CRr.{CiON Y LLCTuR{
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ADtrñÜ Escritor: Todo escritor deja dos obras: una, la escrita, otra, la imagen que queda de é1.
|orge Luis Borges Es
cribo p ar a sobreaiair
como quien necesita compnrtir un secreto.
Al Berto La literaturA, cotno dijo para siempre Paaese, es una defensa contrq las ofensas de la aida; creo que también intuí entonces que escribir erq una forma nuerfi y más hondn de leer. Javier Cercas Hay muchas cosas de las que escribir, pero no de las que hablar. Charles Bukowski
Uno nunca termina de leer, aunque los libros se acaben, de la misma mnnera que uno nuncn termina de r¡ioir, aunque la muerte sea un hecho cierto. Roberto Bolaño En nuestros díns, tres ocurrencins y una mentira, hacen a un escritor
Lichtemberg A muchos poetas les perturba que las palabras tengan
además un significado,
Stanislaw lerzy Lee Laprecisión es la únicn elegancia de lalengua.
Arcadi Espada El realismo
es
una cornryción de la realidad.
Wallace Stevens Hay que tener mucha mieda para escribir bicn. Una rersistaliterariano debe tener actualida.d, sino pasado.
Vicente Núñez
DL LF-ALIO\
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-LL i L"A DL -A blbllo-l ( ¡ Dl úsADO
Portada
Ilustración de ]. L. Rodríguez Tamargo
Número Cuatro. Invierno de2007 Dirección: Fernando Menéndez
Consejo de redacción: Ferna¡do Flórez Villaranzo Xosé Lluis Rodríguez Alberdi
Ilustración
2/ El abrevadero
3/
Gustavo Adolfo Femández Fernández
Administración: fosé Luis Rodrlguez Tamargo
Diseño y maquetación: Gustavo Adolfo Fernández Fernár.dez Diseño del logotipo del Foro: Luis Rodríguez Tamargo
José
Gerardo Fernández Cañedo
Inventario de Ttansparencias S/El pionero Lenin. Una aproximación literaria a un pirata del dial radiofónico Fernando Flót ez Fernández-Villaranzo Arte
Publicación estacional (trimestral) de
10/ Como en el Génesis,ltz contra tiniebla y creador contra
difusión gratuíta
creador
Ramón Rodríguez
500 ejemplares
D.L.:
A3-01487-2006
Edita: Biblioteca Municipal de Grado "Valentín Andrés Alvater" C/ Cerro de la Muralla s/n 33820 Grado (Asturias) 98575 4813
Narrativa 12/El conse4e / Eneste preciso instante L8/Concentración 19/La tierra 2O/Nunca significa 2L/ Corazón de flores 22/Prét-a-porter 23 / Lajovencita del violín 24/ Lejos 1,4
biblioteca@ayto-grado.es
www.bibliotecaspublicas.es/ grado/ Asociación Cultural "Valenffn Andrés" acvalentinandres@yahoo.es
www.valentinandres.com Aula de las Metáforas "Femando Beltrán"
Gustavo Adolfo Fernández ]osé Antonio Tamargo
Estefanía González Estefanía Gonzalez Estefanía González
|uan Antonio Contreras Fernando Martínez Alvarcz Benjamín Liryez Óscar L. Nogal
auladelasmetaf oras@ayto-grado.es
Subvenciona: cajAstur Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Grado
cultura@ayto-grado.es
Poesía
25/Poerna radical 26/Elnilo tras la ventana
26/Sinpalabras 27
Filmación e impresión: Gráficas SUMMA S.A. (Llanera)
/Neutral
28/Héroe anónimo
Eduardo Mesa Carlos Iglesias Carlos Iglesias Carlos Granda Busto Teresa Fernández -B arb 6n
Iluskaciones interiores: José Luís Rodríguez Tamargo
Javier Marinas
No está permitida la reproducción
total o parcial de los textos, ilustraciones e imágenes incluídos
en esta revista s¡n
el consentimiento previo de sus autores.
Carta de amor
29/ Elanuncio Ilustración 31/
Bijou
]uan de la Fuente
Contraportada Ilustración de Loreto Gonzílez Ñvarez
Ü DTTKANSTAKLNCIAS
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,, rnaclon Proxr a un p írata d.l ái'u I r, d ,r toronlco
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lór e z F ern ánde z-Vill ar anz o
A todos los
que alguna aez dejaron flotar su imaginación en la inmensidad del éter
individuos bajaban despavoridos de Ia buhardilla de una casa de la calle Cimadevilla, en Grao. Corrían como si en ello les fuese la vida mientras, desde 1o alto de la escalera, una voz atronadota, con el talante belicoso de un dios enojado,lanzaba anatemas. Era un dios furioso que, con ira jupiterina, golpeaba eI pasamanos como un tambor, acompasando la armonía desmañada de los balaustres de bronce. Flotaba sobre aquel estruendo el urgente zapateado (una fuga en dos movimientos: allegro grazioso al principio y allegro agitato en el vibrante remate) que percufa en los crujientes peldaños de madera acribillados por la carcoma. os
Algunas puertas se entreabrieron discretamente y la escalera se inundó de un cóctel de tufillos: el dulzón y liviano del potaje de repollo, el rotundo y enérgico de la fabada con compango, el aceitoso de los calamares fritos; desde el primero fluía un aroma a tortilla con tropiezos de chorizo. Así que quienes asomaron prudentemente la nariz pudieron oler 1o que se cocinaba en el vecindario y sus ojos presenciar una escena no demasiado corriente: un par de sujetos de barriga cervecera, bigote a lo Jorge Negrete y traje de 'El Corte Inglés' haciendo eslalon hasta el portal. Llevaban maletín y paragaas. Sin ningun género de dudas
eran vendedores de libros o funcionarios. La voz de trueno/ como urra arfiel1aza bíblica multiplicada en mil ecos por el hueco de
Ia escalera, gritó entre juramentos que no viene
al caso detallar: " iLa príxima vez venís con el delegado del Gobierno o no abro!". Luego, un
portazo estremeció los cristales del edificio. Pero, antes de continuar -paciente lector que estimulas mi autoestima leyendo estas lÍneas
esbozadas con mejor voluntad que logro estético -, me veo obligado, e fl justa correspondencia, a hacerte una confidencia. Verás: al releer los tres páruafos precedentes recuerdo algo que me enternece. Y es que, sin premeditación (te 1o juro por mi musa favorita: Calíope), he empezado esta historia por el final. Sí, y 1o he hecho como en los guiones de esos filmes que arrancan trepidantes y después, en la pantalla, aparece sobreimpreso un texto más o menos de este tenor: "equis años antes ..." , y la película da un salto en el tiempo paÍaÍrarcar
los antecedentes que inevitablemente desembocarán en la impetuosa secuencia del
principio. Pues bien, comprensivo lector, es cierto,
me he apropiado de tal técnica narrativa que me deslumbró en lejanas y transparentes tardes de domingo y cine. Tardes que recupero del almacén en penumbra donde se amontonan los recuerdos. Cuando nosotros vestíamos pantalón
corto y ellas falditas de tergal con dibujos de gatos y flores; cuando podías volar hasta donde tu imaginación quisiera llevarte porque tus sueños no tenían límites; cuando durante la
a );ffilhs,;FoRo
6
I
NVLNTAKI O D L TKANSTAKLNCfAS
función del'Teatro-Cine Parke' devorábamos kilos, muchos kilos de pipas'Churruca'y en el descanso mascábamos chicles 'Bazoka'; cuando
(el almibarado Gary Cooper) nos alentaba a elegir Ia senda dela mansedumbre y el. bueno
el malo entre los malos (el demasiado humano Jack Palance) era el ejemplo de la peraersidad; cuando en la ardiente oscuridad de la sala que oLia a desinfectante, sudor, colonia de lavanda y goma de regaliz, el deseo indescifrable se agazapaba en el pecho y, a mi lado, la niña de coletas rubias y lacitos de color rosa se movía inquieta, y yo -maldita sea- no me atrevía a experimentar con aquellos dedos gordezuelos que se movían nerviosos sobre elbrazo de la butaca, y mis manos sudaban, sudaban, sudaban... Hecha Ia anterior aclaracióry y después de pagñ tanmelancólico peaje, intercalo la frasecilla de marras (el texto sobreimpreso en la pantalla) y sigo con mi relato.
Nueve años antes...
ver entrar a la reencarnación de Vladimir llich Lenin, un impulso irrefrenable obligó a Fernando Trueba a invitar al recién ...a1
llegado a sentarse a la mesa compartida con Óscar Ladoire y algunos miembros del equipo de rodaje. Acababa de llegar a Oviedo para dirigir un filme de bajo presupuesto. Aún faltaban varios años para 'Belle Epoque', eI Oscar y los momentos de gloria en Hollywood. Ahora, en 1982, era un director novel que se abria camino rodando una película sin grandes pretensiones. 'Sal gorda' -ese era el título de
cinta-, aunque llegaría a gozar en su estreno de alguna crítica favorable, en realidad
la
pertenecía a un género que consume vorazmente
un público poco exigente que va al cine
a
desternillarse de risa.
Una hora después de tan providencial encuentro, y sin casting previo, la reencamación de Lenin entraba en el reparto. Allí mismo, en
el comedor de'Casa Contado', se bosquejó el papel del tor¡arich, que daba a la comedia cierta fragancia leninista. Todo quedó sellado con una copa de orujo (que no de vodka) y un apretón de manos. Así, de manera tan fácil y espontánea, y sin recibir lecciones en el 'Actor's Studio' ni empollar método Stanislawski alguno, Armando Fernández, el doble deLenin, todo un personaje barojiano que bien pudiera haber nacido en el caserío deLabraz y no en Bayo, simplemente por la cara (la cara de Vladimir Ilich Ulianov, claro), entró en la historia del séptimo arte siguiendo los pasos de un electricista llamado Paco Rabal o de un tal Harrison Ford, ebanista nacido en Chicago y avecindado en Wisconsin. Un profeta de las ondas
Pero Armando, una de tantas transparencias que abarrotan mis recuerdos, me interesa en este inventario más como profeta de las ondas y pionero de la radio en Grao que como actor de cine. Y aunque no triunfó en la gran pantalla ni gozó de la confianza de Pedro Almodóvar ni tampoco de la del recientemente carbayonizadoWoody Allen (hay alcaldes que se idolatran a sí mismos fomentando la imaginería en hornos de fundición), sus excelentes dotes histriónicas quedaron probadas en Ia irrepetible 'Radio Santana' (homenaje al festejo más telúrico de los moscones. Aunque el azar al tejer sus
tramas hila sorprendentes coincidencias: la productora cinematográfíca fundada por Humphrey Bogart en1941, también se llamaba Santana).
Aquella fue la primera radio pirata de la comarca, y consiguió emitir durante casi dos años. Toda una pequeña };.azañ,a, porque a principios de los noventa las emisoras sin licencia no disfrutaban en el dial de patente de corso. Según mi colega Carlos Murias, su locutorio tenía cierto aire de sacristÍa rural. Instalado en una habitación con ventana a la calle La Pedrera,
encima de la cafetería 'luval', diariamente,
TKANSTAKLNCIAs
entre las once de la mañana y la una del mediodía, con la encendida retórica de un predicador en Semana Santa, la voz de Lenin llegaba a las cuatro esquinas del valle con sus homilías laicas que sólo se volvían apocalípticas con tres cuestiones: la música modema, el alcalde y las vacunas.
Vivía ilusionado con recuperar el estilo Boby Deglané de los programas clásicos. Añoraba Ia radio espectáculo de los cincuenta y principios de los sesenta,la radio de lámparas que se escuchaba en las cocinas de la España profunda (aquella caja embutida en una funda de cretona, con dial de vidrio donde se leían nombres de ciudades extranjeras, y allado el inseparable voltímetro). La radio de'Matilde, Perico y Periquín, Pepe Iglesias el zorro (que siempre acababa con el mismo estribillo: "...y
de Fernández nunca más se supo"), los anuncios de Cola-Cao y las novelas de Guillermo Sautier Casaseca. En el fondo, y a pesar de sus facciones, clavadas a las del patriarca comunista, que é1 ante el espejo se esmeraba en acentuat, era un reaccionario irremediable. Entre sermón y sermón, a micrófono cerrado, mientras la garbosa voz de Estrellita Castro hacía cabalgar y cortar el viento a su jaca por Grao y cercanías, los ojos se le humedecían. Entonces, acariciaba la perilla, suspiraba y le decía a su monaguillo Murias: "Catlos, tenemos que hacerlo. Sí, un programa musical en directo, en el'Rada', con el público
sentado en las butacas de
I
la platea".
El programa nunca llegó a emitirse, pero ya tenía tífulo, un tífulo adecuado a su contenido: 'Los principales de los cuarenta', retruécano del programa musical que más odiaba: 'Los cuarenta principales'. De los votos de 1a audiencia (se irfal-iaun jamón de Tineo entre quienes llamasen) saldría un anacrónico hit-parade. Y es que nuestro radiopredicador, sin remordimientos, renunciaba a los oyentes que aún no habían
arnorbzado los cincuenta tacos. En aquella radio para pensionistas el relojya no marcaba la hora, como aún sigue irnplorando Lucho Gatica con su voz empapada de nostalgia.Erauna burbuja
en la que el tiempo se había detenido. Fingía estar quieto; quieto como los troncos de los olmos del parque, como los macizos pilares del Puente Grao. Tan sólido, tan imperturbable. Fingía la promesa de eternidad leída un día en los ojos castaños de la chica soñada. Pero los olmos se talan o los pudre la grafiosis, y a los pilares de un puente los puede arrastrar una riadao demoler cualquier obra pública. De aquí a la eternidad, decía usurpando el título de Zinnemann. Siempre las películas. ¿Existe algo más romántico y retrígrado que congelar el tiempo?
Morir con las botas puestas
'Radio Santana' murió con las botas puestas, en plena emisión. La audiencia asistió en directo a su agonía. Fue una intervención quirurgica desalmada sin anestesia ni calmantes,
muy poco artesana y gratuitamente encarnizada. No. Fue peor. Una autopsia envivo y en directo. Me explico Lenin estaba emitiendo una de sus homilías, en las que se mezclaba 1o humano con 1o divino, desde el nuevo locutorio instalado en la calle Cimadevilla, cuando sonó el timbre. Como aquélla era un radio muy natural y poco aparente, que emitía al desnudo, dijo por el micrófono: "Queridos amigos están llamando a Ia puerta, voy a ver quien es. Vuelvo en un momento". Así era aquel fenómeno de Ia comunicación: había conseguido crear un vÍnculo de complicidad con sus oyentes. A veces, decía: "Os dejo durante tres minutos con Antonio Machín y 'Angelitos negros'. Voy a mear y vuelvo". O al mediodía: "Me rugen las tripas. Mientras bajo a 'Juval' a comer un pincho y tomar un café quedáis en compañía de unas maravillosas canciones de'Los Panchos', no os mováis de este punto del dial".
áFIoiAE ¿,FoRo
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IiVE NTAKI O DL TKANSTAKLN CIAS
Pues bien, ei locutor fue a abrir 1a puerta. los pocos segundos en 1as radios de Grao y
alrededores se oyó un murmullo de voces en segundo plano que se acercaba. Ya al iado de1 micrófono se escuchó aLenin decir: "Yo les dejo pasar para que inspeccionen lo que quieran, pero porque traen el mandamiento de entrada del Juzgado" .Y alavoz de un desconocido: "Si quiere ver la documentación se 1a enseño, soy el inspector Calabácez. de Comunicaciones, y
de radio y ahora hasta televisiones". "Bueno, no se vaya por las ramas, esta emisora debe ser clausurada". Hacía unos segunCos que se oía un ruido. Era como el sonido rrretálico de algo que se está
parecer, enfrascado en e1 diálogo con el inspector, Lemin se había despistado y no vigilaba los movir¡ientos de
destorniilando.
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Margarínez. Y de pronto, 1a voz del radiopredicador enfurecida'. " iEh, oigal ¿Qué
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# ####### FS####**X *á,§##Fá*"
Fs##s## #s ág ##### s# ##### Viñeta de homenaje a "Lenin" publicada en E! Progeso Asturiano en 1996. (Guión de Fernando Flórez y dibuios de Marinas).
este es mi ayudante MargaríÍlea" . Y Armando:
"Biert, bien...no hace falta. Ustedes dirán". Y el inspector: "¿Sabe usted que la Ley prohíbe emitir sin licencia, y que la infracción de 1a norma se sanciona con el cierre, 1a bonfiscación del equipo y una multa que puede ascender a un mil1ón de pesetas?" ."Oiga, yo no soy ningún forajido, simpiemente entretengo a ia gente, no hago como Polanco y otros que, si no tenían ya bastante con los periódicos, acapararr' emisoras
cojones está haciendo? ¡No toque el equipo, mecagiien...!" Y Calabácez: "Tranquilícese, hombre, estamos siguiendo el procedimiento. E1 equipo va a ser confiscado...." Después mucho barullo, y finalmente silencio. Bueno, en realidad, en el 107.8 de 1a FM, se oyó el crepitar de 1a onda portaciora. Un sonido deprimente. Vacío de contenido humano. Sin voces ni música. La soledad radioeléctrica del éter.
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ÁKIÜDLTKANSTAKLNCIAS
Los últimos instantes Lo que ocurrió en el locutorio después del apagón de 'Radio Sar'úanta' , sólo 1o saben el locutor y los inspectores. Armando Fernández Lenin, el pionero de 1a radio local en Grao, hace años que pertenece a ese éter cuya voz lantas veces cruzó hacia un destino que sólo se desvela a los iluminados. Ya pertenece al sueño universal de los inconformistas, de los que necesitan evadirse de las oscuras y húmedas mazmorras de la rutina diaria. Es parte de ese polvo cósmico al que tarde o temprano todos retornaremos. En cuanto a Calabáce z y ll;4lar gañnez, los imagino perdidos por alguna ignota covachuela, en cualquiera de los innumerables recodos que forman al enroscarse sobre sí mismas las Administraciones cuando sufren de obesidad mórbida. Só1o dispongo de la versión de Carlos Murias, que reproduce la que le contó el propio Lenin. ¿Qué quieren? Así están escritos los libros de historia. O ¿qué pensaban, que se escriben solos? Si no engañó con alguna aventura del estilo
cables, pilas de petaca y cintas de casete de Paquita Rico, Conchita Pique r, J or ge Sepúlveda y demás personal de1 futuro hit-parade, sacó
un enorme vergajo con el que
golpeó violentamente sobre una mesa y con la otra mano esgrimió un destornillador de los de estrella con el que apuntó hacia el acojonado Il[;Iargarínez.
CaLabácez.- No intente nada de 1o que se pueda arrepentir. Se está usted resistiendo a dos agentes de la autoridad.
Lenin.- La autoridad. Así que vosotros sois la autoridad, eh. Pues ahora voy yo a
demostrar quien manda en
mi
casa.
Y se lanzó sobre los inspectores que como gamos echaron a correr por el pasillo y bajaron las escaleras de tres en tres y hasta de descansillo en descansillo. Desde arriba Lenin, como en los tiempos de'Sal gorda', muy metido en el papel
del personaje perseguido por los cuerpos represivos (¡lástima que Fernando Trueba no fuese testigo de la escena!), siguió golpeando violentamente con la verga de toro sobre eI
ies gritaba a
de '¡Encontradlol' , un esbozo de novela en el que un escogido grupo de científicos y hombres de acción de varios países recibían instrucciones en Washington -por supuesto - pararealizar una importante y peligrosa misión: la búsqueda
pasamanos mientras
en la selva amazónica de un misterioso espécimen de cuyo sistema inmunoiógico
de defunción en directo y alabrava. Lo que siguió: aquella radio guerrillera con la que emitía en Oviedo desde un coche escondido en las faldas del Naranco, fue el epitafio. Los jubilados del parque aún le recuerdan. Yo también.
dependería la seguridad del mundo en el futuro (algunos folios de este proyecto narrativo que Lenin fotocopió en'Colorines' es posible que yo aún los conserve en casa); si no engañó, digo, al crédulo Murias con alguna piadosa patrafla, los últimos instantes de aquel bergantín que
navegaba sin pabellón por los mares embravecidos de1dial radiofónico, fueron más o menos así:
Lenin.- iQue no toques el equipo! ¡Aquí el que va a cortar algo soy yo, pero los güeaos de algún cabrón! ¡Ahora verás...! Y revolviendo en un cajón abarrotado de
los
funcionarios saltarines: "¡La próxima vez venís con el delegado del Gobierno o no abro!"
No hubo próxima vez. 'Radio Santana' estaba muerta. Le habían extendido el certificado
Cuando enciendo la radio 1o evoco con sus facciones producto de un plagio, aquellas facciones que fascinaron un día a un joven director de cine en'Casa Conrado'. Lo evoco delante del micrófono, como en la viñeta de ]avier Marinas que publicamos hace diez años en el'Progreso Asturiano' con motivo de su muerte. Carajo, como se acaba todo. Inolvidable Lenin.
I r*HoiAB *,FoRo t c
AKTE
e"mo e n e I Génesís,luz contra tíníebl" y creaáo, contra creaáor Ramón Rodríguez
omo en el Génesis, al fin se han abierto los cielos y ha surgido la tierra. La capilla de Sant Pere o del Sanfsimo Sacramento en la Catedral de Palma ya es visible. Según el
Génesis Dios concluyó su obra en siete días; Miquel Barceló, dios menor, ha necesitado siete años porque no descansó en la fecha final sino
que por diversos avatares sus pausas fueron intermedias entre etapas creativas. Dios, el primer día, separólaluz de Ia oscuridad; Barceió esperó alúltimo momento para colocar los cinco grandes vitrales que tamizanlaluz que penetra en la Capilla de Sant Pere. Dios, en el segundo día, separó las aguas de la tierra; Barceló, por el contrario, ha creado un mar de tierra. En los días intermedios, Dios colocó en 1o creado las plantas, el sol, la luna, las aves, el resto de animales, los peces, todas las cosas y, finalmente, el hombre. Barceló, en esos años intermedios ha estado pensando, como siempre lo ha venido haciendo a 1o largo de su trayectoria, en e1 hombre. Parece que Dios, humanista revelado, y Barceló, ateo declarado, se hayan enfrentado hasta que en el espacio sagrado, donde tantos sacrificios incruentos se suceden, se ha producido uno más: el del enaltecimiento de la divinidad a través de la obra del hombre. La capilla de Sant Pere es un ejemplo más de los muchos que tantos artistas, a 1o largo de todas las épocas, han llevado a cabo, siempre dentro de una condición creativa contemporárrea, tratando de interpretar, desde Ia no creencia, uno de los grandes interrogantes de la humanidad: ia existencia de los dioses.
A partir de dos milagros, el de Ia multiplicación de los panes y los peces y la transformación del agua en vino, creará una impresionante y descomunal cerámica con vocación de pintura en la que una sucesión de elementos, nada enigmáticos pero sí que un tanto chocantes en sus conjunciones, conforman unmundo simbólico que envuelve al espectador,
lo impregna y 1o satura de tal modo que hasta quienes no creen encuentran en ese abigarrado ambiente un lugar en el que reflexionar, un ámbito en el que encontrar un pequeño resquicio por el que se puede ver algo de la abstrusa dimensión del hombre cuando se enfrenta a lo hermético. Barceló, al contrario que Dios que 1o consiguió todo con un soplo, ha tenido que
enfrentarse a la materia, según sus propias palabras, a puñetazos para sacarle aquellos atributos que perseguía en su particular creación.
lJna creación que, como la que naffa el Genésis, como la que es característica inseparable del
artista mallorquín, se nos presenta plena de interrogantes y, tTr.a vez más, con la eterna disyuntiva de la vida y la muerte como uno de sus temas capitales.
Los recursos formales y expresivos, sean
soplo o puñetazo, aplastamiento o alisado, arrastre o estallido, arruga o acumulación, unidos
a los
procedimientos técnicos empleados,
tendrán la virtud de convertir
1o
consuetudinario
en sagrado y lo real en fantástico hasta cerrar el círculo y transformar 1o evidente en misterio
y
1o
inicial en final. Son los hombres, que
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,-HoiAS r,FoRo
1
I
necesitan alimentarse, beber y entrar en contacto
de los primeros tiempos cristianos y pulpos que
tierra y no los dioses que de nada precisan,
lo son tanto del desarrollo vitai mediante las espirales de sus tentáculos como, por extraño
con
1a
quienes se nos descubren en las paredes del gran soporte cerámico. Y hasta el artista, el hombre, se transfigvrará, dejando su propia impronta en el barro, en ese Dios que es tan invisible como la esencia de la obra de arte, de
cualquier obra de arte y al que Barceló ha querido representar, si elio es posible, con una ausencia, con un vacío que se hace expresión
que parezca, del Cristo eucarístico de aquéllos
mismos momentos, mientras que las medusas con sus movimientos propulsivos y su estatismo en
tras
aguas son el perfecto icono de la antinomia
atracciónf repulsión o de la indiferencia qus tanto se da en nuestro tiempo con relación a ias creencias. Y no debe escapársenos que peces,
de lo inexpresable
puipos y medusas, al ser
y enunciación de 1o místico que se eleva, desprendido
animales de las profundidades, s€
de un símbolo tan poco agradable como Ia cruz,
transmutan en los nexos
sobre un cúmu1o
en esencia, tema y material,
entre el agua y la tierra que,
de calaveras. De nuevo el constante discurso de Barceló: vida y muerte.
no es otra cosa que la propia obra que Barceió, como dios
menor/ nos propone.
Partíamos de dos milagros narrados en los evangelios, pero las analogías entre obra y
Como en el Cénesis, donde el Dios creador emplea toda
su energía en separar
laluz
hechos bíblicos no dejan de
de la oscuridad, este otro dios meno r la utilizar á par a
sorprendernos en cada
modificarla desde la materia
fragmento de la obra. Dios, en algún momento, separó
y, a su través, originar no ya
las agllas para que un
semil1as, frutas
pueblo entero pucliese trasladarse y Barceló corona su obra con ul1a g::an ola marina -hecha de tierra- para que e1 hombre se sienta como sumergido, recogi.lo i- ensimismado en las profundidades c1e ia cap1ll3.. Barceló, ateo declarado, no ha duda¡o en oirecerle al creyente el pan y el vino tauinatulqiccs, e1 ¡r.in de 1a perpetuación v el .,-irLo .1e, saclriicio. Y 1a composición está replg¡¿ cle p-s¡ss, pulpos r' medusas; peces como represer-ltación i-ie1 Clisto
animales o aguas, plantas o o
contenedores de espirituosas bebidas, sino una nueva y colosal creación. Quizá por ello, tras el apasionado enfrentamiento de los dos creadores, el uno interpretando lo hecho por el otro, algún
representante de ia curia haya podido decir, desorientándose al perder de vista 1o que es una
de los mayores glorificaciones que ei arte contemporáneo hay¿ podido ofrecer a 1os creyentes, eu€ lo inaceptable es que un ateo suplante a Dios.
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conSe ,JC Gust ats o Adolfo
¡Qué cosa más extraña! -pensó doña Maruja- Eranya las ocho de la mañana pasadas y Pepe, el conserje, aítr:. no había abierto las puertas del Ministerio.
Marujita siempre era la primera funcionaria en llegar y presumía de respetar escrupulosamente su horario de trabajo, aunque
realmente se pasaba toda la jornada laboral leyendo novelas de misterio y anotando en su
F ernández
gran ansiedad el número
de1 Sr.
sin embargo no contestó a
Ministro que la llamada.
Entre las nueve y las once menos veinte fueron llegando el resto de funcionarios del
Ministerio. La mayoría, al encontrarse la puerta cerrada, dieron media vuelta y se volvieron a sus casas más contentos que unas castañuelas. Otros se fueron directamente a su cafetería preferida.
agenda los fallos de sus compañeros para luego
informar de todo ello alSr. Ministro. Y eso era precisamente lo que estaba haciendo en ese momento, pues ya le tenía ganas al Pepe.
A las nueve menos cuarto llegó doña Aurora, que se encontró a Marujita leyendo
apoyada en
la puerta del Ministerio.
-ZQué pasa?- le preguntó. -Ya ves, que está cerrado-contestó al tiempo que miraba la hora en su reloj de pulsera y sacaba la agenda del bolso.
-¿Dónde está entonces Pepe? -Ni idea chica, pero cuando se entere el Sr. Ministro se le va a caer el pelo. - ¡Vaya falta de seriedad tiene este Pepe!comentó Aurora. - ¡Ni que Io digas!- apostilló la otra. -Bueno, yo me voy entonces a tomar un cafetito, ¿te apuntas? - ¡Huy no!, que estoy acabando un capítulo
muy interesante.
Marujita era la única que seguía al pie del cañón, aunque desesperada al no poder contactar con el Sr. Ministro. Decidió entonces llamar directamente al Sr. Presidente, pero éste le dijo que no le molestara con tonterías. Nunca le había interesado demasiado aquel Ministerio y estaba demasiado ocupado con su política internacional, con varios temas urbanísticos, que eran los que más satisfacción le daban, y con un ambicioso proyecto para pintar de rojo el césped de todos los campos de futbol del país.
Por suerte Marujita también tenía el móvildel Sr. Alberto, elVicepresidente, que se personó de inmediato en el Ministerio y movilizó a unos cuantos
gendarmes que infructuosamente
trataron de localizar alguna copia de las llaves. Continuaron llamando repetidamente al teléfono de Pepe y del Ministro, e incluso el Jefe de los gendarmes acudió, personalmente y con las sirenas del coche patrulla a todo volumer¡ aI domicilio del conserje, pero allí no había nadie.
Cuando Aurora se hubo alejado apenas
media docena de pasos, Marujita, que ya no podía aguantar más, sacó su móvily marcó con
Ya era en torno a la una cuando por
fin
el Vicepresidente logró hablar con el Ministro.
-t
NAKKATIVA
,-HoiAE,FoRo i 1
-Oy" IVlanolo, le dijo - ¿sabes
dónde demonios está Pepe que no aparece porningún iado?
-
¿Quién es ese
Pepe?
-le
contestó
el Ministro.
- ¡Coño, no me jodas, el conserje de
tu Ministerio!
- ¿Quién, ese pequeñajo y canoso?
-Sí, hombre,
sí, el
mismo.
-Ab
pues ni idea,
¿por qué me lo preguntas? Tras poner al Ministro al corriente de
1a
-Vaya por Dios, a ver, dame el teléfono
de
situación, éste último quedó en acudir de inmediato al Ministerio, no en balde vivía aI
Pepe, que siempre 1o tiene que resolver todo uno mismo.
lado mismo. Así, dos horas después llegó a las puertas del edificio ministerial para hacerse cargo personalmente de 1a crisis. El Vicepresidente se había marchado ya y sólo quedaba allí la fiel Marujita que, no se sabe cómo, se había agenciado una banqueta y estabaya a punto de terminar la novela.
En aquella ocasión respondió a la llamada
Marujita, ¿dónde está todo el mundo? -Se han ido, Sr. Ministro, pero aquí estoy yo para 1o que usted necesite. - ¿Tampoco está la jef a del servicio? - No, Sr. Ministro, recuerde usted que le concedió permiso para trabajar desde casa. - ¿Y por qué no habéis avisado a Gonzalo que debe tener una copia de las llaves? -Mire usted, Sr. Ministro, es que Gonzalo hace casi dos año y medio que se pasó a la empresa privada.
-Hola,
una mujer que, entre sollozos, apenas alcanzó a decir que su marido, Pepe el conserje, había fallecido y acababan de enterrarlo. -¿Y no podría usted acercarse un momentito hasta el Ministerio para traernos las llaves? le espetó el Ministro.
Cuando por fin lograron entrar en el Ministerio, cayeron en la cuenta de que nadie
sabía donde se encendían las luces ni desactivar la alarma que cada vez sonaba con rnás fuerza. Con carácter de urgencia se reunió el Consejo de Ministros que, por unanimidad y a propuesta dei propio Presidente, decidió demoier el edificio, clausurar aquel Ministerio y crear en
su lugar otro de Nuevas Tecnologías.
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?:ffi61ffi';,FüRo r+
F ,"'' este precíso ínstante I
f osé
Antonio Tamargo
aquella lejana y lluviosa tarde de octubre cuando
la vista del tejido y me mira a través de los quevedos que heredó de mi bisabuelo y gue, como siempre, lleva en la punta de la nariz. Viste de negro, de riguroso luto por mi abuelo, muerto muchos años antes de yo nacer, cuando la guerra. Tiene el pelo blanco recogido en un alto moño, el mismo que ha usado desde que
vi el pueblo por última vez.El Orbayu sigue
tengo uso de razón. Me mira por unos segundos
conservando la misma fisonomía de cuarenta años atrás, con las mismas veinte casas de toda Ia vida, prácticamente idénticas. No hay casas nuevas y 1as existentes no han sido reformadas, así que mantienen la apariencia de siempre, todas construidas con bloques de piedra sin revoque, con techo a dos aguas cubiertos de tejas negruzcas salpicadas de verdín, y los dos ventanucos con cristales siempre sucios de hollÍn que sobresalen del tejado en su parte frontal. Todas üenentres plantas diskibuidas de idéntica forma. En la planta baja está la cocina, que ocupa la mitad de la planta, el comedor, que ocupa la otra mitad, y el horno, situado al final del terrado que forma el suelo de la galería de la primera planta, en 1a que están los dormitorios y la acristalada galería, que se extiende a lo largo de una de las paredes laterales de la casa, que en unas está ala derecha y en otras alaizquierda.
con sus ojillos vivaces. Luego vuelve la vista a las agujetas y yo hago 1o que quiere que haga, sentarme en el suelo, frente a ella, y sostener el ovillo de lana. A1 acercarme, siento su olor
ecir que un pueblo no ha cambiado nada en los últimos cuarenta años suena a tópico. Pero es la impresión que siento cuando, tras cuarenta años de ausencia, regreso al pueblo y compruebo que nada ha cambiado. Que todo sigue igual que
En Ia galería,luminosa en esta mañana de agosto, está mi abuela haciendo calceta, sentada
en su mecedora de toda la vida, que ella mueve
acompasadamente y al hacerlo chirría una de las tablas del suelo, siempre la misma tabla, exactamente la quinta contando desde la pared. No me 1o ha dicho, pero está tejiendo un jersey parami, el mismo jersey azul con rombos rojos que estrené el invierno del último año que pasé en el pueblo. Cuando entro en la galería, levanta
característico, formado por una abigarrada muestra de aromas caseros, dulces y sutiles unos, acres y fuertes otros. Es su olor y 1o reconocería entre mil olores diferentes. Es una de las pocas cosas que me llevé de ella cuando marché para América. Un olor que he guardado en Ia memoria a 1o largo de estos cuarenta años,
como uncordónumbilical que me ha mantenido
unido a mi abuela pese a la distancia. Uno de los tantos motivos que tengo para volver. En el rellano de la escalera, entre la primera
y la planta bqa, está el cuarto de baño; la tercera planta es el desván, donde hay dos pequeñas habitaciones, que solo se usan para dormir cuando hay romería, que es la única vez aI aflo en que toda la familia que no vive en El Orbayu suele reunirse, y es donde dormimos todos los primos, niños y niñas juntos. Es cierto que estoy describiendo mi casa, pero todas son prácticamente iguales, unas mayores, otras menores, pero la distribución es la misma. Todas tienen una cuadra y un hórreo; y todas con su huerta en la parte trasera. Así ha sido siempre y así sigue siendo cuarenta años después. Aunque paÍezca un tópico.
7qilv4 Mi fo, que es quien heredó la casa cuando nos marchamos para América, no ha hecho reformas en estos cuarenta años. Ni siquiera la ha pintado, pues encuentro en una de las
paredes de mi habitación la mancha de humedad en forma de perro que siempre ha estado ahí. Yo hasta le puse nombre a ese perro imaginario, con el que tantas veces jrgré en mi infancia sobre todo en las largas convalecencias del sarampión, las paperas, la rubéola y todas esas enfermedades propias de la niñez."Leal". Así 1o bauücé. Le puse el nombre de mi primer perro/ que murió ya viejo atropellado por un carro. Hasta en la cama está la marca de mi cuerpo, como si en estos años nadie hubiera dormido en este colchón. La toco y la siento tibia al tacto. También está, sobre Ia mesita de noche,la foto de mi primera comunióry en un marco de latón dorado, que ha perdido lustre en una buena parte de é1y con el cristal salpicado
de cagadas de mosca. En el cajón superior de la mesilla encuenko
-/
¡lgunos
de los objetos que fui atesorando en
mi
lejana infancia: una pequeña navaja con la
empuñadurarajada, tres canicas de colores, una de ellas bastante maltratada, un trozo de vela, los dos casquillos de bala que encontré en el monte, mis dientes de leche meüdos en una caja de cerillas, varios clavos, dos o tres llaves viejas, un pedazo de cordel, el ojo de cristal de una muñeca, una colección incompleta de cromos del Real Madrid, un cromo de Federico Marfn Bahamontes vistiendo un maillot amarillo, eI rosario y el misal de la primera comunión. En el cajón de abajo, colocadas sobre la colección
de revistas ilustradas de El Coyote que pertenecía a mi padre y que yo heredé el día que las encontré llenas de polvo en una caja en el desváru están mis primeras madreñas. El día que me las compraron me hicieron tanta ilusión
que hasta dormí con ellas. El Coyote fue mi
héroe durante varios años, hasta que en mi vida apareció El CapitánTrueno y sus amigos CrispÍn
y Goliat. Cuando nos marchamos para América me lIevé conmigo mi colección de revistas de El Capitán Trueno, que allá releí varias veces. Y dejé en la mesita de noche las de El Coyote,
definitivamente relegado como héroe. Tampoco ha cambiado nada laplaza del pueblo, solo que antes, cuando era un crío,la veía mayor, casi tanto como veo ahora un campo de fútbol, pero en realidad es minúscula, un cuadrado de apenas treinta metros por cada lado, con su suelo cubierto de piedras que el
tiempo ha ido gastando y en compensación puliendo. Veo que siguen ahí los tres baches que están en Ia plaza desde que yo tengo uso derazón, en el mismo sitio donde siempre han estado. Incluso permanece hoy tan seca como hace cuarenta años la fuente situada en el centro
de la plaza, una fuente común y corriente, idéntica a la de cualquier pueblo. También permanecen inalterables los exteriores de la plaza. Su lado norte 1o delimita la estrecha y serpenteante carretera quq subiendo y bajando montañas, une Avilés con Grado y de paso el rosario de pequeños pueblos de montaña alineados a ambos lados de la carretera. Cruzándola está la taberna de Esteban, en la planta baja de una casa de tres alturas, idénüca a las demás del pueblo, aunque un poco mayor. Estebaru que estableció la taberna en la planta baja muchos años antes de yo nacer, convirtió las dos plantas superiores en vivienda; así que es la única de todo el pueblo que no tiene desván, pues en el espacio reservado a desván fueron
construidos los dormitorios y en la primera planta, donde en el resto de las casas están los dormitorios, está la cocina, el comedor y la habitación de La Loca, que está sentada como todos los días a esta hora en su silla de ruedas, que Esteban ha sacado al balcón de la primera
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planta, para que La Loca coja un poco de aire, como hace siempre.
A mí LaLoca me da miedo, como a todos los niños del pueblor pües sabemos que es una bruja come niños. Para los mayores de E1 Orbayu, La Loca no está loca, es simplemente una parapléjica que no puede mover ninguna parte de su cuerpo, condenada a estar postrada toda la vida en su cama o en la silla de ruedas. Ni siquiera puede hablar. Pero los niños sabemos que no es verdadr eüe La Loca sí está loca, que es una bruja y que puede caminar, pero que sólo lo hace de noche, cuando todos duermen
y
ella sale montada en su escoba a robarse los niños. Sé que soy el próximo, que me la tiene jurada, pues siempre que Paso Por la plaza se me queda mirando con esos ojos suyos que parecen estar muertos, pero que brillan con destellos rojizos, igual que los ojos del diablo que aparece en las ilustraciones de los libros de historia sagrada que nos lee Don Lorenzo, el cura del pueblo. Me mira y, cuando yo la miro a ella, entonces estira su dedo índice, largo y huesudo, me señala con é1 y luego lo lleva a su cuello y hace un gesto elocuente, indicando que me coftarála cabeza; yo bajo la vista, hago la señal de la cruz y corro como alma en pena, tratando de llegar a la casa 1o más pronto posible. Entro a la cocina y veo a mi en el pueblo
madre amasando el pan. Loca me quiere
matar.
digo acercándome a elIa y apretándome contra su
-La
-Le
regazo. Ella me mira y en sus ojos veo reproche.
he dicho mil veces que Jesusa -así se llama La Loca-no está loca, y no me gusta que la llames así. -Entonces el reproche de sus
-Te
ojos se transforma en
burla-
¿Y de
dónde sacas
tu que te quiere matar?
-Porque me 1o ha dicho -Le respondo.
Esta vez la burla desaparece de los ojos de mi madre. Me toma por los hombros y me obliga a
mirarle a la cara.
-No
sé de
dónde tú sacas esas cosas/ Tonfr.
Bien sabes que ]esusa no habla, que es muda, muda y paralítica. No me gusta que cuentes mentiras, eso es un pecado muy grande y si sigues pecando, arderás en el infiemo. -Me dice mi madre, zarandeándome, pero apenas un poco.
- No me 1o dice con palabras - le respondo-. Pero me hace así con el dedo -
imito el gesto de La Loca. Entonces mi madre, en lugar de ponerse más seria, quita sus manos
de mis hombros, sonríe y se concentra en la masa del pan. jesusa
no se puede -Tienes cada cosa, si mover. Ni los pies, ni las manos, ni los dedos, nada. Tú 1o sabes, no sé entonces por qué inventas esas cosas. Entro a la taberna. Mi padre está jugando al tute con Evaristo, Sebastián y Manolón el del Molino, en Ia misma mesa de siempre, la que está más cerca de la ventana. Cada uno de ellos con un vaso de tinto medio lleno al alcance de la mano. Por la cara que tiene, sé que mi padre
y Evaristo, que juegan en pareja, están ganando. Padre me mira a través del humo de su cigarrillo, siempre colgando de su labio inferior, sonríe y me saluda con la mano,luego me hace un gesto con la cabezahacia el mostrador, donde Esteban se afana en
limpiar con un paño un vaso de
cristal, como si en lugar de secarlo, pretendiera darle brillo. Al verme, deja el vaso en la vasera situada en la pared del fondo y cuando regresa al mostrador trae en una de sus manos un paquete de galletas María.
Miro hacia la mesa donde mi padre juega alabaraja. Pero no está allí, ni él ni ninguno de sus compañeros de partida. La mesa estávacía,
como vacía está la taberna. Camino hacia el mostrador de madera y observo su pulida superficie. Y ahora, tal como hace cuarenta años, veo los redondeles oscuros que han ido dejando en ella los vasos en los que los parroquianos bebían el vino barato que les servía Esteban; y también las quemaduras de las colillas en el borde externo del mostrador. No tengo que contar ni unas ni otras. Ya las conté cuando era niño y sé que hay exactamente veintidós redondeles y sesenta y siete quemaduras. Laplaza está vacía, como todo elpueblo, quizás sea por el bochorno de este atípico día de agosto, demasiado caluroso para Asturias, que obliga a todos en el pueblo a recogerse en sus casas. Camino hasta los bancos de piedra cubiertos de verdínr ![ü€ están adosados a la pared de la iglesia,y me siento en uno de ellos, a la escasa
sombra que proyecta el estrecho alero
del templo. Es el mismo sitio en que nos sentábamos cuando éramos niños para espiar
a La Loca y, con la osadía que nos daba la distancia, burlarnos de ella, que permanecía
sentada e indiferente a todo, como un desmayado muñeco de San Juan. La campana repica de pronto y me provoca
un sobresalto, quizásporque me había quedado amodorrado a la sombra del alero de la iglesia, acariciado por una tenue brisa, o quizás porque Ia campana toca a difuntos, anunciando con sus espaciadas campanadas que alguien ha muerto
en El Orbayu.
El cortejo fúnebre 1lega a Laplazacuando todavía sigue repicando la campana. Mi padre, Sebastián, Evaristo y Manolón sostienen el
féretro, detrás, va mi madre, mi abuela, mis tíos y mis tías y los demás adultos del pueblo, todos vestidos de riguroso luto. Está en el entierro hasta La Loca, sentada en su silla de ruedas, que empuja Esteban. Cierran la marcha fúnebre los niños. Me acerco a ellos y me incorporo al cortejo. Caminamos en silencio, andando muy despacio. Mienlras, la campana sigue tañendo. Cruzamos laplazay avanzarnos hacia el cementerio, en cuya puerta está Don Lorenzo, alto y flaco, con su sotana negra mecida por la brisa. "Se parece a la muerte", pienso al verlo, "rtada más que le falta la guadafla". A1 llegar el féretro a la puerta del cementerio, Don Lorenzo se pone al frente de la comitivay cruzarrros el camposanto hasta una tumba recién abierta casi al final del mismo. Depositan el féretro en el suelo y Don Lorenzo pronuncia el responso, mientras rocía con agua bendita el ataítd, que tiene abierta la parte superior de la fapapara que los deudos vean por úItima vez aldifunto. Concluido el sermór; todos pasan frente al féreúo y echan una última mirada al cadáver. Yo soy elúltimo de la fila. Cuando me acerco y miro al interior del sarcófago, me veo a mí mismo muerto, pero sé que eso es imposible porque yo estoy a varios miles de kilómetros de distancia de aquí, en
una luminosa ciudad caribeña, en cuyo cementerio y en este preciso instante, me están enterrando.
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I Estefanía González
("ncentracíón I
perdonarás. La añoranza de verte en la cadena
- Es un libro que estoy leyendo, que me revuelve, me dan ganas de clavarme cosas punzantes.
inmensamente seria, me llena de ansiedad.
- ZQué libro es?
Ahora sé cuando se estropeó todo. Tú me suplicaste que te hablara de eIla, y gritaste de libertad. Sé que te produce tanto dolor que mencione sus muslos que no podrás ni llorar.
- No te lo diré.
- ¿Por qué? - Porque sabrías demasiado. Me avergonzaria.
de montaje, utilizando las manos/ tan ¡Cuánto me has dado!
Eres una pobre ingenua si crees que me importas
- A mí me llena de paz el que estoy leyendo.
en absoluto, siempre has sido una pobre ingenua. ¡Lee! ¡Lee tu mierda de libros y muérete! Y su garganta, y sus ojos, y su culo y
- ¿Cuáles?
su omb1igo...
- No, no, no te 1o diré.
Te quiere,
- ¿Por qué?
No te quiere. ¡No te quiere!
- Porque también tengo intimidad. - Perfecto. Me daré la vuelta y no te miraré. Si crees que me importa, estás muy equivocada. Sé que 1o dices porque yo no te he dicho el mío' Ay, he comido demasiadas anchoas. Las tengo a todas nadando en el estómago, anudándose.
II Querida hormiguita: ¿Recuerdas cuando te observaba ftabaiar? Siempre has sido tan delicada. Refulgías en medio de las otras blandengues, dura y metálica. Yo fui el primero que te vi. Estaba siempre tan excitado por aquella época, sin direcciÓn, sin saber cómo verterme afuera. No había nada que me excitara más que verte CONCENTRADA en los descansos, con fus libros. La concentración
me puede, siempre me ha podido, no puedo contenerme ante la concentración, necesito tomar un instrumento y descerrajar algo, tengo esa necesidad. Queridita, queridita flor. Nunca me
ru Ella entra, seria y dura. Es de metal, es igual que una hormiga de metal, casi no habla. Su cara de lado es lisa, de una pureza que nunca he visto. Cuando expulsa el humo del cigarrillo, con su pelo liso tras la oreja, es como una niña. Lee el periódico y después se sienta en el grupo de los gemelos. Creo que sale con un gemelo, no sé cual, pero jamás la he visto tocar a nadie. ]amás me mira cuando me pide algo, y no permite que le toque la mano al darle el cambio. Sin embargo, cuando sale, tambaleándose, casi cayéndose, apoyándose en los respaldos de las sillas, ¡oh!, me mira y me saca la lengua siempre seria. Se va antes que los otros, quizá porque aguanta menos. A veces se cae en Ia puerta, y yo la recojo, y llamo a un taxi, y espero con ella a que llegue el taxi, y la beso, y la toco por todas partes, todo 1o que quiero. Si vomita la tomo, por los hombros y la vapuleo y la insulto. Ella nunca recuerda nada.
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L" tíerra I Están tomando el sol. Todo huele a crema bronceadora. Un refresco de naranja caliente, con moscas, perfuma toda la zorrat y el cloro, y la hierba, y la tierra, y elplástico. Hay que llorar con esa combinación. - Bueno, chica, pues así son ias cosas, si
tú sueñas que te follas a fu madre es porque te la quieres foIlar. - Soñé que follaba contigo. - Vaya. Sabes que los sueños son la realizaciín
de nuestros deseos. Es que quieres follar conmigo. - ¿Estás loca?
- No, es así aunque tú no 1o reconozcas. Eres una reprimida. Seguro que te gustó el sueño. - Imbécil. Soy la persona menos reprimida que conozco. Soy tan poco reprimida que mis sueños no sólo no necesitan disfraz sino que ellos mismos son con seguridad metáforas de algo mucho más inocente. Si sueño que follo a mi madre, no es que quiera follar a mi madre, es que probablemente quiero ser una niña o algo así.
y no tiene ni siquiera una toalla. Quiere poner un poco morenas las piernas, al menos. Lee tumbada boca arriba, tapando el sol con ellibro, pero la claridad la ciega. Se da la vuelta, se pone boca abajo, el libro sobre la hierba. Llovió durante la noche y la tierra blanda exhala vapor. Devez en cuando se da un manotazo et:. una pierna para espantar algún insecto, pero suelen ser sólo hierbajos que se le han quedado pegados y la brisa agita. Acerca cada vez rnás los ojos a la hierba, echa el libro allado, pone Iacabeza sobre las manos y mira por debajo del brazo a la gente que hay tomando el sol, en bikini, con cremas, oye sus voces lejanas. Pega Ia cara al suelo e inhala. Suda y empieza a babear. Escarba con la nariz y la boca en la hierba tupida, prueba los tallos tiernos, llega a la tierra esponjosa y negra, y muerde, se llena la lengua de tierra, la mezcla con su saliva, empuja, empuja, como un cerdo buscando trufas, mete una mano,la otta, y empieza a nadar. Crawl: unbrazo, otro, como un topo, ondeando el cuerpo, como un gusano, grrando, como Esther Williams en el negro humus. Llega albúnker y hace un alto en el camino. Es una
pequeña ermita en medio de
la tierra,
verdaderamente en medio (ríe), un buen refugto
- Anda ya. No te 1o crees ni tú. Eres una pervertida. - Y tú eres grosera y anormal.
II
r--
1o
En la superficie todos los viejos se han
Está tomando el sol sobre una ladera húmeda. Está vestida porque es el
recordará para otras veces, para cuando haga falta. Está fresco y la luz aítn funciona, luz anaranjada de los años 40. Se ha dejado el libro arulba. piensa que
principio del verano
puesto a golpear furiosos los macizos de flores con su bastón.
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,'Hoig8,FoRo zc
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N " nca sígní{íca I
por su novio. De todos modos, a ella la muerte no le parece un asunto grave. No le indigna, io que sería de esperar, el egoísmo de los novios, a quienes considera una especie de accidentes, fenómenos a una chica que iba a ser asesinada
Pero ya no te quiero. Quiero alejarme. Quiero que te conviertas en un cadáver. Quiero estar en brazos de otros hombres, que vean como se
estira mi espalda cuando hacemos el amor y que me lleven a casa cuando esté cansada. Les prepararé un chocolate caliente y me acurrucaré en el sofá a ver como 1o beben y si están incómodos bajo mi mirada. Lo siento, pero ya no te quiero ver nunca más. Nunca signífica no sólo durante unos años, ni siquiera una vida. Nunca significa en toda la eternidad, mientras el sol exista, o mientras el universo exista, antes de que se contraiga y se convierta en un punto de densidad infinita. Nunca es eso. Es que quiero que desaparezcas de mi recuerdo, que aquellas tardes que pasamos juntos sin apenas salir de la pensión, en Creta, desaparezcar-r,:ro sólo de mi mente, sino también de la tuya, que no permanezcan en nadie, ni en ti ni en mí, y por tanto, escucha bien 1o que te digo, por tanto, no hayan ocurrido jamás. Ni siquiera nuestras reconciliaciones, después de que dejaras las marcas de tus dedos en mis brazos en la locura de los celos, ni siquiera aquellas reconciliaciones maravillosas en que yo te juraba que siempre estaría contigo, siempre sería tuya, de nadie más, nunca, ni siquiera aquellas reconciliaciones permanecerárt, es decir, no habrán existido. Yo no habré existido parati, y tú no habrás existido
paramí
imprevisibles, ocurrencias de Ia naturaleza, como cuando cae un rayo en un árbol por la tarde, antes de que haya siquiera empezado
llover, y
a
o como cuando se desprende un trozo de montaña y aplasta un 1o hace arder,
coche, y un niño que quería ser arquitecto muere.
La irrita sobre todo recordar cuánto le disgustó
cuando 1o conoció, cuando volvieron de Grecia. Ella flotaba calle arrTba y calle abajo é1
acompañándolo. No era él el que la acompañaba a ella, que había
vivido siempre en esta calle,
sino ella la que lo acompañaba a é1. Só1o pudo huír de un tío dominante una vez.La segunda no 1o consiguió. Sonreía como una niña cuando
algo la entusiasmaba. Quizá no habría sido asesinada de esa manera que le da vergüenza imaginar si hubiera sido más precavida, como no existirían las películas de terror si los personajes no fueran temerarios. No se acostumbra a que mueran los alegres, no soporta
pensar que Eva sea sólo un recuerdo, y dentro de poco no sea ni siquiera eso. En un par de generaciones no habrá sido nunca nada. La dulce Eva.
m Estamos regulando su insomnio. Hemos dejado
Ia cocina llena de insectos, pero ella no io sabe.
il Es la segunda chica que conoce a la que su
novio
asesina. Perdóru ya no la conoce, qué estupidez. Está finita, muerta, ida, cómo va a conocerla si
no está. Si hubiera sabido cuando estaba viva que iba a ser asesinada, podría decir que conocía
Cuando despierte los encontrará. Creerá que sueña. Subirán por sus piernas. Yo estaré fuera. Si empieza a tomar psicofármacos, no tendrá síndrome de abstinencia. Mañana comentamos dependiendo de 1o que sea. Sobre todo impídanle hacer trizas las fotografías de la niña.
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C"razón d . {lar.,s fuan Antonio Contreras
'¿.
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fui a mirar por la ventana, no bajé a telefonear a nadie, no pregunté a la vecina si Rosario había dejado un o
recado parami, no llamé a la poli ni al hospital, esperé con las manos en los bolsillos por el frío, atento a cualquier rumor de ella en el pasillo sin los botines, estará bajolafarola, con su boca roja y pechos ateridos, la rama de acacia gesticulando con el sagrado corazÍnde la dueña de la pensióry el viento levantando hojas, me quedé sentado en el camastro solitario, la habitación dentro del espejo, lrrr corazón de Jesús tan destrozado como yo, si me llego a separar de ti me cuelgo, una grieta en el techo, y me tumbé de bruces y no consegriaparar, si no fuera porque extendía elbrazo y la recordaba, olía su sudor,los restos de su útero en el orinal con paños, se oye la llave de la puerta y entra en la habitación vacilante, como laluz del techo, como las cascarillas de la pared, pasados unos segundos, se derrumba y su pecho de varillas es un estertor que se abre y se cierra, se abre y se cierra, no llores Rosario, le caliento los pies, me acurruco con ella, echo la colcha, con la falange del dedo doblado le acaricio la sien, vientre contra vientre, su aliento en mi cuello, las chinches salen de las rendijas,la patrona se santigua al salir del portal, fuiega el escalón de la entrada, buenos días, buenos días, olor a rehogado, pasos con una amplitud de plomo, una motocarro cargando muebles, calle Carretas a Puerta delSo1, un viento punzante como un alacrán, bostezos en el metro, bocas vacías rechinan por el túnel, silencio, como aquel día en el gallinero, si me llego a separar de ti me cuelgo, luz turbia, respirando como un peffo sediento, micabeza por encima volando, por el bosque agitado de antenas, sin paÍar, no te preocupes, no te atosigues, no te 1o tomes tan a
pecho, ya verás como entre los dos salimos de esta, clarealahtz entre las ramas de la acacia, unbrazo que casi no existe debajo de la manga el relente en la maleta, el paraguas negro, Rosario me sigue sumisa a pesar de la incomodidad de los corchetes de su faja, un cortejo de difuntos bajo la lluvia dirigiéndose hacia donde resido, árboles alargados, escamosos, entre columnas griegas y un jardín de plástico decolorado, hola luarr, hola un corazónde flores junto alalápida, las bombillas que se apagan como si estuvieran fundidas, ¡déjame solo!, ¿dónde estabas?, berreo, se aprefuja contra mí, un hedor brutal le sale de la boca, 1os hombros derrotados, le pican los juanetes de mula, tiemblo, estornudo, pretendo levantarme con esfuerzo, vibramos al unísono, mi cara delgada en su cuerpo encendido, los árboles en sombra, solLoza,le tiro de los pelos de la nuca para aüandar la gargarúa, siente el metal en su piel, Ie corto el alarido, estallan los cartílagos, el cuchillo tropieza en el hueso, un gruup intenta salir de laaberfixa, tiembl4 parece pretender levantarse con un esfuerzo,los ojos
se agrandan hacia mí, las grajas gfazr.ar. excitadas,la corona nos mira con su lazo negro y violeta, el cuerpo de Rosario sobre micabeza, entre la neblina,la arenilla de los cipreses entre los dedos de los pies, una mancha oscura,lenta, nos pega indiferente.
Arrastro su cuerpo hasta el tabuco, a la entrada, ala izquierda, cerca de la hornacina con los perros de porcelana que me miran toda la noche. Las botas con una costra de barro. Las
luciérnagas
tiritan entre 1a pinocha
transformando las flores de plástico.Lacabeza por poco se suelta. Voy a por la carretilla. La
azada en su interior. Los codos pelados,deshechos como trocitos de bizcocho. La subo, le pego un puntapié ala puerta, doy
,iF6(o 7Z laluz y Ia bajo. Busco l,a caja de herramientas. Clic, clic, recorto el somier con los alicates. Encajo a Rosario, mi Rosario. Me pincho y sangro. La ropa se le desgarra en el somier. Me
acuesto a su lado. Las piernas, las rodillas, la cara blanca. Los ojos como algodones que no pestañean. Le acaricio los carflagos desgarrados con el dedo índice. Todavía babean sangre. Le recorto las pestañas con la podadora para que se vean mejor 1o falsos que son. Quiero que me presten atención, se interesen por mí, conversen
conmigo. Le pongo el corazón de flores ocultándole la horrible hendidura de la que asoman cabos de nervios y músculos. Porque eres mujer y las mujeres no podéis andar por ahí cosiéndonos a disgustos. Grumos de grasa
no roja, blanquecina, pegados a los mechones cortados del cuello. Le cojo la cabeza. Huele a tierra mojada. Ya no te irás. Puedes hablar con los ángeles de mármol. ¡Qué bien que vas a estar aquí! La cubro con el colchón. El aliento de los cipreses atraüesa el ventanuco. Me chupo el dedo no vaya a ser que me dé eltétanos. ZQué podía hacer yo?, me disculpo. Me tumbo en la cama. Remeto los faldones de mi camisa por dentro. Apago laluz. Olisqueo a Rosario (no me molesta ahí abajo): un olor dulce, como el de las manzanas que asaba mi madre, con su escote, sus labios rojos, sus uñas rojas, sus cejas susütuidas por una curva alápiz. Un olor ú:Jzón
como el perfume a granel que compraba en la esquina de casa. Cierro los ojos. Me duermo.
I rét-u-?orter F ernando
M artínez
Á17)
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lfileres en sus ojos. Veo alfileres en sus ojos; elementos de visión punzante con
"Ese cinturón ¿se 1o había visto?", se desprende de su gesto, cuando su sonrisa
los que hace el pespunte de mi indumentaria: escudriña el más nimio
forzada refiere fechas posibles para un encuentro. Si, quizá la última semana de
desarreglo.
septiembre.
Mientras, su hablar, de frases cortas. No se puede exigir demasiado a una mente ocupada en procesar a la mitad de su capacidad. Otoñea la conversación: el tiempo. "Ya está aquí elfinal del verano". Y a la vez, sus ojos precisos como bisturíes hacen escrutinio del borde de mi cuello, como intentando discernir elnúmero de puestas de mi camisa.
Un " ¿está rozado el puño de esa chaqueta?" tÍas sus ojos. Pero el "Pretendemos
hacer un homettaje..." entre sus labios. Me siento desnudo, como el cliente que pide prestado a un banco. Violentado por su atrevimiento hiriente, ofendido por su altanería ostentosa: apocado por mi propia humildad.
Al volver
pregunto cómo habría sido nuestra conversación, cómo habría sido si a casa me
Su parloteo de relleno continúa sobre una posible reunión en septiembre, entretanto su vista decide a su cerebro a preguntarse si mis
viviéramos en un mundo en el que todos
zapatos habrán sido limpiados hoy.
estuvieran desnudos.
El esfuerzo de su conversación no tiene que ver con el interés de su observación.
¿Con qué podrÍa é1llenar la mitad vacia de su vida?
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,-l{rüffifuriiffi Hace unos años, estando destinado en plantilla oolante de Zona del Narcea, lleaaba unos días apoyando a la oficina de Grado y, rutinariamente, me iba econtrando gente, siernpre la misma gente, algunos personajes pintorescos como " Quique", que paraguas en mano recitaba de aiaa ooz oersículos del Apocalipsis o aquella " joaencita" que lleoaba un estuche de oiolín. Esto me hizo pensar en una historia que podría llegar a pasfir algún día. No pretendo con ella más que arrancñr una sonrisa.
L" jove ncíta d"l víolín Benjamín López or las mañanas, cuando me dirigía a la Caja para comenzar mi trabajo coincidía invariablemente en la calle con los mismos tipos: la señora flaca de los dientes amarillos, el individuo de los bigotes, de enorme bNngay piemas "piü71o" ,elde la guamicionería, siempre con su paso apresurado, el gordo de pantalones de mahóru boina y alpargatas, los dos guardias civiles en su viejo Nissan Patrol, el chalado del paraguas, el empleado deljuzgado con su maletín y sus gafas torcidas, el médico con su puro, etc. A veces algunos de estos tipos se renovaban y a veces desaparecían definitivamente, como le ocurrió al calvo de las patillas, a quien en un principio yo admiraba por parecerrne un hombre elegante y al cual luego desprecié, a raíz de haberlo visto comiéndose un churro por la calle. No recuerdo ahora en qué época empezaría yo a coincidir con la jovencita del violín. Sé que al verla con su estuche negro debajo delbrazo me emocioné. Me enternecía saber que en una época tan materialista, existía una persona dispuesta a aprender a tocar un instrumento tan delicado y tan demodé. Era francamente guapa la tal jovencita ¡Qué ojos tan negros y profundos tenía! y que aún resaltaban más con aquella cabellera rubia, sedosa y abundante ¡Cuánta simpatía, cuánta luz había en su mirada! iQué pechos tan desarrollados! Yo, en ocasiones, me preguntaba: iQué necesidad tendrá de aprender a tocar el violín esta preciosidad? Pero ya se sabe que siempre hay gente romántica e idealista, no todo van a ser fondos de inversión, planes de
pensiones o préstamos al consumo. El violín, cuando se sabe tocar, es un instrumento que suena divinamente. Por cierto,
¿seria
Tino el afortunado profesor de música?
Todas las mañanas nos cruzábamos los dos, casi a la entrada de la Caja. Yo me la imaginaba interpretando alguna delicada melodía de Vivaldi o de Sarasate,lacabeza inclinada sobre el hombro correspondiente al violín, la sedosa cabellera cayéndole a 1o largo de la espalda. No dejaba de resultar bonito que una joven de su atractivo se dedicase a un arte tan espiritual.
Para desgracia mia, dejé de verla repentinamente; de pronto, desapareció. Yo pensé, a pesar de todo, muchas veces en ella ¿Dónde estaría? ¿A qué se dedicaria? ¿Por qué no salía ya con su violín, como todas las mañanas? ¿Se habría fatigado a mitad del camino? ¿Habríaterminado su aprendizaje? Una mañana, recién abierta la oficina, estaba yo en lacajacontando billetes de cinco euros, cuando a través de los cristales la vi descender de un automóvil en compañía de un sujeto con la cara cubierta por un antifaz, quiery ¡oh, extrañeza!, llevaba el estuche negro del violÍn en las manos.
Entraron precipitadamente, gritando: -iQué nadie se mueva! ¡Todo el mundo con
las manos en la nuca menos el cajero! Sin que yo pudiera darme cuenta
exactamente de cómo ocurrió todo, el sujeto abrió el estuche, sacó una metr alleta y,
apuntándome
a la caÍat me ordenó:
-Pon en ese cabás todo el dinero que hay en la caja o te salto la tapa de los sesos. Me miraba fijamente a traves del antifaz, mientras yo, fajo tras fajo, iba poniendo los billetes en el cabás que me presentaba portentosamente
abierto la inefable jovencita del violín. Aprovechando el descanso nocturno, a veces/ no sólo medito sobre mi felicidad.
NAKKATIVA
,-HoiAB, FoKo z+
L1"u Óscar L. Nogal sí que vienen a visitar la Cruz del Norte. Sí, van bien, pero quedan unos dos kilómetros. Ya van un poco tarde para poder volver de día; no les aconsejo que sigan. Además, por el camino no se puede casi pasar de 1o mojado que está. Hay casi medio metro de barro. No les conviene ir, no... , si al menos llevaran madreñasr p€ro con esos zapatos.../ vamos que no creo que vayan a llegar muy lejos. Quédense por aquí, echen un ojo al pueblo. Sí, claro que este pueblo se puede visitar, pueden darse una vuelta por donde quieran, pero todo está más muerto que vivo. Hay buenas casas, pero ya ven que se les caen los techos a casi todas. Vacías. No hay nadie que las cuide, normal, a ia gente joven no les interesa conservarlas y los que emigraron no quieren volver aqui, prefieren los pueblos del valle o comprarse incluso una casa donde no tienen familia pero sí un supermercado. Ellos se 1o pierden. Nunca se encuentra nada más hermoso que el pueblo donde naciste, aunque esté en el Infierno. Hombre, claro que aquí había mucha vida, hacíamos unas fiestas muy famosas a principios de Julio, cuando talábamos un árbol y coLgábamos regalos de
la tierra y objetos de metal. No, ya no las hacemos, imposible. Ni siquiera en verano el pueblo le preocupa a alguien. ¿Paraqué?. Ahora sóio quedamos tres y en invierno nadie. Me quedaría solo, pero ya estoy demasiado viejo y los hijos no me dejan quedar en invierno. Al menos se preocupan por mí. Muchas veces
peleo con ellos, pero son buenas personas y me limito a pasar unos días, dar una vueita, recordar otros tiempos. A veces bajo, me tomo un chato de vino y me dedico a comentar el fútbol en la tasca. Pero moriré aquí. Eso sí, me enterrarán en este pueblo. No me pongan esa cara,la muerte no es algo malo No, no me da miedo. Morir aquí no me 1o quitará nadie... Les estoy distrayendo. ¿Así que no van? Es 1o mejor. Entonces vengan conmigo, les invito a a1go. No es problema. Me gusta tener gente, Muy bien, síganme. Luego les doy una vuelta por el pueblo, a pesar de todo tiene cosas interesantes. Mañana, si quieren, vengan tempranou eu€ a 1o mejor me animo a hacer el camino con ustedes. La Cruz tiene una vista hermosa sobre los valies; me parece que allí mis padres me llevaron ei día de mi cornunión. Sí, hace mucho tiempo.
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F".
ma ,uáícal Eduardo Mesa
Mejor compartir la cabina que el móvil Mejor marearse que estar sereno Mejor contaminado que impoluto Mejor quemado que quemándose Mejor darse al pasto que darse al pisto Mejor la nuera que la suegra Mejor la patata que el petate Mejor la tarde que la mañana Mejor la ventana que la puerta Mejor la cárcel que la indiferencia Mejor el llanto que que la llorera Mejor la llave que elllavero Mejor mi abuelo que el tuyo Mejor la melancolía que el no querer verte más Mejor la apatía que la empatía Mejor la victoria que el ganar de cualquier manera Mejor el lecho que el trecho Mejor la soledad que la compañía solitaria Mejor la cabeza que el corazón Mucho Mejor Allen que Kubrick Mejor el momento que la vida entera Mejor negarse que retractarse Mejor nunca que tarde Mejor el plantón que la visita inesperada Mejor la fea Wapaque la guapa fea Mejor la indignación que la hibernación Mejor la escapada que el regreso Mejor Gerardo que Miguel Mejor el pecho tuyo que ese lunar que tienes, cielito lindo, junto a la boca Mejor la nata que la flor Mejor el plante que el desplante Mejor sumar en negativo que restar Mejor el fin que el inicio, Sobre todo, de esto que escribo
Carlos lglesias
Ll La
"
íño trau l,
ve
luna sembró su duda
ntana
sobre
los cristales;
mil ratas acudieron Entretanto
a comérsela.
el niño,
tras la ventana, se sacudió las últimas migajas de corazón; sintió los pequeños dientes clavados en la luna;
y
descubrió, de pronto,
que su sanSre
era
invisible.
S¡* prl"b ras Pienso en días desaparecidos, que tus labios expulsan como bocanadas
de
humo.
Todavía e1 tiempo no era esa cicatriz en tu mejilla. Tampoco
1a
felicidad
llevaba máscara. El amor se parecía a jugar aI parchís en una alfombra azul y a oscuros susurros, suspendidos sobre habitaciones de aire. Las calles eran manos enlazadas que no acababan nunca/ y solares con gatos que acudían a tus dedos para beber la ternura. Tú y yo éramos un abrazo más allá de las agujas.
Ahora sólo soy una sombra que se niega a vender sus recuerdos, y que aún sigue abra zándote desde ese arrasado bosque marino que siempre veo en tus ojos.
a
D.F.
F
5W,
r-HoiA$;
N. utral Carlos Granda Busto Hoy
se
libra de nuevo la batalla.
La lucha diaria. El combate, la pelea.
Hoy
se enfrentan de
nuevo la ilusión y la apalía,
el amor y la envidia, los malos deseos y los odios buenos.
Hoy continúa la refriega, los nervios
se tensary
los corazones se encogen, se aprietan los puños, las puertas se cierran.
Hoy la trifulca
se desata.
Los cobardes contra los valientes. Los ciegos contra los sordos. Los hijos del padre contra los demonios.
Cuatro hijos de puta contra todos. Los salvajes contra los domesticados. Los que hablan contra los que sienten. Los que mienten contra los que viven. Los que sueñan contra las pesadillas.
Hoy
se
libra de nuevo la batalla.
Ytuyyo y tantos otros sin saber de qué lado ponernos.
ffffiffi!íf6ñ,.2s
, . anon¡mo Ieroe
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T er e s a F ernández-B arb
ón
EI anciano camina a duras penas Por el parque, cargando su tiempo acumulado
A ritmo de fatiga. Con paso vacilante Y quebrado, deja atrás las distancias.
¡Ahí va un superviviente! Inclinad l,a cabeza Ante é1, jóvenes renuevos; ante su cuerpo quebrado La plata que adorna su frente Es la huella de una lucha
Con sus victorias y sus derrotas Escondidas bajo el polvo del anonimato Poneos en pie y rendid homenaje
A este héroe anónimo de cuerpo achacoso, Azotado por los avatares y la soledad Porque ha tenido el valor de estar vivo.
Mirad, como
se aleja de todo
y de todos,
sin ruido, como una sombra tenue
Vitoreado sólo por el clamor Sigiloso del viento.
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bLAMoR
Ff L_t anun cto (fexto gn^áo, á.1z (ertame'-, d . (artas d. {ror "5r,",laleniln") Bijou
miro en el espejo. A mis sesenta y seis no estoy tan mal. Nariz chatita, mentón afilado y ojos grandes,
y en casa tengo un perro. No le doy importancia
(castaños), pestañas espesas. Pocas arrugas me
el pelo castaño y no demasiado largo. Ya se sabe
pueblan Ia tez y mis labios son carnosos. Boca
que a cierta edad el cómo 1o lleves puede delatarte. Mi signo del zodiaco es Libra. Soy apasionada y puedo llegar a imponerme con mis decisiones pero también aceptaría otras opiniones.Soy detallista. Me gusta regalar en fechas señaladas y no acepto un no por respuesta. Soy amante de Ia música dando
e
grande y dientes perlados. Todavía los conservo todos. Es importante subrayar ésto porque a mi
edad existen bastantes desdentadas que han tenido que visitar al dentista para ponerse unos buenos implantes o dentadurapostiza. Pechos
turgentes que no supera ni el mejor Wonder-
Bra. ¡Es que estoy hecha toda una actriz Hollywoodiense! Ni que decir tiene que ni una
bebido nada de alcohol. Me gustan los animales al pedigree, excepto en los seres humanos. Tengo
preferenciaalaclásica y no desprecio una buena
venita, por pequeña que sea, en las piernas. No
banda sonora. Disfruto con los musicales en directo. El teatro me transporta a atmósferas
necesité nunca medias de descanso, ni las estoy
insospechadas y es tal el grado de concentracióru
necesitando. Calzo un treinta y siete. Si lo miras
que me siento estrella en cada representación
bien, es un buen número, teniendo en cuenta
teatral. Me gusta querer y que me quieran. Soy
que a los hombres no les gustan las mujeres con
el pie excesivamente grande. Mis manos son delgadas y con dedos largos. Uñas no muy largas y casi siempre sin pintar, excepto en
fiely, aunque para nada vanidosa, puedo llegar a ser un tanto egocéntrica. Sé aceptar las virfudes y también los defectos de la persona amada. No soy para nada celosa y busco calor fraternal y
ocasiones especiales: me las arreglo a la francesa.
cómplice en la otra persona.
Me gusta vestir un tanto casual aunque a veces
vintage me chifla. ¡Qué le vamos a hacer, fui una chica algo alocada en mi juvenfud! Ahora 1o
soy un tanto más comedida. Dicen que con los
Abstenerse curiosos y viejos lobos de mar. Interesados dirigirse a la calle Amor no69 1oE de esperanza.
años se gana en experiencia vivida y te cambia
Con experiencia de tres años en las
el comportamiento; aunque he de decir que
relaciones personales, desearía contraer amistad
conservo un espÍritu joven. Me gustan el pescado
(duradera) a ser posible, con caballero alto,
y la verdura. Practico una vida de lo
moreno, buena planta; no más de sesenta años
más
qr"
saludable: mucho deporte, he dejado el tabaco
(para edad, basta la mía...)
a un lado hace más de veinte años y nunca he
los animales, se implique hasta Ia médula en
sea amante de
,*HoiAS
"FoRo ,c
proyectos conjuntos y aleatorios de suma importancia para la pareja, que sea cuidadoso y al mismo tiempo sepa comprender al polo opuesto. Que sea generoso y tenga en mente grandes proyectos. Me ofrecería para ayudar
pesar de mantenerme en esta incertidumbre,
en 1o que fuera posible para llevarlos a efecto.
llevará por senderos de dicha y ventura. Ruego
podría, a grandes rasgos, adivinar quién va a ser el candidato. Estaría encantada de poder
entrevistarme con usted en días previos al comienzo de Ia fulgurante amistad que nos
Dotado de gran
a la mayor celeridad
innovacióry debería
pongan en contacto con la
mirar al futuro con
que suscribe en
grandes expectativas
dirección anteriormente indicada. Abstenerse bromistas y aspirantes.
sin dejar de lado las funciones básicas en
se
1a
toda pareja: Cuidar y respetar a su igual,
Una masiva participación
mimarla hasta el
la retirada dei anuncio de
punto de
saber ofrecerle en todo
cualquier
momento una
puedes iniciar una bonita
calidad de vida
amistad que podría
especial... Por mi
derivar en un plantel de
parte, estaría dispuesta a
acciones f ormativas, amatorias y por qué no, monetarias. Pensarlo
de este género, supondría
punto
informativo. Piensa que
corresponder a la persona elegida para hacerle sentirse en un
requiere, taTvez, algún tiempo. Para que te hagas
mundo confortable e idóneo donde sólo
una idea de como puedo ser, adjunto fotografía.
conviviríamos ambos. Abstenerse oportunistas
No me hace mucha justicia por
e intransigentes que
pudiesen dar al traste con
1o
que considero
oportuno un encuentro informal paratr entrando
importante,
en harina. Si estás solo, crees que la vida ya no
debido a la alta calidad social por parte de la
tiene sentido o si has tenido algin desengaño
contrayente. Aunque pueda parecer una
reciente, ¡engánchate al amor
libérate!
presuncióry estaría dispuesta
acudiendo a nuestra particular reunión. ¡No te arrepentirás!
la relación.
Amplio don de gentes:
a
Es
prestarme como
guía virtual para la adquisición
de
y
conocimientos, en caso de que el contrayente
Recuerda: No existen horas brujas si
adoleciese de escaso nivel cu1tural. Soy mujer
paramos el reloj del amor. Dale cuerda y verás
tradicional a la que le gustan los pequeños
como en cuestión de segundos te cambia la vida.
detalles que harían el día a día en toda pareja.
Siempre tuya...
Estoy tan emocionada y nerviosa que aitn a
Estrella.
ILTJSTKACION
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