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Calderón Guerrero, Julián “El Jato”
from Diccionario de toros Tomo 1
by FCTH
y Luis Mera, que fue ovacionado en su primero y escucho palmas en el otro, mientras que José Cabezas vio como se guardaba silencio tras la lidia del primero de su lote y escuchaba palmas en el otro. Tras su poco halagüeña presentación ante la cátedra madrileña, sus actuaciones en España se fueron reduciendo cada vez mas y su nombre fue perdiendo fuerza hasta el punto que para torear tuvo que viajar a tierras americanas. Allí lo hizo con más frecuencia y hasta llegó a doctorarse en Bogotá (Colombia), el 19 de marzo de 1931 con toros de la ganadería de Mondoñedo, de manos de Ángel Navas “Gallito de Zafra”, con el rejoneador Miguel Cuchet de testigo. Continuó toreando en tierras americanas, donde al parecer fijó su residencia y en 1935 vemos anunciada su presentación en la plaza de toros limeña de Acho (Perú), el 3 de febrero, con toros de La Viña, alternando con José Pastor y Florentino Ballesteros.
cAlderón guerrero, Julián
Matador de toros nacido en Badajoz el 25 de octubre de 1935, aunque en “El Cossío” y otras fuentes he visto consignada la fecha de 1939. También es necesario consignar que durante su prolongada carrera profesional utilizó los nombres artísticos de “Julián de Badajoz”, “Julián Guerrero” y “Guerrero Salmerón”. Pasó su niñez en Argelia donde se había trasladado a vivir su familia, pero con la edad de 15 años regresó a España como polizón en un barco donde comenzó su andadura taurina al comienzo de la década de los años 50 del siglo XX. El 8 de septiembre de 1953 pudo vestir su primer traje de luces para actuar como sobresaliente en un modesto festejo en Torrelaguna (Madrid), y el año siguiente ya pudo estoquear su primer astado, en Menasalbas (Toledo), tras lo cual, vendrían las capeas, los viajes en trenes de mercancías, actuaciones en la parte seria de un espectáculo cómico, y hasta trasladó su residencia a Barcelona, para poder torear preferentemente en ruedos catalanes y franceses, constituyéndose por lo general en empresa para poder torear, la mayoría de las veces con pérdida de mucho dinero. En 1958 toreó en Manresa, el 12 de octubre, alternando con Roberto Espinosa y el venezolano Efraín Girón y tras muchos años toreando escasos festejos sin picadores, debutó con ellos pasando al escalafón inmediatamente superior, el 31 de mayo de 1965 en Colliure (Francia), y tres meses después, se presentó en Las Ventas (Ma-
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drid), en una novillada de oportunidad celebrada la noche del 21 de agosto. Compartió cartel con otros cinco novilleros: Andrés Coloma “Clásico”, Eulogio García “Carbonerito de Madrid”, Manuel Fernández Pineda, Manuel Pantoja “Faraón Gitano” y Francisco Cutillas “El Filigrana” ante ganado de José de la Cova Benjumea. Esa noche se anunció como “Julián de Badajoz”. No tuvo suerte en su actuación. La espada le jugó una mala pasada y tras escuchar dos avisos presidenciales fue silenciada su labor. De 1970 a 1980 vivió en la Costa Brava, toreando muchas veces como sobresaliente. En dos ocasiones figuró como empresario de sus propias actuaciones, encerrándose en solitario con seis novillos, con el resultado final de acumular más deudas que gloria. Varias veces estuvo a punto de abandonar pero continuó bregando por esas plazas de Dios, de talanqueras y en capeas hasta que el 1 de mayo de 1978 logró torear en la Monumental de Barcelona incluido en otra novillada de oportunidad con otros cinco actuantes, consiguiendo en tal coyuntura cortar una oreja a su novillo de Antonio Garde Giménez. Posteriormente, y ante la falta de contratos, trató de llamar la atención lanzándose como espontaneo en la plaza de Valencia en 1981 dos tardes consecutivas, y cómo toreó muy bien, y además se declaró en huelga de hambre, al fin pudo ver conseguido su propósito de verse incluido en una novillada en el coso valenciano de la calle de Xativa el 13 de septiembre, alternando en la lidia de novillos de Vázquez Silva (5) y uno de Blanca Belmonte, con Francisco Gázquez “Curro Valencia” y Valentín Pedrajas. Fracasó en esta oportunidad al escuchar dos avisos presidenciales en su primer novillo de Blanca Belmonte, y uno en el cuarto. Toreó esa única novillada picada en la temporada pero no por ello cejó en su empeño de ser torero importante. En 1982 se lanzó como espontaneo en la plaza de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla en una corrida televisada, pero fue detenido por la policía porque un telespectador a quien debía dinero por un negocio de joyas le reconoció y le denunció. Pasó siete meses en Carabanchel hasta que un juez reconoció que una deuda comercial no es lo mismo que una estafa. En mayo de 1983 se lanzó de espontaneo en Las Ventas, instrumentó pases templados y elegantes y fue ovacionado. En esta ocasión no hubo detención. Por fin firmó un contrato. A El Jato le había llegado la hora de la verdad. Era la oportunidad que llevaba esperando 30 años: “Es la mejor oportunidad de toda mi carrera. Tengo la ilusión de un chaval y la experiencia de un anciano”, dijo, e imprimió una propaganda para este importante compromiso, “Flores en la arena o sobre mi tumba”. “Todo es cuestión de mentalizarse”, dijo totalmente convencido,
rayano en lo místico. “Si tengo los conocimientos claros en mi mente y los aplico correctamente, los resultados serán positivos. No hay que hacer caso a esa gente que te dice que lo dejes, que intenta quitarte la ilusión y la fe”. La corrida se anunció para el 8 de abril de 1984, en la que el único espada de lidia ordinaria fue él porque el resto de los participantes fueron rejoneadores: Manuel Jorge de Oliveira, Luc Jalabert, Demetrio Centenera “Deme Centenera”, Joaquim Alfonso Correia Lópes, que debutaba en Madrid, como Deme Centenera. También actuaron los forcados Amadores de Moita de Ribatejo que intervinieron en los cuatro toros de rejones, dando la vuelta al ruedo en unión de Centenera en el cuarto, y siendo muy ovacionados en el quinto. Se corrieron cuatro toros de Germán Gervás para rejones (1º, 2º, 4º, 5º) y dos de Manuel Moreno Pidal (3º y 6º), de lidia ordinaria para El Jato. No tuvo suerte con la espada, cosa lógica teniendo en cuenta lo poco que toreaba. Recibió dos recados presidenciales en su primer novillo. Por su interés, transcribo la parte correspondiente a su actuación de la crónica que escribió para el semanario “Aplausos” José Luis Suarez-Guanes (Conde del Valle de los Pandueles) en su número del día siguiente, 9 de abril: “No estuvo afortunado “El Jato” en esta novillada, que no era la de su presentación en Madrid, pues como Julián Calderón intervino en un festejo de seis espadas en el segundo lustro de los sesenta, aunque se anunció con su nombre de pila. Está muy en agraz, a pesar de los años, con el capote y anduvo muy desorientado en su primera faena de muleta en la que, tras unos principios precavidos y bailándole las zapatillas, logró ajustarse algo mas en unos redondos. Intentó el toreo zurdo, saliéndole solo airoso el de pecho y dio paso a unas manoletinas que no le resultaron. Muy mal con la espada, acabando al cuarto intento, con travesía, después de haber entrado siempre de forma poco ortodoxa. Algo mejor, pero desorientado, se mostró con la capa en el sexto. Con la franela le faltó ligazón y un poco de decisión en tarde tan trascendental para él, pero hay que reconocer que instrumentó algunos redondos de porte, dentro de un tono estatuario en los que dejó constancia de cierta personalidad que no tienen los novilleros actuales, todos cortados por el mismo patrón. Ya he dicho que algunos muletazos resultaron conseguidos, aunque hubo momentos en que salió de las suertes en tono desairado. Cuando se confió quiso dar un tono litresco a algunos pases. mató de metisaca y estocada y los pitos del público, al querer recibir unas palmas de despedida, no estuvieron justificados, pues entre muchos errores, dejó atisbos de cosas plausibles. La lástima es que tenga cuarenta y siete años. Si decide dejar los toros le deseo suerte en la vida, aunque una
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oportunidad en una novillada normal no sería descabellado, pues estaría más entrenado con el elemento bocino”. Pero lo suyo era ser torero y El Jato, por torear se hizo habitual como sobresaliente, siendo habitual verlo en plazas de la provincia de Gerona y también en ocasiones en la Monumental, además del resto de la geografía española. Aún tardaría varios años en tomar la alternativa, que era su sueño y por fin le llego la oportunidad de cumplir una de sus metas el 25 de agosto de 1991 en Tarragona, la de hacerse matador de toros, con más de 50 años, vestido de tabaco y oro, de manos de Antonio Mondéjar, que con el novillero Luis Delgado de testigo, le cedió los trastos para dar cuenta del toro “Director” de la ganadería de Hermanos Santamaría López, marcado con el número 133. El veterano toricantano entró en el cartel en sustitución de Antonio Ruiz “Soro II” que estaba lesionado. Fue debut y despedida en el escalafón superior porque a partir de esa fecha solamente hizo el paseíllo vestido de luces para actuar como sobresaliente. Tras tan larga trayectoria taurina no encontró gloria ni dinero, pero no importaba. Para él el mayor reconocimiento era verse vestido de luces aunque fuera a tan avanzada edad. En una entrevista de “El País” a Julián Calderón “El Jato” con motivo de su presentación en Madrid en 1984 respondió: “El arte no tiene edad”. Y con ese pensamiento debió morir el sábado, 12 de noviembre de 2016, en Vilanova y la Geltrú a los 81 años de edad tras una larga enfermedad. Vivió como quiso vivir. Quiso ser matador de toros, y lo fue. Tuvo que recorrer un largo camino hasta conseguirlo, “De niño siempre decía que quería ser aviador o torero. Entonces vi algunas películas de toros en Argelia, donde vivía con mis padres, y eso me decidió. A los 15 años me metí de polizón en un barco para volver a España”. Y no desmayó entre tanto, trabajando en cuanto se le ponía por delante. Fue churrero en Argelia, campesino en Extremadura, camarero, pastelero y carbonero. Trabajó como extra de cine; fue pintor de brocha gorda y peón de albañil. Distribuyó cosmética, trabajó en una fábrica de cervezas; estuvo preso en Carabanchel y allí fue limpiabotas y últimamente vivía como vendedor ambulante de lotería.