Va por ustedes

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¡Va por ustedes!

Por: Federico Garibay Anaya QED Fotografía: Oskar Ruizesparza

Esta nota fue publicada el 30 de Julio de 1989 en el diario Ocho Columnas

Forman parte de 156 colaboraciones de una plana dominical, escritas por Federico Garibay QPD e ilustradas por Oskar Ruizesparza

A los asiduos lectores de esta página taurina dominical, que con sus comentarios y sugerencias nos alientan – a Oskar y a “mi menda”- a superarnos día con día, cada cual en lo suyo.

“El rito del brindis es un auténtico ofertorio, descubierta la cabeza, montera en mano y el oferente brazo». Padre Ramón Cué Romano (Dios y los toros).

Ante todo, hay que distinguir a los toros que si son «de brindis», de los que no lo son. Con esto quiero decir --o bien quieren decir los toreros- que, en ocasiones, las condiciones que presenta el adversario son tan poco propicias al lucimiento del espada, que no merece la pena que se tome éste la molestia de brindarlo a nadie. Porque el brindis, además, entraña un profundo compromiso: se brindan la lidia y la muerte de un toro cuando se está seguro de poderle hacer una faena lucida y meritoria, en cuyo caso se sentirá muy halagada la persona a la que se le hizo objeto de tal deferencia. De lo contrario si el torero tiene vergüenza, deberá sentirla por no haber alcanzado el lucimiento al que se comprometió personalmente por el hecho haber brindado. A veces, sin saberlo, los toreros brindan no sólo la muerte del toro, sino también la suya propia, como Manolete o El Yiyo.

Por brindis se entiende generalmente el que hace el espada al inicio de su faena de muleta, aunque a veces los picadores y los banderilleros también suelen brindar sus puyazos o sus pares, según sea el caso. Son muchos y muy diversos los móviles que inducen a los toreros a brindar sus faenas: Gratitud al médico de plaza por haberlos restablecido satisfactoriamente de un grave percance; interés por a un empresario

Fernando Ochoa
Mario Del Olmo
Rodolfo Rodríguez “El Pana”
Arturo Saldivar
Octavio García “El Payo”
Fermín Spinola

taurino, para ver si así consigue el torero una nueva oportunidad; servilismo o adulación ante un político, en el sexenio en que está de moda; admiración a un connotado personaje del medio taurino, intelectual, artístico o deportivo.

En cierta ocasión, en El Toreo de la Condesa, Pepe Ortiz le brindó un toro al celebérrimo aviador norteamericano Charles Lindbergh, el cual acababa de consumar –a bordo de El Espíritu de San Luis- la hazaña de volar, por vez primera y sin escalas, de Nueva York a París. Y no conforme con haberle brindado un toro, El Orfebre Tapatío le obsequió su capote de paseo. También suele brindarse en prueba de amistad, afecto o simpatía por los personajes humildes de la fiesta, como por ejemplo al personal de servicio de la plaza.

A veces se formulan brindis “oportunistas”, con el fin de ganarse el torero el favor del público, tal es el caso de los que brindan a un alternante que ha estado soberbio; o a un espontáneo que acaba de echar a perder un toro, o bien a un subalterno que ha cumplido su cometido con franco lucimiento. De vez en cuando se brinda a un ser querido con el que no se cuenta ya en el mundo de los vivos¡ Se brinda por tantas cosas! Incluso también por testimonio de fe cristiana. A este respecto nos señala el Padre Cué.

“El brindis que pronuncia el torero está casi siempre condicionado por compromisos o circunstancias ineludibles que le imponen Pero el torero dispone de otro brindis que no formula con palabras y que le sube espontáneo de las raíces mismas del corazón. Está dedicado a una mujer invisible para los demás, presente para él y que preside la fiesta desde la capilla de la plaza y desde el pequeño altar en la habitación del hotel”. La Virgen María. El propio Padre Cué escribió dieciséis brindis dedicados a otras tantas advocaciones marianas.

Han existido, por supuesto, muchos otros brindis menos fervorosos, como uno que formuló Lorenzo Garza al vanidoso y prepotente Maximino Ávila Camacho El Ave de las Tempestades había tenido una actuación desastrosa durante el primer tercio. No paró los pies en momento alguno, y tenía al público en su contra, imprecándole continuamente con los más soeces y ordinarios insultos. El altivo politiquillo, creyéndose en la plaza más autoridad que la propia autoridad, impuso una multa de diez mil pesos al diestro

Ricardo Rivera
Nacho Garibay
Octavio García “El Payo” Fermín Espinosa
Pepe López
Arturo Macias
Arturo Macias

de Monterrey, sin otro fin que complacer a la chusma. Al tomar los trastos, con su singular elegancia y majestuoso donaire subió al estribo, quedando justamente frente a la barrera en la que se encontraba el politiquillo de marras. El público suponiendo que Garza solicitaría la absolución de Maximino, guardó un hondo silencio de expectación. Y este fue más o menos, el brindis del Sismo y Estatua: “General: Va por usted y por la mujer que lo acompaña, que antes de ser suya fue mía. Que los diez mil pesos que injustamente me puso de multa, le sirvan para comprarle un regalo a ella, porque el mío es un dinero honrado, ganado con los sustos y la sangre de mi profesión. Usted jamás ha sabido ganarse un centavo honestamente como yo me los gano exponiendo la vida”. Vino luego una palabrota impublicable, y después un faenón de antología, que acabó de contrastar la mezquindad política del generalito y la grandeza torera de Lorenzo.

En su obra La Fiesta de los Toros (Barcelona,1965), Manuel Lozano Sevilla refiere la siguiente anécdota: “Un famoso brindis de Curro Cúchares”. En los tiempos en que eran emperadores de Francia Napoleón III y la española Eugenia de Montijo, mediado el siglo XIX, decidió la real pareja asistir a una corrida de toros en la que había de tomar parte el famoso diestro Francisco Herrera Arjona, Curro Cúchares (1818-1869)

“Los organizadores del espectáculo decidieron que Curro primer espada, brindase un toro a los emperadores, para lo cual se intentó que de viva voz, dado que el diestro era analfabeto, aprendiese algunas palabras en francés. Se ensayó la cosa uno y otro día, atendiendo el diestro a las palabras que se le decían, que trataba inútilmente de aprenderse de memoria. Cansado ya de «tanta clase de franchute” como él decía, aseguró al profesor que se sabía perfectamente el brindis y que todo saldría bien.

«Convencidos de ello, llegó el momento de la ceremonia. Curro Cúchares, Iujosamente vestido de corinto y oro, se detuvo ante el palco presidencial, ocupado por sus Majestades y ante la estupefacción de todos, dijo textualmente, montera en mano: - Brindo por «vu» (señalando al emperador) por “vu” (indicando a la emperatriz) y por «tóos» los «vusesitos» que tengáis «ostés» ¡Y se quedó tan fresco!”

Célebre fue también el brindis de un torero

Diego Silveti Ricardo Rivera
Diego Silveti
Alejandro Talavante

al alcalde de Murcia.

Iba a decirle: «Va por usted y por todos los murcianos»; pero, olvidándose de pronto del gentilicio de los habitantes de Murcia, acabó brindando su actuación al referido munícipe “ y todos los murciélagos”

Según me cuentan, hubo una vez en el Grullo un subalterno mexicano --de mediana edad- que tuvo la idea de brindar un par de banderillas a cierto distinguido personaje del lugar. El banderillero según pudo verse en cuanto se descubrió la montera, estaba completamente calvo. Pues bien: Colocó admirablemente su par, y paso luego a recoger su montera; y también «¡Cómo no!-- un billete de alta denominación que le obsequió el homenajeado. Al término de la corrida el subalterno registró cuidadosamente todos los resquicios de su montera, sin conseguir dar con el mencionado billete. Sólo las risotadas del público lo hicieron comprender que --empapado en sudor- lo llevaba perfectamente untado a su lustrosa calva.

Y para terminar, una anécdota que me tocó vivir en un novenario pueblerino. Eran vísperas de un Día de la Candelaria. Mi amigo Javier Villa y yo fuimos a torear ganado criollo y cebú a una pequeña aldea llamada Palo Alto, cerca de CocuIa --la tierra del laureado poeta y médico Elías Nandino--, Por cierto, muy discreto e inadvertido el venerabIe bardo presenciaba pacientemente aquel remedo de corrida. Yo, algo aficionado a las letras, lo reconocí de inmediato, proponiéndole seguidamente a mi amigo que le brindara la lidia de uno de aquellos marrajos. Después de explicarle a Javier de quién se trataba --así como de sugerirle y recomendarle los términos del brindis- tomó muleta y estoque, se dirigió al vate coculense, y -nervioso y olvidadizo, pero muy práctico--, se concretó a gritarle: “¡Va por usted; compositor!».

Después de un brindis que le hiciera Manolo Martínez a Conchita Cintrón, le pregunte a la genial Diosa Rubia del toreo, que sintió con ese brindis tan especial del mandón de los toros. Federico, “DE LA FIESTA conozco muchas alegrías, pero ninguna más profunda que devolverle a un matador su montera en el ruedo. Siento un alivio inenarrable al retornarle a un torero el símbolo de su vida”

Gerardo Adame brinda a Eloy Cavazos

Joselito Adame Brinda a: Pablo Hermoso, Juan Pablo Corona y a Cesár Rincón
Alejandro Silveti brinda a su papa Juanito Silveti
Alejandro Fernández brinda a Juan José Padilla
Alfonso Mateos brinda a Ignacio García Villaseñor y a Rodolfo Rodríguez “El Pana”

Alfonso Hernández “El Pali Brinda a Raúl Gómez “Campero”

Antonio García “El Chihuahua” brinda a Enrique Alfaro y a Manuel Espinosa

Alejandro Silveti brinda a Rámiro Orendain
Alfredo Ríos “El Conde” brinda a Gerardo Fernández, Aristoteles Sandoval, Pablo Moreno y al Arq. Ignacio García Villaseñor
Arturo Macias brinda a sus compañeros Ignacio Garibay, Mario Zulaica, Paco González, Juan Antonio Adame “El Bala”, Ismael Rodríguez, Fabían Barba, Antonio Barrera y Antonio Bricio

Arturo Macias brinda a su señor Padre que en paz descanse, el dia de su alternativa y posteriormente a su Señora madre

Brandón Campos brinda al Dr. Paco Preciado
Carlos Vidal brinda al Lic. Jesús González Gortazar “El Chacho”
Ernesto Castellón brinda al ganadero Manuel Verduzco
Curro Rivera brinda a su Sr. Padre
Don Fermín Rivera
David Silveti brinda al Charro Fernández

Diego Silveti brinda a Morante de la Puebla, al Dr. Victor González, a un buen aficionado y a Juan José Padilla

Pedro Gutiérrez brinda a Miguel Alfaro
Octavio García “El Payo” brinda a Antonio Barrera
Jorge de Jesús “El Glison” brinda a Jorge Cuesta
Eloy Cavazos brinda al profesor Torres
Rodolfo Rodríguez “El Pana”
Pana”
brinda a Pablo Moreno Jr.
Rodolfo Rodríguez “El Pana” brinda a Humberto Peraza
Rodolfo Rodríguez “El Pana” brinda a Pedro Moreno
Fermín Spinola brina al servicio de plaza
Guillermo Capetillo brinda a Pedro Gutiérrez
Ismael Rodríguez brinda a Alejandro Silveti
Eulalio López “El Zotoluco brinda a: Miguel Espinosa “Armillita”,
al obispo Onésimo Zepeda y a Cesár Rincón

Fernando Ochoa brinda a su compadre Marco Antonio González en Jalostotitlán y la Plaza México, asi como a una gran aficionada en Aguascalientes Rosalva Muñoz

Guillermo Martínez brinda a Julio Tellez
Julio de la Isla brinda a Jorge de la Peña
Jairo Miguel brinda el toro de su alternativa a su Mama
Jorge Gutierrez brinda a Memo Chao y a Vicente Fernández Jr.
José María Luévano brinda a Rosalva Muñoz y al Ganadero Manuel Verduzco
Leonardo Benítez brinda a su hijo
Juan Antonio Adame “La Bala” brinda a Jairo Miguel
Juan Pablo Sánchez brinda a su Sr. Padre Ricardo Sánchez
Juan José Padilla brinda a Juan Delgadillo y a la Peña Infantil de Guadalajara
Elias Esparza “La Changuita” maestro de la Academia Municipal de Aguascalientes, le brindan Juan Pablo Sánchez, Arturo Saldivar y Eloy Cavazos
Manolo Martínez le brinda a Conchita Cintrón “La Diosa Rubia del toreo”
Miguel Espinosa “Armillita” brinda a Juan Calderón “El Gallo”
Manuel Capetillo hijo brinda a su Sr. Padre Manuel Capetillo
Fernando Labastida brinda a Octavio García “El Payo” Montoyita brinda
brinda al Dr. Eguiarte
Teodoro Gómez brinda a José Tómas
Omar Villaseñor brinda a Juanito Silveti
Oliver Godoy brinda a sus señores Padres
Pepe López brinda a Alfonso Hernández “El Algabeño”, Enrique Rivas “Joselito” y a Fermin Espinosa

Pepe Murillo Padre brinda a Héctor Zuñiga “Curro Portales” a Don Paco Torre y a Pepe su hijo le brinda el toro de su alternativa y brinda a Carlos Ureña y Jose Luis Cobo

Pepe Cuellar, Cobo
Pepe Orozco brinda al Dr. Gabriel de la Torre
Peque Barbosa brinda a su Sra. Madre Mercedes
Ricardo Rivera brinda a Pablo Moreno
Ricardo Rivera brinda a Juan José Orendain
Ricardo Rivera brinda a Raúl Urrea

y Fotografia Oskar Ruizesparza

La soberanía de los pueblos, estriba en sus costumbres y tradiciones. ¡Mantengamoslas vivas!

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