Dedico este libro a los hombres y mujeres que se ganan la vida en el riesgo diario de no saber si volverán a casa. Muchos son los trabajos que tienen esa inseguridad, pero en la mayoría de los oficios el peligro pende del azar, de la imprudencia o de los elementos naturales. Sin embargo, para un carabinero el peligro de enfrentarse a la maldad humana está presente en todos los instantes de su vida. Estos funcionarios, sencillamente, salen a la calle y cuando les corresponde mueren en su calle. Si esto sucede simplemente ocurre y para la mayoría de los ciudadanos el hecho no pasa de ser una noticia más. No obstante, de esa forma el policía cumple con el rito de su juramento: "Brindar la vida si fuese necesario ". No siempre fue así. Muchos fueron los carabineros de fila asesinados en el período del régimen militar. Se les dio sepultura -¿cristiana?- con banda, honores y discursos, pero las circunstancias jamás fueron aclaradas, dando la impresión que fueron víctimas de la traición, que usaron sus vidas para bajos propósitos y que se los tragó la marea gris tras la cortina de papel, negándoseles incluso el honor de defenderse. Todas las palabras de buena crianza no devolverán sus vidas, como tampoco las de los desaparecidos. En este tema la justicia tiene la palabra. Dios debe haber hecho lo suyo. Es verdad que la institución de carabineros se inmiscuyó con la participación de un número no conocido de efectivos en hechos deleznables, que rompieron el envase de cristal que protege la razón de ser del carabinero cual es proteger con su vida la vida de sus semejantes. Quienes cometieron esos crímenes no eran carabineros. Eran delincuentes enquistados, traidores de la fe ciudadana. Es verdad también que mucho depende de la sociedad. No sólo se trata de premunir a los carabineros de medios materiales para su desempeño, sino que, también, es necesario preocuparse de la salud cultural, humana y moral de quienes sirven a la población, muchas veces más allá de lo que el deber ordena. "Manga
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PROLOGO A "YO CONOCÍ AL PACO DEZA "
82.600 Tercilio González (Seudónimo)
LIBRERÍA ."] KOKA'S COMPRA Y VENTAS DE LIBROS
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Tengo que reconocer que me tomó por sorpresa la solicitud que me hiciera Antonio Deza en plena calle: nada menos que prologar su primer esfuerzo de largo aliento en la narrativa. Como he sabido de la habilidad artesana de sus manos y de algunas originalidades conductuales, pensé que esta era una más y casi sin pensarlo acepté el encargo, pero a las pocas horas, con su legajo sobre mi escritorio, sentí que esa responsabilidad podría rebasar mis posibilidades de escritor con una formación bastante sui generis y autodidacta si se quiere. Pero el compromiso ya estaba suscrito y sin más trámites me puse a la tarea inicial de leerlo. En muchos de sus pasajes tuve un reencuentro con mi propio estilo, cuando escribiera "Atrapado pero con salida", es decir, ese impulso interno de tratar de registrar hasta los más mínimos detalles de aquellas situaciones vivencia/es en las que primaba la injusticia y el abuso del hombre hacia sus propios semejantes. También pude percatarme que las posibilidades de entregar un juicio crítico inicial que tenía respecto a este trabajo, ofrecía más de una perspectiva. En la parte estrictamente literaria, el autor entrega una secuencia de testimonios de corte anecdótico, narrados casi fotográficamente, en un lenguaje que, más que vernáculo, respeta fielmente el trato habitual entre aquellas personas marginadas en diferentes planos, sobre todo én el cultural, en nuestro país. En cuanto al contenido mismo, se aprecia un intento, muy transparente en la parte final, por buscar absolución a la parte represiva que le corresponde a los carabineros, en algunas de sus actividades cotidianas en las grandes ciudades o la capital; otros pasajes son una verdadera denuncia de los abusos que se cometen en orden a la verticalidad de mando durante la formación del carabi-
ñero, situación que tal vez se pudiera generalizar a otras instituciones. Aunque algunas de las iniciativas del personaje central son bastante originales y positivas para la sociedad, chocan con la incomprensión de quienes se ajustan estrictamente a su rol por sobre consideraciones humanitarias, y no alcanzan a lograr la finalidad que se percibe entre lineas, de redimir a una globalidad; indudablemente que se hace difícil extrapolar al "Paco Deza" cuidando menores abandonados por sus familias, vagando por las cal/es, con aquel que recibe una pedrada en plena cabeza, al tener que participar en la represión de una manifestación en la vía pública. En todo caso debo reconocer que se requiere bastante entereza y valor para atreverse a describir situaciones que muchos ciudadanos sospechan que ocurren al interior de una institución cuya misión es mantener el orden público, pero que nadie expone; quizá su mayor mérito sea ese, si es que el autor plantea su obra como una narración testimonial, género al que me parece que esta obra se encuadra. Fina/mente, visto por el lado más profesional, es decir el psicológico, estimo que el autor ha dado curso a una catarsis personal; se aprecia en algunos pasajes cierta compulsión que se refleja en el propio lenguaje, muy realista por ciento, casi sin elaboración literaria, que de pronto tiene visos de exhibicionismo; obviamente todo ello considerado dentro de limites normales, carente de cualquier significación diagnóstica. En resumen, me parece una obra curiosa, que va a entretener al lector tendiente a lo biográfico, al dar cuenta de las desventuras de un joven que, presionado por sus propias circunstancias, debe ingresar a Carabineros de Chile; de los sinsabores de la etapa formativa y de sus primeros pasos, ya deservicio; délas frustraciones y logros
que devienen de sus iniciativas; de la discriminación social de que es objeto a causa de la categorización peyorativa que hace la propia sociedad de quienes la sirven para su comodidad. En esta segunda incursión en la narrativa que le conozco a Antonio Deza, luego de su cuento "¿Volver al punto de partida?" que presentara en junio de 1991, sigue primando por sobre lo esencialmente literario un afán de comunicación personal. Dinko Pavfov
PROLOGO Esta historia es el relato sencillo de un hombre que durante doce años fue funcionario del cuerpo de carabineros de Chile. No pretende ser un "best seller"; sólo contar parte de la vida de esos hombres a los que llamamos "pacos" (algunas veces con cariño y otras con desprecio y mucho odio); sobre quienes nunca la sociedad se ha detenido a meditar que llevan detrás de ese uniforme, de ese trabajo destinado cien por ciento a su servicio. Muchos los critican y otros tantos, más de alguna vez, han acudido a ellos, servidores públicos por ayuda, llevando sus angustias, temores y problemas. Toda sociedad tiene la policía que merece y muy sinceramente, considerando todos/os defectos que pudieran tener -como humanos que son-, los carabineros entregan más de lo que una parte de la sociedad merece. Son muchos los sacrificios que estos hombres hacen por ella. Nunca nadie que le corresponda ha puesto el dedo en la llaga para buscar donde pudiera estar la verdad, salvo algunas honrosas excepciones. Muchos de los que lean estas páginas se sentirán identificados, pero es el sincero deseo del autor que vivió y trabajó tras la real cortina de papel, que alguna vez se sepa algo de la vida de los "pacos". No se ofenda, siempre es bueno mostrar algo de la verdad para corregir rumbo. Carabineros de Chile merece todo el reconocimiento y respeto de los que una vez vistieron ese uniforme y una oración por los que alguna vez lo llevarán y tendrán que aprender a usarlo con dignidad. He decidido dejar en el anonimato los nombres reales, situaciones y lugares. La mayor parte de estos hechos se desarrolló entre los años cincuenta y setenta y uno. Muchos de los personajes de los relatos aún existen y vivieron parte de esta historia. El autor 8
YO CONOCÍ AL PACO DEZA, por Tercilio González. Lo conocí de niño, perdió a su madre casi al nacer. La Providencia lo compensó, ya que la noble mujer que mandó a reemplazarla fue más que humana y cristiana al entregar al niño amor y comprensión. Su padre era practicante de carabineros, de una rectitud y honestidad a toda prueba. Con el muchacho fue duro, demasiado diría yo. La vida en su infancia fue difícil para el paco Deza, sólo el hilo que le unía al afecto de su madrastra le daba razón para justificar su existencia. Este niño, como muchos, tenía, gran capacidad creadora y una imaginación sin límites. Es una lástima que en ese tiempo no hubieran orientadores en las escuelas. Muchos eran los detalles que hacían de este niño algo diferente a sus condiscípulos; porfiado, dé ideas fijas. Con gran habilidad para dibujar y esculpir. No tenía más de nueve años cuando fabricó una proyectora con la que pasaba -según él- "películas". Su invento consistía en un armazón hecho de unas cuantas tablas de cajón manzanero, un tarro vacío de polvos de hornear, algunos espejillos, trozos de alambres de cobre, restos de seda negra del forro de un viejo abrigo de su abuela, recortes de películas que recogía del basurero frente al cine del pueblo, to,do esto más unas lupas que eran su tesoro ocupaban su total existencia. A simple vista esa cosa no era nada, pero al observarla con detenimiento se descubría que funcionaba con espejos aprovechando la luz del sol, muy poderosa en el verano talquino. Esa solución fue necesaria porque tenía estrictamente prohibido por su padre conectar sus inventif/os a la red eléctrica. Ya más grandecito, como alumno de la escuela industrial, fabricó una bomba qué hizo explotar para
destruir un árbol que impedía el libre desarrollo de las pichangas de fútbol, en una plaza cercana a su casa. Otra detonación, ya más técnica, usando la vía eléctrica de la red domiciliaria, tuvo como escenario el patio de su casa en la población Nacional- ...mató todas las gallinas y trizó un alto muro de concreto. La cuenta por vidrios fue muy alta y una vecina casi llegó al pre-infarto. Cada invento le significó una paliza. En la biblioteca de la escuela lela temas de su interés, la bomba atómica era su pasión; en esos sueños ocupaba sus recreos y, por qué no decirlo, gran parte de sus horas de clase, asi logró documentarse hasta llegara construir un receptor de "radio galenam con una serie de detalles que hacían la diferencia en la calidad de recepción. Su alegría fue incontenible cuando por los fonos oyó fuerte y claro -"¡RADIO LAUTARO DE TALCA. LA BROAD-CASTING DE TODOS LOS HOGARES!". Nadie le creía, uno a uno los muchachos del barrio comprobaron la eficacia del "invento". Bajo su cama guardó, hasta que la escoba de su madre rompió, varios frascos en los que conservaba en alcohol diferentes animales: culebras, sapos, ratones y otros bichos, los que estudiaba, abría y descuartizaba con herramientas hechas de hojas de afeitar. Algunas veces fue necesario el perfecto filo de la navaja de su padre. La hediondez que emanó fue tan repugnante que se hizo acreedor a otra fuerte zurra. Nunca estudió lo que le ordenaron, tenía fama de flojo; sus notas eran elocuentes y ninguna sobre tres. Sobresalía sólo en dibujo y taller. Siempre leyó lo que él quiso. En una oportunidad, después de una discusión con su padre, decidió dejar el hogar. No cumplía los doce años y se fue a pie por la carretera en dirección a Santiago, en busca de su abuela materna. Para no ir solo entusiasmó a otro muchacho de su edad, que se rindió en
la empresa antes de llegar a Panguilemu. El llegó hasta Molina, donde lo recogió un camionero. En el camino jugó al "montoncito tapado" con unos campesinos y de esa forma hizo algún dinero que le sirvió para comprar pan con ají y una ensalada de tomates pon charqui. Así mató el hambre, que ya se estaba presentando molesta. Su padre viajó a Santiago para regresarlo a casa. Esa vez no lo castigó a golpes gracias a los consejos del médico de la comisaría. Su vida continuó hasta que no quiso estudiar más y su padre se rindió cuando le firmó un poder notarial autorizándole para trabajar como obrero, siendo aún un niño. En esa oportunidad le dijo: -Te va a pesar... cuando te des cuenta será demasiado tarde. El dinero que obtenía trabajando como aprendiz de mecánico en el taller de don Lucho no alcanzaba para reponer el lavado del mameluco, pero el niño-obrero entregaba sagradamente a su madre hasta el último céntimo cada semana. En una de cambios logró engancharse en una lancha congriera en el puerto de San Antonio y todos los días trabajaba haciendo cajones en la pesquera Zolu. De ahí se las arregló para embarcarse en los pesqueros de arrastre como destapador en cubierta. Su primer viaje lo hizo en el buque Irene Rafael, luego en el Don Cucho y en otros. Gracias a que en una mayoría los patrones de pesca eran españoles, al joven marinero le tenían alguna consideración respetando su descendencia sor/ana, por lo que le que enseñaron los secretos del timón y algunos rudimentos con las paralelas. Por esas vueltas del destino con un permiso matrícula obtenido luego de un examen en la Gobernación de San Antonio, se embarcó como tripulante en el buque de cabotaje Chiloé que hacía su carrera cargando vino, fierro, dinamita. Conoció varios
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puertos entregando y transportando esa peligrosa carga. En uno de los viajes el cocinero y otros marinos desembarcaron un contrabando de loza china, de común acuerdo con un sargento de carabineros, quien cobró por la pasada unas garrafas de vino que fueron robadas desde la bodega del buque. Todo iba conforme al plan hasta que los detectives metieron sus narices y arruinaron el proyecto* El buque estaba fondeado en la Chimba a unos pocos kilómetros de Antofagasta. Todos los marinos fueron puestos en prisión, incluido nuestro amigo del cuento y su amigo, el muchacho de rancho Calfu/ipi. Al quinto día fue puesto en libertad, comprobada su inocencia. Experiencia impagablemente cruda que el destino, a veces ciego, le hace pasar a quien no domina la vida. Volvió a su casa en un "Martínez Pereira" gracias a la gestión del sindicato de marineros de bahía de Antofagasta, pagando su pasaje con trabajo. El servicio militar lo hizo por traición de su padre, que fe dio una tarjeta para que el médico lo eximiera, pero el viejo había hablado para que lo dejaran adentro. De todas maneras ese año lo pasó en su salsa en la Escuela de Zapadores de Tejas Verdes porque le destinaron a la primera Compañía de Explosivistas, donde además asistió a un curso de armero artificiero. En los días libres trabajaba en una fábrica de calzado en Uo-Lleo. Lo más notable para su suerte fue que el instructor que le tocó era un hombre cristiano, humano, buen so/dado, conocedor de la conducta y el comportamiento juvenil, que diariamente durante el año destinó unos minutos para aconsejar a los "pelaos" de su sección, llegando con su sinceridad y ejemplo de hombre noble a "marcar" a esos muchachos en la ruta correcta. Si bien es cierto que en estos cuentos se omitan nombres rea/es, este nombre vale la pena que muchos lo sepan; Ese sargento se llamaba don Erasmo
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Monteemos. Al salir licenciado del ejército como cabo de reservas, no era mucho lo que la vida, aparte de una sana juventud, le ofrecía... Volver la mar, ser obrero, de la construcción, en alguna fábrica, entrar de milico... Eran experiencias vividas. El último día al salir licenciado llegó a la compañía un capitán de carabineros a "vender la pomada", para que los pelaos escucharan una charla sobre la institución de Carabineros de Chile, sus virtudes y beneficios y /as cualidades que debería tener quien escogiera la carrera policial. Según lo expuesto por el oficial no era fácil ser "paco ", había que tener algo de "Superman". Su padre le había aconsejado, pero por llevarle la "contraria" se oponía a aceptar la posibilidad de ser paco. El oficial vendió bien la idea y logró convencer/o. De vuelta en Talca dio el examen y, como quien toma un trago amargo, cerró los ojos e ingreso al cuerpo de carabineros de Chile. Aún no cumplía los veinte años y ya tenía media vida a cuestas con experiencias buenas y malas. Pero volvamos a la niñez, a un episodio relacionado con su nueva vida: Cuando tenía siete años de edad se fue con su familia a la Serena, el jefe de familia había ingresado a la institución como practicante. Nadie en la familia tenía experiencia en la vida militar y menos policial. En ese tiempo, los hijos del personal tenían derecho a cortarse el pelo los días miércoles con el peluquero de la comisaría. Estaban recién llegados a esa linda ciudad de los temblores cuando su padre lo llevó al típico corte de pelo a lo estudiante. Era la primera vez que entraba en una comisaría y con su infantil curiosidad quería verlo todo. Debajo de un parrón tenían atado a un hombre desnudo al que le ponían un saco mojado en la espalda y con un grueso cordel le daban de golpes que 13
hacían retorcerse de dolor al detenido. Un oficial controlaba la operación y periódicamente ordenaba "mangueriar" con agua el cuerpo del sujeto... -¿Papá por qué le pegan a ese hombre? -Ese hombre no hizo sus tareas y a¿¡uf traen a todos los que se portan mal. Esa fue la respuesta de su padre y su primera experiencia en un cuartel de carabineros... Años después, leyendo historia política chilena, se pudo dar cuenta de lo que realmente había pasado esa tarde de miércoles en el año 46 o 47... Había salido una Ley que dejaba fuera del juego democrático al partido Comunista. El hombre que no había hecho sus tareas era un dirigente sindical. El presidente de Chile era Gabriel González Vide/a.
a la boca. Este parcho era dios mismo en la tierra, su sola presencia espantaba las moscas de las caballerizas. Eran "pacos de verdad". En igual proporción a la preparación física militar iba el equivalente en cultura policial, ética, derecho penal, civil, tránsito, primeros auxilios, historia, redacción policial y aunque parezca raro, enseñaban religión. Los caballos eran tema aparte, un suplicio exquisito. En una oportunidad lo castigaron por una semana de "imaginaria "; o sea, permanecer despierto por colgar el caballo de cargo, para que el animal no se echara en las bostas a descansar durante la noche. De esa manera intentó evitar perder tiempo en el aseo matinal de la cabalgadura. EL LUSTRÍN
LA CONTRATA Después del examen equivalente a la educación básica de la época -sexta primaria-, que era el requisito legal más el examen médico, le entregaron "las pilchas" y lo mandaron con monos y petacas a la 16 comisaría Carrión o "Las termas de Camón", como la denominaban los alumnos. La cosa ahí no era fácil. A la primera semana de aporreo, ocho alumnos tiraron la toalla y dejaron la fila. El lema era: "Los que sirven quedan y aguantan, los que no, ahí está la puerta". El se las aguantó, soportó y aprendió, quizás por vez primera, a obedecer, a entender que la vida no es chacota. Como instructores tenía a los "cortados". Un teniente ex-guardia de palacios que lucía una cicatriz por corte de cuchillo en el rostro, déla frente a la pera pasando por el ojo izquierdo; y el cabo instructor, quien, al igual que su jefe tenía un corte que le dejó media oreja y en su trayectoria por la mejilla derecha una marca que llegaba
Era domingo. Día visitas. De los alrededores de Santiago, madres, hermanas y pololas habían llegado esa mañana para estar junto a los muchachos, por primera vez desde que habían ingresado al curso. Se veía bonito el patio del cuartel con tantas jóvenes vestidas de mil colores -que atenuaban el verde permanente-. A los venidos de lejos no los visitó nadie, entre ellos a nuestro amigo tafquino que tiempo libre que tenía lo invertía en leer sus "Rider's". En eso estaba cuando una voz muy conocida le sacó de la página "La risa remedio infalible". -¿Tiene lustrín carabinero alumno? -¡Sí mi mayor!- Fue la respuesta, recto como vela a tres pasos según el reglamento; la cuadrada distrajo a casi todos los presentes que conversaban en voz baja cerca del silencio, para mantener la privacidad. -Tráigalo... •¡A su orden mi mayor! Cuando volvió con el lustrín el oficial leía el diario en el centro del patio principal, aprovechando el sol de
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$i nada, cumple la orden y no le hagas caso... Tú serás un buen paco. -No mi teniente, déjelo que me dé de baja no más, yo voy a ir a la Moneda y pediré hablar con el ministro del Interior, él tiene que saber lo que pasa, total él es el que corta el queso. Yo no soy mozo... Quiero ser policía. Se cerró la puerta de la celda y a los diez minutos se volvió a abrir. La luz del patio reflejó en el suelo del calabozo la silueta del mayor... -Anda a costarte patudo, por esta vez te la dejaré pasar. « Del lustrín jamás se supo, se lo tragó la tierra.
ese domingo otoñal. El carabinero puso el lustrín en el suelo y esperó en posición firme. -¿Qué espera? -El lustrín mi mayor. -¡Lústreme hombre! ¡Estoy apurado/ -Perdone mi mayor, pero yo no lo voy a lustrar. -¡Es una orden carabinero/ Perdone mi mayor, pero yo creo que me contraté de carabinero. -¡Veremos hasta cuando te dura la carrera, huevón patudo! ¡Cabo de guardia/ -¡Ordene mi mayor/ -¡Ponga en el calabozo a este hombre hasta nueva orden/ •¡A su orden mi mayor/ -A ver carabinero, de frente mar... ya sabe donde va. El cabo dio su orden en voz baja, se notaba en su mirada que tenía vergüenza, él entendía que la medida tomada por el jefe era abusiva. Siempre hacía lo mismo para hacerse notar y demostrar que era el jefe. Actitudes como esas eran normales en esos años y el oficial de esa manera sólo demostraba su debilidad, su inseguridad como jefe. Desde ese momento sólo pensó en fugarse, irse al mar, ser obrero, lavar platos, partir de pavo a Europa. Ahí terminaba el experimento, eso no era para él. ¿Cómo podía ocurrírsele a ese oficial dar tamaña orden que echaba por tierra todos los principios aprendidos en la sa/a de clases? A las doce de la noche el teniente instructor lo sacó del calabozo y le dijo: -Le mostré tus notas y mi mayor y decidió que si cumples la orden y lustras no te da de baja. A veces es bueno pensar en el futuro antes de actuar, tómalo como
A fas cinco de la mañana el cuartel parecía un panal de abejas...: Los botones como oro, las polainas como espejo, la afeitada como seno de religiosa, el corte de pelo perfecto, todos los artículos donde correspondía, libreta, lápiz, dos pañuelos, cien pesos -porsiacaso algún ciudadano no tenía para la micro y esa era una forma de ayudar a evitar un delito- fósforos, aspirinas, los terciados blancos impecables, nada faltaba. -¡Formar/ ¡A formar/ ¡Por parejas a formar/ ¡Troteeef ¡No se queden! ¡Vamos paquitos! ¡Ahora empieza la fiesta/ ¡De ahora pa'delante sabrán lo que es bueno/ ¡Ser paco no es travesura/ -¿Reparta el armamento sargento/ -¿A su orden mi teniente/ Cada recluta recibió su Colt 38 sin munición. Era & primer turno con armamento en la calle. Con sus terciados blancos de alumno parecían filas de chicos en u primera comunión recibiendo el sacramento en acero pavonado.
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EL PRIMER TURNO
Salieron a ¡a calle... Un recluta con tres funcionarios antiguos. La misión era: sólo mirar y aprender. Al regreso todos comentaban sus experiencias, a los que les había tocado un procedimiento de verdad se creían fa última chupada del mate, para ellos ya todo estaba sabido... Era re fácil ser paco. La verdadera historia empezó con la devolución del armamento. Al final del recuento, faltaba un revólver... Desde las 14 horas hasta las 18, contaron, sumaron y volvieron a contar... Faltaba un revólver.... -¡Por última vez! ¡Quién tiene un revólver! -¡Yo mi teniente! #• -¡Anda a buscarlo huevón! ¡Si el armamento no te lo regalamos! -Tiene que darme permiso para ir a mi casa mi teniente porque el revólver es de mi papá y lo tiene en Curicó... El guatón Lara regó durante una semana el patio pero... con una cuchara. El arma faltante no había salido del cuartel. Deza la había entregado antes de salir a la calle, porque según explicó... -Un revólver sin balas no sirve de nada mi teniente, es mejor no usarlo, por eso no lo llevé a la calle... No supe jamás cual fue el castigo, pero por mucho tiempo se le vio de guardia en tenida de invierno sobre el techo del cuartel. EL PRIMER SUELDO
copia que probara cuanto era el salario... -Firme, cobre, si tiene alguna queja puede representarla en la orden del día. Aquí en carabineros... Se come lo que se sirve, se viste con lo que el estado le da y todos iguales; se hace lo que le ordenan y no se le paga por pensar. Esto, jóvenes, no es el paraíso, pero es el sistema más perfecto de vida inventado por el hombre... ¡Esto es el comunismo! ¡Y no se olviden! Dijo riendo un sargento mientras intentaba imitar el saludo hitleriano. La inversión de ese primer sueldo alcanzó para pagar el modesto rancho que ya venía descontado en la planilla. Con el total líquido pagó el lavado, el casino y el saldo lo invirtió en seis cervezas. Y eso fue todo. Entre los descuentos figuraba uno muy especial, un aporte para "coronas". Sí, por supuesto coronas de flores de las que se usan para los muertos. El descuento se hacía por si algún funcionario moría. En ese tiempo morían tan pocos, pero el descuento era mensual a todos los funcionarios. A todas las inversiones había que agregar los negociados particulares de algunos funcionarios que se hacían su "billetito" vendiendo: Desde empanadas, hasta cordones para zapatos que siempre eran más caros que en la "cooperativa", pero como los alumnos no podían salir, elfos tenían un mercado cautivo que explotaban a beneficio personal. EL PRIMER PARTE
-¡Todos a firmar la planilla! ¡Noy canta Gardel! De a uno pasaban a recibir su paga. Un oficial de administración verificaba la corrección del acto... Firmaban, vaciaban el sobre, contaban y devolvían el sobre. Con su experiencia laboral en la vida civil quiso ver la planilla porque no tenía en su poder contrato ni
Después de unos meses de acompañar en todos tos turnos a un suboficial, aprendió las mañas de paco
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Al egresar del curso de reclutas de Carrión con el décimo quinto lugar fue destinado a la 12 comisaría San Miguel.
viejo, esas cosas simples que no se aprenden en la sala de clases y que sólo la calle con toda su inmundicia enseña. La primera vez que salió con ese sargento le tocó primer turno. A las 7 de la mañana de un invierno santiaguino. El destino o facción fue la garita INDAC en el barrio Santa Rosa. Al llegar relevaron al cuarto turno y acto seguido el sargento con su joven acompañante se dirigieron a un "cité"... -Este es el primer procedimiento que tiene que aprender un policía, es la única forma de pasar el frfo. -¿Hola mi sargento, de nuevo por aquí? ¿Lo mismo de siempre? La habitación estaba repleta de vagos trasnochados. Era un clandestino. Cada uno sostenía un potrillo de vino con harina tostada, conversaban de todo con mucha prisa, tragaban y se iban. Lo mismo se sirvió el sargento de un "suácate". -¿Y usted mi cabo que se sirve? ¿Parece que es nuevito en este barrio? -Sírvete algo para el frfo, cabrito, lo vas a necesitar. -No gracias mi sargento es muy temprano para mí. De esa vez nunca más el sargento fe ofreció "trago". Tomaba solo. Todos los turnos los entregaba bien ente *do y con cero labor policial. Cuando veía algún scu.hma en la calle le sacaba el cuerpo... * Son veinticinco años, chiporrito, y si uno no se cuida nadie lo hace por uno. Era su lema. Un día el sargento enfermó. El oficial jefe del turno puso al carabinero como vigilante exterior en el Llano Subercaseaux. Tenía diez cuadras de facción para el solo y con armamento. Ya era un policía. Hacía tercer turno desde las 19 a ias 24 horas.
Como a las 22 apareció un hombre conduciendo una motoneta "Vesfia", la que dejó estacionada con el motor en marcha. Se alejó corriendo, entró a una casa y salió al momento, traía una carpeta y unos libros en la mano. El policía estaba junto al vehículo que inocente ronroneaba libremente haciendo tiritar las mal conservadas latas... -Perdone mi cabo... La moto tiene mala la partida, si la paro estoy sonado, y vine por un ratito no'má a traer estos apuntes, porque yo estudio en el liceo nocturno y en el día trabajo en Mademsa... -Sus documentos... le notificaré una infracción. -Puchas' mi cabo... Por favor... No tengo plata para pagar este parte, yo sólo soy obrero y la motoneta me la prestó un amigo del liceo... -Lo siento, es la Ley. El infractor con gestos de notoria aflicción se alejó con la boleta y el policía quedó con el documento. Lo leyó y releyó... Juan Martínez Pavez, obrero, chileno, casado, domiciliado en Ochagavfa... Cuando entregó el turno, el oficial dio la orden... -Dejen su labor sobre la mesa de la guardia. No entregó los documentos, anuló el parte y se fue a la dirección indicada en ellos. Cuando llegó a la modesta casa del infractor lo atendió una joven, era la esposa del motonetista que, muy nerviosa ant* la oresencia del carabinero. Hamo a su marido que estab estudiando -cursaba el quinto año de humanidades er •' liceo nocturno-. Su sueño era ir a la universidad ^ra ser ingeniero... El paco le devolvió los documentos y ,e pidió disculpas.
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EL LLANTO DE UNA MADRE Con un año de servicio en la calle, ya podía
llamarse policía. Era un "chiporro", apodo que le daban a los carabineros nuevos con algo de experiencia. Estaba de tercer turno por la Gran Avenida, desde el paradero 11 al 17. En ese tiempo no se contaba con los adelantos que hoy lucen los carabineros: radios portátiles, celulares, motos enduro... en fin. El servicio de radio patrullas era incipiente, todos los turnos se hacían de infantería, a la vista y si era posible por el medio de la calle, para así cumplir el primer rol de carabineros: prevenir actuando por presencia, advirtiéndole a la comunidad que estaba protegida. Cada turno significaban kilómetros y kilómetros a pie, cada media hora había que llamar a la guardia, por sí o por no, para dar las novedades y recibir órdenes; se encontraba en ese "trote", llamando por teléfono, cuando el infernal ruido de una descontrolada frenada, acompañada de un gran estallido, le hizo salir corriendo del interior del cine. Ese espectáculo era lo que se llamaba "un forro". Un camión cargado hasta el tope con sandías se había incrustado en la línea de postes centra/es de la avenida; el acoplado, patas' pa'arriba, había desparramado en la acera toneladas de su jugosa carga. Al minuto el "taco" llegaba hasta la comuna de Cisternas, los conductores, ante la emergencia, lo único que hacían era tocar la bocina, el policía, al verse ante tan dantesco espectáculo, quedó paralizado como por arte de magia, no podía creer lo que sus ojos veían. Un hombre de edad se acercó a él y con mucha calma lo motivó... -Proceda muchacho, yo llamaré pidiéndole refuerzos... y no se preocupe soy ex-funcionarío. Sólo en ese momento recordó sus instrucciones... Primero los heridos... No había heridos. El chofer y su compañero estaban borrachos cómo cuba; les exigió los documentos y los amarró al volante del camión. Estaba en eso cuando los gritos de una mujer se le metieron en 22
el cuerpo como una descarga eléctrica... -¡Mi hijo! ¡Mi hijo! ¡Mi hijo! ¡Venía llegando a la casa en su motoneta y el acoplado lo atropello! ¡Lo mataron! ¡Mi hijo! El carabinero acompañó a la dolida mujer hasta donde estaba su hijo; o cuarenta metros. En ese instante el joven policía se puso de frente cara a cara con la muerte por primera vez. En situaciones como esas se madura rápido, esas realidades templan el carácter del carabinero. Junto a la destruida moto el cuerpo del joven estaba estampado en el muro de cemento; era el hijo de la mujer. Una inmensa mancha de sangre marcaba el contorno del cuerpo, un perro vago había empezado a lengüetear el aún tibio líquido, nada se podía hacer, el hombre estaba muerto con los sesos a la vista dentro del casco de fibra. En su desesperación e impotencia el paquito correteaba al perro, intentaba alejar, mantener a distancia a los curiosos y el animal volvía por más sangre... desenfundó su arma de servicio y le descerrajó un tiro que terminó con el problema del perro y de los curiosos. Unos vecinos tiraron agua en la sangre y retiraron el perro muerto. Veinticinco eternos minutos habían transcurrido cuando se empezaron a sentir los pitazos y las sirenas con ayuda. Se presentó al jefe del turno, un subteniente que no era mayor que él, y le dio cuenta: -¿Carabinero Deza se presenta mi teniente, tercer turno segundo gran avenida! ¡Dos detenidos por ebriedad Y danos, uno es el conductor... y un muerto mi teniente! -Todo está bien carabinero. Todo está bien. Pero usted está arrestado. '¿Por qué mi teniente? -Porque mató un perro... y ese perro era de un
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señor comandante de carabineros en retiro. Desde el segundo piso, en el balcón de su casa, el señor contemplaba el espectáculo. Al paco le costó en primera instancia cuatro días de arresto y el descuento del quiltro por planilla. Los días de arresto el comisario mayor, señor Requena, los dejó sin efecto. El quiltro tuvo que pagarlo con avalúo de perro fino, más el descuento de bala. LAS BARRAS DE HIELO Como todo joven este muchacho tenia sus conquistas. Normalmente en esos días se le veía, cuando estaba libre, en una fuente de soda de mala muerte en el barrio Frank/in. En ese lugar trabajaba como garzona una joven sureña como él. Era una muchacha liberada para la época, loca y simpática que tenía un gran vicio: el cine. Para el paco no era problema, siempre le guardó las entradas de promoción, que conseguía con los administradores de casi todos los cines de Santiago. Un caluroso día de ese verano, estando sentado junto a la mesa del rincón, observaba como los rayos del sol se colaban brillantes y rectos por la estrecha puerta, iluminando el interior con su caluroso haz, como fas luces de un escenario donde fas moscas hacían su representación de la miseria y subdesarrollo. Era día miércoles. -¡El yeloool- gritaron de la calle. -¡Lo mismo de siempre/ -. Contestaron de adentro en mal castellano. El dueño del local era chino. A medida que desfilaban las barras de hielo sobre el hombro del cargador, se veían cristalinas y transparentes atravesadas por los rayos del sol, invadiendo a su paso con una brisa fría el caliente ambiente. Una, dos, tres, la cuarta barra tenía una mancha extraña justo en el centro, en el interior, parecía un ratón congelado. No le dio importan-
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a No era consumidor de hielo. Su presencia en el lugar bedecfa al interés sentimental que tenía por la muchacha que él cariñosamente llamaba "flaca". Por esas coincidencias de la vida, varias veces íe tocó estar presente a la hora de la entrega del hielo. Siempre la cuarta barra tuvo la misteriosa mancha. -Mi mayor, permiso para hablar con usted. Tengo un problema, fíjese que... Contó la historia de la mancha en las barras de hielo al jefe de la unidad. -Trate de averiguar que hay dentro de las barras. ¡Pero con mucho cuidado! No sea que me meta en un "forro". -¡A su orden mi mayor/ Como siempre esa tarde se acomodó en el sitio acostumbrado. El local estaba vacío. Era su día libre. No pasó mucho tiempo para que llegara el carretón del hielo. Se produjo el mismo intercambio de palabras. A la tercera barra se puso de pie, cuando entraba eí hombre con la cuarta barra tendida sobre la "Tota", amarrada en eí hombro derecho, "desprevenidamente" chocó con el cargador, que no pudo controlar la escurridiza pieza de hielo, que, al estrellarse en el suelo, se quebró justo en la mancha. Sin aviso el cargador desenfundó el punzón herramienta que se usaba para cortar el hielo- y se lanzó sobre el culpable del accidente. Uno, dos, tres punzadas, el joven las esquivó con pillería tratando de reducir a su atacante. Pudo más la destreza del sospechoso rufián, práctico en esas lides, habilidad que demostró al lograr ensartar la mano derecha del novato policía. El delincuente trató de desenvainar con fuerza el arma de la herida, al no poder porque esta se había ™upado*, intentó lanzar un trozo de media barra de hielo contra el herido carabinero, que de dolor ya veía
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doble y desde el suelo hizo un disparo Que dio en el vientre del mafioso. En ese momento, sin saber como, la "flaca" mostró su hilacha, actuó como sabiendo los detalles de la "película" y hábilmente pidió ayuda y refuerzos. El riesgo que corrió fue grande, en ese tiempo las cosas eran muy distintas en esos barrios "guapos". Al hospital de la institución llegó el comisario, para imponerse en el lugar de la gravedad de las lesiones de "su paco"... -¡Putas que es bien huevón! ¡No le dije que hiciera el trabajo con cuidado! ¡Vo'tái convencido, paco huevón, que estái en el oeste! ¡Ese fulano no era un perro! ¡Estás arrestado y con un sumario hasta las güevas! ¡Si no te afirmas los pantalones, no seria raro que pases la Pascua en la cárcel! El servicio de Investigaciones sabia toda la movida, pero ellos estaban haciendo las cosas con calma y técnica. El herido a bala era un portorriqueño y oficiaba de mensajero, el chino era distribuidor del polvo, el hielo y el negocio eran la pantalla. La flaca era nada menos que policía, no le dijo nada al paco y el paco no le dijo nada a ella. Los días de arresto se convirtieron en una felicitación. Por un tiempo se les vio paseando juntos por el parque. Los conocidos comentaban: ¡Esos se van a casar! No fue as!, por razones del servicio y por razones del destino cada uno siguió por su vereda. CON AGUA CALIENTE TAMBIÉN SE PUEDE MI TEN/ENTE Por el barrio Matadero en ese primer turno todo parecía normal, ios comerciantes voceaban sus productos con esa típica jerga fo/c/órica que fes caracterizaba. Tallas iban y venían. Los pelusones le tiraban tallas al carabinero 26
como de costumbre y para anunciar su presencia gritaban: -¡Papas, lechugas y tomaaatesf Con ese aviso lanzas, monreros, cuenteros, a chorros y todo ese bestial zoológico de mierda, quedaba advertido de la presencia de la Ley y por un momento habla tregua, se detenía la actividad delictual. A la sombra de un toldo pe/aba una manzana, que en todos los turnos una anciana comerciante le regalaba. Lo llamaba cariñosamente "mi nieto" y él respondía a ese afecto llamándole "abuela Carmen". Más o menos a una cuadra se produjo una trifulca. Ya con más experiencia, "a lo paco viejo", esperó que la cosa se disolviera como empezó, pero no fue así, la cosa creció y avanzó. Unos ciento cincuenta ociosos seguían las alternativas de un enfrentamiento a cuchi/lo entre dos matarifes, decir eso bastaba para tener en claro que el asunto era delicadamente serio. Entre el griterío se sentía: -¡Dale güeón! ¡Cágalo! ¡Llamen a los pacos! ¡Se van a matar! La anciana sonrió iluminando su agrietado rostro y comentó a su "nieto paco"... -En el sur, hijito, a esos locos los separan con agua caliente. Usted no se meta, deje que esos locos se maten. La idea consejo expresada por la anciana le dio al Policía la forma de solucionar el "problemita" y acto seguido se fue a una cocinería de donde salió con una palangana llena de agua hirviendo y se enfrentó a los cuchilleros: -¡Con su permiso, señores! dores S'n decir ni advertir> ianzó * ' líquido a los conténSm lü9ar a dudas hizo un tente* "buen" efect0 en las */ pacificando los ánimos. En ese momento llegaba
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el furgón -que en ese tiempo le decían Juanito- con ¡os refuerzos. Los heridos a ia posta y aquí no ha pasado nada. Lo único sí, que el carabinero tuvo que explicar al jefe de turno la historia del agua caliente. -Ese procedimiento no está estipulado en ningún reglamento. Usted cometió abuso de autoridad, descriterio. Cuando carabineros tiene un procedimiento, tiene que acatar las leyes que protegen a fas personas y sus derechos ciudadanos y al mismo tiempo velar por el prestigio de la institución. Si estas personas reclaman usted tendrá problemas. -Es cierto, mi teniente, el agua caliente no está en ningún reglamento... pero... para evitar un mal mayor... Con agua caliente también se puede, mi teniente. DÉLE CON UN HACHA, SEÑORA No pasaba una semana y la misma mujer llegaba a la guardia con el mismo problema. Era cosa de todos los lunes, venía toda machucada a poner la denuncia que su marido nuevamente le había pegado. En esos días la comisaría contaba con refuerzos de nuevos oficia/es -todos subtenientes en práctica-. Uno de elfos era un muchacho de apellido alemán que ese lunes estaba acompañando a un teniente antiguo en el servicio de guardia. Se notaba que el aspirante era "forrero". Todos fos oficiales fe tenían miedo y fos pacos le sacaban e quite. Esa mañana ffegó ia mujercita con su acostumbrado redamo y fue atendida por ef inexperto oficial. -¿Y cuánto tiempo hace que su marido fe peg** señora? -Más de diez años, señor. -Puchas que tiene paciencia. La próxima vezQ le pegue agarre un hacha y défe donde fe duela, para 0
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no abuse más con usted. A la semana siguiente esa mujer fue puesta ante fa justicia por homicidio. Había dado muerte a su marido de un hachazo en fa cabeza. PATEANDO LOS ÁRBOLES LLUEVE La única instrucción que tenía eran tres años en ef curso de forjador cursados en fa escuela industriaf de Tafea, ef curso de formación como carabinero en Carrión y fas ciases diarias que con crueldad le impartía la caíie. En esa unidad había un paco de apeifido Ribano. Era fa mezcla exacta de un filósofo revuelto con torrante en el envase de un cuerpo humano noble, vestido de paco. No eran amigos, pero el trabajo los juntó en un segundo turno en el hospital Barros Luco. Ahí conversaron de todo mientras recreaban la vista contemplando las enfermeras que corrían de un lado a otro en la posta de emergencia. Era un bonito espectáculo y también muy didáctico. Su primera experiencia de servicio en un hospital. Ribano tenía en sus manos un cuaderno que leía a intervalos. -¿Que leí tanto? Parece que estuvieras rezando. -Estudio, cabrito... Estudio. Tengo una prueba de castellano y si no me saco un cinco pierdo ef año. -¿En qué curso vái? •Tercero de humanidades. ~¿Y a Qué hora vái a la escuela si todos fos días t^n tenemos turno? las ch ~Escucha chiPorro: En fa vida no hay que ser de eras, una cosa es ser paco y fa otra es ser güevón. da
no
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cerradosllt*'' " ° eS barata'~ Pero< con los °íos *9a y uno vive y cuando ffegue a viejo me darán un * jubilación.
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-Clarfcola chiporro... Si llegái a viejo. Esa es / a pomada que venden "envueltita", pero cuando pase el tiempo verás que estás metido en un cepo y que tu vida no ha tenido ton ni son. Un hombre, mi amiguito, no puede ser paco las veinticuatro horas del día, porque con ese predicamento lo más probable es que termine como todos esos viejos amargados que calman con vino su nostalgia y muchos no pasan de cabo, mangoneados toda su vida por esos pendejos que no se saben ni limpiar el culo. Hijos de su papá que no fueron capaces de estudiar, que no les dio el mate para la universidad, teniendo todas las oportunidades que un hombre necesita para ser otilen la vida. -Ser paco, es ser útil a la sociedad. -¿Y quién te lo agradece? ¿Cuándo has visto que en la hoja de servicio anoten lo bueno que haces? No chiporro, estás equivocado. Los pacos no son útiles, son un mal necesario como todos los lastres del ecosistema social, y carísimo además. Piensa que carabineros tiene más generales que el ejército aliado que invadió Europa para la Segunda Guerra y cada uno tiene un montón de "escuderos" que los paga el pueblo, pero ese problema no me atañe, te lo pongo de ejemplo no más. Lo importante, amiguito, es saber ubicarse en la vida con inteligencia. Si tú eres feliz de paco, muere de paco, cada uno es libre de hacer lo que quiera o pueda. Lo único bueno que tiene la sociedad chilena e$ la democracia que nos da la oportunidad de escoger y somos diferentes al resto de ios inquilinos de este fundo "yanky", porque los chilenos gracias a don Pedro sabemos leer... Ahí está la gran diferencia pus'paquito* Terminó ese turno con varios choques, riñas abortos, pero sin novedad. Estaban en las duchas cuando Deza hizo te pregunta: 30
-¿Oye/ Ribano, me puedes informar para que yo también estudie? -Claro que te ayudo, apúrate que estoy atrasado. Vamos juntos al liceo. Esperó en el pasillo mientras Ribano movía la culebra con el director. En ese momento vino a su mente la imagen de su padre cuando le "cascaba " duro para que estudiara. -Pasa, el señor director te espera, te va a recibir como alumno libre. Aprovecha loquillo. Ahora te cambiará la vida. -Pase. ¿Desea estudiar, mi cabo? -dijo el director, al mismo tiempo que estrechaba la mano del futuro alumno, gesto en que ese hombre le transmitió toda la sinceridad del educador. -¿Quiere venir al liceo realmente a estudiar? ¿O a buscar esposa? Tengo varios ejemplos. ¿O a pasar el tiempo? ¿O tal vez lo mandó su jefe para que entregue el informe en tiempo de huelga? Ese caballero canoso las sabía todas y tenía la humildad de un sabio. -No señor, nada de eso. Yo quiero estudiar, lo decidí porque mi vida merece una oportunidad, por lo menos permítame enfrentarme a la realidad para descubrir si soy o no capaz. -Vamos a la sala de profesores, le presentaré a su profesor guía. Usted será alumno libre, no me falle, si se va avíseme, hay obreros que también pueden ocupar su lugar. La señorita Retamal será su profesora guía. Señorih hágase cargo de este alumno. Vendrá en forma libre. yudelo-. Terminó diciendo, mientras se alejaba por el aro ° Pa$¡llo, que sólo tenía una pequeña ampolleta que oraba débilmente el espacio, cuya luz recortaba la meta del^profesor dándole un aspecto fantasmal. -Tome asiento, anote su nombre, estudios y 31
establecimiento. En fin, llene este formulario. Lo dejó solo y se fue a charlar con el resto de sus colegas porque estaban en el recreo. Por la ventana se divisaban los alumnos en el patio. Algunos jugaban tratando de recuperar la infancia perdida, otros comían los restos que guardaban de su ración del almuerzo que traían de la fábrica. Ribano era la estrella en el patio, chacoteaba con todo el mundo. Esa etapa era una nueva experiencia muy estimulante, sin dejar de reconocer que había compañeras muy bonitas, lo mismo que su profesora gula. Para no molestar a los vecinos evitaban tocar la campana. Ese era un derecho de los alumnos diurnos. El profesor de tumo golpeaba las manos para anunciar el fin del recreo. La señorita Retamal leyó el formulario con mucha calma y luego de un momento de reflexión: -Bien, le corresponde segundo año. Espere un momento que le preparo el material. Volvió con un libro: -Tiene una semana para leerlo, el próximo viernes le haré el control. "Sub Terra " era un libro muy hermoso, narraba historias mineras y una realidad desconocida. El día anterior al control salieron de cuarto tumo, él y Ribano. Ya en la calle, con todos sus materiales bajo el poncho, dieron una vuelta por la facción; no había novedades. Raudamente se dirigieron al Cuerpo de Bomberos de calle Berlín, donde Ribano tenía una "picada ", era muy amigo del cuartelero. Estudiaron hasta que el sueño los venció. El problema fue cuando despertaron a la mañana siguiente a eso de las 5,30. Había llovido y elfos no podían llegar secos al cuartel a entregar el turno. -Putas la güevada, nos cagó la lluvia compadre.
Una noche, al volver del liceo, la comisaría estaba revolucionada. Micros, patrulleros, cualquier cantidad de policías y los calabozos repletos. No era nada especial, se trataba de una ronda general realizada por el grupo de emergencia de la prefectura sur. Era un servicio normal "de peineta"-, de limpieza superficial, de control de la delincuencia, viciosos y vagos. Estos servicios se efectuaban sin aviso. Caían como moscas los boliches y clandestinos expendedores de vino. No bajaban de cincuenta partes de alcoholes y la comisaría parecía clandestino. La guardia estaba hasta el techo de cajas, botellas y chuicas. Esa fiesta era por lo general los días viernes, sábado o domingo; no recuerdo el día, lo que sí recuerdo es que en la mañana siguiente le tocó llevar algunos detenidos al juzgado. A las 5 de la mañana empezaba el trámite de entregar especies y dinero a los detenidos por ebriedad, que salían en libertad después de pagar la multa. A un carabinero le tocaba la misión de cuidar el grifo, para evitar que los detenidos bebieran agua en el cuartel; era muy peligroso, el año anterior un ebrio, por beber agua, murió de un ataque. Del interior del recargado calabozo un mocetón llamaba y hacía morisquetas. -Toñoo... Toñooo... ¿No te acordái de mí?... Tooño. Al verle recordó que con ese hombre había estu-
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Pero eso no es problema. Párate debajo de ese árbol. Lo pateó hasta que cayó la última gota; lo mismo hizo Deza y llegaron a entregar el cuarto turno bien mojados "patiando" los árboles. Y sin novedad gracias a Dios y a la picardía de Ribano. EL AMIGO Y LAS NUECES
diado en la primaria en los safes/anos de Talca. En la dos Sur. -Ayúdame a salir... Yo te conozco... fuimos compañeros en Talca en ios curas, ¿te acordái? -Te recuerdo, ¿pero, por qué estái aquí? Dime la firme, no me fa tirís'chueca. No es mucho lo que puedo hacer. Yo sólo soy manga lisa no más. -Te juro que no sé, anoche me trajeron y no me dijeron na' -Permiso, mi cabo, para hacerle una pregunta. -Rapidito chiporro, que la marea está muy espesa. -El detenido, Matamala Otguín, Mario ¿por qué está en el cafa'mi cabo?
Ef furgón se detuvo frente af juzgado y entregó a su amigo a fa justicia. Dos días después se supo fa noticia; Matamata se había suicidado con un alambre. Según fas noticias extraoficiates del correo policial, que era muy rápido, se comentaba que había sido viofado por tos habituaies. ORDEN DE ARRESTO POR GtRO DOLOSO
-Me acuerdo, Matamalaf pero fa historia de fas nueces quedó atrás. La última vez que fuimos... mi viejo casi me mató a patos. -A mí nunca me dijeron na'pu.
Uno de tos más grandes cafvarios de/ policía en esos tiempos era el cumplimiento de órdenes judiciales en sus días libres. La lluvia de órdenes caía por parejo, ninguno se salvaba, cada paco tenía permanentemente hasta treinta órdenes por cumplir e informar cada quince días. Era un cáncer; para estas misiones no contaban con nada, ni plata para micro, ni papel oficio, ni máquina de escribir, ni lápiz; por lo tanto, todo se hacía "tirando chafa". Safio a esa misión una mañana de primavera en fa bicic/eta de un amigo. Fue a una de fas direcciones, frente a un domicitio, una humifde casa de esos barrios senciffos de San Miguef. La habitación estaba convertida en una modesta industria gráfica que funcionaba en ef área de fo que antes había sido ef fiving. Af entrar, ef ruido de una antigua "Heidelberg" hacía temblar el piso. El olor a tinta de imprenta era especial, unas rumas de papeles impresos, entre ellos un libro de poesía, estaban en proceso. Un hombre de bastante edad, con su cabeza ya blanca, lucía una cotona azul de mezclilla, bordada con manchas de tintas de todos colores, algunas desteñidas por el tiempo. Atendía a una señora que ordenaba la confección de unas tarjetas de bautizo. No cabía dudas que se trataba del dueño del taller. En un rincón, sobre una pequeña mesa, un muchachito de no más de ocho años cumplía con sus deberes escolares.
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- Lo sorprendieron rezando, güevón, como a todo este montón de escoria. A ver qué dice el parte. A ver. Aquí está. Por hurto de una bicicleta a un obrero de la Yarur. ¿Conforme chiporrón? -Muchas gracias, mi cabo. Con la respuesta del cabo de guardia dándole vueltas en la cabeza se dirigió hasta la cocina. Volvió con un tarro de café y un pan que pasó entre los barrotes de hierro. Era el límite que los separaba de la infancia. Cuando terminó el modesto desayuno, ración similar a la que recibían los policías, le dijo: -¿Por qué me trataste de güeviar? Vo' tai detenido por ladrón. -La verdad es que no me acuerdo de na', andaba como mazo. O sea que no podf'hacer na'. -Lamentablemente no puedo hacer na'. •¿ Te acordái cuando a la salida de la escuela nos íbamos a robar nueces?
-Buenos días, señor, ¿qué se le ofrece? -Muy Altamiráno? buenos días, ¿es usted don Carlos Reinoso -Sí, yo soy, a sus órdenes. -Tengo una orden de arresto por giro doloso en contra suya, tiene que acompañarme a la comisaría para que arregle el queque. Estas órdenes son con plazo fijo y yo tengo que cumplir la orden del tribunal, señor. -Qué pena, justo ahora que ya estaba saliendo de mis probíemas, con esto de la enfermedad tan larga y la muerte de mi patroncita quedé muy mal parado económicamente. Para más remate hace un año que me están tramitando con mi jubilación. Yo era empleado municipal. En aseos y jardines. El representante de la ley lo miraba pero no le escuchaba, pensaba en el problema. Pobre viejo, lo que le esperaba si lo "encanaba". ¿Qué hacer? ¿Cómo poder hacer algo, para demostrar que la justicia tiene a/go de humana y que no es tan ciega con /os débiles? No debería haberle importado, a él le pagaban para hacer cumplir la ley, para cumplir las órdenes sin titubear, pero hizo la pregunta: -¿Y por cuánto es el cheque? ¿Ya quién le debe? -Son sólo dos mil quinientos escudos. Ese cheque se lo hice a la funeraria, no le debo a nadie más; ese cheque es el último, usted comprenderá, tuve que hacerlo. -¿Y cuándo cree usted que puede pagarlo? -¡Mi joven carabinerof Yo tengo el dinero, pero el abogado me está cobrando las costas e intereses y con eso la deuda sube a cuatro mil escudos. Le pedí recibo y no me quiso aceptar abonos. Me amenazó con meterme preso y aquí estoy listo para convertirme en delincuente. La verdad es que no tengo más plata. Usted cumpla con su deber, no se preocupe, a mis años la única razón de
mi vida es mi nieto. E indicó al muchacho del rincón. -Bueno, tome usted el dinero que debe por el cheque y diríjase al juzgado sin decir nada a nadie, pida hablar con el juez de la causa y a él cuéntele la "película", para que le reciba la plata. Cuando arregle el queque me llama por teléfono. Ahora voy a informar la orden como que usted no es habido, que anda en el sur. Aquí tiene mi nombre. No se olvide, llámeme para terminar la diligencia. El tema cambió al asunto de la imprenta, "intrusió m todo, preguntó hasta por los codos, en resumen se informó perfectamente del funcionamiento de una imprenta y sus diferentes técnicas. Al salir recogió una hoja que tenía impresa un verso; el abrir y cerrar la puerta la había deslizado al suelo. -¿Le gustan los versos, carabinero? -Sí, me gusta sobre todo este que dice la verdad, aunque a veces no puede ser demostrada, ¿no lo cree? No pasaron muchos días. Dormía saliente de turno nocturno cuando el cuartelero le despertó para entregarle un paquetito -pensó que era de su madre-, Al abrirlo descubrió que contenía un libro empastado en cuero y muy antiguo, del mil novecientos y tanto decía el pie de imprenta. A pluma y tinta desteñida por el tiempo, aún se leía una dedicatoria "PARA CARLOS CON TODO MI AMOR" y más abajo 'con la fecha del día: "Para el carabinero Antonio Deza este libro, es lo de más valor que poseo, le ruego lo acepte. Eternamente agradecido. Las horas de libertad que me regaló bien valen mi eterna gratitud". Se trataba de un libro de Antonio Machado Ruiz. Lo hojeó y se le quitó el sueño. "Poned atención: Un corazón solitario no es un corazón. Es una tarde mustia y desabrida de un otoño sin frutos, en la tierra estéril y raída..." A fas diecisiete horas
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se dio cuenta que no había dormido y tampoco almorzado. Le habían regalado lo que desde ese día sería una parte de su vida. CASCARITA A las 19,30 llegaba de su segundo turno, apurado para ir a la escuela. De los baños venía saliendo el sargento Ga/ianni, pálido comp un muerto, con los terciados a medio poner, con el sable a la rastra, todo desabrochado, con los pantalones en la mano, doblado de dolor. A esa hora no había médico, tenía que dar parte de enfermo y recién al día siguiente -si no moría- lo atendería el doctor. -A ver mi sargento, mándese esta agüita de cascaras. Lo que usted tiene es un cólico y na'e raro que el vinito con frutillas estaba picado. -¡Putas la güevá mala! ¿Qué mierda es esto? ¡Parece pichf de burro! -Son cascaritas y yerbas, tómeselas, le harán bien. En el campo todo se arregla con yerbas y cascaritas. El sargento era un hombre citadino y criado en el barrio Matucana, experto en el frío y candente asfalto de la vida santiaguina, conocedor de una y mil "picadas", y todas las guaridas. Un bebedor de tinto con papaya, con frutillas, con duraznos, con azúcar, siempre aliadito, jamás solo. Un hombre sincero, con los polis nuevos era hasta bonachón, algo así como un padre. Conocía los ladrones en la forma y manera de andar, cuando iban colgando en los micros los distinguía por las bastillas de los pantalones. Era un espectáculo verlo en algún paradero tirando de los tobillos a un rufián. Nunca se equivocó. De una vereda a otra los hacía cruzar llamándolos con el dedo índice y brillándole los ojos como gato frente al 38
ratón. Lo único que les decía: -A güeviar a otro lado! ¿Por este turno esta calle es mía! ¡Y no quiero problemas! ¡Hácete humo cabrito o te llevo el pelo! Un lanza le desobedeció, lo llevó a una peluquería, pidió las máquinas y lo peló al cero. El pelo, el dinero, la billetera y los documentos de la victima los adjuntó al parte y lo metió en "canela". Muy conocido, más que miedo, los choros le tenían respeto. A su modo lograba el objetivo: RESPETO A LA POLICÍA... NO MIEDO. A medianoche, cuando volvió de clases, el sargento estaba como "tuna" sentado en su oficina de interno. -Te debo una chiporrito, estoy como nuevo. -Yo le dije mi sargento. La gente del campo sabe mucho de estas cosas. Al poco tiempo hubo una huelga en MADEMSA y MADECO, donde victima del poco criterio, sentido policial y avaricia política, murió un trabajador. En la comisaría y la prefectura acuartelaron hasta el gato. Al sargento Ga/ianni, para su tragedia, le tocó acompañar al comisario en el patrullero. Andaba nervioso, porque en esa misión no podía mandarse los "guaracazos de tintito". Esa noche el mayor Requena se sintió mal del estómago y dio a conocer, a modo de comentario, su malestar frente a la unidad en formación. •¡Yo tengo la solución mi mayor! Llame al doctor Cascarita y él le soluciona el problema. -¿Qué está hablando mi sargento? ¿Le está haciendo estragos la Cecilia? Fue un chiste que disfrutaron de buena gana, a pesar del cansancio de setenta 39 horas de trabajo sin parar.
-¿A qué médico se refiere, Galianni? ¡Deza mi mayor! El chiporro tiene una farmacia de yerbas y cascaritas en el roperillo. -/Ordene mi mayor/ -¡Prepáreme un remedio igual al que le dio a Galianni/ A la mañana siguiente el suboficial habló: -¿Cómo se siente mi mayor? -Gracias al doctor Cascarita, como nuevo. Desde ese instante el paco Deza quedó con el apodo de Cascarita. NO TODOS LOS PADRES LO SON -¡Una pareja/ ¡Una pareja del piquete disponible/ ¡Rápido a la guardia/ ¡De servicio y con armamento/ ¡Rápido! ¡Corra carabinero/ En la guardia estaba una mujer joven, bien vestida. Se notaba a simple vista que era una dama, una persona decente, a pesar de tener su rostro golpeado y parte de su ropa destruida. El oficial de guardia llamó a un lado a la pareja de policías e igual que un arbitro de box dio las instrucciones. Salieron de la unidad en un taxi pagado por la denunciante. El patrullero estaba en la pana de los tontos. En el camino les contó la tragedia. Lloraba desconsoladamente y no era para menos. Ya en el sitio del suceso elpaquito entró por la ventana, era una linda casa, todo lo que ahf había era fino y elegante, lo que dejaba apreciar la posición, económica cultural de sus moradores. Abrió por dentro la puerta de calle y entró la dueña de casa y su acompañante el paco Garay, que parecía un ropero de tres cuerpos, con más fuerza que un toro. Recorrieron la casa de arriba abajo con el arma en la mano.
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-¡En el baño tiene que estar el desgraciado! ¡ Vengan por favor/ carabineros! ¡Aquí está en el baño de la empleada! ¡Aquí está! ¡Está encerrado con llave! La mujer lloraba, tiritaba como una hoja, histérica e impotente de dolor ante su tragedia sin remedio. -Abra la puerta, señor. Somos carabineros. -¡Fuera de mi casa, mierdas! ¡Pacos ignorantes! ¡Yo tengo un amigo, general!¡Cuando sepa que entraron en mi casa sin una orden les dará de baja! ¡Les va a volar el culo! ¡Los van a dar de baja! ¡Yo soy oficial de reserva en artillería! ¡Pónganse firmes, mierdas rasas! -¡Abre la puerta Garay! La chapa, las bisagras y todo saltó hacia el interior. -¡Ya les dije, fuera de mi casa o disparo! Garay se lanzó contra el hombre y de un bastonazo le quitó el revólver, fracturándole la clavícula. El jefe de pareja, después de una convincente explicación, logró que Garay so/tara a ese hombre. Si así no hubiese sido lo habría convertido en cadáver con los golpes de karate que le estaba propinando. Reducido el detenido... -¡Escucha güeón, éstos son los güeones que hay que fusilar al tiro y no gastar en darles de comer en la cárcel! Al otro día, enyesado y adjunto al parte por violación de sus dos hijitas de 6 y 9 años, pasó a la cárcel ese hombre que, nada menos, era médico. MARIANO FLORES -¡Coordones pala planchaa! ¡Alargadores de corrientee!- gritaba un comerciante en la feria libre de Ochagavía. Era una mañana húmeda de invierno que, cómplice de una espesa neblina, se coludían para introdu-
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cirse hasta los huesos. Con sueño después de estudiar hasta tarde caminaba de servicio en medio del griterío, por la mojada calle; la delgada suela de los zapatos permitía el libre paso del frío. En resumen, era una de esas mañanas desagradables. Los tenores y los barítonos hacían lo imposible por hacer notar sus productos. -¡Cordoonee...! ¡Pala lú'son los cordooneel ¡Hola paquito! ¡Cómo estáif ¡Qué contáif ¿Cómo está la pega? ¿Los pacos siempre con sus ondas? -Hola flores. ¿Así que ahora te las dái de comerciante? -¡Claro pú'pacomiof -Está bien, hasta la vista, que te vaya bien, ten cuidado, no sea cosa que te me tai en un forro... -¡Ja ja jai Se trataba de un excompañero del curso de Carrión. Recordó el día que llegó un telegrama para Flores: "Tu madre grave". Así, escuetamente, de doloroso. De inmediato se puso en marcha la máquina de la solidaridad. El jefe del grupo ordenó un descuento a todos por parejo, para ayudar económicamente a Flores, quien con el permiso correspondiente salió rumbo a su casa en Puerto Montt. Pasaron cinco días y llegó un radio oficial directamente al teniente instructor. Pedía más permiso y más plata, porque según explicaba tenía problemas gravísimos con la salud de su señora madre. Otra colecta y más permiso. Ai tercer día, nuevamente, esta vez comunicando lo inevitable... La señora madre del carabinero alumno Mariano Flores había fallecido. Más dinero y más permiso. Cuando volvió venía esposado, preso. Todo había sido un ardid, para poder farrear con plata. En Puerto Varas cayó preso, detenido por riña y le llegó la rocha.
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Estuvo dos meses en el calabozo militar hasta devolver con sus sueldos los dineros de sus compañeros y jefes. Esa mañana esos dos ex compañeros se encontraron en rutas diferentes. Mariano sin una huella de vergüenza en el rostro. Esta vez ese comerciante que no llegó a ser carabinero gritaba en la feria dando la alerta, la clave de los pillos: -¡Papas, lechugas y tomaatesf REEMPLAZO EN EL RETÉN LA LEGUA -Usted se va ahora al retén La Legua a reemplazar por el feriado al carabinero Rodríguez. Antes de salir pase por la oficina de partes por si hay algo que llevar. ¡Y tenga cuidado! -¡A su orden mi capitán! Juntó el poco cachureo necesario y partió -no de muy buenas ganas-, pero, en fin, no era tanto, sólo tenía que ir a hacer los turnos y volver a comer y dormir en su cuartel. Para esa "peguita" le habían hecho la "cama \ le correspondía a uno más antiguo, pero se fa sacó porque era casado. Al pasar por la cuadra sus compañeros le gritaban: -¡Manda fruta. Cascarita! Al llegar al destacamento se presentó al jefe de retén, un suboficial mayor tan grande como un edificio con uniforme. Le decían "Caballo Salvaje". Venía trasladado desde la 15* comisaría del tránsito. Había cumplido sus años de servicio, casi treinta. Se encontraba en la meta de su carrera. Ese destacamento parecía una jaula de cemento, con rejas y mallas de alambre por todos los hoyos por donde podía entrar un poco de luz natural. Se justificaba, ya que varias veces intentaran "tomarlo" por la vía violen-
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ta. A la entrada un centinela montaba guardia con C.A.\ Afuera, en la calle de tierra, sucia y descuidada, al igual» de /os niños que todas las tardes armaban pichangas, el i paisaje era común, sin contar que cada media cuadra se J dispon/a de un clandestino para el consumo del típico \ litriado, del otro o de lo que se les ocurriera a los no santos parroquianos del lugar. ^L La mayoría de los habitantes de ese barrio era gente pobre, abandonada de la mano de Dios y de la ley. Los patos malos hacían nata al atardecer, se juntaban bajo la luz de los postes a jugar al naipe, chupe, rayuela, crap o simplemente a pelear cuando tenían "hecha la cuota del día ". La dotación de carabineros era mínima. Contaban con un vehículo que jamás tenía bencina por falta de fondos y que los pacos ponían en marcha los fines de mes, "pal'pago", haciendo "vacas" para combustible. Al terminar esa primera noche de guardia en el retén La Legua, después de 24 horas despierto, escuchando y atendiendo los más increíbles problemas, volvió a la comisaría a intentar dormir, descansar y olvidar por unos momentos la desagradable experiencia. Un hombre aguanta ios embates de la vida y muchos de ellos los deja pasar sin darles importancia, los más difíciles los enfrenta. Es lo que hace un hombre normal, un hombre común, como lo define la sociedad. Pero en un carabinero deben sumarse los embates de la vida por partida doble, los personales partiendo de la difícil condición económica y los que tiene que solucionar a sus conciudadanos de toda la escala social. A un carabinero con los años, con los días, y a cada instante, su trabajo le carga el sistema emocional con basura, llegando con el tiempo a insensibilizarse produciendo en no pocos un retraimiento hasta un rechazo a lo que pudiera tener algo de espiritualidad.
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convirtiendo su razón de vida en un horizonte que limita en las rejas de la vida policial, que no le deja ver más allá de la guardia. Su vida, su mente, su alma se centran en el verde. Cuando un carabinero ha llegado a ese estado, por lo general sus sienes pintan canas y muchos de ellos han sufrido la emasculación del espíritu y en ese punto de la carrera esa vida ofrece caminos muy claros: El más común es la sumisión, la aceptación de todo. En ese momento, para un hombre de tropa, se ha cumplido el climax del adiestramiento, como dice el Derecho del Mando Romano: "UN SOLDADO DEBE TEMER MAS A SU OFICIAL QUE AL ENEMIGO". Sólo ahí es considerado un funcionario seguro. Otro de los caminos es la vía a la indiferencia que produce la frustración. Entonces el hombre actúa irresponsablemente y con rebeldía; a los ojos de los oficia/es el hombre es un díscolo. También un camino muy marcado en el comportamiento que adoptan algunos hombres de fila, agotados por la fatiga disciplinaria, es la hipocresía: "Si mi... A su orden mi... bueno el chiste de mi... Yo voy a su casa mi...". Eso es sólo una reacción exterior, algo así como una representación que termina diariamente al quitarse las correas, en ese caso muchos buscan el re/ajo en el alcohol. Otros, lamentablemente muy pocos, buscan el perfeccionamiento, en una constante preparación dentro de las filas o para volar en busca de un soñado horizonte civil. Estos últimos son considerados útiles, pero de cuidado a los ojos de los oficia/es que los consideran peligrosos. Era el caso del hombre cuyas anécdotas les estoy relatando. En los tiempos en que ocurren estos cuentos hubo un general que tuvo especial preocupación por el perfeccionamiento de la tropa. Fue una buena época, "un
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boom cultural": escritores, liceanos, poetas, pintores, profesionales, artesanos, médicos, intérpretes y buenos ciudadanos salieron de las filas de la institución, y eso fue bueno porgue se advirtió más que nunca un acercamiento humano entre carabineros y la ciudadanía. Después de reponerse, esa misma tarde, se fue a visitar a un amigo que era jefe de sección en Ambrosso/i y "le pegó en la pera" por unos kilos de pastillas que le regaló con gusto al imponerse de cual era ei objetivo de la petición. Al día siguiente salió a ia pista de primer turno acompañando al cabo Oteiza, el que lo autorizó para poner en práctica el plan: "A la gallina por los pollos". Durante la ronda, con sus bolsillos repletos de confites, fue repartiendo dulces a los niños que se le cruzaron en la calle. Casi todo el turno le siguió una nube de pelusitas. Otros se iban corriendo y gritaban: -¡Lorea, el paco me dio un duicel Al correr de los días repitieron la operación en forma selectiva. -¡Déme un duice, mi caabo! ¡Déme, yo sé que ahí tiene re hartos/ -Claro que te daremos un dulce, pero primero te lavas la cara y te peinas. Atgunos se lavaban en la acequia y pasaban sus manitos por fa cabeza intentando peinarse. El intento valía más de un dulce y corrían a su casa a contar que /os pacos les habían regalado pastillas. Un día, una tarde de esas en ei barrio La Legua, con caior, llenas de tierra y polvo que levantaban ai pasar los vehículos, el paco conversaba con unos cabritos. Echaba ia talla y les daba pastillas como premio a los tres primeros fugares en una doméstica olimpíada organizada para pasar la tarde. Algunos vecinos contemplaban sentados en esos típicos sillones de mimbre, frente a sus 46
casas, el novedoso espectáculo. En eso estaban cuando pasó un pelusón apodado "Ei Camello". Le decían así porque cuando tomaba no paraba, como si estuviera preparándose para cruzar el desierto. -Estos pacos güeones me caen mal... -Putas que vái rápido güeón. -¡A quien le decí gueón, paco culiaol -¡A vo'pu concha'se tu madre/ -¡Te creí la raja güeón por que andái armáof -¡A vo'te pego en pelota tonto re güeón/ -¡Sácate las gueá y vemo'de que culito sale sangre/ Se sacó /os terciados, descargó ei revólver y los colgó junto con la blusa y la gorra en un árbol... y: -¡Veamos si soy tan choro! La pelea no era pareja. "El Camello" le estaba dando como bombo en fiesta al paco, los niños cuidaban el revólver de su .amigo. En una de esas, con mucha suerte y maña, el carabinero-pelusón redujo'a su contendor y cuando lo tenía en el suelo: -¡Párate güeón y pelea como hombre/ "El Camello" se puso de pie... dio tres pasos o cuatro hacia atrás y sacó un cuchillo. -Porque eres macho, paco, no te cago. Es más mejor que seamos amigo. Vamo'a tomarno una pilsen, yo pago güeón. Esa fue la primera vez que tomó alcohol de servicio. Todo fue por las buenas relaciones de carabineros con la civilidad. ¿O no es así mi capitán? Arregló su llegada al retén, con una cuenta falsa porque estaba en estado lamentable: entierrado hasta los calzoncillos. Acomodó la cosa como que había sido atacado y "Ei Camello" lo había defendido. Esa no se la creyó nadie, pero desde ese día la población lo saludó con un poco de
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consideración* Que ya era mucho, porque ahí los carabineros efan enemigos de la población. La muerte, la sangre, la violencia, el descriterio, la crueldad y las bajezas humanas eran el pan de cada día, pero lo que más quebraba al policía era ver en vivo y en directo el hambre de tantos niños que día a día iban creciendo con ese resentimiento que les marcaba una sola rutd, la ruta obligada que los formaba como defin, cuentes* Al cumplir los quince días volvió a su unidad contento Y con pena, ya que como "manga lisa" nada podía hacer y la función tenía que continuar. Total la calle es para el paco como la pista para el "Ton/". EL FINAL DEL PUNTUDO flodríguez había vuelto del feriado, venía de Valdivia, de su casa. Su segundo apellido era alemán, tenía buena pinta, estuvo en la guardia de la Moneda. Separado sin hijos. Mujeriego hasta el vicio, no se le escapaban ni Jas escobas con faldas, parecía cura rural. Cometió un craso error* se metió con la amante de un "choro grande". Por primera vez pensaba seriamente en una myjer. Tenía un grave trauma porque no podía engendrar hijos, esa fue la razón de ruptura matrimonial. El sicólogo le diagnosticó que la principal causa de su mal eran /as tensiones de la vida policial y que por esa razón debería intentar otro trabajo. Desde entonces esa fue su meta, tenía todo listo para instalar una reparadora de calzado. Se veía feliz, lleno de sueños y proyectos. Su padre le había regalado unas vacas y con su venta empezaría esa nueva vida, pensaba instalarse en Valparaíso, lugar de nacimiento de la mujer que amaba. desnudo
Un día lo secuestraron del servicio y lo liberaron frente a la comisaría. Fue arrestado. Enfermó.
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Esa situación duró algunos días, hasta que en un descuido del armero hurtó una carabina. El eco del disparo recorrió los pasillos hasta la guardia. Se descerrajó un tiro en la boca. Cumplió con la Ley der Honor, se mató como un carabinero. Morir para un carabinero es parte de la vida día a día y si la muerte llega con honor es un favor de Dios. Era un buen amigo del paco Deza. Fue el único compañero que lo acompañó en su funeral hasta la estación Central y lo depositó en el nocturno, rumbo a Valdivia. Lo apodaban el Puntudo. CUANDO LAS MALAS VIENEN, LLEGAN JUNTAS -Te buscan en la guardia, dice llamarse Mar amblo y que fue compañero tuyo en Carrión. El reloj marcaba las 23.30, saltó de la cama y se fue en busca de su amigo. En la guardia preguntó por él y nadie sabía nada, sólo el paco que lo había atendido y Torres que lo conocía, pero no se detuvo a saludarlo porque venía atrasado al cuarto. Nadie se percató de su partida, esa noche jugaba el Coló y la mayoría trabajaba colgado de una radio, para no perderse la emoción de los goles. Salió hasta la reja y preguntó al centinela: -Hace una hora que no entra ni sale nadie... perdón hace cinco minutos llegó el Torres que venía aculado al cuarto, de ahí nadie más y deja de güeviar porque el Coló va perdiendo uno a cero. Le gritó desde la garita: -Este güeón de Marambio debe andar con la ñaca y le dio julepe que lo pille algún estrellado. Mejor me voy a la durma, mañana es otro día.
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Muy temprano, los diarios decentes y los amarinistas, esos gue explotan la desgracia ajena, esos que escupen en la cara del pueblo aprovechándose de la libertad de prensa y se escudan tras la noble profesión del periodista para realzar la basura, dieron la ¿nformacióni (también es pega del paco de guardia leer el diario y| marcar lo de interés para carabineros, asi cuando llega e/j señor comisario el oficial de guardia le lee los diarios y se informa de lo gue ha pasado durante la noche y lo que le espera en ese día). advertía:
El titular en las páginas policiales de esa mañana j
"CARABINERO ASESINADO MIENTRAS EFECTUABA CONTROL DE TRÁNSITO DE CARRETERAS A LA SALIDA DE SAN BERNARDO": Se llamaba Luis Marambio; deja una hija de un año. En el detalle de la información aclaraba: Siendo las 23.15, mientras cumplía labores de fiscalización de tránsito en un tercer turno de rutina, un vehículo no identificado arrolló al carabinero Marambio, al no obedecer, al parecer, la orden de detención dándose a la fuga. Por sus datos es buscado intensamente por la policía uniformada. Deza aún no puede aclarar el puzzle,nadie le ha dado una explicación, ni siquiera el capellán de la época. A las 23.15 el paco Marambio estaba muerto y a las 23.30 había llegado de civil para hablar con él. Días después del funeral con banda, honores y ios discursos de buena educación, fue invitado a la casa de Marambio y le obsequiaron las "esposas" y un bastón NA.
me de su padre. Su joven viuda no dijo palabra. Le decían "El Gato ". Aparte de tener una mirada similar a los felinos maullaba con gran acierto, hasta lograr volve\locos a los perros en los turnos de noche. Cuando bebía unas cervezas^ de más le cantaba a su
esposa: "Si tú mueres primero es mi promesa, que escribiré la historia de nuestro amor, la escribiré con sangre, con tinta sangre del corazón... si yo muero primero... si yo muero primero... ¡Aún no se funde la bala que me mate mierda! ¡AL ESTADIO! ¡AL ESTADIO S'TADIOOOO!
Los ojos de esa madre se llenaron de pena, mientras la niñita jugaba inocente con la gorra del unifor-
La mayoría de los domingos era normal que destinaran personal de casi todas las unidades para cubrir el servicio estadio y espectáculos públicos. Uno de esos era el principal centro deportivo del país, el Estadio Nacional. En esas ocasiones eran siempre los mismos fanáticos quienes se ofrecían voluntarios y se las arreglaban para quedar en la pista de ceniza, logrando así una ubicación privilegiada para ver el o los partidos. Cuando estos eventos eran sin importancia el oficio del servicio policial era rápido y sin novedad. Lo desagradable se presentaba cuando los partidos tenían alguna importancia internacional. Se convertían en un servicio torturante. No importaba si el paco estaba saliente de turno nocturno o de una guardia de 24 horas sin dormir. Por razones del buen servicio y por orden superior el número de funcionarios en el estadio debía ser tal o cual, siempre era el máximo, por eso los jefes de unidad echaban mano hasta de los cocineros para así aportar la cuota de carabineros ordenada por la superioridad. En esas ocasiones los salientes del servicio de
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-Ya que eran tan amigos y tú le envidiabas estas cosas te las regalo, para que siempre andes con mi hijo y él te cuide.
noche, con todo el sueño en el cuerpo, parados a pleno sol o lluvia, cumplían su tarea extra contestando todo tipo de preguntas, desde donde está el "güater" hasta ¿cuál va ganando mi caoo? Ahí era cuando se caminaba sonámbulo, con la boca seca, las manos hinchadas y los i pies dilatados dentro de los bototos, recalentados por el í cemento hirviendo, y la mente en blanco de cansancio. A \ eso de las 17 horas repartían una bebida y un emparedado de hallulla con mortadela, ma'arrugao que sobaco de elefante. Esa era la máxima preocupación de las autoridades policiales y del deporte por los pacos, ya que suponían que a esa hora y antes del comienzo del encuentro tenían derecho a un refrigerio que debían engullir en los baños; porque un carabinero no podía comer a la vista del público. Esa mescolanza de agua tibia con azúcar y la hallulla seca eran bien venidas, considerando que los pacos estaban citados a las 10 de la mañana y almorzados en el estadio. Total, el partido era a las 20 horas con la "fresca" de la tarde. En general el barullo terminaba a eso de las 23 horas. O sea, quince horas de pie, almorzando antes de las 10 de la mañana y con una hallulla a las 17 horas, elpaquito tenía que aguantárselas. Y los que ese día tenían servicio nocturno seguían en la ruta hasta la madrugada.
-/Capitán retire al personal/ ' -¡A su orden mi mayor/ -¡Teniente retire los hombres/ -¡A su orden mi capitán/ -¡Suboficial retírelos!, -¡A su orden mi teniente! -¡Los jefes de pareja... retírenlos.../ -Buenas noches mi cabo... ¡Puffff! En un turno de esos un paco de Renca hizo un comentario en la fila que desgraciadamente escuchó el prefecto que estaba detrás de él. Fue tratado de delincuente, comunista, pasado a /ajusticia militar, dado de baja y a la cárcel por murmurar: "Putas que sería bueno y justo que nos pagaran horas extraordinarias al igual que a todos los trabajadores". EL ANIVERSARIO
Escrito en unos pocos renglones no parece tan duro, pero era un verdadero suplicio que realmente terminaba después de la formación, cuando: -¡Jóvenes/ el servicio estuvo bien, pero la cosa tiene que mejorar, noté que la cosa estuvo lenta y eso no puede ser porque el Estado les paga para que trabajen. Siempre y en toda ocasión posible algunos oficiales enrostraban el salario que el Estado pagaba por los servicios y daban a entender sin rodeos que los funcionarios no merecían el salario y que prácticamente era una limosna.
Un mes antes empezaron los nervios y los tiritones. La palabra clave era "Remozamiento" del cuartel. Lo que no se había hecho en un año tenía que hacerse en ese mes. Las órdenes eran claras y sin derecho a pataleo.Los deseos del jefe se convertían en ley del creador, para oficia/es y suboficiales. La cosa no era tan difícil. -Sargento Pérez, consiga pintura blanca, porque mi mayor quiere ver pintado el frontis del cuartel. Usted conoce a los amigos de carabineros. -¡A su orden mi capitán/ Y la pintura llegó como por arte de magia, pusieron dos pacos salientes de cuarto turno a pintar. Y el deseo del jefe se cumplió como un sueño en una noche de verano. •Usted será responsable del aseo interior del cuartel, su misión será conseguir cera, limpia vidrios y todo lo necesario, total ya tiene olor a paco viejo. Es
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tiempo que empiece a aprender a mandar, así que cuando tenga los materiales, tome cuatro reclutas y cumpla la orden. -¡A su orden mi teniente! El sargento Galianni escuchó la orden y se rió. El pobre paco desde ese día no durmió pensando como conseguiría los útiles de aseo. El sueldo no le daba para comprar los materiales. Por más que sumaba nada le cuadraba. Galianni lo vio y... -De tu cuero no tienes que sacar las correas, chiporro. Yo te voy a enseñar, total te debo una. La cosa es simple: Anda a la bomba de bencina del paradero Uno y dile al turco que mi mayor dice que si puede colaborar con el aniversario de la institución poniéndose con unos pocos útiles de aseo, y le entregái la lista. Le das las gracias y le preguntas que cuando puedes ir a buscarla ¡aaaaahh! y que como siempre, carabineros de Chile está a sus órdenes. Vos'sabf. Pélale los dientes al turco. Hizo el trámite como aconsejara el sargento, pero el turco dijo: NO. -Eso no estar en ley, majito lindo. La vergüenza que había pasado se la cobraría a Galianni, que cuando supo lo ocurrido, se apretó la guata para lanzar la carcajada. -Eso no es nada chiporrito. Déjamelo a mí. Yo te lo voy a ablandar. Al día siguiente un punto fijo de tránsito se instaló cerca del servicentro. Los automovilistas pasaban de largo para no ser revisados y... las ventas bajaron. Ai tercer día llegó una caja repleta con todo lo necesario y un poco más, dirigida a nombre del señor comisario con una tarjeta muy conceptuosa firmada por el turco. •¡Deezal ¡Llegaron los materiales! -Buen amigo de carabineros es el señor dueño de 54
la bomba de bencina, hay que tener/o en cuenta. -A $u orden mi mayor. Cumplió la orden al pie de la letra. -Viste chiporrón. Dios en el cielo y los pacos en la tierra. Hagamos salud por el aniversario y el turco. Murmuró con la boca llena de empanada acompañada de la más grande caña de vino tinto. Esa vez aliadito con Cinzano "paco", así se llamaba el trago. El vino estaba bueno, esa misión la cumplía Galianni por años. Ese viejo paco era un pájaro de cuentas. EL PERRO AMIGO DE SU AMO Por el sector de la embotelladora, más o menos en el paradero cinco por la calle Fernando Lazcano, esa mañana de primavera salió de un chalet un hermoso cachorro de pastor alemán disparado como perseguido por el diablo. Sin motivo alguno se detuvo y se puso a oler el pasto; movía la cola feliz, en libertad. El carabinero lo aseguró para que no volviera a escapar, ya que a unos metros venia su dueña, una señora de edad, de pelo muy blanco, tratando de correr en zapatillas de descanso y bata de casa para dar alcance al cachorro juguetón. -Por favor, carabinero, le ruego lo lleve hasta su casucha en el patio y lo amarra, porque a mino me hace caso. Me tiene el living hecho un desastre. Después de cumplir con la agradable misión, la señora ofreció un jugo al paquito y ella lo acompañó bebiendo cedrón frío, porque según dijo era delicada del corazón. Cada vez que le tocaba turno en ese sector pasaba a vera "Jarte" y le daba pastillas. Conversaba con la simpática anciana que, como ya acostumbraba, le ofrecía un jugo. Luego seguía su ronda. Esa noche la señora estaba sentada en un sillón 55
de mimbre junto a su jardín cuando el carabinero pasó; la notó extraña, pronunciaba incoherencias, primero pensó que estaba bebida, pero en cuanto la sintió quejarse de dolores en su brazo izquierdo corrió a la embotelladora que estaba a menos de media cuadra. Habló con el jefe de planta, quien inmediatamente le facilitó la ambulancia, tomó a la señora y se la llevó al centro a la calle San Francisco, a la Asistencia Pública. El chofer de la ambulancia le advirtió de la gran distancia que había al centro, pero el carabinero sabía que en ese establecimiento estaba lo mejor en atención de urgencia. Y corrió el riesgo. En el camino la viejita le entregó las llaves de la casa para que "por favor" atendiera a "Jack". Vivía sola y no tenía empleada, su hijo ingeniero vivía en EE. UU. Informó al médico de los síntomas que había advertido en la enfermita y antes que terminara ya la tenían en emergencia. Regresó en Ja ambulancia a su facción, pasó por la casa, apagó las luces y encerró al cachorro, le dejó agua y comida para la noche. Cuando terminó el turno volvió a la posta. •La enferma está muy delicada. ¿Es usted pariente? -No, señorita, soy el carabinero que la trajo. -¿Usted conoce a la familia de ella? -Lo único que sé es que su hijo vive y trabaja en el extranjero, pero si usted revisa los documentos ahí debe tener la dirección y si me la da le pongo un radio. A las dos de la madrugada estaba donde un amigo radioaficionado, el cojo Peralta, quién logró contactar con Detroit. A las cinco la misión había sido un éxito. El hijo de la ancianita vendría por su madre. -Aunque delicada de salud, la señora se veía bien, el oportuno traslado a la posta había sido una decisión muy atinada -comentó el médico que la atendió. Contra su voluntad se vio obligada a dejar Chile. 56
No existía una razón que justificara vivir sola teniendo un hijo que le había dados nietos norteamericanos. A pocos días del viaje, madre e hijo invitaron al carabinero a cenar, quien por razones del servicio sólo pudo disfrutar un poco tiempo de esos instantes de vida de hogar. Cuando se despidió de la señora, ésta le dio las gracias con un beso. -Carabinero, no tengo con quien dejar a Jack y como se da tanto con usted quisiera que lo cuide. Si me lo acepta se lo regalo, estoy segurísima que le será de gran ayuda en su trabajo, no quiero que sufra con extraños. Es un perro muy fino. Llegó a la comisaría con un pastor alemán nacido e inscrito en un criadero de perros de Alemania. Con todos los pape/es al día. Desde ese día el paco se puso lo que se llama realmente "huevón". Vivía para ese perro, le salía más caro que un hijo vago, pero al muy poco tiempo el animalito empezó a mostrar la calidad de su raza. Amo y can lograron una comunión casi perfecta, por no decir humana. Bastaba un chasquido de los dedos o una mirada para que estuvieran de acuerdo. Dormía debajo de la cama de su amo, nadie se podía acercar al paco cuando dormía, sólo los amigos de Deza. El perro los conocía en el olor y eso debe ser porque la deslealtad tiene que tener muy mal olor y los perros tienen el instinto de olería y los humanos sufrir/a cuando ocurre. Por lo general cuando ya es tarde. El paco Garay, el paco Deza y el perro Jack caminaban esa noche por los alrededores de Santa Rosa hacia un lugar donde siempre llevaba al animal para practicar ataque y defensa. Jack creía que era un juego. Una ceremonia en todos los turnos antes de salir a la calle era la lectura de encargos. Esa noche uno llamó la atención... "Se encarga paradero de 16 años,
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soltera, chilena, estudiante, rubia, ojos claros, 1,68 de estatura, viste uniforme del colegio..." en fin todos los datos... "Desapareció el día lunes a eso de las 13 horas a la salida del establecimiento donde estudia. Se encarga a los funcionarios poner especial atención, punto". Antes de /legar a la pampa, en la que acostumbraban a Jugar, el perro tironeó el collar de púas. Con fuerza pedía su libertad. •/Quieto, mierda! •Suéltalo. Falta menos de una cuadra y él sabe donde va. Como parte del adiestramiento le dijo como siempre a la oreja: -¡Ataca! -y lo soltó. Jack salió con dirección fija, lo que nunca hacía, siempre saltaba, volvía y ladraba. Junto a una pirca acorra/ó a un hombre que salía de la noche a toda carrera y ante el decidido ataque del perro quedó paralizado. En ese momento otro fulano escapaba por la oscuridad. Garay le dio alcance. Con esos dos sospechosos ios policías hacían su trabajo de identificación cuando el perro saltó detrás del muro siempre atacando. Una mano unida a un puñal sorprendió a Jack, hiriéndolo gravemente en el cogote. Antes de morir cumplió su misión. Con sus dientes sujetó al individuo hasta que lo rindió, cortándole el tendón de Aquiles del pie derecho; un cuarto rufián se alejó dándose a la fuga. Interrogados los tres detenidos llevaron a los policías ai lugar donde habían dejado un saco y en su interior amarrada, a una persona del sexo femenino que resultó ser la muchacha del encargo. Herida, ofendida, pero como dijo su madre: -Gracias a Dios está con vida. Por esa afirmación cabe suponer que Dios le
•Tengo que pedirte un favor. Vo's que le pegái a tantas cosas me vas hacer una paletiadita. Me podf ayudar a hacerme un biombo que tenga un sacado así'pa ponele un espejo en cada lado, carretita... ¿Sabe? Me voy a dedicar a mago y pa'eso compré este libro con toita la profesión y en sólo seis cuotas. Es re caro, Cascarita. Hicieron el biombo y le instalaron los espejos de acuerdo a las instrucciones del manual. Cascarita era de regular a bueno moviendo las manos. Nadie se imaginó en la comisaría para qué eran los espejos. Una y otra vez, hasta caer rendido, día y noche en todo momento libre, a Martínez se le veía frente a los espejos, practicando. Por mucho tiempo, casi dos años. Un día en el "Clarín" salió la noticia: Gran concurso Gran - Todos los que sean o se crean magos inscríbanse en el gran concurso YO SOY MAGO. Martínez no cabía en sí. Esa era la suya. -¡Oye, Cascarita, me tocó turno justo el día de! concursooo! y pa'ma remate justo en el Caupo/icán ¡No seré quemaao! ¿Tú me harías el turno? Después arreglamo'pü. -Habla con mi teniente Donoso y si acepta el cambio, yo te hago el turno, mago. -Escucha Martínez. Yo no tengo nada que ver con concursos de magos. Yo soy oficial de carabineros y usted es carabinero y le pagan para hacer servicio. Hable con mi mayor, que él vea. -Permiso mi mayor. -No tengo tiempo, hable con Donoso.
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ordenó a Jack hacer lo que hizo. Siempre en carabineros las cosas buenas duraban tan poco. Y LO LOGRÓ
En Santiago la lluvia no era como la del sur. En Santiago la lluvia era sucia, en algunos barrios el olor que se sentía cuando llovía era muy similar al del barro podri-
do, además hacía que los pobres se vieran miserables porque los obligaba a taparse con esos cucuruchos de sacos paperos. Con esa vestimenta y descalzos esperaban en las esquinas bajo los aleros. Esperaban que escampe mojados hasta el alma en total abandono. Cuando llovía en Santiago el billete se ponía lobo, para los que se ganaban la vida en forma ocasional, como los limosneros que viven de la calle. A los comerciantes callejeros les bajaba la venta en los días de lluvia, pero norma/mente tenían asegurado el buche. Era una de esas amanecidas en el barrio matadero, 5,45 de la mañana, ya terminando el turno de noche. Los ponchos de castilla pesaban el doble cargados de agua y los bototos se habían rendido dando paso a ese hilito húmedo que adormece la punta de los dedos, convirtiendo los calcetines en pantrucas frías. La noche se iba, con los primeros haces de luz que recortaban la cordillera como un dibujo a tinta china, pálidos y con una tremenda hambre, lo mismo que los vagos, los pacos le ganaban ese turno a la vida. Para él era su último turno en ese barrio, estaba trasladado a la 13* Comisaría de Ñuñoa. "Le habían hecho la cama". Un señor oficial estaba molesto con el paquito porque no se sometió a ser ordenanza. Cada oficial tenía uno. Un paco para todo servicio. Si el señor oficial era soltero, el ordenanza tenía que despertarle para los turnos y llevarle cafecito y luego hacerle la camita. Por supuesto tirar la bacinica y llevarle entre otros deberes la ropa al lavado. En fin, hacer la pega de una mucama. Si el señor oficial era casado, el ordenanza tenía que cuidar ios niños cuando iba al cine o a comer "ajuera". Llevar la carne, pelar las papas, encerar, y cuando el jefe tenía... lavarle el autito. En los ratos de ocio su preocupación era el jardín. Los ordenanzas eran algo así como el escudero de
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•¿Sabí Cascarita? ¡Se van a la chucha! Yo voy a ir al concurso y lo voy a ganar por la misma mierda y por las rechuchas. Y no le pido más permiso a estos güeones creídos de mierda. Uno a uno los aspirantes a mago pasaron por el escenario. El público era popular, casi todos obreros, muchos de ellos textiles que daban su desaprobación rasgando trozos de tocuyo que sonaban muy similar a un fuerte "peo". El anunciador presentó al último de los clasificados. -Señoras y señores, ahora con ustedes el mago de los magos, el ganador, el artista vencedor, el mejor mago de Chile y que nos representará en Europa. Con ustedes... Mfster... Míster.... Ye/tro.... -¡¡jBraaa vooolil Martínez con un elegante esmoquin arrendado, camisa de paco con humita y bototos fiscales, miraba al público con los o/os húmedos de emoción. •¡Ese güeón es paco de la doocel La galería esperó en silencio después de las carcajadas. Martínez, como todo carabinero acostumbrado a tratar con público, contestó: -Era paco. Desde este momento, gracias a ustedes, soy mago. Señoras y señores, dedico mi primer número, con mucho cariño, a todos los que me ayudaron a pararme en este escenario. Se fue de baja. Sin honores. Siempre escribía a los pacos. La última vez que se supo del paco mago estaba en Francia, casado y era padre de dos hijos. FIN DE UNA ETAPA
los caballeros medievales, humildes y leales, serviciales y además imponían a su señor de todos los chismes que sabían de sus compañeros de escudería. A estos hombres la tropa de fila, los hombres de pelea, los apodaban: "Chupa sables", "Chupa patas", "Arrastrados" o "Mijitas ricas". Hoy en estos tiempos les llaman "Secretarios". -Usted es un buen policía, es un hombre que, con buena dirección, va a llegar lejos en su carrera y yo quiero ayudarlo. Realmente no confío en nadie, por eso usted será mi ordenanza. -¿Usted está gueón mi teniente? Yo no he sido mozo ni de mi padre. -Está bien, patudo de mierda, ya vas a saber con la chicha que te curaste. Ese fue el diálogo y la razón del traslado con recomendaciones especiales. El oficial tenía, como decían los pacos cuando alguien tenía influencias, "Fuerza en el pichí". Era considerado por todos sus compañeros oficiales como un hombre importante. Hijo de dueño de fundo, por eso a los pacos los trataba como criados en tiempos de la Colonia. Terminó ese turno, preparó sus pilchas, buscó un carretón de feria, cargó sus escasas pertenencias y... "Te juistejote palos pinos"
Llegó a la 13a Comisaría de Ñuñoa en la calle Dublé Almeyda, un barrio elegante en esos tiempos. El cuartel funcionaba en un chiquero de emergencia comparado con la duodécima. Construido en paneles de yeso con viruta a la vista, lleno de hoyos pintados con cal. Al entrar, lo primero que vio fue un carabinero de rodillas sacándole lustre a las botas "Chantillí" del comisario, que alardeaba de sus habilidades de equitador
ante una mujer buena moza que también lucía tenida de montar. Todos los carabineros que pasaban a su lado hacían mil reverencias, como los chinos frente al mandarín. No podían disimular el miedo, se les notaba. El oficial de guardia, el teniente Saravia, a prudente distancia asentía con cara de fingida sonrisa, como aprobando todo lo que el señor comisario decía a la mujer que lo miraba con la boca abierta, impresionada ante las narraciones de tan grandes hazañas de caballería. Descargó sus cosas y se presentó con su pasaporte. -¿De dónde vienes tú, pajarito? Mirando a la mujer, decía: •Yo no sé, pero esta unidad me la están llenando de pájaros raros. Pasa a la oficina para que te anoten y mañana a las 8 horas te presentas en mi oficina. ¿Entendiste? -Sí mi capitán, a su orden. -Vete ya. Al otro día en la oficina. -jAaaah! ¡Miren lo que tengo aquí! El carabinero Antonio Segundo Deza González. ¡Estudia! ¡Qué bien! Poco tiempo te quedará en esta unidad para tus labores escolares, porque aquí... ¡En esta unidad, mi unidad, yo no quiero colegia/es! ¡Quiero funcionarios pacos; que hagan Jo que está en el reglamento y nada más y nada menos que lo justo por lo que se les paga! ¿Entendiste? •A su orden, mi capitán. Al salir de la oficina escuchó: -Cuídese, Quintana, porque estos que estudian por lo general son comunistas y cuando aprender a leer, lo único que hacen es revolver el gallinero. Manténgale ocupado a ese "patudo", porque viene recomendado como peligroso de la 12a. Y usted sabe que aquí a éstos les "quebramos las alas".
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LA LLEGADA A LA 13* COMISARÍA
El primer mes fue difícil en esa nueva unidad. El barrio eran tan distinto, sentía nostalgia por los barrios de San Miguel. Carabineros de Chile, como todas las organizaciones creadas por hombres, tenía cosas buenas y malas, pero otras tan malas que opacaban los logros. La disciplina militar usada con criterio y con hombría es hermosa, pero con mediocridad desconcierta a la tropa. Esa unidad era ejemplo de un cuartel-fundo. Los funcionarios soportaban callados, sólo por no perder la fuente de sustento, que mal que mal era segura aunque misérrima. Él esperaba que con la ayuda de Dios y su irregular asistencia a clases pudiera algún día aprender un oficio que le permitiese recobrar su libertad, recuperar y ganar la dignidad que creía merecer en la vida. DÍA DE PAGO EN LA 13a A las ocho de la mañana empezó la fiestecita. Formar, formar, requete formar y volver a formar. Y re todas las veces... -¡Hooooonores a mi capitán! -¡Hoy se les va a pagar! ¡Personalmente, no creo que merezcan lo que se fes paga! ¡De todas maneras aprovechen mientras puedan!¡En ninguna parte /es darán dinero gratis por lo poco que hacen! -Teniente, pase a estos ganapanes a recibir el salario. ¡Aaah, me olvidaba! ¡No se tomen el dinero! ¡Paguen sus deudas! ¡ Y cuidadito que yo sepa que alguno se fue a meter donde esas prostitutas cochinas de IO de julio! ¡Llévelos teniente, no los soporto! -¡A su orden, mi capitán! •¡A la deee ré.... De a uno por la izquierda maaar! De a uno pasen a cobrar.
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POR CONSEJO DE SU PADRE Siempre conversaba con el cocinero, e/chiquitito Muñoz, a quién le ayudaba en el trabajo de cocina en algunos días libres para tener la posibilidad de comer mejor y a cualquier hora. El carabinero Castillo, "Castillito", se dio cuenta de la movida y también se aguachó en el "rancho". Tenía olor a civil recién salido del curso de Carrión. Juntos ayudaban a ordenar, asear, pelar papas y cuando estaban de guardia, prendían fuego un rato antes de la hora, para que el chiquito Muñoz durmiera un poco más, ya que todas las noches se ponía su litro. Más que carabinero, parecía sacristán de parroquia pobre. Era un buen hombre. El comisario lo tenia para el verdadero "chuleteo", lo trataba como lo último, descargaba en ese hombre humilde todo su complejo de superioridad. •¡Mañana domingo te vas temprano a mi casa y preparas el fuego para el asado/ ¡Cortas la carne bien fina! ¡Tengo invitados... Cuidadito con llegar borracho, porque te capo! ¡Oíste! •Si mi capp... Otro paco que se allegó a la cocina, para participar de las tertulias de amanecida, fue "Toribio el náufrago ". Le decían así porque tenía una barba tan espesa como la caricatura y al afeitarse sangraba por los poros. Se fumaba hasta cuatro paquetes de cigarros "Ideales" al día. Estudiaba relojería por correspondencia, iba bien avanzado con ese oficio y ya ganaba unos pesos extras que le permitían una vida más cómoda. A los policías les aceitaba y revisaba sus relojes a cambio de cigarrillos por sus servicios. Esas noches en la cocina eran muy especia/es. Castillito tocaba el charango. Era de Arica y los mareaba con música boliviana. Al pasar de los días la cocina se convirtió en un parlamento, se llenaba de pacos a discu65
tir, cantar, leer y estudiar. Deza tenía la llave de la cocina, se creía el portero de la Torres de Londres y no era para menos, era el creador de esa nueva vida... en esa triste unidad. Se hacía siempre amigo del practicante, del cocinero y de algún escribiente, de estos últimos era más difícil, porgue tenían complejo de oficial. El asunto es que la estrategia se la enseñó su padre: -Toño... Escúchame... Nunca estés mal: Con el cocinero, porque de él depende que comas, del practicante dependerá en alguna oportunidad, ¡Dios no lo quiera, hijo I, tu vida. Y con los escribientes, siempre saben antes los detalles que pudieran llegar a perjudicarte. Cuando un oficial o civil te trate mal, imagínatelo desnudo y verás más de lo que necesitas ver, para así poder controlarte.
Á muchos lectores les parecerán muy "poseras" estas líneas donde el policía pide los "monos" al irresponsable. En ese tiempo, quien no lo hacía de esa manera corría el riesgo de quedar arrestado. Nunca se sabía con quién se hablaba. En ocasiones, oficiales de civil cometían infracciones para encuestar el comportamiento del carabinero en la calle. Cuando no eran los oficiales, el carabinero se topaba con los amigos de carabineros. O sea civiles con complejo de oficial. Con esa política el policía tenía que cuidarse: Primero de los jefes, segundo de los aspirantes a oficial con polola, que casi siempre sufrían complejo de general, tercero de los amigos esos... y por último los delincuentes.
Calle Irarrázaval desde J.J. Alessandri hasta plaza Los Guindos era un sector al que siempre le mandaban. Esa vía era complicada, especial para meterse en forros. Y como estaba recomendado, en ese sector lo tenían a tiro, para "picarlo\ No pasaban las 9.30, cuando un Cadillac negro, reluciente, pasó con luz roja, justo en la esquina de Irarrázaval con J.J. Alessandri. Con el pito le hizo señal de alto. El conductor miró por el espejo haciendo un ademán despectivo. En un taxi le dio alcance en irarrázaval con V. Mackena, con mucha suerte porque había un taco y con ese obstáculo el despreocupado conductor no pudo "echarse el pollo m. -Buenos días, señor, tenga la bondad de mostrarme sus documentos de conducir por favor.
-/Los documentos/, ¿qué hice? •Pasó con luz roja, señor. -/No sea tonto, hombre! Y por último; ¿usted sabe con quién está hablando? -Con un conductor que pasó con luz roja... Señor. -/Déjese de huevadas/ /No le entregaré los documentos! /Y menos a un paco raso! /Si fueras oficial... todavía/ -Para mí no es problema, tengo toda la mañana para atenderlo, señor. De usted depende. A esas alturas el corro de curiosos era bien grande y entre el grupo había dos pelusitas lustrabotas que con toda la picardía de la raza, murmuraron, primero, y luego gritaron: •Cagúelo... /Cagúelo! /Cagúelo mi caboooo! •/Cacha, el paco se lo va a mandar! Y los adultos siguieron esa corriente, para suerte del representante de la ley. -Claaro, estos futres se creen dioses porque andan en auto. -Que alguna vez le pasen partes a los ricos. Siempre son los pobres los que pagan el pato.
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OCHO DÍAS POR SI ACASO
-¡Tome los documentos! ¡Saque su parte! ¡Estoy apurado, voy al ministerio y llegaré atrasado a una importante reunión con el presidente. Con los documentos en la mano, el carabinero dijo: -Señor, jamás le he dicho que le pasaré un parte por su irresponsable conducta al conducir. Sólo deseaba saber si tenia licencia o conducía enfermo, porque una irresponsabilidad como la suya sólo la comete un insano. Por lo demás, que yo le pase un parte... sería un honor que usted no merece. No acostumbro a tratar ni alternar con ciudadanos mal educados, sólo con delincuentes y con infractores correctos conocedores de sus derechos. Tome sus documentos y por favor no llegue por mi culpa atrasado a esa importante reunión. Muchas gracias... Señor. -¡Gueeeena mi caaaao! ¡Se pasó el paco guenóf-, gritaron unos vendedores de ajíes. El infractor se perdía por V. Mackena, cuando venía llegado el comisario en el patrullero. -Suba... ¿Qué problema tiene aquí? -Ninguno mi capitán, se trataba de un señor del ministerio que pasó con luz roja. Le hice la recomendación y se fue. -Bien... Bien... Está bien... Al parecer estuvo bien... ¿Del ministerio dijo? -Sí, mi capitán. -Bien... De todas maneras usted tiene ocho días de arresto por si acaso. Al otro día nuestro paquito estaba de guardia, sumando y sumando horas a cuenta de los ocho días de arresto, cuando llegó un vehículo oficial hasta la puerta del cuartel. Se bajó un comandante acompañado de un civil que no era otro que el infractor del día anterior. Estaba de centinela, se metió la gorra hasta las orejas.
para que la visera le cubriera lo más posible el rostro. Rindió honores con su carabina. -¡A su orden, mi comandante! ¡Cabo de guardia! ¡Traiga el libro de placas! ¡Y vea a quién pertenece la número 2409! -¡Al carabinero Deza, mi teniente! ¡Está de centinela! Una humedad depresiva inundó el cuerpo del pobre paco. -¡Releven al centinela! -¡A su orden, mi teniente! -Tai metido en un forro güeón patudo, apúrate, están con el "capí" en la "madriguera0. Apúrate. -Permiso mi comandante para hablar con mi capitán. ¡Ordene mi capitán! -A discreción, carabinero. Este señor desea conocerlo y después mi comandante hablará con usted. -Mire señor carabinero, en el día de ayer me porté groseramente con usted. Por eso he venido a disculparme, pues hombre, y a felicitarle por su buen criterio. Funcionarios de carabineros como usted son ejemplo que enorgullecen a nuestra institucional/dad democrática. Espero me disculpe, y como ve, he pedido que en este acto me acompañe este señor comandante... -No es nada, señor, despreocúpese, nosotros los carabineros, con los años sabemos muy biefo con quien tratamos y lo que son las presiones de la vida diaria. No debió haberse molestado. No fue nada. -¡Pero aún no me dices si me disculpas, hombre! -Perdone, señor, por su puesto, ¡señor! El capitán con su mirada de águila, nariz afilada, mentón fino, huesudo, débil; frotaba sus manos mostrando sus uñas pintadas con esmalte de brillo natural. Intentaba sonreír y no le salía de su pequeña alma la sinceridad en un gesto de humanidad.
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•Carabinero, lo felicito en nombre de la institución y no es para menos ya que el señor secretario del supremo gobierno, en persona, ha pedido dejar en claro su buen desempeño como funcionario de carabineros, que es la piedra angular en la defensa de los derechos de las personas. Lo felicito una vez más y siga en esa senda, por el bien de su carrera, su familia. ¿Es casado, hombre? -No mi comandante. -Pronto lo hará. Muy pronto. ¡Capitán/, de orden de mi general dé a este hombre diez días de permiso. -Por supuesto. A su orden mi comandante. Afuera de la madriguera estaban el oficial y el cabo de guardia. Por si acaso. -¿Cómo te fue, chiporrón patudo? -Me tiraron diez días más, mi teniente. Unos días de permiso para un paco son un buen regalo. Sirven para descansar, pololear, ordenar ideas y mirar el cuartel desde otro ángulo. De ese ángulo que muchos como él soñaban. Poder ganarse la vida en forma tranquila. La actitud de esa autoridad civil fue un ejemplo de los milagros que la cultura y la clase pueden hacer en la conducta de los hombres. En esos días libres recorrió gran parte del sector de la 13* y pudo descubrir que la miseria no era propiedad de San Miguel. En esa parte de Santiago la habla y era más cruel, porque la diferencia entre la miseria y la opulencia era más notoria. La tarde que fue al cine de la plaza Ñuñoa encontró a los pelusitas que presenciaron la escena del parte. La verdad fue al revés, ellos le reconocieron. Les invitó un helado a cada uno -aprovechando la rebaja del heladero- y conversaron largo rato. -¿ Y por qué querían que le pase el parte a ese hombre?
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-Si'pu... porque esos tienen harta plata, son toooos chuecos. -¿Por qué? Si la plata es de ellos. -Claaro, yo sé que la plata es de ellos, pero... ¿Por qué no dan un poco? -¿Te va bien lustrando? ¿Qué haces con los loros que te amasas? -¿Lo que hago?... se lo llevo a miamá. -Yo también pu'. -Bueno cabros, pórtense bien y no se metan en güevadas, porque si ios pillo les paso un parte. -Chiié... A nosotros no porque somo' amigo puuuú... En esos cabros de la calle habla tanta sinceridad. Cuando llegó a dormir, los encontró en la guardia, estaban detenidos por vagancia. Al capitán comisario le molestaba cuando iba al cine de civil que ios niños vagos les ofrecieran sus servicios o le pidieran limosna. En total, los pequeños bandidos sumaban cuarenta. A la mañana siguiente, cuando los sacaron del calabozo, tiritaban como quiltros, pálidos y con la mirada perdida. Sin expresión. Nadie habla preguntado por ellos. Para sus familiares que esos chicos no llegaran a dormir a su casa era normal. Era normal que cayeran presos. Era parte de su vida. "Cuando se empieza de chico, es bueno, asi se soporta y se aprende, para lo que les espera para cuando grande", explicó una madre. Con el chiquito Muñoz, el paco se las arregló para echarle agua al café y hacer medio tarro para cada niño, que más un pan añejo fueron, sin duda, -aunque sin calidad nutritiva- un buen tente en pie a esa hora de la mañana, que les dio -fuerzas para llegar al juzgado de menores. La vida social del paco se habla incrementado en
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cuarenta amigos, con los que por mucho tiempo compartió la calle. i CON LAS PA TAS EN EL BARRO Abajo de una acacia conversaban para acortar la noche, en una oscura calle de Ñuñoa, cuando de súbito un extraño o no tan extraño ruido les hizo guardar silencio. Se quitaron las gorras, tratando de mimetizarse, cubrieron con sus manos enguantadas la placa de servicio y las hebillas, para evitar el reflejo con las luces de los vehículos. Esperaron como el gato a la laucha, justo a la salida de la cueva. De una alta pandereta cayó un saco y luego otro, pesadamente a la vereda. En menos de un segundo saltó el protagonista de la película. •jQuieto muñeco/ ¡De qué se trata/¿Te echaron de la casa? -¿Vái arrancando de tu suegro, güevoncito? Uno "de los policías lo apuntaba con su arma de servicio, mientras el otro... -¡Ya! ¡Abre las patas/ ¡Levanta las manos/ Y no hagas nada que nos obligue a ponerte el temo de madera. En los sacos hablan doce gallinas. Después de los...: ¿Cómo te IIama i? ¿Dónde viví? El ladrón pudo iniciar su defensa, perdida antes de presentar el escrito con los descargos. Pero habló: -Mi cabo, hace un mes y medio que estoy sin pega, tengo dos cabros chicos, soy separado. Yo puedo pasar sin comer, pero en la pensión donde tengo a mis hijos me están cobrando y si no me pongo con el billete mañana me los ponen en la calle y... Bueno, pensé que de esta manera podía arreglar mi problema, pero en fin... Dios no lo quiso. -¿Erí canuto? -Sí, mi cabo, soy evangélico y creo que mi Dios
el Señor me puso esta prueba. -Bueno, nosotros no somos curas guevón, somos pacos y te pillamos con las patas en el barro. -Saca tres gallinas de ese saco y pon/as en ese otro. Agarra ese con nueve plumíferas. El ladrón no coordinaba, sudaba, tiritaba, pero logró cumplir la orden. -Teñí diez segundos para desaparecer, yo me quedaré con tu carné. Si es mentira iré por ti a buscarte a tu Iglesia. -Pregunte mi cabo. -¡Ya/ va uno, dos, tres... cuatro... Desapareció tras las bambalinas de la noche. Dos disparos al aire despertaron a los vecinos. •Esto es bueno para que los vecinos sepan que el paco no duerme. -¿Dime una cosa? ¿Cómo te distes cuenta que ese güeón era un jil? -¿Y que creís, Castillito? ¿Cuándo hai visto que un choro ande con carné? ¿ Y que al ser rochado con las patas en el barro, piense en Dios? -¿ Y ahora qué haremos con /as plumíferas? -Se las entregamos al dueño, en el tribunal, total el ladrón se dio,a la fuga. -Pero eran más gallinas/ -Chiii. ¿Y vo'soy técnico avícola? Se fueron donde el dueño y lo notificaron que tenía que ir a la comisaría a reconocer sus bichas. El hombre se fue con sus tres gallinas sin hacer/a denuncia. Y por recomendación de/ oficia/ de guardia puso a/ambre de púas en /a pandereta. Unos años después vino a Chi/e e/ Che Guevara y a este paquito fe tocó un servicio muy especia/ -de civif, camuflado para uno de esos servicios en que ei paco io es para dentro de sí, pero pa 'juera tiene que demostrar
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que es cualquier cosa papasar sin rocha... Cachái-. Estos cubanos estaban en el hotel Críllón. Durante la noche el tombo se paseaba por el pasillo frente a la habitación donde el caudillo hacía tuto. Esa también es una pega que fes tocaba muy a menudo a los pacos, y no era capricho de la institución. Carabineros de Chile tenía prestigio de honestidad ante los ojos de cualquier país del mundo. En eso andaba por el piso del hotel, cuando una camarera le trajo, con la misma elegancia que a un turista internacional, con un carrito y todo, un café con pastel, queque, torta y un jugo de naranjas fresquitas. Por seguridad y por lógica, en algunas ocasiones esas atenciones no podían aceptarse. En una de esas... la güevada tenía veneno y hasta ahí no más llegaba la vigilancia. Desde el ascensor bajó un hombre joven, muy bien vestido, metido en el uniforme de empleado de hotel, parecía general. -Por favor mi cabo, sírvase. Yo mismo lo preparé. Debe estar cansado. No se preocupe, yo estoy en deuda con usted. Yo soy el que esa noche tenía las patas en el barro de ese gallinero en Ñuñoa. SI CRISTO VUELVE A NACER A las 5.55 de la madrugada de un lunes de invierno, la ciudad ya vibraba con el ronroneo, los bocinazos y el silbido de los frenos de buses, micros y camiones. La gente corría para no llegar tarde a sus trabajos, algunos ebrios caminaban inestables desubicados en el tiempo, bajo una marquesina un grupo de vagos, hombres, mujeres y niños, dormía apiñado para darse calor. Se cubrían con diarios llenos de titulares indiferentes, fríos como esa mañana, mezquinos como alma de avaro. El carabinero pasaba en su última ronda a la altura de la plaza Los Guindos, arrastrando en sus huesos
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el cansancio de esa gris amanecida, con sus manos enterradas hasta la codos en los bolsillos del capote. Simplemente caminaba casi sin ver. En ese instante advirtió que desde el interior de la oscura plaza salían solitarios unos quejidos de dolor. Desenfundó sus manos de los bolsillos, colocando la derecha sobre la funda del arma y dirigió sus pasos hacia los lamentos, con no disimulada cautela. Ahí, en el interior de la plazoleta, sentada en un banco, en el lugar más oscuro, estaba una joven mujer. Grande fue la sorpresa del paco cuando se percató que muy pronto vendría al mundo una nueva vida. Se quitó su manta de castilla y cubrió a la hembra con afecto y caballerosidad para protegerla del frío. Acto seguido desapareció en la oscuridad, tan rápido como pudo, para ir por ayuda a un teléfono que lo conectara con la posta. Para apurar la gestión paró a más de un automovilista por ayuda. -Lo siento, carabinero, pero lo'más probable es que me ensucie el auto. •Puchas que lo lamento, pero voy atrasado a la pega. Esas fueron más o menos todas las respuestas. Del hospital le aseguraron pronta ayuda. Al volver junto a la parturienta el nacimiento era una realidad. En ese momento, y como dijo no se quien, "alhecho pecho", y, sin más ayuda que los precarios elementos de auxilio que portaba en sus fornituras, ayudó a ese chileno a montar escena en este mundo desgraciado, para algunos... Justo ahí en la calle. -¡Puchas don Jecho! ¿Nunca te he pedido nada, ni te he molestado por mí, pero te juro que si esta cría se salva, iré saliente de turno a pie ai cerro. Por la mierda. Que venga la ambulancia. Putas la güea, ni un concha de su madre me quiso ayudar, pero cuando están en apuro, putas que corren donde el paco. Tenga calma señora. 75
todo va por un tubo. ¡Me cago...! ¡Es hombre mierda! ¡Gracias Jecho, te la debo! ¿No le dije? Tenga calma. La mujer no cumplió con el castigo bíblico "parirás tus hijos con dolor". Sólo sollozaba. Había parido en la calle sin sábanas ni flores. La camisa de ese paco fue el primer pañal de ese chi/enito. Tres cuartos de hora fueron suficientes. Cuando llegó la ambulancia, el jefe de turno y un montón de curiosos, esa nueva vida había lanzado fuerte y clara la primera protesta en un llanto interminable. A medio vestir la acompañó hasta la ambulancia forcejeando la camilla. •Que tenga suerte, señora. -¿Usted cómo se llama mi cabo? -Antonio me llamo. -Asi le pondré a este cabro. Muchas gracias. Llegó a la comisaría casi en pelotas. No tenía frío. Todo el uniforme estaba pala caga con las muestras y huellas del parto. Se lavó, prendió un arrugado cigarro, se sentó en un escaño y empezó a dar cuenta al oficial de guardia de los pormenores de la odisea que le había tocado vivir. Era una experiencia que, aunque inenarrable, había sido hermosa. -¿Y qué crees, Deza? Yo estoy seguro que si Cristo vuelve a nacer, hoy, aquí, tampoco tendrá ayuda, y es más, lo volveríamos a crucificar. Con lo que hiciste siéntete conforme. La camisa que se llevó la guagua no es nada. Te pasaré una de las mías, para que no falte en el cargo fiscal y no te la descuenten del sueldo. Métete esta huevada en el mate: los seres que nos llamamos humanos no hemos aprendido nada, lo único que dominamos a la perfección es la técnica de la autodestrucción. -Usted tiene razón, mi teniente señor Saravia.
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EL COGNAC CON AZÚCAR El tiempo transcurría con las mismas novedades diarias. Siempre lo mismo, nada espectacular. Ese día era domingo, fas campanas daban la tercera seña anunciando la misa de once. Lograr estar libre un día domingo, para un paco tenía un sabor especial, era como ponerse a tono con la vida simple, era imitar, era soñar con una vida normal, significaba para muchos carabineros un domingo en familia, e incluso ir a misa ¿Por qué no? -Castillito, ¿vamos a misa? Están llamando a la de once, total hoy es domingo y pensándolo bien, fuera de los domingos que nos tocan cuando estamos con feriado, para míes el sexto domingo libre en cuatro años. Quiero mandarme un helado sentado en la plaza y si me da la güeá me compraría un globo, igual que cuando era chico. Vamo'a misa güeón, por último nos servirá para mirar el ganado 'pu. Se fueron a misa. El cura que oficiaba les era familiar, no había dudas que se trataba del mismo que una vez le insinuó al jefe del curso hacer una misa en el patio, una misa de campaña con todos los pacos alumnos comulgando, para así tomar unas fotos que los reclutas tendrían que comprar. Y una foto de un paco comulgando es muy poco común. La orden se dio y se cumplió. -¡Mañana a las diez todos a comulgar! -¿ Y los evangélicos mi mayor? -¡Por la puta! ¿No está escuchando teniente? ¡Dije... toos los huevones a comulgar! Y todos comulgaron. El cura, que casi siempre tenía las trenzas hasta el suelo, esa mañana no cabía en sí y sus demostraciones de marcado corte femenino se hicieron más notorias. Estaba feliz y cuando andaba feliz los pacos arrancaban, porque con sus caricias y palmaditas se ponía cargante el jote.
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Ese cura era encargado de distribuir la leche y el queso que los gringos mandaban de limosna. A cambio de cobre. (También habla créditos de la alianza para el progreso que agarraban casi siempre los mismos). Para hacer el trabajo pesado de mover cajas y cargar las camionetas él pedia carabineros, eso era fácil, era cuestión de pedir diez pacos pa'ca, quince pacos palla, total la disciplina daba para todo. De todas maneras el trabajo de la leche significaba una pequeña fiesta, los chistes, las bromas livianas y pesadas constituían la pauta de esas jornadas. Uno de los muchachos, que ya era paco viejo, se mandó de a sorbos más de media botella de ron, hasta que se durmió sobre los sacos de leche. Y con esa media botella en las tripas roncaba como avión. Con delicadeza de cirujano, Garrido le bajó los pantalones y con paciencia china le colocó leche condensada en la fisura anal. Cuando despertó el afectado la risa fue general. En esas tardes de leche, queso y manteca los más audaces se las arreglaban para tocarle el traste al cura con el palo de la escoba. Jamás reclamó. Sin ponerse de acuerdo los dos policías abandonaron la iglesia. No aceptaron ver predicando sobre moral a quien cuando tuvo la oportunidad de demostrar qué es la moral en la práctica sólo demostró no tenerla. -¿Oye Castillo, cuanto costará arrendar una casa? Estaba pensando que si nos ponemos de acuerdo y hacemos una vaca mensual podríamos arrendar una casa y usarla como calabozo, hogar u hospedería, para meter los pendejos cuando el capi'val cine. Eso sería mejor que ponerlos en el cala. Estuve leyendo que en Concepción un señor oficial armó una comisaría de menores donde ponen a los pe/usas. ¿Que decí'vo? ¿Te gusta la idea? -No es mala. Todo es posible. A mí no me hace asco dar unas chauchas. El problema es, ¿qué dirá el cherif? Y tú sabes como es. 78
-Eso no es problema. Primero hagamos la pregunta al resto de tos pacos, y sólo así sabremos si hay quorum. La encuesta no fue un fracaso, varios de ellos agarraron papa, incluido el paco Torres. Lo más importante fue que el teniente Cerda creyó en la idea. -Yo, como oficial, no puedo ponerme en la lista, pero cuenten conmigo, esa es una buena idea y la apoyaré hasta donde pueda. Antes de tres meses se logró arrendar unas piezas en un conventillo cerca de la plaza Ñuñoa. Parte del mobiliario se consiguió en la escuela de infantería de San Bernardo, eran cosas de baja, pero en buen estado. Los milicos de ese tiempo también creyeron en la idea y se pusieron con catres de campaña y otras cosas. Hasta unos choros grandes se pusieron con víveres para empezar. Los pacos parecían recién casados acarreando tazas, platos, ollas, trapos y cuanto cachureo hay, hasta que estuvo listo el modesto hogar que fue bautizado como retén de menores. Todo pa'callao. Era tan noble la intención. El proyecto nació sin bandas ni cintas. Jamás se puso llave a la puerta de calle, era un hogar libre. En un tarro de leche nido los cabros ponían su aporte para colaborar, con lo que ganaban lustrando, pidiendo o choriando. A poco y sin apuro los niños se fueron quedando en casa. Algunos, los que querían diariamente dejaban su lustrín y muy lavados y peinados partían a la escuela vespertina. Una verdadera inyección de estímulo era ver como los más grandes ayudaban a los más pequeños. En esas tardes la pieza parecía salón chino con todos esos cabros fumando a pesar de sus cortas edades. No era posible evitar que fumaran. Permitiéndoles ese vicio Jos hacían sentirse en su casa, que en verdad lo era. Con un pitillo en la mano hablaban con los policías de hombre a 79
hombre y lograban desahogarse al narrar con franqueza sus tragedias que eran muchas a sus cortas edades. El mayor tenía dieciséis años, le decían pelusa y lucía cicatrices que mostraban la huella de la violencia de su padre. Le habían quemado las manos y la cara con agua hirviendo a los cuatro años de edad, porque lloraba de hambre. El más chico, el Pirinola, de más o menos cinco años, no sabía de dónde era ni cómo se llamaba, simplemente un día apareció en la calle y la "ronda blanca " lo trajo a la "ruca", nombre con que los cabros bautizaron el hogar. Ese nombre lo eligieron democráticamente. El de "caleta" quedó descartado porque ellos no andaban arrancando. * Todo funcionó perfecto hasta que una vecinita del lugar llegó hasta la oficina del jefe. -Sus carabineros, señor oficial, tienen encerronas con esos pelusas y cometen toda clase de degeneraciones. Si usted no hace algo, yo personalmente iré a la Dirección General. Eso es un escándalo. Yo soy una católica decente y el sólo saber lo que hacen los carabineros me pone la carne de gallina. Es una vergüenza, señor. Resultado, todos los cabecillas quedaron arrestados y el jefe investigó personalmente. Terminaron donde el sicólogo y el doctor para establecer si los pacos metidos con los cabros eran... maricones. De estos hechos, los comentarios llegaron a oídos del alcalde de Ñuñoa, señor José María Narvona, quien citó al paco Deza a su oficina para saber de la fuente misma cuál era el real problema. Total era el jefe de la comuna. El carabinero explicó a la autoridad la raíz y el desenlace del problema. Ese hombre de edad, político con experiencia, se quebró y le rodaron gruesas lágrimas que no pudo controlar de emoción. No pasó una semana
cuando llegó a la comisaría una invitación para que el paco diera a conocer el problema en una reunión de autoridades, organizada por la municipalidad de Ñuñoa y a desarrollarse en uno de sus salones. Entre todos prepararon el tema para que el patudo Deza pudiera mover la lengua como corresponde. Con gran entusiasmo el teniente señor Cerda corrigió los errores e hizo de escribiente. A unos minutos del acontecimiento el oficial invitó al paco orador al casino de oficiales y le sirvió un poco de cognac con azúcar. -Pa'que tengái valor, patudo. Mándate este trago y te deseo la mejor de las suertes. Esta reunión es más importante de lo que tú mismo te imaginas. Justo ahí entró el capitán comisario y vio al joven teniente compartiendo un trago con el hombre de tropa. Le costó una sanción en el momento y con la calificación su carrera de oficial. No era para menos, los padres de ese muchacho no tenían fundo, sólo eran profesores primarios y como pocos ese teniente amaba su carrera, era útil, humano y sincero. Nunca tuvo un problema con un hombre de tropa. La reunión en ta municipalidad fue un éxito, se dijo de todo, con los calzones en la mesa. Deza aterrizó a muchos de esos que vivían en el mundo de la fantasía, expresándose con la verdad y bien parado dentro de su uniforme. Como observador asistió por orden de la institución un señor comandante que sólo se limitó a escuchar. Un ciudadano alemán, sólb habló para donar una propiedad y ofrecer una parcela. En mal pronunciado castellano, pero con más valor que muchos que lo dominaban, expresó: -Perdonen por hablar español y decir que si todos los chilenos pagaríamos un impuesto a conciencia Chile sería país tan grande como Alemania que levantamos de guerra trabajando pero también siendo solidarios.
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Con las llaves en la mano la institución dispuso, en comisión de servicio, agregados en la primera comisarla de menores a los carabineros Castillo, Torres y Deza. Al pasar de los días llegó el cabo Palma y, cuando todo estaba funcionando, vino un jefe con el grado de teniente. A Jos pocos meses fue trasladado a la tercera comisarla de calle San Pablo, quedando atrás un sueño que a pesar de todos los problemas militares era una realidad. No era común que un paco hiciera rezar a los pelusas antes de dormir o que diera su punto de vista, para evitar que ios muchachos tuvieran que lustrar en la calle, para que no fueran ofendidos haciéndoles mofa de su condición de protegidos de la policía. Tampoco era normal que si un carabinero, al caer rendido de cansancio, se quedara dormido después de cumplir su trabajo atendiendo a más de ochenta niños y que uno de esos cabritos tomara una frazada y tapara al paco e hiciera callar a sus compañeros para proteger el sueño de su instructor. Ese sólo gesto valió la pena y las penas de ayudar a crear ese hogar. O no es asi. Eduardo Herrera, alias el Pirinola. Aunque parezca raro, en ese hogar habla hasta Larraines. En esa época del mundial de fútbol el hogar "vino al callo", porque sirvió para guardar a muchos niños callejeros, abandonados. La prensa extranjera no demoró en descubrir el proyecto de carabineros y lo convirtió en noticia. Como ejemplo para las otras policías del "fundo". Entre todos los chicos habla uno que el paco del cuento llevó a la cooperativa y vistió de pies a cabeza. Ese chico no tenia a nadie, pero con esa pinta nueva sallan a todas partes a pasear, de visita, al cine. La televisión estaba recién partiendo. Un día el jefe dio la orden y usaron al niño para mostrar/o en televisión como
De camino a su nueva destinación recordó al candidato a parlamentario que visitó Ja Ruca de Ñuñoa. •Carabinero, estas son las actitudes que me hacen sentir ¡chileno! Por eso cuando sea diputado abogaré para terminar con el flagelo de la vagancia y el desamparo de la niñez, sigan adelante, después de las elecciones vayan a verme. Al pasar de varios días logró hablar con el impecable diputado de derecha. Tuvo su costo en tiempo llegar hasta su presencia en la oficina de la Cámara... •Mira muchacho, tú eres demasiado idealista. Ven... Mira por esa ventana. ¿Ves todos esos niños? Ese problema no tiene solución, ni los países más desarrollados han podido con el problema. Yo estuve en Nueva York y vi más miseria que la que te puedes imaginar. Hace carrera en carabineros y deja las cosas como están, tú eres un hombre inteligente. Personalmente hablaré con el general para que te feliciten. Bueno, ahora tengo asuntos muy importantes que atender, nosotros los legisladores estamos muy ocupados, te ruego me discul-
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un ejemplo de lo que carabineros de Chile hacía con los niños. Y eso fío era verdad. Fue un error del servicio de relaciones públicas. El paco con su actitud con el niño sólo pagó una deuda que contrajo cuando chico con su profesor de química el señor Anguita. -No te preocupes Deza, cuando seas grande devolverás el dinero, comprando un par de zapatos a un niño que los necesite, sólo así me devolverás la mano... ¿Estamos, mi amigo? Lo de la tele fue una farsa... En fin las órdenes eran para cumplirlas. Y DE NUEVO A OTRA COMISARÍA
pes. No olvides, siempre estaré a tus órdenes. Si no estoy me dejas recado con mi secretario. Que te vaya bien. La fletera se estaba estacionando frente a la puerta de la Tercera Comisaria. Cuando entró a la guardia se presentó al teniente Quezada. -¡Qué bien! ¿Asi que tú eres la niñera? Tú eres famoso, pero igual te trasladaron por lachito, viste. A quien se le ocurre, siendo paquito raso meterse con una aspirante a oficial y todavía siendo la hija de un... Mejor no lo digo- Pasa y acomódate, esta comisaria es feíta, pero aquí todos somos uno, asi que no vengas a revolver el gallinero. El sargento interno era un viejo enfermo de los nervios que tenia alergia en las manos; las que no dejaba de rascarse hasta sangrar. Estaba en las últimas, estaba cumpliendo esperando el grado de vice primero para irse con unos pesos más en la pensión de retiro. Lo anotó en el rol de servicio y nuevamente a la
calle. El primer tercer turno le tocó acompañar a un cabo gordo como un elefante, distraído y descuidado en su uniforme, padre de ocho hijos, quien para ganarse unos pesos extra, los dfas salientes de tercer y segundo turnos, hacia aseo en una fuente de soda, ahí en la Alameda. Siempre se le vela cansado, abrumado con el
peso de su hogar. En los servicios disponibles antes de un turno de noche se cumplía con la labor de limpiar el cuartel o se cumplían órdenes judiciales siempre in tegrando un piquete de emergencia. •¡Un disponible en calidad de franco! ¡Rápido para que cumpla una orden de mi capitán Machuca! ¡Que se presente al interno! -Usted va a ir a la casa de mi capitán señor
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Machuca y se presenta a la señora de él en calidad de franco. -¡A su orden mi sargento! -Diga señora, que se le ofrece, aqufme mandó el sargento interno. -¿Y no trajo mameluco? -No señora. -¡Dios mío y justo ahora que tengo invitados! ¿Y como va a limpiar los vidrios de uniforme? ¡De uniforme no puede y eso usted lo sabe! -Eso no es problema señora, el limpiador de ventanas debe estar que llega. -¿Como entonces? El telefonista me dijo que usted limpiaría mis ventanas. ¿Usted no es Deza? Si señora, yo soy el carabinero Deza y respecto a las ventanas debe haber un error. En carabineros cuando usted levanta la piedra indicada, debajo encuentra lo que necesita. Yo estoy debajo de la piedra de los fotógrafos y publicistas, la de los limpiadores de vidrios a domicilio debe estar cerca de la mía. Ahí está el error, llame de nuevo para que lo corrijan. •¡Mándate cambiar roto de mierda! ¡ Le voy a decir a mi marido para que te castigue! Antes de regresar a la comisarla estaba arrestado y listo para ser "fusilado". -¡Tiene quince días de arresto por faltarle el respeto a mi señora! Al día siguiente. -Solicito mi baja mi capitán. Aquí tiene mi solicitud con cuatro copias; le ruego me las timbren como recibidas, porque están protocolizadas ante notario y una de ellas va a la Presidencia de la República, Congreso y D/GCAR. -¿Qué te crees güevoncito? ¿Que te voy a permitir que me vengas con chorezas? ¡Al calabozo,
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mierda! Cuando un periodista del diario Clarín llamó a la comisaría para leer el artículo sobre los carabineros usados como mozos en su tiempo de trabajo, policías pagados con los impuestos de todos los chilenos, en el instante en que se colgó el teléfono todo cambió,.. -¡Esta es la última vez! ¿Oyó carabinero? -Sí mi capitán! Estoy claro con respecto ai lugar que ocupo en la sociedad y en la institución y también personalmente no creo que esta sea la última vez, por eso mi solicitud de baja sigue por lo menos hasta donde mi general. Uno está contratado de carab... -¡Le dije que se retire! ¡ Y ahora! ¡ Y esta sí es una orden de carácter militar! ¿Entendió? SE VA EL TREN Iba a Talca en el tren que salía de la estación Mapocho; faltaban unos minutos para el pitazo cuando advirtió que un niño andaba en actitud sospechosa. La misma pinta y mirada de él cuando se fugó de su casa a pata pa'Santiago. -Hola, yo voy a Talca. ¿Para dónde vas? ¿Tú viajas, no es cierto? -Sí señor, voy a Chillan a donde mi abuelita. -¿ Y vas solo? Yo estoy esperando un auto policial de los nuevitos que justo va hasta Chillan. Si quieres les digo que te lleven, va'ir tocando la sirena, no demora na'. •Me gustarla re'harto, nunca me han andado en auto patrulla. -Vamos corriendo a la comisaría. Y mejor nos subimos ahí. ¿Que te parece? El niño tenia una deficiencia mental. Estaba en el libro de personas buscadas. Lo entregaba en la guardia en el momento que entró el capitán Lerou, a quien se le dio 86
cuenta del procedimiento. En pago por su dedicación policial recibió tres días más de permiso, que pasó muy fe/ices al lado de sus padres en Talca. PRIMER TURNO EN EL HOTEL CARRERA •Mire carabinero, yo no quiero que ningún auto se detenga frente al hotel y manténgame despejado el frontis. ¡Mire ve! ¡A ése pásele el parte! -Señor, por favor, ¿puedo saber con quien tengo el gusto de hablar? -Soy administrador del hotel y además comandante de carabineros. Y este servicio lo pedí personalmente a mi general y por eso usted está aquí a mis órdenes. -Perdone señor, los carabineros estamos a las órdenes de todos los ciudadanos, siempre que la cuestión esté dentro de los marcos legales. -Y yo le repito: ¡Usted está a mis órdenes! -Y yo le recuerdo, señor, que soy carabinero y no portero de hotel. En menos de cinco minutos nuevamente estaba arrestado. Esta vez con la gran suerte que uno de los choferes de taxi del hotel era suboficial mayor en retiro, quien personalmente habló con el general prefecto de Santiago. Desde ese día el caprichito de tener un paco propio se le esfumó a ese señor administrador y nunca más se puso un carabinero de portero de hotel. LA MARICONADA Otro de los grandes suplicios que sufrían ios carabineros eran los puntos fijos. De los servicios más desagradables eran los que se efectuaban en las ventanas
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del servicio de informaciones de la embajada de EE.UU. Si mal no recuerdo, Moneda 11 y Moneda 13, eran dos ventanas cuyos vidrios, con paco o sin paco, los manifestantes siempre intentaban romper y cuando ocurría en alguna protesta, no cabía ni una sola duda, el paco quedaba arrestado. Por lo general arrestar al paco era la mejor estrategia política para "sacarse ios balazos" y demostrar ante Ja superioridad que la disciplina estaba vigente y toda la culpa era del irresponsable carabinero de punto fijo que no puso todo su interés en atajar esa piedra. Al frente de esas ventanas estaba la estatua del León de Tarapacá. Imagínese: ¡En menos de cincuenta metros tres puntos fijos cuidando símbolos noches y noches, cuando a menos de tres cuadras Alameda abajo cogoteaban de "día "I Frente a esas ventanas estaba nuestro amigo de los relatos. Cuidaba al León en la plazoleta, porque gran parte del pueblo se resistía a aceptar tal monumento y por esa razón siempre le dejaban sus recuerdos... gráficos. Esa noche se fondeó debajo del monumento, en el hueco donde los jardineros guardaban las herramientas, para tomarse un café con punta. Llovía de abajo pa'arriba. Cuando salió, después de no más de tres minutos, el monumento tenía unas leyendas inconclusas: "Abaj... mueran... venceremosm. En la fuga, ante la presencia del paco, los artistas dejaron abandonados sus elementos pubiicitarios. No había forma de limpiar las rayas. Eso caba que tenía que responder militarmente por la al bronce y su precio en liquidación, con muy suerte, sería a lo menos quince días de arresto. nando por la plaza venía un curadito... "Walking rain!"
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signifiofensa buena Camiin the
-Perdone mi cabo, ¿dónde puedo tomar la micro pa'Renca? Perdone, se me pasó la mano. -Tráeme estos tarros y esas brochas... Yo te llevaré a Renca. -Listo jefe. Inseguro en sus movimientos por los efectos de la "mona " se ensució con pintura. A/guien de los que nunca faltan se encargó de pedir refuerzos, ofendido por la ofensa a la estatua. Como siempre cuando el paco era afectado el furgón aparecía antes que el gallo cantara. A simple vista el problema estaba resuelto con el autor del atentado y las pruebas del hecho. -Mi teniente, fui al baño y cuando volví encontré el monumento con estas rayas y sorprendí a este pajarito con el tarro y las brochas. El dice que no sabe nada, pero... -¿Donde dejo los tarros, mi cabo? ¿A dónde hay que pintar? Yo sé pintar... Hice el servicio en el Buin y ahora voy pa'Renca. -Mira, Deza, a mí no me vas a hacer huevón. Tu te "calaste" y te pintaron el mono y ahora, para sacarte los pillos, quieres cagara estejil. -¿Dónde dejo el tarro mi...? -En el suelo y échate a volar. -Disculpe mi teniente, usted tiene la razón, la cagué y por supuesto tengo la culpa. -Yo te voy a arreglar la carrera, pero lo que estabas haciendo... De cualquiera lo podía esperar, pero de usted no pues mi amigo que se las da de humanista y que siempre anda defendiendo causas perdidas. Eso sí que no. Lo que intentaba hacer tiene un solo nombre y se llama mariconada. Espero que nunca más tenga que ver en usted un actitud similar y menos que trate de meterme el pico en el ojo. Usted es un buen paco y si va a pedir su baja hágalo por la puerta con la frente en alto y use esa
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palabra que tanto le gusta: Dignidad. El teniente Quezada hizo una cuenta que lo liberó de la responsabilidad de los daños. Con hechos como esos se triza la conciencia, producen dolor, vergüenza y analizando la situación en el tiempo se logra ver lo delgado que es el hilo que separa el bien del mal. A CUIDAR EL DINERO DE DIOS En un barrio del sector, en una antigua casa colonial de arquitectura española, se guardaba el dinero recolectado en la colecta pro-construcción templo votivo de Maipú. De esa manera los chilenos, año a año, juntaron los recursos económicos para cumplir la promesa de don Bernardo O'H/ggins. Carabineros cumplía la' misión de cuidar los fondos de Dios con carabinas. Sacos de dinero que durante el día contaban y ordenaban varios devotos, para luego ser llevados ai banco. En la noche se reforzaba el servicio con más fuerza policial. Qué bueno hubiese sido que el padre de la patria, en su promesa, hubiera considerado, aparte de templo, la construcción de universidades para el pueblo. -¡Carabineros/ ¡Carabineros/ ¡Saquen a este roto de aquí! ¡Nosotros estamos contando los donativos a la virgen! ¡Y este hombre todo cochino, así como anda, se metió en mi oficina/
Algo tenía en esa forma de pararse, de mirar, ese orgullo que pocos limosneros tienen. El cabo Santana a cargo del servicio... -Venga ño, si Dios no le da acá, los carabineros le darán allá... Muestren la lengua para hacer una vaca y ayudemos a este amigo. No se olviden chipónos: estos ejemplos los pone la vida como un posible reflejo en el espejo del alma humana. El cabo Santana era ateo y lo habían mandado a cuidar el dinero de Dios. PERDONE SEÑOR PROFESOR, PERO ASÍ FUE
-¡Pan vas a comprar! ¡ Vino querrás decir! ¡Ahora por favor sáquenlo de aquí, la hediondez no se soporta/ El hombre era un viejo grande, canoso, con todos ios rasgos de una juventud altiva, mientras caminaba a la calle contó que había trabajado en las salitreras y en el canal de Panamá. En esos días, sus días, su vida estaba destrozada por el alcohol y la dura existencia de paria.
Varias anécdotas vivió este paco con sus exprofesores. Una de ellas el día que en la Alameda paró una liebre. El conductor era nada menos que su ex-profesor de castellano de la escuela industrial de Talca, "El Coipo". En una hoja de libreta escribió: "El señor De la Fuente merece un uno por dejar pasajeros en segunda fila. Atentamente un ex-alumno al que le puso varios unos y le está agradecido". Colocó la hojita dentro del carné de chofer. Lo devolvió al conductor y con un pitazo le ordenó continuar. Aquella noche la pizarra de novedades tenía la siguiente leyenda: Acuartelamiento en primer grado. Se suspenden salidas y permisos hasta nueva orden. -¿Que mierda pasó ahora, mi cabo? -Los profesores se tiraron en huelga indefinida. De ahora pa'delante tenemos pa'rato. El cuartel se llenó de funcionarios listos para la pelea. Los comedores, los pasillos, las bajadas de escala, por todos lados los carabineros se acomodaban en el suelo para pasar la noche. Es cierto que un militar tiene que aceptar y soportar los rigores de la vida profesional, pero conmovía verlos durmiendo en el suelo tapados con una frazada y la carabina apretada contra el pecho.
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un pan.
-Señorita yo sólo ando pidiendo para comprarme
Algunos pasaban la noche jugando a la brisca o a la escoba, otros con un cigarro entre los dedos aspiraban el humo con la vista perdida en el escaso horizonte. Como sea todos esperaban órdenes que tenían que cumplir, quieran o no, con la cara llena de risa. -A estos güeones se les ocurre hacer huelga cuando se fes antoja. -Y lo cagan a uno que no tiene na'que ver en el baile. •Ya vamos a salir a la calle, van a ordenar despejar, y ahí van a saber lo que es bueno. -Todavía el congreso no aprobó el aumento y si lo hacen, a nosotros también nos toca, así que déjalos que griten un poco. Yo los apoyo. -¿Que a nosotros nos van a subir el sueldo? -Chiii, dime güevón que hacícon lo que ganas. El otro día encontré a una empleada paseando un perro en el parque y le contaba a otra que estaba sacando tres mil y yo con cinco años saco Ubre a pago sin descuentos cuatro mil trescientos. -Por cuatro mil quieren pacos de oro. -Dejándose de güevadas un paco trabaja como ochenta horas a la semana, sumando bien las horas de turno son cincuenta sin contarlos caprichitos italianos del jefe, la güea llega fácil a ochenta horas por semana y pensar que los que murieron en Chicago peiiaron por las ocho horas, el domingo libre y la semana corrida. -A nosotros nunca nos reconocerán lo que hacemos porque esta pega está maldita por Dios. No interrumpas. Aprende a escuchar, güevón: Cuando Dios castigó a Eva fe dijo: Por tentar a Adán lo pagarás con sangre, pero en cómodas cuotas mensuales y tú, Adán, por güevón ganarás tu billete con el sudor de tu frente. ¡Aaaah, menos si eres cartero o paco, en ese caso lo ganarás con el sudor de tus patas. ¡Ja, ja, ja, jal
-¿Y la serpiente? -Usted verá pus'mi teniente lo que hace con ella. ¡Ja, ja, jal -Putas que dura poco la conversación de los pobres. Que más se puede esperar. -¡Formar! ¡Rápido, formar! ¡La columna viene pala Moneda mi capitán y dice mi mayor que forme la gente! -¡A su orden mi comandante! ¡A su orden mi coronel! ¡A su orden mi general! Como usted ordene señor Ministro. -¡Oh torero cha cha cha, los cocos de los pacos son de cuero cha cha cha! -¡¡Justicia queremos!¡Elmagisterio unido!¡Presente! ¡Hasta la muerte! ¡Pacos gomaos! ¡Pacos culiaos! ¡Verdugos del pueblo! ¡Cafiches del estao! ¡Magisterio unido! ¡Hasta la muerte! ¡Justicia salarial! -Mi sargento, menos mal que estos pelotas son profesores, ¿qué queda palos de la construcción? -Por la chucha, yo no entiendo porque si ellos hacen huelga pidiendo aumento siempre tienen que agarrar paTgüeeo a ios pacos. ¿Por qué no gritan tranquilas esas mierdas? -Putas güeón, yo te juro que tengo cacheo a uno de los güeones. De una güea lo voy a encañar a esa mierda y la pata en la raja no se la despinta ni Cristo, güeón. -Mira pus güeón, catorce horas parado en esta mierda de calle, güeón, para venir a escuchar a unos hijos de la maldita puta que me ofendan gratis, güenó. -En realidad no es justo, pero en ese montón con seguridad que andan güeones colados como siempre. ¡Oye care'chaucha! -¡Ordene mi sargento! -¿ Vo estaba! diciendo que ten! cachao al güeón
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que nos recordó a la familia? •Con mi ojo electroscópico. Piter Folk lo sabe pus mi sargent... -A la próxima pasada el cabezón Arancibia va a dar la orden bendita. Vos con el Cascarita se van a encargar de cazar al culiadito ese. Yo le voy a preguntar cómo se hace pichí pa'dentro. Los gritos, las ofensas y la presión fueron subiendo de tono. Los pacos empezaron a resoplar y a patear el suelo como potros con sed. -¡Ahí vienen otra vezl Con un megáfono de esos donados por la Alianza Para El Progreso, el jefe de los gladiadores... -¡Señoores, tengan la bondad de despejar la calle, no pueden obstaculizar el Ubre flujo vehicular/ ¡Ustedes no cuentan con autorización para realizar este acto! ¡Por favor, señoresl ¡Les ruego comprendan! ¡Carabineros de Chile tiene la obligación de mantener el orden público/ ¡Disuelvan esta manifestación/ ¡Queremos evitar hechos lamentables! ¡Carabineros tiene el recurso para hacer cumplir las leyes! ¡Si fuese necesario por la fuerza! Justo en ese instante una piedra dio en el megáfono que se enterró en parte de la cara del oficial. -Despeje esta gente, mayor. -¡A su orden! -¡Despeje esta chusma, capitán! -¡A su orden! -¡Despeje a estos güeones, teniente! -¡A su orden! -¡Sargento! ¡Ya escuchó la orden! -¡A su orden mi...i -¡Ahora van a saber lo que es bueno éstos culiaos! ¡La orden bendita llegó, muchachos! Dos días después en la radio: "El ministerio de Educación, la comisión especial de la cámara y los
dirigentes máximos que representan al magisterio chileno han firmado un acuerdo tripartito que garantiza la seriedad de los compromisos, con lo que se da por concluido el paro nacional de profesores". Luego importantes noticias: La producción de arvejas de este año tiene gorgojos. -¿Escuchaste la noticia? -No corre para nosotros, de aquí que la orden del ministerio haga todo el recorrido y que algunos viejos "pantalones de lata" se atrevan a cumplir, van a pasar horas. -No güeón, hoy sólo van a soltar a los casados. Los solteros como siempre seguiremos de piquete de emergencia. -Casi setenta horas güeviando sin comer, dormir, para que después un par de güeones figurones firmen un papel y de una plumada arreglen lo que en principio ellos mismos empezaron. Les gusta el güeveo. Tienen que justificar lo que tragan. -¿Qué les costaba aceptar lo que el gobierno ofrecía? •¿ Y al gobierno qué le costaba entender lo que ai final estaba más claro que el agua? -Al final todos se arreglan y se desquitan con el paco. Escucha esa noticia: "El gobierno tomará serias medidas en contra de los funcionarios de carabineros que hayan actuado fuera del Estado de Derecho usando fuerza innecesaria. La policía capitalista reprimió en forma brutal fas justas peticiones de un grupo de abnegados maestros que no hacen otra cosa que entregar su vida ai servicio de la patria ". -¡No es cierto, Deza, que esta güevada es para la risa? -Mira Puelma, yo no sé nada. Lo único que sé en
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este momento es que en dos movidas te doy mate, güeón, y qué te cafen tai. ¿Leíste el libro del paco Ribano? Se llama "Y eso no es el paraíso". Por escribir esa güevada lo dieron de baja y lo único que dice es la verdad. -Esta mierda de pega es un gallinero. Los de arriba cagan a los de abajo. -Menos mal que los de arriba comen bien. -Dejándose de cuestiones hay que echarse el pollo de esta pega. ¿Cómo te va en el liceo? -Bien ¿Ya ti con tu curso? -La raja compadre. Ya me queda poco pa'ser libre. Es una pena hablar asi, pero en carabineros lo obligan a uno a ser mal agradecido; si se es soltero lo obligan a casarse, sise es casado lo someten, a los cinco años te aumentan un poquito el sueldo y asi te van amarrando y atrapando en este cepo de mierda. Si a uno le hicieran la vida más humana seria diferente. Por lo menos dieran una comida limpia y sana y se dejaran de negociados con las tripas de los pacos. -¿Has calculado las calorías de la comida que le dan a un paco? ¿Qué le dan? Pura agua y pasto y te hacen el descuento por caviar. -¿Sabias que el cabo reyes, que era ecónomo, tiene un criadero de chanchos con la comida que se va al tarro? -Y los viejos dicen que la institución es moderna gracias a Queirolo, porque permitió que los pacos estudien. -No deja de ser una válvula de escape. Con todos los güeones que están estudiando en un tiempo más el último apaga la luz compadre. ¿Sabias que el paco Garay se recibió de intérprete y ahora se va a EE.UU.? •Y hay un cabo de la quince que este año se recibe de abogado.
Al poco tiempo, como resultado de la huelga de profesores y por las mismas razones, empezaron su movimiento los del S.N.S. Fue mucho más violento. Este paco, como estudiaba fotografía, le tomaba fotos hasta a las moscas, tenia una cámara de bolsillo que siempre llevaba en los turnos. Estaban como siempre, esta vez frente al Club de la Unión, cuando llegó la orden de despejar la calle a palo limpio. Y en esta confesión, aunque parezca cruel, vale decir que las piedras que tiraban los huelguistas no eran de goma. Los pacos calan con el rostro ensangrentado y él tomaba fotos. En un momento apareció el rey de la pelea, "el guanaco m, que se paseaba como el Huáscar mojando a todo el mundo. En estrategia muy bien organizada los trabajado-
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Si
-Tanto que le copiamos a los gringos y yo digo por qué le copian lo que les conviene no más. Por ejemplo, en los "estados juntos" los jefes empiezan de abajito y los con más cabeza llegan a jefe. Aquí, la güeá es por castas y esa diferencia limita. . •La política compadre. La política, al final en las cumbres todos comen en el mismo tarro y ordeñan la misma vaca. En el congreso se sacan la cresta en las reuniones y en los pasillos andan del brazo. -Y hasta se casan entre ellos. ¿Conocí a Eugenio Lira? Ese güeón tiene un libro que va a sacar. Se llama "La cueva del Senado y los cuarenta senadores*. -¡Formar! ¿A formar jóvenes/ -¡Retire a los casados, teniente/ ¡A su orden mi capitán/ -¡Los solteros no entregan el armamento/ ¡Quedan de piquete hasta nueva orden/ EL GUANACO ASES/NO
res del S.N.S. bloquearon la máquina y por unos segundos la dejaron sin movimiento. La nube de piedras era impresionante. En audaz escaramuza uno de los trabajadores intentó pinchar una de las ruedas traseras del lanza agua, que en ese mismo instante retrocedió aplastando al hombre. La secuencia de él y de los hechos fueron captados por la lente del policía, quien hizo llegar las copias al Departamento de Relaciones Públicas, que en ese tiempo tenía un concurso fotográfico organizado para el personal en la revista institucional. Esas fotografías sirvieron para que el General Director hiciera en el congreso los descargos en defensa de la institución y del chofer del guanaco. Gracias a esas tomas quedó claro que la víctima había tenido la culpa y que carabineros estaba disuadiendo a los manifestantes con los medios permitidos por la ley. Estas son palabras de buena crianza, pero en verdad y a la chilena en esa oportunidad quedó la cagada... y todo por unos pesos más que al final igual les pagaron a los trabajadores. Esa audacia le significó el inmediato traslado al departamento de Relaciones Públicas de orden del comandante Cristi. Con el cómodo horario de trabajo logró terminar su curso. En ese mundo tan diferente la función policial era muy teórica, ornamental, poética y de corbata, algo asi como la cara lavada de nuestra institución, nuestro personaje aprendió muchas cosas útiles, como, por ejemplo: a sonreír en forma hipócrita, solamente con los dientes a la vista, así como pa' la foto. Los señores oficiales eran educados, relajados, amables, caballeros, salvo alguna que otra excepción de algún recién llegado de la calle. En ese Departamento servia el capitán "Cachito í De la Fuente. Así le decían porque siempre a última hora
tenía problemas que atrasaban la salida. Nunca dio una orden, siempre pidió las cosas por favor y con respeto. Más parecía capellán que oficial de carabineros. Cachito De la Fuente inyectó en el joven fotógrafo la idea del arte y normalmente lo motivó a seguir estudiando y leyendo. Siempre tenía algo nuevo' que mostrar. Otro oficial que también ayudó a nuestro amigo se llama Peri y le decían pelado por razones obvias, soportaba el grado de capitán y era el jefe de la revista institucional. Es cierto que la vida en ¡a Digcar era agradable, pero no es menos cierto que el chaqueteo era impresionante. Todos ahí tenían necesidad de sobresalir, de hacerse notar. El pelambre y los chismes eran pan del día. En resumen la vanidad era Ja reina. Algunos funcionarios tenían ahí toda su carrera, jamás habían hecho un turno y hacían comentarios -como comentarista deportivo cojo- de la vida policial en la calle como verdaderos técnicos. Era para la risa. No conocían ni el olor de los calabozos. En su trabajo de carabinero, por razones estrictamente de servicio, conoció a mucha gente importante, entre ellos al señor Presidente Alessandri. Este caballero donaba el sueldo de presidente a organizaciones de beneficencia. Nadie lo sabía, porque él tenía prohibido hacer el comentario. En una Nochebuena le tocó turno el Phillips... Pasadas las doce, su excelencia llamó a la guardia civil y a todos, uno por uno, les deseó feliz Navidad y les entregó un cheque por el valor de un mes desueldo; menos al sargento Martínez. Su cheque, por la suma correspondiente, lo extendió a nombre de su esposa. -No creo que con esa nariz este dinero lo invierta en su hogar, sargento, discúlpeme pero es mejor que lo cobre su mujer, hombre... Yo ya te conozco. Conversar y acompañar al señor Frei era algo más
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que un servicio especial. -¿De dónde es usted carabinero? -De Talca, señor presidente. -Relájese hombre, por lo menos por unos minutos veamos la parte humana de la vida. Cuénteme algo sobre la vida de un carabinero. Que un presidente destine unos minutos para conversar con un paco es un hecho muy especial, aunque no extraordinario en un caballero como don Eduardo. Era culto, humano, cristiano y gozaba como niño cuando un paco le contaba algún chiste de corte popular-político. Recibir una orden del señor Frei era un agrado, irradiaba confianza y tranquilidad por más grande que fuera el problema. Pero también tenía su genio. En ese período en re/aciones públicas aprovechó todo el tiempo que pudo para asistir a cuanta academia le fue posible y de su gusto: Fotografía, Decoración, Publicidad, Arte, Diseño Industrial, Decorador de vitrinas, Juguetería, Primeros Auxilios, Atención de partos; entre otras cosas, cantero y detective por correspondencia. El curso que no logró empezar fue el de peluquería femenina, porque la academia estaba llena de maricones. Y música, no dio una, no tenía oreja ñipara los aros. Su meta fue siempre sólo saber y dominar los temas. Una tarde se encontró con el paco Belinger, que andaba de paso en Santiago. Eran buenos amigos, juntos habían trabajado en la ronda del capitán señor Miranda. Toda esa tarde hicieron recuerdos de ese oficial tan especial y la forma como recíutaba a los pacos para la ronda de la Prefectura General. A Deza lo eligió por ser el más patudo y a Belinger por su pinta de nada, de civil parecía cualquier cosa menos paco, pero si era músico y de los buenos tocando la cítara. Todos esos policías, según el jefe, tenían cualidades especiales muy útiles que, bien dirigidas.
rendían sus buenos frutos en las labores de investigación. Era un servicio muy especial que en algunas oportunidades requería de las habilidades de un patudo o de un loco, como también de un elegante como "Torito", que todo lo que ganaba iba a dar a Scappini. Era común que a estos pacos conocedores de la calle se les viera muy bien disfrazados caracterizando a lustrabotas, carteros, heladeros, fruteros, taxistas, curas, vendedores, llegando incluso a caer detenidos si la diligencia así lo requería. El señor Miranda dirigía sus pacos como quien mueve las piezas en un tablero de ajedrez. Uno de los trabajos más entretenidos era el análisis de las noticias de los diarios, las listas de pasajeros de los aviones, hoteles y un sin fin de hilos finos del rodaje ciudadano. Con todos los datos hacía archivos para su información privada. Ese señor oficial era cien por ciento un policía. Otra de las pegas que se cumplían en la ronda era la limpieza de choros y patines del centro de Santiago. Uenaban en pocas horas la primera comisaría hasta el tope de basura. Los que daban su función aparte eran los maricones. En un cine del centro detuvieron en una oportunidad a un cola que andaba desnudo en la galería, durante la función, corriendo de un lado a otro. De esa forma había pagado una apuesta. Y a otro que el cierre del marrueco le dividía la prenda en dos y así como esos muchos casos especiales en que los protagonistas eran conocidos ciudadanos que con la luna se les soltaban las trenzas. Con la detención no terminaba la función. Recién empezaba, porque los llamados telefónicos iban poco a poco quebrando la mano de la Ley, hasta que sólo pasaban al calabozo ios maricones feos y pobres. Por fas patines nadie daba un peso; muy rara vez se veía a un cafiche pagándoles la multa. Los choros eran de otra clase, tema muy aparte. Muchos de ellos eran más
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honestos que quienes predicaban la honestidad. También era pega de la ronda evitar que los ca fiches embaucaran a las mujercitas del sur o del norte, que venían por trabajo a la capital como "Rosas Chandfas" y llegaban a la estaciones Central y Mapocho sin saber en el forro en que se estaban metiendo. Muchos policías salieron heridos en defensa del honor de esas ingenuas. Algunas de ellas rechazaban la orientación policial y cuando la ronda recorría Maipú, Diez de Julio, Vivaceta, Serrano o París, a muchas de ellas se las encontraba pintarrajeadas en los salones de picantería bajo la atenta mirada de las cabronas inescrupulosas y canches sinvergüenzas. Ahí era el problema, porque por lo general la muchacha habla sido violada e inyectada y puesta a "trabajar" bajo el temor. Muchas mujeres fueron salvadas y enviadas al sur con un pasaje muchas veces comprados por los pacos del capitán Miranda. O con dinero que este señor oficial conseguía a modo de caja chica. El mejor colaborador con esta campaña era un pastor de la Iglesia Adventista, que siempre llevó dinero para la labor. La forma como conseguía el dinero el capitán para ese objetivo muchas veces justificó los medios. -Estoy en Magallanes, la vida es muy diferente y tranquila, es una buena tierra para vivir. Si te conseguí el traslado pa'ya, no te arrepentirás. No pasaron dos meses y estaba en el tren rumbo a Punta Arenas. Para esa decisión se coludieron varias situaciones, entre ellas las sentimentales, pero había tomado la determinación. Aparte del cargo fiscal llevó al sur quinientos kilos de limones que vendió a buen precio en Puerto Montt Se embarcó en el Nava riño y pasó esa Navidad a bordo en primera ciase, a todo trapo, era un sueño. Por supuesto que a nadie le dijo que era paco, ni siquiera lo
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insinuó... cuando le preguntaron dijo que era fotógrafo y no era mentira. En verdad el paisaje tenía el embrujo de lo irreal, tanta belleza natural era imposible concebir en un nortino, más bien centrino. Y eso era Chile. ¡Qué ignorancia más grande! El Navarino se detuvo en varias islas y caletas donde todo era construido en madera natural y piedra. LLEGADA A PUNTA ARENAS El buque atracó en el muelle de Punta Arenas en un bonito atardecer de diciembre, exactamente el día veintiséis del año 1963. El cielo rojo era impresionante, la fría brisa se estrellaba en el rostro de "ajuerino" a rachas con dudas, pero dando la bienvenida. Ya en la Primera Comisaría de la ciudad más moderna del austro americano se presentó en la guardia. Todo empezaba de nuevo. Ai arco, o sea, de guardia, estaba el "Tuto" Hernández; de interno, el "colorado" Reyes; de guardia almacén, el "Bonito" Tapia, el practicante Audicio era un funcionario que había servicio con el viejo Deza en el norte. De cuartelero Cárdenas y de cocinero "El cortito", muy buena persona. La primera comida en Magallanes se pasó a llamar "cena" y consistió en dos inmensas chuletas de oveja que después supo que era capón, con una fuente llena de ensalada de las lechugas más tiernas del mundo, nadando en vinagre. La poca costumbre de comer capón tiró al suelo al paco nortino que a punta de cascaritas pasó la marea. A la mañana siguiente se cumplió el rito de presentarse al comisario que, para no ser diferente, dio las recomendaciones con "filípicas" al carabinero del norte.
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PRIMERA MISIÓN EN PUNTA ARENAS
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-Usted como recién llegado está disponible, por lo tanto va a cumplir la siguiente misión: vaya a la escuela uno. Queda en la calle Valdivia con Bories, a la güeltita, a una cuadra de aquí, y se presenta a la señora de mi coronel que es profesora en esa escuela y le encera la sala de c/ases, porque tiene que entregarla limpiecita por ser fin de año. No se preocupe de nada, ella le dará todos los materiales. -Perdone, mi cabo Reyes, yo no voy aira encerar ninguna sala de clases porque eso no me corresponde. La escuela pertenece ai Ministerio de Educación y Carabineros al de interior. -¡Aaaah, yo no sé carabinero, sólo le estoy transmitiendo una orden y sino la acata las explicaciones se las da a mi mayor y de e$te momento considérese al parte de novedades. Como es el "viejo" con seguridad que lo va a picar fuerte. Y ahora retírese... Meee, patudito el paquito nortino. -A su orden mi cabo. Al otro día. -¿El cabo interno le dio una orden carabinero? -Sí mi mayor. -¿Ypor qué no la cumplió? -Consideré que esa orden no está en el reglamento mi mayor. -¿Cuántos años tiene en la institución? ¡Tráiganme la hoja de vida de este patudo/... ¡Claro, ocho años de servicio/ ¡Por eso crió patas/ Mire jovencito, aquí no está en Santiago y aquí yo soy el comisario. Tiene cuatro días de arresto y me los cumple adentro. •Mi mayor, quiero aprovechar la oportunidad para pedir/e conducto regular y poder hablar con mi coronel. Pasaron los cuatro días de arresto y fue puesto 104
en presencia del señor prefecto. Eso hacía imaginar el tiempo de los romanos, era como pretender hablar con Nerón. •Y eso es todo mi coronel, por eso no fui a encerar la sala de clases en la escuela donde su señora es profesora. -¡Llamen al comisario/ -¿De dónde sacó usted, mayor, la orden de que los funcionarios deben Ir a otras reparticiones a cumplir labores domésticas? -Su señora, mi coronel, dijo hace un año que todas las semanas mandáramos un hombre para el aseo, que usted sabía. -¡Lo único que sé es que mi mujer no es Prefecto y en esta güevada mando yo. ¡Llamen a mi mujer/ ¡Ahora mierda/ No se repitió más esa misión especial mientras estuvo en Punta Arenas ese coronel. El precio fue caro, lo pagó el paco con cuatro días de arresto. Magallanes era especial, diferente, muy diferente, su gente era distinta. El exceso en el consumo de alcohol se notaba -digamos que por el frío-. La mayoría de los hombres de todos los estratos andaban pasados a "chancho ". Muchos dejaban el motor en marcha y se pasaban a tomar un whisky. El pichuncho era el trago de los pobres, el whisky era de consumo masivo, tenía franquicias aduaneras que contribuían con el progreso de Magallanes y con el bolsillo de unos pocos. En ese tiempo todo era importado. El más sencillo ciudadano manejaba términos ingleses, franceses, alemanes, que significaban nombres de marcas de prestigio. Tras los sentimientos de solidaridad, en ese tiempo muy propio de los magallánicos, se escondía racismo contra los nortinos. Ser nortino era ser ladrón, era sinónimo de sinvergüenza o simplemente de oportunista que llegaba 105
a esas tierras a aprovecharse de las regaifas arancelarias. En realidad no estaban lejos de su verdad, porgue la gran mayor/a que venía a cumplir algún servicio público a la zona con un plazo fijo siempre demostró como gran aspiración el "autito"; era una meta, para llevarlo al norte y venderlo. Muy poco se hacía para mejorar esto o aquel/o, había que actuar con cautela y no meterse én nada, porque un traslado antes del tiempo legal truncaba las aspiraciones de llevarse cosas importadas, por las que se había luchado para conseguir el traslado a la tierra prometida. La vida de oficiales, jefes y tropa nortinos giraba en el tema de las importaciones. Cualquier cachureo importado era buen negocio y, como fuera, había que comprar/o. En el norte costaba el doble o más. Ese apetito llevó a muchos funcionarios a la cárcel, en ese tiempo, por el delito de contrabando o "matute" como se llamaba ese vicio. Un señor oficial estaba en la cárcel por robo con fuerza de unas bodegas e intento de contrabando pal'otro la'o de un cargamento de cigarrillos y con presión armada contra el jefe de retén de Río Pescado, que no aceptó que le "untaran las manos". En las otras reparticiones también había estos detalles, pero en la historia no tienen importancia, ya que se suponía y se debe suponer que Carabineros de Chile es la institución encargada de parar estos deslices y libertinajes. En ese tiempo era común escuchar "Chile llega hasta Puerto Montt" y lamentablemente es uno de los pocos decires que no se ha dejado de decir con ios años hasta hoy. En ese tiempo se fe agregaba "Aprovecha que esto dura poco", o "Dure la chacra". Quien viene a Magallanes, y lee su historia con respeto, aprende a respetar esta tierra austral y a com106
prender la forma de actuar de sus habitantes, muchas veces justificada, para defenderse de la invasión de la inconsciencia. PRIMERA MISIÓN POLICIAL La primera misión policial resultó una investigación por abigeato. -Pasen carabinero... Sien tensen, pasen más adelante, siéntensen, gusta tomar café, hace frío. -Gracias señora, pero lo que me trae hasta su casa es una orden de arresto en contra de don José Barrientos Barrientos. -¡Jesús mío! ¡Es mi'jo mayor, en qué se habrá metido hijito'e Dios! No tarda, espérenle y en tanto deje tomado su café. La orden de arresto se cumplió sin resistencia. Al comparar una misión similar en algunos barrios de Santiago la diferencia quedaba a la vista, la sencillez magallánica se palpaba. Sin generalizar se podía tener una idea del comportamiento del medio. Esa misma tarde hubo un incendio que redujo a cenizas una sencilla casa en el aún naciente barrio Dieciocho. Grande fue la sorpresa del paco cuando de un momento a otro empezaron a llegar al lugar del siniestro vehículos con ayuda, materiales y enseres para que se reconstruyera la vivienda. Cuando el paco preguntó las razones de ese comportamiento, la respuesta fue unánime: -Aquí en Magallanes la cosa es diferente, patudito
-Es simple... los magallánicos somos pioneros. -No es novedad... Los magallánicos somos solida-
ríos. Ya no había dudas. Ese y otros gestos lo com-
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Llegó a ese sector sin tener idea de lo que le esperaba. Las costumbres y las mañas eran diferentes, tanto así como para sentirse extranjero. Al jefe de retén le decían "Cabeza de vaca", al cabo, "Huaso Alvarez", a uno de los pacos "El managua" Cárdenas,, policía que había sido marino en la isla Quinquina y quien tuvo la infeliz idea de instalar una pequeña sirena de plástico atada a un palo, que con el viento ululaba día y noche destrozando los nervios del nortino. De la mañana a las 16 horas todo estaba bien, de esa hora en adelante la existencia del santiaguino se tornaba angustiante; la soledad, el viento, el silencio... Todo le llenaba la mente de recuerdos y nostalgias. El primer patrulla/e fue torturante -no sólo por los pingos mal amansados- sino porque él no sabía y nadie le advirtió que bajo el pantalón de montar había que usar calzoncillos largos para evitar el roce directo en la piel con la montura y la dura prenda fiscal. A los primeros cuarenta kilómetros a medio trote
la sangre teñía el verde del pantalón. Cuando llegaron a un puesto para cambiar los "Chuzos" -porque era como montar en camellos o guiar autos con ruedas de diferentes diámetros- no pudo desmontar de dolor. Cuando lo fogró tenía la sangre coagulada y el pantalón pegado a las asentaderas y piernas, los -ojos líenos de tierra y las costiilas molidas con el roce de la carabina, que llevaba el ritmo disparejo del trote del caballo. Gracias a Dios aún no era invierno. "Viene mal el hombre, no son de acá, pasen más adelante, hay agua hervida pal'mate. El puestero, señor Oyarzún, mostró toda ta solidaridad del hombre del pueblo. Sin dejar por supuesto las picaras tallitas que muy poco entendió y que Alvarez tradujo después en la marcha. Desinfectó sus heridas con un litro de agua ardiente argentina y, con un par de calzoncillos largos que el puestero Oyarzún le obsequió, cumplió su primer patrulla je de 15 días. Antes de pasar a visitar a los gendarmes de Lago Ricci desmontaron, limpiaron sus caballos, se afeitaron en un riachuelo, limpiaron con brasso sus botones y hebillas y pasaron a cumplir con el intercambio de novedades al destacamento transandino, como verdaderos jinetes listos para un desfile llenos de orgullo. Eso es lo que en el fondo es carabineros, en los momentos más difíciles esos hombres se desdoblan y les brota de adentro del alma esa sangre de roto chileno de pueblo, con todos sus defectos y virtudes, pero siempre con esa cuota de nobleza, el deseo de ayudar y servir. El dolor y la incomodidad de la inexperiencia quedaron a cada minuto olvidados ante la majestuosidad del paisaje, que invitaba sinceramente a meditar. Al poco tiempo dominó la situación y ese servicio se hizo para él más o menos normal.
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probaron. Además, parecía una costumbre histórica, porque algunos edificios y monumentos habían sido donados para uso de la comunidad por familias pioneras, por lo general de origen español. Faltaban algunos minutos para que el año 1963 partiera y llegara el 64 con todas sus sorpresas. Estaba franco, saliente de segundo turno, y se sentó en un banco de la plaza a esperar las doce, acompañado solo de recuerdos. Las bocinadas, las campanas, el griterío y las palmadas en las espaldas deseándose felicidad, las disfrutó como espectador en un teatro solitario. Por coletazo a su negativa de encerar, a poco más de diez días en Punta Arenas, fue trasladado a... PUNTA DELGADA LOS BOLETOS
Lo que no era normal eran los vehículos que en las noches iban y venían del otro lado. El problema más grave era que cuando le tocaba guardia tenia que firmar los papeles y eso era comprometedor. Si bien es cierto, el paco nortino era malo para el caballo en estas tierras, pero lo que fe correspondía de acuerdo a la ley lo sabía. De ese problema no se podía hablar. Era un tema en el que se podía meter la pata y sin ninguna duda "podía sufrir un accidente". Con su primer permiso a la ciudad encontró dos novedades: primero, la mala, había llegado a estas tierras el capitán Machuca, y la buena, que también servía en esta unidad el capitán señor Hinrrinssen, quien tenía para el paco buena consideración como policía y existía una relación militar franca y leal. Ai capitán Machuca lo precedía su prestigio de "mata paco". A comienzos de abril el clima empezó a cambiar, el frío era seco, penetrante y sano, en las tardes los autos estacionados se cubrían de una película blanca de hielo, oscurecía mucho más temprano, a eso de las 17 horas, y notó una hermosa transformación en la gente: caminaban más rápido y sonrientes, como que el frío producía alegría. Las tareas del servicio eran mejor que normales, hasta cierto punto agradables. La ciudad ya no tenía secretos para él. En los días libres caminaba tratando de encontrar nuevos secretos y recovecos. En las noches compartía un trago en el Centro Español, que atendía muy bien, junto a su esposa, el asturiano señor Fernández; muchas veces la cosa fue más allá de la madrugada -con la respectiva falta a la desgraciada lista de una que limitaba aún más la libertad del carabinero- con un buen tinto y unas empanadas o un buen plato de cal/os que eran de miedo. Sin dudas el Centro Español tenía en ese tiempo un algo especial. Según el turno, Fernández
esperaba en su balcón la señal que los pacos le hacían, si no había moros en la costa, desde la catedral. Si el paco se sacaba la gorra todo podía seguir hasta que las velas no ardieran. Para una celebración de la hermandad le tocó ir un 18 de septiembre al otro lado, por orden del capitán sub comisario, junto a otros dos policías y un oficial. Partieron para hacer relaciones públicas. En uno de los actos en una escue/ita primaria se entonaron los himnos patrios. Cuando tocó el turno al de Chile estaba de pie el lado de un estudiante argentino, que cantó de punta a punta el Himno Nacional Chileno. Al final del acto... -Tú como argentino cantas muy bien la canción chilena. ¿Te la enseñaron en la escuela? -No seeñor carabineéro... Me la enseñó mi padre... Yo soy chileno, sólo nací en la Argentina. Ese chico por razones económicas tenía un gran problema: Una nacionalidad física y otra nacionalidad de corazón.
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LA MUERTE DEL TENIENTE MERINO Cuando mataron al teniente Merino, ios pacos salieron pala frontera, especialmente los solteros. En uno de los patrullajes un chingue meo'al teniente, quien hasta tarde ahumó su uniforme en una fogata de ramas de calafate -muy buen secreto para sacar ese olor-. Eran 15 hombres en ese punto, ninguno puso objeciones. Todo era entre tallas y broma. La seriedad del problema podía exigir de esos hombres su vida. Y ninguno jamás lo dudó. El paco fotógrafo hizo su pega a título personal algo así como para su archivo-. Al otro lado del alambre había una fuerza muy superior a la vista. El paco Núñez era un paco chiporrito, chico y flaco, no tenía carne ni para una albóndiga. Dijo una noche:
Una mañana, antes de salir al primer turno, fue notificado que reemplazaría a un compañero enfermo en la tenencia de aduana. Al llegar al puerto lo "tiraron" a la barrera. Corría ese vientecito que traía nieve con agua, el frío hacía correr los mocos. Ya a esa hora de la mañana formaban una interminable fila india un sin número de marinos de la Armada. La escuadra estaba en Punta
Arenas y cuando venía, según un dicho popular, como los circos también traía mal tiempo. Esperaban con sus compras para ser revisadas por aduana. El clima no los hacía desistir de pasar lega/mente los regalos y presentes. Las muñecas "Tortuga " quedaban a la vista en los paquetes y en muchos, entre el uniforme, sus rubias cabe/leras sintéticas. A las 10,30 llegó hasta la zona de restricción ¡unto a la barrera un automóvil con un sargento de chofer, que transportaba un oficial de la Armada de Chile. -Carabinero, suba la barrera que llevo al jefe. -¿Nada que declarar, mi sargento? -¡Y no le estoy diciendo que llevo al jefe! -Y yo le estoy preguntando si tiene algo que declarar. Usted perdone pero la cuestión es simple, las disposiciones lega/es son para todos. Usted puede pasar y el señor oficial, por supuesto también, pero el auto hay que revisarlo. Ahora si el señor Araya lo autoriza, con mucho gusto le saco el candado. -¡Carabinero suba la barrera o aténgase a las consecuencias! -Bueno señor oficial, creo que he sido respetuoso y sólo fe ruego que le pida la autorización al Vista. No es nada personal, sólo es mi trabajo. -No señor, este auto debe ser revisado y cumplir con todas las reglas. El carabinero cumplió con su deber. Y si yo no reviso el auto, el auto no pasa. El murmullo de los marinos en la fila llegó hasta la calle. El carabinero fue relevado, el comisario lo trató muy mal. •¡Qué te has imaginado! ¡El que estaba en el auto era un oficia/! ¡Y de la Armada de Chile! ¿Este paco huevón no sabe distinguir! ¡No sabe discernir! ¡Considérate de baja! ¡Personalmente haré todos los trámites para que te vayas de la institución! ¡Estos pacos patudos de
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-No es tanto el problema. Son diez por nuca, el resto para los boy scout, mi teniente. Lo que yo pido es que a mí me entierren de pie y ese es mi deseo si me mandan cortao. Ahí conoció la calidad de la raza maga/lánica. Un Coliboro, un Patachito, eran hombres muy firmes y de cuchillo en boca. En ese momento eran carabineros, soldados y sin dudas ¡chilenos! Todo pasó sin novedad gracias a Dios. Pero, una muerte es una muerte y la del señor oficia! tiene el mismo valor que la de los arrieros y campesinos que no se han rendido. Y VOLVIÓ LA PAZ De una conversación con "Cocho" Cárcamo y don cosme Nocera decidieron ayudar al paco en la creación de la primera brigada escolar de tránsito de la escuela uno, más la ayuda de la perfumería Venus que auspició un folleto educativo de tránsito para'niños. Por orden del capitán Hinrrinssen confeccionó una guía de calles y unos planos de la provincia de Magallanes, con detalles de caminos, senderos y huellas, adaptados al servicio policial. También era corresponsal de la revista "Aquí Está", que dirigía el ex-capitán Oyarzún. TURNO EN LA ADUANA DEL PUERTO
hoy no sirven para nada! ¡Imagínese, teniente, intentar revisarle el auto a ese señor oficiall -Tengo entendido, mi mayor, que fue el señor vista de aduana quien dispuso la medida. -¡Qué vista ni qué vista! ¿Nosotros somos carabineros de Chile y el afectado con la medida descriteriada de este par de estúpidos es un oficial! ¡Los civiles son sólo eso, civiles!¡Yno me diga que le está dando la razón a este paco estúpido! •No mi mayor... Lo que usted ordene. -Por ningún motivo este hombre debe salir a la calle y cuando lo haga será de civil y de baja, en el norte de donde vino esta mierda. ¿Imagínese si esto llega a oídos de mi general? ¿O del Ministro de Defensa? ¡Este huevón nos metió a todos en un forro! Sí, teniente, hay que darle de baja. Por empezar notiffquele treinta días de arresto para que vaya entendiendo que un jefe es un jefe. Por vía política y otras la noticia llegó sin ruido a Santiago, Y cuando llevaba ocho días adentro la tremenda fogata empezó a enfriarse, disminuyó hasta'quedar en nada. Los "quesos se cortaron donde corresponde". Al muy poco tiempo hubo trasladados con auto y todo. Los mejores créditos los daba el señor Vicente Camelio. Ese incidente no fue el único con que intentaron trasladar al paco Deza el norte.
una conocida y respetada familia magallánica, la que no vio con buenos ojos esa relación. "Los pacos deben casarse con empleadas domésticas o con prostitutas, es lo único que merecen. ¿No te parece mija?" La verdad es que personas ociosas y mal intencionadas se dedicaron a mandar anónimos a los padres de la muchacha. En esos años había un personaje muy amigo de los oficiales. Tenía un grave complejo de oficial de paco. Los tuteaba y tomaba con ellos, siempre se las arreglaba para entrar a la comisaría acompañando a un oficial y, como a éste había que rendirle honores, él soñaba que los versos eran para su regordeta figura. Le brillaban los ojos cuando el paco rendía honores con la carabina. En suma, era un arrastrado lleno de traumas, figurón e hipócrita, porque en las noches siempre se le veía "tirando canas" y pelaba en el casino con lujo y detalles a otros que hacían lo mismo. Todo por congraciarse con los estrellados que en el fondo se reían de él. Le decían "El Negro", con "eme" parece que empezaba su apellido. Era muy conocido.
Un buen amigo tenía este paco en la capital. Trabajaba en un ministerio y gracias a él varias órdenes de traslado no prosperaron. Bastaba un telegrama: "Va botella de whisky punto para traslado punto". En ese tiempo nuestro paquito andaba pololeando con una muchacha descendiente de yugoslavos, hija de
Este personaje, en una comida de aniversario, hizo el siguiente comentario: -"Ustedes los oficiales no deberían permitir que un paco raso pololee con una niña de la sociedad magallánica. Yo soy amigo de la familia y hago causa común con ella. Están destrozados con la desgracia. Para ellos es una tragedia, ¿Imagínense qué va a ser de ese pobre ignorante en la sociedad, si llega a casarse con esa chica? Ustedes deberían haqer algo para impedirlo. Esa niña es para casarse con un oficial. Es un buen partido y la familia tiene recursos ilimitados". Era hasta soplón de las monjas. El capitán Machuca recogió el pañuelo y desde el día siguiente el paco Deza sólo hizo servicios internos y nocturnos que le impedían salir. Muchas veces se escapó
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VA BOTELLA DE WHISKY PUNTO PAPA TRASLADO PUNTO
usando su audacia y siempre volvió al cuartel sin rocha. O con la ayuda de algún suboficial. ¿O no suboficial Oyarzo? Una de las escapadas, la más pintoresca: Se escapó por la Prefectura y llegó hasta la cancha de patinar del regimiento, donde compartió con la muchacha una tarde maravillosa, deslizándose en el hielo. Para entrar de nuevo al cartel pasó a retirar la escoba, la pala y una escalera que había dejado encargada en la cárcel donde también tenía amigos- y entró como si nada. En la guardia rindió honores a Machuca y siguió al interior con los útiles ai hombro. La vida se puso difícil para ella y para él. Los amigos del rumor hacían daño. Un parlamentario trató y hasta logró, después de un año de trámites, trasladar al hombre y eso sólo ocurrió porque su amigo del ministerio, que no era otra cosa que un excelente jardinero, había jubilado. Si no hubiese sido así, nadie habría podido mover/o de Punta Arenas. La orden de traslado fue terminante, dos policías armados con carabina lo acompañaron al Navarino. El capitán dirigió la operación personalmente, del éxito de esa misión dependía un auto. El soñado auto a cualquier precio. En esos tiempos un oficial compró dos autos, uno a su nombre y el otro a nombre de un sargento -que reunía los derechos para importar, pero no tenía el dinerocon el compromiso de que en Santiago el sargento le entregaría el cacharro y recibiría el "empalme" en billetes por la paleteada. El sargento se quedó con el auto y lo puso de taxi. En estos tiempos es empresario de la movilización. La actitud del oficial no fue correcta y tampoco la del suboficial, pero qué se esperaba con la tremenda influencia consumista que reinaba en Magallanes no sólo
los en funcionarios sino también en civiles importantes. En la cárcel isn esos días se comía caviar y se bebía champaña. En esos años ser matutero era normal, aunque llame a risa, ser matutero o contrabandista era algo así como "un título". Mucho dinero se movía en las noches magallánicas a vista y paciencia. Muchos hicieron fortunas que reinvirtieron en el norte. Como la ley penal prescribe a los veinte años, más o menos, no deben ponerse nerviosos ya que estos hechos datan de más de veinticinco años. Y se pueden contar, porque este paco jamás le aceptó nada a nadie y jamás usó su trabajo en beneficio personal. Bueno, no es para ponerse tan grave, este librito ha sido escrito para que quienes lo lean acorten las invernales noches australes. El no era el único paco milagroso ni mucho menos. Había otros ejemplares y de los buenos, como ese paco que un día, caminando o intentándolo, porque venía cocido como mazo por calle 0"Higgins, de repente se topó con un civil que empezó a retarlo y a dejarlo arrestado. El civil gritaba como un enfermo... El paco se chorió y de lo que se llama combo derribó al civil. Al otro día Villarroel estaba arrestado en la enfermería y el capitán Machuca tenía un ojo como papa. Otro milagrero era Núñez, a quien, por lo general, se le veía arrancando por los techos cuando lo seguían para matarlo. El bonito le voló un dedo a un taxista al bajarse del auto con los reflejos distorsionados por los pinchunchos. Otro apagaba la luz a balazos en la cuadra. Y el Niño pateaba los bistec cuando le reclamaban por su cocción. Un milagroso que se pasó cuando lo obligaron a trabajar en el casino para una fiesta: su puesto era en la línea de producción de canapés y como las aceitunas eran rebeldes las afirmaba con un poquito de saliva.
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Y asilos pacos hacían su pega día a día frente a
muchas incomprensiones y algunas alegrías. Hoy, cuando en la televisión pasan esas series norteamericanas que muestran los adelantos y técnicas policíacas, recuerdo los tiempos de carabineros en que sirvió el paco Deza. La cosa era regular pobre, pero los pacos hacían su trabajo -y no les parezca raro-, lo hacían con mucha honradez. En este momento se me vienen a la memoria algunas experiencias que me tocó vivir en algunos países del "fundo". En una ocasión en un país fui detenido por una patrulla de polis. Me preocupé, porque conducía sin documentos. El verdadero chofer del auto dormía, al igual que los otros acompañantes. Saqué de mi billetera y con toda pachorra extendí al tombo mi carné de socio del club Ranger; intentó leerlo, me lo devolvió y me hizo continuar; y con mucha prepotencia. En otro país un poli me cobró una coca cola como coima. Bueno este asunto debe referirse a ios asuntos chilenos, así que dejaremos el pelambre. Que el comentario valga como un alcance comparativo, aunque el mal solo es consuelo de tontos me alegra saber que los paquitos chilenos no están tan a la cola. GÜAN COFI Güan Cofi era el apodo de un carabinero magallánico que con sólo dos palabras -al parecer en inglés- se entendía con los cocineros de los buques extranjeros. Siempre lograba una buena comunicación con los gringos que se cagaban de la risa. A Güan Cofi no le importaba, comía y tomaba gratis. Todo era normal, hasta que un buen día de tercer turno, por el muelle, Güan Cofi estaba de pie frente a un tremendo buque inglés y trataba de comunicarse con un marino que vestía la típica ropa de cocinero. El hombre descansaba de pie apoyado en los codos en la borda de
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babor. -Mi ser polismánf ¿Güan Cofi? Muchas veces repitió la frase, el cocinero sólo sonreía apretando con los dientes su labio inferior, movía la cabeza como no dando crédito a lo que escuchaba. Ante la reiterada insistencia, contestó: -Pase a tomarse un café mi cabo, no es necesario que hable inglés, yo soy chilenito como usted y sólo me gano los porotos en esta batea. PARA SEGUIR HABÍA QUE DESMONTAR Había civiles que sentían verdadera amistad hacia los carabineros. En Magallanes eso no era novedad. La gente en general era realmente buena. En casi todo Chile había gente que quería a sus pacos. Entre paréntesis no creo que haya familia chilena que no tenga un familiar que vista uniforme. Por esos años los pacos recibían flores para el día del carabinero. Es posible que con la distancia en el tiempo y los acontecimientos pasados el lector trague saliva y su rostro se contraiga en un gesto de desagrado ante el comentario. Lo siento, pero cuando Chile era dentro de sus problemas y pobrezas un país feliz lo que les cuento era verdad. Por calle Maipú, si mal no recuerdo, existía un bar de propiedad del Chico Riesco, quien siempre dejó sin llave la puerta del local durante las noches año redondo, para que los cuartos y quintos turnos entraran con confianza y se sirvieran lo que fuera menester. Las cabalgaduras conocían la "picada" y al pasar frente al local se detenían y no había forma de hacerlas caminar. Ese fue el problema que tuvo un joven oficial santiaguino, a quien, al pasar gallardamente de turno montado frente al local del Chico Riesco, el caballo se le chantó. Con toda su experiencia de jinete de escuela no logró moverlo,
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ni a charrascasos. Los integrantes de la patrulla no abrieron la boca, para evitar que el oficial se enterara de la movida. Parece que fue Gallardo quien habló: -Mi teniente. ¿No seré que tiene algo en la pata el caballo? ¿Quiere que lo vea? Con esa excusa desmontó la patrulla. Era lo único que habla que hacer. Al montar nuevamente el patrullaje continuó sin novedad. Otra de las picadas era El Cortijo, de propiedad de Arancibia, a menos de una cuadra de la comisarla. Era punto de reunión de carabineros y gendarmes que compartían sin ni una diferencia institucional con el resto de las fuerzas de aire, mar y tierra. EN MAGALLANES ESCARCHA MI TENIENTE A estas tierras llegó trasladado el teniente Alcalno. Venia de Santiago. Era un chiporríto, pero traía el reglamento en ristre dispuesto a conquistar Magallanes. Al suboficial "Bonito" Tapia -tenia los ojos azules como canicas de cristal- le costó más de una hora explicar al teniente que los signos "Pare" tenían esa ubicación porque en Magallanes escarchaba y en esas condiciones la preferencia era para el que subía o bajaba. Menos mal que entendió, porque tenia listos los oficios pidiendo el cambio de señalización. SILENCIO, EL JEFE DUERME Cuando el prefecto hacia su siesta -vivía en el segundo piso de la prefectura- un paquito de vigilante exterior tenia que velar el sueño del jefe impidiendo que los automovilistas tocasen la bocina. En un buen riesgo
se convertía esa misión. Si por esas cosas del destino el jefecito despertaba de un bocinazo simplemente el paco quedaba arrestado. Es lo que quiso impedir el paco Deza un día que en esa labor, desde calle Bories, dobló por Waldo Seguel un flamante automóvil con permiso de circulación de prueba. En la maniobra se le atravesó un quiltro y ¡zazi bocinazo mierda. Con la calidad de esas bocinas importadas no cabía dudas que el jefe tenia que haber despertado y por lo tanto desde ese mismo instante el paco debía considerarse preso. Como la constancia salva el palo -según regla policial muy antigua- el funcionario hizo detener al infractor, que no le tiró ni pasto siguiendo la marcha con su juguete nuevo. El paquito se pegó una carrera con toda su energía -en el cumplimiento de esa misión se jugaba su libertad-. Frente a la carnicería Nueva Esperanza, en la calle Chiloé, logró detener al bullicioso, que sin esperar gritó desde el auto: -¡Yo soy ministro de la corte! ¿Qué es lo que pasa? -Sus documentos señor por favor. Usted hizo uso indebido de bocina y ese acto es una infracción ai tránsito. -¡No vio que se me cruzó un perro ñóf El chofer buscó sus documentos de ministro en todos sus bolsillos; ni siquiera tenia los documentos de conducir. Ai ser invitado a comprobar su identidad en la guardia -el funcionario no lo conocía- el infractor se opuso con gestos y palabras no muy corteses. Al paco se fe salieron los choros del canasto y en un dos por tres lo llevó rumbo a la comisarla -como el vals peruano "Vamos amarrad/tos los dos..." En la puerta de su carnicería Niki limpiaba sus manos en el delantal y comentaba con algunos curiosos. -Eso merda, igual que uropa. En uropa tú no lo
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puede levantar voz a policía. ¡En uropa! ¡Oyel ¡La cosa no'e chiste! Era muy gracioso el castellano en su acento eslavo croata. , En la guardia con su detenido, el paco logró que los pantalones del sargento "Tuto" flamearan como bandera de retén costino. Era nervioso ei hombre, pero al ver al ministro asido de la manga por el patudo Deza se descontroló de nervios, saltó de su silla poniéndose firme, se colocó y se sacó la gorra varias veces, apagó el cigarro que fumaba dentro de la taza llena de café. Como la mayoría de los chilenos cuando estamos en una situación comprometida se sacudía con ambas manos, golpeando los bota mangas, escobillándolos con los dedos. -¡Señor ministro/ ¿Qué se le ofrece? Ordene, en qué podemos servirlo. -¡Llame al comisario! -Perdone mi sargento, pero este señor viene detenido por mí, por andar sin documentos y tocar la bocina, cuando bien sabe usted que el taita está tirando zetas. -¡Llame al comisario! ¡Mire sargento, yo no sé de que zetas habla éste, no entiendo términos militares! ¡Llame al comisario o aténgase a las consecuencias! -¡Yo soy el comisario! Gritó desde la puerta de la guardia el capitán Hinrrinssen. Había escuchado todo el diálogo. En esos días subrogaba al comisario. -¡Escuche capitán! ¡Este paco infeliz me trajo detenido como un vulgar delincuente! -¡Escúcheme a mí! En mi casa nadie me grita y menos en mi cuartel. Si desea ser tratado de acuerdo a su rango y cultura compórtese como lo que es señor ministro. Pase a mi oficina por favor. Ahí empezó la fiesta. Varios meses duró el sumario y, por supuesto, ai paco le tiraron un montón de
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días de arresto. Palos porque bogas y palos porque no bogas. Y todo por la siesta del jefe que ni siquiera despertó con los bocinazos. Si Deza hubiera sido adivino nada habría pasado. FELIZ NAVIDAD ** • En la amanecida de un 25 de diciembre, cuando la Iglesia quedó vacía, el paco Deza entró y con mucha fe dio gracias por la vida -sólo un minuto-. Al día siguiente estaba ante el capitán Rabanal. -Me puede decir el patudo del Deza ¿qué hacía en la iglesia de uniforme, de servicio y de rodillas, golpeándose el pecho como una vieja culiá? -Entré un minuto por la misa del gallo, es Navidad mi capitán. Yo soy cristiano? -Que galios, gallinas, ni pollos, usted es paco mi amigo. * Uno de los curas que vio ai funcionario hizo el comentario en la cena del Hotel Cabo de Hornos ante el subprefecto, con lujo de detalles, de la actitud de fe demostrada por el paco. Resultado: dos días de arresto por abandono de servicio. Durante muchos años pensé como escribir este libro y como contarles, como narrarles los hechos en la forma más humana posible para que no doliera tanto. A pesar de todo, lo que burdamente les cuento, muchas situaciones faltan por ser inenarrables. Hay cosas de esos años que aún le duelen al paco Deza, le duele no haber tenido el rango o el valor para evitar/as. DE PA TA 'EN QUINCHA A las 21 horas de ese día 19 de septiembre -no hacía ni pisca de frío- el capitán Hinrrinssen conversaba 123
con un grupo de pacos en la puerta de la comisarla. Siempre lo hacía, echaba la tafia con los polis. Ese oficial era un buen hombre, con mucha clase. En eso de risas y bromas apareció una mujer casi en estado de ebriedad, separó frente a los policías y dijo: -Señores carabineros, yo trabajo en el ambiente, así me gano la vida, pero eso no viene al caso. Yo trabajo en el Carioca y estamos tomando y atendiendo a los clientes como Dios manda, pero resulta que en el local hay un grupo de gringos maricones que sacan las bandereas chilenas que están en el adorno y las queman para prender los puchos. Y yo cuando lo vi me dije; yo seré puta, pero soy chilena mierda y me voy a buscar los pacos pa'que les saquen la chucha a estos gringos güeónes, ¿que se han crelo que mi país es una chacra por donde puen pasearse los chanchos? Por eso estoy aquí, vengo a pedir justicia. Se tambaleaba de cocida, las medias rotas, lo ajustado de la falda había vencido la resistencia del cierre cleer, la floreada blusa semi transparente a medio abotonar dejaba ver el color de la piel al natural, era morena y pequeñita, toda pintarrajeada recordaba el tango "Flaca tres cuartos de cogote"... "Pero ahí estaba como mujer de la vida, frente a frente con la ley, pidiendo respeto a su bandera. En ocasiones como esa se nota cuan importante es la verdadera educación patriótica en el hogar y la escuela que recibe un ciudadano cuando es niño. La mayoría sonreímos. Sonreímos, pero de vergüenza. El pueblo paga impuestos para financiar los sueldos de quienes le defiendan, le protejan, en ese tiempo muchos ni siquiera se calentaban; la vida giraba en torno al autito, las carpas, las muñecas marca Tortuga, los cigarrillos, el whisky. Esos productos eran la razón de servir en Magallanes.
Pero, api estaba una humilde mujer de la vida demostrando con su valiente gesto que el sentimiento de patria donde realmente vibra es en el pueblo y, tienen razón de sentir, si al final de cuentas es de las filas del pueblo de donde sale la sangre para defender la patria. El capitán la escuchó con respeto -como descendiente de alemán que era-, la hizo pasar y casi lo vimos ponerse firme ante esa mujer. Ya en la sala de espera ordenó un café bien dulce y caliente al cuartelero Arteaga y, el mismo capitán puso la taza en las manos de la dama. Algunos de los pacos presentes se dieron cuenta que no basta con nacer en Chile para ser chileno, sino que en ocasiones hay que demostrar que se es y con honor y, el ejemplo estaba a la vista. Ella corrió el riesgo, si en la puerta hubiera estado cualquier otro sin el criterio del capitán esa mujer habría terminado en el calabozo, pero ella, sabiéndolo, corrió el riesgo y dio cuenta de lo que para muchos chilenos no habría tenido importancia. El capitán ordenó: -jSargentol Llame al turno y forme los disponibles. Catorce hombres en paso ligero salieron hacia el local, detuvieron a los gringos y de paso íes sacaron la cresta a palos. Un sargento, del cual no recuerdo el nombre, hizo el siguiente comentario: -A estos hay que ponerles atajo al tiro chiporros. Con estos gringos de mierda hay que tener cuidado, porque en Chile podría pasar lo mismo que en Cuba. Los gringos ahí hacían lo que querían, por eso Fidel les cortó las patas.
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LA DESPEDIDA Punta Arenas era la ciudad de los asados. Una escena normal de sábado por la calle Errázuriz era ver hombres de pueblo cordero ai hombro, garrafa en mano y con su mujer y la prole bien vestida. Asi era Punta Arenas. ¿O no, mi capitán González? En estos tiempos cuando los recuerdos viejos vuelven a las esquinas adornados de canas, se vuelve a vivir por minutos el pasado. Asi el loco Deza y Krusulac recordaron la despedida del capitán González. Una vaquilla se comieron esos bárbaros. Mientras escribo estos cuentos mi tortuga Isidora camina lentamente en circuios sobre las ordenadas hojas de papel escritas esparcidas por el suelo ya convertidas en ¿mentiras o verdades? Bueno, no importa; el asunto es que Isidora meó mis escritos convirtiendo ese acto el primer juicio crítico que ha recibido esta obra de parte de la madre naturaleza. Es el momento para pedir disculpas por los errores\ El viaje de retorno al norte era más a mitad de camino, porque su nueva destinación fue a Chiloé, y en tercera clase. Al cuarto día de navegación llegó a destino. Y LLEGÓ A CHILOE La muchacha lloró en el muelle la partida de su humilde novio y él le prometió que volverla por ella. El Navarino dejó Punta Arenas y en la fría estela, peinada por la hélice, iba revolviendo los recuerdos, destrozando el orgullo de ese muchacho que le trajinaba su sangre soriana con todo el pasado de Castilla. Vela cómo el barco ganaba millas, dejando ver a la distancia unas pequeñas luces de la ciudad que parecían señales de 126
esperanza enviadas por la mujer que amaba. Desde Castro siguió viaje hasta Dalcahue, desde ahí todos los pasajeros cruzaron en bote a la isla de Quinchao. En la embarcación viajaba una señora muy gorda. Al varar en la otra, orilla del canal la marea baja obligaba a sacarse los zapatos para ganar tierra firme. Por su contextura y sus años esa señora tuvo problemas para desembarcar, el paco fue donde ella, hasta la borda, la tomó en brazos y la llevó a tierra. Fue su primera amistad en la isla. Se llamaba doña Pancha y era dueña del bar y restorán "El Carioca" de Achao. La comisaría era una casa de tejuelas de alerce construida en los tiempos de los jesuítas. El ratón más chico era capaz de abrir el portón de la guardia construido en madera de luma y tepú. En unas ranchas en el patio interior funcionaba la sección cárcel a cargo de carabineros de esa isla. Todos los presos cumplían por delitos menores condenas que no pasaban de las máximas en grado mínimo. La vida era quieta y lluviosa, rodeada de paisajes en toda la gama de verdes posibles más allá de la imaginación. La energía eléctrica se suministraba por horas sólo hasta la media noche. Si era necesario por velorio o por fiesta, el interesado cancelaba el consumo de petróleo por horas o por la noche y beneficiaba al pueblo. Carga, cartas y noticias llegaban en un pequeño buque caletero que recorría las islas. De todas, Achao era la más importante administrativamente. La llegada del buquecito era el acontecimiento que rompía la monotonía y todos se imponían cuando alguien se iba, llegaba o simplemente tenía correspondencia. Todas las mañanas muy temprano salía rumbo al cruce de Dalcahue una destartalada micro que recorría la isla pasando por Curaco de Vélez. En la isla no había más de diez vehículos, el resto de la fuerza de transporte eran
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carretas tiradas por bueyes y caballos chilotes, diminutos y graciosos por su tamaño. De las no más de 100 casas, unas treinta era bares, sin contar los clandestinos. El bar más concurrido era el club del Cuerpo de Bomberos administrado alegremente por el "Julo". La mayoría de los empleados públicos, incluidos los pacos, hacían sueño todas las tardes bebiendo y fugando cartas, cacho y ajedrez muchas veces hasta la amanecida, alumbrados con velas y chonchones. Esa era la forma clásica de pasar el tedio en un aislado y pequeño pueblo, las actividades deportivas eran esporádicas. Los niños con su griterío, cuando no llovía, rompían el silencio con sus partidos callejeros. El comisario era bonachón y lento, sin el más mínimo interés de hacerse problemas, estudioso de ia arqueología chilota. Era su más grande afición, junto con la vida social que compartía con los conspicuos del pueblo. La institución tenía destinada en la isla una lancha fiscal que más parecía una batea de río, que cumplía las veces de patrullero marino por las diferentes islas. Para el recién llegado fue una novedad la actividad marineropolicial y la experiencia de marino en su niñez le fue de gran ayuda. El oficial de órdenes era un teniente nortino, lento y cómodo, que aprovechaba todas las franquicias que le brindaba el medio ambiente para hacer uso de sus poderes de caballero medieval, haciéndose servir por el personal y los presos, siendo estos últimos de un grado inferior al escudero. Permanentemente había un hombre llevándole el pan, picando leña, arreglando el jardín... todo gratis. El comisario salió trasladado a Castro y el teniente se convirtió en comisario accidental, desde ese día hasta los partes los firmaba en su casa y según contaban
había que llevarle la documentación a la cama. Bueno, era comprensible, el muchachfn estaba recién casado. Para los pacos eso no era malo, la comisaría la manejaba el suboficial Ulloa y el "relajo " era total. Con todo ese tiempo y la tranquilidad el paco escribió como primera tentativa un cuento, su primera aventura en las letras: "Una mañana diferente", trabajo con el que ganó un honroso tercer lugar en un concurso literario. El club aéreo de Achao lo premió por el diseño del banderín del club. El Cuerpo de Bomberos había adquirido un tocadiscos con parlantes para exteriores. El patudito lo arrendaba y ios días domingo, cuando estaba de guardia, ponía música a la calle que animaba con marchas alemanas, algunos vecinos traían música mejicana y hasta árabe. Frente a la unidad se llenaba de niños que corrían y reían alborotados. De la idea de hacer cantar los niños sobre una silla en la vereda nació la de hacer un festival folclórico de la canción de Achao. El proyecto fue una realidad y el paco organizó el festival autorizado por el teniente, el más entusiasmado era el suboficial Ulloa, porque los fondos a reunir serían para el Achao Sporting Club. Ese fue el comienzo del primer festival del fole/ore chitóte. De muchos lugares vinieron a participar los exponentes más puros, cultores de la música de Chiloé, rincón casi desconocido en ese tiempo para los chilenos. El paco hizo de animador y escribió un libreto de acuerdo con la programación. El peluquero cabo Aguilar se robó la película vestido de charro cantando canciones mejicanas. La fiesta musical se efectuó en el gimnasio de las monjas, partió a las 14 y terminó a las 0.5 de la mañana siguiente. El mayor éxito fue la motivadión a continuar la experiencia el año siguiente. Con los dineros recaudados se adquirieron bienes para equipar al club deportivo.
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Los problemas policiales en ese pueblo eran mínimos, pero en esos días había un problemita en el cementerio, que obligó a la policía a montar guardia en el interior del camposanto durante las noches: en una de esas le tocó a Deza con un chiporrito, el que se quedó dormido sobre una tumba. Con su cuchillo, el paco Deza afiló una varilla y le clavó la manta al suelo a ese dormilón -era un muchacho de Ancud-, Se alejó para despertarlo imitando una voz de ultratumba. El paquito al despertar y sentirse asido de la manta a la sepultura, en total soledad, no pudo controlar esfínteres y dejando una fétida estela se alejó a cambiar de uniforme. A vuelta de buque semanalmente recibía cartas de su novia, por lo general una al día. Como todo el pueblo lo sabía, la correspondencia del paco era tema para el mate de las aburridas señoras y señores, porque ios hombres como el practicante de la comisaría no lo hacían mal para el pelambre. Pasado el festival, el tiempo se detuvo y continuó la misma monotonía; patrullajes, guardias, órdenes judiciales y en las tardes pichunchos y ajedrez donde el Julo. Las calles tenían nombres en Achao pero sólo en la oficina municipal porque nadie los usaba. Las direcciones se daban con nombres como referencias: al lado de tal o a dos casas de, frente a fulano, saliendo al este, justo en la esquina frente a Sócrates Pinto o, a los Altamirano; también un poquito más allá de los Vivar... Desde la I. Municipalidad, con información proporcionada por el señor secretario, armó un plano del pueblo copiando el original con los nombres de las respectivas calles. Con la ayuda voluntaria de los detenidos confeccionaron tantos letreros como esquinas, en tableros amarillos con letras negras, y una mañana muy temprano salieron a instalarlos. Con ese sencillo detalle
el pueblo sé veía más elegante. El permiso especial que había solicitado le fue autorizado. Cuatro meses sin sueldo. Ese tiempo lo usó para ira Punta Arenas donde estaba su novia y a demostrar que parte del destino depende de la capacidad de lucha. Cumplió ese período de permiso y volvió a Achao, esta vez acompañado de su esposa. Esta niña sufrió lo incontable, los primeros días, semanas y meses. El arte culinario no era variado, ni delicado, el sistema de calefacción era rudimentario, pero no dio su brazo a torcer. Vesna soportó el cambio con la dignidad de una princesa, hasta colaboró activamente en la realización del segundo festival de la canción de Achao e hizo clases de inglés gratuitamente a los niños del liceo, trabajó en la junta de auxilio escolar y becas. Por las tardes, en los días libres, caminaban por la hermosa playa. En ese tiempo construían la nueva comisaría para inaugurarla; llegó un nuevo comisario que revolucionó el sistema con su caballerosidad y corrección; demostró que la institución estaba evolucionando, su forma y trato con el personal era el de un caballero oficial. La nueva unidad era limpia y moderna, pero no tenía jardín frente al cuartel. Su misión fue diseñar y plantar un jardín, que con el tiempo se convirtió en una obra de arte, que la fuerza y buena voluntad de los presos hizo posible. Tenía buenas re/aciones con los detenidos. A muchos les ayudó a obtener su libertad, ya que eran delitos simples; a otros les ayudó con trabajo, con ellos, y por deseo propio, limpiaba el pueblo en una carreta facilitada por don Sócrates Pinto. Había llegado el momento de dejar Achao. Su solicitud de traslado fue aceptada. Su esposa esperaba a su primer hijo. Que Dios quiso sea mujer y que nació en Punta Arenas.
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CASTRO, SU ÚLTIMA UNIDAD El comisario de Castro era el mismo que antes sirviera en Achao. La vida en Castro era menos monótona, brindaba algunas distracciones como un cine y la facilidad de salir de la isla en el día y llegar al otro a Santiago. Al muy poco tiempo el comisario ascendió a comandante y se fue a Puerto Montt. En su reemplazo llegó otro comisario con mucha práctica en relaciones públicas, muy poca experiencia policial y de mando. Era todo un teórico, pero con buenas intenciones para hacer cosas. Agarró toda la onda del patudo Deza. Entre ellas lo autorizó para pintar los pasos de cebra en las esquinas de la plaza y colegios, confeccionar signos de tránsito con latas de tambores vacíos, instruir a una brigada de tránsito escolar, sin contar todos los árboles que plantó por la ciudad. Motivó a los pacos para construir una población por auto-construcción. Todo ese chispazo salió con la visita de un vendedor autorizado para mover la culebra ofreciendo créditos especia/es para carabineros. Una de las grandes garantías era que los descuentos serían por planilla. Así era menos doloroso pagar. El patudo Deza pidió la palabra: •Si no tienen casa, ¿dónde van a poner todo ese cachureo que les están ofreciendo? Lo mejor sería que nos organizáramos e intentáramos construir una casa para cada paco. Yo conozco al jefe de la Corvi desde Santiago -había sido capellán en la Digcar-. Estoy seguro que si hablo con él nos ayuda. ¡Si alguien se interesa hagamos una lista! -¡Güeña Hamiltonoof ¡Te pasaste patudo! -Claro... El problema es que los temas serios duran poco en la gente pobre, por eso jamás logran unirse para conseguir lo que quieren y sobre todo cuando en el 132
grupo haygüeones tontos como vos pu' Llica. El suboficial Chavarría creyó en la posibilidad de construir casas para los pacos por el sistema de autoconstrucción y el sueño se hizo realidad. Hasta el Lüca agarró la suya. La población está como prueba de que la buena voluntad, la unión y la solidaridad, pueden mover el mundo en la dirección positiva. Incluso a los pacos. Esas veinte casas tienen un nombre: "Población Vista Hermosa". Este paco amigo de todo el mundo también lo era del piloto señor Ul/oa, quien lo entusiasmó para que volara con él e hiciera el curso de piloto civil. El patudo agarró papa, se embarcó en la aventura y con el instructor llegó a despegar y aterrizar cuantas veces le fue posible hasta hacerlo como corresponde. Su mayor aventura fue cuando con su instructor voló una nave hasta Chaitén. Todo era secreto hasta que lo supo su esposa, la que con gran berrinche se opuso a la idea por ser muy peligrosa. -Si yo no te conociera Toñi te lo aceptaría, pero con lo loco que eres un día de estos te sacas la cresta. Hasta ahí llegó el sueño de volar. Su esposa esperaba su segundo hijo, que también salió mujercita. LA PIEZA CATORCE Hasta la guardia llegó un oficial con el grado de mayor. Andaba en comisión de servicio, especial y secreto. Se presentó y pidió que: -Por favor carabineros, despiértenme a las 5.30. Estoy en la pieza catorce en el hotel La Bomba. Por favor carabineros, con el mayor sigilo, tengo que volver a Santiago sin falta por la mañana. -¡A su orden mi mayor! Al otro día a la hora indicada... El cabo Chávez: 133
-Oiga Paulino, vaya a despertar a mi mayor Acevedo, pero no te olvides... Con el mayor sigilo,.. A las 0.6 volvió el mensa/ero y ya en la guardia: -¿Usted esgüevón, carabinero?¡Despertó a todos los pasajeros del hotel! ¿Cómo no va a ser capaz de cumplir una orden tan simple? -Usted lo dijo, pus mi mayor. A mi mayor Sigilo no lo pude encontrar en ninguna parte, por eso que lo busqué por toito el hotel...
Mucho tiempo había pasado, la vida era grata y tranquila, sólo el peso de las manecillas del reloj daban la pauta para entrar y salir de los turnos... Hasta ese día en que el escribiente llegó nervioso y preocupado ante el
comisario. •Mi mayor, estamos bajos en la estadística con relación a igual período del año anterior en lo que dice a fiscalización e infracciones de tránsito. Yo creo, mi mayor, que debería sacar personal a la calle. Total con unas cuantas infracciones ponemos la estadística al día. •¿Dígame, Trincado? ¿Cuántas infracciones tendríamos que pasar? -Con treinta y dos partes nivelamos la estadística, lo bueno sería pasar unos más para que se note preocupación. -¿Y cuántos días tenemos? Son muchas infracciones. -Todavía tenemos cinco días para mandar el informe. ¿Y qué problema se hace mi mayor? Saque a la calle a Bontes, a Rubio y a Deza, esos tres le dejan la estadística al día. Se dio la orden y salieron a la calle. No de buenas ganas, porque Bontes era un viejo jodido pero muy correcto. Rubio, lo que su mayor le dijera hasta la muerte. A Deza lo pusieron en calle Blanco hasta el muelle. Lo primero que hizo fue pinchar a dos personalidades de la sociedad de Castro y acto seguido bajó al muelle y pinchó a un carretonero, por no tener palo, muchacho, en el carretón... Y ya tenía la cuota de la mañana, por lo menos para llegar con algo a la comisaría. Estaba conversando muy animadamente con el judío Mersson, un guatón dueño de la fuente de soda El Bongó, muy rebuena persona... cuando el paco Vargas, que llevaba poco aprendiendo a manejar el patrullero, vino a buscar ai patudo Deza. -Mi mayor te necesita en la oficina. ¡Ahora/ •¡Ordene mi mayor! -Usted notificó dos infracciones a dos personas que son muy amigas de carabineros, uno de ellos donó el
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DÍCTAME LA PATENTE PAULINO En el servicio de tránsito de carretera: -¡Díctame la patente, Paulino! -¡Ja, ja, ja, ciento veinticinco! Al comprobar el padrón se leía jota jota ciento veinticinco... El chofer del camión contenía la risa por miedo a la reacción policial. -Disculpe... Continúe... sus pape/es están en regla.,. Muchas gracias... -¡Ja, ja, já!... ¿No sabis leer, Paulino? -A mí me da lo mismo... Total ya estoy cumplido... Ya elevé mi solicitud de retiro. Paulino tenía los mismos defectos o más que el resto de los funcionarios; pero lo que nadie le podía reprochar era su lealtad al compañero, su buena voluntad. Sano y sencillo, Paulino era sin dudas el mejor compañero, valiente y honesto. ESE QUE SIGA SU CURSO
cemento para los calabozos y aunque no quiero tengo que dejarlos sin efecto... Esas personas son muy importantes, tienen mucha influencia para molestarles con una infracción de tránsito. -Como usted ordene mi mayor. Estos son los documentos.,. ¡Aaaah! Pero pasé otro parte, mi mayor... A lo mejor le interesa. ¿Quiere ver el documento? •A ver muéstreme,., ese que siga su curso no más. No tiene importancia. -Ve mi mayor que lo que hablamos el otro día sobre la calidad de las personas,.. Usted decía que la ley primaba y yo le rebatí diciéndole que el billete manda a la ley, Y me trató de insolente en la reunión de personal. La ley no es ciega mi mayor, es tuerta. Y eso usted y yo lo sabemos, porque lo vemos en la práctica y por más tuerta que sea a este pueblo no le saca treinta partes en tres días porque a esta vaca la falta pasto, mi mayor. En el muelle, donde el Gringo Pepe, estaba el dueño del carretón, que recuperó sus documentos,.. Con un salud. En el asunto de ios partes de tránsito debiera tener participación la Contraloría y los talonarios de boletas debieran imprimirse en la Casa de Moneda con números correlativos por regiones. Los partes sin efecto debieran pagar un mínimo en Tesorería y así se sabría cuántos quedan sin efecto en el día. Y las horas hombre que significan para el presupuesto nacional. Y por último, cuando un paco pasa el parte y se lo sacan, el funcionario queda en ridículo. El juez debiera ser el único con el poder para quebrarle la mano al paco. Y si no es así, que siga el despelote. UN QUIJOTE POR TODO En los días siguientes 136
el club de notarios
de
Castro entregó en la hostería de la ciudad un premio consistente en un Quijote de bronce por los servicios prestados como funcionario público al patudo Deza, y por haber iniciado las bases para la insta/ación de un hogar para menores en situación irregular en la ciudad de Castró. En ese y tiempo también organizó un patrulla je de reconocimiento por la meseta de San Pedro, lo acompañó el carabinero Cárdenas, un funcionario del SAG, el hijo del Gringo Pepe, estudiantes y unos mochileros. Llegaron hasta Abtao, fue una experiencia maravillosa que no creo que olvide en su vida. Coleccionó nueve variedades de heléchos, copihues y extrajo de los riachuelos hasta llenar sus bolsillos con ágatas. De esa experiencia nació la idea de llevar gansos para aumentar la vida silvestre e iniciar los estudios para la construcción de un camino que ayudara al desarrollo turístico. En el aspecto policial efectuó una de las más imposibles tareas. Todo lo hecho era autorizado por el comisario. Unió carabineros e Investigaciones de Castro y lo logró hablando y conversando, por cierto, también alrededor de una mesa. Se realizaron servicios y patrullajes en conjunto para beneficio de la comunidad, que terminaron con la detención de delincuentes que molestaban la paz del pueblo. Ya en ese tiempo se estaba minando a la juventud con la distribución de marihuana. Delincuentes que llegaron al asesinato de un muchacho, hijo de un connotado ciudadano. Como manera de reunir fondos para el hogar de menores, llegó hasta conseguir funciones gratuitas del circo Las Águilas Humanas, a total beneficio de la obra. En otra oportunidad la participación desinteresada de Marcelo, Gloria Simonetti, Gloria Benavides, doña Pálmenla, Pedro Messone y otros que no recuerdo con los años.
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-Y ustedes... Ai primero que me venga con güevadas lo cago care'palo. Los de guardia sabían, estaban seguros que la amenaza iba en serio, conocían de las decisiones del paco y se corrieron por la tangente dejando solo ai comisario en su forro. Para sacarse el pillo, el paquito dio parte de enfermo y fue enviado a su domicilio por constituir un peligro en el cuartel. Todo el escándalo terminó con un sumario al no aceptar el rosario de días de arresto. Por última vez solicitó su baja, pero no aceptaron las razones expuestas en la solicitud, que también esta vez había protoco/izado y con copias hasta para el gato. En espera de una resolución de la superioridad fue puesto en arresto domiciliario. EL DISCURSO AL MÉDICO NUEVO Cuando el joven médico llegó a la unidad, el comisario le dio una charla - discurso y le explicó las mañas de los pacos para sacarse los turnos inventando enfermedades... Desde las cascaras de plátanos hasta la medalla de plomo. •Tenga presente, doctor: usted es muy joven y los carabineros son indolentes, son como niños que sino se les castiga no entienden; ellos sólo actúan, no tienen capacidad de resolver y cuando lo hacen uno debe estar muy atento para evitar desastres que afecten el régimen disciplinario. Esta institución es jerárquica y vertical. La disciplina es la base. Ante cualquier duda consúlteme y si hay algún patudito que se salga del marco yo le aplico la rienda, con freno de copa y doble rodaja... Así funciona esto.
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Y VENÍAN LAS ELECCIONES Mucho antes de las elecciones se notaba cierta preocupación en la oficialidad y no era para menos. Ellos tenían derecho a voto, por lo "tanto tomaban decisiones aunque lo negaran- y partido por determinadas corrientes políticas. No hacían comentarios con la tropa, pero se notaba en sus reacciones y órdenes. Por ejemplo, en la guerra por las murallas, si un paco llevaba detenido a pintores de propaganda el peso de la ley no era sino según pensara el jefe. Parecía no notarse, pero así era. Los continuos radios en ciave que llegaban ordenando medidas de seguridad, se cumplían de inmediato y uno de estos comunicados dio las normas para la práctica de tiro, en la que los policías usaban por falta de fondos carteles políticos que tenían la foto de los candidatos. Los pacos momios le tiraban a los monos de izquierda y los de izquierda a los monos de derecha, casi siempre este último salía más aportillado. El teniente de órdenes permitía esos desahogos esporádicos en el personal porque ya se notaban las discusiones de los bandos y el tiro al "mono " producía relajantes apuestas. Al teniente no le gustaba que aportillaran al mono de derecha, pero entre talla y talla lo aceptaba. Las informaciones daban como ganador a Al/ende y esas encuestas que eran tan serias... Los datos provenían de una secta religiosa extranjera que se dedicó a auscultar a la población en el nombre de Dios. La actitud del personal era de bromas y tallas contra los que eran de derecha. Un gran número de funcionarios eran ciegos, sordos y mudos, y otros chuteaban para todos lados. En el casino la cosa era a muerte, de repente algún oficial haciéndose el "paleteado" metía la cuchara en las discusiones del personal para sondear opiniones. Creían que lo hacían con sicología, pero no engañaban a nadie. La presión y 141
las diferencias políticas se notaban.
El día de la elección al patudo Deza fe tocó de ¡efe del turno con cuatro pacos. Los oficiales esa noche brillaron por su ausencia. A la hora de la victoria de Allende el pueblo salió a la calle.... -¡Hooo Hooochimini ¡Lucharemos hasta el fin! ¡Hoooochimin! ¡Lucharemos hasta el fin! ¡Los momios al paredón! ¡Las momias al colchón! Fue la concentración más multitudinaria que se había visto en Castro. Era para tener miedo. Eljefecito del turno dispuso sus cuatro pacos para defender la democracia. Uno dentro del correo, cuidando los votos; otro de vigilante exterior; almas chiporro lo mandó a la antena de la radio y el momio Llica lo acompañó y el paco "Mañuquito " era el chofer del furgón. El paco Vargas estaba de cuartelero y Chávez de guardia. Este era más o menos el orden, salvo error u omisión. Y un quinto funcionario era un civil voluntario apodado "elnegro Parada", muy amigo del paco Deza, que con la promesa de una garrafa se mantuvo sobrio por esa noche, como vigilante exterior de observación en la plaza de armas frente ai correo. A las 0,30 más o menos llegó un helicóptero Fach trayendo a un oficial de la Fuerza Aérea. Se comentó que vino por el continuo llamado de auxilio de civiles atemorizados. La gente sólo gritaba en la plaza, hasta que los que nunca faltan empezaron los destrozos. El jefe del turno se sacó el armamento y desarmado fue a parlamentar con los líderes, para evitar daños de importancia a la propiedad pública y particular. El llamado a la cordura tuvo eco en el pueblo y todo continuó normal. No había nada que hacer. Habían ganado en las urnas. El alto oficial de aviación estaba en la guardia
cuando sé presentó el ¡efe del turno, desarmado y sin gorra; lo mismo su acompañante. -¡Jefe del turno se presenta sin novedad! ¡Permiso, mi general, para hablar con mi mayor! -¿Cómo tiene distribuidos a sus compañeros? ¡primero! ¡Y luego me explica por qué vienen en esa facha! ¡Carabineros! -Era tanta gente, mi mayor, que ir armado era muy peligroso y como consideré hacer un trato con ellos con más confianza, ¡Cómo todos nos conocemos!, y para evitar que la fiesta se convirtiera en tragedia dejé el armamento en la guardia. -¿Y la gorra, carabinero? -Aaah... Si... La gorra... También la dejé en el cuartel, porque es particular y si se rompe tendría que comprar otra y por último pus, mi mayor, si nos hubieran matado habría servido para ponerla en el cajón... -¡Explique a mi general como tiene distribuido el personal de su turno, carabinero! -Uno en la antena, otro en el correo, el tercero de vigilante exterior, Hernández me acompaña... Más un civil voluntario que está de observador en la plaza. •¿Quién es ese civil? -El negro Parada, mi mayor. El oficial de aviación interrumpió muy cortesmente... -Por favor, señor comisario... comuniquémonos con ese hombre que tiene aislado en la antena... -¡Aquí comisario!... ¡Llamando a la antena!¡Conteste! ¡Cambio! ¡El comisario le habla! ¡Cambio! Se puso muy nervioso al no tener resultados e intentó varias veces. No hacía casos de los gestos que le "disparaba" el paco". Hasta que sin más lo interrumpió: -Permiso mi mayor, el carabinero no va a contestarle porque por razones de seguridad le di la orden que
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Y LLEGÓ LA ELECCIÓN
sólo contestara a mi voz. El tiene la radio a cierta distancia y cuando le doy el santo y seña él contesta a los veinte segundos, porgue lo dejé parapetado y si lo atacan, como ese lugar es oscuro, podrían guiarse por el ruido de la radio (Un equipo tan antiguo que metía boche hasta cuando estaba apagadoJ. ¿Me permite por favor, mi mayor? El cuarto llamado tenía por santo y seña... "Los pollitos dicen" ¡Cambio/ A los veinte segundos clavados... -Pío pío pío sin novedad, cambio. -¿Quiere hablar con él, mi mayor? -¡Déjelo!, ya sabemos que no tiene novedades. El oficial de la Fach y sus acompañantes no pudieron contener la sonrisa ante la mirada de observación del paco. Dio cortésmente las explicaciones: -Primera vez que veo una estrategia tan original... Lo felicito carabinero. Al día siguiente a la elección todo era nervios, el triunfo de Allende traía como niño recién nacido bajo sus bracitos muchos traslados y llamados a retiro. Hasta eí día de la toma de poder todos hacían conjeturas. Quienes habían dado sus opiniones en contra se retractaban dando explicaciones infantiles. En esa unidad había un cabo cuya principal característica era la falta de pelo y tino, enfermo de momio, y pobre de aquel que osara hablar mal de la derecha. (Después del golpe fue un verdugo para el pueblo). En esos días muchas veces se escuchó a algunos oficiales dirigirse a la tropa con el adjetivo de: "¡Compañeros/", expresión que resultaba más falsa que sostén de homosexual. Eso duró poco; las órdenes y radios reservados llovían. De a poco se empezaron a apretar las c/avijas de la disciplina. Todo giraba en torno de ia "Seguridad inter144
na". Se produjo un notorio cambio -no perceptible para algunos-. Era inevitable, el ambiente olía mal, una ola de rumores y contra rumores invadía el lugar, mezclado con chistes creados subliminalmente con mala intención para desprestigiar el sistema. Un diputado de derecha, muy amigo délos oficiales, hacía permanentemente comentarios en alta voz para asegurarse que fuera escuchado por la tropa, creando desconcierto. No cabía dudas, era el final de una época de nostalgias y romanticismo... Ya se oía en el aire el silbido de los sables... Y la tropa lo sabía. -Un día de estos, mi suboficial, va a quedar la cagada... -Y que espera... ¿Usted cree, carabinero, que ia derecha se va a conformar con perder la teta? En ese tiempo ya tenía doce años y cuatro meses de servicio cuando le aceptaron la baja. Sería mentiroso siles contara que el paco Deza no tenía miedo de enfrentar ia soñada nueva vida por la que había luchado tanto tiempo: Ser civil... Libre de todas las vicisitudes y amarguras que significaba ser carabinero de tropa. La oferta que le hicieron de trasladarlo a la guardia personal del presidente la rechazó después de analizar muy bien los acontecimientos. Cualquiera que se hubiera puesto un par de minutos a pensar y analizar política y militarmente la situación llegaba sin dudas a similar conclusión... Lo demás fue una ilusión. Ya convertido en "civilote", de regreso en Punta Arenas, el padre de su esposa lo ayudó a pararse y los años siguientes del régimen trabajó en Ematur, empresa que desapareció después del golpe y fue sistemáticamente quebrada. Por defender los derechos de los trabajadores y de la fuente laboral como dirigente sindical, en plena dictadura, fue despedido sin derecho a nada, conforme a esa ley maravillosa creada por los 145
cancerberos del dictador. Ematurera filial de Cormag, que también sistemáticamente dejó de existir, junto con el millar de empleos. En la repartija era agarrar y agarrar. Era el comienzo de otra era, la era del soplón aje y el fin de las libertades básicas. Era el eco en vivo y en directo del silbido de los sables ya ensangrentados, que rebotaban arrasando con todo. Es verdad que en el periodo de tres años las cosas no fueron santas, los encargados de Ematur.eran cien por ciento malos políticos, pésimos empresarios y muy irresponsables como patrones... Hasta última hora creían que la revolución era una fiesta. Fiesta en la que el pueblo pagó los platos rotos y los patos. En ese tiempo ei ex paco llamó a apretar filas a todos los interesados en el arte, lo que resultó una bonita experiencia. Se logró con mucho sacrificio una escuela de Bellas Artes para Magallanes, de la que fue rector don Edmundo Casanova Reyes. Muy poco después del golpe duró la escuela -había apetitos bajos-. Al señor rector lo llevaron a la isla Dawson como si se hubiera tratado de un delincuente. Una vez en libertad lo deportaron a Santiago donde, con una pensión miserable, murió olvidado de todos. Sea este un recuerdo y un homenaje al gran maestro que terminó de dar esa formación y ese amor por el arte al ex paco. i Antes que me olvide, un dicho: "Haber sido paco es lo mismo que haber sido puta. Aunque te regeneres, siempre habrá alguien que te conoció en esos trotes". Lo que falta en esta historia son sólo olvidos en la lucha con la máquina de escribir. Si el lector es civilote o un civil, muchos de los términos no los entenderá. Serla de mucho agrado para el autor de estas líneas que en el comentario de estas mentiras un carabinero ganara un amigo civil y un civil se hiciera amigo de un paco; es tiempo de paz, hay que volver y tratar de recuperar ei tiempo perdido de una u otra manera. Los únicos que 146
siempre estarán en la calle dando la cara, aunque sea para tirarles piedras cuando tengas hambre -aunque el paco no tiene la culpa- serán estos uniformados. Cuando necesites ayuda el paco seré .el funcionario público que siempre, aunque tenga el alma herida como los tonys, te ayudará, cualquiera sea la hora que lo necesites, aunque de su sueldo -escaso- tenga que hacer una vaca para bencina para ir en tu ayuda. Las anécdotas de este paco raso, patudo, patudito, cascarita, manga lisa, loco de mierda, no son de su propiedad. Las compartió con sus buenos y malos compañeros, con oficiales y señores oficiales. Varias historias faltan en estas páginas, como el detalle de los casi trescientos días de arrestos justos e injustos. La historia de la locura que compartió con Belinguer de cruzar el Beagle en un bote usando como velas unas frazadas fiscales para ir a ver a unos niñas "al otro lao". El lío con la gitana. La fábrica de osos de pe/uches. La matanza en pampa Irigoyen. El paseo por el Lauca. La locura del impuesto de la conciencia, una plaza para la paz, el cuento del viejo pascuero ovejero de las nieves magailánicas y muchas otras payasadas por las que se ganó el apodo de loco. Es también una buena oportunidad para decirles a los carabineros jóvenes que estudien. Nivélense en cultura con el resto de la ciudadanía, es el mejor camino al respeto. "Y no le saquen las nalgas a la jeringa", sean respetuosos con quienes antes que ustedes vistieron de paco, por ese sólo hecho son más "antiguos" y merecen respeto. PASAJE AL HIMALAYA
VÍA CONCIENCIA
El ex paco tenía una mueblería que hacía funcionar a duras penas. Una mañana muy fría de verano en 147
Punta Arenas caminaba por la calle Borles haciendo diligencias, cuando de repente una mano lo detuvo del hombro. Era un hombre ya canoso como él que a simple vista andaba de turista. Se miraron y reconocieron, habían sido pacos en Santiago. Ya jubilado se veía flaco, cansado, sin dientes y muy pálido. Mucho más viejo a simple vista que el loco Deza. En el café Monaco compartieron él una cerveza malta y el turista un vaso de agua. -Jubilé Deza, y ahora me voy al Himalaya. -¿Y tu familia? -No tengo familia, me quedé soltero. -¿Hasta qué grado llegaste? -A sargento primero, pero eso no tiene importancia, doy gracias al Supremo el encontrarte, siempre fuimos buenos amigos. He sufrido mucho. Tengo la conciencia hecha pedazos. Las experiencias que me tocaron vivir fueron realmente espeluznantes. No puedo ni tomar café porque me quita el sueño y cuando no puedo dormir bien tengo pesadillas. Tú ni siquiera te imaginas lo que yo vi y tuve que hacer por cumplir órdenes. Tú le achuntaste al retirarte, como eras te habrían fusilado como a los compañeros que se opusieron a ciertas órdenes. Ten cuidado, uno nunca llega a saber con quién está hablando. Tú estás bien. ¿Cuantos hijos tienes? Me alegro, te deseo lo mejor. Yo me voy al Himalaya. Me aceptaron para dedicar lo que me queda en esta vida a la meditación, para que en mi otra vida no tenga que pagar tan duramente las culpas de esta. ¿Tú crees en eso? -¿En qué? -¿En que uno vuelve a vivir en otra vida y paga lo que ha hecho en la vida anterior hasta purificar el alma y llegar a la vida eterna? -Poco tiempo he tenido para detenerme a pensar en eso. Pero algo he leído.
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-LLevo una lista con personas que fallecieron y con amigos, entre esos estás tú, por quienes voy a orar mientras viva, en esta vida, estoy seguro que nos veremos en la próxima. Todo lo decía con la. vista fija mirando a la nada. Ese paco cuando era joven era alegre, un campesino sano. Verlo en ese estado daba pena. El, por culpa de otros, tenía pasaje al Himalaya para ir a lavar la conciencia que le ensuciaron... Ellos. -Te voy a preguntar una sola cosa. ¿Tienes idea del tamaño del universo? Tú eres Deza Cascarita... claro, si fuimos pacos en Santiago en el Grupo de Emergencia de la cuarta. Te cuento, me voy de Chile, dedicaré esta vida a la oración y tengo una lista de amigos por los que voy a orar, entre esos estás tú... Fuiste buen amigo. -Dime una cosa gueón amigo mío. ¿A cuántos gueones mataste y mandaste al hoyo? ¡Caimal Si no estás hablando con la vieja de la esquina. ¿Si tienes problemas de conciencia porqué no pagas a un sicólogo? Un brujo por último, pero no te bajonées. Sólo piensa. Por último fueron órdenes... Escribe un libro y cuenta la güeá. Preséntate a la justicia y paga como hombre, gueón, lo que hayas hecho. ¿Tú crees que la gente no sabe que en este país hay gueones que aunque se laven las manos con jabón copito nunca les quedarán blancas y esas manchas de sangre le saldrán a sus nietos en la frente, hasta por lo menos la décima generación? A esa altura de la conversación el amigo y compañero de la juventud sollozaba. -Te lo juro... Yo no maté a nadie... Vi como lo hacían... Te lo juro, Cascarita... Yo no maté a nadie... Pero el olor de la sangre se le mete a uno adentro... En el alma. •Yo no me explico, ¡putas quejuiste gueón! Ypa quedar enfermo asi como andái vo... me habría desaho-
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gado primero. Me habría ido con alguno de ésos... •Pero... Matar es malo... Es un pecado... Yo prefiero dedicar mi vida... a pensar que matar es pecado... Porque la verdad, Cascarita, estuve a punto de hacerlo y el sólo hecho de pensarlo me hizo sentir mal hasta ahora. Más bien hasta que cambie de materia a espíritu. -Lo siento amigo mío... No quise decir eso... Perdóname... Perdóname, gueón... No me explico como entraste de paco... Si puedes algunas vez échame unas letras... En una de esas te voy a hacer compañía.
guiadas por cochinos intereses... total es tan fácil matar 0 un paco que no se disfraza ni se esconde.
FIN
Y ASÍ PARTIÓ TODO EN LOS AÑOS CINCUENTA "iCarabineros! Desde hoy, ¡Carabineros! ¡Servir, respetar, servir con honor, respetar al débil, los delincuentes también tienen sus derechos ciudadanos que deben ser respetados! Los ciudadanos esperan de ustedes protección y lealtad. Lo que ustedes serán desde hoy ¡Carabineros!, significa que muchas veces deberán callar y aceptarlas órdenes sin titubear. A alguno de ustedes es posible que la patria y la ciudadanía les pida vuestra vida, entréguenla con valor; los que les sobrevivan sabrán recordarles con respeto. Cumplan con su deber. Ser carabinero es un oficio ingrato y para llenar ese espacio de incomprensión están los buenos actos que logren realizar y que serán sólo ia satisfacción de vuestro espíritu.¡Viva Chile!" » La ho/ita de cuaderno que usó ese señor oficial quedó en el "podium". El paco se ia chorió como recuerdo... Yo conocí al paco Deza. Este libro es un homenaje a los hombres de tropa que murieron por la espalda y que sus cobardes verdugos no les dieron el derecho a defenderse. Muchos de ellos fueron asesinados por manos que se decían "amigas", 150
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L/BRER/A 1
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Este libro se terminó de imprimir en abril de 1992 en los talleres de "Atelí Ltda.", ubicados en calle Vicente Reyes IM° 1290, Playa Norte, Punta Arenas, Chile
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