¡Que estalle la paz!

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Espacio Institucional Suplemento bajo la responsabilidad editorial del P. Javier Luis Soteras, director de Radio María Argentina. Publicación gratuita distribuída por la Agencia de Noticias InfoGEI con los ejemplares del domingo 08/09/2013 www.franciscoadiario.org

¡Que estalle la paz! El Papa encabeza la cruzada más activa y decidida contra el intento de una intervención bélica en Siria.


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Editorial

Mensaje

No tengan miedo Padre Javier Soteras Responsable editorial de Francisco A diario

“La paz esté con ustedes”. Es el saludo de Jesús resucitado a los discípulos. La Paz que aquieta el alma turbada, la que disipa las dudas, la que permite abrirse a lo nuevo sin miedos, la que abre a los nuevos desafíos de ir hasta los confines de la tierra, la que serenamente pone en marcha, hacia las fronteras, la que saca a la Iglesia junto al Papa Francisco del encierro y la pone en su razón de ser, la misión. Esa Paz quiere instalarse en tu vida, la propone el Papa Francisco, la trae Jesús que por la claridad de su presencia disipa las tinieblas del corazón La Paz de Cristo, ha dicho Bergoglio, no es la de los cementerios, su paz por un lado aquieta y al mismo tiempo moviliza, está llena de vida, confirma y reafirma en el camino. Dice Anselm Grün: “Todos anhelamos la paz pero a menudo no encontramos el camino que nos lleva a ella”. Jesús se hace camino de Paz, en Él está lo que anhelamos. Es un don del cielo que debemos tratar con sentido de responsabilidad. La Paz del Resucitado nos proporciona sosiego y reconciliación con nuestra vida hasta llegar a ser los bienaventurados que trabajan por la Paz. Paz en griego es eirene y supone armonía, tranquilidad del alma, es para ellos un estado de bienestar, y de hecho algo de eso experimentamos cuando estamos en paz, pero la que trae Jesús es capaz de asistirnos en el momento de mayor real turbación En latín la palabra pax viene de paciscis que significa realizar negociaciones, firmar un pacto, un contrato. Los romanos la encontraban en el cumplimiento de las leyes acordadas, en la alianza que las partes acuerdan laboriosamente para superar lo que separa y divide. La palabra de Dios nos recuerda que el ser humano es incapaz por si mismo de establecer paz con él, con la creación, con los demás seres humanos. Tiene que intervenir Dios, que

envía a Cristo, el gran portador de la paz. Es Él, el que llega y regala el don de su paz. Decía hace dos años el entonces cardenal Bergoglio: “El beato Juan Pablo nos dijo, repetidas veces ya desde el comienzo: “No tengan miedo” porque vivía contemplando a su Señor resucitado, él sabía que su Redentor vivía, él sabía que esas llagas abrevaban su corazón de pastor, que en esas llagas encontraba refugio y coraje, y nos lo quiso transmitir desde el comienzo de su pastoreo: “No tengan miedo”. El arzobispo de Cracovia, Cardenal Dziwisz, refiriéndose a esta frase dijo: “aquel que no tenga miedo (que pronunció el Papa) derribó dictaduras”. En estas horas donde tantos peligros amenazan a la humanidad sale al encuentro la palabra de Dios que susurra a nuestros oídos las palabras del profeta Ageo 2:4-5 “mas ahora ten ánimo, Zorobabel.. Ánimo, Josué... ánimo pueblos todo de la tierra! oráculo de Yahveh. Estoy yo con vosotros... en medio de vosotros se mantiene mi Espíritu: No temáis! Cristo nos dejó una maravillosa herencia; para recibirla y vivir en su paz, debemos estar unidos con Él en una fe activa, creyendo en Él como nuestro Dios que se hizo carne y habitó entre nosotros, que venció el mundo de maldad a través de Su muerte y resurrección, que se llevó en la cruz todas nuestras aflicciones y conflictos, dándonos vida eterna. Al creer, abrir la puerta de nuestro corazón y confesar a Jesucristo como nuestro Dios y Salvador, somos cubiertos con Su Sangre, redimidos, rescatados, y trasladados del reino de las tinieblas, al Reino de Dios. Él nos saca de la vida de pecado, conflicto y muerte y nos introduce en Su camino de justicia, gozo y paz. Él nos guía a través de Su Santo Espíritu y nos ayuda a renovar cada día nuestra vida a través de la Palabra de Dios, y a vivir en paz aún en medio de la más fuerte tormenta.

“¡Que se alce e El Papa se ha convertido en el líder mundial más activo en pos de evitar una solución militar en Siria. Desde la convocatoria mundial al ayuno hasta los pedidos a todos los líderes y referentes internacionales para evitar una guerra, Francisco no ha descansado ni desaprovechado oportunidad para salvar a la humanidad de otra absurda matanza.

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urante toda la semana, el Papa Francisco no ha desperdiciado ni un momento, ni una misa, ni una reunión para pedir al mundo que reflexione acerca de los daños que puede ocasionar una intervención bélica externa al conflicto que padece Siria. Con la convocatoria al ayuno internacional como uno de los puntos más fuertes de su estrategia para evitar la guerra, el Sumo Pontífice se dedicó también a comunicarse con los principales líderes mundiales y convocó a otras religiones a que lo acompañen en su demanda de paz.

Al G-20

El papa Francisco pidió a los líderes reunidos en la cumbre del G-20 en Rusia que “no queden indiferentes” ante la guerra civil en Siria y volvió a pedir que “abandonen cualquier pretensión de una solución militar” en ese país. “A los líderes de los Estados miembros del G-20 les pido que no queden indiferentes ante el drama que vive desde hace tanto tiempo la querida población siria”, subrayó en la carta remitida al presidente ruso, Vladimir Putin, en su calidad de anfitrión de la reunión. El pontífice argentino exhortó a estos países a que “ayuden a encontrar las vías para superar los diferentes enfrentamientos y abandonen cualquier pretensión de una solución militar”. Francisco consideró que aunque el encuentro del G20 tiene un carácter principalmente económico, los líderes de estos países no podrán evitar “reflexionar sobre la situación en Medio

Oriente y en Siria”. “Desgraciadamente, duele constatar que demasiados intereses han prevalecido desde que comenzó el conflicto en Siria, impidiendo encontrar una solución que evitase la inútil masacre a la que estamos asistiendo”, agregó. Asimismo, instó a los países poderosos a “perseguir con coraje y determinación, una solución pacífica mediante el diálogo y la negociación entre las partes involucradas con el apoyo de toda la comunidad internacional”. Tras sostener que los gobiernos tienen “el deber moral” de favorecer cualquier iniciativa “para promover la asistencia humanitaria de todos aquellos que están sufriendo a causa del conflicto tanto fuera como dentro del país”, señaló que los conflictos armados “crean divisiones profundas, que necesitan muchos años para curarse”. “Las guerras constituyen el rechazo práctico a comprometerse para ligar las grandes metas económicas y socia-


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en la tierra el grito por la paz!”

les que la comunidad internacional pretende alcanzar como, por ejemplo, los llamados Objetivos del Milenio”, sostuvo.

bas, las dificultades, la violencia o el mal no podrán derrotar nunca a Aquel que venció a la muerte: Jesucristo”.

A los árabes

La convocatoria

Por otra parte, al final de la catequesis de la audiencia general del miércoles pasado, el papa Francisco tuvo unas palabras especialmente dirigidas a los fieles de lengua árabe, particularmente a los procedentes de Irak, Jordania y Egipto, al expresarles: “Únanse siempre a Cristo edificando su Reino con la fraternidad, la compartición y las obras de misericordia. ¡La fe es una fuerza potente capaz de hacer el mundo más justo y más bello!” “Sean _les pidió_, una presencia de la misericordia de Dios y testimonien al mundo que las tribulaciones, las prue-

Antes del rezo de la oración mariana del Ángelus en la Plaza de San Pedro, el papa Francisco realizó el domingo pasado un enérgico llamado para evitar la guerra y convocó a una jornada de ayuno por la paz. “¡Qué no haya más guerras!” dijo el Pontífice, porque “la paz es un don demasiado precioso que tiene que ser promovido y protegido”. El llamado lo hizo extensivo a católicos, pero también convocó a los cristianos de otras confesiones, a todos los hombres que creen en Dios, e incluso a los no creyentes, “porque la paz supera cualquier

barrera”. Y a los fieles de otras religiones los invitó a celebrar sus liturgias por esta intención. Y recordó con conmoción, que “la guerra sólo engendra más guerra y la violencia más violencia”. El papa exhortó también a la comunidad internacional a realizar un esfuerzo para promover, iniciativas claras por la paz en Siria, basadas en el diálogo y la negociación. Y pidió que den apoyo a los operadores humanitarios que trabajan en ese país. Recordó: “¡Hay un juicio de Dios y también un juicio de la historia sobre nuestras acciones del que no se puede huir!”. E invocó: “¡Ayúdanos María a superar este difícil momento y a empeñarnos cada día, en cada ambiente, a una auténtica cultura del encuentro y de la paz!”.

Tweets contra la guerra Con todas mis fuerzas, pido a las partes en conflicto que no se cierren en sus propios intereses. #prayforpeace Que el grito de la paz se alce con fuerza en todas las partes de la tierra #prayforpeace Condeno con especial firmeza el uso de las armas químicas. Queremos que en nuestra sociedad, desgarrada por divisiones y conflictos, estalle la paz. ¡Cuánto sufrimiento, cuánta destrucción, cuánto dolor ha ocasionado y ocasiona el uso de las armas! Queremos un mundo de paz, queremos ser hombres y mujeres de paz. ¡Nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra! Pidamos por la paz: paz en el mundo y en todos los corazones


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Nunca más la guerra El mensaje que el Papa ofreció en el Ángeluz del domingo pasado es un llamado al corazón de la humanidad para que reine la paz en el mundo. Consideramos oportuno ofrecer algunos de los conceptos más importantes para atesorarlos como una de las más fuertes y decididas lecciones del Santo Padre.

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ueridos hermanos y hermanas, buen día. Hoy quiero hacerme intérprete del grito que sube desde cada parte de la tierra, desde cada pueblo, del corazón de cada uno, de la única gran familia que es la humanidad, con angustia creciente: es el grito de la paz. Es el grito que dice con fuerza: queremos un mundo de paz. Queremos ser hombres y mujeres de paz. Queremos que en esta sociedad nuestra, destrozada por divisiones y conflictos, estalle la paz. ¡Nunca más la guerra, nunca más la guerra! La paz es un don demasiado precioso que tiene que ser promovido y protegido. Vivo con particular sufrimiento y preocupación las diversas situaciones de conflicto que hay en nuestro mundo, pero en estos días mi corazón está profundamente herido por lo que está sucediendo en Siria y angustiado por las dramáticas perspectivas que se

perciben. Dirijo un fuerte apelo por la paz, un apelo que nace del interior de nosotros mismos. ¡Cuánto sufrimiento, cuánta devastación, cuánto dolor llevó y lleva el uso de las armas en este martirizado país. Especialmente entre la población civil e inerme. Pensemos cuántos niños no podrán ver la luz del futuro. Con particular firmeza condeno el uso de las armas químicas. Les digo que tengo aún fijas en la mente y en el corazón las terribles imágenes que vi en los días pasados. ¡Hay un juicio de Dios y también un juicio de la historia sobre nuestras acciones del que no se puede huir! El uso de la violencia nunca trae la paz. La guerra engendra guerra, la violencia engendra violencia. Con toda mi fuerza pido a las partes en conflicto que escuchen la voz de la propia conciencia, de no cerrarse en los intereses propios, pero mirar al otro como

El aporte institucional y el apoyo de sus lectores ayudan a sostener este proyecto. Enviá la palabra SUMAME al (0351) 152000040 y te informamos las maneras de colaborar

a un hermano y de tomar con decisión el camino del encuentro y del diálogo, superando la ciega contraposición. Con la misma fuerza exhorto también a la comunidad internacional de manera que haga un esfuerzo para promover, sin ulterior indulgencia, iniciativas claras por la paz en ese país, basadas en el diálogo y la negociación, en el bien de la población siria. No sea ahorrado ningún esfuerzo para garantizar asistencia humanitaria a quien fue golpeado por este terrible conflicto. En particular para los desplazados en el país y a los numerosos prófugos en los países vecinos. A los operadores humanitarios empeñados en aliviar el sufrimiento de la población, le sea asegurada la posibilidad de dar la ayuda necesaria. ¿Qué podemos hacer nosotros por la paz en el mundo? Como decía el papa Juan, a todos nos corresponde la tarea de recomponer la relación de convivencia en la justicia y el amor. Una cadena de empeño por la paz una a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Y hago una fuerte e insistente invitación a toda la Iglesia católica y también la ex-

tiendo a los cristianos de otras confesiones, a los hombres y mujeres de cada religión, y también a los hermanos y hermanas que no creen. La paz es un bien que supera cualquier barrera porque es un bien de toda la humanidad. Repito en alta voz: No es la cultura del enfrentamiento, la cultura del conflicto, la que construye la convivencia de los pueblos y entre los pueblos; sino la cultura del encuentro, la cultura del diálogo. Ésta es el único camino hacia la paz. Que el grito de paz se eleve alto para que llegue al corazón de todos, y todos depongan las armas y se dejen guiar por el anhelo de paz. A María le pedimos que nos ayude a responder a la violencia, al conflicto y a la guerra, con la fuerza del diálogo, la reconciliación y del amor. Ella es madre. Que ella nos ayude a encontrar la paz. Todos nosotros somos sus hijos. ¡Ayúdanos María a superar este difícil momento y a empeñarnos cada día, en cada ambiente, en una auténtica cultura del encuentro y de la paz. María reina de la paz, ruega por nosotros. Todos: María reina de la paz ruega por nosotros”.

Oremos por él El Papa Francisco, de manera insistente, pide que oremos por él. Desde el espacio de Francisco a diario, te invitamos a sumarte a la campaña de oración y ayuno que todos los viernes realizaremos, junto a los oyentes de Radio María en todo el país, en comunión con las intenciones del Santo Padre. Cada uno de nosotros lo hará de la manera que mejor crea conveniente, ofreciendo el trabajo del día, rezando el Santo Rosario, pidiendo en las misas una intención particular por el Santo Padre o teniendo una ayuda especial para una persona que sufre.


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