El más veloz de los conejos

Historias del estanque

El mรกs veloz de los conejos FRANCESCO SMELZO

Traducciรณn Erik Luna Sรกnchez

Cerca del estanque, existían entre los animales dos especies conocidas por su velocidad: Los conejos y las liebres.

Las liebres con sus largas patas eran mucho más veloces que los conejos, tanto que entre ellas se estilaba decir en tono de broma a un prójimo flojo: "¡Eres lento como un conejo"!

Liebres y conejos vivían en dos grupos diversos, las liebres en un prado al norte del estanque, mientras los conejos en un prado del sur.

Entre ellos evitaban encontrarse. Como habíamos visto las liebres se sentían mejores para las carreras y veían a los conejos como un tipo de "liebres poco dotadas". Por su parte, los conejos también soportaban poco a las liebres , a las cuales tildaban decididamente como "antipáticas".

Sin embargo, entre los conejos había uno, el conejo Pino, que por su estirpe, estaba extraordinariamente dotado para la carrera.

Tanto liebres como conejos eran frecuentemente objetivo del halcón., la rapaz predadora que descendía del cielo llevando a sus víctimas entre sus agudas garras.

Un día el halcón decidió tomar un buen bocado a expensas de los conejos, que, al ser más lentos, representaban un blanco más fácil.

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Revoloteando sobre el prado al sur del estanque, divisó con su ojo agudo al conejo Pino que pacía tranquilamente alejado de la madriguera. "Que fácil bocadillo" pensó, mientras se lanzaba en picada.

Los demás conejos, cerca de sus madrigueras y seguros, no pudieron hacer otra cosa que gritar : "¡Atento Pino, atento al halcón! ¡Corre, corre!"

Entonces, Pino el conejo, con un impulso como de rayo, recorrió en un abrir y cerrar de ojos todo el prado hasta que se refugió en una madriguera segura. ¡Imagínense al halcón!

Ya encaminado para aferra a su presa, seguro de tenerla entre sus garras, rodó sobre el prado, entre un gran estrépito y sacudida de plumas. ¡Vaya ridículo ante los lentos conejos que ahora sonreían sarcásticamente y se asomaban desde sus madrigueras para burlarse!

Se sacudió el polvo de encima, y con mirada desdeñosa y la panza vacía, se alzó en vuelo y desapareció Cuando el halcón se fue alejando todos los conejos se pusieron en torno a Pino: "¡Bravo! ¡Le has dado su merecido al emplumado! Tú si que eres un corredor nato..." Y continuaron con halagos y felicitaciones por su habilidad.

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Se había convertido en el héroe de todos los conejos, especialmente de las conejitas que le hacían claramente entender que encantadas tendrían familia con el para tener hijos con esos dotes de corredor.

Y Pino... Bueno, delante de todas estas felicitaciones efectivamente se había metido en la cabeza que era un poco "especial".

Coincidió que ante la escena, estaba también una liebre, y no una liebre cualquiera, de hecho era el líder de las liebres, Aquiles.

De hecho aquel día Aquiles había decidido explorar nuevos pastizales y, bordeando el estanque, había llegado al prado de los conejos.

Cuando el halcón estaba atacando a Pino, se encontraba bien escondido en un matorral, pues se había percatado del peligro.

Fue así que cuando se alejó volando la rapaz, salió del matorral y, sin dignarse al menos a mirar a los otros conejos, se acercó a Pino diciéndole: "¡Bravo conejo! Eres un corredor verdaderamente notable... Lástima que te hayas desperdiciado en este grupo de animales lentos. ¿Porqué no vienes conmigo y te unes a nosotras las liebres? ¡Con nosotras tus dotes si que podrán resaltar!

Pino el conejo, aunque fuera un poco, digámoslo francamente se había convencido de tener algo especial, con gran tristeza por los otros conejos, decidió seguir a Aquiles.

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Los primeros días fueron felices. Pino competía con las demás liebres, a veces llegando primero otras no. Ahora competía siempre con liebres y no con sus compañeros más lentos los conejos, como sea que fuera el caso, estaba contento de poner en evidencia sus habilidades entre quien las poseía de forma similar.

El halcón sin embrago siempre con la panza vacía y ofendido en su honor, había decidido tender una emboscada en el prado de las liebres.

Sabía bien que tenía que vérselas con animales más veloces, entonces adoptó una estrategia mucho más astuta.

Desde el cielo, aterrizó sobre las ramas más altas del viejo encino, escondido ante la vista de las liebres. Y desde ahí sin ser visto, podía echar un vistazo al prado.

Sin embrago las liebres tenían un buen sentido del olfato y el viento portó a sus finas narices, la presencia del halcón. Entonces corrieron sin advertirle al pobre Pino que se encontraba en el centro del prado, sin considerar siquiera que el no tenía la misma capacidad olfativa, y además... "Se trata tan solo de un conejo, para nada de una liebre" pensaron.

El halcón, desde la rama del encino, habiendo reconocido a Pino, tanto por el hambre como por el recuerdo de la ofensa acontecida pocos días antes, se arrojó contra el pobre conejo, apresándolo esta vez con sus garras.

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El desventurado veía ya terminados sus días en la panza de la rapaz, mientras lo llevaba colgando hacía su nido poco distante.

La casualidad quiso que un águila, que había descendido de la alta montaña., se percatara del halcón y de su presa, y pensando en tener un alimento sin fatigarse,decidió atacarlo para robarle al conejo.

Esto dio pie a una tremenda pelea en el aire entre las dos terribles aves. Y el halcón, para defenderse del águila fue obligado a dejar la presa, precipitando a Pino contra un manchón de zarzas.

Fue así, que todo maltrecho, el conejo consiguió de todas formas salvar el pellejo, y después de reponerse de las heridas, regresó con los suyos.

Se sentía un poco avergonzado por haber dejado el grupo de los conejos, pero éstos no se lo echaron en cara. Al contrario, le organizaron una fiesta en donde ofrecieron tiernos brotes como alimento y Pino fue proclamado líder del grupo.

Fue así que Pino vivió contento de ser el más veloz de los conejos.

Traducción MC Erik Luna Sánchez

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