonces una explícita profesión de fe culterana, eso sin mencionar el corte totalmente gongorino del poema: ...epítetos vulgares no son para las cosas singulares Los diferentes títulos atribuidos a sus partidarios como Príncipe Castellano; Apolo cordobés; Príncipe de los líricos de España, es una muestra clara de que sus versos, de que su escuela también, invaden el ambiente de Lope y Quevedo; de Jacinto Polo, Pantaleón Ribera y Calderón, durante casi todo el siglo XVII. En tal influencia no vemos sino lo retórico, mezclado con una serie de funciones como los cultismos sintácticos, hipérbaton, fórmulas estilísticas, simetría bilateral, perífrasis y alusis, metáfora e imagen. Un ejemplo claro de dicho concepto se encuentra en: 1677 ...sangre derramada ...sangre derramada en el papel de la arena fue corónica purpúrea 504

Ib., p. 154-156. De la Relación de las Reales Fiestas por los Felices Años de Carlos II..., del Pbro. Br. D. Ignacio de Santa Cruz Aldana México., Hereds. De Juan Ruiz, 1677.


a sus hazañas eternas... Es decir, que para Luis de Sandoval y Zapata, La sangre derramada en la arena, sirvió de crónica a sus hazañas –las de la nobleza-. Y bien, llegamos a lo que se puede considerar el primer gran ejercicio literario que dedica buena parte de la obra al asunto taurino. Se trata del Romance de los Rejoneadores que es parte de la Sencilla Narración… de las Fiestas Grandes… de haber entrado… D. Carlos II, q. D. G., en el Gobierno, México, Vda. De Calderón, 1677. Dicha obra celebra las Fiestas por la mayoridad de D. Carlos II, 1677. El Capitán D. Alonso Ramírez de Vargas ofrece una delectación indigenista en esta Sencilla Narración… y refulgen los romances para los rejoneadores –una de las más garbosas relaciones taurinas al gusto de Calderón-… D. Carlos II, el postrer Habsburgo de España, había tenido un bello rasgo de piedad Eucarística, cediendo su carroza a un Sacerdote que a pie llevaba el Viático a una choza, etc.; tal lo narró en una Copia de Carta escrita de Madrid (México, 1685), realizada con varios sonetos de ingenios de esta Corte. Así, en el Anfiteatro de Felipe el Grande, de Pellicer (Madrid, 1631), una bala certera de Felipe IV, fulminando a un Toro, había hermanado –cada uno con su soneto- a Lope y Calderón, Quevedo y caro bán, Rioja y nuestro Alarcón, Valdivieso y Jáuregui, Esquilache y Bocángel…; y estotra gallardía de Carlos II, -regia humildad católica, y con el oro viejo de la tradición de la Casa de Austria, merecía, más que el tiro de Felipe, el lírico aplauso. Del Capitán Alonso Ramírez de Vargas (1662-1696), quien a decir de Octavio Paz “fue poeta de festejo y celebración pública”, entre los que hubo en la Nueva España “mediano… pero digno”. Autor “de varios centones con versos de Góngora, fue sobre todo un epígono del poeta cordobés, aunque también siguió a Calderón, a Quevedo y, en lo festivo, al brillante y desdichado Anastasio Pantaleón de Ribera, muerto a los 29 años de sífilis”. Ramírez de Vargas –sigue diciendo el autor de Las trampas de la fe-,505 tenía buena dicción y mejor oído…” Pues bien, de tan loado autor es su famoso Romance de los Rejoneadores, parte también de la Sencilla Narración…, bella pieza que deja evidencia de la actuación de dos nobles caballeros, Francisco Goñi de Peralta y don Diego Madrazo a los que les Salió un feroz Bruto, josco dos veces, en ira y pelo, el lomo encerado, y de Ícaro el atrevimiento. La testa, tan retorcida en el greñudo embeleco, que de Cometa crinito juró, amenazando el cerco. Y Francisco Goñi de Peralta Quebró veinte y seis rejones, y según iba, de fresnos dejara la selva libre, quedara el bosque desierto, y –a ser la piel de Cartagoen cada animal horrendo Reino la hiciera de puntos con Repúblicas de abetos.

505

Octavio Paz: Sor Juana Inés de la Cruz, o Las Trampas de la Fe. 3ª. Ed. México, Fondo de Cultura Económica, 1992. 673 p. Ils., retrs., fots. (Sección de obras de lengua y estudios literarios)., p. 82, 327, 407408.


Veamos del Capitán Alonso Ramírez de Vargas, el 1677 Romance a Carlos II. Soberano excelso Joven, robusto y tierno Gigante, que donde el valor anima anticipa las edades...: ...Indicio fue del triunfo que esperan tus estandartes, ver -cuando a reinar empiezaslas medias lunas menguantes. (. . . . . . . . . .) Cuando el bracelete animes, la dura manopla calces, el grabado peto ajustes y el limpio acero descargues; cuando el Andaluz oprimas que al Betis la grama pace, siendo -en virtud de su dueñola herradura corvo alfanje, temerán los Federicos al mesmo Carlos de Gante confesando la ruina lo que negaba el alarde.506 El nuevo Rey entraba al Gobierno a los 15 años; pero, nunca robusto, merecía nombrarse El Doliente y El Hechizado... Los toros muertos, con sus medias lunas menguantes, auguran derrotas de los mahometanos... Juan Gutiérrez de Padilla, lo abordamos aquí, no precisamente por tratarse de un poeta novohispano, sino de un músico ídem., (Málaga, ca. 1590-Puebla, 1664). Maestro de Capilla en Cádiz desde 1629, quien se destaca por realizar un trabajo no musicalizado -lo que se llama a capella- del autor español José de Valdivieso (1560-1638). La obra fue una Ensaladilla de Navidad donde el trabajo polifónico vocal se intitula Las estrellas se ríen y que es un juego de cañas a 3 y a 6, donde se entonaban entre otros, los siguientes versos: Atabales toca, suenan clarines, y las cañas juegan los serafines. Que bien entra su cuadrilla que bien corre, qué bien pasa, aparta, aparta, afuera, afuera, que entra el valeroso amor cuadrillero de unas cañas.507 La ensaladilla comienza advirtiendo que Porque está parida la Reina / corren toros y cañas juegan. A todo ello en lo particular nos imaginamos un gran cuadro, en la Plaza Mayor, o en el Volador, entonándose los dichos versos, o siendo interpretada por chirimías, atabales, sacabuches, flautas de 506

Méndez Plancarte: Poetas novohispanos... (Primera parte: 1621-1721), op. Cit., p. 94. José María de Cossío: Los toros en la poesía castellana. Argentina, Espasa-Calpe, 1947. 2 vols.Vol. II., p. 56-57. 507


pico. Ora espineta, viola da gamba, tromba marina; ora el rabel, ya la guitarra barroca o el laúd; ya la vihuela, los orlos o las bombardas... En el tendido soleado saludamos al capitán Don Alonso Ramírez de Vargas quien en su Sencilla Narración de las Fiestas Grandes por haber entrado D. Carlos II, q.D.g. en el Gobierno publicada en 1677, incluyó su famoso Romance de los Rejoneadores bella pieza que deja evidencia de la actuación de dos nobles caballeros, Peralta y Madrazo. Un afortunado encuentro con la reproducción de esta obra, 508 nos permite entender la magnitud de aquella celebración, por lo que considero importante recoger de dicha trascripción los datos más útiles para este trabajo. CIRCO MÁXIMO 509 FEROCES BESTIAS ERAN LAS QUE CONTENDÍAN en la arena de los anfiteatros, y particularmente el toro, sacrificado a Neptuno; así Silio Itálico;510 Principio statuunt aras cadit taurus victima Neptuno511 Y Virgilio, Eneida 2: Lsocon ductus Neptuno forte Sacerdos solemnes Taurum ingentem mactabat ad Aras. Festivo empleo fue para el vulgar alborozo el juego de los toros, que con intermisión de mayores ostentaciones duró seis días.512 Esta orden se observaba en los juegos circenses, dando lugar a la plebe para el vulgar regocijo, de donde también se llamaron plebeyos, sin dejar de ser grandes. Fue intimación de Su Excelencia a la acertada y siempre plausible disposición del señor don Fernando Altamirano de Velasco y Castilla, conde de Santiago, adelantado de las Islas Filipinas, señor de la Casa de Castilla y Sosa, inmediato heredero del marquesado de Salinas, como a corregidor actual desta Ciudad de México,513 siendo único comisario de todas las fiestas que (con sus discretas ideas, partos nobilísimos de su magnanimidad generosa y vigilante anhelo, que acostumbra en el servicio de Su Majestad) sazonó la más grande, la más solemne pompa, dividida en muchas que vieron las pasadas edades y que pudieron calificar de insuperables los 508

Dalmacio Rodríguez Hernández: Texto y fiesta en la literatura novohispana (1650-1700). Prefacio de José Pascual Buxó. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas y Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 1998. 280 p. (Estudios de Cultura Literaria Novohispana, 13)., p. 193-232. 509 Francisco J. Flores Arroyuelo: Del toro en la antigüedad: Animal de culto, sacrificio, caza y fiesta. Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, S.L., 2000. 153 p. Biblioteca Nueva. (Colección la Piel de toro, dirigida por Andrés Amorós, 11)., p. 95. Los primeros juegos romanos o magni, hechos por disposición de Tarquinio tras tomar al asalto la ciudad de Apíolas, comenzaron a celebrarse anualmente en los Idus de septiembre, y con una duración de cuatro días, que más adelante fue ampliada a siete, y por último a secuencias mayores, en el circo que se construyó en el valle que corría entre las colinas del Aventino y Palatino, y al que se le dio en apropiada correspondencia el nombre de máximo, aunque estos juegos, según parece, vinieron a sustituir, magnificados, a otros que se desarrollaban en el Capitolio en honor de Júpiter Ferestrius hechos por iniciativa de Rómulo. 510 Op. cit., p. 210. 511 Silio Itálico: Tiberio Cacio Asconio Silio Itálico (c. 26-c101 d.C.), poeta latino autor de Púnica, el poema latino más extenso. 512 Antonio de Robles asienta que el lunes 16 (de noviembre) se empezaron a jugar toros por la entrada del rey en el gobierno (duraron seis días). 513 Fernando Altamirano de Velasco: tercer sucesor del mencionado título. Fue corregidor de la Ciudad de México de 1675 a 1677.


reinos más famosos. Con cuya resolución se escogió sitio bastante para la erección de los tablados, siéndolo la plazuela que llaman del Volador: ilustrada514 por la parte del oriente con la Real Universidad; por la del poniente, con hermosa casería; por la del sur, con el Colegio de Porta Coeli, y por la del norte, con el Palacio. Ideóse la planta 515 por los maestros,516 ejecutada en cuadro suficientemente proporcionado. Descollóse después a la altura competente, quedando fabricado un labirinto hermoso de madera, tan bien discernido y conmensurado en gradas, aposentos, escaleras, separaciones, toldos, puertas y descombramiento, que el menor ingenioso Teseo517 (aun con la muchedumbre que los ocupaba), sin necesidad de conductores, los distinguiera, y sin auxilios industriosos, los penetrara. Fábrica tan conforme a la de los anfiteatros de los juegos circenses, que la hicieron una aun sus menores requisitos, según la descripción rigurosa de Lipsio y los demás autores, cuya contextura (oh, erudito lector) te pongo al margen para que no deseches el símbolo.518 No se echó menos la plaza mayor para circo, que lo despejado y alegre de ésta se pudo adaptar, bien que no a la grandeza que la ilustraba; saliendo a ella desde el Palacio (que está contiguo) Su Excelencia,519 asistida de los señores de la Real Audiencia, en su carroza que tiraban seis bien remendadas pías,520 seguida de otras de su noble y virtuosa familia. Engrandeció Su Excelencia un tablado ricamente adornado, como suficientemente estendido, para que lo autorizasen los demás Tribunales; asignándole todos los asientos conforme a las dignidades y personas. Seguíase otro –no menos espacioso y aderezado- convertido en un hermoso jardín, mejor que los que hicieron célebre a Chipre, cuyo campo enriquecía fértil copia de racionales flores en cada matrona conyugal Vesta. Si no era bello multiplicado oriente de tantas auroras, cuantas eran las señoras que lo hermosearon –como las otras vestales que cuenta Lipsio-, ennoblecián con su asistencia los espectáculos. Ocupó otro tablado capacísimo, y con admiración vestido de ricas ataujías, 521 el muy ilustre, muy noble y docto Cabildo de esta metrópoli, cuyos sujetos llenos de méritos son dignos del más alto cayado, de la púrpura más eminente; celebrando el motivo de tanta fiesta y asistiendo a tan debidos aplausos. Continuábase en otro bien aliñado la Real Universidad, ilustrada de tan grandes talentos que puede competir con las mayores del orbe, con quien no le bastó ser antes a la de Atenas. No faltando tan grave concurso en los otros antiguos juegos, coafirma Quintiliano 15, In ludo fuit, Et fuerunt, Et Doctores, et Medici, Et Ministri. Señaláronse otros para los abogados, relatores y demás ministros de la Real Audiencia desta Corte. Otros para los Colegios, como el Real de Cristo, etcétera, que hasta en esta distribución y concurrencias se emularon estos juegos con los magnos o consuales, como admiró Tertuliano: Quod Colegia, quod Sacerdotia, quod officia moneantur. No estaba con menos aseo el circo o plaza, regada con tan menudo cuidado que el polvo se retiró humilde a la tempestad de lluvias con que los aguadores lo sujetaron, pagando en olor barrisco el ultraje de la repulsa; quizá por observar en esto la limpieza e industria con que se 514

Ilustrada: ilustrar: engrandecer o ennoblecer. Planta: figura que forma sobre el terreno la cimentación de un edificio. 516 Maestros: arquitectos. 517 Teseo: alusión al pasaje donde Teseo logra escapar del laberinto de Creta gracias al hilo que le proporcionó Ariadna. 518 Símbolo: la analogía o comparación: cualquiera cosa que por representación, figura o semejanza nos da a conocer o nos explica otra. 519 Fray Payo Enríquez de Ribera: fue arzobispo de la Nueva España de 1670 a 1681; y, al mismo tiempo, virrey de 1673 a 1681. 520 Pías: pía: el caballo u yegua cuya piel es manchada de varios colores. 521 Ataujías: adornos hechos de oro, plata u otros metales embutidos unos con otros con suma delicadeza y primor, y con esmaltes de varios colores. 515


regaba en los anfiteatros con aquellas conducciones o fístulas que traen varios autores, y mejor al intento Séneca, Epist. 91: Num quid dubitas, quin sparsio illa quae ex fundamentis mediae, Arenae crescens in summam altitudinem, Amphiteatri per venir, cun intentione aquae fiat? Y Antonio Musa apud Senecam, qui sparsiones adoratos imbres dixit. Llenos ya los asientos con inumerable y vario concurso de la Ciudad y sus contornos, que a la fama de tanta fiesta incitó la curiosidad y trujo el deseo; acomodados de gratis los conocidos o con estipendio los estraños, a el alegre señuelo del templado sonoro metal para dar principio a los juegos. Attuba commisos media canit aggere ludos. Entró a despejar la plaza el señor conde de Santiago –como a quien tocaba por corregidor-; agobiando con su dispuesta gentileza la espalda a un bien formado bruto, con ferocidad hermoso y con reporte soberbio, excelencias que se las hacía parecer mayores la airosidad del impulso, la ocupación del dueño, que, procurando imitar su gravedad y denuedo, gallardeaba ufano una rica gualdrapa de negro terciopelo en cuyo campo se opuso para más gala lo blanco de unas randas o franjones de plata para que, resaltando con la guarnición lo atezado,522 luciera, a pesar del color de su ventura, lo oscuro. Equivocó sagazmente lo caballero con lo ministro con un vestido de negro terciopelo aprensado a labores, que animaba su neutral aire con la perfecta disposición de cuerpo y talle; sobresaliendo a la noche del vestido los argentados celajes de los cabos bordados de menuda plata, hilada de la prolijidad para desempeño del arte. Brillaba sobre la segunda noche del sombrero todo un firmamento de estrellas de toda magnitud en un cintillo de diamantes, que los prohijara envidioso el Ceilán, partos de sus serranías por el oriente y pureza de sus fondos como por lo precioso de sus quilates. Asistíale por delante copia de inferiores ministros de vara, respetados cocos de la plebe, a quienes seguía el número de veinte y cuatro lacayos, vestidos de bien costosas y sazonadas libreas,523 oculta casi la tela de un rico paño ala de mosca con lo recamado de la plata en randas escogidas para el intento por demás primor y aprecio. (Bandas de puntas de plata, cabos de lo mismo, que sobre anteado encendido se daba la mano uno y otro para mayor lucimiento; espadas al pavón argentadas). Sirviéndole de grave respecto dos pajes inmediatos al freno, vestidos garbosamente a la chamberga,524 que eran el blanco del buen gusto. Con esta gala y señorío paseó la plaza, a cuya respetuosa y agradable vista –sin necesidad del amago, a la dulce violencia de su aspecto, descombrado el circo- sobró el de su garbo para despejo. Apenas desocupó la plaza, encaminándose al tablado dispuesto para la nobilísima ciudad mexicana, cuando haciendo reseña los clarines para que se echase toro, Iam placidae dan signa tubae iam sortibus ardes. fumat Arena sacris. Diose al primer lunado bruto libertad limitada, y hallándose en la arena, que humeaba ardiente a las sacudidas de su formidable huella, empezaron los señuelos y silbos de los toreadores de a pie, que siempre son éstos el estreno de su furia burlada con la agilidad de hurtarles –al ejecutar la arremetida- el cuerpo; entreteniéndolos con la capa, intacta de las dos aguzadas puntas que esgrimen; librando su inmunidad en la ligereza de los movimientos; dando el golpe en vago, 525 de donde alientan más el coraje; doblando embestidas, que frustradas todas del sosiego con que los llaman y compases con que los huyen, se dan por vencidos de cansados sin necesidad de heridas que los desalienten. Siguiéronse a éstos los rejoneadores, hijos robustos de la selva, que ganaron en toda la lid generales aplausos de los cortesanos de buen gusto y de las algarazas526 vulgares. Y principalmente las dos últimas tardes, que siendo los toros más cerriles, de mayor coraje, valentía 522

Atezado: lo que tiene color negro. Libreas: vestido uniforme. 524 A la chamberga: con casaca ancha cuya longitud pasaba de las rodillas. 525 En vago: en vano: sin el sujeto u objeto a que se dirige la acción, y así se dice golpe en vago. 526 Algarazas: alborozo. Algaraza: ruido de muchas voces juntas, pero festivo y alegre. 523


y ligereza, dieron lugar a la destreza de los toreadores; de suerte que midiéndose el brío de éstos con la osadía de aquéllos, logrando el intento de que se viese hasta dónde rayaban sus primores, pasaron más allá de admirados porque saliendo un toro (cuyo feros orgullo pudo licionar 527 de agilidad y violencia al más denodado parto de Jarama),528 al irritarle uno con el amago del rejón, sin respetar la punta ni recatear529 el choque, se le partió furioso redoblando rugosa la testa. Esperóle el rejoneador sosegado e intrépido, con que a un tiempo aplicándole éste la mojarra 530 en la nuca, y barbeando en la tierra precipitado el otro, se vio dos veces menguante su media luna, eclipsándole todo el viviente coraje. Quedó tendido por inmóvil el bruto y aclamado por indemne el vaquero; no siendo éste solo triunfo de su brazo, que al estímulo de la primera suerte saboreado, saliendo luego otro toro – como a sustentar el duelo del compañero vencido-, halló en la primera testarada igual ruina, midiendo el suelo con la tosca pesadumbre y exhalando por la boca de la herida el aliento. Ardió más el deseo de la venganza con el irracional instinto en otros dos, no menos valientes, que sucesivamente desocuparon el coso como explorando en el circo [a] los agresores, y encontrándo[se] con otros igualmente animosos y expertos; hallaron súbitamente a dos certeros botes,531 castigado su encono y postrada su osadía, sirviendo tanto bruto despojo de común aclamación al juego. Admirado juzgó el concurso no haber más que hacer, así en la humana industria como en la natural fuerza, y a poco espacio se vio la admiración desengañada de otra mayor que ocasionó el expectáculo siguiente. Fulminóse a la horrible palestra un rayo en un bruto cenceño y vivo, disparando fuego de sus retorcidas fatales armas, a cuyo bramoso estruendo, opuesto un alanceador montaraz tan diestro como membrudo, a pie y empuñada una asta con las dos manos, cara a cara, le seseó con un silbo a cuyo atractivo532 se fue el animal con notable violencia; y el rústico –prendiéndole el lomo con osadía y destreza, firme roca en los pies, sin apelar a fuga o estratagema- se testereó con él, deteniéndole con el fresno533 por tres veces el movimiento, sin que el toro –más colérico cuanto más detenido- pudiese dar un paso adelante; tan sujeto que, agobiando 534 el cuerpo para desprenderse del hierro, se valió deste efugio para el escape, dejando al victorioso por más fuerte, que no contento aspiraba a más triunfo buscándole la cola para rendirlo, acompañado deotro, que con una capa –imperturbable- lo llamaba y ágil lo entretenía. Afijóse535 en su greñudo espacio, y dando a fuerza de brazos en el suelo con aquella ferocidad brumosa, se le trabaron ambos de las dos llaves; y concediéndole la ventaja de levantarse, le llevaron como domesticado de aquella racional coyunda a presentar a Su Excelencia, con tanto desenfado que –ocupado el uno en quitarse la melena de los ojos- lo llevó sujeto el otro sin haber menester al compañero por algún rato; siguiéndose a esto, que caballero el uno sobre el toro, sin más silla que el adusto lomo ni más freno que la enmarañada cerviz, rodeó mucha parte de la plaza, aplaudidos entrambos con víctores y premios; siendo éstos muy parecidos a los tesalos, que concurrían en el Circo Máximo, como cuenta Suetonio Praeterea Thesalos equites, qui feros tauros perspatia circi agunt, insiliuntque de fesos et ad terram cornibus detrabunt. Ni paró el festivo juego sólo en la orgullosa fiereza de los toros, valor y maestría de los rejonistas (que fueron premiados con los mismos despojos de su brazo), sino que sirvió también de admiración entretenida ver a uno déstos correr una tarde no menos regocijada que las demás 527

Licionar: aleccionar, enseñar. Jarama: región de España famosa por la bravura de sus toros. 529 Recatear: evitar. 530 Mojarra: muharra: el hierro acerado que se pone en el extremo superior del asta de la bandera. 531 Botes: golpes fuertes. Botes de lanza o pica: el golpe que se da o tira con la punta de alguna de estas armas. 532 Atractivo: que lo llama. 533 Fresno: sinécdoque de lanza. 534 Agobiando: encorvando. Agobiar: inclinar o encorvar la parte superior del cuerpo hacia la tierra. 535 Afijóse: se plantó. 528


en un ligero caballo hijo del viento; y en el mismo arrebatado curso, saltar de la silla al suelo y del suelo a la silla por varias veces, ya a la diestra, ya a la sinistra, sin que le estorbase la velocidad al bruto ni el jinete le impidiese la carrera; ante sí lo paró y sujetó cuando quiso. Este ejercicio de agilidad conseguían felizmente los romanos, licionados en unos ecúleos 536 de madera; haciendo a bajar y subir sin tardanza en las escaramuzas y tumultos de la guerra, como toca Virgilio. Corpora saltu subiiciunt in equos. Y especifica Vegecio537: Non tantum a tironibus, sed etiam a stipendios is militibus salitio equorum districte semper est, exacta. Quem usum usque ad hanc aetatem, licet iam cum dissimulatione, peruenisse manifestum est. Equi lignei hieme sub tecto, aestate ponebantur in campo super hos iuniores primo inermes, dum cosuetudine proficerent, demun armati cogebantur ascendere. Tantaque cura erat ut non solum a dextris, sed etiam a sinistris et insilire, et dsilire condiscerent, e vaginatos etiam gladios vel contos tenentes. Hoc eim assidua meditationes faciebant scilicet ut in tumultu proelii sine mora ascenderent, quitam studiose excercebantur in pace. No despreciando esta prenda la grandeza de Pompeyo ni la majestad del César. De grande gusto y entretenimiento fueron las cinco tardes que duraron estos juegos plebeyos, ejercitados a uso deste Nuevo Mundo; pero de mayor estimación y aprecio para los cortesanos políticos [fue] otra, de las más plausibles que puede ocupar sin ponderaciones la Fama y embarazar sus trompas, en que a uso de Madrid, mantuvieron solo dos caballeros airosos y diestros en el manejo de el rejón quebradizo y leyes precisas de la jineta 538 en el caso: don Diego Madrazo, que pasó de la Corte a estos reinos en los preludios de su juventud, y don Francisco Goñi de Peralta, hijo deste mexicano país; dos personas tan llenas de prendas cuantas reconoce esta ciudad en las estimaciones que los mira. Y porque Polimnia significa la memoria de la Fama (según Diedma), cuidadosa de que las verdinegras ondas del Lete no escondieran en la profundidad del olvido los aseos robustos con que desempeñaron valientes la lid más trabada que las que admiró Italia (en sus espectáculos venatorios); pidiendo la venia al Délfico Padre,539 pasó con invisible vuelo desde las amenas frescuras del Premeso hasta los sudores ardientes del circo cantando así: A continuación, vienen los versos completos de lo que, a juicio de Alfonso Méndez Plancarte es el Romance de los Rejoneadores del propio Ramírez de Vargas.540 1677 Romance de los Rejoneadores. Llegó el esperado día de aquel planeta ligero, que con la lira y las plumas azota y halaga el cierzo,541

536

Ecúleo: artefacto que semeja a un caballo. Vegecio: Flavio Vegecio Renato, escritor latino del siglo IV d.C. Autor de un Epitome rei militaris. 538 Jineta: cierto modo de andar a caballo recogidas las piernas en los estribos. 539 Délfico Padre: Apolo. 540 Méndez Plancarte: Poetas novohispanos... (Segunda parte: 1621-1721), op. Cit., p. 102. “El juego de Toros... duró seis días”; y uno de ellos, “a uso de Madrid, mantuvieron solos dos Caballeros, airosos y diestros en el manejo del Rejón quebradizo y leyes precisas de la Jineta...: D. Diego Madrazo, que pasó de la Corte a estos Reinos, y D. Fco. Goñi de Peralta, hijo de este Mexicano país”... 541 Cierzo: viento del norte frío y seco. 537


Cuando (al despeñarse el Sol -faetón menos indiscreto, Eridano más glorioso-542 hacia el húmedo reïno) Salió (como siempre) el Conde, y con novedad, supuesto que salir como ninguno era lucir como él mesmo, en una viviente nube, que preñada de su aliento relámpagos fulminaba en pies, en menos y en cuello; Obediente al grave impulso, templaba los ardimientos y en sus mismas inquietudes iba buscando el sosiego Con el natural instinto; sintiendo el garboso imperio, (aun bulliciosa) aprendía la gravedad de su dueño. La copia de los lacayos mendigo al número hicieron y a cuantas fecundas minas metales conciben tersos. Entró a despejar la plaza; pero fue un ocioso intento, pues cuanto iba despejando embarazaban sus siervos. Y llevándose de todos los ojos y los afectos en sus atenciones propias, quedaban con vista y ciegos. Salióse, quedando el circo tan regado y tan compuesto, que juró obediente el polvo, desde allí, de ser aseo. La Palestra quedó sola, donde entraron al momento dos Garzones tan bizarros en la gana y el denuedo,

Faetón: ...Eridano, hijo de Océano y Tetis e identificado con el río Po, recogió a Faetón –hijo de Apolo que condujo el carro del Sol- después de que Júpiter lo fulminara. 542


que los envidiara Jove para el dulce ministerio mejor que al arrebatado del Frigio monte soberbio. Por hacer su mesa noble escogió para copero.543 Gallardamente mandaban dos vitales Mongibelos544 que en mal mordidas espumas tascan545 nieve y viven fuego. Ocho lacayos delante, costosos a todo resto en gala, les servían de admiración y respeto. Aire y experiencia unían, que caben a un mismo tiempo como en el arte lo airoso, en lo natural lo diestro. Para contienda tan ardua dieron el primer paseo, asegurándose el triunfo a vista de tanto objeto. Sí, que bastaba el influjo dimanado del primero asumpto, pues si era Carlos todo había de ser trofeos. Diose la seña, y al punto el coso a la lid abierto; como quien en opresiones cólera estaba haciendo, Salió un feroz Bruto, josco546 dos veces, en ira y pelo, el lomo encerado, y de Icaro547 el atrevimiento; 543

Al que arrebatado...: alusión a Ganimedes, joven que fue raptado en el monte Frigio por Júpiter y que en el Olimpo se desempeñaba como copero de los dioses. Los dos últimos versos de esta estrofa fueron suprimidos por Méndez Plancarte, quizás para formar dos cuartetas propias del romance. 544 Dos vitales Mongibelos o Etnas: los caballos fogosos. 545 Tascan: muerden. Tascar el freno: mordar los caballos o mover el bocado entre los dientes. 546 Josco: hosco: se aplica al color muy oscuro que se distingue poco del negro, pero también “llamamos toros hoscos los que tienen sobrecejos oscuros y amenazadores, que ponen miedo”. 547 Garibay K.: Mitología griega..., op. cit., p. 144. Icaro, Icario: hijo de Dédalo. Cuando su padre fabricó una máquina para volar y evadir la prisión en que le había puesto Minos, le hizo sus alas de armazón de madera y cera. Y le recomendó que no volara tan alto que el sol le derritiera la cera y viniera abajo, ni tan bajo, que humedeciera el mar sus alas. No hizo caso el joven y se


La testa, tan retorcida en el greñudo embeleco, que de Cometa crinito juró amenazando el cerco; Sí, que en la frente erigía (mortal pronóstico siendo) de los dos lunados rayos el semicírculo negro; La cola, encima del anca, formaba desde su centro una víbora enroscada de más eficaz veneno. A suerte los Contenedores548 su valentía tuvieron, que alcanza mayor victoria donde obra más el esfuerzo, Y haciendo juguete airoso de su furia y de su ceño, con esperalle el cuidado le castigaba el desprecio, Hasta que precipitado, en ondas de sangre envuelto, deshecha la cera a rayos,549 llamáronle el Mar Bermejo. Con lo demás fue lo propio: domellados los descuellos, que sólo la audacia noble libró en el yerro el acierto. ...No tan rápido Jarama se precipita soberbio sobre el escollo más firme, sobre el roble más entero, Y con undosos bramidos puebla el páramo de estruendo, esgrimiendo en los cristales sus dos retorcidos cuernos,

encumbró, con lo cual sus alas se deshicieron y cayó en el mar, llamado más tarde Icario por razón de su historia. 548 Contenedores: los rejoneadores. Contenedor: el opuesto o contrario en la pelea, lidia, disputa o contienda con otro. 549 Hasta que precipitado...: Ícaro: el que voló tan alto con las alas de cera, que el Sol se las derritió, precipitándolo al mar.


Y hechos pedazos sus vidrios a heridas que le da el cerro, ligero pasa, y pretende sólo el escapar huyendo, Donde encontrando la grama parece que va paciendo su esmeralda, recelando los choques y los encuentros, A cuyo valiente impulso que allí le resiste opuesto, sangre cándida derrama por su enmarañado cuello: Como cada fiero Bruto que por lo bruto y lo fiero se arrojaba a sólo ser en tantas partes deshecho, Cuantos eran los rejones que fulminaban sangrientos Peralta, escollo en la silla, y Madrazo, bien puesto550 Roble, en cuya ardiente lucha coral la cerviz vertiendo, en Aquelóos551 undosos a los Brutos convirtieron... Nunca estuvieron gravados a la sujeción del duelo, que no padece fortuna el arte cuando es perfecto. Aras le erijan los que hicieron peligro el riesgo, que sólo pueden los dos hacer primor el empeño. Purpúreo lo publicaba el fresno herrado en fragmentos, que siendo la astilla azote, era consistencia el yerro. ...Curioso lector, aquí con más atención te quiero: verás aquesta vez sola 550

Puesto: Méndez Plancarte enmienda opuesto, quizá para completar el octosílabo. Aquelóos: numen fluvial, padre de las sirenas, trocado de río en toro para luchar contra Hércules, quien le arrancó un cuerno, que fue el de la abundancia (Ovidio, Met. 9, 80-8) y aquí la opuesta metamorfosis: los toros, al desangrarse, tórnanse ríos. 551


hacer gala lo sangriento. Salió el robador de Europa552 mentido en un tosco gesto, mostrando en valor y orgullo lo fulminante y lo excelso. Llamóle Madrazo, a cuyo impulso, el rejón deshecho, con quedar medio en la nuca, voló al aire el otro medio. Admiróse; mas Peralta, viendo embarazado el centro de la testa, en ambos lados le dejó otros dos suspensos, Tan igualmente quebrados, con tal fortaleza impresos, que un penacho de carmín todos los tres parecieron, Hasta que el Bruto, mirando era, más que adorno, juego, de plumaje tan pesado quiso desasirse presto, Y de la frente sañuda los dos troncos sacudiendo, despidió a encender los otros allá en la región del Fuego. Quebró veinte y seis rejones, y según iba, de fresnos dejara la selva libre, quedara el bosque desierto, y -a ser la piel de Cartago-553 en cada animal horrendo reino la hiciera de puntos con Repúblicas de abeto... No fueron menos los que logró en su valor don Diego, que el número es ceremonia si lo supone el aliento. No se le atrevieron todos, 552

Robador de Europa: El mentido robador de Europa (Góng. Soled. I, 2), es Júpiter disfrazado de toro, y aquí dejando ver en él lo fulminante y lo excelso. 553 Piel de Cartago...: Dido, para fundar su Ciudad, compró el terrero que abarcara una piel de toro; mas no lo cubrió con ella, sino lo cercó con finísimas correas, logrando amplia extensión... (Eneida, I, 368).


que al amago sólo atentos, recelando su rüina, hicieron sagrado el miedo; Viéndolo tan cortesano, hipócritamente huyendo, para obligarlo cobardes se valieron del respecto. La tarde, toda a porfía hábito el tesón hicieron, con tantos actos heroicos, que les hizo agravio el tiempo, Porque envidiosas las sombras tendieron su manto denso, pero no pudo la noche estorbar sus licimientos.554 Los hipérboles cesaron aquí, lugar no tuvieron; sirvan allá discurridos sólo al encarecimiento.555 Terminó las métricas graves cláusulas Polimnia encomendado a la inmortalidad el aplauso y obligando al tiempo a hacer una caución juratoria de que, a pesar del desmedido inconstante vuelo, grabaría, en las imperceptibles alas, la perpetuidad de sus nombres. De la Máscara grave, lucida sin imitación, costosa sin ejemplar, de la nobleza de México, 556 donde hubo durante las seis noches luminarias en medio de gran lucimiento, y demostraciones a caballo al grado de que: Su luz el Sol despeñó entre lóbregos desmayos, y como en el mar cayó, todo el oro de sus rayos sal y agua se volvió. La noche quiso oponer sus sombras al ardimiento, y por no poderlo ver a todo su lucimiento se lo quiso obscurecer. En fin, llegóse a apagar 554

Licimientos: lucimientos. Rodríguez Hernández: Texto y fiesta en la..., op. cit., p. 218-222; Méndez Plancarte: Poetas..., (16211721) Parte segunda, op. Cit., p. 91-92. 556 Ibidem., p. 222. Miércoles 25, día de Santa Catalina, fue la máscara de los caballeros; salieron como doscientos cincuenta hombres; las libreas fueron tan buenas que no hay ejemplar desde que se descubrió México que se había mejorado; pasó por la calle de San Bernardo a las ocho de la noche y fue a la Inquisición a las Nueve. (Diario, 205). 555


en el piélago, que inquiere ese ardiente luminar, que cada día se muere y vuelve a resucitar. Cuando en el parque se vio toda la caballería y de allí a plaza salió con tan grande bizarría, que igualada se excedió. De todos el gasto a posta competía en el empeño, y llegaron por la posta557 al puerto del desempeño andando de costa en costa. Tan bien puestos y ajustados de la jineta a los modos salieron con desenfados, que con ser tan vivos todos me parecieron pintados. Bien a muchos esta vez la brida les ajustaba, y con igual interés cada cual se acompañaba con otro de su jaez. Repartióse singular un iris de mil primores porque pudiesen campar, que no es siempre avergonzar esto de salir de colores.558 Cuatro les dio la fortuna y el gusto sin elegirlas, y con no escusar ninguna al llegar a repartirlas todos se hicieron a una. Mas porque todos estéis, oh, lectores importunos, en el caso y lo admiréis, fue la color de unos blanca, como ya sabéis. A otros cupo la encarnada, y juraré por mi vida que viéndolos a la entrada 557 558

Por la posta: la prisa, la presteza y la velocidad en que se ejecuta alguna cosa. Salir colores: salir los colores al rostro: por empacho, vergüenza o corrimiento.


con ser gente tan lucida, fue aquésta la más gradada. Mas si el purpúreo clavel con artificio lucido de aquéste forma un vergel, ambar espira vestido del blanco jasmín aquél. Color muerto no lo ha habido ni apagado en el decoro de ejército tan lucido, porque iba en ascuas de oro el anteado559 encendido. Lo cerúleo es bien se apreste, pues lugar al gasto dio, y sacando ufanos éste, en el azul se cumplió lo de cueste lo que cueste. El matiz estuvo raro en su consono560 esplendor; mas si en mi elección reparo, el azul fue lo mejor, y lo digo por lo claro. Escogidos con desvelos fueron para la ocasión todos cuatro sin recelos, pero el azul sin ficción me pareció de los cielos. De dos en dos sin rumor, compañeros en la gala, salieron, y en el primor, porque cada uno se iguala con otro de su color. Los lacayos de mil modos vestidos iban galanes, en diversos trajes todos: esguízaros561 y alemanes, cimbrios, lombardos y godos. Otros ricamente ufanos con aplaudidos decoros por de-sastres inhumanos, siendo unos buenos cristianos, 559

Anteado: especie de color dorado bajo. Consono: en consonancia: conveniente, correspondiente, concordante y conforme con otra cosa. 561 Esquízaros: suizos. 560


iban vestidos de moros. Con estudios placenteros, cada lacayo se ensaya en los trajes noveleros562 de los reinos estranjeros, que el festín pasó de raya. Otros vistieron después la francesa con desgarro, mas según el humor es, porque un español bizarro parecía mal francés. De naciones esquisitas ibas otros (embrazado el arco, doy las escritas aquí, que siempre he escusado el poner al margen citas). Vestidos de cortesanos unos negros se veían con crédito y altiveces negros tan negros, que hacer podían tórrida la Noruega con sus teces, y blanca la Etiopia con sus manos. Solo el traje del indio sobre que ninguno lo ha vestido, mas como vive entre el robre,563 lo dejó por escondido o lo perdonó por pobre. Dando a los ojos delicia, cada librea acabada salir pudo sin malicia con el pleito de pasa puesta en tela de justicia. Fueron leales ambiciones el sacar diversos trajes de que sigan sus pendones, rindiéndole vasallajes al Rey todas las naciones. Llegó lo rico y galante a lo imposible –confieso-, pues diciendo allí delante: ¿hay exceso semejante? hubo semejante exceso. 562 563

Novelero: amigo de las novedades, ficciones y cuentos. Robre: roble.


Los brutos que a mi sentir llegaron a gobernar, con ellos no hay competir, que frío se ha de quedar el señor Guadalquivir; Pues si dicen que a engendrallos va allí el Böreas564 sin sosiego y nacen para admirallos el regañón565 y el gallego566 en figuras de caballos, Acá, lozanos y prestos, del fuego y aire que cruza son partos graves, dispuestos, aunque no tengan aquéstos aquella estrella andaluza. Que con una hacha saliera el uno y otro a ordenalles se vino, porque se viera; y lucieron en las calles por una y por otra cera.567 Con esta gala y decencia para salir no se atrasa de alguno la diligencia, y yendo allá su Excelencia, decían todos plaza, plaza. Descrebilla será error, aunque el precepto me incita, porque fue de tal primor su adorno, que necesita de más ardiente orador. Mas si al superior amago un súbdito no sosiega -aunque no veo lo que hago-, parece que satisfago con una obediencia ciega. El palenque claro está que bien enramado fue, pues dirigido hacia allá florecía a vista de 564

A engendrallos / va allí el Bóreas: Boreas, hijo de Astreo y de Eos, es dios del viento del norte. Engendró con Harpía velocísimos caballos. 565 Regañón: el viento septentrional [norte] por lo molesto y desabrido que es. 566 Gallego: el viento cauro [noroeste] porque viene de la parte de Galicia. 567 Cera: acera.


la Ribera de Alcalá.568 Dicha de nuestro horizonte que en verdes floridas señas, aunque lloren en el monte, sólo allí estaban risueñas las hermanas de Faetone.569 Veinte columnas no escasa luz brillaban oportunas, con quien la del Sol se atrasa; sí, que tenía cada una bien asentada su basa; Pues donde llegó a rayar570 no hay ejemplar en ningunas, muy bien se pueden llevar el Non plus estas columnas, que hasta allí pudo llegar. Tanta luz, tanto farol al circo se entró de tajo, que en obsequioso arrebol sin bastarías del Sol el cielo se vino abajo. Aun lo insensible de veras gustos rebosó logrados con sus luces placenteras, que votivos los tablados todos se hicieron lumbreras. Y en el aplauso fiel de asumpto tanto (que eternas edades ciña el laurel) innumerables linternas hicieron mucho papel. No admiró en su antigüedad Roma tanta llama fina, bien que sin voracidad, que lo que allá fue rüina, acá fue celebridad. Y como se había bajado a la plaza el firmamento -de lucero amontonado tanta copia-, a lo que siento, 568

Ribera de Alcalá: fray Payo fue catedrático de teología en Alcalá. Las hermanas de Faetone: las Helíades, quienes lloraron amargamente por la muerte de Faetón, y fueron transformadas en álamos. 570 Rayar: sobresalir y distinguirse entre otros. 569


era del cielo un traslado. Sitio bastó a sus centellas con tener más resplandores, vanidad haciendo dellas, porque bajar las estrellas antes fue alzarse a mayores. Trocóse el curso sucinto del Sol al festivo amago, y en tan raro labirinto, siendo de santo distinto, fue este día de Santiago. Aquel airoso traslado de su padre en lo lucido, de sí mismo en lo ajustado, el que es en todo medido siendo tan Adelantado. El que por luz superior está al desengaño asido, el que anda con fino ardor de sí propio corregido para ser Corregidor. Pintarle no he de escusallo, antes el deseo crece, sólo podré dibujallo cuando pintado aparece el Conde sobre un caballo. Aunque el afecto a mi ver me lleva, corto he de andar porque esto que llego a hacer no es pintar como querer,571 sí, querer como pintar. Atiende al pincel más rudo en tan altas perfecciones, oh lector, yo no lo dudo, que sólo el objeto mudo está llamando atenciones. Garboso el talle, el brazo descuidado, suelto a el aire, que el mesmo se hacía, pues si diestro dos veces lo ejercía, iba en ocios galantes ocupado. Nunca siniestro el otro era entregado al gobierno de un céfiro que ardía: 571

Pintar como querer: de los que a su modo fingen y cuentan las cosas como quieren.


un tordillo galán, a quien había uno y otro elemento organizado. El rostro grave bien que descubría visos lo afable con lo serio unido, haciendo opuestos consona armonía. En todo tan discreto y tan lucido, que de su imperio, gala y bizarría hasta el bruto se dio por entendido. En tan cándidos empleos de los colores que dio para sí, por más trofeos la divisa que eligió fue el blanco de sus deseos. Y porque fuera perfecto a la majestad que exhala el fausto (que bien electo), fueron los cabos de gala y el vestido de respeto. Pero a decir me acomodo que uno solo lo igualaba en la grandeza, en el modo, en las libreas, que en todo vivero572 le acompañaba. Y porque fuera imperfecto este borrón material, sólo bosquejarlo aceto,573 que quedara desigual a no hacerle este soneto.574 Iba de el Valle el Conde esclarecido, honor de los Viveros generoso, en un bridón, aborto575 prodigioso, de su misma violencia detenido. Por boca y narices, encendido, desahogar quisiera lo fogoso, y hace –al tascar el freno imperïosocopos de espuma el alacrán576 mordido. Por la falta de el anca y por la cumbre Vivero: el conde del Valle de Orizaba, “el principesco señor de la casa de los Azulejos”. Aceto: acepto. 574 Este soneto: lo reprodujo Méndez Plancarte con el título de “El Caballo del Conde del Valle de Orizaba” Méndez Plancarte: Poetas..., (1621-1721) Parte primera, op. Cit., p. 92. 575 Aborto: se toma frecuentemente por cosa prodigiosa, suceso extraordinario y portento raro. 576 Alacrán: pieza del freno de los caballos, a manera de gancho retorcido. 572 573


del bien crinado cuello, demostraba nieve en sudor de su ardiente pesadumbre. El fuego en sus quietudes ocultaba; y viendo nieve expuesta, oculta lumbre, era el volcán, sin duda, de Orizaba. Cada lacayo, un brinquiño,577 parecía sayagués,578 vistiendo -¡qué lindo aliño!-, la pureza del armiño que tan celebrada es. Con aquesta majestad fueron capitaneando la nobleza y la lealtad, y hasta la brutalidad579 iba de gusto danzando. Los clarineros sin tretas por delante engalanados, vistiendo galas tan netas, iban todos muy hinchados, siendo unos pobres trompetas.580 Entraron con gran placer en la plaza, y no cabía, del concurso, a mí entender, un alguacil, que no había donde echar un alfiler.581 Nuestro Visorrey, que espera tanta pompa, alborozado celebra al Rey, que en su esfera es de un Príncipe el cuidado y es el afán de Ribera; Él, que por alta moción, del redil con la influencia, del gobierno con la unión, es dos por jurisdicción y único por Excelencia. Cada Licurgo582 ajustado no tenía más negocio 577

Brinquiño: estar hecho un brinquiño: frase que se aplica y dice del que es muy prolijo o aseado en su modo de andar y vestir y que se precia de galán y compuesto. 578 Sayagués: apodo de grosero y tosco, porque los de Sayago lo son mucho. 579 Brutalidad: los caballos. 580 Pobres trompetas: expresión con que se desprecia a alguno y se le nota de hombre bajo y de poca utilidad. 581 Alfiler: en germanía, policía. 582 Licurgo: famoso legislador de Esparta.


que el objeto celebrado, pues, sirviendo en el cuidado, le festejan en el ocio. Asistían sus anhelos con los demás Tribunales, viendo en sus leales celos de Ministros los desvelos vueltos en fiestas reales. De matronas se seguía un oriente en un tablado donde el Sol amanecía, y a excesos multiplicado hicieron la noche día. A tanta vista, a atención tanta, la Real presencia viendo en representación, se iban acercando con muchísima reverencia; Tanta que, sin ser desaire, las hachas con que lucían en tan garboso donaire, viendo con el que la hacían, se las apagaba el aire; Mas fueron sostituidas de joyas en cada broche, y en todas tan excedidas, que nunca se vio la noche con tinieblas más lucidas. Prosiguieron el paseo con tal serie y prevención, que en el discreto rodeo no vio el militar empleo tan bien dispuesto escuadrón. Esta pompa repitieron otro día583 cuando el coche del Sol584 más templado vieron, que tanto asumpto quisieron celebrar de día y de noche. Esta tarde hizo alarde del gusto la bizarría; mas quisiera no cobarde 583

Jueves 26, volvió a salir la máscara por la tarde, y entró en la Plaza, y corrieron los caballeros delante del señor virrey y audiencia (Diario, 205). 584 Coche del Sol: alusión al carro del Sol, que conducía Apolo.


que así fuese cada día, pero no de tarde en tarde. Hasta las nubes por ver tanta fiesta –alborotadas del susto, aunque de placer como estaban tan preñadasse les antojó llover. Cuyos húmedos efectos gustaron, que así lo fragua lo franco; y en los sujetos, calabobos585 no era el agua, antes fue cala discretos; Que intentaron destruir las libreas brilladoras y cuanto vino a lucir, porque galas tan señoras no volvieran a servir. Ningunos586 se detuvieron ni llegaron a encubrir, pues tan nobles anduvieron que sin reboso587 lucir y sin máscara pudieron.588 En la culminación de la obra, nuestro autor va refiriendo otros elementos decorativos que sirvieron como parte de la escenografía, y trayendo hasta sus exaltaciones a la musa Euterpe (musa de la música), aún fue capaz de elaborar algunos versos más que señalan la grandiosidad de las fiestas, siendo el motor espiritual de las mismas el nuevo monarca, Carlos III: Soberano excelso Joven, robusto y tierno gigante que donde el valor anima anticipa las edades, pues antes de tu oriente heredaste el ser tan grande, que no cabiendo en dos mundos, en ti solamente cabes. Esta nunca vista pompa a tus pies rinde constante la América, y lo que rinde erige a mayor realce. Los juegos escénicos fueron 585

Calabobos: lluvia menuda. Ningunos: adj. indefinido que antiguamente solía usarse en plural. 587 Rebozo: embozo. 588 Rodríguez Hernández: Texto y fiesta en la..., op. cit., p. 222-230. 586


de la Fe vistosos ensaye, que en las representaciones mostró el alma sus verdades. Víctimas a tu gobierno la arena –ardiente de amantesudó, muriendo de obsequio mas que del fresno al herraje. Indicio fue del triunfo que esperan tus estandartes, ver –cuando a reinar empiezaslas medias lunas menguantes. La máscara en cada antorcha lució una hoguera flamante, que a la lealtad encendida en muchas lámparas arde. Preludios de tus empresas los carros fueron triunfales, que rodarán tus laureles desde el ocaso al levante. Sí: que del amago al miedo, ocupar no sería fácil britano buque tus costas ni turca vela tus mares. Cuando el morrión encumbres, o la celada levantes, la dorada gola juegues, el luciente escudo embraces; cuando el brazalete animes, la dura manopla calces, el grabado peto ajustes y el limpio acero descargues, cuando el andaluz oprimas, que al Betis la grama pace, siendo –en virtud de su dueñola herradura corvo alfanje, temerán los Federicos al mesmo Carlos de Gante, confesando la ruina lo que negaba el alarde. Ya es tiempo, Señor, ya es tiempo en que invictamente mandes rayo, tridente y estoque de Sol, de Neptuno y Marte.


Llegue a sustentar el hombro tanto peso, infatigable, imperio siendo y no angustia ser de dos orbes Atlante. Vive cuanto importas, vive usando –duro y afablepara el tendido la venia para el soberbio el coraje. Y en tanto, admite propicio de tantos pechos leales corta oblación a tu culto, mucho afecto a tus altares. Dijo y no dijo, pues viendo que en todo el decir no cabe lo más inmenso, calló de atenta y no cesó de cobarde. (. . . . . . . . . .) Guarde Dios a Vuestra Excelencia felizmente en los puestos que necesita de sus altas direcciones, prudencia, rectitud y piedad. ***S.C.S.M.E.C.R.*** Esto es parte de una gran pieza –mitad poesía, mitad en prosa- que, en muchas ocasiones de fiesta quedó como testimonio de importantes conmemoraciones, conservada en la memoria del siglo XVII, mismo que comienza a mostrar pequeñas pero definitivas modificaciones en el curso de un espectáculo que durante el siglo que nos congrega, vivirá cambios telúricos definitivos. 1680 Piérica narración de la plausible pompa con que entró en esta imperial nobilísima Ciudad de México el Exmo. Señor Conde de Paredes, marqués de La Laguna, se ubican estos versos: Corriéronse toros que a muchos amendrentaban, con ira atemorizaban y, estando picados de verse corridos, bramaban. El que a pie osado aguardar el golpe, al ver su furia estaba cuitado mas el toro le hacía ser, de encogido, desgarrado. Pero el que sin embarazos valiente osaba esperarle, pasaba dos mil frascos, pues veía que sin matarle


le hacía el toro mil pedazos. Uno salio que al llamarle se picó con un vaquero, al cual era bien dejarle porque se picaba, pero no hacían sino torearle. Otro, sin que a nadie inquiete, cobarde al principio fue, luego al peligro se mete furioso, que tanto le hacen al buey, que arremete. Unos, el vulgo alteraban Con denuedo y furia cruel, de los vaqueros temblaban, con que sin amor por el rejón se desatinaban. Otros con rigor violento de los rejones huían y mostrando brioso aliento, por entre el vulgo corrían con notable rompimiento. De los silbos los zumbidos a éstos les daban chillidos, siendo los más acosados, andaban más divertidos. Uno se vio tan furioso que, comenzando a bramar, miraba a todo lugar, mostrándose tan rabioso que le podían torear. Mas ningún vaquero osaba aventurar su rejón, que cualquiera le temblaba aterrado, porque con cualquiera se revolcaba.589

 Sor Juana en los toros: inteligencia y belleza juntas. Antes de proceder a detallar la obra sorjuanesca, quisiera abordar de nuevo la concepción que sobre Góngora se tiene; y sobre todo para su influencia manifestada durante el siglo que toca revelar. "Todo el arte de Góngora -ha escrito Dámaso Alonso- consiste en un doble juego: esquivar los elementos de la realidad cotidiana, para sustituirlos por otros que corresponden, de hecho, a

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Judith Farré Vidal, Espacio y tiempo de fiesta en Nueva España (1665-1760), Universidad de Navarra, Iberoamericana/Vervuert/Bonilla Artigas, 2013, “Texto: Piérica narración de la plausible pompa con que entró en esta imperial y nobilísima Ciudad de México, el Exmo. Señor Conde de Paredes, marqués de la Laguna…”, p. 148-172, p. 164.65.


realidades distintas del mundo físico o del espiritual, y que sólo mediante el prodigioso puente de la intuición poética pueden se referidos a los reemplazados". Así, si nos hablara del toro, sólo por medio de la alusión a la fiera que mintió al amante / de Europa... de igual manera, y con los mismos propósitos recurrieron los poetas novohispanos a estas alusiones mitológicas. Pongo conclusión al intento de influencia de Góngora en el ambiente literario de la Nueva España: no fue aceptada tan ciega o tan superficialmente como cierta crítica se había empeñado en suponer; sino que, contrariamente, el gongorismo novohispano tuvo todas las características de un movimiento literario perfectamente consciente de los recursos estilísticos y de los propósitos estéticos de su creador. Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana -Sor Juana Inés de la Cruz- (1651-1695), a los tres años leía y a los seis o siete soñaba con estudiar en la Universidad. A los ocho rimaba una Loa eucarística. Al no poder hallar paz en el mundo “entréme Religiosa porque... para la total negación que tenía al matrimonio, era lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad de mi salvación..."; y aunque habría preferido vivir sola, sin nada que embarazase el sosegado silencio de mis libros..., vencí las impertinencillas de mi genio... con el favor divino y la fuerza de la vocación... Su más íntimo y familiar comercio eran los libros, de los que llegó a poseer cuatro mil; y la gloria de sus escritos y su sapiencia -bíblica, teológica, filosófica, humanística, astronómica, y aún pictórica y musical-, llenaban el orbe hispano... No deja de escribirse de ella, su sola composición literaria ha sido motivo de investigaciones y publicaciones en diversas épocas y hasta una de las últimas novedades, El enamorado de Sor Juana de José Pascual Buxó,590 vuelve a presentárnosla como una figura connotada, a la altura de quienes representaron el "siglo de oro" de las letras españolas: Góngora, Lope, Juan Ruiz de Alarcón, puntas de lanza de aquel movimiento. Sor Juana, al igual que María de Estrada Medinilla, mucho anterior a ella, (publicó dos obras en 1640: Relación escrita por Doña María de Estrada Medinilla, a una Religiosa monja prima suya, de la feliz entrada en México día de S. Agustín a 28 de agosto de 1640 del Excelentísimo Señor Don Diego López Pacheco y Descripción en octavas reales de las fiestas de toros, cañas y alcancías con que obsequió México a su virrey el marqués de Villena) escribieron de toros. ¿Qué raro encanto poseía -por aquel entonces- la fiesta que detentaba la nobleza y que Sor Juana supo descifrar mejor que nadie? Veamos. 1681 SEGUNDO NOCTURNO xxxvii VILLANCICO IV Coplas A la Asunción de su Reina, majestuosamente ufanas, las Flores y los Planetas hacen fiestas, juegan cañas. 590

José Pascual Buxó: El enamorado de sor Juana: Francisco Álvarez de Velasco Zorrilla y su carta laudatoria (1698) a sor Juana Inés de la Cruz. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1993. 234 p. Hoy día, existe un informe denominado “Acervo del Centro de Documentación Sor Juana Inés de la Cruz”, publicado por la Universidad del Claustro de Sor Juana y la Vicerrectoria de Investigación y Posgrado, donde en un archivo de 45 páginas, aprecen Bibliografía, Libros colectivos de crítica y artículos sobre Sor Juana en revistas, con 459 fichas en total.


En la campaña del aire formaron lucida plaza, donde de cristal las nubes fingen balcones de plata a cuadrillas los Luceros de oro sacaron la gala, cuando las Flores salieron hermosa pompa de grana. Salió galán en su carro ese de brillos Monarca, y más hermosa que nunca la Luna, a partir la plaza.591 El estribillo que acompaña este villancico, es muy semejante al de la pieza a capella “Las estrellas se ríen” que Juan Gutiérrez de Padilla escribió en 1629 (obra citada en su momento en este trabajo). Por eso, cabe la pena citar a continuación parte del estribillo que escribe nuestra autora, como parte de los Villancicos que se cantaron en la Santa S.I. Catedral de la Puebla de los Ángeles, en honor de la Asunción gloriosa de la Reina de los Ángeles, Nuestra Señora, este año de 1681, en que se imprimieron (...) 1681 ¡Afuera, afuera, afuera…! I.-¡Afuera, afuera, afuera, aparta, aparta, aparta, que trinan los clarines, que suenan las dulzainas! 2.-Estrellas se despeñan, auroras se levantan. I.-Bajen las luces, suban fragancias, cuadrillas de jazmines, claveles y retamas, 2.-que corren, 3.-que vuelan, 591

Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. II. Villancicos y Letras Sacras. Edición, prólogo y notas de Alfonso Méndez Plancarte. México, 4ª reimpr. Fondo de Cultura Económica-Instituto Mexiquense de Cultura, 2001. LXXVIII-550 p. Ils., retrs., facs. (Biblioteca americana, serie de Literatura colonial, 21)., p. 284285. Además: pág. 491. Verso 3 y ss. Las Flores y los Planetas... Cfr. Núm. 270 (Asunción, 1685): “Las Flores y las Estrellas / tuvieron una cuestión”...; y en ambos, idéntico aire... Sólo que, aquí, en alegoría de juegos de cañas... Cfr. Góng., son “A las Damas de la Corte, pidiéndoles favor para los Galanes Andaluces”: ¿Quién en la plaza los bohordos tira, mata los toros y las cañas juega..., en el torneo de la valentía? Y ya “a lo divino”, Valdivieso (“Romancero Espiritual”, 1612) tiene una “Ensaladilla de Navidad” en que el Amor, la Omnipotencia y la Gracia, Porque está parida la Reina, corren toros y cañas juegan...


I.-que tiran, 2.-que alcanzan, I.-con flores, 2.-con brillos, 3.-con rosas, I.-con llamas. Todos.-¡Afuera, afuera, afuera; aparta, aparta, aparta! 2.-¡Vuelen, corran y tiren de Luces lanzas! 3.-¡Tiren, corran y vuelen de Flores cañas! 2.-¡Víctor, víctor la Esfera lucida y clara! 2.-¡Víctor, víctor las Flores hermosas viaras! Todos.-¡Qué a su Reina celebran, en gloria tanta, las Estrellas, las Flores, el Sol y el Alba!592 1683 LOS EMPEÑOS DE UNA CASA593 SAINETE SEGUNDO (. . . . . . . . . .) ACEVEDO594 Silbadores del diablo, morir dispongo; que los silbos se hicieron para los toros.595 (. . . . . . . . . .) JORNADA TERCERA ESCENA TERCERA CASTAÑO596 Dame licencia, 592

Op. cit., p. 285-286. Además: pág. 491. ¡Tiren… de flores cañas!... Cfr. Góng., Sol. I, 804, llamando a los Amores para que, “de sus carcajes..., flechen mosquetas, nieven azahares”... ¡Víctor, víctor!... Cfr. Núm. 317: “¡Víctor, víctor Catarina!”... -La Esfera: el cielo. 593 Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. IV. Comedias, Sainetes y Prosa. Edición, prólogo y notas de Alberto G. Salceda. México, 4ª reimpr. Fondo de Cultura Económica-Instituto Mexiquense de Cultura, 2001. XLVIII-720 p. Ils., retrs., facs. (Biblioteca americana, serie de Literatura colonial, 32)., p. XVIII. Los Empeños, con su loa, sainetes, letras y sarao, se representó en la casa del Contador don Fernando Deza, en Méjico, el 4 de octubre de 1683, con motivo de un festejo ofrecido a los virreyes Condes de Paredes y en ocasión de la entrada pública del nuevo arzobispo don Francisco de Aguiar y Seijas. 594 Acevedo, es uno de los interlocutores, junto a Muñiz, Arias y compañeros. 595 Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. IV., op. cit., p. 123. 596 Castaño, es uno de los interlocutores, junto a Don Carlos.


señor, de contarte un cuento que viene aquí como piedra en el ojo de un vicario (que deben de ser canteras): Salió un hombre a torear, y a otro un caballo pidió, el cual, aunque lo sintió, no se lo pudo negar. Salió, y el dueño al mirallo, no pudiéndolo sufrir, le envió un recado a decir que le cuidase el caballo, porque valía un tesoro, y el otro muy sosegado respondió: “Aquese recado no viene a mí, sino al toro”. Tú eres así ahora que me remites a un paseo donde, aunque yo lo deseo, no sé yo si volveré. Y lo que me causa risa, aun estando tan penoso, es que, siendo tan dudoso, me mandes que venga aprisa. Y así, yo ahora te digo como el otro toreador, que ese recado, Señor, lo envíes a Don Rodrigo.597 Incluyo a continuación, como parte fundamental de esta obra, dos sonetos de Sor Juana Inés de la Cruz, los que la revelan como poetisa de altos vuelos, afecta (muy probablemente) a las fiestas de toros, a pesar de su condición que no iba con el siglo, aunque en él a veces se dejaba llevar, como arrobada de su mucho universo tan variante siempre. Ca. 1685 Encarece de animosidad la elección de estado durable hasta la muerte. Si los riesgos del mar considerara, ninguno se embarcara; si antes viera bien su peligro, nadie se atreviera ni al bravo toro osado provocara. Si del fogoso bruto ponderara la furia desbocada en la carrera el jinete prudente, nunca hubiera quien con discreta mano la enfrentara. Pero si hubiera alguno tan osado que, no obstante el peligro, al mismo Apolo598

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Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. IV., ibidem., p. 131.


quisiere gobernar con atrevida 599 mano el rápido carro en luz bañado, todo lo hiciera y no tomara sólo estado que ha de ser toda la vida.600 Ca. 1685 Habiendo muerto un toro, el caballo a un caballero toreador601 El que Hipogrifo602 de mejor Rugero603 ave de Ganímedes604 más hermoso,605 598

Apolo: con Atena es acaso el más celebrado y representativo de los dioses griegos. Es el tipo de la belleza masculina en su flor. Todos los más altos y útiles menesteres humanos se le atribuyen, o se ponen bajo su tutela: música y medicina; profecía y arte de las armas; ganadería y agricultura. 599 Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. I. Lírica Personal. Edición, prólogo y notas de Alfonso Méndez Plancarte. México, 5ª reimpr. Fondo de Cultura Económica-Instituto Mexiquense de Cultura, 1997. LXVIII-638 p. Ils., retrs., facs. (Biblioteca americana, serie de Literatura colonial, 18)., p. 521. Méndez Plancarte anota sobre los versos 9 a 12: “quien repitiese la temeridad de Faetone, que trágicamente osó regir el carro del Sol”... (Cfr. Ovidio, Metam., II, I-366). 600 José María de Cossío: Los toros en la poesía castellana. Argentina, Espasa-Calpe, 1947. 2 vols. Vol. I., p. 181: Sor Juana Inés de la Cruz. Segundo tomo de las obras..., Barcelona, 1693. Cfr. Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. I., op. cit., p. 521. Vuelve a acotar Alfonso Méndez Plancarte: Estado que ha de ser toda la vida...; en el Convento, o –igual y aún más- en el Matrimonio (pues si éste lo disuelve la viudez, siempre cabe dispensa para los votos). –Esta ponderación, igual la pudo escribir la Dama, o ya la Jerónima. Y en la segunda hipótesis, bien anota Fernández Mc. Grégor: “Aun los verdaderos caracteres místicos tienen períodos de dudas: aquellas acidias que tanto los desconsuelan. No es extraño que la joven Monja haya tenido sus combates y parece que lo prueba aquel soneto”... (“La Santificación de Sor J.”, Méj., 1932, p. 50). –Mas la animosidad del título, más bien será sinónimo de ánimo: la valentía, indispensable para esas grandes resoluciones, que Sor J. mostró dos veces: al ingresar en S. José de las Carmelitas, y luego en S. Jerónimo. 601 Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. I., ibidem., p. 544. Gran soneto cortesano y taurino-mitológico, que ignoramos –se pregunta A. Méndez Plancarte- por qué incluyó X. VIll. entre los “Morales” y no entre los “de Homenaje”..., y que luce en “Los toros en la Poesía Castellana” de José Ma. de Cossío, como "ejemplo instructivo”, ya que no “modelo imitable”, donde “todos los tópicos de la más exaltada expresión culterana se dan cita”... (Madrid, 1931, I, p. 162 y t. II, 181). Respecto al título. En ocasión idéntica, rimó Góng. su décima “Murió Frontalete”..., a D. Pedro de Cárdenas, por un caballo que le mató un toro. 602 Hipogrifo: Animal fabuloso compuesto de caballo y grifo. De medio cuerpo arriba águila, y de medio abajo león. 603 De Rugero (“Ruggiero”, el gallardísimo paladín) y su Hipogrifo o caballo volador. Y el mismo nombre (allí igualmente grave, no esdrújulo), en “La Vida es Sueño”, de Calderón: Hipogrifo violento que corriste parejas con el viento... 604

Ganímedes: copero y amado de Júpiter. Sor Juana: OBRAS COMPLETAS. Vol. I., ibid., p. 545. En Calderón, el mismo corcel es “pájaro sin matiz” (o sea, sin plumas); y en Ruiz de Alarcón (o de quien sea la Parte I de “El Tejedor de Segovia”), el bridón de Vargas es un Hipogrifo que: 605

Goza en los vientos privilegios de ave.. Y Ariosto, VI, oct. 18, compara a su “Ippogrifo” con el águila portadora del rayo... –Así, aquí, este caballo es el águila que arrebató de Troya al gentil Ganímedes Para Ser copero en el Olimpo: sólo que este jinete es “más


pegaso de Perseo606 más airoso, de más dulce arion607 delfín ligero fue, ya sin vida yace al golpe fiero608 de transformado Jove609 que celoso los rayos disimula610 belicoso, solo en un semicírculo de acero. Rindió el fogoso postrimero aliento el veloz bruto a impulso soberano:611 pero de su dolor, que tuvo, siento más de activo y menos de inhumano,612 pues fue de vergonzoso sentimiento de ser bruto, rigiéndole tal mano.613 Sor Juana –la décima musa-614 incorpora en su poesía infinidad de elementos de la mitología clásica. Los mejores poetas y prosistas de la época eran escogidos para depositar en sus obras no sólo su estilo personal. También -y entre otras- la influencia que venía desde el Renacimiento y que en la Edad Barroca fue seña de devota religiosidad. Por eso la mitología se convirtió en un elemento que se añadió y enriqueció a las letras. Caballeros y protagonistas en fiestas de aquella época lo fueron: D. Diego Madrazo, D. Francisco Goñi de Peralta y el mismo conde de Santiago, don Juan de Velasco. ¿Buscaba sor Juana quedarse en la publicidad del siglo? hermoso”... –Cfr. Góng., Sol. I, v. 7-8; y D. Alonso Ramírez de Vargas, en su Rom. de los Rejoneadores, en las Fiestas por la Mayoridad de Carlos II, Méj. 1677, cuando “el juego de Toros... duró seis días”... (Poets. Novs., III, 91). 606 Perseo: semidiós, hijo de Zeus y de Dánae. 607 Arión: figura del poeta griego transformado en delfín. 608 Ib., p. 545. Verso 1-5. “El que fue Hipogrifo, Águila, Pegaso y Delfín de un caballero superior a Rugero, Ganímedes, Perseo y Arión (ese caballo admirable de un jinete pasmoso) yace sin vida”... y cfr. Góng., décs. “De unas fiestas”...: Juegan cañas, corren toros / cortesanos caballeros, Por lo gallardo Rugeros / y por lo lindo Medoros... 609

Ib. Verso 6: de transformado Jove que, celoso...: el Toro, en quien se pensaría que Júpiter se había de nuevo metamorfoseado, como para el rapto de Europa. (Ovidio, Metam. II, vv. 847-51). 610 Ib. Verso 7: “los rayos disimula”: en las astas del Toro ha trocado Jove sus rayos... Cfr. Ramírez de Vargas, op. cit. 611 Ib., p. 546. Verso 10: impulso soberano...: cfr. La déc. De Alarcón sobre el asesinato del Conde de Villamediana. 612 Ib. Verso 12: en los textos (y X. VIll. y Abr.): más de activo...; pero suplimos la clara errata con el afectivo, que piden verso y contexto...: que, más que a la cornada, sucumbió el noble bruto a la vergüenza de serlo bajo riendas tan sabias... 613 Salvador Novo: Mil y un sonetos mexicanos. Selección y nota preliminar por (...). 3ª ed. México, Editorial Porrúa, S.A., 1971. 253 p. (“Sepan cuantos...”, 18)., p. 76. 614 Francisco de la Maza: LA MITOLOGÍA CLÁSICA...op. cit., p. 227-228. Las nueve musas eran: Caliope, que preside en el poema heroico; Clío, en la historia; Erato, en la poesía amorosa; Talía, en la comedia; Melpómene en la tragedia; Terpsícore en el baile; Eutropia, en los instrumentos; Polimnia en la oda y Urania en la astrología. A cada una de estas musas se les llegó a pintar entre ciertas obras con el jeroglífico correspondiente al arte que presiden. Por otro lado, hay una “undécima musa”, título que asimismo se adjudicó Pita Amor.


De revelarlo nos profundizaríamos en vericuetos y laberintos, llegando a alguna respuesta. Por ahora no dejo más que sorprenderme al admirar su construcción creativa. Pero dice mucho que la obra de una mujer estuviese por encima de la vida común, que fuera el centro de atención y de ataques inclusive -por tratarse de alguien con una vida limitada a razones silenciosas y silenciadas (me parece que nacer mujer en aquellos tiempos significaba nacer en medio o dentro de un pecado). La vida doméstica -casarse con dote-, o la religiosa -casarse con Cristo-, eran dos destinos rígidamente trazados; aunque la prostitución fue otra alternativa. Ca. 1689 EPIGRAMAS CON ADVERTENCIA MORAL, A UN CAPITÁN MODERNO. Capitán es ya Don Juan; mas quisiera mi cuidado, hallarle lo reformado antes de lo Capitán. Porque cierto que me inquieta, en acción tan atrevida, ver que no sepa la brida y se atreva a la jineta.615 No puedo dejar de mencionar lo que nos refiere –regresando a nuestra “décima musa”- en de “Amor es más laberinto”,616 obra que se ocupa en hacer un desarrollo poético sobre el antiguo mito del Laberinto del Minotauro. En la comedia aparece esta cita: Ca. 1690 Amor es más laberinto Comedia. ESCENA V.617 Laura El Toro le quitará a vuested de ese cuidado, y verá cómo le saca el alma con gran decoro. 615

Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. I., ibidem., p. 231. Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. IV., ibid., p. XXIII. Esta obra ha sido considerada como “mitológica” o “mitológico-galante”. Es cierto que le da pie la fábula del laberinto de Creta, y que por su escena desfilan el rey Minos, el héroe Teseo, el dios Baco, infantas y príncipes; pero fábula y personajes han sido transportados al mundo común de la comedia de capa y espada. La acción dramática, las pasiones que la mueven y las personas entre quienes se mueve son equivalentes a las de Los empeños: típica comedia de capa y espada. Los caracteres de ambas son muy semejantes, y en las dos –repito, apunta Alberto G. Salcedael objeto de estudio, es el amor. Las complicaciones y enredos, equivocaciones, cruzamiento y entrecruzamiento de afectos y reacciones –cortados por el mismo patrón en una y otra obra, y valiéndose de parecidos recursos- no tienen otro propósito que mostrar cuán intrincado y complejo laberinto el amor es. 617 En ella, son interlocutores Teseo, Fedra y Atún y Laura solos; Ariadna y Cintia, al paño... 616


Atún ¿Para qué quiero yo toro, si tú puede estar vaca? Laura ¿Y el nombre? Atún Atún me han llado. Laura El Toro dará de él cuenta, que de carne se sustenta. Atún A bien que yo soy pescado. Laura En ser carnicero emplea todo su conato fiero. Atún Más que sea carnicero, como pescador no sea.618 (. . . . . . . . . .) Escena IX. BACO ¿Tal agravio llegó a ver y persevero en vivir? Sin duda es por carecer, o de alma con que sentir, o de vida que perder. Cuando a esta injusta tirana con mayor fineza adoro, hallo que quiere, liviana, al amante de su hermana, que claro está que es Lidoro. ¿Qué este ultraje sufra aquí mi dolor? ¡Ah, ingrata fiera!, ya que me dejas así, 618

Ibid., p. 237-238.


¡No me dejaras, siquiera, por quien te quisiera a ti? Que aunque tan ingrata estás, es tan noble mi despecho, que juzgo que siento más que los celos que me das, la ofensa que a ti te has hecho. Racimo Bien lo has gritado, Señor; sosiégate y ten cordura, mas no es culpable el furor que si Amor solo es locura, ¿Qué serán Vino y Amor? Y aunque es tan grande insolencia, si la consecuencia saco no te ofendo, que en consecuencia no es mucha la diferencia entre ser Toro y ser Baco. Aunque también te confieso que es cosa muy enfadosa que te carguen con exceso, en la cabeza otra cosa, sobre su ordinario peso.619 En la Jornada II,620 apunta: ESCENA I621 TEBANDRO Si opuesto siempre, el hado riguroso dispuso que en el Príncipe, costoso fuese el fin de sus prendas un violento trágico estrago, fúnebre lamento, siendo los juegos en que se excedía tragedia de su misma gallardía; pues con primor de partes las más diestras, en cuyas lides fue, sin desvarío, el que daba lección al mismo brío. REY Qué importa el que gallardo, osado lidia, si feroz contra él tiene la envidia, enemigo tan fiero e inhumano 619

Ib., p. 247-248. Ib., p. 207. Es la propia autora quien aclara, en la Comedia de “Amor es más laberinto”, que “las jornadas primera y tercera son de la Madre Juana; y la Segunda, del Licenciado Don Juan de Guevara, ingenio conocido de la ciudad de Méjico”. 621 Salen el REY y TEBANDRO. 620


que se precia de aleve y de tirano; pues contra el que feliz más se previene, tiene sed de lo mismo que no tiene, cuya injuria de locas esperanzas hidrópica de horror bebe venganza. Pero con el tributo, manjar viviente de un hambriento bruto que habita el Laberinto obscuro, tanto que es eco de pavor, voz del espanto, han de acabar mis iras repetidas tantas infames temerosas vidas.622 ESCENA III (Sale TESEO del Laberinto) Teseo Infeliz soy y dichoso en un tiempo, pues combaten a mi pecho, entre imposibles, amantes neutralidades. Fedra, a quien mi amor erige rendimientos por altares, adoraciones me intima, afectos me persuade. Ariadna, a quien no le debo menos que la vida amante, si no me rindo a su Cielo, de ingrato he de hacer alarde: Porque si fue el instrumento para que yo me librase dando muerte al Minotauro, ¿En qué pecho noble cabe recibir el beneficio, para no saber pagarle? Pues en este Laberinto donde vivo, ni aun señales deja la duda al recelo, para que riesgos me asanten; pues con el hilo piadoso que su amor supo fiarle sólo a mi valor, mi vida tuvo en su piedad rescate. Por cuya fineza quiso, para que yo me librase (...)623 Las Dos enamoradas hermanas, Fedra y Arïadna, a hurto una de otra, aguardando a Teseo en la misma oscura sala del palacio de Creta...

622 623

Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. IV., op. cit., p. 256. Ibidem., p. 259.


ESCENA X624 Arïadna El manto de la noche, en sombras tinto, que medroso vistió de mis temores tupido laberinto de pavores, no es mayor que mi obscuro Laberinto. Parecido a mi suerte, no es distinto el color de sus trágicos horrores, porque sin luz me pinta los rigores que yo sin descansar hago y me pinto. Sin que haga intermisión mi amor constante de alivio, mi tormento, que es la herida que apetezco, más viva y penetrante me lisonjea, cuanto más sentida; pues por vivir muriendo, tengo amante mi tormento por alma de mi vida.625 Fedra y Arïadna: -¡Qué largas que son las horas de la esperanza! Y qué fijos en el alma los tormentos de un mal, cuando está remiso! -La noche, con los horrores y las sombras que ha tejido de miedos y confusiones, de mi muerte es vaticinio. -Si llego a vivir y muero triunfando de lo que vivo, nunca mejor vence amando un corazón, que vencido. -Mi fortuna es un achaque tan de gusto, en asistirlo, que el remedio de mi daño es de mi daño incentivo. -Tanto apetezco mis males que hidrópicamente aspiro a sed de nuevos tormentos que bebo y no desperdicio. -Tanto me hallo con la pena del dolor que no mitigo, que imaginando el descanso,

624

Salen FEDRA y ARIADNA, cada una por su puerta. Méndez Plancarte: Poetas..., (1621-1721) Parte segunda, op. cit., p. 86. En “Amor es más Laberinto”, comedia de Sor Juana en sus Jornadas I y III, el acto de Guevara ofrece honda afinidad con los otros, hasta en minucias de estilo: la diéresis de “Ariadna”, el aconsonatar “descansa” y “confianza”, el verso “En buena filosofía” (cf. Sor Juana, Villancico de la Asunción, 1690, IV); los verbos de fantasía: “nos minutaure”, “desde lacayo, infantarme”..., (como los “leonorear” o “ensalamandrar” y “enfenizar” de Sor Juana); y el vulgarismo “meter en un zapato”, (aquí, de una airosa danza: “Al aire / lo metéis en un zapato”; y allá si Diana compite con la Asunción, Esta “la meterá en un zapato”), etc. 625


me cansa lo que imagina... -Descuidada dejé a Fedra; que no quiero más testigos de mi pasión amorosa, que mis amantes suspiros. -Temiendo estoy que Ariadna me eche menos, porque libro en su descuido el descanso que sin ella solicito... (. . . . . . . . . .) -Esperar quiero a Teseo... -Amor, ¡qué fiero cuchillo a la garganta me has puesto para morir a sus filos!... -Pero sabrá mi congoja (. . . . . . . . . .) -Pero sabrá mi delirio, sentir que en mis confusiones Amor es más Laberinto!... Monólogo de Teseo,626 desdeñado por Ariadna, a quien habla creyéndola Fedra. -¿Qué es esto que me sucede, señora? Si en el bajío de lo infeliz dió mi nave, mi suerte lo habrá querido. Aunque por amaros sea como descollado pino que –verde gigante- un rayo su vana pompa deshizo; como la flor que a la Aurora le bebió el blanco rocío, para morir a la tarde de achaque de haber vivido; como en cuna azul el Sol, purpúreo rubí encendido, que después, en el Ocaso, topacio agoniza tibio; como la menuda grama cuyo verde, hermoso aliño, en seco polvo convierte el brasero del Estío; como cristal que, en Verano

626

Ibidem., p. 87. El Monólogo de Teseo es típicamente calderoniano en su tono, su amplificación por metáforas concéntricas y recurrentes, y aun algún eco preciso como éste de Mejor está que estaba, pintando Calderón el recogerse de Flora: Se reclinó mejor Sol Que el que en campo de Zafir suele madrugar Topacio, suele acostarse Rubí...


corriendo, armónico vidrio, comprimido en el Invierno suspende lo fugitivo, así seré! Porque yo, nave en golfo de peligros, pino mi altivez errada, flor mi amor, mi daño Estío, rayo el incendio del pecho, cristal el mar de suspiros, si encuentro por mis desgracias, entre males tan nocivos, para mi cristal Invierno, para mi escollo desvíos, para mi Sol triste Ocaso, para mi nave bajíos, para mi flor desalientos, para mi verdor olvidos, todos aquestos contrarios, de mi Amor fieros ministros, me parecerán lisonja cuando los logre castigo!...627 Un último dato relativo a la obra de nuestra protagonista, se refiere a la polémica “Carta atenagórica de Sor Juana”, aparecida en 1691. Según José Antonio Rodríguez Garrido El objetivo central es ofrecer dos textos escritos entre enero y febrero de 1691 en la Ciudad de México que habían permanecido ignorados por la crítica actual. Ambos forman parte del intenso debate entre los hombres de letras del centro del virreinato de la Nueva España a raíz de la publicación efectuada por el obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, encubierto bajo el nombre de Sor Filotea, de la crítica al sermón de Vieira escrita por Sor Juana, que el obispo bautizó con el título de Carta atenagórica. La única copia hasta ahora conocida de estas dos obras se conserva en la Biblioteca Nacional del Perú, en la ciudad de Lima, y se trata de un auténtico sobreviviente del desastroso incendio que afectó a este repositorio en 1943. 628 Y es que el único texto que durante la intensa polémica que desató la Carta atenagórica circuló bajo el nombre expreso de quien lo escribió fue probablemente la Defensa del Sermón del Mandato del padre Antonio Vieira del escribano Pedro Muñoz de Castro. Su autor confiesa que al llegar a su casa, el 9 de enero de 1691 a las seis de la tarde, halló un ejemplar de la obra de Sor Juana publicada por el obispo de Puebla. Estaba acompañado de una carta de alguien, cuyo nombre no se declara; en ella, se le retaba a que, pues era tan aficionado de los escritos del padre Vieira, lo defendiera de la contradicción de Sor Juana.629 El asunto, hasta el momento sin ninguna importancia, va adquiriendo tintes que se tornan encontrados al saberse, por análisis de Rodríguez Garrido, lo siguiente: -Hacia agosto de 1690: Sor Juana conoce el Sermón del Mandato, sobre la mayor fineza de Cristo, del padre Antonio Vieira en la versión publicada en Madrid, 1670. En una de las rejas del Ibid., p. 84-85. Procede de “Poemas” de Sor Juana, T. II, ed. 1692 y ss. José Antonio Rodríguez Garrido: La carta atenagórica de Sor Juana. Textos inéditos de una polémica. Universidad Nacional Autónoma de México, Seminario de Cultura Literaria Novohispana. Instituto de Investigaciones Bibliográficas y Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 2004. 193 p. Facs. (Serie estudios de cultura literaria novohispana, 20)., p. 11. 629 Op. Cit., p. 25. 627 628


convento de San Jerónimo desarrolla su crítica a las razones del orador portugués y alguien (el enigmático destinatario del texto escrito a quien Sor Juana se refiere simplemente como “Vuestra Merced”) le pide (o le “ordena”) que la ponga por escrito. La fecha aproximada de la versión oral y la posterior redacción de la crítica de Sor Juana la proporciona el Discurso apologético al reseñar los acontecimientos en las primeras páginas (“avrá sus seis meses que vino [el sermón de Vieira] a dar a las manos [del] ingenio incomparable de la Madre Juana Ynés de la Cruz”, f. 14v). -1º de marzo de 1691: Sor Juana firma su Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, que remite al obispo de Puebla acompañada de un texto de la polémica que, por su erudición, es el único que considera digno de los ojos de la autoridad episcopal.630 Finalmente, en el capítulo denominado “Una hipótesis sobre el origen”, José Antonio Rodríguez Garrido, Sor Juana escribe un romance, en respuesta al del “caballero del Perú que la aplaude”, y donde la autora parece confesar, sin embargo, que las pistas que siguió para descubrir al encubierto autor fueron otras. Al final de dicho texto, declara que ha podido descubrir el anagrama del autor aplicando complejas operaciones combinatorias, donde no puede dejar de aparecer una insinuación al tema mitológico-taurino: 1691 Y así, sabed que no estorba… Y así, sabed que no estorba El curioso Laberinto631 En que, Dédalo escribano, Vuestro nombre ocultar quiso: Pues aunque quedó encerrado, Tiene tan claros indicios Que si no es el Mino-Tauro, Se conoce el Paulo-minus.632 Pues si la Combinatoria, Con que a veces kirkerizo,633 En el cálculo no engaña Y no yerra en el guarismo, Uno de los Anagramas Que salen con más sentido, De su voluminosa suma Que ocupara muchos libros, Dice... ¿Dirélo? Mas temo Que os enojaréis conmigo, 630

Ibídem., p. 41 y 43. Tras mencionar el “curioso Laberinto” en que se oculta el nombre del autor (el romance de cincuenta y cinco cuartetas en que el Conde de la Granja ha alabado a Sor Juana), declara Sor Juana “que si no es el MinoTauro, / se conoce el Paulo-minus”. 632 El Paulo-minus procede de un pasaje del Salmo (8:6), en que el salmista dirigiéndose a Dios y refiriéndose al hombre declara: “Minuisti eum Paulo minus ab Angelis” (Lo hiciste poco menos excelente que los ángeles). De acuerdo con ello, este pasaje del poema de Sor Juana supondría un elogio indirecto al talento poético del encubierto autor del romance, poco menor que el de los propios ángeles, o podría –menos elogiosamentesignificar que no se conoce al Minotauro, sino sencillamente al hombre escondido en el laberinto textual. 633 A juzgar por la referencia al Ars combinatoria del padre Atanasio Kircher, requeriría quizá convertir las letras en números y pasar luego a combinaciones numéricas cuyos resultados, a su vez, se reconvertirían en letras. El moderno editor de Sor Juana confiaba en que en la obra del padre Kircher estaría sin duda la pista para conocer la clave que ella empleó para desentrañar el acertijo, aunque más allá de eso no se interesó en revelar este “problema critográfico”. 631


Si del Título os descubro La fe, como del Bautismo. Mas ¿cómo podré callarlo, Si ya he empezado a decirlo, Y un secreto ya revuelto Puede dar un tabardillo; Y así, para no tenerle, Diré lo que dice, y digo Que es el Conde de la Granja.634 Laus Deo. Lo dicho, dicho.635 En los complicados recursos de la literatura, y las todavía más elevadas argumentaciones de que dispuso Sor Juana Inés de la Cruz para ir desmenuzando y poniendo al descubierto al extraño personaje, me exijo terminar y no divagar como lo hago cuando escribo de personaje monumental como lo fue Juana de Asbaje. Es un hecho: se acerca a la fiesta caballeresca, a la corte por las luces de diversa tonalidad que irradió en inteligencia y belleza juntas. Su mundo intelectual a todos sorprendió en un fin de siglo XVII que comenzaba a mostrarse agitado (recordemos el motín del 8 de junio de 1692), telúrico en cuanto a esa búsqueda de identidad que era el ser; nuestra concepción o entidad en una nación presentida. Los criollos y mestizos la empujaron a ese logro común poco más de un siglo adelante bajo los conocidos acontecimientos del XIX, estigmas todos ellos de un destino que no halló fácilmente la calma, efímera casi siempre, en medio de la pasada centuria, crisol de los más diversos y encontrados comportamientos de una sociedad civil, política y religiosa, liberada de su tutor colonial durante trescientos años, pero al que no renunciaba tan fácilmente. Creo que con las corridas de toros se tiene la muestra cabal de dicho síntoma. Un valor nuestro, tan legítimamente universal como Sor Juana Inés de la Cruz nos emociona gratamente. Por ello es que dedico estos bien intencionados y sencillos apuntes sobre su obra. Durante este siglo se mantienen firmes las expresiones del toreo caballeresco, dominantes en la vieja y nueva España. Creció notablemente la afición de personajes de la nobleza, cuyas hazañas quedaron plasmadas en versos y relaciones de fiestas, que hoy son testimonio curioso. En aquel entonces se percibe un efecto que comenzó a aislar a España del resto del mundo, y desde luego, de sus colonias, a las que afectó un fenómeno ya conocido como "tibetanización"... a la orteguiana.

 El Br. Pedro de Soto Espinosa en sus Villancicos de navidad, en Puebla (1689) hace una brevísima alusión indirecta con probables ejecuciones taurinas puesto que al grito de 1689 Hagan plaza, hagan plaza… Hagan plaza, hagan plaza, despéjense las calles, 634

No sólo el romance del Conde de la Granja no contiene ninguna alusión al hecho de que incluyera un anagrama cifrado que impeliera a la escritora descubrirlo, sino que además la manera como Sor Juana se refiere a las operaciones que ha efectuado resulta tan irónica que no creo que pueda tomarse en serio: supuestamente tales cálculos son tan complejos que para llegar al anagrama correcto se requiere realizar una “voluminosa suma / que ocupara muchos libros”. Los indicios principales con que Sor Juana contó para reconocer al “caballero del Perú” fueron tal vez externos al texto: en mi opinión, la mediación de su sobrino, Juan Antonio de Oviedo. 635 Ibid., p. 111-112.


cuelguen las ventanas, que sale el Príncipe Sumo de la Apostólica Escuadra a darle a Roma más glorias que le concedió de gracias! Háganle la salva con piezas, con mosquetes y bombardas! Cántenle la gloria con pífanos, clarines y tiorbas!...636 La intervención de los villancicos en la poesía taurina no es curiosa puesto que, en la Ensaladilla de Navidad de José de Valdivieso, muestra el interés vivo por presentar en composiciones, más propias de una época muy especial que en las muy propias del medio taurino, sucesos y realidades cantados con la permanente asociación de los elementos religiosos o con la del encanto del momento navideño, siempre vestido de filigranas y adornado con devoción sin igual. La Métrica Panegírica Descripción de las fiestas por las bodas de D. Carlos II (1691) que consta de 82 octavas por un corto Ingenio Andaluz, hijo del Hispalense Retis, México, Vda. De Ribera (1691) de Don Felipe de Santoyo García Galán y Contreras, muestra la siguiente contemplación: 1691 Métrica Panegírica Descripción de las fiestas por las bodas de D. Carlos II Vestidura bordada, Adonis637 fuerte, el invicto Virrey lució con arte, donde escarchados arroyuelos vierte de su Excelencia el mar, y en que reparte benignidad, temores, vida y muerte, guerrero Adonis y gallardo Marte;638 florido Mar, con tantas maravillas, que salpican diamantes sus orillas. (. . . . . . . . . .) Del virregio Palacio las Deidades que a la Palas Virreina acompañaban, -adornado Pensil de amenidadeslas diamantinas flechas disparaban; y como vi en escuadra sus beldades, en lid mis pensamientos recelaban si eran del firmamento las estellas que bajaban a dar justas querellas...639 La pirotecnia poética, de abolengo en las Soledades y el Panegírico de Góngora, quizá recuerde las Fiestas… de Lerma, Madrid, 1619, de Francisco López de Zárate (en G. Diego, Antología poética en honor de Góngora, 1927, p. 145-151), culminante en rasgos como estos: 1691 636

Méndez Plancarte: Poetas..., (1621-1721) Parte segunda, Ib., p. 145-146. Adonis: griego amado por Venus, modelo de la belleza juvenil. 638 Marte: dios romano de la guerra. 639 Méndez Plancarte, ibidem., p. 143-144. 637


Vése en la gran unión de los colores… Vése en la gran unión de los colores florecer llamas, encenderse flores… todo de estrellas florecido ardía, o estrellado de flores se reía… Aquí mismo, en otras brillantes Octavas sobre el Paseo de los toros. 1691 Octavas sobre el Paseo de los toros. El Conde de Santiago, en un Morcillo, (olimpo640 irracional..., negro Babel), ...de fina plata su matiz relieva sobre Celeste tela, con que aviva uno y otro color, con fuego y hielo; todo ardor, todo Nieve, todo Cielo... Y el capitán de la Guardia partió la plaza, vestido acaso como nuestros charros, por tan ceñido como se pondera con eficacia ya cómica: De oro y ámbar bordaba su ropaje el primor, el ingenio y el aliño, haciendo luminoso maridaje por extremos el fuego y el Armiño; tan ajustado a la medida el traje, que no podré decir, aunque lo ciño todo cuanto es posible a la pintura, si nació con aquella vestidura. E ilustrando el coso con su ecuestre y taurómaca bizarría, aunque joven es el mismo Francisco Goñi de Peralta, loado como Rejoneador en aquellos versos de Alonso Ramírez de Vargas. Don Francisco de Goñe le seguía, jinete diestro, toreador famoso, sobre un bello Pegaso, tan airoso..., que en diestras muertes, tan feroz despojo el circo se volvió, de blanco, rojo....641 Llegamos al desenlace del siglo XVII. Desde luego, existen muchas otras demostraciones de inspiración con una vivacidad gongorina o quevedesca. También con la propia expresión novohispana, pero desgraciadamente muchas se encuentran perdidas o inéditas aún. Quizá sea menester hurgar con un poco más de detenimiento en los viejos apuntes de la historia para hallar, 640

Garibay K.: Mitología griega..., op. cit., p. 180. Olimpo: montaña de unos 3200 m. Entre Macedonia y Tesalia. Por ser el pico más alto de toda Grecia se asignó como morada a los dioses. En ella se reúnen a hacer sus juntas y sus banquetes. Es la casa propia de Zeus llamado por antonomasia el Olímpico. Sus atribuciones se extienden largamente y fueron una defensa natural de la Hélade. No tenía sino dos accesos practicables: el valle de Tempe y las gargantas de Petra y Volustana. 641 Ibid., p. 143-146.


para descubrir esas joyas, esas gemas de la literatura mexicana tan necesarias como importantes hoy en dĂ­a.


SIGLO XVIII

El significado de que una casa como la de Borbón -francesa de formación- sirva para crear una reacción de choque con el pueblo español, está en entredicho. Felipe de Anjou plantea a Luis XIV 642 su tío, que si bien es francés de origen, reina un pueblo como el hispano con el que tendrá que adaptarse a su circunstancia, afrancesándose las costumbres sí, pero sin que desencadenara aquello en un disturbio de orden antinacional, por motivo de sentido monárquico. Con la diversión de los toros, España, que vive intensamente el espectáculo sostenido por los estamentos, va a encontrar que estos no tienen ya mayor posibilidad de seguir en escena, pues El agotamiento que acusa el toreo barroco se vio, desde los primeros años del siglo XVIII, acentuado por el desdén con que Felipe V, el primer rey español de la dinastía francesa de los Borbones trató a la fiesta de toros.643 De tal suerte que lo mencionado aquí, no fue en deterioro de dicho quehacer; más bien provocó otra consecuencia no contemplada: el retorno del tumulto, esto es, cuando el pueblo se apodera de las condiciones del terreno para experimentar en él y trascender así el ejercicio del dominio. Sin embargo "José Alameda" (Carlos Fernández Valdemoro) dice que el carácter que Felipe V tiene de enemigo con la fiesta es refutable. Refutable en la medida en que La decadencia inevitable de la caballería y el cambio social con que la clase burguesa va

642

Antonio Domínguez Ortiz. Sociedad y estado en el siglo XVIII español. Barcelona, Ariel, 1981. 532 p. (ARIEL-HISTORIA, 9)., p. 33. En 1709, la situación en Francia era demasiado crítica al grado que Luis XIV estaba ya resuelto(...)a renunciar a la lucha, sacrificando, si era preciso, a su nieto. No conformes con esto, los aliados exigían que el rey francés, con sus propias tropas, expulsara a Felipe V de España, suprema humillación a la que se negó. Por su parte, Felipe, ya por iniciativa propia, ya por impulsos de la reina y de la princesa de los Ursinos, mostró una determinación poco común en él y ofreció a sus pueblos luchar hasta el fin, con la ayuda francesa o sin ella, para mantener la Corona de España en su integridad. 643 Pedro Romero de Solís, Antonio García-Baquero González, Ignacio Vázquez Parladé: Sevilla y la fiesta de toros. Sevilla, Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Sevilla, 1980 (Biblioteca de temas sevillanos, 5). 158 p. ils., p. 62. Una idea de corte totalmente opuesto pero que es interesante considerarla, la ofrece Enrique Gil Calvo en Función de toros. Una interpretación funcionalista de las corridas. Madrid, Espasa-Calpe S.A., 1989. 262 p. Ils. (La Tauromaquia, 18)., p. 144. 1.-La institucionalización de las corridas es consecuencia de un hecho crucial, acaecido durante el siglo XVII, en la articulación de la estructura española de clases. 2.-Ese hecho, trascendental para todo el posterior desarrollo de la España moderna y contemporánea, supone la auténtica diferencia específica de la estructura de clases española, que así la separa y distingue del resto de estructuras de clase europeas. Y consiste en la inversión de la función de liderazgo: las clases antes dirigentes -durante el imperio de los Habsburgo- dimiten de su liderazgo social, cuya función queda así vacía y vacante. Consiguientemente, y en ausencia de élites dirigentes, el casticismo más plebeyista se impone, el liderazgo se invierte y son ahora las élites quienes imitan modos y maneras del vulgo y la plebe. 3.-En consecuencia, a resultas del casticismo de las élites, y vacante la función de liderazgo social por ausencia dimisionaria de quienes debieran desempeñarla, se produce en ensimismamiento y tibetanización de la nación española, que queda así clausurada -colapsada y bloqueada- por su desarticulación social invertebrada. Estos planteamientos que el autor destaca a contrapelo de la obra Goya y lo popular de José Ortega y Gasset, también se anteponen a la tradicional concepción de la permuta del toreo a caballo por el de a pie, debido a movilizaciones ideológicas de la cúpula monacal.


desplazando a la aristocrática bajarán pronto al toreo del caballo. 644 Sobre esta transformación, Néstor Luján ofrece factores testimoniales de acentuado interés al tema. Señala Como una de las causas principales el cambio de manera de montar: pues se pasó de la ágil "a la jineta" a la lenta brida, con lo cual era difícil quebrar rejones. Con este sistema, es lógico que, refrenados los caballos se usase la vara de detener, que es la de los picadores. Sea como fuere, el caso es que las fiestas de toros a caballo empezaron a desaparecer. Con la gran fiesta de 1725 (del 30 de julio de 1725), afirma Moratín que se "acabó la raza de los caballeros". Y entonces, como paralelamente a esta desgana de los próceres por lo español, se desarrollaba un movimiento popular totalmente contrario, empiezan a tener éxito las corridas de a pie. 645 Por su parte Alameda aduce que a Felipe de Anjou Se le achaca el haber puesto fin a las fiestas del toreo a la jineta por despreciables, contribuyendo a su inmediata liquidación. Indudablemente esto último es cierto. Pero ahí se detienen sus críticos, a quienes se les olvida o desdeñan el resto de la cuestión, su contrapartida.646 Justifica este autor una serie de razones como el amanecer ilustrado que fue dándose en el curso de esa centuria, la más revolucionaria en el sentido de la avanzada racional. Pero estamos en el tramo comprendido entre 1725 y 1730. Ha pasado ya un cuarto de siglo luego de la toma del poder monárquico en España por parte del quinto Felipe. La caballería se halla en quiebra. El toreo a la jineta es un muerto en pie, que sólo necesita un empujón para derrumbarse. Pero el toro, raíz de la Fiesta, sigue ahí plantado en el plexo solar de España. Y frente a él está el pueblo. Pueblo y toro van a hacer la fiesta nueva. No el monarca (...).647 Y ese pueblo comienza por estructurar el nuevo modo de torear matando los toros de un modo rudimentario, con arpones y estoques de hoja ancha, y torean al animal con capas y manteos o con sombreros de enormes alas, que promovieron, al ser prohibidos, el grotesco y sangriento motín de Esquilache. Benjamín Flores Hernández acierta en plantear que El arte taurómaco se revolucionó: la relación se había invertido y ya no eran los de a pie los que servían a los jinetes sino estos a aquellos.648 Todavía llegó a más el monarca francés: apoyó por decreto de 18 de junio de 1734 al torero Juan Miguel Rodríguez con pensión vitalicia de cien ducados. Apoyó asimismo la construcción de una plaza de madera para el toreo de a pie, cerca de la Puerta de Alcalá, que se inauguró el 22 de julio de 1743. 644

José Alameda (seud. Carlos Fernández Valdemoro): El hilo del toreo, Madrid, Espasa-Calpe, 1989 (La Tauromaquia, 23). 308 p. ils., retrs., p. 41. 645 Néstor Luján: Historia del Toreo. 2a. edición. Barcelona, Ediciones Destino, S.L. 1967. 440 p. ils., retrs., grabs., p. 13. 646 Alameda: op. cit. 647 Ibidem. 648 Benjamín Flores Hernández: "Con la fiesta nacional. Por el siglo de las luces. Un acercamiento a lo que fueron y significaron las corridas de toros en la Nueva España del siglo XVIII", México, 1976 (tesis de licenciatura, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México). 339 p., p. 31.


Y todo ello ¿con qué propósito? (...) halagar al pueblo y mostrarle que está con él. No es permisible que Felipe realizara aquellos actos por lo que llamamos afición a los toros, por taurinismo, sino para ganarse su simpatía y su apoyo. Ello parece obvio.649 Antes de entrar en materia puramente política, para establecer el panorama que vive España durante el XVIII, conoceremos una visión general del papel que Felipe V, Fernando VI y Carlos III juegan a favor o en contra del toreo. Luego con un planteamiento de Jovellanos veremos como su fuerza influye en los valores populares. Anota Fernando Claramount que a partir de mediados del siglo XVIII ocurre El triunfo de la corriente popular que partiendo del vacío de la época de los últimos Austrias, crea el marchamo de la España costumbrista: los toros en primer lugar y, en torno, el flamenquismo, la gitanería y el majismo.650 Abundando: "gitanería", "majismo", "taurinismo", "flamenquismo" son desde el siglo que nos congrega terribles lacras de la sociedad española para ciertos críticos. Para otras mentalidades son expresión genuina de vitalidad, de garbo y personalidad propia, con valores culturales específicos de muy honda raigambre.651 Al ser revisada la obra mejor conocida como Década epistolar sobre el estado de las letras en Francia652 de Francisco María de Silva, se da en ella algo que entraña la condición de la vida popular española. Se aprecia en tal retrato la sintomática respuesta que el pueblo fue dando a un aspecto de "corrupción", de "arrogancia" que ponen a funcionar un plebeyismo en potencia. Ello puede entenderse como una forma que presenta escalas en una España que en otros tiempos "tenía mayor dignidad" por lo cual su arrogancia devino en guapeza, y esta en majismo, respuestas de no querer perder carácter hegemónico del poderío de hazañas y alcances pasados (v.gr. el descubrimiento y conquista de América). Tal majismo se hace compatible con el plebeyismo y se proyecta hacia la sociedad de abajo a arriba. Lo veremos a continuación. Luján vuelve a hacernos el "quite" y dice: (...) coexiste en tanto un movimiento popular de reacción y casticismo; el pueblo se apega hondamente a sus propios atavíos, que en el siglo XVIII adquirieron en cada región su peculiar característica.653 Y hay cita de cada una de esas "características". Sin embargo, Todo se va afrancesando cuando el siglo crece. "Nuestros niños aun sabían catecismo y ya hablaban el francés", escribe el P. Vélez. Vienen afeites del extranjero: agua de "lavanda", agua "champarell", agua de cerezas. Y, en medio de todo esto, la suciedad más frenética: cuando se escribió que era bueno lavarse diariamente las manos, la perplejidad fue total. Y cuando se dijo que igualmente se debía hacer con la cara, se consideró como una extravagancia de muy mal 649

Alameda: ibidem., p. 43. Fernando Claramount: Historia ilustrada de la tauromaquia. Madrid, Espasa-Calpe, S.A., 1988. 2 v. (La Tauromaquia, 16-17)., T. I., p. 56. Apud. Vicens Vives. Aproximación a la Historia de España. 651 Op. cit., p. 161. 652 Julián Marías: La España posible en tiempos de Carlos III, p. 371. Década epistolar sobre el estado de las letras en Francia. París, 1780. Madrid Por D. Francisco María de Silve. Con licencia en Madrid: Por D. Antonio de Sancha. Año de MDCCLXXXI. 653 Luján: op. cit., p. 31. 650


gusto, según los cronistas de entonces.654 El propósito de todo esto es que teniendo las bases suficientes de cuanto ocurría en España, esta a su vez, proyectaba a la Nueva España caracteres con una diferencia establecida por los tiempos de navegación y luego por los del asentamiento que tardaban en aposentar las novedades ya presentadas en España. De 30 a 40 días tomaban los recorridos que por supuesto tocaban varios puntos donde se daban relevos entre las naves. Creemos que todas ellas (las novedades), por supuesto se atenuaron gracias al carácter americano, y estos comportamientos sociales fueron dando con el paso del tiempo con fenómenos como el criollismo, mismo que irrumpe lleno de madurez en la segunda mitad del siglo XVII. Por lo tanto, queremos embarcarnos de España con el conjunto todo de información y llegar a costas americanas para esparcir ese condimento y observar junto con la historia los síntomas registrados en lo social y en lo taurino que es lo que al fin y al cabo interesa. ¿Cómo se encuentra la España en cambio de monarquías? ¿Qué sucesión de acontecimientos significativos marcan pautas importantes en el devenir de la sociedad hispana? Procuraré la brevedad en las respuestas. Antes de la presencia borbona, la casa de Austria, dinastía rica y absoluta, se halla sostenida desde Carlos V (rey de España de 1517 a 1556); aunque con Felipe IV "heredero de la debilidad de su padre" (que gobernó como rey de España de 1621 a 1665) se perdió Portugal, el Rosellón y Cataluña. "...España, unida al imperio, ponía un peso terrible en la balanza de Europa" se perdió Portugal, el Rosellón y Cataluña." En cuanto a la guerra de sucesión a la monarquía en España, Voltaire apunta que: Las disposiciones de Inglaterra y de Holanda para poner, de ser posible, en el trono de España al archiduque Carlos, hijo del emperador, o por lo menos, para resistir a los Borbones, merecen, tal vez, la atención de todos los siglos.655 Entre graves conflictos por la posesión del reino656 ya gobernaba el Borbón Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV mismo que, al inicio del siglo XVIII Se hallaba en la cumbre de su poder y de su gloria; pero los que conocían los resortes de las cortes de Europa y, sobre todo, los de la de Francia, empezaban a tener algunos reveses. 657 La España de aquel entonces es un estado de desgracia auténtico es "un país desangrado por la guerra, carcomido por siglos de inepcia en el gobierno”.658 Acosan temporadas de fríos que parecen no terminar y la escasez de comestibles se hizo notar, como también la mortandad. Entre 1708 y 1709 sucedieron estas desgracias y justo en 1709, Luis XIV tomó la resolución formal de abandonar a Felipe V. El borbón conservó popularidad pero perdió partido y es que el monarca de España necesitaba conducirse con normalidad en un reinado que más tarde alcanzó prosperidad y entró a la época de la modernidad mostrando perfiles bien característicos, hasta el reinado de Carlos III. 659 654

Ibidem., p. 32. Francois Marie A. Voltaire: El siglo de Luis XIV. Versión directa de Nelida Orfila Reynal. México, Fondo de Cultura Económica, 1978. 637 p., p. 185. 656 Antonio Domínguez Ortiz: Sociedad y estado en el siglo XVIII español. Barcelona, Ariel, 1981. 532 p. (ARIEL-HISTORIA, 9)., p. 13. ¿Por qué este enorme interés, estos grandes sacrificios por el trono de una nación que parecía moribunda? ¿Eran exageradas las noticias sobre su decadencia? No. El estado de España en general y de Castilla en particular era desastroso. Pero con sus reinos agregados y con las Indias seguía siendo una inmensa fuerza potencial, el Imperio más grande en extensión, que también podría convertirse en el más fuerte y rico si era bien gobernado. 657 Voltaire: op. cit. 658 Luján: Ibidem., p. 10. 659 Claramount: op. cit., p. 156. Entre los pensadores "ilustrados" más importantes, el padre Feijoo, Mayans y Jovellanos, junto al gaditano Vargas Ponce, forman un bloque antitaurino formidable. Frente a ellos don Nicolás Fernández de Moratín, don Ramón de la Cruz, Bayeis y Goya. A finales de siglo los hombres del pueblo no han 655


Sin afán de profundizar en el sistema de gobierno por parte de nuestro personaje, simplemente expondré un valor que le caracteriza; él quiere en todo momento hacerse condescendiente a la cultura hispana, y lo logra, pero Interesa señalar que los ministros franceses de Felipe V y su enjambre cortesano, renuevan el aire español y lo enrarecen luego con la cultura francesa.660 Andando el tiempo, justo en 1724, ocurre la abdicación de Felipe V, provocada según Domínguez Ortiz a un "recrudecimiento de la dolencia mental del rey" sometida a escrúpulos religiosos, lo cual orientó su opinión al no llevar bien las riendas de la monarquía. El "castrato" Farinelli ayuda a superar los estados de depresión del monarca, quien en 1737 acusa gravedad, descuidándose en su persona, luego de padecer 20 años esos problemas. La reina Isabel de Farnesio pidió al "castrato" que cantara en una pieza contigua donde se hallaba su majestad con el fin de que ese fuera un remedio, luego de intentos fallidos. Y el remedio tuvo resultado. El borbón volvió a sentirse mejor y al querer compensar a Farinelli este sólo le pidió al rey que se arreglara en su persona y de nuevo atendiera los problemas del gobierno. Era entonces y se comportaba el rey como un extravagante. Se pierde entre la obscura selva de fueros y franquicias de las regiones españolas y echa de menos el centralismo francés y su montaje administrativo impecable.661 En ese estado de cosas pudo suceder el ya conocido desprecio que en gran medida se debió al cambio social -ese afrancesamiento del que fue permeándose la burguesía, la cual entra de lleno a una cultura que le es ajena pero que acepta para congratularse con el rey y su ministerio-. En tanto, el pueblo, asumiendo una posición ya conocida como del flamenquismo, gitanería, majismo, aprovecha esa concesión apoderándose de una estructura que en el fondo les pertenecía. Estamos ante lo que se conoce como una "reacción castiza". Enseguida, se recoge un cuadro sintético del prereformismo borbónico, el cual nos orientará a otras latitudes. Cuando caracterizamos al siglo XVIII español como reformista pensamos, ante todo, en la actividad desplegada durante el reinado de Carlos III, a la que sirvió de pórtico, en algunos sectores, la de los ministros de Fernando VI. El reformismo del primer borbón fue de distinto signo y, en general, mucho más moderado. No se propuso reformas ideológicas o sociales. Su finalidad era reforzar el Estado, para lo cual había que atacar sectores contiguos, en especial el económico. También debía asegurarse el control sobre una Iglesia prepotente. Tres son, por lo tanto, los aspectos a considerar: la reorganización del aparato estatal, el intervencionismo en el campo económico para lograr una mayor eficacia y el reforzamiento del regalismo en materia eclesiástica.662 Se va vislumbrando desde España una dispersión, un relajamiento de las costumbres, de las modas y modos, hasta llegar a extremos de orden sexual. Caemos pues, en el relajamiento de las costumbres mismo que se va a dar cuando el afrancesamiento, más que las ideas ilustradas es ya influyente. Para el último tercio del XVIII se manifiestan comportamientos muy agitados en la vida social. Pasemos a revisar brevemente el motín de Esquilache. Sucede que con el motín se da un vuelco importante en el comportamiento taurino -que ya en lo social ha ocurrido y en forma muy profunda-. Como consecuencia, veinte años más tarde el Conde de oído hablar de la Enciclopedia; saben algo de la Revolución francesa, pero no demasiado. Ellos son romeristas, pepeillistas o costillaristas. 660 Luján: ib., p. 11. 661 Ib., p. 29. 662 Domínguez Ortiz: Sociedad y estado..., ibidem., p. 84.


Aranda pone en marcha sus propósitos por prohibir las corridas en 1785. Se llamaba Leopoldo Gregorio, Marqués de Squilacce que por extranjero y reformador a ultranza, pronto se ganó la antipatía. En la primavera de 1766 las cosechas resultaron desastrosas y el Marqués tomó medidas que ocasionaron inconformidad entre los agricultores que, deseando aplicar precio especial a sus escasos productos, sólo encontraron el bloqueo de Esquilache. Hasta que a fines de 1765 se desató el conocido motín contra el personaje, considerado como motín del pueblo en contra del ministro por las medidas de policía adoptadas por este, produciendo el natural descontento de las capas bajas del pueblo de Madrid (Obsérvese hacia dónde se dirige tal condición: a las capas bajas del pueblo... N. del A.) Lo que saca de quicio por el fondo del argumento es la absurda medida del marqués quien encauzó la prohibición del uso de capas largas y sombreros redondos, lo cual ocasionó -como era de esperarse- un nuevo brote de violencia, justo el 23 de marzo de 1766. La casa de Esquilacce fue saqueada, Carlos III huyó de la corte encontrando refugio en Aranjuez. Allí cedió a lo que pedían los amotinados, "por su piedad y amor al pueblo de Madrid". En adelante, quedaba permitido el uso de capas largas y sombreros redondos y "todo traje español", a toda clase de personas. También accedió el rey a rebajar el precio de las subsistencias y a suprimir la junta de abastos.663 Enseguida Esquilache también fue destituido de sus funciones. Lo que llama la atención es que el motín arrojó consecuencias que fueron de orden histórico-político muy especiales. En el cambio ministerial, Aranda reajusta las disposiciones que puso en práctica su antecesor. El motín fue móvil perfecto para la expulsión de los jesuitas, ya que estos y su papel sirvieron de pretexto para adoptar la medida. Se acusaba a miembros de la compañía como activistas directos en aquellas jornadas de revuelta. El Conde de Aranda pone en marcha propósitos bien firmes por prohibir las corridas en 1785. Sin embargo, podemos observar medidas de control -que no de prohibición- en un anticipo de reglamento elaborado en la Nueva España en 1768.664 El control social -en la corona española- que ya es manifiesto durante el siglo XVIII, surge como tal desde el primer tercio del XVII, creando una conciencia muy abierta pendiente de los deslices sociales que fueron cayendo en un síntoma total de permanencia, causado por aspectos como la guerra de Treinta años en 1635 de España con Francia cuya amenaza, para soliviantarla en territorios del dominio hispano, buscaba apelar al factor providencial con el cual, y de pasada, sosegar la vida relajada. Respecto a las corridas de toros, estas nos muestran el dominio de nobles sobre plebeyos y luego un vuelco donde los segundos vinieron a tener el control sobre los primeros, lo cual terminó con un viejo sistema de poder.665 Y esas mismas corridas van a ser -para muchos ilustrados- signo de una sangrienta y bárbara diversión que sólo podía agradar a aquellos que se oponían al progreso y a la civilización. En cuanto a la proyección recibida en América, por ahora no me detendré en revisión minuciosa del toreo novohispano, ya que este conservaba una línea similar a la española con sus particulares características. Y es que importa revelar todo lo anterior a la luz de los hechos, gracias a que conformaron una estructura la cual fue adquiriendo fisonomía propia de la que emergieron todas aquellas posibilidades técnicas del toreo de a pie. Creo que de no haber hecho revisión al panorama de antecedentes tendríamos una idea simplemente vaga del significado de este quehacer. Por otro lado, debo decir que justo la forma que ha venido adquiriendo el prolegómeno de esta tesis, asume 663

Gonzalo Anes: El antiguo régimen: Los borbones, 2a. edición. Madrid, Alianza Editorial, 1976 (Alianza Universal, 44). 4 vols. Vol. IV. Historia de España. Alfaguara. 513 p., p. 372. 664 Archivo Histórico de la Ciudad de México (AHCM). Ramo: Diversiones Públicas. Toros. Leg. 855 exp. No. 20. Bando de los Sres. Regidores Comisionados para las Corridas de Toros, sobre el buen orden en la Plaza. 4 f. 665 Juan Pedro Viqueira Albán: ¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida social en la ciudad de México durante el siglo de las luces. México, Fondo de Cultura Económica, 1987. 302 p. ils., maps., "La reacción o los toros", p. 23-52.


una posición planteada por Enrique Florescano en estos términos: Los historiadores, antes preocupados por el cambio violento y las crisis que parecían anunciar el acabamiento de una época y el comienzo de otra, hoy muestran un interés decidido por las PERMANENCIAS Y LAS CONTINUIDADES.666 Bien, luego de este entremés de Clío, prosigamos. Va a ser importante referir las maneras en que los novohispanos de fines del XVIII reciben y aplican las alternativas de la "reacción castiza" propia del pueblo español, reacción que aquí se incrementó junto a otra de similares condiciones. Me refiero a la reacción criollista,667 dada como resultado a los ataques de parte de ilustrados europeos entre algunos de los cuales opera un cambio de mentalidad irracional basado en la absurda idea sobre lo ínfimo en América. Buffon, Raynal, de Pauw se encargan de despreciar dicha capacidad a partir de puras muestras de inferioridad, de degeneración. Todo es nada en el Nuevo Mundo. Ese conjunto de diatribas sirven para mover al criollo a su natural malestar y a preparar respuestas que comprueben no sólo igualdad sino un hondo deseo de mostrar toda su superioridad, lo cual le permite descubrirse a sí mismo. Ese modo de comportarse da al mexicano sellos originales de nacionalismo criollo, un nacionalismo que no se significará en cuanto tal para el toreo, aunque este va a asumir una propia y natural expresión. Y si natural llamamos al estado de cosas que se anunciaba, es decir, la independencia, ésta se enriqueció a partir de factores en los que A pesar de encontrar oposición, España continuó con la extensa reorganización de su imperio durante los últimos años del siglo XVIII, proceso al que comúnmente se le conoce como las Reformas Borbónicas668. Estableció un ejército colonial, reorganizó las fronteras administrativas y territoriales, introdujo el sistema de intendencias, restringió los privilegios del clero, reestructuró comercios, aumentó los impuestos y abolió la venta de oficios. Estos cambios alteraron antiguos acuerdos socieconómicos y políticos en detrimento de muchos americanos. 669 Luego, con el relajamiento van de la mano el regalismo y un centralismo, aspectos estos importantísimos para la corona y su política en América desde el siglo XVI, de los cuales se cuestiona si favorecieron o contrariaron el carácter americano. Ello es posible de confirmar en las apreciaciones hechas por Hipólito Villarroel en su obra de 1769, "Enfermedades políticas..." donde se acusa una total sociedad desintegrada, tal y como podemos palparlo a continuación: El desorden de todas las instituciones era responsable de la despoblación y destrucción de los habitantes y el gobierno debía remediarlo mediante una nueva legislación para todo. Las grandes ciudades como la de México, se cargaban de maleantes y de lupanares y todo sucedía a la vista de las autoridades, porque también representaban otra carga de personas varias, ostentosas e insoportables. Todos vivían como se les antojaba y llegaban a perturbar hasta el reposo, de día y de noche, y no se atendía a los reglamentos que existían para uno de los corregidores. 670 666

El Búho, No. 318 del 13 de octubre de 1991. "Enrique Florescano y el nuevo pasado mexicano". Edmundo O´Gorman: Meditaciones sobre el Criollismo. Discurso de ingreso en la Academia Mexicana correspondiente de la Española. Respuesta del académico de número y Cronista de la Ciudad, señor don Salvador Novo. México, Centro de Estudios de Historia de México, CONDUMEX, S.A., 1970. 45 p., p. 24. El criollismo es, pues, el hecho concreto en que encarna nuestra idea del ser de la Nueva España y de su historia; pero no ya entendido como mera categoría racial o de arraigo domiciliario, ni tampoco como un "tema" más entre otros de la historia colonial, sino como la forma visible de su interior dialéctica y la clave del ritmo de su desenlace. 668 Las Reformas Borbónicas en México son los cambios propiciados por el gobierno español y las medidas que se tomaron para llevarlos a cabo. 669 Universidad de México. Revista de la Universidad Nacional Autónoma de México. Septiembre, 1991. "El proceso político de la Independencia Hispanoamericana" por Jaime E. Rodríguez O., p. 10. 670 Carlos Bosch García: La polarización regalista de la Nueva España. México, Universidad Nacional 667


De nuevo, frente a nosotros, el relajamiento, respuesta dispersora de la sociedad, 671 misma que encuentra oposición de parte de los ilustrados, quienes definen al toreo como Un entretenimiento tan cruel y sangriento como éste, [que] era indigno de una nación culta. ¿Qué podía pensarse, decían ellos, de un pueblo que gozaba viendo cómo se sacrificaba a un animal que no hacía más que defenderse y cómo un hombre arriesgaba su vida, y a veces la perdía, sin razón alguna?672 Ellos mismos se encargaron de encontrarle muchos males sociales. Así, con sus observaciones detectan oficinas de gobierno vacías; padres que gastan sumas elevadas para ir a ellas (a las corridas), privando de necesidades vitales a sus familias lo cual en suma ocasionaba el empobrecimiento de la población. Y en otros términos caían en la tentación del dispendio. Los ilustrados encabezados por Feijoo, Clavijo y Cadalso, se oponen. Para Campomanes el toreo es la ruina y en Jovellanos es la negativa de popularidad total; sin embargo, a todos ellos se contrapone Francisco de Goya y toda su fuerza representativa, misma que dejó testimonio vivo de lo que fueron y significaron aquellas fiestas bajo el dominio de Carlos IV. Y es que Goya deja de padecer la guerra y sobre todo la reacción inmediata a ella, refugiándose en la sugerencia que Nicolás Fernández de Moratín le ofrece en su Carta Histórica.673 Es decir, ese recrear la influencia de los moros y que a su vez quedó impresa en el toreo, es el resultado directo de la TAUROMAQUIA de Goya. Por su parte Gaspar Melchor de Jovellanos propone luego de concienzudo análisis, que la estatura del conocimiento permite ver en los pensadores un concepto del toreo entendido como diversión sangrienta y bárbara. Ya Gonzalo Fernández de Oviedo Pondera el horror con que la piadosa y magnífica Isabel la Católica vio una de estas fiestas, no se si en Medina del Campo [escribe Jovellanos]. Como pensase esta buena señora en proscribir tan feroz espectáculo, el deseo de conservarla sugirió a algunos cortesanos un arbitrio para aplacar su disgusto. Dijéronle que envainadas las astas de los toros en otras más grandes, para que vueltas las puntas adentro se templase el golpe, no podría resultar herida penetrante. El medio fue aplaudido y abrazado en aquel tiempo; pero pues ningún testimonio nos asegura la continuación de su uso, de creer en que los cortesanos, divertida aquella buena señora del propósito de desterrar tan arriesgada diversión, volvieron a disfrutarla con toda su fiereza. 674 Jovellanos plantea en su obra PAN Y TOROS el estado de la sociedad española en el arranque del siglo XIX. Es una imagen de descomposición y relajamiento al mismo tiempo y al verter sus opiniones sobre los toros es para satirizarlos diciendo que estas fiestas "ilustran nuestros entendimientos delicados, dulcifican nuestra inclinación a la humanidad, divierten nuestra aplicación laboriosa, y nos prepara a las acciones guerreras y magnánimas". Pero por otro lado su posición es subrayar el Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1990 (Serie Historia Novohispana, 41). 186 p. , p. 155. 671 Viqueira: ¿Relajados o reprimidos?..., Op. cit., p. 16. No está de más señalar que esta idea de un "relajamiento" generalizado de las costumbres forma parte de una caracterización más bien positiva de la situación económica, social y cultural de la Nueva España en ese siglo: penetración del pensamiento ilustrado, de la filosofía y de las ciencias modernas, múltiples reformas con el "fin de promover el progreso espiritual y material del reino novohispano" (reformas administrativas, medidas estatales filantrópicas y de beneficencia social), todo eso acompañado y sostenido por un "auge de la riqueza" debido al enorme aumento de la producción minera. 672 Ibidem., p. 43. 673 Nicolás Fernández de Moratín: Las fiestas de toros en España Vid. Delgado, José: La Tauromaquia. (Véase bibliografía). 674 Gaspar Melchor de Jovellanos: Espectáculos y diversiones públicas. Informe sobre la ley agraria. Edición de José Lagé. 4a. edición. Madrid, Cátedra, S.A. 1983 (Letras Hispánicas, 61). 332 p., p. 95-96.


fomento hacia las malas costumbres cotejando para ello a culturas como la griega con el mundo español que hace suyo el espectáculo, llevándolo por terrenos de la anarquía y la barbarie, sin educación también que no tienen los españoles -a su juicio- frente a ingleses o franceses ilustrados. Y así se distingue para Jovellanos España de todas las naciones del mundo. Pero: "Haya pan y toros y más que no haya otra cosa. Gobierno ilustrado, pan y toros pide el pueblo, y pan y toros es la comidilla de España y pan y toros debe proporcionársele para hacer en los demás cuanto se te antoje". Hago aquí reflexión del papel monárquico frente a las propuestas de Jovellanos. Cuanto ocurrió bajo los reinados de Felipe V, Fernando VI y Carlos III se puede definir como etapa esplendorosa, que facilitó la transición del toreo, de a caballo al de a pie, permitiendo asimismo que la fiesta pasara de un estado primitivo, a otro que alcanzó aspectos de orden a partir de la redacción de tauromaquias como Noche fantástica, ideático divertimento (...) y la de José Delgado que sigue siendo un sustento por las muchas implicaciones que emanan de ella y aun son vigentes. La llegada al poder de Carlos IV significó la llegada también de los ideales ilustrados ocasionando esta coincidencia un férreo objetivo por desestabilizar al pueblo y su fiesta. En alguna medida los ilustrados lo lograron, pero ello no fue en detrimento del curso del espectáculo. La crítica jovellaniana recae en opiniones casadas con la civilización y el progreso, tal y como fue vertida por Carlos Monsiváis a propósito de la representación de la ópera "Carmen" efectuada el 22 de abril de 1994 en la plaza de toros "México".675 Sin duda, existen personajes públicos en suma bien preparados que lo mismo aceptan o rechazan los toros como espectáculo o como fiesta. Esto siempre ha ocurrido, aunque no ha sido así cuando pretenden ir más allá y atentar contra la fiesta de toros. En algunos países latinoamericanos, luego de definirse sus respectivas formas de gobierno -casi siempre militarista, centralista, dictatorial-, fueron liquidadas las demostraciones taurinas. De regreso con los borbones, quienes al igual que la católica Isabel, dispusieron un cambio de fisonomía para la fiesta de toros. Sin embargo, como hemos visto, la continuidad se garantiza gracias a la forma en que el pueblo la acepta y se apropia, proporcionándole -conforme a cada época- un sello propio. Y tanto la "buena señora... (volvió) a disfrutarla con toda su fiereza", así también los borbones apoyan inclusive la promoción de la fiesta en diversos sentidos, que ni la "Pragmáticasanción" con la cual se "prohibían las fiestas de toros de muerte en los pueblos del Reino" de 1785 provocó daño alguno y las cosas siguieron un curso normal. Que hubiera en Nueva España algunos virreyes poco afectos a los toros es natural, pero una prohibición de gran alcance no se dejó notar. En 1801 el virrey Marquina, el de la "famosa fuente en que se orina" prohibió una corrida ya celebrada con mucha pompa, a pesar de la gota del simpático personaje. En el ambiente continuaba ese aire ilustrado que por fin encontró modo de coartar las diversiones taurinas, por lo menos de 1805 a 1809 cuando no se sabe de registro alguno de fiestas en la ciudad de México. Y es que fue aplicada la Novísima Recopilación, cédula que aparece en 1805 bajo el signo de la prohibición "absolutamente en todo el reino, sin excepción de la corte, las fiestas de toros y de novillos de (sic) muerte". En el fondo se pretendía Abolir unos espectáculos que, al paso que son poco favorables a la humanidad que caracteriza a los españoles, causan un perjuicio a la agricultura por el estorbo que ponen, a la ganadería vacuna y caballar, y el atraso de la industria por el lastimoso desperdicio de tiempo que ocasionaban en días que deben ocupar en sus labores.676 Y bien, bajo todo este panorama, ¿qué era del toreo ya no tanto en el curso del siglo XVIII, tan ampliamente conocido; sino el que se desarrolla en el siglo XIX? No hay mucho que decir. El toreo va a mostrar una sucesión en la que los protagonistas principales que fueron los caballeros serán personajes secundarios en una diversión casi exclusiva al toreo de a pie, mismo que adquiría y asumía valores desordenados sí, pero legítimos. Es más, 675 676

Véase La Jornada Nº 3454, del 21 de abril de 1994, p. 59: "Sobre las corridas de toros". Flores Hernández: "Con la fiesta nacional...” op. cit., p. 263.


En una corrida de toros de la época, pues, tenía indiscutible cabida cualquier manera de enfrentarse el hombre con el bovino, a pie o a caballo, con tal de que significara empeño gracioso o gala de valentía. A nadie se le ocurría, entonces, pretender restar méritos a la labor del diestro si éste no se ceñía muy estrictamente a formas preestablecidas.677 A su vez, las fiestas en medio de ese desorden, lograban cautivar, trascender y permanecer en el gusto no sólo de un pueblo que se divertía; no sólo de los gobernantes y caudillos que hasta llegó a haber más de uno que se enfrentó a los toros. También el espíritu emancipador empujaba a lograr una autenticidad taurómaca nacional. Y se ha escrito "desorden", resultado de un feliz comportamiento social, que resquebrajaba el viejo orden. Desorden, que es sinónimo de anarquía es resultado de comportamientos muy significativos entre fines del siglo XVIII y buena parte del XIX. Vale la pena detenernos un momento para explicar que el hecho de acudir continuamente a la expresión "anarquía", es porque no se da y ni se va a dar bajo calificación peyorativa. Es más bien, una manera de explicar la condición del toreo cuando este asume unas características más propias, alejándose en consecuencia de los lineamientos españoles, aunque su traza arquitectónica haya quedado plasmada de manera permanente en las distintas etapas del toreo mexicano; que también supo andar sólo. Así rebasaron la frontera del XIX y continuaron su marcha bajo sintomáticos cambios y variantes que, para la historia taurómaca se enriquece sobremanera, pues participan activamente algunos de los más representativos personajes del momento: Hidalgo, Allende, Morelos o el jefe interino de la provincia de México Luis Quintanar. Años más tarde, las corridas de toros decayeron (un incendio en la plaza San Pablo causó larga espera, desde 1821 y hasta 1833 en que se reinauguró). Prevalecía también aquel ambiente antihispano, que tomó la cruel decisión (cruel y no, ya que no fueron en realidad tantos) de la expulsión de españoles -justo en el régimen de Gómez Pedraza, y que Vicente Guerrero, la decidió y enfrentó-. De ese grupo de numerosos hispanos avecindados en México, había comerciantes, mismos que no se podía ni debía lanzar, pues ellos constituían un soporte, un sustento de la economía cabizbaja de un México en reciente despertar libertario. En medio de ese turbio ambiente, pocas son las referencias que se reúnen para dar una idea del trasfondo taurino en el cambio que operó en plena mexicanidad. Con la de nuestros antepasados era posible sostener un espectáculo que caía en la improvisación más absoluta y válida para aquel momento; alimentada por aquellos residuos de las postrimerías dieciochescas ya relatadas atrás con amplitud. Y aunque diversos cosos de vida muy corta continuaron funcionando, lentamente su ritmo se consumió hasta serle entregada la batuta del orden a la Real Plaza de San Pablo, y para 1851 a la del Paseo Nuevo. Escenarios de cambio, de nuevas opciones, pero tan de poco peso en su valor no de la búsqueda del lucimiento, que ya estaba implícito, sino en la defensa o sostenimiento de las bases auténticas de la tauromaquia. Así como se hizo el tratamiento específico sobre las condiciones socio-político-culturales y religiosas prevalecientes en los inicios de la décimo octava centuria, es hora de atender los esquemas poéticos como el de los Vuelos de la Imperial Águila Tezcucana, 1701, (…) descríbelos, con una pluma de la sobredicha Águila de su patrio nido, José de Isla: 1701 Jura de D. Felipe V, en Texcoco, 1701. (Del Cortejo y el Tocotín) En un Melado bruto, en encarnada silla de fondo carmesí lucido, 677

Benjamín Flores Hernández: La ciudad y la fiesta. Los primeros tres siglos y medio de tauromaquia en México, 1526-1867. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1976. 146 p. (Colección Regiones de México)., p. 111.


con hebillaje y clavazón dorada, jaez amarillo y encarnado unido, Juan de Vergara lleva en agraciada color roja los cabos del vestido, a que la plata dio bordadas haldas, y el cintillo y la joya de esmeraldas... Francisco de Bañuelos, una Aurora por joya lleva, de oro en esplendores; filigrana el cintillo le labora, y en blanco, negros cabos superiores; una trenza Morisca le mejora a la Jineta silla las labores; aderezos que viste su cuidado a un veloz Alazán, bruto Tostado. Juan Pérez, de diamantes una Rosa por joya de su pecho va luciendo, con el cintillo igual; tela costosa cabos de encaje blanco guarneciendo; de plata sobre azul, silla vistosa, brida, luz Milanesa repartiendo; y da de movimiento a un Moro bello morisca trenza, que le adorna el cuello...678 La anterior expresión de octavas nos lleva de seguro a un juego de cañas o al alanceamiento de toros, o a la danza de moros y cristianos, que es un producto de la época medieval. Su origen puede precisarse, temporal y geográficamente, alrededor del siglo XII en alguna parte del oriente de España, posiblemente Aragón, ya libre de la dominación sarracena. El combate fingido, antecedente formal de la danza de moros y cristianos, es uno de los temas más antiguos de la historia de la danza en Occidente. Y por tanto, la danza de moros y cristianos fue seleccionada como parte de la cultura de la conquista. No lo fue por ser anónima ni por típica, sino porque desempeñaba un papel en el proceso de la conquista. Pero –aun sin ditirambos-, resultan deleitosos, y miliunanochescos en su pueblerino teatro “Imperial”, sus gallardos jinetes, rigiendo sus “melados” o “alazanes”, con sus galas verdes y oro o plata y azul, fúlgidas de diamantes o esmeraldas. Del mismo autor 1701 El Alférez Real. El Pegaso corrido vuele veloz, pues queda deslucido y su color nevado de más cándida piel se ve burlado, cuando Alpe se previene aquél en que el Real Alférez viene: ¿con qué brío, qué gala, qué donaire 678

Alfonso Méndez Plancarte: Poetas novohispanos. Segundo siglo (1621-1721). Parte segunda. Estudio, selección y notas de (...). Universidad Nacional Autónoma de México, 1945. LXXIII-229 p. (Biblioteca del Estudiante Universitario, 54)., p. 151-152.


huella ligero, no la tierra, el aire! A la Brida ensillado de verde tela está, clavo pasado, de oro a flores lucida y de los mismos fluecos guarnecida; a que le dio el cuidado freno, estribera, hebillas de oro ahumado jaez sobre espumilla pajiza, verdes flores de bandilla; y en la frente a los vientos arboladas, un penacho de plumas encarnadas... ...de teletón vestido, por de color de Príncipe escogido, costosamente brilla a la Española gala de golilla que sobrepone hermosa realzada de Milán franja curiosa, a que dio peregrina la hechura de fino oro y plata fina. Al desgaire la capa al brazo asida, casi nada tapa, y en nevado decoro los cabos le releva plata y oro. Es la joya una Rosa y de diamantes Flor de Lis costosa, que sobre el noble pecho pone ufano el signo de Filipo soberano; y el cintillo no escaso de esmeraldas ajusta con un lazo, que da al sombrero francos vuelos al aire, con penachos blancos... ...doradas las espuelas son, del nevado Mar, no remos, velas; y un espadín aseado sobre plata también lleva dorado; y en Armas de Castilla y de León muestra, cogido el Real Pendón con mano diestra...679 El Pegaso (el caballo blanco)680 del Alférez, se compara a un Alpe (a un picacho nevado), y luego 679

Op. Cit., p. 153-154. Proviene de: 1701 Isla (José Francisco de): BUELOS de la Imperial Aguila Tetzcucana, A las radiantes Luzes, de el Luminar mayor de dos Efpheras. Nuestro Ínclito Monarca, el Catholico Rey N. Sr. D. Phelippe Qvinto [Que Dios guarde] Cuia fiempre Augufta Real Mageftad, aclamó jubilosa la Americana Ciudad de Tetzcuco, el día 26 de Junio de efte año de 1701. Siendo Alferes Real en ella El Cap. don Andrés de Bongoechea y Andvaga, Alcalde, que fue de la Santa Hermandad, por los Hijofdalgo de la Villa de Oñate, fu Patria en la Noble Provincia de Guipufca, en la Cantabria. Descrivelos [Con vna Pluma de fobredicha Aguila, de fu Patrio nido] Joseph Francisco de Isla: Dedicándolos Al Cap. Don Miguel Velez de la Rea, Cavallero del Orden Militar de Santiago, Diputado Mayor de la Contratación de la Flota de Efpaña, etc. De cargo del Almirante General D. Manuel de Velasco. Con licencia: En México, por los herederos de la viuda de Bernardo Calderón. Guillermo Tovar de Teresa: Bibliografía novohispana de arte (Segunda parte) Impresos mexicanos relativos al arte del XVIII. México, Fondo de Cultura Económica, 1988. 414 p. Ils., facs. (p. 11-16). 680 Véase: Guillermo Tovar de Teresa: Pegaso o el mundo barroco novohispano en el siglo XVII. México, Editorial Vuelta-Ediciones Heliópolis, 1993. 99 p. Ils.


(por su color, y la agitación, y las espumas con que tascaría el freno) a un nevado Mar... Y notar la rima de escaso y lazo... –la narración de la Jura, culmina con las salvas y regocijos, en que hay buenos rasgos: El Alférez Real fauces desata en monedas que son lenguas de plata... Poca información tenemos del Lic. D. Diego Ambrosio de Orcolaga, Abogado de la Real Audiencia de la misma Corte, quien sacó a luz una espléndida obra el año de 1713, por motivo de la celebración –por espacio de Tres Semanas-, del Natalicio del Serenísimo Señor Infante de las Españas El Sr. D. Felipe Pedro Gabriel...681 Veamos qué nos dice Orcolaga: 1713 Si de Astros, y de Estrellas, son fanales… Si de Astros, y de Estrellas, son fanales del Vulgo de las luces, Presidentes, no se vieron jamás concursos tales, venir de las comarcas diferentes el arte, el gusto y la naturaleza, ni con más Majestad, ni más grandeza. Los balcones que al sol fueron lumbreras, en orden tan valiente descollaron, que Babilonios fuertes, las esferas o Babeles confusos los juzgaron: No sin razón, porque sus primaveras en fecundos pensiles se atraparon, y las lenguas, que elogios pretendieron en tanta multitud, se confundieron. Mayo, y abril parece que en tal día barajados en flores se apostaban, si de ámbares el uno flux decía, en otro las primeras se miraban: Cada cual entre si se compería (sic), cuando por puntos de amalibea luchaban; que en tales lances, bien supo el verano por rendirse al real pie, ganar de mano. La belleza, donaire, y gentileza de racionales, de cupido arpones más cuerpo supo a dar su belleza por robar con más alma, corazones!

681

Biblioteca Nacional: 1109 LAF (1713) LAS TRES GRACIAS / MANIFIESTAS / En el Crisol de la Lealtad de México, don- / de con universales, celebró su aplauso por / espacio de Tres Semanas, el Fausto, y di- / choso Natalicio del Serenísimo Señor In- / fante de las Españas / El Sr. D. PHELIPE PEDRO GABRIEL, / que prospere la Divina Majestad para Co- / lumna de la Fe, y aumento de su Monarquía / Refiérelo sumariamente por sus Tres Estancias, EL LIC. D. / DIEGO AMBROSIO DE ORCOLAGA, Abogado DE / la Real Audiencia de la misma Corte; / QUIEN DEBIDAMENTE LE DEDICA. Y OFRECE / AL SEÑOR D. DOMINGO / ZABALBURU, / Del Consejo de su Majestad, Caballero / del Orden de Santiago, Gobernador, y / Capitán General, que fue de las Islas Fili- / pinas, y Presidente de la Real Audiencia, / que en ellas reside. / Con Licencia en México: Por los herederos de Juan Joseph Guillena Carrascoso.156 ff., ff. 24-25.


Si bandolera aquí naturaleza a sus leyes fundando en sin razones dejó a esta gracias, parcas de las vidas de ella prendadas, del primor prendidas. (La Fiesta de los Toros) En continuado triduo le jugaron de los que Diana682 aquel favor menguante medio círculo enfrente señalaron, (dilema de la parca terminante!) cuyo denuedo intrépido juzgaron ser de otra esfera monstruo dominante, y es que quizá se desprendió en un vuelo en tauro transformado, el león del cielo. De Europa, y de Pasiphe los amados, de Perilo tormentos encendidos, de Jafan los ardientes apagados, y de Jarama linces conocidos, de toda esta tarde toreados se vieron acosados, y curtidos, que en el valor, y el alma de tal día cobarde se escogió la valentía. Por que puesto en la lid, el bruto fuerte, horrible gladiador de arena tanta, si su fiereza hermosa los divierte, su despego, y orgullo los espanta; mas si su vista es teatro de la muerte, y del asombro su membruda planta, desvanece esta máquina arrogante el filo ensangrentado, de un infante. El jueves, ya que al cesar se le daba lo que era suyo, a DIOS de todo dueño de sus mismas finezas se tomaba, para gratificarle en tanto empeño: Luz de la zambra del que celebraba Melchifedec, y Aarón le dio en diseño, y en el Pan de los Ángeles, de Nieve, a DIOS le paga con lo que a Dios debe! Con el que en la vía láctea fue amasado pan en flor de azucena, siempre bello (...)683 Las astas de los Toros, fingen el semicírculo de Diana (la –del toro de Júpiter, robador de Europa, y de los de aliento de llamas que Jasón apagó con la magia de Medea), cfr. Ovidio, Metan. 2, 846, y 7, 100... –De la demencia de Pasifae, Virgilio, Egl. 6, 45 (y R. Darío, La Gesta del Coso). –Perilo, artífice de Atenas, forjó para Fálaris un toro de metal, que caldeado, arrancaba mugidos a sus víctimas encerradas en él... –Tales mitologías taurinas, las zahiere lindamente D. Leandro de Moratín, en La derrota de los Pedantes; mas olvidó la egregia oda de su padre, D. Nicolás, a Pedro Romero... 682

Diana: diosa virgen de la caza. José Francisco Coello Ugalde: Relaciones taurinas en la Nueva España, provincias y extramuros. Las más curiosas e inéditas 1519-1835. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1988. 293 p. facs. (Separata del boletín, segunda época, 2)., p. 77-78. 683


(Méndez Plancarte). Nuestro siguiente autor es el que puede considerarse como el primer cronista taurino: Fray José Gil Ramírez, “natural de México, Lector Jubilado del Orden de San Agustín, eruditísimo en las letras humanas... y maestro del célebre joven abogado D. José Villerías y Roelas”, el cual “vivió ciego muchos años y falleció por el de 1720” (Beristain). Su obra capital es Esfera Mexicana684 (1714), donde hace exquisita y valiente descripción de unas fiestas –como un rapto de una pluma / del águila de Augustino (Orcolaga)-, sin contar otra crónica especial de “Toros y Gallos”, en prosa líricamente gongorina y de grande eficacia plástica: las Sombras del Tauro, que Nicolás Rangel, al catalogar tan deliciosa narración, lo gradúa de el primer revistero taurino del siglo XVIII...685 El 6 de febrero de 1713, los miembros del Cabildo dijeron: Que están inmediatas las fiestas del nacimiento del Serenísimo Señor Infante (Felipe Pedro Gabriel, quien nació el 7 de junio de 1712 en Madrid, hijo de Felipe V de España y de María Luisa Gabriela de Saboya), y dispuesta la plaza del Volador para que en ella se lidien los toros. 686 Anotaba nuestro autor, para empezar: Tiene el cielo cuarenta y ocho imágenes que ilustran su zafiro una de ellas; que siendo imagen es signo, es el Toro, mentido robador de Europa y luciente honor del cielo; sujeto principal, por ser él la llave dorada de los astros, con la cual abre las puertas del año”. No lejos de él están dos Canes, menor uno, mayor otro; éste tiene una estrella en la lengua, con amagos de quien sigue, porque aún allí corre persiguiendo una Liebre, que cerca de él brilla, formada de luceros; ésta, como perseguida, en representación de quien huye. ¡Fuerza del hado! Pasó al cielo, pero no mudó de estrella; pues aún entre las inmensidades del astro, miente los afanes de corrida. Determinose, como arriba dijimos, por parte de esta Muy Noble Ciudad, para el natal regocijo, que al aparato plausible de los Carros, se añadiese la popular celebridad de los Toros. había la Esfera (la ciudad de México) tomando a su cargo festejar este nacimiento; y como por medio de las imágenes que en su cuerpo brillan, no podía concurrir al festejo, porque ni su Toro tiene alientos para embestir, ni vida para correr sus Canes, ni planta para la fuga su Liebre, sustituyó próvida la obligación, en sus figurados vivientes y sensibles animales, que regocijasen al Circo Mexicano, para concurrir con ellos, festiva, como en sustituto y apoderados suyos, al aplauso tan proporcionado como debido a tan heroico sujeto. Con púrpura caliente de feroces Toros, religiosa víctima de supersticiones gentiles, bermejearon cultos las aras húmedas de Neptuno; porque este marino numen, tan esforzado como poderoso, sujeta al imperioso dominio de su dantesco cetro, el indomable orgullo del mar, fiera cristalina, que hinchando bravezas en salobres montañas, pace vidas alentando a soplos; y despertando sustos a silvos con su brama, imita tan horrible como propio, el mugiente boato del toro. Siendo pues, nuestro glorioso infante, una juiciosa esperanza de los que discretos discurren, Neptuno español, a cuyo invencible brazo rendirá la undosa cerviz este salado monstruo, fiera 684

Op. Cit., p. 84. Cfr. Luis González Obregón: Las calles de México. Prólogo de José Luis Martínez, Cronista de la ciudad de México. México, Promociones Editoriales Mexicanas, S.A. de C.V., 1983. 420 p. Ils., retrs., fots., p. 169. El título de la obra es el siguiente: ESPHERA MEXICANA. SOLEMNE ACLAMACIÓN y festivo movimiento de los Cielos DELINEADO. En los leales aplausos que el Feliz Nacimiento del serenísimo Señor Infante D. PHILIPE PEDRO –Que Dios prospere-, consagró, dividida en los ilustres globos que la componen, la muy Noble, y muy Leal Ciudad de México... ESCRITA por el M.R.P.F. Joseph Gil Ramírez, etc. En México, por la viuda de Miguel de Ribera, en el Empedradillo, año de 1714, folio 39 a 43. 685 Nicolás Rangel: Historia del toreo en México. Época colonial (1529-1821). México, Imp. Manuel León Sánchez, 1924. 374 p. fots., p. 115-121. 686 Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 V, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots., T. I., p. 86.


que sobre los nativos bramidos con que espanta, armada ya de veleros paladiones, ya de guerreras naves, que puestas en son de batalla, sangrientamente encendidas, más que a la mortal llama del azufre, al ardor vital de sus iras, alterado de estrépito marcial a los vaporoso estruendos, segunda vez horrible, o muje al formidable silvo de las balas, o brama al destemplado crujido de los cañones; razón era que a las tieranas aras de su feliz aurora, como a futuro númen de la fluxible campaña, consagrara en sacrificio esta Meicana Corte, la ardiente púrpura de estos brutos, no solo por auge festivo del popular aplauso, sino también por feliz augurio de sus marinas victorias. Determinado, pues, el certamen de las fieras, pareció sitio competente para lidiarlas, la Plazuela del Volador, por ser sobre hermosa y capaz tan proporcionada, como de cien varas en cuadro. Aquí se levantó un vistoso y bien formado Circo, dejando dentro de él la principal acequia, por la parte más cercana del Real Palacio; dieron a su estructura, material los montes en robustas vigas y fornidos cuartones; dióles la forma el arte, en aquella antigua disposición y traza que esta Ciudad acostumbra; por la parte inferior las barreras, y entre ellas, dos toriles seguros y bien dispuestos; sobre éstas, hacia lo alto, primera y segunda lumbrera, cuyo techo servía de cuarto asiento, en orden para dar vista a la Plaza; en ésta, estrivadas y afianzadas sobre puntales derechos, se tendían cinco gradas, que venían a ser quintos asientos; y siendo lo más eminente del tablado, crecía hasta ellas desde el suelo en diez y siete varas de altura, tan bello Teatro, que aun en la pura madera servía de apacible recreación a los ojos. Un circo reconoció el Prícipe de la elocuencia en el cielo, pero sin fiestas; porque el León y el Toro, que pacen luces en sus campos, con eterno privilegio de Liebres, nunca se han visto prisioneros en el Coso de sus flamantes barreras. Este Teatro sí, que hollado de feroces lunados brutos, si no se vio más lucido, se gozó más animado; con menos esplendor para el lucimiento, pero con más alma para el regocijo. Llegó el día 13 de febrero, prefijo para el lidiatorio combate; y acelerando aquella mañana los aseos de la Plaza y adornos de los Tablados, para su decente lucimiento los vistieron de ricas colgaduras, preciosas alcatifas y vistosos tafetanes. Corrieron las horas; y poco tiempo después de haber mediado el Sol en su carrera, a tropas inundaba el concurso las calles; llegó a la Plaza, y negociando a fuerza de reales los asientos, llenaron en breve la espaciosa capacidad de las Lumbreras. Era innumerable la muchedumbre que oprimía el enmaderado buque, como las galas, así de los hombres como de las mujeres, sobre muchas eran tan varias, mezcladas éstas con la matiza hermosura de los Tablados, formaban un verano tan florido, que a tener aliento sus colores, hubiera retado para el campo a los Abriles. ¿Qué teatro admiró el mundo más hermoso? Bien pudo aventajarse en la material, aque aplaudido de Epidauro, prodigiosa invención de Policleto, doy que le excediera en riqueza, el celebrado de Egina, pero ninguno pudo competirle en primores. Brumaba el sitio y gradas de los remates, inundación de muchedumbre, de toda suerte de gentes y linaje de naciones: Esguízaros, Alemanes, Citas, Lombardos y Godos, de tan varios aspectos y semblantes tan distintos, que mezclados y revueltos unos con otros, parecía el alto país, una racional primavera de pieles. Bajó a su Tablado, por una puerta o ventana desde su Palacio Real, el Excelentísimo Señor Duque de Linares, seguido de la Ilustre Comitiva que en tales casos hace lado a semejantes personas. Ya a este tiempo, estaban llenos los cosos de generosos brutos y valientes toros, de nobles castas y alcuña conocida, por ser todos de los Bravos. Dieron las tres; y creciendo el fervoroso rumor de la gente, al sonoro aliento de los templados clarines, esperaron ansiosos el principio del certamen. Hizo una seña el Alguacil de la Guerra al torilero, que tan presto como obediente, abrió la puerta del coso; y al punto de su obscuro vientre, como de nube preñada, se abortó un rayo animado, que encendió los relámpagos en sus ojos, formando con sus bramidos el tureno. No bien había hollado la caliente arena el animado bruto, cuando valiente Cuadrilla de rejoneros y ligera tropa de Toreadores de capa, acordonándole el sitio, le había embarazado los pasos; provocábanle con señas y silbidos que atendía furioso; reportándose impaciente, bramaba al estímulo de su enojo, y airado escarbaba la arena; temerosas señas de sus mortales iras. Venció la provocación al reporte, y rompiendo impetuoso, acometió denodado al primero que le


esperó atrevido; repitió el cometimiento, librando la vida en algunos lances, por no rendir el hálito, sino por dar el triunfo al más dichoso; murió por último, más que a punta del acero, al precipitado arrojo de su cólera, manchando el suelo con el múrice de su sangre, para escribir con tinta roja, en el trágico papel de la arena, avisos inútiles a los otros. Lidiáronse catorce aquella tarde, con iguales lances y semejantes circunstancias, premios y víctores a los vencedores, como se acostumbra en tales ocasiones. Excedióse en bizarría el Excelentísimo Duque de Linares, que no individuo, porque hablar de esto, después de tantos y tan merecidos aplausos fuera Ligna mitere in Sylvan (echar leños en el bosque). Entretejióse al día primero, el popular alboroto de los Toros, con entretenidas Corridas de Liebres; resonó esta tarde el sangriento Circo, sucesivo y alternado, ya con terribles mugidos de Toros, ya con tenaces ladridos de Perros; éstos sin espanto, gustosos; aquellos, con el horror, deleitables. Con amagos de quien sigue, corre el can tras de la liebre en el cielo: con apariencia de quien corre, huye la liebre del can; la que allí es pintura, fue realidad en esta Plaza, y hostilidad verdadera, lo que en el firmamento persecución fingida. Soltaron en la Plaza las liebres; y libres de la trahilla los perros, viendo la presa a los ojos, la reconocieron astutos; y hallando que no les daban gato por liebre (privilegio concedido por la naturaleza sólo a los lebreles), dieron tras ellas; corrían a todo volar por librarse; y al paso que las liebre corrían, rabiaban los perros; ellas, intentaban a brincos su fuga, y ellos, hacían sus invaciones a saltos; pero como corre más la rabia seguidora que la timidez fugitiva, por último vinieron a caer en sus presas; pero luego, con palabras que se van a decir se las quitan de la boca. Sólo una salió entre todas privilegiada, pues después de haber fatigado ligera, la enemiga ambición de los canes, puesta en último aprieto, por verse ya sosobrando en tierra, se resolvió a buscar puerto en el agua; arrojóse a la acequia donde escapando el bulto, ella aseguró el principal, y los galgos perdieron los corridos. El segundo día se alternaron con el ruido de los Toros, gustosas Peleas de Aves del Sol. Es el gallo ave de Febo; porque como sienten muchos, cuando este lucido dinasta ilustra al Nadir a rayos, haciéndole ruido su dorado influjo, aunque a tanta distancia, con el silencioso estruendo le despierta, para que abriendo los ojos y alentando el pico, desvelado pregonero de la intempesta noche, de a los mortales el primer anuncio del día; circunstancia que pareció pensada al propósito, para que ni aún en la particularidad de este juego faltase concurso a este celeste Globo. Toros y Liebres muchas veces se habrían visto juntos; pero, Gallos y Toros es justa tan exquisita, que dijo un curioso, que de ellas sólo había visto una sombra en el nombre de Cornelio Gallo: discurriólas el amor que, como todo es ojos para las atenciones, es todo ingenio para las trazas. Es este juego de los gallos, entretenido, pero cruel; porque los plumados duelistas son tan porfiadamente animosos, que ninguno triunfa, si nó mata; porque ninguno se da por vencido, si no muere. Para que todos gozasen de este entretenido combate, se dispuso que en cada esquina de la Plaza hubiese una Pelea. Hízose así; y repitiendo una y otra vez, según lo permitió la alternación con los Toros y la brevedad de la tarde, terminóse con esto el día, quedando todos, con tan alegres y varias representaciones, gustosos y regocijados. Alternose desde aquí con el aparato de Carros, la celebridad de los Toros, que duraron seis días, repartidos en dos semanas, que corrieron tan felices en su entretenimiento, que siendo éste tan arriesgado, no se encontró en él una desgracia que funestase el júbilo. Ya me acuerdo que aquel soberbio Rey de romanos, Tarquino, por cierta desgracia que lamentó Roma en esta fiesta de Toros, mandó que de allí en adelante, se consagrase este popular festejo a las horribles deidades del Oroco; pero, habiendo sido tan felices las que consagró esta Corte a los tiernos arrullos de nuestro Español Infante, no merecieron que se dirigiesen a otro blanco sus regocijos, ni que en otras aras se sacrificara su sangre”. 687 Siete días después comenzaron las fiestas que inmediatamente fueron registradas por diversos autores; entre los que se encuentra Fr. José Gil Ramírez, quien dejó asentado en El paraíso de la Gula (-La Pirámide Gastronómica en la Plaza Mayor de México, para el popular alborozo, por el 687

Rangel, op. Cit.


Nacimiento del Infante D. Felipe Pedro, 1713-), unos pequeños fragmentos de las octavas que nos llevan hasta el entorno de la plaza, y por supuesto, de la gula: 1713 Cuanto Ganado a espaldas de la nuca… Cuanto Ganado a espaldas de la nuca688 cuchillo sufre, que su aliento beba, plato aquí fue de popular boruca, si desquite a la mano que le ceba. Desierto Metepec, yerma Toluca -moderna Extremadura a España Nueva-, lloraron, imitando ondas al Nilo, las sartas de Chorizos, hilo a hilo. Sabroso el Pavo, honor de cuanto vuela, guloso al apetito convidaba; la Gallina, el Carnero y Terneruela, y el fiero Toro689 de arrogancia brava (...)690 Aclaremos, en términos generales, la gula –exceso de bebida- fue la perdición de las clases bajas, las que en ese mismo siglo quedarían, junto con el resto de la sociedad, perfectamente retratadas por Hipólito Villarroel.691 Gil Ramírez sugiere ese título para “este opíparo Paraíso de la Gula, cuya descripción cantó, no sin sal, un curioso...” Y su idea y donación fueron del Duque de Linares, a quien informan los Comisarios: “El Pirámide... con cosas comestibles... costó cuatro mil sesenta y tres pesos...”692 La Estatua de la Paz,693 de José Rivera Bernárdez, es obra que salió publicada en 1722, con motivo de las nupcias del Señor D. Luis I con la Señora Hija del Duque de Orleáns, la cual no ignoró la ocasión de las fiestas de toros, que acompañaron aquel fastuoso acontecimiento. UNA APROXIMACIÓN A LOS PREÁMBULOS DE LA FIESTA TAURINA NOVOHISPANA. Propio de las ocasiones en que los alumnos de las instituciones educativas terminaban sus ciclos escolares, se realizaban diversas celebraciones, como la que nos refiere Francisco de Alcocer en su Tratado del juego (Salamanca, 1558, p. 295): En universidades famosas y adonde ay varones eminentes en letras y de grande consciencia, 688

Debe referirse al ganado que pasaba directamente al rastro, que por cierto se encontraba ubicado muy cerca de lo que fue el templo de San Pablo. 689 Esta afirmación nos permite entender el concepto de bravura que entonces debe haber existido, puesto que el toro es fiero y además, arrogante, lo que marca una idea de avances significativos en la posibilidad de la génesis de la crianza en cuanto tal, por parte de los propietarios de ganado. 690 Méndez Plancarte: Poetas novohispanos. Segundo siglo..., parte segunda, op. Cit., p. 182. 691 Hipólito Villarroel: Enfermedades políticas que padece la Nueva España en casi todos los cuerpos de que se compone y remedios que se le deben aplicar para la curación si se quiere que sea útil al Rey y al Público, introducción por Genaro Estrada, estudio preliminar y referencias bibliográficas de Aurora Arnáiz Amigo. México, Editorial Miguel Ángel Porrúa, 1979. 518 p. Además: Viqueira Albán: ¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas, op. Cit. 692 Rangel: Historia del toreo en..., op. Cit., p. 120. 693 Biblioteca Nacional: 1212/LAF/1722 Rivera Bernárdez, José. Estatua de la Paz antiguamente colocada en el monte palatino por Tito, y Vespasiano y ahora nuevamente trasladada (...) en las nupcias del Señor D. Luis I con la Señora Hija del Duque de Orleáns..., México, imp. Por Joseph Bernardo de Hogal, 1722 / (8º). 128 p. Cfr. Coello Ugalde: Relaciones taurinas..., op. Cit., p. 102-105.


quando recibe alguno las insignias y grado de Doctor (...), se corren los dichos toros... José de Villerías y Roelas (1695-1728), natural de la ciudad de México y abogado de su audiencia. A la más fina erudición en las letras humanas y lenguas latina y griega, juntó la aplicación más incansable; siempre enfermizo y siempre entregado a los libros, murió, con gran detrimento de la literatura mexicana a los 33 años de su edad en 1728. Estudiante de jurisprudencia, alumno del agustino fray José Gil Ramírez, hombre de estudio, letras y leyes, compuso, en latín o en castellano diversas obras de carácter literario, filológico, histórico y misceláneo, como es el caso de su Descripción de la mascarada y paseo con que la Real Universidad, nobleza y pueblo de esta imperial corte de México celebró la posesión de la cátedra de Vísperas de Teología que obtuvo el Rdo. P. Fray José de las Heras... México, Herederos de Francisco Rodríguez Lupercio, 1721, obra que en sí misma no posee ninguna referencia para el presente trabajo, pero por otro lado da una completa visión sobre los participantes en el mencionado desfile, que lo mismo acudían a estas mascaradas y paseos que a los toros, con lo que es posible tener una aproximación a los preámbulos de la fiesta novohispana. De tal forma que para congregar a los referidos protagonistas, escribió un poema descriptivo que recibía el nombre latino de victor [vencedor], composición originalmente escrita en griego. Los epigramas son breves –en total, treinta versos-, que poseen importancia singular, que sirven para imaginar el boato, pero sobre todo la diversa comunidad que pudo participar en la “posesión de una cátedra” que en la plaza, recordando que fue la del Volador la que entonces daba con mayor frecuencia diversos espectáculos. Y ya que estando tan cerca la Universidad del mencionado coso, vayamos lo mismo al desfile que a los toros, porque Cuando a las dos y media (antes un poco; mas miento, que las dos eran cabales), se vieron sólo a la función, que toco, despoblados los barrios y arrabales. Que ya se ve, el noble o el pueblo llano gozaban intensamente ambas demostraciones. 1721 Yo aquél, que hecho un Virgilio con sotana… Yo aquél, que hecho un Virgilio con sotana, aun no siendo poeta, me hice Vates, y en latín escribí la otra semana, porque no me entiendieran los Orates. Y que canté trescientos disparates, siendo cada palabra un solecismo, ahora vuelvo aquí a cantar lo mismo. ¿No han dado en que les canten en romance? pues yo les cantaré hasta darlos tedio; y si cantare mal, en este lance, aun bien, que el porfiar es el remedio cantaré hasta ponerlos en mal trance, que los abra mi voz de medio a medio, cantaré hasta dejarlos enfadados, más, que cuando les canta a los quebrados. Tu ayuda imploro Musa, y bien echada enfermera Talía,694 de poquito, que he quedado con obra tan pesada de comer sinalefas, casi ahíto. 694

Talía: musa de la comedia.


O una venda a lo menos, si te agrada, que te aseguro, que el poema escrito me tiene con sus sílabas oscuras la vena hecha una criba de censuras. Cantaré, pues, grandezas, bizarrías, aderezos, jaeces, cascabeles, galas, gualdrapas, Condes, Señorías, rector, Doctores, Mazas y Bedeles, y también mojigangas, fruslerías, y retazos, y trapos, y arambeles; todo en fin lo ridículo, y lo bello, que esto llaman acá, dello con dello. Érase el mes de junio, verbi gracia, con su Alameda y su San Juan ufano; cuando al revés el Gambaro se espacia, y a todos amanece más temprano. El día, si queréis saber su gracia, fue un señor don Domingo de Lozano, muy bizarrazo y de muy linda cara, y la tarde señora doña Clara. Cuando a las dos y media (antes un poco; mas miento, que las dos eran cabales), se vieron sólo a la función, que toco, despoblados los barrios y arrabales. El vulgo incierto, en sus mudanzas loco, dividido, en corrillos desiguales, entre confusa variedad vestía traje de sedición a la alegría. Unos ganan esquinas; otros dudan cuáles serán las vías verdaderas; para el riñón de la ciudad se mudan los que vivían en las asentaderas; aquí tropiezan unos; otros sudan; a otros se les abrasan las molleras; muchos se van acomodando aprisa, y todos dan, a quien los mire, risa. Las mujeres se afanan y se apuran, solicitando asientos descombrados; otras en los zaguanes se aseguran, a pesar de melindres afectados; cansadas las de a pie de andar, murmuran a las que van en coches alquilados; y ellas porque las hablan y las vean, saludan, y se asoman, cecean. Ya todas las ventanas y balcones habían los vecinos entre tanto, de sedas, tafetanes y listones colgado sin ser día de su santo, cuando empezó a llamar las atenciones, metido casi el alborozo a espanto, el rumor de timbales y clarines, llenando al horizonte los confines. Aquí fue donde el júbilo a la gente


palpitar hizo el corazón ahora, que cual si los cogiera de repente, así los turba la expresión sonora. Éste alarga el pescuezo de impaciente; inquieto aquél de puesto se mejora; y los chicos de cuerpo al mismo instante reniegan de los altos de delante. El tren de la ciudad era ruidoso, el que causaba tan alegre estruendo, ya fatigado el bronce escandaloso, ya los tirantes odres repitiendo, cada cual en el hábito rancioso de alta gorra, con sayo reverendo, imitando en adornos y matices imágenes antiguas de tapices. Pasaron; mas al punto se desata un diluvio en escuadra turbulenta, que siendo tantos los que desbarata, mas el mismo desorden los aumenta: La admiración absorta se arrebata. Cánsase ya la vista más atenta; refriegan todos ojos y pestañas, y la atención le sirve de legañas. (. . . . . . . . . ) Ya la Nobleza con blasón severo la función autoriza en larga tropa: Cual igualando el costo y el esmero, hace en llamas de oro arder la ropa; cual con joyas preciosas al sombrero todo el Oriente abrevia en una copa; cual libreas ostenta en fin mejores, que en otras partes galas de señores. No digo que son hijos los caballos del viento, porque el céfiro se holgara de poder competirlos, no engendrarlos, que aun Saturno destroto se alegrara; no digo que pudiera aventajarlos al suyo el Macedón, ni que tomara a verlos hecho el dios del mar tampoco; ni digo nada, porque todo es poco; en negras mulas con alarde serio ordena, y menos gloria no recela, Minerva los magnates de su Imperio en las ínfulas doctas de la Escuela: A las letras honor, y vituperio a la ignorancia; el número desvela; que no contará más, quizá borlados, la Sorbona teología en sus grados. Va la Filosofía, taller claro de la prudencia y norma del consejo, de la virtud las Leyes firme amparo; y de la Fe los cánones espejo; las Medicina del vivir reparo,


y de la Omnipotencia fielbosquejo; y entre todas las reinas Teología, que al mundo ilustra, y al Olimpo espía. A pie muchos aquí, con nueva traza, una guardia de corps fingen burlesca, que el concurso vulgar desembaraza, con alboroto, baraúnda y gresca, a voces van gritando: plaza, plaza, y con superchería soldadesca, sin distinción de buenos y de malos. la gente apartan y amenazan palos. A estos mismos igual en toda era, la lucida y faceta compañía, que por detrás seguía caballería como equipaje a tanta gallardía; (cual suele a la persona placentera del gran Virrey algún festivo día), sin saberse a qué dar más alabanza, si a tanta autoridad o a tanta chanza. Con agradable majestad poniendo fin, el Rector amplísimo a la poma llegó, y en sus progresos añadiendo sujeto al bronce, que su aliento rompa; al bronce digo, que con son horrendo, materia presta de la sonora trompa de la Fama; mas ¿cuál habrá que baste y que tan alto asunto no contraste? A su siniestra, alegre, va el padrino, Medina en sangre, que en la ilustre selva de esta Corte no hay árbol peregrino que en sus ramas sus vástagos no envuelva. Su castizo bridón, bizarro vino, porque a los otros la cuestión resuelva, pues le dio el voto más escrupuloso el precio del más grave y más brioso. A la mano derecha. Mas ahora, en vano esfuerzas, Musa, el plectro, en vano, a explicar en tus números canora lo que aún no cabe en tu discurso arcano. Así observó pasar, Luna y Aurora, trasnochado, en los campos el villano. Hasta que el Sol, con pródiga alegría, en los ojos le dio con todo el día. El día de Joseph, que de hito en hito el concurso registra circunstante, mientras él al placer, casi infinito, inunda grave en esplendor flamante. No con mayor aclamación Egipto al antiguo Joseph saludó amante, que México al moderno, en voz festiva, juntos el Dios te guarde, con el viva. Vive, pues, vive, que impaciente Clío en las burlas, y mal hallada en tanto


juego, y desconcertado desvarío, a ti convierte ya su débil canto. Declina de la Parca el señorío, y de tu vida Cloto con espanto, en vez de estambre, en rueca de piropos, hile la misma eternidad a copos. Vive feliz y el afán prolijo, en honradas tareas floreciente, asegunde del pueblo el regocijo, cuando en premio más digno el gozo aumente: Pues padre te ve ya, quien te crió hijo; tu religión sagrada al mundo ostente, entre sus altas inmortales glorias, a los futuros siglos tus memorias. Que si al otro Joseph aclamó padre con voto general bárbaro el Nilo, porque de la escasez de la gran madre, con sus silleros fue próvido asilo: A ti (Joseph) ¿cuál nombre habrá que cuadre, si en mies de letras, con igual estilo, dan a las carestías venideras sobrados frutos tus copiosos Heras? La fugitiva hija de Peneo,695 depuesta la urañía y los desdenes, ya ronda tu persona, con deseo de esmaltar sus pimpollos en tus sienes: En tres laureles convertirla veo por tu frente sus músculos perennes; tres juntos no son dignos de ti solo. Las Gracias todas en desnudo terno en tus acciones Júpiter coloca; y olvidan ellas el festín alterno, por residir contentas en tu boca; por ti Palas el ático gobierno a tu mente política revoca: Y en copia Hiblea la feliz Suada a tus labios sus néctares traslada. ya tu patria presume, por ti solo (cuando no le sobrara tanto lustre) a la preciosa arena del Pactolo envidia dar, en su raudal palustre. De mala gana ya amanece Apolo, hasta mirarte en pompa más ilustre y negará sus rayos a tu estrella, 695

Ángel Ma. Garibay K.: Mitología griega. Dioses y héroes. México, 5ª edición, Editorial Porrúa, S.A., 1975. XV-260 p. (“Sepan cuantos...”, 31)., p. 202. ¿Penteo?: hijo de Equino y Agave. Al regresar Dioniso de sus conquistas por el Oriente, Penteo lo desconoce y se burla de él, por la forma en que aparece. El dios seduce a las mujeres, comenzando por la madre de Penteo, Agave, y las hace ir a la montaña en forma exaltada. El rey de Tebas, que es Penteo, pretende ir a enfrenarlas. En su locura lo toman ellas por un león, o una fiera que las asalta, y es hecho pedazos por su propia madre, ayudada de las demás. Tal vez el mito encubre la mística de alguna manera de sacrificio humano.


si te negare sus influjos ella. Ya la iglesia en vestido recamado, de variedad cercada, el gusto muestra y asiste en nupcial júbilo a tu lado a la tuya alargando ya su diestra; y tú cual suele el novio deseado, corrida del deseo la palestra, buscar alegre el tálamo dichoso galán ostentas parecer de esposo. Ya oigo al balido de la grey contento, que en el redil de tu presente celo los esquilmos pacíficos aumenta al Soberano Mayoral del Cielo: Ya activo al medio día la apacienta; y a la noche la guarda tu desvelo de la acechanza del león sangriento, que rodea buscando su alimento. ¡Oh, llegue ya ese tiempo prevenido, en que la suerte alguna vez, alguna, esmalte lo feliz en lo entendido, y lo dichoso con lo digno! Una, en que dándote el premio merecido, satisfacción dé al mundo la Fortuna, de que tuvo enmendada al fin talento, para elegir algún merecimiento. Que yo en tanto la lira destemplada, que tan mal ha sabido obedecerte, dejaré de estos álamos colgada, por si algún tiempo a darte gusto acierte. Mientras la fama en ecos dilatada, la lengua eterna en tu favor divierte y en los distantes términos que alcanza, con mejor voz prosiga tu alabanza.696 1722 Estatua de la Paz. (. . . . . . . . . .) Que muertos los deseos vieron lograr Pensílicos Hibleos. o de el templo lo diga siempre ejemplar de una piadosa viga la función tan costosa, con que gracias a Dios dio fervorosa su devoción activa; donde, mas que ascua viva 696

Francisco de la Maza: LA MITOLOGÍA CLÁSICA EN EL ARTE COLONIAL DE MÉXICO. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1968. 251 p. Ils., facs. (Estudios y fuentes del arte en México, XXIV)., p. 153-156. Cfr. Roberto Heredia Correa. Albores de nuestra identidad nacional. Algunos textos de la primera mitad del siglo XVIII. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Coordinación de Humanidades, 1991. 125 p. (Biblioteca de Letras), p. 99-105.


ardía en su pecho amante la fe, con que constante al cielo le pedía por el aumento de la Monarquía: Precediendo a ella en fuegos, y candiles, si liberales gastos, no civiles; porque de su franqueza cortedad juzga la mayor largueza. Publíquenlo severas dentro del Circo las treinta y dos fieras, que en un día se lidiaron, a los que las miraron dando gusto, y espanto, de su valor con singular quebranto; ya en los Toros feroces, que en bramidos, y voces cobraban la requesta de su indomable destrozada testa; ya en cíbolos valientes,697 que regionales monstruos eminentes con erguidas cervices el color sin matices; ser cada uno es notorio irracional lanudo promontorio, abultado coraje, de los montes horror, Toro salvaje. Mas para que me canso en referirte, lo que bien no alcanzo? no siendo de mi intento; sino es, contarte el superior contento, con que los cisnes sabios, de otros antiguos émulos, y agravios, el humor agotaron de Hipocrene,698 y hablaron ebrios de sus cristales tales elogios en conceptos tales, como verás curioso, si el papel leyeres; aunque ansioso sincopa sea el estilo, que corte de tu gusto el cuerdo hilo. Y pues que ya te he dicho, por uso, por costumbre, o por capricho el motivo de el hecho, de ello quedes, o no bien satisfecho; 697

Al parecer era una costumbre más o menos establecida, el hecho de que se jugaran o se corrieran cíbolos. Así como encontramos ese dato con las correrías de Luis de Velasco en el bosque de Chapultepec en 1551, también aparecen mencionados dichos ejemplares en la cuenta de gastos de la recepción del arzobispo-virrey Juan Antonio Vizarrón y Eguiarreta en 1734. Véase: Salvador García Bolio: “Plaza de Toros que se formó en la del Volador de esta Nobilísima Ciudad: 1734. [Cuenta de gastos para el repartimiento de los cuartones de la plaza de toros, en celebridad del ascenso al virreynato de esta Nueva España del el Exmo. Sor. Don Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta]”. México, Bibliófilos Taurinos de México, 1986. XX + 67 p. Ils., facs. 698 Hipocrénides: las musas. Dióseles este nombre por el de la fuente Hipocrene, consagrada a ellas.


o me culpes, o no piadoso, o recto; o te parezca bueno, o imperfecto; ya cumplí con mi oficio, (. . . . . . . . . .)699 Cayetano Javier de Cabrera y Quintero es el siguiente autor a considerar en este compendio. A decir de Eguiara y Eguren en su Biblioteca Mexicana, dice de Cabrera y Quintero: Mexicano de origen y de nacionalidad, habiendo sembrado hondamente los fundamentos a favor de las letras más amenas [Humanidades y Retórica]. Adscrito entre los cultivadores de la Teología y, tenido entre los primeros, adquirió también el grado de la misma facultad. A pesar de que no se ofrece una fecha estimada de nacimiento y muerte se considera que nació a fines del siglo XVII muriendo entre 1775 y 1778 en el convento de los padres hospitalarios betlehemitas de la ciudad de México.700 Su obra es muy extensa, puesto que se registran hasta 162 diferentes trabajos. 701 En esta ocasión, nos aproximamos al HIMENEO CELEBRADO,702 cuyo contenido arroja importante cantidad de elementos poéticos. 1723 HIMENEO CELEBRADO APLAUSO QUARTO Levantase en los brazos de sí mismo, a desahogarse en la Región del viento, (recelando quizá, su corpulencia plan deleznable, y sólido cimiento hundan en el Abismo) el Mexicano; Augusto, Real Palacio; bien que su incontinencia, a innoble Plan, tenaz cimiento unido, con lapidosos Grillos cauto prende, e igual, por tanto espacio, cuanto, tres veces, de Arco recogido, con ímpetu no tardo 699

Op. Cit., p. 104-105. Claudia Parodi. Cayetano Javier de Cabrera y Quintero. Obra dramática, teatro novohispano del siglo XVIII. Edición crítica, introducción y notas de (...). México, UNAM, Instituto de Investigaciones Filológicas, 1976. XCV-256 p. (Nueva Biblioteca Mexicana, 42)., p. XIII-XIV. 701 Op. Cit., p. LIV-XCIII. 702 Biblioteca Nacional: 1379 / LAF (1723). Cabrera y Quintero, Cayetano de. HIMENEO CELEBRADO / FESTIVOS APLAUSOS, / CON QUE LA MUY NOBLE, E IMPE- / rial Ciudad de México, celebró el feliz contrato de / las Nupcias del Serenísimo Señor DON LUIS / FERNANDO, Príncipe de las Asturias, con la / Serenísima Señora Princesa de Orleans, &c. / DESCRIBÍALOS / El Br. Cayetano de Cabrera, y Quintero, / Y LOS DIRIGÍA / Al Cap. D. Joseph de Rivas Angulo, / Ensayador Mayor de todo el Reyno, Balanzario de la / Rl. Caja &c. Quien los consagra reverente / Al Exmo. Sr. D. BALTASAR / DE ZÚÑIGA GUZMÁN SOTO/ MAYOR, Y MENDOZA, / Marqués de Valero, de Ayamonte, y Alenquér, / Gentil-Hombre de la Cámara de su Majestad, de su / Consejo, y Junta de Guerra, Vi-Rey, Gobernador, / y Capitán General (que fue) de la Nueva España, / y Presidente de su Real Audiencia, Mayordomo / Mayor de la Serenísima Señora Princesa / de las Asturias, &c. / . . . / CON LICENCIA, EN MÉXICO: / En la Imprenta de Joseph Bernardo de Hogal: En el / Puente del Espíritu Santo. Año de 1723. 128 p. 700


recorrer puede desprendido Dardo, su Fábrica prolonga, y la desprende; tal es su Arquitectura, en el follaje tal, y en la estructura, con que el Pórtico, y Frontis numeroso Crespa Pilastras, Frisos, y Acroteras, que si no (tanto pide su alta cumbre) al cielo aspira, y llega, a ser Coloso; luego que el Sol, con soñolienta lumbre, su cumbre enciende, dora sus vidrieras, tal claridad, tal esplendor recibe, que es Palacio del Sol; pues en él vive. Toda esta dilación, y más que encubre la pluma, que camina, a suelta rienda, al que viador la espía distinta se descubre, por la que el Frontis mira recta senda mas cercano se ofrece, y los que antes enmarañaba en copos la distancia boreales caballeros, si vagantes, descansada la vista recopila, y su confusión hila, cuando ve, que cada uno en el contorno de la que huella estancia, devana el viento con cuádruple torno. Cuando ve, pues, en brutos generosos que haciendo de los brazos box viviente, sus crines peinan, y su crencha igualan, largo tropel de aquellos, que oficiosos de las vainas de Marte proveedores, guarnición bruñen, hojas acicalan, y arman en un instante, rígida espada de tenaz diamante. Los cuales, de la paz anunciadores, blancas vistieron galas, que si copian la pura tez de blancos alelíes, su inocencia escarnecen, cuando en grana se riegan, y se apropian purpúreas fajas, listas carmesíes; y campeando de leales, orlado bandas; y vestido cintas al cielo elevan, y a la luz ofrecen el Real Escudo de las Armas Reales buen anuncio (exclamó locuaz Amyntas, que en lugar no patente, acaso estaba, y, haciéndolos, misterios exploraba) buen anuncio; que ya los que sañudos ministros eran de campal pelea, y, a quienes (menesteroso de su arte) sanguinolentas galas daba Marte; pacífica librea; porque del todo no se vean desnudos


les viste en sus aplausos Himeneo. 703 Mas se explicára, si seguir no viera de estos las huellas, con igual arreo, los dos Gremios de aquellos confundidos, que, abejas racionales, conocidos, cuando en ferviente obrador trabajan, unos tratable labran blanca cera; del panal, otros, que imitar persuaden en blancas gotas el almíbar cuajan, y a dulces frutas mas dulzura añaden; diversos en su oficio; mas, dejadas sus diarias vestiduras goteadas, todos galanes, todos semejantes, o en sus crespos penachos, si peinados, o en los que visten cabos bien bordados, que ajustan cuantos, les tejió vestidos, la piel tratable de curados antes: lucidos todos; pero más lucidos cuando (como del sol las claras luces con vaporosos truenos, que arrojan disparados arcabuces, cuando el sol luce, apagan) procediendo en la noche más serenos su opacidad estragan. Con cuantas ardiendo hachas sin sosiego, declaran en las manos, del corazón el excesivo fuego. Jóvenes dos nacer de su ceniza? Pues así mucho joven, que en lo erguido, por su Corona tanto fuego envuelve, si en ceniza se llora confundido, de su misma ceniza, a nacer vuelve del Mexicano amor signo lucido, en alados faroles, se resuelve, y, yerto el sacrificio, que pregona, queda de tanto incendio, por corona. Tanto, por fin, que solo los que erguidos gigantes, daban, al tonante espanto, de la noche en tres cursos, repetidos, joyas sin-cuenta dieron a su manto, sin numerar aquellos, que lucidos; aunque pigmeos daban entretanto, si sonoras sonajas nunca quedas, al carro de la luz doradas ruedas, ni menos dar, a luz toros festivos, que Armados burlan de alquitrán cubiertos; pues como ya los esperaba vivos, la atención no ocuparon toros muertos: 703

Garibay K.: Mitología griega..., op. cit., p. 141-2. Curioso caso. Muy mencionado en la poesía griega y muy borroso. Hijo de Ares en alguna leyenda y de infortunado matrimonio, no feliz en alguna ocasión. Hermoso como nadie, pero mal visto en las bodas, que él preside. Es probablemente una pura personificación de la alegría de la noche inicial en las bodas.


Tanto, digo, que Estenopos altivos, que el fuego rigen, y en su vuelo inciertos el aire infectan, cual tropel de avispas, así clararon en rumor de chispas: Qué es esto? (Genios) donde esta horizonte raudales guarda de tan viva llama? Represa, por ventura, al Acheronte, y con bombas continuas le derrama? Como no teme de infeliz Phaetonte,704 carro sea el artificio, que la inflama, y ciudad que a la noche solemniza, campo amanezca estéril de ceniza? A que numen levanta diligente el de las bodas Dios copiosa tea? Tremebunda Tynacria acaso frente, que Erebo amante, robador campea? El tálamo se aplaude, que luciente aun entre nubes, hecate platea, y abrazada en sus llamas, mariposa a la Eftygia deidad con bella esposa? No os engañáis: ni la razón infama, que sea la que admiráis pompa divina? Pues sino Plutón, y Hecate,705 se aclama numen mayor, mas bella Proferpina: Así les respondiera; mas me llama el que a darles respuesta se encamina; pues qué númenes son? De este contexto cómico lo dirás, Aplauso sexto. El APLAUSO QUINTO no se registra en virtud de no presentar ninguna evidencia del tema en revisión. APLAUSO SEXTO Yace en el Real Palacio, culta sala, brillante gabinete, si nocturno, donde abrogaba la arte el impío cetro de benéfica cirse (si, como suele, galas al vestirse, tablas altera cómico coturno) al compás numeroso del, que calzado pie, Mercurial ala,

704

Garibay K.: Mitología griega...., ibidem., p. 105-106. Faetone: hijo de Helio y Climene. Cuando supo quién era su padre, fue a pedirle que lo dejara guiar sus caballos desde el Oriente. Lo concedió Helio y el muchacho en su fogosa juventud, los lleva arrebatadamente y se encabritan produciendo en el mundo mil desastres. Claman todos a Zeus en demanda de remedio y Zeus lo mata con un rayo. Fue a caer en el Eridano y sus hermanas, que lo habían seguido contemplando desde la tierra, se convirtieron en árboles de ámbar que gotean lágrimas constantemente. Mito también primitivo y bien dramatizado por Ovidio. 705 Ibid., p. 114. Hecate: diosa telúrica, probablemente de origen prehelénico. Poco precisa en sus lineamientos e historia mítica. No aparece en los poemas homéricos y sí en Hesiodo. Hay quien discuta la autenticidad de este pasaje.


(que pies tiene también canoro metro) en músico rumor, Ícaro, bucla, siéndole aguda, si vocal espuela. Ya Júpiter ligero (como su-ave alas vestido de volante pluma) el Alcázar dejando de los cielos; ya vistiendo en mares la dorada hija de la blanca espuma: Ya Venus exornando regia Delos al gusto de Latona706 peregrina, ya a su antojo sirviendo los manjares: Y ya la misma escena, que cansada de haber corrido grave la jornada a la jocosa meta le reclina; donde entre otros histriones, sincero Montañés; mas mesurado añadiéndose dones sin más caudal, que el de su voz alterna, hizo diestro el papel del amo criado. Ya por fin de tal fiesta el delicado sainete alegre, baile placentero, que, al, que cómica musa metro alterna, de las más bellas formas adornado, que ministro el Vertumno celebrado del aplauso tercero, coronó de la escena la ardua frente. Bien, que poco antes superior corona de sí misma logró, cuando luciente (aunque a la sombra de frondosa palma) dividió en dos planetas toda su alma, la que estériles rayos de Luzina, con luces fecundo fértil Latona. Empresa, que al deseo, del Augusto Himeneo como nacida vino; no ya tanto; porque a elogio de Nupcias no vulgares las thedas deben ser los luminares en la corona de Himeneo; cuanto; porque en el cielo Hesperio, cual Latona en el cóncavo hemisferio, exploró, a Phebo, y admiró, a Diana, con las que les vistió purpúrea grana, monarcas en la espera más lucidos: La nunca extinta púrpura vestidos sus Príncipes lucir España admira, y arder, mejor, que en fanal Phebeo, salamandras en rayos de Himeneo. Y, en fin; porque si al sol, que rayos gira príncipe aplauden signos de su esfera; al que España venera, 706

Ib., p. 152. Leto, latona, en forma romana: una de los Titanes, hija de Coeo y Febe. Famosa por sus hijos, Apolo y Artemis.


séptimo aplauso preparó benigno con el undécimo, el segundo signo. APLAUSO SÉPTIMO Peyne de rayos circular, Apolo, del etéreo León araba el pelo, cuando a aplauso de LUIS del alto Polo, el Toro celestial bajaba al suelo: En capaz Plaza se presume solo festivo signo; pero Acuario anhelo deshebrándose en lágrimas hilo, á hilo, descubrió, a nuevo Aplauso, nuevo estilo. Viértese proceloso, y tanto llueve, que parece, que a la ánfora en que cave, del Toro, que del Polo se conmueve alguna punta fue torcida llave: Entre espumosas olas Tauro leva animada de Europa fuera nave, a no saber en temporal violento recogerle la Vela el escarmiento. Zozobró, en fin, hasta que el Sol dorando de la Virgen Celeste el rostro ciego, y el estéril Septiembre la hoz vibrando cortó de Acuario el deshebrado riego: El sol poroso, con estilo blando ondas chupó en arena; y luego, luego con un rayo, que en reja se disfraza abrió al sañudo toro seca plaza. Donde de audaz Phaeton hermana verde trenzada teje pública Alameda, en cuadro regular, que el suelo muerde, sube erguida la plaza, y presa queda: Su cumbre el lince fatigado pierde, su trabazón al más Teseo enreda, pues era ya su seno mal distinto, de recortados cedros Laberinto. Ciudad portátil en Espera escasa multiplicado, artífice vadea, que a una Ciudad entera, que esta abraza es bien, otra ciudad concavo sea: Los suelos funda, los Palacios traza, sobre Edificios quatro, cien quartea, en cuyos seños, cuando se contrata, cuanto entra en Gente, se liquida en Plata. Jardinero el Pincel, a su fachada húmedo fecundó tales Abriles, que del Fovonio la aura delicada mejor no matizára sus perfiles, que mucho? Si a su fábrica trasada de los ligeros pesos tantos miles, cuantos en veinte y cuatro, a los afanes del hierro labrador fueron imanes.


Industrioso gusano (vivo torno, que en ramas enredado, en hebras queda) verse permite el primoroso adorno, cuando en lignea mansión telas enreda: Escarseado taladra su contorno, y en cuanto afan espuma, vierte e seda, que en Embrión agradable de matices, gallardetes tiñó, pintó tapices. No de Pomona frescos miradores labró mejor urbana agricultura, jaspeando los tintes de sus flores bóvedas de silvestre arquitectura: No Iris del Prado, faja de colores, arcos corvó a las naves, que figura, ni por doceles suspendió, a sus salas, de mariposas las pintadas alas: Como, a la plaza fértil primavera vistió en doceles vegetales aseo, y en cavados remansos de madera, sin riego fecundó florido Hybleo: Vestida flores, mil cada Barrera, nuevo pensil se cultivó, al recreo, mariposas, su seno, Abril, sus naves, iris sus arcos, sus banderas aves, en este, pues, de gente, y de colores mar proceloso, náufragos los ojos, un Pharo admiran, cuyos resplandores, llamas, nutrieron Gallardetes rojos: Un castillo murado, a los rigores de cuantos combatientes, sin enojos, buitres quieren hacer de sus entrañas, las que juegan al aire leves cañas. Ya Sierpe de metal; pero ladina convoca al juego, a la carrera llama; bufa el Caballo, y por entrar, se empina, el toro cruje, y por salirle, brama: A objetos dos la vista peregrina, para admirar cualquiera se derrama; mas batída la puerta, en ella encuentra, que antes que el toro salga, la escuadra entra, doce africanas garzas (bien sus plumas en el papel lo escriben de sus galas) sobre Favonios doce, y sus espumas, las marlotas esparcen de sus alas; si no copetes de nevadas brumas, penachos sus turbantes son de Palas, eclíptica, a que dieron circulares partidos astros, íntegros Lunares. Fazeto707 Atlante, Norte de sus huellas, 707

Faceto: que quiere ser chistoso, pero no tiene gracia. Muchas comedias o mascaradas que se desarrollaron en el virreinato tenían la doble etiqueta de “a lo grave” o “a lo faceto”. Es decir, mascarada o comedia seria o cómica.


en lugar de compás sus plantas mueve, y numerando el hado las estrellas, feminea risa compra, con su nieve: De un príncipe, a las tímidas querellas, adulador mendaz; consuelos llueve; y de su voz el Turco satisfecho espera el triunfo recostado el lecho. A apresar cuantas Garzas se congregan, doce águilas le ofrecen españolas, que sobre hijos del Zéfiro navegan, de la fuente del sol purpúreas olas. Alas a su carrera se desplegan las crespas crines, las peinadas colas, garras las lanzas, picos los aceros, copetes, plumas, plumas los sombreros. Corvas cuchillas, que el Favonio afila cortan los cavos la áspera campaña: tras ellos cada escuadra se deshila, y voluble en la meta se enmaraña: Circula el fuerte, y fimbria le perfila, a su rotunda falda, tan extraña, que le ciñe, si no viviente anillo, animada muralla, a su castillo. Tal del fuerte, que en orbes los quebranta, se libra cada cual, que a su carrera, ni fuera freno, pomo de Atalanta,708 ni de Euridice709 el Aspid, grillo fuera: Vuelven a entrar; mas en revuelta tanta los obligó a salir el toro fuera; pues tal está, a la puerta, que furioso, con una llave quiere abril el coso. Arco el patente coso, de sus cuerdas, una flecha dispara con dos puntas, a cuya extremidad, alas no lerdas, sus cerdas dieron solas, o conjuntas: Peina a la espada las plumosas cerdas y en ella bien crespadas todas juntas parece le estimulan, corva espuela, según saeta el toro al blanco vuela. Blanco amarillo, a la saeta ciega, muchos Alcides son, a cuya tropa, de aquel color, que al oro más se llega, la opulencia vistió dorada ropa: Al pungente rejón, el furor niega, cual a las manos cándidas de Europa; mas qué mucho? Si siente, que conjuntas, 708

Garibay K.: Mitología griega...., op. cit., p. 56. Atalanta: hija de Iso y Climene. Era cazadora adversa al matrimonio. Hubo muchos que se enamoraron de ella. Meleagro, que le dio al fin un hijo, que es Partenopeo. Y en seguida, Melanio, su primo, llamado tambien Hipomenes. Para condescender con ellos ponía la condición de que le ganaran una carrera a pie, o bien en otra versión, que corriendo ella por delante pudieran atraparla. Si ella lo alcanzaba a su vez, lo mataba. 709 Euridice: esposa de Orfeo.


contra él se vuelven sus agudas puntas. Cuatro veces, de Atlante el rubio hermano, o matutina, o vespertina estrella, vé, que de toros el festín hispano la Africana, menguante luna sella: Sentido Tauro de su fin temprano a otra semana dirigió la huella, en que reconociéndole más bravo, coronó sus Aplausos el octavo. APLAUSO OCTAVO Grana fina, la Aurora, que teñía de su Memmon710 la púrpura luciente, ya siete veces penetrado había la rota Claraboya del Oriente, cuando de sus aplausos la armonía, octavo la lealtad tan diligente, que, subiendo a lo sumo su opulencia, el Non plus ultra puso, a la cadencia. Bate otra vez el coso, que propicio, un Calidonio Toro, y tal, socorre, que, apenas pisa el arenoso quicio, cuando arrastrado por la arena, corre: Corta de los incautos el bullicio, las capas moja, al burlador recorre, y en el mar espumoso de su boca, al que más se le opuso, ya sufoca. Hércules711 valeroso, a su avenida, un peñasco tenaz, inmoble copia; implicase, a su testa humedecida, y la taladra, con su punta propia: El cuerno vierte, que truncó la herida, y vertiera también la Corcupopia, si en la roja inquietud de sus hervores, fuere su sangre, púrpura de flores. A enmendar el fracaso del primero, otro, tal sale, que la puerta astilla; su curso enfrena Alcides más ligero, y ya enfrenando, su furor ensilla: En él procede ufano Caballero, y con manual espuela le acuchilla, en el inquieto Toro tan seguro, que es viva yedra de vagante muro. Flota de nervios en un mar de gente, (que tanta es la que a herillo se comide) otro se embarca; pero en tropa ingente 710

Garibay K.: Mitología griega..., ibidem., p. 159. Memnon: rey mítico de Etiopía que entra en la leyenda griega. Vino a Troya a ayudar a Príamo que era tío suyo. Mató a Antíoco y fue herido por Aquiles, pero Zeus lo sanó y lo hizo inmortal. 711 Hércules: semidios de la fuerza, hijo de Júpiter y de Alcmena.


remora racional su curso impide: Cuélganse muchos de su armada frente; aunque él, instable Barco, los despide, y en su espada embarcada la más tropa, para Europa camina, como Europa, osado joven valida pujanza, a la puerta del coso firme altera; y bien librado tras robusta lanza, unicornio de acero, el toro espera: Sale veloz, y al bulto se abalanza; pero interna la punta le tempera, dándole, trascendente, a vivo toro la que suele lanza, a muerto Moro. Tened (oh viles) el errante acero, el ímpetu voraz, el diestro lance; que, en tan patentes riesgos, el primero puede ser de la vida el postrer trance: Mejor es, can membrudo, y can ligero, al toro oprima, y la Liebre alcance; pero los brutos, como el hombre, ciegos. Los que faltaban, excitaron juegos. cargados perros, de marfil aljabas (sus bocas lo declaren colmilludas) el toro siguen, marfileñas clavas, que Hércules cazador descarga agudas: La fiera alcanzan, y con íras bravas, a las orejas cuélganse lanudas; y como su pesón mordaces hienden, animados zarcillos de ellas penden. Esgrime el toro su bicorne luna, y con la oreja el perro cae al suelo: Ensartale; y tan alto lo importuna, que a ser etéreo can, lo eleva al cielo: Vuelve a caer: no halla oreja; mas se aduna a la boca del toro tan anhelo, que le hace, sin que el diente el cutis rompa, negro elefante de postiza trompa. Intervalo a este juego, diestra mano varias liebres impele, cuerpos graves, que haciendo, en la carrera, cielo el llano, fatigan su región, terrestres aves: Corre esta: vuela aquella: la otra, Alano no alcanzarás, o Lelidas, si sabes, que, para huir de las vivientes balas, sus ariscas orejas le dan alas. Colmilluda saeta de Diana, vuela el enjunto Galgo tras la liebre: Escarcea ella el campo, y hace ufana, mucho ladrante arpón su vuelo quiebre: Uno la apresa, y con ella afana; porque el concurso la prisión celebre; pero él, que explora el sitio de la nube, ya llega (dice) ya a la cumbre sube.


Y es, que parto del bosque, erguido pino, no con alas de cera, si de cebo, fatigaba la espera al sol vecino Icaro, sin temer rayos de Phebo: ICARO, sí; pero también camino, por donde remontando audaz mancebo, si las esferas, ICARO, fatiga, con su mismo calor, sol, le castiga. Cebo más atractivo, que el que viste, batida plata, en su corona cuaja: No lo lamerá, Tántalo,712 el que triste, pesado sube; mas ligero baja: No te encumbres, o ven que resiste, el mismo afán, que por subir trabaja, y amenaza también riesgo a la vida (. . . . . . . . . .)713 De 1732 existe una Relación en quintillas del Bachiller don Bernardino de Salvatierra, a propósito de las fiestas con las que se celebró en la capital de la Nueva España la noticia de la toma de la plaza de Orán, por las tropas españolas durante ese año. Desgraciadamente se encuentra perdida y no podemos imaginarnos su contenido, hoy tan valioso para este trabajo que se queda en el vacío no sólo por la referida relación, sino por otros muchos enfoques que, tarde o temprano se podrán exhumar. Incluso, José de Jesús Núñez y Domínguez, en su desesperación ha dicho: “por más diligencias que se han hecho no ha sido posible encontrar unos ejemplares de esta descripción”. 714 En la misma obra del citado erudito, a la sazón, miembro de la Academia Mexicana de Historia, correspondiente de la española, cita otra relación de fiestas, 715 en la que queda consignado “con estilo gongorino que entonces privaba en la literatura”, la siguiente descripción: 1732

712

Garibay K.: Mitología..., ibid., p. 221. Tántalo: leyendas confusas sobre este personaje mítico. Se le hace hijo de Pluto y Rea, o de Océano y Tetis. Otras versiones lo hacen hijo de Zeus. Amigo de Zeus, fue su comensal constante. Pero reveló los secretos del dios, y robó la ambrosía y el néctar para darlo a los mortales. Por estos y por otros delitos, fue penado con durísima pena. 713 Coello Ugalde: Relaciones taurinas..., op. Cit., p. 85-101. 714 José de Jesús Núñez y Domínguez: Historia y tauromaquia mexicanas. México, Ediciones Botas, 1944. 270 p., ils., fots., p. 28. 715 Op. Cit., p. 25-30. SIETE CORRIDAS CON 100 TOROS EN EL SIGLO XVIII. Facsímil de la DESCRIPCIÓN POÉTICA / DE LAS / FIESTAS / CON QUE LA NOBILÍSIMA / CIUDAD DE MÉXICO / CELEBRÓ / EL BUEN SUCESSO / DE LA EMPRESSA / CONTRA LOS OTOMANOS / EN LA RESTAURACIÓN / DE LA PLAZA DE ORÁN / CON LICENCIA DE LOS SUPERIORES. / (Obra, al parecer del Bachiller don Bernardino de Salvatierra. N. del A.) / En México por Joseph Bernardo de Hogal (en realidad el editor. N. del A.), / Ministro, e Impreffor del Real, y Apostólico Tribunal / de la Santa Cruzada en todo este Reino. Año de 1734. (Debe decir, 1732).


México, segundo Globo… México, segundo Globo de aquel Español Alcides, si a caso pudo el primero aún el Nombre competirle: México digo: segundo Orbe, de el Quinto Felipe, cuyos hombros, aún mayores Mundos sus esfuerzos piden: Luego que oyó, que la Iglesia, en sus Sagrados Clarines, de el eco de su salud, El Viva feliz repite: Como el Águila Real, que es de sus escudos timbre, es preciso, que a su sol, El menor rayo registre: O como Aruspice alado De[l] más Esforzado Aquiles, De las Lides que le esperan los Laureles le predice: Síno es que sea su lealtad de más primoroso Lince, que supuesto mira el triunfo antes que se lo noticien.


A aquel laurel, que en Orán, el de Monte. Muy insigne le dio, en que viese la Luna en su Oposición su Eclipse. Celebró: ya aquí es forzoso la justicia me precise a describir de su afecto, la demostración plausible. Si sus reflejos a caso, aunque la elocuencia avive su pincel, pintarse pueden, sin que se desautoricen. Y si es que su discreción, a la mía le permite, Aunque torpe, que los lejos de sus primeros delinee: Diré, que luego que amante, ordena, que se publiquen las fiestas, en que a su dueño, el triunfo le solemnicen; Inquieto ya el corazón de el Pueblo, por descubrirle la llama, que de su centro, le brota a la superficie. En sus calles, y balcones, tal raudal de ardor despide, que parece que en sus cuadras El Vesubio se derrite. Si no es: y no será mucho, que para que mejor brillen, De las muchas que profiere Luces su planeta embíe; Y así como le hace el costo, parece su ardor les dice: Torrente de tantas luces, vuelva al golfo de su origen. Pero lo cierto es, que fue, A todos más verosímil, Que el Vespertino lucero, que hizo su tarde felice: De una sombra de sus rayos, Dejó (para que iluminen a tres sucesivas noches) el átomo que dividen. Que el lucero de la tarde, le salió a México, dije: dije mal: por que el sol fue; para que ninguno admire, Que en día que a México empieza sobre tarde, no es posible, ni que la noche comience, ni que la tarde decline, Y si es victoria de Orán,


no habrá quien se escandalice, que el sol en memorias suyas, sus lucimientos prosigue. Aquí tocó la experiencia, ser ya verdad infalible, cuando que esta como una ascua de oro, alguna cosa, dicen: Pues el metal de el flamante Luminar, llegó a subirse a tantos quilates, que ven que es oro, y oro virgen. A este peregrino, hermoso Astro precursor, le sigue el bello curso, otro Sol de luz más inaccesible, En que el Pastor más Ilustre, con espléndido combite, en una cándida mesa, dio en manjar incomprehensible. Para que a los que las gracias a su majestad le rinden, ni otra cosa pueda darles, ni tengan más que pedirle. A darlas agradecido A Dios, y a su Madre Virgen, de nuestro príncipe excelso la corta salud, no impide Pues con su Senado, al Templo gloriosamente dirige los alientos, que es forzoso, que en su pecho se eternicen. La Ciudad, con sus Tribunos, y Religiones, le siguen los pasos; como que es ella de tal sol la amante Clicie. Valerosa Compañía, Su capitán invencible, al umbral de el Templo pone, para que el aplauso avive; Y así México, en sus salvas con facilidad consigue, cantar de nuevo en cada una, el triunfo que le repite. Su Ilustre Pastor Sagrado, tan Vizarro, como humilde, porque a más veneración, la regia función excite; Para dar a Dios las gracias, donde mejor las admite, sus Sacros Pontificales, para el Sacrificio viste. Declamando el triunfo, el que el laurel de Tulio ciñe,


quien con su humildad guarnece cuanto piensa, y cuanto dice. Que borre mi voz su fama, mis respectos no permiten; el mio cese, y hable solo, su Magistral Panegyris. Que para esto es bien sus letras, las de las Prensas fatiguen; pues tanto como en los moldes, en sus Afectos se imprimen.716 De México en la opulencia, fácilmente se colige, que en tal función, fue forzoso, que sus cuadras entapice: Por eso no me detengo; sino solo en la que pide, por su riqueza, y adorno, que de justicia, la pinte. De plata, cristal, y seda todas sus paredes viste la suya la Platería como que discreta dice. Este solo es mote, en que leerá el que bien lo registre, si es muy fácil, que es su espera, aún el más diestro averigüe Su riqueza; puesto que no es dable que se guarisme, caudal, de que tanta fuente es preciso se derribe. De plata, una hermosa imagen de María, al concebirse, dio un balcón, en argentados, cristalinos transportines. No se, si porque la Calle, ser su Patrona acredite, o porque MARÍA ser Dueño de tanta riqueza explique. Y como el día veinte y nueve de julio, empezó a rendirse la plaza, que tanto tiempo a su Señor le resiste, Coloca al Príncipe apóstol, Altares, en que recibe, las gracias, de que es, por suyo, para los nuestros, felice. Cantároslo así en los metros 716

Bajo la sugerencia de que: Declamando el triunfo, el que / el laurel de Tulio ciñe, / quien con su humildad guarnece / cuanto piensa, y cuanto dice. / Que borre mi voz su fama, / mis respectos no permiten; / el mio cese, y hable solo, / su Magistral Panegyris. / Que para esto es bien sus letras, / las de las Prensas fatiguen; / pues tanto como en los moldes, / en sus Afectos se imprimen…, me parece que detrás de tales conceptos se encuentra su propio autor: Joseph Bernardo de Hogal.


de emblemas, canoros cisnes: para que así su caudal, también pusiera Aganipe. Al oriente de otro, ponen, a su Nacional Felipe; con tal copia de diamantes, de esmeraldas, y rubíes; Que entre la plata, y el oro, en que centellean, permiten a sus rayos, cara a cara a los de el sol desafíen. Y así en la región, la vista más perspicaz, no distingue, si ellos con los de el Sol, juzgan, o el sol con los suyos, brille. Más resolvió luego, luego el sol, cuestión tan sublime, retirándose corrido al regazo de Amphitrite. De ver, sea en México tanta su multitud, que consigue que los rayos diamantinos, en los solaren dominen. Y porque vean que no es bien, que solo a lucir aspiren, con variedad de invenciones, procuró su luz vestirse. No siendo la menos, una, en la que el arte le erige, soberbio un Castillo, a quien cuatro galeras embisten. Con el fuego tan medido, que no hubo allí quien arbitre si el artífice le estorba, o es el mismo el que se impide. Dos gallardetes de luces al aire dio imperceptibles, dejando dudas, si de ellas tanto fuego se origine. Y asi apagadas, no es mucho las varillas de humo envíe, a que con fuego más noble su región las precipite. En la plaza de los Toros, del Sol pienso fue el despique,717 dando en tantas hermosuras, en cada deidad su efigie. Para que si allá en los rayos vencerle, no fue difícil, lo sea aquí, cuando los Soles en su esfera multiplique. 717

¿Será “desquite? [N. del A.]


Lo cierto es que dudo, que fuese tan hermosa Chipre, cuando de Venus la planta fecundaba sus jardines. Pues si allí en honor de aquella suprema Deidad, que sirve festivo el terreno hermoso, las flores brotaba a miles: Que sería aquí, cuando Flora para formar sus matices, mil flores en cada Venus desbrochaba sus pensiles? Era el giro de la plaza un ochavo, que al pulirle, parece que hizo el cuidado, que el arte se demasíe. Pues en su círculo, el jaspe pintó, con tales perfiles, que no fue mucho que de él la naturaleza fíe. Ricos doceles, y bellos tafetanes carmesíes, eran del cóncavo hermoso vistosísimos melindres. De suerte, que al ver, que en campo encarnado, se convinen dan bien diamantes, y estrellas, azucenas, y jazmines. Sin duda corrido el campo hoy está en la plaza, dije, de ver, que en su tierra, el Cielo viene a plantar sus Abriles. No es hipérbole, que llame Cielo, a espera que preside el Luminar superior, que con sus Astros le asiste. Al interior, que es forzoso, que como la Luna gire el globo, que a sus influjos en quietud serena vive. Y los demás Tribunales, que para que verifiquen ser sus Planetas, les basta que su esplendor les anime. Con que Cielo es; pues su espacio, para que mejor lo admiren, su ámbito bello recaman, su círculo hermoso visten. Luminares, que le ilustren, Planetas, que le iluminen, Estrellas, que le hermoseen, y Astros, que le vivifiquen. A tal influjo, en Paseo


La Regia Guardia consigue, que del vulgo impertinente el circo todo se limpie. Diestros algunos zagales quedan, solo a que examinen la heroica verdad, que al hombre la más cruel fiera se rinde. Unos con rejón en mano, otros con la lanza en ristre, aquellos que les enojen, y aquellos porque les piquen. Así quedó en siete tardes, para que mejor se lidien cien Toros, que ser vinieron víctimas, que sacrifiquen. Tan célebres, que parece, que el dictamen los elige sólo para que entretengan, no para que perjudiquen. Y con razón, pues no la hay para que tal bruto quite vida, al que es en arriesgarla con lo que a tal dueño sirve. Al fin, con graciosidad, tal como el acto la pide, en el centro de la plaza el Castillo de Orán fingen. En donde, aunque el Africano se defiende; al oprimirle el Cristiano, al Español Augusto Nombre, se rinde. Haciendo patente al vulgo, que el verde Laurel se ciñe, sin ser preciso, que en sangre su valiente acero entinte. El triunfo solemne cantan, deseosos de competirle al Sol la fama, los Gremios; y en verdad que lo configuren. Pues en sus Triunfales Carros pareció a todos que riñen cual mejor es el que a Phebo los rubores le describe. Uno en hermosa Galera el Mar de México mide, el que parece desata para admirarla, sus diques. Y como aviso del triunfo vino a la América, escribe a su Monarca en la Popa a quien un Turco se rinde. Otro, de tisú encarnado regio Pabellón le viste,


bajo de cuyo dosel el Rey vencedor se mire. Garzones lleva gallardos, que de Africanos se sirven, o que el estribo les tengan, ó los Bridones les tiren. El tercero, en un Castillo bien guarnecido, que erige, posesión da de su fuerza, ya de hostilidades libre. Al Coronado León, con cuya Diadema oprime la cerviz, que ha tanto tiempo que tenaz se le resiste. El cuarto, de oro, y azul no se si sabré decirme si fue Cielo, o si fue Mar, que da al Rey a que domine. Porque si es Cielo, Sirenas jamás ví que el Cielo habiten ni en el Mar ví que los Astros tan hermosamente brillen. Sino es que del Mar, el Cielo forjó un espejo, en que se mire, que de Sirenas le vuelve los que como Astros recibe; No lo dudo; pues allí la viveza no distingue si son Nimphas las que lucen, ó Planetas los que dicen. A tal auge, en esta tarde el Pindo llegó a subirse, no es mucho, cuando el Hispano Apolo, es quien le preside. Del mundo las cuatro partes es bien que diestro descifre, para que el futuro Imperio de todas; les pronostique, Gloria, que desde ahora deben de tener; pues en plausibles danzas, al público atraen a que su placer registre. El quinto, en dorada esfera dio un Zenith inmarcesible, que los Soles daba a pares, y los reflejos a miles. Pues duplicándole el Solio le dibujaba a Felipe Cielo en el Trono que goza, Trono en el Cielo que rige. Sobre los muros de Orán, con tal propiedad se finge, que el Arte hizo a lo voluble


dorada esfera, que gire. dos africanos tiraban su Solio; porque acrediten, que alguna vez, los Caballos del Sol, han de ser Turquíes. Los que al Augusto, Supremo, Luminar heroico, asisten, de todo el Osir, pudieran decir, llegan a vestirse. Pues las perlas, y diamantes de los pechos, y cupiles, si no a agotarle, pusieron diligencias en destruirle. A no haber dicho la Fama lo que debe a sus sutiles Ingenios, que en su artefacto echan el resto de insignes, Dijera: mas no dijera; porque para que se expliquen sus primores, solo pueden con no alcanzar a decirse, Mas por tener esa gloria diré, por decir que dije: Felice Poema, que tuyo argumento tan felice. En competencia la gala, y riqueza, aunque se engríen contra una, y otra, no advierten que tengan en qué se envidien. De algunos de los que salen, los bellos Brutos que rigen al gobierno de la rienda, son los que las calles miden. Estatuas bellas, parece que la seriedad los finge, o que la industria los pone en cada paso, de firme. Pues para que el pie, o la mano la tierra que huellan, pisen, es necesario que el dueño las tardanzas las castigue. Soberbio animal: Que así su engreimiento nos doctrine, que hasta a los brutos es fuerza que el adorno los irrite! A las noches de estos días parece que las dirige en el primor del empeño, las atenciones del filis. Nunca vi tan obediente al fuego; porque los lindes del arte no pasa, aunque sus voracidades le insten.


Protheo de incendios, las formas mudaba, sin distinguirse de la invención, que se enciende, la otra invención que se extingue. La corona de festejo tan majestuoso, y plausible, fue, la ocasión en sus años del Teatro en Palacio, el finis. Duelos de ingenio, y fortuna hizo en él, tan perceptible, que en la propiedad, al verse, estuvo de más el oírse. Esta la demostración fue, con que el Quinto FELIPE en su amor siempre constante, en su lealtad siempre firme México noble, a sus aras vota, ofrece, postra, y rinde, para que así en holocausto su obediencia sacrifique.718 De este (Noble Ciudad) que en su fineza Juzgo el índice ser, que al generoso Objeto de sus ansias, victorioso Solamente en los lejos nos expresa: Es el que a la atención de tu grandeza, Pone, el siempre rendido, temeroso Haliento, que quisiera, un don precioso Dedicarte en aquesta especie impresa. Elevárase la Obra a tan felice Holocausto en planta, si merece Ofreciéndola a ti, que la eternice Generoso tu amor; porque apetece, Al menos aplaudir, no lo que dice: Lo que intenta de que se le ofrece.719 Existe un dato que no ha sido posible localizar, pero se da como referencia consultada por algunos otros bibliófilos. Se trata de la Descripción segunda de las fiestas que celebró esta nobilísima ciudad de México, a la feliz restauración de la Plaza de Orán, en África, escrita en quintillas por el bachiller don Bernardino de Salvatierra y Garnica.720 Durante el siglo XVIII se siguió manteniendo una poesía erudita, basada en métodos inspiradores a partir de don Luis de Góngora (y no de sor Juana como se le ha atribuido, a pesar de su importantísima participación en las letras durante el siglo XVII). La poesía nacía y se alimentaba en las aulas; la cultivaban, en sus ocios, personas de prosapia universitaria y de bueno o mediado acomodo civil o eclesiástico. La circunstancia de inspiración fue entre otras, la de las entradas de los virreyes, conclusión de guerras, nacimientos de los herederos de la monarquía y otros motivos 718

Núñez y Domínguez: op. Cit., p. 28-30. El acróstico personalizado de Joseph de Hogal no puede ser más evidente para afirmar la tesis que sostengo en cuanto a que es el autor de la presente “Descripción poética…”, aunque no se tenga noticia de alguna otra obra salida de su probable pluma, siendo, como fue, impresor de gran fama en su época. 720 Rangel: Historia del toreo..., op. cit., p. 129. Cfr. Coello Ugalde: Relaciones Taurinas..., op. Cit., p. 121. La obra, registra el año 1734, pero lo correcto es, o debe ser 1732. 719


plausibles de mejor imbricación para lograr obras a propósito en donde pudiesen estar contenidos los sucesos de fiestas taurinas. 1732 Incluyo un adelanto de la mencionada relación en quintillas, atribuída tanto a Cayetano de Cabrera y Quintero, como al propio Salvatierra y Garnica, lo cual merece ser analizado en otro trabajo. h.186f. Fiestas de ¿Invierno? Que hizo México a la Toma de Orán Quintillas. Con la Carga o Musa a Cuestas échate a por el atajo y en quintillas mal Compuestas haz un día de trabajo Cantando muchos de fiestas. De Helicona la Corriente beber tu afán no destase hielo te brinde su fuente y aún ruégate que se cuaje para dar diente con diente. Huye el caluroso estío del Pindo y tórrida zona y a templar el ardor mío toda en nieve la helicona se cuaje y vaya de frío. A la Plaza que a tomar se llegó por los cabellos por que el Moro al caminar con su riqueza y camellos no se lo pudo llevar. Al Orán donde estos y los otros Se dieron golpes siniestros Y donde (de saeta potros por hacer algo de nosotros 98-23586 h. 186v A la plaza a que llegaron las tropas con tal cachaza que de los que la habitaron con tanto pedirles Plaza ni muerto ni Vivo hallaron. Manda S.M. (Dios n. s. le guarde) fiestas se hagan a su toma y México haciendo alarde para hacer dejó, una broma mas vale nunca que tarde.


Entraron con brevedad (y presto musa decidlo) Pues la frase perdonado a regir; digo a Cabildo regidores y Ciudad, entraron y a breves ratos con lo regido Salieron y aún con la nota de ingratos lo singular que rigeron ocultaron como gatos. Cosa de fama de grato Olor; dizque disponían y por el mal aparato aún ellos heder olían lo dieron a oler a un Chato En un Conde Titulado Tratan de obrar, y el apara de cualos ¿? Conde ovalado que en obrar como su cara es copia de Chavernado. h.187f Por el Mayor Camarero metido de hombros te dan estreñido Compañero? que al obrar cual Moverán dispara como Cohetero. Uno y otro andaba listo por disponer lo mejor? e hizo su genio malquisto en lo de siempre, y lo peor cosa que no se haya visto. De Clarines y Timbales al trote; digo al Compás por la Ciudad y arrabales publican fiestas, nomas y quedan deseando reales; Medio pueblo que se mueve a oir lo que el bando calla de contra una Esquina aleve y buscando el color halla, que es el bando de la Nube? Y es que en estos mismos días Dando del chiste en el blanco Teneis por las neverías perder la nieve su estanco Con dichas fiestas tan frías. Mando el Superior desvelo en decreto, igual tiempo hizo no gastar nieve del cielo pero si negó granizo el tiempo concedió hielo


por eso en voces contrarias el integérrimo ser? de las bajas Comisarías Viendo el frío que había de hacer Manda poner luminarias h.187v Sol quiere; y en la que asombra procesión por las esquinas sin valla, rosas ni alfombra mandó se pongan Cortinas pero vamos, ni por sombra. La platería no escasa en su Colgada altarío cuelga por donde no pasa y al ver que hace tanto frío no quiere salir de casa. A todo esto, por respuesta Da el regimiento y llámale que en esta y cualquiera fiesta quiere pompa que le vale y no pompa que le cuesta. Hambre canina en sus lloros Ostentan y así parleros Dicen aunque con desdoros Tan a nuestra hambre y Carneros no bastan? Pues vengan Toros. Por toros su hambre se abraza (que es cosa al fin de valor) Y para que en esta traza Lo coman todo mejor Reparten ellos la plaza. Nueve mil y más se atreve A sacar de ella su resto Todo a casa se nos lleve Porque se ha de sacar esto Y aquello; fuera ser nieve h.188f Y para que sea notoria la Cantidad que se gasta atiendan la Pepitoria y pues la vista no basta? Vaya un poco de memoria Primero lo consumido en remendar a hilo de oro tal cual toreador vestido que las ahujas de un toro mejor habían cosido; Y también en capas crujientes media pieza que gastó


fe escarlata y adherentes porque las guardadas, no estaban ya para gentes. Y también seda de coser para con las viejas capas remendar y componer las mulas y sus gualdrapas que no se podían tener. Y también para guarnición de las libreas abiertas vaciadas a la función? gastaron tan buenas fuerzas Como ellos; dos de listón. Y porque dizque hubo medido todo, una el satre el Conde que lo midió entendiendo ya el de Sastre de la obra se lo bajó. h.188v Ni una hebra desperdiciaron aun las hilachas cogieron mas por lo que publicaron Vamos a ver lo que hicieron después de lo que gastaron. Toros: En cuya friolera o plaza de Vista cara al santo pastor de esta hera. para que se calentara dieron solo una lumbrera. Rebatióla, como un maíz y fue la acción asertada? pues su urbano estilo ensayo por no servir para nada? se la embió con un lacayo. Prosiguió el trato grosero y en tan escasa fortuna al grave Pastor del Clero viendo que no le cuadra una dieron tres; por su dinero Toros; flacos y entablados con quien más bravos y fuertes fueron cuartones, parados pues estos no hicieron muertes e hiciéronlas los tablados? Más; porque se consumiesen menos toros, cuatro galgos que aunque la plaza corriesen para que liebres cogiesen les habían de decir; galgos. h.189f


Prendido en la carne el (ilegible) jueves para viernes traza Pescar (y dicen que a huevo) mas por tomarse la plaza la repartieron de nuevo. en la otra semana afana su hambre lo que regulado a medio partir se gana y toros por lo ganado quisieran cada semana. En esta en que se esmeraban más, en lo que disponían. Carreras, y toros traban; pero los toros corrían y los caballos golpeaban. Castillo de tales mañas arman de Oran al entrego que en sus fábricas extrañas antes de ponerte fuego mostraba que era de cañas. fiestas disponen que creerse de carrera bien pudieran tal que sin llegar a hacerse si tuvieran vergüenza, eran las fiestas para correrse. Despeados los moros hallo aun no corriendo; porque andaban (aquí entra andallo) Seis moros hembras a pie y doce hombres a caballo. h.189v Sus atavíos no alabo pues los cristianos traperos con listón en crin y razo iban sin cabos, en cueros y el gran turco con su cabo. Galas dignas de que fiel la pluma haga de ellas suma Sirviendo a Oran. Cartel Penachos, doce de a pluma. Turbantes, seis de papel. Al topetearse primero que a mostrar su agilidad se echaron como al carnero por una como Ciudad doce como caballeros parten dos y yo al Mirallos Viendo su juego perdido dejo ya de murmurallos pues les gana hasta el sentido un topetón de caballos.


Al ver el lance fatal del Castillo al lecho en tropa llevan a uno por su mal pues en oficio y en ropa era cama de hospital Al Conde o a el fierabrás de carrera trujamante Grita el pueblo; fiestas das no empezadas por delante y acabadas por detrás. h.190f Lo demás con que hace piernas el Conde ya obscuro fía porque codicia externas pensando que algo tenía abriesen tantas linternas Carnaval vino un dislate vino un toro en que se ve Carne de puerco y zacate tan poco y tan pobre que todo estaba; en un petate. Esto da, ya el agenciarlo Sacando pesos a cientos para el castillo y armarlo de los que armaron; trescientos dice que vale al quemarlo. Con eso quedan vizarros de cuernos; mostrando en suma su economía y desgarros; mas no larguemos la pluma que van saliendo los carros. Obra es suya y de la cola de un Criollo que se trata Gachupín de vino y ola tan hambriento tras la plata que es el Marqués de Guardiola. Cinco dispone su ahinco con artificios tan nuevos que en su número lo finco porque en Carros como expuestos nos dice cuantas son cinco. h.190v Los primeros que en hedores de sus pellejos podridos Á influjo de estos señores salen armas de ¿convidados? Curtidos los curtidores justo es moidar diente loa la pompa que de heses surten pues aun por carro a la loa


de sucia acequia es que curten Tomaron una canoa. De ella triunfal carro amiles emprenden labrar resueltos y no en su razón pueriles que han de tirar aunque envueltos Carro de acequia los juiles. Pato es no cisne el que entona la loa que se escuchaba obra que turbia se abona porque con la acequia estaba Cenagosa la helicona? Húmedos cual los primeros por su gremio conocidos se lanzaron los pulqueros en su traje aún vestidos Solo con salir en cueros Por asentado prefiero? que de cueras se vistiesen a pagar de su dinero porque ellos nunca apetecen Cosa que no sea de cuero h.191f Por desmentir lo fríon de su carro impertinente al que llevan; mal garzón. Como allá en tierra caliente lo cubres de un pabellón Pobre vena en mil congojas por desempeñarlos pena con un mil de coplas cojas y muchas en una vena se sangran por verse rojas No tiren los mosqueteros balas a la mojiganga reparen en los terceros y para la real guazanga llamen a los panaderos. Alegres no salen; antes de la noche en los capuzes azotando rocinantes; de la parroquia y con luces parecen disciplinantes. Con la multitud crecida de pajes y hachas enteras alquilada y mal vestida Muestra las asentaderas y los cascos a la brida. Al Dios Pan en la función parece que obsequios dan pues traen en un carretón de carne; arrastrado el pan


y su carro en un cajón. h.191v Dentro de las Musas francas Tienen flor de harina pura y númen de pies; y aún zancas con babas por levadura amazaba tortas; blancas. El dice y su vena pica poniendo espuela al pegaso de un gran Capitán la pica porque también el parnaso Tiene un salteador garnica. Los cuartos (de puerco entero) dentro de un carro o baúl van del gremio tocinero que es aunque de oro y azul de estatuas puercas, chiquero. Arca de Noe nueva el carro en que van Cabales de la Tierra, mar y esfera Diluvios mil de Animales mas van los marranos fuera. Y fue que en no salir tercos los que de un puerco oro estilan a otros de oro echaron cercos y hacer su papel alquilan a los farsantes por puercos Por las plazas a su tranza poner teatros y tablados h.192f No al torneo ni a la danza si a escuchar de los cebados la chilladora matanza. El puerco maestro que aborda? a ensuciar la agua a Talía los poemas compone y borda; pero hizo una porquería porque hasta su vena es gorda Gorda es, y de ir al Parnaso Chorreando poder (que pena) A los trotes del pegaso se le hinchó tanto la vena que no pudo dar un paso. Pero por el este día tres gremios bien aunados en su traje e idea fría Salieron que ni pintados pero de confitería. De almpriones aunque obscuros


maestros de tinte y candelas van campeando seguros pues al son de las espuelas se llevan tras sí los muros. El mayor primor que tiene y en su festejo se halla es que rodando va y viene Todo un lienzo de muralla y encima por carro un (p) nene h.192v Del Sol; dizque es Carro pues el Pánfilo que lo haría de la Cabeza a los pies en una noes (nuez) lo metía pero le faltó un sies, noes De Phaetón lo hacen atento a que aún yendo poco a poco cayendo el Rey de su asunto Como si estuviera loco lo amarran cada momento. Poeta lego el ajuste le dio con pies de plomo y para que de ello guste le mató al pegaso el lomo Con un romanzón de fuste. Al delirar ahora empieza quando al parnaso se embarca pues lego en fortuna aviesa no pudiendo ya del Arca se sangre de la cabeza. Nombre a sus coplones da: aquel que nada hace, Vi= (en toda su vida hara) pues siendo del lindo miquiere de un cisne las ah.193f De bronce tira las cuerSolo azota con su plucon que asi se llega a verde poeta ahorcante graduaún no pronunciado el erY porque no haiga querella, de aquel que las frases no entiende sepa que se nombra en ella al que las voces suspende y los vocablos degüella Al que en el diurno pañol dibujando en densas nieblas al gran Monarca Español


Con un capuz de tinieblas Cubre cual verdugo al sol. Para esto su vena ayuda? ayuda a un lego ha pedido y es bien que con ella cuida que siendo tan estreñido no puede obrar sin ayuda… Estas son las fiestas frías en que mostrando su testa el Conde y sus granjerías por saludarnos de fiesta, nos daba muy buenos días h.193v Por calentarlas las da fuegos de su tiempo ajenos pues en ellos se vio ya que para ser algo buenos no hubieron de ser de acá. Bien con errores tamaños ordeno fiero vértigo el fin de errores que el fin de fiestas de un siglo es el mejor festín de años. El punto de sus vuelos Señalo bien oportuna Comedia a cuyos anhelos Mostró que ingenio y fortuna aquí anduvieron de duelos. A los fines desabridos se vido el principio junto tal que en trabajos no leídos el duelo quedó en su punto y ambos duelistas vencidos Canto de estas fiestas ha hecho Poeta de escalera abajo de los que haciendo el estrecho Toman para sí el trabajo y para hogal el provecho. h.194f Mas no es fiel su retrato ni sus facciones compuestas y solo doy de barato que quiso hacer grandes fiestas que quedó el Conde chato. en cierta plaza por esta acción, ver si se acomoda quiere; y oir por V. E. puesta que si es (para tragar) boda y para (que gane) fiesta.


Esto el virrey le responde cuando llega a presentarse Salese y no sabe donde y yo se vino a quedarse aun en esto Chato el Conde. (Una rúbrica o remate)721 1738 A continuación se incluye una reseña de fiestas en combinación de prosa y poesía, más de aquella que de esta, sucedidas en Querétaro hacia 1738, consignadas en la Relación Peregrina de el Agua corriente...,722 obra del muy reverendo Mtro. Francisco Antonio Navarrete, quien describe curiosos aspectos de la ciudad de Querétaro, trazados a propósito de la introducción del agua potable, en gran parte debida a la esplendidez de don Juan Antonio de Urrutia y Arana, marqués de la Villa del Villar del Águila, por quien se concluyó esa obra, de la cual quedan como testimonio, el firme acueducto y varias –no muchas- de las fuentes que lo adornaron. En particular el capítulo tercero está dedicado a la descripción de las fiestas que, en agradecimiento, ofreció la ciudad: los preparativos, carros, desfiles o paseos, los fuegos y las diversas funciones y ceremonias. Este capítulo continua, tras de intercalar “dos pareceres”, con las noticias sobre comedias, CORRIDAS DE TOROS, peleas de gallos, baile y otras diversiones dispuestas, se entiende que para regocijo del pueblo. Veamos el primer ejemplo poético, antes de llegar a la relación de fiestas taurinas. ROMANCE Jocoserio en el que el R.P. Francisco Antonio Navarrete, de la Compañía de Jesús, hablando con la N.C. de Querétaro, explica el alto motivo, que tiene la N.C. para imprimir esta Relación: ROMANCE Jocoserio Nobilísima Ciudad, con más fuentes en tus calles, que cuantos brazos y piernas gozan de estos manantiales (...) ¿No hiciste por quince días (por ver el agua en tus calles) fiestas tan llenas de costo, que por eso fueron reales? ¿No sabes que tales fiestas (gran ciudad) las ideaste con el fin, que sepa el orbe, que pagas fiel los alcances? 721

Véase ANEXOS, referencia Nº 171. Coello Ugalde: Ibidem., p. 124-132. Relación peregrina de el agua corriente que para beber y vivir goza la muy noble y leal ciudad de Santiago de Querétaro, por el Muy R. P. Mtro. Francisco Antonio Navarrete, profeso de la Sagrada Compañía de Jesús. Descríbense las plausibles Fiestas, que dicha Nobilísima Ciudad, como agradecida hizo, al ver logrado tan peregrino, y perenne beneficio: Y dedica este cristalino monumento de su gratitud, a la muy ilustre Sra. Doña María Paula Guerrero Dávila, Marquesa de la Villa del Villar de el águila. Impresa en México con licencia, Por Joseph Bernardo de Hogal, Ministro e Impresor del Real y Ap. Tl. De la Santa Cruzada. Año de 1739. Biblioteca Nacional: R/1739/M3NAV). 722


Pues, si es así, lo que falta es: que fiestas tan cabales se impriman para que corra (como el agua) en las ciudades. Y ya, que pones en planta la impresión de fiestas tales, vive más años que tiene una vieja de romances. El aparato festivo de tales celebraciones tuvo una duración de quince días, combinándose como ya quedó dicho, con preparativos diversos: ya carros, ya desfiles o paseos; ora corridas de toros, ora peleas de gallos. 1738 Décimas del M.R.P. Fr. José de Herrera, del orden Seráfico, Predicador Jubilado y Vicario del Real Convento de Señoras Religiosas de Santa Clara de Jesús, de esta ciudad de Querétaro: en alabanza del autor y de la obra. Esa tu descripción bella dice: La Ciudad y fiestas no hay que decir: es esta: Ni más que desear: es ella: La Ciudad y fiesta sella ese tu raro pincel, los mismos colores de él te describen con orgullo, que siendo tú el autor suyo te autorizan; él por él. CAPÍTULO III. Descripción de las Fiestas que en Agradecimiento de la conducción del agua hizo esta ciudad. Nombramiento de los Comisarios para las fiestas. Bendición de las Pilas. Carro I, de Manuel de Portugal. Paseo de los indios. Carro de los cirujanos y barberos. Fuegos artificiales. Fiestas de la iglesia. Para empezar a pagar lo mucho que esta ciudad debe al Señor Marqués determinó, como agradecida, que por quince días continuos se hicieran fiestas y regocijos... Para que todo se ejecutase con los esmeros correspondientes a una tan noble y leal Ciudad, nombró por Comisarios de los gremios al Coronel D. José de Urtiaga Salazar y Parra, y al Regidor D. José Conde y Lozada, y por comisarios de las comedias, corridas de toros y demás invenciones de regocijo queremos viendo, señaló al Alguacil Mayor D. Pedro Frejomil y Figueroa, al Provincial de la Hermandad D. Bernardo Gil de Suasnabar y a D. José Francisco de los Ríos Enríquez, todos tres regidores de esta Nobilísima Ciudad. 1738 ESTRIBILLO Porque si mira el curioso lo que ese barco bosqueja, verá más claro que el agua cuanto esta Ciudad celebra (...)


Y así, ilustres queretanos, de alta, y abatida esfera, gozaos pues es ya famosa con tal agua vuestra tierra. LOA DEL GREMIO DE LOS INDIOS Para estas celebridades ostentaba en los vestidos la grandeza y opulencia de que gozó tantos siglos. Recibieron con el agua este primer beneficio, para el alma en aquel tiempo y después en estos siglos. Luego, vinieron las representaciones teatrales durante aquellos largos quince días de fantasía indescriptible. Una de dichas representaciones nos presenta el siguiente bosquejo: PERSONAS QUE HABLAN Apolo; La Cirugía; La Flovotomía y, La Música. Mús.

Vengan, vengan las Musas festivas, celebrando alegres, festejando finas de esta Ciudad las aguas cristalinas. Apolo (...) Vengan a solemnizar de otra fuente peregrina las perlas, que ofrece puras, las aguas, que vierten limpias.

SALUTACIÓN Con gran acierto ha determinado esta ilustre Ciudad de Querétaro el dar principio a sus lícitas, honestas y festivas demostraciones de júbilo por la feliz conducta de sus aguas el día de hoy 19 de octubre; pues con motivo tan justo enmienda el error antiguo de los Romanos, introducido por Octaviano Augusto, que lo dedicó para las fiestas triunfales, en memoria de las insignes victorias que alcanzó de sus enemigos (...) Sigue la Descripción de las Fiestas que en agradecimiento de la conducción del agua hizo esta Ciudad.-El Coliseo para las comedias. Las corridas de toros, carro 3 de los panaderos y trapicheros. Carro 4 de los sastres. Perros de oreja, peleas de gallos, baile de la maroma. Palo ensebado. Carro 5 de los carpinteros y herreros. En virtud de ser una descripción narrativa la de las corridas de toros y no poética, como hubiésemos querido, pero tan importante aquella como esta, no me resisto a presentarla. Continúa la descripción de las fiestas en Querétaro hacia 1738. COPLA La majestad de Felipe (Felipe V)


en carro triunfal camina, por hallarse en estas fiestas de su Real presencia dignas. Para tener entretenida la Ciudad los días siguientes: 20, 21, 22 y 23 (de octubre), tenían ya cercada los Comisarios la Plaza que llaman de Abajo o de S. Francisco (que, dicho sea de paso, es la misma que en fiestas de 1680 y 1703 se habilita para tales demostraciones, lo cual indica que funcionó – según las fechas mencionadas- unas siete décadas, aunque falta por agregar algunos otros años en los que probablemente sirvió de escenario la dicha plaza queretana), con tan ingenioso primor y hermosura, que en él la material fábrica delos tablados y exquisitas ideas de la pintura, tuvieron mucho que admiran los ojos, al ver en los cuatro lienzos de la plaza cuanto pudo fabricar el arte, para tener en agradable embeleso la admiración. Los toros que se corrieron, se condujeron de una hacienda del Sr. Marqués, llamada La Goleta. Para lidiarlos, tenía ya prevenido la N.C. diestros toreadores de a pie y de a caballo, a quienes repartió libreas bien costosas, para que aun los toros, conociendo por la librea al nobilísimo dueño que servían, los mirasen con respeto, y no diesen embestida, que no fuese haciéndoles una profunda reverencia. Así se vio: porque como la braveza de estos fieros animales era tan viva, pudieron los toreadores hacer lances de tanto primor, que sin que hubiera desgracia digna de reparo, no embestían vez alguna, que no fuese o para doblar las rodillas a la violencia del rejón, o para quedar del todo muertos: confesando; aunque brutos por las bocas de sus heridas, que el bajar la cerviz, nacía en ellos de un profundísimo rendimiento. Así quedaron corridos los toros aunque muertos: siendo al paso que afortunados los toreadores, desgraciados los toros: pues hicieron el costo sus vidas para un entretenimiento, que, aunque mezclado de sustos y temores, se quedan, por lo común, en amago los sobresaltos, porque la destreza con que hoy se lidian estos fieros animales, hace remoto el peligro y así tolerable la diversión...” Un carro tenía 8 pilares, cuatro por cada bando, con 8 ninfas, de aquellas que tienen su vivir y comercio con las aguas. La sexta ninfa era la fuente AGANIPE, que como hija cristalina de la luz, que dio el Caballo Pegaso al Monte Helicón (a cuyo impulso nació corriendo esta graciosa fuente) tenía en la mano al Caballo Pegaso, explicando con él en cuatro pías lo que callaba el cuadrúpedo bruto. Con un caballo a Aganipe la pintan, indicio claro de que ya al mal temporal vino el Marqués a caballo. Los sucesos y fiestas fueron bastos, pródigos en grandiosidad y no termina uno cuando ya comienza el otro, sucediéndose las sorpresas de modo intermitente. Más adelante encontramos una LOA. Personas que hablan: Una ninfa, Neptuno, La Luna; Acuario, Eolo y Música: Ninfa

La Competencia termina, cese pues la competencia, que no ha de ser anfiteatro, en donde lidian las fieras, el que es un teatro festivo cual pública aqueste Pegma gloriosos triunfos pregona la gratitud, que hoy se muestra (...) No delincuente huyendo de rigores de justicia, si para gracias lograr en cúmulo de infinitas,


y sin quebrantar clausuras, teniendo entrada y salida; corriendo tan abundante, que aunque con peso y medida por calles, casas y plazas, sin peso van y corridas. Aquel mes de octubre fue el escenario temporal que permitió a los ojos de tantos queretanos afortunados, la dicha de un acto sin parangón. Por ejemplo, el lunes 27 se corrieron toros y el martes, por ser día de fiesta, se representó la cuarta y última comedia de fiesta, del Robo de Helena, con que echó la N.C. una lucida raya de luceros, sacando al margen un crecido número de aplausos y alabanzas. Miércoles, jueves y viernes se corrieron los últimos toros, con la misma felicidad que los antecedentes. “Y aunque para divertir el innumerable concurso, que asistió en los tablados los ocho días, que a costa de su vida mantuvieron regocijados estas fieras indómitas, bastaba regar con su sangre la plaza, saciando así el apetito belicoso de la Nación Española. No obstante (los comisarios de fiestas) por mitigar la espinosa diversión con algunos sainetes de paladar más dulce y suave, dispusieron que entre el susto y el sobresalto, que sentían los corazones, al señalar los brutos con las encorvadas puntas las desgracias, tuvieron los ojos al mismo tiempo objeto más apacible con qué acallar los temerosos latidos del corazón, como precursor funesto de los peligros. Para esto se soltaron perros de oreja (o perros de presa) en la primera tarde, con que se vio sin tanta zozobra pelear fieros contra fieras, y usar para herir y defenderse aquellos ardides, que imprimió la soberana Providencia aún en los brutos para la conservación de sus especies”. Nobilísima Ciudad de Crétaro (sic), cuyo sitio dibuja en Ciprés sus cuadras, y pinta en campos Elíseos. “Acabáronse las fiestas con loa, y no pudo ser de otra suerte, si en vista de lo que tenemos referido, sentencia sin pasión la ingenuidad. Y si se hojea con cuidado esta Relación, de los 15 días festivos que entretuvieron a la Ciudad, se hallará, que componiéndose de diversión y sainetes tan singulares, resalta luego otra más apreciable singularidad: y es, que habiendo concurrido, llamados del sonoro grito de la fama, innumerables personas, y en mayor número de aquellas, que hacen gala del sambenito que los abate para no guardar más ley, que las que les intima su libertad, llena de libertades, no se experimentó (en el dilatado tiempo de quince días) desgracia alguna, robo, ni acción que sobresaltara el sosegado proceder de la Cristiana Piedad”. Hasta aquí con la Relación de fiestas del jesuita Francisco Antonio de Navarrete. Rondemos por el tiempo, encaminémonos a paso acelerado por las calles saturadas de la historia y detengámonos ahora frente a una puerta la que, al abrirse, descubre a doña María Teresa Medrano quien nos entrega el siguiente soneto: 1747 En la proclamación de Fernando VI Del caos informe el dedo soberano a luz saca las obras en seis días; porque sólo en un seis las mayorías puede ostentar el resto de su mano. No sin oculto al parecer arcano muestra en España iguales bizarrías,


cuando en Fernando sólo monarquías de un senario Perfecto forma ufano. La Monarquía Española, al mundo entero ya en perfección numérica compite, pues de Fernandos es el sexto esmero: Y porque más su innúmero acredite, como Dios se remite a lo primero, a sus obras Fernando se remite.723 Precisamente estamos en los días en que se proclamaba al monarca español en territorio novohispano. Para tan significativo acontecimiento, el padre José Mariano de Abarca escribió una importante relación de fiestas intitulada El Sol en León....,724 acontecimiento iniciado el martes 14 de noviembre en la plaza del Volador. La jura de Fernando VI. No me resisto a tomar datos a cual más interesante, como los dejados para la posteridad por Artemio de Valle Arizpe que nos dan una idea más o menos precisa de la grandiosidad de fiestas y sucesos con la reseña de alardes y juegos de toros en México. Dice don Artemio en imaginada epístola escrita por Andrés de la Brisuela y Dávalos al señor Bachiller Felipe Brisuela, escrita en México y agosto, día 15, de este año de 1748: Allá va ello... mi prolija y difusa descripción, ayudada de un cuaderno, Sol en León, de mi confesor, el Padre don José Mariano de Abarca Ojos faltaban a la admiración para aplaudir el bello espectáculo que ofreció a la vista, el martes 14 de noviembre del pasado año de 1747, la hidalguía de esta corte. Ese día se presentaron en la galante campaña de la plaza cuatro cuadrillas de caballeros, cada una con siete sujetos, incluyendo sus cabos o caudillos. De las cuatro cuadrillas y, por ser tan detallado el suceso por nuestro galante cronista, escogemos la tercera para conocer su contexto. Apenas había acabado de entrar esta segunda cuadrilla, cuando siguiendo las huellas que imprimían en la limpia arena los castizos brutos, se presentó en la plaza la tercera, gobernada por el señor don José de Vivero y Peredo, Hurtado de Mendoza, conde del Valle de Orizaba, quien, valiéndose de su ilustre título para demostración de su amor y cuerpo de su empresa, pintó en el lienzo de la adarga aquel jayán de los montes a quien sirven de corona los astros y en las llanuras de su valle, al dios Cupido que, deponiendo el arco y la aljaba, dejaba de perseguir a los hombres y a las fieras para alternar el oficio de cazador con el de hortelano, entretejiendo de todas las flores que adornaba aquella fragante esfera, un breve ramillete que con letra consagraba a su soberanía. Luego, don Juan José Martínez de Soria presentó en la suya un sol tocando el punto vertical de la esfera desde donde divide los resplandores del día y un hermoso girasol que en su fragante copa de nácar atesoraba como propias las luces del astro. Decía la letra:

723

Salvador Novo: Mil y un sonetos mexicanos. Selección y nota preliminar por (...). 3ª ed. México, Editorial Porrúa, S.A., 1971. 253 p. (“Sepan cuantos...”, 18)., p. 73. 724 Biblioteca Nacional: R/1748/M4ABA: Abarca y Valda, José Mariano de: El Sol en León. Solemnes aplausos con quien el rey nuestro señor D. Fernando VI, Sol de las Españas, fue celebrado el día 22 de febrero del año de 1747 en que se proclamó su Magestad...por la Muy Noble y Muy Leal, Imperial Ciudad de México... México, María de Ribera, 1748, 36, 306, 20 p. Cfr. Coello Ugalde: Relaciones taurinas..., op. Cit., p. 123-168.


Sólo se mueve esta flor con el planeta mayor. Este mismo luminar estampó en la suya don Diego de Saldívar y Castilla, aunque no en la misma estación de su carrera, sino en la última, en que, encendido topacio, tramonta el carro de sus luces para proseguir en los antípodas el infatigable desvelo de su universal providencia. La letra decía: Si este sol da vida, activo, a dos orbes en que nace, nunca yace, cuando yace. Un laurel y una palma (ambos timbres del valor y crédito de los trofeos), coronados de una verde oliva, mostró el señor don Miguel de Lugo y Terreros, como anuncio dichoso, a lo que parece, de que logrará su Majestad multiplicados triunfos y coronará sus glorias con una paz dilatada. Eso parece que significaba el mote Erit altera merces (Habrá otra recompensa). Como reina jurada de cuanta pluma puebla la vaga región del aire, dio en la suya don Juan del Valle, una águila con corona y cetro, extendidas las alas y sobre cada una de ellas un clarín, que por su boca gritaba a la América a quien, parece, representó: Sólo puede un ave real dar gloria y nombre inmortal El señor don Justo Trebuesto y Dávalos, conde de Miravalle, pintó en la suya un valle matizado de diversas flores, bañadas con la luz de un hermoso sol. Su letra decía: Si este valle está lucido, y se mira gastar flores, el sol le da los colores. Terminó esta tercera cuadrilla don Antonio Javier de Arriaga y Bocanegra, quien delineó en la adarga un brazo manteniendo un cetro, sobre cuya punta estribaba una cigüeña. El mote lo pidió a la erudición romana, trasladando a honor de nuestro Monarca aquel Pietas Augusta (Piedad Imperial), que Augusto Emperador grabó en una medalla, donde mandó imprimir una cigüeña por símbolo de su piedad. Estas fueron las lucidas empresas que dieron a la publicidad en sus adargas los caballeros, las que llevaron embarazadas todos los días que duraron sus festines, yendo también todos armados de lanzas con garboso descuido, tendidas sobre el muslo derecho y cuellos de los inquietos brutos, dejándolas luego que paseaban la plaza, para que sin su embarazo se ejecutasen las suertes prevenidas, con la destreza que se deseaba.725 En virtud de ser la descripción uno de esos largos discursos descriptivos de todo lo que sucedía, viene enseguida la detallada vestimenta del señor conde del Valle de Orizaba, “en el color azul de entrambos y la del señor marqués de Uluapa en el color de pusol de los mismos”. Hubo botillas guarnecidas con punta de plata y bandas cruzadas, desde el hombro derecho hasta el terciado; peluquines cortos a la romana; sombreros de tres dedos de falda con toquillas y pedrasas de ricos diamantes. El aderezo de los caballos era diverso: la cuadrilla del señor Corregidor lo sacó de tela verde de plata, guarnecido con galones de plata de Milán; (...) Si bien todas las sillas eran iguales y 725

Artemio de Valle Arizpe: Juego de cartas. Por (...) Cronista de la ciudad de México. México, Editorial Patria, S.A., 1953. 222 p. (Tradiciones, leyendas y sucedidos del México Virreynal, VIII)., p. 145-163.


cortadas al propósito, ni del todo bridas ni del todo vaqueras, con pretales guarnecidos de plata, cascabeles y florones también de plata de martillo y las mantillas o anqueras con sus higas y guarniciones de lo propio, las estriberas eran de lomo y las espuelas con rodajas grandes al uso de este reino, unas y otras plateadas a fuego, si no fueron las de los cuatro caudillos o guías, que eran de plata de martillo. Ya en la Plaza con sus padrinos, las cuadrillas se unieron en su centro, las cuatro con las necesarias evoluciones para incorporarse y llegar de frente todas a saludar a Su Excelencia el señor Virrey. Lo cual ejecutado, se fueron con grande orden separando de dos en dos, y dando círculo y medio a la Plaza, hicieron el paseo, quedando cada cuadrilla en la puerta fronteriza de aquella por donde entró; luego con otro medio círculo ejecutado al galope, se apoderaron de las cuadrillas de sus respectivas puertas. Desde ellas, en unos perfectos círculos, comenzaron un manejo o lucida escaramuza, en el que noblemente embargada la atención con la vista no acababa de admirar el primor y la destreza con que, mezclándose unas cuadrillas con tras, se unían en el centro de la Plaza y en sus ángulos se separaban, siempre variando de figura. Y habiendo hecho cada una de por sí, en el ángulo propio, su torno y reencuentro, lo repitieron en los tres de las demás, quedando todas en las puertas por donde hicieron la entrada. Como el manejo ejecutado duró mucho, cedieron a la fatiga los brutos, pero no los generosos bridones, y así, para proseguir sus lucimientos, tomaron las puertas con el fin de remudar los caballos. Y para que el alboroto no se interrumpiese, se promediaron los juegos con dos toros que se lidiaron, entrando a la parte de los regocijos no menos la razón, ajustando a su armonioso compás el métrico tropel de los caballos, que la brutalidad de las fieras, animando en cada amago de su coraje un peligro, y en cada bramido una muerte. Esto mismo se ejecutó los otros tres días de las carreras, y en el presente apenas había medido con su cuerpo el segundo toro la arena, forzado del violento impulso del rejón a exhalar por la boca de la herida, envuelto en humo y cólera, su bruto espíritu, cuando, despejada la Plaza y ardiendo la plata en los clarines, se hizo segunda llamada; y siguiendo el norte de sus acentos, las cuadrillas repitieron el circo, entrando cada cual por su respectiva puerta, y comenzando otro manejo, fueron con grande primor formando unos lazos. Cada cuadrilla los empezaba sobre su derecha, y torneando sobre su izquierda en el centro de la Plaza, iba a ocupar la esquina que dejaba libre la cuadrilla de mano derecha. Por eso, siendo cuatro las cuadrillas y otros tantos los lazos y tornos, vino a quedar en el último cada cuadrilla en el mismo puesto de donde había salido. Luego con gloriosa emulación de la coronada Villa de Madrid y de otras ciudades de Europa, se corrieron, como en sus plazas, alcancías, de dos en dos, expirando a la luz del primero día entre tantos brillos de nobleza y tantos resplandores de lealtad. Disputándole los lucimientos, amaneció el segundo. Cuando el sol con su decadencia da principio a la estación de la tarde, hecha al son de los clarines la llamada y concluido el paseo de los padrinos entraron por sus puertas las cuadrillas con otra distinta figura, e incorporándose con los padrinos en el centro de la plaza, la pasearon toda con mucho garbo y majestad, no siendo cosa inferior el denuedo y cortesanía con que saludaron a Su Excelencia y le pidieron facultad de proseguir estos festejos. Obtenida sin dificultad la licencia, se empezó un manejo que fue hacer cada cuadrilla un círculo en su esquina hasta los medios de sus ángulos. Sobre éste se formó otro de todas cuatro, que ocupaba toda la circunferencia de la plaza, siendo lucida corona de su recinto. Con esta figura dieron dos tornos al teatro; después se separaron, quedando puestas en dos alas y en esta forma hicieron una escaramuza de la una esquina a la otra contradictoria; de manera que, encontrándose en el centro de la plaza, se separaban para sobre el otro torno volverse a encontrar, y poderse atacar de frente sobre una y otra línea. Hechas cuatro escaramuzas en esta conformidad, volviendo a formar todas cuatro sobre un torno un círculo de todas, y separándose igualmente, quedó cada cual en su puerta. Después salieron a remudar los caballos, corriéndose en el entretanto dos toros. Poco tiempo duró esta diversión, porque, paladeados todos del primor y destreza de los caballeros, libraron en los toreadores el que se disminuyesen los plazos, cortando en breve con las vidas de los toros las demoras de los regocijos.


Y así, apenas tomado las puertas cuando volvieron a entrar, haciendo inmediatamente otro manejo de tornos y parejas encontradas, de una a otra esquina. Luego se corrieron cañas y alcancías, y aunque tan generosos pechos, jamás fatigados en el servicio de su Monarca hubieran querido detenerse más en los obsequios de su nuevo Príncipe, se los estorbó la noche, que ya de pardas sombras iba a gran prisa cubriendo el horizonte, y así se retiraron, aliviando al dolor de fin de este día con la esperanza de la continuación del tercero. Este fue el martes veinte y uno del mismo mes... Se escucha la llamada de los clarineros, paseo de la plaza de los padrinos, y el pedimento de la venia al señor Virrey, las cuadrillas, desde el cuadro que correspondía a cada una formaron un airoso círculo acompañadas de los padrinos, que muraba todo el espacio de aquella galante campaña. Luego, separándose de ellos, todas en sus esquinas empezaron un lucido y vistoso torno mezclándose cada cuadrilla con su contraria y revolviéndose en los ángulos de la plaza y medios de los cuadros, entraban y salían unas con otras, bosquejando una pulida labor o rosa de ocho hojas, la cual perfecta, y todas las cuadrillas en su lugar correspondiente, repitieron desde él distintas escaramuzas de grande arte y lucimiento. Entretanto que después remudaban los caballos, hicieron paréntesis dos toros, el que brevemente cerró la segunda entrada de los caballeros quienes, para coronar su destreza, concluyeron la tarde corriendo sortijas en carrillos con listones. Las sortijas que se pusieron en dicho arco, fueron treinta y constaban de tres tiempos: el primero, la expresada sortija; el segundo, el ruido del carrillo; el tercero, tres varas de listón de varios colores que llevaban consigo las sortijas (...) Con esta diversión se dio fin a la tarde, quedando cada individuo de los que corrieron llenos de vítores y laureles, aunque con noble codicia de aumentar más coronas a sus sienes en el último día. Mucha había sido la gente que había concurrido a ver y admirar, en los precedentes días, tan bellos espectáculos, pero el día de hoy fue tan excesivo su número que se temió prudentemente quedase aquella ciudadela de troncos sepultada en sus mismas ruinas. Y no quedó fallida la esperanza que todos traían de que este día echarían el resto a los demás, pues, tocando todos los caballeros aquella línea del garbo y de la destreza, de donde ya no es posible que imprima adelante sus huellas humana planta, pusieron clave al primor y quedaron graduados de sin segundos en la bizarría. Las cuadrillas dieron a continuación sus escaramuzas y evoluciones que fueron cosa muy de ver “esta batalla, tanto más hermosa y divertida cuanto menos le concedía de horror y realidad la imitación...” Pues no quedando alguno, por inferior, vencido de los demás, salieron todos triunfantes y cada uno coronado de gloria como el mayor.726 Aquí concluye la relación de tan curiosa fiesta dada a la letra por José Mariano de Abarca y trasladada a nuestra época por el ingenio de don Artemio de Valle Arizpe, no así de un dato más, el de un soneto escrito por el Sr. Comisario D. Joseph Francisco de Cuevas, Aguirre y Espinosa. 1747 A LOS CABALLEROS MEXICANOS EN SU FUNCIÓN DE CARRERAS Coger a Phebo brillos y luceros no temen para Adornos, y vestidos, por superior planeta defendidos de su enojo bizarros caballeros. A Phaetonte no dudan lisonjeros enmendar los errores advertidos; y de Apolo Caballos bien regidos manejar sin peligro más ligeros. 726

Op. Cit.


Ascender a la Esfera Soberana de el Hesperio FERNANDO, Sol que anhelan, con atención no excusan cortesana. Y registrar sus rayos no recelan, que de el águila Regia Mexicana son Hijos, y no corren sino vuelan.727 Para 1749, las fiestas de la proclamación de Fernando VI fueron centro de atención por parte de las autoridades. Su efervescencia continuaba activa. Fue así como la Nueva Vizcaya se suma con una relación más: Hércules Coronado ...,728 conteniendo a su vez descripciones taurinas y una pequeña muestra poética. Anota José Cosío: Si preguntamos a los astrónomos, y mitologios, cuál fue la causa de poner el signo de Tauro allá en el cielo, cual la razón de colocarse este bruto feroz entre los Astros, nos responderán desde luego con Higinio, que por haber conducido a las espaldas hasta la sila de Creta sin lesión a Europa (...) Pues si es tal la belleza, y felicidad de Europa, que la venera un animal tan fiero, que un bruto tan horrible como un Toro sabe hacerle espaldas; que mayor obsequio pues de consagrársele en los triunfos invictos de Alcides, que el sacrificio de los Toros en sus aclamaciones, y en sus fiestas. Y ahí puede grabársele esta letra, que como escrita en Salamanca toca, y le viene bien a Europa, sin otra mudanza, que una sola línea: 1749 Galán vizarro Toro… Galan vizarro Toro, divisando de lejos el estrado, se fulminó bifulco rayo alado, temiendo en la tardanza su desdoro; mas de las ideas del fiel decoro se halló tan sorprendido del abanico al aire, que equivocó el favor con el desaire volante entre aprehensiones de corrido. No obstante cortesano, y generoso hace espaldas a Europa victorioso; con que haciendo paréntesis de bruto, de discreto merece el atributo.729 1757 La ciudad ofreció al virrey Marqués de las Amarillas varias corridas de toros. En el Diario del Viaje, se mencionan, como sigue: 727

José Mariano de Abarca y Valda: El Sol en León..., op. Cit., p. 262. Biblioteca Nacional: R/1749/M4HER/Cossío, José, edit. Hércules Coronado, que a la augusta memoria, a la real proclamación, del prudentísimo, serenísimo, y potentísimo señor D. Fernando VI Rey de las Españas, y legítimo emperador de las Indias, le consagró en magníficas fiestas y gloriosos aparatos, la muy ilustre, y leal ciudad de Durango, cabeza del nuevo Reyno de Vizcaya, quien lo saca a luz... por mano del Sr... México, Colegio Real y más antiguo de San Ildefonso, 1749 / (22). 96 p. Cfr. Coello Ugalde: Relaciones taurinas..., op. Cit., p. 174-181. 729 Coello Ugalde: Relaciones taurinas..., op. cit., p. 181. 728


Viaje de la Marquesa de las Amarillas. El día diez de noviembre descansamos hasta el día veinte y quatro, y comenzamos otros nuevos festejos, semejantes a los ya dichos antes, empezando a lidiarse toros fieros en que muy diestros son los caballeros. Dos semanas duraron con lo que por entonces terminaron por dar tiempo a la pública alegría que la entrada solemne prevenía.730 Antonio Joaquín de Rivadeneyra y Barrientos. En la imprenta de los Herederos de doña María de Rivera, salía el año de 1759 el siguiente impreso: Breve Noticia de las fiestas en que la muy ilustre ciudad de Zacatecas explicó su agradecimiento: en la confirmación del Patronato de Nra. Sra DE GUADALUPE, el mes de septiembre del año de 1758. Por N.SS.P el señor Benedicto XIV. Y sermones predicados en dicha Función, siendo sus Comisarios Diputados los Señores D. Joseph de Joaristi, Teniente de Capitán General, y D. Francisco Xavier de Aristoarena, y Lanz, Teniente de Infantería Miliciana. Por un apasionado de dicha ciudad de Zacatecas (...) 150 p. Dicho ejemplar, propiedad del Lic. Julio Téllez, nos permite entender otra visión del espectáculo, tal y como se recoge enseguida. 731 Habiendo comenzado las fiestas, y en la amplia descripción del desfile que encabezaron los caballeros principales de aquel lugar ...El que representaba al Gran Señor, sobre lo exquisito de los Caballos, añadió el jaez de muy vistosa listonería; este no corría, sino que acompañado de la Guardia, paseaba la Plaza; y subía con el Capitán a uno de los Tablados, dispuesto con su Castillete, o Fortaleza, desde donde asistido de música, observaba las escaramuzas, en que se ejercitaba la gente. Por mañana, y tarde montaba la Guardia, que salía pausadamente, dando vuelta a la Ciudad, y ostentando su vizarría, y en el despejo de la plaza, seguían al señor Teniente Corregidor, al Señor Alférez, y Alcaldes ordinarios, acompañado el Gran Turco de cuatro Palafreneros Cautivos. Luego que la Ciudad tomaba su asiento, ocupaba esta compañía los ángulos de la plaza, y con las lanzas en la mano cruzaban por partes encontradas en fuerza de carrera. A la hora del refresco, y mediación de la corrida, volvían a entrar por distintas puertas, dividiéndose en cuatro cuadrillas. La primera tarde montaron todos en caballos bayos, y ejecutaron con la mayor destreza, muy lucidas escaramuzas, y de bastante artificio, y más parecía ingeniosa danza de flores en los cuadros, o arcos de un jardín, que no un escarceo de brutos. La segunda tarde, mucha parte del pueblo mostraba la impaciencia, con que aguardaba la soldadesca: también había parecido la tarde antecedente. En esta entraron a la Plaza divididos en dos trozos, en uno fue llegando en Caballos 730

Manuel Romero de Terreros y Vinent: Viaje de la Marquesa de las Amarillas, descrito en verso por Don Antonio Joaquín de Rivadeneyra Barrientos. Impreso en México en 1757. Reimpreso con notas por: (...), México, 1911. Por Castro Santa Anna se sabe que “En la mañana y tarde se lidiaron catorce toros sin que hubiese experimentado ninguna desgracia: Continuáronse otros cuatro días, siendo los concursos numerosísimos, y en todos ellos se logró el que no se experimentase ninguna fatalidad: Dio S.E. muchos premios a los toreadores de a pie y de a caballo que demostraron su habilidad. 731 También en la Biblioteca Nacional: 1095/LAF/1759: Breve relación de las fiestas, en que la muy ilustre ciudad de Zacatecas explicó su agradecimiento en la confirmación del patronato de Nra. Sra. De Guadalupe el mes de septiembre del año de 1758. Por N.SS.P. el Señor Benedicto XIV. México, Imp. De los Hrs. De Doña María de Rivera, 1759. (38), 64, 150 p.


rucios, y el otro en prietos, y formando distintas evoluciones, era de ver la armonía, con que se entreveraban los colores, ya apareciendo hileras seguidas de cada color después de haberse barajado, ya alternándose uno con otro color, ya seriándose a hacer retaguardia, la que era vanguardia, ya al contrario. El autor, no exento del toque poético, elaboró estos curiosos versos: 1758 Descripción de las fieftas. Deséeme el Mundo baylar, que yá a pefar de los hados, con el par de Diputados tendremos Fiesftas fin par. Viendo yo, que agradecidos, ser, a fu Patrona intentan, dixe: Yá la gratitud tiene lugar en la tierra pues bajome allá, mas tente (me dixe á mi mifmo) espera hafta vér defde acá arriba, en qué paran eftas Fieftas. Defde el balcon de una Nube ví pues, Carros, y Comedias y los Toros; porque es bueno vérlos defde las Barreras.732 Ví, cuanto el Noble Cabildo activamente decreta dictando con gran unión arbitrios, que son sentencias.733 Habíanse descrito con anterioridad, dos días de fiestas, a las que ningún aparato de grandiosidad había precedídolas. El día tercero, picaron sobre caballos colorados tostados, y en rucios los dos Capitanes de las Cuadrillas, y con la misma destreza tejieron varias cadenas, y círculos perfectos, que después deshacían con el mismo orden, practicando todo sin dar un instante de sosiego a los caballos; sino que el acabar una figura, servía de principio a la siguiente. Finalmente el cuarto día, que corrieron, fue sobre caballos tordillo, menos los dos Capitanes, que metieron dos generosos brutos pintos, y en otras nuevas figuras desempeñaron la función con exceso de grandeza. Embióles refresco la Ciudad desde su tablado y el pueblo los victoreó...734 Prosigamos con la poesía, y ahora dejamos la palabra al “indio poeta”, que también la lira pulsó, inspirado como Anacreonte. 732

Claude Popelín escribió un libro cuyo título es: Los toros desde la barrera. A lo que parece, la cita ya es de uso común desde mediados del siglo XVIII, y se puede confirmar en el verso de esta descripción. 733 Breve relación de las fiestas..., Op. Cit., p. 53. 734 Ibidem., p. 50.


1758 Este lo causa en los Indias… Este lo causa en los Indias de aver hecho tantos fiesta, y de tantas regozijo, que hás tenido, Zacatecas. Digo ya: Señor Cabildo, que a todo el Ciodad presentas, que lo Virgen te lo pague lo alboroto, Señor Vicario. A los Indios Matachines que en las Danzas se metieran para bailar a so Virgen en procesión, y en so iglesia. Al montes de Toreros; y a los Moros, que corrieras, y que dispuso el gran Turca con locimiento tan buena. Gracias de todo lo fiesta, que ahora lo venir a dar al que sois corona de ella.735 1782 POR LOS CAMPOS DE MÉXICO. RUSTICATIO MEXICANA. LOS TOREROS CRIOLLOS EN LA OBRA DE RAFAEL LANDIVAR Uno de los mejores relatos sobre el papel de los “toreros” anónimos en la Nueva España, lo escribió fielmente Rafael Landívar S.J. (1731-1793) en su obra Por los campos de México.736 Allí quedaron plasmadas las formas de ser y de vivir del criollo, quien se identifica plenamente en el teatro de la vida cotidiana pasados los años centrales del siglo XVIII. Por los campos de México, publicada en Bolonia en 1782 está compuesta en bellos hexámetros, que es el verso épico por excelencia. Además, el padre Landivar se prodigó especialmente en esta obra ya que fue uno de los poetas mayores de la latinidad moderna, puesto a la altura de Poliziano, Frascatorio o Pontano, en opinión de Menéndez y Pelayo. De entrada nos dice: "Nada, sin embargo, más ardientemente ama la juventud de las tierras occidentales como la lidia de toros feroces en el circo". Son las primeras visiones de Landivar -hechas probablemente antes de la expulsión de los jesuitas en 1767-, donde "sale al redondel solamente el adiestrado a esta diversión, ya sea que sepa burlar al toro saltando, o sea que sepa gobernar el hocico del fogoso caballo con el duro cabestro". 735

Ibid., p. 60-62. Rafael Landívar, S.J.: Por los campos de México. Prólogo, versión y notas Octaviano Valdés. 2ª. Ed. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1973.XXVI-218 p. Ils. (Biblioteca del estudiante universitario, 34). 736


La formación de Landivar como jesuita permite contemplar un amplio espectro de la sociedad novohispana en general, y del espectáculo en particular, por lo que en otra parte de sus apuntes anota: "Preparadas las cosas conforme a la vieja costumbre nacional..." encontrarnos que el toreo en México, en aquel entonces, cuenta ya con las bases que le dieron carácter al espectáculo, mismo que presenció en alguna provincia, puesto que no vemos en su descripción ninguna referencia a plaza "formal". El autor describió la salida al ruedo de un novillo "indómito, corpulento, erguida y amenazadora la cabeza" y ante él, el lidiador "presenta la capa repetidas veces a las persistentes arremetidas [donde] hurta el cuerpo, desviándose prontamente, con rápido brinco [que] esquiva las cornadas mortales". Estamos ante el origen mismo del toreo de a pie en su forma definitiva. La fiesta que presenció Rafael Landivar tiene sorpresas reveladoras. Luego de admirarse de la bravura de aquel toro "más enardecido de envenenado coraje", salió el lidiador "provisto de una banderilla, mientras el torete con la cabeza revuelve el lienzo, [y] rápido le clava en el morrillo el penetrante hierro...", y ya que el astado tiene clavada una banderilla, "el lidiador, enristrando una corta lanza con los robustos brazos, le pone delante el caballo que echa fuego por todos sus poros, y con sus ímpetus para la lucha. El astado, habiendo, mientras, sufrido la férrea pica, avieso acosa por largo rato al cuadrúpedo, esparce la arena rascándola con la pezuña tanteando las posibles maneras de embestir". Toda esta escena es representativa del modo inverso en que se efectuaba la lidia: es decir, banderillaban primero y después lo picaban, e incluso, deben haberse mezclado las suertes aprovechando una ciega bravura del toro, dato que sorprende pues revela un tipo de embestida hasta entonces desconocida, en virtud de que la crianza y selección como se conocen hoy en día, no eran métodos comunes entre los señores hacendados. O lo que es lo mismo, no había evidencia clara en la búsqueda de bravura en el toro, desde un punto de vista profesional. "La fiera, entonces, más veloz que una ráfaga mueve las patas, acomete al caballo, a la pica y al jinete. Pero éste, desviando la rienda urge con los talones los anchos ijares de su cabalgadura, y parando con la punta metálica el morrillo de la fiera, se sustrae mientras cuidadosamente a la feroz embestida". Fascinante descripción de la suerte de varas, misma que se efectuaba seguramente de forma parecida a la actual, con el pequeño detalle de que los caballos no llevaban peto. Se intentó darle orden al espectáculo, pues es posible que se encontrara una autoridad, la cual mandaba "que el toro ya quebrantado por las varias heridas, sea muerto en la última suerte" seña de la formalidad que se pretendió imprimirle a la fiesta, que a pasos agigantados se alejaba de una improvisación muy marcada. "...el vigoroso lidiador armado de una espada fulminante, o lo mismo el jinete con su aguda lanza, desafían intrépidos el peligro, provocando a gritos al astado amenazador y encaminándose a él con el hierro". Momento de encontradas situaciones donde el matador y el jinete decidían por un mismo fin: la muerte del toro. Parece como si todavía permanecieran grabadas las sentencias que impuso la nobleza al atravesar con la lanza al toro y así, dar fin a un pasaje más de la diversión. Landivar marca un lindero entre el torero de a pie y el de a caballo: "El toro, (...) arremete contra el lidiador que incita con las armas y la voz. Este entonces, le hunde la espada hasta la empuñadura, o el jinete lo hiere con el rejón de acero al acometer, dándole el golpe entre los cuernos, a medio testuz, y el toro temblándole las patas, rueda al suelo. Siguen los aplausos de la gente y el clamor del triunfo y todos se esfuerzan por celebrar la victoria del matador". Finalmente, el protagonista de todo este relato fue el torero que echó pie a tierra, quien expuso su vida en esos difíciles momentos de cambio: la transición del siglo XVIII al XIX. Este último recibió un toreo cuyo valor alcanzó momentos de verdadera grandeza.737 De 1783, es el siguiente ejemplo: la Descripción de las Fiestas que hicieron los diputados de la ciudad de Tehuacan, en celebridad de la dedicación del templo de Nuestra Señora del Carmen.

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José Francisco Coello Ugalde: Novísima grandeza de la tauromaquia mexicana (Desde el siglo XVI hasta nuestros días). Madrid, Anex, S.A., España-México, Editorial “Campo Bravo”, 1999. 204 p. Ils, retrs., facs., p. 48-51.


Rasgo Épico.738 Su autor: D. Francisco Joseph de Soria. 1782 NOTAS A DOS TEXTOS INDISPENSABLES. Con diferencia de algunas semanas, he tenido oportunidad de dar lectura a un par de libros que, para entender cierto aspecto allí referido, ha sido necesario realizar una re-lectura con objeto de encontrar solución a un dilema que hoy pretendo revelar. Se trata de Amores prohibidos. La palabra condenada en el México de los virreyes739 y Una mirada al siglo XIX a través de la prensa mexicana.740 Así que por ahora, el recurso no será la imagen. He aquí otro tipo de “imágenes”, tan interesantes como aquellas otras y que quiero compartir con ustedes, en espera de no incomodar a nadie.

Durante el virreinato, la mujer, y esto hay que decirlo con todas sus letras, en tanto género no tuvo los mismos privilegios que el hombre. En ese sentido, Yadira Ibette Cruz Meléndez dice al respecto: “Por estar en un mundo patriarcal, la situación de las mujeres durante la Colonia no fue uniforme. Las mujeres indígenas, castizas o negras eran consideradas inferiores a las blancas pertenecientes a

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Biblioteca Nacional: R/LAF/157: Descripción de las Fiestas que hicieron los diputados de la ciudad de Tehuacan, en celebridad de la dedicación del templo de Nuestra Señora del Carmen. Rasgo Épico. De D. Francisco Joseph de Soria, con las licencias necesarias. Impresa en México, en la Imprenta nueva Madrileña de los Herederos del Lic. D. Joseph de Jáuregui, Calle de S. Bernardo. Año de 1783. 36 p. 739 Georges Baudot y María Águeda Méndez: Amores prohibidos. La palabra condenada en el México de los virreyes. Antología de coplas y versos censurados por la Inquisición de México. prólogo de Elías Trabulse. México, 1ª edición, Siglo veintiuno editores, 1997. 282 p. (Lingûistica y teoría literaria). 740 Ana Carolina Ibarra (Coord).: Una mirada al siglo XIX a través de la prensa mexicana. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, 2010. 119 p. (FFyL-UNAM-Primer aliento).


las elites; por su parte, las criollas, aunque se reconocían como españolas americanas, también eran consideradas inferiores a las peninsulares”.741 Pues bien, ante esa limitante, muchas de ellas tuvieron que forzar el intento de sus quehaceres o protagonismos, incluso por encima de las normas establecidas que para ellas significaba la marginación en las actividades domésticas, y en algunos casos las intelectuales, en una de cuyas resultantes concretas, su “literatura [resultaba] amordazada”. Por eso, algunos casos emblemáticos como el de sor Juana Inés de la Cruz representa una especie de liberación, de válvula de escape que no necesariamente se obtenían en forma deseable o deseada por parte de aquellas mujeres que querían trascender. Otro caso es el de quienes no encontrando forma lícita de expresarse, lo hacían en forma clandestina, encubiertas en algún seudónimo y escribiendo en forma por demás arriesgada las más de las veces en pasquines anónimos con alias que, en el mayor de los casos, ya impresos iban a parar a manos de la Inquisición. Pero un sector todavía más atrevido o liberal, como es el de las mujeres non santas materializaban lo poco que habrían tenido de libertad o forma de expresión en el ilícito pero permitido quehacer de la prostitución, lejos ya de la subordinación respecto al hombre y a la iglesia, ese otro segmento que también imponía sus reglas y condiciones en cuanto a lo que era permitido y no. Por eso: “Los hombres limitaron a las mujeres no sólo en la vida familiar y social, sino también en la vida espiritual, ya que a través de la religión acentuaron la subordinación de la mujer respecto al varón”. 742 En el territorio de lo totalmente relajado, lo anterior viene al caso pues tanto Baudot como Águeda Méndez refieren en su trabajo las “Décimas a las prostitutas de México”. Dicen los autores: Especial atención debe merecer el cuaderno de poemas intitulado Décimas a las prostitutas de México que la Inquisición recogió en 1782. Amén de una carta de autoría, de una dedicatoria al lector, y de un proemio, el cuaderno consta también después del centenar de décimas dedicado a tan apasionante tema, de un soneto y de un romance envueltos los dos en esta evocación de las damas alegres de México a finales del siglo XVIII y en el que parece que existía una amable jerarquía desdibujada en la intimidad de la vida galante de la capital. Son una muestra bien clara de texto burlesco dedicado a un tema amoroso que es a menudo motivo de escarnio y de chanza”. 743 Entre ese centenar de décimas se encuentran varias de ellas dedicadas a algunas mujeres en cuyo escarnio y chanza a que estaban señalados sus destinos, el tema de los toros marca una constante. Quizá por las razones burlescas en que fueron describiendo sus diversas formas de ser, los toros sirvieron como motivo perfecto para externar aquellas razones relacionadas con los “cuernos” o con las “cogidas”, términos ambos que refieren, en un sentido estrictamente erótico, la razón –la de “los cuernos”-744 de traicionar, irse con otro(a) amante. En cuanto al término “cogida”, en nuestro país mencionarlo sin más, tiene una connotación o significa en términos bastante burdos pero entendibles, hacer el amor, consumar el acto sexual. Para el mundo occidental, “cogida” significa en muchos de los casos, tomar, asir o agarrar. Pues bien, entre estos dos términos: “cuernos” y “cogida”, el lenguaje cuya lectura nos deja ver el cuaderno de poemas va por ese sendero, de ahí que al “recoger” tres de esas muestras, no se sorprenda el lector de su intrínseca picardía y hasta doble lenguaje. Décima 29ª: Op. Cit., p. 15. Yadira Ibette Cruz Meléndez: “Producción literaria femenina incautada por la Inquisición” (pp. 11-26). 742 Ibidem., p. 16. 743 Baudot: Amores…, op. Cit., p. 166. 744 Disponible febrero 5, 2012 en: http://entremujeres.blog.com.es/2007/08/27/poner_los_cuernos_procedencia_de_este_di~2878106/ En los países nórdicos de la antigüedad, los gobernadores de las comarcas podían, por su condición de tal, seleccionar a las mujeres con las que deseaban intimar. Cuando esto ocurría, la puerta de la casa donde se encontraba el gobernador con la mujer elegida, era adornada con los cuernos del alce, en señal de su presencia. Si la mujer estaba casada, su marido mostraba felizmente a sus vecinos el adorno, orgulloso por la visita del gobernador a su humilde morada. Y así surgió la popular expresión: “Te pusieron los cuernos” o “Eres un cornudo”. Solo que hoy en día genera de todo, menos deseo de jactarse. 741


Bárbara la compañera de “La Toreadora Rita” hacerse quiere exquisita, siendo una bárbara fiera. Es su vicio de manera que toca la inmensidad, pero es mayor su fealdad. Y así el pesar, a fe mía, con tal Bárbara sería la mayor barbaridad.745 Décima 48ª: “La Torito” nunca llena su apetito ¡cosa rara! A todos le hace cara, pero le dan en la buena. Nunca su furor refrena, aunque la sangre le brote, anda tras todos al trote, pues como todos le den consiente que la toréen aunque sea a medio capote.746 Décima 53ª: “La Toreadora” agraciada en el precio y el andar, a todos quiere torear, mas siempre sale picada. Con arte y con zanganada se manifiesta sencilla, siendo una grande putilla, y aunque con chismes eternos, a todos les pone cuernos, le pegan la banderilla.747 Pero aquí no termina el entramado. Vuelvo a una cita de Yadira Ibette: “Si bien las mujeres estuvieron limitadas y en cierta forma dominadas por la estructura patriarcal novohispana, no fueron sujetos pasivos o sumisos; me parece que muchas buscaron diferentes formas de evadir estos límites y desarrollarse como agentes independientes. El hecho de contar con literatura femenina en los archivos inquisitoriales corrobora lo anterior”. 748 Por la marginación doméstica o literaria a que se vieron sujetas muchas mujeres novohispanas, esa limitante hoy se refleja en muchos textos que el ramo “Inquisición” permite desvelar no sólo en su sentido en tanto soporte documental. También tiene que ver con las ideas y aquellas ideas reprimidas que quedaron impresas para dar voz e incluso hasta grito a sus angustias, desesperaciones, soledades, perversiones o formas de desahogo. A ello, como ya sabemos, hay que agregar el otro Baudot: Amores…, op. Cit., p. 172. Ibidem., p. 177, 747 Ibid., p. 179. 748 Cruz Meléndez: “Producción…”, op. Cit., p. 17. 745 746


“muro”, es decir la iglesia, cuya acción las más de las veces fulminante, dejaba en nada aquel discurso y acción femenino, haciéndolas volver para recuperar el camino del bien. Por eso creo que en el terreno de la prostitución encontraban formas concretas de liberación, no sólo corporal, sino también como elemento posible para disipar un reclamo, maneras desesperadas de decir “soy mujer”, “quiero que sepan que soy mujer y no un objeto”. Así entre aquella terrible confesión de sor Juana: “¡Yo, la peor de todas!” a la realidad que, por ejemplo sufría Tulitas por aquello de que (. . . . . . . . . .) mira Tulitas cual andas. Como tanto de desmandas con el noble y el plebeyo, de puta te echan el celo, y de ellos la culpa no es; tú les das motivo, pues tú les da también aquello.749 Junto a la confesión de sor Juana y en la parte seleccionada de esa 4ª décima, aparecen dos tremendos extremos de la realidad que habitaba en las mujeres novohispanas. Para ello ha sido posible encontrar ese conflicto a partir de las tres décimas “recogidas”, donde la sugerencia o insinuación del tema taurino ha sido motivo para analizarlo desde nuestra perspectiva. Avanzado que va el siglo XXI apenas el género femenino ha ido encontrando mejores condiciones, que le son muy favorables, legítimas, pero ha sido en verdad muy duro el costo para que el equilibrio sea la mejor de las razones. En mis conclusiones debo decir que habiéndose explorado tres territorios: el doméstico, el literario y el muy propio del relajamiento de las costumbres, puede verse, en esa escala de valores el diverso espacio donde la mujer novohispana, incluso la mujer decimonónica tuvo que encontrar salidas, formas de expresión que irrumpieran ante aquella subordinación no deseada a que se veían sujetas, subordinación de la que supieron escapar con habilidades de distinto nivel, con tal de que aquella “libertad” permitiera liberarlas también de esas cárceles impuestas. Además, si la clandestinidad etiquetada de la prostitución, y digo etiquetada puesto que cada una de aquellas “mujeres de la vida galante” poseía un apodo o un sobrenombre, esto a la sazón, les daba cierto enmascaramiento de su auténtica realidad en el que quizá no era propiamente su destino, sino una condición forzosa o forzada que tuvieron que aceptar como situación última de sus vidas. Ya lo decía al principio de esta colaboración: por fortuna, dos lecturas que ahora son motivo de sugerencia, me han permitido llegar a un solo destino: entender con mayor claridad a las mujeres.

 1783 Descripción de las Fiestas que hicieron los diputados de la ciudad de Tehuacan, en celebridad de la dedicación del templo de Nuestra Señora del Carmen. Rasgo Épico Bella escuadra de Moros, y Cristianos al general concurso iba rigiendo con las lenguas, los ojos, y las manos, y el desazón pasado previniendo del desafío arrogante ningún oyente se quedó ignorante.

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Baudot: Amores…, op. Cit., p. 168.


Mas que mucho si entonces ya se veía un pequeño vestigio, un leve rastro de cómo aquella celestial Poesía, producción era del insigne Castro, que de Ángel, mas que de hombre sobre mil vivas elevaba el nombre. Entretanto el Señor don Joseph Prieto para las Fiestas Reales, que procura, examina sujeto por sujeto, y el acierto entre todos asegura, ya la noche fallece, y el concurso con ella desaparece. Pero qué importa si otro nuevo día en los brazos nació del rubio Apolo, a dar a Tehuacan más alegría, que a infelices arenas dio el Pactólo imágenes funestas, si bien doradas; vamos a las Fiestas. Se presentó la Plaza guarnecida, y de nobles Tapices adornada, sobre un cuadro perfecto constituida, y a curioso nivel perfeccionada, tan alegre, tan bella, que apenas podrá hallarse otra como ella. No por sus galas, no por su grandeza, ni porque fuese en costos peregrina, no por su adorno, no por su riqueza; sino es porque le dio mano divina por divisa española gracia especial de ser como ella sola. El Castillo en el medio se miraba asunto digno de inmortal Poesía, que en tres cuerpos formales descollaba dispuestos en perfecta simetría, de cuyo Arte, y Figura se hicieron cargo la Poesía, y Pintura. El primer día de Fiestas en media hora se vió la Plaza tan de gente llena, que aquel esmero mismo, que la explora es inquietud, que mas la desordena, cuyo remedio inicia valida de las Armas la Justicia. A este tiempo pobladas las Lumbreras de varias gentes observó el cuidado: De voces racionales, y parleras un jardín era, sí, cada Tablado,


que al Cielo comparaba si no lo que lucía, lo que brillaba. La Nobleza primera no se excusa de señalar aquel festivo anhelo con varias galas; mas espera Musa, que arrastrando tu acento por el suelo, ya con sonora pompa viene el Violín, el Pífano, y la Trompa. Abriéronse las Puertas principales de la Plaza, y a un tiempo entrar en ellas se vieron en dos Niños especiales sobre dos Brutos fijas dos Estrellas, que en el punto que entraron de Géminis el Signo figuraron. Uno era Pliego Príncipe Cristiano, adalid de la Noble comitiva, que venía conduciendo a Don Mariano de la Vega, en acción la más festiva, de Músicos, y Criados igualmente vestidos, y adornados. El otro Prieto fue Príncipe Moro de Don Joseph Mateos también seguido para el efecto mismo, que un Tesoro (sin ponderarlo) traía en el Vestido, honrando a sus Blasones criados cautivos, Músicos Ariones.750 Con un vestido verde se presenta de Terciopelo guarnecido de Oro el partidor Cristiano, a quien intenta en Arte y Galas exceder el Moro; pero no lo consigue, que la conducta igual en los dos sigue. En los cuatro Caballos mil primores todos admiran de una y otra parte, y a no diferenciarse en los colores, decir pudieran que eran los de Marte: Tal era su viveza, su hermosura, su gala, su destreza. Tomó cada uno el puesto señalado, y en esta forma se ordenó el paseo, pareciendo que hacía uno, y otro lado iba marchando el Délfico Muséo, 750

Garibay K.: Mitología griega..., op. cit., p. 52. Arión: hijo de Poseidón y la ninfa Onea. Fue maravilloso tocador de lira y él invento el ditirambo en honor de Dioniso.


el que siendo concluido nuevos asuntos emprendió el sentido. Con diestro impulso de sagrada Mano, llevándose tras si los corazones, parten la Plaza el Moro, y el Cristiano, mejor dijera, dos exhalaciones, que al uno, y otro Bando no partiendo iban ya, sino volando. Bellas tropas de Moros, y Cristianos se presentaron en las cuatro esquinas, que de manera mil corriendo ufanos las ideas practicaron peregrinas, que al estruendo de Marte había curioso prevenido el Arte. Distintas veces en la Plaza entraron los Cristianos así como los Moros, y sus festivos juegos alternaron con varios lances a valientes Toros, los que ofrecidos fueron a los mismos que allí muerte les dieron. Querer significar la diferencia de figuras, de juegos, de labores, que en los tres días formó la concurrencia de sus festivos diestros Corredores, fuera intentar cogellas, o numeras del Cielo las Estrellas. Baste decir, que fueron repetidas la Marcha, la Partura, la Carrera, por tres veces en Galas distinguidas, la última, si, mejor que la primera, y que el Día del Combate el Cristiano valor al Moro abate. Baste decir que ya vencido el Moro, de ardides muchos se valió este Día: Como andaban la Pólvora, y el Oro, publicando las Glorias de MARÍA, cuya Imagen amante a la cristiana Fe voló triunfante. Se acabaron las Fiestas, mas no acaba, ni acabará el Amor de describirlas: La misma Fama, que las decoraba, con las cien Trompas no sabrá decirlas; pero ninguna de estas fue la mayor ventura de estas Fiestas. Todo lo anduvo disponiendo el modo;


mas quien no admira ver en su progreso, suceder tanto, y acabarse todo sin que se hubiera visto un mal suceso, ni en los torpes ensayos, ni en la Plaza corriendo los Caballos. Ni en las Torres los bronces agitando, ni en el Coso a los Toros ofendiendo, ni en las Risas la Plebe comerciando, ni en las calles la Pólvora encendiendo; todo lo gobernaba mano Divina, que entre todo andaba. Siendo la copia de la gente inmensa, ninguna cosa se notó perdida, ni se vio que de Dios alguna ofensa, públicamente fuese cometida, ni una voz alterada, ni una gota de sangre derramada. ¡Este si que es favor imponderable pocas veces del Mundo merecido! Blazonar puedes Tehuacan amable, de que tu gozo fue gozo cumplido, pero no, no blazones, que MARÍA gobernaba tus acciones. ¡O Soberana Reina, y quien lograra, significar tu Gracia! ¡Quién pudiera, decir lo que eres Tú! Yo lo intentara, si como Dios lo sabe, lo supiera, y entonces sí diría con toda perfección lo que es MARÍA. Bien veo, Ilustre Conde, del Mexicano suelo clara Lumbre, que tu gloria se esconde a mi talento oscuro, y que si de ella a la sublime cumbre por el sereno y puro líquido el vuelo alzara, suerte igual a la de Ícaro probara. Mas tanto gano en esto, y tal virtud en tu Persona admiro, que el despeno funesto que a mi arrojo cupiera, no me atierra: ya en uno y otro giro por la celeste esfera lúcida me remonto, y se aleja de mi el undoso Ponto. En vibrantes fulgores


de blanca luz observo revestidos a tus claros Mayores, que con muerte gloriosa por el Orbe dejaron esparcidos sus nombres, y la honrosa fama que se adquirieron, a su Posteridad la transmitieron.751 1784 Carlos Lorenzo Hinzpeter, aporta con los siguientes datos, una información importante alrededor del torero mulato, veracruzano de nacimiento y que llevó en vida el nombre de Ramón de Rozas Hernández, y que, por el hecho de haberse hecho a la mar, llegó a España, donde por lo tanto fue contemporáneo de Mariano Ceballos y José Delgado “Illo”. En el centro de su apunte, aparece una octava que retrata los quehaceres tauromáquicos de nuestro paisano que al parecer, tuvo mejor fortuna en la vieja que en la nueva España. RAMON DE ROZAS HERNÁNDEZ: ¿REJONEADOR MEXICANO EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII? Leyendo el número 18 de la Revista de Estudios Taurinos, editada en Sevilla, encontré en su página 220, información sobre la existencia de un rejoneador mexicano del siglo XVIII, oriundo de Veracruz, llamado el negro Ramón de Rozas Hernández. Esta noticia me llevó a investigar más sobre este personaje y en la página 838 del tercer tomo de Los toros de José María de Cossío, encontré los siguientes datos, que transcribo: Lidiador del último tercio del siglo XVIII. Era negro de raza y, a pesar de anunciarse en algún cartel como natural de Veracruz, debió nacer en Jerez de la Frontera el año 1762. Así lo afirma en instancia dirigida al Ayuntamiento de Pamplona el año 1791. Se le ha apellidado Rozas y la Rosa, pero su verdadero apellido era Rozas. Algún tratadista afirma que fue discípulo de Mariano Ceballos, y que, practicaba las suertes del toreo peruano. No he dado con la fuente de la primera especie. En cuanto a la segunda, como veremos, practicaba el toreo tan arbitrario y de fantasía que no puede adscribirse a escuela alguna definida. Aparece en Madrid, por primera vez a lo que ha alcanzado a aclarar mi diligencia, el 27 de septiembre de 1784. En ese día se le anuncia de la siguiente manera: “A fin de aumentar la diversión del público con alguna variedad digna de su obsequio, el noveno toro será amarrado a dos palos, que se fijarán en la plaza, para que lo ensille y monte un negro de veintidós años de edad, llamado Ramón de Rozas Hernández, natural de la ciudad de Veracruz, en el Reino de Nueva España, el que, a imitación del difunto Mariano Ceballos, quebrará rejones desde el mismo toro, al que soltará después, matando, por último, con un puñal, al que va montando. Debió cumplir con lo ofrecido lucidamente, pues para la corrida del 4 de octubre vuelve a anunciársele, y esta vez con su ditirambo en verso, que transcribo por su mucha curiosidad: No esté el señor Belorofonte ufano… No esté el señor Belorofonte ufano de que un monstruo rindió, que eso es quimera; no se aplaudan hazañas del Tebano, que son fábula, historia y friolera. Vengan acá, si están por ahí a mano, llevarán dos lecciones de manera que admiren al negrillo en estas lides Belorofonte ser, y más que Alcides. 751

Descripción de las Fiestas que hicieron los diputados de la ciudad de Tehuacan..., Op. Cit.


En años siguientes continúa exhibiendo sus habilidades en la plaza de Madrid y en muchas otras donde es solicitado. Introduce variantes pintorescas en su trabajo. En una ocasión se anuncia para “mancornar al bicho y figurar con la mayor propiedad que esta dándole de merendar”; otra vez, para montar al novillo, templar la guitarra y cantar “con todo primor el sonsatillo” o bien para picar a su toro a pie. De sus habilidades como torero de a pie poseemos un testimonio inestimable. En febrero de 1789 se celebran en Santander grandes fiestas por la proclamación de Carlos IV. Entre ellas figuran unas novilladas, y de todas tenemos noticia puntual por una Relación que escribiera, y se conserva manuscrita, don Pedro García de Diego, vista de la Aduana de Santander. En ella se dice, ponderando la habilidad de los que ponían banderillas, estos elogios que no creo dudoso referirlos a Ramón de Rozas: “En este ejercicio lució, con extraña agilidad, un negro llamado Ramón, que jugaba con los novillos, haciendo delante de ellos diversas figuras con especial acierto; tan diestro de manos, como si el toro no las tuviese para acometerle, y tan suelto de pies, que libraba toda su seguridad en lo imposible de darle alcance. Clavó todas las banderillas que quiso, con tanta prontitud y limpieza, que se temió bien el que primero faltasen banderillas que brazos.” Por este tiempo trata sin duda de practicar el toreo normal, pues le vemos agregado a la cuadrilla de Francisco Garcés. Con el que acude a Pamplona en 1791, y con el que torea. Actuó, como he indicado, de toreador, y el secretario, escribe en la nomina: “Al negro Ramón de Rozas por consideración se le dio una onza”. Al año siguiente repite su actuación. En el año 1798 se dirige nuevamente al Ayuntamiento de Pamplona, donde se ofrece a montar un toro en pelo sólo con una cincha maestra, sin más arreo, merendar encima del toro, y después cantará y tocará un pasito con cascabeles, y hará que baile un muñeco que trae, encima del toro, y después se le pondrán banderillas de fuego estando a caballo, y lo capeará la cuadrilla a pie hasta fin de matarlo. Ramón de Rozas practicaba todas las variantes del toreo americano, como lo practicó sobre un mal caballo en Pamplona y montando toros dondequiera. Debió intentar ser torero de a pie, y en esta pretensión no le acompaño sin duda la fortuna.752 1785 El Sol Triunfante… Octava Luego que nace el Sol joven gallardo Y al Orbe muestra su dorado bozo En su esplendor que nunca tiene tardo Por rédito de lugar cobra gozo Nuevo Sol Joven ínclito BERNARDO753 Tanto al Reyno renuevas alborozo Que excedida la pública alegría Hoy tiene glorias que antes no tenía. Bruno Francisco y José Raphael Larrañaga.754 Por la llegada al gobierno virreinal de don Bernardo de Gálvez, conde de Gálvez, hijo de don Matías Gálvez quien murió víctima de la peste el 3 de noviembre de 1784, se hicieron las imprescindibles funciones taurinas para celebrar la entrada de este nuevo representante del rey, que, a la postre era 752

www.bibliofilostaurinos.com.mx En esta página de reciente creación, encuentro el dato ahora recogido. Los autores se refieren al virrey Bernardo de Gálvez. 754 Bruno Francisco Larrañaga y José Rapahel Larrañaga: El Sol triunfante. Aclamación de las proezas y honores políticos y militares de el Excmo. Señor D. BernardoGálvez, Conde de Gálvez. (ca. 1785). México, Frente de Afirmación Hispanista, A.C., 1990. 147 p. Ils. (Edición facsimilar)., p. 66-67. 753


Carlos III. De entre las notas del Diario de José Gómez o de la Gaceta de México, entresacamos los siguientes curiosos datos: El 15 de noviembre de 1785 fue la segunda corrida de toros. En esta tarde toreó una mujer ahijada del señor Virrey. El 16 no hubo toros porque llovió todo el día. El 21 fue la tercera corrida, y en este día bajó el Virrey y su esposa en el birlocho a pasear la plaza por mañana y tarde. Estuvieron los toros muy malos y esta tarde salieron dos hombres en unos zancos a torear, y fue lunes. (Gómez).755 Al respecto de la ahijada del señor virrey, don Carlos María de Bustamante apunta sobre Gálvez, [quien] hacía los mayores esfuerzos por ganarse una popularidad hasta entonces desconocida, y que mancillaba, por no decir, prostituía, la alta dignidad de virrey. ¿Qué es esto de dar gusto al populacho en barullo para girar en un quitrín en derredor de la plaza de toros como pudiera Nerón en la de Roma para ganar aplausos? ¿Qué sentarse al lado de una mujerzuela banderillera, con agravio de la decencia pública, y aun de su misma esposa que lo presenciaba?756 De mujeres en los ruedos mexicanos contamos con antecedentes que se remontan a fines del siglo XVIII, precisamente en fiestas celebradas en la plaza de toros "El Volador" dedicadas en noviembre de 1785 al Exmo. Sor. Dn. Bernardo de Gálvez, virrey de toda la Nueva España y Capitán General. Y como don Bernardo se propuso condescender con el pueblo: 1785 En este mismo dia en la Mañana… En este mismo dia en la Mañana en un Virloche757 con presteza suma se vido la Persona mui Galana del Conde Galvez qe. como una pluma volava de la Plaza el pavimento como las Aves cruzan pr. el viento. Con Manuel Quiroz y Campo Sagrado autor de los Pasajes de la Diversión de la Corrida de toros por menor dedicada al Exmo. Sr. Dn. Bernardo de Gálvez... 1786, y gracias al trabajo de Salvador García Bolio758 es posible conocer en detalle los hechos de noviembre y diciembre de 1785, donde actuaron en 22, 23 y 24 de noviembre dos, cuatro y seis mujeres toreras respectivamente. 1786 Pasajes de la Diversión de la Corrida de toros por menor dedicada al Exmo. Sr. Dn. Bernardo de Gálvez, Virrey de toda la Nueva España, Capitán General. 1786. Por: Manuel Quiros y 755

Lanfranchi: La fiesta brava en México..., op. Cit., T. I., p. 104. Carlos María de Bustamante: Suplemento a la historia de los tres siglos de Méjico, p. 178. Apud. Los tres siglos de México durante el gobierno español: hasta la entrada del ejército trigarante. Obra escrita en Roma por el padre Andrés Cavo, de la Compañía de Jesús. Publicada con notas y suplementos por el licenciado (...). México, Imprenta de J. R. Navarro, Editor. Calle de Chiquis Nº 6, 1852. 757 Virloche: carro. 758 Salvador García Bolio y Julio Téllez García: Pasajes de la Diversión de la Corrida de toros por menor dedicada al Exmo. Sr. Dn. Bernardo de Gálvez, Virrey de toda la Nueva España, Capitán General. 1786. Por: Manuel Quiros y Campo Sagrado. México, s.p.i., 1988. 50 h. Edición facsimilar. 756


Campo Sagrado. El veinte y dos siguieron las corridas de Toros dando al Publico contento se vieron dos Mujeres aplaudidas al mirarlas torear con tanto aliento pues fuertes Amazonas759 les entregaban al toro sus Personas. De esta obra, se escogen ahora los versos relacionados con tema taurino. 13 Mostrose Augusto rubio y amoroso y de Virgo miraba el rostro ameno gozando sus placeres deleitosa entre las Glorias de su Indiano ceno y entonces las Florestas a su Vi-rey disponen unas fiestas. 14 A Tauro por los suelos quieren veer demellándole la hasta venenosa haziendo de sus ruinas el placer en la del Bolador Plazuela ermosa y sin ser nada escasa en ella miden y reparten Plaza. 15 A fabricar comienzan su grandeza los Artífices diestros con esmero formándola en tal arte y gentileza que excedieron al Arte y el Madero pues como cantería esta dórica Plaza persuadía. 16 En el recinto ponen vellas gradas guarnecidas de Bayas primorosas las que estaban al ayre resguardadas de todas intemperies rigurosas pues ni tauro ni fevo dañar pudieron a ningún Mancebo. 17 759

Garibay K.: Mitología griega..., op. cit., p. 35. Amazonas: el mito debe ser muy antiguo y por eso es confuso. Probablemente pertenece a una cultura prehelénica. En general es un pueblo de mujeres guerreras, que no tienen hombres consigo y que para tener descendencia hacen periódicamente venir varones. Lo cual tampoco es muy claro en su leyenda.


Siguieron las Lumbreras guarnecidas de preciosos matizes explayadas donde muchas Personas distinguidas procuraron tenerlas adornadas dando envidia el primor de sus colores al más vello Jardín de ermosas Flores. 18 Elevaron alo alto sus tendidos con grande simetría agigantados de uniformes columnas sostenidos y de rectas cornizas adornados formando sus Balaustres sin dar quexas de verdes esmeraldas muchas Rexas. 19 Adornados de Alfombras y Tapizes se vieron sus alturas mui cavales siendo una Primavera sus Matizes para ocupar los regios Tribunales los que bien distribuidos aqual mas se obstentan de lucidos. 20 En las sombras el Arte con primor puntualm.se te vido exejutado que opacándole a Febo su rigor dejaron el lugar acomodado donde muy librem.te sin incomodidad vido la jente. 21 Quatro Puertas se vieron en la Plaza formando los ochavos excelentes estas con sus columnas y su vaza con proporciones amplias y eminentes quedando desahogadas para entrar y salir por sus fachadas. 22 Una columna con estraña idea760 pusieron de figuras adornada la q.e de noche convertida en tea dejó toda la Plaza iluminada Probablemente se trate del “monte parnaso” o asta que servía para realizar algunos otros divertimentos extrataurinos. (Véanse versos 117 a 124 de esta descripción). 760


formando el artificio con esmeros en su iluminación diestros coheteros. 23 En esta se vio Flora de presente sosteniendo los cables mui galante a Vulcano761 también que fuertem.te sus Brazos declaraban lo pujante carg.do el luminar sin que nadie le viera descanzar. 24 Apolo y Marte puestos en palestra a Neptuno y a Júpiter miraron que opuestos p.r querer todos la diestra a competensia un sirculo formaron asiendo en sus ibleos al publico presentes sus trofeos. 25 Unas tarjas de octavas Peregrinas sirvieron a estos Dioses p.a Penas cuyos metros en letras cristalinas viva Gálvez dijeron mui ufanas cubriendo sus lugares de emblemas de las mas particulares. 26 Desde el Palacio R.l hasta el tablado se vido un pasadiso distinguido por ambos lados de tablas aforrado y de fuertes umbrales sostenido para que su Exa. a la Plaza pasase con su Audiencia. 27 Comenzó el tribun.l del Virreynato con Majestuosas sillas de Brocados las que formaron rejio el aparato dejando dos lugares separados que a las Personas Reales les formaron Fellizes y citiales. 28 Siguió el de la ciudad al otro lado 761

Vulcano: dios de la tierra.


de ricas colgaduras guarnecido de bien bestidas Bancas adornado que formaron un teatro mui lucido con vista tan galana que sus Armas mostró la Corte Indiana. 29 La Minería con su fachada ermosa formó su Tribunal q.e fue el tercero haziendola ala vista deleitosa la variedad de adornos de su esmero que con ainco insaciable un Alcázar formaba respetable. 30 Siguió el del Consulado mui galante en el quarto lugar tan reluciente en Nacares tapizes rozagante que imbidia dio a Letona lo decente y el Dios Momo corrido quedó sin duda al verlo tan lucido. 31 El Cavildo Eclesiástico dio prueba de su quinto lugar p.r su grandeza esto con sus adornos lo subleva para enseñar al público una pieza tan regia y respectuosa que se miró entre seria Sor ermosa. 32 La Yttre.l Colegiata acompetensia preparó su cavildo en sexto grado francam.te explayando la decencia para no ser en nada señalado pues con roja prevista al comun todo deleitó su vista. 33 El Claustro Doctoral aq.n le toca el séptimo lugar con gentileza su estancia la compuso apide voca tendiendo colgadura con franqueza donde galan se vido de Capelos y Borlas asistido. 34


El Protom.to generoso al Público mostró sus Maravillas cuio octavo lugar se vio lustroso guarnecido de sedas amarillas que con lucido teatro al Público le dieron anfiteatro. 35 Dos lumbreras con Berdes Celosías formaron Tribun.l al S.to Oficio que destellando graves alegrías de suma autoridad dieron indicio que en el estar cerradas dieron muestras de ser las señaladas. 36 En este dieron fin los Tribun.s que ilustraron la Plaza y sus recintos declarando los gozos mui marciales encadenando vellos laberintos pues todas las Lumbreras festivas alegraron las Esferas. 37 Construida enteram.te en sus adornos fue la Plaza modelo de alegrías y entapizados todos sus contornos dieron ala tristeza bateria pues hizo p.r que save hazer caver amas de lo q.e cave. 38 En catorce los Toros comenzaron de Nov.e del año ochenta y cinco en este día los gozos se explayaron y todos pretendieron con grande ainco el dar aproporcion con sus avilidades diversión. 39 En este mismo día en la Mañana en un Virloche con presteza suma se vido la Persona mui Galana del Conde Gálvez q.e como una pluma volava de la Plaza el pavimento como las Aves cruzan p.r el viento. 40


Dos lijeros Bucéfalos tiraban la Maquina eminente rodadora en la que dos Personas se miraban que formando venían nueva Aurora porq.e sus exellensias quisieron dilatar sus preeminencias. 41 Qual Rayo desatado de la esfera cruzó Nuestro Virrey gallardam.te dando ala Pleve gozo su Carrera como así mismo al pobre y al decente que al veerlo tan humano consuelo fue feliz del País Indiano. 42 El Mormollon de gentes ocupaba la estancia de la Plaza en espesura ni un pequeño resquicio se encontraba para poder salir de su apretura y en tanto lavirinto se extraviaba la mente y el distinto. 43 Entró la Tropa con medidos pasos dando a los parches vozes retumbantes y al punto despojó los embarazos por presentarse solo los Infantes los que mui arreglados en el partir mostraron ser Soldados. 44 Quedó por fin la plaza despejada o por otro bulgar quedó partida y estado el bullicio sosegada sus embarazos se miró expedida y con pasos violentos fueron tomando todos sus asientos. 45 Entregada la llave y echa señal salió una fiera con horrible saña q.e siega por la ravia se despeña y entre las corbas puntas se enmaraña queriendo su desvelo hazer profundos hoyos en el suelo.


46 Era de faz sañuda y enojada etiope por color ancho el pescuezo en la frente la crin mui enroscada fornida la anca en serviguillo grueso con dos puntas triunfantes que a su testa sirvieron por Turbantes. 47 Salió del Cozo sentellando fuego arrebatando del suelo las Arenas no vio la gente p.r q.e salió ciego y rompiendo de babas las cadenas corrió con valor pleno que pareció de Júpiter y el Trueno. 48 Tocó al Arma este Bruto vengativo en medio de la Plaza con fiereza con ímpetu tan fuerte y tan altivo q.e asombro dio de veer su fortaleza dejando obscurecidos los vientos al bapor de sus bufidos. 49 Salieron al instante valerosos unos Mancebos bien aderezados pretendiendo el herirlo tan ansiosos que de si mismos quedaron olvidados pegando Banderillas por entremedio de sus dos cuchillas. 50 Reboleando las Capas lo torean y con agudas Baras se defienden con diligentes bueltas lo mofean y con silvos y vozes mas lo encienden el que qual Can rabioso a todos les embiste muy furioso. 51 En fin echa la seña lo mataron pasándole el pescuezo con la espada el Pecho y corazón le atravesaron dejando su fiereza domellada por que el echo Sangriento a los demas sirviese de escarmiento.


52 Cerrose la mañana con seis Toros jugando p.r la tarde los restantes y quando aucento Fevo los Tesoros destelló Flora rayos tan flamantes que con su Economía se vio la Noche convertida en día. 53 Refulgente la Fragua de Vulcano yluminó la Plaza con presteza formó de ermosas luzes un verano p.r q.e México Viera la grandeza que gozos obstentando por la Plaza de Toros fue paseando. (. . . . . . . . . .) 59 El quinze se siguió la diversión en los términos mismos de aquel día hubo de fuegos la iluminación y todo lo demas con vizarria sin que nada faltase que tal vez la bugata lo anotase. (. . . . . . . . . .) 64 Prepararon los Toros al contento en el día con muchas diversiones no faltó nada del divertim.to festivas y amplias sus composiciones y con nuevos trofeos por la noche siguieron los paceos. 65 El veinte y dos siguieron las corridas de Toros dando al Publico contento se vieron dos Mujeres aplaudidas al mirarlas torear con tanto aliento pues fuertes Amazonas le entregaban al toro Sus Personas. (. . . . . . . . . .) 67


En el siguiente dia veinte y tres las fiestas y los toros prosiguieron el Loco pegó parches al travez p.r lo que muchas galas le valieron q.e con chiste bailando a todos los Sres. fue alegrando. (. . . . . . . . . .) 95 Siguiéronse los toros este dia que cerró la semana placentera con tanto aplauso gusto y alegría que de nuevo formó otra Primavera pues rompiendo Capuces viva Gálvez dijeron vellas luzes. 96 Suspendiose tres dias esta corrida por ser costumbre yá determinada ley q.e siempre se ha visto establecida y rara vez o nunca derogada y así por este medio se vio la Plaza en confusión y tedio. 97 Amaneció el Farol p.r el Oriente de el luminoso Febo rutilante en el día 28 del presente repartiendo fulgores mui galante pues con luz nada escaza se vellos Rayos se vistió la Plaza. 98 Enserraron los toros mui temprano para dar diversión con entereza toreo gallardam.te el Samorano y D.n Tomas tambien con sutileza pues se vieron hazer dos mil primores a todos los que fueron toreadores. (. . . . . . . . . .) 101 Sesaron las corridas p.r entonces hasta el Jueves primero de Diz.e esculpirse se pudo en duros bronces


el Juvilo tan grande del nov.e que todo festejoso se vido de el Invierno Victorioso. 102 Concluyó la Semana y las corridas p.r acavarse el plazo señalado y sin embargo de estar ya cumplidas quedó todo el comun esperanzado pidiendo a S. Exa. dé p.a otra Semana Su licencia. 103 Ambigua les quedó Su preten.on hasta que en el acuerdo fuese visto hizieron todos representa.on con ancioso deceo siempre listo declarando oprimidos estar p.r el presente mui perdidos. 104 Con corazon benigno y placentero el Conde Galvez a piedad movido (atributos q.e son de Caballero) p.a amparo de el Pobre y desvalido que como padre amante ministra los consuelos al instante. 105 Lograron a medida del deceo la licencia impetrada francam.te aconocer se dio p.r el Perceo que reparte sus gracias igualm.te con ard.te Tan ard.te Zelo que socorrer sus ancias es suanelo. 106 Otra Semana pidieron los perdidos p.r veer si se miraban restaurados sus Memoriales fueron admitidos y a su contento todos despachados alcanzando la gracia que anciosos pretendian con eficacia. 107 Adornaron la Plaza nuevam.te aun q.e faltaron varios Tribun.es


no por eso dejó de estar decentte ni quedaron los huecos desiguales pues formando tendidos gallardam.te quedaron mui lucidos. 108 Conttó el Diz.e diez y nuevo dias en los q.e las corridas comenzaron volvieron a nacer las alegrías que felism.te todos observaron con gozo tan prolijo que todo fue placer y regosijo. 109 Torearon este dia quatro Señores sin que de nadie fueran conocidos los Muchachos torearon con primores q.e en Granadas estaban escondidos pues improvisamente en la Plaza los vio toda la gente. 110 Cerrose el dia con toda diversión satisfaciendo al Publico puntual huvo ala noche la iluminación siguiéndose el paceo mui marcial con eminente traza que se vio echa Pénsil toda la Plaza. 111 En el veinte lo mismo aconteció toreando los Muchachos y Sres. su Exa. las galas lestiró en Bandas y Mascadas superiores quedando victoriados los que a torear salieron de tapados. (. . . . . . . . . .) 113 La tarde del veinti uno fue un regalo al veer la diversión tambien trazada pues pusieron en medio un alto palo que se quedó la vista embelesada y aunq.e se opuso Febo no le pudo quitar nada del zevo. 114


De monedas de Plata guarnecido y de Sombrero y Capa fue adornado liveral para todos y aplaudido el capote que estava galoneado pues pretendió el anelo el Suvir asta lo alto con el buelo. 115 Con presurosas ancias fugitivo suvió con mil trabajos temeroso un pobre con deceo tan activo que a los pies les puso alas presuroso y estando ya en su altura mostró con el Sombrero su ventura. 116 En fin con infinitas diversiones la tarde concluyó mui apacible el luminar dio fuego a sus Achones para quitar la obscuridad temible aclarando el Trofeo en el marcial concurso del paseo. 117 En veinte y dos dio pasmo la grandeza de un Monte carnaval que fue formado de Alajas q.e encerraron la riqueza y de Animales vivos adornados que al veerlo nada escaso el Bulgo le nombró Monte Parnaso. 118 Se compuso de enaguas y Mascadas capas de ricos Paños de colores de Plata y Oro todas galoneadas con Camisas y Fuentes superiores terneras y Jamones pabos Pollos Gallinas y Lechones. 119 Un Almacen al Publico le dieron amplio p.r las Alajas q.e colgaron cabritos y Animales le pusieron que alos Ojos de todos deleitaron para q.e librem.te lo pudiera Coger toda la gente.


120 Entró nuestro virrey en su virloche mas q.e Alexandro magno en lo triunfante aventajando de Plutón el coche al que asombró su curso rutilante que en rapida Carrera luminar Convirtió toda la esfera. 121 Llegose al Monte con gallardo buelo y con lucida intupida arrogancia tomó de los que estaban un pañuelo midiendo vellam.te la distancia y con franquesa honrrosa en las manos lo puso de su Esposa. 122 Jugaronse tres toros y echa seña con imbension de fuego en el mom.to innumerable gente se despeña apretando el Concurso el pavim.to y muchos apresados de los Toros salieron rebolcados. 123 Velosm.te en el Monte se suvieron haciendo de sus Bienes el saqueo la Capa p.r en medio la partieron y los mas se quedaron sin empleo pues lo que uno tomaba otro venía y se lo arrebataba. 124 Finalizó el bullicio con mil penas p.a algunos q.e inútiles se hallaron dieron fin con el Monte a manos llenas todos los que coxer algo lograron por que hasta la madera cargaron como cosa mui lijera. 125 Los toros prosiguieron afugarse con q.e la tarde dio al placer el lleno regocijos y gustos fevo esparce al retirarse para su ancho seno y cerrando la noche luzes desbrocha de Letona el Coche.


126 Toda la Plaza se vido iluminada de Damas y Galanes asistido p.r todas partes mui engalanada que no se vio otra noche mas lucida por q.e quatro grandas con donaire viva Galvez dixeron p.r el Aire. 127 Aquí mi Musa se acaba pues las fiestas fenecieron siendo todo lo plausible lo mas eroico del echo los Ojos q.e dispertaron de las Sombras de Leteo forzosam.te el despojo haze la noche a su imperio estableciendo en la Plaza el mas famoso festejo dedicado a S. Exa. con Glorias y pasatiempos como a tan digno Señor de este Mexicano Ceno p.r lo q.e mi corto numen y mi balbuciente ingenio viéndose inepto interpreta el perdon de tantos yerros. Suplicando mui rendido a todo el noble congreso le concedan la dispensa a tan rudos pensam.tos adquiriendo solo un Victor p.a el enunciado objetto diciendo q.e el Conde viva de Galvez S.r Supremo p.a amparo de los pobres del septentrional terreno p.r lo que a las Musas pido sigan canoras diciendo Viva: Viva: Viva: Vivas. en los más Altos empleos.762 El esplendor de las fiestas, durante la última etapa del siglo XVIII, se transportaba a géneros no concebidos. Una de otra celebración, contaba con diferencias marcadas. Del intenso y grande aparato de la anterior se tornaba en el magnífico boato de la siguiente. Aquel espíritu cotidiano de celebrar los motivos de carácter monárquico, fiestas profanas y religiosas, tiene encendida la llama una vez más, en esta ocasión, por motivo de la llegada del virrey don Bernardo de Gálvez al cual,

762

García Bolio, op. Cit., h. 7-42.


desde el 25 de septiembre de 1785 hasta el 22 de diciembre del mismo año, se efectua ron grandes ocasiones de celebración. Por una instrucción de su Majestad (Carlos III) se ordenaba a los Virreyes de Nueva España que anualmente se organizaran corridas de toros en la capital de la Nueva España, a fin de que la Real Hacienda se resarciera de los fondos que el Conde de Gálvez había tomado para la construcción del Castillo de Chapultepec.763 El 21 de enero se iniciaron las corridas en el Volador. Como el ganado salió infumable, don Ignacio Castera, designado por el Virrey don Manuel Antonio Florez mandó previniendo mayores escándalos mezclar diversiones intermedias como el correr venados, liebres y perros, y además conejos chiquitos. Por tan general fraude, los aficionados bastante molestos, se dieron a lanzar denuestos a las autoridades, e incluso a inscribir más de algún pasquín anónimo, como el que circuló en famosa décima: 1786 PASQUÍN ANÓNIMO. El género de venados que en la Plaza ha de correr, sin duda que debe ser, el de los hombres casados. Y muchos enamorados que a sus mujeres y damas las llevan a ver las tramas donde se enrreda el venado, que quedará desollado sin dinero y con escamas.764 Pero todo parece indicar que la función siguió siendo idéntica en días posteriores. El 27 de diciembre de 1789 fue inaugurado solemnemente en la Nueva España el reinado de Carlos IV, por lo cual el virrey Revillagigedo ordenó los regocijos acostumbrados para celebrar tan regio acontecimiento.765 Inmediatamente en los días 31 de enero, 2 y 7 de febrero de 1790 los patrones del noble arte de platería realizaron debidas demostraciones “de su amor y lealtad por la Exaltación á el Trono de nuestro amado soberano el Sr. Don Carlos IV”. Aunque en la relación no se citan corridas de toros como tal, en la octava XX aparece esto: 1790 Feliz Cuerpo por fin que mas conseguido… Feliz Cuerpo por fin que mas conseguido manifestar tu afecto y rendimiento, celebrando al Monarca esclarecido que ha llenado sus Reynos de contento: No temas se obscurezca en el olvido de tu fidelidad el monumento, porque siendo al gran Carlos dedicado, está libre de ser nunca olvidado.766

763

Rangel: Historia del toreo..., op. Cit., p. 191. Ibidem. 765 Lanfranchi: La fiesta brava en México..., op. Cit., T. I., p. 110. 766 Biblioteca Nacional: R/1790/M4SAL. Breve Relación de las funciones (...) 1790, p. 13. 764


En el certamen realizado por la Real Universidad de México a fines de 1790, conocido en prensas como OBRAS de elocüencia y poesía premiadas (...) con motivo de la exaltación al trono de (...) el Sr. D. Carlos IIII (sic) Rey de España y de las Indias. México, 1791. Hubo diversas composiciones, de la más rica métrica inspiración. Entre otras se encuentra un elogio castellano de D. Joseph Sartorio “colegial que fue del mismo Colegio de San Ildefonso, a quien se le asignó un premio de dos medallas de oro y quatro de plata”. O aquella otra, una oda sáfico-adónica en metro castellano sin rima, compuesta por el Doctor en Teología don Juan de Castañiza Colegial actual del Real y más Antiguo de San Ildefonso, a quien se le adjudicó el premio de una Medalla de oro y quatro de plata. La obra lleva el título de: RAPTO POÉTICO EN QUE SE BOSQUEJA EL REGOCIJO DE México en la proclamación (...) que comienza presentando algunos versos latinos como: Hic diez veré mihi festus atrás / Eximet curas: ego nec tumultim, / Nec mori pervim metuam, tenente / Caesare terras. (Hor. Lib. III. Od. XIV) 1791 RAPTO POÉTICO EN QUE SE BOSQUEJA EL REGOCIJO DE México en la proclamación (...) Lleva consigo la sabrosa almendra que Xocohochco y que Caracas crian; y el que Orizava y Córdova producen fino tabaco. Cargada de estos y otros muchos dones, la leal Señora del Indiano Imperio se postra humilde, y al Monarca nuevo tierna saluda (...) Vive imitando a Luises y Fernandos, vive escediendo a Carlos y Felipes, vive felice quanto amado, amante de ambas Españas. Así explicaba México su gozo el día que a Carlos Quarto proclamaba; lo demás que hizo su lealtad sincera cántelo Clío.767 Cuatro años quedan ya para que el décimo octavo siglo de la era cristiana concluya, cuando, ya en el poder el rey Carlos IV es celebrado con costosísimas fiestas en la Nueva España. La Descripción de las fiestas celebradas en la Imperial Corte de México con motivo de la solemne colocación de una ESTATUA EQUESTRE de nuestro augusto soberano el Señor Don Carlos IV en la Plaza Mayor, fiestas hacia 1796 (relación hacia 1804) dice: “Para completar la solemnidad de tan feliz día, y satisfacer diez y seis corridas de Toros, distribuidas en dos semanas. Con este objeto se había construido, fuera de la ciudad, y con inmediación al Paseo de Bucareli, una gran plaza de figura ochavada. Los palcos destinados al Exmo. Señor Virrey, Real Audiencia, N.C. y Tribunales se veían decorados con magnificencia, y los demás estaban vestidos de damasco de distintos colores, o pintados con bastante gusto, cuya variedad formaba una perspectiva muy graciosa y risueña. S.E. asistió solo en los quatro últimos días, porque no se lo permitieron las graves atenciones del Gobierno, y la indisposición de la Exma. Señora Virreyna. Concurrieron a esta diversión innumerables 767

Biblioteca Nacional: R / 1791 / M4UNI: OBRAS de Eloqüencia y poesía (...), 1791., p. 3-5.


personas de todas clases, y estuvo el luxo en todo su punto; reservándose las demás circunstancias para otra pluma que tenga el tiempo necesario para expresarlas”. 768 Lamentablemente una búsqueda exhaustiva hecha alrededor de las diversas relaciones de fiesta y otros testimonios sobre este acontecimiento, no arrojan ningún dato acerca de alguna producción poética, reduciéndose –en su amplitud-, a la narración detallada de aquel acontecimiento, en el que, por cierto, tengo ante mis ojos la “Lista de los Toreros de a pie, y de a caballo, 769 y Sueldos que ganaron”. Entre los de a pie encontramos a: Manuel Moretilla, Andrés Gil, Joaquín Puerto, Cayetano Rodríguez, José González, Agustín Silva, Francisco Medina, Nicolás Bonilla, José Torres, Narciso Márquez, José Mariano Gutiérrez Altamirano, Miguel García, Juan Montesino, Francisco Robles, Joaquín Rodríguez (ni Costillares ni Cagancho; ni tampoco el excepcional caballo de Pablo Hermoso de Mendoza; sólo un homónimo). José Luis Soto, Alejandro Cortés, Gregorio Mateos, Ignacio Guzmán, José Rosales, José Félix Cardoso y José Figueroa. De a caballo: Felipe Silva, Nicolás Casas, José Ramírez, José Télles, José Paredes, Gregorio Monroy, Bartolo Monroy, José Hernández, Christóval Álvarez, Manuel Medina, José Enciso, Manuel Luna. El documento está fechado hacia el 24 de diciembre de 1796.

768

Biblioteca Nacional: 185 / LAF (18..) Descripción de las fiestas celebradas en México (...), p. 15. A.H.D.F.: Ramo: Cuentas de gastos de entradas de Virreyes, Vol. 4300, exp. 15: Cuenta de la primera corrida de toros celebrada con el plausible motivo de la colocación de la estatua equestre de Nuestro augusto soberano el Sr. D. Carlos Cuarto (Q.D.G.) (...), 79 f., ff. 39 y 39 v. 769



 EN MÉXICO, CIUDAD EN EL DÍA 31 DE JULIO DEL AÑO DE GRACIA DOS MILÉSIMO VIGÉSIMO LAVS  DEO



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