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JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE
LAS MOJIGANGAS: ADEREZOS IMPRESCINDIBLES Y OTROS DIVERTIMENTOS DE GRAN ATRACTIVO EN LAS CORRIDAS DE TOROS EN EL MEXICANO SIGLO XIX. APORTACIONES HISTÓRICO TAURINAS Nº 29
México, 1998 - 2001
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José Francisco Coello Ugalde. 1ª edición publicada bajo el título de LAS MOJIGANGAS: ADEREZOS IMPRESCINDIBLES Y OTROS DIVERTIMENTOS DE GRAN ATRACTIVO EN LAS CORRIDAS DE TOROS EN EL MEXICANO SIGLO XIX. México, 2020.
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Centro de Estudios Taurinos de México, A.C. 2020.
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra -incluido el diseño tipográfico y de portada-, sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico, sin el consentimiento por escrito, tanto del autor como del editor. Imagen de la portada: Detalle de la carátula del cartel correspondiente a la tarde del 2 de diciembre de 1866: Plaza de toros del PASEO NUEVO, gran función extraordinaria a Beneficio de Bernardo Gaviño, acompañado de su cuadrilla, lidiando toros de muerte de la muy acreditada hacienda de Atenco. Además: un torete para la mojiganga denominada: UN CASAMIENTO DE INDIOS EN TEHUANTEPEC (…)
4 Pág. ÍNDICE
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INTRODUCCIÓN 14 CAPÍTULO 1 ORDEN DE LA FUNCION: DOS TOROS PARA EL COLEADERO / MOJIGANGA VESTIDA DE MASCARA / BANDERILLAS A CABALLO / TORO EMBOLADO / FUEGOS DE ARTIFICIO. VERTIENTES DEL CARNAVAL QUE INFLUYEN EN EL RELAJAMIENTO TAURINO DURANTE LOS SIGLOS XVIII Y XIX.
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CAPITULO 2 EXTRAORDINARIA FUNCIÓN: EL HOMBRE FENÓMENO / MOJIGANGA EN ZANCOS / MOGIGANGA DE LOS HOMBRES GORDOS DE EUROPA / ASCENSIÓN AEROSTÁTICA
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ALGUNAS NUEVAS CONSIDERACIONES PARA EL TOREO, A TRAVÉS DE UNA LECTURA DE MARIANO PICÓN-SALAS.
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UN CARTEL, CURIOSO ÉL; NOS REMONTA COMO VEO, A 1843 Y SU TOREO.
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INTERPRETACIONES DIVERSAS SOBRE UN CURIOSO CARTEL DE FEBRERO DE 1860.
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EN LA CONFECCIÓN DE LOS CARTELES, BERNARDO GAVIÑO DEFINE UN ESTILO FASCINANTE, PROPIO DE LOS MEJORES AUTORES DE FICCIÓN.
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RESEÑA A LA MOJIGANGA: “UNA FIESTA EN IXTACALCO”
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EL TORO EMBOLADO CORRIDA A PLAZA PARTIDA.
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EL 17 DE ABRIL DE 1887, LA CIUDAD DE MÉXICO FUE PLAGADA DE TAURINAS PROPUESTAS, EN LA PLAZA Y EN EL TEATRO.
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TIMOTEO RODRÍGUEZ: DEL CIRCO A LA PLAZA.
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¡NOVEDAD, NOVEDAD!, SE DARÁ A UN TORO A BEBER PULQUE.
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GRAN CORRIDA DE TOROS EN “EL PRINCIPAL”.
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CAPÍTULO 3
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EL CIRCO EN LA PLAZA, O LA PLAZA EN EL CIRCO. APÉNDICE DOCUMENTAL: DESMENUZAMIENTO DE LA CARTELERÍA Y MUESTRARIO COMENTADO. BIBLIOGRAFÍA, HEMEROGRAFÍA Y ARCHIVOS.
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5 LAS MOJIGANGAS: ADEREZOS IMPRESCINDIBLES Y OTROS DIVERTIMENTOS DE GRAN ATRACTIVO EN LAS CORRIDAS DE TOROS EN EL MEXICANO SIGLO XIX.
El toreo mexicano carecía de voz propia, y las memorias de esos tiempos se pierden entre los disparos de fusilería de nuestras rencillas políticas. Armando de María y Campos. Los toros en México en el siglo XIX.
INTRODUCCIÓN
Como una constante, el conjunto de manifestaciones festivas, producto de la imaginaria popular, o de la incorporación del teatro a la plaza, comúnmente llamadas “mojigangas” (que en un principio fueron una forma de protesta social), despertaron intensas con el movimiento de emancipación de 1810. Si bien, desde los últimos años del siglo XVIII y los primeros del XIX ya constituían en sí mismas un reflejo de la sociedad y búsqueda por algo que no fuera necesariamente lo cotidiano, se consolidan en el desarrollo del nuevo país, aumentando paulatinamente hasta llegar a formar un abigarrado conjunto de invenciones o recreaciones, que no alcanzaba una tarde para conocerlos. Eran necesarias muchas, como fue el caso durante el siglo antepasado, y cada ocasión representaba la oportunidad de ver un programa diferente, variado, enriquecido por “sorprendentes novedades” que de tan extraordinarias, se acercaban a la expresión del circo lo cual desequilibraba en cierta forma el desarrollo de la corrida de toros misma; pues los carteles nos indican, a veces, una balanceada presencia taurina junto al entretenimiento que la empresa, o la compañía en cuestión se comprometían ofrecer. Aunque la plaza de toros se destinara para el espectáculo taurino, este de pronto, pasaba a un segundo término por la razón de que era tan basto el catálogo de mojigangas y de manifestaciones complementarias al toreo, -lo cual ocurría durante muchas tardes-, lo que para la propia tauromaquia no significaba peligro alguno de verse en cierta media relegada. O para mejor entenderlo, los toros lidiados bajo circunstancias normales se reducían a veces a dos como mínimo, en tanto que el resto de la función corría a cargo de quienes se
6 proponían divertir al respetable. Desde el siglo XVIII este síntoma se deja ver, producto del relajamiento social, pero producto también de un estado de cosas que avizora el destino de libertad que comenzaron pretendiendo los novohispanos y consolidaron los nuevos mexicanos con la cuota de un cúmulo de muertes que terminaron, de alguna manera, al consumarse aquel propósito. El fin de esta investigación estriba en recoger el mayor número de evidencias de este tipo que se hicieron presentes en el toreo decimonónico enriqueciéndolo de forma por demás evidente. A cada uno de los datos, de las representaciones, creaciones y recreaciones se dedicará un análisis que nos acerque a entender sus propósitos para que estos nos expliquen la inquietud en que se sumergieron aquellas fascinantes invenciones.
Grabado de José Guadalupe Posada
Durante el siglo XIX, y en las plazas de San Pablo o el Paseo Nuevo hubo festejos taurinos que se complementaban con representaciones de corte teatral y efímero al mismo tiempo. También puede decirse: en ambas plazas hubo toda una representación teatral que se redondeaba con la corrida de toros, sin faltar “el embolado”, expresión de menores rangos, pero desenlace de todo el entramado que se orquestaba durante la multitud de tardes en que se mostraron estos panoramas. Ambos escenarios permitían que las mencionadas representaciones se complementaran felizmente, logrando así un conjunto total que demandaba su repetición, cosa que los empresarios Mariano Tagle, Manuel de la Barrera, Javier de las Heras, Vicente del Pozo y Jorge Arellano garantizaron permanentemente, con la
7 salvedad de que entre un espectáculo y otro se representaran cosas distintas. Y aunque pudiera parecer que lo único que no cambiaba notablemente era el quehacer taurino, esto no fue así. El siglo XIX mexicano en especial, reúne un conjunto de situaciones que experimentaron cambios agresivos para el destino que pretende alcanzar la nueva nación. Ya sabemos que al liberarse el pueblo del dominio colonial de tres siglos, tuvo como costo la independencia, tan necesaria ya en 1810. Lograda esta iniciativa y consumada en 1821 pone a México en una condición difícil e incierta a la vez. ¿Qué quieren los mexicanos: ser independientes en absoluto poniendo los ojos en Estados Unidos que alcanza progresos de forma ascendente; o pretenden aferrarse a un pasado de influencia española, que les dejó hondas huellas en su manera de ser y de pensar? Este gran conflicto se desata principalmente en las esferas del poder, el cual todos pretenden. Así: liberales y conservadores, militares y hasta los centralistas pelean y lo poseen, aunque esto fuera temporal, efímeramente. Otra circunstancia fue la guerra del 47´, movimiento que enfrentó en gran medida el contrastante general Santa Anna, figura discutible que no sólo acumuló medallas y el cargo de presidente de la república varias veces, sino que en nuestros días es y sigue siendo tema de encontrados comentarios. Esa lucha por el poder y la presencia de personajes como el de Manga de Clavo fue un reflejo directo en los toros, porque a la hora en que se desarrollaba el espectáculo, las cosas se asumían si afán de ganar partido, y no se tomaban en serio lo que pasara plaza afuera, pero lo reflejaban -traducido- plaza adentro, haciendo del espectáculo un cúmulo de creaciones y recreaciones, como ya se dijo.
Desde la antigüedad, la fiesta como entretenimiento y diversión ha sido el remedio, atenuante de crisis sociales, emocionales probablemente, y hasta existenciales (basta recordar el caso del Rey Felipe V y su encuentro con el castrato Farinelli). Pero antes de
8 desbordarme, debo advertir que no haré revisión exhaustiva la historia de este género, que para ello Johan Huizinga, Josep Pieper, Jean Dauvignoud y otros especialistas lo han hecho con inusitada y sorprendente lucidez.
Grabado de Manuel Manilla.
Y no por confesar incompetencia, sino porque es un género que emerge de lejanos tiempos, siempre acompañando el devenir de las culturas como una forma de escape, espejo sintomático que no se desliga de la razón de ser del pueblo, soporte cuya esencia va definiendo a cada una de esas sociedades en cuanto tal. Como por ejemplo, recordar a la que se consolidó en el imperio romano. En la actualidad, la sociedad mexicana encuentra un abanico rico en posibilidades, donde entre sus fibras más sensibles, divertirse pasa a ser parte vital de sus rumbos cotidianos. En lo que a fiesta de toros se refiere, desde el siglo XVI y hasta nuestros días se nos presenta como un gran recipiente cuyo contenido nos deja admirar multitud de expresiones,
9 unas en desuso total; otras que en el ayer se manifestaron intensas, y que hoy, evolucionadas, perfeccionadas siguen practicándose. Pero más allá del contenido explícito que la fiesta de toros nos da en este depósito, vemos otras manifestaciones que en su mayoría desaparecieron y algunas más, como el toreo de a caballo y a pie pero a la mexicana, muy de vez en vez solemos verlas en alguna plaza. De todo aquello desaparecido, pero de gran valor son las mojigangas, representaciones con tintes de teatralidad en medio de un escenario donde lo efímero daba a estos pequeños cuadros, la posibilidad de su repetición, la cual quedaba sometida también a una renovación, a un permanente cambio de interpretaciones, sujetas muchas veces a un protagonista que no se “aprendía” el guión respectivo. Me refiero al toro, a un novillo o a un becerro que sumaban a la representación. ¿El teatro en los toros? Efectivamente. Así como alguna vez, los toros se metieron al teatro y en aquellos limitados espacios se lidiaban reses bravas, sobre todo a finales del siglo XVIII, y luego en 1859, o en 1880; así también el teatro quiso ser partícipe directo. Para el siglo XIX el desbordamiento de estas condiciones fue un caso patente de dimensiones que no conocieron límite, caso que acumuló lo nunca imaginado. Lo veo como réplica exacta de todo aquel telúrico comportamiento político y social que se desbordó desde las inquietas condiciones que se dieron desde los tiempos que proclamaban la independencia, hasta su relativo descanso, al conseguirse la segunda independencia, en 1867. Ahora bien, y casualmente, el sello de todas esas manifestaciones “plaza afuera” no fueron a reflejarse “plaza adentro” (como ya lo hemos visto en estas notas introductorias). En todo caso, era aquello que hacía comunes a la fiesta y a la pugna por el poder: lo deliberado, lo relajado, sustentos de la independencia en cuanto tal; separados, pero siguiendo cada cual su propio destino, sin yuxtaponerse. “Plaza adentro” el reflejo que la fiesta proyectaba para anunciar también su independencia, fueron estas condiciones que la enriquecieron. Fulguraba riqueza en medio de un respiro de aires frescos, siempre renovados; acaso reiterados, pero siempre consistentes. Así como el toreo se estableció en el siglo XVI bajo las más estrictas reglas de la caballería
10 a la brida o a la jineta, para alancear y desjarretar toros, también debe haber habido un síntoma deseoso de participación por parte de muchos que sintiéndose aptos lo procuraron, atentando contra ciertas disposiciones que les negaban esa posibilidad. Sin embargo, el campo, las grandes extensiones de tierras que sirvieron al desarrollo de la ganadería debe haber permitido en medio de esa paz y de todo alejamiento a las restricciones, la enorme posibilidad que muchos criollos y naturales deseaban para desempeñar y ejecutar tareas con una competente habilidad que siendo parte de lo cotidiano, poco a poco fueron arribando a las plazas, quedándose definitivamente allí, como un permanente caldo de cultivo que daba la posibilidad de recrear y enriquecer una expresión la cual adquirió un sello más propio, más nacional, a pesar de que el control político, y social estuviera regido en el núcleo que resultaba ser la Nueva España. Esta como entidad de poder, aunque vigilada desde la vieja España manifestaba una serie de reacomodos, de adaptaciones a la vida cotidiana eminentemente necesarios en ésta América colonizada, continente cuya población conformó un carácter propio. De no ser así, la rebelión era la respuesta a ese negarse a entender el propósito del destino que se construía de este lado del mundo. Y si la rebelión llevada a su máxima consecuencia fue la independencia, pues es allí donde nos encontramos con la condición necesaria para el despliegue de todo aquello de que se vieron impedidos los que siendo novohispanos, además manifestaban el orgullo del criollo y todas las derivaciones -entiéndase castas-, que surgieron para enriquecer el bagaje social y todo lo que los determinaba a partir del “ser”, por y para “nosotros”. El complejo pluriétnico era ya una realidad concreta en el México del siglo XIX. La fiesta novohispana fue portadora de un rico ajuar, cuyo vestido, en su uso diario y diferente daba colorido intenso a un espectáculo que se unía a multitud de pretextos para celebrar en “alegres demostraciones” el motivo político, social o religioso que convocaban a exaltar lo mediato e inmediato durante varias jornadas, en ritmo que siempre fue constante. De nuevo, y al analizar lo que ocurrió en el siglo XIX taurino mexicano, exige una revisión exhaustiva, reposada, de todo aquello más significativo para entender que la corrida, la tarde de toros no era el marco de referencia conocido en nuestros días. La lidia de toros se
11 acompañaba, o las mojigangas solicitaban el acompañamiento de actuaciones y representaciones de compañías, que como ya se dijo párrafos atrás, se producía la combinación perfecta del “teatro en los toros”, o “los toros en el teatro”, dos circunstancias parecidas, pero diferentes a la hora de darle el peso a la validez de su representación.
Imagen que procede del cartel de la plaza de toros DEL PASEO NUEVO para el domingo 22 y martes 24 de febrero de 1857. Col. del autor.
Dejemos pues, por la paz todas estas disquisiciones que buscan explicar la razón de aquel comportamiento, para conocer con los testimonios al alcance lo que se ha pretendido explicar hasta aquí, en intenso afán por reencontrarnos de nuevo con lo que fueron y significaron las Mojigangas: aderezos imprescindibles y otros divertimentos de gran atractivo en las corridas de toros en el mexicano siglo XIX.
México, ciudad, marzo de 1998-marzo de 2013.
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C A P Í T U L O Nº 1
INTRODUCCIÓN Y MARCO HISTÓRICO Durante buena parte del siglo XVI criollos, plebeyos y gente del campo enfrentaron o encararon ciertas leyes que les impedían montar a caballo,1 por lo cual también habría habido restricciones para ejecutar suertes del toreo ecuestre. Sin embargo, es posible imaginar que muchos personajes pudieron ignorar aquellas restricciones impulsados por la rebeldía, y más aún por el hecho de estar integrados al ámbito de las haciendas, donde eran comunes un tipo de prácticas relacionadas con el manejo de ganados mayores y menores. Así, en convivencia con toros y caballos por ejemplo, hubo posibilidad de crear todo un despliegue de actividades que llevaron a aquellos hombres a dominar suertes eminentemente rurales, que luego se integraron en espacios urbanos como las plazas de toros, ante la mirada de miles de asistentes que contemplaron infinidad de festejos en donde el encuentro de esas tres presencias: hombre, toro y caballo alcanzaron niveles de notabilidad que consolidaron un espectáculo el cual seguía alimentándose y retroalimentándose de aspectos novedosos. A la gran puesta en escena del toreo caballeresco se sumó otro capítulo, el de las mojigangas. Y estas representaciones se extendieron con fuerza inusitada durante buena parte del siglo XIX. Por otro lado, y ya muy avanzado el siglo XVIII, dejaron de correrse toros en la fiesta de san Hipólito, (en lo que debo considerar cierta pérdida de interés en la misma) lo cual deja ver un síntoma que estaba 1
Fue así como el Rey instruyó a la Primera Audiencia, el 24 de diciembre de 1528, para que no vendieran o entregaran a los indios, caballos ni yeguas, por el inconveniente que de ello podría suceder en “hazerse los indios diestros de andar a caballo, so pena de muerte y perdimiento de bienes... así mesmo provereis, que no haya mulas, porque todos tengan caballos...”. Esta misma orden fué reiterada por la Reina doña Juana a la Segunda Audiencia, en Cédula del 12 de julio de 1530. De hecho, las disposiciones tuvieron excepción con los indígenas principales.
13 encaminándose a la emancipación. Esta representación fue durante muchos años un poderoso instrumento de cohesión entre las autoridades no solo civiles sino religiosas, lo que permitió extender la imagen de la dominación española sobre los indígenas, al punto de que las representaciones del toreo a caballo fueron una especie de fiel de la balanza, y donde ciertos personajes secundarios o terciarios en tales festejos, con intención de hacerse de algún protagonismo, intervinieron pero ocultándose detrás de una máscara. Fue por eso que en tiempos en que gobernó el virrey Bernardo de Gálvez, se llegó a conocer a dichos “actores” como “tapados y preparados”, justo en momentos en que el toreo a pie estaba encontrando condiciones muy favorables para su desarrollo. Lo anterior, se suma al universo de contrates que comenzaron a surgir en tanto la nueva casa reinante -los Borbonessustituía a los Austrias. Esto ocurrió exactamente en 1700. Es conocido el hecho de que Felipe V manifestó un abierto desprecio a ciertas costumbres comunes en la España que él comienza a reinar. Durante el reinado de Carlos III (esto entre 1767 y 1768), se empezaron a tomar iniciativas en España para acabar con la fiesta brava. El toreo fue víctima de aquel desaire y aunque las nobles se mantuvieron erguidos montando briosos corceles y ejecutando lo mejor que hasta ese momento era la tauromaquia de a caballo, se presentó el efecto de aquel ambiente, por lo que para 1730 aproximadamente eran ya muy pocos los caballeros que defendían una causa vigente desde siglos atrás, lo que permitió que una multitud de plebeyos arribara al escenario con lo que se impuso el toreo de a pie. Este partía de su expresión más primitiva pero al cabo de los siglos, dicho quehacer, como lo vemos hoy, alcanza ya lo mejor de su manifestación, luego de que durante varias generaciones fue motivo de constantes cambios y rutas que lograron ponerlo en el sitio que, como ya dijimos, ocupa esplendoroso hasta el día de hoy.
Entre las mejores recreaciones logradas hasta hoy, se encuentran las que realizó Antonio Navarrete. Aquí, el alanceamiento de un toro, durante el periodo de esplendor del toreo caballeresco en la Nueva España. En: Antonio Navarrete Tejero: Trazos de vida y muerte. Por (…). Textos: Manuel Navarrete T., Prólogo del Dr. Juan Ramón de la Fuente y un “Paseíllo” de Rafael Loret de Mola. México, Prisma Editorial, S.A. de C.V., 2005. 330 p. ils., retrs.
14 Como dice Juan Pedro Viqueira Albán en su libro ¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida social en la ciudad de México durante el Siglo de las Luces: Las corridas dejaron de realizarse exclusivamente para festejos políticos o religiosos y se organizaron temporadas que no tenían otro objeto que recabar fondos para las cajas del Estado.2
Esto es, que también el aspecto administrativo y de organización tomó otro sentido, el cual durante algún tiempo no se pudo controlar, por lo que de pronto los asentistas (o empresarios), lograron imponer férreo control hasta llegar a convertir el espectáculo de los toros en un medio de posicionamiento político.
En: MUNDO HISPÁNICO Nº 269. Agosto 1970.
Sin embargo, estos asentistas lograron atraer al público ofreciendo espectáculos donde se programaban “multitud de pequeñas diversiones que le hicieron perder por completo su carácter original de ejercicio de caballería”.3 A esto, debe agregarse el hecho de que siendo la plaza de toros del Volador la única en que se permitían corridas para celebrar la entrada de los virreyes o por fiestas reales, aparecieron otros cosos en donde ese nuevo tipo de expresiones poco a poco fue adquiriendo fuerza y presencia. Así, surgieron plazas efímeras como: Chapultepec, la de Don Toribio, San Diego, San Sebastián, Santa Isabel, Santiago Tlatelolco, San Lucas, Tarasquillo, Lagunilla, Hornillo, San Antonio Abad y la Real Plaza de toros de San Pablo, escenario este, de la mayor representatividad en aquella época, que va 2
Juan Pedro Viqueira Albán: ¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida social en la ciudad de México durante el siglo de las luces. México, Fondo de Cultura Económica, 1987, p. 40. 3 Op. cit., p. 47.
15 de 1788 a 1864 con sus respectivos cortes, motivo de incendios, suspensiones, desmantelamientos o por su mal estado. Durante el siglo XIX, el género de la diversión taurina se hallaba provisto de una riqueza sustentada en innovaciones e invenciones que permiten verla como fuente interminable de creación cuya singularidad fue la de que aquellos espectáculos eran distintos los unos de los otros. Ello parece indicar la relación que se vino dando entre los quehaceres campiranos y los vigentes en las plazas de toros. Sociedad y también correspondencia de intensidad permanente, con su vivir implícito en la independencia, fórmula que se dispuso para el logro de una autenticidad taurómaca nacional.
Dos escenas primitivas del toreo de a pie, representadas en la “Fuente taurina” de Acámbaro, Guanajuato, obra que se remonta a mediados del siglo XVI. a En: ARTES DE MÉXICO. El toreo en México. N° 90/91, año XIV, 1967, 2 . época., p. 26.
Imagen que representa el “Paseo del Pendón”, con que se conmemoraba el día de San Hipólito. Cada 13 de agosto, desde 1528 y hasta principios del siglo XIX ese pretexto rememoraba la capitulación de la ciudad México-Tenochtitlan, así como la consumación de la conquista española. En: Antonio Navarrete Tejero: Trazos de vida y muerte. Por (…). Textos: Manuel Navarrete T., Prólogo del Dr. Juan Ramón de la Fuente y un “Paseíllo” de Rafael Loret de Mola. México, Prisma Editorial, S.A. de C.V., 2005. 330 p. ils., retrs.
Un espectáculo taurino durante el siglo XIX, y como consecuencia de acontecimientos que provienen del XVIII, concentraba valores del siguiente jaez: -Lidia de toros "a muerte", como estructura básica, convencional o tradicional que pervivió a pesar del rompimiento con el esquema netamente español, luego de la independencia. -Montes parnasos,4 cucañas, coleadero, jaripeos, mojigangas, toros embolados, globos Benjamín Flores Hernández. “Con la fiesta nacional. Por el siglo de las luces” (tesis de licenciatura), p. 101. El llamado monte carnaval, monte parnaso o pirámide, consistente en un armatoste de vigas, a veces ensebadas, 4
16 aerostáticos, fuegos artificiales, representaciones teatrales,5 hombres montados en zancos, mujeres toreras. Agregado de animales como: liebres, cerdos, perros, burros y hasta la pelea de toros con osos y tigres. Se conocen también otras posibilidades.6 en el cual se ponían buen número de objetos de todas clases que habrían de llevarse en premio las personas del público que lograban apoderarse de ellas una vez que la autoridad que presidía el festejo diera la orden de iniciar el asalto. 5 Armando de María y Campos. Los toros en México en el siglo XIX (1810 a 1863). Dicho libro está plagado de referencias y podemos ver ejemplos como los siguientes: -Los hombres gordos de Europa; -Los polvos de la madre Celestina; -La Tarasca; -El laberinto mexicano; -El macetón variado; -Los juegos de Sansón; -Las Carreras de Grecia (sic); -Sargento Marcos Bomba, todas ellas mojigangas. Por cierto esta última mojiganga era un gracioso baile pantomímico también conocida como “Los reclutas de Coimbra”, en la cual desempeñaba el papel de protagonista Sargento Marcos Bomba, el Gigante Árabe, que su tiempo bailaba UNA ALEMANDA. 6 Flores Hernández, op. cit., p. 47 y ss. Basto es el catálogo de "invenciones" que se instalaron en torno al toreo. -Lidia de toros en el Coliseo de México, desde 1762 -lidias en el matadero; -toros que se jugaron en el palenque de gallos; -correr astados en algunos teatros; -junto a las comedias de santos, peleas de gallos y corridas de novillos; -ningún elenco se consideraba completo mientras no contara con un "loco"; -otros personajes de la brega -estos sí, a los que parece, exclusivos de la Nueva España o cuando menos de América- eran los lazadores; -cuadrillas de mujeres toreras; -picar montado en un burro; -picar a un toro montado en otro toro; -toros embolados; -banderillas sui géneris. Por ejemplo, hacia 1815 y con motivo de la restauración del Deseado Fernando VII al trono español anunciaba el cartel que "...al quinto toro se pondrán dos mesas de merienda al medio de la plaza, para que sentados a ellas los toreros, banderilleen a un toro embolado"; -locos y maromeros; -asaetamiento de las reses, acoso y muerte por parte de una jauría de perros de presa; -dominguejos (figuras de tamaño natural que puestas ex profeso en la plaza eran embestidas por el toro. Las dichas figuras recuperaban su posición original gracias al plomo o algún otro material pesado fijo en la base y que permitía el continuo balanceo); -en los intermedios de las lidias de los toros se ofrecían regatas o, cuando menos, paseos de embarcaciones; -diversión, no muy frecuente aunque sí muy regocijante, era la de soltar al ruedo varios cerdos que debían ser lazados por ciegos; -la continua relación de lidia de toros en plazas de gallos; -galgos perseguidores que podrían dar caza a algunas veloces liebres que previamente se habían soltado por el ruedo; -persecuciones de venados acosados por perros sabuesos; -globos aerostáticos; -luces de artificio; -monte carnaval, monte parnaso o pirámide; -la cucaña, largo palo ensebado en cuyo extremo se ponía un importante premio que se llevaba quien pudiese llegar a él. Además encontramos hombres montados en zancos, enanos, figuras que representan sentidos extraños.
17 Forma esto un básico. Ese gran contexto se entremezclaba bajo cierto orden, esquemáticamente hablando. La reunión popular se encargaba de deformar ese proceso en un feliz discurrir de la fiesta como tal.
En este primer conjunto de escenas podemos contemplar la mojiganga, el toro embolado y la colocación de banderillas desde el caballo.
Hasta aquí la brevedad de un panorama que se recuperará más tarde y que por ahora, sólo surge la intención de acudir a razones propias del siglo XVIII con el fin de entender de qué forma caminó la sociedad, la política y el caso particular aquí estudiado. El significado de que una casa como la de Borbón -francesa de formación- sirva para crear una reacción de choque con el pueblo español, está en entredicho. Felipe de Anjou plantea a Luis XIV7 su tío, que si bien es francés de origen, reina un pueblo como el hispano con el que tendrá que adaptarse a su circunstancia, afrancesándose las costumbres sí, pero sin que desencadenara aquello en un disturbio de orden antinacional, por motivo de sentido monárquico. Con la diversión de los toros, España, que vive intensamente el espectáculo sostenido por los estamentos, va a encontrar que estos no tienen ya mayor posibilidad de seguir en escena, pues el agotamiento que acusa el toreo barroco se vio, desde los primeros años del siglo XVIII, acentuado por el desdén con que Felipe V, el primer rey español de la dinastía francesa de los Borbones trató a la fiesta de toros.8 7
Antonio Domínguez Ortiz. Sociedad y estado en el siglo XVIII español. Barcelona, Ariel, 1981. 532 p. (ARIEL-HISTORIA, 9)., p. 33. En 1709, la situación en Francia era demasiado crítica al grado que Luis XIV estaba ya resuelto (...) a renunciar a la lucha, sacrificando, si era preciso, a su nieto. No conformes con esto, los aliados exigían que el rey francés, con sus propias tropas, expulsara a Felipe V de España, suprema humillación a la que se negó. Por su parte, Felipe, ya por iniciativa propia, ya por impulsos de la reina y de la princesa de los Ursinos, mostró una determinación poco común en él y ofreció a sus pueblos luchar hasta el fin, con la ayuda francesa o sin ella, para mantener la Corona de España en su integridad. 8 Pedro Romero de Solís, Antonio García-Baquero González, Ignacio Vázquez Parladé: Sevilla y la fiesta de toros. Sevilla, Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Sevilla, 1980 (Biblioteca de temas sevillanos, 5). 158 p. ils., p. 62. Una idea de corte totalmente opuesto pero que es interesante considerarla, la ofrece Enrique Gil Calvo en Función de toros, p. 144. 1.-La institucionalización de las corridas es consecuencia de un hecho crucial, acaecido durante el siglo XVII, en la articulación de la estructura española de clases. 2.-Ese hecho, trascendental para todo el posterior desarrollo de la España moderna y contemporánea, supone la auténtica diferencia específica de la estructura de clases española, que así la separa y distingue del resto de estructuras de clase europeas. Y consiste en la inversión de la función de liderazgo: las clases antes dirigentes durante el imperio de los Habsburgo- dimiten de su liderazgo social, cuya función queda así vacía y vacante. Consiguientemente, y en ausencia de élites dirigentes, el casticismo más plebeyista se impone, el liderazgo se invierte y son ahora las élites quienes imitan modos y maneras del vulgo y la plebe.
18 De tal suerte que lo mencionado aquí, no fue en deterioro de dicho quehacer; más bien provocó otra consecuencia no contemplada: el retorno del tumulto, esto es, cuando el pueblo se apodera de las condiciones del terreno para experimentar en él y trascender así el ejercicio del dominio. Sin embargo "José Alameda" (Carlos Fernández Valdemoro) dice que el carácter que Felipe V tiene de enemigo con la fiesta es refutable. Refutable en la medida en que La decadencia inevitable de la caballería y el cambio social con que la clase burguesa va desplazando a la aristocrática bajarán pronto al toreo del caballo. 9
Las representaciones “parataurinas” no tuvieron reposo en buena parte del siglo XIX mexicano. Grabado que ilustra una de las tantas mojigangas que se integraban al festejo taurino; la suerte de la “memela” y el coleo o jaripeo que también se practicaron en forma permanente en las plazas de toros.
Sobre esta transformación, Néstor Luján ofrece factores testimoniales de acentuado interés al tema. Señala como una de las causas principales el cambio de manera de montar: pues se pasó de la ágil "a la jineta" a la lenta brida, con lo cual era difícil quebrar rejones. Con este sistema, es lógico que, refrenados los caballos se usase la vara de detener, que es la de los picadores. Sea como fuere, el caso es que las fiestas de toros a caballo empezaron a desaparecer. Con la gran fiesta de 1725 (del 30 de julio de 1725), afirma Moratín que se "acabó la raza de los caballeros". Y entonces, como paralelamente a esta desgana de los próceres por lo español, se desarrollaba un movimiento popular totalmente contrario, empiezan a tener éxito las corridas de a pie. 10
Por su parte Alameda aduce que a Felipe de Anjou se le achaca el haber puesto fin a las fiestas del toreo a la jineta por despreciables, contribuyendo a su inmediata liquidación. Indudablemente esto último es cierto. Pero ahí se detienen sus críticos, a quienes se les olvida o desdeñan el resto de la cuestión, su contrapartida. 11 3.-En consecuencia, a resultas del casticismo de las élites, y vacante la función de liderazgo social por ausencia dimisionaria de quienes debieran desempeñarla, se produce en ensimismamiento y tibetanización de la nación española, que queda así clausurada -colapsada y bloqueada- por su desarticulación social invertebrada. Estos planteamientos que el autor destaca a contrapelo de la obra Goya y lo popular de José Ortega y Gasset, también se anteponen a la tradicional concepción de la permuta del toreo a caballo por el de a pie, debido a movilizaciones ideológicas de la cúpula monacal. 9 José Alameda. El hilo del toreo. Madrid, Espasa-Calpe, 1989. 308 pp. ils., retrs. (La Tauromaquia, 23)., p. 41. 10 Néstor Luján. Historia del toreo. 2a. edición. Barcelona, Ediciones Destino, S.L. 1967. 440 pp. ils., retrs., grabs., p. 13. 11 Alameda, op. cit.
19 Justifica este autor una serie de razones como el amanecer ilustrado que fue dándose en el curso de esa centuria, la más revolucionaria en el sentido de la avanzada racional. Pero estamos en el tramo comprendido entre 1725 y 1730. Ha pasado ya un cuarto de siglo luego de la toma del poder monárquico en España por parte del quinto Felipe. La caballería se halla en quiebra. El toreo a la jineta es un muerto en pie, que sólo necesita un empujón para derrumbarse. Pero el toro, raíz de la Fiesta, sigue ahí plantado en el plexo solar de España. Y frente a él está el pueblo. Pueblo y toro van a hacer la fiesta nueva. No el monarca(...).12
La hermosa portada del libro de Nicolás Rangel parece advertirnos sobre las circunstancias que hasta aquí vienen relatándose.
Y ese pueblo comienza por estructurar el nuevo modo de torear matando los toros de un modo prehistórico, con arpones y estoques de hoja ancha, y torean al animal con capas y manteos o con sombreros de enormes alas, que promovieron, al ser prohibidos, el grotesco y sangriento motín de Esquilache. Benjamín Flores Hernández acierta en plantear que El arte taurómaco se revolucionó: la relación se había invertido y ya no eran los de a pie los que servían a los jinetes sino estos a aquellos.13
12
Ibidem. Flores Hernández, La ciudad y la fiesta. Los primeros tres siglos y medio de tauromaquia en México, 1526-1867. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1976. (Colección Regiones de México)., p. 31. 13
20 Todavía llegó a más el monarca francés: apoyó por decreto de 18 de junio de 1734 al torero Juan Miguel Rodríguez con pensión vitalicia de cien ducados. Apoyó asimismo la construcción de una plaza de madera para el toreo de a pie, cerca de la Puerta de Alcalá, que se inauguró el 22 de julio de 1743. Y todo ello ¿con qué propósito? (...) halagar al pueblo y mostrarle que está con él. No es permisible que Felipe realizara aquellos actos por lo que llamamos afición a los toros, por taurinismo, sino para ganarse su simpatía y su apoyo. Ello parece obvio.14
Todo esto fue causando desórdenes mayores y la arena se convertía en auténtica congregación no solo de público. Se podían ver limosneros, aguadores, vendedores de frutas, dulces y pasteles, por lo que la autoridad tuvo que poner fin a los desmanes promulgando bandos como los de 1769, 1787 y 1794 respectivamente.
Quien si no otro, el pueblo, hizo suyo el espectáculo. De una estampa de la emblemática publicación periódica de La Lidia en la España de finales del siglo XIX que así recreaba las escenas ocurridas una centuria atrás.
Llegó momento en que las corridas, o remedo de estas solo cumplían la lógica de la ganancia y el consumo, lo cual se tradujo en protesta popular, esto a fines del siglo XVIII. ¿Qué trajo consigo todo esto? En opinión de los ministros de las cajas reales, era necesaria ya una plaza fija, capaz de servir y funcionar en cuanta corrida se organizara. Dicha realidad se daría hasta 1815, año en que la plaza de San Pablo adquirió el carácter correspondiente para cubrir con aquellas nuevas necesidades. Hipólito Villarreal en su libro Enfermedades políticas que padece la capital de esta 14
Alameda, Ibidem., p. 43.
21 Nueva España... ya manifiesta, como lo hicieron algunos funcionarios, que las fiestas de toros ocasionaban que oficinas de gobierno dejaban de trabajar en los días de corridas; el gasto familiar se veía mermado por las fuertes cantidades que se gastaban en el espectáculo; que los subalternos exigían todo a sus patrones, que les costearan la entrada a la plaza, amenazándoles con dejar el trabajo si no satisfacían sus deseos. Antes de entrar en materia puramente política, para establecer el panorama que vive España durante el XVIII, conoceremos una visión general del papel que Felipe V, Fernando VI y Carlos III juegan a favor o en contra del toreo. Luego con un planteamiento de Jovellanos veremos como su fuerza influye en los valores populares. Anota Fernando Claramount que a partir de mediados del siglo XVIII ocurre el triunfo de la corriente popular que partiendo del vacío de la época de los últimos Austrias, crea el marchamo de la España costumbrista: los toros en primer lugar y, en torno, el flamenquismo, la gitanería y el majismo.15
Abundando: "gitanería", "majismo", "taurinismo", "flamenquismo" son desde el siglo que nos congrega terribles lacras de la sociedad española para ciertos críticos. Para otras mentalidades son expresión genuina de vitalidad, de garbo y personalidad propia, con valores culturales específicos de muy honda raigambre. 16
Al ser revisada la obra mejor conocida como Década epistolar sobre el estado de las letras en Francia17 de Francisco María de Silva, se da en ella algo que entraña la condición de la vida popular española. Se aprecia en tal retrato la sintomática respuesta que el pueblo fue dando a un aspecto de "corrupción", de "arrogancia" que ponen a funcionar un plebeyismo en potencia. Ello puede entenderse como una forma que presenta escalas en una España que en otros tiempos "tenía mayor dignidad" por lo cual su arrogancia devino en guapeza, y esta en majismo, respuestas de no querer perder carácter hegemónico del poderío de hazañas y alcances pasados (v.gr. el descubrimiento y conquista de América).
15
Fernando Claramount. Historia ilustrada de la tauromaquia. Madrid, Espasa-Calpe, S.A., 1988. (La Tauromaquia, 16-17) 2 v., T. I., p.156. Apud. Vicens Vives. Aproximación a la Historia de España. (1952). 16 Op. cit., p. 161. 17 Julián Marías. La España posible en tiempos de Carlos III. 2a. edición. Madrid, Revista de Occidente, 1980. Obras completas, 7 v. T. No. VII (pp.293-429)., p. 371. Década epistolar sobre el estado de las letras en Francia. París, 1780. Madrid Por D. Francisco María de Silve. Con licencia en Madrid: Por D. Antonio de Sancha. Año de MDCCLXXXI.
22
Si hay que preguntarse qué es el majismo, este incluso se ha logrado mantener en puestas en escena de nuestros días. Aquí vemos a José Antonio “Morante de la Puebla” en una reciente versión de la corrida Goyesca, celebrada en la plaza de Ronda.
Tal majismo se hace compatible con el plebeyismo y se proyecta hacia la sociedad de abajo a arriba. Lo veremos a continuación. Luján vuelve a hacernos el "quite" y dice: (...) coexiste en tanto un movimiento popular de reacción y casticismo; el pueblo se apega hondamente a sus propios atavíos, que en el siglo XVIII adquirieron en cada región su peculiar característica.18
Y hay cita de cada una de esas "características". Sin embargo Todo se va afrancesando cuando el siglo crece. "Nuestros niños aun sabían catecismo y ya hablaban el francés", escribe el P. Vélez. Vienen afeites del extranjero: agua de "lavanda", agua "champarell", agua de cerezas. Y, en medio de todo esto, la suciedad más frenética: cuando se escribió que era bueno lavarse diariamente las manos, la perplejidad fue total. Y cuando se dijo que igualmente se debía hacer con la cara, se consideró como una extravagancia de muy mal gusto, según los cronistas de entonces.19
El propósito de todo esto es que teniendo las bases suficientes de cuanto ocurría en España, esta a su vez, proyectaba a la Nueva España caracteres con una diferencia establecida por los tiempos de navegación y luego por los del asentamiento que tardaban en aposentar las novedades ya presentadas en España. De 30 a 40 días tomaban los recorridos que por supuesto tocaban varios puntos donde se daban relevos entre las naves. Creemos que todas ellas (las novedades), por supuesto se atenuaron gracias al carácter americano, y 18 19
Luján, op. cit., p. 31. Ibidem., p. 32.
23 estos comportamientos fueron dando con el paso del tiempo con fenómenos como el criollismo, mismo que irrumpe lleno de madurez en la segunda mitad del siglo XVII. Por lo tanto, queremos embarcarnos de España con el conjunto todo de información y llegar a costas americanas para esparcir ese condimento y observar junto con la historia los síntomas registrados en lo social y en lo taurino que es lo que al fin y al cabo interesa. ¿Cómo se encuentra la España en cambio de monarquías? ¿Qué sucesión de acontecimientos significativos marcan pautas importantes en el devenir de la sociedad hispana? Procuraré la brevedad en las respuestas. Antes de la presencia borbona, la casa de Austria, dinastía rica y absoluta, se halla sostenida desde Carlos V (rey de España de 1517 a 1556); aunque con Felipe IV "heredero de la debilidad de su padre" (que gobernó como rey de España de 1621 a 1665) se perdió Portugal, el Rosellón y Cataluña. "...España, unida al imperio, ponía un peso terrible en la balanza de Europa" se perdió Portugal, el Rosellón y Cataluña." En cuanto a la guerra de sucesión a la monarquía en España, Voltaire apunta que Las disposiciones de Inglaterra y de Holanda para poner, de ser posible, en el trono de España al archiduque Carlos, hijo del emperador, o por lo menos, para resistir a los Borbones, merecen, tal vez, la atención de todos los siglos.20
Entre graves conflictos por la posesión del reino21 ya gobernaba el Borbón Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV mismo que, al inicio del siglo XVIII se hallaba en la cumbre de su poder y de su gloria; pero los que conocían los resortes de las cortes de Europa y, sobre todo, los de la de Francia, empezaban a tener algunos reveses. 22
20
Francois Marie A. Voltaire. El siglo de Luis XIV. Versión directa de Nelida Orfila Reynal. México, Fondo de Cultura Económica, 1978. 637 pp., p. 185. 21 Domínguez Ortiz, op. cit., p. 13. ¿Por qué este enorme interés, estos grandes sacrificios por el trono de una nación que parecía moribunda? ¿Eran exageradas las noticias sobre su decadencia? No. El estado de España en general y de Castilla en particular era desastroso. Pero con sus reinos agregados y con las Indias seguía siendo una inmensa fuerza potencial, el Imperio más grande en extensión, que también podría convertirse en el más fuerte y rico si era bien gobernado. 22 Voltaire, op. cit.
24
La artesana mano interpreta la forma de ser del toreo encabezado por los estamentos en el inicio del siglo XVIII mexicano. Fuente: Archivo General de la Nación [A.G.N.] Ramo: Tierras, vol. 1783, exp. 1, f. 21v. Códice “Chapa de Mota”.
La España de aquel entonces es un estado de desgracia auténtico es "un país desangrado por la guerra, carcomido por siglos de inepcia en el gobierno". 23 Acosan temporadas de fríos que parecen no terminar y la escasez de comestibles se hizo notar, como también la mortandad. Entre 1708 y 1709 sucedieron estas desgracias y justo en 1709, Luis XIV tomó la resolución formal de abandonar a Felipe V. El borbón conservó popularidad pero perdió partido y es que el monarca de España necesitaba conducirse con normalidad en un reinado que más tarde alcanzó prosperidad y entró a la época de la modernidad mostrando perfiles bien característicos, hasta el reinado de Carlos III.24 Sin afán de profundizar en el sistema de gobierno por parte de nuestro personaje, 23
Luján, Ibidem., p. 10. Claramount, op. cit., p. 156. Entre los pensadores "ilustrados" más importantes, el padre Feijoo, Mayans y Jovellanos, junto al gaditano Vargas Ponce, forman un bloque antitaurino formidable. Frente a ellos don Nicolás Fernández de Moratín, don Ramón de la Cruz, Bayeis y Goya. A finales de siglo los hombres del pueblo no han oído hablar de la Enciclopedia; saben algo de la Revolución francesa, pero no demasiado. Ellos son romeristas, pepeillistas o costillaristas. 24
25 simplemente expondré un valor que le caracteriza; él quiere en todo momento hacerse condescendiente a la cultura hispana, y lo logra, pero interesa señalar que los ministros franceses de Felipe V y su enjambre cortesano, renuevan el aire español y lo enrarecen luego con la cultura francesa.25
Portada de la “Relación de sucesos”: VALLE Y GUZMÁN, Francisco del. Relación de las fiestas... con que la... Ciudad de Durango... celebró la Regia Proclamación de... Luis Primero... México: José Bernardo de Hogal, 1725. En José Francisco Coello Ugalde: Relaciones taurinas en la Nueva España, provincias y extramuros. Las más curiosas e inéditas 1519-1835. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1988. 293 p. facs. (Separata del boletín, segunda época, 2).
Andando el tiempo, justo en 1724, ocurre la abdicación de Felipe V, provocada según Domínguez Ortiz a un "recrudecimiento de la dolencia mental del rey" sometida a escrúpulos religiosos, lo cual orientó su opinión al no llevar bien las riendas de la monarquía. El "castrato" Farinelli ayuda a superar los estados de depresión del monarca, quien en 1737 acusa gravedad, descuidándose en su persona, luego de padecer 20 años esos problemas. La reina Isabel de Farnesio pidió al "castrato" que cantara en una pieza contigua donde se hallaba su majestad con el fin de que ese fuera un remedio, luego de intentos fallidos. Y el remedio tuvo resultado. El borbón volvió a sentirse mejor y al querer compensar a Farinelli este sólo le pidió al rey que se arreglara en su persona y de nuevo atendiera los problemas del gobierno. Era entonces y se comportaba el rey como un extravagante. Se pierde entre la obscura selva 25
Luján, ib., p. 11.
26 de fueros y franquicias de las regiones españolas y echa de menos el centralismo francés y su montaje administrativo impecable.26
En ese estado de cosas pudo suceder el ya conocido desprecio que en gran medida se debió al cambio social -ese afrancesamiento del que fue permeándose la burguesía, la cual entra de lleno a una cultura que le es ajena pero que acepta para congratularse con el rey y su ministerio-. En tanto, el pueblo, asumiendo una posición ya conocida como del flamenquismo, gitanería, majismo, aprovecha esa concesión apoderándose de una estructura que en el fondo les pertenecía. Estamos ante lo que se conoce como una "reacción castiza". En seguida, se recoge un cuadro sintético del prereformismo borbónico, el cual nos orientará a otras latitudes. Cuando caracterizamos al siglo XVIII español como reformista pensamos, ante todo, en la actividad desplegada durante el reinado de Carlos III, a la que sirvió de pórtico, en algunos sectores, la de los ministros de Fernando VI. El reformismo del primer borbón fue de distinto signo y, en general, mucho más moderado. No se propuso reformas ideológicas o sociales. Su finalidad era reforzar el Estado, para lo cual había que atacar sectores contiguos, en especial el económico. También debía asegurarse el control sobre una Iglesia prepotente. Tres son, por lo tanto, los aspectos a considerar: la reorganización del aparato estatal, el intervencionismo en el campo económico para lograr una mayor eficacia y el reforzamiento del regalismo en materia eclesiástica.27
Tomás Venegas El Gachupín Toreador, estuvo en la Nueva España entre 1760 y finales del siglo XVIII. Fue un personaje influyente en el destino de la tauromaquia novohispana camino a la emancipación. Antonio Navarrete Tejero: Trazos de vida y muerte. Por (…). Textos: Manuel Navarrete T., Prólogo del Dr. Juan Ramón de la Fuente y un “Paseíllo” de Rafael Loret de Mola. México, Prisma Editorial, S.A. de C.V., 2005. 330 p. ils., retrs. 26 27
Ib., p. 29. Domínguez Ortiz, Ibidem., p. 84.
27 Se va vislumbrando desde España una dispersión, un relajamiento de las costumbres, de las modas y modos, hasta llegar a extremos de orden sexual. Caemos pues, en el relajamiento de las costumbres mismo que se va a dar cuando el afrancesamiento, más que las ideas ilustradas son ya influyentes. Para el último tercio del XVIII se manifiestan comportamientos muy agitados en la vida social. A continuación, pasaremos a revisar brevemente el motín de Esquilache. Sucede que con el motín se da un vuelco importante en el comportamiento taurino -que ya en lo social ha ocurrido y en forma muy profunda-. Como consecuencia, veinte años más tarde el Conde de Aranda pone en marcha sus propósitos por prohibir las corridas en 1785. Se llamaba Leopoldo Gregorio, Marqués de Squilacce que, por extranjero y reformador a ultranza, pronto se ganó la antipatía. En la primavera de 1766 las cosechas resultaron desastrosas y el Marqués tomó medidas que ocasionaron inconformidad entre los agricultores que, deseando aplicar precio especial a sus escasos productos, solo encontraron el bloqueo de Esquilache. Hasta que a fines de 1765 se desató el conocido motín contra el personaje, considerado como motín del pueblo en contra del ministro por las medidas de policía adoptadas por este, produciendo el natural descontento de las capas bajas del pueblo de Madrid (Obsérvese hacia donde se dirige tal condición: a las capas bajas del pueblo... N. del A.) Lo que saca de quicio por el fondo del argumento es la absurda medida del marqués quien encauzó la prohibición del uso de capas largas y sombreros redondos, lo cual ocasionó como era de esperarse- un nuevo brote de violencia, justo en 23 de marzo de 1766. La casa de Esquilacce fue saqueada, Carlos III huyó de la corte encontrando refugio en Aranjuez. Allí cedió a lo que pedían los amotinados, "por su piedad y amor al pueblo de Madrid". En adelante, quedaba permitido el uso de capas largas y sombreros redondos y "todo traje español", a toda clase de personas. También accedió el rey a rebajar el precio de las subsistencias y a suprimir la junta de abastos.28
Enseguida Esquilache también fue destituido de sus funciones. Lo que llama la atención es que el motín arrojó consecuencias que fueron de orden histórico-político muy especiales. En el cambio ministerial, Aranda reajusta las disposiciones que puso en práctica su antecesor. El motín fue móvil perfecto para la expulsión de los jesuitas, ya que estos y su papel sirvieron de pretexto para adoptar la medida. Se acusaba a miembros de la compañía como activistas directos en aquellas jornadas de revuelta. El Conde de Aranda pone en marcha propósitos bien firmes por prohibir las corridas en 1785. Sin embargo, podemos observar medidas de control -que no de prohibición- en un anticipo de reglamento elaborado en la Nueva España en 1768.29 El control social -en la corona española- que ya es manifiesto durante el siglo XVIII, surge como tal desde el primer tercio del XVII, creando una conciencia muy abierta pendiente de los deslices sociales que fueron cayendo en un síntoma total de permanencia, causado por aspectos como la guerra de Treinta años en 1635 de España con Francia cuya amenaza, para soliviantarla en territorios del dominio hispano, buscaba apelar al factor providencial con el cual, y de pasada, sosegar la vida relajada. Respecto a las corridas de toros, estas nos muestran el dominio de nobles sobre plebeyos y luego un vuelco donde los segundos 28
Gonzalo Anes. El antiguo Régimen: los Borbones. 2a. edición. Madrid, Alianza Editorial, 1976 (Alianza Universal, 44). 4 vols. Vol. IV. Historia de España. Alfaguara. 513 pp., p. 372. 29 Archivo Histórico de la Ciudad de México (AHCM). Ramo: Diversiones Públicas. Toros. Leg. 855 exp. No. 20. Bando de los Sres. Regidores Comisionados para las Corridas de Toros, sobre el buen orden en la Plaza. 4f.
28 vinieron a tener el control sobre los primeros, lo cual terminó con un viejo sistema de poder. 30 Y esas mismas corridas van a ser -para muchos ilustrados- signo de una sangrienta y bárbara diversión que solo podía agradar a aquellos que se oponían al progreso y a la civilización.
Es esta una fiel representación del sabor barroco mexicano de fines del siglo XVIII, cuando el virrey Conde de Gálvez, uno de los más entusiastas taurinos de aquella época pudo admirar esta estampa, reproducida en un biombo. ”Corrida de toros”. Siglo XVIII. Col. Pedro Aspe Armella. Fuente: ARTES DE MÉXICO. La ciudad de México I. Enero 1964/49-50.
En cuanto a la proyección recibida en América, por ahora no me detendré en revisión minuciosa del toreo novohispano, ya que este conservaba una línea similar a la española con sus particulares características. Y es que importa revelar todo lo anterior a la luz de los hechos, gracias a que conformaron una estructura la cual fue adquiriendo fisonomía propia de la que emergieron todas aquellas posibilidades técnicas del toreo de a pie. Creo que de no haber hecho revisión al panorama de antecedentes tendríamos una idea simplemente vaga del significado de este quehacer. Por otro lado, debo decir que justo la forma que ha venido adquiriendo el prolegómeno de esta tesis, asume una posición planteada por Enrique Florescano en estos términos: Los historiadores, antes preocupados por el cambio violento y las crisis que parecían anunciar el acabamiento de una época y el comienzo de otra, hoy muestran un interés decidido por las PERMANENCIAS Y LAS CONTINUIDADES.31
Bien, luego de este entremés de Clío, prosigamos. Va a ser importante referir las maneras en que los novohispanos de fines del XVIII reciben y aplican las alternativas de la "reacción castiza" propia del pueblo español, reacción que 30 31
Juan Pedro Viqueira Albán. ¿Relajados o reprimidos?...op. cit., "La reacción o los toros", pp. 23-52. El Búho, N° 318 del 13 de octubre de 1991. "Enrique Florescano y el nuevo pasado mexicano".
29 aquí se incrementó junto a otra de similares condiciones. Me refiero a la reacción criollista, 32 dada como resultado a los ataques de parte de ilustrados europeos entre algunos de los cuales opera un cambio de mentalidad irracional basado en la absurda idea sobre lo ínfimo en América. Buffon, Raynal, de Pauw se encargan de despreciar dicha capacidad a partir de puras muestras de inferioridad, de degeneración. Todo es nada en el Nuevo Mundo. Ese conjunto de diatribas sirve para mover al criollo a su natural malestar y a preparar respuestas que comprueben no solo igualdad sino un hondo deseo de mostrar toda su superioridad, lo cual le permite descubrirse a sí mismo.
Este biombo, fruto de manos anónimas, representa las fiestas con que se celebró la recepción del virrey don Francisco Fernández de la Cueva Enríquez, Duque de Alburquerque en 1702 en el fantástico bosque de Chapultepec. Tríptico anónimo que representa diversas vistas del recibimiento que hizo la ciudad de México a su virrey don Francisco Fernández de la Cueva, duque de Alburquerque, en el Alcázar de Chapultepec, en 1702. Perteneció a los duques de Castro-Terreño. Fuente: Banco Nacional de México. Colección de arte.
Ese modo de comportarse da al mexicano sellos originales de nacionalismo criollo, un nacionalismo que no se significará en cuanto tal para el toreo, aunque este va a asumir una propia y natural expresión. Y si natural llamamos al estado de cosas que se anunciaba, es decir, la independencia, ésta se enriqueció a partir de factores en los que A pesar de encontrar oposición, España continuó con la extensa reorganización de su imperio durante los últimos años del siglo XVIII, proceso al que comúnmente se le conoce como las Reformas Borbónicas.33 Estableció un ejército colonial, reorganizó las fronteras administrativas y territoriales, introdujo el sistema de intendencias, restringió los privilegios del clero, reestructuró comercios, aumentó los impuestos y abolió la venta de oficios. Estos cambios alteraron antiguos acuerdos socioeconómicos y políticos en detrimento de muchos americanos. 34 32
Edmundo O' Gorman. Meditaciones sobre el criollismo. Discurso de ingreso en la Academia Mexicana correspondiente de la Española. Respuesta del académico de número y Cronista de la Ciudad, señor don Salvador Novo. México, Centro de Estudios de Historia de México, CONDUMEX, S.A., 1970. 45 pp., p. 24. El criollismo es, pues, el hecho concreto en que encarna nuestra idea del ser de la Nueva España y de su historia; pero no ya entendido como mera categoría racial o de arraigo domiciliario, ni tampoco como un "tema" más entre otros de la historia colonial, sino como la forma visible de su interior dialéctica y la clave del ritmo de su desenlace. 33 Las Reformas Borbónicas en México son los cambios propiciados por el gobierno español y las medidas que se tomaron para llevarlos a cabo. 34 Universidad de México. Revista de la Universidad Nacional Autónoma de México. Septiembre, 1991. "El proceso político de la Independencia Hispanoamericana" por Jaime E. Rodríguez O., p. 10.
30 Luego, con el relajamiento van de la mano el regalismo y un centralismo, aspectos estos importantísimos para la corona y su política en América desde el siglo XVI, de los cuales se cuestiona si favorecieron o contrariaron el carácter americano. Ello es posible de confirmar en las apreciaciones hechas por Hipólito Villarroel en su obra de 1769, "Enfermedades políticas..." donde se acusa una total sociedad desintegrada, tal y como podemos palparlo a continuación: El desorden de todas las instituciones era responsable de la despoblación y destrucción de los habitantes y el gobierno debía remediarlo mediante una nueva legislación para todo. Las grandes ciudades como la de México, se cargaban de maleantes y de lupanares y todo sucedía a la vista de las autoridades, porque también representaban otra carga de personas varias, ostentosas e insoportables. Todos vivían como se les antojaba y llegaban a perturbar hasta el reposo, de día y de noche, y no se atendía a los reglamentos que existían para uno de los corregidores. 35
De nuevo, frente a nosotros, el relajamiento, respuesta dispersora de la sociedad, 36 misma que encuentra oposición de parte de los ilustrados, quienes definen al toreo como un entretenimiento tan cruel y sangriento como éste, [que] era indigno de una nación culta. ¿Qué podía pensarse, decían ellos, de un pueblo que gozaba viendo cómo se sacrificaba a un animal que no hacía más que defenderse y cómo un hombre arriesgaba su vida, y a veces la perdía, sin razón alguna?37
35
Carlos Bosch García. La polarización regalista de la Nueva España. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1990 (Serie Historia Novohispana, 41). 186 pp., p. 155. 36 Viqueira, Op. cit., p. 16. No está de más señalar que esta idea de un "relajamiento" generalizado de las costumbres forma parte de una caracterización más bien positiva de la situación económica, social y cultural de la Nueva España en ese siglo: penetración del pensamiento ilustrado, de la filosofía y de las ciencias modernas, múltiples reformas con el "fin de promover el progreso espiritual y material del reino novohispano" (reformas administrativas, medidas estatales filantrópicas y de beneficencia social), todo eso acompañado y sostenido por un "auge de la riqueza" debido al enorme aumento de la producción minera. 37 Ibidem., p. 43.
31
“El palo ensebado”, “cucaña”, o “monte parnaso” fue una representación novohispana que durante el siglo XIX adquirió fuerte protagonismo en las corridas, sobre todo durante la hegemonía de Bernardo Gaviño. Fuente: Antonio Navarrete. TAUROMAQUIA MEXICANA, Lám. Nº 13. “La cucaña taurina”.
Ellos mismos se encargaron de encontrarle muchos males sociales. Así, con sus observaciones detectan oficinas de gobierno vacías; padres que gastan sumas elevadas para ir a ellas (a las corridas), privando de necesidades vitales a sus familias lo cual en suma ocasionaba el empobrecimiento de la población. Y en otros términos caían en la tentación del dispendio. Los ilustrados encabezados por Feijoo, Clavijo y Cadalso, se oponen. Para Campomanes el toreo es la ruina y en Jovellanos es la negativa de popularidad total sin embargo, a todos ellos, se contrapone Francisco de Goya y toda su fuerza representativa, misma que dejó testimonio vivo de lo que fueron y significaron aquellas fiestas bajo el dominio de Carlos IV. Y es que Goya deja de padecer la guerra y sobre todo la reacción inmediata a ella, refugiándose en la sugerencia que Nicolás Fernández de Moratín le ofrece en su Carta Histórica.38 Es decir, ese recrear la influencia de los moros y que a su vez quedó impresa en el toreo, es el resultado directo de la TAUROMAQUIA de Goya. Por su parte Gaspar Melchor de Jovellanos propone luego de concienzudo análisis, que la estatura del conocimiento permite ver en los pensadores un concepto del toreo entendido como diversión sangrienta y bárbara. Ya Gonzalo Fernández de Oviedo pondera el horror con que la piadosa y magnífica Isabel la Católica vio una de estas fiestas, no se si en Medina del Campo [escribe Jovellanos]. Como pensase esta buena señora en proscribir tan feroz espectáculo, el deseo de conservarla sugirió a algunos cortesanos un arbitrio para aplacar 38
Nicolás Fernández de Moratín. Las fiestas de toros en España Vid. Delgado, José: La Tauromaquia. (Véase bibliografía).
32 su disgusto. Dijéronle que envainadas las astas de los toros en otras más grandes, para que vueltas las puntas adentro se templase el golpe, no podría resultar herida penetrante. El medio fue aplaudido y abrazado en aquel tiempo; pero pues ningún testimonio nos asegura la continuación de su uso, de creer en que los cortesanos, divertida aquella buena señora del propósito de desterrar tan arriesgada diversión, volvieron a disfrutarla con toda su fiereza. 39
Jovellanos plantea en su obra PAN Y TOROS el estado de la sociedad española en el arranque del siglo XIX. Es una imagen de descomposición y relajamiento al mismo tiempo y al verter sus opiniones sobre los toros es para satirizarlos diciendo que estas fiestas "ilustran nuestros entendimientos delicados, dulcifican nuestra inclinación a la humanidad, divierten nuestra aplicación laboriosa, y nos prepara a las acciones guerreras y magnánimas". Pero por otro lado su posición es subrayar el fomento hacia las malas costumbres cotejando para ello a culturas como la griega con el mundo español que hace suyo el espectáculo, llevándolo por terrenos de la anarquía y la barbarie, sin educación también que no tienen los españoles -a su juicio- frente a ingleses o franceses ilustrados. Y así se distingue para Jovellanos España de todas las naciones del mundo. Pero: "Haya pan y toros y más que no haya otra cosa. Gobierno ilustrado, pan y toros pide el pueblo, y pan y toros es la comidilla de España y pan y toros debe proporcionársele para hacer en los demás cuanto se te antoje". Hago aquí reflexión del papel monárquico frente a las propuestas de Jovellanos. Cuanto ocurrió bajo los reinados de Felipe V, Fernando VI y Carlos III se puede definir como etapa esplendorosa, que facilitó la transición del toreo, de a caballo al de a pie, permitiendo asimismo que la fiesta pasara de un estado primitivo, a otro que alcanzó aspectos de orden a partir de la redacción de tauromaquias como Noche fantástica, ideático divertimento (...) y la de José Delgado que sigue siendo un sustento por las muchas implicaciones que emanan de ella y aun son vigentes. La llegada al poder de Carlos IV significó la llegada también de los ideales ilustrados ocasionando esta coincidencia un férreo objetivo por desestabilizar al pueblo y su fiesta. En alguna medida los ilustrados lo lograron, pero ello no fue en detrimento del curso del espectáculo. La crítica jovellaniana recae en opiniones casadas con la civilización y el progreso, tal y como fue vertida por Carlos Monsivais a propósito de la representación de la ópera "Carmen" efectuada el 22 de abril de 1994 en la plaza de toros "México" (véase La Jornada N° 3454, del 21 de abril de 1994, p. 59: "Sobre las corridas de toros"). Sin duda, existen personajes públicos en suma bien preparados que lo mismo aceptan o rechazan los toros como espectáculo o como fiesta. Esto siempre ha ocurrido, aunque no ha sido así cuando pretenden ir más allá y atentar contra la fiesta de toros. Pocas iniciativas han prosperado (en el caso de esta tesis, un conjunto de factores sociales, económicos e históricos son motivo de profundo análisis para entender el porqué de la prohibición de 1867). En algunos países latinoamericanos, luego de definirse sus respectivas formas de gobierno -casi siempre militarista, centralista, dictatorial-, fueron liquidadas las demostraciones taurinas.
39
Gaspar Melchor de Jovellanos. Espectáculos y diversiones públicas. Informe sobre la ley agraria. Edición de José Lagé. 4a. edición. Madrid, Cátedra, S.A. 1983 (Letras Hispánicas, 61). 332 pp., p. 95-6.
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Col. del autor.
De regreso con los borbones, quienes al igual que la católica Isabel, dispusieron un cambio de fisonomía para la fiesta de toros. Sin embargo, como hemos visto, la continuidad se garantiza gracias a la forma en que el pueblo la acepta y se apropia, proporcionándole conforme a cada época- un sello propio. Y tanto la "buena señora... (volvió) a disfrutarla con toda su fiereza", así también los borbones apoyan inclusive la promoción de la fiesta en diversos sentidos, que ni la "Pragmática-sanción" con la cual se "prohibían las fiestas de toros de muerte en los pueblos del Reino" de 1785 provocó daño alguno y las cosas siguieron un curso normal. Que hubiera en Nueva España algunos virreyes poco afectos a los toros es natural, pero una prohibición de gran alcance no se dejó notar. En 1801 el virrey Marquina, el de la "famosa fuente en que se orina" prohibió una corrida ya celebrada con mucha pompa, a pesar de la gota del simpático personaje. En el ambiente continuaba ese aire ilustrado que por fin encontró modo de coartar las diversiones taurinas, por lo menos de 1805 a 1809 cuando no se sabe de registro alguno de fiestas en la ciudad de México. Y es que fue aplicada la Novísima Recopilación, cédula que aparece en 1805 bajo el signo de la prohibición "absolutamente en todo el reino, sin excepción de la corte, las fiestas de toros y de novillos de (sic) muerte". En el fondo se pretendía Abolir unos espectáculos que, al paso que son poco favorables a la humanidad que caracteriza a los españoles, causan un perjuicio a la agricultura por el estorbo que ponen, a la ganadería
34 vacuna y caballar, y el atraso de la industria por el lastimoso desperdicio de tiempo que ocasionaban en días que deben ocupar en sus labores.40
Y bien, bajo todo este panorama, ¿qué era del toreo ya no tanto en el curso del siglo XVIII, tan ampliamente conocido; sino el que se desarrolla en el siglo XIX? No hay mucho que decir. El toreo va a mostrar una sucesión en la que los protagonistas principales que fueron los caballeros serán personajes secundarios en una diversión casi exclusiva al toreo de a pie, mismo que adquiría y asumía valores desordenados sí, pero legítimos. Es más, En una corrida de toros de la época, pues, tenía indiscutible cabida cualquier manera de enfrentarse el hombre con el bovino, a pie o a caballo, con tal de que significara empeño gracioso o gala de valentía. A nadie se le ocurría, entonces, pretender restar méritos a la labor del diestro si éste no se ceñía muy estrictamente a formas preestablecidas.41
Toros y teatro parecían opuesto, pero comunes, a los ojos del obispo Palafox en 1644. 42 Hasta antes y durante el movimiento de independencia, pocos son los festejos celebrados en tiempos que ya son turbulentos. Pero la guerra dio paso al ocio y entre batalla y batalla, los más importantes caudillos encabezaban este o aquel espectáculo, siguiendo la lógica del Fiscal de la Real Hacienda quien, en noviembre de 1813 estaba de acuerdo con los espectáculos públicos, por la razón “política de llamar la atención del pueblo a objetos indiferentes, que ocurran en su consternación e impidan que su imaginación se corrompa”. Con la salida de los ejércitos invasores de España y la asunción al trono de Fernando VI en 1814 fue motivo para que una vez más se lidiaran toros, a pesar de que el virrey Félix Ma. Calleja no muy afecto a tales divertimentos los autorizara, encargando al cabildo del ayuntamiento la organización de los mismos. Dicha orden iba en sentido contrario a la costumbre del Ayuntamiento que se encargaba de esto. Pero el hecho es que, al darse la orden era una forma de humillar a quienes habían apoyado las reformas liberales. Todos ellos -criollos liberales- formaban el cuerpo oficial y representativo del corazón político de una Nueva España sumergida en la transición por la independencia. Aunque tal fue la pugna entre esto y aquel, que Calleja pronto decretó la desaparición del ayuntamiento electo (criollos liberales), para reinstalar al anterior Con toda seguridad un grupo más nutrido de españoles), por lo que les evitó la carga molesta a que se enfrentaban. Todo lo anterior es el soporte en el que las corridas de toros y sus aderezos se celebrarán durante el siglo XIX. A su vez, las fiestas en medio de ese desorden, lograban cautivar, trascender y permanecer en el gusto no sólo de un pueblo que se divertía; no sólo de los gobernantes y caudillos que hasta llegó a haber más de uno que se enfrentó a los toros. También el espíritu emancipador empujaba a lograr una autenticidad taurómaca nacional. Y se ha escrito "desorden", resultado de un feliz comportamiento social, que resquebrajaba el viejo orden. Desorden, que es sinónimo de anarquía es resultado de comportamientos muy significativos entre fines del siglo XVIII y buena parte del XIX. Vale la pena detenernos un momento para explicar que el hecho de acudir continuamente a la expresión "anarquía", es porque no se da y ni se va a dar bajo calificación peyorativa. Es más bien, una manera de explicar la condición del toreo cuando este asume unas características más propias, alejándose en consecuencia de los lineamientos españoles, aunque su traza arquitectónica haya quedado Flores Hernández, “Con la fiesta nacional. Por el siglo de las luces...”, op. Cit., p. 263. Benjamín Flores Hernández. La ciudad y la fiesta, p. 111. 42 Viqueira Albán: ¿Relajados o reprimidos?... Op. cit., p. 47. 40 41
35 plasmada de manera permanente en las distintas etapas del toreo mexicano; que también supo andar sólo. Así rebasaron la frontera del XIX y continuaron su marcha bajo sintomáticos cambios y variantes que, para la historia taurómaca se enriquece sobremanera, pues participan activamente algunos de los más representativos personajes del momento: Hidalgo, Allende, Morelos o el jefe interino de la provincia de México Luis Quintanar. Años más tarde, las corridas de toros decayeron (un incendio en la plaza San Pablo causó larga espera, desde 1821 y hasta 1833 en que se reinauguró). Prevalecía también aquel ambiente antihispano, que tomó la cruel decisión (cruel y no, ya que no fueron en realidad tantos) de la expulsión de españoles -justo en el régimen de Gómez Pedraza, y que Vicente Guerrero, la decidió y enfrentó-. De ese grupo de numerosos hispanos avecindados en México, había comerciantes, mismos que no se podía ni debía lanzar, pues ellos constituían un soporte, un sustento de la economía cabizbaja de un México en reciente despertar libertario. En medio de ese turbio ambiente, pocas son las referencias que se reúnen para dar una idea del trasfondo taurino en el cambio que operó en plena mexicanidad. Con la de nuestros antepasados era posible sostener un espectáculo que caía en la improvisación más absoluta y válida para aquel momento; alimentada por aquellos residuos de las postrimerías dieciochescas ya relatadas atrás con amplitud. Y aunque diversos cosos de vida muy corta continuaron funcionando, lentamente su ritmo se consumió hasta serle entregada la batuta del orden a la Real Plaza de San Pablo, y para 1851 a la del Paseo Nuevo. Escenarios de cambio, de nuevas opciones, pero tan de poco peso en su valor no de la búsqueda del lucimiento, que ya estaba implícito, sino en la defensa o sostenimiento de las bases auténticas de la tauromaquia. Para terminar con esta visión o revisión que me he propuesto, deseo incluir a continuación un documento que parece reunir el todo de las expresiones hasta aquí desarrolladas. Se trata de un cartel en el cual se da cuenta de la actuación que Bernardo Gaviño protagonizó en 1855. Veamos. Plaza de toros en el Paseo Nuevo. Función de beneficio de las haciendas de Atenco y el Cazadero. Magníficos fuegos de artificio. Iluminación general de la plaza. Domingo 4 de febrero de 1855. SOBRESALIENTE Y EXTRAORDINARIA FUNCIÓN. Que los dueños de las haciendas de Atenco y el Cazadero, dedican a S.A.S. el general presidente de la República, D. Antonio López de Santa-Anna, general de división, benemérito de la patria, Gran Maestre de la nacional y distinguida orden mexicana de Guadalupe, caballero gran cruz de la real y distinguida orden española de Carlos III; y a su muy digna esposa la serenísima Sra. D.a Dolores Tosta de Santa-Anna. Teniendo los propietarios de dichas haciendas por su contrata el derecho de elegir el día de su beneficio, se han apresurado a verificarlo en el presente, con el objeto de dedicarlo a SS. AA. SS., y deseando que la función sea digna de la alta categoría de las personas que la honran, y de la respetable concurrencia que tanto gusto ha demostrado por esta diversión en la presente temporada, han marchado los dueños de Atenco y el Cazadero a sus respectivas fincas, para escoger personalmente los toros que se han de lidiar en su beneficio, de más bravura y valentía entre sus ganaderías; así lo han hecho en efecto, probándolos a su satisfacción antes de traerlos a México, y pueden asegurar que nada dejarán que desear a los espectadores. Deseando igualmente que la función tenga algo de extraordinario, se lidiarán, sin matarse, una o dos vacas de la raza de Atenco, para que los señores concurrentes conozcan la bravura de ellas, proporcionando por primera vez este arriesgado espectáculo en México. Además, después de la corrida se iluminarán las lumbreras y
36 corredores de la plaza, y se quemarán unos magníficos fuegos de artificio, hechos y dirigidos por el aplicado mexicano que dispuso los de las funciones anteriores, habiéndose esmerado para los presentes, que serán más variados y vistosos. La plaza estará completamente adornada. El orden de la función es el siguiente: Tan luego como se presenten en la plaza SS. AA. SS., la tropa designada de uno de los cuerpos de preferencia hará los honores debidos y despejo de la plaza, como siempre se ha verificado. En seguida la acreditada cuadrilla de Bernardo Gaviño lidiará hasta OCHO TOROS, si la tarde alcanzare, alternándose de las mencionadas casas, y distinguidas como lo ha hecho siempre la empresa, con divisas encarnadas los de Atenco y amarillas los del Cazadero. En uno de los intermedios se presentarán, como se ha indicado ya, UNA O DOS VACAS de la referida raza de Atenco, que serán lidiadas de una manera conveniente sin darles muerte, cuyo espectáculo por ser la primera vez que se verifica, ha de sorprender sin duda a la concurrencia. Para mas amenizar la función, y por ser diversión que siempre agrada, se ha elegido uno de los mejores toros de Atenco para ser lidiado por LA CUADRILLA EN ZANCOS, con la valentía y destreza que lo ha hecho siempre que la empresa lo ha determinado, concluyendo la corrida con el Toro embolado de costumbre. En seguida se iluminará el interior de la plaza de una manera muy agradable, y tendrán lugar los magníficos FUEGOS DE ARTIFICIO que como se ha dicho, ejecutará el empeñoso pirotécnico mexicano, que con tanto gusto y vistosas transformaciones ha desempeñado otros en la misma plaza a satisfacción de todos los espectadores. Esto han dispuesto los interesados en la función, y los señores concurrentes conocerán que, más que su interés particular, han consultado el deseo de agradar y de manifestar su gratitud, por la predilección con que siempre se han recibido sus ganados. Si esto han conseguido, estarán cumplidas sus aspiraciones. PRECIOS DE LAS LOCALIDADES. Lumbreras por entero con 8 boletos Entrada general de sombra, sea en grada, Tendido o lumbrera no arrendada Entrada general de sol
10 ps. 10 rs. 3 rs.
NOTA.-Los boletos se expenderán en la librería del Portal de Agustinos número 3, Tercena del tabaco frente a la Profesa, nueva sedería de la Sirena en el Empedradillo, cerería del Hospital Real número 7.-Estanquillo del Puente de San Francisco.-Los sobrantes se expenderán el día de la función en las casillas de la plaza. La corrida comenzará tan luego como se presente SS. AA. SS.
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38 De tal ocasión, destaca esta nota:
El Ómnibus, del 6 de febrero de 1855, p. 3.
Bernardo Gaviño, no conforme con ser figura destacadísima para esos momentos, todavía tuvo la gracia de poner banderillas a caballo, lo que lleva a convertirlo en réplica de las demostraciones que, dos años antes había desempeñado Ignacio Gadea en la misma plaza justo en su presentación, ocurrida el 23 de enero de 1853 con el siguiente cartel: Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 6 toros de Atenco. “Se presentará por primera vez en esta capital una notabilidad en el ARTE para BANDERILLEAR A CABALLO, el famoso IGNACIO GADEA, quien desempeñará esa suerte con el caballo ensillado, poniendo también algunas flores en la frente, y después en pelo, arrojando atrevidamente la silla, sin apearse, colocará otros pares de banderillas. Teniendo además la habilidad de COLEAR de una manera enteramente nueva y desconocida en esta capital, dará también una prueba de ella”. Como puede observarse, el conjunto de elementos colaterales o parataurinos que se desarrollaron en buena parte del siglo XIX mexicano, nos dejan ver la jubilosa puesta en escena que discurrió en forma por demás excesiva, caótica pero también distintiva de un espectáculo que adquirió intensidad en sus representaciones, muchas de las cuales fueron fruto de improvisación, espontaneidad y una natural capacidad de asombro que sorprendió a propios y extraños. Ya lo decía Madame Calderón de la Barca, allá por 1840: “Los toros son como el pulque. Al principio les tuerce uno el gesto… después les toma una el gusto”. Otro aspecto que debemos revisar es el de las relaciones que tuvo la fiesta con el carácter religioso. Uno de ellos es el carnaval.
39 VERTIENTES DEL CARNAVAL QUE INFLUYEN EN EL RELAJAMIENTO TAURINO DURANTE LOS SIGLOS XVIII Y XIX. La génesis del toreo en México entra por la villa rica de la Vera cruz. Entre los nuevos hombres y el ganado que traen consigo, hay quien marca sus propósitos de instalar y aclimatar el gusto por las diversiones. Por el puerto jarocho cruzaron todos estos símbolos durante un buen número de años. Pero en ese sitio histórico se asentaron otro tipo de manifestaciones sociales, culturales, étnicas o religiosas que comunicadas entre sí lograron enriquecer el espectro de vida, enraizado en bellas manifestaciones de la tradición, que pervive hasta nuestros días. Para entender a la fiesta como fuente de identidad, matizado entre lo pagano y lo religioso en su amplio recorrido secular o milenario, es preciso saber que hay un origen surgido del caos, pero al que hay que regresar tan luego el orden lo controle. En un principio surgió la idea de la orgía carnavalesca, ya que debían violarse todas las reglas imperantes y desordenar el mundo por completo para simular el caos, de donde todo renacería. El origen a estas explicaciones surge de la antigua Roma, en la que, durante los días de carnaval, mientras imperaba el trastocamiento general del orden, los amos servían a los siervos y se borraban parcialmente las distinciones de clase. Carnaval, carrus navalis en el que llegaba el dios Baco a Roma, carne vale ó carrelevare significa un adiós a la carne, la aceptación de la abstinencia. En Veracruz, el carnaval se remonta al siglo XVIII precisamente en momentos donde el periodo colonial se encuentra maduro, aunque pasa por un severo cuestionamiento social. La población dominante en el puerto se constituye de negros, mulatos (de procedencia africana y afroantillana), criollos y mestizos, con menor presencia indígena que luego se fusionó. Con todos estos elementos, el sincretismo se apoderó del escenario, haciendo participar en conjunto a todos los ingredientes étnicos, quienes dieron carácter al espíritu veracruzano en particular. Aquí destaca algo muy importante: Durante la colonia, en las fiestas carnavalescas se celebraban sobre todo bailes de disfraces. Al integrarse los elementos afroantillanos con los europeos, surgieron las comparsas y mojigangas. Negros y mulatos se disfrazaban, ridiculizando a la clase dominante como forma de protesta social. Dicho medio de interpretación social se preservó, se extendió también a otras latitudes claro, sin el nivel de éxito adquirido en el puerto jarocho-, pero con toda seguridad llegó a las grandes ciudades donde las connotaciones allí impresas, comenzaron a diferir, sin perder su esencia festiva. Surgidas las mojigangas a fines del XVIII (de origen español aunque con fuerte influencia cubana), esos enormes muñecos se integraban a las comparsas a mediados del XIX y servían para ridiculizar a la religión y a la milicia. Ahora bien, el carnaval de su condición de fiesta religioso-popular se tornó laica-popular en la transición de la colonia al siglo XIX compartiendo el desequilibrio social y político que se mantuvo durante buena parte de dicho periodo. Creo que todo esto permeó en los toros, aunado al propio sentido del circo que se reafirmó adecuándose en las plazas o el toreo en el circo; y más bien, en el teatro. Fue así como las corridas lograron aquella articulación perfectamente concebida. El caos, el relajamiento, pero también un esquema preconcebido de creaciones y recreaciones, hizo posible el cumplimiento de un ciclo persistente, el cual arrojaba por ejemplo, la celebración del carnaval, con una corrida de toros donde las mojigangas jugaron un papel central, anunciándose, además, la presentación de otros tantos números que lograron adecuarse al
40 relajamiento con todos sus elementos propiciatorios: el disfraz, la máscara, la parodia. Casualmente el teatro fue sitio adecuado para que las parodias alcanzaran tonos de crítica social o política. Al terminar la corrida, el festejo en cuanto tal, se había cumplido con retornar a un estado de la vida cotidiana, para lo cual el reinicio o camino al caos ocurría con pocos días de diferencia. Para esto la siguiente explicación. En el cuadro aquí trazado vemos que el trayecto entre un punto y otro, hasta abrirse en cinco posibilidades, nos dice la forma en que se fragmenta esa unidad cotidiana, alterada por la ruptura.
1 - 2 : Lo cotidiano 2 - 3 : Convocatoria a la ruptura 3 - 4 : Ruptura 4 - 1 : Recuperación con vistas a la normalidad 1 - 2 : Vuelta a lo cotidiano, sin más. De esto se puede decir que lo excepcional que significa la diversión (o ruptura) vulnera la situación presente, pero no la violenta y tampoco la pone en riesgo. Nuestro entorno hoy ve como excepcional aquellas diversiones. Nos sorprenden pues abrían las puertas a lo fascinante. También y aunque parezca extraño, resultaban edificantes y perniciosas al mismo tiempo. Bajo estas condiciones operaron muchos de los espectáculos, no solo taurinos, sino de otra índole. En el caso de los toros, entre lo cotidiano y la ruptura existieron razones de cierta complicidad, pues entre una y otra las necesidades por mantenerse, hicieron que veladamente la ruptura sometiera a lo cotidiano. Funcionaba muy bien aquella especie de complemento maniqueo donde lo sagrado perdonaba los pecados profanos y estos, al caer en tentación una vez más, forzaban a lo sagrado para continuar con su misión. Una misión interminable. El sacerdote y el pecador frente a frente, círculo vicioso formado entre ambos. Uno perdonando, otro cayendo en tentación. Valga tal ejemplo para entender este aspecto, que no es sino el alma de este maravilloso conflicto.
41 Ya lo afirma Teresa E. Rohde: “El homo ludens vuelve a ser sencillamente homo faber al abandonar el juego ritual y la fantasía mítica para retornar a las labores agrarias, a las complejidades del mundo tecnológico, o a la cotidianidad burocrática del tiempo profano” 43. Durante la Colonia, en las fiestas carnavalescas se celebraban sobre todo bailes de disfraces. Al integrarse los elementos afroantillanos con los europeos, surgieron las comparsas y mojigangas. Negros y mulatos se disfrazaban, ridiculizando a la clase dominante, a la religión o a la milicia como forma de protesta social. He allí el sentido que se enunció en la introducción de este trabajo. En 1776 la Santa Inquisición encontró en el Chuchumbé la forma de esa protesta o reclamo, ya que sus coplas y bailes lascivos, así como los adornos utilizados representaron un dejo subversivo que, con el tiempo devino danzón, sacamandú, contradanzas, fandangos, boleras y zarabandas aceptadas por la autoridad civil y religiosa como forma de expresión popular. Es oportuno apuntar lo que el viajero Thiery de Menoville pudo presenciar en una visita hecha al puerto de Veracruz en 1777, respecto a su apreciación sobre aquellas “mojigangas”, situación que deja ver las condiciones que imperaban respecto a esa forma rebelde de expresión: Se ven al frente seis figuras gigantescas, representando un indio y una india, un negro y una negra, un castellano y una castellana llevada por ganapanes y con una danza alemana viva y alegre. Viene después un gran bromista portando una figura francesa de paja toda descaderada y cuyos miembros están dislocados –destaca aquí el desprecio popular tras la intervención gala-. Siguen otros diez pícaros enmascarados como pescado llevando en la punta de un bastón una vejiga llena de frijoles con los cuales golpean a los que se encuentran”44.
Tlacotalpan. Música, baile y folclor. Suplemento de La Jornada, 1° de febrero de 2014, p. 4 (abajo).
Y si la protesta siguió siendo el mecanismo para hacerse notar, el carnaval fue a su vez el 43
Teresa E. Rodhe: Tiempo sagrado. México, Planeta, 1990. 199 pp. (Fronteras de lo Insólito). Pág. 75. Arturo Jiménez: “Veracruz, una fiesta de la carne a pleno sol” (primera de cuatro partes), en La Jornada, del sábado 13 de febrero de 1999, pág. 17. (Lo anterior fue citado por Roberto Williams en Yo nací con la luna de plata, a su vez recogido por Baca Rivero en su “Microhistoria del carnaval”, publicada en tres partes en El Dictamen, del 16 al 30 de enero de 1997). 44
42 vehículo con el que se trasmitió aquel síntoma. Un caso evidente ocurrió en Mazatlán, Sinaloa el año de 1827, cuando la tropa dispuso de la mascarada y la comparsa para exigir al gobierno el pago de sus haberes. Arraigada esta forma entre los carnavales más importantes desarrollados en nuestro país, más tarde se integró a diversas celebraciones, enriqueciendo el bagaje de la fiesta popular o religiosa. En cuanto a la fiesta taurina, esta no fue la excepción y durante buena parte del siglo XIX alcanzó a tener verdaderas muestras en un notable catálogo recogido en diversos carteles que en sección aparte tendremos oportunidad de conocer. Más aún, y debido a la guerra entre Cuba y España (1868-1878), muchos trabajadores y músicos isleños emigraron a Veracruz y algunos llegaron a vivir al barrio de la Huaca. “Como consecuencia, las comparsas y mojigangas en extramuros –afuera de la muralla- fueron influidas en gran medida por la música cubana. “Contaban con un carácter muy peculiar: máscaras, encapuchados, hombres vestidos de mujeres, instrumentos musicales de percusión, como latas, pedazos de hierro y tambores, además de flautas y cornetas”. En ellas participaban los gremios de panaderos, carpinteros, torcedores de tabaco, sastres, peluqueros, ebanisteros, muelleros marinos y otros. 45 Como puede apreciarse, nuevas influencias con un carácter tan significativo como este seguían llegando al puerto de Veracruz, punto receptor del que más tarde se enviaban a todas las partes posibles esos influjos de cultura eminentemente popular. Son estas las principales raíces que destacan sobre la forma en que fueron apareciendo las mojigangas, escenografías efímeras que nos permiten ser puestas al descubierto para entender como se ha desarrollado el entorno común a varios espectáculos, haciendo de la burla, por un lado; del entretenimiento por otro su mejor instrumento de comunicación.
45
Op. Cit., “Veracruz, una fiesta de la carne a pleno sol” (segunda de cuatro partes).
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C A P Í T U L O Nº 2 EXTRAORDINARIA FUNCIÓN EL HOMBRE FENÓMENO MOJIGANGA EN ZANCOS MOGIGANGA DE LOS HOMBRES GORDOS DE EUROPA ASCENSIÓN AEROSTÁTICA Hemos visto ya un panorama general de las condiciones en que el espectáculo fue preparándose para finalmente estallar, desbocarse en multitud de formas y expresiones que sorprendían y emocionaban a los asistentes que, entre admirados y fuera de sí presenciaban aquel conjunto de fiestas que daban a la otra de la que tomaban prestado el escenario y diversas estructuras para su desarrollo, el colorido, la forma que caracterizó al toreo durante poco más de un siglo, que va más o menos de 1769 a 1890, cuando este quehacer de hecho adquiere sus mejores momentos, sin olvidar que muchos otros acontecimientos se manifestaron, incluso desde el siglo XVI. Por su parte, la independencia liberó. La independencia les abrió las puertas de par en par a los mexicanos todos donde unos, los menos era conscientes de ese nuevo giro; otros, los más no tenían idea cabal de lo que realmente sucedía. Pero se dejaban arrastrar por el incierto oleaje, al que con el paso de los años sería agitado, tempestuoso; tranquilo y sereno, pero que de nuevo rompería en estruendos haciendo poner en riesgo, una vez más, a la tripulación de ese barco llamado México. ¿El toreo se agotaba en sí mismo como para complementarse con aquel espectáculo itinerante, propio de los circos y de los escenarios teatrales? Considero que no. Más bien buscaban, sus organizadores, como lo hicieron también en España, maneras distintas de enriquecer un entretenimiento que día con día ganaba popularidad, en virtud de que el poder y todas las capas sociales podían asistir a la plaza para compartir con algo que los unía. Así, desde las primeras fiestas representadas durante el siglo XVI ya encontramos evidencia de lo suntuoso que podía significar la realización de la fiesta taurina, a la que se agregaban sinfín de divertimentos, las más de las veces efímeros, pero de grata invención, que, al cabo de los años se fueron refinando, hasta que nos encontramos con que ya no bastaba lidiar toros en las plazas. Había que llevarlos al teatro, rompiendo con ello la norma y costumbre establecida, consiguiendo propósitos muy claros: establecer, desde un principio, pequeños chispazos, como fruto de la novedad, lugar que daba cabida de manera generosa, como lo hizo el ruedo, cuando el teatro era una más de sus cuadros, representados deliberada y libremente con la aprobación popular que se entusiasmaba frenéticamente ante todo aquel “relajado” sentir de una fiesta armónica, la cual, finalmente no se agotó. Veamos diez diferentes muestras sobre otros tantos acontecimientos, suficientes para darnos idea del discurso que manejaron los empresarios y todos aquellos protagonistas en el espectáculo durante el siglo XIX, no sin antes acudir a la opinión de Mariano Picón-Salas, quien nos proporciona elementos de peso para entender mucho mejor el panorama puesto aquí a revisión.
44 ALGUNAS NUEVAS CONSIDERACIONES PARA EL TOREO, A TRAVÉS DE UNA LECTURA DE MARIANO PICÓN-SALAS. A punto de ingresar a una nueva sala, la que nos ayude a entender toda la serie de cambios y de giros que fueron a darse entre el proceso de la conquista y toda su asimilación, así como el de la independencia y el nuevo estado de cosas que sobrevino nada más quedaron emancipadas algunas naciones americanas, a partir de los primeros años del complicadísimo siglo XIX, es preciso leer el siguiente texto, que bien podría darnos un panorama general, mismo que se entenderá, en buena medida, a la luz de lo que también significaron esos mismos cambios para la tauromaquia (concretamente en el nuevo estadonación que fue México, a partir de 1821 en que queda declarada su independencia). En 1944 apareció el gran trabajo DE LA CONQUISTA A LA INDEPENDENCIA (TRES SIGLOS DE HISTORIA CULTURAL HISPANOAMERICANA) del eminente venezolano Mariano Picón-Salas. Fue esta una completísima visión sobre la forma de ser y de pensar que se dio en territorio americano, cuyo encuentro, accidental o no; provocado o no, logró de la cultura en el nuevo continente un escenario de suyo interesante y valioso, por ende sin desperdicio alguno. La reseña que pretendo para este libro, busca acercarnos al territorio taurino, para comprender ciertas situaciones que definieron lo que han dado en llamar la “fusión” cultural. Por ejemplo, Pedro Henríquez Ureña, en su NOTA dice de entrada: La cultura colonial, descubrimos ahora, no fue mero trasplante de Europa, como ingenuamente se suponía, sino en gran parte obra de fusión, fusión de cosas europeas y cosas indígenas. De eso se ha hablado, y no poco a propósito de la arquitectura: de cómo la mano y el espíritu del obrero indio modificaban los ornamentos y hasta la composición (...) La fusión no abarca sólo las artes: es ubicua. En lo importante y ostensible se impuso el modelo de Europa; en lo doméstico y cotidiano se conservaron muchas tradiciones autóctonas. Eso, desde luego, en zonas donde la población europea se asentó sobre amplio sustrato indio, no en lugares como el litoral argentino, donde era escaso, y donde además las olas y avenidas de la inmigración a la larga diluyeron aquella escasez. Las grandes civilizaciones de México y del Perú fueron decapitadas; la conquista hizo desaparecer sus formas superiores: religión, astronomía, artes pláticas, poesía, escritura, enseñanza. De esas civilizaciones persistió sólo la parte casera y menuda; de las culturas rudimentarias, en cambio, persistió la mayor parte de las formas.46
Lo que debe entenderse de inmediato es el proceso de encuentros que se asimilaron para convivir en un nuevo ambiente. Ambas culturas no buscan desaparecer, se afanan en demostrarse mutuamente lo que son. El tiempo hace entender que las dos formas comprendan que el maridaje es necesario y que reñir no es la solución. Es cierto, la conquista, como dice Henríquez Ureña “hizo desaparecer sus formas superiores” de dos grandes civilizaciones, como las de México y el Perú. No obstante, y a pesar de lo agresivo del proceso, esto trajo como consecuencia que su espíritu quedara presente en un medio que se construye alentado por las diferentes aportaciones en el trayecto de varios siglos. Picón-Salas maneja una frase contundente que dobla los esquemas sobre las discutidas y encontradas propuestas que existen al respecto de lo que significó el encuentro de dos culturas en un momento histórico definitivo. Apunta: 46
PICÓN-SALAS, Mariano: DE LA CONQUISTA A LA INDEPENDENCIA (TRES SIGLOS DE HISTORIA CULTURAL HISPANOAMERICANA. 8ª reimpr. México, Fondo de Cultura Económica, 1982. 261 p. (Colección popular, 65)., p. 8-10.
45 José Ortega y Gasset ha dicho que el español se transformó en América, pero no con el tiempo, sino en seguida: en cuanto llegó y se estableció aquí.47
Concepto de independencia taurina en el ámbito rural mexicano. SINAFO_5933
Esto es, al asimilarse se logró entre ambos el objeto de integración que surgió tras las jornadas militares de la conquista. Y como ya sabemos, tras la conquista violenta surgió la espiritual. De ambas emanó un concepto conciliador que se sujetó a la aceptación del dominador sobre el dominado hasta que -en cierto modo- fue posible mantener la relación, sin que faltaran los estados de desequilibrio determinados por un conjunto de manifiestas inconformidades de tipo social. El aspecto político, pero fundamentalmente el religioso mantuvieron firmeza, como paliativos frente al descontento que tuvo dos fuentes esenciales: la económica y social. Desde luego, la enorme influencia del espíritu americano pudo adherirse a las formas de vida que se desarrollaron durante la época colonial, y en esto, el toreo no fue la excepción. Todo el esquema que establecieron los abanderados de la tauromaquia del más rancio sabor hispano, se permeó de la esencia brotada de este continente. Sin embargo, no se desconoció el valor de las raíces que incluso, fomentaron y cultivaron muchos personajes de la tauromaquia novohispana. En todo caso, esa ánima vino a enriquecer la escenografía que ganó en colorido, dado -a veces- lo estruendoso de su interpretación. Toreo con alma híbrida. Por eso, el español tuvo que adecuarse de inmediato al nuevo terreno que pisaba. Y ese español establecido en América, resignado a no poder regresar a su patria, pero decidido a quedarse en una nueva, creó una escenografía que no olvidaba sus más hondas raíces, pero daba al escenario la oportunidad de incorporar elementos con los que representó la obra que otros siguieron, probablemente desmembrados en el universo de las castas que devino representación de una gran concierto del que la Nueva España primero; México después, hicieron suyo al grado de que conformaron y definieron su carácter, hasta obtener lo que somos hoy. Por eso 47
Op. Cit., p. 12-13.
46 El mestizaje americano consiste en mucho más que mezclar sangres y razas; es unificar en el templo histórico esas disonancias de condición, de formas y módulos vitales en que se desenvolvió nuestro antagonismo. Ni en la más coloreada historia de Herodoto pegada todavía a los linderos angostos del mundo clásico, pudo contarse una experiencia humana tan ambiciosa, una tan extraordinaria confluencia de elementos disímiles, aquella mezcla de pánico y maravilla que hacía decir a Bernal Díaz junto a los muros de Tenochtitlán “que parecía a las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadís”. (p. 50)
El mestizaje, fruto del antagonismo no podía quedar convertido en un mero proyecto sin alma. La conquista y luego la colonia enseñaron subrepticiamente, y haciendo a un lado el culto al pesimismo, que el sentido de vida que comparten marido y mujer a la fuerza (válgase, tras penosa búsqueda lo que parece ser la metáfora más indicada) tuvo en sus hijos mestizos o criollos la mejor de sus experiencias. Que siguieran manteniendo abiertamente el conflicto, fue debido a esa razón propia de la naturaleza en que se desarrollaron. O era uno, o era el otro. La experiencia demostraba que ni estos -los americanos- ni aquellos, -los españoles- podían soportar de nuevo el episodio vergonzoso de la injuria llamada dominador sobre dominado.
El excelente banderillero y peón de brega “Tabaquito”. SINAFO 17609
De ahí que la independencia se convirtió en la consecución de aspiraciones populares y llegó en momento propicio para que el español viera en la tierra mexicana ya no un teatro para la aventura militar efímera, sino sitio para arraigar y quedarse, y que el indio colabore, también, en la formación de la nueva sociedad, es entonces el designio de un Cortés, en el que coincide curiosamente con el de un organizador religioso como Zumárraga.48
Fue así como la magnitud de aquella experiencia recayó en esas dos enormes baldosas 48
Ibidem., p. 77.
47 influyentes que siguen causando controversia, al grado de que casi quinientos años después, el trauma y la experiencia perviven. Casualmente el toreo transitó en terreno imparcial; por eso su capacidad se sobrepuso y hasta se sirvió de una y de otra circunstancias. Con la de Cortés que apenas instruía para levantar en una ciudad destrozada -México-Tenochtitlán-, la fastuosa capital del reino de la Nueva España, ya celebraba en compañía de sus soldados un primer festejo, limitado en la majestuosidad que posteriormente alcanzarían multitud de fiestas. Así, el 24 de junio de 1526 los militares dejan las lanzas para atravesar los “ciertos toros” que nos cuenta el propio conquistador Hernán Cortés en su “quinta carta de relación” en vez de hacerlo con valientes guerreros indígenas. Del mismo modo, la iglesia tomó como pretexto esas mismas fiestas para celebrar infinidad de conmemoraciones emanadas del calendario litúrgico que enriqueció el esplendor. Aunque también el opuesto, como sentido profano se adhiere a los pasajes taurinos que alcanzan con la presencia del “diablo” una más de sus facetas. “El diablo es personaje familiar en las crónicas inquisitoriales, un diablo también barbarizado por el medio americano, que en su trato con indios y negros aprendió las más toscas recetas”, dice al respecto el autor, debido, por cierto al siguiente caso recogido en el auto de fe del 6 de abril de 1646 contra el zambo mexicano Francisco Rodríguez, “de edad de cuarenta y tres años, de oficio cochero y vaquero”, quien se denunció de “que había tenido pacto con el demonio, dándole adoración y héchole escritura de esclavitud por nueve años y que cumplidos, lo llevase consigo al infierno”. La ventaja que, según la literatura de los inquisidores, habría obtenido Rodríguez en el sobrenatural negocio (en testimonio del cual el diablo le ofreció “una figura suya, estampada en un pergamino”) era “poder pelear con mil hombres; alcanzar las mujeres que quisiese por más pintadas que fuesen; el poder torear y jinetear sin riesgo alguno; ir y venir en una noche a esta ciudad y a otras partes, por muy lejos que estuviese y otros atroces y gravísimos acontecimientos, indignos de referirse por no ofender los oídos de los católicos”. El caso de Rodríguez, que la justicia moderna resolvería mandándolo al sanatorio, merece de la Inquisición mexicana que el penitente se exhiba con “vela verde en las manos, soga a la garganta, coraza blanca, abjuración de leví, doscientos azotes” y el conocimiento del infierno en vida, remando en las galeras de Terremate.49
Aquí me detengo a examinar el significado de este aspecto, el opuesto, el que se deja llevar por un abierto y declarado contrasentido que representa valores excesivamente “puritanos”, como si no faltaran hasta “beatas embaucadoras” para empañar el horizonte. Y es que el “diablo” se posesionó como historia oscura en la mentalidad de muchos novohispanos y más tarde de mexicanos decimonónicos (incluso, hasta nuestros días) con esa fuerza que hace creer sinfín de pasajes. Pero el diablo también se convirtió en un personaje indispensable en infinidad de representaciones que llegaron al teatro mismo. En los toros no fue la excepción. Incluso, existen pasajes como los de una célebre corrida efectuada allá por 1843 (sugiero la lectura a la décimo octava parte de mi NOVÍSIMA GRANDEZA DE LA TAUROMAQUIA MEXICANA). Sin embargo, recalca Picón-Salas: Lo bizarro y lo peregrino sirven a este juego, a la vez cortesano y erudito, que entretiene los ocios de la minoría. Asentada ya la vida en las capitales de los virreinatos, cerrado el ciclo épico de la Conquista, se superponen sobre la inmensidad semibárbara del medio americano estas formas de complejo refinamiento.50 49 50
Ibid., p. 116. Ib. P. 131.
48 Refinamiento que la literatura vino a consolidar, a reafirmar los significados de la presencia ajena y forzada de los españoles en territorios conquistados y colonizados. No les resultó fácil desembarazarse del “trauma” con que convivieron generaciones completas, las cuales se enfrentaban permanentemente pretendiendo ocupar orgullosamente el papel protagónico, mismo que se encargaba de dirigir las conciencias hasta lograr el derecho de la libertad con la independencia, espacio que liberó a nuestros antepasados del pesado yugo de verse y sentirse representado por figuras ajenas, con las que, a contrapelo apenas si se logró algún avance significativo, en el entendido de que el carácter mexicano buscaba un mejor papel en el escenario. Este libro: DE LA CONQUISTA A LA INDEPENDENCIA, aunque viejo postulado, sigue vigente en el mar de las explicaciones sobre lo que fueron ayer, y sobre lo que somos hoy, ese conjunto de pobladores del espacio geográfico americano, forjados por un interminable número de circunstancias que afectaron -pero que también beneficiaron- su propio entorno. Cada nación, cada región también se han posesionado de un carácter propio, inconfundible a la hora de hacer el recuento necesario para valorar y decir que de cinco siglos para acá, la vida no ha representado un fracaso. Más bien, una afortunada respuesta de significados que nos constituyen, fundados en la rica experiencia, donde el sacrificio de muchos otros nos imprime suficiente fuerza para continuar, metidos en el proyecto que cada país busca día con día.
Pan y Toros. Año 1, N° 12, 22 de junio de 1896, p. 5.
49 UN CARTEL, CURIOSO ÉL; NOS REMONTA COMO VEO, A 1843 Y SU TOREO. EL EXMO. AYUNTAMIENTO ORGANIZA UNA CORRIDA DE TOROS EN 1843, PARA CELEBRAR “SU FELIZ RESTITUCIÓN”. Desde la creación del Ayuntamiento en la ciudad de México, esta institución dirigió sus propósitos al bien de la comunidad, afectada por una carga problemática y significativa. Fue así como el papel del Ayuntamiento giró en torno a los intereses económicos, y al uso que desde las diversiones públicas se hacía de ellos con fines políticos. La existencia del Ayuntamiento en la Ciudad de México fue de 1524 a 1928. Los primeros datos registrados se refieren a la traza de la ciudad y concesión de solares; posteriormente fue transformándose en un organismo de gobierno primordial para la ciudad, inmiscuyéndose en todos los asuntos posibles. Después vivió en un permanente salvamento de documentos que vivieron la angustia y la amenaza de desaparecer en medio de diversos atentados, hasta que ocurrió el famoso motín de mayo de 1692, en el que Carlos de Sigüenza y Góngora se convierte en el héroe que los recupera en medio del fuego y terminan siendo sometidos a riguroso registro y organización temática. Las diversiones públicas eran controladas por el gobierno, en el caso de la Ciudad de México, por el Ayuntamiento. Las prohibiciones en este ramo tienen muchas vertientes, una de ellas se refiere al temor que significaba para las autoridades el que la gente se divirtiera en lugares cerrados, lo privado no se puede controlar como lo público y no sólo en lo que a moral se refiere, también el pago de la licencia era primordial para las autoridades y en muchos sentidos lo que más le interesaba de las diversiones, aunque siempre cubierto con el velo de las buenas costumbres. Por eso, las diversiones públicas en el siglo antepasado tuvieron una rigurosa vigilancia del estado a través del Ayuntamiento de la Ciudad de México. No sólo se trataba de un control del espectáculo público por cuestiones morales y de seguridad, circunstancias de orden económico que impulsaban a la autoridad a pelear su inspección pues las ganancias para la institución por dispensar licencias eran jugosas. También procuraba intervenir en la parte de los beneficios económicos derivados de tales celebraciones, los cuales pudieron aplicarse fundamentalmente en la obra pública, e incluso para el apoyo de instituciones de beneficencia. En muchas ocasiones, hubo un permanente nexo entre las autoridades y los contratistas, y más tarde empresarios que organizaban importantes temporadas de toros, por lo cual previo acuerdo, se destinaba un porcentaje a obras públicas que si llegaron a utilizarse o tuvieron un buen fin, eso ya no me consta. Lo que es un hecho es lo que voy a contarles enseguida: una verdadera gema de la curiosidad. Resulta que en 1843 restituidas las funciones asignadas a los Señores Capitulares dentro del Exmo. Ayuntamiento, este no quiso dejar pasar el acontecimiento y organizó una corrida de toros, el domingo 19 de marzo en la plaza principal de toros de San Pablo. Recuperan su presencia como autoridad luego de haber padecido un escándalo en el teatro Nuevo México. El 7 de febrero de 1843 se presentó una función a beneficio (costumbre por la cual el empresario del teatro cedía parte de las ganancias de una noche al actor elegido) de la afamada actriz española María Cañete, quien posteriormente perdería el favor del público mexicano por haber accedido a presentarse ante ante los invasores norteamericanos, hecho que le costó inclusive el destierro voluntario temporal. El citado día se presentó la obra El Vizconde de Letorienes; María Cañete protagonizó el papel de una joven de 19 años, el asentista (nombre que recibía los empresarios de los espectáculos) del teatro era Manuel de la Barrera, a la sazón empresario o asentista también de la Real Plaza de toros de San Pablo. En el momento climático de la representación y
50 cuando la gente aplaudía a rabiar se escuchó un ¡fuera! dirigido indudablemente a la actriz, María Cañete se turbó e intentó retirarse pero ante la ovación de sus seguidores olvidó el altercado y siguió agradeciendo. Unos cuantos días después, el 10 de febrero en una nueva función, entre los vítores se escuchó por segunda vez el ¡fuera! aderezado con un ¡muera la Cañete! Ante esta descortesía la dama respondió disculpándose por la interrupción a la que se había visto obligada noches anteriores, pensando que los gritos a eso se debían, pero los insultos continuaron hasta que se hizo necesaria la presencia de la autoridad. El regidor Salvador del Conde llamó a los disipadores del orden para que hablaran con él, pero solo le respondieron “que nada tenían que ver con el que presidía, ni éste era autoridad alguna respecto de ellos, pues que son militares”.
Este es el cartel más cercano que he podido localizar con relación a la fecha aquí tratada. Tampoco se encuentra mencionado en la tira el nombre de la famosa actriz, la “Cañete”. Sonia Pérez Toledo (Coordinadora): Gran Baile de Pulgas en Traje de Carácter: Las Diversiones Públicas en la Ciudad de México del Siglo XIX. México, Archivo Histórico del Distrito Federal, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, S y G Editores, S.A. de C.V., 1999. 122 p. Ils., fots., facs., p. 99.
Esta respuesta desataría graves consecuencias, por un lado los militares reafirmaban su fuero y la prepotencia que le conferían sus grados en un momento en que la clase castrense se veía favorecida por los repetidos tiempos de guerra, y por otra parte, el Ayuntamiento se vería envuelto en una serie, a su juicio, de injusticias que lo obligarían a disolverse unos cuantos días después de lo narrado. En medio de un conflicto que no se resolvía, tuvieron que esperar al retorno del presidente provisional Antonio López de Santa Anna, quien mandó que el Ayuntamiento volviera a sesionar prometiéndole hacerle justicia. Los regidores recuperan sus derechos y Santa Anna se encargó de destituir al gobernador Luis Gonzaga Vieyra, además castigó a los militares que iniciaron el problema “después de haber probado que todo había sido obra del general Gabriel Valencia que se disgustó por no
51 haber conseguido á ningún precio un palco para el beneficio celebérrimo” El problema iniciado por un despechado aficionado que mandó a los oficiales a causar desórdenes en el teatro, tuvo un final feliz para el Ayuntamiento de la Ciudad de México que fue agasajado para celebrar su reunión con una opereta pastoril titulada “Por la virtud y candor se logra gracia y honor”. Además -no podía faltar- se efectuó una función de toros también en su honor cuyo cartel habla por sí mismo:
Cartel. Plaza de Toros. 19 de marzo de 1843. Archivo Histórico del Distrito Federal, Diversiones Públicas, Tomo 3, Núm. inventario 798, expedientes 110 al 203, 1843-1850.
52 Como ustedes pueden apreciar, hay una fuerte carga de elementos políticos que superan en importancia a las propias “compañías de toreros” quienes intervinieron para deleite, no solo del público asistente, también de las venerables autoridades quienes se autocelebraban y autoelogiaban sin ningún empacho. Pero el mayor interés en esos momentos era divertirse, no en andarse fijando si el Señor Capitular por aquí, o que si el Señor Capitular por allá... Pero haciendo a un lado el carácter político con el que se realiza la función, veamos quienes se sumaron al acontecimiento. Allí está la compañía que efectuó el “Gran paseo de Mecos, conduciendo a la América en triunfo...” alegoría ésta de regular tamaño que llevada en andas por los diablos de la función adquiría una connotación muy especial, pues al llevar una bandera blanca con las armas nacionales y lanzar al unísono un viva al Exmo. Ayuntamiento, aquello debe haber sido espectacular. ¿Qué representaba el conjunto aquel? Lo mismo pudieron ser angelitos que soldados, o una procesión de figuras mitológicas. Pero no, fueron los “mecos” alegoría “a lo faceto” que enriqueció el fulgor de espíritu libertario en que puede pensarse que a la América se la llevó -literalmente- el diablo. Pero la América llevada en hombros por los demonios se adjudicaba el placer de que quien la cargara no representaba fracaso; al contrario, el propósito era triunfar, y si el triunfo se acompañaba de las armas nacionales, tanto mejor. Acompañado el conjunto aquel bajo los acordes de una marcha militar adquiría proporciones de una gran ceremonia, misma que concluía al colocar la América en el centro del ruedo como seña de la consumación, aquí sí, de los probables malos augurios que todavía se daban al pensar el destino de este fuerte continente con señales continuas de libertad. Cuando el ambiente estaba exaltado, salió de inmediato un “toro embolado” costumbre que se remonta al siglo XVIII. Y a ese toro se enfrentaron los mecos que demostraron su barbarie, imagen al fin del infierno, colocando saetas con flechas en lugar de banderillas, para darle muerte -imagínense- con una macana de fuego. El cuadro, arrebatador que ha de ver sido aquello se acerca más a la edad de piedra que a la civilizada que ya viven en ese 1843. Pero, independientemente de los prejuicios debo anotar que la espontaneidad o naturalidad con que se daban aquellos festejos, en momentos de intensa búsqueda del ser, deben haber sido notables por las mil y un expresiones al interior del toreo, que con eso daba a notar su posición, relajada, si se quiere, pero posición liberada al fin y al cabo. Se eligieron para tal ocasión “seis toros de la acreditada raza de Atenco”, hacienda de importante hegemonía por aquellas épocas, puesto que era una de las pocas capaces en surtir de ganado en forma constante y segura. Ya lo vemos en este par de cartas que, mutuamente se envían D. José Juan Cervantes y D. Francisco Javier de Heras, empresario que fue de la de San Pablo hacia 1846, ya que ni en 1847 y 1848 hubo toros, debido a los efectos causados por la invasión norteamericana a la capital del país: Sr. D. Francisco J. de Heras Casa de U. Nov. 30 de 1848 Mi apreciable amigo Estimaré a U. tenga la bondad de decirme al Juez de esta 1º Si en las varias épocas que ha tenido U. negociación de Toros, es cierto que me ha comprado para las corridas ganado de la da
hac de Atenco pagándome desde 29 hasta 407 cabezas. 2º Si así lo ha verificado no solo en corto número sino comprándome partidas hasta de 200 toros. 3º Si esta se (tran) sin dificultad a los potreros q. U. ha tenido en las inmediaciones de México y se conserban en ellas del mismo a
modo interin no se necesitan p. las corridas. 4º Si por esto y por el conocimiento que las expresadas compras le han dado del ganado creo que sea de fácil realisación. Agradeceré a U. se sirva manifestarme sobre cada una de las anteriores preguntas mandando
53 o
la que guste a su afmo. am. q. B.S.M. José Juan Cervantes. Sor. Dn José Juan Cerbantes. Casa de U. y Dic. 1º/1848 Muy Sr. mío y apreciado amigo: en contestación a la que antecede debo decirle: que no solo lo gasté en la plaza de toros de mi propiedad en Necatitlán, sino también en la de San Pablo pagándole a U. pr. cada cabeza hasta el precio de 45 p.s En cuanto a la 2ª hemos contratado todo el ganado del cercado de Atengo que he necesitado para mis corridas, y espero de su amistad que me facilitare muy pronto cuanto necesite. En cuanto a la 3ª es cierta en todas sus partes. Respecto de la 4ª no solo tiene estimación preferente a otro ganado. p.a la lid, sino aun p.a el tajón por el incomparable sabor de su carne. Queda de U. afmo. y Atto S. Q.S.M.B. Francisco Javier de Heras (Rúbrica). Biblioteca Nacional, Fondo Reservado: Condes Santiago de Calimaya [B.N./F.R./C.S.C.] CAJA Nº. 35, exp.106s/n (f. 12v. y 13).
En seguida salió la compañía de toreros que también, independientemente de sus suertes convencionales, se encargó del “salto sobre un toro”, “poner un par de banderillas parado sobre un barril”, “matar sentado en una silla”, suerte ejecutada por un tal Clavería y una suerte excepcional en sí misma. Veamos de que se trata: “Poner con las manos un par de flores, para quitarlas con los pies” fue una más de las suertes ejecutadas la tarde del domingo 19 de marzo de 1843. La verdad, muy complicado el asunto pues siendo la suerte “de la rosa”, terminó con un pasaje similar a “la mamola”, nada más que la suerte referida se efectuaba “a porta de gayola”, soportando en las plantas de los pies una olla normalmente llena de ceniza o de yeso, lo cual ocasionaba que el encuentro inmediato del toro que salía al ruedo era de suyo “explosivo”. Abundando sobre las suertes de “la rosa” y “la mamola”, Roque Solares Tacubac nos dice:
La suerte de la “rosa”. En: Revista de Revistas. El semanario nacional, año XXVII, Nº 1439, 19 de diciembre de 1937.
54 SUERTE DE LA ROSA.-Entre las “suertes de cuarteos” (“recortes”) empleadas como lances para obtener aplausos, no como “remates” de lances aniquilando al toro, los toreros hispanos hacían uno denominado “a cuerpo escotero”, o sea sin llevar el capote. Tomaban la montera en la mano derecha y hacían el “recorte”. En el “centro de la suerte”, teniendo el toro doblado el pescuezo, intentando cornar, el torero ponía la montera sobre el testuz y la descendía a la frente y al hocico. En este remate siempre estaba de frente, viendo al toro. Los mexicanos modificaron el lance, dándole mayor vistosidad y peligro. A la modificación nombraron “suerte de la rosa”. Reemplazaron la montera por una rosa ficticia, hecha con papel. En el centro había un arponcillo, de menor tamaño que el de las banderillas, clavado en un palito de ocho centímetros y adecuado para que lo empuñase el torero. El comienzo de la “suerte” era igual al de la hispana, pero en “centro” de la misma, en el toreo a la mexicana, el diestro, haciendo media vuelta, daba la espalda al toro, a la vez que clavaba la rosa sobre el testuz. Ví en varias veces practicar esta suerte al banderillero potosino Inés Hernández alias “El Cuate”.
La suerte de “La Mamola”, vieja estampa de una práctica común en las plazas de toros. En: Revista de Revistas. El semanario nacional, año XXVII, Nº 1439, 19 de diciembre de 1937.
De la suerte de “hacer la mamola” apunta: Es “suerte” muy antigua. Tiene gracia y encierra peligro. Es necesario un toro “limpio”, no un marrajo ya toreado que sepa tirar cornadas. Si se “queda” el percance es seguro y casi siempre grave. Para hacer la “mamola”, el torero, antes de que abran el toril, se acuesta de espaldas al suelo frente a la puerta, a una distancia adecuada para ser visto por el toro en los momentos en que salga al ruedo. Levanta verticalmente las piernas, para sostener entre los pies una olla -”piñata”- llena con ceniza o
55 yeso. En esa postura espera la embestida. El toro rompe con el testuz el cacharro y la ceniza o yeso le baña la frente, ojos y hocico, y queda igual que si lo hubieran enmascarado. El torero es volteado hacia atrás por el topetazo, y da una machincuepa. Esa es la suerte de “hacer la mamola”. Tampoco podemos olvidar al Exmo. Ayuntamiento que ocupó un vistosísimo palco adornado regiamente, todo lo cual dejó huella de la magna celebración. En cuanto a quienes formaron el cartel, no podemos dejar de pensar en los hermanos Ávila: Luis, Sóstenes y José María, toreros que se encuentran en activo desde 1808 aproximadamente, pero que se mantendrán, por lo que a noticias se refiere, hasta 1857. El diestro español Bernardo Gaviño, por aquel entonces anda muy activo en la Puebla de los Ángeles, como lo revela el siguiente dato: 1842 PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. (El Siglo XIX, No. 171, del domingo 27 de marzo de 1842). Para esta tarde: Función a beneficio de la Cía de Gladiadores (la cuadrilla de Bernardo Gaviño). Habiendo sido contratada esta compañía para dar 14 funciones en la ciudad de Puebla, ha dispuesto para esta tarde su última corrida en esta capital, dedicada al público mexicano. Los toros que se han de lidiar son escogidos a toda prueba. Se ejecutarán varios lances, difíciles y peligrosos; los coleadores darán más realce a la función, ejercitando su destreza con dos toros que se tienen separados para el efecto. Un toro luchará con los perros que se le echen; y ocho figurones montados en burro y a pie, picarán, banderillearán y matarán otro toro. 1843 PLAZA DE TOROS PRINCIPAL DE PUEBLA, PUE. Bernardo Gaviño funge como empresario de la misma, comprometiéndose a cumplir un contrato de seis meses, a partir de noviembre de dicho año, tiempo en el que, seguramente actuó durante varias tardes.
Pero el conjunto de toreros mexicanos, como el ya conocido Clavería, probablemente Andrés Chávez, y las mojigangas comunes en aquellas épocas, daban sustento al espectáculo que adquiría fuerza y relevancia, preparándose todavía para los tiempos en que, al estreno de una nueva plaza, la del Paseo Nuevo en 1851, la tauromaquia mexicana alcanzaría lo mejor de su expresión, sin duda, también apoyada y fomentada por el Ayuntamiento, institución encargada de las autorizaciones, pues “el pago de la licencia era primordial para las autoridades y en muchos sentidos lo que más le interesaba de las diversiones, aunque siempre cubierto con el velo de las buenas costumbres”.
56 INTERPRETACIONES DIVERSAS SOBRE UN CURIOSO CARTEL DE FEBRERO DE 1860. Andrés Chávez o Cháves51 siendo oriundo del estado de Puebla, gozó del favor del público de aquel rincón provinciano, además de contar con el privilegio de poderse mover a sus anchas en su propio “feudo” taurino. Favorito de la afición angelopolitana durante un buen número de años, también remontó el propio terreno de dominio y sumó más de alguna actuación en la Real Plaza de toros de san Pablo, en la ciudad de México hacia 1851 y 1852. Es evidente que cierta campaña publicitaria es aprovechada para plasmar en los carteles respectivos un conjunto de hazañas y prodigios, pero también para congraciarse y darse algunos baños de pureza que persiguen, finalmente sentirse solapados, “chiqueados” por todos aquellos taurinos que pudieron atestiguar una escenificación como la que se mostrará más adelante. Funcionaba en Puebla una plaza que era réplica en nombre a la que entonces daba corridas en la capital del país: Plaza de toros del Paseo Nuevo.52 Metiéndonos en materia diré que cuento con copia de un cartel que anunciaba la corrida celebrada el domingo 11 de febrero de 1860. El “capitán de la compañía”, a la sazón Andrés Chávez, además de Vicente Guzmán, a caballo y el sobresaliente banderillero Félix Carrillo, junto con toda la compañía de picadores y banderilleros, así como de la trouppe que haría las delicias con la mojiganga LA POLKA INFERNAL, intervinieron en aquel festejo seductor. Andrés elogia al “apreciable maestro cuanto inteligente Capitán D. Bernardo Gaviño” con quien actuó anteriormente, en calidad de “chulillo”, seña de que el gaditano se presentaba frecuentemente por aquellos rumbos y se le tenía en alta estima, porque era, además de todo, quien tenía buena parte del control en el centro del país, y moverse sin estar bajo la égida del español, seguramente no garantizaba gran cosa. El torero Chávez se enfrentó a seis toros de la hacienda de Rabozo, mismos que fueron distribuidos entre la compañía quien ejecutó distintas suertes anotadas en el cartel a nuestro alcance. En su contenido saltan una y otra vez a la vista las fascinantes invenciones que fueron capaces de recrear todos aquellos quienes intervinieron en el festejo, al cual asistió como invitado de honor el Exmo. Sr. Presidente de la República don Miguel Miramón,53 quien los honró con su presencia, presencia de tan alta investidura que fue 51
Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España. 1519-1969. México, Editorial Siqueo, 19691978. 2 V. Vol. 2, p. 656. ANDRES CHAVEZ. Nació en Puebla, Pue., y actuó con regularidad a mediados del siglo XIX. estuvo con Bernardo Gaviño en 1844, y en 1851 ya era muy conocido, siendo contratado para torear en la ciudad de México, en la plaza de "San Pablo". El 9 de noviembre de ese año, los programas anunciaban que debía matar un toro estando hincado en el suelo, y el 1o. de febrero de 1852, en la misma plaza debía matar otro toro estando sentado en una silla tras haberle clavado varios pares de banderillas de 3 pulgadas de largo. Luego estuvo varios años con Mariano González "La Monja" y Pablo Mendoza, hasta que en 1860 formó su propia cuadrilla y empezó a actuar de primera espada, sobre todo en Puebla, durante algún tiempo. Antes de continuar, sólo deseo aclarar que la plaza del Paseo Nuevo se inauguró el 23 de noviembre de 1851. 52 Lanfranchi: La fiesta brava en.., op. cit., p. 762. Plaza del Paseo Nuevo. Construida de piedra y madera, con cupo para ocho mil personas, fue estrenada por Bernardo Gaviño el domingo de Pascua de 1840. Duró casi 100 años teniendo que ser reedificada casi totalmente varias veces en este lapso de tiempo, pues en más de una ocasión, ya fuera por incendios en épocas de guerra (1847, 1863 y 1911), o por derrumbes ocasionales (1849), o por violencia de los espectadores descontentos (1895, 1901, 1902 y 1936), sufrió muy serios desperfectos en su estructura, hasta que en el mes de junio de 1937 fue definitivamente demolida. 53 En realidad, el General Miguel Miramón, fue uno más de los que ocuparon el poder de modo efímero en momentos en que el país se debatía en aquella guerra de los tres años, que tuvo su último capítulo el 25 de diciembre de 1860, cuando por la mañana de aquel día entraron en la capital del país las primeras tropas de González Ortega, y el 1º de enero de 1861 hizo su entrada triunfal el ejército liberal. La causa constitucionalista
57 común en buena cantidad de festejos, recordando que hicieron lo mismo el propio Lic. Benito Juárez -reconocido antitaurino que para bien, o para mal asistió a algunos festejos-,54 el había conseguido la victoria después de tres años de lucha. Fue así como en 1861 se inició con el triunfo de la revolución de Reforma y con éste el establecimiento en la capital del imperio de la constitución. Otros presidentes que asistieron a los toros: General don Antonio López de Santa Anna General don Anastasio Bustamante General don Nicolás Bravo General don José Joaquín Herrera General don Ignacio Comonfort Don Félix Zuloaga. 54 En la plaza de toros.Imaginemos de pronto, el ingreso a la plaza de toros del Lic. Benito Juárez acompañado de su Sra. Esposa Da. Margarita Maza de Juárez. En la plaza vemos a los más insignes personajes, como los más desagradables individuos quienes han hecho de nuestra nación la viva imagen de su circunstancia. Antes de hacer comentarios generales, quisiera presentar una pequeña relación de festejos donde vemos presente al oaxaqueño en corridas de toros. -27 de enero de 1861. Plaza de toros del Paseo Nuevo. Gran Función extraordinaria dedicada al Exmo. Sr. Presidente interino de la República D. Benito Juárez quien la honrará con su presencia. Toros de Atenco. Bernardo Gaviño y su cuadrilla. Graciosa mojiganga y magníficos juegos artificiales dirigidos por el afamado pirotécnico D. Severino Jiménez. -9 de noviembre de 1862. Plaza de toros del Paseo Nuevo. Corrida a beneficio de los Héroes de Puebla. Cinco toros escogidos de Atenco para la cuadrilla de Pablo Mendoza. Dos para el coleadero y el embolado de costumbre. -22 de febrero de 1863. Plaza de toros del Paseo Nuevo. Gran corrida de toros a beneficio de los hospitales militares de la Santísima y de las Vizcaínas. Cuadrilla de Pablo Mendoza. -3 de noviembre de 1867. Plaza de toros del Paseo Nuevo. Beneficio de los damnificados del huracán en Matamoros. Cuadrilla de Bernardo Gaviño, toros de Atenco. Toro embolado, mojiganga y toros para el coleadero. Como se ve, quienes iban a mostrarse tan contradictorios de la fiesta no desdeñaban entonces usarla como instrumento para agenciarse recursos financieros con los cuales sostener su lucha (Benjamín Flores Hernández). Ya metidos en considerar qué tan sincero haya sido Juárez o no con la fiesta, vayamos a conocer algunos testimonios que lo califican como antitaurómaco. Tal consideración la encontramos expuesta por un periodista, pero uno de la fuente taurina, el Dr. Carlos Cuesta Baquero cuyo anagrama lo identifica como "Roque Solares Tacubac". Refiriéndose a Julio Bonilla, otro periodista -creador del "Arte de la Lidia" en 1884- comenta: Era (J. Bonilla) asiduo concurrente a las corridas que desde el año de 1867 en adelante eran efectuadas en los pueblos inmediatos, relativamente, a la ciudad de México. Eran en Cuautitlán, Tlalnepantla, Texcoco, Amecameca, Zumpango y otros. También en la ciudad de Toluca, capital del Estado de México. No las había en la metrópoli y en la jurisdicción del Distrito Federal, POR TENERLAS PROHIBIDAS EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA, LICENCIADO DON BENITO JUAREZ, QUIEN FUE ANTITAUROMAQUICO, A PESAR DE QUE A VECES RECURRIO A "LOS TOROS" para arbitrarse dinero destinado al sostenimiento de hospitales militares, cuando el heroico asedio que sostuvo la ciudad de Puebla en el año de 1863. La contradicción a la que he orientado esta tesis puede tener dos causas básicas: 1.-Que de verdad Juárez haya sido antitaurino y sólo se prestara para consolidar con su presencia una serie de festejos benéficos. 2.-Que resultara ser uno de los adoctrinados, bien por los liberales, bien por la prensa (o condicionado por ésta). Con todo esto: ¿Qué pudo ver Juárez en todo aquel colorido espectáculo?
58 emperador de México Maximiliano, sin olvidar a Zuloaga, Bustamante o al mismísimo Santa Anna. Si bien, el anuncio del festejo de siempre me ha parecido un adelanto de las maravillas que habrían de darse a partir de la hora señalada para el comienzo, quiero pensar que la improvisación con que efectuaban dichas demostraciones enriquecía aún mas el contenido de las notas previas de aquellos espectáculos alucinantes en sí mismos. Eran formas de expresión que tuvieron sus mejores momentos precisamente durante el auge de Bernardo Gaviño, pero también de otras figuras como el propio Andrés Chávez. Conocemos evidencias palpables de formas de expresión tan sintomáticas ya, desde fines del siglo XVIII, que alcanzaron a desarrollarse hasta la siguiente culminación secular, la del XIX, bajo el imperio y la decadencia de Ponciano Díaz con el que todavía se alcanzó a dar ¿Repugnancia, aberración, barbarie o la oportunidad de fortalecer la ideología más recomendable por entonces a los ambiciosos proyectos de tener un México metido a trabajar en el progreso? Entre sus puntos más importantes, ¿qué dice la Ley de dotación del Fondo Municipal de México? Benito Juárez, presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, a todos sus habitantes, sabed: Que en uso de las amplias facultades de que me hallo investido, he tenido a bien decretar la siguiente LEY DE DOTACION DEL FONDO MUNICIPAL DE MEXICO Art.1.- El ayuntamiento de México, además de sus propios, queda dotado con los arbitrios que establece esta ley, conforme a la cual se cobrarán desde 1o. de Enero de 1868, cobrándose entretanto los establecidos en las leyes anteriores. Entendemos por "arbitrios" y su dotación el hecho de contemplar impuestos o contribuciones cuyo destino era controlado por la secretaría de Hacienda de aquel entonces. En distintos apartados se van comprendiendo Mercados, Fiel Contraste, Licencias para obras, Aguas. Derechos municipales sobre los frutos y efectos que se introduzcan a la capital, contribución predial, derecho de patente, expendio al menudeo de licores, cafés y fondas. Incluidas van las pulquerías, panaderías, casas de empeño, fábrica y expendios de tabaco, carruajes de particulares; carruajes de alquiler, vacas de ordeña hasta que llegamos a las Diversiones públicas. Art. 82: Si el espectáculo se daba es porque debió ser controlado con las licencias respectivas. Art. 83: El público pagaba las "altas cifras" que luego tanto recriminó la prensa aduciendo que "agrava la miseria de las familias pobres, que por acudir al espectáculo, se quedan sin el sustento de varios días". He allí la forma en que congenian estos argumentos con el decreto que prohíbe las loterías o rifas públicas del 28 de junio de 1867. Art. 86: El 17 de noviembre dio inicio la "primera función de toros de la temporada". Temporada es sinónimo de abono y es muy probable que el empresario que bien pudo ser el propio hermano de Bernardo Gaviño, Manuel, haya cumplido con los requisitos de este artículo. Art. 87: En el fondo, dos son los resortes que mueve a tal decisión: i)Un sentido que estrictamente nace de la razón "impuesto" ó gabelas, y ii)Dispendio que causaban las funciones taurómacas entre las clases bajas fundamentalmente. El art. 100 dice a la letra: Se aplican a los fondos municipales, los productos del derecho creado por decreto de 13 de Febrero de 1854, sobre las licencias que expedirá la autoridad política o municipal, conforme a sus respectivas atribuciones, con arreglo a dicho decreto y esta ley. Las licencias se extenderán en papel común, con solo el sello de la oficina; no se expedirán, sin que los interesados acrediten haber pagado previamente el derecho en la recaudación municipal; y continuará sin efecto lo dispuesto en aquel decreto, acerca de los letreros y de las diversiones públicas. Las notas nos sugieren que el 13 de febrero de 1854 hubo unas disposiciones similares a la de noviembre de 1867.
59 aquella turbulencia expresiva,55 digna del mejor de los teatros, porque el sustento principal fue la invención, la creación efímera que hizo de todos y cada uno de aquellos espectáculos una manifestación auténtica de libertad, en primera instancia; de caos en un segundo término. Libertad fue el propósito político por emanciparse del control español; caos, la forma que marcó el rumbo de ese propósito, tantas veces alterado por la ambición del poder. 56 Pero ambos conceptos: libertad y caos los hizo suyos el toreo del México decimonónico y ya vemos qué tanto se enriqueció en medio de aquel ambiente. Así que, no es casualidad que demostraciones tales como: colocación de moñas de color por parte de los picadores en cada “piquete”; la suerte de varas no desde el caballo sino el picador montado desde otro toro; el aderezo con rosas en la frente. El matar un toro a caballo, banderillas con la boca, la suerte suprema, teniendo como punto de referencia una silla, al viejo estilo de Martincho que vio Goya en Zaragoza. Y desde luego el ya común toro embolado, “de costumbre”, que encohetado serviría para efectuar la mojiganga respectiva. Todo esto no era más que un pequeño repertorio de las mil y un recreaciones de que fueron capaces aquellos inventores de la autenticidad taurómaca mexicana en el siglo que nos antecede. Y bien, demos paso a la función para conocer un perfil más de esta libertad y caos al mismo tiempo que gozó, muy en lo particular la afición de Puebla, aquel 11 de febrero de 1860. He aquí el cartel original y detalles del mismo:
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Véase: APÉNDICE DOCUMENTAL. DESMENUZAMIENTO DE LA CARTELERÍA Y MUESTRARIO COMENTADO en este mismo trabajo. 56 Mario Moya Palencia: El México de Egerton. 1831-1842. Novela. 1a. reimpr. México, Miguel Angel Porrúa, 1991. 730 pp. Ils., retrs., maps., pp. 198-199. Así tiene usted que el primer vicepresidente, don Nicolás Bravo, se rebeló, aunque sin buen éxito, contra el presidente Victoria; que el segundo presidente don Vicente Guerrero, llegó al poder gracias a una revuelta iniciada por Santa Anna, pues había perdido las elecciones; que el vicepresidente Anastasio Bustamante depuso poco después por las armas a Guerrero; contra el tirano Bustamante se rebeló Santa Anna y consiguió el poder, que dejó ejercer temporalmente al vicepresidente Gómez Farías sólo para derrocarlo después y regresar a la silla; y ya no sigo hasta el día de hoy, pues aunque la Constitución Federal fue sustituida por las Siete Leyes centralistas en 1836, los pronunciamientos no se detuvieron, porque ya el ejército y los políticos estaban acostumbrados a que la fuerza se había convertido en el poder electoral. ¡Todo, en gran parte, a causa de un sistema representativo vicioso e inadecuado!
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Col. del autor.
61 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO BRILLANTE FUNCIÓN A BENEFICIO DEL CAPITÁN DE ESTA COMPAÑÍA ANDRÉS CHÁVES. Para la tarde del domingo 11 de febrero de 1860 La que honrará con su asistencia el Exmo. Sr. Presidente de la República DON MIGUEL MIRAMÓN. Al dedicarme la empresa la tarde de este día para mi beneficio, solo he pensado ver de la manera que me sea posible como satisfago los favores que he recibido del indulgente cuan bondadoso público de esta hermosa ciudad. No es esta la primera vez por la que me encuentro obligado a tal satisfacción, pues recuerdo que cuando en esta misma plaza fui presentado con el carácter de Chulillo bajo la dirección de mi apreciable maestro cuanto inteligente Capitán D. Bernardo Gaviño; este público repito, acogió con benevolencia mis primeros trabajos, y al encontrarme ahora, capitaneando esta compañía veo con agradecimiento que he sido bien recibido y por lo mismo contando con la buena disposición de mis compañeros, no omitiré gasto de ninguna clase ni menos trabajo por difícil que sea, pues todos aspiramos a poseer el aprecio de los indulgentes poblanos y al lograrlo quedarán satisfechos los deseos de Andrés Cháves. La función está arreglada bajo el siguiente: PROGRAMA 1º.-Luego que S.E. ocupe el lugar correspondiente, comenzará la función, tocando las músicas militares divertidas y escogidas piezas. 2º.-Después de impenetrado el permiso respectivo se procederá a la lid de SEIS SOBERBIOS TOROS escogidos de la famosa y acreditada raza de la hacienda de Rabozo. 3º.-Después del primer toro de muerte seguirán los restantes, en los que mis compañeros ejecutarán las suertes siguientes. El segundo toro será adornado por los picadores con una moña de color que le pondrán en cada piquete. Uno de los picadores, montado en un toro ensillado picará a otro de los de la lid. Un toro de los de la lid, será aderesado con rosas en la frente, que le pondrá un banderillero con los pies. Vicente Guzmán matará un toro a caballo. El diestro banderillero Félix Carrillo banderillará con la boca. Por último el beneficiado sentado en una silla, dará muerte a un toro, cuya posición es tan difícil como arriesgada. 4º.-Para amenizar la función habrá un toro encohetado y embolado, que será jugado por una muy divertida mojiganga, cuyo título es: LA POLKA INFERNAL En la que se presentará varias figuras que serán incendiadas a la vez que el toro con unos bonitos fuegos artificiales. Dicho toro será banderillado y le dará muerte Tranquilino Fernández, subido en zancos. La función terminará con el sexto toro de muerte. Pagas.-Lumbreras por entero con ocho boletos 5 p.s.-Boletos sueltos para lumbreras 5 R.s.-Sol 2 R.s..-Niños media paga.
Sobre Andrés Cháves ya no se supo más.
62 EN LA CONFECCIÓN DE LOS CARTELES, BERNARDO GAVIÑO DEFINE UN ESTILO FASCINANTE, PROPIO DE LOS MEJORES AUTORES DE FICCIÓN. Bernardo Gaviño no es una casualidad para la historia taurina en el México del XIX. Su presencia perfila el destino de aquel espectáculo matizado por la invención permanente y efímera al mismo tiempo, en la que una corrida era diferente a la otra, presentando diversidad de cuadros que hoy pudieran resultarnos increíbles por su riqueza de contenido. En medio de aquel ambiente, Gaviño protagonizaba como actor, el papel principal, permitiendo que la fiesta discurriera deliberadamente tal y como lo anunciaban los carteles. Y aquí una muestra: el 2 de diciembre de 1866 se efectuó en la plaza de toros del PASEO NUEVO la gran función extraordinaria a Beneficio de Bernardo Gaviño, acompañado de su cuadrilla, lidiando toros de muerte de la muy acreditada hacienda de Atenco. Además: un torete para la mojiganga denominada: UN CASAMIENTO DE INDIOS EN TEHUANTEPEC. Banderillas a pie por el beneficiado, alternando con los picadores. Banderillas a caballo. Magníficos FUEGOS ARTIFICIALES, por el hábil pirotécnico D. Severino Jiménez. Todo esto acompañado de la siguiente justificación del gaditano:
Col. Del autor.
“Siempre que llega un día como el de hoy, quiero decir, el día de mi beneficio, acudo a mi imaginación para poder confeccionar un anuncio que merezca el ser, ya que no de alguna capacidad para expresarme como hombre instruido, al menos para manifestar al respetable público de esta Capital, lo agradecido que le estoy en los largos años que me ha favorecido con su presencia, cada vez que me he presentado a trabajar en mi difícil y arriesgado arte de Tauromaquia; pero por más esfuerzos que hago para ello, no encuentro las palabras, y es tanto lo que me confundo, que me quedo sin decir nada. “Por la misma razón, y creyendo, de que tanto mis amigos como el público en general, a quien dedico este beneficio, habrán comprendido lo que yo no puedo explicarlo, (por lo que) pongo punto final, y pongo á continuación el siguiente programa y ORDEN DE LA FUNCIÓN: 1º.-Se dará principio á la corrida con TRES ARROGANTES Y BRAVOS TOROS DE MUERTE
63 de la hacienda de ATENCO 2º.-Concluida la lid del tercer toro, se procederá al COLEADERO DE TRES NOVILLOS para el efecto. Estos serán coleados por parejas, y el que lograre el dar CAIDA REDONDA tendrá un PREMIO DE UNA FLOR, conteniendo su respectivo ESCUDO DE ORO. 3º.-Se procederá á la presentación de la graciosísima MOGIGANGA, denominada: UN CASAMIENTO DE INDIOS EN TEHUANTEPEC, la que lidiará un BRAVO TORETE de la misma hacienda de Atenco, y el cual será matado por la Novia India. 4º.-A continuación de la conclusión de la mojiganga, se lidiarán á muerte los Toros que se puedan mientras durare la luz del día. 5º.-Cuando ya la luz del día haya terminado, SE ILUMINARÁ LA PLAZA con hermosos FUEGOS DE BENGALA, HACHONES DE VIENTO, y FAROLES en los tránsitos de las lumbreras; e inmediatamente se empezarán á quemar los magníficos FUEGOS ARTIFICIALES, con lo que terminará la función. El beneficiado pide indulgencia á sus amigos y al público en general que asista a esta función, á Lumbreras y tendidos de Sombra, por el aumento de dos reales en la entrada que hace en esta corrida, por motivo de haber tenido que erogar gastos muy crecidos para presentar una diversión que cree ser del agrado de sus favorecedores; si lo logra, nada más le queda que desear á Bernardo Gaviño. Por otro lado, el quehacer de Bernardo Gaviño, fincado en bases auténticamente españolas, se mezcla con las formas mexicanas, tipificadas en expresiones del toreo campirano nacional, manera muy propia de charros y vaqueros en pueblos, ranchos y haciendas del interior. Si a ello agregamos el significado nuestro de hacer el toreo de a pie, estamos viendo una combinación que seguramente llenaba de gozo y felicidad -efímeras, al fin y al cabo- las plazas de toros. Dicho estereotipo predominó con amplia libertad en las plazas donde fueron a conocerse tales concepciones de expresión taurómaca. Sintamos el ambiente acudiendo a la corrida efectuada el 3 de noviembre de 1867. Para entonces, la restauración de la República ha resonado con agitados golpes de esperanza, proporcionando al país las posibilidades de reubicación luego del incómodo pasado que convirtió a México independizado en cisma por un lado; en instrumento del poder, por el otro. Ello a causa de la pugna de grupos por el poder. Pues bien, para ese día 3 de noviembre de 1867, se anunciaba una majestuosa corrida de toros en estos términos: Plaza de toros del PASEO NUEVO Extraordinaria y grandiosa función, á beneficio de los desgraciados que han sufrido las
64 consecuencias del horroroso huracán e inundación de Matamoros, y otras poblaciones mexicanas de las orillas del Bravo, a la cual asistirá el Presidente de la República, C. BENITO JUÁREZ. Para el domingo 3 de noviembre de 1867. CUADRILLA DE BERNARDO GAVIÑO Cinco arrogantes y bravísimos toros de muerte de la sin rival hacienda de Atenco.-Un torete de la misma raza para la divertidísima mojiganga denominada: EL CONVIDADO DE PIEDRA Y DOÑA INES.-Ocho toros para coleadero, por parejas, con su premio para el que logre dar caída redonda, invitando para esta diversión a todos los aficionados que quieran tomar parte.Toro embolado para los aficionados, el que saldrá adornado, tanto en la frente como en la cornamenta, con monedas de plata para los que las tomen.-Gran partimiento ó despejo de plaza, por uno de los mejores cuerpos de la guarnición. La Junta establecida en esta capital para procurar socorro á las familias desgraciadas que se han quedado sin recursos en Matamoros y otras poblaciones mexicanas de las orillas del Bravo, casi destruidas por el Huracán, ha organizado una brillante función de toros cuyos productos están destinados a este objeto. Los propietarios de la plaza y el dueño de los toros, se han prestado generosamente á ello, y lo mismo ha hecho el simpático y popular jefe de la cuadrilla D. Bernardo Gaviño con su desprendimiento acostumbrado. La junta espera que el público acudirá solícito a esta función, que tiene por objeto enjugar las lágrimas de muchos infelices que se han quedado sin pan y sin abrigo. ORDEN DE LA FUNCION 1.-Tan pronto como se presente en su palco el C. Presidente de la República se procederá al GRAN DESPEJO O PARTIMIENTO DE PLAZA 2.-Una vez despejado el redondel, se procederá a la lid del primer Toro de muerte. 3.-Dará principio el Coleadero por parejas, y al que diere caída redonda, se le entregará un ramito con escuditos de oro. 4.-Toro de muerte lidiado por la cuadrilla. 5.-Otros dos toros de cola por dos parejas, con premio. 6.-Toro de muerte lidiado por la cuadrilla. 7.-Otros dos toros de cola por pareja, con premio. 8.-Toro de muerte lidiado por la cuadrilla. 9.-Otros dos toros de cola por pareja, con premio. 10.-Toro de muerte lidiado por la cuadrilla. 11.-Graciosísima mojiganga denominada: EL CONVIDADO DE PIEDRA Y DOÑA INES Con acompañamiento de Esqueletos, Diablos, etc. 12.-TORO EMBOLADO Para los aficionados, el que llevará de ofrenda en la frente y cornamenta, Monedas de plata para el que logre cogerlas. PRECIOS DE ENTRADA Lumbreras por entero para ocho personas Entrada general a sombra Entrada general a sol
$ 100 10 02
La plaza estará magníficamente adornada interior y exteriormente. Por la junta central de socorros.-General Felipe Berriozabal, Rafael Martínez de la Torre.-M. M. de Zamacona.Agustín del Río.-Manuel Saavedra.-General Manuel González.-Vicente Riva Palacio.-Anselmo de la Portilla.-Ramón Guzmán, Secretario.-Francisco Espinosa, Secretario.-Jesús Fuentes
65 Muñíz, Tesorero. Las puertas de la plaza se abrirán a la una de la tarde, y la función empezará a las tres y media. NOTA.-Los boletos se expenden desde la víspera de la función, en el Puente de San Francisco junto al núm. 4; y en las casillas de la plaza el día de la función desde la una.
No podía ser mejor la muestra donde se concentran los esquemas en que se comprende el alcance y magnitud de la fiesta taurina, en los precisos momentos de su amenazado tránsito, que 25 días después de esta corrida, se vio consumado al aplicarse la medida de prohibición.
Inserción publicitaria en la prensa de la época.
66 RESEÑA A LA MOJIGANGA: “UNA FIESTA EN IXTACALCO”, efeméride ocurrida el 14 de noviembre de 1886.
PLAZA DE TOROS DE TLALNEPANTLA Gran Acontecimiento taurino. Grandiosa corrida de toros que tendrá lugar la tarde del domingo 14 de noviembre de 1886. BENEFICIO del popular espada Ponciano Díaz. Cinco hermosos y arrogantes toros de la acreditada ganadería de Parangueo del estado de Guanajuato, superiores en ley y bravura a los de esta misma raza, que con tan buen éxito se lidiaron en la plaza del Huisachal el 2 de mayo de 1886. Banderillas a caballo. Salto de la Garrocha. Muerte a un toro en zancos. Suertes nuevas. La corrida ha transcurrido sin demasiadas alteraciones, hasta que aparece en el ruedo de la plaza de toros de Tlalnepantla la mojiganga anunciada al efecto, que por cierto causó gran hilaridad entre la numerosa concurrencia. En México son muy conocidos los tipos que figuran en todas las fiestas de los naturales y por lo tanto está demás hacer un detalle completo de “Una Fiesta en Ixtacalco”. Sí diremos que el tipo de la novia fue muy bien caracterizado por el conocido diestro Jesús Blanco, lo mismo que el del Cura que, como lo decía el programa, estuvo a cargo del arriesgado Guadalupe Sánchez, que salió victorioso en su empeño. A la debida señal de la Presidencia se dio suelta a un torete josco, bragado, de muchos pies. Fue picado con burros, propinando los consiguientes costalazos. Chuchita Blanco le adornó el morrillo con tres buenos pares de banderillas pequeñas a la media vuelta y en zancos, lo mandó a la eternidad mediante un modesto costalazo. Todo fue muy aplaudido y terminó la función entre las risotadas y gran entusiasmo de los espectadores.
Hasta aquí con los datos que nos reporta El arte de la Lidia, año III, Nº 6 del 21 de noviembre de 1886. Como vemos, la interesante diversión de las mojigangas seguía siendo un complemento importante en las corridas de toros efectuadas en unos momentos en los que la fiesta de toros practicada en México, bajo un sello eminentemente nacionalista, vive ya la seria amenaza de ser desplazada por el nuevo empuje del toreo de a pie, a la usanza española, en versión moderna que se ha depositado desde el 25 de enero de 1885, cuando José Machío tuvo la oportunidad de presentarse en la plaza del Huisachal, estoqueando toros de San Diego de los Padres. La “fiesta en Ixtacalco” es una representación tan parecida a aquella otra denominada “Una boda de indios en Tlalnepantla”, donde destaca el sencillo sabor indígena que trasciende una forma de culto por lo mexicano, como los siguientes dos ejemplos: DOMINGO 11 DE OCTUBRE DE 1863 (PLAZA DEL PASEO NUEVO, D.F.) Cuadrilla Mendoza. Dada muerte al tercer toro, saldrán DOS CABALLOS RELAJOS CON SUS GINETES ENCOHETADOS, imitando á un apache y a un Charro, y una vez dados fuego, se les echará un
67 SOBERBIO TORO. Concluido que esto sea, al mismo toro se le echarán UNOS VALIENTES PERROS CON SUS GINETES, los que trabarán una SANGRIENTA LUCHA, y de la cual han de salir victoriosos. Otro intermedio lo cubrirán Dos Toros para el Coleadero y terminado que sea presentaré un hermoso LEON TEHUANTEPECANO, el cual en una de las próximas corridas luchará con un bravo y arrogante toro, concluyendo el todo de la función con los dos toros de muerte restantes, y el TORO EMBOLADO de costumbre para los aficionados, el que llevará un tapaojo adornado con MONEDAS DE PLATA, ATADAS CON LISTONES. Si en la presente corrida lograré como otras veces, que quedasen complacidos mis favorecedores, es á lo único que aspira Pablo Mendoza. DOMINGO 29 DE NOVIEMBRE DE 1863 (PLAZA DEL PASEO NUEVO, D.F.) Cuadrilla de Bernardo Gaviño. INTERMEDIO MUY DIVERTIDO Y NUNCA VISTO EN MÉXICO. Un intermedio divertido, nominado: UNA BODA EN TEHUANTEPEC, O SEA UN CASAMIENTO EN HOSCHIMALAPA. El cual, después de lo mucho que divierta, aumentará la risa tanto por sus estrañas figuras cuanto porque para ello he encargado un bravísimo torete de tres años, que nada dejará que desear al respetable público que concurrirá. Concluyendo la función con un TORO EMBOLADO para los aficionados.
¡Vaya un torito planchado”. Grabado de Manuel Manilla. Col. del autor.
Y como era costumbre, generalmente salía a la arena un torete, o un becerro de la misma ganadería contratada por la empresa. Resulta interesante poder conocer uno más de los intensos capítulos en los que la diversión taurina se extendía por territorios lúdicos maravillosos que así como llegaron, así también desaparecieron, lentamente. Dichas representaciones rememoran el pasado indígena, y no dejan escapar la posibilidad de afirmar la presencia de nuestras raíces más profundas en el panorama histórico, sobre todo, durante el régimen porfirista (recuérdese que el General Porfirio Díaz, como Presidente de la República, estuvo al frente de los destinos nacionales primero del 5 de mayo de 1877 al 30 de noviembre de 1880. En una segunda etapa, en la que "el sufragio efectivo, no reelección" ya no tuvo efecto, se encargó de los destinos del país desde el 1º de diciembre de 1884 y hasta el 25 de mayo de 1911, circunstancia que se tradujo en seis reelecciones).
68 Se afirmaron, como decía, no por el hecho de resultar una condición favorable al gobierno, sino porque este cuidaba que ya no aparecieran los “indios” bajo una imagen deteriorada, resultado del atraso económico que iba a contrapelo del avance económico que alcanzaba el gobierno encabezado por el general oaxaqueño, mismo que buscó allegarse -para una mejor imagen- la presencia europeizante y de progreso que mostró en ciertos aspectos reflejados en formas de expresión social. El Gral. Porfirio Díaz era afecto a las corridas de toros. Incluso se dice que en sus años mozos "echaba capa". Asistió en distintas ocasiones a corridas y eso de que "afianzaría su imagen de reformador que sacaba a México de la barbarie para colocarlo en la comunidad de las naciones occidentales" no es directamente un reflejo brotado de aquellos grupos asistentes a las fiestas toreras. Sí del panorama social (del que) fueron desapareciendo los agresivos y ásperos perfiles de mochos y chinacos al ser sustituidos por el comedimiento enchisterado de esos hombres y mujeres que ahora, al modo de una especie zoológica desaparecida, se clasifican como de "tiempos de don Porfirio".
Es ahí entonces, cuando se da el auténtico acercamiento a la comunidad de las naciones occidentales. A propósito, dice William Beezley: Después de 1888, los bonos de Díaz y especialmente del país se habían elevado considerablemente a los ojos del mundo. Díaz no necesitaba ya preocuparse por la reputación de crueldad que tenía México, de modo que ignoró la petición de la Sociedad para prevenir la crueldad con los Animales (cuyo presidente honorario era su mujer), y del Club contra las Corridas de Toros. En vez, el gobierno se dedicó a exigir sombreros de fieltro y pantalones a los indios que llegaban a la ciudad, para que en la apariencia por lo menos, tuvieran un aire europeo. Hacia 1890 el éxito de Díaz hizo crecer el sentimiento de orgullo en México, y el nacionalismo en ciernes revivió las que se consideraban tradiciones genuinas. Ese nacionalismo se alimentaba de un sentimiento romántico hacia los aztecas y hacia la cultura colonial. La sociedad capitalina celebró una "guerra florida", farsa que recreaba el ritual azteca, con un desfile de carros alegóricos, desde los que los pasajeros se arrojaban flores. Díaz descubrió el monumento a Cuauhtémoc en una de las glorietas más importantes de la ciudad y permitió que se reanudaran las corridas en la capital.57 El estilo porfiriano.
Por su parte, Armando de María y Campos,58 apunta lo siguiente: “Una boda en Ixtacalco” (diferente en título a la que reseñamos aquí, pero con sus notables semejanzas a la hora de su celebración) aquella en que al celebrarse una boda de indios, se bailaba “con los trajes propios el jarabe mexicano”. La escena es de una extraordinaria fuerza típica, y creo que sea una de las primeras que se refiere a nuestro baile tradicional, y el mejor documento para la suntuaria de los primeros pasos del jarabe mexicano como baile de teatro. El, de calzonera abierta y manta sobre los hombros, tocado con sombrero bajo de copa y ala dura; ella, de amplia falda de tela almidonada, rebozo, y peinado bajo a dos bandas; dos músicos, uno tocando el arpa mexicana, el otro un bandolón; tocados ambos con sombreros bajos, duros; observan el baile una india sentada en cuclillas; otra, de rebozo, y un hombre embozado en una frazada mexicana que recuerda la capa española. De fondo, la clásica enramada de todas las 57
William Beezley: "El estilo porfiriano: Deportes y diversiones de fin de siglo", en Historia Mexicana, vol. XXXIII oct-dic. 1983 Nº 2 p. 265-284. (Historia Mexicana, 130) 58 Armando de María y Campos: El programa en cien años de teatro en México. México, Ediciones Mexicanas, S.A., 1950. 62 p. + 57 ilustraciones. (Enciclopedia mexicana de arte, 3).
69 jamaicas mexicanas, legado de las fiestas campestres de los aztecas. Las tres escenas ligadas por una ligera orla que simula una guirnalda con tulipanes y abiertas flores de calabaza. 59
Representación, la más cercana que he encontrado al respecto de cómo entender una “Fiesta en Ixtacalco”, a partir de la imagen aparecida en un cartel de 1857. Armando de María y Campos: El programa en cien años de teatro en México. México, Ediciones Mexicanas, S.A., 1950. 62 p. + 57 ilustraciones. (Enciclopedia mexicana de arte, 3).
Es esta visión, otro fundamento con el que entendemos el desarrollo de carácter teatral que se le daba a dicha representación, arraigada a los valores mexicanos que durante el siglo XIX encontraron una reivindicación que justificaba en buena medida la presencia indígena. Así, el teatro colaboró en el rescate de la esencia nacional.
59
Op. Cit., p. 25-6.
70 EL TORO EMBOLADO (1888) En un curioso texto decimonónico60 aparece la colaboración que Federico de la Vega intituló EL EMBOLADO. Allí se plantea una situación al borde del fanatismo por parte de un aficionado, Juan de nombre, carpintero de oficio, el que tenía por los toros singular inclinación. Tanta era, que lo poco ganado con el sudor de su frente lo discutía con Chucha, su esposa a la hora de repartirlo en el gasto, por cierto miserable, mismo que daba “a cuenta gotas” para la manutención de los niños, quienes debían andar más tiempo en la calle, nada más que para distraer el hambre. Pero Juan no escarmentaba. Frente al llanto de la Chucha y sus reproches, en una de sus conversaciones volvió a salir el tema taurino mostrando el indino un boleto para la siguiente corrida, en la que actuó Ponciano Díaz. No lo hubiera hecho, su mujer auténticamente indignada reclamó lo que Juan hacía, dejándolos a ella, al Andrés y a la Lupe en el total desamparo yéndose tan campechanamente a los toros. Además, en esa corrida no faltó la diversión complementaria del “toro embolado”, tan añeja como que desde el siglo XVIII ya estaba metida en las corridas de toros. Si el festejo tuvo defecto y malos, el “embolado” no. Aunque a Juan y sus ciegos propósitos, el costo fue dar al hospital con tres costillas rotas. Chucha sólo se preguntaba: ¿Qué comerán mis hijos mañana? A continuación, presento completo el texto para que nos demos cuenta de lo que, alrededor de aquel divertimento podía pasar con una pareja sumida en la miseria, siendo el tema de los toros el que causaba mayor inquietud. EL EMBOLADO I Había toros en la Plaza de Bucareli ¡Toros! ¡El supremo deliquio! ¡Y lidiados por Ponciano! ¡el rey de los matadores! ¡el ídolo del pueblo! ¿Qué cabeza mexicana podía estar tranquila en tan solemne día! Ninguna Y la de Juan menos que la de nadie. Porque Juan, como diría un discípulo de Lavater, había nacido con la protuberancia taurómaca. O como diríamos nosotros, dignos descendientes de Pepe Hillo y Costillares, Juan tenía sangre torera. ¡Sí, la tenía hasta la última gota! Un par de banderillas puestas al cuarteo le entusiasmaban. Una estocada en la cruz lo sacaba de quicio. Para Juan, el gran Ponciano, pasando de muleta á un toro de Atenco, tenía seis codos más de estatura que Morelos en la defensa de Cuautla. II Juan era carpintero. Pero desde que los padres de la patria autorizaron las corridas en el Distrito, para mayor honra y gloria de la civilización, la garlopa y el escoplo andaban como Dios quería. 60
Gracias al amigo Cándido Morgan quien radica en Santiago Tianguistenco, México, por facilitarme copia de dos páginas de la publicación denominada La Familia Año V, México, viernes 24 de febrero de 1888, N° 8 (pp. 329-330).
71 A lo mejor, nuestro torero abandonaba el taller y se iba a la pulquería de la esquina a discutir con otros aficionados los conmovedores lances de la corrida del último domingo. ¡Y con qué calor se comentaban las suertes! La sangre hervía, los puñetazos menudeaban sobre el mostrador, y algunas veces iban desde el mostrador á las narices de los contendientes. Pero las cosas no habían pasado á mayores, es decir, no habían llegado á puñalada limpia. III En el día á que hacemos referencia, Chucha, la mujer de Juan, salía de la cocina, á tiempo que entraba su marido en el humilde cuarto que ocupaba en una casa de vecindad del callejón del Manco. -¡Está la comida? -preguntó el carpintero. -¡Hace una hora! –respondió Chucha con acento desagrido. –Para lo que había que guisar... -¿Qué hay que comer? -Frijoles. -¿Nada más? -¿Querías que te pusiera mole de guajolote con los dos reales que me diste ayer? -Y medio esta mañana. -Sí, pero esta mañana se hizo el desayuno, y tú no dejaste de tomar tu café con leche. -¿Y los chicos? -Por la calle. -¿Y qué hacen en la calle? -Distraer el hambre. -¡El hambre! Cualquiera que te oiga dirá que aquí no se come. -Pues ese cualquiera no andaría muy equivocado. Antes, había semana que me dabas quince pesos para el gasto. ¿Cuánto me das ahora? -¿Qué sé yo! No llevo cuenta. -Pues yo sí. ¡Veinte pesetas a lo sumo! ¡Y para cinco bocas! ¡Y haga usted milagros! ¡Y póngale usted al señor n cada comida tamales y carnero en barbacoa! ¡Maldita sea hasta la hora en que se hizo la primera plaza! -¿Ya vas á armarme el mitote? -¡Siempre! Que con tus condenados toros entró la miseria en esta casa. -No es cierto. Es que ahora no hay trabajo. -¡Lo que no hay es vergüenza; ni ganas de trabajar! -¡Chucha! No me andes pasando de muleta, porque te embisto. -¡Mejor fuera que embistieras á otro! -Cuando lo haya. -No te falta. Mejor fuera que hicieras menos visitas a la pulquería... -¿Cuándo voy, habladora? -Siempre. No paso una vez por el taller que no estés allá, gastando el tiempo y el dinero con otro holgazán como tú. -¡Chucha! Mira que yo no aguanto banderillas y que vas á llevar un revolcón! ¿Más revolcada de lo que uno está con tus malditas aficiones? -¡Silencio! ¡Y la comida! -¿Estás de prisa? ¡Ah! Vamos, ya sé por qué. -Pues si lo sabes, cállatelo. -¿Vas hoy también de toros? -Y si fuera, ¿qué? Un rayo de cólera brilló en los ojos de Chucha. Pero se dominó, fue á la cocina, trajo una cazuela de frijoles y un puñado de tortillas y puso ambas cosas encima de la mesa.
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Cromolitografía de P.P. García, dibujante que colaboró en La Muleta, publicación de la que fue su director Eduardo Noriega Trespicos entre 1887 y 1889, en la ciudad de México. IV La comida empezó en silencio. A la mitad de la misma, preguntó Juan: -¿No hay pulque? -Creí que tenías ya bastante en el cuerpo. Pero si me das para la cena iré a buscarlo. -No tengo nada que darte. -Pues entonces pásate sin él. Otro momento de silencio, durante el cual asomaron dos lágrimas á los ojos de Chucha. -¡Juan! Dijo enjugándolas con el revés de la mano. -¿Qué hay? –respondió el carpintero alzando los ojos. Y añadió viendo que su mujer lloraba: -¿Riego de plaza tenemos; -¡No hagas caso! ¿quieres hacerme favor de escucharme? -¡Habla! Si es que no dices muchas tonterías. Chucha sacó un papel del bolsillo. -¿Sabes lo que es esto? –dijo. -Sí, un boleto. -Pues mañana se cumple, y vamos a perder la colcha y los zarapes, mientras que los chiquillos pasan la noche tiritando de frío. -¡Bah! ¡exageraciones tuyas! ¡A esa edad de cualquier modo se duerme bien! -Además, Andrés está desnudo... -¿Y qué? -Y Lupe anda ya enseñando los codos.
73 -¿Y qué? -Que necesito comprar algunas varas de manta. -Pues ahora no hay dinero. -¡Juan! -¿Todavía... vas á llorarme más lástimas? -No, voy a pedirte un favor. -¿Cuál? -¡Que no vayas hoy á la corrida! ¡Que me des el peso que vas á gastar en esa barbaridad! -¿Estás loca...? ¿No ir á la corrida, cuando hay embolado? ¡Juan! ¡dame ese peso que me hace mucha falta! ¡Que no quiero perder esa ropa! ¡Que necesito vestir a los muchachos! -¿Pero no oyes que hay embolado? -¡Juan! ¡por la Virgen de Guadalupe! ¡Por el amor de tus hijos! ¿Qué tendrá que ver el amor de mis hijos con los toros? ¡Ya se arreglará todo eso! -¿Cuándo? -Cuando se pueda. -¡Juan! -¡Que me dejes en paz! ¡Pues no faltaba más sino que no pudiera uno ir a distraerse un rato! Chucha saltó en la silla como una leona. -¡Vete! ¡vete á gastar en cuernos el pan de tus hijos! –gritó echando chispas por los ojos. – Vete á cometer la infamia de que se avergonzaría el último ladrón! Se oyó el ruido de una tremenda bofetada y Chucha cayó a plomo sobre la silla. En esto, aparecieron en la puerta de la vivienda, tres chiquillos, rotos, como tres adanes, sucios, desgreñados, polvorientos. El mayor no pasaba de ocho años: el más pequeño no había cumplido cuatro. ¡Papá! ¡Papá! –gritó uno de ellos lloriqueando. -Anselmo el tuerto me ha hecho una herida en este hombro, jugando el toro! ¡Hiji! ¡Hiji! El carpintero se encasquetó el jarano, se abrió paso por en medio de su prole y se dirijió rápidamente hacia el Salto del Agua. V La corrida fue mala, considerada bajo el punto de vista artístico. Los toros, demasiado civilizados, no echaron al aire sino cuatro ó cinco bandullos de jamelgo. ¡Y qué es esto para dar al pueblo ideas viriles? ¡Nada, ó casi nada! El pueblo, para que tenga grandes y robustos sentimientos, necesita que en cada uno de esos espectáculos haya muchos metros de tripas chorreando sangre, arrastrando por la arena. Verdad es que un picador fue a la enfermería, a consecuencia de un batacazo. Verdad es que el mismo Ponciano sufrió un achuchón, sin consecuencias. Pero ¿qué es este magro contingente para dar realce a una corrida? Para colmo de males, los animalitos se entableraron, y el afamado diestro tuvo que matarlos como Dios quiso. A estocada de ciego, sin reparar si daba en pleno morrillo o encima del ramo. Pero, en cambio, si la corrida fue mala, el embolado fue bueno, demasiado bueno. Tanto, que merecía haber tenido las puntas libres. No hacia medio minuto que estaba en el redondel, y ya había una docena de barriles de pulque, digo, de pelados mordiendo el polvo. Nuestro amigo Juan, chaqueta en mano, le dio cuatro o cinco quiebros dignos de Costillares. Pero al sexto, el emboladito despreció el trapo, se fue al bulto, y Juan se encontró, sin saber cómo, á tres, o cuatro metros sobre la cabeza de la fiera. La ley de la gravedad le hizo descender; pero cayó en plena cuna, y efectuó una nueva ascensión.
74 VI Dos horas después, entraba una vecina apresuradamente en la vivienda de Chucha. -Vecina –le dijo- tengo que darle una mala noticia. -Hable usted, vecina. Hace tiempo que no espero ninguna buena. -Pues es el caso de su marido... -¿Ha habido mitote en la plaza? ¿Está en Belem? -No señora, lo cogió el embolado... -¡Jesús! -Y está en el hospital con tres costillas rotas. Chucha se llevó las manos a la cabeza. Y luego murmuró con voz sorda: -¡Dios mio! ¡Dios mío! ¿Qué comerán mis hijos mañana? Febrero de 1888.
FEDERICO DE LA VEGA.
75 CORRIDA A PLAZA PARTIDA. Llama la atención el hecho de ciertos acontecimientos que, por su curiosidad, destacan en el panorama. La fiesta de toros, no ha sido la excepción. De siempre ha tenido la posibilidad de prestarse a la celebración de espectáculos con diversos contenidos, y el que anotaremos en las presentes notas, no deja de tener su tinte de novedad. Resulta que en el 1º y 2 de enero de 1887, tanto en el coso de Tlalnepantla, como en Toluca, respectivamente, se efectuaron sendas corridas a plaza partida, que resultaban, según la prensa del momento, toda una novedad. Antes de hacer comentarios al respecto, solo quiero mencionar, y de pasada, el siguiente cartel: ÚLTIMA FUNCIÓN DE LA TEMPORADA, EN LA PLAZA DEL PASEO NUEVO, PARA EL DOMINGO 2 DE MAYO DE 1858. DOS CORRIDAS A LA VEZ. TOROS DE ATENCO Y EL CAZADERO. CUADRILLA DE BERNARDO GAVIÑO. PLAZA DIVIDIDA EN DOS. Sumamente reconocido a las bondades del generoso público mexicano, que me ha favorecido con su asistencia en las corridas anteriores, quiero darle la última prueba en la presente temporada, del empeño con que procuro complacerle. Sin embargo del mucho mayor costo y trabajo que demanda el presentar las dos corridas a la vez, me he decidido a verificarlo por última vez en la tarde de este día, porque he visto con satisfacción lo mucho que han agrado las anteriores. De la misma manera se jugarán DIEZ TOROS siendo cinco de Atenco y cinco del Cazadero, en cuya elección he tomado el mayor empeño, para que esta última corrida en nada desmerezca de las pasadas; y lo mismo que en aquellas se presentará en cada mitad de la plaza, UN TORO DE ATENCO Y OTRO DEL CAZADERO, con sus divisas respectivas encarnadas y blancas, y lidiándose en el mismo orden que se ha verificado. Para amenizar más la función, también he dispuesto que en uno de los intermedios se lidien Dos Valientes Toros Embolados, / por dos distintas y divertidas MOJIGANGAS, siendo una de ellas compuesta de Monos, Perros y Patos, y la otra representará a DON QUIJOTE Y SANCHO, Con su Acompañamiento en Zancos. En otro de los intermedios se echarán DOS TOROS PARA COLA, que disputarán en competencia su mayor habilidad los respectivos coleadores de cada lado, terminando la corrida con los TOROS EMBOLADOS de costumbre. Esta es la función que tengo el gusto de ofrecer a mis favorecedores, y si logro que salgan de ella divertidos, quedarán satisfechos los deseos de Bernardo Gaviño. Comenzará a las cuatro y media, si el tiempo lo permite. Tip. De M. Murguía.
Por lo tanto, aquellas corridas no son las primeras, y seguramente, si existieran
76 testimonios anteriores al del 2 de mayo de 1858, nos sorprenderíamos con el hecho de encontrarnos con auténticas curiosidades.
Con esta imagen podemos darnos una idea por medio de la cual se adaptaba el ruedo para celebrar dos festejos en un solo espacio. Esto sucedió en una novillada, el 27 de julio de 1924 en la plaza de toros “El Toreo”. Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots., T. I., p. 325. (Foto Casasola).
En cuanto a los hechos ocurridos en aquellos dos primeros días del mes de 1887, hagamos un recuento, tratando de descifrar su contenido. PLAZA DE TOROS DE TLALNEPANTLA Gran corrida de toros con plaza partida, celebrada el 1º de Enero de 1887 OCHO TOROS DE MUERTE PRIMERA DIVISIÓN. Se lidiaron cuatro toros de la ganadería de GUATIMAPÉ, del Estado de Durango. Divisa: VERDE Y AMARILLA. Espada: Francisco Gómez “El Chiclanero”. Presidencia del Sr. Manuel Salas. Primero.-Amarillo, grande, bien puesto, de libras y bien armado. De Celso González, aguantó tres varas a cambio de dos caídas y caballo difunto. Nieves González, lo pinchó cinco veces, vino a tierra dos, sacando mal herido el penco. Cambiada la suerte, Carlos López “El Manchao” estando de frente, deja un medio par cayendo al suelo; vuelve de nuevo con otro medio al cuarteo, estando a punto de ser cogido en un burladero y remata con un buen par al cuarteo que se le aplaudió. El Chiclanero, de uniforme azul celeste y plata, pide el permiso y llegándose al toro, lo pasa con tres naturales y larga soberbia estocada de metisaca de la que a poco se echó. Diana y aplausos. Segundo.-Colorado, ligero, bien armado y astifino. Entre Celso y Nieves González, le pusieron once varas, viniendo a tierra los jinetes cinco veces. Quedando desfallecidas en la arena dos sardinas. Cornelio Ortiz, el “Tapatío” clavó un buen par al cuarteo, otro al relance y un medio a la media vuelta. Aplausos por el primer par. A la hora de matar, el “Chiclanero” empleó la siguiente faena: tres pases naturales para un metisaca hasta la mano. Mas pases para un pinchazo en hueso, otra estocada de metisaca y un descabello a la primera. Tercero.-Colorado, ojo de perdiz y de gran cornamenta.
77 Desde que salió empezó a huirse de los piqueros y Celso y Nieves a fuerza de taparle la salida, le pusieron cinco varas sin consecuencias. Serapio Alonso fue el que lo banderilló. Ojo al parche. Medio par citando desde muy lejos y a la media vuelta, en el hocico, y otro de igual manera y condiciones en la barriga. La silba fue espantosa. Francisco Gómez, se encontró con un toro que a todo trance quería coger gente. Lo pasó a su manera y dio una buena estocada por lo alto y un soberbio metisaca hasta la empuñadura que hizo morder el polvo al animal. Aplausos merecidos. Cuarto.-Josco, oscuro, de muchos y muy cornalón. De la gente montada aguantó ocho puyazos que correspondieron cinco a Celso y tres a Nieves, sacando ambos mal heridos los caballos. Un diestro que no conocemos y que vestía de muchos colores, fue el encargado de parearlo, dejando un par al cuarteo, otro medio idem en el pescuezo cerca de los cuernos y otro par al cuarteo. El Chiclanero lo trasteó pasaderamente, pero en cambio, después de un pinchazo, largó un metisaca que hizo morir al toro, lo que le valió muchas palmas y música. La cuadrilla del “Chiclanero” se retiró del ruedo y a poco salió el embolado anunciado. RESUMEN Los toros de Guatimapé lidiados por primera vez en esta plaza, con excepción del jugado en tercer lugar, que salió malo, en lo general los demás han cumplido en todos los tercios de lidia. Sobresalió el primero que fue bastante bueno. El Chiclanero ha estado valiente y con ganas de agradar, estando certero en la hora suprema de la muerte. Fue muy aplaudido. Por nuestra parte, solo le criticamos el que no haya estado como era de su deber en los quites, ni que haya dirigido su cuadrilla, pues en la cual hacía lo que quería. De los banderilleros solo un par de Cornelio Ortiz. Los demás malos. De los picadores sobresalió Celso González. Siete caballos fuera de combate. SEGUNDA DIVISIÓN Se lidiaron cuatro toros de la ganadería de PARANGUEO del estado de Guanajuato. Divisa: colorada y blanca. Espada: José Moreno “El Americano”. Presidencia del Sr. Pedro Rocha. Primero.-Morado, grande, de muchas libras y magnífica estampa. Arcadio Reyes le tentó piel siete veces, sufrió tres batacazos y perdió el potro. Anguiano señaló cuatro garrochazos a cambio de dos tumbos; Reyes aparece de nuevo, pincha una vez y saca herido el jamelgo. Al quite el Americano y Frasquito. Este último diestro cumplió en banderillas, dejando tres buenos pares a la media vuelta, que le fueron aplaudidos. El Americano, de bonito y elegante azul y negro, saluda a la presidencia y se presenta ante su enemigo. Corto lo torea de muleta tres veces al natural y dos de pecho, para largar una estocada de metisaca baja, que hizo rodar al cornúpeta. Diana, sombreros y muchas palmas. Segundo.-Pinto, de libras, ligero y bien puesto. En su sitio Reyes y Anguiano esperan el encuentro. El primero pone cinco varas a cambio de un soberbio batacazo y pérdida del arre. Al quite Frasquito. Anguiano administra tres garrochazos con una caída. Al quite el Americano. Genovevo Pardo le adornó el morrillo con un buen par al cuarteo, un medio y otro par regular de igual modo. Aplausos. El Americano para muy ceñido y después de torearlo de muleta de pecho y al natural, señala un pinchazo, una media estocada, otro pinchazo y un metisaca de los que matan. El toro se hechó y el cachetero lo remató.
78 Tercero.-Josco, de libras, bonita figura y abierto de cuernos. Aunque con poco poder, cumplió en el primer tercio, aguantando de Reyes y Anguiano doce puyazos a cambio de dos caídas y un rocinante despanzurrado. En los quites muy oportunos Frasco y Juanillo. Frasquito le dio algunos capotazos que se le aplaudieron. Candelas, después de varias salidas, dejó un par regular al cuarteo, un medio y otro par de la misma manera. Palmas. Al llegar el toro a la muerte, empezó defendiéndose en las tablas y sin querer alzar la cabeza. Juan Moreno hizo lo que pudo por sacarlo de las tablas y torearlo de muleta. Señaló un buen pinchazo alto, otro pinchazo y dos metisacas a la media vuelta. El toro se hechó, siendo rematado por el puntillero. Cuarto.-Colorado, ojo de perdiz, flaco y bien armado. Con voluntad, aunque sin poder, se las entendió ocho veces con las plazas montadas, dejando sobre la arena muertos, los caballos de Reyes y Anguiano. Los quites no faltaron. Cuquito, citando corto y de frente, dejó un buen par al cuarteo y otro a la media vuelta. Fue muy aplaudido. Candelas remató con otro par cuarteando. Juan Moreno, después de una corta faena, señaló dos pinchazos y un superior metisaca, suficiente para concluir con la vida del toro. Aplausos. El Presidente ordena que salga el embolado y la cuadrilla se retira del redondel. RESUMEN Los toros de Parangueo conocidos ya de nuestro público, han cumplido en lo general, exceptuando el tercero, que no obstante cumplir en el primero y segundo tercio, al llegar a la muerte empezó a defenderse en las tablas. Los lidiados en segundo y cuarto lugar, regulares. El primero, superior, bravo y de buenas condiciones. El Americano toreó de muleta corto y ceñido y aunque estuvo desgraciado al herir en algunos toros, se vió siempre en la cabeza de las reses. Obtuvo muchos aplausos al matar al primero. En los quites oportuno. Bien en la dirección de la plaza. Los banderilleros todos cumplieron. Pusieron buenos pares. Frasquito, Genovevo Pardo, Candelas y Cuquito. Todos escucharon palmas. De los picadores, muy valiente toda la tarde Arcadio Reyes. Los aplausos que escuchó fueron merecidos. Anguiano, bastante regular. Se anotaron siete defunciones de pencos. APRECIACIÓN GENERAL La corrida con división de plaza celebrada esta tarde ha sido del agrado del público. Es la primera vez que se celebra en la República un espectáculo taurino de esta naturaleza. Los toros lidiados de Guatimapé y Parangueo, en lo general han cumplido, sobre todo los dos primeros que se jugaron sobresaliendo el de Parangueo por su mucha bravura, libras y ley. De los espadas estuvo más feliz al matar Francisco Gómez el “Chiclanero”. De las cuadrillas estuvo mejor la del Americano, pues los picadores y banderilleros todos cumplieron. La empresa de Tlalnepantla no omitiendo gasto, organizó a todo costo esta corrida y en el arreglo de ella ha cumplido debidamente el representante Sr. Pedro Noriega. La concurrencia en el departamento de sombra fue regular, en el de sol, poca. La empresa perdió el dinero. Las Presidencias acertas. Caballos 13. La corrida e general buena. Tal vez esta revista no esté detallada como es debido y pueden habérsenos pasado algunos incidentes, pero esto es natural al tratarse de una corrida con plaza partida.
79 GADEA.
En cuanto a la corrida efectuada en Toluca el domingo 2 de enero de 1887, se recoge lo siguiente: TOROS EN TOLUCA EL DOMINGO 2 DE ENERO DE 1887 Como estaba anunciado el domingo 2 de enero se verificó en el circo de Toluca la gran corrida que había anunciado la Empresa Javier Sánchez y compañía. Se lidiaron en plaza partida diez toros de la ganadería del Jaral, estando encargados de darles muerte los espadas Juan León “El Mestizo”, Fernando Gutiérrez “El Niño”, Antonio González “Frasquito” y Valentín Zavala, con sus correspondientes cuadrillas de banderilleros y picadores. Ante una numerosa concurrencia de México y Toluca, y a la hora fijada en los carteles, dio comienzo el espectáculo. Las cuadrillas se alternaron en cada departamento después de haberse lidiado los dos primeros toros, a fin de que todo el público pudiera ver el trabajo de cada diestro, lo cual dio mayor lucimiento a la corrida. Como sería muy largo reseñar esta corrida, sólo vamos a dar a conocer a nuestros lectores algunos detalles: el espada Juan León “El Mestizo” dio muerte a tres toros, estando certero al herir y valiente al torear de muleta, siendo frenéticamente aplaudido en tres cambios diferentes que ejecutó en ambos departamentos del ruedo. Fernando Gutiérrez mató dos toros, estando regular en el primero y bien en el segundo al que despachó de un buen metisaca. Frasquito estoqueó tres reses, saliendo bien en su cometido, y Valentín Zavala estuvo desgraciado y fatal en los toros que le tocaron. De los banderilleros quedaron y pusieron buenos pares Cuquito y Candelas. Los picadores cumplieron. Murieron nueve caballos y quedaron heridos tres. El público quedó contento, y los toros del “Jaral” que por primera vez se lidiaron en Toluca cumplieron en todos los tercios de lidia. La plaza con un lleno completo. La Empresa se puso los moños. UN ESPECTADOR DEL SOL
80 EL 17 DE ABRIL DE 1887, LA CIUDAD DE MÉXICO FUE PLAGADA DE TAURINAS PROPUESTAS, EN LA PLAZA Y EN EL TEATRO. Hacía dos meses que las corridas de toros habían sido reanudadas en la ciudad de México, luego de haber superado el periodo de prohibición que por cerca de 20 años, impuso la Ley de Dotación de Fondos Municipales, aprobada, en su momento por los licenciados Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada, Presidente de la República y Secretario de Gobernación, respectivamente. Diversos particulares pusieron especial empeño e importante capital para la pronta construcción de varias plazas, siendo la de San Rafael, la primera inaugurada; precisamente el 20 de febrero anterior, contando con el concurso de Ponciano Díaz y su cuadrilla, quienes lidiaron un encierro de Parangueo. Lo mismo ocurrió con las plazas de Colón y Paseo, recientemente estrenadas con estos interesantes carteles: Domingo 10 de abril de 1887. Plaza de toros “Colón”. 5 toros de Atenco para Juan León “El Mestizo” y como sobresaliente, Antonio González “Frasquito”. Plaza de toros “Paseo”. 6 toros de Cieneguilla. Diego Prieto “Cuatro dedos” y la alternativa de Juan Moreno “El Americano”.
Plano de la época con ubicación de las dos plazas aquí referidas.
Ese mismo auge se notó en la circulación de varias publicaciones, siendo El Arte de la Lidia una de las que ya contaban con la aceptación de los lectores que, desde 1884 ya podían enterarse de los diferentes acontecimientos ocurridos en diversas partes de la república, junto con las noticias que llegaban de España. Meses más tarde comenzarían a circular La Muleta, El Monosabio y La Verdad del Toreo entre otros. Tal clima de efervescencia comenzaba a invadir y a ocasionar un clima sin igual en el género teatral, que se colmó del entusiasmo taurino. Todo parecía indicar que la pasión despertada en los tendidos de las plazas se desplazaba a las secciones, palcos, plateas y lunetas de los principales teatros, como el Nacional, el Principal y el Abreu. De las muchas citas recogidas en El Arte de la Lidia, publicación periódica que pude consultar en la Biblioteca “Lerdo de Tejada”, se encontraron los siguientes asuntos que aparte de conmover, movieron al palique, a las conversaciones; al rumor y al chisme. Y todo
81 porque mientras Isidoro Pastor y el escenógrafo José G. Segura anunciaban la representación del “¡Ahora Ponciano!”, en el teatro Nacional, Manuel Estrada Cordero hacia lo mismo en el Principal, pero con un propósito deliberadamente mal intencionado, copiando lo que, para el autor de la nota parece ser lo mejor, pero ocurriendo lo que la sentencia popular siempre ha dicho: Nunca segundas partes han sido buenas. Y así se puede comprobar con la siguiente cita: El Arte de la Lidia, año III, Nº 24, del 17 de abril de 1887. ¡Ahora Ponciano! El chistosísimo juguete cómico-lírico, para cuya representación se ha pintado una decoración nueva por el escenógrafo D. José G. Segura, y que hará un verdadero furor en el Teatro Nacional, es original de un aplaudido poeta y de un inspirado compositor. El juguete es delicado y chispeante y aumentará la popularidad del valiente diestro mexicano, a quien tanto ha felicitado nuestro periódico. No hay que confundir el “¡Ahora Ponciano!” que será tan aplaudido en El Nacional, con un papasal del mismo título, que para el Principal anuncia Manuelito Estrada y Cordero. Ya es costumbre en esa Compañía dar Maximiliano, si el Sr. Servi ú otra compañía, anuncia su Maximiliano, por lo que hoy no nos extraña ponga en escena un Ponciano, plagiando la idea original de la compañía de zarzuela. El Principal está en decadencia.
D. José G. Segura debe haberse inspirado perfectamente en el argumento escrito por Juan de Dios Peza, -“el aplaudido poeta”- y por la música de Luis Arcaraz –“inspirado compositor”para montar la escenografía más adecuada, logrando así que las representaciones tuvieran un agradable ambiente, aplaudidas frenéticamente por numerosas asistencias en las diversas noches en que fue presentado el juguete cómico-lírico de marras. Desafortunadamente no existe ni el argumento ni la música de tal obra, pero todo parece indicar que Ponciano Díaz fue notoriamente exaltado, echando mano de aquella afortunada arenga que fue grito de batalla en infinidad de plazas donde el diestro atenqueño tuvo oportunidad de torear, consolidando su fuerte presencia, lo que hizo crecer aún más su popularidad. Respecto a las no muy buenas intenciones de D. Manuel Estrada y Cordero, esperamos que el plagio cometido a la idea original de la compañía de zarzuela de Isidoro Pastor haya tenido buena aceptación entre quienes acudieron al teatro Principal y presenciaron lo que para la crítica fue una muy mala réplica. Cosas veredes. Por su parte la sección de ESPECTÁCULOS publicada en el mismo número, registra otras tantas funciones ocurridas para el mismo día, lo cual hizo de aquel 17 de abril de 1887 uno de los días más taurinos que haya vivido la capital del país en mucho tiempo. Escoja usted, amable lector lo que mejor le agrade: Teatro Principal.-Compañía Dramática Manuel Estrada y Cordero.-Representación del drama titulado: “La Aldea San Lorenzo”, concluyendo con la exhibición del juguete cómico en un acto, “Una corrida de toros en el Teatro Principal”. Plaza de Toros San Rafael.-Espadas: José Machío, Manuel Díaz Lavy, “El Habanero”, y Francisco Jiménez “Rebujina”.-Gran corrida. Muchas novedades. Gran Plaza de Toros de Colón.-2ª corrida. Cinco toros de Atenco. Espadas: Juan León “El Mestizo” y Antonio González “Frasquito”.
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Ubicación de la plaza de toros de San Rafael, en la ciudad de México, en un plano de 1887. Plaza de Toros del Paseo.-2ª corrida de la temporada. Toros de “Cieneguillas”. Espadas: Diego Prieto “Cuatrodedos” y Juan Moreno “El Americano”. Noche Gran Teatro Nacional.-Compañía de Zarzuela. Empresa Isidoro Pastor y Compañía. 5ª función de abono. “Crispín y la comadre” y “¡Ahora Ponciano!”
Cartel de la época. Tomado de: Armando de María y Campos: El programa en cien años de teatro en México. México, Ediciones Mexicanas, S.A., 1950. 62 p. + 57 ilustraciones. (Enciclopedia mexicana de arte, 3). Teatro Abreu. Compañía Dramática.-“Dos Fanatismos” y “Luis Mazzantini”.
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Cartel de la época. Tomado de: Armando de María y Campos: El programa en cien años de teatro en México. México, Ediciones Mexicanas, S.A., 1950. 62 p. + 57 ilustraciones. (Enciclopedia mexicana de arte, 3).
Tres corridas de toros matizadas con la actuación de siete toreros españoles, lo que significa que la penetración definitiva de la tauromaquia hispana iba en serio, fueron las que se programaron para aquella tarde primaveral de 1887, mientras que en los teatros, y con esas tres funciones, las virtudes escenográficas e histriónicas se pusieron a prueba para satisfacer las exigencias del público asistente que, religiosa y hebdomadariamente asistía a los programas ofrecidos lo mismo en el Teatro Principal, el Gran Teatro Nacional o el Abreu. Independientemente de la nueva y fresca propuesta taurina que emergía en la ciudad de México, luego de aquel receso de magnitudes importantes, nos encontramos con una época donde se intensifican los pretextos teatrales que hicieron suyo el fenómeno protagonizado por nuestra principal figura: Ponciano Díaz, quien enfrentaba el difícil reto del ingreso y arraigo impuesto por el grupo de diestros hispanos que recién habían llegado a nuestro país, para establecer vía una “reconquista espiritual” el carácter de la tauromaquia de a pie, a la usanza española y en versión moderna. Tal expresión ganó la batalla, se extendió victoriosa en los ruedos de la geografía taurina mexicana y desplazó, por no decir que aniquiló en un lapso de 10 años aproximadamente, todo vestigio del toreo practicado en México desde que este alcanzó su independencia y hasta que Ponciano se convirtió, no solo en abanderado del mismo; también en su último reducto, defendiéndolo hasta su muerte misma, ocurrida el 15 de abril de 1899. Aquel día concluyen dos fuertes manifestaciones: el toreo a la mexicana y Ponciano Díaz, mismo que no claudicó ante el avasallamiento que representó la magnitud de lo establecido por los diestros hispanos, que como ya vimos, se impusieron rotundamente y desde su primera etapa, ocupando y acaparando los puestos designados para diversos carteles diseñados por las empresas. El ejemplo de aquel 17 de abril de 1887 no puede ser
84 más que evidente.
Cartel de la época. Tomado de: Armando de María y Campos: El programa en cien años de teatro en México. México, Ediciones Mexicanas, S.A., 1950. 62 p. + 57 ilustraciones. (Enciclopedia mexicana de arte, 3).
85 TIMOTEO RODRÍGUEZ: DEL CIRCO A LA PLAZA. TIMOTEO RODRÍGUEZ: DEL CIRCO A LA PLAZA. Este es el caso de Timoteo Rodríguez, que siendo trapecista en sus años mozos decide abrazar la tauromaquia ya en plena madurez artística. Estando en el Centro de Estudios de Historia de México, mejor conocido como archivo “Condumex”, y al revisar la colección de impresos que fue de Armando de María y Campos, surgió un cartel del año 1880 del cual sobresale el nombre de Timoteo Rodríguez, personaje que seguramente supo en su niñez del circo ecuestre, gimnástico, acrobático y aeronauta de los señores Albisu y Buislay, que se presentaron en los restos de la plaza de toros del Paseo Nuevo allá por junio de 1869. Claro, si Timoteo había nacido en Sinaloa hacia 1860, aunque él mismo aseguraba ser natural de León, Guanajuato las noticias de este acontecimiento deben haber llegado como ráfagas de calor a la paz provinciana. Sin embargo, para 1880 y quizás un poco antes, Rodríguez ya se encuentra en la capital del país. Pero fue con el circo Chiarini, donde se identifica con el público de México, el cual empieza a integrar sus programas con elementos mexicanos. En la función, que se celebró en honor del “modesto patriota C. General Vicente Riva Palacio y de los valientes jefes y oficiales de la división mixta de Toluca” (hacia 1872), se formó un programa variado de acróbatas extranjeros y del país, y se hizo figurar al “señor Timoteo Rodríguez”, como clown no payaso o gracioso- para que animara los actos de equitación de Sebastián Guaglieni y de sus hijos Romeo y Josefina.
Timoteo Rodríguez antes de dedicarse enteramente al toreo anduvo como miembro del “Circo de la Independencia”, donde ejecutaba suertes en los “trapecios leotard”, allá por 1880. Casó con María Aguirre “La Charrita mexicana”. Fuente: “Revista de Revistas. El semanario nacional”, año XXVII, Nº 1439, 19 de diciembre de 1937.
86 Como puede comprobarse en la tira de mano, que se ha localizado, para conocer los orígenes circenses del futuro diestro mexicano, el “acreditado artista” Timoteo Rodríguez era un consumado gimnasta, que para eso de los “trapecios leotard, el bolteo en zancos o los grupos piramidales” en que participaba no tenía igual, pues era de los que arrancaban las palmas en circos como el de la INDEPENDENCIA, ubicado en la calle de la Cruz Verde Nº 2. Precisamente, el admirable vuelo conocido con el célebre nombre LEOTARD, fue la última invención de este, suerte ejecutada por un solo individuo en dos trapecios, lo cual “causa admiración y sobresalto ver al artista salvar tan largas distancias cual lo puede hacer solo un ave”. El cartel -copia- que llega a mis manos, tiene la fecha del 4 de enero de 1880. Como sabemos, Timoteo y el “güerito” Pedro Nolasco Acosta se encuentran en la legua y aquel se integra en la cuadrilla de este, quien era el señor feudal, en los rumbos de san Luis Potosí. De algún circo itinerante se separó para siempre el acróbata Timoteo Rodríguez. Ya metido en correrías taurinas, fue en el año 1887 cuando decide incorporarse de lleno al toreo mexicano, año que además carga consigo con todo un acontecimiento que tiene que ver con la llegada masiva de los toreros españoles, quienes implantaron el toreo de a pie, a la usanza española en versión moderna. Y así, desde ese 1887 y hasta 1895 Timoteo probó las mieles o las hieles que suele haber en el medio.
Timoteo Rodríguez, matador de toros mexicano de fines del siglo XIX. Fuente: Heriberto Lanfranchi. La fiesta brava en México y en España. 1519-1969, T. I., p. 222.
El feudalismo taurino acaparado en el centro por Ponciano Díaz, en el occidente por Gerardo Santa Cruz Polanco, en el bajío por Valentín Zavala, más al norte por Nolasco
87 Acosta; Morelia y Guanajuato por Braulio Díaz le insinuó a Timoteo que el norte del país era una veta muy rica, por lo que hasta allá fue a dar. Por aquellos lares, y por azares del destino conoce a la que será más tarde su esposa, María Aguirre “La Charrita mexicana”, émula de Ponciano Díaz en eso de poner banderillas a caballo, en la monta característica de las amazonas. Sus únicas participaciones en la capital del país se dan el 3 y 17 de junio de 1894, cuando la afición capitalina se reunió en la plaza de MIXCOAC para verle torear. Ese 3 de junio Francisco Villegas “Naranjito” novillero como Timoteo, se dio el lujo de concederle una alternativa sin valor, porque no se estilaba, a pesar de que Ponciano había regresado muy señor y muy torero con alternativa en Madrid, a fines de 1889, luego de que Salvador Sánchez “Frascuelo” le concedió el grado de “doctor en tauromaquia” el 17 de octubre anterior.
Timoteo Rodríguez se hizo un retrato vestido de luces que nos revela a un hombre de estatura más bien baja, regordete, de rasgos indígenas característicos, y con su bigote que distinguía a los toreros españoles -patilludos-, de los mexicanos -bigotones-. Quiero imaginar que en las muchas tardes en que vistió el terno de luces no olvidó la fuente de donde surgió y algún acto circense debe haber incluido en sus actuaciones, ya que fue una época, a fines del siglo pasado, que permitió tales libertades, aunque comenzaba a dominar el puro estilo español que llegó con una fuerza contundente a establecerse en los
88 redondeles mexicanos, que fueron escenarios, como ya dije, de los últimos reductos de un conjunto de representaciones extrataurinas del que fue representante no solo el diestro de Atenco (Ponciano Díaz) sino también el mazatleco o leonés Timoteo Rodríguez. Sin embargo, al cumplir un contrato más, esto el 10 de marzo de 1895 y en la plaza de Durango, festejo a beneficio de su esposa, recibió una herida en la pantorrilla derecha que le causó un toro de Guatimapé que estaba pronto a embestir al picador José María Mota “El hombre que ríe”. Por alguna razón, que llamaría descuido, se declaró la gangrena con tal rapidez que 4 días después falleció el que fue acróbata y torero al mismo tiempo: Timoteo Rodríguez. Por supuesto, el avance de la medicina no era el mismo de hoy día (y ya vemos que Jorge Benavides, luego de sufrir una cornada en Mexicali estuvo al borde de la muerte a causa de que una de las trayectorias no fue descubierta, lo que ocasionó una rapidísima infección que se declaró en gangrena gaseosa. Por tan “pequeña omisión”, el joven pasó un martirio traducido en cortes y más cortes para eliminar el daño en su cuerpo, hasta que al término de aquella pesadilla, le fueron aplicados ¡300 puntos de sutura!, de los que puede decirse que no solo marcan de por vida su cuerpo, sino más aún, nos enseñan a valorar que lo insignificante no puede soslayarse. La vida de un ser humano estuvo en juego). Con la muerte de Timoteo murió también un capítulo de aquellas fascinantes expresiones, tanto que es necesario convocar a la imaginación para poder entenderlas mejor.
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¡NOVEDAD, NOVEDAD!, SE DARÁ A UN TORO A BEBER PULQUE. Curiosa, como es la fiesta de los toros en México durante el siglo XIX, siempre dispuesta a mostrar a los sorprendidos aficionados un completo catálogo de invenciones y recreaciones, tuvo la “puntada” de anotarse otra de sus representaciones, cuando el 25 de abril de 1886, y en la plaza de toros de Tlalnepantla, en la que se anunció la actuación de Juan León “El Mestizo”, alternando con Francisco Jiménez “Rebujina” y Antonio González “Frasquito”, quienes se las entendieron con 4 de Atenco y uno de Trujillo. Rezaba el cartel que la novedad sería la de darle de beber pulque a uno de los toros, el que mejor se prestara. Apunta El arte de la Lidia, año II, Nº 17, del 2 de mayo de 1886: (...)por primera vez se ejecutará la difícil y vistosa suerte de dar de beber pulque a un toro, lo cual es completamente desconocido en nuestro país. Fue en el tercero, de Trujillo... Como estaba anunciado, con este toro se ejecutó la bonita y arriesgada suerte de darle a tomar pulque, suerte desconocida por completo en la República. No podía haber salido mejor. Los buenos capotazos del “Mestizo”, “Rebujina” y “Frasco”, cansan a la fiera y acto continuo, la cuadrilla de hinca de rodillas ante el toro, en cuyo oportuno momento el “Mestizo” con una bota llena de exquisito Tlamapa, le larga el líquido. El toro lo recibe con gusto, se lame, se refresca y se queda pardo como cinco minutos. El aspecto de la cuadrilla en este instante era de gran atractivo. La ovación fue ruidosa, dianas, sombreros y entusiasmo general. Esta suerte tiene que gustar mucho en México.
Destaca, además del hecho inusitado en sí mismo, la presencia de tres diestros españoles que actuaron esa tarde, a sabiendas de que las inclinaciones apuntaban a un gusto muy especial, de parte de los aficionados de entonces a celebrar las hazañas de los espadas nacionales. Sin embargo, y analizando la frecuencia con la que se dieron los carteles más importantes en esos momentos, podemos ver que estaba bastante equilibrado, pero también la tendencia era favorable a los hispanos. A propósito, y para terminar, no puedo dejar de incluir una interesante anécdota referida en la revista 6TOROS6, Nº 323, del martes 5 de septiembre de 2000, p. 62, que dice: 7 de septiembre de 1926.-En Zamora, un toro huido persigue al vecino de esta localidad Gonzalo Tamames Morales, entra tras él en una bodega donde se había buscado refugio, hiriéndole gravemente, y (el toro) se bebe el vino que había en las cubetas emborrachándose.
90 GRAN CORRIDA DE TOROS EN “EL PRINCIPAL”. Una costumbre que se estableció desde los tiempos coloniales, cuando las funciones en “El Coliseo” eran majestuosas, y los empresarios se atrevían a incluir en sus programas la lidia de uno o más becerros o novillos que luego eran suprimidas. Eso más tarde tuvo también una condición recíproca, porque también la plaza sirvió como escenario perfecto para dar paso a la celebración de escenas o cuadros teatrales, llevando algunas de ellas los siguientes títulos: (...) También fue memorable aquella función en 1859, cuando Bernardo Gaviño fue a torear un ejemplar de Atenco al mismísimo Teatro Nacional. Entre los años de 1887 a 1890 aproximadamente, varios toreros españoles, como Luis Mazzantini, Juan Moreno “El Americano” y Diego Prieto “Cuatro dedos”, junto con Ponciano Díaz, tuvieron oportunidad de participar como actores en algunos programas preparados al efecto. También en esos momentos, diversos teatros incluyeron en sus programas –no podía ser la excepción- otras tantas funciones cuyo testimonio afortunadamente es posible confirmarlo gracias a la existencia de varios carteles que relaciono más adelante.
Fragmento de uno de los muchos carteles que dieron cuenta de una función en el Teatro Principal, durante los últimos años del siglo XIX. Colección “Armando de María y Campos”. Centro de Estudios Históricos de México (CARSO). LXI-1. 13. 1775. 1. Cartel. Teatro Principal. Compañía Dramática. Grandioso espectáculo: La Vuelta al Mundo en Ochenta Días, para el domingo 20 de septiembre de 1885. Por ahora, veamos lo que dijo la prensa al programar una de esas funciones, siendo el Teatro Principal el escenario durante el mes de febrero de 1887
Una gran corrida de toros se ejecuta en el Teatro Principal. Primer espada, Manuel Estrada y Cordero. Sobresaliente, Ángel Arenas. Cachetero, Bernardino Rodríguez. Se lidiarán dos soberbios y arrogantes toros de la ganadería de Ventura de la Vega y González Aragón. El primero será matado por todo lo bajo por el primer espada; el segundo merecerá el honor del lazo. Se harán quiebros a las obras, contando con la benevolencia del público. Presidirán las funciones los comerciantes del ramo de carne de esta capital.
91 Saludamos respetuosamente a nuestra estimable amiga la Srita. Concepción Méndez, y deseamos a la Srita. Juana Guzmán, haya mucho éxito en su beneficio. Los peones que ayudarán en la corrida son desconocidos del público. El inteligente empresario Sotos, tendrán gran cosecha de pesetas. El Arte de la Lidia, Año III, Nº 17, del 20 de febrero de 1887.
Desafortunadamente ese tipo de funciones han caído en desuso absoluto. Por ahora, lo maravilloso es que sea posible conocer el sentido y frecuencia con que se dieron en el pasado.
92 LOS CARTELES, JOYAS DEL ARTE POPULAR DONDE ENCONTRAMOS EL ANTICIPO DE LAS HAZAÑAS TORERAS.61 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE ¿Quién torea el próximo domingo? ¿Qué nos anuncia el empresario para la temporada por venir? Esos misterios los descubriremos justo cuando salgan de las imprentas coloridos carteles, en diferentes tamaños que luego van a colocarse en sitios donde los aficionados pueden enterarse de las figuras más connotadas y los toros de mayor prestigio programados para la tarde más inmediata. Gracias a esta convocatoria, el público se “retrata” inmediatamente en las taquillas al solo llamado del anuncio. Si en España surgen los carteles anunciadores en 1737, en la Nueva España, los primeros AVISOS se publican durante las temporadas de 1769 y 1770;62 pero es hasta 1815 en que adquieren la formalidad que requiere el caso.
Este es el documento (AGN, Ramo Bandos), que corresponde al 5 de noviembre de 1770.
El cartel es un documento impreso que se convierte en anticipo del espectáculo taurino. 61
Publicado en México en el tiempo. Revista de historia y conservación. El cartel en México. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México Desconocido. Año 5 Nº 32, septiembre-octubre de 1999. “El cartel taurino”, p. 32-35. 62 AGN. Ramo: Bandos. Fecha: noviembre 5 de 1770. Vol. 7, exp. 88 fs. 369-370. Fiestas públicas. Aviso al público expresando los nombres de los toreros y las castas de los toros y señalando las calles en que han de situarse los coches. Correspondiente del Señor Virrey para su balcón
93 Acompañado de grabados, pinturas o fotografías, la “tira de mano” ofrece alucinarnos con soberbias explicaciones de la tarde torera, destacando el nombre del torero de fama o la celebridad del encierro a lidiarse. Al paso de los años, el anuncio se ha convertido para las corridas de toros en un medio perfecto por la sencilla razón de que se utiliza como un instrumento de comunicación masiva que llega -de mano en mano- a todos los que desean asistir a la plaza, convocados gracias al efecto fascinante que emana de las leyendas con que fue diseñado ese vehículo de publicidad con el cual El beneficiado pide indulgencia á sus amigos y al público en general que asista a esta función (...), para presentar una diversión que cree ser del agrado de sus favorecedores; si lo logra, nada más le queda que desear á Bernardo Gaviño. (Cartel del año 1867)
De esa forma remataba y con frecuencia el anuncio de sus actuaciones este famoso diestro español que decide fincar su residencia en nuestro país, desde 1835 y hasta 1886. Y bajo esta condición, era frecuente justificar la actuación, prometiendo dejar satisfechos a los asistentes, como seguramente lo desean y han deseado todos quienes han tenido un papel protagónico en la tauromaquia mexicana. Si no, que lo diga esto otro ejemplo, que raya en lo extravagante: AL PÚBLICO Positivo júbilo y verdadero entusiasmo embarga a mi espíritu, hoy que tengo el grato placer de anunciar a mis queridos amigos y al público en general, la función de esta tarde que he organizado con motivo de mi beneficio. (Domingo 28 de mayo de 1893). Constantes y repetidas pruebas de afecto he recibido en todas las plazas de la República donde he toreado; en todas he tenido tantas muestras de benevolencia y cariño, por parte de mis compatriotas, que sería una ingratitud no concederles una frase que simbolice mi imperecedera gratitud. Los hijos del Distrito Federal y los de la Capital del Estado de Hidalgo, son para mí más que amigos, hermanos; su conducta, siempre que ante ellos me he presentado, ha sido tan bondadosa, ha sido tan simpática, que á ellos es á quienes dedico mi función de gracia, á ellos que todo se lo merecen, á ellos para quienes mis personales esfuerzos en la tarde de hoy van encaminados, á procurar dejar satisfechos todos los deseos y colmadas todas las ambiciones. ¡MEXICANOS! ¡PACHUQUEÑOS! recibid el abrazo que os envía, vuestro compatriota y amigo: PONCIANO DÍAZ.
En nuestro país y desde el siglo XIX se cultivó un verdadero arte popular que se reflejó en auténticas obras de las que admiraremos algunos ejemplos enseguida. El cartel taurino en el siglo XIX El toreo, tema inagotable debido a la enorme carga de sugerencias que nos ofrece, plantea en el cartel un medio singular en el que las empresas, los toreros y toda una gama de protagonistas que fueron convocados a la fiesta decimonónica publicitan su participación, partiendo de un proceso inventivo, recreado en cada tarde no solo en el cartel o tira de mano. También era renovado cada ocasión de fiesta. Los actores todos manejan un lenguaje coloquial que causa admiración, mismo que trasciende en todas las capas sociales que quedan convocadas a asistir a las plazas de toros. Dos de ellas, la de San Pablo (que funcionó de 1788 a 1821; y de 1833 a 1864) y la del Paseo Nuevo (de 1851 a 1867, año de la prohibición que se impuso a las corridas de toros en el Distrito Federal; aunque todavía estaba en pie el año de 1873) se convierten en sitios
94 perfectos para la escena. A la corrida de toros, como sustento de una costumbre perfectamente arraigada en el gusto popular, se suma un amplio repertorio del cual recogeremos apenas un pequeño catálogo de las “sorprendentes funciones” que deleitaron a los mexicanos de entonces. Veamos. Por ejemplo del año 1815, encontramos que la tarde del 4 de abril y en la Real Plaza de toros de San Pablo se anunció que figurarán los Toreros en un convite ó merienda para plantar banderillas sentados, y concluida la corrida habrá fuegos artificiales de gusto e invención”. Al día siguiente “se echarán Cerdos para que los enlazen varios Ciegos, y á las seis se inflará un Globo para que todos lo vean elevar. Días más tarde hubo Dominguejos63 de particular idea junto a la presencia de Liebres y Galgos. Se pondrán dos Monos al medio de la Plaza para diversión del Público y se echaron Venados para que los cojan Perros sagüezos, diversión muy retirada en esta Capital.
Reproducción digital del “Aviso” que se menciona en los recientes párrafos. Col. del autor. 63
Dominguejos: figuras alegóricas formadas de carrizo, con una base redonda donde se colocaba plomo o material pesado, consiguiéndose así que el toro embistiese fúrico aquel monigote que también, en diversas ocasiones lo aderezaban de cohetes estallando al menor derrote del astado.
95 En la plaza del Paseo Nuevo, para el domingo 22 y martes 24 de febrero de 1857, se celebraron FUNCIONES ESTRAORDINARIAS DE CARNAVAL donde se presentaron Magníficos fuegos artificiales (y) sobresaliente iluminación. Cartel para la plaza de toros del Paseo Nuevo, domingo 22 y martes 24 de febrero de 1857. Col. del autor. Domingo 22: Dos toros para coleadero y enseguida volverá a presentarse caprichosamente VESTIDA DE MÁSCARA y jugará otros dos toros de la misma Raza de Atenco, y de tan buena calidad como los primeros; ejecutándose en el que sea más a propósito la difícil suerte de BANDERILLAR A CABALLO por un aficionado que también estará enmascarado. Concluyendo la corrida con el TORO EMBOLADO de costumbre. Martes 24: DIABLOS EN ZANCOS con toda la cuadrilla en TRAGE DE MÁSCARA.
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Cartel celebrado en la plaza de toros de San Pablo, 11 de junio de 1857. Col. del autor.
El 11 de junio de aquel mismo año y en la plaza de San Pablo se presentó EL HOMBRE FENÓMENO, que faltándole los dos brazos desde su nacimiento, ejecuta con los piés unas cosas tan sorprendentes y admirables, que solo viéndolas se pueden creer: en cuya inteligencia, y tan luego como se haya dado muerte al tercer toro de la corrida, ofrece desempeñar las suertes siguientes: 1º. Hará bailar á un trompo y á tres perinolitas. 2º. Jugará diestramente el florete, con el loco de la cuadrilla. 3º. Cargará y disparará una escopeta. 4º. Barajará con destreza un naipe. 5º. y última. Escribirá su nombre, el cual será manifestado al respetable público. Domingo 22 de noviembre de 1857 en la Plaza del Paseo Nuevo: En uno de los intermedios, se presentará una divertida comparsa de FANTASMAS, MUERTES Y ENANOS, que con todo valor y destreza, lidiarán un SOBERBIO TORO EMBOLADO de la misma calidad, del cercado de Atenco; á la vez tendrá el gusto de presentarse la aficionada y atrevida ANGELA AMAYA, y ejecutará la suerte de GINETEAR el mismo toro; cuya diversión disfrutará la concurrencia por primera vez en esta plaza; concluyendo la corrida con el TORO EMBOLADO de costumbre.
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Plaza de toros del Paseo Nuevo. 22 de noviembre de 1857. Col. del autor.
99 Domingo 3 de enero de 1858, Plaza de toros del Paseo Nuevo: ESTRAORDINARIA FUNCIÓN. Magníficos fuegos artificiales. Iluminación general. Deseando inaugurar el año nuevo de 1858, con una fiesta amena y digna del buen gusto del ilustrado público mexicano, la empresa ha dispuesto un espectáculo que por su combinación y variedad, no podrá menos que agradar a los espectadores de ambos sexos y de todas clases. En el intermedio se lidiará otro TORO DE ATENCO EMBOLADO, por una divertida MOGIGANGA EN ZANCOS Y BURROS, cuya diversión tanto entretiene y agrada a los espectadores; concluyendo la corrida con otro TORO EMBOLADO para los aficionados. Acto continuo aparecerá la Plaza BRILLANTEMENTE ILUMINADA, para lo cual se ha encargado el inteligente artista D. Francisco Bardet; y tendrán lugar unos MAGNÍFICOS Y VISTOSOS FUEGOS DE ARTIFICIO, ejecutados por el mismo ingenioso pirotécnico mexicano, D. Severino Jiménez, que tantas veces ha dado muestras en esta Plaza, de su habilidad en el arte, siendo las piezas principales: El Pabellón chinesco, La copa encantada, El Laberinto y La rueda de la fortuna.
Domingo 3 de enero de 1858, Plaza de toros del Paseo Nuevo: ESTRAORDINARIA FUNCIÓN. Col. del autor.
100 Domingo 5 de diciembre de 1858: Plaza principal de San Pablo: Sorprendente y Divertido Intermedio que tendrá lugar después del primer toro del coleadero, cuyo intervalo se denomina: LA ENCANTADORA PATA DE CABRA. Esta travesura que tanto ha merecido la aprobación en los locales que ha sido representada, es muy creíble que de la manera como la van á desempeñar los personages que se manifiestan en la presente viñeta, imitando a Don Juan, a Doña Leonor y á Don Simplicio, así como á otros individuos, y á las Brujas montadas en Burros y Chivos, deberán también llamar la atención, porque va á ser desempeñada esta travesura a la presencia de un VALIENTE TORO, con el que han de ejecutar algunos lances de la tauromaquia, los cuales causarán mucha diversión á los dignos espectadores. Los otros intermedios se cubrirán con los toros del COLEADERO.
5 de diciembre de 1858: Plaza principal de San Pablo.
101 Como vemos, existe un complemento interesante. Se trata de las mojigangas: aderezos imprescindibles y otros divertimentos de gran atractivo en las corridas de toros en el mexicano siglo XIX. Aunque de las 30 o 40 escenas que se conocen en carteles que van de 1855 a 1867 y que aparecen reproducidas en su mayoría sin firma, es muy probable que hayan sido recreadas por el trazo de dibujantes tan reconocidos como: Ignacio Cumplido, Alejandro Casarín, Santiago Hernández, Constantino Escalante, José María Villasana, Campillo, Iriarte y hasta el mismísimo Luis G. Inclán. Al revisar la hemerografía decimonónica mexicana, encontramos entre los caricaturistas y dibujantes mencionados, gran semejanza de rasgos que fueron a plasmarse en los carteles taurinos, verdaderas joyas del arte popular. El autor de ASTUCIA también ocupó su entusiasmo creador en la imprenta de la que se sirvió para editar sus obras. Pero además las ilustraba. Todos los rasgos estilizados propios del tlalpeño son semejantes en muchas ilustraciones que enriquecieron el cartel taurino al mediar el siglo XIX. En su ESPLICACIÓN DE LAS SUERTES DE TAUROMAQUIA (...) publicada en México por la Imprenta de Inclán en 1862 tenemos la muestra fehaciente de que Luis G. Inclán intervino en la recreación de muchos de los carteles de aquella época. Importante cantidad de carteles que anunciaban diversos espectáculos fueron propiedad del coleccionista Armando de María y Campos, que afortunadamente conserva hoy en día el Centro de Estudios de Historia de México CONDUMEX así como la extensa y rica biblioteca del Lic. Julio Téllez. Otros coleccionistas, Federico Garibay(†), Diego Carmona o Héctor Mejía Corona cuentan con verdaderos testimonios documentales en este sentido. Por otro lado, la obra de José Guadalupe Posada o de Manuel Manilla también enriqueció estéticamente -y a su manera- el cartel taurino de fines del XIX y comienzos del XX. Estos artistas populares, después de burilar las gestas taurinas del momento se encargaron de apresurar en la imprenta de Antonio Vanegas Arroyo la salida de "hojas volantes" donde diestros como Ponciano Díaz o Rodolfo Gaona se convertían nuevamente en tema de conversación. No cabe la menor duda que estos estrategas de la mercadotecnia supieron aprovechar los dictados que marca la fiesta, como el que señala Jean Duvignaud en su libro El juego del juego al decirnos que ocurre una explosión -debería decirse, en el sentido etimológico de la palabra: ese “éxtasis”, un estallido del ser fuera del ser- cuando el grupo alcanza ese estado de juego en el curso del cual puede hacerse toda clase de apuesta por la vida que vendrá. Porque el hombre del juego o el hombre de la fiesta buscan por su parte, no sin cierta torpeza, disponer del espacio: la fiesta arraiga, la actividad lúdica se despliega en un lugar con frecuencia escogido arbitrariamente.
Y ello aunado al propio espíritu nacional que se desborda, empujado por la contribución hecha gracias a la independencia, fermento liberador, relajado también a la hora de manifestar lo que fueron los mexicanos, quienes encontraron en el toreo, el pretexto fascinante para divertirse. El cartel taurino en el siglo XX Y en nuestro siglo XX que llega a su fin, el diseño de estos documentos se ha enriquecido fundamentalmente con la obra artística de Carlos Ruano Llópis, español universal que se avecindó en México dejando un legado que pasó a ilustrar una enorme cantidad de carteles. Ruano Llópis hizo escuela, de la que surgieron alumnos importantes, destacando un
102 discípulo, el más notable: Antonio Navarrete. Considero que al difundirse su obra en infinidad de carteles se le brinda un homenaje permanente. Pancho Flores también pasa a formar parte del catálogo de los pintores cuyo trabajo es imprescindible para ilustrar el cartel taurino. En 1994 el Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes lanzó una convocatoria que dejó como experiencia el legado de PINTURERÍAS, donde se sumaron a ella artistas de talla nacional e internacional, cuyo trabajo se reproduce en los también denominados “avisos al público” de la plaza de toros “México”, como muestra de que no solo bastan las costumbres más conservadoras. También se da lugar a nuevas tendencias plásticas y artísticas de fin de siglo y de milenio. El cartel taurino es pues un testimonio histórico que nos proporciona el gusto por acercarnos a la corrida venidera. Evoca el pasado de una manera que no solo se limita a saber quienes participaron en tal o cual corrida. Nos deja recordar pasajes particulares que hicieron de cada festejo un cúmulo de añoranzas propias de nuestra memoria, si es que las vivimos. O decirnos, con el libro que las rememora cuanto de grandioso o anecdótico ocurrió tal o cual tarde. Y como apuntábamos al principio, los carteles taurinos son un anticipo, pero también una forma de mirar al pasado y entender como en aquellas épocas el toreo ha manifestado sus particulares características a través de los tiempos, admirados a través de nuestro presente.
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C A P Í T U L O Nº 3
Independientemente de que se realice un detenido análisis e interpretación a un seleccionado y rico conjunto de carteles decimonónicos, con objeto de entender el discurso manejado durante aquellos tiempos, haré un balance sobre algunos pasajes que manejan permanentemente ese ingreso a la fantasía, alentada por los organizadores y actores, cuyo movimiento intermitente, mantenía atentos a los espectadores de lo que ocurriera en el escenario.
Heredia ilustró, Cumplido publicó. Escena fascinante de la REAL PLAZA DE TOROS DE SAN PABLO. La fiesta poco a poco va mostrando signos de lo que ya es para la tercera década del siglo XIX. Véase al fondo a un “payaso”. Fuente: Colección del autor.
104 A lo largo de este trabajo hemos visto como los carteles proporcionan elementos muy ricos que no solo matizan y dan idea de lo que fue ese tiempo. También plantean la condición con que concitaban a los espectadores y la forma en que se suscitaba el desenlace de aquel acto convocado para el gozo de multitudes siempre dispuestas a la fascinación.
Da la impresión que acontecimientos ocurridos en el Coliseo a finales del siglo XVIII, fueran empatando poco a poco con las plazas, o que de estas, también sus actividades específicas se incorporaran al teatro, con lo que al final se tuvo también como resultado una especie de “descomposición” o nuevo discurso que devino teatro, o en el mejor de los casos, circo. Al entenderse en el diálogo que se produjo entre estos escenarios, la plaza de toros, nuevamente fue un espacio que permitió el desarrollo de aquellas funciones, quizá como una búsqueda de novedades o un desacuerdo entre lo que el esquema español seguía imponiendo, aún a pesar de las notorias debilidades políticas o religiosas que ya comenzaban a sentirse en el ambiente. Justamente en el nivel social, se declaraba abiertamente un relajamiento, el cual también pudo haber sido ingrediente para aquel curioso pero efectivo trasvase entre la plaza, el teatro y el circo. Cartel del Coliseo -17 de marzo de 1791-, que anuncia la llegada “a esta Ciudad (de) la Famosa Compañía de los Bolantines…”Col. Del autor.
Esta retrospectiva quiere detener en el tiempo a los itinerantes para gozar con ellos en un mismo sitio, y donde la unidad sea el fin de todos sus “números”, por un mismo boleto. Así, toros, payasos, acróbatas, fuegos de artificio, actores, charros, el “embolado” para el pueblo y los propios toreros, daban paso a la función en medio de circunstancias de suyo especiales, incomparables, pues –y como ya lo he dicho-, eran distintas las unas de las otras. Pero además hay una acción-reacción ante el significado de la doble presencia vital dada entre la plaza y el circo, escenarios integrados que solo necesitan la aparición, la presencia de los escenarios efímeros para dar rienda suelta a sus naturales y espontáneas expresiones. Esa acción-reacción se da cuando “el circo reafirma la escisión entre espectáculo y público que si bien ya era característica de algunas diversiones arraigadas
105 principalmente en las ciudades, como el teatro por ejemplo, no existía aún en las fiestas de las comunidades rurales” (Juan Pedro Viqueira Albán). Es el exotismo, pero también el despliegue de las capacidades de dominio del hombre sobre la naturaleza lo que asombra al público fascinado por aquel conjunto de sorpresas, cuyo lindero con lo sobrenatural provoca la emoción, la mantiene al pendiente del mínimo de los detalles. Dentro de ese exotismo no escapaban las corridas de toros del siglo XIX, intercaladas perfectamente en esa unidad que logró con el conjunto de recreaciones circenses, ámbito, atmósfera de vientos siempre frescos, obra que, en conjunto era orquestada e interpretada por actores cuyo papel no se limitaba a la sola representación de su “parte en la obra”, fuese esta protagónica o secundaria. Pues lo mismo podían vestir de luces que de arlequines, como sucedió muchas tardes ya en la plaza, ya en el teatro que proporcionaban sus espacios para la representación cuya reciprocidad, simbiosis, sincretismo o efecto híbrido daba y garantizaba el espectáculo en todo su esplendor. Entre los antecedentes conocidos se tiene la fecha del 11 de diciembre de 1670 cuando hubo toros en la Plaza Mayor, fecha en la que participaron cirqueros, quienes lucieron en la maroma, actuación que volvemos a encontrar hasta 1742 cuando el circo se mete de nuevo a la plaza.64 Fue en ocasión de la toma de posesión del Virrey Conde de Fuenclara, cuando 64
Solange Alberro: Del gachupín al criollo. O de cómo los españoles de México dejaron de serlo. México, El Colegio de México, 1992. 234 pp. (Jornadas, 122). -- p. 155: (...) cabe preguntarse en qué era distinta, durante la colonia, la ciudad de México, creación de sus moradores y matriz de su evolución, respecto de las ciudades ibéricas o más ampliamente europeas, y cómo pudieron estas diferencias reflejarse y modificar a los españoles que la habitaron. En primer lugar, el sitio en el que se levanta participa de otra dimensión, la del espacio americano en general (...) -- p. 163-4: ¿Qué vemos en México respecto a estos puntos? El arzobispo, el virrey, la Audiencia, la Universidad, las cárceles, la horca y el mercado compartían la misma plaza, en una concentración extraordinaria de poderes, funciones, símbolos y representaciones. Claro, los dioses sangrientos desaparecieron ante el Evangelio y unos sustitutos más humanos tomaron el lugar del emperador. Si bien los poderes ya no fueron absolutos ni totalmente de origen divino, lo religioso y lo temporal permanecieron, como en los tiempos antiguos, íntimamente ligados, en un sinnúmero de fiestas, ceremonias y manifestaciones aparatosas. Cualquier operación, desde la compra de la pitanza diaria hasta un Te Deum, cobraba en la gran plaza una relevancia peculiar: el escenario imponente en el que cada edificio correspondía a una autoridad trascendente y la atmósfera que allí imperaba, en que se mezclaban el boato de los funcionarios civiles y religiosos, los emblemas y los símbolos de sus poderes, el entorno sensorial -música, campanas, órganos, orquestas, cantos litúrgicos, rezos, bullicio del mercado, olores, incienso, copal, aromas y fetidez de flores y comida, etc.-, todo esto envolvía el acto más trivial con un vaho casi sagrado, un poco como en los tiempos del paganismo. En otras palabras, mientras en otras partes se estaban gestando divisiones y distinciones entre lo temporal y lo espiritual, lo público y lo privado, el vecino de México encontraba en su Plaza Mayor -o volvía a encontrar si se trataba de un indígena- algo que era sin duda único: una vivencia a la vez prosaica y marcada por el sello de lo sagrado, en la que los poderes eran percibidos como indisociables y familiares. Porque el virrey y el arzobispo estaban muy presentes en la plaza, condenados a encarnar constantemente la autoridad, ya que aparte de algunas modestas residencias en los arrabales de la ciudad, a las que iban de vez en cuando, no tenían vida privada que les permitiera reposo en el desempeño de sus funciones representativas. Ésta es la razón por la que presenciaban todo lo que constituía la vida de la ciudad y de sus moradores, por ser ellos quienes la gobernaban y le infundían peso y sentido. -- p. 175: El siglo XVIII, cuyos hombres mostraron mayor curiosidad hacia la vida en sociedad que sus antecesores, es el que mejor describió el espectáculo de la calle, su pueblo, los comercios existentes entre los distintos grupos y sectores que lo componían. Ahora bien, las calles capitalinas, los edificios públicos y los lugares de paseo resultaban ser el teatro de la mayor promiscuidad, no sólo social, como sucedía en las demás ciudades importantes del mundo occidental, sino étnica, puesto que los millares de españoles que allí vivían se
106 entre noviembre (26, 27, 28 y 29) y diciembre (1º) hubo fiestas en el Volador. El último día se puso a la vista “un primoroso, ágil y diestro maromero, cuyas prestas, ingeniosas suertes le divirtieron lo más de la mañana”. Aunque fue hasta 1769, en tiempos del Marqués de Croix cuando el espectáculo taurino empezó a ser enriquecido con otra gama de condiciones, en un tiempo en que no parecía ordenarse todavía la fiesta. En un tiempo en que aquel espectáculo deliberadamente libre, alejado de los principios normativos elementales, que ya se estaban poniendo en marcha por aquellos mismos años. Sin embargo al estar enquistadas aquellas expresiones en el bagaje taurino, las primeras disposiciones con fin correctivo no tienen otro recurso que aceptarlas y alentarlas, como las alentó el público, lo mismo que asentistas o empresarios y actores, quienes consintieron su integración. Volviendo a lo ocurrido en 1769, las funciones taurinas vieron la participación de un torero, precursor del payaso o loco de los toros, que vestía el traje de los dementes de San Hipólito, el cual provocaba a la fiera y se metía violentamente en una pipa vacía, recibiendo esta la embestida del toro, a la manera de los dominguejos. Y ya fue en 1790 cuando en el Minera de Santa Fe de Guanajuato, con motivo del cumpleaños del futuro Fernando VII, una cuadrilla completa de maromeros y arlequines diestrísimos, lidiaron y mataron una corrida de toros en el Coliseo, no en la plaza como era de esperarse. En febrero de 1833, la plaza de “El Boliche”, ubicada en lo que hoy día es el cruce de Av. Hidalgo, Santa Veracruz y la calle 2 de abril, se presentó la Compañía de Circo y equitación, comandada por Mr. Green anunciando su espectáculo como función “hípico-mímicoacrobática”, con pantomima tales como: “El Soldado Borracho”, “Don Quijote y Sancho Panza”, sin que faltara el imprescindible payaso. perdían dentro de las masas de castas y los indígenas. --: p. 190-2: Las numerosas fiestas civiles y religiosas eran acontecimientos privilegiados a los que todos los capitalinos concurrían, al intervenir cada grupo étnico y cada sector social en celebraciones que eran también espectáculos en los que las influencias e intercambios se dirigían ante todo a la vista y el oído. Debemos subrayar aquí la importancia de mecanismos y fenómenos casi siempre pasados por alto en historia pero que hoy día son ampliamente aprovechados con el auge planetario de lo audiovisual. En efecto, cuando dos culturas, dos grupos o dos individuos se enfrentan, sobre todo por primera vez, lo hacen ante todo a través de una mirada, un espectáculo siempre acompañado de impresiones, como los sonidos. Por tanto, las primeras percepciones para unos y otros se verifican por medio de la vista y el oído. Pero si la comunicación a través del lenguaje y el discurso siempre llamó la atención de los especialistas en ciencias sociales -desde los historiadores hasta los lingüistas, sin olvidar a los politólogos y demás sociólogos-, el caso es distinto en lo que se refiere a la percepción visual y a la auditiva, seguramente por lo pobre y precario de las fuentes y sin duda también porque se les atribuye un carácter estrictamente fisiológico. Sin embargo, participan de lo cultural en la medida que la palabra y, a diferencia del discurso que siempre es el hecho de una minoría cuando queda consignado, éstas son universales. Basta recordar los sentimientos violentos de horror y repulsión que los sacrificios humanos y el canibalismo practicados por los mexicas inspiraron a los españoles, o la admiración que en ellos suscitó su “policía”, para percibir la importancia y profundidad de este tipo de sensaciones que determinaron más adelante actitudes, representaciones y discursos que no tienen más fundamentos que ellas. Desgraciadamente, si bien conocemos el universo intelectual de los españoles y si numerosos estudios versan sobre el problema de los códigos y sistemas conceptuales a través de lo que interpretaron las nuevas realidades que se ofrecían a ellos en América, no sabemos prácticamente nada de lo que constituía su universo sensorial, -visual, auditivo, olfativo, gustativo, etc.-, de las reglas que lo regían ni de las relaciones que mantenía por ejemplo con la esfera del discurso, etcétera. Ahora bien, durante la dominación española, las calles de una capital como México brindaban el espectáculo permanente, de la confusión de los grupos sociales y étnicos más diversos, en medio de las ocupaciones más variadas. Allí era precisamente donde las sensibilidades confrontadas y hasta opuestas acababan por uniformarse, ya que aquella visión que acaso escandalizaba a un europeo recién llegado no tardaba en volverse familiar al presentársele con frecuencia, siendo la última etapa de este proceso su aceptación primero pasiva y luego quizás activa.
107 Y así como Tomás Venegas “El Gachupín Toreador” se presentó en 1790 en la plaza de San Lucas para compartir su actuación con peleas de gallos, carreras de liebres, maromas, pantomima, etc., en pleno siglo XIX, fue el diestro Bernardo Gaviño, ídolo de la afición quien teniendo como escenarios las plazas de San Pablo o Paseo Nuevo se acompañaba de las compañías completas de circos instalados entonces en los barrios de la ciudad. También de toreros que interpretaban papeles propios de las mojigangas, charros habilidosos y diestros para ejecutar las suertes del coleadero, maestros de la iluminación o de la escenografía efímera que terminaron convirtiendo la expresión de las corridas de toros en una fiesta singular. Y aquí el concepto de “fiesta” proyecta distintas connotaciones concentradas en el fin de buscar como divertir, con qué medios y el fin mismo de la diversión.
Cartel de la plaza de toros DEL PASEO NUEVO para el domingo 22 y martes 24 de febrero de 1857. (Detalle). Fuente: Armando de María y Campos. Los toros en México en el siglo XIX, 1810-1863. Reportazgo retrospectivo de exploración y aventura. México, 1938. PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO / FUNCIONES EXTRAORDINARIAS DE CARNAVAL, / Para el Domingo 22 y Martes 24 de Febrero de 1857 / CUADRILLA DE BERNARDO GAVIÑO / TOROS DE ATENCO. / MAGNÍFICOS FUEGOS ARTIFICIALES. / Sobresaliente Iluminación. Al terminarse la presente temporada de corridas, es un deber de la empresa dar las gracias al público que la ha favorecido en todas ellas, y al mismo tiempo presentarle las dos últimas funciones lo más sobresaliente posible para lo cual no ha omitido gasto ni diligencia alguna; si con ellas logra complacer a los espectadores, quedará completamente satisfecho su deseo. DOMINGO 22 / En esta primera función comenzará la corrida jugándose / CUATRO TOROS, / de lo más escogido que se ha encontrado en el Cercado de Atenco, que por su hermosura y valentía en
108 nada desmerecerán de los que hasta aquí se han estado lidiando. Para que la cuadrilla pueda retirarse a cambiar de traje, se echarán DOS PARA COLEADERO, / y en seguida volverá a presentarse caprichosamente / VESTIDA DE MÁSCARA / y jugará otros / DOS TOROS / de la misma Raza de Atenco, y de tan buena calidad como los primeros; ejecutándose en el que sea más a propósito la difícil suerte de / BANDERILLAR A CABALLO / por un aficionado que también estará enmascarado. Concluyendo la corrida con el / TORO EMBOLADO de costumbre. En seguida aparecerá vistosísimamente iluminado el interior de la Plaza y tendrán lugar unos magníficos / FUEGOS / DE ARTIFICIO, / dispuestos con todo esmero y gusto por especial recomendación que se ha hecho al hábil pirotécnico mexicano, que ha ejecutado los que con tanto agrado ha visto el público en otras varias funciones. MARTES 24 / Como en la corrida anterior, se ha dispuesto que en la de este día, comience jugándose / CUATRO ARROGANTES TOROS / de la tantas veces recomendada justamente Raza de Atenco, y en seguida se presentarán los / DIABLOS EN ZANCOS / a jugar un valiente / TORETE DE ATENCO, / el que también será lidiado por la intrépida aficionada / ÁNGELA AMAYA, / que por segunda vez se presentará en esta plaza, y ejecutará las tres suertes, de / PICAR, BANDERILLAR Y MATAR, / con la serenidad y valor de que ha dado pruebas. / De nuevo aparecerá la cuadrilla toda en / TRAGE DE MÁSCARA, / y lidiará los otros / DOS TOROS / de la corrida, repitiéndose en uno de ellos, la difícil y arriesgada suerte de / BANDERILLAR A CABALLO, / por otro aficionado vestido igualmente de máscara; terminando la función con el / TORO EMBOLADO / para los aficionados. TIP. DE M. MURGUÍA Manuel Gaviño.
Durante muchos años esa condición compartida de muchas fiestas en un solo escenario, fuese profano o político, como cuando en 1857 se realizaron festejos por el regreso del presidente sustituto Ignacio Comonfort, el cual fue invitado a acudir a diversos eventos en los teatros de moda: El Nacional, Iturbide o el Nuevo México, así como a la plaza de toros. Ocurrió lo mismo cuando ese mismo año entró el Ejército Libertador a la Ciudad de México. Uno de los más fascinantes -¡cuál no era fascinante!- fue el efectuado el domingo 27 de febrero de 1861 y que recoge Armando de María y Campos en las siguientes notas: de los números de mayor éxito presentados en las funciones de circo de mediados del siglo pasado, fue el que a cargo de una “señora Elisa”, contemplaron, punto menos que asombrados, los espectadores a la función celebrada en la plaza de El Paseo Nuevo el domingo 17 de febrero de 1861. Dice un programa: “La señorita Elisa de presentará llevando consigo un cuarto de carnero, y se introducirá en el horno que está colocado en el centro de la plaza, ardiendo a satisfacción del público, y se mantendrá en él hasta que la carne quede perfectamente asada, quedando en plena libertad el público que se sirva honrar esta función para reconocer el grado de calor que encierre dicho horno”. Quien sabe quién estaría más “frito” durante la celebración de este acto, si la intrépida reina del fuego, señorita Elisa, o los asombrados espectadores incrédulos.65
Sin embargo así como hubo circos cuya procedencia extranjera era mejor aceptada que los nacionales, comenzó a darse una respuesta contraria a las maromas y a las corridas de toros, en medio de un ambiente que estaba alentado por una prensa cada vez más proclive a contrariar aquellas representaciones eminentemente mexicanas, fomentadas por el emperador Maximiliano, pero que tuvo un enorme contrapeso en la presencia de varias plumas casadas con la modernidad, dispuestas a no aceptar la barbarie y el primitivismo de espectáculos y representaciones que durante el segundo imperio comenzaron a ser blanco 65
Armando de María y Campos: Los payasos, poetas del pueblo. [El Circo en México] CRÓNICA. Ilustrada con reproducciones de programas de la época y viñetas de los mismos, de la colección del autor. México, Ediciones Botas, 1939. 262 pp. Grabs., ils. (p. 77-84).
109 de críticas sistemáticas, lo cual, y en el fondo, alentó junto con otros factores las razones para prohibir las corridas de toros en 1867, año que fue escenario de acontecimientos de enorme trascendencia para los destinos de México. Al paso de los años aquellos espectáculos: circo y toros pervivieron. Las corridas encontraron abrigo en la provincia mientras estuvieron prohibidas en el Distrito Federal (1867-1886). Los circos, como el de Chiarini o de Buislay aprovecharon las ruinas del Paseo Nuevo. Pero con el paso de los años, uno y otro espectáculo se acomodaron en su propio espacio, y si alguna vez convivieron es porque se ha buscado que no desaparezcan. Recuerdo en la hacienda de Atenco, apenas en junio de 1999 la representación de una mojiganga, reducto de aquella grandeza que recoge varios siglos de auténtica expresión popular, que no olvidó la comunicación permanente que se tendió entre la plaza y el campo. Y todo esto se buscaba para cumplir la sencilla misión de reunir dos elementos semejantes con un mismo fin: la fiesta,66 o era con objeto de compensar, de equilibrar ante un interesante cuestionamiento hecho por Juan Pedro Viqueira Albán en el siguiente sentido: “¿No es la tragedia, el enfrentamiento de los instintos “naturales” del hombre a las reglas sociales? ¿No es la comedia la sátira de los inadaptados sociales? Como si las dos preguntas representaran una auténtica tragedia venida desde la entraña del teatro, en oposición al solo significado de que el circo “presenta al hombre casi siempre solo ante el mundo natural, al 66
Jean Duvignaud: El juego del juego. México, 1ª ed. en español, Fondo de Cultura Económica, 1982. 161 pp. (Breviarios, 328). -- p. 25: Cuando menos, lo importante es reconocer, en toda vida humana colectiva, esa región lúdica que invade la existencia, empezando por la divagación, el sueño o la ensoñación, la convivialidad, la fiesta y las innumerables especulaciones de lo imaginario. -- p. 49: Se entra en el territorio del juego por diversas vías paralelas o divergentes entre sí, aunque todas permitan situar la actividad lúdica y precisar sus puntos de arraigo en la existencia colectiva. Y ello, desde luego, sin olvidar que diversas civilizaciones tratan el juego de una manera cada vez distinta, porque el juego jamás ocupa el mismo lugar en la vida común... -- p. 54-55: En cuanto a la fiesta, ésta presenta caracteres análogos, aunque agrupe a un mayor número de participantes. No hablamos aquí de las fiestas de aniversario ni de las celebraciones rituales, sino de esas manifestaciones irrepetibles atravesadas por una iluminación que pone en tela de juicio la propia estructura de la sociedad en que se encuentra. Durante ese estallido súbito y momentáneo de las relaciones humanas establecidas, se rompe el consenso, de borran los modelos culturales transmitidos de generación en generación, no por una transgresión cualquiera, sino porque el ser descubre, a veces con violencia, una plenitud o una superabundancia prohibidas a la vida cotidiana. Lo cual no equivale a decir que la fiesta sólo sea desbordamiento, efervescencia, licencia, estallido de los deseos reprimidos. Hay más que eso y obedece a la propia naturaleza del fenómeno. En lo que hay que fijarse es en la intencionalidad, en la orientación colectiva y no en lo que condiciona esa exaltación, condenada generalmente. Ahora bien, durante esa explosión -debería decirse, en el sentido etimológico de la palabra: ese “éxtasis”, un estallido del ser fuera del ser- el grupo alcanza ese estado de juego en el curso del cual puede hacerse toda clase de apuesta por la vida que vendrá. Desde luego, la fiesta no dura. Es perecedera en su propio principio, puesto que se desprende en un segundo deslumbrante de la sucesión inevitable y biológica del tiempo. Se antoja como un momento a-histórico en la historia y a-estructural en las estructuras sociales. No desemboca en nada sino en sí misma. La extrema intensidad de las sensaciones, las emociones, los sentimientos o las ideas que suscita, la poderosa concentración de energía mental e intelectual que desprende son su propia justificación. -- p. 119: (...) una fiesta, es exaltación de la vida que se fija en piedra, en color, o que se consume en un momento efímero, en un juego del hombre con lo que posee, que el hombre esparce en una apropiación vehemente y lúdica. -- p. 140: (...) el hombre del juego o el hombre de la fiesta buscan por su parte, no sin cierta torpeza, disponer del espacio: la fiesta arraiga, la actividad lúdica se despliega en un lugar con frecuencia escogido arbitrariamente.
110 que debe vencer”. Y en ese sentido, el aspecto “teatral”, rico en matices se hizo notorio desde fechas tan tempranas67 en la Nueva España.
Cartel de la plaza principal de SAN PABLO para el jueves 11 de junio de 1857. Fuente: Colección Julio Téllez García. TOROS / EN LA / PLAZA PRINCIPAL / DE S. PABLO, / El jueves 11 de junio de 1857 / FUNCIÓN SORPRENDENTE, / DESEMPEÑADA POR LA CUADRILLA QUE DIRIGEN / D. SOSTENES / Y / D. LUIS ÁVILA. Animado el empresario por sus amigos y por infinitos aficionados a esta diversión para que en esta hermosa plaza se den corridas de toros, no ha omitido gastos ni diligencia alguna para vencer las dificultades que se le han presentado: en tal concepto, arregladas estas, tiene la satisfacción de anunciar al respetable público, que la tarde de este día tendrá lugar la primera corrida de la presente temporada. Siendo Don Sostenes Ávila el capitán de dicha cuadrilla, y presentándose por la vez primera en Salvador García Bolio: “Plaza de toros que se formó en la del Volador de esta Novilissima Ciudad: 1734”. México, Bibliófilos Taurinos de México, 1986. 67 h. Ils., grabs., facs. (Cuadernos Taurinos, 2). Desde las fiestas celebradas en 1734 para la recepción del nuevo virrey de la Nueva España Don Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta (1734-1740) se efectuaron actividades que no solo fueron las lides taurinas. También se quemaron por la noche artificios y hubo invenciones de fuego. A esto se incluye el festejo de gallos, maromas y otras diversiones. Por ejemplo: “La Noche del Domingo veinte y tres de maio se inician las festividades. Se han mandado poner “Sesenta y dos hachas de quatro pabilos, en los Valcones del Rl. Palacio” y “luminarias de leña y Ocote, a la frente de las Cassas de la N.a Ciudad y en las azoteas de ellas para que la gente en el “Vezindario” disfrute a gusto de la quema de “Los Artificios é Ymbenciones de fuegos, que hizo y Se quemaron en la Frontera del Rl. Palacio, que se compucieron de Cinco Artificios de distintas hachas, y entre ellos Vn Castillo con quatro Navios. Vna dozena de granadas por lo Vajo. Cinco Ruedas portuguesas; quatro hombres armados con quatro toros. Veinte y Ocho dozenas de Coetes, los más que llaman de Ymbenciones” los cuales causaron gran expectación. Nicolás Velasques, andará con los Dominguejos, “parándolos”, que fueron once “dos p.a la primer sem.a y nuebe para la Seg.da”. los cuales llaman la atención por lo bien arregladas que van las “Cavezas de Madera adornadas con Sombreritos”. “Y otros que aiudaron a Cuidar los Galgos” y las “liebres”. 67
111 esta plaza, tiene el honor de ofrecer al bondadoso público mexicano, sus débiles servicios, suplicándole al mismo tiempo se digne disimular sus faltas; en el bien entendido, de que tanto él como sus compañeros, no aspiran más que a complacer a sus indulgentes favorecedores. A la referida cuadrilla está unido el arrojado y hábil lidiador FRANCISCO SORIA, conocido por / EL MORELIANO Que tan justamente se ha granjeado el afecto de sus compatriotas, y el de todos los dignos concurrentes: viniendo también agregado a la cuadrilla EL HOMBRE FENÓMENO, Que faltándole los brazos desde su nacimiento, ejecuta con los pies unas cosas tan sorprendentes y admirables, que solo viéndolas se pueden creer: en cuya inteligencia, y tan luego como se haya dado muerte al tercer toro de la corrida, ofrece desempeñar las suertes siguientes: 1ª Hará bailar a un trompo y a tres perinolitas. 2ª Jugará diestramente el florete, con el loco de la cuadrilla. 3ª Cargará y disparará una escopeta. 4ª Barajará con destreza un naipe. 5ª y última. Escribirá su nombre, el cual será manifestado al respetable público. SEIS / FAMOSOS TOROS Están escogidos a toda prueba para la lid anunciada; y si bien solo ellos con su ARROGANTE BRAVURA, serán bastantes a llenar el espectáculo complaciendo a los dignos asistentes. También contribuirá mucho al mimo objeto la buena reposición que se le ha hecho a la plaza, hermoseándola con una brillante pintura que le ha dado un artista mexicano. Antes del / TORO EMBOLADO / de costumbre, saldrán de intermedio / DOS PARA EL COLEADERO, / que tanto agrada a los aficionados. TIP. DE M. MURGUÍA.
Viqueira Albán apuntala esta exposición con las siguientes visiones: (...) los números circenses, (...) presentan realidades fuera de “lo común”, que escapan a la regla, es decir “anómicas” (fuera de la norma”). Lo anómico se presenta en los espectáculos en los que los artistas muestran habilidades excepcionales; en aquellos en que animales realizan actos ajenos a su “naturaleza” (caballos que suman, tigres que no atacan al hombre, etc.); en los números de payasos, seres poco ordinarios tanto por su vestimenta y por su maquillaje que exagera rasgos humanos hasta deformarlos, como por su torpeza (en el caso del Augusto); en la presentación de “fenómenos” animales o humanos (caballos de cinco patas, hermanos siameses, mujeres barbudas, enanos, etc...).
Esta característica resulta esencial para entender al circo, si tomamos en cuenta que la “anomia” es el concepto más idóneo para comprender la situación social de los lugares a los que llegaba por primera vez el circo en el siglo XIX. Una consecuencia importante del carácter anómico del circo es que en la pista los límites entre lo humano y lo natural se diluyen en sus dos fronteras. Por un lado los animales domesticados actúan como hombres y los fenómenos humanos -los errores de la naturaleza- aparecen como empantanados, presos del mundo natural. Por el otro lado los ilusionistas se apropian de fuerzas “sobrenaturales”, normalmente ajenas al hombre. El circo parece poner en escena el momento en que el caos reinaba sobre la tierra, en el que hombre y naturaleza empezaban apenas a diferenciarse, en el que la sociedad no existía aún, en el que los hombres eran aún “naturales” Resulta pues lógico afirmar que el circo en sus inicios, representaba para los espectadores que vivían en carne propia la destrucción de un mundo y el nacimiento de otro, un viaje al mundo
112 originario, al paraíso perdido, constituyéndose así en un mito moderno que explicaba los orígenes del hombre.68
Finalmente, esto hace que volvamos los ojos a esa conmovedora obsesión del fin o “destrucción de un mundo” o comienzo y “nacimiento de otro”, que vuelven a la condición original de la diversión o escape de la realidad, sustentada por el hombre en sociedad, razón cuya dinámica ha ocupado el espacio de muchos siglos, y que nace, seguramente cuando hace inteligible el gozo donde las mojigangas son apenas entre muchas, un conjunto de expresiones que lo deleitaron. Y como vemos lo sigue deleitando en la medida de su permanencia bajo otras condiciones que el tiempo y muchas otras circunstancias han procurado, gracias al deseo humano manifestado en el solo objetivo que un título de José Deleito y Piñuela me ayuda para terminar esta visión: “El pueblo se divierte”.
Juan Pedro Viqueira Albán: “Notas para una antropología histórica del circo moderno”, material de trabajo (inédito) para la realización del guión museográfico de la exposición sobre el circo en México que el Museo Nacional de Culturas Populares presentará en 1986. 68
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EN EL CENTRO DE LOS PRODIGIOS. UNA HISTORIA CULTURAL DEL JUEGO, EL SUSPENSO Y LO EXTRAORDINARIO, DE MAURICIO SÁNCHEZ MENCHERO Todos los aspectos de los que se ocupa Mauricio Sánchez Menchero, invariablemente tienen que ver con el desarrollo de los espectáculos públicos metidos en la entraña de la sociedad española decimonónica, para lo cual no queda sino comprobarlo con la lectura gozosa de En el centro de los prodigios69 la cual resultó para mí todo un descubrimiento, pues aunque tengo clara conciencia de la dinámica aquí planteada, nunca me había encontrado con un trabajo de investigación tan acucioso que no sólo va a las fuentes, sino que las desmenuza y las contextualiza en términos muy acertados, lo que lo convierte en un HISTORIADOR, así, con mayúsculas y que se atiene a aquella grata recomendación que algún día nos legó otro grande: Edmundo O´Gorman quien dijo al respecto del quehacer de los historiadores: Quiero una imprevisible historia como lo es el curso de nuestras mortales vidas; una historia susceptible de sorpresas y accidentes, de venturas y desventuras; una historia tejida de sucesos que así como acontecieron pudieron no acontecer; una historia sin la mortaja del esencialismo y liberada de la camisa de fuerza de una supuestamente necesaria causalidad; una historia sólo inteligible con el concurso de la luz de la imaginación; una historia-arte, cercana a su prima hermana la narrativa literaria; una historia de atrevidos vuelos y siempre en vilo como nuestros amores; una historia espejo de las mudanzas, en la manera de ser del hombre, reflejo, pues, de la impronta de su libre albedrío para que en el foco de la comprensión del pasado no se opere la degradante metamorfosis del hombre en mero juguete de un destino inexorable.
…y como decimos los taurinos: “Al toro que es una mona”. El texto de Sánchez Menchero va más allá de la simple apreciación que tiene no sólo el aficionado. También el estudioso en su conjunto. Su visión supera con mucho a los “clásicos” proporcionando instrumentos que permiten alejarse de unos conceptos que parecían imponerse como dogmas a riesgo de quedar sembrados como sentencias o juicios sumarios. Ahora bien, en el ámbito taurino suele creerse a pie juntillas el comentario que se sustenta en la fuente poco confiable, poco analizada y que por razones que yo consideraría como golpe de suerte, se sostienen como infalibles.
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Mauricio Sánchez Menchero: En el centro de los prodigios. Una historia cultural del juego, el suspenso y lo extraordinario. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, 2009. 316 p. Ils. (Colección Debate y Reflexión).
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Aquí encontramos la rica propuesta del investigador cuyas visiones e interpretaciones no se casan con la enajenante obsesión en que caen los taurinos movidos más por la pasión que por la razón. Celebro el hecho de que mi colega y amigo haya logrado un sondeo poco común en momentos donde ya se hacía necesaria una fresca aportación de elementos que subyacen del velo misterioso de un puente inestable entre los siglos XVIII y XIX por donde transitaron expresiones no sólo taurinas; también parataurinas, complemento no solo escenográfico sino protagónico de unas manifestaciones que escaparon al control de la propia tradición. Esto es, que el toreo en medio de intensos reacomodos con objeto de evitar el caos que produjo la transición monárquica de Austrias a Borbones, manifestó reacciones con síntomas como las mojigangas y sus derivados, mientras el espectáculo taurino buscaba ordenarse, reglamentarse, profesionalizarse hasta conseguirlo bien entrado el siglo XIX, mientras esos otros divertimentos desaparecían o daban su último adiós como meros recuerdos de dos centurias que permitieron amalgamar y definir rutas en expresiones –la taurina y la circense en su conjunto-, hasta separarse definitivamente. Sánchez Menchero logra independizar y explicar cada expresión para luego integrarla en la unidad no siempre articulada que fue la corrida de toros durante esos dos siglos que parecen convertirse en el laboratorio donde concurrieron el pueblo y la inventiva, el arrojo y la creación. El relajamiento y la búsqueda del equilibrio. Pues bien, con esta primera apreciación debo decirles que, para tener una idea de conjunto, sus observaciones me remiten a hacer un balance de un espejo de la realidad plasmada En el centro de los prodigios. Una historia cultural del juego, el suspenso y lo extraordinario, que es, en forma de este libro maravilloso, la culminación de un amplio
115 estudio que lo llevó a obtener el grado de Doctor en Historia de la comunicación social, por la Universidad Complutense de Madrid. Y es que me refiero al particular acontecer del espectáculo taurino en el México del XIX, que recoge y hace suyos muchos de los elementos estructurales de los que se constituye la tauromaquia de a pie concebida como tal en España, pero va a ser en ese México, como antes ocurrió con el virreinato, donde se perciba una fuerte presencia espiritual, hermanada a la reciente independencia, aunque sin negar los distanciamientos habidos con la España que sigue siendo tutora, pero tutora a distancia. Y es que en esa España de entresiglos tuvo que irse configurando un espectáculo donde los nuevos actores principales fueron los toreros de a pie, que se están incorporando de manera contundente al espectáculo mientras finaliza el siglo XVIII. Quedaron atrás aquellas estampas del toreo detentado por la nobleza, un toreo que en su mayoría se practicaba desde el caballo, siendo la plaza mayor de muchas poblaciones el espacio para esos torneos. Una casa reinante como los Borbones, poco afecta al toreo, en alianza con la asunción de los ilustrados que cuestionaban severamente la vigencia de aquel espectáculo bárbaro y retrógrado, pusieron en vilo la continuidad del toreo caballeresco, lo que, por otro lado permitió que irrumpiera el pueblo, haciendo suyo el espectáculo, en medio del caos, puesto que las reglas o disposiciones sólo estaban hechas desde siglos atrás para la expresión ecuestre. Fue necesario entonces que uno de los principales actores en escena, el sevillano José Delgado, mejor conocido como Pepe-Hillo dictara a un su amigo, José de la Tixera las primeras experiencias que se materializaron en la Tauromaquia o arte de torear. Obra utilísima para los toreros de profesión, para los aficionados y toda clase de sujetos que gustan de toros, cuya primera edición se publicó en Cádiz en 1796. Este instrumento fue rector en el devenir y futuro de la tauromaquia entendida no sólo como diversión pública, sino como espectáculo crematístico del que, al finalizar el siglo XIX, tanto en España como en México logró alcanzar su sentido profesional. Para ello fue necesario una suma de condimentos entre los que el cartel anunciador jugó un papel en el que no sólo se anunciaban un conjunto de diversas representaciones, sino que fue el elemento discursivo por parte de empresarios y toreros que echaron mano de la retórica de aquella época para atraerse correligionarios, materializando aquellas extravagancias en realidades que hoy nos parecerían mero fruto de la fascinación o la invención. Para muestra, un ejemplo. PLAZA DE TOROS EN SAN PABLO. JUEVES 13 DE DICIEMBRE DE 1839. Función extraordinaria a beneficio del hospital de mujeres dementes. La piedad de los mexicanos ha tenido su mano benéfica a los establecimientos del hospicio y casa de expósitos de esta capital, proporcionando recursos a favor de los infelices que en él se encuentran, ya por medio de suscripciones y ya dedicándoles espectáculos públicos, cuyos productos han contribuido eficazmente al logro de sus piadosos deseos. Mas su celo filantrópico, no ha fijado su atención a otro establecimiento igualmente benéfico a la humanidad, cual es el de mujeres dementes que existen en el hospital del Divino Salvador. Este sin duda reclama imperiosamente una mirada de compasión; porque aquellas desgraciadas están careciendo aún de los auxilios más precisos e indispensables por falta de recursos. Tan lastimosa situación que llegó a noticia de mi esposa, la compadeció en sumo grado, y desde luego formó el proyecto de auxiliarlas en cuanto le fuese posible, poniendo pues en práctica sus deseos y contando con la filantropía de sus paisanas a quienes las considera animadas de los mismos sentimientos, a vista de cuadro tan lastimoso y con la cooperación de todos los mexicanos, me pidió una función de toros a beneficio de este Hospital, no dudando que unas y otros contribuirán por su parte al mayor brillo de ella, y aumentando sus productos. Habiendo yo accedido a su petición, deseoso asimismo por mi parte de contribuir a tan loable
116 objeto, no sólo por una vez cedí este día que por su solemnidad es uno de los que en la empresa saca algunas utilidades, sino que me propongo anualmente darlo a dicho beneficio, interin yo sea el propietario de la empresa, destinando sus productos al solo fin de vestir la desnudez de aquellas desgraciadas. Para que estos tengan todo el aumento necesario, he procurado ahorrar todos los gastos posibles, a cuyo efecto invité a las compañías y dependientes de la plaza, para que dejasen la parte que voluntariamente quisieran de sus sueldos, y éstos generosamente dejan la cuarta parte de ellos. Este ahorro, con lo que me prometo sacar de las lumbreras de sombra que he destinado a las autoridades y familias acomodadas de esta capital, a cuyas localidades no he querido señalar precio alguno, dejándolo arbitrario a la generosidad de éstas, y lo que produzca la entrada eventual, formarán sin duda una cantidad capaz de cubrir aquel fin que nos hemos propuesto, al mismo tiempo que patentizadas por este medio tan graves necesidades de aquel útil establecimiento, encontrarán sin duda otros protectores que las alivien enteramente. La función está distribuida del modo siguiente: Seis toros escogidos de la sobresaliente raza de la hacienda del Astillero, de los cuales uno será embolado para que jueguen los Figurones en burro, cuyo intermedio por ser de suma diversión a los concurrentes, se ha preferido a cualesquiera otra.70
Indudablemente se trata de un “discurso” planteado por el polémico empresario Manuel Barrera (por cierto Rafael Herrerías podría pasar por un Manuel Barrera redivivo), a quien la Doctora Ana Lau Jaiven ha dedicado un amplio trabajo que tituló: Las contratas en la ciudad de México. Redes sociales y negocios: el caso de Manuel Barrera (1800-1845), publicado por el Instituto “Mora” en 2005. Cito a continuación un catálogo de aquellas recreaciones o elementos parataurinos, decorado infaltable en las corridas de toros durante buena parte del siglo XIX mexicano: Durante buena parte de ese siglo, se llevaron a cabo representaciones del más curioso tono tales como cuadros teatrales que llevaron títulos de este corte: "La Tarasca", "Los hombres gordos de Europa", "Los polvos de la Madre Celestina", "Doña Inés y el convidado de piedra", “El macetón floreado”, entre muchos otros, que se trasladaron del teatro a la plaza. A esta circunstancia se agregan los hombres fenómenos, globos aerostáticos como fueron las ascensiones de Adolfo Theodore, Eugenio Robertson, Benito León Acosta, Joaquín de la Cantolla y Rico, así como algunos otros aventurados en estos menesteres. No puede faltar el imprescindible coleo, el jaripeo y el manganeo, donde sus mejores representantes fueron Pedro Nolasco Acosta, Lino Zamora, Ignacio Gadea, y desde luego Ponciano Díaz, todo ello salpicado de payasos, enanos, saltimbanquis, mujeres toreras (como Pilar de la Cruz, que actuó en 1810 o María Aguirre e Ignacia Fernández “La Guerrita” que destacan al finalizar el XIX, junto con la española Margarita Fernández, quien ostentaba el alias de La Dorada a fuego, fungiendo como picadora; de ella se apuntaba en la prensa: “Esa Dorada a fuego debe ser un dije”) sin faltar desde luego la "lid de los toros de muerte". Esto como base y fundamento del toreo español, que finalmente no desapareció del panorama. No puede quedar de lado la presencia de personajes como Alejo Garza, “El hombre fenómeno”, a quien faltándole los brazos, realizaba una serie de evoluciones como aquellas ocurridas la tarde del 7 de febrero de 1858, en la plaza de toros del Paseo Nuevo. Y para muestra, traigo aquí el contenido del cartel:
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DIARIO DEL GOBIERNO DE LA REPÚBLICA MEXICANA, D.F., del 9 de diciembre de 1839, p. 4.
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PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO. Magníficas y extraordinarias funciones para el domingo 7 de febrero de 1858, en obsequio del Exmo. Sr. Presidente interino, general D. Félix Zuloaga, y de los dignos generales y jefes del ejército. TOROS DE ATENCO. MAGNÍFICOS FUEGOS DE ARTIFICIO. ILUMINACIÓN GENERAL. EXTRAORDINARIO FENÓMENO ALEJO GARZA CUADRILLA DE B. GAVIÑO. Participando la empresa del regocijo público que justamente han causado los últimos sucesos, que han dado por resultado un día de gloria a México y una fundada esperanza a la República toda, de que muy breve será restablecida la paz y el orden, se propone solemnizar la tarde de este día con una extraordinaria y sobresaliente función, que honrará con su presencia el Exmo. Sr. General presidente interino D. Félix Zuloaga, y tendrá su verificativo en el orden siguiente: Comenzará la corrida, en la que se jugarán SEIS TOROS escrupulosamente escogidos de lo mejor que hoy tiene el cercado de Atenco, y para lo cual ha tomado el mayor empeño el señor propietario, deseando contribuir por su parte al brillo de la función. Para que ésta sea verdaderamente extraordinaria, la empresa tiene la satisfacción de anunciar que en uno de los intermedios se presentará, por primera vez en esta plaza, ALEJO GARZA, el sorprendente fenómeno que, careciendo de manos y brazos, ejecuta admirablemente cosas tan extraordinarias que, apenas se les podría dar asenso si el sentido de la vista no las ratificara. En la tarde de hoy ejecutará las siguientes: 1ª.-Cargará y disparará una escopeta. 2ª.-Bailará un trompo y tres perinolas. 3ª.-Bailará una chicharra ó peonza.
118 4ª.-Barajará un naipe. 5ª.-Ensartará una aguja de chaquira con seda. 6ª.-Sacará lumbre con eslabón y piedra. 8.-Tirará de pedradas con una honda. 9ª.-Lazará un caballo en la velocidad de su carrera, lo ensillará y montará. Continuará la corrida con los otros toros de juego, terminando con el TORO EMBOLADO para los aficionados.
En seguida aparecerá la plaza brillantemente iluminada, y tendrán lugar unos HERMOSOS FUEGOS ARTIFICIALES, preparados por el mismo hábil pirotécnico D. Zeferino Jiménez, siendo de las principales una hermosa MACETA DE VERSALLES, adornada con exquisitas flores de nueva invención; alternando los intermedios con magníficos cohetones. Con toda la mezcla anterior -que tan solo es una parte del gran conjunto de la "fiesta"-, imaginemos la forma en que ocurrieron aquellos festejos, y la forma en que cayeron en ese desorden y esa anarquía auténticamente válidos, pues de alguna manera allí estaban logradas las pretensiones de nuestros antepasados. Por otro lado, los hermanos Ávila –también toreros- pasan por ocupar un decanato de alrededor de cincuenta años es decir, no hay una precisión al respecto debido a que existen noticias que los remontan a 1808 y otras a 1819 en Necatitlán, así como en la plaza del Boliche respectivamente; y hasta 1857, tanto Luis como Sóstenes son quienes ocupan la atención. Gracias a los testimonios de la Marquesa Calderón de la Barca quien en la novena carta de La vida en México deja amplísima relación de una corrida presenciada a principios de 1840, pero sobre todo una frase que sintetiza su apreciación sobre el espectáculo que admiró. Esta mujer, Frances Erskine Inglis, escocesa de nacimiento, con unas ideas avanzadas y liberales en la cabeza acepta el espectáculo, se deslumbra de él y, estando en Tulancingo manifiesta lo siguiente: Los toros son como el pulque, al principio les tuerce uno el gesto; después les toma uno el gusto (...).
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120 Conforme pasaban los años, el espectáculo taurino arraigó de manera especial, sobre todo en el centro del país, pero tuvo que llegar el año de 1867, mismo en el que al finalizar este se aplicó para la empresa de la plaza capitalina la Ley de Dotación de Fondos Municipales, debido al hecho de que el empresario en turno, José Jorge Arellano no estaba al corriente en pago de impuestos, por lo que la sanción se aplicó en forma tajante, y además, quedó firmada por Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada. Aquella medida aplicó 20 años, por lo que el espectáculo taurino tuvo que refugiarse en provincia, enfrentando además las fuertes embestidas de un frente de liberales bien posicionados que encabezaba en lo fundamental Ignacio Manuel Altamirano. Su condición a favor del progreso, la influencia que ejerció el positivismo fueron aspectos que desacreditaron el espectáculo, al grado de que esas ideas permearon en una buena parte de la prensa, misma que desdeñó el curso de las corridas, y apenas tenemos alguna idea de lo que fueron a lo largo de ese tiempo de restricción. Aún así, tanto empresarios como toreros pudieron organizar festejos en los alrededores de la ciudad de México en plazas como Puebla, Amecameca, Texcoco, Cuernavaca, Toluca, Tenancingo, Tlalnepantla e incluso en el Huisachal. Para entonces la corrida como espectáculo había perdido un enorme peso de importancia porque estaba detentada por improvisados que de tanto agregar decorados o maquillaje en exceso, hicieron que se perdieran muchos de los elementos originarios que le eran consubstanciales al toreo, de ahí que entandamos el hecho de un fuerte posicionamiento del jaripeo como expresión nacionalista, así como el coleo, el manganeo y otros elementos que crearon un diálogo permanente entre lo rural y lo urbano. También aparecieron los payasos, las mojigangas, el toro embolado, la cucaña o palo ensebado, o aquellos toros que salían al ruedo adornada la testuz por monedas de plata y oro en espera de valientes que se las desprendieran burlando embestidas en toreras demostraciones próximas a una hazaña. Allí está también la génesis del “Tancredo”, ese personaje que, vestido de blanco, se colocaba de pie en un pedestal, esperando en forma por demás arriesgada que el toro que salía de los toriles no terminara más que acercarse y olisquear al susodicho quien, terminada la suerte, era premiado por cerrada ovación. Pues bien, ese antecedente se le vio en México hacia la octava década, del XIX cuando Antonio González “El Orizabeño” realizaba el mismo alarde, solo que vestido de esqueleto. La suerte fue conocida entonces como “el esqueleto torero”. Al reanudarse las corridas de toros en el Distrito Federal, a principios de 1887, quien ya se encontraba en el candelero era el torero Ponciano Díaz, un híbrido, pues lo mismo a pie que a caballo realizaba diversas suertes que provocaron no sólo la locura colectiva, sino que también surgió una fuerte pugna que de nacionalismo pasó al deforme patrioterismo, y más aún cuando justo en ese año que refiero, ocurre la reanudación de las corridas con la llegada de toreros españoles que, en masa, se apoderaron del ambiente de los cuernos en este país. Tal fue la dimensión de aquel capítulo que en específico he denominado como “reconquista vestida de luces”. Plazas como las de Puebla, Querétaro, Hidalgo, pero fundamentalmente del estado de México (Tlalnepantla, Texcoco, Cuautitlán y el Huisachal) fueron los mejores sitios para el desarrollo de esa tauromaquia aborigen, dueña de unas propiedades sumamente particulares, donde el concepto híbrido: a pie y a caballo, junto con ascensiones aerostáticas, locos, payasos, saltimbanquis, fuegos de artificio y otras cosas notables establecieron las condiciones con las que se condujo el toreo, de 1868 a 1886, antes de la etapa que llamo como la reconquista vestida de luces, la cual debe quedar entendida como ese factor que significó reconquistar espiritualmente al toreo, luego de que esta expresión vivió entre la fascinación y el relajamiento, faltándole una dirección, una ruta más definida que creó un importante factor de pasión patriotera –chauvinista si se quiere-, que defendía a ultranza lo hecho por espadas nacionales –quehacer lleno de curiosidades- aunque muy alejado de
121 principios técnicos y estéticos que ya eran de práctica y uso común en España. El grupo de diestros españoles que tiene aquí protagonismo central, aparece desde 1882, aunque los personajes centrales sean José Machío, Luis Mazzantini, Ramón López o Saturnino Frutos “Ojitos”, cuya llegada se va a dar entre 1882, 1885 y luego en 1887. Esa fue suma de esfuerzos que determinó una nueva ruta, afín a la que se intensificaba en España, por lo que era conveniente acelerar las acciones efectuadas en nuestro país, hasta lograr tener el mejor común denominador. Los toreros mexicanos –en tanto- no solo tuvieron que aceptar, sino adecuarse a esos mandatos para no verse desplazados, pero como resultaron tan inconsistentes, poco a poco se fueron perdiendo en el panorama. Pocos quedaron, es cierto, pero cada vez con menores oportunidades. Y Ponciano Díaz, que vino a convertirse en el último reducto de todas aquellas manifestaciones, aunque aceptó aquellos principios, no los cumplió del todo, e incluso se rebeló. Y es curioso todo el vuelco que sufrió el atenqueño, porque después de su viaje a España, a donde fue a doctorarse el 17 de octubre de 1889. Creyó que su regreso sería triunfal. No fue así. Los aficionados maduraron rápidamente en aquel aprendizaje impulsado por la prensa, y se dieron cuenta por lo tanto, de que Ponciano ya no era una pieza determinante en aquel cambio radical que dio como consecuencia la instauración del toreo de a pie, a la usanza española en versión moderna. De igual forma, los comportamientos de la prensa taurina en los últimos 15 años del siglo XIX, determinaron un conjunto de decisiones con que pudieron definirse nuevos criterios que hicieron suyos los aficionados taurinos en su totalidad, tan necesitados entonces de una guía específica y doctrinaria. En 1884 aparece el primer periódico taurino en México: El arte de la lidia, dirigido por Julio Bonilla, quien toma partido por el toreo “nacionalista”. Bonilla es nada menos que el apoderado de Ponciano Díaz. Dicha publicación ejemplifica una crítica al toreo español. En 1887, en contraparte surge La Muleta dirigida por Eduardo Noriega quien estaba decidido a “fomentar el buen gusto por el toreo”. Un dato por demás curioso: entre 1884 y 1911 existe un registro de hasta 120 títulos de periódicos en todo el país que abordaron el tema. A lo anterior deben mencionarse las tareas del centro taurino “Espada Pedro Romero”, consolidado hacia los últimos diez años del siglo XIX, gracias a la integración de varios periodistas entre los que destacan: Eduardo Noriega, Carlos Cuesta Baquero, Pedro Pablo Rangel, Rafael Medina y Antonio Hoffmann, quienes, en aquel cenáculo sumaron esfuerzos y proyectaron toda la enseñanza taurina de la época. Su función esencial fue orientar a los aficionados indicándoles lo necesario que era el nuevo amanecer que se presentaba con el arribo del toreo de a pie, a la usanza española en versión moderna, el cual desplazaba definitivamente cualquier vestigio o evidencia del toreo a la “mexicana”, reiterándoles esa necesidad a partir de los principios técnicos y estéticos que emanaban vigorosos de aquel nuevo capítulo, mismo que en pocos años se consolidó, siendo en consecuencia la estructura con la cual arribó el siglo XX en nuestro país. Iniciada la segunda mitad del siglo XIX, puede decirse que las primeras ganaderías sujetas ya a un esquema utilitario en el que su ganado servía para lidiar y matar, y en el que seguramente influyó poderosamente Gaviño, fueron Atenco, San Diego de los Padres, propiedades ambas de don Rafael Barbabosa Arzate, enclavadas en el valle de Toluca. En 1836 fue creada Santín, bajo la égida de José Julio Barbabosa que surtió de ganado criollo a las distintas fiestas que requerían de sus toros. Durante el periodo de 1867 a 1886 -tiempo en que las corridas fueron prohibidas en el Distrito Federal- y aún con la ventaja de que la fiesta continuó en el resto del país, el ganado sufrió un descuido de la selección natural hecha por los mismos criadores, por lo que para 1887 da inicio la etapa de profesionalismo entre los ganaderos de bravo, llegando procedentes de España vacas y toros gracias a la intensa labor que desarrollaron diestros
122 como Luis Mazzantini y Ponciano Díaz. Fueron de Anastasio Martín, Miura, Zalduendo, Concha y Sierra, Pablo Romero, Murube y Eduardo Ibarra los primeros que llegaron por entonces. El 16 de marzo de 1887 en la plaza San Rafael se desarrolló una pésima corrida en que los toros de Santa Ana la Presa fueron malísimos. Sin embargo, el sambenito de aquel desaguisado se le colgó a Luis Mazzantini, diestro español que toreó el 1º de diciembre de 1889 en El Paseo. La destrucción de la plaza, fue motivo más que suficiente que originó una nueva prohibición contra las corridas de toros. Su duración fue de cuatro años. Luis Mazzantini, tuvo que poner pies en polvorosa, y estando ya en la estación del ferrocarril, pronunció una frase rotunda que iba así: “¡De México, ni el polvo quiero!”. Claro, dijo la prensa: ¿Pero qué tal las talegas de dinero? Y es que aquella irrupción de toreros españoles, al principio de aquella re-volución, o reevolución tuvo tonalidades de riesgo, las que poco a poco fueron atenuándose conforme se entendían mejor sus principios y postulados técnicos y estéticos, con los que prensa y afición terminaron aceptando de manera definitiva. Ya no había otro camino. Renovarse, o morir. Para bien o para mal, nunca como sentido maniqueo, la presencia española en ruedos mexicanos, se consolidó como auténtica “reconquista vestida de luces”. Pocos fueron los diestros nacionales que pudieron ponerse a tono con los hispanos, por lo que tuvieron que pasar buen número de años en lo que surgía el más adelantado alumno de aquella naciente edad taurina mexicana, en la persona de Rodolfo Gaona. Esta es, además, la generación de varias rupturas, ya sea porque tienen frente a sí a un México que se ha levantado apenas del amargo capítulo de la Revolución, fenómeno a gran escala que no se daba desde hacía un siglo, independientemente de otras jornadas bélicas que alteraron los alcances de una paz deseada, la cual fue posible, “hasta el triunfo de la República en que se logra la conquista de la nacionalidad”, como apunta Edmundo O´Gorman, tras haber superado los pulsos más agitados, donde las más diversas filiaciones anhelaron el poder: realistas, independentistas, federalistas, centralistas, monarquistas y finalmente la dictadura. No es casual que Rodolfo Gaona fuese el modelo a seguir. La doctrina de Saturnino Frutos “Ojitos” –su maestro- fue decisiva para crear todo un concepto de nueva escuela mexicana del toreo, depósito de experiencias cuyas raíces nacen con Cayetano Sanz. Luego, su sólido tronco lo sustentan “Lagartijo” y “Frascuelo” y, la armonía de su ramaje se va distribuyendo bajo la contribución generosa (no por ello rígida) desplegada por Saturnino Frutos, que encontró en México un caldo de cultivo rico en posibilidades. Los resultados, saltan a la vista. Finalmente, recupero, para cerrar y celebrar la que hoy se convierte en la presentación en sociedad de este libro, visión muy amplia, quizá la primera que se da desde la academia, abarcando no uno; varios componentes de las diversiones públicas, que, en específico su autor se ocupa sobre las ocurridas en la España del siglo XIX. Aquí, y con la venia de Mauricio Sánchez Menchero, procuré realizar una faena a contraestilo de su propia obra, demostrando que aquella metáfora del “espejo enterrado” por lo menos no se corresponde con todo lo ocurrido a través de ese espejo mexicano y decimonónico que nos desveló apenas una serie de fascinaciones en las que vivió inmersa la fiesta taurina de ese siglo.
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MISCELÁNEA DE PASAJES CURIOSOS EFEMÉRIDES TAURINAS NOVOHISPANAS. LA TARASCA… En una más de esas “navegaciones” necesarias y que permiten acceder a datos verdaderamente curiosos, pude encontrar en la página “Memoriademadrid” (http://www.memoriademadrid.es) la imagen que ahora acompaña la presente colaboración. Se trata de una “Tarasca con corrida de toros”. Pero, en esencia, ¿qué es una “Tarasca? Me permito una pequeña libertad en las presentes “Efemérides…” pidiéndole a don Antonio de Robles licencia para tratar el presente tema. Para ello, traigo notas de un texto inédito que lleva por título: LA TARASCA: REPRESENTACIÓN DE LA TEATRALIDAD QUE PROVIENE DEL “SIGLO DE ORO” ESPAÑOL, Y SE INCORPORA EN LAS FIESTAS CIVILES, RELIGIOSAS Y TAURINAS DEL MÉXICO NOVOHISPANO Y TAMBIÉN DECIMONÓNICO. En un cartel taurino, correspondiente a la tarde del jueves 3 de junio de 1858 aparece una curiosa referencia que tiene que ver con la MOJIGANGA DE LA TARASCA: Cartel de la plaza de toros DEL PASEO NUEVO para el jueves 3 de junio de 1858. CORRIDA EXTRAORDINARIA / EN LA PLAZA DEL PASEO NUEVO, / Para el jueves 3 de Junio de 1858. / TOROS DE ATENCO. / CUADRILLA DE B. GAVIÑO. Deseando obsequiar la solicitud de mis muchos favorecedores aficionados a esta diversión, he logrado que la empresa me cediera la plaza, en la tarde de este día, para dar una corrida que espero será del agrado de las personas que me favorezcan con su asistencia. SEIS VALIENTES TOROS De la muy conocida RAZA DEL CERCADO DE ATENCO, que personalmente he escogido entre todo lo mejor que hoy se encuentra en dicho cercado. En uno de los intermedios, presentaré la famosa MOJIGANGA DE LA TARASCA, / que proporcionará bastante diversión a la concurrencia, y concluirá la corrida con el / TORO EMBOLADO / para los aficionados. / Esta es la función que tiene el gusto de ofrecer al respetable público, / Bernardo Gaviño. TIP. DE M. MURGUÍA.71
Por ahora es este el único soporte documental existente con el que nos hacemos una idea de aquellas tauromaquias de múltiple composición decimonónica. Es la “Tarasca”, una expresión emanada del teatro y que acogió la plaza como otro escenario sucedáneo para su desarrollo y manifestación. Y no solo se incorporó a estas dos formas grandiosas de la culminación estruendosa de la fiesta en sí misma. También la encontramos en algunas procesiones y desfiles, sin faltar en pretextos religiosos como el que puede observarse en el atrio de la basílica de Guadalupe, donde al compás de las danzas de moros y cristianos surgió la “tarasca”. Antes de confundirnos con un inapropiado gentilicio atribuible a las michoacanas de la región purépecha, veamos en qué consiste la mencionada “tarasca”. César Oliva en su estudio: “La práctica escénica en fiestas teatrales previas al Barroco” 72
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Armando de María y Campos. Los toros en México en el siglo XIX, 1810-1863. Reportazgo retrospectivo de exploración y aventura. México, 1938.
124 apunta que desde finales del siglo XVI, las rumbosas celebraciones ocurridas en España, estuvieron matizadas no solo de aquellos pasajes taurinos, sino que se adhirieron otros de carácter teatral, comunes al radio de acción que opera en el calendario religioso. Esto es, que en los albores del barroco es “cuando se teatraliza absolutamente la procesión / fiesta”. Y la del Corpus despliega dichos elementos. En su contenido hay dos: el profano, “señal inequívoca de querer un arranque pretendidamente alegre”, sigue diciéndonos Oliva. Allí estaban: danzantes de divertidas músicas, cabezudos y gigantes, recitadores, la tarasca, también llamada cucafiera, o cucafera, o gomia, con su tarasquillo. El otro es eminentemente teatral. En Murcia, la tarasca es “una ingeniosa máquina de monstruo artificio, que Tarasca es, y menea las siete cabezas y la cola; por las siete bocas a ratos fuego hecha, con que pavor mete y en medio pone a los zagales...” España y los españoles, dispuestos a celebrar cuanto pretexto fuera digno de “celebración”, se convierten en telón de fondo de las múltiples relaciones de fiestas, donde, como ya sabemos, desde fines del siglo XVI fueron apareciendo intermitentemente las “teatralizaciones”, que esta diversión popular hizo suyas como resultado de aquella exteriorización de la alegría, propia del terreno profano, en contraste del carácter sagrado y místico que per se eran consubstanciales a la fiesta religiosa, entendida bajo su riguroso concepto de celebración litúrgica. Para César Oliva, entre las partes más “dramatizadas” de la fiesta se encuentra la Tarasca y su información se remonta hasta 1472, donde además se le conoce como “drago” o “dragó”, y es eso, una tarasca, “con su tarasquillo, gigantes y demás figuras grotescas (que) marcaban un grado de participación festivo”. Y ese concepto “monstruoso” se construía con madera, lienzo y pintura que de una cabeza podía llegar a poseer hasta siete, en cuyo interior se instalaba una maquinaria capaz de producirle cierto movimiento y hasta la posibilidad de lanzar fuego y humo. En la procesión o en la plaza se acercaba tanto aquella figura al público espectador, con impulsos violentos y ademanes devoradores, que los esquivaba “arrojando a sus fauces trozos de telas, sombreros viejos y todo cuanto tuviera a mano”. Y mientras se desplaza y se retira la Tarasca lanzando bengalas y cohetes, arrastrando “la culpa”, “el mal” o “el demonio”, antítesis del bien, porque con la Tarasca “se participa activamente en el juego teatral. El receptor es asustado por ella. Juega a eso. Pacta. Establece una relación de complicidad, intraficcional, que tiene mucho de teatral”. Hasta aquí con César Oliva, porque ya Lope de Vega se dispone a leernos la siguiente octava: Luego me fui paso a paso Donde dicen que salía La procesión, y esperando Veo venir la Tarasca Perseguida de muchachos, Que diz que no es cosa viva Sino que unos hombres debajo La llevan por donde quieren.
En un brinco continental, temporal y poético, se encuentran estos otros versos:
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José María Díez Borque, et. al.: Teatro y fiesta en el barroco. España e Iberoamérica. España, Ediciones del Serbal, 1986. 190 p. Ils., grabs., grafcs. (César Oliva: “La práctica escénica en fiestas teatrales previas al barroco. Algunas referencias a muestras hechas en la región de Murcia”, p. 98-114).
125 Ha llegado el día de Corpus Y día de mucha borrasca En que todos los muchachos Piden para su tarasca.
Y regresamos al Corpus, concretamente jueves de Corpus, que en México se representa además por un dragón alado hecho de cartón con rodaje de madera. Para Gabriel Weisz, 73 este curioso juguete es la tarasca, muy semejante a las figuras montadas en carritos de tiempos prehispánicos. Weisz nos facilita otro elemento importante en relaciones a nuestra figura en tratamiento, diciéndonos que en Francia existe un pueblo llamado Tarascón, lugar donde confluyen varios ríos, y lugar también donde habita la tarasca o tarasque. Conocido como todo un dragón, es celebrado en dicha población francesa el día de la Ascensión, dejándose lucir con un gran caparacho con la cabeza movible y su cola, figura cargada por tres hombres dispuestos a divertir y divertirse. Si ya César Oliva nos daba fuentes que remontaban a la Tarasca allá por 1472, Weisz apunta que la muy citada tarasca hizo su aparición mítica cuando Hércules vence a Tauriscus, rey de Galia. Sea lo que fuere, entre orígenes míticos y transitando en el pantano durante las fiestas de Pentecostés, y sometido por Santa Margarita que al llevar al dragón hasta el poblado más cercano, sin otro fin que la descuartización, la Tarasca se convirtió en elemento festivo, muchas veces indispensable en la multitud de conmemoraciones novohispanas y
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Gabriel Weisz: El juego viviente: Indagación sobre las partes ocultas del objeto lúdico. México, siglo XXI, 1986. 183 p.
126 decimonónicas, aunque ya para 1790 habían sido suprimidas, junto con los “gigantes”. 74 Sin embargo, el cartel de 1858 nos dice que tal desaparición no fue tajante. En todo caso, se desvanecieron entre la indiferencia reflejada en el tiempo y una práctica cada vez menos frecuente. Apenas uno entre muchos, este violento y monstruoso actor fue figura destacada, que desprendiéndose del ámbito sacro, para pasar al profano, alcanzó su mejor estatura en la teatralización, recogida, como ya se vio, hasta en el espacio taurino que no fue privativo de España, pues el México virreinal e independiente lo incorporaron en sus teatros, sus atrios y sus plazas de toros.
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José Francisco Coello Ugalde: ARCHIVO HISTÓRICO DEL DISTRITO FEDERAL. DOCUMENTOS HISTÓRICOS SOBRE FIESTAS Y CORRIDAS DE TOROS EN LA CIUDAD DE MÉXICO, SIGLOS XVI-XX. ACERVO: AYUNTAMIENTO. PERIODO: 1692-1915. VOLÚMEN: 11 VOLS.: 394-404. Vol. Nº 394, año de 1790, exp. Nº 71: Sobre la supresión de Gigantes y Tarascas en México. 2 f.
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...PARA EL QUE QUIERA ALGO DE EL BORREGO, AQUÍ LO TIENEN. Abraham Parra El Borrego, con esa figura ¡vaya que se ganó el seudónimo de marras! Tan evocadora imagen nos transporta de inmediato a una época en que el toreo con toda su expresión a la mexicana estaba causando conmoción, sobre todo en la provincia, porque debieron ser los años en que la fiesta estaba prohibida en la capital de la república; esto entre 1867 y 1886. Todo es auténtico, desde su original continente, pasando por el ajustadísimo traje que apenas puede sujetar tanto volumen corporal, hasta la desproporción de un diseño ausente. Faja de dos palmos, capa de amplios vuelos, con una esclavina casi imperceptible, hombreras descomunales y una montera ridícula a cual más, semejando un molcajete, eso sí, perfectamente asida a la barba por un hilillo aún más grotesco. ¡Claro!, no podía faltar el impresionante mostacho rematando el serio semblante del guanajuatense. Los golpes de una taleguilla tampoco guardan ningún equilibrio y son meras adherencias a un traje que toreros como Abraham Parra no sólo idearon, sino que mandaron hacer recreando en ellos la imagen que, como modelo, seguía dejando en el panorama Bernardo Gaviño, quien todavía se daba el lujo de cosechar alguna hazaña o causar lástima, debido a su avanzada edad (es bueno recordar que muere a los 73 años, víctima de una cornada, pero aún más de una mala atención. Esto ocurre entre el 31 de enero y el 11 de febrero de 1886). Pues bien, para el que quiera algo de El Borrego, aquí lo tienen. Procuren no tardarse en contratarle. Si esto ocurre no les extrañe que se tome un descanso en la mullida y descansada silla de al lado.
No es ninguna figura apolínea. Se trata solo del simpático y buen torero guanajuatense Abraham Parra “El Borrego”. En sus mejores tiempos hasta fue banderillero de Lino Zamora. Fuente: “LA LIDIA. REVISTA GRÁFICA TAURINA” Nº. 3, del 11 de diciembre de 1942.
128 CONVITE TAURINO Convite se llama en el más puro lenguaje taurino a aquel acontecimiento donde toreros venidos de la “legua” (de todos esos caminos, de pueblo en pueblo y de “novenario” en “novenario”), y que han llegado a otro pueblo más, anuncian su participación en la fiesta que habrá de darse por la tarde, yendo por las calles principales a pie o en algún carromato, o en un vehículo descubierto, ataviados con los trajes que lucirán en ese festejo tan “publicitado”, que por eso lo llaman así: Convite. Convidan, invitan a los lugareños para que asistan por la tarde a la plaza o al lienzo de la localidad, presentándose también la cuadrilla, el zarzo de banderillas y todo al son de pasodobles, marchas y otras piezas del repertorio de la charanga que les acompaña. En fin, la compañía que actuará buscando complacer y divertir a la población que decida asistir a esa “grandiosa corrida”, de la que queda constancia en los carteles que obsequian a su paso, y de otros cuyo fin son algunas esquinas, a donde se acercan los curiosos para enterarse de “santo y seña” de la “corrida de postín” que habrá de celebrarse horas más tarde.
Procesión en la fiesta de la santa patrona. México. Gustave Janet. (ca. 1840).
Esta es una tradición que persiste, quizá en menor medida porque finalmente los tiempos que corren marcan otras pautas o porque ya no nos enteramos de tan curiosos pasajes, los cuales se quedan muchas veces en esas poblaciones, que son refugio de ilusión. Nuestra ciudad, seguramente por contar con otra dimensión en cuanto a fiesta taurina se refiere, solo registra en algunos de sus barrios esta curiosa forma de publicidad de torerillos que se quedaron en el camino y uno que otro corrió con mejor suerte. Sin embargo, es en el corazón mismo donde ocurrieron, desde temprana fecha: 1526 los primeros festejos, peculiares por cierto, que en nada se parecen a lo que vemos en nuestros días. Poco a poco iremos contando algunos de los múltiples acontecimientos que cimbraron estos rumbos de la capital, y también de la provincia, sobre todo entre los siglos XVI al XIX cuando hubo en ella distintos escenarios en sitios inverosímiles donde ocurrieron numerosas fiestas, las cuales se celebraron por motivos y razones diversas. Los siguientes datos que provienen de la obra de Valentín F. Frías, Leyendas y Tradiciones Queretanas, corresponden a la forma en que Los convites se celebraban –y siguen celebrándose- en el actual estado de Querétaro. Veamos.
129 Los convites Ahora hablaremos de los desfiles o paseos que se efectuaban para dar a conocer la próxima realización de un espectáculo y que servían para invitar al público a asistir a los mismos, la invitación así realizada recibe el nombre de convite.
Preciosa recreación del “convite” por el artista jalisciense Luis Gómez. El convite de los toros Valentín Frías nos describe cómo se realizaba el convite de la hoy llamada fiesta brava en 1850, mismo que salía de la Plaza de Toros de la Huaracha (Reforma entre Juárez y Vergara), y después de hacer un recorrido, que también detalla, regresaba a su punto de origen. La comitiva era como sigue: El payaso con silla vaquera en un caballo tordillo, rodeado de muchachos, llevando en la mano un puñado de anuncios y gritando más o menos lo siguiente: "Conque muy temprano las espero, chachitas -dirigiéndose a las señoritas de las ventanas-, a la corrida. Se lidiarán cuatro toros arrogantes de la Hacienda de Miranda; habrá palo encebado en el que se pondrán ricas prendas para el que guste subir a cogerlas y terminará la función con el embolado y la pantomima, tan divertida, de los hombres gordos... -y levantando la voz gritaba-: ¿Es verdad? y contestaban también a grito abierto: ¡Síiii!.... y aventando el gorro para arriba espoleaba al caballo y corría aventando anuncios a las multitudes, diciendo chistes que hacían reír a los muchachos. Como a cien pasos de distancia llevaban monos, monas, pericos, cuervos, payasos, floricuernos, ramos de flores, macetones, etc. Poco detrás, la música de viento tocando la marcha "Las Amazonas" o algún paso doble. Enseguida, la cuadrilla a caballo de tres en tres como sigue: El capitán muy elegante en medio y a sus lados dos banderilleros poco menos elegantes; todos con sombreros charros de toquilla gruesa, de galones con grandes chapetones de plata, forrados los sombreros por debajo de seda verde, azul o roja, con grandes barboquejos de seda colgando hacia atrás. Luego seguían tres toreros de capa, los banderilleros y los picadores con garrocha en mano. Después, los monos sabios; dos llevando un tronco de mulas enfloradas; otro con una carretilla pintada de azul y otros tres sin nada. Estos iban vestidos de blanco con sombreros chilapeños con una ala arriscada adornada con un plumón de color. Los hombres gordos iban tras de la cuadrilla, antes de los monos sabios, en burro. Estos eran cuatro, vestidos de blanco con sorbetes, llevando el traje muy amplio pero rellenado de paja, haciendo una figura muy risible, entrando el paseo a las dos de la tarde. Comenzaba la función a las cuatro, retirando antes la música los carteles de los parajes públicos y enseguida seguía la música tocando en el pórtico de la Plaza hasta poco antes de la
130 corrida, hora en que entraba tocando, en medio del griterío del, tanto entonces como ahora, exigente público. Hasta aquí el relato de Alter, en lo referente al paseo previo, pues continúa describiendo la plaza y las suertes de la fiesta. En otra crónica, Frías describe como era este convite en 1870, refiriéndose al que hacía la empresa de la Plaza de Toros de Occidente ubicada en la ahora esquina de Ezequiel Montes y Avenida del 57.
Del mismo Luis Gómez es esta otra estampa Del “Convite”. Los sábados a las once, se lidiaba, más bien se fastidiaba a un pobre bicho que la empresa prestaba al público, a manera de reclamo, para que se divirtiera con él y así calificar el valor de la corrida que se daría al día siguiente. Esta diversión que se le conoció como el toro de once, consistía en un toro embolado que se usó después al fin de las corridas. Concluido el toro de once, salía el paseo, o convite, de la misma plaza a recorrer algunas calles. Aquí se presentan estas variantes, una es que hay un toro que se suelta al público como parte del atractivo, aún cuando veladamente lo cita en el relato anterior. Además cita nombres de los participantes, identificando a Miguel Segura como el payaso de fama, al Maestro Aguilar como el director de la música, a Lino Zamora como el capitán de la cuadrilla, como antes se le denominaba a lo que ahora conocemos como matadores, por otro lado, les comentaremos que este Zamora está considerado el primer queretano matador de toros. Frías también cita en este relato, que en el centro iba Mónica, la mimada del público del sol y galería, sin dar mayores detalles. Otro elemento que agrega Frías es el siguiente: De intento dejamos para lo último el zarzo de banderillas que ocupaban en el paseo el segundo lugar de la comitiva, y el cual lo componían hasta dieciséis curiosas banderillas, que representaban floricuernos, payasos, monas, pericos, macetones, etc., teniendo por remate el asta del zarzo un gran macetón de flores [2]. De aquí nos surge una duda: Los monos, monas, pericos, cuervos, etc., que cita en el primer relato, ¿se refiere a animales o al zarzo de las banderillas? Frías continúa diciendo: en 1900, ya todo había cambiado; pues los toreros salen al paseo en carretelas abiertas, solamente con chaquetín y gorra de partida, de lado, suprimiendo los picadores y demás comparsa, por descontado que mi buen vecino, el payaso, fue nulificado para siempre jamás. El toro embolado ya sólo se usa en las corridas bufas, y mucho menos las pantomimas y el palo ensebado.
131 Si Frías se lamenta que para 1900, ya todo había cambiado, para el 2000, ya nada de esto se usa, sin embargo todavía en tiempos en que operaba la Plaza de Toros Colón (hoy edificio Colón 2) desaparecida en 1962, el convite, muy simple, se realizaba la noche anterior a la corrida y consistía en pasear a una banda de música colocada en la plataforma de un camión en la que se exhibía el zarzo con las banderillas; sólo en el caso que se promoviera un festival de lujo o de beneficio, se hacía acompañar a este vehículo de otros más en los que viajaban las reinas, quienes eran unas señoritas especialmente invitadas que iban ataviadas con trajes de "manolas" y luego formaban parte del paseíllo para partir plaza al inicio del espectáculo. Ahora, lo más que se hace en estos festivales es incluir a las damas en el momento de partir plaza pero sin vestimenta especial.
También se consideran en estos casos el convite del teatro, de los circos, de las fiestas de navidad, de los cines y del box y la lucha libre, sin faltar los que hoy día se realizan, siguiendo la costumbre, aunque con otras infraestructuras. En cuanto al Bando Solemne Una forma de dar a conocer al pueblo las nuevas disposiciones legales o al ganador de las elecciones, era a través del llamado bando solemne, que consistía en que la autoridad, precedida por una banda de música, llegaba a un punto clave en el cual se congregaban los ciudadanos y daba lectura al decreto correspondiente, el cual posteriormente se fijaba a la pared para que quedara a la vista de todos. Este ritual lo repetían en varios lugares. Así Luis F. Pérez, Secretario de Gobierno en ese entonces, fue el responsable de ejecutar el bando correspondiente a la promulgación de la Constitución en 1917.
Los toreros y sus cuadrillas, incluyendo el zarzo de banderillas, camino a la plaza. Autor desconocido. Conclusión Esta forma de hacer partícipe al público de los espectáculos que se ofrecerán, ha sido sustituida por los medios masivos de comunicación, sin embargo fue nuestra intención informar a los jóvenes como se realizaba esto en antaño y tratar de que los no tan jóvenes evocaran estos acontecimientos. Después de las elecciones del próximo 2 de julio, estaremos atentos para ver si se utilizará el Bando Solemne, para dar a conocer, de una manera formal, quién es el Presidente Electo, a todos los habitantes de nuestro Querétaro.75
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Estas notas aparecieron en: NUESTRO QUERÉTARO. Editor: José Sosa Padilla. Semanario, Nº 103, 26 de junio de 2000.
132 SE RIFARÁN GUAJOLOTES, CARNEROS y HASTA UN NOVILLO. Esta efeméride ocurrió el domingo 29 de octubre de 1865. Gracias a la prensa de la época, podemos enterarnos que ese domingo otoñal, se celebró en la plaza de toros del Paseo Nuevo, un curioso, curiosísimo festejo, en cuyo cartel se anunciaba lo que sigue: PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 29 de octubre de 1865. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Toros de Atenco. Cuatro toros de muerte. Dos para el coleadero. Ofrenda y rifa de 10 guajolotes, cada uno con un billete de la lotería de la Virgen, seis carneros y un novillo manso.-Mojiganga de los Hombres gordos de Europa. Toro embolado para los aficionados. La Orquesta, 2ª época, México, jueves 28 de octubre de 1865, T. I., N°94 comentó: “Plaza de toros. “Sabemos que la empresa de los cuernos está preparando para el domingo 29 una magnífica función, en la que tendrá lugar la rifa de 10 guajolotes, llevando cada uno un billete entero de la próxima lotería de la Virgen de Guadalupe, de 6 y grandes y gordos carneros y de un hermoso novillo. He aquí la ofrenda que la empresa piensa dar al público que asista a la referida corrida. No es mala, ¿verdad? Sobre todo, señores Los guajolotes, Que llevarán cual novias Ricas, sus dotes. Luego el novillo. Y además los carneros... Ir es preciso.
Dos días antes, en LA SOMBRA, D.F., del 27 de octubre de 1865, ya se relamían los bigotes, y el poeta anónimo nos obsequia una curiosa descripción sobre los “sentimientos encontrados” que percibió en algunos sectores de aquella sociedad capitalina. NOVEDADES. Muy pródigo está el tiempo en aventuras; Se nos hacen saber cosas ignotas, Destiérrense las penas y amarguras De lágrimas no viertan gruesas gotas Tenemos paz, felicidad, dulzuras De disidentes hay grandes derrotas, Y puesto que está el tiempo ya tan vario, Gozar y divertirse es necesario. Todo en la capital bulle y rebulle, Por dó quiera se miran novedades. ¡Oh qué hermoso es tener quien a uno arrulle Al hallarse en las últimas edades! El que no duerme o mama, bien engulle, Pues todas son aquí felicidades,
133 Este tiempo dicho será eterno Que bien montado está, y a lo moderno. Prepárense en la plaza grandes cosas, Salones en el centro se levanta, Grandes circos, maromas asombrosas, Que dizque aterran bien, si no es que espantan, En las calles las gentes presurosas Se atropellan, se pisan, se atarantan, Y demostrando está bien su alegría Que esperan de los muertos el gran día. Pero no es esto todo, ya desde antes Diversiones sin se nos ofrecen: A la ópera se van los diletantes Que pasar un buen rato bien merecen, Cierto es que quieren ser buenos cantantes Aunque siempre de voces adolecen; Pero saben la nota tanto tanto, Que aprenden desde luego bien el canto. Hay otros que no pierden la costumbre Y se van apoyados en su báculo Unas veces al patio o la techumbre, Al Nacional nombrado hoy espectáculo, Y desde la soberbia altiva cumbre Escuchan con placer, sin grande obstáculo Cierto ruido confuso o alharaca, Música nacional, música austriaca. Otros esperan ver grandes corridas De toros, lazar brutos y valientes, Apuestas se hacen, juéganse partidas Entre ciertas y ciertas gentes, No queremos decir que sean perdidas Que personas son siempre muy decentes; Pero que al ver tan solo un par de cuernos Brincan como se brinca en los infiernos. Ya que hablamos de toros os diremos Que veáis en el cartel qué cosas raras Para el domingo próximo tenemos, Las entradas nos dicen no son caras, Y a más de diversión rifa hallaremos Que mosca podrá dar, la cosa es clara, Y además se tendrán en unos lotes, Dicen, gordos, soberbios guajolotes. México es hoy la tierra de placeres, De entusiasmo sin fin, de diversiones; La cuna de hermosísimas mujeres El centro, la reunión de papalones, Y pues se hallan aquí tan grandes seres,
134 Donde siempre se vive de ilusiones En México vivimos y a porfía Gozando del placer y la alegría. Anónimo.
Pues bien, la corrida se desarrolló al estilo de lo indicado en el cartel, lo cual significa que fue un acontecimiento entre alucinante y fascinante. En algún intermedio se llevó a cabo el anunciado “sorteo” y he aquí los resultados, mismos que se publicaron en LA SOMBRA, D.F., del 31 de octubre de 1865: PLAZA DE TOROS. Se nos remite para su publicación lo siguiente: Lista de los números premiados en la rifa de 10 guajolotes, 6 carneros y 1 novillo, que tuvo verificativo el 29 de octubre. Guajolotes.-Números premiados: 132, 801, 1150, 1871, 2533, 3668, 3928, 5490, 5720y 6853. Carneros.-Números premiados: 1500, 2587, 2642, 4258, 5796 y 6833. Novillo.-9184 Además, se incluye en esta nota, el efecto que produjo una “falsa alarma” que circuló por esos días en La Nación y que la propia Sombra se encargó de desmentir. El Sr. Gaviño hace presente, tanto a su familia ausente como al público en general, que no es cierto haya muerto, como han publicado algunos periódicos de esta capital”.
135 La Sombra añade: (…) la culpa del notición, que no ha sido mal petardo para el Valiente Bernardo, que lo diga la Nación.
Si alguno de ustedes posee el o los boletos premiados, favor de dirigirse a las oficinas de la plaza de toros “Paseo Nuevo”, domicilio conocido, de la ciudad de México para, en el acto, hacerles entrega, ya sea de un guajolote, un carnero o del novillo que fueron rifados. (El último párrafo ha sido una ocurrencia del responsable de este blog. N. del A.)
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DEL “ESQUELETO TORERO” A LA SUERTE DEL “TANCREDO”.
C.B. WAITE, fotógrafo. Procedencia: Archivo General de la Nación. Plaza “México” de la Piedad (entre 1902 y 1903).
Cuando se contempla entre admirado y sorprendido la ya desaparecida suerte de “Don Tancredo”, también es preciso confesar que pervive y ya no tanto en el ruedo. Es común entre los políticos y gentes de esta o aquella ralea. Por lo menos lo practican, y muy bien todos aquellos que hacen del “quietismo” su mejor postura, como de estatua, incólumes, pero también descarados. Se ha hecho costumbre atribuir tan curioso “entreacto” al español Tancredo López, que la popularizó apenas comenzaba el siglo XX. Aquí en México, desde luego tuvo sus imitadores. Pero por otro lado se desconocen orígenes más remotos, los cuales pueden encontrarse en viejos apuntes, sobre todo los que pergueñó Carlos Cuesta Baquero y que es a quien acudo para resolver el enigma. Resulta que Roque Solares Tacubac, anagrama de don Carlos, se remonta hasta 1868, año en que José María Vázquez, a quien en el extranjero conocieron como “El Mexicano”, practicó con frecuencia una arriesgada suerte que consistía “en vestirse con una pijama de color blanco y listas negras, simulando los costillares y otros huesos; así disfrazado (¿?), pararse en un sitio del redondel, esperaba impávidamente la acometida del toro”. Fue en la plaza de toros de Orizaba donde se le vio con frecuencia “guardar completa inmovilidad”, lo que se convirtió en el principal secreto para ejecutarla. “El disfraz de esqueleto solamente era teatralería para impresionar”. Aunque todo parece indicar que no utilizaba ningún pedestal sino que pisando ruedo firme, se apostaba a cuerpo limpio, al punto que cesaba todo ruido en la plaza y era, como decían los viejos cronistas de la conquista “cosa muy de ver…”
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Los esqueletos toreros. En Revista de Revistas. Número especial monográfico dedicado a los toros. México, 1937.
Para 1885 ya tenía imitadores, y uno de ellos fue Antonio González “El Orizabeño” que también lo practicó en su “patria chica” o “matria”. Dos años más tarde sorprendió a la afición de la ciudad de México. Pero “la negligencia o lo que haya sido, que tuvo “El Orizabeño”, causó que veintidós años después fuese considerada novedad la suerte nombrada Don Tancredo que en 1902 o 1903 surgió en los redondeles españoles como imaginada por un mediocre torero español de nombre y apellido Tancredo López. Este torero estuvo aquí. Vio lo que hacían, ya entonces no solamente El Orizabeño, sino otros (Francisco Lobato, Carlos Sánchez, Tomás Vieyra), se aprovechó y llevó a España una imitación no exacta, sino modificada. Y sigue apuntando Cuesta Baquero: “Las modificaciones que introdujo el español Tancredo López, fueron tres: una, sin significación taurómaca aparente, fue substituir el terrorífico disfraz de esqueleto por uno que tiene agradable vistosidad; otra, que tiene importancia taurómaca, fue encaramarse en un pedestal de altura de metro y medio, que constituye una defensa, para que en caso de acometida, el toro aseste la cornada, no al “Tancredo”, sino al pedestal (los mexicanos estaban sin peanas, en pie sobre el suelo); y la tercera modificación, que tiene también importancia taurómaca, fue situarse frente a la puerta de los toriles, para hacer la “suerte” inmediatamente que el toro sale. En esos instantes no tiene en la acometida igual certeza que después, cuando ya está “asentado” (los mexicanos se situaban en cualquier sitio del ruedo y ya cuando el toro estaba asentado)”.
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Carlos Cuesta Baquero, el médico. Roque Solares Tacubac, el periodista taurino.
Hasta aquí el autor de la “Historia de la Tauromaquia en el Distrito Federal”, edición fallida y que se quedó en el curioso número de volumen y medio (ya tendré oportunidad de contarles un día lo que no sólo es una anécdota. Fue, para el Dr. Cuesta una amarga experiencia editorial). Como lo refiere, la autoría es auténticamente nacional, pero los derechos de autor fueron españoles. Lo decía al principio de estas breves notas: suerte hoy día en desuso en los ruedos, pero harto sobada entre políticos y otros paladines y aprendices que pululan en los bajos fondos de tan devaluada forma de ejercer un cargo público. ¿O me equivoco?
139 EDUARDO ROJAS “EL CARCACHAS”. Si ustedes se detienen a observar con detalle la figura desgarbada del personaje que hoy nos hace el favor de engalanar esta sección, verán que posee unos rasgos muy peculiares. No sólo es de la que ya imaginaron en el “caballero de la triste figura…” que no dijo Cervantes en su “Quijote”. O quizá como el de un ave… Es decir… un gavilán. ¿Un gavilán?
Pues hete aquí que sin mayores sufrimientos, han atinado. Y para que disfruten del premio que hoy se otorga, suplico a ustedes que engolen la voz, mojen la garganta con algún trago de tequila o mezcal que lo que se va a entonar es un corrido, corrido que circuló, aunque tardío, hasta 1939, recordando las hazañas de un personaje que en vida llevó el nombre de Eduardo Rojas y que, para que nadie se olvidara de él, se puso el remoquete de “El Carcachas”, que yo no sé de donde le vendría el anhelo por ostentar alias tan peculiar, pero hombre, en gustos se rompen géneros. Hay quien me pregunta que cual es el premio. Bueno, en esencia son unos maravillosos versos que escribió Francisco Castillo Nájera y que llevan el curioso título de APOGEO Galante y dicharachero, presumió con las muchachas, cuando fue banderillero d´ Eduardo Rojas “Carcachas”.76 Pronto dejó el redondel Eduardo Rojas “Carcachas” sí existió en la realidad. Algunos datos biográficos pueden localizarse en la obra de Carlos Cuesta Baquero (seud. Roque Solares Tacubac): Historia de la Tauromaquia en el Distrito Federal desde 1885 hasta 1905. México, Tipografía José del Rivero, sucesor y Andrés Botas editor, respectivamente. Tomos I y II. 76
140 y los humos de don Juan, para cumplir su papel de purito “Gavilán”; jefe en todas las barriadas, el mejor en la pelea. -Jijo de diez mil tostadas77 el mula que no lo crea!Y son sus meritos moles78 los pleitos y chamusquinas, sin desdeñar los sotoles79 ni olvidar la camoninas;80 No era tampoco remiso en la cuestión de mujeres, nomás que sin compromiso y cambiando de quereres; Ninguna pudo lograr inspirarle una pasión; su pasión es batallar, con razón y sin razón. En la China y el Rebote, con su cuete81 y con su lata,82 y en velorio u en mitote, ningún cuatezón83 l´ empata. Contra todo acomete: charro, tecolote,84 roto,85 y en tragedia u en sainete, finaliza l´ alboroto. -Ay! coyote, no me muerdas, puede ser que yo te coma, por no respeto a Juan Cuerdas ni al Pinto de la Paloma.-
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Tostado-a. Jijo de la tostada, o de la tiznada, es la mayor ofensa que posee el lenguaje popular. Mole (aztequismo: guiso).-Guisado de guajolote (pavo) con salsa de diversos chiles (pimientos). Es un platillo nacional muy apreciado. 2ª Sangre, por el color rojo de la salsa con la que más comúnmente se adereza el guiso. 3ª Ser el mole, constituir la especialidad en la que se sobresale. Ser lo que más agrada. 79 Sotol.-Aguardaliente destilado de las hojas de la palma de ese nombre. 80 Camonina.-Albur en el que se apuesta con determinadas condiciones. 81 Cuete (Cohete).-1ª acep. Arma de fuego. 2ª Embriaguez. 3ª Ebrio. Ejemplos: trae un “cuete”, está “cuete”. 82 Lata.-Instrumento cortante. Tiene otras acepciones que no son del caso. 83 Cuatezón.-1ª acep. (de “cuate”, gemelo). Amigo íntimo, compañero de parranda; por extensión: los individuos de un mismo gremio o profesión. 2ª la aceptada por la Academia: bestia que, por naturaleza, debe tener cuernos y que, por cualquier circunstancia, carece de ellos. 3ª Cobarde, inútil. 84 Tecolote.-Gendarme, principalmente el nocturno. 85 Roto.-1ª Catrín. 2ª Ridículo en el vestir. 3ª Que se viste con una elegancia en desacuerdo con sus posibilidades: “no como por andar de roto”. 78
141 Quemones y cuchilladas li achacaron, a montones, mas nunca fueron probadas tan graves acusaciones; Quen sabe qu´ es lo qui haría, para tener esa suerte, pos es claro que debía, a lo menos, una muerte; en la chinche86 lo zambullen, -un dicir, a cada rato-, los agentes li atribuyen: lesiones u asesinato. Y después de tanta bulla lo entorilan por un mes: ultrajes a la patrulla, escándalo y embriaguez. Honró, también, su presencia, las salas del hospital, pero siempre por esencia u herida superficial. No hay deuda que no se pague ni plazo que no se llegue; no hay chulo que no s´ embriague ni chula que no se entregue. Estaba Jesús bien crudo87 y un vil, diciéndose amigo, le desconchinfló el menudo, perforándole l´ ombligo; La suerte no lu abandona, por una de sus chiripas, de salvó de la pelona, con remiendos en las tripas. Sólo quedó relajado, perjuicio qu´ es beneficio: consignado, fue ´xeptuado por inútil pal servicio. Continuó como antes era: tahúr, borracho y rufián, y en puntas y en balacera no faltaba “El Gavilán”. 86
Chinche y chirona.-Cárcel. Cruda.-Crudez, crudeza. Estado depresivo, caracterizado por trastornos diversos, consecuencia de la embriaguez aguda. Gastritis alcohólica. Crudo.-El que padece la cruda. 87
142 -“Me cuadra la tandariola,88 mucho mejor si hay desmoche,89 no le digas nad´ a Lola, yo se lo digo a la noche; Le diré lo que sucede, sin echármelas de lado: conmigo ninguno puede, soy de fierro muy pesado… ¡Carreta, cómo rechinas, que te pongan alquitrán!... guarden pollos y gallinas, qui allí viene ´l gavilán… Porque ignoro lo qu´ es miedo, soy el único que rifo,90 y al afirmar que las puedo, nu estoy mamado ni grifo!...”91 Francisco Castillo Nájera.92
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Tandariola.-Onomatopéyica: ruido, escándalo. Desmoche.-Acción de cercenar. En los combates, las bajas por muerte o por heridas. Reducción: desmoche de empleados. Guillermo Prieto en sus “Memorias” usa “desmocha”. 90 Rifar.-Sobresalir. Distinguirse. 91 Grifo.-El marihuano en estado de intoxicación aguda, o el marihuana habitual, según se use el vergo estar, o el ser: es grifo, está grifo. 92 Francisco Castillo Nájera: El Gavilán (Corrido grande). Con viñetas de Francisco Díaz de León. México, Editorial México Nuevo, 1939. (De la pág. 145 a 154, el autor incluye una “Explicación de algunas palabras y frases”). 154 p. Ils., p. 15-22. 89
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UNA MISMA MUJER: DOS SUERTES DISTINTAS. Soledad Baños, Ignacia Ruiz “La Barragana”, -¿acaso “Lupe” la “Torera”?-. ¿Quién habrá sido esa enigmática mujer ilustrada en la cabecera de algún cartel para anunciar la próxima corrida de toros celebrada en San Pablo o en el Paseo Nuevo, allá por la quinta o sexta década del siglo XIX? Soledad, Ignacia o Guadalupe. O Soledad Gómez, Ángela Amaya, Antonia Trejo, Mariana Gil..., el caso es que una de ellas quedó plasmada en interesante recreación donde dos son las suertes que ejecuta con gracia y donaire, debido a la pluma –ya de Campillo, ya de Iriarte-: la muerte simbólica con una banderilla y la colocación de un par de adornados palitroques desde un barril. Es evidente ese toque femenino, delicado en los movimientos recogidos. El vestido nos recuerda aquella graciosa imagen que Enrique Fernández Ledesma recogió en su memorable y curioso libros La gracia de los retratos antiguos. Allí aparece una dama criolla vestida con traje español, para un baile de fantasía en 1867. Rica mantilla de Almagro, falda de gros perla con blondas de encaje de Chantilly, cenefa de raso sujeta con pasamanería y zapatillas de felpa bordada. Entre ese y este vestido hay enormes semejanzas, de la, nuestra protagonista, estrecha la figura en esa cintura sometida a los corsés agobiantes. Luego, más allá del recato un atrevido escote (o que de atrevido se tenía en esa época), junto al de la espalda. En la suerte simbólica se le ilustró con holanes amplios en tanto que en banderillas esa parte del vestido lleva mangas cortas y estrechas. En ambos aspectos, va tocada con una peineta sencilla. Pie pequeño y valor de leona. Enfrentarse a toros como los de la figura no era cualquier cosa, y menos en una mujer, que ligadas a actividades no muy bien vistas por algún sector de la sociedad, levantaba sospechas. Me llama la atención la forma peculiar en que ella toma la muleta, para consumar la suerte fingida. En esa época todavía no se utilizaba como hoy, el estaquillador y es, en todo caso, la continuidad de aquella muleta primitiva que conocemos en las ilustraciones de la época de “Pepe Hillo” o Montes. Este instrumento, tal y como se montaba, deben haberlo seguido utilizando muchos de los diestros de la segunda mitad del XIX, hasta que –fruto de alguna soterrada evolución- sufrió las necesarias reformas o actualizaciones, bajo el criterio de tratados y Tauromaquias, cuyo discurso silencioso y anacrónico hacía su labor respectiva, influyendo entre la torería.
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ESCENA TAURINA reproducida en un cartel de mediados del siglo XIX. Fuente: MEXICAN ART & LIFE. Abril, 1939.
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EN EL SIGLO XIX, LAS MOJIGANGAS REPRESENTARON EL ANEJO INDISPENSABLE QUE ACOMPAÑÓ EL DESARROLLO DE INFINIDAD DE CORRIDAS DE TOROS EN MÉXICO. Durante buena parte del siglo XIX, las mojigangas representaron el anejo indispensable que acompañó el desarrollo de infinidad de corridas de toros en México. Escenarios como la plaza de San Pablo o el Paseo Nuevo, se convirtieron en sitios ideales para presenciar aquellas demostraciones matizadas de fascinación, como por ejemplo: ...Comparsa de Pastores y Pastoras, que en compañía de los Hombres Gordos montados en burros, lidiarán un escogido y valiente toro... ...Rara comparsa de a pie y montados en burros, los que picarán, banderillarán y darán muerte a un valiente TORO EMBOLADO... ...Mojiganga del Tío Caniyitas,,, ...La Farsa de la tarasca... ...Mojiganga de Mecos la cual, después de banderillar al novillo a propósito, le dará muerte con una macana, uno de los mecos... ...Comparsa de la Castañera, que en los trajes conocidos de estudiantes, majos, etc., lidiará un valiente toro embolado, poniendo un par de banderillas la Maja sobre un barril y los estudiantes picarán montados en unas cebras figuradas... ...Mojiganga Sargento Marcos Bomba... ...Los polvos de la Madre Celestina... ...Mojiganga de MONOS Y TIGRES montados en PATOS, para lidiar un bravo torete... ...Mojiganga de la Patera y Tamaleras mexicanas... ...Mojiganga de Galopinas y aguadores mexicanos, a los que se les soltará un bravo torete... El teatro, a lo que se ve, se incorporó en pequeños cuadros consumados en el ruedo, pero no como estaba dicho en el guión. Los actores tenían aquí que consumar la escena jugando con un toro mientras se verificaba su lidia respectiva, con el consiguiente riesgo de lo que eso implicaba para ellos. Ya en tiempos finales del siglo XVIII, fue el teatro sitio donde en medio de escándalos constantes, se jugaba uno o dos novillos en el escenario, lo que dio motivo a suprimir semejantes escenas de peligro. No conformes con aquellas medidas, los actores –que en ocasiones era la misma cuadrilla vestida de mojiganga-, representaban en los intermedios escenas centrales tomadas de obras teatrales en boga. Tal es el caso de Los Polvos de la Madre Celestina, o Don Quijote. Pero también hubo otra de dimensión menor como los hombres gordos de Europa, El macetón floreado, La Tarasca mexicana que se convirtieron en los favoritos de la afición. La cabeza de este cartel, que no nos permite saber más dato que su representación en el coso del Paseo Nuevo de Bucareli, pudiera tratarse de alguna de las ya reseñadas en detalle, como una de las muchas que se dieron al mediar el XIX.
146 Uno de los toreros que estimularon esta representación a lo largo de su dilatada trayectoria fue Bernardo Gaviño que, por lo que nos llegan a decir los carteles, entendemos que él mismo, aprovechando el intermedio, transformaba su lujoso traje de torero en un sencillo disfraz para participar debajo de una máscara, en la misma escena anunciada. Y si no era él, lo hacía su cuadrilla en pleno. Tal es, pues, el comportamiento de una fiesta auténtica y decimonónica, colmada de fascinación excentricidad. De variedad y ornato, que desaparecieron en dos tiempos. Uno, tan luego fueron prohibidas las corridas en el Distrito Federal el 28 de noviembre de 1867, prohibición que fue levantada casi 20 años después. El otro momento ocurre cuando sucede la que considero fue la “reconquista vestida de luces”, que de discreta actividad evangelizadora desde 1882, se desbordó en 1887, y de ahí “pa´l real”.
ESCENA TAURINA reproducida en un cartel de mediados del siglo XIX. Fuente: MEXICAN ART & LIFE. Abril, 1939.
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APÉNDICE DOCUMENTAL DESMENUZAMIENTO DE LA CARTELERÍA, Y MUESTRARIO COMENTADO.
...los programas o convites que tan efímera vida tuvieron en su tiempo y que, sin embargo, supieron cautivar el alma del instante fugaz que les dio vida. Únicamente cuando es indispensable recurro a la hoja periodística, al libro de la época, al testimonio del testigo presencial, como hilo preciso para zurcir los programas (...) A cada hallazgo, en una frase o en una estampa, sentía la emoción de rescatar al pasado un poco de su espíritu, de violar un secreto de la historia, que fue vida, que puede volver a vivir, resucitando, a poco que la caliente uno con su propio calor. Armando de María y Campos: Los payasos, poetas del pueblo. [El Circo en México], p. 7.
Una vez más, vuelve a reafirmarse la importancia que, como documento tiene el cartel o programa, por lo que el desmenuzamiento e interpretación a buena parte de los que hasta hoy se tienen localizados (refiriéndome específicamente a los del siglo XIX), será en esta parte del trabajo de capital interés. Luego de una larga tarea de acopio pudieron reunirse 159 diferentes muestras, que van del año 1815 a 1899. No es posible manejar todos los documentos, ello haría del trabajo un largo y tedioso estudio que terminaría saturando el propósito original para el que estuvo originalmente pensado este proyecto. En todo caso, haré una particular y rigurosa selección donde vayan las muestras más representativas, de tal forma que al terminar el trabajo, se cuente con una visión de conjunto. Cabe aclarar que para la tercera, cuarta y séptima décadas del XIX93 no se encontró ningún documento, a pesar de que otras fuentes –en este caso, bibilográficas- dan evidencia del desarrollo de ciertos espectáculos en esas décadas. Si les parece, comenzamos.
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Conforme han pasado los años, desde que estas notas fueron elaboradas allá por 2009, resulta que en el curso de este 2016, la ubicación de documentos para los años aquí indicados ya presenta un balance distinto, pues se cuenta con algunas muestras que se han podido ubicar con objeto de dar mejor sustento a esta y otras investigaciones. (N. del A.).
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149 AVISO AL PÚBLICO. No habiendo habido tiempo para forrar las Lumbreras y Tendidos a causa de los dias de fiesta, se reservarán las primeras corridas de Toros para los días Jueves y Viernes de la presente Semana. En ellos y en todos los subsecuentes, se partirá la Plaza por la tropa con evoluciones diversas. Se correrán en cada día diez y seis Toros, los diez de Atengo escogidos y descansados, con la divisa de una roseta encarnada, y seis de Tenango que son de muy buena raza, también escogidos, y se señalarán con roseta blanca. Los Toreros se han elegido entre los que trabajaron en las corridas pasadas con aplauso, desechando los malos y reemplazándose con otros de habilidad. Todos los días por la mañana y tarde, será el último Toro embolado, por lo que agradan al Público los lances de los aficionados, procurándose en todo la diversión más completa sin perdonar gasto. El Jueves por la tarde al quinto Toro, figurarán los Toreros un convite ó merienda para plantar banderillas sentados, y concluida la corrida habrá fuegos artificiales de gusto e invención. El Viernes al quinto Toro, se echarán Cerdos para que los enlazen varios Ciegos, y á las seis se inflará un Globo para que todos lo vean elevar. La víspera de las demás corridas, se anunciará al Público la diversión extraordinaria que ha de haber en cada uno. -Comenzarán los Toros por la mañana á las once, y por la tarde a las cuatro, advirtiéndose al Público, que la Superioridad ha prohibido a los Toreros que echen saludos y pidan galas, para que no haya emulación ni gravamen en los concurrentes, a menos que alguno quiera voluntariamente darlas, con cuyo objeto se les han aumentado los salarios. México 4 de Abril de 1815. Ramón Gutiérrez del Mazo (Rúbrica). Fuente: Colección Julio Téllez García. COMENTARIOS: El discurso manejado en este documento presenta una gama riquísima en elementos, ya que quien lo redactó (seguramente Mariano Tagle, el asentista en turno), contaba con el apoyo de experiencias vividas en un pasado bastante reciente que darían realce a las que se programaban para los días de fiesta, destinándose los días jueves y viernes de aquel mes de abril de 1815. Puede observarse que para el efecto se contaba con el suficiente ganado, (16 toros), diez de los cuales eran de Atengo (Atenco) y los otros seis de Tenango, los cuales aparecerían perfectamente identificados por sus divisas o rosetas encarnada y blanca respectivamente. Es posible que habiendo una cantidad extraordinaria de toreros, de estos tuvieran que escogerse a los de mejor disposición, mismos que debían hacer el “convite o merienda”, y la suerte de banderillas bajo diversas interpretaciones, pero obligándoles también a evitar los brindis, cosa de la cual hacían réplica muchos concurrentes, existiendo como única diferencia el hecho de que los “toreros” recibirían mejores salarios, con lo que se entiende que cualquiera podía participar, puesto que la función no la detentaba ni la cuadrilla, o compañía en la forma en que ocurriría años después. Por lo tanto, estaban en derecho de participar actores y asistentes al mismo tiempo, como es el caso particular de los “ciegos” que se encargaron de enlazar varios cerdos, sin faltar que otro grupo de personas se dedicara a inflar globos para lanzarlos luego, en medio de la admiración general. Este documento de alguna manera nos habla del estado de cosas latentes en 1815, cuando se viven las jornadas de emancipación y con ello se muestra el pulso de la nación emergente.
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151 PLAZA NACIONAL DE TOROS. Domingo 15 de agosto de 1824 (SI EL TIEMPO LO PERMITE) La empresa, deseando tomar parte en los justos regocijos por los felices acontecimientos de Guadalajara, no menos que en la debida celebridad del EXMO. Sr. D. NICOLÁS BRAVO, a cuya política y acierto se han debido, determina en la tarde de este día una sobresaliente corrida, en la que se lidiarán ocho escogidos toros de la acreditada raza de Atenco, incluso el embolado, con que dará fin. Con tan plausible objeto las cuadrillas de a pie y a caballo ofrecen llenar el gusto de los espectadores en cuanto les sea posible, esforzando sus habilidades. ENTRADAS SOMBRA: Con boletines que se expenderán a 4 reales en la primera casilla. SOL: Con boletines que se expenderán a 2 reales en las casillas 7ª y 8ª y se entregarán en la puerta. Las lumbreras por entero se arrendarán a cuatro pesos cada una con boletines de ocho personas en la alacena de D. Anacleto González en el portal de Mercaderes, desde el día anterior hasta la una de este, y de esta hora en adelante en la puerta principal de la misma plaza. Fuente: Archivo Histórico del Distrito Federal [A.H.D.F.] Ramo: Diversiones Públicas, Vol. 856, exp. 71: Se convocan postores para la formación de la plaza en que han de hacerse las corridas en celebridad de la Jura del Emperador Agustín 1º. Año de 1823. Sobre reconocimiento de la plaza para las corridas por la coronación de Agustín 1º.-Fojas 10. COMENTARIOS: El 19 de marzo de 1823 habría de abdicar Agustín de Iturbide al trono, cuando entre otros insurgentes, Nicolás Bravo se levantó en armas y por su cuenta. Así que la función del domingo 15 de agosto de 1824 fue impulsada por un acontecimiento políticomilitar, que al margen del fusilamiento de Agustín I, ocurrido el 19 de julio pasado, quería celebrar las hazañas del insurgente que, junto a Vicente Guerrero eran las figuras de un movimiento que ya no solo buscaba la libertad. También un puñado de principios democráticos. En el puntual Diario Histórico de México de Carlos María de Bustamante, apenas si se refiere alguna demostración popular de la que fue motivo el expedicionario de Guadalajara, quien acudió al Coliseo la noche del 5 de agosto para ver la representación de la tragedia Roma Libre. Además, por aquellos días el mismo Coliseo ofrece funciones donde se condena a la inquisición, pero Bustamante no incluye en sus detalladas notas nada al respecto de la corrida del día 15 de agosto, por lo que lo único que puede concluirse, además de que el mitómano no ve con buenos ojos el espectáculo taurino, es que la función pudo haberse efectuado, llenando de gusto a los espectadores que asistieron a un coso taurino ubicado entonces en una de las esquinas de la “Plaza de la Constitución”, asimismo conocida desde los tiempos del virrey Calleja. Finalmente debo comentar que se trata de un documento cuyo mensaje político quedó perfectamente rematado con el uso de una corrida al estilo de la época, distinguiéndose dos aspectos: la lidia de ocho toros de Atenco y la presencia del toro embolado, con lo que se daba realce a la función, de la que desconocemos los espadas, aunque no es difícil pensar en que se haya contratado a los hermanos Luis, José María y Sóstenes Ávila para el efecto.
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153 PIEZA -Cartel taurino. -Medidas: 19.7 x 60 cm. -Características principales: NIÑA DE EDAD DE 3 AÑOS / GRABADO / PLAZA DE TOROS / DEL PASEO NUEVO. / DOMINGO 3 DE MAYO DE 1857. / Tercera Función de Equilibrios Sorprendentes, / FUERZAS ESTRAORDINARIAS Y EQUITACIÓN, / POR LA COMPAÑÍA DEL PRIMER ALCIDES MEXICANO. / MÁXIMO URTEAGA. Al presentarse el Sr. Juez que debe presidir la función, la música militar que será una de las mejores de esta capital, tocará una marcha, presentándose la compañía a hacer el saludo correspondiente, y acto continuo se pondrá a ejecutar LAS PIRAMIDES DE EGIPTO, / vistosísimos e inimitables grupos, entre los que figuran el hermoso de los dioses del Olimpo; Júpiter, Vénus y Cupido, sostenidos por Hércules. / EL HIPÓDROMO NACIONAL, / ejecutado hábilmente en todo el círculo de la plaza, por los individuos de la compañía / ¡DON JULIAN PINTO DE LEÓN! / Este excelente artista, el que es en vano encomiar por ser tan conocido en la República, se ha prestado deferentemente a acompañarme en mis tareas, por lo que aprovecho esta cesión para darle las más sinceras gracias, y de cuya habilidad el público juzgará en el cable elástico. / A pedimento de algunas familias, ejecutarán la niña Urteaga y la Srita. Martínez, las vistosas y difíciles / TORRES DE CRISTAL, / variadas completamente de como hasta aquí se han visto entre las que figuran LA TORRE DE MALAKOFF. / Asombroso ejercicio de extraordinaria fuerza, nombrado: / EL HOMBRE MOSCA, / ejecutado en Paris con grande admiración y aplausos por el célebre / Alcides Ingles Priee, / y que por la primera vez lo hará el Sr. Urteaga, y que consiste en andar contra el orden natural, con la cabeza abajo y solo sostenido con las plantas de los pies en una plancha, a la altura de más de seis varas. / EL MUNDO DOMINADO, / acto nunca visto, en que la niña Urteaga en la velocidad de su caballo se mantendrá sobre un globo, guardando un equilibrio dificilísimo. Acto continuo, el Sr. Urteaga á pedimento de algunos amigos, ejecutará los CABELLOS DE SANSON, sosteniendo del pelo un peso de más de 20 arrobas. / LAS FRAGUAS DE VULCANO. / El Sr. Urteaga sostendrá en el estómago, una cochina de hierro con más de diez arrobas de peso, donde descargarán cuatro herreros á propósito, terribles golpes a su satisfacción, concluyendo con / LA GRAN PIPA DE BACO, / en que sostendrá el Sr. Urteaga una pipa llena de agua, con más de / 1700 LIBRAS DE PESO, / la que llenará unos aguadores á propósito, á satisfacción del público. Los intermedios serán cubiertos por el resto de la compañía. NOTA AL SR. PRIAN. Teniendo yo contratada esta plaza para dar en ella algunas funciones, la cedí el domingo próximo pasado, por tener que estar ausente ese día de la capital; y habiéndose presentado en ella el Sr. Prian, he visto con satisfacción en uno de sus anuncios impresos, y en una carta que obra en mi poder, que este digno y buen compatriota mío, se ha servido desafiarme para medir nuestras fuerzas en una lucha, y disputarnos el nombre de PRIMER ALCIDES MEXICANO: extraviando yo esto á la verdad; pues cuando yo había concluido mi carrera este señor aun ni pensaba en comenzarla: sin embargo, aunque no tuvo lugar dicha lucha ese día, por tener que estar como he dicho, ausente de la capital, admito el desafío que me ha hecho el Sr. Prian, prévias las condiciones y arreglos necesarios, y tendrá verificativo el Domingo próximo, o el día que este señor elija. Por ahora solo lo invito, (no lo desafío) a que si gusta, puede pasar este día a la plaza mencionada a hacer brillar sus adelantos, donde ante un público benévolo (no disputaremos), sino demostraremos nuestras
154 fuerzas animales, para lo que hay aparatos necesarios, entre los que figuran los de peso hasta más de (ilegible) arrobas de plomo o de agua. Doy estas explicaciones en público, por convenir así a mi reputación. -Estado de conservación: Bueno. Es copia del original. -Imprenta: Tip. de M. Murguía. Fuente: CENTRO DE ESTUDIOS DE HISTORIA DE MÉXICO (CONDUMEX). FONDOS VIRREINALES. Fondo: LXI-I (1710-1958) 2,217 documentos recopilados por Armando de María y Campos. Programas de teatro, comedias, y óperas. Se detallan funciones, actores, bailes de máscara para carnaval, homenaje a artistas, invitaciones, corridos, ilustraciones sobre el circo y versos alusivos a costumbres populares. COMENTARIOS: Por la información tan completa con que Máximo Urteaga, el considerado “primer alcides mexicano”, título que disputó junto con Pérez de Prian, no quedó más remedio que resolver en el escenario, y en medio de espectaculares funciones esa etiqueta, para lo cual, uno y otro presentaron verdaderos e inverosímiles espectáculos, donde actos como los reseñados en el cartel, parecen no dejar satisfecho al propio protagonista de la función del 3 de mayo de 1857, que montó en la plaza de toros del Paseo Nuevo. Me parece que es inútil referir el contenido del documento, que por sí solo nos da noticia de cada una de las partes en que quedó dividida la función.
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156 PIEZA -Cartel taurino. -Medidas: 41.5 x 20cm. -Características principales: TOROS / EN LA / PLAZA DE SAN PABLO, / Para el Domingo 5 de Julio de 1857. / ULTIMA CORRIDA. / Habiendo hecho presente al Sr. Empresario la triste situación en que se encuentra la crecida familia que gravita sobre mi anciana madre; tuvo la bondad de ceder en mi beneficio la función que este día tengo el honor de dedicar a el público mexicano, de quien tantas pruebas he recibido de la generosa acogida que ha dado a lo que ejecuto con los pies, por permisión de la Divina Providencia, ya que la naturaleza me privó de los brazos y manos. La caritativa deferencia del Sr. Empresario, me ha sido de gran consuelo, cuando espero que mis favorecedores cooperarán con su estimable asistencia, a que el socorro a mi amada madre, sea de una cantidad, que, a su avanzada edad, le proporcione algún descanso. Con el capitán y resto de la cuadrilla, que también se han servido patrocinar mis deseos, he arreglado la presente corrida de la manera siguiente: CINCO GALLARDOS Y VALIENTE TOROS, / de la misma brava condición que los anteriores, se lidiarán este día, de los cuales cuatro serán de muerte, y el otro el / EMBOLADO / de costumbre. / UNA INFERNAL CARAVANA, / compuesta de figurados diablos, brujas y muertes, se presentarán en el circo, unos sobre caballos y otros en zancos, a jugar con / OTRO ARROGANTE TORO EMBOLADO, / ejecutando las suertes que les dicte su arrojo, y cuya travesura ha agrado siempre a los espectadores. Para corresponder a mis apreciables compatriotas la última vez que tengo la satisfacción de presentarme en esta preciosa capital, ejecutaré las siguientes cosas: Primera.-Tiraré con el pie izquierdo dos naranjas, una tras otra a lo alto, ensartando una con un trinche que tendré en la boca. Segunda.-Igualmente bailaré con los pies un peso duro. Tercera.-A un burro aparejado lo cargaré de leña. Cuarta. Ginetearé sobre un toro, y repetiré todo lo que mis dignos favorecedores me pidan, de lo que tengo ejecutado en las otras corridas. TRES ESCOGIDOS TOROS PARA EL COLEADERO, / servirán para los demás intermedios / ¡¡ILUSTRADO PÚBLICO MEXICANO!! / el que acepteis esta pequeña prueba de mi gratitud, y que ella sea de vuestra aprobación, será el más tierno recuerdo que lleve consigo Alejo Garza. -Estado de conservación: Bueno. Es copia del original. Este pertenece al Lic. Julio Téllez García. -Imprenta: Tip. De M. Murguía. COMENTARIOS: Alejo Garza, peculiar personaje, al que faltándole los brazos, pero con una habilidad extraordinaria con el resto del cuerpo, se dedicó en buena parte de sus apariciones a realizar actos como los que él mismo reseña en el cartel, omitiendo en esa ocasión el nombre del capitán de la cuadrilla para ser el nombre del beneficiado, quien llevaría a su madre enferma el producto de aquella función, el único que sobresalía en la tira de mano. Varias tardes de aquel año y algunas de 1858, en compañía lo mismo de los hermanos Ávila que de Bernardo Gaviño, salió dispuesto a dar lo mejor de sí, y todo parece indicar que para haber repetido no era un mal exponente de aquellos actos solo reservados al “hombre fenómeno” que asimismo se daba a conocer.
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158 PIEZA -Cartel taurino. -Medidas: 20.6 x 59.5 cm. -Características principales: Corrida de Toros / EN LA / PLAZA DEL PASEO NUEVO, / PARA EL / DOMINGO 11 DE OCTUBRE DE 1857. / TOROS DE ATENCO. / CUADRILLA DE BERNARDO GAVIÑO. / MOJIGANGA / EN VOLADOR. Sin necesidad de que la empresa haga el elogio que justamente merece la famosa corrida que se ha dado la tarde del domingo anterior, pues el público ha podido juzgar imparcialmente de la sobresaliente calidad del ganado, no tiene otra cosa que hacer para recomendar la que tendrá lugar en este día, más que asegurar que en ella se jugarán SEIS TOROS / de la misma tabla del Cercado de Atenco, de donde se sacaron los anteriores. Esto es bastante para que la concurrencia quede completamente satisfecha. Además de esto, ha dispuesto para hacer más amena y divertida la corrida, / UNA MOJIGANGA EN VOLADOR, / diversión jamás ejecutada en esta Plaza, y que ha de entretener a la concurrencia, por la variedad de lances y suertes que deben presentarse con el / TORO EMBOLADO / que debe jugarse de la misma raza del CERCADO DE ATENCO. / Concluyendo la función con otro / TORO EMBOLADO / para los aficionados. / (...) / Comenzará la corrida á las cuatro de la tarde, si el tiempo lo permite. -Estado de conservación: Bueno. Es copia del original. Este pertenece al Lic. Julio Téllez García. -Imprenta: Tip. De M. Murguía. COMENTARIOS: La mojiganga en volador, diversión jamás ejecutada en esta plaza, fue uno más de los elementos del amplio catálogo de representaciones, sugerido, inventado o propuesto no solo por Bernardo Gaviño, impulsor de estos espectáculos, sino también de las innumerables compañías de acróbatas, actores y hasta de los mismos compañeros de la cuadrilla, que en más de alguna ocasión tuvieron que cambiar el traje de torear por alguno otro para continuar bajo los efectos de una mojiganga, como la que se presentó el domingo 11 de octubre de 1857. Dicho volantín se montaba de seguro en el centro del redondel, compartiendo la escena con un toro embolado, lo cual hacía más entretenido el acto. Por aquellos años fue común que las funciones taurinas se mezclaran con ese equilibrio de elementos, siendo a veces tantos los que podían realizarse en una tarde, que se dio el caso de que en vez de ser lidiados cuatro o seis toros como la costumbre lo ha establecido al paso de los años, solo se jugaran dos ejemplares, dando paso al complemento de otras tantas mojigangas de lucida invención que saturaron pero no enviciaron, y mucho menos no ahogaron las funciones, puesto que siempre existió una especie de renovación que hizo atractivas aquellas tardes de toros y mojigangas.
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160 PIEZA -Cartel taurino. -Medidas: 20.3 x 49 cm. -Características principales: PLAZA PRINCIPAL DE / TOROS DE SAN PABLO. / SOBRESALIENTE Y LUCIDA FUNCIÓN / PARA EL DOMINGO 22 DE NOVIEMBRE DE 1857. / PRIMERA / ASCENSIÓN AEROSTÁTICA / DEL JOVEN MEXICANO / MANUEL M. DE LA BARRERA Y VALENZUELA, / La que se dignarán honrar, el Exmo. / Sr. Presidente de la República, el Soberano Congreso / y el Exmo. Sr. Gobernador del Distrito con / el Exmo. Ayuntamiento. Después de luchas con multitud de obstáculos y contratiempos para alcanzar la gloria de elevarme a las regiones aéreas, y también de conciliar los innumerables imposibles que estorbaban mi suspirado ascenso, hoy, merced a la aprobación del examen que por orden del Exmo. Sr. Gobernador del Distrito, se me hizo, he obtenido el permiso necesario para poder verificar VARIAS ASCENSIONES AEREOSTÁTICAS, / siendo la primera el Domingo próximo, como queda anunciado. Amigos míos: fuerza es que los mexicanos amantes al engrandecimiento de su país, busquen el adelanto en la ciencia, en las artes y en todo aquello que tienda al embellecimiento de nuestro patrio suelo. ¿Por qué, pues, no buscar la satisfacción, cuando más tarde ésta nos llenará de gloria? Cábeme el orgullo de ser hijo de México y de lanzarme entusiasmado a arrancar los lauros que el extranjero advierte faltan para adornar la frente de mi tan cara Patria. Ea, pues, busco la satisfacción en la gloria, busco otro porvenir en el espacio, busco, en fin, el adelantado en las imponentes regiones del peligro. La función he creído conveniente disponerla como indica el siguiente / PROGRAMA. Primero.-A las nueve de la mañana se abrirán las puertas de la Plaza para el público, en la que se encontrarán dos o tres músicas militares, las cuales alternarán tocando las más elegantes y variadas piezas del día. Segundo.-A las diez presentaré y pondré en batería, para disponer y cargar al HERMOSO GLOBO, llamado: / EL COLOSO DE RODAS. Tercero.-Presentaré también otro / MAGNÍFICO GLOBO DE BODRUZ, / el que me acompañará a efectuar mi viaje, llevando este su correspondiente canastilla y un pequeño aeronauta fingido, haciendo por lo consiguiente una / ¡ASCENSIÓN CON DOS GLOBOS! Cuarto.-A las once empezaré a despedir varios / GLOBOS CORREOS DE GAS HIDRÓGENO, / que me indicarán el rumbo de los vientos. Quinto.-De esta hora a las doce me despediré del ilustrado público, verificando como he dicho, / LA ASCENSIÓN CON DOS GLOBOS. Sexto.-A las cien varas de altura soltaré una / ¡VISTOSÍSIMA LLUVIA DE ORO! / la que será acompañada de varias composiciones poéticas con que se han dignado honrarme algunos de mis buenos amigos. Séptimo.-Acto continuo de mi salida ascensional, se tirarán la batería, calorífero y demás adyascentes que hayan servido para la inflacción del aeréostato, con objeto de hacer seguir una / CORRIDA DE TOROS, / bajo la dirección del hábil tauromáquico PABLO MENDOZA. Octavo.-Después de mi ascenso me presentaré a la Plaza, en la cual la corrida guardará el orden siguiente: / Primero.- / TRES MAGNÍFICOS TOROS / de la misma fiereza y bravura de los que se han visto en las corridas anteriores. / Segundo.-Un TORO EMBOLADO, para los aficionados, cuya frente estará cubierta con / MONEDAS DE PLATA. / A pesar de los innumerables gastos que he tenido que erogar, con el objeto de que todas las clases de la sociedad puedan disfrutar de tan grandioso espectáculo, los precios serán los siguientes:
161 PAGAS Lumbreras por entero con ocho boletos Entrada general a Sombra, sea en grada o lumbrera no arrendada Entrada general de Sol
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Esta es, pues, la variada función que dedico al simpático público mexicano, la que si es de su agrado, aumentará la gratitud del corazón de su amigo y paisano, / Manuel M. De la Barrera y Valenzuela. NOTAS.1ª. En caso de que por una desgracia no pueda verificarse la ascensión, solo se lidiarán los toros de once, devolviéndoseles a los tenedores de boletos al día siguiente en la Administración de la Plaza la mitad de su importe. 2ª. Las lumbreras por entero y los boletos en general, se expenderán desde el día 21 del presente, en los puntos siguientes: Estanquillos nacionales de la primera calle de Plateros; primera calle del puente de la Aduana Vieja; primera calle de la Merced; calle de las Gallas; calle del Ángel; Sombrerería del Conejo, sita en el Portal de Agustinos; como así mismo se expenderán en la Administración de la propia Plaza de Toros, el día citado, desde las nueve de la mañana en adelante. -Estado de conservación: Bueno. Es copia del original. -Imprenta: Tip. de M. Murguía. Fuente: CENTRO DE ESTUDIOS DE HISTORIA DE MÉXICO (CONDUMEX). FONDOS VIRREINALES. Fondo: LXI-I (1710-1958) 2,217 documentos recopilados por Armando de María y Campos. Programas de teatro, comedias, y óperas. Se detallan funciones, actores, bailes de máscara para carnaval, homenaje a artistas, invitaciones, corridos, ilustraciones sobre el circo y versos alusivos a costumbres populares. COMENTARIOS: Anteriormente Theodore y Robertson ya habían aprovechado este mismo escenario para elevarse en más de una ocasión por los cielos, y de engañar otras tantas al paciente público que, o se encrespó con ellos o ejerció presiones más rotundas que los obligaban a poner pies en polvorosa. También Benito León Acosta repitió la hazaña, con más fortuna desde el 3 de abril de 1842, partiendo de la misma plaza. En esta ocasión, y antes de que Joaquín Cantolla y Rico, quien se estrenara en los aires el 26 de octubre de 1862, hizo lo mismo Manuel M. De la Barrera y Valenzuela, homónimo del coronel Manuel Barrera Dueñas, quien había muerto en 1845, asentista de los teatros Provisional y del Coliseo, así como de la Real Plaza de toros de San Pablo. Acompañado, como reza el cartel, del Exmo. Sr. Presidente de la República, del Soberano Congreso, así como también del Exmo. Sr. Gobernador y el Ayuntamiento, fue costumbre que diversos espectáculos, taurinos o mezclados tuviesen a tan dignos invitados, engalanando en consecuencia la ocasión. Teniendo como medio el cartel, Barrera aprovechó para pronunciar un exaltado discurso que lo lleva a justificar su “proeza”, desmenuzada a partir de las nueve de la mañana, hora en que las puertas de la plaza se abrirían para dar inicio a los preparativos, teniendo listo a las doce el “Coloso de Rodas” e iniciar luego la ascensión. Mientras, allá abajo, Pablo Mendoza se las entendería con tres toros, además de que saldría el “embolado” adornado el testuz con monedas de plata, pero advirtiendo el mismo Manuel M. De la Barrera y Valenzuela que si, por algún infortunio no pudiera
162 efectuarse el ascenso previsto, entonces se lidiarían por la mañana, los toros de once, toros que desde época tan antigua se verificaban ya en plazas como la del Volador. El aviso garantizaba a los espectadores a que si esto ocurría, entonces habría una reposición de la mitad de las entradas. Es decir, el mínimo detalle estaba previsto para no incurrir en excesos y tratar, a toda costa de que se realizara el festejo tal y como lo anunciaba este cartel maravilloso.
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164 PIEZA -Cartel taurino. -Medidas: 19.6 x 49.4 cm. -Características principales: CORRIDA DE TOROS / EN LA PLAZA DEL PASEO NUEVO, / PARA EL / DOMINGO 6 DE DICIEMBRE DE 1857 / TOROS DE ATENCO. / CUADRILLA DE BERNARDO GAVIÑO. / ALCIDES, PRIAN Y DEVIZ. / LUCHA DE PERROS / Y BURRO. En la tarde de este día disfrutará la concurrencia que favorece a esta plaza con su asistencia, de una sobresaliente función, no solo por la asombrosa calidad de los toros que deben jugarse sino por los variados intermedios que casualmente han podido combinarse, de dos luchas a cual más interesante. El orden será el siguiente: / La corrida se cubrirá con / SEIS SOBERBIOS TOROS / de la aplaudida raza del cercado de Atenco, de tan sobresaliente calidad como los que jugaron en la función anterior. / En uno de los intermedios se presentará en la plaza / UN VALIENTE BURRO, / dispuesto a luchar con los PERROS que cualquier persona de la concurrencia quiera echarle, en la inteligencia que no exceptúa a ninguno. / Después de esta diversión, habrá un toro de juego, y en seguida tendrá lugar la famosa lucha de los / ALCIDES / PÉREZ DE PRIAN, / Y MR. JOSEPH J. DEVIZ, / y han elegido esta plaza para verificar el desafío que mutuamente se han hecho de sus fuerzas y destreza en el arte; concluyendo la corrida con el / TORO EMBOLADO / de costumbre / (...) / NOTA.-Se ha desafiado una corrida con 1.000 pesos de esta a nuestros toros de Atenco, que desde luego hemos permitido. El día en que deba verificarse y demás pormenores, se anunciará oportunamente. -Estado de conservación: Bueno. Es copia del original. Este pertenece al Lic. Julio Téllez García. -Imprenta: Tip. De M. Murguía. COMENTARIOS: El conjunto de diversiones que presenció el público capitalino, la tarde del 6 de diciembre de 1857, deja vernos que la plaza, a modo de palestra funcionó para escenificar esta “sobresaliente función, no solo por la asombrosa calidad de los toros que deben jugarse sino por los variados intermedios que casualmente han podido combinarse, de dos luchas a cual más interesante”. Se trata de la competencia o desafío, entre los Alcides Pérez de Prian y Mr. Joseph J. Deviz, este último, como anotan los carteles taurinos de nuestros días: “Nuevo en esta plaza”. Otro de los actos anunciados consistía en la lucha entre un burro y los perros (seguramente “perros de presa”, caninos que echaban a los toros en masa para atacarlo, mientras este se defendía tirando cornadas a diestra y siniestra), pero también cualquiera que se animara retar al bravo y corajiento burro. Entretanto, Bernardo Gaviño y su cuadrilla se encargarían de lidiar y matar 6 toros del cercado de Atenco para luego proseguir la función con el “embolado de costumbre”. El cartel anunciaba lo que empezaba a ser un acontecimiento atractivo: la competencia entre toros, sostenida con dos ejemplares de dos diferentes procedencias: Atenco y el Cazadero, misma que además estaba dotada con mil pesos de premio. En esta época, los espectáculos remontan a la escala de la fascinación, por lo que entre uno y otro su contenido tendría que ser distinto para tener el mismo poder de convocatoria, logrando con ello la garantía de entradas completas en el coso. De eso se encargaron siempre con inteligentes ideas los protagonistas directos, interviniendo en su caso, y por razones muy especiales, Bernardo Gaviño, este torero gaditano avecindado en México que tuvo el acierto de mantenerse por muchos años en el candelero gracias a su espíritu creador y empresarial.
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166 PIEZA -Cartel taurino. -Medidas: 20.2 x 53.4 cm. -Características principales: TOROS / EN LA PLAZA PRINCIPAL DE S. PABLO. / DOMINGO 13 DE DICIEMBRE DE 1857. Los empresarios de la expresada plaza, que cada día están más y más obligados al recomendabilísimo público de esta hermosa capital, por las repetidas pruebas que de él reciben, ya con la muy marcada preferencia que manifiesta al concurrir a las funciones que en ella se verifican, y ya por el indulgente agrado con que acoge éstas, la gratitud les estimula a no omitir sacrificio alguno para corresponder en alguna parte a tantas bondades, y para lo cual, la función de este día, aunque costosa, no alterará los precios de entrada, por que sus deseos no son otros, más que los de hacer lo posible para llenar el exquisito gusto de sus favorecedores, y ¡ojalá y así lo consigan! Con la diversión que tendrá lugar en los términos siguientes: LA CUADRILLA DE PABLO MENDOZA / lidiará / CINCO MUY SOBRESALIENTES TOROS / por su bravura, pues han sido escogidos muy cuidadosamente. / En uno de los intermedios habrá una / TREMENDA / Y SANGRIENTA LUCHA / POR LOS HOMBRES TIGRE Y OSO. / Luchando en seguida el VENCEDOR, que es de suponerse lo sea el Tigre, con un / SOBERBIO TORO / que saldrá a más de los anunciados. / INTERMEDIO DIVERTIDO. / En el que se presentarán CUATRO OURANGOUTANES, dos montados en Burros, DOS A PIE Y UN MATRIMONIO DE ANCIANOS en zancos, a lidiar con / UN TORO EMBOLADO / DOS TOROS PARA EL COLEADERO en los demás intermedios, cubriendo el fin de la función con el / TORO EMBOLADO / de costumbre para los aficionados, con el cual son ocho toros. / DESAFÍO. / Lo hay de un mil pesos para la lid de los toros de ATENCO, contra los del CAZADERO, que se jugarán en esta plaza; ya muy breve se anunciará el día en que se verifique la corrida designada. / (...) JAVIER DE HERAS. -Estado de conservación: Bueno. Es copia del original. Este pertenece al Lic. Julio Téllez García. -Imprenta: Tip. De M. Murguía. COMENTARIOS: Aquí, Pablo Mendoza verdaderamente se “voló la barda”, luego de pronunciar este sermón: “Los empresarios de la expresada plaza, que cada día están más y más obligados al recomendabilísimo público de esta hermosa capital, por las repetidas pruebas que de él reciben, ya con la muy marcada preferencia que manifiesta al concurrir a las funciones que en ella se verifican, y ya por el indulgente agrado con que acoge éstas, la gratitud les estimula a no omitir sacrificio alguno para corresponder en alguna parte a tantas bondades, y para lo cual, la función de este día, aunque costosa, no alterará los precios de entrada, por que sus deseos no son otros, más que los de hacer lo posible para llenar el exquisito gusto de sus favorecedores, y ¡ojalá y así lo consigan! Con la diversión que tendrá lugar en los términos siguientes: LA CUADRILLA DE PABLO MENDOZA (...)” Puede verse que es el típico discurso con el que los toreros de aquella época partían de la idea de que justificándose en la forma en que lo hacían, se exoneraban de cualquier mal augurio que pudiese ocurrir, puesto que bajo el manto de las razones presentadas en el cartel, no había posibilidad de un fracaso y menos si lo que se dignó ofrecer era el resultado de sus muchos deseos por no dejar insatisfecho a nadie: lidia de cinco muy sobresalientes toros, una tremenda y sangrienta lucha entre los hombres tigre y un oso, y de esta el vencedor se las tendría que entender con un toro. En seguida, el intermedio “En el que se
167 presentarán CUATRO OURANGOUTANES, dos montados en Burros, DOS A PIE Y UN MATRIMONIO DE ANCIANOS en zancos, a lidiar con UN TORO EMBOLADO”, dos toros para el coleadero y el “embolado de costumbre”, con el cual son ocho toros, y todo en una misma función. Javier de Heras, a la sazón empresario en ese momento de la plaza de San Pablo, tampoco podía dejar pasar la oportunidad de conjugar, junto con Pablo Mendoza el alucinante espectáculo que de seguro dejó satisfechos a los concurrentes. Esta función se realizó apenas ocho días después de la reseñada en la ficha anterior, por lo que también el mexicano Pablo Mendoza no dejó escapar la oportunidad de proyectarse en función tan especial.
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169 PIEZA -Cartel taurino. -Medidas: 26.5 x 41.4 cm. -Características principales: PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO. / DOMINGO 24 DE ENERO DE 1858 / BENEFICIO DE BERNARDO GAVIÑO. / QUE DEDICA / AL ILUSTRE PÚBLICO DE ESTA CAPITAL. Los innumerables aplausos que he recibido de mis favorecedores me han impulsado a hacerles esta dedicatoria, seguro de que, como en todas ocasiones me han de favorecer con su asistencia: mi esmero en cumplir con ese respetable público me ha servido de norte para tomarme esta libertad. Para dar más realce a la función he convidado AL SEÑOR GENERAL / D. FÉLIX ZULOAGA, / quien me ha ofrecido asistir a ella en compañía de / LOS SRES. JEFES Y OFICIALES / QUE COMPONEN HOY LA GUARNICIÓN DE ESTA INSIGNE CAPITAL. / ORDEN DE LA FUNCIÓN. / Se lidiarán / SEIS TOROS DE MUERTE / por la cuadrilla del beneficiado, de la acreditada RAZA DEL CAZADERO, que últimamente en esta misma plaza, han sido lidiados con buena aceptación y escogidos para el caso con el mayor esmero por el mismo dueño de la hacienda. / Después del tercero se soltarán / DOS TOROS PARA EL COLEADERO. / Entre el cuarto y quinto toro tendrá lugar la chistosa / MOGIGANGA DE LOS HOMBRES GORDOS DE EUROPA, / por ser una de las más divertidas y que tanto ha gustado al respetable público: éstos picarán, banderillarán y matarán el toro. / Para concluir, se echará un / TORO EMBOLADO, / CON MONEDAS DE PLATA, / para los aficionados que gusten bajar a lidiarlo. La compañía me invita a avisar al respetable público que en la tarde de este día, procurará complacer a cuanto se le pida. ¡Público generoso! Si la función saliere, como lo espero, del agrado de todos, quedarán colmados los deseos de vuestro servidor / Bernardo Gaviño. -Estado de conservación: Bueno. Es copia del original. Este pertenece al Lic. Julio Téllez García. -Imprenta: Tip. De M. Murguía. COMENTARIOS: El General Félix Zuloaga, entonces Presidente de la República, prometió a Bernardo Gaviño asistir a esta función. Por lo que puede verse, el español lo mismo tenía amistad con gente del pueblo que con los más encumbrados personajes, entre los que se encontraban también los Jefes y Oficiales de la Guarnición de esta Insigne Capital. Bernardo, que además era el beneficiado en aquella tarde lidió toros de la raza del Cazadero. Se mantiene la costumbre de emplear de uno a dos toros para el coleadero, suerte nacional que la charrería sigue detentando. Destaca también la “chistosa” mojiganga de “los hombres gordos de Europa”, que no se concretaba a ser blanco de diversión, sino que también participaba picando, banderillando y matando uno de los toros jugados en esa tarde, rematada con el embolado, que aparecería en el ruedo con su buen manojo de monedas de plata para que los aficionados entusiastas que quisieran, bajaran al ruedo a lidiarlo, esto es, se permitía la participación directa de los espectadores que tenían que esperar a que culminara la corrida para dar rienda suelta a sus “ansias de novilleros”. “¡Público generoso! Si la función saliere, como lo espero, del agrado de todos, quedarán colmados los deseos de vuestro servidor Bernardo Gaviño”. Por lo que se percibe en este mensaje, de seguro hubo las garantías ofrecidas por el diestro español, quien se dio a la tarea de realizar como este muchos otros espectáculos, dicho que se confirma en mi libro: BERNARDO GAVIÑO Y RUEDA: ESPAÑOL QUE EN MÉXICO HIZO DEL TOREO UNA EXPRESIÓN MESTIZA DURANTE EL SIGLO XIX (Véase bibliografía).
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171 PIEZA -Cartel taurino. -Medidas: 23.1 x 42.2 cm. -Características principales: TOROS EN SAN PABLO / GRAN CORRIDA DE TOROS / Para la tarde del Domingo 18 de Abril de 1858, / EN CELEBRIDAD DEL CUMPLEAÑOS / DEL EXMO. SR. PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA MEXICANA / GENERAL DON FELIX ZULOAGA, / Y por la bienvenida del Exmo. Sr. General / D. LUIS G. OSOLLO, / Quien ha ofrecido asistir, si se halla restablecido de su interesante y deseada salud. No habiendo podido celebrar el cumpleaños del Exmo. Sr. Presidente, por haber caído en uno de los días de Semana Santa, la empresa de esta plaza se reservó el hacerlo para cuando recibiera los nuevos toros que con anticipación había mandado escoger con este objeto; y al efecto tiene el placer de anunciar al respetable público de esta capital y a sus numerosos favorecedores, que para la tarde de este día ha dispuesto una excelente corrida, con el fin de contribuir por su parte a tan feliz natalicio, así como por la bienvenida del General en Gefe del Ejército Restaurador de las Garantías, sin que se haya omitido gasto alguno por la empresa, para que esta sea del superior agrado del primer magistrado de la nación, como una pequeña muestra de su respeto y adhesión a su distinguida persona. El orden de la función será de la manera siguiente: A las dos de la tarde se abrirán las puertas de la plaza para que cómodamente pueda la concurrencia ocupar sus localidades. A las tres y media se situará en el exterior de la plaza una música militar, para tocar varias piezas escogidas, con el objeto de amenizar la entrada de la concurrencia y distraer el oído. A las cuatro y media que será la hora en que comience la función, y tan luego como se presente su Excelencia se izará el pabellón nacional, y será saludado por los veintiún tiros de ordenanza; y en el acto que ocupe su Excelencia el lugar destinado a su distinguida persona, se presentará la acreditada cuadrilla del habitual capitán PABLO MENDOZA, / la que después de hacer la cortesía comenzará a lidiar todos los toros que dé lugar la tarde, sean / SEIS O MÁS. / Antes de que salga el primer toro, se colocará en el centro de la plaza / UN DOMINGUEJO FULMINANTE, / otro antes del segundo, los que en el acto de ser embestidos por el toro harán su explosión, ya agradable sorpresa hace muchos años no se ve en esta capital. / Para aumentar más la diversión de esta tarde, se presentará en uno de los intermedios una / DIVERTIDA MOJIGANGA, / que hará reír mucho con sus travesuras a la respetable concurrencia. / Los demás intermedios serán cubiertos con / DOS TOROS PARA EL COLEADERO. / Concluyendo la función con el EMBOLADO para los aficionados / (...) / Javier de Heras. -Estado de conservación: Bueno. Es copia del original. Este pertenece al Lic. Julio Téllez García. -Imprenta: Tip. De M. Murguía. COMENTARIOS: Toca de nuevo el turno a Pablo Mendoza, quien por esos días no quiso quedarse atrás, buscando como doble pretexto el cumpleaños del Exmo. SR. PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA MEXICANA GENERAL DON FELIX ZULOAGA, y por la bienvenida del Exmo. Sr. General D. LUIS G. OSOLLO, visitante distinguido que entonces llegaba a la ciudad de México. Habiendo pasado los días de semana santa, entonces de riguroso recogimiento, Mendoza esperó mejor momento para celebrar en la plaza de toros de San Pablo la función, que inició con la aparición en su palco de los invitados, para luego izarse la bandera nacional en el asta que entonces estaba colocada al centro del redondel, bajo la
172 ceremonia de entonar el himno nacional acompañado de los veintiún tiros de ordenanza – todo un protocolo-, que seguía con la presentación y cortesía de la cuadrilla comandada por don Pablo, quien habría de lidiar los toros dispuestos para la corrida, no sin antes incluir un “dominguejo fulminante”, (figuras de tamaño natural que puestas ex profeso en la plaza eran embestidas por el toro. Las dichas figuras recuperaban su posición original gracias al plomo o algún otro material pesado fijo en la base y que permitía el continuo balanceo), que no era una costumbre común en la capital. Si en cuestión de ánimos, “el horno no estaba para boyos”, prometió Pablo Mendoza una “divertida mojiganga”, dos toros para el coleadero y el embolado para los aficionados. Faltaba más.
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174 Cartel de la plaza de toros del MONTECILLO (SAN LUIS POTOSÍ), para el domingo 25 de abril de 1858. TOROS / PLAZA DEL MONTECILLO, DOMINGO 25 DE ABRIL DE 1858 / FUNCIÓN EXTRAORDINARIA / DEDICADA AL EXMO. SR. GENERAL EN JEFE D. / MIGUEL Miramón / Y A LA VALIENTE DIVISIÓN QUE MILITA A SUS ORDENES. Deber es sin duda de todo mexicano manifestar su gratitud a los hombres que sacrificando en aras de la patria en bienestar y aún su propia existencia, arrostran los peligros por dar al país el orden y tranquilidad que tan necesaria le es. Después de tantos días de agitación y desconfianza; cuando se tenía que esta hermosa capital fuese el teatro de la guerra fraticida; cuando el estrago del cañón solo dejara destrucción, ruinas y escombros, cuando por último, solo quedaran a los potosinos días de luto y de lágrimas, vinieron al fin los valientes del Ejército Restaurador, abriéndose paso por entre la turba enemiga a reunirse con sus dignos compañeros los sufridos defensores de San Luis a restablecer la tranquilidad y a escarmentar a las facciones vandálicas, que tan de cerca amenazaban con sus depredaciones y desmanes. ¡Honor y gloria a los valientes del Ejército; a los defensores de la causa del orden y de las garantías! Es por lo tanto que los empresarios esta vez deseando dar un testimonio de su reconocimiento al Ejército Restaurador, dedican la presente función al bizarro Señor General Don MIGUEL MIRAMÓN; a los valientes que triunfando de la potente Coalición en Salamanca vinieron a ceñirse un nuevo e inmarcesible laurel en el Puerto de Carretas, y a los beneméritos defensores de la Plaza de San Luis. El espectáculo que ciertamente no será digno de tan ilustres héroes, mas al menos la empresa apurará sus esfuerzos por dar a la función toda la amenidad posible, distribuyéndola en el orden siguiente: A las cuatro de la tarde comenzará a tocar una excelente música variadas y escogidas piezas. A continuación el cuerpo de Carabineros de la División hará un brillante y lucido despejo de Plaza. Por la premura del tiempo que se ha dispuesto la función solo se lidiarán a muerte cuatro o cinco arrogantes toros de la acreditada raza de la Hacienda de la PILA Y uno embolado para los aficionados. La compañía nada dejará que desear. SONETO
La División Miramón En Salamanca y Carretas Con un insigne valor Sobre el infame traidor Sus glorias fueron completas
Salve mil veces héroe mexicano, Egregio general, campeón instruido; Salve mil veces: hombre decidido Cuyo valor horrorizó al tirano. Erguido de guerrero miliciano Volverá del campo de quería el vencido Osado asar, de su furor henchido Miedo imponer a tu potente mano. Mas tú blandiste en tu guerrera diestra La terza espada con denuedo tanto Que de invicto valor les diste muestra. ¡Oh grande genio! Que terror y espanto impusiste a la turba que siniestra En la patria sembró discordia y llanto.
De San Luis la Guarnición Al mando del héroe Alfaro No temió a la Coalición De Parrodi y su facción Nos sirvió de firme amparo
Los Empresarios NOTA.-A las cuatro y media en punto si el tiempo lo permite. El corral para los caballos está dispuesto. Imprenta de Dávalos.
175 Fuente: Cortesía, María Elena Salas Cuesta. COMENTARIOS: Este otro cartel resulta tener fuerte carga política, cuyo contenido explica una más de las jornadas que padeció nuestra nación en momentos donde la lucha por el poder se deja ver en cualquier rincón de la misma. El hecho de que mientras el encuentro de las fuerzas militares contrarias se enfrascaran en luchas sangrientas tuviera un respiro, y si este era con una victoria, ya era suficiente motivo para acordar de inmediato lo que se celebró en la plaza de toros del Montecillo en San Luis Potosí. Como los protagonistas eran Miguel Miramón y la valiente división que milita bajo sus órdenes, no era conveniente poner en el cartel otro nombre más que el de los héroes del momento, y agregar el de los toreros hubiese resultado de mal gusto o falto de tacto, por lo que solo los empresarios agregaron el de la procedencia de los toros, venidos desde la hacienda de La Pila. Con el tiempo, Miguel Miramón, se adhirió al imperio de Maximiliano y, como sabemos, tuvo el infortunio de ser considerado “traidor”, para lo cual, el cerro de las campanas fue patíbulo y fin de todas sus aspiraciones, aquel 25 de mayo de 1867.
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177 PIEZA -Cartel taurino. -Medidas: 21.3 x 41.7 cm. -Características principales: PLAZA PRINCIPAL / DE / TOROS EN SAN PABLO. / EXCELENTE CORRIDA DE TOROS / PARA / EL DOMINGO 28 DE NOVIEMBRE DE 1858. Grande, sí, muy grande es la satisfacción que tiene esta empresa, por haber correspondido los toros de la corrida pasada a los deseos que la animaban, y es tanto mayor su gusto, cuanto que el respetable público que la favorece con su asistencia, estuvo muy contento y salió bien complacido, no solo con los bravos bichos de la lidia, sino también con los MAGNÍFICOS FUEGOS DE ARTIFICIO Que presentará el justamente acreditado pirotécnico mexicano D. Antonio Yánez, cuyo total de la función satisfizo cumplidamente a la digna concurrencia y al objeto a que fue dedicada. A los adictos a esta diversión, y en particular a los que tantas pruebas han dado de preferencia a esta plaza, se les hace saber: que los SEIS VALIENTE Y SOBERBIOS TOROS Que han de lidiarse en la presente corrida, son de la misma brava ganadería que los del domingo pasado, y que se han escogido con mucha inteligencia y esmero, al intento de que los dignos espectadores estén con el alborozo y alegría, disponiendo a la vez muchos aplausos a la vaiente cuadrilla. INTERMEDIO NUEVO Y JOCOSO. Para más complacer al respetable público, está preparada UNA MOJIGANGA, compuesta de ocho figuras tan extrañas y ridículas, que solo su presencia en el circo harán reír mucho a los apreciables concurrentes, y será mayor el contento cuando sean arrolladas del BRAVO TORO que han de lidiar. El intermedio se titula: LA / MADRE CELESTINA / Y SUS ENCANTADOS POLVOS, / con los cuales, esta encantadora madre, libertará a D. Junípero, ó á cualquiera otra figura de la comparsa, que se encuentre en peligro de su vida. / EL COLEADERO / de dos toros, cubrirá los demás intermedios, terminando la corrida con el toro embolado de costumbre. / (...) / La función comenzará a las cuatro y cuarto. / Javier de Heras. -Estado de conservación: Bueno. Es copia del original. Este pertenece al Lic. Julio Téllez García. -Imprenta: Tip. De M. Murguía. COMENTARIOS: Del misterioso encanto de los fuegos de artificio, surgen los encantados polvos de la Madre Celestina, célebre mojiganga que, puesta al día por más de un empresario teatral, no podía escapar de ser vista en la plaza de toros. Así que es Javier de Heras, quien además de todo no nos informa sobre los toreros participantes, porque está más entusiasmado con el pirotécnico D. Antonio Yánez, refiriendo para ello sus glorias en ese arte efímero. Pero se prodiga en la comparsa que participó aquel 28 de noviembre de 1858, sin dejar de omitir detalles precisos sobre cuanto habrían de realizar esas figuras tan extrañas como ridículas, lo que hace ver una vez más la forma en que el teatro se incorporó a la plaza, llevando a cabo un cuadro cuyo lindero con las cuestiones circenses no estaban lejos de todo ese contexto, al que además se agregan los demás pasajes de costumbre, para gozo de los apreciables concurrentes.
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180 Cartel del Gran Teatro PRINCIPAL para el viernes 4 de febrero de 1859. GRAN TEATRO / NACIONAL / Magnífica, sorprendente y variada función / extraordinaria / PARA EL / VIERNES 4 de febrero de 1859, / A BENEFICIO DE / JUAN ZAFRANE / Primer actor y director de la Compañía. (...) IV.-En esta parte variará el espectáculo completamente, y por final se pondrá en escena una graciosa pieza en un acto, titulada EL APRENDÍZ DE TORERO. / En esta pieza aparecerá una vistosa PLAZA DE TOROS, en la que se lidiará / UN VALIENTE TORO DE ATENCO, / por el simpático actor D. JOSÉ MIGUEL, acompañado del acreditado torero D. BERNARDO GAVIÑO y su cuadrilla, los que han tenido la amabilidad de prestarse generosamente en mi obsequio para amenizar esta función. De la misma Plaza se elevará hasta el público / UN BONITO GLOBO, / el que ha su tiempo se transformará en / UN VISTOSO TEMPLETE, / del que saldrán DOCE PALOMAS, llevando en el cuello cada una de ellas UN BILLETE DE LA LOTERÍA, para obsequiar a los que tengan la suerte de cogerlas. / RIFA DE UN TORO. / Se efectuará de uno expresamente escogido para esta rifa, el que estará adornado, y no será el que se lidie. Con cada boleto de entrada se dará un número de la rifa, siendo el agraciado el que se extraiga delante del público. TIP. DE N. CHÁVEZ, CALLE DE LA CANOA N. 5. Fuente: José María de Cossío. Los toros. Tratado técnico e histórico. T. 4, p. 153. COMENTARIOS: Esta evidencia viene a darnos la razón, de que todavía, y por aquellas épocas, los toros se introdujeron al teatro, para participar en el beneficio de Juan Zafrane, actor y director de la Compañía que entonces participaba en el Gran Teatro Nacional. Zafrane, amigo personal de Bernardo Gaviño pidió a este que participara en uno de los actos, al que accedió para asesorar al también actor José Miguel. No conformes con la actuación del torero español y mexicano al mismo tiempo, Zafrane también pensó conveniente lanzar desde un “bonito globo” algunas palomas, cada una de ellas con un billete de la lotería, y la sorprendente rifa de un toro, mismo que se sortearía, contando para ello con que los asistentes tendrían que conservar sus entradas para que el afortunado, se llevara a casa tan singular regalo. Eran tiempos de la máxima inventiva, prodigiosa y alucinante que se desarrolló como resultado mimético de lo que pasaba plaza afuera, pero sin polarizarse plaza adentro de lo que ocurría con la tregua entre facciones, los cambios radicales de mando en el poder, las guerras internas y las invasiones extranjeras que tanto minaron al país, que poco faltó para reducirlo a cenizas, si no es porque también fue evidente la presencia y competencia de algunos hombres íntegros que lucharon denodadamente con la razón.
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182 PIEZA -Cartel taurino. -Medidas: 20.4 x 49.8 cm. -Características principales: PLAZA DE TOROS / DEL PASEO NUEVO. / MAGNÍFICAS CORRIDAS / PARA LOS DÍAS / DOMINGO Y MARTES DE CARNAVAL (10 Y 12 DE FEBRERO) DE 1861. / TOROS DE ATENCO. / BERNARDO GAVIÑO Y SU CUADRILLA. / GRAN / COMPARSA ENMASCARADA. / COLEADERO. Debiendo ausentarse de esta capital el hábil y simpático Bernardo Gaviño, la empresa ha hecho cuantos esfuerzos le han sido posibles para arreglar con él las dos últimas funciones que caben en la presente temporada, procurando que tengan todo lucimiento y amenidad posible, a fin de que el ilustrado público de esta capital, quede completamente divertido. / ORDEN DE LAS FUNCIONES / DOMINGO 10. / 1ª. Se lidiarán a muerte por la cuadrilla, en toda regla, / DOS TOROS / de la bravísima raza de Atenco. / 2ª. Se presentará una cuadrilla de / AFICIONADOS ENMASCARADOS / de los jóvenes del comercio de esta capital, a lidiar dos toretes de la misma raza. / 3ª. Los mismos aficionados COLEARÁN DOS TOROS que se han traído para el efecto. / 4ª. En seguida, la cuadrilla vestida con el gracioso / TRAGE DE MÁSCARA, / lidiará otros dos toros, a los que quebrarán cascarones, haciendo el juego del Carnaval; concluyendo la función con un hermoso TORO EMBOLADO. // MARTES 12. / 1ª. Se lidiarán dos toros por la cuadrilla en toda regla. / 2ª. Una chistosa comparsa se presentará a lidiar / DOS TORETES, / haciéndoles todos los juegos del Carnaval de Venecia. / 3ª. Será repetido el / COLEADERO / por los mismos jóvenes aficionados del comercio, los que también lidiarán enmascarados. / 4ª. La cuadrilla vestirá de máscara, lidiará a muerte los últimos / TRES TOROS, / y concluirá la diversión con el TORO EMBOLADO de costumbre. -Estado de conservación: Bueno. Es copia del original. Este pertenece al Lic. Julio Téllez García. -Imprenta: Tip. De M. Murguía COMENTARIOS: Tras una lectura esencial a LOS LIBROS DEL DESEO, de Antonio Rubial García, parecen conectarse perfectamente datos e informes sobre lo que representaba en plena época virreinal el asunto de las “Carnestolendas”. Claramente aparece en el LIBRO DE LAS MUTACIONES, parte número 5: CARNESTOLENDAS, donde recrea una fiesta de esta naturaleza en el entonces populoso barrio de Jamaica, y algunas otras calles de la capital del virreinato. La acción se desarrolla el 10 de febrero de 1682 (1). Pero también a lo que ya vimos en el capítulo 1 de este trabajo sobre “las vertientes del carnaval...” y todas sus incidencias en Tlacotalpan, Veracruz. Lo que nos dice el presente documento relativo a las fiestas de carnaval en 1861 es esa reiterada forma de mantener una costumbre perfectamente ligada con lo litúrgico, que, como vemos en la nota de Rubial, es el acto preparatorio para entregarse –tras la cuaresma- a los días santos, que por entonces tenían una connotación bastante profunda, respetuosa y respetada como ya no se ve en nuestro tiempo. Para ello se sirvió Gaviño de una cuadrilla de aficionados enmascarados, cuyo rostro oculto parece reflejar que estaban muy cerca los días de la liberación, para dar paso a los de la pasión. Nada parece escapar a los rituales, a pesar de que desde la condición estrictamente taurina esta también proporcionaba su parte con demostraciones de esa magnitud. NOTAS
183 1 Antonio Rubial García: LOS LIBROS DEL DESEO. México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Dirección General de Publicaciones y Ediciones del Equilibrista, 1996. 511 pp. (HORA ACTUAL)., pp. 154-158. CARNESTOLENDAS Barrio de Jamaica, febrero 10 de 1682, Martes de Carnaval. “Nos los Inquisidores Apostólicos, hacemos saber a todos los vecinos de esta Ciudad de México, cómo ha llegado a nuestra noticia que se vuelve a introducir la perniciosa e intolerable costumbre en todo género de gentes, en los tres días de carnestolendas y en los cercanos a ellos, de andar enmascarados por las calles con varios trajes, no sólo seculares, de inferior calidad, sino eclesiásticos clérigos y religiosos de varias órdenes, profanando con visajes ridículos los agrados ministerios del confesar, predicar, bendecir u otras sagradas acciones, de que hacen irrisión y burla. Siendo lo referido causa de mucho escándalo y corrupción de costumbres, y con los torpes hechos y abominables dichos que hacen y profieren a vista de todos, especialmente de mujeres, no sólo ocasionan el grave daño de sus almas, sino el peligro común de las de los prójimos. Y para que cesen los inconvenientes que resultan de tales abusos, que cada día parece que el Demonio va introduciendo para desarraigar de los ánimos de los fieles las buenas costumbres y lo sólido y fundamental de nuestra Santa Fe Católica, destruyendo su veneración y respeto al estado eclesiástico y sagrados ministerios, mandamos que las máscaras e invenciones se ordenen sólo a lo que es permitido, sin mezclar las cosas sagradas con las profanas, bajo pena de excomunión mayor y de quinientos ducados de Castilla, a los vecinos mayor dignidad y grado, y a los de inferior calidad, pena de doscientos azotes...” (...) la plaza, (...) estaba más animada que de costumbre. Sonajas, clarines, cajas de guerra, atabales, silbatos y cohetes llenaban el aire con un ruido infernal y acompañaban a los más variados y coloridos disfraces. Enanos con narices descomunales bailaban con gigantes de rostros animalunos. Indios montados sobre pavos de cartón, caballeros que portaban su caballo sobre la cintura y hombres vestidos de mujer con tocados extravagantes, recibían con espíritu festivo la llegada de la primavera. Sebastián, Pedro y Antonio, protagonistas de esta historia, escucharon de pronto (...) a sus espaldas una voz que sobresalía entre el barullo de la fiesta. Se levantaron y, curiosos, fueron hacia ella. Un sacerdote que venía del rumbo del hospital de Jesús, acompañado de varios fieles que cargaban una imagen de la Virgen, gritaba gesticulando: -Andan entre nosotros en humanos cuerpos almas tan de bestias, que, revolcándose continuamente en el más hediondo cieno, ni aun sienten ni conocen su mal olor. Entre éstas podemos contar unas doncellas en el cuerpo, y en el alma peores que rameras. Si le habéis dado al Demonio el corazón, ¿qué más queréis para estar muertas? (...) -Contra el Sexto Mandamiento –continuaba el sermón- se peca también deleitándose en hablar mucho y reír mucho, aunque sea sin daño del prójimo. Arrepentíos y abandonad vuestros vicios, pues si no lo hacéis arderéis en el infierno. Y los tres jóvenes se metieron en el Baratillo. El patio era una gran casa de locos. Gigantes, bufones, niñotas, cabezudos, celestinas, reyes y animales parecían haberse dado cita en el lugar para mostrar que, en todo ese día, el mundo iba a estar al revés. Los vecinos del barrio se preparaban para salir en una mojiganga. (...) Una vez terminado el rito de vestirse y cubiertos detrás del anonimato de las máscaras, los
184 jóvenes salieron al patio dispuestos a entregarse al frenesí de la fiesta. El desfile salió a la calle desbordándose en gritos y carcajadas. Un rey a quien nadie obedecía daba órdenes a diestra y siniestra. Su demencia era un espejo del mundo con leyes y autoridades. A su lado América, en traje de india y tocada con plumas, veía el caos con sus ojos inexpresivos de cartón. Los seguían el Carnaval, vestido a la turca y armado de asadores con carne ensartada y tiras de morcilla, y su viuda, la Cuaresma, una vieja flaca cargada de pescado, de flagelos y de harapos. Cuatro maceros disfrazados de indios salvajes les abrían camino sonando unas trompetas de cartón pintado. La comparsa marchó por las calles rodeada por su cortejo de carcajadas, gritos, blasfemias y visajes, bailando y cantando coplas obscenas, sonando cascabeles y tambores, golpeando a los transeúntes con vejigas infladas y arrojándoles huevos rellenos de harina y procacidades. Oculta tras el velo de la máscara, la multitud se liberaba de las caretas que debían usar en la vida cotidiana y se entregaba al delirio de un mundo sin reglas. Cuando llegaron a la plaza mayor fueron recibidos con fuertes estallidos de petardos y con proyectiles de huevos, olotes y fruta podrida. La ciudad era un campo de batalla donde se libraba una guerra sin sangre ni víctimas. El refrescante pulque corrió por todas las gargantas, apagando la sed producida por la excitación del juego y por el calor, y encendiendo otros calores y otros juegos. (...) Al llegar al atrio de la iglesia de la Santísima Trinidad, la locura y la risa fueron detenidas por la tristeza y el llanto. Un grupo de cofrades, penitentes y disciplinantes venía por la calle de Loreto azotándose y cantando letanías en desagravio a Dios por los pecados cometidos durante el Carnaval. Entre ellos, dos jesuitas arrojaban con hisopos de plata agua bendita y pronunciaban oraciones para lanzar de aquellos lugares a la multitud de demonios que habían sido convidados a la orgiástica fiesta. El deprimente espectáculo enfrió el ánimo de la alegre pandilla que “corría gallo”, y la comparsa se disolvió (...).
185 BENITO JUÁREZ Y SU POSICIÓN ANTE LOS TOROS, CON UN CARTEL QUE LO DESCUBRE EN LA PLAZA EN 1861. Durante muchas ocasiones, la plaza de toros del Paseo Nuevo, fue escenario para recibir con todos los honores a presidentes de la República y otros altos personajes en diversos festejos. Antonio López de Santa Anna y su esposa Dª Dolores Tosta de Santa Anna; Juan Álvarez, Ignacio Comonfort, Miguel Miramón, Jesús González Ortega o el Emperador Maximiliano I; y desde luego el Lic. Benito Juárez, tanto como presidente interino, así como Presidente de la República en su momento respectivo. Este último personaje –el más renuente de todos-, acudió a por lo menos cuatro festejos, a saber: -27 de enero de 1861. Plaza de toros del Paseo Nuevo. Gran Función extraordinaria dedicada al Exmo. Sr. Presidente interino de la República D. Benito Juárez quien la honrará con su presencia. Toros de Atenco. Bernardo Gaviño y su cuadrilla. Graciosa mojiganga y magníficos juegos artificiales dirigidos por el afamado pirotécnico D. Severino Jiménez. -9 de noviembre de 1862. Plaza de toros del Paseo Nuevo. Corrida a beneficio de los Héroes de Puebla. Cinco toros escogidos de Atenco para la cuadrilla de Pablo Mendoza. Dos para el coleadero y el embolado de costumbre. -22 de febrero de 1863. Plaza de toros del Paseo Nuevo. Gran corrida de toros a beneficio de los hospitales militares de la Santísima y de las Vizcaínas. Cuadrilla de Pablo Mendoza. -3 de noviembre de 1867. Plaza de toros del Paseo Nuevo. Beneficio de los damnificados del huracán en Matamoros. Cuadrilla de Bernardo Gaviño, toros de Atenco. Toro embolado, mojiganga y toros para el coleadero. Como se ve, quienes iban a mostrarse tan contradictorios de la fiesta no desdeñaban entonces usarla como instrumento para agenciarse recursos financieros con los cuales sostener su lucha (Benjamín Flores Hernández).
Ya metidos en considerar qué tan sincero haya sido Juárez o no con la fiesta, vayamos a conocer algunos testimonios que lo califican como antitaurómaco. Tal consideración la encontramos expuesta por un periodista, pero uno de la fuente taurina, el Dr. Carlos Cuesta Baquero cuyo anagrama lo identifica como "Roque Solares Tacubac". Refiriéndose a Julio Bonilla, otro periodista -creador del "Arte de la Lidia" en 1884- comenta: Era (J. Bonilla) asiduo concurrente a las corridas que desde el año de 1867 en adelante eran efectuadas en los pueblos inmediatos, relativamente, a la ciudad de México. Eran en Cuautitlán, Tlalnepantla, Texcoco, Amecameca, Zumpango y otros. También en la ciudad de Toluca, capital del Estado de México. No las había en la metrópoli y en la jurisdicción del Distrito Federal, por tenerlas prohibidas el presidente de la república, licenciado don Benito Juárez, quien fue antitauromáquico, a pesar de que a veces recurrió a "los toros" para arbitrarse dinero destinado al sostenimiento de hospitales militares, cuando el heroico asedio que sostuvo la ciudad de Puebla en el año de 1863.
La contradicción a la que he orientado esta visión puede tener dos causas básicas: 1.-Que de verdad Juárez haya sido antitaurino y sólo se prestara para consolidar con su presencia una serie de festejos benéficos. 2.-Que resultara ser uno de los adoctrinados, bien por los liberales, bien por la prensa (o condicionado por ésta). Con todo esto: ¿Qué pudo ver Juárez en todo aquel colorido espectáculo?
186 ¿Repugnancia, aberración, barbarie o la oportunidad de fortalecer la ideología más recomendable por entonces a los ambiciosos proyectos de tener un México metido a trabajar en el progreso? En el arranque de la segunda mitad del siglo XIX, el México taurino se hallaba muy dinámico en festejos que se daban intermitentemente bajo unas formas particulares de expresión. Poner los ojos en el comienzo de esa centuria tan rica en manifestaciones de todo tipo, es delimitarse en un marco de referencia que trazó la emancipación del anquilosado sistema virreinal impuesto por la metrópoli y su natural liberación la cual, en un principio, se mostró desordenada; pero con el anhelo bien firme de iniciar un nuevo curso histórico cancelando toda tutoría, por lo cual pronto alcanza el perfil que lo definió. El ingreso triunfal a la capital del país -justo el 15 de julio de 1867- significó extender un Manifiesto de alto rango espiritual con el que se anuncia el feliz momento de la Restauración de la República. Al final del mismo, apunta Juárez: Mexicanos: Hemos alcanzado el mayor bien que podíamos desear, viendo consumada por segunda vez la independencia de nuestra patria. Cooperemos todos para poder legarla a nuestros hijos en camino de prosperidad, amando y sosteniendo siempre nuestra independencia y nuestra libertad.
He allí establecido -y por partida doble- un anhelo que jamás se disolvió en manos de este liberal, quien se mantuvo fiel a sus ideales por sacudir los residuos (bien llamados costumbres, hábitos y privilegios) que quedaban de la colonia en esa "segunda independencia". El 28 de noviembre de 1867, fue expedida la “Ley de dotación de Fondos Municipales”, misma que velaba por el pago puntual de impuestos, aspecto en el que la empresa que regenteaba la plaza de toros del “Paseo Nuevo” no estaba cumpliendo, por lo que su art. 87 es bastante directo: No se considerarán entre las diversiones públicas permitidas las corridas de toros; y por lo mismo, no se podrá dar licencia para ellas, ni por los ayuntamientos ni por el gobernador del Distrito Federal, en ningún lugar del mismo.
Dicha ley entró en vigor hasta el 1º de enero de 1868, pero ya la "última corrida" se había efectuado el 8 de diciembre de 1867. Tal festejo se desarrolló en la plaza "El Paseo Nuevo", como apoyo a los damnificados del tremendo huracán que azotó las costas de Matamoros. Ignacio Manuel Altamirano -claro oponente de estas manifestaciones- apuntó un día después de la corrida: Con esta corrida que se permitió a la caridad, concluyeron para siempre en nuestra capital las bárbaras diversiones de toros, a las que nuestro pueblo tenía un gusto tan pronunciado desgraciadamente. Los hombres del pueblo saben más de tauromaquia que de garantías individuales.
Si bien los toros sufrieron aquel bloqueo por dos décadas y bajo régimen federal, estos como espectáculo siguieron su curso entonces por el interior del país y en 1886, por amplias necesidades en las obras del desagüe del Valle de México, hubo que echar mano en la gran posibilidad de restaurar las corridas, pues se convirtieron de pronto en una de las pocas alternativas para resarcir los gastos de tan enorme proyecto. Frente a todo esto, hay dos pautas bien importantes que definen el espíritu de estos principios de "inmoralidad", de "desorden" y son, a saber: 1)De la Constitución Federal de 1824, emana un párrafo que dice
187 A vosotros, pues, legisladores de los Estados, toca desenvolver el sistema de nuestra Ley fundamental, cuya clave consiste en el ejercicio de las virtudes públicas y privadas. La sabiduría de vuestras leyes resplandecerá en su justicia y su cumplimiento será el resultado de una vigilancia severa sobre las costumbres.
2)Una consideración de Justo Sierra: México no ha tenido más que dos revoluciones. La primera fue la revolución de Independencia; la segunda fue la gran Reforma de 1854 a 1867. Ambas fueron para México parte del mismo proceso social: emanciparse de España fue lo primero; fue lo segundo emanciparse del régimen colonial; dos etapas de una misma obra de creación en una persona nacional dueña de sí misma.
A todo esto, quizás un poco desordenado, me es preciso remarcar una posición que no será absoluta, y es la de que el planteamiento que ahora hago de las "Incidencias probables..." es determinante pero no definitivo, basando esto en una observación de Luis G. Cuevas, de que Lo poco que tenemos en el orden civil más bien se debe a los hábitos que conserva una sociedad, y que no pueden destruirse de un golpe, que al influjo de la ley y de las autoridades.
Entonces: ¿Cómo se desencadenó aquel ideal propio de la Reforma en 1867? ¿Por qué solo las corridas de toros? En este caso no fueron únicamente las corridas de toros, pues ya desde el 28 de junio de aquel año se prohíben las loterías o rifas públicas. El de los toros es un espectáculo de honda raigambre española, y que, en sus para 1867, 341 años de vida en México, ha consolidado y encajado en el gusto del pueblo que bien puede tener un par de acepciones de entre las varias ya conocidas como etiquetas. Por un lado, tenemos a los estamentos o grupos sociales privilegiados que sobre todo en la colonia, se distinguieron con mayor relevancia como protagonistas y como asistentes a los fastos que con motivos civiles o religiosos se dieron por aquellas épocas. Ello no es indicativo de la ausencia del pueblo bajo, de "la canalla" -a decir de Voltaire- o el "pueblo masa o multitud porcina" de acuerdo con Burke. Ahí está, lo encontramos también en una plena combinación que rompe con las distinciones, ruptura que durante el siglo XIX permite además de la abierta disposición a la mezcla sin ambages de todas las capas, la total demostración de autonomía, resultante de un proceso como el independiente. Justo esa porción del pueblo es la que hará suyo el espectáculo por la vía del pleno concepto demostrador del carácter nacional sustentado en el factor de la autonomía (permítasenos la reiteración) que por razón propia no es más que un sentido vacío. Por otro lado, y ya referido es ese entorno de las singulares nociones de concebir el toreo -no como expresión española-, sí bajo la espontaneidad de una invención bien definida y caracterizada por los múltiples géneros mexicanos o nacionales que salpicaron las fiestas taurinas desde el inicio del siglo pasado hasta que adquieren personalidad formal a partir de 1887; una personalidad que estará dada bajo conceptos modernos venidos de España. Esto es, el espacio de la prohibición dictada o no por Juárez se inscribe justamente en aquel transitar de años decimonónicos que buscan la definición del ser mexicano. Si la fiesta de toros se consideró contraria a la civilización y el progreso, era de esperarse un combate directo para eliminarla, de ahí todos los argumentos manejados por los hombres de esa época, hombres con ideas liberales, deseosos de un cambio que tardaba en darse o de aparecer en escena, como deslumbramiento y azoro del esfuerzo mayor impuesto a tales
188 ambiciones. Por eso, la fiesta torera concentraba de una forma especial, los ingredientes del carácter contra el cual se atentaba y pugnaba por su desaparición en consecuencia. De esa forma caos y anarquía, o el antitaurinismo de Juárez (si es que lo hubo), aunque lo fue y lo sigue siendo para muchos, son dos aspectos que animaron el estudio, pero han perdido peso al no encontrar en ellos el soporte necesario para continuar. El sentido de la imposibilidad de realizarse la nación como tal no sin antes eliminar, para permitir tal realidad los aspectos de "hipocresía, inmoralidad y de desorden" que desde 1859 fueron señalados abiertamente en el "Manifiesto del gobierno Constitucional a la nación", el cual cuestionó -hasta llegar a la propia médula- las costumbres, los hábitos, los privilegios "y -más profundamente- contra el modo de vivir y pensar de la mayoría de los mexicanos de aquella época" como apunta O' Gorman. Que la prensa jugó un papel determinante en este asunto, es indudable. No fue masivo el comportamiento, aunque sí incisivo por parte de quienes no dejaron de insistir en la necesidad de su erradicación, resolviendo la propuesta por una mejor educación que generara factores de cultura importantes. Por eso, "moralizar en vez de corromper" fue la bandera instituida. Liberales y positivismo también son parte del nuevo panorama y no es que no existieran. Surge una filosofía donde el orden y progreso se postulan como razones existenciales para una nueva época por venir. De lo que sucedió durante el Imperio de Maximiliano, apenas deja entrever intentos de prohibición que se resolvieron en los mejores términos sin alterar en consecuencia, un espectáculo al que era afecto el emperador (aunque solo haya asistido -no tengo más datos-, a dos corridas en 1864). Si lo que apunté sobre Gaviño y Juárez como incómodo encuentro allá por 1863 y luego manera de arreglo o desarreglo en la corrida del 3 de noviembre de 1867, en que vuelven a verse las caras, resulta un modo de afectación al bloqueo, es o sería insignificante pensarlo como tal, pues esto se supone entonces en un arreglo de cuentas personales y nada más que eso. En alguna medida la reafirmación de la segunda independencia abrió caminos para el logro de objetivos muy claros. Disipó -por algún tiempo- rencillas de todo tipo y solo se puso como constante recuperadora de lo que una primera independencia no había podido lograr. Razón emergente seguía siendo la de separarse o divorciarse de las "costumbres y los hábitos heredados de la época colonial" horizonte todo este que marca el arraigo mental tan pronunciado entre aquellos que, emancipados de una manera solamente formal, no habían conseguido las formas de independencia legal, social y hasta económica. De ahí la vicisitud que afectó una razón de ser tan indefinida de mexicanos quienes se dedicaron a la provocación, al desorden y a la lucha por el poder; todo esto en conjunto, permitió en consecuencia el avance de "las costumbres y los hábitos heredados de la época colonial" alterado si se quiere de forma, pero no de fondo, puesto que se estaba ya en épocas distintas. Gran parte de esa lucha ideológica y por el poder la mantuvieron los masones, personajes de gran inteligencia y astucia quienes lucharon abiertamente contra la ignorancia, el fanatismo y el dogmatismo fenómenos los tres, que dominaban el ambiente mexicano en el cual sus valores culturales escaseaban por lo cual el riesgo de infección por falta de preparación era mayor. El federalismo favorece la fiesta por la conformación de estados libres y autónomos agrupados entre sí. Por tanto, esa autonomía si bien, consiguió que la afectación ocurriera en el Distrito Federal, no sucedió así en el resto del país, en el cual las corridas de toros continuaron desarrollándose normalmente, tanto en pueblos como en ciudades.
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190 El temor de Juárez a un levantamiento popular producido por todos aquellos que fueron licenciados luego de la lucha por la causa liberal puede ser en buena medida, fuente o brote de sospechas a nuestro estudio. Se esperaba que aquellos no-bandidos regresaran a su anterior forma de vida. Solo que ocurrió lo contrario. El bandidaje resultó ser la respuesta a aquella condición que incluso acarreó el malestar de 60 mil hombres alineados a la causa, de la cual no obtuvieron ningún reconocimiento; mucho menos un ofrecimiento de mejora en sus vidas. Esto, en su conjunto significaba un riesgo, pero la plaza de toros seguía siendo el centro de reunión colectiva donde la gente gozaba de todo cuanto en ella sucediera. Sin embargo, llegamos a lo que sentimos como el alma de todo este asunto, esto es, lo relacionado al cobro de impuestos, pues era preciso que el (o los) ayuntamiento(s) supiera(n) cuales "gabelas" eran de su pertenencia o incumbencia y sabemos que GABELA tiene un significado de tributo, contribución o impuesto. Como se puede comprender, gabela es, ante todo, una exacción (o impuesto en resumidas cuentas) que los antiguos señores feudales imponían a sus vasallos, arbitrariamente y sólo con el objeto de emplearlos en comodidad propia. Esto lleva a pensar en una aplicación de sentido feudal por su género, de suyo arbitrario. Pero sobre todo es la forma en que la ley de Dotación de Fondos Municipales logró un control de los impuestos, control que requería una renovación o un ajuste ante los abusos cometidos. Ahora bien, la Constitución de Cádiz al referirse al papel de los municipios es clara y abierta, por lo que se adelanta en mucho a las condiciones de beneficio común que estos deben ofrecer, lejos ya de toda evidencia del pasado. Por lo que respecta a las medidas, estas se basan en disposiciones que se remontaban al año 1854; la ley de 1862, primer aviso de suspensión no cumplida, aunque aplicada la duplicación del impuesto fijado a las corridas de toros en abril de 1865 y luego, la puesta en vigor del art. 87 de la ley de dotación, el cual no otorga ipso facto la concesión de licencias para el desarrollo del espectáculo, esto como una medida que atentaba los intereses de la empresa, comandada por Manuel Gaviño, quien seguramente no llevaba bien el estado administrativo-económico de la plaza, lo cual tampoco satisfacía las peticiones del ayuntamiento por hacer la repartición equitativa y porcentual de los impuestos que debían ingresar al ayuntamiento, soporte de los fondos municipales, utilizados en las mejoras de la condición urbana, desagüe, alumbrado y otros servicios públicos. De esa forma, podemos concluir que el motivo que llevó a no conceder las licencias para el desarrollo del espectáculo fue, única y exclusivamente administrativo, lo cual nos hace entender que si bien son implícitos los conceptos que promueven la prohibición -entendida como tal, aunque el art. 87 en ningún momento indicaba se procediera con dicha aplicación-, es más directo el factor relacionado con los impuestos. Lo curioso es que en esos justos momentos se concentraban las ideas, formulaciones y demás aspectos que decidí analizar, por lo que resulta aún más atractivo el conglomerado de propuestas. El pecado de Juárez, fue en todo caso, y para concluir, firmar junto con Sebastián Lerdo de Tejada la “Ley de Dotación de Fondos Municipales”, con lo que ambos personajes pasan por ser los “villanos” de la historia, los que acabaron temporalmente con los toros y cosas así. Es un hecho: ni Benito Juárez ni Sebastián Lerdo de Tejada eran taurinos, punto. Tuvo que presentarse el caos administrativo en la empresa del “Paseo Nuevo”, para que una ley que imponía la regularización de impuestos generara este tipo de circunstancia. Cartel de la plaza de toros DEL PASEO NUEVO para el domingo 27 de enero de 1861. Fuente: Colección Julio Téllez García. Idem a N.R. 0048 -Cartel taurino. -Medidas: 19.8 x 50.2 cm.
191 -Características principales: TOROS / EN LA / Plaza del Paseo Nuevo. / Domingo 27 de enero de 1861 / GRAN FUNCIÓN EXTRAORDINARIA / DEDICADA AL EXMO. SR. PRESIDENTE INTERINO / DE LA REPÚBLICA / D. BENITO JUÁREZ / Quien la honrará con su asistencia. / TOROS DE ATENCO. / BERNARDO GAVIÑO Y SU CUADRILLA. / GRACIOSA MOJIGANGA / Y Magníficos Fuegos Artificiales, / DIRIGIDOS POR EL AFAMADO PIROTÉCNICO D. SEVERINO JIMÉNEZ. Deseando esta empresa que la corrida que hoy dedica al eminente patriota que con tanto valor y abnegación ha sabido conservar el gobierno legítimo constitucional de la República, tenga todo el lustre y brillantez posibles, ha procurado con esmero que los toros destinados a ella sean los más bonitos y valientes del cercado de Atenco. Asimismo, no ha omitido gasto alguno para el aseo de la plaza que estará decentemente adornada. / ORDEN DE LA FUNCIÓN / A las dos de la tarde se abrirán las puertas de la plaza para mayor comodidad del público, y luego que el Exmo. Sr. Presidente se presente en su palco, comenzará la corrida, en la que se lidiarán / SEIS ARROGANTES TOROS / de la raza expresada. / Una graciosa / MOJIGANGA / cubrirá uno de los intermedios, y en los otros, la música tocará las más modernas y escogidas piezas. / Después de los toros de muerte habrá uno / EMBOLADO / para los aficionados, y terminará la función con los / FUEGOS ARTIFICIALES / anunciados. / (...) / La empresa. -Estado de conservación: Bueno. Es copia del original. Este pertenece al Lic. Julio Téllez García. -Imprenta: Tip. De M. Murguía.
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193 GUADALAJARA, PROBABLE CRISOL DE UNA TAUROMAQUIA DIFERENTE. Parco, muy parco este cartel, apenas da una vaga idea, algo confusa de lo que sucedió ese jueves 10 de mayo de 1866. Es confuso, porque ¿fueron toros de la célebre Barranca de la Lumbre o del Astillero los que se juegan, o de ambas procedencias? Por otro lado, la “primera cuadrilla jalisciense”, de la que no sabemos quien la formaba, establece la segunda duda. Existe otro cartel del año 1848 que menciona a Marcelo Villasana como el torero que actuó en la plaza de Alcalde, lidiando toros de Atequiza y Copala. ¿Habría sido este el “capitán de gladiadores” de la mencionada cuadrilla? Lo importante aquí es el hecho de que se nos permite conocer dos haciendas ganaderas que suministraban de toros a los festejos celebrados en la plaza del Porvenir: tanto de la Barranca de la lumbre como del Astillero, de igual forma que los de Atequiza y de Copala del otro documento que en otro momento se reseñará, por lo que el occidente taurino mexicano gozaba de un buen respaldo, cuyo significado se traduce en que los empresarios o asentistas no padecían comprando ganado de haciendas distantes (e incluso poco confiables), lo que generaba incremento en costos de traslado y disminución de riesgos, caso de que uno o más toros llegaran lastimados a la plaza con el debido tiempo de anticipación. La “Mona Irola”, personaje sui géneris, se encargó de jinetear al quinto toro, única expresión de un festejo que no fue de suyo, el despliegue de otras tardes y otros carteles. ¿Sería porque en Guadalajara, la interpretación del toreo pretendía ser algo distinto a cuanto se representaba en otros lugares donde la tauromaquia había entrañado? Curioso e ingenuo es que quien entrara a sombra, con cojín (o sin él) para ocupar una banca, tendría que pagar 03 reales. ¿Qué tan incómodas serían las bancas para sugerir el uso –conveniente- del cojín? Otra circunstancia absolutamente descabellada –pero justificable-, es la de que se hace un cargo a los precios de las localidades por la “Gratificación de caballos”, equivalente a 0 ½ reales, lo cual indica que la empresa no tenía la capacidad de liquidez para pagar una cuadra importante de caballos, en tiempos en los cuales no era de uso común el peto protector, aunque sí con mucha seguridad de la “anquera”, junto a la destreza de los varilargueros, buena parte de ellos de extracción campirana y con unos dotes para defender aquellas escuálidas cabalgaduras. Ciertas anécdotas nos cuentan que más de un hulano llevaba el mismo caballo en más de dos festejos, lo que se convierte en auténtica hazaña. Cosas veredes. Cartel de la plaza de toros DEL PORVENIR (GUADALAJARA, JAL.) para el jueves 10 de mayo de 1866. Fuente: Ramón Macías Mora. La corrida de ayer... Mito, tradición, ritual, suerte y azar de la fiesta de los toros, Guadalajara, 1996, p. 89. DIVERSIONES PÚBLICAS / FAMOSOS TOROS / DE LA CÉLEBRE BARRANCA DE LA LUMBRE. / Plaza del Porvenir, / Jueves 10 de Mayo de 1866. / PRIMERA CUADRILLA JALISCIENSE. / CINCO TORO / DEL ASTILLERO / á las cuatro y tres cuartos / si el tiempo lo permite / LA MONA IROLA / ¡¡GINETEARÁ el quinto TORO!! Tip. Económica de Luis P. Vidaurri, calle de S. Francisco núm. 3.
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195 PIEZA -Cartel taurino. -Medidas: 21 X 27 cm (a doble página). -Características principales: PLAZA DE TOROS DEL PASEO-NUEVO. / GRAN FUNCIÓN EXTRAORDINARIA / A BENEFICIO / DE BERNARDO GAVIÑO, / PARA EL / DOMINGO 2 DE DICIEMBRE DE 1866. / Cuadrilla del beneficiado.-Toros de muerte de la muy acreditada hacienda de Atenco.Novillos / para coleadero, por parejas, con sus premios.-Torete para la mojiganga denominada: UN / CASAMIENTO DE INDIOS EN TEHUANTEPEC.-Banderillas a pie por el be- / neficiado, alternando con los picadores.-Banderillas a caballo.-Magní- / ficos FUEGOS ARTIFICIALES, por el hábil pirotécnico D. / Severino Jiménez. Siempre que llega un día como el de hoy, quiero decir, el día de mi beneficio, acudo a mi imaginación para poder confeccionar un anuncio que merezca el ser, ya que no de alguna capacidad para expresarme como hombre instruido, al menos para manifestar al respetable público de esta Capital, lo agradecido que le estoy en los largos años que me ha favorecido con su presencia, cada vez que me he presentado a trabajar en mi difícil y arriesgado arte de Tauromaquia; pero por más esfuerzos que hago para ello, no encuentro las palabras, y es tanto lo que me confundo, que me quedo sin decir nada. “Por la misma razón, y creyendo, de que tanto mis amigos como el público en general, a quien dedico este beneficio, habrán comprendido lo que yo no puedo explicarlo, (por lo que) pongo punto final, y pongo a continuación el siguiente programa y ORDEN DE LA FUNCIÓN 1º.-Se dará principio a la corrida con TRES ARROGANTES Y BRAVOS TOROS DE MUERTE De la hacienda de ATENCO 2º.-Concluida la lid del tercer toro, se procederá al COLEADERO DE TRES NOVILLOS Para el efecto. Estos serán coleados por parejas y el que lograre el dar CAIDA REDONDA tendrá un PREMIO DE UNA FLOR, conteniendo su respectivo ESCUDO DE ORO. 3º.-Se procederá a la presentación de la graciosísima MOJIGANGA, denominada: UN CASAMIENTO DE INDIOS / EN TEHUANTEPEC, La que lidiará un BRAVO TORETE de la misma hacienda de Atenco, y el cual será matado por la Novia India. 4º.-A continuación de la conclusión de la mojiganga, se lidiarán a muerte los Toros que se puedan mientras durare la luz del día. 5º.-Cuando ya la luz del día haya terminado, SE ILUMINARÁ LA PLAZA con hermosos FUEGOS DE BENGALA, HACHONES DE VIENTO y FAROLES en los tránsitos de las lumbreras; e inmediatamente se empezarán a quemar los magníficos FUEGOS ARTIFICIALES, Con los que terminará la función. El beneficiado pide indulgencia a sus amigos y al público en general que asista a esta función, a Lumbreras y tendido de Sombra, por el aumento de dos reales en la entrada que hace en esta corrida, por motivo de haber tenido que erogar gastos muy crecidos para presentar una diversión que cree será del agrado de sus favorecedores; si lo logra, nada más le queda qué desear a Bernardo Gaviño. -Estado de conservación: Bueno. Está restaurado. Pertenece a la colección del autor. -Imprenta: Tip. Del Comercio, Cordobanes núm. 8.
196 COMENTARIOS: Con un casamiento de indios de Tehuantepec, donde además la novia daría muerte a un bravo torete; la participación del hábil pirotécnico Severino Jiménez, oleadero de tres novillos (y para la pareja ganadora el atractivo premio de una flor con un escudo de oro), lidia de tres toros y un fabuloso remate basado en iluminación general de la plaza, con fuegos de bengala, hachones de viento y faroles. Todo esto parece señalar la llegada a la cúspide de muchos de los festejos organizados durante aquel periodo donde reinó la más absoluta de las libertades en el terreno de la creación y la recreación efímeras, representadas en la plaza de toros, como espacio donde pudieran desahogarse relajamiento, diversión o celebración al mismo tiempo. De ello fueron partícipes y actores directos estos personajes cuyo propósito era vulnerar una costumbre, pero sin afectarla. Solo someterla al caos de sus colectivas voluntades fruto del ingenio, que era demasiado, insuficiente también, pues como ya lo he expresado en otro momento, eran necesarias varias tardes para el desahogo a todo este fenómeno que parece decirnos: Señores, los demonios andan sueltos, pero al fin y a cabo demonios ajenos a cualquier sentido de maldad, demonios que llegaron para divertir y hacer gozar a los asistentes hasta el extremo de tener que buscar la excentricidad nada recurrente en estos casos. El cartel cuenta con un hermoso apunte que nos deja mirar apenas cuatro o cinco imágenes de lo que en la realidad pudo haber ocurrido la tarde del 2 de diciembre de 1866, en donde una vez más, Bernardo Gaviño fue el hacedor y responsable de esto que parece ser un cuento de hadas.
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199 COOPERAR DE ALGUNA MANERA AL ALIVIO DE SUS HERMANOS EN EL CAMPO DE BATALLA, COMBATIENDO CONTRA LOS TRAIDORES... Toluca, relativamente cerca de la ciudad de Querétaro, se suma para apoyar al ejército liberal de operaciones del primer Distrito del Estado de México que participa para derrotar a la traición y al imperio de un monarca cuyos bonos de popularidad se fueron a la baja, luego de que su proyecto político no fue capaz de satisfacer las más mínimas y elementales necesidades de un pueblo ansioso de recuperar la paz, el reposo social y económico, padecidos desde que México se tornó independiente. Un grupo de ciudadanos toluqueños se organizó para celebrar una “Corrida de toros” en la plaza mexiquense, con el solo objeto de apoyar a los “Hospitales de Sangre” que se instalaron como recurso y respaldo para la tropa o civiles que hubiesen sido heridos en combate, con lo cual se entiende existía una infraestructura para recabar sangre de los voluntarios, quizá bajo unos métodos poco convencionales como para tener idea de aquellas plaquetas disponibles y del tipo o familia a que pertenecían. Si el donador era sano o transmisor de alguna posible infección, ¿era posible precisar si la donación resultaba del todo confiable? Los “Hospitales de sangre” fueron práctica común en por lo menos la sexta década del siglo XIX, sobre todo con los ataques sostenidos en Puebla entre 1862 y 1863. El llamado que haría el ejército encontraba eco en las empresas o aficionados taurinos, quienes de inmediato se movilizaban organizando festejos benéficos, en nombre de la humanidad para “cooperar de alguna manera al alivio de sus hermanos en el campo de batalla, combatiendo contra los traidores...” Como puede observarse en el programa, este fue concebido al puro estilo de la época, con la imprescindible lidia de toros de muerte, toros de cola y un embolado; todos ese conjunto por cierto de la hacienda de Atenco. Desde luego que no faltó la gentil y hermosa presencia de varias señoritas que deben haber dado el brillo y encanto al festejo que se celebró el 4 de abril de 1867, cuando queda escaso mes y medio para que concluya aquel combate, y algo más de tiempo para solazarse en el deseado y necesario arribo de la “segunda independencia”, proclamada por Benito Juárez, quien ingresó triunfal a la ciudad de México con ese propósito bien claro en la cabeza, justo el 15 de julio siguiente. Cartel de la plaza de toros de TOLUCA (EDO. DE MÉX.) para el domingo 7 de abril de 1867. Fuente: Colección Vicente Villanueva Rosales. CUADRILLA / DE AFICIONADOS. / CORRIDA DE TOROS / PARA LA TARDE / del Domingo 7 del corriente, / A BENEFICIO / DE LOS HOSPITALES DE SANGRE / DEL EJÉRCITO LIBERAL QUE SITIA A QUERÉTARO. / Toluca, Abril 4 de 1867. / TIPOGRAFÍA DE JUAN QUIJANO. Deseosos varios ciudadanos de cooperar de alguna manera al alivio de sus hermanos, heridos en el campo de batalla, combatiendo contra los traidores, se han reunido y organizado una cuadrilla de aficionados, con el objeto de verificar la expresada corrida, cuyos productos serán dedicados al fomento del Hospital militar de los valientes que forman el Ejército de Operaciones del primer Distrito del Estado de México. PROGRAMA Las puertas de la plaza estarán abiertas desde las dos de la tarde, desde cuya hora una banda de música tocará variadas y selectas piezas. Tan luego como se presenten en el palco de honor las Sritas que se han dignado presidir la función, saldrá la cuadrilla y serán lidiados CUATRO TOROS DE MUERTE / de la muy conocida raza de Atenco. / Los intermedios se cubrirán con
200 / TOROS DE COLA / Concluyendo la función con / UNO EMBOLADO. / de la misma raza de Atenco. Las Sritas que bondadosamente se han prestado a presidir, son las siguientes: DOÑA NÉSTORA GARDUÑO DE ESTEVES. SRITA. PILAR MORENO SRITA MERCED ESTEVES. SRITA. EMILIA CASTRO SRITA. SOLEDAD GONZÁLEZ SRITA CONCEPCIÓN GONZÁLEZ Forman la comisión para dirijir y arreglar la función, los ciudadano: Manuel Alas Francisco Estévez Plácido Estévez Francisco Larrea Agustín González Manuel Piña Tesorero, Carlos Scheridan.-Administrador, Melchor Carrasco CUADRILLA DIRECTOR.-Ciudadano Manuel G. Parada PRIMERA ESPADA.-C. Cirilo Castillo. Segunda.-C. Atenógenes Carrasco. BANDERILLEROS.-CC. Antonio Carrión.-Zenón Velasco.-LOCOS.-CC. Ismael Barros.Eduardo Contreras. PICADORES.-CC. Juan Togno, Agustín Linarte, José María Alzate, Rafael Izquierdo. COLEADORES.-CC. José Flores, Francisco González, Narciso Mendieta, Francisco Herrerías. MULEROS.-CC. José Hernández, J. Jaime, Amador Chimalpopoca, Manuel Marroquí.
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202 PIEZA -Cartel taurino. -Medidas: 25.2 x 58.4 cm. -Características principales: TEATRO HIDALGO / MUCHO OJO! / POR EL ACTOR Y SEGUNDO APUNTE DE ESTE TEATRO / FRANCISCO NAVA / PARA LA NOCHE DEL LUNES 8 DE MARZO DE 1880, A LAS OCHO Y MEDIA / QUIEN HUMILDEMENTE LA CONSAGRA A SUS AMIGOS EN GENERAL, / Y A LA QUE INVITA A TODAS LAS HONORABLES / Sociedades Mutualistas de esta Ciudad. Siempre que al público mexicano se le habla en el lenguaje del sentimiento, escucha con afectuosa simpatía esa voz del corazón; y el que la profiere, obtiene de continuo con creces lo que intenta. Animado con esta confianza, me presento ante vosotros, invocando, no ya los títulos de artista a que mi larga carrera y vuestra benevolencia pudieran darme algún derecho, sino otros títulos aun más sagrados para mí, que estoy seguro encontrarán un eco poderoso en los corazones bien puestos de los hijos de esta hermosa Capital. Enfermo, os muestra el lecho del dolor que por largo tiempo ocupa el actor que mereció en otro tiempo vuestras simpatías; solicitando como objeto más valioso en mi función de gracia (que debo a la generosidad y filantropía del siempre recomendable Sr. Palacios y finos compañeros) el que contribuyais con vuestro óbolo a que reúna la grande cantidad para mí, que es necesario emplear para que recobre la salud. Ayudadme pues, a lograrlo, y vuestra filantrópica cooperación será para el actor un motivo de orgullo, y un nuevo título de reconocimiento imperecedero para el hombre agradecido. FRANCISCO NAVA. ORDEN DEL ESPECTÁCULO PRIMERO.-rumbosa obertura por la orquesta que tan hábilmente dirige el SR. JOSÉ C. CAMACHO. SEGUNDO.-Representación del sublime y moral drama de D. L. M. De Larra, intitulado: BIENAVENTURADOS / LOS QUE / LLORAN (...) TERCERO.-Para finalizar la función, se pondrá en escena el divertido juguete cómico en un acto, nominado: UNA BODA EN TLALNEPANTLA Da. Circuncisión.........Sra. García Rosita.........................Sra. Navarrete D. Elías Martínez........Sr. Cisneros. El Alcalde.. .................EL BENEFICIADO
Manuel.........................................Sr. Cigala Malafacha.....................Sr. Romero Toreros Chile Verde...................Sr. Ríos Victoriano......................Sr. Zamora
CONVIDADOS, TOREROS Y PUEBLO En el que cuando la escena lo pida, se jugará / UN BONITO TORETE Por la acreditada cuadrilla de los SRES. PABLO Y BENITO MENDOZA, quienes se han prestado gustosos, atendiendo al noble objeto que tiene esta función, y a los que doy en público las más expresivas gracias. -Estado de conservación: Bueno. Es copia del original. -Imprenta: Tip. Del Teatro Hidalgo. Fuente: CENTRO DE ESTUDIOS DE HISTORIA DE MÉXICO (CONDUMEX). FONDOS VIRREINALES. Fondo: LXI-I (1710-1958) 2,217 documentos recopilados por Armando de María y Campos. Programas de teatro, comedias, y óperas. Se detallan funciones, actores,
203 bailes de máscara para carnaval, homenaje a artistas, invitaciones, corridos, ilustraciones sobre el circo y versos alusivos a costumbres populares. COMENTARIOS: La ciudad de México está privada de una de sus diversiones populares favoritas: las corridas de toros. Estas habían sido prohibidas en 1867 y el decreto se extendió hasta el año de 1886 en que fue derogado, recuperándose la actividad precisamente el 20 de febrero de 1887. Sin embargo, el teatro no padeció estos rigores y más de algún empresario montó, como ocurrió el 8 de marzo de 1880, cuando el actor Francisco Nava, dispuso bajo el efecto edificante de la representación al juguete cómico en un acto, intitulado UNA BODA EN TLALNEPANTLA, la posibilidad de reforzar condiciones como la moral. Por eso las Sociedades Mutualistas respaldaban la función. Por azares del destino, el libreto de dicho juguete incluía que el escenario se convirtiera en alguna de sus escenas en una plaza de toros, donde, al efecto se pudiera jugar UN BONITO TORETE, a manos de los señores Pablo y Benito Mendoza, aquel, un viejo torero, seguramente consagrado, y este, su hijo, listo para las lides que seguía exigiendo el toreo en unos momentos en que la provincia dio refugio a su desarrollo y consolidación como una fuerte muestra de la expresión nacionalista que por entonces no parecía tener momentos de crisis. Las corridas de toros se manifestaban con una línea absolutamente “a la mexicana”, comportamiento que se registró como resultado de cierta madurez, todavía bajo la égida del viejo Bernardo Gaviño que seguía o trataba de seguir siendo el tutor de estos divertimentos, pero permitiendo también que la generación emergente desarrollara sus mejores virtudes, exactamente en unos momentos en que existe una perfecta comunicación entre la plaza y el campo, como dos elementos de intensa y rica expresión, sustentada fundamentalmente en el toreo a caballo influido de fuertes elementos de la charrería, además de una extensa gama de suertes alentadas por ese afán de crear e inventar. Sin embargo, esa tauromaquia fue un despliegue que desarrollaron siempre sin ignorar que existían fundamentos teóricos, por lo que aquellos usos y costumbres no permitieron que se borraran de la escena. Seguía presente el espíritu de influencias ejercidas por José Delgado y Francisco Montes, cuyas TAUROMAQUIAS, como doctrina técnica impusieron principios objetivos que perseguía la lidia de un toro en su más pura esencia. Claro, aquí se interpretó de una manera distinta que fue lo que hizo del toreo en México algo distinto al curso que tomaba este quehacer en España.
204 (19) Llama la atención el motivo del presente documento, en el cual queda evidencia de un hecho que, por aquellas épocas representaba ingresar a uno más de los territorios de la modernidad, con el uso de la energía eléctrica. Así, cuando el progreso y la modernidad poco a poco comenzaron a permear en las grandes ciudades, tal condición permite realizar los primeros ensayos de luz eléctrica que se llevaron a cabo en la ciudad de México hacia 1850, utilizando para ello y como fuente de energía pilas del tipo Bunsen. De igual forma, cuando la ciudad había contado con la presencia de cierta iluminación, la de teas que podían permanecer encendidas largo rato, y luego aquellas linternas alimentadas con trementina, vino la etapa en que la electricidad permitió sustituir aquellos implementos anacrónicos, por lo que el 15 de septiembre de 1881 y con 140 kilowatts instalados se encendieron 3000 lámparas de 2000 bujías. Hasta que en 1887 y 1889 se concesiona a cuatro empresas la distribución y venta de energía eléctrica en el Distrito Federal, otorgando servicio entre un conjunto igual de clientes, más industriales que domésticos el cual requería de dicho servicio. Las mencionadas empresas son las siguientes: -Compañía Mexicana de Gas y Luz Eléctrica -Sres. Aguirre Hermanos. -Señores Cacho y Andrade, desde Pachuca, Hidalgo, y -Viuda de Henkel e Hijos, desde Toluca, México. Para el 13 de febrero de 1898, la ciudad de México contaba con otras 2109 luces de gas., servicio que había sido puesto en funcionamiento desde noviembre de 1872. Con esta fecha desaparece definitivamente, cuando los Sres. Siemens & Halske comenzaron a proporcionar el servicio de alumbrado sustituyendo a la Compañía Mexicana de Gas y Luz Eléctrica. El 6 de diciembre de 1905 se transmite por primera vez el fluido eléctrico de Necaxa a la ciudad de México, momento en el que hace acto de presencia con toda su infraestructura la entonces Mexican Light and Power Company, Limited, empresa creada dos años antes, precisamente el 4 de marzo de 1903. Procedencia: Archivo General del Gobierno del Estado de Guanajuato. Hemeroteca. Col. “Agustín Lanuza”. Corridas de toros. Cartel para la tarde del 5 de febrero de 1901 en la plaza de toros de Silao, Gto.
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206 LA SOTERRADA, DISCRETA Y CALLADA LABOR DE JUAN CORONA, EN RECUERDO DE SU MAESTRO BERNARDO GAVIÑO. En todo esto, seguramente estaba metido el viejo picador de toros Juan Corona, quien desde el lejano 1852 había tenido que dejar la profesión que abrazó con tanta vehemencia, (luego del percance que lo dejó imposibilitado de por vida) la cual siguió demostrando en forma de afición, con el afecto generoso del recuerdo cariñoso que tuvo –además de todo-, por el “maestro” Bernardo Gaviño. La plaza de toros “Bernardo Gaviño”, que fue construida en el barrio de Jamaica, no podía ser otra que la que colindara o incluso estuviera en los propios terrenos de la famosa “Quinta Corona”, esa parcela llena de recuerdos y fetiches que Corona reunió a lo largo de muchos años, hasta lograr un museo de curiosidades, en el que el tema taurino era uno de ellos. Con toda la formalidad del caso se constituyó una “Sociedad Bernardo Gaviño”, de la que habrá que investigar quién o quiénes eran sus más destacados miembros, la que no solo fue una figura decorativa. También participó formando la cuadrilla, por lo que el hecho lo hace más notable. El cartel que se manufacturó para la ocasión, incluye tres diferentes grabados, dos de los cuales pertenecen a la obra de Manuel Manilla y el tercero, se desconoce al autor. Los que son de el antecesor de José Guadalupe Posada, presentan uno, la suerte de banderillas, donde el banderillero es el que presenta una actitud de mayor movimiento, citando para colocar seguramente al cuarteo. La otra es la suerte de la estocada, donde Manilla no niega su vinculación con el espectáculo en la enorme cantidad de grabados que dejó como su mejor herencia. Desde luego que no es, ni por mucho, lo que por su parte nos dejó Posada, pero el trabajo de ambos representa a más de un siglo de su creación, una auténtica sorpresa cuando descubrimos la vieja obra artística que a veces pasa por tener los rasgos de sencillez, con el solo propósito de registrar él o los diversos pasajes de la lidia, tal y como transcurrió en esos años finales del siglo XIX. El tercer grabado, nos muestra a un toro acudiendo a la cabalgadura, apoyado en sus dos manos, mientras que las patas permanecen al aire. El burel lleva ya dos pares de banderillas, lo que nos indica el caos en que estaba sumergida la lidia, sobre todo en el primer tercio, donde todavía no quedaban implementados los mejores procedimientos que a partir de muy poco tiempo comenzarían a quedar como los dictados precisos para practicar la tauromaquia en los términos más adecuadamente posibles. Eran los tiempos en que el toreo nacional sufrió la rotunda y severa fractura que finalmente logró también, dar con el sendero más adecuado, bajo la lógica de una lidia mucho más ordenada y no los remedos que con frecuencia solían verse en los cosos taurinos levantados uno a uno lentamente, hasta llegar a ocho, durante escasos dos años, inmediatamente después de que fue derogado el decreto que prohibía las corridas de toros en la capital del país, medida que operó desde 1868 y hasta finales de 1886.
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Cartel de la plaza de toros BERNARDO GAVIÑO, para el domingo 8 de enero de 1888. Fuente: Colección Julio Téllez García. PLAZA / BERNARDO GAVIÑO / GRAN CORRIDA / para la tarde del Domingo 8 de enero de 1888, / De la Sociedad Bernardo Gaviño, / A LAS TRES Y MEDIA EN PUNTO / SE JUGARÁN CUATRO TOROS A MUERTE / DE CHIHUAHUA / ORDEN DE LA FUNCIÓN. 1ª Se abrirán las puertas a las dos de la tarde. 2ª Se lidiarán cuatro toros a muerte de Chihuahua, POR LA CUADRILLA COMPUESTA / De los Socios Fundadores de la Sociedad. NOTAS.-Se suplica a todo Socio o persona invitada, guarde el mayor orden. No tiene derecho ningún socio a bajar al redondel, que no sea de los que componen la cuadrilla. Todo socio que cometa un abuso o meta el desorden, será expulsado de la plaza.
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UN CARTEL TAURINO DE 1888 Y SU COMPLETO DISCURSO (1) Creo que cualquier explicación sale sobrando. Lo anotado por el cartel que sirvió como referente para dar anuncio a la corrida del 15 de enero de 1888 es materia suficiente para entender los propósitos de consolidación que se propuso además, con muy buenos resultados el torero de mayor fama que tuvo México por aquellos tiempos: Ponciano Díaz. PLAZA DE TOROS / ESTRENO BUCARELI ESTRENO / ESPLÉNDIDA CORRIDA DE INAUGURACIÓN / -PARA LA TARDE DEL- / DOMINGO 15 DE ENERO DE 1888 / A LAS TRES EN PUNTO / CUADRILLA PONCIANO DÍAZ. En vista de la gran afición que se ha desarrollado en esta Capital por el viril espectáculo de la lidia de toros y queriendo pagar de alguna manera, las simpatías del público mexicano, hacia mí, no he vacilado en exponer lo poco que he podido reunir, con mi personal trabajo, para levantar un redondel en el que ese público aficionado pueda disfrutar de las emociones que produce el gran espectáculo. Sin pretensiones, sin rivalidad alguna vengo en esta temporada a que los individuos que forman mi cuadrilla lidien toros, de las mejores ganaderías del país, y por mi parte yo solo me comprometo a dar lo poco que sé y que puedo alcanzar, para retribuir en algo, las simpatías de que soy objeto y las que agradezco más mientras menos las merezco. Si el público mexicano acoge benévolo y cariñoso mis humildes trabajos y los de mi cuadrilla, quedarán satisfechos mis deseos. Aprovecho la oportunidad para dar públicamente las gracias a los señores ingenieros Ángel Yermo y Alberto Malo por el interés que tomaron en la construcción de la mencionada plaza, así como a todas las personas que de alguna manera cooperaron para su conclusión. PONCIANO DÍAZ. SE LIDIARÁN A MUERTE / Por la Cuadrilla que dirige el diestro / PONCIANO DÍAZ / 6 BRAVOS TOROS 6 / DE LAS GANADERÍAS / JALPA, ESTANCIA GRANDE Y MARAVILLAS. / -Concluirá la corrida con un valiente- / TORO EMBOLADO PARA LOS AFICIONADOS / (...)
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Cartel de la inauguración de la plaza de toros BUCARELI, el 15 de enero de 1888. Fuente: CENTRO DE ESTUDIOS DE HISTORIA DE MÉXICO (CONDUMEX). FONDOS VIRREINALES. Fondo: LXI-I (1710-1958) 2,217 documentos recopilados por Armando de María y Campos. Programas de teatro, comedias, y óperas. Se detallan funciones, actores, bailes de máscara para carnaval, homenaje a artistas, invitaciones, corridos, ilustraciones sobre el circo y versos alusivos a costumbres populares así como bandos políticos sobre ejecuciones de justicia fechadas en 1826. Nueve periódicos de El Liberal del 18 de agosto al 22 de noviembre de 1914 que reseñan noticias revolucionarias.
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UN CARTEL TAURINO DE 1888 Y SU COMPLETO DISCURSO (2) Apenas ocho días después, y luego de la memorable jornada de inauguración el propósito de Ponciano, que además era empresa y actuante –juez y parte en este acontecimiento-, representó una vez más la afirmación de sus aspiraciones por convertirse en el consentido del pueblo. Y Ponciano lo tenía todo: fama, popularidad, estimación por doquier, circunstancias que no desaprovechó en exaltarlas durante el tiempo que quedaba antes de su controvertido viaje a España en el verano de 1889. Sin embargo, ya empezaba a dar muestras de su aceptación o asimilación hacia ciertas condiciones que lo ponían en lugar de mejor privilegio pero que se alejaban de su razón original, misma de la que no consumó tal propósito en su totalidad, pero sí anduvo lo suficiente como para que sus seguidores advirtieran el tono de entreguismo, o peor aún, de traición a las raíces que el propio torero forjó en sus mejores años. Díaz no se imaginaba lo que sucedería por lo menos dos años después en que toda la suma de privilegios se tornarían desprecios, por lo que su asunción de pronto se quedó sin alas, iniciando la picada y un derrumbe estrepitosos que luego lo conducirían a estimular aún más sus inclinaciones por una vida relajada, no exenta de conflictos y enfrentamientos, reflejos de su soledad (nunca se casó, aunque tuvo dos hijas de dos mujeres distintas fuera de matrimonio), de su inclinación por la bebida, de sus arriesgadas actitudes como empresario a la baja. En fin, y como puede verse, era un caso perdido que sólo tuvo fin con su muerte misma, ocurrida el 15 de abril de 1899. PLAZA DE TOROS DE BUCARELI. / EMPRESA: Ponciano Díaz / ESPLÉNDIDA / CORRIDA para la tarde del Domingo 22 de Enero de 1888 / A las tres en punto. ALTAMENTE agradecido al bondadoso público que asistió a la corrida del Domingo próximo pasado, tengo la satisfacción de manifestarle mi más sincero reconocimiento por las inmerecidas pruebas de cariño y afecto que recibí y muy particularmente a las personas que me honraron al obsequiarme con algunos objetos. Así, pues, en testimonio de gratitud anuncio la segunda corrida que tengo el honor de dedicarles, esperando que mis pequeños esfuerzos serán aceptados, y con esto quedarán satisfechas las aspiraciones de S.S.-Ponciano Díaz. Se Lidiarán a Muerte / Por la Cuadrilla que dirige el diestro / PONCIANO DÍAZ / 6BRAVOS TOROS-6 / DE LAS GANADERÍAS / Estancia Grande y Maravillas. / Concluirá la corrida con un valiente TORO EMBOLADO PARA LOS AFICIONADOS. / (...) -Estado de conservación: Bueno. Es copia del original. -Imprenta: de la Escuela Correccional.94
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CENTRO DE ESTUDIOS DE HISTORIA DE MÉXICO (CONDUMEX). FONDOS VIRREINALES. Fondo: LXI-I (1710-1958) 2,217 documentos recopilados por Armando de María y Campos. Programas de teatro, comedias, y óperas. Se detallan funciones, actores, bailes de máscara para carnaval, homenaje a artistas, invitaciones, corridos, ilustraciones sobre el circo y versos alusivos a costumbres populares.
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Cartel de la plaza de toros BUCARELI, para la tarde del 22 de enero de 1888. Fuente: Colección Julio Téllez García.
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213 PIEZA Cartel taurino. Medidas: 18 x 55 cms. Características principales: PLAZA DE TOROS “BUCARELI”. D.F. / GRAN JARIPEO / PARA LA TARDE DEL / LUNES DE CARNAVAL / 13 DE FEBRERO DE 1888 / A LAS TRES (SI EL TIEMPO LO PERMITE) / Magnífico manganeo de yeguas brutas / jineteo y coleadero de hermosos novillos. / Chistosa y aplaudida / PANTOMIMA / TITULADA / LOS VAMPIROS Y LOS ENANOS. / El manganeo será desempeñado por el diestro / PONCIANO DÍAZ / Parte de su cuadrilla y los mejores / Charros de la Capital / ATENÓGENES DE LA TORRE / coleará al estilo jalisciense / que consiste en apearse del caballo en toda la velocidad de su carrera para tirar al novillo. / Para la pantomima vienen de la / hacienda de / ATENCO / individuos que expresamente se han traído para su desempeño, y para que tenga la brillantez indispensable, haciendo un simulacro del / CARNAVAL DE VENECIA. Imprenta: Tip. Cayetano Berrueco y Comp. Colección: Diego Carmona Ortega. COMENTARIOS: Estamos ya en el pleno esplendor del espada Ponciano Díaz, otro de los que con su presencia e influencia alentaron en su última etapa este tipo de espectáculos, donde la novedad –al estilo de su época- hizo que se integrara en el espectáculo esa pantomima (ha cambiado solo el nombre, pero la mojiganga sigue latente en espíritu), que lleva el curioso nombre de “Los vampiros y los enanos”. Francamente no imagino que ocurrencia tuvieron para presentar a esos vampiros y a esos enanos, los diversos individuos que “expresamente” llegaron de la propia hacienda de Atenco –junto con los toros-, pero el hecho es que junto al Carnaval de Venecia, se conjuntaba perfectamente esa permanencia en cuanto a representaciones del más curioso contenido. Ponciano, acompañado de su cuadrilla y de los mejores charros de la capital haría la delicia de los asistentes con sus peculiares formas de hacer y entender el toreo en sus dos manifestaciones emblemáticas: a pie y a caballo. De estas, Atenógenes de la Torre de colear al “estilo jalisciense”, que consiste en apearse del caballo en toda la velocidad de su carrera para tirar al novillo. Asimismo no faltó el manganeo de yeguas brutas y el jineteo y coleadero de otros tantos y hermosos ejemplares. Eran los tiempos en que el toreo de a pie, a la usanza española en versión moderna se estaba incorporando con toda la energía que significaba un auténtico vuelco en los destinos de este quehacer en nuestro país. Dicha expresión hispana además de enfrentarse, atentaba contra todo un sistema, mismo que quedó sentenciado a desaparecer en tiempo relativamente corto (aproximadamente de 10 a 15 años), cuando desde 1885 las primeras cuadrillas de diestros españoles sientan sus reales en un momento en el cual Bernardo Gaviño ya no significa ninguna amenaza, y es más, su influencia perdió radio de acción demasiado rápido debido a su decadencia por un lado; y a su muerte por el otro (ocurrida el 11 de febrero de 1886). Tocaba el turno a Ponciano y sus huestes, toreros con bigotes, forjados en un peculiar estilo mexicano de torear, que al plantarse frente al español, ya nada tenía que hacer en el panorama. Encontró un refugio pasajero en la provincia y allí se perdió para siempre.
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215 PIEZA -Cartel taurino. -Medidas: 20.3 x 59.8 cm. -Características principales: PLAZA DE TOROS BUCARELI. Empresa: Ponciano Díaz. 3ª corrida de la temporada para la tarde del día 10 de marzo de 1889. Agradecida la empresa a la benévola acogida que le ha dispensado el culto público de esta capital, sigue esforzándose por dejarlo complacido hasta donde le sea posible. Al efecto, y atendiendo al buen éxito que obtuvo el equilibrista mexicano FRANCISCO MONCAYO, y recordando la grata impresión que entre los aficionados dejaron los famosos toros EL ELEFANTE y el LINDA TARDE, ha dispuesto la corrida bajo el siguiente PROGRAMA 1º Las puertas de la Plaza se abrirán a la una de la tarde. 2º A las tres y media con el permiso necesario, atravesará la plaza, sobre un alambre, con cuchillos el fonámbulo mexicano FRANCISCO MONCAYO. 3º Lidia de 5 toros, de las ganaderías de Cieneguilla y Arandas. por PONCIANO DÍAZ Y SU CUADRILLA. 4º En el intermedio saldrá al redondel el famoso toro LINDA TARDE jugado por segunda vez. 5º Para finalizar el espectáculo (sic), jugará por quinta vez el renombrado y bravo toro ELEFANTE, lidiados en las Plazas de San Pedro Piedra Gorda, Ciudad de León, San Rafael (México) y Colón (México). Advirtiendo que ambos toros solamente serán picados y banderillados. Colección: Diego Carmona Ortega. -Estado de conservación: Bueno -Imprenta: Tip. “El Libro Diario”, 5 de Mayo 18 COMENTARIOS: Hasta donde fuera posible, Ponciano Díaz haría intentos por mantener toda una forma de representaciones, en peligro de extinción. Siguiendo el modelo de su “maestro” Bernardo Gaviño, intuyó que el hecho de enriquecer aquellas funciones con el acompañamiento del equilibrista Francisco Moncayo, sería motivo suficiente para atraer a un buen número de capitalinos, quienes en ese momento son receptores del también reciente acontecimiento del juego ofrecido por dos célebres toros: el LINDA TARDE y EL ELEFANTE que seguramente fueron indultados días atrás, los suficientes para reponer las heridas que sufrieron en su primera aparición, pero que, dada su extraordinaria bravura, no podían dejar pasar la oportunidad de volverlos a jugar, para lo cual solo fueron picados y banderillados. Más curiosa es la nota de que esos dos toros ya habían sido “lidiados en las Plazas de San Pedro Piedra Gorda, Ciudad de León, San Rafael (México) y Colón (México)”, lo que nos habla de un caso semejante al que se dio con “El Rey de los toros”, del que a propósito van las siguientes líneas: El hecho a que me refiero, ocurrió en la plaza de San Pablo, el 11 de enero de 1852. En la valiosa obra: LOS TOROS EN MÉXICO Y EN ESPAÑA. 1519-1969 (vol. 1) de Heriberto Lanfranchi (y decir Lanfranchi -en México- es como hablar del Cossío -en España-. Así de importante es la obra del buen amigo don Heriberto) encontramos el siguiente pasaje: "Gran función de toros en obsequio del público. "¡Por la mitad de los precios de costumbre! "Se lidiarán seis toros de muerte, cinco de ellos de la segunda partida de la
216 acreditadísima ganadería de SAJAY, a los cuales capitaneará: ¡El rey de los Toros!, cuyo valiente animal fue indultado de morir en la corrida del día 1o. [ojo con este dato] del presente, a petición del público, por su incomparable bravura, y el cual fue el que inutilizó en pocos momentos a todos los picadores de la plaza y a uno de los chulillos, en dicho día. "Dos para el coleadero y uno embolado para los aficionados, el cual servirá antes para el ¡Monte Parnaso! "Se presentarán a picar uno de los toros de la lid los célebres personajes: Abdul elKader y el Gran Sultán, perfectamente representados con trajes de sus países por los valientes picadores de la plaza: Caralampio Acosta y Vicente Guzmán. "También se presentará el muy divertido entremés: ¡El Hombre más feo de Francia...!" Tiempo más tarde, justo el domingo 25 de julio y en el mismo escenario volvió a lidiarse el bravísimo toro indultado, "que tantos daños causó a la empresa por los caballos que mató e hirió y por las contusiones que hizo a los picadores. Este hermoso y arrogante toro, que será distinguido con una flor blanca, saldrá en tercer lugar al combate, en donde lo esperan los lidiadores para triunfar de su belleza". Solo un dato más para no caer en confusiones de interpretación: la tarde del 25 de julio se corrieron ocho toros de Queréndaro que lidió la cuadrilla de Pablo Mendoza, en función extraordinaria en celebridad del cumpleaños del Exmo. Sr. Presidente de la República, don Mariano Arista. ¡Tres veces salió al ruedo de San Pablo el "Rey de los Toros" y dos para ser indultado. ¡¡Caso increíble!! Pues bien, imaginemos que aquella tarde del 11 de enero, fría pero soleada, la cual auguraba una corrida tan sobresaliente y entretenida como las muchas que se efectuaron por entonces, estructuradas a partir de un esquema deliberadamente festivo y el cual prometía ofrecer alguna mojiganga, monte parnaso o jamaica. Actuación de saltimbanquis o el obsequio de "un toro embolado" para los aficionados en fin de fiesta que ya habían presenciado alguna ascensión aerostática. Así se las gastaban los antepasados de este nuevo concepto de empresarios tan ligados a su presente, a una publicidad de fin de siglo, con el apoyo de la potencia informativa de prensa, radio y televisión en dimensiones por demás impresionantes. Tras el regocijo, otra oleada de nuevas sorpresas permitió el comienzo de la lidia. Saltó a la arena "El Rey de los toros" causando constantes sobresaltos que terminaron por provocar en la concurrencia el lanzamiento de un grito unánime: ¡indulto! condescendiendo la autoridad a consumarlo. Este indulto debe recordarse quizá como el primero concedido en nuestro país. No vamos a hacer recuento del retiro de la condena de muerte de que han sido motivo cientos, cientos de toros, quizás con sobrada razón, o faltando mucho de ésta. Para los toreros, el indulto puede ser un baldón, porque se demostraba que el toro estuvo por encima de su presunto matador; para otros una salvación el que ocurra; justicia de la que no se encarga el torero, sino que esta va revelándose en los tendidos, en medio de una carga de sentimientos y que avala el juez de plaza.
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218 PIEZA Cartel taurino. Medidas: 23 x 66 cms. Características principales: PLAZA DE TOROS DE PACHUCA, EDO. DE HIDALGO. Domingo 28 de mayo de 1893. Beneficio del espada mexicano Ponciano Díaz. 5 toros de Atenco. Matadores: Ponciano Díaz y Timoteo Rodríguez. Banderillas a caballo por la inimitable charrita María A. de Rodríguez. Toro embolado de la misma ganadería, para los aficionados. AL PUBLICO A LOS MEXICANOS!!! A LOS PACHUQUEÑOS!!! Positivo júbilo y verdadero entusiasmo embarga a mi espíritu, hoy que tengo el grato placer de anunciar a mis queridos amigos y al público en general, la función de esta tarde que he organizado con motivo de mi beneficio. Constantes y repetidas pruebas de afecto he recibido en todas las plazas de la República donde he toreado; en todas he tenido tantas muestras de benevolencia y cariño, por parte de mis compatriotas, que sería una ingratitud no concederles una frase que simbolice mi imperecedera gratitud. Los hijos del Distrito Federal y los de la Capital del Estado de Hidalgo, son para mí más que amigos, hermanos; su conducta, siempre que ante ellos me he presentado, ha sido tan bondadosa, ha sido tan simpática, que á ellos es á quienes dedico mi función de gracia, á ellos que todo se lo merecen, á ellos para quienes mis personales esfuerzos en la tarde de hoy van encaminados, á procurar dejar satisfechos todos los deseos y colmadas todas las ambiciones. ¡MEXICANOS! ¡PACHUQUEÑOS! recibid el abrazo que os envía, vuestro compatriota y amigo: PONCIANO DÍAZ PROGRAMA Primero. A la llegada del tren una buena música recibirá en la Estación á los pasajeros. Segundo. Inmediatamente después de la llegada del tren, en obsequio al beneficiado el Sr. ROMAN ESPINDOLA, HARA SU ASCENSIÓN EN EL HERMOSO GLOBO “HIDALGO”. Las personas que presenten su boleto para la corrida, tienen derecho á penetrar en la plaza para ver dicha ascensión. (...) Picadores: Atenógenes de la Torre, Manuel Berriozábal, Paulino Sierra y un amigo de la empresa. Banderilleros.-A caballo, MARIA A. DE RODRÍGUEZ, A PIE: Pedro Cadena, Carlos López (a) Manchado. Encarnación Escamilla (a) El Temerario. Francisco Aguirre (a) El Gallito y Antonio Venegas. Estado de conservación: Regular. Ejemplar único y curioso. Imprenta: Tip. El Libro Diario. Colección: Diego Carmona Ortega. COMENTARIOS: Largo, larguísimo sermón, parece ser una auténtica despedida del diestro más popular en el último cuarto del siglo XIX mexicano. Despedida que no pudo ser más elocuente, si observamos que los acompañantes de Ponciano son, por un lado, el ya conocido Timoteo Rodríguez, a quien descubrimos en el capítulo 1, primero como trapecista
219 en el circo Chiarini y luego como torero de a pie cuya presencia se consolidó más en la provincia que en la capital del país, donde solo se le vio en la plaza de toros de Mixcoac, allá por 1894. Esa misma tarde, también acompañó al diestro mexiquense la amazona María Aguirre “La Charrita mexicana”, quien se lució poniendo banderillas a caballo. Y Román Espíndola, émulo de las glorias de Joaquín de la Cantolla y Rico, quien preparó una ascensión aerostática en su globo “Hidalgo”, sorprendiendo con esa espléndida función a los habitantes de Pachuca, Hidalgo, sitio provinciano en donde funciones de esta naturaleza son los últimos reductos de todo aquel esplendor no solo decimonónico. También con fuertes evidencias de la época virreinal.
Por ahora, todo esto supone la síntesis y desenlace de todo un siglo, que permitió la invención constante de multitud de personajes que se integraron al espectáculo taurino y que estuvieron al servicio del mismo gracias a sus ocurrencias, presentes en rigurosa selección de veinte documentos, de los cuales espero haber aportado ideas tras el análisis de cada uno de ellos. IDEAS FINALES He concluido este trabajo entendiendo que las manifestaciones con un fuerte peso religioso durante los siglos XVI y XVII, terminaron representándose con el mismo valor desde lo profano, durante el XVIII, pero fundamentalmente en el XIX y hasta finales de éste, encontrándose todavía algunas insinuaciones durante el XX. Sin embargo, es durante la décimo novena centuria donde encontramos que la fascinación se apoderó de ellos, prodigándose felizmente, lo mismo en la plaza de toros que en el teatro, pero sin que su esencia de carácter original se perdiera totalmente. Uno y otro escenarios, ofrecieron sus espacios para el buen curso de esas demostraciones, fruto de manifestaciones que desacralizaron el origen, confrontándolas sus protagonistas en claro deseo porque lo mismo ángeles que demonios se diesen la mano en la plaza o en el teatro, como viejos amigos, habiendo de por medio toda una gama de representaciones, donde las taurinas eran las anfitrionas. Y ese abanico de posibilidades en cuanto a lo representado era muy grande, hizo que el mismo espacio sirviera para la fugaz pero impresionante explosión de fuegos de artificio, que para las ascensiones aerostáticas o los ejercicios gimnásticos donde parecían volar émulos de Ícaro. En el siglo que nos congrega se vivieron además, los pulsos más agitados, donde las más diversas filiaciones anhelaron el poder: realistas, independentistas, federalistas, centralistas, monarquistas y finalmente la dictadura. Aunque es “hasta el triunfo de la República que se logra la conquista de la nacionalidad” (Edmundo O´Gorman). Y en medio de todo esto, el toreo y toda su “teatralidad” tuvieron uno de sus mejores momentos, pues dicha diversión reflejaba ese síntoma, que Carlos Bosch García llamaba como “historia de bandazos”. El bandazo fue un deleitoso vaivén del que se aprovechó la fiesta de toros para enriquecerse, siendo una y siendo muchas las representaciones que fueron dueñas de singulares valores, recogidos en una maravillosa esencia de la vida cotidiana, de la que México posee infinidad de capítulos, todos ellos matizados de intenso colorido, efímero, fugaz, sabroso que también nos habla del disfrute popular y de su protagonismo implícito.
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GALERÍA DE IMÁGENES
11.-“El toro de fuego” proviene de Soria, España, concretamente en Medinaceli, donde se corre un toro el tercer sábado de noviembre, que llevando unas bolas de brea encendidas sobre los cuernos a las 11 de la noche, corretea entre cinco fogatas esparcidas por la plaza principal. Fuente: Antonio Navarrete. TAUROMAQUIA MEXICANA, Lám. Nº 10. “El toro de fuego”.
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12.-“El palo ensebado”, “cucaña”, o “monte parnaso” fue una representación novohispana que durante el siglo XIX adquirió fuerte protagonismo en las corridas, sobre todo durante la hegemonía de Bernardo Gaviño. Fuente: Antonio Navarrete. TAUROMAQUIA MEXICANA, Lám. Nº 13. “La cucaña taurina”.
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13.-Gracias a Joaquín Fernández de Lizardi, fue posible que en su Periquillo Sarniento un artista anónimo retratara parte de la vida cotidiana al comenzar el siglo XIX. Los toros no escaparon a su vista. Fuente: Joaquín Fernández de Lizardi. Periquillo Sarniento. México, reimpresión, por Ignacio Cumplido (editor), 4 V, 1845.
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HEMEROGRAFI A EL CORREO DE MEXICO (1867) MONITOR REPUBLICANO (1867 Y 1881) EL PAJARO VERDE (1863) EL SIGLO DIEZ Y NUEVE (1867) DIARIO DEL IMPERIO (1865) EL NOTICIOSO (1894) EL MONOSABIO (1887) EL CORREO DE LOS TOROS (1887) LA FAMILIA (1888) EL TOREO ILUSTRADO (1895) EL UNIVERSAL TAURINO (1925) EL ECO TAURINO (1936) LA LIDIA (1942) LA FIESTA (1946) ARTES DE MEXICO (1967 Y 1988) MULTITUDES (1991) UNIVERSIDAD DE MEXICO (1991) LA JORNADA (1999)
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ARCHIVOS Y COLECCIONES PARTICULARES ARCHIVO HISTORICO DE LA CIUDAD DE MEXICO (AHCM) Ramo: Diversiones Públicas, leg. 855. Toros. ARCHIVO GENERAL DE LA NACION (AGN) Ramo: Gobernación. CENTRO DE ESTUDIOS DE HISTORIA DE MEXICO (CONDUMEX) Misceláneos. HEMEROTECA NACIONAL (Dependiente de la Biblioteca Nacional. UNAM). BIBLIOTECA DEL RECINTO JUAREZ (Palacio Nacional). COLECCIÓN: DIEGO CARMONA ORTEGA. COLECCIÓN: VICENTE VILLANUEVA ROSALES COLECCIÓN: FEDERICO GARIBAY. BIBLIOTECA DEL LIC. JULIO TELLEZ GARCIA. BIBLIOTECA DEL LIC. LUIS RUIZ QUIROZ. BIBLIOTECA DEL AUTOR.
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EN MÉXICO, CIUDAD EN EL DÍA 2 DE MARZO DEL AÑO DE GRACIA DOS MILÉSIMO y DÉCIMO TERCERO
LAVS
DEO