Espacio Institucional Suplemento bajo la responsabilidad editorial del P. Javier Luis Soteras, director de Radio María Argentina. Publicación de distribución gratuita con los ejemplares de La Voz del Interior del domingo 24/11/2013 www.franciscoadiario.org
Todos somos pecadores El papa Francisco retomó esta semana el concepto del perdón de los pecados y el valor de la confesión y el arrepentimiento. También pidió no resignar la fidelidad ni caer en la mundanidad.
2 Domingo 17 de noviembre de 2013
Editorial
Audiencia general
Aggiornarse no es igual a mundanizarse
El poder de perdon
Padre Javier Soteras Responsable editorial de Francisco A diario
E
l Señor nos salve del espíritu mundano que “negocia todo”, no sólo los valores, sino también la fe. Fue una de las expresiones del Papa Francisco en una de las misas en Santa Marta. Liberarnos del espíritu de mundanidad es uno de los tantos temas ejes que el Papa elige para marcar desde la espiritualidad las líneas guía con las que los hombres y mujeres de Iglesia somos invitados a la opción radical por la vida evangélica. En Asís, el 4 de octubre, hizo particular referencia a la mundanidad invitándonos a despejarnos: “La Iglesia debe despojarse de toda mundanidad espiritual, que mata el alma y a las personas y a la propia Iglesia” y “lleva a la vanidad, a la prepotencia, al orgullo”. Este mensaje sobre la Iglesia fue pronunciado por el Papa en el lugar donde San Francisco se despojó de sus vestidos para desprenderse de todas sus riquezas terrenales El Papa recordó que San Francisco se despojó de todo, delante de su padre, del obispo y del pueblo de Asís. “Esta es una buena ocasión para invitar a Iglesia a despojarse. Todos somos Iglesia, y todos debemos hacer el camino de Jesús, que ha hecho, un camino de despojo”, dijo. “Si queremos ser cristianos no hay un único camino, si hacemos un cristianismo sin la cruz de Jesús nos convertiremos en cristianos de pastelería”. En el pensamiento de Francisco, el espíritu de la mundanidad aplasta, iguala para abajo, generando un pensamiento uniforme, único, carente de una sana rebeldía que busca cambiar lo establecido como si fuera lo “normal”. En este sentido se entiende lo que expresó el Papa ante unos 500 jóvenes de la Diócesis italiana
de Piacenza-Bobbio con motivo del Año de la Fe: “Ir contracorriente significa hacer ruido, hacer lío”, les dijo, y agregó: “Me dicen: ´No, pero, mira, toma un poco de alcohol, toma un poco de droga‘ ¡No!”, exclamó. “Vayan contra la corriente de esta civilización que está haciendo tanto daño”, y los exhortó a “seguir adelante, pero con los valores de la belleza, de la bondad y de la verdad”. Romper con la mundanidad, además, supone: “apostar por un gran ideal. Ustedes pueden hacerlo, tienen el poder para hacerlo. Si no lo hacen, es por flojera”. “Sigan adelante, hagan lío. En donde hay jóvenes tiene que haber lío”. Y añadió que “siempre, en la vida, habrá personas que les harán propuestas para que se frenen, para bloquear su camino. Sean valientes y vayan contracorriente”. ¿Cómo se entiende este mensaje del Papa de ir contracorriente ante la llamada que nos hace el Concilio Vaticano II a aggiornarnos? Es que justamente se han confundido los términos. Aggiornamiento significa: renovación y adaptación, sentido pastoral y diálogo. En la bula de convocatoria al Concilio Vaticano II aparece claro: “Se trata de poner en contacto al mundo moderno con las energías perennes y vivificadoras del evangelio”. Aggiornarse no es igual a mundanizarse. Mundanizarse es dejarse llevar por el espíritu del mundo, relativista y carente de sentido de Dios, tan bien representado en el tango Cambalache. Aggiornarse es proponer el evangelio a la cultura buscando entrar en comunión lo que esta tiene de valores que son capaces de cambiar la vida de los hombres, no importando de donde vengan y quien los proponga.
“A
ntes que nada debemos recordar que el protagonista del perdón de los pecados es el Espíritu Santo _comenzó el papa Francisco su catequesis del miércoles pasado_, ¡Él es el protagonista! En su primera aparición a los apóstoles, en el Cenáculo, Jesús resucitado hizo el gesto de soplar sobre ellos diciendo: ‘Reciban el Espíritu Santo; a quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos’”. “Jesús, transfigurado en su cuerpo, es el hombre nuevo, que ofrece los dones pascuales fruto de su muerte y resurrección. ¿Cuáles son estos dones?
La paz, la alegría, el perdón de los pecados, la misión; pero sobre todo da el Espíritu Santo que es la fuente de todo esto. Del Espíritu Santo vienen todos estos dones. El soplo de Jesús, acompañado por las palabras con las que comunica el Espíritu, indica la transmisión de la vida, la vida nueva regenerada por el perdón”, agregó el Santo Padre.. “Pero antes de hacer este gesto de soplar y dar el Espíritu _aclaró_, Jesús muestra sus llagas, en las manos y en el costado: estas heridas representan el precio de nuestra salvación. El Espíritu Santo nos trae el perdón de Dios ‘pasando a través’ de las llagas de Jesús. Estas llagas
que Él quiso conservar, incluso en este momento en el Cielo, Él le hace ver al Padre las llagas con las que nos ha rescatado. Por la fuerza de estas llagas nuestros pecados son perdonados, así Jesús dio su vida por nuestra paz, por nuestra alegría, por la gracia de nuestra alma, por el perdón de nuestros pecados y ¡esto es muy bello! Mirar a Jesús de esta manera”. “Y llegamos al segundo elemento: Jesús da a los apóstoles el poder de perdonar los pecados ¿Cómo es esto? Es un poco difícil de entender que un hombre pueda perdonar los pecados. Jesús da el poder. La Iglesia es depositaria del poder de las llaves. De
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Espacio Institucional Domingo 17 de noviembre de 2013
nar En la audiencia general del miércoles pasado, el papa Francisco, en su catequesis sobre el Credo, retomó la idea sobre el perdón de los pecados. “que forma parte de la ‘potestad de las llaves’ que Jesús dio a sus apóstoles”, dijo ante decenas de miles de fieles que llenaron la Plaza de San Pedro.
abrir o cerrar, de perdonar. Dios perdona a todos los hombres en su soberana misericordia, pero Él mismo ha querido que todos los que pertenezcan a Cristo y a su Iglesia, reciban el perdón mediante los ministros de la comunidad. A través del ministerio apostólico, la misericordia de Dios me alcanza, mis culpas son perdonadas y se me da la alegría. De este modo, Jesús nos llama a vivir la reconciliación también en la dimensión eclesial, comunitaria. Y esto es muy bello. La Iglesia, que es santa y a la vez necesitada de penitencia, acompaña nuestro camino de conversión para toda la vida”, enfatizó el Papa Francisco. Más adelante, el sumo pontífice añadió: “La Iglesia no es dueña del poder de las llaves, no es dueña, sino que
es sierva del ministerio de la misericordia y se alegra de todas las veces que puede ofrecer este don divino. Muchas personas hoy no entienden la dimensión eclesial del perdón, porque domina siempre el individualismo, el subjetivismo, y también nosotros los cristianos nos resentimos. Cierto, Dios perdona a todos los pecadores arrepentidos, personalmente, pero el cristiano está vinculado a Cristo, y Cristo está unido a la Iglesia. Para nosotros los cristianos hay otro don además, y también una obligación más: pasar humildemente a través del ministerio eclesial. Y esto debemos valorarlo, es un don, también es una cura, una protección y también la seguridad de que Dios me ha perdonado”.
No debemos cansarnos de pedir perdón “Yo voy al hermano sacerdote y digo: padre, he hecho esto; y él dice: Yo te perdono y Dios te perdona, y yo estoy seguro en este momento de que Dios me perdonó. ¡Esto es bello! Esto es tener la seguridad de lo que nosotros decimos siempre: Que Dios nos perdona siempre. No se cansa de perdonar. Nosotros no debemos cansarnos de ir a pedir perdón. Pero, Padre, a mí me da vergüenza ir a decir mis pecados…. Mira, nuestras madres, nuestras abuelas decían que es mejor rojo una vez que mil amarillo. Te pones rojo una vez, te perdonan los pecados y… ¡adelante!”, graficó Francisco. Finalmente, el Papa marcó un último punto: “El sacerdote, instrumento para el perdón de los pecados. El perdón de Dios que se nos da en la Iglesia nos es transmitido por medio del ministerio de un hermano nuestro, el sacerdote; un hombre, que como nosotros necesita misericordia, se convierte verdaderamente en instrumento de misericordia, dándonos el amor sin límites de Dios Padre. También
los sacerdotes deben confesarse, también los obispos, todos somos pecadores. También el Papa se confiesa cada quince días, porque el Papa también es un pecador. El confesor escucha lo que le digo, me aconseja y me perdona. Todos necesitamos este perdón”. “A veces encontrás a alguno que prefiere confesarse directamente con Dios…. Sí, como decía antes: Dios te escucha siempre, pero en el sacramento de la Reconciliación manda a un hermano a traerte el perdón, la seguridad del perdón en nombre de la Iglesia”, explicó. “El servicio que el sacerdote presta como ministro _añadió_, de parte de Dios, para perdonar los pecados es muy delicado, es un servicio muy delicado y exige que su corazón esté en paz, que el sacerdote tenga el corazón en paz, que no maltrate a los fieles, sino que sea humilde, benévolo y misericordioso; que sepa sembrar esperanza en los corazones y, sobre todo, sea consciente de que el hermano o la hermana que se
acerca al sacramento de la Reconciliación busca el perdón y lo hace como se acercaban tantas personas a Jesús para que los curara. El sacerdote que no tenga esta disposición de espíritu es mejor que, hasta que se corrija, no administre este Sacramento. Los fieles penitentes tienen el deber, ¡no! Tienen el derecho, todos tenemos el derecho de encontrar en los sacerdotes servidores del perdón de Dios”. “Queridos hermanos, como miembros de la Iglesia, ¿somos conscientes de este don que nos ofrece Dios mismo? ¿Sentimos la alegría de este cuidado, de esta atención materna que la Iglesia tiene hacia nosotros? ¿Sabemos valorarla con sencillez y asiduidad? No olvidemos que Dios no se cansa nunca de perdonarnos; mediante el ministerio del sacerdote, nos abraza en un nuevo abrazo que nos regenera y nos permite volvernos a levantar y volver a retomar de nuevo el camino. Porque esta es nuestra vida, levantarnos y retomar el camino”, concluyó.
Con las víctimas del ciclón en Cerdeña El Papa Francisco tuvo presente esta semana a las víctimas del ciclón de Cerdeña. En la audiencia del miércoles pasado invitó a todos los presentes a guardar silencio y orar juntos el Ave María. Francisco pidió también oración por los familiares e invitó a ser solidarios con los afectados. Ese mismo día se hizo público el telegrama que el Se-
cretario de Estado, monseñor Pietro Parolín, dirigió al monseñor Arrigo Miglio, presidente de la Conferencia Episcopal Sarda. Allí comunica el deseo del Papa de “hacer llegar a todos su afectuosa palabra de consuelo y de ánimo, asegurando un recuerdo particular en la oración por los que han perdido la vida y por todas las personas probadas por las grave calamidad”.
4 Domingo 24 de noviembre de 2013
Las anécdotas de la semana
Por Milagros Rodón Periodista de Radio María
Al encuentro de los que sufren Entre los numerosos gestos, palabras y encuentros del Papa Francisco en esta semana, se destacaron los que tuvieron a los enfermos como protagonistas. La predilección del Papa por los niños y por los enfermos no resulta de gestos aislados sino que tienen continuidad a lo largo de éstos ocho meses de Pontificado.
El Papa receta Misericordina Quienes participaron del rezo del Ángelus del domingo en la Plaza de San Pedro regresaron a sus casas con un regalo del Papa Francisco. Un grupo de voluntarios se entremezcló en la multitud y repartieron miles de cajas de remedios denominadas “Misericordina” que el Papa recomendó para curar ciertos “males cardíacos”. Francisco mostró la pequeña caja desde el balcón y explicó: “¿Cómo? –pensarán ustedes- ¿Es que el Papa se ha hecho farmacéutico?...No. Se trata de una medicina espiritual para mantener los frutos del Año de la Fe que ahora termina...son 59 pastillas que ofrecen el amor, el perdón y la fraternidad”. La caja contiene un rosario, una estampa de Jesús de la
Divina Misericordia y un “prospecto” donde se explica cómo rezar el rosario. También describe los “males cardíacos” ante los cuales acudir al medicamento: deseo de sentir la misericordia de Dios, necesidad de ayuda en una situación difícil, incapacidad de poder perdonar a alguien, etcétera. En octubre, el limosnero del Papa Francisco, Konrad Krajwski, había presentado al Pontífice ésta iniciativa traída por un obispo Polaco y muy difundida en su país en donde nació Santa Faustina Kowalska, principal difusora de la devoción a la “Divina Misericordia”. El Papa se mostró muy entusiasmado y pidió que se repartiera entre los fieles para el cierre del Año de la Fe. Las casi 80 mil cajas de
cartón repartidas durante el Ángelus fueron confeccionadas por un grupo de guardias suizos, sus familiares y algunas monjas Albertinas quienes se ocupan de la cocina de la Guardia. El trabajo se realizó en un clima de oración y fuera del horario de servicio.
La historia detrás de la foto Hace algunos días, la foto del Papa Francisco estrechando contra su pecho la cabeza de un hombre enfermo de neurofibromatosis, recorrió el mundo. Algunas horas después pudimos conocer la historia del italiano Vinicio Riva, quien relató su experiencia de encuentro : “Era como estar en el paraíso”, dijo. Tras años de rechazo por su enfermedad, sintió consuelo ante la actitud del Papa: “Lo que más me ha impresionado es que no se puso a pensar si abrazarme o no. Yo no contagio, pero él no lo sabía. Lo ha hecho y ya: me ha acariciado todo el rostro y mientras lo hacía sólo sentía amor”. Vinicio, quien se autodefine como “un ser deforme” por los numerosos tumores que cubren todo su cuerpo, compartió su inolvidable experiencia en la Plaza San Pedro a la revista italiana “Panorama”: “No me dijo nada, pero
yo sentí su amor. Duró poco más que un minuto, pero a mí me pareció una eternidad”. “Mi corazón iba tan rápido -recordó- que creí que iba a morir”.
El gesto se repite
Esta semana, en la audiencia general de los miércoles, nuevamente Francisco se conmovió y abrazó con ternura a un hombre que tenía el rostro desfigurado. El Papa conversó con él algunos segundos y lo bendijo. En su gesto dio un mensaje de amor y ternura al mundo. Evidentemente, las abundantes palabras del Papa en torno a salir al encuentro de los que sufren, la necesidad de ser “misericordiosos y compasivos”, “ir a las periferias geográficas y existenciales”, “no tener miedo a la bondad ni a la ternura” se refuerzan con sus gestos concretos cargados de significados.
Oremos por él
El papa Francisco, de manera insistente, pide que oremos por él. Desde el espacio de Francisco a diario, te invitamos a sumarte a la campaña de oración y ayuno que realizaremos todos los viernes, junto a los oyentes de Radio María en todo el país, en comunión con las intenciones del Santo Padre. Cada uno de nosotros lo hará de la manera que mejor crea conveniente, ofreciendo el trabajo del día, rezando el Santo Rosario, pidiendo en las misas una intención particular por el Santo Padre o tendiendo una ayuda especial para una persona que sufre.