JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE
PONCIANO DÍAZ SALINAS: TORERO DEL XIX, A LA LUZ DEL XXI 1
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JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE
PONCIANO DÍAZ SALINAS: TORERO DEL XIX, A LA LUZ DEL XXI.
Prólogo de D. Roque Armando Sosa Ferreyro Con tres apéndices documentales de: *Daniel Medina de la Serna *Isaac Velázquez Morales *Jorge Barbabosa Torres
MÉXICO 1986-2019 3
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José Francisco Coello Ugalde. Reservados todos los derechos. 2019.
Este trabajo pertenece a la serie: APORTACIONES HISTÓRICO TAURINAS MEXICANAS Nº 13. “PONCIANO DÍAZ SALINAS, TORERO DEL XIX, A LA LUZ DEL XXI”. SERIE: BIOGRAFÍAS TAURINAS Nº 2. Imagen de la portada: Página principal de La Patria Ilustrada, año VI, Nº 3 del 16 de enero de 1888. Col. del autor.
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Centro de Estudios Taurinos de México, A.C. 2019.
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Fomento Cultural Tauromaquia Hispanoamericana, 2020 Reservados todos los derechos. 2020.
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra -incluido el diseño tipográfico y de portada-, sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico, sin el consentimiento por escrito, tanto del autor como del editor. 4
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Esta obra la dedico a la memoria de: Dra. Angelina de la Vega Díaz Sr. Doroteo Velázquez Díaz Agradezco de igual forma todas las gentilezas que tuvieron para conmigo: Profr. Roberto Acosta Cerezo Ing. Isaac Velázquez Morales Sr. Jaime Infante Azamar Sr. Félix Díaz González Sr. Angel Díaz González Sr. Trinidad Díaz González Sr. José Velázquez Díaz
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ÍNDICE Pág. PRÓLOGO: EN LA PUERTA DE CUADRILLAS
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PASEÍLLO
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AGRADECIMIENTOS
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CAPITULO I VISTAZOS INDISPENSABLES. SIGLOS XVII, XVIII y XIX.
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CAPITULO II NACIMIENTO, PRIMEROS PASOS Y VIAJE A ESPAÑA.
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CAPITULO III BUCARELI, SU PLAZA. LOS ENGAÑOS. LA SANCIÓN DE LA IDOLATRÍA. GRANDE Y PEQUEÑA CULTURA A SU ALREDEDOR.
76 87 95 103
CAPÍTULO IV LA PARTE MEDULAR. BERNARDO GAVIÑO Y EL MESTIZAJE. Y ESE OTRO TOREO, EL CAMPIRANO. EL CAOS Y LA ANARQUÍA. ¿MAZZANTINI VS. PONCIANO? OTRA PROHIBICIÓN, DESAHOGO Y REFUGIO. LOS ÚLTIMOS PASOS O ESPLENDOR Y DERRUMBE DEL ÍDOLO.
107 113 120 127 127
CAPÍTULO V LA POESÍA INTELECTUAL Y LA POESÍA POPULAR DEDICADA A PONCIANO DIAZ. CAPÍTULO VI ASÍ NOS CONTARON LA HISTORIA
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APÉNDICE Nº 1 RAZÓN ESTADÍSTICA QUE COMPRENDE EL REGISTRO ACTUACIONES DE PONCIANO DÍAZ ENTRE 1866 y 1899.
DE
LAS
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LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN DE ATENCO. Apuntes históricos de una hacienda tianguistecana. POR EL ING. ISAAC VELÁZQUEZ MORALES, Cronista Municipal
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APÉNDICE Nº 2
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de Santiago Tianguistenco, Méx. APÉNDICE Nº 3 LA FAMILIA BARBABOSA, LA HACIENDA DE ATENCO Y OTRAS MÁS DEL VALLE DE TOLUCA. POR EL: ARQ. JORGE BARBABOSA TORRES
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APÉNDICE Nº 4
Carlos Cuesta Baquero. Trabajos Inéditos. (1920-1945. Obra mecanuscrita).
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CONCLUSIONES
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RELACIÓN FOTOGRÁFICA
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BIBLIOHEMEROGRAFÍA
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EN LA PUERTA DE CUADRILLAS PRÓLOGO
Admirable y merecedor de elogio es el trabajo de investigación realizado por el entusiasta aficionado taurino José Francisco Coello Ugalde, quien logró reunir todos los datos y perfiles de un personaje histórico y legendario que es símbolo de la fiesta brava en México durante el siglo anterior: pudo, así, escribir esta crónica exhaustiva con el título PONCIANO DÍAZ: Torero del XIX a la luz del XXI. En su tiempo fue Ponciano Díaz no sólo el mejor, el más famoso y representativo torero mexicano sino también el paladín del nacionalismo y las tradiciones nacionales, ídolo de multitudes y ejemplo de maestría insuperable en la ejecución de las suertes de la charrería. Dentro y fuera de los redondeles, su nombre estaba aureolado por la gloria... El ingeniero Coello Ugalde ha puesto su tesonera voluntad, su constancia, su infatigable esfuerzo, en la realización de esta biografía que resume todas las semblanzas y juicios que se han publicado acerca de Ponciano Díaz. En bibliotecas y hemerotecas, archivos municipales y parroquiales, documentos familiares, en cualquiera parte donde podían encontrarse noticias sobre Ponciano Díaz, este joven escritor ha puesto los ojos para rescatar del olvido las huellas del “torero con bigotes”. Como en toda obra humana, podrán encontrarse en estas páginas algunos lunares; mas ha de tenerse presente que Coello Ugalde no es un literato modelador de prosas y frases galanas sino un animoso investigador, apasionado taurófilo que se propuso rendir merecido homenaje a la memoria de Ponciano Díaz y para ello sacrificó tiempo y energías en su afán de localizar a los descendientes del famoso lidiador de reses bravas, desempolvar infolios, hasta reunir este volumen que merece el aplauso y el estímulo de los aficionados al arte del toreo... El autor de esta biografía puede ufanarse, con legítimo orgullo, de haber cumplido felizmente su propósito, pues revisó todas las crónicas conocidas y logró cubrir los más variados aspectos de la vida de Ponciano, como torero y como hombre desde su cuna en la hacienda de Atenco hasta su tumba en el cementerio del Tepeyac. La lectura de estas páginas servirá para conocer en sus valores positivos la personalidad del lidiador atenqueño que fue el máximo exponente del toreo “a la mexicana”: mezcolanza de las suertes enseñadas por el maestro Bernardo Gaviño y las disciplinas de la charrería; y también el diestro que con notable sensibilidad supo asimilar las lecciones objetivas de los lidiadores españoles que se presentaron en las postrimerías del siglo XIX, tales como don Luis Mazzantini y los espadas que actuaron después en los ruedos de nuestro país... Aquí y en España fue Ponciano Díaz un triunfador. Por su valentía y su arte refrendó en Madrid, al lado de Frascuelo y de Guerrita, la fama conquistada por sus hazañas en los redondeles mexicanos. Equidistante en la perspectiva del tiempo, debe vérsele en sus debidas proporciones: entre la idolatría populachera y patriotera que tuvo, con sus reales méritos en el toreo a pie y el dominio de las suertes ecuestres, y el olvido y la indiferencia que posteriormente cubrieron su nombre. Por esto la labor del ingeniero Coello Ugalde es acreedora a la más amplia atención y el reconocimiento de los verdaderos aficionados a la lidia de reses bravas... 13
Hemos tenido oportunidad de conocer y estimar al ingeniero José Francisco Coello Ugalde. Sabemos, pues, la importancia y la proeza que ha realizado en sus peregrinaciones de investigador tras las huellas de Ponciano, desde sus orígenes y raíces hasta sus años de apoteosis y su decadencia. No exageramos al señalar los méritos de esta crónica biográfica, relativa no sólo a la existencia del extraordinario atenqueño sino al ambiente social en que actuó y su trayectoria e influencia entre sus contemporáneos... Reiteramos nuestras alabanzas a Coello Ugalde por el empeño y la tenacidad que puso para vencer dificultades y atesorar los datos relevantes que configuran la imagen de Ponciano en la luz y en la sombra. Los aficionados taurinos hemos de apreciar y reconocer la devoción a la verdad histórica que animó al autor de estas páginas y quien, seguramente, habrá de darnos en el futuro otros logros de su apasionado entusiasmo por la fiesta de los toros... Al terminar la lectura de este libro se tiene una visión mejor de lo que fue la vida de Ponciano Díaz Salinas y del México de hace un siglo, es decir “del hombre y sus circunstancias”. Por tratarse no sólo de una obra literaria sino de una faena taurina, tributemos a José Francisco Coello Ugalde una cálida ovación, con los mejores aplausos, vuelta al ruedo y salida a los medios... In memoriam Roque Armando Sosa Ferreyro “Don Tancredo” OPUS PÓSTUMA México, junio de 1989.
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PASEÍLLO
Descubrir, reinterpretar y valorar a PONCIANO DÍAZ, torero sui géneris y personaje del siglo XIX mexicano, amerita un empeño que deberá mostrar sus rasgos y sus hazañas y aun esos pecadillos que podrían empañar su figura. O esas definiciones individuales que lo pusieron en situación privilegiada durante su apogeo; tiempo después, en el desprestigio... Hace algunos años se realizaron importantes conmemoraciones como los CIEN AÑOS DE CORRIDAS DE TOROS (a la usanza española y en versión moderna) EN LA CIUDAD DE MEXICO 1887-1987; AÑO DE RODOLFO GAONA. A UN SIGLO DE SU NACIMIENTO 1888-1988 y PONCIANO DÍAZ, EN EL CENTENARIO DE SU ALTERNATIVA EN MADRID 1889-1989, actividades en las que me involucré directamente, y de las que se obtuvo una experiencia extraordinaria. De ellas, el fruto principal fue rescatar una memoria que nos permitió acercarnos a personajes trascendentales de aquellos momentos. Uno de ellos fue el “torero con bigotes” Ponciano Díaz Salinas. Este torero vivió una época de suyo importante, participando como protagonista principal en muchas jornadas propias de una diversión popular tan arraigada en el espíritu popular como la de los toros, que a su vez, forma parte vital de la sociedad y la historia del país en su conjunto. Este trabajo no sólo va a concretarse a presentar la imagen del personaje abordándolo exclusivamente en el esquema taurino, sino valorándolo y enriqueciéndolo -dentro de sus posibilidades-, con aspectos de un marco histórico indispensable, mismo que contemple los nexos en el ambiente donde se desenvolvió. Por tanto, preguntamos: ¿Qué significa Ponciano Díaz para la tauromaquia mexicana? Con justa razón debemos decir que mucho, inclusive desde otras perspectivas que no sean exclusivamente taurinas. Y encontramos ese vínculo con la vida cotidiana, con los personajes del momento, pero también con la música y la zarzuela; con la lírica popular e intelectual; con la obra genial de José Guadalupe Posada y de Manuel Manilla, o lo que retratan Charles B. Waite o William Scott. Todo ello afortunadamente existe en un vasto material bibliográfico, hemerográfico y documental que me dispongo a utilizar para ofrecer una reinterpretación capaz de enseñarnos, a poco más de un siglo de vigencia, lo que fue y lo que significó Ponciano Díaz para su tiempo, pero también para el nuestro. Otro esfuerzo de esta biografía es el que se nutre de ideas que giran en torno al diestro atenqueño, como su relación directa o indirecta con actividades en lo político y lo social, aspectos de un país en aparente calma que se vería afectada por las primeras muestras de insurrección popular en el trayecto de la avanzada porfirista; no en balde surgieron en esos tiempos las víctimas venidas desde la entraña del pueblo. También está presente otra avanzada, la del esplendor poncianista, que alcanzó a brillar con luz propia. A Ponciano Díaz Salinas (1856-1899) tenemos que entenderlo como un producto de épocas en constante fluctuación en los ámbitos ya citados, que afectan los destinos de un pueblo cuya vida está pendiente de marcados y efímeros destinos o de señaladas etapas permanentes. Pero también es producto de una inercia, de un sintomático descuido en la tauromaquia, reflejo paralelo de las condiciones políticas, donde apenas comienza a imperar cierto orden. De hecho, en lo taurino se encuentran establecidos algunos lineamientos tradicionales; porque reglamento, lo que se dice un verdadero reglamento no lo hubo hasta 1887. El siguiente se aplicará en 1895. 17
Ponciano Díaz asumió su responsabilidad taurina a partir de 1876, cuando la prohibición de las corridas de toros, impuesta desde 1867 y hasta 1886 provoca que la fiesta fuera a refugiarse a la provincia. Si bien la Ley de Dotación de Fondos Municipales lleva la rúbrica de Benito Juárez, el “Patricio”, con todo y su compromiso como político y liberal, no es un “antitaurino” declarado. Incluso, en por lo menos cuatro tardes asiste a la plaza del PASEO NUEVO a apoyar “oficialmente” algún festejo de carácter “benéfico”. En esas estábamos cuando vemos que Ponciano se integró a cuadrillas de toreros, en las que sus principales protagonistas fueron conocidos como “gladiadores” o “capitanes de cuadrillas”, integradas también con otros personajes montados “en zancos”, “payasos”, globos cautivos, montes parnasos, etc. Estas fueron algunas de las razones para que el popular diestro impusiera sus modas y modos; es decir: toreo campirano, sustento del “nacionalismo taurino”; bigotes, trajes estrafalarios, “baberos” en las cabalgaduras; demostraciones ecuestres y otras más que llegan hasta la reanudación de las corridas en 1887, año en que la fuerza del toreo de a pie, a la usanza española y en versión moderna se aposenta en nuestro país. Así que antes de esta gran apertura, esas modas y modos del espada de Atenco son fundamentalmente del agrado del pueblo; más tarde, y en pleno desarrollo técnico y estético recientemente puesto en marcha, son repudiadas completamente por un público que también está cambiando en sus gustos. Y lo hace porque el giro llegó acompañado de doctrinas rigurosas impuestas con la “reconquista taurina española de 1887”, mismas que se impusieron para bien del espectáculo. Siendo un practicante nato surgido del campo, pasó a convertirse en auténtica “figura” en la plaza, utilizando en su beneficio y en su conveniencia las mencionadas doctrinas, compañeras del conjunto de toreros españoles que como: José Machío, Luis Mazzantini, Diego Prieto, Manuel Mejías, Ramón López o Saturnino Frutos utilizan y ponen en práctica para enfrentar la expresión nacional, primero; para modificar radicalmente la interpretación taurina en nuestro país, después. Revisaremos, entre otras cosas, cómo y porqué construye su propia plaza; cómo y porqué construye su propio misterio de idolatría, siendo motivo de todos los elogios, en donde un “¡ORA PONCIANO!” era grito de batalla entre sus seguidores, que fueron legión. Revisaremos los acontecimientos de su viaje a España y luego lo ocurrido con todo aquello que se convirtió en repudio y rechazo, por parte de la prensa pro-hispanista y del público aleccionado justo a su regreso a la ciudad de México, en enero de 1890. Influencias recibidas con sus maestros fundamentales: Bernardo Gaviño, Tomás, José María y Felipe Hernández y luego, las herencias entregadas. Quiénes las asimilaron y quienes las rechazaron. Nos acercaremos al ganadero y empresario, actividades que emprendió de alguna manera el atenqueño en medio de fuertes críticas. Una parte, llamémosle espiritual se comprende en la presente biografía. Me refiero a la revisión poética y por ende su rescate, hecho a partir de la infinidad de fuentes con las que se nutre este trabajo. Vienen también tres apéndices de tres connotados autores: Daniel Medina de la Serna, Jorge Barbabosa Torres e Isaac Velázquez Morales. Del primero, realizado en colaboración con este servidor, pretende realizar un levantamiento de todas las actuaciones registradas en las que aparece Ponciano Díaz. Los resultados son por demás interesantes (no impresionantes) puesto que la prensa no ocupa su atención ciento por ciento en el espectáculo taurino. Digamos que hasta 1884, con la aparición de EL ARTE DE LA LIDIA de Julio Bonilla ya se tiene un perfil (pero también, esta fuente es casi nula por lo escaso de los números consultados) del torero con bigotes. Sin embargo, en dicho registro
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queda sentado un número importante de fechas donde Ponciano participa como protagonista, pero no de todas por las dificultades de localización ya mencionadas. Se enriquece este trabajo con el acopio de imágenes reunidas luego de 13 años de investigación en archivos públicos y privados. Muchas de ellas son inéditas y se muestran por primera vez en este libro que desde este momento, pongo a tu consideración, amable lector. José Francisco Coello Ugalde. 1986 – 2013
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AGRADECIMIENTOS
La ayuda proporcionada por un selecto grupo de personas -amigos todos ellos-, que me permitieron consultar materiales en sus bibliotecas y colecciones particulares, así como de la transmisión de testimonios orales, con el firme propósito de enriquecer este trabajo del modo más completo posible, es cosa que debo agradecer públicamente. Muchas gracias al grupo BIBLIOFILOS TAURINOS DE MEXICO (al que con gusto tuve la oportunidad de pertenecer) por su apoyo brindado y, particularmente a: Lic. Luis Ruíz Quiroz, Lic. Humberto Ruíz Quiroz, Sr. Daniel Medina de la Serna, Dr. Raúl Humberto Montes Ramírez. Al Sr. Dn. Roque Armando Sosa Ferreyro (), Sr. Heriberto Lanfranchi. Al Lic. Julio Téllez García, cuya biblioteca y colección particular fue determinante para este trabajo. Al cronista municipal de Santiago Tianguistenco, Ing. Isaac Velázquez Morales; al también cronista de Tlalnepantla, edo. de Méx. Sr. Guillermo Ernesto Padilla, a la Dra. Margarita Loera y Chávez de Esteinou, al párroco de Calimaya, Méx., Padre Abel Cervantes. Arq. Jorge Barbabosa (), Lic. Juan de Dios Barbabosa Kubli, Lic. Vicente Peña Morales, Sres. Félix, Ángel y Trinidad Díaz González, sobrinos nietos de Ponciano Díaz. También a la Dra. Angelina de la Vega Díaz, nieta del torero y a su hija, la también doctora Alma del Río de la Vega. Sra. Elisa Recillas (Capulhuac, Méx.), Mtra. Teresa Gómez Lara, Sr. Efraín Reza Gómez, Sr. Benjamín Gómez Peña, Sr. Doroteo Velázquez Díaz, sobrino nieto de Ponciano Díaz (san Sebastián, Méx.). Sr. José Velázquez Díaz, Arq. Jorge Víctor Barbabosa Torres, Lic. Francisco D. Montellano Ballesteros, Lic. María Elena Salas Cuesta, C.P. Diego Carmona Ortega, Sr. Roberto Beristáin, guía providencial en el Archivo General de la Nación y del la Biblioteca Nacional, fondo reservado. Al Profr. Roberto Acosta Cerezo, al Lic. Guillermo H. Cantú, amigo de verdad y enamorado de los valores mexicanos. Asimismo, a las siguientes instituciones: -Archivo General de la Nación Mexicana. -Archivo Histórico de la ciudad de México. -Archivo Histórico del Estado de México. -Biblioteca Nacional de México (Fondo Reservado) de la Universidad Nacional Autónoma de México. -Acervo fotográfico “Culhuacán” dependiente de la Dirección de Monumentos Históricos del INAH. -Fototeca del INAH (Archivo “Casasola”). Ex-convento de san Francisco, Pachuca, Hgo. -Parroquia de San José y de Ntra. Sra. del Sagrado Corazón de Jesús, ciudad de México. -Parroquia de Santiago Tianguistenco, Méx. (de Ntra. Señora del Buen Suceso). -Parroquia de Calimaya, Méx. -Al C.P. José Antonio Carmona Niño, responsable del “Museo Taurino Mexicano”, por haberme permitido la consulta de diversos documentos bajo su custodia, referentes a la contabilidad que de forma manuscrita, llevaba el propio Ponciano Díaz. 21
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CAPITULO I VISTAZOS INDISPENSABLES. SIGLOS XVII, XVIII y XIX. -No se explica la Revolución sin el Porfiriato. -No se explica Ponciano Díaz sino bajo los valores legítimos y mexicanos del toreo desarrollados durante el siglo XIX.
Ponciano Díaz Salinas es un torero producto de las conformaciones de su siglo, el XIX. Sin embargo hemos podido encontrar una relación de aspectos técnicos y estéticos, pero también políticos y sociales que moldean las estructuras bajo las cuales surge este personaje, que será el de toda nuestra obra. Tales síntomas se originan desde comienzos del siglo XVII y se desarrollan en todo este; en el XVIII y buena parte del XIX. Examinemos el conjunto de motivos aquí reunidos, y veamos en detalle las particularidades de su trayecto. 28 de noviembre de 1867. En tal día, fue expedida la "Ley de Dotación de Fondos Municipales", cuyo artículo 87 suprimió el desarrollo de la fiesta de toros en la ciudad de México. Su duración efectiva: 20 años. Dice su contenido: No se considerarán entre las diversiones públicas permitidas las corridas de toros; y por lo mismo, no se podrá dar licencia para ellas, ni por los ayuntamientos ni por el gobernador del Distrito Federal, en ningún lugar del mismo. 1
Dicha ley entró en vigor hasta el 1º de enero de 1868, pero ya la "última corrida" se había efectuado el 22 de diciembre de 1867 en la PLAZA DEL PASEO NUEVO, D.F. "A las cuatro y media. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Cinco toros de Atenco. Habrá enseguida una mojiganga que lidiará otro torete, después del tercer toro de la lid. Toro embolado de costumbre." (La Iberia Nº 233, dom. 22 de diciembre de 1867). Catorce días antes, el 8 de diciembre también hubo otro festejo en la misma plaza como apoyo a los damnificados del tremendo huracán que azotó las costas de Matamoros. Ignacio Manuel Altamirano -claro oponente de estas manifestaciones- apuntó un día después de la corrida: (...)Con esta corrida que se permitió a la caridad, concluyeron para siempre en nuestra capital las bárbaras diversiones de toros, a las que nuestro pueblo tenía un gusto tan pronunciado
1
Manuel Dublán y José María Lozano: Legislación mexicana o colección completa de las disposiciones legislativas expedidas desde la Independencia de la República. Ordenada por los Licenciados (...). México, Imprenta del Comercio, de Dublán y Chávez, a cargo de M. Lara (Hijo). 1878. T. X., p. 152.
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desgraciadamente. Los hombres del pueblo saben más de tauromaquia que de garantías individuales.2
Ante tales acontecimientos, estoy obligado a conseguir un análisis que defina el toreo no solo durante el siglo XIX, sino también del XVIII. Ello con el fin de llegar al sentido más congruente que ponga en claro él por qué de esa prohibición. Asimismo, esto es debido a que durante el "siglo de las luces" se dejó sentir una serie de circunstancias que se conectan entre una y otra centuria. Las ideas a favor y en contra, son aspectos bien importantes de considerar pues enriquecen el contexto de la tesis al grado de poder comprender las manifestaciones sociales y políticas -por citar dos del gran complejo- que gravitaban entonces. Durante el siglo XIX, el género de la diversión taurina se hallaba provisto de una riqueza sustentada en innovaciones e invenciones que permiten verla como fuente interminable de creación cuya singularidad fue la de que aquellos espectáculos eran distintos los unos de los otros. Ello parece indicar la relación que se vino dando entre los quehaceres campiranos y los vigentes en las plazas de toros. Sociedad y también correspondencia de intensidad permanente, con su vivir implícito en la independencia, fórmula que se dispuso para el logro de una autenticidad taurómaca nacional. Un espectáculo taurino durante el siglo XIX, y como consecuencia de acontecimientos que provienen del XVIII, concentraba valores del siguiente jaez: -Lidia de toros "a muerte", como estructura básica, convencional o tradicional que pervivió a pesar del rompimiento con el esquema netamente español, luego de la independencia. -Montes parnasos,3 cucañas, coleadero, jaripeos, mojigangas, toros embolados, globos aerostáticos, fuegos artificiales, representaciones teatrales, 4 hombres montados en zancos, mujeres toreras. Agregado de animales como: liebres, cerdos, perros, burros y hasta la pelea de toros con osos y tigres. Existe desde luego otra variedad de representaciones. 5 2
El correo de México No. 85 del 9 de diciembre de 1867. Benjamín Flores Hernández: "Con la fiesta nacional. Por el siglo de las luces. Un acercamiento a lo que fueron y significaron las corridas de toros en la Nueva España del siglo XVIII", México, 1976 (tesis de licenciatura, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México)., p. 101. El llamado monte carnaval, monte parnaso o pirámide, consistente en un armatoste de vigas, a veces ensebadas, en el cual se ponían buen número de objetos de todas clases que habrían de llevarse en premio las personas del público que lograban apoderarse de ellas una vez que la autoridad que presidía el festejo diera la orden de iniciar el asalto. 4 Armando de María y Campos. Los toros en México en el siglo XIX (1810 a 1863). Reportazgo retrospectivo de exploración y aventura. México, Acción moderna mercantil, S.A., 1938. 112 pp. ils. Dicho libro está plagado de referencias y podemos ver ejemplos como los siguientes: -Los hombres gordos de Europa; -Los polvos de la madre Celestina; -La Tarasca; -El laberinto mexicano; -El macetón variado; -Los juegos de Sansón; -Las Carreras de Grecia (sic); -Sargento Marcos Bomba, todas ellas mojigangas. 5 Benjamín Flores Hernández: La ciudad y la fiesta. Tres siglos y medio de tauromaquia en México, 15261867. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1976. (Colección Regiones de México)., p. 47 y ss. Basto es el catálogo de "invenciones" que se instalaron en torno al toreo. -Lidia de toros en el Coliseo de México, desde 1762 -lidias en el matadero; -toros que se jugaron en el palenque de gallos; 3
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Forma esto un básico. Ese gran contexto se entremezclaba bajo cierto orden, esquemáticamente hablando. La reunión popular se encargaba de deformar ese proceso en un feliz discurrir de la fiesta como tal. Hasta aquí la brevedad de un panorama que se recuperará más tarde. Por ahora, sólo surge la intención de acudir a razones propias del siglo XVIII con el fin de entender de qué forma caminó la sociedad, la política y el caso particular aquí estudiado. El significado de que una casa como la de Borbón -francesa de formación- sirva para crear una reacción de choque con el pueblo español, está en entredicho. Felipe de Anjou plantea a Luis XIV6 su tío, que si bien es francés de origen, reina un pueblo como el hispano con el que tendrá que adaptarse a su circunstancia, afrancesándose las costumbres sí, pero sin que desencadenara aquello en un disturbio de orden antinacional, por motivo de sentido monárquico. Con la diversión de los toros, España, que vive intensamente el espectáculo sostenido por los estamentos, va a encontrar que estos no tienen ya mayor posibilidad de seguir en escena, pues -correr astados en algunos teatros; -junto a las comedias de santos, peleas de gallos y corridas de novillos; -ningún elenco se consideraba completo mientras no contara con un "loco"; -otros personajes de la brega -estos sí, a los que parece, exclusivos de la Nueva España o cuando menos de América- eran los lazadores; -cuadrillas de mujeres toreras; -picar montado en un burro; -picar a un toro montado en otro toro; -toros embolados; -banderillas sui géneris. Por ejemplo, hacia 1815 y con motivo de la restauración del Deseado Fernando VII al trono español anunciaba el cartel que "...al quinto toro se pondrán dos mesas de merienda al medio de la plaza, para que sentados a ellas los toreros, banderilleen a un toro embolado"; -locos y maromeros; -asaetamiento de las reses, acoso y muerte por parte de una jauría de perros de presa; -dominguejos (figuras de tamaño natural que puestas ex profeso en la plaza eran embestidas por el toro. Las dichas figuras recuperaban su posición original gracias al plomo o algún otro material pesado fijo en la base y que permitía el continuo balanceo); -en los intermedios de las lidias de los toros se ofrecían regatas o, cuando menos, paseos de embarcaciones; -diversión, no muy frecuente aunque sí muy regocijante, era la de soltar al ruedo varios cerdos que debían ser lazados por ciegos; -la continua relación de lidia de toros en plazas de gallos; -galgos perseguidores que podrían dar caza a algunas veloces liebres que previamente se habían soltado por el ruedo; -persecuciones de venados acosados por perros sabuesos; -globos aerostáticos; -luces de artificio; -monte carnaval, monte parnaso o pirámide; -la cucaña, largo palo ensebado en cuyo extremo se ponía un importante premio que se llevaba quien pudiese llegar a él. Además encontramos hombres montados en zancos, enanos, figuras que representan sentidos extraños. 6 Antonio Domínguez Ortiz: Sociedad y estado en el siglo XVIII español. Barcelona, Ariel, 1981. (ARIELHISTORIA, 9)., p. 33. En 1709, la situación en Francia era demasiado crítica al grado que Luis XIV estaba ya resuelto (...) a renunciar a la lucha, sacrificando, si era preciso, a su nieto. No conformes con esto, los aliados exigían que el rey francés, con sus propias tropas, expulsara a Felipe V de España, suprema humillación a la que se negó. Por su parte, Felipe, ya por iniciativa propia, ya por impulsos de la reina y de la princesa de los Ursinos, mostró una determinación poco común en él y ofreció a sus pueblos luchar hasta el fin, con la ayuda francesa o sin ella, para mantener la Corona de España en su integridad.
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el agotamiento que acusa el toreo barroco se vio, desde los primeros años del siglo XVIII, acentuado por el desdén con que Felipe V, el primer rey español de la dinastía francesa de los Borbones trató a la fiesta de toros. 7
De tal suerte que lo mencionado aquí, no fue en deterioro de dicho quehacer; más bien provocó otra consecuencia no contemplada: el retorno del tumulto, esto es, cuando el pueblo se apodera de las condiciones del terreno para experimentar en él y trascender así el ejercicio del dominio. Sin embargo "José Alameda" (Carlos Fernández Valdemoro) dice que el carácter que Felipe V tiene de enemigo con la fiesta es refutable. Refutable en la medida en que La decadencia inevitable de la caballería y el cambio social con que la clase burguesa va desplazando a la aristocrática bajarán pronto al toreo del caballo. 8
Sobre esta transformación, Néstor Luján ofrece factores testimoniales de acentuado interés al tema. Señala como una de las causas principales el cambio de manera de montar: pues se pasó de la ágil "a la jineta" a la lenta brida, con lo cual era difícil quebrar rejones. Con este sistema, es lógico que, refrenados los caballos se usase la vara de detener, que es la de los picadores. Sea como fuere, el caso es que las fiestas de toros a caballo empezaron a desaparecer. Con la gran fiesta de 1725 (del 30 de julio de 1725), afirma Moratín que se "acabó la raza de los caballeros". Y entonces, como paralelamente a esta desgana de los próceres por lo español, se desarrollaba un movimiento popular totalmente contrario, empiezan a tener éxito las corridas de a pie. 9
Por su parte Alameda aduce que a Felipe de Anjou 7
Pedro Romero de Solís, Antonio García-Baquero González, Ignacio Vázquez Parladé: Sevilla y la fiesta de toros. Sevilla, Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Sevilla, 1980 ((Biblioteca de temas sevillanos, 5)., p. 62. Una idea de corte totalmente opuesto pero que es interesante considerarla, la ofrece Enrique Gil Calvo en Función de toros. Una interpretación funcionalista de las corridas. Madrid, Espasa-Calpe S.A., 1989 (La Tauromaquia, 18)., p. 144. 1.-La institucionalización de las corridas es consecuencia de un hecho crucial, acaecido durante el siglo XVII, en la articulación de la estructura española de clases. 2.-Ese hecho, trascendental para todo el posterior desarrollo de la España moderna y contemporánea, supone la auténtica diferencia específica de la estructura de clases española, que así la separa y distingue del resto de estructuras de clase europeas. Y consiste en la inversión de la función de liderazgo: las clases antes dirigentes -durante el imperio de los Habsburgo- dimiten de su liderazgo social, cuya función queda así vacía y vacante. Consiguientemente, y en ausencia de élites dirigentes, el casticismo más plebeyista se impone, el liderazgo se invierte y son ahora las élites quienes imitan modos y maneras del vulgo y la plebe. 3.-En consecuencia, a resultas del casticismo de las élites, y vacante la función de liderazgo social por ausencia dimisionaria de quienes debieran desempeñarla, se produce en ensimismamiento y tibetanización de la nación española, que queda así clausurada -colapsada y bloqueada- por su desarticulación social invertebrada. Estos planteamientos que el autor destaca a contrapelo de la obra Goya y lo popular de José Ortega y Gasset, también se anteponen a la tradicional concepción de la permuta del toreo a caballo por el de a pie, debido a movilizaciones ideológicas de la cúpula monacal. 8 José Alameda (Seud. de Carlos Fernández Valdemoro): El hilo del toreo, Madrid, Espasa-Calpe, 1989 (La Tauromaquia, 23). ils., retrs., p. 41. 9 Néstor Luján: Historia del Toreo. 2ª edición. Barcelona, Ediciones Destino, S.L. 1967. ils., retrs., grabs., p. 13.
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se le achaca el haber puesto fin a las fiestas del toreo a la jineta por despreciables, contribuyendo a su inmediata liquidación. Indudablemente esto último es cierto. Pero ahí se detienen sus críticos, a quienes se les olvida o desdeñan el resto de la cuestión, su contrapartida.10
Justifica este autor una serie de razones como el amanecer ilustrado que fue dándose en el curso de esa centuria, la más revolucionaria en el sentido de la avanzada racional. Pero estamos en el tramo comprendido entre 1725 y 1730. Ha pasado ya un cuarto de siglo luego de la toma del poder monárquico en España por parte del quinto Felipe. La caballería se halla en quiebra. El toreo a la jineta es un muerto en pie, que sólo necesita un empujón para derrumbarse. Pero el toro, raíz de la Fiesta, sigue ahí plantado en el plexo solar de España. Y frente a él está el pueblo. Pueblo y toro van a hacer la fiesta nueva. No el monarca (...).11
Y ese pueblo comienza por estructurar el nuevo modo de torear matando los toros de un modo rudimentario, con arpones y estoques de hoja ancha, y torean al animal con capas y manteos o con sombreros de enormes alas, que promovieron, al ser prohibidos, el grotesco y sangriento motín de Esquilache. Benjamín Flores Hernández acierta en plantear que El arte taurómaco se revolucionó: la relación se había invertido y ya no eran los de a pie los que servían a los jinetes sino estos a aquellos. 12
Todavía llegó a más el monarca francés: apoyó por decreto de 18 de junio de 1734 al torero Juan Miguel Rodríguez con pensión vitalicia de cien ducados. Apoyó asimismo la construcción de una plaza de madera para el toreo de a pie, cerca de la Puerta de Alcalá, que se inauguró el 22 de julio de 1743. Y todo ello ¿con qué propósito? (...) halagar al pueblo y mostrarle que está con él. No es permisible que Felipe realizara aquellos actos por lo que llamamos afición a los toros, por taurinismo, sino para ganarse su simpatía y su apoyo. Ello parece obvio.13
Antes de entrar en materia puramente política, para establecer el panorama que vive España durante el XVIII, conoceremos una visión general del papel que Felipe V, Fernando VI y Carlos III juegan a favor o en contra del toreo. Luego con un planteamiento de Jovellanos veremos como su fuerza influye en los valores populares. Anota Fernando Claramount que a partir de mediados del siglo XVIII ocurre el triunfo de la corriente popular que partiendo del vacío de la época de los últimos Austrias, crea el marchamo de la España costumbrista: los toros en primer lugar y, en torno, el flamenquismo, la gitanería y el majismo. 14 10
Alameda: op. cit. Ibidem. 12 Flores Hernández: Tres siglos y medio de..., op. cit., p. 31. 13 Alameda: ibidem., p. 43. 14 Fernando Claramunt: Historia ilustrada de la tauromaquia. Madrid, Espasa-Calpe, S.A., 1988. (La Tauromaquia, 16-17) 2 v. T. I., p.156. Apud. Vicens Vives. Aproximación a la Historia de España. 11
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Abundando: "gitanería", "majismo", "taurinismo", "flamenquismo" son desde el siglo que nos congrega terribles lacras de la sociedad española para ciertos críticos. Para otras mentalidades son expresión genuina de vitalidad, de garbo y personalidad propia, con valores culturales específicos de muy honda raigambre. 15
Al ser revisada la obra mejor conocida como Década epistolar sobre el estado de las letras en Francia16 de Francisco María de Silva, se da en ella algo que entraña la condición de la vida popular española. Se aprecia en tal retrato la sintomática respuesta que el pueblo fue dando a un aspecto de "corrupción", de "arrogancia" que ponen a funcionar un plebeyismo en potencia. Ello puede entenderse como una forma que presenta escalas en una España que en otros tiempos "tenía mayor dignidad" por lo cual su arrogancia devino en guapeza, y esta en majismo, respuestas de no querer perder carácter hegemónico del poderío de hazañas y alcances pasados (v. gr. el descubrimiento y conquista de América). Tal majismo se hace compatible con el plebeyismo y se proyecta hacia la sociedad de abajo a arriba. Lo veremos a continuación. Luján vuelve a hacernos el "quite" y dice: (...) coexiste en tanto un movimiento popular de reacción y casticismo; el pueblo se apega hondamente a sus propios atavíos, que en el siglo XVIII adquirieron en cada región su peculiar característica.17
Y hay cita de cada una de esas "características". Sin embargo Todo se va afrancesando cuando el siglo crece. "Nuestros niños aun sabían catecismo y ya hablaban el francés", escribe el P. Vélez. Vienen afeites del extranjero: agua de "lavanda", agua "champarell", agua de cerezas. Y, en medio de todo esto, la suciedad más frenética: cuando se escribió que era bueno lavarse diariamente las manos, la perplejidad fue total. Y cuando se dijo que igualmente se debía hacer con la cara, se consideró como una extravagancia de muy mal gusto, según los cronistas de entonces. 18
El propósito de todo esto es que teniendo las bases suficientes de cuanto ocurría en España, esta a su vez, proyectaba a la Nueva España caracteres con una diferencia establecida por los tiempos de navegación y luego por los del asentamiento que tardaban en aposentar las novedades ya presentadas en España. De 30 a 40 días tomaban los recorridos que por supuesto tocaban varios puntos donde se daban relevos entre las naves. Creemos que todas ellas (las novedades), por supuesto se atenuaron gracias al carácter americano, y estos comportamientos sociales fueron dando con el paso del tiempo con fenómenos como el criollismo (unido a él está la génesis del “nacionalismo taurino”), mismo que irrumpe lleno de madurez en la segunda mitad del siglo XVII. Por lo tanto, queremos embarcarnos de España con el conjunto todo de información y llegar a costas americanas para esparcir ese condimento y observar junto con la historia los síntomas registrados en lo social y en lo taurino que es lo que al fin y al cabo interesa. 15
Op. cit., p. 161. Julián Marías: La España posible en tiempos de Carlos III, p. 371. Década epistolar sobre el estado de las letras en Francia. París, 1780. Madrid Por D. Francisco María de Silve. Con licencia en Madrid: Por D. Antonio de Sancha. Año de MDCCLXXXI. 17 Luján: op. cit., p. 31. 18 Ibidem., p. 32. 16
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¿Cómo se encuentra la España en cambio de monarquías? ¿Qué sucesión de acontecimientos significativos marcan pautas importantes en el devenir de la sociedad hispana? Procuraré la brevedad en las respuestas. Antes de la presencia borbona, la casa de Austria, dinastía rica y absoluta, se halla sostenida desde Carlos V (rey de España de 1517 a 1556); aunque con Felipe IV "heredero de la debilidad de su padre" (que gobernó como rey de España de 1621 a 1665) se perdió Portugal, el Rosellón y Cataluña. "...España, unida al imperio, ponía un peso terrible en la balanza de Europa" se perdió Portugal, el Rosellón y Cataluña. "...España, unida al imperio, ponía un peso terrible en la balanza de Europa". En cuanto a la guerra de sucesión a la monarquía en España, Voltaire apunta que Las disposiciones de Inglaterra y de Holanda para poner, de ser posible, en el trono de España al archiduque Carlos, hijo del emperador, o por lo menos, para resistir a los Borbones, merecen, tal vez, la atención de todos los siglos. 19
Entre graves conflictos por la posesión del reino 20 ya gobernaba el Borbón Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV mismo que, al inicio del siglo XVIII se hallaba en la cumbre de su poder y de su gloria; pero los que conocían los resortes de las cortes de Europa y, sobre todo, los de la de Francia, empezaban a tener algunos reveses. 21
La España de aquel entonces es un estado de desgracia auténtico es "un país desangrado por la guerra, carcomido por siglos de inepcia en el gobierno". 22 Acosan temporadas de fríos que parecen no terminar y la escasez de comestibles se hizo notar, como también la mortandad. Entre 1708 y 1709 sucedieron estas desgracias y justo en 1709, Luis XIV tomó la resolución formal de abandonar a Felipe V. El borbón conservó popularidad pero perdió partido y es que el monarca de España necesitaba conducirse con normalidad en un reinado que más tarde alcanzó prosperidad y entró a la época de la modernidad mostrando perfiles bien característicos, hasta el reinado de Carlos III. 23 Sin afán de profundizar en el sistema de gobierno por parte de nuestro personaje, simplemente expondré un valor que le caracteriza; él quiere en todo momento hacerse condescendiente a la cultura hispana, y lo logra, pero
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François Marie A. Voltaire: El siglo de Luis XIV. Versión directa de Nelida Orfila Reynal. México, Fondo de Cultura Económica, 1978., p. 185. 20 Domínguez Ortiz: op. cit., p. 13. ¿Por qué este enorme interés, estos grandes sacrificios por el trono de una nación que parecía moribunda? ¿Eran exageradas las noticias sobre su decadencia? No. El estado de España en general y de Castilla en particular era desastroso. Pero con sus reinos agregados y con las Indias seguía siendo una inmensa fuerza potencial, el Imperio más grande en extensión, que también podría convertirse en el más fuerte y rico si era bien gobernado. 21 Voltaire: op. cit. 22 Luján: ibidem., p. 10. 23 Claramount: op. cit., p. 156. Entre los pensadores "ilustrados" más importantes, el padre Feijoo, Mayans y Jovellanos, junto al gaditano Vargas Ponce, forman un bloque antitaurino formidable. Frente a ellos don Nicolás Fernández de Moratín, don Ramón de la Cruz, Bayeis y Goya. A finales de siglo los hombres del pueblo no han oído hablar de la Enciclopedia; saben algo de la Revolución francesa, pero no demasiado. Ellos son romeristas, pepeillistas o costillaristas.
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interesa señalar que los ministros franceses de Felipe V y su enjambre cortesano, renuevan el aire español y lo enrarecen luego con la cultura francesa. 24
Andando el tiempo, justo en 1724, ocurre la abdicación de Felipe V, provocada según Domínguez Ortiz a un "recrudecimiento de la dolencia mental del rey" sometida a escrúpulos religiosos, lo cual orientó su opinión al no llevar bien las riendas de la monarquía. El "castrato" Farinelli ayuda a superar los estados de depresión del monarca, quien en 1737 acusa gravedad, descuidándose en su persona, luego de padecer 20 años esos problemas. La reina Isabel de Farnesio pidió al "castrato" que cantara en una pieza contigua donde se hallaba su majestad con el fin de que ese fuera un remedio, luego de intentos fallidos. Y el remedio tuvo resultado. El borbón volvió a sentirse mejor y al querer compensar a Farinelli este sólo le pidió al rey que se arreglara en su persona y de nuevo atendiera los problemas del gobierno. Era entonces y se comportaba el rey como un extravagante. Se pierde entre la obscura selva de fueros y franquicias de las regiones españolas y echa de menos el centralismo francés y su montaje administrativo impecable. 25
En ese estado de cosas pudo suceder el ya conocido desprecio que en gran medida se debió al cambio social -ese afrancesamiento del que fue permeándose la burguesía, la cual entra de lleno a una cultura que le es ajena pero que acepta para congratularse con el rey y su ministerio-. En tanto, el pueblo, asumiendo una posición ya conocida como del flamenquismo, gitanería, majismo, aprovecha esa concesión apoderándose de una estructura que en el fondo les pertenecía. Estamos ante lo que se conoce como una "reacción castiza". En seguida, se recoge un cuadro sintético del prereformismo borbónico, el cual nos orientará a otras latitudes. Cuando caracterizamos al siglo XVIII español como reformista pensamos, ante todo, en la actividad desplegada durante el reinado de Carlos III, a la que sirvió de pórtico, en algunos sectores, la de los ministros de Fernando VI. El reformismo del primer borbón fue de distinto signo y, en general, mucho más moderado. No se propuso reformas ideológicas o sociales. Su finalidad era reforzar el Estado, para lo cual había que atacar sectores contiguos, en especial el económico. También debía asegurarse el control sobre una Iglesia prepotente. Tres son, por lo tanto, los aspectos a considerar: la reorganización del aparato estatal, el intervencionismo en el campo económico para lograr una mayor eficacia y el reforzamiento del regalismo en materia eclesiástica.26
Se va vislumbrando desde España una dispersión, un relajamiento de las costumbres, de las modas y modos, hasta llegar a extremos de orden sexual. Caemos pues, en el relajamiento de las costumbres mismo que se va a dar cuando el afrancesamiento, más que las ideas ilustradas es ya influyente. Para el último tercio del XVIII se manifiestan comportamientos muy agitados en la vida social. A continuación pasaremos a revisar brevemente el motín de Esquilache.
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Luján, ibid., p. 11. Ib., p. 29. 26 Domínguez Ortiz: ibidem., p. 84. 25
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Sucede que con el motín se da un vuelco importante en el comportamiento taurino -que ya en lo social ha ocurrido y en forma muy profunda-. Como consecuencia, veinte años más tarde el Conde de Aranda pone en marcha sus propósitos por prohibir las corridas en 1785. Se llamaba Leopoldo Gregorio, Marqués de Squilacce que por extranjero y reformador a ultranza, pronto se ganó la antipatía. En la primavera de 1766 las cosechas resultaron desastrosas y el Marqués tomó medidas que ocasionaron inconformidad entre los agricultores que, deseando aplicar precio especial a sus escasos productos, solo encontraron el bloqueo de Esquilache. Hasta que a fines de 1765 se desató el conocido motín contra el personaje, considerado como motín del pueblo en contra del ministro por las medidas de policía adoptadas por este, produciendo el natural descontento de las capas bajas del pueblo de Madrid (Obsérvese hacia donde se dirige tal condición: a las capas bajas del pueblo... N. del A.) Lo que saca de quicio por el fondo del argumento es la absurda medida del marqués quien encauzó la prohibición del uso de capas largas y sombreros redondos, lo cual ocasionó como era de esperarse- un nuevo brote de violencia, justo en 23 de marzo de 1766. La casa de Esquilacce fue saqueada, Carlos III huyó de la corte encontrando refugio en Aranjuez. Allí cedió a lo que pedían los amotinados, "por su piedad y amor al pueblo de Madrid". En adelante, quedaba permitido el uso de capas largas y sombreros redondos y "todo traje español", a toda clase de personas. También accedió el rey a rebajar el precio de las subsistencias y a suprimir la junta de abastos. 27
En seguida Esquilache también fue destituido de sus funciones. Lo que llama la atención es que el motín arrojó consecuencias que fueron de orden histórico-político muy especiales. En el cambio ministerial, Aranda reajusta las disposiciones que puso en práctica su antecesor. El motín fue móvil perfecto para la expulsión de los jesuitas, ya que estos y su papel sirvieron de pretexto para adoptar la medida. Se acusaba a miembros de la compañía como activistas directos en aquellas jornadas de revuelta. El Conde de Aranda pone en marcha propósitos bien firmes por prohibir las corridas en 1785. Sin embargo, podemos observar medidas de control -que no de prohibición- en un anticipo de reglamento elaborado en la Nueva España en 1768. 28 El control social -en la corona española- que ya es manifiesto durante el siglo XVIII, surge como tal desde el primer tercio del XVII, creando una conciencia muy abierta pendiente de los deslices sociales que fueron cayendo en un síntoma total de permanencia, causado por aspectos como la guerra de Treinta años en 1635 de España con Francia cuya amenaza, para soliviantarla en territorios del dominio hispano, buscaba apelar al factor providencial con el cual, y de pasada, sosegar la vida relajada. Respecto a las corridas de toros, estas nos muestran el dominio de nobles sobre plebeyos y luego un vuelco donde los segundos vinieron a tener el control sobre los primeros, lo cual terminó con un viejo sistema de poder.29 Y esas mismas corridas van a ser -para muchos ilustrados- signo de una sangrienta y bárbara diversión que solo podía agradar a aquellos que se oponían al progreso y a la civilización. 27
Gonzalo Anes. El antiguo Régimen: los Borbones, p. 372. Archivo Histórico del Distrito Federal (AHDF). Ramo: Diversiones Públicas. Toros. Leg. 855 exp. No. 20. Bando de los Sres. Regidores Comisionados para las Corridas de Toros, sobre el buen orden en la Plaza. 4f. 29 Juan Pedro Viqueira Albán: ¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida social en la ciudad de México durante el siglo de las luces. México, Fondo de Cultura Económica, 1987. ils., maps. "La reacción o los toros", pp. 23-52. 28
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En cuanto a la proyección recibida en América, por ahora no me detendré en revisión minuciosa del toreo novohispano, ya que este conservaba una línea similar a la española con sus particulares características. Y es que importa revelar todo lo anterior a la luz de los hechos, gracias a que conformaron una estructura la cual fue adquiriendo fisonomía propia de la que emergieron todas aquellas posibilidades técnicas del toreo de a pie. Creo que de no haber hecho revisión al panorama de antecedentes tendríamos una idea simplemente vaga del significado de este quehacer. Por otro lado, debo decir que justo la forma que ha venido adquiriendo el prolegómeno de esta biografía, asume una posición planteada por Enrique Florescano en estos términos: Los historiadores, antes preocupados por el cambio violento y las crisis que parecían anunciar el acabamiento de una época y el comienzo de otra, hoy muestran un interés decidido por las PERMANENCIAS Y LAS CONTINUIDADES. 30
Bien, luego de este entremés de Clío, prosigamos. Va a ser importante referir las maneras en que los novohispanos de fines del XVIII reciben y aplican las alternativas de la "reacción castiza" propia del pueblo español, reacción que aquí se incrementó junto a otra de similares condiciones. Me refiero a la reacción criollista, 31 dada como resultado a los ataques de parte de ilustrados europeos entre algunos de los cuales opera un cambio de mentalidad irracional basado en la absurda idea sobre lo ínfimo en América. Buffon, Raynal, de Pauw se encargan de despreciar dicha capacidad a partir de muestras de inferioridad, de degeneración. Todo es nada en el Nuevo Mundo. Ese conjunto de diatribas sirven para mover al criollo a su natural malestar y a preparar respuestas que comprueben no solo igualdad sino un hondo deseo de mostrar toda su superioridad, lo cual le permite descubrirse a sí mismo. Ese modo de comportarse da al mexicano sellos originales de nacionalismo criollo, un nacionalismo que no se significará en cuanto tal para el toreo, aunque este va a asumir una propia y natural expresión. Y si natural llamamos al estado de cosas que se anunciaba, es decir, la independencia, ésta se enriqueció a partir de factores en los que A pesar de encontrar oposición, España continuó con la extensa reorganización de su imperio durante los últimos años del siglo XVIII, proceso al que comúnmente se le conoce como las Reformas Borbónicas.32 Estableció un ejército colonial, reorganizó las fronteras administrativas y territoriales, introdujo el sistema de intendencias, restringió los privilegios del clero, reestructuró comercios, aumentó los impuestos y abolió la venta de oficios. Estos cambios alteraron antiguos acuerdos socioeconómicos y políticos en detrimento de muchos americanos.33
30
El Búho, No. 318 del 13 de octubre de 1991. "Enrique Florescano y el nuevo pasado mexicano". Edmundo O' Gorman: Meditaciones sobre el Criollismo. Discurso de ingreso en la Academia Mexicana correspondiente de la Española. Respuesta del académico de número y Cronista de la Ciudad, señor don Salvador Novo. México, Centro de Estudios de Historia de México, CONDUMEX, S.A., 1970., p. 24. El criollismo es, pues, el hecho concreto en que encarna nuestra idea del ser de la Nueva España y de su historia; pero no ya entendido como mera categoría racial o de arraigo domiciliario, ni tampoco como un "tema" más entre otros de la historia colonial, sino como la forma visible de su interior dialéctica y la clave del ritmo de su desenlace. 32 Las Reformas Borbónicas en México son los cambios propiciados por el gobierno español y las medidas que se tomaron para llevarlos a cabo. 33 “Universidad de México”. Revista de la Universidad Nacional Autónoma de México. Septiembre, 1991. "El proceso político de la Independencia Hispanoamericana" por Jaime E. Rodríguez O., p. 10. 31
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Luego, con el relajamiento van de la mano el regalismo y un centralismo, aspectos estos importantísimos para la corona y su política en América desde el siglo XVI, de los cuales se cuestiona si favorecieron o contrariaron el carácter americano. Ello es posible de confirmar en las apreciaciones hechas por Hipólito Villarroel en su obra de 1769, "Enfermedades políticas..." donde se acusa una total sociedad desintegrada, tal y como podemos palparlo a continuación: El desorden de todas las instituciones era responsable de la despoblación y destrucción de los habitantes y el gobierno debía remediarlo mediante una nueva legislación para todo. Las grandes ciudades como la de México, se cargaban de maleantes y de lupanares y todo sucedía a la vista de las autoridades, porque también representaban otra carga de personas varias, ostentosas e insoportables. Todos vivían como se les antojaba y llegaban a perturbar hasta el reposo, de día y de noche, y no se atendía a los reglamentos que existían para uno de los corregidores.34
De nuevo, frente a nosotros, el relajamiento, respuesta dispersora de la sociedad, 35 misma que encuentra oposición de parte de los ilustrados, quienes definen al toreo como un entretenimiento tan cruel y sangriento como éste, [que] era indigno de una nación culta. ¿Qué podía pensarse, decían ellos, de un pueblo que gozaba viendo cómo se sacrificaba a un animal que no hacía más que defenderse y cómo un hombre arriesgaba su vida, y a veces la perdía, sin razón alguna? 36
Ellos mismos se encargaron de encontrarle muchos males sociales. Así, con sus observaciones detectan oficinas de gobierno vacías; padres que gastan sumas elevadas para ir a ellas (a las corridas), privando de necesidades vitales a sus familias lo cual en suma ocasionaba el empobrecimiento de la población. Y en otros términos caían en la tentación del dispendio. Los ilustrados encabezados por Feijoo, Clavijo y Cadalso, se oponen. Para Campomanes el toreo es la ruina y en Jovellanos es la negativa de popularidad total sin embargo, a todos ellos, se contrapone Francisco de Goya y toda su fuerza representativa, misma que dejó testimonio vivo de lo que fueron y significaron aquellas fiestas bajo el dominio de Carlos IV. Y es que Goya deja de padecer la guerra y sobre todo la reacción inmediata a ella, refugiándose en la sugerencia que Nicolás Fernández de Moratín le ofrece en su Carta Histórica.37 Es decir, ese recrear la influencia de los moros y que a su vez quedó impresa en el toreo, es el resultado directo de la TAUROMAQUIA de Goya.
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Carlos Bosch García: La polarización regalista de la Nueva España. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1990. (Serie Historia Novohispana, 41)., p. 155. 35 Viqueira: Op. cit., p. 16. No está de más señalar que esta idea de un "relajamiento" generalizado de las costumbres forma parte de una caracterización más bien positiva de la situación económica, social y cultural de la Nueva España en ese siglo: penetración del pensamiento ilustrado, de la filosofía y de las ciencias modernas, múltiples reformas con el "fin de promover el progreso espiritual y material del reino novohispano" (reformas administrativas, medidas estatales filantrópicas y de beneficencia social), todo eso acompañado y sostenido por un "auge de la riqueza" debido al enorme aumento de la producción minera. 36 Ibidem., p. 43. 37 Nicolás Fernández de Moratín. Las fiestas de toros en España Vid. Delgado, José: La Tauromaquia. (Véase bibliografía).
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Por su parte Gaspar Melchor de Jovellanos propone luego de concienzudo análisis, que la estatura del conocimiento permite ver en los pensadores un concepto del toreo entendido como diversión sangrienta y bárbara. Ya Gonzalo Fernández de Oviedo pondera el horror con que la piadosa y magnífica Isabel la Católica vio una de estas fiestas, no se si en Medina del Campo [escribe Jovellanos]. Como pensase esta buena señora en proscribir tan feroz espectáculo, el deseo de conservarla sugirió a algunos cortesanos un arbitrio para aplacar su disgusto. Dijéronle que envainadas las astas de los toros en otras más grandes, para que vueltas las puntas adentro se templase el golpe, no podría resultar herida penetrante. El medio fue aplaudido y abrazado en aquel tiempo; pero pues ningún testimonio nos asegura la continuación de su uso, de creer en que los cortesanos, divertida aquella buena señora del propósito de desterrar tan arriesgada diversión, volvieron a disfrutarla con toda su fiereza. 38
Jovellanos plantea en su obra PAN Y TOROS el estado de la sociedad española en el arranque del siglo XIX. Es una imagen de descomposición y relajamiento al mismo tiempo y al verter sus opiniones sobre los toros es para satirizarlos diciendo que estas fiestas "ilustran nuestros entendimientos delicados, dulcifican nuestra inclinación a la humanidad, divierten nuestra aplicación laboriosa, y nos prepara a las acciones guerreras y magnánimas". Pero por otro lado su posición es subrayar el fomento hacia las malas costumbres cotejando para ello a culturas como la griega con el mundo español que hace suyo el espectáculo, llevándolo por terrenos de la anarquía y la barbarie, sin educación también que no tienen los españoles -a su juicio- frente a ingleses o franceses ilustrados. Y así se distingue para Jovellanos España de todas las naciones del mundo. Pero: "Haya pan y toros y más que no haya otra cosa. Gobierno ilustrado, pan y toros pide el pueblo, y pan y toros es la comidilla de España y pan y toros debe proporcionársele para hacer en los demás cuanto se te antoje". Hago aquí reflexión del papel monárquico frente a las propuestas de Jovellanos. Cuanto ocurrió bajo los reinados de Felipe V, Fernando VI y Carlos III se puede definir como etapa esplendorosa, que facilitó la transición del toreo, de a caballo al de a pie, permitiendo asimismo que la fiesta pasara de un estado primitivo, a otro que alcanzó aspectos de orden a partir de la redacción de tauromaquias como Noche fantástica, ideático divertimento (...) y la de José Delgado que sigue siendo un sustento por las muchas implicaciones que emanan de ella y aun son vigentes. El arribo al poder de Carlos IV significó la llegada también de los ideales ilustrados ocasionando esta coincidencia un férreo objetivo por desestabilizar al pueblo y su fiesta. En alguna medida los ilustrados lo lograron, pero ello no fue en detrimento del curso del espectáculo. La crítica jovellaniana recae en opiniones casadas con la civilización y el progreso, tal y como fue vertido por Carlos Monsivais a propósito de la representación de la ópera "Carmen" efectuada el 22 de abril de 1994 en la plaza de toros "México" (véase La Jornada Nº 3454, del 21 de abril de 1994, p. 59: "Sobre las corridas de toros"). Sin duda, existen personajes públicos en suma bien preparados que lo mismo aceptan o rechazan los toros como espectáculo o como fiesta. Esto siempre ha ocurrido, aunque no ha sido así cuando pretenden ir más allá y atentan contra la fiesta de toros. En algunos países latinoamericanos, luego de definirse sus respectivas formas de gobierno -casi siempre militarista, centralista, dictatorial-, fueron liquidadas las demostraciones taurinas.
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Gaspar Melchor de Jovellanos: Espectáculos y diversiones públicas. Informe sobre la ley agraria. Edición de José Lagé. 4a. edición. Madrid, Cátedra, S.A. 1983 (Letras Hispánicas, 61)., p. 95-6.
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De regreso con los borbones, quienes, al igual que la católica Isabel, dispusieron un cambio de fisonomía para la fiesta de toros. Sin embargo, como hemos visto, la continuidad se garantiza gracias a la forma en que el pueblo la acepta y se apropia, proporcionándole conforme a cada época- un sello propio. Y tanto la "buena señora... (volvió) a disfrutarla con toda su fiereza", así también los borbones apoyan inclusive la promoción de la fiesta en diversos sentidos, que ni la "Pragmática-sanción" con la cual se "prohibían las fiestas de toros de muerte en los pueblos del Reino" de 1785 provocó daño alguno y las cosas siguieron un curso normal. Que hubiera en Nueva España algunos virreyes poco afectos a los toros es natural, pero una prohibición de gran alcance no se dejó notar. En 1801 el virrey Marquina, el de la "famosa fuente en que se orina" prohibió una corrida ya celebrada con mucha pompa, a pesar de la gota del simpático personaje. En el ambiente continuaba ese aire ilustrado que por fin encontró modo de coartar las diversiones taurinas, por lo menos de 1805 a 1809 cuando no se sabe de registro alguno de fiestas en la ciudad de México. Y es que fue aplicada la Novísima Recopilación, cédula que aparece en 1805 bajo el signo de la prohibición "absolutamente en todo el reino, sin excepción de la corte, las fiestas de toros y de novillos de (sic) muerte". En el fondo se pretendía Abolir unos espectáculos que, al paso que son poco favorables a la humanidad que caracteriza a los españoles, causan un perjuicio a la agricultura por el estorbo que ponen, a la ganadería vacuna y caballar, y el atraso de la industria por el lastimoso desperdicio de tiempo que ocasionaban en días que deben ocupar en sus labores. 39
Y bien, bajo todo este panorama, ¿qué era del toreo ya no tanto en el curso del siglo XVIII, tan ampliamente conocido, sino el que se desarrolla en el siglo XIX? No hay mucho que decir. El toreo va a mostrar una sucesión en la que los protagonistas principales que fueron los caballeros serán personajes secundarios en una diversión casi exclusiva al toreo de a pie, mismo que adquiría y asumía valores desordenados sí, pero legítimos. Es más, En una corrida de toros de la época, pues, tenía indiscutible cabida cualquier manera de enfrentarse el hombre con el bovino, a pie o a caballo, con tal de que significara empeño gracioso o gala de valentía. A nadie se le ocurría, entonces, pretender restar méritos a la labor del diestro si éste no se ceñía muy estrictamente a formas preestablecidas. 40
A su vez, las fiestas en medio de ese desorden, lograban cautivar, trascender y permanecer en el gusto no sólo de un pueblo que se divertía; no sólo de los gobernantes y caudillos que hasta llegó a haber más de uno que se enfrentó a los toros. También el espíritu emancipador empujaba a lograr una autenticidad taurómaca nacional. Y se ha escrito "desorden", resultado de un feliz comportamiento social, que resquebrajaba el viejo orden. Desorden, que es sinónimo de anarquía es resultado de comportamientos muy significativos entre fines del siglo XVIII y buena parte del XIX. Vale la pena detenernos un momento para explicar que el hecho de acudir continuamente a la expresión "anarquía", es porque no se da y ni se va a dar bajo calificación peyorativa. Es más bien, una manera de explicar la condición del toreo cuando este asume unas características más propias, 39 40
Flores Hernández: “Con la fiesta nacional...” op. cit., p. 263. Flores Hernández:. La ciudad y la...”, op. cit., p. 111.
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alejándose en consecuencia de los lineamientos españoles, aunque su traza arquitectónica haya quedado plasmada de manera permanente en las distintas etapas del toreo mexicano; que también supo andar sólo. Así rebasaron la frontera del XIX y continuaron su marcha bajo sintomáticos cambios y variantes que, para la historia taurómaca se enriquece sobremanera, pues participan activamente algunos de los más representativos personajes del momento: Hidalgo, Allende, Morelos o el jefe interino de la provincia de México Luis Quintanar. Años más tarde, las corridas de toros decayeron (un incendio en la plaza San Pablo causó larga espera, desde 1821 y hasta 1833 en que se reinauguró). Prevalecía también aquel ambiente antihispano, que tomó la cruel decisión (cruel y no, ya que no fueron en realidad tantos) de la expulsión de españoles -justo en el régimen de Gómez Pedraza, y que Vicente Guerrero, la decidió y enfrentó-. De ese grupo de numerosos hispanos avecindados en México, había comerciantes, mismos que no se podía ni debía lanzar, pues ellos constituían un soporte, un sustento de la economía cabizbaja de un México en reciente despertar libertario. En medio de ese turbio ambiente, pocas son las referencias que se reúnen para dar una idea del trasfondo taurino en el cambio que operó en plena mexicanidad. Con la de nuestros antepasados era posible sostener un espectáculo que caía en la improvisación más absoluta y válida para aquel momento; alimentada por aquellos residuos de las postrimerías dieciochescas ya relatadas atrás con amplitud. Y aunque diversos cosos de vida muy corta continuaron funcionando, lentamente su ritmo se consumió hasta serle entregada la batuta del orden a la Real Plaza de San Pablo, y para 1851 a la del Paseo Nuevo. Escenarios de cambio, de nuevas opciones, pero tan de poco peso en su valor no de la búsqueda del lucimiento, que ya estaba implícito, sino en la defensa o sostenimiento de las bases auténticas de la tauromaquia. De regreso con los acontecimientos luego de aplicarse el art. 87 de la Ley de Dotación de Fondos Municipales en noviembre de 1867, percibimos que en esas dos décadas sin espectáculo en la capital, la fiesta encuentra refugio en el interior de nuestro país. Ciertamente cae en periodos de crisis, periodos que se dan por efecto de réplica de aquel decreto prohibitivo, por cierta escasez de festejos provincianos y por el cada vez más señalado propósito de encauzar el espectáculo por rutas del progreso que comparten con otras cuyo significado es de auténticas raíces nacionales. Sin embargo, siguen siendo del gusto popular. ¿Que cuáles son esas rutas? Fundamentalmente cuando el toreo y sus toreros se hace y se hacen autónomos, genuinos. Etiquetas son estas del deslinde entre los terrenos hispano y mexicano. Cuando los toreros giran en torno a la improvisación, que gusta. Cuando del pueblo brotan diestros que no son figuras apolíneas, pero agradan. Y sobre todo, porque nuestro pueblo no aceptaba innovaciones. Inmediatamente después de puesta en vigor la "Ley de Dotación de Fondos Municipales" de la que se ha hecho referencia, un grupo de aficionados intentó con una labor de convencimiento no prescindir de su diversión predilecta. Sus esfuerzos fueron inútiles, pues no consiguieron respuesta alguna, aunque si bien el decreto ya imperaba para el Distrito Federal -como fue su objetivo- lograron por otro lado, se derogara lo que ya el Estado de México, en auténtica condescendencia aplicaba en sus dominios. La lucha continuó, incluso por varios años, pero no hubo más remedio que demoler la plaza de toros del Paseo Nuevo, labor iniciada el 14 de julio de 1873 y concluida el 15 de octubre del mismo año.
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El ayuntamiento de Toluca por imitación y por complacencia para con el inmortal Juárez prohijó al 87 (artículo de la Ley de Dotación de Fondos Municipales), pero después cediendo á las instancias de los aficionados lo derogó y dio permiso para la construcción de la plaza de toros de Tlalnepantla y Cuautitlán, dando por razón de la condescendencia el que era necesario proteger á la Empresa ferroviaria que construía el ferrocarril del Distrito Federal á los citados pueblos de el Estado de México. 41
Debido a todo lo anterior, el estreno de la plaza de toros en Tlalnepantla ocurrió el 26 de abril de 1874, a un año de la inauguración del ferrocarril (5 de mayo de 1873). Toluca por entonces tiene a su cargo los poderes del estado, de ahí que Tlalnepantla, Cuautitlán y otros catorce distritos estuviesen bajo su administración y jurisdicción. Quiere decir esto que los aficionados capitalinos volverían a la plaza 6 años después de aplicada la prohibición y en otra entidad que no es el Distrito Federal. En cuanto a la de Cuautitlán, por los mismos años debió levantarse hasta quedar desplazadas ambas, luego de que la de El Huisachal -más cerca de la capital del país-, abría sus puertas el 1 de mayo de 1881. El 20 de diciembre de 1885, es destruida esta plaza, provocado el asunto por una memorable bronca. Fue entonces cuando se pensó en explotar Tlalnepantla y Cuautitlán de nueva cuenta. Por eso, a partir del 14 de febrero de 1886, y en Tlalnepantla las corridas de toros seguirán celebrándose con sobrada exaltación, misma que esa tarde ocasionó tumultos y hasta homicidios de dos personas cuyo intento desbocado por entrar a una plaza abarrotada movió a la gendarmería a cortar cartucho de modo inmoderado, "matando á los dos irreflexivos que con la vida pagaron su impetuosidad". "Juvenal" no dejó escapar la ocasión y apuntó en El Monitor Republicano aquella frase "que se entiende por toros", (es un) estribillo con que daba á comprender Chávarri (“Juvenal”), que las corridas de toros eran la diversión por excelencia escandalosa, sanguinaria y apropiada para traer entre los pies el principio de autoridad. 42
Es de hacerse notar un interesante debate que muestra tendencias apoyadas por fundamentos como el de la modernidad vs. tradición; o el de la civilización vs. barbarie luego de que se hacen más notorias las líneas de trazo asumidas tras el separatismo de las dos Españas; y que durante el porfiriato alcanzan estaturas diversas. En ese sentido la iglesia continuaba perdiendo fuerza y terreno y ya lo dice José C. Valadés: Postrada está (...), en el último tercio del siglo XIX, la cultura religiosa en México, no tanto a causa de las confiscaciones de los bienes de la iglesia, cuanto al afán de los dignatarios católicos de gastar los días y los años en acercarse no a su grey sino al gobierno civil. 43
Con esto notamos que el ambiente para el espectáculo taurino como tradición durante el tiempo de la prohibición impuesta en el Distrito Federal se vea fortalecido en provincia primero, eliminando la disposición que ciertos gobernadores impusieron en sus estados; 41
Carlos Cuesta Baquero (Seud.) "Roque Solares Tacubac:"Historia de la Tauromaquia en el Distrito Federal desde 1885 hasta 1905. México, Tipografía José del Rivero, sucesor y Andrés Botas editor, respectivamente. Tomos I y II. T. I., p. 403. 42 Op. cit., p. 391. 43 José C. Valadés. El porfirismo. Historia de un régimen 3 v. 2a. edición. México, Universidad Nacional Autónoma de México. Coordinación de Humanidades, 1987. (Nueva Biblioteca Mexicana, 63-65)., T. I., p. 147.
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segundo, llegando al extremos de la provocación cuando en el estado de México se inauguraron varias plazas y sin empacho de ninguna especie para con la severa aplicación vigente en la capital del país. Ello permitió que la modernidad y la tradición se enfrentaran dando a su vez resultado igualmente la confrontación civilización-barbarie luego de que entre otras cosas la iglesia afrontaba una época crítica provocada por la violenta ruptura de relaciones civiles y religiosas. Ello altera severamente el panorama de una iglesia que se ve restringida a participar pues el calendario de actividades rigurosamente católicas se ve afectado por el complemento de las funciones profanas, como las corridas de toros. En 1888 el papa León XIII preocupado por la ruptura de relaciones entre México y el Vaticano, pronuncia palabras dirigidas a un grupo de mexicanos que visitaron Roma en aquel año. Les dice: "¡Pugliese al Cielo que México, a ejemplo de otras naciones, se acercáse a Nos y a esta Silla Apostólica con relaciones y vínculos aun más estrechos y cordiales! ¡Con cuánta mayor diligencia procuraríamos entonces su bienestar! ¡Con cuánto empeño nos ocuparíamos en hacer volver al pueblo Mexicano a su antiguo fervor y en despertar en él aquella fecunda actividad de vida religiosa que al mismo tiempo que acarrearía en sumo grado el bien de las familias, influiría igualmente en la verdadera prosperidad del Estado". 44
Un ambiente como ese, de inmediato produjo la baja sensible de participación que la iglesia tuvo y que fue perdiendo desde que se impuso la "ley de desamortización de los bienes eclesiásticos" y luego las "leyes de Reforma". De esa manera los toros ganaron adeptos e incluso se convirtieron en casi la única tradición popular al ir a la baja las fiestas religiosas. Estaba implícita una necesidad por divertirse antes que convertir el ambiente en caldo de cultivo para movilizaciones sociales de gran repercusión. En 1887, tras resolverse en la ciudad de México el problema de corridas suspendidas, tres años después vuelve a suceder un caso similar, solo que con matices de lo violento, tras estallar una bronca en la plaza "Colón" al intentarse lidiar unos “toros” de Cieneguilla que encresparon a la afición; esta optó por destruir la plaza. Ello ocurrió el 2 de noviembre y como entre los hechos fue agredido un gendarme, el gobernador del Distrito Federal, José Cevallos de inmediato prohibió las fiestas que tuvieron nuevo retorno el 20 de mayo de 1894. Otros fueron los intentos de prohibición ocasionados por remedo de toros, como los de Nopalapan cuando el 1 de diciembre de 1889 en la plaza Paseo y en ocasión del beneficio de Manuel Hermosilla, el desorden irrumpió desquiciando al público asistente, indignado de tal espectáculo y poniendo las cosas al rojo vivo. Recién llegado a México el torero sevillano José Machío "competidor de Lagartijo y de Frascuelo" se presenta en el Huisachal. Un año después hará lo mismo en Tlalnepantla. Los toros, que fueron de Atenco apenas cumplieron y el diestro estoqueó bien a su primero, solo estuvo mediano con los otros llegando a dejar vivo al cuarto porque se defendió humillando y alargando el cuello al entrar á la suerte". Dejó aquí una primera evidencia de la presencia española en México, cuando Bernardo Gaviño, gaditano de origen, y avecindado en México desde 1835, morirá a principios de 1886, víctima de una cornada.
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Op. cit., p. 157.
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Esto es apenas un vistazo a la actividad taurómaca en las cercanías de la capital del país, durante el receso obligado de casi 20 años. Pero, inquieta saber qué pasaba en el resto del país, cuáles maneras de torear se practicaban y por quién; así como la forma de entender la aceptación o rechazo que tuvo todo aquel contexto de la fiesta y como fue sublevándose cada vez más, hasta considerarse una auténtica muestra del nacionalismo taurino. Entonces, diestros como Lino Zamora, Ignacio Gadea, Pedro Nolasco Acosta, José de la Luz Gavidia, José María Hernández "El Toluqueño", Jesús Villegas "El Catrín", y muchos más, desarrollan un toreo provinciano, que parece gozar de una evocación propia de las descripciones románticas. Para contar con precisión en las apreciaciones de aquel toreo, el juicio del Dr. Cuesta Baquero es importante, pues es quien vive de cerca esa época. Nace en 1866, en 1885 cuando publica sus primeras visiones taurómacas-, el espectáculo proyecta aquella intensidad solo afectada a raíz de los cambios de 1887 en adelante. El mismo se encarga de advertirnos que La anterior generación, nuestros padres, no iban á las corridas para examinar de estética y geometría, sino tan solo para admirar y entusiasmarse con lo que juzgaban valentía y destreza. Tan generalizada, y con tal convicción, estaba la idea de que para saber de toros era necesario ser caballista que por no serlo los toreros españoles se les dirigieron cuchufletas, y por no saber charrear, como lo sabían la mayoría de los matadores aborígenes, se creyó que eran incapaces de torear y que a los primeros intentos serían víctimas de las reses. 45
Y es que francamente el espectáculo refugiado en provincia era algo, que a nuestros ojos resulta de lo más extraño, pero que en la época así se manifestaba, ya que dentro de su desarrollo se intercalaban en la corrida misma, después del segundo y tercer toro, por ejemplo, un jaripeo con yeguas salvajes. Entre aquellos que dominaban tal suerte se encontraba Manuel González Aragón, diestrísimo enlazador, así como los imprescindibles Nolasco Acosta, Ignacio Gadea y lógicamente, el protagonista de esta historia: Ponciano Díaz. Ahora bien, si en España el toreo se sucedía como espectáculo sin trabas de ninguna especie, en él todavía se manifestaban factores que pueden tener parecidos con el tipo de fiestas desarrolladas en México. Si las corridas mixtas se realizaban en España, en nuestro país había mojigangas y castillos de cohetes; así como otra cantidad de ingredientes diversos. Bajo ese concepto no se podía dar un síntoma de opinión que originara estudios o crítica hacia algo que sí encontrará distinta condición de 1887 en adelante. En su gran mayoría quienes participaban eran lidiadores de campo, vaqueros de gran agilidad corporal y temeridad pero sin una escuela o un estudio que avalara sus quehaceres cotidianos. De lo que sí era un hecho, es la forma en que aquellos toreros asimilaron mucho de lo expresado por Gaviño, imitaron lo que le veían hacer y los otros lidiadores mexicanos que después han estado en los ruedos (hasta 1884), fueron en gran mayoría, porque solo Jesús Villegas hizo la excepción; discípulo del torero de Puerto Real, Bernardo Gaviño.46
La fuente que ahora me apoya, explica otros fundamentos como son los de la creación de una escuela mexicana del toreo -en cuanto si la hubo o no-. Para dicha "institución" no cabe 45 46
Cuesta Baquero: Op. cit., T. II., p. 13-15. Ibidem., p. 33.
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a Gaviño el papel de fundador, sino que se atribuye a los toreros mexicanos de antes y después de Bernardo, o contemporáneos a él. Porque Gaviño al ser maestro no podía enseñar sino lo que había aprendido, el toreo español; que no perdía la nacionalidad porque fuera practicado por mexicanos. 47
Y en su momento se indicó que los públicos asistentes al espectáculo no gozaban de educación taurina, por lo que una apreciación vertida por ellos, o era falta de elogio, de censura o de rigor. Pero se resalta que de 1885 en adelante, básicamente en la plaza El Huisachal y entre los concurrentes al departamento de sombra había un grupo de aficionados que evolucionaban, que ya tenían nociones de lo que era el toreo moderno. Sin embargo la reacción singular a todo esto surgirá en 1887. Debió manifestarse por entonces un propósito de desvinculación, que pondría fin al largo ciclo de la influencia de Gaviño, y Para destronar a la sexagenaria escuela en que se había formado la afición, para destruir los ideales y preocupaciones que había creado, la nueva tenía necesidad absoluta de dos factores: el tiempo, porque la evolución no es repentina, y apóstoles teóricos y prácticos, para que los primeros por medio de la Prensa, en las reseñas predicaran y difundieran la doctrina y los segundos practicándola en los ruedos demostrarán que no era ensueño, que no era quimera. 48
Todo lo anterior es el panorama de lo que era en sí la cuestión técnica de la fiesta y cómo la valoraban actores y públicos. Ahora bien, por el lado de la visión misma del espectáculo como tal, propondré en seguida un apunte mayor sobre lo que, a mi juicio son los "inventores de la autenticidad taurómaca mexicana" Han quedado atrás los Avila, Dionisio Ramírez "Pajitas" y otro conjunto de toreros con quienes se da el primer avance en lo relativo a la identidad, a la independencia, a la propia razón para expresar un toreo que no se desprende del arquetipo puramente español, pero que, todos ellos, en conjunto le van a dar sellos de originalidad pues el campo arroja posibilidades muy prácticas y vistosas. Y en la plaza se inventan otras tantas de las que son depositarios y permanentes continuadores y evolucionadores (porqué no decirlo, con su debido tiento) otros personajes a continuación reseñados. Destacan -para comenzar- Lino Zamora y Jesús Villegas "El Catrín". Del primero, su vida se envuelve en leyendas y novelas; versos populares y tragedia. Lino el joven, cuya cuna es Querétaro, o es Guanajuato (ca. 1840-1878), o cualquier otro lugar de la región, comienza a escandalizar con sus modos atrevidos y arriesgados de hacer el toreo. ¡Como pocos! Su feudo sienta reales en Guanajuato y Zacatecas, dos lugares de rancio sabor barroco, dos lugares que insinúan por sus ornamentos las formas explosivas que Lino Zamora fue haciendo suyas. "El Catrín" viene a ser el segundo mexicano en torear ante la afición española. El primero de ellos es Ramón de Rosas Hernández "El Indiano" (fines del siglo XVIII) mulato, por cierto y nacido en Veracruz. Jesús Villegas lo hace durante los años de 1857 a 1859. Poco se sabe de él, si acaso por la competencia con Lino que ampliaremos en seguida, no sin referir cierto parecido aristocrático habido con Rafael Pérez de Guzmán, diestro de linaje y prosapia española.
47 48
Ibid., p. 55. Ib., p. 120.
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Jesús Villegas era muy querido de la afición guanajuatense cuando alternó con Lino para trabajar en su compañía. En dos corridas actuaron: la del 11 y del 18 de diciembre de 1863. En la primera, Zamora opacó a Villegas, robándole la simpatía del público. Y volvieron a verse las caras el 18, tarde en la que muerto el primero ya la gente se había cansado de aplaudir al favorito Lino Zamora, por lo que se despertó en Villegas la emulación. Pisó la arena el segundo toro de la tarde, que pertenecía a la vacada del Copal y fue negro, de libras bien armado y codicioso. Villegas soltó el capote y recortó al toro con la montera dos veces. Lino Zamora a su vez soltó el percal y citó a la res para quebrar a cuerpo limpio, acudió el toro y el diestro fue enganchado y volteado, sufriendo una herida entre las dos vías que puso en peligro su vida, y además un varetazo en el vientre y un puntazo en el brazo derecho. El diestro se retiró a la enfermería por su propio pie y fue curado por el Dr. Rómulo López. El toro tomó con voluntad y poder 11 varas, dio cinco caídas y mató dos caballos; fue pareado por José M. Ramírez y lo mató Jesús Villegas de una estocada muy baja. En cuanto a Pedro Nolasco Acosta, modelo del torero "feudal", sentó sus reales en san Luis Potosí. Infinidad de veces actuó en la Plaza del Montecillo bajo particulares características de hacer el toreo, pues da la impresión que en la provincia aparte del reposo y el sosegado andar, se estancó la tauromaquia mezcla de lo español y lo nacional insistimos- sin operar algún cambio significativo. Además de su desempeño a pie, lograba lucirse desde el caballo. Blanco, rubio, de ojos azules y con unos mostachos impresionantes fue Nolasco figura destacada, el cual permitió el acceso a su feudo, entre otros a: Lino Zamora, Bernardo Gaviño, Juan Núñez (padre), Ponciano Díaz, Francisco Gómez "El Chiclanero", Francisco Jiménez "Rebujina", José Sánchez Laborda, Fernando Gutiérrez "El Niño", Joaquín Artau. Como puede verse, las restricciones feudales de muchos toreros que se apoderaban del terreno e impedían el acceso a otros, fueron rotas permitiendo el flujo de otros tantos matadores así como de la estructura propiamente técnica de la lidia y su aderezo estético en sí. ¿Que dónde puede estar entonces la razón de esa autenticidad taurómaca, si todo era estancamiento? Todo precisamente, no. La inventiva se daba con creaciones permanentes en el ruedo cuyo sentido no se orientaba hacia un fin específico; y si fin específico era el beneficio del toreo tal se presentaría en un momento significativo que ya veremos al arribar a los años de 1885 y 1887 respectivamente. Por otro lado, legitimar desde nuestra perspectiva la mencionada "invención" no es destacar de un collar su bisutería. Estamos pronunciándonos por aquel "toreo" desarrollado en los albores de una etapa distinta. A raíz de 1867, año de la prohibición impuesta a las corridas de toros por motivos que en fondo tienen que ver con aspectos económicos, y por el amanecer de 1887 se manifiesta la esquematización del "antes y el después..."; una transición de épocas en cuyo terreno comienzan a pasar elementos que bien pronto desaparecerán dando espacio al toreo de a pie a la usanza española en versión moderna. Dicha versión será novedad entre nuestros aficionados de fines del XIX. Por supuesto que esa afición poco podía participar en la censura o el elogio debido a su poca consciencia de lo que hacía el torero. Será en 1885 cuando arribe a México José Machío, diestro español quien se encarga del movimiento preparatorio que culminarán Mazzantini, Ramón López, "Cuatro-dedos" y otros de 1887 en adelante. Y es que lo primero de que debían deshacerse es de una escuela española anacrónica cuyos valores se mezclaron con la autenticidad taurómaca mexicana, lograda desde los Avila hasta Ponciano Díaz. Machío y sus 41
compañeros basaron su quehacer en el reposo que da el tiempo ante la nueva evolución y sobre todo por elementos atrincherados en las nuevas publicaciones taurinas que aparecían con fuerza desde 1884. Caso de El arte de la lidia (cuyo director fue Julio Bonilla). Solo que el 8 de febrero de 1885 al torear Ponciano Díaz en El Huisachal se manifestó un sentido de desviación nacionalista en extremo: "la patriotería". En dicha ocasión fueron de Santín los toros jugados pero como no se prestó demasiado a las condiciones poco faltó para que la corrida alcanzara el calificativo de la "gran corrida del siglo XIX", según apreciaciones de El arte de la lidia. Y todo porque se vio en ella el sentimiento patrio en todo su apogeo y los diestros del país no obstante su torpeza o su ninguna escuela de toreo, fueron a cada momento aplaudidos.
Y nos revela al respecto Cuesta Baquero: He subrayado los conceptos de este párrafo para hacer notar que la patriotería y la ignorancia eran los terribles enemigos que tuvieron los toreros españoles que llegaron a México en aquellas épocas.
Tal situación alcanzaba pues, no solo la condición de inventiva y de gusto popular por la autenticidad. También se agregaba al escenario un hondo comportamiento que ya no caía en nacionalismo sino en chauvinismo el cual, al parecer, fue bandera enfrentada a la expresión técnica y estética llegada recientemente de la península española. Aunque Ponciano siguiera matando de pinchazos en la paletilla y estocadas bajísimas, aún así, el Diario del Hogar proclamaba: "Podemos asegurar que ninguno de los toreros extranjeros que últimamente han toreado en esta capital está a la altura de Ponciano Díaz". Bajo ese síntoma, el año 1887 se acercaba para demostrar que el caldo de cultivo de las nuevas expresiones estaba ya listo. Los libros y tratados de tauromaquia así como periódicos más formales del tema planteaban serias dudas entre aficionados de apertura que cuestionaban las cosas que pasaban. Justo a ello, las actuaciones de Luis Mazzantini en Puebla (marzo de 1887) fueron cruciales y definitivas para enriquecer el criterio fomentado entre esos aficionados de avanzada. Pero no adelantemos vísperas. Quizás consciente del estado de cosas, el atenqueño se hizo anunciar la tarde del 14 de junio de 1885 en El Huisachal así: "Ponciano Díaz y su cuadrilla hispano-mexicana. Toros de San Diego de los Padres". Y en esa ocasión, la prensa anuncia que el de Atenco dio una estocada que "fue de la escuela española" ya que la colocó perfectamente "y el matador dejó el estoque en el cuerpo del toro". El hecho merece recordarse y hacer que pase a la posteridad, porque fue el primer ensayo que hizo Ponciano Díaz para estoquear "en lo alto como entonces se llamaban a las estocadas bien colocadas". (Roque Solares Tacubac).
¿Pretendía Ponciano algo con esa posible condescendencia? Quizás instrumentar una forma en la que su expresión podía alinearse a aquellos nuevos fenómenos antes que rechazarlos. Sin embargo no llegó a satisfacer el empleo absoluto de la forma española y acabó por darle a su expresión personal un toque recíproco entre su propio y nacional quehacer, y la moda puesta en vigor. Quiero decir que coqueteó con el toreo español pero no acabó aceptándolo; por eso se convierte en el último reducto de la expresión nacional ya prácticamente liquidada justo el año de su muerte: 1899.
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Por otro lado ¿qué era y qué fue Bernardo Gaviño para el toreo mexicano? El propio Carlos Cuesta Baquero nos dice que: Su educación dependía de una anticuada escuela del toreo, que establecía mucho valor, pero poco arte y cero elementos de plasticismo.
En manos de Bernardo Gaviño se encontraba el toreo primitivo, cuya raíz se diluyó al arribar a América, pero la separación con la modernidad de su época ya no tuvo continuidad de este lado del mundo. En todo caso quienes así lo sostuvieron fueron Juan León "Leoncillo" o Francisco Montes "Paquiro", contemporáneos a su generación. No está lejos de lo que hicieron Juan Pastor "El Barbero" o Manuel Díaz "el Lavi" y Julián Casas "el Salamanquino" a quienes acompañó en los redondeles de Cuba y Lima. Pero el apogeo de Gaviño fue tal que las contratas se dieron permanentemente, por lo que su nombre aparece registrado en infinidad de corridas, al menos en San Pablo y el Paseo Nuevo. Fue una figura en su momento. Pero también un "obstruccionista" -término empleado por Roque Solares Tacubac- que retardó la evolución del toreo aquí, en México. Inmediatamente de que llegaban paisanos suyos les bloqueaba el paso: "ponía en juego influencias e intriga para que no los contratasen y si no lograba su propósito mandaba a las plazas de toros, chusmas que llevaban la consigna de lapidar y decir insultos a los nuevos toreros" (Cuesta Baquero). Los cincuenta años de actividad por parte de Gaviño representan por un lado, posibilidades de mejora en las técnicas taurinas. Pero por otro, una lamentable pérdida de valores ocasionados por descuidos y mezcolanza de sus normas, entonces en boga y que, al final de esa "dictadura" taurina el resultado es el de una reducción de los procesos técnicos y estéticos, en aquel toreo. Y consideramos esto a partir del "obstruccionismo" que retardó la evolución. Pero frente a las condiciones que dejaba Bernardo Gaviño y las que tenía puestas en práctica Ponciano Díaz, surge un renacimiento forjado por dos vertientes: a)la llegada de toreros españoles desde 1885; b)promoción clave. Pedro Nolasco Acosta, torero potosino, amigo de Carlos Cuesta Baquero, regala un valioso ejemplar de El Toreo. Doctrinal taurómaco del tratadista español José Sánchez de Neira. En los artículos de Roque Solares Tacubac se observa la inclinación hacia el tecnicismo. Comparte esas ideas con un grupo de hombres emprendedores que forman el Centro taurino "Espada Pedro Romero". Entre otros dirigentes se encuentran: Pedro Pablo Rangel y Eduardo Noriega. En poco tiempo se vio, se sintió el resultado de las aspiraciones de aquella "falange de románticos" -que así se hacían llamar-, los cuales se propusieron cambiar la fiesta de su situación inestable -técnica y estéticamente hablando- a otra que comulgara con esos principios de modo auténtico. Ante aquel palpitar se inició una lucha larga, combativa. Los evolucionistas son aquellos falangistas ya conocidos; en tanto que los conservadores, son los incondicionales del toreo a la mexicana. Dicha expresión tenía muchos partidarios localizados, no sólo en la provincia sino en la propia capital del país. La transición que acaba por provocar el gusto por el toreo a la española, rompe cuando el país ingresa a la modernidad, al progreso y alcanza para entonces -en el porfiriato-, su estatura dominante en 1888. De ese modo, las grandes expresiones de la cultura mayor sientan reales en las ciudades importantes de aquel entonces. En todo ello la fórmula de "poca política, mucha administración", funcionó a la perfección por mucho tiempo, pues 43
había anhelos de paz y mejora económica en todo el país, por lo que se sabía como impulsar la economía nacional a partir del empeño de jóvenes profesionales que aspiraron colocarse en puestos de la burocracia oficial, en el parlamento, en la judicatura, en la enseñanza o el periodismo. Frente a esa reacción de cambio actuó también la tauromaquia que tuvo pilares bien importantes y dos de ellos: Ramón López y Saturnino Frutos "Ojitos", ejercieron tal influencia que en gran medida se les debe un agradecimiento. Ramón López, entendió aquel síntoma que, convulsionado, empezaba a adquirir un ritmo de orden. Y ante aquella modernidad, ante aquel progreso, el toreo a la usanza española gana adeptos que van a desplazar relajados placeres del quehacer taurino mexicano, del que Ponciano Díaz era su máximo representante. He aquí pues, el sistemático empeño por depurar y aniquilar una progresiva enfermedad, dándole nuevo espíritu que es el idóneo en el tiempo y en la circunstancia del toreo nacional a fines del XIX. Ponciano Díaz combinaba los dos tipos de torear, el que le aprendió a Bernardo Gaviño y a otros toreros, modelos de inspiración que poseían normas anacrónicas, propias de un momento en el que la tauromaquia mexicana no está sujeta -del todo- a las reglas españolas establecidas. Y ese otro toreo, el campirano que hizo suyo aprendiéndolo con perfección no sólo en Atenco -su matria-, sino en cuanta ganadería pasaba alguna estancia. Existe una consideración que apunta el hecho de como el conquistador se transformó en colonizador, trayendo a las tierras conquistadas modos y costumbres, una de ellas la fiesta de los toros. Pero la aportación americana al toreo universal es cuantiosa... Es decir, se habla de una correspondencia, de un modo dialéctico en que se trae algo y nosotros lo transformamos o lo mantenemos bajo explicación americana, que es la manera de proyectar el toreo de América a Europa consiguiendo con ello la universalización total. Asimismo, el reconocido filósofo Leopoldo Zea, al explicar su posición-reflexión sobre la universalidad, plantea que La historia iniciada el 12 de octubre de 1492, es una hazaña que da origen a una concepción de la historia como universalidad. Mundos hasta entonces distantes y desconocidos entre sí, se presentan en su unidad en la nueva conciencia de los mismos. Una universalización de la historia que es también la universalización de la conquista y el coloniaje. 49
Conjuntar estos apuntes es respaldar otro concepto de universalidad: la de Rodolfo Gaona. 50 49
Leopoldo Zea: "América: Una experiencia de reflexión para el futuro" (entrevista de Luz García Martínez). EL BUHO, sección cultural de EXCELSIOR. No. 355 DEL DOMINGO 28 DE JUNIO DE 1992, p. 6. 50 Si bien, Rodolfo Gaona ya no cae dentro del contexto de esta "inventiva" que he venido explicando, se convierte en una consecuencia por la búsqueda de esa invención y de esa autenticidad netamente mexicanas que él se aboca a hacer universal. Es decir, da un paso más allá del regocijo explosivo de aquel toreo respaldado en la enseñanza de la más rancia tradición, bajo la égida de Saturnino Frutos "Ojitos". "Ojitos" a fines de la octava década del XIX, es banderillero de Frascuelo. En el viaje que Ponciano Díaz hace a España en 1889, este lo incorpora a su cuadrilla y regresan juntos a México. Saturnino vivirá muy de cerca la expresión de nuestro toreo, del que se han mostrado algunos ejemplos. Las conoce pues en su última etapa. A principios de siglo y por recomendación de Ramón López se enfila a León en búsqueda de Rodolfo, a quien se consagrará en cuerpo y alma (más que con todos los demás de la cuadrilla juvenil mexicana). Por supuesto, Gaona se merece no estos apuntes. Su quehacer en sí mismo es ya motivo de visiones y amplitudes muy significativas. Volviendo al tema, llegamos también a un punto culminante soportado por José Alameda, el cual para explicar a Gaona, acude con Ponciano Díaz quien en España no pasó de ser una curiosidad mexicana; de Vicente Segura, gran estoqueador y "aficionado con agallas".
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Por otro lado, sabemos de la inauguración de la plaza de Tlalnepantla, hacia 1874. Pues bien, dos años después se dio la ocasión de un sucedido que pone en relevancia su historial. Veamos. La visita del pretendiente a la corona, el Borbón Carlos VII a México en 1876, causó un cúmulo de dudas;51 cuyos intentos, al parecer eran reivindicar la visión y posesión que España iba perdiendo en los pocos dominios que hasta entonces controlaba o dominaba. Bien, explicado el porqué de su visita, el 11 de enero de 1876 don Carlos acude a Tlalnepantla a una corrida de toros. Llegó "muy príncipe, pero llegó a su palco como cualquier plebeyo, entre pisotones y empujones" dice Clementina Díaz y de Ovando. Aquella tarde se lucieron tanto un picador y un banderillero, que los premió espléndidamente el monarca. En la reseña que aparece en La Revista Universal del 13 de junio se describe al detalle la hazaña.52 Aunque la verdad, no podían dejar de vertirse opiniones que casaran con el síntoma del progreso. Y es el mismo gacetillero quien nos la proporciona, en función de las señoras asistentes, damas de la sociedad de quienes no se explica si todo lo desarrollado valiera a lo que están acostumbradas, y aunque como corre sangre de una manera demasiado poco agradable para que puedan tener placer en ello las mujeres.53
El caso de Gaona -sigue apuntando Fernández Valdemoro- es radicalmente distinto. Gaona se sostiene y con él cambia la proposición de las cosas. Hasta entonces todas las primeras figuras habían sido españolas. Gaona es el primero que, sin haber nacido en España, ocupa con total desahogo un puesto de primera línea en el toreo. Es decir, tuvo que llegar el de León a esa estatura para desplazar medianías, o es que acaso fue capaz de romper con el viejo y molesto esquema del menosprecio que ciertos europeos ilustrados tenían para con los americanos. Rodolfo, con su formación, asimilada de su maestro -el cual a su vez, concentró la experiencia de Paquiro y Cúchares en Lagartijo y Frascuelo- asume una capacidad y una responsabilidad de proyectarse hacia España, crisol taurino que hasta entonces "feudalizaba" o monopolizaba el concepto taurómaco. No digamos pues, que Gaona "universalizó" el toreo mexicano: "Universalizó" el toreo... español (José Alameda). Pretendiendo lograr una visión histórica correcta diré finalmente, que la "visión de los vencidos" en cuanto relación indígena de la conquista, no procede. Sí en cambio puedo especificar el interesante asunto de que un "Indio" -sin afán peyorativo- fue capaz de producir una contraconquista. En todo esto quiero recalcar una reversión de hechos, re-versión en la medida en que Rodolfo Gaona fue capaz de devolver un hecho netamente español, asimilado por él como resultado de un mestizaje de culturas encontradas y lanzado por ese "Indio grande", no indio, con minúsculas. Hablo, y para concluir la presente visión, del "Indio Grande", con mayúsculas, el cual liquidó la vieja idea cimentada en José Daza, quien un buen día dijo que "El toreo, (es) privativo de los españoles..." Por eso, el toreo con Gaona, asoma a lo universal, sin especificidad de naciones y por eso, también por eso, depende su grandeza hasta hoy día inigualada. 51 Clementina Díaz y de Ovando: Carlos III. El primer Borbón en México. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1978. 138 p. ils. (Coordinación de Humanidades). 52 Op. cit., p. 64. La hazaña del picador merece contarse: embistió el toro, y resistió el de a caballo bravamente; ni él se cansaba de arremeter; ni el hombre de resistir; al fin, desmontándose hábilmente sin separar la pica de la testuz, el picador se deslizó del caballo, se precipitó entre las astas del toro, soltó la púa, se aferró con los brazos y las piernas de la cabeza del animal, y así lucharon hasta que cayó el toro vencido, el picador lo mantuvo todavía algunos minutos completamente dominado y sujeto contra el suelo por un asta. El de la hazaña fue objeto de grandes ovaciones: ¡si al menos el mérito de la lucha hubiera salvado al mísero animal! 53 Ibidem.
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No dejaban de darse festejos en lugares tan próximos a la capital, por lo que no se puede hablar de un alejamiento de la fiesta, apenas a unos pocos kilómetros de la ciudad y de manera tan continuada. Pero ya para 1881 una nueva plaza de toros, más próxima al Distrito Federal que las de Tlalnepantla, Texcoco, Toluca, Puebla, Amecameca o Cuautitlán por ejemplo, ofrecería diversión a capitalinos que, con sólo desplazarse en trenes de mulitas, curiosos carruajes de color verde, mejor conocidos como los "pericos taurinos", podían llegar a la del Huisachal, estrenada el domingo 1 de mayo actuando la cuadrilla de Ponciano Díaz en la lidia de toros de Atenco, San Diego de los Padres y Santín. El único periódico en ocuparse de aquella ocasión fue el Monitor Republicano cuyo número del 8 de mayo siguiente y en su sección "Charlas de los domingos" don Enrique Chávarri "Juvenal", antitaurino, escribió: El nuevo templo para la barbarie es amplio, tiene capacidad para ocho mil espectadores. México se despobló para ir a "El Huisachal". Tiempo es que la cámara de diputados dé una ley prohibitiva de las corridas de toros en todo el Estado de México, para que no sea de burla la vigente en el Distrito Federal, como la hace la plaza de toros "El Huisachal" construida en los límites de este Distrito y el Estado de México, tan aproximada que puede decirse que los concurrentes a los toros tienen un pie en el terreno donde está prohibido el espectáculo y el otro pie donde no está prohibido. Los toros de Atenco salieron bravos y mataron caballos como montar hormigas. Ponciano estuvo muy bien al estoquear; algunos de sus acompañantes fueron lastimados; los espectadores, delirantes por el olor de la sangre y en plenitud de salvajismo invocaron a los manes de Cúchares y Pepe-Hillo.54
A juicio del Dr. Cuesta Baquero, "Juvenal" y otros ("Duque Job", Manuel Payno) son "chimborazos" -término este con el que bautiza José Velarde a ciertos intelectuales-. "Hombres sesudos (...) porque lo mismo encabezan una procesión que una orgía, que habitualmente vociferan y ridiculizan de las corridas de toros, pero recurren a ellas para darse importancia y humos de filántropos, haciendo caridad con el dinero que producen..." Después de la inauguración comenzó una campaña para hacer eco de la prohibición, pero que poco prosperó debido al debate originado en la sesión del congreso. 55 Cuanto formuló Payno seguía siendo la idea tangible de muchos hombres de su tiempo. El carácter ascendente del régimen porfirista mostraba pluralidad en lo referente a la visión liberal y de progreso, de ahí el rechazo que seguían mostrando infinidad de convencidos por la avanzada. Y siendo "Juvenal" uno de ellos, al referirse en su crónica sobre los tranvías arrastrados por mulitas, lo hacía de esta forma: Las cintas de hierro que son símbolo de civilización y progreso, han contribuido al auge de una diversión reveladora de enorme atraso. Los toros siguen en boga. 56
Años después, la plaza de El Huisachal era destruida en medio de terrible bronca. A este tipo de excesos se refiere Jorge Portilla. 57 Ocurrió el incidente el 20 de diciembre de 1885, 54
Pedro Pérez: "La plaza de toros El Huisachal". La Fiesta. Semanario gráfico taurino, No. 81 del 10 de abril de 1946. 55 Op. cit. 56 Ibidem. 57 Jorge Portilla. La fenomenología del relajo y otros ensayos. 2a. edición. México, Fondo de Cultura Económica, 1986. (Vida y pensamiento de México)., p. 50. Las ocasionales destrucciones de plazas de toros o de parques deportivos, de que a veces han dado cuenta nuestros diarios, atestiguan de esta posibilidad de pasar de las "palmas de tango" al regocijado incendio de galerías y patios de butacas. Las autoridades
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por lo que los propietarios de la de Tlalnepantla ofrecían la continuidad del espectáculo. Por lo tanto, este no faltó como entretenimiento a los "aficionados" de la capital, quienes muy pronto gozarán de la fiesta, como decirlo, en su propia casa. Abundaré sobre lo que fue la discusión para derogar el decreto que por casi 20 años imposibilitó a la capital del país, a una de las diversiones más arraigadas. Fue la Segunda Comisión de Gobernación del Congreso Décimo tercero (con período del 15 de septiembre de 1886 hasta igual fecha de 1888), la que en sesión del 29 de noviembre de 1886, presentó un Dictamen, exponiendo: que a su juicio era de aprobarse la solicitud que pedía la derogación del artículo número 87 de la Ley para Dotación de Fondos Municipales, expedida en 28 de noviembre de 1867. Si bien, el anterior congreso rechazó la propuesta y heredó en la siguiente la posible solución, ésta en cambio, en el primer trimestre de ejercicio presentó el dictamen con respaldo de los diputados Abogado Tomás Reyes Retana y Ramón Rodríguez Rivera. Los elementos de que dispusieron ambos diputados se basó en tres considerandos, a saber: Primera.-Solamente en un sentimentalismo exagerado y exclusivo a unos cuantos, puede fundarse la prohibición de un espectáculo del que la mayoría afirma debe señalarse como una costumbre nacional, determinada por una afición peculiar en nuestra raza. Afición en que se marcan nuestros predecesores históricos y el carácter e índole de nuestro pueblo. Segunda.-El ejemplo del Distrito Federal al abolir las corridas de toros en 1867, no fue secundado, por largo tiempo, en los Estados de la Federación ni aun siquiera en los más limítrofes; y es ridículo para esa Ley que existan plazas de toros a inmediaciones de la Capital, favorecidas y concurridas por los habitantes de ésta, cuyo Tesoro Municipal paga en una de ellas -la del Huisachal- el servicio de policía, haciéndolo con sus propios gendarmes. Tercera.-Las corridas de toros, consideradas bajo el punto de vista utilitario, tienen dos ventajas: son una diversión preventiva a los delitos porque proporcionan al pueblo distracción y la apartan de los sitios en que se prostituye, y además son fuente de recursos para los municipios. Luego entonces, la Comisión Dictaminadora se concentró en un cuidadoso y preferente estudio que resolvió con la siguiente primer formulación: Primera.-Deróguese el artículo 87 de la Ley para Dotación de Fondos Municipales expedida en 28 de noviembre de 1867. Segundo.-Concédase licencia para dar corridas de toros pagando los empresarios por cada licencia la cantidad de cuatrocientos y ochocientos pesos. Tercero.-Dedíquese el producto de estas licencias exclusivamente a cubrir parte de los gastos que originan las obras para hacer el desagüe del Valle de México. 58
municipales de la ciudad de México, se han visto obligadas en ocasiones a prohibir espectáculos o reuniones, en sí mismos inocuos, pero que a menudo culminan en actos de destrucción; estos actos no se comprenden aplicándoles calificativos que constituyen solo una condenación moral (probablemente justificada) pero que no hacen inteligible el hecho mismo, ni mucho menos los medios de evitarlo. 58 Centro de Estudios de Historia de México (Condumex) [C.E.H.M.] Desagüe, México=ciudad. 082.172.521 V.A. JOHNSTONE, F.W.
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Solo fue leído e impreso para un nuevo análisis el 4 de diciembre de 1886. Pero tres días después se discutió severamente y quienes tomaron la palabra para impugnarlo fueron los ciudadanos Emilio Pimentel y Gustavo Baz. El primero dijo: que no consideraba cierto que las corridas de toros fueran una costumbre nacional, porque ni aun son primitivas de nuestros conquistadores y progenitores los españoles, sino que entre ellos las introdujeron los romanos. Además, que nuestra verdadera fisonomía nacional no debía serla de la raza Hispana, sino la de la Azteca. 59
Es un hecho que las corridas de toros han arraigado tanto en el pueblo y sus costumbres que se convierten así en una tradición cuyo recorrido parte desde el fin de la conquista de los españoles, hasta nuestros días. Sin embargo, los matices del nacionalismo y más aún, los del neoaztequismo hacen pronunciar a Pimentel un juicio vindicador que comienza a gestarse poderosamente cuando se decide por la conservación de lo prehispánico, con la idealización de ese mismo pasado forma de crear una alternativa culta pero a la vez popular, como parte de la ruptura ya evidente entre campo y ciudad, industria y arte popular, obreros y campesinos. 60
Esto es que ya configuraban una razón de ser que para algunos significaba el alumbramiento de nuevos esplendores en el campo de la nacionalidad, discusión esta que no podía darse mejor que en la Cámara de Diputados. El segundo (Baz) dijo: que no consideraba el asunto como digno de ocupar el tiempo de un parlamento civilizado, porque era ridículo, y protestaba que se afirme que la opinión pública pida el restablecimiento de una diversión sanguinaria y bárbara. Cree que si algunos hacen tal petición no serán ciertamente los padres de familia y las mujeres honradas, sino los solterones y las hembras que importa en sus vapores la compañía naviera "ANTONIO LOPEZ". 61
Gustavo Baz antepone el progreso como auténtico valor que se soslayó en esa discusión, asomando para placer de la polémica los propios de un ambiente netamente popular el cual se manifestaba en forma que nada guardara proporción a los principios civilizados. Por eso Reyes Retana y Rodríguez Rivera más conscientes de aquello que sucedía a nivel del pueblo se lanzaron a la ofensiva y expusieron ideas como de que: El legislador, para dictar las leyes, debe de tener en consideración las costumbres e índole de los pueblos que legisla, y está demostrado que las corridas de toros son una costumbre en el pueblo mexicano, porque le son habituales y las prefiere a todas las otras diversiones. Además, están acordes con su índole belicosa e influyen en ella, conservándole la valentía necesaria para militar. 1886.=Proyecto para el desagüe de la ciudad y el valle de México propuesto por el Sr. F.W. Johnstone, y dictamen de la comisión nombrada por la Secretaría de Fomento.=México, Oficina Tip. de la Secretaría de Fomento, 58=(I) p. 13.2x20.7 c. Enc. rúst. (Miscelánea Ciudad de México No. 6, Folleto No. 7). III=6=1973 A.=No. 35352=c. 59 Cuesta Baquero: Historia de la..., op. cit., T. II., p. 7. 60 Daniel Schávelzon: La polémica del arte nacional en México, 1850-1910. México, Fondo de Cultura Económica, 1988. ils., grabs. (Sección de Obras de Historia)., p. 13. 61 Cuesta Baquero: Op. cit.
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Si las corridas de toros deben estar prohibidas por considerarlas diversión indigna de pueblos civilizados, igual reto tendrá que imponerse a otras, también sangrientas y que son admitidas y ninguno impugna. Es mejor que las corridas de toros sean fuente de recurso para aumentar los fondos de los municipios, y no que sean causa de que ellos menoscaben su tesoro, gastando en cuidar el orden público en una diversión que no les produce rendimiento, pero a la que tiene que vigilar por celebrarse en puntos próximos a su jurisdicción, la capital, y repercutir en esta los desórdenes que hubiera.62
Claro, es de notarse la búsqueda por los beneficios en obras públicas proporcionada por espectáculos masivos como este. Pero también señalan el hecho de que la propia policía de la capital se tuviese que apostar en las cercanías con plazas del estado de México las muchas veces en que se celebraron corridas, implicando este asunto gastos excesivos que no producían ganancia alguna a las arcas públicas. Antes al contrario, gastos indebidos. Siguieron interviniendo otras personas a favor de Pimentel y Baz y se pusieron de su lado el Coronel Francisco Romero y D. Julio Espinosa. De ahí en fuera no hubo más opinión al respecto por lo que se procedió a la decisión por el planteamiento. De esa forma los resultados fueron de 81 votos a favor y 41 en contra para la derogación del art. 87, consiguiéndose así la recuperación de las corridas de toros en el Distrito Federal. Del segundo aspecto que propuso la Comisión Dictaminadora se le hizo una objeción, la cual aducía que "Se presta a predilecciones y arbitrariedades, porque a unos empresarios les cobrarán por licencia el mínimo de la cuota y a otros les exigirán el máximun. Por lo tanto, este artículo debe ser reformado". Dentro de la comisión se encuentra el ya para nosotros conocido Alfredo Chavero quien al enterarse de lo propuesto en la objeción, propuso que el artículo fuera modificado bajo el siguiente planteamiento: "Los empresarios pagarán por la licencia para cada corrida, el quince por ciento de la entrada total que haya". Todo ello acarreó nuevos debates y fueron los diputados Dr. Francisco García López y Guillermo Prieto quienes declararon furibundos su reacción en el estrado. El artículo tercero se aprobó sin mayores dificultades (118 votos a favor; 15 lo fueron en contra). Y para confirmar que todo quedaba lógicamente definido, todavía el diputado Baz pidió que el dictamen -ya para entonces decreto de ley- le fuera agregado la petición de que "En la reglamentación de la presente ley se observará lo prevenido en el Código Penal". No fue discutida la petición y fue posible entonces que se canalizara el asunto; pero en la Cámara de Senadores, para que lo revisara y dictaminara, acatándose de ese modo los trámites Constitucionales. Leyes prohibitivas que los enemigos de la Tauromaquia tienen siempre en los puntos de la pluma y por las que dedican ardiente alabanza a los gobernantes. Sin considerar que esos decretos nacieron, mejor que de la voluntad de sus autores de las críticas circunstancias en que los mismos se encontraban con la relación a sus gobernados. 63
Esta idea parte de considerar si las leyes elaboradas para liquidar un espectáculo como el taurino son bien vistas por los oponentes al mismo, y es cierto también que se da a notar el 62 63
Ibidem., p. 7-8. Ibid., p. 9.
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estado que guarda cada régimen que, en su esquema político, económico y social enfrenta circunstancias de esta índole. Tras los debates y discusiones se inició una época distinta para el toreo en México, donde conceptos y especificidades diversas permitieron orientarlo por rutas más seguras. Y bien, bajo esta revisión minuciosa, no me queda establecer más que lo ya muchas veces señalado: que el espectáculo gozó de continuidad provinciana mientras la capital se veía relegada y nada más que a la espera. Una espera que dicho sea de paso, no colmó la paciencia de los afectos a las corridas de toros. Estos acudieron a las cercanas de estados próximos a la capital, sin que los evolucionistas dejaran de seguir su campaña de repudio,64 lo cual viene a mostrarnos que aquella conseja manejada por el pueblo, a propósito de "lo que el viento a Juárez" es un juego de palabras donde la fiesta, prohibida en el Distrito Federal y bajo el régimen del oaxaqueño, "le hizo lo que el viento a Juárez" en la provincia. En consecuencia, la reanudación de las corridas de toros en el Distrito Federal ocurre el 20 de febrero de 1887 con el estreno de la plaza de San Rafael. El único espada fue Ponciano Díaz lidiando 6 toros de Parangueo. Ahora bien, se encuentra la inapreciable riqueza que ofrece un movimiento cultura que si bien, empezó por ser desarrollado entre extranjeros como Humboldt, Word, Rugendas; acabó por ser apropiado entre nuestros auténticos intelectuales. Los lienzos y las cuartillas; los mármoles y pensamientos comenzaron a ocuparse en descripciones espléndidas de nuestra propia identidad y aquel concepto de imaginación cotidiana y costumbrista primero aplicada por los visitantes extranjeros con gran temple y cuidado de aquella idiosincrasia decimonónica, se extiende satisfactoriamente entre los hombres de México, preocupados por dejar un testimonio eterno y universal de ideas sobre todo lo nuestro. Sin embargo esa independencia de trabajo se hace manifiesta de menos a más a partir de la segunda mitad del XIX; aunque en la primera ya se deja sentir lo formidable de la expresión. Los valores de su obra superaron barreras cronológicas y han llegado hasta nuestros días alimentando la expresión nacional que arranca de varias vertientes, a saber: las escenas cotidianas en las ciudades importantes o en los pueblos; los hombres y mujeres de diversas clases sociales como identidades de sus épocas y algo que, particular y especialmente ha llamado nuestra atención: las escenas taurinas y campiranas. Nos remitiremos ahora a la piedra de toque de esta biografía cuyos principios se encierran en el contexto ya referido. O dicho en otras palabras: vamos en búsqueda de raíces técnicas e históricas del toreo que puso en práctica Ponciano Díaz, resultado que parte de la idealización, posible, que es lograda en obras literarias como: Los bandidos de Río Frío, El mendigo de San Ángel, Astucia o alguna otra que se integre al panorama en rigor. Por su lado Icaza con su pintura hace lo suyo. Pero es también lo que encuentran y enriquecen de modo universal Manuel Manilla y José Guadalupe Posada con su espléndida obra, cuyo 64
Luis González y González, y Guadalupe Monroy: GONZALEZ Y GONZALEZ, Luis, Emma Cosío Villegas y Guadalupe Monroy: La República Restaurada. La vida social, llamada de Daniel Cosío Villegas. 2a. edición. México, Hermes, 1974. (Historia moderna de México, 3). (Vida social), p. 618. Los grandes esfuerzos de los hombres pensadores y sencillos de la Unión, están ya nulificados con la plaza de toros de Tlalnepantla... parece que después de tanto trabajar, sólo se dictaminó que no hubiera toros en el patio de una casa, y por consiguiente, ha quedado en pie, con una burla terrible; pues burla es la que a las puertas de México exista la plaza de toros, y que los convites para ellos se fijen en las esquinas de la Capital y se repartan a los transeúntes de ella... Recordemos lo que el poeta Selgas dijo a los españoles: Tres bestias entran en la plaza de toros: una va a fuerzas, la llevan a lazo; la otra va por cobrar y la tercera paga por entrar... ¿Cuál de las tres es la mayor?
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campo taurino no se ha valorado del todo. El arte trasciende sin fronteras y se adjudica una potencialidad que se consolida cada vez más, sin perder ningún peso de su imprescindible riqueza histórica y tradicionalista. El 18 de abril de 1835 comienza una etapa vital en el desarrollo estructural taurino en México: se presenta en la Real Plaza de Toros de San Pablo el gaditano Bernardo Gaviño y Rueda, quien desde esa primera ocasión gustó muchísimo dada su novedosa formación, producto de la experiencia asimilada en vísperas de su arribo a México. Aquí cabe acudir a una referencia, que muy bien la traza Carlos Cuesta Baquero, al respecto de Gaviño. Gaviño estaba educado en la hoy anticuada escuela de toreo, en aquella que requería valor, pero escasísimo arte y ningún plasticismo -acéptese como apropiado este vocablo- y conforme a ella hay que estudiarle y censurarlo o elogiarlo. En parangón con matadores de su misma escuela no era una nulidad. Si vivieran pudieran atestiguarlo el Barbero (Juan Pastor) el Lavi (Manuel Díaz) y el Salamanquino (Julián Casas) a quienes acompañó en los redondeles de Cuba y de Lima. Cuando Gaviño estaba en su apogeo era igualmente diestro o más que los citados y entonces fue cuando dio en la plaza del Paseo de Bucareli corridas que produjeron en los espectadores alborozo (...) He dicho lo bueno, también tengo que decir lo malo; aquello en que justamente ha sido censurado. Bernardo no fue un corruptor del toreo, pero sí un obstruccionista que retardó la evolución. Luego que llegaban toreros españoles, hacía todo lo posible porque no toreasen. Ponía en juego influencias e intrigas para que no los contratasen y si no lograba su propósito mandaba a las plazas de toros chusmas que llevaban la consigna de lapidar y decir insultos a los nuevos toreros. Por esta temible enemistad no toreaban sino escaso número de corridas y se marchaban descorazonados. Con mucha razón, muy justamente, los diestros españoles no apreciaban a su paisano y le daban el título de renegado. Es muy severo y denigrante el cargo que lanzo al decano, pero está comprobado. Antes que yo, a raíz de aquellos escándalos, se lo hicieron, con datos fidedignos, periódicos bien informados. Recórranse las colecciones de EL SIGLO XIX y de EL MONITOR REPUBLICANO y en ellas se hallarán los comprobantes. 65
Pero también de nuestro país comenzó a recibir influencias de las típicas formas de torear las cuales, en combinación con aquellas, puramente ortodoxas y contemporáneas para su tiempo, acabaron por representarse en confusos cuadros entre los cuales -posiblementealgún grupo de diestros deseaba torear como él; otro tanto seguía haciéndolo como Dios les daba a entender y, un tercer grupo que estaba al pendiente de ese cambio de modas en el toreo. Cabe aclarar que Gaviño terminó mexicanizándose, terminó siendo una pieza del ser mestizo. Si bien Ponciano Díaz se identifica plenamente con su interpretación taurómaca nacionalista, asume por otro lado el abanderamiento de unas formas resultantes de todo aquel proceso gestado antes de su presencia en el teatro de las acciones dominantes por entonces; pero también, ya en definitiva, amenazadas de desaparecer. Los cincuenta años de actividad por parte de Gaviño representan por un lado, posibilidades de mejora en las técnicas taurinas. Pero por otro, una lamentable pérdida de valores ocasionados por descuido y mezcolanza de sus normas, entonces en boga y que, al 65
Cuesta Baquero: Historia de la..., op. cit., T. I., p. 368.
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final de esa dictadura taurina el resultado no es más que el de una reducción de los procesos técnicos y estéticos en aquel toreo. Y consideramos esto a partir del obstruccionismo que retardó la evolución. Bien distinto hubiera sido el panorama si para aquel entonces se controla la continuidad no sólo de los aportes del gaditano, sino de la alimentación posterior, producto del arribo de varios matadores hispanos a nuestras tierras (donde no podían faltar los vivales). De esa manera José Machío y Luis Mazzantini, ejes fundamentales de aquel movimiento llegan a nuestra patria en 1885 y 1887 respectivamente, cuando ya el gaditano ha fallecido, justo el 11 de febrero de 1886, víctima de la cornada recibida el 31 de enero pasado en Texcoco. La interpretación particular de ese toreo, o lo que pretendía serlo, durante el dominio de Gaviño, y más tarde de Ponciano, siguió una línea permanente aplicada sin peligro alguno en la provincia mexicana donde para entonces no había un auténtico grupo de aficionados que mostrara incomodidad hacia esas nociones técnicas y estéticas cuya circunstancia venía desarrollándose desde muchos años atrás al de 1867. Al referirse a la índole del espectáculo en el año de 1884, Carlos Cuesta Baquero dice: La anterior generación, nuestros padres, no iban a las corridas para examinar de estética y geometría, sino tan solo para admirar y entusiasmarse con lo que juzgaban valentía y destreza. Tan generalizada, y con tal convicción, estaba la idea de que para saber de toreo era necesario ser caballista que por no serlo los toreros españoles se les dirigieron cuchufletas, y por no saber charrear, como lo sabían la mayoría de los matadores aborígenes, se creyó que eran incapaces de torear y que a los primeros intentos serían víctimas de las reses. No. Las corridas en aquella época no tenían esa seriedad, ese ceremonial casi de liturgia que hoy se les da. Eran idénticas a sus progenitoras, las mixtas que se daban en España, hasta mediados del pasado siglo.66
Con la reanudación de las corridas de toros en el Distrito Federal en 1887, sucede lo que puede considerarse como un “acto de conciencia histórica”, intuido por aquellos que lejos de la política intervinieron en la nueva circulación taurina en la capital del país. Se preocuparon por rehabilitar lo más pronto posible aquel cuadro lleno de desorden, un desorden si se quiere, legítimo, válido bajo épocas donde las modificaciones fueron mínimas. Uno de esos participantes fue el entonces popularísimo diestro Ponciano Díaz que si bien, pronto se alejó de esos principios y los traicionó, dejó sentadas las bases que luego gentes como Eduardo Noriega -dentro del periodismo- o como los miembros del Centro Taurino “Espada Pedro Romero” y el Dr. Carlos Cuesta Baquero, se centran como los representantes natos de aquella reforma que se superó felizmente ya bien entrado el siglo XX. Y Ramón López, como torero, se suma a este grupo. Por otro lado, el aprendizaje de las tareas charras adquirido por Ponciano es el producto de una herencia y una vivencia profundamente ligadas a la actividad cotidiana ejercida en el campo bravo. Allí se formó con profundo apego a las normas y cuando “rompe” al mundo exterior no se divorcia de todo un aparato formativo; al contrario, sigue practicándolo pero combina las formas de torear entonces en boga, con su auténtica expresión de charrería. Logra gustar en buena parte de su trayectoria, aunque más tarde cae en vicios que no puede dominar, siendo víctima de su propia ceguera, trampa de la que ya no podrá salir. De esa manera he querido explicar los moldes bajo los cuales debió formarse y desarrollarse Ponciano Díaz antes de ingresar a la exploración más detallada sobre su trayectoria, la cual arranca en 1876 y concluye hasta 1899. 66
Op. cit., p. 13, 15 y 21.
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Con esta gran visiĂłn de conjunto, pero sobre todo, como panorama de antecedentes, podemos entender el estado de cosas en que se aprecia de mejor manera, el perfil de Ponciano DĂaz Salinas y su ĂŠpoca.
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CAPITULO II Nacimiento, primeros pasos y viaje a España. Nacimiento
La biografía de Ponciano Preciso es la recordemos Pues nació en cincuenta y ocho (sic) En esa Hacienda de Atenco.
La biografía del torero Ponciano Díaz Salinas se reduce, las más de las veces a una semblanza general, anecdótica y romántica sobre acontecimientos ocurridos en torno al diestro atenqueño.67 Hay por ello trabajos de gran mérito como el de Manuel Horta, 68 Armando de María y Campos,69 Pedro de Cervantes y de los Ríos,70 Lauro E. Rosell,71
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Precisa este párrafo de una presentación genealógica de Ponciano Díaz Salinas y datos sobre otros familiares. Matrimonio de los padres. Libro 29 de Matrimonios, parroquia de San Pedro y San Pablo de Calimaya, Méx. Inicia el 20 de abril de 1843, a la foja 13: José Guadalupe Albino Díaz de 19 años, hijo legítimo de D. José María Díaz y de Doña María Inés González. Matrimonio con Doña María de Jesús Salinas de 23 años, hija legítima de Don José Salinas y de Doña María Hernández, difuntos. Ambos contrayentes son vecinos del pueblo de San Juan la Isla. Casaron el 26 de abril de 1843. Bautizo de José Guadalupe Albino, libro 30 de bautizos. Misma parroquia del dato anterior, foja 30: Guadalupe Albino fue bautizado el 15 de diciembre de 1822 de cinco días de nacido. Hijo legítimo de José María Díaz y de Inés Montes de Oca (González) españoles de la isla. Hermanos. Libro 17 de bautismos, partida 153, f. 22 (Santuario de Nuestra Señora del Buen Suceso, parroquia de Santiago Tianguistenco, Méx.) el 20 de noviembre de mil ochocientos sesenta se bautizó a Gertrudis Félix, niña de cinco días de nacida, hija legítima de Guad.e Dias y de María de Jesús Salinas, de Atenco. Libro de entierros de la parroquia de Santiago Tianguistenco que comienza el 2 de enero de 1872 al 15 de noviembre de 1877, f. 9: María Antonia Vicenta Díaz de 19 años, doncella hija legítima de Guadalupe Díaz y María de Jesús Salinas se sepultó en el panteón el 11 de febrero de 1873. Libro de entierros del año 1881, de la parroquia de Santiago Tianguistenco, f. 95: Ignacio Díaz, hijo legítimo de Guadalupe Díaz y de María de Jesús Salinas, de 34 años, se sepultó en el camposanto de Santiago Tianguistenco el 15 de julio de 1881. Otros hermanos: Antonio, Facundo, José y Bárbara. Primos hermanos: Miguel, Cándido, Toribio, José. Cándido acompañó algunas tardes a Ponciano Díaz como banderillero. Tíos: Ignacio y Luis, hermanos de José Guadalupe. Nietos: Angelina de la Vega Díaz Sobrino nieto: Doroteo Velázquez Díaz. 68 Manuel Horta: Ponciano Díaz (silueta de un torero de ayer). México, Imp. Aldina, 1943. 198 pp, ils. 69 Armando de María y Campos: Ponciano, el torero con bigotes. México, ediciones Xóchitl, 1943 (Vidas mexicanas, 7). 218 pp. fots., facs. 70 Pedro Cervantes y de los Ríos: DIEZ LUSTROS DE TAUROMAQUIA. 2a. Edición, Madrid, Espasa-Calpe, S.A., 1929. 142 pp. Ils., fots. 71 Lauro E. Rosell: PLAZAS DE TOROS DE MÉXICO. Historia de cada una de las que han existido en la Capital desde 1521 hasta 1936. Por (...) De la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y del Instituto Nacional de Antropología e Historia. México, Talleres Gráficos de EXCELSIOR, 1935. 192 pp. Fots., retrs.
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Roque Solares Tacubac (anagrama de Carlos Cuesta Baquero),72 José de Jesús Núñez y Domínguez,73 así como la infinidad de revistas y otras publicaciones 74 que dedicaron páginas y más páginas a las trayectoria de un hombre del que vamos a intentar una revisión general sobre su actividad profesional, sus rasgos personales a partir de argumentos sólidos que nos conduzcan a una visión precisa sobre quien fue eje fundamental en el toreo del último tercio del siglo XIX en México. Ponciano Díaz Salinas es hijo de D. José Guadalupe Albino Díaz “El Caudillo”, hábil vaquero de la hacienda de Atenco. Su madre, Doña María de Jesús Salinas. Con toda seguridad, en el caso del “Caudillo”, este se encontraba situado en una posición acomodada, más que como empleado (peón de hacienda) de los señores Cervantes, como un personaje de absoluta confianza, no sólo del hacendado, sino del administrador en la hacienda atenqueña, debido a sus conocimientos sobre la actividad en el campo. Con esto queda desahogada la confusión existente alrededor de si Ponciano fue o no hijo de un Barbabosa (los “dimes y diretes” no alcanzan a decir de quien). El torero conocerá a su nuevo “amo” cuando tenga 22 años. Las “historias” nos cuentan que probablemente tuvo que ver en todo esto el señor Rafael Barbabosa Arzate, mismo que en 1879 adquiere la hacienda de Atenco. Ponciano, ya dijimos era ya un personaje cuya carrera ascendía rápidamente y que nació bajo la égida del último conde de Santiago de Calimaya. El nacimiento ocurrió el miércoles 19 de noviembre de 1856 (y se atribuyen seis sitios, a saber: Tepemachalco, Santa Cruz Atizapán, San Juan la Laguna, Zazacuala, la Vaquería, dos de los anexos de la hacienda- y “la covacha”, pequeño cuarto que se encuentra a la entrada del casco de la hacienda de Atenco, donde eran atendidas las mujeres durante el parto). Como dato complementario, tres días antes, Bernardo Gaviño había actuado en la plaza de toros del PASEO NUEVO, lidiando toros de Atenco, astados que debió embarcar José Guadalupe Albino Díaz, ligado a tareas semejantes a la realizadas por Tomás Hernández “El Brujo”, otro célebre “caudillo”. Tomás Hernández es un personaje que desde 1841 aparece en los registros de actividad en la hacienda de Atenco, y hasta 1875, año en el cual se le otorga el cargo de “Caudillo jubilado”. “El Brujo” se presentó el 15 de enero de 1860 en la plaza de Tenango del Valle, edo. de Méx. alternando con Bernardo Gaviño en la lidia de toros de Atenco con resultados poco afortunados. Volviendo al tema de Ponciano Díaz, este traía en su bagaje (el propósito de ir) justificando su aspiración a ser torero profesional, la valentía y relativa habilidad ostentadas en los “herraderos” o sea en las faenas campiranas consistentes en poner sobre una de las ancas de los becerros “erales” una marca con hierro candente. Cuando llegó la edad de trece años, el adolescente campesino era un consumado jinete caballista, que ayudaba al padre en las tareas campiranas, de llevar y traer piaras bovinas y caballares. Había resultado excesivamente hábil para “lazar” (“enlazar” dicen los españoles) y cuando alguno de los toros o novillos salíase de la piara para correr libre, prontamente el lazo, la reata que manejaba el muchachuelo lo sujetaba y hacía que volvieran al sitio donde estaban los 72
Carlos Cuesta Baquero seud. (Roque Solares Tacubac): Historia de la Tauromaquia en el Distrito Federal desde 1885 hasta 1905. México, Tipografía José del Rivero, sucesor y Andrés Botas editor, respectivamente. Tomos I y II. 73 José de Jesús Núñez y Domínguez: Historia y tauromaquia mexicanas. México, Ediciones Botas, 1944. 270 pp., ils., fots. 74 El Noticioso (1894), El Monosabio (1887), El Correo de los toros (1887), El toreo ilustrado (1895), El Universal Taurino (1925), El Eco Taurino (1936), Revista de Revistas (1930-1940), La Lidia (1942) y La Fiesta (1946), entre otros.
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otros bovinos. Y en ocasiones, cuando el insubordinado era bravío y se enfurecía corneando, el muchachuelo echaba mano “a la cobija” que llevaba en la silla de montar mexicana -la llamada “silla vaquera”- y entreteníase en torear, hasta que el insurrecto novillo ya cansado huía hacia donde estaba la piara, o hasta cuando el Señor Don Guadalupe -”mi señor padre”, según respetuosamente nombraba el adolescente al caporal- llegaba a interrumpir la diversión, regañando aunque no acremente, porque al señor caporal no le disgustaba lo que hacía el hijo . Solamente por no aparecer consentidor lo reprendía y quitaba del solar EL AMO tuvo aviso de las travesuras tauromáquicas, pero al chisme “puse oídos de mercarder”. Concedió perdón al acusado, en gracia a la valentía y habilidad que mostraba en los herraderos” -Don Rafael Barbabosa senior, progenitor de los actuales propietarios de la finca rústica Atenco, era un apasionado de las destrezas campiranas y un buen aficionado a las corridas de toros, por lo mismo simpatizador con “charros” y toreros-. Lejos de poner cortapisas a los ejercicios furtivos, tuvo predilección para emplearlo en las faenas con el ganado bravío. Llevó la indulgencia hasta comprar un traje de torero, un capote de los adecuados para torear, una muleta para lo mismo y un estoque. Todo ese tauromáquico equipo a finalidad de que el jovencico se disfrazara de torero en ocasión de los “herraderos” y fuese improvisado “AS” taurino ante los amigos, invitados a los divertimentos promovidos por la ganadera tarea. Así fue la manera como el jovencico vistió el “traje de luces” por primera vez. Los concurrentes aristocráticos presenciales de los “herraderos” fueron los primeros públicos voceros de la destreza y del valor que ostentaba. 75
La mayoría de los libros que dedican a Ponciano Díaz una semblanza -mayor o menorcitan el año de nacimiento de 1858. En la búsqueda inútil de su fe de bautizo, tanto en la parroquia de Santiago Tianguistenco, Méx.; así como la de Calimaya, Méx.; y de San Antonio la Isla, Méx., fue necesario continuar la investigación en la ciudad de México. El acta de defunción expedida por el registro civil, no se localizó (aunque el registro del Panteón del Tepeyac posee evidencia de ello). Por su parte, el Ing. Isaac Velázquez encontró en la Parroquia de San José y de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús, sita en Ayuntamiento y Dolores un importante documento en el Vol. 24 de Defunciones, partida 178, f. 134v., que a la letra dice: Partida 178. Ponciano Díaz. Don Ponciano Díaz, soltero de 43 años de edad, hijo legítimo de Don José Guadalupe Díaz y de Doña María de Jesús Salinas falleció en el seno de nuestra santa madre la iglesia el día 15 de abril de 1889 (sic) [1899] en la plaza de toros de Bucareli.
Así las cosas, al confrontar en el panteón del Tepeyac la tumba del torero y el dato ya señalado se puede concluir que las fechas: 19-11-56 15-04-99 son las correctas para el nacimiento y muerte respectivamente. A todo esto, es que no se ha descubierto una maravilla pero sin embargo, se ponen en claro dos años que en cierto modo se le restaron a Ponciano, desde viejas publicaciones como LA MULETA, o la biografía publicada por Domingo Ibarra, 76 entre otros.
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Carlos Cuesta Baquero. Trabajos Inéditos. (1920-1945. Obra mecanuscrita). Véase Apéndice Nº 4. Domingo Ibarra: Historia del toreo en México que contiene: El primitivo origen de las lides de toros, reminiscencias desde que en México se levantó el primer redondel, fiasco que hizo el torero español Luis Mazzantini, recuerdos de Bernardo Gaviño y reseña de las corridas habidas en las nuevas plazas de San Rafael, del Paseo y de Colón, en el mes de abril de 1887. Por (...). México. Imprenta de J. Reyes Velasco. 128 pp., retrs. 76
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Ponciano Díaz fallece víctima de cirrosis hepática. Por la supuesta edad de 41 años (si es que se hubiera seguido la fecha de nacimiento de 1858), nos parecía un paciente joven, por lo que era conveniente poner en el tapete de las discusiones la mayor precisión posible a esta aventura de hacerle una nueva biografía. En 1856 la hacienda de Atenco estaba sujeta todavía al condado de Santiago de Calimaya que concluyó en 1879. Durante ese tiempo debieron conocer perfectamente al futuro primer diestro de alcances universales el último conde don José Juan Cervantes y Michaus, fallecido en la ciudad de México el 20 de octubre de 1874 y don Ignacio Cervantes Ayestarán. Este último vendió a don Rafael Barbabosa y Arzate (con intermediación de las Señoras Religiosas Doña María de Jesús Bastida, Doña Refugio Vázquez, Doña Cecilia Esnaurrizar y Doña María de Jesús Santa, de las cuales el señor Don José Juan Cervantes era deudor) de la hacienda y ganados de Atenco en 1879.77 Con anterioridad poseía el Sr. Barbabosa las haciendas de Santín y San Diego de los Padres. 78 Ponciano Díaz presenció en muchas ocasiones las labores de apartar corridas, y para marcar los toros con el hierro y toreando en estas ocasiones tuvo para sí, la enseñanza rudimentaria, la elemental del toreo. Las gracias del muchacho cayeron bien al propietario de la ganadería, el Sr. D. Rafael Barbabosa, y por lo mismo en vez de regaños y obstruccionismo tuvieron plácemes y facilidades, pues el citado ganadero obsequió a Ponciano un traje de luces para que se engalanara cuando hubiera concurrencia a los tentaderos 79 77
Títulos de un crédito por $12,000 a favor del Sr. D. Mariano Ylzarbe, y a cargo del Sr. D. Rafael Barbabosa, con hipoteca de las Haciendas de Atenco y anexas, 1876. 11 f. Cláusula Nº. 8. A la perfecta seguridad del pago de los doce mil pesos, sus réditos y demás obligaciones que enumeran de la presente escritura, el Señor Cervantes Ayestarán además de la obligación general de todos sus bienes presentes y futuros grava y sujeta con expresa, especial y señalada hipoteca la Hacienda de su propiedad llamada de Atenco y sus anexas la Vaquería, Santiaguito, San Agustín, Zazacoala y Tepemajalco, sitas en el Distrito de Tenango del Valle del Estado de México con cuanto de hecho y por derecho les toca y pertenece, siendo sus linderos como siguen: Hacienda de Atenco=Al norte, tierras del pueblo de San Pedro Tlaltizapan, rancho de San Nicolás y tierras de la Hacienda de Atizapan; al Poniente, pueblos de Chapultepec, Concepción, San Antonio la Ysla, Tepemajalco y San Lucas; al Sur tierras de los dos últimos pueblos nombrados, hacienda de San Diego y laguna de Almoloya; y al Oriente, tierras del pueblo de Santa Cruz y la expresada laguna=La vaquería al Poniente, tierras de Santa María de la Asunción; al Sur, tierras de Santiaguito y San Juan la Ysla; al Oriente, la laguna de Almoloya, y al Norte, tierras del pueblo de Santa María y Hacienda de San Diego=Santiaguito al Poniente, pueblo de este mismo nombre; al Sur, tierras de los de Tenango y San Joaquín; al Oriente la Laguna de Almoloya, y al Norte la Vaquería y pueblo de San Juan la Ysla=San Agustín, al Norte camino que va para la hacienda del veladero y tierras del pueblo de Tenango al Poniente, hacienda de Guadalupe y rancho colorado; al Sur, pueblo de San Francisco Tetetla y hacienda de Guadalupe, y al Oriente, pueblo de Santiaguito=Zazacoala al Sur, tierras del pueblo de la Concepción; al Norte y Poniente, pueblo de Chapultepec, y al Oriente, cercado de Atenco=Tepemajalco, al Norte y poniente, tierras del pueblo de San Antonio la Ysla, al Sur, las mismas tierras y Hacienda de San Diego, y al Oriente, Cercado de Atenco. Además: Testimonio de la escritura de donación otorgada por la Señora Religiosa exclaustrada de la extinguida Comunidad de la Encarnación Refugio de San Ygnacio Vázquez á favor de la Señorita María de Jesús Vázquez. 1881. 8 f. Por escritura otorgada ante mi, el cuatro de mayo último, por la señora doña Vicenta Pliego viuda y heredera del señor don Mariano Ylzarbe, á favor de los señores Rafael Barbabosa Sucesores, dueños actuales de la hacienda de Atenco y sus anexas, quedó cancelada la escritura de que son testimonio estas fojas. Con fe. Toluca, julio nueve de mil novecientos diecisiete. Jesús M. Hernández, Notario Público. 78 Horta: Ponciano Díaz..., op. cit., p. 20. 79 Cuesta Baquero: op. cit., T. II., p. 213.
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como ya vimos párrafos atrás. El gesto valiente de los hombres de campo, de campo bravo, donde se respira un ambiente grave, de seriedad, sirvió para el desenvolvimiento pedagógico del niño quien, forzado por las arriesgadas expresiones de su padre, comenzó a dominar las tareas destinadas a su edad. Ya, a los seis años, acompañaba al “Caudillo” en las faenas vaqueriles por la hacienda de San Gaspar, vecina de Metepec, Méx. Sus estudios los hizo en las escuelas de don Mariano Urrieste y de don Eulalio Serrano en Santiago Tianguistenco, Méx. Pero en edad de ir a la escuela por primera vez, Ponciano no mostró un interés profundo por los estudios, o al menos eso se deduce puesto que tuvo gran predilección por las manganas, crinolinas y demás destrezas del charro mexicano. Además, el hecho de desarrollarse en un taller de sastrería le permite años más tarde bordar su propia ropa de torear. PRIMEROS PASOS Ponciano Díaz Salinas es la resultante de una amplia línea de toreros que oscilaron en trayectorias diversas a partir del último tercio del un siglo tan notable como el XIX en nuestra patria. Le precedieron en dicho quehacer toreros como José María Vázquez, Pablo Mendoza, Toribio Peralta “La Galuza”, Jesús Villegas “El Catrín” (quien había toreado en España de 1857 a 1860). Desde 1818 los hermanos Luis, José María y Sóstenes Avila. Pero particularmente de Bernardo Gaviño maestro de varias generaciones quien, español de origen, fue poseedor de la dictadura taurina más prolongada de que se tenga memoria, al menos en nuestro país. Dictadura en la que él se proclamaba el amo, el único, el mejor, cosas que consiguió imponiendo condiciones, toreros acompañantes (¿comparsas, acaso?) pero lo principal, toreando durante 51 años, con algunos paréntesis en los que se consideran sus cortos viajes a Montevideo, Perú y la Habana, 80 donde firmó contratos y actuó en consecuencia. A su vez, estos discípulos fueron maestros del queretano Lino Zamora y del guanajuatense Abraham Parra, del poblano Ignacio Gadea, del toluqueño José María Hernández, de los potosinos Juan Núñez y Francisco Vela y de otros más. Y estos aleccionaron a Rafael Corona “El Moreliano”, a Felicitos Mejías “El Veracruzano”, a PONCIANO DÍAZ, quien directamente no fue discípulo de Gaviño sino de José María Hernández “El Toluqueño”. De ese modo, quedó extendida permanentemente en toda la república la escuela de tauromaquia española, que tuvo en Gaviño al maestro “primordial”. Así, el “nacionalismo taurino” tuvo en todos estos diestros, señores feudales en su mayoría, cimiento del panorama que recogerá Ponciano como heredero culminante de dicha etapa nacida con los Avila, el “Sordo” Cevallos, mantenida por Gaviño y sus alumnos y depositada en Díaz, con la que alcanzó esplendor y decadencia. Ponciano, bajo la égida de los Hernández (Tomás, José María y Felipe) no descuidó el ser caballista “charro”, del que ya comenzaba a sobresalir notablemente. Siempre que hubo oportunidad exhibía en público sus adelantos entre los cuales “banderillear a caballo” se convirtió en su tarjeta de presentación. Banderillando a pie no tuvo la suerte extraordinaria de como lo hacía desde el caballo. Con esto Ponciano se había ganado muchos partidarios, 80
María y Campos: Ponciano Díaz el..., op. cit., p. 49. En Benjamín Flores Hernández: La ciudad y la fiesta. Los primeros tres siglos y medio de tauromaquia en México, 1526-1867. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1976. (Colección Regiones de México)., p. 93: Seguramente, durante aquellos lustros centrales del siglo pasado salió con frecuencia Gaviño del país y actuó en algunas otras naciones de la América española; cuando menos, a lo que se sabe, sus viajes a Cuba para torear debieron ser relativamente frecuente, y también hay noticias suyas por 1871, en las plazas peruanas de Lima y Callao.
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por lo que iba en camino del auge. La facilidad para estoquear y el lance de “banderillear a caballo” fueron los peldaños para ascender a la cúspide del cariño de los taurinos. Ponciano no parecía haber sido un campesino porque desarrollaba lo que actores teatrales nombran “escenario”, porque sabía dirigir la palabra a los concurrentes, indicándoles las dificultades que ofrecían los toros para realizar las “suertes”. Así, explicaba por qué no podía hacer bien el lance o el por qué no lo hacía con aquel toro, prometiendo hacerlo con el siguiente o algún otro que tuviera las condiciones requeridas. Esa costumbre llegó a traerle cierta familiarización con el público y a su vez también el público se acostumbró a dirigirle la voz y decirle lo que deseaba hiciera. Así fue estableciéndose una corriente de simpatía, de cariño entre el espada y los concurrentes. De ahí que el tributo popular y exaltación de ¡ORA PONCIANO! surgiera tan espontáneo en cuanta plaza iba actuando el diestro de Atenco, granjeándose buen contingente de partidarios. Ponciano comenzó a ejercer una influencia decisiva a poco más de dos lustros de haberse suprimido las corridas de toros en el Distrito Federal, precisamente en el año 1876, mi smo momento en que Porfirio Díaz encabeza el “Plan de Tuxtepec”. La situación llegó a tal extremo que Lino Zamora, José María Hernández y otros diestros renombrados peleaban por quedárselo e integrarlo a sus cuadrillas. Lino Zamora trató De llevárselo a su lado. Pero el matador Hernández Se anticipó a contratarlo.
Accede, sí, como ya vimos a unirse con los hermanos José María y Felipe Hernández, hijos de don Tomás “El Brujo”, compañero de jornadas camperas de “El Caudillo”. Por cierto, José María Hernández “El Toluqueño” fue segundo espada de Manuel Hermosilla quien toreó en Veracruz, allá por 1869. Los conocimientos asimilados por Hernández fueron o debieron ser transmitidos en consecuencia a Díaz Salinas quien tuvo en sus manos nociones claras, importantes y definidas de la tauromaquia. Bernardo Gaviño, a los 66 años de edad, todavía en activo (nace en Cádiz el año de 1813) es quien le abre las puertas al torero con bigotes y fue en Puebla, la tarde del 13 de abril de 1879, cuando le permite actuar como “Capitán de Gladiadores”. Recibió en esa ocasión una alternativa apócrifa de manos del gaditano que jamás se doctoró, la cual perdió vigencia por razones de que no se estilaba esa costumbre. 81 José Francisco Coello Ugalde: “BERNARDO GAVIÑO Y RUEDA: ESPAÑOL QUE EN MÉXICO HIZO DEL TOREO UNA EXPRESIÓN MESTIZA DURANTE EL SIGLO XIX” (1996-1998). (trabajo inédito). Y vuelvo de nuevo a la sabia visión de Roque Solares Tacubac que nos relata en detalle los acontecimientos de esa traída y llevada alternativa. Ya sabemos que Ponciano Díaz se presentó como único espada en Puebla, la tarde del 13 de abril. Ahora bien, y aquí la cita de Cuesta Baquero: “Hay algunos aficionados antiguos y todos los modernos, que suponen y dicen que Ponciano fue discípulo de Gaviño y que de sus manos tomó “alternativa”, en la mencionada fecha. “El periódico tauromáquico “LA MULETA”, publicado ocho años después, también así lo afirma. Y el escritor español José Sánchez de Neira en la segunda edición de su libro titulado Diccionario de Tauromaquia, da igual fecha; pero diciendo ambiguamente “Se presentó como jefe de cuadrilla”, no afirmando haya recibido “alternativa”. El escritor español copió la fecha, ya tantas ocasiones citada, del periódico “La Muleta”, publicado en 1887, siendo el libro de Sánchez de Neira publicado -en la edición mencionada- en el año de 1896 o sea nueve años después que el periódico. “Puedo asegurar que no hubo tal “alternativa”. Puedo afirmar que Ponciano no recibió de parte del Patriarca Gaviño esa autorización tauromáquica. Puedo asegurar que no hubo tal “espaldarazo” para “armarle caballero 81
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¿Y qué hay en torno a todo esto? Un periódico de la época LA MULETA (no se menciona número ni fecha) afirma el acontecimiento, pero otros sectores lo niegan. Aseveran que Ponciano fue inconsecuente a Gaviño porque sin su consentimiento hízose matador de toros, aprovechándose de la enemistad que con el espada español tenía D. Manuel Aspiróz, Jefe Político de Puebla. Y mientras Gaviño actuaba en plan retador en una plaza construida si no ex profeso sí, como paralelo escenario, Ponciano lo hacía en el “Paseo Nuevo”, menospreciando antigüedad y quizá favores. tauromáquico”. He preocupádome por averiguar tal hecho. No he conseguido un cartel de aquella corrida sino solamente de las que hubo en fechas cercanas, pero ya posteriores (algunos carteles correspondientes a corridas efectuadas en el mes de mayo. Anunciando al “VALIENTE ESPADA PONCIANO DÍAZ, que además de estoquear BANDERILLARA A CABALLO. “TOROS DE ATENCO” EN LA ÚLTIMA PARTIDA DE TREINTA QUE FUE ENVIADA A ESTA CIUDAD”). “Pero, desde hace años cuando di comienzo a tal investigación procuré platicar con aficionados poblanos, que en aquella época hayan asistido asiduamente a las corridas y por lo mismo hayan presenciado la que hubo en la indicada fecha. Corrida que por la novedad que ofrecía, ha de haber resultado un suceso taurino. Además, que tales aficionados hayan sido sabedores, conscientes, de lo que es el “dar la alternativa”. “Entre las personas que tenían estos requisitos estuvo el Señor Don Juan Trasloheros, años después radicado en la ciudad de México. Siendo primeramente empleado de categoría en la sedería “EL PAJE” y después estableciéndose con una fábrica de sombreros de paja “Jollinver y Cía” establecida en la tercera o cuarta de las calles de “Cuauthemozin”. “El referido señor Trasloheros comentó a Cuesta Baquero lo siguiente: “El viejo Don Bernardo Gaviño no dio “la alternativa a Ponciano”. Eso son visiones, cuentos después forjados. Cuando Don Bernardo supo que Ponciano iba a torear en Puebla, expresó que lo conocía por haberlo visto en Atenco, en ocasiones cuando había ido a comprar toros. Es un muchacho valiente y como joven ha de estar ágil”. Esa fue la opinión que dio el TATA, según llamaban a Gaviño los toreros que formaban su cuadrilla. Pero fue lo único que Gaviño hizo en relación con Ponciano. Y el testimonio del Señor Trasloheros tiene gran valimiento porque llevó amistad con Gaviño y sus familiares, concurriendo en compañía de ellos a las corridas. “EN LA REPÚBLICA MEXICANA, A PONCIANO DÍAZ NADIE LE DIO “ALTERNATIVA”. En aquellas épocas el ceremonial para el oficio de torero no tenía la seriedad y rigidez ahora acostumbradas. Ningún espada alegaba derechos de “antigüedad”, por ser más anterior que otros estoqueando toros. Cuando dos “ASES” estaban reunidos en una corrida, si era la primera vez que eso acontecía el “AS” feudal cualquiera que fuese la fecha que tenía de ser matador de toros, cedía el primero al “AS” forastero. Pero, en las siguientes corridas, el “AS” feudal ya recobraba su puesto de primer espada, estoqueando antes que el otro. O dejaba que éste en algunas ocasiones lo hiciera antes que él, si así convenía a los dos. No había el rigorismo de la “antigüedad”. Por consiguiente no existía el acto de la “alternativa”. “Por la carencia de esa pauta para normar el orden en que habían de estoquear, en ocasiones los “ASES” tenían discusiones y aún forcejeos pretendiendo arrebatarse muleta y estoque, porque uno iba a estoquear al toro que el otro deseaba. Cuando Gaviño era el acompañante de algún “AS”, el Patriarca tomaba para él, los dos o tres primeros toros y dejaba al acompañante los restantes, uno o dos porque ya dije que las corridas eran solamente de cuatro o cinco toros, no de seis como después y actualmente lo son”. Hasta aquí el autor. Gaviño con todo un prestigio a cuestas tuvo las garantías de convertirse en “maestro” y, sin haber obtenido el ascenso correspondiente en la España que deja a temprana edad, pudo lograr en nuestro país el valor que lo señalaba como indicado para proveer a Ponciano de una “alternativa” que, concedida o no para los registros taurinos, era una señal de estatura que se incluye en el largo “curriculum vitae” que acumuló en 51 años de actividad taurómaca. De siempre han existido personajes que, sin haber cursado estudios superiores cuentan con una amplia cultura que ostentan orgullosos. Por eso, el caso específico del torero de Puerto Real viene a unirse a esta larga lista de quienes se han formado de manera “lírica”. En el año de 1881 vino a México el diestro español Andrés Fontela a quien Gaviño concedió alternativa que no sirvió de mucho, a pesar de que el torero visitante se anunciara como “Espada en la renombrada plaza de toros de Madrid”. El propio Ponciano condescendiendo a Gaviño (las malas mañas también se aprenden) envío partidarios a las plazas donde actuaba el propio Fontela, haciéndola la vida pesada.
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Si estas rencillas fueron causa de la emancipación artística de Ponciano también fueron iniciación de popularidad, que el espada per accidens procuró justificar estando valeroso ante los toros y complaciente para con los noveleros aficionados que desertaron de las filas gaviñistas.82
Por lo que se verá más adelante, la inyección didáctica poco le sirvió a Ponciano quien tuvo buenos modelos, y de aquí es que su toreo se resiente de varios defectos. Su mano izquierda está todavía poco diestra, y esto naturalmente hace palidecer su faena a la hora suprema y sus grandes estocadas. Sus facultades le ayudaron mucho y hasta la víspera de su viaje a España, fue dado a matar por lo alto, y su vista, su pulso y su valor, hicieron que pinchara muy poco o propinando estocadas hondas. En la suerte de banderillas a caballo Ponciano Díaz no tuvo rival: charro consumado que se sentó en el caballo con notoria elegancia y firmeza; diestro y muchísimo para colear y lazar; fue en estos juegos el tipo del verdadero jinete mexicano. Respecto a aquella “didáctica”, Carlos Cuesta Baquero nos dice: Tanto mas cuanto que Ponciano tuvo dos épocas en su carrera de torero y cambió detalles de su estilo -no su escuela- de torear para adaptarse a la evolución que se verificaba en el público y por lo mismo no debe estudiársele sino cuando ya completamente estable y cuajado, la gran popularidad que tenía le hizo ser rival del diestro de Elgoibar y enfrentarse con él (aunque fuera de los redondeles). Desgraciadamente de esa rivalidad nació la PATRIOTERÍA, ese extravío del patriotismo que tanto perjudicó a la Tauromaquia y a los mismos toreros mexicanos a quienes engañaba, haciéndoles creer que eran perfectos, intachables, artísticamente, y superiores a los toreros españoles de quienes debían ser maestro pero no discípulos. 83 82
Cuesta: Historia de la..., op. cit., T. II, p. 214. Op. cit., T. I., p. 123. Además, dice el propio Cuesta Baquero lo siguiente: Uno de los peldaños que Ponciano tuvo para llegar a la cima de la admiración de los aficionados, fue el lance de “banderillear a caballo”. Hay que expresar algo acerca de ese lance, que puede ser considerado netamente mexicano, quedando por ende legítimamente clasificado en “nuestro nacionalismo taurino” Esa suerte tauromáquica tiene su nacimiento hacia la mitad del siglo pasado -hacia el año de 1850- aunque haya aficionados y escritores hispanos que la remonten a más atrás, pero sin dar comprobación de su aserto. Algunos de tales escritores hispanos la atribuyen a fines del siglo antepasado y le dan por autor a un indígena peruano, pero vuelvo a decir que no tiene comprobación de su afirmación. Por lo tanto, derecho tenemos a decir que es lance taurino netamente mexicano, ya que nosotros si podemos fijar exactamente quien fue el invento y en cual fecha. El inventor fue el espada IGNACIO GADEA. La fecha, la antes mencionada, aproximadamente por el año 1850. Gadea era nativo de la ciudad de Puebla. Excelente caballista, ideó el banderillear desde el caballo, ofreciendo tal modo como una novedad. Primeramente comenzó a poner una banderilla o las dos, pero empuñándolas reunidas en la mano derecha o en la izquierda. Aconteció con el lance de “banderillear a caballo”, igual que había sucedido con el banderillear a pie. En el lance de “banderillear a caballo”, Gadea hizo lo mismo: Primeramente banderilleaba usando de una sola mano. Después, ya ideó hacerlo simultáneamente con las dos, aumentando así la vistosidad, dificultad y riesgo del lance. Dificultad y riesgos tan marcados, que aún actualmente no hay muchos caballistas que practiquen el lance, usando de ambas manos. Gadea, en el modo de hacer el lance empleaba tres procedimientos que podían ser titulados: “A la media vuelta”, “Cuarteando”, “Sesgando”, ya fuese por “adentro” o sea entre los “tableros” de la barrera y la cabeza del toro, o ya fuese por “afuera” o sea por delante de la cabeza del toro, teniendo el banderillero el terreno de afuera. Tan excelente caballista era Gadea y a tanta seguridad llevó la destreza en ese lance, que discurrió hacerlo sin tener el caballo la silla, sino cabalgando el jinete del modo que nombran “a pelo”. Haciéndolo así, hay que 83
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tener gran habilidad para no ser botado por el caballo, al terminar la suerte, cuando sale velozmente de junto a la cabeza del toro. Muchos años después de la fecha señalada por la de invención de “banderillear a caballo”, tuve oportunidad de mirar a Gadea practicando el lance. El espada ya estaba anciano -tenía setenta y ocho años- y no obstante era sorprendente, maravilloso, emocionante por lo peligroso y por lo estático, el modo con que hacía tal lance. Se comprendía sin dificultad para la concepción mental, porque tal lance fue la base de la celebridad de Gadea. Celebridad que se esparció no solamente en la República, sino igualmente en la Isla de Cuba porque Gadea toreó en la Habana, Cienfuegos, Matanzas y otros sitios cubanos, donde al banderillear a caballo fue intensamente ovacionado. Gadea tuvo en su época y ha tenido en lo posterior muchos copiadores, pero ninguno ha logrado igualarlo. Ponciano fue quien más se le aproximó, quedando casi a su nivel. Digo casi, para significar una pequeña distancia, un algo indescriptible pero apreciable que había en el lance cuando lo practicaba DON IGNACIO, según respetuosamente le nombraban los toreros. Ponciano al “banderillear a caballo” formaba grupo escultural con el caballo y el toro. Había indiscutiblemente belleza. La natural elegante postura al cabalgar. La innegable destreza que como caballista poseía. El arrojo consciente, fundado en la seguridad para dominar a la cabalgadura y por consiguiente una considerable porción de la dificultad del lance. El conocimiento del grado de acometividad del toro y por ende del sitio y modo que habían de ser elegidos. Todo se aunaba para originar belleza, que motivaba los aplausos. Si Ponciano toreando a pie hubiera tenido las cualidades estéticas que poseéis haciéndolo a caballo, habría sido un RAFAEL MOLINA “LAGARTIJO”, considerado prototipo de belleza tauromáquica. Pero a pesar de no ser la perfección absoluta, pues ya dije que Gadea desarrolla algo indescriptible que no había en ningún otro, el lance de “banderillear a caballo” fue con justificación el peldaño que le sirvió a Ponciano para desde en el comienzo de su carrera colocarse arriba de los ASES sus coetáneos. Puede decirse que ese lance fue un monumento con estatua ecuestre. Ponciano para hacer el lance de “banderillear a caballo” poseía siempre algunos caballos amaestrados. Eran de mediana alzada, pero de “sangre”, por ende perfectamente domados, pero vivaces respondiendo con rápidos movimientos a las indicaciones del jinete, manejando las bridas, hincando la espuela. Eran siempre de color oscuro, muy frecuentemente colorados obscuros, lo que nombran retintos o colorados más claro, lo que titulan los “charros” sangre linda. Preciosos ejemplares del “caballo mexicano” eran los que poseía y los presentaba con orgullo. Los cuidaba escrupulosamente y siempre viajaba alguno de tales caballos con él. En las primeras épocas de torero, cuando aún no había ferrocarriles para todas las regiones del país, le servían para trasladarse de una a otra ciudad. Y en épocas posteriores los llevaba en el carro destinado a tal finalidad. En rara ocasión hacía el lance empleando un caballo que le fuese desconocido, que se lo hubieran ofertado en la misma plaza de toros. Cuando tenían tal pretensión se rehusaba. Y preguntándole porqué, contestaba francamente: “Porque el cuidar al caballo, evitará que yo me cuide. Resultado que arriesgaré llevarme la cornada y además que el lance no sea lucidamente satisfactorio”. Para hacer el lance, vestía un traje mixto de torero y de “charro”, reunión que no resultaba desagradable, sino vistosa, atractiva. Conservaba la chaquetilla (ahora más pulidamente la nombran “casaquilla”, aunque de tal no tiene forma) y el chaleco, la corbata y la faja. Poníase el pantalón de “charro”, hecho en casimir negro y llevando a los lados el adorno de la botonadura de rodajas de plata, enlazadas con cadenillas. Cambiaba las zapatillas por los zapatos de color negro o amarillo, con tacón apropiado para sostener la espuela. Tocábase con el sombrero de forma “charra”, de color adecuado, según el color del traje torero, obscuro si el traje era de color fuerte, claro si el traje era de semi-color. Practicaba el lance, por los mismos procedimientos que Gadea: A la media vuelta, cuarteando y sesgando. En ocasiones, alguno de los “peones”, ya bien aleccionado, colocaba en “suerte” al toro, pero bastantes veces él mismo se cuidaba de hacerlo. Hasta en los detalles, daba a comprender que conocía el lance al “dedillo” o sea minuciosamente. Emotivos y de belleza eran todos los momentos de la “suerte”, pero sobresaliendo cuando al llegar a la “jurisdicción” del toro, dejaba flojas las bridas sobre el cuello del caballo, Inclinaba el busto, extendía los brazos juntas las manos, para clavar las banderillas en el sitio debido, en el morrillo, cercanamente al sitio que nombran las “péndolas”. El caballo por instinto de no ser herido y también aguijoneado por la espuela, salía violentamente del “centro de la suerte” y a pesar del brusco movimiento Ponciano permanecía adherido a la cabalgadura, parecía un centauro. A Poca distancia el caballo de modo súbito se detenía, porque Ponciano ya erguido había usado de las bridas mandando que el caballo hiciera el movimiento que unos “charros” nombran “rayar” y otros “sentarse”; y de ambas maneras esta gráficamente
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Al considerársele un auténtico “centauro” puedo manifestar que en Ponciano Díaz Salinas se concentró la summa de experiencias aprendidas y acumuladas en el campo, que se encargó de llevar hasta la plaza de toros, lugar donde la afición comprendió la grandeza de un ejercicio que ya no sólo sería de las haciendas. Estas, con su rostro cotidiano se proyectaron en los ruedos. Junto a Bernardo Gaviño se presentan en nuestro país y, de manera escalonada, toreros españoles entre los cuales se encuentran: -José Sánchez, Antonio Duarte “Cúchares” y Francisco Torregosa (1851). -José Ma. Ponce y Manuel Hermosilla de 1869 a 1871. -Pedro Fernández Valdemoro y Francisco Gómez “El Chiclanero”, 1875. -Antonio Díaz “Lavi”, 1881. -Francisco Jiménez “Rebujina”, Juan Moreno “El Americano” y Andrés Fontela, 1883. -José Machío, 1885. -Luis Mazzantini, 1887. -Fernando Gómez “El Gallo”, 1887.84 Para 1884 llega la primer cuadrilla española completa que formaban: Gabriel López “Mateíto” (1er. espada) y de banderilleros: Ramón López, José Pérez “Califa”, Rafael Rodríguez “Faíllo”, y como picadores figuraban José Rodríguez “El Nene” y Manuel Rodríguez “Cantares”.85 No olvidemos tampoco la cuadrilla completa de Diego Prieto “Cuatro Dedos”. Todos ellos hacen la América con mejor o peor suerte. Ya muerto el gaditano llega a nuestras tierras Luis Mazzantini quien, con algunos de los toreros citados hace un momento, se encargan de la depuración artística, de tecnicismo y de estética, presente en aquellos momentos en España. Los partidarios del toreo anticuado estaban aferrados al terreno que sentían conquistado, por lo que se oponían tenazmente a la evolución. Que el arte de torear como en todas las artes tenía que enraizar lentamente, conquistándose de modo paulatino la vida. 86
De ese modo puede tomarse en consideración muy especial a Ramón López, “Bienvenida”, Diego Prieto. “Ojitos” más tarde. Ponciano es (un) torero excesivamente joven, con mediana estatura, delgado y por ende esbelto y airoso, rápido en los movimientos y ademanes, de fisonomía con expresión alegre, inteligente y franca, mirada vivaz y escaso bigote, casi imperceptible bozo. Vestía con el traje peculiar del charro descrito, porque tal hace el caballo, raya con las patas traseras dejando en el suelo dos líneas y coloca la grupa, el mástil de la cola sobre el suelo, parece que se sienta. En la coordinación de todos los “tiempos” del lance: Justeza para hacer partir al caballo, hacerlo “arrancar” desde sitio adecuado. Llegar hasta la “jurisdicción” del toro. Acercar al caballo lo justamente necesario para “balonearse” según dicen los “charros” y clavar las banderillas. Aguijonear a caballo, indicándole la rapidez de la salida. Luego, súbitamente detenerlo, a poca distancia o sea la completa terminación del lance, en toda la coordinación de tales “tiempos” radica la destreza, la maestría. En la “difícil facilidad” para obtener tal coordinación de manera elegante, artística está la belleza. Así lo hacía Ponciano y por eso era estético al “banderillear a caballo”. 84 Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España. 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots. T. I., pp. 137 a 186. 85 Cervantes y de los Ríos: Diez lustros de..., op. cit., p. 13-14. 86 Cuesta Baquero: Historia de la tauromaquia en..., op. cit., T. I., p. 179.
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mexicano, chaqueta de astrakán con alamares de seda; no gastaba chaleco, pero lucía encarrujada camisa, banda de seda negra, pantalones ajustados a los muslos y piernas y al empeine con cadenillas; corbata de color claro, anudada en amplio lazo y zapatones de color amarillo, de pie de gamuza. Aquella figurilla ofrecía ductilidad y hacía contraste con la de mi amigo -apunta Roque Solares Tacubac- el torero potosino Pedro Nolasco Acosta ya hombre en plena edad, alto, robusto, corpulento, vistiendo traje mixto de charro y currutaco... 87
Al correr del tiempo las actuaciones del diestro mexicano aumentan en la mayor parte del territorio, sobre todo del periodo 1880-1886. Por ese entonces deambulaba a diestra y siniestra un espectáculo salpicado de toreros viejos, advenedizos, gordos, bigotones, mal vestidos, sin ningún mérito, el cual demostraban con la gracia de un saltimbanqui, con disparatados duelos y enfrentamientos y hasta innovaciones como la mamola, el salto con una o dos garrochas, los esqueletos toreros, etc.; amen de otros factores constituidos por rarezas taurómacas que, a pesar de todo se festejaban ampliamente. Una muestra más de símbolos, iconos o prototipos surgidos en el interior del país va a ser la de los “toreros feudales” que gozaban de estimación, popularidad e idolatría en la “patria chica”. Se conformaban con aquella exigua nombradía y no intentaban acrecentarla, sintiendo temor de exhibir su modo de torear ante públicos extraños y lejanos. Por tal causa el toreo mexicano estaba dividido regionalmente, teniendo en cada rumbo a su “capitán” que casi siempre no era amigo, ni siquiera conocido de los otros que actuaban en la vecindad estatal. En su oportunidad veremos que Ponciano Díaz se va a encargar de romper con ese viejo sistema actuando en cuanta plaza es contratado y además, siendo solicitado por más de alguno de dichos “señores” para incorporarse en su cuadrilla. Entre aquel ambiente hay una cosa que viene realizando Ponciano en medio de los contrastes que generaba el “amanecer taurómaco” de la reconquista española. En 1886 ensayaba estoquear por lo alto, aunque rematara permanentemente a sus enemigos con sus célebres “mete y saca” que tanto agradaban a sus partidarios. Sin embargo, buscaba convivir con el toreo español, condescender a regañadientes y no verse afectado en sus esquemas tradicionales o convencionales. Así, el 18 de noviembre de 1886 torea en la plaza de EL HUISACHAL que se llenó hasta la bandera, en medio de un entusiasmo frenético a base de dianas, flores, bandas, coronas, que formaron la ovación tributada a Ponciano durante el paseíllo. Se lidiaron cuatro toros de Parangueo y en el quinto del festejo se celebró una pantomima titulada “Una fiesta en Ixtacalco”. Las publicaciones periódicas prodigaban por ese entonces -y así pudiera creerse- un favoritismo hacia esa semblanza del espectáculo taurino dominante, o en su defecto fueron ajenas ante aquel mecanismo de círculo vicioso por entonces presente. Y más que nada podríamos convencernos-, fueron ajenas puesto que no prestaban atención profunda y analítica o esta era meramente circunstancial. El Arte de la Lidia (1884) hacía su aparición de forma solitaria, informando por entonces con los resultados de provincia a aficionados de esos lares; y a los capitalinos quienes tuvieron que sujetarse además, a diversos periodos de prohibición. Luego, aquella “fiesta” encontró corrientes favorables en cuanto se reinició la actividad taurina -a partir de 1887- puesto que circularon ejemplares y títulos taurinos en forma y tuvieron fuerza las voces de aquellos aficionados en base a disposiciones renovadas, novedosas como aquellas surgidas de las exposiciones de José Sánchez de Neira, un modelo a seguir por buena parte de la prensa aleccionada al nuevo amanecer taurómaco. 87
Horta: Ponciano Díaz..., op. cit., p. 70.
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Ponciano adquirió una escuela de la que luego fue gran dominador, entiéndase en el toreo de a caballo; o mejor dicho, como ejecutante de las banderillas a caballo. El buen amigo Sr. Pedro Ortega PEDROTE me comentó lo siguiente: -Que un señor “francés” de apellido Ducoix (sic) -en realidad es don Arturo Ducoy- enseñó a Ponciano Díaz los secretos del toreo a caballo (incluido el de poner banderillas bajo el estilo que adoptó) en la ganadería de San Juan Pan de Arriba (hoy Santacilia, ubicada en el Municipio de San Diego de la Unión, Gto). Quien más influyó en tal circunstancia fue Ignacio Gadea, nacido en Guadalajara en 1820, pero radicado en Puebla desde muy temprana edad. Aunque la suerte de clavar banderillas a caballo se remonta a tiempos del virrey Iturrigaray (1803-1806) en que un criado suyo, apellidado Aguilera dominaba magníficamente aquel trance en el campo. 88 Gadea es conocido públicamente a partir de 1853 y hasta 1888 último año del que se tiene noticia de su actividad taurómaca, por lo cual se puede considerar como el flujo conductor y Ponciano el receptor.89 Por lo que a Arcadio Reyes se refiere, es el continuador de la suerte de “banderillear a caballo”, dándola a conocer a los aficionados peruanos (cuando acompañó a Diego Prieto “Cuatro Dedos” en una gira por el país hermano). La causa de ello es que, siendo “El Zarco” -que así le decían a Arcadio Reyes- picador de toros, no fue autorizada en Perú la suerte de varas y Arcadio Reyes se presentó con la de banderillear a caballo conquistando así aplausos y contratas.90 En términos generales, estos son las señales de sus primeros pasos. Ahora bien, pensará el lector que el tema siguiente hace olvidarnos de cosas tan importantes como un sinnúmero de actuaciones por parte de nuestro personaje, en la plaza El Huisachal, o de la provincia. A continuación hago recuento de algunas de las más sobresalientes. La prohibición de las corridas de toros en Puebla (hacia 1880), no fue perjudicial sino beneficiosa para Ponciano. El nombre que para entonces ya había adquirido causó que se construyera una plaza de toros en el estado de México, exactamente en los límites de este con el Distrito Federal, por lo que la prensa de entonces (1881) decía: “Los concurrentes pueden poner un pie adentro de la plaza de toros y están en el Estado de México. Y el otro pie afuera de la plaza de toros y están en el Distrito Federal”. Para poder llegar a la plaza se construyó una vía férrea para tranvías, que arrastrados por mulillas sirviesen de vehículos de transporte a los concurrentes. Su ruta tocaba puntos como la “Calzada de Chapultepec”, pasando al sur del bosque. Seguía después por “Molino del Rey”, “Lomas de Chapultepec” hasta llegar a la hacienda de “Los Morales”. El destino era la plaza de toros “El Huisachal”, plaza que tomó nombre del sitio de su ubicación. Construida de madera, tuvo capacidad para ocho mil personas. En su construcción era muy semejante a la plaza de toros levantada en Cuautitlán. El estreno se verificó el primero de mayo de 1881. Y lógico, quien la estrenó fue Ponciano Díaz con su cuadrilla, acompañándose de un “medio espada”, Felícitos Mejías “El Veracruzano” con toros de Atenco. Entre los toros fue lidiado el famoso CASQUETE, quien recibió 15 puyazos y su cabeza fue disecada y más tarde incluida en el museo de la “Quinta 88
María y Campos: Ponciano Díaz, el..., op. cit., p. 59. Ibidem., p. 59. 90 “La Fiesta” (Dir. Roque Armando Sosa Ferreyro) Nº 192 del 25 de noviembre de 1948. A propósito, vale la pena comentar que, tanto en LA FIESTA como en LA LIDIA han sido revisados una serie de artículos firmados por el Dr. Carlos Cuesta Baquero “Roque Solares Tacubac”, fundamentales para la elaboración del presente trabajo. 89
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Corona”, propiedad del viejo picador Juan Corona. CASQUETE era un toro negro, pinta poco común entre los atenqueños, puesto que predominaba la castaña. Ocho días después, en la segunda corrida se lidiaron toros de “San Diego de los Padres”, repitiendo Ponciano. En ambas corridas estuvo admirable, estoqueando a la primera estocada. Sin embargo, Enrique Chávarri “Juvenal”, redactor de EL MONITOR REPUBLICANO, y en su sección CHARLA DOMINGUERA, desahogó su encono hacia la tauromaquia, calificando a la fiesta y a los toreros de bárbaros y sanguinarios. Nunca falta un roto para un descosido. Para el resto de 1881 y el nuevo 1882 Ponciano fue el amo, haciendo del “nacionalismo taurino” la mejor expresión de lo que registraba la fiesta en esos momentos. Sin embargo, la formación de grupos de apasionados, más que de aficionados comenzaron a lanzar serias amenazas a los toreros hispanos que actuaron por primera vez en esa plaza, como es el caso de Francisco Jiménez “Rebujina”, acompañado de “Cuquito” y “El Zaragozano”, banderillero y picador respectivamente. Y aunque desempeñaran perfectamente su labor, los gritos de “¡mueran los gachupines!” se escuchaban constantemente. VIAJE A ESPAÑA. Antes de entrar en materia de su viaje y alternativa vale la pena anotar dos nombres, los de Ramón de Rosas Hernández “El Indiano” (torero de fines del siglo XVIII) y de Jesús Villegas “El Catrín” (2º tercio del siglo XIX) que surcan por primera vez el mar océano para asentarse en tierra firme del viejo continente. Aquel, torero mulato de Veracruz; este, seguramente un rico michoacano metido a torero, se convierten -al menos hasta el momento- en los antecesores de Ponciano Díaz en el renglón de la presentación taurina que conquistó el de Atenco en 1889, para consumar un objetivo fundamental: doctorarse en la catedral del toreo. Por otro lado, me ocuparé en algunos párrafos de lo que aconteció antes de que embarcara a España, en unos momentos en que las actuaciones se multiplicaron (véase APÉNDICE Nº 1, donde al menos lo encontramos hasta en 56 distintas tardes durante el año 1889). Por ejemplo el 17 de mayo en la plaza de toros de COLÓN, Ponciano torea junto a Fernando Gómez “El Gallo”, lidiando toros de Cieneguilla y Arandas. “Invitado cortés y honrosamente por el diestro español Fernando Gómez “El Gallito”, para tomar parte en su corrida de gracia, no he vacilado en aceptar, tanto porque así me lo exige la galantería, cuanto para demostrar mi cariño hacia todos, todos, los compañeros de arte, sean de la nacionalidad que fuesen. “En tal virtud, hemos el Sr. Gómez y yo, arreglado una corrida que creemos dejará satisfechas las exigencias de los aficionados. Para corresponder a la invitación que se me ha hecho, cedo los toros, una parte de los individuos que forman mi cuadrilla y mi personal trabajo. “Deseo para el renombrado diestro español Fernando Gómez, todo lo que pueda yo desear para mí”. PONCIANO DÍAZ.
Dice Carlos Cuesta Baquero que “mejor urdida la trama no podía serlo y enmascarábase el fondo de ella el negocio con los antifaces del compañerismo y la cortesía. “¡Y dicen que los toreros no son diplomáticos!” Compañeros de cartel lo eran también: Tomás Parrondo “el Manchado” y Carlos Borrego “Zocato”. “El Gallo” lidió dos toros, lo mismo que Ponciano, en tanto que “el Manchado” y 66
“Zocato” uno cada quien con resultados que en nada se compararon a la expectación y anuncio de la corrida. Sin embargo, hubo dos acontecimientos particularmente importantes. Uno en el que Ponciano Díaz ciñó a “Gallito” con una banda tricolor apenas terminó el paseíllo, en medio de ruidosa ovación. Aquello debe haber significado para los patrioteros la unificación del toreo nacional, de aquel que según ellos había sido invención de Bernardo Gaviño, con el toreo hispano traído por Machío, Mazzantini, el Habanero y demás. El otro, consistió en la primera alternativa concedida a Ponciano Díaz. Y aquí la reseña que nos regala Carlos Cuesta Baquero: Cuando llegó el momento de dar muerte al primer toro, el Gallo armó la muleta y llevándose al espada indígena hasta el centro del redondel, también coram populo hizo la entrega de los trastos de estoquear. Ovación estruendosa y prolongada. Vivas a el Gallo y también algunas impertinencias majaderas de algunos que no consideraron ese acto como reciprocidad de cortesía, sino que diéronle significado de sumisión, de subordinación artística. ¡Qué extraviado andaba entonces el criterio de muchos aficionados! ¡Qué disparates engendraba la patriotería! ¡El Gallo, uno de los más eximios artistas taurómacos, rindiendo pleitesía a Ponciano Díaz!”.91
Ese par de circunstancias marcan con fuego dos aspectos que no pueden quedar sin un comentario. El primero de ellos parece simbolizar la entrega afectuosa de México a España en el terreno taurino, lo cual significaba, en alguna medida, la reconquista española, fomentada por el más importante “rey indígena” que había en esos momentos. Me refiero a Ponciano. En cuanto al segundo aspecto, este le confiere a Ponciano -ahora sí- la oportunidad de verse investido por una alternativa, que en nada se compara con la que históricamente se le atribuye a Bernardo Gaviño y que “concedió” el 13 de abril de 1879 en la plaza de Puebla. De esa forma, Ponciano estaba más que preparado para confirmar ese doctorado en el próximo mes de octubre, cuando Salvador Sánchez “Frascuelo” y Rafael Guerra “Guerrita” se encargarán de cerrar ese círculo. Pero algo extraño pasó en aquella famosa corrida del 17 de mayo. Los “toros” lidiados eran auténticas fealdades, esqueletos forrados con cueros, pequeños, sobre todo el sexto, utrero, flaco y con dos astas perpendiculares. Y es que todavía no se encuentra definida la tienta entre los nuevos ganaderos, por lo que realizaban jugosos negocios vendiendo y sorprendiendo a la vez a entusiastas empresarios. Incluso, Fernando Gómez, inculpando a Ponciano por la adquisición de dichos toros, diciendo que había elegido toros entecos para no pagar por esas reses el precio estipulado. El asunto se agravó. Ponciano contestó las imputaciones el día 25 en el DIARIO DEL HOGAR. “Señores redactores del periódico “Diario del Hogar”.-Presente. Muy Señores míos: Ageno por carácter de llamar la atención del público, me veo obligado hoy en vista de lo que se refiere en los programas que la “Empresa de la plaza de toros de Colón”, repartió el domingo 24 del actual. “Nada objetaré a su contenido porque de mi proceder estoy satisfecho, limitándome solamente a dar a la prensa copia del recibo que acredita que el ganado que se lidió en el beneficio del
José Francisco Coello Ugalde: Aportación Histórico-Taurina Nº 5, 1: “DE HISTORIADORES Y CRONISTAS. EL QUEHACER DE OCHO PERSONAJES ALREDEDOR DE UN TEMA APASIONANTE: LA FIESTA DE TOROS EN MÉXICO”. Ensayo. 28 p. Carlos Cuesta Baquero: Trabajos Inéditos. (1920-1945. Obra mecanuscrita)., op. cit., registro Nº. 43, p. 198. 91
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“Gallito”, fue de la misma procedencia que el jugado en la última corrida verificada en la citada plaza “Colón”. “Sr. D. Ponciano Díaz, debe a Eduardo Cuevas por lo siguiente: México, 20 de marzo de 1889 Por siete toros de lidia de la Hacienda de “Cieneguilla” a $90.00 c/u $630.00 Por dos toros más, de la misma Hacienda a $125.00 c/u $250.00 Total $880.0092
Tal asunto complicó la situación para Ponciano, pues esto le descubría la paga diferente de los toros en dos precios distintos, como si hubiera pagado “desecho de cerrado” y toros en buenas condiciones, respectivamente. Esto ponía a Ponciano en boca de todo mundo. Y así lo recordaban con un “chanchullo” más, como los cometidos también con los productos de la corrida a beneficio de una señorita doctora en medicina -Matilde Montoya- (efectuada en la misma plaza de COLÓN el 25 de septiembre de 1887) y la caballerosidad y probidad del lidiador aborigen volvieron a ponerse en tela de juicio. “Voy a España para aprender las suertes del toreo, y para presentar las suertes mexicanas de banderillear a caballo y charrear. Tomaré la alternativa, pero no aceptaré contratas como espada”. Así se expresó Ponciano Díaz con un pie en el estribo del vapor “Alfonso XII”, que salió del puerto de Veracruz el martes 28 de mayo de 1889 con destino a la madre patria. Analicemos ahora las palabras con las que se despidió el ídolo taurino mexicano en el puerto de Veracruz. En política, parecieran un tanto cuanto demagógicas, puesto que mostraba una disposición abierta de aprendizaje que sí asimiló, pero que jamás puso en práctica constante ni sincera en México, sino que se dio a unos manejos incorrectos que tiempo después lo pondrían en serios aprietos. Eso sí, demostró su habilidad como charro lo que causó un impacto tremendo entre una afición muy estricta, respetuosa de la “fiesta nacional”, pero agradados de encontrar una muestra como las tareas campiranas de México practicadas en algunas plazas españolas con extrema guapeza, arte y valor. A Ponciano Díaz no le ofrecieron contrato de espada, sino que el empresario Luis Mazzantini -por intermedio de Ramón López- le animó a que fuese seguro de éxitos actuando preferentemente como torero de a caballo, haciendo las suerte del jaripeo, aunque no por ello dejaría de hacerlo vistiendo de luces. También intervino el banquero don Feliciano Rodríguez quien invitaba a Ponciano para que con buen ajuste se contratara. La propuesta de Mazzantini era tomar la alternativa concedida por LAGARTIJO o FRASCUELO, acontecimiento que se efectuaría posteriormente a partir de algunas representaciones del “mitad charro y mitad torero”, mismo que aprovecharía para estoquear al puro estilo español. De esa manera Ponciano aceptó, sabedor de que por allá podría “parrandear”, conociendo a las españolas. Ponciano era tipo de torero antiguo, que siempre estaba pensando en la “juerga”. Entre otros, estos fueron los motivos de su viaje a España. Aceptada la propuesta hecha por el de Guipúzcoa, Ponciano se ahorró los gastos de pasaje de él y de todos sus acompañantes, entre otros: Agustín Oropeza y Celso González, Julio Bonilla (con don Julio se tenía “un buen punto” para “parrandear”) y también la madre del torero, dato que muy pocos han dado a conocer. En todas las corridas hubo llenos y
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Op. cit., p. 200.
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utilidades también. Que Ponciano no trajo consigo esas utilidades fue por motivo de sus andanzas. Ponciano en Madrid no se metió fraile, sino que siguió el habitual modo de vivir que tenía en México. Vivir según el patrón de la mayoría de los toreros de entonces, derrochando el dinero, no guardándolo en arcones y en las cajas fuertes de los Bancos. Ponciano separaba lo necesario para que en su hogar, teniendo por cabeza a la viejecita su madre a quien adoraba, hubiera todas las comodidades, guardaba algún dinero para ayudar a sus familiares (hermanos y sobrinos), lo demás lo gastaba en las buenas mozas, en los buenos caballos, en los lujosos vestidos de “charro”, en alhajas y en vino. Milagroso fue que al fallecer, dejara de herencia una mediana fortuna que se repartieron su hermano -don José Díaz- y sus dos sobrinas.93
Pero también otro factor intervino para que Ponciano decidiera ese viaje. A causa del patriotismo y también por el odio que la afición tenía hacia los “gachupines”, odio que iba en decremento, en tanto que los “evolucionistas” o “agachupinados” iban en aumento. Las críticas y ataques que prodigaban los “evolucionistas” provenían de fines bastardos como la carencia de amor a lo patrio y al cohecho, aunque podía ser muchísimo mejor que los “gachupines” y que los aficionados “evolucionistas”, “agachupinados” tendrían tremendo reverso cuando en España, si a Ponciano se le colocara al nivel de LAGARTIJO, FRASCUELO, Mazzantini o GUERRITA, entonces preeminentes figuras taurómacas de aquel país. Así, los “agachupinados” doblarían la cabeza rindiendo homenaje y haciendo pedazos las antipatriotas y venales plumas listas para la censura. También por esto el atenqueño se decidió a cruzar el charco. Ponciano llevó consigo dos caballos: “El General”, obsequio del General don Miguel Negrete, poncianista acérrimo y “El Avión” que le regaló el señor José González Pavón, más tarde ganadero de Tepeyahualco. Incluso, uno de los dos caballos fue obsequiado a Fernando Gómez “El Gallo” en muestra de agradecimiento del espada mexicano por un detalle de aquel en alguna corrida efectuada en la plaza de toros de COLÓN en esa corrida, (siendo Ponciano el empresario) “El Gallo” rehusó recibir paga por su actuación de espada. Los únicos que recibieron sueldo fueron los banderilleros y picadores españoles que acompañaron a “el Gallito” Ponciano Díaz sólo toreó una tarde vestido de luces mientras que el resto actuó en jaripeos.94 Su declaración reservada antes de salir para España tuvo eco en las siguientes dos consideraciones: 1)Ello sería dentro del término corrida formal, alternando con los de a pie más no en aquellos donde actuó informalmente, en sus demostraciones charras, como una especie de intermedio o de entreacto entre la función normal a pie. 2)Que esa alternativa fue lograda luego de largas conversaciones entre Ramón López, Julio Bonilla y Ponciano Díaz para que este accediera a convertirla en realidad. Y luego, el acto de convencimiento de López y Bonilla para lograr el “sí” de Salvador Sánchez “Frascuelo”. 93 94
Op. cit., registro Nº 32, p. 38. Lanfranchi: La fiesta brava en..., op. cit., p. 213.
TOREROS MEXICANOS EN ESPAÑA. Ponciano Díaz y sus picadores Agustín Oropeza y Celso González fueron por primera (y única) vez a España. Se presentaron en Madrid el 28 de julio de 1889; pero sólo haciendo suertes charras y clavando banderillas a caballo al toro “Escribano” de Palha. De la misma manera se presentaron 8 veces más en España y Portugal, y sólo torearon una corrida formal el 17 de octubre de 1889 en Madrid, tarde en que Ponciano recibió la alternativa de manos de Salvador Sánchez “Frascuelo”.
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Es probable que bajo esas condiciones Ponciano Díaz limitara su viaje a España en esa sola actuación, mas aquellas otras ocho fuera de programa. Completó su estadía en la península acudiendo a otros tantos festejos como mero observador. El 28 de julio de 1889 se presenta en Madrid en una exhibición de las suertes campiranas, jaripeo y manganeo así como colocando banderillas a caballo. Pero no fue sino hasta el 17 de octubre cuando recibe la alternativa de manos de Salvador Sánchez “Frascuelo” y como testigo Rafael Guerra “Guerrita” con toros del Duque de Veragua y de D. José Orozco. ¿Qué impresión tuvo de dicha actuación, el connotado periodista José Sánchez de Neira? Escribe en LA LIDIA del lunes 29 de julio de 1889: Con el propósito de que los diestros Ponciano Díaz, Oropeza y González practicasen las suertes peculiares del toreo mexicano, se organizó la corrida de ayer, con el concurso de los espadas “Marinero” y “Tortero” y toros de tres ganaderías, que luego resultaron cuatro, por inutilización de uno de los designados. Las divisas fueron Pérez de la Concha, Carrasco, Solís y Palha. (...)5º toro.-”Escribano”, de Palha, negro, bragado y bien puesto. Tomó sin recargar siete varas, dando tres caídas y matando tres caballos. La novedad de la tarde, Ponciano Díaz, montando airosamente brioso caballo, se pasó una vez sin clavar, entró segunda vez dejando medio par y repitió enseguida clavando muy bonitamente tres palos, terminando en otra buena entrada con otro par, de cortas, que le valió muchos aplausos. Las banderillas a caballo han entusiasmado al público. Ningún toro reunió condiciones para la suerte de banderillas a caballo, no obstante lo cual, Ponciano acometió la empresa con el quinto, presentándose en la plaza con un precioso caballo castaño, calzado, de poco cuerpo y mucha sangre. No se sabe que admirar más, si la obediencia del bruto o la pasmosa agilidad del jinete. Tres pares vistosísimos clavó Díaz, entrando a la media vuelta casi siempre, por el hilo de las tablas y midiendo admirablemente los terrenos. El público tributó una gran ovación y la conseguirá siempre que ejecute tan lucida faena, por la seguridad y elegancia con que selló los menores detalles. Los tres diestros dieron prueba de jinetes consumados, coleando, lazando y jineteando sus tres bichos. Vaya desde aquí para los tres nuestro modestísimo aplauso y permítannos que les demos un consejo amistoso. Dado nuestro carácter y temperamento, procuren dar cima a esta últimas faenas con más brevedad, aunque comprendemos que se necesita tiempo para los preparativos del jineteo especialmente. Nuestros públicos pecan de impacientes y soportan con dificultad estas faenas que pudiéramos llamar pasivas. No es porque aquí falten buenos jinetes y valientes caballistas, ni en México hombres de valor y ligereza que a pie harían lo que muchos de los nuestros hacen... Corregido en lo posible esto, casi nos atrevemos a asegurarles que se les verá con gusto y cosecharán aplausos.
A continuación una historia condensada de todos y cada uno de los pasos que nos cuenta a su vez Ramón López, testimonios recogidos por don Pedro Cervantes y de los Ríos. El banderillero español trabó amistad con el periodista D. Julio Bonilla persona muy honorable y mejicano de pura cepa, cuyas simpatías para España y los españoles siempre resaltaban y cuyo cariño fraternal hacia el diestro mejicano Ponciano Díaz era una de sus mayores debilidades.
Hay en Ramón López un espíritu de aventura, de lograr empresas mayores porque se le ocurrió -dice Cervantes- “en su idea fuerte de impulsar el espectáculo en mi hermoso país” 70
llevar al popular Ponciano a España, con el objeto de darlo a conocer ante aquellos públicos y de lograr que se le concediese la alternativa en la propia plaza de Madrid.
La plaza de Madrid entonces estaba regenteada por el popular diestro guipuzcoano Luis Mazzantini quien permitió todo tipo de libertades para la culminación de aquel propósito. Ya en el verano de aquel 1889 habían emprendido el viaje a España, don Julio Bonilla en compañía de Ponciano, de Celso González y de Agustín Oropeza junto con otros espadas españoles y muy en especial, Ramón López. Ponciano Díaz, que sabía perfectamente todo lo que para él significaba tomar la alternativa de manos de un diestro de los prestigios del gran Salvador Sánchez “Frascuelo”, cuyo apogeo culminaba por aquellas épocas, manifestó desde luego especial empeño en que fuese el Negro quien le apadrinase en el doctorado. 95
Por lo que puede desprenderse Díaz Salinas deseaba el mejor sinodal, el mejor padrino para tan especial ocasión y con ello se siente el deseo por darle categoría a un quehacer que, por entonces, no se asimilaba en su máxima expresión. Sin embargo, “Frascuelo” puso obstáculos dado que concederle la alternativa a un extranjero, a un extraño de ese ambiente y luego, a alguien que portaba tan virilmente el bigote, era cosa más que imposible. Había que irse con mucho tiento. El de Churriana tendría el concepto que los toreros de Méjico eran indígenas improvisados y, en general, se desconocía el verdadero ambiente del toreo mejicano hasta que llegó a España el gran lidiador Rodolfo Gaona, con su arte purísimo, demostrando la verdad de las cosas.
Por su parte Ramón López, cuyo vínculo con el toreo mexicano es marcadísimo, dedica una atención muy especial para resaltar lo que venía constituyéndose como una veta de gran explotación. Sus funciones siguieron prestándose hasta que le sorprende la muerte en 1928. Buen banderillero, buen empresario, un buen encauzador del destino taurómaco en nuestro país. Decíamos entonces que el madrileño (quien) “puso su buena voluntad en extender e intensificar la afición en todo Méjico y en las Repúblicas del centro de América” (no nos dejará mentir José Ma. de Cossío) 96 buscó todo recurso para entrevistarse con Salvador Sánchez. Convence a Mazzantini para que lo acompañe. Ambos se presentan frente al figurón aquel quien se muestra reacio a aceptar semejante propuesta replicando: -Pero, vamos a ver, ¿cómo queréis, si yo no lo he visto torear en mi vida y que no sé que clase de torero es? López y Mazzantini a pesar del estoicismo del “Negro” -que así le decían también a “Frascuelo”-, y a pesar también de aquel recordado incidente del 16 de marzo de 1887 en que don Luis, el “Rey del volapie” tuvo un desagradable pasaje en la plaza de San Rafael que acabó, luego de ataques populares en la recordada frase: “¡De México, ni el polvo...!” A pesar de todo lo anterior don Ramón y don Luis insistieron en el apoyo hacia el torero mexicano, y ningún resentimiento los obligó a dar un paso atrás. Lucharon a toda costa para que se concediera la alternativa “a un hombre de la seguridad de Ponciano, que no nos va a
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Cervantes y de los Ríos: Diez lustros de..., op. cit., p. 80. José María de Cossío: Los toros. Tratado técnico e histórico. Madrid, Espasa-Calpe, S.A. 1974-1992. 11 v., T. III, p. 516. 96
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hacer quedar mal”. Al fin accede y se dispone todo para que el jueves 17 de octubre de 1889 se lleve a cabo en la 14ª corrida de abono este celebrado acontecimiento. Ya en la plaza, aquella majestuosa plaza de la carretera de Aragón, los toreros, el público, las mujeres hermosas van formando diversos cuadros que le dan vida “a la más bella de todas las fiestas”. Ramón López, en el patio de cuadrillas se haya dispuesto a dialogar por breves instantes con el gran espada Salvador Sánchez “Frascuelo”. Luego, se desprende una semblanza general del azteca97 en la que resalta la estatura “más bien baja” y el “fuerte bigote negro” que llaman la atención del primer espada quien se dirige a Ramón López en estos términos: -¡Vamos, Ramón; que nadie más que tu puedes darme “coba” para que yo dé la alternativa a ese “espantajo”...
Y dando unos pasos ya rumbo al pie de la puerta de cuadrillas se volvió a donde estaba el banderillero de Ponciano y le dijo -¡Con razón ganáis tanto dinero en América, alternando con estos mamarrachos! ¡Sois lo mismo que ellos!
Sosteniendo sus principios proamericanos, Ramón López replica -Bueno, bueno, vamos a torear. Y en un descuido, ¡quien sabe si este “mamarracho” le gana a usted la pelea!
Entre aquellos enfrentamientos verbales sonó el aviso presidencial para hacer el despeje de la plaza. Poco después, comenzó la lidia. En la cuadrilla de Ponciano Díaz estaban los picadores Celso González y Agustín Oropeza, de banderilleros Tomás Parrondo “El Manchao”, Manuel Mejías “Bienvenida” y Ramón López. El primero de la tarde es de Veragua, un toro en toda la extensión de la palabra, con edad y presencia. Peleó en varas con mucha bravura. “Bienvenida” y López banderillearon bien y pronto. El cambio de tercio “para la muerte” suena en las alturas. Bajo un silencio dominante se desarrolló la ceremonia de alternativa la cual fue más bien rápida. Entregó “Frascuelo” los trastos a Ponciano y, desde esos momentos en la historia del toreo quedaba registrado el nombre de Ponciano Díaz, como matador de toros, con alternativa en Madrid.
Sigamos un poco más con la reseña de Ramón López que da el pormenor de aquellos momentos. La faena de Ponciano con aquel veragüeño berrendo en colorado, que conservó hasta el final nobleza y bravura dignas de su casta, fue breve y valiente. Una faena a su estilo, a su peculiarísimo estilo, que no por cierto pecaba de elegante y pinturera. Igualó al bicho, y entonces Ponciano, arrancando en corto y muy derecho, se fue sobre el ducal enemigo, propinándole una estocada fulminante, que hizo al toro salir de los vuelos de la muleta dando traspiés, para caer a poca distancia bien muerto. 98 97 98
Cervantes y de los Ríos: op. cit., p. 86. Ibidem., p. 88-89.
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Gran ovación, felicitaciones del mismo “Frascuelo” fueron algunas de las demostraciones de entrega hacia un mexicano que triunfaba en España. Lástima que ese triunfo no se consolidara con algunas otras actuaciones o con posteriores temporadas. ¡Sí que es una lástima! Las ovaciones y felicitaciones opacaron la antiestética del atenqueño, su atuendo facial extrañísimo en aquel ambiente y otros detalles de su muy personal circunstancia. Cuando las palmas todavía engolosinaban al diestro mexicano, Ramón López tuvo oportunidad de acercarse a “Frascuelo” y con intención le preguntó así al maestro: -¿Qué le ha parecido a usted, eh? A lo que respondió pronto y con sinceridad -¡Que lo merece, hombre, que lo merece! Se ve claramente que en su vida ha visto torear. ¡Y es una lástima! Porque es valiente, y de los buenos; te felicito por tus gestiones, Ramón.
Con todo éxito fue desarrollándose la corrida hasta que salió por el portón de los sustos el 6º en el orden de la lidia. Ponciano se vio prácticamente igual que en el de la apertura. El público respondió nuevamente muy bien frente a aquel hecho que habían presenciado. Cuenta Ramón López a Cervantes y de los Ríos que luego del festejo sucedieron las celebraciones dignas del triunfo entre el salero español y el bravío espíritu mexicano. Días más tarde Ponciano aparece anunciado una vez más en los carteles de la desaparecida plaza de toros de Madrid, para alternar con matadores de postín, cuyos nombres no recuerdo exactamente (apunta Ramón López), en la que tomaron parte el flamante matador de toros mejicano y sus notables picadores Oropeza y González, toreando ambos a caballo, a la usanza de Méjico, es decir, un jaripeo. Y en aquella tarde Ponciano y sus dos compañeros echaron el resto ante el público madrileño, luciendo maravillosamente todas sus extraordinarias dotes de estupendos caballistas. Ponciano estuvo siempre a la altura de un fenómeno, igual lazando que coleando. Pero su apoteosis fue cuando puso tres pares de banderillas a caballo a un toro de imponente lámina, demostrando un valor exagerado y un profundo conocimiento de la suerte, que por aquel entonces era totalmente desconocida en España. Y Ponciano se ganó tres ovaciones ensordecedoras y un cartelazo como charro, que no es posible describir. El público no sabía entonces que admirar más en Ponciano, si su rara habilidad como caballista y el dominio sobre su cabalgadura, o la valentía y habilidad que derrochaba ejecutando la suerte. Hay que advertir que Ponciano había llevado expresamente a España dos caballos de su propiedad, y que a la hora de montar lo hacía en pelo y manejando las riendas únicamente con el dedo meñique de la mano izquierda, cosa que aumentó extraordinariamente la emoción admirativa del público español hacia el torero mexicano.99
Sánchez de Neira nos vuelve a proporcionar datos, ahora sobre la corrida de la alternativa de Ponciano Díaz. Su modo de torear pareció deficiente, porque no es igual al nuestro sino diferente. Unicamente hay semejanza en el modo de entrar a matar, que lo hizo perfectamente, en línea recta, marcando bien la salida e hiriendo en lo alto hasta la guarnición del estoque sobre todo la
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Ibid., p. 103-105.
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estocada al primer toro que fue monumental. Y la del sexto, último toro, entrando al “volapié”, en las tablas. Un terreno adonde pocos entran.
Con su “alternativa” a cuestas, tuvo el privilegio de otorgar tres en nuestro país: una a Rafael Calderón de la Barca, el 7 de octubre de 1888 en BUCARELI, misma que, al parecer se respalda de la otorgada a Ponciano por Gaviño en Puebla el abril de 1879; por lo tanto, demuestra este hecho que no fue tan “apócrifa” como hemos visto. Otra al diestro Pedro Nolasco Acosta el primero de junio de 1890 en san Luis Potosí (aunque este era de mayor antigüedad que Ponciano), y a Diego Rodríguez “Silverio Chico” en la plaza BUCARELI, el 13 de octubre de 1895. No faltó periodista taurino que criticara al torero de Atenco por haber concedido el grado de matador de toros a “Silverio Chico”, desconociendo la autoridad que Ponciano tuviera para “doctorar”, por lo que contestó públicamente, valiéndose de los carteles de alguna corrida: “Mi individuo dará la alternativa porque yo la he recibido del Gran Salvador “Frascuelo”. En su viaje de retorno no pierde oportunidad de reivindicar su grado taurómaco y actúa en la Habana, Cuba, lo mismo que en Yucatán y Veracruz. Reaparece en México el 26 de enero de 1890 en su plaza, BUCARELI acompañado por nuevos miembros en la cuadrilla. Ellos son: Manuel Feijoo, picador y los banderilleros Saturnino Frutos “Ojitos” y José Martínez Galindo. Esa misma tarde completaron las infanterías: Carlos Sánchez, Agustín Espejel “Veneno” y un Francisco Franco del que no hemos encontrado referencia alguna, pero que pasa por picador. Al regresar a México el público recibe a un héroe y lo exalta, pero habrá que considerar una transformación ideológica y colectiva que se da a partir de su ausencia, aprovechándose para ello los periodistas partidarios de las nuevas formas de torear. Se le exige dé más de sí, se le repudia cualquier detalle de mal gusto o de plano, se le vuelve la cara. Si tal circunstancia se reflejó en torno a Ponciano Díaz entonces apreciamos entre los valles y las crestas, o mejor dicho, en esa trayectoria parabólica establecida para todo ser humano un ascenso continuo empujado por el entusiasmo popular que arranca desde 1876, adquiriendo potencia entre 1880 y 1889. El mes de octubre de ese mismo año ve alcanzado el máximo punto, para comenzar a mostrar un paulatino descenso que luego, de 1890 a 1897 marca precipitadamente la caída al vacío sin faltar este o aquel triunfo provinciano, pues la capital no le verá más entre laureles. Todo ello se ubica en la preparación -y permítasenos reiterar un poco al respecto del siguiente aspecto- elaborada de parte de la prensa prohispanista hacia los públicos, quienes asimilaron nuevos conceptos taurómacos y decidieron, por tanto, rechazar todo cuanto fuera una expresión desordenada y anacrónica como la de Ponciano, válida, sí, pero sin propósitos fundamentales. Y en Ponciano encontraron el mejor y más idóneo punto de ataque. Así que cuando para este diestro antes del viaje a España todo era ejercer el poder y lograr la admiración, a su regreso se columbrará la etapa de pérdida en el ejercicio del dominio de parte del atenqueño. Aquí vale la pena insistir también en el hecho de que a partir de un escándalo ocasionando en la plaza COLÓN, el domingo 2 de noviembre de 1890, 100 escándalo debido en gran
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Lanfranchi: La fiesta brava en..., op. cit., p. 218 PLAZA “COLÓN”.-Domingo 2 de noviembre de 1890. Carlos Borrego “Zocato” y la alternativa de Vicente Ferrer, con 6 toros de Guanamé. ¡Escándalo tan grande, que la plaza quedó en muy mal estado y las corridas de toros fueron prohibidas el 23 de noviembre de 1890 y el 18 de octubre de 1891, ya no volvieron a celebrarse festejos taurinos en la ciudad de México sino hasta mayo de 1894.
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medida por la mansedumbre del ganado, las corridas de toros se prohibieron cuatro años, lo cual fue motivo para una ausencia forzada de Ponciano y sus huestes. Recordemos también, que ya por esos años el torero con bigotes se refugia en la bebida.
El público había pagado elevados precios para conseguir los boletos y al ser los toros unos bueyes ilidiables, se armó una bronca de proporciones monstruosas. Para que fuera lidiado el primero de la tarde, tuvieron que salir al ruedo seis toros, y luego cuando al ser devuelto el que debía ser el segundo de la tarde y ser sustituido por animales que momentos antes ya habían salido al ruedo y habían sido devueltos, los espectadores comprendieron que los habían engañado, y empezaron a arrojar al ruedo cuanta cosa podían: sillas, barandales, tablones, etc., mientras los toreros desaparecían rápidamente y la policía tenía que intervenir para tratar de calmar los ánimos.
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CAPITULO III BUCARELI, SU PLAZA. LOS ENGAÑOS. LA SANCIÓN DE LA IDOLATRÍA. GRANDE Y PEQUEÑA CULTURA A SU ALREDEDOR.
BUCARELI, SU PLAZA. Diego Prieto “Cuatro Dedos” se iba ganando el afecto de la afición, luego de sus actuaciones en Puebla en el otoño de 1887. Pero como era medianísimo matador, esto no sirvió para dar al traste con la débil simpatía que aristócratas y clasemedieros (evolucionistas) le prodigaban a Ponciano, quien así pudo defenderse, conservando el cariño idolátrico de la plebe, y en ese otoño referido, se organizaron una serie de corridas que formaron una temporada en la que torea siete tarde en la plaza COLÓN con la que pudo reivindicarse. Los evolucionistas que le disculparon, alegaban que no había tenido maestros ni modelos de quienes aprender y copiar el toreo moderno, pero como ya había suficientes muestras, sólo esperaban la respuesta, que al parecer nunca llegó, por motivo de su rechazo a la claudicación de raíces profundas de las que había surgido. Hallándose en este medio, querido de unos y disculpado por otros, tenía asegurado públicos para sus corridas y para luchar con Mazzantini, cuando fue contratado para la “Gran Temporada” en “Colón”, únicamente le hacía falta a Ponciano Díaz una plaza de toros en que poder actuar. Se dedicó a construirla, contando con dos socios que vieran en el nuevo coso un buen negocio, de pingüe y seguro rendimiento. Halló los asociados en el General don José Ceballos, Gobernador del Distrito Federal, y en don Quintín Gutiérrez, conocido y acaudalado comerciante de nacionalidad española. 101 101
Don Quintín era poseedor de un terreno conocido por el nombre de EL PARAISO, porque en los días festivos allí se reunían los obreros para divertirse con volantines y bailes, acompañados de libaciones. Era el terreno un paralelogramo rectangular de ciento treinta y dos metros de longitud por ochenta y tres de anchura, lo que daba una superficie de diez mil novecientos veinte y seis metros. En eso los señores ingenieros Alberto Malo y Ángel Yermo, encargáronse de la construcción del coso. Del trabajo de puertas y de herrería se hizo cargo la Escuela Correcional y el pintor escenógrafo Herrera y Gutiérrez tomó por su cuenta el ornato. Con actividad marchó la obra y a comienzos del mes de enero de 1888 ya estaba concluida debiendo ser inaugurada el segundo domingo del citado mes, pero transfiriéndose el estreno, por no perjudicar al espada Luis Mazzantini que en ese día celebraba su beneficio (8 de enero de 1888) en la plaza de toros COLÓN, hasta el tercero, 15 de enero. Un dato por demás interesante ocurrido en dicho festejo, que además fue una de las mejores tardes que Mazzantini tuvo en México: (...) el de Guipúzcoa brindó el tercer toro a Ponciano Díaz, quien estaba de espectador en el tendido. Al concluir la lidia, este bajó al ruedo y ambos se dieron un largo y efusivo abrazo, correspondido por el diestro mexicano, que desmintió así que existiera enemistad profunda e irreconciliable entre ellos. El gesto fue muy apreciado y todo el público de pie en los tendidos, les tributó ensordecedora ovación (Lanfranchi, Heriberto: La fiesta brava en México y en España. 1519-1969, T. I., p. 206). Era el nuevo coso de medianas dimensiones, pero de armónico conjunto y apropiadamente distribuido. Tenía el redondel treinta y siete metros cincuenta centímetros de diámetro y el diámetro exterior de la plaza, setenta y dos metros y cincuenta centímetros.
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El inmueble, por llamarle así, nos lo describe Lauro E. Rosell, con precisa y breve observación: Esa plaza construida de madera, con interior alegre y simpático, tenía dos amplias puertas de entrada para el departamento de Sol, y una para las cuadrillas sobre la calzada, y hacia el lado derecho, dando frente a un extenso llano, desde donde se divisaba la parte sur de la Ciudad, en primer término la Ciudadela, estatua de Carlos IV y las pardas moles de la Acordada, dos puertas para la Sombra y para la entrada del ganado.102
Su aforo estaba destinado para ocho mil espectadores. De interiores agradables, con una sola línea de lumbreras y sus arcos adornados; catorce gradas en sombra, treinta y seis palcos con ocho asientos cada uno; diez y seis grada en sol puesto que las gradas continúan en las lumbreras de este departamento. Esta parte representará los dos tercios de la plaza, de modo que el local destinado a Sombra es algo reducido.
Había un palco para la autoridad que presidía los festejos, el cual estaba rematado en su parte más alta con una cabeza de toro disecada y concluía ese arreglo con un mástil que ostentaba bandera roja y blanca. “Gris y gualda son los colores con que está decorada la plaza”. El diámetro del ruedo era de treinta y ocho metros y, en fin, con todas las dependencias que requiere una obra de tales dimensiones.103 Sobre cimientos de mampostería eleváronse pies derechos de madera, y en ellos sujetáronse los escalones que constituían el graderío y las lumbreras. Calculóse el cupo hasta diez mil personas, que se repartieran en diez y ocho gradas, de cincuenta centímetros de altura y ochenta de anchura, y en ochenta y dos lumbreras, con gradería cubierta las del departamento de sol. Los toriles fueron para ocho toros, y los corrales tenían amplitud para guardar dos o tres corridas. La enfermería estaba tan inadecuada como en las otras plazas, que fueron anteriormente construidas. Las puertas de entrada eran seis; una para las cuadrillas, dos para los concurrentes al departamento de sombra, dos para el de sol y otra completamente aislada, en uno de los costados de la barda que encerraba el edificio, para la entrada del ganado. El ornato consistió en una pintura con los colores rojo y blanco combinados formando rombos que se tocaban por los ángulos del diámetro mayor. En conjunto impresionaba agradablemente. Sobre los cantiles de las puertas exteriores labráronse las iniciales de Ponciano y en la del centro estaba además la fecha en que el coso fue inaugurado. La nueva plaza quedó ubicada en la parte sureste de la ciudad, pero afuera. En despoblado al terminar lo que fue antaño celebrado “Paseo de Bucareli” y por ello se le nombró “Plaza de toros de Bucareli”. Díjose que la construcción, sin avaluar el terreno, valió treinta mil pesos y que de esa cantidad las dos terceras partes dio el Gobernador, señor General don José Ceballos. Creíble es porque en el poco tiempo que tenía Ponciano de ser matador de toros no pudo haber reunido más de diez mil, ateniendo a lo exiguo de los emolumentos que entonces devengaban los toreros, y a la exigua de los productos de las entradas por lo barato del precio de las localidades. 102 Lauro E. Rosell: PLAZAS DE TOROS DE MÉXICO. Historia de cada una de las que han existido en la Capital desde 1521 hasta 1936. Por (...) De la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y del Instituto Nacional de Antropología e Historia. México, Talleres Gráficos de EXCELSIOR, 1935. Fots., retrs., p. 78. 103 Archivo Histórico del Distrito Federal [A.H.D.F.]. Ramo: Diversiones Públicas, TOROS, leg. 857. 1888, exp. 123. Los ingenieros Alberto Malo y Angel Yermo piden se mande reconocer la plaza de toros “Bucareli” a fin de ponerla en servicio al público.-Fojas 6. 1888, exp. 135.
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Ponciano Díaz, así la presentó “a la sociedad”: Casa de Ud., Enero de 1888 Señor D............... En vista de la gran afición que se ha desarrollado en esta Capital por el viril espectáculo de la lidia de toros, y queriendo pagar al público de alguna manera las simpatías hacia mí, no he vacilado en exponer lo poco que he podido reunir con mi personal trabajo, para levantar un redondel en el que ese público aficionado pueda disfrutar de las emociones que produce el gran espectáculo. Sin pretensiones, sin rivalidades, vengo en esta temporada a que los individuos de mi cuadrilla lidien toros de las mejores ganaderías del país. Por mi parte yo solo me comprometo a dar lo poco que sé y que puedo alcanzar para retribuir las simpatías de que soy objeto y las que agradezco más, mientras que menos las merezco. Si Ud., a quien invito para la inauguración que mañana haré, y el público acogen benévolos y cariñosos mis humildes trabajos y los de mi cuadrilla, quedarán satisfechos mis deseos. Aprovecho la oportunidad para públicamente dar las gracias a los señores Ingenieros Angel Yermo y Alberto Malo, por el interés que tomaron en la construcción de la mencionada plaza, así como a todas las personas que de alguna manera cooperaron para su conclusión. PONCIANO DÍAZ.
No faltó la posición contraria manifestada por su enemigo recalcitrante: Eduardo Noriega TRESPICOS, quien escribió en LA MULETA: El acontecimiento de hoy.-La afición tiene desde hoy un nuevo centro. En la plaza del popular matador de toros Ponciano Díaz va a efectuarse la primera corrida. Esto es un verdadero acontecimiento, por las trascendencias que puede traer. Si el popular espada cegado por las adulaciones de los que se llaman sus amigos procura el mejoramiento de su cuadrilla y no se ciñe a los preceptos del arte, entonces podemos afirmar que en México morirá el toreo y morirá pronto. Quedaremos reducidos a ver lo mismo que vimos en los buenos tiempos de Bernardo Gaviño, aficionados y no toreros, valientes y no diestros, herraderos y no corridas de toros. Y hoy por hoy, aún cuando haya una RESPETABLE MAYORÍA a quien le halague ver esto, hay también ya un crecido número de aficionados que desean y buscan otra cosa. Si por el contrario el simpático Ponciano, el ídolo del pueblo, procura halagar a la verdadera afición entonces podemos asegurar desde luego que el arte se entronizará definitivamente en nuestros redondeles, que el número de parciales de Ponciano aumentará muchísimo y vendrán a engrosar las filas numerosos aficionados de diferente manera de pensar que los que hoy forman su círculo. Es decir aficionados que ven en el torero un artista y no una nacionalidad, aficionados que desean se toree como debe torearse.
Díaz Ponciano, solicita dar corridas de toros previo el permiso correspondiente.-Fojas 17. 1888, exp. 136. Díaz Ponciano, hace proposiciones para construir la plaza de toros.-Fojas 4. 1888, exp. 150. Díaz Ponciano, solicita se le permita dar tres corridas de toros durante los meses de julio, agosto y septiembre.Fojas 3. 1898, exp. 177. Díaz Ponciano, solicita se le prorrogue por quince días el plazo que se le concedió para la ejecución de las obras en la plaza de toros de Bucareli.-Fojas 3. 1898, exp. 182. Segura y Tornel, Fernando, en representación de D. Ponciano Díaz, solicita se haga un reconocimiento a la plaza de toros de Bucareli.-Fojas 6.
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El porvenir del toreo en México lo tiene en sus manos el popular matador de toros Ponciano Díaz, a él, pues, toca o levantarlo a la altura en que debe estar o hundirlo para siempre.
Vemos que Ponciano no había perdido su prestigio. Después de momentánea derrota, se había erguido triunfante y aún tenía la preponderancia en la opinión taurómaca, incluso de su máximo detractor. A continuación, dos visiones de la inauguración. PLAZA DE BUCARELI. CORRIDA DE INAUGURACIÓN. OVACIÓN A PONCIANO. Por fin llegó el día tan deseado por los taurófilos del estreno de la plaza levantada a expensas del más popular y querido de los toreros, Ponciano D{iaz; acontecimiento esperado con inquietud, que ha ocupado por muchos días la atención pública y de la prensa, y que ha acabado de trastornar los cerebros no muy firmes de los aficionados al sangriento espectáculo. Desde el sábado se notaba una animación, un entusiasmo inusitado entre los taurófilos y especialmente entre los numerosos admiradores del simpático diestro, habiendo quedado ese mismo día vendidas todas las lumbreras y gran número de boletos de tendidos, no obstante que los precios fueron altos, por tratarse de la corrida de estreno, y de que la empresa de Colón, queriendo tal vez establecer competencia con la nueva plaza, rebajó los precios de entrada para la corrida que en aquella se verificó el domingo; pero la popularidad y simpatías de que goza el espada mexicano llegan a tan grado, que si los precios hubieran sido más elevados, no habría disminuido la concurrencia que asistió a la corrida ávida de aplaudir a su torero favorito y de tributarle una ovación, sin precedente en los anales de la tauromaquia en México. Desde mucho antes de dar principio la corrida, la plaza se veía ocupada por una numerosísima concurrencia que llenó por completo el departamento de sol, desde la azotea hasta la barrera, y dejó uno que otro vacío en el de sombra. Las lumbreras estaban todas ocupadas por distinguidas familias, cuyos nombres sería largo enumerar. La plaza presentaba un especto bellísimo, como en pocas de las corridas que se han verificado en los redondeles de esta capital; las azoteas estaban coronadas por vistosos y multicolores gallardetes, y tres músicas, colocadas una en el departamento de sol, sobre la puerta que da salida a la cuadrilla, y las otras en el departamento de sombra, lanzaban al aire sus alegre sones, entreteniendo la impaciencia de los espectadores, a quienes los segundos parecían siglos, y que venían con desesperación que las manecillas de los relojes no apuntaban las tres de la tarde. Esta hora sonó al fin. Se presentó en el palco de la presidencia el señor Regidor Abraham Vázquez, y dado el toque de ordenanza, salió la cuadrilla compuesta de Ponciano Díaz, con lujoso terno morado y oro; Ramón Márquez, de azul y oro; Mercadilla (a) Zenzontle, de verde y oro; Felícitos Mejía, de azul y plata; Tanganito, de rojo y plata; Calderón, de verde y plata; un desconocido que vestía de azul y plata; cinco picadores que lucían bonitas chaquetas blancas y rojas con caprichosos bordados de oro y plata y elegantísimos sobreros charros; y por último, los muleros y monos sabios que vestían bonitos y vistosos trajes. Al presentarse la cuadrilla la banda de la Escuela Correccional que ocupaba la plataforma situada sobre la puerta del arrastradero, entonó la marcha “Ponciano Díaz”, compuesta expresamente por D. Pedro Inclán para que se tocara este día. El público prorrumpió en un grito atronador, colosal; la vista de Ponciano convirtió la plaza en un manicomio, y era imposible distinguir las mil aclamaciones salidas de aquellos pechos entusiastas; el redondel quedó en un momento tapizado de sombreros y de innumerables ramos y flores deshojadas que se arrojaban a los pies del diestro, a quien se notó visiblemente conmovido, agradeciendo con algunas lágrimas que vemos rodar de sus ojos, las demostraciones frenéticas de simpatia de que era objeto. Restablecida un tanto la calma, se presentaron en el redondel una niña vestida de América y un niño con traje de indígena de Zacapoaxtla, empuñando aquella en una mano el pabellón nacional y llevando en la otra una corona de laurel con lazos tricolores, y la niña María 79
Martínez con su hermanito, llevando aquella otra corona de laurel y éste una caja con un obsequio. Entonando la diana todas las músicas, y entre los aplausos y aclamaciones de los concurrentes, se arrodilló Ponciano en medio del redondel, y mientras la América lo cubría con el pabellón, la otra niña ornaba sus sienes con las coronas. En este momento fueron arrojadas del sol innumerables palomas con lazos tricolores en el cuello, y de las azoteas hojas sueltas con versos al héroe de la fiesta. De éstas solo pudimos recoger las siguientes: Al renombrado diestro mexicano PONCIANO DÍAZ En el estreno de su plaza. Por tu arrojo y destreza Intrépido Ponciano, Ni allá en el suelo hispano Rival has de tener. Con solo una estocada Firmísima, certera, Le das muerte a la fiera Rindiéndola a tus pies. Son ya CIENTOS DE TOROS A quienes cupo en suerte, Esa súbita muerte Que tu espada les dá. ¡Viva el hábil torero, El diestro mexicano, Sí, sí, viva Ponciano, Su nombre sea inmortal,
En frente al toro y con espada en mano No hay quien iguale al célebre Ponciano. Eres y has sido tú, siempre el primero, En banderillas, lazo y coleadero MARCHA “PONCIANO DÍAZ” Con música del maestro P. Inclán. Se presenta al redondel El simpático Ponciano, El valiente mexicano, Que al toro sabe vencer. Miradlo como se entrega A repartir su cuadrilla Y miradlo como brilla Durante toda la brega. Ya con la capa se avanza A desafiar a la fiera, Que orgullosa y altanera Al verlo, sobre él se lanza. Pero él con calma y destreza 80
Se encara con la atrevida Hasta que la ve rendida Y humillada la cabeza. Con un estilo sencillo Toma un par de banderillas Las pega, no en las costillas, Sino en el mero morrillo. Y si las pone a caballo, En esto no tiene igual, Pues le he buscado rival, Y en México no lo hallo. Tocan por fin a matar; La suerte más arriesgada, Pero él tomando la espada, A la bestia va a retar. Y allí con su faz serena Con una buena trasteada, Le da al bicho una estocada Que lo hace morder la arena. Y con la cabeza erguida A sus pies mira postrado Al toro que ya ha matado, Al toro que está sin vida. Entonces el soberano Aplaude con fe sincera, Porque es la espada primera En México, el gran Ponciano! ANSELMO G ARUSTI. Una de las niñas le recitó una poesía a Ponciano, y el conocido Sr. Cantoya bajó al redondel para obsequiar al diestro con una cartera, y le dirigió algunas palabras que nos fue imposible oír. Terminada la ovación, que duró más de media hora, comenzó la lidia, dándose salida al primer bicho enchiquerado. Ramón Márquez le paró los pies y Ponciano le hizo un recorte bueno (palmas) y otro en que salió encunado. Los piqueros mojaron cuatro veces, con caída de uno de ellos; al quite coleando Ponciano. Entre Ramón Márquez y Calderón le colgaron al toro cuatro pares de elegantes banderillas, todos al cuarteo. Ponciano tomó los trastos, y dirigiéndose al frente de la lumbrera núm. 8 ocupada por la señora madre del diestro, dijo: “Por mi patria, y porque tú, madre, veas el fruto de mi trabajo”. Algunos concurrentes tomaron a mal que Ponciano no hubiera brindado el toro a la presidencia, como es de ordenanza; pero en cambio, otros muchísimos le aplaudieron; aprobando la conducta del hijo amante, que en público y en aquellos momentos solemnes, hizo a la anciana autora de sus días una demostración de su ternura y de sus bellos sentimientos filiales. Después de un trasteo regular, Ponciano despachó a su enemigo de una buena estocada aguantando, seguida de un supremo descabello al primer intento. (Palmas, flores, sombreros y dianas). El segundo toro recibió 6 malas varas a cambio de dos caídas; al quite Ramón. En este tercio se hizo aplaudir Ponciano por su lance de capa, compuesto de tres verónicas y un frente por detrás. Tanganito y Mercadilla salieron a parear, dejando el primero dos pares aprovechando y el segundo otros dos al cuarteo. Ponciano brindó por la presidencia, y después de algunos 81
pases se tiró a volapié con media estocada suprema en su sitio, con la que rodó el animal. (Ovación). El tercer toro tomó cinco varas, propinando tres tumbos y quedando en uno de ellos al descubierto el picador; al quite Ramón. Felícitos y Calderón pusieron tres pares al cuarteo y el último uno de frente. Después de brindar Ponciano la suerte al sol, la consumó con una estocada aguantando, alta y hasta el puño. (Ovación general). Seis varas se tragó el cuarto toro ocasionando dos caídas, después de haberle Ponciano parado los pies. Entre Calderón y Márquez dejaron cuatro pares al cuarteo, con una buena salida falsa del segundo y dos del primero. La muerte de este toro la brindó Ponciano “Al bello sexo que me honra con su asistencia”, y después de un pinchazo sin soltar, se tiró a volapié con una estocada caída. (Palmas). Al quinto toro, aplicaron los piqueros once puyazos, siendo enganchado Pedro García por el muslo derecho, por lo que fue retirado a la enfermería. Tanganito puso un par al cuarteo y otro al aire, y Mercadilla un par al cuarteo y otro a la media vuelta. Ponciano se encaró con el toro y al comenzar a pasarlo sufrió un desarme, siendo perseguido y habría sido inevitablemente cogido, sin el oportunísimo capote de Ramón Márquez, quien recibió una frenética ovación muy merecida por su quite, que fue el de la tarde. Repuesto Ponciano, largó una estocada que cortó la herradura. El sexto, último toro de la corrida, tomó seis varas. Ponciano, a caballo, puso un par abierto y desigual, un medio y otro par bueno. El mismo despachó al bicho de un pinchazo y de un buen metisaca. Al retirarse la cuadrilla volvieron a oírse las entusiastas aclamaciones de felicitación a Ponciano, quien debe haber quedado satisfecho de su trabajo, que en esta corrida rayó a gran altura, y de las demostraciones no interrumpidas de cariño y de simpatía que se le prodigaron, las que fueron recibidas por el hábil diestro mexicano con esa modestia que tan simpático lo ha hecho a sus admiradores. Su mejor recompensa, su más preciado premio, han de haber sido las lágrimas arrancadas a su madre amada, por el júbilo, por la emoción de ver a su hijo convertido en ídolo del cariño de un público entusiasta hasta el delirio. Para terminar, damos a continuación la lista de los obsequios hechos a Ponciano: Una banda tricolor con fleco de oro. Una cartera de piel de Rusia.-Sr. Cantoya. Un fistol de oro con brillante y rubíes.-Sr. Quintín Gutiérrez. Un par de zapatillas de piel de cabra con bordados en oro Una manifestación impresa en seda con letras de oro y firmada por la Sra. Josefa Romero. Dos coronas de laurel, ofrecida una por la niña María Martínez. Una pistola Colts con incrustaciones de oro y plata, colocada en una caja con un escudo de plata en que se leía la dedicatoria A Ponciano.-El hijito del Sr. Quintín Gutiérrez. Una espada y un cuadro con el retrato del diestro.-Sres. Juan B. Martínez, Juan Flores, Emilio López, Adalberto Vázquez, Juan Morales y Jesús Álvarez. Multitud de ramos de flores artificiales, ofrecidos por diversas personas.
(Biblioteca Nacional. Fondo Reservado. Hemeroteca. “Miscelánea mexicana siglo XIX”, VOL. 121: EL NUEVO NACIONAL. T. I. México 17 de enero de 1888. N° 13). Toca el turno a la pormenorizada reseña de Carlos Cuesta Baquero, testigo presencial de aquel acontecimiento. “Media hora antes que hicieran el despeje del redondel, no había en las localidades sitio donde poner un alfiler. El lleno fue imponente. “Porque la inauguración de la plaza de toros “Bucareli” fue un verdadero apoteosis del espada indígena y hasta el adorno del edificio era adecuado. 82
“Desde los corredores exteriores hasta la azotea había bandas de listón y gallardetes y en el interior, desde la barrera hasta las lumbreras grímpolas y gardenias. En la parte alta del palco presidencial, lujosamente alfombrado y con un cortinaje de terciopelo rojo, ondeaba una bandera de lienzo blanco que tenía dibujado en el centro, en color rojo, un toro. Sobre el cornisón del mismo palco estaba un trofeo taurómaco consistente en una cabeza de toro disecada [que al parecer era la del toro CHICHARRÓN, de Ayala que segó la vida al viejo patriarca Bernardo Gaviño] y colocada entre los instrumentos que sirven para la lidia. “Dos fanfarrias, una en la sombra y otra en el sol, tocaron durante la corrida, pero en la sombra había también una música de instrumentos de cuerda y tenía por misión ser acompañante en un himno que cantaron los coros de una compañía de opera italiana que estaba en México. Se trata precisamente de la compañía que representaba Julio Consonno, y su elenco formado por: Prima donna absoluta dramática, Lina Cerne; Prima donna absoluta, Matilde Rodríguez de Rodríguez; Prima donna absoluta ligera, Francisca Prevost; Primas donnas mezzo soprano y contraltos, absolutas, Pía Roluti, Emilia Sartini; Otra prima donna, Elisa Baraldi; Segunda donna, N. Bianchi; Primer tenor absoluto dramático, Francisco Giannini; Primer tenor absoluto de medio carácter, Pedro Lombardi; Primeros barítonos absolutos; Joaquín Arago, Miguel Wigley; Primer bajo absoluto, Juan Tansini; Otro primer bajo, Fernando Falero; Tenor comprimario, Italo Giovanetti.-Maestros concertadores y directores de orquesta, Gini Golisciani, Pablo Valline; de coros, Angel Bianchi.-Primer violín, Pablo Sánchez. “A las tres de la tarde, Ponciano Díaz hacía su entrada triunfal entre grandes ovaciones, flores y palomas. Cantaron el himno, en que se ponderaba su valor y destreza, en tanto que la niña María Martínez le ceñía una corona de laurel, “entregándole un cuadro y una espada”. Dos niños vestidos de indígenas tlaxcaltecas, le ofrecieron obsequios, entre ellos un estoque con puño de plata, dedicado por el gremio de cigarreras, al que meses antes había regalado los productos de una corrida. La glorificación era interminable porque sucedíanse los obsequios. De los cielos aterrizó en aquel ruedo don Joaquín de la Cantolla y Rico en su globo monumental “El Vulcano”, poncianista rabioso quien “le obsequió con un paquete que no pudimos ver lo que contenía”. A propósito, este singular personaje produjo en Daniel Castañeda unos exaltados versos denominados VALONA de Don Joaquín de la Cantolla y Rico famoso aeronauta mexicano de los que tomamos un fragmento: (...) Así los preparativos y escudriñando el Arcano, por vivir de humo y de fango, llamó a su globo “Vulcano”, y en “Vulcano se subió. Audaz y valientemente y ya en la cesta de marras, ordenó a sus ayudantes que cortaran las amarras y hacia el éter se elevó. (...) Sufrió sustos, sobresaltos y triunfos y aclamaciones, se cubrió de cicatrices, que eran condecoraciones de su audacia y su actitud. Alternando con la Muerte, una vez cayó en los Toros; y otra vez en el Senado -en plena sesión de lorosles perforó el tragaluz.
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El consejal que presidía, el señor don Abraham Chávez, tuvo que poner orden para que saliera el primer toro, después de transcurridos 25 minutos desde aquel en que fue hecho el paseo. “La cuadrilla era hispano mexicana, porque a los antiguos banderilleros acompañaban dos que eran españoles: Ramón Márquez y Antonio Mercadilla. “De morado y oro vestía el torero, traje que le trajo de España “Cuatro Dedos”. Los toros fueron de la ganadería de JALPA y de las MARAVILLAS, reses de romana y de buena edad, pero bastos y con poca sangre brava. No obstante, por el poder que tuvieron hicieron en el primer tercio pelea que dejó contentos a los concurrentes que juzgaban de la bravura de ellos por el número de batacazos que daban a los picadores. A banderillas y muerte llegaron aplomadas y dando a conocer la mansedumbre, pero exceptuando la lidiada en el quinto turno que tuvo intención aviesa, las otras no la adquirieron y se dejaron torear sin exceso de peligro”. El que Carlos Cuesta Baquero acudiera a la inauguración, nos permite conocer al detalle cada unos de los sucedidos previos a la lidia de los toros. Magnífico, grandioso resultó todo aquello y todos los adjetivos superlativos son pocos para entender aquel estreno que, como sabemos, ocurre el 15 de enero de 1888. Ante la expectación que causó el anuncio de la propia plaza de Ponciano Díaz, acude uno de sus más entusiastas seguidores: su propia madre. Para ella es el brindis del que abre plaza: Por mi Patria y por ti, madre mía... La providencia ha querido que preste a tu vejez, el humilde fruto de mi trabajo. De inmediato se fue directamente al toro, estando completamente sólo y le dio al bicho cuatro naturales, tres cambiados, cuatro redondos y dos a su modo, levantando la espada, apuntó con suma atención sobre la cruz del lomo, y Ponciano se fue acercando muy poco a poco, en línea recta y pasito a pasito al toro, a la vez que hizo ligeros movimientos con la capa para llamarlo. Llegando a cierta distancia se paró, y quedó inmóvil, siempre con la punta de la espada dirigida al lugar expresado. Por fin el toro se arranca, con suma velocidad, y el torero haciendo un ligero movimiento con la capa, le clava al toro en medio en el expresado centro, toda la espada que según los taurófilos es el lugar donde debe entrar y quedar colocada. 104 No fue suficiente y de un descabello liquidó al enemigo. Las ovaciones fueron grandiosas y tres bandas de música tocaron dianas en honor del diestro. En el intermedio del segundo y tercer toro, Ponciano lazó un caballo bruto, pie a tierra, que le ganó otros tantos aplausos. Al concluir el festejo, el torero que vestía el traje de charro montando un hermosísimo alazán tostado, dio tres salidas en falso con mucha guapeza, manejando magistralmente su cuaco, y puso dos pares y medio de banderillas, bonísimos aquellos regular el último. Bajó del caballo entre nutridos aplausos, y brindó en los medios del redondel, al sol y a la sombra, y le dio al toro tres naturales, un redondo y un metisaca perfecto...105
Tres días después de aquel fastuoso estreno, fue “bautizada” la plaza con un convivió al que fueron invitados, entre otros, Alberto del Frago, director de EL MONOSABIO, Pedro Portilla, revistero del ARTE DE LA LIDIA y el diestro español Luis Mazzantini. Este apareció en la plaza con un ridículo sombrero jarano de apilonada copa, anchísima ala y grueso galón de oro. Ya se imaginarán la de cuchufletas y tijereteos que le prodigaron de frente y por la 104 105
Rosell: op. cit., p. 84. Ibidem., p. 86.
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espalda los “poncianistas” allí reunidos. Esa aparición coincidió con una actuación que Ponciano y su cuadrilla realizaban en el ruedo, ejecutando lo mejor del repertorio de las suertes charras. Ya en el redondel, Mazzantini no pudiendo lidiar siquiera algún torete, pidió un caballo y montó para remedar lo que hacían los verdaderos charros. Aquella condescendencia y cortesía del diestro español le ganó muchas simpatías y una sincera ovación, que tuvo réplica cuando los dos espadas, de pie en el centro del redondel, bebieron una copa de champagne y se estrecharon fuertemente las manos. Así quedaron unidos en “Bucareli”, Mazzantini y Ponciano, como cuando lo hicieron en la plaza COLÓN. La segunda corrida, efectuada el domingo 22 de enero de 1888 (que coincide con el nacimiento del gran RODOLFO GAONA), el resultado no fue favorable para Ponciano, pero sí para los evolucionistas, que se regodearon por lo ocurrido. La fortuna le dio la espalda al atenqueño quien estuvo bastante deslucido, desilusionándose sus partidarios que no pudieron remediar su estado de ánimo en la tercer corrida, en la que el fracaso fue la nota del festejo. Se argumentaba que por el mal tiempo las cosas no marcharan bien, aunque en la plaza COLÓN hubo una buena entrada, mientras que en BUCARELI, apenas se veían algunos seguidores del “torero con bigotes”. Dichas condiciones pusieron en tela de juicio el papel de Ponciano que se justificó hasta el extremo de apuntar en EL ARTE DE LA LIDIA, que por las condiciones del ganado no era posible lograr gran cosa. “Ponciano tiene que dar en su plaza otras muchas corridas con toros de acreditadas ganaderías que reúnan las condiciones necesarias, y si con estas no cumple, entonces con justicia se le criticará”. Una crítica razonada y lógica, fue la que emitió EL PARTIDO LIBERAL, con su cronista CAPITA quien escribió: Después de haber asistido a las siete corridas que ha dado la excelente cuadrilla de Mazzantini en COLÓN, tuve la pésima humorada de ir el último domingo a la corrida que hubo en BUCARELI. Me arrepentiré una y mil veces de haber tenido tan malhadado gusto. Yo creía que con la venida al país de toreros de verdad, Ponciano y su cuadrilla procurarían adelantar el arte que tratan de ejercer; pero nada, van como el cangrejo; y esto es debido a que Ponciano en medio de tantas cualidades como le adornan, tiene el defecto de creer en las adulaciones de sus amigos, que piensan que el diestro se eleva con sus alabanzas y lo que hacen es perjudicarle. Ponciano a caballo es escultural. Laza, colea y pone banderillas, sin descomponerse; siempre adornado; siempre estético; siempre simpático, atrayéndose las miradas y las palmas; pero a pie en el redondel no quisiera verlo. Me da tristeza que con tanto valor y serenidad como tiene, no tengamos la esperanza de poder decir más tarde: aquí tenemos un torero como el mejor de España (...)
Para 1888 lo mismo se exaltaba que criticaba a Ponciano. Todavía está vigente el proponcianismo manejado en diversas publicaciones periódicas, como EL MONOSABIO, EL ARTE DE LA LIDIA, que buscan justificar su papel en el ruedo. Pero dicha corriente está amenazada de desaparecer en tanto se fortalece la contraria, cuyas trincheras fundamentales: LA MULETA, EL PARTIDO LIBERAL, EL ARTE DEL TOREO y otras van consolidándose con paso bastante firme. Por aquel coso desfilaron las figuras más connotadas del momento. Allí se hicieron célebres varias “Temporadas de Mazzantini”. Por una razón muy especial predominaron los diestros españoles sobre los mexicanos, en cuanto a actuaciones se refiere. La última corrida se efectuó el 18 de junio de 1899 y fue mixta. 8 toros de El Pabellón, de 85
Aguascalientes que estoquearon Diego Rodríguez “Silverio Chico” y Manuel Cervera Prieto, y los novilleros Arturo Paramio e Ildefonso Lagos “El Sanluqueño”. En pleno desmantelamiento hubo el 2 de julio una encerrona de invitación organizada por empleados de casas de comercio. Se puede decir que BUCARELI es una plaza sobreviviente ya que a sus poco más de 11 años de servicio, superó a aquellas otras plazas efímeras; a saber: -San Rafael, estrenada el 20 de febrero de 1887. 106 -“Colón” y “Paseo” inauguradas el 10 de abril de 1887. -Bucareli del 15 de enero de 1888 y aquí incluimos una más del torero Ponciano Díaz que instaló allá por el rumbo de la villa de Guadalupe estrenándola a fines de 1888. Y otra que, aunque de menor trascendencia operó con éxito. Se trata de la plaza “Bernardo Gaviño” del barrio de Jamaica. 107 Las plazas aquí reseñadas no resistieron más que las broncas despiadadas por malas tardes o la inclemencia del tiempo. BUCARELI misma, durante el año 1893, cuando estaban prohibidas las corridas de toros en el D.F., se convirtió temporalmente en establo para ganado manso. Meses más tarde, por tremenda bronca ocurrida en noviembre de 1895 casi quedó destruida, (a causa de tremenda bronca, suspendiéndose temporalmente las corridas en el D.F.) teniendo que ser rehabilitada para nuevas funciones. Esa es la obra que Ponciano Díaz legó en su auténtico esplendor, pero fue la obra que también sirvió como la última morada del torero, ya olvidado, ya nadie en la vida. Incluso, allí fueron velados sus restos el día 15 de abril de 1899. 106
Carlos Cuesta Baquero. Trabajos Inéditos. (1920-1945. Obra mecanuscrita). Documento Nº 26, p. 23. En la antevíspera y víspera al domingo de “Carnaval” día fijado para la inauguración (uno de los primeros días del mes de febrero de 1887), nuestro “nacionalismo taurino” produjo una de sus habituales básicas demostraciones de odio al “gachupín”. Cuando los fijadores de los cartelones anunciadores, los pegaban a los muros de los edificios citadinos, especialmente por “San Cosme”, al leer PONCIANO DÍAZ los que rodeaban a los fijadores, inmediatamente lanzaban los habituales alaridos: “Viva Ponciano. Mueran los “gachupines”. La corrida inaugural fue completo éxito pecuniario, estuvo repleta la placita, quedándose en las afueras una multitud de aficionados que no pudieron comprar el billete de entrada a la localidad, porque ya no había tal billete. O bien algunos que compraron el billete, pero de nada les sirvió poseerlo por no haber ya sitio adentro de la plaza. Hubo mala fe en la cantidad de billetes expendidos. Disculpáronse los empresarios, diciendo haber sido engañados en lo relativo al cupo de la plaza de toros, pues resultó no ser de cinco mil, solamente de cuatro mil. Tal averiguación la hicieron los ingenieros de “Obras Públicas”, ordenándola el Ayuntamiento de la ciudad porque no estuvo conforme con la cantidad percibida en concepto de Impuesto Municipal. En lo referente al resultado artístico, cada bandería tauromáquica lo reputaron conforme a su credo tauromáquico. Para nuestro “nacionalismo taurino” fue éxito completo, sin regateos. En contraposición los revolucionarios evolucionistas hicieron severa crítica adversa, ridiculizando el modo de vestir, los bigotazos de los toreros y la manera que tuvieron para torear. Probablemente tales críticas que llegaron a oídos de Ponciano, fueron los primeros trozos de acibar que le amargaron la boca por lo mohína que ha sentido. 107 Manuel Gutiérrez Nájera: ESPECTÁCULOS. Teatro, conciertos, ópera, opereta y Zarzuela. Tandas y títeres. Circo y acrobacia. Deportes y toros. Gente de teatro. El público. La prensa. Organización y locales. Selección, introducción y notas de Elvira López Aparicio. Edición e índices analíticos Elena Díaz Alejo y Elvira López Aparicio. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filológicas, 1985. Ils., retrs., p. 165. El 17 de diciembre de 1886, el Congreso de la Unión abrogó la prohibición de las corridas de toros en México; en consecuencia, y dado el aumento de la afición, en 1887 se construyeron nuevas plazas, entre ellas la “Bernardo Gaviño”. El 19 de mayo de 1887 se organizó una novillada para inaugurar dicha plaza en el barrio de Jamaica, con una cuadrilla de niños toreros, de la que era capitán Jesús Adame; picador, José Alfaro, y banderillero, “El Gallo”, de escasos diez años, así como Manuel Mejías Luján “Bienvenida”, banderillero español.
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En páginas siguientes se tratará en detalle el cúmulo de acontecimientos suscitados en la pugna Ponciano-Mazzantini entre 1887 y 1888. LOS ENGAÑOS Baberos, bigotes, picadores con botas, dianas, sobaquillos, estoconazos, alternativas entre matadores y novilleros, aficionados y espadas de cartel; convite con músicas, cabezas de toro y picadores que se prestan a esas mojigangas, fueron los argumentos que dictaminaron el derrocamiento progresivo de una vida taurina sumamente variable puesto que era Ponciano Díaz una buena persona aunque -se dice-, pésimo torero. Como jinete era excelente y maestro en las lucidas y útiles faenas del jaripeo, muy varonil, muy pintoresco y muy nuestro. Frente a aquel estado de cosas, vale la pena una revisión crítica que parte de la razón con que Ponciano Díaz se desenvuelve de 1876 a 1887 con el afecto popular de su lado, hasta que empieza a desarrollarse un periodismo que no se sustenta en florituras ni en aguerridas estampas de la charrería o el jaripeo. Ese nuevo periodismo incorpora los valores de una noción moderna del toreo que en España daba grandes frutos y en México se perfilaba a inicios bastante sólidos. Pero también se da el periodismo que favorece el quehacer de Ponciano. Puede decirse que aquel renacimiento lo forjan dos vertientes: 1)Los toreros españoles llegados a México desde 1885. José Machío -fundamentalmenteprepara y abona el terreno para que a dos años de distancia, Luis Mazzantini siembre la semilla que luego crecerá y dará frutos maduros. 2)Hubo en todo esto promotores claves para conseguir aquella grandeza anhelada (la que luego alcanzaría ese grado con la dominación gaonista). Pedro Nolasco Acosta, torero potosino, es amigo del Dr. Carlos Cuesta Baquero. El diestro tiene en su poder el entonces único ejemplar de EL TOREO doctrinal taurómaco del tratadista español José Sánchez de Neira que hay en México y lo obsequia al gran periodista en cierne que lo trae siempre consigo, convirtiéndolo en una especie de Biblia. Al publicarse sus artículos se observa ya la inclinación hacia el tecnicismo. Comparte esas ideas con un grupo de hombres emprendedores que forman el centro taurino “Espada Pedro Romero”. Y entre otros dirigentes se encuentran Pedro Pablo Rangel y Eduardo Noriega “Trespicos”. En poco tiempo se vio, se sintió el resultado de las aspiraciones de aquella “falange de románticos” -que así se hacían llamar-, los cuales se propusieron cambiar la fiesta de su situación inestable -técnica y estéticamente hablando- a otra que comulgara con principios de la avanzada puesta al día en nuestro país. Ante aquel palpitar se inició una larga lucha, combativa. Evolucionistas (o liberales) y conservadores asoman a la batalla. La guerra da inicio. Los evolucionistas son aquellos falangistas ya conocidos; en tanto que los conservadores, son los incondicionales del toreo a la mexicana. Dicha expresión tenía muchos partidarios localizados no sólo en la provincia sino en la propia capital del país. Para entender algunas de las condiciones que provocaban aquel encontrado ambiente, vuelvo al refugio de las apreciaciones siempre vigentes de Carlos Cuesta Baquero. Sin ellas, no tendríamos idea general de lo que era el espectáculo, a falta de buena parte de publicaciones periódicas que si existen, son en mínima proporción. Veamos. “Entre otras cosas, tuvieron que enviar de España escrituras musicales, que fuesen aprendidas a fin de producir los sones necesarios. Fue esto una derrota de “nuestro 87
nacionalismo taurino”, quitándole un detalle que era típico. Además los sones mexicanos fueron parte integrante de composiciones musicales dedicadas a toreros aborígenes, cual aquella danza titulada: “¡Ahora Ponciano!” Y en muchos incidente familiares o populares aquellos sones eran lanzados, haciendo mofa o incitando para la riña. “En la época de 1872 y años siguientes hasta 1885, el acto nombrado “Paseo de las Cuadrillas” no tenía el fascinador intenso colorido que luego adquirió. No era pincelada de tan extraordinaria belleza cual la describen todos los relatores de la fiesta taurina. Pincelada que cautiva a los extranjeros y que emociona siempre agradablemente a los nativos de los países donde hay Tauromaquia. “El Paseo de las Cuadrillas” ha sido asunto para infinidad de descripciones literarias y para multitud de cuadros pictóricos. “Aquellos caricaturables lidiadores, salían a efectuar el “Paseo de las Cuadrillas” precedidos por el payaso, quien por su vestido, visajes, piruetas y voces, completamente ausentaba a la seriedad que ha de tener ese preliminar de la lidia. El payaso o Loco. Estas dos denominaciones le daban. Era un individuo grotescamente vestido, no con traje de torear sino con alguno diverso. Llevaba la cara enharinada y con manchas rojas de color vermellón sobre los carrillos y labios. Cubría la cabeza con un sombrero de forma cónica, terminado en una borla, o bien con una boina. El cometido de ese bufón taurino, era hacer gracejadas que no tenían ingeniosidad, pero eran suficientes para provocar risotadas en muchos bobalicones concurrentes. Desempeñaba su tarea luego que el toro estaba muerto, mientras que era arrastrado por los lazadores, pues tampoco eran empleados los tiros de mulas, esos entraron en actividad años después, cuando ya las corridas mexicanas fueron copia exacta de las españolas. “No he podido investigar cual fue el origen de tal payaso o loco en las corridas de toros, pero era legendario y estaba admitido en todas las regiones del país. Algunos de tales payasos o locos adquirieron fama y eran muy celebrados por nuestros abuelos y padres. Todavía cuando el estreno de la plaza de “El Huisachal” en el año 1881, dos payasos figuraron. “En aquellos actos de “Paseo de Cuadrillas” el único grupo que no estaba criticable en referencia a la visualidad, pero si en cuanto a la Tauromaquia, era el de los jinetes, tanto picadores como lazadores, que marchaban atrás de los peatones lidiadores. Los jinetes vestían el traje de nuestros campiranos o sea de nuestros “charros”. Cabalgaban usando las sillas y arneses a “la mexicana”, no a la española. Mirábanse airosos, apuestos. Pero el traje que portaban los picadores no era el conveniente para la “suerte de varas”. El que llevaban era muy adecuado para los “jaripeos”, para las “charreadas”, donde el peligro es remoto, no inminente cual esta en la tarea del picador de toros. “Los picadores mexicanos antiguos una de las hazañas que hacían era la de picar cabalgando “en pelo” o sea sin que la cabalgadura tuviera montura. Compréndese que al hacer tal, demostraban extraordinario vigor en las piernas y no otra cualidad, que estuviera relacionada con destreza. En cuanto a los demás requisitos que ha de tener un caballista (conocer la índole del caballo, saber manejar las bridas y las espuelas) igualdad tenían los mexicanos y los hispanos. Entiéndanse los hispanos que eran verdaderos picadores de toros, no algunos que lo eran improvisadamente y lo mismo hay que advertir en los mexicanos, eran excelentes caballistas los verdaderos picadores, no los ficticios. “Los antiguos picadores de toros estaban personificados en los vaqueros que habían conducido a los toros desde el campo hasta la plaza de toros. Esos vaqueros eran los actuantes de picadores durante la corrida. Y demostraban lo único que podían ostentar: Saber de caballistas y valentía de hombres avezados al peligro. Pero, no podían ostentar 88
saber de picadores de toros. Esos eran hábiles jinetes, diestros lazadores y excelentes coleadores, pero no tenían idea del carácter de la “suerte de varas”, de la manera que había de ser hecha. “Tampoco querían aceptar vestirse de toreros al modo de los picadores españoles. Conservaban el traje de nuestros “charros”, modificándolo con ponerse la “chaquetilla”, pero dejándose el pantalón de género, los zapatos usuales a diario y el sombrero jarano. Como defensa para la pierna derecha empleaban lo que se llamaba “la bota”. El nombre era adecuado, efectivamente era una bota, de cuero crudío, de lo que nombran vaqueta, que subía por la parte anterior de la pierna hasta más arriba de la rodilla, pero que en la posterior llegaba solamente hasta la corva. Ponían “la bota” por encima del pantalón. Aquel artefacto, mal les preservaba de las cornadas, pero no les impedía los movimientos para levantarse prontamente, cuando los toros los hacían caer. No les era necesario el auxilio de los “monosabios” para levantarse y echar a correr, a refugiarse en los burladeros. “Tampoco aceptaron cabalgar en monturas españoles, con dos borrenes. Siguieron empleando la “silla mexicana”. Igualmente que para guiar a los caballos el freno, cabezadas y bridas (riendas) a la mexicana, no el “filete”, cabezadas de tiras de cuero y bridas al estilo español. Los caballos, llevaban en la parte anterior, sobre el pecho, una protectora cubierta de vaqueta, que se extendía hacia atrás, hasta tocar con la pierna del jinete. Era algo semejante a lo que actualmente nombran “peto”. Las ancas también estaban cubiertas con lo que decían “anqueras”. “Los revolucionarios evolucionistas criticaban severamente todas estas peculiaridades, pleiteando porque adoptaran el modo de vestir de los picadores hispanos y los arneses que ellos empleaban para los caballos. Especialmente a la protección que les ponían en la parte anterior, le dieron el ridiculizante nombre de “babero”. Años después, tal “babero” ha sido adoptado en España con el nombre de “peto”, por lo tanto eso ha sido un triunfo para nuestro “nacionalismo taurino”. No se preocupaban por conocer la índole del toro, percatándose de si estaba en el “estado” de “levantado”, “parado”, “aplomado”, para adecuar el modo de picarlo. No se preocupaban de conocer si era “blando”, “pegajoso”, “seco”. No atendían a los sitios del redondel donde el lance era fácil o difícil, no atendía a las “querencias”. Para ellos el único precepto era “ir al toro” rápidamente, cualquiera que fuese el sitio del redondel donde estuviera. Había en su modo de proceder precipitación, casi inconsciencia”. Por ejemplo, durante la corrida del 28 de abril de 1889, en la que se lidió un miureño, ocurrieron varias cosas que hay que relatar porque son necesarias para entender que como cualquier otro torero, Ponciano podía haber estado mal. A continuación el relato de Roque Solares Tacubac. “No estuvo la Fortuna con Ponciano, durante esta corrida. Completamente huido halló a su primer toro, y no pudo torearle de muleta porque salía suelto del engaño y después de haber dado el espada un pinchazo, el bicho también huía despavorido luego que miraba colocarse al matador para entrar a herirle. Una estocada a la media vuelta ó aprovechando el aviso de un capote hubiera estado muy justificada. No recurrió a ese medio el espada y con gran habilidad terminó la faena dando una estocada en la suerte nombrada a la carrera, aprovechando una de las arrancadas que dio el toro, huyendo de las tablas hacia los medios. “Su segundo toro (tercero en turno de los lidiados) fue el español, el de la ganadería de Miura. Era un becerrote adelantado (cuatreño) escaso de libras, zancudo, largo de cuello, astiblanco. Comenzó la pelea asustándose con los capotes y haciendo extraños, siguió 89
blando en las dos primeros puyazos pero luego se transformó creciéndose al castigo y así recibió otras siete varas, demostrando poca pujanza. Ocasionó cuatro costaladas y mató a dos caballos. No hizo en el primer tercio de la lidia, algo que revelara intención aviesa. “Conservando ligereza, pasó al de banderillas. Entonces el miedo que embargó a “Bienvenida” y el pánico que dominó a otro lidiador desconocido, encargado de formar pareja con el banderillero andaluz, originaron exageradas precauciones y aquel abrir y cerrar y las múltiples pasadas por la cara avisaron al de Miura, que en dos o tres ocasiones cortó el terreno y se puso por delante a “Bienvenida”, que optó al final por banderillear a la media vuelta. El rehiletero desconocido ni eso pudo hacer y pocos se le hacían los burladeros, que había en estas corridas en la plaza “Colón”, porque Ponciano Díaz no estaba acostumbrado a tomar el olivo saltando los tableros. “El toro se apoderó completamente de la cuadrilla y el matador rodeado de todos los peones, que daban capotazos sin fin determinado, no presentó una sola vez la muleta para empapar parando los pies, sino que siempre la retiró rápidamente para escaparse. ¿Por qué no llevar a la vera únicamente al banderillero de confianza? ¿Al veterano “Bienvenida”, que tenía fama de lidiador ducho y que realmente lo era? Por...!! el miedo, que había agigantado las dificultades. “Después de quince minutos de sustos, achuchones, carreras, gritos y deslucimiento completo, dio Ponciano en la suerte al encuentro una estocada caída; que terminó mejor de lo que esperaban aquello que ridículamente había comenzado. “Bien elegido estuvo un Miura como cuestionario de examen; pero resultó pleno de dificultades y puso en berlina al sustentante, haciendo patente los escasos merecimientos que tenía como torero, aunque también demostró que era excelente estoqueador. “Hicieron ovación al espada indiano, probablemente por la certeza al estoquear, y en su derecho estuvieron; pero no lo tenían para los comentarios y suposiciones, afirmando que aquel toro español antes de venir al redondel había sido toreado por los gachupines, con el fin de perjudicar al lidiador mexicano. Tal superchería, completamente sin base, dio causa para una conducta impertinente y ofensiva para con los toreros españoles y especialmente para con el espada “Zocato” durante la lidia con el cuarto toro. El diestro sevillano había sido ovacionado por su labor con el toro segundo, y dedicada la faena con el cuarto al público concurrente a los tendidos de sol. Desde el instante que Carlos Borrego se dirigió, montera en mano, hacia los espectadores de esa localidad, fue recibido con una rechifla; y cuando el lidiador arrojó la monterilla hacia las personas a quienes había brindado, estas la tomaron y la devolvieron groseramente. Repitieron la silba, después de haber muerto el toro, por una estocada a un tiempo, formando contraste los silbidos del público de sol con los aplausos del de sombra. “He aquí lo que respecto a este incidente leemos en el periódico “El Arte de la Lidia”: “La corrida que reseñamos ha dejado recuerdos desagradables en la mayoría de los concurrentes; no tanto por lo malo que en sí tuviera, sino por los incidentes enojosos a que el público dio lugar con sus inconveniencias. Entre los enemigos que tiene la diversión de los toros, va acentuándose y propagándose una nueva clase, más nociva que la de los sensibleros: la de los apasionados. Hay muchas personas que asisten a las plazas con el propósito deliberado, con la intención expresa, de aplaudir a un lidiador, aunque cometa torpezas del tamaño del mundo, y silbar a otro, aunque demuestre arte y corazón” “De aquí viene el antagonismo y el choque con los que profesan contrarias ideas y el disgusto de los espectadores sensatos que concurren a los toros a divertirse, no a presenciar riñas y escándalos. Este mal del apasionamiento es la carcoma que lleva en sí la 90
fiesta taurina; mal de mayores trascendencias que las declamaciones de los sensibles, porque este lo lleva en su seno y aquel pasa rozándola únicamente. En esta corrida, los apasionados de sombra estuvieron exaltados en sus simpatías para “Zocato”. Los de sol, llegaron con las suyas por Ponciano a un extremo impropio de una sociedad culta”. “El zarzo de banderillas se formaba por las de “lujo”, para distinguirlas de otras de poca vistosidad, pero no tan poca como las de ahora, que son únicamente el palo forrado. Las de “lujo” eran muy vistosas y bastante bonitas. Imitaban pájaros, muñecas, corazones, jarras. Tenían el gran inconveniente algunas -no todas- de hacer que los toros se descompusieran, aprendiendo a “taparse”, levantando la cabeza o a “humillar” bajándola hasta el suelo. Las banderillas no de “lujo”, eran unos globitos de forma oblonga, no esférica. Un detalle más: eran los palos de menos longitud que los de ahora. Por lo tanto, el banderillero tenía que acercarse más en los momentos de colocarlas. En cuanto al puntillero nos dice el autor: “José María Reyes, puntillero, era el popular “viejo Reyes” la viva imagen del matarife de los actuantes en el “rastro”, que tenía notable habilidad para “atronar” o sea dar la puntilla o sea más tauromáquicamente dicho “cachete” sino daga con dos filos. Tampoco para actuar en la plaza de toros vestía el traje de torero, jamás logró la Empresa, ni aún el mismo Ramón López, que consintiera en llevarlo, sino que actuaba con el habitual suyo: Sombrero jarano, chaqueta o blusa de dril blanco, pantalón negro y zapatos amarillos. Sobre la asentadera derecha llevaba una funda de cuero donde guardaba las tres o cuatro dagas, no “puntillas” que utilizaba. Era un puntillero completamente de aspecto “nacionalista”. Las órdenes que emitía la autoridad, por medio de parches y clarines eran otras. “En los sones que daba el clarín para ordenar el “cambio de tercios de la lidia” también había originalidad en aquella época antigua. Hasta años muy posteriores hicimos la imitación de lo español, adoptando los timbales y los clarines. Entonces era un solo clarín el que sonaba, produciendo notas que casi eran frases adecuadas a la finalidad requerida. El sonido para dar al toro salida de los toriles y el de orden de lazarlo cuando no tenía condiciones para ser lidiado por ofrecer escasa acometividad o cuando por ineptitud del matador había que regresarlo a los corrales. Cometido que desempeñaban dos o tres charros, lazándolo. Entonces los cabestros no eran empleados, considerando a faena más rápida y divertida con los charros y además apropiada para su lucimiento para demostración de la destreza de nuestros campiranos. Años después el afán de tener en las corridas de toros mexicanas copia exacta de las españolas, fue lo que hizo sustituyeran al clarín único, por varios aunados a timbales. En medio de todo esto, ¿cómo toreaba Ponciano? La visión e interpretación vuelve a ser de Carlos Cuesta Baquero, cimiento fundamental en esta biografía. “Valiente sin temeridad y teniendo completo conocimiento de las condiciones de los toros, toreábalos adecuadamente con el estilo burdo que imperaba en la anticuada escuela de torear que él había aprendido. Torero inteligente no podía negarse que era, pero cuidábase únicamente de la finalidad y no de escogitar la Belleza. Por esta causa su labor carecía de vistosidad; y aumentábase la carencia de atildamiento porque la naturaleza no había concedido a Ponciano apostura elegante sino vulgar, pues era de pequeña estatura, contrahecho, con el cuello corto y los hombros encaramados, por lo que la cabeza parecía como escondida, los brazos fuertes y largos con relación al tronco y las piernas arqueadas con el continuado cabalgar.
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“Lanceaba de capa en raras ocasiones, aprovechando los toros propicios por bravura y nobleza. Hacía el lance cuando ya el bicho hallábase en el estado de parado. Costumbre era esto de todos los toreros antiguos, porque comprendían lo perjudicial que es torear a los toros antes de que hagan la pelea en varas y lo deficiente que son en ese tercio de la lidia cuando se les ha lanceado con el capote. “Daba verónicas, farolillos y frente por detrás, habiendo en esos capotazos movimientos en los pies y escasa agilidad en los brazos, que no extendía ampliamente. “Sabía tener su sitio en la lidia y acudía oportunamente a los quites, pero sin buscar en esos trances el aplauso, sino únicamente salvar del peligro al picador. Por tal motivo no tenía premeditado el procedimiento para hacer el lance y acudía al que le sugería el instinto: distraer al toro dando una voz, citándole con el pie, desplegando el capote y tirándole una de las puntas al testuz, metiéndole el engaño en la cara, teniendo el trapo doblado sobre el antebrazo dispuesto como para recortar, desplegarlo y hacer una media verónica y en caso extremo de sumo peligro, practicaba el colear. En lo que era maestro porque agarrábase al rabo del toro por cerca del nacimiento de este apéndice, tiraba hacia abajo con todo el peso del cuerpo y aproximábase a la penca, al cuadril de la res. No le acontecía a Ponciano, que al colear le diera los toros una coz; como hemos visto ha sucedido a espadas muy aplaudidos, pero que no saben hacer la suerte y se agarran a la mota de la cola y alejan el cuerpo del anca del toro que al moverse les zarandea y les trae como un badajo. “Banderilleando era Ponciano completa nulidad; aún en aquella época cuando la mayoría de los banderilleros mexicanos solamente sabían banderillear a la media vuelta. La valentía y el pundonor hicieron que en ocasiones comprometidas, cuando no aceptar la invitación para banderillear era hacer el ridículo, Ponciano intentara cuartear, teniendo peligro inminente, ó quebrar imitando lo que había visto. “Toreando con la muleta, Ponciano ofrecía defectos iguales a los que había al manejar el capote. Movimiento en los pies, agarrotamiento en los brazos y completa ausencia de elegancia y adornamiento. Trasteaba de cerca y presentaba cuadrada la muleta en la mayoría de las veces, pues solamente por rareza, para defenderse de los toros que se colaban o acometían al bulto, adelantaba el brazo y daba el pase con el ángulo del trapo (toreando con el pico de la muleta). Tendía bien la suerte; pero no sabía cargarla porque no retiraba pausadamente el engaño cuando el toro embestía, sino que lo separaba rápidamente para continuar de igual modo alejándolo y terminar el muletazo por sobre la cabeza del toro o por abajo delante del hocico; resultando en el primer caso el pase por alto y en el segundo el natural, pero los dos imperfectos, rudimentarios. Lo que entonces llamábamos medios pases. “Por este defectuoso modo de engendrar los pases, en muy rara ocasión veíasele practicar el pase forzado de pecho, pues los toros no podían revolverse sobre los vuelos del engaño que había desaparecido de su vista. Cuando alguno por demasiado celoso, por exceso de bravura y ligereza, constituía la excepción, Ponciano no tenía vista y habilidad para mejorar el terreno y luego aguantar en la muleta, sino que estaba precisado a huir, desairadamente acosado. Entonces era cuando los evolucionistas le zaherían en la plaza con atronadoras rechiflas y en las crónicas de la corrida con acre censura. Entonces era cuando los poncianistas trémulos por la ira acallaban los silbidos con injurias y aplausos y cuando después en los periódicos de la bandería disculpábase la torpeza atribuyendo a los toros perversa condición.
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“El pase de pecho tal cual lo describe Francisco Montes en su Tauromaquia, ese pase de pecho con preparación, sí lo practicaba Ponciano. También aprendió el pase cambiado (el que ahora nombran ayudado de pecho), pero el cambio con la muleta nunca lo dió. “Meritorio en las faenas del espada indiano había que casi en todos los muletazos llevaba los trastos en la mano izquierda. Entonces considerábase digno de enérgica censura aquel espada que hacía abuso de torear de muleta con la mano derecha y solamente en contadas circunstancias les era admitido. “La labor de Ponciano con la muleta era ineficaz para quebrar las patas a los toros ó para componerles la cabeza por esto de nada servía para con los bichos que por mansos, recelosos o de sentido defendíanse parapetados en las tablas o en alguna querencia. Entonces tenía el espada que recurrir al auxilio de los capotes de los banderilleros. “En estas ocasiones lo que traía el aplauso era la valentía e inteligencia de Ponciano para aprovechar, luego que la res abandonaba el sitio inadecuado. Entonces inmediatamente el matador llegaba al nuevo terreno, armábase y entraba sin vacilaciones a herir, dejando estocadas mortales. Por esta valentía esos toros difíciles no le ponían en los aprietos que a otros espadas diestros en el empleo de la muleta. Entonces había forzosamente que aplaudir y por cierto muy justificadamente; y entonces los poncianistas echaban a vuelo las campanas y ponían por los suelos a los espadas hispanos. “Esta facilidad para estoquear y las causas ajenas al toreo, que hemos señalado eran las bases de la popularidad de Ponciano. “Hay la errónea creencia entre los aficionados actuales que Díaz era certero estoqueador solamente dando golletazos y que este era su sistema. No. “Les había tomado la muerte a los toros” según dicen en argot taurómaco y en la mayoría de las veces les hería alto y hondo. Ya fuese a la mexicana, de mete y saca, o a la española, dejando el estoque, según entonces distinguíase. “Ponciano les había tomado la muerte a los toros, porque tenía un tranquillo para hacer la suerte: consistía en colocar muy baja la muleta, para hacer que los toros humillaran, para obligarles a descubrirse. Tenía realidad aquella máxima del antiguo buen matador de toros don Antonio Gil “Don Gil” quien dijo: “La mayor altura de un toro no ha de ser obstáculo para dejar de matarlo por derecho, aunque el espada sea de mediana estatura. Guíele despacio y bajo el trapo que el toro humillará hasta clavar los cuernos en la arena”. Esta hacía el espada mexicano y por ello salieron muertos de sus manos con estocadas altas reses de enorme corpulencia; que entonces abundaban en todas las corridas y especialmente en las que él organizaba y toreaba. “Tan eficaz era el modo de vaciar que tenía Ponciano, que para herir a esos toros grandes y engallados (altos de agujas según ahora nómbranles) el espada no colocaba el estoque horizontalmente, sino que le daba dirección hacia arriba como si la punta buscara el morrillo que el torero no alcanzaba a ver, y cuando el toro acometía y durante el viaje guiaba la cabeza por la muleta el hocico tocaba a la arena, entonces el diestro por medio de un movimiento de la muñeca de su mano cambiaba la dirección del acero y lo hundía hasta las cintas, quedando en perfecta colocación. “Tenía habilidad notable para traerse a los toros toreados con la muleta”, decíame Saturnino Frutos “Ojitos”, una ocasión que platicábamos acerca de este asunto. “Si el último tercio de la lidia hubiese consistido únicamente en estoquear el único de los espadas hispanos que hubiera sido digno competidor del mexicano habría sido Luis Mazzantini, porque en el acto de herir el lidiador indiano tenía valentía, certeza y arte,
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cualidades que también personalizaban al de Elgoibar. Valentía, porque sabía enhilarse y perfilarse cercano al testuz. “Certeza, porque casi siempre encontraba las péndolas. Arte, porque sabía cruzarse muy bien. “Educado Ponciano en la antigua escuela de torear le eran más fáciles las suertes de estoquear esperando a los toros que aquellas en las que él tenía que acometer. Por esto practicaba mejor las de recibir (según el estilo descrito en la Tauromaquia de Pepe-Illo), al encuentro y a la carrera. Las de a volapié y a paso de banderillas se le dificultaban; de este modo daba en algunas ocasiones buenas estocadas, pero generalmente no se estrechaba con los toros y los pinchaba porque él deshacía su reunión y alargando el brazo hería sin hacer empuje sobre la empuñadura del estoque. No acercándose originaba que los toros no hicieran por la muleta y entonces quedaba nulificado el arte del estoqueador, aquel cruzamiento perfecto que le daba fácil la suerte cuando el toro acometía. “Acontecía a Ponciano lo que al célebre matador de toros español Manuel García “El Espartero”. Era poco seguro con los toros que no le tomaba francamente la muleta y por esto su modo de estoquear ideal era en la suerte de a un tiempo. Así como el “Espartero” siempre incitaba a los toros para la acometida provocándoles con aquel peculiar movimiento de pies que los críticos del diestro sevillano nombraron bailete inglés, Ponciano les provocaba acercándoseles pausadamente antes de arrancárseles. Para esto el lidiador mexicano colocábase distanciado del testuz y ya armado avanzaba dando pequeños pasos con los pies reunidos, describiendo pequeñas curvas. El toro al observar el bulto que se aproximaba consentíase e iniciaba la acometida en los momentos que también el diestro ya atacaba francamente. “Tal era como lidiador Ponciano Díaz, en la época que estuvo en auge. Torero de completo conocimiento en la índole de los toros. Deficiente en habilidad para el manejo de la capa y la muleta. Nulidad al banderillear. Estoqueador supremo, de primer rango, que podía competir con los mejores. “Chocheces”... “exageraciones de viejo”... “apasionamientos”... dirán los aficionados de hoy que tienen acerca del espada indiano opinión desfavorable en todo. “Finalmente diremos qué hacía Ponciano en la suerte de banderillear a caballo, en ese lance que hemos dado en declarar de nacionalidad mexicana aunque no la tiene porque proviene de España. Arte, elegancia y habilidad he aquí la maestría que presentaba Díaz cuando cabalgaba para banderillear. Admirábase entonces al consumado caballista que dominaba al corcel a su antojo y lo hacía entrar al terreno que deseaba. Entusiasmaba la natural gallardía que tenía el jinete para sostenerse en la montura, porque entonces transformábase Ponciano y desaparecía lo desgarbado que era caminando en su pie, para ser airoso al cabalgar. Asombraba la destreza que tenía para medir los terrenos y entrar a la suerte; ya a la media vuelta (metiendo el caballo entre las tablas y el anca del toro que estaba dando frente a los medios del redondel) ya al cuarteo, si el toro era suficientemente bravo para hacer por el caballo. “La crítica de los evolucionistas fue siempre severa para con Ponciano y regateáronle y aún negáronle las excelentes dotes de lidiador que poseyó. La evolución taurómaca traía el apasionamiento y todo lo que no encajaba en el moderno molde era conjunto de imperfecciones. El tiempo y la historia depurando los hechos y las personalidades le asignarán el brillante lugar que merece en la Tauromaquia Mexicana”. La transición que acaba por provocar el gusto por el toreo a la española rompe cuando el país ingresa a la modernidad, al progreso y alcanza para entonces -el porfiriato-, su estatura 94
dominante en 1888. De ese modo las grandes expresiones de la cultura mayor sientan sus reales en las ciudades importantes de aquel entonces. En todo ello la fórmula de “poca política, mucha administración”, funcionó a la perfección por mucho tiempo, pues había anhelos de paz y mejora económica en todo el país por lo que se sabía cómo impulsar la economía nacional a partir del empeño de jóvenes profesionales que aspiraron colocarse en puestos de la burocracia oficial, en el parlamento, en la judicatura, en la enseñanza o el periodismo. Lamentablemente ese sistema se hallaba dominado por un longevo aparato de señores que petrificaban la sociedad, por lo que había que sacudirla para renovarla totalmente. Frente a esa reacción de cambio actuó también la tauromaquia que tuvo pilares bien importantes y dos de ellos: Ramón López y Saturnino Frutos “Ojitos” ejercieron tal influencia, que en gran medida se les debe un agradecimiento. Ramón López entendió aquel movimiento que, convulsionado, empezaba a adquirir un ritmo de orden. Y ante aquella modernidad, ante aquel progreso, el toreo a la usanza española gana adeptos que van a desplazar relajados placeres del quehacer taurino mexicano, del que Ponciano Díaz era su mayor representante. LA SANCIÓN DE LA IDOLATRÍA. Los argumentos expresados aquí, son para fundamentar y enriquecer la notable fuerza que tuvo toda una serie de factores que se tornaron engaños, pero más aún, el sistemático empeño por depurar y aniquilar esa progresiva enfermedad, dándole un nuevo espíritu, que es el idóneo en el tiempo y en la circunstancia del toreo mexicano a fines del XIX. Todo esto ocurre entre 1887 y 1889. Al retorno de Ponciano Díaz de España con o sin conciencia de aquel revolucionario movimiento, se enfrenta con los principios ya establecidos. No importa la alternativa cedida por el mismísimo “Frascuelo” en Madrid ante “Guerrita” como testigo. Su actitud rebelde ha de provocarle entonces el riesgo de conseguir el rechazo del público a partir de una férrea campaña adoptada por la prensa pro-hispanista. Ya no admitirán abusos y engaños poncianistas, aunque este se propusiera seguir adelante; es el inicio del fin, en su vida taurómaca. Y aunque para 1895 Ponciano Díaz, ya toreaba muy rara vez, todavía tenía fuerza para proponerse como empresario y ganadero respectivamente, actividades de las que no obtuvo los resultados apetecidos. Veamos porqué. Desde 1888 contamos con evidencias en las que, para Ponciano son los inicios como empresario, en donde cierta falta de visión no le permite prosperar como él deseaba. “Al ofrecer esta nueva temporada (del 30 de septiembre al 2 de diciembre), crea el público que me esforzaré por complacerle en cuanto sea posible. Poniendo de mi parte todos los medios que a mi alcance estén y no omitiendo gasto alguno para conseguirlo. Si lo que ofrezco es de la aprobación de mis favorecedores, quedarán satisfechas las aspiraciones de su servidor. PONCIANO DÍAZ. Así decía el exordio de los carteles con que el espada empresario anunciaba la TERCERA TEMPORADA en BUCARELI. Aquella serie de corridas para las que fueron seleccionadas reses en las ganaderías de las haciendas de los estados de Guanajuato y Zacatecas, siendo las destinadas a la primera corrida de las vacadas de “Monte Negro” y “Noria de Charcas”. Desacertada estuvo la preferencia a estas ganaderías. Pareció que el diestro se proponía desmentir porque los “toros” por él mismo elegidos no tenían condiciones de trapío para ser
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lidiados en plazas de toros de la categoría de la BUCARELI. Cinco utreros que, además de no tener la edad, eran de escasas libras, astiblancos, con pelo hirsuto y ancha pezuña. No obstante el desagrado que produjeron en el público la fealdad y mansedumbre de los toros, el espada-empresario no varió de ganaderías para dar la segunda corrida. Anunció las mismas, agregando un toro de la de “El Cubo”. Y continua Ponciano justificándose a como de lugar. “Deseando dar al público testimonio de mi gratitud, porque honra con su presencia mis humildes trabajos, no obstante los crecidos gastos que origina la empresa hago una rebaja en los precios de entrada, pues serán de SEIS REALES en sombra y DOS REALES en sol”. “Tal anunciaba Ponciano en los carteles de la cuarta corrida. A esa obligaba la competencia que hacían las otras empresas, no la “gratitud”. Competencia que continuaba, contando con otro paladín: Diego Prieto “Cuatrodedos”. En 1895 sus errores del abuso pasaron al exceso. La prensa, básicamente El Toreo. Semanario Ilustrado108 lo recriminó 108
El Toreo. Semanario Ilustrado. México, lunes 25 de noviembre de 1895, Año 1, Nº 2.
En cuanto a la empresa ó Ponciano (aunque no somos partidarios del salvajismo de arrojar tablas) ha recibido una lección y bien dura. Siempre que se cumpla en todas sus partes lo ordenado por el Regidor en turno, creemos que no se suspenderán las corridas por este incidente, y si así sucediera, Ponciano ha cumplido con su capricho, matar la afición, privar al pueblo de su diversión favorita; ¡qué mayor baldón para él! Todo esto a raíz de la bronca ocurrida en la plaza de Bucareli el domingo 24 de noviembre de 1895 . Y por ese motivo el Gobierno del Distrito, por conducto de la Secretaría de Gobernación giró una orden por la que se suspendían las corridas de toros en el Distrito Federal. Y vamos a Poncianillo; paso a paso, la prensa sensata le ha indicado el camino que deberá seguir; él lo ha desoído, sin recordar que iban de por medio el cariño con que el pueblo lo ha recibido y aceptado siempre; su nombre de torero (ya desacreditado), sus conocimientos como ganadero (según él dice) y ante todo, su desinterés (?) como empresario: él, contra la opinión de los aficionados, ha querido imponerse; él ha recibido el castigo que merece. ¡Ponciano Díaz, él ídolo del pueblo, siendo causa de que a éste se le prive de su diversión favorita!” El Toreo. Semanario Ilustrado. México, Diciembre 16 de 1895. Año 1 Nº 5. RECUERDOS Y SÚPLICAS A DON PONCIANO. Por fin ha tenido usted la satisfacción de haber acabado aunque temporalmente, en la Capital, con la diversión favorita de México, ya que no pudo acabar con la afición, que día en día hace disminuir en número de los admiradores patriotas (?) de Ud., llegados de Villamelón; y digo Villamelón, por ser la capital de esa provincia que tantos males nos causa; pero según sé, son de Villaponciano, un poblachón el más atrasado de la provincia. ¡Ay, Don Chanito! lo que va de ayer a hoy, Vd., el ídolo del pueblo, ha caído en su mismo templo, derrocado por sus adoradores. Su público de sol que antes veía en usted no al torero mamarracho, sino la encarnación de ese patriotismo civilizado que proclamaba á Vd. de bueno (?) solo por ser mexicano y calificaba de malo a Mazzantini y lo apedreó... por se gachupín fué quien quiso destruir la plaza. En cambio, el público de sombra, los agachupinados, como Vd. los llama, se conformaron con protestar contra las incalificables economías de Vd. y gracias á ellos tuvo la satisfaición de que su “mi individuo” no viera volar hasta el último apolillado palo de su vetusta plaza. Los gloriosos tiempos de Vd. pasaron, Don Chanito, y no volverán, y la verdad es que el susto del otro día le habrá convencido de muchas cosas, y entre otras, que los consejos de los agachupinados son de buena fe. Cuando estuvo Vd. allende los mares, ¿no recuerda cómo lo trataron y obsequiaron los gachupines? que su alternativa fue una galantería sólo para México y una lección caballerosa (propia de quienes la dieron) para Vd. en recuerdo de su conducta con Mazzantini...? Pero esa alternativa del gran maestro que es el sueño de los principiantes y gloria de los toreros, fué tan estimada de Vd. que la perdió, cambiándola por la gloria de ser banderillero. Olé por el orgullo torero!
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severamente durante varios números luego de la tremenda bronca que se desató en BUCARELI, el 24 de noviembre de 1895. 109 Víctima de sus propios errores y caprichos, tiene un oscuro fin toda aquella brillante carrera. Ese fin se acompañó por una cirrosis hepática, producto de su vicio por las bebidas alcohólicas (por lo menos desde 1890 es el antecedente de su adoración por Baco). No se sabe de él más que de una vida morigerada, “era un amante y obediente hijo y hombre recogido, que al toque de queda estaba en su casa” aprendía en sus ratos libres, algunos idiomas, o estudiando las pocas obras escritas sobre el arte del toreo. Si esto de sus lecturas se afirma totalmente, quiere decir que mostró una preocupación y la puso en práctica, quizás no con la fuerza que se requería, por lo que muy seguramente, no acabó de amoldar en el nuevo engranaje ya explicado con amplitud. Fuera del matrimonio nacen Sara e Isabel Díaz, hijas de dos relaciones fuera de matrimonio. En Orizaba conoce a Lupita Sánchez y para ella es un brindis del atenqueño cuando se corre el quinto de la tarde, una Allende los mares debió Vd. haber comprendido su nulidad como torero; pero fué preciso que aquí domingo tras domingo le obsequiaran con naranjas, jarros y botellas, al dulce son de pitos y chiflidos, para evitar a Vd. la satisfaición y la monomanía de torear. Descansamos de usted como torero, pero nos quedó de empresario. Me da calosfrío pensar cómo nos ha hecho usted sufrir con la venganza cruel que tomó porque no lo aguantaba el público, como si él tuviera la culpa de que fuera usted tan maestro (?) (...) “EL RECUERDO” Talabartería Se hacen baberos a la medida. Don Pancho”. 109 Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España. 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots. T. I., p. 227. PLAZA “BUCARELI”.-Domingo 24 de noviembre de 1895. Tres toros de Cieneguilla y tres de “El Fresno” para Joaquín Navarro “Quinito” y Antonio Escobar “El Boto”. Ya desde el viernes se sabía que el ganado era una insignificante boyada; pero la autoridad, inexplicablemente, dio el permiso correspondiente para que se efectuara el festejo, en lugar de suspenderlo, y hubo tal escándalo que las corridas de toros fueron posteriormente prohibidas de nuevo en el Distrito Federal hasta el mes de enero de 1896. Primer toro (de Cieneguilla): chico y manso, apenas salió al redondel fue devuelto a los corrales. Su sustituto (del Fresno), tan feo y flaco como él, fue algo más bravo y los picadores pudieron picarlo siete veces, echándole el caballo encima y tapándole la salida. Ya con la muleta, “Quinito” hizo lo único y bueno de la tarde. Dio algunos pases, cerca y parado, y citó a recibir, no vació y fue trompicado, aunque dejó media en buen sitio. Como el toro no dobló, agregó más pases, una estocada a volapié y descabelló al primer empujón. Segundo toro (de Cieneguilla): “El Boto” le dio tres verónicas muy movidas, y aunque el torillo sólo medio cumplió con los de a caballo, pasó a banderillas. Manso, pero manejable, llegó al tercer tercio, no siendo esto suficiente para que su presunto matador se confiara. Dio algunos trapazos muy feos, a gran distancia, y entrando a matar desde lejos, cuarteando descaradamente y volteando la cara, pinchó más de media docena de veces hasta en las costillas, acabando por ver salir a los mansos que se llevaron al desdichado animal de nuevo a los corrales. Tercer toro (de “El Fresno”): tuvo que ser devuelto y lo mismo sucedió con su sustituto. El público, ya exasperado, armó la gran bronca y algunos espectadores de sol empezaron a arrancar tablas y se pasaron al departamento de sombra para arrojar al ruedo todas las sillas de las lumbreras. El regidor De la Barra, que presidía la corrida, anunció que el empresario Ponciano Díaz sería multado con quinientos pesos y que las entradas serían devueltas. A pesar de ello, los desmanes siguieron y varias personas apedrearon la fachada de la casa de Ponciano, que quedaba junto al coso, rompieron todos los vidrios y hasta penetraron en su interior para destruir muebles, plantas y soltar los numerosos pajaritos que la madre del ex ídolo mexicano tenía en una jaulas. Algunos ya tenían la intención de provocar un incendio cuando llegó la fuerza armada, la cual desalojó la plaza en unos cuantos minutos.
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tarde perdida y lluviosa, amen de romántica y deleitosa. Profesa un amor único a su madre quien muere el 28 de abril de 1898. Esto a causa de un dolor moral al ver al héroe vencido;110 se entrega desenfrenadamente a la bebida, razón por la cual fallece poco antes del año de la muerte de Doña María de Jesús Salinas. Otro pasaje de amor... La plaza de toros de San Pedro "La Chacha Micaila" El 8 de julio de 1894, la afición zacatecana estaba de plácemes, y con justísima razón, ya que anunciaban para esta tarde una monumental corrida de toros en el que torearían, alternativamente, Ponciano Díaz el coloso de aquellos tiempos y José Basauri, diestro cubano. Desde por la mañana se notaba inusitado movimiento por todas partes se hablaba de toros, de los pueblos más cercanos llegaban coches y diligencias atestadas de aficionados a la fiesta brava. Entre las familias que llegaron venia Rosario Llamas, la más bella jerezana de aquellos tiempos, huérfana muy rica, era uno de los partidos más codiciados, sus tíos la guardaban celosamente. Llegó la ansiada tarde. Desde muy temprano los tendidos del sol y sombra estaban pletóricos de concurrentes, solo los palcos se hallaban desocupados hasta ultima hora. Un sol radiante en un cielo sin nubes, verdadera tarde de toros; el público esperaba con desbordante entusiasmo el momento que el señor juez de plaza diera la señal para empezar la corrida. La banda del Estado amenizaba la fiesta con alegres marchas y pasodobles y el público de sol daba la nota humorística. Por fin sonó el clarín y apareció la cuadrilla, al frente Ponciano Díaz, con terno negro y oro, el capote recamado de oro y pedrería, a su lado José Basauri, con terno verde y oro. Detrás los banderilleros, picadores, mozos de estoques. Dieron la vuelta al redondel entre las vivas de la multitud, en los palcos las damas saludaban con los pañuelos; allí estaba Rosario, hermosa entre las hermosas, realzando su belleza con la blanca mantilla, en el pecho un ramo de claveles rojos como sus labios. Al saludar Ponciano al palco la presidencia vio a Rosario y se sintió atraído por la mágica belleza de la jerezana, que lo seguía aplaudiendo sin cesar; entonces llamando a Casimiro Medina, su mozo de estoques, le mando el capote de paseo para adorno de su palco. Los toros eran de la ganadería de Venadero, famosos por su bravura y bella estampa, el que tocó ea Ponciano era un soberbio ejemplar apodado Pilongo, con una cornamenta espantosa que hubiera hecho temblar a otro que no fuera el diestro mexicano. Recibió dos buenas varas, no sin haber hecho horrible carnicería con los caballos de los picadores; los banderilleros se vieron apurados para lograr dos pares cabales al cuarteo. Ponciano hizo algunas suertes del toreo de aquel entonces y pidiendo permiso a la autoridad se dirigió al Palco de Rosario y brindo: "Por la reina de esta tarde, la más hermosa entre las hermosas zacatecanas"... Olas de rubor en el rostro de Rosario y de envidia de todas sus vecinas de palco.
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Aunque probablemente, el asalto de la turba que cometió desmanes en aquella tarde infausta del 24 de noviembre de 1895, que ingresó hasta la misma casa de Ponciano, donde vivía su madre, pudo haberle ocasionado tremendo susto, del que ya no se recuperó.
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Se dirigió al toro y después de unos pases naturales, otros redondos y otros a su modo, dirigió la espada sobre la cruz del lomo del animal que se arranco sobre Ponciano, recibiendo el estoque hasta la empuñadura. Dianas, aplausos delirantes de la multitud, lluvia de flores, puros, sombreros y del tendido del sol muchos pesos de plata. Rosario, pálida de la emoción, se quito un anillo de brillantes y metiendo en él el ramo de claveles que tenía en el pecho lo arrojó a los pies del matador. Al terminar la corrida, fue Casimiro Medina, el mozo de estoques, a recoger el capote de Ponciano y recibió de las manos temblorosas de Rosario un medallón con el retrato de ella para el torero y una bolsa de malla con dinero para él. No volvieron a verse; los tíos, al ver el giro que tomaban las cosas, se alarmaron y se la llevaron esa misma tarde para Jerez; en vano les rogaron varios amigos que se quedaran a la fiesta que se daba en el casino en honor del matador; Rosario, con el espíritu ausente, se dejó llevar sin protesta alguna. Nunca quiso casarse ni tener relaciones con alguno de sus muchos pretendientes, ni los consejos, regaños y amenazas de los tíos la decidieron a tomar estado y vivió siempre fiel al recuerdo de aquella gloriosa tarde de toros en que Ponciano Díaz, el rey de la tauromaquia del siglo XIX, rindió pleitesía a su soberana hermosura. Ponciano tampoco se caso, sabía medir las distancias y pretender casarse con la bella rica jerezana era como escalar el firmamento. Cuando murió cinco años después de haber conocido a Rosario, encontraron en su pecho el medallón con el retrato de su amor imposible, como él la llamaba... La plaza de toros de San Pedro, fue testigo de este idilio. Así, tristemente se dejó sentir uno de los casos de padecimiento taurino más especiales de las postrimerías decimonónicas en México. Tarde o temprano se pagan los errores y Ponciano, quien pudo continuar la senda del triunfo incluso durante los primeros años de nuestro siglo, se detuvo lamentablemente el 15 de abril de 1899 cuando ya no es nadie, abandonado a la suerte del destino y el alcohol. Este es el caso de un comportamiento humano, primero en la gloria y el honor; luego entre el naufragio y el olvido. Ponciano Díaz fue el único torero mexicano que, en los últimos años del diecinueve, consiguió contraponer la popularidad de los españoles. Muy pronto se convirtió en ídolo. Daniel Cosío Villegas, Historia Moderna de México. El Porfiriato.
Caso semejante de pleitesía lo encontramos en el culto guadalupano -que por supuesto es mayor en todos los órdenes, de tiempo y de significado-. Esta tradición sencilla, ingenua y hermosa, única en el mundo en su acto final, produjo y produce un intenso y apasionado culto en el pueblo mexicano, de tal manera que la imagen llegó a ser, en un momento dado, la señal de la patria. 111
Hubo para Ponciano Díaz este tipo de concesiones sentimentales que llegaron a veces al extremo del fanatismo. Si no, que lo sigan los siguientes sucedidos.
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Francisco de la Maza: El guadalupanismo mexicano. México, FCE-SEP, 1984. Ils., retrs. (Lecturas mexicanas, 37)., p. 9.
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El fanatismo en pro de Ponciano era extremo.112 Se dice que, cuando Mazzantini llegó a la Puebla de los Angeles allá por febrero de 1887, su recepción fue apoteósica. Pero la de Ponciano -que llegó a recibirlo- es de una rendición absoluta pues al arribar a la angelópolis, acudió este a la estación del tren, de la que salió un carruaje que conducía al atenqueño. De repente fue tomado por una turba exaltada que desenganchó a las bestias y tirando de la misma, la gente enloquecida, lo condujo hasta el hotel. Era tanta la popularidad del diestro de Atenco que incluso tenía su club: la “Sociedad Espada Ponciano Díaz” que presidía el general Miguel Negrete, héroe de la batalla del 5 de mayo en Puebla y que más de una vez, recibió sendas llamadas de atención por salir enarbolando el pendón de la sociedad, enfundado en su mismísimo traje militar. 113 112
Carlos Cuesta Baquero. Trabajos Inéditos. (1920-1945. Obra mecanuscrita). Documento Nº 43, p. 29. (...)por ese mismo antiespañolismo considerábase labor antimexicanista, antipatriótica, elogiar a los toreros españoles y censurar a los aborígenes. Demuestran esto los furibundos, insultantes artículos que fueron dedicados a Molina (CAPITA) y Noriega (TRESPICOS), porque aplaudían a Mazzantini, Hermosilla, Diego Prieto y demás diestros hispanos, y censuraban a Ponciano, Gadea, Gavidia y sus compañeros mexicanos. Y eso que la alabanza y la censura no fueron exageradas ni continuadas ni arbitrarias; tenían moderación, mezclábanse convenientemente con elogios y periodos de calma y estaban siempre fundadas en opiniones y preceptos de tauromaquias y aficionados autorizados. Ese apasionado estado del ánimo de aquellos analfabetas en Historia Patria, les hacía agruparse y como eran numerosísimos formaban tremendo partido que daba a Ponciano resistente popularidad. Que no se debilitaba rápidamente porque los apasionados, los patrioteros, también eran analfabetas en Tauromaquia o alucinados pues no leían libros que de ella se ocuparan o aunque los leyeran los interpretaban de acuerdo con su deseo. No queremos expresar con lo afirmado que Ponciano haya estado desprovisto del todo de mérito taurómaco, y que del toro injustificada haya sido la admiración que por él tenían. El matador indígena tuvo relevantes dotes para lidiador de toros y si no desarrolláronse con acuerdo al estilo moderno de torear, con el que había creado el grupo evolucionista, si adaptáronse al toreo anticuado, al que habían practicado todos los antecesores de Ponciano y discípulos de Gaviño. 113 Carlos Cuesta Baquero. Trabajos Inéditos. (1920-1945. Obra mecanuscrita). Documento Nº 9, p. 2-4. A uno de los actuales espadas mexicanos -excúsome de nombrarlo porque va a saberse a cual aludo- un club de sus partidarios y algunos periodistas encumbran titulándolo: “El torero de México”. Ponciano, sí justificadamente mereció ese calificativo atendiendo a la generalizada e intensa popularidad que tuvo. Entonces igualmente hubo un club nombrado: “Sociedad Espada Ponciano Díaz”. Está presidido por el General don Miguel Negrete, uno de los héroes de aquella épica jornada guerrera que en nuestra historia patria es conocida con el epígrafe de “el cinco de mayo”. Batalla inicial de nuestra lucha en contra de invasión extranjera. El invicto General no rehusaba enarbolar el estandarte de la asociación tauromáquica “poncianista” y caminar desde la calle de “Revillagigedo” hasta el anden de la estación “Buenavista”, para hacer homenaje a Ponciano despidiéndole al emprender el viaje a España. Pero lo relacionado con los miembros del club era pequeñez atendiendo a otras manifestaciones de popularidad que promovía Ponciano. Había afán por recordarle y nombrarle en todos los incidentes habituales. Hubo canciones que fueron escuchadas en todos los sitios de reunión de pueblo. Hubo verso que impresos en papeles de colores eran lanzados desde la azotea al graderío de los cosos, en los momentos de las corridas. Op. cit., documento Nº 43, p. 281-4. No sabemos exactamente quienes serían todos los miembros de la “Sociedad Espada Ponciano Díaz”, pero si conocíamos a los más caracterizados, ya por su posición social o por apasionamiento a Ponciano Díaz. Desde luego ya vimos que Miguel Negrete era uno de ellos. Formando pareja, inmerecidamente con esta prestigiosa figura, hallábase don Joaquín de la Cantolla y Rico, aeronauta muy popular, empleado de Gobierno en el ramo de Telégrafos. Seguía, don Alberto del Frago, en otra época estudiante, pero en esa ya retirado de las aulas, siendo servidor de Gobierno con el cargo de redactor del periódico “Diario de los Debates”; había sido del Frago el alma del periodismo taurino titulado EL MONOSABIO, publicación que hizo cruelísima guerra a Luis Mazzantini y demás toreros españoles. A la vera de Alberto, estaba su hermano don Fernando empleado
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Por ejemplo en mayo de 1888, sus partidarios no estaban ociosos y en un periódico titulado “La Política”, en el número correspondiente al 5 de aquel mes hicieron la siguiente petición: Señores redactores de “La Política” Casa de ustedes, mayo 5 de 1888 Los que suscribimos, suplicamos a ustedes se dignen dar publicidad en su ilustrado diario a las siguientes líneas, favor que agradecerán sus servidores. Todos y cada uno conocemos las virtudes cívicas y privadas del popular célebre diestro PONCIANO DÍAZ, para que pueda ejercer por el voto de sus conciudadanos, el cargo de DIPUTADO al Congreso de la Unión, y nadie puede negarle este derecho que tiene como ciudadano y como hijo de la República Mexicana. Por eso los que suscribimos queremos verlo ocupando una curul en el décimo cuarto Congreso de la Unión y que abandone ya el redondel en donde ha dado ya pruebas, si no de ser un consumado torero, sí de entendido en el difícil arte de Montes. A los hijos de Toluca, Tianguistenco y de Galeana les suplicamos se fijen y den su voto para diputado al Congreso de la Unión a Ponciano Díaz pues no por ser torero pierde el derecho de ciudadano. Pruebas ha dado de moralidad y circunspección, para ser acreedor al voto de sus conciudadanos para ejercer dicho cargo. Vidal Tovar, Francisco Tovar, Adolfo Tovar, Luciano Almazán, Encarnación Valencia, Juan Arreguín, Luis G. Díaz, Cástulo Ramírez, Juan Corona, Cenobio García.114
también de Gobierno, no sabemos en cual ramo. Terceto obligado con estos era don Pedro Portilla, obrero en la industria de sombrerería, empleado en la fábrica de “Zolly Hermanos” y redactor en EL ARTE DE LA LIDIA. Don Telésforo Cabrera, que no sabemos cual sería su principal ocupación, pero que había sido propietario de EL MONOSABIO. Don Mariano Zubieta, tratante en ganado caballar y bovino. Don José Dolores Lozano, empleado de Gobierno, con el cargo de interventor en las casas de préstamos, y redactor en el periódico EL BURLADERO. Don Felipe Ramírez, tipógrafo. Los hermanos Tovar. Don Francisco Sánchez. Otros, muchos innominados porque en esa asociación la comparsa era numerosa, especialmente en los días que había comilonas para celebrar lo que hacía en España Ponciano Díaz. En las sesiones de la sociedad referida, tratábase siempre de ensalzar al espada indiano, para lo que discutíanse programas a fin de hacerle suntuoso recibimiento. A la vez, los asociados procuraban divertirse congregándose a comilonas en un local que estaba frente a los baños nombrados “Alberca Pane”. Allí, entre libaciones con buen cognac y también con espumoso pulque, pues el licor estaba en categoría igual a la persona que lo bebía, brindábase porque Ponciano Díaz derrotara a “Lagartijo” y a “Frascuelo”. Allí, el Señor General Negrete despojábase de su elevada jerarquía y fraternizaba con el torilero. 114 Carlos Cuesta Baquero. Trabajos Inéditos. (1920-1945. Obra mecanuscrita). Documento Nº 43, p. 33.
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Ya se imaginarán ustedes a lo que se prestó esta petición. Por ejemplo en EL CORREO DE LOS TOROS se afirmó que no creía sinceros a quienes hicieron la petición, sino más bien malévolos burlones, que se proponían hacer mofa del diestro de Atenco. Y que tal befa además del pésimo gusto que tenía no debía de ser, porque Ponciano Díaz no había presentado pretexto alguno. Que por lo mismo que el diestro era un hombre de morigeradas costumbres, por lo que era respetable en absoluto cuando no estuviera en el redondel. Además no era costumbre en la época postular para diputados ni a toreros ni tampoco a los actores de la época. Pero aún más importante, Ponciano Díaz no tenía instrucción y que por lo mismo era inepto para ocupar un sitio de tal nivel en el parlamento. Los que propusieron aquello no descansaron diciendo que esa postulación era “sincera”, igual que si se la hubiesen hecho con el director de EL CORREO DE LOS TOROS, quien ya les había calificado de “malévolos burlones”. Por fortuna para la Asamblea Nacional y para el buen concepto de la Nación, la petición no prosperó, pero quedó sentada como un precedente que hoy nos resulta curioso, anecdótico, fruto de la idolatría, que, como ya vemos, es basta en ejemplos, como el modismo aplicado cuando se saludaban los amigos en la calle, alguno de ellos expresaba: ¡Ni que fuera usted Ponciano!... A la epidemia de gripe de 1888, se le llamó “el abrazo de Ponciano”. Don Quintín Gutiérrez socio de Ponciano Díaz y abarrotero importante, distribuye una manzanilla importada de España con la “viñeta Ponciano Díaz”. En las posadas, fiesta tradicional que acompaña al festejo mayor de la navidad, al rezar la letanía contestaban irreverentemente en coro: “¡Ahora, Ponciano!” sustituyendo con la taurómaca exclamación al religioso: “Ora pro nobis” D. José María González Pavón y el Gral. Miguel Negrete le obsequian al diestro mexicano los caballos “El Avión” y “El General” y es el mismo Ponciano quien se encarga de entrenarlos. La misma poesía popular se dedica a exaltarlo, al grado mismo de ponerlo por encima de los toreros españoles. Yo no quiero a Mazzantini ni tampoco a “Cuatro Dedos”, al que quiero es a Ponciano que es el padre de los toreros ¡Maten al toro! ¡Maten al toro!
El “padre de los toreros”, cómo no lo iba a ser si en él se fijaban todos los ojos con admiración. Su vida artística o popular se vio matizada de las más diversas formas. Le cantó la lírica popular, lo retrataron con su admirable estilo artístico Manilla y Posada en los cientos de grabados que salieron, sobre todo del taller de Vanegas Arroyo, circulando por las calles de aquel México y de aquella provincia. He aquí otro caso. En los días de mayor auge del lidiador aborigen, el sabio doctor don Porfirio Parra decía a Luis G. Urbina, el poeta, entonces mozo, que se asomaba al balcón de la poesía con un opusculito de “Versos” que le prologaba Justo Sierra: -Convéncete, hay en México dos Porfirios extraordinarios: el Presidente y yo. Al presidente le hacen más caso que a mí. Es natural. Pero tengo mi desquite. Y es que también hay dos
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estupendos Díaz -Ponciano y don Porfirio-: nuestro pueblo aplaude, admira más a Ponciano que a don Porfirio.115
Y aquí una curiosa interpretación: En aquellos felices tiempos, comenta Manuel Leal, con esa socarronería monástica que le conocemos, había tres cosas indiscutibles: La Virgen de Guadalupe, Ponciano Díaz y los curados de Apam...116
Su figura fue colocada en todos los sitios, aun en bufetes, oficinas de negocios, consultorios de médicos; en fotografías, o en litografías en colores y a una sola tinta, publicados en periódicos mexicanos o españoles como LA MULETA, EL MONOSABIO, LA LIDA, EL TOREO CÓMICO que ilustró sus páginas -este último- con un retrato del torero mexicano del mismo tamaño que los que había publicado de “Lagartijo”, “Frascuelo”, “El Gallo”, Mazzantini y “Guerrita”.117 En la calle se le tributaban verdaderas ovaciones, lo mismo en Plateros que en El Hospicio que en La Acordada; al pie de la estatua de Carlos IV que al pasar junto a la tabaquería llamada “La Lidia”, lugar de reunión de los toreros españoles, que recibían sendas rechiflas. Realmente, esos eran los grados de ilusión obsesiva adoptada por el pueblo, vertiente de una sociedad limitada a una superficialidad y a un todo que no les es negado, pero que asimilan de muy distinta manera, a como lo hacen esas otras vertientes intelectuales y burguesas; o simplemente ilustradas. La “sanción de la idolatría”, a más de entenderse como aplauso, como anuencia, como beneplácito; es también castigo, pena o condena. Y es que del sentir popular tan entregado en su primera época, que va de 1876 a 1889 se torna todo en paulatino declive a partir de 1890 y hasta su fin, nueve años después. GRANDE Y PEQUEÑA CULTURA A SU ALREDEDOR. El mundo de la música se acerca también a Ponciano Díaz, y en el año de la reanudación del espectáculo taurino -1887-, se estrena el juguete “¡Ora Ponciano!” escrito por don Juan de Dios Peza y musicalizado por don Luis Arcaraz, donde se aprovechaba en él la fiebre que había en la capital por las corridas de toros y se glorificaba al ídolo taurino del momento: Ponciano Díaz. La piececilla gustó mucho y se repitió innumerables veces, hasta culminar con la aparición del propio matador en la escena durante dos o tres noches.118
Por su parte Juan A. Mateos intentó escribir en 1888 la anunciada zarzuela PONCIANO Y MAZZANTINI, con música del maestro José Austri. Sólo que por razones política, no pudo prosperar su anhelo. Debido a la gran pasión despertada por estos dos espadas. Incluso 115
Armando de María y Campos: Ponciano el torero con bigotes. México, ediciones Xóchitl, 1943 (Vidas mexicanas, 7). fots., facs., p. 162-3. 116 Manuel Horta: Ponciano Díaz silueta de un torero de ayer. México, Imp. Aldina. ils., p. 153. 117 María y Campos: op. cit., p. 176-7. 118 Luis Reyes de la Maza: Circo, maroma y teatro (1810-1910). México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1985. láms., ils., p. 274-5.
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(varias) veces hubo que se llegó a las manos por dilucidar cual de los diestros toreaba mejor. Los actores vistieron trajes de luces pertenecientes a los espadas y el Teatro Arbeu fue insuficiente para dar cabida a tanto número de espectadores llegando aquello al paroxismo total. A Mazzantini aquella idea de verse representado en un escenario le gustó y aceptó la sugerencia de presentarse como actor en el Teatro Nacional en una función de beneficencia a la que asistió don Porfirio Díaz. El buen éxito alcanzado animó al diestro a presentarse dos veces más en diferentes obras. Y como el público le aplaudió más que a los otros actores, el matador seguramente creyó que era tan buen autor como buen torero. 119
Al ampliar esta información se sabe que entre el 25 y el 31 de diciembre de 1888 hubo un asunto que fue tema de conversación. Algunos aficionados llegaron al extremo de alquilar el Gran Teatro Nacional para arreglarlo de tal modo que pudieran darse en él algunas corridas de toros en las noches, toreando las cuadrillas de Luis Mazzantini y Ponciano Díaz. Hoy, esa especie provoca estruendosa carcajada, pero entonces se la acogió como verosímil y aun hubo quien hiciera proyectos de reventa de boletos. Ese notición fue publicado en el periódico taurómaco EL ARTE DE LA LIDIA. El género chico ha sido considerado subliteratura, dice Aurelio de los Reyes. Justifica tal exposición con aquello de que En el (Teatro) Principal habían seguido en auge las tandas de los Hermanos Guerra afortunados empresarios de zarzuela barata: su más rico filón se lo proporcionaban el episodio histórico-lírico CÁDIZ (...). No creo, a la verdad, que perjudique gran cosa la historia del arte, no deteniéndome más en tan exiguas novedades: por igual causa me contento con citar el estreno en el teatrillo Apolo, de Tacubaya, de la zarzuelilla de circunstancias “Casarse por la influenza”, el de un sainete titulado LA CORONACIÓN DE PONCIANO, en (el Teatro) Arbeu, y en otro teatro de más inferior clase el del a propósito “La fiera de San Cosme”.120
Recordemos que el día de la inauguración de la plaza BUCARELI luego de que hizo su aparición don Joaquín de la Cantolla y Rico una niña encantadora (Josefa Romero) -toda de blanco vestida- coronó a Ponciano con laureles y mirtos, mientras el diestro que estrenaba ropa morada y oro, aceptaba de rodillas la conmovedora ofrenda...121
En MANICOMIO DE CUERDOS, otra zarzuela, con letra de Eduardo Macedo y música del maestro José Austri se incluye un fragmento con dedicatoria a Ponciano Díaz. Veamos: Discuten varios toreros españoles y la “Afición” sobre los méritos del mexicano Ponciano: TORERO 1º “ 2º “ 1º
¿Conque pronto vendrá Guerra? ¿Que si vendrá? ¡Ya lo creo! Es un barbián de valía
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Op. cit., p. 277. Aurelio de los Reyes: “Una lectura de diez obras del género chico mexicano del porfirismo”. REYES, Aurelio de los: "Una lectura de diez obras del género chico mexicano del porfirismo". Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1984. (ANALES, 54)., p. 132. Reyes de la Maza, op. cit., p. 278: (...) En esos mismos meses se representa LA GRAN VÍA (era una) zarzuela localista, (que) obligó a Isidoro Pastor -quien mandaba a un grupo zarzuelero- a añadir algunos diálogos de oportunidad en los que los españoles elogiaban sin reserva a Ponciano Díaz. 121 Horta: op. cit., p. 277. 120
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“ 2º AFICIÓN
Y un excelente torero. Pues le auguro muchas palmas; sobre todo, muchos pesos. ¿Es superior a Hermosilla? TORERO 2º Muy superior. AFICIONADO No lo creo. RANCHERO ¿Más que el “Ecijano”? TORERO 2º ¡Digo! RANCHERO ¿Y que Mazzantini? TORERO 1º ¡Cierto! RANCHERO Mire que es mi compatriota y nadie rebaja a México ni en producción ni en industria ni en riqueza ni en gobierno. TORERO ¿Y eso que le importa al arte? AFICIÓN Señores, calma y sentémonos, RANCHERO Pues insisto en que Ponciano vale mucho. TORERO ¡Vaya un necio! Repito que no es artista... RANCHERO ¿Por qué no tiene meneos? ¿Cree usted que en la trastienda es donde buscan el mérito? ¡Cómo er arfiler yo saque encomiende su arma ar cielo! Como saque el chafarote...122
La influencia musical tuvo gran peso y se sabe que en media república se tocaba una marcha titulada “¡Ahora, Ponciano!”, que recordaba la frase -exclamación- cuidadosa que el público hacía en las plazas, indicando al espada cuando podía entrar a matar.123 También era común escuchar otra pieza denominada “A los toros”, 124 dedicada al célebre torero mexicano. Y ese “¡Ahora Ponciano!”, “¡Ora, Ponciano!”, como ya vimos era una exclamación y exaltación a la vez que el público lanzaba en la plaza de toros o en las calles, elogiando al torero popular, cumpliéndose así, una vez más, el grito de guerra que daba perfil al prototipo de torero cuya fama propiciaba entusiasmo, pero también incitaba -en ocasiones- a la riña. De ese modo adquirió dimensiones que hoy entendemos gracias a estos ejemplos maravillosos. Se caería en la reiteración insistir en otros géneros de la cultura que manejaron a Ponciano Díaz como tema central, cuando ya se encuentran incluidos en diversas partes del trabajo, como es el caso de la obra de Manilla y Posada, del corrido y la poesía, etc. Por lo tanto no me queda sino concluir con estos apuntes diciendo que la magnitud de su popularidad alcanzaba esos interesantes renglones del arte, arte popular, que trascendieron y han quedado como parte de una interpretación que ya es histórica.
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María y Campos: Ponciano Díaz el..., ibidem., p. 198-9. Ibid., p. 176. 124 Carlos Cuesta Baquero: Historia de la tauromaquia en el Distrito Federal, 1885-1905. México, Tipografía José del Rivero, sucesor y Andrés Botas editor, respectivamente. Tomos I y II. T. II., p. 56. 123
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CAPÍTULO IV LA PARTE MEDULAR. BERNARDO GAVIÑO Y EL MESTIZAJE. Y ESE OTRO TOREO, EL CAMPIRANO. EL CAOS Y LA ANARQUÍA. ¿MAZZANTINI VS. PONCIANO? OTRA PROHIBICIÓN, DESAHOGO Y REFUGIO. LOS ÚLTIMOS PASOS O ESPLENDOR Y DERRUMBE DEL ÍDOLO. LA PARTE MEDULAR Ponciano Díaz es un personaje de la historia; por consecuencia es pasado y presente. Y la historia como meta de explicación y conocimiento busca la verdad en concreto.
En definitiva, esta es la parte medular del trabajo. Aquí se han de saber o el paradigma o la valoración más precisa de tan singular personaje, cuya vida y hechos no tratamos de dogmatizar ni mucho menos de exaltar. Se pondrá sí en el tapete de las discusiones para saber lo que fue y ¿por qué fue? Con todo ello habremos de entender su personalidad, su papel y su quehacer taurómaco, en un intento de acercamiento objetivo y crítico a la época tan importante que vivió. Ponciano Díaz se debe a tres nutrientes fundamentales: 1. Bernardo Gaviño125 y los Hernández (Tomás, José María y Felipe) de Toluca; 126
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En 1856, año del nacimiento de Ponciano Díaz Salinas, ocurrido en la hacienda de Atenco, Bernardo Gaviño y Rueda era ya, una figura consagrada en nuestro país. El diestro gaditano había llegado a México en 1835 luego de una corta estancia por Montevideo y Cuba. Madame Calderón de la Barca lo describe en La vida en México como un "hombre guapo, pero de exterior torpe, aunque dicen que es de una gran agilidad y muy hábil". Bernardo en aquel lustro anterior a su llegada a México, alterna con Manuel Bravo espada nacional, mismo que lo convence y contrata para torear en nuestro país. Pronto, muy pronto la popularidad del diestro hispano crece y se extiende por todos los rincones de la nación. Pone en práctica las técnicas más avanzadas en un ambiente que parece ignorar todo el fundamento del toreo español, para desarrollar una visión dueña de total autonomía que se representa de modo combinado en la plaza junto con las que suceden en el campo. Toda esta experiencia la hace suya Bernardo, se nutre de ella hasta asimilarla absolutamente. Al imponer la tauromaquia como sustento arquitectónico, Gaviño y Rueda debe ser considerado la directriz que puso un orden y un sentido más racional, aunque no permanente a la tauromaquia mexicana. Y es que don Bernardo acabó mexicanizándose; acabó siendo una pieza del ser mestizo. La fiesta que él encontró se basaba en: presencia de toreros en zancos, de representaciones teatrales combinadas con la bravura del astado en el ruedo; de montes parnasos y cucañas; de toros embolados, globos aerostáticos, fuegos artificiales y otros animales que corrían en todas direcciones de la plaza. Con toda seguridad, el último conde de Santiago, don José Juan Cervantes y Michaus (1835-1874) dueño de ATENCO, la más prestigiada ganadería de toros que por entonces surtía a diversas plazas en el centro del país, debe haber integrado a Gaviño a su círculo de amigos, pues las visitas a la hacienda fueron constantes por parte del español, quien, de alguna manera influyó para lograr una mejor afinidad en aquel toro que con el paso del tiempo evolucionará hacia una etapa de madurez, misma que se consumará con la etapa de profesionalización en la ganadería mexicana dada a partir de 1887.
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En 1862, cuando Ponciano ya tiene 6 años, su padre, el recio Guadalupe Albino Díaz, mejor conocido como "El Caudillo" enseñaba a su pequeño hijo las tareas del campo, herraderos y faenas rurales, cerca siempre de los toros de Atenco. Cuentan que Toreaba con la cobija a los toros más fieros, se los pasaba junto al corazón y se reía como un chamaco. Por cierto que a Poncianito le tomaba de las arcas, citaba de frente al novillo y burlaba la embestida con el cuerpo de su hijo. -Este diablo, tiene que perderle el miedo a los más pintados. Todavía no nace el toro que ha de acabar con uno de mi casta... Bernardo Gaviño, que vio a don Guadalupe consumar esas locuras, le suplicó que no repitiera semejantes alardes. -¿Pero no ve usted que cualquier día, queda su hijo con el pecho atravesado? -Yo me dejaría coger después y así moriríamos en la raya... (Manuel Horta, Ponciano Díaz. Silueta de un torero de ayer. México, Imp. Aldina, 1943. 196 pp., fots.; p. 26). La relación de Bernardo Gaviño con Ponciano Díaz queda marcada en el maestro y el alumno, hasta consumarse en una alternativa (por muchos calificada como apócrifa), que obtuvo Ponciano de manos de Bernardo el 13 de abril de 1879 en la plaza de Puebla, aunque después de esta fecha el camino de ambos se separa por algunas diferencias. Así, las bases quedaron sentadas, y Ponciano afinó con aquel aprendizaje su estilo de matar reses bravas. Bernardo se acerca a su destino final. 51 años después de su arribo, encuentra la muerte, el 11 de febrero de 1886 luego de sufrir la cornada del toro CHICHARRÓN de la hacienda de Ayala en la plaza de Texcoco. Ponciano, heredero de aquella popularidad se convierte en el torero de mayor fama. Se va a Madrid, contratado por Luis Mazzantini para tomar la alternativa el jueves 17 de octubre de 1889. Salvador Sánchez "Frascuelo" es su padrino y Rafael Guerra "Guerrita" el testigo, con toros de Veragua. Son años en que la idolatría rodea como un halo la figura del "torero con bigotes". Su fama llegó a ser tal que esa admiración lo compara con los pulques de Apam y hasta con la virgen de Guadalupe, quedando ese y otros testimonios grabados en versos, mismos que se prodigaban en aquellas "hojas de papel volando", con grabados del genial José Guadalupe Posada o de Manuel Manilla. La relación de Bernardo Gaviño, Ponciano Díaz y la hacienda de Atenco es muy profunda, pues es en dicho lugar donde se formalizan encuentros definitivos para la historia del toreo en México. Desde 1528 comienza la trayectoria de esta hacienda que al cabo de los años logrará un sitio privilegiado al ser los toros atenqueños de los más solicitados en diversas plazas. Ya en el siglo XIX Bernardo y Ponciano engrandecen y se engrandecen también con los famosos astados del conde de Santiago. Hoy, como un viejo encuentro sucede una reunión que parecía hasta hace algún tiempo imposible. Ponciano Díaz y Bernardo Gaviño vuelven a estrecharse las manos en esta pequeña, pero no por ella grandiosa reunión de objetos que ponen a la consideración de la recientemente elevada a grado de ciudad de Santiago Tianguistenco; pueblo que, en 1877 vio por primera vez una muestra de las hazañas de Ponciano al vestirse de luces el primer día de aquel año. Todo ello se debe a los descendientes de ambos personajes: don Doroteo Velázquez Díaz, sobrino nieto de Ponciano y del Lic. Jorge Gaviño Ambríz, sobrino biznieto del aguerrido espada gaditano, quien no sólo demostró capacidad ante los toros, sino hasta con los bárbaros comanches, con quien tiene un feroz encuentro en algún lugar del estado de Durango, allá por 1844. Luego de vencerlos, cumple su compromiso de torear seis corridas en Villa de Allende, Chihuahua, a mañana y tarde como se usaba entonces. A escasa distancia de la hacienda de Atenco, Bernardo y Ponciano llegan justo a Santiago Tianguistenco, no precisamente a torear, en un 1996 muy agitado. Más bien para mostrarse como dos figuras históricas que han quedado arraigadas a la historia de estos rumbos, historia que se proyecta a todo México, un México del siglo XIX que disfrutó con ellos. Hoy, a escasos años del siglo XXI, su dimensión se engrandece con este encuentro que acentuamos debido a la circunstancia histórica en que tiene lugar. La ciudad de Santiago Tianguistenco los hace miembros distinguidos con esta exposición y cabe para su distinción, ser nuevamente el sitio de reunión de ambos personajes que fijan su mirar imaginario en ATENCO, en espera de volver a lidiar los bravos toros de la hacienda mexiquense. Muchas gracias a los descendientes de ambas figuras del toreo. Gracias también al Ayuntamiento de la Ciudad de Santiago Tianguistenco por acoger este suceso. Gracias en fin, a todos.
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2. Toreo y expresión campirana, y 3. El caos, la anarquía. Valdría la pena lograr un desarrollo de ideas basadas en los tres principios, conocer algunas connotaciones en torno a ellos y lograr los resultados de opinión que se persiguen en el presente trabajo. Desde 1831 Bernardo Gaviño se encuentra toreando en La Habana. Cuatro años después ya está en México y el 19 de abril de 1835 comienza su conquista, como español que era. Claro, su conquista taurina. Que quede claro. Gaviño y Rueda (1813-1886) es dueño y poseedor en México de expresiones tauromáquicas fuera ya de la realidad que se vivía. Heredero de la línea practicada por José Delgado “Pepe Hillo” tuvo en su tío Juan León “Leoncillo” al mejor maestro y transmisor de esa escuela. Este le enseñó las primeras lecciones del toreo en los rastros de Cádiz y de Sevilla. Luego con Bartolomé Ximénez y Francisco Benítez Sayol, entremezclaban los vestigios de “Pepe Hillo” con la innovación de “Paquiro”. “Leoncillo” como maestro vivió directamente la transición entre esas dos escuelas y, puede decirse que Bernardo compartió la nueva modalidad con Montes, debido posiblemente a que en el momento de la despedida de su tierra Gaviño contaba 18 años; Montes con 25 y era este por entonces un consumado lidiador. Por lo tanto, el gaditano se convierte en el primer exportador de técnicas y conocimientos de la nueva escuela chiclanera. ¿Se habrá inscrito Bernardo Gaviño en la Real Escuela de Tauromaquia de Sevilla en 1830? La respuesta es negativa. Hemos visto que ya estaba en América hacia 1831. Si lo hizo debe haber recibido apenas escasa aportación que aplicó estando ya en el nuevo mundo. Desgraciadamente el fracaso de la Escuela de Tauromaquia estriba en que si bien la fiesta requería encauzamiento y acomodación para perdurar en los albores de una sociedad que se industrializaba y abandonaba en parte los valores y los modelos agrarios, eso tampoco podía significar el retorno a la tutela de una nobleza, de la que trabajosamente el diestro de a pie se había logrado alejar.127 Nuevamente el Dr. Cuesta Baquero apunta:
NOTA: Texto para un posible encuentro que no se consumó. A pesar de que existieron las condiciones para efectuarlo, todo quedó en un interesante proyecto que esperemos, algún día pueda realizarse. (México, abril, de 1997). 126 Carlos Cuesta Baquero. Trabajos Inéditos. (1920-1945. Obra mecanuscrita). Documento Nº 24, p. 62. Durante el aprendizaje a la vera de los Hernández, Ponciano no descuidó el ser caballista “charro”, cual ya magistralmente lo era. Siempre que hubo oportunidad exhibió ante los públicos aquella habilidad extrema que en tal equitación poseía. Y además de lazar (enlazar), hízose diestro en la “suerte” de banderillear a caballo” o sea banderillear cabalgando. Los Hernández también eran caballistas aunque no de la excelente calidad que Ponciano, pero hacían el lance taurino mencionado. Ponciano con la habilidad que tenía llegó a dominarlo, llevándolo a la perfecta ejecución. Ya que no sabía banderillear a pie, o sea de la manera usual, buscó singularizarse banderilleando de manera extraordinaria haciéndolo a caballo. Era un lance netamente nacional, enteramente dentro de “nuestro nacionalismo taurino”. 127 Eduardo Miguel Campos Borges: “¿Merecerá un homenaje Bernardo Gaviño?”. En “Toro, Sol y Fiesta”, Vol. 1, Nº 8 del 15 de noviembre de 1987, p. 19.
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Gaviño estaba educado en la hoy anticuada escuela del toreo, en aquella que requería valor, pero escasísimo arte y ningún plasticismo -acéptese como apropiado este vocablo- y conforme a ella hay que estudiarle y censurarlo o elogiarlo. 128
De “Paquiro” (Francisco Montes, 1805-1851) se considera que con su TAUROMAQUIA se inicia el toreo moderno, si como tal se entiende el divorcio de la afinidad castiza que majos y nobles habían sentido por los avatares de la corrida dieciochesca, encarnándose un sentido más lógico de las formas del quehacer taurino organizado. Puede deducirse por tanto que Bernardo Gaviño sí fue compañero de “Paquiro” -o al menos conocieron sus trayectorias- y quien dijo de “Leoncillo”: “Pocos se ponen junto a don Juan, pero ninguno adelante”. Armando de María y Campos en su libro Ponciano, el torero con bigotes asienta: (...) Conocedor del toreo de Juan León y otros contemporáneos, (Bernardo Gaviño) no se vició en cuanto al arte, conservando en medio de toreros extravagantes el sello de lidiador andaluz, así en el método de torear como en el vestir. Sin embargo, poco a poco se fue mexicanizando al grado de llegar a torear de modo tan especial que creó un estilo haciendo escuela entre sus discípulos, todos mexicanos.129
Realmente, entre la clase popular, Díaz era un semidiós y la musa callejera le había dedicado sus rimas y melodías en una composición cómica titulada “¡Ahora Ponciano!” y en dos musicales que tenían ese mismo título y el de “A los toros”. 130 Se dice que a Bernardo Gaviño se le debe el mestizaje taurino, pues a la vez que hizo aportaciones llamadas fundamentales adoptó costumbres y modos de la fiesta mexicana. En consecuencia se desenvuelve un toreo criollo en México, mezclado primero y desordenado después. En esa situación de tempestad arriba Ponciano Díaz, quien no mostró preocupación por descongestionar el toreo sino de saturarlo más con formas extrañas. Fue entonces cuando se adopta el bigote, visten sin propiedad él y su cuadrilla el supuesto traje de luces. Baberos en las cabalgaduras utilizados sólo por él, dianas, sobaquillos, mete y sacas en el chaleco, alternativas entre matadores y novilleros, mojigangas; en fin, son el resultado de una intransigencia sorda ante los resplandores del cambio. Con todas estas características estaban dadas las condiciones para que el “feudalismo” se consolidara, como se consolidó en nuestro país.131 128
Carlos Cuesta Baquero (anagrama, Roque Solares Tacubac): Historia de la tauromaquia en el Distrito Federal, 1885-1905. México, Tipografía José del Rivero, sucesor y Andrés Botas editor, respectivamente. Tomos I y II., T. I., p. 368. 129 Armando de María y Campos: Ponciano el torero con bigotes. México, ediciones Xóchitl, 1943 (Vidas mexicanas, 7). fots., facs., p. 28. 130 Cuesta Baquero: Op. cit., p. 56. 131 Carlos Cuesta Baquero. Trabajos Inéditos. (1920-1945. Obra mecanuscrita). Documento Nº 41, p. 35-6. En aquellas épocas la fiesta taurina no tenía la opulencia que actualmente. Todo este conjunto hacía que los empresarios no tuvieran afanes por la organización de las corridas. Igualmente acontecía a los toreros, no tenían por principal especulación torear, sino que adunaban a tal oficio alguno diverso o comerciaban en algo que les proporcionara los mayores gustos, necesarios para subsistir. Pero tauromáquicamente declarábanse señores feudales, determinando que era de su exclusiva propiedad la región donde actuaban. Estimaban exageradamente la popularidad que alcanzaban, aunque fuese en muy corto radio de extensión. Orgullosos estaban de las atenciones, de las preeminencias que les concedían en su terruño, en su “patria chica”. Sus hazañas no rebasan los linderos de la región natal, porque entonces no había periódicos taurinos y los de Política y noticieros de sucesos sociales, no daban interés a las noticias de las corridas de toros. Rara vez aparecía una gacetilla, relativa a una fiesta taurina, extraordinaria por ser dedicada al agasajamiento de algún personaje o por estar dedicada a finalidades de beneficencia.
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Pero no adelantemos vísperas. Sigamos un poco con don Bernardo Gaviño y Rueda. Ya desde su llegada el toreo en México tenía un sabroso sello de originalidad. Para muestra, basta la descripción de una corrida extraordinaria, la celebrada en septiembre de 1839 en la Plaza principal de San Pablo, con asistencia del Presidente de la República, don Anastasio Bustamante. Partieron plaza los granaderos del Batallón del Comercio; se lidiaron siete toros de las razas de Huaracha y Tlahuililpa, alternándose la corrida con otras diversiones: un globo adornado con las armas nacionales y los retratos de Hidalgo e Iturbide que, al ascender, arrojó una bandada de pájaros; un toro jineteado por Ignacio Chávez; un salto mortal ejecutado por Marcelino Salceda, y una pantomima, Los Mecos, durante la que se lidió un toro embolado, picándolo en caballos en pelo y dándole muerte con una macana de fuego. Gaviño debe haber actuado en este festejo, matando de “mete y saca”, o “a la olla” como se diría después en el apogeo de Ponciano Díaz, nada nuevo en el toreo, porque así estoqueaban los clásicos Pepe Illo y Romero... 132
Vistas las cosas puede entenderse la manera en que se desarrollaron las fiestas taurinas en plena dominación gaditana (Bernardo Gaviño era oriundo de Cádiz). Pero ya don Bernardo a su llegada a México encuentra el toreo de esa manera y seguirá representándolo así. El viajero francés Mathieu de Fosey deja plasmado en su obra Le Mexique una serie de vivencias en las que se confirman diversas apreciaciones hechas aquí, porque entre una lidia más o menos ordenada (en) las cuadrillas suelen encontrarse toreadores de España, pero no aventajan a los mexicanos en agilidad, porque acostumbrados éstos a torear desde su infancia en los campos de México saben, lo mismo que ellos, reconocer en los ojos del toro cuándo se debe acometer y cuando conviene huir de él. A pie lo persigue, lo agarran de la cola y lo vuelcan con la mayor facilidad, y, luego a caballo, lo hostigan hasta que se arranca hacia ellos, y lo evitan dando una vuelta o contravuelta que lo deja burlado en forma que este juego casi carece de peligro para ellos. 133
La carencia de profusión motivaba que los aficionados supieran únicamente lo acontecido en los espectáculos de la región y por tanto lo relacionado con el espada coterráneo, pero ignoraban lo respectivo a los foráneos. Ni siquiera el nombre sabían. En igualdad de circunstancias estaba el espada para sus colegas, completamente le eran desconocidos y por lo mismo no tenían amistad ni rencillas. Por lo tanto resultaba que “nuestro nacionalismo taurino” estaba fragmentado, lo formaban pedazos que estaban dislocados, que no tenían cohesión. Por esto cada señor feudal tauromáquico, era en su feudo reputado notable, indiscutible e insuperable. Esa creencia motivaba que en las excepcionales ocasiones que otro feudal entraba al feudo que no era suyo, vinieran inmediatamente las hostilizaciones. Entonces quedaba en desnudez “nuestro jingoísmo taurino” porque no podíamos disfrazarlo con el nombre de “nacionalismo”, pues que igualmente mexicano era el espada forastero, el entrometido. La generalidad del público estaba expectante, movido por la curiosidad pero siempre recordando el refrán: “Vale más malo conocido, que bueno por conocer”. Y por lo tanto siempre había un favorable prejuicio para el conterráneo y desfavorable para el forastero. Los amigos del conterráneo formaban un grupo -una “porra”- que ya tenía el propósito de molestar al forastero y así lo realizaba. No había el clásico alarido “mueran los gachupines”, pero si burlescas alusiones al estado de que provenía el espada entrometido. Quedaba entonces manifiesta la rivalidad que la actual facilidad de translación de uno a otro y por ende el más frecuente trato entre los nativos, esta haciendo desaparecer. Por causa de la carencia de fraternidad, el espada forastero prestamente regresaba a su terruño, a su feudo, a su “patria chica”. 132 María y Campos: Ponciano el torero con..., op. cit., p. 29. 133 Ibidem., p. 32.
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No olvidemos a lo largo de la lectura esta apreciación tan significativa, la cual nos permite entender por un lado, la capacidad de diestros mexicanos frente a españoles; por el otro, que por nada debe rebajarse el quehacer del toreo y el torero mexicano del XIX. Algunos de los picadores que alternaron en la cuadrilla de Ponciano Díaz fueron: Cándido Reyes, anterior a Arcadio Reyes “El Zarco”, moreliano que aprendió a la perfección el estilo español y que acompañó a Diego Prieto “Cuatro Dedos” en su gira por el Perú. Ramón Mercado “Cantaritos”, Gerardo Meza “El Gorrión”, José María Mota “El hombre que ríe”, Vicente Conde, veracruzano, de raza negra, al que por su color apodaban por antinomia “El Güerito”. José María Ramírez “La Monita”, notable picador potosino. Eutimio, Martín, Jesús y José Acosta, también de San Luis Potosí. Salomé Reyes, nativo de la hacienda de Atenco. Celso González, Agustín Oropeza. José Coyro “Coyrito”, José Francisco Lazalde “El Flamenco” Gaviño domina el panorama, y se gana la vida y la admiración de muchos toreando en la plaza de San Pablo o en la del Paseo Nuevo. Pero también se juega -y en serio- la vida. Cómo no recordar aquella desagradable jornada del año 1844 cuando, con destino a Villa de Allende, del valle de San Bartolo Chihuahua, donde habría de torear, son sorprendidos cerca de Durango por una turba de indios comanches. De las 64 personas que formaban el convoy todas quedaron heridas o muertas y sólo Gaviño y sus dos compañeros (el banderillero Fernando Hernández y el picador Ignacio Cruz) continuaron luchando hasta que al fin llegaron auxilios de la Hacienda de la Zarca y los comanches emprendieron la huida.134
Por aquellos tiempos se formaban carteles con diestros como: Luis, Sóstenes o José María Avila quienes también en esto del toreo se extendieron de 1808 y hasta 1857 en que se les pierde la pista. Se suman: Pablo Mendoza, Mariano Rodríguez “La Monja”, Ignacio Gadea, Serapio Enríquez, Caralampio Abarca, Teodoro Villaseñor, Joaquín Carretero, Diego Olvera, Antonio Rea, Eugenio Friact, Pedro Córdoba, Victoriano Guevara, Silverio Cuenca, Francisco Contreras, Félix Castillo, José María Vargas, Tranquilino Fernández, Benito Mendoza, Juan Corona, Pedro Espinosa, Andrés Chávez, Vicente Guzmán, Félix Carrillo, Fernando Hernández, Ignacio Cruz, Jesús Villegas, Francisco Vela. Durante su trayecto profesional surge un incidente allá por 1851 cuando se encuentran en nuestro país los apócrifos “Cúchares” y “Chiclanero” que alternan la tarde del domingo 21 de diciembre en el Paseo Nuevo. Dado el sonadísimo fracaso se cree que hubo intriga por parte de Gaviño y esto a partir de una hábil propaganda que manejó “El Monitor Republicano” quien además dijo que el fiasco de la media cuadrilla española fue obra de la sugestión de otro torero español, por cuestión de personales intereses.
Tal circunstancia creó una respuesta popular la cual se fue encima de esos “torerazos” los cuales no emplearon la acostumbrada silla vaquera al estilo mexicano para realizar la suerte de varas, sino que lo hicieron en otras y tampoco emplearon el otate sino madera de haya o de encino para la vara larga. Lo especial en todo ello es que
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José de Jesús Núñez y Domínguez: Historia y tauromaquia mexicanas. México, Ediciones Botas, 1944. ils., fots., p. 119.
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este incidente preparó el terreno para la campaña tenaz, despiadada, que los poncianistas habían de desarrollar treinta y tantos años después. 135
¿Con quién o contra quién? Contra Mazzantini y los diestros hispanos. Gaviño terminó sus días en auténtica pobreza, buscando la manera de agenciarse algunos pesos practicando entre su longevidad las suertes taurinas. Firma su último contrato para la tarde del 31 de enero de 1886 en Texcoco. El toro “Chicharrón” de Ayala le pega una cornada grande y grave por lo que fallece el 11 de febrero en esta ciudad de México. Ya desde la colonia sabemos de las faenas taurómacas en el campo y en las ciudades. Así nos lo cuentan fray Alonso Ponce en 1586 con su Relación breve y verdadera de algunas cosas de las muchas que sucedieron al... en las provincias de Nueva España, siendo Comisario General de aquellas partes; el Marqués de Guadalcázar en un documento oficial expedido en 1619; y andando, andando el tiempo encontramos la gran reseña de Rafael Landivar S.J. Rusticatio mexicana o Por los campos de México de 1782. Para algunos autores este tipo de actividades o de tareas propias del hombre mexicano tuvieron en los llanos de Apan, su origen y representación entre aquellos que hicieron del toreo campero, el jaripeo, el coleadero y, en general, los diversos modos de bregar con el toro una expresión propia, muy nuestra. Algo que se les ha olvidado a muchos historiadores es que fue en Atenco donde se asentó por vez primera ganado en sus diversas modalidades, lo que obligaba a tener personajes preparados para cumplir con las “actividades o tareas propias del hombre en el campo mexicano”. Tales principios llegaron transformados o enriquecidos a proporcionar al de Atenco las armas necesarias que sirvieron de mucho en sus triunfos resonantes. No olvidemos que era muy buen banderillero a caballo, gran lazador, jaripeaba extraordinariamente y ello es producto de su permanente contacto con aquellas labores cotidianas. En Ponciano Díaz, la suerte de banderillear a caballo alcanzó un notable rango y puede decirse la afinó viéndola practicar a Ignacio Gadea y a Lino Zamora, acabó por perfeccionarla dándole un sello distintivo que quedó impreso en dos conocidas imágenes: una caricatura que dice PONCIANO DÍAZ pareando a caballo aparecida en EL MONOSABIO No. 5 del 14 de enero de 1888. Otra más, esto en cromolitografía, es una estampa increíble aparecida en LA LIDIA del 9 de septiembre de 1889 ilustrada por Daniel Perea con el título, Toreo mexicano. Banderillas a caballo, en pelo. Normalmente Ponciano Díaz combinaba los dos tipos de torear el que le aprendió a Bernardo Gaviño y a otros toreros, modelos de inspiración que poseían normas anacrónicas propias de un momento en el que la tauromaquia mexicana no está sujeta -del todo- a las reglas españolas establecidas. Y ese otro toreo, el campirano que hizo suyo aprendiéndolo con perfección no sólo en Atenco sino en cuanta ganadería haya pasado alguna estancia. Recordemos la crónica resultante de la corrida inaugural de la plaza BUCARELI, páginas atrás registrada. Por ejemplo la tarde del 18 de junio de 1897 en Tlalpan Ponciano Díaz, en compañía de Agustín Oropeza tuvieron un deslucido jaripeo. Cuando todavía el ídolo ya olvidado trataba de agradar a sus pocos seguidores... EL CAOS Y LA ANARQUÍA. 135
María y Campos: Ibid., p. 48.
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La fiesta de toros en México al mediar el siglo XIX se enclaustraba en situaciones anárquicas y adversas a la manifestación que normalmente se desarrollaba en España. Predominaba una desacompasada y despreocupada “tauromaquia” mexicana, producto de toreo campirano; eventos circenses y representaciones teatrales, combinación toda ella, que desembocó en cosas como: capeo azotado, recortes a la media luna, quiebros al costado, verónicas con revoloteo. Denominaciones de una expresión cotidiana, como montes parnasos, mojigangas, elevación de globos cautivos, luchas de toros con otros animales, la participación de locos y demás lindezas, demostradas en cualquier plaza de toros. Sin embargo, esa “tauromaquia” sustentada en las referencias apenas citadas, es legítima y por consecuencia, su legitimación se da en un ambiente propicio donde los públicos aceptan, gozan toda aquella recreación. He ahí, en toda su expresión el sangriento espectáculo, digno solamente de las épocas de Nerón, visión esta que era el juicio de la prensa gobiernista, fiel a las ideas de Juárez, herencia de una República Restaurada que luego pasó y se transformó en un sistema dictatorial, llevado por el general Porfirio Díaz, régimen en el cual circula la prensa oficial y oficiosa que proclama la paz y se identifica con la nueva burguesía. Mientras tanto era preciso que el espectáculo condenado por la civilización moderna, formara parte integrante de esta fiesta, mezcla extraña de devoción y barbarie, de oración y vicios, de ociosidad y paseo, de despilfarro y comercio.
El público, acostumbrado por aquel entonces a esa diversidad de demostraciones y libertades, aplaudía cuanto hiciera el torero non plus ultra: Ponciano Díaz. Ya se gestaba también un ambiente de comprensiones basadas en la labor purista de los toreros españoles, aunque todavía José Machío pasó apuros matando al volapié, y de un solo viaje; como esto molestara a los públicos que se dedicaban a lanzar toda clase de proyectiles al ruedo, Machío fue aconsejado por los toreros mexicanos alternantes y mató al tercero (la tarde del 25 de enero de 1885 en el Huisachal) de un bajonazo y los naranjazos cesaron desde luego y el público dejó de chillar. 136
¡Qué difícil tarea de convencimiento la de ellos! No gustaron aquellas nuevas formas mostradas sobre todo por Machío, Pedro Fernández Valdemoro, Antonio Díaz Lavi. En tanto Ponciano Díaz se aplicaba Con el capote a burlar los hachazos y de pinturerías estaba exento. Un auténtico tumbacarnes. Metisacas, golletazos tras faenas de relumbrón. En su época era común el toro de mucha edad aunque, de procedencia desconocida. Trapazos de pitón a pitón, pases por la cara y otros latigazos para de inmediato liquidar a las reses con sendas estocadas de mete y saca, en los bajos sin procedimiento técnico alguno, sólo con nociones o con intuición. Incluso, alguna vez llegó a matar de rodillas, allá en San Luis Potosí por el año de 1882. 137
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Pedro Cervantes y de los Ríos: Diez lustros de tauromaquia. 2a. Edición, Madrid, Espasa-Calpe, S.A., 1929. Ils., fots., p. 14-16. 137 Carlos Cuesta Baquero (Roque Solares Tacubac): “Suertes del toreo a la mexicana”. En “Revista de Revistas”. Número monográfico. Dir. Roque Armando Sosa Ferreyro, Nº 1439, del 19 de diciembre de 1937.
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Bueno, hasta en vestimenta la cosa no andaba muy bien que digamos. No obstante que los diestros españoles vestían con propiedad, los aborígenes eran unos auténticos adefesios. Fácil no era la importación de ropa y, en su defecto, el raso y la lustrina se empleaban mucho, lo mismo que terciopelo, adornado con espiguillas o galones militares. Salían las más de las veces sin hombreras. Las monteras, eran molcajetes de cartón forrado de raso y estambre, y los borlones eran simulados con moños de listón. 138 En cuanto a la pugna de ambos toreros, aquí tenemos la declaración de un testigo, Carlos Cuesta Baquero. El toreo anticuado a pesar del rudo golpe que le dieron estas notabilidades del toreo moderno, no arrió la bandera. Todavía tuvo entusiastas turiferarios y fervientes corifeos, que procuraron esfumar la derrota y hasta hacerla parecer como triunfo. Necesarios fueron otros embates, que luego le asestaron otra notabilidad, Fernando Gómez “el Gallo”, que también en “Colón” hizo memorable temporada, y el buen campeón Juan Ruíz “Lagartija”, toreando numerosas corridas en las diferentes plazas de toros del Distrito Federal. “La Gran Temporada” que realizó la cuadrilla Mazzantini hizo bambolear, pero no derribó del pedestal a lo que tenía un siglo de existencia. Había construido el último baluarte, la plaza de toros de “Bucareli”, y atrincherando allí al más eximio de sus adalides: Ponciano Díaz, que representaba todas las tradiciones taurómacas, igualmente en arte que en popularidad. Que personificaba todas las leyendas y todas las realidades; todas las imaginarias proezas y todos los hechos temerarios efectivos; todos los cariños, desde el que correspondía a las costumbres similares hasta el del terruño. Ese lábaro indígena agrupaba en derredor a todos los partidarios del toreo anticuado, que poderoso por los ideales que hemos enumerado, aferrábase en el terreno que habíase apropiado desde luengos años. Defendíale palmo a palmo, oponiéndose tenazmente a la evolución. Que en el arte de torear como en todas las artes tenía que enraizar lentamente, conquistándose de modo paulatino la vida. Aquella porfía, aparentemente entablada entre personalidades, pero realmente sostenida por el batallar de dos sistemas y dos épocas, dio a los aficionados de entonces, cualquiera que fuese la bandera en que militaban, grandiosidad y respetabilidad. Por ello la Historia Taurómaca no califica a los acérrimos defensores del toreo anticuado con el despectivo título de villamelones. Dábanselos los contrincantes contemporáneos porque no tenían la serenidad de criterio que era necesaria para comprender el por qué de la pelea y creían que la originaban la ignorancia supina o el innoble interés de lucrar. 139
Antes de entrar en una serie de detalles, es menester el justificar a los toreros mexicanos quienes demuestran lo que saben, puesto que sus conocimientos son tan escasos o tan mal asimilados, lo cual es consecuencia de lo padecido durante buena parte del siglo XIX, un siglo que, taurómacamente hablando quiere vivir una independencia, una emancipación de los caracteres españoles, mismos que no desaparecerán pero sí se desplazarán para permitir todo ese esquema propio ya conocido de nosotros. Luego, la fatal circunstancia del descuido en la ganadería brava, desembocó en el encuentro de un toro biológicamente degenerado en su sangre y selección, fenómeno que no va a ocurrir en la totalidad de las haciendas que abastecen de ganado a las plazas de aquellas épocas. Pero no faltaron comerciantes o traficantes de carnes que ofrecían su ganado -generalmente de abastocomo toros de lidia y peor aún, no faltaron los ingenuos empresarios y toreros que 138 139
María y Campos: Ponciano el..., op. cit., p. 101-102. Cuesta Baquero: Historia de la tauromaquia..., op. cit.,T. II., p. 198-9.
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adquirieron dichas reses para jugarlas en plazas de toros. El no tener una idea exacta al ser adquirido un encierro, dio lugar, con toda seguridad a que muchos “empresarios” cayeran en la desesperación de lidiar lo que fuese, lo que resulta también otro de los fenómenos causantes que afectaron aquella fiesta. Gran cantidad de ganaderías “piratas” oscilaron en época de auge y fueron, en parte, las que alteraron nuevamente el desarrollo de la fiesta de toros en México que -ya es terco insistirlo- vivía momentos muy difíciles, de ajustes, de reivindicación ante la historia y ante la sociedad en su conjunto. El siglo XIX es una veta riquísima donde ocurren a poco de sus comienzos las jornadas bélicas de independencia. Tras ese hecho histórico se generan los normales deseos de cambio en todas las estructuras de la sociedad. Y no podía faltar la taurina. Sin ser notorio un lineamiento para dar continuidad a la tauromaquia peninsular -como resultado de esa liberación-, se ponen de moda géneros de diversión sui géneris, como las Jamaicas, Montes Parnasos, Toros embolados y un Toreo campirano, conceptos todos ellos practicados en los escenarios dispuestos para ello: la plaza de toros. Allí mismo se dieron a la tarea de recuperar la noción del toreo algunos de los espadas mexicanos como Luis, José María y Sóstenes Avila, Andrés Chávez, Ignacio Gadea, Toribio Peralta, Fernando Hernández, Pablo Mendoza y otra pléyade, los cuales compartían las palmas con el torero Bernardo Gaviño y Rueda quien trajo de España la expresión más vigente del arte de torear para entonces. Esta mezcolanza fue de la mano hasta llegado el año de 1867, momento en que el Lic. Benito Juárez -con su gesto proliberal y administrativo- ponen en entredicho la anarquía entonces prevaleciente por lo que no se concede licencia para la lidia de toros en el Distrito Federal. Tal prohibición se prolongó largos 19 años. En tanto, plazas provincianas permitieron la extensión de aquellos festivos deleites y Puebla, Cuautitlán, Tlalnepantla, El Huisachal, Toluca y otras eran escenario perfecto para tan significativos goces populares. Fue a finales de 1886 en que se derogó el decreto mencionado, lo cual permitió que se iniciara un auge sin precedentes en la historia taurina de México. Se construyeron plazas de toros, se inició un reencuentro del periodismo con el aficionado, haciéndose notorio el lado didáctico de ese empeño. La llegada de los toreros españoles marca el punto de partida para lograr, además de una competencia con nuestros toreros, el enraizamiento de por vida del toreo a la usanza española y en versión moderna. De ese modo vinieron a erradicarse viejos vicios y comenzó una nueva etapa donde se hizo notoria una asimilación y un deseo por encauzar la fiesta brava en el derrotero definitivo. Para ello, sirvió la labor constante, activa y combatiente de los periodistas, verdaderos conocedores del arte de “Cúchares” y que para mayor beneficio de la afición, abrevaron de obras fundamentales venidas de la península ibérica. La creación de grupos como el “Centro Taurino Pedro Romero” marcó otro triunfo más y pone de manifiesto el ideal de una tauromaquia largamente esperada en México. En oposición a ello, hay tribunas y existen públicos que son afectos a los valores mexicanos, cuya situación perderá terreno conforme vaya dominando la nueva arquitectura. No sólo eso. También se debe hacer notar un sentido de independencia radical manifestada por Filomeno Mata, Eduardo Noriega “Trespicos”, Wenceslao Negrete o por Manuel Gutiérrez Nájera,140 principales representantes del entorno de una actividad 140
Manuel Gutiérrez Nájera: Espectáculos. Teatro, conciertos, ópera, opereta y Zarzuela. Tandas y títeres. Circo y acrobacia. Deportes y toros. Gente de teatro. El público. La prensa. Organización y locales. Selección, introducción y notas de Elvira López Aparicio. Edición e índices analíticos Elena Díaz Alejo y Elvira López Aparicio. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones
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periodístico-político-taurina, donde se encuentran dos vertientes opuestas cuya labor se cimenta en ideologías de un nacionalismo exacerbado con ejemplos como EL MONOSABIO, EL ARTE DE LA LIDIA, EL ARTE DE PONCIANO, LA VERDAD DEL TOREO, contra la óptica del prohispanismo donde LA MULETA y EL TOREO ILUSTRADO que fueron los exponentes más claros en donde se observa un empeño por consolidar sus propósitos. Tales corrientes del pensamiento constituyen a la larga, un baluarte para definir estructuras pedagógicas inapreciables. Y si en un principio no fueron estables, al final ganaron en calidad con una prensa reforzada total e ideológicamente, pero que luego ha ido perdiendo valores por la incapacidad moral de muchos llamados “periodistas”, cuyo descaro provoca deformación en las ideas colectivas pues no utilizan su fuerza sino para todo, menos para sancionar con justicia las cosas habidas en el toreo. José Machío y Luis Mazzantini, españoles ambos, son la motivación exacta para definir eternamente una expresión de torear tal y como hoy la conocemos. Desde luego, hace un siglo vinieron a sembrarse esas raíces que, junto a las de Ponciano Díaz, máximo representante de la torería mexicana, fueron adquiriendo forma, expresión y belleza al paso de los años. El arte y la técnica concurren a poner el toque distintivo y permanente de la razón con que se inicia y desemboca todo este gran movimiento del toreo moderno en México. Y sin saberlo, Benito Juárez, en vez de perjudicar a la fiesta -como en un principio lo deseaban él y los liberales-, propició en gran medida -o al menos influyó- en los cambios radicales de la fiesta de los toros al final del siglo XIX. Aunque, de hecho, la derogación no fue sino motivada por la urgencia de costear las obras del desagüe en el D.F. Se amplía la exposición general de este motivo con el argumento certero y objetivo de un gran investigador en la materia. Se trata del Dr. en Historia Benjamín Flores Hernández Cuando a mediados de 1867, tras la derrota, captura y fusilamiento de Maximiliano en el Cerro de las Campanas y la caída de los últimos reductos imperialistas de México y Veracruz, quedó restaurado en la capital el régimen republicano, se empezó a notar la voluntad gubernamental de encauzar los destinos nacionales por caminos completamente distintos a los frecuentados hasta entonces. Destruida por la fuerza de las armas la causa de los tradicionalistas, se trataba de empezar a hacer efectivos, por fin, todos los anhelos de modernización y progreso acariciados por los liberales desde los remotos tiempos de la primera reforma de 1833-1834. Y, claro, en seguida hubieron de enderezarlos nuevos amos de la situación críticas en contra de todas las instituciones y costumbres, todavía existentes en la nación, que pudieran recordar en algo formas y circunstancias políticas y culturales ya superadas. Naturalmente, una de las primeras cosas bárbaras por reaccionarias con las que pretendieron acabar los republicanos triunfantes, fueron las corridas de ganado bravo. Poco después de su entrada a México ya se pedía en los periódicos locales su completa supresión, la cual se suponía indispensable para comenzar la verdadera educación del pueblo. 141
Díaz Salinas se desenvolvió perfectamente en ese estado de confusión ya referido con amplitud. Ajustó tan bien a su formado estilo que no encontró cosa fuera de tono y que le obstaculizara. Filológicas, 1985. Ils., retrs., p. 147-151. Una corrida de Ponciano Díaz. M. Can-Can, “Memorias de Madame Paola Marié”, en “El Cronista de México”, año IV, t. IV, núm. 13 del 3 de septiembre de 1882. 141 Benjamín Flores Hernández: La ciudad y la fiesta. Los primeros tres siglos y medio de tauromaquia en México, 1526-1867. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1976. (Colección Regiones de México)., p. 122-123.
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Así como ya se han citado los diversos periódicos de la época que se inician con EL ARTE DE LA LIDIA aparecido el 9 de noviembre de 1884 y cuyo director fue el periodista D. Julio Bonilla de línea promexicana, y enteramente dedicada a los toros, hubo también, y esto para alimentar el esplendor de la anarquía, publicaciones periódicas que casi no prestan -por decir que ignoran totalmente-, interés alguno por sucesos festivos en grado tal de estancamiento que impiden exponer anotaciones novedosas. Diríase que escasa o nula era la afluencia de datos y en consecuencia, eran los mismos y desastrosos resultados para una gran masa de espectadores -que no aficionados- siempre dispuestos a gozar de la variedad extravagante. Dígalo si no el siguiente caso. Por el carácter de Bonilla, su periódico nunca fue de la índole que tienen aquellos que son de combate, sino que externaba su parecer y dejaba a los demás con el de ellos, sin pretender polemizar, ni aceptar la polémica cuando se la proponían. Por ejemplo, entre el carácter de Bonilla y el de Peña y Goñi, había la distancia que media siempre entre los extremos. En todo caso, el único defecto de este periodista consistía en hacer propaganda artística a los toreros, mediante retribución por ese servicio. Ponciano Díaz en Nueva Orleans. En el año de 1884, Ponciano aumentó su actuación como caballista llevándola afuera de la frontera norte de nuestra república. Fue a los Estados Unidos de Norteamérica, a la ciudad de Nueva Orleans, para cumplir con un contrato que le hicieron por motivo de la Exposición Universal, en la que se reunieron toda clase de adelantos e inventos mundiales. Los empresarios de aquel evento invitaron a Ponciano y a un grupo de “charros” para presentar lo mejor de las suertes campiranas. El contrato fue espléndido: cinco mil dólares por seis meses. Además durante tal tiempo sufragados los gastos por cuenta de los empresarios, por lo tanto libre la cantidad mencionada. Aproximadamente eran diez mil pesos. No se sabe a ciencia cierta quienes fueron sus acompañantes pero el grupo presentó lo mejor de las suertes de “lazar”, “colear” (derribar a la manera especial que emplean los caballistas mexicanos) y “jinetear”. Toda la maniobra hecha con novillos o en alguna ocasión con potros salvajes, no domados. Para cumplir con tan ventajoso contrato empleó Ponciano la mayor parte del año 1884. El 8 de febrero de 1885 toreó Ponciano Díaz en El Huisachal. En dicha corrida se manifestaron de forma acentuada unos hechos que reafirmaron la patriotería. Y es que en la reseña de EL ARTE DE LA LIDIA se publicó un extremoso epígrafe: LA GRAN CORRIDA. Si el ganado de Santín no hubiera jugado mal no solo merecería este calificativo, sino que debería considerarse como la gran corrida del siglo XIX.
Además lanzaron estos elogiosos argumentos: Porque se vio en ella, el sentimiento patrio en todo su apogeo y los diestros del país, no obstante su TORPEZA O SU NINGUNA ESCUELA DE TOREO, FUERON A CADA MOMENTO APLAUDIDOS.142
Se observa que la patriotería y la ignorancia eran los terribles enemigos que tuvieron los toreros españoles que llegaron a México en aquellas épocas. Carlos Cuesta Baquero nos hace de nuevo el quite, ahora con respecto a la patriotería o nacionalismo taurino, pues los datos que a continuación veremos, son muy importantes, Carlos Cuesta Baquero (Roque Solares Tacubac) : “Periodistas taurinos mexicanos: Don Julio Bonilla “Recortes”. En LA LIDIA. Dir. Roque Armando Sosa Ferreyro, Nº 3, del 11 de diciembre de 1942. 142
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debido a que estos dos conceptos supo interpretarlos perfectamente, al vivirlos como testigo directo. Veamos. Ponciano Díaz, el General Divisionario del “nacionalismo taurino” no permaneció cruzado de brazos cuando estaba encima la amenaza de los toreros españoles. Era el “torero adorado sobre todos los toreros habidos y por haber”. Así se expresó el periódico tauromáquico EL ARTE DE LA LIDIA y en verdad porque Ponciano era amado sobre todos los existentes y... Sobre los venideros, no estando entonces prevista la aparición del nombrado GAONA. “LA ESCUELA ESPAÑOLA DE TOREAR, EMPIEZA A PREVALECER”, afirmaba EL ARTE DE LA LIDIA y era verdad. El mismo Ponciano había dado ocasión en su favor, aceptando el modo de herir. Además, había dado sitio en su cuadrilla, aunque solamente en algunas corridas, a banderilleros españoles, pues que habían estado con él: Ramón López y Antonio Gómez “El Chiquilín”, banderillero nuevo. “Inesperadamente tuvieron los revolucionarios evolucionistas el adalid de que necesitaban. Como por ensalmo apareció porque no hubo en los periódicos anunciadoras gacetillas, ni tampoco en las conversaciones era sabida su aproximación. En una de las corridas que dio Ponciano, quizás en la que fue en beneficio del gremio de las cigarreras (ocurrida el 13 de noviembre de 1887 en la plaza de toros COLÓN), hizo el General Divisionario la “suerte de banderillear a caballo”. La dedicó a un torero que vistiendo lujoso traje flamenco, aquel que entonces nombraban “traje de corto”, ocupaba un asiento en un palco. El agasajado con la dedicatoria de los lances de una suerte taurina genuinamente nacional, presentándole así Ponciano de manera excepcional por lo distinguida y cariñosa, se nombraba Manuel Hermosilla. Precisamente, “en aquella época nuestro “nacionalismo taurino” relacionaba estrechamente ser torero con ser “charro”, con saber manejar un caballo, proviniendo esa unión de que bastantes de los toreros aborígenes fueron hombres de campo, radicados en las fincas rústicas -en las haciendas- ocupándose en domar potros y conducir ganados bovino y caballar. El mismo Ponciano tuvo esas ocupaciones en su adolescencia”. “No llegamos en “nuestro nacionalismo” a los desmanes que en las épocas de Gaviño y Ponciano. No hubo apóstrofes de “mueran los gachupines”, ni hubo lapidaciones, pero sí severidad extrema para juzgar a los españoles y benevolencia igualmente extremada para juzgar a nuestro compatriota. A los toreros españoles les pesábamos miligramo por miligramo su potencialidad artística, a nuestro compatriota le dejábamos fallas de hectógramos. Para los otros las dificultades, para el nuestro las facilidades a finalidad de que triunfara y fuera el apabullador”. Hasta aquí, y de nuevo, la cita siempre oportuna de Roque Solares Tacubac. Fue entonces la intransigencia de Ponciano Díaz, su afán personalista y autoritario de continuar el sendero que a él le había gustado ejecutar, quien más tarde acabaría por consumirlo. ¿Cómo concebir un toreo descompuesto, con las piernas abiertas y en actitud de huir? Su toreo a la verónica era antiestético, puesto que no sabía ni siquiera tomar el percal con conocimiento. Al rematar cada suerte, de las pocas por aquel entonces, salía entre aspavientos y no paraba un momento los pies. Y se preguntaban los aficionados advertidos: ¿Todo eso es de un torero de su fama o de un aficionado cualquiera? Por tal motivo y ante una “afición” débil y mal informada, lucharon contra viento y marea los periodistas quienes poco a poco fueron -e insistimos en el término- “advirtiendo” a muchos que abrieron los ojos.
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“Ponciano no ha cumplido con su capricho, matar la afición, privar al pueblo de su diversión favorita. ¡Qué mayor baldón para él...!” Así se expresaba de él su más acérrimo detractor: Eduardo Noriega, quien junto con Wenceslao Negrete repudiaban los actos de descrédito por parte del diestro de Atenco. Las discusiones entre periodistas era casi a muerte, pero de cortesía no estaban exentos y se daban el lujo de decir cosas como éstas: Por no perder amistad con usted, admito que nuestro Ponciano Díaz es pigmeo y el español José Machío es gigante. (Frases de “Recortes”, en discusión con “Trespicos”). 143
Antes de continuar en el desenlace del presente capítulo, deseamos mostrar una evaluación sobre los tres puntos propuestos al inicio de esta parte “medular”. Todavía nos queda en el tintero algo tan fuerte como la llegada y escándalo de Luis Mazzantini, la prohibición de 1890-1894 y los últimos y débiles pasos del espada nacional. -Los conceptos anteriores vienen a establecer una especie de complemento al primer capítulo de este trabajo, cuya pretensión es explicar cómo, de sucesos taurinos primitivos y de implicaciones políticas o sociales ocurridas en la colonia van a reflejarse -desde luego modificadas- durante el transcurso del siglo XIX hasta llegar a manos de Ponciano Díaz a manera de estafeta, lográndose luego la gran transición de 1887. Por lo tanto: a)Los quehaceres campiranos ya eran cosa habitual y cotidiana en Nueva España y llegan como tal a ser abrevados por Ponciano Díaz quien vive en un medio donde se desarrolla perfectamente. b)Bernardo Gaviño, José Ma. Hernández, Ignacio Gadea, Lino Zamora, Pablo Mendoza, Jesús Villegas y otros son tutores del atenqueño pues con ellos inició sus andanzas. Esa tutoría complementa la dominante fuerza que desde el caballo demostró el personaje de nuestra historia. Nuevos puntos de apoyo serán la influencia determinante de Machío y Mazzantini, pero fundamentalmente el papel que jugó Ramón López queda registrado como el de mayor importancia. Tanto, que sirvió como intermediario en la empresa de la ascensión al grado de matador de toros obtenido por Ponciano en España. c)A todo lo anterior (nos referimos al caos) vino a manifestarse una obligada repercusión que particularmente se enfoca hacia un corte depurador y con inclinaciones hacia el cambio de normas clásicas; es decir de un anacronismo desquiciado, se pasa a un sistema de orden y progreso. Así la fiesta en México adquiere otro semblante y se pone en marcha el motor de un toreo a la usanza española que alcanza niveles magistrales al aparecer en escena el extraordinario torero Rodolfo Gaona. ¿MAZZANTINI VS. PONCIANO? Dícese que Ponciano no veía con buenos ojos la llegada de Mazzantini al país, que siendo él discípulo de Bernardo Gaviño, le bebía los alientos en todo, hasta en aquello del mete y saca, que era la estupenda especialidad del diestro gaditano. Dicha declaración aparece en el libro Diez lustros de Tauromaquia de Pedro de Cervantes y de los Ríos144 quien, a su vez, entrevistó en largas jornadas al viejo Ramón López, personaje fundamental que vivió los momentos claves de la reanudación taurina en
143 144
Cervantes y de los Ríos: Diez lustros de..., op. cit., p. 54. Cervantes y de los Ríos: Diez lustros de..., op. cit.
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México y concretamente, en el Distrito Federal, lugar que, por más de 19 años se vio privado de dicha diversión popular. La llegada de Mazzantini a Puebla ocurrió el 25 de febrero de 1887, y desde su primera corrida el 27 del mismo mes sufrió el ataque artero y cobarde de un grupo de rijosos enviados por no se sabe quién y cuyo afán fue apedrear y agredir de palabra a picadores y banderilleros del güipuzcoano sin motivo alguno. En la plaza, la respuesta fue efusiva y agradable.145 Pues bien, la teoría de diferencias construida para causar las confusiones de rigor, no tiene, a nuestro buen entender, peso en ninguna de sus dos balanzas: ni en la que se propone mostrar a un Ponciano Díaz envidioso, ególatra, dueño y señor de sus principios, ni en aquella otra donde se palpa a un Ponciano Díaz consciente, amable, capaz de permitir la lucha sin oponer resistencia. No. Eso simplemente es acercarse a los extremos. Claro, es difícil conjeturar cuando los hechos han transcurrido después de 100 años. Si debemos ver un panorama de diferencias lógicas, cuyos principios se basan en la desmedida y ciega pasión que mostraba el público de aquellas épocas. Luego entonces, se abre la hipótesis sobre si Ponciano Díaz y Luis Mazzantini torearon juntos. Ambos toreros sólo fraternizaron en un jaripeo ocurrido en BUCARELI justo el 20 de enero de 1888, acto que se celebró de forma privada (Véase, en su oportunidad, el APÉNDICE No. 1). Ahora bien, las dos primeras contratas que en nuestra República tuvo Mazzantini, especialmente la segunda, la de “Colón”, pusieron en relieve la personalidad torera de Ponciano Díaz, porque dichos compromisos dieron causa para que fueran manifiestos el inmenso partido que tenía el espada indígena, la adhesión ferviente, casi idolátrica, de sus partidarios, la impugnación severa que hacía el bando contrario, evolucionista, y la deficiencia así como los esfuerzos del torero para ajustarse al nuevo molde que ya agradaba a numerosos aficionados. Estuve en aquella contienda (nos dice Cuesta Baquero). Tomé participación sin parcialidad porque ambos contendientes, los dos bandos, tenían mis simpatías. Si el evolucionista satisfacía a mis ideales formados por la lectura de tratados de Tauromaquia, en el del toreo anticuado estaban mis amigos y con ellos la añoranza de múltiples corridas que presencié durante mi niñez.146
Al respecto de la “Gran Temporada” en “Colón”, en la cual participó Mazzantini, a Ponciano -y para luchar contra el güipuzcoano-, sólo le hacía falta una plaza de toros en que poder actuar. Y dicho y hecho, buscó para tener el capital necesario dos socios, que vieran en el nuevo coso un buen negocio, de pingüe y seguro rendimiento. Halló los asociados en el General don José Ceballos, Gobernador del Distrito Federal, y en don Quintín Gutiérrez, conocido y acaudalado comerciante de nacionalidad española. 147
A continuación los hechos ocurridos el infausto 16 de marzo de 1887, fecha en la que se presenta el torero de Elgoibar Luis Mazzantini en la plaza “San Rafael” de nuestra ciudad de México.
145
Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España. 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots. T. I., p. 191. 146 Cuesta Baquero: Historia de la Tauromaquia en el..., op. cit., T. II., p. 206. 147 Ibidem., p. 229.
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Para comenzar, la empresa de “San Rafael” cedió a la de Puebla la plaza para la corrida de Mazzantini, por ello es que llegaron a los corrales de dicho coso 4 toros de Santa Ana la Presa, desechados de la corrida del 13 de marzo en Puebla. Se agregaron: un viejo semental y otros tantos animales del mismísimo rastro. Los toros -apunta Heriberto Lanfranchi- infames, ocasionaron una bronca de proporciones incalculables y el sexto ya ni siquiera salió al redondel pues una lluvia de proyectiles desahogaba la ira de los defraudados espectadores. Tras su salida del coso (luego de que la lidia de los supuestos toros resultó un fracaso) Mazzantini fue agredido verbal y físicamente por enardecidos pero ajenos públicos que ni por casualidad acudieron a la corrida, pues los precios de las localidades en esos momentos eran estratosféricos. De la estación del ferrocarril salió con rumbo a Veracruz y de allí a Nueva York para embarcarse hacia España.148 Además, en LA LIDIA, Año VI, Madrid.-Lunes 25 de abril de 1887, Nº. 4, se publicó esta amplia descripción de los desagradables hechos ya conocidos. Veamos. LA CATÁSTROFE DE PUEBLA (sic). Algunos periódicos de Madrid se han ocupado de una manera muy sucinta de los sucesos ocurridos el lunes pasado en la plaza de toros de San Rafael de Puebla, población poco distante de la capital de la república mejicana. (Cabe aclarar que al siguiente número, el 5, del lunes 2 de mayo de 1887 fue corregido este error: “En nuestro último número cometimos un error que importa rectificar. No fue en Puebla sino en Méjico, donde ocurrieron los hechos que relatamos en nuestro artículo de fondo, titulado La catástrofe de Puebla). Queda hecha la rectificación, y conste que el artículo debió titularse La catástrofe de Méjico. El miércoles último recibimos nosotros una porción de periódicos de Méjico, que se ocupan todos de aquel acontecimiento; y al ver la gravedad de las cosas, y el verdadero peligro que allí ha corrido la vida de los toreros españoles, conceptuamos un deber dar cuenta a nuestros lectores de lo que ha ocurrido en aquellas apartadas regiones. Para que puedan apreciarse las causas que han producido el incalificable atropello que vamos a dar a conocer, es necesario tener en cuenta que en Méjico existen toreros indígenas, uno de los cuales, llamado Ponciano Díaz, es allá tan popular como lo son en España “Lagartijo” y “Frascuelo”. La Empresa que contrató a la cuadrilla de toreros españoles hizo proceder la llegada de estos de enormes reclamos; puso a las localidades de la Plaza precios exorbitantes y dio para la lidia reses imposibles. Todo ello fue motivo más que suficiente para que, exacerbados los ánimos, se convirtiera muy pronto el asunto en cuestión de amor propio nacional. La inmensa popularidad que en Méjico goza Ponciano Díaz, se creyó ajada con los insensatos reclamos de la Empresa, y el populacho mejicano se preparó desde luego a protestar contra la intrusión de nuestros toreros, convirtiendo la lid taurina en lucha encarnizada de mejicanos contra españoles. Las dos primeras corridas dieron ya margen a algunas brutalidades del pueblo contra los picadores; pero en la tercera, no hubo necesidad si no de que el ganado fuera malo, para que estallara la bomba. Y estalló de un modo espantoso, inaudito, de que no hay ejemplo en Méjico, y que ha dejado en toda la república recuerdos imperecederos. A la vista tenemos cinco periódicos que allá se publican, uno de ellos escrito en francés. Todos se ocupan con gran extensión de los sucesos. Pasamos por alto todo aquello que se relaciona directamente con los toreros, para transcribir únicamente la narración de la catástrofe. 148
Lanfranchi: op. cit., p. 192. Ya en la estación Mazzantini se quitó una zapatilla y sacudiéndola despectivamente dijo: “¡De este México..., ni el polvo!”
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Esto ocurrió en la tercera corrida de toros verificada en la Plaza de San Rafael, el miércoles 16 de marzo último. He aquí lo que dice El Nacional del 18 del mismo mes: Al llegar al quinto y sexto toro, no queremos hablar una sola frase respecto de su calidad ni de la manera como fueron recibidos por la plaza, ni del modo como los lidió la cuadrilla. Tentados estamos de arrojar la pluma contra el suelo y no agregar en el presente artículo más palabra que una maldición contra los especuladores Empresarios. Ya la impaciencia del público llegaba a su colmo, y la hizo rebosar la salida del último toro que fue uno de los que por inservibles se habían mandado volver al corral. Una tempestad de gritos e imprecaciones se desató sobre la cuadrilla y sobre los Empresarios a quienes se pedía bajaran al redondel. La confusión era espantosa, indescriptible; enérgicamente se pedía que el buey fuera vuelto al chiquero; pero todo fue inútil, no había más toros de reserva, y la cuadrilla se veía obligada a seguir lidiando, a pesar de las protestas del público. Con mucho trabajo se pusieron al toro algunos pares, y dada la señal para la muerte, Tomás Mazzantini tomó los trastos de manos de Cuatro-dedos, y brindando la suerte a la Presidencia, se dirigió hacia el toro en medio de una deshecha tormenta de silbidos, gritos y exclamaciones del público que a todo trance se oponía a que se consumara la burla de que se le hacía objeto. El enojo del público ya no conoció límites; por el lado de la sombra se arrojó una silla al redondel, a la que siguieron otras muchas, hasta no quedar una sola en las lumbreras. El desorden fue escandaloso; los concurrentes a las gradas buscaban refugio en las lumbreras a las que con inauditos esfuerzos se procuraba subir a las señoras; pero las lumbreras estaban henchidas de gente y las puertas eran insuficientes para dar salida a la multitud; el tumulto fue horroroso, sobre las cabezas de los concurrentes volaban las sillas, a las que bien pronto siguieron las bambalinas, barandillas y tablones de las lumbreras. Y entre tanto, Tomás no podía matar al toro; en medio de aquella confusión, y estando el redondel tapizado de mil objetos, era imposible atender a lo que hacía; toda la cuadrilla le ayudaba en su faena, hasta que desesperados y en compañía del pueblo que en buen número se bajó a la arena, y por iniciativa de Luis Mazzantini, se rompieron en la cabeza del toro de dos docenas de sillas. Murió por fin el toro de un descabello y siguió el desorden en el interior y en el exterior de la plaza. Sería imposible referir con todos sus detalles los desórdenes que siguieron a la conclusión de la corrida. Con mucho trabajo se consiguió despejar la plaza por los gendarmes y un piquete del Batallón de Zapadores, que tenía orden de hacer fuego sobre la multitud, no habiéndolo hecho debido a la prudencia de los oficiales que evitaron así multitud de desgracias que habrían sido incalculables. En el exterior, el tumulto era espantoso. Un agente de la Empresa, apellidado Godoy, según se nos asegura, fue insultado y golpeado por el pueblo, quien apedreó también a su salida a los picadores, descalabrando a uno de ellos. La tropa quiso impedir el desorden y fue también insultada y apedreada. Al salir Mazzantini, un grupo del pueblo rodeó el coche en que se retiraba., y lo colmó de mueras y de insultos, aclamando a Ponciano Díaz. Mazzantini intentó bajar del coche para castigar a los que lo insultaban, pero se lo impidieron las personas que lo acompañaban y un grupo de soldados que acudió en su auxilio. En las pulquerías Y (...) se refugiaron multitud de señoras a las que a algunas se sacó desmayadas de la plaza. Era imposible transitar por la calzada, que estaba literalmente ocupada por el pueblo y por la tropa. Un piquete de caballería dio una carga sobre el pueblo arrojando a las zanjas a muchas personas y atropellando a algunas señoras. El desorden continuó hasta horas avanzadas de la noche en la Calzada y en algunas calles de la ciudad. Mazzantini y su cuadrilla salieron la misma noche por el ferrocarril central, y sin tiempo para cambiar de trajes, llevaban los de toreros. (Carlos Cuesta Baquero consigna lo siguiente: cuando Mazzantini ya se encontraba en la estación, desnudábase del traje de torear, profirió las frases: “De ésta tierra de salvajes no quiero llevar el polvo” -diciendo tal al mozo de estoques,
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que le quitaba las zapatillas-. El insulto del espada era respuesta, al de los tumultuosos, no dirigido a todos los mexicanos. Así fue lo acontecido, no tergiversado como lo platican). Se nos asegura que ha habido algunas desgracias que consignaremos si resultaren ciertas. El escándalo, en una palabra, ha sido solemne; no se tiene memoria de otro semejante. Las ilustraciones deberán estar satisfechas, y satisfechos también los Empresarios, a los que es necesario, indispensable y de justicia, imponerles un severo castigo. A esta hora celebrarán indudablemente la burla que han hecho al público de la capital; y si su falta queda impune, como de seguro quedará, sírvales al menos de castigo la enérgica maldición que contra ellos lanza la sociedad burlada y ofendida”. Hasta aquí El Nacional. A los groseros ultrajes del populacho mejicano, opuso la cuadrilla de toreros españoles una conducta tan mesurada y tan digna, que un periódico se ve obligado a reconocerlo así. El Diario del hogar, del 20 de Marzo, dedica al asunto un largo artículo, del cual entresacamos el siguiente párrafo: ¡Y vean ustedes qué cosa tan extraña, tan increíble, tan sólo para vista: en aquella plaza henchida por más de seis mil personas civilizadas, a la que concurrió lo más escogido de la sociedad... (tenemos que decirlo aunque nos pese), los que se portaron con más decencia fueron... sí señor!... fueron... los toreros y los toros!!... Para que los lectores de LA LIDIA se convenzan de que los exagerados precios de la Empresa y los reclamos de ésta, convirtieron la llegada de los toreros españoles en cuestión de amor propio nacional, no hay sino leer este otro párrafo que copiamos del artículo de El Diario del hogar: Porqué esa codicia rompió el saco de la Empresa, y ésta abusó de la credibilidad del público; porque la burla fue mayúscula; porque siempre en el pueblo, en toda la sociedad, hay un sentimiento de justicia; y este sentimiento, hizo al público demostrar su desagrado a Mazzantini y sus simpatías a Ponciano; porque una vez más se ha reconocido que la fama europea y las pretensiones de los extranjeros no son más que oropel sobre la medianía o la nulidad y que el mérito de nuestros compatriotas se oculta con su característica modestia y con la indiferencia de sus hermanos; y, por último, porque cuando el público que paga se ve burlado y explotado por la codicia y la mala fe, y además se le acosa, se le amenaza, se le afrenta y se le subleva echándose encima la fuerza armada, y los lacayos y los de la policía, ese público se indigna contra los que lo estafan y lo afrentan, como lo hizo en esta corrida, en que destrozó la plaza y apedreó, y silbó y se burló cuanto quiso de la policía y de la cuadrilla, al grado de salir gritando en coro el público: ¡Nos han robado! y de arrojar silletazos a los gendarmes, y de hacer con sólo sus gritos que varios oficiales de la gendarmería soltaran una presa que habían hecho entre el público, quedando así en completo ridículo, y de hacer huir a toda rienda a la cuadrilla de Mazzantini. Uno de los periódicos que hemos recibido, El Tiempo, trae manuscritos los nombres de los dos empresarios que tan cruelmente se han burlado del público mejicano. Ambos son personajes muy conocidos, en Méjico el primero, y en Madrid el segundo. Razones de prudencia, y nuestra opinión de que la noticia debe ser completamente inexacta, nos impiden revelar los nombres de dichos Empresarios, que al decir de un periódico mejicano se han embolsado, con las tres corridas, sesenta mil pesos! Teniendo en cuenta que la plaza de San Rafael tiene aproximadamente 6,000 asientos, calcúlese el precio que habrán puesto a las localidades para realizar tan exhorbitante ganancia. Para terminar, creemos que los toreros españoles de algún nombre no se aventurarán de nuevo en las plazas de la república mejicana, y que dejarán a los mejicanos entusiasmarse y batir palmas a los asombrosos metisacas de Ponciano Díaz, puesto que el metisaca es, según parece, el ideal del arte de matar toros en Méjico! Al fin y a la postre, los mejicanos tienen sus toros, sus toreros y su lidia especial, y bueno es que se les deje disfrutar en paz de aquello a que están acostumbrados, y les emociona y les
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gusta más que lo nuestro. Por algo se dice que más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena. En la catástrofe de Puebla (sic), nuestros toreros han dejado a salvo su decoro y su dignidad de españoles, oponiendo al desenfrenado furor del populacho, la estoica resignación de quien se ve injustamente escarnecido en tierra extraña. Y esto es lo que nos interesaba verdaderamente; lo demás debe importarnos poco, aunque lo lamentamos, como unánimemente lo hace la prensa mejicana.
El motín había alcanzado proporciones excesivas y el robo a tiendas de ultramarinos y el insulto a los españoles radicados en México no cesaba. Dicha situación que se adjudicaba a Ponciano Díaz nunca fue probada y además él la desmintió en estos términos: Con motivo de las manifestaciones ruidosas hechas por el público en la corrida de toros verificada en la plaza de la calzada de San Rafael día 16 del actual, no han faltado quienes aseguren que tuve alguna injerencia en el alboroto popular, de que tanto se ha ocupado la prensa. Fuera de que en ese día estuve enfermo y no salí de casa, y haciendo a un lado la consideración de que por carácter y por costumbre, estimo y trato con respeto y afabilidad a los que ejercen el arte del toreo, pues conozco las dificultades que dicho ejercicio ofrece en todas partes, debo hacer constar lo siguiente: No sólo no fuí hostil al Sr. D. Luis Mazzantini y su cuadrilla, sino que tuve la satisfacción casualmente en Puebla, de asistir a una corrida dada por ellos, de la cual en lo particular hablé al Dr. Donaciano Morales y a usted, Sr. D. Juan de Dios Peza, en los términos cariñosos que ustedes fueron los primeros en aplaudirme, felicitándome por mi manera de pensar en ese sentido. Además, mis compromisos de trabajo, no me permiten nunca descender a pequeñeces impropias de mi carácter. Si el afecto popular de algunos, los obliga en un grito de entusiasmo a mezclar mi nombre con un arranque de alegría ¿querrá esto significar que yo tomo parte alguna en ello? Nunca olvido que un torero español, muy aplaudido y muy querido por el público mexicano, el inolvidable Bernardo Gaviño, fue mi buen amigo y siempre él vio mi patria como la suya, por lo que yo respetaré con su memoria la tierra donde nació y a sus compatriotas que con éxito siguen su mismo ejercicio. No es cierto como se ha dicho que la policía me haya buscado ni hay motivo para inquietarla, pues ni gusto ni quiero hacerme cómplice en nada que altere la paz pública. Trabajo para vivir y usted sabe que nunca me he mezclado en reparar aplausos propios ni disgustos ajenos. Agradeciendo a usted, señor Peza, la publicación de estas líneas, me repito suyo Affmo. servidor. Ponciano Díaz.149
A pocos días de reanudadas las corridas de toros en el Distrito Federal, ¿presentarse esa decepcionante situación? Tras los muchos comentarios, por fin hubo un periódico que apeló a todo esto y fue EL SIGLO XIX, del 19 de marzo de 1887, donde Ignacio Cumplido pidió después de exhaustiva revisión de los hechos- conducta justiciera de las autoridades ante las hostiles demostraciones populacheras llevadas a cabo en contra de España. 150 Deducimos que las manifestaciones de un público arrebatado, y furibundamente fanático, levantó el clamor de que Ponciano Díaz había sido el causante o el autor intelectual de los 149 150
Lanfranchi: La fiesta brava en México y en..., op. cit., p. 196. Ibidem., p. 195.
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desaguisados del célebre 16 de marzo. Muy mal fundados testimonios corrieron como reguero de pólvora, sin saberse con claridad cuáles fueron los móviles más profundos de dichos incidentes. Se piensa que fue Díaz Salinas que, lleno de ira y envidia quería ser el único, el autoritario, el dictador de estos lares. No puede considerarse esta teoría, puesto que él debió contribuir a las buenas relaciones entre toreros y lo conducente a los resultados que manifestara la afición taurina (aunque caras vemos, corazones no sabemos y la conducta de Ponciano como torero, y nada más que como torero queda en entredicho, pues se conocen ciertos casos de moralidad con careta de hipocresía). Como siempre se han presentado casos sin apoyos lógicos que luego, esos asuntos acaban por desvanecerse, perdiendo interés y por tanto, dejando de circular entre el chisme común. Más tarde, las cosas tomaron un cauce desahogado en virtud de que la afición se exaltó peligrosamente aquella jornada; y si peligrosa fue la actitud, también fue absurda. No soportaban o no asimilaban la entonces novedosa forma del toreo de a pie traído por diestros como los ya mencionados, pero rotundamente representados por José Machío y Luis Mazzantini y que más tarde, va a convertirse en una situación adaptada a las circunstancias técnicas, estéticas e históricas del toreo en México en su época moderna. Claro en todo esto tuvo después una participación definitiva la centrada opinión de la prensa. Recordemos -y muy a propósito- la obra de un gran pensador como Leopoldo Zea que con su Positivismo y la circunstancia mexicana expone las ideas del filósofo francés Augusto Comte que se ponen en práctica de modo inmediato en nuestro país, luego de la importación hecha por el Dr. Gabino Barreda, bajo condicionamientos que lograron el fin perseguido de sus ideas, sometidas a influencias particulares o más bien, nacionales de desarrollo. ¿Por qué va implícito el positivismo? Simplemente por la razón de que perseguía el orden y el progreso, sustancia de modificación social e ideológica a fondo. El retorno de Mazzantini en el invierno de 1887, año negro para él, fue triunfal. Se presenta en la plaza “Colón” el 11 de diciembre siendo largamente aplaudido después de que la prensa presentara -tras el penoso suceso del 16 de marzo anterior- argumentos que justificaron al torero de Elgoibar quien ni siquiera se trataba de un culpable del fiasco recordadísimo; pero acabó siendo la víctima. La racha triunfal le acompañó a partir de aquella tarde fría del postrero 1887 y, año tras año se enrachó satisfactoriamente a tal grado que en la mismísima plaza de Ponciano -la de Bucareli- se colocó la leyenda en los carteles de LA TEMPORADA DE MAZZANTINI. Tuvo actividad en México hasta el año de 1904, justo el 20 de noviembre en la plaza “México” alternando con Francisco Bonal “Bonarillo” y Manuel Lara “Jerezano” con tres toros españoles de D. Carlos Otaolaurruchi y tres de Santín y, un año más tarde se retiró en Guatemala al conocer la repentina muerte de su esposa en nuestra tierra. Antes de pasar a otro apartado, no quisiera ignorar unos datos surgidos en la corrida del domingo 8 de enero de 1888 en la plaza “San Rafael”. 6 toros españoles: 3 de D. Pablo Benjumea y 2 del Excmo. Marqués del Saltillo. Todos fueron estoqueados por Mazzantini. Se dice que esa corrida fue ¡la primera que ha habido en nuestros redondeles! por ajustarse a una lidia perfecta; todas las demás “han sido herraderos intolerables”. En esa ocasión, don Luis tuvo oportunidad de brindar la muerte del quinto a Ponciano Díaz, quien estaba de espectador en una lumbrera. El torero indígena bajó al redondel, después de que arrastraron al toro, y le dio al matador un abrazo que puede considerarse como falsa demostración pública de una amistad que no sentía.
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Por cortesía únicamente hizo esta efusiva manifestación, pero con hechos, con actos hostiles, anteriores y posteriores a ella, la desmintió. 151
OTRA PROHIBICIÓN, DESAHOGO Y REFUGIO. El día 2 de noviembre de 1890 se arma tremenda bronca en la plaza de toros “Colón” donde se jugaron astados de Guanamé por Carlos Borrego “Zocato” y Vicente Ferrer. Fue tan malo el ganado y causó tal malestar que obligó a las autoridades a suspender las corridas de toros por cuatro años. De esa forma Ponciano Díaz emprende una campaña taurina por todos los puntos de la república, encabezando su cuadrilla hispano-mexicana152 y aprovechando públicos marginados en información. La pléyade de toreros españoles en México nunca tuvo respuesta del intercambio, ni siquiera mínima en la península. ¿Qué toreros nuestros con mérito hubieran podido cruzar el charco si los alcances artísticos y técnicos eran despreciables? Por eso en nuestra nación abundaron más siniestros que diestros mexicanos y españoles que con verdades y mentiras sostuvieron una fiesta prácticamente desordenada de nuevo. Y aquella empresa de sólida estructura, la que mostraba el edificio del toreo moderno en adecuadas condiciones de operación, llegó a tambalearse peligrosamente en una oscilación cuya intensidad fue 1890-1894. Se antoja proponer aquellos años como de “ensayos y pruebas” donde a partir de 1887 y hasta el año de 1907 -momento de la aparición del gran Rodolfo Gaona- se suceden situaciones que convergen y divergen en una marea sin descanso. LOS ÚLTIMOS PASOS O ESPLENDOR Y DERRUMBE DEL ÍDOLO Más que la historia de brillo y oscuridad, fenómenos experimentados por Ponciano Díaz, se antoja todo esto como un hecho de aquellos ocurridos durante el tiempo de la conquista. Los aztecas tienen sus grandes ciudades y sus templos ceremoniales donde abundaban las deidades invocadas con sumo respeto, veneración e incluso con extremados hechos sangrientos. Pero ese jueves santos de 1519 ocurre el desembarco de los conquistadores. El guerrear incesante de ambos bandos llevó al agotamiento físico de unos y otros. Ganó en consecuencia el frente español apoyado de indios sometidos por los aztecas, justo el 13 de agosto de 1521, soportando férrea y valerosamente hasta el último instante, el gran Cuauhtémoc. En medio de arduas luchas hubo la destrucción de templos, deidades y otros monumentos erigidos en una ciudad como la de Tenochtitlan. Esa visión se tiene imaginada de otro esplendor y otro derrumbe; solo que más cercano a nosotros en el tiempo y en la circunstancia del espacio. Este torero mexicano, el primero quizás que alcanza renombre nacional e internacional, supera y viola el feudalismo adoptado por otros diestros acostumbrados a servir de 151
Cuesta Baquero: Historia de la tauromaquia en el..., op. cit., T. II., p. 147 y ss. María y Campos: Ponciano el..., op. cit., p. 196. Uno de ellos: Saturnino Frutos “Ojitos”. Fue una lástima que Díaz Salinas se fuese a la tumba sin saber que el buen Saturnino se convertiría, después de penurias y de hambres en el maestro del torero que, por consecuencia habría de consolidar todo cuanto hizo Ponciano (es decir, su labor se concretó a la apertura de las relaciones taurinas México-España). Ese hecho fraguado es el haber puesto en lo más alto el nombre de México con la figura del torero leonés Rodolfo Gaona quien, a decir de José Alameda, en una de sus más recientes teorías “universaliza el toreo”. 152
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“capitanes” o “gladiadores” en los estados o lugares que les vieron nacer o en su defecto, a donde llegaron y se adaptaron favorablemente. Su expresión taurómaca es producto lógico de las formas preconcebidas por aquellos momentos de debilidad pedagógica y de singulares expresiones llenas de esa independencia que no logra hacer desaparecer pero sí, desplazar patrones hispanos. En Ponciano Díaz cobró importancia el hecho que desde el 14 de junio de 1885 y en “El Huisachal” haya comenzado a utilizar el “metisaca” por el volapie. Pero eso no era todo. De haber aceptado las normas entonces ya vigentes su situación hubiera sido distinta y al parecer recurrió a los chispazos, a los destellos y no a un esquema completo de funciones y posibilidades técnicas a la usanza española. Sin embargo, y como dice Cuesta Baquero: El golpe de gracia al “estilo de torear mexicano” se lo había dado su mismo Pontífice Ponciano Díaz modificando en su modo de ser artístico lo único que podía modificar: el modo de estoquear. Había conservado la costumbre de esperar a los toros, no practicaba el “volapié”, la estocada “arrancando”, ni la de “a paso de banderillas” porque él, igualmente que los otros espadas mexicanos, no sabían estoquear “haciendo por el toro” (yéndose hacia el toro) sino que esperaban a que “el toro hiciera por ellos” (a que el toro embistiera a la muleta y viniera toreado), pero modificó su modo de herir, haciéndolo en todo lo alto o sea en las péndolas y dejando el estoque en el cuerpo del toro. Por cierto que en ésta modificación adquirió notable habilidad y era muy segura al herir, casi siempre hería hondamente, no pinchaba. 153
Su vida profesional conocida es de aproximadamente 23 años. Se inicia en 1876 y concluye poco antes de su muerte, actuando en la plaza de sus triunfos, “Bucareli”. Los resultados que presento en la tabla estadística del “Apéndice Nº 1” revelan un número increíble de que en todos esos años son realmente notables. Debe tomarse en cuenta de que por primeros pasos de su vida taurómaca la prensa casi no prestaba atención alguna a un espectáculo de tonalidades diversas: desordenada en consecuencia. Por otro lado que de las 722 actuaciones se registran en una época donde desplazarse de un punto a otro significaba grandes inversiones de tiempo, esfuerzo, andar por caminos nada cómodos y eso, es un aspecto a destacar porque es entonces cuando debemos resaltar el papel jerárquico que jugó Ponciano Díaz para convertirse en la primera figura mexicana del toreo, en un mandón al fin y al cabo. Entendamos los tiempos y su circunstancia. Ponciano -y hasta donde se puede contemplar- fue el único torero cuyos procederes lo sientan en una postura herética. Se trata de un Galileo Galilei frente a la ignorancia científica o ilustrada de quienes consideraban al mundo en otra dimensión geométrica, menos la de una esfera que gira alrededor de un eje y esto a su vez en torno al sol en una órbita predeterminada. Claro, el atenqueño es hereje -a los ojos de los prohispanistas-, apóstata que recibió su castigo de modo paulatino. El proceso de tormentos fue muy lento. Se le dejó gozar primero el placer de sus juegos, de sus divertimentos, mismos que compartió con el público para luego tener su primer juez en la persona de Eduardo Noriega “Trespicos”. Este al principio, casi predicó en el desierto, pero luego fue respaldado entre otros, por los “falangistas”. En tanto ocurre un paréntesis con el vieja a España a mediados de 1889 donde Ponciano recibe la alternativa. La prensa a su favor va perdiendo terreno, aunque combate en los precisos momentos de la recuperación de la actividad taurómaca en la capital del país, contraatacando las fuerzas de los prohispanistas. 153
Carlos Cuesta Baquero. Trabajos Inéditos. (1920-1945. Obra mecanuscrita). Documento Nº 7, p. 11 y 12.
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Al regreso de España se repitieron nuevamente los ataques y: “Ponciano, sea usted hijo de su época”, “Ponciano, los baberos, esos baberos...” El 11 de noviembre de 1894 torea en Tacubaya con “Marinero”, “Ecijano”, “Habanero”, Camaleño y Basauri. Arguye Eduardo Noriega que Ponciano, investido de la alternativa cedida por el gran “Frascuelo”, se prestó a la farsa de consolidarla de manos de “Marinero”. Aquí cabe la posibilidad de una “confirmación”, a pesar de que antes de su viaje a la península es Fernando Gómez “El Gallito” quien le concede una alternativa que de alguna manera es mayor en importancia a la que Bernardo Gaviño le otorga en abril de 1879. Para los años de 1890 a 1896 organizaba corridas como empresario en las plazas de toros de los estados, acompañándose con el cubano José Marrero “Cheché”, a quien Ponciano lo encontró toreando en la plaza de toros yucateca y de ahí lo tomó como acompañante, hasta que se separaron en San Luis Potosí. Para Ponciano ya no había aquel entusiasmo mayor motivado porque era mexicano, sino que se le miraba con relativa indiferencia por lo que respecta a la propia nacionalidad, y los aplausos y veneración del ayer, hoy se convierten en silencio cada vez más profundo. En medio de aquel panorama, Ponciano tiene que optar por la despedida, misma que anuncia en la plaza de Gavira, Guanajuato aproximadamente en el mes de agosto de 1895. Pero en junio de ese mismo año cumple Ponciano un contrato, actuando en Tlalpan, toreando ganado queretano del Espejo y La Barranca, junto con algunos otros de Santín. En agosto lo hace en Puebla, e incluso, justo en esa ocasión se filma la primer película taurina de que se tiene memoria en México. Los señores Churrich y Maulinie denominaron el trabajo fílmico como “Corrida entera de toros por la cuadrilla de Ponciano Díaz”.154 Hablar del rescate de ese material es cosa más que imposible, pero sin duda viene a convertirse en un antecedente interesantísimo no sólo del cine nacional en su conjunto sino de una muestra clara del poder de atracción que ejercía la diversión popular de los toros en la época porfirista. El 12 de diciembre del mismo año, y en Santiago Tianguistenco recibe el más serio aviso para quitarse de los toros cuanto antes. Tres toros de Atenco le tocan en suerte. Pero enfrentándose al segundo sufre el diestro de un desmayo que por poco le ocasiona serios problemas, pues el toro arremetió contra él causándole sólo algunos golpes. Al reponerse prometió nunca más volver a los toros, aunque en recientes viajes al lugar de origen del torero se ha conocido una de esas historias que pasan por tradición y testimonio oral, en el sentido de que sí, efectivamente toreó alguna otra corrida, sobre todo en Tenango del Valle y hacia 1898, corrida de la que no salió mal librado y hasta la cárcel fue a dar. Para esas fechas lo encontramos derrotado por la campaña periodística fundamentalmente encabezada por “Trespicos”. Su madre, por entonces mermadísima de salud, murió el 28 de abril de 1898. La serie encadenada de fatalidades castigada sin misericordia al ya olvidado diestro atenqueño, quien para atenuar las penas aceleró su fin bebiendo de forma tal que muy pronto se acercó a la muerte, ocurrida el 15 de abril de 1899. A pesar de tan intensa popularidad, producida en la plaza de toros BUCARELI al haber nutrida concurrencia, llenos rebosantes que agotaban el billetaje enviado a las taquillas, Ponciano no se hizo extraordinariamente acaudalado. Dejó por herencia solamente ochenta mil pesos, que fueron distribuidos entre su hermano -don José Díaz- y una sobrina. Ese capital fue reunido en veinte años de actividad taurina, de 1878 a 1898. Se explica lo exiguo 154
Paco Ignacio Taibo I: Los toros en el cine mexicano. Prólogo de Julio Téllez. México, SOCICULTURINBA-BIBLIOFILOS TAURINOS DE MEXICO-PLAZA Y VALDES, 1987. ils., p. 8. En el prólogo firmado por el Lic. Julio Téllez García se hace referencia a dicha cita.
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del caudal -comparado con el que ahora atesoran los “ases” toreando solamente cuatro o cinco años- atendiendo a que entonces “el negocio de toros” no era filón de oro como ahora es. En su vida taurina, Ponciano acumuló “diez y ocho heridas mortales recibidas, y cuarenta y siete leves” según testimonio del mismo diestro proporcionado al escritor queretano Valentín Frías. Fue enterrado en el panteón del Tepeyac y le sobrevivieron sus hermanos Antonio, Mateo, José y Pascual. Al fin hemos alcanzado el desenlace y es hora de fijar los últimos vistazos generales que van más o menos así: Ponciano Díaz el del jaripeo y las lazadas. Indiscutible, un gran dominador de aquellas tareas, pues tanto se familiarizó en el campo que acabó siendo un charro consumado, un centauro en toda la extensión de la palabra. Ponciano Díaz en el toreo es el último reducto, depositario de los viejos pero también de los nuevos valores del toreo, estafeta que deja algo -lo anacrónico- para tomar un nuevo destino, destino que se llama toreo moderno a la usanza española. Sin embargo, el proceso de adaptación le va a causar serios tropiezos y en consecuencia la caída total. Ello debido en gran medida a que estando las nociones de aquel toreo tan fuertemente establecidas, Ponciano las acepta pero no las asimila del todo y es cuando recupera y pone en práctica los hechos del pasado, principalmente en provincia. Allí le verán hacer de las suyas. Sin embargo Ponciano, que no cabe duda, nació para torero, revela cada día más, una prodigiosa aptitud. Sin maestros, sin escuela, sin consejos y sin tener a quien imitar siquiera, hoy verifica la suprema suerte de matar recibiendo, como no lo hacen ni siquiera aguantando, los toreros que de España nos han llegado. 155
Y en fin, cuanto ha venido preocupándonos es el sentido de si se españolizó como hizo lo suyo el gaditano mexicanizándose. Las consecuencias de toda esta revisión no nos muestran sino un coqueteo con la nueva etapa. Estoqueaba bien y certero al volapie, desarrollaba faenas con estructura. Aquí una brevísima reseña: (...)El toro llegó en muy buenas condiciones á la muerte: Ponciano, previa una lucida faena, se tiró con una aguantando y en su sitio, que resultó suprema es decir, de las que pocas veces se ven. El toro rodó como herido de un rayo. 156
Sin embargo no llegó a satisfacer el empleo absoluto de la forma española y acabó por darle a su expresión personal un toque recíproco entre su propio y nacional quehacer, y la moda puesta en vigor. Agregó a esto connotaciones extrañas, absurdas que acabaron por desaparecer primero con la campaña periodística en su contra y luego con el paso mismo del tiempo y la evolución. Ya lo decía “Frascuelo”: Se ve claramente que en su vida ha visto torear. ¡Y es una lástima! Porque es valiente y de los buenos (...) Así, -sin más- doy por terminada esta tarea de interpretación. 155 156
El Monosabio, Nº 5, del 14 de enero de 1888, p. 2 El Monosabio Nº ? del 3 de noviembre de 1888.
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CAPÍTULO V LA POESÍA INTELECTUAL Y LA POESÍA POPULAR DEDICADA A PONCIANO DÍAZ El siglo XIX es un siglo en que se improvisa todo: ejército y constituciones políticas y en que se inicia la revolución social aun no liquidada. (Francisco Monterde, Pról. a MUSA CALLEJERA de Guillermo Prieto. UNAM, BEU, 17, p. ix).
PRIMER ESTUDIO. Todo tipo de poetas, mayores y menores le han escrito al amor y a la muerte; a la razón de ser feliz y a la soledad. Parecen temas de nunca acabar porque son de ordenes universales, siempre presentes en todas las épocas. Hubo en el último tercio del siglo XIX un auténtico personaje popular al que poetas de esas dos vertientes lo cantaron y lo repudiaron; lo elevaron a niveles nunca concebidos y lo hundieron casi hasta el fango. Ponciano Díaz Salinas es su nombre. El romanticismo y el modernismo con sus distintas corrientes amen de otro género, el lírico-musical “que el pueblo de México ha venido cultivando con amor desde hace más de un siglo: El corrido” (Vicente T. Mendoza: El corrido mexicano) fueron elementos de exaltación presentes en aquellos momentos. Con excepción de Francisco Sosa en su Epístola a un amigo ausente (1888), el mayor número de las composiciones dedicadas al torero son de auténtica raigambre popular, producto de lo que les mandara su inspiración, una inspiración sincera e ingenua; o combativa y de advertencia. De hecho, en los tiempos del esplendor porfirista y los primeros del desorden revolucionario el modernismo comienza, evoluciona y muere entre los últimos veinticinco años del siglo pasado y el primer cuarto del XX. Quedan, como es lógico resquicios de un romanticismo decadente que gusta todavía en nuestro tiempo, como lo hacen esas grandes expresiones surgidas en otras épocas. Una cantidad respetable de composiciones emanadas de dichos estilos, se han localizado repartidas en diversas publicaciones que van desde las hojas volantes hasta lo registrado en libros afines o no al tema en estudio. Es por esto que vale la pena reunir ahora todo ese contexto o citar las más curiosas sin olvidar las fuentes bibliográficas que registren cada uno de esos testimonios. Según la última de mis revisiones, el número de poemas o corridos escritos por y para Ponciano Díaz alcanza 68 creaciones. Además, y fuera ya de la temática se localizan también otros pocos ejemplos sobre libretos de zarzuelas que si bien, llevan implícitos el
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orden de composición asumida en el verso o en el poema como tal, no entran a formar parte de esta semblanza. Vayan dos ejemplos clarísimos de tal expresión: -Juguete ¡Ora Ponciano!, con letra de D. Juan de Dios Peza, de 1887. -Zarzuela Ponciano y Mazzantini, escrita por D. Juan A. Mateos y representada en 1888. Probablemente algún verso o cuarteto se repitan. Espero que el lector salve estos irremediables descuidos, que por fortuna, considero mínimos.
SEGUNDO ESTUDIO. PONCIANO DÍAZ ÍNTIMO. Siguiendo la línea de José Luis Blasio y su MAXIMILIANO ÍNTIMO (libro que escribió movido por la ira que le causó la discusión sobre las traiciones de Leonardo Márquez y de Miguel López, de las que dice tener la absoluta seguridad), recordemos hoy a Ponciano Díaz Salinas a poco más de 100 años de su desaparición. De aquí en adelante, podrá entenderse qué ha significado para la tauromaquia mexicana la presencia de este diestro, “mitad charro y mitad torero”. Que fue un gran ídolo, es indiscutible pues el pueblo, lo aclamó hasta el punto en que un “¡ORA PONCIANO!” se convertía más que en glorificación, en exaltación y se generaliza como grito de batalla en cuanta plaza presenta su espectáculo: toreo a caballo y suertes campiranas, combinadas con el ejercicio del toreo de a pie en su forma intuitiva, que se enfrentó con la expresión que vino a instituirse definitivamente en la reconquista de 1887, año en que se establece en nuestro país el toreo de a pie, a la usanza española y en versión moderna. Ponciano nació en Atenco el 19 de noviembre de 1856. Hijo de Guadalupe Albino Díaz y de María de Jesús Salinas. A Guadalupe Albino le decían “el Caudillo”, calificativo de uso común en aquellas épocas, con el que se conocía al jefe de los caporales. Apenas cumplió Ponciano los siete años, lo mandaron sus padres a Santiago Tianguistenco para que aprendiera las primeras letras, en la escuela de don Mariano Urrieste, pasando después a la de don Eulalio Serrano. A los trece años se dedicó al oficio de sastre, y cada ocho días, los sábados por la tarde, iba a ver a sus papás a la hacienda de Atenco. Allí, pasaba el tiempo toreando vacas y toros bravos para ejercitarse, y, además, en el rastro del pueblo mataba toros casi a diario. La hacienda de Atenco tiene un historial impresionante cuyo papel protagónico en el espectáculo decide buena parte de jornadas taurinas durante varios siglos, siendo el decimonónico, el más intenso debido a la cantidad tan elevada de toros que se enviaron a diferentes plazas del centro del país. Ponciano Díaz es heredero de ricas tradiciones que se intensifican al materializarlas en el campo y en la plaza. Como charro fue consumado en la reata, manejando las riendas diestramente, además de ostentar el traje con gallardía. Aprende de forma imaginaria las reglas con que un colegial pueda colear y lazar que Luis G. Inclán hereda a los charros de México en 1860. Y precisamente en Atenco, entre aquellos toros, adquiere dominio y mando en estos menesteres, con lo cual “se cocía aparte”. Sin embargo, su avanzado aprendizaje le inspira un deseo que capitalizará en 1877, cuando se presenta por primera vez, vistiendo el traje de luces, ante la afición de Santiago Tianguistenco. Esto ocurrió el 1º de enero de aquel año. Ponciano, además de recibir lecciones del torero español Bernardo Gaviño, también estuvo a la vera de José María y Felipe Hernández, hijos de don Tomás “El Brujo”, 133
compañero de jornadas camperas de “El Caudillo”. Por cierto, José María Hernández “El Toluqueño” fue segundo espada de Manuel Hermosilla quien toreó en Veracruz, allá por 1869. Junto a ellos no descuidó el ser caballista y “charro”, consumando con perfecta ejecución de suertes tales como: echar “piales”, “manganas” y “colas”, toreando también a caballo, pero en lo que más se distinguía era poniendo banderillas con las dos manos, soltando las riendas de su magnífico penco. Esta suerte mexicana, causó enorme alboroto en España, cuando Ponciano fue a ese país a tomar la alternativa de matador de toros que le dio Salvador Sánchez “Frascuelo”, en la plaza de Madrid el jueves 17 de octubre de 1889. En 1879 Bernardo Gaviño vuelve a los ruedos mexicanos, luego de varios años de ausencia. En esa ocasión se presenta en Puebla como empresario y como torero también. La más recordada tarde de aquel año se va a dar el 13 de abril, cuando Gaviño concede la “alternativa” a Ponciano Díaz, quizás, su alumno más adelantado. Sin embargo, el tema nos exige una revisión más minuciosa, en virtud de que se ha calificado de “apócrifa” dicha elevación al rango de “doctor en tauromaquia”, puesto que Gaviño no ostentaba el grado otorgado como ya lo marcaba la costumbre. Incluso, Francisco Montes “Paquiro”, contemporáneo suyo, obtuvo la borla el 18 de abril de 1831. Además, su TAUROMAQUIA (1836) es el mejor modelo del ejercicio del “arte de torear en plaza”, tal y como se practicaba en una época de la que muchas cosas hizo suyas el de Puerto Real. Nos dice Carlos Cuesta Baquero: “Hay algunos aficionados antiguos y todos los modernos, que suponen y dicen que Ponciano fue discípulo de Gaviño y que de sus manos tomó “alternativa”, en la mencionada fecha. “El periódico tauromáquico LA MULETA, publicado ocho años después, también así lo afirma. Y el escritor español José Sánchez de Neira en la segunda edición de su libro titulado Diccionario de Tauromaquia, da igual fecha; aunque dice “Se presentó como jefe de cuadrilla”, no afirmando haya recibido “alternativa”. El escritor español copió la fecha, ya tantas ocasiones citada, del periódico La Muleta, publicado en 1887, siendo el libro de Sánchez de Neira publicado -en la edición mencionada- en el año de 1896 o sea nueve años después que el periódico. “Puedo asegurar que no hubo tal “alternativa”. Puedo afirmar que Ponciano no recibió de parte del Patriarca Gaviño esa autorización tauromáquica. Puedo asegurar que no hubo tal “espaldarazo” para “armarle caballero tauromáquico”. He preocupádome por averiguar tal hecho. No he conseguido un cartel de aquella corrida sino solamente de las que hubo en fechas cercanas, pero ya posteriores (algunos carteles correspondientes a corridas efectuadas en el mes de mayo. Anunciando al “VALIENTE ESPADA PONCIANO DÍAZ, que además de estoquear BANDERILLARÁ A CABALLO. “TOROS DE ATENCO” EN LA ÚLTIMA PARTIDA DE TREINTA QUE FUE ENVIADA A ESTA CIUDAD”). “Pero, desde hace años cuando di comienzo a tal investigación procuré platicar con aficionados poblanos, que en aquella época hayan asistido asiduamente a las corridas y por lo mismo hayan presenciado la que hubo en la indicada fecha. Corrida que por la novedad que ofrecía, ha de haber resultado un suceso taurino. Además, que tales aficionados hayan sido sabedores, conscientes, de lo que es el “dar la alternativa”. “Entre las personas que tenían estos requisitos estuvo el Señor Don Juan Trasloheros, años después radicado en la ciudad de México. Siendo primeramente empleado de categoría en la sedería “EL PAJE” y después estableciéndose con una fábrica de sombreros de paja “Jollinver y Cía” establecida en la tercera o cuarta de las calles de “Cuauthemozin”. “El referido señor Trasloheros comentó a Cuesta Baquero lo siguiente:
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“El viejo Don Bernardo Gaviño no dio “la alternativa a Ponciano”. Eso son visiones, cuentos después forjados. Cuando Don Bernardo supo que Ponciano iba a torear en Puebla, expresó que lo conocía por haberlo visto en Atenco, en ocasiones cuando había ido a comprar toros. Es un muchacho valiente y como joven ha de estar ágil”. Esa fue la opinión que dio el TATA, según llamaban a Gaviño los toreros que formaban su cuadrilla. Pero fue lo único que Gaviño hizo en relación con Ponciano. Y el testimonio del Señor Trasloheros tiene gran valimiento porque llevó amistad con Gaviño y sus familiares, concurriendo en compañía de ellos a las corridas. “EN LA REPÚBLICA MEXICANA, A PONCIANO DÍAZ NADIE LE DIO “ALTERNATIVA”. En aquellas épocas el ceremonial para el oficio de torero no tenía la seriedad y rigidez ahora acostumbradas. Ningún espada alegaba derechos de “antigüedad”, por ser más anterior que otros estoqueando toros. Cuando dos “ASES” estaban reunidos en una corrida, si era la primera vez que eso acontecía el “AS” feudal cualquiera que fuese la fecha que tenía de ser matador de toros, cedía el primero al “AS” forastero. Pero, en las siguientes corridas, el “AS” feudal ya recobraba su puesto de primer espada, estoqueando antes que el otro. O dejaba que éste en algunas ocasiones lo hiciera antes que él, si así convenía a los dos. No había el rigorismo de la “antigüedad”. Por consiguiente no existía el acto de la “alternativa”. “Por la carencia de esa pauta para normar el orden en que habían de estoquear, en ocasiones los “ASES” tenían discusiones y aún forcejeos pretendiendo arrebatarse muleta y estoque, porque uno iba a estoquear al toro que el otro deseaba. Cuando Gaviño era el acompañante de algún “AS”, el Patriarca tomaba para él, los dos o tres primeros toros y dejaba al acompañante los restantes, uno o dos porque ya dije que las corridas eran solamente de cuatro o cinco toros, no de seis como después y actualmente lo son”. Hasta aquí Carlos Cuesta Baquero. Para la época que nos ocupa, sólo Cuesta Baquero aporta datos que, a la sazón, vienen a convertirse como de “primera mano” en razón de que otras fuentes apenas si se ocupan del acontecimiento, y si lo hacen, mencionan el hecho sin darnos una explicación razonada. Gaviño con todo un prestigio a cuestas tuvo las garantías de convertirse en “maestro” y, sin haber obtenido el ascenso correspondiente en la España que deja a temprana edad, pudo lograr en nuestro país el valor que lo señalaba como indicado para proveer a Ponciano de una “alternativa” que, concedida o no para los registros taurinos, era una señal de estatura que se incluye en el largo “curriculum vitae” que acumuló en 51 años de actividad taurómaca. De siempre han existido personajes que, sin haber cursado estudios superiores cuentan con una amplia cultura que ostentan orgullosos. Por eso, el caso específico del torero de Puerto Real viene a unirse a esta larga lista de quienes se han formado de manera “lírica”. Al respecto de su actuación principal en ruedos españoles, cuando se le concedió el grado de “matador de toros” en la desaparecida plaza de toros de la Carretera de Aragón, en el otoño de 1889, José Sánchez de Neira escribe: “...El toro de la alternativa de Ponciano fue un veragüeño, berrendo en colorado, con cinco años largos, de muchas arrobas y muy bien puesto de cuerna. Lo mató Ponciano con una estocada superiorísima, entrando recto, marcando perfectamente la salida e hiriendo en todo lo alto, hasta la guarnición del estoque, al volapié, en las tablas, y en un terreno a donde muy pocos entran...”
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Cuando Ponciano al regreso de España, ya no despotricaba en contra de los “gachupines” sino que se le declaró “agachupinado” y sus últimos partidarios le volvieron la espalda. Así terminó el “nacionalismo taurino”, cuyo sustento era el odio ancestral al “gachupín” y el “estilo de torear mexicano”. Ponciano Díaz fue representativo absoluto del “nacionalismo taurino” que no sólo impuso, sino que impulsó como resultado de las manifestaciones de otros diestros pretéritos que, como él, enaltecieron esa bandera, fruto de total independencia, extensión de la propia emancipación que logró la nueva nación desde 1821. Pero será el propio torero de Atenco quien también dé el golpe de gracia al “estilo de torear mexicano”, al modificar en su modo de ser artístico lo único que podía modificar: el modo de estoquear. Era su costumbre esperar a los toros. No practicaba el volapié, la estocada “arrancando”, ni la de “a paso de banderillas” porque él, igual que otros espadas mexicanos, no sabían estoquear “haciendo por el toro” (lo que es lo mismo, yéndose hacia el toro) sino que esperaban a que “el toro hiciera por ellos” (a que el toro embistiera a la muleta y viniera toreado), pero modificó su modo de herir, haciéndolo en todo lo alto y dejando el estoque sin echar mano de la suerte del mete y saca que entonces desquiciaba a los públicos asistentes a las plazas y que lo exaltaban con el “¡ORA PONCIANO!” que se escuchó durante muchas tardes. El fanatismo en pro de Ponciano era extremo. Se dice que, cuando Mazzantini llegó a la Puebla de los Ángeles allá por febrero de 1887, su recepción fue apoteósica. Pero la de Ponciano -que fue a recibirlo- es de una rendición absoluta pues todo fue llegar a la angelópolis y al enterarse un sector del público de su arribo, acudió éste a la estación del tren, de la que salió un carruaje que conducía al atenqueño. De repente fue tomado por una turba exaltada que desenganchó a las bestias y tirando de la misma, la gente enloquecida, lo condujo hasta el hotel. Era tanta la popularidad del diestro de Atenco que incluso tenía su club: la “Sociedad Espada Ponciano Díaz” que presidía el general Miguel Negrete, héroe de la batalla del 5 de mayo en Puebla y que más de una vez, recibió sendas llamadas de atención por salir enarbolando el pendón de la sociedad, enfundado en su mismísimo traje militar. En las conversaciones de aquella época hubo frases usuales para denotar admiración, relacionándola con la que promovía el espada aborigen. Así fue aquel decir, aquel modismo: ¡Ni que fuera usted Ponciano!... En los festejos familiares que nombramos “las posadas”, era recordado el espada porque los festejos al rezar la letanía contestaban en coro y de manera irreverente: “¡Ahora, Ponciano!”, sustituyendo con la taurómaca exclamación al religioso: “Ora pro nobis”. A la epidemia de gripe de 1888, se le llamó “el abrazo de Ponciano”. Don Quintín Gutiérrez socio de Ponciano Díaz y abarrotero importante, distribuye una manzanilla importada de España con la “viñeta Ponciano Díaz”. Por su parte, José María González Pavón y el General. Miguel Negrete le obsequia al diestro mexicano los caballos “El Avión” y “El General” y es el mismo Ponciano quien se encarga de entrenarlos. La misma poesía popular se dedica a exaltarlo, al grado mismo de ponerlo por encima de los toreros españoles. Yo no quiero a Mazzantini Yo no quiero a Mazzantini ni tampoco a “Cuatro Dedos”, al que quiero es a Ponciano que es el padre de los toreros 136
¡Maten al toro! ¡Maten al toro!
El “padre de los toreros”, cómo no lo iba a ser si en él se fijaban todos los ojos con admiración. A Ponciano tributaban aplausos en lugares lejanos y sin ocasión de la fiesta de toros. Cuando el espada recorría las principales calles de la ciudad de México, los transeúntes le aplaudían y victoreaban. Su vida artística o popular se vio matizada de las más diversas formas. Le cantó la lírica popular, lo retrataron con su admirable estilo artístico Manilla y Posada en los cientos de grabados que circularon por las calles de aquel México y de aquella provincia. He aquí otro caso. En los días de mayor auge del lidiador aborigen, el sabio doctor don Porfirio Parra decía a Luis G. Urbina, el poeta, entonces mozo, que se asomaba al balcón de la poesía con un opusculito de “Versos” que le prologaba Justo Sierra: -Convéncete, hay en México dos Porfirios extraordinarios: el Presidente y yo. Al presidente le hacen más caso que a mí. Es natural. Pero tengo mi desquite. Y es que también hay dos estupendos Díaz -Ponciano y don Porfirio-: nuestro pueblo aplaude, admira más a Ponciano que a don Porfirio.
Y aquí una curiosa interpretación: En aquellos felices tiempos, comenta Manuel Leal, con esa socarronería monástica que le conocemos, había tres cosas indiscutibles: La Virgen de Guadalupe, Ponciano Díaz y los curados de Apam...
Su figura fue colocada en todos los sitios, aún en bufetes, oficinas de negocios, consultorios de médicos; en fotografías, o en litografías en colores y a una sola tinta, publicados en periódicos mexicanos o españoles como LA MULETA, EL MONOSABIO, LA LIDIA, EL TOREO CÓMICO que ilustró sus páginas -este último- con un retrato del torero mexicano del mismo tamaño que los que había publicado de “Lagartijo”, “Frascuelo”, “El Gallo”, Mazzantini y “Guerrita”. La “sanción de la idolatría”, a más de entenderse como aplauso, como anuencia, como beneplácito; es también castigo, pena o condena. Y es que del sentir popular tan entregado en su primera época, que va de 1876 a 1889 se torna todo en paulatino declive a partir de 1890 y hasta su fin, nueve años después. El mundo de la música se acerca también a Ponciano Díaz, y en el año de la reanudación del espectáculo taurino -1887-, se estrena el juguete “¡Ora Ponciano!” escrito por don Juan de Dios Peza y musicalizado por don Luis Arcaraz, donde se aprovechaba en él la fiebre que había en la capital por las corridas de toros y se glorificaba al ídolo taurino del momento: Ponciano Díaz. La piececilla gustó mucho y se repitió innumerables veces, hasta culminar con la aparición del propio matador en la escena durante dos o tres noches.
Por su parte Juan A. Mateos escribió en 1888 la zarzuela PONCIANO Y MAZZANTINI, con música del maestro José Austri. Debido a la gran pasión despertada por estos dos espadas. Incluso
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(varias) veces hubo que se llegó a las manos por dilucidar cuál de los diestros toreaba mejor. Los actores vistieron trajes de luces pertenecientes a los espadas y el Teatro Arbeu fue insuficiente para dar cabida a tanto número de espectadores llegando aquello al paroxismo total. A Mazzantini aquella idea de verse representado en un escenario le gustó y aceptó la sugerencia de presentarse como actor en el Teatro Nacional en una función de beneficencia a la que asistió don Porfirio Díaz. El buen éxito alcanzado animó al diestro a presentarse dos veces más en diferentes obras. Y como el público le aplaudió más que a los otros actores, el matador seguramente creyó que era tan buen autor como buen torero.
Entre el 25 y el 31 de diciembre de 1888 algunos aficionados llegaron al extremo de alquilar el Gran Teatro Nacional arreglándolo de tal modo para que pudieran darse en él algunas corridas de toros en las noches, toreando las cuadrillas de Luis Mazzantini y Ponciano Díaz. Hoy, esa especie provoca estruendosa carcajada, pero entonces se la acogió como verosímil y aún hubo quien hiciera proyectos de reventa de boletos. Ese notición fue publicado en el periódico taurómaco EL ARTE DE LA LIDIA. En Ponciano Díaz, la suerte de banderillear a caballo alcanzó un notable rango y puede decirse que si bien la afinó, viéndola practicar a Ignacio Gadea y a Lino Zamora, acabó por perfeccionarla dándole un sello distintivo que quedó impreso en dos conocidas imágenes: una caricatura que dice PONCIANO DÍAZ pareando a caballo aparecida en EL MONOSABIO Nº 5 del 14 de enero de 1888. Otra más, esto en cromolitografía, es una estampa increíble aparecida en LA LIDIA del 9 de septiembre de 1889 ilustrada por Daniel Perea con el título, Toreo mexicano. Banderillas a caballo, en pelo. Ponciano Díaz combinaba los dos tipos de torear, el que le aprendió a Bernardo Gaviño y a otros toreros, modelos de inspiración que poseían normas anacrónicas propias de un momento en el que la tauromaquia mexicana no está sujeta a las reglas españolas establecidas. Y ese otro toreo, el campirano que hizo suyo aprendiéndolo con perfección no sólo en Atenco sino en cuanta ganadería haya pasado alguna estancia. Con respecto a la plaza de toros BUCARELI, recordemos ahora una crónica de suyo importante, debido a sus características de “inédita”. ...tarde del 15 de enero de 1888, inauguración de la plaza de toros BUCARELI. Media hora antes que hicieran el despeje del redondel, no había en las localidades sitio donde poner un alfiler. Imponente era aquella muchedumbre, aunque regocijada y llevando por armas ramos de flores. Porque la inauguración de la plaza de toros BUCARELI fue un verdadero símbolo de apoteosis del espada indígena y hasta el adorno del edificio era adecuado. Desde los corredores exteriores hasta la azotea había bandas de listón y gallardetes y en el interior desde la barrera hasta las lumbreras grímpalas y gardenias. En la parte alta del palco presidencial, lujosamente alfombrado y con un cortinaje de terciopelo rojo, ondeaba una bandera de lienzo blanco que tenía dibujado en el centro, en color rojo, un toro. Sobre el cornisón del mismo palco estaba un trofeo taurómaco consistente en una cabeza de toro disecado y colocada entre los instrumentos que sirven para la lidia (seguramente aquel conjunto se formó con: la cabeza disecada del toro CHICHARRÓN de Ayala que mató al “Patriarca” Bernardo Gaviño, una muleta, un estoque y dos garrochas de picador, pertenecientes al anciano Juan Corona, picador que estuvo en la cuadrilla del mencionado Gaviño). Dos fanfarrias, una en la sombra y otra en el sol, tocaron durante la corrida, pero en la sombra había también una música de instrumentos de cuerda y tenía por misión ser acompañante en un himno que cantaron los coros de una compañía de opera italiana que estaba en México. Las cuadrillas hicieron el paseo bajo una lluvia de ramos de flores y escuchando incesantes aplausos y luego continuó no una ovación, sino una verdadera apoteosis para Ponciano. 138
Cantaron el himno, en que se ponderaba su valor y destreza, y a la vez le coronaron. Dos niños vestidos de indígenas tlaxcaltecas, le ofrecieron obsequios, entre ellos un estoque con puño de plata, dedicado por el gremio de cigarreras, al que meses antes había regalado los productos de una corrida. Además la niña María Martínez, ciñó a Ponciano una corona de laurel y una banda, que tiene grabada la leyenda: “Viva el toreo mexicano. Viva Ponciano Díaz”. A su vez se le colocó otra más que simplemente lleva las iniciales “P.D” grabadas en hilo de oro. Lorenzo Vázquez y Ángel Ordóñez también hicieron lo mismo colocándole otra banda más que lleva escritos sus nombres, acompañados de la leyenda: “padrinos de Ponciano Díaz”. (Total, Ponciano debe haber ofrecido una curiosa imagen semejante, quizá, a la de cualquier icono religioso al que el devoto se acerca pidiendo consolación. N. del A.). La glorificación era interminable porque sucediéndose los obsequios, sin que faltare don Joaquín de la Cantolla y Rico, el celebérrimo aeronauta y poncianista rabioso, que descendió en su globo aerostático en mitad del ruedo. El consejal que presidía, el señor don Abraham Chávez, tuvo que ponerla fin dando orden de que saliera el primer toro, después de transcurridos veinte y cinco minutos desde aquel en que fue el hecho el paseo. La cuadrilla era hispano mexicana, porque a los antiguos banderilleros acompañaban dos que eran españoles: Ramón Márquez y Antonio Mercadilla. En ésta ocasión el espada vestía con toda propiedad, pues se ataviaba con un traje, de color morado y adornos de oro, que “Cuatro Dedos” le trajo de España. Los toros fueron de la ganadería de “Jalpa” y de la de “Maravillas”. Reses de romana y de buena edad, pero basta y con poca sangre brava. No obstante, por el poder que tuvieron hicieron en el primer tercio pelea que dejó contentos a los concurrentes que juzgaban de la bravura de ellos por el número de batacazos que daban a los picadores. A banderillas y muerte llegaron aplomadas y dando a conocer la mansedumbre, pero exceptuando la lidia en el quinto turno que tuvo intención aviesa, las otras la adquirieron y se dejaron torear sin exceso de peligro. Enorme, frenética, fue la ovación que hicieron a Ponciano Díaz por la muerte del tercer toro que dobló por una estocada completa y exactamente en las péndolas, dada recibiendo al estilo anticuado, el de Pepe Illo. También fue buena la media estocada, igualmente “a la española”, con que mató al segundo toro. A los otros los despachó “a la mexicana”, lo que equivale a decir que les dio estocadas de mete y saca; que también fueron muy aplaudidas. Toreando con la muleta y en la brega demostró lo limitado de la anticuada escuela de toreo, aunque estuvo más aliñado que en otras ocasiones. No hizo uno solo de los quites. Esa tarea la desempeñaron Ramón Márquez y Felícitos Mejía. Banderilleó a caballo al sexto toro. En el quinto toro, en una colada que dio el bicho cuando le toreaba con la muleta, le entró pánico al espada y tirando el engaño salió huyendo, perseguido por el marrajo que le hubiera cogido, si Márquez no interviene oportunamente.
¿De quién es tal reseña? Ni más ni menos que del importante cronista taurino Carlos Cuesta Baquero, mejor conocido por su anagrama: Roque Solares Tacubac, testigo presencial de aquella jornada memorable y personaje cuyas interpretaciones del toreo en esas épocas permiten entender cómo era el toreo, de qué manera se manifestaba en medio de las transiciones que comenzaron a darse a partir de 1887, año en el que, además de reanudarse las corridas de toros en el D.F., luego de larga prohibición de casi 20 años, se incorpora el toreo de a pie, a la usanza española y en versión moderna, representada, entre otros por: José Machío, Luis Mazzantini, Diego Prieto, Manuel Mejías, Ramón López y, poco más tarde, Saturnino Frutos. De aquella tarde es célebre esta anécdota: Ante la expectación que causó el anuncio de la propia plaza de Ponciano Díaz, el 15 de enero de 1888 acude uno de sus más entusiastas seguidores: su propia madre. Para ella es el brindis del que abre plaza
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Por mi Patria y por ti, madre mía... La providencia ha querido que preste a tu vejez, el humilde fruto de mi trabajo.
Esos tiempos, esas formas de torear hoy en día quizás causen curiosidad -en unos-, repudio -en otros-. Pero en su época así era como se toreaba: a la mexicana, sello original de lo que el campo proyectaba hacia las plazas sin olvidar bases de la tauromaquia española, que no quedaron olvidadas gracias a la participación del torero gaditano Bernardo Gaviño y Rueda, quien actuó de 1835 a 1886 en nuestro país. Ponciano no sólo se concretó a ser el torero nacional (El Diario del Hogar daba noticia en su momento -1885-: “Podemos asegurar que ninguno de los toreros extranjeros que últimamente han toreado en esta capital está a la altura de Ponciano Díaz”). Sus actuaciones en el extranjero son muestra ejemplar de ser el mejor aquí y allá. Quizás sea el primer torero -en la historia de esta diversión- que tuvo oportunidad de actuar en varios países: España, Portugal, Cuba y Estados Unidos de Norteamérica. Pero a su vez, quizás sea el primer que rompe con la tradición feudal impuesta por toreros de la provincia quienes, apoderándose de un terreno donde podían moverse a sus anchas, logrando todos los beneficios posibles, no permitían la entrada a intrusos. Y la sola presencia del atenqueño aminoraba aquella influencia por lo que alternó con los señores "toreros" feudales de diversas regiones del territorio mexicano. Es importante destacar -por otro lado- sus habilidades como charro, siendo diestrísimo con la reata y como jinete, de lo mejor, al punto tal que fue "caballerango" (algo así como el hombre de sus confianzas) del señor Antonio Barbabosa. Esto es, gozaba de un conocimiento notable sobre toros y caballos. Era un excelente caporal y muchas de sus habilidades las puso en práctica en cuanta plaza actuara, para beneplácito y admiración de todos. Como punto culminante es preciso abordar su relación con la fuerza que tuvo el toreo español a partir de 1885, y del cual Ponciano opuso resistencia al principio, después terminó convenciéndose pero no aceptando del todo este género que ponía en peligro su vida profesional. José Machío en ese 1885 y luego su compatriota Luis Mazzantini de 1887 y hasta 1904 que actúa en México, se van a encargar junto con otro grupo de toreros hispanos de imponer por la vía de la razón algo que ya vimos: el toreo a pie, a la usanza española y en versión moderna, que no se conocía en nuestro país. A todo ello se unieron poco a poco grupos de aficionados, como el Centro taurino Espada Pedro Romero quienes encabezados por Eduardo Noriega Trespicos y de Carlos Cuesta Baquero Roque Solares Tacubac emprendieron una intensa campaña fomentando los principios de ese toreo con enfoques y análisis técnicos a la vez que estéticos. Poco a poco los públicos fueron aceptando la doctrina y rechazando el quehacer torero de figuras nacionales interpretado bajo muy particulares connotaciones. Ponciano, como muchos otros toreros vigentes en los últimos treinta años del siglo antepasado, lucen bigotones en contrapartida con los españoles, quienes patilludos o afeitados imponen su recia personalidad. Si se nos permite suponer diremos que unos y otros encontraron en bigotes, patillas y rostros chapeados la mejor demostración de virilidad y de señalarse asimismo como toreros, como matadores de toros, pues éstos, ya en su quehacer hacían pasar a un término secundario esos pequeños detalles, colocando, esa sí, en primerísimo orden su expresión taurómaca, fuese técnica o estética. Ponciano Díaz es el torero que de sus ganancias levantó la plaza "Bucareli" estrenada el 15 de enero de 1888, es el diestro de mayor fama en todo el siglo XIX; con situaciones como ésta pronto se vio en 140
el dilema por decidir qué hacer con su destino. Y si bien hizo suyas algunas cosas (vistiendo a la española y matando al volapié), coqueteó con el resto. Fue algo así como no querer enfrentar la realidad, por lo que poco a poco fue relegado de la capital, buscando refugio en la provincia pero también en la bebida, destinos ambos que lo pusieron al borde del olvido total. Con Ponciano pues, se cierra el ciclo de toda una época que ya no tuvo continuidad, más que en el recuerdo. Ha concluido ya su historia... Ha concluido ya su historia... ya no existe aquel Ponciano; el arte también concluye y lloran los mexicanos.
Como lloró el mismo Ponciano en sus propias "memorias", apuntes de su vida que alguna vez existieron y fueron vistos por un sobrino bisnieto (el señor José Velázquez Díaz) quien comenta: "Recuerdo haber leído algunas páginas y me llamó la atención una de ellas, en la que observé rastros quizás del llanto, pero también la marca de un vaso. Ponciano acabó sus días bebiendo demasiado".
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El 2 de agosto de 1897, Ponciano Díaz se presentó a torear en Puebla. Al parecer, alternó con sus compañeros Agustín Oropeza y Celso González, sin que se tenga noticia del ganado que enfrentaron. Durante dicha jornada, dos ilustres señores de origen francés: Currich y Moulinié, representantes, a la sazón de la casa Lumière, tuvieron oportunidad de montar su impresionante y primitivo equipo cinematográfico para lograr uno de los primeros registros del cine en nuestro país. Se trata de la que luego se denominó: “Corrida entera de la cuadrilla de Ponciano Díaz". Es de lamentar la pérdida de dicho material, pero queda evidencia de un personaje que no se sustrae de los propósitos establecidos por el naciente cinematógrafo que deja otras imágenes sobresalientes, tales como paradas militares, escenas cotidianas o alguna aparición pública del general Porfirio Díaz.
Still de la película ¡Ora Ponciano! Y que circuló en diversos cines durante 1936. Col. del autor.
En otro sentido, y por fortuna queda una evidencia “romántica” en la película: ¡ORA PONCIANO! Producción: Producciones Soria, México; 1936. Dirección: Gabriel Soria Guión: Pepe Ortiz y Elvira de la Mora. Fotografía en Blanco y Negro: Alex Phillips. Música: Lorenzo Barcelata. 142
Edición: Fernando A. Rivero. Con: Jesús Solórzano (Ponciano), Consuelo Frank (Rosario), Leopoldo Ortín (Juanón), Carlos López “Chaflán” (Lolo), Carlos Villarías (don Luis). El argumento de la película “¡Ora Ponciano”! no era verdadero. Ponciano Díaz nunca se casó con la hija del ganadero don Rafael Barbabosa. Ella era Herlinda Barbabosa Saldaña,
dice Doroteo Velázquez Díaz, sobrino nieto del “torero con bigotes”. Pero las escenas que se pueden gozar tienen un sello de nostalgia que ningún taurino puede dejar de ver. Todo tipo de poetas, mayores y menores le han escrito al amor y a la muerte; a la razón de ser feliz y a la soledad. Parecen temas de nunca acabar porque son de órdenes universales,157 siempre presentes en todas las épocas. Hubo en el último tercio del siglo XIX un auténtico personaje popular al que poetas de esas dos vertientes lo cantaron y lo repudiaron; lo elevaron a niveles nunca concebidos y lo hundieron casi hasta el fango: Ponciano Díaz Salinas es su nombre. El romanticismo y el modernismo con sus distintas corrientes, amén de otro género, el lírico-musical “que el pueblo de México ha venido cultivando con amor desde hace más de un siglo: El corrido”, tal y como lo afirma Vicente T. Mendoza. Con excepción de Francisco Sosa en su Epístola a un amigo ausente (1888), el mayor número de las composiciones dedicadas al torero son de auténtica raigambre popular, producto de lo que les mandara su inspiración, una inspiración sincera e ingenua, o combativa y de advertencia. De hecho, en los tiempos del esplendor porfirista y los primeros del desorden revolucionario el modernismo comienza, evoluciona y muere entre los últimos veinticinco años del siglo antepasado y el primer cuarto del XX. Quedan, como es lógico, resquicios de un romanticismo decadente que gusta todavía en nuestro tiempo, como lo hacen esas grandes expresiones surgidas en otras épocas. Una cantidad respetable de composiciones emanadas de dichos estilos, se han localizado repartidas en diversas publicaciones que van desde las hojas volantes hasta lo registrado en libros, afines o no, al tema en estudio. Es por esto que vale la pena reunir ahora todo ese contexto o citar las más curiosas sin olvidar las fuentes bibliográficas que registren cada uno de esos testimonios que a continuación presento: 158 Ca. 1880
A cualquiera de ellos (don Guadalupe “El Caudillo” y Tomás Hernández “El Brujo”) les hubiera dedicado Gamio su verso sencillo: Era un charro, lo hubierois conocido!... Era un charro, lo hubierois conocido!... 157
Universal no es sinónimo de clásico (griego o europeo), es la capacidad de todo grupo social de crear cultura, y la cultura se crea a partir de la conjugación cotidiana del entorno con los procesos de trabajo, el conocimiento y el dominio de materiales e instrumentos, formas organizativas, y la interpretación y la creación de símbolos, ritos, códigos estéticos y mitificaciones. 158 Al lector: En el entendido de que esta obra tiene como propósito principal mostrar las diferentes evidencias en forma cronológica, es en el largo ensayo “Ponciano Díaz íntimo”, donde de pronto se pierde parte de este objetivo, por lo que suplico su amable consideración. Además, busco se guarde la esencia original de cómo quedó redactado. Al concluir la lectura de tal segmento, volverá a recuperarse el orden indicado. (N. del A.).
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Costábale mil pesos el vestido al deslumbrante modo mexicano, dos mil quinientos pesos la montura y como mil tostones de factura los galones de plata del jarano...
También a Ponciano le queda perfectamente esta semblanza. 159 1884
De la crónica que dio cuenta sobre la actuación que Ponciano Díaz tuvo en la plaza de toros de Cuautitlán, el domingo 23 de noviembre de 1884, tomo los siguientes apuntes introductorios: Pan y toros pide el pueblo… Pan y toros pide el pueblo Dice el cantar español; Pues que le den pay y toros Y, agur y válgame Dios!
Y es que La corrida del domingo en Cuautitlán, estuvo no sólo muy concurrida, sino muy buena; Y, cómo no, cuando el alma De la afamada cuadrilla, Era la flor y la nata, El bravo Ponciano Díaz? (. . . . . . . . . .) Cucharitos.160 1884 Ahora de veras Ponciano… Ahora de veras Ponciano, con los toros del Bajío, vamos a verte torear son toros de mucho brío. Vámonos a Tlalnepantla en los trenes de recreo a ver torear a Ponciano a los toros de Angangueo.
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Manuel Horta: Ponciano Díaz. Silueta de un torero de ayer. México, Imp. Aldina, 1943. ils. p. 38. El arte de la Lidia, año 1, Nº 4, 7 de diciembre de 1884, p. 2.
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Qué bonitos son los toros cuando los torea Ponciano, con su capa sobre el hombro con ellos anda jugando. ¡Ay, torito rechulón!, ¡Ay, torito de mi vida! ¡Viva el valiente Ponciano con su arrojada cuadrilla!161 1884 Toda su cuadrilla es buena… Toda su cuadrilla es buena y de puros mexicanos, que lo diga Carlos Sánchez que de veras es malcriado. ¡Ahora, Ponciano!, le gritan, atórale a ese torito, Hazle la memela, pues, con solo tu capotito. ¡Qué bonito banderilla a ese toro tan matrero! Siempre con trajes lucidos salía, pues, al redondel, y los vivas a Ponciano era lo que había de ver. En Jalisco, en Monterrey, en Coahuila, en Zacatecas, en Puebla y en muchas partes sus glorias están aún frescas. En Puebla, tuvo la gloria de que el público entusiasta quitó las mulas del coche para llevarse a la plaza. Bandas y coronas tuvo, como se dice, de a bola, porque siempre fue simpático y elogiado a toda hora.162 1885 161 162
María y Campos: Ponciano el torero con..., Ib. Ib., p. 91.
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Qué bonito es Tlalnepantla… Qué bonito es Tlalnepantla con su gran plaza de toros! Los domingos en la tarde marchan muy contentos todos. Van diciendo: ¡Ahora, Ponciano! Te vamos a ver torear a esos toros tan valientes, de la Hacienda del Parral. Ahí viene Ponciano Díaz, con toditos sus toreros, diciéndole a sus amigos -¡Aquí los toros son buenos! ¡Ahora, Ponciano!, le dicen, atórale a ese torito, que de veras es valiente. Hazle con el capotito. Es bonito ir a los toros con su bonita muchacha a ver a Ponciano Díaz, hasta mero Tlalnepantla. Qué bonitos son los toros, los toros del Contadero: Cuando los torea Ponciano se les quita lo matrero. ¡Újule, torito bravo! Qué bonito te torean, ¡Cuando te mata Ponciano hasta los ojos volteas! ¡Húrtale la vuelta, Carlos, al fin es del Cazadero! ¡Ahora, Ponciano!, es de veras: mira, pues, a ese torito: es de los meros de Atenco, ¡hazle con el capotito! ¡Uja!, qué toro tan bravo, es del mero Contadero; péguenle unas banderillas a ese toro tan rejego. ¡Ahora, Ponciano!, le gritan: 146
adentro tus picadores. Esos toros que toreas son toros de los mejores. Qué valientes picadores, son del merito Bajío, cuando les meten la pica hasta se les sube el brío. ¡Ahora, Ponciano!, le dicen, mata bien a ese torito; mira qué bonito te entra, pues de veras es maldito.163 1885 ¡Urra al valiente torero! ¡Urra al valiente torero! Urra al valiente Ponciano que será siempre el primero en el suelo mexicano! De México y los Estados ansiosa acude la gente, para admirar los capeos de un mexicano valiente. No hay otro que en banderillas pudiera ser su rival porque siempre las ha puesto en su merito lugar. Para matar no hay como él que tan bien use la espada, porque nunca necesita dar la segunda estocada.164 1886 AL TORERO MEXICANO PONCIANO DÍAZ EN SU BENEFICIO. ¡Salud al diestro galano, al bravo Ponciano Díaz! ¡Al que al toreo mexicano, que moría, levanta ufano 163 164
Ibid., p. 71-72. Ib., p. 93.
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por su arrojo y simpatías! De los diestros nacionales que hay en la taurina lid, tú de ellas al frente sales, y pruebas que tanto vales como los hijos del Cid! Sin ser maestro en el arte, nadie deja de admirarte como diestro matador, pues que se te ve acercarte a la fiera con valor. Espada y muleta en mano al toro a buscar quimera, no hay otro como Ponciano. ¡El torero mexicano que se sonríe ante la fiera! Al público se le hace agua la boca aquí y en Durango, en Guanajuato y Chihuahua por verte, y al verte, fragua en la plaza gran fandango. Sus metisacas certeros aplauden aún los toreros de experiencia y de saber, y cumple de los primeros en la lid con su deber. Es de varonil figura, elegante en el vestir, de mano firme y segura, y sonríe con frescura al capotear y al herir. Mas cuando entra al redondel jinete en brioso corcel como el famoso Gadea, no hay otro charro como él cuando así banderillea. Luce traje mexicano con ancho y rico jarano de pelo, bordado de oro. ¡Guapo jinete es Ponciano colgándose sobre el toro! Rije diestro su montura, 148
su simpática figura es la de un charro de ley, y se arriesga con bravura en tan suerte, en la que es rey”. ¡Cuando en la tierra española te mire en el jineteo y en el lazo y en la cola la ardiente y bella manola, serás la flor del toreo” Y cuando de aquí te ausentes y te halles en suelo hispano, sabrán las extrañas gentes que aquí hay toreros valientes ¡Charros como Ponciano! Entretanto, sigue aquí haciendo que miles de almas se exalten con frenesí, y que resuenen por ti bravos, músicas y palmas! México, mayo 2 de 1886. Un Toluqueño.165 1886 Entre la taurina gente… Entre la taurina gente gratos rumores corrían: ¡Vuelven los toros! –decían¡Los habrá próximamente! El Señor Gobernador está el asunto estudiando, y en la plaza están pintando el ruedo y el exterior. ¡Qué placeres y alegrías! yY sobresaltos y miedos, nos preparan Cuatro-dedos, Jarana y Ponciano Díaz! Veremos muchas coletas y muchas nalgas al aire, y volverá aquel donaire de los diestros y maletas. Y ha de producir envidia el favor extraordinario que alcanzara un semanario 165
EL ARTE DE LA LIDIA, año II, Nº 17, del 2 de mayo de 1886.
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que es –“El Arte de la Lidia”. Y no; nuestro compañero Julio Bonilla, asegura que no es verdad la pintura ni el rumor es verdadero. Esta noticia tan mala causará más de un respingo; paciencia y a Tulancingo a Pachuca y a Tlaxcala. Anónimo.166 1886 ¡¡TOROOOOO!! ¡Ahora Ponciano! El Congreso quiere toros, Quiere divertirse el niño Y en la tumba de Gaviño Una estatua se va a alzar, Y se harán pronto las plazas Porque el pueblo fatigado Quiero luego el embolado, Tiene ganas de torear. Una ilustración lo ha dicho, La diversión inocente Hará al pueblo muy valiente Como en Roma sucedió; Vamos pues, a ver la fiera Destripar a las sardinas, Estas cosas son divinas Y de mucha sensación. Será cosa divertida Ver a muchos diputados Caballeros denodados La garrocha manejar, O provistos de su trenza Defenderse las costillas Al prender dos banderillas Con destreza singular. En esta época de sangre Todo debe ser sangriento, Porque nadie está contento Sin matar o ver morir, 166
EL TEATRO CÓMICO, D.F., del 22 de octubre de 1893, p. 4.
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Y es preciso ver la muerte Con la cara más risueña, Porque el arte así lo enseña Y en ello hay que convenir. Cuando el caso lo requiera Yo propongo por maestro Al sublime y grande diestro De la Estación de Guzmán; No hay ninguno que lo iguale, No hay seguro que lo venza En su falta de vergüenza Y en instintos de chacal. Ya verá pues el Congreso Que no faltan cacheteros Y pro mulas y toreros No hay tampoco que parar; Vengan pues pronto las caras Hagan todos valla y coro, Saquen pronto el primer toro Y a capear que es tarde ya. NETZAHUALCÓYOTL.167 1887
El 20 de febrero de 1887 se inaugura la plaza "San Rafael", siendo Ponciano Díaz EL único espada con 6 PARANGUEO 6. Un periodista con el remoquete de "Pintamonas" da testimonio de los sucesos en el Diario del Hogar, N° 135, año VI, del 22 de febrero de 1887: PRIMERA CORRIDA DE TOROS En la plaza de San Rafael, el domingo 20 de Febrero de 1887. Les juro a ustedes, lectores, que ni en la hecatombe habida en la famosa corrida de los toros del Fortín, Mostraron esos cornúpetos tan furioso desenfreno cual la gente en el estreno de antier. Fue aquello un motín. Para bosquejar siquiera en tauromáquica charla la fiesta, hay que compararla con una tromba, un ciclón, Con una riña de gatos, de suegras y matrimonios, 167
EL HIJO DEL AHUIZOTE. SEMANARIO FEROZ, AUNQUE DE NOBLES INSTINTOS, POLÍTICO Y SIN SUBVENCIÓN COMO SU PADRE, Y COMO SU PADRE, MATERO Y CALAVERÓN (NO TIENE MADRE). T. II., Ciudad de México, Domingo 12 de diciembre de 1886, Nº 15, p. 6 y 7.
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con un festín de demonios, con volcánica erupción. Ni en los tiempos de Su Alteza Serenísima Santa-Anna se había visto tal jarana, tan horroroso belén. Todo el México taurófilo concurrió a la magna fiesta y ejecutó a toda orquesta el taurino somatén. Desde antes de medio día, y como en son de paseo, se dio comienzo al jaleo de la plaza en derredor. La gente llegaba en grupos y después en pelotones y más tarde en batallones llenos de taurino ardor. Los simones y tranvías corrían henchidos de gente festejosa, sonriente, dispuesta a la diversión. Las tabernas y figones ambulantes se animaban, y aspecto a la fiesta daban de católica función. Se almorzaba al aire libre, ye gritaba en tonos varios y se hacían mil comentarios sobre la próxima lid. Se hablaba de Mazzantini, del héroe del día, Ponciano, y del toreo mexicano, de Cúchares, y aún del Cid; Parecía aquella la fiesta de un centenario taurino; y se hacía taurino el vino y se hacía taurino el sol. Y menudeaban los brindis ricos de taurófilo estro por un mexicano diestro y por un diestro español. En el centro del fandango, ya con anuncios de fiesta, veíase la plaza enhiesta, izado su pabellón; Y en las cajas del expendio ae oía la música grata se los torrentes de plata caer sin intermisión. 152
A la una era ya aquello un tumulto, una Babel, la gente acudía en tropel queriendo en tropel entrar. Comenzaron las carreras, los gritos y las disputas, y los bastones-batutas de gendarme a solfear. ¡Cómo ama esa gente el palo, la patada y el insulto! ¡cómo goza en el tumulto ¡cómo estropeada es feliz! ¡Qué ariete es el populacho! No era de nieve la bola: La taurina batahola tenía un infernal caríz. Lo más extraño y más chusco, es mirar en tales cuitas las chisteras y levitas mezcladas en el belén, Y como flores tronchadas y arrastradas por un río, algunas bellas ¡Dios mío! gritar y reír también. Muy pronto se armó la gorda; muy pronto prendió la mecha, y el pópulo abrió la brecha y las puertas asaltó. El grito, el sable, el garrote. fueron vanos, impotentes, y el populacho a torrentes y ¡toro! Gritando entró. Muy pronto llegó la guardia y con su fiera actitud rechazó a la multitud y se apaciguó el motín; Pero muy pronto también volvió el pueblo soberano gritando: ¡ahora, Ponciano!... y aquello no tenía fin. Mas entremos a la plaza por entre las bayonetas que inspiran todo el respeto de la cólera y la fuerza. Confieso que no sentí al entrar y verla plena, ni asombro por el gentío ni por verme allí, vergüenza; lo que sí sentí fue miedo de ver convertirse en fieras 153
aquel pópulo taurófilo que rabiaba de impaciencia. Era una oleada de caras, agitada, gigantesca, todas con aspecto fiero, todas con la boca abierta. Era aquel inmenso circo henchido hasta la azotea como el cráter de un volcán haciendo erupción de fieras. Dos músicas militares sin interrupción alternan y sus bélicas sonatas a las gentes ponen bélicas. No hay un claro, sólo el claro despejado de la arena que espera a los lidiadores y las taurinas tragedias. Y es tan grande el entusiasmo, y es tan grande la impaciencia, que todo el mundo está espiando las aún cerradas puertas del palco presidencial, y cuando se abren, y entra el regidor con su corte y dando órdenes se sienta, es la grita tan feroche, Y tan feroche la gresca, yue los toros han de creer que a echarlos van a las fieras. Pero esto es nada: se da la señal con la trompeta, que parece la del Juicio según el efecto de ella, y sale al fin la cuadrilla con el rey a la cabeza, es decir, Ponciano Díaz, luciendo todos la seda, y el raso y el terciopelo en los que al sol centellean los bordados de oro y plata sobre las flamantes telas. Y saludan, y sonríen, y en el ruedo se dispersan y resuenan las charangas y cien mil gritos resuenan, y como si del infierno el mismo Judas saliera sale el toro y acomete, y corre, y salta, y babea, y los charritos de raso 154
bordado con lentejuelas que lucen en el sombrero nacional escarapela, corren garrochas en alto al encuentro de la fiera, y al encuentro del caballo salta el toro si lo encuentra, y todo se desbarata y se confunde y revuelca, caballo, jinete y pica, silla, cueros y correas, y el vientre de los Troya sus frutos al sol enseña, y se rasgan los capotes y la sangre al fin chorrea, y el pópulo grita como si quisiera ir a beberla. No se yo como se llaman ni los diestros ni las fieras, ni los lances ni las suertes; sólo sé que aquella guerra fue reñida, que a los toros se hizo fieros a la fuerza, y que Mota dio soberbios costalazos en la tierra, y que Carlos Sánchez puso sus tres pares de manera que se vino abajo el circo aplaudiendo su guapeza; y que cuando al fin Ponciano brindó la muerte primera, y se fue risueño al toro con la espada y la muleta, todo el mundo quedó mudo, todo el mundo fue de piedra, y cuando al segundo embroque rodó sin vida la fiera, todo el mundo quedó sordo y se estremeció la tierra. Y así fue el segundo toro y el tercero; en la faena de parear, los otros diestros no lucieron; mas las fieras a la segunda también recibieron muerte cierta de Ponciano. Al cuarto toro aplicóle la sentencia Carlos Sánchez, a la quinta, de rayo, en las agujetas. El quinto tuvo reemplazo por cobardón y maleta, 155
y el reemplazo recibió muerte de mano maestra, y fue Guadalupe Sánchez quien lo mató, de una buena en la cruz hasta la mano y un descabello; a la sexta víctima o toro, Ponciano lo banderilló en su yegua, con ese traje de charro que luce el rey de la arena, y quedando como nunca en esa suerte. Pie a tierra, tomó los trágicos trastos y de una estocada espléndida de las suyas, murió el toro sin puntilla en la cabeza, y el público hizo a Ponciano una ovación gigantesca. Con un furioso embolado dio fin la famosa fiesta, que sólo fue regular por no ser las reses buenas; la cuadrilla es de lo fino, y si hoy son mejor las fieras, se lucirá mucho más que en la corrida primera. Entrada no habrá mejor: ¡fue antier de veinte talegas! Pintamonas.168 1887 EL TORERO (A PONCIANO DÍAZ) Qué torero tan valiente tenemos hoy en el día, este torero mentado se llama Ponciano Díaz. Ay! torito de mi vida Ay! torerito rechulón, Ay! este Ponciano Díaz ya vino del interior. Qué bonito capotea y pone las banderillas, 168
El Diario del Hogar, D.F., del 22 de febrero de 1887, p. 2.
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le hace la memela al toro, y lo mata de rodillas. Ay! torito de mi vida, Ay! torito de mi amor, ya llegó Ponciano Díaz, ya vino del interior. La plaza del Huisachal siempre será fiel testigo, de que Ponciano torea al estilo de Gaviño. Ay! torito de mi vida, Ay! torito rechulón, dicen que viva Ponciano que es el torero mejor. También la de Cuautitlán el público lo ha aplaudido, porque no le tiene miedo al toro más atrevido. Ay! torito de mi vida Ay! torito rechulón, dicen que viva Ponciano que es el torero mejor.169 1887 Banderilleaba a caballo… Banderilleaba a caballo a cualquier bicho rejego, y esto lo subía de fama y aquilataba su precio. No hubo plaza en que no fuera de todo mundo apreciado. Luego que se presentaba gritaban, ¡Ahora, Ponciano! ¡Ahora, Ponciano!, le dicen le dicen con entusiasmo, mata bien a ese torito, en descanso ponle el alma. ¡Que viva Ponciano Díaz! 169
Lecturas taurinas del siglo XIX. Antología. México, Socicultur-Instituto Nacional de Bellas Artes, Plaza & Valdés, Bibliófilos Taurinos de México, 1987. facs., ils., p. 113-114.
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¡Viva Bernardo Gaviño! ¡Vivan todos sus toreros! ¡Ahora Ponciano!, le gritan: Entre todos sus amigos, hoy te vendremos a ver en el siguiente domingo (sic.)170 1887 Al primer espada mexicano Y popular diestro Ponciano Díaz. Vuelves Ponciano a los caros lares Donde en la lidia, amante y con cariño, Después de rudos sin igual pesares, Te dio la espada el inmortal Gaviño. Desde entonces tu nombre ha resonado Por todo el orbe con ardiente gloria, Y ese nombre lo tienes ya guardado En el libro grandioso de la Historia. Valiente sin igual, hijo querido Eres tú de mi patria idolatrada; Por eso ves que el pueblo agradecido, Te proclama en la lid primer espada. Siete años há por la vez primera Canté tu gloria en tu función de gracia, Y desde entonces mi alma placentera Admiró tu destreza y arrogancia. Por eso ahora, y con igual anhelo Celebro tus arrojos como hermano, Ahora que pisas de mi Puebla el suelo, Porque Puebla te quiere, gran Ponciano. Diciembre 12 de 1887. Un amigo.171 1887 Ya viene Ponciano Díaz… Ya viene Ponciano Díaz para torear en la plaza... Las mocitas se emocionan: lo buscan con la mirada.172 170
Ib., p. 95. El Monosabio. Periódico de Toros. Ilustrado con caricaturas, jocoso e imparcial, pero bravo, claridoso y… la mar!. T. I., Nº 4. Ciudad de México, 17 de diciembre de 1887, p. 6. 172 María y Campos: Ponciano el torero con..., op. cit., p. 89. 171
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1887 Y entre alegre gritería… Y entre alegre gritería llega el torero valiente, ¡Es muy hombre con los toros y también con las mujeres!173 1887 Yo no quiero a Mazzantini… Yo no quiero a Mazzantini ni tampoco a “Cuatro Dedos”, al que quiero es a Ponciano que es padre de los toreros. Mazzantini, el gran torero, de San Rafael en la plaza hizo el fiasco más entero por toros de mala raza. Más valientes son los perros de la casa de Escandón, que aquellos pobres becerros más cobardes que un capón... Mazzantini ya se fue lamentando amargamente, el no haber hallado aquí siquiera un toro valiente. La corrida concluyó a gritos y silletazos, y a poco más también hay una frasca de balazos. Es muy bueno Mazzantini, pero el pueblo mexicano a nadie le pide nada mientras tenga a su Ponciano. Que donde Ponciano pinta, por su valor y su maña, no deja que pinte nadie ni los toreros de España. Donde hubo un Lino Zamora 173
Ibidem., p. 90.
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y un Felícitas Mejía sólo puede poner raya el actual Ponciano Díaz. Mazzantini conoció el valor de un mexicano, y por eso llamó amigo al valiente de Ponciano... A México ha de volver, ese famoso español y entonces podrá juzgarse de su destreza y valor.174 1887 LA TARASCA DEL PUEBLO MEXICANO VIENDO TOREAR DE NUEVO AL GRAN PONCIANO Ahora si que está de buenas este suelo mexicano, pues de nuevo va a torear nuestro querido Ponciano. El jueves nueve de junio, día de Corpus memorable. Veremos torear de nuevo al torero inimitable. Ahora sí que es indudable que México va a gozar, pues que volveré a admirar arrojos y valentías que sólo Ponciano Díaz a cabo puede llevar. Los toros, que ya han sabido que Ponciano va a torear. Unos de miedo están malos y otros se han puesto a rezar. Ya todos van a elevar un ocurso al Presidente suplicando humildemente se les conceda la paz, y ya no se mate más en la época presente. Triste y desconsoladas las pobres vacas están: Ya no quieren tener hijos 174
Ib., p. 127-128.
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y hasta a divorciarse van. Sus hijos esconderán en el centro de la tierra. Hasta que pase la guerra que todos han declarado, al desgraciado ganado se la Frontera y de la Sierra. Algunos toros matreros que son grandes pensadores quieren en último caso vengarse en los picadores. Y aunque sufran los dolores de alguno que otro pinchazo les darán más de un pinchazo. Destrozándoles los jacos, que ni por viejos ni flacos les dejaron un pedazo. De esta fecha es bien seguro que ni un toro va a quedar, pues el valiente Ponciano ni uno solo va a dejar. ninguno se ha (de) escapar de la certera estocada, que nuestro primer espada le pone a los más rejegos pues que con él no hay juegos ni mucho menos lazada. Saludamos entusiastas al valiente mexicano, al renombrado Ponciano. Mas no ha trabajado en vano por conquistarse su fama, que todo el pueblo lo aclama como el rey de los toreros. Primero entre los primeros y al que más el pueblo ama. ¡Hurra el valiente torero! ¡Hurra el valiente Ponciano! Que será siempre el primero en el suelo mexicano. A ver torear a Ponciano todos irán en tropel, porque nadie es tan querido ni mimado como él. De México y los Estados ansiosa acude la gente 161
para admirar los capeos de un mexicano valiente. No hay otro que en banderillas pudiera ser su rival, porque siempre las ha puesto en su merito lugar. Para matar no hay como él quien tan bien use la espada porque nunca necesita dar la segunda estocada.175 1887 Mazzantini será muy bueno… Mazzantini será muy bueno pero el pueblo mexicano a naiden le pide nada mientras tenga a su Ponciano ¡Maten al toro! ¡Maten al toro! Yo no quiero a Mazzantini ni tampoco a “Cuatro Dedos”, al que quiero es a Ponciano que es padre de los toreros. ¡Maten al toro! ¡Maten al toro! 176 1887 A PONCIANO DÍAZ SONETO Anhelante de gloria y de riqueza te lanzaste del arte en el sendero. Nadie pudo abatir tu orgullo fiero, ni quebrantar tu sin igual firmeza. En tu mirada muestras entereza, y á la fiera contemplas altanero, empuñas firme, reluciente acero, y sobre ella te vas con ligereza. Queda el bruto temblando, y en la arena se desploma á tus pies agonizante, prorrumpe un ¡viva! el pueblo generoso que con sus ecos el espacio atruena, y admirando tu arrojo de gigante 175 176
Ib., p. 142-144. Ib., p. 162.
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ciñe á tu frente lauro victorioso. L.O.177 1887 A PROPÓSITO DE LA INAUGURACIÓN DE LA PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL” LA TARDE DEL 20 DE FEBRERO DE 1887 Ayer palpó esta verdad el público mexicano; ¡qué espléndida novedad el estreno en la ciudad de una plaza por Ponciano! ¡Qué fiesta, qué animación por ver al diestro bizarro! ¡Cuánta gente a pie, en wagon y a caballo y en simón. Cuanto catrín, cuánto charro! ¡Cómo el ansia sostenida con la plaza prometida desde que empezó el mes loco, fue creciendo poco a poco hasta el día de la corrida! ¡Qué emoción y que algazara cuando la primera plaza de México, se abrió al fin y de Parangueo la raza salió al toque del clarín! ¡Y qué estruendo, qué alharaca que hasta la música opaca cuando estoque y trapo en mano, se dispone al metisaca el arrojado Ponciano! (. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .) Pero lo bueno, lector está dentro de la plaza do la vista se solaza con el taurófilo ardor. Mas cuida el orden ufana la guardia, con la guapeza de los tiempos de su Alteza serenísima Santa-Anna 177
LA BANDERILLA. Semanario taurino Ilustrado, Año I Nº 7, del domingo 25 de diciembre de 1887. Reproducción facsimilar.
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llega el juez y al par resuena la charanga y el clarín. Y en medio al clamor sin fin la cuadrilla entra en la arena. Marcha a la cabeza airoso el diestro Ponciano Díaz, que con vivas simpatías saluda el pueblo gozoso. El diestro saluda, escucha mil vivas, y la cuadrilla, peones y gente de silla corren listos a la lucha. Suena al fin el cuervo ufano y dan comienzo al jaleo las fieras de Parangueo y el grito de ¡Ahora Ponciano! 178 1887 AL PRIMER ESPADA Y POPULAR DIESTRO PONCIANO DÍAZ. Vuelves Ponciano a los caros lares donde en la lidia, amante y con cariño, después de rudos sin igual pesares, te dio la espalda el inmortal Gaviño. Desde entonces tu nombre ha resonado por todo el orbe con ardiente gloria, y ese nombre lo tienes ya guardado en el libro grandioso de la historia. Valiente sin igual, hijo querido eres tú de mi patria idolatrada; por eso vez que el pueblo agradecido, te proclama en la lid primer espada siete años ha por la vez primera canté tu gloria en tu función de gracia, y desde entonces mi alma placentera admiró tu destreza y arrogancia. Por eso ahora, y con igual anhelo celebro tus arrojos como hermano, ahora que pisas de mi Puebla el suelo, porque Puebla te quiere, gran Ponciano. Dic. 12 de 1887. Un amigo. 179 1887 AHORA PONCIANO!!! 178 179
EL ARTE DE LA LIDIA, año III del 22 de febrero de 1887. Véase la versión completa páginas más adelante. El Monosabio, T. I, Nº 4, del 17 de diciembre de 1887.
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¡Salga ya el toro! Que al morir la fiera henchido el pueblo de placer se siente, gritando un viva y proclamando un muera nomás por ser espléndido y valiente. Los que van á morir ya no saludan como el vencido en la guerrera Roma, pero en el Sol los concurrentes sudan con el fuego infernal de la Sodoma. Allí está el Juez, allí la concurrencia ávida de un placer que nunca alcanza, teniendo con la vista la conciencia plegada á la razón de la matanza. Adelante muchachos! No hay que andarse con cosas de moral y remolinos; el hombre de valor debe pararse como en frente del mar viejos marinos. ¡Venga aquí el toro! Y al soltar la capa enciéndase el valor del ciudadano, y si el hecho á la ley coge y atrapa no hay más que proclamar: ¡¡Ahora Ponciano!! 180 1887 FELICITACIÓN AL AMERICANO (En ocasión de la llegada de Ponciano a México) El valiente americano que en peligro es sereno, se encuentra ya casi bueno, platicando de Ponciano. El percance no fue vano, la herida fue muy profunda; fue cogida tremebunda como pocas habrá habido, mas no se da por vencido en la lidia furibunda. El pueblo le felicita, alegrándose de veras, y con palabras sinceras a otra corrida le invita. El corazón le palpita de contento sin igual, pues otra vez sin rival 180
El Hijo del Ahuizote T. II. Ciudad de México, domingo 27 de marzo de 1887. Nº 30.
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lidiará feroces toros estos acordes sonoros de la música marcial. ¡Qué viva el americano! por fin la suerte propicia le ha salvado, y su pericia verá el pueblo mexicano. Saldrá triunfante y ufano a los toques del clarín, y clavará el espadín al toro con gran presteza, y su victoria completa proclamaremos por fin. Muy pronto tendremos ya al diestro Ponciano Díaz, pues periódicos bastantes lo dicen con alegría. El día primero de junio estará en la capital, y tendremos el placer de contemplarlo torear. Alístense todos, pues, y prepárense a gastar, porque esto no es de perderse, pues es digno de admirar. Qué júbilo sentiremos al saludar a Ponciano; ¡gloria al invicto torero! al valiente mexicano.181 1887 AL DIESTRO Y POPULAR CAPITÁN PONCIANO DÍAZ EN SU BENEFICIO. Si el egoísmo y la envidia Te han hecho constante guerra, Eres hijo de una tierra Dó se conoce la lidia. Y jamás con torpe pluma Tu mérito será hollado, Pues eres hijo mimado Del país de Moctezuma. De ese país que prodiga Beneficios con largueza, 181
María y Campos (reed.): Ponciano, el torero..., op. cit., p. XV-XVI.
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Porque le sobra nobleza Aun para quien lo maldiga. De ese país donde unidos Van hispano-mexicanos, Estrechándose las manos Por afectos muy queridos. La página más lucida Y más bella de tu historia La escribió tu ángel de gloria: ¡Tu modestia conocida! Que mexicano y torero Sabes dominar el arte, Y con dignidad captarte El cariño del ibero. Pues formas del redondel La figura prominente; Por eso ostenta tu frente Un merecido laurel. Mucho tu fama ha volado Aun más allá de los mares, Pues Mazzantini y Cantares Por diestro te han proclamado. ¡Nunca morirá tu nombre! Porque si el pueblo te quiere, Y si siempre te prefiere Y si te ha dado renombre, Es que ha visto tu valor, Tu pericia, tu destreza; Que te ama con entereza, Te defiende con ardor. Porque eres el arrebol Que ostenta el cielo del arte, Pues sabes de parte a parte El del torero español. Si hubo un tiempo en que la saña Emponzoñó el corazón, Hoy grita la ilustración: ¡Vivan México y España! Pero que vivan ligados Con indisoluble lazo, Como se dan tierno abrazo Dos seres que son amados. Si con justas alegrías España diestros proclama, De México orgullo y fama Eres tú Ponciano Díaz. Adalberto Jorge Martínez.182 182
El Diario del Hogar, D.F., del 23 de agosto de 1887, p. 2. En efecto, el verso se refiere al beneficio que tuvo ocho días atrás, es decir el 14 de agosto y en la plaza de Colón.
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1887 A PONCIANO DÍAZ. EN SU BENEFICIO. El pueblo entero sin cesar te aclama Y con sus bravos el espacio atruena; ¡Ahora Ponciano! en su delirio exclama Y un Hurra estalla que la plaza llena… Tu modestia y valor su fuego inflama Cuando te mira con la faz serena. Hoy con más entusiasmo el mexicano Viene a gritar también ¡Viva Ponciano! México, Agosto 21 de 1887. Varios amigos del beneficiado.183 1887 ¡VIVAN ESPAÑA Y MÉXICO! ¡VIVA PONCIANO DÍAZ! No sólo bajo el cielo de Sevilla Se levantan valientes caballeros, Taurófilos osados y guerreros Cuyo mérito llega a maravilla. América también como Castilla De corazones animosos, fieros, A la vez que indomables y sinceros Hombres que nunca doblan la rodilla. Así como al calor vivificante, De León hispano se formó Gaviño, Así de junto al Águila arrogante Se alzó Ponciano, gigantesco niño… ¡Españoles! juzgadlo sin malicia, No os pido compasión, sólo justicia. México, 21 de Agosto de 1887. M. M. y Ávila.184 1887 EN EL BENEFICIO 183 184
Op. Cit. Ibídem.
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del primer espada mexicano PONCIANO DÍAZ. Gloria al torero galano, Al que en el taurino ruedo Mata certero y sin miedo; Al ya sin rival ¡Poonciano! ¡Gloria al charro mexicano Que con su garbo enagena, Al que es el rey de la arena Al gran espada ¡Ponciano! Gloria al que en los redondeles Arranca bravos y palmas, Que amor tiene en nuestras almas Y conquista mil laureles! Hoy todo el pueblo tu hermano Por tu modestia y valor Te apalude, y en tu loor Grita: ¡Que viva Ponciano! México, Agosto 21 de 1887. Un Taurófilo.185 1887 AL PIMER DIESTRO MEXICANO PONCIANO DÍAZ (En su beneficio). ¿A quién se debe saludar? ¿Al arte; O á ti que representas sus labores? Si en tu camino has encontrado flores Tremolando muy alto el estandarte. Y si contigo México departe Su sin igual grandeza y sus loores, Muy justo es que sus hados bienhechores Vengan hoy tu valor a coronarte. Y aquí miras al pueblo que te abona Como el tipo inmortal de su grandeza; Tu fama inmarcesible que pregona Alto renombre y sin igual nobleza, Muy bien haya quien lleva en su cabeza De una madre bendita la corona. Agosto 21 de 1887. 185
Ibid.
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Varios admiradores.186 1887 AL INTRÉPIDO LIDIADOR PONCIANO DÍAZ. SUS ADMIRADORES. Vedle, allí está, simpático, arrogante, Haciendo palpitar mil corazones, Despertando valientes emociones Como en los griegos Júpiter Tonante. Nació para calmar del ignorante Vulgo infelíz que vive entre aflicciones Las penas que le causa y decepciones La cruel aristocracia denigrante. De ese pueblo sufrido cuanto bueno Eres la joya tú, noble Ponciano, Tú aduermes los dolores de su seno Y él te declara su ídolo, su hermano… Hoy ese pueblo canta tu grandeza Y corona de encina tu cabeza. México, Agosto 21 de 1887. M. M. y Ávila.187 1887 DÍSTICOS. Eres humilde artista mexicano Cual fue valiente Cuauhtemoc, tu hermano. México bate palmas glorificando a su hijo, Que eclipsa los laureles del bravo Lagartijo. Ni Cara-ancha, ni el Gallo, ni Espartero Te superan a ti como torero. Héroe en la plaza, simpático al lidiar Eres perfecto amigo, un ángel en tu hogar. Brilla en tu frente la audacia y el valor Nadie te iguala, sereno matador. No hay más allá, ni más certera mano Al matar, que la diestra de Ponciano. 186 187
Ib. Ib.
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Viva siempre el diestro mexicano Emulo digno del torero hispano. Te aplaudimos contentos, placenteros, Orgullo de tu patria, rey de los toreros. Es tu gloria escuchar al mexicano Entusiasta gritar: ¡¡Ahora Ponciano!! En el valiente suelo mexicano Nació para la lid el gran Ponciano. Anónimo.188 Ca. 1888 – 1889 Trae el santo de espaldas esta tarde de abril... Trae el santo de espaldas esta tarde de abril el “Chiclanero” y lucha en un ambiente hostil; a cada paso el público con un “¡Ora Ponciano!” evoca la figura del diestro mejicano y subraya los lances del torero español, al que silban lo mismo en sombra que en sol, más que por impericia, por celillos de raza: escándalo y desorden se adueñan de la plaza, que a muchos no les placen espadas que usan motes y que el rostro se afeitan y no llevan bigotes; desean que los luzcan tan crespos y con guías como los del famoso diestro Ponciano Díaz... 189 1888 ¡Quién se había de imaginar... ¡Quién se había de imaginar que en México había de haber tanto furor por los toros que no era posible creer! No hace más que embrutecer al que la lidia presencia, pues ve con indiferencia de su prójimo la pena, y al olvido la condena con la mayor indolencia. Los cornúpetos taurinos 188 189
El Diario del Hogar, D.F., del 23 de agosto de 1887, p. 3. Eduardo J. Correa: Viñetas de Termápolis. México, edición del autor, 1945., p. 186.
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son los señores del día. Y por eso un gran artista no tiene mejor valía, si tan crasa anomalía debiera permanecer, ya se debe comprender que adelante la barbarie, no pudiendo verla nadie sin dejarse de ofender. Hoy el pueblo soberano disfruta, del gran contento, pues con su pulque y sus toros se le tiene en su elemento. Y para mayor aumento de tan perniciosos males a las lides infernales se le cita muy de prisa y aunque se halle sin camisa por verlas deja dos reales. Por ver torear a Ponciano también las viejas se alientan, y cual si fueran muchachas, hasta el corpiño se aprietan, a toda la casa inquietan a que asista a la función y aunque tengan aflicción por carecer de dinero, por ir a ver al torero empeñan hasta el colchón.190 1888 AL RENOMBRADO DIESTRO MEXICANO PONCIANO DÍAZ EN EL ESTRENO DE SU PLAZA Por tu arrojo y destreza intrépido Ponciano, ni allá en el suelo hispano rival has de tener. Con solo una estocada firmísima, certera, le das muerte a la fiera rindiéndola a tus pies. Son ya cientos de toros 190
María y Campos: Ponciano el torero con..., op. cit., p. 114-115.
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a quienes cupo en suerte, esa súbita muerte que tu espada les dá. Viva el hábil torero, el diestro mexicano, sí, sí viva Ponciano, su nombre sea inmortal. Enfrente al toro y con espada en mano no hay quien iguale al célebre Ponciano. eres y hás sido tú, siempre el primero, en banderillas, lazo y coleadero. Enero 15 de 1888.191 1888 A PONCIANO DÍAZ Para comprender quién eres, y en la lidia lo que vales, basta de hombres y mujeres el clamor, cuando tú sales y certero al toro hieres. ¡Viva el valiente torero, que en el suelo mexicano ocupa el lugar primero! Tu nombre en México entero es Aclamado, PONCIANO. De otros toreros difieres tanto en la lid, que ya eres desde el centro a los poblachos ídolo de las mujeres, los viejos y los muchachos. El pueblo contigo es fiel siempre que lidias: le basta ver tu nombre en el cartel, y en incesante tropel la plaza llena entusiasta. Gozas de gloria y de fama y al público lo enloqueces, y toda Empresa te llama, 191
El Monosabio, T. I, Nº 9 del 21 de enero de 1888. Además: Biblioteca Nacional. Fondo Reservado. Hemeroteca. “Miscelánea mexicana del siglo XIX”: VOL. 121: EL NUEVO NACIONAL. T. I. México 17 de enero de 1888. N° 13.
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y todo el pueblo te aclama cuando en la arena apareces! ¡Solo tú de miles de almas las plazas llenas, que calmas con tu presencia y arrojos! que admiran todos los ojos y aplauden todas las palmas. En el arte varonil que creó PEDRO ROMERO, conquistas, laureles mil; banderilleando gentil y dando muerte certero. Charro hábil y galano montado en brioso corcel y banderillas en mano al verte en el redondel, grita el Pueblo: ¡Ahora Ponciano! A caballo eres la flor, pues en toda suerte brillas como charro y picador, y al clavar tus banderillas no hay un jinete mejor! Por eso México entero te muestra hoy sus simpatías, y al darte el lugar primero, grita: -¡¡Que viva el torero sin rival, PONCIANO DÍAZ!!192 1888 Nació junto al nevado… Nació junto al nevado Y es de Toluca hijo, Lo que no se a punto fijo Es si nació a pie o montado.193 1888 EN LA LISA DEL TOREO, DEL BUEN TOREO MEXICANO, 192
Carlos Cuesta Baquero: Historia de la tauromaquia en el Distrito Federal. 1885-1905. México, Tipografía José del Rivero, sucesor y Andrés Botas editor, respectivamente. Tomos I y II. T. II., p. 227-228. Originalmente, estos versos fueron publicados en El Arte de la Lidia. Año III, Nº 6, 21 de noviembre de 1886, p. 3-4, fechados el 14 de noviembre de 1886 y firmados por PINTAMONAS. 193 El Eco Taurino. México, 9 de diciembre de 1937. Nº 444.
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NO HAY OTRO COMO PONCIANO NI EN JARA, ESPADA Y CAPEO Sin que ciegue la pasión y el provincialismo neto a dos cosas yo concreto mi canto en la situación: A tributar ovación al mexicano atrevido que para el toreo ha nacido como el ave para el viento, y á probar que su talento está bien reconocido. El hijo bueno que adora a su cariñosa madre, (aunque al vulgo no le cuadre) un buen caudal atesora, y le va bien en toda hora, aunque las creencias sean mías; por eso á Ponciano Díaz llovieron las bendiciones en las duras aflicciones que fueron sus alegrías. Al ir para el redondel a su madre le pedía la bendición y salía sobre su brioso corcel: Banderillas ponía en él, y con su espada destaca, y no había res gorda o flaca que, con su aplomo y bravía, no fuera á carnicería con un solo mete y saca. Después de torear aquí con gusto, destreza y maña, marchó á las plazas de España donde su muerte creí, allí torear yo lo ví con gran arrojo y denuedo, y en Barcelona y Toledo aplausos mil recibió, y el público lo llamó: “el mexicano sin miedo”.194 1888
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Colección Julio Téllez García.
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MARCHA “PONCIANO DÍAZ” Con música del maestro P. Inclán. Se presenta al redondel el simpático Ponciano, el valiente mexicano, que al toro sabe vencer. Miradlo como se entrega a repartir su cuadrilla y miradlo como brilla durante toda la brega. Ya con la capa se avanza a desafiar a la fiera, que orgullosa y altanera al verlo, sobre él se lanza. Pero él con calma y destreza se encara con la atrevida hasta que la ve rendida y humillada la cabeza. Con un estilo sencillo toma un par de banderillas las pega, no en las costillas, sino en el mero morrillo. Y si las pone a caballo, en esto no tiene igual, pues le he buscado rival, y en México no lo hallo. Tocan por fin a matar; la suerte más arriesgada, pero él tomando la espada, a la bestia va a retar. Y allí con su faz serena con una buena trasteada, le da al bicho una estocada que lo hace morder la arena. Y con la cabeza erguida a sus pies mira postrado al toro que ya ha matado, al toro que está sin vida. Entonces el soberano aplaude con fe sincera, porque es la espada primera en México, el gran Ponciano!195 ANSELMO G ARUSTI. 1888 Biblioteca Nacional. Fondo Reservado. Hemeroteca. “Miscelánea mexicana del siglo XIX”: VOL. 121: EL NUEVO NACIONAL. T. I. México 17 de enero de 1888. N° 13. 195
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AL VALIENTE ESPADA MEXICANO PONCIANO DÍAZ. Al inaugurar su gran plaza de Bucareli. (CORRIDO) Febril y lleno de gozo todo el pueblo mexicano en masa va presuroso a saludar á Ponciano. Pues ha llegado el momento en que se debe admirar al que con justo contento en su plaza va á torear. De las plazas de Mixcoac, de Tulancingo y Pachuca no se oirá más la boruca, pues hay otra que admirar. En la cual, estoque en mano y con un toro valiente, se encuentra muy frente á frente el gran torero... Ponciano. La fama lleva su nombre, y en valor á nadie engaña, pues ha alcanzado renombre hasta en el reino de España. Toreros aquí han llegado de muy grandes compañías, pero nunca han alcanzado lo que tú, Ponciano Díaz. Como torero es valiente, y como charro atrevido; por eso toda la gente jamás le echa en el olvido. Hasta hoy no hay quien se le iguale en la suerte de matar, ni tampoco en lo que vale cuando va á banderillar. Pues que con serenidad al toro mata y comprende; y el público bien entiende que lo hace con humildad.
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El público en proclamarte lo hace con mucha constancia, porque no te das jactancia como lo hacen los del arte. Trabaja, en fin, con anhelo, que así siempre te querrán los hijos de aqueste suelo que llaman Tenoxtitlán. En fin: ¡viva el gran torero! ¡Viva nuestro noble hermano! ¡Viva él, que es siempre sincero! Y ¡viva el bravo Ponciano! México, Septiembre de 1894. 196
Pero no todo había de ser lirismo espontáneo y admirativo. Llegaron los toreros españoles y la popularidad de Ponciano se convirtió en partido nacionalista. Entonces los bates le cantaron estrofas, en las que empezó a chorrear odio y rencor, anunciando el ocaso del torero tricolor. 1888 ¡¡QUANTUM MUTATUS AB ILLO!! Coronas de laurel para el guerrero emblema hermoso de eternal memoria coronas esculpidas por la Historia en el bronce ó el mármol duradero. Si un tiempo fuisteis el afán primero del inspirado trovador, su gloria, os habéis convertido en irrisoria ofrenda concedida hasta el torero del histrión infeliz ornáis la frente entre el aplauso de la turba necia quel circo aserda, cual turbién rugiecen quien de sensato con razón se precia ¡¡Oh coronas!! os mira indiferente y vuestro brillo el pensador desprecia. FRANCISCO SOSA.197 1888 Obsequios a Ponciano… Brillan en tu frente la audacia y el valor: 196 197
Colección Julio Téllez García. Carlos Cuesta Baquero. Trabajos Inéditos. (1920-1945. Obra mecanuscrita). Documento Nº 43, p. 13.
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Nadie te iguala, sereno matador. Es mundanal la fama de Frascuelo. Pero la tuya se remonta al cielo. Anónimo.198 1889 -Poncianillo, guarda el toro… -Poncianillo, guarda el toro, -Sí, señor, que soy valiente: y mi sangre no consiente morir en astas del toro. Si ese toro me matase, no me entierren en sagrado, entiérrenme en campo verde donde me pise el ganado. A mi cabecera pongan un letrero colorado y digan las cinco letras: ¡Aquí murió un desdichado!, no murió de calentura, ni de dolor de costado, ¡murió de una cornadilla que le dio el toro nevado...! 199 1889 Siguió, siguió esa carrera… Siguió, siguió esa carrera dedicándose a la lidia, hasta ser diestro completo formando así su cuadrilla. Lino Zamora trató de llevárselo a su lado, pero el matador Hernández200 se anticipó a contratarlo.201 1889
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El Universal, D.F., del 29 de agosto de 1888, p. 4. En ocasión de un festejo, le fueron obsequiados a Ponciano Díaz varios presentes. Entre otros, un cuadro que le presentó el Sr. Jose Gómez Monroy. Este laborioso trabajo representa una cornisa, del orden compuesto, hecha a pluma y pincel por el dibujante Antonio Gómez Monroy. Sobre la cornisa está la Fama coronando a Ponciano y en una de las coronas puede verse la siguiente inscripción: “Nonor al genio” “Viva Ponciano Díaz”. 199 María y Campos: Ponciano el torero con..., op. cit., p. 69. 200 José María Hernández. 201 María y Campos: Ibidem., p. 70.
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En España, “El Toreo Cómico” anunciaba a la afición el próximo arribo de Ponciano Díaz y su cuadrilla, con una caricatura del torero de Atenco, y la siguiente cuarteta al pie: Pronto de España llegará a algún puerto… Pronto de España llegará a algún puerto y hasta la capital de la nación podremos comprobar si aquello es cierto. Y hacerle una ovación.202 1889 ADIÓS A MADRID DEL VALIENTE ESPADA PONCIANO DÍAZ Después de triunfos gloriosos, que alcanzó en Madrid, Ponciano sus adioses cariñosos así te dio al pueblo hispano: Adiós, pueblo soberano, nunca olvidaré en mi vida, la cariñosa acogida con que el pueblo madrileño. me aplaudió en el desempeño de suerte reconocida. Adiós, plaza de Madrid que me aplaudió con anhelo; de “Lagartijo” y “Frascuelo” me tengo que despedir. -Ojalá pueda venir otra vez a disfrutar, lo que no podré olvidar, que en esta plaza gocé. Donde manolas miré que no hay con qué comparar. Adiós, Fuente Castellana, adiós, Museo y El Retiro; desde tierra mexicana yo les mandaré un suspiro. Con mucha tristeza miro y con grande sentimiento, que se acerca ya el momento de la forzosa partida. Adiós España querida, donde estuve tan contento. Adiós, desde ahora, les digo a diestros y aficionados, desde hoy cuentan un amigo, 202
Ib., p. 179.
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que no los tendrá olvidados. Adiós, paseos afamados, adiós, manolas sin par, cuya gracia sin rival no tiene igual en el mundo, con sentimiento profundo hoy me tengo que ausentar. A Mazzantini, el famoso y simpático torero, le doy mi adiós cariñoso con un pesar verdadero. En España fue el primero que ufano me recibió, y que mi mano estrechó como antiguos conocidos, y como en México, unidos también España nos vio. Adiós, Cádiz y Sevilla Barcelona y Santander, volveré con mi cuadrilla, para darla a conocer. Aquí los han de querer porque todos son valientes, y aquí los inteligentes los aplaudirán sin tasa, cuando los vean en la plaza modestos y complacientes.203 1889 A mi distinguido amigo el popular diestro mexicano Ponciano Díaz (Con motivo de su viaje a España) Antes de que te ausentes caro amigo, antes que partas de tus patrios lares; escúchame por Dios, lo que te digo, en estos de amistad tiernos cantares. ¿Por qué vas a partir? ¿Cuál es tu anhelo? Laureles mil, ya ciñen tu cabeza; piensas quizá encontrar bajo otro cielo de los que aquí te amamos la terneza? ¿Por qué vas a partir? Yo sé que dejas un santo hogar donde tu madre mora; 203
Ib., p. 192-193.
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donde eleva por ti sus tiernas quejas y por tu ausencia inconsolable llora. Aquí tienes afectos, tienes gloria que tu arrojo y valor han conquistado; páginas indelebles en la Historia, las flores y los triunfos que has soñado. Tu tierna Patria quedará llorando al escuchar tu postrimer adiós; y por tu vuelta quedarán regando tu madre y los arcángeles a Dios. LUISA GODOY Aguascalientes, abril de 1889. 204 1889 Ha dado usted en preguntar… Ha dado usted en preguntar y la pregunta es concreta: ¿Puede el bigote alternar con la espada y la muleta? ¿Me lo dejo o me lo quito? Oiga, en tan terrible duda lo que piensa el infrascrito de esta cuestión peliaguda: Sin infundios ni camelos va usted a torear, señor. Pues, no repara usted en pelos sobre el labio superior. Que si quiere usted arrimarse y es fresco, y para, y recibe, para mi puede usted dejarse hasta perilla inclusive. Lotería de Cartones EL TORO (Sácale una vuelta al toro) Para toros del Jaral traigo un caballo tordillo y un potrillo, un buen potrillo alazán. ¡Échenme ese toro bravo 204
Ib., p. 225.
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jijo de la vaca mora! ¡Échemelo usté, malora, que aquí le traigo su gallo! ¡Toro de Tepeyahualco, ya sonó el clarín del palco! ¡Epale! ¡Ujule! ¡Ya el estoque está en la mano! ¡Ahora, Ponciano!205 1889 AL PRIMER ESPADA MEXICANO PONCIANO DÍAZ CON MOTIVO DE HABERSE PRESTADO A TRABAJAR EN LA CORRIDA DE BENEFICIO, DEL PRIMER ESPADA ESPAÑOL FERNANDO GÓMEZ (EL GALLITO) DÉCIMAS I Hoy el diestro Mexicano orgullo del patrio suelo, brillo dá al hermoso cielo del Anáhuac soberano; hoy ayuda á un diestro hermano con nobleza y sin jactancia y el público sin instancia, acude alegre en tropel a ver en el redondel de Ponciano la arrogancia. II Fernando Gómez que tiene justa popularidad la aumenta con la amistad que con Ponciano mantiene; el pueblo en masa aquí viene para dar su aprobación y aplaudir por esa acción, hecha sin más pretensiones que dar brillo á dos naciones que forman Una Nación.
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“Lotería de Cartones” por Genaro Estrada. En: Letras de México Nº 18, del 1 de noviembre de 1937, p. 3.
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III Ponciano, humilde torero, vence el peligro con calma, pues tiene templada el alma como finísimo acero; al herir, siempre certero demuestra sus facultades y algunas dificultades del arte sabrá vencer, porque querer es poder siempre y en todas edades, IV Según sabemos se vá a España, por su recreo y á observar en el toreo todo lo que arte dá; Tiene combinado yá permanecer en Madrid, pasar á Valladolid, Sevilla, Cádiz, Pamplona, la sin rival Barcelona y hasta la tierra del Cid. V Lo acompañará Fernando Morenito y Bienvenida, toda gente agradecida de los que están toreando; juntos se irán navegando a esas naciones que no cierra sus puertas, y do se encierra un pueblo de gran valía, que la Española hidalguía es proverbial en la tierra. R. L. de M. México, 17 de marzo de 1889. 206 1889 Glorioso éxito de Ponciano Díaz y de sus valientes charros en las Plazas de Madrid. Pronto será conocido Ponciano en las dos Castillas, 206
Hoja volante. México, Tip. de Orozco, Escalerillas 13. Colección del autor.
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por su gracia y su maestría para poner banderillas. Para las suertes lucidas de jineteo y de mangana, es la gente mexicana la que no tiene rival, pues hasta hoy nadie les gana para echar bien un buen pial. Ya en la plaza de Sevilla trabajó también Ponciano, entusiasmando a todito el público sevillano. Nuestro valiente paisano probó suficientemente que es un charro inteligente, a todas horas dispuesto, a dejar siempre bien puesto su nombre como valiente. Sus valientes picadores González y Oropeza probaron que valen más que muchos que tienen trenza. Tienen valor y vergüenza como se ha podido ver, dándose siempre a querer en todas las ocasiones, pues no se hacen remolones cumpliendo con su deber. Por eso Ponciano Díaz en llevarlos tuvo empeño, y así lo dijo en Madrid: “es la muestra lo que enseño”. Y aunque les parezca un sueño arrojo tan singular, aquí es muy fácil hallar sin trabajo y sin desvelo, charros que pican en pelo como se debe picar. Ahí están Arcadio Reyes, Mercado, alias “Cantaritos”, el valiente José Mota y el simpático “Güerito”, con un valor inaudito y sin temor a la muerte, la más peligrosa suerte consuman con arrogancia, y no hay toro que sea fuerte 185
de su brazo a la pujanza. Ya muy pronto “Lagartijo” el torero sin igual, a Ponciano allá en Madrid la alternativa dará. Nuestro paisano será ya matador de cartel, y no habrá otro como él como ha probado otras veces, que a las más feroces reses dé muerte en el redondel. En cualquier plaza del mundo será un primer matador, que ha de dejar asombrados a todos por su valor. Es justicia y no favor a su mérito probado, pues bastante ha demostrado que en la suerte de matar, nadie ha podido llegar donde Ponciano ha llegado. En la plaza de Lisboa tuvo gran aceptación y a Paris irá a sus fiestas de la gran Exposición. Causando la admiración del público en general, va este diestro sin igual más agrandando su fama, y por eso se le llama el soberbio caporal. Muy contento debe estar el simpático Ponciano, que tantos triunfos adquiere en medio del pueblo hispano. El modesto mexicano enseñó con su maestría que en saber y valentía pocos se le han de igualar; por eso causa alegría mirarlo siempre triunfar.207 Eduardo E. Heftye Etienne: Corridos taurinos mexicanos. Recopilación y textos de (…). México (…) Este documento no lo encontré reproducido en obra alguna, sino que fue tomado directamente de su publicación original, que fue realizada en la imprenta de don Antonio Vanegas Arroyo. Pertenece a la colección de Mercurio López Casillas. 207
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1889 Recuerdos a México de Ponciano Díaz desde España Ponciano Díaz el diestro mexicano, un recuerdo le manda al suelo indiano. al pisar la playa extraña nuestro valiente Ponciano, recordó así desde España a su suelo mexicano: “Por fin sobre suelo hispano, hoy me ha traído el destino, abriendo un nuevo camino a la caprichosa fama, que hoy a este suelo me llama porque a la suerte convino”. “Aquí de mi patria amada mil recuerdos me acompañan, que hoy al mirarlos tan lejos, lágrimas mis ojos bañan. ¿Quién sabe si allá me extrañan mis amigos y parientes, que fueron tan complacientes y mi trabajo alentaron, pues que todos me llamaron ¡Valiente entre los valientes!” “Dejo una madre querida y amigos que quiero mucho, y aún me parece que escucho alguna voz conocida. Allí pasé de mi vida. los momentos más dichosos; mis paisanos cariñosos alentaron mi afición, dándome con distinción mil aplausos calurosos.” “Fue don Bernardo Gaviño en el toreo mi maestro, y siempre con su cariño se empeñó en hacerme diestro. Yo pude ocupar su puesto de las cuadrillas al frente, procurando ardientemente complacer siempre el deseo, de aquellos que en el toreo buscan un placer creciente.”
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“La plaza de San Rafael que en México se estrenó, el primer diestro fui yo que pisó su redondel. Mil pruebas obtuve en él de cariño y simpatía, pues allí ni un solo día el público mexicano, conmigo ha sido tirano pues que siempre me aplaudía.” “Los toros del Tulipán del Canario y de la Noria, un buen testimonio dan de mi valentía notoria. Siempre he fundado mi gloria no en conquistar mis laureles ni brillantes oropeles, sino en dejar complacido a mi público querido, que asiste a los redondeles.” “La plaza del Huizachal fue testigo muchas veces, de mi modo sin igual para matar a las reses. No tuve jamás reveses en suerte tan arriesgada, que siempre ha sido mi espada, certera como ninguna, para matar sólo de una a la res más retobada.” “Muy pronto tendré el placer de verme entre mis hermanos, pues ya me quiero ver rodeado de mexicanos. Pronto, queridos paisanos, estaré ya entre vosotros, lazando yeguas y potros, y en mi jaca como rayo banderilleando a caballo como no lo han hecho otros.” “Pero mientras llega el día de verme entre mis patrios lares, sin que turben mi alegría, de la ausencia los pesares, recuerdos particulares hoy les mando a mis paisanos a quienes quiero como hermanos 188
y espero pronto volver, para tener el placer de hallarme entre mexicanos.”208 1889 CON LA ESPADA Y EL CAPOTE. Un diálogo entre “El Valedor” y “El Hijo del Ahuizote”. Valedor.Óyeme, ahuizote hermano, Desde que al mundo he venido No he jayado un atrevido Tan güeno como Ponciano, Si de que él mete la mano Al torito más valiente, Me lo pone derrepente Mansito como un cordero; Y de puro gusto quiero Ser torero aunque reviente. Ahuizote.Pos yo, manis, la verdá, Aunque ví al fiero Gaviño, Al chiclanero y al Niño, Y a otros güenos, claro está, Ninguno de esos será Comparable con Ponciano, Porque francamente, hermano, Cuando él se pone a torear, Ganas me dan de abrazar Al valiente mexicano. Valedor.¡Caracho” si de que veo Como le corta la vuelta, Y que lo agarra y lo suelta A su antojo y su deseo, Hay momentos en que creo Que es de los toros compadre; Eso es no tener ni madre Eduardo E. Heftye Etienne: Corridos taurinos mexicanos. Recopilación y textos de (…). México (…): Este documento lo encontré reproducido en las siguientes obras, de la segunda de las cuales tomé su texto: “Ponciano, el torero con bigotes”, Armando De Maria y Campos, en Vidas mexicanas, volumen 7, Ediciones Xóchitl, México, D.F., 1943, páginas 190 a 192. “El corrido popular en el Estado de México”, Mario Colín, Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, México, 1972, páginas 421 a 424. 208
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En el arte de torear, Y nunca aquí ha de llegar Quien de Ponciano sea padre. Ahuizote.El Mazzantini mentado Aquí siempre la pitó, Pues dicen que no sirvió De los toros el ganado; Pero aunque sea muy planchado, Yo a Ponciano creo mejor, Pues no le pide favor A nadie como torero, Y menos a un extranjero Aunque sea un Emperador. De “El Hijo del Ahuizote” Enero de 1889. 1889 PONCIANO DÍAZ El veintisiete de octubre 209 en espléndida corrida el público madrileño le dará su despedida. Salvador Sánchez “Frascuelo” que no hubo otro como él, abandona para siempre la gloria del redondel. Y para dar honra al diestro que tanto triunfo alcanzó, una gran función taurina en Madrid se organizó. Se formará la cuadrilla de diestros de los mejores, como peones figurando los primeros matadores. Lagartijo y Cara Ancha, el simpático Guerrita el Gallo y otros espadas de los de primera fila. 209
La fecha correcta es 17.
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Además otro suceso que ha de llamar la atención, hará que sea memorable esta espléndida función. En tan soberbia corrida de manos del diestro hispano, tomará la alternativa el simpático Ponciano. Y esa tarde probará que si como charro es bueno, como matador de toros no ha de haber quien lo haga menos. Pues ya granjearse ha sabido la simpatía general, por su valor, por su arrojo y destreza sin igual. Entre el arrogante grupo de picadores hispanos, se verán las dos figuras de los charros mexicanos. Así la fama que tiene por su valor conquistada, en el mundo del toreo quedó siempre afirmada. Que allí probará Ponciano como ha probado otras veces, lo certero de su mano y su arrojo ante las reses.210 1890 DE PONCIANO DÍAZ Alcanzó muy alta fama, fue de mucha valentía; en muchas plazas toreó con valor y gallardía. Su fama no desmintió, pues en las plazas de España manifestó que era bueno, y de paso buena espada. 210
Diario de el rumbo. Voz del estado de México del 13 de junio de 1976, p. 3.
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Desde su muy tierna edad se dedicó a ser torero, pues nacido y creado fue allá en la hacienda de Atenco. Su padre bien lo enseñó: fue charro a prueba cabal, y en lazo y en la cola no tuvo ningún rival. Banderilleaba a caballo a cualquier bicho rejego, y esto lo subía de fama y aquilataba su precio. Como torero moderno alcanzó bastantes glorias, y en las plazas que lidió dejó muy gratas memorias. Por la muerte de Gaviño, que fue excelente torero, su puesto ocupó Ponciano con bravura y con denuedo. Muy hábil diestro salió: nunca desmintió su fama, y en el arte de la lidia hizo muy grandes hazañas. Si antes de morir Gaviño hubiera visto a Ponciano, hubiera sido el primero en tratarlo como hermano. Se acabaron los toreros de aquella época pasada, en que había diestros muy buenos y de veras se lidiaba. Ponciano fue de esa plaza, siempre lidio con limpieza, no tenía miedo a los toros al empuñar la muleta. No hubo plaza en que no fuera de todo el mundo apreciado, luego que se presentaba gritaban: “¡Ahora, Ponciano!”
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Siempre con trajes lucidos salía, pues, al redondel, y los vivas a Ponciano era lo que había que ver. Aun el mismo Mazzantini su valor con él midió, y tuvo el gusto Ponciano de ser un buen toreador. En Jalisco, en Monterrey, en Coahuila, en Zacatecas, en Puebla y en muchas partes sus glorias están aún frescas. En Puebla tuvo la gloria de que el público entusiasta quitó las mulas al coche para llevarlo a la plaza. Bandas y coronas tuvo, como se dice, de a bola, porque siempre fue simpático y elogiado a toda hora. fue un hijo muy obediente, a su madre quiso mucho, y quizá la muerte de ella lo hizo bajar al sepulcro. Esa parca fiera y cruel del mundo se la ha llevado, pero nos deja recuerdos a todos los mexicanos. Ha concluido ya su Historia: y no existe aquel Ponciano, el arte también concluye y lloran los mexicanos. Mas en esa losa fría que deposita sus restos, nuestros recuerdos reciba rezándole un Padre Nuestro. Los toreros españoles también deben de sentirlo, pues los trató con aprecio y se mostró buen amigo. Adiós, querido Ponciano, nos dejas gratos recuerdos, y desde el punto en que estés 193
te enviaremos nuestro afecto. En fin, se acabó Ponciano, ya no volverá a torear: ha pasado ya a la historia: duerme para siempre en paz.211 1890 RECUERDOS A MÉXICO DE PONCIANO DÍAZ DESDE ESPAÑA PUBLICADO EN MÉXICO, POR ANTONIO VANEGAS ARROYO. Muy pronto tendré el placer de verme entre mis hermanos, pues que ya me quiero ver rodeado de mexicanos. Pronto queridos paisanos estaré ya entre vosotros lazando yeguas y potros. Y en mi jaca como rayo banderilleando a caballo como no le han hecho otros.212 1890 La vuelta del peregrino… La vuelta del peregrino. Últimos hechos Del Br. Ponciano Díaz Graduado in utroque En la Universidad Taurina de Madrid. “…er señó Ponciano “er que monta, parea y ejecuta “las suertes de lazo, “que es jasé, según dijo un sujeto, “mas que fizo el señó Carlo Mano.” Sentimientos. Bendita esa tierra de gloria inmortal, Que fue en otro tiempo del mundo señora, Do brillan como astros fulgentes agora 211 212
Mendoza: El corrido mexicano..., op. cit., p. 369-372. María y Campos: Ponciano el torero con..., op. cit., p. 64.
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Sagasta, Romero y el buen Pi Margall! Allá, de ese suelo se fue hasta el confín Un hombre notable del val mexicano. El diestro famoso, valiente Ponciano, Con Celso González y el gran Agustín.213 A todas las gentes les muestra el valor Que tienen los nietos del Cid y Pelayo, Y laza, colea y monta a cabayo, Que nadie en Anáhuac lo hiciera mejor. Después, desde España se va a Portugal Y contos de reises él gana a millares. Y luego se embarca, traspone los mares, Y torna a la tierra del verde nopal. Remendao.214 1890 “Sabrán ustedes que el diestro español Frascuelo, alias Salvador Sánchez, se acaba de cortar la coleta en Madrid, lo cual, traducido al lenguaje vulgar para los que no están iniciados en los profundos misterios del tecnicismo taurino, quiere decir que el diestro Frascuelo deja los redondeles y se retira a la vida privada. Muchas felicidades”. Y como aquí somos diestros… en el arte de imitar, algunos paisanos nuestros van sin duda a trabajar, para que el diestro Ponciano (sin saber si le conviene) se corte con diestra mano la coleta que no tiene.215 1891 213
Agustín Oropeza. El Universal, D.F., 28 de enero de 1890, p. 3. 215 El Diario del Hogar, D.F., del 15 de junio de 1890, p. 2. 214
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PONCIANO DÍAZ. De aquí para allá, brillando; De allá para acá luciendo; En todas partes triunfando, Por donde quiera viviendo. Los toros no le hacen daño, Ni las mujeres tampoco; Pero un despiadado engaño, Del racional hace un loco. Si a Ponciano le desdoran, Los taurófilos le lloran. Anónimo.216 1894 CUERNOS EN TOLUCA. Después del tremendo viaje Sólo hecho para ver toros, Y de llegar a Toluca Cargado de hambre y de polvo, Con toda calma y paciencia Me fui dirigiendo al coso Para presenciar la lidia Que causaba el alboroto. A la hora de reglamento Y ya prevenido todo, se le dio suelta al primero, De Ayala, con moño rojo. De estampa más que mediana, Y cuernos finos y cortos. De dos lanceros que fueron Acevedo y Guerra, el toro Se llevó siete lanzasos Infumables. ¡Qué demonio! ¡Como que no hay picadores Ni siquiera por asomos! Tomaron los palitroques Contentos y muy orondos Atenógenes y Carlos… Y aquí comienza lo gordo. Sobaquillo por arriba, Que silbarían en el Congo; Sobaquillo por abajo Infumable, horrible, indómito. En fin, que aquellos señores 216
LA PATRIA ILUSTRADA, D.F., del 2 de noviembre de 1891, p. 8.
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Lo hacen de un modo horroroso. ¡Con decir que ni el Trallero! ¡No señores, de esto hay poco! Se sigue después Ponciano… ¡Qué pases, San Homobono! ¡Qué salirse de la suerte Sin rubor y sin bochorno! ¡Qué manera de acercarse Por donde el toro no es toro! Por fin tras muchas fatigas Perdiendo el compás y el tono Dio tres medias estocadas ¡Ay que malas San Bartolo! El segundo fue barroso De Enyegé, divisa blanca, Con la cuerna muy mal puesta Y de una pésima estampa. Tomó tres buenos lanzasos Que le dio Mota a la mala, Y dos más que le dio el Diablo Que del diablo, muy malos. Salieron de compañeros El Ostión, que escuchó palmas Y el Orizabeño… ¡Pobre No puede ni con su estampa! Silverio tomó los trastos ¡Ampárame Virgen Santa! ¿Y eso es torear, señores? ¿A eso se le llama espada? ¿A degollar a las reses Como quien degüella cabras? Por fortuna al fariseo Le dieron su serenata. Muy justa, muy merecida Y muy retebien sonada. Siguió el tercero y lo mismo Que se acaba de decir. Lanzasos de los lanceros Dados en muy mala lid. Sobaquillos infumables Dignos del garrote vil, Herradero intolerable, Hasta no haber que pedir. Y lo mismo que al principio Todo se siguió hasta el fin. ¡Qué corrida, Dios eterno! Como siga ese bolón Ya puede irse la afición 197
Cuando menos al infierno. RESUMEN LOS TOROS: Insoportables, De malísimo trapío, Un jicote, el de más brío. ¡Qué toros tan infumables! La cosa no tiene igual, Y tan poquito cumplieron Que de seis que se ofrecieron Dos volvieron al corral. LOS BANDERILLEROS: Nada. Ya los buenos no recrean Y los que hay sobaquillean De manera descarada. LOS PICADORES: Son ceros En materia de picar Y se debieran llamar Con más acierto lanceros. LOS ESPADAS: Sin arrojo, Sin arte, sin hacer nada Al herir, cara volteada Sin el más leve sonrojo. ¿Y a eso llaman torear? ¿Y a eso le llaman saber? ¿Y así pretenden, Señor, Mucha plata que ganar? El día que el público sienta Ese engañito tan feo Les ha de dar tal meneo Que sin duda los revienta. La tarde lluviosa y fría, La Presidencia fatal Y… Veremos otro día. MEDIA LUNA217 1899 Se acabaron los toreros… Se acabaron los toreros de aquella época pasada, en que había diestros muy buenos y de veras se lidiaba. Ponciano fue de esa raza, siempre lidió con limpieza, 217
EL NOTICIOSO, D.F., del 17 de julio de 1894, p. 1 y 2.
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no tenía miedo a los toros al empuñar la muleta.218 1899 Su madre le quiso mucho… Su madre le quiso mucho; él también la quería. Y lo quitó de torear casi ya al concluir sus días. A poco ésta se murió y se entristeció Ponciano: abandonó la muleta y al sepulcro fue marchando. Mas todo toca a su fin y todo nomás es humo. Así le pasó a Ponciano. se apartó de aqueste mundo. 219 1899 Ha concluido ya su historia... Ha concluido ya su historia... ya no existe aquel Ponciano; el arte también concluye y lloran los mexicanos. Los toreros españoles también deben de sentirlo, pues los trató con aprecio y se mostró buen amigo.220 1899 Un buen entierro le han hecho… Un buen entierro le han hecho todos sus buenos hermanos, que lo vieron espirar y por eso lo han llorado. Con coronas fue cubierta la caja en que lo pusieron, que sus amigos le enviaron 218
Ibidem., p. 211. Ibid., p. 214. 220 Ib., p. 216. 219
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como muestras de su afecto. Al panteón fue conducido aquel torero querido, y allí pues se dispidió de sus más caros amigos. Mas en esta losa fría que deposita sus restos nuestros recuerdos reciba, rezándole un Padre Nuestro. Adiós, querido Ponciano, nos dejas gratos recuerdos y desde el punto en que estés te enviamos nuestro afecto.221 1899 En fin, se acabó Ponciano… En fin, se acabó Ponciano, ya no volverá a torear: Ha pasado ya a la historia. Duerme para siempre en paz. Sirva este corto relato de un cariñoso recuerdo, para que nunca te olviden, aunque lo vemos que ha muerto. 222 1899 De la tierra del “mangano”… De la tierra del “mangano” aquí le pudimos ver, cuando nos dio a conocer el toreo mexicano. Capa y muleta en su mano no sirvieron casi nada; manejó mejor la espada; y, pareando a caballo, valió tanto que me callo por no hallar frase apropiada.223 1899 221
Ib., p. 217. Ib., p. 218. 223 Núñez y Domínguez: Historia y tauromaquia..., op. cit., p. 203-204. 222
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¡Ay Ponciano, qué dolor! ¡Ay Ponciano, qué dolor! ya la parca te llevó; ya ni modo, ¡qué capaz de que vuelvas a torear! Murió Ponciano, es muy cierto, pero muy lleno de glorias, el quince del mes de abril será su eterna memoria. Murió, murió; ya es verdad, que la tierra le sea leve; sus amigos no se olviden que esto fue en noventa y nueve. Tengan siempre muy presente su recuerdo bien patente. Que ya tarde, ya temprano a otro mundo todos vamos. La vida sólo es prestada; la muerte es la realidad, Ponciano Díaz ya no existe; descansa en la eternidad. “Aprended, hombres, de mí” dice en su tumba Ponciano; ayer grande diestro fuí... ahora en el sepulcro me hallo. La biografía de Ponciano, preciso es la recordemos, pues nació en cincuenta y ocho en esa Hacienda de Atenco. Su padre don Guadalupe, que era muy buen caporal, desde niño lo enseñó a ser charro muy cabal. Ponciano le obedeció abrazando esa carrera, logrando con su constancia 201
ser un diestro de primera. Regular educación recibió en su tierna edad, aprendió a leer y escribir con alguna propiedad. Cuando tuvo catorce años ya era un charro de primera, daba cola y manganeaba con valor a toda prueba. Siguió, siguió esa carrera dedicándose a la lidia hasta ser diestro completo formando así su cuadrilla. Lino Zamora trató de llevárselo a su lado; pero el matador Hernández se anticipó a contratarlo. Ya siendo torero bueno se presentó en Tlalnepantla, y tuvo muchos aplausos, en esta mentada plaza. Logró, pues, el ser torero y tomó la alternativa que Mazzantini (?) le dio en medio de muchos vivas. Tuvo su época brillante, el público lo aplaudía, palmas y galas le daban con la más grande alegría. Bandas, coronas y flores le enviaban al redondel, y estas pruebas de cariño, sabía bien corresponder Todo el interior anduvo demostrando su valor, lidió toros de los buenos, que jamás se desmintió. Mas todo toca a su fin, y todo nomás es humo, así le pasó a Ponciano, se partió de aqueste mundo. 202
Su madre lo quiso mucho, pero el también la quería, y lo quitó de torear casi al concluir sus días. A poco ésta se murió, y se entristeció Ponciano, abandonó la muleta y al sepulcro fue marchando. Ya no volvió a ser torero su vida se concluyó, y en su casa, en Bucareli, cristianamente murió... Un buen entierro le han hecho, todos sus buenos hermanos, que lo vieron expirar y por eso lo han llorado. Con coronas fue cubierta la caja en que lo pusieron, que sus amigos le enviaron como muestra de su afecto. Al panteón fue conducido aquel torero querido, y ahí, pues, se despidió de sus más caros amigos. Otra versión de esta cuarteta es la siguiente: Al panteón fue llevado aquel Ponciano querido, y al llegar, "se despidió" de sus queridos amigos. Sirva este corto relato, de un cariñoso recuerdo, para que nunca se olvide aunque lo vemos que ha muerto... 224 1899 CANCIÓN MEJICANA Adiós, querido Ponciano, nos dejas gratos recuerdos, 224
María y Campos: Ponciano el torero con..., op. cit., p. 188-192.
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y desde el punto en que estés te enviamos nuestro afecto. En fin, se acabó Ponciano, ya no volverá a torear, ha pasado ya a la historia, duerme para siempre en paz.225 1899 Cuando Ponciano murió… Cuando Ponciano murió México se echó a llorar, porque la fiesta se quedó sin su mejor capitán. Ponciano, vuelve otra vez, y Ponciano no volvió, por eso siempre le llora “con angustia”, la afición.226 1899 Ponciano fue un gran torero… Ponciano fue un gran torero abrazando esa carrera, logrando con “su constancia” ser un diestro de primera. Al panteón fue llevado aquel Ponciano querido, y al llegar, “se disidió” En esa hacienda de Atenco un día nació Ponciano, y se murió en Bucareli el torero mexicano.227 1899 ESTA ES LA SEGUNDA PARTE DE LOS VERSOS A PONCIANO Y UN RECUERDO DE SUS HECHOS A ESTE DIESTRO MEXICANO. ¡Ay Ponciano qué dolor 225
Cancionero popular taurino. Antología. Recopilación de Manuel Martínez Remis. Madrid, Taurus Ediciones, S.A., 1963. (Ser y tiempo, 21). p. 132. 226 Op. cit., p. 143. 227 Ibidem., p. 138.
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ya la parca te llevó. Ya ni modo, ¡Que capaz! De que vuelvas a torear. Murió Ponciano, es muy cierto, pero muy lleno de glorias, el quince del mes de Abril será de eterna memoria. Murió, murió; ya es verdad, que la tierra le sea leve; sus amigos no se olviden que esto fue en noventa y nueve. Tengan siempre muy presente su recuerdo bien presente. Que ya tarde, ya temprano a otro mundo todos vamos. La vida sólo es prestada; la muerte es la realidad, Ponciano Díaz ya no existe; descansa en la eternidad. “Aprended, hombres, de mí,” dice en la tumba Ponciano; ayer grande diestro fuí..... ahora en el sepulcro me hallo. La biografía de Ponciano preciso es la recordemos, pues nació en cincuenta y ocho en esa Hacienda de Atenco. Su padre Don Guadalupe que era muy buen caporal desde niño lo enseñó a ser charro muy cabal. Ponciano lo obedeció abrazando esa carrera, logrando con su constancia 205
ser un diestro de primera. Regular su educación que recibió en tierna edad, aprendió á leer y á escribir con alguna propiedad. Cuando tuvo catorce años ya era un charro de primera, daba cola y manganeaba con valor á toda prueba. Siguió, siguió esa carrera dedicándose á la lidia hasta ser diestro completo, formando así su cuadrilla. Lino Zamora trató de llevárselo á su lado; pero el matador Hernández se anticipó a contratarlo Ya siendo un torero bueno se presentó en Tlalnepantla, y tuvo muchos aplausos en esa mentada plaza. Logró pues, el ser torero y tomó la alternativa que Mazzantini le dio en medio de muchos vivas. Tuvo su época brillante el público lo aplaudía palmas y galas le daban con la más grande alegría. Bandas, coronas y flores le enviaban al redondel, y á estas pruebas de cariño les sabía corresponder. Todo el interior anduvo demostrando su valor, lidió toros de los buenos que jamás no desmintió. Mas todo toca á su fin y todo no más es humo, así le pasó a Ponciano se apartó de aqueste mundo. 206
Su madre lo quiso mucho; él también bien la quería, ý lo quitó de torear casi ya al concluir sus días. A poco ésta se murió, y se entristeció Ponciano; abandonó la muleta y al sepulcro fue marchando. Ya no volvió á ser torero, su vida se concluyó. Y en su casa “Bucareli” el espíritu exhaló. Un buen entierro le han hecho todos sus buenos hermanos, que lo vieron espirar y por eso lo han llorado. Con coronas fue cubierta la caja en que lo pusieron, que sus amigos le enviaron como muestras de su afecto. Al panteón fue conducido aquel torero querido, y allí pues se despidió de sus más caros amigos. Sirva este corto relato de un cariñoso recuerdo, para que nunca se olviden aunque lo vemos que ha muerto. 228 1899 Corrido de Ponciano Díaz. (Fúnebres recuerdos de Ponciano, el distinguido torero mexicano) Ya murió Ponciano Díaz el magnífico torero; la parca se lo llevó muy justo es que le lloremos Alcanzó muy alta fama, fue de mucha valentía; en muchas plazas toreó 228
Colección Julio Téllez García.
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con valor y gallardía. Su fama no desmintió, pues en las plazas de España allí se vio que era bueno, y de paso buena espada. Desde su muy tierna edad se dedicó a ser torero, pues nacido y criado fue allá en la hacienda de Atenco. Su padre allí lo enseñó; fue charro a prueba cabal, y en el lazo y en la cola no tuvo ningún rival. Banderilleaba a caballo a cualquier bicho rejego, y esto lo subía de fama y mirarlo con aprecio. Como torero moderno alcanzó bastantes glorias, y en las plazas que lidió dejó muy gratas memorias. Por la muerte de Gaviño, que fue excelente torero, su puesto ocupó Ponciano con bravura y con denuedo. Muy hábil diestro salió; nunca desmintió su fama, y en el arte de la lidia hizo muy grandes hazañas. Si antes de morir Gaviño hubiera visto a Ponciano, hubiera sido el primero en tratarlo como hermano. Se acabaron los toreros de aquella época pasada, en que había diestros muy buenos y deveras se lidiaba. Ponciano fue de esa raza, siempre lidió con limpieza, no tenía miedo a los toros al empuñar la muleta. 208
No hubo plaza en que no fuera de todo el mundo apreciado, luego que se presentaba gritaban: ¡ahora, Ponciano! Siempre con trajes lucidos salía, pues, al redondel, y los vivas a Ponciano era lo que había que ver. Aún el mismo Mazzantini su valor con él midió, y tuvo el gusto Ponciano de ser un buen toreador. En Jalisco, en Monterrey, en Coahuila, en Zacatecas, en Puebla y en muchas partes sus glorias están aún frescas. En Puebla tuvo la gloria de que el público entusiasta quitó las mulas del coche para llevarlo a la plaza. Bandas y coronas tuvo, como se dice, de a bola, porque siempre fue simpático y elogiado a toda hora. Fue un hijo muy obediente, a su madre quiso mucho, y quizá la muerte de ella lo hizo bajar al sepulcro. Esa parca fiera y cruel del mundo se lo ha llevado, pero nos deja recuerdos a todos los mexicanos. Ha concluido ya su historia; ya no existe aquel Ponciano, el arte también concluye llorando los mexicanos. Mas en esa losa fría que deposita sus restos, nuestro recuerdo reciba, rezándole un Padre Nuestro.
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Los toreros españoles también deben de sentirlo, pues los trató con aprecio y se mostró buen amigo. Adiós, querido Ponciano, nos dejas gratos recuerdos, y hasta el punto en el que estés te enviaremos nuestro afecto. En fin, se acabó Ponciano, ya no volverá a torear; ha pasado ya a la historia; duerme para siempre en paz.229 Eduardo E. Heftye Etienne: Corridos taurinos mexicanos. Recopilación y textos de (…). México (…). Dice el autor que este corrido se puede localizar en las siguientes obras, presentando algunas cuantas variantes en su texto: “Canciones, cantares y corridos mexicanos”, Higinio Vázquez Santa Ana, Ediciones León Sánchez, México, .D.F., 1926, páginas 202 a 206. “El folklore literario de México. Investigación acerca de la producción literaria popular (1525-1925)”, Rubén M. Campos, Publicaciones de la Secretaría de Educación Pública, Talleres Gráficos de la Nación, México, D.F., 1929, páginas 254 a 257. “Fiestas y costumbres mexicanas”, Higinio Vázquez Sana Ana, tomo I, Ediciones Botas, S.A., México, D.F., 1940, página 13. En esta obra se reproducen únicamente las tres primeras estrofas del corrido. “Ponciano, el torero con bigotes”, Armando De Maria y Campos, en Vidas mexicanas, volumen 7, Ediciones Xóchitl, México, D.F., 1943, páginas 211 a 218. En esta obra se reproducen de manera aislada algunas de las estrofas o coplas del corrido, acompañando el texto del autor. “Ponciano Díaz (silueta de un torero de ayer)”, Manuel Horta, Imprenta Aldina, Robredo & Rossell, S. de R.L., México, D.F., 1943, páginas 47 a 51. “El corrido mexicano”, Vicente T. Mendoza, Fondo de Cultura Económica, colección letras mexicanas, volumen 15, primera edición, México, D.F., 1954, páginas 369 a 372 (letra y música). “Cancionero popular taurino (antología)”, Manuel Martínez Remis, compilador, Colección Ser y Tiempo, Temas de España, volumen 21, Taurus Ediciones, S.A., Madrid, 1963, página 132. En esta obra se reproducen únicamente los dos últimos versos o coplas del corrido. “Lírica narrativa de México. El corrido”, Vicente T. Mendoza, Estudios de Folklore, Volumen 2, Instituto de Investigaciones Estéticas, Universidad Nacional Autónoma de México, primera edición, México, D.F., 1964, páginas 340 a 341 (letra y música). “Cancionero taurino (popular y profesional)”, Bonifacio Gil García, Librería para Bibliófilos, Madrid, España, 1964-1965, tomo III, páginas 159 a 161. “El corrido popular en el Estado de México”, Mario Colín, Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, México, 1972, p. 438 a 442. “Historia moderna de México. El porfiriato. La vida social”, Editorial Hermes, tercera edición, México, D.F., 1973, Páginas 747 a 749. “El corrido popular mexicano. Su historia, sus temas, sus intérpretes”, Álvaro Custodio, colección Los Juglares, Ediciones Jucar, S.A., primera edición, Madrid, octubre de 1976, páginas 177 a 178. “La charrería: tradición mexicana”, Octavio Chávez, Casa Pedro Domecq, S.A., segunda edición, México, D.F., 1993, página 108. En esta obra únicamente se reproducen dos estrofas, con algunas pequeñas diferencias de redacción, a partir de la frase “Su padre allí lo enseñó…”, que hacen referencia al aspecto charro de Ponciano Díaz. “Corridos mexicanos”, Gilberto Vélez, Editores Mexicanos Unidos, S.A., quinta edición, México, D.F., febrero de 1999, páginas 239 a 240. “Cien corridos, alma de la canción mexicana”, Mario Arturo Ramos, Editorial Océano de México, S.A. de C.V., primera edición, México, D.F., 2002, página 150. 229
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Ca. 1900 CALAVERA PONCIANESCA Con un gozo y placer el más profundo, hoy vengo a visitar el nuevo mundo. Aquí está ya la valiente calavera poncianesca, que hoy a la torera gente del pasado y del presente viene a pasarles revista. Y aunque haya alguno que morir no quiera, todos se irán con esta calavera. Del simpático Ponciano partidaria decidida, ha de asentarle la mano a los diestros de verano de frase reconocida. Ni uno solo escapará de ir a hacer compañía, porque mi cuadrilla va aumentando cada día. Yo soy el primer espada que dará al género humano, una soberbia estocada como las que da Ponciano. No valen amigüedades ni respeto a los maestros, porque de todas edades me he de llevar a los diestros. A los diestros de retablo que quieren mandar cuadrillas, les pondré unas banderillas en el caballo del diablo. Y todos sin distinción Este corrido es interpretado por Oscar Chávez en el disco compacto número I, canción número 9, de la “Encerrona con Oscar Chávez. Canciones Taurinas”¸ de Discos Pentagrama, S.A., México, D.F, 1991.
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cuando vean la de deveras, irán a dar al panteón a volverse caballeros. Guerrita y el Espartero, Mazzantini y Lagartijo, Frascuelo y el Marinero todos tienen tiempo fijo. Todos éstos conocieron al renombrado Ponciano y el mérito comprendieron del valioso mexicano. Y cuando ellos no quisieron morirse de buena gana, esta diestra calavera les echará una mangana. Y a todos hago cabal aunque me miren catrina pues lo mismo echo un buen pial que una buena crinolina. El mismo diestro Ponciano fue mi maestro en manganeo, lo mismo que ha sido maestro de otros muchos en toreo. En el panteón de Dolores tendrá la satisfacción, de ver a los picadores de los diestros en unión. Allí esperaré también a todos los monosabios, que ya también de toreros tienen algunos resabios. Y allí en confuso tropel los diestros de más renombre, verán de Ponciano el nombre brillando en el redondel. Y así desde ahora les digo y se los digo de veras, que todos vendrán a ser solamente calaveras. No les valdrá ser tan buenos como es el Regaterín, 212
porque van a tener toditos el mismo fin. Se acabaron los recortes, las verónicas y largas, y las picas con zopapo que ponía el viejito Vargas. Hermosilla y Espartero Zocato y el Ecijano verán que fue su maestro el simpático Ponciano. En fin, todos los toreros habidos y por haber, claveras muy peladas tendrán que llegar a ser.230 1925
En 1925 Armando de María y Campos publicaba en El Demócrata una semblanza sobre Ponciano Díaz, y de ella desprendo los siguientes versos que, por alguna razón especial no fueron publicados en las obras que escribió el autor alusivas no sólo al personaje sino a la época de finales del siglo XIX. Por tu carácter sencillo… Por tu carácter sencillo, Franco, sin ostentación, Conquistas admiración, Y fama y renombre y brillo. No serás un PEPE HILLO, LAGARTIJO ni FRASCUELO, Ni portarás el capelo De “taurómaco doctor”; Pero eres, por tu valor, Un taurómaco modelo.
Un poeta anónimo le decía al torero de Atenco: Porque no eres Sevillano, No te preocupes Ponciano, Que ni valor ni osadía Anhela de Andalucía Nuestro pueblo mexicano.
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Armando de María y Campos (reed.): Ponciano, el torero con bigotes. (Edición Facsimilar de la de 1943), a cargo de Dionisio Victoria Moreno. Toluca, Estado de México, Gobierno del Estado de México, Fonapas, Libros de México, 1979. XVIII-218 p. Facs. (Serie Juana de Asbaje. Colección Letras)., p. XVI-XVIII.
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¿No es verdad que el poeta popular, es decir, el pueblo, hace la semblanza más perfecta que pueda desearse del famoso lidiador? El lidiador sólo fía En su pericia privada; Y cuando da una estocada, Buena o mala, la revela… ¿No tiene Ponciano escuela? Pues menos fama usurpada.
Entre líneas de la poesía que flota, y que una tarde le arrojaron a Ponciano al ruedo, mientras toreaba, se adivina la silueta del formidable matador de Elgóibar. Pero el pudor con que entonces se hacían las campañas taurinas nada dice en las coplas que pueda lastimarlo directamente. Algunos explotadores Pretendiéndote humillar, Han traído de Ultramar Crema del arte taurino, Sin pensar que es tu destino Sólo triunfos alcanzar.
¿Queréis mayor sinceridad e ingenuidad en tan pocas palabras? Pues ahora oid, finalmente, este retrato de Ponciano, trazado en cuatro renglones. Eres valiente, Ponciano, Por más que ruja la envidia, Genio audaz para la lidia Y modesto mexicano.231
1957 LOA HUMORÍSTICA. ¿Me pedía versos nacionales? Íd a Silveti, el matador de toros bravos y puntales; es él, por méritos cabales el amo de nuestro folklore. Con más arrojo que ninguno, de cualquier juego retozón 232 lleva en la bolsa el número uno. es su greñal de Atila233 el huno,234
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EL DEMÓCRATA, D.F., del 23 de agosto de 1925, p. 41 y 42. Brincar alegremente los animales. 233 Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua en su versión digital: (http://buscon.rae.es/draeI/) (DRAE, por sus siglas y de aquí en adelante): Atila, hombre bárbaro e inhumano. 232
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pero de aquí su corazón. Nadando en plata como un chek, le habla de tú al prócer cognac que visita en Chapultepec; y luego, al tranco, sigue recto235 y oblicuo hasta Mixcoac. Él es el propio tesorero de su capricho y su boato, que al fin este crudo torero vio cómo saltaba el dinero de las peñas de Guanajuato. 236 Alegre va por montes y plan sin ser mayormente un tahúr, después que bulle su alazán, 237 con un compadre echa un conquián 238 y con tecolote,239 un albur.240 Atila (n. 406 - m. 453) fue el último y más poderoso caudillo de los hunos, tribu procedente probablemente de Asia, aunque sus orígenes exactos son desconocidos. Atila gobernó el mayor imperio europeo de su tiempo, desde el 434 hasta su muerte en 453. Conocido en Occidente como «El azote de Dios». Sus posesiones se extendían desde la Europa Central hasta el Mar Negro, y desde el río Danubio hasta el mar Báltico. Durante su reinado fue uno de los más acérrimos enemigos del Imperio Romano, que en esta etapa final del mismo estaba dividido en dos: El Imperio Oriental con capital en Constantinopla, hoy Estambul, y el Imperio Occidental, con capital en Roma y más tarde en Rávena. Invadió dos veces los Balcanes, estuvo a punto de tomar la ciudad de Roma y llegó a sitiar Constantinopla. Marchó a través de Francia hasta llegar incluso a Orleans, hasta que el general romano Aecio le obligó a retroceder en la batalla de los Campos Cataláunicos en el 451 (Châlons-enChampagne). Logró hacer huir al emperador de Occidente Valentiniano III de su capital, Rávena, en el 452. El imperio de los hunos murió con Atila. Los hunos fueron un pueblo nómada de cazadores y ganaderos. No solían usar la agricultura ni la industria en su organización social, y la escritura era rara vez usada para documentar su historia, por lo que desaparecieron sin dejar ninguna herencia destacada. Lo poco que se sabe de ellos se lo debemos en gran parte a sus mayores enemigos, los romanos. A pesar de todo, Atila se convirtió en una figura legendaria de la historia de Europa, y en gran parte de la Europa Occidental se le recuerda como el paradigma de la crueldad, la destrucción y la rapiña. Algunos historiadores, en cambio, lo han retratado como un rey grande y noble, y tres sagas escandinavas lo incluyen entre sus personajes principales. 234 DRAE: huno, na. (Del lat. Hunnus). 1. adj. Se dice de un pueblo mongoloide, de lengua altaica, que ocupó en el siglo V el territorio que se extiende desde el Volga hasta el Danubio. 2. adj. Se dice de los individuos que componían este pueblo. U. t. c. s. y m. en pl. 3. adj. Perteneciente o relativo a los hunos. 235 Rafael López tuvo que hacer un esfuerzo fuera de lo común, al separar el adjetivo recto en dos partes, sobre todo la primea, con la que buscó rimar Chapultepec con rec, parte primera de la ruptura antes mencionada. 236 Sobre todo cuando se trata de rememorar la influencia de ciertas minas de metales preciosos que abundaron y siguen presentes en aquel espacio geográfico de México. 237 DRAE: alazán, na o alazano, na. (Del ár. hisp. *alaṣháb, y este del ár. clás. aṣhab). 1. adj. Dicho de un color: Más o menos rojo, o muy parecido al de la canela. Hay variedades de este color, como alazán pálido o lavado, claro, dorado o anaranjado, vinoso, tostado, etc. U. t. c. s. 2. adj. Dicho especialmente de un caballo o de una yegua: Que tiene el pelo alazán. U. t. c. s. 238 Juego de cartas formada por 40 piezas.
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Corvo el acero que chispea en pata de búlique241 y giro y que él amarra en la pelea; corvo el mechón que culebrea bajo la tarde de zafiro. Mechón de sauce babilónico,242 lacio, cincunflejo243 y plural, de cuyo espesor absalónico 244 puede sacarse algún lacónico corderillo, aunque no pascual. Él mismo la guitarra suena, si está de parranda y de chunga, mientras una suave morena pone un antifaz a su pena con la canción de la Sandunga. 245 239
Quizá se refiera a la referencia coloquial que corresponde a describir a un policía. DRAE: m. Méx. y R. Dom. Juego de palabras de doble sentido. 241 El gallo de oro: Silencio Señores / éntrele a la pelea. / El Bulique de Lorenzo Benavides / contra el gallo de oro de San Pedro de la Pasión, hagan sus apuestas. Aquí ésta mi gallo de oro / retador de los valientes. / Al pelear en los palenques / es que tiene que ganar. Yo te juego donde quiera / porque se que no te rajas. / Cuando miran tus navajas / les da por cacaraquear. Es Lorenzo Benavides / para mi el mejor gallero. / Mi cariño por entero / le entregue sin condición. Y al pelear el Gallo de Oro / lo olvido la caponera. / Que se muere donde quiera / a los pies de un espolón. Aquí está mi Gallo de Oro / dispuesto a rifar su suerte. / Al Bulique por valiente / le quite lo pampárron. (N. del A. ¿No será “fanrarrón”?). Aquí ésta mi Gallo de Oro / que ya le a ganado al Giro. / Con quien lo pongan al tiro / rifará su corazón. 242 Se refiere al típico “sauce llorón”, perteneciente a la familia: Salicaceae, cuyos sinónimos son: Salix pendula Moench . El nombre común con el que se le conoce es: Sauce llorón. Lugar de origen: Este de Asia. En cuanto a la etimología: Salix, del latín, mimbre o sauce. Babylonica, alude a Babilonia, en Mesopotamia, zona de donde se le creía nativo. 243 Sic. Debe decir, probablemente: circunflejo, y que se refiere, según el DRAE al acento circunflejo. m. El que se compone de uno agudo y otro grave unidos por arriba (^). En nuestra lengua no tiene ya uso alguno. 244 EL ESPIRITU DE ABSALON. Absalón era uno de los hijos del rey David, y significa "padre de paz", pero él no piensa en paz, sino en promover disturbios, ya que intentó apoderarse ilegítimamente del trono de Israel. La espada profetizada por Natán contra la casa de David había actuado entre sus hijos (Absalón asesinó a su hermano Amnón), ahora iba a volverse contra su persona. Si hubiese hecho justicia contra este asesino, habría eliminado al traidor. 245 En 1853, la composición denominada “La Sandunga”, fue llevada por Máximo Ortiz desde Oaxaca a Tehuantepec; pronto se le adaptaron unos versos en zapoteco, con lo que inmediatamente se le considero una canción istmeña. “La Sandunga” desata por igual nostalgias y localismos encendidos; en la actualidad es ejecutada por bandas y orquestas istmeñas, consta de una introducción en la que abunda la improvisación instrumental, con ornamentación y solo de clarinete que se desarrolla libremente; “La Sandunga” ha sido crucial en el desarrollo musical de la región istmeña, gran cantidad de los sones que se tocan actualmente en Tehuantepec, incluyendo la melancólica “llorona”. 240
LA SANDUNGA ¡Ay! sandunga Sandunga, tu amor yo quiero
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Seguro que en su cantimplora, llena de broncas alegrías con alguna que otra dolora, se emborrachó Lino Zamora y dio un trago Ponciano Díaz. Mas no porque un triple trapazo para atizar ollas emplee, Juan sin Miedo, el del fiero brazo antípoda246 del bajonazo, busca la altura en el volapié. Sino por las guardarropías,247 Si no me lo das, sandunga Sandunga, de amor me muero ¡Ay! sandunga Sandunga, no seas tan cruel Y no me niegues, sandunga Tu boca que sabe a miel Me paso la noche en vela Soñando que soy tu dueño Y luego por la mañana Comprendo que ha sido un sueño ¡Ay! sandunga Sandunga, tu amor yo quiero Si no me lo das, sandunga Sandunga, de amor me muero ¡Ay! sandunga Sandunga, no seas tan cruel Y no me niegues, sandunga Tu boca que sabe a miel La noche que nos besamos A orillas de la laguna Celosa por vernos juntos No quiso salir la luna ¡Ay! sandunga Sandunga, tu amor yo quiero Si no me lo das, sandunga Sandunga, de amor me muero ¡Ay! sandunga Sandunga, no seas tan cruel Y no me niegues, sandunga Tu boca que sabe a miel. 246 DRAE: Antípoda. (Del lat. antipŏdes, y este del gr. ἀντίποδες, antípodas). 1. adj. Geogr. Se dice de cualquier habitante del globo terrestre con respecto a otro que more en lugar diametralmente opuesto. U. m. c. s., especialmente en m. pl. 2. adj. coloq. Que se contrapone totalmente a alguien o algo. U. m. c. s., especialmente en m. pl. en los, o las, ~s. 1. locs. advs. En lugar o posición radicalmente opuesta o contraria. 247 DRAE: 1. f. Conjunto de vestidos y objetos complementarios que utilizan los actores y actrices en una representación. 2. f. Lugar o habitación en que se custodian estos vestidos y objetos.
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rico muestrario nacional, cuyas bizarras platerías tiemblan en las ondas bravías de la crinolina248 y el pial.249 De rodillas un cambio atrapa que hace perdonar su desgarbo, y evoca, postrado y con capa, un monje austero de la Trapa 250 meditando el Oficio Parvo.251 Y en tanto que por la muleta corre la muerte y se resbala, la mecha, indómita e inquieta, se abre y se cierra como un ala bajo la tarde de violeta. Y en tanto que por la muleta de ~. 1. loc. adj. Dicho de una cosa: Que aparenta ostentosamente lo que no es. 248 Leovigildo Islas Escárcega: VOCABULARIO CAMPESINO NACIONAL. OBJECIONES AL VOCABULARIO AGRÍCOLA NACIONAL PUBLICADO POR EL INSTITUTO MEXICANO DE INVESTIGACIONES LINGÜÍSTICAS EN 1935. México, Editorial Beatriz de Silva, 1945. 287 p., p. 163. Crinolina: Armazón circular que se usaba para dar vuelo al zagalejo o castor de la china poblana y a otras faldas. En la suerte de lazar, es el nombre de un lazo floreado que se tira de manera que describa una o varias vueltas alrededor del lazador, de derecha a izquierda. Se emplea para cabezal, para pial y para mangana. 249 Op. Cit., p. 239. Pialar o apialar. Lazar de las patas a las bestias. 250 El Monasterio de San Isidro de Dueñas, conocido popularmente como La Trapa, está ubicado a cinco kilómetros de la localidad, fue durante la Edad Media uno de los cenobios más importantes y prósperos de toda la península. Fray Damián Yáñez asegura que el Monasterio de San Isidoro, actualmente San Isidro, es anterior a la invasión de los árabes, seguramente del siglo VII. A finales del siglo IX es restaurado por el Rey Alfonso III, El Magno, su fundador, ya que reconstruyó las edificaciones y liberó al monasterio y a la comarca de las razzias musulmanas. Los sucesores de Alfonso III, Fernando I, García, Ordoño II, Fuela II y Ramiro II, así como la influencia y privilegio de los nobles y ricos señores de la época, lograron un próspero convento con influencia de Asturias, León, Valladolid y Segovia. Fruto de esta influencia es la propiedad que los monjes de San Isidro tuvieron sobre la Iglesia Visigótica de San Juan de Baños, el monasterio de San Andrés de San Martín de Valvení, la iglesia de San Miguel de Baltanás, entre otras. Desde el siglo XI al XV, San Isidro estuvo bajo la tutela de la orden de Cluny y apoyado por los monarcas castellanos para contrarrestar la influencia mozárabe de la poderosa Toledo. En 1478, el Monasterio de San Isidro, se vincula a la orden de San Benito el Real de Valladolid, e inicia un nuevo período de esplendor que se verá frenado por la invasión francesa y por las leyes desamortizadoras de Mendizábal. En la Guerra de la Independencia fue cuartel general de las tropas francesas durante toda la contienda. Los actuales monjes son Cistercienses de La Trapa, de origen francés, asentados en el Monasterio desde 1891. Las características arquitectónicas del actual monasterio, no son uniformes y responden a los aconteceres históricos sufridos. Desde una parte románica como la entrada y estructura de la iglesia, no así su interior, hasta un aspecto herreriano y moderno de la fachada principal del convento, dando al conjunto un aspecto que si bien no asombra por su interés artístico, es un lugar de remanso para el espíritu. 251 DRAE: parvo, oficio parvo: 1. m. El que la Iglesia ha establecido en honra y alabanza de Nuestra Señora, semejante al cotidiano de los eclesiásticos.
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corre la muerte y se resbala, la mecha, indómita e inquieta, se abre y se cierra como un ala bajo la tarde de violeta. En la suprema suerte, abona la flor bermeja del delirio: don Juan parece que estocona con la formidable matona 252 que hizo célebre a don Porfirio. Mata a los toros en caliente 253 también él; estupefaciente el valor racial ratifica; les clava en el testuz un diente, los muerte y luego los mastica. No van proezas de esa talla en nuestros históricos cuentos. Juan se ríe de la medalla que conmemora la batalla de Treinta contra Cuatrocientos. 254 No sólo orejas de bureles, cortara la otra oreja a Malco, si no fueran tan buenos fieles quienes presiden en el palco de almogábares255 y gomeles.256 252
Fue en las páginas de El Hijo del Ahuizote donde se caricaturizó al régimen, a la dictadura de Porfirio Díaz en términos muy duros. Allí estaba, según la pluma de varios de sus caricaturistas Porfirio Díaz, Don Perpetuo, como arquetipo del dictador-cacique aferrado a la silla. Infaltable en esas primeras imágenes y estampas fue su espada que quedó bautizada como La Matona. 253 Que no es sino la frase con la que se entiende la aplicación de una política de exterminio. En 1879 se fraguaba un complot en Veracruz, el cual fue sofocado por el gobernador por órdenes de Porfirio Díaz, quien ordenó el fusilamiento inmediato de los sospechados. A esta política de exterminio de la resistencia se le llamó "Mátalos en Caliente", por la cita textual de las instrucciones telegráficas que envió al gobernador. De esta manera también cayó asesinado el general Trinidad García de la Cadena, quien pretendía postularse para el período de 1888-1892, y como él, un sin número de pretendientes al poder cayeron por todo el país. Incluso cuando la oposición era representada por grupos, y no por individuos, era reprendida de la misma cruel forma. 254 Selva Daville Landero: Querétaro: sociedad, economía, política y cultura. México, UNAM, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, 2000. 234 p., p. 20. En 1820, Agustín de Iturbide proclama el Plan de Iguala, en el que se declara la independencia; se afirma como religión del estado la católica; se establece el respecto de los fueros eclesiásticos; y como forma de gobierno se instituye la monarquía. Con esta proclama se logró unificar a la oligarquía al aceptar respetar el statu quo colonial. En esta alianza también son incluidas las fuerzas independentistas, representadas por Vicente Guerrero, quien suscribe el Plan de Iguala. Los últimos bastiones realistas que quedaban eran Querétaro y San Juan del Río, los cuales fueron sometidos en la batalla “treinta contra cuatrocientos”; los cuatrocientos realistas que defendían la plaza fueron vencidos por treinta iturbidistas. El triunfo de Iturbide fue reconocido formalmente el 28 de junio de 1821. El Comandante de Querétaro, Domingo Luaces, fue sustituido por Juan J. García Enríquez con el cargo de jefe político. 255 DRAE: almogávar.
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Y airón257 de la taurina fiesta y de gloria velludo alarde, la greña, apenas descompuesta, ilustra con bárbara gesta los escarlatas de la tarde. Juan merece para recuerdo de su memoria en el futuro (ven, consonante, que me pierdo) que lo musique Miguel Lerdo 258 y que lo cincele Panduro.259 Charro fiel de todo herradero y en ferias franco brillador, Juan Silveti, heroico torero, rayando su penco lucero lo sienta en el patrio folklore. Rafael López.260 1964 – 1965
La obra que Bonifacio Gil García legó a la literatura taurina, 261 es una notable labor de investigación donde quedan plasmadas diversas muestras de expresión que no sólo es
(Del ár. hisp. almuḡáwir, y este del ár. clás. muḡāwir). 1. m. En la milicia antigua, soldado de una tropa escogida y muy diestra en la guerra, que se empleaba en hacer entradas y correrías en las tierras de los enemigos. 2. m. Hombre del campo que, formando tropa, entraba a correr tierra de enemigos. 3. m. pl. Antiguas tropas de Cataluña y Aragón. 256 DRAE: gomer. (Del ár. hisp. ḡumári, y este del ár. ḡumārah, Gomara). 1. adj. Se dice del individuo de la tribu berberisca de Gomara. U. m. c. s. pl. 2. adj. Perteneciente o relativo a esta tribu. 257 DRAE: airón. (Del fr. ant. hairon, y este del germ. *hraigrōn; cf. a. al. ant. [h]eigaro, al. Reiher). 1. m. garza real. 2. m. Penacho de plumas que tienen en la cabeza algunas aves. 3. m. Adorno de plumas, o de algo que las imite, en cascos, sombreros, gorras, etc., o en el tocado de las mujeres. 258 Miguel Lerdo de Tejada, Director de la Orquesta típica de la Ciudad de México en el período de 1901 y hasta 1941, año en que murió a los 72 de su edad. 259 Pantaleón Panduro Martínez. (Siglo XIX). Escultor 260 Rafael López: Obra poética de (…). Prólogo y texto al cuidado de Alfonso Reyes. México, CONACULTA, Dirección General de Publicaciones, 1990. 177 p. (Lecturas mexicanas, tercera serie, 4), p. 3942. 261 Bonifacio Gil García: CANCIONERO TAURINO (Popular y profesional). Folklore poético-musical y costumbrista recogido de la tradición, con estudio, notas, mapas e ilustraciones. T. I. 848 documentos sobre toros y toreros de España, Portugal, Brasil, Filipinas y países hispanoamericanos. Por (…) (C. de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando). Madrid, Librería para Bibliófilos, Pl. de San Martín, 3, 1964. 214 p. + 83 de Ejemplificación musical.
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popular. También cultural, en el entendido de que se recogen manifestaciones consolidadas por años de cultivo entre diversas sociedades y ya recuperadas en antologías de esta dimensión, se convierten en un compendio de otros tantos conocimientos que reflejan el sentir de costumbres y tradiciones. En el volumen Nº 3 aparece una amplia muestra de ejemplos latinoamericanos, y corresponde un importante capítulo dedicado a México. De ese conjunto, y con la venia de don Bonifacio, es que tomaré algunos de los materiales que reunió pacientemente. V. 3, p. 150 Hora,262 Ponciano, mata ese toro… (San Pedro Piedra Gorda, Zacatecas) Siempre que sale Ponciano alrededor de la plaza, toda la gente le grita: “Hora, Ponciano afamado”. Estribillo: Hora, Ponciano, mata ese toro, mata ese toro, mátalo bien, mata ese toro, Ponciano.
Tomado de: VICENTE T. MENDOZA: Folklore de San Pedro Piedra Gorda, pág. 114. México, 1952.
--: CANCIONERO TAURINO (Popular y profesional). Folklore poético-musical y costumbrista recogido de la tradición, con estudio, notas, mapas e ilustraciones. T. II. 848 documentos sobre toros y toreros de España, Portugal, Brasil, Filipinas y países hispanoamericanos. Por (…) (C. de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando). Madrid, Librería para Bibliófilos, Pl. de San Martín, 3, 1964. 210 p. + 54 de Ejemplificación musical. --: CANCIONERO TAURINO (Popular y profesional). Folklore poético-musical y costumbrista recogido de la tradición, con estudio, notas, mapas e ilustraciones. T. III. 848 documentos sobre toros y toreros de España, Portugal, Brasil, Filipinas y países hispanoamericanos. Por (…) (C. de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando). Madrid, Librería para Bibliófilos, Pl. de San Martín, 3, 1965. 238 p. + 32 de Ejemplificación musical. + Pequeña semblanza biográfica de Bonifacio Gil García (s/n). 262 El uso del adverbio no se corresponde con la connotación más celebratoria o de exaltación que tiene por habla y expresión en el ambiente popular. En todo caso, ¡Ora Ponciano! Se convierte en una frase que magnifica ese sentido heroico que tuvo en su momento este célebre personaje de la tauromaquia decimonónica mexicana.
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CAPÍTULO VI ASÍ NOS CONTARON LA HISTORIA
A continuación y disponiendo de testimonios orales, vamos a contar las historias que nos relataron algunos familiares del torero Ponciano Díaz respetando el orden con que se fueron dando. Estas no se registran en los libros o se encuentran débilmente fundamentadas en los mismos. Fue en el poblado de San Sebastián, Méx., que colinda con la ganadería de Atenco y en el caso del rancho San Antonio Atizapán donde nos recibió en una primera reunión el Sr. José Antonio Velázquez Díaz sobrino bisnieto de Ponciano Díaz. Hijo de don Doroteo Velázquez Díaz, y nieto de la Sra. Dolores Díaz González y del Sr. Cándido Díaz, primo hermano este de Ponciano. Durante 6 horas platicamos junto con el Sr. José Velázquez los señores José Luis Carrillo Pérez, Emilio Gómez Gómez (ambos charros de la región), el Ing. Isaac Velázquez Morales, cronistas municipal de Santiago Tianguistenco, Méx., y este servidor. La primera impresión que recibimos al convivir con la familia es que esa práctica de combinar las suertes charras con las taurómacas sigue hasta nuestros días. Por lo menos don José y su padre lo practicaron. Seguramente la “reata” nace desde que José Guadalupe Albino Díaz “El Caudillo” padre de Ponciano ejercía esas labores cotidianas en Atenco. Pasó la herencia a manos de Ponciano, Antonio, Miguel, Mateo, José y Pascual sus hijos. Se dice que Miguel era mucho mejor charro que el mismo torero con bigotes y prestó sus servicios para administrar propiedades del condado de Santiago de Calimaya primero; más tarde de los señores Barbabosa, cosa que ocurriría de igual manera con Ponciano que llegó a ostentar el cargo de “caballerango” (1).
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Pues esa influencia pasa en línea directa a las nuevas generaciones y, tanto Doroteo Velázquez Díaz como José Velázquez Díaz mantienen viva y entre familia esa transmisión de un quehacer que parece eternizado, teniendo hoy en día en Doroteo Velázquez Iniestra a su más acabada muestra de tradición familiar. Así fue la plática con el Sr. José Velázquez Iniestra y respetamos todo lo dicho textualmente por él. La muerte de Ponciano Díaz fue a causa de su madre. Todo lo que ganaba se lo daba a ella con el fin de que se repartiera entre la mucha gente pobre que había. Alguna vez se enamoró de una prima hermana; pero fracasó ese amor. Inclusive fue a Roma con el deseo de recibir algún apoyo espiritual para casarse con aquella mujer. Como estuviera en su viaje donde fue a recibir la alternativa a España, la reina de España le obsequió unos toros sementales. De retorno a México lo acompañó un caporal español. Este al final de cuentas se casó con la prima hermana de Ponciano. Existe un diario grande que dejó (a título de memorias) escrito en tintas roja y azul. Recuerdo haber leído algunas páginas y me llamó la atención una de ellas, en la que se observan rastros quizás del llanto, pero también quizás los de la marca de un vaso. Ponciano acabó sus días bebiendo demasiado. Actualmente otros familiares tienen en custodia no sólo ese legajo sino ropa de torear, trajes de charro y otras pertenencias. Ponciano Díaz inventó la suerte de mete y saca (2) (era un tumbacarnes). Luego, mejoró el volapié (3). Don Antonio Barbabosa conoció muy bien a Ponciano Díaz. Alguna vez comentaba: “casi era mi sangre”. María Soto Díaz fue la heredera universal de Ponciano Díaz. Mateo, Pascual, Miguel, Manuel, José, Gertrudis Félix, Cándido y Antonio eran los hermanos del torero. Cándido fue mejor charro que Ponciano. Miguel y Manuel le enseñaron los quehaceres de charrería a don Antonio Barbabosa. Ponciano tuvo un establo en la antigua Calzada de la Piedad, hoy Av. México con ganado lechero. Toreó en Valle de Santiago, Gto., en una plaza de mampostería.
Mientras ocurre el desarrollo de la plática, se levanta un momento José Velázquez y trae frente a nosotros una vitrina de madera con puerta donde están depositadas la corona que se le colocó a Ponciano el 15 de enero de 1888 en la plaza Bucareli y dos bandas, una de las cuales dice: “Viva el toreo mexicano. Viva Ponciano Díaz”. La otra simplemente lleva las iniciales “P.D” grabadas en hilo de oro. Una más lleva grabadas estas palabras: “Lorenzo Vázquez y Ángel Ordóñez, padrinos de Ponciano Díaz”. Se incluye también una foto tamaño postal en color sepia tomada en Durango hacia 1883. ¡Qué gran sorpresa. Y uno imaginándose que esas cosas andaban perdidas o simplemente ya no existían! Ponciano tenía una ganadería en Hidalgo o en Tlaxcala, mejor conocida como “El Tulipán”. El asunto de la misma era que, comprando ganado de bravo a varias dehesas y teniéndolo en buen número para salvarle de cualquier contingencia, le permitía al torero contar siempre con toros para este o aquel contrato.
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Antonio o Miguel -no está muy seguro don José-, salían acompañándolo como picadores en los festejos donde Ponciano toreaba por aquí y por allá. Ponciano seleccionaba ganado de Atenco y se lo llevaba como pie de simiente o de cría a Santín.
2a. entrevista con el Sr. Doroteo Velázquez Díaz, sobrino nieto de Ponciano Díaz. Don Doroteo estaba allí, con sus ochenta años a cuestas. Está por cumplirlos, pues nació el 13 de mayo de 1909 (las notas redactadas fueron hechas la víspera de ese acontecimiento). Enterado de que ocurriría una visita de quien ahora escribe, se dispuso de inmediato a platicarnos cuanto sabe acerca de su tío, un tío abuelo muy especial y muy popular que se llamó nada menos que Ponciano Díaz. Yo soy Doroteo Velázquez Díaz, sobrino nieto de Ponciano Díaz. Mi abuelo era Cándido Díaz -primo hermano de Ponciano-. Mi madre, Dolores Díaz González. Mi abuela, Micaela González Montes de Oca. Mis tíos: Antonio, Facundo y José. Don Antonio Barbabosa confirmó a D. Doroteo estos datos.
Respecto a una pregunta sobre el nacimiento del diestro, nos comenta el Sr. Velázquez Díaz que por aquel entonces el Registro Civil no estaba establecido y seguramente esto puede mover a ciertas confusiones. Sin embargo está plenamente confirmado no solo de parte de él, sino de muchas otras personas que, efectivamente, su nacimiento tuvo lugar en el casco de la ganadería de Atenco. El lugar del nacimiento de Ponciano Díaz ocurrió justo en el casco, cerca de la capilla, entrando por el zaguán a mano izquierda en un sitio conocido como “la covacha”. Ponciano vivió mucho en Santa Cruz Atizapán. Los administradores de la ganadería y más tarde don Rafael Barbabosa, conociendo la habilidad de los hermanos Guadalupe, Ignacio y Luis -padre y tíos de Ponciano- como vaqueros consumados, se les lleva a Atenco. Antes de ese movimiento, los tres hermanos estaban en San Juan la Isla, de donde eran originarios.
Acerca de ciertas afirmaciones sobre si Ponciano fue hijo o no de un Barbabosa, D. Doroteo tuvo oportunidad de confirmarlo directamente con D. Antonio Barbabosa, quien le dijo: “No. Están equivocados. Claro que nos criamos juntos” (lo que es distinto). Era muy buen charro, desde chiquillo. Todos los hermanos y primos cuidaban el ganado en los potreros. Desde chico Ponciano Díaz toreaba becerras y vacas. De alguna manera, sus propios compañeros del campo lo apoyaron y ayudaron en sus primeras presentaciones. Así Salomé Reyes, vaquero de Atenco, salió como picador. El hijo de don Tomás Hernández “El Brujo”, José María Hernández, también de la misma cuna, apoyó a Ponciano tomándolo en su cuadrilla allá por 1877 y 1878. José María Olivares, otro picador en función, era originario de Santiago Tianguistenco. Bueno, si ya vimos que Miguel o Antonio lo apoyaron también como picadores, Cándido no se quedó atrás y dejando sus grandes habilidades charras, salió como banderillero alguna vez. Era, por lo tanto, una cuadrilla familiar que habría de preceder a la de los hermanos “Armilla” por ejemplo. Facundo Díaz, recién muerto el torero, quedó como propietario y según lo disponía el testamento, del establo ubicado en la ahora Av. Cuauhtémoc, donde muy cerca se habría de construir la plaza “México” de la Piedad.
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Antonio Díaz, en las mismas circunstancias se quedó con el terreno que ocupaba la plaza de toros “Bucareli”.
Y mientras seguimos atentos a la plática de D. Doroteo, nos deja de una sola pieza cuando comenta sus andanzas en el toreo -lo mismo que ocurriría en su momento con su hijo José-. Imaginamos que en dicha casa se respira un ambiente poncianesco. Es decir que la reata y las espuelas, lo mismo que la capa, la espada y la muleta siempre han ido de la mano en la casa Díaz. El argumento de la película “¡Ora Ponciano”! no era verdadero. Ponciano Díaz nunca se casó con la hija del ganadero don Rafael Barbabosa. Ella era Herlinda Barbabosa Saldaña.
Cabe aquí otra aclaración. En el periódico MULTITUDES Nº 189 del mes de enero de 1991 y en sus páginas 10 y 11, se reproduce el artículo EL CABALLO DE PONCIANO, DESERTOR DEL ZAPATISMO, que es a su vez, fragmento de TRES DÉCADAS DEL TOREO EN MÉXICO de Rafael Solana “Verduguillo”, publicado por BIBLIÓFILOS TAURINOS DE MÉXICO, A.C. en el centenario del nacimiento del reconocido periodista. Avanzada la lectura de esas notas, nos dejó sorprendidos un apunte que va así: El suegro de Ponciano, un señor Soto, me refirió (dice “Verduguillo”) una vez, en el restaurante de Pepe el Catalán esta anécdota: (anécdota que no referiremos íntegramente. N. del A.). -Después de la muerte de Ponciano la viuda se radicó en Puebla. Conservó la señora Soto de Díaz todo lo que de uso personal era de Ponciano, pero tenía en especial estima el caballo con el que ejecutó por última vez la suerte de banderillear (...)
¿A qué viene todo esto? Bien, ya hemos visto que Ponciano Díaz muere soltero, tiene una hija (que en realidad fueron dos, ya lo veremos más adelante) fuera de matrimonio la cual llevó el nombre de Sara. Lo que debe aclararse, para evitar una confusión es lo siguiente: Que una prima de Ponciano Díaz -efectivamente- se casó con D. José Soto -español avecindado en México-. Ella era Francisca Díaz hija de D. Facundo Díaz, hermano de Ponciano. Por otro lado, descendientes de esta familia Soto Díaz siguen radicando en Puebla. Otro punto a aclarar es el de que a Ponciano se le considera más del poblado de Santa Cruz Atizapán, vecino de la ganadería de Atenco, que del mismo Santiago Tianguistenco. La razón: es que mucho tiempo vivió en ese lugar, como asimismo lo hicieron sus padres y en su gran mayoría, la familia Díaz. Ese lugar se caracterizó por ser un centro maderero importante en épocas que van de fines del porfiriato a los tiempos revolucionarios.
(Este y el anterior punto fue preciso aclararlos con nuestros entrevistados en el rancho de San Antonio Atizapán el 2 de febrero de 1991). 226
Ponciano Díaz fue a Roma en compañía de su madre. Nunca la dejó sola. Eran inseparables. El caso de esto es que en la mayoría de los textos que manejan el viaje a España no mencionan en ningún momento a la Sra. María de Jesús Salinas, pero sí a todos los toreros que abordaron el vapor “Alfonso XII”. Todas las suertes a caballo las hacía Ponciano con caballos desconocidos. Sólo empleaba su freno personal que controlaba a cualquier cuaco. El usó caballos ajenos.
Esto se lo platicó D. Antonio Barbabosa a D. Doroteo, agregando “no sé qué cosa tenía ese freno, pero siempre dominaba a cualquier caballo”. El tío Miguel enseñó las tareas charras a los Barbabosa. Don Miguel Díaz era mucho mejor charro que Ponciano. Por lo visto, eran inmensos y por tanto los consentidos en la ganadería por ser también excelentes caporales. Don Antonio Barbabosa siempre se expresó de Ponciano que toreaba bien. Los toros de aquellas épocas eran de cinco años para arriba con resabios y todo eso. Ponciano era festivo, dicharachero, le gustaba cantar. Además fue muy dadivoso con mucha gente.
Tal podemos comprobar con el siguiente informe: NOTARÍA DE TENANGO DEL VALLE, MÉX. Protocolos del escribano Vicente de Paula Arce. Vol. 1 de 1882, foja 55v. a 56v. con fecha del 7 de marzo de 1882. Anticresis de un terreno por Doña Filomena Bobadilla vecina de Santiago Tianguistenco a favor de Ponciano Díaz (quien) prestó $450.00 a 2 años con rédito y con hipoteca de un terreno de labor que heredó Doña Filomena de su esposo Saturnino Díaz (emparentado con la familia que ahora conocemos). Con capacidad de ocho almudes de sembradura de maíz. Linda al oriente con terrenos de Isabel Vara, al poniente con camino de Tianguistenco al de Almoloya del Río. Al norte con terrenos de José Ma. Sotres y al sur con terrenos de Andrés Hernández. (Dato recogido por el Ing. Isaac Velázquez Morales).
En siguientes visitas seguimos enterándonos de novedades tan agradables como en tener ante nuestros ojos la banda tricolor que se cruzó Ponciano encima de su traje morado y oro el día de la inauguración de su plaza. Podemos leer
MÉXICO 15 DE ENERO DE 1888. PLAZA BUCARELI LA NIÑA MARÍA MARTÍNEZ, AL POPULAR PONCIANO DÍAZ. Tanto esta banda como la corona de laurel también rematada en los colores patrios y esa otro pieza con las iniciales “P.D.” orientan nuestra visión hacia la muestra más clara de un nacionalismo que ya discrepaba con las ideas extranjerizantes impuestas por modas francesas, propias del régimen porfirista en su segunda mitad. Ya la primera había mostrado señales de búsqueda en los parámetros de un nacionalismo que quería recuperar su idealización, luego de los caóticos tiempos de guerras internas e intervenciones extranjeras. Ese nacionalismo estaba dado -tiempo atrás- a partir de las ideas sediciosas de un fr. Servando Teresa de Mier y luego asimiladas por Bustamante, Mora, Alamán quienes, desde sus diversas perspectivas lograron la defensa ideológica de nuestra identidad como pueblo.
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Regresando a las novedades que nos proporcionaron los familiares de nuestro personaje es que cuentan con un estoque, distinto, sin las canales que hoy llevan todos, con una “muerte” que arranca desde la misma empuñadura. Es de acero toledano. ¡Pieza importantísima! Pero las desgracias no pueden faltar. Y es la ocurrida con el libro de memorias. Fue quemado sin estimarse su valor al través del tiempo porque con él, muchas de las cosas hoy manejadas con cierta ligereza se hubieran sustentado del rigor con que se manejan otras tantas, que son del dominio público. Y bien, no sin antes agradecer todas las atenciones a los familiares de Ponciano Díaz, emprendimos el viaje de retorno a este maremagno llamado ciudad de México. Las pláticas tuvieron lugar los días: 22 y 29 de abril, así como del 19 de agosto de 1989. En tanto que una más se dio el 2 de febrero de 1991. Incluyo ahora los testimonios de la nieta de Ponciano Díaz, la doctora Angelina de la Vega Díaz y de su hija la también Dra. Alma del Río de la Vega. También quiero incluir unos datos que, por circunstancias desconocidas no tenemos la fuente de la que proceden, pero por su contenido son sumamente valiosos. Por la época en que se encuentran redactados, parece remontarse hacia los años 30. Veamos. -Sí, señor, de mi tío Ponciano, según contaba mi madre, se escribió mucho; eso sí, hace también mucho tiempo. Su nombre casi está olvidado, como acontece con todas las cosas, pero no tiene usted idea del gran cariño que le tuvieron los públicos. ¡fue tan bueno y tan caritativo! Toreó muchísimas corridas para obras benéficas y regaló bastante dinero a los pobres. Ganó crecidas sumas para aquel tiempo, y perdió la mayor parte por haberse metido a empresario de toros; sin embargo, a su muerte, que ocurrió a las tres de la mañana del día 14 de abril de 1899, dejó a la familia varios bienes, entre ellos su plaza de toros de Bucareli, que estrenó el domingo 15 de enero de 1888, la cual fue vendida y repartido el producto entre nosotros. “También sabrá usted que mi tío Ponciano fue gran caballista, mejor dicho, gran charro; montaba a la perfección, y en los jaripeos y fiestas que se organizaban en las haciendas, 228
había que verlo echando “piales”, “manganas” y “colas”, toreaba también a caballo, pero en lo que más se distinguía era poniendo banderillas con las dos manos, soltando las riendas de su magnífico penco. Esta suerte, netamente mexicana, causó enorme alboroto en España, cuando fue mi tío a ese país a tomar la alternativa de matador de toros que le dio don Salvador Sánchez “Frascuelo”, en la plaza de Madrid. “Lea usted este recorte de un periódico madrileño, fragmento de la crónica respectiva, que escribió nada menos que el reputado crítico don José Sánchez de Neira, de aquella memorable corrida en que torearon “Frascuelo”, “Guerrita” y Ponciano Díaz: “...El toro de la alternativa de Ponciano fue un veragüeño, berrendo en colorado, con cinco años largos, de muchas arrobas y muy bien puesto de cuerna. Lo mató Ponciano con una estocada superiorísima, entrando recto, marcando perfectamente la salida e hiriendo en todo lo alto, hasta la guarnición del estoque, al volapié, en las tablas, y en un terreno a donde muy pocos entran...” (año de 1889). -¿...? -La memoria ya me falla en razón de mi edad, pero sí es verdad que mi tío nació en la hacienda de Atenco el 19 de noviembre de 1858 (sic); un poquito lejos de aquí, y fue hijo de don Guadalupe Díaz González y de doña Jesusita Salinas. A mi abuelo le decían “el Caudillo”, probablemente porque era el jefe de los caporales. Apenas cumplió mi tío los siete años, lo mandaron mis abuelos a este pueblo (Santiago Tianguistenco) para que aprendiera las primeras letras, en la escuela de don Mariano Urrieste, pasando después a la de don Eulalio Serrano. A los trece años se dedicó al oficio de sastre, y cada ocho días, los sábados por la tarde, iba a ver a sus papás a la hacienda de Atenco. Allí, dicen, pasaba el tiempo toreando vacas y toros bravos para ejercitarse, y, además, en el rastro del pueblo mataba toros casi a diario. El primer toro que mató, como aficionado, fue en una fiesta de año nuevo, que se dio aquí, el 1º de enero de 1877. Leemos en el cartel lo principal: Plaza de toros de Santiago Tianguistenco. Seis toros de Atenco lidiados por los espadas Ponciano Díaz, José María Reza y Miguel Castro Estevez. Banderilleros: Juan Cid, Guadalupe Dorazco y Rafael Albarrán. Arrastrador: Macario Lizarra, y picadores: Jesús González, Macario González, 229
José Miranda y Salomé Reyes”. Cuentan que mi tío estuvo muy bien aquella tarde y que eso lo impulsó a entrar a la cuadrilla de Tomás Hernández “El Brujo”, también trabajadores de la hacienda de Atenco. Lo demás lo sabe usted mejor que yo”. -¿...? De don Tomás se cuentan muchas cosas increíbles que parecen sobrenaturales, y por eso le llamaban “El Brujo” con sobrada razón. Figúrese que hechizaba a los toros con sólo verlos; en el campo se metía entre ellos para darles de comer y, como mansos borregos se dejaban coger por el lomo. Don Tomás les pasaba su áspera mano haciéndoles caricias en la frente y en el hocico. Casi a diario hacía esta operación entre el espanto de los vaqueros y nunca sufrió el menor incidente porque siempre lo respetaron los toros. Mucha gente recuerda las hazañas de don Tomas, y por ejemplo una de ellas es contada así: En las plazas de toros del rumbo, bajaba al ruedo -vestido de civil-
y entre el azoro de los
espectadores comenzaba a dar gritos a los toros, aunque estuviera picado y banderillado, y caminando poco a poco en dirección del animal este se le arrancaba como demonio para ensartarlo; entonces la muchedumbre lanzaba un grito de terror, pero intempestivamente quedaba la plaza en completo silencio, hasta poderse oír el zumbido de una mosca, cuando el toro se quedaba enfrente de don Tomás, quien sin mostrar nada de miedo, sino al contrario con la sonrisa en los labios y con valor inaudito, se acercaba más al toro para acariciarle el hocico y la frente; sacaba un puño de yerba que llevaba en la bolsa del pantalón y le daba de comer. Luego regresaba paso a paso a la barrera, brincaba las trancas y subía a las gradas entre los abrazos y la gritería del público que lo aclamaba con delirio. Debo decir a usted que este señor salvó la vida del general don Manuel González y también al coronel Limón en una situación crítica cuando se vieron perseguidos por el general Ugalde. La amabilísima señora nos enseñó algunas prendas que pertenecieron a su tío, y que la familia guarda con veneración y cariño: un terno de luces morado con aplicaciones negras de seda, una montera, una capa (?) para hacer el paseo y otras cosas como estoques,
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banderillas, etc., y además innumerables programas de mano, todos anunciadores de corridas en las que toreó el afamado matador. Al dejar el añorante poblado donde pasó su niñez el célebre torero, ídolo de los públicos de ayer, poníansenos los pelos de punta al recordar las hazañas temerarias de don Tomás, pero sentíamos satisfechos por la agradable acogida que se sirvió dispensarnos la simpatiquísima viejecita, sobrina del diestro que supo granjearse el cariño de los mexicanos por su reconocido altruismo y la admiración de los públicos por sus arrestos de valor ante los toros. REVISTA DE REVISTAS (México, ca. 1935). No puedo dejar de incluir un nuevo dato que resulta interesante. El día 18 de abril de 1998, se efectuó en el casco de Atenco el acto que recordó a Ponciano Díaz a los 99 años de su muerte, como ya viene siendo costumbre. En esa ocasión fue invitada la Dra. Angelina de la Vega Díaz quien se presentó como la nieta de Ponciano Díaz. Es la doctora un ejemplo de fortaleza, ya que con más de 80 años de edad acudió a la cita, en medio de la novedad que resulta, a tantos años de diferencia, conocer a uno de los pocos descendientes de un personaje que desapareció al culminar el siglo XIX. Como ya sabemos, el Sr. Doroteo Velázquez Díaz es sobrino nieto. De igual forma los Sres. Félix, Ángel y Trinidad Díaz González, también sobrinos nietos. Y ahora Angelina de la Vega Díaz, nieta directa, hija de la Sra. María Isabel Díaz Ocaña, a su vez hija de Ponciano. Junto a doña María Isabel Díaz Ocaña encontramos a Sara Díaz la segunda de las hijas del popular torero.
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APENDICE Nº 1 RAZÓN ESTADÍSTICA QUE COMPRENDE EL REGISTRO DE ACTUACIONES DE PONCIANO DÍAZ ENTRE 1866 y 1899.
LAS
El señor Daniel Medina de la Serna, integrante de Bibliófilos Taurinos de México y entusiasta aficionado, siente notoria inclinación para revisar e interpretar los hechos del pasado. Una época tiene perfectamente dominada: lo que va a ser el último tercio del siglo XIX en México, es decir: República Restaurada y Porfiriato. En sus consultas a diversos materiales hemerográficos de la época reseñada, ha ido encontrando y acumulando infinidad de citas taurinas que, de hecho, tienen continuidad a partir de 1884 aproximadamente, fecha en la que se publica por vez primera un periódico taurino. El Arte de la Lidia era su título y lo dirigía el buen periodista D. Julio Bonilla. Para su desgracia no todas las fuentes deseadas se encuentran ahora en los archivos o hemerotecas. Muchas se han perdido, otras las han robado y/o mutilado y las que llegan hasta nuestros días puedo verlas como auténticas sobrevivientes de una época como la Revolución Mexicana, que se llevó entre sus garras, infinidad de elementos de todo orden con los cuales se quedan incompletas muchas historias o que de ellas su reconstrucción es punto más que difícil de lograr satisfactoriamente. Pues bien, con paciencia y tolerancia a estos asuntos, el amigo Medina de la Serna fue logrando recabar datos y más datos que dieron como producto 2 muy nutridas carpetas en las que se encierran informes que van de 1885 a 1899 y donde he visto las cosas más curiosas en verdad, cosas que no me imaginaba, pero que están ahí. 263 Cuando supe sobre dicho trabajo, me acerqué a él con el fin de comentarle los propósitos de realizar un estudio serio -y hasta donde la capacidad pudiera así permitirlo-, sobre Ponciano Díaz. Fue por eso 263
Las fuentes consultadas por Daniel Medina de la Serna son: EL SIGLO XIX, LA VOZ DE MÉXICO, TIEMPO, EL PARTIDO LIBERAL, NUEVA IBERIA, EL PABELLÓN ESPAÑOL, EL DIARIO DEL HOGAR, TOREO ILUSTRADO, LA PATRIA, EL MONITOR REPUBLICANO, EL NOTICIOSO. Por cuenta propia: ARTE DE LA LIDIA, EL MONOSABIO, EL CORREO DE LOS TOROS, LA MULETA, MÉXICO TAURINO, ECO TAURINO, LA LIDIA, LA FIESTA, EL REDONDEL y MULTITUDES.
EL EL EL EL
233
que le sugerí la idea de incluir una relación estadística, no sólo en suelo mexicano sino en el extranjero. Y dicho y hecho. Se ofreció gentilmente a proporcionarme toda cuanta información tuviera en las manos y aquí hago público ese gran gesto en el que muchos se niegan, y en el que muy pocos demuestran su amistad tan de esa manera. Por último, esta relación sólo será complementada con algunas noticias dispersas del torero mexiquense que localicé para cumplir con el objetivo, un objetivo que justifica en gran medida la obra y los hechos al paso del tiempo de un personaje fundamental en la historia del toreo en México. ¿Qué pretendemos con el hecho de publicar la relación estadística de actuaciones de Ponciano Díaz de 1866 a 1899? El objetivo es entender, a partir de esos números fríos y vacíos a veces, el poder de influencia, la jerarquía y la expansión que emprende y comprende el torero de Atenco no en una misión reducida al centro de México sino dispuesto a romper los sistemas feudales en puntos diversos y distantes del centro del país y saliendo de este a otras tantas naciones; unas tradicionales (España, Portugal y Cuba), y a otras que resultan totalmente novedosas (Estados Unidos de Norteamérica). Con aproximadamente 722 actuaciones recabadas, luego de intensas tareas de cosecha entre hemerografía, bibliografía y testimonios orales, nos damos cuenta de una proporción y una dimensión fabulosas -por no decir excepcionales- asumidas por Ponciano Díaz en momentos significativos para el espectáculo. Si por un lado inicia su marcha en provincia (1866) dada la prohibición de 1867 vigente en la capital del país, pronto se le verá ya en los alrededores y, en 1887 trascenderá en la ciudad de los palacios. Este mismo centro-eje del país será escenario de popularidad y de hundimiento; fervor casi patrio y repudio, dirigidos a Ponciano Díaz, diestro que con los pros y contras formados a su alrededor, actúa en buena cantidad de corridas -de 1887 a 1897 es decir, la década vital y toral del atenqueño- para favor de sus adictos y desfavor de sus enemigos.
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RELACIÓN DE CORRIDAS DE TOROS EN QUE PARTICIPÓ EL DIESTRO MEXICANO PONCIANO DÍAZ SALINAS DE 1866 A 1899 1 Nº
PLAZA Y/O CIUDAD
1
Hacienda de Atenco, Méx.
2
Hacienda de Atenco, Méx.
3
4 5
Toluca, Tenango del Valle, Calimaya, Ixtlahuaca, todos los sitios en el estado de México. Toluca, Méx. Santiago Tianguistenco, Méx.
FECHA
ALTERNANTES
Entre 1866 y “Sabido es que en Atenco se crían los toros más bravos de la 1870 República, de manera que parece (que Ponciano Díaz) nació predestinado a ser capitán de cuadrilla cuando la naturaleza lo puso desde su más tierna edad en donde pudiera ejercitar su vocación. “Digo esto (Apunta el reportero A.C. desde Guanajuato), porque según él, desde su más tierna edad, animado por el espectáculo de jóvenes de mayor edad que jineteaban y toreaban becerros, quería él hacer lo mismo y recuerda sonriente lo que su primera “capa” fue un pañuelo, y el teatro de sus proezas infantiles un corral”. Entre 1870 y PONCIANO no recuerda cuándo se vio por vez primera 1875 enfrente de un toro. Como una memoria vaga refiere que apenas comenzaba a andar cuando su padre, que era un charro completo, lo llevaba a las corridas semanarias que se hacían en la Hacienda de Atenco, en que estaba empleado, y se servía de él, tomándolo por las arcas, para sacarle vueltas al toro como pudo servirse del trapo de brega. Este prematuro aprendizaje, quizás demasiado prematuro y un tanto rudo, familiarizó a PONCIANO de tal manera con los toros, que sus primeras carreras las dio ya en el redondel, mezclándose a los muchachos de la hacienda que continuaban sus diversiones semanales. Apenas en la pubertad fue ya un torero hecho y derecho, y bajo la dirección y en compañía de los Hernández vistió en el mismo Atenco por primera vez la roja chaquetilla y el calzón corto del torero. “Con la edad crecieron sus aficiones, y joven apenas de quince o diez y seis años toreaba ya en la plaza de Toluca, en corridas dadas por aficionados, con general aplauso del público, que desde entonces sentía grandes simpatías por él. Esto sucedió frecuentemente hasta la edad de diez y nueve años, época en que se presentó ya “oficialmente”, por decirlo así, como capitán de cuadrilla, habiendo matado ya entonces, como simple aficionado, unos doscientos cincuenta toros”. 1876 Miembro de la cuadrilla capitaneada por los hermanos José María y Felipe Hernández. 1876 01.01.1877
TOROS
OBSERVACIONES
Se desconoce
La Patria, D.F., 03.05.1887, p. 3.
Atenco
El Nacional, D.F., 03.07.1887, p. 6.
Se desconoce
La Patria, D.F., 03.05.1887, p. 3.
Se desconoce
Actúa como “arrastrador”, pero también como banderillero (2)
Se desconoce José María Reza y Miguel Castro Estevez (espadas); Atenco (6) Banderilleros: Juan Cid, Guadalupe Dorazco y Rafael
Actúa como banderillero.
235
6 7
Tlalnepantla, Méx. Puebla, Pue.
1878 1878-1879
8
Puebla, Pue.
13.04.1879
Albarrán. Arrastrador: Macario Lizarra y picadores: Jesús González, Macario González, José Miranda y Salomé Reyes. Con la cuadrilla de los hermanos Hernández Se desconoce De Tlalnepantla pasó a Puebla, contratado por el inolvidable Se desconoce Bernardo Gaviño que fue siempre para él un amigo cariñoso y un maestro asiduo, y después de seis meses de trabajar en su compañía, teniendo la espada de alternativa con el viejo campeón español, se vio obligado a aceptar la dirección de la cuadrilla que trabajaba en Puebla, inaugurando su carrera de Capitán en dicha ciudad el 13 de Abril de 1879, que fue domingo de Pascua, habiendo sido sus padrinos los Sres. Quintero y Aspíroz, y alcanzando en aquella fecha, célebre para él, un triunfo que le será difícil olvidar mientras viva. Banderillero en la cuadrilla de Bernardo Gaviño Atenco (5)
9
Toluca, Méx.
01.06.1879
Ponciano Díaz y cuadrilla
10 11 12 13 14
Toluca, Méx. Toluca, Méx. Toluca, Méx. Toluca, Méx. Toluca, Méx.
08.06.1879 12.06.1879 16.09.1879 21.09.1879 12.10.1879
15
Puebla, Pue.
16.11.1879
Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla. banderillas con la boca. Ponciano Díaz y cuadrilla
16 17
Puebla, Pue. Puebla, Pue.
04.01.1880 11.01.1880
18 19
Puebla, Pue. Puebla, Pue.
25.01.1880 01.02.1880
20 21
Toluca, Méx. Toluca, Méx.
28.03.1880 04.04.1880
22 23
Toluca, Méx. Toluca, Méx.
18.04.1880 02.05.1880
Atenco (4)
Felícitos
Mejías,
Atenco (4) Atenco (4) Atenco (4) Atenco (4) colocará Atenco (5)
Varias veces. El Nacional, D.F., 03.07.1887, p. 6.
Se le concede una alternativa consideraba apócrifa (de manos de Bernardo Gaviño y Rueda su maestro), es decir, sin valor. Así se creía hasta que en el curso de mis investigaciones apareció el cartel de su presentación en Toluca del 1° de junio de 1879, donde el propio Ponciano declara haber recibido la alternativa como sigue: “Habiendo terminado la temporada en la ciudad de Puebla, en donde fui elevado al difícil rango de primer espada…” Archivo Histórico Municipal de Toluca (en adelante AHMT). AHMT. AHMT. AHMT. AHMT. AHMT.
Atenco y San Diego de los Padres. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Función dedicada al Gral. Vicente Riva Palacio. Cuadrilla de Ponciano Díaz y el “Pavo Real” 4 toros a muerte Cuadrilla de Ponciano Díaz Se desconoce El Monitor Republicano, D.F., DEL 10.02.1880, p. 1 Ponciano Díaz y cuadrilla Atenco (4) AHMT. Ponciano Díaz y cuadrilla. Lucha del hombre OSO CANELO Atenco (4) AHMT. con un valiente toro de Atenco. Ponciano Díaz y cuadrilla. Atenco (4) AHMT. Ponciano Díaz y cuadrilla. María de Jesús Castro picará una Atenco (4) valiente vaca de la raza de Atenco.
236
24
Amecameca, Méx.
06.06.1880
25
Amecameca, Méx.
08.06.1880
26
Amecameca, Méx.
13.06.1880
27
Toluca, Méx.
16.09.1880
28 29
Toluca, Méx. Toluca, Méx.
17.10.1880 31.10.1880
30
Amecameca, Méx.
14.11.1880
31
Amecameca, Méx.
21.11.1880
32
Cuernavaca, Mor.
Fines de 1880
33 34 35 36
Tenancingo, Méx. Tenancingo, Méx. Toluca, Méx. Puebla, Pue.
Nov. 1880 Nov. 1880 20.02.1881 Abril, 1881
37
Puebla, Pue.
Abril. 1881
38 39
Puebla, Pue. El Huisachal, Méx.
Abril, 1881 01.05.1881
40 41
El Huisachal, Méx. El Huisachal, Méx.
08.05.1881 17.05.1881
42
El Huisachal, Méx.
26.05.1881
Ponciano Díaz y cuadrilla.
4 San Diego de los Padres Ponciano Díaz y cuadrilla 4 San Diego de los Padres. Ponciano Díaz y cuadrilla. 4 San Diego de los Padres Ponciano Díaz y cuadrilla. Rinconada de San Gaspar, Atenco (4) Ponciano Díaz y cuadrilla. Atenco (4) Ponciano Díaz y cuadrilla. Lid a muerte de tres bravísimas vacas y un toro de la hacienda de Atenco. Cuadrilla de Ponciano Díaz. Atenco (4) y el embolado Cuadrilla de Ponciano Díaz. Atenco (4) y el embolado Cuadrilla de Ponciano Díaz.“ Como por el año de 80 a 81 (no Atenco estoy seguro del año) jugué en las plazas de Amecameca y Cuernavaca varios toros de Atenco. Algunos de ellos salieron de tan buena ley, que a petición del público fueron indultados, dejándoselos a los ganaderos para que sirviesen de torospadres”. Ponciano Díaz y cuadrilla. Atenco y S.D.P. Ponciano Díaz y cuadrilla. Atenco y S.D.P. Ponciano Díaz y cuadrilla. Atenco (4) Ponciano Díaz y cuadrilla. “…en una temporada de corridas Atenco y S.D.P. que yo daba en Puebla, el Sr. Jesús Ma. Barbabosa me envió, entre otros de que no quiero hablar, uno (un toro) alazán que había servido desde becerro para que uno de los propietarios de la finca se ensayara con él a torear. El Sr. Barbabosa sabía esa circunstancia, y a sabiendas me envió ese toro mañoso y jugado, no diré que con el deseo de que me matara, pues nadie tiene el derecho de juzgar de las intenciones de otro, pero sí con el conocimiento perfecto de que sólo por milagro dejaría de hacer una desgracia aquel animal” (palabras de Ponciano Díaz). Ponciano Díaz y cuadrilla. En aquellos años, más que el 5 de Atenco y S.D.P. mayo, el día que se celebraba en forma especial era el 2 de abril. Idem a las dos anteriores. Atenco y S.D.P. Felícitos Mejías “El Veracruzano” y Genovevo Pardo “El Atenco (5) Poblano” Cuadrilla de Ponciano Díaz Atenco (5) Cuadrilla de Ponciano Díaz. Toro embolado con monedas de Atenco (5) plata en la frente. Ponciano Díaz y cuadrilla. “Hoy tendrá lugar una corrida de Se desconoce toros en la nueva plaza que se ha formado en terrenos de la
El Siglo Diez y Nueve, D.F., del 04.06.1880, p. 3. La Voz de México, D.F., 05.06.1880, p. 3. El Siglo Diez y Nueve, D.F., del 04.06.1880, p. 3. AHMT. AHMT. AHMT.
El Nacional, D.F., 08.07.1887, p. 6.
El Nacional, D.F., 08.07.1887, p. 6. El Nacional, D.F., 08.07.1887, p. 6. AHMT. El Nacional, D.F., 08.07.1887, p. 6.
El Nacional, D.F., 08.07.1887, p. 6.
El Nacional, D.F., 08.07.1887, p. 6. Estreno de la plaza.
La Patria, D.F., 26.05.1881, p. 2.
237
43 44 45 46
El Huisachal, Méx. El Huisachal, Méx. Toluca, Méx. El Huisachal, Méx.
29.05.1881 05.06.1881 16.09.1881 25.09.1881
47 48 49
El Huisachal, Méx. El Huisachal, Méx. El Huisachal, Méx.
09.10.1881 16.10.1881 23.10.1881
50
El Huisachal, Méx.
30.10.1881
51 52 53 54
Toluca, Méx. El Huisachal, Méx. El Huisachal, Méx. Toluca, Méx.
06.11.1881 13.11.1881 20.11.1881 24.11.1881
hacienda del Huisachal junto a la hacienda de los Morales. “Se lidiarán cinco toros por la cuadrilla de Ponciano Díaz”. Ponciano Díaz y cuadrilla Cuadrilla de Ponciano Díaz Ponciano Díaz y cuadrilla. Cuadrilla de Ponciano Díaz. Uno de los toros será banderilleado a caballo por el capitán de la cuadrilla: Ponciano Díaz. Cuadrilla de Ponciano Díaz Cuadrilla de Ponciano Díaz Cuadrilla de Ponciano Díaz. Beneficio. En la prensa de la época se mencionan toros de San Diego de los Padres y no de Atenco Cuadrilla de Ponciano Díaz, quien pondrá banderillas a caballo. Ponciano Díaz y cuadrilla. Cuadrilla de Ponciano Díaz Cuadrilla de Ponciano Díaz Cuadrilla de Ponciano Díaz
55 56 57
El Huisachal, Méx. El Huisachal, Méx. El Huisachal, Méx.
04.12.1881 11.12.1881 18.12.1881
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Cuadrilla de Ponciano Díaz. Cuadrilla de Ponciano Díaz
58
El Huisachal, Méx.
01.01.1882
Cuadrilla de Ponciano Díaz
59 60 61 62
San Luis Potosí, S.L.P. Aguascalientes, Ags. Zacatecas, Zac. El Huisachal, Méx.
1882, abril 1882, abril 1882, abril 1882
Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla
Atenco (4) Atenco (5) Atenco (5) 6 diferentes ganaderías Se desconoce Cazadero. San Diego de los Padres (5) San Diego de los Padres (5) Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce
63 64
Buen Gusto, Ags. Durango, Dgo.
01.11.1882 01.01.1883
Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla.
Se desconoce Hda. de la Labor.
65
Durango, Dgo.
06.01.1883
Ponciano Díaz y cuadrilla.
Hda. de la Labor.
66
Durango, Dgo.
07.01.1883
Ponciano Díaz y cuadrilla.
Hda. de la Labor.
67
Monterrey, N.L.
21.01.1883
Ponciano Díaz y cuadrilla.
Hda. de la Labor.
68
Monterrey, N.L..
28.01.1883
Ponciano Díaz y cuadrilla.
Hda. de la Labor.
Atenco (5) Atenco (5) Atenco (4) Atenco (5)
Atenco (5) Atenco (5) Atenco (6)
(3) AHMT. (4)
La Voz de México, D.F., 18.10.1881, p. 3.
Atenco (5) AHMT.
AHMT. El Telégrafo, D.F., 11.12.1881, p. 2. El Telégrafo, D.F., 11.12.1881, p. 2.
Mata de rodillas.
Se reportan actuaciones de Ponciano Díaz durante el transcurso de ese año. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito.
uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883.
238
69
Saltillo, Coah.
11.03.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
70
Durango, Dgo.
25.03.1883
Ponciano Díaz y cuadrilla. Abelardo Lara.
Se desconoce
71
Durango, Dgo.
01.04.1883
Ponciano Díaz y cuadrilla. Abelardo Lara.
Se desconoce
72
Durango, Dgo.
08.04.1883
Ponciano Díaz y cuadrilla.
Se desconoce
73
Durango, Dgo.
15.04.1883
Ponciano Díaz y cuadrilla. Abelardo Lara.
Se desconoce
74 75 76
Durango, Dgo. Sinaloa, Sin. Saltillo, Coahuila.
22.04.1883 1883 11.05.1883
Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Cuadrilla de Ponciano Díaz. Banderillero Tomás Vieyra
Hda. de La Labor Se desconoce Se desconoce
77
Durango, Dgo.
13.05.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Banderillero Tomás Vieyra
Se desconoce
78
Durango, Dgo.
20.05.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
79
Durango, Dgo.
25.05.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Banderillero Tomás Vieyra
Se desconoce
80
Durango, Dgo.
27.05.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Banderillero Tomás Vieyra
Se desconoce
81
Chalchihuites, Zac.
03.06.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Banderillero Tomás Vieyra
Se desconoce
82
Chalchihuites, Zac.
10.06.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Banderillero Tomás Vieyra
Se desconoce
83
Chalchihuites, Zac.
17.06.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
84
Chalchihuites, Zac.
24.06.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
85
El Huisachal, Méx.
15.07.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
86
El Huisachal, Méx.
14.10.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Toros de la H.
Diario para uso de Principiando el 1º de Manuscrito. Diario para uso de Principiando el 1º de Manuscrito. Diario para uso de Principiando el 1º de Manuscrito. Diario para uso de Principiando el 1º de Manuscrito. Diario para uso de Principiando el 1º de Manuscrito. Recibió seria cornada. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito.
Ponciano Díaz. enero de 1883. Ponciano Díaz. enero de 1883. Ponciano Díaz. enero de 1883. Ponciano Díaz. enero de 1883. Ponciano Díaz. enero de 1883.
uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883.
239
87
El Huisachal, Méx.
21.10.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz
88
Morelia, Mich.
11.11.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Ángel Godines.
89
Morelia, Mich.
18.11.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Ángel Godines.
90
Morelia, Mich.
25.11.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Ángel Godines.
91
Morelia, Mich.
02.12.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Ángel Godines.
92
Salvatierra, Gto.
08.12.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Ángel Godines.
93
Guanajuato, Gto.
23.12.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Melquiades Guerrero.
94
Irapuato, Gto.
25.12.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Melquiades Guerrero.
95
Guanajuato, Gto.
30.12.1883
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Melquiades Guerrero.
96
Marfil, Gto.
01.01.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Melquiades Guerrero.
97
Guanajuato, Gto.
06.01.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Banderillero Tomás Vieyra
98
Irapuato, Gto.
11.01.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Carlos Sánchez.
99
Guanajuato, Gto.
13.01.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Carlos Sánchez.
100
Salamanca, Gto.
20.01.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Carlos Sánchez.
101
Celaya, Gto.
27.01.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Carlos Sánchez.
102
Aguascalientes, Ags. Plaza de el “Buen Gusto”.
02.02.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Carlos Sánchez.
103
Aguascalientes, Ags.
03.02.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Carlos Sánchez.
Toros de Santín y la H Se desconoce Diario para Principiando Manuscrito. Se desconoce Diario para Principiando Manuscrito. Se desconoce Diario para Principiando Manuscrito. Se desconoce Diario para Principiando Manuscrito. Se desconoce Diario para Principiando Manuscrito. Se desconoce Diario para Principiando Manuscrito. Se desconoce Diario para Principiando Manuscrito. Se desconoce Diario para Principiando Manuscrito. Se desconoce Diario para Principiando Manuscrito. Se desconoce Diario para Principiando Manuscrito. Se desconoce Diario para Principiando Manuscrito. Se desconoce Diario para Principiando Manuscrito. Se desconoce Diario para Principiando Manuscrito. Se desconoce Diario para Principiando Manuscrito. Se desconoce Diario para Principiando Manuscrito. Se desconoce Diario para
uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz.
240
Plaza de el “Buen Gusto”. 104
Principiando el 1º de enero de 1883. Manuscrito.
105
Aguascalientes, Ags. Plaza de el “Buen Gusto”. Marfil, Gto.
10.02.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce.
17.02.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
106
Morelia, Mich.
107
Zacatecas, Zac.
09.03.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
108
Zacatecas, Zac.
10.03.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
109
Zacatecas, Zac.
16.03.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
110
El Huisachal, Méx.
13.04.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
111
El Huisachal, Méx.
20.04.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
112
Aguascalientes, Ags. Plaza de el “Buen Gusto”.
23.04.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
113
Aguascalientes, Ags. Plaza de el “Buen Gusto”.
24.04.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
114
Aguascalientes, Ags.
25.04.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
115
Aguascalientes, Ags.
26.04.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
116
Aguascalientes, Ags.
27.04.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
117
Aguascalientes, Ags.
28.04.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
118
Chalchihuites, Zac.
07.05.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
119
Chalchihuites, Zac.
08.05.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
FebreroCuadrilla de Ponciano Díaz. Cuatro corridas del carnaval. Se desconoce Marzo, 1884. Las fechas son: 24, 25, 26 de febrero, y 2 de marzo.
Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando
uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883.
241
120
Chalchihuites, Zac.
09.05.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
121
Chalchihuites, Zac.
10.05.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
122
Chalchihuites, Zac.
11.05.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
123
Durango, Dgo.
18.05.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
124
Durango, Dgo.
22.05.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
125
Durango, Dgo.
25.05.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
126
Durango, Dgo.
01.06.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
127
Zacatecas, Zac.
25.07.1884
En la cuadrilla de Ponciano Díaz aparece Braulio Díaz
Se desconoce
128
Monterrey, N.L.
03.08.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
129
Monterrey, N.L.
10.08.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
130
Monterrey, N.L.
17.08.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
131
Monterrey, N.L.
24.08.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
132
Cadereyta, N.L.
30.08.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
133
Cadereyta, N.L.
31.08.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
134
Monterrey, N.L.
07.09.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
135
Monterrey, N.L.
16.09.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando
uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883.
242
136
Monterrey, N.L.
21.09.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
137
Saltillo, Coah.
28.09.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce
138
San Bartolo, Valle, Zacatecas.
10.10.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
139
San Bartolo, Valle, Zacatecas.
11.10.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
140
San Bartolo, Valle, Zacatecas.
12.10.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce
141 142
Cuautitlán, Edo. De Méx. También se menciona Pachuca, Hgo. Cuautitlán, Edo. de Méx.
143
Nueva Orleans, E.U.A.
144
Nueva Orleans, E.U.A.
145 146 147
Mazatlán, Sin. Guadalajara, Jal. El Huisachal, Méx.
148 149 150 151 152
El Huisachal, Méx. El Huisachal, Méx. Chihuahua, Chih. Chihuahua, Chih. Chihuahua, Chih.
153
Chihuahua, Chih.
154 155
El Huisachal, Méx. El Paseo Nuevo, Puebla
156
El Huisachal, Méx.
Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito. Diario para Principiando Manuscrito.
uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883. uso de Ponciano Díaz. el 1º de enero de 1883.
Toros de “Comalco” y “Cila” 23.11.1884 Cuadrilla de Ponciano Díaz. Entre otros: Brauilio Díaz, Comalco y Cila. El Arte de la Lidia, Año I, Nº 3 del 23 de Eduardo Rojas y Vicente Bermúdez y los ya conocidos Carlos noviembre de 1884, p. 3. Sánchez, Jesús Blanco, Emeterio Garnica. C. Sánchez fue, en esa ocasión, “capitán de la cuadrilla”. 07.12.1884 Acompañado de otros tres caballistas, durante los días que Toros de Durango y Primera actuación en el extranjero. duró la exposición. Chihuahua 26.12.1884 UN TORERO MEXICANO.-Sabemos que Ponciano Díaz, Se desconoce El Siglo Diez y Nueve, D.F., del bien conocido por diestro y arrojado en las plazas de toros de 26.12.1884, p. 3. la República, está causando un verdadero furor entre nuestros primos de Orleans. Y eso que los bichos que lidia en la ciudad americana no deben ser como los bravos de Atenco. Ponciano Díaz fue obsequiado en una de las últimas corridas con una corona de oro. 1884 Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce (6) 1884 Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce (7) 04.01.1885 Cuadrilla mexicana San Diego de los Padres 08.02.1885 Muerte de cuatro toros al estilo mexicano. Santín (4) 15.02.1885 Banderillas a pie por Ponciano, quien también picará un toro. Piedras Negras (4) 22.02.1885 Actuaciones en aquella población Hda. De Bachimba 01.03.1885 Ponciano Díaz y cuadrilla Hda. Del Pastor 12.03.1885 Ponciano Díaz y cuadrilla. Festejo por la noche. Se desconoce El Arte de la Lidia, D.F., año I, Nº 15, del 05.04.1885, p. 2. 15.03.1885 Ponciano Díaz y cuadrilla. Se desconoce. El Arte de la Lidia, D.F., año I, Nº 15, del 05.04.1885, p. 2. 05.04.1885 Ponciano Díaz y cuadrilla Piedras Negras (8) 1885 (hacia Cuadrilla de Ponciano Díaz Altonga Fue destruida la plaza debido a la marzo o abril) mansedumbre del ganado. 12.04.1885 Presentación del CHARRO MEXICANO IGNACIO GADEA, San Diego de los . 16.11.1884
Cuadrilla de Ponciano Díaz
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El Huisachal, Méx.
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Puebla, Pue. (San Francisco?)
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El Huisachal, Méx. El Huisachal, Méx. El Huisachal, Méx. Plaza de Durango, Dgo.
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Plaza de Durango, Dgo.
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Plaza de Durango, Dgo.
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Plaza de Durango, Dgo.
inventor en la República de la suerte de poner banderillas a Padres caballo. 19.04.1885 Ponciano Díaz y cuadrilla San Diego de los Padres (4) 03.05.1885 Bernardo Gaviño y Ponciano Díaz. En la nota que recoge la Se desconoce El Arte de la Lidia, D.F., año I, Nº 18, fuente consultada, se dice que Ponciano se encontraba como del 08.05.1885, p. 3. espectador. Al ser descubierto por el público, este demandó que bajara al ruedo para “lidiar y matar” a uno de los toros, a lo que accedió. A mayor abundamiento: “La última corrida en Puebla. El domingo 3 de mayo de 1885 tuvo lugar en aquella ciudad el beneficio del decano de los toreros Bernardo Gaviño, quien, según se anota en “El arte de la lidia” se encuentra en México desde 1829. El ganado que se lidió no dio el juego que se deseaba. Ponciano Díaz que estaba en la plaza como concurrente, tuvo que matar un toro por pedido general del público”. Mayo de Ponciano Díaz y Cuadrilla. Se desconoce El Arte de la Lidia, D.F., año I, Nº 18, 1885 del 08.05.1885, p. 3. Mayo de Ponciano Díaz y Cuadrilla. Se desconoce El Arte de la Lidia, D.F., año I, Nº 18, 1885 del 08.05.1885, p. 3. Mayo de Ponciano Díaz y Cuadrilla. Se desconoce El Arte de la Lidia, D.F., año I, Nº 18, 1885 del 08.05.1885, p. 3. 14.05.1885 CUADRILLA HISPANO-MEXICANA Atenco (4) 24.05.1885 Ponciano Díaz y cuadrilla Atenco (4) 14.06.1885 Ponciano Díaz y cuadrilla Santín (4). Entre Agosto Ponciano Díaz y cuadrilla Ramos, Guatimapé, de 1885 y La Sauceda Marzo de 1886 Entre Agosto Ponciano Díaz y cuadrilla Varios El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de 1885 y de abril de 1886, Nº 14. Marzo de 1886 Entre Agosto Ponciano Díaz y cuadrilla Varios El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de 1885 y de abril de 1886, Nº 14. Marzo de 1886 Entre Agosto Ponciano Díaz y cuadrilla Varios El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de 1885 y de abril de 1886, Nº 14. Marzo de 1886 Entre Agosto Ponciano Díaz y cuadrilla Varios El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de 1885 y de abril de 1886, Nº 14. Marzo de 1886 Entre Agosto Ponciano Díaz y cuadrilla Varios El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de 1885 y de abril de 1886, Nº 14. Marzo de
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Plaza de Durango, Dgo.
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Plaza de Durango, Dgo.
1886 Entre Agosto de 1885 y Marzo de 1886 Entre Agosto de 1885 y Marzo de 1886 Entre Agosto de 1885 y Marzo de 1886 Entre Agosto de 1885 y Marzo de 1886 Entre Agosto de 1885 y Marzo de 1886 Entre Agosto de 1885 y Marzo de 1886 Entre Agosto de 1885 y Marzo de 1886 Entre Agosto de 1885 y Marzo de 1886 Entre Agosto de 1885 y Marzo de 1886 Entre Agosto de 1885 y Marzo de 1886 Entre septiembre y octubre de 1885
Ponciano Díaz y cuadrilla
Varios
El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de abril de 1886, Nº 14.
Ponciano Díaz y cuadrilla
Varios
El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de abril de 1886, Nº 14.
Ponciano Díaz y cuadrilla
Varios
El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de abril de 1886, Nº 14.
Ponciano Díaz y cuadrilla
Varios
El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de abril de 1886, Nº 14.
Ponciano Díaz y cuadrilla
Varios
El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de abril de 1886, Nº 14.
Ponciano Díaz y cuadrilla
Varios
El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de abril de 1886, Nº 14.
Ponciano Díaz y cuadrilla
Varios
El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de abril de 1886, Nº 14.
Ponciano Díaz y cuadrilla
Varios
El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de abril de 1886, Nº 14.
Ponciano Díaz y cuadrilla
Varios
El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de abril de 1886, Nº 14.
Ponciano Díaz y cuadrilla
Varios
El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de abril de 1886, Nº 14.
Ponciano Díaz y su cuadrilla. “…la cuadrilla de toreros que Varios. Guatimapé, desde el mes de Julio ha trabajado en la plaza de toros de Ramos, Atotonilco y esta ciudad, está dando ya sus últimas corridas. Dicha Sauceda y Tapias. cuadrilla está compuesta de toreros mexicanos que, en general, han gustado a este público. El primer espada lo es Ponciano Díaz. Sobresaliente o segunda espada, Felicitos Mejía, Banderilleros: Tomás Vieyra, Carlos López, Jesús
El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 25 de octubre de 1885, Nº 2.
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Zacatecas, Zac. Guadalajara, Jal.
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Guadalajara, Jal.
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Guadalajara, Jal. Guadalajara, Jal. Guadalajara, Jal. Guadalajara, Jal. Guadalajara, Jal.
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Guadalajara, Jal.
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Guadalajara, Jal.
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Guadalajara, Jal.
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Irapuato, Gto.
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Irapuato, Gto.
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Irapuato, Gto.
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Irapuato, Gto.
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Irapuato, Gto.
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Tlalnepantla, Méx. Guadalajara, Jal.
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Celaya, Gto.
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Gavira, Gto. Gavira, Gto. Gavira, Gto. Gavira, Gto. Marfil, Gto.
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Gavira, Gto.
Fragoso, Porfirio Rodríguez y Jesús Girón. Picadores: Vicente Conde (a) el “Güerito”, Atanasio Altamirano y Nieves González. 18.10.1885 Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce 01.11.1885 Ponciano Díaz y cuadrilla Palmarejo, Ocotengo, San Isidro y El Plan 08.11.1885 Felícitos Mejías y Tomás Vieyra Hda. del Cabezón y Palmarejo. 15.11.1885 Felícitos Mejías y Tomás Vieyra Hda. del Cabezón 20.11.1885 Francisco Díaz San Isidro 27.11.1885 Francisco Gómez “El Chiclanero” El Plan 20.12.1885 Felícitos Mejía. Se desconoce 22.12.1885 Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de abril de 1886, Nº 14. Fines 1885 Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de abril de 1886, Nº 14. Fines 1885 Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de abril de 1886, Nº 14. Fines 1885 Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de abril de 1886, Nº 14. Diciembre, Ponciano Díaz y cuadrilla Parangueo El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 1885 de abril de 1886, Nº 14. Diciembre, Ponciano Díaz y cuadrilla Parangueo El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 1885 de abril de 1886, Nº 14. Diciembre, Ponciano Díaz y cuadrilla Parangueo El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 1885 de abril de 1886, Nº 14. Diciembre, Ponciano Díaz y cuadrilla Parangueo El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 1885 de abril de 1886, Nº 14. Diciembre, Ponciano Díaz y cuadrilla Parangueo El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 1885 de abril de 1886, Nº 14. 1886, enero Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce 7 corridas de toros. (9) 09.01.1886 Ponciano Díaz y cuadrilla, realizó contrato con la empresa de Se desconoce El Tiempo, D.F., del 09.01.1886, p. 3. toros de Guadalajara… 09.01.1886 Ponciano Díaz y cuadrilla. “…el famoso espada mexicano Se desconoce El Tiempo, D.F., del 09.01.1886, p. 3. Ponciano Díaz, salió para Celaya donde dará algunas corridas, viniendo después a México”. 28.02.1886 Ponciano Díaz y cuadrilla Parangueo. 07.03.1886 Ponciano Díaz y cuadrilla Parangueo. 14.03.1886 Ponciano Díaz y cuadrilla Parangueo. Marzo, 1886 Ponciano Díaz y cuadrilla Parangueo y Copal Actuó otras 4 corridas. Marzo, 1886 Ponciano Díaz y cuadrilla Parangueo y Mezquite Gordo Entre Agosto Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de 1885 y de abril de 1886, Nº 14. Marzo de 1886
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Gavira, Gto.
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Gavira, Gto.
209 210 211 212
El Huisachal, Méx. Tlalnepantla, Méx. Chihuahua, Chih. El Huisachal, Méx.
Entre Agosto de 1885 y Marzo de 1886 Entre Agosto de 1885 y Marzo de 1886 21.03.1886 28.03.1886 1886, marzo 02.04.1886
Ponciano Díaz y cuadrilla
Se desconoce
El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de abril de 1886, Nº 14.
Ponciano Díaz y cuadrilla
Se desconoce
El arte de la lidia, Año II, 2ª época, del 4 de abril de 1886, Nº 14.
Santín (4) Santín Se desconoce Parangueo
04.04.1886 25.04.1886
Felicitos Mejías “El Veracruzano” Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla. Según nota aparecida en El arte de la lidia, D.F., del 4 de abril de 1886, p. 3, se comenta que, entre agosto de 1886 y abril, “ha trabajado 41 corridas y dado muerte a 180 cornúpetos durante la temporada citada”. Ponciano Díaz y cuadrilla José de la Luz Gavidia “El Chato”
213 214
Tlalnepantla, Méx. El Huisachal, Méx.
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El Huisachal, Méx. Chalchihuites, Zac. Zacatecas, Zac. El Buen Gusto, Aguascalientes. El Buen Gusto, Aguascalientes. El Buen Gusto, Aguascalientes. Villa de Allende, Chih.
02.05.1886 09.05.1886 Mayo, 1886 20.06.1886 27.06.1886 04.07.1886 03.10.1886
Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Cuadrilla de Ponciano Díaz Cuadrilla de Ponciano Díaz Cuadrilla de Ponciano Díaz Ponciano Díaz y cuadrilla
Parangueo (4) Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Torreón (2)
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Villa de Allende, Chih.
04.10.1886
Ponciano Díaz y cuadrilla
Torreón (2)
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Villa de Allende, Chih.
05.10.1886
Ponciano Díaz y cuadrilla
Torreón (2)
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Villa de Allende, Chih.
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Ponciano Díaz y cuadrilla
Torreón (2)
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Villa de Allende, Chih.
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Ponciano Díaz y cuadrilla
Torreón (2)
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Villa de Allende, Chih.
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Ponciano Díaz y cuadrilla
Torreón (2)
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Villa de Allende, Chih.
09.10.1886
Ponciano Díaz y cuadrilla
Torreón (2)
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Villa de Allende, Chih.
10.10.1886
Ponciano Díaz y cuadrilla
Torreón (2)
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Villa de Allende, Chih.
11.10.1886
Ponciano Díaz y cuadrilla
Torreón (2)
Cazadero. San Isidro Tenguedó (5)
(10)
y Corrida a beneficio de los deudos de B. Gaviño. GRAN CORRIDA DE TOROS EN EL HUISACHAL, a beneficio de la familia de Bernardo Gaviño, en la que trabajará el intrépido PONCIANO DÍAZ. Le Trait d’ Union, D.F., 25.04.1886, p. 3. (11)
El Arte de la Lidia, 24.10.1886, p. 3. El Arte de la Lidia, 24.10.1886, p. 3. El Arte de la Lidia, 24.10.1886, p. 3. El Arte de la Lidia, 24.10.1886, p. 3. El Arte de la Lidia, 24.10.1886, p. 3. El Arte de la Lidia, 24.10.1886, p. 3. El Arte de la Lidia, 24.10.1886, p. 3. El Arte de la Lidia, 24.10.1886, p. 3. El Arte de la Lidia,
Año III, Nº 2, del Año III, Nº 2, del Año III, Nº 2, del Año III, Nº 2, del Año III, Nº 2, del Año III, Nº 2, del Año III, Nº 2, del Año III, Nº 2, del Año III, Nº 2, del
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Villa de Allende, Chih.
12.10.1886
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Tlalnepantla, Méx.
17.10.1886
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Tlalnepantla, Méx.
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Tlalnepantla, Méx.
31.10.1886
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Tlalnepantla, Méx.
07.11.1886
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Tlalnepantla, Méx.
14.11.1886
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Zacatecas, Zac.
21.11.1886
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Zacatecas, Zac.
28.11.1886
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Paso del Norte, Chih.
03.12.1886
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Paso del Norte, Chih.
04.12.1886
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Paso del Norte, Chih.
05.12.1886
241 242 243 244 245 246 247
Villa Lerdo, Dgo. Villa Lerdo, Dgo. Villa Lerdo, Dgo. Villa Lerdo, Dgo. Villa Lerdo, Dgo. Villa Lerdo, Dgo. Paso del Norte, Chih.
19.12.1886 20.12.1886 21.12.1886 22.12.1886 23.12.1886 24.12.1886 Dic. 1886
248 249 250 251 252 253 254 255 256 257 258
Villa Lerdo, Dgo. Villa Lerdo, Dgo. Irapuato, Gto. Irapuato, Gto. Irapuato, Gto. Guanajuato, Gto. Guanajuato, Gto. Guanajuato, Gto. San Rafael, D.F. San Rafael, D.F. Tlalnepantla, Méx.
27.12.1886 28.12.1886 09.01.1887 12.01.1887 16.01.1887 23.01.1887 30.01.1887 06.02.1887 20.02.1887 22.02.1887 13.03.1887
24.10.1886, p. 3. El Arte de la Lidia, Año III, Nº 2, del 24.10.1886, p. 3. Ponciano Díaz y cuadrilla Atenco El Arte de la Lidia, Año III, Nº 1, del 17.10.1886, p. 4. Ponciano Díaz y cuadrilla Atenco El Arte de la Lidia, Año III, Nº 2, del 24.10.1886, p. 4. Ponciano Díaz y cuadrilla. Atenco (4) El Arte de la Lidia, Año III, Nº 4, del 07.11.1886, p. 1 Ponciano Díaz y cuadrilla. Santa Isabel (6) El Arte de la Lidia, Año III, Nº 4, del 07.11.1886, p. 4 Ponciano Díaz y cuadrilla. Beneficio de Ponciano Díaz. Parangueo. El Arte de la Lidia, Año III, Nº 4, del 31.10.1886, p. 3 Ponciano Díaz y cuadrilla Cruces El Arte de la Lidia, Año III, 3ª época, del 21.11.1886, Nº 6. Ponciano Díaz y cuadrilla Cruces El Arte de la Lidia, Año III, 3ª época, del 21.11.1886, Nº 6. Ponciano Díaz y cuadrilla Torreón de Cañas, El Arte de la Lidia, Año III, 3ª época, del propiedad del Sr. 09.01.1887, Nº 11. Cura Corrales. (2) Ponciano Díaz y cuadrilla Torreón de Cañas, El Arte de la Lidia, Año III, 3ª época, del propiedad del Sr. 09.01.1887, Nº 11. Cura Corrales. (2) Ponciano Díaz y cuadrilla Torreón de Cañas, El Arte de la Lidia, Año III, 3ª época, del propiedad del Sr. 09.01.1887, Nº 11. Cura Corrales. (2) Ponciano Díaz y cuadrilla Hda. De Ramos. Ponciano Díaz y cuadrilla Hda. De Ramos. Ponciano Díaz y cuadrilla Hda. De Ramos. Ponciano Díaz y cuadrilla Hda. De Ramos. Ponciano Díaz y cuadrilla Hda. De Ramos. Ponciano Díaz y cuadrilla Hda. De Ramos. El popular Ponciano Díaz, que fue a Paso del Norte a dar Se desconoce El Diario del Hogar, D.F., 26.12.1886, p. algunas corridas de toros, no recibió allá más que aplausos y 7. ovaciones, sin haber estado ni un minuto en la cárcel, ni tenido diferencias con las autoridades Ponciano Díaz y cuadrilla Hda. De Ramos. Ponciano Díaz y cuadrilla Hda. De Ramos. Ponciano Díaz y cuadrilla Parangueo (4) Ponciano Díaz y cuadrilla Parangueo (4) Ponciano Díaz y cuadrilla Parangueo (4) Ponciano Díaz y cuadrilla Parangueo Ponciano Díaz y cuadrilla Parangueo (4) Ponciano Díaz y cuadrilla Parangueo (4) Ponciano Díaz y cuadrilla Parangueo (6) Estreno de plaza. Ponciano Díaz y cuadrilla Parangueo (6) Ponciano Díaz y cuadrilla Posiblemente de Ponciano Díaz y cuadrilla
Torreón (2)
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Tlalnepantla, Méx.
20.03.1887
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Tlalnepantla, Méx. León, Gto.
27.03.1887 10.04.1887
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León, Gto.
17.04.1887
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León, Gto.
24.04.1887
264
León, Gto.
30.04.1887
Santín. 5 toros a muerte y un El Monitor Republicano, embolado. 20.03.1887, p. 4. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Se suspendió Picadores: Carlos Sánchez, José Ma. Mota, Arcadio Reyes, Se desconoce Agustín Oropeza, Irineo García, Celso González. Banderilleros: Carlos Sánchez, Carlos López “El Manchao”, Atenógenes de la Torre y Pedro García. Ponciano Díaz y cuadrilla La Concepción y Mezquite Gordo Ponciano Díaz y cuadrilla La Concepción y Mezquite Gordo Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce “Durante los diez años que ha trabajado como capitán de cuadrilla (a partir de 1877, fecha de su presentación) ha matado la enorme cantidad de dos mil quinientos doce toros y con excepción de una vez en que lo hirió ligeramente uno al querer banderillarlo en un caballo indócil, nunca ha sido siquiera maltratado por ellos”. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce
265 266 267
León, Gto. Orizaba, Ver. Orizaba, Ver.
08.05.1887 22.05.1887 24.05.1887
268 269
Orizaba, Ver. Orizaba, Ver.
270
Orizaba, Ver.
271 272
Veracruz, Ver. Veracruz, Ver.
30.05.1887 Mayo-junio 1887 Mayo-junio 1887 05.06.1887 Junio, 1887
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San Rafael, D.F.
09.06.1887
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Colón, D.F. Del Paseo, D.F.
12.06.1887 16.06.1887
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Colón, D.F.
19.06.1887
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San Rafael, D.F.
19.06.1887
Ponciano Díaz y cuadrilla
D.F.,
La Patria, D.F., 03.05.1887, p. 3.
Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y Cuadrilla
Uluapam (5) Se desconoce
El Nacional, 11.05.1887, p. 2 Plaza de toros “La Joya”. El Partido Liberal, D.F., 24.04.1887, p. 3. La corrida se efectuó en la mañana. El Diario del Hogar, 21.08.1887, p. 2.
Ponciano Díaz y Cuadrilla
Se desconoce
El Diario del Hogar, 21.08.1887, p. 2.
Ponciano Díaz y cuadrilla Uluapam (4) Ponciano Díaz en Veracruz. Ayer ha circulado en la ciudad un Se desconoce impreso en forma de cartel, en que se anuncia que el célebre torero mexicano, Ponciano Díaz, ha llegado a Veracruz con una numerosa cuadrilla de arrojados banderilleros y escogidos picadores y que el próximo domingo dará una corrida en nuestra plaza, que se dice será la única Ponciano Díaz y cuadrilla El Tulipán (5) toros a muerte y un embolado. Ponciano Díaz y cuadrilla El Tulipán (5) Ponciano Díaz y cuadrilla, lidiarán 5 toros a muerte y un Se desconoce embolado, por la cuadrilla formada de Estudiantes de Medicina a quienes acompaña el célebre diestro mexicano Ponciano Díaz. Ponciano Díaz y cuadrilla 5 toros a muerte y un embolado. El Tulipán. Jaripeo, manganeo y monta
El Nacional, 03.06.1887, p. 3.
Se suspendió El Tiempo, D.F., del 16.06.1887, p. 3.
Por la mañana
Por la tarde
249
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San Rafael, D.F.
26.06.1887
Ponciano Díaz y cuadrilla
El Tulipán.
279 280
San Rafael, D.F. San Rafael, D.F.
03.07.1887 10.07.1887
281 282 283
Huamantla, Tlax. Colón, D.F. Orizaba, Ver.
1887, julio 21.07.1887 07.08.1887
Ponciano Díaz y cuadrilla El Tulipán (5) Entre otros Carlos López “El Manchado”, Atenógenes de la El Tulipán (5). Torre, integrantes de su cuadrilla. 2 actuaciones en la feria alternando con “Rebujina” Se desconoce Diego Prieto “Cuatro dedos” Se desconoce Ponciano Díaz y cuadrilla. Se desconoce
284
Orizaba, Ver.
14.08.1887
Ponciano Díaz y cuadrilla
285
Huamantla, Tlax.
286 287
Huamantla, Tlax. Colón, D.F.
288
Colón, D.F.
289 290 291 292 293 294 295
Colón, D.F. Colón, D.F. Colón, D.F. El Paseo, D.F. Colón, D.F. Colón, D.F. Colón, D.F.
296 297
Toluca, Méx. Colón, D.F.
298 299
Colón, D.F. Colón, D.F.
300 301
Toluca, Méx. Toluca, Méx.
Nopalapam
Agosto, 1887 Ponciano Díaz y cuadrilla. “Por trastornos que impidieron la Se desconoce llegada a tiempo a Huamantla del espada Francisco Jiménez “Rebujina” ha tenido que torear las corridas de feria en dicha población, el espada Ponciano Díaz”. Agosto, 1887 Ponciano Díaz y cuadrilla. Se desconoce 21.08.1887 Ramón López y “El Chiquitín” (banderilleros) 6 bravos toros y un embolado de El Tulipán. 28.08.1887 Ponciano Díaz y cuadrilla 5 toros a muerte Tulipán y Cazadero. Embolado. También se anunciaron como de Jalpa. 04.09.1887 Manuel Díaz “Lavi” “El Habanero” Cazadero-Jalpa 08.09.1887 José Machío Se desconoce 11.09.1887 José Machío Cazadero-Jalpa 16.09.1887 Ramón López y Antonio Gómez Jalpa (5) 18.09.1887 Ponciano Díaz y cuadrilla Jalpa y el Aguila(5) 25.09.1887 Ponciano Díaz y cuadrilla El Copal (5) 02.10.1887 Cuadrilla de Ponciano Díaz Tulipán, Copal y Jalpa. La prensa también manejó el nombre de Santín. 06.10.1887 Cuadrilla de Ponciano Díaz El Salitre (5) 09.10.1887 Ponciano Díaz y cuadrilla Copal, Jalpa y Tulipán y un embolado 10.10.1887 Ponciano Díaz y cuadrilla San Simón (5) 16.10.1887 Ponciano Díaz y cuadrilla Mezquite Gordo (3) y Santa Lucía (2). 03.11.1887 Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce 06.11.1887 Ponciano Díaz dará una serie de corridas de toros en Toluca El Salitre mientras se concluye la Plaza que están construyendo en esta ciudad. “El domingo próximo dará la primera función” Cuadrilla de Ponciano Díaz, dedicada a la culta sociedad
Se suspendió después de lidiado el tercer toro. Por la mañana. Por la mañana.
El Arte de la Lidia, año III, 3ª época, 31.07.1887, Nº 39, p. 3-4. El Arte de la Lidia, año III, 3ª época, 21.08.1887, Nº 42, p. 4. El Arte de la Lidia, año III, 3ª época, 21.08.1887, Nº 42, p. 4.
Beneficio de P. Díaz.
Se suspendió Beneficio de J. Machío. 77 aniv. Independencia (12)
El Diario del Hogar, D.F., 01.11.1887, p. 2. La Patria, D.F., 05.11.1887, p. 3.
250
302 303 304
Puebla, Pue. Villa Lerdo, Dgo. Colón, D.F.
1887, nov. 1887, nov. 13.11.1887
305 306 307
Colón, D.F. Colón, D.F. Toluca, Méx.
20.11.1887 21.11.1887 27.11.1887
308
Guadalajara, Jal.
30.11.1887
309 310 311
Toluca, Méx. Puebla, Pue. Villa Lerdo, Dgo.
04.12.1887 12.12.1887 04.01.1888
312 313 314 315 316 317 318 319
Villa Lerdo, Dgo. Villa Lerdo, Dgo. Villa Lerdo, Dgo. Villa Lerdo, Dgo. Villa Lerdo, Dgo. Villa Lerdo, Dgo. Villa Lerdo, Dgo. Bucareli, D.F.
05.01.1888 06.01.1888 07.01.1888 08.01.1888 09.01.1888 10.01.1888 11.01.1888 15.01.1888
320 321
Bucareli, D.F. Bucareli, D.F.
20.01.1888 22.01.1888
322
Bucareli, D.F.
29.01.1888
323 324
Bucareli, D.F. Bucareli, D.F.
05.02.1888 12.02.1888
325 326 327
Bucareli, D.F. Puebla, Pue. Bucareli, D.F.
13.02.1888 14.02.1888 19.02.1888
328
Bucareli, D.F.
26.02.1888
329 330 331 332
Veracruz, Ver. Veracruz, Ver. Chihuahua, Chih. Bucareli, D.F.
05.03.1888 11.03.1888 18.03.1888 01.04.1888
333
Puebla, Pue.
02.04.1888
toluqueña… Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla
Se desconoce Se desconoce Atenco (5); la prensa Beneficio de las cigarreras (13) dijo que se trataba de toros de Santín. José Sánchez Laborda Atenco (5) Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Felícitos Mejía Asunción Mestepec AHMT (5) Ponciano Díaz y Francisco Gómez “El Chiclanero” Se desconoce La bandera de Jalisco, del 30.11.1887, p. 2. Atenógenes de la Torre Boximo (5) AHMT Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce El Monosabio, D.F., 17.12.1887, p. 6. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Las crónicas apuntan que resultó herido. No fue así. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce El Monosabio, D.F., 24.12.1887, p. 6. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce El Monosabio, D.F., 24.12.1887, p. 6. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce El Monosabio, D.F., 24.12.1887, p. 6. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce El Monosabio, D.F., 24.12.1887, p. 6. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce El Monosabio, D.F., 24.12.1887, p. 6. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce El Monosabio, D.F., 24.12.1887, p. 6. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce El Monosabio, D.F., 24.12.1887, p. 6. Ponciano Díaz y cuadrilla Jalpa (2), Estancia Estreno de la plaza. Grande (2), y Maravillas (2) Luis Mazzantini Se desconoce Jaripeo privado. Ponciano Díaz y cuadrilla Maravillas y La (14) Estancia Antonio Rodríguez “El Nene” y Natividad Contreras “El Estancia Grande. Charrito del siglo” que pondrán banderillas a caballo. Ponciano Díaz y cuadrilla Ramos (5) Ponciano Díaz y cuadrilla Hda. De Ramos (3) y Hda. De la H. (2) Atenógenes de la Torre Se desconoce Manganeo y jineteo. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Jaripeo y bonita pantomima. Hda. De Ramos (3) y Hda. De la H. (2) Ponciano Díaz y cuadrilla San Pedro Piedra Gorda (Zacatecas) Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce (15) Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Ponciano Díaz y cuadrilla junto al “Tito”. Jalpa (5), raza del Tulipán. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce
251
334
Bucareli, D.F.
08.04.1888
Ponciano Díaz y cuadrilla
Jalpa y Piedra Gorda (5) Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Ponciano Díaz y cuadrilla Mezquite Gordo (5) Feria.-La de Santiago Tianguistenco estuvo concurrida y Se desconoce La Patria, D.F., 18.04.1888, p. 3. animada; sobre todo en sus corridas de toros, en las cuales, la sin rival espada de Ponciano, dio estocadas maestras; pero nos dicen que un toro, en recompensa, también le quiso dar una estocada honda. Tanto va el cántaro al pozo… Ponciano Díaz y cuadrilla Mezquite Gordo(6) Cuadrilla de Ponciano Díaz Se desconoce Alternó Con Braulio Díaz. Cuadrilla de Ponciano Díaz Se desconoce Cuadrilla de Ponciano Díaz Se desconoce Cuadrilla de Ponciano Díaz Se desconoce Ponciano Díaz y su cuadrilla 5 toros: 3 de Se lidiaron solo 3 toros pues llovió y la Mezquite Gordo y 2 corrida comenzó muy tarde. de Jalpa.
335 336 337 338
Santiago Tianguistenco, Méx. Santiago Tianguistenco, Méx. Bucareli, D.F. Santiago Tianguistenco, Méx.
09.04.1888 10.04.1888 15.04.1888 18.04.1888
339 340 341 342 343 344
22.04.1888 24.04.1888 25.04.1888 26.04.1888 27.04.1888 29.04.1888
345 346 347 348 349 350
Bucareli, D.F. El Buen Gusto, Aguascalientes. El Buen Gusto, Aguascalientes. El Buen Gusto, Aguascalientes. El Buen Gusto, Aguascalientes. Bucareli, D.F. También hay registro de una actuación, el mismo día en la plaza de “El Buen Gusto” de Aguascalientes, lo que pone en duda a cuál de los dos registros debe tomarse en cuenta. Puebla, Pue. Bucareli, D.F. Tlaxcala, Tlax. Tlaxcala, Tlax. Tlaxcala, Tlax. Bucareli, D.F.
03.05.1888 05.05.1888 07.05.1888 1888, mayo 1888, mayo 13.05.1888
Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla
351 352 353 354
Bucareli, D.F. Bucareli, D.F. Bucareli, D.F. Amatlán de los Reyes, Ver.
20.05.1888 27.05.1888 03.06.1888 06.06.1888
Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla
355
Bucareli, D.F.
10.06.1888
356 357
Bucareli, D.F. Bucareli, D.F.
17.06.1888 24.06.1888
Manuel Mejías “Bienvenida”. Triunfo Poncianista. Los El Canario (5) aficionados a los cuernos están de plácemes. Ponciano el popular, Ponciano el candidato a diputado, Ponciano el que tiene en su nombre las mismas iniciales que el Presidente de la República y hasta el apellido de éste, ha dado el último domingo en la plaza de Bucareli una estocada con la mano izquierda. Las diestras de Frascuelo, Lagartijo, Mazzantini, Guerrita y Cara Ancha están vencidas por la zurda de Ponciano. Ponciano Díaz y su cuadrilla 5 toros a muerte. Ramón Márquez, Rafael Calderón de la Barca, “Pepe Hillo” y El Canario (6) Atenógenes de la Torre
Jalpa 6 toros Jalpa Se desconoce Se desconoce Se desconoce Mezquite Gordo Maravillas (5) 5 toros El Canario (6) 5 toros a muerte Sin datos
y
(16) El Partido Liberal, D.F., 09.06.1888, p. 3El Nacional, D.F., 13.06.1888, p. 3.
(17)
252
358
Bucareli, D.F.
15.07.1888
359
Orizaba, Ver.
15.07.1888
360
Orizaba, Ver.
18.07.1888
361
Orizaba, Ver.
22.07.1888
362
Bucareli, D.F.
29.07.1888
363
Bucareli, D.F.
26.08.1888
364 365 366 367
Bucareli, D.F. Bucareli, D.F. Bucareli, D.F. Bucareli, D.F.
30.08.1888 02.09.1888 16.09.1888 30.09.1888
368
Bucareli, D.F.
07.10.1888
369
Bucareli, D.F.
14.10.1888
370
Bucareli, D.F.
21.10.1888
371
Bucareli, D.F.
28.10.1888
372 373 374 375 376 377 378 379 380 381 382
Pachuca, Hgo. Pachuca, Hgo. Bucareli, D.F. Bucareli, D.F. Bucareli, D.F. Bucareli, D.F. Bucareli, D.F. Bucareli, D.F. Bucareli, D.F. Bucareli, D.F. Villa de Guadalupe, D.F.
31.10.1888 01.11.1888 04.11.1888 11.11.1888 18.11.1888 18.11.1888 25.11.1888 25.11.1888 30.11.1888 02.12.1888 08.12.1888
Ponciano Díaz y cuadrilla. “…Ponciano da hoy una matanza Del Canario (5) de fieras y rocinantes en su circo de Bucareli, a favor de los leoneses pobres”. Ponciano Díaz y cuadrilla. Véase que la fecha del 15 de julio Se desconoce comprende dos diferentes lugares: la plaza de Orizaba y la de Bucareli. Es probable que haya cumplido el compromiso en la ciudad de México, para pasar luego y en poco tiempo a la población veracruzana. (N. del A.) Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce
El Diario del Hogar, D.F., 15.07.1888, p. 1. Dante O. Hernández Guzmán: De mi libreta de apuntes taurinos de antaño y hogaño. Orizaba, HG EDITORES, 2003. 149 p. Ils., fots., p. 4 y 12.
Dante O. Hernández Guzmán: De mi libreta de apuntes taurinos de antaño y hogaño. Orizaba, HG EDITORES, 2003. 149 p. Ils., fots., p. 4 y 12. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Dante O. Hernández Guzmán: De mi libreta de apuntes taurinos de antaño y hogaño. Orizaba, HG EDITORES, 2003. 149 p. Ils., fots., p. 4 y 12. Ponciano Díaz y cuadrilla El Canario, la Corrida a beneficio de los inundados del hacienda de San Bajío. Clemente y Mezquite Gordo Cayetano Leal “Pepe Hillo” El Tulipán, Mezquite Beneficio de P. Díaz. Tremendo Gordo y Maravillas escándalo. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce (18) Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Ramón Márquez Maravillas (5) Ponciano Díaz y cuadrilla Monte Negro y Noria de Charcas. Rafael Calderón de la Barca Monte Negro (2), Rafael Calderón de la Barca recibió la Noria de Charcas (2) alternativa. y “El Cubo” (1) Ponciano Díaz y cuadrilla Monte Negro (5) y 1 desconocido “Lengua de bola”, Manuel Mejías “Bienvenida”, Ramón Maravillas y Mezquite Márquez, Rafael Calderón de la Barca. Gordo (5) Manuel Mejías “Bienvenida” Soledad El último toro de la corrida fue indultado, que se llamó “Linda tarde” (19) Ponciano Díaz y su cuadrilla Se desconoce Ponciano Díaz y su cuadrilla. Se desconoce Ponciano Díaz y cuadrilla Soledad (6) Ponciano Díaz y cuadrilla Soledad (5) Ponciano Díaz y su cuadrilla Soledad (4) Corrida por la tarde. Ponciano Díaz y su cuadrilla Soledad (3) Corrida por la noche. Ponciano Díaz y su cuadrilla Soledad (4) Corrida por la tarde. Ponciano Díaz y su cuadrilla Soledad (3) Corrida por la noche. Ponciano Díaz y cuadrilla 4 toros a muerte (20) Atenógenes de la Torre y Rafael Calderón de la Barca. Ortega (5) Ponciano Díaz y cuadrilla Ortega “Para celebrar los festejos de la
253
Concepción y de la Aparición, el primer espada de la República en la Villa de Guadalupe Hidalgo, seis corridas de toros” mismas que ocurrieron en las fechas aquí señaladas. El Diario del Hogar, del 9 de diciembre de 1888, p. 3. Este periódico se refería evidentemente a Ponciano Díaz. 383 384 385 386 387
Villa de Guadalupe, D.F. Villa de Guadalupe, D.F. Villa de Guadalupe, D.F. Villa de Guadalupe, D.F. Chihuahua, Chih.
09.12.1888 10.12.1888 12.12.1888 16.12.1888 1888, dic.
388 389 390 391 392 393 394 395 396 397 398 399 400 401 402 403 404 405 406 407 408 409
Chihuahua, Chih. Chihuahua, Chih. Chihuahua, Chih. Zacatecas, Zac. Lampazos, Nuevo León Paso del Norte, Chih. Paso del Norte, Chih. Paso del Norte, Chih. Villa de Lerdo (¿Dgo?) Villa de Lerdo (¿Dgo?) Villa de Lerdo (¿Dgo?) Villa de Lerdo (¿Dgo?) Villa de Lerdo (¿Dgo?) Villa de Lerdo (¿Dgo?) Villa de Lerdo (¿Dgo?) Villa de Lerdo (¿Dgo?) Villa de Lerdo (¿Dgo?) Villa de Lerdo (¿Dgo?) Aguascalientes, Ags. Aguascalientes, Ags. Bucareli, D.F. Bucareli, D.F.
1888, dic. 1888, dic. 1888, dic. 1888, dic. 1888, dic. 1888, dic. 1888, dic. 1888, dic. 1889, ene. 1889, ene. 1889, ene. 1889, ene. 1889, ene. 1889, ene. 1889, ene. 1889, ene. 1889, ene. 1889, ene. 1889, ene. 1889, ene. 20.01.1889 05.02.1889
410 411
Bucareli, D.F. Bucareli, D.F.
24.02.1889 04.03.1889
412
Bucareli, D.F.
10.03.1889
413
Colón, D.F.
17.03.1889
414
Bucareli, D.F.
24.03.1889
Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Al parecer comenzó su temporada norteña y la continuó probablemente hasta el mes de enero de 1889. Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Manuel Hermosilla, Cuatrodedos, Ecijano, Zocato, Cayetano Leal y el Tito. Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla
Ortega Ortega Ortega Ortega Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce
El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4. El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4. El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4. El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4.
El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4. El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4. El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4. El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4. El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4. El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4. El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4. El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4. El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4. El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4. El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4. El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4. El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4. El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4. El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4. El Toreo, Madrid, 04.03.1889, p. 4. El Toreo, Madrid, España, 25.02.1889, p. 4.
Arandas y Ortega Estancia Grande, Arandas, Ortega, Cieneguilla y Guanamé. Actuación del equilibrista Francisco Moncayo. Cieneguilla y Se lidia por segunda ocasión el toro “Bienvenida” y “El Americano”. Arandas (5) ELEFANTE. Fernando Gómez “El Gallo”, Tomás Parrondo “El Manchado” Cieneguilla y y Carlos Borrego “Zocato” Arandas (6) Manuel Comeche “Espartero de Valencia” Parangueo-Mezquite
254
415 416 417 418
Puebla, Pue. Bucareli, D.F. Colón, D.F. Bucareli, D.F.
25.03.1889 26.03.1889 31.03.1889 04.04.1889
419 420 421
Colón, D.F. Colón, D.F. Bucareli, D.F.
11.04.1889 14.04.1889 21.04.1889
422 423
“El Buen Gusto”, Aguascalientes. El Buen Gusto, Aguascalientes.
22.04.1889 23.04.1889
424 425 426 427
El Buen Gusto, Aguascalientes. El Buen Gusto, Aguascalientes. El Buen Gusto, Aguascalientes. Colón, D.F.
24.04.1889 25.04.1889 26.04.1889 28.04.1889
428 429 430 431 432
Bucareli, D.F. Bucareli, D.F. Puebla, Pue. Orizaba, Ver. San Sebastián, Esp.
05.05.1889 12.05.1889 19.05.1889 26.05.1889 10.07.1889
433 434 435 436
Madrid, España Madrid, España Puerto de Sta. María, Esp. Oporto, Portugal
28.07.1889 04.08.1889 18.08.1889 01.09.1889
437 438
Villafranca de Xira, Portugal Lisboa, Portugal
03.09.1889 08.09.1889
439
Oporto, Portugal.
23.09.1989
Gordo Mezquite Gordo El Toreo, Madrid, 23.04.1889, p. 3. Se desconoce Cieneguilla Cieneguilla, Ortega y El Siglo Diez y Nueve, D.F., Arandas. 05.03.1889, p. 2. Carlos Borrego “Zocato” Cieneguilla Carlos Borrego “Zocato” Cieneguilla “Zocato” y “Pepe Hillo” Cieneguilla Existe confusión, puesto que el mismo día se tiene registro de una actuación en la plaza del “Buen Gusto” en Aguascalientes, Ags. Ponciano Díaz y cuadrilla. Se desconoce Cuadrilla de Ponciano Díaz. “…ha llegado a Aguascalientes Cieneguilla El Diario del Hogar, D.F., del donde dará ocho corridas de toros comenzando esta tarde y 23.04.1889, p. 3. jugando toros de Cieneguilla. Estas corridas tendrán lugar con motivo de la feria que anualmente se celebra en aquella población”. Cuadrilla de Ponciano Díaz Se desconoce Cuadrilla de Ponciano Díaz Se desconoce Cuadrilla de Ponciano Díaz Se desconoce Carlos Borrego “Zocato” y “Bienvenida” Venadero (4) y 1 de (21) Miura Carlos Borrego “Zocato” y “Pepe Hillo” San Tadeo (Ags.) Manuel Gavidia y Agustín Oropeza Naycha y La Soledad Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce (22). Ponciano Díaz y cuadrilla. “Antes de ayer circuló en esta Se desconoce el Diario del Hogar, D.F., del capital el rumor referente a que Ponciano Díaz había sido 12.07.1889, p.3. víctima de un accidente en la plaza de San Sebastián en Vizcaya. “Se sabe que al prender un par de banderillas a caballo cayó repentinamente sufriendo una grave lesión. Se ignora aun si la lesión fue debida sólo a la caída o a una cogida del bicho. “De cualquier modo que haya sido, lamentamos en percance”. “Marinero” y Enrique Santos “El Tortero” Palha (6) Presentación (23) “El Tortero” y “Lobito” Pablo Romero Enrique Santos “El Tortero” y Rafael Bejarano “Torerito” Eduardo Ibarra Ponciano Díaz y cuadrilla. También se indica que en tal fecha Se desconoce El Toreo, Madrid, 19.08.1889, p. 3. toreó en Valencia. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Ponciano Díaz colocó banderillas a caballo ensillado. El Se desconoce Diario del Hogar, D.F., 22.09.1889, p. 3. picador Celso González jineteó un toro. Como saben nuestros lectores, el 23 de septiembre próximo Se desconoce El Diario del Hogar, D.F., del pasado, volvió a trabajar en Oporto, Portugal, el popular y 20.10.1889, p. 3. valiente diestro mexicano Ponciano Díaz. En esta corrida se Carlos Borrego “Zocato” Ponciano Díaz y cuadrilla Cuadrilla hispano-mexicana y “Zocato” Cuadrilla de Ponciano Díaz y “Bienvenida”
255
440
Cintra, Portugal.
29.09.1889
hizo acreedor a una gran ovación al parear a caballo, poniendo banderillas con las manos y con la boca, causando verdadero alboroto, al ejecutar montado varios lances de capa con un bravo toro procedente de una de las más acreditadas ganaderías portuguesas. El 29 del mismo mes debe haber trabajado en la plaza de Cintra la corrida de despedida. Ponciano Díaz y su cuadrilla. Se desconoce
441 442 443 444
Sevilla, Esp. Barcelona, Esp. San Sebastián, Esp. Madrid, Esp.
13.10.1889 1889, oct. 1889, oct. 17.10.1889
Francisco Arjona “Currito” y Carlos Borrego “Zocato” Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Salvador Sánchez “Frascuelo” y Rafael Guerra “Guerrita”
445
Sevilla, Esp.
27.10.1889
446
Carlos III (La Habana, Cuba)
01.12.1889
447
Carlos III (La Habana, Cuba)
08.12.1889
448 449 450
Orizaba, Ver. Veracruz, Ver. Orizaba, Ver.
15.12.1889 22.12.1889 25.12.1889
451 452
Veracruz, Ver. Veracruz, Ver.
29.12.1889 05.01.1890
453
Bucareli, D.F.
26.01.1890
454
Puebla, Pue.
02.02.1890
455 456
Bucareli, D.F. Bucareli, D.F.
09.02.1890 10.02.1890
457
Puebla, Pue.
16.02.1890
458
Bucareli, D.F.
23.02.1890
El Diario del Hogar, D.F., del 20.10.1889, p. 3. Tal corrida se suspendió a causa de la muerte del hermano del Rey de Portugal, por cuyo motivo Ponciano ese día fue espectador en la Plaza de Madrid. En: El Diario del Hogar, D.F., del 27.10.1889, p. 3.
Se desconoce Se desconoce Se desconoce Duque de Veragua y Alternativa con el toro LUMBRERO de Orozco Veragua. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce El Diario del Hogar, D.F., del 02.11.1889, p. 3. Ponciano Díaz y cuadrilla, con el “Manchao” y Galindo, Fortín y/o (24) aficionado cubano. Nopalapam Ponciano Díaz y cuadrilla, con el “Manchao” y Galindo, Fortín y/o aficionado cubano. Nopalapam Ponciano Díaz y Cuadrilla Se desconoce Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce EL Toreo, Madrid, 20.01.1890, p. 3. Ponciano Díaz y cuadrilla. Se desconoce Diario del Hogar, D.F., del 24.12.1889, (por) “suspensión de la corrida anunciada en Orizaba para el p. 3. día 19 se difirió para el día 25”. Ponciano Díaz y cuadrilla. Interviene Saturnino Frutos “Ojitos” Se desconoce El Toreo, Madrid, 10.02.1890, p. 3. La cuadrilla del espada Ponciano Díaz Se desconoce El Monitor Republicano, D.F., del 29.12.1889, p. 3. José Galindo (de Madrid). Banderilleros: Saturnino Frutos Tulipán (6) y Reaparición en la ciudad de México. “Ojitos”, Rafael Calderón de la Barca, Carlos López “El Arandas. Manchao” y Pompeyo Ramos. Picadores: Manuel Feijoo, Agustín Oropeza, Celso González y Arcadio Reyes. Ponciano Díaz, junto al espada José Galindo, el banderillero Toros del Sr. El Monitor Republicano, D.F., Saturnino Frutos “Ojitos” y el picador Feijoó. González Pavón. 02.02.1890, p. 3. José Centeno San Marcos (6) Jaripeo encabezado por Ponciano Díaz, acompañado de La Voz de México, D.F., del 16.02.1890, algunos de los “muchachos” que llevó a España, y otros p. 1. aficionados al lazo y a la cola. Además, se presentó el andarín aragonés Bielsa de nombre, quien dio ciento diez vueltas al redondel a trote de indio, sin descansar (…) Ponciano Díaz y cuadrilla. Se desconoce El Monitor Republicano, D.F., del 16.02.1890, p. 3. José Centeno Guanamé (6)
256
459
Guadalajara, Jal.
460
Plaza de toros “El Paseo”, S.L.P.
09.03.1890
Ponciano Díaz y cuadrilla. “Se nos dice que próximamente Se desconoce trabajará con su cuadrilla en la plaza del Progreso de Guadalajara, el popular espada Ponciano Díaz, y que de ahí pasará a San Luis Potosí”. Ponciano Díaz y cuadrilla y Juan Martínez Galindo Cruces (5)
461
Plaza de toros “El Paseo”, S.L.P.
16.03.1890
Ponciano Díaz y cuadrilla
Se desconoce
462 463 464 465 466
Bucareli, D.F. Bucareli, D.F. Bucareli, D.F. El Buen Gusto, Aguascalientes. El Buen Gusto, Aguascalientes
06.04.1890 13.04.1890 20.04.1890 21.04.1890 24.04.1890
José Galindo y “Ojitos” Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla. Cuadrilla de Ponciano Díaz
Espíritu Santo Espíritu Santo Espíritu Santo. Se desconoce Cieneguilla
467
El Buen Gusto, Aguascalientes
25.04.1890
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Cieneguilla
468
El Buen Gusto, Aguascalientes
26.04.1890
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Cieneguilla
469
El Buen Gusto, Aguascalientes
27.04.1890
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Tapias
470
El Buen Gusto, Aguascalientes.
28.04.1890
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Tapias
471
Plaza de toros “El Paseo”, S.L.P.
04.05.1890
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce
472
El Buen Gusto, Aguascalientes.
05.05.1890
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce
473 474
Bucareli, D.F. El Paseo, D.F.
11.05.1890 18.05.1890
Jalpa (5) Arandas (6)
475
Huamantla, Pue.
28.05.1890
476 477 478
San Luis Potosí, S.L.P. Durango, Dgo. Durango, Dgo.
01.06.1890 15.06.1890 20.07.1890
479 480
Durango, Dgo. ¿Mérida, Yuc.? En tal fecha, el festejo ocurrió en Zacatecas y no en Mérida como aquí quedó consignado.
27.07.1890 03.08.1890
Ponciano Díaz y cuadrilla Beneficio de Manuel Feijoo. Casto Díaz y Manuel Pomares “El Troni” Ponciano Díaz y cuadrilla. “Durante la feria que anualmente se celebra en Huamantla, Puebla, toreará Ponciano Díaz”. Pedro Nolasco Acosta Cuadrilla de Ponciano Díaz Según nuestros informes, el espada Ponciano Díaz dará esta tarde su última corrida en la plaza de toros de Durango, y como ha desistido por ahora, de su viaje al puerto de Mazatlán, tal vez regrese a México a fines del presente mes, siempre que no se arregle para torear en las plazas del Saltillo y Monterrey. Cuadrilla de Ponciano Díaz Ponciano Díaz. Según tenemos entendido dentro de pocos días, debe llegar a México el popular espada Ponciano Díaz, a fin de arreglar todo lo conveniente para las próximas corridas que ha de torear antes de marcharse a Mérida, y sobre todo organizar la gran corrida de su beneficio que promete ser un acontecimiento. “De Zacatecas. (…) El día 3 dará Ponciano Díaz la primera
Febrero, 1890
El Monitor Republicano, 16.02.1890, p. 3.
D.F.,
del
El cartel anunciador se ubica en el Centro Taurino Potosino, S.L.P. Diario del Hogar, D.F., del 16.03.1890, p. 3.
El Tiempo, D.F., del 20.04.1890, p. 3. El Tiempo, D.F., del 20.04.1890, p. 3. Diario del Hogar, D.F., del 04.05.1890, p. 2. Diario del Hogar, D.F., del 04.05.1890, p. 2. Diario del Hogar, D.F., del 04.05.1890, p. 2. Diario del Hogar, D.F., del 04.05.1890, p. 2. Diario del Hogar, D.F., del 04.05.1890, p. 2. Diario del Hogar, D.F., del 04.05.1890, p. 2. Diario del Hogar, D.F., del 04.05.1890, p. 2.
El Tiempo, D.F., del 28.05.1890, p. 3. Espíritu Santo Se desconoce Se desconoce
Se desconoce Se desconoce
Alternativa de N. Acosta. El Diario del Hogar, 15.06.1890, p. 3. El Monitor Republicano, D.F., del 20.07.1890, p. 3
El Monitor Republicano, D.F., del 03.08.1890, p. 3. En El Mundo, D.F., del 19.08.1890, p. 2 se menciona que ese 3 de agosto, Ponciano andaba en Durango. El Tiempo, D.F., del 03.08.1890, p. 3.
257
481
Zacatecas, Zac.
21.08.1890
482
Fresnillo, Zac.
483
Bucareli, D.F.
484
Bucareli, D.F.
485
Fresnillo, Zac.
486 487
Bucareli, D.F. Bucareli, D.F.
31.08.1890 07.09.1890
488 489 490 491
Bucareli, D.F. Mérida, Yuc. Mérida, Yuc. Mérida, Yuc.
14.09.1890 21.09.1890 28.09.1890 05.10.1890
492
Mérida, Yuc.
16.10.1890
493
Mérida, Yuc.
26.10.1890
494
Veracruz, Ver.
02.11.1890
495
Veracruz, Ver.
09.11.1890
corrida; ganado escogido.-El Corresponsal”. Ponciano Díaz y cuadrilla
Agosto, 1890 Cuadrilla de Ponciano Díaz. Percance de José Escacena, en el que, como apunta El Toreo, Madrid, del 15 de septiembre de 1890, p. 4: “…el día 6 de Agosto, al oscurecer, José Escacena, individuo de la cuadrilla de Ponciano Díaz, disparó dos tiros sobre el joven León Mancillas, causándole instantáneamente la muerte. “El homicida fue detenido en el acto. “El hecho tuvo lugar en Fresnillo en el camino de la población a la estación del ferrocarril”. 31.08.1890 Hubo bueno y malo, pero más bueno que malo. El ganado fue inmemorable. La cuadrilla, regular, viéndose dos buenos pares de Ramos y Calderón de la Barca; tres superiores estocadas de Ponciano al 1º, 3º y 4º toros, y algunos actos de valor de este espada, que le conquistaron aplausos. Al dar muerte al tercer bicho, salió trompicado y en peligro inminente junto a un burladero, por estoquear cerca de las tablas; sufrió, sin embargo, una leve herida en el dedo meñique de la mano derecha. En lo que no mejora el espada mexicano, es en el trasteo. Mucho valdría este buen matador con una muleta de torero 07.09.1890 Cuadrilla de Ponciano Díaz. Beneficio. En esa ocasión, alternó a pie ni más ni menos que Vicente Oropeza. Sept. 1890 Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce
Diario del Hogar, D.F., del 02.09.1890, p. 1. Le Trait d’ Union, D.F., 09.08.1890, p. 3.
Se desconoce
El Monitor Republicano, 03.09.1890, p. 2.
D.F.
3 de Atenco y 3 de El El Siglo Diez y Nueve, D.F., del Fresno. 01.09.1890, p. 2. Se desconoce. Diario del Hogar, D.F., del 02.09.1890, p. 1. Agustín Oropeza El Fresno (6) Ponciano Díaz y cuadrilla Atenco (3), El Fresno Beneficio de P. Díaz. (3). Ponciano Díaz y cuadrilla El Fresno (4) Corrida de la Junta Patriótica Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce El Zurriago Taurino, D.F., 03.08.1890. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce (25) Llegó hoy (26 de septiembre) a esta ciudad Ponciano Díaz, Se desconoce. El Diario del Hogar, D.F., del con gran entusiasmo recibiéronle música y numerosos 28.09.1890, p. 3. amigos. El domingo próximo dará su primera corrida. Ponciano Díaz y cuadrilla. Se desconoce Diario del Hogar, D.F., del 18.10.1890, “Hoy a las ocho de la noche habrá en esta ciudad un jaripeo y p. 3. corrida de toros, por la cuadrilla de Ponciano Díaz en el Circo teatro Yucateco”. Cuadrilla de Ponciano Díaz. “El domingo próximo tendrá lugar Se desconoce El Tiempo, D.F., del 22.10.1890, p. 3. el beneficio de Ponciano Díaz con lo que terminará la presente temporada de toros. Parece que la empresa ha perdido el dinero esta vez”. Cuadrilla de Ponciano Díaz. El Fortín El Monitor Republicano, D.F., del 09.11.1890, p. 3. Cuadrilla de Ponciano Díaz Se desconoce
258
496 497
Jalapa, Ver. Jalapa, Ver.
15.11.1890 16.11.1890
Cuadrilla de Ponciano Díaz Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Se desconoce Se desconoce
498
Jalapa, Ver.
17.11.1890
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce
499
Coatepec, Ver.
20.11.1890
Se desconoce
500
Orizaba, Ver.
23.11.1890
501
Zacatecas, Zac.
07.12.1890
502
Guadalajara, Jal.
20.12.1890
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Ponciano trabaja hoy en Coatepec. Ayer fue su onomástico y lo obsequiaron los coatepecanos con una comida en la quinta del señor Quiroz y un baile. Ponciano Díaz y cuadrilla. La corrida de toros (…) no dejó contentos a los aficionados. Sólo dos toros dieron algún juego y Ponciano los mató regularmente. Cuadrilla de Ponciano Díaz. “El torero de este nombre dará una corrida el próximo domingo en Zacatecas”. Cuadrilla de Ponciano Díaz.
503
Chihuahua, Chih.
13.01.1891
504
Villa Lerdo, Durango.
505
Villa Lerdo, Durango.
506
Villa Lerdo, Durango.
507
Villa Lerdo, Durango.
508
Villa Lerdo, Durango.
509
Villa Lerdo, Durango.
510
Villa Lerdo, Durango.
511
Villa Lerdo, Durango.
512
Villa Lerdo, Durango.
513
Villa Lerdo, Durango.
514
Villa Lerdo, Durango.
515
Villa Lerdo, Durango.
516 517 518
Villa de Guadalupe, Zac. Villa de Guadalupe, Zac. Villa de Guadalupe, Zac.
Dic. 1890 – Ene. 1891 Dic. 1890 – Ene. 1891 Dic. 1890 – Ene. 1891 Dic. 1890 – Ene. 1891 Dic. 1890 – Ene. 1891 Dic. 1890 – Ene. 1891 Dic. 1890 – Ene. 1891 Dic. 1890 – Ene. 1891 Dic. 1890 – Ene. 1891 Dic. 1890 – Ene. 1891 Dic. 1890 – Ene. 1891 Dic. 1890 – Ene. 1891 Feb. 1891 Feb. 1891 Feb. 1891
El Siglo Diez y Nueve, D.F., del 18.11.1890, p. 4. El Monitor Republicano, D.F., del 18.11.1890, p. 4. El Nacional, D.F., 22.11.1890, p. 3.
Toros de agostaderos Fortín Se desconoce
los Diario del Hogar, D.F., 29 de noviembre del de 1890, p. 2.
Se desconoce
Diario del Hogar, D.F., del 27.12.1890, p. 2. El Tiempo, D.F., del 13.01.1891, p. 3.
Cuadrilla de Ponciano Díaz. “Este diestro mexicano trabaja Se desconoce actualmente en la ciudad de Chihuahua, donde ha estoqueado toros de las ganaderías de La Zarca y El Zarco, haciendas rústicas del Estado de . Cuadrilla de Ponciano Díaz Se desconoce
El Tiempo, D.F., del 03.12.1890, p. 3.
El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce
El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce
El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce
El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce
El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce
El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce
El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce
El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce
El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce
El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce
El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce
El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3
Cuadrilla de Ponciano Díaz Cuadrilla de Ponciano Díaz Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce Se desconoce Se desconoce
El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3 El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3 El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3
259
519 520 521 522 523
Villa de Guadalupe, Zac. Chihuahua, Chih. Chihuahua, Chih. Chihuahua, Chih. Monterrey, N.L.
Feb. 1891 Feb. 1891 Feb. 1891 Feb. 1891 Feb. 1891
524 525
Monterrey, N.L. Mazatlán, Sin.
Feb. 1891 Febrero, 1891
526
¿Zacatecas, Zac.?
01.02.1891
527
Monterrey, N.L.
22.02.1891
528 529 530
Saltillo, Coah. Saltillo, Coah. Saltillo, Coah.
Feb. 1891 Feb. 1891 Marzo, 1891
531 532
Veracruz, Ver. Veracruz, Ver.
23.03.1891 29.03.1891
533
Monterrey, N.L.
Abril, 1891
534 535
El Buen Gusto, Aguascalientes. Coatepec, Ver.
02.04.1891 19.04.1891
536
Durango, Dgo.
31.05.1891
Cuadrilla de Ponciano Díaz Cuadrilla de Ponciano Díaz Cuadrilla de Ponciano Díaz Cuadrilla de Ponciano Díaz Cuadrilla de Ponciano Díaz. El diestro de este nombre está actualmente trabajando con muy buen éxito en Monterrey. Cuadrilla de Ponciano Díaz. Jaripeo. Dícese que una vez terminados los compromisos que tiene adquiridos el popular espada Ponciano Díaz en Durango, marchará con su cuadrilla para el puerto de Mazatlán, donde dará una serie de corridas. Ponciano Díaz. Una vez que termine su compromiso en Monterrey, toreará con su cuadrilla en las plazas de Saltillo, San Luis Potosí y Zacatecas. El domingo 22 próximo pasado toreó en Monterrey, con su cuadrilla el popular espada Ponciano Díaz, lidiando toros de Monteros. Cuadrilla de Ponciano Díaz Cuadrilla de Ponciano Díaz Ponciano Díaz y cuadrilla. Ponciano Díaz trabaja actualmente en el Saltillo. Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla. “El diestro mexicano lidió el domingo pasado en Veracruz, una corrida con ganado de Atenco y El Fresno, haciendo las delicias de los aficionados de aquel puerto”. Ponciano Díaz y cuadrilla. LOS TOROS VAN MAL.Encontramos en un periódico de Monterrey, las siguientes líneas que dan una idea de la decadencia a que ha llegado la gloria taurófila de Ponciano Díaz, el bien amado del pueblo. He aquí esas líneas: Ayer salió rumbo al interior el reculón Ponciano, llevando tras de sí a su mediana cuadrilla. Ponciano es un astro que se apaga. En Puebla se le censuró hasta el modo de andar, en México ya no la puede pasar, en otras partes ha pasado desapercibido y aquí apenas pudo aguantar un mes entre gritos y sombrerazos. Que la gracia vaya con Ponciano y nos haga la idem de no volvernos a visitar. Cuadrilla de Ponciano Díaz Ponciano Díaz y cuadrilla. En notas periodísticas, se apunta que Ponciano actuó esa ocasión en Jalapa. Además, se dice que “fue alcanzado por el sexto toro de la corrida al poner banderillas a caballo, resultando con una grave herida en la pierna derecha de más de 10 centímetros de extensión”. Ponciano Díaz y cuadrilla
Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce
El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3 El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3 El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3 El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3 El Diario del Hogar, D.F., 06.02.1891, p. 3. El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3 El Nacional, D.F., 07.02.1891, p. 3.
Se desconoce
El Monitor Republicano, 01.02.1891, p. 3.
D.F.,
del
Morteros.
El Monitor Republicano 01.03.1891, p. 3.
D.F.,
del
Se desconoce Se desconoce Se desconoce
El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3 El Mundo, D.F., 15.02.1891, p. 3 El Universal, D.F., del 13.03.1891, p. 2.
Atenco (6) Atenco y El Fresno
El Mundo, D.F., 02.04.1891, p. 3
Se desconoce
Se desconoce Se desconoce
Se desconoce
El Monitor Republicano, 03.04.1891, p. 2.
D.F.,
del
En dicha plaza resultó herido. El Toreo, Madrid, 15.06.1891, p. 3.
El Partido Liberal, D.F., 14 de junio de 1891, p. 2.
260
537 538 539 540
Durango, Dgo. Durango, Dgo. Mazatlán, Sin. Durango y Mazatlán.
07.06.1891 14.06.1891 1891, junio Mayo-junio 1891
Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla. “El diestro mexicano de ese nombre ha inaugurado en Durango una serie de corridas de toros, habiéndose dado la primera el 31 del mes próximo pasado. Concluida la temporada se dirigirá a Mazatlán”. 1891, julio “Parece que es un hecho que el espada mexicano de aquel nombre irá a ocupar el redondel del 5 de Mayo de Monterrey para el próximo mes de julio”. 02.08.1891 Ponciano Díaz y cuadrilla. 1891, agosto Ponciano Díaz y cuadrilla 16.08.1891 Cuadrilla de Ponciano Díaz
541
Monterrey, N.L.
542 543 544
“El Buen Gusto”, Aguascalientes. Zacatecas, Zac. Lagos, Jalisco
545
Veracruz, Plaza de la Laguna
546
Zacatecas, Zac.
18.10.1891
547
25.10.1891
548
Ciudad de México, D.F. plaza de toros “Bucareli” Atlixco, Puebla.
549
Atlixco, Puebla.
22.11.1891
Actuación del celebrado espada mexicano Ponciano Díaz, de Se desconoce empresa. Cuadrilla de Ponciano Díaz Se desconoce
550
Atlixco, Puebla.
29.11.1891
Cuadrilla de Ponciano Díaz
551
León, Gto.
01.12.1891
552
Tlaxcala, Tlax.
20.12.1891
Cuadrilla de Ponciano Díaz alternando con Rafael Calderón de Arroyo de Enmedio la Barca Cuadrilla de Ponciano Díaz Se desconoce
553
Guadalajara, Jal.
Dic.1891
554
Norte de la república.
Dic. 1891
555 556
El Buen Gusto, Aguascalientes. Atlixco, Pue.
17.01.1892 23.01.1892
557
Querétaro, Qro.
24.01.1892
558
Querétaro, Qro.
31.01.1892
Cuadrilla de Ponciano Díaz, torea en la plaza denominada Se desconoce “Circo de Occidente!”. Cuadrilla de Ponciano Díaz Se desconoce
559
Veracruz, Ver.
Feb. 1892
Cuadrilla de Ponciano Díaz. El torero Calderón. Dice El Se desconoce
Oct. 1891
08.11.1891
Jaripeo en compañía de la “Charra” María Aguirre.
Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce
Se desconoce
Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce
Ponciano Díaz y cuadrilla. Ponciano se propone dar en Se desconoce Zacatecas dos corridas de toros a beneficio de las victimas de Consuegra. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce
El popular espada mexicano Ponciano Díaz, suplicó al Imparcial de Guadalajara, dijese que al alejarse de la simpática ciudad se complacía en hacer pública la expresión de su gratitud por la gran bondad y el aplauso caluroso con que se le acogió durante la corta temporada taurina que acaba de pasar. Cuadrilla. La que capitanea el espada Ponciano Díaz salió de Guadalajara con rumbo al Norte. Cuadrilla de Ponciano Díaz Ponciano Díaz y cuadrilla
Se desconoce
El Siglo Diez y Nueve, D.F., del 15.06.1891, p. 3.
El Tiempo, D.F., del 13.06.1890, p. 3.
Diario del Hogar, D.F., del 16.08.1891, p. 3. El Diario del Hogar, D.F., 17.10.1891, p. 3. La Patria Ilustrada, D.F., 19.10.1891, p. 3. El Diario del Hogar, D.F., 23.10.1891, p. 3 La Patria, D.F., 08.11.1891, p. 3 El Diario del Hogar, D.F., 20.11.1891, p. 3. El Diario del Hogar, D.F., 27.11.1891, p. 3. El Tiempo, D.F., del 31.12.1891, p. 2.
Se desconoce
El Diario del Hogar, D.F., 19.12.1891, p. 3. La Patria, D.F., 18.12.1891, p. 2.
Se desconoce
La Patria, D.F., 20.12.1891, p. 3.
Se desconoce Se desconoce
Coleadero en obsequio de Ponciano Díaz. La Sombra de Arteaga, Qro., 24.01.1892, p. 16. El Diario del Hogar, D.F., 31.01.1892, p. 2. El Diario del Hogar, D.F., 10.02.1892, p.
261
560 561
Veracruz, Ver. Orizaba, Ver.
14.02.1892 Fines de febrero de 1892
562
Orizaba, Ver.
06.03.1892
563 564
Tula, estado de Hidalgo Puebla, Pue.
13.03.1892 19.03.1892
Cosmopolita de Orizaba, que Rafael Calderón, que según dijeron varios periódicos había muerto en Guadalajara a consecuencia de una cornada, ha pasado por Orizaba a saludar a su familia, y se ha dirigido a Veracruz a incorporarse con la cuadrilla de Ponciano Díaz, de la cual sigue formando parte. Cuadrilla de Ponciano Díaz y José Marrero “Cheché” Con motivo de una mala estocada que dio en la corrida de toros del domingo último el sobresaliente de espada de la cuadrilla de Ponciano Díaz, el populacho destruyó una parte de la plaza de toros. Ponciano Díaz. Aunque otros periódicos como El Diario del Hogar, informaban que dicho festejo lo daría en Puebla. José Marrero “Cheché” Cuadrilla de Ponciano Díaz
2.
565 566 567 568
Tula, estado de Hidalgo Tula, estado de Hidalgo Tula, estado de Hidalgo Pachuca, Hgo.
20.03.1892 27.03.1892 10.04.1892 1892, mayo
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Cuadrilla de Ponciano Díaz. Cuadrilla de Ponciano Díaz y José Marrero “Cheché” Ponciano Díaz y cuadrilla
Cazadero. Cazadero Cazadero (4) Se desconoce
569
Paseo Nuevo, Puebla, Pue.
19.03.1892
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce
570 571
Puebla, Pue. Tula, Hgo.
05.05.1892 08.05.1892
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Cuadrilla de Ponciano Díaz.
Santa Ana la Presa. Se desconoce
572 573
Pachuca, Hgo. Portugal.
15.05.1892 Mayo, 1892
Se desconoce Se desconoce
574 575 576
Cuautitlán, Méx. Monterrey, N.L. Monterrey, N.L.
1892 31.07.1892 Julio, 1892
577
Monterrey, N.L.
Sept. 1892
Cuadrilla de Ponciano Díaz. PONCIANO DÍAZ. En breve llegará a Portugal, y trabajará en el circo Portuense, el famoso espada mexicano Ponciano Díaz, al que acompañará su cuadrilla. “Rebujina” José Marrero “Cheché” Procedente de Monterrey y otras poblaciones de la frontera, debe llegar a México el espada Ponciano Díaz, donde pasará la temporada de aguas para arreglar con tiempo las cor4ridas que con su cuadrilla deberá celebrar desde Octubre próximo en las plazas de la República. Esta nota supone la posibilidad de una “gira” por aquel rincón de la provincia mexicana, a donde pudo haber actuado en varias ocasiones nuestro personaje. Cuadrilla de Ponciano Díaz
578
Monterrey, N.L.
Sept. 1892
579
Durango, Dgo.
Sept. 1892
Se desconoce Se desconoce
La Patria, D.F., 05.03.1892, p. 3.
Se desconoce
Le Trait d´Union, D.F., 06.03.1892, p. 2.
Cazadero Se desconoce
Inauguración de la plaza. El Diario del Hogar, 20.03.1892, p. 2.
D.F.,
del
Ponciano Díaz está trabajando en Pachuca. El Diario del Hogar, D.F., 20.03.1892, p. 2. La Patria, D.F., 04.05.1892, p. 2. El Siglo Diez y Nueve, D.F., del 06.05.1892, p. 3. La Patria, D.F., 27.05.1892, p. 2. El Toreo, Madrid, 23.05.1892, p. 4.
Se desconoce Se desconoce Se desconoce
(26) Alternativa de J. Marrero. El Diario del Hogar, 07.08.1892, p. 2.
Atenco
El Diario del Hogar, D.F., 18.09.1892, p. 2. La Patria, D.F., 16.09.1892, p. 3
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Este conocido diestro se Se desconoce encuentra en Monterrey. Piensa dar allí unas cuantas funciones y seguir su gira taurina hasta Durango. No cabe duda, están de bromita los aficionados a los cuernos. Este conocido diestro se encuentra en Monterrey. Piensa dar Se desconoce
D.F.,
del
La Patria, D.F., 16.09.1892, p. 3.
262
580
5 de mayo (¿Querétaro?)
25.09.1892
allí unas funciones y seguir su gira taurina hasta Durango. José Marrero “Cheché”
581
Plaza del Paseo, San Luis Potosí
23.10.1892
José Marrero “Cheché” y Saturnino Frutos “Ojitos”
582
Plaza del Paseo, San Luis Potosí
30.10.1892
Cuadrilla de Ponciano Díaz y José Marrero “Cheché”
583
Guadalajara, Jal.
27.11.1892
584 585
Pachuca, Hgo. Querétaro, Qro.
04.12.1892 Dic. 1892
586
Querétaro, Qro.
Dic. 1892
587
Querétaro, Qro.
01.01.1893
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Capitán: Ponciano Díaz; sobresaliente, Timoteo Rodríguez; banderilleros, Rafael Calderón de la Barca, Carlos López “El Manchao”, Encarnación Escamilla “El Temerario” y Francisco Aguirre “El Gallito”; picadores: José María Mota “El Hombre que ríe”, Atenógenes de la Torre y Martín Acosta; banderilla a caballo, María Aguirre de Rodríguez. José Centeno Santín (4) Se hizo acompañar de María Aguirre “La Charrita mexicana”. La Labor y Puerto Nieto Se hizo acompañar de María Aguirre “La Charrita mexicana”. La Labor y Puerto Nieto Cuadrilla de Ponciano Díaz Se desconoce
588
Querétaro, Qro.
02.01.1893
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce
589
Veracruz, Ver.
08.01.1893
Cuadrilla de Ponciano Díaz
Se desconoce
590
Veracruz, Ver.
22.01.1893
591
Veracruz, Ver.
Feb. 1893
592
Veracruz, Ver.
28.02.1893
Cuadrilla de Ponciano Díaz, presentación de “La Charrita”, Se desconoce que puso a caballo tres buenos pares de banderillas al tercer toro, causando verdadero entusiasmo entre la concurrencia. Ponciano Díaz sigue lidiando toros a muerte, con buen éxito Se desconoce en la plaza de Veracruz. Cuadrilla de Ponciano Díaz Se desconoce
593
Veracruz, Ver.
05.03.1893
594
02.04.1893
595 596
Veracruz, Ver. (Al parecer, actuó en Orizaba y en Jalapa). El Buen Gusto, Aguascalientes. Pachuca, Hgo.
597
Pachuca, Hgo.
14.05.1893
598
Pachuca, Hgo.
21.05.1893
599 600
Pachuca, Hgo. Pachuca, Hgo.
28.05.1893 11.06.1893
26.04.1893 07.05.1893
Atenco (3) y uno de La Soledad. Guanamé (3) y Atenco (2) Atenco (5) Existe el cartel anunciador en el Centro Taurino Potosino, S.L.P. Se desconoce El Diario del Hogar, D.F., 26.11.1892, p. 2. Se rumoraba por esos días que Ponciano fue víctima del tifo, y que hasta había muerto en Zacatecas.
El Diario del Hogar, D.F., 07.01.1893, p. 2,. El Diario del Hogar, D.F., 07.01.1893, p. 2, La Sombra de Arteaga, Qro., 31.12.1892, p. 16. La Sombra de Arteaga, Qro., 31.12.1892, p. 16. El Monitor Republicano, D.F., 10.01.1893, p. 3.
La Patria, D.F., 22.02.1893, p. 3 El Diario del Hogar, D.F., 01.03.1893, p. 2. Los beneficios de dicha corrida se destinaron para la erección de una estatua del inmortal Benito Juárez. El Diario del Hogar, D.F., 05.03.1893, p. 2.
Cuadrilla de Ponciano Díaz. Festejo a beneficio de la Atenco (2) construcción de un kiosko. María Aguirre la “Charrita mexicana” San Diego de los Padres. Cuadrilla de Ponciano Díaz Venadero. Cuadrilla de Ponciano Díaz Se desconoce. La voz de México, D.F., 13.05.1893, p. 3. Cuadrilla de Ponciano Díaz Se desconoce. La voz de México, D.F., 13.05.1893, p. 3. Cuadrilla de Ponciano Díaz. Además, hará el Sr. Spínola una Se desconoce. La voz de México, D.F., 13.05.1893, p. ascensión en globo. 3. Cuadrilla de Ponciano Díaz y “La Charrita” Atenco (5) Beneficio de Ponciano Díaz María Aguirre la “Charrita mexicana” y Timoteo Rodríguez No se indica la
263
procedencia ganado. No se indica procedencia ganado, aunque parecer fueron Hueyapan. Se desconoce
del
601
Pachuca, Hgo.
18.06.1893
María Aguirre la “Charrita mexicana” y Timoteo Rodríguez
602
San Juan del Río, Qro.
04.07.1893
Ponciano Díaz y cuadrilla
603
Pachuca, Hgo.
06.08.1893
604
Tulancingo, Hgo.
27.08.1893
605 606 607 608 609
Pátzcuaro, Mich. Pátzcuaro, Mich. Morelia, Mich. Morelia, Mich. Morelia, Mich.
16.09.1893 17.09.1893 24.09.1893 01.10.1893 08.10.1893
610
Morelia, Mich.
15.10.1893
611
Morelia, Mich.
22.10.1893
612 613
Morelia, Mich. Morelia, Mich.
29.10.1893 01.11.1893
614
Morelia, Mich.
05.11.1893
615 616
Tulancingo, Hgo. Tulancingo, Hgo.
12.11.1893 19.11.1893
617 618 619 620
Tulancingo, Hgo. Tulancingo, Hgo. Monterrey, N.L. Monterrey, N.L.
26.11.1893 28.11.1893 10.12.1893 11.12.1893
621
Monterrey, N.L.
18.12.1893
622
Monterrey, N.L.
24.12.1893
623
Monterrey, N.L.
25.12.1893
Ponciano Díaz y cuadrilla, alternando con Antonio Sánchez Atenco “Tato”. Cuadrilla de Ponciano Díaz y Antonio Sánchez Atenco (4) y 1 de Hueyapan. Antonio Sánchez y la cuadrilla de Ponciano Díaz Paramuén (6) Antonio Sánchez y la cuadrilla de Ponciano Díaz La Huerta (6) Antonio Sánchez y la cuadrilla de Ponciano Díaz La Huerta (6) María Aguirre de Rodríguez Del Rincón (5) Timoteo Rodríguez y María Aguirre, “vestida de azul marino Atenco y El Rincón floreado y bordado de seda. Sombrero, Jockey”. (5) Timoteo Rodríguez, “Patolito”, Ramón Pérez y Carlos El Rincón (3) Sánchez Atenco (2) (Beneficio del Lazareto) La Huerta, Atapaneo, Irapeo, Coapa y Zempoala Pedro Cadena Andocutín (5) Ponciano Díaz, Antonio Venegas, Pedro Cadena, Atenógenes Andocutín El Toreo en Morelia. Hechos y de la Torre circunstancias, p. 64. María Aguirre La Goleta (5) El Toreo en Morelia. Hechos y circunstancias, p. 69. María Aguirre “La Charrita” Atenco (27) Timoteo Rodríguez Atenco (3), Santa Ana Chichicuautla (2) Cuadrilla de Ponciano Díaz y “La Charrita” Atenco María Aguirre “La Charrita” Atenco (6) Beneficio de M. Aguirre. Carlos Sánchez Guanamé Ponciano Díaz y cuadrilla. Se desconoce Diario para uso de Ponciano Díaz. Principiando el 1º de enero de 1883. Manuscrito. Ponciano Díaz y cuadrilla. Se desconoce Diario para uso de Ponciano Díaz. Principiando el 1º de enero de 1883. Manuscrito. Ponciano Díaz y cuadrilla. Atenco (6) Diario para uso de Ponciano Díaz. Principiando el 1º de enero de 1883. Manuscrito. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Diario para uso de Ponciano Díaz. Principiando el 1º de enero de 1883.
la El Teatro Cómico, D.F., 25.06.1893, p. del 4. al de Ponciano Díaz está actualmente en (…)
trabajando
264
624
Monterrey, N.L.
31.12.1893
Ponciano Díaz y cuadrilla.
Se desconoce
625
Saltillo, Coah,
08.01.1894
Ponciano Díaz y cuadrilla
Se desconoce
626
Nuevo Laredo, Méx.
14.01.1894
Ponciano Díaz y cuadrilla
Atenco
627
Nuevo Laredo, Méx.
21.01.1894
Ponciano Díaz y cuadrilla
Se desconoce
628
Nuevo Laredo, Méx.
28.01.1894
Ponciano Díaz y cuadrilla
Se desconoce
629
Nuevo Laredo, Méx.
04.02.1894
Ponciano Díaz y cuadrilla
Se desconoce
630
Nuevo Laredo, Méx.
18.02.1894
Ponciano Díaz y cuadrilla
Se desconoce
631
Saltillo, Coah.
25.02.1894
Ponciano Díaz y cuadrilla
Se desconoce
632
Saltillo, Coah.
01.03.1894
Ponciano Díaz y cuadrilla.
Se desconoce
633
Matehuala, S.L.P.
04.03.1894
Ponciano Díaz y cuadrilla.
Se desconoce
634
Matehuala, S.L.P.
11.03.1894
Ponciano Díaz y cuadrilla.
Se desconoce
635
Mineral de Catorce, S.L.P.
Marzo, 1894
636 637
Mineral de Catorce, S.L.P. Mineral de Catorce, S.L.P.
02.04.1894 13.04.1894
Ponciano Díaz y cuadrilla. “Ponciano Díaz está lidiando toros Se desconoce con su acostumbrado arrojo e el Mineral de Catorce. “Damos el pésame a las vacas viudas”. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce
638 639 640 641 642
El Buen Gusto, Aguascalientes. Matehuala, S.L.P. Guanajuato, Gto. Valle de Santiago, Gto. Aguascalientes, Ags.
29.04.1894 07.05.1894 03.06.1894 1894, jun. 1894, julio Fue justo el 29.06.1894
643
Toluca, Méx.
15.07.1894
Cuadrilla de Ponciano Díaz Antonio Venegas “Chanate” (+) Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Hoy han pasado por aquí con destino a México, en el tren del Ferrocarril Central Mexicano los pasajeros siguientes: José Basauri, Ponciano Díaz, Carlos López, Atenógenes de la Torre (…), lo que indica que dicha “compañía” de toreros estuvo trabajando por el norte del país. Diego Rodríguez “Silverio chico” y “El Ostión”
Se desconoce Espíritu Santo Se desconoce Se desconoce Se desconoce
Ayala
y
Manuscrito. Diario para uso de Ponciano Díaz. Principiando el 1º de enero de 1883. Manuscrito. Diario para uso de Ponciano Díaz. Principiando el 1º de enero de 1883. Manuscrito. Ponciano Díaz resultó cogido sin gravedad. Diario para uso de Ponciano Díaz. Principiando el 1º de enero de 1883. Manuscrito. Diario para uso de Ponciano Díaz. Principiando el 1º de enero de 1883. Manuscrito. Diario para uso de Ponciano Díaz. Principiando el 1º de enero de 1883. Manuscrito. Diario para uso de Ponciano Díaz. Principiando el 1º de enero de 1883. Manuscrito. Correspondencia de Ponciano Díaz. Museo Taurino Mexicano. Correspondencia de Ponciano Díaz. Museo Taurino Mexicano. Diario para uso de Ponciano Díaz. Principiando el 1º de enero de 1883. Manuscrito. Diario para uso de Ponciano Díaz. Principiando el 1º de enero de 1883. Manuscrito. El Partido Liberal, D.F., 31.03.1894, p. 2. (28) Ponciano Díaz está lidiando con su acostumbrado arrojo. “Chanate” sufrió cornada mortal. Testimonio oral de José Velázquez Díaz. El Nacional, D.F., del 12.07.1894, p. 1.
otras. AHMT
265
644
Nuevo Laredo, Tamps.
645 646 647 648 649 650 651
Zacatecas, Zac. Nuevo Laredo, Tamaulipas. Toluca, Méx. Toluca, Méx. Laredo, Texas, E.U.A. Laredo, Texas, E.U.A. Bucareli, D.F.
652
Bucareli, D.F.
653 654
Bucareli, D.F. Bucareli, D.F.
655
Tacubaya, D.F.
656
Querétaro, Qro.
657
Querétaro, Qro.
658
Querétaro, Qro.
659
Celaya, Gto.
660
¿España?
661
Tepic, Nay.
662 663 664 665 666
Mazatlán, Sin. Guadalajara, Jal. Mazatlán, Sin. Mazatlán, Sin. Mazatlán, Sin.
Aunque también se mencionan los toros de Atenco. 22.07.1894 Ponciano Díaz. Los diestros trabajaron con voluntad, pero los Se desconoce La Patria, D.F., 02.08.1894, p. 3 toros resultaron bueyes y aquellos no pudieron lucirse. Un número considerable de excursionistas americanos presenció la corrida. 18.07.1894 José Basauri Venadero 19.07.1894 Cuadrilla de Ponciano Díaz. Se desconoce La Patria, D.F., 02.08.1894, p. 3 19.08.1894 José Marrero “Cheché”, José Basauri, Timoteo Rodríguez. Se desconoce Ponciano actuó banderilleando un toro. 26.08.1894 José Marrero “Cheché”, Timoteo Rodríguez. Ayala y Santín Ponciano actuó banderilleando un toro. 1894, agosto Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce 1894, agosto Ponciano Díaz y cuadrilla Mesa de Cartujanos (29) 16.09.1894 José Centeno, Diego Rodríguez “Silverio chico” y Leopoldo 6 toros de Atenco Asistió a la corrida el Sr. Gral Porfirio Camaleño. Díaz y su familia. Actuación de Ponciano Díaz a caballo. 17.09.1894 Juan Jiménez “El Ecijano”. Ponciano “pondrá banderillas a Atenco, Santín y El Correo Español, D.F., del caballo”. Tepeyahualco 12.09.1894, p. 3. 14.10.1894 “El Marinero” y Arturo Paramio Atenco Banderilleó un toro. 11.11.1894 Juan Jiménez “El Ecijano” Zalduendo (2), Atenco (2), Parangueo (2). 18.11.1894 “El Marinero”, “El Ecijano”, “El Habanero”, Leopoldo Camaleño Concha y Sierra (3), y José Basauri. Cazadero (3) 23.12.1894 José Basauri Se desconoce La Sombra de Arteaga, Qro., 09.12.1894, p. 7. 24.12.1894 José Basauri Se desconoce La Sombra de Arteaga, Qro., 09.12.1894, p. 7. 25.12.1894 José Basauri La Noria (5) La Sombra de Arteaga, Qro., 09.12.1894, p. 7. 26.12.1894 Ponciano Díaz y cuadrilla. Sólo actuó poniendo banderillas a Se desconoce El Tiempo, D.F., del 30.12.1894, p. 1. caballo. Enero, 1895 Ponciano Díaz.-Este diestro, empresario de la plaza de Se desconoce El Toreo, Madrid, 21.01.1895, p. 3. Bucareli, antes de emprender su anunciado viaje a la península, organizará una corrida en su beneficio, con los más valiosos elementos que hay en aquel país. Enero, 1895 Ponciano Díaz y cuadrilla. Corrida de toros en Tepic. Con muy Se desconoce El Siglo Diez y Nueve, D.F., del buen éxito ha abierto una temporada taurina el popular espada 26.01.1895, p. 2 Ponciano Díaz en aquel Territorio. Ha sido, como siempre, muy aplaudido, no tanto por su toreo, cuanto por la certeza que tiene al matar, pues él nunca asesina a los toros ni le tocan a lazo para que la res sucumba. 25.01.1895 Ponciano Díaz y cuadrilla. Se desconoce La Patria, D.F., 08.02.1895, p. 3 03.02.1895 Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce El Toreo, Madrid, 04.03.1895, p. 3. 05.02.1895 Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce El Demócrata, D.F., 15.02.1895, p. 4. 06.02.1895 Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce El Demócrata, D.F., 15.02.1895, p. 4. 08.02.1895 Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce
266
667
Guadalajara, Jal.
10.02.1895
Ponciano Díaz y cuadrilla
Se desconoce
668 669 670 671
Tepic, Nay. Culiacán, Sin. Mazatlán, Sin. Culiacán, Sin.
Feb. 1895 Feb. 1895 14.02.1895 Feb-Mar. 1895
Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce
672
Rosario, Sin.
10.03.1895
El Palmito.
La Patria, D.F., 22.03.1895, p. 3
673
Rosario, Sin.
17.03.1895
Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Cuadrilla de Ponciano Díaz Cuadrilla de Ponciano Díaz. 4000 pesos. Por esa suma fue contratado el diestro Ponciano Díaz para torear con su cuadrilla en Culiacán, capital del Estado de Sinaloa. Cuadrilla de Ponciano Díaz. Integraron la cuadrilla: Zamora, y el Manchado, banderillero. Picadores: Atenógenes, Carmen Ocampo. Alternó con José Basauri
El Toreo, Madrid, 04.03.1895, p. 3. Por su parte en La Patria, D.F., 20.02.1895, p. 3, se menciona que dicho festejo ocurrió en Mazatlán. Sin datos. Sin datos. El Demócrata, D.F., 15.02.1895, p. 4. La Patria, D.F., 26.02.1895, p. 3
Corral de Piedras
674
Mineral del Rosario, Sin.
Marzo, 1895
Se desconoce
675
Rosario, Sin.
01.04.1895
676 677 678 679 680 681
Tulancingo, Hgo. Tulancingo, Hgo. Tulancingo, Hgo. Tulancingo, Hgo. Querétaro, Qro. Gavira, Gto.
1895, mayo 1895, mayo 1895, mayo 1895, mayo 19.05.1895 04.08.1895
Pésima fue la primera corrida de toros que últimamente dio en el mineral del Rosario el famoso diestro Ponciano Díaz y como siempre la causa principal fue la falta de ganado. Coincidencias curiosas: las primeras corridas que Ponciano ha dado en las Poblaciones del Estado que ha visitado han sido siempre malas. Y mal le ha ido a él también, aunque no respecto de utilidades pecuniarios ni de agasajos. Ponciano se presenta en la Plaza del Rosario. Con fecha de ayer dirigen de aquella población al Noticioso, el siguiente telegrama: Ayer verificóse beneficio de Ponciano y su cuadrilla, dándose una corrida por demás lucida. Popular capitán partió plaza, y al presentarse redondel fue entusiastamente saludado y aclamado por todo el público; redújose dirigir primeros trabajos tomando después asiento en palco, acompañado numerosos amigos. No hay palabras para expresar regocijo de ambos tendidos al aparecer Ponciano con su cuadrilla en la plaza; por algunos momentos después de los saludos, voces de la concurrencia apagaron la voz del clarín que llamaba a la lidia. Comenzaba ésta, diestros se portaron brillantemente hasta fin y con esto quedó cumplido variado programa. Ponciano saldrá para esa capital presente semana vía el Paso. Su restablecimiento es progresivo y créese llegue sano a México. El corresponsal, Ignacio Caravantes. Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla
P. Díaz sufrió una cornada, “con entrada por la ingle y salida por el bajo vientre, de bastante gravedad…” La Patria, D.F., 31.03.1895, p. 3
Se desconoce
Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce Se desconoce
El Siglo Diez y Nueve, D.F., del 02.04.1895, p. 4.
(30)
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682 683
El Buen Gusto, Aguascalientes. Bucareli, D.F.
18.08.1895 13.10.1895
684 685
Toluca, Méx. León, Gto.
01.12.1895 Enero, 1896
686 687 688
Tenango del Valle, Méx. Tenango del Valle, Méx. Toluca, Méx.
02.02.1896 09.02.1896 16.02.1896
689
Toluca, Méx.
25.02.1896
690 691
Toluca, Méx. Chihuahua, Chih.
01.03.1896 Marzo, 1896
692 693 694
Hermosillo, Son. Bucareli, D.F. Sierra Mojada, Coah.
05.04.1896 24.04.1896 18.05.1896
695
Sierra Mojada, Coahuila
Junio, 1896
696
Durango, Dgo.
09.08.1896
Cuadrilla de Ponciano Díaz Manuel Calleja “Colorín” y la alternativa de Diego Rodríguez “Silverio chico” Ponciano Díaz y cuadrilla. Ponciano Díaz y cuadrilla. TOROS EN LEÓN.-Anúnciase en aquella ciudad que para Enero próximo irá a torear allá con motivo de las fiestas que anualmente se verifican en esa localidad, el diestro Ponciano Díaz. Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y cuadrilla Ponciano Díaz y Felipe Hernández
Se desconoce El Cazadero Se desconoce Se desconoce
El Tiempo, D.F., 29.11.1895, p. 2. El Monitor Republicano, D.F., 14.12.1895, p. 2.
del
Se desconoce El Toreo, Madrid, 24.02.1896, p. 4. Se desconoce El Toreo, Madrid, 02.03.1896, p. 4. Atenco (2) y 3 de desecho de las haciendas de Cieneguilla y “El Fresno” Felipe Hernández Atenco (5) El Toreo. Semanario Ilustrado, año 1, Nº 15, 02.03.1896, p. 6. Felipe Hernández y “El Orizabeño” Atenco (4) Ponciano Díaz.-El espada mexicano se encuentra en Se desconoce El Siglo Diez y Nueve, D.F., del Chihuahua, dando corridas cuyos productos se aplican a la 17.03.1896, p. 3. gran obra del Hospital Civil en construcción. Cuadrilla de Ponciano Díaz Se desconoce Además, coleadero. Cuadrilla de Ponciano Díaz Se desconoce Además, jaripeo. Cuadrilla de Ponciano Díaz. “…Ayer, a las 3:30 p.m., se Se desconoce El Nacional, D.F., del 23.05.1896, p. 3. presentó con su cuadrilla a saludar a la honorable autoridad que presidía, y luego dio principio a la lidia de cuatro toros. Tocó la mala suerte de que el primero cogiera a Ponciano por el costado izquierdo, causándole una lesión en el cuadril, la que por ahora no es de gravedad; se cree que el domingo ya pueda torear. Con este motivo y lo malo que salieron los otros tres toros que jugaron, el público se desagradó mucho, y la Empresa fue multada. Dicha multa ingresará a los fondos de la Beneficencia Pública”. Cuadrilla de Ponciano Díaz. Además, por esos días, Ponciano Se desconoce. El Tiempo, D.F., 17.06.1896. p. 1. enfrentó el siguiente mal rato: “El sábado 6 del actual en la noche, fue conducido a la cárcel municipal de Sierra Mojada, Coahuila, el primer espada Ponciano Díaz, porque paseando con algunos amigos, tuvo la ocurrencia de disparar su pistola. “Al día siguiente fue puesto en libertad mediante el pago de veinte pesos de multa”. Cuadrilla de Ponciano Díaz. El día 9 de Agosto último, Se desconoce La Patria, D.F., 18.09.1896, p. 2 Ponciano Díaz dio una corrida de toros en Durango, y como el diestro dejara vivos a los bichos que debió matar, el soberano lo apedreó, hiriéndole en la región frontal. En la misma corrida fue cogido por un toro el banderillero Carlos López (a) El Manchado, entrándole el asta por la ingle izquierda, de cuya herida murió el desgraciado López cuatro
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días después. Agosto, 1896 Ponciano Díaz está para llegar a Monterrey, donde dará unas Se desconoce corridas de toros. Octubre, Ponciano Díaz y cuadrilla. Continua en Monterrey Ponciano Se desconoce 1896 Díaz dando corridas de toros. 18.10.1896 Manuel Cervera Prieto Casco-La Concepción (4) 15.11.1896 “El domingo próximo pasado dio su última corrida en la plaza Se desconoce de toros de Monterrey, el espada mexicano Ponciano Díaz. “Como despedida obsequió al público con un jaripeo y coleadero” Nov. 1896 En ciudad Porfirio Díaz, el pueblo hizo una soberana Se desconoce recepción al diestro mexicano Ponciano Díaz, que con su cuadrilla ocupará el circo de toros durante las fiestas que se están verificando en aquella ciudad de Coahuila. A la llegada del tren a las cuatro de la mañana, una multitud esperaba al diestro mexicano, quien fue saludado con vítores, aplausos y dianas. 24.01.1897 Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce 1897, feb. Ponciano Díaz y cuadrilla Se desconoce Marzo, 1897 Ponciano Díaz está dando corridas de toros en Jiménez, Se desconoce Chihuahua, y próximamente vendrá a esta capital. 18.04.1897 Diego Prieto “Cuatro-dedos” y Diego Rodríguez “Silverio San Diego de los Chico”. Ponciano pondrá banderillas a caballo. Padres (6) 25.04.1897 Ponciano Díaz, coleadero y jaripeo con novillos, yeguas y San Diego de los potros brutos. Además: Diego Prieto “Cuatrodedos” Padres. 10.06.1897 Ponciano Díaz, jaripeo. Se desconoce 13.06.1897 Ponciano Díaz y cuadrilla, así como la participación de Manuel 2 Santín Díaz Lavi “El Habanero” y Juan Mateo “Juaniqui”. 2 del Espejo y el embolado. 17.06.1897 Agustín Oropeza Se desconoce 20.06.1897 Rafael Martínez “Quintillero”, Juan Mateo “Juaniqui” y El Espejo, Santín y banderillas a caballo de Ponciano Díaz. La Barranca. 02.08.1897 Ponciano Díaz y cuadrilla. Charcas
697
Monterrey, N.L.
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Monterrey, N.L.
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Monterrey, N.L..
700
Monterrey, N.L.
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Ciudad Porfirio Díaz, Coah.
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Parral, Coah. Gavira, Gto. Jiménez, Chihuahua
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Bucareli, D.F.
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Bucareli, D.F.
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Tlalpan, D.F. Tlalpan, D.F.
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Tlalpan, D.F. Tlalpan, D.F.
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Pachuca, Hgo.
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Puebla, Pue.
02.08.1897
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¿Puebla, Pue?
09.08.1897
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Pachuca, Hgo. Tenango del Valle, Méx.
12.09.1897 17.10.1897
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Bucareli, D.F.
19.11.1897
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Bucareli, D.F.
21.11.1897
Filmación del cortometraje “Corrida entera de toros por la cuadrilla de Ponciano Díaz”. Realizadores: Sres. Churrich y Maulinie. Ponciano Díaz y cuadrilla. El primero y segundo toro serán estoqueados por Ponciano Díaz, el tercero por Pedro Cadena y el último por José Rodríguez. Mojiganga. Acompañado del torero español “Palomo”. Ponciano Díaz y cuadrilla
Se desconoce
Se desconoce
Se desconoce Ayala y la “Concepción” Novillada y jaripeo en la plaza (…) en honor de Ponciano Díaz Se desconoce con motivo de su cumpleaños. Ponciano Díaz y cuadrilla San Diego de los
El Tiempo, D.F., 02.08.1896, p. 2. El Monitor Republicano, 06.10.1896, p. 3.
D.F.,
El Monitor Republicano, 22.11.1896, p. 3.
del
D.F.,
El Mundo, D.F., del 28.11.1896, p. 3.
(31) El Mundo, D.F., del 26.03.1897, p. 3. El Imparcial, D.F., 14 de abril de 1897, p. 1. El Imparcial, D.F., 24 de abril de 1897, p. 2. El Popular, D.F., 08.06.1897, p. 3.
Jaripeo.
La Voz de México, D.F., 29.07.1897, p. 3. Al parecer, alternó con sus compañeros Agustín Oropeza y Celso González. El Popular, D.F., 09.08.1897, p. 3.
Mojiganga. El Xinantecatl, Méx., del 17.10.1897, p. 4. (32) (33)
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Santiago Tianguistenco, Méx. Tenango del Valle, Méx.
12.12.1897 Enero, 1898
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Bucareli, D.F. Bucareli, D.F., Bucareli, D.F.
16.09.1898 18.09.1898 06.03.1899
Bucareli, D.F.
15.04.1899
Padres. Ponciano Díaz y cuadrilla Atenco Ignacia Fernández “La Guerrita”. Esta torera, y como dato Se desconoce informativo, se presentó en Toluca, la tarde del 28 de noviembre de 1897, lo que indica su cercanía con la actuación en Tenango, de la cual sólo existe testimonio fotográfico, el registrado por W. Scott. (N. del A.)
Ponciano Díaz, jaripeo. Se desconoce Ponciano Díaz, jaripeo. Se desconoce Encerrona en la plaza (…) ofrecida por Ponciano Díaz a su Se desconoce ahijado Carlos Moreno. Días antes, la prensa apuntaba que “Ponciano Díaz ha dejado por completo de ser torero y empresario” Muerte de Ponciano Díaz
(34) Testimonio oral del Sr. Benjamín Gómez Reza. La confirmación del dato sobre la “Guerrita” en Toluca se puede ver en: EL XINANTÉCATL, MÉX., del 28 de noviembre de 1897, p. 4: TOROS.-Para hoy en la tarde está anunciada una corrida de toros, en la que tomará parte Ignacia Fernández (a) la Guerrita. Traslado a los taurófilos. El Tiempo, D.F., 14.09.1898, p. 3. El Tiempo, D.F., 14.09.1898, p. 3. Por la mañana. El Toreo, Madrid, 13.03.1899, p. 3.
(35)
Ponciano Díaz, retrato realizado hacia 1885. Col. Manuel Barbosa, Guadalajara, Jal.
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NOTAS 1 Considérense, además, jaripeos, mojigangas, manganeos y otros divertimentos propios del espectáculo de entonces, acentuando aquí que ese conjunto de actuaciones las acumuló nuestro personaje, en medio de una época restringida, por ejemplo, a los medios de comunicación, lo que hace más notoria y destacada la participación, yendo a diversos lugares en diligencia, o en tren, viajes que seguramente eran largos, fastidiosos y cansados. 2 En 1876 ingresó en la cuadrilla que capitaneaban los hermanos Hernández, caporales de Atenco, debutando como banderillero en Toluca, donde toreó varias corridas, después de haber actuado como arrastrador en la plaza de Tenango durante la época de feria. Seguramente, el 20 de enero. 3 Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España. 1519-1969, T. I., p. 179. 4 Op. cit. 5 Ibidem., p. 180. 6 Carlos Cuesta Baquero (Roque Solares Tacubac): Historia de la tauromaquia en el Distrito Federal. 18851905, T. II., p. 221. 7 Op. cit. 8 Ibidem., T. I., p. 135. 9 Ibid., T. II., p. 226. 10 Ibid., p. 131. Además: El arte de la lidia, año II, Nº 14, del 4 de abril de 1886. Ponciano Díaz ha toreado en la plaza de Durango (corridas en que ha trabajado a contar desde el mes de Agosto del año próximo pasado a la fecha), en 16 corridas, matando en 13 de ellas, en cada una, 5 reses, y en 3 corridas 4 en cada una. En esta plaza banderilló a caballo en 10 corridas. En la plaza de Progreso de Guadalajara, toreó en 10 corridas, matando en cada una de ellas 5 toros. Banderilló a caballo en 4 corridas. En la plaza de Irapuato trabajó en 5 corridas, matando en ellas, en 2, 8 toros; en otras 2 corridas, 4, y en una 3 toros. En estas funciones banderilló a caballo en 3 corridas. En Guanajuato, en la plaza de Marfil, toreó en una corrida, banderilló en ella a caballo y mató 4 toros. En la plaza de Gavira trabajó en 7 corridas, matando en 6 de ellas 4 toros y en una corrida, 3 reses. Banderilló a caballo en 4 corridas. En una de estas últimas funciones, sufrió un varetazo en un brazo por un toro de la ganadería de Mesquite Gordo. En la plaza del Huisachal, en una corrida mató 3 toros. En la de Tlalnepantla ha toreado 1 corrida matando 4 toros. Durante la temporada de Agosto de 1885, a la fecha, el joven matador ha tenido 4 buenos beneficios en las plazas de Durango, Guadalajara, Irapuato y Guanajuato. Ha lidiado y dado muerte a las siguientes ganaderías: En Durango, a los toros de Ramos, Guatimapé y “La Sauceda”. En Guadalajara, a los de Palmarejo, El Cabezón, Ocotengo, San Isidro y El Plan. En Irapuato, a los de Parangueo y a uno del Copal. En Guanajuato, a los de Parangueo y Mesquite Gordo y en la plaza del Huisachal y Tlalnepantla a los de la raza de Santín. En total, el primer espada Ponciano Díaz, ha trabajado 41 corridas y dado muerte a 180 cornúpetas durante la temporada citada. 11 Lanfranchi: La fiesta brava en…, op. cit., p. 188. 12 Beneficio a la Srita. Matilde Montoya, primera mujer que recibiera en nuestro país el título de Doctora. 13 Moisés González Navarro, Historia moderna de México (El Porfiriato, Vida social, parte segunda) p. 295. La opinión pública se manifestó entonces decididamente en favor de las cigarreras (en defensa de su jornada salarial); Ponciano Díaz ofreció torear una corrida con cuyo producto establecieran una fábrica. Un mes después cumplió su ofrecimiento; con un saldo neto de $779.50; Ponciano, por supuesto, no cobró. Como nadie se presentara a recoger esa cantidad, fue depositada en el ayuntamiento. 14 Debe incluirse en esta relación estadística una actuación de Ponciano Díaz en su propia plaza, donde invitó a Luis Mazzantini. El siglo XIX apunta el bautizo de BUCARELI (donde)… destacó el brindis de Mazzantini por Ponciano; en seguida aquel, que estaba vestido de charro, montó a caballo para que ambos tomaran parte en el jaripeo en el que se recibieron estruendosos aplausos, sin que hubiera ninguna demostración hostil que hubiera podido disgustar en los dos populares espadas cuya amistad, según parece será cordial y duradera. 15 Armando de Maria y Campos: Ponciano el torero con bigotes, p. 137.
16 Ponciano Díaz, lastimado sólo se presentó a dirigir la cuadrilla. 17 Corrida a beneficio de las inundaciones del Bajío. ($1,600.00 líquidos produjo esa función). 18 El popular Ponciano Díaz después de haber dado la primera estocada al primer bicho, se encunó tomando con ambas manos los dos cuernos, y la res se lo llevó gran trecho en tan peligrosa actitud de la que salió sin consecuencia. 19 El último toro de la corrida fue indultado. Tomó 18 varas. 20 El domingo 30 en la plaza Bucareli ofrece su empresario grandes novedades. Se exhibirán por primera vez unos famosos indios chichimecas que ejecutarán difíciles y arriesgados ejercicios que representan las costumbres del siglo XVIII. En la cuadrilla figura “Bienvenida”; en fin, Ponciano va a echar la casa por la ventana. 21 El próximo domingo 28 en la plaza “Colón” Ponciano Díaz matará un toro español que le ha sido comprado a Diego Prieto. Desde el sábado estará expuesto para que el público lo vea. Será esta la primera vez que Ponciano mate un toro español (no se indica su precedencia). 22 Hoy se embarcó Ponciano Díaz en el vapor “Alfonso XII”; le acompañan el Sr. Julio Bonilla como su representante; los picadores Celso González y Agustín Oropeza y los diestros españoles “Zocato” y “Bienvenida”, Eugenio Lara, Manuel Valencia, Antonio Rodríguez y Fernando Lobo. El día 1º Ponciano y “Bienvenida” desembarcaron felizmente en la Habana; el recibimiento de la gente del puerto fue bueno. El día continuará su viaje a España. De Puerto Rico salieron el 10 y se cree que llegarán a Santander el 21. De Ponciano Díaz podemos dar las siguientes noticias: De Puerto Rico escribió a un amigo diciéndole que en La Habana y Progreso lo detenían para que diera algunas corridas con remuneración muy ventajosa; no accedió porque quería llegar a Santander el 21 para ver el mayor número de corridas (…) ofreciéndoles que (torearía) quizá a su regreso. 23 Ponciano Díaz arriba a Madrid toreando esa tarde junto al “Marinero” y “El Tortero”. En el 5º toro salió Ponciano a poner banderillas a caballo y no prendió más que medio par, pero pidió otro y colgó admirablemente las 3 banderillas a un tiempo. El público lo aplaudió a más no poder. Llegó la suerte de lazar y jinetear y Ponciano lazó al toro por la cabeza, mientras Oropeza le lazó por los pies y le tumbaron. Pusiéronle el pretal y lo montó Celso. A este le aplaudieron a rabiar. Resultado: un lleno como no se había visto hacía tiempo; las suerte del jaripeo mexicano lucidísimas y Ponciano y sus compañeros muy contentos que unas pascuas (…) Madrid, julio 29 de 1889. José Sánchez Somoano. 24 Se embarcó el 30 de octubre con destino a América. De regreso toreará en la Habana en la plaza Carlos III; luego pasará a Mérida donde trabajará en una serie de corridas, regresando luego a México, no sin antes haber toreado en Veracruz. 25 Ha sido contratado para Mérida el espada Ponciano Díaz. Se embarcará en Veracruz y el 18 de septiembre de 1890 y toreará en la capital de Yucatán el 21. 26 José Juan Tablada: La feria de la vida (Memorias). México, Ediciones Botas, 1937., p. 98. 27 El 11 de noviembre de 1893 apuntaba la prensa: Se anuncia para mañana en Tulancingo una corrida organizada por Ponciano Díaz lidiando toros de Atenco. “La Charrita Mexicana” María Aguirre colocará banderillas a caballo. El Ferrocarril Central de Hidalgo pondrá trenes de recreo. 28 En Real de Catorce habrá una corrida de aficionados dirigidos por Ponciano Díaz a beneficio de la Biblioteca Pública. 29 Sabemos que Ponciano Díaz está dando corridas en Laredo, Texas (E.U.A.) El próximo domingo la dará con toros de la Mesa de Cartujanos destinando sus productos a la familia del infortunado “Chanate”. 30 Lanfranchi, op. cit., T. II., p. 656. En mayo de 1883, al clavar banderillas a caballo, que habría de ser su suerte favorita, fue gravemente herido en el muslo derecho en Durango. Octubre de 1884 a enero de 1885 se anotan varias actuaciones en Nueva Orleans, Luisiana, E.U.A. Abril de 1891, en Veracruz un toro de Coatepec lo hiere gravemente en la fosa ilíaca izquierda. 17 de marzo de 1895, Rosario, Tamaulipas: un toro de “Corral de Piedra” lo hirió de mucha gravedad en el bajo vientre. 31 Ponciano Díaz se retira. Según podemos leer de la nota vertida por la “Opinión Libre” de Guanajuato, Ponciano Díaz, que toreó en la plaza de Gavira el domingo (4) anunció que era la última vez que lidiaba, porque ha resuelto retirarse de los redondeles. No se puede aplicar la frase de que se corta la coleta, porque no la ha tenido nunca, usándola postiza. 32 Esa tarde el toro 2º hirió de tal gravedad al picador Atenógenes de la Torre quien murió el 27 de enero siguiente, víctima de una peritonitis. 33 Ponciano Díaz celebraba su onomástico hasta el 19, una semana después. Seguramente adelantaron los festejos.
34 El domingo (21) no habrá corrida en Bucareli no obstante los deseos de Ponciano Díaz porque el empresario de Mazzantini se negó a que se vendieran los toros de San Diego de los Padres. (¿Acaso sería esta la última intención de Ponciano Díaz por enfrentarse a un antiguo oponente, antes de caer vencido definitivamente?) 35 Lastimoso fue en verdad el incidente de aquel día. Ocasionó para Ponciano Díaz un duro golpe que lo fue llevando al silencio y al olvido. Luego de haber alternado con toreros españoles como: Salvador Sánchez “Frascuelo” Rafael Guerra “Guerrita” José Machío Manuel Hermosilla (?) Fernando Gómez “El Gallo” Luis Mazzantini (?) Juan Ruiz “Lagartija” José Centeno Carlos Borrego “Zocato” Juan Jiménez “El Ecijano” Y lo mismo, en México formó época con toreros de la talla de: Bernardo Gaviño Pedro Nolasco Acosta José María Hernández, y otros. A raíz de la muerte de su señora madre por quien tenía verdadero culto, el espada comenzó a estar enfermo. Le mataba la pena. Una afección hepática aceleró su fin, sin que pudieran salvarlo los auxilios de los doctores Senisson Leal, Valenzuela y Nieto. A las 3 ½ de la madrugada del sábado 15 Ponciano murió rodeado de su familia. Su cadáver fue vestido correctamente de negro y colocado sobre un túmulo cubierto de coronas de flores naturales. Al lado izquierdo del cadáver fue colocado un estandarte de la Sociedad taurina “Ponciano Díaz” Los funerales serán hoy domingo 16 a las 9 de la mañana en el Panteón del Tepeyac. No se suspende la corrida: La empresa de Campos Rocha y Rivero, en vista de tan funesto acontecimiento hizo cuantas gestiones pudo para suspender la corrida anunciada para hoy, pero la premura del tiempo hizo que esto fuera imposible… Como testimonio de condolencia la plaza se pondrá de luto, así como la cuadrilla y la servidumbre. Luego de su muerte, se reportan estas otras noticias: 29 de abril de 1899. Ponciano Díaz dejó testamento en favor de sus hermanos. 19 de mayo de 1899. Velada en honor de Ponciano Díaz. Los amigos del finado organizaron la noche del martes 16, en la casa Nº 1 de la tercera calle de Pane, propiedad del Sr. Antonio Martínez una velada en honor del finado diestro Ponciano Díaz. El acto estuvo revestido de imponente sencillez. La tribuna estuvo ocupada por los señores Fernando del Frago, Francisco P. Sánchez, Enrique Gómez, Manuel F. Monroy, Ignacio Jiménez y Andrés Sánchez. Manuel F. Monroy recitó unas cuartetas improvisadas que fueron muy aplaudidas. Una excelente orquesta en medio de cada número, estuvo ejecutando composiciones adecuadas al objeto. Al terminar los señores Antonio Martínez, organizador de la velada, y José Díaz hermano de Ponciano, con frases que revelaban su emoción, dieron las gracias a todos los que contribuyeron al acto. 27 de mayo de 1899. Hay un proyecto de los diestros mexicanos Valentín Zavala y Carlos Sánchez para erigir en el sepulcro de Ponciano Díaz un monumento costeado con el producto de una corrida en la plaza de Bucareli. La cuadrilla estaría formada por toreros mexicanos en su mayoría (…) Como se sabe el actual arrendatario de la plaza es Diego Prieto cuya buena disposición para ayudar a los diestros mexicanos ha sido siempre notoria. 2 de septiembre de 1899. Reclamación del Sr. Francisco Murias a la testamentaria de Ponciano Díaz, pues según un contrato firmado por éste último, el Sr. Murias tenía primicia para arrendar la plaza Bucareli para la temporada de octubre y la plaza fue destruida y vendido el predio a una empresa tabacalera (El Buen Tono). Parece que la cosa he llegado hasta plantearse un duelo. 4 de septiembre de 1899. Una gran fábrica de cigarrillos (El Buen Tono) se construye en los terrenos de la plaza de toros Bucareli. 29 de noviembre (de 1898): Ponciano Díaz, el popular matador de toros es uno de los muchos olvidados. ¡El es también un ex, una sombra de lo que fue, uno de los enterrados en vida por la volubilidad del gran
hambriento de novedades, del respetable público! Es, mejor dicho, uno de tantos muertos ambulantes que andan buscando su sepultura… A raíz de su muerte los comentarios fueron en este tenor: Hace muchos años que el pueblo ha enmudecido ante el hombre a quien hicieron su ídolo. Ya no han resonado en los cosos taurinos los entusiastas gritos de ¡Ahora Ponciano! El que desde su niñez paseara por el corro del triunfo, el que viera emocionado todo un pueblo, aclamarle y lanzarle entusiastas vivas, ha enmudecido para siempre en medio del más fúnebre abandono, en el más doloroso olvido…
DESGLOSE* DOCUMENTADO DEL CUADRO DE ACTUACIONES DE PONCIANO DÍAZ SALINAS, ENTRE LOS AÑOS DE 1866 Y 1899. PLAZAS Y OTROS ESCENARIOS DONDE ACTUÓ PONCIANO DÍAZ SALINAS, TANTO EN MÉXICO COMO EN EL EXTRANJERO. HACIENDA DE ATENCO, EDO. DE MÉX. CALIMAYA, EDO. DE MÉX. IXTLAHUACA, EDO. DE MÉX. TOLUCA, EDO. DE MÉX. SANTIAGO TIANGUISTENCO, EDO. DE MÉX. TLALNEPANTLA, EDO. DE MÉX PUEBLA, PUE. AMECAMECA, EDO. DE MÉX. CUERNAVACA, EDO. DE MORELOS TENANCINGO, EDO. DE MÉX. EL HUISACHAL, EDO. DE MÉX. SAN LUIS POTOSÍ, S.L.P. AGUASCALIENTES, AGS. ZACATECAS, ZAC. DURANGO, DGO. SALTILLO, COAH. CUAUTITLÁN, EDO. DE MÉX. SINALOA, SIN. ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMÉRICA GUADALAJARA, JAL. CHIHUAHUA, CHIH. GUANAJUATO, GTO. ZACATECAS, ZAC. SAN RAFAEL, D.F. VERACRUZ, VER. COLÓN, D.F. TLAXCALA, TLAX. EL PASEO, D.F. BUCARELI, D.F. HIDALGO, HGO. 28 VILLA DE GUADALUPE, D.F. MONTERREY, N.L. ESPAÑA PORTUGAL CARLOS III, LA HABANA, CUBA MÉRIDA, YUC. QUERÉTARO, QRO. MORELIA, MICH. TAMAULIPAS, TAMPS. TACUBAYA, D.F. NAYARIT, NAY. TENANGO DEL VALLE, EDO. DE MÉX. SONORA, SONORA COAHUILA TLALPAN, D.F. OTRAS (SIN DATOS)
2 1 1 26 4 12 33 5 1 2 33 13 37 25 72 9 3 16 4 20 33 42 34 7 42 21 7 3 79
5 30 9 5 2 5 12 15 7 1 2 4 1 4 4 48
TOTAL
722
* Esta cifra no es definitiva. La omisión de la prensa, la pérdida de documentos o la aparición de nuevas fuentes, hace que no se convierta en un valor cuyo criterio llegara a considerarse como una cantidad total.
DESGLOSE* DOCUMENTADO DEL CUADRO DE ACTUACIONES DE PONCIANO DÍAZ SALINAS, ENTRE LOS AÑOS DE 1866 Y 1899. TOROS Y GANADERÍAS LIDIADOS POR PONCIANO DÍAZ SALINAS, (CONSIDERÁNDOSE COMO ENCIERROS).
1)ATENCO 2)SAN DIEGO DE LOS PADRES 3)COMALCO 4)CILA 5)SANTÍN 6)PIEDRAS NEGRAS 7)BACHIMBA 8)HACIENDA DEL PASTOR 9)ALTONGA 10)RAMOS 11)GUATIMAPÉ 12)LA SAUCEDA 13)PALMAREJO 14)OCOTENGO 15)SAN ISIDRO 16)EL PLAN 17)HACIENDA DEL CABEZÓN 18)PARANGUEO 19)COPAL 20)MEZQUITE GORDO 21)CAZADERO 22)TENGUEDÓ 23)CRUCES 24)TORREÓN DE CAÑAS 25)ATOTONILCO 26)LA CONCEPCIÓN 27)ULUAPAM 28)EL TULIPAN 29)JALPA 30)EL ÁGUILA 31)EL COPAL 32)SAN SIMÓN 33)SANTA LUCÍA 34)ESTANCIA GRANDE 35)MARAVILLAS 36)HACIENDA DE LA H 37)SAN PEDRO PIEDRA GORDA 38)EL CANARIO 39)MONTE NEGRO 40)NORIA DE CHARCAS 41)EL CUBO 42)SOLEDAD 43)ARANDAS 44)ORTEGA 45)CIENEGUILLA 46)GUANAMÉ 47)VENADERO 48)MIURA 49)SAN TADEO 50)NAYCHA 51)PALHA 52)PABLO ROMERO
79 18 1 1 10 2 1 1 1 15 2 2 2 1 3 2 2 23 2 13 11 1 3 13 1 3 2 10 12 1 1 1 1 4 6 3 2 5 3 2 1 9 7 9 13 4 3 1 1 1 1 1
53)DUQUE DE VERAGUA 54)OROZCO 55)FORTÍN 56)ESPÍRITU SANTO 57)EL FRESNO 58)PARAMUÉN 59)LA HUERTA 60)DEL RINCÓN 61)ATAPANEO 62)IRAPEO 63)COAPA 64)ZEMPOALA 65)ANDOCUTÍN 66)SANTA ANA CHICHICUAUTLA 67)AYALA 68)MESA DE CARTUJANOS 69)ZALDUENDO 70)CONCHA Y SIERRA 71)LA NORIA 72)CORRAL DE PIEDRAS 73)CASCO DE LA CONCEPCIÓN 74)EL ESPEJO 75)LA BARRANCA 76)SANTA ISABEL 77)NOPALAPAM 78)SALITRE 79)ASUNCIÓN MEXTEPEC 80)BOXIMO 81)SAN MARCOS 82)SANTA ANA LA PRESA 83)HUEYAPAM 84)EL PALMITO 85)SAN CLEMENTE 86)EDUARDO IBARRA 87)LA LABOR 88)TAPIAS 89)TOROS DEL SEÑOR GONZÁLEZ PAVÓN (SIC) 90)MORTEROS 91)ARROYO DE EN MEDIO 92)PUERTO NIETO 93)TEPEYAHUALCO 94)CHARCAS 95)LA GOLETA 96)SIN DATOS
1 1 4 5 6 1 3 3 1 1 1 1 1 1 3 1 1 1 1 1 1 2 1 1 3 1 1 1 1 1 2 1 1 1 8 3 1 1 1 2 1 1 1 413
TOTAL
722
* Esta cifra no es definitiva. La omisión de la prensa, la pérdida de documentos o la aparición de nuevas fuentes, hace que no se convierta en un valor cuyo criterio llegara a considerarse como una cantidad total. Por otro lado, el resto de las haciendas o ganaderías, o no se menciona o son festejos en el extranjero.
VALORES PARA EL CUADRO DE ACTUACIONES EN QUE PARTICIPÓ EL DIESTRO MEXICANO PONCIANO DÍAZ SALINAS, DE 1866 A 1899. AÑOS
CANTIDAD
1866 1867 1868 1869 1870 1871 1872 1873 1874 1875 1876 1877 1878 1879 1880 1881 1882 1883 1884 1885 1886 1887 1888 1889 1890 1891 1892 1893 1894 1895 1896 1897 1898 1899 TOTAL
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 1 1 8 19 23 6 32 51 51 52 61 85 56 51 52 32 38 35 25 17 17 3 1 722
NOTA: Para facilitar la contabilidad y así, obtener un gráfico de barras, sólo consideraré todos aquellos datos acumulados en la relación por año. Es decir, en algunos casos, se menciona más de un festejo. Como es imposible precisar dichos datos, el criterio se aplicará en ese solo dato.
Registro de actuaciones entre agosto de 1885 y marzo de 1886. El Arte de la Lidia, Año II, Segunda época, del 4 de abril de 1886, Nº 14, p. 3.
Un testimonio periodístico de la época. EL REY DE LOS REDONDELES MEXICANOS. PONCIANO. ENTREVISTADO POR EL NACIONAL. LA VIDA Y EL HOGAR DEL CÉLEBRE TORERO. SUS OPINIONES. ASUNTOS DE LA PROFESIÓN. (Está acompañado por un grabado, probablemente elaborado por José Guadalupe Posada, en el que se observa a Ponciano Díaz de Frente, en el acto del brindis, con la montera en la mano diestra, y muleta y espada en la siniestra. Su rostro es alto. En dicha imagen se destaca su figura más bien corta). Un repórter de El Nacional llamaba ayer a la puerta de una modesta habitación que lleva el número 2 en la casa número 6 de la calle de Nuevo México, con objeto de tener una entrevista con esa personalidad simpática que es hoy el ídolo del pueblo en los redondeles de toda la república: PONCIANO DÍAZ. Un joven moreno, de tez limpia, bajo de cuerpo, cabello negro rizado, bigote castaño, mirada apacible, facciones regulares y llevando un traje cheviot, de cuadritos cafés y blancos, con un correcto jacket abotonado hacia arriba y dejando ver sobre el chaleco una modesta leontina de oro, salió a abrir. Se hubiera dicho que era un artista del pincel o del teclado, un amateur de la pintura o de la música, tal era su aspecto de dulce y reposado, tal era su traje de sencillo y elegante. Y sin embargo, aquel joven era PONCIANO. Grande fue la sorpresa del repórter ante aquella personalidad que no hería por cierto la imaginación con la figura de cromo del chulo o del matador. Aguardábase el visitante ser recibido por un majo de rapado rostro, cabellera de coleta enroscada sobre el cráneo, pantalón ceñido a la cintura por ancha banda roja que se destacase sobre un abierto chaleco que deja ver una escandalosa pechera de camisa llena de olancitos y de alforjas; y por último, una chaquetilla corta de paño. Mientras PONCIANO registraba en el bufete, la mirada indiscreta del repórter fue inventariando todo cuanto lo rodeaba en aquella habitación para decir a ese eterno curioso-impertinente que se llama el público, en dónde y cómo vive el rey de los redondeles mexicanos. La pieza en que PONCIANO recibe es una habitación como de 7x7 varas, de alto techo, empapelada con un tapiz claro, con una ventana de reja que da a la calle mirando al Sur, una puerta vidriera que da acceso a la pieza misma, otra puerta frente a la de entrada que comunica con las recámaras y piezas interiores, y por último, otra más que hace frente a la ventana. Al entrar, inmediatamente a la derecha se ve un escritorio cargado de papeles y coronado por unas tres decenas libros, entre los cuales descuellan los más célebres tratados de tauromaquia. Fijo en la chambrana de la puerta se ve muy buen termómetro de puro cristal, y en el muro, haciendo frente al que escribe, está un reloj suizo, de madera, coronado por un gallo negro. En la pared que hace ángulo con ésta se ve otro buen reloj de pared, de gran tamaño, encerrado en su caja de madera y cristal. Al lado opuesto, sobre el mismo muro, hay un recuerdo de la Exposición de Nueva Orleans, que PONCIANO visitó, y es un grabado que representa los edificios de la gran feria. Respaldado a la pared oriental hay un mueble que es casi desconocido en México a pesar de su utilidad notoria: es un folding-bed americano, o sea un lecho de
doblar, que cerrado presenta el aspecto de un ropero. Los que no hayan estado en los Estados Unidos no conocerán jamás lo que es aquel ropero de apariencia. Haciendo pendant al folding-bed hay un ropero efectivo con grande luna francesa. En el costado restante se ven: una Magdalena al óleo, sobre el marco de la puerta, una Carta Orohidrográfica de la República Mexicana (1879-García Cubas), y un precioso crayón que representa la Plaza de Toros de Marfil en Guanajuato, en la cual se ve a PONCIANO de frente, capa en mano, asistiendo a un peligroso incidente de un picador. Este estudio al lápiz es una joyita artística y primorosa que está firmada Bibriesca. El mobiliario de la pieza, además de lo mencionado, consiste en un sofá y dos sillones forrados de verde; cuatro o seis sillas amarillas de bejuco, un veladorcito de mármol blanco con pies de metal, de forma ovalada; una mesita redonda de lámina de fierro, con su tripié de doblar, y una columna en un ángulo de la pieza, sobre la cual descansa un jarrón sustentando cuatro o seis banderillas viejas y maltratadas que probablemente tendrán recuerdos gratos para PONCIANO. la alfombra de tripe, fondo blanco, con flores encarnadas ya descolorida por el uso y por el tiempo. No hay cortinas ni objetos de ostentación de ninguna clase. Todo allí revela una modesta aisance y nada más. Cuando PONCIANO volvió con sus apuntes, el indiscreto reporter había concluido su atrevido y minucioso inventario. Compendiemos aquí, en unas cuantas líneas, lo que dicen esos apuntes, completados por las noticias que nos suministra el Sr. Juan C. Ramírez, grande y sincero amigo de PONCIANO: PONCIANO DÍAZ GONZÁLEZ, nació en la hacienda de Atenco el 19 de noviembre de 1858 (sic), siendo sus padres D. Guadalupe Díaz González y Doña María de Jesús Salinas. La señora su madre es la única que le vive, y PONCIANO tiene hoy ella una reverencia, un amor, una idolatría que rayan en fanatismo. Por ella vive, por ella trabaja, por ella quiere nombre y fortuna, por ella no ha pensado jamás en contraer matrimonio pensando que al casarse tendría que separarse de ella. PONCIANO, en una palabra, es un hijo modelo, y esa circunstancia le ha traído quizás las bendiciones de la Providencia y el respeto y el cariño de cuantos lo conocen. PONCIANO no recuerda cuándo se vio por vez primera enfrente de un toro. Como una memoria vaga refiere que apenas comenzaba a andar cuando su padre, que era un charro completo, lo llevaba a las corridas semanarias que se hacían en la Hacienda de Atenco, en que estaba empleado, y se servía de él, tomándolo por las arcas, para sacarle vueltas al toro como pudo servirse del trapo de brega. Este prematuro aprendizaje, quizás demasiado prematuro y un tanto rudo, familiarizó a PONCIANO de tal manera con los toros, que sus primeras carreras las dio ya en el redondel, mezclándose a los muchachos de la hacienda que continuaban sus diversiones semanales. Apenas en la pubertad fue ya un torero hecho y derecho, y bajo la dirección y en compañía de los Hernández vistió en el mismo Atenco por primera vez la roja chaquetilla y el calzón corto del torero. En 1878 apareció, al fin, en una plaza pública, en Tlalnepantla, en la cuadrilla de los Hernández, siendo aplaudido por su valor y su destreza que parecían extraños en aquel joven que era casi un niño.
De Tlalnepantla pasó a Puebla, contratado por el inolvidable Bernardo Gaviño que fue siempre para él un amigo cariñoso y un maestro asiduo, y después de seis meses de trabajar en su compañía, teniendo la espada de alternativa con el viejo campeón español, se vio obligado a aceptar la dirección de la cuadrilla que trabajaba en Puebla, inaugurando su carrera de Capitán en dicha ciudad el 13 de Abril de 1879, que fue domingo de Pascua, habiendo sido sus padrinos los Sres. Quintero y Aspíroz, y alcanzando en aquella fecha, célebre para él, un triunfo que le será difícil olvidad mientras viva. No es nuestro ánimo hacer la biografía de PONCIANO en este artículo: por lo mismo nos limitaremos a recordar que entre los golpes que ha recibido no cuenta más que una herida, bastante profunda y bastante grave, que recibió en Mayo de 1883 en la plaza de Durango, mientras ejecutaba su suerte favorita de banderillar a caballo, en la que no tiene rival en la República. Sin embargo de la gravedad de esa herida, a los quince días ya estuvo en aptitud de presentarse de nuevo al público. ¿Cómo se ha formado la inmensa popularidad que hoy le rodea como una aureola? ¿Qué progresión ha seguido su gloria para llegar hasta el delirio que hoy siente el público taurófilo por PONCIANO? No estamos bastante imbuidos en ella para detallarlo, y además nos faltan tiempo y espacio. Pero bástenos asentar el hecho: PONCIANO es el semi dios de las masas, es el prototipo de todo lo grande para el pueblo. Si un día faltara el Arzobispo de México y se llamase al público que va a los toros para elegir Arzobispo, el Arzobispo sería PONCIANO. Si en las elecciones presidenciales se dejase el voto en manos de los que deliran con los redondeles, PONCIANO sería presidente. Si un día se tratase de derribar el sistema republicano y erigir la monarquía en México, ya veríamos a miles de admiradores del joven diestro proponer al pueblo el nombre de PONCIANO I para el trono. ¿Lo dudan vdes?... Pues se conoce que no han visto a una muchedumbre delirante quitar las mulas que tiraban del coche que conducía a nuestro héroe el día que iba a ver la primera corrida de Mazzantini en Puebla, y pegarse por centenares a aquella carroza para arrastrarla triunfalmente por las calles hasta ponerle en un cuarto del Hotel de Diligencias, mientras lo aclamaban con un entusiasmo febril. Se conoce que no han visto las ovaciones que se le hacen donde quiera que alguno que lo conoce dicen a los transeúntes: ¡Allí va Ponciano! Si un hombre puede llegar al colmo de la popularidad, PONCIANO es ese hombre. Interrogado por el reporter de El Nacional acerca de ciertos puntos, dio contestaciones que condensamos aquí por falta de espacio. PONCIANO cree que los toreros españoles que hemos visto en México no son la última expresión del arte de Pepe Hillo. El dice que ha leído en las tauromaquias preceptos y reglas a que no se ajustan siempre los lidiadores que él ha visto, que por cierto son muchos. Agrega que su juicio es inseguro en este
punto porque generalmente le ha tocado presenciar corridas con toros malos en que los toreros españoles no han podido lucir. Respecto de ganado, opina que en México hay toros tan grandes, tan buenos y tan boyantes como en España misma; pero cree que la avaricia y el interés mal comprendido de los ganadero, hacen que presenten como buenos 80 toros de cada cien, cuando en realidad no hay sino veinte. En España, dice, los criadores de toros no sacan a la lidia sino veinte de cada cien, y por nada en el mundo entregarían un toro en malas condiciones para la lidia. Esto cimenta el crédito de los de la Península al par que mata el de los nuestros. Cuando los hacendados vean el perjuicio que se causan con pretender salir a precios altos de sus toros malos, los ganados mexicanos cobrarán la fama a que son acreedores. PONCIANO tiene vivos deseos de ir a España, pero cree que los absurdos rumores circulados cuando el desagradable incidente de Mazzantini, lo pondrían en una posición muy difícil en la península, lo que siente sobremanera. Algunas otras apreciaciones menos importantes oímos de labios del primer diestro mexicano, pero por ahora y sin hacer el panegírico de la profesión que ha abrazado, por estar ella contra nuestros principios, cumplimos con el deber de fotografiar en El Nacional a toda persona que se distingue, y nos avanzaremos hasta cerrar este artículo saludando en PONCIANO al buen hijo, al hombre trabajador, y al diestro a quien la popularidad aclama y el cariño general eleva un pedestal de gloria… tauromáquica. 264
264
EL NACIONAL, D.F., del 3 de julio de 1887, p. 2 y 3.
APÉNDICE Nº 2 LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN DE ATENCO Apuntes históricos de una hacienda tianguistecana Por el Ing. Isaac Velázquez Morales Cronista Municipal de Santiago Tianguistenco, Méx.
Hablar de la historia de la hacienda de la Purísima Concepción de Atenco es remontarnos a los primeros años posteriores a la conquista del imperio mexica. No es aventurado asentar que ésta fue, si no la primera, si una de las más antiguas de México. Conforme a las declaraciones del gobernador de Jalatlaco don Nicolás de Aguilar -hechas en 1598-265 Hernán Cortés salió de Coyoacán hacia el valle de Toluca, acompañado del señor de Jalatlaco Quitziltzil, su aliado; ¿cuándo ocurrió este hecho? Si consideramos que le acompañaba seguramente don Leonel de Cervantes, Comendador de la Orden de Santiago y a quien le daría la encomienda del señorío de Jalatlaco y su yerno don Alonso de Aguilar futuro padrino de bautizo de Quitziltzil, la fecha del arribo de Cortés a Toluca, debió ocurrir entre los últimos meses de 1523 y los meses anteriores a octubre de 1524, cuando salió a las Hibueras.266 Un impresionante paisaje se le reveló al conquistador: la belleza del valle lacustre, límpido, custodiado por la solemne presencia del Xinantécatl: -tierras fértiles, regadas por el río grande-. Cortés, en carta que remitió a su padre don Martín Cortés, desde la ciudad de México, el 16 de septiembre de 1526, le comunicó acerca de sus pertenencias en Nueva España, entre ellas “Matlazingo, donde tengo mis ganados de vacas, ovejas y cerdos...” 267 A cinco años de la destrucción de Tenochtitlán habíase ya iniciado la aculturación; por ejemplo:
265
Archivo General de la Nación, Hospital de Jesús, leg. 277, cuaderno 39, ff. 763 vuelta y 764. Don Leonel de Cervantes debió llegar a Nueva España hacia los finales de 1523, según lo asienta: Dorantes de Carranza, Baltazar, Sumaria relación de las cosas de la Nueva España. 267 Cortés, Hernán, Cartas y documentos, introd. de Mario Hernández Sánchez-Barba, 1963, Porrúa, Méx., (Biblioteca Porrúa, 2), pp. 470-471. 266
Nuevas especies animales poblaban las hasta entonces vírgenes llanuras y desconocidas semillas -trigo, cebada, haba- proliferaban al paso de novedosos aperos y herramientas de labranza, como el arado, tirados por nobles bestias, que con mucho superaban el artesano trabajo individual de la siembra con coa de los pueblos precortesianos. Tocó a las feraces sementeras toluqueñas -propiedad de Hernán Cortés- ser pioneras de la revolución agrícola de mayor magnitud de Mesoamérica. Se vislumbraba -así lo requerían los procesos productivos- una transformación en el régimen de propiedad agraria: extensiones de tierra capaces de contener siembras al voleo de semillas y potreros para pastoreo de ganado mayor y menor, de animales de tiro que materialmente devorarían las distancias y cultivarían enormes sembradíos. Bajo estos nuevos horizontes nacía la estancia de la Purísima Concepción de Atenco, en las riberas del Chignahuapan. Carlos I mercedó al conquistador de Nueva España veinte y dos pueblos y veinte y tres mil vasallos -según Cédula Real expedida en Barcelona el 6 de julio de 1529- entre ellos a “Matlazingo, Toluca, Calimaya...” 268 Estos mismos pueblos “...con sus aldeas e términos...”, fueron vinculados en el mayorazgo que fundó don Hernando, en escritura asignada en la Villa de Colima el 9 de enero de 1535, ante los escribanos y Juan Martínez de Espinosa, previa licencia real. 269 Por disposición testamentaria, Cortés heredó a su hija doña Catalina Pizarro “...todo lo que pareciese que a rentado y multiplicado las vacas y yeguas y obejas que yo le hice donación al tiempo al que vine a los reynos de España...” y más adelante asienta: “Ytem declaro que todas las vacas y ovejas que están en Matalcingo son de la dicha doña Catalina mi hija y de la dicha doña Leonor Pizarro”.270 Fue en acatamiento a esta postrera voluntad que doña Catalina aparece mencionada como propietaria de casi ocho mil ovejas que criaban en la estancia de Atenco, en el año de
268
Cortés, op. cit., pp. 541-552. Ibidem., pp. 596-599. 270 Cortés testó en Sevilla el 11 de octubre de 1547. Doña Catalina Pizarro su hija, fue engendrada por doña Leonor Pizarro, mujer que fue después de Salcedo. Ibidem., pp. 563-564. 269
1556. El documento -que es una relación de la hacienda y granjerías propiedad del Marqués del Valle, en la Nueva España y en su estado- hace notar que dicha “estancia no se puede vender, que es del señorío”.271 Asimismo, fue el propio capitán extremeño quien se desprendió de la encomienda de Calimaya para entregarla a su apoderado y pariente el Lic. Juan Gutiérrez Altamirano casado con su prima- doña Juana Altamirano- “al parecer desde antes de irse a España”, en enero de 1540.272 Además, le fueron adjudicados también en encomienda al Lic. Gutiérrez los pueblos de Metepec y Tepemaxalco.273 En el año de 1548, doña Catalina Pizarro vendió a la viuda de Cortés, doña Juana Ramírez de Arellano y Zúñiga, la estancia de Chapultepec, sita en las faldas orientales del cerro del mismo nombre, como consta en la escritura hecha en Cuernavaca el 29 de febrero de ese año,274 ante el escribano de su Majestad, Pedro de Valdivieso. A su vez, la señora Marquesa del Valle hizo donación de tal heredad al Lic. Juan Gutiérrez Altamirano, según carta fechada también en Cuernavaca y ante el mismo escribano, el 18 de abril de ese mismo año. Altamirano tomó posesión de la estancia el primero de junio siguiente, según auto firmado por dicho Pedro de Valdivieso. Don Antonio de Mendoza virrey novohispano- confirmó por merced el 3 de septiembre de 1550.275 Es importante hacer notar que frecuentemente se han confundido las estancias de Chapultepec y de la Purísima Concepción, por estar ambas situadas a un costado de las ciénegas del río Lerma y por tal motivo, confundidas por el mismo topónimo náhuatl: Atenco, el lugar al lado del agua.
271
El documento aludido está fechado el 12 de diciembre de 1556 y es una clara alusión a los antecedentes de propiedad de Atenco. Vid: Archivo General de la Nación, Hospital de Jesús, leg. 267, exp. 26. 272 García Martínez, Bernardo: El marquesado del Valle. Tres siglos de régimen señorial en Nueva España, 1969, El Colegio de México, Méx., (Nueva Serie, 5), XIV, 175 pp. ilus, p. 69. 273 El libro de las tasaciones de los pueblos de la Nueva España, siglo XVI, pról. de Francisco González de Cossío, 1952, Archivo General de la Nación, Méx., XVI, 677 pp. 235-239. 274 Archivo General de la Nación, Vínculos, vol. 4, f. 52. 275 Idem.
Doña Catalina Pizarro falleció por 1556, en San Lúcar de Barrameda sin dejar sucesión. 276 Sus bienes -ganados- debieron haberse incorporado al marquesado y es por ello que fueron administrados, en lo sucesivo por los gobernadores del estado marquesal. En febrero de 1568 fue arrendado Atenco a don Álvaro Pérez. 277 Don Martín de Santa Cruz, gobernador del multicitado marquesado, alquiló la estancia en mil pesos oro a don Francisco Marín Albarrán, como lo demuestra la escritura de fecha 5 de mayo de 1593 ante el escribano real Álvaro de Prado; el mismo Santacruz, el 15 de mayo de 1598, ante tal escribano, posteriormente adjudicó Atenco, también como arrendamiento a don Juan Cano Moctezuma y a su hijo Gonzalo. Tenía 11,055 ovejas y 160 carneros padres.278 Un dato importante relacionado con esa transacción: don Gonzalo se obligó a vender todo el “...borregaje recién nacido en las estancias de Atenco del marqués del Valle...” a don Francisco Rodríguez Magallanes, vecino de Toluca, en escritura hecha en esa villa, el 22 de mayo de 1597, ante la fe del escribano público Francisco Pérez de Vargas. 279 Durante ese mismo siglo XVI y con posterioridad a la muerte de Cortés acontecieron diversas adjudicaciones y compras de tierra a favor del mayorazgo Altamirano: El virrey Mendoza le concedió merced de una caballería de tierra junto a Zazacoala y media de caballería más en jurisdicción de Jalatlaco, cercana la primera a su estancia de Chapultepec; tal documento se firmó el 26 de febrero de 1525 y fue certificado por Francisco de Valdenebro, teniente del corregidor de Matlalzingo, con el refrendo del escribano Alonso Quintana, en la propia hacienda de Atenco el 12 de marzo del mismo año. 280 Según el testamento del licenciado Gutiérrez Altamirano -fechado el 30 de septiembre de 1558-, era también propietario de la estancia de Chiconahuatenco, en términos de Calimaya, una más de Tepemachalco y de otras dos en el Valle de Toluca “...en la parte y enras (sic)
276
Sotomayor, Arturo, Cortés según Cortés, 1979, Extemporáneos, Méx. (A Pleno Sol, 56). 304 pp., ilus., p. 168. 277 Archivo General de la Nación, Hospital de Jesús, vol. 122, exp. 6, ff. 205 a 224. 278 Ibidem., vol. 70, exp. 1. 279 Archivo de Notarías del Estado de México, Toluca Notaría 1, vol. 2, cuad. 10, f. 40. 280 Archivo General de la Nación, Vínculos, vol. 4, ff. 52 y ss.
dice y nombre Ecatepec...”, compradas las primeras a don Álvaro Hernández y la última, obtenida por merced del virrey Mendoza. 281 Las encomiendas de Altamirano ya citadas, fuéronle confirmadas por auto del virrey Mendoza del 13 de junio de 1536 y cuya posesión física se efectuó el 17 de junio, para Metepec y Tepemaxalco ante el escribano real Rodrigo de Baeza y el 18 de marzo de 1538, ante Diego de Zamora -también escribano de Su Majestad- se ejecutó en Metepec.282 Otros acontecimientos más contribuyeron para arraigar a la familia Altamirano en esta región del Valle matlazinca: don Luis de Velasco y Castilla, hijo del segundo virrey de Nueva España y su homónimo poseía la encomienda de Jalatlaco -antes había pertenecido a los herederos de don Leonel de Cervantes-. Su hija doña María de Velasco había casado con dos Juan Gutiérrez Altamirano, nieto del Lic. don Juan. Dispuesto a partir para España, don Luis de Velasco, según escritura de 9 de marzo de 1586 vendió a su yerno, las estancias de Tepozoco y Almoloya y otras porciones de tierra que poseía en esta zona aledaña a la Hacienda de Atenco. 283 Ocho años después, el 7 de febrero de 1594, el mismo Velasco ya como virrey de Nueva España, adjudicó a don Juan, por merced del 7 de febrero, cinco caballerías de tierra, en la ciénega desde términos de San Mateo hasta Almoloya, limítrofe con una estancia propiedad de don Juan (Chapultepec) y las fuentes de Almoloya; corresponde esta concesión a la parte conocida como el “cercado”, actuales ejidos de San Pedro Tlaltizapán, en la ribera izquierda del Lerma.284 Anteriormente, don Hernán Gutiérrez Altamirano, padre de don Juan, había iniciado un juicio contra Martín Cortés -hijo y sucesor de Cortés en el marquesado del Valle- por la herencia de las encomiendas de Metepec, Calimaya y Tepemaxalco; dicho pleito se prolongó hasta 1769, con un fallo favorable a los descendientes del Lic. Altamirano. 285
281
Ibidem., ff. 151 a 174. Archivo General de la Nación, Tierras, vol. 1513, exp. 2, ff. 8 a 10. 283 Ibidem., vol. 309, exp. 7. 284 Archivo General de la Nación, Mercedes, vol. 19, ff. 189 v. 285 Archivo General de la Nación, Tierras, vol. 1513, exp. 2. 282
El mismo don Hernán Gutiérrez Altamirano compró en el año de 1567, poco más de una caballería de tierra en términos de Jalatlaco a don Juan de Praves Boar, según escritura hecha ante la fe del escribano Juan Alonso Sotomayor el 17 de julio del mencionado año. 286 El secuestro de los bienes del marquesado del Valle, con motivo de la conjura de don Martín Cortés en 1566. Con tal motivo la hacienda de la Purísima Concepción de Atenco tuvo que ser intervenida como bien del marquesado y quizá nunca más se vuelva a sus propietarios originales, sino enajenada -¿a principios del siglo XVII?- al mayorazgo de los ya entonces condes de Santiago de Calimaya, título otorgado por Felipe III el 6 de diciembre de 1616, en Madrid, a favor de don Fernando Altamirano y de doña María de Velasco, condesa ésta también del mismo título, por concesión real de igual fecha. 287 Si bien la pretensión de Cortés fue establecer en su propiedad de Atenco la crianza de ovejas, el interés del Lic. Altamirano se enfocó hacia el ganado mayor vacuno, para lo cual hizo traer de España a su estancia de Chapultepec, pies de cría de reses desde fecha tan temprana como lo fue el año de 1528; según lo declara don Alonso de Aguilar, gobernador de Jalatlaco, el 22 de febrero de 1557. Era calpixqui o mayordomo de la mencionada propiedad residencia de las primeras reses, un yerno de Aguilar, de apellido Praves. 288 Tal fue el principio de la ganadería de lidia más antigua de América. En el año de 1652, el “...martes 3 de septiembre y algunos días antes de éste, después del día de San Luis, celebró el virrey don Luis Enríquez de Guzmán cumplimiento de sus años con toros que se lidiaron en el parque, con tablados que se amarraron y dieron los toros los condes de Calimaya y Orizaba y fray Gerónimo de Andrade, provincial del orden de la Merced...” apuntó en su Diario, Gregorio Martín de Guijo.289 Quizá esos toros hayan sido ya descendientes de los pies de cría navarros que años atrás trajeran los Altamirano de las ganaderías de Carriquiri, Pérez Laborda y otros; “...toros de 286
Archivo General de la Nación, Vínculos, vol. 270, exp. 3, f. 22 y 22 v. Villaseñor y Villaseñor, Alejandro, Los condes de Santiago, 1901, Tipográfica de “El Tiempo”, Méx., 391 pp. 288 Así consta en las informaciones testimoniales hechas en el juicio de doña Catalina Pizarro contra doña Juana de Zúñiga. Vid: Archivo General de la Nación, Vínculos, vol. 276, exp. 4, f. 364. 289 Guijo, Gregorio Martín de, Diario 1648-1664, ed. y Pról. de Manuel Romero de Terreros, 2 vols., 1952, Porrúa, Méx., (Colección de Escritores Mexicanos, 64 y 65) vol. 1, pp. 199 y 200. 287
poca alzada, de pinta castaños, corniapretados de cuello corto, enjutos, muy nerviosos y de mucho temperamento...”.290 El 11 de noviembre de 1675, se lidiaron tres toros para festejar el cumpleaños del Rey, habiéndose presentado el conde de Santiago con doce lacayos: esas bestias sin lugar a dudas provenían de sus potreros.291 Era notoria la afición taurina de ese tercer conde de Santiago don Fernando Gutiérrez Altamirano, que habría de fallecer en los primeros días de junio de 1684. 292 Su hijo don Juan Alonso heredó la misma inclinación, como se desprende de lo asentado por Villaseñor: “...salió él a torear en compañía de don Francisco Goñe de Peralta, y torearon muy bien y les vitorearon hasta los virreyes...”, en el festejo realizado el 18 de mayo de 1691 para celebrar el matrimonio del rey don Carlos con doña Mariana de Austria. 293 Con la incorporación de la hacienda de la Purísima Concepción al mayorazgo Altamirano, lograron los condes acaparar la casi totalidad de las tierras laborables -exceptuando las comunales de los pueblos circunvecinos- ubicadas en las riberas de la laguna de Almoloya y del río Lerma, a partir de la estancia de Chapultepec hacia el sur. Al lograrse lo anterior, Atenco fue la cabecera de ese basto conjunto territorial, desde la cual se controlaban administrativamente las haciendas, los ranchos y demás tierras anexas. Con motivo del arrendamiento de la hacienda a don Francisco de Toca por parte de don Juan Joaquín de Velasco Altamirano y Legaspi, conde de Santiago de Calimaya, le fue entregada a aquel por inventario, el 12 de enero de 1748. 294 De este manuscrito levantado por el escribano real Ygnacio García de Castro, se desprenden los siguientes datos que considero valiosos: El latifundio lo constituían las siguientes haciendas:
290
Lanfranchi, Heriberto, La fiesta brava en México y en España 1519-1969, pról. del Ing. Eleuterio Martínez, 2 vols., 1971-1978, Ed. Siqueo, Méx. Vol. 2, p. 742. 291 Robles, Antonio de, Diario de sucesos notables (1665-1703), pról. de Antonio Castro Leal, 3 vols., 2a. ed., 1972, Porrúa, Méx., (Colección de Escritores Mexicanos, 30, 31 y 32): vol. 1., p. 186. 292 Villaseñor, op. cit., vol. 1, pp. 42-49. 293 Ibidem., vol. 1, pp. 55-56. 294 Archivo General de la Nación, Vínculos, vol. 167 ff. 37-99. Los datos que se proporcionan a continuación están tomados de ese documento.
1.-La Principal: La Purísima Concepción de Atenco. 2.-San Nicolás. 3.-Cuautenango, llamada después San Joaquín. 4.-Almoloya. 5.-Santiago. 6.-Tepemaxalco. 7.-Zazacuala.
Los ranchos de: 1.-Matadero. 2.-Cuautenango 3.-Un anexo a la hacienda de Tepemaxalco. 4.-Dos ranchos vecinos al pueblo de Almoloya. 5.-Tepozoco. 6.-Metepec, junto al pueblo de San Gaspar. 7.-Un rancho más junto a Almoloya. 8.-La hacienda de San Agustín entre Calimaya y Tenango. 9.-Otras tierras cercanas a Metepec. De vaquerías de Metepec: Los tiraderos de patos de: 1.-El Salitre. 2.-Agua Blanca. 3.-El Zoquital. 4.-Orilla del Zoquital. 5.-El Hondo. 6.-Rincón de San Pedro. 7.-Tepozoco. 8.-Rincón de San Pedro Techuchulco. 9.-San Mateo Almoloya.
A grandes rasgos los principales bienes semovientes e inmuebles que contenía la hacienda de la Purísima Concepción eran: En la capilla, un retablo de madera tallada y dorada, y en un nicho la imagen de la Purísima Concepción, con una corona de plata; imagen de bulto de San Nicolás Tolentino y otra de San Francisco Javier; ornamentos y vasos sagrados, un púlpito y un confesionario de madera nuevos. En la torre, tres campanas. El casco esta formado por la vivienda principal, con 21 piezas, incluida la sala principal con un balcón de fierro y las demás piezas con seis ventanas con barandillas de fierro, dos corredores, el principal de mampostería y el otro que va para la capilla, de madera con puerta al río, con sus aldabones antiguos de fierro. Como menaje de la casa se tenía un lienzo con la pintura de la Purísima Concepción mayor de dos varas, con marco dorado y tres pedazos de lienzo donde estaban pintadas las
armas de la casa, muebles de madera, imágenes de santos, fierros de herrar ganado, sillas de montar, etc. En existencia se tenían, incluyendo las haciendas anexas: 8,738 cabezas de ganado ovino; 1,421 de ganado vacuno y 1,293 cabezas de caballar. El 26 de octubre de 1795 y ante el escribano José Juan Ramírez de Arellano, don Pascual Castaño, arrendatario de Atenco, entregó la hacienda al Conde; éste la volvió a rentar, en esa ocasión a don Juan José de Irigoyen. En el protocolo de dicho notario, radicado en la ciudad de México, se describen también el inventario respectivo con una detallada descripción del casco y sus anexos.295 Como dato importante se consignan las tierras que poseía la hacienda en la serranía del Ajusco y en Xalatlaco y sus respectivos arrendatarios: Agua del Conde: arrendada a Francisco Camacho en Horno viejo: arrendada a Vicente Hernández en Picachos: arrendada a José Acosta en Canates: arrendada a Manuel Ferreyra en Agua grande: arrendada al Br. José Linarte en Santa Marta: arrendada al Lic. José Lebrón Tezontle: arrendado a Mariano Bobadilla en Agua de Lobos y astilleros: arrendada a José Reynoso En Aquiles: arrendado a José Vega en
$25.00 20.00 15.00 20.00 50.00 10.00 60.00 12.00
El hato de ganado alzado (bravíos) constaba de 606 vacas paridas y con sus crías, 700 de vientre; 185 toros mayores de tres años, 500 toretes y terneras de dos años y 481 de 1 año. El ganado lanar ascendía a 5,932 cabezas y el caballar a casi 1,500. Comparando con el inventario de 1748, mientras el número de ganado caballar permanecía casi constante, las cabezas de reses habían sobrepasado, con ventaja a los ovinos. Arribó el siglo XIX y con él asume la sucesión del condado doña Ana María Gerónima Gutiérrez Altamirano hermana de la IX Condesa, doña María Isabel, fallecida el 4 de marzo de 1802, sin sucesión.
295
Archivo de Notarías de la Ciudad de México, Protocolo de José Juan Ramírez de Arellano, 1796, ff. 85 v.
Doña Ana María, esposa de don Ignacio Gómez de Cervantes, obtuvo el 14 de noviembre de 1804, la carta definitiva de sucesión del condado. 296 Al hijo de ambos, don José María Cervantes y Altamirano -undécimo conde de Santiago de Calimaya- le reconoció la legítima sucesión del título la Real Audiencia, el 22 de enero de 1810.297 Este noble, durante la guerra de Independencia obtuvo el grado de Comandante de Patriotas al servicio del rey Fernando VII; como tal, demostró su odio a la insurrección de Dolores, cuyas consecuencias hubo de vivir en sus propios bienes al acercarse Miguel Hidalgo a la capital del virreinato, en una campaña de singular popularidad: en menos de 60 días había reclutado un ejército -si así pudo llamarse a ese conglomerado de patriotasmayor a 50,000 hombres, fenómeno sociológico que no se repitió ni aun con los caudillos de la revolución de nuestro siglo. Hidalgo, al saber que el paso de Toluca a México en Lerma estaba resguardado por Torcuato Trujillo, decidió rodear por el puente de Atenco, el único paso al sur para cruzar la ciénega. Alrededor de las once de la mañana el 28 de octubre de 1810, esas huestes, sin más freno que su pasión libertaria cruzaron el río Lerma. Una ligera escaramuza tuvo lugar a la altura de Santa Cruz Atizapán, con la retaguardia realista. La presencia insurgente en esas tierras infundió a los pueblos su espíritu patrio: En Chapultepec, Mexicalzingo, La Concepción, San Antonio la Isla y San Lucas, hubieron brotes rebeldes; las comunidades indígenas invadieron el latifundio del condado, destruyeron sus cercas y bardas.298 El Conde de Santiago se dirigió al virrey y el 24 de noviembre de 1810, para comunicarle que los indios habíanle causado destrozos, pues habían pizcado y cosechado el maíz, cerrado cercas, abierto portillos y posesionado de muchos pedazos de tierra; ofrecía el conde proporcionar al gobierno todos los auxilios necesarios para la aprehensión de los 296
Villaseñor, op. cit., pp. 90 y 91. Ibidem., pp. 96 y 97. 298 Archivo del Poder Judicial del Estado de México, Tenango del Valle, legajos civil y penal, 1810. 297
cabecillas, obligarlos a pagar los perjuicios y apercibirles la pena de la horca si alguna citaba el “hereje cura Hidalgo o al cabecilla Allende”. Impotentes ante las autoridades del gobierno y aislados de las demás partidas insurgentes, los pueblos rebeldes hubieron de capitular. El 21 de enero de 1811, don Manuel Moncada, justicia de Santiago Tianguistenco, citó a los representantes de las comunidades para hacerles conocer el acuerdo virreinal de amnistía, si reparaban los daños causados al conde de Santiago.299 En las diligencias que se promovieron con ese motivo en el juzgado de Tenango del Valle, por don Martín Ángel de Michaus, en representación y curador ad litem del conde de Santiago don Juan José de Cervantes -menor de edad- el 3 de agosto de 1818, con Agustín Peña comandante de la guarnición de Santiago Tianguistenco declaró que se hallaba destinado en la hacienda de Atenco para entorpecer el paso del cura Hidalgo, y como tal, tuvo conocimiento que “la chusma saqueó todo cuanto tenía la hacienda”; se llevaron 25 caballos, de las tiendas solo dejaron los armazones, desenvigaron todas las piezas en busca de tachupines..., rompieron puertas y vidrieras; Hidalgo ordenó que se le entregaran 40 caballos y al no poderlo hacer el administrador, se llevaron lo que pudieron así como mulas serreras; después le enviaron 200 reses al puerto de las Cruces, lo que se verificó con ganado manso..., se llevaron en 1811 -los insurgentes- más de 1000 ovejas”.300 El mencionado conde de Santiago, fue firmante del Acta de Independencia del Imperio Mexicano, el 28 de septiembre de 1821. Una visión indiferente se dio para lucha emancipadora, con el Plan de Iguala y sus Tres Garantías, obra de Agustín de Iturbide. En 1820, las Cortes Españolas decretaban la supresión de los mayorazgos y en 1823, el Congreso Mexicano dejó al conde la libre disposición de la mitad de sus bienes. 301 Dice Flora Elena Sánchez Arreola: “Aparentemente dicha disposición le favorecía, pues le dejaba libres todos sus bienes que estaban gravados en una fuerte suma; sin embargo fueron
299
Idem. Biblioteca Nacional de México, Conde de Santiago, Carpeta 15. 301 Sánchez Arreola, Flora Elena, “La hacienda de Atenco y sus anexas en el siglo XIX. Estructura y organización”, 1981, tesis que presenta en la Universidad Iberoamericana, Méx., 167 pp. ilus. p. 19. 300
causa de que a su muerte, acaecida en México el 30 de octubre de 1874, se iniciara un litigio y de los bienes que habían permanecido vinculados durante varios siglos, se desmembraran a fines del siglo XIX”.302 La misma historiadora nos proporciona a continuación, una relación de los bienes de don Juan de Cervantes, hecha en 1928, antes de que alcanzara la mayoría de edad. 303 Rústicos: *La hacienda de Atenco y sus anexas. *La hacienda del Olivar del Conde y sus anexas y *Los terrenos situados en la costa chica que eran los mismos que el había designado en su testamento con el nombre de Apultepec y
Urbanos: *Las casa 5 y 6 de la calle de Jesús Nazareno donde vivieron los condes.304 *Las casas 11 y 17 de la calle del Parque del Conde. *Las casas 1, 2 y 3 de la calle de los bajos de San Agustín. *Las casas 15 y 16 de la calle de Jesús. *La casa número 9 del puente de Santo Domingo. *Las casas 8 y 9 de la primera calle de Plateros y la plazuela de la Paja.
Durante el siglo pasado, Atenco ejercía el control, distribución y venta de la producción de ese complejo agrícola y pecuario, aunque no registró ninguna visita personal del propietario a la finca, si bien estaba representado por sus administradores: 1829 (agosto-octubre): José Rafael González de Aragón 1829-1842: José María González del Pliego 1854-1857: Antonio Ortiz y Arvizu 1865: José Fuentes 1870-1875: José Suárez.305
De otro episodio histórico militar fue escenario Atenco: el 13 de agosto de 1861, las fuerzas liberales de Jesús González Ortega dieron alcance a las guerrillas conservadoras de Zuloaga y Márquez a eso de las tres de la tarde en el puente del río. Esta escaramuza culminaría horas más tarde con el triunfo liberal en Jalatlaco.
302
Idem. Idem. 304 Un magnífico estudio histórico de la casa de los Condes de Santiago de Calimaya -actual Museo de la Ciudad de México- lo ofrece: González-Polo y Acosta, Francisco Ignacio, El Palacio de los condes de Santiago de Calimaya (Museo de la Ciudad de México), 2a. ed. 1983, Depto. del D.F., Méx., (Distrito Federal, 1), 148pp. ilus. 305 Ibidem, p. 47. 303
La capilla dedicada a la Purísima Concepción de María, había sido escenario de una boda suntuosa: el 16 de mayo de 1825 unieron sus vidas el coronel Joaquín Ramírez de Arellano y Sesma -último Marqués de Sierra Nevada- con la capulhuanense Manuela de la Vega y Ortiz. De este matrimonio nacería su hija doña Jacinta, desinteresada benefactora de Santiago Tianguistenco, cuya casa aun en pie, se localiza en el número 6 de la Plaza Libertad de la villa cabecera de Tianguistenco. 306 El 19 de noviembre de 1856, María de Jesús Salinas, esposa de uno de los vaqueros, Guadalupe Díaz González, dio a luz a un niño, el cual fue bautizado con el nombre de Ponciano. Educado desde la más tierna edad en las faenas campiranas, al paso de los años habría de ser uno de los mexicanos más destacados dentro de la charrería y tauromaquia cuyo nombre, Ponciano Díaz, trascendió nuestras fronteras. 307 Los cultivos de las haciendas de Atenco, en el siglo XIX, fueron como seguramente desde doscientos años antes, el maíz -principal producto agrícola-, cebada, trigo, nabo, haba y papa. En los años de 1837, 1854 y 1856 fueron cosechadas 15,338, 9,436 y 12,003 fanegas, respectivamente, de maíz blanco. 308 Sin embargo, el principal producto de Atenco y sus anexas lo constituía el ganado y de éste, la cría de reses bravas; seguían en importancia el ovino, cabras y cerdos. Para las labores propias se contaban con ganado caballar, mulas y asnal. La hacienda principal era la dedicada a la ganadería y para la crianza contaba con los potreros siguientes: Bolsa de las Trancas, Bolsa de Agua Blanca, Puentecillas, Salitre, Tomate, Tiradero, Tejocote, Tulito, San Gaspar y la Loma; para ordeña se tenían dos vaquerías: en Santa María y Atenco. En 1836, se contaron 983 cabezas de ganado manso y en 1875, 949.309
306
Velázquez Morales, Isaac, Monografía de Tianguistenco, 1987. Gobierno del Estado de México, Toluca, 121 pp. fots, pp. 80-81. 307 Ibidem., pp. 81-83. 308 Sánchez Arreola, op. cit., pp. 83-93. 309 Ibidem., p. 124.
El ganado bravío se remitía principalmente a la ciudad de México, Tlalnepantla, -cuya plaza se inauguró en 1874-, Puebla, Tenancingo, Tenango, etc. En 1867 se suprimieron las corridas de toros en la Ciudad de México, prohibición que había de levantarse 20 años después, en 1887. Como dato curioso, se indica que en mayo de 1857, vendió la hacienda 23 toros y tres novillos para las fiestas que se dieron en Santiago Tianguistenco y en Tenango, por 956 pesos.310 Se registraron estos reportes de existencia de ganado mayor, sin separar el manso del bravo: Año
1836
1854
1856
1875
Cabezas
5449
4469
4503
949 (manso) 1327 (bravo) 2276311
Si deducimos las 983 cabezas de ganado manso que se contaron en 1836, como antes se indicó habrían 4466 reses bravas en dicho año.
En cuanto se refiere a caballos, mulas y burros, ésta era la contabilidad en los años que se indican.312 Año Ganado Caballos: De silla 102 Yeguas y potros Brutos Cerreros Caponeros Lacerados e Inservibles Total:
1836
1854
1856
1857
1874
176
175
171
51
34
396 ----7
----249 -----
----207 -----
----194 -----
----128 -----
----93 -----
22 527
----443
----382
----365
----179
----127
Mulas Burros Lanar Cerdos Caprino
213 73 3761 122 34
33 103 7707 95 ----
40 ---672 -------
36 -------------
4 -------------
6
56 311 34
1895
579
El precio de venta de toros de lidia fue, entre 1855 y 1874, de 50 a 60 pesos por cada uno, en promedio y produjeron ingresos a la hacienda en 1854 por venta de 189 cabezas, 7,212 pesos y cinco reales; en 1856, 12,843 pesos y dos reales por 302 cabezas. 313 310
Ibidem., p. 120. Ibidem., p. 125. 312 Ibidem., pp. 128, 133 y 135. 313 Ibidem., pp. 138 y 140. 311
La hacienda de Atenco se mantuvo como parte del condado de Santiago de Calimaya, hasta 1878. En ese año, el 28 de julio, don Ignacio Cervantes, en representación de la sucesión del último conde don José Cervantes y Michaus (fallecido en la Ciudad de México el 30 de octubre de 1874) vendió la hacienda y ganados a don Rafael Barbabosa y Arzate, propietario que era ya de las haciendas de Santín y San Diego de los Padres, también en el Valle de Toluca.314 En la plaza Carlos III, de la Habana Cuba, el 25 de abril de 1897 se lidiaron por primera vez toros mexicanos en el extranjero; fueron dos ejemplares llevados de la hacienda de Atenco, que estoqueó Juan Jiménez “El Ecijano”.315 En octubre de 1910, los hermanos Barbabosa Saldaña, hijos de don Antonio y doña Luz Saldaña, su esposa, importaron para Atenco cuatro vacas y dos sementales de la ganadería de don Felipe de Pablo Romero y seis vacas y dos sementales del ganado del Marques de Saltillo, para San Diego de los Padres. 316 Fueron los hermanos Barbabosa -Aurelio, Herlinda, Antonio, Concepción, Juan de Dios, Rafael y Manuel- quienes llevaron la administración de la hacienda de 1887 a 1945 con la razón social: “Rafael Barbabosa, Sucesores”. Es de justicia mencionar la generosidad de don Antonio Barbabosa Saldaña, mostrada durante la dura etapa de la revolución con el pueblo de Santiago Tianguistenco: su casa fue refugio de las familias que huían del solar nativo ante la furia zapatista y sus trojes saciaron el hambre de muchos tianguistecanos, en los aciagos años “del hambre”. Esta actitud tuvo correspondencia: cuando llegó el reparto agrario, fueron ofrecidas tierras de Atenco a Tianguistenco. Rehusó aceptarlas, pues consideró indigno lesionar el patrimonio de quien le había tendido la mano, en tiempos difíciles. 317
314
Lanfranchi, Heriberto, Historia del toro bravo mexicano, 1983. Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia, Méx., 352 pp., ilus., pp. 92-93. 315 Op. cit., p. 92. 316 Ibidem. 317 Testimonio oral de vecinos, entre otros del Lic. Gregorio Romero González.
Atenco fue fraccionada para dotar de tierras a los pueblos aledaños, conforme a la legislación agraria; de acuerdo con los datos que proporciona Flora Elena Sánchez, estos fueron los beneficiados: PUEBLO Santa María Rayón San Antonio la Isla San Bartolito San Lucas Tepemajalco Santiago Cuaxustenco San Juan la Isla San Miguel Chapultepec La Concepción Coatipac San Pedro Tlaltizapán Santa Cruz Atizapán En total
HECTÁREAS 282-20-00 289-00-00 218-67-89 120-00-00 189-24-25 104-16-26 479-24-00 123-50-00 497-54-00 204-80-00 2,671-66-00 Ha.318
AMPLIACIÓN EN HECTÁREAS
90-20-00 30-40-00 24-40-00 17-60-00
Como pequeñas propiedades, quedaron: una fracción a favor de Juan y Antonio Barbabosa, entre los ejidos de San Pedro Tlaltizapán y San Bartolito; el casco de la hacienda principal; una fracción entre los ejidos de San Bartolito y la Concepción a Manuel Barbabosa y el caso de la hacienda de San Agustín y parte de sus tierras a Elisa Barbabosa y a Consuelo Arias de Díaz González. 319 Al disolverse la sociedad de herederos, fue poseedor de Atenco don Manuel María Barbabosa, de 1945 a 1958 y desde este año -don Manuel murió en Toluca el 7 de noviembre de 1958usufructuaron el inmueble sus hijos: Gabriel, Ignacio y Luis Barbabosa Olascoaga, quienes entre 1962 y 1968, vendieron por fracciones la Hacienda de Atenco a don Juan Pérez de la Fuente (56).
Con verdadera pasión por lo que representa en la historia de México esta porción de Tianguistenco, Juan Pérez de la Fuente conserva lo poco que aún queda de la casi media milenaria hacienda -fundación de Hernán Cortés- cuya divisa azul celeste y blanca- los colores de la Purísima Concepción, a cuya advocación estuvo dedicada- y su fierro, la letra “A”, están mundialmente reconocidos como insignias de la ganadería de toros más antigua del continente americano. Santiago Tianguistenco, Méx., a 15 de agosto de 1987.
318 319
Sánchez, Flora Elena, op. cit., p. 21-22. Ibid.
APÉNDICE Nº 3 LA FAMILIA BARBABOSA, LA HACIENDA DE ATENCO Y OTRAS MÁS DEL VALLE DE TOLUCA ARQ. JORGE BARBABOSA TORRES I COMPRA DE LA FINCA
En el año de 1878 don Rafael Barbabosa y Arzate compró la finca de la familia de los Condes de Santiago de Calimaya, la Hacienda de Atenco y la ganadería brava del mismo nombre, que fue fundada en el siglo XVI, por el Licenciado don Juan Gutiérrez Altamirano, primo, consejero y albacea del Conquistador Hernán Cortés, en la época en que el Emperador Carlos V decidió nombrar una audiencia para gobernar la Nueva España, hacia el año de 1528. Para este efecto don Rafael hipotecó a favor de don Mariano Ulzarbe su Hacienda de San Diego de los Padres, esta hipoteca se renovó hasta el año de 1917, en que fue totalmente liquidada. En ese tiempo la hacienda de la Purísima Concepción de Atenco, como es originalmente su nombre y sus haciendas anexas de San Agustín, Santiaguito, Estancia de la Vaquería, Tepemajalco y Zazacuala, ya pertenecían a la “Sociedad Rafael Barbabosa Sucesores” que fue formada en el año de 1887, a la muerte de don Rafael por sus hijos don Aurelio, doña Herlinda, don Juan, don Antonio, don Rafael, doña Concepción y don Manuel, así como por su viuda doña María de la Luz Saldaña y Sánchez. En 1899, don Aurelio se separó de la Sociedad y por ese motivo se le adjudicó la Hacienda de San Agustín que como dije era una de las anexas de Atenco. La Hacienda de la Purísima Concepción de Atenco y sus anexas constituían una vasta y rica propiedad en virtud de la celosa, e incansable administración de sus propietarios, entre los que destacó por su personalidad, don de gentes y laboriosidad don Antonio Barbabosa y
Saldaña, que antes se mencionó y por ello no obstante las vicisitudes y problemas en que cayó México con motivo de la Revolución de 1910, siempre mantuvo un destacado lugar entre las fincas agrícolas de la región, hasta que fue repartida a causa de la Reforma Agraria en la década de los años 30, terminando así con una fuente de producción que por muchos años fue modelo y que sirvió no sólo para que los que trabajaban en ella pudieran mantenerse, sino como un contribuyente eficaz y próspero para la economía de su estado. La extensión de la Hacienda superaba las tres mil hectáreas, ignoro lo que abarcaba junto con sus haciendas anexas o si estas se incluían en esa superficie, pero cuando los señores Barbabosa eran sus propietarios y don Antonio iba a supervisar el ganado bravo, salía por las mañanas del casco de Atenco, teniendo que llevar consigo un refrigerio y regresaba por las tardes para tener así tiempo suficiente y hacer su trabajo convenientemente. Como ganadería brava es considerada la más antigua de México y del mundo, pues se fundó en el siglo XVI y en España han desaparecido ya las que fueron sus contemporáneas y no hay ahí ninguna que conserve el mismo sitio como es el casco de Atenco. Se formó con unas cuantas vacas y toros de procedencia navarra, que al parecer hizo traer el mismo Conquistador Hernán Cortés y que fueron con los que su primo Altamirano inició la ganadería. Hacia fines del siglo XIX los señores Barbabosa cruzaron esta, con sementales de Zalduendo, y más adelante la aumentaron con otra punta de sementales, también españoles de la vacada de don Felipe de Pablo Romero. Atenco, quiere decir junto al río, en lengua náhuatl, pues precisamente el casco de la Hacienda se encuentra en las riberas donde nace el Lerma en el sur del Valle de Toluca.
II LOS CONDES DE SANTIAGO El primer dueño de la Hacienda de Atenco fue el Licenciado Juan Gutiérrez Altamirano, primo, consejero y albacea del conquistador Hernán Cortés. Gutiérrez Altamirano vino a México con su esposa Juana Altamirano también prima de Cortés. Estos señores tuvieron por hijo a Hernán Gutiérrez Altamirano que fue poseedor del Mayorazgo que fundó su padre en 1559 y en el que se incluía Atenco.
Hernán Gutiérrez Altamirano, casó con doña Francisca Osorio de Castilla que fue hija del caballero de Santiago, don Luis de Castilla -cuarto nieto del rey don Pedro de Castilla-, y de doña Juana de Sosa y Cabrera. Hernán Gutiérrez Altamirano y dona Francisca Osorio de Castillo fueron padres a su vez de don Juan de Altamirano, Caballero de Santiago, que casó con la Condesa de por vida del Valle de Santiago de Calimaya, doña María de Velasco e Ircio, hija del octavo y undécimo Virrey de Nueva España y del Perú, don Luis de Velasco y Castilla, primer Marqués de Salinas del Río Pisuerga y de su esposa doña María de Ircio y Mendoza, que era a su vez hija del conquistador Martín de Ircio y de doña María de Mendoza, hermana del primer Virrey de la Nueva España don Antonio de Mendoza, ambos hijos del Marqués de Mondéjar y Conde de Tendilla. Los mencionados don Juan de Altamirano y la Condesa doña María de Velasco fueron padres entre otros del primer Conde don Fernando Altamirano de Velasco, Corregidor de México entre 1651 y 1653, Capitán General de Guatemala y Presidente de esa Real Audiencia. Estos señores fueron padres a su vez del segundo Conde don Juan Altamirano de Velasco que falleció en 1661 y fue casado con doña Luisa de Legazpi Albornoz y Acuña, Adelantada de Filipinas, bisnieta del conquistador don Miguel López de Legazpi, Adelantado Perpetuo de esas islas. La hacienda de Atenco la heredó en la segunda mitad del siglo XIX don Ignacio de Cervantes y Ayestarán por haber correspondido a este señor la mitad del mayorazgo, que como antes dije fue fundado en 1559 por el ya mencionado Licenciado don Juan Gutiérrez Altamirano. Don Ignacio fue nieto de don José María de Cervantes y Velasco, duodécimo Conde de Santiago de Calimaya, undécimo Marqués de Salinas del Río Pisuerga y de su segunda esposa doña María de Ozta y Cotera. Precisamente don Ignacio de Cervantes y Ayesterán en 1878 vendió a don Rafael Barbabosa y Arzate la hacienda y la ganadería de Atenco.
De la Condesa de por vida del Valle de Santiago de Calimaya, doña María de Velasco e Ircio, desciende entre otros los Sandoval, los Pérez Gallardo, los Ortega y Roa, los Galindo y Diez de Bonilla, los Escudero y Mendizabal, los actuales Barbabosa Escudero y muchos más. De su hijo el primer Conde de Santiago descienden los Cervantes ya mencionados, los Algara, los Riba, los Ovando, los Conde y otros más.
III DON RAFAEL BARBABOSA Y SU FAMILIA
Don Rafael Barbabosa nació el 19 de junio de 1833, en el Rancho de Arzate, propiedad de sus abuelos maternos, don José Arzate y doña Vicenta Vilchis, en el Valle de Toluca. Fueron sus padre el señor don José Julio Barbabosa y Cruz Manjarrez y la señora doña María Salomé Arzate y Vilchis. El padre de don Rafael, don José Julio, había construido hacia 1827 una casa en la calle de la Federación Nº 2, hoy Avenida Independencia casi en la esquina de lo que fue la antigua Plaza de Armas, llamada en Toluca Jardín de los Mártires, así como otra en la calle de la Victoria Nº 11, también en Toluca, ambas las sufragó con la herencia que recibió, el citado don José Julio, de su padre el licenciado don José Antonio Barbabosa y Díaz de Tagle en 1824 y en ellas habitó sucesivamente don Rafael con su familia. Don José Julio casó en Toluca en 1828 con doña María Salomé Arzate y Vilchis y de ella tuvo a don Jesús María Barbabosa y Arzate, quien era tres años mayor que don Rafael y que nació también en el mencionado Rancho de Arzate el 1º de abril de 1830. Doña María Salomé dejó viudo a su marido y huérfanos de madre a sus hijos a los siete días del nacimiento de don Rafael. Don Jesús María Barbabosa y Arzate, que como señalé era el hermano mayor de don Rafael, concluyó la gramática a los 13 años y entró al Colegio Seminario de México a estudiar Filosofía la que terminó a los 16 años, y habiendo estudiado cánones y leyes y
practicado dos años, se recibió de Abogado el 31 de octubre de 1852 ante el Supremo Tribunal de México. Casó el 10 de abril de 1853 en Jocotitlán, Estado de México, con doña María de Jesús Saldaña y Sánchez. Don Rafael Barbabosa leyó la gramática a los 12 años, desde entonces continuó viviendo con la familia en la Hacienda de Santín y se dedicó a los trabajos de la casa. Se casó también en Jocotitlán, a las 3 de la mañana, el 26 de mayo de 1857, debiéndose tal hora a la persecución religiosa y a la guerra que se desató por la imposición de las Leyes de Reforma, con doña María de la Luz Saldaña y Sánchez -hermana entera de la antes mencionada doña María de Jesús-. El multicitado don José Julio Barbabosa y Cruz Manjarrez, padre de don Jesús María y don Rafael, viudo de doña María Salomé Arzate, previa la dispensa respectiva, se casó en segundas nupcias con su cuñada doña María Teresa Arzate Vilchis de 22 años de edad, en Toluca, el 17 de noviembre de 1835. Don José Julio murió el 16 de marzo de 1837, de un pavoroso tifo. De su segunda esposa, doña María Teresa tuvo un hijo, llamado Agustín, quien murió de dos años de mal de garganta. El matrimonio de doña María Teresa y don José Julio, fue un hecho verdaderamente trascendental en la vida de don Rafael y de su hermano el Lic. don Jesús María, pues esta señora por las virtudes que tuvo, su dedicación al trabajo y su hábito de ahorro, así como por su visión en los negocios en los que la ayudó eficazmente un caballero sumamente benéfico para esta familia, llamado don Ignacio Mañón, llegó con el tiempo a convertirse en una respetable y verdadera matriarca, no sólo de su casa, sino de buena parte de la familia Barbabosa existente en esos días. Don Rafael y don Jesús María disolvieron la compañía de bienes que tenían el año de 1872 y que en esa época era muy próspera. Esto provocó disgusto en don Rafael que se vio relegado a segundo término principalmente por la circunstancia de que dejaba a su hermano la Hacienda de Santín y la ganadería brava del mismo nombre, en las que él consideraba haber puesto tanto de su trabajo y de sí mismo. El convenio de separación fue inspirado y
dirigido por la autoridad que tenía su tía y madrastra doña Teresa Arzate, quien dio preeminencia y preferencia en todo a don Jesús María por ser el mayor de los hermanos cosa muy importante en esos tiempos. Don Rafael se quedó con la Hacienda y la Ganadería de San Diego de los Padres y la casa antigua y primera de las llamadas casas Barbabosa, la del Callejón del Carmen Nº 3, en la que había vivido desde antes en 1854, don Jesús, construyó en 1872, la Casa del Jardín de los Mártires, que fue la segunda casa Barbabosa y que superó en mucho, en señorío, situación, lujo y prestancia a la primera, ahí colocó los retratos de los fundadores y de la primera generación en México de el linaje de los Barbabosa que fueron el Contador Mayor don Pedro de Barbabosa, su esposa doña Ana de Quijano, el hijo de ambos don Felipe de Barbabosa y Quijano y su esposa doña Magdalena Díaz de Tagle que antes habían estado en la Hacienda de Santín y todo lo mejor de Pinturas religiosas, antigüedades y muebles que había conservado esta familia. Don Jesús también recibió otros bienes raíces en Toluca y en México, entre los que se encontraba espaciosa una casa en la calle de Guatemala Nº 52, casi esquina con el Zócalo, precisamente sobre las ruinas del Templo Mayor, por lo que hacía el año de 1962 tuvo que ser demolida por encargo de uno de los dueños, al que esto escribe, en virtud del mal estado en que se encontraba la residencia por los marcados desniveles que en el piso se habían formado al asentarse esta, al paso de los siglos sobre las primitivas construcciones prehispánicas, siendo posteriormente ahí donde se localizó la piedra indígena conocida como la Coyolxauqui.
IV FAMILIAS DE TOLUCA
En San José de Toluca, -antiguo nombre de Toluca- así como en todo el territorio del virreinato de la Nueva España, hasta la consumación de la Independencia por nuestro libertador don Agustín de Iturbide en 1821, y aún durante el corto lapso que duró el malogrado primer Imperio Mexicano, se llevaban en las parroquias libros sacramentales
separados en españoles, castas e indios para el asentamiento de los bautizos, confirmaciones, matrimonios y defunciones de la población, por ellos y por los censos mandados levantar por el Duque de Terranova, para esa villa del Marquesado del Valle, se puede saber perfectamente que cantidad había entonces y en que forma se dividían los habitantes de Toluca en esos años y se puede afirmar que la mayoría eran españoles americanos, o sean nacidos en la Nueva España, un pequeño grupo de peninsulares, o sean los venidos y nacidos en España y otros importantes de castizos y mestizos. En 1791 se levantó un padrón de familias y estas eran 1256, lo que hacía un total de 5155 habitantes de los que eran 7 hidalgos, 108 nobles, 2738 peninsulares y criollos, 555 castizos y 1747 mestizos. El número de casas era de poco más de quinientos. Los Arzate, los Vilches, así como los Gómez de Betanzos, los Garduño, los Argüelles, los Ballesteros, los Pliego, los Mañón, los Varas de Valdez y otras familias antiguas de Toluca tienen sus orígenes en la mayor parte de los casos en aquellos españoles que inicialmente fueron desde conquistadores y encomenderos, hasta hacendados y rancheros en el valle de esa región. En 1830 el total de habitantes de Toluca no debió sobrepasar las 7,000 almas y el número de casas no llegaría más allá de las 700. Las familias arriba mencionadas y otras como los Pérez Garnica, los Meana, los Cruz Manjarrez, los Ortiz de Galdós, y los Suárez del Castillo, algunas de las cuales ya han desaparecido, están inscritas en los libros parroquiales de españoles, hasta 1822, así como todos los integrantes de la familia Barbabosa de esos días. Indudablemente que en las ciudades del México de hoy la composición étnica es totalmente diferente predominando enormemente los mestizos. Las antiguas familias de españoles americanos han cambiado también y salvo excepciones en la mayor parte de los casos muchas de sus ramas en base a lo común que en cualquier parte son los matrimonios desiguales, han sido influidos en mayor o menor medida por diferentes niveles de mestizaje.
V ANTECEDENTES GENEALÓGICOS DE LA FAMILIA BARBABOSA
Los antecedentes de este linaje que, en un tiempo figuró en un destacado e indiscutible lugar en la fiesta de los toros en su papel de ganaderos, son los siguientes. El espíritu emprendedor de esta familia le viene sin duda de su ilustre genearca, en México, don Pedro de Barbabosa Parreño, Contador Mayor del Real Tribunal y Audiencia de Cuentas, nacido en Cartagena, Huelva, España, el 13 de noviembre de 1673. Don Pedro pertenecía a una noble familia tenida desde muy antiguo por “Christianos viejos limpios de toda mala raza, sin mácula ni mala mezcla, nobles hijosdalgos notorios de sangre y posesión, con oficios de República en sí y en sus parientes, así con familiaturas del Santo Oficio”, según se lee en el Tomo II de las Genealogías del Nuevo Reino de Granada recopilado por Flores de Ocariz e impreso en Madrid en el año de 1676. El referido don Pedro fue por línea de varón, tercer nieto de don Alonso Boza Ximénez que fue natural de la Villa de Encinasola, en la antigua Extremadura en donde nació el 12 de octubre de 1561 fueron sus padres don Diego Ximénez y doña María de Boza. Los Boza de esa población se hallaban establecidos ahí desde el siglo XV y proceden del norte de España, al parecer de alguno de los pequeños caseríos de Boza que se encuentran en Asturias, los Boza de Portugal, cuya antigüedad en ese país se remonta al siglo XVI, posiblemente proceden también de esos lugares asturianos. Durante los prolongados siglos de la reconquista de España, estos caballeros fueron bajando hacia el sur, hasta que alguno de ellos se asentó en Encinasola. Es probable que en otras poblaciones de Extremadura como General de la Sierra ó Jerez de los Caballeros se hayan establecido miembros de este linaje desde el siglo XIV o aún antes, lo que es un hecho es que hoy en Encinasola que apenas llega a los 2,500 habitantes, hay por lo menos diez familias de este apellido que deben ser en sus orígenes descendientes de uno o dos genearcas de este nombre de familia. La hidalguía según costumbre y fuero de España, la limpieza de sangre de judíos, moros y conversos, la buena fama por no haber sido condenados por el Santo Oficio, la constancia de no ejercer ni haber ejercido los oficios de mercader, cambiador u otros viles o mecánicos,
la posesión de caballos y la tenencia de escudos de armas en las casas y sepulcros de los miembros de este linaje de Boza se encuentran fehacientemente probadas y esclarecidas en el expediente que se formó en la Villa de Aroche, Huelva, el año de 1739, por los Caballeros de la Orden de Santiago, designados para ello y los testigos del lugar sustentándose todo en la documentación existente en esas fechas en esa población con motivo de la recepción e ingreso en dicha Orden de Don Alonso Pérez Boza de Cháves, Ponce de León y Carbajal. Los Pérez Boza que son los mismos que los Boza de Cháves, tuvieron sus principales solares en la Villa de Aroche su rama fue distinguida con el título de Marqueses de Valdeloro. Los Boza Parreño, sucedieron a los Parreño de Castilla y a los Castilla de la Villa de Aracena, descendientes directos del Rey don Pedro I, el Cruel, en la dignidad nobiliaria del Condado del Alamo y son los mismos en su origen que los de Aroche y que los Barba Boza Parreño de Cortegana que actualmente son los Barbabosa de México, pues todos tienen su origen y primitivos solares en la Villa de Encinasola. Actualmente la Marquesa de Valdeloro, es doña María de la Purificación Pérez Boza y González Anleo, séptima en la sucesión de esta dignidad, residiendo hoy día en la ciudad de Córdoba, Andalucía España. En el Archivo de la Real Chancillería de Granada en la Sección de Hidalguías legajo número 130, pieza número 13, con copia en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, se encuentra la ejecutoria de nobleza de familia de los Castilla de Aracena antes mencionada y enlazada con los Boza Parreño y los Parreño, con su ascendencia comprobada hasta el Rey don Pedro I El Cruel. Este documento fue despachado el 14 de octubre de 1718 en tiempos del Rey don Felipe V a don Andrés Fernando de Castilla Infante, noveno nieto del citado Rey Don Pedro. Fue don Andrés Fernando, segundo Conde de Palancar, dignidad que fue creada el 16 de mayo de 1695, durante la regencia de la Reina doña Mariana de Austria en tiempos de la minoría de edad del Rey Carlos II y otorgada al padre de don Andrés llamado don Juan de Castilla Infante bautizado en Aracena, el 16 de junio de 1659, y ostentó los cargos de Alguacil Mayor y Jurado de esa población así como de Familiar del Santo Oficio.
Don Alonso Boza Ximénez -tercer abuelo de don Pedro Barbabosa- fue esposo de doña Leonor Vázquez Barba, segunda de este nombre, natural de Cortegana, nació el 12 de julio de 1562, hija de don Pedro Benito Moreno o Benítez Moreno y de doña Inés Amigo. Esta doña Leonor era descendiente directa de don Pedro Barba Soriano, o Soriano Barba, llamado el “Hidalgo” y de su mujer, otra, doña Leonor Vázquez Barba, primera del nombre, hasta ahora conocida y perteneciente a la familia de “Christianos Viejos”, a la que antes me referí. Por ella es que el linaje de Barbabosa lleva el apellido Barba, pues este es un compuesto de Barba y de Boza. Mismos apellidos que acomodados a la portuguesa, esto es, antepuesto el materno al paterno, queda Barba Boza y no al revés como, hubiera sido en España o en México, en virtud de la influencia de las costumbres lusitanas en esa región de la antigua Extremadura española, donde se localizan Encinasola y Cortegana. Los Barba de Cortegana, según las armas que en su escudo trae pintadas el retrato al óleo de don Pedro Barbabosa Parreño, hecho por Juan Rodríguez Juárez en 1713, sería una rama de la antiquísima casa de los Barba de Castrofuerte y Castilfalé, señores de esas villas en el antiguo Reino de León, en España, y cuyos antecedentes se remontan el año 930 por lo que tendría más de mil años de historia genealógica y heráldica en la Península Ibérica. Don Pedro de Barbabosa pasó a México en 1706, se casó aquí con doña Ana Quijano de Alcocer y Sariñana, hijadalgo, natural de la ciudad de México, en donde nació el 30 de julio de 1695, hija legítima del Capitán don Bartolomé de Quijano y Vargas, hijodalgo, natural de Novales, Santander, ambos padre e hija, empadronados ahí mismo y ausentes en Indias en esas fechas, y de doña María de Alcocer y Sariñana, de quien don Bartolomé fue marido en segundas nupcias. Doña María de Alcocer fue hija a su vez de don Pablo de Alcocer y Arias de Nava natural y originario de Madrid, de donde pasó a México hacia 1660 y de doña Teresa de Sariñana y Chávez, media hermana del célebre Obispo de Oaxaca don Isidro de Sariñana y Cuenca, cuyos ascendientes vinieron de Toro, Zamora, León, España, y ahí probaron su nobleza en 1620.
Doña María de Alcocer era viuda de un señor de las Heras cuando casó con Quijano y fue abuela de doña María Josefa de Arozqueta de la Heras y Alcocer, que casó a su vez con el rico minero vasco don Francisco de Fagoaga e Iragorri, siendo padres ambos del primer Marqués del Apartado. En 1708, el 14 de noviembre, don Pedro de Barbabosa con parte de la dote que recibió de su suegra doña María de Alcocer compró en doce mil pesos, de los casi veintisiete mil que recibió, la Hacienda de San José de los Ranchos que tenía de extensión de unas 600 hectáreas, todas de riego del agua del Volcán de Toluca, según antigua merced que en su tiempo confirmó a don Pedro, el Virrey Marqués de Valero. Barbabosa vino a México y compró la Hacienda de San José de los Ranchos en Toluca gracias al llamamiento y a la influencia de su tío don Bartolomé de Terreros y Ochoa que había venido desde 1673 y se había casado aquí con una acaudalada criolla heredera de conquistadores y encomenderos doña María de Ayala y Avila. Esto es interesante mencionarlo, pues de no ser por Terreros, Barbabosa posiblemente nunca hubiera venido a México en relación con las futuras haciendas y ganaderías de sus descendientes, éstas no se hubieran localizado en Toluca, pues en esta zona Terreros disfrutaba de una encomienda. Eventualmente don Pedro Barbabosa tuvo y rentó otras haciendas por el rumbo de Chalco, en el hoy estado de México. Don Pedro Barbabosa, al morir su tío don Benito de Terreros y Ochoa, hijo de don Bartolomé -que también era su tío-, pudo lograr más fácilmente la posesión de su título y plaza de Contador Mayor del Real Tribunal y Audiencia de Cuentas, cosa difícil en virtud de la lentísima burocracia española de aquel tiempo, pues el puesto quedó vacante por la muerte del citado don Benito. Barbabosa cuando vino de España trajo alrededor de seis mil pesos, con parte de los cuales fundó una compañía comercial con sus tíos el citado Contador don José Benito y su hermano el Oidor don Antonio de Terreros y Ochoa, para comprar y vender géneros de Castilla, productos de Filipinas y artículos de estas tierras, instaló para él la tienda en el Portal de Mercaderes, en la Plaza Mayor de México, en la cual fue socio minoritario, tenía la obligación de asistir a ella y atenderla personalmente. Esta
asociación duró pocos años, pues al casarse con doña Ana de Quijano, don Pedro pudo independizarse económicamente de los Terreros, aunque conservó, negocios y asuntos con ellos, su viuda y sus descendientes durante toda su vida. Fue su primo en tercer grado otro Terreros, el más famoso que ha habido en ese linaje, don Pedro Romero de Terreros, el más famoso que ha habido en ese linaje, don Pedro Romero de Terreros, primer Conde de Regla, de quien el Ministro, Conde de Floridablanca, presentando a los hijos de Terreros al Rey cuando estos fueron a estudiar a España, se refirió a ellos como los vástagos del vasallo más rico de Su Majestad. El parentesco entre los Barbabosa y los Terreros viene de que en el año de 1627 en la Parroquia de Cortegana, casaron don Pedro Barba Soriano y Boza Parreño y doña Catalina de Terreros Ochoa hija de Juan Ruiz Pérez y de doña Elvira Gómez de Terreros, quien era descendiente directa de Pedro de Terreros nacido en el Puerto de Palos en 1450 quien fue el primer español que en el tercer viaje de Colón en 1498 pisó tierra del continente americano pues el Almirante don Cristóbal llegó enfermo de conjuntivitis y no pudo descender, mandando a su Continuo y Maestresala, Terreros, a que lo hiciera por él. Todos los otros Terreros mencionados descienden de un hermano de doña Catalina, llamado don Diego de Terreros Ochoa. Don Pedro Barbabosa enviudó en 1726 de doña Ana de Quijano en 1732 se casó en segundas nupcias con doña Juana Ángela de Pablo Fernández y Mendizabal, hermana entera y mayor del primer Marqués de Prado Alegre don Francisco Marcelo de Pablo Fernández de Tejada, y así mismo hermana de la primera Condesa consorte de Miravalle y de la primera Marquesa consorte de Rivascacho. Don Pedro y doña Juana tuvieron un sólo hijo varón que se llamó don Manuel José Barbabosa y Pablo Fernández y varias hijas una de las cuales casó con un señor Santelices cuya descendencia enlazó con los Pérez de Acal, los González de Cosío, los Septién, los Urquiza y otras familias importantes de Querétaro y de México como los Lainé. Don Pedro de Barbabosa y doña Ana de Quijano, su primera esposa, tuvieron sólo un hijo que llegó a la edad adulta, este fue el Licenciado en Cánones y Leyes don Felipe de Barbabosa y Quijano de Alcocer, fiscal de la Real Hacienda. Don Felipe nació el 5 de
febrero de 1721 y merced a sus negocios propios y a los que tenía con la familia Fagoaga vivió mucho tiempo, en Zacatecas, ahí se casó con doña Magdalena Díaz de Tagle, la hija del Alcalde Mayor del Real de Nuestra Señora de la Purificación de Fresnillo don Juan Antonio Díaz de Tagle e Ibáñez de Agüero que era de la casa de los Marqueses de Torrenueva y de Altamira. El citado don Antonio, se casó a su vez en Saín el Alto, en la Hacienda del Sauz, en Zacatecas, con doña María Josefa de Cossío Guerra y Fernández de Castro, de la casa de los Condes de Lemos. El 10 de junio de 1767, nació de esta unión el Lic. don José Antonio de Barbabosa y Díaz de Tagle, que heredó a su padre fallecido el 13 de septiembre de 1781 y a su madre muerta el 5 de julio de 1790. Además de las haciendas que heredó de su padre que fueron las de la Purísima Concepción y San Nicolás de Santín, él compró las de Santa Teresa, Nuestra Señora del Carmen, el Sitio de las Animas, y San José de Buenavista alias Barbabosa, así como la de Narvarte en México, que fue adquirida para formar la dote de su hija mayor doña María Antonia en 1818. La primera hacienda que su familia tuvo fue la que compró su abuelo paterno don Pedro de Barbabosa y que se conocía con el nombre de San José de los Ranchos, luego denominada San José de Barbabosa. Esta finca sirvió para la compra de la Hacienda de la Purísima Concepción. Don José Antonio Barbabosa se casó en segundas nupcias el 21 de enero de 1795, viudo de doña Secundina Cuadra de Aguilar y Quero, de quien no tuvo descendencia, con doña María Clara de la Luz Cruz Manjarrez y Pérez de Garnica, que era descendiente de familias establecidas en Toluca desde la época de la conquista, encomenderos, primeros pobladores y propietarios de hacienda desde el siglo XVI. La familia Barbabosa comenzó a vivir en la hacienda de Santín y en segundo término en San José de Toluca, en una casa que estaba junto al río Verdiguel desde el año 1795, primera casa de Barbabosa en Toluca, al haberse establecido ahí, el Licenciado don José Antonio Barbabosa y Díaz de Tagle natural de México, cuando se casó con doña María Clara de la Luz Cruz Manjarrez y Pérez de Garnica, natural y vecina de Toluca. Ambos fueron los abuelos paternos de don Rafael Barbabosa. Esta casa estaba rodeada de las
propiedades de la familia Martel y Fernández de Córdoba, con quien los Barbabosa emparentaron posteriormente a través del matrimonio de don Antonio de esos apellidos con doña María de la Merced Concepción Antonia Barbabosa y Cruz Manjarrez, hija del multicitado don José Antonio Barbabosa y Díaz de Tagle. Cuando estallaron las guerras de Independencia, en 1810, vivir en el campo fue cada día más peligroso, entonces la familia decidió establecerse la mayor parte del tiempo en Toluca. Doña Clara Cruz Manjarrez y Pérez de Garnica era octava nieta del Adelantado Perpetuo de Filipinas don Miguel López de Legaspi cuya hija doña Margarita, casó con el hijo del conquistador y encomendero don Gaspar de Garnica que llegó con Cortés en 1519. Así mismo era la multicitada doña Clara, sobrina nieta en noveno grado del célebre Fraile Dominico don Julián Garcés, primer Obispo de la diócesis Carolense de Tlaxcala, la más antigua de la América Continental y de quien se dice que tuvo el sueño de que los Angeles querían ver fundada una ciudad que hoy es precisamente Puebla de los Angeles, además de que fue el principal promotor y realizador de la construcción de la magnífica Catedral angelopolitana. Don José Antonio y doña Clara, fueron padres, entre otros de don José Julio Barbabosa Cruz Manjarrez casado con doña María Salomé Arzate y Vilchis, padres de don Rafael Barbabosa y Arzate que ha sido el principal personaje de este estudio sobre los Barbabosa en relación con la Hacienda y ganadería de Atenco y otras más en el valle de Toluca. Como se ha visto, detrás del éxito, de la fama, del carácter y de los logros de estas personas y de su familia siempre hubo antepasados que dieron pie a ello ya sea con su ejemplo, con su herencia genética, o con ambas cosas. Aquí se ha dejado la muestra de ello en la semblanza de este linaje prócer que ha contribuido en algún momento a enriquecer y a honrar la grandeza de su raza y de su patria mexicana a base de esfuerzo, de dedicación y de amor al trabajo, sin tener que rebajarse o mancharse aprovechándose de circunstancias favorables, adjudicándose ilegítimamente los bienes de otros y obteniendo merced al servilismo político concesiones o prebendas, arrancadas a los poderosos de su tiempo, sacrificando así la dignidad y la decencia.
VI DON RAFAEL BARBABOSA, GANADERO DE RESES BRAVAS Y LA HACIENDA DE SANTÍN. No está muy claro como don Rafael Barbabosa se convirtió en ganadero de toros de lidia, por tradición familiar sabemos que desde muy niño fue aficionado a la fiesta brava y que dedicado como estaba desde joven al campo convenció de esto a su hermano y a su tía y madrastra doña Teresa. Desde 1848 aparece este hecho asentado en los tratados serios que sobre ganaderías bravas se han publicado tanto en España como en México, uno de ellos es la enciclopedia LOS TOROS, editada en Madrid en 1952 por el tratadista español José María de Cossío, donde se registran las ganaderías españolas existentes en esas fechas y seis mexicanas más, tres de las cuales eran propiedad de los señores Barbabosa. Don Rafael se hizo ganadero de reses bravas en la Hacienda de la Santísima Trinidad de Santín, misma que fue parte de la herencia que dejó su abuelo paterno el Lic. don José Antonio Barbabosa y Díaz de Tagle, a su esposa doña Clara Cruz Manjarrez. La que al morir en 1834 a su vez la heredó junto con los demás bienes que le habían tocado, a sus hijos casados en la proporción que a ella le correspondía heredarles y a los menores y solteros hasta entonces agregando a lo anterior lo que les había dejado su marido y que ella como madre y albacea les administraba, estos eran entonces don Manuel María, que años después se hizo sacerdote, don Sebastián que casó al poco tiempo y don José María, el menor de todos que contaba entonces 12 años, y que posteriormente y en su tiempo estudio cánones y leyes y se recibió de abogado en 1848, ante el Supremo Tribunal de México. En 1824 la Hacienda de Santín, incluyendo el casco, las huertas, las tierras de labor, los pastizales, el ganado bovino, caprino, lanar, porcino y caballar y todos sus aperos, importaban 118,070 pesos, 5 reales y 8 granos. Su extensión era aproximadamente 2500 hectáreas. La fortuna de la familia Barbabosa en 1824, no obstante las fuertes mermas que sufrió por las guerras de Independencia y las revoluciones subsecuentes, montó la cantidad de
214,856 pesos. Don Joaquín y doña María Antonia Barbabosa, el mayor de los hombres y la mayor de las mujeres, recibieron el tercio y el quinto de esta herencia respectivamente, incluida en lo que tocó a la referida señora la Hacienda de Narvarte en la ciudad de México, como parte de la dote que recibió al casarse en 1818, con don Sebastián Ugarte. Los inicios de don Rafael como ganadero fueron en pequeño, poco a poco y en base a la selección de los toros cerreros más apropiados de la finca, cruzándolos a su vez estos con vacas seleccionadas de la misma región, limitado todo esto por las circunstancias propias de la tierra y de la economía familiar, que en un principio no era próspera, pues había venido en fuerte decremento en virtud de las muchas asonadas y levantamientos militares que se sucedieron en nuestra nación después de que se consumó la Independencia en 1821, a pesar de que el antes citado licenciado don Antonio Barbabosa, abuelo paterno de don Rafael, había logrado conservar hasta 1824, como ya lo mencioné, un muy buen nivel económico en el patrimonio familiar, no obstante las fuertes pérdidas que este había sufrido por las guerras anteriores nuestra separación de España y todas las dificultades que estas trajeron consigo entre 1810 y 1821. Aunado a todo lo anterior debemos agregar las pestes y epidemias que azotaron a la población en esos tiempos y que también contribuyeron al decaimiento de este patrimonio, pues afectaron mucho a la familia Barbabosa, sin embargo, como antes se dijo, primeramente y gracias a la capacidad de administración, de ahorro y de trabajo del Licenciado don José Antonio Barbabosa y Díaz de Tagle, el abuelo paterno y posteriormente a la de doña Teresa Arzate y a la laboriosa contribución de sus sobrinos e hijastros, don Rafael y don Jesús María, hacia 1863 gozaban ya nuevamente estos señores de una magnífica posición económica, tanto así que en octubre de ese año compraron a doña Refugio Sanromán de Cortina la hacienda vecina a Santín, denominada de San Diego de los Padres, misma que cubría alrededor de 1,000 hectáreas y que perteneció en el siglo XVI al primer Arzobispo de México, Fray Juan de Zumárraga, y posteriormente a los Padres Agustinos Misioneros de San Nicolás de las Islas Filipinas.
En 1887 murió don Rafael y heredó a sus hijos las Haciendas de Atenco, de San Agustín, de Santiaguito, de la Estancia de la Vaquería de Tepemajalco, de Zazacuala, de San Diego de los Padres y algunas casas en México como una en la calle de Puente Quebrado y otras más en Toluca entre ellas la del Callejón del Carmen No. 3 que pertenecían a esta familia, cuando menos desde 1850, y que fue la primera en llamarse Casa Barbabosa, hasta que en 1872 su hermano don Jesús María inició la construcción de la Casa Barbabosa del Jardín de los Mártires que fue la segunda en así llamarse. La hacienda de Santín llegó a esta rama de la familia Barbabosa después de muchas vicisitudes. Cuando murió el abuelo de don Rafael, don José Antonio Barbabosa y Díaz de Tagle, dispuso su testamento de tal forma que don Joaquín Barbabosa su hijo mayor venía a ser heredero de las Haciendas del Carmen, de Santa Teresa y de la del Sitio de las Animas, todas en Toluca, aparte de una mejora que este señor había recibido por lo bien que había ayudado a su padre en la administración de la fortuna familiar. Doña María Antonia Barbabosa su hija mayor y hermana de don Joaquín, había recibido como antes se dijo, la hacienda de Narvarte en la Ciudad de México, como parte de su dote en su matrimonio con don Sebastián Ugarte, vecino y del comercio de México. La boda Ugarte Barbabosa fue en Toluca el 29 de junio de 1818. Así la hacienda de Santín quedó como una de las propiedades de la herencia que se le adjudicó a la esposa de don Antonio, la ya varias veces mencionada, señora doña Clara Cruz Manjarrez y Pérez de Garnica, quien la heredó a sus hijos menores y a quienes no se les había liquidado el complemento de su patrimonio hereditario. Fueron albaceas de este testamento los citados doña Clara y don Joaquín, así como su hermano don Francisco, a quien adelante me referiré. “El hombre pone y Dios dispone”, pues don Joaquín Barbabosa, el mayor y el más rico de los hermanos murió en la epidemia del cólera en México en 1833, así como su mujer doña Merced Delgado pocas semanas después, de esta manera los bienes de aquel quedaron para repartirse entre sus hijos, don Francisco, el segundo de los hijos de don José Antonio y de doña Clara, murió sin sucesión en 1852, pasando así la oportunidad de obtener el control de la Hacienda de Santín a la segunda esposa viuda del tercero de los hijos, de los
mencionados don José Antonio y doña Clara, don José Julio que había fallecido en Toluca en 1837, de este modo la viuda doña Teresa Arzate de Barbabosa fue quien finalmente conservó y recuperó el auge económico que en otros tiempos había tenido la familia de los Barbabosa, como antes se dijo, en virtud de su interés, su visión y su capacidad de trabajo. Así esta señora liberó para sus sobrinos e hijastros don Rafael y don Jesús María, la hacienda de Santín y acabó por liquidar las porciones de los otros herederos entre los que estaba el tío carnal, de don Rafael y don Jesús María, el licenciado don José María Barbabosa y Cruz Manjarrez, que antes cité y que fue a su vez padre de don Miguel H. Barbabosa e Yrigoyen, el primero y aparentemente el único de esta estirpe que vistió el traje de luces lidio novillos y toros, de la ganadería de Santín y otras de su tiempo en varias plazas de México y su provincia, bajo el sobrenombre de “El Veracruzano” entre los años de 1892 y 1912.
VII LA HACIENDA Y LA GANADERÍA DE SANTÍN.
La hacienda de la Santísima Trinidad de Santín data del año de 1590, tuvo varios florecimientos, uno de ellos a mediados del siglo XVIII, época en que su dueño un señor don Pedro Santín, mismo que le dio su nombre. Primeramente se denominó, hacienda de San Nicolás, según el censo de fincas del Valle de Toluca del año 1776, en que aparece como su propietario el licenciado don Felipe Barbaboza y Quijano de Alcocer, quien la compró en 1767 al señor Santín, de acuerdo con la “Memoria de los S. S. Barbabosa” de octubre de 1863, que incluye los “Apuntes Exquisitos Sucedidos en mi Casa”, que se inician con datos desde el año de 1778, y que fueron escritos por el licenciado don José Antonio de Barbabosa y Díaz de Tagle, hijo de don Felipe. Sin embargo el patrón de la hacienda no es San Nicolás, sino la Santísima Trinidad. No es raro que la denominación original se haya olvidado. Por otra parte el de San Nicolás Canaleja, San Nicolás Tolentino, San Nicolás Peralta, esto es explicable ya que en ese lugar tuvieron varias propiedades y por ello
influencia los Padres Misioneros de Filipinas que pertenecían a la Orden de los Agustinos Descalzos y que debieron ser los que por devoción a ese santo pusieron a las fincas antes mencionadas bajo su protección. El licenciado don Felipe de Barbaboza y Quijano de Alcocer Fiscal de la Real Hacienda, cuando compró esta finca era dueño de otra llamada de la Purísima Concepción que había adquirido con la venta de la Hacienda de San José de los Ranchos, llamada posteriormente San José de Barbabosa y que fue parte de la herencia, como en otro capítulo se menciona, que recibió de su padre, el señor don Pedro de Barbaboza Parreño, Contador Mayor del Real Tribunal y Audiencia de Cuentas, que era originario de Cortegana, en Extremadura de donde vino a México en 1706, habiendo fallecido en la ciudad de México el 18 de mayo de 1739, a los sesenta y cinco años de edad. La ganadería brava fue formada desde 1847, por don Rafael Barbabosa y Arzate y su hermano don Jesús María, y se tiene noticia que desde entonces se lidiaban sus toros, inclusive antes de los de San Diego de los Padres-. Subsistió más de cien años, hasta fines de 1970. Durante sus primeros tiempos se anunciaba, orgullosamente, como la ganadería mexicana, sin cruza española. Su divisa azul, blanco y rojo, es la combinación de los colores de las ganaderías de Atenco y San Diego de los Padres y fueron los que su propietario el ingeniero don Agustín Cruz Barbabosa, nieto de don Jesús María Barbabosa y Arzate, escogió para representarla. La patrona de la Hacienda es la Santísima Trinidad, y así puede pensarse que cada uno de los colores representa a cada una de las Divinas Personas que la integran. En el libro sobre ganaderías españolas y mexicanas, LOS TOROS, del tratadista español Cossío, al que ya varias veces me he referido, se dice que don Rafael Barbabosa formó esta ganadería en 1849 con reses criollas y de la vacada del Salitre, así como de la de San Diego de los Padres. Sangre que posteriormente se refrescó con la de la española de Vista Hermosa, merced a los cruces efectuados con sementales de Ibarra y del Marqués del Saltillo.
En 1872, se separaron los hermanos don Rafael y don Jesús María Barbabosa, el primero se quedó con la vacada de San Diego de los Padres y el segundo con la de Santín. Don Jesús María Barbabosa conservó Santín durante toda su vida y la manejó estupendamente pues era un hombre inteligente y trabajador, hasta que murió en 1892, y la heredó junto con muchas otras propiedades campestres y urbanas a sus hijos, doña María Dolores Beatriz que nació en Toluca en 1854 y que murió doña María Dolores Beatriz que nació en Toluca en 1854 y que murió soltera en la misma ciudad a principios de este siglo y a don José Julio Barbabosa y Saldaña que nació también en Toluca, en 1860 y que murió ahí mismo, en la casa Barbabosa del Jardín de los Mártires en 1930, en la misma recámara donde murió su padre y que era la que se situaba en la esquina que hacia la plaza de armas con la avenida Independencia. Don José Julio Barbabosa y Saldaña, fue un acreditado ganadero pues era una persona de gran escrupulosidad y responsabilidad en todos sus negocios, así como un conocedor nato de estos asuntos y con una fuerte afición taurina. Como era un hombre sumamente trabajador, no sólo conservó sino que la fortuna que heredó de su padre la incrementó, dejando a su muerte, a su único hijo, el ingeniero Agustín Cruz Barbabosa, antes citado, un magnífico capital, que se componía entre otras cosas de la fracción de la hacienda de Santín que se encontraba a su nombre, pues esta había sido hábilmente repartida por don José Julio entre varias personas, entre las que estaban don Carlos B. Zetina, don Julio Zetina, hermano del anterior, doña Celia García de Cruz, nuera de don José Julio Barbabosa, doña Celia Cruz y García, don Agustín Cruz y García, el propio ingeniero Agustín Cruz, Dolores F. Terrón, Manuel Terrón y otros más, logrando de esta forma que esta propiedad se salvará totalmente de la repartición agraria y además no se desmembrara ni saliera de la propiedad familiar hasta 37 años después de la muerte de don José Julio. El Ingeniero don Agustín Cruz Barbabosa pudo así conservar la posesión de la ganadería y de la hacienda bajo su responsabilidad hasta el año de 1956 en que falleció heredándola sus diez hijos e hijas los Barbabosa y García.
Los toros de Santín estuvieron al cuidado, por muchos años, de Salvador el menor de todos, tiempo después doña Celia la segunda de los hermanos, compró a éstos las porciones que les tocaba de la ganadería y para evitar los problemas que por muchos años habían tenido con los ejidatarios, decidió llevársela al Estado de Michoacán, donde compró nuevas tierras y vendió las que tenía en la hacienda de Santín. Para refrescar la sangre de esta vacada, la aumentó con vacas de la sangre del Marqués del Saltillo, que compró a los señores Llaguno. En 1967 los Barbabosa García decidieron separarse y así el casco de la hacienda, con algo de tierras a su alrededor fue vendido a don Gaspar Rivera Torres, la mayor parte de las fracciones las vendieron a otras personas conservando solo algunas de ellas. La ganadería de Santín hoy lleva el nombre de doña Celia Barbabosa y así se juegan sus toros en las plazas hoy día, a su divisa original, azul, blanca y roja, se le ha agregado los colores de los toros de los señores Llaguno. La señora Barbabosa, quien por cierto tiene el mérito de haber conducido su ganadería con gran responsabilidad y cariño, es viuda de un español de apellido Larregui, quien en su tiempo fue un destacado hombre de negocios en Toluca, y el cual le dejó una hija de nombre María del Carmen Larregui Barbabosa, la cual está casada actualmente, y si mal no tengo entendido vive en Nueva York. La historia de esta vacada prócer en México, ha dejado interminables noticias en los anales taurinos, por lo mismo solo citaré algunas de ellas. En el año de 1880, el 28 de marzo, envío Santín a Puebla una excelente corrida cuyo primer toro fue un semental lidiado en la plaza del Paseo Viejo de San Francisco, recibió 9 varas, en las cuales mató 6 caballos, y habiéndose tocado a banderillas, no obstante que el toro aún estaba entero conservando su bravura, fiereza, arrogancia y entereza, hasta que murió, recibió dos estocadas y no se permitió que tomara más varas por la escasez de caballos, este hermoso ejemplar de nombre GARLOPO que fue disecado totalmente, destacó con toda su presencia, en un pedestal que estuvo casi cien años en el despacho de la Casa Barbabosa del Jardín de los Mártires, hasta que esta fue demolida en el año de 1967, para ampliar la plaza de armas de Toluca, como en otra parte se señala. Este animal
fue toreado por el entonces renombrado espada español Bernardo Gaviño. Por cierto que en la época de la Revolución se corrió el rumor de que los señores Barbabosa lo habían rellenado de monedas de oro, para así esconder su dinero y fue entonces que en una ocasión que los rebeldes que allanaron la casa, lo abrieron en canal en busca del tesoro, pero por supuesto esto era sólo una mentira urdida por mentes envidiosas o ignorantes. Según parece este toro aún se conserva en propiedad de don Salvador Barbabosa y García, y actualmente se encuentra en una de las casas de éste en Toluca. Muchos otros ejemplares de esta vacada cobraron fama, como el famoso “Aguacate”, lidiado en la Plaza de Colón en la Ciudad de México, el 24 de noviembre de 1889 y que hirió de gravedad al banderillero “Chiquitón” y al diestro José Centeno. En la casa de esta Hacienda también hasta el año 1967 en que los Barbabosa García la vendieron a Gaspar Rivera Torres, se conservaron grandes carteles en las paredes donde figuraban los nombres de los toreros que lidiaron toros de esta sangre, siendo entre los más renombrados, Luis Mazzantini, Antonio Fuentes, Ignacio Sánchez Mejías y el “Califa de León”, Rodolfo Gaona. Según entiendo los mencionados carteles aún lucen hoy día en las paredes del patio y la escalera del casco de la hacienda. En 1964 Paco Camino, Manuel Benítez “El Cordobés” y “Curro” Girón, estoquearon una magnífica corrida que mandó Santín a la plaza de Caracas en Venezuela. Los toros fueron ovacionados por el público y el espada sevillano Paco Camino, cortó orejas y salió a hombros. Los hijos del ingeniero don Agustín Cruz Barbabosa fueron herederos de más de veinte casas en Toluca y en México y éstas se las adjudicaron según los diferentes acuerdos a los que llegaron. La casa Barbabosa del Jardín de los Mártires, No. 5, que era una magnífica residencia, quedó en manos de Salvador, el menor de todos, así como dos retratos originales pintados en 1713 y 1714 por Juan Rodríguez Juárez, de la primera generación y uno de la segunda de la familia Barbabosa en México, realizado por un pintor anónimo en la segunda mitad del siglo XVIII, y en la que se aparecía doña Magdalena Díaz de Tagle, pero desgraciadamente en 1967, el gobierno del estado, decidió ampliar la Plaza de Armas, para
ello se demolió esta magnífica y gallarda propiedad que ocupaba la manzana al frente del Palacio de Gobierno, al costado derecho de la Catedral. Esta casa-palacio de dos plantas en la parte delantera y tres en la trasera, cuyo frente veía precisamente al jardín o plaza de Armas teniendo enfrente al Palacio del Gobierno, daba la impresión de ser el más importante edificio de la Plaza Mayor de Toluca, pues era el único cuyas fachadas con más de 100 metros de desarrollo hacia el poniente y hacia el sur que estaban todas recubiertas de cantera. Esta residencia, tenía alrededor del patio principal, en la planta alta una amplia y bien decorada sala con tapices de seda en las paredes que abarcaba tres de los cinco balcones y dos ventanales que esta casa poseía con vista a la plaza mayor, dentro del desarrollo de su fachada principal que abarcaba más o menos setenta metros. La sala medía catorce metros de largo por siete de ancho y cinco de altura entrando del patio a la derecha, limitaba con la antesala que medía siete por diez metros, a la izquierda se comunicaba con un salón de distribución de cuatro por siete metros, todos con la misma altura. El vestíbulo de este salón que daba al patio y que medía cinco por tres metros se encontraba decorado como los otros cuatro vestíbulos de la planta alta de la casa con magníficas pinturas religiosas de gran tamaño, algunas de ellas heredadas por la familia desde el siglo XVII. El citado vestíbulo daba entrada a la capilla de la casa que tenía en el altar a la Virgen de los Dolores, un Cristo tallado de tamaño natural, seis reclinatorios con sus sillas todos de terciopelo carmesí y cuatro bancas más, a la izquierda del altar se encontraban los ventanales con vitrales de colores que daban al corredor del patio y de la casa. El comedor medía catorce metros de largo por siete de ancho y tenía integrado un salón de billar con dos mesas para ese juego, las paredes se encontraban decoradas con estuco y adornos dorados que marcaban algunas fechas importantes en la historia de esta familia comenzando con la de 1803, nacimiento de José Julio, padre de don Jesús y don Rafael, el plafón del comedor tenía cuatro escudos de la familia en láminas de bronce de metro y medio por un metro y este estaban artesonado y calado con tragaluces, como todos los de las demás habitaciones principales, el comedor chico tenía siete por siete metros y a través de un vestíbulo que daba al patio principal se comunicaba con el despacho que
albergaba espaciosamente una amplia biblioteca, la caja fuerte y un pedestal con el toro GARLOPO, disecado de cuerpo entero. Junto de esta pieza se encontraba un invernadero. Las dos recámaras principales, medían siete por siete metros y se encontraban en las dos esquinas más importantes de la casa, la sur y la norte. A la calle de Independencia daban cinco recámaras más. La sala de la casa tenía como principal y única decoración seis cuadros de familia que colgaban de los muros principales a uno y otro lado de la puerta de entrada que venía del patio, cada uno sobre unos magníficos ajuares de muebles de principios del siglo XIX, las dos son unas excelentes pinturas, realizadas hacia 1850, a la izquierda el de el licenciado don Jesús María Barbabosa, de tres cuartos de cuerpo sentado con levita azul y a la derecha, también de tres cuartos el de su esposa doña María de Jesús Saldaña. Los cuadros miden aproximadamente un metro veinte de ancho por uno sesenta de ancho y actualmente se continúan destruyendo en una de las bodegas de uno de los terrenos que heredaron sus bisnietos. En los muros laterales, el del norte a un lado de la puerta que comunicaba a la antesala estaban colocados el cuadro de don Pedro de Barbabosa junto a uno de los Balcones que daba a la plaza y el de doña Ana de Quijano. En el muro opuesto, el sur, en la sección que daba a la plaza el de don Felipe, hijo de don Pedro y el de su esposa doña Magdalena Díaz de Tagle. Esta fue la colocación primitiva en el año de 1873, cuando se trajeron estos cuadros de la hacienda de Santín. En 1892 murió el licenciado don Jesús María y heredó la casa su hijo don José Julio. En ese año, este señor, incluyó en el servicio de su casa como amas de llaves a dos hermanas de apellido Terrón, a las que se les apodaban las “Lolas”, por llamarse las dos María Dolores. Hacia 1917 don José Julio se mandó hacer un retrato de mediana calidad y estas señoras decidieron en un arranque de adulación a su patrón, quitar uno de los cuadros, el de don Felipe y poner en su lugar el de don José Julio, que seguramente sensible al halago, pues en cierta forma era un hombre relativamente ególatra, vio con buenos ojos el detalle de
sus servidoras. Las “Lolas” como es de imaginarse eran de poca cultura y su patrón que tampoco era de muchos refinamientos, no encontraron un sitio adecuado para el cuadro, por increíble que esto parezca y este anduvo rodando por la casa hasta que un buen día se rompió el marco, luego el cuadro y finalmente vino a despedazarse por completo. En otro destello de barbarie las “Lolas” lo partieron en cuatro y pusieron en juego su sentido de la economía doméstica utilizando cada uno de los fragmentos del lienzo para tapar los botes de la mantequilla que se consumía en la casa. Por fortuna unos cincuenta años antes, en 1863 el licenciado don José María, tío abuelo de José Julio había fotografiado este cuadro y junto con una copia autógrafa de los apuntes genealógicos de la familia lo había regalado a su hermana doña Mercedes Barbabosa y Cruz Manjarrez, esposa de don Antonio Martel y Fernández de Córdoba. Esta señora lo pasó a su hijo don Felipe Martel y Barbabosa, este a su hija Concha Martel y Bonet de Bercht, que lo conservó entre sus cosas, junto con los apuntes familiares ya citados, hasta que un día casi noventa años después y estando ya doña Concha fallecida, empezaron a hacer limpieza en la casa de su hija doña Carmen Bercht y Martel de Caso, cuando por casualidad cuando ya estaban a punto de tirar todo esto a la basura, el ingeniero don Felipe Santiago Caso y Bercht, descubrió los papeles de su tío tatarabuelo el licenciado don José María y la fotografía del retrato de su quinto abuelo el licenciado don Felipe Barbabosa y los rescató de que se perdieran para siempre. El ingeniero Felipe Caso, con el tiempo dejó que doña Laura García de Quevedo esposa de su tío don Antonio Barbabosa y Saldaña, sacara copias y ésta las hizo circular vendiéndolas iluminadas en quinientos pesos cada una entre varios miembros de la familia. En mi casa compramos esa y las otras tres de don Pedro, de doña Ana y doña Magdalena allá por fines de los años cincuenta. Esta sin duda fue una buena idea, pues si las hubiera regalado poco aprecio les hubieran tenido aquellos que se las compraron. Doña Laura sin duda debido a su origen, tenía la cualidad de apreciar, conservar y difundir las cosas de familia, pues tanto por parte de padre como de madre, pertenecía a dos excelentes familias de Guadalajara, los García de Quevedo y los Mota Velasco.
En el año de 1958, mi sobrino el citado don Felipe Santiago Caso y Bercht, fue conmigo a la casa Barbabosa del Jardín de los Mártires, con el propósito de sacar unas fotos de las pinturas originales, mismas que sirvieron para que de ahí él mandara hacer sendos cuadros y yo cuando tuve manera en el año de 1976, también hiciera lo mismo. Así pues fue como se reconstruyó y se evitó la desaparición total del cuadro del licenciado don Felipe de Barbabosa y Quijano de Alcocer. Los otros dos cuadros el de don Pedro de Barbabosa y doña Ana de Quijano, que fueron pintados en 1713 y 1714 por Juan Rodríguez Juárez formaron parte de la herencia que en 1739, dejó don Pedro a su hijo don Felipe Barbabosa, estos a su vez pasaron a manos de su hijo el licenciado don Antonio Barbabosa y desde fines del siglo XVIII se encontraban en Santín, junto con los de el citado don Felipe Barbabosa y su esposa doña Magdalena Díaz de Tagle, que fueron pintados por un pintor anónimo dentro de la segunda mitad del siglo XVIII. Como esta hacienda vino a quedar hacia 1850 en propiedad de doña Teresa Arzate y sus sobrinos Jesús María y Rafael Barbabosa y Arzate, fueron estos a quienes les tocaron. En 1872 separaron sus bienes estos hermanos, y fue así como pasaron a don Jesús María Barbabosa que se quedó con ellos por ser el mayor, como en 1873 construyó la casa del Jardín de los Mártires, como ya lo he dejado escrito anteriormente, los trasladó a esa casa. En 1892 cuando este murió los heredó a su hijo don José Julio Barbabosa. Como en otra parte señalé, en 1930 murió don José Julio y sus bienes incluyendo tres de los retratos, -pues el de don Felipe Barbabosa ya había sido destruido-, fueron heredados por su hijo el ingeniero Agustín Cruz, quien al morir en 1956 dejó estos a sus hijos que los conservaron ahí, en la casa Barbabosa hasta 1967, en que esta se demolió. A partir de entonces y como no les encontraron lugar apropiado, Jesús María y Salvador, que fueron a quienes les tocaron, los pusieron bajo un tejaban de láminas de uno de los terrenos que convirtieron en estacionamiento al demoler una de las tantas casa viejas que heredaron en Toluca, junto con los dos cuadros de sus bisabuelos paternos los ya multicitados, licenciado don Jesús María Barbabosa y Arzate y su esposa doña María de la Luz Saldaña y Sánchez.
Sin embargo para consuelo de quien esto lea, me queda la satisfacción de comentar que don Felipe Caso y Bercht, no solo hizo una reproducción de los cuatro retratos ya apuntados sino que sacó unas fotos de otros dos, de el hijo de don Felipe el licenciado don Antonio Barbabosa y su nuera doña Clara Cruz Manjarrez, a quienes tantas veces he mencionado. Estos retratos se encontraban pintados en unos óvalos sobre un mueble de los llamados de pera y manzana que por muchísimos años estuvo en la sacristía de la iglesia de la hacienda de Santín. Don Felipe me dio copias y yo pude mandar pintar sendos cuadros de los citados personajes, sacando además de estos retratos otros más para completar cinco generaciones por mi línea de la familia Barbabosa desde don Pedro nacido en 1673 hasta su tataranieto, que fue mi abuelo, don Miguel H. Barbabosa, nacido en 1871, todos con sus respectivas esposas, para completar diez cuadros. Hoy día algunas líneas complementarían once generaciones, como las de los nietos dela familia Caso y Bercht. Mi línea personal, completa hasta ahora ocho generaciones españolas documentadas genealógicamente, y que remontan este linaje hasta la Villa de Encinasola, antigua Extremadura España y se sitúan en los principios del siglo XVI, abarcando desde entonces catorce generaciones. La casa Barbabosa del Jardín de los Mártires, como muchas residencias antiguas tenía varios escondites y pasadizos que la comunicaban secretamente con la casa vecina que también era de la familia. Tenía además dobles niveles en los pisos del comedor chico y otras habitaciones lo que permitió que ahí se conservaran muebles y retratos que podían haber sido destruidos o robados durante las innumerables revoluciones que ha sufrido México. Tenía también un túnel que comunicaba con la casa del Carmen No. 3 y de ahí hasta el Convento del mismo nombre. Este túnel debió haber medido unos trescientos metros de largo y se dice que fue usado junto con los pasadizos entre otras cosas para esconder a las Monjas de la Orden de las hermanas de la Caridad, cuando estas fueron expulsadas por uno de los liberales, que en 1873 era Presidente de nuestro país. La casa tenía una gran capacidad y su extensión construida era de más de dos mil metros cuadrados, en la parte trasera albergaba un pequeño teatro, las caballerizas y las cocheras, con un segundo patio a los que daban la despensa y otros cuartos en los que con pisos
falsos como el del baño de los sirvientes en que se ocultaba un silo con más de diez metros de profundidad para guardar grano, aceite, vino y toda clase de alimentos para resistir un prolongado sitio. Recuerdo también que en uno de los escondites que llevaba a la casa contigua, el de la alacena del comedor grande había unos petates en los que se guardaban armas de fuego, algunas tan viejas como que debieron ser manufacturados hace más de doscientos años. Aparte de ellos había rifles pequeños y pistolas de juguete, para que los niños de la familia no sintieran pánico durante las persecuciones y tomaran como juego el tener que huir de una casa a otra. Los antiguos muebles y los finísimos candiles europeos de esta casa, así como lo que quedaba en la Hacienda de Santín, fue vendido en 1967 entre varios anticuarios, los tres retratos de los antepasados, como ya se dije, la de don Pedro Barbabosa Parreño, la de doña Ana Quijano de Alcocer y la de doña Magdalena Díaz de Tagle fueron abandonados en una de las tantas bodegas de las casa viejas de esta familia que habían sido demolidas, para convertirlas en estacionamientos de automóviles y ahí como antes lo señalé permanecieron padeciendo todas las inclemencias del tiempo por más de veinte años, hasta que por sugerencia mía, la maestra doña Mercedes Meade de Angulo, directora de la Pinacoteca Virreinal de San Diego de la Ciudad de México pudo rescatarlas, por sus indicaciones, la restauración la hizo el departamento de Bellas Artes, y el costo lo pagó el que esto escribe. Solo me queda agregar que debido al lamentable estado en que se encontraron solo se pudieron restaurar dos de ellas. En l988 la señora doña Virginia Armella de Azpe, reprodujo y publicó, por primera vez, en su libro La historia de México a través de la indumentaria, el retrato de don Pedro de Barbabosa y el de doña Ana de Quijano, haciendo un interesante estudio sobre ellos y utilizando dos reproducciones fotográficas de las que en 1958 había hecho el que esto escribe, a partir de los negativos del ingeniero Caso. La intervención y el interés de la señora de Aspe y de la señora Meade en el rescate y estudio de estas pinturas partió de ser ambas académicas de número de la Mexicana de Genealogía y Heráldica, junto con el autor de este trabajo.
VIII TOROS CÉLEBRES DE ATENCO Y SAN DIEGO DE LOS PADRES, LA GANADERÍA DE ZAMARRERO Y LA PROHIBICIÓN DE LIDIAR CORRIDAS EN LA CIUDAD DE MÉXICO.
Cossío en su libro LOS TOROS sobre ganaderías españolas y mexicanas señala que Atenco es la ganadería brava más antigua de México, habla de los cruces de su vacada con sementales de Zalduendo y de Pablo Romero, menciona que los colores de su divisa son el azul celeste y blanco y que según afirmaba doña Herlinda Barbabosa y Saldaña, como al principio se dijo, una de sus propietarias, eran en honor de la Purísima Concepción, Patrona de Atenco, pero en realidad, los señores Barbabosa los escogieron para ésta ganadería, por ser los de la divisa de una de las vacadas españolas que refrescaron la sangre original de los toros de Atenco. Varios toros célebres de esta raza se mencionan en la citada obra, como uno de nombre BETO, lidiado en Tenancingo, que tomó un número considerable de varas y mató a 7 caballos. CAPULÍN toro lidiado en Puebla, que realizó una gran pelea en varas y llamado por el vaquero que lo cuidaba acudió mansamente a él. PRIETO toro lidiado en Tenancingo que tomó gran número de varas y acabó con todos los caballos. Todos estos se jugaron entre los años 1880 y 1920. El doctor don Agustín Barbabosa, recuerda entre otros a CHISPERITO, toreado por Valencia II, lidiado en México en la plaza de toros “El Toreo” y que atravesado con el estoque cruzó el ruedo para ir a morir sobre uno de los caballos de pica que él había matado, y a FAISÁN, que en la misma plaza fue inmortalizado por Rodolfo Gaona. Atenco en 1896 lidio en la plaza Carlos III de la Habana, Cuba, un magnífico encierro cuando era su ganadero, don Aurelio Barbabosa Saldaña, el hijo mayor de don Rafael. Como toros célebres de San Diego de los Padres, Cossío menciona a MARINERO, lidiado en Puebla, que hirió de muerte al banderillero Juan Romero. ZALAMERO que se corrió en México el 5 de diciembre de 1920, bravo en todos los tercios, aguantó en el primero seis
varas, ocasionó 3 tumbos y mató 3 caballos. Fue célebre toro de esta vacada el denominado MICHÍN a consecuencia de cuya cogida murió el torero Carmelo Pérez, hermano del espada Silverio Pérez, quien se despidió con un toro de esta ganadería, el domingo 1 de marzo de 1953, el famoso ejemplar de excelente casta y trapío denominado MALAGUEÑO. El Califa de León Rodolfo Gaona, sin duda uno de los toreros más grandes que ha dado México en todos los tiempos, se despidió en el antiguo “Toreo” con AZUCARERO, berrendo en cárdeno, careto, coletero y recogido de cuerna, lidiado en séptimo lugar como toro de regalo en la memorable tarde del 12 de abril de 1925. CORDOBÉS, OAXAQUEÑO, PRIMOROSO, GALLITO, CIRQUERO, PAYASO y AZOTE, fueron todos toros de esta sangre a quienes se les dio la vuelta al ruedo, en reconocimiento a su bravura. Los colores de la divisa de ésta ganadería son el rojo y el blanco, y según doña Herlinda Barbabosa y Saldaña habían sido escogidos para distinguir a esta vacada, por ser los del Sagrado Corazón, patrono de la Hacienda de San Diego de los Padres, pero en realidad los señores Barbabosa la escogieron para sus toros por ser los colores de una de las ganaderías españolas que intervinieron en la formación de la sangre de éstas reses. Con una fracción de esta vacada, que les tocó a los nietos de don Rafael Barbabosa y Arzate, que fueron a su vez hijos de don Rafael Barbabosa y Saldaña, se formó la ganadería a la que se puso por nombre ZAMARRERO por descender de un semental español así llamado que se trajo junto con otros toros y vacas a la Hacienda de Atenco para refrescar la sangre de la vacada de San Diego de los Padres, que ahí se encontraba asentada. Con el tiempo el prestigiado ganadero doctor don Agustín Barbabosa Ballesteros, adquirió de sus parientes la vacada de Zamarrero, dándole lustre y buena fama. Los colores que don Agustín escogió para su divisa son el azul rey y el amarillo. Zamarrero, bajo la dirección del doctor Barbabosa, mandó bravos y bien presentados encierros a las plazas de México y su provincia muchos de sus toros inmortalizaron a algunos espadas como Pepe Luis Vázquez, dándoseles la vuelta al ruedo por sus relevantes cualidades.
Los colores de la divisa de San Diego de los Padres que como antes dije son el blanco y el rojo supuestamente en honor del Sagrado Corazón y que es quien debía presidir la iglesia de esa Hacienda, hoy día se encuentra en la de Atenco. En la iglesia de la Hacienda de San Diego, indebidamente, está la Purísima Concepción, de la que como ya referí se suponía que fueron tomados los colores azul celeste y blanco para la divisa de los toros de Atenco. Continuando con la historia de las ganaderías bravas, dejó anotado que en 1867, al fin del Segundo Imperio Mexicano y a la entrada de los liberales al gobierno de México, estos decretaron la absurda prohibición de que no se corrieron toros en la ciudad de México, esto debió ser influido por las ideas de admiración que esta gente profesaba a la civilización yanqui protestante, alimentadas en las logias masónicas a las que estos pertenecían y que estuvieron siempre manejadas por los norteamericanos, quienes nunca podrán entender la idiosincrasia hispano católica de México y de toda Iberoamérica y que como herederos del imperio inglés, el mayor rival en su tiempo del imperio español, nunca han cesado en su afán de dominio en la forma que sea en todos éstos territorios. En 1887 terminó la prohibición, y empezaron a lidiarse en México los toros de Atenco, de San Diego de los Padres, de Santín y de las demás ganaderías de México, entre otros, por el famoso charro y torero Ponciano Díaz, quien nació en la Hacienda de Atenco en 1858 y del que se dijo era hijo natural de don Rafael Barbabosa y Arzate. Sin embargo no debe dejarse de recordar que los padres de Ponciano fueron bien conocidos y que don Rafael Barbabosa fue propietario de Atenco cuando ya Ponciano tenía 20 años. Lo que si fue cierto, es que este torero, que muy joven fue caballerango de estribo de don Rafael, una vez que cobró fama pretendió casarse con la multicitada doña Herlinda Barbabosa y Saldaña, cosa que no se llevó a cabo por lo marcado de las diferencias sociales en aquellos tiempos. Doña Herlinda que como en otra parte se deja dicho, llegó a ser cabeza de la “Sociedad Rafael Barbabosa Sucesores”, fue la segunda de los hijos de don Rafael y al final de cuentas murió ya anciana y soltera, y está enterrada como su padre y otros de sus parientes en la iglesia de la Hacienda de Atenco.
IX UN TORERO DE LA ESTIRPE BARBABOSA.
Don Miguel H. Barbabosa Yrigoyen nació en Toluca el 5 de noviembre de 1871 en la casa Nº. 5 de la calle del Instituto -antes del Beaterio-. Su padre fue el Licenciado don José María Barbabosa y Cruz Manjarrez y su madre, la segunda esposa de éste, la señora doña María Dolores Yrigoyen y Reyes, originaria de Ixmiquilpan, estado de Hidalgo, hija de don Joaquín de Yrigoyen y de doña Juana Reyes. En 1882 quedó don Miguel, huérfano de padre y madre, pues unos años antes había fallecido ésta. Su padre murió en la casa Barbabosa del Jardín de los Mártires Nº. 6, en la recámara que daba a la plaza y que estaba junto al comedor grande de esa residencia y a la que también se entraba por la antesala de la misma. Murió de una hipertrofía de la que estuvo enfermo tres meses y catorce días. Recibió todos los auxilios, de nuestra santa religión católica, y dejó de existir a las cuatro de la mañana del domingo 30 de julio 1882. Fue velado en el oratorio de la casa, donde se le ofició una misa de cuerpo presente, así como las honras fúnebres correspondientes y de ahí fue llevado, el día 31, muy solemnemente en procesión con cruz alta y ciriales, acompañado de toda la familia, así como de su pequeño hijo Miguel, a la iglesia del pueblo de Capultitlán, cerca de Toluca, donde se le hizo otra misa de cuerpo presente, habiéndosele enterrado en el sepulcro que está en la capilla de esa iglesia a la derecha de la puerta principal entrando por el atrio y donde ya reposaban anteriormente sus tres mujeres legítimas, doña María Cayetana Martínez de Castro y las dos hermanas doña María Dolores y doña Micaela Yrigoyen y Reyes. Pasó así don Miguel a los 11 años de edad, a vivir alternativamente en la citada casa Barbabosa y en la Hacienda de Santín, bajo la autoridad de su primo hermano, 41 años mayor que él, el Licenciado don Jesús María Barbabosa y Arzate, ganadero de Santín, a quien su tío paterno en primer grado al licenciado don José María había nombrado en su testamento tutor de su hijo Miguel. Esta circunstancia influyó decisivamente para que don
Miguel se aficionara desde esa temprana edad a los toros pues se crió y vivió totalmente en ese ambiente. Se dice que desde entonces en la escuela, en vez de aplicarse en los estudios, hacía unas preciosas banderillas y ya soñaba con ser figura del toreo. Desgraciadamente su excesiva afición por los toros, pero sobre todo la falta que le hizo la formación, la educación, la orientación y el cuidado directo de sus padres motivó que en unas cuantas décadas perdiera su patrimonio, agotándolo en fuertes gastos que hacía improvisando plazas de madera en pueblos aledaños a Toluca donde no las había, cubriendo el costo de los toros para estas corridas, imprimiendo los programas de estas en seda y en fin en todo lo necesario para el lucimiento de los festejos que organizaba. En el México de entonces la afición a los toros era grande, y proporcionadas al número de habitantes, existían en todo el país innumerables plazas de toros, desde las ciudades más importantes hasta los pueblos más recónditos. Muchos años después, hacia 1940, los mexicanos de entonces todavía conservaban entre sus principales diversiones, la cotidiana asistencia a las corridas de toros. Hoy día cuando el país pasó vertiginosamente, de los veinte a más de ochenta millones de habitantes, ciertamente ya no es así, pues el mundo de hoy ha cambiado en tan poco tiempo drásticamente en muchísimos aspectos, y México no se ha salvado de ello, dando hoy día una imagen muy distinta de la que tenía en aquellos días, pues los gustos de las gentes y el modo de vida han cambiado el aspecto social de esta nación profundamente. Pero volviendo a don Miguel H. Barbabosa, diré que la fortuna que heredó de su padre en 1882 y que consistía en doce mil pesos, una casa en los Portales, donde don José María tenía su bufete de abogado, otra, en la calle del Instituto Nº. 5, que fue en la que nació y el Rancho de San Rafael en el Barrio de San Juan, en los suburbios de Toluca, junto a la estación de trenes, fue administrada por su primo hermano el multicitado licenciado don Jesús María. En 1892, cuando este murió, su hijo don José Julio se la entregó a don Miguel y ya para entonces los doce mil pesos, se había convertido en sesenta mil. Este caudal aunque no era cuantioso, era suficiente para que él se hubiera mantenido decorosamente, e inclusive su familia, la que inició en ese mismo año al contraer nupcias el 17 de junio, en la
Parroquia de Tenango del Valle con doña Adela Herrera, natural de México en 1878 y cuyos padres fueron don Francisco Herrera Olguín y doña Macaria Jurado Peña. La familia Herrera procedía del pueblo de Tecozautla, en el hoy estado de Hidalgo y su ascendiente conocido más antiguo, hasta ahora, fue don José Miguel Herrera, casado con doña María Ceferina Morales, el 27 de julio de 1790 era la mencionada Tecozautla. La partida de esta boda, consta en el libro de matrimonios de españoles de la parroquia de ese pueblo. Don Miguel nunca dedicó el tiempo suficiente a sus negocios, fundó una imprenta en Toluca, que se llamó “El Siglo XX” y a la larga fracasó, tampoco puso la atención suficiente a su Rancho de San Rafael mismo que acabó vendiendo. Todo esto fue sin duda, en gran parte, por no haberse preparado con la disciplina y los estudios convenientes para manejar sus asuntos adecuadamente, circunstancia que se vio agravada por el ambiente campirano y pueblerino en el que quiso transcurriera su vida. Don Miguel murió en México el 6 de agosto de 1935, a los 64 años de edad, víctima de una insuficiencia cardiaca, fue sepultado en el Panteón Español, dejó a su viuda doña Adela Herrera y a tres hijos, doña Ana María, don Abelardo y don Jorge, los cuales hubieron de luchar con honradez, con denuedo y sin miedo al trabajo, para que su familia no cayera en una situación de postración económica, coronando con éxito su esfuerzo a través de muchos años, cada uno de acuerdo a sus circunstancias y a sus capacidades, destacándose el tercero y último de los hijos, don Jorge, que aún vive y que nació en Toluca, el año de 1909. Don Abelardo el segundo, tiene 87 años, gozando para su edad de muy buen estado de salud, doña Ana María murió en 1978 a los 82 años de edad. Hubo otro hijo, el mayor llamado Eugenio que nació en 1894 en Toluca y que murió de escarlatina antes de cumplir los dos años. La viuda de don Miguel, doña Adela Herrera falleció en 1957, veintidós años después que él, y se le sepultó en la misma fosa que a su marido, en el cementerio Español, en la ciudad de México. Doña Ana María, casó con un señor Antonio Videz, del que tuvo cuatro hijos, Antonio, Manuel y Alberto, quienes ya han fallecido, todos dejaron sucesión, y el menor, Francisco Javier que aún vive y que procreó cuatro hijas y un hijo, todos legítimos.
Don Abelardo casó con doña Luz Sierra Sánchez Barcena, natural y vecina de Jalapa y con ella tuvo cinco hijos, Rafael, Laura Elena, Margarita, Carlos y Luz Virginia. Todos ellos casados y con sucesión a excepción de la tercera y de la última de las hijas que no tuvieron descendencia. Don Jorge, casó el 1 de octubre de 1932, en la Parroquia de Mixcoac con la señorita doña Olga Beatriz Torres Cornejo, de quien el 8 de noviembre de 1938, tuvo a don Jorge Víctor, su único hijo, que a su vez casó el 28 de abril de 1967 en la Parroquia de San Jacinto, en San Ángel, con la señorita doña Carmen Cecilia Escudero Sada, de quien tuvo tres hijos, doña María del Carmen, don Pedro y doña Beatriz Barbabosa y Escudero.
X ENTRONQUE GENEALÓGICO DE LOS BARBABOSA ESCUDERO CON DON JUAN GUTIÉRREZ ALTAMIRANO.
El entronque genealógico de los Barbabosa Escudero, hijos del Arquitecto don Jorge Víctor Barbabosa y Torres autor de este trabajo con el fundador de la Hacienda y la Ganadería de Atenco, don Juan Gutiérrez Altamirano es como sigue: Doña Carmen Cecilia Escudero, esposa del mencionado Arquitecto Barbabosa, es hija del ingeniero don Manuel Escudero y Mendizabal y de la señora doña Carmen Sada Garza de Escudero. Su padre el mencionado Ingeniero don Manuel Escudero, fue bisnieto paterno del Ministro del Emperador Maximiliano y Comendador de la Orden Imperial de Aguila Mexicana, licenciado don Pedro Escudero y Echánove, cuya esposa fue doña Catalina Pérez Gallardo y Sandoval, Gran Cruz de la Orden Imperial de San Carlos. Doña Catalina Pérez Gallardo y Sandoval, fue hija de don Ricardo Pérez Gallardo y de doña Joaquina Sandoval y Lasso de la Vega. Nieta materna de don Félix de Sandoval y Celada. Bisnieta materna de don Félix de Sandoval y Rojas, Oficial Mayor de Gobernación y Guerra del Virreinato y de doña Dolores Celada. Tataranieta del Alcalde don Martín de Celada y de doña Mariana Rodríguez de San Miguel.
Doña Mariana Rodríguez de San Miguel fue cuarta nieta materna de doña María de Ircio Velasco y Mendoza, Condesa de por vida del Valle de Santiago de Calimaya. Doña María de Ircio Velasco y Mendoza, Condesa de por vida del Vella de Santiago de Calimaya, fue a su vez, hija de don Luis de Velasco y Castilla primer Marqués de Salinas del Río Pisuerga y octavo y undécimo Virrey de la Nueva España y del Perú, y de su esposa doña María de Ircio y Mendoza, quien fue sobrina del primer Virrey de la Nueva España don Antonio de Mendoza. La multicitada doña María de Ircio Velasco y Mendoza de por vida del Valle de Santiago de Calimaya, fue mujer legítima de don Juan de Altamirano, hijo de don Hernán Gutiérrez de Altamirano y de doña Francisca de Castilla, que fue a su vez hija de don Luis de Castilla, Caballero de Santiago y de doña Juana de Sosa y Cabrera. Nieta de don Pedro de Castilla y de doña Francisca de Osorio. Bisnieta de don Alonso de Castilla el Santo, y de doña Juana de Zúñiga. Tataranieta de don Pedro de Castilla, y quinta nieta del Rey don Pedro I de Castilla, llamado “El Cruel” y de su mujer legítima doña Juan Fernández de Castro. Don Hernán Gutiérrez de Altamirano, padre de don Juan de Altamirano antes citado, fue a su vez hijo del licenciado don Juan Gutiérrez de Altamirano, -primo consejero y albacea del conquistador Hernán Cortés-, y de su esposa doña Juana de Altamirano, -prima también de Hernán Cortés-, es este don Juan Gutiérrez de Altamirano el primer dueño y fundador de la Hacienda de Atenco y de la ganadería brava del mismo nombre, como quedó dicho al principio de este trabajo. El antes referido don Juan Gutiérrez de Altamirano, es decimoquinto abuelo de doña María del Carmen, de don Pedro y de doña Beatriz Barbabosa y Escudero. Esta genealogía está tomada del capítulo referente al Marquesado de Salinas del Río Pisuerga, Tomo I, folios del 27 al 34, de la Historia Genealógica de las Familias más antiguas de México por don Ricardo Ortega y Pérez Gallardo, editada en México en 1908 y que se inicia en el siglo XIV en los cuartos abuelos del primer Marqués y que fueron don Juan de Velasco y su esposa doña María de Solier, Señora de Siruela, y que alcanza hasta don Nestor Escudero y Zúñiga de Ontiveros, padre citado don Manuel Escudero y
Mendizábal, que fue a su vez padre de la antes mencionada doña Carmen Cecilia Escudero Sada de Barbabosa.
XI LA “SOCIEDAD RAFAEL BARBABOSA SUCESORES” -EL FINAL DE UNA ÉPOCA-
Al morir don Rafael en 1887 se formó la “Sociedad Rafael Barbabosa Sucesores”, hacía cabeza de ella el mayor de los hijos don Aurelio Barbabosa y Saldaña. En 1899, don Aurelio se separó de la sociedad en virtud de los problemas que tuvo con sus hermanos, principalmente con doña Herlinda, quien no aceptó que don Aurelio casara con la que fue su esposa, la señora Consuelo Arias. Posteriormente la sociedad de los hermanos Barbabosa aumentó a sus siete haciendas originales la de San Francisco de Paula de Chincua una rica hacienda maderera en el estado de Michoacán y otra más de labor en el estado de México que llevó el nombre de Santa Lugarda de Caspi. En 1905 se separó de la Sociedad, doña Concepción Barbabosa y Saldaña el motivo fue que sus hermanos no quisieron aceptar como socio a su futuro cuñado don José Sánchez Valdez. Doña Concepción entabló pleito legal con su familia, tras del cual recibió la parte que le correspondía y casó en Toluca en 1906 con el citado señor Sánchez, que era hijo de un asturiano de apellidos Sánchez Tuero y de una mexicana del linaje de los Varas de Valdez, uno de los más antiguos de Toluca que fue fundado hacia 1647 en Ixtlahuaca por otro asturiano que provenía de Llanes, llamado don Francisco Varas de Valdez. En los años 30, también por problemas familiares se separó don Antonio Barbabosa y Saldaña, pues este al quedar viudo de su primera esposa doña María de Jesús Lechuga comenzó a realizar fuertes gastos con los que los demás socios no estaban de acuerdo. El asunto terminó cuando a don Antonio le entregaron todo lo que el consideraba justo, entre otras cosas parte del ganado bravo de San Diego de los Padres que este señor trasladó a un rancho de su sobrino el ingeniero Agustín Cruz Barbabosa, ya en otra parte mencionado
y que a la sazón era dueño de la vacada de Santín, así como de la Hacienda de ese nombre. Desde entonces el citado don Antonio Barbabosa empezó a dirigir las tientas de vacas bravas y toretes para sementales y por lo tanto a intervenir en la selección de las reses de esa ganadería, la cual terminó absorbiendo los lotes de ganado bravo propiedad del mencionado don Antonio, entrando así la sangre de San Diego de los Padres en la original de la vacada de Santín. La ganadería de Atenco, le tocó a don Manuel Barbabosa y Saldaña que falleció en 1958, heredándola a sus hijos. De ellos el arquitecto Luis Barbabosa Olascoaga vendió su parte a un toluqueño, de origen español, llamado Juan Pérez de la Fuente quien se asoció con don Gabriel Barbabosa hermano de don Luis, al que andando el tiempo, el señor Pérez le compró su parte, quedándose así con toda la vacada, misma que pasó a los hermanos de Pérez, cuando éste murió en 1988. El caso de Atenco fue comprado paulatinamente por el mismo Juan Pérez. Doña Emma Barbabosa Ballesteros, le vendió la parte contigua a la iglesia, doña Antonia, le vendió el centro del casco, donde se localiza el comedor, la sala principal, la cocina y otras habitaciones, doña Refugio, el despacho, la sacristía de la iglesia y las caballerizas, el doctor Barbabosa, hermano de las antes citadas, le vendió la parte de la entrada a la derecha con el patio y dos recámaras. Don Manuel Barbabosa López primo hermano de los anteriores, le vendió la huerta de enfrente, la era y la tienda de raya. La mitad de la parte de atrás del casco, con sus construcciones ya en ruinas, las compró un señor Carretero, marido de la hija de doña Antonia Barbabosa Ballesteros, a don Ignacio Barbabosa Olascoaga. Las fracciones de tierras, que habían quedado a las diferentes ramas de los hijos y nietos de don Rafael Barbabosa y Arzate, después de la repartición agraria y que sumaban poco más de cien hectáreas componiéndose de algunas milpas y potreros para el ganado, Pérez también las terminó adquiriendo, logrando así que hoy día, aun se asiente ahí la ganadería, que como antes dije es la más antigua de México y del mundo, porque en España no existía ninguna de ese tiempo que conserve el mismo nombre, el mismo fierro y que además permanezca en el mismo lugar de su fundación original.
El grueso de la vacada de San Diego de los Padres le tocó a otro de los hermanos don Juan de Dios Barbabosa y Saldaña, quien delegó la responsabilidad de esa ganadería en uno de sus hijos el doctor don Agustín R. Barbabosa Ballesteros, a quien finalmente se la heredó junto con sus hijas doña Luz, doña Refugio, doña Antonia, doña María Guadalupe y doña Emma Barbabosa Ballesteros. Posteriormente el doctor Barbabosa, quedó como único dueño de la ganadería, pues este compró a sus hermanas las partes que a estas habían correspondido como herencia. El citado doctor don Agustín Barbabosa Ballesteros, mantuvo por algunos años la ganadería de San Diego de los Padres con la que tuvo señalados éxitos, por los bravos encierros que enviaba a las plazas de México y de su provincia, pero fundamentalmente por la falta de espacio suficiente en las tierras de Atenco que era donde pastaban sus toros, finalmente acabó vendiéndola, en 1962, a don Nicolás González Jáuregui, quien la trasladó de las tierras del valle de Toluca donde habían pastado esos animales por más de cien años, a su hacienda de Ajuchitlancito, Municipio de Pedro Escobedo, en Querétaro. El doctor Barbabosa vendió sus terrenos de Atenco a Juan Pérez, quedándose entonces como propietario de la ganadería de Zamarrero que era una fracción de San Diego de los Padres, que adquirió de sus primos hermanos los Barbabosa López, y a la que le pusieron ese nombre por ser el de un semental español de la ganadería del Marqués del Saltillo, como antes, en otra parte de este trabajo he señalado que se trajo en los tiempos de la “Sociedad Rafael Barbabosa Sucesores” junto con otros toros y vacas de esa ganadería para refrescar la sangre de las reses de San Diego de los Padre. La fracción de Zamarrero había sido trasladada por uno de sus propietarios,
don Alfredo Barbabosa López, a un Rancho
alquilado por don Luis Argüelles a don Enrique Pliego. El doctor Barbabosa una vez propietario de esta ganadería la asentó en un Rancho al que se denominó Zamarrero, situado en el Valle de Toluca, y la fue aumentando con lotes de terneras de la vacada de la Punta, propiedad del ganadero don José Madrazo. Más adelante, la heredó al menor de sus hijos, el licenciado y contador don Agustín Barbabosa Kubli, quien al poco tiempo le vendió a
su hermano el también licenciado y contador don Juan de Dios, de los mismos apellidos, quien finalmente la vendió a otra persona hace unos pocos años. El casco de la hacienda y las fracciones de tierra que pudieron conservar los Barbabosa Ballesteros en la Hacienda de San Diego de los Padres, quedaron al final en manos del gobierno, el resto fue invadido desde 1933 por los agraristas. Las otras haciendas como San Francisco de Paula de Chincua y Santa Lugarda de Caspi, según tengo entendido fueron vendidas por los hermanos Barbabosa y posteriormente repartidas y entregadas a los agraristas y al gobierno. En lo que toca a los bienes raíces como la casa Nº. 3 del Callejón del Carmen, que como en alguna parte señalé, fue conocida desde mediados del siglo XIX como la primera casa Barbabosa de Toluca, se vendió a fines de los años 40en virtud de la quiebra de la “Sociedad Rafael Barbabosa Sucesores”, la que llegó a ese estado primeramente por los problemas causados por la revolución y por las diferencias familiares entre los herederos y que como consecuencia principal tuvieron el que estos no se solidarizaran en un esfuerzo común para salvar a la Sociedad, sino que mientras unos pocos se preocupaban por ella, los más solo vieron por sus intereses personales inmediatos. Más adelante el gobierno demolió esta casa prácticamente en su totalidad, para hacer una avenida paralela y al norte de la actual de Independencia, esto sucedió en los años 50. Dos balcones de esta casa se conservaron hasta el año de 1967 en que el gobernador en turno del Estado de México decidió hacer una gran plaza de armas del antiguo Jardín de los Mártires, en esas fechas, estos fueron totalmente derruidos. Las demás casas en Toluca o en México se vendieron y las que quedaron se repartieron entre algunos de los descendientes de don Rafael Barbabosa y Arzate. Así se desmembró lo que quedó de la “Sociedad Rafael Barbabosa Sucesores” y con ello quedó señalado el fin de una época, terminando lo que en otros tiempos el sistema hereditario de mayorazgos y las condiciones sociales y políticas de la nación pudieron conservar, al menos en lo que toca a las Haciendas de Atenco y sus anexas, pero no obstante estos mil y un cambios, sobresaltos, reparticiones, ventas de grado y forzadas,
pleitos, adjudicaciones y expropiaciones, nuevos propietarios y demás vicisitudes, aún hoy día al recorrer lo que queda de las señoriales habitaciones, patios y corredores de las que un día fueron las casas de los cascos de estas antiguas e históricas haciendas, que debían ser orgullo y patrimonio cultural de todos los mexicanos, vienen a nuestra memoria y evocan su presencia en nuestra imaginación las egregias e ilustres figuras de esos esforzados conquistadores, gobernantes y primeros pobladores que dieron forma y gloria a los i nicios de nuestra patria y que de alguna manera aún viven a través de sus descendientes en estas tierras, pues la mayor parte de ellos, aquí formaron sus familias y nunca volvieron a España. Hernán Cortés, los Velasco, los Altamirano, y otros personajes más, parece que todavía en alguna forma deambulan por esos espacios, pero sobre todo y en tiempos más recientes su entorno nos hace recordar a los inmortales ases de la tauromaquia como lo fueron en su tiempo Ponciano Díaz, Rodolfo Gaona, Fermín Espinosa “Armillita”, Carlos Arruza y otros más. Considero que lo que hasta aquí he escrito se puede ampliar, que otras cosas quedan por mencionarse y que ignoro muchas más, pero dado que lo mejor es enemigo de lo bueno, solo me queda dedicar este esfuerzo con cariño y emoción a la memoria de quienes aquí menciono.
Arq. Jorge Barbabosa Torres Ciudad de México, Agosto de 1989 SIC TRANSIT GLORIA MUNDI
APÉNDICE Nº 4 Carlos Cuesta Baquero. Trabajos Inéditos. (1920-1945. Obra mecanuscrita). Trabajo elaborado por el autor. Antes de Carlos Cuesta Baquero (1867-1951) creo que no valdría la pena desentrañar entre historiadores o escritores pretéritos a su presencia, pues encontramos en ROQUE SOLARES TACUBAC al primer escritor preocupado en establecer un orden de explicaciones a las historias que ya se acumulan en su época, de suyo importantes para detenerse a plantear las cosas que pasan. Preocupado, he dicho por poseer un marco de investigación y una metodología propicias para el tema, comienza esa tarea colaborando primero, en su natal san Luis Potosí y luego en la capital del país, donde vino a prepararse profesionalmente. Dueño de una vena literaria calificada por algunos de rebuscada, se desarrolló en una época en que muchos autores proyectaban su riqueza intelectual de esa manera. Arribó a la crónica taurina cuando sucede el tránsito del toreo, de la etapa que podría llamar "nacional" a la "universal"; esto durante el curso del año 1887. Es testigo de la fuerza de Ponciano Díaz, confrontada con la de Luis Mazzantini, propuesta novedosa y necesaria para el toreo en México a fines del XIX, apoyada por doctrinales que despiertan la sed de conocimiento de nuestro personaje y de otros con quienes formó la "falange de románticos", grupo que integran: Pedro Pablo Rangel, Rafael Medina y Eduardo Noriega "Trespicos" entre otros. Al comenzar el siglo XX sigue colaborando ininterrumpidamente en varias publicaciones e incluso, para 1904, y en compañía de Daniel Carrasco Zanini se suma al equipo de trabajo del semanario MEXICO TAURINO. De ahí, sus constantes seudónimos o el mejor conocido anagrama de su nombre, aparecerán en EL UNIVERSAL TAURINO, REVISTA DE REVISTAS, EL ECO TAURINO, LA LIDIA y LA FIESTA. Es decir, lo mejor de lo mejor. En el curso de su vida como escritor sostuvo varias polémicas; por ejemplo con el director de "El Correo de San Luis", Jesús Ortiz. La recordada en EL UNIVERSAL TAURINO en 1924 por dirigir una campaña de ataques a Rodolfo Gaona y luego la que, por los 40 mantuvo con PACO PUYAZO. En 1924 sus crónicas en torno a las actuaciones del "indio grande" adquieren tonos bastante graves y otra parte de la prensa, apostada en trincheras como GAONERAS y EL UNIVERSAL atacó ferozmente sus notas, mismas que tuvieron respaldo de PUNTILLERO y VARETAZO, por entonces plumas principales en el semanario que, hasta el mes de mayo de ese 1924 alcanzó a coordinar el Dr. Cuesta en compañía de Regino Hernández Llergo. Los detalles de las polémicas rebasan -por ahora- la idea de este ensayo. Creo que sus planteamientos dan tema para un nuevo material que ojalá alcance a revisar aquí. Sin embargo, este conjunto de polémicas representan un hito en el cambio de mentalidad habida entre dos épocas: una, la que él propone con sus argumentos y la otra, a la cual enfrenta y combate por ser diferente en idea y en expresión, y que defienden personajes que pertenecen a esa o esas generaciones. En dichos enfrentamientos intelectuales trasciende su inteligencia, su caballerosidad y el sentido común que antepone al hecho de no permitirse abusos que podía lograr gracias a su buen estilo literario, pero, como dice aquella frase "la inteligencia y la profundidad no siempre van juntas" por lo que se dio a defender propuestas, atacando con su pluma a ciertos periodistas no afines a su idea y a su estilo, a algo que hubiera sido peor: llegar al extremo de la ofensa pública aprovechándose de su pluma que en otros sentidos, era sumamente crítica, pero directa e inteligente.
ROQUE SOLARES TACUBAC publicó cientos, quizás miles de artículos donde dejó sentir su preocupación por lo técnico del toreo, a través de la historia. Como personaje connotado influyó notablemente en el gusto de varias generaciones, con la salvedad de que para las épocas en que colabora en LA LIDIA y LA FIESTA (1942-1951) su propuesta doctrinaria sigue siendo vigente, pero anacrónica ante el paso de la modernidad que dejó atrás -luego de varios años- lo que seguía sosteniendo como válido en el toreo: el tecnicismo. Quizás no se adecuó a ese tiempo y mantuvo algo totalmente propio del pasado, por lo cual se enfrentó -sin quererlo- con nuevos escritores, como PACO PUYAZO que, formado en el frente de la afición de hace medio siglo, se acostumbraron al toreo de la "edad de oro", gozando de las proezas de "Armillita", Garza, "el Soldado" o Silverio Pérez. Sin embargo, y es aquí donde quiero centrar la atención, todos sus artículos o colaboraciones están plagados de datos, fechas y sucesos taurinos de la historia, lo cual marca una preocupación especial por fundamentar sólidamente cada página que escribe, siguiendo siempre la línea de calidad, porque sus escritos son modelo del bien escribir, del bien fundamentar una idea hasta consumarla en apego a sus principios taurómacos, que son de una solidez indiscutible, guiada por tratadistas de la talla de Sánchez de Neira, Peña y Goñi, Leopoldo Vázquez y otros. De hecho, y sin saberlo, publica sus propios postulados, los de una tauromaquia a lo largo de 65 años ininterrumpidos de labor periodística, tauromaquia que valdría la pena eslabonar haciendo elección de todos aquellos artículos que, por sus características, cumplen con el marco establecido que tiene esta summa de principios del toreo. No puede pasar por alto la obra monumental que publicara don Carlos Cuesta en 1905 primero y 1920 después. Me refiero a la Historia de la Tauromaquia en el Distrito Federal desde 1885 hasta 1905. México, Tipografía José del Rivero, sucesor y Andrés Botas editor, respectivamente. Tomos I y II. Se trata de un amplísimo recorrido por las historias del toreo que surgieron no solamente en los 20 años allí revisados. Se remite a sucedidos en plazas como san Pablo y Paseo Nuevo, aportando noticias ricas en información. El segundo tomo sufre la desgracia de ser retirado de la imprenta a la mitad debido -nos cuenta el Ing. Eleuterio Martínez, bibliófilo taurino- a que encontrándose en rama la impresión, por un imperdonable descuido del encargado de la imprenta del papel de desperdicio se entregó toda la tirada al trapero que recogía este papel, salvándose únicamente los pliegos correspondientes a cinco ejemplares, hasta la página 232, que el doctor Cuesta conservaba en su domicilio, debido a haberlos tomado en una de sus visitas al taller tipográfico cuando la impresión se encontraba a la mitad. Disgustado don Carlos canceló el trabajo pasando los originales, a su muerte, a poder de sus hijos. Es deber, como investigadores del toreo, tanto el Lic. Julio Téllez y un servidor, informar sobre la fortuna que tuvimos -junto con la hija del doctor y su nieta, María Elena Salas Cuesta- de localizar los originales mecanuscritos continuación de una obra que, concluida en términos normales abarcaba -en el segundo tomo- hasta el año de 1893. Es decir, el propósito del doctor Cuesta fue, seguramente, publicar lo menos, otros tres tomos más, ya que los volúmenes I y II cubren cuatro años cada uno. Por gentileza del Lic. Téllez he tenido oportunidad de consultar los que pueden ser considerados únicos ejemplares (la propia nieta posee el vol. I) con los cuales se hacen todas las gestiones posibles para publicarlos en una edición decorosa, a la altura y reconocimiento de Carlos Cuesta Baquero. La obra del Dr. Cuesta es pues, interminable.
Este primer perfil nos da idea de la importancia del personaje. Poco a poco, al conocer las diversas publicaciones donde colaboró se descubre una veta que nos habla de la preparación y formación cultural, amen del ya de por sí característico apasionamiento. Hoy me encuentro ante un nuevo material que ha puesta a mi disposición su nieta, la licenciada María Elena Salas Cuesta. En principio era un auténtico rompecabezas de unas dos mil cuartillas. Hoy, luego de su acomodo arroja 42 diferentes obras, algunas de ellas auténticos libros por la dimensión del trabajo y las ideas. Otra buena parte de los mencionados documentos -armados ya- se presentan parcialmente faltándoles una o varias cuartillas, para lo cual se destacará lo más sobresaliente, mencionando el posible tema que quiso abordar el autor. Y bien, el reto es identificar, clasificar, incluso, adivinar (en algunos materiales inconclusos), todos los artículos de pequeña o gran dimensión, distinguiendo de este conjunto, 4 ó 5 libros que deja preparados el doctor Cuesta. Todos estos escritos presentan un carácter particular en cuanto a los temas y la forma en que los desarrolla, empleando un estilo literario característico, a la usanza de una época que, con toda seguridad influyó mucho en él. Se trata del romanticismo, del modernismo y otras corrientes literarias juntas, mismas que dejan notar una vena cultivada, influjo de muchos y muy buenos escritores mexicanos que plasmaron su huella entre fines del siglo XIX y comienzos del que agoniza. Lamentablemente mucha de la obra inédita de nuestro autor desapareció en circunstancias lastimosas que no referiré. Por fortuna mucho de lo publicado aún está al alcance en aisladas colecciones ya localizadas. Existen varias vertientes que deben abordarse, a saber: -Localización de colaboraciones en diversas tribunas que van de El Estandarte, El correo de los toros, hasta La Lidia, pasando por El México Taurino, Universal Taurino, El Redondel, El eco taurino, Revista de Revistas y otros no contemplados. -De todo esto, catalogar lo más posible, indicando, además de fuente y fecha, el contenido para encontrar semejanza o complemento entre esos materiales y lo que hasta este momento he revisado. El objetivo será, finalmente desentrañar información inédita de amplia valía, si tomamos en cuenta que mucho de lo disponible, ha permanecido guardado entre 50 y 70 años aproximadamente. Muchas de las evocaciones, las traslada el autor hasta los tiempos coloniales, deteniéndose en minuciosa disección durante el XIX, y más aún, durante la segunda mitad de la mencionada centuria. A continuación presento una reseña de los materiales ya revisados, estableciendo para ello una ficha de trabajo en la siguiente forma:
N.R.___ ARTICULO COMPLETO: SI___ No. DE PAGINAS: TITULO DEL DOCUMENTO: ASUNTO: OBSERVACIONES:
NO___
RELACION DE LOS ARTICULOS (Exclusivamente los que llevan relación con el presente trabajo): No. 5 DOCUMENTO COMPLETO: SI No. DE PAGINAS: 9
ASUNTO: “POR CONMISERACION PARA LOS CABALLOS, LOS “PETOS” SON NECESARIOS”. La historia que nos relata Roque Solares Tacubac maneja dos testimonios: uno, el de los picadores de la tercer década de nuestro siglo, quienes no contaron con la habilidad que tuvieron los de tiempos pasados que se defendían con recursos primitivos pero eficaces a la hora de proteger su cabalgadura. Son muchos los detalles referidos y entre otros están los de las condiciones de los toros de varias épocas, del toro de cinco hierbas y el novillo cebado para aparentar ser toro. Cita a los varilargueros más sobresalientes tanto de vara corta como de vara larga que hubo de 1887 a principios de siglo XX, así como varios toros que recibieron arriba de diez o doce puyazos, por lo que el público solicitaba el indulto. No. 7 ARTICULO COMPLETO: NO No. DE PAGINAS: 29 ASUNTO: “NUESTRO NACIONALISMO TAURINO”. Se puede anotar que muchos de estos artículos refieren una de las obsesiones temáticas de nuestro autor, dadas desde 1933, en que se descubre su afán por encontrar raíces de la expresión que caracteriza al toreo mexicano. “Nuestro nacionalismo taurino no tiene nacimiento en la época cuando lo personificábamos en PONCIANO DIAZ, ni en la reciente de GAONA, ni en la actual que tiene en el pavés a tres lidiadores aborígenes. Quizá remontase a la Colonial, cuando aquellas corridas efectuadas en cosos improvisados donde toreaban en confusión iberos netamente de la Península, criollos y mestizos con sangre española pero nacidos en América y negros provenidos de la Filipinas y África”. OBSERVACIONES; Desafortunadamente en este conjunto de cuartillas se reunieron todas aquellas que cuadran en una idea común, que es la del manejo sobre el sentido de NUESTRO NACIONALISMO TAURINO. Sin embargo, al tratarse de materiales incompletos, apenas deja ver cierta insinuación de unos apuntes que, por fortuna se hallan completos y de los que se hará relación más adelante. Muchos de estos materiales fueron enviados al también periodista DON DIFICULTADES, firmando el Dr. Cuesta con el seudónimo de P.P.T. No. 8 ARTICULO COMPLETO: NO No. DE PAGINAS: 15 ASUNTO: Sin poder precisar algún título, en el contenido encontramos referencias a las cuadrillas y los picadores que se presentaron en el último tercio del siglo XIX en México. Asimismo se anotan las andanzas de José María y Felipe Hernández, así como de Ponciano Díaz en sus principios. OBSERVACIONES: Probablemente forme parte de un artículo más extenso que tenga relación con el tema ya conocido del NACIONALISMO TAURINO. No. 9 ARTICULO COMPLETO: NO No. DE PAGINAS: 12 ASUNTO: “TOREROS MEXICANOS. DE PONCIANO DIAZ A FERMIN RIVERA. (ENSAYO DE BOCETO HISTORICO). Entrecortado apunte sobre las diferentes visiones del Dr. Cuesta sobre los tiempos y las figuras alrededor de Ponciano Díaz, para llegar a Fermín Rivera con quien culmina este ensayo. OBSERVACIONES: Se incluye también lo que podría considerarse un capítulo intermedio que lleva el título de: “Tres cúspides taurinas mexicanas: Ponciano Díaz, Gaona y “Armillita” chico” (ensayo de boceto histórico)”. No. 10 ARTICULO COMPLETO: SI No. DE PAGINAS: 33 ASUNTO:
NUESTRO NACIONALISMO TAURINO (comentarios al margen de un artículo). Este es otro de los incontables artículos dedicados a su marcada inclinación por descubrir parte esencial de lo que fue y representó el “nacionalismo taurino”, destacando las diferencias de lo practicado por los toreros aborígenes y la influencia recibida por 50 años gracias a Bernardo Gaviño. Luego da un amplio pasaje del aspecto feudal que determinó la tauromaquia nacional, la presencia de literatura fundamental muy adelantada en España que llegó extemporáneamente a México a partir de 1882 con el DICCIONARIO DE TAUROMAQUIA de José Sánchez de Neira. Gracias a los siempre oportunos apuntes del Dr. Cuesta, nos dice que la contienda de los nacionalistas y los agachupinados o “chaquetas” que duró cinco años, desde 1885 hasta 1890, dio pie a que quedara completamente derrotado nuestro nacionalismo taurino fundamentado en el odio al “gachupín” y en la superioridad hipotética del estilo mexicano de torear. Cita a infinidad de toreros españoles que destacaron entre fines del siglo XIX y comienzos del XX en nuestro país. OBSERVACIONES: Como ya vimos, le acompaña una copia al carbón que, por seguridad efectuaba el autor con objeto, de contar con algún archivo que sirviera de guía a sus enormes contribuciones. Nº 14 ARTICULO COMPLETO: SI Nº DE PAGINAS: 7 ASUNTO: “EL CORREO DE LOS TOROS”. Rememora una vieja publicación hecha por románticos que comenzaron siendo “poncianistas” y luego lo criticaron por sus actitudes contrarias y hasta opuestas que tuvo consigo mismo y con el toreo de influencia española que dominaba fuertemente desde 1885. La característica de dicho periódico fue de que aparecía unas horas más tarde de haber concluido las corridas de los domingos (caso similar que tuvo, de 1928 a 1986 EL REDONDEL). Nº 22 ARTICULO COMPLETO: SI Nº DE PAGINAS: 7 ASUNTO: UN ASUNTO DE HISTORIA TAURINA MEXICANA. Refiere este interesante artículo vivencias de juventud de Carlos Cuesta Baquero en su san Luis Potosí hacia 1874, 1875 aproximadamente. Destaca como punto central una reseña de Jesús Villegas “El Catrín” a quien considera el primer torero mexicano que actúa en España y no Ponciano Díaz como muchos creen. De hecho ya no es Jesús Villegas el primero. Le toca el honor a Ramón de Rosas Hernández “El Indiano”. OBSERVACIONES: Viene doble. Nº 24 ARTICULO COMPLETO: NO Nº DE PAGINAS: 113 ASUNTO: NUESTRO NACIONALISMO MEXICANO (DATOS Y COMENTARIOS DEDICADOS A “DON DIFICULTADES”). Recuento histórico de los acontecimientos más importantes habidos en el México taurino, desde la época colonial. Se ocupa en gran amplitud del siglo XIX. Para el Dr. Cuesta el más destacado de los capítulos en esta historia parte de 1835. Destaca a la patriotería, jingoísmo o chovinismo como síntomas principales de un marcado sentimiento nacional llevado a la exageración de las pasiones. -Presencia de toreros hispanos además de Bernardo Gaviño; -Abundancia de información que apoya -hoy en día- nuevas interpretaciones; -Hay un amplio capítulo sobre el poncianismo; -Periodismo español y mexicano, y -Libros. OBSERVACIONES: Faltan págs. 7 y 8.
Nº 26 ARTICULO COMPLETO: NO Nº DE PAGINAS: 53 ASUNTO: Se ocupa de la creación de Partido Revolucionario Evolucionista. Primera etapa: confrontación de los aborígenes y odiosidad al gachupín. -Corrida del 14 de marzo de 1887 en Puebla y la presencia de Ponciano como espectador en la misma. -Recuperación de las corridas en 1887 e inauguración de la plaza de toros “San Rafael” el día 20 de febrero de 1887 (detalles). -Detalles de los acontecimientos del día 16 de marzo de 1887 en la plaza “San Rafael”. -Posición del público mexicano ante estos novedosos acontecimientos. -Inauguración de “El Paseo” y “Colón”. Actuación singular de 7 españoles y 6 mexicanos. -Diferencias entre los utensilios y formas de vestir entre los picadores aborígenes y los hispanos. -Ponciano en corridas como empresario y torero en la de “San Rafael”. Por temporada de lluvias en junio organiza festejos que comienzan a las 11 de la mañana. Se le ve estoquear a la española. Esto desbanca la opinión de que pegaba “metisacas”. -Manuel Hermosilla y su pintoresquismo. -CUATRO DEDOS y su infiltración con toros españoles a México. -Con la presencia de más diestros españoles se aplaca el nacionalismo. -SALERI y su dominio con la garrocha. -Regreso de Mazzantini a la temporada invernal 1887-1888, así como su triunfal reivindicación. -Detalles en los lances, quites, y pases de muleta. OBSERVACIONES: Las págs. 1-16 con seguridad refieren hechos en relación con Bernardo Gaviño. De la 71 y ss. deben mencionarse acontecimientos de 1888 y años posteriores. Nº 28 ARTICULO COMPLETO: SI Nº DE PAGINAS: 3 ASUNTO: Todo parece indicar que un acendrado hispanismo voluble e indefinido por parte de Carlos Quiroz es una constante en estos artículos, mismos que el Dr. Cuesta debe justificar con otro hispanismo dado en 1887 con la presencia de diestros españoles, quienes desplazaron todo intento de continuidad nacionalista en manos de Ponciano Díaz quien, además, no hizo suya tal novedad. Es, en esencia una carta enviada a Gregorio Corrochano en abril 10 de 1935 afirmando las variaciones mostradas por el toreo mexicano, desde Ponciano Díaz hasta Rodolfo Gaona. OBSERVACIONES: Versión en dos partes, una con 3 páginas; otra con 2 pero desgraciadamente entrecortada esta última. Nº 30 ARTICULO COMPLETO: NO Nº DE PAGINAS: 43 ASUNTO: Este artículo muestra los contraste de Carlos Quiroz MONOSABIO en dos posturas: una, a principios de siglo como colaborador de SOL Y SOMBRA y luego la que mostró en EL REDONDEL hacia 1931. También sus comentarios van en torno a las características del toro bravo en cuanto tal. Del cambio de épocas y tendencias habidas en el toreo mexicano desde 1885, cuando Ponciano Díaz es protagonista destacado. Más tarde se ocupa de León Prieto “El Señorito”, de Arcadio Ramírez, de Rodolfo Gaona -bajo la égida de Saturnino Frutos “Ojitos”-. Y todos girando alrededor de un nacionalismo taurino cada vez más maduro. Hay una larga mención a los toros de ATLANGA. OBSERVACIONES: Faltan pág. 44 y ss. Nº 32
ARTICULO COMPLETO: NO Nº DE PAGINAS: 52 ASUNTO: En este artículo se ocupa el Dr. Cuesta de una revisión sobre un nuevo nacionalismo taurino, tema que aborda como en muchos otros materiales, convirtiéndose en leitmotiv o doctrina que hizo aflorar gracias a los muchos años de afición, pero sobre todo a la experiencia de su paso por un momento de transición radical habida en la tauromaquia mexicana de fines del XIX. Seguramente es un material escrito en los momentos en que se desarrolla en España la guerra civil y el “boycot del miedo”, síntoma que repercutirá en nuestro país. En efecto, es un artículo del año 1934 donde se ocupa asimismo, de dar su propia opinión de otros tantos diestros mexicanos vigentes en aquel momento. OBSERVACIONES: Falta título. Nº 34 ARTICULO COMPLETO: NO Nº DE PAGINAS: 14 ASUNTO: EL PRIMER DISPARO DE UNA REPRESALIA (Comentarios dedicados a los “nacionalistas taurinos”). Los inicios del “boycot del miedo”. Ante la presencia de toreros mexicanos en España, conformando carteles completos, ocasionan el reclamo de los coletas hispanos. R.S.T. se remonta a las épocas de Ponciano Díaz, Rodolfo Gaona, pero sobre todo anota las condiciones reciprocas en que deberían actuar diestros españoles en México y mexicanos en España, con el consiguiente porcentaje en cada corrida. A todo esto cabe la mención de un reglamento que podría aplicarse para balancear los porcentajes referidos... Solo que vino el boycot y ya no pudo hacerse nada. Dice nuestro autor que el primer mexicano en actuar en España fue Jesús Villegas, luego Ponciano Díaz. Más tarde, en 1896 o 1897 Alberto Zayas “Zayitas”. Más tarde, en pleno arranque de siglo XX fue Vicente Segura y luego Gaona. Hay dato sobre los preámbulos de la actuación de Ponciano en Madrid y de lo que para él significó “parrandear” por aquellos lares. El papel de Gaona lo anota en términos de que no fue eje central en España, pero sí destaca que los públicos españoles al mirar a un “indio” siendo notable torero al estilo español, produjera dinero por abundosa concurrencia en las plazas de toros. OBSERVACIONES: Faltan pág. 13 y ss. Nº 41 ARTICULO COMPLETO: NO Nº DE PAGINAS: 51 ASUNTO: ¿AUN NO EXITE EL SUCESOR DE GAONA? EXISTE Y ESPLENDE, PERO LO NIEGAN CON ARGUCIAS. Comentarios dedicados a DON DIFICULTADES. Este artículo, que en principio pudiera ser una revisión a las formas de torear de Gaona, se convierte en un recorrido histórico donde narra la presencia e influencia de otras generaciones pretéritas al mismo leonés, con la particularidad de que es todo un análisis hecho desde Bernardo Gaviño, Manuel Hermosilla y sus formas de torear. Además, aborda a otros tantos toreros aborígenes que descubren en ambos diestros españoles un sustento de la tauromaquia que evolucionó satisfactoriamente. Refiere en detalle ciertos pasajes de la prohibición impuesta por Juárez desde 1867 y todo el comportamiento que se dio en esos años donde la capital del país se vio limitada al espectáculo taurino. Para la ficha que a continuación se relaciona, cabe aclarar que se trata de la segunda parte de su obra fundamental: CUESTA BAQUERO, Carlos (Roque Solares Tacubac): Historia de la Tauromaquia en el Distrito Federal desde 1885 hasta 1905. México, Tipografía José del Rivero, sucesor y Andrés Botas editor, respectivamente. Tomos I y II. En específico, el tomo II, del cual existe la parte no publicada como trabajo mecanuscrito. Nº 43
OBRA COMPLETA: NO Nº DE PAGINAS: 306 ASUNTO: He aquí el complemento de una obra que hasta hoy considerábamos perdida. Se trata, como ya vimos hace un momento, de la continuación de una obra que el Dr. Cuesta Baquero pretendía ambiciosa y espectacular, pero que por algunas circunstancias no pudo completar. Estas páginas apenas llegan a comprender el espacio temporal que abarca hasta el año de 1889, víspera del viaje que Ponciano Díaz emprendería a España para obtener el grado de “doctor en tauromaquia”. La información allí reunida es de las llamadas de primera mano, por la suma de datos que proporciona para entender el proceso de modificaciones sufrido tan luego los diestros españoles, llegados desde 1885, impusieron como el estilo la moda de torear a pie, a la usanza española, y en versión moderna, síntoma que no acataron algunos diestros nacionales que se consideraban así mismos como “rebeldes” frente a un estado de cosas que perjudicaba su ejercicio y quehacer profesional. Cabe aclarar que con esta parte complementaria al libro perdido, se obliga una revisión que logre la posibilidad de publicación. OBSERVACIONES: Faltan algunas páginas que pueden complementarse perfectamente con buena parte del resto del material que hasta aquí, queda reseñado.
CONCLUSIONES Escribo estas líneas apenas unos meses antes de que se celebre el centenario de la muerte del torero aquí recordado. Cuando en 1986 comencé a tener una seria actitud sobre lo que significaba un acontecimiento como el de la reanudación de las corridas de toros en la ciudad de México en 1887, luego de larga prohibición impuesta 20 años atrás, entendí que dicho capítulo de historia taurina nacional comprendía acontecimientos cruciales en los que el protagonismo del torero español Bernardo Gaviño y Rueda, el diestro mexicano Ponciano Díaz Salinas y otros, daban por hecho un panorama de dominio que controlaron en sus bien establecidos feudos. Sin embargo, Ponciano nunca imaginó que su perfil charro y taurino a la vez, que fue del gusto popular en buena parte del país, comenzaría a sufrir un lento resquebrajamiento, a partir del momento en que los españoles comienzan la “reconquista taurina”, en 1885. Sin embargo, aquel perfil, aquella representación no podía ni debía eternizarse porque por un lado corría el peligro de viciarse en sí misma; por el otro, al reanudarse las corridas, que conviven con el nuevo amanecer del toreo de a pie, a la usanza española y en versión moderna, se está dando un panorama el cual, en la propia España había alcanzado ya el cenit de su esplendor. Fue así como en 1887, año en que Ponciano Díaz estaba logrando el punto máximo de su popularidad, se registra aquella conmoción general en el toreo. Ponciano Díaz desde 1866 había venido acumulando triunfos en diversas partes del país, e incluso del extranjero, cuando en 1884 se presentó en la Exposición Universal del estado de Nueva Orleans, en la nación norteamericana. Sus bonos iban en aumento. Para 1885 inaugura la plaza de El Huisachal, y a partir de 1887 estrena la plaza de toros de San Rafael y en 1888 hará lo mismo con su propia plaza, la de Bucareli. 1889 se convierte en un año trascendental para su carrera como matador de toros. El 17 de octubre recibe la alternativa de manos de Salvador Sánchez “Frascuelo” y Rafael Guerra “Guerrita” como testigo, en el escenario magnífico de la plaza de toros de la carretera de Aragón, en Madrid, España.
Sin embargo, como toda trayectoria humana de nacimiento, desarrollo y decadencia, ésta vino a darse a partir de 1890. Los públicos asistentes a las plazas de toros se están transformando en auténticos aficionados, gracias a la influencia de una prensa aleccionada por la presencia de todo aquel registro español que se incorporó desde tres años atrás, cuando el panorama taurino mexicano se altera, pero también se beneficia con ese legado técnico y estético que sigue perfeccionándose incluso, en nuestros días. Ponciano, como he dicho a lo largo de este trabajo acepta aquellas formas, pero no las hace suyas en su totalidad, coquetea con ellas, las mantiene y sostiene, incluso hasta su muerte gracias al esquema con el que se formó como torero, sustento de hondos valores nacionales, soportados por estructuras técnicas y funcionales heredadas por Gaviño, siendo asimiladas por un conjunto de toreros durante varias generaciones. Se les dio carácter propio, sin desentenderse de la raíz española que Bernardo mantiene en medio del mestizaje al que tuvo que integrarse con objeto de no ser desplazado por leves o débiles amenazas de influencia española que se registraron con la llegada de otros toreros hispanos a quienes no dejó sentar sus reales, en virtud de que este “señor feudal del toreo” lo impidió, obstruyendo a sus propios paisanos quienes no tuvieron más remedio que retirarse del país, o torear en sitios tan lejanos de aquel poderoso feudo, asentado en el centro del territorio. Ponciano Díaz Salinas representa un conjunto de valores que poco a poco fuimos descubriendo en este trabajo que ahora toca a su fin. A 100 años de su alternativa en Madrid (en 1989) y a 100 de su muerte (1999) no podemos sustraernos de recordarlo, debido a que llenó una época, le dio vida, esplendor. Sus quehaceres taurómacos fueron pretexto para celebrarlos desde diversas perspectivas que han sido reunidas aquí, luego de más de 20 años de intensa investigación, misma que pretende dejar una evidencia, a poco más de un siglo de su paso, presencia e influencia. Pero sobre todo, comprenderlo como un ser humano más. Jacob Burckhardt, reconocido historiador del siglo pasado sugería: “No regañemos a los muertos. Entendámoslos”.
Siguiendo esa lección de historia, la presente biografía busca en su tiempo y en su circunstancia, “entender” de cerca el papel que jugó en el México de finales del siglo XIX el torero con bigotes, “mitad charro y mitad torero”: PONCIANO DÍAZ SALINAS.
México, ciudad, febrero de 2013.
PIES DE FOTO PORTADA: Página principal de La Patria Ilustrada, D.F., año VI, Nº 3 del 16 de enero de 1888. Un día antes se inauguraba la plaza de toros “Bucareli”, propiedad del torero Ponciano Díaz, convertido por esos días en ídolo popular, cuya mejor manera de ilustrarlo quedó reflejada en esta alegoría patriótica. El grabado es de José Guadalupe Posada. Colección del autor. FOTO 2: Ilustración incluida en el periódico La Banderilla. Semanario taurino ilustrado, D.F., T. I., Nº 8 del 2 de enero de 1888. Su autor hasta ahora desconocido, es un artista contemporáneo a P. P. García que ilustraba La Muleta –otro periódico taurino también en circulación por aquel entonces-, y de grabadores como José Guadalupe Posada o Manuel Manilla. Ponciano Díaz ocupaba en esos momentos lugar destacado en el imaginario popular como un representante del nacionalismo taurino que estaba en boga. Agradezco al C.P. Diego Carmona Niño su gentileza al proporcionarme la reproducción de esta ilustración. FOTO 3: El presente es un retrato peculiar de Ponciano Díaz, logrado probablemente en el gabinete de Romualdo García, calle de Cantarranas 34, en la entonces apacible ciudad de Guanajuato, y logrado antes de la terrible inundación sufrida en dicha población en 1905. En la presente “tarjeta de visita” ya observamos a un Ponciano rumbo a la decadencia, aunque todavía con las suficientes fuerzas para demostrar que seguía siendo un “mandón”. Fuente: “EL ECO TAURINO”, año 1, Nº 18 del 26 de enero de 1926. Colección: Julio Téllez García. FOTO 4: La tarjeta de visita que observamos, es uno de los primeros retratos que el entonces joven torero Ponciano Díaz comenzó a hacerse para cumplir un propósito de publicidad. Según se sabe, tal retrato fue realizado en el curso de 1884, y aunque viste de paisano, lleva en la mano izquierda un jarano de cuatro piedras y en su figura ya puede apreciarse el venturoso futuro que le recibiría como “ídolo” en diversas plazas de nuestro país. Cortesía de los señores Doroteo Velázquez Días (qepd) y de su hijo José Velázquez Díaz. FOTO 5: En lo gallardo de su apostura, parecen sintetizarse los siguientes versos que parecen dedicados a Ponciano Díaz: Era un charro, lo hubierois conocido!... Costábale mil pesos el vestido al deslumbrante modo mexicano, dos mil quinientos pesos la montura y como mil tostones de factura los galones de plata del jarano...
Fuente: Cortesía, Guillermo Ernesto Padilla. FOTO 6: El de la imagen, es ya un Ponciano Díaz en la cúspide de la popularidad, se sabe dueño del control, y lo es, porque es quien controla los hilos de la tauromaquia decimonónica mexicana, que aún se encuentra bajo su mandato. La época en que se hizo la
fotografía debe corresponder a un poco de tiempo antes de que llegaran a México Luis Mazzantini y Diego Prieto –es decir, anterior a 1887-. Fuente: “Revista de Revistas” Nº 1394, del 7 de febrero de 1937. FOTO 7: Ponciano Díaz, se hizo este retrato, que luego se reprodujo en las particulares tarjetas de visita. La fotografía debe corresponder al año de 1885, aproximadamente. Tarjeta de visita. Fuente: cortesía del Lic. Humberto Ruiz Quiroz. FOTO 8: El gran ídolo Ponciano Díaz. Esta fotografía es genial en la medida en que nos representa a un torero con todo el carácter que se proyectaba en el pueblo. Fuente: “LA LIDIA. REVISTA GRÁFICA TAURINA”. FOTO 9: Montando a caballo, en eso era Ponciano tan diestro, tan gallardo, tan conocedor de los secretos que en los ruedos o en el campo no hubo quien le igualara. Vestía además con elegancia. Fuente: Cortesía, Guillermo Ernesto Padilla. FOTO 10: Es este el más genial de los retratos que se le hicieron en vida a Ponciano Díaz Salinas. Salió del buril, pero también de la inspiración creadora de José Guadalupe Posada, quien supo ver mejor que nadie a uno de los más representativos personajes surgidos del pueblo. Y Ponciano lo era en la medida que asumía el orden de popularidad, cumpliendo cabalmente con el significado de aquel compromiso. Por eso, no era casual el grito de “¡Ora, Ponciano!” FOTO 11: Otra de las peculiares poses adoptadas por Ponciano Díaz, en un escenario que bien podría tratarse del estudio fotográfico de Romualdo García (hacia 1890-1895). Fuente: Ramón Macías Mora: El signo de la fiesta. Madrid, Egartorre, S.L., 2000. 231 p. Ils., retrs., fots. FOTO 12: Ponciano posando para la foto clásica de estudio. ¿Acaso fue hecha también en el estudio de Romualdo García, allá en Guanajuato? Fuente. “REVISTA DE REVISTAS” Nº 1439, del 19 de diciembre de 1937. FOTO 13: Ponciano Díaz, eje fundamental del toreo entre 1876 y 1899 tiene su época de esplendor de 1881 a 1889. El antes y el después es la formación y la decadencia respectivamente. Fuente: “León Taurino y deportivo”, Año 1, Nº 1, julio de 1938. Colección: Julio Téllez García. FOTO 14: El gran torero con bigotes entrando a matar, suerte sometida a las normas más avanzadas que se pusieron en práctica hacia 1887 con la llegada masiva de los toreros hispanos. Fuente: Colección del autor. FOTO 15: El esplendor del ídolo. Figura fue la suya representativa de los valores campiranos y taurinos que le hicieron formar parte de los elegidos.
Fuente: “LA LIDIA. REVISTA GRÁFICA TAURINA” Nº 63, del 4 de febrero de 1944. FOTO 16: Aquí vienen en medio de la expectación de los pobladores de Toluca o Tenango del Valle nada más y nada menos que Ponciano Díaz e Ignacia Fernández "La Guerrita". Detrás, las cuadrillas, mezcla extraña de infanterías entre lo mexicano y lo español. Más atrás los picadores, charros que forman un cuadro rarísimo: sombrero de ocasión, vara en ristre, y los caballos portando algo muy parecido al actual peto, no siendo más que cueros que hacían las veces de protección. Se les llamó despectiva y peyorativamente "baberos". Al fondo de la imagen, un conjunto de sorprendidos aficionados, luciendo sus mejores galas: sombrero de piloncillo ellos; rebozo ellas. Algunos guardias son enviados para evitar desmanes y quizás, en el ambiente, el grito sonoro de ¡Ora Ponciano! bajo un sol esplendoroso iluminando el doliente gesto de un ídolo que poco a poco se diluía. Fuente: Fototeca del INAH (Archivo “Casasola”). Ex-convento de san Francisco, Pachuca, Hgo. Imagen obtenida por W. Scott. (ca. 1898). FOTO 17: Daniel Perea, ilustrador de la casa de La Lidia española, no pudo sustraerse a la recreación de un acontecimiento que tuvo lugar el 28 de julio de 1889, en la plaza de toros de la Carretera de Aragón, en el viejo Madrid, cuando Ponciano Díaz se presentó en aquel coso para atenuar la curiosidad que se tenía sobre un viajero mexicano que estaba causando curiosidad y admiración en la Villa y Corte. Ponciano Díaz aparece en un fiel retrato de la realidad, tanto en la imagen de busto como en la suerte de colocar banderillas a dos manos, que levantaban a los aficionados de sus asientos Fuente: La Lidia. Revista taurina. Año VIII, Madrid, 5 de agosto de 1889 Nº 17, p. 2 y 3.
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LA BANDERILLA (1887) LA LIDIA, Madrid (1887) EL TOREO CÓMICO (1888) EL TOREO ILUSTRADO (1895) EL TOREO. SEMANARIO ILUSTRADO DE LA AFICIÓN (1916) EL UNIVERSAL TAURINO (1925) EL ECO TAURINO (1936) REVISTA DE REVISTAS. EL SEMANARIO NACIONAL (1937) LETRAS DE MÉXICO (1937) LA LIDIA (1942) SOL Y SOMBRA. SEMANARIO TAURINO NACIONAL (1943) LA FIESTA (1946) ARTES DE MEXICO (1967 Y 1988) EL REDONDEL (1984) MÉXICO DESCONOCIDO (1989) MULTITUDES (1991) LA JORNADA (1992) EL BÚHO, sección cultural de EL UNIVERSAL (1991 Y 1992) UNIVERSIDAD DE MÉXICO (1992)
ARCHIVOS Y COLECCIONES PARTICULARES *ARCHIVO HISTORICO DE LA CIUDAD DE MEXICO (AHCM) También: ARCHIVO HISTÓRICO DEL DISTRITO FEDERAL (A.H.D.F.) Ramo: Diversiones Públicas, leg. 855-859. Toros. *ARCHIVO GENERAL DE LA NACION (AGN) Ramo: Gobernación. Ramo: Tierras, vol. 1783, exp. 1, f. 21v. Códice “Chapa de Mota”. Ramo: Historia, vol. 470, exp. s.n. f. 2. *CENTRO DE ESTUDIOS DE HISTORIA DE MEXICO (CONDUMEX) Misceláneos. ARCHIVO HISTÓRICO DEL ESTADO DE MÉXICO. Fondo: Diversiones públicas. *HEMEROTECA NACIONAL (Dependiente de la Biblioteca Nacional. UNAM). BIBLIOTECA DEL RECINTO JUAREZ (Palacio Nacional). Fototeca del INAH (Archivo “Casasola”). Ex-convento de san Francisco, Pachuca, Hgo. INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA: ARCHIVO CULHUACÁN. BIBLIOTECA DEL LIC. JULIO TELLEZ GARCIA. BIBLIOTECA DEL LIC. LUIS RUIZ QUIROZ.
COLECCIÓN: GUILLERMO ERNESTO PADILLA COLECCIÓN: MARÍA ELENA SALAS CUESTA COLECCIÓN: DIEGO CARMONA ORTEGA COLECCIÓN: VICENTE VILLANUEVA ROSALES COLECCIÓN: FRANCISCO D. MONTELLANO BALLESTEROS BIBLIOTECA DEL AUTOR.