La vuelta al mundo en 80 dĂas: aventuras y progreso
Pablo Barriendos, Jorge Generelo y Alejandro del Castillo
J
Ulio
Verne fue un gran escritor francés y su novela “La vuelta al mundo
en 80 días” lo corrobora. Una apuesta, un largo viaje y dos personajes intrépidos hacen que el lector se enganche al libro desde la primera página y no pueda parar de leer hasta llegar a un final de infarto. El aburrimiento de un viaje tan largo, continuo y monótono, desaparece con las innumerables aventuras que corren el señor Fogg y su criado Passepartour. Además, la intriga de cómo acabará el viaje hace que el libro resulte ameno y fácil de leer. Po otra parte, la narración futurista y aventurera de Verne siempre ha encantado a los lectores juveniles. En esta obra se nombran todos los medios de transporte conocidos en la época (paquebotes, trenes, trineos, elefantes…), y se hace notar la superioridad de los europeos sobre el resto del mundo. El itinerario previsto atraviesa preferentemente territorios del entonces floreciente imperio británico. Las peripecias de Fogg y su criado constituyen uno de los relatos más cautivadores producidos por la imaginación humana y una de las joyas de la literatura universal.
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1 Dos viajeros en la época imperial INDIA. Al salir de Europa nuestros protagonistas recalan en primer lugar en Suez, Egipto. Allí ya nos muestra Verne el formidable poder de la técnica sobre la naturaleza (canal de Suez). Egipto, al que apenas entrevemos en la narración, era por entonces un país a punto de caer en las redes del imperialismo occidental. Desde la construcción de del canal, se había convertido en una zona de influencia francés. Mientras, ocupada en solucionar sus problemas en la India, Gran Bretaña había dejado actuar a Francia confiando en el fracaso del proyecto. La apertura del canal había supuesto una sorpresa para Londres; cada día los navíos británicos se veían obligados a atravesar este canal para acortar así en la mitad la antigua travesía por el cabo de Buena Esperanza. La india que atraviesan los protagonistas formaba parte de del imperio británico desde el siglo XVIII. Constituían territorios especialmente conflictivos para para la “pax británica”. Esos territorios tienen cultural milenarias que sufren el choque con las nuevas ideas y formas que vienen de Europa. Forzosamente el país se abre a los tiempos modernos y las clases latas hindúes aprenden inglés e incluso mandan a sus hijos a Gran Bretaña. Pero la población india también ha sido proletarizada y también habrá intelectuales educados al modo occidental que serán factores en pro de la independencia de la colonia, como se verá en el siglo XX. La economía de la India se pone al servicio total del Imperio; los productos artesanales sucumben frente a la producción industrial. El país ha entrado en una espiral de pobreza y subdesarrollo ya que la metrópoli no impulsa una India “moderna” sino una fuente de extracción de recursos por medio de funcionarios británicos. En otro plano la colonización británica impulsó el inglés como lengua oficial, e igualmente leyes y educación británicas, intentando desarraigar costumbres y tradiciones milenarias de aquella región, como su división social en castas. La idea de una división jerárquica de la humanidad está presente en el relato escrito por un europeo, como en la cita: “los papúas que ocupan el último grado de la escala humana…”
En el episodio hindú el obstáculo no podía ser otro que el fanatismo religioso. También la diversidad étnica de la India queda bien reflejada en la novela: -
Parsis o Guebres: son lo más civilizados, los más inteligentes, constituyen la raza a la que pertenecen los ricos negociantes indígenas de Bombay.
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Los brahamanes son “sacerdotes” encargados de interpretar y enseñar los textos sagrados.
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Kshatriyas son guerreros y gobernantes encargados de defender la sociedad.
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Vaishyas: son comerciantes.
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Sudras: campesinos y gente trabajadora cuya única labor es servir a las demás castas.
artesanos
y
Por debajo de todos ellos están los intocables, considerados como personas impuras desde su nacimiento; deben realizar los trabajos desagradables que los demás desprecian.
Travesía hacia Hong Kong. Ya en Hong Kong nos encontramos con otra gran civilización asiática: China. Inmediatamente Verne nos muestra una gran “tara” nacional de esta gran civilización: el poder narcótico del opio. Se fuma en todos los lugares, reflejando una sociedad miserable, de alelados, consumidos e idiotas a los que Inglaterra vende anualmente 260 millones de francos de esta funesta droga. ¿símbolo del “sueño” chino frente a la vitalidad europea?. El hombre blanco demuestra su superioridad innata creciéndose entre las adversidades con ingenio y diligencia, a diferencia de los alelados habitantes del gigante dormido. La aventura japonesa (El Sol naciente). Los tópicos sobre los asiáticos perderán fuerza en el archipiélago nipón: ni violencia, ni fanatismo, ni decadencia. Japón era en 1872 –habiendo arrancado ya la revolución Meijiun caso atípico, molesto e inquietante para los europeos. Habían emprendido reformas importantes: se había abolido el régimen feudal, modernizado la administración; la hacienda y la economía seguían criterios occidentales. En el año en que discurre el viaje reinauguraba el primer ferrocarril japonés; curiosamente la primera vía férrea no construida por el hombre blanco. A los japoneses no solo les atraía la técnica de occidente; también la profesión militar es considerada en gran estima; así, el narrador nos describe una muchedumbre de soldados que pasean con sus fusiles (En 1872 comienza la expansión imperialista japonesa reclamando el archipiélago de Riu Kiu).
El opio es casi desconocido en Japón. Entre sus habitantes el tono de la piel varía del cobre al blanco mate, pero jamás amarillo como el de los chinos de los que los japoneses se diferencian esencialmente. América. Dejamos atrás las tierras asiáticas y tras un alarga travesía por el Pacífico llegamos a América, donde la modernidad, representada por el ferrocarril del Pacífico, vuelve a resaltar la ingeniería moderna sobre la naturaleza. Es el dominio del “hombre blanco”, al que solo las inmensas fuerzas naturales oponen alguna resistencia; los indios americanos se describen por debajo incluso de los asiáticos: “Los Sioux habían invadido
los vagones y corrían como monos furiosos”.
El tópico americano por excelencia es la juventud: el nuevo mundo es un continente «joven», parecido a Europa de la que le separa la madurez. El adjetivo «yankee» adquiere un significado polivalente: se le atribuyen virtudes (vitalidad, audacia, fuerza), como defectos (violencia, irreflexión). En esta etapa del viaje se refleja la rivalidad entre el Viejo y el Nuevo mundo; aunque ante conflictos más importantes –como el ataque de los Sioux- todos se unen ante la lucha común. Tras la guerra civil la economía americana había experimentado un rápido y desordenado crecimiento, lo que se podía apreciar en ciudades como New Jersey, que atraviesan nuestros protagonistas, donde había calles y tranvías, pero todavía no casas. Es a época del general Grant, un periodo político marcado por la corrupción política y la violencia generalizada. Otra característica importante de la sociedad norteamericana va a ser su tolerancia religiosa. Durante esta época los EE. UU. vivían una auténtica fiebre del ferrocarril, que casi consiguió duplicar la extensión de su red. La política exterior norteamericana iba dirigida al dominio del área caribeña.
Por último, en el año de publicación del libro (1873) se desarrolló una grave crisis bursátil que acabó bruscamente con dos décadas de prosperidad económica. Aunque la producción industrial se mantuvo, la
disminución de la rentabilidad del capital desencadenó una gran depresión que duró hasta 1895. En esta crisis había influido el agotamiento de la tecnología que había impulsado la Primera revolución industrial, la Era del vapor. El invento de la dinamo en 1871 había abierto el camino a la segunda, propiciando una larga serie de innovaciones y aplicaciones relacionadas con la energía del futuro, la electricidad. En 1879 Fogg ya hubiera podido viajar en una locomotora eléctrica.
2 La época: la edad dorada del impulso científico-técnico Repasemos brevemente cómo era la época en la que escribe Verne, unas décadas marcadas sin duda por el optimismo respecto al impulso científico-técnico que parecía imparable e inacabable. La Educación. Las universidades recuperan su categoría de enseñanza superior. En Alemania, el Barón Wilhelm von Humboldt introduce los estudios modernos, se crean facultades y colegios de ciencias modernas que tienen una visión más progresista y actual. En Francia se crea la Escuela de Preceptores, de administración, de artes y oficios, etc. La universidad se hace profesional, de manera que ya no se estudia ciencia, sino una profesión o carrera técnica. Las viejas facultades (filosofía, derecho, medicina y teología) ya no son las únicas, sino que ahora hay facultades que dan una profesión. Las universidades van acogiendo conocimientos y profesiones nuevas. La Medicina. La medicina se desarrolla como ciencia que contribuye al bienestar humano, ya que los avances del siglo XIX le dan una efectividad que antes no tenía. Se descubren los agentes patológicos que causan las enfermedades. Los microscopios son cada vez más potentes. Ya no solo se sabe de anatomía. Primero había microbios, luego se fueron dividiendo en virus, bacterias, etc. En estas investigaciones son los alemanes y los franceses quienes van a la cabeza. Uno de ellos fue Robert Koch (alemán) que aisló el bacilo de la tuberculosis humana. Otro fue Hansen (alemán) que descubrió el bacilo que produce la lepra. También Louis Pasteur (francés) logró una vacuna contra la rabia mediante un principio antivirus. Uno de los primeros en descubrir la vacuna contra la viruela en el siglo XVIII en Inglaterra fue Edward Jenner (británico).
Además fue descubierta la anestesia por dos dentistas a finales de 1840, lo que significó un gran avance. Este descubrimiento permitió la cirugía profunda. Los elementos que se descubrieron fueron el éter y el cloroformo, que aunque en un principio producían náuseas cuando se volvía en sí, hoy ya no produce esos efectos. Comenzaron a extenderse las prácticas higiénicas de manera general en los hospitales, con la consiguiente reducción drástica de las infecciones.
Las comunicaciones. Las comunicaciones eran bastante rústicas a principios del siglo XIX. Se utilizaban los postas y mensajeros que viajaban de un lugar a otro y se demoraban días. En el siglo XIX se descubre el telégrafo con hilo con su lenguaje morse de puntos y silencios. Esto hizo que se tendiera una red de alambres por toda Europa. Luego aparece el telégrafo inalámbrico que aumenta más las posibilidades de comunicación. Además se inventa el teléfono por Graham Bell (británico). También Thomas Alva Edison (estadounidense) inventa la radio. Joseph Nicéphore Niecpce y Louis Daguerre (franceses) descubren la fotografía en la década de 1830 y ya en 1850 se comenzó a generalizar este invento. Esta técnica se fue ampliando poco a poco hasta llegar a la creación del cine en 1895 con los hermanos Lumière (franceses). En un principio era un cine mudo, pero ya en 1927 se inventó el cine hablado. El único que se negó a introducir voces en sus películas fue Charles Chaplin. Transportes. Hasta el siglo XVIII los métodos utilizados para transportarse eran muy arcaicos; sin embargo, sí existían los globos aerostáticos inventados por Joseph Michel Montgolfier (francés) que mediante el helio o el hidrógeno caliente se utilizaba para exploraciones científicas, pero no para uso militar. Otros medios de transportes eran los barcos a vela, los burros, los caballos, etc. Sin embargo, en el siglo XIX James Watt (escocés) descubre que el vapor sometido a presión produce fuerza. Así, se crea la industria a vapor que primero se utiliza en fábricas y luego en los barcos, naciendo los barcos a vapor. De esta manera, las distancias se acortaron un tercio.
Entre 1830 y 1840 se inventó el tren por George Stephenson (británico) y ya en 1860 Europa entera estaba conectada por vías férreas que acortaron los viajes significativamente Más tarde, entre 1860 y 1870 se descubrió el motor a explosión que permitió la creación del automóvil, y no solo de éste, sino también de tanques, camiones, buses y motocicletas. Ya hacia 1880 comenzaron a generarse los primeros autos en Francia, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos. T La Calidad de vida. La calidad y condiciones de vida mejoran extraordinariamente en el siglo XIX. Se da una pavimentación de calles, que antes eran solo de adoquines. Luego vino el asfalto o la brea, pero el problema de ésta era que se derretía con el calor y los autos quedaban pegados a las calles. Ya en el siglo XX se comenzó a utilizar el cemento. Además se introdujo un sistema de alcantarillas. También se construyó el alumbrado público, ya que a mediados del siglo XIX apareció el gas a cañería que se usaba para calentar, cocinar y alumbrar. Sin embargo, al evidenciarse que el gas es muy peligroso, se comienzan a usar postes eléctricos. Ya en 1900 las grandes ciudades tenían luz eléctrica en sus calles. Además se inventa el ascensor, lo que fue un gran avance teniendo en cuenta que las casas eran hasta de 6 pisos. Estos se usaban solo para ascender. También se crea la red de agua potable que se conecta a cada casa. Todos estos adelantos fueron extraordinarios; sin embargo, hubo una consecuencia inesperada, que fue la contaminación, ya que los grandes complejos industriales que funcionaban con carbón, con calefacción a gas producían grandes desechos. Sin embargo esto no representó un problema hasta cien años más tarde: el siglo XIX estaba demasiado embebido en un “progreso” del que no se vislumbraban aspectos negativos. Esta era la época de Jules Verne y de Phileas Fogg.