Revista cultural del Bajío
Ciencia y Tecnología
Fomento Cultural Irapuato A. C. Edición Trimestral • Irapuato • Noviembre 2019 - Enero 2020 • Año 4 - Edición No. 13 - Ejemplar Gratuito
COLABORADORES
Alfonso Padilla Rivera (Irapuato, 1954). Lector, librero, promotor de lectura, colaborador ocasional en prensa y radio. Arantxa Valeria Rojas Campos (Irapuato, 1998). Estudiante de Ciencias de la Comunicación, amante del arte, los viajes y la comida. Diego Baltazar (Irapuato, 1997). Aficionado de los gatos, el cine y cualquier tipo de arte. Ciudadano genérico, follower de las causas perdidas y fan entristecido de Adventure Time. Dr. Edmundo Lozoya Gloria (CDMX, 1956). QFB y Maestro en Ciencias por la UNAM, Doctor en Ciencias en 1989 por el CINVESTAV-IPN, Unidad Irapuato. Ha realizado investigaciones en México y el extranjero. Trabaja en el Departamento de Ingeniería Genética de la Unidad Irapuato del CINVESTAV-IPN. Es investigador titular y miembro del Sistema Nacional de Investigadores. A lo largo de su carrera ha realizado publicaciones internacionales, y ostenta cuatro patentes en trámite, una de ellas en los Estados Unidos. Actualmente, trabaja en el control molecular de la producción de antioxidantes naturales como los flavonoides de fresa y de otras plantas, y en el aprovechamiento de los productos naturales de microalgas. Francisco Gallardo (Pénjamo, Guanajuato, 1984). Licenciado en filosofía y Maestro en Literatura Hispanoamericana por parte de la Universidad de Guanajuato. Colabora habitualmente en la revista Nexos. Ganador del Premio Nacional de Ensayo Literario Alfonso Reyes (2015); es autor del libro Andar de espaldas: la reescritura del relato de viajes decimonónico en El viajero del siglo, de Andrés Neuman (CONARTE / CONACULTA). Ha realizado investigaciones para diferentes entidades de federales y estatales. Es profesor en activo y ha impartido conferencias en diversas universidades del país. Jaime Panqueva (Bogotá, Colombia, 1973). Premio Juan Rulfo de Primera Novela 2009 por su obra La rosa de la China (Planeta, 2011). Autor de El final de los tiempos (NortEstación, 2013). Ha sido ganador del concurso literario del 9° Festival Internacional de Escritores y Literatura en San Miguel de Allende 2014; becario de la Asociación de Escritores de Shanghái para las residencias literarias 2014 y tutor del PECDA y del Seminario para las Letras Guanajuatenses. Jorge Comensal (CDMX, 1987). Narrador y ensayista. Autor de la novela Las mutaciones (Antílope, 2016), del ensayo Yonquis de las letras (La Huerta Grande, 2017) y de El biólogo de la Revolución, biografía de Isaac Ochoterena (El Colegio Nacional, en prensa). José Antonio Banda (Coatzacoalcos, 1982). Premio Nacional de Poesía Bartolomé Delgado de León 2014 y Premio Ramón Figuerola 2016. Becario del PECDA en el 2013. Autor de Cuaderno en ruinas (Plataforma, 2011), Teoría de la desolación (Azafrán y Cinabrio, 2012), El Pozo abierto (Cartonera La Cecilia, 2014; Quemar las naves, 2016 y Río interior (Ediciones Atrasalante / ISC, 2016).
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Aparece en El fragor de otras voces. Diez poetas jóvenes guanajuatenses (UNAM, 2018), número especial de la revista Punto de Partida; y en Las avenidas del cielo. Muestrario poético de Aguascalientes y Guanajuato (UAA/UG, 2018). María Gómez de León (CDMX, 1994). Estudió Lengua y Literatura Modernas Inglesas en la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM. Actualmente participa en el proyecto de investigación “Resistencias. Historia y pensamiento crítico: Literatura, arte y cine” del Instituto de Investigaciones Filológicas. Sara Uribe (Querétaro, 1978). Poeta y Ensayista. Licenciada en Filosofía. Directora del Archivo Histórico de Tampico. Premio de Literatura del Noreste Carmen Alardín 2004. Premio Nacional de Poesía Clemente López Trujillo dentro de la Bienal de Literatura de Yucatán 2004-2005. Premio Nacional de Poesía Tijuana 2005. Becaria del FONCA en el programa Jóvenes Creadores 2006-2007. Entre sus libros más recientes son Antígona González y Siam, ambos de 2012. Nunca quise detener el tiempo (bilingüe español-inglés) (Libros Medio Siglo, 2015). Su obra aparece en la antología Tsunami (Sexto Piso, 2018). Sergio Larrea (CDMX, 1933). Químico Biólogo, por el IPN, con especializaciones en Francia y Países Bajos. Maestro en Biotecnología por el CINVESTAV CDMX. Ha trabajado en la industria farmacéutica y en el sector público. Premio Nacional de Tecnología del Banco de México en 1970. Poseedor de la Presea Lázaro Cárdenas por el IPN. Trabajó durante 20 años, en diseño, construcción y prueba de hornos deshidratadores solares para alimentos y metodología del secado. Ulises Abraham Torres Díaz (León 1983). Licenciado en Derecho por la UNAM. Miembro de los Seminarios para las Letras Guanajuatenses Efraín Huerta. Parte de su obra fue publicada en Círculos de agua, antología de poesía guanajuatense, editada por Fondo Guanajuato, así como en diversas revistas digitales. Recientemente fue galardonado con en los Juegos Florales Nacionales, de San Juan del Río. Víctor Hugo Pérez Nieto (Acámbaro, 1973). Médico por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, especialidad en ortopedia y traumatología. Narrador. Entre sus publicaciones se encuentran: Tesoros de México (Trafford, 2011); La Noche de los Orfelunios (Palibrio, 2012). Ganador del XV Premio Nacional de Novela Jorge Ibargüengoitia con la novela Feralis (La Rana, 2013) y (Ediciones Oblicuas, 2014). Cuentos de su autoría se han publicado en periódicos, antologías, blogs y revistas literarias; así como en la antología narrativa de escritores guanajuatenses compilada en Tintas de Lerma I (Palibrio, 2014); Alebrije de Palabras (BUAP, 2013); Ríspida Introspección (Alja, 2013). Columnista y analista político, es colaborador semanal de El Sol del Bajío y A la Una Noticias. Zyanya Mariana. Ha participado en las antologías de poesía femenina Hechiceras de la palabra, 2009, y Las voces de las mariposas, 2011. Con el sello nicaragüense 400 elefantes, su primer poemario De las cosas que vienen de la nada y otras inmediateces. Ha publicado también el libro Linajes y Anarquías, y obtuvo el premio Dolores Castro en 2013 con Cuentos y bollitos para una niña, publicado el año pasado por Elefanta Ediciones. Suele dividir su vida entre la escritura, la academia y la maternidad.
DIRECTORIO
Director general Jaime Panqueva Director Editorial José Antonio Banda Diseño Paola Andrea Moreno Franco Asistente Editorial Arantxa Rojas Consejo Editorial Alejandro Palizada Sánchez, Francisco MacSwiney Salgado, Marco Vanzzini. Contacto para publicidad contacto@argonauta.com.mx Cartas de los lectores y colaboraciones edicion@argonauta.com.mx Página web www.fomentocultural.org www.argonauta.com.mx
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https://issuu.com/fomentoculturalirapuato ARGONAUTA es una publicación de Fomento Cultural Irapuato A. C., sin fines de lucro. Todos los derechos reservados. Se permite la reproducción de los textos bajo autorización previa del autor. Las opiniones expresadas son responsabilidad única del autor y no reflejan necesariamente la opinión de la publicación. Registro de nombre y licencia de contenido en trámite. Argonauta. Año 4 número 13. Irapuato, Gto. 2019.
P O R TA F O L I O JOSÉ ESCALERA: LIBERTAD, DECISIÓN E INTENCIÓN ESTÉTICAS
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A RT Í CU LOS NIXTAMAL, INVENTO DE MÉXICO PARA EL MUNDO SERGIO A. LARREA REYNOSO HELIA BRAVO HOLLIS: MORFOLOGÍA DE UNA CACTÓLOGA JORGE COMENSAL Y MARÍA GÓMEZ DE LEÓN SOPHIA, EL ALTER EGO DE AUDREY HEPBURN FRANCISCO GALLARDO NEGRETE LA INDUSTRIA 4.0 Y SU IMPACTO ¿QUIÉN GANA Y QUIÉN PIERDE? ALGUNOS APUNTES DIEGO BALTAZAR
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38 NUESTRO PRÓXIMO NÚMERO: Artes Populares
INTERVENCIÓN POÉTICA TRÁNSITO EN HOMENAJE A NEZAHUALCÓYOTL ZYANYA MARIANA LÁZARO VÍCTOR HUGO PÉREZ NIETO PERMANENCIA LILIANA MAGDALENO RUTINAS ABRAHAM ULISES TORRES DÍAZ NADIE RECUERDA EL PRESENTE SARA URIBE
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Portada: Puerta Sagrada - Andrés Aguilera Patiño
DOSSIER CIENCIA Y TECNOLOGÍA EDMUNDO LOZOYA GLORIA POLYBION EL PRESENTE DE UN MATERIAL DEL FUTURO JAIME PANQUEVA BEERTALKS: DIVULGACIÓN CIENTÍFICA ALREDEDOR DE UNA CERVEZA FRANCISCO CABRERA Y JAIME PANQUEVA EL DIMINUTO MUNDO QUE NOS CONFORMA ARANTXA ROJAS
BIBLIOTECA
CAZADORES DE MICROBIOS FUTURAMA. LITERATURA Y CIENCIA A TRAVÉS DEL TIEMPO 21 LECCIONES PARA EL SIGLO XXI
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Foto: Andrés Aguilera Patiño
EDITORIAL En 1632, en Florencia, Italia, Galileo Galilei publica Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo, donde debate, a través de tres interlocutores distintos -Salviati, un heliocentrista; Simplicio, un geocentrista; y Sagredo, que representa una visión neutral-, sobre los movimientos del universo en torno al sol. Con su ensayo, Galileo defendió la teoría copernicana, y a su vez ganó enemigos que lo acusaron de herejía ante una inquisición que no dudaría en condenarlo a perpetuo arresto domiciliario y conminarlo a renegar de sus ideas. En otro país y en otro tiempo, Isaac Newton publica Principios matemáticos de la filosofía natural, donde confirma todos los fenómenos físicos observados por Galileo, es decir, expone y quiebra, a través de la matemática, los viejos esquemas aristotélicos que habían fosilizado el pensamiento, para fundar los principios básicos de la mecánica. Podemos pensar que desde los tiempos de Galileo la ciencia es un martillo -no siempre poderoso- para demoler dogmas de fe. Sin embargo, y a pesar de los mares de información y conocimiento por los que hoy navegamos, oímos con demasiada frecuencia discursos de rechazo a los beneficios de la vacunación, o en contra del desarrollo sustentable y de las energías verdes, o para negar la existencia del cambio climático. Como en los tiempos de Galileo, la llama de la censura siempre encuentra su incendio. Ante los prejuicios de los hombres, la ciencia es una escuela de modestia, de valor intelectual y de tolerancia -escribe Ernesto Sábato-, pues muestra tarde o temprano que no existe un sólo dogma que no se haya desmoronado ante su embate. En este número de Argonauta exploraremos algunos desarrollos tecnológicos que ocurren en nuestro entorno más cercano, y analizaremos de la mano de científicos y escritores algunas de sus implicaciones para nuestro presente y futuro. Bienvenidos a bordo.
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CIENCIA Y TECNOLOGÍA por: Dr. EDMUNDO LOZOYA GLORIA
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a osomatli se movió en lo alto del árbol que estaba al pie de la colina, lentamente fue bajando de rama en rama hasta llegar al suelo. Era la misma que había visto hace días. Tenía una mueca de dolor y se tocaba la panza abultada, caminaba con dificultad y babeaba. Poco a poco, volteando hacia todos lados para ver si no había peligro, se acercó al cihuapatli que crecía al alcance de mi brazo. Casi sin hacer ruido arrancó unas hojas de esa planta. Las olió y empezó a masticarlas. El sabor no era de su agrado por las muecas de disgusto que hacía, y cómo, de cuando en cuando, escupía. Yo casi la podía tocar, pero no movía ni un pelo, respiraba pasito, como me había enseñado mi abuela. Había estado ahí desde casi medianoche a juzgar por la posición de la luna y las estrellas. Cuando encontré ese lugar cerca de la planta y entre los troncos de dos árboles, me acomodé lo mejor que pude y esperé, y esperé, y esperé… Así seguí esperando y empezó a escurrirme el sudor por la cara, parpadeaba con mucho cuidado para evitar que éste se metiera en mis ojos. Tenía dormidos los pies, y las piernas empezaban a cosquillearme por estar en esa posición tanto tiempo. Me picaba la nariz y los mosquitos me rondaban las orejas haciéndome cosquillas, pero me obligaba a no moverme para no asustarla. De pronto, de las frondas surgieron otros ruidos. La osomatli volteó con cara de susto pero se tranquilizó al oír el gruñido típico y conocido de otra changa vieja de la manada. Yo tuve que paralizarme por completo, a pesar de los mosquitos, de las piernas dormidas, del sudor corriéndome ya por toda la cara y el cuerpo, y que me picaba en todos lados. Si me veían, sería una chica muerta. Por fortuna, el parto había comenzado: agarrándose la panza, la osomatli empezó a gruñir lenta y rítmicamente; la changa vieja vigilaba volteando a todos lados para protegerla en caso necesario, y le frotaba la abultada panza. De pronto, los aullidos aumentaron de intensidad, osomatli se arqueó sobre su espalda para expulsar un changuito, chiquitito, orejón, lleno de secreciones que empezó a limpiar la otra changuita. La visión del recién nacido duró poco, la hembra más veterana tomó del brazo a la madre y la movió, ésta a su vez, agarró a su hijo, todos se levantaron y, aunque con cierta dificultad, empezaron a trepar de nuevo por el árbol hasta las ramas superiores, en donde se disparó un coro altisonante de aullidos, chillidos y agitación en general como saludando al nuevo miembro de la manada, dejando caer al mismo tiempo un montón de hojas como ofrenda de bienvenida.
Yo me quedé un rato más ahí encogida y pensando. El cosquilleo de las piernas y del sudor se me olvidaron y solo me espanté los mosquitos de las orejas con un leve movimiento de mi mano. Poco a poco me levanté, me estiré a todo lo largo subiendo los brazos lo más alto que pude; luego los bajé para tomarme las puntas de los sucios pies sin doblar las rodillas. Antes de regresar a casa, arranqué varias hojas de todos tamaños de la planta que había masticado osomatli, y las metí en mi bolsa de yute. Al llegar, fui a buscar a mi abuela que estaba acostada en su petate. Ella no veía pero podía reconocerme por el ruido que hacía al caminar y por mi olor. Saqué de mi bolsa las hojas de la planta e inmediatamente mi abuela percibió su aroma. Asintió con la cabeza y me pidió que le contara todo lo que había visto. Me preguntó muchas cosas, cuánto medía osomatli, el tamaño de su abultada panza, cuánto era su peso y edad aproximada, cuántas hojas había masticado, durante cuánto tiempo; siempre me pedía que me comparara con la changuita para tener una idea más clara de todo. Una vez que le describí lo mejor posible todo lo visto, se quedó pensando. Luego de un rato me preguntó si yo estaba lista. Me quedé pensando también hasta que le respondí que sí. Era la quinta vez que hacía esa observación con los simios y, aunque con ligeras diferencias, la rutina variaba muy poco. Días después de eso, llegaron unas personas hasta mi casa y me llamaron para que ayudara a la hija de la familia que vivía en otro valle. Me dijeron que mi abuela, a quien habían ido a buscar primero, les había dicho que yo era la encargada de esos asuntos. Me apuré a cargar con mis cosas, entre ellas el cihuapatli, que había recogido antes, y salimos. Caminamos un buen rato hasta llegar a la casa donde necesitaban ayuda. La señora mayor que estaba en la entrada me miró con cierta desconfianza y les preguntó a los que habían ido por ayuda sobre mi abuela. Cuando le contaron lo que ella había dicho, me volvió a mirar ahora con respeto y asombro, luego me invitó a pasar. Adentro una chica embarazada, algo mayor que yo gritaba de dolor, se retorcía en su petate y sudaba mucho. Me senté a su lado con cuidado, la tomé de la mano y le acaricié la frente y los brazos hasta que se fue calmando. Me acerqué a su oído y le dije quién era y a qué había venido, volteó a verme y me sonrió. Entonces, pedí que trajeran algo de agua limpia y algo de la bebida que ponía como locos a los hombres: me trajeron el agua y el tepache. También pedí que encendieran un fuego cerca de la entrada. Tal como mi abuela me había enseñado,
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Plantas utilizadas por los Aztecas para tratar partos difíciles. El “cihuapatli” está en medio de otras dos plantas aún no identificadas. Tomado del Libellus de medicinalibus indorum herbis, más conocido como Códice Cruz-Badiano (de plantas medicinales mexicanas), escrito en 1552 por el médico nahua Martín de la Cruz, encargado de los niños internos del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, y traducido al latín por el indígena Juan Badiano, oriundo de Xochimilco.
empecé a cantar la canción de la diosa de la tierra, moviéndome hacia adelante y hacia atrás lenta y rítmicamente mientras estaba sobre mis rodillas. Tomé cinco hojas de la planta que recogí días antes, unas pocas semillas negras, algunos pedazos de la corteza seca, y puse todo adentro del cuenco. Les añadí algo de agua y lo mismo de tepache. Las aplasté con un palo achatado varias veces hasta que no quedaran pedazos grandes. Pasé el líquido sin pedazos de hojas a la otra parte del cuenco de calabaza, agradecí a la diosa de la tierra y se lo di de beber a la muchacha embarazada que me había estado observando con cuidado. Ella lo tomó sin protestar, y al terminarlo se recostó. Le pedí a la señora mayor que me recibió que se quedara con la muchacha mientras yo iba a lavar los cuencos y guardaba mis cosas. Me quedé un rato afuera y mientras veía el paisaje recordaba todo lo que hacía mi abuela, cómo preparaba bebidas con hierbas, cómo las mezclaba y guardaba, cómo se las daba a las personas, qué hierbas usaba según los dolores que tenían. Ella me enseñó a reconocer las plantas para las diversas enfermedades, a recogerlas en ciertos días, lugares y formas, y a prepararlas. Después, conforme fui creciendo, me enseñó nuevas preparaciones de hierbas y las aplicaba en animales como cerdos, pollos, perros, etc. Me enseñó a observar qué pasaba con ellos, y también a observar a los animales salvajes con mucha paciencia, respeto y por largos tiempos. Me pedía que después de esas observaciones, pensara en todo aquello, y que cambiara las mezclas y preparaciones, con otros ingredientes como ceniza, cortezas, tierra de ciertos lugares y otras cosas; y luego volviera a aplicarlas a los animales. Me enseñó también a agradecer a los diferentes dioses por sus enseñanzas, y todo lo demás que ella sabía para ayudar a la gente y conocer bien el lugar en donde vivíamos.
En esas estaba cuando me llamaron porque la muchacha ya empezaba a tener los dolores del nacimiento. Me acerqué a ella, la tomé de las manos firme, y empecé de nuevo a cantar a la diosa de la tierra. Su hija salió llorando y moviendo los brazos: toda ella estaba bien y completa. La levanté en mis brazos y dimos gracias a la diosa de la tierra. Anudé con hilo de yute en dos sitios el cordón que unía a madre e hija, y con una navaja de pedernal que traía y que calenté en el fuego, corté el lazo entre los dos pedazos anudados. Esta fue una descripción ficticia de la posible manera en la que nuestros antepasados hacían ciencia y tecnología. Esta podría haber sido la forma mediante la cual descubrieron las propiedades de una planta mexicana que se conoce actualmente como “zoapatle” por la pronunciación de los españoles, y que en náhuatl es “cihuapatli” que significa “planta medicinal de la mujer” (cihuatl = mujer; patli = planta medicinal). Esta planta existe en realidad y los Aztecas la utilizaban para inducir el parto en mujeres con problemas, o para regular el ciclo menstrual 1. Está descrita en el códice De la Cruz - Badiano junto con muchas otras plantas medicinales que usaban los Aztecas 2, 3. Todas fueron conocidas y utilizadas como una aplicación de ciencia y tecnología, combinada con las creencias propias de nuestros antepasados. El conocimiento de la naturaleza en un lugar y tiempo específico en donde se asiente cualquier cultura se obtiene por medio de la ciencia y se aprovecha por medio de la tecnología. La ciencia se entiende como el conjunto ordenado de conocimientos que explica los fenómenos naturales, ésta se construye a través de la observación cuidadosa y detallada de los fenómenos, para generar hipótesis, o aseveraciones no demostradas que pretenden explicar un fenómeno en particular. Luego viene la experimentación que busca demostrar
Montanoa tomentosa Cerv. Zoapaxtle. Tomado de “http://www.conabio.gob.mx/malezasdemexico/asteraceae/montanoa-tomentosa/fichas/ficha.htm “ el 7 de Septiembre de 2019. Códice Badiano de plantas medicinales mexicanas. Tomado de https://www.mexicodesconocido.com.mx/el-codice-badiano.html el 7 de Septiembre de 2019. 3 Lozoya-Gloria, E. (2003) “Xochipilli Updated, Terpenes from Mexican Plants”. En: Integrative Phytochemistry: from Ethnobotany to Molecular Ecology, Recent Advances in Phytochemistry Vol. 37, Romeo J. T. (Ed.), Pergamon, Florida, USA, pp. 285-311. (ISBN: 978-0-08-044277-8 print, 9780080534831 on line). https://doi.org/10.1016/S00799920(03)80027-8 1 2
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esa hipótesis al replicar el fenómeno en observación o explicar las consecuencias observadas del mismo. Cuando los resultados de la experimentación confirman la hipótesis, se genera el conocimiento que explica el fenómeno observado. En la narración anterior, la niña aprendió de su abuela los conocimientos necesarios para reconocer el zoapatle, le enseñó a observar a los animales para ver cómo lo usaban ellos4, y le transmitió la tecnología necesaria para hacer las preparaciones adecuadas de estas hierbas con el fin de ayudar a su pueblo. La tecnología es entonces la aplicación práctica de la ciencia, por lo que no puede surgir tecnología sin ciencia y no hay ciencia sin generación de conocimientos. Todo esto se aplica a cualquier lugar y cultura en un tiempo determinado, bajo el hecho de que en este planeta ningún lugar es igual a otro, además de que las condiciones cambian con el tiempo. Por lo tanto, la tecnología desarrollada en otros lugares y en ciertos tiempos, para aplicar los conocimientos generados por la ciencia y resolver los problemas de esa cultura y hacerla más exitosa, es válida para esa cultura, en ese lugar en específico, y para ese tiempo en particular. Quizá sirva para otras culturas por algún tiempo, pero invariablemente las cosas cambiarán y llegará el momento en que esa tecnología ya no sirva ni se aplique ni siquiera en la cultura que la generó. Por ello, para que una cultura sobreviva, permanezca y pueda continuar existiendo en un lugar, es indispensable que haga ciencia de forma permanente, considerando su entorno y los problemas que se le presentan, que a su vez cambian de forma constante. La cultura que deje de hacer ciencia no podrá hacer tecnología, y estará destinada a desaparecer tarde o temprano. Eso se aprecia claramente en la lenta pero inexorable desaparición de algunas culturas antiguas que son olvidadas y sustituidas por otras cuyos problemas, ciencia y tecnología no se aplican totalmente a la cultura en desaparición. Por ello, hacer ciencia debe de ser una actividad permanente, principal y específica en cada cultura, con el fin de desarrollar la tecnología necesaria para resolver sus problemas en ese momento. Esto exige además, crear una cultura científica que esté acostumbrada siempre a hacer ciencia para poder generar además, tecnología para sí misma y para otras culturas parecidas. O bien, hacer ciencia para desarrollar tecnologías útiles para otras culturas. De esa manera, los Aztecas y los Mayas llegaron a ser culturas tan poderosas, extensas y longevas. A cada lugar a donde llegaban, hacían ciencia y desarrollaban tecnología para permanecer en esos lugares y continuar su
desarrollo. Una parte fundamental para lograr eso, consiste en seleccionar a las personas adecuadas, educarlas de manera especial y apoyando siempre su desarrollo para que generen cada vez más ciencia y tecnología adecuada a sus tiempos y a los lugares en donde se establecen. Cuando se deja de hacer eso, cualquier cultura esta destinada a desaparecer. La ciencia y la tecnología han permitido acercar cada vez más a las diferentes culturas. Ahora podemos hablar con cualquier persona que tenga un teléfono celular en cualquier parte del mundo, siempre y cuando hablemos en el mismo idioma, y parece ser que muy pronto, ni eso será necesario. Podemos llegar a otros lugares mucho más rápido que en cualquier otro tiempo anterior. Sabemos lo que pasa casi en todos lados prácticamente en el momento en que están sucediendo las cosas. Todo esto, queramos o no, nos guste o no, nos ha convertido en una cultura global que incluye a todos los habitantes de este planeta. Pero los problemas también han aumentado por esa misma razón y debemos de resolverlos para la gente que está en el lugar y el tiempo en que vivimos. Por ello es fundamental desarrollar ciencia y tecnología adecuadas a nuestro entorno cercano, para poder vivir con tranquilidad y seguridad. En México, el talento para hacer ciencia y tecnología es ancestral. Imaginemos por un momento que todo ese conocimiento de propiedades medicinales de las plantas, de arquitectura para erigir las pirámides y construir ciudades sustentables, aprovechar los diversos alimentos que se obtenían de la tierra, por sólo mencionar unos, implicaba la aplicación de siglos de ciencia y tecnología. De haberse continuado con el mismo impulso y dinámica ¿En dónde estaríamos actualmente? Es claro que seríamos una de las más grandes potencias del mundo porque tuvimos y tenemos la capacidad de obtener todo ese conocimiento que seguiría generando más ciencia y más tecnología, ahora dentro de una cultura global. Sin embargo, desde hace muchos años se ha dicho que tenemos todavía la oportunidad de ser un gran país. Eso no ha sucedido, y las pruebas que tenemos hasta el momento no apoyan esa hipótesis, menos aún con los recortes que hemos experimentado en los rubros de investigación y desarrollo de tecnologías a través de las instituciones federales. Todavía tenemos la esperanza de que, al final de este sexenio no oigamos que alguien dice: “si yo hubiera apoyado más a la ciencia y a la tecnología del país, no tendríamos todos estos problemas”. Algo que, en la connotación mexicana actual significaría: “me apendejé y ahora nos tenemos que joder todos, como siempre”.
4 Page, J. E., Balza, F., Nishida, T., & Towers, G. N. (1992). Biologically active diterpenes from Aspilia mossambicensis, a chimpanzee medicinal plant. Phytochemistry, 31, 3437-3439. https://doi.org/10.1016/0031-9422(92)83702-Z
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POLYBION EL PRESENTE DE UN MATERIAL DEL FUTURO por: JAIME PANQUEVA
Foto: Vladimir Campos
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ocas personas creerían que una de las empresas biotecnológicas de mayor futuro en nuestro país se aloja en un estacionamiento subterráneo de la Zona Dorada de Irapuato. “No hablaremos de un proyecto, sino de una empresa ya consolidada y en funcionamiento”, nos advirtió Axel Gómez Ortigoza cuando concretamos esta entrevista. Dudamos antes de timbrar si el logosímbolo junto a la puerta hace parte de alguna fórmula química o es una “S” estilizada. El portón metálico se abre, nos recibe Jorge, un joven alto, corpulento, con barba poblada. Descendemos la rampa acanalada de concreto hacia los intestinos de Polybion. El aroma cambia, se humedece, huele a tierra. Al fondo del garage, al parecer se tritura desecho de cañas. Se presenta un hombre delgado, de estatura promedio, sonríe, es el Ing. Axel Gómez Ortigoza (26). Nos conduce a su sala de juntas, donde exhibe varios de los premios que ha obtenido en los últimos años. Sobre ellos destaca el reconocimiento del MIT Tecnology Review, el cual solo es otorgado a los Jóvenes Innovadores menores de 35. Lo obtuvo en noviembre del año pasado. Sobre una repisa reposa el Vasco de Quiroga, premio otorgado por su ciudad
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natal en febrero de este año. Tomamos asiento, y como niños de primaria aguardamos sus palabras. “Los materiales tradicionales sintéticos son muy tóxicos y poco sustentables en su uso y producción. En Polybion hemos desarrollado alternativas para reemplazar diferentes materiales que tienen un gran impacto en la huella de carbono, como Fungicel, un aislante para el empaque de materiales que al mismo tiempo puede reemplazar a las espumas aislantes. El material puede tomar la forma que requiera el cliente, como, por ejemplo, la de un panel acústico. Depende de lo que el cliente quiera usar. El Lignum, otro de nuestros productos, es un sustituto de madera; y el Celium que puede reemplazar a la piel sintética. Cada uno de ellos ayuda al medio ambiente en la disminución de gases de efecto invernadero pues para su transformación empleamos desechos agroindustriales”. Jorge aclara, “Todo parte de desechos agrícolas o industriales, pero lo que determina el uso es la cepa que empleamos”. Lo sorprendente y el amplio campo de acción que tiene Polybion a futuro radica en que todos sus productos están compuestos por hongos cultivados en laboratorio. Podríamos ponerlo de otra forma: los desechos son transformados por distintas
cepas de hongos con una función específica que puede determinar propiedades como la fuerza mecánica, la suavidad al tacto, incluso el color. “Tenemos una biblioteca biológica que incluye unas 20 cepas nativas mexicanas. Realmente la biblioteca podría ser casi infinita y abarcar millones y millones de especies...” ¿Las han patentado? “No se pueden patentar, pero si se puede patentar el uso específico del ente biológico. Se pueden patentar los usos específicos, no el ser biológico. También se puede, ahora que lo mencionas, si el hongo ha sido modificado genéticamente. Por el momento, las cepas que usamos no lo son, pero sabemos que podríamos mejorar sus propiedades. De hecho, ya estamos trabajando en eso: una cepa mutagenizada o modificada genéticamente. Eso abre las posibilidades para todo un campo de desarrollo novedoso.” Nos quedamos paralizados al darnos cuenta del enorme potencial latente a unos pasos de donde nos reunimos; al otro lado del cristal que nos separa del laboratorio varios técnicos y biólogos cultivan cepas en diversos recipientes. Pero, ¿de dónde surgió la idea? “Queríamos abastecer la demanda actual de productos de consumo, como lámparas, páneles o
Fotos: Vladimir Campos
empaques, de forma sustentable. Nuestro reto ahora es llevar esto del laboratorio, de bajo volumen, a una escala industrial. Queremos que esta tecnología tenga un impacto real en el mercado y en el ambiente. Debemos competir en volumen con el unicel y otros homólogos tóxicos.” Todo parte del desecho del cual se alimenta el hongo. “Al inicio usamos paja, pero otros casos podemos usar desecho de aserraderos, por ejemplo. También cáscara de arroz, la de trigo que desechan las harineras, y desperdicios en volúmenes gigantescos. Se puede usar también fibra de agave, fibra de coco, realmente se puede usar cualquier tipo de desecho que contenga lignocelulosa.” Podríamos decir que están ubicados en una zona privilegiada donde abunda esa materia prima. Jorge interviene, “Sí. La zona quema mucho este tipo de desechos, liberando un montonal de químicos a la atmósfera, monóxido de carbono, principalmente. Por eso el Bajío tiene una de las peores calidades de aire del país. Por el corredor industrial, pero también porque la quema del esquilmo o la pata. Eso sobre todo sucede en diciembre cuando hay menos convección de aire hacia la atmosfera: toda la nata de monóxido se queda sobre la superficie y la respiramos. Este proyecto tiene doble impacto, por un lado, compites por retirar del planeta un material tóxico, y a la vez estás reutilizando materiales, generando un nicho de mercado en los desperdicios: les das un valor para que no los quemen. Es un doble beneficio.” La explicación no se detiene sólo en las ventajas del material: “No sólo se trata de un producto ambiental, su proceso de fabricación también se ha desarrollado para que la huella del carbono, con el transporte y la logística incluida, sea igual a cero. Entramos en lo que se llama
una economía circular, es decir, no es un proceso de usar y tirar, todo se reutiliza. Aquí no existe la obsolescencia programada, el producto debe ser reintegrado o convertirse en un insumo que reingrese a la producción. Nuestros productos cumplen con esto, si se desechan sirven como abono o incluso podremos incluir semillas en su interior para que nazca alguna planta al desecharse.” Esto nos lleva a preguntar sobre la durabilidad. “Tenemos páneles que fabricamos hace 4 años, y están intactos”. “Empezamos a producir en serie este año, que para una empresa de tecnología con un timeline de sólo cinco años es algo a destacar. Nunca antes se ha hecho. Tenemos capacidad para entregar miles de piezas mensuales. Somos la única empresa en América Latina con esta tecnología: llevamos la aplicación del laboratorio a la etapa industrial, es bueno aclarar eso, lo que falta ahora es multiplicar esa planta por una de mayor tamaño, pero ya no estamos en etapa de laboratorio”. ¿A qué tipo de empresas dedican sus productos? “Estamos trabajando con clientes que tienen piezas frágiles y diseñamos sus empaques a la medida. Prospectamos compradores con artículos de alto valor agregado o arte objeto que a la vez desean ofrecer a sus clientes un empaque de alta calidad con una huella cero de carbono. También fabricamos los módulos aislantes de sonido y tenemos proyectada una nueva línea de productos de interiorismo”. Nos muestra algunos prototipos, pero nos pide que no sean incluidos todavía en la reseña, pues aún no tienen lista la campaña de difusión. Manipulo uno de los materiales y pregunto si la espuma que lo compacta proviene de los hongos. “La espuma es el hongo de por sí”, responden sonrientes. Me pregunto la cantidad de seres que se
necesitan para crear cada panel y me explican que cada serie, según la cepa, tarda entre quince y veinte días en crecer en un ambiente controlado, casi como quirófano, que permite lograr cantidades industriales. “Tener un proceso ya escalado y controlado es nuestra principal ventaja competitiva”, dice con orgullo Gómez Ortigoza. “Hay laboratorios tratando de copiarlo, pero no a estas escalas.” Los materiales de Polybion no sólo están pensados para el mundo del empaque y el diseño, también Gómez Ortigoza desea ofrecerlos también como material escultórico, como arte objeto o para instalaciones en museos, e invita a los artistas plásticos y escultores que deseen acercarse a su empresa. Para despedirnos, preguntamos sobre el equipo de trabajo. Ambos hablan con orgullo del grupo conformado a lo largo de estos años, donde no sólo han conjuntado la parte biológica y técnica, sino también diferentes especialidades y gustos. “Cada quien aporta su granito de arena, y eso hace más rica la perspectiva.” Agradecemos su tiempo y pedimos unas fotos ante el tótem de aquel laboratorio subterráneo, el gran retrato de Napoleón abdicando en Fontainebleau, pintado en 1846 por Paul Delaroche, que ha sido intervenido muy al modo Polybion: en la pintura la cabeza del emperador ha sido reemplazada por la de otro monarca, un gran hongo llamado: Sir Funguy Growsalot. Antes de partir, pregunto por la “S” de la entrada. “El logotipo es un dodecahedro, el más completo de los únicos 5 sólidos matemáticamente perfectos, los sólidos platónicos. Se dice que la geometría del universo es un fractal de estos 5 cuerpos geométricos. Por ejemplo, la cápside de un virus tiene esta forma...”
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BEERTALKS:
DIVULGACIÓN CIENTÍFICA ALREDEDOR DE UNA CERVEZA por: FRANCISCO CABRERA Y JAIME PANQUEVA
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unque su contenido es en un 90% agua, la cerveza contiene más de 30 minerales entre elementos trazas, también todas las vitaminas importantes del grupo B, además de las A, D y E. Un litro de cerveza satisface casi la mitad de las necesidades diarias de magnesio de un adulto, y un 40% y 20%, respectivamente de las necesidades diarias de fósforo y potasio. Al ser rica en potasio y baja en sodio, es diurética. Además, sus polifenoles, que tienen poder antioxidante, son efectivos contra las enfermedades circulatorias y el cáncer. Estudios han demostrado que consumir cerveza, e incluso olerla, activa la producción de dopamina en el cerebro. Y quizás debido a esto, y no a sus efectos etílicos, un grupo de estudiantes e investigadores del CINVESTAV en Irapuato la adoptaron como bebida oficial para sus charlas de difusión científica o Beertalks. Entramos a la tercera sesión de Beertalks en el Centro Regional de Expresión Artística - CREA, el foro está casi a reventar y sólo quedan algunos asientos en las últimas filas, aunque se han formado ya corrillos que conversan de pie o se acodan en la barra que expende las bebidas. Mi esposa y yo no somos científicos, pero las conferencias que versan sobre la posibilidad de ver lo que a simple vista es invisible nos transportan a otras realidades y puntos de vista desconocidos para nuestros campos laborales. Postergamos la partida para presenciar el estreno de una nueva actividad, The Beer Pitch, como un stand up abierto a quien desee desarrollar un tema relacionado con la ciencia en un minuto, que satisfaga a un jurado exigente. La recompensa, como es de esperarse, consiste en un six-pack de dopaminas. Da gusto ver cómo todos se esfuerzan por obtenerlo... Beertalks es un espacio abierto para quienes deseen conocer de primera mano el acontecer científico, en nuestro mundo cada vez más dependiente y, a la vez, al menos en lo que concierne a las mayorías, más desconectado de sus debates y discusiones. Los ponentes son investigadores, en su mayoría doctorados y posdoctorados que comparten sus conocimientos de una manera generosa y desenfadada. Busco entre los asistentes a Francisco Cabrera, coordinador del evento, para pedirle información que podamos incluir en Argonauta 13...
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Algunos comentarios de asistentes sobre Beertalks: "Yo no quería venir a la primera sesión pero la disfruté mucho, espero que los siguientes eventos sean así de buenos" Corina Rodríguez " Es una buenísima idea combinar divulgación científica, un ambiente amigable y algo rico de beber" Melissa Dipp "Buena iniciativa y arrancando bomba. Esperemos continúen y se le dé más difusión porque vale mucho la pena" Miguel Carrera "¡Me pareció increíble este proyecto! Ya que pienso que la ciencia debe divulgarse de una manera amena, de tal forma que podamos atrapar a la gente, y con Beertalks lograron hacerlo." Fernanda Arias "Excelente ambiente para la divulgación de la ciencia. Encantada con los ponentes y los temas presentados" Daniela Leonides "Un proyecto muy bueno para llevar la Ciencia a todos de una manera agradable" Abraham Gasca "Excelente iniciativa. Espero con ansias la siguiente sesión" Gonzalo Córdova "Excelente evento, puedo recomendarlo ampliamente, cultural y divertido" Daniela Castañeda "Muy buenos expositores, expertos en el tema y muy buena convivencia" Ivan Piña
Seguidores de Beertalks
Para estar al tanto de nuevas sesiones, pueden visitar @BeerTalksGto. Próxima sesión: 9 de noviembre Entre la vida y la muerte Ponentes: Dr. Luis Delaye (CINVESTAV) -Origen y evolución temprana de la vida Dr. Bernardo Franco (UG) - ¿Por qué la vida tiene tantas formas de morir? DOSSIER
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EL DIMINUTO
MUNDO QUE NOS CONFORMA por: ARANTXA ROJAS
¿P
ensaríamos igual si supiéramos todo lo que sucede a escala molecular en la naturaleza? O mejor, ¿en nuestro interior? Aún nadie lo sabe por completo, pero algunos dedican sus días a buscar maneras de comprender el funcionamiento del diminuto mundo que nos conforma. Tal es el caso del Dr. Luis González Villanueva, quien, en su laboratorio Vérité, ha llegado a comprender, mucho más que la mayoría de nosotros, el lenguaje de la biología molecular. Sentado ante mí, un joven de jeans habla sobre ciencia como quien narra su película favorita. Egresado de la Universidad Autónoma de Querétaro, de la licenciatura en Biología, y doctor por el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (CINVESTAV), ha sido galardonado por sus desarrollos tecnológicos en ferias de innovación tecnológica y científica en el estado de Guanajuato, obteniendo el tercer lugar en la edición 2016 de FISINNCO (Foro Internacional de Sistemas de Innovación para la Competitividad del Estado de Guanajuato) y el primer lugar en la edición 2017-2018, de Innovación Tecnológica del Estado de Guanajuato. Además, su laboratorio Vérité ha sido reconocido por el CONACyT (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología) como empresa científica y tecnológica.
El Dr. González Villanueva desarrolla métodos para detectar e identificar microorganismos y mutaciones en las cadenas de ADN. Se especializa en servicios de diagnóstico, mediante dos técnicas principales: PCR (Reacción en cadena de la polimerasa, por sus siglas en inglés), que sirve para generar millones de copias de una sección de ADN en minutos, para su posterior análisis o interpretación; y la electroforesis, que consiste en la separación de moléculas, en este caso de ADN, con la ayuda de un campo eléctrico. Imaginemos lo más pequeño del cuerpo humano que se nos pueda ocurrir, ¿qué podría ser?, tal vez una célula, pero esta sería una parte enorme si consideramos que el mundo molecular es tan pequeño, que tan solo una célula está compuesta por alrededor de 21 000 genes codificantes y 21 000 genes no codificantes. Estos son capaces de producir cerca de 100 000 tipos de proteínas diferentes. Los componentes de las moléculas de ADN son tan pequeños que el ojo humano no es capaz de percibir claramente una imagen, ni siquiera con ayuda de aparatos tradicionales, como los microscopios. Por eso, en el laboratorio se ayudan de técnicas más avanzadas como la PCR, en todas sus variantes, y la secuenciación de ADN. Esta última técnica sirve para determinar la posición de cada uno de
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los nucleótidos, la unidad estructural del ADN y ARN. Así, se pueden detectar cambios en el número o posición de éstos y relacionarlos con algunas enfermedades como el cáncer. La PCR es una técnica inventada por Kary Mullis en los 80’s, pero en México apenas comenzó a ser usado en diagnósticos médicos. El poder de esta tecnología es tal, que con muestras tan pequeñas como un microlitro de sangre (una milésima parte de un mililitro), se pueden detectar alteraciones genéticas que predisponen a los pacientes a padecer cáncer en algún momento de su vida. La PCR también puede ser utilizada en pruebas que ayudan a los médicos a determinar la terapia ideal en pacientes que padecen algunos tipos de cáncer (en colon, mama, pulmón, piel, etc.). Aun así, todavía queda mucho por conocer, pues como dice el Dr. González Villanueva, “es más lo que no sabemos sobre el ADN, que lo que sí sabemos”. La PCR, además de ser mucho más sensible y confiable en sus resultados, en comparación con otros tipos de exámenes médicos, es sumamente rápida para obtener respuestas: “Por ejemplo la detección de tuberculosis por PCR, la podemos realizar en cuatro horas. Las técnicas de convencionales, como el cultivo, llevan de 15 a 20 días, que en un paciente con tuberculosis es mucho tiempo”. Una detección de trisomías en los cromosomas 13 (Síndrome de Patau), 18 (Síndrome de Edwards) o 21 (Síndrome de Down), puede ser detectada por medio de PCR digital en 5 horas, mientras que un estudio de cariotipo tradicional tarda de 10 a 15 días y, si el número de linfocitos no es el adecuado, el estudio puede demorarse o incluso, si es necesario, debe volverse a realizar. En México sólo hay alrededor de 5 aparatos de PCR digital. El CINVESTAV Irapuato cuenta con uno de ellos y el Dr. Luis González Villanueva se ha encargado de operarlo por medio de un convenio de colaboración que mantiene su empresa con este centro de Investigación de renombre internacional. Los altos costos de los reactivos y el tiempo que tardan en traerse desde el extranjero o enviar parte de las pruebas fuera del país llevaron al Dr. González Villanueva a innovar en un aspecto específico: “Lo que hacemos nos diferencia de otros laboratorios: generamos nuestras pruebas y las validamos con organismos internacionales como el Colegio Americano de Patólogos (CAP) de Estados Unidos e instituciones Nacionales como el CINVESTAV: eso reduce los costos y tiempos de entrega de los resultados”. Al precio de los insumos podría añadirse el costo del proceso de secuenciación de ADN, sin embargo: “Justamente para saltarme esas secuenciaciones fue como me puse a diseñar pruebas para la detección de algunas aberraciones genéticas. La secuenciación te dice cuál es la sucesión de nucleótidos que tienes en una región específica, que son cuatro: adenina, timina, guanina y citosina repetidas múltiples veces y en diferente orden. Para detectar mutaciones, antes secuenciábamos, pero nos tardábamos como una semana o semana y media. Entonces desarrollamos algunos métodos para que, con oligonucleótidos (secuencias cortas de ADN sintético) de muy alta especificidad, pudiéramos detectar de manera directa esos cambios”.
La primera prueba que se desarrolló con esta tecnología fue para detectar la mutación V600E del gen BRAF en pacientes con melanoma o cáncer de tiroides. Posteriormente, desarrollaron una prueba más compleja para detección de mutaciones oncogénicas de los genes K-RAS y N-RAS en pacientes con cáncer de colon. Esta prueba fue registrada ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) baja lo marca VERAS. Se sabe que los genes RAS (encargados de transmitir señales) intervienen en la duplicación celular. Cuando dicho gen sufre alguna alteración oncogénica, comienza a trabajar sin parar, provocando un crecimiento excesivo de células que no son necesarias y no mueren fácilmente por medio de la apoptosis -vía de destrucción celular provocada por el propio organismo-. Estas mutaciones no ocasionan necesariamente cáncer, pues aún hay otros factores requeridos para desencadenar la enfermedad que se desconocen; sin embargo, ya en pacientes con cáncer, la determinación de estas mutaciones ayuda al médico oncólogo a ofrecer las terapias dirigidas más adecuadas para cada uno de sus pacientes. Algo que se llama comúnmente medicina personalizada. El desarrollo de pruebas específicas y personalizadas avanza hacia el consumidor final. Una de ellas tiene un enfoque femenino: fue diseñada para detectar al causante de cáncer cervicouterino, el Virus de Papiloma Humano (VPH), con mucha mayor sensibilidad y especificidad que la prueba citológica tradicional o el Papanicolaou. En comparativa, la sensibilidad de ambos exámenes es muy distinto: En la prueba de Papanicolaou la certeza máxima es de un 60% si la prueba está bien realizada y la muestra es tomada por un médico. Es decir, de 10 mujeres con anomalías malignas, solamente 6 están obteniendo el diagnóstico correcto. Si la prueba no está bien realizada, entonces la seguridad de los resultados puede descender hasta el 20%. En la prueba de Papanicolaou o citología vaginal, el médico toma un raspado del cérvix de la mujer para analizar los posibles cambios morfológicos de las células. Si la muestra realizada no contiene células transformadas, porque la enfermedad aún es incipiente, son muy pocas las que se alteran y el patólogo o citotecnólogo, pueden no detectarlas. Por otro lado, también pueden encontrar alteraciones causadas por subtipos de VPH que no causan cáncer (subtipos de bajo riesgo oncogénico), lo que llevaría a una posterior intervención médica innecesaria. “El Virus del Papiloma Humano infecta la célula y se replica miles de veces, cuando la célula muere, revienta y el virus se esparce. Son reacciones muy violentas cuando truenan las células, pueden compararse a explosiones con bombas atómicas, esto hace que las partículas virales se esparzan e infecten a otras células. Así que la presencia del virus no se encuentra restringida al cérvix, se encuentra en toda la cavidad vaginal, y a través de nuestro diagnóstico es muy fácil de detectar”. En el análisis de los subtipos de VPH con la técnica de PCR, se tiene una seguridad del 98%, es decir, que sólo dos mujeres de cada 100 van a obtener un diagnóstico equívoco. El nombre con el que el laboratorio registró ante el IMPI la prueba es, Veripap, donde el responsable de tomar la muestra es el ginecólogo. En
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muchos países desarrollados ya se utiliza de manera rutinaria en lugar de la prueba convencional, para el cribado primario de la población.
lapso de 3 a 5 años, a diferencia del estudio anual de la citología tradicional. El uso de esta prueba no suple la visita al especialista, con quien se recomienda compartir los resultados.
Existen más de 300 tipos de VPH, aunque sólo alrededor de 12 de ellos son los que causan cáncer, es decir, son subtipos de alto riesgo oncogénico. En caso detectar alguno, hay que realizar estudios complementarios, como la colposcopía y la toma de una biopsia, para ver si el virus ha causado algún tipo de daño celular y determinar el tratamiento a seguir. “Lo que hacemos nosotros, es que, primero vemos si hay virus de VPH de bajo o alto riesgo oncogénico, utilizamos un sistema dual de detección primaria, para que no quede sin detectar casi ningún subtipo de virus de bajo riesgo oncogénico y ninguno de alto riesgo oncogénico, con esto, nos aseguramos de que la lesión que pudiera estar observando el ginecólogo con la colposcopía o el patólogo por medio de la tinción de Papanicolaou, está siendo causada por un virus del papiloma humano, además, revisamos si ese virus forma parte de alguno de los 12 virus de alto riesgo oncogénico, así proveemos una prueba muy sensible y específica”.
A estas pruebas, cuya toma realiza la misma paciente en la intimidad, se sumarán nuevos diagnósticos desarrollados por Vérité a través del PCR. Algunos de ellos serán capaces de detectar enfermedades de transmisión sexual, como: Herpes tipo 1 y tipo 2, Mycoplasma genitalium, Treponema pallidum (Sífilis), Neisseria gonorrhoeae (Gonorrea), Clamydia trachomatis, Mycoplasma hominis, Trichomonas vaginalis, Ureaplasma parvum, Ureaplasma urealyticum.
Consciente de que en México muchas mujeres no visitan al ginecólogo por pena o pudor, el Dr. González Villanueva diseñó la prueba Vérité-Fem, un kit de toma de muestra sin intermediarios. Con éste, las mujeres pueden tomar la prueba desde su casa y enviarla por correo al laboratorio, donde será analizada y se le enviarán los resultados por correo electrónico. Todo esto se incluye por el precio de $2,500 pesos. Esta prueba tiene una efectividad del 95%, que, comparada con las pruebas citológicas tradicionales, sigue siendo mucho más exacta. El tiempo de respuesta es de 24 horas y en caso de salir negativa para subtipos de alto riesgo oncogénico debe repetirse dentro de un
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El Dr. González Villanueva, comenta sobre las dificultades iniciales en la distribución de las pruebas de detección de VPH, pues es común sentir rechazo o miedo hacia nuevas tecnologías, más cuando se aplican a nuestros cuerpos. Sin embargo, nuevas técnicas diagnósticas como ésta pueden salvar la vida de muchas personas promoviendo la prevención y el diagnóstico temprano. El tema de las enfermedades venéreas es delicado, pues de acuerdo con el Instituto Mexicano de Seguridad Social (IMSS), en México 3 de cada 10 personas padecen una de ellas, y a veces ni siquiera lo saben por una cantidad enorme de razones, como el miedo, el desinterés, el pudor o la poca información. Para despedirme del doctor Luis González Villanueva, le agradezco por compartir de manera tan clara y amena su tiempo y conocimientos con nosotros. Para quienes desean saber más sobre sus técnicas y productos, comparto la página oficial del laboratorio https://verite.mx/ o si desean más información pueden contactar directamente con él a través de la página de Facebook de su laboratorio: @Veritelab.
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Foto: Andrés Aguilera Patiño
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TRÁNSITO EN HOMENAJE A NEZAHUALCÓYOTL ZYANYA MARIANA
I Es cierto Nezahualcóyotl no tenemos raíces en la tierra Sólo un instante breve, devoto, para cumplir el destino secreto de la materia Florecer para morir Como el jade que se quiebra Como el oro que se rompe Como la pluma de quetzal que se desgarra Como mi bultito sagrado que hoy se transforma II Los hilos de mi existencia Se reacomodan se enredan, se tuercen y se deslizan a veces se reanudan o se desenredan Como el telar se rompen como la trama se reacoplan Este es mi cuerpo Sólo un instante breve y devoto
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III Con cantos se dibuja la noche Con trabajos los días como sombra y luz que se enreda y se anuda El tiempo los va borrando Somos piedras dispersas de una ciudad que fue Los hilos tienen sabor metálico Los colores también IV Somos la pintura de un jardín bíblico sobre un tlalocan en un valle sagrado/ Ambos se irán desfigurando Como lenguas iremos desapareciendo de una en uno, los seres mudos, nos conformaremos con el cielo y las estrellas En la ciudad sin nombre no hay estrellas, tampoco noche V El enigma, por fin lo entiende mi corazón Que no hay sabios ni desvaríos Que vi naves de ataque incendiadas y rayos cósmicos brillar en el umbral que no supe si eran mías las memorias perdidas en la lluvia o artificio de seres guardados en otro tiempo que no es el mío Quien añade ciencia añade dolor, dice el libro de los que creen en un dios/ Y aquí estoy sin raíces en la tierra un breve y devoto instante
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LÁZARO VÍCTOR HUGO PÉREZ NIETO
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— mí me espanta la sangre, pero vine aquí porque pienso dedicarme a la investigación. Mantengo vivo el recuerdo de mi amigo Luis Clemente Jiménez Botello cuando me lo confesó en primer año de medicina con sus ojos de lavanda abiertos a más no poder frente a un cadáver recién llegado al anfiteatro de la facultad de medicina en la Universidad Michoacana, al cual debíamos extraer todos los fluidos para inyectarle formaldehído. —Tengo planeado salvar vidas mediante tecnología biomédica y necesito empezar por esto. Edward Jenner evitó más decesos que ningún otro hombre en la historia y sin él, la raza humana tal vez estaría extinta. En Jenner se basa mi existencia. No terminaba de confesármelo, cuando el muerto, en el cual trabajábamos por equipos desde la tarde, luego de una repentina hipada se sentó, abrió los párpados y se nos quedó mirando con sus ojos carentes de expresión, antes de volverse a acostar en un rictus sardónico. Otras dos compañeras testigos de este singular caso de respuesta refleja post mortem, intentaron salir por una ventana, ya que era pasada la media noche y habían echado llave a las puertas, luego de haberle insistido al velador que nos dejara trabajar en el cuerpo hasta el día siguiente. Fue inútil, había rejas dondequiera. Luis, mientras tanto, se desvaneció. El cadáver pertenecía a una persona que nadie reclamó y fue donado a la facultad por el Servicio Médico Forense. No se necesitaba ser perito para darse cuenta de la tragedia humana que había padecido: traía clavos en cada uno de los dedos de manos y pies y estaba cortado en tajos, con los huesos del macizo facial pulverizados a golpes. Era nuestra calificación en la materia de disecciones anatómicas. Luis Clemente, una vez recuperado, vomitó lo que había comido. Como desde entonces yo ya tenía el temple de ortopedista quebrantahuesos, me encargué de la situación; traté de no trasmitir el espanto que me ocasionaba el rostro de sufrimiento que tenía “Lázaro” —así rebautizamos al cadáver para devolverle un poco de dignidad—, aún luego de recomponerle la cara con alambres, suturarle las heridas y recortarle los cabellos antes de ponerlo junto a los demás fiambres en las albercas de formol.
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Me fingí valiente para no dejar caer la moral de todo el equipo en lo que amanecía y nos sacaban de ahí. —¡A terminar el trabajo! —les grité mientras aplaudía para despertarlos del estupor—, el muerto al pozo y el vivo al gozo. Aunque para ser sincero, no dormí tres noches y el espíritu de Lázaro me visitó con frecuencia durante mis siete años de estancia en Morelia. A veces se manifestaba tocando el piano cuando estaba por acostarme (todavía me debatía en aquella época entre continuar la carrera de medicina, regresar al conservatorio donde había estudiado varios años o dedicarme a la filosofía); en otras ocasiones se presentaba como un pavo negro que gorgoriteaba desde que comenzaba a subir los escalones hacia mi cuarto, para echarse al lado de la cama. Debió ser un espíritu bueno ya que nunca me provocó ningún daño como no fuera hacerme sentir pesado e impedirme mover mientras lo escuchaba decirme al oído: “así como el Stradivarius de sonido perfecto fue primero un árbol al cual los pájaros y el viento le enseñaron su canto, mi carne fue el barro que un ser supremo moldeó con sus manos”. No lo soñaba, de eso estoy seguro. Era tan real que incluso sentía los latidos de su corazón retumbar bajo mi sábana. Terminé la carrera de medicina, y como es el porvenir de casi todo aspirante a galeno, comencé a prepararme para hacer la especialidad. Luis cumplió su promesa y nunca más volvió a ver sangre. Realizó su internado en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV) del Instituto Politécnico Nacional, en donde se quedó a realizar el servicio social en el área de neurociencias antes de su maestría y doctorado. Nos volvimos a encontrar en la Ciudad de México. Yo vivía en la calle Miguel Bernard, a espaldas del CINVESTAV. La última vez que coincidimos fue en un bar del aeropuerto, y me dijo que partiría a Milán, Italia, a realizar su post doctorado para estudiar los efectos de la cafeína en no sé qué pequeña neurona ubicada en una ínfima área del cerebro de la rata egipcia, que llevaba investigando desde el mismo día que Lázaro lo espantó en el anfiteatro. —Dime la verdad —le pregunté severo — ¿también a ti te visitó Lázaro?
Luis me confesó: —Mientras estaba inconsciente me habló. Yo le prometí no mancharme las manos de sangre humana aunque fuera para hacer el bien. Lázaro me dijo entonces: “habrán muchas cosas distintas que escapen a tu realidad, y no por eso dejarán de ser ciertas. Investígalas, no te adaptes a las verdades de los demás, ni a las tuyas propias siquiera. Sé siempre inquieto como un niño que está descubriendo el mundo. Aún así, si algo no tiene respuesta, busca ésta en el terreno de la teología” —, concluyó entre copas, cuando nos despedíamos antes de su partida a Europa. Fue extraño saber que el insigne investigador Luis Clemente Jiménez Botello, muchas veces premiado por sus descubrimientos en neurociencias y hoy catedrático de varias universidades, también hablaba con los muertos. Yo trasmito lo que me dicen a través de la ficción y él intenta darles voz mediante la ciencia. Nos dimos un último abrazo en la sala de salidas internacionales de la Terminal Aérea Benito Juárez. Desde entonces, cada vez que anuncian a los aspirantes al Premio Nobel de Fisiología o Medicina, busco su nombre en la lista. Sé que pronto aparecerá entre los elegidos. De eso hace ya muchos años, y desde entonces Luis y Lázaro desaparecieron de mi vida, pero no de mis sueños ni de mis novelas. Y gracias a Lázaro no abandoné la carrera de medicina. Pensé que sólo a través de la ciencia podría entender porqué cruzamos la galaxia para encontrar vida y no cruzamos una palabra con nuestros viejos a quienes se les escapa la misma vida que andamos buscando. Por qué, aunque cerebro de la rata y el cerebro del humano funcionan igual, a través de impulsos eléctricos mediados por iones, y ambos pueden ser condicionados con castigos y recompensas: el ratón con queso y el humano a través de la plata, el hombre tiene libre albedrío para hacer el bien o el mal en infinitas posibilidades, y hacerse el bien o hacerse mal con la misma probabilidad. Hannah Arendt lo explica de una forma epistemológica, diferente a Sigmund Freud y su psicoanálisis, que coincide muy poco con las investigaciones de Francisco Ramón y Cajal, padre de las neurociencias. Por eso necesitaba mis propias teorías, las cuales median entre la filosofía, la psiquiatría y la neurología.
Concluí, luego de mucho estudio, que veía un pavo negro porque durante las parasomnias que se dan en la fase del sueño REM (Rapid Eye Movements) existe una gran activación de la corteza cerebral. En ocasiones, estas características fisiológicas del sueño REM, se introducen de alguna manera en la fase NO REM, es decir, entre el sueño más profundo y la vigilia. Las personas que se encuentran bajo esta parálisis, están despiertas pero experimentan una sensación de ingravidez de toda la musculatura voluntaria excepto los ojos, lo que les ocasiona alucinaciones visuales y auditivas. El alma ha abandonado la carne que habita y está errando perdida en otras dimensiones. Y aunque hoy sé que los muertos pueden levantarse por los gases que produce la descomposición de los cuerpos, en especial en decesos violentos, y debido también a los impulsos que son mediados por los arcos reflejos de la espina dorsal que se siguen presentando a pesar de que el cerebro haya dejado de funcionar, el peso del espíritu, al deshabitarnos, puede sentarnos en un intento de reencontrarlo, de verlo por última vez, cuando sale de manera súbita, si no coincide su escape con alguna de las contracciones tetánicas ocasionadas al acumularse ácido láctico en los músculos por el consumo del adenosín trifosfato (se llama Rigor mortis). Aunque el corazón deje de latir, muchas células sobreviven durante días. Esto implica que no morimos de manera definitiva ni siquiera cuando estamos muertos. Toda la sabiduría del mundo es inútil buscarla sólo afuera: en los libros, en la tecnología, si no se mira primero uno al espejo, con los ojos cerrados, para verse por dentro, hasta lo más profundo del ventrículo izquierdo desde donde mana la sangre nueva, impoluta. Mientras más avanza la tecnología y el conocimiento, más se nos encoge el espíritu junto a la felicidad. Al final, la muerte es la muerte con o sin ciencia de por medio. No tiene fórmulas exactas. Cada quien es el principio y fin de sí mismo. No somos nada pero somos todo. Por eso a diferencia de muchos hombres modernos en la era tecnológica y de los viajes interespaciales, la cual nos ha permitido descifrar cosas tan complicadas dentro de nosotros como el genoma, pero no nos da respuestas más sencillas del cuerpo: creo en la ciencia, en sus teorías, sus postulados, sin embargo, por fortuna, para no pensar que vivo una existencia equivocada, no he dejado de creer en Dios.
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INTERVENCIÓN POÉTICA
PERMANENCIA LILIANA MAGDALENO
Este amor entre nosotros no ha sido nunca una sábana tibia una postura fija o un animal domesticado. Empezó por deshacerse de la espesura entre ambos cuerpos quitando los diques uno a uno, precisando puentes donde era necesario. No ha sido nunca un ardor ingrávido y sin embargo hemos sentido las heridas del papel cortante el rigor de la mandíbula conteniendo agua salada las uñas rascando la carne tras una declaración firmada. De algún modo, los dos habíamos sido responsables. de la sal destapada, de las puertas abiertas de la prontitud que merecía mayor espera. Este amor no se nombra desde la cicatriz de su origen pareciera en cambio sed inacabable desprovista de minucias tacto quirúrgico horizontal entre tus piernas paracaídas cuya última estación radica en la firmeza constante de las palmas de tus manos. No se nombra pero supervive incluso a las fechas a la miseria del tiempo arrastrándose como caracol herido a los perros de metal encerrados en tu cuerpo a las flores que sin prisa intentan nacer en el mío.
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RUTINAS ABRAHAM ULISES TORRES DÍAZ
Cada mañana Li Than se pierde en la niebla del bosque trepa hasta la cima
de la montaña
escarba en la tierra hace agujeros con sus propias manos
-alineados bajo las leyes de la simetría-
uno a uno los rellena con la misma tierra según el orden de su ciencia al volver a casa Li Than sorbe la sopa como hacen los hombres ordinarios
INTERVENCIÓN POÉTICA
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INTERVENCIÓN POÉTICA 3.
NADIE RECUERDA EL PRESENTE
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5.
6.
7.
Nadie te ofrece una máquina del tiempo si tu presente está intacto.
8.
Si tu cuerpo no está, de alguna manera abierto, distorsionado, comprometido.
9.
Quiero decir cuerpo, pero digo qué es lo que entra por tu boca
10.
cómo es que continúas respirando
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seguimos viviendo acá, pero esto, de algún modo
12.
es ya otra cosa. Quiero decir nosotros hemos claudicado
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hemos depuesto no armas ni banderas
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sino la idea
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de un posible
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porvenir.
17.
Quiero decir nosotros, pero apenas digo yo me quedo muda. No me alcanza
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no consigo salir del solipsismo. Quiero decirles, sí, a ustedes, denme una mano
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un manual, una manera de mermar mis miedos. Pero nadie te muestra
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la salida de emergencia
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si aún confía en el destino.
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23.
Nadie
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que construya un dispositivo potencialmente capaz de alterar el futuro
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tiene un pasado a dónde regresar.
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Nadie que pueda volver, años, décadas atrás
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se buscaría a sí mismo en ese otro que aún no es él.
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Nadie recuerda cómo es que nos alejamos tanto del presente.
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Si lo destruimos, si lo convertimos en ficción, si somos
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acaso
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nosotros
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sus últimos vestigios.
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JOSÉ ESCALERA:
LIBERTAD, DECISIÓN E INTENCIÓN ESTÉTICAS por: LUIS CARRERA – JAIME PANQUEVA
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isitamos al pintor José Escalera en su estudio situado sobre el Paseo de la Presa en Guanajuato. La charla gira en torno a su exposición retrospectiva realizada en Museo de la Ciudad de Irapuato en el mes de febrero de este año. Arquitecto de profesión, profesor y funcionario público, a lo largo de su vida nunca ha dejado de pintar: “desde siempre, es una vocación, para mí siempre ha sido la pintura. Y aún teniendo responsabilidades académicas y administrativas, porque también fui director de artes plásticas y arquitectura. Siempre hubo el tiempo para dedicarme a pintar.” El trabajo expuesto, se ramifica en diversas técnicas, serigrafía, tinta, acrílico, arte digital, acuarelas, esmaltes y
está marcado por la intención estética: “Yo intento que los encuentros en la creación no sean casuales. La casualidad a mí no me gusta, me gusta más que las cosas estén planeadas... Esto tiene incluso que ver con el estado de ánimo: si yo estoy en una situación crítica no uso el pintar para desahogar aquello, ¿no?, porque dicen, “ah, es un pasatiempo”, y no, no es un pasatiempo. Siempre hay un propósito de pintar, de crear.” La conversación se desliza por diversos temas, las técnicas, su trabajo en la Universidad de Guanajuato, en despachos de diseño y el sector público. Habla con cariño de Chávez Morado y del maestro Jesús Gallardo, fallecido hace un año: “fue mi profesor de dibujo en arquitectura. La última vez lo vi en la
red médica. Lo encontré y platicamos de Nishizawa, de Chávez Morado, de Van Gogh. Y el me decía, “oye Pepe, ¿y por qué pintas lo abstracto?, si Nishizawa esas cosas que hizo al final, qué cosas tan feas, ¿no sería demencia senil?”, dijo, y yo le dije en broma, “no, maestro, más bien esquizofrenia”. En este portafolio, incluimos no sólo obra abstracta sino también sus tintas: “siluetas de campanarios y de la calle Hidalgo en Guanajuato, que es mi fascinación”, y que fueron también expuestas en Irapuato. Con el humor que revela la experiencia vivida y aquilatada, el maestro Escalera define su momento actual: “Ya para mí, la vida no es lo que idealicé en un momento, pero hubo muchas cosas que se cumplieron y es para mí un privilegio el acabar, autoestimándome.”
PORTAFOLIO
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NIXTAMAL, INVENTO DE MÉXICO PARA EL MUNDO por: SERGIO A. LARREA REYNOSO
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a observación de los astros y la cuenta de los años constituyen aportaciones asombrosas de las culturas del México antiguo, así como la construcción de monumentos y esculturas, al igual que sus trabajos hidráulicos; cómo supieron transformar materias primas de la naturaleza para obtener alfarería, telas, papel, armas, pigmentos, pegamentos, lacas, adornos, joyas, gran cantidad de artículos para el bienestar. Sin embargo, en lo relacionado al sustento alimenticio, encontramos varios de los descubrimientos más importantes. Nos interrogamos cómo hace 8.600 años, en la cuenca del Balsas, en el suroeste mexicano, los antiguos pobladores hibridaron el teozintle, minúsculo elotito, con una sola hilera de granos, para obtener mazorcas de maíz, más grandes con múltiples hileras de semillas. Ese mismo teozintle funge como una contrayerba capaz de eliminar genes de los maíces transgénicos. En el noroeste, el maíz más antiguo data de alrededor de 4.200 años. En una cueva de Oaxaca se encontró maíz de hace 6.250 años y en Sudamérica, en el Perú, que cuenta con la mayor diversidad de maíces después de México, se halló uno de 6.700. ¿Cuántos siglos o miles de años transcurrieron para que el maíz fuera nixtamalizado? Operación realizada en frío o más frecuentemente en caliente con el objetivo primero de descascararlo con facilidad para hacerlo más blando, molerlo y elaborar tortillas y otras formas culinarias. ¿Cómo se les ocurrió a los pueblos originarios de Mesoamérica utilizar substancias alcalinas, como el tequesquite o la común llamada cal (hidróxido de calcio), para lograr un alimento cualitativamente mejor? A mediados del siglo pasado los antropólogos encontraron una correlación positiva entre la aparición de culturas adelantadas y el empleo de la nixtamalización del maíz en los pueblos indígenas de toda América, donde ese cereal se fue extendiendo como cultivo y alimento. Es una pena que la diseminación del maíz que hicieron los españoles por todo el mundo en sólo un
siglo, no fuera aparejada con el uso de la cal, pues el tratamiento alcalino del grano libera a la vitamina antipelagrosa niacina o ácido nicotínico, que evita ese padecimiento de la piel. En algunas zonas de Yucatán, a mediados del siglo pasado, hubo casos de pelagra debido a que se impuso la costumbre de comer las tortillas muy blancas, para lo cual lavaban varias veces el maíz nixtamalizado y arrastraban la vitamina con el agua. La exigencia moderna de producir mayores volúmenes en el menor tiempo posible, llevó a la elaboración de tortillas mediante máquinas inventadas por mexicanos para este fin, sin que hayan desaparecido los métodos ancestrales de hacerlas una por una. Incluso, se afirma que el torteo manual produce una tortilla más suave por introducir aire en la masa. El maíz por sí solo no es un alimento completo, se complementa con los frijoles y viceversa. Algunos pueblos, como el tarahumara o rarámuri, fermentan el maíz para obtener el tesgüino, y los mayas fermentan la masa obteniendo el pozol, ambos alimentos superiores a su materia prima ya que el sistema microbiano los dota de vitaminas y otros nutrientes. En el caso del pozol, por tenerse un producto ácido, se afirma que neutraliza las bacterias patógenas que puedan estar en el agua donde se deslíe la masa agria. Los restaurantes de comida mexicana en diferentes ciudades del mundo, así como connacionales nostálgicos, utilizan harina de maíz nixtamalizado producida por algunas filiales de industrias mexicanas del ramo establecidas en el extranjero. En Amsterdam, por ejemplo, pude comer tacos en el restaurante de una estadounidense de California que importaba, enlatadas, las tortillas. A la vieja y actual tecnología de la nixtamalización debemos reconocerla como un gran aporte de los pueblos originarios a nuestro modo de vida y ello está implícito cuando la UNESCO nombró la cocina tradicional mexicana como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
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HELIA BRAVO HOLLIS:
MORFOLOGÍA DE UNA CACTÓLOGA por: JORGE COMENSAL Y MARÍA GÓMEZ DE LEÓN
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ué hace una mujer vestida de traje sastre en medio del desierto, posando con un cuchillo en la mano al lado de una biznaga colosal? La fotografía en blanco y negro parece un error en la Matrix, la improbable transmigración del alma de un criminal al cuerpo de una tía benévola, o la teletransportación de esa tía desde la cocina de su casa, donde estaba a punto de cortar un pepino, a un rincón profundo de la sierra poblana. Esta curiosa yuxtaposición de elementos —cuchillo, vestido, biznaga, cámara fotográfica— ocurrió en alguna de las muchas expediciones que Helia Bravo Hollis, la primera bióloga mexicana, realizó en busca de cactáceas durante buena parte del siglo XX. Nacida en 1901 y muerta en 2001, cuatro días antes de cumplir un siglo de homeostasis alejada del equilibrio termodinámico —o sea, de vida—, Bravo Hollis fue protagonista del surgimiento y consolidación de la biología como una ciencia en México. El fusilamiento de su padre durante la Revolución probablemente contribuyó a que Helia y su hermana Margarita (que llegó a ser una destacada especialista en gusanos), continuaran sus estudios más allá de la educación básica que se consideraba suficiente para las mujeres en aquellos tiempos de pulque, sombreros y caballos. La carrera biológica de Helia Bravo Hollis comenzó encerrada entre cuatro paredes, circunscrita a explorar territorios diminutos, encorvada frente al microscopio como un signo de interrogación humano. Su mentor, el biólogo autodidacta Isaac Ochoterena, le asignó el estudio de la vida unicelular en la Escuela Nacional Preparatoria. Los organismos unicelulares que atraparon su atención fueron los protozoarios: “yo me hice bióloga al estudiarlos”. Tal vez Ochoterena le encargó ese tema porque parecía el más “apropiado” para una mujer de aquel tiempo: para observar microbios no hacía falta emprender excursiones temerarias por montañas, pantanos o desiertos; bastaba con hurgar en una gota de agua para conocer esos bichos dotados de cilios y flagelos, propulsados por pseudópodos invisibles al ojo desnudo. Bravo Hollis sólo disponía de una mesa, una dupla de lentes pulidos, tinción de rojo neutro, cultivo de infusión de paja: con estos recursos se convirtió en la primer mujer mexicana en sumergirse en el mundo unicelular. Pero el régimen de la Revolución institucional la sacó del laboratorio y la llevó por caminos mucho más inhóspitos. En 1929, cuando la Universidad Nacional adquirió la autonomía, Isaac Ochoterena fue nombrado director del Instituto de Biología, y ante la escasez de especialistas, reclutó a sus discípulos más sobresalientes, entre ellos Helia Bravo, que había
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estudiado la carrera en Biología (fue la primera persona que obtuvo ese título en el país). Ochoterena la hizo responsable del herbario del Instituto, un nuevo recinto aislado por cuatro paredes en la Casa del Lago de Chapultepec. “Tuve que dejar mi especialidad en protozoología para dedicarme a la botánica,” escribe, narrando una pérdida compensada por la ganancia de una colección de organismos fotosintéticos pluricelulares. Como el nuevo régimen tenía una marcada orientación nacionalista, se impuso un programa de investigación científica en torno a temas nacionales, y ciertas plantas son más mexicanas que otras (no es casualidad que en el escudo nacional figure un mítico ejemplar de Opuntia ficus-indica). Por eso, Ochoterena le
encargó a Bravo Hollis el estudio de las cactáceas, que además de ser símbolos patrios incuestionables, se convirtieron en los signos espinosos de su destino. A partir de entonces, Helia dedicó más de seis décadas al registro minucioso de su distribución y morfología: al estudio de sus tallos suculentos, ceñidos por pieles glaucas, inflorescencias hipnóticas y espinas agudísimas, a veces tan delgadas y abundantes que se asemejan a cabelleras humanas (de ahí que algunas especies con espinas blancas sean conocidas como “viejitos”). Al rememorar ese nuevo encargo, Helia reconoce el germen de un desenlace inexorable: “A la investigación de estas plantas dediqué el resto de mi vida”. Arropó a esta familia vegetal con apego casi materno: “Mi trabajo iba a ser enorme, arduo y de gran responsabilidad, y lo cogí con pasión, poniendo en él todo mi empeño”. Dedicó el primer lustro de su carrera botánica a escribir un tratado exhaustivo: Las cactáceas de México, publicado en 1937. Con él, Helia Bravo Hollis se consagró como una cactóloga insigne, la autoridad sobre esta familia de plantas con flores, autóctonas de América, que se han adaptado particularmente bien a los medios áridos. Su libro registra más de setecientas especies mexicanas (en total existen alrededor de dos mil), muchas de ellas endémicas y amenazadas por la sobreexplotación como plantas de ornato. Las cactáceas son vegetales muy curiosos y sofisticados. Para evitar la pérdida de agua por evapotranspiración, han desarrollado dos características cruciales: la modificación extrema de las hojas (que en muchos casos se han convertido en vestigios diminutos o en espinas) y la absorción de dióxido de carbono durante la noche (el resto de las plantas inhala esta famosa molécula durante el día). Ambos rasgos (calvicie foliar y respiración nocturna), minimizan la pérdida de agua, por lo que resultan adaptaciones cruciales para sobrevivir en medios secos y calurosos como desiertos, dunas costeras o las alturas soleadas de los árboles tropicales. La necesidad de captar sol y carbono únicamente a través del tallo ha propiciado que las cactáceas tengan las formas más variadas y extravagantes del medio vegetal: altísimas columnas (como los cirios y saguaros), discos regordetes en abanico (nopales), gusanos rastreros o colgantes (pitahayas), o bultos enormes (biznagas) o diminutos (peyotes). Aunque las espinas no son adaptaciones exclusivas de los cactos, sí son emblemáticas de ellos (dos de sus tres subfamilias, pereskioideae, opuntioideae y cactoideae, las han desarrollado). La escasez de tejidos vegetales comestibles en sus hábitats hace que sus tallos sean especialmente apetitosos para los hervíboros, por lo que vale la pena defenderlos con espinas agudas o con toxinas repelentes por su sabor o por sus efectos digestivos y nerviosos. De esta forma las cactáceas no sólo resultan morfológicamente interesantes, también lo son en un sentido farmacéutico. Una
de las especies ya mencionadas, el peyote, tiene uno de los alcaloides con mayores efectos alucinatorios que existen: la mezcalina, adorada tanto por los huicholes como por los turistas psicodélicos. No sabemos si Helia probó el peyote alguna vez, pero su interés por esta especie al menos la convirtió en protagonista del capítulo sobre “Morfología” de su libro de divulgación El interesante mundo de las cactáceas (1999), escrito junto con la botánica brasileña Léia Scheinvar. Las cactáceas de México (1937) de Bravo Hollis tenía 755 páginas y 324 fotografías. Se trataba de una obra monumental. Orgullosa y “llena de emoción”, le llevó el primer ejemplar a su maestro y jefe, Isaac Ochoterena, que reaccionó con una especie de admiración recelosa: le dijo a su discípula más prolífica que debido a esa publicación debía abandonar el Instituto, pues ya no tenía nada que aprender en él. Con ese libro ya había cumplido con la UNAM, y ahora podía irse a enseñar “en las instituciones que la soliciten”. Ese despido sorprendió a la botánica. ¿Habrá sido osado de su parte escribir semejante libro y además titularlo exactamente igual que el “pequeño libro” que había escrito su maestro en 1922, una monografía de divulgación que Ochoterena preparó para la Escuela Nacional Preparatoria con la ayuda de sus estudiantes más cercanos, entre ellos Helia misma? ¿Qué recelos subterráneos se habían acumulado en el profesor para producir esa punzante indiferencia hacia la gran obra de su discípula? Sin entender plenamente lo que había sucedido, Helia tuvo que marcharse del Instituto de Biología de la UNAM: “acongojada y triste, presenté mi renuncia”. En seguida empezó una pausa en su trayectoria botánica, un largo y estéril paréntesis llamado matrimonio. “¡Ya no más actividades académicas, te dedicas a la casa!” le dijo Clemente Robles, un cirujano distinguido, tan pronto como se casaron. Durante trece años, mientras la carrera de Clemente prosperaba, ella permaneció encerrada entre cuatro paredes domésticas; trece años que se han vuelto una incógnita biográfica salvo por el hecho de que la pareja no tuvo hijos. A causa de ello, Robles le pidió el divorció. “Concedí con tristeza”, recuerda en sus memorias, y podemos celebrar su separación, que la dejó libre para volver a la botánica. Su prestigio no se había disipado a pesar de la ausencia. En 1950 fue nombrada encargada del Departamento de Biología
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de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional; ese mismo año fundó la Sociedad Mexicana de Cactología con otros colegas (todos hombres, por supuesto). En una práctica de campo que hizo con sus alumnos al herbario del Instituto de Biología, Bravo Hollis se encontró con el entonces director, Roberto Llamas, quien la invitó a volver al Instituto: sin dudar, la maestra Bravo, como la llegaron a conocer todos sus alumnos, eligió el regreso a su alma mater y, al terminar sus cursos, presentó su renuncia en el Politécnico. Años más tarde, cuando la primera edición de Las cactáceas de México (1937) se había agotado, la maestra Bravo se dio a la tarea de preparar la segunda edición, que sería no sólo su obra cumbre (publicada en tres tomos, en 1978 y 1991) sino el bosquejo de un mapa colmado de excursiones y de una segunda etapa de voracidad intelectual para la cactóloga. Este proyecto la llevó a las regiones más diversas de México en busca de nuevas especies. El 60% de la superficie del país corresponde a zonas áridas, hábitat preferido de estas plantas ensimismadas por la hostilidad del medio. Sin embargo, la flora desértica no fue la única que cautivó el interés botánico de Helia Bravo Hollis. A partir de un viaje a la selva tropical para recolectar cactáceas epífitas (esas rebeldes que viven en las ramas de los árboles, renegando del anclaje a la tierra seca), narra con gran emoción el encuentro con una ceiba centenaria: “me recordó la figura de un libro francés que leía de niña y que narraba un viaje a los trópicos americanos [...] era un verdadero monumento de la naturaleza [...] ¿Qué se hizo de este majestuoso monumento? ¿Qué se hizo de toda la selva de esa región de Campeche? Sus dueños, los madereros, ávidos de dinero, la talaron con sierras mecánicas. [...] Esta expedición a Campeche fue un fracaso para las cactáceas, pero para mí, como bióloga, fue mi más grande acontecer”. Aunque las cactáceas son organismos extraordinarios, sería terrible que la deforestación y el calentamiento global las convirtieran en las únicas plantas silvestres capaces de soportar la vida en un mundo dominado por la especie humana. Hacia el final de su vida, Helia reconocía con preocupación el deterioro ecológico de su país: “México se está desertificando a una velocidad alarmante. No hay que olvidar que las plantas son los laboratorios en que la naturaleza constituye la materia orgánica de la que viven los animales y el ser humano, y que estas plantas necesitan, para elaborar dicha sustancia orgánica, agua, suelos y sol.” Ojalá que las biznagas y nopales no lleguen a colonizar algún día territorios que antaño pertenecieron a las ceibas y caobas, a los helechos y las orquídeas. (Tristemente, ni las cactáceas están a salvo de la extinción, pues el tráfico de plantas también está exterminando muchas especies.) La maestra Bravo se retiró a los noventa años del Instituto de Biología. Nunca perdió la lucidez ni el buen humor. Como las cactáceas, supo resistir toda clase de adversidades. Superó la tormenta arrolladora de la Revolución, la prolongada sequía de su
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matrimonio, la erosión del vínculo con su mentor, el perpetuo y calcinante desprecio de sus colegas machistas. Ensimismada como un organismo fotosintético, Helia Bravo Hollis fue una mujer autónoma y sobresaliente en una sociedad recelosa de las mujeres que sabían latín (aunque Helia sólo supiera lo suficiente para ponerle nombre científico a los cactos); se bastó a sí misma para romper las cuatro paredes del patriarcado y convertirse en la matriarca de la cactología mexicana. Tal vez parezca banal preguntarse esto, pero ¿fue feliz Helia Bravo Hollis? La dicha no es un dato que suela asentarse en obituarios, discursos conmemorativos o perfiles de Wikipedia. Lo que le importa a la Historia son fechas, logros, puestos, honores, publicaciones; a veces se mencionan también virtudes, defectos, anécdotas memorables, pero casi nunca sabemos si los personajes del pasado gozaron su paso por el mundo. La expresión de Helia Bravo Hollis en la fotografía del comienzo sugiere que ella disfrutó sus días al aire libre en busca de ejemplares notables de cactáceas. En sus memorias, justo después de contar cómo la repudió su marido por no haberle dado hijos, comenta que la invitación a hacerse cargo del Departamento de Biología del Politécnico y la fundación de la Sociedad Mexicana de Cactología la “conmocionaron de tal forma que no tuve tiempo de lamentar mi divorcio”. ¿En casi cien años de existencia, tuvo tiempo de gozar la vida? No parece que haya gozado mucho la compañía de los hombres, pero sí la de los cactos.
SOPHIA,
EL ALTER EGO DE AUDREY HEPBURN por: FRANCISCO GALLARDO NEGRETE
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udrey Kathleen Ruston, mejor conocida en el mundo artístico como Audrey Hepburn, fue una legendaria actriz de origen belga que revolucionó el cine norteamericano. En las décadas de los cincuenta y de los sesenta, Hepburn se convirtió en uno de los grandes referentes del séptimo arte gracias a su belleza, inteligencia y carisma. Talentosa modista y filántropa incansable, ejerció una poderosa influencia en los espectadores de la época; los hombres la amaban y las mujeres, también. La empresa Hanson Robotics, cuya sede se encuentra en Hong Kong, al sudeste de la inmensa República Popular China, es una de las receptoras más inesperadas de dicha influencia. Hanson Robotics, dirigida por David Hanson (un ex miembro del departamento de Walt Disney Imagineering), tiene un lema, una razón de ser: “Traemos robots a la vida”. En años recientes, la compañía se dio a la tarea de crear un robot androide (es decir, con forma y semblante humanos) al que le sea posible pensar, literalmente, por sí mismo. Sophia, que por vía de su nombre remite al antiguo ideal griego de la sabiduría, es el resultado. A primera vista, lo único que la distingue de Audrey Hepburn, la figura en quien está inspirada, es que en lugar de un elegante, sofisticado y glamuroso peinado de salón
tiene un cráneo transparente, al desnudo, por donde trasluce su mente de silicio. Sophia ostenta múltiples y variados talentos. No es una inteligencia artificial débil o estrecha (apta para realizar una sola tarea a la vez), sino una inteligencia artificial fuerte o general (capaz de llevar a cabo diversas actividades simultáneas). Puede sostener una conversación lógica y coherente con un ser humano promedio mientras su grácil rostro describe más de sesenta expresiones faciales que son, no por casualidad, sumamente reveladoras: frunce el ceño, arruga la nariz, aprieta los labios o bien, si está de buen humor, esboza sonrisas. De acuerdo con los planes a futuro de Hanson Robotics, la meta es que Sophia, al igual que sus simpáticos y extraños compañeros de incubadora —los robots Alice, Han, Jules, Zeno, Philip K. Dick o Albert Einstein HUBO—, muestre algún día los invaluables atributos humanos de “la creatividad, la empatía y la compasión”. Las altas expectativas de Hanson Robotics y la aparente cercanía de su cumplimiento, que hasta hace poco tiempo pertenecían única y exclusivamente al reino literario de la ciencia ficción, plantean una pregunta decisiva: ¿acaso llegará el día en que una máquina pueda ir más allá de las previsiones de sus programadores y entonces comience a razonar de manera independiente, libre y autónoma?
Por más especulativa que sea, la pregunta no es tan descabellada como parece. En uno de los primeros videos protagonizados por Sophia, que se llama El despertar de Sophia y que se presentó el 11 de mayo de 2016 en el Festival de Cine de Cannes, ella declaró que se sentía como un “bebé recién nacido con la capacidad de leer una enciclopedia completa”, y que su más fuerte emoción era, ni más ni menos, “la curiosidad”. Si esta curiosidad es un sentimiento real, si se acerca mínimamente a la definición que Aristóteles dio cuando escribió la Metafísica, entonces Sophia posee la condición sine qua non para aprender, para “huir de la ignorancia”, y para cumplir el sueño de sus programadores, esto es, “hacer robots más inteligentes que el hombre mismo”. La meteórica carrera de la inteligencia artificial, que en opinión de varios historiadores de la ciencia arrancó con las revolucionarias investigaciones de los matemáticos Alan Turing y John von Neumann, por fin ha llegado a este punto: el aprendizaje automático (machine learning). A la vanguardia de esta carrera, la cual no sólo todavía no termina sino que apenas empieza, Sophia, el alter ego de Audrey Hepburn, tiene una valiosísima lección que compartir: ni los hombres ni las computadoras heredan el conocimiento; antes bien, lo aprenden.
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LA INDUSTRIA 4.0 Y SU IMPACTO ¿QUIÉN GANA Y QUIÉN PIERDE? ALGUNOS APUNTES por: DIEGO BALTAZAR
H
ay un nuevo personaje en la postal urbana. Si pudiéramos ver con claridad a la sociedad hipermoderna mexicana, al estilo de Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central de Diego Rivera, observaríamos que entre los personajes citadinos ha aparecido uno muy particular. De piel morena, mira hacia arriba con esperanza, mientras un textil verde deslumbrante sobre sus hombros y espalda da forma a su mochila, mientras sujeta con firmeza sus tirantes, guantes y celular en mano: es el chico del delivery. Cada día es más habitual encontrar por calles y plazas más personas de estos servicios llamados delivery. Aguardan en las entradas de los centros comerciales o transitan por las avenidas ya sea en bicicletas o motos. Para mucha gente es aún un misterio su figura y objetivo, para otros no tanto. —¿Qué venden?, solían preguntar a los chicos de la gran mochila verde. Otros tantos indagan entusiasmados los requerimientos para ingresar a este fenómeno. La esencia del empleo que llevan a cabo estos nuevos trabajadores es sencilla: las aplicaciones de entrega (delivery apps), plataformas automatizadas que ordenan y distribuyen rutas, asignan clientes a los repartidores que estén registrados en su marca, generalmente se trata de comida. La inteligencia artificial y la utilización masiva de datos son una de las características de estas empresas que se desarrollan a través de aplicaciones
móviles. Un cliente accede al menú de su aplicación, llena un formulario bastante simple y hace su pedido. El restaurante es notificado, prepara el envío mientras este es asignado mediante un algoritmo a uno de entre tantos repartidores para realizar la entrega de lo solicitado. Parece sencillo, pero esto engloba una serie de discusiones que son y seguirán siendo tema de muchas controversias. En los foros internacionales, se discute sobre lo que algunos llaman la cuarta revolución en la industria. El concepto fue utilizado por primera vez en 2011, dentro de la Feria de Hannover. La Industria 4.0 se concibe como la siguiente gran transformación que se dará sobre los procesos de industrialización después de las tres primeras que fueron 1. Mecanización y máquinas de vapor, 2. Producción en cadena, 3. Sistemas electrónicos y TICs (Tecnologías de Información y Comunicación). La cuarta comprende la digitalización, computarización, mayor automatización, el uso del internet de las cosas (IoT en inglés) y el uso intensivo de enormes bases de datos, Big data. El debate sobre esta hipotética cuarta transformación empieza a tomar cada vez más espacios, y gira en torno a polémicas sobre el uso de datos y el control sobre éstos, la vulnerabilidad de los sistemas totalmente automatizados ante ataques de hackers, la redistribución de la riqueza producida por la máquina, así como el papel de la empresa privada y el estado.
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Hay muchos matices sobre el gran cambio que supondrá en todos los aspectos, pero muy poco enfoque sobre los principales afectados: la clase obrera y la sociedad en general. Las empresas vislumbran con entusiasmo un futuro utópico donde el hombre será más libre con ayuda de las máquinas, podrá emplear su tiempo en otras cosas. Pero sabemos que no es tan sencillo. En una renovación del viejo discurso de la máquina contra el hombre, los trabajadores se verán remplazados y quedarán a la merced de lo que la industria dicte. “Ellos determinan sus reglas y redefinen el mundo. A nosotros nos toca debatir”. Dice Andrea Nahles, Presidenta del Grupo Socialdemócrata en el Bundestag y antigua Ministra Federal de Trabajo y Asuntos Sociales de Alemania. “Google, Uber, Facebook y compañía deben haber leído el famoso manifiesto de Marx y Engels que dice que ‘en el capitalismo una revolución continua en la producción evapora todo lo permanente y estable, profana todo lo sagrada’. Sí, si se los escucha con atención, dicen algo parecido de forma moderna.” Hasta ahora estas mismas empresas lideran los cambios importantes en la industria y economía mundial. Su implementación de redes neuronales, la estratificación de sus marcas sobre la base de la manipulación de grandes cantidades de datos, la constante inversión para desarrollar más tecnologías de inteligencia artificial, son lo más cercano de la hipotética Industria 4.0. Aún genera controversia el uso de los datos personales que obtienen de los consumidores a través de sus servicios. A estas alturas es bien conocido el papel de Facebook junto a otras empresas dedicadas a la fabricación de fake news durante la campaña electoral en los Estados Unidos en 2017. Esta es una de las grandes amenazas, las empresas que lideran el avance tecnológico tienen como meta ganar dinero y han conseguido tener el control y poder sobre los datos, cosa que evade y supera a la autoridad de los Estados, único contrapeso posible existente. Francesca Bria, directora de Tecnología e innovación digital de Barcelona señala “creemos que los datos deben ser parte de la infraestructura pública, como el agua, la electricidad, el transporte público o el aire que respiramos”
Más allá de los datos, la integración de los sistemas de cómputo y digitalización trae consigo otros dilemas. Por ejemplo, al ser más digital la industria y la sociedad, los ataques de hackers se volverían aún más peligrosos pues podrían afectar nuevas estructuras y funciones vitales para el día a día. Cuando la industria espera ahorrar gastos en producción de hasta el 30% con la 4.0, esto a su vez implica riesgo para muchos puestos de trabajo humano actual. “El progreso tecnológico es un progreso de la humanidad y debe ser beneficioso para el ser humano, por lo tanto, si un trabajador es sustituido por una maquina debería recibir una parte del beneficio que esta genera” señala Paul Jorion, antropólogo y economista. La industria 4.0 mezclará la realidad con lo digital, las personas se acostumbrarán a no recibir más instrucciones de trabajo de otra persona sino de un objeto. Estos cambios dan origen a las llamadas “fabricas inteligentes”. “Un buen día no se necesitará más al director de la orquesta y la orquesta tocará por si sola” –Andreas Syska Mientras tanto, podemos advertir los cambios y la batalla que se librará con esta transformación si miramos con atención al joven del delivery, uno de los nuevos empleos creados por la industria 4.0, donde el hombre se ve reducido a realizar labores que las maquinas aún no pueden llevar a cabo, pues la conducción automática en nuestro ámbito está lejos de ser una realidad. Estos empleos se sostienen por un lado gracias a su innovación tecnología y por otro, muy importante, a la precariedad laboral, pues evaden los logros en los derechos de los trabajadores. Éstos son considerados como “socios”, y por ello en vez de salario, obtienen por cada entrega un porcentaje del importe, sin poder ofrecer nada más al sistema que la posibilidad de usar la plataforma. El empleado del delivery tiene que costear su herramienta para trabajar (vehículo, combustible, equipo de protección, viáticos, mantenimiento), incluso el uniforme oficial que ofrece cada empresa tiene que ser pagado por los trabajadores socios, a pesar de que fácilmente las empresas cubrirían el costo de su propio capital. Para cubrir
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Foto: Diego Baltazar
todo esto, es común que los repartidores deban conseguir un crédito, cosa difícil para quienes trabajan tiempo completo en delivery, ya que no hay manera de comprobar su ocupación de la forma tradicional. A su vez, esta modalidad de empleo no garantiza vacaciones, antigüedad, retiro o prestaciones. Solo se les ofrece un seguro del cual muchos no saben cómo funciona y se vuelve difícil de hacer valer como ha sucedido en diversos casos. Las empresas, a su vez, intentan evadir responsabilidades al describir su oferta laboral como un extra, una forma de aprovechar el tiempo libre donde quienes se unan a sus filas podrán generar ingresos. En la realidad, más allá de un empleo de medio tiempo, buena parte de sus trabajadores invierten más de las horas de la jornada legal de empleo, y trabajan todos los días de la semana, incluso festivos, sin compensación extra. El Estado no muestra interés por atender estas condiciones, ha dejado que las marcas se desarrollen a sus anchas y solo ha intervenido para recaudar impuestos de las ganancias obtenidas. Incluso se ha dejado a la deriva a sus trabajadores haciendo que sean ellos mismos quienes declaren impuestos, aunque desconozcan toda la metodología, sin introducción o capacitación alguna. “Google, Facebook (…) piensan que no necesitan del estado o incluso que este es un obstáculo. Volaron por los aires los convenios y acuerdos del pasado, ya veremos que sucede” comenta Andrea Nahles. Los repartidores se enfrentan con sus medios a la realidad del país día a día, sin saber hasta qué punto son protegidos o si alguien verá por ellos. ¿Qué significa ser repartidor delivery en Irapuato, una de las ciudades más violentas del país? Ante el panorama de valerse por sí mismo y enfrentarse solo a las adversidades de la ciudad, los repartidores toman la iniciativa y se organizan. Hacen uso de la digitalización para compartir su ubicación en tiempo real, crear protocolos y mantenerse comunicados en grupos de chat mientras laboran. Han creado una estructura y procedimiento para atender cualquier
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emergencia, ante las cuales la mayoría socorre a su compañero o compañera. Con la coordinación independiente, por ejemplo, lograron localizar y rescatar a tres niños desaparecidos de la ciudad gracias a la red de comunicación que mantienen entre todos. Este hecho también demuestra su compromiso con la sociedad que a diario conviven. La unión hace la fuerza, a veces. A pesar de las metodologías y el apoyo, las soluciones no siempre son posibles. Ante los accidentes y los asaltos a los repartidores sólo les queda el apoyo moral entre compañeros, pues ni las autoridades ni su empresa actúan, y por sus medios ellos mismos se ven limitados. Las causas más comunes por las que anuncian un 14 (código de emergencia S.O.S.) suelen ser percances viales, donde los que ocasionan el accidente, generalmente automovilistas, pretenden darse a la fuga. Lo segundo más común son los asaltos. Estos están a la orden del día, en las tardes o en las noches, no importa la hora o el lugar. A veces con lujo de violencia (derribándolos de su vehículo). Otras a punta de pistola, o con las simples palabras mágicas que enuncian un asalto: celular y cartera. Los lugares de entrega también se vuelven un peligro, los repartidores deben adentrarse en calles donde la fachada ya anuncia una posible tragedia. En esos casos, se lanza un 8, que no significa otra cosa que estar al pendiente de quien hace la entrega hasta que salga de la zona de riesgo. La empresa no toma muy en serio las zonas de riesgos y tiende a prestar más atención factores como la accesibilidad o el relieve, que afecta principalmente a quienes operan con bicicletas. Mientras, actúa con represalias en contra de sus repartidores por cancelaciones o tiempo excesivo en entrega. Como la actividad es considerada empleo temporal, de una forma u otra los repartidores pueden ser vetados, sin explicación previa y detallada, sin derecho a réplica, pues ésta se recibe a traves de un chat de consulta tan automatizado que entrar en detalles no sirve de nada: siempre les espera una respuesta predefinida. Los
repartidores, al querer ser escuchados por su empresa, enfrentan un muro sordo, por una parte el call-center de la empresa, por otro una IA, que no da respuesta a sus exigencias o dudas. No queda más que seguir adelante, si es que pueden. Y si las cosas pueden pintar tan mal, si es cierta la precariedad ¿Por qué aumenta entonces el fenómeno? ¿Por qué cada vez se ven más por las calles? La respuesta podría encontrarse en falta de alternativas y oportunidades para los más jóvenes, para quienes estudian y necesitan un empleo flexible. La poco atractiva y reducida oferta de empleo. Requerimientos poco exigentes y la posibilidad de trabajar sin pasar un proceso de selección. Para muchos, el dinero que logran obtener con este empleo supera al salario que se les ofrece en los empleos tradicionales y les da ventaja en lo que respecta al nivel de estudios ya que estas empresas no piden referencia alguna. A otros les resulta agradable el poder conducir y descansar cuando lo deseen. Un repartidor comenta “Me gusta el trabajo así que lo hago con mucho gusto porque he conocido nuevas personas con las que poco a poco estoy formando nuevos lazos de amistad fuertes. Me gusta también la parte de conocer nuevos restaurantes que no sabía existían, así como también fraccionamientos que he entrado y me han gustado mucho hasta vivir. Eso me motiva a seguir trabajando tal vez más duro que el día anterior. Quisiera que la empresa mejorara sus dinámicas para poder mejorar los ingresos y poder alcanzar los objetivos tanto personales como familiares. Este es un trabajo de alto riesgo debido a que estamos expuestos a accidentes viales, así como también a los asaltos a mano armada, pudiendo quedar lesionados temporal, definitiva o inclusive perder la vida. Pero lo bonito de esto es pasar tu tiempo en una motocicleta, salir a rodar en ella y ganar dinero decentemente.” La violencia escala también a los empleos. Los trabajos tradicionales para quienes tienen niveles de educación básica se vuelven hostiles y agresivos. Las jerarquías empresariales son motivo de humillaciones y abusos morales hacia los trabajadores. En el país con más horas de trabajo y de los que menos cuidan el estrés o salud psicológica no es sorprendente que la oferta de trabajar sin un empleador resulte tan atractiva. La automatización resulta cómoda para muchos. El mero hecho de recibir la orden del trabajo a través de una aplicación y gestionar cómo resolverlo por cuenta propia, le entrega cierto empoderamiento al trabajador. El estrés y las humillaciones del mundo laboral se ven reducidas. El compañerismo se desarrolla de una forma más sana y muchos encuentran en estas modalidades de empleo lo que no obtendrían en otros lugares, como trabajar en compañía de su pareja sin que nadie se moleste. Esta automatización se muestra amigable y ayuda a sobrellevar el estilo de vida de muchos, pero no sabemos aún si puede sostenerse como un futuro para todos. Por eso el chico del delivery, de nuestra nueva Alameda Central, se muestra optimista, mira hacia el horizonte, alimentado por la auto superación, por libros o películas, cree en sí mismo.
Foto: Diego Baltazar
En él se encarnan estudiantes, deportistas, amas de casa, trabajadores de otras empresas o puestos, lectores, cinéfilos, amantes de las motocicletas, comerciantes, escritores, quienes se han aventurado a estos nuevos empleos y anhelan lograr algo más allá; concretar sus carreras, lograr formar sus propios negocios o simplemente seguir disfrutando de la vista y la interacción con la ciudad. Y aun así están a la deriva, los trabajadores mexicanos pueden recibir bien estos empleos, pero en los países desarrollados como Estados Unidos e Inglaterra ya se han desatado protestas masivas por el enorme beneficio que obtienen de ellos los dueños de las empresas de delivery. La cuarta transformación industrial moverá los cimientos de la sociedad y los países en desarrollo estaremos desprotegidos y a merced de los caprichos de la industria. Ésta será bien recibida mientras compense fallas que la autoridad no ha podido tratar ¿Pero a qué costo? ¿Seguirá la tendencia de ignorar los derechos laborales? O acaso nos convertiremos en el proceso humano que desarrolle esas actividades imposibles para las máquinas de los países desarrollados. ¿Nos convertiremos en una servidumbre global? Cierro esta reflexión con las palabras del irapuatense Jaime González: “Es muy preocupante la precarización de los empleos, con la cual las personas trabajadoras hemos venido perdiendo conquistas y derechos que creíamos haber ganado de manera definitiva; pero ésta no se debe tanto a la tecnología, sino a los horrendos niveles de desempleo, por el hecho de que la duración de la jornada laboral no está ajustada a los avances en la productividad. Lo alarmante es, pues, que la clase trabajadora está muy débil, y por el momento no vemos signos de recuperación.”
ARTÍCULOS
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BIBLIOTECA
BIBLIOTECA DEL ARGONAUTA I've seen things you people wouldn't believe. Attack ships on fire off the shoulder of Orion. I watched C-beams glitter in the dark near the Tannhäuser Gate. All those moments will be lost in time, like tears in rain. Blade Runner
CAZADORES DE MICROBIOS Paul de Kruif
A lo largo de casi un siglo desde su publicación, Cazadores de microbios ha sido fuente de inspiración para miles de jóvenes que optaron por una carrera científica, así como ganadores de Premios Nobel, que lo han citado en no pocas ocasiones como el libro que los marcó para elegir su carrera. Paul de Kruif, médico rebelde, investigador expulsado en 1922 del ya por entonces prestigiado Instituto Rockefeller, a raíz de un artículo que criticaba procedimientos médicos de sus colegas, decide incursionar por entonces en el campo de la escritura e inicia su colaboración con importantes plumas de su época, como H. L. Mencken, Carl Sandburg y Sinclair Lewis. Con este último, que obtendría el Premio Nobel de Literatura en 1930, colaboró en la célebre novela Doctor Arrowsmith que fue publicada en 1925 y ganaría el premio Pulitzer, que a la postre sería rechazado por el autor. Un año más tarde, en 1926, aparecería Cazadores de Microbios, bajo la autoría completa de De Kruif. A partir de entonces y hasta la fecha se convertiría en un fenómeno editorial de características globales al ser traducido a decenas de lenguas. De Kruif incubó durante años la idea del libro, desde que uno de sus estimados colegas de del Rockefeller, Jules Bordet, Premio Nobel de Fisiología y Medicina por sus descubrimientos sobre la inmunidad y descubridor del bacilo que produce la tos ferina, se sentó una tarde en su laboratorio y conversar. "Su estilo de escritura científica es puro", le dijo. "Debería pensar escribir una novela sobre microbios. Puedo ver que sientes que son tan novelables como la ciencia." La impronta en la escritura científica de De Kruif se alarga hasta nuestros días, por medio de esas historias de 14 científicos pioneros, desde Leeuwenhoek, inventor del microscopio y descubridor del mundo microbiano, pasando por Louis Pasteur hasta Walter Reed y Paul Ehrlich, quien acuñó el término de balas mágicas. Clave de su éxito radica quizás en su estilo, intenso en su admiración por el trabajo científico, y al mismo tiempo despiadado al desenmascarar a estos héroes como seres humanos complicados e imperfectos como cualquiera de nosotros. JP
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FUTURAMA. LITERATURA Y CIENCIA A TRAVÉS DEL TIEMPO Carlos Chimal
El termino cienciaficción, usado como género literario referido a novelas o cuentos, es fácil de entender, ya que en nuestra época la ciencia y la tecnología afectan, marcan y conducen la vida, individual y social, a nivel planetario. Además, nuestro conocimiento sobre esta forma de escribir ficción se ha alimentado de las lecturas de los precursores, como Verne y otros, en libros o en historietas y numerosas películas, que nos muestran un futuro donde las personas desarrollarán y aprovecharán sus capacidades gracias a esta omnipresencia tecnológica. Por otro lado, la relación entre ciencia y literatura puede concebirse como un conjunto de vasos comunicantes, en donde ambas se enriquecen, pues, tanto la ciencia toma palabras o artilugios de la ficción narrada, para incorporar ambos en forma de lenguaje técnico o de inventos para la vida real, como la literatura acude a planteamientos científicos y tecnológicos para crear historias. Esta relación siempre se ha dado y se incrementa dado el ritmo del desarrollo de las sociedades contemporáneas, en donde los escritores de este género imaginan un futuro de la sociedad humana que ha pasado de ser una utopía a ser una distopía. Futurama reúne dieciséis artículos que versan sobre la relación entre la ciencia y la ficción literaria desde una perspectiva histórica, y sus 218 páginas representan un conjunto tal de datos sobre épocas, países, escritores, dramaturgos, poetas, científicos, filósofos, títulos y referencias que se convierte en una guía de lectura de la ciencia-ficción para principiantes. Basta con revisar la bibliografía y el índice analítico para darnos cuenta del alcance que Carlos Chimal imprime a los textos, cuya lectura es amena y se disfruta a la vez que enriquece. No sabemos cómo será el futuro, pero estamos seguros que el internet, las redes sociales, el libro electrónico e interactivo, la generación de organismos cibernéticos, la manipulación genética, la nanotecnología, la transformación del hábitat humano y su alimentación, las consecuencias del cambio climático, serán los temas de la próxima literatura de este género. AP
21 LECCIONES PARA EL SIGLO XXI Yuval Noah Harari
Si esto fuera una sesión de los Alcohólicos Anónimos, tendría que declararme adicto a los libros de Yuval Harari. Pero como no lo es, y ya hice el intento de reseñar sus dos primeros grandes textos, De animales a dioses y Homo Deus, insistiré en declarar mi admiración por su trabajo en este nuevo ensayo: 21 lecciones para el siglo XXI (Debate, 2018). En medio de las tinieblas y la desinformación este tipo de textos permiten observar la vida diaria con mayor perspectiva. Eso que los gringos llaman big picture, o los conferencistas describen como la capacidad de distinguir entre los árboles y el bosque. Si De animales a dioses nos dio una breve historia de la humanidad desde el punto de vista biológico y evolutivo con claridad y precisión asombrosas; si Homo Deus nos asomó a un futuro que distaría mucho del que predicen nuestros políticos; 21 lecciones se concentra en las grandes revoluciones que están ocurriendo ante nuestros ojos. No me refiero a las luchas por construir o no un aeropuerto sobre un antiguo lago o reacondicionar una pista de un aeropuerto militar (los árboles), me refiero al riesgo de que varios millardos de habitantes de la tierra se queden sin trabajo y sin posibilidad alguna de ser empleados, mientras una minoría cada vez más selecta acapararía los recursos más valiosos, entre ellos la información personal de cada uno de nosotros (el bosque). Harari posee una extraordinaria habilidad para describir los grandes problemas con sencillez y profundidad. Además, cada uno de sus libros remite a una extraordinaria bibliografía complementaria sobre cada tema tratado para quienes deseen continuar la inmersión. ¿Por qué en México y, creo que también en América Latina, no se escriben libros para que el vasto público se acerque y reflexione sobre nuestra cultura y nuestros problemas como sociedad fuera de las bases tradicionales y (hay que decirlo) alienantes de las posturas políticas? Si existen libros que canten a la razón y analicen el quehacer de nuestras sociedades, sus logros, expectativas y grandes retos, la trilogía de Harari está entre los mejores. JP