Fernando BentuĂŠ MartĂnez Alberto Vallejo Caro
“INCENDIES”: UNA TRAGEDIA ANTIGUA EN LA ÉPOCA ACTUAL Fernando Bentué Martínez y Alberto Vallejo Caro En unos tiempos caracterizados por la crisis de valores, en los que resulta muy difícil encontrar referencias éticas indiscutibles con las que guiarse - situación que se vivía en Grecia en los primeros años de la Guerra del Peloponeso, cuando la peste (descrita por Tucídides en su obra Historia de la Guerra del Peloponeso) asolaba las calles de la ciudad de Atenas y provocaba consecuencias morales fatales entre la población, Sófocles compuso su obra dramática Edipo Rey, tres años después del inicio del enfrentamiento entre las polis de Atenas y Esparta y sus sendos aliados, en el año 428 a.C. En unas circunstancias similares parece desarrollarse la trama del largometraje Incendies (Canadá, 2010), dirigido por Denis Villeneuve, adaptación de la obra de teatro homónima de Wajdi Mouwad, que contó con la nomimación al Oscar a la mejor película de habla no inglesa. El argumento nos presenta a dos jóvenes hermanos canadienses, Jeanne y Simon Marwan, que a la muerte de su madre, Narwal Marwan, reciben instrucciones estrictas, dejadas por ésta en su testamento, que consisten en buscar y entregar dos cartas: una para su padre, a quien daban por muerto, y la otra a su hermano, de quien desconocían su existencia. La acción principal, el tortuoso pasado de Narwal Marwan, que se desarrolla de forma paralela a la búsqueda de los hermanos de su padre y de su hermano, transcurre en un ambiente semejante al que le tocó vivir a Sófocles cuando escribió su obra maestra. Ésta se sitúa en el Sur de Líbano a finales de los años setenta, en plena guerra civil. Momentos terroríficos de masacres entre comunidades cristianas y musulmanas, cuando el poder lo ejercían los señores de la guerra, los ultrajes en nombre de la religión y el odio entre hermanos. Todo ello, además, convierte a la película en una crítica social y política.
Sin embargo, esto no es lo único ni más destacable del film , sino el paralelismo entre la narración fílmica y los elementos constitutivos de la tragedia clásica. Uno de estos tópicos sería lo que Aristóteles definió como “ՙ qué ser consciente, puede tener que ver con una culpa heredada, y esta falta se iría pasando de generación en generación hasta ser pagada. Ello conectaría directamente con la mentalidad griega arcaica. Esquilo, uno de los grandes dramaturgos griegos, compuso una trilogía cuya primera parte abordaba el tema de Layo, rey de Tebas y padre de Edipo, que engendró a pesar de la oposición divina. El paralelismo, por tanto, lo veríamos claro en el embarazo incestuoso, fruto de la violación, de Nawal Marwan por parte de tu carcelero e hijo. Este hecho significativo convierte a uno de nuestros personajes en instrumento ciego de la venganza divina, por lo que tendrá que pagar despiadadamente. Otro elemento muy recurrido por la historia del cine, que procede del teatro clásico, es la figura de Edipo-detective. De igual modo que en la obra de Sófocles, el descubrimiento del asesino del rey Layo librará a la ciudad de la peste, la verdad , en Incendies, será sabida cuando las cartas sean entregadas. La investigación empieza a partir de una serie de viajes, interrogatorios, entrevistas y decepciones que poco a poco irán dando pequeños indicios y pistas. De la misma forma que Edipo busca al culpable lejos, los hermanos , que viven en Canadá, lo buscan en Líbano, aunque acabarán encontrándolo , de forma casual, más cerca de lo que pensaban. Como dice Aristóteles en Poética, una tragedia logra el grado de excelencia cuando el personaje lleva a cabo el suceso trágico sin conocer a su oponente, y una vez realizado éste lo reconoce, de esta forma el reconocimiento resulta espeluznante, la llamada anagnórisis griega. Un rasgo típico de la tragedia también sería la manera en que se presenta a Nawal Marwal, quien responde a la figura de mujer tal y como la concibe el pensamiento griego. Ama y protege a su familia, defiende su status social e intenta proteger a su pareja, a pesar de lo que le pueda ello suponer. Por último, podríamos señalar que como toda acción dramática compleja su fin es la catarsis, purificar el sosiego de las pasiones (compasión, temor, horror) producidas en el espectador por la contemplación de la tragedia. Todo ello tiene como objeto advertir que debemos estar en todo momento atentos en nuestras acciones, porque en cualquier momento creyéndonos superiores a nosotros mismos a causa de la vanidad. Sin embargo, es muy llamativo, que con los siglos que han pasado desde el estreno de Edipo Rey, con los sucesos que han ocurrido y los diversos cambios de pensamiento que se han ido sucediendo, sigamos teniendo atracción y nos conmuevan los mismos hechos y emociones que ya experimentaban nuestros antecesores. Este tema ha sido muy tratado por diversos
autores y pensadores, entre ellos Antonio Machado, quien ya señalaba la existencia de los universales del sentimiento, una serie de temas a los que el ser humano ha recurrido en sus manifestaciones artísticas a lo largo de toda la historia, como por ejemplo el amor, la muerte, el destino implacable, el inexorable paso del tiempo,… Sin duda, ello hace pensar que dentro de cada uno haya algo, que preservamos y transmitimos de generación en generación, que va más allá de una simple explicación, y que nos hace únicos y grandiosos.