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Clemente Casenave, José “Morenito de Valencia”

manejable por el pitón derecho, recorrió todo el ruedo hasta que encontró el sitio de enjaretar varios derechazos mediocres dando tablas a la res. No gustó. La cuadrilla del arte debutaba como tal y uno de sus componentes, Curro Alvarez, fue la otra víctima de los garcíarromeros. Curro, nos pareció que muy nervioso, se afanaba en la brega, a cambio de varios achuchones, y en uno de ellos resultó volteado y herido de importancia. Ese toro, que abrió plaza, también era difícil; se frenaba de salida y podía quedarse en el centro de la suerte, como sucedió. De ahí el mérito de Eliseo Capilla, que lo paró en los medios con capotazos eficaces, de mucho temple. Luego, las posibilidades de lucimiento no abundaron y en banderillas, tanto Capilla como Honrubia parearon con valor. La experiencia fue muy interesante y demostró que unos subalternos, dispuestos a desarrollar su cometido con oficio y arte, pueden producir el espectáculo total que siempre debe ser la lidia. Pero todos los empeños son vanos si la cuadra de caballos de picar es tan lamentable como la que se utiliza en Las Ventas. Mientras esto no cambie, aquí no ha cambiado nada. Estamos donde estábamos, por mucho que Victorino se esmere en seleccionar ganado de trapío. El jaquiburro ese que recula, se pega a las tablas, a lo mejor muerde y lo sacan en casi todos los primeros tercios, es cualquier cosa menos un caballo de picar. Y los restantes equinos no le mejoran demasiado. El gran espectáculo de la suerte de varas se convierte, de esta guisa, en un suceso lamentable. Pascual Mezquita, jefe de la cuadrilla del arte, aguantó con valor los atrangatones del primero, que se vencía, y no pudo acoplarse con el cuarto, que era distraído, fue a menos y acabó pegando tornillazos. Como se ve, la corrida no salió precisamente fácil. Y Pascual Mezquita. Y la cuadrilla del arte. Y casi todo, menos esa cuadra infame, y los garcíarromeros, que salen a coger, y coger”.

cleMente cAsenAve, José

“MORENITO DE VALENCIA”

Diestro natural de Valencia, ciudad en la que nació el 18 de noviembre de 1876, que no tuvo proyección alguna en España, por lo que su profesión se desarrolló fundamentalmente en las repúblicas americanas. En Colombia tomó la alternativa en Medellín, en 1900, y de regreso a España se doctoró de nuevo como era preceptivo en la primera plaza que toreara. Fue en Gerona, el 19 de octubre de 1905, de manos de Juan Sal “Saleri”, mano a mano, lidiando reses de la ganadería de Clairac. Nuevamente volvió a

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