La poesia en el mundo del tauro

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La poesía en el

mundo de Tauro Ricardo Torres Rivera Pilar Colin Solana Tercer libro de la saga de “El mundo de Tauro”

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La poesía en el mundo de Tauro Ricardo Torres Rivera y Pilar Colin Solana Tercer libro de la saga de “El mundo de Tauro”

Índice

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Nota de los autores….. 7 Orígenes de la poesía….. 9 Géneros de poesía….. 15 La poesía en el mundo de Tauro….. 19 Poemario….. 37 Gonzalo de Berceo….. 37 Juan Ruiz “Arcipreste de Hita”….. 38 Hernando de Acuña….. 39 Luis de Góngora….. 40 Félix Lope de Vega….. 41 Francisco de Quevedo….. 42 Juan Ruiz de Alarcón….. 43 Conde de Villamediana….. 44 Pedro Calderón de la Barca….. 45 Rafael Landivar….. 46 Nicolás Fernández de Moratín….. 47 Lord Byron….. 48 Duque de Rivas….. 49 Anónimo….. 50 José María Heredia….. 51 José de Espronceda….. 52 José Zorrilla….. 53 Guillermo Prieto….. 54 José Velarde….. 56 Juan de Dios Peza….. 57 José Martí….. 58 Salvador Rueda Santos….. 59

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Julián de Casal….. 61 Miguel de Unamuno….. 62 Ramón María del Valle Inclán….. 63 Rubén Darío….. 64 Manuel Machado….. 65 Antonio Machado…..67 Rainer María Rilke….. 69 José Santos Chocano….. 70 Francisco Villaespesa….. 71 Juan Ramón Jiménez….. 73 Pablo Ruiz Picasso….. 74 Fernando Villalón….. 75 Emilio Carrere….. 76 Pedro Muñoz Seca….. 77 Felipe Sassone….. 78 José del Río Sainz….. 79 Rafael López de Mendoza….. 80 Margarito Ledezma….. 81 Alfonso Reyes….. 83 José Carlos de Luna….. 84 Miguel Valdivieso….. 85 Adriano del Valle….. 86 José Bergamín….. 87 Gerardo Diego….. 89 Federico García Lorca…. 92 Vicente Aleixandre….. 95 José María Pemán….. 97

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Rafael Laffón….. 98 Roy Campbell….. 99 Pedro Garfias….. 100 Jaime Torres Bodet….. 101 Rafael Alberti….. 102 Max Aub….. 104 Pablo Neruda….. 105 Salvador Novo,,,,, 106 Manuel Altolaguirre….. 107 Rafael Duyos….. 108 José Lezama Lima….. 110 Miguel Hernández….. 111 Octavio Paz….. 114 José Alameda….. 115 Juan Pedro Domecq….. 118 José García Nieto….. 119 Joaquín Pasos….. 120 Rafael Solana….. 121 Mario Cabré….. 122 Gloria Fuertes….. 123 Francisco Liguori….. 124 Juan José Arreola….. 125 Leopoldo de Luis….. 126 Guadalupe “Pita” Amor….. 127 Rafael Morales….. 128 Javier de Bengoechea….. 130 Mario Benedetti….. 131

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Manuel Benítez Carrasco….. 132 Julio Mariscal….. 135 Pablo García Baena….. 136 Hugo Emilio Pedemonte….. 137 Juan José Cuadros….. 138 Julio Alfredo Egea….. 139 Juan de Dios Pareja Obregón….. 140 Antonio Murciano….. 141 Juan Manuel Alférez….. 142 Carlos Murciano….. 144 Mariano Roldán….. 146 Rafael Guillén….. 148 Alfonso López….. 149 Héctor M. Lammoglia….. 153 Joaquín Sabina….. 158 José María Napoleón….. 161 Dante Octavio Hernández G…… 164 Felipe Benítez Reyes….. 165 Jorge de Jesús Gleason….. 166 Gonzalo Ramos Aranda….. 169 José Luis García “Guchi”….. 171 José León….. 173 Octavio Leyva….. 174 Chispazos poéticos….. 177

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Nota de los autores La poesía en la historia de la cultura de los pueblos está ampliamente acreditada. Según Voltaire: “La poesía es la música del alma y sobre todo de las almas grandes y sensibles”. “La poesía no tiene tiempo, el que la lee la rescata, la hace presente y luego la regresa a su eternidad”, dijo Doménico Cieri Estrada, poeta mexicano. Octavio Paz comentó: “El toreo es poesía en movimiento”. Para Juncal: “Todo gira en el mundo, alrededor de los toros, los músicos existen para inventar pasodobles toreros y los poetas para cantarle a los toreros”. Los toros y la poesía forman parte de la cultura universal. Por todo esto es que decidimos adentrarnos en el mundo de los toros en un viaja a través de la poesía. Hay muchísimos más, pero para este libro hemos hecho una selección de poetas consagrados y de otros no tan reconocidos, pero que a nuestro juicio pueden emocionar al lector y aportar algo al aficionado que quizá nunca se hubiese interesado en la poesía. Del mismo modo, el lector que gusta de la poesía, pero no ha estado interesado en la más bella de todas las fiestas, puede llegar a ser tocado en su sensibilidad y quizá pueda entender por qué es tan especial para las bellas artes esta fiesta del arte y valor. Modestamente hemos hecho una selección de acuerdo a nuestro criterio y sensibilidad, que esperamos logre llegar al gusto de nuestros posibles lectores, ya que sin mayores pretensiones hemos reunido estos poemas para la que esperamos sea una forma diferente de acercarse a la poesía en la que se menciona al toro. Los poemas están colocados en orden cronológico.

CDMX. enero 2021.

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Calíope, musa de la poesía épica

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Orígenes de la poesía La poesía es un género literario que se caracteriza por ser la más depurada manifestación, por medio de la palabra, de los sentimientos, emociones y reflexiones que puede expresar el ser humano sobre la belleza, el amor, la vida o la muerte; pudiendo estar tanto en verso como en prosa. La palabra poesía proviene del término latino poesis, que a su vez tiene su origen en el concepto griego poesin, pero echemos un vistazo para ver cómo ha evolucionado este género literario a través de los siglos. Es difícil establecer el origen de la poesía, pues se han encontrado inscripciones jeroglíficas egipcias del año 2600 a. de C., consideradas como la primera manifestación poética, de la que se tenga registro. Son canciones, sin que se conozca su música, que tienen significación religiosa y están desarrolladas como odas, himnos y elegías. En la antigüedad, la poesía tenía carácter ritual y comunitario, en pueblos como los sumerios, asirio-babilónicos y judíos. El “Poema de Gilgamesh”, escrito alrededor del año 2,500 a. de C., corresponde a un mito sumerio sobre la figura de Gilgamesh, rey de la ciudad de Uruk, el mayor rey de la Tierra, dos terceras partes dios y una humano, el más fuerte rey-deidad que jamás haya existido.

Fragmento del Poema de Gilgamesh

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Fue escrito en tablillas de arcilla, utilizando la escritura cuneiforme, la más antigua del mundo que data de alrededor de 3,200 a. de C. y que era utilizada por los sumerios, la primera civilización que habitó la Mesopotamia. Está formado por doce tablillas halladas por el británico Austin Henry Layard, en 1845. El primero en traducir parte del poema encontrado de la tablilla XI, fue su compatriota George Smith y se conserva en el Museo Británico de Londres. Su contenido está basado en tradiciones orales y leyendas sumerias.

Gilgamesh

Durante casi dos milenios las tablillas de arcilla que contenían las historias del rey Gilgamesh y Enkidu, un hombre salvaje y peludo, compañero de andanzas, estaban perdidas y enterradas junto a otros miles de textos en escritura cuneiforme, bajo las ruinas de la gran Biblioteca de Asurbanipal, edificada en la ciudad asiria de Nínive, El redescubrimiento del poema fue un momento decisivo para comprender cómo era el Oriente Próximo en la antigüedad. Por otra parte, se considera a Enheduanna como la primera poeta de la humanidad. Nació alrededor del 2,300 a. de C. y era hija del rey Sargón I del imperio Acadio. Su poesía se basaba en temática religiosa y estaba escrita en cuneiforme sobre tablillas de barro. Fue suma sacerdotisa de la ciudad de Ur, donde escribió sus primeros poemas.

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En su obra hay textos al dios Nannar, el dios-luna sumerio e himnos a la diosa Inanna, protectora de la dinastía de Akkad. Poemas que 4,000 años más tarde han sido traducidos por especialistas en Mesopotamia. Un ejemplo de la poesía de Enheduanna es: Con tu veneno llenas la tierra aúllas como el dios de la tormenta cual semilla languideces en el suelo eres río henchido que se precipita bajo la montaña eres Inanna suprema en el cielo y la tierra

Enheduanna

La poesía clásica de Grecia y Roma constituye uno de los mayores atractivos del tesoro patrimonial artístico de la humanidad. En la antigua Grecia, los poemas hablaban de un mundo que hoy conocemos como Época Micénica, a finales de la Edad de Bronce, un universo de palacios hallados por excavaciones arqueológicas, que datan entre 1,500 y 1,200 años a. de C. Las personas nobles acostumbraban celebrar fiestas y banquetes en sus palacios y como parte de las distracciones ofrecían a sus invitados recitales, presentados por poetas profesionales, llamados aedos, quienes narraban hazañas épicas de sus antepasados. Estos poemas no se escribían, eran improvisados, pues a fuerza de repetirlos, los aprendían de memoria.

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Las aventuras de los héroes de Troya y el fantástico viaje de l legendario Ulises, se fueron transmitiendo y reinventando para futuras generaciones. Con la aparición del alfabeto griego, las narraciones pud ieron ser escritas por sus poetas, pero, curiosamente, Melesígenes, mejor conocido como Homero, narraba sus poemas de viva voz, pues siendo niño perdió la vista a causa de una enfermedad. De su autoría brillan con luz propia “La Iliada” y “La Odisea”. Es indudable que en ambos poemas hay un propósito poético, un plan y una estructura que revela la actividad de un hombre consciente de su arte.

Ulises y las sirenas en ‘La Odisea’

De Grecia llegó a Roma la poesía lírica, la que tardó en arraigarse en el sentimiento popular por el carácter especial que tenía el pueblo romano; para ellos, el individuo ocupaba un segundo plano, por debajo del estado. Por tanto, no había lugar para este tipo de poesía, cuyo protagonista principal eran el hombre y sus sentimientos. En la lírica grecolatina se distinguían tres áreas temáticas: el amor, la reflexión filosófica-moral y la burla o crítica de personajes y de usos sociales. La poesía romana comenzó a brillar con fuerza alrededor del año 60 a. de C., con Lucrecio, Catulo, Ovidio, Virgilio y Horacio. Una época en la que Roma vivió profundos cambios, y no sólo en lo político o en lo militar. Fue un momento de cambio en el sentimiento y el alma de los romanos, que empezaron a estar por encima, incluso, del propio estado.

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Con semejantes autores surgió el periodo más fructífero y brillante de la poesía romana y uno de los más sobresalientes de la literatura universal. La poesía medieval corresponde a escritos que van de la caída del imperio romano al renacimiento, un periodo muy largo de casi mil años, entre los siglos V y XV. Grandes autores de esa época fueron: Chrétien de Troyes, Wolfran von Eschenbach, Gonzalo de Berceo, Alfonso X el sabio, Ramón Llull, Marco Polo, Guido Cavalcanti y Dante Alighieri, entre otros. Por otra parte, encontramos poemas escritos en náhuatl durante la época precolombina que vienen a ser una clara muestra cultural del pueblo mexica. Abarcaban una temática muy variada, hablaban de los orígenes del mundo y del hombre, de los dioses, del amor, la patria, el paso del tiempo, la muerte y de elementos naturales y sobrenaturales. Uno de los grandes poetas de esa época fue Nezahualcóyotl, soberano de Texcoco, conocido como el Rey Poeta. Vivió en el siglo XV y gobernó a su pueblo durante 40 años. Destacó por su aguda inteligencia, su pasión por el estudio del hombre y la naturaleza, por su compromiso con la cultura y la poesía, a tal punto que logró convertir su ciudad en el foco cultural más importante de la época mexica. “Amo el canto del cenzontle, pájaro de cuatrocientas voces amo el color del jade, y el enervante perfume de las flores. Pero amo más a mi hermano el hombre.”

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La poesía náhuatl era percibida como una fuente de conocimiento y de memoria ancestral. Por medio de ella, se legaba a generaciones futuras el conocimiento. Asimismo, se presume que los cuícatl (poemas y cantos) también eran percibidos por inspiración divina Quienes escribían poesía nahuatl eran llamados tlamitini, que quiere decir "los que saben cosas". En realidad, los tlamatinime (en plural) fungían como filósofos o poetas.

Imagen de un tlamitini nahuatl

Fragmento de un escrito de Cuuhchinaco, cantor del placer, la mujer y la muerte. En la soledad yo canto a aquel que es Ometéotl ... En el lugar de la luz y el calor, en el lugar del mando, el florido cacao está espumoso, la bebida que con flores embriaga. Yo tengo anhelo, lo saborea mi corazón, se embriaga mi corazón, en verdad mi corazón lo sabe: ¡Ave roja de cuello de hule!, fresca y ardorosa, luces tu guirnalda de flores.

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Géneros de poesía Según Aristóteles (384 – 322 a. de C.), la poesía surge porque el hombre tiende a imitar la realidad y, también, debido a la existencia del ritmo y de la armonía. Estos dos factores naturales son los que provocan que aparezca la poesía o el arte de imitar mediante el uso del lenguaje. En la época de Aristóteles, los textos siempre se escribían en verso. No solo la lírica sino también los textos científicos se construían mediante el verso. Esto hizo que, en un principio, se considerara que cualquier persona que escribiera en verso era un poeta. Pero Aristóteles, en su famosa Poética, llevó a cabo la distinción para diferenciar a aquellos artistas que escribían literatura en verso y a los especialistas que se encargaban de escribir textos científicos en verso. Siguiendo la pauta marcada por él, la poesía terminó por dividirse en tres grandes géneros: lírico, épico y dramático, que a su vez se dividen en varios subgéneros.

El género lírico se caracteriza por la transmisión de sentimientos y emociones respecto a un objeto o ser de inspiración. Expresión que se hace a través de poemas, aunque también puede utilizarse el verso o la prosa poética. Es el más usado para demostrar emoción. La poesía lírica tiene diversos subgéneros:

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La lira recibe su nombre porque al expresar los poemas, el intérprete se acompañaba con este instrumento musical. Nació en Grecia y su origen data del siglo VII a. de C. La canción es un poema exaltado que expresa gran emoción y sentimiento, eran por lo general de tema amoroso. Su origen se remonta a los trovadores provenzales. El himno es una composición poética de tono solemne por medio del cual se expresan sentimientos patrióticos, guerreros o religiosos. La oda tiene temas variados de carácter poético y meditativo, utilizados para resaltar algo o a alguien. Muchas estaban enfocadas a celebrar los placeres del amor erótico y la vida disipada. Fragmento de un ejemplo de oda: Cuando el amante viró la esquina, un amigo de lo ajeno lo asaltó. “…llevo unas medias rotas, panita”. “No importa, compañero,” sentenció. “Solo quiero que me devuelvas algo mío.” El silencio de la amante enviudada quebró el cuarto de hotel donde ya no esperó. La elegía es un poema melancólico, que inspira dolor y pena, que era cantado en banquetes fúnebres. Muestra mucha emoción. La égloga es un escrito lírico que narra de forma idílica la vida rural y pastoril, describiendo un diálogo entre dos pastores tratando temas amorosos. El epigrama es un poema muy breve, de solo dos versos, en el que el poeta trasmite sentimientos de júbilo, festividad, alegría, mezclándolos con ironía y algunos tintes sarcásticos. Un ejemplo de epigrama es: El gobierno puso cámaras en la ciudad pero no son para cuidar. Solo son para saber a quién robar y no perder el tiempo con los otros.

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La sátira es un escrito en verso o prosa, para ridiculizar algo o a alguien de manera mordaz. El romance es un poema utilizado para la narración transmitida a través del tiempo por la tradición oral. Ejemplo de romance es: No se puede comparar tu belleza con la de una flor, porque sin duda las rosas se sentirían celosas. El madrigal es una expresión en que un autor refleja los sentimientos que puede sentir por otra persona, demostrando su amor en forma de versos. El soneto surgió en el Renacimiento en Italia y está compuesto por dos cuartetos y dos tercetos entrelazados. Reproducimos el poema “Tiempo” de Renato Leduc, escrito como soneto: Sabia virtud de conocer el tiempo, a tiempo amar y desatarse a tiempo; como dice el refrán: dar tiempo al tiempo, que de amor y dolor alivia el tiempo. Aquel amor a quien amé a destiempo martirizóme tanto y tanto tiempo, que no sentí jamás correr el tiempo tan acremente como en ese tiempo. Amar queriendo como en otro tiempo, ignoraba yo aún que el tiempo es oro. Cuánto tiempo perdí, ay, cuánto tiempo. Y hoy que de amores ya no tengo tiempo, amor de aquellos tiempos, cuánto añoro la dicha inicua de perder el tiempo. El caligrama es una composición poética en la que la disposición tipográfica intenta representar el contenido del poema. En el acróstico los versos son elaborados con la primea letra de una palabra en específico y se hace en forma vertical.

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Las jitanjáforas son manifestaciones literarias que no tienen lógica en los versos escritos, pero al momento de ser interpretadas se puede apreciar su mensaje. El haiku, también llamado haikai, es de origen japonés y a partir del siglo XX se utiliza en occidente. La poesía moderna se caracteriza por el predominio del verso libre, donde el autor tiene libertad total para disponer y organizar sus versos y buscar su propio ritmo, sin ataduras de rimas o métricas. El género dramático trata de retratar la vida de alguien, es el que llega a su cumbre en el teatro. Por lo general muestra un momento, en particular, de un conflicto o un dilema y puede ser escrita en verso o en prosa para ser presentada en público. El género épico está muy vinculado al narrativo al contar eventos legendarios con personajes épicos de manera que parezcan verdad o basados en ella. Hoy en día ya no es común, pero en la antigüedad fue muy utilizado, pues era trasmitido de manera oral por los trovadores.

La poesía

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en el mundo de Tauro La poesía y la tauromaquia han estado unidas desde siempre, al toro mitológico se le cantaban odas y se le recitaban poemas; gracias a la poesía épica, lírica y dramática es posible remontarse hasta los orígenes de la fiesta de los toros. Al igual que lo hiciera la literatura, la poesía, a través de sus versos, ha ido plasmando los diferentes acontecimientos sucedidos a lo largo de la historia de la tauromaquia. Bien podemos decir que, gracias a los cancioneros, juglares y personajes folclóricos de antaño, surgieron las primeras alusiones poéticas a acontecimientos relacionados con los festejos taurinos. La relación poética-taurina se desarrolló a partir de estas primeras manifestaciones, hasta llegar a su momento de máximo esplendor a finales del siglo XIX y principios del XX, coincidiendo con el siglo de oro del toreo español, momento que también se conoció como el siglo de oro de la poesía taurina.

La Generación del 98

Durante ese tiempo la casi totalidad de bardos de la generación del 98, del 14 y del 27 mostraron su pasión por la fiesta de los toros, donde encontraron inspiración para sus creaciones literarias.

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En la Generación del 98 aparecen: Miguel de Unamuno, Ángel Ganivet, Ramón María del Valle-Inclán, Jacinto Benavente, Vicente Blasco Ibáñez, Carlos Arniches, Gabriel y Galán, Manuel GómezMoreno, Miguel Asín Palacios, Serafín Álvarez Quintero, Pío Baroja, José Azorín, Joaquín Álvarez Quintero, Ramiro de Maeztu, Manuel Machado, Antonio Machado. También podemos incluir a tres mujeres, pues se encuentran en esa franja de fechas y sus características coinciden: Carmen de Burgos “Colombine”, Concha Espina, y Consuelo Álvarez Pool “Violeta” . La Generación del 98 estaba formada por un grupo de escritores, ensayistas

y

poetas españoles que

se

vieron

profundamente

afectados por la crisis moral, política y social desencadenada en España por la derrota militar en la guerra hispano-estadounidense y la pérdida de Puerto Rico, Guam, Cuba y las Filipinas en 1898. Manuel Machado escribió en su libro “Los toros en la poesía de España”: “mucho antes de que España fuera España… ya era torera”. Añadiendo que al igual que lo hiciera la literatura; la poesía, a través de sus versos, ha ido plasmando los diferentes acontecimientos surgidos a lo largo de la historia del mundo de Tauro.

La Generación del 14

A la llamada Generación del 14 o Novocentismo, la engalanaron: José Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala, Gabriel Miró, Ramón Gómez de la Serna, Juan Ramón Jiménez, Eugenio d´Ors Rovira, Américo

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Castro, Salvador de Madariaga, Federico de Onís Sánchez, Lorenzo Luzuriaga, Manuel Azaña, quien fuera el último presidente de la República española, Gregorio Marañón, Gustavo Pittaluga, Manuel García Morente, María Goyri, Zenobia Camprubí, María de Maeztu, Clara Campoamor, Victoria Kent, María Zambrano y Matilde Padrón. Estaba formada por filósofos, ensayistas, novelistas, dramaturgos y poetas. Los miembros de la generación del 14 se caracterizaban por su sólida formación intelectual y por la sistematización de sus propuestas. Se sentían atraídos por la cultura europea y analizaban los problemas de España bajo una nueva perspectiva que consistía en modernizar intelectualmente el país. Finalmente, en la Generación del 27 estuvieron básicamente diez autores: Rafael Alberti, Federico García Lorca, Jorge Guillén, Luis Cernuda, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, Pedro Salinas y Vicente Aleixandre.

La Generación del 27

Los rasgos fundamentales de este movimiento literario son dos: la expresión de lo subjetivo, caracterizándose por el uso de la metáfora; y la precisión conceptual, que pone de manifiesto la sólida formación intelectual de los integrantes de este grupo.

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Vale la pena mencionar que no todos los miembros de las tres Generaciones mencionadas escribieron poesía taurina, pero sí una gran mayoría. El mundo de Tauro aparece prácticamente en la gran mayoría de tipos de poesía existentes. Veamos Gerardo Diego escribió esta oda al trianero Juan Belmonte: “Venid acá, oh incrédulos, vedle cómo se afianza sobre el talón izquierdo bien posado; la acordada muñeca templa y tañe a la lira que avanza y humilla y tuerce y cruje y se comprime. Mientras la mano diestra la esperanza del claro acero esgrime.”

Media verónica belmontina

Un ejemplo de égloga, escrita por Gerardo Diego: Después, y ya en pleno cisma, las dinastías honrosas: los Freg –sangres generosasy los Armillas en prisma de facetas espinosas.

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Y Garza, que es ave rara. ¿Y Arruza? Si se alquitara su sangre, si no se cruza ¿no es toda nuestra esa cara, “veni–vidi–vici” Arruza? Miguel Hernández escribió el soneto “El rayo que no cesa”: Como el toro he nacido para el luto y el dolor, como el toro estoy marcado por un hierro infernal en el costado y por varón en la ingle con un fruto. Como el toro lo encuentra diminuto todo mi corazón desmesurado, y del rostro del beso enamorado, como el toro a tu amor se lo disputo. Como el toro me crezco en el castigo, la lengua en corazón tengo bañada y llevo al cuello un vendaval sonoro. Como el toro te sigo y te persigo, y dejas mi deseo en una espada, como el toro burlado, como el toro. Un ejemplo de elegía es “Llanto por Ignacio Sánchez Mejía”, escrito por Federico García Lorca, del que reproducimos un fragmento:

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A las cinco de la tarde. Eran las cinco de la tarde. Un niño trajo la blanca sábana a las cinco de la tarde. Una espuerta de cal ya prevenida a las cinco de la tarde. Lo demás era muerte y sólo muerte a las cinco de la tarde. Raymundo Ramos escribió el siguiente epigrama: Dices, taurino amigo, que tu mujer te engaña algunas veces. Creo que es tu modestia la que te hace hablar de esa manera. Un ejemplo de la poesía tipo acróstico es el:

Acróstico a Manolete Erecto y bravo en la febril Linares, Lúcido astro de la taurina historia, Grabó su fama sin igual notoria, Rehecha siempre en los hispanos lares. A tu recuerdo múltiples cantares Nimbados con cien músicas de gloria, Marcaron de su luz la ejecutoria A la vez las lágrimas a mares. No obstante, el “as” con varonil mirada, Observadora del falaz “Islero”, Le engaña y hunde su fulminante espada. En tanto que éste el cordobés torero, Temblante ya, con la visión nublada, En él ensaña su embestir postrero. El romance no podía ser ajeno a la fiesta brava, reproducimos un fragmento de “El famoso toro del Jarama y las vacas del rey”, anónimo del siglo XVI

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…cuando más bravo que el viento y más veloz que Cometa del celebrado Jarama, a un toro en la plaza sueltan de aspecto bravo y feroz, vista enojosa y soberbia, ancha nariz, corto cuello, cuerno ofensible, piel negra… El literato y músico rondeño Vicente Martínez Espinel escribió esta décima: Sangre vieja, la muleta se duerme sobre el morrillo, y la divisa sin brillo se rinde a quien ¡a sujeta. "¿No vienes, toro? Yo, quieta tengo la planta por ti, y mi seda carmesí, con todos sus alamares, te cita por soleares para que vengas aquí." Gerardo Ramos Aranda nos ofrece una muestra de la lira: El toro de lidia milenario en su origen. Herencia, genes, me rigen, casta, temple, más nobleza fertilidad, fortaleza. Reproducimos ahora un ejemplo de lo que es un caligrama escrito por el francés Villaume Apolinaire. El texto de este caligrama que reproducimos, dice lo siguiente: “Nació en tierra taurina donde los toros negros son reyes. Este país salvaje, donde a los caballos blancos de la Camarga les gusta cabalgar, se parece al fin del mundo. Así es mi país, verdadera tierra de ataduras”.

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Por último, ponemos un ejemplo de un haiku japonés escrito por Jaime Raynaud.

Tauromaquia Llega el día

carga la suerte

la luz y la alegría, se oye la música

Toro al caballo la más bella estampa res y picador

Azul del cielo que espanta el gris del desconsuelo

La chicuelina del diestro sevillano, quite de ensueño

Plaza y arena burladeros y redondel, clarín que suena

Finta del cuerpo banderillas al quiebro brindis al cielo

Toros y toreros

Un trincherazo la pierna adelante sabor torero

arte e inspiración ruedo de albero

Toreo al natural se mueve la cintura largo y compás

Rodilla en tierra salida de chiqueros capote abierto

Entrar a volapié burel y el maestro, hasta el encuentro.

Media verónica remate con la capa

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Los primeros poemas de Tauro Entre los poemas más antiguos que encontramos, con mención a Tauro, está el Poema de Fernán González, redactado por un monje desconocido del Monasterio de San Pedro de Arlanza a mediados del siglo XIII, probablemente entre los años 1250 y 1252 . El poema describe acciones bélicas y de carácter amoroso, entre las que se cuenta la boda de Fernán con una sobrina del rey, Sancho, describiendo eventos con los que se adornó el enlace: tablas, ajedrez, toros. Reproducimos un fragmento, escrito en español antiguo:

Bodas del Conde Fueron se pora Burgos quanto yr se perdieron, Luego que y llegaron grandes bodas fezieron Non alorgaron plazo, bendiciones prendieron, Todos grrandes e chycos Muy grrand gozo ovieron. Alancavan tablados los caballeros A tablas e escaques juegan los escuderos De otra part matavan los toros los monteros, Avya y muchas citulas e muchos violeros. Fazian muy grrand gozo que mayor non podían, Dos bodas que non vuna castellanos fazian. Una por su sennor que cobrado avyan, Otra por que entrramos bendiciones prendia.

Fragmento de las Cantigas de Alfonso X El Sabio

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También les ofrecemos un fragmento, traducido al castellano, de Las Cantigas de Alfonso X El Sabio, una colección de 429 poemas escritos en gallego en los que se alaba a la Virgen María y difunden sus milagros. Son poesías cantadas, cuya letra y música estaba compuesta por trovadores. El que tocaba y cantaba estas poesías era el juglar, que a veces también era trovador. «Cómo Santa María salvó de la muerte a un hombre bueno de Plasencia, cuando un toro venía a matarlo.» «Con razón las bestias tienen gran pavor de la Madre de aquel Señor que tiene poder sobre todas las cosas.» «Por dónde, un caballero de la villa se casó bien y mandó traer toros para sus bodas, y apartó uno de ellos, el más bravo, que mandó correr.» «Pero él no se pagaba de ir allá, ni de verlo. Pero este hombre tenía un compadre clérigo, llamado Mateo, que envió por él, como he sabido, para cosas que quería decirle. Y él salió para ir allá, y el toro se dejó ir, de rondón, para herirlo, muy felón, metiéndole los cuernos por las espaldas. Y el clérigo, cuando esto vio desde una ventana, pidió merced a Santa María, y no le falló, pues luego vino a valerle;(...)» Alfonso X, el Sabio Baltasar de Alcázar escribió en 1574 “A la fiesta de los toros en Los Molares”, donde se realizó un festejo taurino con motivo de las celebraciones por del nacimiento de Juana Cortés de Zúñiga, hija del conquistador Hernán Cortés. Reproducimos un fragmento: Llegado el día, amaneció la plaza cercada desde el rollo de carretas hasta el mesón que llaman de Mendoza. Toldadas las ventanas de carpetas, de sábanas, frezadas y jergones y otras mil sabandijas más secretas. Dadas las tres, comienzan los pregones, la grita, polvo y sed, que socorriendo andaba Baco apriesa a sus mojones. Tocóse un cuerno, a cuyo son horrendo del estrecho corral salió bufando un toro hosco, pando, algo berrendo.

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Púsosele delante blandeando una garrocha Robles el Galpito, que a su Juanilla vio estarle mirando. Tirósela, erróle y dando un grito, se lanzó de corrido en su posada, presente Juana al infernal delito. Disparó el bravo toro y, de pasada, quiso burlarse un poco con Chamorro; pero la burla fue poca y pesada: llevósele en el cuerno y, si el socorro no acudiera tan presto, le pudiera dar con facilidad carta de horro. A partir de mediados del siglo XVI se inicia el llamado “Primer siglo de oro de la poesía taurina” de la mano de autores como Lope de Vega, Francisco de Quevedo, Luis de Góngora o el Conde Villamediana, y un siglo después la figura genial de sor Juana Inés de la Cruz . Todos ellos escribieron sobre los toros, unos a favor y otros en contra, pero todos refiriéndose al mundo de Tauro.

Sor Juana Inés de la Cruz escribió este soneto: Si los riesgos del mar considerara, ninguno se embarcara; si antes viera bien su peligro, nadie se atreviera ni al bravo toro osado provocara. Si el fogoso bruto ponderara la furia desbocada en la carrera el jinete prudente, nunca hubiera quien con discreta mano lo frenara.

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Pero si hubiera alguno tan osado que, no obstante el peligro, al mismo Apolo quisiese gobernar con atrevida Mano el rápido carro en luz bañado, todo lo hiciera, y no tomara sólo estado que ha de ser toda la vida. De Luis de Góngora, reproducimos la décima “De un caballo que le mató un toro”: Murió Fontanete, y hallo que el cuerno, menos violento le sacará sangre al viento, pues mató vuestro caballo. Hipérbole es recelallo, más yo, Don Pedro, recelo (después que no pisa el suelo vuestro Flegronte español) que a los caballos del sol matará el toro del cielo. En los dos últimos decenios del siglo XVI el Romancero adquiere nueva vitalidad merced al gusto que se despierta por el cultivo del romance en los poetas jóvenes. Fragmento del “Romance de una enamorada”, tomado de la tradición oral en Reocín, provincia de Santander. -Noticias traigo Teresa, noticias traigo muy malas; que Francisquito está malo, está malito en la cama; que ayer tarde fue a los toros y uno le dio una cornada. -Dame las señas del toro, le voy a matar mañana; dame las señas del toro. -Te las daré sin tardanza: las señas del toro son el color como la plata, el morro tiene morino, y la frente amolinada;

los cuernos son como agujas que del suelo sacan pajas. -Madre, hágame un vestido ni de luto ni de nada, aparéjeme la burra que me voy a la Arbolada. A la entrada de Arbolada las campanas retumbaban; A la entrada de su casa entre cuatro lo sacaban. -Adiós, Francisco del alma, Francisco del corazón; adiós, Francisco del alma, para siempre adiós, adiós.

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“La Flor de romances” recopilada por Andrés de Villalta. Es la primera colección conocida en que aparecen romances propiamente moriscos. De esta obra sacamos un fragmento de “Romance de Gazul”.

Grabado de Francisco de Goya

Conocen al caballero por su presencia bizarra, que era Gazul, el más fuerte, caballero de gran fama; el cual con gentil donaire se puso en medio la plaza con un rejón en la mano que al gran Marte asemejaba, y con ánimo invencible al fuerte toro aguardaba.

y después con gran braveza hacia el caballo arrancaba por herirle con sus cuernos, que como aleznas llevaba; más el valiente Gazul su caballo bien guardaba, porque con el rejón duro, con presteza no pensada, al bravo toro hería por entre espalda y espalda.

El toro cuando lo vido al cielo tierra arrojaba con las manos y los pies, cosa que gran miedo daba,

El toro muy mal herido con sangre la tierra baña, quedando en ella tendido, su braveza aniquilada.

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En el siglo XVII, en nuestro país, Doña María de Estrada de Medinilla escribió, como regalo de México a su virrey, el Marqués de Villena:

Yo, aquella que sin ley canté algún día en silva libre la festiva entrada del que a ilustrar la indiana monarquía vino desde región tan apartada, ya uso con voz más dulce que solía, con lira canto ya más acordada, debajo de preceptos, las reales fiestas a causa tal no desiguales. La pompa, el aparato, el lucimiento de tres giros de sol continuados, las galas, la hermosura, lo sangriento de libreas, de toros y tablados, lo abundante, lo rico y opulento de grandezas, de telas y brocados…, si tanto puede prometer mi pluma, intento reducir a breve suma. En otra de sus obras, Medinilla señala: “que aún en lo frívolo, como son los toros, las corridas que se celebran aquí serán mejores que las que puedan celebrarse en España”. Una clara alusión a la forma en la que en América se había asumido la fiesta de los toros a la que desde

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México se le dio una nueva identidad capaz de rivalizar con el toreo de España. Nicolás Fernández de Moratín fue uno de los pocos intelectuales del siglo XVIII interesados en la tauromaquia. Uno de sus poemas más conocidos es el titulado “Fiesta de toros en Madrid”, escrito en quintillas. Asimismo, dedicó una oda pindárica al torero Pedro Romero titulada “Canción a Pedro Romero”, donde muestra un estilo popular, fluido y sencillo. El siguiente es un fragmento de Fiesta de toros en Madrid. El ancho circo se llena de multitud clamorosa que atiende a ver en su arena la sangrienta lid dudosa, y todo en torno resuena. La bella Zaida ocupó sus dorados miradores que el arte afiligranó, y con espejos y flores y damascos adornó. Añafiles y atabales, con militar armonía, hicieron salvas y señales de mostrar su valentía los moros más principales.

Nicolás Fernández de Moratín

Salió un toro del toril y a Tarfe tiró a tierra, y luego a Benalguacil, después con Hamete cierra, el temerón de Conil.

No en las vegas de Jarama pacieron la verde grama nunca animales tan fieros, junto al puente que se llama, por sus puentes, de Viveros.

Todos miran a Aliatar, que, aunque tres toros ha muerto, no se quiere aventurar, porque en lance tan incierto el caudillo no ha de entrar.

Como los que el vulgo vio ser lidiados aquel día, y en la fiesta que gozó la popular alegría muchas heridas costó.

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El poeta segoviano Alonso de Ledesma escribió un curioso poema con tinte taurino llamado “A los siete pecados mortales”, del que reproducimos un fragmento: El príncipe de las tinieblas siete toros encerró, porque en el coso del mundo corriesen al pecador. Corrió el toro de soberbia tras el vaquero mayor, y con ser tal que volaba del potro lo derribó. La gula es un toro grueso, pero tan gran corredor que al capearle mi padre tras un árbol le cogió. Sigue el toro de la envidia a Caín, con tal furor, que le alcanzó a pocos pasos porque en Abel tropezó. Salió el toro de la ira tras el duro Faraón, y tan le acosa, y sigue, que en el agua le arrojó. Entró el toro de lujuria, tan ligero y tan feroz, que no escapó de sus cuernos ni David, ni Salomón. El toro de la avaricia hasta la iglesia se entró, y a Judas de una barrera, entre doce, lo sacó. Pereza es un buey cansado, mas no os lleguéis mucho vos que, si descuidado os coge. os ha de matar por Dios.

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Don Francisco de Quevedo escribió este soneto: “Con la comparación de dos toros celosos, pide a Lisi no se admire del sentimiento de sus celos”. ¿Ves con el polvo de la lid sangrienta crecer el suelo, y acostarse el día, en la celosa y dura valentía de aquellos toros que el amor violenta? ¿No ves la sangre que el manchado alienta el humo que de la ancha frente envía el toro negro y la tenaz porfía en que el amante corazón ostenta? Pues si lo ves, ¡Oh Lisi! ¿Por qué admiras que cuando amor enjugan mis entrañas y mis venas volcán reviente en iras? Son los toros capaces de sus sañas, y no permites cuando a Bato miras que yo ensordezca en llanto las montañas.

Francisco de Quevedo

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José de Valdivieso nos ofrece “Ensaladilla de Navidad” del que reproducimos un fragmento: “Porque está parida la Reina corren toros y cañas juegan”.

que entra el valeroso amor cuadrillero de unas cañas.

Después de correr los toros más bravos que dé Jarama, pues desde el hombre primero nadie corrió sin desgracia, sólo se salvó la Reina, que al atravesar la plaza quiso acometerla un toro y un galán le echó la capa.

La Gracia sacó otro puesto y salió con buena gracia que es galán de la parida que sin ella no se halla. Salió vestida de blanco que es color de las que ama, Virgen después de parida como antes de nacer santa.

Ya después de jarretados Gabriel con los de su guarda para despejar el coso de los balcones de abaja.

Miróla de gracia llena, y cayóle muy en gracia, y en ella puestos los ojos le dice así cuando pasa:

El amor saca el un puesto, y de encarnado se viste, que es la librea que el rey para estas fiestas elige.

“Que por vos la mi señora la cara de plata, correría yo un caballo a la trápala, trápala, trapa”.

Entra con la omnipotencia, y es bien que en su fuerza estribe para pasar la carrera del más alto al más humilde. “Atabales tocan, suenan clarines, Y las cañas juegan los serafines”. Que bien entra su cuadrilla, que bien corre, que bien pasa, “aparta, aparta, afuera, afuera, Afuera, afuera, aparta, aparta”,

José de Valdivieso

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Poemario Hagamos ahora un breve recorrido en lo que, a lo largo del tiempo, han escrito sobre el toro, algunos bardos de diversos países: Gonzalo de Berceo nació en Berceo hacia 1195. Escritor medieval que es considerado primer poeta en lengua castellana con nombre conocido. Fue clérigo y vivió en el monasterio de San Millán de la Cogolla. Inauguró la senda de la poesía erudita, en contraposición con la desarrollada por la épica popular y la de los juglares. Su forma de narrar los sucesos religiosos e intentar acercarlos al pueblo mediante un estilo y una forma de sentir humilde y sencilla. En su poema “El clérigo embriagado” hace referencia al toro: Este es un fragmento escrito en castellano medieval: En figura de toro que es escalentado, cavando con los piedes, el celo demudado, con fiera cornadura sannoso e yrado paróseli delante el traidor provado. Facieli gestos malos la cosa diablada, que li metrié los cuernos por media la corada, priso en omne bueno mui mala espantada, mas valió la Gloriosa reina coronada. Vino Sancta María con ábito onrrado, tal que de omne vivo non serie apreciado, methieselis en medio a él e a el pecado, el toro tan superbio fue luego amansado. Menazóli la duenna con la falda del manto, esto fo pora elli un mui mal quebranto, fússo e desterróse faziendo muy grande planto. finco en paz el monge, gracias Padre sancto.

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Juan Ruiz, conocido como el Arcipreste de Hita, nació en Alcala de Henares en 1283. Fue clérigo y ejerció de arcipreste en Hita. Poeta castellano autor del “Libro de Buen Amor”, una narrativa en verso que constituye una de las obras literarias más importantes de la literatura medieval española. Fragmento de su obra monumental escrito en castellano medieval: Luego lunes mañana, don Raby Acebyn, por le poner en salvo, prestole el su rrocin: pasóse muy ayna ´n estreno de Medelín; dixieron los corderos: “¡Be! ¡he aquí la fyn” Cabrones e cabritos, carnerpos e ovejas diavan grandes balidos, dicen estas consejas: “Si nos lieva de aquí Carnal por las callejas, a muchos de nos e vos tirarán las pellejas.” Prados de Medelín, de Cánceres, de Troxiello, le vera de Plasencia fasta Valdemorillo, toda la serranía el presto mancebiello alborocó ayna e fizo grand portiello. Al campo de Alcudia e toda Calatrava, el campo de Hazalvaro, en Valsavin entrava, en tres días lo anda: semeja que bolava, el rrocín del rrabi con miedo andava. Desque l´ vieron los toros, enerisan los cerros, los bueyes y e las vacas repican cencerros, dan grandes apellidos terneras e becerros: “¡Aba! ¡Aba” ¡vaqueiros, acorrednos con los perros!”

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Hernando de Acuña nació en Valladolid en 1520. Su obra, una de las más importantes de la primera generación de poetas petrarquistas, abarca fábulas mitológicas, epístolas, églogas pastoriles, canciones y sonetos de temática amorosa. Junto a sus poemas originales, escribió también versiones de poetas latinos e italianos conforme a la práctica renacentista de la “imitatio” y diversas traducciones. “Un novillo feroz y un fuerte toro” Un novillo feroz y un fuerte toro lidian delante su becerra amada, y mirábalos Silvia descuidada, de gracia y de beldad rico tesoro, cuando por la ribera un sacro coro de ninfas ve venir, y en su llegada fue de ellas mi pastora coronada de flores, que eran perlas sobre el oro. Y como el fuerte vencedor furioso dio alegre fin a la obstinada empresa, zampoña no quedó que no tocase, diciendo: «¡Oh bien nacido y venturoso Silvano, si tu llanto, que no cesa, con fin tan venturoso se acabase».

Hernando de Acuña

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Luis de Góngora y Argote nació en Córdoba, España, en 1561. A pesar de que no publicó en vida casi ninguna de sus obras poéticas, éstas corrieron de mano en mano y fueron muy leídas y comentadas. En ellas se adivina su implacable vena satírica que caracterizó buena parte de su obra. El estilo gongorino es sin duda muy personal, lo cual no es óbice para que sea considerado como una magnífica muestra del culteranismo barroco. Fragmento “De unas fiestas en Valladolid” La plaza, un jardín fresco; los tablados, un encañado de diversas flores; los toros, doce tigres matadores a lanza y a rejón despedazados; la jineta, dos puestos coronados de príncipes, de grandes, de señores; las libreas, bellísimos colores, arcos del cielo, o propios o imitados; los caballos, Favionos andaluces gastándole al Perú oro en los frenos y los rayos al sol en los jaeces; al transponer de Febo ya las luces en mejores adargas, aunque menos, Pisuerga vio lo que Genil mil veces.

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Félix Lope de Vega y Carpio nació en Madrid en 1562. Es considerado uno de los más importantes poetas y dramaturgos del llamado “Siglo de Oro” español, así como uno de los más prolíficos autores de la literatura universal, reconocido por Miguel de Cervantes como “Monstruo de la naturaleza”. Lope fue el artífice de la construcción del teatro moderno. Fragmentos de su poema a las “Fiestas en la boda de Lido, rey de Andalucía, con Clorinda, hija del rey de Fez”. Furioso un toro de la puerta arranca bajando el cuello y erizando el cerro, hecho remiendos de la frente al anca, temido por feroz desde su encierro; con una estrella en una mancha blanca, del dueño suyo conocido hierro; gruesa, cual todos, tiene las cervices, de cuernos junto, abierto de narices. Su fiereza juzgaba en sus arrugas el temeroso vulgo, y los jueces, que entre mil remolinos y verrugas mostraba el rostro herido tantas veces. No dio naturaleza a las tortugas más dureza que al cuello en sus dobleces; ojos y boca, con bramidos y luces, parecen disparados arcabuces. Clorinarda, que mira al triste moro, entre sí se deshace tiernamente, como la nieve que los rayos de oro del sol de julio sobre el monte siente. Hizo tales hazañas Cardiloro que el aplauso famoso de la gente lo abrazó mucho más, porque a quien ama crece y dobla el amor la buena fama.

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Francisco de Quevedo y Villegas nació en Madrid en 1580. Fue uno de los grandes escritores de la literatura del llamado Siglo de Oro. Hizo gala de la versatilidad de su pluma, conocido por su prosa y por su verso. En Valladolid, ciudad donde adquirió su fama de gran poeta, se hizo famosa su rivalidad con Góngora. Se dedicó a la poesía desde muy joven, y escribió sonetos satíricos y burlescos, a la vez que graves poemas en los que expuso su pensamiento, típico del Barroco. Sus mejores poemas muestran la desilusión y la melancolía frente al tiempo y la muerte.

+ Fragmento de “Fiestas en que cayeron todos los toreadores”: Al toro es fuerza buscarle

Los lectores del toreo

con diligente talón, y es gala solicitarle; que el “ucho, hó”, y aguardarle denota lejos y halcón.

graduados de balcón, que en salvo vierten poleo, tienen parlado rejón, y muy poquito peleo.

Si con decir que cayeron, los quisieron deshacer, respondan los que lo vieron, que los serafines fueron inventores del caer.

No hay regatear aquí, el buscallo o recibillo al toro más baladí; que si hay torillejo osquillo, ha de haber el vente a mí.

Esto sí ha sido extremarse

El juzgar no es valentía,

en rejones y en heridas, y a todos aventajarse, pues salieron a tomarse

garnacha en los balcones, caballero yo haría; y suertes en profecía,

con los toros a caídas.

no acreditan los rejones.

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Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza nació en Taxco, Guerrero, en 1580. Aunque nacido en México es considerado una de las figuras más destacadas del “Siglo de oro español”. Era indiscutible su calidad de autor, cuyas obras amenazaban la preeminencia y el éxito teatral y literario de sus ilustres contemporáneos. Se caracterizaba por su ponderación, su equilibrio, su corrección en el lenguaje y en el verso, su sentido humano de la moral, en una palabra, su discreción, cualidades en las que superó al resto de los dramaturgos hispanos. El mexicano ha motivado diversas reacciones en la crítica moderna hispanoamericana. Un ejemplo de su poesía taurina: Un toricantano un día,

se echaron dos melecinas

entró a dar una lanzada, de su amigo apadrinado;

con el cuerpo y con el asta. Cayó el caballero encima

airoso, tercio la capa; galán, requirió el sombrero, y, osado, tomó la lanza

del toro, sacó la espada el tal padrino, y por dar

Salió el toro, y cara a cara,

al toro la cuchillada, al ahijado se la dio; y, siendo de buena marca, levantóse el caballero

hacia el caballo se vino,

preguntando a voces altas:

aunque pareció anca a anca, porque el caballo y el toro, murmurando a las espaldas,

¿Saben ustedes a quién este hidalgo apadrinaba? ¿A mí o al toro? Y ningún.

veinte pasos del toril.

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Juan de Tassis y Peralta, segundo conde de Villamediana nació en Lisboa, Portugal, en 1582. Su obra lírica ofrece una equilibrada síntesis entre los dos estilos dominantes de su época: el de Góngora y el de Quevedo. Son notables sus más de doscientos sonetos. Llevó una vida galante y llena de aventuras. Su ejercicio satírico no fue más que una de las funciones morales de su poesía. Sus versos abarcan asuntos amorosos, fúnebres, reflexivos y religiosos. Su misteriosa muerte, asesinado por un desconocido, ha hecho suponer que se trataba de una venganza de celos, quizá del propio rey.

El asesinato del Conde de Villamediana

Este es su soneto “Al alguacil de corte Pedro Vergel”: La llave del toril, por ser más diestro, dieron al buen Vergel, y por cercano deudo de los que tiene so su mano, pues lo tiene esta villa por cabestro. Aunque en esto de cuernos es maestro y de la facultad es decano, un torillo, enemigo de su hermano, al suelo lo arrojó con fin siniestro. Pero como jamás hombres han visto un cuerno de otro cuerno horadado, y Vergel con los toros es bienquisto. Aunque esta vez lo vieron apretado sano y salvo salió, gracias a Cristo: que Vergel contra cuernos es hadado.

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Pedro Calderón de la Barca nació en Madrid en 1600. En Salamanca estudió Cánones y Derecho. Fue soldado en su juventud y sacerdote en la vejez. Escribió sobre todo comedias y autos sacramentales. Fue enormemente admirado por los grandes autores europeos, algunos lo vieron como el poeta dramático y lírico más importante de la época. Escribió este soneto con motivo de “Fiestas de toros y cañas durante el reinado de Felipe IV”, en un día frío de diciembre de 1633. A la fiesta de toros y cañas del Buen Retiro, en un día de grande nieve. Llueven calladas aguas en vellones blancos las nubes mudas; pasa el día, más no sin majestad en sombra fría, y mira el sol, que esconde en los balcones. No admiten invierno los corazones que influye la española monarquía fuerza igualmente en toros y rejones. El blasón de Jarama, humedecida y ardiente la ancha frente en torva saña, en sangre vierte la purpurea vida. Y lisonjera al grande rey de España.

Pedro Calderón de la Barca

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Rafael Landivar S.J. nació en 1731 en Santiago de los Caballeros, Guatemala. Es considerado como el primer poeta guatemalteco. En 1749 viajó a México donde se convirtió en sacerdote de la orden de los jesuitas. Su obra más famosa fue la “Rusticatio Mexicana”, publicada en Módena, Italia, en 1781, en la que trató con precisión la fiesta de los toros. Se compone de quince libros, un apéndice sobre la Cruz de Tepic y un anexo explicativo. Originalmente fue escrita en latín y posteriormente traducida al español. El poeta detalla la vida del toro bravo en el campo en su libro XV con el nombre de “Los juegos”: Cual flecha lanzada por tenso resorte, el novillo se arroja resuelto a pasar con su cuerno al torero enfrentado, y alzar al clavado a las auras ligeras. Entonces el diestro presenta su capa a los tercos embates, escurre su cuerpo hacia un lado, y al punto se aparta salvando la herida letal con su rápido salto. El toro otra vez más hirviente del odio infestado, con todo su cuerpo buscando al torero arremete esforzado, y de rabia babea y presagia la muerte. Empero provisto de caña mermada en su diestra el torero, en tanto que el lienzo sacude con gacha cerviz el vacuno, le clava veloz el rejón penetrante entre ambos morrillos. Lánzase el toro a los cielos transido de agudo venable, y satura de intensos mugidos el Circo.

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Nicolás Fernández de Moratín nació en Madrid en 1737. Poeta, prosista y dramaturgo. Fundador de la tertulia de la “Fonda de San Sebastián”, donde, sólo se permitía hablar de teatro, toros, amores y versos. A la tauromaquia dedicó varios poemas. Fragmento de su “Oda a Pedro Romero, torero insigne”: Pasea la gran plaza el animoso mancebo, que la vista lleva a todos, su altivez mostrando; no hay corazón que esquivo la resista. Sereno el rostro hermoso, desprecia el riesgo que le está esperando: le va apenas ornando el bozo el labio superior, y el brío muestra y valor en años juveniles del iracundo Aquiles. Va ufano al espantoso desafío: ¡con cuanto señorío! ¡que además varonil! ¡qué gentileza! Pides la venia, hispano atleta, y sales en medio con braveza, que llaman ya las trompas y timbales. No se miró Jasón tan fieramente en Colcos embestido por los toros de Marte, ardiendo en llama, como precipitado y encendido sale el bruto violento que en las márgenes corvas del Jarama rumió la seca grama.

Nicolás Fernández de Moratín

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Ángel Saavedra, Duque de Rivas nació en Córdoba, España, en 1791. Luchó contra las fuerzas napoleónicas y cayó gravemente herido, escribiendo en el hospital su conocido romance “Con once heridas mortales”. Por haber participado en un golpe de estado 1820, se exilió en Inglaterra, Malta, Francia y Portugal. Dramaturgo, poeta, historiador, pintor y estadista. Extraordinario poeta narrativo que halló su inspiración en la historia y en las tradiciones nacionales. Quizá su mayor aportación sean sus “Romances históricos”, en los que evoca las glorias del pasado hispano. Fragmentos de “Los toros” (Romance primero de El conde de Villamediana): Está en la Plaza Mayor todo Madrid celebrando con un festejo los días de su rey Felipe IV.

Entre capas desgarradas y moribundos caballos, se ostenta como guerrero que se corona de lauro.

Este ocupa, con la Reina y los jefes de palacio, el regio balcón, vestido de tapices y brocados.

Entre rendidos pendones, sobre muros derribados, del genio del exterminio parece emblema y retrato.

En la plaza están los ojos tornan de Toledo al arco, por cuya barrera asoma un caballero a caballo.

Un sombrero, con cintillo de diamantes sujetando seis blancas gentiles plumas, corona su noble garbo.

Vése en medio de la arena, furia y humo respirando, los ojos como dos brazas, los cuernos ensangrentados,

Con la izquierda rige el freno, en la diestra lleva en alto un pequeño rejoncillo con la cuchilla de a palmo.

con la pezuña esparciendo ardiente polvo, el más bravo retinto, a quien dio Jarama hierba encantada en sus campos.

Acompáñanle dos pajes a pie, de uno a otro lado; y llevan las rojas capas, prontas al lance, en la mano; Síguenle sus escuderos y un gran tropel de lacayos, los que por respeto al toro se van haciendo reacios.

Aún no estreno la almohadilla de su cuello erguido y alto hierro alguno, ni ha embestido una sola vez en vano.

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Poema anรณnimo

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José María Heredia y Heredia, también conocido como José María Heredia y Campuzano fue un poeta nacido en Santiago de Cuba en 1803. Es considerado como el primer poeta romántico de América e iniciador del romanticismo en Latinoamérica y uno de los más importantes de la lengua española. En su país le dieron el título de Poeta Nacional. Durante mucho tiempo vivió desterrado en México. Entre sus obras aparece el poema “Muerte del toro” del que reproducimos una parte: Al clavar de los dardos inflamados y agitación frenética del toro. La multitud atónita se embebe, como en el circo la romana plebe, atenta, reprobaba o aplaudía el gesto, el ademán y la mirada con que sobre la arena ensangrentada el moribundo gladiador caía. Suena el clarín, y del sangriento drama se abre el acto final, cuando a la arena desciende el matador, y al fiero bruto osado llama, y su furor provoca. El, arrojando espuma por la boca, con la vista devórale, y el suelo hiere con duro pie; su ardiente cola azota los ijares, y bramando se precipita… El matador, sereno, ágil se esquiva, y el agudo estoque le esconde hasta la cruz dentro del seno. Párase el toro y su bramido expresa dolor, profunda rabia y agonía. En vano lucha con la muerte impía; quiere vengarse aún: pero la fuerza, con la caliente sangre que derrama en gruesos borbotones, le abandona, y entre el dolor frenético y la ira, vacila, cae y rebramando expira.

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José de Espronceda y Delgado nació en Almendralejo en 1808. Tenía un espíritu aventurero, rebelde y bohemio Desde muy joven se sintió atraído por la literatura y por la actividad política, aficiones ambas que definirían su futuro. Poeta romántico de ideología liberal, es considerado como uno de los bardos más destacados del romanticismo español. Fragmento de su poema “El diablo mundo”: ¿Visteis el toro que celoso brama la cola ondeando sacudida al viento, que el polvo en torno levantando inflama envuelto en nube de vahoso aliento, y ora a su amante palpitante llama, ora busca en su cólera violento con erizado cerro y frente torva, quien el deseo de su amor estorba? Así el mancebo en derredor revuelve la vista en ansia de feroz pelea; de nuevo a sacudir la reja vuelve, que trémula a su empuje titubea; calmarse, en fin, a su pesar resuelve, siente que en vano lucha y forcejea, y ella le habla, y él triste la mira, y sin saber que responder suspira.

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José Zorrilla nació en Valladolid en 1817. Siendo niño escribió sus primeros versos. Su carrera literaria fue vertiginosa, su primer libro que llamó “Poesías”. En 1848 ingresó a la Real Academia Española y su discurso lo leyó en verso. Durante varios años vivió en México, donde hizo gran amistad con el emperador Maximilano. Muchas fueron sus grandes obras, destacando Don Juan Tenorio. Vale señalar que en 1889 fue coronado solemnemente en Granada como “poeta nacional”. “El picador” Con el hirviente resoplido moja el ronco toro la tostada arena. La vista en el jinete, alta y serena, ancho espacio buscando al asta roja. Su arranque, audaz al recibir se arroja pálida de valor la faz morena, e hincha en la frente la robusta vena el picador, a quien el tiempo enoja. Duda la fiera, el español la llama, sacude el toro la enastada frente, la tierra escarba, sopla y desparrama; Le obliga el hombre, parte de repente, y herido en la cerviz, huye y brama, y en grito universal brama la gente.

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Guillermo Prieto Pradillo nació en 1818 en el barrio de Tacubaya de la capital azteca. Escritor y político mexicano. Bajo el pseudónimo de “Fidel”, cultivó todos los géneros literarios y fue, además, cronista y poeta de las gestas nacionales. Su obra se divide en composiciones patrióticas y versos populares inspirados en el folclore. Satírico en defensa de lo liberal, humorista por temperamento y esencia, fue uno de los escritores más mexicanos del siglo XIX.

“Un pollo en los toros” Rendido a Baco el matutino culto con seis cocteles métese a Iturbide; come, y bebiendo siempre, se decide a seguir de los toros el tumulto. Llega a la plaza, y con semblante estulto el redondel con la mirada mide, ¡Toro! Con voz aguardentosa pide y a cada picador grita un insulto y ¿bruto! A aquel que se salvó de un salto. Y ronco de gritar como un carnero, ya de resuello y de vergüenza falto, al ver un volapié de Habanero, arroja al redondel su sombrero alto con una interjección de carretonero. “Trépale que es mansito” (fragmentos)

Y que comienzan los toros, y empieza la gritería,

Hay sus saltos de garrocha, capeo de muletillas,

que es la salsa de la fiesta, de peligro y fechorías:

y sus flores delicadas, y vistosas banderillas;

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Y hay también sus revolcados

y responden orgullosos

entre palmadas y trisca,

los de Morelia aguerridos;

que se alzan atarantados y corren sin salida…

¡Ese es Santos Degollado, ese es nuestro jefe invicto!... - ¡Viva el héroe de Zamora! - ¡Viva don Santitos!...

En esto, que sale el toro que al redondel ilumina… cornicorto, grueso el cuello,

Los jefes le hacen cumplidos,

soberbio, ligero, altivo,

y suenan dianas alegres en el aire conmovido. El ejercito y el pueblo ensalzan a su caudillo,

Eran llamas en sus dos ojos, y era su conjunto lindo, y era marrajo de genio, y era muy matrero el bicho; Para la capa, mañoso,

mientras Comonfort le abraza con sincero regocijo.

para la garrocha, esquivo, para el lazo, inconsecuente,

Don Santos a Colima un mando reconocido;

para la cola, tardío…

Y Comonfort, justiciero, le dio el mando de Jalisco, para bien de nuestra causa y en premio de sus servicios.

¿Quién es ese hombre? Preguntan los rancheros más peritos,

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José Velarde nació en el pueblecillo gaditano de Conil de la Frontera en 1848. Poeta y prosista. Es uno de los precursores del modernismo en España. Tiene en sus composiciones fragmentos acertadísimos, versos esculturales modelo de corrección y de armonía, brillantez fulgurosa en muchas imágenes, y, lo que es innegable, descripciones exactas que parecen echas con paleta y pincel. “Toros y cañas” (fragmentos)

Todo en la ciudad es fiesta,

el concurso se impacienta,

regocijo y algazara, y ecos de guzlas, clarines,

el toro la arena escarba. Al ver tal, el caballero de la cruz de Calatrava, toma un rejón y a la fiera

atabales y dulzainas. Verdes juncos y romero alfombras, calles y plazas; en terrados y alminares

con paso sereno marcha. Acállase el vocerío,

hay banderas desplegadas,

tiemblan medrosas las damas, mírale el toro suspenso y la multitud pasmada.

y colgaduras de seda con rapacejos y franjas, y bordados y divisas

Por tres veces acomete,

engalanando las casas.

otras tres se ve burlada, y rompe en un alarido la muchedumbre otras tantas;

Donde moros y cristianos, el hierro trocado en galas, hoy en júbilo celebran

hasta que, al fin, el mancebo

fiestas de toros y cañas.

el hierro agudo le clava, quiebra el rejón, y da al toro

Colorado, cervigudo, negros y agudas las astas, fruncida y hosca la frente, espesa la cola y larga,

en la arena ensangrentada. Ensordece el vocerío con que celebran su hazaña; las mujeres le saludan, los caballeros lo aclaman;

Finos y cortos los remos, y de fuego la mirada, jamás vio tan brava fiera

pero el mozo no desea

Guadalquivir en sus aguas.

más precio que una mirada

Los cobardes se retiran, los valientes se recatan

de aquella hurí de los cielos de cuya toca hizo banda.

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Juan de Dios Peza nació en la capital mexicana en 1852. Poeta, político y escritor con un estilo único, es realista a la vez que lleno de infinita ternura. Limpió la lengua poética del peso muerto que arrastraba nuestro romanticismo y preparó, sin saberlo y tal vez sin quererlo, el advenimiento de los modernistas. Su obra se tradujo al ruso, francés, inglés, alemán, húngaro, portugués, italiano y japonés. “Matar y morir” ¡Terrible fatal instante! El bicho ya va a morir

en un grito de disgusto… ¡Cobarde, cíñete allí!

quiere con furia embestir

¡no saltes como gazapo!

y está el matador delante. Un pase… dos… otro más y otro porque así

¡Mandilón extiende el trapo! ¡Vamos,,, no corras así…! ¡Se nos acaba la tarde!

conviene y listo el diestro va y viene

¿Y para gastos?

adelante y atrás. Sigue la brega: atención; en redondo tres iguales y luego dos de telón.

¡Quítate deja los trastos, métete a cura cobarde! Volvió el rostro el matador que de rojo figuraba

La gente se desespera

y así dijo al que gritaba,

y en los tendidos se agita y algún chulo que grita ¡Está de Dios que no muera! Enfrente del matador

al mismo y renombrado actor: “En el teatro yo sé morir de mentirijillas compare ¿qué dice uste?

muy serio y muy enfadado mira el coso y gran actor. Con gesto de rabia y susto cansado de ver la brega su estentórea voz desplega

Esto en caló de la corte casi equivalió a decir: “No es lo mesmo morir que parale de la morte!

Juan de Dios Peza

56

esto

hicimos

los


José Martí vino a este mundo en 1852, en La Habana, Cuba. Político republicano, demócrata, pensador, periodista, filósofo y poeta. Su obra puede considerarse un adelanto de los presupuestos modernistas gracias al dominio de la forma sobre el contenido. Destacado precursor del art noveau literario hispanoamericano y uno de los principales líderes de la independencia de su país. “Antes de trabajar” Antes de trabajar, como el cruzado saludaba a la hermosa en la arena, la lanza de hoy, la soberana pluma embarazo, a la pasión, corcel furioso con la mano ardiente embrido, y de rodillas pálido domador, saludo al verso. Después, como el torero, al circo salgo a que el cuerno sepulte en mis entrañas el toro enfurecido. Satisfecho de la animada lid, el mundo amable merendará mientras expiro helado, pan blanco y vino rojo, y los esposos nuevos se encenderán en las miradas. En las playas el mar dejará en tanto nuevos granos de arena: nuevas alas asomarán ansiosas en los huevos calientes de los nidos: los cachorros del tigre echarán: en los preñados árboles de la huerta, nuevas hojas con frágil verde poblarán las ramas. Mi verso crecerá: bajo la yerba yo también creceré: ¡cobarde y ciego quien del mundo magnífico murmura!

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Salvador Rueda Santos nació en el poblado malagueño de Benaque en 1857. Poeta y periodista. Se le considera como precursor español del modernismo. Incursionó todos los géneros: narración, teatro, ensayo y poesía, pero fue con esta que alcanzó mayores logros. Su obra fue demasiado vasta en producción y temas, no faltando la tauromaquia. “El acoso” En los campos de Tablada,

El tropel que le persigue

que al pie de Sevilla tienden como alcatifas lujosas

de caballistas alegres, estratégicos le acosan

sus praderas siempre verdes, sobre ruedas y caballos

con carreras diferentes; y el más mozo, el más gallardo

bullen damas y jinetes y en los lances del acoso

junto al tren donde ella tiende los gemelos, suspendida

se interesan y divierten.

del intento que a él le mueve quiere echar a tierra, airoso,

En competencia los hombres

a la res que se defiende y que al fin junto a una hermosa atraviesa de repente.

van rigiendo los corceles que adiestrados y briosos en un palmo se revuelven, y se entablan desafíos

Entonces, fiero, orgulloso,

de arrogancia en las mujeres, en cuya faz, la mantilla, tiende red sobre claveles.

a los vientos ambas sienes, bajo traje bien ceñido amparado el cuerpo fuerte Y amarrado el pecho ansioso por jirón de seda leve,

¡Qué alegría en los semblantes! ¡Qué tersura en el ambiente!

listo aferra la garrocha el intrépido jinete, y da en tierra con el toro, que en el suelo se revuelve.

¡Qué bien quiebra el sol sus rayos sobre trajes y caireles.! Perseguido por el potro

Un aplauso en que se juntan con los vítores ardientes

de rojiza piel luciente, donde un mozo como un bronce

las palmadas repetidas del concurso inteligente, el bizarro lance premia,

agilísimo arremete, desde el fondo del paisaje viene huyendo la gente

y en seguida se promueven comentarios y disputas

un novillo sudoroso que veloz los vientos bebe.

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sobre el toro y el jinete.

Hay mil brindis calurosos en mil labios diferentes,

A la suerte consumada

y hay un sol, que su alegría en el rico cuadro tiende.

otros lances se suceden, y con salvas de champán suenan dimes y diretes.

Sigue la fiesta española hasta que el día oscurece, y empieza el regio desfile

La dorada manzanilla los semblantes enrojece

de figuras y caireles.

y la merienda elegante devora a pulso la gente.

El acoso y derribo

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Julián de Casal nació en La Habana, Cuba, en 1863. Poeta y periodista. Es considerado precursor de la estética modernista . Incorporó a las letras cubanas y a las de toda Hispanoamérica el tono de una nueva sensibilidad y fue el creador de algunas nuevas combinaciones métricas. Poeta de la angustia, como ha sido llamado. “Un torero” Tez morena encendida por la navaja, pecho alzado de eunuco, talle que aprieta verde faja de seda, bajo chaqueta fulgurante de oro cual rica alhaja. Como víbora negra que un muro baja y a mitad del camino se enrosca quieta, aparece en su nuca fina coleta trenzada por los dedos de amante maja. Mientras aguarda oculto tras un escaño y cubierta la espada con rojo paño que, mugiendo, a la arena se lance el toro, sueña en trocar la plaza febricitante en purpúreo torrente de sangre humeante donde quiebre el ocaso sus flechas de oro.

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Miguel de Unamuno nació en Bilbao en 1864. Escritor, poeta y filósofo, fue uno de los principales exponentes de la Generación del 98. Es considerado como el escritor más culto de su generación, fue sobre todo un intelectual inconformista que hizo de la polémica una forma de búsqueda. Sus poemas y sus obras teatrales abordaron los temas de su narrativa: dramas íntimos, amorosos, religiosos y políticos, a través de personajes conflictivos y sensibles ante las formas evidentes de la realidad. Córdoba Saavedra, Lucano, Séneca, Córdoba. Roma canta en la Mezquita, Guadalquivir medita el suelo de Abderramán. La vida, fuerza del sino, vida en tragedia, tragedia en juego, Lagartijo: en las ermitas sestean capeadores del Señor. Fragmento de “En la cueva de Altamira”: ¡Ay, Bisonte de Altamira, te tragó el león de España; fue por hambre, no por saña, y el león ahora delira, porque en su sangre te lleva, troglodítico bisonte, botín salvaje En el monte, sueño mágico en la cueva!

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Ramón María del Valle Inclán nació en 1866 en Villanueva de Arosa, Galicia. Célebre dramaturgo, poeta y novelista del movimiento modernista y perteneciente tardíamente a la Generación del 98. Su producción literaria es muy amplia y compleja, porque si bien tocó casi todos los géneros, nunca se ciñó a sus normas. “Rosa de Turbulos” (fragmentos)

Era una reina de raza maya, era un bosque de calisaya y era la aurora. Daba el bulbul, sobre mi estrella su melodía, y en los laureles que enciende el día daba mi alma su grito azul. Crepusculares moscas de oro abren su vuelo como un tesoro, bordoneando con el calor. Aroma el árbol de la canela, y en el potrero se desconsuela una vihuela de payador. Indios que el tiempo cuentan por lunas guían su esquife por las lagunas, y por las selvas profundas van ciervos y tigres. Sobre las lomas eran los toros, y las palomas bajo el vuelo del alcotán. Y las pirámides con escrituras de arcanas lenguas, y signaturas de rudos soles, su sombra dan. Y va graznando con negro vuelo, por la turquesa magna del cielo, el zopilote de Yucatán.

“Si nuestro teatro tuviese el temblor de las fiestas de los toros, sería magnífico. Si hubiese sabido transportar esa violencia estética, sería un teatro heroico como La Iliada… Una corrida de toros es algo muy hermoso”. Ramón del Valle Inclán

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Rubén Darío nació en Metapa, Nicaragua, en 1867. Poeta, periodista y diplomático, está considerado como el máximo representante del modernismo literario en lengua española. De formación humanística, fue un lector y escritor precoz. En sus poemas se muestra muy independiente y progresista, defendiendo la libertad, la justicia y la democracia. Durante uno de sus viajes a España escribió el poema “Gesta del coso”. Reproducimos un fragmento. Prepara empuje, cuernos y pellejo; ha llegado tu turno. Ira salvaje, banderillas y picas que te acosan, aplausos al verdugo; al fin la muerte. Y arriba la impasible y solitaria contemplación del vasto firmamento. Yo, ridículo y ruin, soy el paciente esclavo. Soy el humilde eunuco… El toro bravo responde: ¡Libertad! ¡Aire y sol! Yo era el robusto señor de la planicie, donde el aire mi bramido llevó. Cual son de un cuerno que soplara titán de anchos pulmones. Con el pitón a flor de piel yo erraba un tiempo en el gran mar de verdes hojas, cerca del cual corría el claro arroyo donde apagué la sed con belfo ardiente. Luego fui rey de astas agudas; a mi voz respondían las montañas, y a mi estampa, magnífica y soberbia, hiciera arder de amor a Pasifae… Hoy guardo martirio, escarnio y muerte. ¡Oh, nada más amargo! a mis labios del arma fría que me da la muerte; tras el escarnio, el crudo sacrificio, el horrible estertor de la agonía…

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Manuel Machado nació en Sevilla en 1874. Figura representativa del modernismo de la poesía española en su época. Vivió largas temporadas en París, donde se empapó de la poesía simbolista francesa y junto con Rubén Darío tuvo gran influencia en su concepción estética. Su trabajo poético está dotado de una destacada riqueza formal y descriptiva con influencia del modernismo y del folclor andaluz. Junto con su hermano Antonio escribió varias obras de teatro en verso. En 1938 fue elegido miembro de la Real Academia Española. De “El mal poema”, reproducimos “Retrato, Esta es mi cara y ésta es mi alma”, una especia de autorretrato, leed: Unos ojos de hastío y una boca de sed… Lo demás… Nada… Vida… Cosas… Lo que se sabe… Calaveradas, amoríos… Nada grave. Un poco de locura, un algo de poesía, una gota del vino de la melancolía… ¿Vicios? Todos. Ninguno. Jugador no he sido. No gozo lo ganado ni siento lo perdido. Bebo, por no negar mi tierra de Sevilla, media docena de cañas de manzanilla. Las mujeres… sin ser un Tenorio –¡eso no! – tengo una que me quiere y otra a quien quiero yo. Medio gitano y medio parisién –dice el vulgo – con Montmartre y con la Macarena comulgo… Y antes que un tal poeta, mi deseo primero hubiese sido ser, un buen banderillero…” Y de “El mal poema”, reproducimos: “Yo, poeta decadente”: “Yo, poeta decadente, español del siglo veinte,

de estos biznietos del Cid: de tanta canallería

que los toros he elogiado y cantado.

harto estar un poco debo; ya estoy malo, y ya no bebo lo que han dicho que bebía.

Las golfas y el aguardiente… y la noche de Madrid,

Porque ya

y los rincones impuros, y los vicios más oscuros

una cosa es la poesía y otra cosa lo que está

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grabado en el alma mía.

Alma, palabra gastada. Mía… No sabemos nada.

Grabado, lugar común,

Todo es conforme y según”. “Salida a hombros”

Calientes aún de sol los alamares, vencedor en la táurica pelea, el gran suspiro de la tarde orea en sus sienes los negros aladares. Hispana estampa, en versos populares, donde el vulgo se mira y se… recrea. Un día tal vez protagonista sea de trágicos poemas y cantares. Si hoy lo acaricia, lo ahogará mañana, acaso el mar que lo arrebata… ¡Pero de claro instante triunfador rotundo! Revestido de luz, de oro y de grana, como se ve no más, sale un torero, desde los hombros de la plebe, al mundo. De su poema “La fiesta nacional” reproducimos fragmentos: La hermosa fiesta bravía de terror y de alegría de este viejo pueblo fiero… ¡Oro, seda, sangre y sol!

Va burlando la feroz acometida, y jugando con la vida ágilmente.

En los vuelos del capote, con el toro que va y viene, juega, al estilo andaluz. En una clásica suerte complicada con la muerte y chorreada de luz… Elegante y valiente y una seriedad conveniente,

Los hermanos Machado

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Antonio Machado nació en Sevilla en 1875. Aunque influido por el modernismo y el simbolismo, su obra es expresión lírica del ideario de la Generación del 98. Sus inicios fueron de corte modernista, evolucionó hacia un intimismo simbolista con rasgos románticos. La sencillez y sobriedad de su poesía y las sinceras reflexiones que la humanizan y acercan al pueblo, ha hecho de él uno de los poetas emblemáticos de los defensores del alcance popular de la poesía. En 1927 fue nombrado miembro de la Real Academia Española, pero nunca llegó a tomar posesión de su sillón. Sobre la forma de matar de Rafael Molina “Lagartijo”, el bardo sevillano escribió el siguiente soneto: Rafael ha descubierto una manera de herir que no la comprende nadie ni es fácil de definir. Cuando el toro está cuadrado, no se pone de perfil, no se tira por derecho, y sin embargo está el chic en que deja la estocada en lo alto y hasta allí. ¡Olé por los matadores que están libres sin lucir! ¡Guárdeme usted la receta que la quiero para mí! También escribió “El pasado efímero”: Este hombre del casino provinciano que vio a Carancha recibir un día, tiene mustia la piel, el pelo cano, ojos velados por melancolía. Bajo el bigote gris, labios de hastío, y una triste expresión que no es tristeza, sino algo más y menos: el vacío del mundo en la oquedad de su cabeza.

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Aún luce de corinto terciopelo chaqueta y pantalón abotinado, y un cordobés color caramelo pulido y torneado. Tres veces heredó y tres veces ha perdido al monte su caudal, dos ha enviudado. sólo se anima ante el azar prohibido sobre el verde tapete reclinado, o al evocar la tarde de un torero, la suerte de un tahúr o si alguien cuenta la hazaña de un gallardo bandolero, o la proeza de un matón, sangrienta. Bosteza de políticas banales dicterios de gobierno reaccionario y augura que vendrán los liberales cual torna la cigüeña campanario. Un poco labrador, del cielo aguarda y el cielo teme; alguna vez suspira pensando en su olivar, al cielo mira con ojo inquieto si la lluvia tarda. Lo demás, taciturno, hipocondríaco, prisionero en la Arcadia del presente, le aburre; sólo el humo del tabaco simula algunas sombras en su frente. Este hombre no es de ayer, ni de mañana sino de nunca, de la cepa hispana. No es el fruto maduro, n podrido, es una fruta vana de aquella España que pasó y no ha sido esa que hoy tiene la cabeza cana.

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Rainer María Rilke, nació en Praga, en aquel tiempo suelo austriaco, en 1875. Fue sin ninguna duda uno de los mejores poetas en lengua alemana de todos los tiempos. Ejerció gran influencia sobre la poesía europea del siglo XX, era simbolista, romántico y místico, mostrando su sentido existencialista de la vida. En su obra es una constante el hecho de tratar de captar la esencia de las cosas desde la observación. En Paris escribió, en 1907, el poema “Corrida” (in memoriam al torero Antonio Montes). Desde que, insignificante casi, se arrancó del toril, el espanto pintado en el semblante y aceptó la terquedad del picador y la incitación de las banderillas. Como si fuera un juego, crece ahora su fogosa estampa -mira: en qué tamaña mole se amontona del remoto y negro odio, su testuz contraída como un puño. No jugando ya contra uno cualquiera, no, sino izados en la cerviz sangrientos garfios detrás de los calados cuernos, consciente ya de su enemigo eterno. Ése, que en oro y seda rosa malva se vuelve de pronto y como a un enjambre de abejas, a las que de pronto despectivo tolerase, al aturdido le deja bajo el brazo franco. El paso, mientras sus cálidas miradas se alzan de nuevo levemente conducidas y como aquel círculo, afuera, se aplacará en el brillo y lo oscuro de sus ojos, y en cada palpitación de los párpados. Hasta que, apuesto, impasible, y sin odio apoyado en sí mismo, sereno, sosegado, hunde casi blandamente el estoque en la gran ola que rueda y retorna, y su ímpetu se ahoga en el vacío.

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José Santos Chocano nació en Lima, Perú, en 1875. Destacado poeta, conocido como “El Cantor de América” por antonomasia y bautizado como el “Poeta Nacional del Perú”. Representa la cumbre del modernismo en su país. Abrió nuevos caminos a la literatura de su tierra y nuevos cauces expresivos que, a la postre, superarían en audacia estética y calidad las propuestas modernistas. Entre su obra encontramos “Estampas madrileñas” y reproducimos fragmentos de “Oro y negro”: Madrid, Domingo. Calle de Alcalá. Una andaluza digna de verter todos los óleos a su alcuza en la lámpara en que arden mis alucinaciones, sírveme, en la mesilla de mármol, el café, que me habla de las ígneas y lejanas regiones en que, tropicalmente, mi juventud gasté. Miro por las ventanas abiertas el tumulto que corre al coliseo de toros: en mis venas se despierta la fiebre de un viejo instinto oculto que enciende en mis pupilas curiosidades llenas de amor, con que persigo las carrozas floridas, en que corren las majas flamantes de claveles con bocas encendidas que simulan heridas y ojos que untan miradas impregnadas de mieles. Allá, en ese potro de audaz caracoleo don Quijote, que luce su exangüe catadura como el despojo vivo de un caduco deseo: ¿en qué venta de encantos olvidó su armadura? allá, en ese coche descubierto, la misma Dulcinea… Esa blanca mantilla orna la faz de Jimena… Parece que, a través de un gran prisma, miro toda la historia escapando fugaz? ¡A los toros!... Yo, en tanto, bebo el café tranquilo, sin ensartar mi cuenta lírica en ese hilo…

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Francisco Villaespesa nació en Laujar de Andarax, Almería, en 1877. Poeta, dramaturgo y narrador del modernismo. Su inclinación por la escritura se manifiesta muy temprano, pues a los trece años, publicó su primer poema. Sus versos, ricos en imágenes y metáforas, tuvieron una excelente acogida por parte de la crítica, que lo bautizó como "el poeta de los nuevos tiempos". Su estilo personalismo partió de las raíces románticas. Fue un bardo de obra extensísima: más de cincuenta libros de poemas publicados y varios inéditos. También escribió algunas novelas, y piezas teatrales. Lo más destacable de su producción, sin embargo, es la poesía. Villaespesa escribió el soneto “La cuadrilla”: ¡Encanto luminoso de las corridas!... Entre mantillas blancas y madroñeras, las rosas en los senos son como heridas, e incendian los claveles las cabelleras. Como mantos reales llevan prendidas del mantón de Manila, las primaveras de pájaros y rosas de oro floridas, a sus bustos morenos, las cigarreras. Y cuando las cuadrillas riman su paso al son del pasodoble, vivo y sonoro, alegre como el vino de Andalucía, Cada traje es un iris de seda y raso, que, a los besos de llamas de un sol de oro, se derrite en cien iris de pedrería. “La estocada de la tarde” Resplandeciente en iris de pedrería, como en un viejo cromo de pandereta, el matador, al toro, con la muleta, alegra al mismo tiempo que desafía. Con toda la majeza de Andalucía espera, perfilado, que le acometa, y el anima, inmóvil, también lo reta… ¡Y la emoción ahoga la gritería…!

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Se escucha el blanco vuelo de una paloma… Un corazón tan sólo late en la plaza… Bestia y hombre se encuentran… ¡Y se desploma a los pies del torero, sangrando el toro, el estoque en los rublos hasta la taza, y en el asta un fulgente cairel de oro…! “Un par de banderillas de Joselito” Paso a paso, hasta el toro va decidido, siguiendo de una marcha triunfal los sones; los brazos levantados y el busto erguido, despidiendo irisadas fulguraciones. Cuadra y clava. Y, el toro, lanza un bramido al sentir en los rublos los dos arpones… ¡Diez mil gritos, en uno, se han confundido, al desbordar sus vasos las ovaciones!... Centelleante el oro de los caireles, Joselito saluda, montera en mano; y sin nardos, sin rosas y claveles se quedan los cabellos y las mantillas para alfombrar las plantas del soberano de la clásica suerte de banderillas!

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Juan Ramón Jiménez nació en Moguer, Huelva, en 1881. Su obra fue parte de una exigencia absoluta, la de escribir una poesía que partiera de la sensación y se dirigiera hacia el deseo absoluto de belleza espiritual y estética, la capacidad de transformar lo concreto, la impresión directa en lo inefable en lo que se unen belleza y emoción. Abrió numerosas puertas a la poesía hispana, dio el paso fundamental para alejarse del modernismo, inició el simbolismo y fue determinante para la creación de la generación del 27. Ganó el premio Nobel de Literatura en 1956. Entre sus pomas en que menciona al toro tenemos “Desvelo”: Se va la noche, negro toro -plena carne de luto, de espanto y de misterio-, que ha bramado terrible, inmensamente, al temor sudoroso de todos los caídos; y el día viene, niño fresco, pidiendo confianza, amor y risa -niño que, allá muy lejos, en los arcanos donde se encuentran los comienzos con los fines, ha jugado un momento, por no sé qué pradera de luz y sombra, con el toro que huía-.

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Pablo Ruiz Picasso nació en Málaga en 1881. Genio universal de la pintura, también escribió poesía y dejó para la historia sus “Poemas Picassianos”. Era muy aficionado a la fiesta de los toros y amigo de varios toreros. En su monumental obra encontramos infinidad de pinturas relacionadas con el toro, al grado de que en su extraordinario “Gernica”, aparece la cabeza de un astado. Como poeta escribió algunos versos en prosa, fractura la sintaxis, desdeña la puntuación y se pitorrea de las mayúsculas. Fragmento de su poema “Lengua de fuego abanica”: Lengua de fuego abanica su cara en la flauta la copa que cantándole roe la puñalada del azul tan gracioso que sentada en el ojo del toro inscrito en su cabeza adornada con jazmines espera que hinche la vela el trozo del cristal que el viento envuelto en el embozo del mandoble chorreando caricias reparte el pan al ciego y la paloma color de lilas y aprieta con toda su maldad contra los labios del limón ardiendo el cuerno retorcido que espanta con sus gestos de adiós la catedral que desmaya en sus brazos sin olé

“El Guernica”

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Fernando Villalón Daoíz, conde de Miraflores de los Ángeles, nació en Sevilla en 1881. Era conocido como “El poeta brujo”. Nigromante, teósofo, conde, alquimista, manirroto, chamán, hipnotizador, ganadero de reses bravas y, sobre todo, poeta. Para la mayoría de los lectores y críticos literarios, era un bardo atractivo, colorista y fandanguero. Pero, si ahondamos en su literatura, encontramos a un poeta de un canto hermosísimo, de gran frescura. Fragmento de “La Toriada”: Pecheros viles del ingenio humano, que, el hombre, son su arte, vasallos de Mercurio y no de Marte -unciendo vuestras astas con sus manoshizo, a despecho del viril despojo; cultura por sonrojo, letras por humillada frente uncida, no trocará la Atlante taura gente; sí en los circos de Roma nuestra vida sacrificada fue, y antes en Creta nuestro valor domado por la ciencia; en la desobediencia al hombre, entregaremos a cornadas, nuestra cerviz sujeta no a yugo y sí a espadas. ¡Oh, padre Gerión, que no vasallos seamos de los hombres y caballos!

Conde de Miraflores de los Ángeles

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Emilio Carrere nació en Madrid en 1881. Poeta, periodista y narrador, que gozó de gran popularidad en su época, cuyos temas de inspiración giran alrededor de figuras que pertenecieron tanto a la tradición como a la historia de España, su veta principal canta la vida bohemia y la existencia en los bajos fondos madrileños, de los que poseía un conocimiento extraordinario. Fue nombrado cronista oficial de la Villa de Madrid. De su mano salió el soneto “La novia del torero”: Tiene los ojos negros y se llama Pastora, su alma es ardiente, como la loca manzanilla; es la que canta coplas de una tristeza mora detrás de las floridas cancelas de Sevilla. Es rosa de pasión que se da toda entera; cuando anda es ritmo y gracia su ritmo sevillano; es morena y dramática como la petenera, sensual y atormentada como un tango gitano. Y en la tarde de toros, al rematar la suerte, cuando el muñeco de oro ha burlado la muerte, y estalla la charanga, y aplaude el circo entero, mientras pasea el héroe su española majeza, con sus ojos sultanes cargados de tristeza es la única que llora, la novia del torero.

Caricatura de Emilio Carrere

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Pedro Muñoz Seca nació en 1881 en el Puerto de Santa María. Poseía una capacidad de versificación innata, llegando a poner en verso las lecciones para facilitar el aprendizaje. Fue un autor teatral iniciado en el sainete costumbrista que destacó por la creación de la astracanada, obra humorística con lugar para el chiste disparatado, el juego de palabras, la parodia, la hipérbole, la sátira o el absurdo, no gozó del favor de la crítica de su época, pero si del público. Entre todas sus obras destaca “La venganza de don Mendo”, parodia del teatro poético. ¡Talavera, Talavera! ¡Talavera, Talavera, qué triste suerte su suerte! En tu plaza bullanguera, de una cornada certera halló Gallito la muerte. ¡Gallito!... ¡El mejor torero! ¡El más artista! ¡El primero! ¡El que aquel día nefando llegó a la plaza cantando las coplas del Espartero!

Frases muy certeras escribió Muñoz Seca, reproducimos dos: “La vía es un mal asunto, porque a lo mejó te acuestas y te levantas difunto”, Cuentan que momentos antes de ser fusilado, durante la Guerra Civil, Muñoz Seca le dijo a los soldados que iban a ejecutarlo: “Me temo que ustedes no tienen intención de incluirme en su círculo de amistades”

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Felipe Sassone Suárez nació en Lima, Perú, en 1884. Escritor y periodista. Muy joven viajó a Italia y más tarde a París, donde se integró en los principales foros literarios, llevando una existencia bohemia que, finalmente, le condujo hasta Madrid, ciudad en la que habría de pasar el resto de sus días. Destacó como dramaturgo acertado y prolífico, aunque también abarcó con solvencia el género poético, el narrativo y el ensayístico. “Tauromaquia celeste” (fragmentos)

Son versos que hizo un torero. Como toreaba muy poco, le dio por escribir versos. Me dicen que estaba loco. El sol con su rubia espada mata a los toros de las sombras en las paredes blanqueadas. A las doce en punto está siempre en medio de la plaza. Parece que en un desarme o porque el viento arreciara, perdió su roja muleta en las tejas de una casa. Pero otra muleta tiene de algodón, la nube blanca: trasteo de trincherilla tapándose y por la cara. Cita el sol por la derecha y por la izquierda se naja; teme al toro de la tarde que se refugia en las tablas. ¡Sólo el toro de las doce lleva al centro de la plaza! Son los versos que hizo un torero: lo mandó un toro a las nubes y todavía no ha vuelto.

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José del Río Sainz nació en Santander en 1884. Navegante, periodista y notable poeta, dentro del periodismo, fue corresponsal de guerra en Marruecos. Recibió diversos premios de la Real Academia Española y la Federación Nacional de Asociaciones de Prensa de España lo eligió “Periodista del año”. Reproducimos dos de sus sonetos: “El torero andaluz”

Ronda, misterio y rejas, viejo burgo roquero, vio nacer a este mozo; su genio tutelar fue en su cuna la sombra de don Pedro Romero, el torero de copla, el héroe de cantar. Las mocitas de Ronda que le amaron primero aún esperan al mozo que salió a torear. ¡Ay mocitas de Ronda! El mocito torero se ha perdido en el mundo como un río en el mar. No le esperéis transidas como humanas pavesas; al mocito de Ronda hoy sonríen las marquesas desde palcos que adornan un tapiz y un blasón. Y las novias de Ronda de las citas primeras son tan sólo cenizas de apagadas hogueras… Con el viento del triunfo se le heló el corazón. “El picador” El sacerdote asirio, el triste artista que ha de picar, sobre el jamelgo escuálido, con la lanza en la mano espera, pálido, que el fiero bruto bramador le embista. En el gentío enorme está su vista como perdida; es un centauro inválido y grotesco: cirial que funde el cálido bochorno de la tarde de amatista. Y el bruto le embistió; se desmorona el ídolo ancestral de ojos cansinos y, en informe montó, penco y persona; Se ensangrientan los cuernos asesinos, mientras la tarde bárbara sazona un acre olor de rotos intestinos.

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Al distinguido torero español Juan León “El Mestizo” el día de su beneficio Por Rafael López de Mendoza, escrito en Puebla, México, el 14 de febrero de 1886. (fragmento)

Con rumbo a la patria mía de las playas española,

como diestro lidiador, lo mismo a pie, que en la silla;

surcaste del mar las olas dejando tu Andalucía. allí de tu bizarría

y aunque parezca sencilla esa suerte, al verla crece que es muy difícil y veo,

suena el nombre soberano y hoy te admira un pueblo hermano

que solo tú y el Gordito pueden levantar el grito en el arte del toreo.

por tu denuedo y valor

Derecho como la encina

por tu denuedo y valor arrullándote el calor del Pabellón Mexicano.

del redondel en el centro el arte del toreo. Del bruto rodilla en tierra Esperando la embestida.

Del Cid y Pedro Romero, de Montes y Pepe-Hillo,

Dejas la fama esculpida

enalteces más el brillo a la faz del mundo entero; cual ellos eres torero de fama y de nombradía

Porque el público se aterra. Derecho como la encina del redondel en el centro, se viene el toro a tu encuentro cuando agarrarte imagina;

y pues ha llegado el día de función tan deseada, con la muleta y la espada demuestra tui valentía.

pero con tu escuela fina lo burlas con tanta gana, con la gracia sevillana

La suerte de banderilla

de ese quiebro tan lucido

ejecutada con valor

por ti a México traído

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Margarito Ledesma nació en el poblado mexicano de Uriangato en 1887. De su vocación literaria diremos que cultivó fundamentalmente la poesía, a través de la cual analizó y plasmó las tradiciones del pueblo, con una cuota de humor y de un mensaje coloquial y cercano. “A Juan Silveti” (fragmentos)

Cuando empezaron los murmullos de que venía el gran Silveti, todos estaban en un brete y hasta decían: ¡Esos son chanchullos! Pero que, al fin, señor de mi alma, se llegó siempre ese gran día y allí en la orilla de la vía a Juan le dimos nuestra palma. Y ya después que junto al riel algunas dianas le tocamos, tutado en hombros lo llevamos hasta la puerta del hotel. Y que se llega la corrida, y que resuena el primer toque, y que fue aquello el gran disloque y la tremenda sacudida. El indio, tieso y muy garboso, con un vestido muy planchado, dio cuatro vueltas en el coso, como caballo alborotado. Cuando se asoma el primer miura, Juan se le hincó como en el rezo, y que lo agarra del pescuezo y que lo tumba en la basura. Y que la fiera, más furiosa, se vuelve a ver si así le vale, y otra vez Juan que le entra y sale, hincado como si tal cosa. Aquello fue el sanseacabó, todos torteábamos las manos

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y don Procopio el de “Los Llanos” hasta la blusa le aventó. Luego agarró los reguiletes y con mucha arte y mucho aplomo que va y que le arde todo el lomo, banderilleándolo con cuetes. Luego llegó la hora suprema, cuando se sabe lo que es bueno, y entonces Juan, con mucha flema, se paró en medio muy sereno. Y que se quita la montera, y que la avienta entre las gradas, y aquello fue una torteadera como si fueran cachetadas. Y sin armar mucho mitote y voltiando antes para arriba, le aventó un chorro de saliva entre los pelos del cogote. Y luego al fin, con mucha miga, al pobre toro dejó tieso de una estocada en el pescuezo que le salió por la barriga. Y entonces todos muy de acuerdo con estocada tan pareja, hasta le dieron una oreja, para que la alce, de recuerdo. Ya te tocaba Chumacero; ya te quitaste de ese brete, ya conociste a Juan Sivete, al que le dicen rey de acero.

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Alfonso Reyes vino a este mundo en Monterrey, México, en 1889. Poeta, ensayista, narrador, traductor, humanista y diplomático. En España se consagró a la literatura, que combinó con el periodismo y como representante de México en ese país hermano. Fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Se le conoce también como “el regiomontano universal”. En cuestión de tauromaquia, Reyes dijo: “He de contar mi única y modestísima hazaña”. “Grande era el luto en Talavera de la Reina” Grande era el luto. Reinaba en Talavera de la Reina una cargazón emocional que ya no encontraba resquicio para otro sentimiento. Entre aquella atmósfera compacta, sólida, un hombre logró abrirse paso, precedido de una humareda de rumores. Era El Gallo, que venía a recoger los despojos de quien más quería (…) Y así, con los brazos bajos y un poco abiertos, como si llevara en las manos una muleta y un estoque invisible, a pasos solemnes y cautelosos, ofreciendo el pecho, serio y atento el rostro, el maestro avanzó, callado, hacia el toro de la muerte. Texto poético en prosa.

Sánchez Mejías ante el cadáver de Joselito

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José Carlos de Luna nació en Málaga en 1890. El estilo de su poesía es de inspiración neo popular y costumbrista; es quizá uno de los más leídos en lengua castellana y de los más recitados. Asimismo, tuvo fuerte influencia de Federico García Lorca. Fue miembro de la Real Academia Española y de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, en su tierra natal. “Torerillo”: Andas detrás de la muerte con un botijo tiznado, una espuerta con percales oliendo a sangre y a caballo, y tres espadas metidas en un fundón mejicano.

Cielos de cal y azulejo. Cerro de nogal y mármol, en donde dos mariposas salpican, cabrilleando, la calle de la Amargura de sobresaltos morados.

Andas jugando a la vida, el pensamiento cuajado en filigranas de plata y seda color tabaco; la gorra tirada atrás y el pitillejo apagado en esa boca de risa con dientes de lobo sano.

La madre de los dolores menuda y el pelo blanco, trenza sus manos nudosas junto al pecho traspasado por tres rayos encendidos en remates encarnados; ¡las tres espadas toreras de aquel fundón mejicano!

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Miguel Valdivieso vio la luz primera en en el poblado murciano de Belmés en 1893. Poeta perteneciente a la generación del 27. Acorde a su época, buscó siempre la concisión sin extremar la elipsis. Tenía un modo especial de instalarse en las cosas cotidianas, sin someterse ni al prosaísmo ni a la tentación de lo abstracto. “El reloj de la arena” Sobre el ruedo de arena va la espada señalando el horario del toreo. El noble olvida al turco y al ateo y le ofrenda rejones a su amada. De la invencible ya no queda nada. Que los mozos se dan al jubileo de lidiar con las reses sin rodeo y brindarle al Patrono la cornada. Continúa el reloj su recorrido. El ruedo es un jardín, un bien nacido semilero de frutos que Dios guarde: el valor, la esbeltez, la lid honrosa. Y la emoción de oir bajo una loza, cómo suenan las cinco de la tarde.

Miguel Valdivieso

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Adriano del Valle nació en Sevilla en 1895. Poeta, articulista, escritor de cuentos y pintor. Adscrito a la Generación del 27, modernista, cercano al ultraísmo y creacionismo. Fue un poeta de barroquismo desbordante, abierto a las más diversas sensaciones, sin eludir en ocasiones un conceptismo extremado. En dos ocasiones ganó el Premio Nacional de Literatura, así como el Premio Fastenrath de la Real Academia Española, entre otros. Fragmentos de su poema “Toros en Sevilla”: El paseíllo Ya están aquí los toreros, la flor de los redondeles, la terna de los espadas, las tres cuadrillas más célebres. Y ajedrezados los rostros en sombra y sol los jinetes rinden su Breda taurina saludando sonrientes. “Último tercio” De rosa y oro el espada quiebra su cuerpo de junco. Embiste el toro, mugiendo, y esquiva el torero el bulto. En los alamares de oro hay pelo, hirsuto. Torero casi libélula toro casi abejaruco. La charanga aplaude en música de metal agrio y agudo. El toro sigue embistiendo. buscando, buscando el bulto que, en rosa y oro, el espada quiebra, frágil, como un junco, ya de rodillas tranquilo, cogiendo un pitón al bruto, y acariciando el testuz ensortijado e hirsuto.

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José Bergamín nació en Madrid en 1895. Escritor que cultivó el drama, el ensayo y la poesía. Su obra literaria está enmarcada entre el novecentismo y la Generación del 27. Siempre tendió al aforismo para expresar sus ideas sobre los más variados temas, religión, ética, música, literatura, política y tauromaquia. Nadie ha escrito sobre el toreo como él, ni ha tocado este arte con la palabra, como se toca con ella al ser humano: tan dentro y tan fuera, desde el calor de las entrañas al aire luminoso del espíritu. Y es que el toreo es tan fácil de apreciar, entra por los ojos, como difícil de explicar, se queda en el alma. “Claridad del toreo” (fragmentos)

… sin humillar a la res bajándole hasta los suelos la cabeza, pa quitarse el peligro de sus cuernos; sin torear “en redondo”, que es, dejando el cuerpo quieto como un poste, hacer que él dé vueltas al retortero: porque es un toro que ahora fabrican los ganaderos expresamente pa ese torear, y tan expreso que le llaman “de carril”; porque, al igual de un muñeco al que se le da cuerda, sigue lo mesmo que un perro el engaño, como haría cualquier animal doméstico, como tú, digo que saber: en fin, que domesticao y como si fuese lelo.

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… hay tanta sombra en los ojos de ese torito de fuego que se está quemando vivo y parece que está muerto. El bramido de ese toro es tan hondo y desgarrado que hasta la muerte parece que no quisiera escucharlo. Un toro oscuro asomó a la puerta del chiquero: vio tanta luz en la plaza que se volvió para adentro. El alma del toro es clara y pura como el cristal; y su inocencia es tan rara porque es sobrenatural.

No trafiquéis con su alma. No le perdonéis la vida al toro bravo en la plaza. Que es humana cobardía robarle al toro su muerte “a solas con su agonía” José Bergamín

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Gerardo Diego nació en Santander en 1896. Poeta y escritor de la generación del 27. Reveló su permeabilidad a las corrientes vanguardistas en versos de gran musicalidad. Su figura humana y su obra literaria fueron extraordinariamente versátiles, fue profesor, crítico literario, articulista en la prensa diaria, musicólogo, pianista y pintor. En 1947 ingresó en la Real Academia Española. Recibió el Premio Nacional de Literatura, compartido con Rafael Alberti, y el Miguel de Cervantes, que compartió con Jorge Luis Borges. “La penúltima” (fragmento)

La penúltima fue. De blanco y oro. El aire rosa y oro, azul el cielo. Qué andar el suyo o navegar sonoro, la estela del capote por el suelo. La penúltima fue. No lo sabía nadie. ¿El acaso? Oh nave de tristeza. Su elegancia de mástil que no arría irradiaba coronas de nobleza. El mar, el mar sí lo sabía, extraño, amargo en sales, muerto de espejismos; tan cerca, allí a los pies, tan aledaño, se cuarteaba en sierpes de guarismo. La tarde fue triunfal. La luz temblaba, la bellísima luz santanderina. La dársena redonda redundaba de excelsitud, de abismo y de doctrina. Y por la frente de Manuel un pliegue, una arruga de sien a sien se ahonda. Guadalquivir al mar, ¡que nunca llegue la onda medida a la infinita onda! La penúltima fue. Sobre la última, sobre el naufragio en alta mar o alberca, flota incólume, entera, la penúltima, la vencedora en la memoria terca. “Déjalo estar”, repite el Sumo Diestro a su peón de brega y de guadaña.

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La penúltima luz nimba al maestro. Siempre es la hora penúltima en España “Himno a los subalternos” (fragmentos)

Gloria a vosotros, infantes alígeros, duros, trabados jinetes de hierro, gloria a los que alzan al cielo los brazos, al cruel Abraham sin indulto. Quiero cantar la cuadrilla ordenada, la lanzadera, el tapiz de la lidia, hilos de plata y de seda que tejen la trama de un cuarto de hora. Quiero exaltar el honor subalterno, sólo empeñado en labrar pedestales. Toda luz al idílico espada. Corónele el riesgo medido. Órdenes claras -registros tenoresurge y apremia vidente el maestro. Y sacrificio de juicio y de impulso le ofrenda al instante el acólito. El picador: “Ose el caballo la raya del trópico. Ruede y ofenda el rural castoreño. Prenda en la cumbre al castigo de Júpiter y fluyan rabiones de sangre”. El banderillero: “Hágase siempre tu santo albedrío. Raudos dibujen mis pies tus tangentes. Trace el capote a una mano tus cifras. Pizarra es el ruedo y tú sumas.” Ya hacéis la ronda en la estela del astro. Surcan los aires sombrero y flores. Rueda el reloj de la loca fortuna. Partícipes sois del triunfo.

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“Torerillo en Triana” (fragmentos)

Torerillo en Triana, frente a Sevilla, cántale a la sultana tu seguidilla.

Media rosa estirada y alamar vivo. Tabaco y oro. Faja salmón. Montera. Tirilla verde baja por la chorrera.

Sultana de mis penas y mi esperanza. Plaza de las Arenas de la Maestranza.

Capote de paseo seda amarilla. Prieta para el toreo la taleguilla.

Arenas amarillas. Palcos de oro, quien viera a las mulillas llevarse el toro.

La verónica cruje. Suenan caireles. Que nadie la dibuje. Fuera pinceles.

Relumbrar de faroles por mí encendidos. Y un estallido de oles en los tendidos.

Banderillas al quiebro. Cose el miura el arco que le enhebro con la cintura.

Arenal de Sevilla. Torre del Oro. Azulejo a la orilla del río moro.

Torneados en rueda tres naturales. Y una hélice de seda con arrabales.

La puente no la paso, no la atravieso, envuelto en oro y seda no se hace eso.

Me perfilo la espada, los dedos mojo. Abanico y mirada, clavel de antojo.

¡Ay!, río de Triana., muerto entre luces, no embarca la chalana los andaluces.

En hombros por tu orilla. Torre de Oro. En tu azulejo brilla sangre de toro.

¡Ay!, río de Sevilla, quien te cruzase sin que mi zapatilla se mojase.

Adiós torero nuevo, Triana y Sevilla. Que a Sanlúcar me llevo tu seguidilla.

Zapatilla escotada para el estribo.

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Federico García Lorca nació en el poblado granadino de Fuente Vaqueros en 1898. Adscrito a la generación del 27, fue el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo XX. Muy joven se instaló en una Residencia de Estudiantes madrileña, coincidiendo con numerosos literatos e intelectuales. Allí empezó a florecer su actividad literaria con la publicación de obras como “Libro de poemas”. En la actualidad es el poeta español más leído de todos los tiempos. Sus polifacéticos intereses lo llevaron a dedicarse con pasión no sólo a la poesía, sino también a la música y al dibujo, y empezó a interesarse por el teatro, “La casa de Bernarda Alba” es considerada su obra maestra. De uno de sus muchos poemas dedicados a los toros, reproducimos un fragmento de “Corrida en Ronda”: En la corrida más grande que se vio en Ronda la vieja. Cinco toros de Azabache, con divisa verde y negra.

destacándose gallardo entre la gente de brega frente a los toros zainos que España cría en su tierra, parecía que la tarde se ponía más morena.

Yo pensaba siempre en ti; yo pensaba: si estuviera conmigo mi triste amiga, mi Marianita Pineda.

¡Si hubieras visto con qué gracia movía las piernas! ¡Qué gran equilibrio el suyo con la capa y la muleta!

Las niñas venían gritando sobre pintadas calesas con abanicos redondos bordados de lentejuelas.

Ni Pepe-Hillo ni nadie toreó como él torea. Cinco toros mató; cinco, con divisa verde y negra.

Y los jóvenes de Ronda sobre jacas pintureras, los anchos sombreros grises calados hasta las cejas.

En la punta de su estoque cinco flores dejó abiertas, y a cada instante rozaba los hocicos de las fieras,

La plaza con el gentío (calañés y altas peinetas) giraba como zodiaco de risas blancas y negras.

como una gran mariposa de oro con alas bermejas. La plaza, a la par que la tarde, vibraba fuerte, violenta, y entre el olor de la sangre iba el olor de la sierra.

Y cuando el gran Cayetano cruzó la pajiza arena con traje color manzana, bordado de plata y seda

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Yo pensaba siempre en ti; yo pensaba: si estuviera

conmigo mi triste amiga, mi Marianita Pineda.

En su famoso poema “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” aparece “Alma ausente”: No te conoce el toro, ni la higuera, ni caballos, ni hormigas de tu casa. No te conoce el niño de la tarde porque te has muerto para siempre. No te conoce el lomo de la piedra ni el raso negro donde te destrozas. No te conoce tu recuerdo mudo porque te has muerto para siempre. El otoño vendrá con caracolas, uva de niebla y montes agrupados, pero nadie querrá mirar tus ojos porque te has muerto para siempre. Porque te has muerto para siempre, como todos los muertos de la tierra, como todos los muertos que se olvidan en un montón de perros apagados. No te conoce nadie. No. Pero yo te canto. Yo canto para luego tu perfil y tu gracia. La madurez insigne de tu conocimiento. Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca. La tristeza que tuvo tu valiente alegría. Yo canto su elegancia con palabras que gimen y recuerdo una brisa triste por los olivos.

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También reproducimos partes de su poema “Cuerpo presente”: La piedra es una frente donde los sueños gimen sin tener agua curva ni cipreses helados. La piedra es una espalda para llevar el tiempo con árboles de lágrimas y cintas y planetas. Yo he visto lluvias grises correr hacia las olas levantando sus tiernos brazos acribillados, para no ser cazadas por la piedra tendida que desata sus miembros sin empapar la sangre. Porque la piedra coge simientes y nublados, esqueletos de alondras y lobos de penumbras; pero no da sonidos ni cristales, ni fuego, sino plazas y plazas y otras plazas sin muros. Ya está sobre la piedra Ignacio el bien nacido. Ya se acabó: ¿qué pasa? Contemplad su figura: la muerte le ha cubierto de pálidos azufres y le ha puesto cabeza de oscuro minotauro. Yo quiero ver aquí los hombres de voz dura. Los que doman caballos y dominan los ríos: los hombres que les suena el esqueleto y cantan con una boca llena de sol y pedernales. Y quiero que me enseñen un llanto como un río que tenga dulces nieblas y profundas orillas, para llevar el cuerpo de Ignacio y que se pierda sin escuchar el doble resuello de los toros.

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Vicente Aleixandre vino a este mundo en Sevilla en 1898. Poeta de la generación del 27. Su obra se caracteriza por el uso de la metáfora y se le reconoce como el principal poeta surrealista español. Su trayectoria se divide en tres etapas: una primera de poesía pura, otra de poesía surrealista y una tercera de poesía antropocéntrica. En 1934 le otorgaron el Premio Nacional de Literatura, en 1950 ingresó a la Real Academia Española y en 1977 le dieron el Nobel de Literatura, con el que se reconoció universalmente su obra y, en cierta manera, la de toda la Generación del 27. De su poema “Corrida en el pueblo” reproducimos un fragmento: Los brazos se alzan. Toro, toro, ¡embiste! Trozos pesados de materia inerte barren como una capa aquella sombra. ¡Ooo…lé! ¿Dónde está el toro? Un cuerno viene en el aire. ¡Ooo…lé! Los garapullos se levantan; bríndenle colores frescos a un testuz cansado. ¿Voy o no voy? Oh, verde prado, de margaritas del ayer. Oh, corro… La música no engaña. ¿qué? Algo ha ardido. Algo sigue quemando. Oh, cielos. Alza por vez primera su testuz al cielo y muge. Oh, este becerro que una mano pide. ¡Pasa! ¡Vuelve a pasar! ¿Quién manda? La espesa tela roza largamente, y los ollares soplan. Sangre gruesa; un tábano. Voz sola. Ahora un silencio. La figurilla vuelve destacada. Mariposa sangrienta abre las alas. ¡Oh, mito! ¿El toro vuela? Oh, no: sale sin alas del embroque. El ala pende. Se levanta, cita. Pasa esa más extensa. ¡Ooo…lé! La figurilla está plantada. ¿Un fresno? ¿un olmo junto a un soplo?

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¡Tan quieta está, en su ahínco! El bulto grueso se ajusta a su cintura frágil. Cuán ceñido el abrazo de esa enorme horma que no ahoga, y emerge la figurilla sola. ¡Cuán solísima!

Vicente Aleixandre

“Toro” Esa mentira o casta. Aquí, mastines, pronto; paloma, vuela, salta, toro, toro de luna o miel que no despega. Aquí, pronto; escapad, escapad; sólo quieto, sólo quiero los bordes de la lucha. Oh tú, toro hermosísimo, piel sorprendida, ciega suavidad como un mar hacia adentro, quietud, caricia, toro, toro de cien poderes, frente a un bosque parado de espanto al borde. Toro o mundo que no, que no muge. Silencio; vastedad de esta hora. Cuerno o cielo ostentoso, toro negro que aguanta caricia, seda, mano. Ternura delicada sobre una piel de mar, mar brillante y caliente, anca pujante y dulce, abandono asombroso del bulto que deshace sus fuerzas casi cósmicas como leche de estrellas. Mano inmensa que cubre celeste toro en tierra.

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José María Pemán nació en Cádiz en 1898. Escritor que cultivó todos los géneros literarios, destacando como periodista, dramaturgo y poeta, así como por su teatro poético y sus comedias de ambiente andaluz. Su obra poética, se caracteriza por su sencillez en las formas y por el estilo épico de algunos de los versos. “Natural” Escultural, el brazo tenso – una cuerda de violín – haciendo la mano izquierda - ¡un jazmín – lentamente, su camino entre el cuerno y el destino. Lento, breve, quieto, fino, con elegante alegría. ¡Esa Andalucía! Entre la vida y la muerte, la suerte ligera como una flor o un cristal… Y el peligro y el valor y la trampa… ¡natural! “Tarde de toros”

Silencio. En el redondel, inmóvil, triste, callado, un abanico olvidado Y un clavel…

(Después de la corrida)

Hay un bochorno de siesta. Apenas se mueve el viento. Queda en el aire un lamento como un jirón de la fiesta.

En el pueblo, unos reflejos del sol que se va. Unos dejos de amarguras en las almas. Y muy lejos, entre palmas, un fandanguillo… Muy lejos…

Como un último vagido del gran tumulto sonoro; como un hilillo de oro de un alamar desprendido…

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Rafael Laffón nació en Sevilla en 1900. Miembro de la Generación del 27, consagrado a la poesía y la crítica. Muy joven empezó a escribir. Poeta colorista, formalista y muy sevillano. Nos legó poemas barrocos. Su prosa tiene matices lírico-psicológicos impregnados de gracia andaluza. Premio Nacional de Literatura en 1959. “La estocada” Rayos mortales fulmina cielo de caireles de oro. Muere estupefacto el toro del lujo que lo asesina. De esmeralda o venturina o zafiro se le inflama al sol mórbida la rama que es en la arena el torero. Y con pasos de bolero el rococó se hace drama. “La Maestranza de Sevilla con una turista solitaria” A la puerta se ha quedado Carmen, el costado abierto.

Pero el sol de abril se asoma bravucón por los chiqueros. Ve a la Giralda, se encela, busca la salida al sesgo…

Sube Juliette por la grada, se entabla en un burladero. Mira al callejón sonríe… Qué estupefacto silencio.

Luego ve a Juliette, tan rubia, rubia, rubia, trigo ardiendo… Y en los medios se encampana, soplando fraguas del pecho.

Aristas de la Giralda rayan el turquí del cielo.

Escarba albero, fustiga con su crin al firmamento.

En la mañana sin nadie, un saludo al Palco Regio.

Si metáfora, poesía, sí mito, número entero. Y, brama de luz, se arranca a cornadas contra el viento.

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Roy Campbell nació en Durban, Sudáfrica, en 1901. Poeta, escritor satírico, traductor e hispanista sudafricano. Fue considerado como uno de los mejores poetas del período de entreguerras. Durante la Guerra Civil española trabajó como corresponsal de un periódico londinense y fue entonces que se aficionó a la fiesta brava. “El rejoneador” Cuando en esa carrera levemente escorada un serafín parece que se eche a volar, los pasos de costado del caballo de nieve que se revuelve con valor y gozo, en órbita tronante gira el Ruedo que centra Apis con su pena y de su reino, con su mancha real te unge rey su agonía. Sus cuernos son la luna y su capa la noche, las ascuas que agonizan de sus ojos puede que vean en su cruento iris al lucero del alba que se levanta en llamas, proyectil de un idéntico deseo cuyo orgullo es el mismo que en ti anima. “El torero muerto” (a Florentino Ballesteros II)

Tal puede ser la obra de una hora funesta. Ese pelele ebrio que no tiene ni rostro fue el bello Florentino. Esto era la gracia sonriente y la virtud frente al Poder. ¡Roto el fino espinazo de temple toledano! ¡Vacía, la crisálida, su mano que aventaba grácil aquellas anchas falenas imperiales, cada una en su callado diseño milagroso! ¡Era la abeja, con su rosa en peligro! Murió con la violencia súbita de los reyes, y desde el ruedo sube hacia la Virgen, flotando su capote. No le hacen falta alas.

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Pedro Garfias vio la luz primera en Salamanca en 1901. Es uno de los más originales e importantes bardos que ofrece la poesía española contemporánea. Garfias no fue otra cosa que poeta; pobre equipaje para desenvolverse en un mundo metalizado. Un poeta exiliado en México, siempre penetrando noches, respirando auroras, con la garganta enronquecida de gritar una poesía, con rumor eterno, forjada en el corazón, clara, pura, humana, de una autenticidad inmarchitable. En 1938 le otorgaron en España el Premio Nacional de Poesía. A continuación, poema dedicado al torero mexicano Rafael Rodríguez, como agradecimiento a un brindis, y cuyo texto puede leerse en una de las entradas de sombra del coso “San Marcos” de Aguascalientes: Yo vi a un tipo contrahecho y afiebrado de valor torear con todo el pecho y no vi a un tipo mejor. Y vi a una lenta tristeza Manuel de mi corazón, torear como quien reza, que el toreo es oración. Ambos por igual destino de humilde cuna los dos, uno sigue su camino, otro el camino de Dios. Y aunque a ti mismo te asombra aquel Juan y aquel Manuel, tu eres torero, eres hombre y no te fallo ni el nombre, que te llamas Rafael.

Pedro Garfias

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Jaime Torres Bodet nació en la capital mexicana en 1902. Destacado diplomático, funcionario público, escritor, ensayista y poeta. Escritor de pluma fértil y exquisita. Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, de El Colegio Nacional, del Instituto de Francia (cuya Academia de Bellas Artes presidió en 1966 y 1967) y de la Academia del Mundo Latino. Doctor honoris causa por las universidades de Albuquerque, Burdeos, Bruselas, La Habana, Lima, Lyon, Mérida, México, París, Sinaloa y del Sur de California, recibiendo en 1966 el Premio Nacional de las Letras. Fue director general de la UNESCO. “El viento” Aúlla, viento, aúlla. Miedo mayor el de la pena muda. Que tus manos sacudan los troncos de los árboles, y crujan lo mismo el tallo esbelto de que se hacen las flautas para mecer la cuna y el pino que señala el sitio de las tumbas. Incendiarás los campos. Del fuego que devore la mies de los graneros, sembrarás la llanura. Como salvaje toro vendrá la noche al río y verá, en el espejo de las corrientes turbias, quemados por el fuego los cuernos de la luna. Aúlla viento, aúlla. Mayor dolor el de la pena muda. Se romperán los diques. El agua en que se azula el tallo de los lirios hará estallar las grutas. Pastor de cataratas, llevaras al abismo rebaños de la espuma. Y más alto que el ala que más subiera un día subirán los niveles delgados de la lluvia. Aúlla, viento, aúlla. Pena mayor la de la pena muda.

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Rafael Alberti vino al mundo en el Puerto de Santa María en 1902. Reconocido poeta, miembro de la generación del 27. Está considerado uno de los mayores literatos de la llamada “Edad de Plata” de la literatura hispana. Su poesía es popular, personalísima, de tradición española, nueva, fresca y acabada a la vez, rendida, ágil, graciosa, parpadeante: andalucísima. Entre las innumerables distinciones que le fueron otorgadas destaca el Premio Miguel de Cervantes. “La música callada del toreo” De luz en sueño y sombra la corrida: Un abrir y cerrar, verte y no verte, un quererte en silencio por prenderte, llama espiral, ceñida y desceñida. Un silbo que aposenta su medida en el aire acordado de la suerte, un paso de la luz al de la muerte o en alas de la sombra al de la vida. Un prodigioso mágico sentido, un recordar callado en el oído y un sentir que en mis ojos sin voz veo. Una sonora soledad lejana, fuente sin fin de la insomne mana la música callada del toreo. “Corrida de toros” (fragmento)

De sombra, sol y muerte, volandera grana zumbando, el ruedo gira herido por un clarín de sangre azul torera. Abanicos de aplausos, en bandadas, descienden, giradores del tendido, la ronda a coronar de los espadas. ¡Buen caballito de los toros, vuela, sin más jinete de oro y plata, al prado de tu gloria de azúcar y canela!

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Cinco picas al monte, y cinco olas sus lomos empinados convirtiendo en verbena de sangre y banderolas. Carrusel de claveles y mantillas de luna macarena y sol, bebiendo, de naranja y limĂłn, las banderillas. Brindis, cristiana mora, a ti, volando, cuervo mudo y sin ojos, la montera del ĂĄureo espada que en el sol lidiando. Y en la sombra, vendido, de puntillas, da su junco a la media luna fiera, y a la muerte su gracia, de rodillas. Veloz, rayo de plata en el campo de oro nacido de la arena y suspendido, por un estambre, de gloria, al toro. Mar sangriento de picas coronado, en dolorosa grana convertido, centrar el ruedo manda, traspasado. Feria de cascabel y percalina, muerta la media luna gladiadora, de limĂłn y naranja, remolina de la muerte girando los toreros, bajo una alegorĂ­a voladora de palmas, abanicos y sombreros.

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Max Aub, de madre francesa y padre alemán de origen judío, nació en París en 1903. Toda su obra la escribió en castellano, cultivando diferentes géneros: narrativa, teatro y poesía. Tras la Guerra Civil Española se exilió en la capital mexicana, después de haber pasado por un campo de concentración en Francia y por Argelia. En México D.F. desarrollaría una actividad intelectual extraordinariamente rica, especialmente en el mundo del cine. A Max Aub se debe la “Antología de Poesía Mexicana 1950-1960”. ¿De qué oso montañés, suave y bravío? ¿De qué oso montañés, suave y bravío, de tus potentes montes -gris de cielo, de nubes manantial, cálido yeloalcanzaste, José María Cossío al toro afición, central navío de castizo bibliófilo en celo? Gafas de inteligencia, leve velo, sí divino el catar, tuyo el envío. ¿Conocedor de toros por sonetos o de verso por fiera bien toreada? Sabe Tudanca, campo de cristal, goles en bibliotecas de abetos, de las aguas toreando al natural montes que el sol recogen de estirada.

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Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto, mejor conocido como Pablo Neruda, nació en Parral, Chile, en 1904. A los 19 años publicó un “Poemario” que le valió muchos elogios. A los 23 incursionó en la vida diplomática. En 1945 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura en su país y en 1971 el Premio Nobel. Entre sus obras destaca “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, uno de los libros de poesía más leídos de la historia. Entre su copioso legado aparece el poema “El toro”, del que reproducimos un fragmento: El más antiguo toro cruzó el día, sus patas escarbaban el planeta. Siguió, siguió hasta donde vive el mar. Llegó a la orilla el más antiguo toro a la orilla del tiempo, del océano. Cerró los ojos, lo cubrió la hierba. Respiró toda la distancia verde. Y lo demás lo construyó el silencio. Fragmento de “Llegada a Puerto Picasso”: Picasso de Altamira, toro de Orinoco, torres de aguas por el amor endurecidas, tierra de minerales manos que convirtieron como el arado, en parto la inocencia del musgo. Aquí está el toro de cuya cola arrastra la sal y la aspereza de su ruedo tiembla el collar de España con un sonido seco, como un saco de huesos que la luna derrama. Oh circo en que la seda sigue ardiendo como un olvido de amapolas en la arena y ya no hay sino un día, tiempo, tierra, destino para enfrentarse, toro del aire desbocado. Esta corrida tiene todo el morado luto, la bandera del vino que rompió las vasijas: y aún más; es la plata de polvo del arriero y las acumuladas vestiduras que guardan el distante silencio de la carnicería.

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Salvador Novo nació en la ciudad de México en 1904. Poeta, ensayista, dramaturgo e historiador. Su característica principal fue la prosa hábil, rápida y picara. Fue miembro de la famosa generación poética “Los Contemporáneos” y de la Academia Mexicana de la Lengua. En 1967 recibió el Premio Nacional de Literatura, que venía a coronar su importantísima obra de creación literaria. “Romance de Angelillo y Adela” A Federico García Lorca Ella venía de México -quietos lagos, altas sierras-, cruzará mares sonoros bajo de nubes inciertas por las noches encendía su mirada en las estrellas. Iba de nostalgia pálida, iba de nostalgia enferma, que en su tierra se dejaba amores para quererla y en su corazón latía amarga y sorda la ausencia.

contados en primaveras. Porque la Virgen lo quiso, Adela y Ángel se encuentran en una ciudad de plata para sus almas desiertas. Porque la Virgen dispuso que se juntaran sus penas para que de nuevo el mundo entre sus bocas naciera, palabra de malagueño -canción de mujer morena-, torso grácil, muslos blancos boca de sangre sedienta.

Él se llamaba Angelillo -ella se llamaba Adela., él andaluz y torero -ella de carne morena-, él escapó de su casa por seguir vida torera, mancebo que huye de España, mozo que a sus padres deja, sufre penas y trabajos y se halla solo en América.

Porque la Virgen dispuso que sus soledades fueran como dos trémulos ríos perdidos en la selva sobre las rutas del mundo para juntarse en la arena, cielo de México oscuro, tierra de Málaga en fiesta. ¡Ya nunca podrá Angelillo salir del alma de Adela!

Tenía veintidós años

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Manuel Altolaguirre nació en el poblado malagueño de Bolin en 1905. Poeta, impresor y productor cinematográfico, por su edad y sus afinidades estéticas está considerado como el poeta más joven de los de la Generación del 27. Exiliado en México, se interesó por el cine, produciendo y escribiendo el guion de la película “Subida al cielo” que dirigió Luis Buñuel. “Llanto por Manolete” Llegan de Sierra Morena a la plaza de Linares para ver a Manolete los mineros de Arrayanes. Suben de la oscura tierra para que a la tierra baje, a minas de plata y gloria, quien fue de acero su arte.

donde olvidaba su sangre Manolete, que no quiso sin matarse retirarse. ¡Qué gran torero, torero, torero, torero grande! ¡El de la triste figura, tan triste como elegante! ¡Tan cumplidor, tan valiente, tan trágico, tan suave! Serán las plazas de toros colgadas de las ciudades como coronas de luto que su memoria acompañe.

Un anillo gris, de plomo, forma el público. La tarde cenicienta se oscurece sobre grises olivares. Manolete, todo alma caballero del diamante, luce sus últimas luces en la plaza de Linares.

Que un público de gardenias y pensamientos rebase las barreras y tendidos donde florecieron antes tanto clavel varonil y tanta rosa fragante. Murió el torero en España. Su muerte cruzó los mares. Lágrimas de España y Mejico llueven en los funerales.

¡Qué espada como su espada, envidia de los arcángeles! ¡Qué revuelo como el vuelo de su capote en el aire, ala que tiene la muerte como fin de su viaje! Rodó el toro por la arena

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Rafael Duyos nació en Valencia en 1906. Su poemario es amplio y variado, destacando los tema taurinos, amorosos, costumbristas y religiosos, convirtiéndose en el español que más versos ha dedicado a toros y toreros, a la corrida y su ambiente. Poeta digno de figurar en una antología selecta, fue un personaje fuera de lo común, que remató sus años en la cartuja de Santa María de Porta Coeli. “La estocada de la tarde” (fragmento)

La “Señera” valenciana fue su divisa; y el hierro, las letras con que su nombre marcaba en el barro tierno.

bajo el cielo madrileño, Machaquito mató un toro. Mariano lo estaba viendo. Y el toro, tambaleándose como barco sin barquero, rodó con el volapié y eran los rizos del pecho de la camisa del hombre, como unos zorros al viento, como cintas de victoria de la bandera del diestro…

¡Toros! ¡Toros de Benlliure! que más quisieran los diestros pero los toros estaban solo… ¡sólo para verlos! Eran como erales de humo corneando los deseos, sin acudir al capote grana de ningún torero… ¡Toros para la vitrina del escultor del Imperio…!

¡Vaya un torero matando y vaya un toro muriendo…! “¡La estocada de la tarde!” Soñó con ella el maestro…

Pero una tarde de mayo,

“La estocada”, bronce de Mariano Benlliure

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“AUTOEPITAFIO” (fragmento)

Quiso ser algo en los Toros y fue…sólo…su poeta.

Quiso ser algo en los toros y fue. . . sólo. . . ¡su poeta!

Soñó un vestido de luces -oro y grana o negro y perlay todo lo más lució el traje corto en las tientas, con un capote atrevido en las manos inexpertas.

Cantó a los diestros de fama con sus luchas y grandezas y siempre fue su romance pregón, clarín y bandera, dándole al ¡ay! Y al ¡olé! La rima precisa y nueva, según el ¡olé! Y el ¡ay!

Soñaba arenas doradas y no pasó, entre barreras, de la metáfora fácil a punto de revolera…

Que cada diestro encendiera… Porque viese a Pepe Luis quien creó Cielos y Tierra, invitó a Dios a las Plazas, consiguiendo que, en la Fiesta “desde los palcos del Cielo, ángeles palmas hicieran. . .”

¡Al menos, banderillero -pensó- o ese peón de brega que al torero de cartel el toro en suerte le deja…!

“Éste es aquél que del verso hizo capote de seda, soñó un vestido de luces y quedó en traje de tienta…

Fue un día mozo de espadas en una plaza pequeña, con timidez de novicio sin liturgia macarena, sirviéndole a Luis Miguel las algebraicas muletas donde duerme el logaritmo secreto de las faenas…

Quiso ser algo en los toros … y fue… solo… ¡su poeta!”.

Rafael Duyos

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José Lezama Lima nació en La Habana, Cuba, en 1910. Poeta, novelista, cuentista, ensayista y pensador. Su obra representó dentro de la literatura hispanoamericana una ruptura radical con el realismo y la psicología, aportando una alquimia expresiva que no provenía de nadie. “Hai kai en gerundio” El toro de Guisando no pregunta cómo ni cuándo, va creciendo y temblando. ¿Cómo? Acariciando el lomo del escarabajo de plomo, oro en el reflejo de oro contra el domo. ¿Cuándo? En el muro raspando, no sé si voy estando o estoy ya entre los aludidos de Menandro. ¿Cómo? ¿Cuándo? Estoy entre los toros de Guisando, estoy también entre los que preguntan cómo y cuándo. Creciendo y raspando, temblando.

Los toros de Guisando

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Miguel Hernández, nació en Orihuela, Alicante, en 1910. Poeta y dramaturgo de especial relevancia en la literatura española del siglo XX. De joven era pastor y mientras cuidaba el rebaño, leía con avidez y escribía sus primeros poemas. Los libros fueron su principal fuente de educación, convirtiéndose en una persona totalmente autodidacta. Por su afición a la fiesta brava escribió varios poemas dedicados al mundo de Tauro. En su lucha por la defensa de la República, tras la Guerra Civil fue apresado y condenado a muerte, pero su pena se conmutó a cadena perpetua, falleciendo en la cárcel de tuberculosis a los 32 años. Toro ¡A la gloria, a la gloria toreadores! La hora es de mi luna menos cuarto. Émulos imprudentes del lagarto, magnificáos el lomo de colores. Por el arco, contra los picadores, del cuerno, flecha, a dispararme parto. ¡A la gloria, si yo antes no os ancoro, -golfo de arena- en mis bigotes de oro! Torero Por el lugar mejor de tu persona, donde capullo tórnase la seda, fiel de tu peso alternativo queda, y de liras el alma te corona. ¡Ya te lunaste! Y cuanto más se encona, más. Y más te hace eje de la rueda de arena, que desprecia mientras junta todo tu oro desde punta a punta. “El rayo que no cesa” Como el toro he nacido para el luto y el dolor, como el toro estoy marcado por un hierro infernal en el costado y por varón en la ingle con un fruto.

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Como el toro lo encuentra diminuto todo mi corazón desmesurado, y del rostro del beso enamorado, como el toro a tu amor se lo disputo. Como el toro me crezco en el castigo, la lengua en corazón tengo bañada y llevo al cuello un vendaval sonoro. El torero más valiente “¡Adiós, Joselito el Gallo! adiós, torero sin otro! Dejas el ruedo eclipsado su círculo misterioso con la soledad del sol y la soledad del toro.

A todos les viene ancho aquel anillo sin fondo que a tu vida se ajustaba cabal y preciso, como hecho de encargo por Dios para tu arte y tronco”.

“Citación Final” (fragmentos)

Se citaron los dos para en la plaza, tal día, y a tal hora, y en tal suerte: una vida de muerte y una muerte de raza. Dentro del ruedo, un sol que daba pena, se hacía más redondo y amarillo en la inquietud inmóvil de la arena con Dios alrededor, perfecto anillo. Salió la muerte astada, palco de banderillas. Vino la muerte del chiquero: vino de la valla, de Dios hasta su encuentro la vida entre la luz, su indumentaria; y las dos se pararon en el centro, ante la una mortal, la otra estatuaria. Comenzó el juego, expuesto por una y por otra parte… La vida se libraba, ¡con que gesto de morir, con qué arte!

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Pero una vez -había de ser unaes copada la vida por la muerte, y se desafortuna la burla, y en tragedia se convierte. Morir es una suerte cómo vivir: ¡de qué, de qué manera! Supiste ejecutarla y el berrendo. Tu muerte fue vivida a la torera, lo mismo que tu vida fue muriendo. No: a ti no te distrajo, el tendido vicioso e iracundo, el difícil trabajo de ir a Dios por la muerte y por el mundo. Tu atención sólo han sido toro y ruedo; tu vocación el cuerno fulminante. Con el valor sublime de tu miedo el valor más gigante le esperabas de mármol elegante. Mas, ¿qué importa que acabes?... ¿No acabamos todos, aquí criatura, allí en el sitio donde todo empieza? Quisiera yo, Mejías, a quien el hueso y cuerno han hecho estatua, callado, paz, eterno, esperar y mirar, cual tú solías, a la muerte: ¡de cara!, con un valor que era un valor interno de que no te matara. Estoy queriendo, y temo la cornada de tu momento, muerte. Espero, a pie parado el ser, cuando Dios quiera, despenado, con la vida de miedo medio muerta. San Pedro, ¡abre la puerta: Abre los brazos, Dios, y ¡dale! asiento.

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Octavio Paz nació en la capital mexicana en 1914. Poeta, ensayista, dramaturgo y diplomático. Obtuvo el premio Cervantes en 1981 y el Nobel de literatura en 1990. Se le considera uno de los más influyentes escritores del siglo XX y uno de los grandes poetas de todos los tiempos. Su obra, extensa y variada, se completa con numerosos poemarios y libros ensayísticos. Su poesía se adentró en los terrenos del erotismo, la experimentación formal y la reflexión sobre el destino del hombre. “Virgen” Ella cierra los ojos y en su adentro está desnuda y niña al pie del árbol. Reposan a su sombra el tigre, el toro. Tres corderos de bruma le da al tigre, tres palomas al toro, sangre y plumaje. Ni plegarias de humo quiere el tigre ni palomas el toro: a ti te quieren. Y vuelan las palomas, vuela el toro, y ella también, desnuda vía láctea, Vuela en un cielo visceral, oscuro. Un maligno puñal ojos de gato y amarillentas alas de petate la siguen entre los aires. Y ella lucha y vence a la serpiente, vence al águila, y sobre el cuerno de la luna asciende. Al pie del árbol otra vez. No hay nada: latas, botellas rotas, un cuchillo, los restos de un domingo ya oxidado. Muge el toro sansón, herido y solo por los sinfines de la noche en ruinas y por los prados amarillos rondan el león calvo, el tigre despintado. Ella se aleja del jardín desierto y por calles lluviosas llega a casa.

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Carlos Fernández Valdemoro “José Alameda”. Vio la luz primera en Madrid en 1912. El exilio mexicano le brindó la oportunidad de convertirse en uno de los escritores taurinos más relevantes del siglo XX, además de permitirnos encontrar a un excelente poeta, cronista, escritor, locutor, productor de televisión, y autor de libros hispanomexicanos. “El torero” Con amplitud de palacio y rigor de minutero, debe ajustar el torero

–no en la rígida doctrina– la gracia de torear.

su tiempo por el espacio.

Saber ver, saber estar. Y el diablo del oficio

Ni de prisa, ni despacio. y un tanto como el azar,

transportado a sacrificio por la pasión de crear.

al aire de su persona, como Fuentes o Gaona,

Que todo venga a quedar con la capa y la muleta

maestros del bien andar.

como lo dijo el poeta: perfecto, seguro azar.

Entre osar y precisar está el juego en que culmina

Décima en homenaje a Manuel Machado Sabio poeta Manuel lidiador sin pretensiones que juega a pares y nones su literario cartel. Con la gracia de un Luzbel defenestrado en Sevilla mientras más baja, más brilla, cae al ruedo, cita al toro y clava el dardo sonoro de su inmortal banderilla.

“El toreo no es graciosa huida, sino apasionada entrega”

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“Estampa de Gaona con Gallito” Huraño, cenceño, altivo, quieto en la estampa te veo como cuando estabas vivo en la suma del toreo. Te da los palos José -las banderillas, tu suerteél lo sabe, y yo lo sé, no por competir, por verte. Por ver en tiempo y espacio el milagro de ajustar los pies al verso de Horacio y salir como al entrar, andando, abriendo despacio tu gloria, de par en par. “Hipérbole de “Calesero” Toma el percal “Calesero” y se le convierte en seda… Lorca dice cabalmente que es poeta el que transforma cuanto toca y le da forma, o tiempo y luz diferente. Si el rey Midas hace el cite, apenas mira el toro y ya es una ascua de oro la metáfora del quite.” “A Manuel Rodríguez “Manolete” Estás tan fijo ya, tan alejado, que la mano del Greco no podría dar más profundidad, más lejanía a tu sombra de mártir expoliado. Te veo ante tu Dios, el toro al lado, en un ruedo sin límites, sin día, a ti que eres una epifanía y hoy eres un estoque abandonado.

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Bajo el hueso amarillo de la frente, tus ojos ya sin ojos, sin deseo, radiográfico, mítico, ascendente, fiel a ti mismo, de perfil te veo como ya te verás eternamente, esqueleto inmutable del toreo. “Origen de Antonio Ordóñez” “Algo que viene del mar y sube a Ronda. Un ceceo entre el hablar y el callar. Desde el mar.

Sin patetismos de hondura, ni la falaz tesitura de abrir de más el compás. Ni un paso, un nudo de más: perfecta la singladura, anchuroso el horizonte.

que es quietud y es balanceo, algo se siente rondar. Quizá el rumor del toreo cuando lo vi torear fue sin estremecimiento, era sólo un movimiento como el del mar al pasar.

Ponte donde quieras, ponte simplemente bajo el Sol, él te mostrará el sendero del arte puro español, el que sigue el gran torero cuando viene a torear hasta Ronda, desde el mar”.

Quizá el aire al pensar un mágico pensamiento.

Antonio Ordóñez

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Juan Pedro Domecq y Díez nació en Jerez de la Frontera en 1913. Además de los negocios vitivinícolas y como ganadero, también destacó en el ámbito de la poesía, publicando distintos libros de poesía campera. Como criador de reses bravas consiguió un toro que fuera a más y que tuviera la fuerza suficiente para embestir en largas faenas. “Reto del maletilla” ¡A cuerpo limpio te reto, el que gane se la lleva! ¡A ver si tienes riñones y cuelgas de los pitones la flor de mi vida nueva! ¡Ja, toro!, ¡toro!, ¡torillo! ¡Vamos a ver si es verdad que tienes en tus cuchillos dos muertes por estrenar! Quiebro en el claro de luna. Por testigos, dos luceros. Al quite, dos capotillos: el ángel de los toreros, y el de los pobres chiquillos que no conocen el miedo.

Maletillas

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José García Nieto nació en Oviedo en 1914. Poeta y escritor, miembro de la generación poética de la posguerra española. Bardo garcilasista. Hizo incursiones en otros géneros literarios escribiendo cuentos y adaptando algunas piezas del teatro clásico español. Ha obtenido numerosos premios, como el Fastenrath el de la Real Academia Española de la Lengua, el Premio Cervantes de Literatura y el Premio Ciudad de Barcelona, entre otros. “Monosabio”” Bastardo de amapola, galán paje, escudero en el filo de la suerte anticipada sangre para hacerte agilísima forma de coraje. Falta alamar o seda por tu traje, no brío por tu brazo que convierte la lanza en caña, el peso de la muerte en ligereza y salto de abordaje. Efímero habitante en las miradas, personaje tercero y sin cautela, derrochador de gracias olvidadas. En el toro tu sombra vela, y vela tu vida por la estrella de la espuela ¡Oh, doncel de baraja sin espada!

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Joaquín Pasos Argüello nació en Granada, Nicaragua, en 1914. Poeta, dramaturgo y ensayista. Integrante del Movimiento de la Vanguardia de Nicaragua. Su poema más representativo ha sido “Canto de la guerra de las cosas”. Joven poeta que deslumbró a sus contemporáneos y sigue haciéndolo en la actualidad con aquellos que lo admiran. Murió a los 32 años. “Corrido de la corrida” Deja la fruta la frutera, deja el atole la atolera, deja la niña la niñera. ¡El toro, el toro, el toro moro! Allá está el indio llanero Borracho, cantor, torero, en cotona y sin sombrero, descalzo, apostando el cuero. ¡El ternero, el ternero, el ternero fiero! “Y no te estés preocupando, no llores, Juana Carey, que aprendí a torear cantando en tiempos de mi amo el rey”. Ahí viene el buey, el buey, el buey… “No es por eso la llorona! Vergüenza es lo que estaca, es que tenés la cotona ¡todita llena de caca!” ¡La vaca flaca, la vaca flaca, la vaca flaca!

Joaquín Pasos Argüello

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Rafael Solana Salcedo nació en el Puerto de Veracruz en 1915. Cultivó todos los géneros literarios: poesía, cuento, novela, teatro, ensayo y crónica. Fundó las revistas “Taller Poético” y “Taller”. A los 19 años incursionó en la poesía con su primer libro. Colaborador de periódicos donde realizó crónicas teatrales y taurinas. Recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes 1986. Doctor honoris causa por la Universidad de Mérida y de Veracruz, Caballero de la Orden Internacional de Bien Público y Caballero de la Orden del Mérito de Francia. “Las plazas” Medio limón nos da el ruedo rondeño, de peristilo austero y prestigioso; media naranja el pinturero coso de Sevilla, trianero y marismeño. Sápido lo andaluz, lindo y pequeño; en Madrid se comienza lo grandioso con media toronja de su airoso redondel, tan moruno en su diseño. Media sidra nos brinda Barcelona, medio melón el ruedo valenciano, y el frutero taurino se corona De azúcar, de color y de alegría con el ardiente coso mexicano inmenso y tricolor: media sandía.

Rafael Solana

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Mario Cabré vino al mundo en la Ciudad Condal en 1916. Poeta y matador de toros. Publicó una veintena de libros de poemas, siempre en castellano, y en 1972 obtuvo el Premio Ciudad de Barcelona por su poemario “Maramor”. Empezó a actuar sobre los escenarios casi al mismo tiempo que aprendió a torear y a los 14 años ya era novillero. Con todo, su pasión más temprana fue la poesía, afición que le cautivó a los ocho años y no le abandonó en toda su vida. “Manolete” Por Córdoba la Mayor corren sollozos de muerte: la flor blanca del toreo, se marchita sin moverse.

Semilla de plantas quietas en un surco de vaivenes. En él toda una lidia de rotundos caracteres. Verónicas de amaranto que deshojándose crecen.

Sierra Morena, en agosto, quedó cubierta de nieve; los campos y huertos crujen faltos de color y germen.

Cuatro ayudados de torre como si estuviera ausente,

Hay un río de tristeza que desconoce los puentes y el remanso y las orillas y el mar en donde perderse.

y un pasa toro y embiste, que no te miro si quieres. ¡Ay, de aquellos naturales de amapola y oro y fiebre! Manoletinas de espuma que se esconden y aparecen.

El rezo de las Ermitas busca un milagro, sin suerte. Por Córdoba la Mayor… ¡Manolete!… ¡Manolete!

¡Cómo las astas tan cerca sí toreando se duerme! ¡Ay, de tu estoque en los altos como cinta que se prende! Camino de anillos nuevos… ¡Manolete! ¡Manolete!

Meditador de distancias ante una incógnita hiriente. Faenas de laca y mimbre. Cadencia en cerco de mieses.

Manuel Rodríguez “Manolete”

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Gloria Fuertes nació en Madrid en 1917. Poeta incluida en la “Generación del 50”, posterior al movimiento literario de la primera generación de posguerra. El conjunto de su obra se caracteriza por la ironía con la que trata temas como el amor, la soledad, el dolor o la muerte. Despuntan las metáforas, los juegos lingüísticos y el carácter fresco y sencillo que dota a sus poemas de una gran musicalidad y cadencia cercana al lenguaje oral. Su acento lírico es uno de los más personales, auténticos y distintivos entre los poetas contemporáneos. “Cómo se dibuja un torero” Para dibujar un torero hay que tener mucho salero. Se dibuja la montera -que es el sombrero-, y debajo va la cara, y más abajo va el cuerpo; mucho adorno en la chaqueta, chaquetilla de torero, con borlitas -alamaresmuy coqueta la chaqueta bordada. Muy primorosa -dos claveles y una rosa-. Muy ceñido el pantalón, a media pierna un bordón.

la camisa muy rizada, la corbata muy delgada, y la faja cinturón que adelgaza la cintura y hace hermosa la figura. ¡Qué valiente criatura del arte más peligroso! El traje, de seda y oro, y el toro, color de toro, negro el cuerno, blanco el cuerno. Negro el toro y azul él. ¡Torero, abre la capa, ya estás en el redondel!

¡Qué primor! Las medias con espiguilla, de cuero las zapatillas,

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Francisco Liguori nació en Orizaba, Veracruz, en 1917. Abogado, profesor, poeta, epigramista, humanista, humorista, periodista y cronista. Trabajó en prensa y televisión, fue miembro del grupo de intelectuales denominado “Los Pergaminos”, que mantenía viva la tertulia literaria. Cultivó la poesía satírica a través de coplas y epigramas. Heredero de tradiciones que se van olvidando; un personaje de la bohemia y la vida cultural de la urbe, en una época fecunda, cuando en cantinas, cafés y restaurantes se cultivaban afectos y se consumaban hallazgos del ingenio. “Soneto a Gaona” Qué mayor gloria, que mejor trofeo nos dio Gaona, que el genial aporte no a la ingenua batalla del deporte sino al hermoso riesgo del toreo. Verlo tan sólo hacer gentil paseo, tender la capa o dar simple recorte, bastaba para el súbito transporte del aplauso febril al clamoreo. En capa, banderillas y muleta triunfó el gran lidiador, rey sin corona, y compitió, para ganar su meta, Con Gallito y Belmonte vida a vida. ¡Salud don Rodolfo, el gran Gaona, a medio siglo de su despedida!

Pancho Liguori

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Juan José Arreola Zúñiga nació el 21 de septiembre de 1918 en el pueblo jalisciense de Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán. Escritor fundamental en la historia de la literatura mexicana. Fue figura imprescindible para el crecimiento y fortalecimiento de la cultura nacional, por su trabajo en la formación de la nueva generación de escritores. Su obra, a pesar de no ser muy extensa, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa, poesía, cuento y teatro.

“A mí mismo me toreo”

Yo a mí mismo me toreo, de capa y de muleta, me doy puyas y puyazos, me pongo banderillas, pases por alto y de castigo. Yo a mí mismo me doblego, pero basta de mí, me voy, recibiendo la estocada y de ribete la puntilla. Era sumamente inteligente y una noche en un programa de televisión comentó: “Soy católico y aficionado a los toros –comenzaba con su encanto y agudeza habituales–. Hace 50 años que no oigo misa ni voy a una corrida, pero sigo siendo hasta el fondo de mi alma católico y torero, y durante una etapa importante de mi vida, la cruz del estoque fue la cruz de mi parroquia. ¿Por qué no voy a misa ni a los toros? Porque han perdido sacralidad. Porque todos nosotros, ustedes y yo, delegamos, muy a la torera, la tarea de jugarnos la vida frente al toro de la Verdad...”

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Leopoldo de Luis, nacido en la ciudad de los Califas en 1918. Poeta y crítico del grupo modernista. Su poesía inicial tuvo un fuerte tono existencialista y social, posteriormente se centró en temas como el tiempo, la muerte y la condición humana. Si bien sus formas se ajustaron más a aspectos tradicionales, su temática resultó innovadora y presumió de una voz propia e inconfundible. Le fueron otorgados el Premio Nacional de Literatura y Premio Nacional de las Letras Españolas. Fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía. “Los subalternos” Porque sonó la hora ¿Por qué sonó la hora? Hemos salido al sueño de la plaza. El mundo es un redondo abrir de ojos. El miedo se nos sube a la garganta. Cruzan los matadores como rayos felices. Como dioses. De sus capas llega un aire de triunfo que ya nunca tocará nuestra frente con su ráfaga. Ningún sol brilla en este adorno mate de pasamanería desgastada. Borrosamente vamos y la pena hasta la misma sangre vuelve pálida. - ¡Eh, toro! Ayer casi felices por las dehesas. Casi niños. Cambia la suerte - ¡eh, toro!- aún para peores quiebros. La suerte va siempre cambiada. Ahora otros niños como entonces toro, ¡eh, toro!-, con su rojo y con su espada de palo, mendigando entre turistas ricos, por carretera blancas. El mundo es tu redondo cerrar de ojos. El miedo es una sed en la garganta. Hambre con hambre - ¡eh, toro! Niño espera. Hemos salido al sueño de la plaza.

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Guadalupe “Pita” Amor vino al mundo en la ciudad de México en 1918. Poetisa bautizada como “La undécima musa”. Su obra ha resistido el tiempo y parece ha llegado la hora de que el mito que construyó se diluya para valorarle por una poesía que en su época sorprendió. Asimismo, abrió muchos caminos a las mujeres escritoras de las siguientes generaciones. Pita no podía ser ajena al mundo de Tauro y le escribió dos sonetos: Al andaluz Pedro Romero. A Reverte torero de la suerte que triunfa de la vida y de la muerte. Al almendro en sus oros prisionero. A Joselito el andaluz primero. A Manolete que la suerte invierte. A Arruza que la sangre abierta vierte. Al Gallo monseñor de lo torero. A Bienvenida el madrileño airoso y a su perfil romano y portentoso. A la muleta roja y africana que Silverio la vuelve americana. Al torero del aire zigzagueante que lleva su muleta siempre ondeante.

El toro, el temible toro. El toro andaluz y fiero el toro bruno y austero. Juega el inglés con el oro

vestido como un tesoro De lentejuelas doradas por estrellas recamadas. Vestido de verde Nilo

el español, y hasta el moro con el toro traicionero. En julio y hasta enero,

que quiebra la luz al filo de la tarde que termina. El toro siempre extermina.

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Rafael Morales nació en Talavera de la Reina en 1919. Escritor y poeta de sólida formación clasicista. Con su libro “Poemas del toro” inició la colección de poesía más significativa de la segunda mitad del siglo XX, para poetas jóvenes. “El toro” Es la noble cabeza negra pena, que en dos furias se encuentra rematada, donde suena un rumor de sangre airada y hay un oscuro llanto que no suena. En su piel poderosa se serena su tormentosa fuerza enamorada que en los amantes huesos va encerrada para tronar volando por la arena. Encerrada en la sorda calavera, la tempestad se agita enfebrecida, hecha pasión que al músculo no altera: Es una ala tenaz y enardecida, es un ansia cercada, prisionera, por las astas buscando la salida. “La agonía del toro” Una mano de niebla temerosa llega a tu corazón doliente y fría, y aprieta lentamente, como haría el aire más sereno con la rosa. Su dulce sombra, mansa y silenciosa, sube a tus ojos la melancolía, apagando tu dura valentía en la pálida arena rumorosa. La dura pesadumbre de la espada no permite siquiera tu mugido: Poderosa y tenaz está clavada. Tú ves cerca de ti a quien te ha herido y tiendes tu mirada sosegada sin comprender, ¡oh, toro!, como ha sido.

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“Toro de amor y ausencia” Tu ausencia está en mi sangre y en mi vida, hecha forma de toro enamorado, que embiste por mis huesos desbordado, buscando por mi pecho la salida. Y este toro, constante en la embestida, te busca por mi piel ensangrentado, te busca por mi frente, te ha buscado por estos labios que tú amor olvidan. Toro de amor, de llanto, de tristeza; toro inclemente en loco desvarío, no busque su presencia tu fiereza. Secóse el dulce arroyo en el estío: no besaran mis labios su pureza, tan sólo amarga tierra, ¡toro mío! “A un toro viejo” Tanto valiente amor tuviste preso en el testuz tenaz y atormentado, que me aflige el pensar que lo has trocado en llanto y en dolor y en grave peso. Tú naciste huracán de plomos espeso, ardentísima luz, aire angustiado, y la noche del tiempo ha empezado a crecerte en la carne y el hueso. Doblarás tu cabeza ya vencida; tus nobles huesos quedarán desiertos, y en seca flor tu sangre convertida. Y unos aires oscuros, largos, yertos, empujarán tu corazón sin vida al misterioso túnel de los muertos.

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Javier de Bengoechea nació en Bilbao en 1919. Fue reconocido como uno de los grandes bardos de esta ciudad de norte de España. Tres fueron sus grandes pasiones: los toros, el arte y la poesía. Fue director del Museo de Bellas Artes de su tierra natal. “Pienso yo” Horroroso es el patio de cuadrillas mirando el porvenir de los toriles. Noche de enfrente. Sombras. Y perfiles de medias lunas, largas y amarillas. Hay que salir, ¿por pies?, o de rodillas… Bah, todas las posturas son pueriles. Y, ¿para que los gestos varoniles? Para el arrastre, para las mulillas. He de lidiar la vida, aunque no quiera. Y no podré quedar como los buenos. Ortigas me reclaman, no laureles. ¿Quién colocó tan lejos la barrera? ¿Para qué cambiarían los terrenos? ¿Quién pondrá mi nombre en los carteles? “Fotografía española” Encampanada en su terreno para que no la pise nadie. Las aguas, banderilleando los ibéricos costillares…

Apoyada en África, es una embestida que se prolonga. Toro creciéndose al castigo bajo el gran caballo de Europa. Dura es la lidia para el toro, dura y hermosa su pelea. A las razones del toreo. Cornea con su elegancia. Ya sé que, a veces, las mejores fotografías son crueles. Ved en el mapa como embisten los Pirineos de su frente.

Javier de Bengoechea

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Mario Benedetti nació en Paso de los Toros, Uruguay en 1920. Poeta, novelista, dramaturgo, cuentista y crítico. Sus poesías también han llegado al mundo de la música a través de sus propias grabaciones leyendo sus poemas. “Pobre Dios” Es imposible estar seguro pero tal vez sea Dios todo el silencio que queda de los hombres es imposible estar seguro pero acaso dios sea la soledad total irrevocable más grave que la tuya o que la mía por lo menos más grave que la mía que es soledad tan sólo cuando el viejo crepúsculo me mira como un toro furioso y yo no tengo a mano tus sabios labios para olvidarme de todo lo que temo, es imposible estar seguro ah pero en ese caso pobre Dios qué tristeza debe ser su tristeza pobre Dios si una vez descendiera a asir nuestra miseria y respirara por unas pocas horas el incesante miedo de la muerte quizá mucho después allá solo y eterno recordara esa tibia bocanada como el único asueto de su enorme desolado infinito.

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Manuel Benítez Carrasco nació en la hermosa Granada en 1922. Poeta y pregonero, que desarrolló la mayor parte de su actividad en varios países de Hispanoamérica, especialmente en México, donde pasó gran parte de su vida. Mucho escribió sobre su España natal, pero la fiesta brava fue uno de sus grandes amores. “Uno, dos y tres” Uno, dos y tres; tres banderilleros en el redondel. Sin las banderillas tres banderilleros: sólo tres monteras tras los burladeros.

Y la voz del tres: ¡Toro…, toro…, je! Patas y pitones en busca del tres. Pero el tres espera, y… ¡uno, dos y tres!, con tres capotazos le para los pies.

Uno, dos y tres…, luego tres capotes en el redondel. Puntos cardinales de una geografía de sol y de sangre. Y el toro en el sur, una media luna sobre su testuz.

¡Punta de percal…, mano burladora! ¡Sal, torero, sal ahora! Y cuando el torero llamando, citando, fuerza la arrancada del toro, y, parando templa la embestida mandando, marcando salida, burlando cornadas….

Uno, dos y tres… y el toro no sabe como obedecer. Las manos en llamas, el uno lo llama, Pero no lo espera. Sobre un burladero tiembla una montera.

Uno, dos y tres, son de nuevo tres… tres banderilleros, sólo tres monteras tras los burladeros,

El dos que lo cita no lo quiere ver. ¡Coraje, coraje!, cornadón de rabia; burladero al aire.

¡uno, dos y tres capotes al quite en el redondel!

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“Letrilla del “pero” miedoso” Valiente como el primero, marchoso como el que más, “pero” tras el burladero. Y era un torero, un torero más grande que los demás, “pero” tras el burladero.

“Pero” ¿miedo? No, señor. Y no era miedo. Qué va. Un valiente como él nunca supo que era el miedo. …Si acaso… en el redondel. Ni era miedo a las cogidas, ¡qué iba a ser! Ni a tener en una plaza perdida una triste muerte de oro. Era sólo que, ante el toro, y con razón, se acordaba de la vida… “pero” ¿miedo? No, señor.

- ¿Miedo?… ¿Quién ha dicho miedo? Es que el toro no veía… es que el toro se caía… es que el toro no embestía… es que el toro… es que el toro…

“Tus cinco toritos negros” (fragmento)

Contra mis cinco sentíos, tus cinco toritos negros; torito negro tu pelo, torito negro tu boca. torito negro tu beso. Y el más negro de los cinco tu cuerpo, torito negro.

Y luego monté mis ojos sobre un caballo de miedo; y tus ojos me perseguían como dos toritos negros. Y luego metí mis manos bajo un embozo de fuego; …tu pelo se me enredaba igual que un torito negro.

Barreras puse a mis ojos, tus ojos me las rompieron. Barreras puse a mi boca, tu boca las hizo leño. Puse mi beso en barreras, tu beso le prendió fuego. Barreras puse a mis manos, les hizo sombra tu pelo. Y puse barreras duras de zarzamora a mi cuerpo, y saltó sobre las zarzas el tuyo, torito negro.

Y luego junté mi boca contra la cal de mi encierro; …tu boca estaba acechando igual que un torito negro, y luego mordí mi almohada para contener mi beso; tu beso me corneaba igual que un torito negro. Y luego arañé mi carne, de tentación y deseo, para que no gritara que yo te estaba queriendo; y tu cuerpo encandilado

¡Deja que no quiero verte! ¡Déjame, que no te quiero!

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mimbre, luna, bronce y fuego se me plantó ante mis ojos igual que un torito negro.

que puso dos banderillas de luz en tus ojos negros. Y de aquel dolor de labios que nos quedó en aquel beso, y de aquel dolor de brazos, y de aquel dolor de huesos y de aquella caracola de amor, que quedó por dentro con un mar de amor dormido; ¡que te quiero! ¡que te quiero! Y se me escapó la voz…grité: ¡Te quiero!, ¡Te quiero!

¡Deja que no quiero verte! ¡Déjame, que no te quiero! El aire del cuarto estaba temblando con tu recuerdo. Cien caballos en mis venas, al galope por mi cuerpo; y yo, jinete sin riendas, luchando por contenerlos. Cien herreros en mi boca, trabajando con mis besos, y yo queriendo ser fragua para poder deshacerlos.

Aunque no pueda quererte, ¡te quiero! Aunque no deba quererte, ¡te quiero! Aunque en cunas de tu casa se está meciendo un almendro ¡te quiero! Aunque yo tengo dos lirios que se me cuelgan del cuello ¡te quiero!

Cien voces en mi garganta gritándome que te quiero, y yo, ¡mentira infinita! Gritando que no te quiero. salí a por aire al balcón… Me tropecé con el cielo; aquel cielo quieto y hondo, verde, blanco, azul y negro, igual que el de aquella noche de nuestro primer encuentro, en que me hirieron al paso tus cinco toritos negros.

Y aunque ponga mis barreras de zarzamora y sarmiento para que nunca la salten tus cinco toritos negros: torito negro tus ojos, torito negro tu pelo, torito negro tu boca, torito negro tu beso, y el más negro de los cinco tu cuerpo, torito negro.

Y me acordé de aquel aire que jugaba con tu pelo como a un niño a quien le gustan los caracolillos negros.

¡Te quise siempre! ¡Te quise! ¡Te quiero siempre! ¡Te quiero!

Y me acordé de aquel rayo de luna, fino y torero,

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Julio Mariscal nació en Jerez de la Frontera en 1922. Escritor de la llamada Generación de los Cincuenta. Poeta ignorado en su tiempo, sintiéndose marginado por una sociedad que nunca comprendió su inclinación sexual. Sus mejores poemas están inéditos y su obra no ha alcanzado la difusión que merece en la historia de la literatura moderna. “Toro” ¿A dónde vas toro de amor oscuro por los prados resecos de mi sangre? No encontrará tu furia ni un celemín siquiera de corazón para albergar tus astas. ¿Por qué, di, toro, hasta mi sangre llegas? ¿Por qué me embistes toro, si no tengo ni un adarme de brisa, ni un suspiro, ni una leve avispilla para clavarla en el testuz sin luna? Pero no huyas, ve, vente a los riscos en donde habita el viento del recuerdo allí sí que tendrás, toro, un enorme pastizal de hermosura allí, que tendrás un mundo loco para que lo encampes toro del deseo. “Capea” Tábano y resol clava el estío en el abril sin flor de la madera, y el pértigo se finge talanquera donde el cairel es corazón y brío. Sangre moza cumplida en el hastío de binar el olivo y la mancera, buscándole tres pies a la manera de hacer burla y donaire el desafío. Cartel de feria pueblerina: Honrada plaza de rebotica y espadaña, brisa de miel y afanes de granito. Claro domingo y fuente alborotada, resolana y clavel, Plaza de España hecha vinazo oscuro y rojo grito.

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Pablo García Baena, Poeta cordobés que vino al mundo en 1923. Perteneció al Grupo Cántico que ensalzaba la poesía barroca, exaltada y vitalista. Su poesía influyó entre las generaciones más jóvenes sirviendo de puente entre los Novísimos y la Generación del 27. Socio fundador del Ateneo de Córdoba. Recibió numerosos premios, siendo el más importante el premio Príncipe de Asturias de las Letras “La Reverte” Toros del 900. La torera ciñe el trapo a su traje de caireles. Una moña de luz y cascabeles hiere el torso brillante de la fiera. Bajo la negra flor de la montera nace la trenza en lazos de claveles y el toro abraza con sus cuernos fieles la cintura de nardo o de palmera. Con dalias de cristal, con asfódelos, abre la tarde su capote leve en la plaza sin gente de los cielos. Y un rubio arcángel tienta la fortuna poniendo banderillas en la nieve astada y florecida de la luna.

Pablo García Baena

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Hugo Emilio Pedemonte vino al mundo en Montevideo, Uruguay, en 1924. Brillante poeta y escritor sudamericano. Publicó su primer libro a los veinte años. Viajó a España donde contrajo matrimonio y conoció la fiesta de los toros. “Goya” Si árbol luciente vióse en negro fruto, si fruto fuese siempre caprichoso, si se vuelve lo trágico asombroso y se pinta con lágrimas y con luto; si pasa de lo breve a lo absoluto y le duele lo feo por lo hermoso, si de la sombra llega luminoso y manchado de brujas impoluto; si pinta con puñales, si le baja la sangre por el alma, si chorrea vida y color donde la mano apoya vistiendo y desvistiéndose la maja; si veis a un hombre que a pincel torea se llama España, aunque se firme Goya.

Aguafuerte de la tauromaquia de Francisco Goya

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Juan José Cuadros nació en 1926 en Beas de Segra, Jaén. Poeta y escritor. No quedó encasillado en ningún movimiento literario de la época, ni con la poesía social de la Generación de los 50, también llamada de “los niños de la guerra”, ni con ningún otra. “Torero” (fragmento)

Marinero… Marinero… ¡Guárdate el verde del mar, que yo quiero ser torero! ¡Quédate con tus sirenas, tu mar y tu catalejo, tu bergantín y tus jarcias, tus peces y tus luceros guarda la estrella polar en el bolsillo del pecho tu barco lleno de luna, que yo quiero ser torero!

enjabonados en negro, y un capote enamorado, en una tarde de junio. Dame una música que haga bailar a los burladeros, y un ¡ay! Que te coge el toro, y un ¡olé! Lleno de miedo, y un ¡viva tu madre, niño! y un revolar de pañuelos cuando salude en los medios. ¡Marinero!... ¿Marinero?... ¡Deja el mar para los peces, que yo quiero ser torero.

Dame a mis plazas redondas, lunas de arena o panderos; toritos de siete hierbas

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Julio Alfredo Egea nació en 1926 en Chirivel, Almería. Poeta, narrador y articulista. Su obra aparece en libros y antologías. “Himno al toro de lidia” (fragmento)

Salve, toro de lidia, inquieto poderío, es dulce por el campo tu paso de tormenta; como un ciclón dormido, sobre la yerba empinas la bellísima estampa de un acero enlutado. Hijo del sol y gleba. El corazón de España tembló por horizontes de campiña y dehesa, y tú naciste, toro, en un parto de furia, fue redoble de gracia tu primera arrancada. En el viento de España, rasgado de cornadas, hay banderas secretas izadas por tu sangre, tu sangre convertida en un vaho de tragedia. Sólo porque tú existes es brava la belleza. Choto lleno de gracia, cobijado en las ubres, sin posibles crespones en límites de juego. Eral con un intento de cornear mariposas en alegres retozos de oscuro aprendizaje. Tú que sólo soportas el roce de la espiga a la sombra brevísima del vuelo de la alondra, tú que maduras lento, acumulando furias, condensando en los ojos tu inmenso poderío. Ya estás, toro, en la plaza, cumbre de plenitudes, violento florecer del músculo y la gloria. Inteligencia y arte regulan tu embestida y la cintura es puente para que pase el miedo. Salve toro de lidia, aunque la muerte sea el precipicio abierto a tu noble arrancada, tu sangre es necesario que nos riegue está tierra para que pertenezca su vil calentura. Es la muerte y el arte en un tremendo vértice, en unidad increíble sobre tu cornamenta cuando eres en la arena derribada grandeza algo se quiebra entonces en el alma de España

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Juan de Dios Pareja Obregón nació en la taurina ciudad de Sevilla en 1927. Ex matador de toros, ganadero, poeta, letrista, pregonero, en ocasiones picador y guitarrista. Criado en un ambiente de profundo aroma taurino, muy pronto se aficionó a los toros. En su temprana juventud probó suerte en los ruedos. “El duende y Sevilla: Curro Romero” Quiso un duende ser torero de estas toreras besanas, donde lloran las campanas cuando Curro es campanero. Se sintió pronto camero para beber en la fuente que rebosa sobre el puente; y en ese pueblo alardea, de ser la mejor marea de su taurina corriente.

le dijo: Busca primero el aroma del romero que despiden sus macetas, después todos los poetas te enseñarán el sendero. Te enseñarán el sendero que termina en la Maestranza, donde Curro es la balanza y cante caracolero. El duende cascabelero cogió muleta y estoque, esquivó toro y derrote, y pronto llevó hasta Camas, esa queja tan gitana que florece en su capote.

Y el duende torero un día quiso conocer Sevilla, para ser siembra y semilla de la tierra de María. Al saberlo Andalucía

Curro Romero

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Antonio Murciano nació en Arcos de la Frontera en 1929. Creció en un pueblo de poetas. Su amplia trayectoria lo convierte en uno de los bardos más representativos de la Generación del 50 y de su tierra, Andalucía. Se acerca con más fuerza a la poesía popular tradicional. En la actual poesía española tiene lugar propio, lugar preeminente, no sólo por su calidad reconocida, sino por su alegría, por su bondad, por su amor, por su esperanza, por su fe en el hombre. “Dinastía rondeña” Va por ti, Pedro Romero, mi brindis a la redonda en esta plaza de Ronda, sin toro, sobre el albero.

el de la muleta en calma con su niño de la mano ése, será el soberano, el maestrante del ensueño.

Va por ti, Maestro, torero ya de tardes celestiales. Dime tú que mayorales, que maestrantes, que cuadrillas, le ponen a que mulillas cascabeles inmortales.

En él cumplirás tu sueño y él llevará por bandera el ángel de los Rivera y el duende de lo rondeño. Pilares de maravilla donde el toreo se ahonda Cádiz, Córdoba, Sevilla y el Tajo puro de Ronda.

Y va por ti, Cayetano, viejo Niño de la Palma,

Estatua de Cayetano Ordóñez “Niño de la Palma”, en la plaza de Ronda

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Juan Manuel Alférez Chavarría nació en Villa de Cos, Zacatecas, en 1929. De joven quiso ser torero y, curiosamente, ahí encontró su vocación periodística. Hombre culto con gran facilidad para escribir a veces en un tono desgarrador, en otras jubiloso y hasta jocoso. Ganó el Premio Nacional de Periodismo en 1987. “Teoría del miedo” Sentir como la sangre bulle, en suspenso arde, se agota y se congela en la laguna misteriosa, oscura del silencio donde se ahoga el miedo.

han de pulsar los juegos malabares del ancestral instinto -vida o muertede la supervivencia. ¡Qué incongruencia o audacia prepotente, mueven sombras y luces en el vértice mismo de la muerte…?

La duda ahí rebulle como un eco, golpeando palmo a palmo, gota a gota, cuando la razón huye cobarde y en derrota.

¡Quién lo sabe!...

Sentir como un espasmo lumínico y armónico el relámpago negro del entusiasmo agónico.

Tal vez, iluminado por místico designio, sólo el torero descifrar podría la metafórica teoría de este germen del Miedo.

Ahí reside el miedo… El miedo de los hombres que en un ruedo,

“El torero viejo” Y decía el viejo torero con más cornadas que arrugas ante su fiel cantinero: no es que no aprendí el oficio: lo que pasa es que en la plaza para surgir el primero a hombros cual triunfador, hay que tener mucho juicio y no inconsciente valor.

¡Ay, cuantas tardes de luces y yo no llegué jamás! Tenía el cuerpo burilado por las astas de los toros, sus arrugas eran chorros de recuerdos acuñados por el tiempo en tardes de luces y oros de épocas tal vez mejores.

Eso, mi amigo, y las dudas en cornadas se traslucen que a uno lo echan para atrás.

Sus ojos eran estrellas de lejanos resplandores

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donde bullían cosas bellas.

dame otra copa de vino que me quiero emborrachar… Hoy es tarde de domingo y yo… y yo, no voy a torear.

Y decía el viejo torero: ¡Cantinero, cantinero!

“Parábola del torero ido” Si yo pudiera vencerme y penetrar en la nebulosa del triunfo anhelado; si dominara el terrible dudar… la espumosa herida del derrotado.

no suena. ¡no suena más! Y tus ojos de lucero en el albero del tendido ya no brillan… Suena el clarín, ¡el toro! y yo lejos con mis sueños del que pudo ser y mi cobardía a cuestas.

Toros… tardes… soles… y aleteos de palomas triunfales, ¿Dónde están? ¿Qué mágicos hechizos huyeron de mis manos?

Ahí mi capotillo, mi montera, mi muleta y rota la ilusión. Iré ya sin cornadas frescas en el cuerpo, pero herido para siempre en la mitad del corazón… (y… la impotencia de saberme muerto…)

Torear… ¡vivir! ¡Morir cada crepúsculo! ¡Qué importa! Es mi destino de torero. Y ese grito ya de ayer proscrito

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Carlos Murciano vio la luz primera en 1931, en Arcos de la Frontera. Poeta, prosista, musicólogo, crítico de arte y literario. Es considerado como uno de los mejores sonetistas de España. Durante su carrera recibió numerosos premios. “Niños y toros” Un celeste torerillo vestido de verde y oro se ha puesto a jugar al toro en la mitad del anillo. Torilero: abre el portillo, que verdad no hay más que una y así, si tiene fortuna mañana dirá la crónica que le dio media verónica al Veragua de la luna. “Quemándome de mi…” Quemándome de mi, viviendo como la antorcha, cuya lumbre se alimenta de su propio existir, y a su ceniza, gozosa, se adelanta. Así. Salvada la oscura acometida de la pena, triunfador, en la plaza del silencio, sin más barreras que la sangre misma ilesa, pero siempre derramándose, solitario de mí, digo que es duro saberse ardiendo, leño crepitando, aguantando a pie firme, mientras alguien mira hacia atrás y aplaude lo que unca contempló -duro, digo- y conociendo cómo es fácil que pare y se revuelva contra ti, de repente, el negro toro y no puedas burlarle la embestida. “Toro en el campo” El toro está en el campo. Cae la tarde sobre su piel oscura, sobre el agua de los pilones, huérfana de belfos,

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sobre los acebuches donde, triste, madruga la lechuza. Cae la sombra sobre la hierba en flor de la dehesa, sobre tanta fiereza remansada, presa para despuÊs. El toro tiene erguido su testuz, desafiantes las astas afiladas, bien abiertos los ollares‌ El cielo del poniente sangra, se torna de un violeta amargo, se puebla luego de ceniza. Todo

es plenitud. Cruza a caballo un hombre y un grillo canta ardidas soledades. El toro mira al horizonte, lejos, por encima de los agaves, cornea levemente la brisa, busca el sitio exacto donde duerma cada noche su larga pena, su clamor de muerte, su bramido de siglos. TodavĂ­a Duele su negro bulto. Al fin, se echa sobre la tierra blanda. Un reburdeo se oye distante, crece, acosa, empuja, cesa despuĂŠs. Y el macho poderoso se hace noche total, luna creciente.

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Mariano Roldán nació en 1932 en el pueblecito cordobés de Rute. Poeta, periodista y traductor. Otro de los miembros injustamente arrinconados de la llamada promoción de los 50. Su extensa obra incluye un grupo de versos considerados entre los mejores de la poesía española contemporánea. “Torero viejo ante el toro de su alternativa” (fragmentos)

Llueve tras el cristal del ventanal. Y llueve sobre mi vida. Nada me queda ya. ¿La gloria? ¿Eso? que los demás me otorgan cuando dicen: “¡Maestro!” Pobre gloria. ¡Pamplinas! No me queda nada. Estos ojos tercos que miran, miran, miran la hermosura del mundo ajena, inaprensible pasar, y yo creo en ella, más cerca cada vez de la ceguera última. Sigue lloviendo. El día me ha puesto triste con su gris. ¿No acude nadie hoy al café para charlar? Me sé la prensa, el sitio de memoria, y temo que en este aburrimiento de invierno malos mengues me pongan a morir. ¡Hermosa, hermosa, esa mujer que cruza, bajo el violeta de su paraguas, seria! ¿A dónde irá? Camina con la certeza de su plenitud ligera hacia la vida: y yo, sentado, gordo, voy devanando mis ochenta años. Hoy me han dejado sólo con la lluvia y con mi soledad. Y tú, sí tú, ¿qué me quieres decir con la fiereza del azabache de tu ojo inmóvil, caro enemigo de mejores tiempos? ¿Te da risa mirarme frente a ti, frente al ensortijado, testuz lleno de polvo, frente a la eterna y clara juventud de tu fuerza? Pero ya no: conozco que me retas otra vez como cuando había sol y había fuerza en mi mano. ¿te acuerdas? Empezaba yo a estar

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en letra grande de cartel. La plaza era una plaza de primera. Toda mi vida -no mi muerte- se encontraba entre el azar de tus agudos cuernos y el puro acierto de tus embestidas. Tú parecías saberlo y, de poder a poder, te disponías A morir invencible, sin consentir tu muerte, ayudando a mi gloria con tu gloria. Saliste como un trueno, soberbio, poderoso. Nadie quedó en la arena. Una capa que alguien te ofreció desde lejos se alzó partida en trizas como por un hachazo. Me querías a mí, ¿verdad? Me viste allá, muy cerca de los medios, duro, y te arrancaste de una vez por siempre, exonerado, contra tu destino. Llegó la hora de matar. El sol estaba alto. Mayo había dejado beber al aire su clavel. Dos nubes blancas cruzaban por el cielo. Se hizo el silencio. Levanté la espada y me encontré con tu mirada. Había en ella reto y vencimiento. Puse toda mi ciencia en ejercicio para que en aquel acto de muerte fuera digno de ti. Fulminado caíste como un roble en el bosque. Leales fuimos el uno para el otro. ¡Aquí me tienes! Duro. No rehúyo el encuentro. Afila, afila el desprecio o el cuerno. Ataca. Hiere ahora que estoy de pie cerca de ti o ya nunca podrás hacerlo… Adiós. Mira, ha escampado. Dentro de poco saldrá el sol.

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Rafael Guillén nació en Granada en 1933. Poeta de la Generación del 50. Fue uno de los poetas surgidos en la posguerra. Premio Nacional de Literatura de España en la modalidad de poesía por “Los estados transparentes”, uno de los autores más importantes de su generación, que tiene larga trayectoria. “Apuntes de una corrida” (fragmento)

No hay sol ni seda en la plaza porque la muerte está cerca. El cielo es como una alberca donde flota la amenaza. El aliento se adelgaza reo de oscuros delirios, y por palcos infinitos de mantones y jazmines un silencio de clarines se abre paso entre los gritos. Dejadlo solo en la arena que lo recibe en las tablas. por el callejón, cercado, huye el ángel de la guarda. Rondan toreros, ya de sombra, caídos en esta plaza, mientras que rojos salones sin tapices y sin lámparas, danzan el vals de la muerte verónicas enlutadas.

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Alfonso López Barrenquym nació en la capital mexicana en 1937. Escritor, periodista, editorialista, corrector de estilo, cronista taurino y pelotari profesional de Jai Alai. Escribió, entre otras cosas, ¿De toro un poco? donde mostró su talento para escribir sonetos. ¿Qué es la fiesta de los toros? ¿Sabes lo que es la fiesta de los toros? Alegría, color, ¡olé!, nobleza, entrega, reto, bravura, belleza, poner al rojo los taurinos foros, casta, temple, triunfo, pasión, fiereza, música plasmada en hermosos coros, emoción que origina a veces lloros, fiesta de valor, de arte, de grandeza, pero también de miedo, sangre y muerte, de broncas, fracasos, dolor y penar, en la que mandan el toro y la suerte, fiesta que enardece y hace disfrutar, en la que nadie permanece inerte y a la que ninguna la puede igualar. “La madre del torero” ¡Cuánto llora la madre del torero al rezar, suplicante y fervorosa, a la imagen del bello altar casero! Sus lágrimas purifican la actuación del hombre que, jugándose la vida, lucha por satisfacer a la afición, y si cada madre sufre por su hijo, la del torero baña con su llanto la sangre que se ve en un crucifijo para que éste lo salve con su manto. Por eso cuando el hijo vuelve ileso de su lucha tenaz contra la fiera, lo recibe la madre con un beso que el más sublime amor no conociera.

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“El mozo de espadas” Confidente de piedra del torero, eres su muro de lamentaciones, conoce de sus penas y ambiciones, hasta un fracaso lo hace llevadero y encauzas por buen rumbo sus pasiones. Cuando triunfa eres siempre el primero en elogiarlo con calor sincero; cuando sufre, frenas sus emociones para que el llanto se le vuelva risa. ¡Cuánto tú influyes, con tus sabios toques, para que él tenga aquello que precisa! Eres, en suma, fiel mozo de estoques, con tu servir, tu celo y tu sonrisa, imprescindible en donde te coloques. “El toro-toro con “música” de Gustavo Adolfo Bequer” Volverán los astados pequeñitos de la plaza en el ruedo a retozar y otra vez los matadores principales con arte torearán. Pero aquellos torazos que ostentaban más de seiscientos kilos al pesar, aquellos que lidiaban otros hombres… … esos … ¡no volverán! Volverán esas faenas preciosistas que los jóvenes aman contemplar y otra vez las tardes, aún más hermosas, todos las gozarán. Pero aquellas con toros de trapío que a los viejos pusieron a temblar, defensivas, de pitón a pitón… esas… ¡no volverán! Volverán del taurino en sus oídos los aplausos ardientes a sonar,

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y el viejo, del recuerdo y del ensueño tal vez despertará. Pero a trapazos, aprisa y por la cara, como si el toro te fuera a madrugar, como antes se toreaba… desengáñate, ¡ya no se toreará! “El toro y su lidia” (Acróstico a Rafael Solana hijo)

El toro y su lidia, si es acertada, Ligada muy bien por buenos toreros. Tienen encanto de linda balada, Ornan con versos los bellos alberos, Resplandecen como varita de hada, Originan reflejos de luceros Y ese calor que brota de la nada Satura el cuerpo de olés zalameros, Unge con halos de gloria ganada, Loas que, con cantos imperecederos, Inducen a esos que en sana algarada Degustan, así, ratos placenteros, Instantes de dicha que, sublimada, Ayuda a males pasajeros. “Las faenas que nunca se hicieron” ¿En dónde se guardaron todas las ilusiones de tantos maletillas que fueron al fracaso, que supieron, a un tiempo, del orto y el ocaso y así vieron frustradas sus caras ambiciones? ¿Cuántos lances de capa se quedaron en sueño, cuántas posibles faenas no hallaron corolario porque miedo, torpeza, los toros o el mal fario rompieron el encanto de aquel hermoso ensueño? ¿Cuántas carnes quedaron rasgadas por el cuerno, hasta hacer de su dueño un pobre infeliz desecho que a duras penas abandonará el tosco lecho para pasar a vivir en un tormento eterno?

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¿Cuántas almas supieron del espantoso temor, y vivieron llorando después la vida entera porque ese lógico miedo se convirtió en terror? Yo quisiera narrar esas faenas, que debieron ser las más brillantes, creadas por mentes anhelantes de chanaos que olvidaban penas, pero el humo del sueño se perdió en difusas nubes de esperanza, por eso mi canto no se lanza a describir lo que nunca existió. “Una mujer en los toros”

Vibración infinita de acordes escondidos sacude el enigma palpitante de tu pecho, ese bello enigma donde se hallan resumidos los suspiros que brotan en el volcán de un lecho y que tomando forma de olés embravecidos saltan como una bestia que estuviera al asecho, como la explosión fatal de impulsos contenidos que se enredan, trenzados, igual que agreste helecho. Tú ves en el muñeco de la seda y el oro la imagen que idealizas del hombre de tus sueños o la del iluso, anónimo, incoloro, con quien has compartido tus mágicos ensueños. ¡Por eso cuando asistes a la fiesta del toro, vibras porque te sientes dudando entre dos dueños!

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Héctor M. Lammoglia Ruiz nació en Córdoba, Veracruz, en 1943. Químico Bacteriólogo Parasitólogo. Fundador del taller de la Décima Espinela en su ciudad natal. Gran aficionado a los toros. Miembro de la incomparable Peña Taurina “Don Dificultades”. Fundador de la Peña “El Trincherazo” y Jefe de Callejón de los cosos “La Florecita” de Ciudad Satélite y “La Concordia” de Orizaba. Decimista de corazón escribió sobre diferentes aspectos de la fiesta brava. “Mimiahuápam en la Monumental de Madrid” Grato para mi afición presentarles con respeto a un ganadero completo con taurinismo y pasión. Gustoso a la invitación que hicimos a su persona el llegar como un Gaona triunfador en toda lid con sus toros en MADRID DON LUIS BARROSO BARONA. En plena Monumental de mi memoria no escapan, sus toros de Mimahuápam en esa tarde triunfal. No se ha dado nada igual y con eso… yo me quedo, para “AMISTOSO” concedo bien puesto de encornadura noble, fijo y por bravura MERECIO LA VUELTA AL RUEDO.

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“Fermín Espinosa Saucedo” “Armillita Chico” En su estancia por España se impuso con los toreros, también con los ganaderos y al periodista piraña…

mostrando categoría, es así que en mi elegía lo seguimos ponderando. Fue durante el crudo invierno

¡Qué cuadrilla lo acompaña!

en el año treinta y seis,

y con él siempre están, Zenaido al igual que Juan banderilleros y hermanos,

seguro recordareis un suceso que es eterno… Luciendo su fino terno ensimismado en su rito,

fervientes Guadalupanos y explosivos cual volcán.

dominó a un toro bendito que traía buena reata. La afición pidió la pata del recordado “Pardito”. Ya la prensa discutía entre Garza y Manolete, quien luciría el gallardete del natural con maestría… Muy pronto llegó ese día tan grande como un castillo, don Fermín el de Saltillo toreando como ninguno, quedó de número uno triunfando con “Nacarillo” De toreros mexicanos sin duda el mejor Fermín, fue maestro y paladín

Don Fermín Espinosa “Armillita Chico”

Poco después vino el veto

también ante los hispanos… Toreando ante sus paisanos

por Marcial y otros babiecas, a los toreros aztecas mostrando poco respeto Belmonte dijo con reto

mencionaban que era frío, pero él con su señorío en la mera capital,

échenlos, pero toreando,

cuarenta y dos tardes en total los rabos que obtuvo el Tío.

y se puso de su bando

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“A Don Lalo” LALO CUEVAS un torero en los medios conocido, por honrado y distinguido piensa en la fiesta primero… Y siempre con mucho esmero respeta las tradiciones, nunca acepta imposiciones de la gente advenediza, y sus festejos realiza a pesar de las presiones.

Lalo Cuevas

Tras la dignificación de todos los torerillos, la mayoría chiquillos rara especie en extinción… Con poca vocación y malos apoderados, al estar desamparados llegan con LALO y los guía, colocándolos un día en los carteles soñados

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“Al Juli” Con tu quehacer pinturero con arte y también valor, lograste ser el mejor triunfando de novillero… de matador ¡que torero! Que estilo tan singular. Por acá y allende el mar eres de los toros eje, y que el mundo lo festeje JULIAN LOPEZ ESCOBAR

Julián López “El Juli”

“A mi querido Silverio” Nacido en Pentecostés y ya con vitalidad SILVERIO PÉREZ “compadre” en Tetuán de las Victorias, don ALBERTO fue su padre de Asunción sacó su tez…

llegó buscando las glorias con Manolete y Liborio

pasado el triste revés se olvidó de estar llorando e inspirado por Armando

que formaron tal jolgorio iniciando sus historias. Torero con sentimiento

decidió ser torero pensando ser el primero a don Fermín imitando.

y estilo muy personal, fue elegante y pasional su chicuelina ¡portento!...

Tuvo su oportunidad

Se mereció un monumento

ayudado por Casillas, lo presentó con cuadrillas demostrando calidad…

su trincherazo templado, por Agustín fue cantado y a pesar de ver dos toros,

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conquistó todos los foros

mal recuerdo a “ZAPATERO”.

el Faraón fue nombrado.

a “TANGUITO” fue el primero que el mundo taurino vio, y a más que inmortalizó, por buenos aficionados y que nadie diga: Nó.

“PIZPIRETO”, “PELUQUERO” ”CIRILO” con “BARBAZUL” “GUITARRISTA” que fue un tul

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Joaquín Ramón Martínez mejor conocido como Joaquín Sabina vino al planeta tierra en 1949, en Úbeda, Jaén. Poeta, cantautor y pintor. A los 14 años ya escribía versos. Por su militancia política se exilió en Londres y regresó a España siete años después. Gran aficionado a los toros y amigo de toreros ha escrito innumerables poemas al mundo de Tauro. “Por si no lo sabían” A Francisco de Goya le gustaban los toros, a Rafael Alberti le gustaban los toros, a Pablo Picasso le gustaban los toros a Agustín Lara le gustaban los toros, a Ernest Hemingway le gustaban los toros, a la bella Ava Gardner le gustaban los toros, al orondo Orson Welles le gustaban los toros, a José Bergamín le gustaban los toros, a Gerardo Diego le gustaban los toros, a María Félix le gustaban los toros, a Ignacio Zuloaga le gustaban los toros, a García Lorca le gustaban los toros, al Miguel Hernández le gustaban los toros, a Ortega y Gasset le gustaban los toros, a Indalecio Prieto le gustaban los toros y a mi abuelo también. A Bryce Echenique le gustan los toros, a Miquel Barceló le gustan los toros, a Joan Manuel Serrat le gustan los toros, a Mario Vargas Llosa le gustan los toros, a Caballero Bonald le gustan los toros, a Enrique Morente le gustan los toros, a Albert Boadella le gustan los toros, a Almudena Grandes le gustan los toros, a Felipe Benítez le gustan los toros, a Francisco Brines le gustan los toros, a Carlos Marzal le gustan los toros, a Sánchez Dragó le gustan los toros, a Luis Eduardo Aute le gustan los toros, al Gabo García Márquez le gustan los toros,

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a Caco Senante le gustan los toros, a Raúl González le gustan los toros, a Rosa Aguilar le gustan los toros, al japonés del siete le gustan los toros, al defensor del pueblo le gustan los toros y a mí también. “Al maestro Antoñete” Esta tarde la sombra ésta que arde, esta tarde comulga el más ateo, esta tarde Antoñete (dios lo guarde) desempolva la momia del toreo. Esta tarde se plancha la muleta, esta tarde se guarda la distancia, esta tarde el mechón y la coleta importan porque tiene importancia. Esta tarde clarines rompehielos, esta tarde hacen puentes las tormentas, esta tarde se atrasan los mundiales. Esta tarde se mojan los pañuelos, esta tarde, en su patio de Las Ventas, descumple años Chenel por naturales.

Antonio Chenel “Antoñete”

“Otra isidrada” Por no hablar del saqueo de Barcelona vuelvo a Las Ventas, donde los del siete

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sacan pañuelos verdes a la mona que se raja en mitad de un molinete. Hay dos o tres que vienen apretando, pasándose el morlaco por la faja y figuritas sin pasión ni mando, especialistas en salir de naja. Y el milagro del arte puro y breve, bajando como un rayo hasta el albero, poniéndole en la sien a quien se atreve a estar ahí laureles de torero. Citando al natural, baja la mano, ayer Tomás, Ordóñez, Manolete, hoy Encabo, Castella, ¿Cayetano? y siempre Rafael, Curro, Antoñete. “Sin Curro ni Antoñete”

San Isidro sin Curro ni Antoñete, sin Tomás, sin Paulita, sin Morante, parece becerrada apaga y vete. Sin duende, ni compás, ni pata alante. Ni Ordóñez, ni José, ni Manolete, ni un picador montado en Rocinante, ni un vuelo de pañuelos en el siete, ni un Frascuelo que rime en consonante. Nos queda Serafín Marín, Encabo, César Rincón si vuelve a ser quien daba pases de pecho de pitón a rabo, Caballero, Abellán, Esplá y los oles que soñando soñé que me gritaba Victorino en un quite por faroles.

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José María Napoleón nació en Aguascalientes, México, en 1950. Poeta, cantautor y matador de toros. Su amor por la tauromaquia le hizo escribir infinidad de poemas y pasodobles sobre la fiesta brava. “El Terno” Traje de torear… vestido, terno de luces, de Algaba

champaña, grana, rosa claro de la aguja y en la plaza.

los hay de Fermín, de Naty,

El chaleco bien ceñido,

la maestra, allá en España, maestra por artesana.

la casaca, bien bordada, la taleguilla montando

En hilo de oro, el bordado

hasta arriba y estrechando

negro azabache a cruceta en los bordes redondeado con arte, bien trabajado

el cuerpo entero… la facha. Los de pasamanería, los goyescos, en Granada

para lucir la silueta.

pa´vestirse de torero

Blanco y oro, blanco y plata, hay que sentirlo primero verde ilusión y esperanza, sin temor a la cornada. tinto, azul, café tabaco, “Los machos” Los machos han de amarrarse muy bien a la pantorrilla para que abracen con fuerza talegas… y taleguillas. Los machos son del vestido de torear más que remates son parte fundamental a la hora de los desplantes Los machos son complemento del vestido de un torero; sin los machos un vestido sería un charro… sin sombrero. “Novillero” Hambre de triunfo, muchacho

con hormigas en las manos

quince años recién cumplidos,

y un sueño como objetivo.

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Torear, torear y toreando

sólo tiene el siempre y oro

se la pasa todo el día,

y con el santoral dos cruces.

de salón imaginando con sobrada algarabía.

Se avoraza si aparece por el chiquero un novillo, sin importar la cornada él sabe su cometido.

Por un pitón todo cambia por un partir plaza, un ruego, y recorre las distancias

Torero por sobre todo,

ansioso tras su anhelo.

sin miedo en el apellido, él quiere correr el riesgo aunque sea sólo un chiquillo.

Se le ilumina la cara cuando se viste de luces,

“La alternativa” Atrás, una historia escrita a la izquierda, la experiencia ha quedado en el recuerdo a la derecha otro diestro porque a partir del domingo, a escribir de otro tintero,

y en medio de dos figuras yo en el centro… con mi sueño.

despacio y con buena letra con arte y valor del bueno.

¿Cuántos pasos cuesta arriba? ¿Cuántas tardes, cuantos sueños? a veces, la carne viva, sin un doctor en los pueblos, el alma siempre encendida a falta de los remedios. Y hoy aquí… ni me lo creo, pero es cierto, en carne y hueso soy yo el que partiendo plaza voy en pos de mis deseos, voy en busca de mi sitio,

Blanco y oro de la aguja, el capote de paseo, la Virgen de Guadalupe el Padre nuestro del cielo, cada palabra en la lengua y en la boca todo el Credo.

voy detrás de mis anhelos.

El patio, a las cuatro en punto

una media desmayada, que juntas toditas ellas quedarán para postales.

El primero será el mío le pegaré dos faroles a pies juntos, cuatro lances,

el clarín, llamando al ruedo;

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Y en seguida el gran momento,

Armo mi nueva muleta

mi capote por muleta,

entre el pulgar va mi espada,

que tengas suerte, muchacho y de hoy en adelante que la vida te sea leve y echa paso pa´delante.

ante el juez… pido permiso brillando en mi blanco y oro ¡¡Padre mío… Padre nuestro!! Ya soy… ¡¡Matador de toros!!

“Despedida” Despacio, no habrá mañana para vestirse de luces así que a hora temprana entre imágenes y cruces,

hoy, la última estocada la última vuelta al ruedo, la última encrucijada con sus ojos hechos lágrimas

desplegados los recuerdos sentado sobre la cama,

derrochando sentimiento con las orejas ganadas.

con cincuenta y dos cumplidos y más de quince cornadas

El último compromiso con la cabeza inclinada

él sabe que hoy es la última y la voz se le desgarra.

y a toda la concurrencia esa faena brindada; va por ti… va por ustedes, Señor del cielo, mil gracias y rodando por el ruedo sudor que se vuelve lágrimas. Adiós tardes que me dieron lo que yo supe ganarme adiós pasión, adiós miedos, adiós patio, adiós plazas, adiós mozo, compañeros, adiós sorteo, chiqueros, adiós arena, adiós ruedos,

La última tarde en la plaza, el último paseíllo dos manos que tanto ama

adiós virgen Macarena, Lupita, Dios de los cielos;

le cortarán su añadido; los últimos lances, quieto, la muleta bien planchada

He cumplido y agradezco Fui y sigo siendo ¡¡TORERO!!!

el valor temblando… al punto

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Dante Octavio Hernández Guzmán nació en Orizaba, Veracruz, en 1950. Académico, historiador e investigador. Autor de “Los toros en la poesía. (Fiesta de toros). Antología poética ”. “Luz de luna” Tropel de luces, sangre y colores para un chiquillo que quiere llegar, con gesto altivo, la vaca enfrenta con luz de luna sobre el corral. ¡Je toro! grita impaciente… ¡Je toro! vuelve a gritar… cuando la vaca embiste al frente, con pie en firme la ve llegar… Por la mañana los caporales de un fango rojo ven el corral, y en una esquina encuclillado ven al chiquillo durmiendo ya… Ya no hay luces, ya no hay colores ya no hay luna ni soñador… solo una madre que arrodillada besa al chiquillo en su sopor… La fiesta de toros tiene sus raíces, como toda flor, en el lodo abonado de miserias; pero… Dispuestas están para quienes miran hacia abajo, y en la vida hay que mirar hacia arriba. ¡Siempre hacia arriba! Negar belleza por reconocer miseria sería negar el cielo por existir infierno. Y entonces… ¿a dónde está aquella hora de emoción? ¿Dónde aquel patio de cuadrillas? ¿Aquellos viajes? ¿Ese modo de vivir? ¿Para qué, señor, las amapolas? ¿Por qué la primavera sin clarines? ¿Por qué la taleguilla en el ropero? ¿A qué el capote en la silla? ¿Para volver Señor?,

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Felipe Benítez Reyes nació en la ciudad gaditana de Rota en 1960. Autor de una obra versátil que abarca poesía, novela, relato, ensayo y el artículo de opinión, aunque sobre todo es conocido como poeta. Es considerado una de las voces más influyentes del panorama literario español, ha sido incluido en las más importantes antologías, debido a su excelente dominio del lenguaje. “El Paseíllo La tarde extiende un oro soñoliento. Calor en los tendidos, y en las gradas un bullicio de gentes malhabladas que miran el reloj cada momento. Ha sonado el clarín. En un jumento de crines sin color y desgreñadas el alguacil se da unas galopadas hasta el palco que ocupa el estamento Presidencial: deán, veterinario, dama de la belleza y comisario. Los abanicos baten la calima. Envueltos en capotes con rocallas, avanzan las figuras: Curro el Bayas, Pedrín de Utiel y Vendaval de Lima.

El paseíllo

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Jorge de Jesús Glíson nació en Saltillo, Coahuila, en 1960. Como aventurero en sus mocedades recorrió medio mundo trabajando en todo lo que se le presentaba, estudió para ingeniero agrónomo zootecnista y terminó como torero y poeta. “Tú y yo” Y dicen que nos peleamos, que nos odiamos, que la muerte el uno al otro deseamos; ellos no imaginan que en realidad uno a otro nos amamos, que nos necesitamos, que si no fuera por ti con mi vida no sé qué haría, y si no fuera por mí tú ya no existirías. Y dicen que es algo falso, que es predispuesto, que es arreglado y hasta barbárico, no entienden que es un llamado desde el pasado, que es instintivo, que es inherente a nuestra forma de ser y actuar, que es visceral, que rebasa el querer pensar, que existe desde el principio de nuestras vidas desde el momento que nos cruzamos en el camino ya varios miles de años atrás. Cierto es que tú me has herido y cierto es también que yo te he matado, pero tú sabes que al huerto de nuestra pasión hay que regarlo con sudor, sangre y dolor, y es tan sólo el precio justo por poder hacer y ser simple y llanamente lo que queremos, yo torero y tú toro bravo.

“Yo estoy dispuesto a salir en hombros o en camilla." 165


“Un hoyo” Me he volteado a ver las carnes y donde antes estaba lleno de ellas ahora hay un hoyo… ¿Y porque tengo un hoyo en las carnes? pues porque he querido y me lo he buscado, porque es mejor un hoyo ahí que en el corazón o en el alma o en la mente. Un hoyo en las carnes casi siempre se cierra o por lo menos se puede taponear, porque no es más que eso, carne. Pero un hoyo en la voluntad, en la capacidad de amar o de pensar, ese hoyo, aunque no sangre ni duela, ni se infecte, ese hoyo… es un hoyo peligroso. Un hoyo de esos puede lograr que dejes de luchar por tus convicciones, por lo que crees y por lo quieres ser. Un hoyo de esos puede hacer que tus pensamientos ya no sean los tuyos sino los de alguien más, y que te dejes llevar por la corriente. Un hoyo de esos puede volverte indiferente e insensible para con la gente y todo lo que te rodea, haciendo que todo parezca gris, incoloro, insípido, intemporal e inodoro. Pero lo más importante es que un hoyo en las carnes puede tapar los hoyos en los demás lugares, porque para poder obtener un hoyo en las carnes - aunque no sea físicamente es necesario arriesgarse, tener fe y confianza en sí mismo, apostar una vida tal vez tranquila y sin preocupaciones por otra agitada y tal vez complicada, pero con muchas más satisfacciones.

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Para tener un hoyo en las carnes, no basta conformarse con lo que está al alcance de tu mano, si no querer ver y tener lo que está detrás de la más alta y lejana montaña, sin reconocer jamás ningún límite. Un hoyo en las carnes se duele y se sufre, pero es precisamente el dolor y el sufrimiento lo que hace reaccionar al ser humano y lo empuja a sobreponerse y superarse; la autocomplacencia y la comodidad producen hoyos en los demás lugares y engendran solo hombres inútiles e infelices. Un hoyo en las carnes se agradece al termino de cada jornada, porque te hace consciente que el día que se va no vuelve más. Un hoyo en los demás lugares te deja muerto en vida y un hoyo en las carnes te hace sentir siempre vivo.

Jorge de Jesús Glison

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Gonzalo Ramos Aranda nació en la ciudad de México en 1960. Licenciado en derecho, empezó escribiendo versos y calaveras literarias, pero desde hace veinte años se enfocó más en la poesía seria, destacando algunos poemas dedicados a la fiesta brava. “Tauromaquia… consagrada” Hidrocálido de sangre,

“estatuarios”, “espaldinas”,

orgullo de su raigambre,

adornos por “arlesinas”.

es Adame, es valiente, joven, matador, consciente. De portar tal apellido que, al pecho, lleva ceñido, muy fiel a su dinastía, Luis David, genial lucía. En la feria de Albacete, el diestro se compromete, a ser el mejor torero, después de gran novillero.

Derechazos bien ligados, los redondos, enroscados, naturales poderosos, pases de verdad gloriosos.

Plaza de toros “La Chata”, bella, excelsa, maja, grata,

Templados, como el acero de su espada, que certero, recibiendo a su segundo, de inmediato a otro mundo.

con la virgen de Los Llanos y sus manchegos hermanos. Vestido de grana y oro, la faena del decoro,

¡Venga Luis David Adame, que la magia se derrame!,

tres orejas, puerta grande, un corazón que se expande.

allá, en tierras españolas, tu tauromaquia acrisolas.

El triunfo no se desaíra los astados de Guadaira,

Despedida, en alta cumbre, prendes fuego, brasa, lumbre, en Nimes tu alternativa, que será…superlativa.

“Ocio”, también “Salamandra”, capote, muleta, manda. Desplegar arte taurino, respetando su destino,

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“Ha muerto el diestro, en la Francia, se fue al cielo, su fragancia” Allá, en Orduña, Vizcaya, en España, temple y talla, nació un torero valiente, de los que admira la gente.

dos, tres pasos, el traspié. Reina dolor, desconsuelo, el toro frustró un anhelo, “Provechito”, Baltasar Iban,

Iván Fandiño, llamado,

trunca la vida de Iván.

por la afición, bien amado, sus corridas destacadas, testigos fueron las gradas.

La fiesta brava, de luto, el silencio es absoluto, que vuelen pañuelos blancos,

Clásico, fiel, efectivo, único vasco en activo, orgulloso de su origen,

con los lamentos más francos. En mano tengo un rosario, el alma cual relicario,

se encomendaba a la Virgen.

va mi oración a Fandiño, con respeto, con cariño.

Más, la tragedia en un quite, ¿por qué mi Dios lo permite?, un infeliz resbalón, dio al traste con la función.

La vida es como un estambre, Tiñóse el ruedo de sangre, tal diestro perdió en la Francia,

Cornada apunta al costado. el espada lastimado, su arrojo lo puso en pie,

se fue al cielo su fragancia.

Iván Fandiño

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José Luis García Herrera

“Guchi” es originario del poblado

Esplugues de Llobregat, Cataluña, donde nació en 1964. Poeta, narrador y crítico literario Desde muy joven escribió poesía y a los 17 años recibió el primero de los innumerables galardones que ganó en vida. “Esta es tu tarde” Un astifino asoma

cambia de tercio el clarín.

negro zaino y listón, alto de agujas cual campanario, ancho de cuerna como la mar,

Y va por estatuarios para enlazar con naturales, de olés explota el viento la faena de la tarde.

ovación del respetable para el que corre al albero.

La plaza queda en silencio: es la hora de matar,

En esa medida justa el maestro lo tantea para ver su lado bueno;

La suerte de todas las suertes;

una larga cambiada y luego por delantales, por navarras al caballo una, dos y tres veces.

se perfila lentamente citándole con la voz para matar recibiendo; clamor al toro y torero.

Lleva el lidiador en sus manos los arpones, tres pares en lo alto con dos pares de...

¡Vaya estocada certera maestro de los maestros! Dos apéndices y ¡a hombros! y la plaza por montera.

Joselito Adame

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“Más allá de la Luz” Más allá de la luz

más en lo infinito

los sueños, la cruel verdad.

y sientes que se va, se va.

Doctor en tauromaquia, apéndices de fiera,

Sólo al silencio brindas con la montera vacía, el traje de oro reposa,

retales de gloria;

descansa sobre la silla;

amanecer sin aurora, espera luz la promesa;

a su lado, una sombra espera que nos avise el clarín,

las agonías pasan, pasan las horas,

evocando otra tarde con el triunfo a hombros

cuando siente trepidar el tren

y la ilusión despierta.

“Combatiendo la muerte” Combatiendo a muerte los dos allí, después nos juzgará la concurrencia; la fuerza, el símbolo del hombre, el arte, astas sobre mí, espada para ti; al hilo de las tablas la querencia, al filo de la sombra he de esperarte. Con el temple te llevo a mis adentros, en el coraje que aprietan los dientes; doblegando a la fiera de muleta, salpicando de espuma en los encuentros; tandas de sombras al sol de occidente, se perfila el silencio, el alma quieta. Enmudecido de sangre lo intenta, respirando volapié va la suerte, la luz del estoque llega hasta el fondo; la agonía en el aire viene lenta vomitando borrachera de muerte; piel de luto sobre el coso redondo.

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José León vino al mundo en el pueblecito andaluz de Villanueva del Ariscal en 1974. Su afición al mundo del toro y al flamenco la tuvo desde pequeño cuando jugaba al toro y a ser cantaor. Quiso ser torero y en ese tiempo fue cuando descubrió el arte de la poesía y comenzó a escribir sobre el toreo los caballos y Sevilla. “Soy taurino señores” “Cuando se cierra una plaza

y agoniza la dehesa.

y allí ya no se torea se vuelve un triste escenario

Y quien querrá más a un toro que el que tiene la grandeza

y empieza a crecer la hierba.

de aguantarlos en el campo

Cuando cría la verdina y se pudren las barreras, y se oxidan las barandas

a que cumpla cuatro hierbas. El toro tiene un destino que se llama sol y arena.

y se despintan las rejas.

No es carne de matadero

Se endurecen los cerrojos y hasta parece que muera, y gana la intolerancia y siempre pierde la fiesta.

de una puntilla certera, de manos de un matarife como si fuera ternera. Se enfrenta al oro y la plata hasta el fin de la pelea. La fiesta se hace grandiosa y el que quiera que lo entienda. Soy taurino señores, y es que lo llevo en las venas y solo pido respeto, no espero que me comprendan.

Cuando se pierde el encaste se pierde aquella leyenda,

Cultura es la tauromaquia, historia viva la fiesta.

se comete una barbarie contra la naturaleza.

El arte aquí se engrandece y hay gente que esto le pesa. Es lienzo para pintores

Peligra la ecología y verso de este poeta.

y una templada muleta, los toros serán emblema

Mientras haya un toro bravo para orgullo de mi tierra”.

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Octavio H. Leyva ignoramos donde nació, pero fue un amante de la fiesta de los toros. En su juventu intentó brillar en los ruedos, sin conseguirlo, trabajó varios años como secretario en la Asociación Nacinal de Matadores de Toros y Novillos y en sus ratos de ocio se dedicaba a escribir poesía. Podemos decir que no era poeta, se limitba a ser un “aficionao” a las letras. Era simplemente un torerillo de la legua que quiso llegar lejos en la fiesta y tuvo que conformarse con plasmar en palabas lo que le salía del corazón. Como un recuerdo al amigo reproducimos algunos de sus poemas. “A los toros” Fiesta, mderas atadas con dordeles de sudor clavados en la tierra

girar de carrousel más puestecillos de viandas y allí pegado uncartel.

donde nacera esplñendor.

Anuncia toros moruchos de la sierra de aquel lado de los wue llevan allá y al potrero han regersado.

Siguiendo por esa legua con tu maletilla a cuestas buscas, preguntas, caminas por la fiesta pueblerina.

Fieta, música de clarinete y platillos con redoble de tamor Fiesta, danza autóctona fiesta, color y armonía, lucha, sangre y perseverancia, en las postrimerias.

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“Recuerdos” Es mía esa gorra me la han regalado por mucho tiempo la he conservado.

El me la arrojó mientras yo toereaba a un toro criollo que no se dejaba.

Era de un señor que vi en el tendido en un pueblecito del mapa perdido.

Cuando la tomé y mire p´al tendido me dijo sonriendo; déjala… es tuya chiquillo.

Desde entonces la levo conmigo no puedo olvidar que andando en la guerra me salvó la vida, cuando era yo un niño.

“Al medico” Ha sentido las carnes desgarradas Y un sucio pañuelo le ha servido Pa cubrir la cornada que un marrajo En un pueblo le dejara malherido. Herida que en alma no hace mella Para curarla busca a un buen amigo Con su aliento seguirá por el camino Que el destino le tenga precedido.

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“Torero” Cuando le dijeron que ya estaba viejo llegó silencioso y se miró al espejo hondas arrugas rodeaban sus ojos y su pelo negro se ponía canoso. Se sentó a la orilla de su catre viejo levantó la vista un tanto nublada y vio sus carteles de fecha atrasada. Era por demás, no podía aguantar, se cubrió la cara y comenzó a llorar el buscó la fama con ansia anhelada soñó con la gloria y encontró cornadas. Vivir el pasado siendo un ignorado llorando en silencio no, no es ser amargado.

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Chispazos poéticos La fiesta es universal y tres poetas árabes contemporáneos también fueron embrujados por el espectáculo taurino y nos dejaron estos breves apuntes poéticos, así como otros chispazos poéticos de otros bardos: “Corrida... El toro embiste a la tela tenaz... furiosamente. Y cae en el palenque: Como todos los mártires. Cual todos los profetas. Sin arriar su soberbia” Nizar Qabbani

“Toro de seda y negro terciopelo muge en la plaza, sin que lo vea el jinete. Sus dos cuernos al aire persiguen al lucero de la tarde, apuñalan al jinete embrujado” Abd al-Wahhab al-Bayati

“Y unas adolescentes, rozando la juventud y el primer beso sobre el oro diluido; y el torero con su traje de luces que ilusiona a las mujeres, trasnocha soñando con la vida con el cuerno en las entrañas y pasa la noche luchando con la pesadilla acariciando el atractivo cuerpo en la cama...” Ahmad Abd as-Salam al-Baqqali

“Toro de seda y negro terciopelo muge en la plaza, sin que lo vea el jinete. Sus dos cuernos al aire persiguen al lucero de la tarde, apuñalan al jinete embrujado” Abd al-Wahhab al-Bayati

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“Es tu querer como el toro, que a donde le llaman va; el mío es como la piedra, donde lo ponen está.” Fernán Caballero

“Como los toritos bravos tienes gitana el arranque; solo te acuerdas de mí cuando me tienes delante”. Conde de Navas

“Tu querer es como el toro cuando se encuentra en la plaza, que como se ve herido quiere tomar venganza”. Colección Rodríguez Marín

“Tú estás dando lugar a que eche la capa al toro, y que tires de la capa y que se descubra todo”. Colección Rodríguez Marín

“Compadre, yo he visto a un toro en la plaza de Jerez; compadre, si usted lo viera. todo se parece a usted”. Colección Rodríguez Marín

“Lloraba un niño en la cuna, y su madre le decía: “Calla, que te coge el toro”, y era el pare que venía”. Colección Rodríguez Marín

“En el Puerto murió er Cándido, y aquí remató su fin, lo mató un toro de Bornos por librá a Chiquitín;

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y al otro día siguiente salieron toos los toreros vestidos en negro luto por la muerte del maestro”. Colección Rodríguez Marín

“La hermosa fiesta bravía de terror y de alegría de este viejo pueblo fiero… ¡Oro, seda, sangre y sol!” Manuel Machado

“Dio vuelta hiriendo y matando a los de a pie que encontrara, el circo desocupado; y, emplazándose, se para, con la vista amenazando”. Nicolás Fernández de Moratín

“Te dije y te lo repito, para no comprometerte, que tenga cuernos la muerte a mí se me importa un pito”. F. García Lorca

“Niña, guárdate del toro. Que a mí mal herido me ha. Guárdate del toro, niña. Que a mí mal herido me ha. Es amor que desatina, que a mí mal herido me ha”. “Toros valientes vi yo, entre los que conocí, pasados por agua sí pasados por hierro no”. Francisco de Quevedo

“¡Corriendo, los mulilleros con cuantas banderas vienen, las campanillas de plata, de plata los cascabeles!”. Adriano del Valle

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Lope de Vega


“¿Tu amor por los alamares y a las sedas y a los oros, y a la sangre de los toros y al humo de los altares?” Antonio Machado

“Mi corazón, cuyo peligro adoro”, no es una mera frase cortesana. El hombre entero afronta siempre al toro con peligro mortal. Sí se ufana. Jorge Guillén

“¡Oh tú, toro hermosísimo, piel sorprendida, ciega suavidad como un mar hacia adentro, quietud, caricia, toro, toro de cien poderes, frente a un bosque parado de espanto al borde”. Vicente Aleixandre ¿Quién

te había de llorar, Joselito en primavera? ¿Por qué fuiste a torear y a morir en Talavera? ¿Quién te había de llorar? Rafael Sánchez Mazas

“El día se va despacio, la tarde colgada a un hombro, cuando una larga torera sobre el mar y los arroyos.” Federico García Lorca

Con la capa el torero maneja al bicho; y la mujer al hombre con su abanico. A mí no me mata el toro ni tampoco los toreros, pero me mata una niña que tiene los ojos negros. Colección de Alfonso Cortés

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En el centro de la plaza, rodeado por las miradas de miles de espectadores, el torero es la imagen de la soledad; por eso, en el momento decisivo, el matador dice a la cuadrilla la frase sacramental: ¡Dejarme solo! Solo frente al toro y solo frente al público. Octavio Paz

El avepies o el barquillo manolas con redecillas cortejan a Pepehillo, que es la espuma de la villa. Emilio Carreré

Milenario es mi origen, herencia, genes, me rigen, casta, temple, más nobleza, fertilidad, fortaleza. Anónimo

Plaza de piedra de Ronda la de los toreros machos: pide tu balconería una Carmen cada palco; un Romero cada toro. Anónimo

Darle a cada cual lo suyo no es tener que darle todo al hombre, lo que es del hombre. al toro lo que es del toro. José Bergamín.

Ni el torero mata al toro ni el toro mata al torero los dos se juegan la vida al mismo azaroso juego. José Bergamín

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