Público Taurino

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EL PÚBLICO TAURINO EN LAS PLAZAS DE TOROS DE MÉXICO TAUROMAQUIAS: APROXIMACIÓN HISTÓRICO SOCIAL MARY CARMEN CHÁVEZ RIVADENEYRA

Foto: Oskar Ruizesparza


EL PÚBLICO TAURINO EN LAS PLAZAS DE TOROS DE MEXICO I. Origen y formación del público alrededor de los toros.

El tema de abordaje en este análisis pretende explicar el origen, importancia y trascendencia del público que asiste a las plazas de toros en México, tanto de conductas sociales, como algunos rasgos e influencias que también han sido preponderantes en esta herencia transcultural como son las corridas de toros, espectáculo tan arraigado en nuestro país desde hace casi 500 años. Los primeros grupos humanos en torno al uro primitivo existieron desde el periodo paleolítico; en este tiempo, los hombres grabaron en el fondo de las cuevas todo aquello que admiraban sus ojos, ya fuera la representación de fenómenos naturales o las formas caprichosas de plantas y animales de múltiples especies que consideraban importantes de acuerdo a las características y función que estas pudieran tener, haciéndolas partícipes de sus costumbres y creencias; por esto, quizá se reunían llenos de asombro. Se dice que los Celtas a su llegada a Europa encontraron grandes manadas de toros salvajes demarcando diferencias con el bisonte.

Según investigaciones científicas, el uro, deriva del Bos primigenius el que dejó su presencia en las pinturas rupestres de Altamira, en Santander, la cueva del prado Navazo, en la sierra de Albarracín y de Cogul en la provincia de Lérida, comunidad autónoma de Cataluña. La presencia de troncos vacunos y sus derivados parece presentarse en Asia, Europa, África, demostrando así que ha evolucionado a la par de la historia del hombre.

Ilustración 1.- Bisonte de estilo polícromo.

Las razas de toros peninsulares en su más notoria evolución han sido tema trascendente. Desde estas épocas y en adelante, lo retomaron diversas culturas y civilizaciones como la griega, mesopotámica, egipcia y árabe, entre otras, teniendo a este mamífero como centro de atención de interés y relevancia, que asombrosamente se ha preservado hasta el siglo XXI. El toro se ha integrado a las sociedades de todos los tiempos, y a cada una de ellas corresponde una reunión de interés social y específico. En este sentido, la participación del cornúpeta ha caminado junto al hombre; en un principio se resaltó su silueta pintándolo, las civilizaciones griegas lo consideraban como un elemento indispensable en ceremonias de carácter religioso. Para las sociedades árabes, la historia explica en -1-


varias teorías, cómo el toro es sostén de entrenamiento bélico; el siglo XVIII muestra la práctica del toreo de la nobleza alanceando toros a caballo, mientras los plebeyos miraban como espectadores la diversión de estos, siendo así ambas clases sociales, quienes disfrutaban de dicho arte ecuestre. "El toreo se produce en España y no en otra parte, porque España es el único país que vive en guerra” “La conservación del toro y la paulatina institución del toreo se producen en estado dinámico-guerrero que mantuvo España durante ocho siglos". 1 Al realizar dichos actos nunca faltó, además de sus protagonistas, quienes presenciaran cada una de estas escenas. España sin duda es el sitio que propició el toreo y sus repercusiones sociales, lo que llevó a formar el interés de ciertos grupos, en primera instancia la aristocracia. Ante ello se fueron dividiendo las esferas sociales entre nobles y plebeyos, así como la formación de lo que serían las antiguas cuadrillas formadas por los siervos o peones, que apoyaban a los nobles caballeros. La relación hombres y toros fue siendo tan frecuente que poco a poco se entrelazaron vínculos indisolubles, tantos y tan intensos que la actividad se representaba en funciones más frecuentes con toda su carga dramática a cuestas, sin dejar de ser un imán para cualquiera; no sólo la gente de abolengo se sentía identificada, también los humildes tenían gran curiosidad al ver cómo durante mucho tiempo se había divertido la arrogante sociedad, por lo mismo querían ahora acercarse a los toros de manera más íntima; algunos hombres querían torear quizá también varias mujeres y sentir la adrenalina que genera la embestida de un burel, formulando unan nueva veta para las clases sociales carentes de alcurnia, mismos que eran nuevos grupos participantes de este júbilo. El fenómeno taurómaco fue cambiando conforme la sociedad misma lo hacía, y no sólo en España, también en México, lugar heredero del “veneno taurino”, que conjuga leyendas, ritos, mezclas de sangre y tragedia, tradición cimentada por medio de la conquista, hecho que propició y desarrolló todo un interés entre la gente, logrando que el toreo se arraigara y propagara por territorio nacional.

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Alameda, José. La Pantorrilla de Florinda y el Origen Bélico del Toreo. Ed. Grijalbo. México, D.F. 1980 109 pp. p. 22.

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La primera corrida celebrada en México según la aportación histórica de José de Jesús Núñez y Domínguez en Historia y Tauromaquia Mexicana. "El famoso espectáculo de los toros, tan en boga actualmente era desconocido entre los antiguos mexicanos hasta que los primeros conquistadores lo introdujeron al país; la primera de que se hace recuerdo verificóse el 24 de junio de 1526, día de San Juan para solemnizar con aquella fiesta netamente española el regreso de Hernán Cortés de su viaje a las Hibueras"2 El público que se agrupaba en donde había toros, era en su mayoría de origen español, pero no tardó mucho tiempo en que los Ilustración 2.- Cuando las Plazas públicas atraen al partícipes del mismo espectáculo fueran los público en cualquier espacio que se presentan. indígenas. Éstos al asistir a las ferias taurinas en donde existían los conocidos “juegos de cañas” y fiestas, y lo más atrayente el “correr toros” fueron formando un público lleno de diversidades, resultado de una mezcla de razas y culturas que propiciaron dos formas de vivir el toreo, es decir, el ya existente a la manera del sentir del español y, posteriormente, la ejecución del toreo a la mexicana. Este suceso taurómaco acaparó la atención del pueblo, por consiguiente creó su propia concurrencia, el espectáculo implantado en territorio nacional, no era motivo de controversia ante lo que sus ojos miraban ya que la finalidad del toreo, tenía rasgos que definían un sentir similar entre ambas sociedades, el Ilustración 3.- Mexicanos en Plazas hechas con maderos montan derramamiento de la sangre de los y torean un toro. toros, el rito sacrificial en presencia del sol y la luna como símbolos primordiales, caso similar al del México prehispánico que ofrecía víctimas en honor a sus dioses, en donde la vida y la muerte con la ausencia de estos astros no tendría ningún significado, ambos elementos dentro del universo taurino tienen una asociación simbólica e influencia psicológica entre torero y público, puesto que es parte del estado de ánimo colectivo, el sol ofrece su energía y el resplandor del espectáculo, por algo se dice que "es la fiesta de sangre y de sol".

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Núñez y Domínguez, José de Jesús. Historia y Tauromaquia Mexicana. Ed. Botas, México 1944, 270 pp. p.13

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Alrededor de estas escenas tenía que estar el público, siempre estupefacto, viviendo sentimientos encontrados por el desafío, lo bárbaro y ensangrentado de la lidia, en donde no se dejaban de ver imágenes llenas de sangre y muerte, con toreros empitonados y caballos que yacían por las tremendas cornadas que sufrían en sus entrañas al ser víctimas de las astas de los toros. El desarrollo del toreo tuvo su cauce, por consiguiente, sus diversos espectadores. Cuando el toreo se profesionalizó y se tornó actividad lucrativa, las plazas de toros fueron recinto de este fenómeno social, sitios como la plaza del Volador, incluso algunas calles alternas de la ciudad instalaban plazas portátiles y provisionales que se tornaron nómadas, ya que las colocaban en diversos sitios. Las escalas sociales siempre demarcaron los acontecimientos taurinos, existían límites y marginación para ser actores del espectáculo, pero el público buscaba la forma de poder ver y disfrutar de estas escenas novedosas para La Nueva España, en la que los indígenas vivían asombrados ante los impresionantes y novedosos festejos. Posteriormente, se cimentaron cosos permanentes que propiciaron el lucimiento del toreo. Su público, claro está, era desde siempre polifacético, contrastante en origen social, en criterios y opinión. Pero desde el siglo XVI hasta el siglo XXI siempre ha habido un público alrededor no sólo del arte del toreo, sino del toro mismo, el toro representa un emblema totémico, se asocia a la fuerza, la fertilidad y la astrología, entre otros muchos símbolos; por ello, en todos los tiempos se le ha rendido un culto, desde su crianza, la conservación de su especie y su muerte ritual. A hombres, mujeres y niños les gusta ver toros simplemente por la belleza que representa el animal, ha sido mitificado a lo largo de la historia; es muy frecuente hoy en día escuchar el fenómeno del torismo, que encasilla al toro de lidia y atrae a determinado sector por sus grandes potencialidades, presencia, casta, volumen, y la dimensión de sus cuernos. Existen toros que destacan por su estampa y trapío, y los que se fijan en sus hechuras para el momento de la reunión, la hondura y bravura que demuestra el astado a lo largo de la lidia, pero el toro en sí mismo es un espectáculo, tanto por su etología como por su estética atrapa la mirada de cualquiera, hecho que con el tiempo, ha propiciado que el ser humano se agrupe e incluso forme tumultos para compartir y disfrutar la presencia de las corridas de toros, sobre todo las que -en esta época- se presentan limpiamente, con el peso y la edad reglamentada para su lidia y, por su puesto, con el respeto y dignidad de algunos ganaderos íntegros, como en los viejos tiempos, en los que si no asistían estos criadores de bravo a las corridas en donde se lidiaba su ganado, pedían a sus representantes les guardaran la piel de los astados marcados con el hierro de su ganadería.

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II. EL ESTRUCTURALISMO Y LA FORMACION DE LA SOCIEDAD TAURINA. Estructura de clases sociales en la plaza de toros. Existen en la sociología varias nociones que explican el concepto de Estructuralismo y sus derivaciones. En el caso de la tauromaquia y su público resulta sugerente justificar esta conceptualización, entendiendo el estructuralismo como parte de un campo de significación referido a la fenomenología que generan las acciones humanas; esto entendiéndose como una orientación metodológica. El concepto de estructura dentro de la sociología y la antropología sirve para obtener una visión más amplia de las técnicas que logran explicar lo que es el saber social, basándose en los sistemas que conforman el lenguaje que identifica al individuo y la sociedad. El suizo Ferdinand de Saussure es el principal estructuralista, pero Claude Lévi-Strauss lo introdujo en las ciencias sociales, para obtener mejores análisis del entorno social, los medios de comunicación y diversas áreas de la cultura. La utilización del término estructura hasta el siglo XVII conservó su etimología (structure=construir). En el siglo XVIII se pasó por un proceso en donde el significado tenía influencias del organicismo utilizado en ciencias naturales y biológicas. La estructura se conoce como un conjunto de elementos organizados e independientes que poseen en sí una relación que adquiere un significado. De esta forma, la estructura es un sistema articulado o relacionado de hechos observados que la construyen como modelo; en el terreno de la psicología, se considera una base para establecer referencias en cuanto a la personalidad, el carácter y la identidad de los sujetos en las situaciones o en las variaciones de su comportamiento, en cuanto al medio que los rodea y los cambios que se generan por influencias externas en su actuar y sentir. Todo sistema debe ser construido de tal forma que pueda dar muestra de los hechos observados. Cuando se habla de un modelo éste puede ser apoyado con base en construcciones teóricas y metodológicas que visualicen la realidad. Las diferentes ciencias han usado el concepto estructura, puesto que sirve para sistematizar significados por la homogeneidad que sugiere la realidad que enfoca. Una estructura siempre es soporte de ordenamiento en organizaciones ya sea laborales en actividades en equipo o de diversas índoles. En la corrida la estructura se muestra desde los protagonistas de la corrida en el paseíllo desde el alguacil, hasta los monosabios. El análisis estructural existe en el ámbito social, ya que en éste hay elementos y formas en que se organizan los individuos. El concepto de estructura en el estudio del público y aficionados taurinos pretende dar una explicación de los fenómenos sociales que ocurren en torno a la fiesta de toros en México, puesto que en este ámbito cada individuo es en conjunto, producto de una organización estructural.

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“Toda estructura social existe dentro de una realidad, entendiendo que realidad en sociología es la esencia, frente a la apariencia y el cambio; la actualidad frente a la posibilidad y a la potencialidad. Todo cuanto es o existe de alguna manera con independencia del sujeto, y hallándose determinado por las notas de espacialidad, temporalidad y actualidad (en el sentido de actuar, obrar y estar sometido a mutua interacción). Entre los objetivos reales se comprenden los físicos (externamente perceptibles e inespaciales, pero referentes a un sujeto corpóreo) de ellos se diferencian los objetos ideales, los metafísicos y los valores”. 3 En la tauromaquia la realidad es una constante, nada es ficticio los hechos no se pueden ocultan ante los ojos del público, la corrida representa una serie de valores, éticos y estéticos, así como múltiples antagonismos que son parte de la vida misma y que se representan a lo largo de la corrida. Entre los organizadores del evento se conoce el manejo del espectáculo. En cuestiones de política, existe una lucha por el poder de las empresas, generalmente su administración no corresponde a lo establecido, se abusa de la afición y se vive una latente corrupción domingo a domingo, como parte de una constante que es sumamente delicada, ¿Cómo burlar al público quien es el que sostiene al espectáculo? Por ello, el descontento taurino es un hecho social que se muestra al ver las bajas entradas. Acercándose un poco a la definición de realidad, se logra a su vez, ver cómo la historia del toreo muestra su verdad, su temporalidad y su actual existencia. Los diestros desempeñan su quehacer taurino y logran una constante interacción con el medio social y la gente. El toro logra fundir la presencia de la naturaleza y la relación con el hombre creando con ello una representación historicista. El público, por su parte integra el centro de reunión y contemplación en torno a la relación íntima de toro y torero durante el acto voluptuoso de ambos en cuanto a conocerse, escucharse, mirarse, sentirse. El estructuralismo como parte de sus expresiones, pone énfasis en cuestiones acerca de la naturaleza y el mundo histórico social. Esta relación resulta óptima como propuesta dirigida a crear y ofrecer fundamentos metodológicos para la investigación social, lo cual pretende exponer la complejidad de las acciones humanas. La corriente sigue aplicando, digamos que el post-estructuralismo, recae en la reflexión de las raíces que sustentan las culturas. Las ciencias naturales en sí mismas, poseen sus propios métodos basados en la observación descriptiva de los fenómenos que representan, fundamento que es de gran valía para acercarse al mundo de la naturaleza y lo humano, es decir, tomar parte del pasado y evolución integrando aspectos tales como la interacción, acciones e interpretaciones de la conducta, para adentrarse en la esfera de lo social y así 3

Diccionario de Sociología Ed. Fondo de Cultura Económica. México, 1975. 315pp. p. 247

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interpretar la cultura de los pueblos, siendo un conjunto que mantiene esta relación consecutiva, dependiente y a la vez independiente; hecho del cual, el historicismo pretende encontrar la distinción entre las ciencias histórico-sociales ofreciendo un reconocimiento válido y objetivo. El fenómeno social taurino, abarca dentro de la cultura, una compleja organización, en donde existen aspectos formulados con base en sistemas de asociaciones, como por ejemplo, las empresas que manejan las plazas de toros, las cuales fungen como sólidas estructuras al administrar el desempeño laboral de todos y cada uno de los protagonistas de esta profesión; del mismo modo el público se clasifica e identifica en diferentes capas sociales, lo que genera que el análisis estructural que se hace y rehace constantemente a través del cambio provoca un comportamiento humano, y su marco histórico de desarrollo, se relaciona en una multiplicidad de acciones en el centro de cualquier hecho y fenómeno social. ESTRUCTURA SOCIAL

Organización Social

Interacciones sociales (entre empresas taurinas y protagonistas) Relaciones Sociales

Cultura

Normas

Valores socio históricos

Estatutos

Objetivos

El diagrama muestra una estructura social y dos vertientes que a su vez ramifican áreas importantes en los amplios sistemas que posee la tauromaquia. El público de los toros es materia prima rica en análisis que se acercan a describir acciones psicológicas y sociológicas, debido a que los conjuntos de personas que integran y unen la fiesta los define como espectadores con un perfil específico, que demarca sus características muchas de ellas sui géneris, porque ser aficionado taurino es en sí mismo ser diferente al común denominador de otras concurrencias. La estructura social, por lo tanto, se aplica a la organización de los sistemas que se forman a raíz de quienes asisten y han sostenido el espectáculo hasta nuestros días, con sus características y su distribución por grupos y subgrupos en la plaza de toros. A manera de estudio de caso, tomando en cuenta algunos rasgos del público de las plazas de toros y en particular el de La Plaza México, la observación y el acercamiento con sus asistentes sustenta muchas de las siguientes definiciones que a continuación

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se describen, las cuales se pueden clasificar en tres tipos: El espectador, el público y el aficionado. En términos generales, para los tres conceptos opera la definición de afición escrita en el diccionario de María Moliner que dice: “Es la disposición permanente del ánimo de alguien por la que una cosa, particularmente una actividad, un motivo de interés o un esparcimiento, le gusta. Conjunto de aficionados a un deporte como espectáculo, principalmente los toros y el fútbol”.4 “La etimología de la voz [aficionado]- palabra con que se designa a la persona amante de la fiesta de toros- al hacerla provenir de affectatus o adfectatus, es decir, de afectado incluye ya en su origen, aquel movimiento del alma estremecida por la mística y entusiástica agitación taurina”5 En el libro de José María de Cossío se señala: “Aficionado es el entusiasta de la fiesta de toros e inteligente en su técnica. Ej: (Gesto de capitán; cómo te llora la cofradía del aficionado) Gerardo Diego. Elegía a Joselito). 6 En el primero caso, reduzco que los espectadores son personas que asisten a la plaza porque fueron invitados por alguien, llegaron por simple curiosidad para conocer lo que es ir a los toros y hablar de su experiencia; asistieron por circunstancia, generalmente no tienen nociones de tauromaquia. Asiste el día del aniversario de la plaza, pero no a toda la temporada, puede ser el fugaz taurino o el turista que por cultura general estuvo en una corrida, algunos de ellos por el encanto de la fiesta regresan otros que no soportaron su dramatismo y jamás volverán. El diccionario ilustrado de términos taurinos define espectador, ra. Que asiste al espectáculo público como son los toros. El espectador a los toros no debe pasar de un lugar a otro de la plaza ni abandonar su localidad durante la lidia. El reglamento vigente contempla un capítulo titulado. De los espectadores, en el que no aparecen prohibiciones tan antiguas y curiosas como: arrojar comida y desperdicios a los lidiadores. Aún en el Reglamento Actual, de 15 de marzo de 1962, es bastante significativo lo siguiente: Queda terminantemente prohibido a los espectadores: proferir insultos o palabras que ofendan a la moral y decencia pública; tirar cerillas encendidas y quemar papeles u otros comestibles; golpear, pinchar o arrancar al toro las banderillas si salta al callejón o pasara próximo a la primera fila de localidades de aquellas plazas que carecieran de él; arrojar al ruedo almohadillas u objeto alguno que pueda perjudicar a los lidiadores o interpretar a los lidiadores o interrumpir la lidia”. 7

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Moliner, María. Diccionario de uso del español. Ed. Gredos. Madrid, 1998. Tomo I. p.72

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Romero de Solís, Pedro y otros autores. Sevilla y la fiesta de toros. Ed. Biblioteca de Temas Sevillanos. Sevilla. 1980. p.16 6 De Cossío, José María. Los Toros Tratado técnico e histórico. Tomo I p.14 7 Manjón Nieto Luis, Diccionario ilustrado de términos taurinos. p.211 -8-


Por este tipo de alboroto en los tendidos Rafael Gómez, “El Gallo” expresó: “Las broncas se las lleva el viento, y las cornadas se las lleva uno” El público, por su parte, es el que ha sostenido el espectáculo a lo largo de la historia. Es el que en la plaza encuentra un lugar de esparcimiento y diversión; dada la tragedia que carga la fiesta, la plaza también lleva solemnidad y silencios. En los toros se divierte, come, bebe, fuma, grita, es una euforia viva que increpa descontento o satisfacción, se agrupa y forma asociaciones, peñas o porras que lo distinguen y le dan identidad. Su conocimiento taurino se basa en el aprendizaje de cada corrida y en su experiencia propia. Diferencia engaños y rescata aciertos, todo ello por los largos años de asistir a la plaza. Generalmente, la costumbre dominical de ir a los toros es heredada por la familia, quien por largas temporadas ha asistido a los cosos como parte de una tradición. Es gente que ve más allá de mirar, su sensibilidad se basa en su gran corazón por la fiesta. Tiene toreros favoritos, a los que apoya y sigue donde toreen. El público taurino lo definen: “Conjunto de las personas reunidas en la plaza para asistir a un festejo taurino” “… ¡Luego se quejan los presidentes de las broncas que les da el público”! “HACHE”. La Lidia (1899)8 La historia dice que, en todas las épocas del toreo, el público se ha caracterizado por ser implacable cuando se irrita. Ha llegado incluso a arrojar al ruedo no sólo cojines, sino botellas, cervezas sobre el castoreño de los picadores, escupitajos, naranjas, piedras, palos y hasta animales muertos, de ahí que se le llame la plebe, muchedumbre, masa; también hay otros que se dedican a boicotear toreros, hay reventadores, que parecen sacar toda su carga emocional y su rencor social provocando ambientes hostiles para afectar toreros; todo esto aunado a una serie de agresiones y provocaciones verbales que no tienen límite, aflorando así sus conductas salvajes. Pero esta ha sido una característica de muchas plazas y de varias épocas, en España el asunto del control social se salía de las manos, como por ejemplo Shubert cita en el texto Los grandes Sucesos, historia de la plaza de toros de Madrid el siguiente pasaje: “En la corrida inaugural de la temporada de 1879 en la plaza de Madrid, el segundo toro de la tarde fue desastroso y el presidente ordenó que le pusieran banderillas de fuego. Lo cual empeoró las cosas: una gran parte del público gritó terriblemente y lanzó cientos de naranjas al ruedo. Frascuelo, que actuaba como director de lidia, mandó a todos los toreros fuera del ruedo, con lo cual el presidente lo mandó a él a la cárcel. En Vinaroz (Castellón), un público enfurecido por la falta de caballos para los picadores llegó al extremo de arrancar ladrillos de las paredes para tirárselos a los toreros.” 9 Por otro lado, en la escala de la estratificación social, hay público que busca estatus, son los extravagantes “esnobs”, adinerados que ocupan las barreras, propician que los fotografíen para los diarios y revistas o salir en la televisión. Son superficiales, como la espuma de sus cervezas, no buscan la profundidad en la filosofía del toreo, no tienen idea de que significa leer y entender la tauromaquia, no logran hacer un análisis de la 8

Ibidem p.334

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Shubert, Adrian. A las Cinco de la Tarde. Una historia Social del toreo. Real Maestranza de Caballería de Ronda. p. 162.

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corrida, son similares a los que asisten al Palacio de Bellas Artes u otro recinto a un concierto de ópera y no entiende nada, pero hablan orgullosamente de que presenciaron el espectáculo. El ser aficionado, o aficionada implica, por lo tanto, tener la responsabilidad de estar informados sobre la historia, conocer los toros y su comportamiento en la arena, respetar a la fiesta y sus protagonistas, leer periódicamente sobre literatura taurina, es también ser entendido en la materia, porque más allá de la pasión, que es un rasgo de todo aquel que se acerque a este tema, procura poner ordenados sus conceptos. Hay taurinos clásicos y puristas que no aceptan cambios en la esencia del toreo. Otros han evolucionado con la corrida misma, comparan y aprueban sus modificaciones, tanto técnicas como estéticas, saben lo que es un torero heterodoxo o un ortodoxo, como parte de la variedad de estilos que hay en el toreo. Con la variopinta gama de asistentes que concurren a las plazas, se logra reunir un enorme grupo heterogéneo, rico en análisis psicológico y social, que en conjunto es la representación del pueblo de México, y de nuestra idiosincrasia. Existen varios tipos de taurófilos que presentan una actitud de vida diferente dentro y fuera de la plaza de toros; Ilustración 4-El público en España. esta diferencia es marcada por códigos y signos tanto de actuar, pensar, compartir, como de vestir en los individuos. Antaño la elegancia los caracterizaba. Actualmente, las mujeres también han adoptado modas, usan sombrero, botas, cantidad de accesorios y han retomado, hasta el abanico. Quien tiene una afición en términos taurinos de cepa, de cierta forma confirma por sus actitudes, lenguaje e interacción con los demás el cómo se vive y disfruta el gusto por los toros. El taurino tiene rasgos psicológicos definidos que lo describen de manera muy particular, por ello el atrevimiento a escribir los siguientes adjetivos. En general, se dirige bajo conductas de carácter neurótico, aplicando este término, como parte de una conducta que se demuestra abiertamente en los tendidos de la plaza y que es clara en la exaltación del sistema nervioso de las personas. Sin importar el género son también aferrados y tercos en cuanto a hacer juicios de valor, no toleran una sola alteración en sus conceptos; se fija en detalles que en cierto modo son trascendentes para la historia de cada faena, pero de igual forma se centra en otros que no lo son, es decir, fanatiza

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en terrenos superficiales y cae en profundas discusiones y debates que pueden durar horas; en ese tiempo se irrita, incluso se llega a romper relaciones y amistades. Si se le contradice, pierden la compostura, se eleva la voz y sus expresiones llegan a ser insultantes, puesto que siempre cree tener la razón, generalmente, es arrogante, protagónico, bohemio, con una sensibilidad exquisita hacia el arte; dentro de sus gustos está la música que acompaña la fiesta, el pasodoble y el flamenco. Vive con intensidad el claroscuro del toreo, conserva a nivel inconsciente un rasgo sutil de necrofilia. También es coleccionista, incluso fetichista, de impecable memoria, le gusta hablar y hablar todo el tiempo de toros, incluso aplica el caló para la vida diaria, establece monólogos y en ocasiones se torna introspectivo, es melancólico y con tendencias depresivas, siempre dice que “todo tiempo pasado fue mejor”, no falta el amargado, es idealista, fantasioso, incluso sensual y romántico.

Ilustración 5.- Expresando la inconformidad.

Disfruta del café, del periódico, y el tabaco, si es puro mejor aún, entre sus aficiones está la gastronomía de altura, es parte de sus placeres, en especial come mucha carne y toma vino. Un rasgo importante entre la gente que asiste a la plaza es sentirse conocedor mientras los demás solo son “villamelones”, la mayoría de los taurinos suelen discutir ampliamente sobre nociones taurómacas, a tal grado que existen pasiones tan viscerales que pierden la congruencia. El concepto “villamelón” se extrajo de España, de un pequeño sitio de la comunidad de Madrid conocido como Villaconejos, cercano al pueblo de Chinchón, provincia muy famosa por su producción de melones, ricos frutos de Castilla que se asocian a las cosechas alrededor del mes de mayo, concluyendo con la temporada de sequía, en donde San Isidro Labrador, santo patrono es el principal festejado. Además del origen de todo esto se conjuga una asociación de varios hechos, por un lado, la riqueza agrícola y la religiosidad, y por otro las fiestas en donde sobresalen los festejos celebrados con las corridas de toros. Mientras que en México también se adoptó la palabra “villamelón” para expresarse así de todos aquellos que no saben de tauromaquia y que ocupan los tendidos de las plazas en un estado burro de nulo conocimiento, en cuanto la historia de la fiesta, la ganadería, la técnica y la ejecución de los lances, además de la parte cultural que envuelve la tauromaquia. En España decir eres un “melón” o “villamelón” equivale a decir eres un tonto, poco entendido del oficio taurino.

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A ese público complejo que funde y entrelaza criterios y debate ideologías, se le llama en La Plaza México “el que da y quita”, “el respetable” que resulta ser el más irrespetuoso con los toreros, discute que por pagar su boleto tiene derecho a todo, se muestra grosero, agresivo; es muy difícil de complacer, por lo tanto, es exigente, caprichoso, intolerante, es quien con su aplauso aprueba a los coletas dar vueltas al ruedo o incluso pide con su pañuelo los apéndices y cuando los otorga, los protesta sin argumento alguno, modifica criterios que rara vez unifica, pita, silba, es enfadoso; daña la autoestima de los coletas o los hace llegar a la gloria; deambula muchas veces sin brújula por no encontrarse con lo que esperaba un domingo de toros, se demacra fácilmente, si no satisface sus necesidades táuricas, pareciera bipolar. La inconformidad del aficionado mexicano es muy similar al hastío que le produce la situación política de su gobierno y su entorno socioeconómico. Está harto de crisis y de fraudes, busca un espacio en dónde distraerse y cae al vacío; las propuestas que ofrecen las empresas en sus carteles son a la hora de los hechos como el humo del tabaco que se esparce por la plaza, con el tiempo estos aspectos lo han hecho un escéptico, ante todo, vive con cierta amargura y apatía algunos sucesos Ilustración 6.- Pidiendo la oreja. taurinos que han existido a lo largo de su historia. Las corridas se han prohibido en algunas épocas, esto ha dado pie a que su afición no encuentre regocijo y diversión e incluso a perder el acto de fe en su fiesta, la que se lleva tan adentro y en la sangre como parte de sí mismo o como una religión. “En todos los espacios de La República se habla español, en todas las partes se venera a la virgen de Guadalupe, se cantan las mismas canciones y no hay lugar donde no apasionen las corridas de toros” 10 ¿En dónde sino en las plazas los seres humanos se expresan de multifacéticas maneras? A diferencia de otros espectáculos públicos, el toreo reconstruye hechos históricos, en la plaza prevalecen ritos ancestrales, La corrida es un símbolo arquetípico y el toro un símbolo totémico, los seres humanos tienden de manera inconsciente a buscar representaciones en donde abundan actos que llegan a tocar fibras en cuanto a temas de interés existencial. En la plaza de toros aflora el carácter del mexicano, demuestra su parte machista incluso misógino cuando torean mujeres, ha costado educarlo, emiten el piropo cuando caminan las garbosas gachís por el tendido; es sarcástico, burlón y con gran capacidad de ingenio para mantener el relajo entre las localidades; decir un chiste, una broma en 10

Bartra Roger La Jaula de la Melancolía, Identidad y Metamorfosis del Mexicano. Ed. Grijalbo, S.A de C.V. México, D.F. 1987. 271 pp. p.122 - 12 -


medio de la tragedia y el drama, es algo muy característico, las frases célebres del apartado de sol han hecho eco en las alturas de la plaza y se recuerdan cuando es preciso. Cómo olvidar aquellos tiempos en los que la plaza recibía celebridades y divas que eran inspiración para aplicar la puntada acertada y la exclamación oportuna, le gritaban a la actriz María Feliz, quien acudía con Agustín Lara: “María regala uno de tu ganadería”. ¡Asustas… pero de feo! Fue un gritó a Carmelo Pérez en su debut en el Toreo de la Condesa. Lo anunciaron como “El torero que asusta” porque solía arrimarse, pero esa vez no pasaba nada con él. El querido “profesor” de la Plaza México que se sienta en el tendido de sol y manda “saludos” con implicación chusca ¡Un saludo, un saludo a todos los niños que vinieron a la plaza hoy! ¡Mañana, mañana no hay clases! No falta el despectivo ser que con voz desgarrada hace alarde de su miseria: ¡Estoy muy feliz, muy feliz, porque mi vieja, hoy no vino! Un día se escuchó un grito desde sol, se dice que fue “El negro Aranda”, que dijo: “Paisano no te hagas pendejo, regala un toro”. Refiriéndose a Pedro Gutiérrez Moya, “El niño de la Capea.”. Otros han propiciado un verdadero “jaleo” como cuando preguntan después de un brindis de un torero: ¿Quién es ese güey?. Y, si un torero está armando la marimorena, dicen al otro alternante: ¡Cierra la boca! a aquel torero alternante que esté en el burladero de matadores y que no ha hecho una buena faena. ¡Arriba El Pana! Gritaba a todo pulmón Doña Nieves. Otros chuscos: ¡La música toca y toca y tu madre baila y baila! ¡Música! – Grita alguien- y la respuesta es: ¡si no es baile! Un juez de plaza de La México fue Lázaro Martínez. Un día, por una decisión polémica, alguien le gritó: Lázaro, levántate y vete. Uno dos tres… ¡chingue su madre el juez! Hubo un grito al pintor José Luis Cuevas que estaba presente en la plaza, una tarde que el ganado estaba saliendo muy malo. ¡Maestro Cuevas, estos toros pintan como usted… de la chingada! Otra exclamación más, que era un clásico: ¡Hay mucho gorrón en el callejón, menos tú Gonzalo! Se referían a Don Gonzalo Martínez, un aficionado que, desde el año de la inauguración de la plaza, en 1946, asistía al mismo burladero.

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Cada plaza tiene su conducta, pero se dice “es la voz de la México”, porque finalmente es la transmisión del pueblo con todos sus matices que se vuelca y satisface sus necesidades cuando encuentra placer y gozo en “su fiesta”, la que lleva casi 500 años de permanencia y celebración en territorio nacional. El mexicano y su gente es, a diferencia de otros países taurinos, muy sentimental y entregado por naturaleza; el día que se despide un torero de los ruedos le queda perdonado todo petardo, se entristece con la música y el toque de “Las golondrinas”, aplaude con nostalgia el adiós de una figura, borda el llanto; mientras se da consuelo bebiendo y fumando; cabe destacar que también es cáustico cuando se le va vivo un toro a un torero, lo destruyen con adjetivos tremendos, se les olvida que también hay a quienes se les “va viva la propia vida”, también los toreros son personas y es humano fallar. Dicen que La Plaza México es la cantina más grande del mundo, también la más querida por los toreros, nacionales y extranjeros por su calidez, por el reto que representa para los diestros querer conquistarla y hacerse parte de su historia. Hay un rasgo muy especial que se escucha de manera única en el también conocido Coso de Insurgentes, la forma con la que se evoca el mexicanísimo ¡oooooolé!, que entre sus características es tan intenso que se templa, se alarga y retumba en tierras aztecas, dejando claro que es una interjección anímica que describe el sentir de la fiesta de toros, como una expresión catártica que tiene la cualidad de contenerse o derramarse Ilustración 7.- La Plaza México (El Callejón y la Barrera). por las alturas de la plaza. El olé se puede cantar quedito o entonar bravío, como lo hacen en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid o ser como la fuerza del Guadalquivir, resumida alegría, cuando se entona en Sevilla o en otros rincones de España y México, en donde no se concibe la vida sin en el cante jondo del olé. El “olé” como cántico taurino es un quejío que rompe el viento. Es aliado de la locura reúne todo sentimiento; es un grito necesario que se vive mediante una gran faena. Es una expresión que canaliza el erotismo del toreo que se transmite entre toda la concurrencia a lo largo de toda la tarde, sucumbe a lo que no se puede decir en un discurso, posee la fuerza necesaria para sentirse vivo. La práctica del toreo en corcel generó con el tiempo la sucesión del toreo a pie. Fue necesario expresarse, arrancar del alma una exclamación que resumiera el impacto secular que recibía el toreo. La principal palabra que describió el estado de ánimo colectivo en una plaza pública o de toros fue el olé, que deriva de la raíz árabe wa-llah, ánimo y aplauso, alusivo a Alá que significa “Oh Dios”, ¡por Dios! Entonar la palabra olé, es semejante a orar. Su significado describe un culto religioso que se centra en el sacrificio del astado y a su vez parte de las deidades mahometanas y cristianas en torno - 14 -


a Alá. Por ello, considero que es similar al amén que se pronuncia al término de cada rezo, puesto que el toreo es también liturgia. Después de todo, las plazas de toros son también recintos espirituales dignos de oración. Cuando se conjugan los elementos propicios y se construye el arte entre el hombre y el astado, las plazas hablan. El olé se puede gritar en los sitios donde de la gana, dígase en Sacromonte lugar lleno de duendes o en México tierra noble y brava que no vive sin toros y sin maíz. Retomando los tipos de personas que van a la plaza, hay también taurófilos que se acercan a la definición de lo que es ser un intelectual, persona que además de tener una educación y Ilustración 8.- Plaza México cultura determinada, es quien tiene un juicio crítico ante el contexto social que le rodea, en lo político, económico y social, de acuerdo con su devenir histórico y que, además, aporta con su trabajo y desempeño diario elementos que enriquecen a su sociedad. El escritor José Bergamín dijo que los toreros eran analfabetos; pero ellos al igual que su público adquieren un perfil de personalidad y educación conforme a sus medios y su circunstancia, en gran medida por la relación y el medio social en el que se desarrollan, todo es un proceso de formación, incluso de instrucción social, también hay quienes tienen otra profesión además de matadores o matadoras Existen valores éticos, creencias y costumbres determinadas en donde se colocan los individuos, de ahí surge su rol social y por supuesto el estatus que ocupan en la vida. Hay taurinos intelectuales, pero también hay un sector que representa y expone sus conocimientos en torno a la fiesta con base en su cultura popular, los que viven el toreo a través de su propia experiencia y vivencia. Acuden a “La plaza más grande y cómoda del mundo” o a otras más que por su importancia y belleza arquitectónica son recinto para el toreo. Pero ahí está la gente, de ambos géneros, conservando y nutriendo al espectáculo aceptando sus altibajos, pero también ahora expresan su inconformidad ante el fraude constante que se vive en las plazas de toros. Desde el sujeto perdido de la localidad general, sentado en solitario debajo del reloj de la plaza, o los que acuden a palcos, el segundo y primer tendido, las barreras, todos bajo la presencia del sol o la sombra, proporcional a su bolsillo o su gusto, los de sol se dicen ser “El público que sabe más de toros”, cualidad que enorgullece a todo aquel que se dice taurino.

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También existe el aficionado práctico, el que descendió del tendido porque ya no pudo más reprimirse de torear, y sin ejercer el toreo como profesión, entrena y torea en festivales y ferias organizadas por ellos mismos. Esta agrupación formó la conocida Asociación De Aficionados Prácticos, en 1995, con aproximadamente cien personas de toda La República Mexicana, algunos son jóvenes y otros señores ya maduros; muchos soñadores, Ilustración 9.- Aficionado práctico. que les hace ilusión torear y su economía les permite satisfacer su deseo. Ellos torean novillos con la ayuda de las cuadrillas de La Unión Nacional de Picadores y Banderilleros. El ser humano es parte de un proceso de cambio, que vive su historia y su sociedad, al igual que el toreo. El aficionado ha sido testigo de las escenas más primitivas de la fiesta, muertes dramáticas que tiñen de grana el toreo o, como si fuera un fantasma, visten de pasamanería su tragedia. Sabe vivir o recordar la faena más artística y reconocer la decadencia del espectáculo, todo como resultado de una consecuencia, un cambio histórico, político y social. Si el toro ya no es el mismo de antes, su público tampoco. La patología que envuelve a la fiesta también ha sido un punto fundamental para que la gente se agrupe. El torero en un constante riesgo de ser empitonado es algo que inconscientemente atrae al espectador, así como la angustia, el drama y la muerte, existen conceptos morales y sociales que para algunas personas son intolerables por ser parte de su cultura. El mexicano en el tendido se comporta, inquieto, juega a pasarse las botas de vino entre unos y otros, como es natural mucha gente reunida no puede permanecer estática y menos en silencio, con ello aminora su tensión entre las faenas, pero cuando “llega el momento de la verdad” hasta entre sí se pide guardar silencio.

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Desafiar la muerte, la valentía y el dominio del hombre sobre la bestia por parte del toreo es algo que atrapa la atención, puesto que como parte de los muchos enigmas de la humanidad existen una serie de actitudes y conductas que parecieran no tener congruencia y razón, pero en todos existe una parte inconsciente que Sigmund Freud denominó “instinto de destrucción”, sensación que se experimenta de manera inexplicable; por una parte, nuestros instintos disfrutan el placer de ejercer la conservación de la vida y en ocasiones se propicia la destrucción de la misma. En este sentido, las cornadas sufridas por los diestros los llenan de orgullo, mientras los asistentes aparentemente sufren lo que sus ojos miran, pero encuentran un lado que nutre y goza la Ilustración 10.- El asombro. misma fiesta y sus enigmas. El antagonismo entre el dolor y el placer parecieran agentes que envuelven de manera inimaginable, el existir del hombre, siendo parte de su compleja condición. El toreo y su público con variados matices socioculturales, ha tenido siempre un lenguaje que lo distingue y lo define. Mientras que para el estructuralismo el lenguaje es una herramienta metodológica que usa en las ciencias sociales, en la jerga del toreo, es única, aplica como una complicidad de entendimiento, una palabra sugiere un concepto de significado y unidad semántica que logra dar a entender al sujeto una idea en un ámbito determinado, En este sentido la concurrencia llega a expresarse entre ellos con este tipo de comunicación: ¿Traes parné para el boleto? ¡Venga gachó vamos a jamar! Saca el paraguas, que ya viene la pañí”. Ese tío tiene malaje. Entre el caló y la comunicación constante del tendido, la mímica y hasta las expresiones más exageradas se distingue también ese ruido empedernido y contagioso del tendido además de bullicio humano, hay ruido al colocarse en los asientos, el cubetero de las cervezas, que dice: ¿cuántas del alimento más sagrado? Se escucha el sutil caer del vino que sale de la bota a la boca de un hombre o mujer, hay sonido al abrir el celofán de las golosinas de los niños, todo el mundo grita, gesticula, se saluda de manera efusiva, se exhibe, se excita, aplaude hasta dejar hinchadas y enrojecidas las manos, hay desorden, escándalo, se agitan abanicos en tardes de sol o empiezan a caer las primeras gotas de lluvia y ya hay movimiento en los tendidos. También existe ese murmullo que es único como si fuera el canto de un río, que cuando siente la fuerza de su cauce, el olé se transforma en cascada esparciéndose en cálida brisa por el ruedo de la plaza. Los sentimientos que produce tocan la parte sensible del aficionado. Murmurar forma parte del comportamiento y la expresividad del público, desde los tendidos, hasta el callejón de la plaza, la conducta humana tiene una gran variedad de - 17 -


significados, actitudes corporales, risas, angustias, lágrimas, sudoración excesiva o lo contrario, se siente la boca seca. Hay diversas formas de pronunciar sonidos y frases que llegan a ser parte de la colectividad, de ese polifacético e internacional público. Pareciera absurdo que en un ruedo donde un hombre se está jugando la vida ante las astas de los toros, la gente platique. Pero también existen momentos cruciales en los que la acústica humana se torna en sepulcral silencio, momento que sin explicación los miles de personas que ocupan su respectiva localidad se sumergen en una escala de tiempo en que desaparece todo sonido y movimiento, la atención está ahí, en esa pequeña distancia que habita entre los muslos de los coletas y la luna asesina que semeja los pitones de los toros tratando de asechar al diestro. En estos momentos aquél que fuera susurro que pareciera plegaria, es luto de viernes santo. Murmullos en la arena, el callejón, la barrera, los tendidos, el eco de los túneles, la enfermería, la capilla y las ganaderías en la mente y el corazón de quienes no dejan de hablar de toros, y de grandes faenas o de las que ni siquiera existen y las dibujan en su mundo onírico; pero siempre hay un rumor en los labios de todo taurino, de todo ser que tiene por privilegio poder pronunciar el cante misterioso de la fiesta.

III. PSICOLOGÍA SOCIAL DEL PÚBLICO La sociabilidad dentro de la tauromaquia ha sido un hecho indiscutible alrededor del espectáculo, ya sea dentro de la plaza de toros o fuera de ella, pero siempre ha existido como parte de una necesidad llevar a cabo una intercomunicación. En todas las plazas de toros independientemente de su capacidad y situación geográfica, el público es un objeto de estudio latente, en donde surge una gran cantidad de comportamientos de manera inesperada, que conllevan una carga emocional muy fuerte. Comenzando porque hay una reciprocidad constante, una comunicación que se exclama, escucha y percibe; incluso se observan códigos, símbolos y expresiones sin límite a lo largo del festejo. La conducta de un individuo muchas veces es condicionada por la imitación y percepción de sus semejantes, lo que muchas veces ocurre en conjunto en las plazas de toros. A medida que el tiempo transcurre la interacción que se desarrolla a lo largo del festejo avanza de manera vertiginosa, la corrida puede ir de menos a más o viceversa, las actitudes de la gente van determinando características psicológicas muy marcadas, creando así una interdependencia que permite plantear cuáles serán las reacciones de los demás. A mayor tiempo de convivencia mayor atrevimiento a la ruptura de reglas sociales, tomando en cuenta además un factor sumamente importante, el vino o la cerveza que se bebe durante la lidia de los seis o más astados. Lo normal y establecido se torna flexible, las expresiones van en aumento se llega a desatar el Eros reprimido, que por la misma naturaleza sensual del espectáculo despierta la lívido humana, en cuanto a esto Herbert Marcuse apuntó "Bajo condiciones no represivas, la sexualidad - 18 -


tiende a convertirse en Eros. Esto es, tiende hacia la auto sublimación en relaciones duraderas y en expansión que sirven para intensificar y aumentar la gratificación instintiva." El espectáculo taurino permite libertad en un amplio sentido tanto en el torero como entre el público, ya que corporalmente hay desinhibición, se rompe con la represión sexual que la sociedad machista domina y que no fácil acepta fuera de los cosos, como, por ejemplo, las actitudes y desplantes de un torero o su vestimenta. Aun así, no falta quien se atreva a silbar, a manera de burla, los desplantes garbosos vistos en la arena de cualquier matador de toros. “¿Dónde sino en la plaza de toros, puede el hombre adoptar poses tan sexualmente provocativas? La desfachatez llamativa del traje de luces, las taleguillas apretadas, el alarde de los atributos sexuales, las nalgas paradas, los testículos apretados bajo la tela, el andar obviamente seductor y autoapreciativo, la lujuria de la sensación y la sangre. La corrida autoriza esta increíble arrogancia y exhibicionismos sexuales.” 11 El público que asiste a las plazas de toros vive un juego voluptuoso que no se aleja a lo largo de la corrida. Dentro de esta parte lúdica-erótica el hombre y el toro tuvieron sus primeros encuentros a manera de diversión. Hoy en día, el torero pareciera seguir jugando y arriesgando su anatomía ante las astas del animal, esto provoca el gozo inconsciente mientras el público, si es que no se percata de esta situación, añade la suya, es decir, se conduce entre sí de manera lúdica y sensual en los tendidos, mediante un coqueteo constante. Así, parte de la concurrencia busca en la plaza, una interacción más estrecha, más humana, que claramente constituye la construcción de un lenguaje cálido y sensual. La interacción presenta estructuras educacionales, reglas establecidas, costumbres y valores en una sociedad determinada. Los grupos humanos en convivencia tienden a la espontaneidad. En la plaza existe una constante y llamativa forma de conducta que muchas veces sin pensar invita a los demás a seguir la pauta, un ejemplo es el grito que comienza entre unos cuantos ante un diestro y expresan con fuerza ¡torero, torero, torero! lo mismo ocurre con el aplauso, el chiflido u otras expresiones, que muchas veces por contagio se esparcen en el ruedo pronunciando un eco melodioso que pareciera salir de una cueva de gitanos. Las estructuras sociales explican los modelos de significación en el sentido de las cosas, adquieren una actitud de entendimiento conforme a las acciones de los individuos y su relación con el objeto; es decir, sujeto - objeto siempre se afecta, puesto que existe una acción de reciprocidad dentro del comportamiento humano. Esto a su vez, en todo espectáculo, provoca una expectativa colectiva que se ejemplifica entre la concurrencia en cada momento; como, por ejemplo, las acciones de aceptación, rechazo, exigencia, júbilo o nerviosismo son latentes, lo que lleva a interpretarse como una fenomenología en lo que se refiere a la resonancia y conducta social de los presentes. 11

Fuentes, Carlos. El Espejo Enterrado. Fondo de Cultura Económica. México, 1994 p.24 - 19 -


El fenómeno de la psicología social, por lo tanto, representa la suma de dos o más psicologías individuales, teniendo como ejemplo principal la presencia interactuante, ya que opera fuera de los individuos y entre los individuos. No existe mejor sitio como en una plaza de toros para profundizar en una psicología colectiva, que demuestra las reacciones ante lo intenso y el dramatismo estético que existe en el toreo; por ello, hay dos tipos de comportamiento social en las localidades de la plaza, por un lado, el de corte psicológico y por otro, el sociológico, ambos conjuntamente reunidos bajo esquemas de conducta humana que se manifiestan en el espectáculo. Cualquier cambio dentro de la estructura de la corrida implica una modificación en el impacto de toda la comunidad; por ejemplo: el vacío generacional de nuevas figuras, la prepotencia de las empresas y el desacuerdo de las mismas que no son más que secuelas de una larga dictadura impuesta por algunos toreros llamados “mandones” y empresarios en complicidad, que se filtran en varias plazas del país, así como los hechos que se presentan en alguna tarde de corrida, como el regreso a los corrales de un toro que no cumplió con el peso, la edad y el trapío o el afeitado del animal que trae como consecuencia la intolerancia del público, el desprestigio para el ganadero, el problema que se desencadena para el torero (en caso de que no cambien al toro por otro que cumpla los requisitos, muchas veces hasta en una sola tarde se regresa parte del encierro), el juez es severamente abucheado, surge la ruptura de los reglamentos, las actitudes de la autoridad de plaza, el complot entre apoderados y empresa, en fin una serie de elementos que muestran la decadencia de un espectáculo. Al no existir “toros de lidia”, “el ganado bravo”, “la bien presentada corrida de toros” el aficionado se enfrenta con la desilusión, los toros no tienen fuerza y se caen en el primer tercio de lidia, quedando prácticamente inservibles para la muleta, esta situación tiene insatisfecho al aficionado. Este tipo de circunstancias propicia actos de alteración en la conducta del público generando dinámicas de acción social que van cargadas de alteración y agresión en el comportamiento; otros actúan simplemente con apatía por la fiesta y deciden ya no ir a las plazas, este aislamiento y la depresión taurina se ha tornado una constante grave para la fiesta de toros. Las generaciones que saben de tauromaquia y han llegado a una edad de respeto, tanto en años cumplidos, como en número de asistencias a los festejos, prefiere amargamente ya no pararse en una plaza. Para ejemplificar este hecho cabe relacionar un concepto teórico denominado anomia, el cual el sociólogo francés Emile Durkheim se encargó de aportar para definir a las sociedades y sus alteraciones: “Existe anomia cuando no hay estándares dados que guíen el comportamiento en un área concreta de la vida social, en estas circunstancias la gente se encuentra desorientada, ansiosa y desmoralizada, es decir falta una organización que controle y dirija determinadas circunstancias" La anomia se refiere a una situación en que las normas sociales pierden su influencia en el comportamiento individual. Es también un sentimiento de carecer de propósitos u objetivos en la vida producido por determinadas condiciones sociales. 12 12

Giddens Anthony, Sociología Ed. Alianza. Madrid, segunda edición. 1996. p. 745 - 20 -


En la plaza de toros los cambios dados de manera inesperada repercuten y afectan la conducta social de todos los integrantes que conviven entre sí; además de las empresas, la comisión taurina, las autoridades de la delegación correspondiente y otros grupos y subgrupos previamente organizados constituyen parte de esta corrupción, que no deja de ser representativa del ventajismo que se vive en el ámbito de los toros y sus grandes agentes sociales inmersos en este animal que ha sido amo de los ruedos, y ahora es víctima de quienes sacan ventaja de él y lo manipulan tanto. Es sabido que, dentro de la bravura, hasta los toros humillan, ¿por qué no lo hacen los que se supone organizan su fiesta? Finalmente, todo sería más sencillo si se respetara el fluir del espectáculo y se dejara de lado la demagogia y el protagonismo que el público ya no tolera más por parte de quienes tienen el poder. Si se procediera a llevar a cabo una tauromaquia impecable como lo es el toro mismo en el campo, se recuperaría la fiesta y los cosos taurinos se volverían a llenar. A lo largo de la historia del toreo se ha atravesado por múltiples vicisitudes y cambios que van desde lo social a lo político, pero siempre manteniendo vivo el fervor taurino de acuerdo con su devenir histórico. La diversidad de grupos humanos, distribuidos en un albero, constituyen una cohesión entre sí integrándose unos a otros mediante la afición por la tauromaquia, las fuerzas que impulsan a los sujetos por pertenecer a la fiesta los hace tener un perfil similar; sin embargo, aún entre la multitud algunas personas llegan a sobresalir por determinadas características. Es decir, los espectadores forman un grupo y de éste se derivan los subgrupos con diferentes perfiles de conducta que los hace asociarse y lograr conforme a su postura un lugar en la plaza, por ejemplo, en La Plaza México, se dicen los aficionados de sol, de sombra, los de la porra libre, la contra porra, la porra de ingenieros, la porra de alcohol, entre otros. En este sentido, como ya se mencionó, es preciso dejar claro que las corridas de toros llegaron a ser un fenómeno de masas, y cuando éste se llega a repetir, representa toda una vertiente psicológica de estudio. Antes, las plazas de toros se llenaban hasta su máxima capacidad. Existía todo un ambiente previo a la corrida, se conglomeraban miles de aficionados. Hoy en día lo que fue un fenómeno endógeno al entrar a las plazas se volvió exógeno a la salida de sus espectadores, debido a múltiples factores que han hecho que la fiesta en México pase por una fuerte crisis taurina. Pero qué ocurre con este fenómeno. En los años 60 y 70s surgen estudios e investigaciones que destacan el concepto de masa social, el médico francés Le Bon subraya que el hombre en grupos muy grandes pierde su individualidad por contagio, perdiéndose la voluntad propia, llegando a presentar reacciones negativas e incluso peligrosas de controlar, se toma fuerza inexplicable y se nutren todos de la misma para lograr objetivos, de esto mismo se sustenta Sigmund Freud para sus estudios psicoanalíticos. Cuando hay esta variedad de estudios de masa y se pretende profundizar primero en el sujeto de manera independiente, se recurre a otras corrientes psicológicas. Actualmente, las teorías tienden a aplicarse a técnicas individualistas como la psicoterapia existencial humanista basada en La Gestalt.

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En las corridas de toros este concepto de masa llegó a ejemplificarse muchas veces, el hecho de querer entrar a la plaza pese a cualquier circunstancia, las llamadas grandes broncas desatadas en los tendidos mostraban todo ese carácter del aficionado, la pasión ciega que en conjunto era una "masa humana" caprichosa, enardecida, capaz de elevar al cielo a los toreros o abuchearlos hasta llegar a hacerlos cuestionar su profesión, o incluso retirarlos. En una ocasión en La Plaza México, el 20 de enero de 1947, toreaban Lorenzo Garza, Manuel Rodríguez “Manolete” y Arturo Álvarez “El Vizcaíno”, con toros de San Mateo. Esa tarde, se dio en los tendidos una de las broncas más recordadas en la historia del toreo, el público molesto por varios acontecimientos, entre ellos, los desacuerdos con la empresa y la intolerancia de los aficionados le provocaron un pleito enorme a Garza a tal grado que el torero desenfundó el estoque y llegó a amenazar al público en medio de una lluvia de cojines, intervino la cuadrilla y la policía. El torero terminó en la cárcel. Ocurrió también que prendieron fogatas en las alturas encendiendo las butacas del tendido general, en donde la gente a manera de rechazo provocó el desenfreno total entre los asistentes, las autoridades no se daban abasto para controlar el desorden. El significado de masa, da la idea de sensación de una mezcla homogénea de varios elementos apiñados, en este caso es de cuerpos y mentes humanas, que con su fuerza puede tener un impacto intenso que se alimenta a sí misma, se eleva, llegando a ser omnipotente, tirana, con don de mando, hace lo que siente y quiere, es una cohesión que puede empezar con sólo dos personas, que al ir creciendo, necesita alimentarse, comerse a sí misma, aunque suene como una barbarie, es impredecible, poderosa como el mar abierto, se propaga como el fuego, quizá esa libertad que en ella se vive es lo que la hace arrogante, plena, satisfecha hasta el hedonismo propio del ser humano. El toreo ha dejado de ser fenómeno de masas en un concepto estricto, en ello intervienen múltiples factores conforme la sociedad ha cambiado la fiesta de toros ha tenido un giro, que se representaba con la imagen de un torero de acuerdo a su circunstancia histórica, un ejemplo fue Manuel Benítez, "EL Cordobés" torero de los años 60s, en donde la sicodélica moda y la ruptura de cánones eran una constante, las masas estaban presentes alrededor del Rock y de las constantes manifestaciones que pretendían un cambio social de estructuras ideológicas, con propuestas nuevas y ambiciosas tanto en la literatura como en la política y las artes. La supresión de los públicos masivos en los toros es algo inesperado, las plazas ya no se llenan a su totalidad, entre algunas cosas por la falta de presencia de los toros y la carencia de figuras del toreo. Por el mal manejo empresarial que mucho daño le ha hecho a la fiesta y hasta por la falta de presencia en las cornamentas, que ha cortado el acecho y peligro en el ruedo; por más salvaje que parezca esta teoría; pero ahora, ya no se ven las masas desencadenadas, sin que nadie sea capaz de controlarlas puesto que cambiaron de recinto: se refugiaron en el fútbol y otros espectáculos. Por mucho tiempo permanecieron y hacían presencia en las plazas, tenían voz propia y se daban a la tarea de reformar su inconformidad. Era, en cierta medida, una manera de fraguar el ambiente en el toreo.

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La ausencia de figuras que ofrezcan un repertorio amplio, para satisfacer los gustos de la diversidad de aficionados en los últimos tiempos y las necesidades de la fiesta ha sido un factor determinante para abandonarla. Años atrás, existían los toreros románticos, heterodoxos, ortodoxos o tremendistas, podría citarse a David Silveti, como él último torero místico de México, firmemente creyente y guadalupano que salía con la certeza de estar como dice el escritor Carlos Castaneda, con la muerte presente del lado izquierdo del cuerpo y a la distancia que existe al levantar el brazo de manera perpendicular, por eso toreaba al natural de esa manera, moría cada tarde y hacía morir al prójimo de tanta dicha, se desgarraban las gargantas de toda la concurrencia. La gente también puede enfermar de emoción, se llega a sentir quebrantarse porque vacía su alma en las plazas todos los domingos. Cuando Silveti toreaba había en el aficionado un desgaste emocional, un exceso de adrenalina, quizá por eso al día siguiente de la corrida, los que lo vieron caminaron por las calles sin brújula, se perdieron en sus propias oficinas, escuelas, hospitales, fábricas, alguna empresa o en casa, mientras que, en la plaza, se puede imaginar, que estaba llena de espíritus repitiendo la escena una y otra vez. Desde hace ya varias décadas, la fiesta de toros en México atraviesa por una fuerte crisis, se vive una nostalgia general mientras la taurocracia mal maneja su administración. Y también los impactos de la economía se ven en las taquillas, ya que el espectáculo no es en precios muy accesible para familias grandes. Lamentablemente, existe un mal social llamado "poder", que ataca a las personas cuyo perfil se define por sacar provecho y ventaja de la riqueza y exuberancia que la "fiesta" derrocha por su naturaleza. La historia taurómaca ha sufrido fuertes altibajos y dictaduras empresariales. Actualmente pareciera mentira, pero aún vive las secuelas de la opresión martinista, que, sin duda, ha sido de tal resonancia que hubo generaciones de toreros que se quedaron con el deseo de partir plaza, bloqueados por el capricho del "mandón". Entre ellos el último romántico del toreo en sus mejores años Rodolfo Rodríguez “El Pana”. Mientras en la otra rama, la administrativa, sus discípulos seguían manejando el negocio de los cosos, en donde los arrogantes empresarios ven temporada tras temporada, solamente un "negocio", basado en la mercadotecnia, trayendo como consecuencia una fiesta que se ha quedado en la superficialidad, en el materialismo puro. Se cae entonces en un laberinto, peor que el del Minotauro, en donde no hay salida de las autoridades tocadas por la soberbia, y lo que es peor se llega a la prepotencia, que no permite dar paso a la opinión honesta de quienes sí se interesan por la integridad de las corridas. Los reglamentos taurinos se violan, las autoridades gubernamentales tienen fijados intereses en otros espectáculos públicos, pasando por alto los toros que son un fenómeno sociocultural. Es necesario dar un nuevo giro a la tauromaquia mexicana, el país ha sido muy generoso en su geografía y sus tierras bravías, en clima, que favorece al ganado, en iluminar el espíritu de los mexicanos en sus variadas expresiones artísticas y en el don de dar toreros que derraman sentimiento en las faenas, como para - 23 -


que ahora, la movilidad social administrativa que se suscita en el toreo haya apuntado al "modelo y perspectivas del toreo moderno poco adaptado a la verdad”. Aunado a los antitaurinos que antes ni existían, solo eran aficionados o no aficionados, pero que ahora son los grupos de choque más agresivos que existen y parecen más organizados que los mismos taurinos. El límite de la tolerancia de la afición mexicana está en un momento crucial, es necesario reflexionar, pero también actuar, ¿En dónde está la ética del toreo?, los toros han sido el reflejo vivo de la historia social y política del pueblo, si se marcan los límites que debe tener la tauromaquia al igual que el país, se intentará un cambio, se tendrá, entonces, una fiesta digna y democráticamente brava. Cuando la fiesta ofrecía su pureza se percibía en los tendidos una fuerza humana que hacía llenos tumultuosos, hasta la bandera. La familia entera asistía, porque los precios también eran más accesibles. No existía la diversidad de espectáculos que ahora se ofrecen, y aun así con menos población que ahora, las plazas de toros estaban llenas, la gente estaba de pie en todos los cosos de la república mexicana; se sentía la calidez del espectáculo, en donde el público hacía sentir su agrado o desagrado popular, la colectividad se manejaba iracunda, capaz de hacer valer sus derechos ante cualquier fraude. Era parte de un desahogo desenfrenado, las broncas épicas, los calificativos de la plebe, los léperos, los borrachos de las porras que provocaban barullo, son ahora dispersión humana canalizada en otros sitios; al final, etílicos o no tenían otra conducta. El aficionado inconforme ahora sólo silba y su rabia no trasciende a estados amenazantes y primitivos, su cólera es impotencia, al igual que se pude mostrar ante el sistema político, al secuestro, la transa y el robo que se sufre día a día en este país corrupto. La intolerancia taurina deambula en silencio y vive el ayer de manera nostálgica, el descontento genera hartazgo ante tanta desvergüenza. Si se burla al público que sostiene al espectáculo hasta este siglo XXI, ¿de quién más se pueden burlar? Con esta serie de vicisitudes y la panorámica difícil que vive la fiesta es necesario tratar de contrarrestar a sus detractores, no solo son los grupos de taurófobos y falsos ecologistas sus principales obstáculos, el problema es interno, es su gente, por lo mismo, los grupos que la defienden propician rescatar su esencia, su impacto histórico, social y cultural y difundirlo por medio de actitudes maduras de respeto al toro y su fiesta, en ellos está su aportación sana y positiva. Si ha existido un vacío de figuras y toros intactos, también su público se ha distanciado a amanera de protesta, es necesario comprometerse con la fiesta, leer más, estar informado y participar en la medida de lo posible por el bien del espectáculo. Muchos taurinos tienen pasión, concepto difícil de definir por su profundidad, es quizá algo similar a la conjunción de los cinco sentidos que entran en juego al mismo tiempo y modifican el estado de ánimo de una persona y lo llevan a niveles superlativos de emoción. Es una exaltación que camina por dentro del cuerpo y corre por la sangre. La pasión, es cierto, no tiene razón. El toreo es sentirlo, aspirarlo, disfrutarlo. Si la pasión de muchos taurinos está siendo amenazada, es tiempo de análisis y reflexión. - 24 -


Muchas de las consecuencias de crisis del toreo moderno es que ha habido largos tiempos en que se hizo una gran brecha generacional, no hubo una educación taurina para los niños, niñas y jóvenes. Si se pregunta a un aficionado de edad madura por qué le gustan los toros, la mayoría dice que sus padres de niño los llevaban los domingos, pero si ahora la afición se retiró de los cosos, ¿a dónde van los niños los domingos? los mismos toreros que tienen hijos dicen, “no quisiera que fuera torero”. Las nuevas generaciones no saben llevar a cabo ceremonias y ritos, la vida misma es más práctica y las diversiones son de una dinámica ajena a los cultos; en la tauromaquia sucede que los taurinos que vivieron épocas de oro propiciaban en sus casas un previo ambiente a la corrida, se escuchaba pasodobles, hablaba de quien toreaba y la ganadería que se presentaría; se miraba al cielo, se veía si había viento, o sol; se escuchaba más la radio y se veían las corridas también por televisión, no había videojuegos. Hoy en día, hay sitios de juego para niños bastante concurridos, ahí se muestra la imagen y el prototipo a futuro de la vida de los menores, le crean escenografías hechas a su tamaño para jugar a satisfacer necesidades creadas por el hombre en cuestiones urbanas, muchas de ellas hasta superfluas basadas en el consumismo. Los centros comerciales y los sitios con juegos electrónicos son concurridos, mientras los tendidos de las plazas dejaron de tener sonrisas infantiles porque las corridas dejaron de ser una opción dominical, y solamente para los que pertenecen a una familia taurófila gozan de ella algunas veces. En este aspecto es fundamental la presencia de nuevas generaciones, hace pocos años se han dado cuenta de ello, tratando de impulsarlo. ¿Cuántas familias en México pueden tener Internet para ver las corridas de toros? Los niños dejaron de tener héroes taurinos, por lo tanto, no quieren ser toreros, no tienen ninguna imagen qué seguir con entusiasmo y admiración, esta imagen se deposita en personajes hechos por computadoras o en los nuevos héroes de la época global. Además, desde críos reciben la contracultura taurina en las escuelas con las supuestas clases de “ecología” de un animalismo desviado a la realidad que se les imparte, esos educadores, no tienen ni la más vaga idea de la importancia de las ganaderías que son verdaderos ecosistemas y la forma en la que trabajan para la conservación de la especie del toro bravo. ¿Quién juega hoy en día a echar al toro en el asfalto de la ciudad, si los niños ya no pueden salir a jugar a las calles por la inseguridad que existe? En esta época se encienden las máquinas para todo asunto lúdico, la tecnología ha tendido un avance vertiginosamente se cambiaron los avíos de los chavales, al ir usando aquellos primeros juegos llamados Nintendo y el Play Station; XBOX ONE, con ello la vocación de matador de toros dejó de ser sueño de maletillas. Ya no se juega con tierra, piedras o maderos, elementos que sensibilizan los cinco sentidos. Para ver una vaca hay que ir por carretera aunado a todo esto se viene comentando que existen decretos para impedir la presencia de los niños en las corridas, por la “supuesta violencia del espectáculo”, mientras por otro lado, pueden jugar con objetos bélicos, ver la televisión con imágenes cargadas de delincuencia, asesinatos y violaciones, sufren - 25 -


violencia intrafamiliar y maltrato o abuso infantil, pero… “no deben ir a los toros”, cuando nadie puede interferir en la educación de nuestros propios hijos.

Desde el año 1998 en algunas provincias de España como en Cataluña con el decreto del Generalitat se quiso prohibir la entrada a menores de catorce años a las plazas, a lo cual La Federación de Entidades Taurinas se opuso rotundamente. También en México, en 2001, por parte de la Comisión de Preservación del Medio Ambiente y Protección Ecológica de la Asamblea Legislativa, surgió un anteproyecto de ley de protección a los animales, subrayando en el artículo 89 la Ilustración 11.- San Marcos Aguascalientes prohibición de menores de edad en los toros, además de sancionar todo acto de crueldad y de maltrato a un ser vivo; y como esta, se han sumado continuamente este tipo de imposiciones políticas. Prohibir simplemente es cuestión de dictaduras. La fiesta brava tiene hondas raíces culturales, por lo tanto, todo tipo de prohibiciones resulta agresivo. Asistir a las corridas de toros más que un acto de censura es de elección, educación y cultura para cada persona o para cada familia. Es muy importante inculcar valores, muchos de ellos se encuentran en una plaza de toros, ahí está un amplio mundo de ejemplificación de vida, escenas fantásticas que parecieran de otra época, e imágenes que unen el campo y la ciudad, es importante llevarlos a las plazas e ir graduándoles el espectáculo para ir asimilando este mundo. Los niños también hacen una verdadera sociología en los tendidos. Los niños sostendrán en un futuro la cultura de México, se necesita retomar la filosofía, del toreo y adaptarla a su edad, hay libros para niños, también leer con ellos la poesía de Federico García Lorca, y hablarles de Manuel Rodríguez “Manolete”. Platicarles Ilustración 12.- Niño Salvador Santoyo que algunos niños toreaban desde corta edad, como Fermín Espinosa “Armillita”, Rodolfo Gaona, y en tiempos más actuales lo fue Julián López “El Juli” o Miguel Abellán; sin olvidar a los niños toreros mexicanos que han

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surgido de manera mágica en los últimos tiempos: Hilda Tenorio, Lupita López, Joselito Adame, Juanito Chávez y algunos más. Muchos toreros se han apodado “Niños”, marcando la historia de la fiesta atrayendo más público; es valioso informar y no deformar a los pequeños y jóvenes, también ellos son parte del público y han heredado la afición con la constancia en sus asistencias, escuchando siempre en su casa hablar de toros. Más de alguno de estos pequeños se han hecho toreros e incluso son artistas del pincel, la fotografía y la misma crónica taurina; quizá por tener la magia de oír por la noche al “duende” hablarles de toros antes de dormir. Mientras tanto es importante mantenerlos partícipes y sentaditos en la barrera de la plaza comiendo caramelos agridulces como el toreo, pero siendo parte de este fenómeno social que ha mantenido por generaciones vivo al toro y a su fiesta. El público taurino en su conjunto sumergido en los diferentes estados de la república como en la Monumental de Insurgentes son una riqueza de estudio, un fenómeno social vivo que se agrupado en torno a ese animal emblemático que es el toro de lidia, capaz de reunir por siglos a personas de todas las edades, y creencias, celebrando el único ritual de sacrificio vigente en plena posmodernidad. La tauromaquia, prevalece por ser un emblema ancestral que nos remite a comprender que la vida y la muerte, son parte de un ciclo eterno, un ritual que más allá de la terquedad humana, es un alimento espiritual que salva de la vida mediática, en medio de una globalización en donde figura el vacío de los rituales y las tradiciones milenarias pero que sí las ofrece un hombre en la arena jugándose la vida y plasmando su obra efímera en un palmo de terreno.

Ilustración 13.- Niños toreando.

Mary Carmen Chávez Rivadeneyra - 27 -


BIBLIOGRAFÍA Alameda, José. La pantorrilla de Florinda y el origen bélico del toreo. Ed. Grijalbo, México, 1980. 109 pp. Bartra, Roger. La jaula de la melancolía. Ed. Grijalbo, México, 1987. Quinta edición 271 pp. De Cossío, José María. El toreo I. Ed. Espasa Calpe, Madrid, 2000, 160 pp. Diccionario de Sociología, Ed, Fondo de Cultura Económica, 1975, México 317 pp. Fuentes, Carlos. El Espejo Enterrado, Ed. Fondo de Cultura Económica, segunda edición, México, 1994. 440pp Freud Sigmund. El Malestar en la Cultura. Ed. Alianza, 12ª. Edición.1987. Madrid, 240 pp. Giddens, Anthony. La Constitución de la sociedad. Bases para la teoría de la estructuración. Ed. Amorrortu. Buenos Aires, Argentina 2003. 412 pp. Giddens, Anthony. Sociología Ed. Alianza, segunda edición. Madrid, 1996, 864 pp. Moliner, María. Diccionario de uso del español. Ed. Gredos, Madrid, 2000, 160pp. Moya, Miguel, et al. Psicología Social. Ed. Mac Graw-Hill. España, 1994. 982 pp. Nieto Manjón Luis. Diccionario ilustrado de términos taurinos. Ed, Espasa Calpe, 1987. 450 pp Núñez y Domínguez, José de Jesús, Historia y Tauromaquia Mexicana. Ed. Botas, México, 1944. 270 pp. Ortega y Gasset, José. El hombre y la gente. Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1957. 317 pp. Ortega y Gasset, José La rebelión de las masas. Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1952. 182pp. Portilla Jorge, Fenomenología del Relajo. Ed. Fondo de Cultura Económica. Segunda edición. 1992. 213 pp. Ramírez, Santiago. El mexicano, psicología de sus motivaciones. Ed. Grijalbo. México, 1977. 192pp. Romero de Solís, Pedro. García-Baquero González, Antonio. Vázquez, Parladé Ignacio. Sevilla y la fiesta de toros. Ed. Biblioteca de Temas Sevillanos. Sevilla, 1980. 158 pp. Shubert Adrián, A las cinco de la tarde. Una historia social del toreo. Ed. Real Maestranza de Caballería de Ronda, Madrid, 2002. 300 pp. - 28 -


RELACION DE FOTOGRAFIAS Las fotografías son alusivas al público, tanto en México, como en España. Foto de portada Oskar Ruizesparza. 1. Pijoan, José. Summa Artis Historia general del arte. Ed. Espasa Calpe. Madrid, 1953 Tomo VI. El arte prehistórico europeo. Tercera edición, 554 pp. 2. Abad, Ojuel Antonio y Emilio L. Oliva Paíto. Los toros. Ed. Argos, Barcelona 1966, 463 pp. 3. Santos, García Manuel, El Ruedo de México. Año IX. No. 39 México, D.F. 1º. De marzo de 1954 p.5. 4. Abad, Ojuel Antonio. Los toros…Ibidem 5. Ibidem. 6. Ibidem. 7. Chávez Rivadeneyra, David. La Plaza México. El callejón y la barrera. 8. Colección Particular de Cué Echeverría, Rafael. Aficionados Prácticos. 9. Abad, Ojuel Antonio. Los toros…Ibidem 10. Revista de Revistas La Plaza México. No. 4437, febrero de 1996 p.29 11. Arroyo Paola, Plaza de San Marcos, Aguascalientes. 12. Arroyo Paola. Niño Salvador Santoyo a la usanza de Juan José Padilla. 13. Abad, Ojuel Antonio. Los toros…Ibidem Aportaciones de los gritos de La México: Jaime Oaxaca.

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