Diario de viaje Sancho Panza

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Diario de viaje : Sancho Panza Por:Gustavo Fessy y Sherill Garrido

Hoy empieza mi viaje como escudero de Don quijote de la Mancha porque me ha sido ofrecida una ínsula, me he equipado con todo lo necesario y he ido en su búsqueda.


Tras encontrarlo en las altas llanuras de castilla aunque no estoy muy seguro de su cordura la recompensa puede ser magnífica ,no perderé nada por ayudar a un viejo loco no ?, ¿o puede que sí ? Día 1: En nuestro camino hacia la búsqueda de aventuras para conseguir fama y gloria Don Quijote se encontró en medio de una “batalla” que resultaron ser cabras, en la que cayó del caballo por culpa de “los caballeros” y se hirió la cara y de esta forma rompiéndose tres muelas. Durante la extraña escena me robaron todo lo que portaba, dejando solo mi mula, por suerte traía conmigo un par de denarios. Fuimos objeto de burla de los cabreros y nos tomaron por unos vagabundo locos. Al anochecer nos hospedamos en un hostal con el poco dinero que nos quedaba, la habitación estaba en muy mal estado. Día 2: Al despertar nos encontramos con hostelero rebuscando entre nuestras cosas al verme despierto se fue rápidamente de la habitación, yo se lo dije a Don Quijote y se fué con espada en mano a pedirle explicaciones al hostelero, el se negó rotundamente y me acusó a mi de mentir yo que ne le he dicho jamás a nadie ni media mentira, Don Quijote clavó la espada en la mesa, el hostelero tropezó por el miedo y el susto cayéndole la bolsa del dinero y así descubriendo que el que mentía era el, Don Quijote indignado se fue a coger sus cosas para marcharse al igual que yo, cuando bajamos y estábamos saliendo cuando nos encontramos al hostelero con varias personas acusándonos de robo, portaban consigo horcas, palos y piedras. No tuvimos más opción que huir, pero Don Quijote se creia que podia con todos y se quedó atrás con toda esa multitud, como buen escudero que soy tuve que ayudarlo a escapar. Día 3: La heridas que me habían hecho las piedras todavía continuaban doliendo, pero Don Quijote era un caso aparte, el se sentía orgulloso por sus heridas de guerra, claro él había recibido menos palos. Nos adentramos en un pueblo bastante grande donde Don Quijote confundió a unas prostitutas con damas, a primera vista se notaba que eran prostitutas por las ropas andrajosas que llevaban y el gran descubierto de sus piernas y su pecho, “este hombre está ya muy mayor y no ve con claridad” es lo que pensé, las mujeres se reían de él así que tuve que distraerlo diciéndole que había visto a una dama de su altura. Busqué a la mujer de mejor parecer, y encontré una lavando ropa, tenía una cara bastante bonita, pero ese fue mi error era demasiado hermosa para alguien como Don Quijote, al verla se enamoró perdidamente de ella, pero cuando él se acercó con la intención de cortejarla ella lo rechazó entre risas, la muchacha pensó que era una broma. Don Quijote se tomó las risas como una forma de cortejarlo, así que se fue a un puesto ambulante que había cerca y compró unas flores para la muchacha, ella aceptó encantada, lo único que le faltó preguntarle fue su nombre y cuando nos dimos cuenta la muchacha ya no estaba. Decidimos ir a preguntar, un mendigo ofrecía respuesta a


todas nuestras preguntas a cambio de un par de monedas, nuevamente Don Quijote lo confundió con alguien que no tenía nada que ver , con un caballero. Nos dijo que se llamaba Dulcinea, Dulcinea de Toboso, era una mujer amable buena en todo y con todos. Día 4 El “caballero” nos dijo que Dulcinea no vivía aquí, si no que había ido a visitar a un pariente y que ahora se dirigía a Toboso, tuvimos que descansar porque Rocinante no quería caminar, había caminado durante horas sin parar y sus delgadas patas ya no resistían. Pasamos la noche en ese pueblo y al amanecer partimos hacía Toboso. De camino vimos unos molinos, para Don Quijote eso no eran molinos sino gigantes con brazos larguísimos, Don Quijote se alteró y empezó a decir cosas sin sentido, alzó su lanza y corrió hacia el molino pero antes de darle cayó del caballo. Tuve que ir rápidamente para ayudarlo, vi como un hombre salía de una pequeña casa con un paño y un balde, era el molinero que había visto la caída y tenía la intención de ayudarnos. Era el dueño del molino, me ayudó a llevarlo a su cabaña, en ella estaba su mujer amasando y un hijo de buena estatura pero algo descuidado, lo acostamos en una cama, por suerte solo se había hecho un tajo en la cabeza, lo único que necesitaba era reposar un poco, hasta entonces estuve ayudando a cortar leña. Día 5: Al despertar el Quijote dentro de la habitación salió corriendo a preguntarme sobre el final de su última batalla contra esos temibles gigantes a la cual yo contesté diciéndole que ganó la feroz batalla y rápido se puso a alardear de su logro delante de los molineros que se reían al recordar tan penosa caída ,pero él sin hacer caso a ninguna de ellas se dio la vuelta y seriamente me dijo que nos fuéramos “Dulcinea nos espera compañero” , era lo que no paraba de decirme, al salir de la cabaña le preguntamos al molinero por alguna forma de llegar al Toboso, el hombre aun riéndose a carcajadas de la desgracias del Quijote nos dijo que estábamos a un dia de llegar solo teniamos que seguir el camino que nos conduciría al Toboso, parecia facil decirlo pero no tenía de compañero a un caballero como el Quijote , seguimos caminando mi mula parecía exhausta y el viejo Rocinante no podían más pero el Quijote sólo deseaba llegar a el Toboso ,cuando al fin llegamos ya había anochecido y nosotros sólo deseamos dormir . Día 6 ​ :Al despertar por los gritos de ilusión de Quijote por conocer a su amada vistiendo se rapido y obligandome a mi también a ello salimos a las calles del pueblo en busca de su amada Dulcinea , era un locura encontrar a un simple mujer entre todo un pueblo, pero parece que todo aquello que no tiene ni pies ni cabeza encaja fácilmente en la cabeza del Quijote aun con todas las palabras de los màs sabios del mundo habriàn conseguido disuadir­lo de no hacerlo , tras horas de busqueda inutil se me ocurrió el beber del arroyo que


pasaba por un lado del río y al lavarme la cara y beber otra vez me deje asustar por los gritos de felicidad del Quijote, enfrente de nosotros estaba su amada Dulcinea que al parecer nos recordó porque al vernos nos sonrió mientras lavaba la ropa , el quijote sin poder yo evitarlo la empezó a cortejarla a lo que ella contestó con una risa igual a la de la primera vez el viejo Quijote parecía no estar en este mundo sino en la luna tras que el quijote volviese de su viaje a las estrellas le empezó a preguntar por su repentina huida del otro dia , a lo que ella contestó que su trabajo no la dejo quedarse más tiempo en el pueblo y la conversación se alargó mucho , tras horas buscando sin parar y horas de charla hasta el enamorado Quijote y yo estábamos exhaustos así que como estaba oscureciendo otra vez el Quijote se tuvo que conformar con la charla que había tenido.




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