Feria torista 2006

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Por: Enrique Rivas

El toro… toro

La presencia del toro bravo es la razón de ser, del espectáculo taurino, por su majestad y belleza, rodeada de un misterio milenario, que seduce y embruja al espectador. La catedral del toreo, en la América taurina, es la Monumental Plaza de Toros México, cuyo alto prestigio, dentro del universo taurino es indiscutible, su registro histórico nos indica, que marca la ruta del toreo, de forma paralela, a la otra Monumental, la Plaza de toros de Las Ventas de Madrid, en España. Por ello, los toreros todos, buscan en una y otra, confirmar su alternativa y quienes lo logran, casi siempre transitan de la mano del triunfo y se encuentran situados en lo más alto del escalafón taurino. En un esfuerzo sin precedente, la actual empresa que dirige los destinos de la monumental de Insurgentes, conformó la Feria Torista, para que todos los aficionados pudieran gozar de la presencia del toro bravo, dado el enorme privilegio del que ahora gozamos, al tener en nuestra tierra mexicana, la presencia de diversos encastes, de origen español y en asombrosa combinación genética con la caña brava mexicana. Lo que le ha permitido gozar al aficionado de diferentes expresiones de fenotipo y genotipo, es decir pelajes, cornamentas, hechuras y comportamientos del toro bravo, distintos a los que estamos acostumbrados.

Para ello elaboró una serie de carteles, en los que aparecieron jóvenes valores, pertenecientes a la generación del relevo del toreo, en nuestro México, con la firme convicción, de que se mostraran y se proyectarán en el firmamento taurino, con el invaluable espaldarazo, de la afición de la plaza México.

Fotos: Oskar Ruizesparza

La presente memoria taurina, de la Feria Torista, bajo la lente del Maestro Oskar Ruiz Esparza, es un documento gráfico, que nos muestra en todo su esplendor, la belleza y poderío del toro bravo, así como el retrato vivo de la bravura en toda su expresión. Por si fuera poco, Oskar rescata los momentos cumbres


del toreo, en cada uno de los tres tercios, destacando a cada uno de los protagonistas y las suertes que conforman la lidia. Este estupendo trabajo descubre ante nuestros ojos de forma especial Parafraseando a Don Joaquín López del Ramo, autor del magnifico tratado “Por

las rutas del toro” sus sabias sentencias, que nos ofrecen una mirada, clara, exacta y emocionada del toro bravo. Algunos toros son agresivos y fieros, otros tienen el encanto de la nobleza y la fidelidad, unos atraen por su fuerza, por la armonía de su

estampa o su pelaje y también los hay majestuosos y altivos. Sólo el toro de lidia, es al mismo tiempo, arrogante, poderoso y armónico, bondadoso y agresivo; algo así como un guerrero, que lleva escrito en sus genes, el mensaje de la bravura y tiene una crianza lujosa hasta su madurez, justo el momento en que debe morir. Lo dicho por López del Ramo, dibuja con precisión lo que el toro bravo nos ofrece, cuando llega con toda su plenitud a la plaza para ser lidiado, por los héroes vestidos de luces, que le plantan cara. La única verdad en el ruedo, la impone el toro, cuando tiene edad, trapío, con su cornamenta bien conformada e intactas sus defensas, musculoso, atlético y bien rematado. Luego durante la lidia se revela ante nuestros ojos el misterio mágico de la bravura y las condiciones de embestida que el toro va presentando, fijeza, prontitud, alegría, codicia, acometividad o quizás, sosería, flojedad, resabios, nula transmisión y mansedumbre desesperante. Condiciones unas y otras, que exigen de los toreros, su máxima capacidad lidiadora, la demostración de su tauromaquia, del bien aprendido oficio, del valor sereno y de no traicionar la forma y fondo de su toreo. Estimado aficionado, de verdad vale la pena detenerse y recrearse en cada uno de los instantes capturados por la mirada sensible de RuizEsparza que con su mágico lente, detiene el tiempo y nos invita a mirarnos en el espejo del recuerdo.


La Importancia de La México Por Enrique Rivas Que sueño misterioso, profundo e inescrutable, se metería en la cabeza y en el alma de Don Neguib Simón empresario visionario que construyo para la ciudad de México y para el toreo mexicano un futuro promisorio, tanto en lo taurino, como en lo arquitectónico, colocando a nuestro país a la vanguardia mundial durante la década de los años cuarenta. Se dice, que cuando el empresario se presento en la oficina del entonces Presidente de la República, Don Manuel Ávila Camacho, en compañía del Ingeniero Modesto G. Roland y como testigo de calidad, el que fuera regente de la ciudad Don Javier Rojo Gómez, para presentarle al primer mandatario, la maqueta y planos de la “Ciudad de Los Deportes”, los asesores del jefe nacional, se pronunciaron diciendo Está usted Loco…? El proyecto era sumamente ambicioso, se trataba que dentro de las Colonias: Nápoles, Del Valle y Nochebuena, se edificara la “Ciudad de Los Deportes” que originalmente tendría cabida para: La Plaza de Toros, El Estadio de Football, Alberca Olímpica, Playa Artificial, Frontones y Centros Comerciales, por aquellos tiempos la ciudad de los palacios contaba con 3.5 millones de habitantes. Que curioso, la plaza fue edificada en lo que fuera una enorme ladrillera, dentro de su corazón de cemento caben 50,000 personas y es su enorme ruedo la piedra angular del toreo mexicano, la catedral del toreo azteca

Fotos: Oskar Ruizesparza y la plaza de toros mas grande del mundo. La historia del toreo, se divide en dos grandes hemisferios, que durante todas las épocas han mandado en la universalidad taurina, España y México, sin dejar de mencionar la importancia de las plazas Francesas, sudamericanas y portuguesas que conforman la geografía taurina. Por ello las ceremonias de alternativa y las confirmaciones más preciadas son sin duda las que se otorgan en la plaza de toros de Las ventas de Madrid y la de la Monumental Plaza de Toros México. Iniciaba el año de 1946, cuando el martes 5 de Febrero se estrenó, el monumental coso, ante el asombro de propios y extraños, muchos apostaban que no se llenaría, que para llegar hasta sus puertas se tenían que recorrer grandes distancias, y que finalmente seria un fracaso, no solo la construcción de la plaza, también el proyecto total, que solo quedo en la construcción paralela del Estadio de Football, hoy conocido como el Estadio Azul, todas las demás dependencias programadas no se construyeron por cuestiones financieras y problemas jurídicos con los terrenos escogidos. La inauguración se realizo con un cartelazo, conformado por Luis Castro “El Soldado”, Manuel Rodríguez “Manolete” y el “Berrendito de San Juan” Luis Procura, quienes lidiaron un precioso encierro de la legendaria ganadería de San Mateo.

El lleno fue espectacular, quedándose gente fuera del coso, ya que desde muy temprano, se coloco en las taquillas, el añorado letrero de los empresarios “Agotado el Boletaje”, registrándose una gran reventa, a tal grado, que hubo quien, cambio un par de barreras por su automóvil. Cabe destacar que la construcción de la Plaza México, demostró con creces la enorme afición a los toros del pueblo de México, como una tradición propia, resultado del mestizaje, que se establecía para siempre, con un sello propio, en el marco del atavismo de nuestra raza, por la interpretación artística de nuestros toreros y la generosa bravura del campo bravo azteca. De fondo y de forma, esa división del globo taurino, se dio con la misma categoría, entre las dos naciones más taurinas del mundo, España y México, gracias a las brillantes actuaciones de los toreros de ambas tierras, así como su independencia, con relación a la crianza del toro bravo, eje fundamental de la Fiesta Brava. Aquí hablamos del arranque de la modernidad, hasta nuestros días, comprendidos en 60 años de la existencia del monumental coso, en el que han estado presentes todas las tauromaquias, del universo taurino. La Plaza de Toros México es la que “Da y Quita” reza la frase categórica, que los que de luces visten, se saben de memoria, y les obliga a murmurar


una oración, cuando se ven anunciados en sus carteles. Saben que un triunfo en la México, ante su sensible y conocedora afición, los pone en los primeros lugares del escalafón taurino y si logran ser consentidos en esta plaza, su lugar como figuras del toreo se encuentra asegurado. El triunfo en la plaza México, es de carácter universal, respetado en todas las latitudes taurinas especialmente en España, ya que muchos de sus toreros se consolidaron en el gusto de su afición después de triunfar en México y recibir el espaldarazo de la afición azteca. La plaza México tiene una magia muy especial, por su edificación monumental que verdaderamente impresiona, por fuera y por dentro, a tal grado que muchos toreros, no pueden sobreponerse al pánico escénico que provoca el grandioso embudo de Insurgentes. Quien le da vida cada tarde de toros, es la afición que acude a sus tendidos, para descubrir el misterio del toreo, que se manifiesta en la escultura en movimiento, que se da entre toro y torero, su afición es reconocida por su particular sensibilidad y conocimiento para ver toros y toreros, de tal forma que su juicio es implacable y muy pocas veces se equivoca. En una sola tarde ganaderías y toreros pueden encumbrarse convirtién-


dose en consentidos de esta afición, pero si la exigente afición no otorga ese espaldarazo, su rechazo no se deja esperar y son muy pocos los que tienen el carácter y la determinación para cambiar ese veredicto. Por ello es la Plaza que “Da y Quita” exigiéndoles a los toreros una entrega total, descubre a los impostores y les echa fuera, consagra a quienes son

fieles a su estilo desde los toreros de valor hasta los artistas y en la medida de su sabia sensibilidad les acompaña los mima y les exige. Quizás por ello el OLE de la México es diferente a todos los que existen en el mundo taurino, desde el sonoro estallido con el que se acompaña el paseíllo hasta el cadencioso acompañamiento en cada lance

de capote o pase de muleta, con un grito que sale del alma con temple y sentimiento. Es una de las primeras diferencias que encuentran los diestros extranjeros, calificando este gesto de la afición de la plaza México como el acompañamiento perfecto a la música callada del toreo. Trazo, ritmo, temple, dimensión, cadencia, sentimiento


y estética de orfebrería es en resumen el paladar de la afición de esta plaza sin dejar de lado su gran capacidad para aquilatar el valor sereno y los gestos de entrega de cada torero, calificando su personalidad y sello propio. Con relación al eje fundamental de la fiesta El Toro también tiene un tamiz muy especial, exigiendo los valores

fundamentales de bravura y nobleza pero complementados por otros que son el secreto de su muy particular gusto taurino. Se trata de ver saltar a la arena toros con edad, trapìo, bravura, nobleza, clase, emotividad y recorrido este último es esencial para que una ganadería de toros bravos triunfe en la plaza México. Gusta de las faenas lar-

gas, en tandas ligadas como un collar de perlas, por lo que los toros deben de repetir las embestidas con claridad y codicia en los engaños en el marco del mágico temple del toreo. La Plaza México tiene un gran peso universal en el mundo taurino gracias a que cada tarde de toros esta dispuesta a extasiarse con el “Sentimiento del Toreo”.


La cardenilla

Domingo 14 de mayo de 2006. Primera corrida de la Feria Por Juan Antonio de Labra Fotos: Oskar Ruizesparza unas cinco mil personas en tarde soleada, con algunas ráfagas de viento. 6 Toros de La Cardenilla, bien presentados y serios, varios de bonitas hechuras, pero descastados y flojos en su conjunto, salvo el sexto que tuvo calidad. Fermín Spínola:

Palmas tras aviso y silencio. Óscar López Rivera: Saludos y silencio. Ismael Rodríguez: Silencio y oreja. López Rivera confirmó alternativa con el toro “Muchas”, número 7, negro zaino, de 540 kilos. Rodríguez confirmó alternativa con el toro “Aficionado”, número 10, negro zaino, de 525 kilos. Destacaron en banderillas “El Chato de Acámbaro” y Christian Sánchez, que saludaron. Gustavo Campos bregó con temple al 4º .

La suerte de Ismael Desde novillero, Ismael Rodríguez tuvo buena suerte en los sorteos. Y hoy, en una fecha tan señalada para él, no fue la excepción porque el sexto, el único toro para triunfar del encierro de La Cardenilla, cayó en sus manos y el leonés no desaprovechó la oportunidad y cortó una oreja de peso. Los cinqueños de La Cardenilla no se comieron a nadie y la corrida tuvo más


continente que contenido, con ejemplares aparatosos de hechuras, algunos bonitos y otros bastos, pero se echó de menos más fondo de fuerza y casta; en suma, más emoción. Eso sí, de salida causaron admiración por su catadura, hecho que constituyó, en cierta medida, un espectáculo distinto al acostumbrado. Ismael no había estado del todo centrado con el toro de la ceremonia, pues su faena careció de estructura y pasó inadvertido ya que no se acopló a unas embestidas sin miga. Pero minutos después, delante del sexto, se vino arriba en un vistoso quite por gaoneras (grata evocación de su paisano, el gran Califa de León) y a partir de entonces se percató de la toreabilidad que tenía el de La

Cardenilla y se confió en un trasteo vibrante que mantuvo su nivel. A estas alturas de la tarde el público estaba predispuesto a aplaudir. El torero percibió la circunstancia y se pasó cerca los pitones del toro, en redondos de buena factura. Sobresalió el hecho de haberse puesto en el sitio y así fue como cortó una oreja que debe servirle para abrir puertas nuevas. Cabe destacar que, en ambos toros, Ismael realizó la suerte de matar con entrega, yéndose por derecho. Al sexto lo mató de una estocada entera, un poco traserilla. Y recorrió el redondel con una oreja y su amplia sonrisa, como en sus mejores épocas de novillero. El padrino de los confirmantes, Fermín Spínola,

tuvo una actuación de más a menos con un lote disparejo en hechuras y juego. Al basto segundo lo banderilleó con poder y en el último tercio se plantó con firmeza y le robó algunos muletazos compuestos, antes de que el toro comenzara a regatear las embestidas. La listeza del cuarto, que desarrolló sentido, sólo le permitió enseñar una disposición que no caló en la gente porque el trasteo nunca subió de tono. A Óscar López Rivera le ocurrió algo parecido: se vio mejor en el que abrió plaza. Salvo dos inoportunos desarmes, la aseada faena que realizó contrastó con los enganchones de muleta que sufrió en el quinto, un toro mal lidiado en banderillas. A los dos los despenó de estocadas habilidosas.






Ismael RodrĂ­guez







Fermín Spínola











Oscar Lรณpez Rivera





Varilargueros





Subalternos



El pĂşblico



Domingo 21 de mayo de 2006. Segunda corrida de la “Feria Torista”. Unas 4 mil personas en tarde cálida, con algunas ráfagas de viento durante la lidia del 1º. 6 Toros de Barralva, parejos en su conjunto y manejables. Destacaron, por su nobleza, 4º, 5º y 6º. El 2º fue bravo y emotivo. Leonardo Benítez: Palmas y oreja con protestas. Guillermo Martínez: Ovación con saludos y ovación con saludos tras aviso. Arturo Macías: Palmas y dos orejas. Martínez confirmó con el toro “Yegüero”, negro, de 473 kilos y Macías lo hizo con “Cordobón”, negro bragado, de 497 kilos. Sobresalieron en varas Carlos Rivera y Carlos Domínguez; en la brega, Gabriel Luna y Gustavo Campos. Macías salió a hombros. VALIENTE TRIUNFO DE MACÍAS Por Juan Antonio de Labra Fotos: Oskar Ruizesparza Arturo Macías se plantó con firmeza delante del sexto, un toro colorado de impresionante cornamenta, y le cuajó una faena tan serena como intensa, que le valió el corte de dos merecidas orejas, sabroso premio al esfuerzo de un torero joven que quiere abrirse paso a base de valor y entrega. Lo más importante de esta actuación fue la manera de afrontar el reto, no obstante que, desde hace 13 meses desde su la alternativa, el hidrocálido apenas había toreado unos nueve festejos.

Ahora se le notó con la misma actitud de tardes anteriores, pero más tranquilo, pensando las cosas, ya que a veces su arrebato le nublaba la cabeza. Además, se pudo comprobar que la experiencia acumulada en plazas españolas durante su formación como novillero, le sirvió de mucho y se acostumbró al trapío del toro español. En ningún momento se le vio dudar o falta de carácter cuando los toros le exigieron quietud. Fue una pena que el tercero se lastimara la mano derecha al intentar un quite por “caleserinas”, pues el de Barralva apuntaba docilidad y aunque el “atanasio” mexicano llegó sin fuelle a la muleta, Macías se puso en el sitio e hizo una faena esforzada. Cuando el último toro de la corrida saltó a la arena la suerte estaba echada. No había opción. Así que Arturo se puso de rodillas en los medios y desde allí citó de largo al colorado de amplía cuna. El toro se arrancó con franqueza, demostrando un comportamiento definido, y la primera serie de redondos marcó el rumbo del trasteo. Después vinieron series recias por ambos pitones, pues el torero se había llenado de moral en cada pase. Los terrenos que pisó fueron determinantes y la obra emocionó al público. La carismática frescura se convirtió en otro aliciente, tal vez el más esperanzador de una tarde repleta de emociones. Y cuando Arturo se fue como rayo tras la espada y colocó


“Don Palillo”




media estocada en la yema. El toro dobló con prontitud y la gente presionó al juez de plaza para que concediera la segunda oreja. Arturo recorrió el redondel pausadamente, disfrutando cada instante de un triunfo que deberá traducirse en el parteaguas de su prometedora carrera. Guillermo Martínez también ofreció una faceta interesantísima, y si no tocó pelo se debió a su falta de contundencia a la hora de matar. El tapatío realizó dos faenas macizas al lote más disparejo del encierro, pues el toro de la ceremonia fue reservón, mientras que el quinto, un toro clavado en el tipo, embistió con duración y nobleza en un trasteo de menos a mucho más. La máxima virtud de Guillermo es su facilidad de trazo. Se coloca muy bien de pase a pase y tiende a gustarse, aunque todavía sin romperse del todo ya que utiliza poco la cintura y casi no acompaña la embestida de los toros con el pecho. Los magníficos naturales que dio al quinto cerca de tablas tuvieron la pizca de entrega que había exigido el toro a lo largo de la faena. Ahí sí que se rompió el torero y conectó fuerte con el público. Fue una verdadera pena que no hubiera estado fino con la espada, pues la faena merecía más que una ovación en el tercio. Su tarjeta de presentación fue recibida por el público con beneplácito. Ahora es cuestión de darle más oportunidades para que vaya matizando, tanto técnica como artísticamente, su buen concepto del toreo. A diferencia de los dos

toreros bisoños del cartel, Leonardo Benítez, que se había quedado anunciado en el elenco de la Temporada Grande anterior, no consiguió estar a la altura de las circunstancias si consideramos su amplio rodaje. Es cierto que el venezolano se afanó por agradar y trató de solventar las complicaciones del lote más importante del encierro. Pero no terminó de redondear y ambas faenas carecieron de consistencia. Su reciedumbre centelleó a cuentagotas, cuando consiguió acoplarse al cuarto, un toro bravo y noble que tenía mucho que torear. A veces bien, a veces regular, sin el pulso necesario, Benítez no convenció a todos y quizá por eso le protestaron la concesión de la oreja. Cabe mencionar que asumió con profesionalidad su papel de director de lidia, así como el hecho de haber banderilleado con gran seguridad a sus dos toros. De los seis pares, sobresalió uno muy expuesto -por dentroque levantó a la gente de sus asientos. La enseñanza más gratificante de la corrida fue que, tanto Macías como Martínez, demostraron capacidad para avanzar en la profesión, fiel reflejo del esfuerzo con rumbo de varias empresas, como Tauromex y Espectáculos Taurinos de México, entre otras, que los hicieron torear en sus respectivas etapas novilleriles. Ojo con los chavales que vienen detrás. Ahora sí parece que la luz del oscuro túnel comienza a verse.









Arturo Macias













Guillermo MartĂ­nez









Leonardo BenĂ­tez







Varilargueros





El pĂşblico



Subalternos



La Joya Domingo 28 de mayo de 2006 Tercera corrida de la “Feria Torista”. unas cinco mil personas en tarde soleada, con aisladas ráfagas de viento. 6 Toros de La Joya, parejos en hechuras, varios altos, de escaso juego en su conjunto. Sobresalió el 3º por su emotividad. El 6º fue bravo en varas y se le premió con arrastre lento. Fernando Ochoa: Ovación con saludos tras aviso y pitos tras aviso. Ricardo Rosas: Pitos en su lote. Aldo Orozco: Ovación con saludos y división. Héctor Cobos picó muy bien al 4º; Raúl Bacélis y Ricardo García “Caminito” saludaron en banderillas, mientras que Carmelo Sánchez estuvo oportuno con el capote y bregó con temple. Rosas confirmó con el toro “Presumido”, número 238, negro, de 472 kilos. Orozco lo hizo con “Rancherito”, número 247, castaño, de 502 kilos. LO QUE PUDO SER… Por Juan Antonio de Labra Fotos: Oskar Ruizesparza Un ambiente enrarecido prevaleció en la tercera corrida del ciclo torista. A veces, el público aquilató las condiciones de lidia de los toros; otras, valoró el esfuerzo de los toreros y las cuadrillas; al final, se puso de parte del encierro de La Joya, de cuyos toros sobresalió el tercero, aunque el sexto fue premiado con la vuelta al ruedo de manera excesiva, quizá porque el juez

de plaza se contagió del extraño sentimiento que imperó en los últimos minutos del festejo. La frase más precisa para calificar lo acontecido sería “lo que pudo ser y no fue”, porque casi nada de lo que hicieron los toreros encontró la redondez, salvo la estructurada faena de Fernando Ochoa al segundo, un toro con mucha voluntad de embestir pero carente de fuerza. El michoacano estuvo centrado y desde el capote dibujó una soberbia larga que motivó uno de los olés más sonoros de la tarde. Después intentó afianzar sobre la arena al burraco, y le compuso un trasteo aseado con varios detalles de buen gusto. Y lo que pudo ser el corte de una merecida oreja se vino abajo cuando colocó una estocada defectuosa. También las dos faenas de Aldo Orozco alcanzaron niveles de buen toreo. Sin embargo, la actitud del tapatío rayó en el arrebatamiento y era entonces cuando perdía el rumbo. A decir verdad, la gente lo trató con dureza porque el hermano de El Jalisco salió a buscar afanosamente el triunfo y si no entendió del todo a su lote -el más potable del encierroresulta incompresible que se le exija tanto. Como le ocurrió a Fernando en el cuarto, delante de un toro que tenía mucho que torear. Ochoa se preocupó demasiado por el viento que comenzó a soplar y ya no hubo forma de que se pusiera en el sitio; ni de que templara con ritmo las inciertas embestidas del colorado. La gente se metió

con él justificadamente. Quizá el exceso de castigo en varas al sexto, un ejemplar clavado en el tipo de Salvador Domecq, impidió que llegara con más fuelle a la muleta y se apagó demasiado pronto. Dio la impresión de que el público no lo comprendió así y, por otra parte, pedía a Aldo que siguiera toreando largo y diera series más extensas, algo que, por razones obvias, era imposible. Para colmo de males, el lote más deslucido cayó en manos de Ricardo Rosas. El de la ceremonia era sosito y manejable, pero pedía al torero quedarse en el sitio con la muleta puesta para repetir sus embestidas, algo que sólo sucedió en contados pasajes. El quinto llegó parado al último tercio y aunque el moreliano intentó cruzarse para robarle pases sin sustancia, la gente ya estaba a favor de los toros, circunstancia que se recrudeció en el sexto, cuando Aldo se la estaba jugando con raza. Una vez arrastrado este toro por el tiro de mulillas, la silbatina creció en contra de los toreros cuando se marchaban, mientras que las palmas solicitaron la presencia del ganadero Pepe González en el tercio. Todavía falta una corrida más para hacer un balance certero de todo cuando ha sucedido en la llamada “Feria Torista”. De cualquier manera, esta tarde sería digna de un estudio profundo y, sobre todo, de las consecuencias -positivas y negativas- que puede traer consigo de cara a la próxima Temporada Grande.











Fernando Ochoa







Aldo Orozco









Rícardo Rosas




Varilargueros


Subalternos







El Público



Santa María de Xalpa y Barralva

Domingo 4 de junio de 2006 apuntó un alto nivel técnico y y ultima corrida de la “Feria estético, sobre todo al torear de Torista”. capote. Ahora sí le favoreció Unas 3 mil personas la suerte porque se llevó los en tarde lluviosa. 4 Toros de dos toros buenos del encierro, Santa María de Xalpa, parejos pertenecientes a la ganadería en hechuras y de variado de Santa María de Xalpa. Dos comportamiento, de los que ejemplares que duraron poco, sobresalieron los de Garibay. pero tuvieron bravura y calidad 2 Toros de Barralva (1º y 6 en sus embestidas. º), inciertos. Ignacio Garibay: La cadencia de Ignacio Ovación con saludos y oreja. con el capote fue sublime. Alberto Espinosa: Silencio tras Ahora parece que utiliza avíos dos avisos y dos avisos con más grandes que los habituales, división de opiniones al saludar. o que coge el percal un tanto Jorge López: Pitos y silencio. más largo con respecto de Espinosa confirmó con el toro la esclavina. El caso es que “Yegüizo”, número 88, negro, de tiende la suerte con naturalidad 480 kilos. Y López con el toro y acompaña sabrosamente el “Patrón”, número 99, negro, de trazo, meciendo la cintura. 547 kilos. Garibay sufrió un corte Las verónicas de recibo en la región occipital izquierda al segundo, así como la larga del que requirió cinco puntos de remate del quite, detuvieron el sutura. Al finalizar el paseíllo se tiempo al más puro estilo de los tributó un minuto de aplausos a grandes capoteros mexicanos la memoria del locutor de radio de otra época. Ignacio Hernández Lumbreras, Su primera faena fallecido recientemente. comenzó con un ceñido péndulo en los medios y todo cuanto hizo GARIBAY RECORDÓ SU tuvo sobriedad, ritmo y suavidad PROYECCIÓN de toques. Un inoportuno desarme y los continuos Por Juan Antonio de Labra resbalones del toro, impidieron Fotos: Oskar Ruizesparza más redondez a un trasteo que vino a menos antes de que Ignacio Garibay no podía despachara de media estocada dejar pasar la oportunidad de y un golpe de descabello al de recordar -ojo, digo recordar y Santa María de Xalpa. no demostrar- que es un torero Cuando salió a matar con proyección y amplias al cuarto el escaso público posibilidades de cuajar en que había en los tendidos le figura del toreo. La actuación de estaba esperando. Y volvió a esta tarde ratificó su excelente desmayar los brazos al torear concepto del toreo y aunque no por verónicas, en una nueva triunfo con mayor rotundidad, degustación de cadencia. Un

ceñido quite por chicuelinas, en las que no se movió un ápice, calentó el húmedo ambiente. El toro galopó con franqueza desde el inicio de la faena, aunque anunció que se apagaría pronto. No obstante, Garibay se afanó en ligarle los pases y si acaso a veces abusó de llevarlo detrás de la cadera, siempre fue con el sano afán de romperse en cada uno de los muletazos. Algunos detalles, como los largos pases de pecho o los de la firma, rubricaron las series de una obra rematada con una magnífica estocada de la que el toro rodó sin puntilla y se le concedió una oreja. Ojalá que su sólida actuación sea un recordatorio para aquellas empresas que le tienen marginado. El escueto resultado de la ficha no refleja lo hecho por Alberto Espinosa. El hermano “mayor” de El Cuate demostró que la mentalización es un arma poderosa, pues su escaso rodaje de apenas treinta corridas en seis años no fue impedimento para entregarse. Su trasteo más rematado lo hizo al quinto, un toro que tenía un aceptable pitón derecho. La virtud de Alberto fue dejarle la muleta en la cara, tocar con suavidad y someter la embestida con pulso. Así le robó pases de mucha valía porque toreó recreándose en cada muletazo. También tuvo importancia el arrimón que se pegó con el incierto toro que abrió plaza. Sin



embargo, su deficiente manejo de los aceros se tradujo en cuatro amargos avisos y no sólo eso, pues de su mano saltó el descabello que, sin querer, le produjo a Garibay una herida leve en la cabeza. Al margen de tal circunstancia, Espinosa es un torero a tomar en cuenta y que si toreara con más frecuencia podría avanzar mucho en su profesión porque tiene lo que hay que tener, y le llega a la gente. A diferencia de Alberto, que conectó fácilmente con el público, la actuación de Jorge López careció de comunicación. El sobrino de Zotoluco dio muchos pases al complicado tercero, alargando una faena que el público ya no deseaba ver. En el sexto, un toro sin el trapío suficiente, trató, sin conseguirlo, de resarcir el ambiente en su contra pero pasó inadvertido.







Ignacio GarĂ­bay









Alberto Espinoza







Jorge Lรณpez



Varilargueros


Subalternos




El Público





Un Aire diferente

Por Juan Antonio de Labra Fotos: Oskar Ruizesparza

Después de cuatro domingos de expectación, el ciclo “torista” de la Plaza México llegó a su fin y aunque todavía es aventurado determinar sus verdaderos alcances -y repercusiones de cara a la próxima Temporada Grande-, se pueden extraer varias conclusiones positivas. Por principio de cuentas, la nueva empresa que conforman Curro Leal y José Antonio González marcó una clara diferencia con respecto de la mentalidad organizativa de años pasados. Ahora se percibe un talante realmente empresarial, con sensibilidad taurina, y no sólo el afán de tener el control político y mediático de la fiesta. Leal y González han apostado a ganar y parece lógico porque el hecho de subarrendar el coso implica una inversión que debe sustentarse en un beneficio económico. En general, la catadura de los encierros españoles fue un espectáculo para el público y, además, habría que considerar que la minitemporada constituyó en sí un hecho histórico, ya que por primera vez que se lidiaban 24 toros de encastes españoles, nacidos en México. La aparatosa corpulencia de algunos ejemplares y las desarrolladas cornamentas de otros, despertó morbo. La gente vio con agrado el regreso del auténtico toro, no obstante que las hechuras de algunos fueran bastas. En este sentido, lo que hicieron los toreros mereció respeto y los triunfos

tuvieron importancia porque los verdaderos valores de la fiesta brillaron con intensidad. Los toros que embistieron para triunfar dieron una media del 35 por ciento, una cifra nada desdeñable. Destacó el encierro de Barralva, con dos toros buenos y dos más que buenos, importantes. La Cardenilla echó uno con mucha transmisión. La Joya, dos. Y el mismo número Santa María de Xalpa, que no debió venir con una corrida “parchada”. De los toreros, la mención honorífica es para Arturo Macías. El hidrocálido sorprendió a la mayoría y cortó dos orejas que le abrirán muchas puertas. Ahora es preciso saber capitalizar su gran triunfo y aspirar a los primeros puestos del escalafón. También sobresalió Ignacio Garibay con un toreo excepcional de capote y si no consiguió un triunfo rotundo, recordó que se trata de un torero de amplio concepto, claridad de ideas y una recia personalidad. Otro de los toreros que tocó pelo fue Leonardo Benítez. El venezolano pudo haber redondeado más, pues cayó en sus manos uno de los lotes más significativos del ciclo, compuesto por un primer toro muy encastado y otro de mucha nobleza, si acaso un tanto flojo. De cualquier manera, el torero de La Vega dejó claro que tiene raza y dio su mejor esfuerzo ante los de Barralva. Al igual que Macías, fue gratificante la ambición de Ismael Rodríguez, un torero que

ha luchado calladamente. El leonés se ha planteado metas a corto plaza y ahí va, andando, despacio, forjándose como matador de toros. La oreja que le tumbó al toro de La Cardenilla, la primera concedida en el serial, será un aliciente especial. Fernando Ochoa no apostó lo necesario delante del segundo toro de su lote, pues al otro le compuso una faena maciza, de mucho pulso. Fue una pena que no pudiera refrendar sus triunfos de provincia con los de La Joya. Sin embargo, no hay que descartarlo y esperemos que la exigencia del público le haya acicateado el ánimo a fin de que su carrera retome, definitivamente, el rumbo que había perdido. La moraleja: hay que entregarse sin reserva porque aquí no se admiten las medias tintas. Alberto Espinosa, el hermano de El Cuate, demostró que la mentalización es fundamental para los toreros, pues apenas con 30 corridas desde su alternativa, que recibió hace seis años, dio la cara con valentía y toreó con temple. Fue una lástima que manejara la espada de manera tan deficiente. Tampoco el espigado Guillermo Martínez se quedó atrás y estuvo a la altura de las circunstancias. De haber estado fino con los aceros hubiera cortado una oreja a cada toro, tras una actuación en la que cuajó soberbios naturales a un noble toro de Barralva, uno de los que tuvieron mayor duración de todos cuantos se lidiaron durante el ciclo. Y de Aldo Orozco también se pueden esperar cosas muy


buenas. El tapatío no cuajó a otro de los lotes buenos de la temporada, perteneciente a la ganadería de La Joya, pero sí mostró cualidades. El ambiente taurino en la capital del país es halagüeño. Esta primera toma de contacto de la nueva empresa con la fiesta y su público arrojó cosas positivas. La consolidación de este esfuerzo debe tener su eco a lo largo de la Temporada Chica, para la que hay un sólido grupo de novilleros con posibilidades de sobresalir porque ya se respira un aire fresco, diferente.

La Soberania de los pueblos estriba en sus costumbres y tradiciones Textos: Juan Antonio de Labra y Enrique Rivas “Joselito” Diseño y Fotografía: Oskar Ruizesparza

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